Mímesis y Phrónesis: la función política de la tragedia en Aristóteles.

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Mi intención en este artículo es recuperar el aprendizaje que promueve la mímesis como una herramienta que permitiría encontrar una respuesta posible para la crisis política y moral que atraviesa la pólis cuando Aristóteles escribe su Poética. Desde esta perspectiva, el análisis recae en las relaciones que pueden establecerse entre mímesis y phrónesis, entre el aprendizaje que provee la tragedia y aquel que aporta la razón práctica. El punto de encuentro de ambos aprendizajes será la formación ciudadana, una formación que está lejos de agotarse en una instancia particular de la vida y de la cual depende que la pólis sea el espacio para la práctica de la virtud y de la vida buena.

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  • Mariana Castillo MerloMmesis y Phrnesis: la funcin poltica de la tragedia en Aristteles.

    Mmesis y Phrnesis: la funcin poltica de la tragedia en Aristteles.Mimesis and Phronesis: The Political Role of Tragedy in Aristotle.

    Mariana Castillo Merlo*

    Fecha de Recepcin: 31 de marzo de 2015

    Fecha de Aceptacin: 10 de abril de 2015

    Resumen: Mi intencin en este artculo es recuperar el aprendizaje quepromueve la mmesis como una herramienta que permitira encontraruna respuesta posible para la crisis poltica y moral que atraviesa laplis cuando Aristteles escribe su Potica. Desde esta perspectiva, elanlisis recae en las relaciones que pueden establecerse entre mmesisy phrnesis, entre el aprendizaje que provee la tragedia y aquel queaporta la razn prctica. El punto de encuentro de ambosaprendizajes ser la formacin ciudadana, una formacin que estlejos de agotarse en una instancia particular de la vida y de la cualdepende que la plis sea el espacio para la prctica de la virtud y dela vida buena.

    Palabrasclave: Mmesis trgica, aprendizaje, phrnesis, ciudadana

    Abstract: In this paper, I intend to think mimesis and its learning promotion as atool that may allow to find a possible answer to the political and moralcrisis that the polis goes through in the writing context of the Poetics.From this perspective, the analysis lies in the relations that can beestablished between mimesis and phrnesis, between learning

    * Profesora y Licenciada en Filosofa por la Universidad Nacional del Comahue y Doctora en Filosofapor la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Es docente e investigadora de la UniversidadNacional del Comahue. Becaria posdoctoral de CONICET. Expositora en diversos congresos,coloquios, jornadas, etc., y miembro de dos proyectos de investigacin (UNCo-UBACyT). Secretariade redaccin de la revista Pginas de Filosofa. Su tema de investigacin es la lectura de la nocin demmesis aristotlica en clave tico-poltica, tanto en la filosofa antigua como en la filosofacontempornea.Correo electrnico: [email protected].

    Anacronismo e IrrupcinTragedia, comedia y poltica.

    ISSN 2250-4982 Vol. 5 N 8 Mayo 2015 a Noviembre 2015 pp. 117-137.

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    promoted by tragedy and that one promoted by practical reason. Themeeting point of both will be citizenship education, an education thatis far from being fulfilled at any point in life and from which dependsthe plis as the space for practice of virtue and good life.

    Keywords: Truth, Power, Subject, Oedipus, Foucault.

    Introduccin

    Aristteles escribi la Potica. Un texto breve, oscuro, atravesado por

    silencios que resultan, a veces, inexplicables. Su objeto de anlisis es la tragedia, una

    forma particular de poesa que los griegos conocieron muy bien y que encontr, en el

    contexto de la plis democrtica, el mbito propicio para desarrollarse. Sin embargo,

    el agotamiento de esa plis parece marcar tambin el agotamiento de la tragedia. En

    ese paradjico momento, Aristteles se dedica al arte dramtico. Hay quienes han

    visto en su Potica la expresin ms clara del genio filosfico. Despojada de

    referencias que la aten a su contexto, dicha obra aparece como una reflexin para

    todos los tiempos. Hay otros, en cambio, que slo ven en ella una recopilacin de

    notas descriptivas sobre las tragedias que se representaban en la poca y, desde esa

    perspectiva, la obra no tiene ms que un lejano inters histrico. Frente a estas

    lecturas, cabe preguntarse si esas notas sobre la tragedia son universales y vlidas para

    todos los tiempos, como sugieren algunos, o si hace ya mucho que no tienen ningn

    valor terico, como advierten otros.

    Aunque resulte una obviedad, la Potica es obra de un filsofo y, por ello, sus

    consideraciones no se agotan en una mera descripcin o en una observacin pura;

    suponen siempre una teorizacin. Pero ese inters terico no debe ocultar que

    Aristteles tambin es un hombre de su tiempo. No concibe a la filosofa despojada de

    su contexto histrico, ni de las prcticas y opiniones compartidas y comunes. Al

    respecto, puede sealarse un pasaje al final de la tica, en el que Aristteles afirma

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    que hay cosas que salvan (szei) y cosas que pierden (phtherei) a las ciudades.1 La

    crisis tico-poltica que atraves a la Atenas de su tiempo se lo mostr

    indefectiblemente. Como hombre de su tiempo, sufre la crisis de la plis y su

    pensamiento no es ajeno a ella. Busca, con lo mejor que sabe hacer, alternativas para

    conservar esa plis que se derrumba a su alrededor, porque no slo le interesa conocer

    qu causa la destruccin (phtherontai) de un rgimen poltico sino, y

    fundamentalmente, saber cules son los medios para conservarlo (szontai, Pol. V

    8, 1307 b 26-30). El objetivo del presente artculo es mostrar de qu manera el

    aprendizaje mimtico que promueve la tragedia podra considerarse entre aquellas

    cosas que salvan a la plis. Desde esta perspectiva, el anlisis recae en las

    relaciones que pueden establecerse entre mmesis y phrnesis, entre el aprendizaje que

    provee la tragedia y aquel que aporta la razn prctica. El punto de encuentro de

    ambos aprendizajes ser la formacin ciudadana, una formacin que est lejos de

    agotarse en una instancia particular de la vida y de la cual depende que la plis sea el

    espacio para la prctica de la virtud y de la vida buena.

    1. Sobre la importancia de la educacin para la conservacin de la plis

    Aristteles finaliza su tica, sealando la importancia de la educacin para la

    prctica de la virtud. Lo mejor, observa el estagirita, es que la ciudad se ocupe de

    estas cosas [de la educacin y de las ocupaciones de los ciudadanos] pblica y

    rectamente (X 9, 1180 a 30)2. Desde esta perspectiva, la tica da paso a la poltica y,1 En EN X 9, 1181 b 18-22, Aristteles afirma que el estudio de la filosofa de las cosas humanas, lacompuesta por la tica y la poltica, le permitir ver qu cosas salvan (szei) y qu cosas pierden(phtherei) a las ciudades () para luego ver mejor cul es la mejor forma de gobierno (politeaarste) y cmo ha de ser ordenada (taxthasa) cada una y de qu leyes (nmois) y costumbres (thesi)se ha de servir para ser la mejor en su gnero.2 Aristteles ofrece distintas razones que justifican que la educacin sea una de las preocupaciones de laplis. En Pol. VIII 1, 1337 a 11-30, el estagirita seala que la educacin debe adaptarse al rgimenpoltico y que por ello, tiene que ser una y la misma (man ka tn autn) para todos los ciudadanos, yque el cuidado de ella debe ser cosa de la comunidad (koinn) y no privada, pues el entrenamiento delo que es comn debe ser tambin comn (tn koinn koinn poiesthai). De acuerdo a estaconcepcin, la formacin en manos de la plis permitira garantizar la presencia de ciertos valorescompartidos por la multiplicidad de partes que componen la ciudad y, al mismo tiempo, fomentara unsentido de comunidad, pues no debe pensarse que ningn ciudadano se pertenece a s mismo, sino quetodos pertenecen a la ciudad (all pntas ts pleos), puesto que cada uno es una parte de ella y el

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    en este nuevo contexto, la educacin se constituye en uno de los pilares del proyecto

    poltico aristotlico, formulado a lo largo de los libros VII y VIII de Poltica. En dicho

    marco, Aristteles reconoce que la educacin es una cuestin que no se limita a una

    etapa particular de la vida, sino que se extiende a lo largo de sta, en una primera

    instancia, con la formacin de los infantes y, luego, con la formacin de los

    ciudadanos. Desde esta perspectiva, la mmesis puede verse como un aprendizaje que

    se ordena al programa educativo que Aristteles traza y que tiene como particularidad

    no estar constreida por un contenido puntual, porque lo que la mmesis promueve es

    un tipo particular de reflexin. En tal sentido, ejercitar primero a los nios y luego a

    los hombres en la contemplacin de obras mimticas, como la msica, la poesa y la

    tragedia, ser una manera de contribuir a la educacin de la plis, a la formacin de la

    ciudadana3. El problema es que ni la tragedia ni el aprendizaje mimtico aparecen

    expresamente en el diseo educativo del estagirita. Aunque ello reporta una dificultad

    interpretativa, considero que es posible trazar un paralelo entre la msica y la tragedia

    y, por va indirecta, utilizar lo expuesto en Poltica para reflexionar sobre los alcances

    del aprendizaje mimtico y sobre la funcin de la tragedia en el marco de la plis4. cuidado de la parte (epimleia hekastou) debe naturalmente (pphyken) orientarse al cuidado del todo(prs tn to hlou epimleian). Para un detalle de los argumentos aristotlicos en pos de un sistemapblico de educacin, vase Nussbaum, 1995: 435. 3 En un sentido similar, Lord, afirma que el activo y continuo cultivo de la poesa y de la msicaconstituyen el vehculo principal de la educacin de la ciudadana general y una clase de ejecucinque est al alcance de todos (Lord, 1989: 206 y 213, respectivamente). En un sentido similar, vaseReeve, 1998: 61-62.4 Pese a la ausencia de referencias, pueden extenderse las consideraciones sobre la msica al artedramtico, pues cabe recordar que la msica es uno de los elementos de los que se vale la tragedia,adems del espectculo, para deleitar a sus espectadores (Pot. 1462 a 16-17). Asimismo, podraconjeturarse que el silencio sobre la tragedia en el marco de la Poltica se debe a que el programa queall se expone tiene como destinatarios principales a los infantes y a los jvenes de hasta veintin aos,mientras que la formacin de los adultos no constituye una prioridad (Cf. Pol. VII 17, 1336 a 3-1337 a1). Para Aristteles, los nios y los jvenes no son capaces de deliberar, pues la facultad deliberativa seencuentra en formacin. Los adultos que asisten al espectculo trgico, en cambio, encuentran all laocasin para ejercitar la deliberacin y la capacidad de juicio (Klimis, 2003: 468). Adems de las razones sealadas, puede aadirse la referencia de Pot. 1448 b 20-24, en dondeAristteles seala el carcter connatural de la habilidad mimtica, y tambin la propensin al ritmo y ala armona. Los metros, afirma en dicho contexto, son partes de los ritmos (t mtra hti mria tnrythmn esti), de modo que la mtrica potica se derivara de la que se utiliza en la msica. Tambin enPol. VIII 5, 1339 b 20-21, aclara que sus consideraciones respecto de la msica no slo conciernen a lainstrumental, o la que est sola, sino tambin a la acompaada por canto, que incluye a la poesa y,por extensin, a la tragedia. Desde esa perspectiva, podran predicarse de las tragedias los mismos atributos que se predican de la msica, pues ambas comparten ser genricamente mmesis, pero tambin, existe entre ambas una

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    Como es habitual en su metodologa, en su Poltica Aristteles parte de una

    serie de observaciones sobre su propia situacin histrica y repara en la importancia

    de la educacin. En tal sentido, antes de formular su proyecto poltico, hace dos

    aclaraciones que me interesan resaltar. En primer lugar, que la educacin es aquello

    que le aporta sentido a la pluralidad que compone la plis. Aristteles discute con

    Platn la idea de que la ciudad deba ser una unidad y de que el consenso slo sea

    posible si se asimila la unidad del individuo a la unidad de la casa y de la plis. Frente

    al modelo organicista platnico, el estagirita concede que la ciudad debe ser una, pero

    no en el sentido que deja entrever su maestro, asimilando lo econmico a lo poltico,

    sino en un sentido particular. La imagen a la que recurre para ilustrar los riesgos del

    comunismo es la de un concierto. Si se imagina a la ciudad como una sinfona, y se

    impone el criterio de unidad que parece sugerir Platn, la sinfona se convierte en

    homofona y el ritmo, en un solo pie. La pluralidad desaparece y ya no hay ciudad, o

    si la hay, es una ciudad inferior. Por medio de la educacin (di tn paidean), en

    cambio, es posible conservar esa pluralidad de partes que componen la plis (t

    plthos) y, al mismo tiempo, lograr que dicha pluralidad resulte comn y una

    (koinn ka man poien). Las herramientas con las que cuenta la plis para establecer

    dicha educacin son las costumbres (thesi), la filosofa y las leyes (nmois) (Pol. II

    5, 1263 b 27-40).

    La otra observacin se liga a la importancia de la educacin para la

    conservacin de los regmenes polticos. En este marco, Aristteles repara en la

    relevancia poltica del trmino medio (t mson), pues si se desatiende este sector de

    la ciudad, incluso con medidas democrticas, se contribuye a la destruccin del

    rgimen. Nuevamente, el estagirita reconoce que la democracia es un rgimen

    aceptable (hikans), aunque sea una desviacin de una ordenacin mejor (Pol. V 9,

    1309 b 32). La educacin aparece aqu como una medida que asegura la conservacin

    y permanencia del rgimen poltico. Con la mirada en su propio contexto socio-

    relacin de todo-parte. Mientras los ritmos y las melodas son imitaciones de los estados morales (mimmata tn ethn, Pol. VIII 5, 1340 a 39), la tragedia es una imitacin de la accin (mmesis prxeos, 1449 b 24) y toma por objeto de esa imitacin a los caracteres (the), elocucin (lxis) y pensamientos (lgos) de los actuantes (Pot. 1450 a 9-10).

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    histrico, Aristteles advierte que esto es algo que ahora todos descuidan (ho nn

    oligorosi pntes, Pol. V 9, 1310 a 13). La despreocupacin de la educacin convierte

    a las leyes en medidas obsoletas y expone al rgimen de gobierno a un serio riesgo,

    pues incluso en las democracias tenidas por ms democrticas, lo establecido

    (kathsteken) es contrario a lo conveniente (to symphrontos). En este sentido, el

    descuido de la educacin se convierte en un problema ms profundo, vinculado

    estrechamente a los fundamentos de la prctica democrtica y a sus instituciones: el

    problema de la formacin es el problema de la administracin de la libertad. Si uno de

    los pilares de la democracia es la libertad, es preciso que esa libertad se convierta en

    una costumbre. La costumbre es el camino obligado para tomar decisiones: sabemos

    tomarlas porque nos hemos habituado a hacerlo y, en cierto forma, nos lo han

    enseado (Castoriadis, 2012: 253, nfasis mo). La falta de formacin ciudadana

    atenta directamente con la calidad de las decisiones que se toman en la plis y

    promueve que cada cual viva como quiera (boletai) y a la medida de sus deseos

    (khrson) (Pol. V 9, 1310 a 32-34).

    Este diagnstico de la situacin deja entrever, a mi juicio, dos cuestiones: por

    un lado, la crisis educativa por la que atraviesa la plis y, por otro, las consecuencias

    polticas de dicha crisis, en particular en lo que concierne al consenso, a la igualdad y

    a la toma de decisiones. La apuesta de Aristteles es recuperar, a travs de la

    educacin, la capacidad de juicio, de deliberacin y decisin, es decir, recuperar el

    sentido mismo de la comunidad poltica. Como seala Rossi, en este contexto urge la

    necesidad de deliberar, precisamente porque debemos preguntarnos acerca de las

    mejores acciones posibles en un contexto sociopoltico inscripto en circunstancias

    particulares y especficas (2007: 216). La pregunta es si, frente a esta situacin, el

    aprendizaje mimtico puede cumplir algn rol. Si la respuesta es afirmativa, la

    cuestin ser indagar cmo contribuira a mitigar una crisis educativa, con alcances

    ticos y polticos.

    Pese a la importancia que adquiere, en trminos tico-polticos, la inclusin de

    la mmesis en la paidea aristotlica, hay una cuestin histrica que se impone y

    resulta difcil de obviar. Cuando Aristteles escribe su Potica, y expone cules son

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    los mecanismos por los cuales es posible obtener buenas tragedias, la tragedia como

    gnero no goza del prestigio que la caracteriz en el siglo V a. C. As, aunque las

    obras dramticas y las comedias siguen representndose, el aliento poderoso de la

    tragedia se apaga. La poesa pierde su poder de direccin de la vida espiritual

    (Jaeger, 2001: 385). En este sentido, resulta difcil conciliar un propsito educativo

    con una prctica que ha dejado de tener la impronta que conoci otrora. Mi hiptesis

    es que el inters de Aristteles por resear los aspectos tcnicos de las tragedias se

    explica, en parte, por esta aparente prdida de poder del gnero dramtico. Las fiestas

    cvicas siguen marcando el calendario de la plis pero, a diferencia de lo que ocurri

    durante el perodo de esplendor de la tragedia, las obras no logran despertar los

    mismos efectos en sus espectadores. El pblico reclama el reestreno de las

    producciones de los grandes trgicos, pues los nuevos poetas, a pesar de su vasta

    produccin, no se imponen en el escenario. Aristfanes parodia esta situacin en boca

    del propio dios del teatro, quien lamenta que los nuevos poetas sean malos (kakoi) o

    no sean ms que racimos abortados y charlatanera, conciertos de golondrinas que

    desaparecen enseguida que les dan un coro () La dificultad, dir Dioniso, reside en

    encontrar, por mucho que se busque, un poeta creador (gnimon poietn) y

    distinguido (poeto dexio), aquel que sea capaz de pronunciar una palabra noble

    (rma gennaon) y frases arriesgadas (parakekindyneumnon, Ranas, 71-102)5.

    Claramente, hay una distancia, no slo temporal sino tambin cualitativa, entre

    el apogeo de la democracia y la tragedia y la Atenas de Aristteles. Si los espectculos

    dramticos no logran, como denuncia Dioniso en las Ranas, producir los mismos

    efectos en sus espectadores, es posible, a partir de buenas tragedias como las que

    se prescriben en Potica, recuperar el sentido de una prctica cultural y devolverle su

    5 El propio Aristteles reconoce en Pot. 1456 a 3-7, la crtica excesiva que recae sobre los poetascontemporneos y en tal sentido afirma que hay que poner el mayor empeo en tener todas lascualidades, o, si no, las ms importantes y el mayor nmero posible, sobre todo viendo cmo se criticaahora a los poetas (hos nn sykophantosin tos poiets); pues, habiendo existido buenos poetas encada parte (kathhekaston mros agthn poietn), se pide que uno solo los supere a todos en laexcelencia propia de cada uno (hekastou to idou agatho axiosi tn hna hyperbllein). Elseadvierte que la utilizacin del verbo sykophantosin dara cuenta de que Aristteles no est del todo deacuerdo con la forma en que se expresa esta demanda, aunque hay un reconocimiento de su existencia yde la necesidad de responder a ella (Else, 1957: 535).

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    funcin formativa y propedutica? Si las tragedias ponen en primer plano la mmesis

    de una accin, y la mmesis es, segn Aristteles, una habilidad connatural del

    hombre, puede haber un extraamiento efectivo de ese aprendizaje que promueve la

    tragedia?

    La cuestin obliga, a mi entender, a revisar las consecuencias de ese

    aprendizaje mimtico centrando la atencin en su relacin con la phrnesis, entendida

    como una virtud que permite el trnsito de lo individual a lo poltico, de lo intelectual

    a lo moral. Desde esta perspectiva, se podr apreciar en qu sentido mmesis y

    phrnesis podran llevar a cabo un trabajo complementario, que permita repensar los

    trminos de la crisis educativa, tica y poltica que atraviesa la plis6.

    2. El origen trgico de la prudencia

    Una de las razones que animan esta tarea es la fuerte impronta trgica del

    concepto aristotlico de phrnesis, que tiene no slo un origen filosfico sino que

    tambin abreva de la cultura popular. Al respecto, seala Aubenque, el concepto de

    phrnesis rehabilita un sentido tradicional y por ello hay que tener en cuenta tambin

    esta palabra potica, en particular trgica, que en sus sentencias disimula tal vez ms

    verdad sobre el hombre, el mundo y los dioses, que la antropologa, las cosmologas o

    la sabia teologa de los filsofos (2010: 53). Qu elementos de la concepcin

    aristotlica revelan esa deuda con la tragedia? Para poder mostrar dicha filiacin, ser

    preciso examinar primero algunos de los ejes de la concepcin de phrnesis que

    Aristteles presenta en el marco de su tica.

    En el libro VI de tica Nicomquea, el estagirita se ocupa de las virtudes

    intelectuales y, en este contexto, incluye a la prudencia (phrnesis) como una de las

    disposiciones por las que la parte del alma razonadora (logistikn) alcanza la verdad

    6 Cabe destacar que en el contexto contemporneo de crisis de la racionalidad, a partir de mediadosdel siglo XX, se produjo una rehabilitacin de la phrnesis como la expresin de otra forma deracionalidad, ni cientfica ni filosfica, sino prctica, que permite emitir juicios de valor, deliberar yfundamentar la accin humana. Sobre las caractersticas y exponentes de dicha rehabilitacin, vaseThiebaut, 1988: 71-104, Berti, 2008: 144-145 y 2011: 91-93, y el prlogo de Costa a Aubenque, 2010:12-18.

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    (altheia); un modo de ser racional verdadero y prctico respecto de lo que es bueno

    y malo para el hombre (EN VI 5, 1140 b 5-6)7. La phrnesis no parece ser algo fcil

    de definir y para saber de qu se trata esta virtud, Aristteles aconseja detenerse en la

    naturaleza de aquellos hombres que pueden reconocerse como prudentes8. Como se ha

    criticado frecuentemente, la propuesta del estagirita resulta problemtica, pues supone

    que es posible identificar al hombre prudente, sin saber an en qu radica esa virtud.

    Sin embargo, ello no es un impedimento para ir delimitando las caractersticas de la

    phrnesis. La metodologa sugiere que la figura del hombre prudente puede ser

    reconocida fcilmente y que, casi de manera intuitiva, frente a una cierta clase de

    hombre que acta o dice determinadas cosas, puede reconocerse al hombre virtuoso.

    De manera anloga al aprendizaje mimtico, opera un razonamiento que permite

    reconocer que ste [hombre] es aquel [phrnimos] (Pot. 1448 b 16-17).

    Lo que conecta un este particular con aquel tipo de hombre prudente es la

    deliberacin. Un phrnimos, subraya Aristteles, es capaz de deliberar rectamente

    (kals boulesasthai) sobre lo que es bueno y conveniente para s mismo (per t auto

    agath ka symphronta), no en un sentido parcial, sino para el vivir bien en general

    7 Un primer rasgo de esta definicin es que la prudencia, al igual que la tkhne, es un hbito, un modode ser (hxin), en este caso prctico. La cualificacin prctica marca el carcter imperativo (epitaktik)de esta virtud intelectual, que tiene por objeto las cosas humanas, pero no desde una perspectiva tericao contemplativa como la sabidura, sino con el fin establecer qu debe hacerse en una determinadasituacin. En tal sentido, la phrnesis se vale del lgos para deliberar sobre la accin y ese lgos serverdadero toda vez que logre conducir el deseo (rexis) del hombre hacia una buena eleccin(proaresis spoudaa) (EN VI 1, 1139 a 21-31). Ello supone, como indica la parte final de la definicin,que hay un conocimiento previo respecto de qu constituye el bien y el mal del hombre (per tanthrpo agath ka kak). Aristteles aclara que la perspectiva no debe ser individual, es decir no sloes bueno o malo para el agente que delibera, sino de una manera general, lo que indica la puesta enjuego de una concepcin de eudaimona que contribuye al buen vivir de la plis.8 En Analticos Segundos 97 b 15-17, Aristteles propone una metodologa similar al afirmar que paraobtener una definicin de orgullo (megalopsykha), habr que observar (skepton), en algunosorgullosos que conocemos (hos smen), qu tienen en comn todos ellos en cuanto tales (n pntes htoiotoi). Esta metodologa, seala Lled, no es slo observacional sino que supone cierta teorizaciny corrimiento entre el plano de lo real, en el que las acciones de los hombres definen sus caracteres, yel plano del lenguaje, abstracto y terico, donde pueden encontrarse representaciones literarias yparadigmticas de esas acciones y caracteres. En el pasaje de Analticos, Aristteles se refiere a trescasos de hombres orgullosos: Alcibades, Aquiles y yax. Aristteles no pudo ver a dichos hombresactuando pues, al menos dos, son hroes mitolgicos. Es a partir de dichas representaciones, demodelos construidos por los otros, que se determina el sentido del trmino orgulloso. Lled, 1988:174. Haciendo uso del vocabulario de la Potica, podra agregarse que, no es slo la prxis, sino tambin la mmesis de una prxis, la que permite reconocer los rasgos definitorios del hombre prudente.

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    (prs t e zn hlos) (EN VI 5, 1140 a 25-28). Esta caracterizacin del hombre

    prudente es lo que lo convierte en el parmetro con el cual determinar las virtudes

    ticas, ese trmino medio (mestes) entre dos vicios (do kakin), uno por exceso y

    el otro por defecto, relativo a nosotros (prs hems), determinado por la razn

    (lgos) (II 6, 1106 b 36-1107 a 2). Estas notas de la phrnesis ponen de manifiesto,

    al menos, cuatro conexiones: en primer lugar, entre el alma racional y el alma

    irracional; luego, entre la virtud intelectual y la virtud tica; en tercer lugar, entre lo

    universal y lo particular y, finalmente, entre un s mismo y un nosotros. La

    primera y la segunda articulacin son complementarias. La virtud tica, que refiere a

    la parte irracional del alma y depende de las pasiones y el carcter, necesita del auxilio

    de la phrnesis, de una virtud intelectual propia del alma racional, para decidir en qu

    consiste el trmino medio entre dos vicios. La tercera conexin, pone en juego el

    conocimiento del hombre prudente, pues, por un lado, debe deliberar teniendo en

    cuenta un universal sobre lo prctico y lo mejor para el hombre y, por otro, su

    deliberacin se orienta a la accin, y la accin es particular. En tal sentido, la

    prudencia tampoco est limitada slo a lo universal (tn kathlou), sino que debe

    conocer tambin lo particular (t kathhkasta) (EN VI 7, 1141 b14-15). La ltima

    conexin, por su parte, permite el paso de lo individual a lo social y poltico, pues el

    phrnimos no slo repara y delibera sobre lo bueno y conveniente para su vida, sino

    que tambin lo hace para un nosotros (prs hems) cuya finalidad es el vivir bien

    (e zn).

    Esta caracterizacin de la figura del hombre prudente, sumada a la

    multiplicidad de variables que se ponen en juego en la prctica de la virtud, deja al

    descubierto la dificultad que entraa la phrnesis. Ser prudente no es una cualidad que

    pueda predicarse de todos, pues no todos son capaces de deliberar bien, ni en todas las

    etapas de la vida. Con relacin a lo primero, Aristteles aclara que la buena

    deliberacin (euboula) es una especie de rectitud (orthtes), acompaada de

    razonamiento (syllogism), que permite determinar lo conveniente con relacin a un

    fin (t symphron prs t tlos) (EN VI 9, 1142 b 31-33). Con respecto a las edades,

    seala que la prudencia no es una cualidad que pueda predicarse de alguien joven,

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    pues an cuando pueda ser experto en distintos mbitos del conocimiento, como la

    geometra o la matemtica, carece de la experiencia y la prctica que demanda la

    phrnesis (EN VI 8, 1142 a 11-13).

    Desde esta perspectiva, si no puede predicarse la phrnesis de alguien joven,

    tampoco parece ser una cualidad que pueda atribuirse al hroe trgico. De acuerdo

    con las caractersticas que se exponen en Potica, el personaje de la tragedia no

    cumple los requisitos para ser identificado como un phrnimos e, incluso, podra

    verse como un contraejemplo del hombre prudente. Frente al error del personaje, al

    infortunio en el que cae, el razonamiento es que ste no es aquel. En qu

    consiste, entonces, el legado trgico del concepto de phrnesis? Sin alejarme de mi

    objetivo, intentar ejemplificar el influjo de la tragedia a travs de Bacantes.

    La obra es una de las ltimas de Eurpides, el ms trgico de los poetas

    (tragiktats tn poietn) segn Aristteles (Pot. 1453 a 29-30). Se presenta en

    Atenas casi al mismo tiempo que las Ranas de Aristfanes, comedia que denuncia el

    declive de la tragedia. Ambas obras, recurren a la figura de Dioniso, dios del teatro,

    como protagonista y su presencia, bien podra significar la puesta en escena de las

    alteraciones a la que est siendo sometida la ciudad (Gallego, 2009: 260). El

    escenario donde se desarrolla la trama es Tebas, contracara de Atenas, antagonista

    conflictiva de la plis del consenso. El conflicto que desata la accin es la negacin de

    Penteo, rey de la ciudad, a rendir culto a Dioniso. Toda la trama est plagada de

    referencias a la phrnesis y a la sophrosne, a la moderacin del carcter, a la

    bsqueda de los lmites, al pensamiento sensato. No porque Penteo sea su expresin.

    Aqu y all, los distintos personajes de la tragedia, incluido el propio Dioniso, le

    reclaman buen juicio y sensatez. S prudente, Penteo! es el pedido que subyace en la

    obra. Pero el rey es demasiado seguro de s mismo, de sus propias opiniones, de las

    decisiones que toma y no hay all ningn lugar posible para las advertencias. Su final

    trgico, descuartizado en manos de su propia madre, no ser consecuencia ms que de

    sus propios errores (hamartemata) y de la falta de phrnesis. No hay nada ejemplar en

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    l, nada que se pueda copiar. Ningn espectador querr para su propia vida la

    desgracia del rey9.

    Aristteles no quiere hroes virtuosos, quiere un hroe semejante a los

    espectadores de la tragedia, que pueda identificarse con ellos para que su infortunio

    despierte temor y compasin10. No rehabilita la tragedia porque d lecciones de

    conducta o diga lo que est bien o est mal. Lo muestra pero, la mayora de las veces,

    a travs de un desplazamiento, de un antagonismo, de un envs11. La irrupcin del

    aprendizaje mimtico permite una enseanza que no es directa ni unvoca, sino que

    remite a la phrnesis por el hecho de poner el conflicto que acarrean las decisiones, en

    el marco de una situacin concreta y frente a los ojos de los espectadores. No se

    supone aqu una finalidad didctica, sino ms bien propedutica: debe trazarse un

    camino intermedio entre el consejo directo, que se revelar muy decepcionante, y la

    resignacin a lo insoluble (Ricur, 1996: 263). El espectculo trgico no se erige en

    modelo de accin, no ofrece a quien va al teatro una receta que dice lo que hay que

    hacer; pero, an as, ensea. Qu es lo que ensea? El carcter ineluctable del

    conflicto, la fragilidad de la accin, la importancia de la deliberacin, lo determinante

    de las decisiones, la incertidumbre del destino12.9 Lord advierte la proximidad entre mmesis trgica y phrnesis, pero las consecuencias que extrae dedicha articulacin van en una direccin contraria a la que aqu intento sostener. Su interpretacin resaltael carcter paradigmtico de la accin objeto de mmesis. Segn el autor, la forma en que la tragediapone en escena los universales le brindara a su audiencia modelos de comportamiento moral ypoltico que podra estimular y guiar la accin de los hombres. En tal sentido, subraya que hay unasorprendente congruencia entre lo que la poesa [trgica] ofrece y lo que la prudencia requiere (Lord,1982: 178). Me inclino por una lectura como la de Donini, quien advierte que no queda claro en qusentido Aristteles podra considerar a las acciones de Edipo, Orestes, Ayax, Agamenn, Electra oIfigenia como modelos a imitar (Donini, 2003: 445, n.1). 10 En Pot. 1453 a 7-12, Aristteles es claro al respecto e incita a la representacin de un personajeintermedio (ho metax), aquel que ni sobresale por su virtud y justicia (aret ka dikaiosne) ni cae enla desdicha por su bajeza y maldad (di kakan ka mokhtheran), sino por algn yerro (hamartantin).11 Gallego seala de qu manera las Bacantes, y en particular, la imagen del desmembramiento dePenteo viene a mostrar metafricamente la crisis profunda que atraviesa a la plis, el quiebre sinretorno de un funcionamiento poltico, la extenuacin de las prcticas y las formas de pensamiento dela democracia radical. Por eso, aun cuando la tragedia no trace una relacin trmino a trmino con losacontecimientos polticos, manifiesta sobre la escena teatral mucho de cuanto pueda decirse respectode la precariedad de la accin humana y de la mutabilidad de las estructuras de la plis (Gallego,2009: 267). 12 En contra de esta posicin, MacIntyre, sostiene que Aristteles no entendi la centralidad delconflicto y la oposicin en la vida humana. Por esa razn, la tragedia no cumplira, en su filosofa,ninguna funcin como fuente de aprendizaje y como un medio importante de desenvolvimiento de la

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    3. De cmo los caminos esquivos dan lugar a la prudencia

    Por todas estas razones, la tragedia puede convertirse en un elemento clave

    para la formacin del ciudadano. Por el lazo que lleva de la mmesis prxeos a la

    phrnesis que, en principio, parece desviar la mirada de lo central, al suspender

    temporalmente la propia vida de los espectadores y dar paso a la ficcin, pero que

    ofrece un regreso a la propia accin con nuevas herramientas, para hacerle frente a las

    responsabilidades y tareas que implica la vida en la plis. En Poltica VIII, Aristteles

    seala que la msica puede proporcionar varios beneficios (opheleas): la educacin

    (paidea), la purificacin (ktharsis) y el divertimento (diagog) (cf. VIII 7, 1341 b

    36-41)13. Los beneficios que Aristteles apunta para la msica no son excluyentes,

    sino ms bien complementarios. Si se acepta el paralelo entre msica y tragedia,

    dichas funciones le corresponden, por extensin, a la mmesis trgica.

    Una de las premisas que subyace a la preocupacin aristotlica por la

    educacin es que el hombre es, naturalmente, un ser precario, y el arte (tekhn) y la

    educacin (paidea) pretenden suplir las deficiencias naturales (t proslepon

    boletai ts phseos anapleron) (Pol. VII 17, 1337a1-3)14. La escasez natural del

    hombre en el mbito del conocimiento, seala Calvo Martinez, es notoria y no

    prctica humana de las virtudes. Cf. 2001: 217-218. 13 En Pol. VIII 5, 1339 b 13-14, Aristteles haba expuesto las razones por las que la msica debecultivarse. All seala como sus beneficios la educacin (paidean), el juego (paidin) y el divertimento(diagogn). Por la educacin, contribuye a la virtud (prs aretn) y a la inteligencia (prs phrnesin);por el juego y el divertimento, al descanso (anpausis) y al placer (hedon). 14 En este sentido, puede justificarse la inclusin del aprendizaje mimtico en la formacin de losmiembros de la plis porque, como afirma Aristfanes en Tesmoforias, lo que no poseemos, laimitacin (mmesis) nos ayuda a conseguirlo (156). En esta lnea, puede tambin ubicarse el pasaje deFsica, en donde Aristteles plantea un trabajo cooperativo entre el arte y la naturaleza. En tal sentido,el arte lleva a cabo/completa (epitele) aquellas cosas que la naturaleza es incapaz de realizar(adynate apergsasthai) y, adems imita la naturaleza (t d mimetai, Fs. 199 a 15-17). ParaAristteles, la naturaleza, las leyes, las costumbres/el hbito y el lgos son las vas a travs de lascuales el hombre puede completarse y alcanzar una vida buena (Cf. Pol. VII 13, 1332 a 40 y EN X 9,1179 b 20-21). La mmesis trgica tiene la capacidad, a mi juicio, de poner en juego simultneamentedichas vas. Como habilidad connatural, como una costumbre establecida con fuerza de ley en la vidade la plis, como una forma de estimular emociones y reflexin, la mmesis es la herramienta que desdeel arte viene a colaborar con el tlos del hombre, con la felicidad que ste sea capaz de alcanzar en elmarco de una comunidad poltica.

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    requiere argumentacin, la experiencia muestra que a los seres humanos hay que

    ensearles todo desde la infancia (2003: 13, nfasis mo). La precariedad del ser

    humano, su carcter indigente justifica tanto una formacin en trminos

    intelectuales como tambin ticos y polticos. De ah que la educacin tenga como

    propsito la formacin con vistas a la felicidad del hombre, a la virtud (prs aretn)

    y a la vida mejor (prs tn bin tn aristn) (Pol. VIII 2, 1337 a 38-39). El problema

    radica en determinar qu disciplinas sern parte del proceso formativo, pues ello

    supone un acuerdo previo acerca de los medios que conducen a la virtud. En este

    marco, Aristteles distingue, entre las disciplinas que suelen ensearse, las que se

    consideran tiles, pues tendrn aplicaciones concretas para la vida, como la lectura, la

    escritura y el dibujo y aquellas que se practican por placer, como la msica.15 El

    estagirita advierte que la finalidad de la msica no slo es generar placer sino que

    tambin permite hacer un buen uso del ocio (skholzein dnasthai kals, Pol. VIII

    3, 1337 b 31-32).

    La introduccin del ocio (skhol) como un elemento clave para valorar las

    disciplinas pone de manifiesto la importancia poltica que reviste la administracin y

    el uso del tiempo libre tanto para el proyecto poltico en el que se inscribe el diseo

    del estagirita, como para la vida griega en general. Es en el marco de dicho tiempo

    libre en el que se desarrollan las fiestas dionisacas y desde donde puede valorarse la

    significacin de la tragedia. Aristteles repite que el ocio es el principio de todas las

    cosas (arkh pnton), pues el trabajo y las dems ocupaciones se realizan en vista de

    disponer de ese tiempo y, como principio, promueve no slo el placer (tn hedonn)

    sino tambin la felicidad y la vida bienaventurada (tn eudaimonan ka t zn

    makaros, Pol. VIII 3, 1338 a 1-3 y EN X 7, 1177 b 4). El estagirita aclara que el

    establecimiento de la msica dentro del diseo educativo se realiz con este propsito,

    ya que quienes lo hicieron lo hicieron pensando en el empleo del ocio y

    15 La distincin sigue un criterio similar al presente en Met. I 1, 981 b 17-23, donde Aristteles describeel surgimiento de las diversas artes (tkhnes), y distingue entre las artes orientadas a las necesidadesde la vida (prs tanagkaa) y las orientadas al placer (prs hedonn). All repara en que losinventores de las artes destinadas al placer fueron ms admirados y considerados ms sabios porquesus ciencias no buscaban la utilidad.

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    considerndola el divertimento digno (diagogn) de los hombres libres (tn

    eleuthron) (Pol. VIII 3, 1338 a 22-23).

    Una de las caractersticas de la Atenas democrtica es que promueve un

    disfrute colectivo del ocio, pues la multitud (t plthos) tambin participa de ese

    tiempo libre, gracias a los medios y recursos que la propia ciudad pone a su

    disposicin para ello. Incluso, afirma Aristteles, una multitud de esta clase es la que

    ms ocio dispone (mlista d skholzei t toioton plthos, Pol. IV 6, 1293 a 6-7).

    En el marco de esas polticas tendientes a garantizar la igualdad en el disfrute del ocio

    se inscribe, como ya seal en la primera parte, la concurrencia de los miembros de la

    plis a las fiestas dionisacas, mbito en el cual se llevan a cabo los concursos

    trgicos. En Poltica VIII 7, 1342 a 16-22, se describe la composicin de las

    audiencias y se distinguen dos clases de espectadores (theats), un grupo libre y

    educado (ho eletheros ka pepaideumnos), y otro grupo vulgar (phortiks),

    compuesto por obreros manuales, campesinos y gente semejante. En Petica 1462 a

    2-4, Aristteles recoge una opinin comn que afirma que mientras la imitacin pica

    es para espectadores distinguidos (prs theats epieikes), la tragedia es para

    ineptos/de baja calidad (prs phalous). En dichos contextos, el estagirita asume

    que los concursos y espectculos son necesarios de igual modo para los distintos

    grupos que componen la ciudad16 y, con relacin a la tragedia, aclara la ventaja que

    este tipo de mmesis reporta al ser doblemente accesible, ya sea en su lectura o en su

    representacin (en t anagnsei ka ep tn rgon, Pot. 1462 a 17-18).

    Desde esta perspectiva, la mmesis trgica aparece como una prctica cultural

    que la ciudad promueve como parte de lo que podra considerarse una poltica del

    ocio. C.W. Veloso afirma que no puede haber poltica del ocio en Aristteles

    (2005:137). Sin embargo, su argumentacin slo muestra que la filosofa no podra

    formar parte de dicha poltica y no que otras actividades o prcticas, como la tragedia,

    puedan ser incluidas en una clara preocupacin que el estagirita muestra,16 Aristteles afirma que a cada uno le produce placer lo que es adecuado a su naturaleza, de modo seutilizarn distintas melodas para satisfacer a los distintos tipos de espectadores que componen losconcursos y espectculos. As, por ejemplo, para los espectadores vulgares se utilizaran melodasagudas y de tonos chillones que provoque entusiasmo y afeccin emocional. Cf. Pol. VIII 7, 1342 a 1-26.

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    particularmente en Poltica, por la administracin del tiempo libre. Con relacin a

    dicha preocupacin, considero que hay observaciones del estagirita que permiten

    justificar la relevancia poltica que conlleva una buena administracin de ese tiempo

    libre para la formacin de los miembros de la plis. Si bien es cierto que la filosofa es

    el valor ltimo de la vida ociosa, Aristteles no est pensando en que todos los

    hombres aspiren a ser filsofos. La multiplicidad de partes que componen la plis

    promueve que haya una pluralidad de sentidos del ocio en la vida de los hombres y

    que sean tambin mltiples las actividades o prcticas que pueden cumplir con esa

    finalidad. La institucionalizacin de la tragedia en el marco de las fiestas cvicas da

    cuenta de las potencialidades de una prctica que garantiza al mismo tiempo, placer y

    aprendizaje, pues todos disfrutan con las obras de imitacin (tos kharein tos

    mimmasi pntas) y a todos les agrada aprender (manthnein hdiston tos llois,

    Pot. 48 b 8-14). Promover las representaciones trgicas como un espacio de disfrute

    colectivo del ocio le otorga a la tragedia un fuerte compromiso tico y poltico, pues

    gracias al ocio se puede ejercitar la virtud y participar de las actividades de la plis

    (Pol. VII 9, 1329 a 1-2).

    El paralelo entre msica y tragedia permite afirmar que, si la msica es el arte

    mimtico que promueve la formacin de los jvenes, la tragedia lo hace en los

    adultos17. En tal sentido, la inclusin de la msica en el programa de formacin de los

    jvenes marca la fuerte impronta que tienen para el carcter las melodas y los ritmos,

    pues ellas proveen imitaciones/semejanzas (homoimata) ms perfectas de la

    verdadera naturaleza de la vida y de la mansedumbre, de la fortaleza y de la

    templanza, as como sus contrarios y todas las dems disposiciones morales (tn llon

    17 La importancia de la educacin para la plis y la ordenacin de las actividades formativas quedan demanifiesto en las Grandes Dionisacas. Un dato no menor es que all se llevaban a cabo las actividadesque marcaban el trnsito de la juventud a la adultez (dokimasa). En tal sentido, es frente a la mirada dela plis congregada en el teatro, que los jvenes finalizan su formacin en lectura, escritura, msica ygimnasia y comienzan su entrenamiento militar. Recin finalizada dicha formacin pasan a serconsiderados ciudadanos. En Constitucin de los Atenienses, Aristteles describe con precisin dichasactividades y seala que se celebra una asamblea en el teatro (tn dhsteron ekklesas en ti thetroigenomnes) y hacen ante el pueblo una muestra de maniobras militares, y despus de recibir un escudoy una lanza, patrullan el pas y permanecen en los fuertes. Prestan servicio como guarnicin dos aos(). Acabados los dos aos, ya estn con los dems ciudadanos (42 3-4). Sobre los detalles de ladokimasa, vase Goldhill, 1990: 112-114.

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    ethikn) (la experiencia lo demuestra, ya que nuestro estado de nimo cambia

    (metabllomen) cuando los escuchamos). La afliccin y el gozo que experimentamos

    mediante imitaciones (homoios) estn muy prximos a la verdad (tn altheian) de

    esos mismos sentimientos (Pol. VIII 5, 1340 a 18-25).

    Las emociones que se suscitan en los jvenes a partir de la msica permitiran

    que stos se habiten al placer que generan las melodas. Esa prctica en la generacin

    del placer se encuentra estrechamente relacionada con las virtudes ticas y, del mismo

    modo que la gimnasia le imprime al cuerpo determinadas cualidades, la msica hace

    lo propio con el carcter (t thos), a la vez que favorece el cultivo de la

    inteligencia (prs phrnesin) (VIII 5, 1339 a 26). Mucho se ha discutido sobre esta

    mencin a la phrnesis en el marco de Poltica y si sta refiere efectivamente a la

    virtud intelectual que se define en el marco de tica Nicomquea18. Aun cuando

    Aristteles no desarrolle en qu sentido podra ser entendido el cultivo de la

    phrnesis, considero que dicha referencia puede ser leda a la luz de un pasaje

    introductorio al libro VIII, en el que se afirma que para el ejercicio de todas las

    facultades y artes se requiere una previa educacin (propaideesthai) y habituacin

    (proethzesthai), de modo que se requerirn tambin para las actividades de la virtud

    (prs ts arets prxeis) (VIII 1, 1337 a 18-21). Esta afirmacin general ayuda a

    comprender el sentido ltimo que Aristteles persigue con su diseo educativo y

    permite conjeturar sobre el propsito de la mmesis trgica en el marco de la plis.

    Desde esa perspectiva, la msica forja el carcter de los nios y los jvenes, en

    la medida en que los prepara para juzgar correctamente y disfrutar del placer como

    es debido (EN II 3, 1104 b 11-13). En tal sentido, es preciso recordar la estrecha

    relacin entre placeres, dolores y virtud tica, pues es dicha relacin la que le da

    sentido a la preparacin y habituacin que promueve la educacin. La virtud tica es

    un modo de ser, un hbito que requiere de prctica. Los hombres, segn Aristteles,

    no nacen virtuosos, se hacen. Y eso es un proceso que dura toda la vida. La msica es

    una forma de habituar a los jvenes al placer, pero tambin a un control y una gua

    18 A favor de una articulacin entre tica y Poltica a partir de esta referencia a la phrnesis, se ubican,entre otros, Donini, 2003: 446-447; Klimis, 2003: 467-468. En contra de dicha lectura y, a favor de unahendadis en el texto griego, Pellegrin, 1993:529 y Veloso, 2005: 123.

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    sobre el placer, de modo que se ejerciten en encontrar el trmino medio entre dos

    extremos. Ningn exceso es bueno, pues destruye la perfeccin. Pero encontrar ese

    justo equilibrio entre el placer y el dolor que define a la virtud no es una cuestin

    simple, necesita tiempo y experiencia. El carcter se modela a travs del hbito y

    acostumbrarse a elegir, implica ser guiados por la razn. No de una manera terica,

    sino prctica. Se puede saber en qu consiste la virtud, pero actuar virtuosamente es

    una eleccin. Por eso, an cuando la referencia sea oscura, las consideraciones sobre

    la educacin musical permiten trazar una conexin con la prudencia: la msica

    prepara para la phrnesis, para la conduccin de la voluntad y el deseo, para la

    prctica de la virtud, para la felicidad y la vida buena.

    Consideraciones finales

    Lo mismo puede decirse acerca de los efectos que la tragedia tiene en el

    hombre adulto. Al final de tica Nicomquea, Aristteles advierte que quizs no sea

    suficiente para ser virtuosos apelar a una buena educacin en una etapa de la vida. La

    virtud requiere prctica y costumbre, es algo sumamente vulnerable. El hombre es

    libre y debe aprender a hacer uso de esa libertad, debe acostumbrarse a ella, pues cada

    nueva situacin lo enfrenta a la ardua tarea de tener que elegir y al hacerlo, puede

    actuar virtuosamente. O puede no hacerlo. En el mbito de la comunidad poltica, el

    hombre encuentra el espacio para el ejercicio de las virtudes y en una relacin

    recproca, esa misma comunidad le brinda las herramientas para su formacin tica.

    Es ah donde la mmesis trgica encuentra su espacio. En la Atenas democrtica, la

    tragedia y el aprendizaje mimtico combinan la fuerza de las costumbres y la

    educacin. Todos los miembros de la plis asisten regularmente a un espectculo

    dirigido a la ciudad y que regresa a la ciudad, a travs de la formacin de los

    ciudadanos. Lo que ocurre sobre el escenario no queda all. Traspasa rpidamente los

    lmites del teatro y se convierte en un instrumento para la vida poltica.

    La phrnesis aristotlica es una virtud oscilante, se mueve entre dos mundos,

    el de la razn y el de las pasiones, el de lo individual y el de lo poltico. Intent

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    mostrar que la tragedia no ofrece a travs de sus personajes modelos de phrnimos.

    De modo que es en vano pretender ver all algo que pueda emularse. Sin embargo, la

    conexin entre la mmesis y la phrnesis se conserva. Considero que la posibilidad de

    articular el aprendizaje mimtico y la virtud que gua la accin encuentra asidero en la

    capacidad de juicio que ambas estimulan. La mmesis trgica lo hace al exponer a los

    espectadores a las acciones de los personajes. A pesar de la ordenacin coherente de la

    trama, la vida del hroe estalla frente a la audiencia. Un segundo basta, una sola

    decisin incorrecta y su mundo se derrumba. Frente a eso, el espectador delibera,

    juzga, reflexiona. Ejercita su propia phrnesis, una capacidad moral comprehensiva,

    que le permite ver en esa situacin particular, mostrada por la tragedia, algo que la

    excede y que atraviesa al propio gnero humano: su fragilidad.

    Al salir del teatro, de ese espacio de ocio, los espectadores vuelven a sus

    mundos y a sus obligaciones. Pero algo cambi. En el marco de la comunidad poltica,

    la experiencia trgica deja al descubierto la importancia de la deliberacin y de las

    buenas decisiones y acciones. La phrnesis ampla su mundo y aparece como una de

    las virtudes polticas ms importantes, porque concierne al futuro de la plis, a los

    juicios que guiarn la accin de sus hombres, a las decisiones que ataen al buen vivir.

    La phrnesis es una virtud intelectual, pero no contemplativa. Es la virtud que gua la

    prxis, que pone en prctica el aprendizaje y el entendimiento. Es aquella que toma

    consciencia de la verdadera fragilidad de la accin, pero que busca un phrmakon y lo

    encuentra: en la razn, en el juicio correcto y la buena deliberacin.

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