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Junio_2009 www.mistura.cat Entre los murmullos y las palabras los labios hablan sobre los sonidos olvidados, que cortan silencios, nombran palabras con cien sendos. Un consuelo turbado, zás, pás vaso quebrado en el pensamiento. Emerge el libre pensador, silueta que dibuja sombras transformando en grietas, los movimientos líquidos que conectan entre sí. En la fusión, los gestos inspiran, traducen, invitan, imágenes, rostros, miradas de sendos... Donde las sombras bailan y invitan al desasosiego... Bocas cerradas. Aires contenidos. Gritos mudos, anclados en el miedo. El silencio de una vela, conduce la poéca de los olvidos, las memorias inmortales, los recuerdos de verdades vividas que se cruzan, se acercan y distancian en el espacio de pequeños resquicios… de voces, sombras, renacer, morir, silencios... Poesía Por Edmundo Santos Otras voces

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revista mistura

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Junio_2009

www.mistura.cat

Entre los murmullos y las palabraslos labios hablan sobre los sonidos olvidados,que cortan silencios,nombran palabras con cien senti dos.

Un consuelo turbado,zás, pás vaso quebrado en el pensamiento.

Emerge el libre pensador,silueta que dibuja sombrastransformando en grietas,los movimientos líquidos que conectan entre sí.

En la fusión, los gestos inspiran, traducen, invitan,imágenes, rostros, miradas de senti dos...

Donde las sombras bailan y invitan al desasosiego...Bocas cerradas. Aires contenidos.Gritos mudos, anclados en el miedo.

El silencio de una vela,conduce la poéti ca de los olvidos,las memorias inmortales, los recuerdos de verdades vividasque se cruzan, se acercan y distancianen el espacio de pequeños resquicios…de voces, sombras,renacer, morir,silencios...

Poesía

Por Edmundo Santos

Otras voces

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mistura nº24 2 junio de 20093

Nº24 junio 2009

Fundadores: Jorge PachecoSanti ago GorgasVerónica Rincón Ruben López

Editor: Santi ago Gorgas

Redactor jefe: Jorge Pacheco

Diseño artí sti co: Rubén López

Técnico informáti co: Marcos López

Colaboradores del mes:

María Pascual, Martí n Sueldo,Lenisio Dimas, Jorge Pacheco,Verónica Rincon,Santi ago Gorgas,Billy Purdie,Carmen Díaz,Fernando Dámaso.

Foto Portada: Rubén López

Web: www.mistura.catCorreo-e: [email protected]ósito legal: Gi.1379-2008

Impreso en: Morralla espai creati u

Una vez comprobada la efi cacia de mis argumentos, puedo plantear mi dimisión justifi cándola de una manera poco menos que brillante. Ante la comisión quisiera expresarme en los siguientes términos: Las razones de mi dimisión son claras e irrebatibles, por lo que, ante todo, les pido que tengan la ambilidad de no atosigarme sugiriéndome nuevas maneras de seguir adelante. Nada me hará cambiar de postura en este momento. Sé que esta digresión es un contartiempo para ustedes, pero debo dejarme llevar por el placer que me empuja a romper los esquemas neuronales que de un tiempo a esta parte han ido forjando la base sobre la que hoy se asientan demasiados pensamientos negativos. Necesito perspectivas diferentes de la situación, y debo decir que me marcho por un tiempo indefi nido, acuciado alegremente por el deseo de romper estos moldes que tanto me oprimen.

misturarevista de cultura y pensamiento

Los grafos nos llevaron a pensar en un problema cuya solución no se había descubierto todavía. Fue entonces cuando nuestro senti miento de exploradores descubridores al más puro esti lo Indiana Jones, fl oreció repenti namente y nos abocamos con desespero a buscar la respuesta acertada, centrando nuestro esfuerzo en descubrir nuevos enfoques que nos acercaran a una resolución sati sfactoria de los grafos. Después de una acti vidad mental intensa llegamos a la conclusión de que para unir 12 vérti ces de 3 aristas, cuya distancia máxima entre los puntos puede ser solamente de tres pasos, era imprescindible alejarnos del problema y mirarlo desde una perspecti va diferente. Dedicamos al menos tres horas de ensayo y error y fi nalmente llegamos a la solución de esos grafos que suponíamos irresolubles. Después de alcanzar la meta histórica, que nos aseguraba una butaca en lo alto de la tribuna de los matemáti cos más ilustres, el grupo se lanzó con entusiasmo hacia el cajón de las celebraciones y extrajo efusivamente el confeti y los matasuegras. La fi esta empezaba a tomar forma y el vino y los gin-tonics no se hicieron esperar. En el momento álgido de la celebración decidimos llamar a nuestro amigo experto en grafos Carlos Misti fari. El barullo y la euforia colecti va se manifestaban de forma descontrolada y el editor hablaba atropelladamente por el teléfono para contarle la proeza a nuestro amigo. Mientras escuchaba a Carlos, el editor poco a poco empezó a palidecer y nuestras miradas de ilusión se transformaron inmediatamente en miradas de incomprensión. Se hizo el silencio cuando nos enteramos de que Paul Erdös ya había dado solución de ese mismo problema hace más de cuarenta años. Las miradas de estupor se cruzaron entre los miembros mistura, recorriendo el escenario de nuestro triunfo lleno de confeti y botellas vacías. La mistúrica conclusión se había diluido en un abrir y

Tema del próximo mes en Mistura:

“La máquina de pensar”

Editorial

Por mistura

Resilencia

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… el OLE, decían en mi infancia, es una palabra que no ti ene explicación. Con el NO, sucede lo mismo. Sale usted a caminar por esas calles de Dios en esta ciudad atea, al menos ofi cialmente, la sed lo golpea y le calcina la garganta, y solo encuentra, escritos con los más variados materiales y en diversidad de formas, infi nidad de letreritos: ‘’No hay agua’’. Entonces usted se pregunta: ¿Es que no ha llovido en todo el año? ¿Acaso se secaron los ríos? ¿Se exti nguieron los acueductos y explotaron las tuberías? Nadie le dá una explicación lógica. Solo oye hablar del rescate del honor gastronómico, etc, etc, etc. Usted es opti mista. Sigue andando. Y conti núa encontrando letreritos: ‘’No pase ‘’, ‘’No se permiten visitas’’, ‘’No entre si no está autorizado’’, ‘’No tocar’’, ‘’No molestar’’, ‘’No hablar’’… y muchos más. Usted, que sigue siendo opti mista, se sienta en un banco ( después de revisarlo por todos lados, no vaya a ser que tenga un letrerito de ‘’No sentarse’’) y se pone a pensar con nostalgia en algunos letreritos que hace muchos, muchísimos años, lo alegraron: ‘’No al analfabeti smo’’, ‘’No al burocrati smo’’, ‘’No a los barrios insalubres’’. Y entonces se pregunta: ¿ qué fue de ellos ? ¿ dónde quedaron? Se levanta y sigue andando (¡ ya lo he dicho: usted es un magnífi co opti mista!). Llega a su centro de trabajo (¡ porque usted va para el trabajo, solo que lo hace a pie porque no hay sufi ciente transporte!), saluda a todos los que se encuentra (

Letras

Por Fernando Dámaso

El buen optimista

cerrar de ojos y en la cabeza de todos resonaba un palpitante ¿y ahora qué? El hundimiento en la decepción parecía inminente. Pero no fue así. Ninguno de los miembros mostró la menor intención de encarar el problema. Levantamos las copas llenas y celebramos victoriosos nuestra ignorancia.

unos le responden, la mayoría no), entra en su ofi cina y se sienta tras un buró. Su secretaria, servicial como siempre, viene y le dice: no hemos recibido la autorización para hacer lo que usted quiere hacer; no hay posibilidad de resolver el… Usted, con un ligero dolor de cabeza, le pide , por favor, que lo deje solo un instante y que después conti núe su informe. La secretaria, entre extrañada y dolida, se reti ra, mirándolo con ojos incrédulos. ¡Hoy el jefe está de madre!- piensa. Usted, ¡ claro está!, sigue siendo opti mista. Opta por redactar un documento pendiente y pide, a través del intercomunicador, que le consigan unas hojas de papel bond. Recibe la siguiente respuesta: no hay papel bond, solo gaceta y del malo. Acepta. Se sienta a escribir. Termina. Pide un sobre. No hay sobres- le responden. Usted, que sigue siendo opti mista, decide poner ti empo de por medio y salir y caminar… caminar… caminar, para despejar. Visita las pocas ti endas en moneda nacional, que es en la que usted recibe su salario: ‘’ No hay desodorante’’, ‘’ No hay cuchillas de afeitar’’ ( ni de las otras), ‘’No hay papel sanitario’’, ‘’No hay jabón’’, etc, etc, etc . Pasa por el punto de leche: ‘’No hay leche’’. Se llega a la panadería: ‘’No hay pan hasta nuevo aviso’’. Piensa- en defi niti va, no solo de pan vive el hombre. Entra en su mercado, allí donde usted debe comprar con su carti lla de ‘’desabastecimientos’’: ‘’No llegó el detergente’’, ‘’No entró el pollo ni el pescado por dieta médica’’ ( jurel- el único que habita la mar oceánica o, al menos, el único que se deja capturar). Usted sigue siendo opti mista, un gran opti mista, el más grande de todos los opti mistas. Piensa que todas estas cosas son nimiedades, artí culos de la sociedad de consumo, simple ‘’pacoti lla’’ material. Se eleva a los valores espirituales: ‘’No hay mendicidad’’ ( en la prensa), ‘’No hay prosti tución’’ (también en la prensa), ‘’No hay juego’’ ( ofi cialmente), ‘’No hay droga’’ (¿ o sí?). Sigue pensando. Empiezan a molestarlo algunos duendecillos fasti diosos que le dicen al oído, como para que nadie más lo oiga: no es bueno decir estas cosas…, no es una acti tud de principio hacer …, no es conveniente… Usted, que es opti mista , los espanta de un manotazo . Llega a su casa. Sube los siete

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pisos por la escalera, ya que elevador no funciona porque está roto desde ayer por la mañana. Al fi n introduce la llave en la cerradura y la hace girar. Está empapado en sudor. Ansía un baño fresco y reparador. No hay agua- le dice su vecina desde el pasillo. –No se pudo poner el motor porque no hay electricidad. Entonces usted comienza a gritar y a ti rarse de cabeza contra las paredes. La vecina llama a otros vecinos. José se volvió loco- dice. Los vecinos acuden y lo agarran. Tratan de contenerlo. Usted sigue gritando y queriendo zafarse de ellos. Lo logra. Corre escaleras abajo. Sale a la calle. Los vecinos van tras de usted. Se le suman otros transeúntes. Hay quien grita, sin saber lo que sucede: ¡ Atajen al ladrón! Un policía se le cruza en su camino y, con un golpe de kárate, lo deti ene. Después viene la ambulancia (de esas que ti enen el letrero al revés) y se lo llevan. Lo dejan en un hospital. Lo inyectan y, cuando está sedado, viene un médico y habla con usted. Le empieza a hacer preguntas extrañas y usted se da cuenta que es un psiquiatra. Creen que estoy loco-piensa. Contesta unas y otras no. El escribe… y escribe… y escribe. Al fi nal le dice: Usted no ti ene nada. Puede reti rarse. Todo no ha sido más que un shock nervioso. ¡Los nervios lo traicionaron, amigo! Usted sale del hospital y busca un taxi. No aparece. Trata de coger un ómnibus. Se demora. Decide andar, en defi niti va andar es saludable. ‘’No pise el césped-Decreto 80’’-lee. Pasa junto a un depósito de basura colecti vo. ‘’Ciérrame. Yo soy tu amigo’’-lee. No sabe si darle la mano o abrazarlo. Se conti ene. Usted acaba de salir de un hospital. Usted no ti ene absolutamente nada. Sigue andando. Vuelve a hacer su vida normal. Trata de no leer los letreritos, de olvidarse de los ‘’noes’’. Usted, a pesar de todo, sigue siendo un hombre opti mista. Lo logra de día, pero de noche se le aparecen en los sueños. Es como si conti nuamente leyera un inacabable libro de gramáti ca solo con dos letricas en cada una de sus páginas: no…no…no…no… Lucha tenazmente. No puede. Y entonces decide venir a este hospital psiquiátrico y pedir que lo ingresen. ¿Cómo? ¿Qué no me pueden ingresar? ¿Qué no vengo por los canales establecidos?

1.Una de las últi mas novedades del mundo de la literatura ha sido la muerte de Mario Benedetti . Homenajes y conmemoraciones varias han dado vuelta al mundo. Benedetti ha escrito una extensa obra que se inscribió en el corazón de mucha gente. Sí, allí mismo. Mucha de esa gente no ha leído literatura, no le interesa leer literatura y no leerá literatura. ¿Para qué? Sin embargo, esos poemas de lenguaje llano y sencillo se diseminaron por todos lados. Esto complica a los literatos que criti caban su estéti ca “mocosa y adolescente”.

2.Entonces recuerdo. Yo tenía 17 años cuando vi la película de Eliseo Subiela, “El lado oscuro del corazón” (1992). Yo no tenía un lado oscuro, pero sí tenía una novia que me había dejado por un jugador de rugby. La película de Subiela incluía poemas de varios poetas, pero fundamentalmente de Benedetti y Oliverio Girondo. Una generación de corazones vimos aquella película y entendimos que había otra forma de concebir la poesía. Existí a otra forma de respirar.

3.Ironías de la vida, mi novia me había dejado por un jugador de rugby. Yo había dejado el rugby porque mis dedos se arruinaban y no podía tocar el piano. Pasaron los meses y yo dejé el piano. Pensé, si mal no recuerdo, que sería buena idea dejar la vida también. Pasó más ti empo y tuve que soportar vivir sabiendo que me había converti do en un suicida fracasado. Entendí rápido el signifi cado de la palabra OLVIDO y VERDAD.

Columna

Por Matín Sueldo

AGUAFRIA

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4.Luego pensé que quizás Dios y el ostracismo me podrían ayudar. Así que un día aparecí por un seminario religioso. Ellos, los sacerdotes, interpretaron que yo podría tener “la vocación”. Mi vida como religioso duró cuatro días, cuatro largos y aburridos días. Entonces me volví a ir. Yo siempre me voy, aunque lo tenga que hacer solo. Mientras esperaba el bus que me llevaría de vuelta a mi vida de suicida frustrado, compré un libro de poemas de Benedetti , el cual había conocido gracias a la película de Eliseo Subiela.

5.Leí, mientras miraba la pampa húmeda desde el bus, uno de los poemas que más recuerdo, “Tácti ca y Estrategia”. Recuerdo ahora, entonces, sus últi mos versos: “mi estrategia es/en cambio/más profunda y más/simple/mi estrategia es/que un día cualquiera/no sé cómo ni sé/con qué pretexto/por fi n me necesites”.

A ese ti po lo andaban buscando, había carteles con su foto colgados por todo el barrio. Se había desorientado, loco de amor o de atar o de algo. Lo reconocí estando sentados los dos en la parada del autobús, un cartel pegado a un árbol a la altura de su cabeza me facilitaba la comparación. Vale que las orejas me hacían dudar un poco, pero es que tenía que ser él, quizás las orejas las había tomado prestadas de otra persona, de otra foto, de otro ti po colgado en otro cartel al que estuvieran buscando en otro barrio. Estaba por llamar al móvil de contacto cuando del autobús que justo llegaba se bajó, ahora sí, el

Letras

Por Lenisio Dimas

Versiones de uno mismo III

ti po de la foto. Se sentó en el mismo banco que yo y que el otro ti po, quién sabe si a la espera de enlazar con otro autobús o simplemente vícti ma de la desorientación que se le suponía. Era mucho más él que el otro, pero sin terminar de serlo; o se había quitado la peluca o el pelo no era el pelo; el pelo del otro era mucho más el pelo del ti po que andaban buscando; pero las orejas del segundo en cambio eran las orejas, igualitas igualitas. Seguía yo en duda, porque no os he hablado de la nariz, la nariz todavía me faltaba. Tardó en llegar, la nariz, la traía el candidato número tres que apareció caminando con un periódico bajo el brazo, se sentó en el único hueco que en el banquito quedaba, nos tuvimos que apretar un poco, noté un cierto fasti dio por tanta proximidad entre los que ya estábamos sentados. Los estuve contemplando a los tres largo rato, cruzando algunas miradas, pensando que de su mezcla salía el ti po del retrato, y preguntándome de qué forma se procedería en estos casos. Tuve ti empo todavía de ver aparecer una cuarta versión saliendo de un portal con una bolsa de basura, y todavía una quinta paseando el Pequinés del vecino de abajo; y abstraído como estaba ni tan siquiera me di cuenta de cómo el sospechoso número uno sacaba su teléfono móvil, de cómo decía, “Lo he encontrado, está aquí” de cómo me sujetaban entre todos para retenerme y trataban de tranquilizarme diciéndome que todo iría bien.

http://raramente.bitacoras.com/

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Ilustración

Por María Pascual

La questión

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todos de marcas, preferentemente de las más publicitadas. Otro aspecto importante es su facilidad de movimiento: está

presto para brindar su parti cipación (desinteresada o interesada) en cualquier lugar de su propio país o del mundo, siempre y cuando en el mismo se respete convenientemente el derecho a protestar. Jamás se le encontrará en aquellos lugares en los que protestar (por decisión propia) esté terminantemente prohibido y el hacerlo se pague con la cárcel o la vida. Lo mismo aparece en las grandes urbes como en los pueblos más recónditos, donde exista algo o alguien contra quien protestar. Se reúnen y trasladan masivamente por ti erra, aire y mar, uti lizando ómnibus, trenes , barcos y hasta aviones. Llegan como las plagas y proceden a instalarse e instaurar el desorden y la anarquía, complicándoles la existencia a los habitantes del lugar, con sus múlti ples pancartas y banderolas al viento, sus quemas de banderas y sus discursos y arengas bien aprendidos y repeti dos hasta el aburrimiento.

Años atrás, muchos de estos personajes, planifi caban sus encuentros internacionales de carácter social en sus agendas: para la primavera, en una exposición de la pintura de Van Gogh en Ámsterdam; para el verano en un concierto al aire libre en la Plaza de San Marcos; para el otoño, en la Opera de París y para el invierno, en el Rockefeller Center de New Cork. Ahora todo ha cambiado: en la primavera se reúnen en una marcha en defensa de las ballenas en Sydney, Australia; en el verano en Londres en contra del Fondo Monetario Internacional; en el otoño en Buenos Aires en apoyo a los indígenas suramericanos y en el invierno en Moscú en contra del efecto invernadero.

Estas acti vidades, de carácter marcadamente folklórico, se realizan con gran despliegue de los medios, ya que es importante protestar, pero también y mucho más, aparecer en los diarios y revistas y en la tele, además de en la Internet. Esto aporta “curriculum” para la parti cipación en futuros eventos. Hacerse de un perfi l de “protestador”, asegura la permanencia en el disti nguido club de los “protestadores” profesionales, e incluso hasta resultar invitado a conferencias, simposios, talleres, congresos, etc, casi siempre con todos los gastos pagados.

El “protestador” profesional, engendrado en el pasado siglo, sin lugar a dudas, por su dedicación y tenacidad ha ocupado su lugar y ha aportado un nuevo ofi cio al Siglo XXI, además de enriquecer los eventos sociales internacionales.

Las concentraciones y las marchas de protesta, tan habituales en nuestros días, son casi tan anti guas como la humanidad. De formas variadas, y por diferentes moti vos, las encontramos en todas las épocas. Unas, por su trascendencia, han prevalecido en el recuerdo y otras, menos importantes, han sido borradas por el ti empo. Sin embargo, tanto unas como otras, han jugado su papel en el devenir histórico, propiciando cambios y ajustes, mayoritariamente en bien del ser humano. Los que han parti cipado concientemente en ellas , y los que hoy parti cipan, defendiendo derechos conculcados y causas justas, merecen el mayor respeto y no consti tuyen el sujeto de estas líneas.

Desde fi nales del pasado siglo y en los primeros años de éste, las mismas han variado y se han ampliado, a veces desmesuradamente. Hoy en día protestar se ha converti do en algo coti diano y se protesta prácti camente por todo, convirti éndose esta acción más bien en un deporte nacional y hasta internacional. Existe una gran variedad de protestas: contra los políti cos de turno, contra los economistas, contra las organizaciones de crédito, a favor o en contra de los diferentes grupos sociales, contra el efecto invernadero, contra los biocombusti bles, contra el hambre, a favor de las ballenas, de los osos polares, de los canguros, etc., etc., etc. A veces se organizan y se realizan contra determinados libros, películas, pinturas, esculturas y más.

En este proceso de masifi cación de las protestas, ha surgido un personaje muy peculiar: el profesional de la protesta (protestador). En realidad, él no forma parte del asunto de la protesta ni ti ene que ver directamente nada con él. Su parti cipación la determina su snobismo y su afán de protagonismo a toda costa. Por lo regular dispone de una cómoda situación económica o de un mecenas (parti cular o social) que lo apuntala convenientemente. En su ajuar, para asegurar no desentonar con el contenido de cada protesta, existe todo ti po de prendas de vesti r: desde camisetas con íconos tercermundistas o musicales, como el Che y Lennon, hasta gorras verde oliva con enormes estrellas rojas a lo Mao Tse Tung, no faltando botas, vaqueros, jackets, parcas, casacas, etc.,

Letras

Por Fernando Dámaso

Mermelada

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Ilustración

Por Carmen Díaz

Abrimos camino

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Every two weeks, one language disappears in the world. Because of this, many linguists believe that at the end of the century half of the world languages are going to vanish. However, others feel that it is an adaptati on to allow people to communicate.

Through the ages, some languages have been exti nguished and have been replaced by others. Nevertheless, at the moment the languages are disappearing faster. Despite, those who assume that languages are disappearing because is not useful to speak a minority language. When a language is lost a part of world knowledge and culture also disappears. Language infl uences your thoughts and shows you a way of seeing the reality. Therefore, a diff erent way of considering the world is exti nguished. According to experts a language needs 100.000 speakers to survive. Nevertheless, currently 50% of the spoken languages are talked more or less by fewer than 2,500 speakers. There are several reasons why these languages are fading. Just a few among many can be: wars, genocides, prohibiti ons, dominant languages, globalizati on, educati onal policies and the mass media. The result of these losses is cultural uniformity. According to David Crystal the linguisti c diversity is the basic wealth of a human being. Every language expresses a world view and what it means to be human.

In conclusion, a language is a gadget that we have and we use to speak, to think, to express ideas, to communicate feeling and knowledge. And it also is part of our culture and identi ty. That’s why governments should prioriti ze their language policies and consider the immense cultural patrimony of languages.

Human behavior

By Verónica Rincón

Are fewer languages bett er?

Cuando mi primer profesor de guitarra incorporó unas piezas de blues para mi aprendizaje en las clases parti culares a las que asistí a con más entusiasmo que virtuosismo, refi rió que el término “blue” signifi ca triste o deprimido. Deducciones posteriores me empujaron a creer que la tristeza era esencial en las interpretaciones de los músicos blueseros y sin duda aquellas primeras nociones me llevarían a establecer conjeturas que responderían con mayor solvencia a mi creciente interés por el género. Reducir el término blues a esa sola expresión y a un esti lo musical concreto (al margen de que fue un buen punto de parti da para mí), es poco teniendo en cuenta la vasta genealogía y las hondas raíces de las que proviene el blues propiamente dicho. Es probable, no obstante, que una parte sustancial del signifi cado del término englobe todas las clasifi caciones de esti los surgidos bajo circunstancias similares: jazz, rithm ‘n’ blues, rock and roll, swing... Las fronteras entre dicha variedad de esti los son vagas en algunos casos y notorias en otros, pero si hay algo que las identi fi ca a todas, ello es, sin duda, la carga senti mental con la que originalmente se interpretaban.

El fi lm Cadillac Records (2008), refl eja la historia de algunos de los más representati vos músicos negros de la ciudad de Chicago en los años 50 y 60. La vida de los estudios de grabación Chess Records y de su propietario, Leonard Chess (Adrien Brody), sirven como base de una narración basada en hechos reales en la que confl uyen, en medio de turbulentos episodios, clásicos como Muddy Waters, Chuck Berry o Ett a James, entre otros muchos, quienes un día descubrieron —gracias en gran medida a la fervorosa tarea de promoción impulsada por Leonard Chess—, que tenían un talento que les permiti ría abandonar las penurias inherentes a los campos de algodón del Mississipi. Pretender abarcar semejante historia en un fi lm de un

Crítica

Por Jorge Pacheco

LUNA NUEVA

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par de horas es tarea harto complicada y prueba de ello es el trato superfl uo y a menudo falto de caracterización que sufren algunos de los personajes. Por contra, hay en el fi lm momentos de interés que despiertan nuestra curiosidad, como por ejemplo cuando la industria norteamericana (en medio de una implacable segregación racial) comienza su parti cular expolio de la música negra, catapultando a la fama a Elvis o a los mismos Beach Boys, señalándolos como claros deudores del esti lo impulsado por Chess Records.

La voz en off que narra la historia a modo de fl ashback es la de Willie Dixon, productor, compositor y músico de Chess Records, quien, al fi nalizar el fi lm, regenta unos estudios de grabación donde se registran trabajos de esti los más actuales. Dixon aclara que en su estudio se puede hacer cualquier ti po de música —quienes en ese momento graban son unos jóvenes del ámbito hip-hop— pero que algo de blues debe anidar en ella. El blues es senti miento.

De mi últi mo profesor de guitarra aprendí que uno debe tocar siempre a su manera. Eso también es blues.

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Por Billy Purdie

El portal de Besalu