Monteleone - Cortázar. Retrato Del Narrador Como Poeta

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Cortázar poeta

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Jorge Monteleone, Retrato del narrador como poeta, en suplemento adn Cultura, La Nacin, 25 de julio de 2014.

CORTZAR: RETRATO DEL NARRADOR COMO POETA

Hay un instante en que el poeta sabe para siempre que lo ser. Ese instante puede ser un reconocimiento que vagamente transmite el soliloquio; tal vez la visin de un objeto real que de pronto acuerda con un verso inmediato; el deseo demasiado cercano de una infancia recordada a voluntad. Ms a menudo es una lectura febril o hambrienta o despierta, ese eco simptico -que atraviesa el tiempo y marca la historia- que alguien quiere repetir en s mismo hasta saber que esa mismidad del yo, en el poema, es un doble, otro, nadie. Y aun as, nada de lo que la poesa atestigua puede tener lugar sino en la vida. En Opio. Diario de una desintoxicacin, Jean Cocteau escribi:

Asqueado por la literatura, he querido superar la literatura y vivir mi obra. Ello hace que mi obra me coma, que empiece ella a vivir y que yo muera. Por lo dems, las obras se dividen en dos categoras: las que hacen vivir y las que matan. [...] Nosotros, los poetas, tenemos la mana de la verdad, procuramos transmitir al detalle lo que nos choca. "Qu suyo es!", he aqu el elogio que se atrae siempre nuestra exactitud. [.]. Ahora bien, el poeta no pide ninguna admiracin; quiere ser credo.

A los diecinueve aos, Julio Cortzar ley ese libro. No cuesta imaginar que haya creado en l esa misma determinacin vitalista reunida con una autoconciencia potica que hall en la figura de Arthur Rimbaud, cuando escribi su primer ensayo sobre el poeta, en 1941. Lo haba firmado para Huella, una de las fugaces revistas del neorromanticismo argentino de los aos cuarenta, con el mismo seudnimo que us para su primer libro de poesa, Presencia, publicado en 1938: Julio Denis. En l afirmaba que Rimbaud era un punto de partida y lo diferenciaba de Mallarm en un aspecto esencial: mientras ste concentraba su logro en alcanzar una poesa pura a travs de una lucha que a la vez se deshumaniza, se desangra y finalmente prescinde de s mismo cuando "cay en el total hermetismo del que lo libr la muerte", Rimbaud era "ante todo un hombre". No procuraba la impersonalidad, sino una liberacin del yo en el "Yo es otro".

Foto:LA NACION

En su apropiacin de Rimbaud, Cortzar se diferenciaba de los surrealistas, que lo vean confiando en impulsos inconscientes, o de aquellos que lo interpretaban como buscador de un absoluto de poesa. El camino de Rimbaud era para Cortzar, en cambio, un anticipo del existencialismo y una fusin de la poesa en la vida como lucha o agona, camino del infierno o conquista del yo:

Mallarm se despea sobre la poesa; Rimbaud vuelve a esta existencia. El primero nos deja una Obra; el segundo, la historia de una sangre. Con toda mi devocin al gran poeta, siento que mi ser, en cuanto integral, va hacia Rimbaud con un cario que es hermandad y nostalgia. [.]. La aventura de Rimbaud es un punto de partida para la desgarrada poesa de nuestro tiempo, que supera en conciencia de s misma a cualquier momento de la historia espiritual; ahora, siendo ms modestos, somos a la vez ms ambiciosos; sabemos la grandeza y la miseria de esta Poesa, intuimos sus fuentes y sus napas. Somos, en ese sentido, los voyants (videntes) que l reclamaba.

El crtico Jaime Alazraki, editor de la obra crtica de Cortzar y antes abnegado pesquisa de aquel tempransimo ensayo de Cortzar sobre Rimbaud, reconoci que ese texto era una versin simplificada, pero a la vez anticipatoria, de una cosmovisin que alcanzara en Rayuela (1963) su punto ms alto. Seala que esa diferenciacin de Mallarm era una solapada autocrtica de los sonetos mallarmeanos de su primer libro, Presencia, y que el seudnimo "Julio Denis" actuaba como una reserva y una seal de inseguridad, ya que slo en aquel libro y en este artculo lo haba usado. Si bien el propio Cortzar haba reconocido a Luis Harss, en una entrevista incluida en Los nuestros (1966), que los poemas de Presencia eran "muy mallarmeanos y felizmente olvidados", existen varias cartas entre 1939 y 1944, aos de su estada como profesor en Chivilcoy hasta que fue contratado por la Universidad de Cuyo, firmadas como "Julio Denis". En carta del 31 de julio de 1940, advierte: "Yo s que en Presencia hay mucho de ello, y no niego la influencia enorme que sobre m tuvo y tiene Mallarm. Pero no soy 'mallarmen'. [.]. Estoy muy lejos de Mallarm. En cambio, qu cerca me siento de Rimbaud!".

Esa figura de Julio Denis era menos una reticencia que un doble: el modo en que Cortzar se vincula con la literatura es a travs de la poesa y con ella aparece esa duplicidad primera que ser, a lo largo de toda su obra, matriz de numerosos juegos de dobles: personas, tiempos, lugares. Pero ello significa tambin que la poesa -o, como l la llam, la poeticidad- es un impulso que lleva la literatura ms all de s misma y quiebra en su manifestacin vital los presupuestos de la razn de Occidente. Ese rasgo est desde el comienzo en la obra de Julio Cortzar y podra afirmarse que fue su fundacin, su secreta vertiente, una fluencia que sostuvo incluso sus postulados ms utpicos. En una entrevista con Evelyn Picon Garfield, de 1981, Cortzar reconoci:

Nadie me pregunta, nadie me entrevista ni me interroga sobre temas poticos partiendo del principio de que no soy poeta sino prosista. Y sin embargo, la poesa es absolutamente necesaria para m y si alguna nostalgia tengo yo es que mi obra en definitiva no es una obra exclusivamente potica.

La aparicin del notable Cortzar en Mendoza, de Jaime Correas, que ampla y reescribe su Cortzar, profesor universitario (2004) a la luz de nuevos hallazgos, demuestra con creces el compromiso de Cortzar con la poesa, no slo mediante su constante ejercicio sino tambin por su lectura y su enseanza. El volumen de Correas es algo as como una biografa microscpica y minuciosa de tres aos en la vida del escritor: aquellos en los cuales le ofrecieron dar clases en la Universidad de Cuyo, entre julio de 1944 y diciembre de 1945, cuando Cortzar se hizo cargo del interinato de dos ctedras de Literatura Francesa y una de Europa Septentrional.

La investigacin de Correas es extraordinaria por el grado de precisin y seguimiento de todas las actividades de Cortzar en el claustro universitario y en la vida provinciana, que incluye tambin la encrucijada poltica de esos aos de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, las disputas con nacionalismos filofascistas que se extendan en diversos grupos de la sociedad argentina y el contexto de la presidencia de facto del general Edelmiro J. Farrel y la revolucin de 1943, previa a la irrupcin de la primera presidencia de Juan Domingo Pern.

Correas tambin reconstruye el mundo cotidiano del escritor y sus vnculos amistosos y aun el modo en el cual el circunspecto profesor Cortzar va dando paso, siquiera de un modo latente tal como se percibe en las cartas y textos y alusiones a su crculo ntimo (por ejemplo, con la familia del artista plstico Sergio Hocevar, que firmaba Sergio Sergi, al que llamaba "el Oso"), a esa dimensin ldica y humorstica y rtmica que minar la Gran Costumbre o el Gran Sistema con el humor y lo absurdo, desde los Cronopios hasta la Joda.

As lo revela, entre las numerosos testimonios reunidos por Correas, un poema, "Goulash para el oso", que celebra con una receta potica el goulash ofrecido por su amigo, y que comienza: "Receta del goulash, tmese un pedazo de estrella y una ortiga,/ el corazn feroz del pez espada, la medusa que duerme en las despedidas,/ mezclados al inevitable conflicto que sigue a la llegada de los trenes,/ a las facturas de la tienda, a los mensajes del obispo./ Con ternura alicada, como un perro baado o un tomate solo,/ se ir tirando el da sobre un mrmol hasta verlo arrugarse,/ a fin de que entre tanta lentitud se precise el latir de la tormenta,/ la clera de los sartenes con su solo ojo ciego, el canto/ nupcial de las cebollas y las gelatinas".

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Acaso el ncleo ms precioso de este libro sea el pasaje de la figura de aquel Julio Denis a la del autor Julio Cortzar, pero asumido en el gesto del poeta. Correas no slo reconstruye todo ese pasaje inicitico, afirmando que los aos de Mendoza fueron una especie de "bisagra vital" por la cual muere aquel Julio Denis para dar nacimiento al primer Julio Cortzar (que ser tambin el narrador de aquellos iniciales cuentos inditos recogidos en La otra orilla que formaban parte de esa poca), sino que adems reconstruye todo aquello que Cortzar enseaba a travs de sus programas y sus apuntes de clase, as como una carpeta de treinta poemas que el escritor orden bajo el ttulo "Poemas 1945-1948" y que haba editado Sal Yurkievich en Poesa y potica (Galaxia Gutenberg, 2005-2009), un volumen que prcticamente no circul en la Argentina.

Correas demuestra con creces la hiptesis de esa encrucijada vital que transform al profesor en escritor, a ese doble llamado Julio Denis en el Cortzar que a su vez diseminara dobles en sus ritos y pasajes, las dimensiones abismadas en un continuo de cinta de Moebius, el cuestionamiento del Logos occidental que hallara tanto en el Juego como en la utopa socialista atajos posibles para la vida concreta. Correas acenta un ncleo esencial que tiene en la figura de Rimbaud un centro y tambin en otros textos iniciales.

En esos aos Cortzar publica en la Revista de Estudios Clsicos de Mendoza, hacia 1946, el ensayo "La urna griega en la poesa de John Keats", que luego se expandira hacia un vasto ensayo de 1952 que haba permanecido indito por dcadas: Imagen de John Keats (1996) -dedicado a Arturo Marasso, su querido ex profesor del Mariano Acosta-. De esa poca data tambin el texto que sera, acaso, la primera potica personal, pero que revierte sobre el surrealismo y el existencialismo: "Teora del tnel". En ese texto aparece otra figura potica central para Cortzar: Isidore Ducasse, el Conde de Lautramont, el poeta excntrico y extemporneo de Los cantos de Maldoror. Tambin Ducasse era, para Cortzar, alguien "para quien lo potico es el solo lenguaje significativo porque lo potico es lo existencial, su expresin humana y su realidad ltima".

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En su reconstruccin, Correas exalta parte de esa trama o, como la llama, esa "lgica interna": al seguir las clases de Cortzar, sus traducciones poticas para ilustrarlas, sus apuntes y sus programas desarrollados en Mendoza (el curso de 1945 fue "La poesa francesa desde Rimbaud hasta nuestros das"), confirma, por un lado, el desarrollo de las ideas que cifrara el primer ensayo sobre Rimbaud para la revista Huella y, por otro, la original atencin a Lautramont, cuyos Cantos de Maldoror no seran traducidos por Aldo Pellegrini hasta 1964 (justamente un ao despus de la aparicin de Rayuela). Como una coda conmovedora en esa trama hecha de huellas, fotografas, cartas, y aun libros obsequiados morosamente que guardan flores resecas, Correas reconstruy un regreso: la visita de Cortzar a Mendoza en 1973. Un da son el telfono de Lida Aronne Amestoy (autora de Cortzar: la novela mandala) en Godoy Cruz y la mujer escuch la clara voz de erres arrastradas de Cortzar que deca: "Lida, te habla Horacio Oliveira". En esos das, adems de sus visitas y reconocimientos, Correas registr un hecho olvidado y extraordinario: Antonio Di Benedetto escribi para el diario Los Andes la crnica de este regreso el 11 de marzo de 1973, reproducida completa, y tambin le regal a Cortzar un ejemplar de su libro perfecto: Zama.

Habra as en Rayuela este humus potico. Tal vez no fue habitualmente reconocido el vnculo profundo de este origen potico de la literatura de Cortzar con el carcter ms original y ms permanente, aunque todava menos explorado en trminos crticos, de su actualidad. Aun en el origen mismo del proyecto de Rayuela este vnculo es evidente. Al comienzo del llamado Cuaderno de bitcora de "Rayuela", aquel legendario cuaderno de notas, esbozos, fragmentos y pre-textos de la gran novela de Julio Cortzar (que edit y estudi con amorosa inteligencia Ana Mara Barrenechea, a quien el autor se lo haba regalado), se lee una profesin de fe potica en las pginas 9 a 13. Comienza apuntando: "Es exacto que la poesa ha perdido terreno". Luego seala que tanto la poesa como el poema fueron reemplazados por un "poetismo general" manifiestos en la literatura y el arte pero "sin la intensidad de un Rimbaud o de un Vallejo" y con una renuncia de Occidente al mundo "mgico, simptico, analgico". Cortzar ya haba razonado este fundamento romntico en varios captulos de Imagen de John Keats, anticipando en una dcada algunos argumentos de Morelli en Rayuela:

La evolucin racionalizante del hombre ha eliminado progresivamente la cosmovisin mgica, sustituyndola por las articulaciones que ilustran toda historia de la filosofa y la ciencia, [.] es evidente que el hombre ha renunciado a una concepcin mgica del mundo con fines de dominio.

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Luego se pregunta por qu ha ocurrido esta muerte de la "poesa-en-la-vida". En cierto modo Cortzar rene tanto los efectos de la era de la reproduccin tcnica como los fenmenos de la razn instrumental del capitalismo, en desmedro de aquello que con Nietzsche se llam lo dionisaco y de una crtica de la alienacin en Occidente, resurgida con fuerza en los aos sesenta:

La desmesurada centrifugacin del hombre: radio, TV, Comet, Sputnik, high fidelity, cinemascope, etc. En vez de enraizarnos (que es actitud, bsqueda y logro de poesa), en vez de buscar el Centro (Eliade: el Mandala), nos extendemos en mancha de aceite, nos trivializamos. Un poema exige siempre una solidarizacin momentnea para una confrontacin. [.]. La lectura de los poetas es un "lujo" ms, no ya una operacin nocturna y grave como lo entendan los romnticos. O sea que el Occidente sigue su tradicin helnica de racionalismo, Apolo gana hoy este round de su lucha secular con Dionisos. Pero el hombre es ms que el Occidente. Por no querer aceptarlo, el Occidente se est suicidando. La muerte de la poesa es una de sus necrosis.

Pero luego agrega una posdata, en francs: "'Posie pas morte!', La poesa no ha muerto. [.]. La muerte, aqu, es una resultante estadstica: la poesa vuelve hoy a la dimensin de gnero literario que tuvo en sus peores pocas".

Se advierte all que lo potico informa esa dimensin de lo dionisaco propio de la modernidad esttica que, como estudi Jrgen Habermas en El discurso filosfico de la modernidad (1985), corresponde a una nueva subjetividad descentrada, liberada de las convenciones cotidianas de la percepcin consuetudinaria, abierta en cambio al mundo de lo imprevisible, de lo sbito, del xtasis, all donde progresa la prdida de los lmites individuales. Pero no es ste el sentido de los dobles y los espacios duales en Cortzar, entre Oliveira y Traveler, entre la Maga y Talita? No es ste el fundamento del salto hacia el fulgor del mandala que lanza a Horacio Oliveira al vaco? No es la prdica de Morelli la de una razn centrada en ese sujeto unitario, la de un enfrentamiento con lo otro de la razn? Y acaso Cortzar no aprendi ese fundamento en la poesa de Rimbaud y en las Cartas del vidente, que l tradujo y divulg en sus clases y en su primer ensayo de los aos cuarenta?

Esa resistencia esttica ya se halla en el saxofonista Johnny Carter de "El perseguidor", pero as como muchos de los surrealistas -el propio Breton, Buuel, Aragon o Eluard- hallaron en el comunismo la va de una encarnacin de la razn ardiente, as en un movimiento anlogo Cortzar busc en la Revolucin cubana y las utopas de los aos sesenta la articulacin concreta de aquellas proyecciones. Y otra vez su origen era potico y se hallaba ya en Rimbaud, porque la busca de su nueva lengua potica, desde el soneto "Vocales", coincida con el sueo de un mundo nuevo como el barco ebrio lanzado al horizonte de la historia. Y aun as el Julio Denis de los aos cuarenta haba predicado el fin, como una derrota que sera, sin embargo, un paradjico pasaje triunfal como manifestacin viviente:

Hay en todo poeta una fatalidad que lo arrastra, una "mana". Y si la tentativa de este orden est destinada a fracasar, si lo absoluto no puede serle dado, si el conocimiento potico, como el mstico, es inexpresable, su pasaje nunca ser vano. Del Rimbaud que trafic en Abisinia no nos resta nada merecedor del recuerdo; del adolescente que se desangr sobre los filos de un imposible queda la obra ms viva y ms honda de la poesa moderna. Y, para decirlo con l, aunque el logro sea siempre diferido, viendront dautres horribles travailleurs; ils commenceront par les horizons o lautre sest affaiss! ("vendrn otros horribles trabajadores: comenzarn por los horizontes donde el anterior fue abatido!").El vnculo fundacional de Cortzar con la poesa, que el volumen de Jaime Correas Cortzar en Mendoza asegura y magnifica, tambin explicara su agudsima y temprana conciencia de una novela como Adn Buenosayres, de Leopoldo Marechal, en 1949, cuyo fundamento tambin es potico. O esa coincidencia magntica con Jos Lezama Lima y su novela Paradiso, as como Lezama interpreta Rayuela como vector de su propia obra. No es extrao, tampoco, que desde la praxis potica, Octavio Paz reconociera hacia 1971 -cuando Cortzar ya haba manifestado largamente su compromiso con el socialismo latinoamericano- que "Julio Cortzar es el escritor de mi lengua del que yo me siento ms cerca". De hecho, un libro algo anmalo de Cortzar como Prosa del observatorio (1971) se vincula directamente con Octavio Paz.

La experiencia diplomtica de Paz como embajador mexicano en la India, en Nueva Delhi, alent el vnculo con la cultura hind y, entre otros textos, su obra maestra El mono gramtico. Ese texto en prosa de Paz, escrito en Cambridge en 1970, evoca la experiencia potica y sagrada de un itinerario, decurso del discurso, por el camino de Galta, localidad abandonada y en ruinas cerca de Jaipur, llevado a cabo antes de octubre de 1968, cuando Paz renunci a su cargo a raz de la matanza de Tlatelolco. Entre febrero y abril de ese mismo ao, Paz aloj en la embajada a Julio Cortzar y a Aurora Bernrdez, lo inici en muchos aspectos del hinduismo y el budismo y realiz viajes con l. Entre esos viajes a diversas ciudades y regiones, hubo uno a Jaipur, donde Cortzar fotografi los observatorios del sultn Jai Singh. En 1971, en su casa de veraneo en Saignon, escribi, a propsito de esa experiencia, ese breve texto en prosa, no menos potico y heterodoxo que El mono gramtico, llamado Prosa del observatorio, que Graciela Maturo (por entonces Graciela de Sola), en una carta al autor, seal como un texto potico. En 1972, Cortzar le respondi:

No es injusto que haya llamado prosa a lo que vos sents como un poema; lo hice en la misma direccin en que Cendrars haba llamado Prose du Transibrien a su poema, o Mallarm Prose pour des Esseintes al suyo, es decir que a buen entendedor...

La confluencia vital y potica de Paz y Cortzar tuvo, en el espacio a la vez real e imaginario de Jaipur y en esos libros de prosa potica, una convergencia que tambin puede razonarse a travs de la nocin de pasaje.

La permanente labor potica de Cortzar finaliz en Salvo el crepsculo, un volumen de poemas que revis poco antes de morir, en 1984. Ese hecho, que parece fruto de la contingencia, podra leerse como necesidad en la lgica de las analogas cortazarianas. All entrelaz los poemas con textos que los comentaban, estos s en esa prosa de ensayismo zumbn que haba ejercitado en La vuelta al da en ochenta mundos o en ltimo round, como una voz que se refractaba en otros sujetos diversos del sujeto potico, por ejemplo en las figuras de Polanco y Calac. En ese orden alterno, los poemas se transforman en "pameos" y "meopas" y "prosemas", mediante un juego combinatorio de tiempos confluyentes y azares objetivos:

hay pameos que buscan pameos a la vez que rechazan meopas, hay prosemas que slo aceptan por compaa otros prosemas que slo aceptan por compaa otros prosemas hasta ahora separados por aos, olvidos y bloques de papel tan diferentes. [.]. Nunca quise mariposas clavadas en un cartn; busco una ecologa potica, atisbarme y reconocerme desde mundos diferentes, desde cosas que slo los poemas no haban olvidado y me guardaban como viejas fotografas fieles.

El poeta haba dado el salto, del cielo a la tierra.