Movimiento estudiantil, modernidad y estética

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Movimiento Estudiantil, modernidad y estética Por Óscar Daniel Sotelo Ortiz 1 Cód.: 621817 Presentado a Alejandro Jaramillo Docente de la Cátedra: El campo de estudios en comunicación y cultura Nadie que participo en la primera reunión de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) convocada y realizada en la Universidad Distrital – Sede Macarena, se imaginó que tres meses después, lo que allí se estaba construyendo, seria centro de la opinión pública nacional. Un movimiento universitario, que se fue construyendo a pulso por la mayoría del estudiantado colombiano, se desplegaba por las calles de las distintas ciudades del país exigiendo la construcción colectiva (y no impuesta) de un sistema de educación al servicio de la gente y no de los grandes negocios. Se protestaba por la nueva ley, por la antigua, por el pretendido lucro, por la educación como un derecho, pero lo más que más sorprendió es que se protestaba porque todavía se puede protestar y mostrar inconformismo, aunque el uninamismo del neoliberalismo nos masifique egoísmo, éxito e individualismo en proporciones inimaginadas. El país atónito, que poco escucha a los subalternizados de la sociedad, queda perplejo por las herramientas de movilización, por los discursos, por la gente y por la “no-violencia”. Por su parte el movimiento ganó al acumular fuerzas, ganarse la sociedad, cohesionarse y proyectarse como un actor principal en lo que finalizaba de año. Lo cual, sin embargo y creo que en esto existe un debate, puede verse (o no) como un salto cualitativo y funcional en la forma de expresión de la juventud colombiana. Sobre esta interpretación generada por la subjetividad de mi praxis en el movimiento estudiantil, considero que más que un salto cualitativo o funcional, a lo que asistimos fue a un cambio que trasnversalizo los registros de lo simbólico dentro del movimiento social, cambiando elementos visuales de la acción y la lucha, pero que no desdibuja la importancia que se consolida en ser un ruido dentro del 1 Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios (ACEU) y militante del Polo Democrático Alternativo. Investigador del Observatorio Sociocultural de la Mundialización de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.

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Trabajo de Oscar Daniel Sotelo

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Movimiento Estudiantil, modernidad y estética Por

Óscar Daniel Sotelo Ortiz1

Cód.: 621817

Presentado a

Alejandro Jaramillo

Docente de la Cátedra: El campo de estudios en comunicación y cultura

Nadie que participo en la primera reunión de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) convocada y realizada en la Universidad Distrital – Sede Macarena, se imaginó que tres meses después, lo que allí se estaba construyendo, seria centro de la opinión pública nacional. Un movimiento universitario, que se fue construyendo a pulso por la mayoría del estudiantado colombiano, se desplegaba por las calles de las distintas ciudades del país exigiendo la construcción colectiva (y no impuesta) de un sistema de educación al servicio de la gente y no de los grandes negocios. Se protestaba por la nueva ley, por la antigua, por el pretendido lucro, por la educación como un derecho, pero lo más que más sorprendió es que se protestaba porque todavía se puede protestar y mostrar inconformismo, aunque el uninamismo del neoliberalismo nos masifique egoísmo, éxito e individualismo en proporciones inimaginadas. El país atónito, que poco escucha a los subalternizados de la sociedad, queda perplejo por las herramientas de movilización, por los discursos, por la gente y por la “no-violencia”. Por su parte el movimiento ganó al acumular fuerzas, ganarse la sociedad, cohesionarse y proyectarse como un actor principal en lo que finalizaba de año. Lo cual, sin embargo y creo que en esto existe un debate, puede verse (o no) como un salto cualitativo y funcional en la forma de expresión de la juventud colombiana.

Sobre esta interpretación generada por la subjetividad de mi praxis en el movimiento estudiantil, considero que más que un salto cualitativo o funcional, a lo que asistimos fue a un cambio que trasnversalizo los registros de lo simbólico dentro del movimiento social, cambiando elementos visuales de la acción y la lucha, pero que no desdibuja la importancia que se consolida en ser un ruido dentro del 1 Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios (ACEU) y militante del Polo Democrático Alternativo. Investigador del Observatorio Sociocultural de la Mundialización de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia.

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sistema y la función que cumplen las movilizaciones en esos escenarios concretos. En otras palabras, el salto que agitaron los medios de comunicación y el bloque histórico, se va referenciando como un instrumento de normalización del movimiento, que de ser cierto puede modificar la praxis e identidad que poco a poco fue construyendo el movimiento.

Contra lo escrito anteriormente, el movimiento que vivimos en el semestre pasado re-configuro todo un elemento estético que lo identificaba. Precisamente hacer un acercamiento desde algunos elementos que se fueron tejiendo hacia la construcción de la imagen y de lo simbólico en estos meses de movilización, son los propósitos iniciales de este trabajo. Esto lo lograremos por dos vías. En primera medida rastrearemos en la teoría y en el debate de la modernidad los referentes más importantes que puedan derivar sobre este tema. Como segunda medida utilizaremos y analizaremos el trabajo realizado por el Colectivo Fotopsia de la Academia Superior de Artes de Bogotá – Universidad Distrital, que desplegaron su material artístico-creativo en el proyecto “Educación al Tablero”, y que logro visualizar lo que se construyen alrededor del problema a partir de la gente misma2

De la estética y la modernidad: La esperanza del nuevo futuro

. Con este soporte buscamos entrar en el debate de lo cotidiano, la educación y el lenguaje que se fabrica desde la movilización y la protesta, la conexión entre diversos escenarios, actores y discursos, que apersonan el debate de la defensa de la Educación Pública y otros conflictos que se respiran y que hacen parte del imaginario social del marginado.

El filosofo y político italiano Antonio Gramsci sentenciaba desde las cárceles fascistas el inmobilismo del movimiento obrero mundial y el rissorgimiento de la barbarie con la máxima "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos"3

2 El trabajo realizado por el Colectivo Fotopsia lo podemos encontrar en la siguiente dirección

. Ese viejo mundo que perecía sobre occidente, el antiguo régimen, los imperios y el despotismo. La promesa de la modernidad y la ilustración en consolidar sobre la razón, el tiempo y el progreso la característica de un tiempo ético-político de grandes potencialidades sobre la humanidad, se estancaba progresivamente en la experiencia del nacionalsocialismo, el fascismo, el estalinismo y la cultura de masas anclada en el mercado. Este claroscuro pondría sobre la mesa del debate, la construcción de lo nuevo, de lo “no-idéntico” en sentido que el mismo Adorno proponía desde las

http://www.flickr.com/photos/colectivofotopsia/sets/72157627907260599/with/6304100864/ Dicha pagina fue consultada el 23 de Enero del 2012. 3 Gramsci, Antonio (2007); Antología; Selección, traducción y Notas de Manuel Sacristán. Siglo XXI Editores. México D.F. pp. 324

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trincheras de la academia exiliada4. Ese nuevo que tarda por aparecer, anclado sobre la esperanza de la clase trabajadora y su identidad desdibujada por la ortodoxia soviética, no podía menos que entrever la historia, ya no como emancipación y revolución, sino como tragedia, tal y como lo sugería Benjamín huyendo de la persecución que la Gestapo pondría sobre su persona5

Esta reflexión va de la mano con aquella confusión que identificaría Jurgen Habermas entre la experiencia estética y la historia de la modernidad. Modernidad, que entre otras cosas se caracteriza por esa racionalidad occidental (que Horkheimer critica potententemente como instrumental), que se consolida con la empresa capitalista y el aparato estatal de tipo burocrático

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Sin embargo el hilo conductor entre modernidad y estética está en la justificación que tiene la primera para hegemonizar el lenguaje y las cotidianidades, a partir de la crítica que procede de la estética. Si entendemos esa modernidad que se acredita su propia identidad desde la diferencia, nos proponen que esa imagen, esa visualidad de lo otro, mantiene una dialéctica, una contradicción, pues es la unión entre lo autentico y lo efímero, entre lo real y lo imaginado

. Este proceso histórico, es visto por el teórico de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt como un patrón de evolución social que se neutraliza por el espacio-tiempo, y que combina constantemente el esquema racional y espacial. La historia universal como proceso unitario generador de problemas, que en el entendido de Hegel se proyectaba como época, como “época moderna”, nos debaten esa renovada ruptura con el pasado.

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Retomando un poco los elementos que proceden de Lacan, ese real imposible convertido en mito y ese imaginado siempre rivalizado, nos ponen esa imagen dialéctica íntimamente ligada a la construcción castrada de un sujeto inmerso en la cultura, el sujeto moderno

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Ahora bien, el siglo XX considerado como el siglo de las masas y el siglo XXI permeado por la mundialización y sus procesos de tecnologización, nos yuxtapone

. En otras palabras, una construcción desde la estética comprometida siempre reflejara el momento histórico, la memoria del pasado oprimido en procura de la esperanza de lo nuevo futuro, de la oportunidad revolucionaria en crear la historia, si mantenemos ese referente expuesto por Benjamín.

4 Horkheimer, Max & Adorno, Theodor (1998); Dialéctica de la Ilustración: Fragmentos Filosóficos; Editorial Trotta; Madrid, España; pp. 59 5 Ibid. Pp. 37 6 Habermas, Jurgen (1989); El Discurso Filosófico de la Modernidad; Ed. Taurus. Madrid. 1989 7 Esta premisa escatológica es original de Walter Benjamín, citada por el propio Jurgen Habermas. Ibid. PP. 35 8 Véase Lacan, Jacques; La pulsión de muerte; Seminario XXII El reverso del Psicoanálisis Editorial Paidos & Lacan, Jacques; La Producción de los cuatro discursos, en Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis. Editorial Paidos

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que los procesos ideológicos y simbólicos de las sociedades tienen un alto componente de ser la hegemonía del capitalismo avanzado quien referencia el análisis cultural, pues la ruptura entre lo popular y lo humanista clásico en los componentes estético-culturales de los mass media, van configurando el consumo cultural donde la subjetividad social y la masificación van delineando una cotidianidad que se encuentra atrapada en la negación de lo otro9. Si la estética no se diseña y se exhibe dentro de la industria cultural, corre el riesgo de ser subalternizada, con públicos pequeños y con mensajes que salen del subjetivismo de lo abstracto10

Si la condena de nuestro momento histórico, se contradice con esta posibilidad de la estética de lo subalterno con la masificación de referentes vía industrias culturales, la praxis política que procure ese nuevo futuro debe estar en de-codificar el lenguaje proyectando la democratización de la emancipación y la revolución, vía cultura. Pero como la modernidad es el punto de convergencia entre la tensión del tema cultural, es ella, como proceso histórico, la que ira definiendo toda pretensión de ruptura. Y la universidad como proyecto de la modernidad, nunca será ajena a este debate.

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La tensión en lo estético del movimiento estudiantil: Herencias, símbolos y olvidos

Los movimientos estudiantiles tienen una característica esencial en casi todos los lugares del mundo, y es que son siempre un ruido dentro de la estructura sistémica de los status quo. También crean una serie de lenguajes y discursos, que como movimiento social, van delineando cierto estado de beligerancia dentro de los conflictos que lo emergen. En Colombia, nuestro movimiento estudiantil ostenta en la actualidad la característica de ser uno de los actores que – ya sea con dificultades – mantuvo la protesta social viva, en momentos donde el sujeto político parecía despolitizarse por la imagen iconográfica e ideologizante de Álvaro Uribe Vélez como presidente en la última década.

Sin embargo el movimiento estudiantil tiene su propio proceso histórico, que aunque no sea abordado por el presente trabajo, si va definiendo sus propias dinámicas de

9 Las reflexiones sobre consumo cultural y subjetividad social, son retomadas desde la escuela inglesa de los Estudios Culturales. Véase HALL, Stuart. Codificar y decodificar. En. Cultura, media y lenguaje. London Hutchinson, 1980. pp. 130; WILLIAMS, Raymond. Marxismo y Literatura. Península Editores. Barcelona. 1980. pp. 30 Véase. WILLIAMS, Raymond. Cultura: Sociología de la comunicación y el arte. Paidos Comunicación. Barcelona, España. 1981. pp. 11. 10 En este aspecto es importante observar las reflexiones que Perry Anderson hace sobre la emergencia del proceso “posmoderno” desde la estética. Anderson, Perry (1998); Los orígenes de la posmodernidad; Ediciones Anagrama. Madrid, España.

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funcionamiento. De todas formas identificamos unas herencias, unos símbolos construidos y un olvido que hacen parte del discurso, la estética y el lenguaje en el movimiento estudiantil.

Las herencias provienen de referentes internacionales y nacionales. En el primer grupo ubicamos la reforma de Córdoba en la Argentina de 1918 y el Mayo francés de 1968 (que también convulsiono la esfera cultural con los procesos de la primavera de Praga y la masacre de Tlatelolco). En el contexto nacional, es evidente el legado del paro cívico de 1958 que da caída a la dictadura de Rojas Pinilla, el Paro cívico nacional de 1977 y el movimiento de la séptima papeleta, como elementos que configuran una herencia de acción dentro del movimiento estudiantil. Pero podemos identificar como estos elementos homogéneos de la praxis política de los y las estudiantes en las diferentes luchas en Colombia no pueden reducir todo a estas herencias “formales” a las que los textos hacen referencia. No existe una herencia, sino múltiples, y el rastreo de las que influencian en la construcción del movimiento estudiantil en Colombia es aun pequeña.

Si entramos en el debate de lo simbólico, caeremos con la misma complejidad, pues la producción múltiple de elementos dentro de la subjetividad estudiantil, nos demuestra que la producción simbólica se caracteriza por su heterogeneidad. De todas formas si se estructuran una serie de símbolos que hacen parte de la exaltación hacia lo público, las acciones directas y los entronques estéticos de lo interdisciplinario, es en lo visual donde se juega un elemento central, pues es el mayor mecanismo para sacar de las aulas las problemáticas internas y agitarlas dentro de las calles, propósito máximo de las movilizaciones. Otro referente simbólico interesante dentro del movimiento estudiantil, es la exacerbación por el pensamiento crítico, alternativo y libre.

Alejándonos de estos registros de interpretación, el olvido – y por lo tanto el malestar11

11 El olvido como lenguaje que representa la represión inherente al sujeto, no puede observarse como un elemento peyorativo dentro del proceso social del movimiento estudiantil. En términos sociales y políticos, entiendo que el movimiento estudiantil es quizá, uno de los más comprometidos en la memoria histórica de nuestro país, y es quizás uno de los movimientos que en sus entrañas intenta reproducir la protesta histórica de la impunidad social, la impunidad política.

– como pieza nodal de la anomalía del movimiento estudiantil en Colombia (y quizás en todo el movimiento social) se estructura a partir de la dinámica que le pone el Conflicto social y político que se expresa en la lucha armada. No considero que el estudiantado no sea parte activa de una solución política y social como alternativa para la paz, sino que considero que en el escenario de lo real, esta lógica permea y pone escenarios de poder que se

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expresan en los conflictos organizativos y la praxis de la movilización en el estudiantado.

Si triangulamos las herencias, lo simbólico y el olvido a partir de la experiencia vivida en las últimas movilizaciones en Colombia, entenderemos que la identidad será dibujada a partir de la ruptura con el status quo, la búsqueda irrenunciable de transformaciones. Pero también le agregaremos la transición hacia nuevas expresiones de violencia, cargadas de herencias conflictivas y olvidos colectivos, que en espacios de lo simbólico novedoso, nos ponen a debatir el escenario de lo nuevo futuro vía lenguaje, que es la expresión más novedosa de la experiencia.

Del movilizar masas al pizarrón de la subjetividad: La experiencia visual de la fotografía y la violencia simbólica

La defensa de la educación pública y gratuita no puede cerrarse a los círculos universitarios; ganarse la sociedad civil y movilizar a la gente del común, no solo es un propósito que parece estar claro en la actualidad, sino que demanda nuevas estructuras estéticas, que deben re-diseñarse para resistir los elementos culturales que los medios masivos de comunicación hegemonizan en lo cotidiano. Si bien es cierto que las peleas políticas para las clases subalternizadas se ganan con la movilización social, también es cierto, que cada sujeto que hace parte activa de un movimiento, tiene algo que contar, una historia que socializar y por lo tanto un lenguaje que compartir.

La experiencia que vivimos desde la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios (ACEU) y el colectivo Fotopsia de la ASAB, fue precisamente hilar nuevos espacios para la resistencia y la consciencia política, desde el lenguaje del otro. La fotografía como elemento visual y el pizarrón como espacio libre de escritura, nos proporcionaron ese hilo umbilical siempre deseado desde nuestra posición gremialista y política de la educación, y la sociedad que registraba las grandes movilizaciones.

Y así, mientras preparábamos las asambleas locales, los encuentros nacionales y entrabamos en los debates más fuertes con el gobierno, los mismos estudiantes y el reto de mantener el paro, ingresamos en la encrucijada de modificar nuestros esquemas prácticos de socializar luchas, y explorar en una pequeña parte de la población ese lenguaje codificado por los mass media, subalterno y oprimido, que solo tendría un código lingüístico de unidad: La educación.

Desde luego que muchas reflexiones salieron de aquella oportunidad. Pero una idea tal vez se filtro y se hizo dominante: El estudiantado colombiano estaba explorando nuevos lenguajes, generando una aceptación de la sociedad que siempre nos veía

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como extraño. Construimos la esperanza de la historia, a partir de experimentos que desde luego terminaron siendo exitosos por su carga simbólica de violencia, y que transgredieron la estética. Salimos de los muros, y buscamos una interlocución con aquellos aliados potenciales, con la gente del común, con el llamado pueblo. Canalizamos las herencias de la autonomía universitaria, la imaginación como poder y los mártires universitarios, estructuramos desde los abrazos, los besos y las movilizaciones artísticas nuevas referentes simbólicas que entroncan una nueva praxis política pero que no desecha la antigua. El olvido parece mantener el elemento de unidad, pues mientras los espacios de convergencia de las múltiples organizaciones estudiantiles, sigan potenciando lo nuevo en el lenguaje, la estética y la praxis, la construcción de ese momento histórico-político transitara nuevas lógicas de transformación y emancipación.