Muerto el perro

Sonido de portero eléctrico. Se oye voz de

CARLA: - (Off) Sí? Quién? Pablo? Qué Pablo? (Sorprend.) Pablo! Qué hacés acá? Pero qué… sorpresa! Bajo a abrirte, esperá…

Entran Carla y Pablo.

CARLA: - Sentáte, ponéte cómodo!

PABLO lo hace. Persiste la incomodidad entre ellos. Ella le sonrìe pero nerviosamente.

CARLA: - Me diste una sorpresa, en serio…

PABLO: - Quedamos en que pasaba…

CARLA: - Pero no pasaste nunca!

PABLO: - Hasta ahora.

CARLA: - Justamente. Pasó tanto tiempo desde que…

PABLO: - Ocho meses.

CARLA: - Bueno, para algunas cosas ocho meses puede ser mucho tiempo.

PABLO: - Me dijeron que pase cuando quiera.

CARLA: - Claro, claro. Y te lo digo de nuevo, en nombre mío y de Gabriel y de los chicos: sos bienvenido!

PABLO: - Cómo está su familia?

CARLA: - Bien. Bien, están bien. Mi marido trabajando, los chicos en la escuela, cosas de cualquier familia mas o menos normal, no?

PABLO: - Sí, no sé, yo familia no tengo, se acuerda? Mi única familia son mis mascotas …

CARLA: - Sí, claro que me acuerdo, contáme, cómo están tus mascotas?

PABLO: - Bien, mis mascotas están bien. Gracias por preguntar.

CARLA: - Y entonces?

PABLO: - Entonces qué?

CARLA: - Entonces… ¿qué te trae por acá? Eso.

PABLO: - El Jethro…

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Pausa.

CARLA: - El Jethro? Ah, vos decís el perro? El perro que nos vendiste?

PABLO: - Sí, el perro que les vendí, cómo está?

CARLA: - Bien… Bien está, cómo iba a estar sinó?

PABLO: - Se lo extraña un poco, sabe… y ustedes me prometieron que si quería…

CARLA: - Ah, claro. Entonces viniste por eso. Por el perro.

PABLO: - Sí. Por el Jethro.

Pausa.

CARLA: - Claro. El Jethro.

Pausa.

PABLO: - Dónde está? Lo puedo ver?

CARLA: - Ahora?

PABLO: - Sí claro, ahora…

CARLA: - Bueno, mirá, para empezar el Jethro… ya no se llama Jethro…

PABLO: - Habíamos quedado en que el nombre se lo dejaban…

CARLA: - Pero a los chicos no les gustaba. Y después de todo, si lo trajimos fue por ellos…

PABLO: - Usté quiere decir “si lo compraron”. “Si lo compraron, fue para los chicos”, es eso, no?

CARLA: - Sí, es verdad. Te lo compramos. Y vos estuviste de acuerdo, te acordás?

PABLO: - Claro que me acuerdo. No he dejado de pensar en él ni en ustedes durante todos estos meses. Cómo se llama ahora?

CARLA: - Quién?

PABLO: - El perro.

CARLA: - Es… importante para vos?

PABLO: - De otro modo no le preguntaría.

CARLA: - Se llama… Axel.

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PABLO: - “Axel”?

CARLA: - Como el cantante. Lo conocés? Lola es fanática, no se pierde un recital.

PABLO: - Y él?

CARLA: - Él, quién?

PABLO: - El perro. El Jethro! Cómo reaccionó?

CARLA: - Cómo reaccionó con qué?

PABLO: - Con el cambio de nombre, con eso!

CARLA: - Y cómo se supone que debería reaccionar?

PABLO: - Usté cómo reaccionaría si de un día para otro la empiezan a llamar con un nombre que no es el suyo??

CARLA: - No me vas a comparar lo que siente un ser humano con lo que siente un perro…

PABLO: - Porqué no?

CARLA: - Porque una cosa es una cosa y otra cosa, es otra cosa, por eso. Una cosa es un ser humano, y otra muy distinta un animal que no razona ni siente como los humanos, al menos en eso estaremos de acuerdo, me imagino…

PABLO: - De veras cree que los perros no sienten nada?

CARLA: - Vos creés que sí? Sos de los que creen que algunos animales son mejores que algunos seres humanos?

PABLO: - Según lo que entienda por “mejores”. Mejores en qué sentido?

CARLA: - Ay dejá, no me hagas caso…. Mirá, no lo tomes a mal, justo estaba por salir cuando vos…

PABLO: - Tiene que salir?

CARLA: - No te molesta?

PABLO: - No. Qué me va a molestar. Al contrario. Puedo esperar.

CARLA: - Esperar? Mirá que no sé cuándo voy a tardar…

PABLO: - No hay problema. Aprovecho para estar un rato con el Jethro. Hace tanto que no nos vemos! Dónde está? Jethro! Jeethrooo!

CARLA: - Axel…

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PABLO: - (Se detiene) Eh?

CARLA: - Se llama Axel…

PABLO: - (Reanuda) Axel! Aaaaxeeelll…!

CARLA: - No está!

PABLO: - Ah, no está…

CARLA: - No. No está.

PABLO: - Y dónde está?

CARLA: - Bueno, lo sacaron… a pasear!

PABLO: - Ah, lo sacaron…?

CARLA: - El… paseador!

PABLO: - Ah tiene paseador?

CARLA: - Claro!

PABLO: - Como buen perro de departamento!

CARLA: - Pongamos…

PABLO: - Y va a tardar mucho?

CARLA: - Bastante. Casualmente, cuando vos llegabas, el paseador recién se lo llevaba!

PABLO: - Y se llevan bien? Digo, con el paseador.

CARLA: - Bárbaro se llevan. Es un pibe muy preparado!

PABLO: - Preparado para qué?

CARLA: - Para pasear perros! Hizo la tecnicatura y todo, la tiene re-clara!

PABLO: - Hizo la qué?

CARLA: - La tectnicatura en recreación de mascotas! Ahora está preparando la tesis para licenciarse!

PABLO: - No sabía que para pasear perros había que estudiar.

CARLA: - Para todo hay que estudiar acá.

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PABLO: - Me imagino. Igual, es algo que nunca pude terminar de entender, esta cosa de la gente de ciudad… Para qué quieren un perro si después tienen que pagar para que se los saquen a pasear, no…?

CARLA: - (Incómoda) Es la vida en las ciudades, sabés, tenés que trabajar para vivir con comodidades… no es como donde vivís vos, que están todo el día mirando la sierra… siempre me pregunté para qué la miran tanto… esperan que se mueva? Tiene miedo que alguien se la lleve?

PABLO: - Puede ser, con los políticos de ahora nunca se sabe, no? Juegan a la mancha con las liebres… y les ganan!

CARLA: - Sabés qué, Pablo? Tengo hora con mi energista y no quisiera…

PABLO: - Con su qué?

CARLA: - Con mi energista. El especialista que me ayuda a equilibrar mis puntos vitales.

PABLO: - Usté dice… un médico?

CARLA: - No. Un energista. Que es otra cosa.

PABLO: - Y para eso… tambièn se estudia?

CARLA: - Y claro que se estudia. Mucho se estudia!

PABLO: - Y entonces como hace con el Jethro? Digo, con el Axel. Digo: si está por irse, quién lo recibe a paseador cuando vuelve?

CARLA: - Bueno, lo recibe… el portero! Cuando no estamos lo recibe el encargado del edificio.

PABLO: - Y ustedes le tiene confianza? Le digo porque dicen que los porteros son gente media jodida. Mi tía Erondina, que siempre vivió en Buenos Aires, contaba que vivía en un edificio donde el portero era un hijo de puta que…

CARLA: - Pablo, por favor, no lo tomes a mal pero en unos minutos tengo que salir, qué te parece si nos visitás otro día, previo llamado?

PABLO: - Difícil. Viajo esta noche.

CARLA: - Ah, esta noche? Bueno, en ese caso no faltará oportunidad…

PABLO: - Es que yo… necesitaba verlo hoy!

CARLA: - Pero… porqué necesitabas verlo… justamente hoy?

PABLO: - Bueno porque yo… soñé con él…

CARLA: - No digas! Con el… perro?

PABLO: - Hace dos noches que vengo soñando con él…

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CARLA: - Ah, soñaste con el perro? Y entonces?

PABLO: - Bueno, es que fue él el que me pidió que viniera…

CARLA: - Pero qué, entonces hablaba? El perro, digo…

PABLO: - Sí, hablaba. Ya sé que suena medio raro, pero en los sueños a veces pasan esas cosas..

CARLA: - Mirá vos. Siempre soñás cosas así? Digo, media raras.

PABLO: - Más que raro, era un sueño muy triste. Porque lo soñaba muerto.

CARLA: - Muerto… vos?

PABLO: - No. Muerto el perro.

Camina, incómoda, no lo quiere mirar a los ojos.

CARLA: - De veras, qué extraño… vos sabés que a mí nunca me pasó de..

PABLO: - Yo no dije raro, yo dije triste…

CARLA: - Para eso viajaste cuatrocientos kilómetros? Para saber si lo que soñaste que te decía el perro que nos vendiste era verdad?

PABLO: - Le parece poco motivo? Crié a la madre y a los hermanos de ese perro. Era como de mi familia…

CARLA: - Y nosotros… qué podemos hacer para ayudarte?

PABLO: - Ya se lo dije; necesito verlo. Tocarlo, mirarlo a los ojos. Tengo grabado lo que me pidió como si realmente hubiera ocurrido...

CARLA: - Pero qué fue lo que te pidió? Si no peco de indiscreta…

PABLO: - Habláles, me dijo. Te lo suplico, hablá con ellos antes que sea demasiado tarde…

CARLA: - Demasiado tarde para qué?

PABLO: - Eso precisamente es lo que vengo a averiguar… quiero decir, lo que necesito saber…

CARLA: - Quiere decir que te hiciste una punta de kilómetros por un… sueño que tuviste?

PABLO: - Uno sólo no. Unos cuántos.

CARLA: - Cuántos?

PABLO: - Tres. Llevo tres noches soñando con que…

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CARLA: - Sí, ya sé, no me lo digas más. Mirá Pablo, te lo voy a decir de otra forma: me parece que va a ser mejor que te dés una vuelta más tarde y hablés directamente con mi esposo!

PABLO: - Porqué? Usténo quiere hablar más conmigo?

CARLA: - Sobre este tema ya no. Además me tengo que ir. Y como si todo esto fuera poco, esta conversación empieza a dejar de gustarme, para serte franca…

PABLO: - Por algo será.

CARLA: - Por algo será qué?

PABLO: - Que la mayoría de los celulares vienen con alarma S.O.S. El suyo también tiene, no?

PABLO: - Ese celular… tiene alarma s.o.s.?

CARLA: - Sí, porqué?

PABLO: - Lo puede poner sobre la mesa? Creamé que no lo va a necesitar.

Carla duda, apoya un celular en la mesa. Desde este momento, Pablo no deja de vigilarlo.

CARLA: - Pablo, no hagas que me arrepienta de haberte hecho pasar.

PABLO: - Eso no es problema mío. Yo no puedo volver el tiempo atrás, ni des-soñar lo que ya soñé.

CARLA: - Y qué tenemos que ver nosotros con lo que vos soñaste o dejaste de soñar?

PABLO: - Tienen que ver. Todo tiene que ver con todo, sinó yo no estaría acá y usted estaría haciendo cualquier otra cosa. Pero no fue así. Cuando me atendió por el portero eléctrico, usted sabía que me tenía que atender. Por eso me abrió la puerta.

CARLA: - (Contrariada) Por eso mismo, así como te abrí la puerta y te invité a pasar, ahora te digo: ¿no preferís darte una vuelta más tarde o volver otro día y hablar con Gabriel?

PABLO: - Yo solo quiero saber qué pasó con mi perro. Sólo eso. Y algo más: los chicos cómo están?

CARLA: - Bien, en la escuela.

PABLO: - Y vienen tarde?

CARLA: - En un par de horas, porqué?

PABLO: - Ellos también? Casualidad, no? Parece como si en esta casa todo se pusiera en movimiento dentro de un par de horas, no?

CARLA: - Así parece. Como también me parece que llegó la hora de ir terminando…

PABLO: - No me piensa decir nada de mi perro entonces?

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CARLA: - Qué querés saber del perro que nos vendiste, bendito Dios?

PABLO: - Dónde está, qué le hicieron!

CARLA: - Te dije que no le hicimos nada! Cuántas veces te lo tengo que repetir?!

PABLO: - Entonces quiero verlo! Si no le hicieron nada quiero verlo ya!

CARLA: - Te dije que era imposible!

PABLO: - Imposible porqué? Hable claro!

CARLA: - Porque el perro ya no está acá! Y dejá de hablarme ene se tono!

Pausa.

PABLO: - Ah no?

CARLA: - No!

PABLO: - Entonces… me mintió?

CARLA: - Te mentí, sí…

PABLO: - Nos vamos entendiendo. Dónde está?

CARLA: - No tengo porqué darte esa información…

PABLO: - Pero me la va a dar igual, cierto?

CARLA: - Porqué tendría que dártela?

PABLO: - Porque a usted y a mí, por razones parecidas, nos gustaría terminar cuanto antes con esta conversación, me equivoco? Y mucho me temo que si no me informa lo que le pido esta conversación se va a prolongar más de lo recomendable, no cree?

CARLA: - O yo te entiendo mal o me estás… amenazando?

PABLO: - No conteste con otra pregunta.

Pausa.

CARLA: - Querés plata? La que te pagamos por el perro y algo más, eso querés?

PABLO: - Me quiere… comprar?

CARLA: - Estarías… dispuesto?

PABLO: - De cuánto hablamos?

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Carla saca un paquete envuelto en hoja de diario. Lo arroja sobre la mesa. Pablo abre el paquete, hay varios fajos de billetes.

PABLO: - (Silba, admirado) La flauta, es plata esto eh…

CARLA: - Lo acabo de traer del banco. Agarrálo si querés. Con una sola condición.

PABLO: - Que me vaya.

CARLA: - O empiezo a los gritos.

PABLO: - En su lugar no lo intentaría.

CARLA: - (Toma un cuchillo) Salí de mi casa ya mismo, negro de mierda!

Luchan.

PABLO: - Shhhh, largue! Le digo que largue! Había sido rápida pal fila la doña eh!

Consigue desarmarla, el cuchillo queda en el piso. Pablo la tiene inmovilizada. Los dos, jadeantes.

PABLO: - Se va a quedar tranquila?

Silencio de Carla.

PABLO: - No escuchéee!

CARLA: - CARAJO, TE DIJE QUE SÍ!

PABLO: - (Mientras la suelta) Mire que le creo eh…

Grito de Carla, suelta el cuchillo que cae al suelo. Pablo la suelta. Pero ella se arroja sobre el cuchillo y lo vuelve a tomar, esta vez se lo lleva al cuello.

CARLA: - Un paso más y me mato! No vuelvas a tocarme!

PABLO: - Es que yo… yo no quería tocarla.

CARLA: - Ah no querías? Lástima, porque yo sí quería que me toques!

PABLO: - En serio me dice?

CARLA: - Pero no de esta forma, imbécil!

PABLO: - Qué lástima… no lo podemos arreglar?

CARLA: - Ya no. Porque te vas! O empiezo a los gritos! Y lo hago, te juro que lo hago!

PABLO: - Está bien! Está bien! Le creo! Y le pido perdón!

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CARLA: - Perdón? Decíme pajero, no sabés pedir otra cosa que no sea perdón vos?

PABLO: - No. No sé. Yo sólo quería saber… dónde está el Jethro…

Carla clava el cuchillo en la mesa, luego se sienta.

CARLA: - Está en Coronel Brandsen.

PABLO: - Dónde?

CARLA: - En Coronel Brandsen. En casa de unos tíos de Gabriel.

PABLO: - Pero… y eso porqué?

CARLA: - Por su bien. Acá no se acostumbraba.

PABLO: - Cuánto hace?

CARLA: - Unos… seis meses.

PABLO: - Miente. Y se le nota.

CARLA: - Te digo la verdad.

PABLO: - Miente!

CARLA: - Probálo!

PABLO: - Seis meses, dijo? Entonces cómo explica esto?

Saca un papel, se lo extiende.

CARLA: - De dónde lo sacaste?

PABLO: - Del cíber que hay en el pueblo. . Los changos se pasan el día en los jueguitos y en las redes… uno de ellos, que se hizo amiguito de sus hijos, me trajo esta foto… la subieron ayer! “Amigo, te vamos a extrañar”. Es él, es mi Jethro! Y lo subió su hijo! Porqué lo van extrañar? Qué le hicieron?

CARLA: - Lo soltamos!

Pausa.

PABLO: - Qué… dijo?

CARLA: - Lo que oíste. Ya nos tenía hartos con sus aullidos y sus manías. Los vecinos se empezaron a quejar. Y los del consorcio nos emplazaron. Algo había que hacer.

PABLO: - Y no tuvieron mejor idea que…

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CARLA: - Al contrario. Fue la mejor idea que se nos podía ocurrir. Y vos tenés que meter violín en bolsa y mandarte a mudar por donde viniste porque para eso te pagamos! Así que andáte! Mandáte a mudar!

PABLO: - Dónde? Dónde lo soltaron?

CARLA: - No sé. Conocés Parque Saavedra?

PABLO: - No. Dónde queda?

CARLA: - No sé ni me importa. Y ahora andáte. Está por volver Gabriel. Y no quiero que te encuentre.

PABLO: - No era que se iba a poner contento? O es otra de sus mentiras?

CARLA: - No. Vos lo dijiste bien: “iba” a ponerse contento… ahora, ya no creo… porque si cuando viene todavía estás acá YO misma me voy a encargar de que se le pase la alegría! Y te aseguro que de sólo verlo enojado te podés asustar y mucho! Así que te vas! Para eso te pagué!

PABLO: - Cierto. También por eso me pagó. Quiere ver lo que hago con su dinero?

CARLA: - No. Sólo quiero que te vayas. Es lo único que quiero. Que te vayas. Cuanto antes.

PABLO: - Ya mismo?

CARLA: - Ya mismo. De ser posible.

PABLO: - Está bien. Me voy. Pero antes quiero pedirle algo. Una última cosa.

CARLA: - Y después te vas?

PABLO: - Se lo prometo.

CARLA: - Hablá.

PABLO: - No vine sólo por el perro.

CARLA: - En serio?

PABLO: - Tal cual. En realidad… vine por usted. Ni siquiera por usted. Por su olor. Por su sonrisa. Por su pelo. Por volver a tocarle las manos. Ni que fuera por última vez en la vida.

CARLA: - Si dejo que me toques las manos… te vas a ir? Me lo prometés?

PABLO: - Ya le dije que sí. Que me voy a ir por esa puerta y no me ve nunca más el pelo.

Pausa.

CARLA: - Está bien. Vení. Dame las manos.

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PABLO: - Habla en serio?

CARLA: - Antes que me arrepienta, dale.

Ella extiende las manos como para tomárselas.

PABLO: - Así no.

CARLA: - Así cómo?

PABLO: - Tiene que ser… con los ojos cerrados.

CARLA: - Yo?

PABLO: - Ambos dos.

CARLA: - Seguro? No me mentís?

PABLO: - Aquí hay una sola persona que se la pasó mintiendo todo el rato y no fui yo.

CARLA: - Mirá que te creo eh…

PABLO: - Yo también… me creo.

Carla cierra los ojos y estira las manos. Pablo toma las manos de ella y la acerca hacia él con suavidad. El rostro de ella está casi junto al de él.

CARLA: - Estás ahí? Todavía estás ahí?

PABLO: - Claro.

CARLA: - Siento tu respiración. Tu aliento.

PABLO: - Y yo siento más que eso. Siento que en este momento soy la envidia de los ángeles.

CARLA: - Ay, decís cada cosa.

PABLO: - (Le acaricia el rostro) Como aquella vez.

CARLA: - Tenés…los ojos cerrados?

PABLO: - Claro.

CARLA: - Como aquella vez.

PABLO: - Sí. Como aquella vez. Y ahora también como esta vez.

CARLA: - Decíme, aquello también fue un sueño?

PABLO: - Un sueño compartido. Nos encontramos en un sueño. Y pasó lo que pasó.

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CARLA: - Y volverá a pasar?

PABLO: - De nosotros depende. O de nuestros sueños. Quien sabe.

Bailan un lento vals.

CARLA: - Qué vas a hacer ahora?

PABLO: - Me voy a sentar a esperar en la puerta del edificio.

CARLA: - A esperar qué?

PABLO: - Al Jethro. Lo voy a esperar y me lo voy a llevar conmigo.

CARLA: - Eso es imposible.

PABLO: - Mejor. Mi tío Pepe decía que soñar cosas posibles es de gente idiota.

CARLA: - Gabriel lo soltó en Parque Saavedra. No creo que vuelva a aparecer.

PABLO: - Alguna vez te dijeron que te casaste con un imbécil?

CARLA: - Sí, papá y mamá, con esas mismas palabras…

PABLO: - Pero te casaste igual. O sea, que en el fondo también tenés algo de imbécil.

CARLA: - No tan al fondo. Acá, a flor de labios. Querés comprobarlo… por tus propios medios?

Pablo la está por besar. Se detiene.

PABLO: - Me tengo que ir…

La suelta. Fin del sortilegio.

CARLA: - Adónde?

PABLO: - Ya se lo dije. Voy a esperar en la puerta del edificio.

CARLA: - Hasta cuándo?

PABLO: - No sé. Hasta que aparezca el Jethro y se me tire encima y me llene la cara de baba. Así me lo prometió en el sueño.

CARLA: - Pablo, el perro no va a venir.

PABLO: - Pero va a venir tu marido. Y yo le voy a bajar todos los dientes.

CARLA: - Todos?

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PABLO: - Todos los que pueda.

CARLA: - Esperá. No te vayas.

PABLO: - Qué más?

CARLA: - La plata. Llevátela. Es tuya. La vas a necesitar.

PABLO: - La plata. Claro. La plata.

Toma el dinero y lo revolea por el aire. Sale. Gradual oscuridad. Se oye voz de

CARLA: - (Off) Soy yo. Te estoy viendo por el visor, no te hagás el idiota. Sólo quería avisarte que mi marido no va a venir. Está en Brasil, en otros de sus viajes de negocios. Y los chicos están en casa de los abuelos. Los dejé porque soñé que vendrías. Subís o bajo yo?

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