MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS - BAIXARDOC

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OBRAS DEL MISMO AUTOR

publicadas en esta Editorial:

— El sacramento de la reconciliación. Qué significa. Cómo se celebra.

— Bautismo.

— Matrimonio cristiano. ¿Para quién?

— El derecho a casarse en la libertad.

— Más fuertes que el dolor.

— Confirmar hoy.

Tomo I: De la teología a la praxis.

Tomo II: Libro del catequista. Tomo III : Libro del confirmando. Fichas de catequesis.

— El riesgo de predicar.

Ciclo A

Ciclo B

Ciclo C

— La penitencia en la Iglesia Hispánica.

— Proyecto de iniciación cristiana.

— Eucaristía para el pueblo.

Tomo I: Para una catequesis sobre la Eucaristía.

Tomo II: Para una mejor participación de los fieles.

DIONISIO BOROBIO

MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES

DESCLÉE DE BROUWER - BILBAO

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© EDITORIAL DESCLgE DE BROUWER S. A. 1982

Prínted in Spain

ISBN 84-330-0596-0 DEPOSITO LEGAL S. S. 169(82

Impreso en Itxaropena, S. A. - Errikobarra kalea, 2 - Zarautz - 1882

ÍNDICE

Introducción 13

Capítulo I

ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA ... 17

1. Precisión terminológica 17 Servicio 17 Ministerio 18 Ministerio sacerdotal 19 Ministerios laicales 19 Sacerdote-presbítero 20

2. El ministerio sacerdotal y su crisis actual 21 Hechos y datos que interpelan 21 Causas que explican 31 Consecuencias que urgen 38

3. Los ministerios laicales y sus intentos de renovación. 44

Razones de un despertar de los ministerios laicales ... 44

Ministerios laicales más frecuentes en las comuni­dades 50 Ministerios laicales en el orden de la 'dirección». 50 Ministerios laicales en el orden de la Palabra 57 Ministerios laicales en el orden del culto 64 Ministerios laicales en el orden de la caridad 74 Conclusión 82

Problemas y puntos pendientes de los ministerios lai­cales en su estado actual 87

Capítulo II

LOS MINISTERIOS, ELEMENTO CONSTITUTIVO DE LA ESENCIA Y LA ESTRUCTURA DE LA IGLESIA 99

1. Ministerios y concepción de Iglesia 100 Iglesia carismática e Iglesia institucional 101 Iglesia «cristológica» e Iglesia «pneumática» 103 Iglesia de la autoridad jerárquica o Iglesia de la partici­

pación del pueblo de Dios 106

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8 ÍNDICE

Iglesia segregada del mundo e Iglesia «sacramento de salvación» para el mundo 108

Iglesia de «ministros» e Iglesia «toda ella ministerial». 110 Iglesia del culto y del rito e Iglesia de la Palabra y la

caridad 112 Iglesia «centralizada» e Iglesia «localizada» 114 Iglesia de dualismo «clérigo-laico» e Iglesia del bino­

mio «comunidad-ministerios» 115 2. Los ministerios, elemento constitutivo de la Iglesia ... 117

Aclaraciones hermenéuticas 117 Una cuestión ecuménica: ¿El ministerio elemento

«constitutivo» o «regulativo» para la Iglesia? 120 La ministerialidad de toda la Iglesia, constitutivo del

ser eclesial 124 El apostolado como ministerio originante-constitutivo

para la Iglesia 125 La pluralidad de ministerios necesarios para la misión,

un constitutivo de la Iglesia 127 Los ministerios especiales institucionalizados como

«momento» constitutivo de la Iglesia 128 3. Unidad y diversidad orgánicas de los ministerios ecle-

siales 131 Organización estructural de los ministerios eclesiales. 132 Unidad y diversidad en los ministerios eclesiales 139 Articulación y complementariedad de los diversos mi­

nisterios 149 4. Comunidad eclesial y ministerios 151

La Iglesia en cuanto comunidad 152 Los ministerios en cuanto relacionados con la comu­

nidad 156 La comunidad en cuanto determinante y destinataria de

los ministerios 161 Conclusión: ¿Qué ministerios necesita una comunidad? 168

Capítulo III

EL MINISTERIO SACERDOTAL Y SU ECLESIAL CONFI­GURACIÓN 171

1. Ministerio «especial»-«ordenado» en el Nuevo Testa­mento 172 El apostolado como fundamento y origen del ministerio

ordenado 173 Existencia del ministerio ordenado en el Nuevo Testa­

mento 178

ÍNDICE 9

La dimensión sacerdotal del ministerio ordenado 185 2. Configuración histórica del ministerio sacerdotal 193

La Iglesia primitiva: s. I-IV 195 La edad media: s. VIII-XVI 198 Trento y la época postridentina: s. XVI-XX 204 El Concilio Vaticano II 207

3. Sacramentalidad del ministerio ordenado 211 Ministerio, carisma y ordenación 211 Sacramentalidad del ministerio ordenado 220 Ministerio y carácter 231

Capítulo IV

ESENCIA Y FUNCIONES DEL MINISTERIO SACERDOTAL. 243

1. El servicio (diakonía) como clave explicativa y centro de sentido del ministerio 243 Estructura diacónica de la historia de la salvación 244 El servicio como misión y tarea de todo cristiano 245 El ministerio como servicio especial 246 Autoridad y servicio 248

2. El ministerio como servicio a la obra de Dios 250 «In persona Christi capitis» 250 La re-presentación como servicio: sentido y alcance de

la representatividad ministerial 254 3. El ministerio como servicio a la comunidad eclesial ... 259

«In persona Ecclesiae»: Conciencia histórica de la re­presentatividad eclesial 260

Dimensiones del servicio ministerial a la comunidad. 264 Servicio de dirección de la comunidad y especificidad

ministerial 269 4. El ministerio como servicio especial a la misión 271

Servicio a la diversidad de funciones de la única mi­sión 272

El ministerio como servicio a la palabra 276 El ministerio como servicio sacramental y cucarístico. 280 El ministerio como servicio de dirección en la caridad. 286

Capítulo V

PASTORAL DEL MINISTERIO ORDENADO. BÚSQUEDAS DE RESPUESTA TEOLOGICO-PASTORAL AL PROBLEMA DE LA FALTA DE SACERDOTES 289

1. ¿Recomponer las funciones del ministerio sacerdotal? 290

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10 ÍNDICE

2. ¿Dejar a las comunidades sin la presencia-presidencia del sacerdote? 294

3. ¿Privar a las comunidades de Eucaristía? 297 ¿Asambleas dominicales sin Eucaristía? 299 ¿Eucaristía presidida por laicos? 301

4. ¿Extender el diaconado permanente? 310 Del olvido a la renovación 311 Identidad y funciones del diácono 312 Aspectos positivos e interrogantes abiertos por el dia­

conado 315 El diaconado en el interior de la estructura ministerial

jerárquica 319 Conclusión: ¿Son los diáconos la «solución» a la falta

de sacerdotes? 321 5. ¿Ordenar sacerdotes a las mujeres? 322

Reflexionar para una valoración teológica 324 Caminos de avance y de búsqueda 328

6. ¿Cambiar la ley del celibato? 332 El celibato en la vida de la Iglesia 338 Reflexiones teológico-pastorales sobre la unión minis­

terio-celibato 341 ¿Es solución al problema del ministerio sacerdotal

cambiar la ley del celibato? 346

Capítulo VI

LOS MINISTERIOS LAICALES COMO RESPUESTA A LA FALTA DE SACERDOTES Y A LA REESTRUCTURACIÓN MINISTERIAL DE LA IGLESIA 351

1. Los ministerios laicales y su importancia histórica ... 352 Los ministerios «laicales» en el Nuevo Testamento ... 352 Los ministerios laicales en la Iglesia primitiva 362 Los ministerios laicales de la Edad Media al Vaticano II 384 Los ministerios laicales en la reforma del Vaticano II ... 398

2. Los ministerios laicales para la Iglesia de hoy 417 Ministerios laicales y corresponsabilidad eclesial 417 ¿Qué ministerios laicales deben promoverse e insti­

tuirse? 431 Conclusión: los ministerios laicales como lugar de ac­

ceso al ministerio sacerdotal 452

índice de autores 455

SIGLAS Y ABREVIATURAS

AA = Apostollcam actuasitatem, sobre el apostolado de los seglares.

AAS = Acta Apostolicae Sedis, Roma, Ciudad del Vaticano, 1909 ss.

AG = Ad gentes, decreto sobre actividad misionera de la Iglesia.

BAC = Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1945 ss. CA = Constitutiones Apostolorum: ed. F. FUNK, Paderborn

1905. CD = Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los

obispos. CIC = Codex luris Canonici, Roma 1917. DA = Didascalia Apostolorum: ed. FUNK, Paderborn 1905. DACL = Dictionnaire d'Aechéologie Chretienne et de Litur-

gie, Paris 1903 ss. DS = Enchiridion Symbolorum: ed. H. DENZINGER - A.

SCHÓNMETZER, Freiburg i.B. 1963. DTC = Dictionnaire de Théologie Catholique, Paris 1899-1950. EN = Evangelii Nuntiandi, Evangelización del mundo con­

temporáneo: PABLO VI, 1975. GE = Gravissimum educationis, sobre la educación cris­

tiana de la juventud. GS = Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo ac­

tual. LG = Lumen gentium, sobre la Iglesia. LMD = La Maison Dieu, Paris 1945 ss. PG = Patrologiae cursus completus. Series graeca, Paris

1857 ss. PL = Patrologiae cursus completus. Series latina, Paris

1857 ss. PO = Presbyterorum Ordinis, decreto sobre el ministerio

y vida de los presbíteros. PC = Perfectae caritatis, decreto sobre la renovación de la

vida reliqiosa. OGMR = Ordenación general del misal romano, 1969. SC — Sacrosanctum Concillum, constitución sobre sagrada

liturgia. ThWNT = Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testament,

Stuttgart 1933 ss.

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I N T R O D U C C I Ó N

El tema de los ministerios se encuentra en permanente ebu­llición desde la década de los 60. Durante este tiempo son nu­merosos los autores que han reflexionado, investigado y escrito sobre la «cuestión ministerial», desde perspectivas diversas y con objetivos distintos. Son graves las necesidades, numerosos los problemas, difíciles las soluciones que se plantean al res­pecto. Y no puede decirse que la Iglesia esté en trance de encon­trar una salida inmediata para esta urgente situación.

Los hechos son de todos conocidos: el número de sacerdo­tes ha disminuido de forma alarmante; apenas hay candidatos al sacerdocio; no pocas comunidades están «condenadas» a quedar­se sin la presencia y la asistencia de un sacerdote; cada vez será más normal el que no haya un sacerdote que presida la Eucaris­tía del domingo; los seglares se ven urgidos, en no pocos casos, a responsabilizarse de diversos ministerios, pero, además de la carencia de formación y la falta de dispositivos institucionales de apoyo, sus funciones se ven reducidas y limitadas; la Iglesia sigue manteniendo, a pesar de todo, una visión clericalista de la vida cristiana, y defiende «modelos ministeriales» discutibles; algunas comunidades viven un momento crítico, bien porque se sienten abandonadas, o porque no hay quien asuma los ministe­rios «laicales», o porque en ellas ha desaparecido todo signo de comunión cristiana y de pertenencia eclesial... Ciertamente no se puede unlversalizar el fenómeno a todo lugar y circunstancia. Pero los datos confluyen en una misma dirección.

Estos hechos patentes plantean preguntas importantes: ¿Có­mo valorar esta abultada disminución del clero? ¿Se debe hoy defender el sacerdocio en los mismos términos que ayer? ¿No está acaso superada la división entre la realidad profana y sa-

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14 INTRODUCCIÓN

grada, entre el sacerdocio y el lateado? ¿Es que no hemos aban­donado ya una visión ritualista y racial del sacerdote, para en­tenderlo como persona al servicio de los hombres, en medio de un mundo en construcción? El problema para algunos ya no es «por qué no existen sacerdotes», sino «si es necesario que exis­tan»; ya no es «cómo se hace un sacerdote», sino «para qué sacerdotes». Y, en todo caso, se pregunta: ¿por qué este tipo o modelo de sacerdote? ¿Hay que lamentarse de la desaparición de un «modelo arcaico», y empeñarse en la reproducción de un modelo tradicional? A situaciones nuevas ¿no habrá que proponer un nuevo tipo de ministerio? ¿Habrá que privar a las comunida­des de sacerdotes y de Eucaristía, por defender, en todo caso, un modelo de sacerdote masculino, célibe, ilustrado y aliñado según las exigencias de nuestros seminarios? ¿Cómo configurar los ministerios laicales, y cuál es la importancia que pueden o deben tener en la búsqueda de una respuesta a esta situación eclesial? ¿Cuáles son las funciones o servicios que pueden de­sempeñar los seglares, y en qué relación se encuentran con las funciones presbiterales? ¿Podrá encontrar la Iglesia un camino verdadero de renovación, desde la renovación de sus ministerios?

Los problemas son tan serios y profundos que puede caerse en la tentación de escamotear un serio planteamiento, sea por el miedo a la conmoción de unos modelos establecidos, o por la incapacidad para nuevas soluciones, o por inseguridad ante res­ponsabilidades distintas. No es que la jerarquía eclesiástica no haya abordado este problema (v.gr. Pablo VI, Conferencias Epis­copales de Francia, Alemania, Brasil...), sino que en nuestra opi­nión no lo ha abordado con la radical profundidad que se merece, ni ha puesto los medios eficaces para la solución que reclama. Se recuerdan los problemas, pero no se aportan soluciones. Se evoca la crisis, pero se minimiliza. Se enuncian principios, pero no se sacan todas las consecuencias. En el fondo, se sigue pen­sando desde y para un modelo de sacerdote y de Iglesia que no se atiene a romper los moldes del pasado, ni a afrontar radical­mente las situaciones del presente, ni a proyectar con valentía las soluciones del futuro. Y, sin embargo, la realidad sigue ur­giendo a la búsqueda, porque (al menos en España) lo que tene­mos (todavía un número suficiente de sacerdotes] vamos a dejar de tenerlo (en diez años habrá de un 40-50 % menos de sacerdo­tes en edad «laboral»), y lo que esperamos (muchas comunida­des sin sacerdote) vamos a comenzar pronto a vivirlo (las con­secuencias se están ya percibiendo).

Es en este contexto donde situamos el objetivo de nuestra obra. Trata de ofrecer elementos para una respuesta al problema

INTRODUCCIÓN 15

de los ministerios, desde la profundización en su sentido escrl-turístico-teológico, desde la inserción en su contexto eclesloló-gico-comunitario, desde la integración de la variedad de minlste rios en una estructura ministerial renovada. Estamos convenci­dos de que los ministerios deben dejarse interpelar y deben res­ponder a las necesidades reales de las comunidades cristianas. Creemos que esta respuesta sólo será válida si tiene en cuenta el origen y punto de referencia paradigmático de la Escritura, y si al mismo tiempo mantiene un diálogo abierto y dinámico con la tradición o experiencia histórica de la Iglesia. Pensamos que la cuestión de los ministerios, lejos de ser un problema clerical de respuesta a una situación de indigencia de sacerdotes, es un problema eclesiológico, que debe desarrollarse en y desde la eclesiologia, y donde se juega el futuro de una estructura, un modelo, una imagen y una realización de Iglesia. Es, en fin, nues­tra opinión que sólo desde una verdadera renovación y valoración de los llamados «ministerios laicales», que conlleva una relativi-zación del actual modelo de presbítero, puede encontrarse un ca­mino de solución a las cuestiones que, por la indigencia de sacer­dotes, se plantean a la Iglesia y a las comunidades concretas.

El estudio que presentamos quiere ser, pues, una aportación fundamentada y coherente de redescubrimiento de la identidad y funciones de los diversos ministerios en la Iglesia, de manera que se pueda prever una respuesta adecuada a una situación nueva, que viene a replantear, desde el hecho concreto de la falta de sacerdotes, la misma estructura ministerial y la redistribución de funciones de la Iglesia.

Dividiremos la obra en dos partes fundamentales: la desti­nada más expresamente al «ministerio sacerdotal», y la dedicada más específicamente a los «ministerios laicales». Las dos partes están íntimamente unidas, se complementan y exigen mutua­mente. No pretendemos agotar ni acotar todas las cuestiones que plantea el tema. Pero sí nos esforzaremos por destacar aque­llos puntos más importantes en los que, a nuestro entender, se decide el rostro y el futuro de los ministerios.

Esperamos así poder prestar un servicio, no sólo a los pas­tores y responsables de comunidades, que se interrogan sobre el futuro de los ministerios actuales y sobre la posibilidad de los ministerios nuevos, sino también a aquellos cristianos conscien­tes y responsables, que se sienten inquietos por la ausencia de sacerdotes, y no saben cuál será el porvenir de sus comunida­des. El determinar, o al menos el intuir, los caminos que debemos recorrer y las metas que hay que alcanzar, puede ser una ayuda no despreciable en orden a ir preparando el futuro.

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CAPITULO I

ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA

Antes de iniciar una reflexión teológica sobre los ministe­rios, creemos necesario tomar conciencia de su situación en la Iglesia actual. Para ello ofrecemos un breve sondeo sociológico a nivel general, que sintetiza los últimos datos por nosotros co­nocidos, y nos lleva a percibir los contomos y repercusiones del problema. Es preciso saber dónde estamos, para llegar a saber hacia dónde debemos dirigirnos. La fenomenología sobre los mi­nisterios eclesiales nos lleva a la ontología de los ministerios de la Iglesia.

1. PRECISIÓN TERMINOLÓGICA

Permítasenos, ya en este primer momento, hacer algunas precisiones terminológicas, con el fin de evitar posibles confu­siones, y para permitir una mejor comprensión de nuestro len­guaje.

a) Servicio:

Es la tarea a realizar por el cristiano, en fidelidad al Evange­lio, y para la edificación de la comunidad, crecimiento de la vida cristiana y extensión de la salvación. La comunidad cristiana más que tener servicios, es servicialmente. Sin embargo, pueden se­ñalarse como servicios más importantes el de la Palabra, el del culto y el de la caridad. Los servicios se ejercen de formas va­riadas, y abarcan diversidad de funciones, de las que surgen

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18 MINISTERIO SACERDOTAL MINISTERIOS LAICALES

los distintos ministerios y variedad de figuras ministeriales'. Cuando hablamos de «servicios» nos referimos, pues, a las ta­reas del cristiano, en cuanto realizadas sobre todo para el bien de los demás, y en vistas a la edificación de la comunidad. Todo ministerio es un servicio, aunque no todo servicio es un minis­terio.

b) Ministerio:

En sentido amplio designa la misión global de la Iglesia (con­tinuadora de la obra de Cristo), los servicios fundamentales de esta misión (ministerio de la Palabra, del culto, de la caridad), el ejercicio espontáneo u ocasional por un cristiano de una de las funciones correspondientes a tales ministerios (ministerio de la acogida, de la catequesis...). Mientras hasta ahora la palabra «mi­nisterio» se usaba sobre todo en singular, y se refería casi ex­clusivamente a la función del «sacerdote» en cuanto investido de un cargo y consagrado por una ordenación, ahora suele em­plearse también en plural («ministerios») y se refiere a la va­riedad de servicios y funciones dentro de la Iglesia. Con todo, hay que notar que, en un sentido más teológico, se usa «minis­terio»2:

— Para indicar servicios precisos, de importancia para toda la comunidad, que comportan una cierta responsabilidad, son reconocidos por la Iglesia local y son relativamente estables.

— Para señalar servicios que, además de implicar todo lo anterior, en mayor o menor grado, suponen una cierta insti-tucionalización de oficialidad y son asumidos en un acto li­túrgico expresamente destinado para ello. Se les llama mi­nisterios «instituidos».

— Para referirse a los servicios que, suponiendo todo lo an­terior en un grado máximo, implican también la ordenación sacramental y la cualificación de gracia que los distingue del resto de los ministerios. Se les llama ministerios «orde­nados» y son el episcopado, el presbiterado y el diaconado.

(1) Cf. J. DELORME, Diversidad y unidad de los ministerios según el Nuevo Testamento: en J. DELORME (ed.), El ministerio y los ministerios según el Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1975, pp. 288-299. En adelante cita­remos la obra con el nombre de Delorme.

(2) Cf. A. TURCK, Des ministéres pour quelle Eglise?: Communautés et Liturgie 1 (1976), pp. 39-41; D. BOROBIO, Sobre el ministerio del catequista de confirmación y sus funciones dentro del proceso de iniciación cristiana: Seminarios 71 (1979), 12-19.

ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA 19

c) «Ministerio sacerdotal»:

En nuestra exposición hablamos de «ministerio sacerdotal» y de «ministerios laicales». Aunque la terminología no sea uni­forme en todos los escritores y se perciba una cierta evolución semántica, debemos indicar la razón por la que la empleamos. Preferimos hablar de "ministerio sacerdotal» y no de "sacerdo­cio ministerial», porque siendo el ministerio común a otros ser­vicios (v.gr. ministerio del lectorado), no lo es tanto lo «sacer­dotal» en cuanto cultural-ritual (v.gr. ministerio de la Palabra). Es verdad que todos participamos del «sacerdocio común» y que puede ser lícito el contraponerlo al «sacerdocio ministerial» de los ordenados. Con todo, nos parece más exacto hablar de «mi­nisterio sacerdotal», ya que es lo sacerdotal cultual lo que más bien especifica el ministerio en general, y no al revés. Siempre que hablemos del «ministerio sacerdotal» nos referimos, por tanto, al ministerio «ordenado» de los presbíteros y obispos. Po­dría discutirse si no sería mejor hablar de «ministerio presbite­ral», evitando así las dificultades del término «sacerdotal», pero entonces dejaríamos fuera de nuestro campo a los obispos. Por ello preferimos la expresión primera3.

d) «Ministerios laicales»:

En cuanto a «ministerios laicales», si bien puede discutirse el valor de la expresión, por lo dicho resulta inteligible y señala sin ambigüedades la realidad a que se refiere. Por supuesto, el término «laical» lo empleamos como simple contraposición es-pecificadora de ministerio en relación con «sacerdotal». Pero no en cuanto que suponga, ni la aceptación, ni la defensa del dua­lismo clásico entre «sacerdotes» y «laicos», a partir de una defi­ciente comprensión del «sacerdocio» y del «laicado», y como si el laico no participara también del «sacerdocio» y el sacerdote no fuera también fundamentalmente un laico. Será necesario cier­tamente prescindir de las connotaciones negativas que lleva al binomio «sacerdocio-laicado», explicando nuestra realidad desde el binomio «comunidad-ministerios»4. Pero tampoco esta termi­nología indica todo lo que queremos decir, ya que ni la comuni­dad es el sujeto de los ministerios, ni los ministerios son exclu­sivos del sacerdote ni de los fieles. Tal vez la expresión más

(3) Cf. DELORME, 289. (4) Cf. J. M. CASTILLO, Los ministerios en la Iglesia: de una valoración

clerical a una instancia comunitaria, Sal Terrae 1 (1974), 13-14. Sobre el sen­tido de «laico» y sus variaciones, desde una crítica a la visión de Y. M. Con-gar; cf. P. GUILMOT, Fin d'une Eglise cléricale, Cerf, París, 1969, 215 ss.

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20 MINISTERIO SACERDOTAL. MINISTERIOS LAICALES

exacta sería «ministerios de los fieles», con la connotación que tiene la palabra «fidelis» de cristiano creyente y perteneciente a la Iglesia, y evitando así el sentido peyorativo que pudiera te­ner «laico», sin embargo, no se destacaría tanto la distinción con el «ministerio sacerdotal», y tal vez no resultara tan claro y de­terminado su sentido, según indica la expresión «ministerios lai­cales», ya común en nuestros días.

e) Sacerdote-presbítero:

Como es sabido, el Nuevo Testamento no habla de sacer­dote sino refiriéndose a Cristo. Del pueblo de Dios se dice que es un pueblo «sacerdotal», pues le corresponde un «sacerdocio real». Pero nunca se llama a nadie personalmente «sacerdote», aunque se le haya encomendado un ministerio. El término em­pleado para designar a los ministros que han recibido la enco­mienda o investidura oficial para proclamar la palabra y presidir la comunidad es el de «presbítero», y no el de «sacerdote» (cf. Epístolas pastorales). Hacia comienzos del siglo III comienza a extenderse la costumbre de llamar «sacerdote», tanto al «epis-copos» cuanto al «presbíteros», sin duda por una evolución que condujo a poner el acento y concentrar el significado de los «mi­nistros ordenados» en su función cultual-sacerdotal. Debido a la preponderancia creciente de dicha función cultual-sacerdotal, dentro del conjunto de las tareas del ministro, se extenderá e impondrá como nombre más común para denominarlo el término «sacerdote»5. En verdad responderá más a la concepción neo-testamentaria el 'hablar de «presbíteros» siempre que nos refi­ramos a los «ministros ordenados» que no son «obispos» ni «diáconos». Sin embargo, puesto que el lenguaje común no está familiarizado con la denominación de «presbítero», y ya que si hablamos de «el sacerdote» o «los sacerdotes» todo el mundo comprende exactamente los sujetos a que nos referimos, man­tendremos las expresiones más comunes. Es evidente que esto no indica, en nuestro caso, ni la defensa de un dualismo estruc­tural eclesial («sacerdotes» «laicos»), ni la minusvaloración del

(5) Casi todos los autores que tratan del tema advierten esta evolución. Véase por ejemplo: J. COLSON, Ministre de Jesús-Christ ou le sacerdoce de l'Evangeile. Etude sur la condltion sacerdotale des ministres chrétiéns dans l'Église primitive (Theologie Misterique 4), Beauchesne, París 1966. En ade­lante COLSON. Especial referencia merecen, en todo lo que se refiere a esta cuestión, los estudios de T. VANHOYE, La structure Htteraire de l'Epítre aux hebreux, Bruges 1962; ID., Testi del nuovo Testamento sul sacerdozio, Roma 1976; ID., Prétres anciens. Prétre nouveau selon leNouveau Testament, Seuil, Paris 1980.

ESTADO ACTUAL DE LOS MINISTERIOS EN LA IGLESIA .' I

sacerdocio de los fieles, ni la reducción de las funciones dol ministerio ordenado a su aspecto cultual-sacerdotal.

2. EL MINISTERIO SACERDOTAL Y SU CRISIS ACTUAL

La Comisión Internacional de Teología escribía en 1970: «El Vaticano II constató ya que en nuestra época el puesto de los sacerdotes es cada vez más difícil, debido a los cambios pro­fundos y rápidos que se verifican en la actual situación humana y pastoral. Pero, después del Concilio, la situación se ha agra­vado de modo singular. Con razón se habla hoy de la crisis del sacerdocio. Crisis esta que se manifiesta en todas las regiones del mundo, si bien las razones que la motivan son diferentes, y su intensidad y extensión son variables»6. Esta apreciación de hace doce años, lejos de suavizarse, se ha recrudecido en la actualidad. Los hechos, las estadísticas, los datos sociológicos hablan por sí mismos, y sus consecuencias no dejan lugar a fá­ciles optimismos. Teniendo en cuenta los límites y el objetivo de nuestro estudio, recogemos de forma sencilla algunos as­pectos y resultados más recientes y elocuentes al respecto.

a) Hechos y datos que interpelan:

«Los sacerdotes abandonan»

Sigue siendo relativamente elevado el número de sacerdotes que, con la secularización obtenida o sin ella, abandonan su mi­nisterio, por causas diversas. Respecto a las secularizaciones se pasó de 640 en 1964, a 2.263 en 19687. Solamente en España de 1975 a 1977 se secularizaron 845 sacerdotes8.

(6) Rapport de la Commission Internationale de Theologie, Le ministére sacerdotal, Cerf, París 1971, 11. Citaremos en adelante: Comisión Interna­cional.

(7) Dato facilitado por el Servicio central de estadística del Vaticano en 1970. Cf. Comisión Internacional, 12. Nos referiremos solamente a algu­nos datos sobre la Iglesia en Europa Occidental. Pero las estadísticas, con raras excepciones, confirman el mismo proceso en otras latitudes. En Amé­rica Latina, por ejemplo en Brasil, de 1957 a 1973 el número de sacerdotes que abandonó el ministerio fue de 1.508, o sea, el 10% más o menos del total del clero del país. Así lo afirma el SECRETARIADO GENERAL DEL CELAM, Medellin, BAC, Madrid 1977, 157.

(8) F. KLOSTERMANN, Die Pastoralen Dienste heute, Veritas Verlag, Linz-Wien-Passau, 1980, 335. V. SASTRE, Estructura generacional del clero es­pañol: Iglesia Viva, 91/92, (1981), 150.