Módulo 1. Contexto familiar

PROGRAMA DE FORMACIÓN

A FAMILIAS

DIRECCIÓN GENERAL DE FAMILIA, INFANCIA Y VOLUNTARIADO

INSTITUTO MADRILEÑO DE FORMACIÓN Y ESTUDIOS FAMILIARES - IMFEF 1

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MODULO 1

CONTEXTO FAMILIAR


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INDICE

1.- SOBRE LA FAMILIA (IDEAS PRELIMINARES) ............................................. 3

2.- CAMBIOS DE LA FAMILIA ............................................................................... 5

2.1 Estructura más reducida ........................................................................................ 5

2.2 Estructura más abierta .......................................................................................... 5

2.3 Modelo educativo .................................................................................................. 6

2.4. Cultura basada en la sociedad de bienestar ......................................................... 6

2.5 Modificación de las funciones asignadas a cada género ...................................... 6

3.- FUNCIONES FAMILIARES ............................................................................... 7

3.1 Funciones de cuidado ............................................................................................ 7

3.2 Funciones afectivas ............................................................................................... 9

3.3 Función educativa ................................................................................................. 9

3.4 Funciones de desarrollo personal ......................................................................... 9

4.- FAMILIA Y SOCIEDAD ..................................................................................... 14

4.1 Ajustes entre la familia y el conjunto social .......................................................... 14

4.2 Los Modelos de hijos ............................................................................................. 15

4.3 La Educación emocional en familia ...................................................................... 16


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1 - SOBRE LA FAMILIA (IDEAS PRELIMINARES)

La familia se identifica por los lazos afectivos. A diferencia de otros conjuntos sociales, estos

lazos tienen particularidades específicas que son fundamentales en la vida de los individuos, y se

establecen en las relaciones interpersonales. Estas uniones se manifiestan, fundamentalmente, a través

de los vínculos afectivos, y se completan con otras sensaciones como el deseo de proximidad física,

contacto corporal, búsqueda de apoyo en momentos especiales, en la convivencia, etc. Este vínculo es

primordial para la elaboración de sentimientos de confianza, seguridad y pertenencia.

En nuestro entorno cultural, las últimas generaciones han vivido

fases que han hecho que estas adaptaciones se hayan incrementado de

forma significativa y considerable. De hecho, se puede decir, que la

concepción que se tiene de la familia ahora difiere considerablemente

de la que se tenía de ella hace un siglo. Actualmente, la idea de familia

no está tan exclusivamente ligada a lazos de consanguinidad, y se

acepta considerarlo como tal a la surgida de otros lazos relativos a la

filiación o a la pertenencia, sin que necesariamente existan lazos

consanguíneos.

La otra forma de relación que domina más entre las personas en la

actualidad, podríamos denominarla como parentesco. El parentesco

etimológicamente proviene de las concepciones latinas parens-parentis

que significa padre o madre. Para el diccionario etimológico de la

lengua española, éste es el vínculo, conexión, enlace o relación que

existe entre las personas. En sentido amplio, se entiende el parentesco

como la forma específica de organización de las relaciones familiares y

el conjunto de fenómenos sociales derivados de la reproducción

biológica de los seres humanos.

El parentesco puede ser de varios tipos: Si este vínculo proviene de la sangre se llama parentesco

por consanguinidad. Si es la conexión que se da entre uno de los cónyuges y los parientes

consanguíneos del otro, se llama parentesco por afinidad. Y, si es el enlace que existe entre el padre, la

madre adoptante, los parientes consanguíneos y adoptivos de éstos y el hijo o los hijos adoptados, le

llamamos parentesco civil o por adopción. En cualquier caso, en esta realidad de parentesco, se

observa una dominancia mayor de lo relativo a los afectos y sentimientos, que de lazos de sangre,

aproximándolo más a otros tipos de vinculaciones posibles como las de amistad, de pertenencia,

grupales, etc.

Todo sistema de parentesco engloba dos niveles de realidad: Un sistema de denominaciones,

formado por los términos que expresan los distintos tipos de relaciones familiares (madre, tío, cuñado,

etc.), y un sistema de actitudes, que expresa la relación (de respeto o familiaridad, de amistad u

hostilidad, etc.) entre los individuos que utilizan aquellos términos. Es en este último de actitudes

donde se observa una mayor inclinación y similitud a otro tipo de vínculos.

La familia cumple una serie de funciones esenciales tanto en el desarrollo humano, como en el

conjunto social en el que está inserta. En la familia la funcionalidad supone que cada miembro

familiar cumple una función específica dentro de ella. Así los padres desarrollan unas funciones que

son diferentes a las de los hijos, hermanos y abuelos.

A lo largo del tiempo, la familia se ha ido adaptando y transformando, al hilo de las circunstancias sociales e históricas que le ha tocado vivir, dando pasos cualitativos que la han ayudado a cubrir las necesidades que han surgido en cada momento histórico.

http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Diccionario_critico_etimol%C3%B3gico_de_la_lengua_espa%C3%B1ola&action=edit&redlink=1

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Todos estos vínculos no tienen por qué darse en su conjunto para que podamos hablar de una

familia. Por ejemplo una familia puede estar unida sólo por vínculos afectivos y de convivencia sin

existir los lazos consanguíneos, como pueden ser actualmente las parejas que adoptan hijos.

Por tanto, diferentes vínculos implican distintos tipos de familia, como puedan ser las familias

adoptivas, monoparentales, es decir formadas por un solo progenitor, familias reconstituidas o

construidas de nuevo por uno de sus antiguos miembros, etc.

Se puede entender a la familia como la unidad mínima y básica de funcionamiento social, y que

tiene como objetivo el desarrollo de cada uno de sus miembros, delegando los mayores de generación

en generación, los privilegios, prebendas y patrimonio a los

venideros. Este desarrollo implica el proceso de maduración

de las personas en lo referido, por ejemplo, al crecimiento en

autonomía, libertad y responsabilidad, en la adquisición de

actitudes, normas y valores, etc.

La familia como conjunto social ha prevalecido a lo

largo de la historia. Sin embargo, tal y como señalábamos

anteriormente, la familia evoluciona a la par de la sociedad,

así por ejemplo y haciendo un poco de historia, fue un

espacio social específico de la madre, en el ejercicio de la

autoridad política interna y familiar en aquellas situaciones

en las que los varones se ausentaban del núcleo familiar

durante largos períodos de tiempo por razones de caza,

comercio o de guerra. Era más un espacio matriarcal.

Desde una perspectiva tradicional y etiológica, se ha

entendido la familia como aquella que proporciona fama,

prestigio, posición y reconocimiento social. Así, la familia era concebida como aquel conjunto que

dota a sus miembros de una determinada “condición”, cualidad, estatus o privilegio.

Esta idea de familia, ha ido desenvolviéndose, primero como linaje y estirpe, y posteriormente

como apellido, yendo en la actualidad hacia lo afectivo. En función del linaje o de la estirpe de la que

se procede nos referimos a la familia en relación a la ascendencia o descendencia de cada uno, de sus

miembros. Desde el punto de vista del apellido, las personas muchas veces se distinguen por ellos.

El concepto de familia se está transformando en una idea de lo familiar más abierta, donde caben

otros tipos de vínculos, que están basados en lo afectivo y en la convivencia. Todo parece indicar que

estos cambios en lo familiar y en lo social amplían la idea de parentesco con personas y sus realidades

sin necesidad de un vínculo de consanguinidad. Un buen ejemplo de ello lo significan las familias

reconstituidas.

Por tanto la familia es una

institución social en la que se dan:

Distintos tipos de

estructuras, o relaciones

entre sus miembros.

Una importante variedad

de estilos de convivencia.

Es una estructura

cambiante, es decir

evoluciona a la par que la

sociedad.


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2 - CAMBIOS DE LA FAMILIA.

En las últimas décadas la familia ha vivido cambios importantes tanto en su estructura como en las

funciones que desempeña.

Más en concreto, la familia española, como el resto de las familias de la cultura occidental, ha

experimentado a lo largo del pasado siglo modificaciones muy significativas en lo demográfico,

socioeconómico, laboral y en su sistema de valores, que han traído como consecuencia

transformaciones generalmente del siguiente tipo:

2.1 Estructura más reducida.

2.2 Estructura más abierta.

Desde una unidad familiar extensa, en la que convivían varias generaciones, representativa de las sociedades rurales agrarias, a un modelo nuclear, formado exclusivamente por la pareja y los hijos, más en consonancia con el tipo de sociedad industrial urbana.

Tradicionalmente la familia era extensa, compuesta la mayoría de las veces por tres generaciones: abuelos, padres e hijos, incluso en ocasiones tíos y primos que formaban parte del núcleo familiar.

Esta evolución hacia la familia nuclear, efectuada a lo largo del pasado siglo, ha influido en el estilo relacional entre sus miembros, especialmente en lo relacionado con el cuidado de los hijos. En la familia extensa, este cuidado estaba a cargo de la totalidad de los miembros, en tanto que constituían una unidad familiar. En la familia nuclear, el cuidado de los hijos suele estar reducido a los progenitores.

La familia occidental actual es más abierta e influenciable por factores externos a ella, y que son propios de la sociedad en la que está inserta, como son:

Los medios de comunicación, como puede ser prensa, radio, o cine, y especialmente la televisión. Su efecto tiene gran repercusión en los modelos de estilos de vida que se practican y en los estilos educativos que se llevan a cabo, pues inciden de manera directa en los referentes ideales, y en la consecución o no de las finalidades educativas perseguidas por las familias.

Los factores tecnológicos. Es importante resaltar el papel que cada vez juega más las tecnologías de información y comunicación, y en particular la red de Internet. Su fácil acceso y presencia en los hogares, hacen que se convierta en un factor clave en las dinámicas internas de las familias, tanto en su vertiente educativa, de ocio y de relación social. Es preciso que exista un control por parte de los padres que ayude a prevenir el mal uso de las mismas.

Los centros educativos. La relación entre familia y la escuela permitía en otra época, tener criterios comunes en el ejercicio de la función educativa. Hoy en día la calidad de las relaciones familia-escuela viene condicionada principalmente por las actitudes que tanto padres como profesores tengan de esa relación y la necesidad de potenciarla. Es destacable, en el mundo en que vivimos, la importancia creciente que adquieren los niveles educativos en la formación futura de los hijos, y el efecto que esto supone en las relaciones entre los padres y el centro educativo.

Al respecto de la influencia de

la escuela en la familia, se deduce la

conveniencia de establecer relaciones

de colaboración más o menos

estables, de manera que puedan

sumarse los esfuerzos educativos de

ambas instituciones, y no restarse

como sucede en ocasiones cuando se

deslegitima la labor educadora de los

padres o de los profesores.


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2.3 Modelo educativo.

Anteriormente se ha educado en modelos autoritarios, donde se valora excesivamente la

obediencia, se castiga la transgresión, las normas son estrictas y no se priman las necesidades de los

miembros de su familia, sino su cohesión interna y jerarquía dominante.

Actualmente los padres no quieren reproducir ese patrón, tienen una referencia negativa del

estilo utilizado en otras épocas, saben lo que no deben hacer, pero muchas veces desconocen lo que

deben hacer, por eso se genera una incertidumbre ante qué estilo educativo utilizar y que objetivos

perseguir.

Por tanto, el juego de roles entre padres e hijos está en proceso de cambio, búsqueda y

evolución.

2.4 Cultura basada en la sociedad de bienestar.

Los padres que actualmente educan y hacen “familia”, en su infancia vivieron con medios

escasos y cierta precariedad de recursos, y en estos momentos sus hijos se desarrollan en un medio de

bienestar, de prosperidad económica, y abundancia de instrumentos y recursos.

Estas diferentes formas de vida, a veces antagónicas, influyen tanto en el estilo educativo que

se ofrece como en los valores que se transmiten -consumo, placer, esfuerzo, trabajo, etc-, generándose

desconcierto en los patrones a seguir, los modelos de referencia e incertidumbre en las decisiones a

adoptar.

2.5 Modificación de las funciones asignadas a cada género.

El mundo laboral supone, generalmente, menor tiempo y dedicación al cuidado y atención de

los hijos, por el efecto que supone pasar más tiempo en lo externo que en lo interno familiar.

El reparto de roles de cuidado, por tanto, debe ser distinto y cambiar en los padres. En este

reparto, actualmente intervienen terceras personas como son cuidadores y abuelos en las diferentes

dinámicas familiares que se producen. Si estos cambios no se hacen y no se organizan correctamente,

pueden producir tensiones, carencias y disfunciones en la vida familiar.

La familia está en proceso de cambio en varios niveles, por tanto se ha de gestionar un modelo de referencia válido y adecuado a esta nueva situación. Las referencias

anteriores son solo parcialmente válidas, y las nuevas están por hacerse.


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3 - FUNCIONES FAMILIARES.

La familia cumple una importante serie de funciones, que son imprescindibles en el

funcionamiento adecuado del conjunto, del desarrollo de sus miembros, de las dinámicas de

convivencia y en la sociedad actual. Estas funciones han de ser aceptadas y asumidas por cada uno de

sus miembros y ejercidas de manera responsable, más cuanto mayor nivel de jerarquía se ocupa en el

conjunto familiar.

Estas funciones pueden categorizarse, en orden de prioridad y jerarquía con respecto al

desarrollo de las personas, en las siguientes funciones:

1.- Cuidado 2.- Afectivas 3.- Educativas 4.- Desarrollo personal

Estas funciones están encadenadas en sentido descendente, por tanto, es necesario el desarrollo de

las primeras funciones para que se den las segundas, puesto que son las prioritarias.

3.1.- Funciones de cuidado

Entre estas se incluyen las funciones de:

Alimentación

Seguridad

Protección

Higiene

La totalidad de estas funciones se recogen en el conjunto de criterios, acciones y decisiones,

que suponen las “Pautas de crianza”. En general son conocidas por la mayoría de la población, y

difundidas a través de diferentes medios y servicios, entre los que destacamos la asistencia pediátrica,

por lo que solo nos detendremos en aquéllas que puedan tener repercusiones psicosociales importantes.

Para el resto aconsejamos la bibliografía correspondiente al final del módulo.

La alimentación implica satisfacer las necesidades nutritivas de los miembros de la familia, por

lo que será importante que las familias conozcan pautas de alimentación adecuadas para la salud, las

necesidades alimenticias según las etapas, los hábitos alimenticios adecuados y las recomendaciones

de alimentación en grupos prioritarios de alimentos que se señalan en la pirámide de alimentación.


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Una labor básica de los padres es generar en sus hijos unas pautas de alimentación adecuadas.

Entre ellas, que se respeten unos horarios, los tipos de comida y unas normas básicas, como por

ejemplo, de higiene, al tiempo de no ceder a los deseos caprichosos de los hijos, a sus impulsos, o al

manejo de la ingesta como factor de intercambio de privilegios o premios.

Es habitual en la actualidad, encontrarse con que la alimentación es utilizada por el niño como

instrumento de poder o chantaje para conseguir algún beneficio de los padres, como por ejemplo, un

premio, un regalo, o simplemente un capricho.

Como señalábamos antes, otra función importante que cumplen las familias es la de

proporcionar a sus miembros seguridad y protección. Se trata de que las familias:

Sepan prevenir y evitar enfermedades.

Curar las dolencias y enfermedades.

Evitar peligros y prevenir riesgos.

Mantener una relación emocional sana entre los miembros.

Controlar la tensión y posible agresividad de sus miembros.

Prevenir y evitar enfermedades supone tener buenos hábitos sanitarios, para ello es conveniente

crear estilos de vida saludables, lo que supone tener adecuados hábitos de descanso, de ejercicio físico,

de alimentación, etc.

Curar las dolencias supone tener un conocimiento de primeros auxilios y conocer el

funcionamiento del sistema sanitario, por si fuera necesaria su asistencia.

Evitar y prevenir peligros supone pautas de conducta adecuadas, de vigilancia y control sobre

los menores, así como mantener el entorno físico en condiciones que no supongan peligro para ellos.

Mantener una relación emocional sana entre los miembros, supone una actitud de respetar a

cada uno el papel, su jerarquía y sus necesidades en función de su momento evolutivo, al tiempo que

se creen vías de expresión emocional que canalicen las vivencias que en el seno familiar se producen.

Controlar la tensión y posible agresividad de sus miembros. Hay que aprender a tratar o

resolver conflictos, que toda convivencia supone, de forma adecuada, asumiendo que existen

diferencias y que hay que respetar unas normas mínimas de convivencia.

Es importante dar a los hijos:

Pautas adecuadas y consistentes de comportamiento, de forma que sepan distinguir lo que

está bien y lo que está mal, aprendiendo de nuestras valoraciones.

Formas de sentir y expresar, de forma que sepan:

- Expresar lo que cada cual quiere, siente y piensa.

- Controlar los impulsos.

- Manejar las emociones, sentimientos y emociones de forma adecuada, tanto a las

emociones positivas, como por ejemplo, de alegría o de éxito, como a las negativas, de

frustración, rabia, enfado, etc. Más adelante trataremos el tema con más detenimiento.


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En la actualidad, en el ámbito familiar, se está dando, dentro de las prioridades de los padres, mayor importancia a los aspectos educativos y de desarrollo escolar, que a los aspectos afectivos. De ahí que nos encontremos con frecuencia padres más preocupados por proteger a sus hijos que por manifestarles su afecto, más preocupados por el buen desarrollo académico que por el aprendizaje emocional, siendo éste una faceta tan importante de la personalidad.

3.2. Funciones afectivas.

Las funciones afectivas, junto con las funciones básicas, son las más importantes que

desempeña la familia. La importancia de las funciones afectivas radica en que éstas tienen que ver con

las relaciones que se establecen entre las personas como grupo, y no solo como individuo. La función

afectiva engloba al resto de aspectos familiares, encuadra las relaciones de sus miembros y dota al

ambiente de unas características específicas e impregnadas de un tono fundamental.

El tipo de afectividad que se da en las relaciones familiares, tienen un tono de

incondicionalidad que la diferencia del resto de relaciones afectivas, y que supone una huella

imborrable en la vivencia de todos sus miembros. De ahí la importancia de establecer una atención

especial sobre ella, por encima de otro tipo de funcionalidades.

El afecto a los hijos se entiende desde una doble vertiente: quererlos y que se sientan queridos.

Esto supone tanto sentirlo y expresarlo como facilitar que lo sientan y que lo expresen. La afectividad

familiar, igualmente, se establece en todas las relaciones que se dan en su seno: entre padres e hijos (y

viceversa) como entre hermanos y otros miembros del conjunto familiar.

Generalmente las deficiencias en el desarrollo de estas funciones son poco visibles, y en

cambio dan lugar a carencias que tienen trascendencia en el desarrollo evolutivo del menor.

Aconsejamos muy especialmente en la primera infancia relegar el resto de aspectos funcionales para

dar prioridad al aspecto afectivo y emocional.

Esta función afectiva varía en relación a los estados evolutivos de los hijos. Así, los vínculos

afectivos que se dan entre los miembros de la familia, son piramidales, jerárquicos, no se suplantan,

sino que se implementan unos con otros aumentando con la edad.


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De este modo en la primera infancia la función afectiva se basa en el apego. En el campo del

desarrollo infantil, el apego se refiere a un vínculo específico y especial que se forma entre madre o

cuidador y el niño. El vínculo de apego tiene varios elementos claves:

1) Es una relación emocional perdurable con una persona específica.

2) Dicha relación produce seguridad, sosiego, consuelo, agrado y placer.

3) La pérdida o la amenaza de pérdida de la persona con quien se establece el apego, evoca una intensa ansiedad.

El vínculo de apego ofrece un andamiaje funcional para todas las relaciones que el niño

desarrollará en su vida. Una relación sólida y saludable con la madre o cuidador se asocia con una alta

probabilidad de crear relaciones saludables con otras personas, mientras que un pobre apego parece

estar asociado con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida.

En la segunda infancia, el desempeño de las funciones afectivas evolucionará hacia

reconocimiento mutuo entre sus miembros, que se manifiesta en el fomento y desarrollo de las

capacidades de los niños, conquista de su autonomía y ampliación de los lazos afectivos al resto del

conjunto familiar y extrafamiliar.

Finalmente, en la etapa de la pubertad y adolescencia, la función afectiva ha de estar ligada al

concepto de sí mismo que los hijos establezcan y con la capacidad de aceptar a los otros y aceptarse a

sí mismo.

3.3. Función educativa.

La siguiente función a desarrollar en el ámbito familiar es la de educación, pues la familia es la

primera institución educadora. Esta función es compartida por cada uno de los adultos de la pareja

educadora y atañe a toda la sociedad, y progresivamente va incorporando a más agentes en su proceso.

La educación es una necesidad de los hijos y un deber de los padres. Educar ha de ser una

función contínua que supone:

→ Ayudar a desarrollar todos los

potenciales de que dispone el ser

humano.

→ Formar, transmitir ideas, conceptos,

valores y actitudes.

→ Propiciar el deseo de aprender para que

en el futuro sean independientes en la

toma de sus decisiones.

→ Apoyar y dotar a los menores de los

medios y recursos necesarios para el

aprendizaje.

→ Establecer modelos que sirvan de

referencia en el proceso de aprendizaje.

→ Asumir posibles riesgos que puedan

desarrollarse durante el aprendizaje de

los hijos.


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Los padres son los agentes responsables de la educación de sus hijos, y ésta no puede ser

delegada simplemente en los demás, en los medios de comunicación, o en las nuevas tecnologías como

son los ordenadores, videoconsolas e Internet.

La educación cumple tres funciones básicas:

De aprendizaje Socializadora Normativa

La función de aprendizaje implica

dar a conocer el medio en el que se vive,

desarrollar conocimientos útiles para la

vida diaria, estructurar la realidad para

manejarse en ella, adquirir un lenguaje,

desarrollar el pensamiento y el intelecto, su

motricidad y el resto de facultades globales.

Dar a conocer el medio en que se

vive implica enseñar las funciones que

cumplen los organismos públicos, los

campos laborales, las instituciones

benéficas, las ONGs, etc.

Algunos de los conocimientos útiles

para la vida diaria, son los hábitos de aseo

e higiene, de alimentación, de vestido y

calzado, el dinero, los diferentes objetos de

la vida cotidiana, el conocimiento de los

medios de transporte y de comunicación, el

manejo de las tecnologías de la

información, etc.

Estructurar la realidad supone

acotarla en sus distintos aspectos, como son

el trabajo, el ocio, el autocuidado y el

respeto hacia los demás, así como al

medioambiente, etc.

Finalmente, la función de

aprendizaje abarca todos los aspectos del

desarrollo de una persona, desde su más

tierna infancia, aspectos como el lenguaje,

el intelecto, la psicomotricidad, etc.

La socialización se ha de entender

como un proceso interactivo mediante el

cual el niño satisface sus necesidades

básicas, asimila los motivos, normas,

valores, conocimientos, de la sociedad a

la que pertenece.

Mediante la socialización también

se adquiere el conocimiento de las

relaciones interpersonales, así los niños

empiezan a comprender no sólo las

características de aquellos con los que

conviven, sino también de las relaciones

que les ligan a ellas (autoridad, liderazgo,

amistad, sumisión, compañerismo, etc.).

Este proceso de socialización

cambia de una cultura a otra, de unos

grupos sociales a otros y depende del

momento histórico.

La familia enseña los valores

sociales y culturales que hacen de él un

miembro activo de su propia familia y, por

ende, de la sociedad. Dicho de otro modo,

la socialización trata de transformar a un

niño totalmente dependiente de sus padres

en una persona autónoma, con plena

independencia para desarrollarse en la

sociedad.

La responsabilidad de socializar

es compartida por profesores, abuelos,

vecinos, etc.


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3.4. Función de desarrollo personal.

Esta función da sentido a las funciones mencionadas anteriormente, pues de lo que se trata en

lo familiar y en lo parental, es de forjar personas sanas, maduras, capaces y autónomas en su realidad

personal, por lo tanto, no podemos olvidarnos de que todo lo mencionado anteriormente está al

servicio de la persona, proyectado hacia el futuro y hacia su propia individualidad.

Estos objetivos son a muy largo plazo, pero suponen distintas acciones a lo largo de todo el

ámbito educativo, desde la dependencia total al inicio de la vida, a la autonomía absoluta al final del

desarrollo, y se deben ir concretando en los diferentes momentos evolutivos que suponen la infancia y

la adolescencia como objetivos generales a desarrollar mediante pautas concretas, adecuadas a cada

edad. Éste será el objetivo a lograr en los contenidos del módulo tercero.

Esta función pretende favorecer la autonomía e independencia de los hijos, por lo que está muy

relacionada con el resto de las funciones familiares.

Los objetivos relacionados con el desarrollo personal implican el desarrollo de todos los

ámbitos de la personalidad. Esto supone la enseñanza y el conocimiento de capacidades que sirven

para atender las demandas de la vida diaria, como por ejemplo:

× Capacidad de autoaceptación y superación.

× La progresiva autonomía en la realización de actividades de la vida cotidiana.

× Aprender a conocer el mundo y la realidad que les rodea.

× El análisis de situaciones y tomar decisiones.

Otra faceta de esta función es la normativa: La función normativa incluye el aprendizaje de

hábitos individuales correspondientes a la cultura en la que se inserta como: comer adecuadamente,

vestirse, asearse, mantener un horario compatible con otras actuaciones (vigilia-sueño);

habilidades sociales, como son pedir cosas, escuchar, preguntar, adquisición de conductas

prosociales, como pueda ser el intercambio de objetos y evitar las conductas consideradas

indeseables.

Todo esto supone el conocimiento de patrones, normas, valores y hábitos sociales en el

control de la propia conducta.

Es fundamental que los padres establezcan reglas y límites claros para fortalecer conductas

y lograr la adaptación suficiente de sus hijos. Los niños necesitan ser guiados por los adultos para

que aprendan a actuar de la manera más adecuada.

La educación de estos aspectos se inicia desde el nacimiento y su adquisición comienza

antes de los dos años, pero su verdadero desarrollo tiene lugar de forma gradual y progresiva a

partir de esa edad en adelante.

Los límites deben basarse en las necesidades de los niños. Por tanto, la función normativa

debe ser acorde con la edad de nuestros hijos. Poner límites claros y adecuados a sus capacidades.

La función normativa, pretende la interiorización de valores, normas, conductas y

pensamientos y está ligado con el desarrollo ético de las personas.


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× A solucionar problemas y conflictos.

× La adquisición de habilidades de relación.

× El control de las emociones y los impulsos.

× Las capacidades de comunicación.

× El autocuidado y el cuidado de los demás.

× A programar acciones para conseguirlas y la planificación de su vida.

× La capacidad para administrar su tiempo libre.

Evidentemente, hay limitaciones en el desarrollo de esas funciones como las referentes a

cuestiones más concretas que requerirán de la intervención, asesoramiento y orientación de

profesionales adecuados y especializados con quienes consultar (pediatras, psicólogos, educadores,

etc.).


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4 - FAMILIA Y SOCIEDAD.

4.1. Ajustes entre la familia y el conjunto social.

Para los especialistas en el tema, cada vez es más importante que los padres realicen ajustes

entre los aspectos familiares –microsocial– con los aspectos sociales –macrosocial–, pues afirman que

algunos de los problemas más importantes actuales, se deben a una incorrecta relación entre ambas

instancias.

En la actualidad, algunos parámetros importantes en la cultura de la familia, entran en

“colisión” con otros de carácter social, de manera que ambas influencias pueden generar ciertas

contradicciones y conflictos que conviene tener en cuenta para evitarlos. Un ejemplo simple de este

efecto, lo podemos encontrar cuando los hijos a edades tempranas solicitan a sus padres un móvil para

su uso personal amparándose en que todos sus amigos lo tienen, mientras lo padres, desde su forma de

entender los privilegios y necesidades que aquellos tienen, no consideran que sea adecuado ni por su

edad ni por su utilidad.

Al igual que este ejemplo, sucede con muchas otras cuestiones, algunas de más calado en el

desarrollo personal de los hijos, que los padres tienen que resolver, no sin cierto conflicto con sus hijos

–los horarios de llegada a casa, las actividades de ocio que realizan, la demanda para obtener ciertos

medios tecnológicos, etc.–.

El modelo que propician algunos agentes

sociales, relegan a los padres a veces a un papel de

mera significación testimonial, frente a un modelo

generalizado que supone una avalancha de

consumo, gasto y medios tecnológicos, que les

resulta difícil regular y pautar. Para éstos, en su

intención de propiciar la mejor educación posible

para sus hijos, es fácil dudar sobre las decisiones a

adoptar, pues no desean que se queden al margen

de lo considerado colectivamente como lo normal.

Por lo tanto, los padres deben:

Como comentamos anteriormente, la familia actual es una estructura cada vez más abierta e influenciable, de manera que hay más “agentes” que intervienen en los procesos que se llevan a cabo en las dinámicas familiares. Conocer la importancia de los nuevos agentes – series televisivas, ocio y medios tecnológicos –, como tener una adecuada relación con los tradicionales – escuela, vecindario, grupos de amigos –, se hace cada vez más trascendente en lo relativo a la educación de las futuras generaciones. Debido a la escasez de tiempo del que disponen los padres para la vida en familia, estos ajustes se convierten en aspectos realmente destacables y prioritarios en el ejercicio educativo que realizan.

Conocer suficientemente los diferentes medios y

recursos.

Tomar decisiones en conjunto con su pareja sobre su adecuación.

Especificarles a los hijos el porqué de sus decisiones.

Pautar la manera en cómo serán utilizados y cuándo.

Mantenerse atentos a cualquier cuestión, comentario o incidencia que surja entorno a ellos.

Controlar y supervisar el manejo por parte de sus hijos.


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En realidad, las cosas no son buenas o malas en si mismas, sino que depende en buena parte del

uso que de ellas se haga. La red que provee Internet permite acceder a una fuente de información muy

amplia, pudiéndose convertir en un buen acceso cultural muy útil en tareas instructivas y didácticas,

pero, igualmente, permite acceder a páginas para las que los pequeños no suelen estar debidamente

preparados.

4.2. Los modelos de hijos.

Durante las sesiones del curso vamos a ver las diferentes ideas que los padres tienen respecto a

lo que lograr con sus hijos. En realidad, éstos están influidos no sólo y exclusivamente por lo familiar,

sino, como hemos recalcado, la familia actual está fuertemente influida por más aspectos del entorno.

Podríamos decir, que los hijos que van moldeándose a través de cada uno de estos agentes, van

creando un tipo de persona diferente. Así, por poner un ejemplo fácil de entender, los anuncios de

televisión crearan “consumidores”, las escuelas “estudiantes”, las actividades deportivas “deportistas”,

los usuarios de Internet “chateadores”, etc. Todos ellos van creando el “modelo de individuo social”.

Cada padre tiene un modelo, más o menos explícito, de hijo “ideal” al que le gustaría que su

hijo se acercara y se lograra. Ese hijo modélico, supone por parte de los estilos educativos y

relacionales que los padres ejercitan en la convivencia, unas líneas o parámetros de actuación a

desarrollar en el proceso de construcción de la identidad de los menores. Los padres y las madres

intentan ir moldeando a éstos conforme a ese ideal de comportamiento, de pensamiento, de valores y

creencias, de cara a un futuro final en el que se enfrentarán por sí solos a la vida y al mundo que le

rodea. Esto conforma el “modelo de hijo familiar”.

Por último, cada individuo tiene unas características propias que le diferencian y le definen

como alguien específico y distinto de los otros. Con las diferentes formas de educación e influencia

recibidas, pero, sobre todo, con su particular forma de percibir el mundo, sentir sus vivencias, y

procesar sus experiencias, progresivamente se va fraguando su propia identidad característica y

diferencial, que podemos etiquetar como el “modelo de persona real”.

En el “juego” que establecen estos tres modelos o referencias educativas, se irán produciendo

las distintas formas de desarrollo y objetivos a cumplir. Bien es cierto que en las últimas dos décadas

se nota un importante incremento de los aspectos relativos a lo social, como bien se puede comprobar

en la influencia que los amigos tienen en los chicos cuyas edades están entorno a la adolescencia,

generalmente en detrimento de las influencias familiares. Por ello no es extraño que los padres vean, a

veces perplejos, como sus hijos de “siempre” empiezan a tener conductas y a hacer demandas, que no

les cuadra con la percepción que han tenido de ellos hasta ese momento.


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4.3. La educación emocional en la familia.

Cuando hablamos de familia, y más cuando se trata de un curso para padres, son habitualmente

mencionadas las cuestiones afectivas, evolutivas y las relacionadas con la educación de los menores.

Suele ser una asignatura pendiente lo relativo a la “educación en las emociones”.

Los padres son las personas idóneas para establecer los parámetros adecuados de esta

educación específica, y, si no lo hacen ellos, no nos vamos a encontrar fácilmente con personas y

entornos que lo puedan hacer, pues faltará el grado de confidencialidad, intimidad y convivencia

suficiente y significativa para que pueda producirse. No solamente no es legítima la demanda de los

padres hacia los profesores en esta línea, sino que además es inviable.

En la conciencia de los padres suele estar la idea de que los “moldes” formales de

comportamiento sean vistos como antiguos, rígidos y excesivamente estrictos, sustituyéndolos por

otros más flexibles y adaptados. Siendo correcta por sí misma esta sustitución, ya que crea un ambiente

de convivencia más fácil para todos, con frecuencia se crea una cierta carencia de referentes en la

forma en que son tratadas las emociones.

En algunos de los más exhaustivos y prestigiosos estudios respecto al tema, se indica la falta de

“patrones” o líneas de actuación adecuadas para el manejo de las emociones, y se hace referencia a la

evidente carencia de éstos en el comportamiento de la persona cuando inicia la etapa más puramente

individual como es la adolescencia. Se dice de ellos que son “analfabetos” emocionales.

Así, enseñar a manejar la ira y

la rabia, las situaciones que provocan

frustración o impotencia, y todas

aquellas emociones negativas que se

suelen dar en la vida cotidiana, es

necesario para la formación y el

desarrollo correcto de los hijos. De la

misma manera que se hace cada vez

más importante manejar impulsos

como el “deseo”, en una sociedad

cada vez más favorecedora de los

consumos y la consecución del placer

a través de la obtención y la compra

de distintos objetos, siempre

revestidos de aspectos muy

atractivos. “Enseñar a desear”, en lo

que supone de desvelar lo que las

cosas realmente son, organizar estos

deseos para que su consecución tenga

un coste que lo haga valorable por

quién lo quiere, posponer su

obtención para evitar el impulso

inmediato de placer, etc. son

ejercicios saludables que los padres

pueden propiciar en sus hijos.

(Proponemos en el cuadro adjunto algunas iniciativas interesantes al respecto.)

Póngale nombres a las “sensaciones” para identificar las emociones.

Especifique aquellas que son positivas y diferéncielas de las negativas.

Explíqueles lo que son y lo que suponen.

Aproveche las situaciones que le rodeen para conversar sobre ellas con sus hijos.

Sea consecuente en los mensajes relativos a las emociones aún cuando se trate de ellos mismos.

Fomente una actitud crítica en lo relativo a las emociones negativas.

Favorezca una actitud de aprendizaje emocional a lo largo de la infancia, adecuado para cada etapa evolutiva.

Póngale nombres a las “sensaciones” para identificar las emociones.

Especifique aquellas que son positivas y diferéncielas de las negativas.

Explíqueles lo que son y lo que suponen.

Aproveche las situaciones que le rodeen para conversar sobre ellas con sus hijos.

Sea consecuente en los mensajes relativos a las emociones aún cuando se trate de ellos mismos.

Fomente una actitud crítica en lo relativo a las emociones negativas.

Favorezca una actitud de aprendizaje emocional a lo largo de la infancia, adecuado para cada etapa evolutiva.


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Se trata con todo ello de que la persona se acostumbre a manejar lo que le sucede, no evitar que

le suceda, pues las emociones son consustanciales al hecho de vivir -cuando tiene miedo, aprender a

darse temple; cuando siente tristeza, aprender a animarse; cuando tiene alegría, aprender a compartirla,

etc.-

Módulo 1. Contexto familiar

Education

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