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Seminário Internacional Fazendo Gênero 11 & 13th Women’s Worlds Congress (Anais Eletrônicos),
Florianópolis, 2017, ISSN 2179-510X
MUJERES EN ¿ROLES TRADICIONALES? LA CONSTRUCCIÓN DE LA
“MATERNIDAD EN TRÁNSITO” Y LA FORTALEZA FEMENINA ENTRE
MUJERES INTEGRANTES DE UN PROGRAMA DE ACOGIMIENTO
FAMILIAR Sebastián Fuentes1
Abstract: El objetivo de la ponencia es analizar dos ejes que estructuran la relación entre mujeres y
crianza de niños/as en el contexto de programas de “acogimiento familiar”/”familias de tránsito”:
niños que son cuidados de modo temporal por familias voluntarias, en el marco de políticas de
protección de sus derechos, hasta tanto sean adoptados por otro grupo familiar. El primer eje se
vincula con el rol de la mujer asociado a la crianza, y los discursos sobre el instinto y la fortaleza
“de la madre”. Exploramos estas posiciones relacionales y los discursos y representaciones que los
sostienen a partir de una mirada que no se quede estrictamente en asociar estos roles con
representaciones clásicas/”tradicionales”, para lo cual nos parece importante revisitar reflexiones
del feminismo, y comprender la experiencia de las mujeres que se sienten fortalecidas en la relación
de crianza de bebés, produciendo una configuración familiar particular y novedosa. El segundo eje
se vincula con las posiciones profesionales en juego: en el caso estudiado, todas las profesionales
intervinientes (psicólogas, trabajadoras sociales) y las estudiantes universitarias de psicomotricidad
son mujeres, salvo un docente varón. Analizamos las condiciones que hacen posible la intervención
comunitaria y los saberes construidos en espacios altamente feminizados donde la posición
anteriormente descripta –la fortaleza femenina- parece gobernar el dispositivo y hegemonizar las
prácticas.
Keywords: Maternidad. Familias. Crianza. Psicomotricidad. Universitaria.
Introducción
Desde los pioneros trabajos de Rosaldo y Lamphere en los años 70, la antropología viene
discutiendo el lugar y los roles “tradicionales” que en cada sociedad se asigna a las mujeres
vinculados a los espacios denominados domésticos, en los que se organiza la reproducción
vital/social de los miembros de una sociedad. Uno de los aportes más interesantes de Rosaldo
(1974), remiten a su complejización de la mirada universalista sobre la dominación masculina, o la
subordinación cultural de la mujer, para lo cual recurre al análisis de esas relaciones utilizando las
categorías de lo doméstico y público como lentes para comprender las asimetrías de género pero
basados en los modos de organización social. La comprensión de lo que sucede en las casas,
establecidos supuestamente como espacios de relegación de las mujeres a ámbitos “no públicos”,
permitirá entender por un lado, el lugar asignado y asociado a la reproducción de la vida (Rubin,
1986) y de la vida cotidiana, pero trabaja con el presupuesto de que es en el ámbito público donde
solamente se construyen las relaciones de poder, reforzando así la idea de que lo doméstico es el
1 UNTREF y CONICET/FLACSO, Buenos Aires, Argentina.
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espacio femenino y lo público –y por lo tanto de mayor poder- es el masculino. Esos presupuestos
esconden la agencia de las mujeres y entre las mujeres en los espacios domésticos, y su poder en las
relaciones familiares.
En este trabajo propongo problematizar la asociación entre maternidad –como ámbito de
reproducción de la vida- y subordinación, planteando cómo esa posición relativa al cuidado de
niños/as y su crianza, supone un agenciamiento particular en la sociedad argentina, donde la
construcción pública de posiciones en torno a la familia y la maternidad son consideradas legítimas
y valoradas moralmente, tal como lo han mostrado, entre otras, Masson (2004) en el caso de la
participación política de las mujeres –el caso de Hilda Gonzalez de Duhalde, construyendo su
trayectoria en cuanto esposa de un político, por ejemplo- como lo muestra Jelin (2007) en la
legitimidad pública de las posiciones de las militantes y defensoras de los derechos humanos en
cuanto Madres y Abuelas.
Para comprender cómo se construyen esas posiciones y “valores” en relación a la asociación
entre maternidad y roles de/asociados a las mujeres, me detengo en las relaciones establecidas en
prácticas en las que mujeres se involucran en el cuidado de niños pequeños, desde posiciones y
roles distintos. Unas en cuanto “familias de tránsito”, abocadas al cuidado y crianza cotidiana de
niños/as pequeños/as, y otras en cuanto estudiantes universitarias de psicomotricidad que buscan
colaborar con esa crianza, y desarrollar habilidades en relación a una práctica profesionalizada. Me
interesa analizar cómo se construye conocimiento en la formación universitaria de psicomotricistas
en espacios “comunitarios” –entendidos aquí como espacios por fuera de la institución universitaria
en sentido amplio: hospitales, centros de salud, escuelas, centros comunitarios, organizaciones de la
sociedad civil, etc.-, en los que intervienen mujeres con distintas trayectorias sociales e intereses.
Para ello me baso en una investigación que desarrollamos junto a otras colegas2, en las que
nos interrogamos acerca de los procesos de formación universitaria de profesionales
psicomotricistas, sobre todo en las relaciones y prácticas que se producen en espacios
extrauniversitarios. Utilizo como referente analítico los registros de campo que fui produciendo
como coordinador de un Proyecto de Voluntariado Universitario (PVU) de estudiantes de
psicomotricidad en un programa de familias de tránsito, modalidad de cuidado de niños/as que en
otros contextos o instituciones es conocido como “acogimiento familiar”. Al construir un doble rol,
como coordinador y a la vez como investigador en el espacio que describiré en la sección siguiente,
2 La investigación de tipo exploratoria, se enmarca en la programación científica de la Universidad Nacional de Tres de
Febrero, la misma institución pública en la que se desarrolla el proyecto de voluntariado universitario de estudiantes de
psicomotricidad que describo luego.
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he recurrido a prácticas de producción de conocimiento que combinan observación participante y
entrevistas semiestructuradas, como la participación reflexiva, y el registro sistemático de prácticas
discursivas y no discursivas de individuos y colectivos (Grimberg y otros, 2004) que hacen parte del
referente empírico.
En la primera sección describo el contexto de práctica en el cual se basan nuestros registros,
y analizo las narrativas en las que las mujeres que participan del programa construyen una posición
de poder a nivel público. En la segunda sección profundizo el análisis de la feminización de lo
“social” vinculado a las tareas de cuidado, y problematizo nociones divergentes sobre el rol de la
mujer entre estudiantes universitarias y mujeres participantes del programa, revisando allí la
dinámica de los cambios en las concepciones previas sobre la mujer y su “fortaleza” en la mirada de
las estudiantes, buscando comprender el rol de la práctica comunitaria en la construcción de
posiciones y sentidos sobre la propia práctica profesional y los saberes en juego en espacios
comunitarios.
La crianza como práctica de las mujeres: ser madres “de tránsito” y la fortaleza femenina
En 2012, un grupo de mujeres profesionales del trabajo social pertenecientes a una
organización de la sociedad civil decidió llevar adelante un proyecto en el que niños y niñas
pequeños fueron acogidos en espacios familiares –y no en instituciones- mientras se resolvía su
situación judicial. La inquietud fue transmitida por profesionales del sistema de protección de
derechos del niño/a y adolescentes de la Provincia de Buenos Aires, ante la cantidad de niños/as que
requerían un cuidado transitorio fuera del espacio familiar de origen, del que son retirados ante
situaciones de riesgo para su salud e integridad, por parte del sistema de protección de derechos de
la provincia de Buenos Aires3. La implementación de esas medidas forma parte de una tendencia
pero también una política que buscaba desde hace años la desinstitucionalización del cuidado de los
niños/as, en el marco de las políticas que se referencian en el marco de protección y promoción de
los derechos del niño/a y adolescente a escala global y también en la Argentina.
Los niños/as pequeños/as son recibidos/as por la organización social en el marco de medidas
de protección especial, previstas en la ley provincial nº 13298, y son tomados a cargo legalmente
3 Cuando decimos sistema de protección de derechos nos referimos al conjunto de organismos estatales provinciales y
municipales, organismos judiciales, y organismos del sector privado/organizaciones sociales, que intersectorialmente
intervienen como actores de ejecución de medidas para la protección de derechos del niño/a y adolescente de la
província de Buenos Aires (ver art. 14, Ley nº 13298 de “Promoción y Protección Integral de los Derechos de los
Niños” de 2005).
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por la institución, que luego transfiere el cuidado cotidiano a las familias voluntarias. Los/as
“bebés” llegan al programa a través de un Servicio Zonal de Protección y Promoción de los
Derechos del niño/a de la Provincia de Buenos Aires, o de un Servicio local de un partido
(municipalidad) ubicada en la región noroeste de la misma provincia. Se trata de niños pequeños4
que o han sido abandonados en la vía pública/hospital, o sus progenitoras han manifestado la
voluntad de no hacerse cargo de ellos luego del nacimiento. En otros casos, los bebés llegan porque
los servicios locales/zonales evaluaron la necesidad de retirar al niño del contexto familiar en el que
se encontraba frente a alguna situación de riesgo. En todos los casos, la resolución de su situación –
declarar el estado de adoptabilidad, por ejemplo, o que el niño regreso al grupo familiar de origen
y/o a algún referente cercano- implica la decisión de un Juzgado de Familia, en el que intervienen
jueces, secretarios y equipos técnicos (profesionales psicólogos, trabajadores sociales, abogados),
mientras que los servicios de protección de derechos y la organización social hacen el seguimiento
de esa causa y proveen todos los datos necesarios sobre la evolución –de salud, de desarrollo, etc.-
del niño/a que está en el programa.
El grupo de mujeres profesionales que desarrolló el programa -obtuvo apoyo y
financiamiento estatal para llevarlo adelante- integra una asociación civil que venía implementando
programas para la atención a jóvenes y niños/as en situación de “vulnerabilidad social”, aunque era
la primera vez que trabajaban con niños/as tan pequeños, “bebés”. El programa se denomina desde
entonces “Familias de Guadalupe”, y se desarrolla en la Asociación Civil El Vallecito de la
Guadalupe, localizado en la localidad de Muñiz, San Miguel, provincia de Buenos Aires. El
programa acompaña a familias voluntarias que cuidan a los niños/as pequeños (0 a 2 años) durante
un tiempo indeterminado5, ofreciendo asesoramiento profesional. Esto incluye, entre otras prácticas:
la visita a sus hogares, el seguimiento de situaciones de enfermedad de los bebés o de dificultades
de las familias de tránsito, la realización de reuniones mensuales de apoyo entre familias de tránsito,
la derivación a otros profesionales (como psicólogos, psicomotricistas, etc.) en determinadas
situaciones, el seguimiento de la “causa” judicial del niño en cuestión, la facilitación de recursos
materiales que ayudan a las familias en la crianza/cuidado de los bebés, como pañales, leches
especiales, etc.
4 Los bebés son Medida de Protección Especial, prevista en la Ley provincial 13298 5 La ley 13.298 establece que el plazo no debe excederse de los 180 días. Sin embargo, durante el tiempo que
acompañamos haciendo observación participante en el programa, fueron muy pocos los/as bebés/as que permanecieron
menos de ese tiempo, debido a dilaciones propias del funcionamiento del Poder Judicial de la Provincia de Buenos
Aires.
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Desde fines de 2014, la Asociación Civil acordó un trabajo conjunto con la licenciatura en
Psicomotricidad de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en el marco de un PVU, evaluado y
financiado por el Ministerio de Educación de la Nación en sucesivas convocatorias anuales. En ese
proyecto, estudiantes de psicomotricidad desarrollan prácticas en el programa, supervisadas por un
antropólogo –autor de este trabajo- y una psicomotricista6. El trabajo desarrollado desde una
perspectiva interdisciplinaria busca reforzar el acompañamiento de las profesionales del programa y
de las familias en las estrategias y prácticas de cuidado y crianza de los niños, y construir saberes en
y desde el espacio de práctica, junto a las familias y los/as niños/as. La gran mayoría de este equipo
está integrado por mujeres –siguiendo el patrón de feminización de la carrera pero también de su
cuerpo docente-.
El conjunto de familias voluntarias que integran el programa responde a diversos modos de
organización familiar: desde matrimonios heterosexuales con hijos/as pequeños y/o jóvenes,
mujeres que no tuvieron hijos y que se embarcan en la experiencia acompañadas por sus hermanas y
otros familiares, hasta mujeres separadas con hijas pequeñas e incluso una religiosa católica. En
todos los casos, aunque exista la presencia fuerte de varones “esposos”, lo que sobresale es la
presencia y el protagonismo de las mujeres en la experiencia de crianza. En cada reunión mensual
las familias relatan las novedades en relación al desarrollo y la situación de los bebés, como los
problemas de salud que han tenido, o los “logros” en el desarrollo que van viendo: ello puede ir
desde el inicio del gateo, lograr que el bebé se quede un tiempo con otra persona “sin que se
angustie”, o un mayor contacto con el medio que lo rodea. Las mujeres también relatan las
dificultades que han atravesado, como cansancio en la tarea de cuidado y crianza, como los miedos
en relación a cómo se va a producir la salida del niño/a de la familia de tránsito, preocupación que
es compartida por todo el grupo familiar.
A lo largo de dos años de observaciones, y de entrevistas realizadas a algunos de estos
grupos familiares, aparece un posicionamiento de las mujeres que articula de modos novedosos la
relación entre lo que tradicionalmente se consideraba público y doméstico. Las mujeres asumen una
experiencia de maternidad temporaria que impacta sobre el modo en que se posicionan, tanto al
interior del programa, como en otros ámbitos vinculados a su vida cotidiana.
En relación al primero, son las mujeres las que llevan la palabra en las reuniones del
programa, las que–en los grupos familiares formados por matrimonios- empiezan a hablar y contar
cómo les está yendo con la experiencia de crianza. Son frecuentes las alusiones a la “garra”, la
6 Se trata de Lic. Leticia González, coordinadora a su vez de la carrera en la universidad.
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entereza, la fortaleza y la “entrega” de estas mujeres en relación a su propio rol y su práctica
cotidiana, y ello también es reforzado por las coordinadoras del programa, que apunta por lo general
a fortalecer desde un lugar cercano a las familias el rol en el presente y futuro de los niños/as,
utilizando metáforas -como la de las leonas que cuidan a sus crías, o “las gallinas con sus pollitos”-
que reivindican la práctica de las mujeres relación al cuidado de los/as niños/as. En relación al
segundo espacio de circulación, son frecuentes los relatos acerca de cómo vecinos, amigos,
compañeros/as de iglesia, o personas que atienden en comercios, el pediatra al que consultan,
todos/as ellos/as reconocen socialmente a estas mujeres, y les expresan su sorpresa al ser “capaces”
de cuidar a estos niños sabiendo “que no se los van a quedar”.
La maternidad en cuanto una posición “temporaria” implica una alteración del peso que la
sangre y la metáfora de la sangre tiene en la constitución del parentesco. Esa alteración es la que
permite comprender los temores de las mujeres partcipantes a ser nombradas por otros o llamadas
por los mismos niños/as –cuando van conquistando el lenguaje oral adulto- como “mamás”. Es ese
supuesto basado en lo biológico el que explica, además, la experiencia de fortaleza femenina -que
atraviesa una gran “prueba”, la de la entrega del bebé a su familia adoptante-. Esa “entrega”
sintetiza el esfuerzo más difícil de realizar para todas las familias, pero es fuertemente depositado
en las mujeres. No hemos hallado aquí, como sería de esperarse, explicaciones que vinculen la
capacidad de gestación de un niño/a con la dificultad que tendrían estas mujeres de entregar estos
niños a sus nuevas familias. Antes bien, es el esfuerzo y la tarea cotidiana de asegurar el cuidado,
nutrición, “estimulación” diaria del niño/a, la que explica la constitución de un lazo que se sabe “tan
fuerte” al mismo tiempo que se sabe su “transitoriedad”.
La trayectoria previa como madre no es una determinación ni un condicionante necesario
que motive a las mujeres a involucrarse en este programa. Si bien algunas de ellas significan su rol
y explican su compromiso como continuar haciendo aquello que ya han hecho con sus propios
hijos/as –o incluso aquello que no pudieron hacer con sus propios/as hijos/as por diversas
circunstancias-, otras mujeres no han sido madres previamente. Es decir que sus prácticas y saberes
–como el cuidado del niño pequeño, su desarrollo- no necesariamente están vinculados con una
experiencia directa de crianza y cuidado de niños/as propios/as. Sin embargo, en la maternidad
transitoria estas mujeres encuentran una posición donde construirse como agentes con
reconocimiento social y con la posibilidad de realizar una tarea que como ellas mismas dicen, hace
una diferencia crucial porque “deja huellas” –positivas-en el desarrollo posterior del niño.
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El hecho de que ese agenciamiento y reconocimiento social suceda por medio de una
retribución constante –tanto en el espacio del programa como en la vida cotidiana de las mujeres
reconocimiento público sobre el rol de la mujer en cuanto madre, plantea algunas preguntas sobre el
modo de entender esa asociación, sobre todo por la asociación entre mujer por un lado, y
reproducción o crianza, por el otro. En estas mujeres es la crianza y el rol de madres (transitorias) el
que las pone en un lugar de reconocimiento de su fortaleza, en el sentido de su comparación
relacional de género: a lo largo del trabajo de campo nos hemos encontrado con relatos –son
matrimonios heterosexuales- que ubican en los varones una cierta debilidad al momento de la
entrega del bebé, invirtiendo así un sentido común que pone a los varones en el lugar de la fortaleza
y la falta de sensibilidad, y a las mujeres en la sensibilidad y la ternura y el cuidado. Son estas
asociaciones las que en esos casos se invierten, quedando la mujer en un lugar de entereza y
entrega, al superar una prueba asociado no tanto a la posibilidad biológica de parir, sino al rol
“tradicional” de la mujer en la crianza de un hijo/a propio/a: el dolor insuperable e incomparable de
entregarlo/a.
Lo que parece reforzar un rol tradicional, se convierte en un instrumento de fuerte
reconocimiento social, pero además, en la trayectoria de las mujeres, se construye un sentimiento de
poder que en muchos casos las ubica en un deseo continuado de cuidar transitoriamente a otros/as
niños/as. En sus relatos, estas mujeres se sienten posicionadas desde un lugar distinto al que tenían
cuando ingresaron al programa. Identificamos, hasta ahora, tres instancias de esos
posicionamientos. Primero, en relación a sí mismas, porque sienten que lograron algo difícil de
realizar, como la entrega de los bebés cuando así lo decide el Juzgado que interviene. Segundo, en
relación al programa, porque se constituyen en depositarias de un saber que luego transmiten a
nuevas mujeres y familias, y a las estudiantes universitarias. A lo largo de dos años, hemos
registrado diversos saberes que las familias experimentadas transmiten a las nuevas, vinculados a
historias en relación a los logros de los bebés; o cómo conseguir la cobertura médica del sistema de
obras sociales o medicinas prepagas, o previsiones en relación a cómo preparar a los bebés y a toda
la familia para el momento de la entrega del bebé.
Tercero, en relación al sistema de protección de derechos y al poder judicial: al tratarse de
un sistema con una serie de falencias –como la dificultad de jueces y personal del poder judicial
para entender la tarea relativamente novedosa que realizan las familias de tránsito, o anteponer las
lógicas burocráticas antes que las necesidades del niño/a pequeño/a-, las familias y sobre todo las
mujeres –desde las coordinadoras del programa hasta las madres de tránsito- se convierten en
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defensoras de los derechos de esos niños en concreto. Estos roles públicos hablan de un sistema en
el que si bien los padecimientos burocráticos son importantes, y el cansancio que las familias
pueden experimentar puede ser desgastante –algunos niños permanecen en el programa bajo el
cuidado de la misma familia por más de un año-, el reconocimiento público de su rol las ubica como
agentes con valor social, lo que a su vez contribuye al sostenimiento de la práctica. El discurso
jurídico –basado en el paradigma de derechos de la infancia- se constituye en un dispositivo que les
otorga legitimidad, ya que al reconocimiento social y público del que gozan como madres/familias
de tránsito, se le adiciona su rol como defensoras de los derechos básicos y cotidianos de niños/as
pequeños/as.
La feminización de lo “social” y el encuentro interdisciplinario: estudiantes universitarias
interviniendo en prácticas de crianza
El espacio de intervención social es un ámbito fuertemente feminizado. Son mujeres
mayormente las que en profesiones y campos de actuación como la docencia, el trabajo social, la
psicopedagogía se desempeñan en organizaciones sociales y/o en el desarrollo de políticas sociales.
El caso sobre el cual estamos trabando no es la excepción. La Asociación Civil que lleva adelante el
programa fue creada por mujeres, y actualmente es dirigida por mujeres. La mayor parte de su
cuerpo técnico y coordinadoras han sido mujeres, en los distintos programas que llevan adelante. A
su vez el conjunto de estudiantes universitarias7 que participa del PVU colaborando con el
programa de familias de tránsito, también está integrado en su casi totalidad por mujeres.
Uno de los espacios y “cuestiones” sobre las que interviene la psicomotricidad como campo
profesional está centrado en el desarrollo psicomotor del niño/a, en las relaciones entre niños/as y
adultos que atañen a esa dimensión. Desde el punto de vista antropológico, entiendo la construcción
de la infancia como un proceso cultural, en el que se producen saberes y prácticas vinculados a la
crianza de niños/as (Colángelo, 2005). Desde una antropología de los niños/as, miro la construcción
de la infancia a partir de la categoría de circulación de niños (Fonseca, 1998), categoría propicia en
este caso ya que el foco de la intervención que analizamos se centra en la circulación de los niños
por el sistema de protección de derechos, en el que están involucrados las políticas sociales, el
poder judicial, las organizaciones sociales, los profesionales, las universidades y sus actores, y las
familias, entre otros. Considero a la formación en psicomotricidad en el espacio comunitario como
7 En la Universidad Nacional de Tres de Febrero, la mayoría de las estudiantes de Psicomotricidad son mujeres, así
como el cuerpo docente.
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una posición y un conjunto dinámico de saberes interdisciplinarios y prácticas que intervienen en la
crianza y en la circulación de niños/as.
La intervención psicomotriz en las prácticas de crianza constituye una parte de las políticas
de cuidado, que no solo intervienen a nivel de prácticas y vínculos que históricamente y de modos
invisibilizados y no remunerados realizaron mujeres (Esquivel, Faur y Jelin, 2012), sino que
también tiene a las mujeres como uno de sus recursos de trabajo contemporáneos. Lo que interesa
analizar aquí es el modo en que se encuentran el posicionamiento universitario de las estudiantes en
cuanto mujeres universitarias y estudiantes de psicomotricidad, específicamente8, con las prácticas
y saberes que las mismas familias –sobre todo las mujeres- despliegan en el cuidado de niños/as.
Uno de los aspectos que al iniciar el trabajo comunitario emergía como sorpresa entre las
estudiantes era la presencia que el discurso centrado en lo religioso/trascendente tenía entre las
mujeres/familias de tránsito y las profesionales del programa9. No todas las familias que participan
del programa se declararían como creyentes en alguna religión, aunque muchas sí desarrollan
prácticas y saberes religiosos. Las alusiones que llamaban la atención de las estudiantes tenían que
ver con interpretaciones sobre el “destino”, o la “voluntad de Dios”, en torno, sobre todo, al
momento en que estas familias debían entregar el niño/a su nueva familia adoptante. Asimismo, si
bien algunas de las estudiantes eran, además, madres, llamaba la atención el involucramiento de las
mujeres del programa en la posición de maternidad, “dedicarse a los chicos y a sus hijos”. Ambos
elementos, que causaron sorpresa, fueron objeto de análisis por parte del equipo del voluntariado,
buscando entender el rol que cumplía el discurso religioso y maternal en la práctica cotidiana de las
mujeres, y sobre todo en el vínculo entre madres de tránsito y niños/as.
Esta mirada de extrañeza se explica por las condiciones sociales y el habitus universitario
que se construye en muchas universidades públicas. Por un lado, se hace presente la fuerte
laicización de la universidad argentina. Por el otro, su lugar como mujeres que buscaban en ese
momento de sus trayectorias un posicionamiento en cuanto profesionales y ya no solo como madres
–en el caso de las estudiantes que tenían hijos/as-.
8 La formación psicomotriz universitaria se construye durante toda la duración de la carrera desde una perspectiva
interdisciplinaria: medicina, biología, antropología, psicología, entre otras disciplinas, constituyen no solo materias
propios del desarrollo de la carrera, sino que la perspectiva de trabajo de las docentes de materias específicamente
psicomotrices son planteadas desde la interdisciplinariedad, construyendo en las estudiantes una mirada abierta al
trabajo con otros campos profesionales y de saberes.
9 De hecho el programa lleva un nombre que remite a la Virgen de Guadalupe, advocación de la virgen María en las
creencias católicas.
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A lo largo del primer año de trabajo en el grupo de estudiantes, desde la escucha del
discurso de las mujeres, y sobre todo, la atención a su práctica cotidiana de cuidado, que en el caso
de niños recién nacidos puede ser desgastante y requerir un gran esfuerzo por parte de ellas,
permitió comprender que lo “religioso” ayudaba a sostener esa práctica, dándole un sentido
transcendente10. La escucha y la interpretación de las prácticas y saberes de las mujeres/familias de
tránsito, permitió comprender un lugar para el dispositivo religioso, que a la vez resultaba ajeno al
conjunto de dispositivos y discursos de las estudiantes en el espacio universitario, porque este
discurso o no circula o no tiene legitimidad en el espacio universitario. A la vez, la escucha permitió
ubicarse en un lugar donde no se juzgaba el discurso de las mujeres madres, sino que se buscaba
interpretarlo para interpretar la propia posición y creencias de las estudiantes universitarias.
Las posiciones de maternidad de las mujeres y su adscripción religiosa, permitió acercarse
saberes con los que las estudiantes no se habían confrontado antes, y a su vez, implicaba ver de otra
manera los modelos de género que asocian a la mujer con la reproducción social y el cuidado,
escuchando cómo a partir del discurso religioso y el “ser madres sin panza” –como relataba una
estudiante- les permitía a las mujeres del programa construir un lugar público, de poder, en el que se
constituían en voces autorizadas para hablar de los niños/as, y a la vez, para sostener su práctica de
maternaje.
El discurso religioso intervenía de múltiples modos en la relación y dificultaba el proceso de
vinculación entre universitarias y familias del programa. Esta revisión, permitió a su vez a las
estudiantes construir una relación con las familias y las mujeres del programa que no se basaba solo
en la idealización de su práctica, ya que como decía una estudiante “es difícil no endiosarlas por lo
que hacen”. Es decir, ubicar el rol que ejercía el discurso religioso, también permitió construir una
relación entre estudiantes y mujeres del programa donde no se las juzgaba –por sus creencias
religiosas- y donde tampoco se las “endiosaba”. Caracterizamos ese proceso como una instancia de
colaboración intercultural, siguiendo a Mato (2013), en los que las creencias propias y ajenas, y la
cercanía que los actores universitarios y no universitarios tienen sobre determinados saberes y
posiciones condicionan la percepción y el vínculo que se establece entre ambos.
Conclusiones
Lo doméstico y su relación con lo público, o los espacios de producción y reproducción en
sus divisiones de género siguen siendo una lente analizar las continuidades y cambios en las
10 A la vez, luego veríamos, el discurso religioso, en cuanto conjunto de saberes que producen subjetividad, no estaría
solo, y allí se imbricaría el discurso de origen jurídico en cuanto a la defensa de derechos de niños/as.
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relaciones de género (Wainerman, 2003). Lo analizado aquí muestra cómo se capitaliza una
experiencia asociada al espacio doméstico, al de la reproducción (social) por medio de la
incorporación de las mujeres en las políticas de cuidado y de protección de derechos del niño/a en
las que intervienen las organizaciones sociales y el Estado. A su vez, muestra que son los espacios
en los que se producen estas innovaciones sociales los que favorecen la formación universitaria en
aspectos que no son menores, como la posibilidad de revisitar los dispositivos y discursos que
gobiernan las prácticas en las que intervienen las estudiantes universitarias. La formación
psicomotriz, que centra buena parte de sus prácticas en la relación entre adultos y niños/as, en los
procesos de crianza y desarrollo infantil, no puede eludir cuestiones centrales como el modo en que
se construyen relaciones de género entre las mismas mujeres, más aún por la fuerte feminización de
la disciplina y de su formación universitaria en el caso estudiado.
Asimismo, muestra la doble cara de la política social del cuidado: está fuertemente
feminizado –retomando allí el modelo que asocia mujer con reproducción; pero al mismo tiempo,
estos espacios feminizados son instancias de agencia y reconocimiento público del rol de las
mujeres, ya no solo en un rol de “ayuda social”, sino de defensoras y protectoras de los derechos de
niños, emparentando un rol tradicional con un marco político contemporáneo, y la conjunción de
discursos religiosos con jurídicos, que en conjunto sostienen esa práctica de cuidado y crianza.
El matiz que introducimos busca problematizar la mirada sobre la constitución de lo
doméstico y lo público basada en la provisión económica, en análisis centrados en quiénes se hacen
cargo del rol de proveedores (Wainerman, 2003). Sin oponernos, complementamos esa
aproximación, viendo cómo las mujeres se involucran en las políticas sociales. En este caso no
solamente se trata de la política social como espacio feminizado, sino también de la crianza de
niños/as como una preocupación que en los estereotipos ha estado asociado al rol de la mujer. La
construcción que de sí mismas están realizando las estudiantes universitarias –en un proyecto a
largo plazo en el que su posición social está más vinculada a su capital cultural escolar- influye en
su visión sobre las mujeres que hacen de la maternidad un proyecto de mediano y largo plazo. El
diálogo intercultural, implica para los actores universitarios la construcción crítica de conocimientos
y saberes, inclusos aquellos en los que están involucradas en cuanto mujeres. La “fortaleza
femenina” reconocida públicamente, señala además el sentido de entrecomillar la categoría
“tradicional”, ya que esa es una construcción hecha desde posiciones que se autodenominan
“progresistas” y que forman parte del habitus universitario, y del proceso de diferenciación social
de las mujeres estudiantes.
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Los espacios comunitarios permiten la construcción de saberes y el diálogo entre
universitarias y mujeres de la comunidad. No se trata meramente de “intercambios” inocentes de lo
que una parte sabe y la otra no, sino de cómo los actores ubican el discurso y las prácticas
subjetivantes de los otros/as en la construcción de relaciones en el espacio comunitario. En este
sentido, las prácticas de crianza y la circulación de niños/as son sostenidas ya no sólo por el
discurso maternal, religioso y jurídico de las madres y familias de tránsito, y de sus profesionales,
sino también por estudiantes universitarias que construyen saberes sobre lo que significa y lo que
sostiene a la crianza de niños/as pequeños/as en el sistema de protección de derechos.
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Women in traditional rolls? Transitory matherhoods and the construction of the women
prowess in a family-centered foster care program
The purpose or this paper is to analyze two issues that structure the relationship between women
and the care of children, in the context of a foster care program called “transitory families”, where
newly born children are transitory nurtured and cared by volunteer families, under the frame of
social protection policies of abandoned children, until they are adopted by the “stable” family.
The first topic is related to the upbringing, and the discourses about nature, instinct and the prowess
of “the mother”. The intention is to explore positions, discourses and representations that underpin
those ideas, regarding an insight that looks at beyond the association of motherhood to traditional
rolls. That´s why we reflect on some feminist reflections regarding that association, in order to
understand the experience of these women who strengthen themselves being mothers “for a while”,
and producing new ways of parenting and being a family in this new century.
The second issue is related to the position of the professional staff who works in this foster care
program: social workers, psychologists and volunteer college students (psychomotricist). We
analyze the conditions that make possible the community intervention and the aid to these transitory
families, in spaces highly feminized where feminine strength seems to rule the program and
hegemonize the professional practices.
Keywords: Motherhood - Families - Community - Psychomotricist - Rol