Miradas de género

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Page 4: Miradas de género

Leer ytara f)enser en granáe

ID ENTI D ADEN TORNO A LA EQUIDAD

(D(D(De género sobre lasI

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ujeres mexlquenses

!?o(Dt!Qor-t3- (D!a-G r aciela Vélez Bautista

Coordinadora

Alma Rosa Sánchez Olvera, Norma BacaTavira,

Ivonne Yízcana Bordi, Jorge Arzate Salgado,

Nelson Arteaga BotelloJimena Valdés Figueroa

y P atr ícia Valladares Cruz

FOer\-ñr{}¡¡;C ¿I]¡¡üR¡AL ESfADO DE

MÉXICO

Page 5: Miradas de género

GOEIERNO DEL

ESTADO DEñÉXrcO

Eruviel Avila Villegas

Gobernador Constitucional

Elizabeth Vlchis Pérez

Secretaria de Desarrollo Social

Consejo Editodal: ErnestoJavier N. ., Alu^r.2, Raymundo Edgar Martínez Carbajal,

Raú[ Murrieta Cummings, Edgar Alfonso Herná¡dezMtítoz,Raul Vargas Herrera

Comité Técnico: Alfonso Sánchez Arteche, Félix Suárez

Secret¿rio Técnico: Agustín Gasca Pliego

Míradas de género sobre las mujeres mexiquenses

@ Primera edición. Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México

DR @ Gobierno del Estado de México

Palacio del Poder Ejecurivo

Lerdo poniente no, 300,

colonia Centro, C.P. 50000,

Toluca de Lerdo, Estado de México'

ISBN¡ 978-607-495 -183 -7

@ Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal. 2012

www.edomex.gob.mx/consejoeditorial

[email protected]

Número de autorización del Consejo Editorial de la Administracíón

Pública Estatal CE: 2O5 / 0l / 2U 12

@ Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar Social, 2012

Paseo Tollocan no. 304, colonia Altamirano,

C.P.50130, Toluca de Lerdo, Estado de México'

Teléfonos: (0I 722) Z 73 89 15 y 2 13 89 16,

@ Secretaría de Desarrollo Social

@ Graciela Vélez Bautista, Alma Rosa Sánchez Olvera, Norma Baca Tavira, Ivonne

Vizcarra Bordi,Jorge Arzate Salgado, Nelson Arteega Botello,Jimena Valdés

Figueroa y Patricia Valladares Cruz, por textos'

Impreso en México

Queda prohibida lir teproducción total o parcial de csta obra, ¡ror crrnlt¡uicr nrctlio o

procec{imicnto, sin h autorizrciórr ¡rrcvin c.lcl (iobicnro .lcl Iistr.lo <le M/'xico, ;t t r:rví's tlcl

Oonscjo Et{itorirl rlc h Atlrlrirlistrrcitírr Itriblicr Iistrtrl.

ÍNorce

l'r'e scrlr¡ciónItlirlogoI rrt ltltlrrcción

A r r.¡n ltos¡ SÁNcHsz Orvrne

Intru¡clucción( l'íticas feministas a los enfoques dominantes en el

csrudio de la ciudadanía: tadición liberal y

[)crspectiva sociohistóricaa) Tradición liberallo) P er sp ec tiu a so ciohi stórica

Autonomía, ciudadanía y feminismoa) Creación de la autonornía f,ara la ciud.adanía

h) Ciudadanía y feminismo( litrdadanía plena en las mujeres y retos políticos

Itctcrs para la construcción de la ciudadaníaplena:

hs mujeres mexiquenses( bnclusionesIlr¡cntes consultadas

t3Ét7

CIUDADANIA

('IIII)AI)ANÍA PLENA DE LAS MUJERES: ASUNTO DE JUSTICIA,

I 'IiI(Ii(:I IOS Y DIGNIDAD

25

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29

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t/39

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)CUPACIÓN Y GÉNERO EN TOLUCA

Nonpr¡ B¡,cn Tavrn¡.

Tendencias del mercado de trabajo urbano

P rccarizaciín y fernínízación del trabajo

Trabajo femenino exradomésticoMercado de trabajo urbano y relaciones de género

Mercado de trabajo enlaZMCTEmpleo urbano y particiPación por sexo en Toluca

Conclusiones

Fuentes consultadas

MUJERES RURALES MEXIQUENSES CONY SIN AGRICULTURA

IvoNNs Vrzcenu Bonor vJoncs AnzlrB S¡'r,cloo

IntroducciónContextos rurales mexiquenses

Escenarios y mujeres rurales

a) Mígraciónb) Poblaciones objetiuo de las políticas sociales

Conclusiones

Fuentes consultadas

MUJERES Y POLÍTICA EN EL ESTADO DE MÉXICO

Gn¡.crsr¡ VÉrnz B¡.urrsu

IntroducciónMujeres y politíca

53

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6I65

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r07109

tt1

t17118

Irrrportancia de la participación de las mujeres en

políticaI )rcsidentas municipales mexiguensesMunicipios que nunca han tenido una mujer comoprcsidenta municipal

Mujcres legisladoras en el Estado de MéxicoMujeres en la administración públicaMujeres en el rrEtvtMujeres en el notariado mexiquenselil notariado, todavía un espacio masculino(lonclusiones

Iluentes consultadas

VIOLENCIA

IIIiMINICIDIOS EN EL ESTADO DE MEXICO, APROXIMACIÓN

I )IiSI )F] I,A SOCIOLOGíA

Nrtr.s<¡N Anrrlce Bor¡rro vJrrvrNe VeroÉs Frcupno¡.

Introduccíónllreve nota metodológicaOonceptos básicos para el análisis

Violencia y feminicidio(londiciones sociales del feminicidio'lipos y formas de homicidio doloso a mujeres

(ferninicidio)

a) Violencia posesiva

b) Violencia pasional

c ) V i ole nc i a intr afomili ar

I20721,

L29

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L37

13B

141.

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$1$5756

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t64

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d)Violencia derivada de la explotación sexual

Mirada general sobre violencia feminicidaConclusiones

Fuentes consultadas

INICIATIVAS PARA EL COMBATE A LA VIOLENCIA

DE GÉNERO EN EL ESTADO DE MÉXICO

P¡.rnrcr¡. Verr.r o.r nr,s Cnuz

IntroducciónAntecedentes teóricos de la violencia de género

Violencia de génerc

Tipos de violencia de género

Cifras de la violencia de género

Molencia de género en el Estado de México

a) Características sociodemográfcas d.e las mujeres

mexiquenses

b) Mujeres mexiquen.ses y violencia de género

c) Feminicidio

d) Feminicidio en el Estado de MéxicoAtención a la violencia de género en el Estado de MéxicoProgramas parala atención a la violencia de género en el

Estado de Méxicoa) P r o gr am a s gub er n am entale s

b) Programas de asociaciones civiles

c ) Programas universitarios

d) Refugios y albergues ytara mujeres víctimas de violencia

y sus bijos e bijas

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I \ rlít it .rs grrl'rcr-n:rmenrales vinculadas con la prevención

i,,|I ('n('i(in a la violencia de género( 'ortt lt¡sioncs

,t) l)olíticus públicas que valoren en su justa dimensión

Irt itrrltrtrtancia de la eliminación de la violencia de

1¡tílcro cn elEstado d.e México

l,) MoJiftcaciones en Ia construcción de las

s ub.jc tiv idades masculinas y femeninas, ) I)rornttción de la agencia de las mujeres

I ir r,'nt cs consultadas

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M UJERES RURALES MEXIQUENSES(]ON Y SIN AGRICULTURA

IvoNNp Vrzcannl BoRort vJoncn Anzer¡ Sercaoo2

Introducción

Ill debate continúa y es difícil tener una definición sobre pobla-.:ión rural, pues el criterio basado en el número de pobladoresha rebasado cualquier comprensión de los procesos sociales quepudieran determinar las características de 1o rural, A pesar de

que las localidades con menos de 2,500 habitantes sigue siendoun elemento para considerar a una comunidad como rural y quelas actividades agropecuarías han sido la base de la reproduc-ción social de estos pueblos, en la actualidad, y específicamenteen el Estado de México, es más común encontrar comunidadescon mayor población, cuyas actividades agropecuarias subsistencon otras como fuentes de sustento de sus hogares, pero tambiénexisten entidades en proceso de despoblamiento, a causa de lamigración internacional, donde la agriculturaha dejado de ser elprincipal sustento de las familias; tampoco es extraño observarmunicipios urbanos coexistiendo con predios agrícolas,

Cualquiera que sea el caso, las mujeres rurales del Estadode México se distinguen de las mujeres urbanas porque están

atadas a la tierra de alguna rr'alera, sean o no propietarias; sinimportar si la tierra puede ser o no productiva, estar abandona-

' Doctora en antropología social y maest¡a en econor¡ía rural por la Universidad Laval de Quebec, Canadá, e inves'tigaclora del Insrituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales de la UAEM. Sus co¡reos elecrónicos son [email protected] e [email protected]

2 Doctor en sociología por la Universidad de Salamanca, Espaira; maestro en i¡vestigación y desarrollo de la educa-ción por la Universid¿d lberoamericana, en México, e irvestigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Socialescie la UAEM. Su cotreo elecrónico es [email protected]

lsel

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nnc Vizclrr¡ llor.li / -lorgc Alzrtc Srlgaclo

r, arrendada o prestada, su atadura es entendida desde varios

rntos cle vist¿r, siendo uno de ellos, y el que interesa destacar en

re artículo, cl de las desigualdades sociales y degénero. Con esta

:rspectiva se pretende ayrtdar a la comprensión de las mujeres

.rales mexiquenses que se enfrentan a diferentes escenarios paraInstflrirsc o no como actofas sociales.

Bajo el mosaico de contrastes y realidades, se intenta mos-ar la diversiclad de mujeres rurales que se encuentran sujetas a

r tipo de violencia estructural que las hace más vulnerables ante

;temas dominantes de tipo económico (capitalismo), ideológi-, (patríarca|), político (no democrático) y social (desigualdad).

ambién se presentan algunos escenarios propicios para conti-rar con este sistema de dominación masculina, como el de la mi-ación, en el cual se destaca la idea de que la ausencia masculina yenvío de remesas impide que las mujeres logren su autonomía yejoren sus condiciones de vida (Rosas,2005;Baneray Oehmi-rcn,2006); otro escenario es el de las mujeres rurales que por su

rndición de pobrezay bajo desarrollo se limitan a paricipar en'ogramas de asistencia social y apoyo productivo, convirtiéndo-en poblaciones objetivo, es decir, vulnerables.

Los escenarios descritos provienen delaexpeúencia obte-da de más de 40 historias de vida de mujeres rurales recopiladas

r tres años (2005-2008); en éstas se encuentran a mujeres que,stienen la reproducción social campesina como jefas de hogar,

ras permanecen bajo los esquemas patriarcales que caracterizanlos hogares rurales tradicionales y, entre ellas, algunas perte-icen a los pueblos indígenas (mazahuas, matlatzincas, nahuas

otomíes), Lo que se busca es plantear una serie de hipótesis cn

rno a los efectos sociales y de génerc que limitan a las mujercsrales del Estado de México para que sean actoras socialcs, ccrr

pacidad para promover un cambio afirmativo er1 sus propi:ts

Mujeres rurales uexiquenses con y sin agricultura

vidas y en las de sus hogares. Es importante mencionar que con

esta investigación no se agotan todas las posibilidades de cons-

truir la diversidad de mujeres rurales con y sin agrtcaltura, Ya qu.e

las desigualdades se mueven en camPos de transformaciones so-

ciales derivados de procesos más amplios, como la globalizacíón.

Contextos rurales mexiquenses

En la actualidad, una de las características que predomina en los

territorios rurales del Estado de México es la migraciín; ciet-

tamente, no es nueva, pues tiene poco más de seis décadas de

existencia al iniciar en la Segunda Guerra Mundial con un Pro-gra.rr'a de obreros agrícolas que Partieron hacia Estados Unidos.

Sin embargo, hasta la fecha se ha mantenido como una actividad

constante en diversas comunidades campesinas,3 aunque en las

últimas dos décadas el fenómeno migratorio ha crecido de ma'

nera exponencial, De esta manera, el Estado de México pasó de

ser una entidad con relativamente poca población migrantehacia

Estados Unidos a ser, en la década de los noventa, uno de los

principales exportadores de mano de obra campesina hacia ese

país.a De hecho, los municipios mexiquenses del sur, así como

los del norte y noroeste,5 presentan altos índices de migración,

csto signifrca que debería de haber un porcentaje imPortante de

hogares que reciben remesas.u

' I I r cx isrielo ¡na impottanre migración en los municipios indígenas hacia las ciudades vecinas, sobre todo durante

Lr .lie¡d¡ clc los scscnta y ochcnta, como es el caso de la migreción dc los grupos nrazahues e¡r el ¡o¡te.lel v¡lle

,1,' I olucr (l)etiño, 2002).

l..r r¡igrrcii¡n histórica, es decil población nacida en México, pero residente en Estados Unidos, hasta 2002, era

,1, .r- I 1,963 I'rrs..nrs; l¡ nigración teciente a Estados Unidos, o sea la que se produjo en el quincluenio de 1995

.r .l(X)g, fir¡ rlc 127,425 !.crso¡r¿s, El nírmcro de migrantes en el Estac{o cle México para 2000 sólo es superado

1,,)r l()s esrir(los ,1c -lrlisco (nrigrrción histórica de 1,743,837 y migración reciente dc 170,793), Michoacán y( iu,rr,ri¡rro, cn esc orrlcrt ((irtrvito y Tbrres, 2004).

'lirr.Lr,.riil,¡sc,rr:r,rcriz,r¡orsrrinrporrrnrcprcscnci¡dehablantesc{elenguashdígenasoromíymazahua.

' lrrrrr, l,',r rrrrL¡i, i1,ios qrrc ,lcst,rcrn I'or sr¡ i¡rcnsided migr:rtoria cstánr Coatepec FIarioas, Ixtap:rn clc le Sel,

,,,1,,,,." r,tr,.r1

9l

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'nne Vizcarra Bordi / Jorge Arzate Salgado

Este proceso ha ido de la mano de cuatro fenómenos con-

xtuales muy importantes a nivel nacionalr desigualdad crecienteL términos de distribución de la úqueza y menores oportuni-Ldes para acceder a los servicios sociales que el Estado propor-rna (salud, educación, infraestructura básica para los hogares y,munidades, programas de abasto de alimentos); agotamiento: tierras fértiles como consecuencia de programas inadecuados

Lra la modernizacióndel campo; escasez de empleos rurales bienmunerados, debido a la exclusión del sector campesino del mo-:lo económico nacional, y falta de una política que impulse ysrenga la producción del sector campesino-7

La exclusión del sector campesino del modelo económico:oliberal, basaclo en la cxportación de bienes manufacturados,L significadcl rura lenta reestructuración social de este sector.ite proceso inicia con la puesta en marcha del Tratado de Libreomercio de Ar'¡réric:r c{el Norte (rI-cex), el cual se tradujo en

apertura dcl mcrcaclo mexicano hacia los mercados de granosisicos que subsiciia Estados Unidos; esto produjo una compe-ncia desleal -sobre todo en el caso del maíz- para los produc-res nacionales, quienes al no poder competir en precio con las

ercancías subsidiadas han caído en una inevitable quiebra socialeconómica (Calva, 2001)- Una de las ideas más controvertidas,l neoliberalismo en México en los años ochenta y noventa fueretiro paulatino del Estado en la agricultura por su poco di-Lmismo para confribuir a un verdadero desarrollo rural que

r México cs vílic[¡ lr¡Lrlrr.lc un campo o agricuJtura campesina, es deci¡ aquel secror social y económico querge a pattir clcl ref¡rto ¡gr¡rio logr¡c1o con la Revolución de 1910-1927 y que produce granos básicos (sobreJo maiz), scgrin réania¡s y nn conocimiento ancesoal sustentado en la conservación de los recursos agroeco-

¡icos, así como cr cl uso irtcnsivo de la mano de obra familiar; sector social y productivo que cuenra comoincipal activo con pcrltrcir¡s ptopicdades o parcelas de una o dos hectáreas, y que vive cultu¡almente en tornoa signilicación inrrgin¡ri¡ tlc h comunidad tradicional, En el país, este sector o clase social incluía a más de 25illones de pcrsonls cn 2(X)4.

Mujeres rurales mexiquenses con y sin agriculture

permita la autosufrciencia altmentaria nacional con la interven-ción del sector campesino.

Con el neoliberalismo, la autosuficiencia alimentaria noparecía ser relevantei se suponía que el campesinado tendría quereconstituirse económicamente como un productor capaz de

competir bajo las nuevas reglas de un mercado global o tendríaque buscar otras alternativas económicas de subsistencia, comoel turismo, los servicios,la migraciín a las ciudades o hacia el ex-tranjero. En este tenor,los programas de desarrollo agrícola, así

como de abasto y de precios de garantías hacia los granos básicos

fueron sustituidos por programas de subsidios focalizados a los

pequeños productores, como es el Procampo,t el cual tenía porobjeto impulsar la competitividad de los campesinos; sin embar-go, se convirttó en un programa de lucha contra lapobreza,e Laspolíticas neoliberales también se vieron nutridas con este discur-so y, a fin de cuentas, con el término de la reformaagraria,la cual

se materializó con la modificación del artículo 24 dela Constitu-ci6n, acción que dio por concluido el reparto agraúo y permitió laliberación delatierra de los campesinos, es decir, puso las condi-ciones legales para su mercantilización.

El rrceN significó toda una ofensiva contra el sectorcampesino; provocó el empobrecimiento gradual del campo

mexicano,lo la acentuación de las relaciones asimétricas entrecampo-ciud ad y la pr ofundización de las históricas relaciones de

' Prograna federal fbcalizado de transferencias económicas a campesinos que tiene como 6nalidad incentivar laproducción de granos básicos en pequeñas parcelas. Una de las principales ctíticas que se le hacen tiene que vercon 1o bajo de los montos económicos que otorga. Puede verse la infbrmación de este programa en el sido reúde Procampo.

e El Procampo, a lo largo de su histoda, ha prescntado múltiples problemas de focalización e ineficiencia burocrá-tico-administrativa (Arzate, 2005a y b; Vizcatta, 2005a).

l0Julio Boltvinik ("La pobreza en México,,."), utilizando el generoso método inregrado de medición de la pobreza,encontró que en 2004 la pobreza rural cn México afec¡aba a 23 millones 795 mil personas, es deci4 a 94.267o deuna población runl total.

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'onnc Vizc.rrra Bordi /Jorge Arzate Salgado

liscriminación hacia los grupos indígenas. Así, el neoliberalismo

epresenta un modelo de subordinación excluyente pare las cla-

es explotadas, principalmente la campesina, como productora de

.limentos, y la obrera (urbana y rural), como consumidora (Ru-,io, 2001).

Además de las crisis recurrentes que han caracterizadolanodernización del campo nacional, la política de corte neoliberal

ra significado el declive de las sociedades campesinas en un senti-

lo de reproducción social basado en la explotación de sus tierras

rara subsistir. De aquí que el campo haya comenzado un proceso

rcelerac{o de descampesinización en el que el medio rural subsiste

:or-r o sin agricultura. Desafortunadamente, esta nueva ruralidad:s acompañada de una mayor exclusión y discriminación de sus

¡oblaciones, porque, por un lado, se les niegan las posibilidadesreales para el desarrollo y reproducción de su economía, cultura¡ identidad f , por otro, permanecen los factores que producen las

J,esigualdades entre los géneros.

De este modo, la migración rural hacia Estados Unidosre multiplica en los municipios y comunidades del Estado de

México donde se reestructurala actividad agrícola y se reacomo-

:lan los hogares campesinos, por lo que se advierte que la mrgra-

:ión -principalmente masculina- será cada vez más la estrategia

:le subsisten cia para estos hogares, En algunas localidades, esta

rleada reciente de migrantes aprovecha las redes de migrantes

[istóricos que con el tiempo se han venido consolidando, como:s el caso de los municipios del sur del valle de Toluca. Los mi-

4rantes de ahí lograron construir redes de movilidad social, las

:uales les ayudaron a insertarse con éxito en las industrias de la

:osture de ropa -oficio que dominan- en ciudades de California;:le forma más reciente sucede lo mismo en municipios floriculto-res como Tenancingo yYillaGuerrero, cuyos migrantes se inser-

Mqjcrcs rumlcs nrcxir¡trcnsls.r'¡¡ y sirr.rt',ri' rllrrr.¡

tan en los cultivos de algodón y champiñones en Pensilvany:r, y

muchos otros son jardineros en el estado de Texas. Por su partc,los hombres de los municipios del norte del Estado de México,sobre todo mazehuas y otomíes, se emplean en la industria de la

construcción, por lo general en Nueva York, y en granjas horto-frutícolas de Florida y California.

Se sabe que la migración masculina y de jóvenes de uno uotro sexo en esta región no es nueva y ha formado parte de las es-

trategias de reproducción social desde los años setenta (Yizcarra,2002), como 1o demuestran las migraciones internas, temporales

y cíclicas que han sido antecedentes relevantes para impulsar unasegunda oleada de migración transnacional, pues gran pate de

los hombres, antes de emigrar como obreros de la construcción a

Estados Unidos, yahabiantrabajado en ese ramo en la ciudad de

México o en la ciudad de Toluca, y las jóvenes que habían servidoal trabajo doméstico en zonas residenciales de estas ciudades

ahora hacen lo mismo en Estado Unidos (Patiño, 2002).Al parecer, en lt actual administración calderonista

(2006-2012) no hay intenciones políticas de frenar este creciente

flujo de migraciones hacia Estado Unidos, al menos no por la vía

de reincentivar la producción agropecuaria y asegorar al sector

campesino una vida digna para las generaciones presentes y fu-turas. Lo que sí es claro es la continuidad de programas compen-satorios y asistenciales focalizados que han pretendido abatir lapobreza del campo. En este tono, los campesinos y sus familiashan dejado de ser actores sociales de las políticas del desarrollorutal para convertirse en grupos vulnerables que ameritan unaintervención institucional, con el fin de reducir o amortiguar las

devastaciones sociales y humanas que producela pobreza extre-ma y la migración internacional-

Page 12: Miradas de género

lvonne Vizcarra Bordi / Jorge Arzate Salgado

Escenarios y mujeres rurales

Antes de poner en escena la migración internacional y las políri-cas públicas, es importante analizar los fenómenos sociales que li-mitan la actuaciín de las mujeres en estos escenarios: la violenciade género y las desigualdades sociales.

La violencia hacia las mujeres o de género es la más discu-tida en el ámbito académico y político de la oNu (Organizaciónde las Naciones Unidas) y los países que la integran, probable-mente porque es la más visible, ya que se refiere a cualquier accióno conduca que cause rrrlJerte, daño o sufrimiento fisico, sexual opsicológico alamujer, tanto en elámbito público como en elpú-vado, inclusive las amenazas de ejercer dichos actos, la coercióny,en su caso, la privación arbitraria de la libertad forman parte de

esta visibilidad.llAlgunas feministas afirman qtJe caÍacterizar alasmujeres

violentadas como víctimas corresponde aLa misma definición quesocializólacreencia de que ellas deben aceptar el rol de obedien-cia y victimizacrón, es decir, existe una enorme justificación de

quien ejerce la violencia y de quien la rccibe, además se tiende aculpabílízar a las víctirnas del maltraro y no a quien realizael abu-so (Aresti, 2000; Valladares, 2004), En este sentido, la visibilidadde las agresiones físicas y delictivas se manifiesta sobre el cuerpode las mujeres, donde la céIula de la violencia demuestra su mayorefrciencia, pero no se comprende por qué esta violencia no sólo es

permitida en el seno doméstico, sino que es ciclica, progresiva ycorlstante en las estructuras sociales (Segato, 2003t L04).

" Iil rrrl rrso dcl c_jcrcicio dej poder contra las mujeres fue morivo para realizar la Convención Inreramericana parai)r'cvcttir, S;ttrcioner y Erradicar la Viole¡rcia contra la Mujer eir Belém do Pará el 9 dejunio de 1994. La conven-cirin firc li rr¡r.r.ie !.or México y rarilioda 10 ¿ños más ¡arde. El an¡ecetlente de esta convención fue la Convenciónsobrc h I il i nr in;rción de todas las Fo¡mas de Discri¡inación contra la Muje¡ 6rnada el 18 de diciernb¡e de 1979y raci6cr.l.r cl 23 ,lc ¡na¡zo de 1981; si bien no se trató en ese entorces el rema de violeircia contra las mujeres,se sen!:lton l,rs b¡scs para eliminar la ciisc¡iminación al crear un comité para lograr dicho 6n (cEDAw, 1981).

Mtticrcs rtLr,rics tltcxi<¡ttcttscs ao¡l y si¡l 'lfy i( lllt l¡l 'l

La violencia de género no sólo se refiere a las mujcrcs

r:orno Personas que sufren los actos de poder y dominación, sino

;r la ideolog ía pitriarcal que reproduce las condiciones sociales

para perpe;ar esta violencia. Por ello, los estudios feministas han

."rltr"do su atención en entender cómo esta ideología sustenta

Lrn sisrema de reproducción social basado en la diferencia sexual,

y cómo se promuevelaideay los valores de que eIgéneto mascu-

iir-ro ", superior al femenino (Lamas, 1996); aunque Pocos se han

dado a la-tareade comprender los impedimentos Producidos por

el sistema patriarcal, es decir, cómo se tefiJetzan las cadenas que

aran a las mujeres a un esratus de vulnerabilidad o a cualquier tipo

de violencia, entendiendo ésta como "feducción de Ia tealización

humana," pues conllev a ala pérdida de potencial humano en sen-

tido ampli,o , genetando: cosificación, desechabilidad, negación de

Ia concienci a reflexiva, invisibilidad (Galtung, 1995)'

Discernir las formas que asume la violencia es imPortan'

te, no basta con dilucidar el sistema de las desigualdades, pues és-

tas no terminan en la inequidad, sino que socialmente construyen

nuevas realidades de acción social para la violencia; así es la praxis

d.e las desigualdades. En el caso delamigración, como reflejo en

una espec; de simetría, se cfee que las desigualdades derivan,

-", rrá determinan otras formas de violenciahacia las mujeres

que viven condiciones de migración transnacional masculina.

De esta marreta, son tfes grandes ejes estructurales sobre

los cuales se teje la desigualdad rctomarlos permite, en este con-

texto de "rt,rdio,

pensar en el sistema de violencias específrcas que

viven las mujeres rurales mexiquenses con o sin agricultura, con o

sinjefaturas de hogar.

El primer eje surge al mantener y reproducir las relacio-

nes de discriminación derivadas de la diferencia sexual, cultural y

social consrruidas en el sistemap^ftiarcalbajo la cieertcia de que

t)/

Page 13: Miradas de género

/r'ntr' \?i., rr r ll,,r,lr,/ 1,,¡tl, 11'.-.rtl li,rl¡1,r,lo

irs nluicrc¡¡ rro son (';lllil('cs r'lc vivir sin la protección de un hom-rt'c, Asirrrisrrro, sulg('n lornlus c{c violencia cultural que permeano.'los krs i¡rrrltitos,lt' l:r vi..l:r cotíc{iana de las mujeres y que se ob-('t'v;lll ('¡l cl ¡lrt¡so tlt' 1t1r1l¡¡' solrrc sgs cuerPos y su integridad, es

It'r''il', sc tr',lt,r (l(. l;r violerrci:r rlc género que ha sido perpetuada,nctli;rrrtc cl nr,rltr'.rto f ísico y psicológico, como plenamente justi-i,.':rr'l o ¡rrtl I

t.t t'l c tl t' cti tt y t t gcs, c¡¡rpañeros y familiares.lis t'icrto .¡rrc l:r :ruscncill. de los agresores, debido a la mi-

;r';rci(in, [)uctlc .rlivi:u' y lrlsta liberar a las mujeres, pero sólo porll ticnlP(1, [1ol'([l('si clllrs r1o traspasan los estatus de víctima,esi¡¡rr;rt'it'rrr y .rrrto,lesc;rlific:rción, cuando ellos regresan o ellas se

u('lvcn ;r rcl,t,'ittrr¡u'('()n otras parejas, es seguro qlte repetbán esteipo tlc vitllcrr,'i;r,

At'rl :rsí, ('onro parte del sistema de control de las mu-.'r'cs ;rlt¡rrr..lon¡r..l:rs (tcnrporal o permanentemente) existen me-lurisnrtls tle vigilrrnci:r sobre su comportamiento que regulan su

cft¡;u' sr¡ci;rl; por cjcmplo, la mayoría de ellas se quedan bajo elnc(¡,'q() r'le l.ts p:rricntcs de ély, en ocasiones, reciben las remesas

rt'rv/'s .'{e rur crrir;rrlo, suegra o suegro, quienes pueden juzgarru c()rlp()r'tilnrit'rlro scxual y sancionarlas con el retiro paulatino.cl clí¡lcro; ('()nt ínurlnrcnte también son controladas mediante elbismc ínvcnrrr,.lo ¡ror la sospecha social sobre su sexualidad, hastae lc clr cl cstigrrr:r clc puta por parte de los familiares y aun delónyugc a su rcgr(rso,

Iin l:rs .:onrunidades mazahuas de estudio se observa quexistcrr práctic:¡s violentas y directas sobre el cuerpo de las mu-)res, sc trltn rlcl susto: vtolación a una mujer que se queda solaor viuc{cz o :rlr:urclono, lo cual l*, -"r." .o-o propiedad detros (Gnacllrmma, Y ízcarra y Lutz, 2007),

El scgturclo eje proviene de los procesos de explotaciónsuperexplotación valdría decir- de lasjefas de hogar por parre

Mujeres rurales mexiqucuscs cotr y sin rgricttlrttrr

del mercado laboral que les ofrece trabajos en condiciones pre-

carias fiornalero u ocasional, como sirvientas, camareras o en las

parcelas de baja productividad, excluidas de los circuitos de co-

mercialización agrícola). De esta situación se desprende un tiPode violencia estructural que vulgarmente denominamos pobreza,

aunque se trata más de una circunstancíadonde la subordinación

de la mujer descalificada por las reglas unilaterales del mercado

-la mayoría de las mujeres rurales no han terminado su educa-

ción básica y muchas indígenas son analfabetas- la coloca en una

situación de riesgo en términos de su condición humana (vulne-

rable por su género).Por otraparte, la exclusión de lasjefas de hogar del empleo

formal provoca que no puedan afrliarse a un sistema de seguri-

dad social (salud, guarderías, recreaciín, pensiones y jubilación),

tampoco lo pueden hacer sus hijos ni sus padres; esto genera otracadena causal de enfermedad y explotación, pues la mujer debe

buscar recursos para pagal. la atención médica Partictrlar,lo que

las obliga a aceptr cualquier trabajo. Por estas razones' cuando

las mujeres rurales trabajan, por lo genera! 1o hacen por cuenta

propia (de forma ambulante venden dulces, comida, ropa, ador'nos; lavan y / o planchan ropa ajena; son trabajadoras domésticas)

(Baca, 2005). Sin embargo, cuando el trabajo informal resulta

ser la única opción para estas mujeres, el mercado se satura con

rclativarapidez, según sea el aumento del fujo migratorio mascu-

lino, y, por ende, se les reducen las posibilidades de sostener sus

hogares, recayendo una y otra vez en el vicioso círculo de la pobre-

za, En este caso, la violencia estructural no tiene contraPeso, ya

que el Estado no tiene políticas laborales de naturaleza solidariay compensatoúapara combatirla; aunado a ello, con las ideolo'

gías neoliberales -sobre todo en aquellos principios en los que

se cree que el Estado debe dejar de intervenir en los mercados

99

Page 14: Miradas de género

vonne Vzcarra Bordi / Jorge Arzate Salgado

te trabajo-,la violencia estructural hacia el géneto femenino se

/uelve visceral cuando se olvida un principio fundamental de loslerechos ciudadanos y humanosl el derecho a contar con un tra->ajo digno y bien remunerado.

Finalmente , el tercer eje de desigualdades sociales coexis-:e con la explotación dentro de las propias actividades domésticasle los hogares campesinos. El abandono del varón implica quea mujer asume la responsabilidad de la economía campesina, en

rcasiones, sólo atenuada por el trabajo infantil o de los adultosnayores, lo cual en sí mismo constituye una cadena causal de

:xplotación hacia los diferentes grupos etarios- Vale la pena men-:ionar que en el Estado de México 23% delos hogares campesinos)stá a cargo de mujeres fiefas de hogar), pero son poseedoras de

:arcelas sólo 18%; lo peor es que la mayoría de ellas tienen hoy:n día más de 60 años de edad, con lo cual las posibilidades de

\enerat recursos para producir sus tierras son más reducidas que;i se encontfaran en edad productiva, por lo general ellas depen-len de la disposición de sus hijos para gestionar los recursos y>oder tabajar la tierra; en cambio, las propietarias de entre 20r 40 ai¡os de edad, que representan tan sólo I%, son más auto-

Jestoras y autónomas en el manejo de sus parcelas (Guadarrama,{izcarca y Lutz, 2007), Esta realidad se ffaduce en otro tipo de

'iolencia estructural, pues la falta o poco acceso a los recursosrroductivos excluye a las mujeres de participar en las actividadesLgropecuarias de subsistenciay comerciales; además, están supe-litadas a las decisiones de las asambleas o comisionados ejidales

'comunales -conformadas en su mayoría por varones-, donde,ror costumbre, se toman las decisiones más importantes sobreos factores productivos del campo. Asimismo, no está por demás'ecordar que la mayoúa de las mujeres rurales, indígenas y carr -

resinas del Estado de México viven bajo el sistema patrilocal y

Mujeres rurales mexiquenses con y sin agricultura

patrilineal, es decir, ellas son las que se trasladan de su hogar ylugar de origen hacia el hogar ylugar paterno del cónyuge; debido

a esta condición, es común que no sean herederas de propiedades-

Situarse bajo este mandato patriarcalno es más que la forma más

estéril de sometimiento de la vida de cualquier ser humano.

Muchas veces, para los/as investigadores/as cualita'tivos/as estas formas de violencia no son nombradas, sino que

pasan invisibles, ya sea por el entorno social predominantemen-te patriarcal o bien por el mismo sesgo androcéntrico de los

esftdios sociales que tienden a naturaltzar Las pricticas sociales ysimbólicas en las que se construye a diario la violencia y sus for'mas (Torres, "Violencia social..."),

Bajo este contexto, las mujeres rurales mexiquenses

tienen limitadas las oportunidades de actuar para liberarse yconvertirse en actoras sociales, caPaces de promover un verda-

dero cambio social en al menos dos escenarios constantes en el

Estado de Méxicor la migración y la sujeción a políticas sociales

de corte asistencial.

a) Migración

Durante los recorridos de campo y Ia rccopilación de historias de

vida, lo que aparece de forma reiteradaes un proceso de descam-

pesinizaciínen el medio rural o un proceso de ruralidad sin agri-

cultttl..a, donde el éxodo ha sido en forma mayoritaria de hombres

en edad productiva,tt pero en la última décadaa esta migración se

han ido sumado de forma grad:ual mujeres jóvenes e inclusive al-

gunas con hijos, y hasta familias enteras-13 Como paisaje rural, lo

t' Esta misma situación se encon¡¡ó durante un trabajo de campo realizado en comunidades otomíes del Valle del

Mezquital, en el estado de Hidalgo (Arzate,20056).

'r En el Estado de México, en 2000, las nujeres migrantes representaban 23.7% del total de las nigtaciones

estatales (rNecr, 2ooo).

101

Page 15: Miradas de género

vonne Vizcarra Bordi / Jorge Arzate Salgado

:ncontrado fue desolador: tierras sin culdvar, mujeres solas y ni-ios, niñas y jóvenes menores de edad al lado de adultos mayoresLoza et al,, 2007), En el sur del Estado de México, se ha obser-

'ado que cuando las mujeres asumen elpapel dejefas de hogar se

lebe a que dejan de percibir remesasi sus esposos llevan más de:inco años de haber emigrado y ellas se convierren en generadorasle ingresos propios-14 En cambio, por lo general,las mujeres jó,'enes con hijos pequeños quedan sujetas a un patrón causal delorninación-abandono, es decir, aunque el esposo no esté fisi-:amente, su jefatura continúa resguardada hasta que éI deja de)roveer al hogar (abandono). Este mismo resguardo reproduceas formas clásicas de dominación masculina, que son coordena-las en la cultura patriarcal (Yizcarra,2005b): reclummiento denujeres pata encargarse de las rareas de reproducción biológicananutención cotidiana de la progenie y producción cultural deus hogares y de las mismas comunidades.

A pesar de adjudicar a las mujeres el papel de jefas de ho-

;ar o custodias de la jefatura masculina, la migractón visra comoa ausencia física de los jefes de familia rermina por encadenar-rs a un circuito de relaciones de desigualdad difíclles de sorrear,or ellas solas; en primer lugar, porque se manriene la ideolo-

,ía patriarcal que predomina en las sociedades rurales, en la cuale piensa que las mujeres no tienen reconocimiento social en lasfera pública, Esta creenciaes, en sí, excluyente y discriminatoria;ecrea a nivel del imaginario social una serie de significados destigma hacia el género femenino (González y Yizcarra, 2006),in segunda instancia, y derivada de la ideolo gía patriarcal, está

La definición dejefatu¡a femenina del hogar conriníra siendo debatida por muciras reóricas feminisras¡ po¡ unlado, cuando lajefatura del bogar la adquiere una mujer, por lo general es la consecuencia pr:ictica de la ausenciade Ia pareja masculina'que obliga a las mujeres a hacerse cargo totalmente de la nanutención del hogar" (Acosta,7997: 95); Por otto, la jefarura fenenina del hogar permite a las mujeres romar decisiones que anres e¡rn ex-clusivas de los hombres, por lo que interioriza ciertas libe¡tades y auronomía. Sc entiende que bajo cstc tipo.lciefatura se rebasan los límites irnpuesros por el modelo de la familia nuclear mexicana ((iarcía y Olivcirr, 2005).

Mujeres rurales mexiquenses cott y siu:rgricttltttr,t

la desvalorizaciln del trabajo femenino en el camPo, la cual se

profundiza en la explotación, ya qve, al no reconocer el ttabajo

doméstico de las mujeres rurales como Productivo, se confecciona

úna cadena de explotación en tres nichos socioeconómicosl en la

misma economía campesina, al no tener su trabajo valor de uso

ni de cambio; en el mercado de trabajo formal o informal, pues

es reconocido que a las mujeres se les paga menos y ellas acePtan

las peores condiciones de trabajo, y en las acciones del mismo Es-

tado, cuando considera el trabajo de la mujer como extensible y

subordinad o para aceptar las responsabilidades impuestas en sus

programas de asistencia social focalízados,

En los úes ejes estructurales enunciados, encadenados

unos a otros, las formas de la desigualdad son acePtadas con ab'

rregaciín y naturalidad por las mismas mujeres y comunidades,

por lo que, al no nombrarse, las desigualdades no existen dentro

del hogar o la comunidad ni en la sociedad.

En términos de derechos y justicia social, esta situación

significa que la condición de ciudadanía de las mujeres es des-

dibujada por el conjunto de desigualdades sociales a las que se

enfrentan en la vida cotidiana. Además, los derechos ciudadanos

son inexistentes para ellas, pues al experimentar eI abandono,

sentimientos encontrados de esPeranza f vacío, tristeza' angustia

e incertidumbre, así como etaPas de enfermedady Pobreza eco-

nómica exttema -que definen su vida actíva-, acePtan como na-

tural las obligaciones impuestas, por más injustas que éstas sean,

y no demandan derechos de igualdad ni de dignidad humana.

Ante tales condiciones, dtficllmente se puede hablar de

jefatura femenina del hogar. Por una parte,la jefatura del hogar

es una categoría social construida bajo el auspicio patriarcal, por

lo tanto peftenece al vatón; ser jefe del hogar tiene gran reconoci-

miento social para los hombres Por ser ellos los principales soPor'

Page 16: Miradas de género

Ivonne Vizcarr¿r Llordi / Jorge Arzate Salgado

tes económicos de la casa; asimismo, se les concede más autoridad

ylibertadpara tomar decisiones relativas a su familia y sobre cada

uno de sus miembros (Mallimaci, 2005). Bajo estos atributosmasculinos .le libertad y autonomí a, y ante el abandono del hogar

por el jcf'c err un contexto económico y sociocultural patriarcal,

parece imposible hablar de jefas. Por otra parte,las desigualdades

enraizaclrrs cn la estructura patriatcal ponen en riesgo, y de rr'a'nera exrrcrllr, a las mujeres, pues en Ia realidad social predominauna sittraciirn cn la que la mujer, jefao no del hogar, pierde su con-

dición cie srlcto c;tp'az de Promover cambios sociales y familiares.

[]l eb:ulclor-ro y el dominio de estas estructuras constru-

ye socialrrrcntc a l:ls mujeres como objetos, y en torno a esta si-

tuación sc gcllcrl un cliscurso legitimador sobre la mujer pobre,

vulnerable y víctitna, por 1o que puede ser usada como objeto

sexual, reprocluctivo y cultural por el var6n,lafarnilia,los hijos, el

Estado -por medio de sus instituciones y agentes-, así como porel mercado, a ffavés de cadenas de explotación de su mano de

obra descalifr.cada, abundante ybarata; alavez, que ella es con-

sumidora de productos industrializados y alimentarios caros.t5

Desde este punto de vista, ttatar el tema de la vulnerabili-dad de las mujeres rurales, campesinas o indígenas abandonadas

a consecuencia del fenómeno de la migración transnacional signi-

frca aceptar una complej a realidad en la que ellas asumen social,

forzada o veladamente un papel de dominación exhaustiva que

se da en forma vertical y periférica en el sistema de relaciones so-

ciales tejidas alrededor de su vida cotidiana, y por ello mismo se

tiende a la invisibilidad de los procesos de violencia estructuralque devienen de esta situación social.

t5 Esta situación no es recien¡e, e¡r las ciencias sociales r¡exicanas se ha documentado este proceso de explotación

del género, sobre todo en el caso de mujeres campesinas indígenas (Arizpe, 1975).

Mujeres rurales mexiquenses con y sitr:rgrictrltttr:l

En el imaginario social, esta dominación de la mujer jo-ven, productiva, con hijos y abandonada en forma definitiva otemporal es normalmente acePtada por las mismas mujeres bajo

un discurso moralista en el que la autocompasión, la resignación

y el sacrificio por los demás son ejes semánticos que terminan

legitimando esta situación en las comunidades rurales.

Lo anterior implica que el significado colectivo sobre

el orden social patriarcal ha logrado reproducirse sobre una

ideología de la autoinmolación de la mujer. La perspectiva

de género busca abolir esta ideología en todas las dimensio-

nes que atraviesan la rcalidad social, pues sólo así las mujeres

podrán obtener libertad, autonomía, autorreconocimiento,

confranza y conciencia de sí mismas (Yízcarra, 2005b). De

1o contrario, reproducir y sostener la resignación trastoca el

sentido profundo de 1o que es la esfera de la labor, acción so-

cial cotidiana encaminada a restituir 1o social como vitalidad,

creaci1n y reacción frente a los procesos de dominación; se

trata, eÍLtonces, de estimular una significaci6n ímaginaria que

rechace la dominación implícitay exPlicita en todas las socie-

dades, y de no alimentar el círculo vicioso de la regeneración

de los procesos de dominación y violencia hacia el género.

También es necesario evitar que la modernidad resulte para

ellas una prisión de violencia'enfermedad, pues estas coor-

denadas estructurales de la desigualdad no son más que una

forma de defrnir la modernidad para la mujer campesina,

para quien el bienestar no es el eje articulador de su vida so-

cial, sino, por el contrario, 1o que larepliega socialmente es su

constante pt ecariedad.Al aceptar la cultura patriarcaly el abandono del jefe del

hogar, la mujer se hace a sí misma invisible; es incapaz de pen'

sarse dominada, violentada o agredida por una estructura social.

I ()5

Page 17: Miradas de género

Ivonne Vizcarra Bordi / Jorge Arzate Salgado

Por lo general, bajo estas condiciones, las mujeres sostienen quelas formas de dominación sólo existen en relación con su esposo,

padre, hijo, suegro, cuñado o hermano, y no con su entorno sociale instituciones modernas (escuela, religiín, clínicas, programasgubernamentales y mercado laboral)-

Dc cst¿r. forma, la subordinación termina siendo parteconsustancial c{e todos los procesos de acción social que tejen lavida activ¿r de los hogares y comunidadesr la vida de las mujeresse ve filrrada por ulla serie de sentimientos y acciones socialesde resentimiento, soleclad y vacío existencial; por esta tazóÍ:,su reflexión oscila cnrrc Lrna lánguida qteja y Ia esperanza enel regreso del varón, pero muy pocas veces se piensan como unyo, como significación cle auronomía, con la capacidad e inde-pendencia necesarias para consrruir su dignidad como mujer,

Este imaginario de la resignación es reforzado por lasdesigualdades que corren estructuralmenre por sus regiones,comunidades e instituciones, las cuales terminan por cercarsus oportunidades. En otras palabras, la dominación mascu-lina tiene sus proyecciones en las formas de explotac ión-ex-clusíón del mercado y en las formas neoliberales que asumenlos programas focalizados, es decir, excluyenres, del Estado-nación.

La vulnerabilidad de las mujeres se refr.ere a un sisremade riesgos que se presentan coridianam ente y hacen imposible larealización de su condición como sujetos sociales (libres, autó-nomos, refexivos y autorreconocibles); son riesgos estructuralesque arremeten contra su condición humana- Mientras se siganreforzando las estructuras masculinas que producen todas lasdesigualdades sociales posibles e inimaginables, no sólo entre gé-neros, sino también entre clases, tazas, etnias, religiones y edades,

difícilmente se logr ar ála emancipación, cuyo principal ingredien-

Mujeres rurales mexiquenses cotl y sin agricultur:r

re es el empoderamiento,l6 concePto que Por 1o menos ahora no

es pertinente, ni en términos teóricos, pues exigiría la presencia

d" 1o, mínimos atributos de una ciudadania, por consiguiente de

los mínimos atributos en términos de capacidaá áe agencia y a:u'

tonomía que promuevan elcambio social.17

b) Poblaciones objeti,'to de las políticas sociales

¿cuáLes el papel del Estado frente a esre proceso de vulnerabili-

dad y violencias que vive el género femenino en el caso de familias

en condiciones de migración masculinai

El talón de Aquiles de las políticas sociales neoliberales

no se encuentra en el diseño de las políticas, ni siquiera en su

implementación o Proceso de evaluación, cuyas dificultades son

innumerables; el problema radica en que no Parten del principio

fundamental de entender ala mujer como sujeto con derechos

desde su condición humana de género, es decir, en donde el Esta-

do debe proteger bajo un esquema solidario algénero y su institu-

ción básica: la familia- En este sentido, las concepciones y teorías

del desarrollo humano, así como el discurso del empoderarlrrien'

to, han resultado ideologías ineficaces, no sólo ParaProteger del

complejo entramado de desigualdades y sus fofmas de violencia

hacia las mujeres campesinas, indígenas y abandonadas, sino que,

L{'lil cmpoclcramiento debería ser concebido corno un Proceso de concieutización de género; sin embargo, lrs

crccncias institucionales, es decil el Estado, a través de srrs polític¿s sociales, concibe el empoderarniento dc l¡s

uLrjcrcs corro el ¡ro¡or del bienestar de las familias y las comunidades, por lo tanto' se cree qu*l empodera-

rricrrr.r cs cl nejor [recanismo para promove¡ la reducció¡ de la pobrcza (vizcar¡a,2005br 22). Para un mejoL

cntcn.limicnto sobre cl debate del conccpto léase Batliwala (1997)',/ I),.sJc cl fl¡inisuro, cl camlrio social

"" r"6"r" no sólo a l¡s modificaciones e¡r la estratiñcación c1e los scxos

(v.r rorrcs 1, nnjcrcs) tluc ¡ronen en desventaja reladva a las mujeres en las sociedades construidas como coml.lcj rs,

i,, q,,. l* u",lu,r".',rr",rai",r",r cl conttol inintencionadamente (Chafetz, 1992), sino sobre todo al crmbio tltLc

i..1,,.. 1,,. d".igurld¡dcs b¡sedas cn las difcrencias entre sexos, clases, etnias y razas en crd¡ uno.lclo:ir.lll.*tt,r,,, rrrlcs, l,,rr.r ,.i.rrl.l...c, Ia ig.rl.1ed social como na¡co regulatorio de la vida cotidr'ana (Vizcarre, 2005b: 8),

l07

Page 18: Miradas de género

/onne Vizcarra Bordi / Jorge Arzate Salgado

demás, resultan herramientas débiles para promover su estatusle sujeto social, con derechos humanos y ciudadanos. Pues bien,e ha constatado que los programas focalizados reproducen laslesigualdades, segmentan las estructuras sociales y culturales, ylejan intactas las estructuras ideológicas patriarcales, por ello nolasta con introducir un sesgo de género en los diseños de los pro-'ramas sociales o con incluir un discurso desde el Estado, verti-al, en favor de un supuesto emytoderamiento femenino (Arzate,005a; Vizcarca y Guadarrama,2006).

Por una parte, las políticas sociales deben combatir laxplotaciór-r, la discriminación y la exclusión femenina en rodasrs formas en que se presentan, mediante estrategias de interven-ión directa en el mercado, desmer cantilizando la educación, laalud, los sistemas de pensiones, e interviniendo las políticas dealarios, las agrícolas y las migratorias, así como las redistributi-as, sobre todo la Éscal; por otta parte, y paralelamente, deben,roteger de la violencra al género, aIa familia y a la comunidad.)e esta manera más que programas de transferencias focalizadase corte asistencial y neocorporativista, como el Progresa-Opor-¡nidades o el Procampo, el Estado debe construir una políticaccial de bienestar, basada en los principios de solidaridad social,erechos ciudadanos -de plena ciudadanía- y respero a los dere-hos humanos.

A pesar de que una segunda oleada de ajustes a las con-rpciones y prograrr'as neoliberales ha consistido en introducirL parttcipación local como condición neces aria para cualquier;ción social del Estado (Burchardt, 2004), no se ha logradoefmear esta participaci6n a programas como el Progresa-Opor-rnidades, ya que en la supuesta interven ci6n de jefas de familia>ene6ciarias) en la conducción del programa se repiten los mis-ros esquemas de los programas populistas dela décadade los se-

Mujeres rurales nexiquenses con y sin agricultura I 09

renra: verticalidad, centralidad, despotismo burocrátic o, prácticas

antidemocráticas en las asambleas de mujeres, captación electoral

y neoco rpo rativismo (Ar zate, 200 5b ; Villarespe, 200 1' ; Y izcarc a

y Guadarrama,2006),

Conclusiones

Hoy en día es común encontrar esftdios que sostienen que el mo-

delo neoliberal ha propiciado la destrucción de los modos de vida

de los hogares campesinos, el debilitamiento del tejido social del

campo /, por supuesto, la imposibilidad de rescatar los princi-pios de la perspectiva de género paraliberar a las mujeres de las

ataduras patriarcales, No es dificil estar de acuerdo con ellos, ya

que el sistema patríarcaI Parece reforzar las estructuras sociales

que reproducen ampliamente la desigualdad y violencia de género

en los escenarios de migración internacional y en las políticas so-

ciales compensatorias o asistencialistas.

Con estas reflexiones se indica la necesidad de buscar con'

ceptos renovadores sobre el empoderamiento y las jefaturas de

hogar, por un lado, porque no existe un verdadero reconocimiento

social de la importancia socioeconómica del trabajo de la mujer en

los procesos de producción y reproducción social campesina, dada

la excesiva invisibilidad de su trabajo y los riesgos en su salud, así

como en su integridad humana y calidad de vida; por otro lado, y

al mismo tiempo, ellas quedan excluidas de formular sus propias

demandas para rnejorar sus vidas yla de sus descendientes-

Cierto, no basta con que ellas puedan frjar de forma libre

y realista sus horarios de trabajo, reivindicando tiempo propiopara mejotar su formación personal' y laboral; también es nece-

saria su participación en los órganos de gestión, en asociaciones

y cooperativas, y se requiere desarrollar una educación no sexis-

Page 19: Miradas de género

lvonne Vizcarr¿ Borcli / Jotgc Arzate Salgado

ta que ofrezca igualdad de derechos y oPortunidades a niños y

niñas, así como reformular las estrategias familiares en el medio

rural, tratando de diversificar los papeles de género y de respon-

sabilidades laborales, cr ear alternativas organ izativ as y laborales

que compaginen la satisfacción de las necesidades de la población

rural con las de ellas mismas. No obstante, ninguna de estas as'

piraciones puede concebirse sin la intervención del Estado y lasociedad en conjunto,

Se sabe clue las instituciones gubernamentales que traba-

ja.r para el medio rural determinan el marco de referencia para

promover el desarrollo; desafortunadamente, estos marcos se ali-

nean más a necesidades de modelos ajenos que a las de las mujeres

rurales, En esre sentido, las refexiones aquí vertidas apuntan ha-

cia la formulación de una serie de hipótesis para seguir trabajando

en la comprensión de la vida de las mujeres rurales. La intención

es abrir el debate y reconocer los hallazgos de los estudios de cam-

po en torno a las desigualdades, la violencia estructural, la migta'ción masculina y sus efectos en el género femenino.

Comprender cómo se generan y se sostienen las desigual-

dades sociales entre los géneros implica un comPromiso ético que

no ignore a las personas en la reproducción socioculturaly econ6'

mica, quienes pertenecen y son estructuradas bajo un orden so'

cial institucionalizado en la familia, enlacomunidad campesina o

indigena, y en las instituciones modernas del Estado y del capital,

El compromiso de este trabajo va más allá de definir a las

mujeres rurales en un contexto en el que se reproduce y amplia

culturalmente la violenc ia de género, más bien se invita a reflexio-

nar enel hecho de que para que las mujeres rurales sean definidas

como sujetos sociales y actoras de su propio cambio se requiere de

profundas transformaciones transustanciales, las cuales obligan a

los/as investigadores/as a abandonar los estudios clásicos sobre el

Mrtjeres ntrales tlexiqucuscs cotr y sitr rgrie rlltttr rt

papel de las mujeres en el medio rura|y los/as invitan a reconceP-'ruili"

, ciertas categotias de análisis como el empoderamiento y

las jefaturas del hogar, al menos en los escenarios que aquí se pre-

,"rir"rr, migraciininternacional y sujeción a políticas sociales de

combate alapobreza.

ilt

Page 20: Miradas de género

Mujeres rurales mexiquenses con y sin agricultura

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FOCMFONDO EDITORIAL ESTADO DE

uÉxrco

En Miradas de género sobre las mujeres mexiquenses, ocho investigadorese investigadoras de reconocida trayectoría abordan temas sobre la

participaciín social, económica y politica de las mujeres que hoy en

día habitan el Estado de México; además, analizan, apartir de

entrevistas y estadísticas, la violencia que afecta a la poblaciónfemenina de la entidad. Los artículos integrados en este libroestudian, cuestionan y replantean esquemas sociales, permitiendoplantear políticas públicas que mejoren las condiciones de vida de

nuestras mexiquenses, a fin de alcanzar la igualdad social y políticade los géneros,

ISBN:978'607 495 183 7

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GOBIERNO DELEsrADo oe r'rÉxrco ENGRANDE