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    I Congreso Internacional CELEHIS de LiteraturaMar del Plata, 6 al 8 de diciembre del ao 2001Facultad de Humanidades - UNMDP

    La escritura de Nstor Perlongher: un dispositivo de abolicin

    del lenguaje por el lenguaje

    Clelia Moure

    Sucede que el deseo tiende a instaurar un campo de inmanencia, de pura intensidad, un gradomximo de desterritorializacin, donde el sentido va a ser dado por los estallidos del incons-ciente, y la impulsin del que teclea no tiene por misin sino dejar pasar cortndolos- losflujos de un eco de arroyuelo tenaz, que obsede en cierta forma vaporosa del xtasis.

    Nstor Perlongher, en: Sobre alambres

    Es este modo "fugado" del decir el que domina en la escritura de Perlongher. Cuando el enun-ciado alcanza un grado importante de precisin terica, filosfica, o llammosla simplementereflexiva, es atravesado por una lnea que lo desterritorializa, lo disloca, lo pervierte. En el ep-grafe de estas palabras, dicho procedimiento es muy visible: luego de la y que conecta los dosbloques del prrafo, somos testigos de esa fuga, de la desterritorializacin del discurso tericoque deviene poesa lrica. Un ensayo crtico breve sobre su propia poesa[1] le permite darcuenta de ella efectuando un devenir, el cual, como sabemos, no es un proceso ni una evolu-cin, sino un trnsito que no se detiene. Es un "estar siendo" o un "estar yendo" que no cesa niculmina en un trmino: no hay equilibrio final, slo lneas de fuga en desequilibrio maqunico.

    El poeta es aqu el que teclea y su misin es dejar pasar cortndolos- los flujos de un eco dearroyuelo tenaz. El sujeto de la escritura es un sujeto cado si lo observamos desde una pers-pectiva cartesiana (que es decir una perspectiva occidental, a pesar del fin de milenio y delrelativismo posmoderno) y lejos de considerarse productor de sentido, es un espacio de trnsi-to que corta los flujos que no pueden ser remitidos a ninguna fuente; su condicin es pasar:son los flujos de un eco de arroyuelo. Triple determinacin para el texto potico al que se alu-de con una metfora lquida y area (resulta inevitable pensar en el ttulo de uno de sus libros:Aguas areas); en ella los sustantivos no estn sumados ni sobrepuestos, sino en lnea de proli-feracin: flujos de un eco de arroyuelo... en sintona con la nocin problemtica que bordean.

    Esa dinmica de proliferacin marca el enunciado, despliega sus puntos singulares y teje unainmensa red, red en perpetuo movimiento, cuyos hilos avanzan, plegndose o desplegndose,inifinitamente.

    La produccin como proceso desborda todas las categoras ideales y forma un ciclo que remiteal deseo en tanto que principio inmanente.[2] Repito con Deleuze y Guattari: la produccincomo proceso, no como finalidad. No se trata aqu ni de principio ni de fin, no considero leg-timo "organizar" el proceso en los trminos que caracterizaran a una evolucin o a un desa-rrollo; estos estn anclados en las relaciones de identidad. En el proceso, tal como estamosentendindolo aqu, las relaciones de identidad (aun en el caso de que fueran negadas) nopodran operar. El proceso est marcado por puntos intensivos que se cruzan con otros y pro-

    ducen nuevas lneas que hacen ramificar la red. Su rgimen intensivo lo distingue de toda for-ma de desarrollo evolutivo. En el proceso de produccin deseante las identidades no pueden

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    ser "reconocidas" (asumo el riesgo de la tautologa: no hay identidad sin reconocimiento) por-que el rgimen intensivo marca y acopla, (lejos de lograr un "trmino devenido", como pro-ducto final), produce y reinyecta el resultado de la produccin en su propio proceso: he aqu loque los autores citados llaman sntesis productiva, la cual responde a la dinmica de la prolife-racin y su resultado, lejos de constituirse en equilibrio final, es un exceso gentico, una lnea

    de fuga, una nueva serie en perpetuo desequilibrio consigo misma.

    Este perpetuo desequilibrio se produce en la escritura de Nstor Perlongher de mltiples ma-neras, en diversidad de operaciones con las infinitas posibilidades y variaciones del discursopotico. Observo este trabajo textual en un largo poema que da ttulo al libro que lo incluye:Chorreo de las iluminaciones en el combate bicolor[3].

    Remito, porque lo considero indispensable, a la lectura completa del poema en el que se ob-servan algunos puntos que constituyen verdaderos pasajes, los cuales permiten abrir el texto aotra escena que l oculta y en la que se sostiene a la vez.

    He dicho que este poema deja entrever otra escena distinta de la que puede observarse "asimple vista", a saber: el combate. Algunos fragmentos de discurso abren la superficie textual,o mejor dicho, muestran su fisura, su desgarradura, y nos permiten atisbar el doble fondo queesta "pantalla" nombra/oculta; por ejemplo:

    ...la exudacindel poro por el sendero manifiesto del alma, pus del almadoblada de ventanuelas donde se asoman a otra escenamientras el rbitro suspende...

    En el cuarto fragmento, que es una detencin y una reflexin sobre el combate, la otra escenaaparece en el enunciado ms explcitamente, vinculada desde la primera lnea con el canto.Uno de sus versos habla de este juego:

    En el sueo el asalto del otro en la tiniebla.

    Se produce aqu la emergencia de la escena que haba permanecido oculta (aunque no porcompleto, aunque mostrndose a espacios regulares, dando seales de su operatividad desdesu "segundo plano"). Podemos afirmar que a la pregunta que se formular explcitamente alfinal del poema:

    Y haysin embargo otra escena?est respondiendo este juego de oscilacin desde las primeras lneas. Dicho juego tiene ms deuna inscripcin: oscilacin escnica; oscilacin discursiva y oscilacin fsica/microfsica. Las tresestrategias que imprimen al texto su vacilacin, su principio mvil y des-concertante, operan

    juntas, desplegndose una en la otra, refractndose una en la otra, en un dispositivo que lasimbrica y las potencia.

    Volvamos al primer fragmento: Reflectores y focos iluminan la primera estrofa:

    ...lucesque filtran en su desmesura el vello ms diminutodel blanco mientras el negro en su altivez descomunallos bucles irisa bajo los focos.

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    pescar la intensidad, los fuegos de palabras, siempre desfiguradas, mezcladas, trastornadas,que consiguieran socavar la crcel del sentido ya dado[7] de antemano el orden del discurso,intuyendo deliberadamente que lo que nos sofoca, en la cadena de icebergs de los das, es unorden de slabas. Se trata, al fin y al cabo, de una lucha, solitaria y atroz: deformar todo, des-confiar siempre de los sentidos dados, y, simultneamente, dejarse... dejarse arrastrar por lo

    que llega, por lo que nos sacude o nos tremola. pescar la intensidad, los fuegos de palabras,siempre desfiguradas, mezcladas, trastornadas, que consiguieran socavar la crcel del sentidoya dado[7] de antemano el orden del discurso, intuyendo deliberadamente que lo que nossofoca, en la cadena de icebergs de los das, es un orden de slabas. Se trata, al fin y al cabo, deuna lucha, solitaria y atroz: deformar todo, desconfiar siempre de los sentidos dados, y, si-multneamente, dejarse... dejarse arrastrar por lo que llega, por lo que nos sacude o nos tre-mola.

    Notas[1] Vase: Sobre alambres, en: Perlongher, Nstor. Prosa plebeya, Buenos Aires, Colihue, 1997.Pp. 139-140.

    [2] Deleuze, Gilles y Flix Guattari, El Anti-Edipo, Op. cit. Pg. 14.[3] Perlongher, Nstor. Chorreo de las iluminaciones, en: Poemas completos, Bs. As., Seix-Barral, 1997, pgs. 295-374. Todas las citas de textos poticos estn tomadas de esta edicin.ste es su ltimo libro publicado en vida, originalmente en Caracas, por la editorial PequeaVenecia, 1992. Una lectura muy productiva de este texto y del libro completo es la de DelfinaMuschietti en su artculo: Pntenos el alma, Padre. En: Lmpenes peregrinaciones. Ensayossobre Nstor Perlongher, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1996. Pgs. 105-111.[4] La categora de lo abyecto en la escritura de Nstor Perlongher ser elucidada de inmedia-to, siguiendo las reflexiones de Julia Kristeva en su ensayo Poderes de la perversin, Bs.As.,Catlogos Ed., 1988.[5] En: Sobre alambres, ensayo citado.[6] Sealo aqu algo como hiptesis interpretativa, por cierto provisional, que justificara untratamiento crtico especfico: la calidad de lo pinge se presenta como algo muy propio delneobarroco latinoamericano. Es decir, sumado al ineludible movimiento rizomtico que juegaen el texto (o al que juega el texto) se acopla, potencindolo, lo pringoso, que, en lnea con la"categora" de neobarroso, le otorga al texto una marca o sesgo diferencial propiamente lati-noamericano: una dinmica rizomtica que pringa y embarra.[7] Leo aqu: sentido-ya-dado como equivalente a: "lgica que deviene azar", fuerza genticaque se apodera de una estructura previa. Resulta inevitable en este punto la vinculacin con lapoesa de Stphane Mallarm. El clebre poema Un golpe de dados, constituye sea cual fuerenuestro recorrido de lectura- una apuesta absoluta al orden infinito e indetenible del sentido.El texto de Perlongher se sita en esta lnea de concepcin del discurso potico, y su juego conel sentido-ya-dado (y con los sentidos-dados que veremos enseguida) constituye un muy visi-ble guio intertextual.

    ----------------------------------------------------------------------------------------Actas 1 Congreso Internacional CELEHIS de LiteraturaMar del Plata, 6 al 8 de diciembre del ao 2001 / ISBN 987-544-053-1Centro de Letras Hispanoamericanas - Facultad de Humanidades - UNMDP