Moreno Saavedra Pensamientos

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1 Las corrientes ideológicas en los tiempos de Mayo Sebastián Ezequiel Senlle 1º premio del Concurso Bicentenario para estudiantes secundarios de la Academia del Plata Córdoba 1. Introducción Las corrientes ideológicas que dieron origen a los sucesos de la Semana de Mayo (o bien, sostuvieron el movimiento independentista una vez formada la Primera Junta) son muchas veces obviadas en la “historiografía oficial”, bajo la aparente unidad con que se presenta a los patriotas, adheridos a la siempre noble causa de la libertad de “las Américas”. Esta simplificación esconde el complejo entramado de las circunstancias de aquel entonces: la procedencia social de cada uno de los patriotas en una sociedad con grupos de poder claramente definidos, sus tendencias y opiniones (radicalmente opuestas en reiteradas ocasiones) sobre los métodos más convenientes para encarar el proceso revolucionario y su formación intelectual, influenciada por la tradición hispánica, los principios de la Revolución Francesa, la Ilustración y nociones de derecho como el igualitarismo político o la idea de “contrato social” del escritor y filósofo francés JeanJacques Rousseau. Aclarado esto, puede afirmarse, en palabras de Noemí Goldman, que “no hubo un pensamiento de Mayo” 1 que se manifestase acordadamente como un plan premeditado sino un conjunto de hombres de ideologías heterogéneas que obraron a partir de una combinación de circunstancias. Es en medio de estas divergencias que aparece el primer dilema a enfrentar por la Junta: la contraposición entre una línea de acción más moderada (encabezada por el presidente, Cornelio Saavedra) y otra más radicalizada (representada por el secretario de la Junta, Mariano Moreno). Ésta puja condicionó el accionar del primer gobierno patrio, al punto tal que se suele hablar de una división interna de los patriotas entre “morenistas” y “saavedristas”. Las características de estos grupos; así como también las particularidades del pensamiento y el rol tomado en las acciones revolucionarias por cada uno de sus miembros continúan comportando un apasionado debate entre los historiadores que estudian los procesos independentistas de Hispanoamérica. De hecho, a la hora de realizar una valoración histórica, toman partido la mayoría de ellos por uno de los dos bandos en esta dicotomía. 1 “El Pensamiento de los Hombres de Mayo”, Noemí Goldman, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2009

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Las cor r ientes ideológicas en los tiempos de Mayo Sebastián Ezequiel Senlle

1º premio del Concurso Bicentenario para estudiantes secundarios

de la Academia del Plata Córdoba

1. Introducción

Las corrientes ideológicas que dieron origen a los sucesos de la Semana de Mayo (o bien, sostuvieron el movimiento independentista una vez formada la Primera Junta) son muchas veces obviadas en la “historiografía oficial”, bajo la aparente unidad con que se presenta a los patriotas, adheridos a la siempre noble causa de la libertad de “las Américas”.

Esta simplificación esconde el complejo entramado de las circunstancias de aquel entonces: la procedencia social de cada uno de los patriotas en una sociedad con grupos de poder claramente definidos, sus tendencias y opiniones (radicalmente opuestas en reiteradas ocasiones) sobre los métodos más convenientes para encarar el proceso revolucionario y su formación intelectual, influenciada por la tradición hispánica, los principios de la Revolución Francesa, la Ilustración y nociones de derecho como el igualitarismo político o la idea de “contrato social” del escritor y filósofo francés Jean­Jacques Rousseau.

Aclarado esto, puede afirmarse, en palabras de Noemí Goldman, que “no hubo un pensamiento de Mayo” 1 que se manifestase acordadamente como un plan premeditado sino un conjunto de hombres de ideologías heterogéneas que obraron a partir de una combinación de circunstancias.

Es en medio de estas divergencias que aparece el primer dilema a enfrentar por la Junta: la contraposición entre una línea de acción más moderada (encabezada por el presidente, Cornelio Saavedra) y otra más radicalizada (representada por el secretario de la Junta, Mariano Moreno). Ésta puja condicionó el accionar del primer gobierno patrio, al punto tal que se suele hablar de una división interna de los patriotas entre “morenistas” y “saavedristas”.

Las características de estos grupos; así como también las particularidades del pensamiento y el rol tomado en las acciones revolucionarias por cada uno de sus miembros continúan comportando un apasionado debate entre los historiadores que estudian los procesos independentistas de Hispanoamérica. De hecho, a la hora de realizar una valoración histórica, toman partido la mayoría de ellos por uno de los dos bandos en esta dicotomía.

1 “El Pensamiento de los Hombres de Mayo”, Noemí Goldman, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2009

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Surgen, por consiguiente, numerosos interrogantes: ¿Fue Cornelio Saavedra el “ indiscutible padre de la Patria Argentina” , como lo presenta Guillermo Furlong Cardiff 2

o fue un conservador que no deseaba cambios profundos en el sistema social y político del Virreinato y “ sólo trataba de asegurar estos dominios para el Rey, poniéndolos a resguardo del Emperador Napoleón” , como lo acusa Ignacio Nuñez 3 ? ¿Fue Mariano Moreno el vehemente impulsor de políticas revolucionarias que Raúl Scalabrini Ortiz describió con admiración, sosteniendo que “en su concepción debe constituirse la Nación Argentina” 4 ? ¿O fue un hábil representante de los intereses comerciales ingleses, como aventura Carlos Roberts 5 ? ¿Con qué argumentos sostenían uno y otro grupo sus posturas? ¿Qué personajes y qué instituciones (Iglesia, cuerpos militares, Gobiernos del Interior) adhirieron a cada uno?

A lo largo de la presente monografía se intentará, mediante la consulta de diversas fuentes historiográficas que ayuden a ampliar la perspectiva, responder a estos y otros interrogantes, en cuyas respuestas se forja el retrato de los fundadores de nuestra patria y sus valores y se sustenta el curso de los decisivos hechos que marcaron el inicio del camino hacia la formación del Estado Argentino.

2. Acerca de la elección de los miembros de la Junta

La forma en que fueron electos los miembros de la Junta formada el 25 de Mayo y las razones que motivaron la inclusión y exclusión de determinados personajes influyentes de la época en la misma es un puntapié inicial para comprender el delicado equilibrio social en que tuvo su origen el “Primer Gobierno Patrio” y analizar más apropiadamente el desempeño de sus integrantes.

Jorge María Ramallo describe a la Junta como “un gobierno de conciliación” 6 , pues en su conformación se hallaban representados todos los sectores sociales alineados con la Revolución: el Clero, las milicias criollas, los intelectuales burgueses y las familias acomodadas de la ciudad. A diferencia de la Junta que se había formado previamente (el día 24 de Mayo), ésta no contaba con representación de los realistas, opuestos al proceso revolucionario, al apartar de la misma al Virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Es por esto que la mayoría de los historiadores consideran a la Junta del 25 como el Primer Gobierno revolucionario, a pesar de que, como añade Ramallo, en la Junta del 24 la autoridad emanaba ya no de la Junta de Sevilla sino del pueblo.

2 “Cornelio Saavedra, Padre de la Patria Argentina”, Guillermo Furlong Cardiff, Club de Lectores, Buenos Aires, 1960 3 “Noticias históricas de la República Argentina”, Ignacio Nuñez, Editorial Jackson, Buenos Aires, 1947 4 “Vida de Scalabrini Ortiz”, Norberto Galasso, Editorial Colihue, Buenos Aires, 2008 5 “Las invasiones inglesas y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la Plata”, Carlos Roberts, Editorial Peuser, Buenos Aires, 1938 6 “Los grupos políticos en la Revolución de Mayo”, Jorge María Ramallo, Ediciones Macchi, Buenos Aires, 1983

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Volviendo a la elección de los miembros de la Junta del 25, existía en ella un orden de prelación según el cual el Presidente Cornelio Saavedra era seguido en importancia por los vocales Juan José Castelli, Miguel Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea (en ese orden) y finalmente, los secretarios Juan José Paso y Mariano Moreno. De hecho, en la Proclama inicial con la que se presentó la Junta 7 , los integrantes firmaron de acuerdo al orden antes mencionado. Analizaré, a continuación, los motivos que llevaron a la inclusión de cada uno de ellos.

La elección de Saavedra al frente de la Junta no deja lugar a dudas, por su condición de representante de las milicias criollas, por su rol protagónico en los sucesos previos a la Revolución (al mando del poderoso Regimiento de Patricios) y por la elevada consideración popular que se le tenía desde su actuación en las Invasiones Inglesas. Saavedra mismo afirma al respecto: “El cuerpo de Patricios que yo comandaba tuvo una parte más que considerable” 8 en la Defensa. Además, Ramallo considera evidente “su primacía en la elaboración y ejecución del movimiento como jefe del grupo más fuerte y mayoritario” 9 y Guillermo Furlong Cardiff se vale de publicaciones de la época para llamarlo “el alma, cerebro y nervio de ese grupo de animosos patriotas” 10 .

Juan José Castelli, abogado, también acumula motivos para justificar su lugar como primer vocal de la Junta. Existe un gran consenso entre los historiadores en señalarlo, junto con Manuel Belgrano, como cabeza del movimiento carlotino (que, en ausencia del rey, impulsaba la coronación en el Río de la Plata de la Infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII y esposa del príncipe portugués Juan VI). De hecho, Ramallo lo llama “el conductor del grupo carlotino” . Su rol activo en la semana de Mayo se acentuó con su exposición durante el Cabildo Abierto del día 22, en el que se decidió la destitución del Virrey Cisneros. Aquel día, Castelli pronunció un ardiente discurso donde afirmó: “La razón y la regla tienen que ser iguales para todos (…) Los españoles de España han perdido su tierra. Los españoles de América tratan de salvar la suya” 11 . De hecho, su elocuencia y su retórica le valieron que Nicolás Cuello lo señale como “el orador insigne” de la Revolución 12 . Por último, Jorge Zicolillo sostiene que, junto con Belgrano, representaba a “ los doctores porteños que habían liderado la subversión” 13 .

Manuel Belgrano poseía, como mencionamos, una visible cercanía con Castelli y considerables antecedentes revolucionarios. Además, había integrado el Regimiento de Patricios a las órdenes de Saavedra. Sin embargo, por medio de sus propias palabras

7 “La independencia de Hispanoamérica: declaraciones y actas”, autores múltiples, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2005 8 “Memoria Autógrafa”, Cornelio Saavedra, Editorial Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2009 9 RAMALLO, op. cit., pág. 2 10 FURLONG CARDIFF, op. cit., pág. 1 11 “La Revolución de Mayo: el pueblo quiere saber de qué se trató”, Norberto Galasso, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 2005 12 “Juan José Castelli: Tribuno de Mayo”, Nicolás Cuello, Editorial Pregón, Buenos Aires, 1963 13 “La voz de la Revolución: Juan José Castelli, gloria y ocaso de un jacobino”, Jorge Zicolillo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998

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asegura no haber aportado su consentimiento para ser incluido: “Apareció una Junta de la que yo era vocal, sin saber cómo” 14 .

Quién le sigue en la lista, el militar Miguel de Azcuénaga no tuvo, según Ramallo, un papel considerable en el proceso revolucionario previo (a pesar de haber participado en la defensa contra las Invasiones Inglesas). Verifica sus palabras Cornelio Saavedra, quién en una conocida carta a Juan José Viamonte con fecha al 27 de Junio de 1811, se pregunta: “Azcuénaga, ¿qué ha hecho en toda su vida por nuestra libertad?” 15 . Sin embargo, Ramallo atribuye su designación a su “posición social” y reconoce que “pertenecía a una familia de arraigo en la aristocracia porteña” . Son conocidas, además, las reuniones de los revolucionarios tomando como punto de encuentro su casa (junto con la famosa jabonería de Vieytes y la residencia de Nicolás Rodríguez Peña).

Manuel Alberti, cuarto vocal, representaba, como indica Jorge Zicolillo, al clero patriota: era, desde 1808, párroco de la recientemente creada Iglesia de San Benito 16 . Sin embargo, Juan Canter afirma que era un párroco “ respetado pero sin ninguna gravitación” 17 . Citando nuevamente la obra de Ramallo, la inclusión de Alberti se debió entonces a que Juan Nepomuceno Solá (párroco de San Nicolás y, probablemente, el más influyente exponente de la Iglesia local) se aproximaba ya a los sesenta años. Paradójicamente, Alberti falleció a los pocos meses de designado (el 31 de Enero de 1811) mientras que Solá recién lo hizo en diciembre de 1819.

Juan Larrea y Domingo Matheu presentan similares pergaminos para justificar su inclusión: los dos eran prósperos comerciantes (en las palabras de Ramallo, Larrea fue “el banquero de la revolución” 18 ) y los únicos españoles europeos que integraron la Junta. Ambos provenían del grupo de Martín de Álzaga, que conservaba su influencia aún habiendo fracasado su intento de derrocar al Virrey Liniers el 1 de Enero de 1809, conocido como “la Asonada de Álzaga” y del cual también había formado parte Mariano Moreno. José Luis Busaniche asegura sobre dicha sublevación que estaba integrada por españoles recelosos de la fluida relación entre Liniers y los criollos y “ajenos a toda veleidad de independencia” 19 ; lo mismo sostiene Saavedra en la citada carta a Viamonte, donde acusa a Matheu de comerciante inescrupuloso y agrega: “El diablo no sabrá distinguir quién es peor [entre él y Mariano Moreno]”.

Pasando a los secretarios de la Junta, Juan José Paso, abogado, integró el grupo carlotino junto a Belgrano y Castelli y tuvo, según la citada obra de Ramallo, una “brillante actuación” en el Cabildo Abierto del 22, siendo autor del argumento jurídico a favor de la cesación en su cargo del Virrey Cisneros (que recogió la mayoritaria adhesión de 155

14 “Autobiografía : Y otras páginas”, Manuel Belgrano, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1966

15 GOLDMAN, op. cit., pág. 1 16 ZICOLILLO, op. cit., pág. 3 17 “Las sociedades secretas, políticas y literarias (1810‐1815)”, Juan Canter, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1942 18 RAMALLO, op. cit., pág. 2 19 “Historia Argentina”, José Luis Busaniche, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1965

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votantes) y presentando la teoría de la “Hermana Mayor” para justificar que Buenos Aires tomase, en la situación de urgencia que se vivía, la representación en nombre de las demás ciudades del Virreinato. “Buenos Aires necesita con mucha urgencia ponerse a cubierto de los peligros que la amenazan (…) Para ello una de las primeras medidas debe ser la formación de una junta provisoria de gobierno a nombre del señor don Fernando VII” , afirmó aquel día. 20

Resta entonces analizar la designación que más debate genera entre los historiadores: la del secretario Mariano Moreno. Existe consistente evidencia de su casi nula intervención en los ajetreos revolucionarios previos al 25 de Mayo; de hecho su hermano Manuel reconoce que, antes de integrar la Junta, Moreno “ jamás intentó inquietar su espíritu o promover la rebelión” 21 . Entre las causas que motivaron su inclusión entonces, Ramallo señala su participación en el grupo de Álzaga (con quién Moreno tenía una estrecha amistad), en tanto que Ricardo Levene lo atribuye a la reputación de hombre intelectual y letrado ganada con su “Representación de los Hacendados” de 1809 (un documento crítico del modelo económico del Virreinato donde brega por la autorización del libre comercio) y su cercanía con los ingleses, quiénes habrían tenido influencia en los sucesos de Mayo 22 (en ese sentido también opina Carlos Roberts llamándolo “el primero de una larga lista de abogados argentinos que han representado hasta el día de hoy los importantes capitales e intereses comerciales ingleses” 23 ). Al igual que Belgrano, fue incluido sin su consentimiento, como prueban también las palabras de su hermano en la citada obra: “Me decía: El sosiego del que he disfrutado entre mi familia y mis libros será interrumpido” .

Habiendo presentado la forma en que cada uno de ellos llegó a la Junta, queda claro, como resume Ramallo e indica el orden de prelación ya mencionado, que fueron Saavedra y Castelli las dos figuras que revestían en un principio mayor poder y fue en torno a ellos que se empezaron a formar las dos líneas internas: la moderada y la radical, respectivamente. La figura de Moreno comenzó a cobrar protagonismo recién a partir de la formación de la Junta, alineándose rápidamente (al igual que Belgrano) con el grupo de Castelli, llamado por Ramallo “el de los jóvenes ilustrados” . Su influencia se acentuó con la pronta partida de este último a Córdoba (donde la Junta lo envió a supervisar la ejecución del contrarrevolucionario Santiago de Liniers, otrora Virrey) y de Belgrano hacia el Paraguay (al mando del Ejército del Norte), quedando Moreno al frente del sector más radicalizado de los revolucionarios. De esta manera, analizaré en los siguientes incisos el pensamiento de Cornelio Saavedra y Mariano Moreno, los líderes de las dos tendencias en las que se dividieron los patriotas en el inicio del proceso independentista.

3. El pensamiento de Cornelio Saavedra

20 “Breve historia de los argentinos”, Félix Luna, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1994 21 “Vida y memorias del Doctor Mariano Moreno”, Manuel Moreno, Editorial Rosso, Buenos Aires, 1937 22 “Historia de la Nación Argentina”, Ricardo Levene, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1939 23 ROBERTS, op. cit., pág. 2

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Si bien su pluma no fue tan prolífica como la de Mariano Moreno (Busaniche afirma que “no era un ideólogo” ni “un hombre de libros” 24 ), Cornelio Saavedra dejó numerosos documentos y escritos que permiten delinear las características de su pensamiento.

Es evidente, por ejemplo, el profundo contenido americanista que le atribuye Ramallo: Saavedra se muestra orgulloso de ser americano. Sirven como ejemplos su “Proclama a los Señores Americanos” del 30 de Diciembre de 1807, donde “manifiesta a la faz del mundo” el apasionamiento de sus conciudadanos demostrado durante la Segunda Invasión Inglesa y les atribuye un valor “ igual al de los españoles europeos” 25 y las descripciones en su autobiografía de dicha invasión (“Buenos Aires, con sólo sus hijos y su vecindario hizo esta memorable Defensa y se llenó de gloria” ) y del frustrado levantamiento de los españoles peninsulares contra Liniers (“Día memorable, porque en él las armas de los hijos de Buenos Aires abatieron el orgullo de los españoles y adquirieron superioridad sobre ellos” ) 26 .

Su pensamiento llevaba también un notable sentido cristiano, como prueba su Carta a Viamonte en la que, frente a acusaciones del militar “morenista” Máximo de Zamudio de no velar desde su rol de presidente de la Junta Grande por la felicidad general, indaga, recurriendo a una pregunta retórica: “¿Consiste (la felicidad general) en la libertad de religión y en decir no me importa Dios y hago lo que quiero?” 27 . Agrega en dicho documento, lamentándose por la desconfianza que percibe de Viamonte por las diversas acusaciones que le propinaban sus adversarios, que “ la falta de religión tiene mucho que ver en esto” y concluye su autobiografía afirmando que ha perdonado a sus enemigos “pues así lo manda la religión que profeso” . Su cercanía con la Iglesia fue visible; de hecho el Deán Gregorio Funes, rector de la Universidad de Córdoba y uno de los principales referentes eclesiásticos vinculados con la causa de la independencia, fue un reconocido saavedrista.

En lo que refiere a la organización del Estado, Saavedra no manifestó una adhesión abierta a ningún modelo en particular sino que, como señala en la carta a Viamonte, confió en “que los pueblos, usando de sus derechos, elijan e instruyan en el Congreso a que están convocados la forma de gobierno que crean mejor y más análoga a sus intereses” . Creía, no obstante, en las nociones de estricto orden público (“¿Consiste la felicidad general en adoptar la más grosera e impolítica democracia?; ¿Consiste en que los hombres hagan impunemente lo que su capricho o ambición le sugieren?”).

A su vez, como señala Federico Ibarguren, Saavedra era un convencido partidario de la representación de las Provincias del Virreinato 28 , como prueba su firme intención de incorporar a la Primera Junta a los diputados del Interior, pese al rechazo del sector

24 BUSANICHE, op. cit., pág. 4 25 GOLDMAN, op. cit., pág. 1 26 SAAVEDRA, op. cit., página 3 27 SAAVEDRA, op. cit., página 3 28 “Así fue Mayo”, Federico Ibarguren, Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1966

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“morenista”, cuyos integrantes eran mayoritariamente porteños. Fue éste uno de los pilares sobre los cuales, como explicaré más adelante, se asentó su pelea con Mariano Moreno.

3.1 Saavedra como líder de la “Línea Moderada”

En cuanto a su visión respecto a la Revolución Francesa y su influencia sobre el proceso revolucionario nacional, Saavedra manifestó su abierto repudio a los métodos extremistas aplicados en aquella: “El sistema robespierriano, la imitación de la Revolución Francesa han desaparecido” , celebra en una carta dirigida a Feliciano Chiclana el 15 de Enero de 1811 29 y añade: “No el Terror sino la Justicia y la Razón son los agentes que nos ayudarán en nuestros conatos” ; en tanto que en la carta a Viamonte insiste en preguntarse si la felicidad general “¿consiste en llevar adelante el sistema de Terror que principió a asomar?” .

Tuvo contactos, sin embargo, con algunos revolucionarios franceses alejados del jacobinismo (el grupo más radicalizado): el 25 de diciembre de 1812 recibió una carta amistosa del General Carlos Dumouriez, militar que desertó del Ejército Revolucionario de Francia por su oposición a los jacobinos y pasó a trabajar para el gobierno inglés, brindándole su solidaridad con la causa americana y varios consejos para organizar el Ejército, como no excluir a los indígenas y españoles europeos de los mismos y no abusar con los pedidos de donaciones al pueblo. 30

Dicha posición de desprecio por “el Terror” francés se condice con el perfil moderado que históricamente se le atribuye y que se muestra en su actitud contemplativa para con los opositores (en la carta a Viamonte, reprueba el extremismo de querer “atropellar a todo europeo, arrebatarle sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo” y en su autobiografía, cuenta que, durante los primeros meses de la Junta, sus integrantes hacían caso a las denuncias recibidas a diario contra “europeos contrarios a la causa” exigiendo que se los destierre con insuficiente o nula evidencia que las respaldase y que sólo él se opuso a esa forma de proceder).

No debe confundirse la moderación, sin embargo, con la actitud conservadora contraria a las políticas revolucionarias que sus detractores le imputan: Ramallo señala que el grupo de Saavedra “era tan revolucionario como su antagonista, como lo demostró con la adopción de drásticas medidas cuando fue necesario” 31 (la expulsión de los miembros de la Real Audiencia, la orden de fusilamiento para Liniers, etc.), en tanto que en su autobiografía Saavedra agradece “al Todopoderoso por haber alcanzado a ver nuestra obra realizada y a la América toda independiente del dominio español” 32 , lo que pareciera probar la autenticidad de sus convicciones revolucionarias .

29 GOLDMAN, op. cit., página 1 30 SAAVEDRA, op. cit., página 3 31 RAMALLO, op. cit., pág. 2 32 SAAVEDRA, op. cit., pág. 3

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Las acusaciones antes mencionadas pueden adjudicarse a su carácter calculador, alejado de las decisiones impulsivas y exhibiendo, como señala Busaniche, “un sano criterio y sentido común” 33 . A modo de muestra, Saavedra explica en su autobiografía que, una vez pasadas las Invasiones Inglesas, intentaba aplacar los ánimos de los otros revolucionarios que requerían su apoyo para alzarse contra el Virrey contestándoles “Aún no es tiempo. Dejen que las brevas maduren y después las comeremos” , aunque dicha actitud le valió el recelo de varios de ellos, que veían en su temperamento un motivo de desconfianza. En verdad, lo que Saavedra hacía era aguardar lo que creía el momento más oportuno: la inminente caída de la Península a manos de Napoleón Bonaparte. Una vez que esto hubo sucedido, pronunció su memorable frase: “Ahora digo que no sólo es tiempo sino que no se debe perder una sola hora (en hacer la revolución)” . 34

Revisando los antecedentes revolucionarios en la región que precedieron a la caída de la España peninsular (y que fueron anteriores, por ende, al levantamiento de Buenos Aires) su paciencia parece plausible: las revueltas de Chuquisaca (en mayo de 1809), La Paz (en julio del mismo año) y Quito (en agosto) fracasaron y fueron sofocadas por las fuerzas realistas.

3. El pensamiento de Mariano Moreno

Mariano Moreno es considerado como un intelectual y, según muchos historiadores, el más brillante escritor de la Junta. De hecho, Ignacio Núñez ensalza sus talentos con la pluma, equiparándolos a los de Castelli con la palabra 35 , en tanto que Nicolás Avellaneda explica: “Su inteligencia, naturalmente poderosa, se halla vigorizada con vastos conocimientos” y se refiere a Moreno y a Bernardo de Monteagudo como “ los mejores escritores de la Independencia Sudamericana” 36 .

Mientras Saavedra tenía un pensamiento de fuerte tinte americanista, en Moreno era innegable una tendencia más bien “europeizante”. Al respecto, Ibarguren afirma que Moreno “no confió en el pueblo de Buenos Aires, creyendo que la salvación estaba en requerir ayuda de una gran potencia” 37 (en referencia a Gran Bretaña).

4.2 Moreno como líder de la “Línea Radicalizada”

Es sabido que, dentro del elenco revolucionario, Moreno se inscribió en el ala más radicalizada del mismo: Josefina Jiménez Calle lo presenta como “el impulsor de las políticas revolucionarias” dentro de la Junta junto con Castelli 38 , mientras que Ramallo va

33 BUSANICHE, op. cit., página 4 34 SAAVEDRA, op. cit., pág. 3 35 NUÑEZ, op. cit., pág. 1 36 “Sobre la misión del Congreso”, Mariano Moreno, Editorial del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2009 (prólogo) 37 IBARGUREN, op. cit., pág. 6 38 SAAVEDRA, op. cit., pág. 3 (prólogo)

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más allá y señala despectivamente que “pretendía darle un sesgo jacobino y terrorista a la Revolución” 39 . Ibarguren coincide, al describirlo como “el Maquiavelo criollo” y afirmar que sus doctrinas “no atinaron a otra cosa que a traducir al español las frases jacobinas” 40 .

Moreno mismo sentencia en el Plan Revolucionario de Operaciones, un documento donde propone los pasos a seguir para lograr la independencia americana (cuya autenticidad, vale aclarar, es aún discutida entre los historiadores), que “el hombre es hijo del rigor: nada hemos de conseguir con la benevolencia y la moderación” y que “ la moderación fuera de tiempo es debilidad” 41 . De hecho, fue Moreno uno de los más firmes promotores dentro de la Junta de la adopción de métodos implacables contra los opositores: en el séptimo inciso del primer artículo del plan escribe “Cuantos caigan en poder de la Patria (…) debe decapitárselos porque el ejemplo de estos castigos es una valla para nuestra defensa” , mientras que en el quinto inciso sostiene que “ la menor semiprueba de hechos, palabras, etc., contra la causa, debe castigarse con pena capital” .

Dicha postura se manifestó en su actitud frente a la contrarrevolución sofocada en Córdoba, de la que participó, entre otros, Santiago de Liniers: como señala su hermano Manuel, impulsó su fusilamiento y, conociendo que el general a cargo de la expedición, Francisco Ortiz de Ocampo, se había negado a ajusticiarlo, se dirigió a Castelli en estos términos: “Vaya usted y espero que no incurrirá en la misma debilidad que nuestro general; si aún no se cumpliese la determinación tomada, irá el vocal Larrea, a quién pienso no faltará resolución y por último iré yo mismo si fuese necesario” 42 .

Yerran, sin embargo, quiénes quieren ver en el perfil extremista de Moreno un supuesto militante del ateísmo: Moreno se asumía profundamente cristiano. Prueba de ello es la afirmación atribuida al secretario de la Junta y citada por el historiador Galván Moreno: “¿Quién es superior al Rey? Sólo Dios” 43 . También lo es su decisión, explicada por Norberto Galasso, de extirpar el capítulo referido a la religión de la traducción de “El Contrato Social”, obra de su admirado Jean­Jacques Rousseau (ver inciso siguiente). Al respecto de dicho capítulo, en el que el autor expresa un espíritu profundamente irreligioso, Moreno señala: “El maestro, ese hombre inmortal, asombro de todas las edades, ha delirado en materia religiosa” 44 .

4.1 Las ideas de Moreno sobre la ilustración de los pueblos

39 RAMALLO, op. cit., pág. 2 40 IBARGUREN, op. cit., pág. 6 41 “Plan revolucionario de operaciones”, Mariano Moreno, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires 1975 42 MORENO, op. cit., pág. 5 43 “Mariano Moreno: el numen de la Revolución de Mayo”, Carlos Galván Moreno, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1960 44 Citado en “Mariano moreno: el sabiecito del sur”, Norberto Galasso, Editorial Colihue, Buenos Aires, 2009

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La formación de Moreno se nutrió de las ideas de los pensadores iluministas, los mismos que influenciaron a los revolucionarios franceses con sus ideas políticas a favor de los derechos de los pueblos y diametralmente opuestas a las tiranías. Durante su estadía en el Alto Perú, Moreno accedió a obras de, entre otros, Montesquieu, Voltaire, Diderot y principalmente, Rousseau. Éste último causó una particular impresión en él con su libro Contrato Social, que Moreno tradujo al castellano y ordenó leer en las escuelas. En él, Rousseau explica la idea conocida como “Pacto social”: sostiene que los hombres voluntariamente renuncian a un estado de libertad natural para someterse a las reglas de una autoridad a la que delegan el poder para que los represente.

El pensamiento de la Ilustración hizo germinar en Moreno un profundo desprecio por las tiranías: “Pregúntesenos sobre los bienes de la esclavitud y los males de la libertad y preferiremos éstos antes que aquellos” , sostiene en su Plan de Operaciones 45 .

De todos modos, la Influencia de las ideas de la Revolución Francesa sobre los eventos de Mayo es, según las palabras de Vicente Sierra, mucho más limitada de lo que se suele alegar: “Suponer que la Revolución de Mayo fue consecuencia de la lectura, por parte de algunos iluminados, de ciertos libros franceses es minimizar su grandeza” 46 . Sierra agrega que las ideas iluministas no fueron necesarias en la redacción de los argumentos jurídicos sobre los que se asentó la formación de la Primera Junta, pues estos se basan en el derecho hispano y escribe: “No necesitó Castelli recurrir a Rousseau, a quién algunos suponen rector espiritual de los sucesos de Mayo de 1810” .

En reiteradas ocasiones, Moreno se muestra persuadido del rol que la educación y la formación intelectual juegan en el desarrollo de los pueblos y en su derecho al acceso a la información. En esa dirección, fundó la Gaceta de Buenos Aires y la Biblioteca Pública, de la cual fueron Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez sus primeros bibliotecarios. Con motivo de la fundación de la primera, el 7 de Junio de 1810 afirma: “Una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principiado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta para allanarlos, son un deber en el gobierno provisorio que ejerce” 47 y “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes” . A su vez, al anunciar la creación de la Biblioteca Nacional expresa su temor a que la urgencia dada a los asuntos militares termine originando un pueblo de bárbaros, asegurando que “ los jóvenes, atraídos por el brillo de las armas, quisieron ser militares antes de prepararse para ser hombres” y que, si no se toman las suficientes precauciones, “ la rusticidad de los hijos deshonrará la memoria de las grandes acciones de sus padres” 48 .

En la misma sintonía, insistió en el prólogo de su traducción de “Contrato Social” con la necesidad de hacer conocer a los pueblos sus derechos, advirtiendo que, de lo contrario,

45 MORENO, op. cit., pág. 8 46 “Historia de la Argentina”, Vicente Sierra, Unión de Editores Latinoamericanos, Buenos Aires, 1960 47 “Escritos de Mariano Moreno”, Norberto Piñero, Editorial Coni, Buenos Aires, 1896 48 GOLDMAN, op. cit., pág. 1

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“nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos, sin destruir la tiranía.” 49

Moreno fue un ferviente defensor de la libertad de prensa. Desde la Gaceta, ensaya una encendida defensa de la misma en la edición del 21 de Junio de 1810, al escribir: “Los pueblos yacerán en el embrutecimiento más vergonzoso, si no se da una absoluta franquicia y libertad para hablar” 50 . En dicho artículo, agrega a su vez que la considera el camino para que se instruyan sus conciudadanos: “Seamos, una vez, menos partidarios de nuestras envejecidas opiniones; tengamos menos amor propio; dése acceso a la verdad y a la introducción de las luces y de la ilustración: no se reprima la inocente libertad de pensar en asuntos del interés universal” .

Sin embargo, si tomamos como auténtico el Plan de Operaciones, su insistencia con la ilustración del pueblo se contradice con sus escandalosas palabras en el décimo inciso del primer artículo, donde escribe: “La doctrina del Gobierno debe ser con relación a los papeles públicos muy halagüeña, lisonjera y atractiva, reservando en la parte posible, todos aquellos pasos adversos y desastrados. (…) Debe disponerse que la semana que haya de darse al público alguna noticia adversa, ordenar que el número de Gacetas que hayan de imprimirse sea muy escaso, de lo que resulta que, siendo su número muy corto, podrán extenderse menos, tanto en lo interior de nuestras provincias, como fuera de ellas” 51 .

4.2 Las ideas de Moreno sobre la Constitución del Estado

Independientemente de la forma de gobierno que se adoptase, Moreno estaba firmemente convencido de que la autoridad emana del pueblo así como también de la necesidad de limitar el poder de los gobiernos: “Las autoridades derivan en su primer origen de los pueblos (…) No lo confirieron para que los gobernantes, abusando de su ejercicio, lo convirtiesen en destrucción de quién lo han recibido” , escribió en el periódico oficial el 11 de Octubre de 1810 52 .

Moreno creía también en un Estado fuerte, que intervenga para fijar las reglas dentro de las cuales se maneja la sociedad, como prueban sus siguientes palabras: “Los peligros que atacan la seguridad interior del país no interesan menos al Estado que los riesgos exteriores de un enemigo poderoso: el orden público, la administración de justicia, el manejo de rentas reales, son los medios por donde, dejando de ser un grupo de hombres que se destruirían mutuamente, formamos una sociedad estable y regular” . 53

49 PIÑERO, op. cit. 50 GOLDMAN, op. cit., pág. 1 51 MORENO, op. cit., pág. 9 52 “Mariano Moreno: textos de ayer para la Argentina de mañana”, Mariano Moreno, Ediciones Clarín, Buenos Aires, 2002 53 “Representación que el apoderado de los hacendados de las campañas del Rio de la Plata, dirigido al Exmo.Virrey D. Baltazar Hidalgo de Cisneros”, autores varios, Editorial Coni, Buenos Aires, 1874

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En una serie de cinco artículos publicados durante noviembre y diciembre en la Gaceta, bajo el título “Sobre el Congreso que acaba de convocarse y Constitución del Estado”, Moreno se vale de la idea del Pacto Social para explicar la teoría que actualmente se conoce como “Retroversión de la soberanía a los pueblos”, con la que legitima el proceso revolucionario: “La disolución de la Junta Central restituyó a los pueblos la plenitud de los poderes (…) Cada hombre debió considerarse en el estado anterior al pacto social del que derivan las obligaciones que ligan al Rey con sus vasallos” 54 y más adelante “Para que una autoridad sea legítima, no alcanza con forzar al pueblo a gritar ¡Viva el Rey! sino que la autoridad debe haber sido elegida por todos” . Descarta, sin embargo, que esto implique el riesgo de caer en la anarquía porque “ los vínculos que unen el pueblo al rey son distintos de los que unen a los hombres entre sí mismos: un pueblo es pueblo antes de darse a un rey” .

En cuanto a la forma de gobierno a adoptar, Moreno desecha completamente un regreso al sistema monárquico, al que cuestiona con dureza en el cuarto de los artículos antes citados, del 15 de Noviembre de 1810: “El rey gobierna a voluntad y hace que el pueblo tema de él, cuando debiera él temer al pueblo” . Como máxima de una legislación sabia, enuncia: “Que el ciudadano obedezca respetuosamente a los magistrados, que el magistrado obedezca ciegamente las leyes” . Moreno señala la división de poderes como forma de contener al magistrado (“Equilíbrense los poderes y se mantendrá la pureza de la administración”), aunque admite los inconvenientes que la delicada convivencia entre los mismos podría causar (“¿Cuál será el eje de este equilibrio?, ¿Cuáles las barreras de la horrorosa anarquía a la que conduce el contraste violento de dos autoridades que se empeñan en su recíproco exterminio?”). Recién en el quinto artículo (con fecha al 6 de Diciembre de 1810) explicita Moreno los pasos que aconseja seguir: convocar a una Asamblea General a todos los pueblos que quedaron libres por la caída de la monarquía (y cuya unidad se ha disuelto al desaparecer el pacto social que los sujetaba al Rey) y acordar que cada una de las provincias se gobierne de manera independiente, manteniendo lazos de fraternidad y socorro mutuo frente a alguna amenaza foránea.

También en el quinto artículo, la idea de la formación de un solo Estado en todas las Américas es calificada por Moreno como una “quimera” por los inconvenientes administrativos que implicaría y las insalvables diferencias culturales y de intereses entre los distintos pueblos. Elogia, en cambio, la idea de “Gobierno Federativo” que aplican entre sí los Estados Unidos y los cantones suizos, autónomos pero unidos en una “dieta” común, aunque la imagina “ inaplicable en América” (“¿Dónde se formará esa gran dieta? ¿Cómo se recibirán instrucciones de pueblos tan distantes para las urgencias imprevistas del Estado?”).

Una de las críticas que suele formularse con respecto a la ideología de Mariano Moreno está referida a su postura porteñista y su oposición al ingreso de los diputados del Interior a la Primera Junta de Gobierno –pese a que éstos habían sido invitados a integrarse

54 MORENO, op. cit., pág. 8

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paulatinamente a la misma­. De hecho, Federico Ibarguren señala “el predominio total de Buenos Aires sobre el Interior del Virreinato” 55 como una de las características del morenismo.

Es esta misma cuestión la que marca el final de la gestión de Moreno en la Primera Junta. A pesar de que la mayoría de los integrantes de la Junta tomaban partido por Moreno en su disputa con Saavedra, el 18 de Diciembre votan de manera casi unánime a favor del ingreso de los Diputados del Interior, postura impulsada por el saavedrismo. Según Busaniche, Moreno ofrece entonces su renuncia argumentando respecto del resultado de la votación: “Lo creo contario al bien de los pueblos y a la dignidad del Gobierno” 56 .

4.3 Las ideas de Moreno sobre el modelo económico

Como explica Eduardo Nocera Tellería, existían en el Virreinato dos grupos económicos enfrentados: los comerciantes españoles monopolistas (que revendían encarecidamente los productos que llegaban de la España peninsular) y los hacendados exportadores (productores locales, ávidos por comerciar sus materias primas con los buques ingleses) 57 . Moreno tomó partido por estos últimos: fue un acérrimo opositor al sistema monopólico y un apasionado defensor del libre comercio. Convirtiéndose en su apoderado, dirigió al Virrey Cisneros en 1809 la “Representación de los Hacendados”, solicitándole la urgente reapertura del Libre Comercio (“La necesidad es notoria, es urgente, no da tregua”), que había sido ordenada por el mismo Cisneros aunque había sido dejada sin efecto a la brevedad por la presión de los comerciantes 58 . Éste trabajo es altamente elogiado por muchos historiadores: Ignacio Nuñez señala que con él, Moreno demostró “que los españoles adolecían de una codicia ignorante” y se colocó “entre los hombres célebres de Europa” 59 .

En dicho documento, Moreno califica de insostenible el modelo monopólico, describiendo sus consecuencias sobre las cuentas públicas. Escribe Moreno: “Hallándose agotados los fondos y recursos de la Real Hacienda, se encontró V.E. al ingreso de su gobierno sin medios efectivos para sostener nuestra seguridad” y “Todos saben que, aniquilada enteramente la Real Hacienda, no presenta sino un esqueleto que este sistema no puede revivir (…) De un pueblo que no tiene minas, nada más saca el erario que los derechos impuestos sobre las mercancías” .

Continuando con el citado informe, Moreno ve en la agricultura el motor sobre el que debía asentarse el desarrollo económico (“La riqueza de nuestras provincias depende principalmente de los frutos de sus fértiles campos”) y lamenta, por ende, las trabas que le opone el sistema monopólico: “Los frutos permanecen estancados por falta de buques que

55 IBARGUREN, op. cit., pág. 6 56 BUSANICHE, op. cit., pág. 4 57 MORENO, op. cit., pág. 8 (prólogo) 58 MORENO, op. cit, pág. 11 59 NUÑEZ, op. cit., pág. 1

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permitan su extracción” sostiene y más adelante agrega: “Han de quedar perdidos por privárseles el expendio que innumerables concurrentes solicitan” . Considera, de hecho, que este sistema desmotiva a los agricultores, desacelera la producción y aún más, provoca su ruina: “Los labradores, olvidadas su dignidad e importancia, viven condenados a pasar en la obscuridad los momentos en que descansan de sus labores” .

Demuestra una firmeza evidente para reprender al grupo de los comerciantes en varios pasajes, a quiénes acusa de defenestrar la autorización del libre comercio mientras negocian con Inglaterra clandestinamente, pues el contrabando les permite evitar el pago de impuestos y cobrar los productos a precio más alto. “Estos individuos atacan un bien reclamado por la necesidad, la conveniencia y la justicia” sostiene y luego ironiza con una notable lucidez: “¿Qué cosa más ridícula puede presentarse que la vista de un comerciante que defiende a grandes voces las leyes contra el comercio extranjero a la puerta de su tienda, en que no tiene sino géneros ingleses de clandestina introducción?” 60 .

Siguiendo con la enumeración de las ventajas que atribuye al libre comercio, lo señala como una forma de acabar con el contrabando, que está extendido (Moreno habla de “ leyes despreciadas, a la vista de la escandalosa libertad con que se violan impunemente”) y priva “al erario del ingreso de sus respectivos derechos, y al país del fomento que habría recibido con las exportaciones de un libre retorno” : “Con el libre comercio decaerá el giro clandestino: nadie preferirá sus riesgos a la seguridad de una pública importación”.

Muestra lucidez, además, en el manejo de conceptos económicos modernos, como la relación entre la oferta y demanda de determinado producto y su precio: “Nada es más ventajoso para una Provincia que la suma abundancia de los efectos que ella no produce, pues envilecidos entonces bajan de precio” 61 .

Esta airada defensa del libre comercio le valió acusaciones de extranjerizante y anglófilo, pues evidenció su profunda simpatía para con los ingleses. Moreno mismo reconoce y defiende la idea de que abrir el libre comercio al mundo significa, en sí, permitir el intercambio con los ingleses: “Debieran cubrirse de ignominia los que creen que abrir el comercio a los ingleses en estas circunstancias es un mal para la Nación y para la provincia” 62 .

5. Conclusiones

Habiendo presentado el trabajo de investigación, vale aclarar que el mismo no tiene por objetivo establecer ningún juicio de valor respecto de los personajes históricos a los que se hizo referencia sino tratar de bucear, con la mayor objetividad posible, en sus ideas, valores y pensamiento puesto que son, en definitiva, las primeras bases sobre las que se asentó nuestra Patria naciente.

60 MORENO, op. cit., pág. 11 61 MORENO, op. cit., pág. 11 62 MORENO, op. cit., pág 11

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Aclarado esto, puede decirse que –aún estando unidas bajo el fervor de la causa común de la independencia­ las diferencias entre las líneas internas fueron insoslayables y que así, resumiendo la información antes expuesta, podemos dividir al movimiento patriota en sus inicios en dos corrientes:

a) La línea morenista: Era el grupo más radicalizado del elenco revolucionario y aceptaba como válidos los métodos terroristas del jacobinismo francés. Estaba integrado, en su mayoría, por jóvenes porteños de familias patricias y clase alta (tanto económica como culturalmente) que recelaban del pueblo criollo así como también de la lealtad y capacidad de las provincias del interior y consideraban fundamental la intervención anglosajona para lograr la independencia. Esta línea contó con el apoyo de la mayoría de los miembros de la Primera Junta.

b) La línea saavedrista: Era el grupo más moderado dentro del elenco revolucionario, sin que esto signifique que renegase de su condición de revolucionario, prefiriendo los métodos de la legalidad al jacobinismo. Estaba formado por integrantes de las milicias criollas y representantes de la Iglesia y de las Provincias del Interior, teniendo un aire mucho más federal que sus adversarios y gozando de un apoyo popular mucho mayor. Desconfiaban de Gran Bretaña y las potencias extranjeras y realzaban, en cambio, el orgullo y la confianza en el desempeño nacional demostrado en gestas históricas como las Invasiones Inglesas. Este grupo resultó minoritario en la Primera Junta, aunque ganó poder con el ingreso de los diputados del interior y la consecuente formación de la Junta Grande.

El paso del tiempo terminó dándole la “razón” a la línea saavedrista, que logró colocar a los diputados del Interior en la Junta y forzar la salida de Moreno del Gobierno. La muerte del mismo, acontecida en altamar al poco tiempo de su salida, no ha sido aún aclarada por los historiadores por lo que resultaría inoportuno realizar alguna aseveración al respecto o señalarla –como algunos aventuran­ como un asesinato encargado por el saavedrismo.

Lo cierto es que, lejos de entorpecer el proceso de la Independencia, creo que este contrapunto entre dos tendencias dentro del elenco patriota contribuye a enriquecer nuestra historia, ya de por sí vibrante, compleja y llena de ribetes y aristas. Al mismo tiempo, encuentro que este debate, fundamental en la construcción de nuestra primera identidad nacional, se mantiene aún vigente en pleno Bicentenario de la Revolución de Mayo: cuestiones como la representación federal de las provincias, el grado de apertura del comercio al mercado internacional, el nivel de dependencia con respecto a las potencias extranjeras o el uso de métodos más o menos moderados a la hora de ejercer el poder son alguna de las cuestiones que ya se debatían entre morenistas y saavedristas y que hoy, doscientos años después, inspirándonos en la experiencia y el legado de nuestros próceres, debemos replantearnos para comenzar a definir de una vez por todas el modelo de país que queremos construir para nosotros y nuestra posteridad.

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Bibliografía utilizada

“El Pensamiento de los Hombres de Mayo”, Noemí Goldman, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2009

“Cornelio Saavedra, Padre de la Patria Argentina”, Guillermo Furlong Cardiff, Club de Lectores, Buenos Aires, 1960

“Noticias históricas de la República Argentina”, Ignacio Nuñez, Editorial Jackson, Buenos Aires, 1947

“Vida de Scalabrini Ortiz”, Norberto Galasso, Editorial Colihue, Buenos Aires, 2008

“Las invasiones inglesas y la influencia inglesa en la independencia y organización de las provincias del Río de la Plata”, Carlos Roberts, Editorial Peuser, Buenos Aires, 1938

“Los grupos políticos en la Revolución de Mayo”, Jorge María Ramallo, Ediciones Macchi, Buenos Aires, 1983

“La independencia de Hispanoamérica: declaraciones y actas”, autores múltiples, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2005

“Memoria Autógrafa”, Cornelio Saavedra, Editorial Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2009

“La Revolución de Mayo: el pueblo quiere saber de qué se trató”, Norberto Galasso, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 2005

“Juan José Castelli: Tribuno de Mayo”, Nicolás Cuello, Editorial Pregón, Buenos Aires, 1963

“La voz de la Revolución: Juan José Castelli, gloria y ocaso de un jacobino”, Jorge Zicolillo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998

“Autobiografía : Y otras páginas”, Manuel Belgrano, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1966

“Las sociedades secretas, políticas y literarias (1810­1815)”, Juan Canter, Imprenta de la Universidad, Buenos Aires, 1942

“Historia Argentina”, José Luis Busaniche, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1965

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“Breve historia de los argentinos”, Félix Luna, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1994

“Vida y memorias del Doctor Mariano Moreno”, Manuel Moreno, Editorial Rosso, Buenos Aires, 1937

“Historia de la Nación Argentina”, Ricardo Levene, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1939

“Así fue Mayo”, Federico Ibarguren, Ediciones Theoría, Buenos Aires, 1966

“Sobre la misión del Congreso”, Mariano Moreno, Editorial del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2009

“Plan revolucionario de operaciones”, Mariano Moreno, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1975

“Mariano Moreno: el numen de la Revolución de Mayo”, Carlos Galván Moreno, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1960

“Mariano moreno: el sabiecito del sur”, Norberto Galasso, Editorial Colihue, Buenos Aires, 2009

“Historia de la Argentina”, Vicente Sierra, Unión de Editores Latinoamericanos, Buenos Aires, 1960

“Escritos de Mariano Moreno”, Norberto Piñero, Editorial Coni, Buenos Aires, 1896

“Mariano Moreno: textos de ayer para la Argentina de mañana”, Mariano Moreno, Ediciones Clarín, Buenos Aires, 2002

“Representación que el apoderado de los hacendados de las campañas del Rio de la Plata, dirigido al Exmo.Virrey D. Baltazar Hidalgo de Cisneros”, autores varios, Editorial Coni, Buenos Aires, 1874

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Índice

Introducción 01

Acerca de la elección de los miembros de la Junta 02

El Pensamiento de Cornelio Saavedra 05

El Pensamiento de Mariano Moreno 08

Conclusiones 14

Bibliografía 16