Mons. Proaño Plan de Pastoral Indígena

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PLAN NACIONAL DE PASTORAL INDÍGENA •iíS-i Leónidas E. Proaño V. Antiguo Obispo de Riobamba

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PLAN NACIONAL DE PASTORAL INDÍGENA

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Leónidas E. Proaño V. Antiguo Obispo de Riobamba

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Primera edición Editor: Fundación Pueblo Indio 1.000 ejemplares Quito, marzo de 1989

INTRODUCCIÓN

Nos aproximamos a la fecha de conmemoración del medio milenio del descubrimiento de América.

España se apresta a celebrar el acontecimiento. También instituciones y gobiernos de los países latinoamericanos empiezan a preocuparse de este asunto.

El Papa Juan Pablo II fue quizá el primero en demostrar interés por la conmemoración de este acontecimiento histórico que trajo la Primera Evangelización a este Continente. Su viaje desde Zaragoza hasta República Dominicana tuvo este sentido.

Por insinuación suya, el Departamento de Misiones del CELAM organizó, del 9 al 13 de Septiembre del año pasado, un Encuentro latinoamericano de Pastoral Indígena, con Obispos y sacerdotes de 12 países.

¿Qué sentido debe dar la Iglesia a este acontecimiento? ¿Qué ha significado para los pueblos indígenas la conquista española? ¿Qué ha significado para los indígenas la actividad evangelizadora de la Iglesia? ¿Qué significado debe tener, ahora, la conmemoración del Descubrimiento y de la Evangelización de América?

En este contexto histórico y bajo el impacto de estos interrogantes, tomando en cuenta, además, el pensamiento, las aspiraciones, las sugerencias, las críticas, recogidos en los encuentros con indígenas, con sacerdotes, religiosos y obispos, el Departamento de Pastoral Indígena presenta este plan a consi­deración de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

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I. SITUACIÓN ACTUAL DE LOS INDÍGENAS EN EL ECUADOR

Este Plan de Pastoral Indígena está concebido como un proceso largo. Proceso es lo mismo que camino que hay que abrir y recorrer. Tiene un punto de partida y un punto de llegada. Prevé objetivos. Propone criterios. Selecciona acciones y medios adecuados. Organiza recursos humanos y materiales.

El punto de partida es la visión, lo más objetiva posible, de la situación actual de los indígenas en el Ecuador.

1 . POBLACIÓN INDÍGENA. Se calcula aproximadamente en unos 3'000.000 la población indígena del Ecuador, lo cual significa una tercera parte de la población total.

Ninguno de los censos de población del país ha hecho el esfuerzo de averiguar el número de habitantes indígenas, sin duda por la dificultad de definición de lo indígena.

2. UBICACIÓN GEOGRÁFICA. Hay indígenas en todas las provincias de la Sierra; en todas las provincias del Oriente, y, en la Costa, en la provincia de Esmeraldas.

Nadie ha tomado la iniciativa de señalar, en los mapas políticos del Ecuador, los lugares en donde habitan los indígenas.

3 . ETNIAS. Si entendemos por etnia un conjunto de hombres caracterizados por el uso de una misma lengua y por rasgos corpóreos y culturales más o menos comunes, existen en el Ecuador varias etnias indígenas:

- La de los Quichuas. Es la más numerosa. Habita en la mayoría de las Provincias de la Sierra y en las Provincias de Ñapo y Pastaza.

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- La de los Shuar - Ashuar. En cuanto a número, ocupa el segundo lugar después de la de los Quichuas. Están en las Provincias de Ñapo y Pastaza.

- La de los Tsatchila. Reducida en número. Habita en el Sureste de la Provincia de Pichincha.

- La de los Chachis. Hay quienes afirman que es una etnia emparentada con la de los Tsatchila. También es muy reducido en número, habita en el noreste de la Provincia de Esmeraldas.

- La de los Awa (Coaiquer). Reducido en número, si la consideramos sólo en territorio ecuatoriano; más numerosa si la consideramos unida con la que habita en territorio colombiano. Está ubicada al occidente de la Provincia del Carchi.

- La de los Siona - Secoya. En proceso de extinción. Viven en las riberas de los ríos Aguarico, Eno, Shushufindi y Cuyabeno.

- La de los Cofanes. Muy reducido en número. Habitan en las riberas de los ríos San Miguel y Aguarico.

- La de los Huaoranis (Aucas). En rápido proceso de extinción. Viven entre los ríos Ñapo y Curaray.

- La de los Záparos. Apenas quedan algunos individuos y estos han sido asimilados por los Quichuas del Oriente.

4. LA CULTURA INDÍGENA. La cultura indígena se manifiesta todavía en la vestimenta, aunque es diversa, según los lugares; en la alimentación; en la música, la canción y la danza; en la medicina natural; en el uso de utensilios de barro; en la celebración de determinadas fiestas; en el uso de la lengua propia.

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Sin embargo, se van perdiendo estas manifestaciones. Más y más indígenas van abandonando sus vestimenta propia, su alimentación, su música y hasta su lengua. La escuela, las humillaciones que reciben los indígenas en la ciudad, las presiones de diverso orden, son causas de esta pérdida.

Buscando más profundamente lo constitutivo de la cultura indígena, es necesario aspirar a conocer su pensamiento sobre las relaciones del hombre con el mundo, con los demás hombres y con Dios. Los siguientes puntos tratan de captar el pensamiento indígena dentro de este triple orden de relaciones.

A. RELACIÓN CON EL MUNDO

La tierra. Para el indígena, la tierra es su madre, la "Pacha-mama". Dice: "De ella he nacido. Ella me da de comer, de beber, de vestir. En su seno descanso cuando estoy fatigado. A su seno he de volver cuando muera. La tierra es nuestra vida. Nosotros estamos dispuestos a morir por la tierra".

La tierra para el indígena no es solamente el suelo que cultiva o el piso en donde levanta su casa. Son los animales a los que ama como ternura: la ovejita, el perro, el cerdo, el cuy, la vaca. Es la selva con sus animales, sus aves, sus ríos y sus peces. El la montaña, con sus pajonales, el viento frío, las nieves. La lluvia y el sol hacen fecunda la tierra; sin lluvia ni sol, la tierra permanece estéril, aunque haya caído en su seno la semilla.

Contrasta esta manera de concebir la tierra con el pen­samiento de los hombres que pertenecemos a la cultura occidental, para quienes la tierra es un objeto de explotación inmisericorde y de comercio.

Es lamentable que muchos indígenas se han dejado contagiar por este espíritu utilitarista.

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El trabajo. En la cultura indígena, el trabajo es entendido como actividad también vital y no como una actividad orientada a la acumulación de bienes y dinero.

Por no estar motivado precisamente por esta ambición de enriquecimiento, se le ha motejado al indio de ocioso. El indio trabaja para vivir y no entiende que tenga que vivir para trabajar.

Pero en este aspecto también hay que señalar que prolifera el número de indígenas que aspiran al enriquecimiento, aún a costa de la explotación del trabajo de sus hermanos.

El dinero. Para los indígenas que se mantienen fieles, a su cultura, el dinero ocupa un lugar secundario en importancia. Lo gasta y hasta se puede decir que lo malgasta sin escrúpulos. Lo importante para el indígena es la vida y es el hombre, por encima del dinero.

En este aspecto, quizá más que en otros, los indígenas van perdiendo aceleradamente su cultura. Se acostumbraron ya a recibir dinero de agencias nacionales e internacionales y de la misma Iglesia. Venden a veces su conciencia y traicionan a sus comunidades, por dinero. Por causa de la pobreza, han caído en un verdadero envilecimiento.

El tiempo. Antepasados, en el pensamiento indígena, son los padres y abuelos, no quedaron atrás, sino que van adelante. •

Para los indígenas, la vida y las actividades no están normadas por las horas y por los minutos, sino por el ritmo de la naturaleza: día y noche; épocas de lluvia y de siembra; épocas de sol y de cosechas, hambre y hartura, actividad y reposo sin prisas y sin violencias.

El hombre de occidente es quien ha inventado la prisa, aguijoneado por la ambición de dinero. "El tiempo es oro".

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B. RELACIONES CON LOS HOMBRES:

La familia. En general, la familia indígena mantiene todavía muchos valores humanos y cristianos: la unión, la felicidad, la fecundidad (perjudicada por la desnutrición, la morbilidad y la muerte prematura, como también por la campaña de esterilización, de que es culpable la sociedad en volvente), la "convicción de que los hijos son ayuda y no carga".

("La Evangelización de los indígenas en vísperas del medio milenio del descubrimiento de América. DEMIS - CELAM).

Es doloroso comprobar, sin embargo, que la estabilidad de la familia indígena ha empezado a resquebrajarse, principalmente a causa del mal ejemplo de otros sectores sociales. Ya se producen abandonos del hogar, separaciones y divorcios.

La comunidad. La comunidad, para la cultura indígena, es la prolongación de la familia. Si para los indígenas la tierra es su madre, esta madre-tierra existe en función de la comunidad, así como una madre vive en función de todos sus hijos. La comunidad se realiza en relación con la tierra: en el trabajo común de ararla, de sembrar en su seno reblandecido la semilla, de arrancar las malas hierbas, de cosechar el fruto, de emparvar la cebada, el trigo, las habas. En estrecha relación con la tierra, se organizan mingas para la siembra y la cosecha, para la construcción de una casa particular y de caminos vecinales, para la construcción de la casa comunal y de la escuela. Allí es donde y cuando también la comunidad se construye. Y la comunidad se •construye alrededor de las chalinas y de los ponchos que se tienden en el suelo y que sirven de manteles para la comida comunitaria de productos de la tierra: el mote, las papas, los mellocos, las habas con cascara. Y la comunidad se construye también con ocasión de los sufrimientos y

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desgracias, de la enfermedad y de la muerte. Los indígenas, entonces, se muestran profundamente solidarios.

La educación. Podemos preguntarnos: ¿cómo es que los indígenas a pesar de 500 años de dominación, han podido conservar valores tan grandes como éste del espíritu y práctica comunitarios?

Se da una explicación: durante muchísimo tiempo las comunidades indígenas han vivido encerradas en sí mismas. Esta explicación es insuficiente, pues, encerradas en sí mismas y abandonadas a su suerte, las comunidades indígenas habrían visto rápidamente deteriorados y perdidos sus valores. Una explicación más satisfactoria es que, tanto la familia como la comunidad han realizado una labor educativa de notable importancia.

Actualmente, los indígenas se quejan de que la educación que se les da es extraña a su cultura. Es extraña la educación que se les imparte en la escuela y en el colegio: no se les enseña en su lengua, no se les da a conocer su auténtica historia, no se toman siquiera en cuenta sus valores culturales, se les impone el aprendizaje del inglés, el uso de uniformes extraños y, cuando más, se habla dé costumbres folklóricas a propósito de sus fiestas y de su música.

La organización. El panorama de organizaciones es impresionante. Se han multiplicado las organizaciones de primer grado: asociaciones agrícolas, cooperativas, sindicatos, comunas. Se acrecientan las organizaciones de segundo grado con los nombres de Federaciones, Uniones y Movimientos Provinciales. Se ensayan y realizan organizaciones a nivel nacional, tales como el ECUARUNARI, la CONACNIE.

El fenómeno organizativo indígena es el resultado, en parte, de la conciencia adquirida por los mismos indígenas, gracias principalmente a la labor de promoción humana de la Iglesia,

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y, en parte, es el resultado de la labor activa de fuerzas políticas interesadas en llevar el agua a su molino. La conquista de conciencia de sí mismos lleva con más y más frecuencia a los indígenas a sacudirse de la influencia paternalista de la Iglesia y el afán manipulador de las fuerzas políticas particularmente de izquierda pone en crisis a sacerdotes y obispos que se han desgastado trabajando por los indígenas. Estos mismos sacerdotes y obispos acaban por caer en la desconfianza y en el rechazo resentido de muchas de las organizaciones indígenas.

Dentro de este panorama obscuro, ¿no será necesario un trabajo decidido de recuperación de la organización que mejor responde a la cultura indígena, la comuna? ¿no será necesario caminar hacia la organización de un movimiento comunitario nacional? Para esto, ¿no será indispensable que la Iglesia acompañe este proceso con simpatía y respeto?

Nacionalidades indígenas. La CONAIE, Consejo Nacional de Coordinación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, tal como su nombre lo expresa, trata de explicitar y de realizar un anhelo que se extiende más y más entre los indígenas: el reconocimiento respetuoso de todo lo que significa la existencia y el avance de diversas nacionalidades indígenas en el Ecuador.

Es sabido que este lenguaje y esta realidad molestan a muchos en el país. ¿Qué debe pensar y cómo debe actuar a este respecto, la Iglesia en el Ecuador? La postura menos acertada sería ignorar el problema.

C. RELACIÓN CON DIOS:

Religiosidad profunda. Los indígenas son profunda­mente religiosos. Lo religioso circula en toda su vida, en to­das sus relaciones, en todas sus actividades, lo mismo que la sangre circula por todas las partes o miembros del cuerpo

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humano. Ven en la tierra, en el sol, en la lluvia, en el aire, en el viento, la manifestación evidente del amor de Dios. Por esto, su religiosidad es eminentemente cósmica, con todo lo que esto comporta de positivo y de negativo. De espíritu devocional y religioso está impregnado el trabajo de la tierra, el cuidado de los animales domésticos, la siembra y la cosecha. Los indígenas son naturalmente contemplativos.

Lo religioso circula en la vida familiar y en la vida co­munitaria: en las alegrías y en las tristezas, en la minga y en las luchas por la supervivencia, en la celebración de los Sacramentos y de las fiestas, en la organización y en las reuniones de consulta comunitaria. Los indígenas tienen mucha dificultad para distinguir lo religioso de lo social y político.

El indígena y la Iglesia Católica. Los indígenas manifiestan ahora, abiertamente, su disconformidad con la manera de evangelización insuficiente en contenido, reducida al aprendizaje mecánico de la Palabra de Dios, cultural y sacramentalista; evangelización insuficiente en extensión, por el hecho de haber dejado prácticamente en el abandono a comunidades numerososas alejadas geográ­ficamente de los centros parroquiales; evangelización desen­focada, realizada desde la cultura envolvente y dominante, interesada y explotadora, ajena al núcleo central de la cultura indígena; evangelización desconfiada que ha convertido al indio en "objeto, en receptor y no en sujeto creador de su proceso de evangelización y promoción humana integral" (La Evangelización de los indígenas en vísperas del medio milenio del descubrimiento de América" pág. 10).

Reconocen, sin embargo, que la Iglesia católica, lamen­tablemente no todos de quienes actúan en nombre de ella, ha cambiado en su manera de evangelización y en su comportamiento. A este cambio se debe la importancia capital que las comunidades indígenas dan a la lectura

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reflexionada de la Palabra de Dios, la captación del Mensaje y su puesta en práctica, el nacimiento de Comunidades Cristianas indígenas y la proliferación de ministerios, tales como animadores, catequistas, misioneros, lectores. Así, la Pastoral Indígena ha comenzado a hacer su aparición en el territorio ecuatoriano.

El indígena y las sectas. Hay indígenas católicos que son muy conscientes del daño que están causando las sectas. Algunos inclusive, pasaron por la experiencia de haber participado en la vida y en la labor de alguna secta protestante. Con conocimiento de causa, entonces, afirman: que la evangelización de las sectas es parcialmente moralizante, pues se contentan con impedir la chicha o el cigarrillo y no la práctica de la verdad y del amor al prójimo; que, per io mismo, la evangelización es engañosa y hostilizante, divisionista y destructora tanto de la comunidad como de la cultura; que consciente o inconscientemente, este tipo de evangelización está a.1 servicio de los intereses norteamericanos; que el secreto del éxito que se va alcanzando se encuentra fundamentalmente en la utilización de la Palabra de Dios, en la facilidad de confiar res­ponsabilidades a los mismos indígenas, en la utilización proselitista del dinero donando como sueldos a personas o como apoyo al desarrollo de his comunidades, como en el caso de Visión Mundial y de la Fundación Interamericana.

II. LA UTOPIA CRISTIANA

La visión de la realidad del mundo indígena, tal como se presenta a nuestros ojos, a nuestra observación y reflexión, es el punto de partida en la elaboración del presente Plan de Pastoral Indígena, concebido como un proceso. Hay realidades positivas, en las que debemos afianzarnos confiadamente, y hay realidades negativas que constituyen para la Iglesia auténticos desafíos.

¿Cuál es el punto de llegada para este largo viaje?

EL REINO DE DIOS. "Cuando Jesús oyó que habían en­carcelado a Juan, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazareth, se fue a vivirá Cafarnaún, cerca deJ iago, en ios límites de Zabulón y Neptalí.

Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Oigan, territorios de Zabulón y Neptalí y los de las orillas del mar y de más allá del Jordán; escúchame Galilea, tierra de paganos:

A tus habitantes postrados en tinieblas los iluminó una luz grande. Estaban sentados en la región sombría de la muerte, pero apareció para ellos una luz".

Entonces fue cuando Jesús empezó a predicar. Y les decía: "Cambien su vida y su corazón, porque está cerca el Reino de los Cielos". (Mateo 4,12-17).

Esta es la utopía cristiana: el Reino de los Cielos, el Reino de Dios.

¿Qué es el Reino de los Cielos? ¿Qué es el Reino de Dios?

Un Reino de gracia. "Dios es amor (la. Jua.n, 4,8) El amor es difusivo: se da, y se da gratuitamente. Todo don gratuito es gracia. El Reino de Dios es Dios mismo que se nos da

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gratuitamente. El Reino de Dios no es como los Reinos de este mundo que consisten en la estructuración del egoísmo, de la ambición, de la dominación a veces tiránica, en la explotación de los subditos. El Reino de Dios es un Reino de Gracia; pues nos ha hecho el don gratuito de Sí mismo, en su Hijo Jesucristo.

Un Reino de vida. "Yo soy la Resurección y la Vida" (Juan, 11,25). Dios es la Vida. Si vivimos, es porque El nos ha comunicado la vida. Pero, como entró el pecado en el mundo y con el pecado la muerte, según lo enseña San Pablo, el Hijo de Dios hecho hombre vino para que tengamos vida en sus dos dimensiones: la temporal y la eterna.

Un Reino de verdad. "Nosotros oímos de el mismo su mensaje y se lo anunciamos a ustedes: que Dios es Luz y que en el no hay tinieblas. Si decimos que andamos en comunión con el mientras andamos en tinieblas, somos unos mentirosos y no andamos conforme a la Verdad." (la. Juan, 1, 5-6). Las tinieblas de la mentira, del engaño y de hipocrecía invaden el mundo en que vivimos. Pero, tarde o temprano, el Reino de la luz derrotará al Reino de las tinieblas.

Un Reino de justicia. "... los que practican la justicia, esos son justos tal como Jesucristo es justo (la. Juan, 3,7). Dios es la Justicia. El mundo en que vivimos está plagado de injusticias de todo género. Pero debemos caminar, luchando contra nosotros mismos y contra las fuerzas de la injusticia, hasta alcanzar un Reino, el Reino de Justicia.

Un Reino de libertad. "Cristo nos liberó para que fué­ramos libres. Por eso, manténganse firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud". (Gálatas 5,1). Dios es la Libertad y quiere que, como hijos suyos, seamos libres. El hombre puede someterse al yugo del pecado, pero también puede ser víctima del pecado de dominación de otros hombres.

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Estamos llamados a gozar de la libertad de hijos de Dios venciendo la tendencia al pecado que hay en nosotros y luchando para destruir también la tendencia o la realidad de opresión que hay en los otros.

Un Reino de paz y alegría. "Les dejo mi paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la paz que da el mundo. Que no haya en ustedes ni angustia ni miedo" (Juan 14,27). Dios es la Armonía perfecta. La paz es armonía, esa armonía que nace del dar a cada cual lo que le corresponde, con sinceridad y con amor fraterno. Fruto de la justicia es la paz. Y fruto de la paz es el gozo.

Así, en la paz y en la alegría, en la felicidad, el Reino de Dios alcanza su cabal cumplimiento. El destino final del hombre es la felicidad eterna. Pero el Reino de Dios tiene su proceso: comienza en la tierra y acaba en el Cielo, es decir, en Dios mismo. Y, en esto consiste la utopía cristiana.

Los indígenas, como todos los hombres creados a imagen y semejanza de Dios, están llamados a realizar este proceso, a iniciar en la tierra, en medio de múltiples dificultades y contradicciones, originadas por el pecado, y a lograr su cabal cumplimiento en el Cielo.

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III. OBJETIVOS GENERALES

Cuando alguien hace a otro el ofrecimiento de un don, el agra­ciado puede aceptarlo o rechazarlo. Se puede aceptar o rechazar un don de palabra y, en la práctica, se lo deja en el olvido, de hecho hay un rechazo. Para que haya aceptación debe haber coherencia entre palabra y acción, entre teoría y práctica.

El don que Dios hace de sí mismo al hombre no escapa de esta especie de ley que nace del libre albedrío del hombre. Agraciado con semejante don en Jesucristo, el hombre puede aceptarlo o rechazarlo.

El rechazo, si no de palabra, de hecho ha creado, en contra­posición al Reino de Dios, el Reino de este mundo. El Reino del orgullo, de la ambición, de la mentira, del engaño, de la hipocrecía, de la calumnia, de la dominación, de la explotación, de la opresión, del desprecio, del odio, de la rivalidad, de la venganza, de la muerte, de la guerra, del conflicto, de la tristeza, de la angustia. Es el Reino del pecado.

La aceptación, de palabra y en la práctica, del don de Dios en su Hijo Jesucristo es la célula vital de la Fe y conlleva el compromiso de trabajar por la instauración del Reino de Dios en la tierra.

Jesucristo vino para salvar al mundo del pecado, es decir, para instaurar el Reino de Dios destruyendo el Reino de este mundo. Para realizar esta misión, Jesucristo hizo discípulos y, con sus discípulos instituyó su Iglesia. Ser Cristiano es ser discípulo de Cristo, es comprometerse con su misión, salvar al mundo, instaurando el Reino de Dios.

De aquí nacen dos objetivos generales para una planificación pastoral: la transformación de la sociedad, procurando que asuma los valores del Reino, y la construcción de la Iglesia, procurando que sea Signo del Reino.

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En términos particulares, para la planificación de una Pastoral Indígena, también de aquí nacen dos objetivos generales: la transformación de los indígenas en Pueblo que aporte a la transformación de la Sociedad ecuatoriana, y la construcción de la Iglesia indígena que aporte sus propios valores para un enriquecimiento de las Iglesias locales y la Iglesia Universal.

1. Hacia un pueblo indígena.

"Confío a los poderes públicos y a otros responsables los votos que hago de todo corazón, en este encuentro con vosotros, cuyos antepasados fueron los primeros habitantes de esta tierra, al tener sobre ella un especial derecho adquirido a lo largo de generaciones, o sea reconocido ese derecho de habitar en ella en paz y serenidad, sin temor - verdadera pesadilla- de ser desalojados en beneficio de otros, antes bien estéis. seguros de un espacio vital, que será baso no solamente para vuestra supervivencia sino para la preservación de vuestra identidad, como grupo humano, como verdadero pueblo y nación. Deseo grandemente que a esta cuestión compleja y espinosa se de una respuesta ponderada, oportuna, inteligente, para beneficio de todos. Así se respetará y se favorecerá la dignidad y la libertad de cada uno de vosotros como persona humana, y de todos vosotros como un pueblo y nación. "(Juan Pablo n. Discurso a los indígenas de la Amazonia en el Arzobispado de Manaos).

El hombre es un ser de relaciones. Se relaciona con la tierra, la naturaleza, el universo. Se relaciona con sus semejantes. Se relaciona con Dios. De las relaciones con la tierra y la naturaleza nacen la agricultura y múltiples ramas culturales. De las relaciones con sus semejantes nace la cultura social que tiene que ver, no solo con determinadas normas de comportamiento, sino también con las conquistas y avances relativos a la estructuración de la familia y de la sociedad. De las relaciones con Dios nace la cultura religiosa.

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La diversidad de realidades geográficas, climáticas, sicológicas, sociológicas, económicas, condicionan el nacimiento y acre­centamiento de diversas conquistas y experiencias culturales. Así nacen y se consolidan culturas diversas. La cultura llega a dar a ca­da conglomerado humano perfiles de diferenciación que poco a poco contribuyen a caracterizar la identidad de cada pueblo.

La identidad es la manera propia de ser de un pueblo. Por consiguiente, toca el ser mismo de un pueblo. Así se entiende por qué el genocidio y el etnocidio son crímenes monstruosos. La identidad está hecha en un nombre propio, de un origen, de una historia, de peculiares maneras de concebir la tierra y la naturaleza, de concebir al hombre, la familia, la organización, el trabajo, la sociedad y las relaciones con otras sociedades, las relacions con Dios y la Vida que no fenece. El Etnocidio mata a pueblos enteros, su manera de ser pueblos, son todas las riquezas de orden eminentemente humano que han conquistado a lo largo de los siglos.

Los indígenas del Ecuador, como los de América Latina conquistaron una cultura. Conquistaron una identidad propia. El descubrimiento y la conquista de América destrozaron muchos valores de esa cultura. Las épocas de la Colonia y de la Independencia han continuado esa obra destructora. Por suerte, los indígenas todavía han logrado conservar algunos muy importantes valores.

"Vuestra comunidad se ha esforzado durante siglos por conservar sus valores y cultura. No se trata de oponerse a una justa integración y convivencia a nivel más amplio, que permita a vuestras colectividades el desarrollo de la propia cultura y lo haga capaz de asimilar de modo propio los hallazgos científicos y técnicos. Pero es perfectamente legítimo buscar la presentación del propio espíritu en sus varias expresiones culturales. Así lo han interpretado vuestros Obispos en su documento "Opciones Pastorales". (Juan Pablo II. Discurso a los indígenas en Lata-cunga).

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Todo lo dicho explica y justifica ampliamente que, en el Plan de Pastoral Indígena, el Departamento correspondiente, en nombre de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, consigne como objetivo general la aspiración de que los indígenas se orienten hacia la conformación de un Pueblo indígena, con identidad propia, manteniendo la apertura necesaria para lograr una auténtica y justa integración con el pueblo ecuatoriano.

2. Hacia una iglesia indígena.

"San Juan de Brebeuf soñó con una Iglesia plenamente católica y plenamente Hurón al mismo tiempo" (Juan Pablo U. Discurso en Santa María de Hurones, Canadá).

"Por lo que se refiere a vuestro puesto en la Iglesia, ella desea que podáis ocupar el lugar que os corresponde, en los diversos ministerios, incluso en el sacerdocio. ¡Qué feliz día aquel, en que vuestras comunidades puedan estar servidas por misioneros y misioneras, por sacerdotes y obispos de vuestra sangre, para que junto con los hermanos de otros pueblos, podáis adorar al único y verdadero Dios, cada cual con sus propias características, pero unidos todos en una misma fe y en un mismo amor". (Juan Pablo II. Discurso a los indígenas en Latacunga).

Cuando se piensa que próximamente se cumplirán quinientos años de evangelización en América, espontáneamente sale a los labios la observación asombrada: ¿cómo es que en quinientos años no ha surgido una Iglesia Indígena? Sería largo buscar expli­caciones. Es suficiente dejar señalado el hecho y tratar de repararlo.

Siguiendo el pensamiento del Papa y el pensamiento de los Obispos reunidos en el encuentro de Bogotá, hay que caminar hacia la construcción de la Iglesia Indígena, "...en nuestro Continente la Iglesia ha de colaborar al nacimiento de las Iglesias particulares indígenas con jerarquía y organización autóctonas, con teología, liturgia y expresiones eclesiales adecuadas a una vivencia cultural propia de la fe, en comunión con otras Iglesias

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particulares, sobre todo y fundamentalmente con Pedro". (La evangelización de los indígenas en vísperas del medio milenio... página 19).

"Desde antes de la evangelización había en vuestros pueblos semillas de Cristo. Estáis convencidos de estar unidos más allá de la muerte. Vuestros pueblos identifican el mal con la muerte y el bien con la Vida. Vuestros pueblos tienen un vivo sentido de la justicia y Jesús proclama bienaventurados a los sedientos de justicia (Mt. 5,6) Vuestros pueblos dan gran valor a la palabra; y Jesús es la Palabra del Padre. Vuestros pueblos son abiertos a la interrelación: diría que vivís para interrelacionaros, y Cristo es el Camino para la relación entre Dios y los hombres y de los hombres entre sí. Todo esto son semillas de Cristo, que la evangelización encontró y logró purificar, profundizar y completar". (Juan Pablo II. Discurso a los indígenas en Latacunga).

El pensamiento del Papa y de los Obispos reunidos en Bogotá, es claro, definido. No se trata de contar con uno que otro sacerdote indígena al servicio global de cristianos-de diversas culturas. Se trata de procurar el nacimiento de una auténtica Iglesia indígena, al servicio del pueblo indígena, mediante el ministerio de sacerdotes y obispos indígenas, de religiosas indígenas, formados de acuerdo a su cultura, fuera de todo peligro de pérdida de la identidad propia. Se trata de promover una auténtica Iglesia indígena, con orga­nización propia, con Filosofía y Teología indígenas, con Sim-bología y Liturgia indígenas. Sin embargo se trata que esta Iglesia con nítida identidad indígena se desarrolle en comunión de Fe y de Amor con todas las demás Iglesias particulares y con la Iglesia presidida por Pedro.

Objetivo general de este Plan de Pastoral Indígena es, por todo lo dicho, la construcción de una Iglesia Indígena.

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IV CRITERIOS

1. Valorar y defender la cultura indígena.

2. Tomar en cuenta los valores culturales para el anuncio de la Buena Nueva.

3. Tomar conciencia que vivimos en un país pluricultural.

4. Tomar conciencia de la presencia de indígenas en cada Diócesis.

5. Inculturación esforzada: conocimiento vivencial de la situación de los indígenas viviendo con ellos, aprendiendo su lengua, valorando y asumiendo su cultura.

6. Superar el paternalismo y las actitudes dominantes.

7. Dar confianza a los indígenas y, reconocer y tener fe en sus capacidades.

8. Superar el miedo de que el indígena se organice y tome funciones de responsabilidad.

9. Vencer el miedo a las organizacions indígenas.

10. Asumir una actitud de valentía con ellos, haciendo nuestros sus problemas. Comprometerse, especialmente, con los problemas de la tierra y de la falta de fuentes de trabajo.

11. Acompañar a las organizaciones indígenas y buscar la unidad del Movimiento Indígena.

12. Respaldar y no obstaculizar el hecho de que los indígenas se responsabilicen de su propio pueblo indígena. Respaldar las luchas del pueblo indígena, de sus organizaciones hasta las últimas consecuencias.

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13. Mayor fidelidad a las exigencias del pueblo indígena.

14. Tener fe en el futuro de los pueblos indígenas.

15. Apertura a la renovación de la Iglesia.

16. Actitud de comprensión: las "Semillas del Verbo" están en el pueblo indígena.

17. Quitar el miedo a ser desplazados en el servicio dentro de la Iglesia.

18. Valorar los ministerios laicales que emergen del mismo pueblo indígena y alentar la posibilidad de formación de sacerdotes indígenas. Apertura a una Iglesia pluricultural.

19. Compartir responsabilidades pastorales con los indígenas.

20. Considerar que la Pastoral Indígena rebaza los límites dioce­sanos. Pensar en un sentido global: nacional y latino­americano.

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V. OBJETIVOS ESPECÍFICOS

1. Apoyar la lucha, por medios justos y métodos pacíficos, en unos casos, por la recuperación de la tierra, en otros, por la defensa de sus territorios, a los indígenas de la Sierra, de la Costa y del Oriente, tomando en cuenta que la tierra, considerada como madre forma parte principal y vital de la cultura indígena.

2. Favorecer la organización comunitaria, en vez de cualquier otro tipo de organización, en base a la organización familiar, como fundamento de una organización nacional unificadora, tomando en cuenta que la comunidad es otro factor importante de la cultura indígena.

3. Aportar a la concientización y a la formación de dirigentes indígenas a diferentes niveles.

4. Contribuir a la iniciación de experiencias de formación al sacerdocio y a la vida consagrada.

5. Estimular la investigación de la Historia, de Filosofía,'de mitos, símbolos y cuentos indígenas, para la elaboración de una Teología y de una Liturgia propia de los indígenas.

6. Aportar a la labor misionera, a la formación de comunidades cristianas de base indígena y a la formación de ministerios laicales indígenas.

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VI. ACCIONES

1. Para recuperar la tierra:

- Organizar en donde sea posible, la Caja Comunitaria Indígena, durante una primera etapa, a nivel provincial; posteriormente, a nivel nacional.

- Cuando la Caja Comunitaria Indígena cuente con fondos suficientes, se procederá a conceder préstamos a las organizaciones miembros, no a individuos, que presenten proyectos de desarrollo económico comunitario, que tengan por base la adquisición de tierras. De esta manera, las comunidades indígenas de la Sierra podrán ir recuperando gradualmente la tierra sin el uso de la violencia.

- Para el funcionamiento de la Caja Comunitaria Indígena, se pondrá en vigencia un Reglamento debidamente discutido y aprobado por los interesados.

- En el caso de que alguna comunidad o un conjunto de fa­milias reclamen el derecho a la tierra, en base a argumentos justos y legales, se les dará el apoyo conveniente y oportuno, mediante un servicio jurídico.

2. Para la defensa de territorios:

- Se creará opinión pública favorable, a través de los medios de comunicación social.

- Se harán las gestiones pertinentes ante las autoridades del Estado, en defensa de los derechos de las comunidades indígenas a contar con un territorio vital suficiente debida­mente legalizado.

- Se buscará solidaridad de otras organizaciones indígenas y no indígenas, en apoyo de su justa causa.

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3. Para favorecer la organización comunitaria:

- Se pide a los encargados de la Pastoral Indígena de cada Diócesis y de cada jurisdicción eclesiástica prestar primordial atención a la pastoral de la familia indígena, a fin de conservar y cultivar los valores que ésta mantiene todavía.

- Se organizarán cursos en cadena de promotores de orga­nización comunitaria, ante todo a nivel nacional y, luego, con el trabajo de estos promotores, a nivel local y provincial, con el anhelo de multiplicar promotores indígenas de organización comunitaria.

- La tarea de los promotores comunitarios de las diversas etnias será: suscitar primeramente organizaciones de base; cuando estas hubieren adquirido suficiente madurez, suscitar nacimiento de Federaciones. Más tarde, será posible, primero, constituir una organización global por etnias, se­gundo una integración entre las diversas etnias; tercero, una integración con otros sectores del pueblo ecuatoriano.

4. Para la formación de dirigentes:

- Ofrecer por lo menos un curso anual nacional de formación de dirigentes.

- Ofrecer la colaboración del Departamento para la realización de cursos de formación de dirigentes que se organicen a nivel de provincia.

5. Para la formación al sacerdocio y a la vida con­sagrada:

- Presentar a la consideración de la Conferencia Episcopal, por petición hecha en el Encuentro de enero de 1986 sobre Pastoral Indígena, realizado con la participación de Obispos y sacerdotes, un Proyecto de experiencia de formación de jóvenes indígenas aspirantes al sacerdocio.

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- Realizar, a petición de parte, tres reuniones de orientación y formación a la vida consagrada con jovencitas indígenas ya interesadas en descubrir su vocación en orden a un servicio misionero en las comunidades indígenas del Ecuador.

6. Para estimular la investigación:

- Motivar, mediante una comunicación circular, a cada Diócesis y a cada jurisdicción Eclesiástica, a encargar a alguno o a algunos de los agentes de Pastoral Indígena el inicio de una seria investigación sobre la Historia, la Filosofía, mitos, símbolos y cuentos de los indígenas.

- Promover un encuentro de intercambio de trabajos inves-tigativos, a nivel interdiocesano.

- Crear un Centro de documentación que recoja libros y pu­blicaciones ya dadas a luz sobre cultura indígena y los nuevos estudios que se vayan realizando.

- Crear un Equipo de reflexión y de elaboración de Teología y Liturgia indígenas.

- Organizar encuentros y seminarios sobre Teología de la Tierra, Teología de la Comunidad, Teología del Dinero, Teología de la Misión, Eclesiología indígena.

7. Para la formación de ministerios laicales

- Organizar cursos a nivel nacional para la formación de animadores de Comunidades Cristianas de Base Indígenas, Catequistas y Misioneros.

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- Colaborar en la realización de cursos de formación para cualquiera de estos ministerios. Cuando el Obispo de una Diócesis o de una Jurisdicción eclesiástica lo solicitare o autorizare.

Riobamba 22 de febrero de 1.986

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FONDO ECUATORIANO POPULORUM PROGRESSIO