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Laberinto Luis Villoro Juan José Reyes Página 4 Fragmento inédito de Madame Bovary Gustave Flaubert Página 5 ESPECIAL MILENIO Sendas de Oku Matsúo Basho Traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya Página 6 sábado 8 de marzo de 2014 N.o 560

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LaberintoLuis Villoro Juan José Reyes Página 4

Fragmento inédito de Madame BovaryGustave Flaubert Página 5

ESPECIAL

MILENIO

Sendas de OkuMatsúo Basho

Traducción de Octavio Paz

y Eikichi Hayashiya

Página 6

sábado 8 de marzo de 2014

N.o 560

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MILENIO02 # sábado 8 de marzo de 2014

TOSCANADAS

DE CULTO

EX LIBRIS

Periódicos

En alguna novela antigua puede encontrarse algún personaje que lee el

periódico de cabo a rabo. Hay quien me ha dicho que su padre o su abuelo tenían esa costumbre. Esto es siempre una exageración. Ni aún en años remotos cuando un periódico tenía ocho páginas había quien lo leyera todo, incluyendo publicidad, aviso oportuno, cartelera de cine, la crónica de los toros, el recital de piano y la nota social.

Hoy no es raro encontrar ediciones que se aproximan a las cien páginas o las exceden. Por el tamaño del papel y restando imágenes, esto equivale a un libro de cuatrocientas páginas. Así, el periódico se vuelve una diaria ferretería de la que solo tomamos algunos clavos.

Pero hay que comprar la ferretería completa; imposible pedir al voceador solo la sección de editoriales o los monitos. Además, tampoco se sabe si uno se verá tentado a leer la última travesura del mocoso de moda o los dimes y diretes entre dos cantantes.

Cuando reviso periódicos de los años treinta, cuarenta o cincuenta en las hemerotecas, me siento en terreno seguro. Las noticias son noticias y también son sobrias. Por ejemplo, la muerte de Pedro Infante se reporta sin dramatismos ni necesidad de entrevistar a cientos de famosos para que digan una obviedad. No hace falta recordar toda su discografía y ilmografía. Si Adolfo Ruiz Cortines envió sus condolencias, lo hizo sin intención de aparecer en la foto.

El trabajo de un historiador o novelista se facilita, pues en los periódicos del pasado encuentra esencia y no relleno.

En aquel entonces, nadie molestaba a los políticos corruptos. Hoy se les entrevista para terminar con encabezados

Del signo de Leo, nacido en Santiago de Cuba el 14 de agosto de 1935, Arrufat afirma que su verdadero nacimiento

ocurrió cuando le pusieron lentes y aprendió a leer, gracias a que el cura que le daba clases en el colegio de Dolores de la Compañía de Jesús descubrió que tenía miopía. A los 11 años se mudó a La Habana, donde continuó sus estudios en los Escolapios. Estudió el bachillerato en el Instituto de la Habana y, inalmente, luego de varios traspiés, en 1979 se graduó de la carrera de Filología en la Universidad de La Habana.

Arrufat maniiesta que su vocación literaria despertó en él desde muy chico, cuando aún residía en Santiago. Escribía poemas y pequeñas piezas teatrales, así como también escribió en un cuaderno de la escuela una novela que en una de tantas mudanzas se extravió. A los 18 años perdió a su madre y, tres años después, a su padre en un accidente de ferrocarril. A partir de su orfandad se acentuó su vocación por las letras y comenzó a escribir con mucho mayor tesón.

Germinada en la nostalgia que sentía Arrufat por su corta estancia en Santiago de Cuba, en 1984 escribió la novela La caja cerrada, ganadora del Premio de la Crítica un año después. Su primera obra teatral, El caso se investiga, se publicó en 1957.

Después de la muerte de su padre vivió en Es-tados Unidos y regresó a Cuba tras el triunfo de la revolución, pero regresaría a una condena de olvido y marginación. En 1968 obtuvo el Premio José Antonio Ramos que otorga la Unión de Es-critores y Artistas de Cuba por su versión de Los siete contra Tebas, no obstante que dos de los cinco miembros del jurado expresaron que tenían discrepancias “de carácter político-ideológico” con la obra de Arrufat.

como: “Niega el gobernador X vaciar las arcas del estado”. En ambos casos el lector ya sabía que su gobernante era un ladrón.

En aquel entonces toda noticia podía esperar hasta la mañana siguiente, así es que se corroboraban los datos. Hoy se tiene permiso de publicar cualquier rumor, pues no se dice “ocurrió tal cosa” sino “circula en medios sociales que ocurrió tal cosa”.

Si hoy leo un periódico, puedo enterarme de que un niño se tragó veinte Legos, una maestra de Detroit se acostó con un alumno, un alemán halló un armadillo en su maleta, en India se hundió una balsa y en Australia alguien crió un tomate de dos kilos. Tanta noticia que no es noticia.

Claro que en aquel pasado también existían  notas ociosas. Había en el aeropuerto un periodista de planta que reportaba los viajes que hacían ciertos personajes de sociedad, solos o con sus distinguidas esposas. Aunque creo que esto todavía se da en ciertos pueblotes.

Siempre hubo noticias culturales. Llegaron a ser suicientes para justiicar una sección de cultura. Mas de un tiempo a la fecha, a golpes de natura, se empieza a confundir con la sección necrológica.

No sé si hoy la sección más fútil sea la de choques y atropellados, la de chismes o la deportiva. No me explico por qué alguien quiere seguirle la pista al embarazo de una actriz ni por qué otro que vio un partido de futbol en el televisor, al día siguiente quiere leer cosas como: “Fulano de tal empató al minuto veintisiete con certero remate de cabeza ante la infructuosa estirada del guardameta mengano.”

Tampoco me explico, amigo lector, por qué en vez de tomar aquel libro de Tolstói, llegó usted a leer estas líneas hasta el punto inal. L

Denisse Bermúdez # [email protected]

El baño de Diana #EKO

BITÁCORA PSICOTRÓPICA Xavier Velasco

Antón Arrufat

La condena del silencio

La venganza elegante es el olvido.

ESPECIAL

ESPECIAL

MILENIO # LABERINTO # Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Iván Ríos Gascón Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía

David [email protected]

Los siete contra Tebas, obra en un acto y en verso, arremete de manera muy sutil contra el gobierno de Fidel Castro: Polinice reclama a Etéocles, su hermano, el haber saqueado la casa paterna para repartir las cosas al pueblo, negándole la posibilidad de gobernar en conjunto. Etéocles es un personaje que ve la justicia en la injusticia pero no distingue otro medio más que la guerra para que su patria sea honorable. Polinice lucha por que su individualidad no se vea desdibujada.

La lectura radical que se hizo de esta obra alejó de la vida pública a Arrufat por más de 14 años, hasta que en 2007 la obra se estrenó bajo la direc-ción de Alberto Sarraín. Y es, en mi opinión, una muestra de que la revolución más amenazante y contundente no es la que se lleva a cabo con armas, sino con la razón. L

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LABERINTO sábado 8 de marzo de 2014 # 03

POESÍA A SALTO DE LÍNEA

El cerebrode los Pérez Gay

Tres poemasLa editorial española Hiperión y la Universidad Autónoma de Nuevo León publicaron recientemente los poemarios Adamar, Final de diluvio y Las edades felices. Presentamos una muestra de cada título

A Lilia Rossbach

Siempre me resultó difícil José María Pérez Gay como

escritor, hasta que leí El cerebro de mi hermano, de Rafael Pérez Gay. Saber que el primero fue asesor, “secretario de relaciones exteriores” —y “hermano” de Andrés Manuel López Obrador, cuando el segundo era detractor del político, la curiosidad me llevó a leerlo. Más que el duelo entre ellos por diferencias de la vida nacional, me atrapó la historia cargada de aforismos y metáforas dignas de la mejor literatura. En México no se había escrito un libro tan intenso en la relación de amor/odio de dos hermanos que, además, competían como escritores.

No hay literatura si no hay tragedia humana. El cerebro de mi hermano es una obra en la que se debaten ideas. Dos hermanos que se confrontan, primero en la literatura, y después en la política. Un libro ejemplo de la división que vive México desde las elecciones de 2006, y lo que siga. Rafael Pérez Gay acude al campo de las razones para crearle al lector —no describirle—, una atmósfera donde la muerte ronda a su hermano. Una obra que guiña a quien lo lea, continuar con más libros después de concluir las páginas de este testimonio/ ensayo/ biografía emocional—más que un simple “informe” del i nal de una vida.

No puede compararse al libro de Pérez Gay con el de Paul Auster, La invención de la soledad, o Philip Roth con Patrimonio, porque narran la historia de sus padres con ellos, los escritores. La relación entre hermanos es de otra dimensión humana. Ni siquiera cabe la pregunta si El cerebro de mi hermano es o no literatura: cuando la realidad se rebasa con la palabra escrita, inicia la i cción. Como el caso de Esa visible oscuridad, de

William Styron: recordarlo y decir que, cuando los demonios de la depresión arriban a casa de los Pérez Gay por la batalla a muerte, Rafael lo convierte en un libro donde la verdad ya no importa.

No es un texto triste como suele ser la vida: es literatura donde la ironía y la risa acompañan al lector, como apaciguador inteligente del dolor. Un libro racional, poco emocional, que hace rel exionar lo trágico de las enfermedades del cerebro. Dicen por ahí que los escritores siempre traicionan a la familia al contar intimidades. No estoy seguro: la pluma i era de Rafael Pérez Gay dirige sus dardos con razones para superar imponderables, él, que ha vivido el trance de superar el cáncer y varias muertes (como en su otro libro, Nos acompañan los muertos). Quien supera la realidad es un verdadero escritor, y éste es un himno sin alabanzas, con verdades literarias sobre la vida pública y privada de José María Pérez Gay, que terminó siendo más conocido como político que como i lósofo y escritor.

Un retrato desnudo de dos hermanos amantes de la literatura. Donde la i cción podría empatar con la realidad, como si todo lo escrito en El cerebro de mi hermano fuera cierto.

Reintentaré en algún momento leer a José María Pérez Gay. L

LA CASA QUE CONSTRUISTE FUE ARRASADAMinerva Margarita Villarreal

V i cómo sucediócómo se desprendían paredes y ladrillos

El techo volósobre los huesosy el paisaje entre la hierba abrióechó raíces bajo las plantas de mis piesEstoy ancladay esta casa mojada por la lluviaesta casa azotada por el vientohecha polvoy materia que creceEsta casa soy yo  FESTIVAL DE POESÍAMargarito Cuéllar

Descansa lo que puedas en el viaje escribe La Terrible.Tibio su cuerpo. Las nubes de algodón.

El sol a punto del escándalo.¿Reposar? Ramos de valkirias  aromaneste paraíso de espinas mientras alta es la música.Nada me consta, por las dudas dormiré despierto.Que descanse el sueño, el cielo, la felicidad ajena.¿Descansar? La cerveza brota de algún grifolas notas vienen de la playa, el asado huele a vaca tierna.Los hombres felices no se cansan.Descansaré cuando desate tu cinturay hagamos el amor como los años hacen el olvido.

CÓMO LLEGAR A PUERTO ESCONDIDO(Información turística)

Juan Domingo Argüelles 

Vague usted por el mundo de lo incierto.Después aborde un autobús que vaya a ningún lado,

espere a que anochezca y sueñe con las aguase imagine esas playas de arenas que rebrillan.Despierte. Ya es de día. Ya el soltrajo su cauda dorada de semillas.Este es Puerto Escondido,aunque no lo parezca. Si imaginó de máses su problema. No somos responsablesde sus sueños y no hay devolución de su boleto.

Minerva Margarita Villarreal (Montemorelos, Nuevo León, 1957), se ha mantenido i rme en su convicción poética. Con Adamar, prologado por Luis García Montero, libro del que incluimos un texto, ganó el Certamen Internacional de Literatura Letras del Bicentenario

Sor Juana Inés de la Cruz 2010. Juan Domingo Argüelles (Chetumal, Quintana Roo, 1958) es ante todo un poeta luminoso; así lo señalan sus textos y lo coni rma Final de diluvio, su libro más reciente, prologado por Eloy Sánchez Rosillo. Las edades felices, prologado por Luis Alberto de Cuenca, es el primer libro de Margarito Cuéllar (Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, 1956) después de reunir en Música de las piedras (2012) la totalidad de su obra poética. La mancuerna editorial entre España (Hiperión) y México (Universidad Autónoma de Nuevo León), permite la presencia de estos títulos en ambos países.

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Braulio [email protected]

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04 # sábado 8 de marzo de 2014 MILENIO

in memóriam

en el departamento que ocupaba la familia Villoro en los ediicios del Buen Tono, en Bucareli. Las enseñanzas de Gaos abrieron puertas por las que seguirían aquellos jóvenes. No es que hayan sido deinitivas pero no podría dudarse de que Gaos, y sus compañeros exiliados, mostraron la bondad de algo que tradicionalmente había faltado en la práctica ilosóica mexicana: el rigor. De la lectura no excepcionalmente hecha a trasmano durante largos años se pasó al examen minucioso de línea a línea de los textos originales.

El joven Villoro aprovecha, como ningún otro de sus compañeros lo haría, aquellas puertas, las traspone y abre más, más y va iluminando un campo vasto que había sido cubierto antes por el manto de la desmemoria. Da a conocer, a prin-cipios de los años 50, Los grandes momentos del indigenismo en México, examen de cómo ha sido visto lo indígena desde las perspectivas externas: de Hernán Cortés al indigenismo actual (el de 1950); muy poco después aparecería El proceso ideológico de la revolución de independencia, un análisis profundo de aquel movimiento que pone de cabeza, con todo rigor y mediante el empleo de las fuentes necesarias, la extendidísima visión his-tórica (usada y circulante aún en nuestros días) que mira a los héroes arrastrando masas más o menos impensantes y por tanto manipulables. Al mismo tiempo, Villoro fue ahondando y ampliando su co-nocimiento ilosóico. Al respecto, el lector curioso hallará en Páginas ilosóicas (1962, publicado en la colección Cuadernos de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias por la Universidad Veracruzana) ejemplos de los primeros escritos que realizó el autor en los años 40. El libro, de gran interés, contiene algunos ensayos que más tarde fueron publicados por separado, y uno, “La signiicación del silencio” que Villoro había entregado a la Casa de la Cul-tura Jalisciense, de Guadalajara, que lo editó en 1960. “Algo sin nombre es insufrible”, dice entre sus páginas este libro que enuncia, con pasmosa claridad, cómo el mundo humano está poblado de signos. “La función de la ‘comprensión’ en Dilthey” y “La relexión sobre el ser en Gabriel Marcel” son dos textos auténticamente iniciales. Ambos textos están fechados en 1947 y los dos son un modelo de provechoso rigor. A la vez, no sobra apuntarlo, tanto la posición idealista de Dilthey como el exis-tencialismo católico de Marcel no pasan sin serias objeciones ante la mirada del ilósofo mexicano. En aquel libro está incluido, también, un ensayo que nació y fue discutido en el Seminario de Filosofía Moderna de José Gaos en 1958: “Motivos y justiica-ción de la actitud ilosóica”, un asunto muy propio de Gaos, y que llamó poderosamente la atención de Emilio Uranga, quien en aquellas sesiones actuaría como un inteligentísimo “abogado del diablo” (cfr. Filosofía y vocación, una edición de Aurelia Valero para la Biblioteca de Bolsillo del Fondo de Cultura Económica). Valdrá la pena entresacar unas líneas de Villoro contenidas en su texto:

Si es verdad que la ilosofía es un engaño, lo es en un sentido más profundo del que habla la actitud mundana natural. La ilosofía engaña porque arroja un señuelo: parece consentir en cumplir nuestros deseos personales y nuestras exigencias naturales; se hace aceptar porque parece servirnos. Pero una vez que aceptamos su invite, nos dice que el modo de buscar lo que buscábamos consiste justamente en negar aquellos deseos y exigencias. Entonces somos nosotros quienes hemos de cumplir sus exigencias y ponernos a su servicio. La ilosofía a la vez nos engaña y cumple su palabra; mejor dicho, nos engaña, porque cumple su palabra en la única forma que puede hacerlo y que nosotros ignorábamos: nos sirve radicalmente poniéndonos a su servicio. ¿Y no es ésta acaso la estructura fundamental de todo acceso espiritual?

Al servicio de las ideas, de la relexión, del análisis vivió Luis Villoro. Su pensamiento fue sin falta un pensamiento riguroso y disruptivo, marcado por el orden, la claridad y también la inconformidad. Un pensamiento de excepcional congruencia con una vida desplegada al servicio, más allá de la ilosofía y desde la ilosofía, de los demás y de su país. Sin su obra sería imposible comprender vastas regiones de la realidad del país, de su historia y del futuro que una inconformidad sin mermas o claudicaciones, como la suya, está ya en marcha. L

Hacia inales de los cuarenta comenzó a circular en el país una preocupación que prendió en los más distintos ámbitos de la cultura: la de indagar por el ser o el modo de ser del mexicano.

Hay un telón de fondo político en el escenario de aquellas búsquedas: el presunto alcance de los propósitos revolucionarios y el consecuente despegar de la retórica de la modernización desplegada desde la igura del presidente Alemán. Nacieron entonces contradictorias esperanzas en amplios sectores de la clase media urbana: brotó un nuevo naciona-lismo al tiempo en que se abrieron más las puertas a la incorporación de elementos del american way of life en nuestra vida diaria.

Por aquellos años también comenzaban a dar frutos tan promisorios como concretos las enseñanzas de los ilósofos españoles, refugia-dos en nuestro suelo por la vil usurpación franquista que acabó a la segunda República. Dentro de un grupo de pensadores de auténtico fuste (Joaquín Xirau, Juan David García Bacca, José María Gallegos Rocafull) estaba José Gaos, discípulo aventajado de Ortega y Gasset y que había desarrollado ya en su tierra natal una brillante carrera académica. El inlujo de las cátedras de Gaos en Mascarones sería enorme sin exageración, sobre todo en dos vertientes. Gaos trajo el equipaje completo de la ilosofía de de Edmund Husserl y de Martin Heidegger, de una parte, y por otro lado, muy en la línea orteguiana,

Apuntes sobre el primer Luis Villoro

SEMBLANZA

Filósofo, investigador y diplomático, Integrante del grupo Hiperión, catedrático, miembro de El Colegio Nacional y presidente de la Asociación Filosófica de México, Luis Villoro Toranzo obtuvo en 1986 el Premio Nacional de Ciencias y Artes y en 1989 el Premio Universidad Nacional. El siguiente texto traza los años de juventud del discípulo de José Gaos

Juan José Reyes la fértil preocupación por la historia de las ideas. En Mascarones, Gaos entablaría contacto amistoso con Samuel Ramos y se pone rápidamente al corriente en cuanto al pensamiento mexicano, hasta las obras de Antonio Caso y del propio Ramos. Pero serían sus alumnos donde pondría su mayor atención el ilósofo asturiano. En un principio, Leopoldo Zea, quien desplegaría una vastísima y admirable tra-yectoria en el campo de la historia de las ideas de nuestra América. Zea animaría allí, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, la formación del grupo Hiperión, integrado por estudiantes alrededor de diez años menores que él y todos poseedores de inteligencias sobresalientes.

Entre aquellos jóvenes estaba Luis Villoro. Se sabe que muchas veces los integrantes de Hiperión (además de él mismo, Ricardo Guerra, Jorge Portilla, Joaquín Sánchez Macgrégor, Emilio Uranga, Salva-dor Reyes Nevares y Fausto Vega, centralmente, sin contar con que varios muchachos intelectuales, más bien inclinados a las letras se acercaban al grupo con viva curiosidad, como Ricardo Garibay o Jorge López Páez) se reunieron en sus rigurosas sesiones

OCTAVIO HOYOS

Barcelona, España, 3 de noviembre de 1922-Ciudad de México, 5 de marzo de 2014

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sábado 8 de marzo de 2014 #05LABERINTO

literatura

Una discusión

sobre libros

NARRATIVA

La revista cultural Turia dio a conocer en español tres fragmentos que fueron eliminados de Madame Bovary. A continuación, uno de los textos recuperados, muestra sutil de que el escritor francés era lector y devoto de Cervantes, pues el diálogo pone de manifiesto que la pasión de Emma por los libros conduce a la locura

Gustave Flaubert

ESPECIAL

Pero eso acarrea consecuencias, pobre hijo mío, y quien no tiene religión siempre acaba mal. (IIª parte, cap. vii, pág. 163, líneas 18-19).

—Perdóneme –interrumpió el señor Homais–, se puede permanecer en el buen camino sin seguir para nada el de la Iglesia. Mejor admitir todo. Seamos tolerantes y ilósofos, examinemos las cosas; – y no es para atacar la religión. Yo la respeto, sé que se necesita una; pero, en in, el dogma no implica en absoluto moral, como tampoco la virtud depende de la creencia. Y así los españoles, los italianos, esos andaluces de que hablan los autores, esas mujeres voluptuosas que asisten a corridas de toros y llevan puñales en la liga, pues bien, esas mujeres tienen religión, y ello no impide que…

—Usted, señor Homais —replicaba Bovary madre— ¡Usted es un hombre de ciencia!... Usted tiene sus ideas… yo tengo las mías. Sin embargo, deberá admitir que una mujer no puede razonar como un hombre. ¡Ellas no saben latín! Les resul-ta imposible sopesar los pros y los contras; y yo sostengo que, a fuerza de atormentarse siempre porque quieren aprender más, terminan cayendo enfermas. Imagínese cómo pasan las noches.

—¡Oh, detestable, detestable! —exclamó el farmacéutico, súbitamente ablandado por el cumplido—, no hay exceso peor que esa manía

EL NÚMERO DE MARZO DE TURIA presenta los fragmentos de Madame Bovary suprimidos por su autor, Gustave Flaubert (1821–1880), trasladados al español por Mauro Armiño, quien los recuperó de la nueva edición francesa de Gallimard. En la versión en español, se incluye una nota introductoria del propio Armiño acerca de las caracterís-ticas y el contenido de esos episodios (situando el espacio narrativo al que pertenecían) y que, a inales de este año, Siruela pondrá en circulación.

Según Armiño, el primero de esos fragmentos, arrancado del capítulo dedicado al primer sarao social al que acude Emma Bovary, redunda en la descripción que Flaubert había hecho del estrato social —nobles, militares, alta burguesía—, y que centraba su sentido de la vida en el valor monetario de las cosas. El segundo, “Una discusión sobre libros”, y que presentamos en esta página, aborda la pasión de Emma Bovary por la lectura. Flaubert, gran lector de Cervantes, repite en su protagonista el origen de la locura del hidalgo cervantino: el cerebro de Emma, que pasaba las noches entre novelas y poesías románticas, ha-bía quedado dañado por dicha pasión. El tercer fragmento suprimido, “El juguete de los niños Homais”, distrae el capítulo XIV (2ª parte) de su núcleo central: la depresión que sufre Emma tras el desastre de su primera aventura amorosa. Durante ese periodo, Emma interactúa con sus vecinos y fruto de esa coyuntura es el párrafo suprimido, puramente anecdótico y que quizá es el que más razones ofrecía para ser eliminado.

de hacer del día noche y de la noche el día. Por eso yo, incluso en los momentos claves de mis estudios, nunca me acosté pasadas las diez; pero desde las cuatro en verano, y de las cinco en invierno, ya estaba en la tarea; además, con seis horas bastan; ¡es lo razonable!

 septem horas pigro, nulli concedimus octo[1]

aunque, a decir verdad, nos hayamos relajado en ese punto un poco de la rigidez gótica de nuestros buenos antepasados. No obstante, pienso como usted, señora, que la blandura de la cama, cuando se le une el hábito de la lectura, puede volverse extremadamente funesta. La inercia muscular que es demasiado completa, no contrarresta la acción cefálica, que es demasiado violenta; sin tener en cuenta que la noche actúa poderosamente por sí misma sobre el sistema nervioso, pues entonces la imaginación es más sobreexcitable, y la sensibilidad más impresionable. El nervio óptico, continuamente obligado a llevar al cerebro las sensaciones, lo agita. Lo conmociona. Trabaja como un berbiquí que le hubieran adaptado para perforarlo. —Y, de ahí, palpitaciones, desganas, pérdida del apetito, las digestiones se hacen mal, la inervación se altera, es la vigilia la que se convierte en sueño, el sueño en vigilia, el dormir, si se presenta, resulta perpetua-mente agitado por epistomaquias, dicho en otros términos, pesadillas, y pronto ocurren los diferentes fenómenos de magnetismo y de sonambulismo, con los más tristes resultados, con las más deplorables consecuencias —y no ataco aquí, fíjese bien, el fondo del asunto, no voy al corazón del tema, que sería examinar las relaciones de la moral y de lo físico y cómo la literatura y las Bellas Artes tienen relación con la Fisiología—, no, rozamos y vemos de pasada lo que se encuentra en la mayoría de los autores modernos, a in de descubrir si es posible…

—Pues ya que eso le divierte —objetaba Charles aturdido.

—¡Permítame! —decía el boticario acalorado.—Escúchale —replicaba la madre Bovary.—Cavernas —continuaba el señor Homais—,

espectros, ruinas, cementerios, monederos falsos, claros de luna, ¿qué sé yo?, toda suerte de cuadros lúgubres que predisponen singularmente a la me-lancolía. Añada luego que esos productos febriles de imaginaciones delirantes están mancillados por neologismos, expresiones bárbaras, palabras barrocas, hasta el punto de que se ve uno obligado a devanarse los sesos para comprenderlas. Porque les conieso que yo, a menudo… ¡no comprendo a sus autores de moda! —y no me reiero a los pequeños, no, sino a los más célebres, a los que tienen reputación, ¡a los que están en la cumbre!—, y lo repito una vez más, quizá sea por falta de inteligencia, lo declaro con toda humildad, en in, no los comprendo; y no me sorprendería en absoluto que esas invenciones en que el buen gusto, como la lengua y las costumbres, son tan audazmente ultrajadas, terminen por revo-lucionar incluso el propio organismo. Todo esto, por supuesto, no tiene ninguna relación con Madame Bovary, que desde luego es una de las damas que más considero, salvo quizá un poco de efervescencia, un poco de exaltación.

—¡No, no! —exclamaba la anciana agitando sus agudas encías—, lo que usted dice, señor Homais, tiene mucha cordura; porque esos libros de que habla muestran la existencia rodeada de belleza, pero luego, cuando se llega a la realidad, se topa con el desencanto. Y es eso, estoy segura, ella rabia sabiendo que no tiene razón, y que la conozco bien. ¡Ah, sí!, bien que la conozco. Porque no se trata de hacerse la cursilona, ¡la intelectual!, además ¡hay que sufrir en la vida! ¡Hay que cumplir con sus deberes! ¡Hay que gobernar la casa! Pero es lamentable, de verdad, y tu deberías vigilarla, ¿no es cierto, señor, usted que es su amigo?

Tomaron, pues, la decisión de impedir que Emma leyera novelas. L

La cita resume torpemente un precepto de la escuela

médica de Salerno (principio del siglo XI): Sex horas

dormire sat est iuvenique senique. Septem vix pigro,

nulli concedimus octo (“Tanto para un joven como para

un hombre mayor, es suficiente con dormir seis horas.

Para un perezoso podemos aceptar siete, pero a nadie le

concedemos ocho”).

Traducción de Mauro Armiño

El autor de Bouvard y Pécuchet

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LABERINTO

Sendas d

Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. Para aquellos que dejan l otar sus vidas a bordo de los bar-cos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje. Entre los antiguos,

muchos murieron en plena ruta. A mí mismo, desde hace mucho, como girón de nube arrastrado por el viento, me turbaban pen-samientos de vagabundeo. Después de haber recorrido la costa durante el otoño pasado, volví a mi choza a orillas del río y barrí sus telarañas. Allí me sorprendió el término del año; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos. Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos; los espíritus del camino me hacían señas y no podía i jar mi mente ni ocuparme en nada. Remendé mis panta-lones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moxa quemada en mis piernas, para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu, para esperar ahí el día de la salida. En uno de los pilares de mi choza colgué un poema de ocho estrofas. La primera decía así:

Otros ahoraen mi choza –mañanacasa de muñecas.

Salimos el veintisiete del Tercer Mes. El cielo del alba envuelto en vapores; la luna en menguante y ya sin brillo; se veía vagamente el monte Fuji. La imagen de los ramos de los cerezos en l or de Ueno y Yanaka me entristeció y me pregunté si alguna vez volvería a verlos. Desde la noche anterior mis amigos se habían reunido en casa de Sampu, para acompañarme el corto trecho del viaje que haría por agua. Cuando desembarcamos en el lugar llamado Senju, pensé en los tres mil ri de viaje que me aguardaban y se me encogió el corazón. Mientras veía el camino que acaso iba a separarnos para siempre en esta existencia irreal, lloré lágrimas de adiós:

Se va la primavera,quejas de pájaros, lágrimasen los ojos de los peces.

Este poema fue el primero de mi viaje. Me pareció que no avan-zaba al caminar; tampoco la gente que había ido a despedirme se marchaba, como si no hubieran querido moverse hasta no verme desaparecer.

Sin muchas cavilaciones decidí, en el segundo año de la era de Genroku (1689), emprender mi larga peregrinación por tierras de Oou. Me amedrentaba pensar que, por las penalidades del viaje, mis canas se multiplicarían en lugares tan lejanos y tan conocidos de oídas, aunque nunca vistos; pero la violencia misma del deseo de verlos disipaba esa idea y me decía: ¡he de regresar vivo! Ese día llegué a la posada de Soka. Me dolían los huesos, molidos por el peso de la carga que soportaban. Para viajar debería bastarnos solo con nuestro cuerpo; pero las noches reclaman un abrigo; la lluvia, una capa; el baño, un traje limpio; el pensamiento, tinta y pinceles. Y los regalos que no se puedan rehusar… Las dádivas estorban a los viajeros.

Obra esencial de la literatura japonesa del siglo XVII, Oku –No–Osomichi se publicó por primera vez en castellano

en 1957, traducida por Octavio Paz y Eikichi Hayashiya, y editada por la Universidad Autónoma de México. En 1970, la española Barral Ediciones volvió a publicarla y en 1981,

Seix Barral lanzó un nuevo tiraje. En 1992, la editorial japonesa Shinto Tsushin publicó la versión defi nitiva de

Paz y Hayashiya en una lujosa edición que incluía las caligrafías y pinturas del poeta y artista plástico Yosa

Buson. Este año, Atalanta vuelve a poner en circulación el clásico de las letras japonesas con prólogo de Octavio Paz,

dos pinturas y la caligrafía de Buson. Con autorización de la editorial, presentamos un fragmento de ese asombroso

diario poético de viaje Matsúo Basho

ILUSTRACIONES DE YOSA BUSON

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sábado 8 de marzo de 2014 #07

de portada

de OkuMatsúo Basho (o a la occidental: Basho Matsúo) nació en 1644, en Ueno. Basho fue su último nombre literario; Kinsaku fue su nombre de nacimiento. Su padre era un samurái de escasos recursos al servicio de la poderosa familia Todo. A los nueve años Basho fue enviado a casa de sus señores, como paje de Yoshitada, el heredero de los Todo; el joven Yoshitada era apenas dos años mayor que Basho, de modo que pronto los unió una estrecha amistad, originada y fortalecida por su común ai ción a la poesía. Los dos muchachos estudiaron el arte de la poesía con Kitamura Kigin (1624–1703), discípulo de Teitoku y él mismo poeta de distinción. Se conser-van poemas de esa época i rmados por Sengin y Sobo, nombres literarios del joven señor y de su paje y amigo. Sengin muere en 1666 y Basho, apenado por esta muerte prematura, pide separarse del servicio de la familia; rechazan su petición y el poeta huye a Kioto. Nuevos estudios de poesía y caligrafía; lectura de los clásicos chinos y japoneses; amores con Juteini, aunque poco se sabe de este episodio y casi nada sobre ella. En 1672 Basho se instala en Edo (Tokio). En 1675 conoce al poeta Soin y durante algún tiempo es miembro de su escuela poética (Danrin). Cambia su nombre literario por el de Tosei y su lenguaje poético por uno más l uido y menos literario. Publica varias antologías. Ya libre de inl uencias, crea poco a poco una nueva poesía y pronto lo rodean discípulos y admiradores. Pero la literatura es también y sobre todo experiencia interior; intensa búsqueda, años de meditación y aprendizaje bajo la dirección del maestro de zen, el monje Buccho (1643–1715). Uno de sus admiradores, Sampu, hombre acomodado, le regala una pequeña casa cerca del río Sumida, en 1680. Ese mismo año otro de sus discípulos le ofrece, como presente, una planta de banano (Basho). La planta da nombre a la ermita y luego al poeta mismo. Período de meditación y de len-ta conquista, contra angustia psíquica y males del cuerpo, de una siempre precaria serenidad. Su inl uencia crece, lo mismo que el renombre de sus libros y de las antologías que publica con sus discípulos: Kikaku, Sora, Sampu, Boncho, Kyori, Joso, Ransetsu… Viajes, solo o acompañado; viajes a pie como un monje pero asimismo como un extraño “sembrador de poesía”. En 1683 publica su primer diario de viaje; en 1687 escribe un relato de su excursión al santuario de Kashima y un poco después emprende una nueva y larga excursión de once meses, origen del tercer y cuarto diario. En 1689 se inicia la peregrinación que relata Oku no Hosomichi. Basho tenía cuarenta y cinco años y el viaje duró dos años y medio, aunque el texto tiene por materia solo los seis primeros meses. Para darse cuenta de lo que signii có esa expedición debe señalarse que para los japoneses del siglo XX esa región es considerada todavía como un país remoto y abrupto. En 1691 Basho regresa a Edo. Nuevas ermitas: Choza de la Visión, Cabaña de la Anonimidad… En 1694, otra excursión, ahora a Nara y Osaka. En esta última ciudad cae enfermo, en el curso de una comida en casa de Ono, su discípula; sus amigos lo transportan a casa de un l orista, donde muere, el 12 de octubre. Está enterrado en Otsu, a la orilla del lago Biwa.

O. P.

El día treinta nos hospedamos en una posada situada en la falda del monte Nikko. El dueño de la posada me dijo que se llamaba Gozaemon y que, por su rectitud, la gente lo nombraba Gozaemon del Buda. “Reposen sosegados esta noche”, nos dijo, “aunque su almohada sea un manojo de hierbas.” Preguntándome qué Buda había reencarnado en este mundo de polvo y yerros para ayudar a tan pobres peregrinos como nosotros, me dediqué a observar la conducta del posadero. Aun-que ignorante y tosco, era de ánimo abierto. Uno de esos a los que se aplica el “Fuerte, resuelto, genuino: un hombre así, está cerca de la virtud”. En verdad, su hombría de bien era admirable.

El día primero del Cuarto Mes oramos en el templo de la montaña sagrada. Antiguamente la montaña se llamaba Futara, pero el gran maestro Kukai, al fun-dar el templo, cambió su nombre por el de Nikko, que quiere decir “Luz del Sol”. El gran sacerdote adivinó lo que ocurriría mil años después, pues ahora la luz de esta montaña resplandece en el cielo, sus benei cios descienden sobre todos los horizontes y los cuatro estados viven pacíi camente bajo su esplendor. La discreción me hace dejar el tema.

 

Mirar, admirarhojas verdes, hojas nacientesentre la luz solar.

La niebla envolvía al monte Cabellera Negra y la nieve no perdía aún su blancura. Sora escribió este poema:

Rapado llegoa ti, Cabellos Negros:mudanza de hábito.

Sora es de la familia Kawai y su nombre de nacimiento es Sogo-ro. Vive ahora cerca de mi casa, bajo las hojas de Basho, y me ayuda en los quehaceres diarios. Deseando ver los panoramas de Matsushima y Kisagata, decidió acompañarme y así prestarme auxilio en las dificultades del viaje. En la madrugada del día de la partida afeitó su cráneo, cambió su ropa por la negra de los peregrinos budistas y cambió la escritura de su nombre por otra de caracteres religiosos. Estos detalles explican el signii cado de su poema. Las palabras con que alude a su mudanza de hábito dicen mucho sobre su temple.

En la montaña, a más de veinte cho de altura, hay una cascada. Desde el pico de una cueva se despeña y cae en un abismo verde de mil rocas. Penetré en la cueva y desde atrás la vi precipitarse en el vacío. Comprendí por qué la llaman “Cascada vista de espaldas”.

Cascada – ermita:devociones de estíopor un instante.

Tengo un conocido en un sitio llamado Kurobane, en Nasu. Por buscarlo, atravesé en línea recta los cam-pos en lugar de ir por los senderos. A lo lejos se veía un pueblo pero de pronto empezó a llover y se vino encima la noche; me detuve en casa de un campe-sino, que me dio alojamiento. Al día siguiente crucé de nuevo los campos. Encontré un caballo suelto y a un hombre que cortaba yerbas, a quien pedí auxilio. Aunque rústico, era persona de buen natural y me dijo: “Es difícil encontrar el camino porque los senderos se dividen con frecuencia; un forastero fácilmente se per-dería. No quisiera que esto le ocurriese. Lo mejor que puede hacer es tomar este caballo y dejarse conducir por él hasta que se detenga; después, devuélvamelo”. Monté el caballo y continué mi camino. Dos niños me siguieron corriendo durante todo el trayecto. Uno era una muchacha llamada Kasane: nombre extraño pero elegante.

¿Kasane, dices?El nombre debe serdel clavel doble.

A poco llegué al pueblo. En la silla de montar puse una gratii cación y devolví el caballo. L

VIDA DE MATSÚO BASHO

Visitamos el santuario de Muro–no–Yashima. Sora, mi compa-ñero, me dijo que la diosa de este santuario se llama Konohana Sakuyahime (Señora de los Árboles Floridos) y que es la misma del monte Fuji. Es la madre del príncipe Hikohohodemino–Mikoto. Para dar a luz se encerró en esa casa tapiada y se prendió fuego. Por eso el santuario se llama Muro–no–Yashima, que quiere decir “Horno de Yashima”. Así se explica la costumbre de mencionar al humo en los poemas que tienen por tema este lugar. También se conserva una tradición que prohíbe comer los peces llamados konoshiro.

NOTAS

Sugiyama Sampu (1648–1733). Comerciante acomodado de Edo (Tokio), protector de Basho y discípulo suyo. Fue poeta de cierta distinción. Más exactamente: una serie de ocho poemas (renga haikai). Basho cita solamente el poema inicial (hokku). Era costumbre colgar en un pilar de la casa el renga. Las familias con niñas celebran la Fiesta de las Muñecas el día tercero del Tercer Mes de cada año. En esa fecha se colocan las muñecas tradicionales, que se conservan de generación en generación, en el salón principal de la casa, adornado con fl ores. Basho piensa en la meta-morfosis de su choza, hasta entonces habitada por un poeta que hacía vida de ermitaño. Senju era la primera posada en el camino del norte. Ri: medida antigua de longitud; cada ri estaba compuesto de 36 cho; un cho equivale a 109 metros y un ri a 3,92 km. Tanto en la poesía china como en la japonesa, la expresión “tres mil ri” equivale a “gran distancia”. Iwanami (después: Kawai) Sora (1649–1710), discípulo de Basho. Lo acompañó en este viaje y en otro anterior (Una visita al santuario de Kashima). Hohodemi–no–Mikoto es el nombre del Primer Emperador (Jinmu), antes de su ascensión al trono. Según el relato mitológico (Nihon–Shoki, primera cronología de Japón), la gran diosa–sol, Amaterasu, envía a su nieto, el príncipe Ninigi, a gobernar las islas japonesas. Ninigi contrae matrimonio con la princesa Konohana–Sakuya y ésta concibe la misma noche de la boda. El príncipe duda de la legitimidad de su hijo; la princesa se encierra en una cueva tapiada y se prende fuego; si el ser que va a nacer no es hijo de Ninigi, se incendiará; si lo es, ni el fuego podrá hacerle daño. Así nació el príncipe Hohodemi (“Nacido del Fuego” o “Visible por el Fuego”). En el siglo VII, al ser descubierta una cons-piración contra el emperador, se destierra al príncipe Arana, a Shimotsuke. Allí se enamora de la hija de un rico, prometida ya al goberna-dor del lugar; el príncipe visita con frecuencia a la joven, hasta el día en que se descubre que la muchacha está encinta. Mientras tanto, el gobernador apremia al padre para que se lleve a cabo el matrimonio. El rico no encuentra otra excusa que decir al prometido que la joven ha muerto repentinamente. Para consumar el en-gaño colocan en el ataúd, en lugar del cuerpo de la muchacha, un pescado que al quemarse despide un olor parecido al que se desprende del cuerpo humano al ser incinerado. Desde entonces a esta clase de pescados se les llama konoshiro, que quiere decir «en lugar del niño». Cita de las Analectas de Confucio. Kukai (774-835), más conocido por su nombre póstumo: Kobo Daishi. Fue el fundador de la secta Shingon y es uno de los grandes santos del budismo japonés. Los cuatro estados o clases del Japón en la época medieval: los samurái o guerreros, campesinos, artesanos y comerciantes. En este monte, hoy santuario Toshogu, se venera al primer shogún de la familia Tokugawa, Ieyasu. Dice el poeta que «la discreción le hace dejar el tema» por tratarse de un antepasado de la familia del shogún reinante. Antes del viaje Sora se afeita el cráneo, a la manera de los bonzos budistas. Los dos viajeros llegan al monte Kuro Kami, que quiere decir Cabello Negro, justamente en la época de cambiar el hábito de primavera por el de verano. Juego de palabras: Sora vive cerca de la casa del poeta y bajo su protección; Basho, seudónimo del poeta, también es el nombre de un árbol parecido al banano. Transformado en peregrino, Sora escribe su nombre con signos distintos y que poseen una signifi cación religiosa aunque la pronunciación sea la misma. La segunda línea alude a la época en que dan comienzo los ejercicios espirituales de verano de los bonzos, periodo de encierro total. Kasane: quiere decir doblar o doble.

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08 # sábado 8 de marzo de 2014 MILENIO

medios

Con una larga trayectoria en el periodismo cultural, donde ha sido una igura polémica, Víctor

Roura regresa con un nuevo proyecto llamado De Largo Aliento, luego de haber salido de El Financiero por defender sus ideas. Precisamente por su actitud, Roura se ha ganado el respeto del medio. Se podrá o no estar de acuerdo con él, pero en todo lo que ha realizado existe una coherencia. En la siguiente conversación habla de su personalidad y de lo que la gente puede esperar de la publicación de la que es responsable.

¿Quiénes te ayudaron a forjar tu actitud ante la vida?La honorabilidad y la dignidad son va-lores que hoy en día son inusuales y en ese sentido siempre reconoceré que mis padres fueron quienes me condujeron por esos caminos. En lo que se reiere a las letras, desde que estaba en el CCH leía como un endemoniado. En esa época leí a Ricardo Garibay, a León Portilla, a mucha gente que me forjó muchas ideas acerca de lo que puede ser la escritura. ¿Y en cuanto a los periodistas?Mira, ahí no puedo decir que tenga uno en especíico. Alguna gente, para lucirse, podría responder rápidamente, por ejemplo, “Manuel Buendía”. Pero yo no leía a Buendía; yo me iba con otro tipo de personajes que no estaban en la cúpula. Manuel Buendía, recuerda, se hizo agraciado en la cúpula porque tenía amistades en ese círculo, si no hu-biera sido así, habría pasado totalmente inadvertido. ¿Podrías hacer un repaso de lo que en tu experiencia ha sido la vida de las sec-ciones culturales hasta este momento en que aparece De Largo Aliento?

ENTREVISTA

El periodista y editor habla sobre su nuevo proyecto dirigido a esos lectores supuestamente inexistentes, cuyo interés gira en torno del arte y la cultura

Víctor Roura

“Yo creo que la gente sí lee”

ESPECIAL

"El periodismo cultural se puede trabajar con amplitud, con valentía y de manera plural"

Ernesto [email protected]

UN PERIÓDICO

100% CULTURAL

En una época en que las secciones culturales son castigadas en cuestión de espacio, un grupo de periodistas románticos encabe-zados por Víctor Roura y David Magaña, parafrasea una máxima sesentaiochera, y bajo la consigna “Seamos realistas: hagamos lo imposible”, se ha lanzado a crear un inusitado periódico cultural, cuyo nombre es ya una declaración de principios.

El sábado 1 de marzo de 2014 será recordado por haber sido el día de su lanzamiento oicial. La agenda de la Feria del Libro del Palacio de Minería anun-ciaba que a las 15:00 sería la conferencia de presentación. Desde una hora antes, la gente comenzó a apartar su lugar en el Salón de Firmas. En tanto se abrían las puertas del recinto, Juan Villoro y otras personalidades del mundo de la cultura, saludaron a Roura. Periodistas de reconocido mérito acompañaron a Roura y a Magaña: Eusebio Ruvalcaba, Ignacio Trejo Fuentes, Jaime Avilés y, desde Zacatecas, José de Jesús Sampedro, cuya revista Dosilos está cumpliendo 40 años. La participación de los invitados, como era natural, celebró la aparición de De Largo Aliento y ponderó la labor y actitud de Roura a lo largo de los años. La emoción llegó a su punto máximo cuando Felipe Reyes, otro de los artíices, hizo oicial el anuncio de la publicación: “Hoy, primero de marzo del año 2014, siendo las tres de la tarde con cuarenta y dos minutos, aparece a la luz del periodismo mexicano De Largo Aliento”.

Roura explica que en el periódico “se meterán todos los géneros que conforman el campo cultural. Siempre habrá artes plásticas, cultura popular, cine, danza, música, literatura. Va a haber un reportaje abriendo cada número; en este primer número es ‘El otro García Márquez’, de Juan Veledíaz, sobre un general violento que estuvo en la Revolución Mexicana. Las secciones ijas serán de ciencia; una que se llama ‘Vecindario íntimo’ hablará sobre lo que ocurre en los estados de la república; ‘Barrios colaterales’ que tratará sobre la cultura en el mundo y ‘Breverías’, de notas breves, así como cuento, poesía y adelantos de novela”. En el primer número destacan los textos sobre José Emilio Pacheco, Juan Gelman y Federico Campbell, fallecidos recien-temente; se recuerda a Octavio Paz en su centenario y aparece, también, un paquete de los Beatles, a propósito de sus grabaciones en la BBC.

Para el segundo número, los editores anuncian que el regalo será una litografía de Ahumada, y que ahora sí habrá nota de ciencia ya que por las muertes que hubo no fue posible incluirla en el primer número, donde se hablará de Ruy Pérez Tamayo; David Ramón escribirá sobre María Félix, y habrá textos sobre Elena Poniatowska.

 (E.H.)

Creo que ha habido gente valiente en el medio, pero en este país hay como mitos. Por ejemplo, se habla mucho del trabajo cultural de Fernando Benítez, de Carlos Monsiváis, pero nunca hablan de la manera en que trataban a las perso-nas. Yo, cuando era muy joven y veía el trato a veces insultante que tenían para los demás, me decía: “Si alguna vez me toca ser editor, no voy a tener ese com-portamiento”. Eso me sirvió para tener otra visión. De joven me decían que tenía que formar un grupo, pero no lo hice. Y que quede asentado que no niego la importancia escritural de gente como la de Nexos o Letras Libres, que aún se mueven de esta manera.

La independencia cuesta. A ti, ¿qué te ha costado? ¿Pérdida de amistades o algo así?Sí, de verdad. Carlos Monsiváis me retiró la palabra el día que me “atreví” a decir que el premio Anagrama se lo había re-galado Jorge Herralde, porque el libro ya había sido publicado antes en México. Y eso no me lo perdonó.

Supongo que podrías hacer un libro con anécdotas de este talante…Si, tengo bastantes con muchísimas personas. De veras, pero eso es algo natural cuando uno se mueve en el ambiente periodístico.

¿Te arrepientes de alguna de estas ac-titudes tuyas en aras de ser coherente con tus ideas?No, en absoluto. No me arrepiento de haberme ido de unomásuno, no me arrepiento de haberme ido de La Jor-nada por el comportamiento nefasto de la dirección, que no quería respetar mi independencia. No me arrepiento de nada de eso. Ya después conocí al buen Rogelio Cárdenas que me dio un lugar en El Financiero, y me dijo: “Roura, eres el único intelectual del periódico”. Y jamás, jamás intervino en lo que hice.

¿Cuál crees que es la aportación de De Largo Aliento al medio periodístico cultural?Considero que el periodismo cultural se puede trabajar con amplitud, con valentía y de manera plural. De nada sirve tener muchas páginas en una sec-ción de cultural si no tienes gente. Hay mucha gente haciendo cultura, pero desgraciadamente no tiene cabida en las secciones culturales de los periódicos. Con De Largo Aliento podemos cubrir muchísimas facetas y expresiones de lo que culturalmente sucede no solo en la ciudad, sino en la república.

Durante la conferencia de lanzamien-to, dijiste que apostabas por lectores exigentes.Yo me fui de El Financiero porque me di-jeron que la gente no lee. Un especialista español que trajeron me decía, textual, que lo que yo escribía eran sábanas que nadie leía. Yo le decía que no, porque yo creo que la gente sí lee. Sé que existen los lectores exigentes, pero lo que pasa es que nadie los quiere mirar. Los empresarios buscan aspectos más frívolos, pero el periodismo cultural debe mostrar el mundo oculto que no es mediático. Nuestra presentación mostró que hay un numeroso contingente de personas que quieren leer otras cosas. Si hubiéramos tenido solo diez personas, a lo mejor me hubieran dicho “Roura, ¿ya ves? No hay lectores”. Pero por fortuna hubo más de la que esperábamos.

Háblanos de las cuestiones prácticas de la publicación: ¿cada cuándo va a salir?, ¿dónde se podrá encontrar?Va a ser mensual y tiene un costo de 25 pesos; en cada número regalaremos algo. En éste fue una litografía del maestro Manjarrez. Vamos a estar en algunos puestos de la calle, y sobre todo en librerías de las diferentes capitales de la república. Yo confío en que poco a poco haremos más amplio el tiraje, pero tenemos que ir comprobando que las cosas se van desarrollando. L

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LABERINTO sábado 8 de marzo de 2014 #09

en librerías

De traiciones y traicionados

V oltaire explicó que para entender el amor hay que recurrir a

lo físico porque se trata de un tejido de la naturaleza bordado por la imaginación, y esa idea no podía ser más acertada: la imaginación, generalmente en exceso, no solo es el elemento primordial del enamoramiento sino un compuesto infalible para conjurarlo, porque cuando se suponen intrigas, traiciones, ruindades o cualquier clase de delitos perpetrados por la persona amada, el instinto se dirige hacia el lado opuesto y enceguece, obnubila. La sobredosis de imaginación destruye cualquier realidad por apacible o impecable que pueda ser, y repercute en un insano empeño por consumar una venganza. Yago lo sabía muy bien. En el colmo de la arrogancia, se revela ante un Otelo que, hundido en el delirio, no se da por enterado: “¡Señor, cuidado con los celos! El monstruo de ojos verdes que se burla del alma en que se ceba. Es venturoso el engañado que su oprobio sabe, y odia a la engañadora; pero, en cambio, ¡qué ratos tan amargos pasa el pobre que adora y duda, que recela y quiere!”.

Tolstoi escribió en La sonata a Kreutzer (1889), esta rotunda apreciación: “Una de las mayores torturas para el celoso (y no hay quien no lo sea en nuestra vida social) es esa multitud de situaciones mundanas en que se admite una intimidad grandísima y peligrosa entre un hombre y una mujer”.

Tolstoi se refería, si observamos el contenido de su relato, a la connivencia que establecen traidor y traicionado, cuando los celos arrojan al segundo (entre el horror de sufrir un engaño y la vocación, por paradójica que sea, por experimentar tal sufrimiento), a una colaboración expedita para la consumación de la ini delidad. Los humanos, según Tolstoi, son criaturas cuya realización se sostiene en la desventura, donde el dolor es el grado ulterior de la pureza (Ana Karenina, por ejemplo), porque en ella se encuentra

la redención y el i n, el diagnóstico y la cura de todos los males caídos en el alma.

La sonata a Kreutzer, historia de un asesinato, un adulterio y un ini erno pasional, es el examen de conciencia de Posdnichev, especie de asceta y desequilibrado que luego de refutar todas las formas del amor a unos viajeros, se dedica a enturbiar con sus recuerdos, la serenidad de su último interlocutor en el vagón de un tren.

Posdnichev mató a su esposa. Pero no lo hizo una sino varias veces: primero, a partir de su personal entendimiento del dogma cristiano, donde el amor carnal, más que adoración, puede erigirse como el indicio de la corrupción o el vicio en la pareja, y después, cuando Posdnichev comprendió que el sexo no solo eterniza la pasión sino que la envilece porque lenta, progresivamente, entre él y su mujer creció la desconi anza, se consolidó la indiferencia y fue engendrado el odio, para completar el cuadro con la ini delidad y el uxoricidio.

Posdnichev, sin embargo, no obró mal. De acuerdo con Tolstoi, el defecto más terrible del amor se i nca en la certeza de que la pasión entre un hombre y una mujer no es ini nita ni recuperable. Todo lo contrario. Es transferible y ominosa, porque una vez que los amantes han agotado la sensualidad, solo queda esperar a que cualquiera de las partes busque la voluptuosidad en otra gente.

Y sí. Para el celoso es fundamental que el adulterio (quimera que en su cabeza, y solo en su cabeza, adopta una miríada de formas y tamaños, del mismo modo en que transforma las toxinas del dolor en una fórmula camaleónica y compleja) sea el resultado de un proceso metódico, donde él es pieza clave en el enamoramiento de otro hombre y su mujer porque el engaño también puede ser una liturgia, una farsa, ya que, en ocasiones, el traicionado juega un rol de comparsa o, en un lenguaje simple y llano, de alcahuete: en ciertos casos, el hombre que se cree, se sabe o es engañado, simplemente asume el cargo de una víctima propiciatoria. L

LOS PAISAJES INVISIBLES

Iván Ríos Gascónivanriosgascon.wordpress.com

En la segunda novela de la fotógrafa y escri-tora mexicana, se narra la historia de Rizo

quien, a partir de la muerte de su hermana Sofía, emprende un recorrido introspectivo hacia un tormentoso pasado que hasta entonces había eludido. Ahí están las rupturas amorosas, las cicatrices de un abuso y el abandono de un hijo. Con un toque de erotismo, esta historia nos pre-senta a una mujer en busca de sí misma. “¿Hasta dónde nuestros deseos por obtener algo justii can actos reprobables para hacerlo?”, se cuestiona la autora de este libro.

Un libro imaginativo y bien escrito resulta este debut de Víctor Roberto Carrancá. Buena

parte de los cuentos que lo integran pueden considerarse fantásticos. Por ejemplo, en el que abre el volumen, “Los franceses no existen”, el narrador cuenta la historia de por qué quien creía que era su hijo no lo es; el titulo da una clave para saberlo. En otro, “Hoy llovió mujer sin piernas”, la protagonista es una sirena. En otros, le da un giro a personajes conocidos, como en “El hombre que bajó de la chimenea”, donde Santa Claus deja de ser el gordo bonachón.

T odo cabe en este volumen de ensayos, diser-taciones, relatos improvisados sin nudo ni

desenlace, apuntes varios. Del ego de los escritores a la música, de los celos a la muerte o los perros, la soledad, el cinismo, el arte literario, la erudición, la reminiscencia, la vanidad siempre reprochable pero no por ello deleznable, Ruvalcaba hace de cualquier tema un pretexto, un fundamento para escribir largo y tendido sobre esas cuestiones que, en apariencia, no tienen importancia aunque la astucia de un escritor empedernido siempre demuestra lo contrario.

H ombre en su siglo. Poesía, amor, revolución”. Con estas palabras se presenta la edición que

Letras Libres le dedica a Octavio Paz. Enrique Krauze, director de la publicación y entrañable amigo y colaborador de Paz, escribe que esas pa-labras recorren la vida del poeta. “Quiso fundarlo todo, descubrirlo todo, reiniciarlo todo”. En este homenaje participan, también, David Huerta, Mi-chael Wood, Tedi López Mills, Guillermo Sheridan, Christopher Domínguez, Donald Keene, Adolfo Castañón, Darío Jaramillo y John Banville, entre otros, quienes delinean al intelectual y su obra.

Roslyn IsonAxial

México, 2014418 pp.

Víctor Roberto CarrancáFicticia/ Consejo Estatal para la

Cultura y las Artes de PueblaMéxico, 2014

144 pp.

Eusebio RuvalcabaAlmadía

México, 2013356 pp.

Marzo, 2014México110 pp.

Refl ejos de sombra

El espejo del solitario

C atherine Clément es i lósofa feminista, crítica literaria, novelista y, además, dirige la Univer-

sidad Popular de Quai–Branly de París. En este, su nuevo libro, recrea la vida de la reina de Jhansi, cuya soberanía es un territorio libre del centro de la India de mediados del siglo XIX. La reina fue una joven viuda de treinta años, que no temía a nada ni a nadie. Chabili, como era llamada por sus allegados, encabezó el movimiento de liberación nacional y su revuelta, que duró dos años, fue cubierta en Londres por dos corresponsales de prensa: Karl Marx y Friedrich Engels.

Catherine ClémentSiruela, col. Alevosía

España, 2013291 pp.

La reina de los cipayos

L a revista Casa del Tiempo se ocupa del centenario del nacimiento de Octavio Paz. En sus páginas

se recuperan poemas como “Elegía interrumpida”, “Bajo tu clara sombra”, “El mismo tiempo” y “Seven P.M”. Huberto Batis presenta un texto sobre el ingreso del Premio Nobel de Literatura al Colegio Nacional; José Francisco Conde Ortega aborda ¿Águila o sol?; Ramón Castillo la correspondencia entre Alfonso Reyes y Paz, y Miguel Ángel Muñoz profundiza en la pasión de Paz por el arte. En otros temas, Adriana Malvido escribe sobre Guillermo Arriaga, uno de los bailarines mexicanos más destacados.

UAMMarzo, 2014

México70 pp.

Casa del tiempo

S in las aportaciones de Paul Cézanne, sencillamente la pintura moderna no se hubiera desarrollado.

En el estudio introductorio de esta selección de sus ideas, el historiador de arte italiano Lionello Venturi, lo vuelve a recordar. Venturi observa que si bien el cubismo no fue la primera escuela vanguardista en la pintura—tal mérito pertenece al fauvismo—, sí fue la más importante. “Toda la arquitectura y la decora-ción modernas se originaron en el cubismo”, asienta categórico Ventura. Cézanne es su fuente y quien primero vio a la naturaleza como forma geométrica.

E ste libro retrata a 26 mujeres mexicanas que han destacado en alguno oi cio, que ya no son

tan jóvenes pero que están activas y llenas de ideas. Algunas son empresarias, cardiólogas, publicistas, actrices, i lósofas, cientíi cas, economistas, poetas y pianistas. En el prólogo, Sara Sefchovich anota que estas mujeres nos obligan a recordar la vitalidad y los retos con los que juega una mujer diariamente, pero también nos lleva a rel exionar sobre asuntos como vejez y libertad, y los procesos físicos y sociales que se viven actualmente.

Paul CézanneCasimiro

España, 201488 pp.

Patricia Kelly y Alicia Ibargüengoitia

Sincronía encuentrosMéxico, 2014

571 pp.

Leer la naturaleza Mujeres grandes

El arte de mentir

Letras Libres

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10 # sábado 8 de marzo de 2014 MILENIO

varia

ESPECIAL

D esde el páramo que ha dejado en el país la idea de que la danza contemporánea debe ser conceptual, profunda, poco terrenal,

incomprensible, oscura, solemne y aburrida, entre otras cosas, aparece en el horizonte Orfeo y Eurídice. Cuatro variaciones para tres bailarines y un adoles-cente sobre la Ópera de Cristoph W. Gluck.

Bajo la dirección de Juliana Faesler, los viejos mitos renacen una y otra vez para mostrarnos la dimensión de lo humano universal. Orfeo, un joven de cabello rizado que toca la cítara, se enamorará de Eurídice, se unirá a ella en matrimonio y la perderá después de que una víbora la muerda.

Imposible vivir con semejante ausencia, que en la vida misma es un inierno porque, como bien lo señala Roland Barthes, la ausencia de lo amado, sean cuales fueren la causa y la duración, tiende a transformar la ausencia en la evidencia del abandono.

Y para los que aman enloquecidamente —única forma de amar—, “la ausencia amorosa  va en un sentido y no puede suponerse sino a partir de quien se queda”.

DANZA

VIBRACIONES

Orfeo vive la no-presencia como un abandono y debe, como en la extraordinaria cinta de Cocteau, atravesar los espejos para llegar hasta el mismo territorio abismal de la muerte para recuperar a su amor. Solo que no debe mirarla sino solo to-marla suavemente de la mano y conducirla desde ultratumba a la vida. La tentación es mucha, y al mirarla, la pierde para siempre.

Música, teatro, danza desde una perspectiva de gran intimidad. Los personajes de Faesler se en-cuentran delimitados en un espacio mínimo que deine y justiica hábilmente el hecho escénico. En el mismo foro, cuatro hileras de sillas en diagonal transforman al público en parte de la escena, a manera de un coro griego o de ópera que será parte de lo que atisbaran aquellos sentados en la platea.

La pérdida del amor, su fulminante vacío en el alma, se prestan para un melodrama o una apuesta hacia la pretensión de sufrir. Pero no, los personajes de Faesler habitan con gran cer-tidumbre el espacio que se modiica con ellos y que retumba en el seno de una familia en la que todo puede suceder.

La pena de amor, para Faesler, es una celebración optimista hacia la vida y sus posibilidades de dar a la memoria un lugar glorioso para celebrar los amores perdidos o abandonados.

Los intérpretes son exactos. Isabel Beteta muestra con sencillez, el gran trabajo de voz que posee. Canta con voz nítida fragmentos de la ópera y su actuación es conmovedora. A su vez, los bailarines Areli Delgado y Víctor Villasana hacen un trabajo digno y complejo por las delimitaciones espaciales.

Apoidea 

Orfeo y Eurídice

Rosario [email protected]

Como parte del Festival del Centro Histórico, se presentará la ópera de José Miguel Delgado: la tragedia de una reina condenada a cumplir un papel que nunca eligió

CORTESÍA FESTIVAL DE MÉXICO EN EL CENTRO HISTÓRICO

La ópera se presentará en la Plaza de Santo Domingo. Fechas: www.festival.org.mx

El montaje de Juliana Faesler

Hugo Roca [email protected]

Pero más impresionante es el adolescente Aureliano Alvarado que, sin pretenderse bailarín, actor, músico o cantante,  le da un aliento de frescura, de renacer a la pieza. Sin temor, habla de sus experiencias amorosas con tal dulzura e inocencia que crea un lazo irrompible con el público.

A partir de ese momento, los cuatro intérpretes serán ellos mis-mos y no personajes. Y a pesar de sus tragedias e incertidumbres, regresarán a la vida misma sin la nostalgia de lo no vivido, sin la melancolía de lo que ya no está y, como los argonautas, partirán a buscar lo imposible, o lo que simplemente no existe. L

U N HÉROE INCOMPRENDIDO

Hubo un tiempo (siglos XVII y XVIII) en que todas las cortes tenían a un compositor

como parte de su servidumbre y los gobiernos competían por ver cuál estrenaba al año más óperas nuevas. Después (siglo XIX y principios del XX), con el ascenso de la burguesía, el arte lírico llegó a foros públicos y los teatros, ávidos por presentar títulos únicos, invertían la mayor parte de su presupuesto en comisionar obra a operistas tanto consagrados (para asegurar público) como noveles (para tratar de descubrir al próximo Mozart).

Durante el siglo XX se inventaron intermina-bles formas de articulación sonora y los idiomas musicales se apartaron de la tonalidad que había dominado la composición musical durante 300 años, en pos de indeterminados y fascinantes derroteros de experimentación e incertidumbre. Millones de oídos, acostumbrados a seguir me-lodías, los rechazaron sin intentar entenderlos; exigieron que regresara la música del pasado y los teatros comenzaron a llenarse de muertos.

El compositor del siglo XXI vive entre angustia (rodeado de tantos lenguajes, ¿cómo encontrar una expresión ideal?), abandono (las salas viven de programar a Monteverdi, Gluck, Verdi, Wagner y Leoncavallo), y si le da por escribir una ópera, a la que debe dedicarle por lo menos dos años sin sueldo, su  igura adquiere el cariz lúgubre y solitario de un héroe incomprendido.

LA TRAGEDIA DE UNA REINA

José Miguel Delgado (1977) se obsesionó con la idea del destino (¿existe un lugar al que debo llegar?, ¿es necesario pelear y sufrir para llegar ahí?, ¿tiene razón José de San Martín cuando dice “serás lo que debas ser o no serás nada”?, ¿y si todo es necia y absurda ilusión?), tomó a una abeja para explorar estas dudas (¡tiene que matar a todas sus hermanas si quiere ser reina!) y compuso una breve ópera sobre su tragedia.

La obra, intitulada Apoidea (nombre de la familia de insectos a la que pertenecen las abejas), está escrita para mezzosoprano (Abeja

Reina), narrador (Espíritu del reino) y sexteto con-formado por lauta, clarinete, guitarra, violín, cello y percusiones (maracas güiro, claves y vibráfono).

Durante la obertura, que evoca el Son de la negra, muere la vieja reina y una de sus hijas deja de llorar antes que las demás. Tras cantar una nana, va por una daga y asesina a todas sus hermanas en un fratricidio instrumental, cuyo principal motivo es una transcripción iel del zumbido de una abeja cuando lucha por el poder de la colmena (un pulso de un par de segundos seguido por una serie de zumbidos más cortos, interpretado por la lauta y el clarinete).

La nueva reina se abanica y come uvas mientras trabajan sus esclavas; qué aburrida vive en su palacio (“las horas transcurren en eterna espera y yo me pregunto si vale la pena”) pero el anhelo de un romance intenso la consuela. El amor llega y es horrible; solo apareamiento (que sucede envuelto en los aires de un guapachoso Danzón Nupcial) y después del placer encuentra el vacío. La Reina mata al guapo zángano que la preñó y regresa al reino para dar a luz por el resto de sus días.

Las 11 escenas que integran la obra están hila-das musicalmente en torno al motivo de la Reina (una igura de seis notas con gran cromatismo, en la que predominan los saltos de intervalo de cuarta y de semitono). Conforme avanza la ópera, la expresión de este tema se va oscureciendo (en la nana inicial es dulce, histérico durante la espera de una aventura y sensual en la consumación del acto carnal) hasta adquirir su última forma en el aria inal (El lamento): la reina, anciana y enferma, mira desde su trono a las esclavas  (jóvenes, ale-gres, ocupadas) trabajar en el campo y se lamenta (“la vida de reina triste y larga es, como una cruel condena de miel”); a su alrededor, en cunas de plata, duermen sus hijas; las mece, les canta una nana y cuando se hace de noche muere dormida. En su mesita de noche está la daga.

EPÍLOGO

Apoidea termina anunciando un fratricidio. No es más alentador el panorama para la ópera contemporánea. Sin embargo, tal vez nazca una princesa que en vez de matar a sus hermanas derroque a la reina y termine con la monarquía de las abejas. En el arte lírico, la esperanza son los niños; sus oídos sin prejuicios, que escuchan desde el asombro, sin el vicio de la melodía.  Por eso es tan buena noticia que el estreno de Apoidea (con Catalina Pereda como Abeja Reina) contará con una puesta en escena de Jesusa Rodríguez que narra la historia a manera de cuento infantil. L

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sábado 8 de marzo de 2014 # 11LABERINTO

cine

Cuando era adolescente leí en el prólogo de Illuminations de Rimbaud que la poesía solo podría escribirla un adolescente. Me pareció

exagerado, pero después de ver ¡Somos lo mejor!, lo he pensado dos veces. Después de todo, hacer poesía no es muy distinto de hacer un grupo punk en secundaria. Punk y poesía surgen del deseo de dar sentido a la inquietud frente a una realidad que nos angustia. Además, punks y poetas se saben fuera de la sociedad reinante. Como aprendemos en ¡Somos lo mejor!, ser punk resulta, en el fondo, tan excéntrico como ser poeta. Klara y Bobo son dos niñas que en primero de secundaria están interesadas en romper los esquemas de un mundo que les resulta angosto. En el camino se encuentran con la música y —más aún— una adorable compañera que es cristiana, algo todavía más excéntrico que ser punk y poeta.

En los ochenta, Suecia era todavía la economía más pujante de Europa. Estaba lejos de encontrarse aún con la realidad de la inmigración. Los suecos, tan fresas como la música disco de aquellos años, estaban convencidos de que el punk había muerto. Sin embargo nuestras tres heroínas están dispuestas a demostrar lo contrario: que el punk vive porque se

HOMBRE DE CELULOIDE

“Me gusta lo simbólico”

ENTREVISTA

Inspirado en la ilosofía griega, Jimmy Cohen ilmó un conjunto de imágenes y sonidos encaminados a proponer una relexión sobre

el tiempo y la razón. El resultado es El Tercer Sen-dero, ópera prima clasiicada por su propio autor como una suerte de ensayo cinematográico que combina recursos del documental y la icción. 

¿Qué es el Tercer Sendero?En la ilosofía griega antigua, el Tercer Sendero era el camino entre la razón y la sinrazón, digamos un camino alterno pero a la vez la combinación de los dos opuestos. En nuestro caso quisimos contrastar polos  como la razón y la poesía; o la razón y la música. Todo dentro de una narrativa poco convencional.

¿Por qué apoyarse tanto en lo sonoro?Creo que la música es más contundente a la hora de generar una experiencia sensorial, incluso es más poderosa que una imagen porque ésta implica más signos o elementos de lectura. A partir de una melo-día intento captar al espectador para que él mismo descubra hacia dónde va.

En este sentido, Bach tiene un papel protagónico.Bach es el mejor. Desde muy al principio del proyecto estuvo presente.

Divide la película prácticamente en tres capítulos: el primero tiene lugar en Nueva York, el segundo en un pueblo abandonado y el tercero es más musical e histriónico. ¿Por qué?Empiezo con la parte sensorial y al mismo tiempo pre–decadente. La segunda parte es la decadencia propiamente, usamos un pueblo abandonado donde ya pasó la razón. Ambas partes son contrastantes

entre sí. La tercera es una propuesta que inicia con el canto, seguida por un monólogo y, inalmente, un danzón bailado por un conjunto de ancianos.

Una vez más la idea de la música, ahora como elemento redentor.Creo que la música es una opción para reinventarse y si la juntamos con la imagen se puede conseguir algo más profundo.

Al no contar con un guión narrativo convencional, ¿cómo construyó las secuencias?Había una lista de ideas pero el orden cambió continuamente. Durante el montaje intentamos armar el rompecabezas. Algunas secuencias, por ejemplo, sirvieron para darle vida al proyecto pero al inal no las usamos porque no se acopla-ban a la dinámica. De hecho, llegué a tener dos o tres versiones diferentes. La idea no era hacer un documental lineal y sostenido en los testimonios.

Parece gurar una tendencia por mezclar el do-cumental con la cción, algunos lo llaman ensayo fílmico. ¿Ubicaría en esa categoría su película?Creo que sí. El Tercer Sendero no tiene una narrativa propia de la icción pero tampoco del documental. Es una invitación a tener la mente más abierta a la hora de interpretar de otra manera lo que ves. La propuesta del cineasta Chris Marker o del crítico Peleshyán con su teoría del montaje a distancia, fueron muy importantes para este trabajo.

¿En qué consiste esa teoría?En una edición convencional tienes: 1, 2 y 3 secuencias. Su propuesta consiste en aislar las tomas que irían juntas para crear un nuevo orden interno. No quiero decir que lo hicimos así pero trabajamos y editamos por orden de grabación. No nos esperamos hasta el inal paro hacerlo todo.

Dividido en tres capítulos o partes, la película recrea un dilema filosófico a través de la música de Bach, una minuciosa composición visual y una interesante combinación de recursos narrativos

ESPECIAL

Al principio habló de la importancia de lo sensorial, sin embargo hay también un sesgo intelectual.La película intenta mantener un equilibrio entre ambos. El mo-nólogo del ilósofo reivindica el poder de la razón, aun cuando el discurso inicial fue sobre la sinrazón. Una de las últimas relexiones es el uso del tiempo, por eso mostramos a la señora arreglándose para bailar danzón. Para el cine lo más importante es el manejo temporal, incluso más que una historia.

Pareciera que la película tiene un carácter simbólico impor-tante, ¿es así?Me gusta lo simbólico y sí manejo algunos elementos, pero tampoco hay que clavarse demasiado. Mejor relajemos la mente y dejemos que las cosas lleguen solas. L

Jimmy Cohen

contagia así, como la peste de Artaud. El contagio del arte transforma y destruye conceptos con los que la sociedad nos ha machacado por tradición y estupi-dez. La pregunta que se hacen Klara, Bobo y Hedvig en su empresa de cambiar del mundo es: ¿también tenemos que dejarnos transformar? Claro que sí. Para cambiar al mundo con la energía de estas tres niñas poetas, punks y religiosas, también es necesario transformarse en el amor de amistad que las une.

¡Somos lo mejor! está basada en el cómic de Coco Moodysson, esposa del director y, sospecho, alter ego de Bobo, la baterista deprimida. Todo en la producción es gran arte: las actuaciones (Klara, por ejemplo, sabe que todo puede conseguirlo con esa sonrisa un poco sensual y un poco boba), la edición, el montaje. Todo subraya el cambio en las estructuras mentales de las protagonistas e incluso constatan la transformación física que sigue por fuerza al estado de apertura mental. La fotografía imita el estilo documental ochentero. Cada diez minutos, más o menos, el video sufre un ruido en el color como para recordar (a quienes lo vivimos) que antes, los rollos solían quedar mal revelados en sus puntas.

Vi är Bäst! da cuenta de este largo trayecto interior que sufrimos durante la adolescencia, cuando la poesía es un estado vital. Nuestras niñas sobre-viven, claro, gracias al amor, el deseo, la rebeldía

Punks poetas y cristianos

Escena de El Tercer Sendero

Fernando Zamora@fernandovzamora

Carlos Jordá[email protected]

ESPECIAL

¡Somos lo mejor! (Vi är bäst!). Dirección: Lukas Moodysson. Guión: Lukas Moodysson, basado en el cómic de Coco Moodysson. Fotografía: Ulf Brantås. Con Mira Barkhammar, Mira Grosin y Liv LeMoyne. Suecia, 2013.

traviesa y una amistad a toda prueba, pero sobre todo gracias a esa poesía de la que hablaba el traductor de Illuminations de Rimbaud. Y es que es cierto que para hacer poesía hay que mantenerse en un estado de apertura muy similar al de la adolescencia, cuando queremos contagiar y ser contagiados por todo lo que amamos del mundo. Para ser poeta hay que seguir siendo como Klara, Bobo y Hedvig y mantenernos siempre en el ambiguo estado en que uno no es aún hombre ni niña ni mujer. L

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varia

MILENIO12 # sábado 8 de marzo de 2014

AVELINA LÉSPERESPECIAL

Escritores mexicanos y USA: hoy Get Out!

La semana pasada resumí cómo la crítica literaria mexicana se tapó ojos,

oídos y boca ante teoría radical mundial. Pero, ¿qué anhela hoy importar?

Octavio Paz dirigía la visión literaria en México. Y tachó la poesía norteamericana contracultural y sus lectores (“nuevos acólitos” les decía).

Tuvieron que pasar años de su muerte, para que paceanos (de tercera generación) se acercaran a la poesía norteamericana.

Los viejos paceanos siguen desdeñándola (y a la izquierda asociada a su ala radical). Pero los más jóvenes ahora sienten curiosidad; saltándose, claro, toda la poesía norteamericana que realmente pone en crisis el canon.

Además, la tradición literaria mexicana está desgastada; se hizo repetitiva debido a su cerrazón, clasicismo (y clasismo) y dar la espalda al desastre social. Se volvió inevitable que el avestruz sacara la cabeza del hoyo.

Sin el embargo poético que impuso Paz a los productos contrapoéticos foráneos, desde hace ya varios años reaparece el interés por la poética norteamericana. La literatura mexicana esperó que Paz muriera para no tener que enfrentarlo.

Los escritores mexicanos, entonces, voltean fuera (hasta hoy) para no hacer la autocrítica interna pendiente.

La principal condición estructural que ha impedido la democratización y renovación de la literatura mexicana es la concentración del poder intelectual (homogeneizador) que tienen ciertos líderes sindicales eternizados, que impiden cambios de fondo (a todos los niveles).

En este clima post–internet se asume que el objeto artístico funciona de igual forma expuesto en la versión

que encontramos en una galería o un museo, y como imágenes diseminadas a través de Internet… el objeto ya no es representado, está presentado” airma Lev Manovich en su libro Post–media Aesthetics. Dealers como Vito Schnabel, que nunca ha tenido una galería, demuestran que pueden exhibir y vender arte desde un sitio de Internet. El Armory Show se expandió a una feria virtual, donde ubicó 100 galerías más. Airman que para comprar y conocer las obras no es necesaria la experiencia física de una exhibición. Contradiciendo estas propuestas, el Museo Dolores Olmedo recientemente cerró la exposición de Obras Maestras del Musée de l’Orangerie con llenos totales, el público hacía ila desde las siete de mañana para entrar a la exposición. La razón es simple: la fuerza, el color y planteamiento de la pintura; la materia, volumen y el impacto físico en el entorno de la escultura; la dimensión, la composición y el desarrollo espacial de un mural son experiencias viscerales, sensoriales y emocionales. Esto es conocimiento empírico y presencial que la pantalla no alcanza a proporcionar y lo reduce a información. Desfasados del paradigma tecnológico, los museos de arte VIP contemporáneo continúan con las salas vacías por su necedad de buscar la “interacción con el público” a través de un espacio arquitectónico y real. Según Lev Manovich, el objeto artístico presentado en una computadora automáticamente se convierte en interactivo.  ¿Tiene sentido mantener un museo en un ediicio construido en 1591 de arquitectura excepcional para exponer videos mal grabados o papeles arrugados? Los gestores de los museos VIP están peligrosamente obsoletos ante su propia actualidad explotando métodos de exhibición tradicionales o pre–net–culture. Estas obras solo son especulación estético–teórica y se aprecian mejor en catálogos y museos virtuales. ¿Por qué explotan un museo que es una institución del siglo XVIII? Lo suyo es la cultura post–internet, post–media, post–digital. Get out!, sean congruentes

de una vez, dejen de ocupar un lugar anacrónico para sus obras. Presenciar videos, escuchar ruidos, ver archivos en vitrinas, podemos hacerlo desde la comodidad de nuestros teléfonos. Según su ideología post–media “la red disolvió la diferencia entre distribución masiva, medios masivos, y la distribución limitada al Art System”, entonces no se metan en un lugar acotado en el que hay que pagar la entrada. Con museos virtuales tienen la ventaja de que no se ponen en evidencia las salas vacías y los aburridos cuidadores durmiéndose. Han invertido una fortuna en comisionar la construcción, restauración y mantenimiento de los centros de arte contemporáneo que paga con sus impuestos el público imbécil que no “entiende” estas obras y al que hay que educar para que se trague eso como arte. Sin embargo, eso no debe ser una limitación para tomar una buena decisión, de hecho es una oportunidad. Si “resigniican la isicidad del espacio museístico” van a atraer más público y a recuperar algo del dinero que han tirado estos años. Por ejemplo: El MUAC emergería en un nuevo contexto creativo como sala de boliche o concesionaria de automóviles. El MUCA Roma, exploraría los referentes sociales trasformativos para ser un restaurante de cocina fusión mexicana o una estética unisex. El Eco interactuaría con las implicaciones emocionales de la zona mediante la experimentación sonora–ambiental del karaoke y performances románticos. El CCUT en Tlaltelolco, que hasta la fecha no saben qué hacer con él después de que echaron sin justiicación a la Colección Blaisten, replantearía su especiicidad como dispositivo vertical de investigación e intercambio económico–social para el colectivo de vendedores ambulantes del metro. Una comisión curatorial analizaría e innovaría la realidad subyacente del resto de los recintos de la UNAM y Bellas Artes. Con el Arte Alameda no hay opción: ese recinto era la Pinacoteca Virreinal, con obras, público y una razón de ser que ahora no tiene. El Arte Alameda debe ser una página de Facebook, hasta que por la falta de I like it desaparezca. L

ARCHIVO HACHE CASTA DIVA

Por ejemplo, los jóvenes poetas y prosistas no se atreven a romper con Enrique Krauze —heredero del aparato de Paz—, y para huir de la angustia de esa ruptura, el que no se hace guaje se hace pato o, por lo menos, cambia de plática.

Nótese, además, que el interés en la literatura norteamericana reciente es muy conveniente: después de décadas de experimentalismo políticamente progresista, mucha escritura estadunidense actual dio pasos atrás.

Retomar el contacto con Estados Unidos es ahora ideal: los jipiosos contraculturales ya fueron sustituidos por posmodernos exquisitos.

En el siglo XXI, el experimentalismo se despolitizó de modo muy astuto. Por eso poetas hispánicos conservadores se interesan hoy en ubu.com.

Antes las Letras Patrias necesitaban repeler la inluencia yanqui; hoy —para mantener el poder— necesitan baños de novedad y cosmopolitismo traído de los Estados Unidos Chic–Retrógradas.

El prestigio que se solía buscar en Paz hoy se busca en Podcasts.

Observen cómo —paulatinamente— la nueva literatura mexicana está cambiando de referencias ¡para no cambiar de estructura!

Cede el petróleo doméstico para asegurar el poder transnacional.

La nueva literatura mexicana emplea varias tácticas para evadir realizar la autocrítica urgente.

Una de sus evasiones favoritas es la hamaca del McExperimentalismo–Nafta. L

MUAC resignificado

Heriberto Yépezhyepez.blogspot.com

Avelina Lésperavelinalesper.com