Muerte Con Pingüino - Anttytdrei Kurkov

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    Traduccin de Mercedes

  • Fernndez Cuesta y Mario Grande

    Ttulo original: SmertPostoronnego

    1996, by Andrej Kurkow 1999, Diogenes Verlag AG

    Zrich 2005, de la traduccin:

    atalaire Ilustracin de portada:

    Mariana Lan de esta edicin: 2005, El

    tercer nombre, S.A.ISBN: 84.934105-3-5

  • ANDREI KURKOV naci en

    San Petersburgo y vive actualmenteen Kiev. Estudi en el Instituto deLenguas Extranjeras de Kiev yejerci durante algn tiempo comoperiodista. Cumpli el serviciomilitar como guardia en la prisinde Odesa. Despus ha trabajadocomo cmara y actualmente escribeguiones, entre ellos los de suspropias obras. Ha publicado cuatronovelas y cuatro libros para nios.

  • PERSONAJES DE LAHISTORIA

    Viktor AlekseyevichZolotaryov escritor

    Misha su pinginoIgor Lvovich, el Jefe redactor

    jefeOSergei Fischbein-Stepanenko

    agente de policaNina su sobrinaotro Misha socio del JefeSonia su hijaSergei Chekalin "amigo" del

  • otro MishaStepan Yakovlevich Pidpaly

    pinginlogoLiosa escoltaIlia Semyonovich veterinarioValentin Ivanovich Presidente

    del Comit de la Antrtida

    Un oficial de polica pasa conel coche y ve a un agente con unpingino.

    Llvelo al zoo leordena.

    Algn tiempo despus el

  • mismo oficial pasa otra vez con elcoche y vuelve a ver al agente conel pingino.

    Qu est haciendo? lepregunta Le dije que lo llevaraal zoo.

    Hemos ido al zoo,camarada oficial dice el agente , y al circo. Ahora vamos a ir alcine. line/>

    Para los Sharps, con migratitud. line/>

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    Primero cay una piedra a unmetro del pie de Viktor. Se volvi amirar. Haba dos tipos con sonrisasocarrona, uno de los cuales seagach, cogi otro trozo depavimento levantado y se lo tircomo si estuviera jugando a losbolos. Viktor huy a paso tan vivoque pareca carrera y dobl laesquina, diciendo para susadentros: "Lo principal es no

  • correr!". Se detuvo al llegar a sucasa y levant la vista al relojcomunitario. Marcaba las veintiunahoras. Ni un ruido. Nadie a la vista.Entr, ya sin miedo. La vida de lagente corriente era aburrida, ya nopodan permitirse diversiones. Poreso tiraban adoquines.

    A esa hora la cocina estaba aoscuras. Otro corte de luz. Y en laoscuridad se oan las pisadas lentasdel pingino Misha.

    Misha haba aparecido chezViktor haca un ao, cuando el zoo

  • estuvo repartiendo animaleshambrientos a quien pudiera darlesde comer. Viktor haba pasado porall y haba vuelto con un pinginorey. Su chica le haba abandonadohaca una semana y se senta solo.Pero Misha le haba trado supropia soledad y ahora el resultadoeran dos soledadescomplementarias, que daban ms laimpresin de interdependencia quede amistad.

    Dio con una vela, la prendi yla coloc en la mesa en un frasco

  • vaco de mayonesa. La poticaindolencia de la dbil luz leimpuls a buscar, en lasemioscuridad, papel y pluma. Sesent a la mesa con el papel entre ly la vela; un papel peda queescribieran en l. De haber sidopoeta, la rima habra fluido por lahoja en blanco. Pero no lo era.Estaba a caballo entre periodismo yprosa mediocre. Relatos breves eralo mejor que saba hacer. Muybreves, demasiado breves paravivir de ellos, aunque se los

  • pagasen.Son un disparo.Precipitndose a la ventana,

    Viktor peg la cara al cristal. Nada.Volvi a la hoja de papel. Ya se lehaba ocurrido una historia sobreaquel disparo. Una sola cara eratodo lo que ocupaba; ni ms nimenos. Y mientras su ltimo relatobreve breve llegaba a su trgicodesenlace, volvi la luz y labombilla del techo brill. Sopl lavela y sac abadejo del congeladorpara el cuenco de Misha.

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    A la maana siguiente, cuandohubo mecanografiado su ltimorelato breve breve breve y se hubodespedido de Misha, Viktor sedirigi a la sede de un peridiconuevo que publicaba generosamentede todo, desde una receta de cocinaa una crtica de teatropostsovitico. Conoca al redactorjefe por haber ido de copas

  • ocasionalmente con l, adems deque su chfer le haba llevadodespus a su casa.

    El redactor jefe lo recibi conuna sonrisa y una palmada en elhombro, dijo a su secretaria quehiciera caf y, muy profesional,ley en el acto el texto de Viktor.

    No, viejo amigo dijo alfin . No se lo tome a mal, pero novale. Necesita un aire ms gore ouna historia de amor trrido.Mtase en la cabeza que elsensacionalismo es la esencia del

  • relato breve periodstico.Viktor se fue sin esperar al

    caf.Aun paso de all estaba la sede

    de Stolitchny vesti, a cuyoredactor jefe no conoca, por lo quese pas por la seccin de Cultura.

    La verdad es que nopublicamos literatura le informel responsable, un seor mayor muyamable . Pero djemelo. Todo esposible. Quiz tenga cabida unviernes. Ya sabe, como contrapeso.Si hay exceso de malas noticias, los

  • lectores buscan algo neutral. Loleer.

    Entregando su tarjeta a Viktorpara quitrselo de encima, elpequeo seor mayor regres a sumesa atestada de papeles.

    Momento en el que Viktorcay en la cuenta de que no le habainvitado a entrar. Todo el dilogose haba producido a la puerta. line/>

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    Dos das despus son eltelfono.

    Stolitchny vesti. Sientomolestarle dijo una voz femeninaseca y clara . Le paso con elredactor jefe.

    El auricular cambi de manos. Viktor Alekseyevich?

    pregunt una voz de hombre .No podra pasarse hoy por aqu?

  • O est usted ocupado? No dijo Viktor. Le enviar un coche. Un

    Lada azul. Pero necesito que me dsu direccin.

    Viktor se la dio y con un"Entonces, adis" el redactor jefecolg sin darle su nombre.

    Mientras seleccionaba unacamisa del armario, Viktor sepreguntaba si tendra que ver con suhistoria. Difcil qu era suhistoria para ellos? Aunquequin sabe?

  • El chfer del Lada estacionadoa la entrada era muy educado yllev a Viktor ante el redactor jefe.

    Soy Igor Lvovich dijoextendiendo la mano . Me alegrode conocerle.

    Tena ms aspecto de atletaentrado en aos que de hombre dela prensa. Y a lo mejor era as, sino fuera porque su mirada insinuabauna irona nacida ms de lainteligencia y la educacin que delargas sesiones de gimnasio.

    Sintese. Un trago de

  • coac?Acompa estas palabras con

    un gesto vago de la mano. Preferira caf, si fuera

    posible dijo Viktor instalndoseen una butaca de piel enfrente de laamplia mesa del ejecutivo.

    Dos cafs dijo el editorjefe descolgando el telfono .Sabe una cosa? dijoreanudando amablemente laconversacin , hace pocohabamos estado hablando de ustedy ayer se present nuestro redactor

  • de Cultura, Boris Leonardovich,con su relato corto. "Echa unvistazo a esto", dijo. Lo hice y esbueno. Y entonces vi claro por quhabamos estado hablando de ustedy pens que deberamosconocernos.

    Viktor asinti cortsmente.Igor Lvovich hizo una pausa ysonri.

    Viktor Alekseyevich continu , qu le parecetrabajar para nosotros?

    Escribiendo qu?

  • pregunt Viktor, secretamentealarmado ante la perspectiva de unnuevo infierno periodstico.

    Igor Lvovich se dispona aexplicrselo cuando entr lasecretaria con sus cafs y unazucarero en una bandeja, demanera que contuvo la respiracinhasta que ella se hubo marchado.

    Esto es altamenteconfidencial dijo . Estamosdetrs de un autor de talento paraescribir las necrolgicas, unmaestro de la concisin. La idea es

  • que sean algo sucinto, lacnico,ultramoderno. Me comprende?

    Mir con esperanza a Viktor. Tendra que estar sentado

    a una mesa a la espera de que seprodujeran las muertes? pregunt con cautela Viktor,como si temiera orse a s mismodecir que s.

    No, claro que no! Esmucho ms interesante y de mayorresponsabilidad! Lo que tendra quehacer es componer a partir derecortes una lista de estelas as

  • es como llamamos aqu a lasnecrolgicas que incluyadiputados, gngsteres e inclusogentes del mundo de la culturamientras todava estn vivos. Perosobre todo quiero que escriba sobreellos como nunca se ha hecho. Porel relato suyo que he ledo, creoque es usted el hombre indicadopara hacerlo.

    Y mi salario? Pongamos trescientos

    dlares para empezar. El horarioser cosa suya. Pero, por supuesto,

  • debe usted tenerme al corriente dequienes vayan a figurar en la lista.Faltara ms que un accidente detrfico nos pillara desprevenidos!Ah, y una cosa ms. Va a necesitarun pseudnimo. Por su propiointers ms que nada.

    Pero cul? dijo Viktor mspara sus adentros que a suinterlocutor.

    Piense alguno. Pero si no sele ocurre, puede empezar con "Ungrupo de amigos".

    A Viktor le pareci bien.

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    Antes de acostarse tom tdndole vueltas al tema de lamuerte. Estaba de un humorexcelente y le habra gustado bebervodka, pero no haba.

    Menuda oferta! Aunqueignoraba cmo afrontar sus nuevasobligaciones, le invada lasensacin de que eran algo nuevo yoriginal. Pero el pingino Misha

  • deambulaba por el pasillo a oscurasy golpeaba de cuando en cuando lapuerta cerrada de la cocina. Elsentimiento de culpa acab porimponerse y Viktor le dej entrar.Misha se detuvo ante la mesa.Como meda casi un metro dealtura, alcanzaba a ver todo lo quehaba encima. Mir primero la tazade t y luego a Viktor, a quienobserv con la cordial sinceridadde un avezado funcionario delPartido. A Viktor le entraron ganasde ser amable con l y fue a abrir el

  • grifo del agua fra de la baera.Misha acudi enseguida al sentir elruido del agua y, sin esperar a quese llenara la baera, se apoy en elborde y se ech dentro.

    A la maana siguiente Viktorse pas por el peridico para pediralgunos consejos prcticos alredactor jefe.

    Cmo elegimos a nuestraspersonalidades? pregunt.

    Nada ms fcil! Vea dequines escriben los peridicos yescoja usted mismo. Tambin puede

  • buscar otras personalidades denuestro pas que no son conocidas.Muchas prefieren mantener elanonimato

    Esa tarde Viktor compr todoslos peridicos, fue a casa y se senta la mesa de la cocina.

    Desde el principio encontrmaterial de trabajo y se dedic asubrayar nombres de los VIP paraluego copiarlos en un cuaderno. Noiba a andar escaso de trabajo. Sloen los primeros peridicos ya lehaban salido ms de sesenta

  • nombres!Despus prepar el t y se

    puso a pensar, esta vez ya sobre lasestelas en concreto. Lleg a laconclusin de que tenan que seralgo muy vivo a la vez que muyemotivo, de manera que se leescapase una lgrima incluso a unsimple koljosiano, aunque notuviera ni idea de quin haba sidoel difunto sobre el que estabaleyendo. A la maana siguienteViktor ya haba seleccionado alprotagonista de su primera estela.

  • Slo quedaba recibir la bendicindel Jefe. line/>

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    A las nueve treinta, despus derecibir la bendicin del Jefe, tomun caf y recibi solemnemente sucarn de Prensa, tras lo cual Viktorcompr en un quiosco una botellade Finlandia y se dirigi aldespacho de un antiguo escritor,Aleksandr Yakornitsky, convertidoen diputado de la Duma del Estado.

    El diputado estaba encantado

  • de saber que quera visitarlo uncorresponsal de Stolitchny vesti ypidi inmediatamente a susecretaria que cancelara todas lascitas pendientes y no dejara pasar anadie.

    Cmodamente arrellanado enuna butaca, Viktor puso encima dela mesa la botella de vodkafinlands y un dictfono. Por suparte, el diputado se apresur asacar dos vasitos de cristal y loscoloc a uno y otro lado de labotella.

  • Tena la lengua fcil y noesperaba a que le preguntaran.Habl de su trabajo, su infancia, suactividad como responsable de lasJuventudes Comunistas en launiversidad. Al terminar la botellaestaba presumiendo de sus visitas aChernobyl, que al parecer habansurtido el efecto de aumentar supotencia sexual, de lo cual, si cabaalguna duda, podan dar fe suesposa, profesora en un colegioprivado, y su amante, cantante de lapera.

  • Se dieron un abrazo aldespedirse. El escritor-diputadohaba causado una viva impresinen Viktor, tal vez excesivatratndose de una necrolgica. Peroah estaba la gracia. Los muertosestaban vivos hasta la hora de moriry la necrolgica deba transmitir sucalor, no una tristeza irremediable.

    Una vez de vuelta en casa,Viktor escribi la necrolgica,haciendo de un tirn la estela deldiputado mediante un clido relatode dos pginas sobre su vida y

  • milagros. Y sin recurrir aldictfono, pues guardaba elrecuerdo fresco en la memoria.

    A la maana siguiente, IgorLvovich qued entusiasmado con eltexto.

    Un trabajo magnfico!Siempre que el maridito de lacantante mantenga la bocacerrada Muchas mujeres puedenlamentar hoy su desaparicinaunque, sin olvidarnos de ellas,reservaremos toda nuestracompasin para su esposa; y para

  • otra dama, cuya voz, aun escuchadapor todos, resonaba para l alelevarse por la cpula de la peraNacional. Precioso! Adelante!Siga as!

    Igor Lvovich dijo Viktorcrecindose , ando algo escasode informacin y entrevistar a todoel mundo me va a llevar muchotiempo. No tenemos informacinde archivo?

    El Jefe sonri. Por supuesto, iba a

    sugerrselo. En la seccin de

  • Sucesos. Avisar a Fyodor para quepueda utilizarla. line/>

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    A medida que iba dedicndoseal trabajo la vida de Viktor se ibaorganizando en consecuencia. Lededicaba todas sus energas y el talFyodor de Sucesos se haba puestoenteramente a su disposicin,compartiendo con l todo cuantotena, que era mucho. Desdeamantes masculinos y femeninos atoda clase de delitos y datos

  • relevantes de la vida de los VIPs.En otras palabras, Viktor reciba del con minuciosidad esos detallesbiogrficos que, igual que una pizcade especias orientales, hacan queuna estela pasara de ser un fro datoa un plato de gourmet. E ibaentregando al Jefe cada nuevo lotecon regularidad.

    Todo marchaba viento enpopa. Contaba con dinero en elbolsillo, no mucho, pero s ms quesuficiente para sus modestasnecesidades. La nica cuita que le

  • asaltaba a veces era la falta dereconocimiento, aunque fuera conpseudnimo, porque laspersonalidades de las estelas seaferraban a la vida. Haba escritosobre ms de un centenar de VIPs yno slo no haba muerto ni uno, sinoque ni siquiera haba cadoenfermo. Pero semejantesconsideraciones no afectaban a suritmo de produccin. Segualeyendo los peridicos condetenimiento, apuntaba nombres yhurgaba en sus vidas.

  • "Nuestro pas debe saberquines son sus personalidades",repeta para sus adentros.

    Una tarde lluviosa denoviembre, mientras el pinginoMisha se estaba dando un bao deagua fra y Viktor segua dndolevueltas al apego de sus personajes ala vida, son el telfono.

    Le llamo de parte de IgorLvovich dijo un hombre de vozronca . Hay algo de lo que megustara hablar con usted.

    Como vena de parte del

  • redactor jefe, Viktor aceptencantado verle y a la media horaestaba recibiendo a un hombreelegantemente vestido de unoscuarenta y cinco aos. Haba tradouna botella de whisky y pasarondirectamente a sentarse a la mesade la cocina.

    Me llamo Misha dijo, locual provoc en Viktor una sonrisade la que pidi inmediatamentedisculpas.

    Perdone, pero as se llamatambin mi pingino.

  • Tengo un viejo amigo muyenfermo empez el visitante .Es de mi misma edad. Nosconocemos desde nios. SergeiChekalin. Me gustara que meescribiera usted su necrolgicaQuerra usted hacerla?

    Claro dijo Viktor .Pero necesitara saber algo de suvida, en particular detalles ntimos.

    No hay problema dijoMisha . S todo cuanto hay quesaber. Puedo contarle lo que ustedquiera.

  • Adelante. Su padre era ajustador y su

    madre trabajaba en una guarderainfantil. De pequeo soaba contener una moto y, al acabar elcolegio, se compr una Minskgracias a algn que otro robo.Ahora est muy avergonzado de supasado. Y no es que su vida seaninguna maravilla en la actualidad.Somos compaeros de trabajo.Organizamos y liquidamos trusts. Am me va bien as, pero a l no.Hace poco le ha abandonado su

  • esposa. Desde entonces est solo.Quiero decir, nunca ha tenido unaamante.

    Cmo se llama su esposa? Lena Le va mal en

    general, por no entrar en su salud Qu le pasa? Probablemente tiene cncer

    de estmago e inflamacin de laprstata.

    Qu es lo que ms lehabra gustado tener?

    Algo que ya nunca tendr,una Lincoln Silver.

  • El efecto de aquel cctel depalabras y whisky fue otorgarpresencia real a la mesa con ellos aSergei Chekalin, un fracasado,abandonado por su esposa, enfermoy solo, con el sueo irrealizable deuna Lincoln Silver.

    Cundo puedo pasar arecoger el texto? pregunt alfinal Misha.

    Maana, si usted quiere.Se march y poco despus

    Viktor oy arrancar un coche. Seasom y vio cmo se alejaba una

  • larga e imponente limusina LincolnSilver.

    Dio a Misha un rodaballorecin congelado, le llen la baerade agua fra y luego volvi a lacocina para ponerse a trabajar en lanecrolgica que le habanencargado. Por el ventanuco entrela cocina y el cuarto de bao lellegaba el ruido del chapoteo.Mientras pergeaba el borrador dela estela, Viktor sonri por laaficin del pingino a darse baosde agua fra.

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    El otoo, la estacin de lanaturaleza muerta, la melancola yla bsqueda del pasado, era lamejor para escribir necrolgicas.En cambio el invierno, en s mismojubiloso, era propicio para la vidacon su fro vivificante y su nievecegadora al sol. Pero faltabanalgunas semanas hasta que llegara,el tiempo justo para acumular un

  • buen excedente de estelas para elao prximo. Haba mucho trabajopor delante.

    Cuando el otro Misha, no elpingino, volvi a ver a Viktorestaba otra vez lloviendo. Ley suencargo, le encant, sac la carteray dijo:

    Cunto es esto?Viktor se encogi de hombros

    porque estaba acostumbrado acobrar por meses, no por trabajos.

    Mire dijo Misha , eltrabajo bien hecho debe estar bien

  • pagado.Era difcil no estar conforme,

    de manera que Viktor asinti.Misha se lo pens un

    momento. Como mnimo el doble de

    una prostituta de lujo Le hacenquinientos dlares?

    A Viktor no le haba gustado laforma de fijar el precio, pero s lacantidad, as que acept y recibicinco billetes de cien dlares.

    Si usted quiere, puedoenviarle ms clientes dijo

  • Misha.Viktor dijo que s.El otro Misha se fue. La

    maana continu gris y lluviosa. Seabri la puerta y apareci elpingino Misha. Al poco ratoavanz hacia su amo y se apretcontra sus piernas. Viktor loacarici con cario. line/>

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    Esa noche, entre sueo ysueo, Viktor oy deambular por elpiso al pingino insomne. Ibadejando las puertas abiertas y devez en cuando haca un alto y dabahondos suspiros, igual que unanciano cansado de la vida y de smismo.

    A la maana siguiente IgorLvovich le llam para pedir que

  • fuera a verle.Comentaron tomando caf la

    lista de estelas. En general, el Jefeestaba satisfecho.

    Hay un inconveniente dijo y es que todos nuestrosfuturos difuntos son de Kiev. Al serla capital, atrae lgicamente a todaslas personalidades ms o menosdestacadas, pero las demsciudades tambin tienen suscelebridades. Viktor escuchaba conatencin y daba de cuando encuando cabezazos de asentimiento.

  • Tenemos corresponsales entodo el pas que ya han recopiladola informacin necesaria. Bastarcon ir a verlos para tomar todos losdatos que hayan podido reunir. Elcorreo no es de fiar. Y tampoco sepuede utilizar el fax para este tipode cosas. As que quisiera pedirleque participara usted

    Participar en qu? pregunt Viktor.

    Se tratara de visitaralgunas ciudades de provinciaspara reunir las informaciones.

  • Primero, Jarkov; luego, Odesa, si leparece a usted bien. Los gastoscorren por nuestra cuenta,evidentemente

    Viktor acept.Lloviznaba otra vez. Camino

    de casa entr en un caf y pidicincuenta gramos de coac y uncaf solo doble. Necesitaba entraren calor.

    El caf estaba vaco y ensilencio, el ambiente idneo paradejarse llevar por los sueos o,segn el humor de cada cual, por la

  • nostalgia del pasado.Palade el coac. Su perfume

    familiar le hizo cosquillas en lanariz y se felicit de que noestuviera adulterado.

    Aquella agradable pausa, unaescala entre el pasado y el futurodelante de un coac y un caf, lepuso romntico. Ya no se sentasolo ni desgraciado. Era un clienterespetable que satisfaca un sencillodeseo, combatir el fro. Cincuentagramos de buen coac bastabanpara que el calor se extendiera en

  • direcciones opuestas: hacia lacabeza y hacia las piernas,haciendo ms lentos suspensamientos.

    Alguna vez haba soado conser novelista, pero no haba llegadoa escribir ni siquiera una novelacorta, aunque tena muchosmanuscritos a medio hacerguardados en carpetas. Su destinoera seguir inacabados, pues nogozaba del favor de las musas,reacias por alguna razndesconocida a permanecer un su

  • piso de dos habitaciones el tiemposuficiente para que l pudieraconcluir al menos una novela corta.se era el origen de su fracasoliterario. Las musas se mostrabanextraordinariamente elusivas con l.O tal vez fuera culpa suya por haberelegido unas que no eran de fiar. Elcaso era que ahora estaba solo consu pingino, escribiendo textosbreves sin hacerse problemas porello y cobrndolos bien.

    Despus de haber entrado encalor sali del caf. Segua

  • lloviznando. El da segua gris ypasado por agua.

    Antes de volver a casa paspor una tienda de alimentacin ycompr un kilo de salmncongelado, para Misha. line/>

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    Antes de partir para Jarkovtena que resolver el problema decon quin dejar a Misha. Seguroque podra quedarse perfectamentetres das solo, pero eso a Viktor nole dejaba tranquilo. Como no tenaamigos, repas la lista deconocidos, pero eran todos gentecon la que tena poco en comn y nole apeteca recurrir a ellos. Se

  • rasc la cabeza y se asom a laventana.

    Estaba lloviznando. A laentrada de la casa haba un policade palique con una vecina yamayor. Se acord de la historia delpolica y el pingino y eso le hizosonrer. Entonces se dirigi a larepisa del telfono y busc en ellistn el nmero de la comisara delbarrio.

    Al habla el subtenienteFischbein dijo una voz clara dehombre al otro extremo de la lnea.

  • Siento molestarle dijoViktor titubeando al elegir laspalabras . Quisiera pedirleSoy vecino del barrio

    Tiene usted algnproblema? le interrumpi elpolica.

    No, pero no vaya usted acreer que se trata de una broma.Ver, tengo que ausentarme tresdas por motivos de trabajo y notengo a nadie con quin dejar a mipingino.

    Mire, lo siento

  • respondi el polica con voztranquila y reposada . Pero nopuedo quedrmelo, estoy viviendocon mi madre en un albergue.

    No me ha entendido usted dijo Viktor algo aturullado .Lo que yo me preguntaba es si ustedpodra pasarse por aqu un par deveces a darle de comer Yo ledejara las llaves.

    Eso s puedo. Deme sunombre y direccin y me pasar porall. Estar en casa sobre las tres?

    S.

  • Y se retrep en la butaca.Haca un ao el ancho brazo

    de la butaca haba sido el sitiofavorito de Olia, una mueca rubiacon una atractiva naricillarespingona y un mohn permanentede reproche. A veces apoyaba lacabeza en el hombro de l y parecaquedarse dormida, sumida ensueos en los que lo ms probableera que l no saliese. Temapermitido estar presente nicamenteen la realidad y aun as solasentirse de ms. Ella era silenciosa

  • y pensativa. Qu era lo que habacambiado despus de haberleabandonado sin decir palabra?Ahora era el pingino Misha el queestaba con l. Igual de silencioso,quiz tambin pensativo Aunquebien mirado, qu era eso depensativo? Acaso era algo ms queuna palabra para describir sumanera de mirar?

    Se ech hacia delante paraobservar algn indicio depensamiento en los ojillos delpingino, pero no vio ms que

  • tristeza.El polica lleg a las tres

    menos cuarto. Se quit las botas yentr en la casa. Su apellido no secorresponda con su aspecto. Era untipo ancho de hombros, rubio y deojos azules y le sacaba a Viktorcasi una cabeza. De no haber sidopolica, uno lo encajara mejor enun equipo de voleibol.

    Y bien, dnde est elanimal? pregunt.

    Misha! llam Viktor.El pingino sali de su

  • escondite detrs del sof verdeoscuro y se acerc a su amo sindejar de mirar al polica.

    ste es Misha dijoViktor; luego se volvi al polica yle pregunt : Y usted, puededecirme cmo se llama?

    Sergei. Qu raro, no parece usted

    judo para nada. Es que no lo soy sonri

    el polica . En realidad me llamoStepanenko.

    Viktor se encogi de hombros

  • y volvi a mirar al pingino. Misha, ste es Sergei.

    Sergei te va a dar de comermientras yo est fuera.

    A continuacin le ense aSergei dnde estaban las cosas y ledio una copia de las llaves del piso.

    Todo ir bien dijo elpolica al marchar . No sepreocupe. line/>

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    En Jarkov haca un fro dehielo. Nada ms apearse del trenViktor se dio cuenta de que nollevaba suficiente ropa de abrigopara andar por la ciudad.

    Una vez en el hotel, llam alcorresponsal de Stolitchny vesti yquedaron en verse esa tarde en uncaf situado en los bajos de lapera.

  • Al caer la tarde, llegada lahora de la cita, Viktor se preparpara salir. Fue por la calleSumskaya hacia la pera sintiendoen la cara el fro glacial, con lasmanos metidas en los bolsillos delchaquetn corto de piel de cordero.

    Los edificios se alzaban grisesal lado de la acera. La gente pasabadeprisa, como atemorizada deencontrar su casa a punto dederrumbarse o con los balconesdesprendidos, ambas cosas monedacorriente desde haca mucho

  • tiempo.Dentro de cinco minutos

    llegara al laberinto subterrneodebajo de la pera, lleno de bares,tiendas y cafs. Tena que encontrarun caf con escenario y asientos ados niveles y sentarse en el dearriba de cara al escenario. Y s,pedir zumo de naranja y una lata decerveza, que deba dejar sin abrir.

    Apresur el paso, azuzado porel fro, dado que no haban quedadoen verse a una hora exacta, sinoentre las seis y media y las siete.

  • Voy a tomar algo de comer decidi . Algo caliente y concarne.

    Al llegar a la pera vio laentrada a la civilizacinsubterrnea y pas de la oscuridadapenas iluminada por las ventanasde la ciudad de noche al resplandorde los escaparates.

    En las escaleras pedanlimosna dos mujeres mayores y unjoven borracho con la miradaturbia.

    Se encamin al caf por los

  • pasillos bien iluminados. Tras lapuerta acristalada vio a un hombrecon el uniforme de la polica deoperaciones especiales que levantla vista del libro en el que estabaabsorto cuando entr Viktor.

    Dnde va usted? pregunt en un tono de vozimperioso, ms propiamente militarque grosero.

    A comer algo.El hombre hizo un gesto con la

    cabeza y le hizo seas con la manopara que entrase.

  • Atraves por delante del bardonde beban cerveza unos tipos deaspecto patibulario. El barmancalvo le mir y le lanz una sonrisaaviesa, como si le estuvieraintimando a seguir adelante sinmirar atrs.

    Ante l se abra un espaciointensamente iluminado que parecaquerer atraerlo. Viktor aviv elpaso y lleg a un pequeo escenariocon mesas dispuestas ensemicrculo a dos niveles. El nivelsuperior no quedaba a ms de

  • cincuenta centmetros del interior.Se dirigi al bar y pidi un

    vaso de zumo de naranja y unacerveza.

    Algo ms? preguntuna camarera rechoncha teida derubio.

    Qu tienen de comida? Pescado ahumado, huevos

    fritos recit ellamontonamente.

    Entonces nada ms por elmomento suspir Vctor . Yaver despus.

  • Pag y fue a instalarse a unamesa del nivel superior de cara alescenario. Un sorbo del zumo denaranja le hizo sentir ms hambretodava.

    Muy bien pens , yacomer en el hotel, tienenrestaurante.

    Consult el reloj: las seis yveinte.

    El caf estaba tranquilo. En lamesa de al lado dos azeres estallantomando cerveza sin decir palabra.Viktor se volvi para contemplar el

  • resto del caf y en ese momentoqued deslumbrado por unfogonazo; cuando recobr la visindistingui a un hombre con unamquina de fotos camino delpasillo. Se pregunt a quin habrafotografiado, pues all no habanadie ms que los azeres y lmismo.

    Habr sido a loscaucasianos se dijo mientrasdaba otro sorbo al zumo de naranjaaguado.

    Pas el tiempo. Le quedaba

  • apenas un trago en el alto vaso dezumo. Mir de reojo la lata decerveza sin abrir y acarici la ideade abrirla y pedirse otra.

    Apareci una chica con unacazadora de piel y unos jeans y sesent a su mesa. Una badanaceida, de la que slo sala unacoleta de color castao, realzaba laforma perfecta de la cabeza. Sehaba sentado a su lado y le mircon unos ojos muy maquillados.

    Me estabas esperando? le pregunt con una sonrisa.

  • l sali de suensimismamiento y se puso tenso.

    "No, el corresponsal era unhombre", fue su primer y febrilpensamiento. "A menos que lahubiera enviado a ella".

    Observ a la joven por ver sillevaba una cartera o un maletndonde hubiera podido traer losdocumentos, pero no llevaba msque un bolsito donde no caba ni unbotelln de cerveza.

    Entonces qu, cario?Tienes tiempo o no? pregunt

  • ella recordndole su presencia, traslo cual l cay en la cuenta delmalentendido.

    Lo siento dijo Viktor .Se ha confundido usted.

    No suelo confundirme dijo ella con voz dulce allevantarse de la mesa , perosiempre hay una primera vez.

    Cuando la chica se hubo idosuspir aliviado, volvi a mirar lalata y despus el reloj: las siete ycuarto. Ya debera haber aparecidoel corresponsal.

  • Pero no se present. A lassiete y media Viktor se tom lacerveza y sali del caf. Comi enel hotel y volvi a telefonear alcorresponsal; pero, como no obtuvorespuesta, colg el telfono.

    El calor de la habitacin erareconfortante e invitaba al sueo.Los ojos se le cerraban solos.

    Decidi que volvera aintentarlo al da siguiente, se acosty se qued dormido enseguida. line/>

  • 11 line/>

    En Kiev estaba otra vezlloviznando. El polica del barrioSergei Fischbein-Stepanenko entren el piso de Viktor. Se quit lasbotas y entr en la cocina slo conunos calcetines verdes de lana, sacun buen trozo de salmn delcongelador, lo parti en la rodilla ypuso una mitad en el cuenco deMisha colocado en un taburete de

  • nio. Misha! le llam y aguz

    la oreja.Despus, sin esperar

    respuesta, mir primero en el cuartode estar y luego en el dormitorio,donde hall a Misha de pie entre elsof y la pared, con aire entresooliento o triste.

    A comer! le dijo convoz cariosa . Venga!

    Misha se le qued mirando. Venga! le suplic .

    Tu amo va a volver pronto! Le

  • echas de menos, eh? Pero venga!El pingino se dirigi

    despacio a la cocina, seguidocautelosamente por Sergei. Loacompa hasta el cuenco y lo vioempezar a comer, tras lo cualvolvi al pasillo con la concienciatranquila, se calz las botas, sepuso el abrigo y volvi a salir bajola llovizna de Kiev.

    "Menos mal que hoy no hahabido llamadas de emergencia",pens al ver el cielo bajo ysombro.

  • line/>

  • 12 line/>

    A la maana siguiente ledespert un confuso tiroteo en lacalle. Bostez, se levant de lacama y mir el reloj: las ocho. Seasom a la ventana. Vioestacionados abajo un jeep de lapolica y una ambulancia.

    Levant la vista y vio el cieloazul y un sol plido que sala pordetrs de los edificios grises de la

  • poca estalinista y anunciaba unesplndido da.

    Se sent ante la repisa deltelfono y marc el nmero delcorresponsal.

    Diga contest una vozde mujer . Qu desea?

    Querra hablar con NikolaiAleksandrovich, por favor.

    De parte de quin?Not cierta tensin en la voz

    de la mujer. De su peridico

    Stolitchny vesti.

  • Cmo se llama usted?Viktor not algo raro y colg

    el telfono con mano temblorosa."Un caf", pens, "necesito un

    caf".Se visti, se ech dos veces

    agua fra por la cara con ambasmanos, baj al bar del hotel y pidiun caf solo doble.

    Sintese, yo se lo sirvo dijo el camarero.

    Eligi un rincn del saln ytom asiento en un confortable pufde terciopelo ante una mesa con el

  • tablero de cristal. Alarg la manoal grueso cenicero, tambin decristal, y juguete distradamentecon l.

    Haba un ambiente detranquilidad.

    Vino el camarero, dej el cafsobre la mesa y pregunt si deseabaalguna cosa ms.

    Viktor neg con la cabeza,levant la vista y le mir.

    Qu ha sido ese tiroteo deesta maana?

    El camarero se encogi de

  • hombros. Creo que han asesinado a

    una prostituta Debe de haberfaltado al respeto a alguien.

    El caf estaba tal vez amargoen exceso, pero Viktor notenseguida su benfico efecto.Dejaron de temblarle los dedos y seapaciguaron los impulsos nerviososque le atravesaban el cerebro.Haba recobrado la calma.

    "No ha sucedido nada grave",se oy pensar a s mismo tanrotundamente que era imposible no

  • crerselo. "As es la vida y ya est.La vida y nada ms. Ahora tengoque llamar al jefe para preguntarlequ hago".

    Se bebi el caf, pag, subi ala habitacin y telefone a Kiev.

    Tiene usted billete devuelta para hoy dijo el Jefe concalma . As que vuelva ya. Sigaocupndose de Kiev, ya seguiremosms adelante con las provincias.

    Viktor ocup su asiento en eltren la nochey abri el ejemplar delperidico Vitcherni Jarkov

  • quehaba comprado en la estacin.Lo fue hojeando hasta llegar a laseccin de Sucesos donde, en letrapequea, se daba cuenta de losltimos crmenes. Bajo el titular deAsesinatos ley: "El corresponsalde Stolitchny vesti NikolaiAgnitsev fue abatido a tirospor unosdesconocidos ayer por la tarde".

    Se sinti mal y dej elperidico sobre las rodillas. El trenarranc de golpe y el peridicocay al suelo. line/>

  • 13 line/>

    Cuando volva a casa a lamaana siguiente, Viktor seencontr con el polica del barrio.

    Buenos das tenga usted! dijo con voz alegre SergeiFischbein-Stepanenko . Aunquele veo un poco plido.

    Cmo est l? preguntViktor con preocupacin.

    En perfectas condiciones! dijo el polica con una sonrisa

  • . Aunque echa de menos a suamo, claro est. Y no queda casinada de pescado en el congelador.

    No s cmo agradecrselo intent una sonrisa de gratitud,pero no le sali ms que una muecade amargura . Estoy en deuda conusted. Por qu no quedamos algunavez para tomar algo?

    No voy a negarme acept el polica . Llmemecuando quiera, ya sabe usted minmero. Y no lo dude si vuelve anecesitar que cuide a su husped!

  • Me encantan los animales. Los deverdad, por supuesto, no los quetrato a diario.

    Misha se alegr de volver aver a su amo. Ya estaba en elpasillo cuando Viktor entr y dio laluz.

    Hola, grandulln!Viktor se acuclill para

    mirarlo. Le pareci que Misha lehaba sonredo.

    S que brillaban de alegra losojos del pingino, que dio un pasotorpe hacia su amo.

  • "Al menos hay alguien que meespera en este mundo", pensViktor.

    Se levant, se quit elchaquetn y pas al cuarto de estarseguido del balanceo de Misha alcaminar. line/>

  • 14 line/>

    A la maana siguiente Viktordespert con migraa y sin ningunagana de levantarse. El despertadormarcaba las nueve treinta.

    Dio vueltas a uno y otro ladocon los ojos abiertos hasta queadvirti la presencia de Misha alpie de la cama.

    Caramba! murmurponiendo el pie en el suelo . Sino le he dado de comer desde ayer!

  • As que se lav y se visti, porms ruido que sintiera dentro de lacabeza y le resonara en las sienes.

    El aire helado del exterior leespabil un poco. Era como si sehubiera trado el invierno deJarkov.

    "Debo telefonear al Jefe", sedijo para sus adentros mientras ibapor la calle. "Decirle que no meencuentro bien, comprar losperidicos y a lo mejor trabajar unpoco".

    Compr dos kilos de

  • rodaballo congelado en lapescadera de la tienda dealimentacin y, tras un titubeomomentneo, un kilo de pecesvivos.

    Otra vez de vuelta en casa,llen la baera de agua fra, echlas tres carpas plateadas queacababa de comprar y llam deseguido a Misha. El pingino echuna mirada a los peces que nadabanpor la baera, dio media vuelta yvolvi balancendose a suhabitacin.

  • Viktor se encogi de hombrossin entender nada.

    Llamaron a la puerta.Mir por la mirilla, vio que

    era el otro Misha y le hizo entrar. Hola! dijo el visitante

    . Tengo un par de encargos denecrolgicas para usted. Le vienebien?

    Viktor hizo un gesto vago.Pasaron a la cocina justo

    cuando el pingino estaba haciendolo mismo.

    Hola, tocayo! sonri el

  • visitante; despus se dirigi aViktor . Por qu tiene usted tanmala cara? Est enfermo?

    S, me duele la cabeza. Haytanta bronca

    Le apeteca quejarse, peroalgo en su interior le deca que nolo hiciera.

    Yo aqu venga a escribir yno me lee nadie manifest conms voluntad de protestar que depedir comprensin . Doscientaspginas hasta la fecha. Total paranada.

  • Qu es eso de para nada? le interrumpi el otro Misha .Todo va a parar al cajn, igual queen los buenos tiempos soviticos.Con la diferencia de que a usted lepublicarn tarde o temprano, esose lo garantizo.

    Viktor asinti con la cabeza,pero sin que eso aliviara sumalestar, que le impeda sonrer yrecobrar la calma.

    Cul es la necrolgica quemejor le ha quedado, en su opinin? pregunt Misha amable.

  • La de Yakornitsky dijoViktor, recordando su largaconversacin en torno a una mesacon ayuda de vodka finlands.

    El escritor-diputado? El mismo. De acuerdo dijo Misha

    . Aqu tiene algo que puedeinteresarle. chele un vistazo.

    Viktor tom unas cuantaspginas y las hoje. Haba nombresque no le sonaban, fragmentosbiogrficos y fechas. Pero no tenaninguna gana de ponerse con ello en

  • ese momento, as que las dej a unlado y le dio las gracias con unmovimiento de cabeza.

    Llmeme cuando lo tengalisto dijo el otro Mishaalargndole su tarjeta. line/>

  • 15 line/>

    Estaba cayendo la primeranevada. Viktor estaba tomando cafmientras lea los papeles que elotro Misha le haba llevado dasatrs. Se trataba de sendosdossieres sobre el vicedirector deServicios Fiscales y la duea delrestaurante Los Crpatos. La vidade ambos era lo bastante movidacomo para hacer unas estelas

  • excepcionales. Con semejantespersonajes unos granujas decuidado podra escribirse unthriller! Salvo que para escribirnovelas haca falta tener la cabezaslo en eso y Viktor andaba muyatareado. En contrapartida tenadinero, al pingino Misha y trescarpas plateadas dando vueltas enel cuarto de bao. Perocompensaba eso la obra que nohaba escrito?

    Se acord de las carpas, tomun pedazo de pan y fue al cuarto de

  • bao a darles de comer. Acababade desmigar el pan cuando sinti asu lado una respiracin. Alvolverse vio a Misha que mirabacon tristeza a los peces de labaera.

    No te gusta el pescado deagua dulce, verdad? pregunt . Por supuesto! continurespondiendo por l . Somosanimales del Antrtico, delocano

    Se dirigi al telfono y llamal polica del barrio para invitarle a

  • cenar pescado.No haba dejado de nevar.Coloc la mquina de escribir

    en la mesa de la cocina y se puso acomponer, palabra por palabra,animados retratos de los futurosdifuntos.

    El trabajo avanzaba despaciopero con regularidad. Cada palabraiba encajando como los bloques dela base de una pirmide egipcia.

    Aun en contra de su voluntad,el difunto consinti en el asesinatode su hermano pequeo, que haba

  • tenido conocimiento por casualidadde la lista de accionistas de unalavandera que todava no habasido privatizada. Sin embargo, elmonumento erigido por el fallecidoen memoria de su hermano se haconvertido en el adorno mshermoso del cementerio. A veces lavida fuerza a matar, pero la muertede alguien cercano obliga a vivir, avivir a pesar de todo Todo estrelacionado. En este mundo todoest unido por lazos de sangre. Lavida es un todo y por esa razn la

  • muerte de una pequea parte de esetodo sigue dejando vida tras de s,dado que el nmero de elementosvivos siempre supera al deelementos muertos

    El polica de barrio Fischbein-Stepanenko se present a cenar enjeans y un jersey negro sobre unacamisa a rayas de franela. Traa unabotella de coac y una bolsa depescado congelado para elpingino.

    La cena no estaba preparadatodava, as que se pusieron a frer

  • a las antiguas ocupantes de labaera. Viktor la haba vaciado y lahaba vuelto a llenar de agua fra,de manera que mientras elloscocinaban, Misha se estababaando. Viktor y Sergei le oanchapotear por encima delchisporroteo del pescado en lasartn y sonrieron.

    La comida estuvo por fin lista.Anfitrin e invitado tomaron

    un coac antes de atacar elpescado.

    Tiene espinas dijo

  • Viktor como disculpndose ennombre del pescado.

    No se preocupe dijo elpolica meneando la cabeza .Todo tiene un precio Cuantasms espinas tenga, ms sabrososer el pescado. Me acuerdo de queuna vez prob ballena que, al fin yal cabo, tambin es pescado. Notena espinas, pero tampoco saba anada.

    Acompaaron el pescado concoac y observaron el revoloteo delos copos de nieve a la dbil luz de

  • las ventanas de los vecinos.Aquella cena tena un aire decotilln de Fin de Ao.

    Por qu vive usted solo? pregunt Sergei animado por laintimidad reciente de haberbrindado juntos por su amistad.

    Viktor se encogi de hombros. Las cosas han venido as.

    No tengo suerte con las mujeres. Nodoy ms que con extraterrestres.Tranquilas. Discretas. Hoy aqu,maana desaparecen Estoy harto.Desde que me hice cargo de Misha

  • la situacin ha mejorado algo. Sloque no s por qu, pero siempreest triste. Tal vez debera haberadoptado un perro Son msexpresivos, cuando te ven ladran, telamen, menean la cola

    De eso nada! Sergeihizo un gesto despectivo . Hayque sacarlos a pasear dos veces alda, la casa huele que apestaMejor un pingino. Y a qu sededica usted?

    Escribo. Para nios?

  • Por qu para nios? pregunt Viktor sorprendido .No, para un peridico.

    Ah Sergei mene lacabeza No leo peridicos. Medesmoralizan.

    Yo tampoco los leo. Porcierto, de dnde viene lo deFischbein?

    Sergei dio un hondo suspiro. De mi desorientacin y de

    tener una ta que trabajaba en elRegistro Civil. Un da se meocurri la idea de hacerme judo

  • para largarme de aqu. As que, talcomo me haba dicho mi ta, diparte de que haba perdido mi carnde identidad y ella me hizo otronuevo con otro nombre. Despus vilo mal que lo pasaban losemigrantes en el extranjero y decidquedarme y me met a polica parapoder tener derecho a llevar armas.Normalmente es un trabajo seguro,resolver problemas domsticos yquejas de lo ms variopinto.Aunque no es el trabajo de missueos, por supuesto.

  • Cul era?En ese momento se abri la

    puerta y apareci el pinginoMisha chorreando agua.Permaneci un momento inmvil yluego pas por la mesa en direccina su cuenco, lanzando a su amo unamirada inquisitiva. El cuencoestaba vaco.

    Viktor fue al congelador, sacun bloque de rodaballoscongelados, parti tres en trocitos ylos puso en el cuenco.

    Misha apoy la cabeza en el

  • pescado congelado. Lo est descongelando!

    exclam Sergei . Eso es!Viktor volvi a sentarse y

    tambin lo mir. En fin dijo Sergei

    levantando el vaso , todosmerecemos mejor pescado, perocomemos el que hay Por laamistad!

    Brindaron y bebieron. YViktor experiment una sbitasensacin de alivio. Habaolvidado su mal humor, haba

  • olvidado su descontento consigomismo y con los dems y habaolvidado tambin las estelas. Eracomo si nunca hubiera trabajado enningn sitio, sino que se hubieradedicado nicamente a vivirplanificando la novela que algnda escribira. Mir a Sergei y leentraron ganas de sonrer. Laamistad? Era algo que l no habaconocido. Igual que un traje conchaleco o una autntica pasin. Suvida haba sido triste, dolorosa ysin alegra. Hasta Misha estaba

  • deprimido, como si l tambinhubiera conocido nicamente unavida gris desprovista de emocin,de color, de dicha y de impulsosjubilosos del alma.

    Venga, vamos a tomarnosotra sugiri de pronto Sergei y luego salimos a dar un paseo,nosotros tres.

    Ya era tarde. La calle estabaen silencio. Los nios ya se habanacostado haca tiempo y las farolasestaban apagadas; la luz de algunaque otra ventana era lo nico que

  • permita distinguir la primeranevada que acababa de caer.

    Fueron despacio a un solardonde haba tres palomares. El airehelado les daba en la cara y lanieve cruja bajo sus pies al andar.

    Mire! exclam Sergeidirigindose a grandes zancadas auna figura con un abrigo andrajosotendida en la nieve al pie de unpalomar . Es su vecinoPolikarpov del piso 30. Si no hamuerto congelado, hay que llevarloa la casa ms prxima y arrimarlo a

  • un radiador.Agarraron al borracho

    Polikarpov por el cuello del abrigoy lo llevaron a rastras por la nievehasta la casa de cinco pisos mscercana, seguidos de Mishabalancendose.

    Al salir encontraron a Misha yun gran perro vagabundo hocico conpico. Al parecer estabanolisquendose. Al verlos, el perrosali corriendo. line/>

  • 16 line/>

    A la maana siguiente a Viktorle despert el telfono.

    Dgame dijo con vozronca de persona medio despierta.

    Enhorabuena, ViktorAlekseyevich! Magnficocomienzo! No le habrdespertado?

    No importa, ya era hora delevantarme dijo Viktor alreconocer la voz del Jefe . Pasa

  • algo? Le han publicado! Por

    cierto, cmo se encuentra? Ya estoy mejor. Entonces, venga a verme y

    hablaremos.Viktor se lav, tom un t para

    desayunar, busc a Misha y loencontr durmiendo de pie en suescondite favorito detrs del sofverde.

    Volvi a la cocina, puso unbuen trozo de bacalao en el cuencode Misha, se visti y sali.

  • Fuera se vea nieve recincada. El cielo bajo gris azuladocasi tocaba los tejados de las casasde cinco pisos. No soplaba viento ytampoco haca mucho fro.

    Primero compr el ltimoejemplar de Stolitchny vesti, luegomont en el autobs, se procur uncmodo asiento, abri el peridicoy hoje titulares hasta que lleg aun rectngulo de texto recuadradoen negro en lo alto de una pgina.

    "El escritor y diputadoAleksandr Yakornitsky ya no est

  • entre nosotros. En el tercer bancodel Parlamento hay un escao vacoque ser ocupado, a no tardarmucho, por otro. Pero en loscorazones de cuantos conocan aYakornitsky quedar una sensacinde vaco, de prdidairreparable".

    Aqul era su primer artculopublicado.

    Eso hizo resurgir en l unsentimiento desaparecido yolvidado haca mucho tiempo:estaba contento de s mismo. Lo

  • ley hasta el final. Cada palabra ensu sitio, no le haban cortado nada.

    Sus ojos se posaron en lafirma Un Grupo de Amigos ,ms bien una frase que unpseudnimo. No se saba cuntosautores se ocultaban detrs de losdos trminos del pseudnimo, queera casi un clich. Comprobcomplacido que le haban respetadoambas maysculas. Decididamente,le trataban ms como a un escritorrespetado que como a un periodista.

    Dej el peridico sobre las

  • rodillas y mir por la ventanilla laciudad que se aproximaba alautobs.

    Mira, un pjaro! sealpara enserselo a su hijo unamadre que iba sentada delante. lsigui maquinalmente la direccinen que ella sealaba y vio ungorrin que revoloteaba dentro delautobs. line/>

  • 17 line/>

    El redactor jefe saludcordialmente a Viktor, como si nole hubiera visto en un ao. Caf concoac y un billete de cien dlaresen un elegante sobre alargadohacan de aquel momento unacelebracin en toda regla.

    En fin dijo Igor Lvovichlevantando el vaso de coac , yahemos empezado. Confiemos en que

  • las estelas que nos quedan no tardenmucho en salir.

    Cmo muri? Se cay por la ventana de

    un quinto piso, al parecer estabalimpindola, aunque no se entiendemuy bien, porque no era su casa.Adems, fue por la noche.

    Brindaron y bebieron el coac. Le dir una cosa sigui

    el Jefe en tono confidencial .Estoy recibiendo llamadas decolegas de otros peridicos. Estnverdes de envidia los muy

  • parsitos! Segn ellos he inventadoun nuevo gnero de necrolgicas! sonri satisfecho de s mismo . Aunque el mrito es de usted,naturalmente. Pero debepermanecer en el anonimato,mientras yo recibo lasfelicitaciones y las patadas! Deacuerdo?

    Viktor asinti con la cabeza,aunque en su fuero interno leentristeca no poder estar bajo laluz de los focos porque, al fin y alcabo, la fama era la fama aunque

  • fuese nicamente periodstica. Alredactor jefe no se le escap lareaccin de Viktor porque dijo:

    No se desanime. Todo elmundo sabr su nombre algn da,si usted quiere Pero por ahora espreferible mantener el Grupo deAmigos a quien nadie conoce.Usted mismo lo comprenderperfectamente en un par de das. Yya puestos, en todo lo que escriba apartir de los dossieres que leproporcione Fyodor debe ustedconservar todas las frases

  • subrayadas. Aprecio susdigresiones filosficas pero, paraserle sincero, no tienen nada quever con los difuntos.

    Viktor se mostr conforme. Elcaf tena un regusto levementeamargo que le record al que habatomado en Jarkov, en el bar delhotel. Se acord del da en que sehaba despertado sobresaltado porun intenso tiroteo.

    Igor, qu es lo que hapasado en Jarkov mientras yoestaba all? le pregunt.

  • El Jefe suspir, rellen losvasos de coac y levant despaciola vista para echar a Viktor unamirada inexpresiva. Canturre envoz baja: "El joven combatiente lacabeza ha bajado. El corazn deKomsomol por una balatraspasado".

    El peridico ha sufridoprdidas. Es el sptimo de losnuestros que cae. Pronto vamos apoder erigir un mausoleo a losmuertos de la redaccin Pero nometa las narices en eso! Cunto

  • menos sepa usted, ms tiempovivir! dijo el Jefe. Actoseguido, clav la mirada en l y ledijo con una voz bien distinta, comocansada : Y no vuelva a meterseen esto. Bastante es que sepa ustedun poco ms que otros Con esovale ya

    Viktor se arrepinti de sucuriosidad. El ambiente de aquellapequea celebracin tete a tete sehaba esfumado. line/>

  • 18 line/>

    A ltimos de noviembre unotoo corriente dio paso a untiempo francamente invernal. Losnios se lanzaban bolas de nieve.Un fro glido se colaba por loscuellos de los abrigos. Los cochesiban ms despacio, como si sedieran miedo unos a otros, por unascarreteras que se haban estrechadomucho. El fro disminua, reduca yencoga todo. Lo nico que creca

  • eran los montones de nieve en losbordillos de las aceras y esogracias al esfuerzo y las grandespalas de los peones camineros.

    Viktor se asom a la ventanadespus de terminar la segundaestela que le haba encargado elotro Misha. No tena ningunanecesidad de salir, ni ganastampoco. Puso la radio que habaencima del frigorfico para romperel silencio de la cocina. Un leverumor de voces estall a todovolumen. Lo baj, puso a hervir la

  • tetera y mir el reloj: las cinco ymedia. Un poco pronto para dar porterminada la jornada.

    Telefone al otro Misha. Todo listo le inform

    . Puede venir a recogerlo.Misha lleg, pero no solo.

    Vena con l una nia pequea conlos ojos muy abiertos decuriosidad.

    Es mi hija. No tena conquin dejarla Dile al to Vikcmo te llamas dijo agachndosea desabrocharle el abrigo de piel

  • rojiza. Me llamo Sonia dijo

    levantando la vista hacia l ytengo cuatro aos. Es verdad quetienes un pingino vivo aqu?

    Fjese, y eso que acaba dellegar le quit el abrigo y laayud a quitarse las botas.

    Pasaron al cuarto de estar. Dnde est? pregunt

    la nia echando un miradaalrededor.

    Voy a ver dijo Viktor.Pero antes pas por la cocina,

  • vio las dos estelas recinterminadas y se las dio a Misha.

    Misha! lo llammirando detrs del sof verde.

    El pingino estaba de cara a lapared sobre una manta de pelo decamello hecha tres dobleces.

    Ests bien? se agach apreguntarle. El pingino tena losojos muy abiertos. Viktor sepregunt si no estara enfermo.

    Qu le pasa? preguntSonia, que se haba acercado sinque l se diera cuenta.

  • Misha! Tenemos visita!Sonia lo acarici. Ests malito? pregunt.Misha se volvi bruscamente

    para mirarla. Pap! dijo . Se ha

    movido!Viktor los dej juntos y volvi

    al cuarto de estar. El otro Misha,repantigado en la butaca, estaballegando al final de la segundanecrolgica. A juzgar por la caraque pona, le estaba gustando.

    Muy bueno! dijo .

  • Emocionante. Es evidente que sonunos mierdas, pero al leerlo unosiente compasin por ellos Porcierto, qu hay de ese t?

    Pasaron a la cocina y, mientrasesperaban a que hirviera la tetera,se sentaron a la mesa y hablaron delos cambios de tiempo. Una vezhecho el t, el otro Misha alarg unsobre a Viktor.

    Sus honorarios dijo .Y tengo otro cliente en puertas. Ah,y se acuerda de lo que escribisobre Sergei Chekalin?

  • Viktor asinti con la cabeza. Pues se ha recuperado Le

    he enviado el trabajo de usted porfax. Creo que le ha gustado Esms, yo dira que se ha quedadoimpresionado!

    Pap, pap! lleg lavoz de la nia . Tiene hambre!

    Es que su pingino habla? sonri el otro Misha.

    Viktor sac del frigorfico untrozo de bacalao y lo puso en elcuenco.

    Sonia, dile que ya tiene la

  • comida en la mesa le avis. Has odo? se le oy

    decir en voz baja . A la mesa!El pingino lleg el primero,

    seguido de Sonia. Ella le acompahasta el cuenco y lo vio comer,fascinada.

    Por qu est solo? pregunt de pronto levantando lavista.

    Pues no lo s dijo Viktor . Aunque en realidad no lo est.Vivimos aqu juntos.

    Igual que pap y yo!

  • dijo Sonia. Qu parlanchina eres!

    suspir el otro Misha dando unsorbo de t mientras contemplaba asu hija . Venga, es hora de volvera casa.

    Sonia volvi la cabeza y salide la cocina.

    Tendra que regalarle unamascota o un perrito dijo el otroMisha vindola salir.

    Trigala cuando venga poraqu, para que juegue con elpingino propuso Viktor.

  • Fuera, un cielo entintado denegro clausuraba la tarde invernal.La radio, que se oa con dificultad,estaba dando noticias de Chechenia.Viktor se sent a la mquina deescribir en la mesa de la cocina. Sesenta solo. Le hubiera gustadoescribir un relato breve o al menosun cuento de hadas para Sonia, perolo que le rondaba por la cabeza erala meloda pegadiza y triste de laprxima estela.

    Estar enfermo? sepregunt con la mirada fija en el

  • folio que sobresala del carro de lamquina de escribir . No, perodebo escribir, por lo menos decuando en cuando, algn relatobreve si no quiero acabarenloqueciendo.

    Se le vino a la cabeza elrecuerdo de la graciosa caritapecosa de Sonia y el pelo recogidopor una goma en una coleta.

    Pens que era una pocadesquiciada para ser nio, un pasdesquiciado, una vida desquiciadaque ya no tena ni siquiera ganas de

  • entender, se trataba de sobrevivir ypunto. line/>

  • 19 line/>

    Pocos das despus letelefone el Jefe para pedirle quefuera prudente y que por elmomento no acudiera al peridiconi saliera de casa salvo que fueraabsolutamente necesario. Viktor sequed perplejo y sigui con elauricular pegado a la oreja un buenrato despus de que su jefe hubieracolgado. Se preguntaba qu habrasucedido, con la voz tranquila,

  • segura y profesional del Jefe an enel odo. Se encogi de hombros. Notom en serio la llamada, pero lamaana se le alarg, como situviera dos horas de ms. Pas unbuen rato afeitndose y acontinuacin se dedic a plancharuna camisa sin razn alguna, puestoque no iba a ponrsela.

    A eso del medioda sali acomprar los peridicos y se paspor la tienda de alimentacin parareponer las reservas de pescadopara Misha y para l mismo, aparte

  • de llevarse un kilo de pltanos.De vuelta en casa, hoje los

    peridicos por si encontraba algunaexplicacin a la llamada del Jefe.En cambio, le llamaron la atencinnuevos nombres que anotinmediatamente en el cuaderno paratrabajarlos en el futuro, porque noestaba de humor para escribir.Permaneci sentado a la mesa de lacocina, junto a la bolsa de lacompra. Sac un pltano.

    La puerta de la cocina chirrial abrirse. El pingino Misha entr

  • y se plant delante de su amo conmirada suplicante.

    Viktor le ense el pltano.Misha se inclin hacia delante y ledio un picotazo.

    Te crees que eres un monoo qu? exclam Viktor . Puesya puedes tener cuidado! Si teenvenenas, dnde vamos aencontrar un mdico? No haysuficientes ni para nosotros, loshumanos. Mejor te doy un poco depescado.

    El silencio de la cocina no lo

  • rompa ms que el ruido de Mishaal mascar el bacalao y larespiracin pausada de Viktor,sumido en sus pensamientos. Hastaque dio un suspiro, se levant ypuso la radio. Son una sirena de lapolica. Se pregunt si sera algnprograma dramtico. Pero no, esavez se trataba de una noticia envivo y en directo desde el cruceentre las calles del Ejrcito Rojo ySaksaganski, en pleno centro de laciudad. Subi el volumen. Una vozagitada hablaba de charcos de

  • sangre en la calzada, tresambulancias que haban tardadomedia hora en llegar desde que lashaban llamado, siete muertos ycinco heridos. Haba indicios deque entre los muertos se hallaba elsecretario de Estado para elDeporte Stoyanov. Viktorcomprob inmediatamente esenombre en su cuaderno.Efectivamente, figuraba en la lista.Asinti con la cabeza y siguiescuchando con el cuadernoabierto. Pero el informador no

  • haca sino repetir la noticia que yahaba contado, que era lo nico queal parecer saba. Prometi facilitarnueva informacin en media hora yfue sustituido por una voz agradablede mujer que cont las previsionesmeteorolgicas para el fin desemana.

    "Es sbado por la maana",pens Viktor mirando a Misha.

    Como trabajaba en casa habaperdido la nocin de los daslaborables y festivos, porquetrabajaba cuando le apeteca y

  • cuando no, no. Aunque casi siemprele apeteca. Es ms, no tena ningnotro quehacer. No se haba puesto aescribir relatos, a empezar unaautntica novela. Era como sihubiera dado con el gnero idneopara l y se haba encasillado tantoque cuando no escriba estelas,pensaba en estelas o en fraseselegantes y elogiosas que podraintroducir en las necrolgicas amanera de digresiones filosficas.Como sola hacer a menudo.

    Telefone al polica del

  • barrio. Subteniente Fischbein,

    dgame dijo una voz clara yconocida.

    Hola, Sergei. Soy Vik. Qu Vik? El amo de Misha. Habrmelo dicho! Qu

    hay de nuevo? Qu tal est? dijo muy animado.

    Est bien. Escuche, librausted maana?

    S. Se me ha ocurrido una idea

  • graciosa dijo Viktor con vozesperanzada-. Pero hace faltacoche, cualquiera, valdra tambinuno de la polica

    Si su idea no resulta serilegal no hay problema se riSergei . Pero no hace falta uncoche de polica, tengo unZaporozhets. line/>

  • 20 line/>

    El sbado por la maana hacaun fro glacial cuando Viktor,Sergei y el pingino Misha bajabande un Zaporozhets rojo estacionadoen el embarcadero del Dnieper alpie de los jardines del monasterio.Sergei sac del maletero unamochila llena a reventar, se la echal hombro y bajaron por laescalinata de piedra que llevaba al

  • ro helado.El Dnieper estaba cubierto por

    una espesa capa de hielo.Pescadores inmviles comocuervos hinchados se habaninstalado aqu y all, cada unodelante de su propio agujero en elhielo.

    Viktor, Sergei y Misha sealejaron de la orilla para nomolestarlos. Se fueron deteniendoen los agujeros abandonados, perose haban helado o se habanquedado muy pequeos.

  • Vamos al recodo dijoSergei . Donde se baan losfanticos del agua helada.

    Atravesaron el ro y luego unaestrecha faja de tierra que era lapunta de una isla.

    Mire all! seal Sergei . Ve aquel trozo azul?

    Llegaron hasta all y, sinesperar a que se lo dijeran ni darlestiempo a fijarse en las grandesdimensiones del agujero y en lashuellas de pies descalzos que lorodeaban, Misha se haba

  • zambullido delicadamente, sinlevantar una sola salpicadura.

    Viktor y Sergei contuvieron larespiracin mientras contemplabanlos sombros recovecos del aguaentre el hielo.

    Pueden ver debajo delagua? pregunt Sergei.

    Claro que s, si es quehay algo que ver.

    Sergei descans la mochila,sac una vieja manta de viaje y laextendi sobre el hielo a un par demetros del agujero.

  • Vamos a sentarnos. Cadacual se divierte a su manera.

    Viktor se sent. EntretantoSergei haba sacado un termo condos vasos de plstico.

    Empezaremos por un caf.Estaba demasiado dulce, pero

    sentaba bien con el fro que haca. A m no se me ha ocurrido

    traer nada confes Viktor contristeza mientras rodeaba el vasocon las manos para calentarlas.

    No importa. Otra vez ser.Un trago de coac?

  • Ech un poco en cada vaso yluego devolvi la petaca al bolsillodel abrigo.

    Vamos a brindar por todolo bueno! propuso.

    Un dulce calor les invadi elcuerpo y la mente al beber.

    No ir a ahogarse,verdad? pregunt Sergeisealando el agujero en el hielo.

    No creo respondiViktor titubeante . En realidad nos nada de pinginos He buscadocosas sobre ellos, pero no hay

  • manera de encontrar un libro quehable de pinginos.

    Si veo alguno, se lo dar prometi Sergei.

    Viktor empezaba apreocuparse. Ech una miradaalrededor. El pescador msprximo estaba a unos treintametros de distancia. Estaba sentadoencima de la cesta y se llevaba decuando en cuando a la boca unabotella de litro.

    Voy a estirar las piernas dijo Viktor sin dejar de mirar al

  • pescador. Oh, no, qudese un poco

    ms. Y nos tomamos otro coac. Yavolver. No se va a ahogar, ya lover.

    Sinti como un burbujeodentro del agujero y mir a ver qupasaba. No era ms que el ruido delagua entre el hielo.

    Sergei levant el vaso decoac.

    A la salud de Misha! Loshumanos son legin, pero lospinginos no y hay que festejarlos!

  • Un grito rompi el silencioglacial mientras se llevaban elcoac a los labios. Se dieron lavuelta y vieron como a cincuentametros de donde estaban ellos a unpescador que haba pegado unrespingo y sealaba frentico suagujero. Otros dos pescadoreshaban dejado la caa y se diriganhacia l.

    Qu le pasa a se? pregunt Sergei en voz alta.

    Viktor no estaba haciendomucho caso del incidente. Entre

  • sorbo y sorbo de coac le dio porpensar que cada da traa algonuevo y totalmente imprevisto a lavida de uno. Algn da llegaran losproblemas, a lo mejor hasta lamuerte.

    Mire! le grit Sergeidndole una palmada en el hombro.

    Viktor sali de suensimismamiento, sigui la miradade Sergei y vio venir a Mishadesde la isla.

    Por dnde habr salido? se preguntaba Sergei extraado.

  • Misha se detuvo al borde de lamanta.

    A lo mejor quiere un coac brome Sergei.

    Ven aqu, Misha dijoViktor dando con la mano en lamanta.

    Misha dio unos pasos torpes ymir primero a Sergei y luego a suamo.

    Sergei volvi a revolver en lamochila, sac una toalla y loenvolvi en ella.

    Para que no coja un

  • resfriado explic.Misha estuvo un rato as

    envuelto y luego se sacudi latoalla de encima.

    Viktor se volvi al sentir ruidode pasos a su espalda. Era elpescador a quien haba estadoobservando.

    Qu, pican? preguntSergei.

    El pescador neg con lacabeza sin apartar los ojos delpingino.

    Oiga dijo al fin , eso

  • que tiene ah es un pingino o esque estoy delirando?

    Est usted delirando le respondi Sergei con muchoaplomo.

    Caramba! susurrangustiado.

    Hizo un gesto vago con losbrazos, gir sobre sus talones yvolvi a su agujero. Viktor y Sergeile siguieron con la mirada.

    A ver si as deja de bebertanto concluy Sergei en tonooptimista.

  • Pero si no est usted deservicio! le reproch Viktor ,por qu pega esos sustos de muertea los borrachos?

    Deformacin profesional sonri Sergei . Tiene hambreya o hace otro coac?

    Venga ese coac.En esto Misha se puso a bailar

    de impaciencia primero sobre unapata y luego sobre la otra, al tiempoque bata el remedo de alas que leservan de aletas.

    Es que tiene ganas de

  • mear? sonri Sergei mientrasabra la petaca.

    Misha volvi de la manta alhielo, tom carrerilla con unoscmicos pasitos cortos y rpidos, yse zambull otra vez por el agujero. line/>

  • 21 line/>

    El lunes de madrugadadespert a Viktor una llamadatelefnica que son con insistenciahasta espabilarle del todo, aunqueno le hizo levantarse de la cama.Esper a que el inoportuno perdierala paciencia. En vano, porque hastaMisha se despert y dio un grito.Viktor acab por levantarse y sedirigi al telfono con paso

  • vacilante."Como sea algn

    gracioso!", pensaba al descolgar. Vik? era la voz

    impaciente del Jefe . Sientomolestarle. Tengo un encargourgente para usted. Me escucha?

    S. Le he enviado un mensajero

    con un sobre. Esperar en el cochehasta que termine usted la estela. Espara la edicin de la maana.

    Viktor mir el despertador dela mesilla. Era la una y media.

  • De acuerdo.Se puso el albornoz azul, se

    lav con agua fra y fue a la cocina.Coloc la mquina de escribirencima de la mesa y la tetera en elfuego. La casa dorma en silencio.En el edificio de enfrente slohaba luz en dos ventanas.

    El insomnio de los dems letraa sin cuidado. Ya se habadespertado del todo, nicamentetena la cabeza algo pesada. Tomun folio en blanco, lo meti en elcarro y volvi a aguzar el odo para

  • escuchar el silencio de la noche.Se oy llegar un coche. Y un

    portazo.Aguard a que llamaran al

    timbre. Poco despus, en vez detocar el timbre, dieron unosgolpecitos en la puerta.

    Un hombre de unos cincuentaaos con los ojos enrojecidos desueo le entreg un gran sobremarrn sin pasar del umbral.

    Estoy abajo en el coche.Deme un toque en la ventanilla sime quedo dormido.

  • Viktor asinti con la cabeza.Luego fue a sentarse ante la

    mquina de escribir y sac delsobre una hoja y un programa deteatro.

    "Yuliya AndreyevnaParkhomenko, nacida en 1955.Cantante de la pera Nacionaldesde 1988. Casada, dos hijos ley Viktor en el foliomecanografiado . Operada de unpecho en 1991. En 1993compareci como testigo en el casode la desaparicin de Irina

  • Fiodorovna Sanutchenko, cantantede la pera Nacional con la cualmantena un grave enfrentamiento.En 1995 se neg a ir de gira porItalia, lo cual estuvo a punto deimpedirla". Luego haban aadido amano: "Sufri mucho por la muertedel escritor y diputado NikolaiAleksandrovich Yakornitsky, suamigo ms ntimo desde que seconocieron en 1994 a raz de suactuacin en la fiesta privada paracelebrar la independencia deUcrania en el Palacio Mariyinsky".

  • Esto ltimo vena subrayadoen rojo y Viktor se acord de lasrecomendaciones de Igor Lvovichen su ltima entrevista.

    Reley varias veces el texto.La informacin no era gran cosa,pero l ya se haba hecho una ideadel ritmo que deba imprimirle.

    En la segunda pgina delprograma descubri una fotografaen color de la cantante. Una mujerguapa, esbelta, con las mejillassonrosadas y sin duda maquilladas,los ojos rasgados y una melena de

  • color castao que le caa sobre loshombros. El traje de salir a escenale sentaba bien.

    Volvi a concentrarse en lahoja en blanco.

    "Para los rabes el color delluto es el blanco", pens al posarlos dedos sobre las teclas.

    "Todo cuanto vive sobre laTierra posee su propia voz. La vozsimboliza la vida, es una seal dealegra o de tristeza. Puedeenardecerse, quebrarse, apagarse yconvertirse en un murmullo apenas

  • audible. En el coro de la vida esdifcil distinguir la voz de cadacual, pero cuando una enmudece dala impresin de ser el final detodas, de toda la vida. Muchos hanamado la voz que ya no nos serdado escuchar Ha muerto demanera sbita y prematura. Se haenseoreado del mundo el silencio,mas no el de los amantes de laapacibilidad, sino un silenciosemejante a un agujero negro en eluniverso, que no hace otra cosa queponer de manifiesto la fugacidad de

  • todo sonido y la infinitud de lasmuertes pasadas y futuras".

    Viktor se levant, prepar t yvolvi a la mesa con una taza llena.

    "La voz de YuliyaParkhomenko no volver a orse.Pero en tanto se tengan en pie losmuros del Palacio Mariyinsky, entanto los oropeles de la cpulareflejen el esplendor de la peraNacional, ella permanecer entrenosotros como un halo dorado en elaire que respiramos. Su voz dorarel silencio que ha dejado tras de

  • s"."Mucho oro", pens haciendo

    un alto. Volvi sobre la biografa yreley por ensima vez la partesubrayada. Cmo meter de pormedio a Yakornitsky? Amor?Amor

    Dio un sorbo de t, se quedpensativo, reley lo que habaescrito y prosigui.

    "Yuliya acababa de sufrir unadolorosa prdida. La voz del seramado se haba interrumpidobruscamente y se haba precipitado

  • en el abismo en que, segn la ley dela gravedad propia de la muerte, seprecipita un da todo cuanto haterminado de vivir, de luchar, osimplemente ha perdido la batalla".

    Viktor dej de teclear y volvia examinar con atencin elprograma. Esboz una sonrisa.

    "Cuando interpretaba hacepoco la Tosca de Puccini enrealidad estaba interpretando hastasus ltimas consecuencias su propiatragedia al arrojarse por lasmurallas de la fortaleza. Poco

  • importa su modo de morir. Seacomo fuere, quienes escuchbamossu canto nos vemos abocados ahoraa superar una dura prueba: soportarsu silencio y buscar los ecosdorados de su extinta presencia.Quedmonos, pues, todos ensilencio para poder distinguir mejorsu voz, evocarla y conservarlamucho tiempo en la memoria, hastaque nuestras propias voces vayan amezclarse con el silencio y con laeternidad".

    Se incorpor, tom aliento

  • como si acabara de correr los cienmetros lisos y se masaje las sienespara aliviar la tensin ocasionadapor aquel trabajo nocturno tanurgente. De todas formas, hechoestaba.

    Tom lo que haba escrito, loley entero y sinti lstima por lacantante de pera que haba muertoo haba sido muerta no se sabecmo.

    Se asom a la ventana. Elcoche estaba esperando abajo.

    Se levant y al dar media

  • vuelta se llev la sorpresa deencontrarse con la miradainquisitiva de Misha plantado en lapuerta. Le brillaba en los ojos elfuego de la vida, aunque notraslucan ninguna emocin. Selimitaba a observar a su amo. Sinpasin y sin ningn motivoparticular.

    Viktor dio un hondo suspiro,sali al pasillo por entre elpingino y el marco de la puerta, seech un abrigo por encima delalbornoz y baj con el texto bien

  • agarrado en la mano.El mensajero estaba dormido

    con la cabeza apoyada en elvolante. Viktor dio un golpecito enla ventanilla. El hombre se frot losojos. Abri la portezuela sin decirpalabra, tom la hoja que le tendaViktor, arranc el coche y semarch.

    Viktor volvi a casa. Lehaban hecho polvo la noche. Notena sueo, se senta animado poruna energa intil.

    Localiz los somnferos en el

  • botiqun, se tom dos con un restode agua tibia de la tetera y volvi aacostarse. line/>

  • 22 line/>

    El Jefe volvi a llamarle a lasdiez de la maana. La estela lehaba gustado y volvi a pedirdisculpas por haber sacado a Viktordel sueo. Segn le dijo, en un parde das podra volver a pasarse porel peridico, pero era esencial quellevara consigo el carn de Prensaporque haban puesto policas deoperaciones especiales en todas las

  • plantas.Fuera segua su curso el

    invierno entumecido de hielo.Reinaba un gran silencio.

    Viktor estaba plantado en lacocina, delante de la cafetera puestaal fuego, preguntndose cmo llenarel da. Habiendo trabajado por lanoche, una posibilidad era darse unrespiro, pero un da libre exigadesplegar una actividad mucho msinteresante que un da cualquiera.As que decidi tomar el caf, bajarluego a comprar los peridicos al

  • quiosco y pensarse despus cmoocupar el tiempo.

    Se tom una segunda tazaenfrascado en la lectura de losperidicos. Empez por lapenltima pgina de Stolitchnyvesti, su obra nocturna, difundida enmedio milln de ejemplares.Estaban todas las palabras en susitio, el jefe no las haba tocado.Seguro que habra estadodurmiendo mientras montaban eimpriman el texto. Retrocedi a laprimera pgina, dedicada por

  • completo a un largo editorialtitulado La guerra no haterminado, slo es una tregua. Lascolumnas de texto se alineabanmilitarmente entre fotos queevocaban las del asalto de Grozny.Viktor empez a leerlo sin querer ycuanto ms lea, ms le fuegustando. Se enter de que en Kievse haba librado prcticamente unabatalla mientras l llevaba una vidaanodina. El enfrentamiento entredos clanes mafiosos haba dejado,al menos segn el peridico, un

  • saldo de diecisiete muertos, nueveheridos y cinco explosiones. Entrelos fallecidos se contaban el chferdel redactor jefe, tres policas, unempresario rabe, varias personasno identificadas y una cantante de lapera Nacional.

    No se le escap que los demsperidicos dedicaban mucho menosespacio a la guerra que Stolitchnyvesti. En cambio contaban condetalle la muerte de la cantante,cuyo cuerpo haban encontrado aprimera hora de la maana en la

  • estacin de salida del funicular. Lahaban estrangulado con un cinturnde piel. Adems, su maridoarquitecto haba desaparecido yhaban puesto su casa patas arriba,sin duda en busca de algo.

    Viktor se qued pensativo. Lamuerte de la cantante no tena, enprincipio, nada que ver con elajuste de cuentas entre mafias. Eraun crimen totalmente ajeno. "Habrsido obra de su marido?", pens,"O ha sido culpa ma?", se dijoespantado. "La mencion en la

  • necrolgica de Yakornitsky, aunqueno a las claras, pero aquella alusindebi de ser evidente paramuchos Y si fue la gota quecolm el vaso del marido?".

    Suspir abrumado por suspropias elucubraciones.

    Pero no tiene ningnsentido dijo para sus adentros que el marido revolviera su propiacasa. line/>

  • 23 line/>

    Curiosamente la jornadaresult ser bastante productiva.Tres nuevas estelas yacan sobre lamesa. Por la ventana se veaapagarse la dbil luz de la tardeinvernal. En la cocina humeaba unataza de t recin hecho.

    Viktor repas los textos queacababa de escribir. Le habansalido ms breves porque hacadas que no se pasaba por la

  • redaccin del peridico para queFyodor le suministrase msinformacin de sus personalidades.Pero tenan arreglo. Siempre podacorregir las necrolgicas antes deque fueran a publicarse.

    Ya iba a acostarse, despus determinar el t y apagar la luz de lacocina, cuando oy que llamaban ala puerta. Aguz el odo y se quedinmvil por un momento en elpasillo. Acto seguido, se quit laszapatillas, se dirigi descalzo hastala puerta y mir por la mirilla. En

  • el descansillo estaba el otro Misha.Viktor le hizo pasar.

    Traa a Sonia dormida enbrazos. Entr sin decir palabra, conun simple movimiento de cabezapor todo saludo.

    Dnde puedo ponerla? pregunt sealando con lamirada a la nia.

    Ah Viktor indic elcuarto de estar con la cabeza.

    Misha dej a Sonia en el sofy volvi al pasillo procurando nohacer ruido.

  • Vamos a la cocina dijo aViktor.

    l dio otra vez la luz. Ponga agua a calentar. Acabo de hacer t. Me voy a quedar hasta

    maana dijo Misha con vozvacilante . Y Sonia puedequedarse aqu por algn tiempo,de acuerdo? Hasta que las aguas secalmen

    Qu aguas? preguntViktor.

    La pregunta qued sin

  • responder.Estaban sentados uno a cada

    lado de la mesa, slo que esa vezMisha ocupaba el sitio habitual deViktor, que estaba de espaldas a lacocina. Le pareci advertir undestello de hostilidad en la miradadel recin llegado.

    Un poco de coac? propuso para distender elambiente, opresivo como unnubarrn.

    Por m vale dijo elvisitante.

  • Viktor sirvi y bebieron ensilencio.

    Misha tamborileaba sobre lamesa con la cabeza en sus cosas.Repar en la pila de peridicos quehaba junto a la repisa de la ventanay la empuj hacia l. Cogi el dearriba, hizo una mueca y los volvia dejar donde estaban.

    Tiene gracia la vida suspir . Procura uno agradary al final acaba haciendo desubmarino

    Viktor oy lo que deca, pero

  • el sentido se le escapaba, como sihubiera pretendido atrapar unatelaraa arrastrada por el viento.

    Otro poco ms pidiMisha.

    Despus del segundo coac,fue a ver a su hija pacficamentedormida en el cuarto de estar yregres a la cocina.

    Me figuro que querr ustedsaber qu es lo que ha pasado dijo despacio, pero ya mssereno y mirando a Viktor a losojos.

  • No le contest. Ya no tenaganas de saber nada, lo que queraera dormir y el comportamiento delotro Misha empezaba a cansarle.

    Ya sabe usted lo de lostiroteos y las bombas Mishaseal los peridicos con la mano.

    Y? Sabe quin es el culpable? Quin?Misha demor la respuesta con

    una sonrisa forzada y hostil. Usted. Yo? Cmo que yo?

  • No nicamente usted, porsupuesto, pero sin usted nada deesto habra ocurrido miraba aViktor sin pestaear, pero daba laimpresin de tener la miradaperdida en algn punto lejano .El otro da me fij en que estabausted mal y me pregunt por qu.Usted me lo dijo. Fuimos sincerosel uno con el otro. Fue precisamenteesa sinceridad infantil lo que megust de usted. Quera ver impresossus artculos, recuadrados en negro.Es lgico. Entonces le pregunt

  • quin era el preferido de sus futurosdifuntos Lo hice nada ms quepor ser amable Otro coac, porfavor.

    Viktor se levant y sirvi otrosdos coacs. Se mir las manos:estaban temblorosas.

    Est usted dicindome quefue usted quien mat a Yakornitsky? pregunt atnito.

    No fui yo, fuimos nosotros corrigi Misha , pero no sepreocupe, se lo haba ganado apulso Otra cosa es que su muerte

  • haya dejado en el aire a losfanticos de las privatizaciones, aquienes haba saqueado las cuentascorrientes con sus artimaas.Adems tena ciertos documentosrelativos a otros diputados que leservan para su seguridad Lavida debe de ser dura estando en elpoder Una especie de guerra.

    Sigui una larga pausa. El otroMisha se asom a la ventana. Viktortrataba de asimilar lo que acababade or.

    Oiga dijo al fin ,

  • tengo yo algo que ver tambin conla muerte de su amante?

    Todava no lo ha entendidousted dijo Misha tranquilo, contono de profesor . Lo que usted yyo hemos hecho ha sido quitar elnaipe que sostiene todo el castillo.Lo ocurrido no es ms que laconsecuencia natural: el castilloentero se derrumba. Ahora hay queesperar a que las aguas se calmen.

    Yo tambin tengo queesperar? pregunt Viktoralarmado.

  • Misha se encogi de hombros. Cada uno es cada uno

    dijo rellenando el vaso de coac . Pero usted est perfectamente.Al parecer est bien protegido. Poreso he recurrido a usted.

    Protegido por quin?Misha hizo un gesto vago para

    indicar que no lo saba. Cmo voy a saberlo. Me da

    la sensacin. Si no estuviera ustedprotegido, ya no estara aqu Misha se qued pensativo .Podra usted hacer un favor?

  • pregunt al cabo de un rato.Viktor asinti con la cabeza. Vaya a acostarse, yo voy a

    quedarme un poco ms en lacocina a reflexionar

    Viktor fue a su habitacin y seacost, pero no tena nada de sueo.Aguz el odo, pero la casa estabaen completo silencio. Al parecertodos estaban profundamentedormidos. De pronto lleg una vozinfantil desde el cuarto de estar. EraSonia diciendo "mam, mam" ensueos.

  • "Es verdad, dnde estar sumadre?", pens. Y acab porquedarse dormido.

    Poco despus el pingino salide detrs del sof verde y se dirigidespacio a la puerta, que habaquedado entornada. Atraves lahabitacin, se detuvo un momentoante la nia dormida y la observcon atencin. Sigui por el pasillo,empuj la siguiente puerta y entren la cocina.

    Haba un desconocidodurmiendo, sentado a la mesa en el

  • sitio de su amo.El pingino permaneci un

    buen rato inmvil observndole,luego dio media vuelta y volvi pordonde haba venido. line/>

  • 24 line/>

    El despertador de la mesillamarcaba las siete. Fuera reinabanan la oscuridad y el silencio.Viktor se haba despertado condolor de cabeza y se quedtumbado con la mirada fija en eltecho, dndole vueltas a laconversacin con el otro Misha. El

    dolor de cabeza no le impeda

  • formularse unas cuantas preguntasque debera hacer al visitante de lanoche pasada.

    Se levant despacio,procurando no hacer ruido, se pusola bata y fue al cuarto de estar.

    Sonia segua durmiendo.Estaba cuidadosamente arropada enel abrigo gris de Viktor, hastaentonces colgado en el perchero dela puerta.

    Hizo acopio de fuerzas y echa andar por el pasillo. Pero sedetuvo ante la puerta abierta de la

  • cocina. No haba nadie. Habandejado una nota encima de la mesa:"Tengo que irme. Dejo a Sonia bajotu responsabilidad. Respondes deella con tu vida. Volver cuando lasaguas se calmen. Misha".

    La nota le haba pilladodesprevenido. Se sent a la mesacon la mirada perdida en las doslneas escritas a mano, en unesfuerzo por quitarse de la cabezalas preguntas que tena preparadaspara el otro Misha.

    Por la ventana se vea la pelea

  • del gris amanecer invernal con lanoche.

    Un crujido del sof sac aViktor de su ensimismamiento. Fuea ver qu pasaba.

    Sonia estaba sentadafrotndose los ojos. Cuando apartlas manos de la cara y vio a Viktor,le pregunt:

    Dnde est mi pap? Se ha ido respondi l

    Te vas a quedar a vivir aqu poralgn tiempo.

    Con el pingino?

  • exclam ella encantada. S fue su seca respuesta. Ayer nos rompieron las

    ventanas dijo ella . Y hacamucho fro.

    Las ventanas de la casa? S dijo en tono

    confidencial Hicieron muchoruido, como chas-chas, bum-bum.

    Quieres comer algo? S, pero que no sea papilla. No tengo de eso dijo

    Viktor . No como mucho. Yo tampoco sonri ella

  • . Adnde vamos a ir hoy? Adnde? repiti l

    pensndoselo . No lo sAdnde quieres ir?

    Al zoo. Vale dijo l , pero

    antes tienes que dejarme trabajar unpar de horas. line/>

  • 25 line/>

    A la hora de comer Viktor dioun pescado al pingino y fri unaspatatas para Sonia y para l.

    Maana comprar mscomida prometi.

    Con esto me basta dijoella cogiendo el plato mayor.

    Viktor sonri. Era la primeravez en su vida que se haca cargode una nia y la observaba con

  • precaucin y curiosidad, igual quesi tuviera la misma edad que ella.La espontaneidad de Sonia, susocurrencias, le hacan sonrer.Durante la comida la estuvomirando de reojo. Coma con mscuriosidad que hambre, mirandocon atencin cada patata quepinchaba, sentada frente a l. Entreella y la cocina, Misha se afanabacon su cuenco.

    En una de sas, Sonia sevolvi y le puso una patata fritapinchada con el tenedor en el

  • cuenco. El pingino lade la cabezay la mir sorprendido. Ella se echa rer. Misha sigui un poco ms enaquella postura hasta que volvi alcuenco y se comi la patata frita.

    Le gusta! dijo muycontenta de informarle a Viktor.

    Viktor tom t, puso el abrigoa Sonia y fueron al zoo.

    Neviscaba y el viento les dabaen la cara. Al salir del metro, l latap con la bufanda hasta los ojos.

    En la valla haba un cartel queanunciaba que slo estaban abiertas

  • al pblico parte de las instalacionesdebido al invierno.

    No haba mucha gente. Viktortom por el camino que indicabalos tigres, un paseo cubierto denieve que pasaba por delante de unrecinto con una cebra grandedibujada y una descripcin de suvida y costumbres escrita conplantilla.

    Dnde estn los animales? pregunt Sonia mirando a todaspartes.

    Ms adelante dijo l

  • para darle nimos.Pasaron por delante de ms

    recintos vacos, todos ellos concarteles descriptivos de susinquilinos habituales, hasta quellegaron a un pabelln cubierto.

    Dentro haba unas jaulas degruesos barrotes con dos tigres, unlen, un lobo y otros carnvoros. Enel cartel de la entrada pona: "Darslo carne fresca y pan a losanimales". Viktor y Sonia nollevaban nada de eso.

    Pasaron por delante de las

  • jaulas, detenindose brevemente encada una de ellas.

    Dnde estn lospinginos? pregunt Sonia.

    Deben de andar por aqu,aunque ya los veremos siseguimos mirando.

    Trat de recordar dnde habaencontrado a Misha. Tena laimpresin de que haba sido msadelante, pasados los reptiles y losanfibios y las covachas de cementode los osos pardos.

    Fueron hasta all y lo que

  • vieron fue un gran cercado con unlago helado en medio. Por encimade la valla haba un cartel conpinginos.

    Pues, como puedes ver, nohay ninguno dijo Viktor.

    Qu pena suspir Sonia . Podamos haber trado a Mishapara que hiciera amigos.

    Pero ya ves que no hay insisti inclinndose hacia ella.

    Y qu ms hay aqu?Estuvieron otra hora dando

    vueltas por los paseos para ver

  • peces, serpientes, dos guilascalvas y una solitaria y cuellilargallama. Segn iban hacia la salida,Viktor ley en un cartel: "Centro deDocumentacin Cientfica".

    Vamos a entrar sugiri . A lo mejor nos pueden contaralgo de los pinginos.

    S, s aprob ella.El centro no era ms que una

    caseta. Llamaron a la puerta yentraron.

    Disculpe dijodirigindose a una mujer de cabello

  • prematuramente cano que estabasentada a una mesa con una revista.

    S? dijo ellalevantando la vista . Quinformacin desea?

    Ver dijo l , hacems de un ao me llev un pinginode aqu. No tendrn ustedes algosobre pinginos?

    No. De los pinginos seocupaba Pidpaly. Cuando serepartieron todos, le despidieron. Yse llev toda la documentacin. Unamala persona, ese viejo.

  • Ha dicho usted Pidpaly?Dnde puedo encontrarle?

    Pregunte en Personal dijo ella encogindose dehombros, y luego aadi mirando aSonia con inters : Por cierto,no podran llevarse algunaserpiente? La zona de reptiles yanfibios se cierra en enero.

    No, gracias. Dnde estPersonal?

    Segn se entra a manoizquierda, detrs de los aseos.

    Viktor dej a Sonia a la

  • entrada y entr a preguntar ladireccin de Pidpaly. Dobl por lamitad el papel donde la habaapuntado, lo guard en la cartera,cogi a Sonia de la mano y seencaminaron al metro. line/>

  • 26 line/>

    A la maana siguiente decidiir a ver al Jefe. Primero porquetena un puado de textos queentregar y segundo porquenecesitaba confesarle -explicarle,ms bien lo que le haba pasadoa Yakornitsky y por qu.

    Puedes quedarte sola encasa? pregunt a Sonia despusde desayunar.

  • S, pap me ha enseado:"No abras a nadie. No cojas eltelfono. No te acerques a laventana". Es as?

    Perfecto suspir Viktor . Slo que aqu s puedesacercarte a la ventana.

    De verdad? dijo ellamuy contenta, y ech a correr a lapuerta del balcn y peg la nariz alcristal.

    Qu ves? El invierno. Volver pronto prometi

  • Viktor.Tuvo que ensear tres veces el

    carn de Prensa antes de entrar enel despacho del Jefe.

    Cmo estamos? lepregunt Igor Lvovich.

    Bien dijo Viktor sinmucha seguridad . Le traigonuevas estelas.

    Vamos a verlas dijo elJefe alargando la mano . Y tengaesto de parte de Fyodor.

    Igor empez Viktorhaciendo acopio de fuerzas , al

  • parecer soy responsable de lamuerte de Yakornitsky.

    No me diga! ironiz elJefe . Se cree usted un pez gordoo qu?

    Viktor le mir perplejo. No debe usted preocuparse.

    Estoy al tanto de todo dijo elJefe en tono ms amistoso.

    De todo? Ms que de todo. De todas

    maneras Yakornitsky estabasentenciado, as que no sepreocupe. Aunque hara usted mejor

  • en dedicarse a lo suyo nada ms.Viktor le mir extraado,

    haba algo en sus palabras que nollegaba a comprender.

    Entonces no pasa nadagrave?

    Por qu iba a serlo? Essimplemente la eliminacin de unclan molesto para el Gobierno.Tranquilo. Usted est al margen opo