MISTERIOS DOLOROSOS

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SONETOS SOBRE LOS MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO Emma-Margarita R. A.-Valdés

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SONETOS SOBRE LOS MISTERIOS DEL SANTO ROSARIOEmma-Margarita R. A.-Valdés

Finalizado el cántico y la cenahacia Getsemaní se encaminaron,las sombras de la noche enmascararonlos rostros demudados por la pena.

Llevaban de tristeza su alma llena.Ocho, a la entrada, para orar quedaron;Pedro, Santiago y Juan acompañarona Jesús. Empezaba la condena.

Se alejó de ellos pálido, afligido,de hinojos se postró, la frente en tierra,y elevó al Padre bueno su plegaria.

Estaba atribulado, decaído,y su materia, que a existir se aferra,pedía su razón originaria.

  Jesús medita brutalmente herido,rasgado por contrarios sentimientosde olvido o redención. Sus pensamientosviajan de gloria a oprobio. Está aturdido.

Pedro, Santiago y Juan ya se han dormidoy Cristo les reprende. Sus tormentos,las causas de profundos sufrimientos,son vilezas del hombre redimido.

Ruega al Padre le exima del martiriole aparte el cáliz portador de Cruz,le salve de la muerte y la agonía.

Suda sangre abrumado en su delirio,y dice, al recibir de Dios la luz,haré tu voluntad y no la mía.

 Bajo el anciano olivo, con horroral cruento final, al sacrificio,de rodillas, humilde, es su cilicioapurar el acíbar del dolor.

No hará su voluntad porque es Amor.Y su carne, rebelde ante el suplicio,enrojece su arcilla, el edificioque sufrirá su Cruz de vencedor.

Estalla la liturgia del perdón,Es carmesí holocausto al trasvenarse.Será mártir por todos sus hermanos.

Es la primera sangre de Pasión.Él es el alto precio y al donarseabre la salvación a los cristianos.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Los azotes desgarran su figuracon la mano brutal de la injusticia,del desprecio, del odio y la maliciade un mundo anonadado en su hermosura.

Es un surco sangrante su ternura.Esparce la semilla, la primiciadel fruto inmaculado. La seviciadel látigo su génesis madura.

Se somete al martirio con valor.Su silencio es la voz de enamoradoeximiendo al amado del castigo.

Atado a la columna del dolor,el cuerpo malherido, lacerado,es oblación de excepcional amigo.

Le fustigan con fuertes latigazos,le flagelan con pesos en la cuerda.Cesan de cuando en cuando, que no pierdala vida por continuos cimbronazos.

Le arrancan piel y carne en mil pedazoslos sádicos soldados, y así muerdasu humillación, el barro le remuerday afirme que Satán le ató en sus lazos.

Pilatos sólo intenta complacera los que actúan alevosamentepor orgullo, codicia y vanidad.

No desea valerse del poderpara causar la muerte a un inocenteque insiste, torturado, en la Verdad.

Le despojan de humana dignidad,amancillan su honor y su derechocomo persona libre. Y por su pechosurge el oasis de la caridad.

Es enorme su celo y su bondad.No permite en su ánimo el despechopor lesiones y ofensas que le han hechoy con su sangre sella su piedad.

Subsiste, solitario, abandonado,su pueblo ya ha elegido a Barrabás,y ha pedido que a Él le crucifiquen.

Desvalido, maltrecho, ensangrentado,va al sacrificio, sin volverse atrás;llegará el día en que le glorifiquen.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Entre insultos soeces, los soldadosdespegan a Jesús de sus vestidosarrastrando los restos adheridos,reabriendo los surcos coagulados.

Manan dogma los músculos rasgadosy un manto rojo oprime sus latidos,se concentran en todos sus sentidosdeserciones y agravios aceptados.

Con espinas taladran su cabezacoronándole rey de los judíosy por cetro le entregan una caña.

Desconcertados ante su noblezale escupen, le apalean, los impíos,pues les turba una sensación extraña.

 Circundan su cerebro las espinas,le atraviesan agudos pensamientosde aflicción. Se resigna a los tormentospara salvar las ánimas mezquinas.

Derrocharán su pan en las esquinas,arrancarán su vid y sus sarmientos,le agobiarán con súplicas, lamentos,le clavarán mil veces las espinas.

Mas lleva la corona bien ceñida,el amor se derrama por su frentey sujeta la caña con honor.

Resiste los puyazos, la embestidadel desamor, que hiere cruelmente,y pide al Padre aumente su valor.                                         Las espinas clavadas en su frentedañan más en su tierno corazón.Agiganta el dolor de su pasiónla soledad cercándole la mente.

La tibieza futura del creyentele ciñe con perfidia y decepción,es difícil sufrir la sinrazóndel hombre, ante la gloria indiferente.

Le duele ver su credo incomprendido.La frialdad le asquea, le repugna,su vértice punzante le conmueve.

Se ofrece por el mundo descreído.Porque a la indiferencia Él impugna,será el cordero de la parasceve.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Sobrelleva la Cruz de su agoníadescarnando sus pies en la andadura.Sube por el sendero, con dulzura,a cumplir la sagrada profecía.

Es reo de ambiciosa villaníaque arrastra por el suelo su hermosura,y en un lienzo transmite su figuracon mensaje de etérea cercanía.

Es la soberbia humana, deicida,la insoportable cruz de su interior que causa la caída y el desgarro.

Tiene el alma angustiada, malherida,la tristeza es más grande que el dolory en su mente palpita añejo barro.  Cargado con la cruz de salvacióncamina el redentor, desamparado,es el justo, por odio condenadoa morir, acusado de traición.

Delante del cortejo, un centurióny el heraldo, que informa han coronadoal que se dice rey. Y a cada lado,como insulto, le ponen un ladrón.

Penosamente pasa el buen pastor,exhausto, maltratado, pero entero,trasluciendo su espíritu inmortal.

Lleva a cuestas la cruz del desamor, su peso es superior al del madero,símbolo de su Reino universal.  Cae tres veces, cansado, el galileo.Arguyen que no llegará al Calvario.Para cargar la cruz, feliz gregario,eligen a Simón, el cirineo.

Jesús yace en el suelo. Un clamoreo,piadoso ante el suplicio sanguinario,baja hasta Él. Y Cristo, humanitario,les advierte del mal del pueblo hebreo.

Él es el leño verde, incombustible,su savia lleva el agua del bautismoque saciará la sed de eternidad.

El leño sacrosanto e invenciblees pasto del ardor del fanatismociego ante el esplendor de la Verdad.

Emma-Margarita R. A.-Valdés

Pies y manos le clavan sin luchar.Sus brazos en la cruz, escarnecido,son un abrazo abierto a quien le ha herido,consagración de amor sobre el altar.

Llagado, solo y próximo a expirarotorga su perdón en un gemido.Absuelve con el último latidoal infiel que le va a crucificar.

Se olvidó de sí mismo. Con piedadal buen ladrón por su sentir bendijoconcediéndole el Reino de su Padre.

Sabiendo la polémica hermandaddijo a María: "Ahí tienes a tu hijo",y dijo a Juan: "Ahí tienes a tu Madre".

La ingrata humanidad le ha ajusticiado.Su queja, su clamor, su amante celoextraña de su Padre el fiel consuelo:¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?

Tiene sed de los hombres que ha salvado,y no acepta el vinagre. Mira al cielo,triunfante brinda al Padre su desvelo:por Él la redención se ha consumado.

Cristo es fruto del árbol de la vida,maduro en sacrificio sobrehumano,rezumando en agraz su savia ungida.

La voluntad de Dios está cumplida,deposita el espíritu en su mano,y muere por amor al deicida.

Tembló la tierra, el cielo ennegreció,un centurión y muchos comprendieronrealmente era Dios al que prendierony para ellos la Vida comenzó.

El velo del Santuario se rajó,el signo de la Antigua Ley perdieron,con una lanza al Bien acometierony una fuente de gracias le brotó.

Como el gusano de las profecíasse revela ante el mundo el nuevo Abel,el Ser que descendió de las alturas.

El hijo de María es el Mesías,es el Rey que unifica esta Babely destierra las lápidas oscuras.

Emma-Margarita R. A.-Valdés