Mil Una Noche

392
Merylarock ANÓNIMO LAS MIL Y UNA NOCHES ÍNDICE Historia del Rey Schahriar y de su Hermano el Rey Schahzaman Historia del Mercader y el Efrit Historia del Pescador y el Efrit Historia del Mandadero y de las Tres Doncellas Historia de la Mujer Despedazada, de las Tres Manzanas y del Negro Rihán Historia del Visir Nureddin, de su Hermano el Visir Chamseddin y de Hassán Badreddin Historia del Jorobado, con el Sastre, el Corredor Nazareno, el Intendente y el Médico Judío; lo que de ello resultó, y sus aventuras sucesivamente referidas Historia de Ghanem Ben-Ayub y de su Hermana Fetnah Historia de Sindbad el Marino Historia Prodigiosa de la Ciudad de Bronce Historia de Aladino y la Lámpara Mágica Historia de Alí Babá y los Cuarenta Ladrones ¡AQUELLO QUE QUIERA ALAH! ¡EN EL NOMBRE DE ALAH EL CLEMENTE, EL MISERICORDIOSO! QUE LAS LEYENDAS DE LOS ANTIGUOS SEAN UNA LECCIÓN PARA LOS MODERNOS, A FIN DE QUE EL HOMBRE APRENDA EN LOS SUCESOS QUE OCURREN A OTROS QUE NO SON ÉL. ENTONCES RESPETARÁ Y COMPARARÁ CON ATENCIÓN LAS PALABRAS DE LOS PUEBLOS PASADOS Y LO QUE A ÉL LE OCURRA, Y SE REPRIMIRÁ. POR ESTO ¡GLORIA A QUIEN GUARDA A LOS RELATOS DE LOS PRIMEROS COMO LECCIÓN DEDICADA A LOS ÚLTIMOS! HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y DE SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN Cuéntase -pero Alah es más sabio, mas prudente, más poderoso y más benéfico- que en lo que transcurrió en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un rey entre los reyes de Sassan, en las islas de la India y de la China. Era dueño de ejércitos y señor de auxilliares de servidores y de un séquito numeroso. Tenía dos hijos, y ambos eran heroicos jinetes, pero el mayor valía más aún que el menor. El mayor reinó en los países, gobernó con justicia entre los hombres, y por eso

description

Las mil y una noches

Transcript of Mil Una Noche

ANNIMO

Merylarock

ANNIMO

LAS MIL Y UNA NOCHES

NDICE

Historia del Rey Schahriar y de su Hermano el Rey SchahzamanHistoria del Mercader y el EfritHistoria del Pescador y el Efrit

Historia del Mandadero y de las Tres Doncellas

Historia de la Mujer Despedazada, de las Tres Manzanas y del Negro RihnHistoria del Visir Nureddin, de su Hermano el Visir Chamseddin y de Hassn Badreddin

Historia del Jorobado, con el Sastre, el Corredor Nazareno, el Intendente y el Mdico Judo; lo que de ello result, y sus aventuras sucesivamente referidasHistoria de Ghanem Ben-Ayub y de su Hermana FetnahHistoria de Sindbad el Marino

Historia Prodigiosa de la Ciudad de BronceHistoria de Aladino y la Lmpara MgicaHistoria de Al Bab y los Cuarenta LadronesAQUELLO QUE QUIERA ALAH!

EN EL NOMBRE DE ALAH

EL CLEMENTE,

EL MISERICORDIOSO!

QUE LAS LEYENDAS DE LOS ANTIGUOS SEAN UNA LECCIN PARA LOS MODERNOS, A FIN DE QUE EL HOMBRE APRENDA EN LOS SUCESOS QUE OCURREN A OTROS QUE NO SON L. ENTONCES RESPETAR Y COMPARAR CON ATENCIN LAS PALABRAS DE LOS PUEBLOS PASADOS Y LO QUE A L LE OCURRA, Y SE REPRIMIR.

POR ESTO GLORIA A QUIEN GUARDA A LOS RELATOS DE LOS PRIMEROS COMO LECCIN DEDICADA A LOS LTIMOS!

HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y DE SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN

Cuntase -pero Alah es ms sabio, mas prudente, ms poderoso y ms benfico- que en lo que transcurri en la antigedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un rey entre los reyes de Sassan, en las islas de la India y de la China. Era dueo de ejrcitos y seor de auxilliares de servidores y de un squito numeroso. Tena dos hijos, y ambos eran heroicos jinetes, pero el mayor vala ms an que el menor. El mayor rein en los pases, gobern con justicia entre los hombres, y por eso le queran los habitantes del pas y del reino. Llambase el rey Schahriar. Su hermano, llamado Schahzaman; era el rey de Samarcanda Al-Ajam.

Siguiendo-las cosas el mismo curso, residieron cada uno en su pas, y gobernaron con justicia a sus ovejas durante veinte aos. Y llegaron ambos hasta el lmite del desarrollo y el florecimiento.

No dejaron de ser as, hasta que el mayor sinti vehementes deseos de ver a su hermano. Entonces orden a su visir que partiese y volviese con l. El visir contest: Escucho y obedezco.

Parti, pues, y lleg felizmente par la gracia de Alah; entr en casa de Schahzaman, le transmiti la paz, le dijo que el rey Schahriar deseaba ardientemente verle, y que el objeto de su viaje era invitarle a visitar a su hermano. El rey Schahzaman contesto: Escucho y obedezco. Dispuso los preparativos de la partida, mandando sacar sus tiendas, sus camellos y sus mulos, y que saliesen sus servidores y sus auxiliares. Nombr a su visir gobernador del reino y sali en demanda de las comarcas de su hermano.

Pero a media noche record una cosa que haba olvidado; volvi a su palacio secretamente y se encamin a los aposentos de su esposa a quien pensaba encontrar triste y llorando por su ausencia. Grande fue, pues, su sorpresa al hallarla departiendo con gran familiaridad con un negro, esclavo entre los esclavos. Al ver tal desacato, el mundo se obscureci ante sus ojos. Y se dijo: Si ha sobrevenido sto cuando apenas acabo de dejar la ciudad. Cun sera la conducta de esta esposa si me ausentase algn tiempo para estar con mi hermano? Desenvain inmediatamente el alfanje, y acometiendo a ambos, los dej muertos sobre los tapices del lecho. Volvi a salir, sin perder una hora ni un instante, y orden la marcha de la comitiva. Y viaj de noche hasta avistar la ciudad de su hermano.

Entonces ste se alegr de su proximidad, sali a su encuentro, y al recibirlo, le dese la paz. Se regocij hasta los mayores lmites del contento, mand adornar en honor suyo la ciudad y se puso a hablarle lleno de efusin. Pero el rey Schahzaman recordaba la fragilidad de su esposa, y una nube de tristeza le velaba la faz. Su tez se haba puesto plida y su cuerpo se haba debilitado. Al verle de tal modo, el rey Schahriar crey en su alma que aquello se deba a haberse alejado de su reino y de su pas, lo dejaba estar sin preguntarle nada. Al fin, un da, le dijo: Hermano, tu cuerpo enflaquece y su cara amarillea. Y el otro respondi: Ay, hermano, tengo en mi interior como una llaga en carne viva-! Pero no le revel lo que le haba ocurrido con su esposa. El rey Schahriar le dijo: Quisiera que me acompaase a cazar a pie y a caballo, pues as tal vez se esparciera tu espritu. El rey Schalizaman no quiso aceptar y su hermano se fue solo a la cacera.

Haba en el palacio unas ventanas que daban al jardn, y habindose asomado a una de ellas el rey Schahzaman, vio corno se abra una puerta secreta para dar salida a veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales, avanzaba la mujer del rey Schahciar en todo el esplendor de su belleza, y ocultndose para observar lo que hacan, pudo convencerse de que la misma desgracia de que l haba sido vctima, la misma o mayor, caba a su hermano el sultn.

Al ver aquello, pens el hermano del rey: Por Alah! Ms ligera es mi calamidad que esta otra. Inmediatamente, dejando que se desvaneciese su afliccin, se dijo: En verdad, esto es ms enorme que cuanto me ocurri a m! Y desde aquel momento volvi a comer y beber cuanto pudo.

A todo esto, el rey, su hermano, volvi de su excursin y ambos se desearon la paz ntimamente. Luego el rey Schahriar observ que su hermano el rey Schalizaman acababa de recobrar el buen color, pues su semblante haba adquirido nueva vida, y advirti tambin que coma con toda su alma despus de haberse alimentada parcamente en las primeros das. Se asombr de ello, y dijo: -Hermano, poco ha te vea amarillo de tez v ahora has recuperado los colores. Cuntame qu te pasa. El rey le dijo: Te contar la causa de mi anterior palidez, pero dispnsame de reterirte el motivo de haber recobrado los colores. El rey replic: Para entendernos, relata primeramente la causa de tu prdida de color y tu debilidad. Y se explic de este modo: Sabrs, hermano, que cuando enviaste tu visir para requerir mi presencia, hice mis preparativos de marcha, y sal de la ciudad. Pero despus me acord de la joya que te destinaba y que te di al llegar a tu palacio. Volv, pues, y encontr a mi mujer y a un esclavo negro departiendo con gran familiaridad. Los mat a los dos, y vine hacia ti, muy atormentado por el recuerdo de tal aventura. Este fue el motivo de mi primera palidez y de mi enflaquecimiento. En cuanto a la causa de haber recobrada mi buen color, dispnsame de mencionarla.

Cuando su hermano oy estas palabras, le dijo: Por Alah te conjuro a que me cuentes la causa de haber recobrado tus colores. Entonces el rey Schalizaman le refiri cuanto haba visto. Y el rey Schaliriar dijo: Ante todo, es necesario que mis ojos vean semejante cosa. Su hermano le respondi: Finge que vas de caza, pera escndete en mis aposentos, y sers testigo del espectculo: tus ojos lo comprobarn.

Inmediatamente, el rey mand que el pregonero divulgase la orden de -marcha. Los soldados salieron con sus tiendas fuera de la ciudad. El rey march tambin, se ocult en su tienda y dijo a sus jvenes esclavos: Que nadie entre! Luego se disfraz, sali a hurtadillas y se dirigi al palacio. Lleg a los aposentos de su hermano, y se asom a la ventana que daba al jardn. Apenas haba pasado una hora, cuando salieron las esclavas, rodeando a su seora, y tras ellas los esclavos. E hicieron cuanto haba contado Schahzaman.

Cuando vio estas cosas el rey Schahriar, la razn se ausent, de su cabeza, y dijo a su hermano: Marchemos para saber cul es nuestro destino en el camino de Alah, porque nada de comn debemos tener con la realeza hasta encontrar a alguien que haya sufrido una aventura semejante a la nuestra. Si no, la muerte sera preferible a nuestra vida. Su hermano le contest lo que era apropiado, y ambos salieron por una puerta secreta del palacio. Y no cesaron de caminar da y noche, hasta que por fin llegaron a un rbol, en medio de una solitaria pradera, junto al mar salado. En aquella pradera haba un manantial de agua dulce. Bebieron de ella y se sentaron a descansar.

Apenas haba transcurrido una hora del da, cuando el mar empez a agitarse. De pronto brot de l una negra columna de humo, que lleg hasta el cielo y se dirigi despus hacia la pradera. Los reyes, asustados, se subieron a la cima del rbol, que era muy alto, y se pusieron a mirar lo que tal cosa pudiera ser. Y he aqu que la columna de humo se convirti en un efrit de elevada estatura, poderoso de hombros y robusto de pecho. Llevaba un arca sobre la cabeza. Puso el pie en el suelo, y se dirigi hacia el rbol y se sent debajo de l. Levant entonces la tapa del arca, sac de ella una caja, la abri, y apareci en seguida una encantadora joven, de esplndida hermosura, luminosa lo mismo que el sol, como dijo el poeta:

Antorcha en las tinieblas, ella aparece y es el da! Ella aparece y con su luz se iluminan las auroras!

Los soles irradiar con su claridad y las lunas con las sonrisas de sus ojos! Que los velos de su misterio se rasguen, e inmediatamente las criaturas se prosternan encantadas a sus pies!

Y ante los dulces relmpagos de su mirada, el roco de las lgrimas de pasion humedece todos los prpados!

Despus que el efrit hubo contemplado a. la hermosa joven, le dijo: Oh soberana de las sederas! Oh t, a quien rapt el mismo da de tu boda! Quisiera dormir un poco. Y el efrit coloc la cabeza en las rodillas de la joven y se durmi.

Entonces la joven levant la cabeza hacia la copa del rbol y vio ocultos en las ramas a los dos reyes. En seguida apart de sus rodillas la cabeza del efrit, la puso en el suelo, y les dijo por seas: Bajad, y no tengis miedo de este efrit. Por seas, le respondieron: Por Alah sobre ti! Dispnsanos de lance tan peligroso! Ella les dijo: Por Alah sobre vosotros! Bajad en seguida si no queris que avise al efrit; que os dar la peor muerte. Entonces, asustados, bajaron hasta donde estaba ella, la joven los tom de las manos, se intern con ellos en el bosque y les exigi algo que no pudieron negarle. Una vez estuvieron cumplidos sus deseos sac del bolsillo un saquito y del saquito un collar compuesto de quinientas setenta sortijas con sellos, y les pregunto Sabis lo que es esto? Ellos contestaron: No lo sabemos. Entonces les explic la joven: Los dueos de estos anillos hicieron lo mismo que vosotros junto a los cuernos insensibles de este efrit. De suerte que me vais a dar vuestros anillos. Lo hicieron as, sacndoselos de los dedos, y ella entonces les dijo: Sabed que este efrit me rob la noche de mi boda; me encerr en esa caja, meti la caja en el arca, le ech siete candados y la arrastr al fondo del mar, all donde se combaten las olas. Pero no saba que cuando desea alguna cosa una mujer no hay quien la venza. Ya lo dijo el poeta:

Amigo: no te fes de la mujer; rete de sus promesas! Su buen o mal humor depende de sus caprichos!

Prodigan amor falso cuando la perfidia-las llena y forma como la trama de sus vestidos!

Recuerda respetuosamente las palabras de Yusuf! Y no olvides que Eblis hizo que expulsaran a Adn por causa de la mujer!

No te confes, amigo! Es intil! Maana, en aquella que creas ms segura, suceder al amor puro una pasin loca!

Y no digas: Si me enamoro, evitar las locuras de los enamorados! No lo digas! Sera verdaderamente un prodigio nico ver salir a un hombre sano y salvo de la seduccin de las mujeres!

Los dos hermanos; al or estas palabras, se maravillaron hasta mas no poder, y se dijeron uno a otro: Si ste es un efrit, y a pesar de su podero le han ocurrido cosas ms enormes que a nosotros, esta aventura debe consolarnos. Inmediatamente se despidieron de la joven y regresaron cada uno a su ciudad.

En cuanto el rey Schahriar entr en su palacio, mand degollar a su esposa, as como a los esclavos y esclavas. Despus persuadido de que no exista mujer alguna de cuya fidelidad pudiese estar seguro, resolvi desposarse cada noche con una y hacerla degollar apenas alborease el da, siguiente. As estuvo haciendo durante tres aos, y todo eran lamentos y voces de horror. Los hombres huan con las hijas que les quedaban.

En esta situacin, el rey mand al visir que, como de costumbre, le trajese una joven. El visir, por ms que busc, no pudo encontrar ninguna, y regres muy triste a su casa, con el alma transida de miedo ante el furor del rey. Pero este visir tena dos hijas de gran hermosura-, que posean todos los encantos, todas las perfecciones y eran de una delicadeza exquisita. La mayor se llamaba Schathrazada, y el nombre de la menor era Doniazada.

La mayor; Schaltrazada, haba ledo los libros, los anales, las leyendas de los reyes antiguos y las historias de los pueblos pasados. Dicen que posea tambin mil libros de crnicas referentes a los pueblos de las edades remotas, a los reyes de la antigedad y sus poetas. Y era muy elocuente v daba gusto orla.

Al ver a su padre, le habl as: Por qu te veo tan cambiado, soportando un peso abrumador de pesadumbres y aflicciones?... Sabe, padre, que el poeta dice: Oh t, que te apenas, consulate! Nada es duradero, toda alegra se desvanece y todo pesar se olvida.

Cuando oy estas palabras el visir; cont a su hija cuanto haba ocurrido desde el principio al fin, concerniente al rey. Entonces le dijo Schahrazada: Por Alah, padre, csame con el rey, porque si no me mata ser la causa del rescate de las hijas de los musulmanes y podr salvarlas de entre las manos del rey. Entonces el visir contest: Por Alah sobre ti! No te expongas nunca a tal peligro. Pero Schahrazada repuso: Es imprescindible que as lo haga. Entonces le dijo su padre: Cuidado no te ocurra lo que les ocurri al asno y al buey con el labrador. Escucha su historia:

FBULA DEL ASNO, EL BUEY Y EL LABRADOR

Has de saber, hija ma, que hubo un comerciante dueo de grandes riquezas y de mucho ganado. Estaba casado y con hijos. Alah, el Altsimo, le dio igualmente el conocimiento de los lenguajes de los animales y el canto de los pjaros. . Habitaba este comerciante en un pas frtil, a orillas de un ro. En su morada haba un asno y un buey.

Cierto da lleg el buey al lugar ocupado por el asno y vio aquel sitio barrido y regado. En el pesebre haba cebada y paja bien cribadas, y el jumento estaba echado, descansando. Cuando el amo lo montaba, era slo para algn trayecto corto y por asunto urgente, y el asno volva pronto a descansar. Ese da el comerciante oy que el buey deca al pollino: Come a gusto y que te sea sano, de provecho y de buena digestin. Yo estoy rendido y t descansando, despus de comer cebada bien cribada! Si el amo, te monta alguna que otra vez, pronto vuelve a traerte. En cambio yo me reviento arando y con el trabajo del molino. El asno le aconsejo: Cuando salgas al campo y te echen el yugo, tmbate y no te menees aunque te den de palos. Y si te levantan, vulvete a echar otra vez. Y si entonces te vuelven al establo y te ponen habas, no las comas, fngete enfermo. Haz por no comer ni beber en unos das, y de ese modo descansars de la fatiga del trabajo.

Pero el comerciante segua presente, oyendo todo lo que hablaban.

Se acerc el mayoral al buey para darle forraje y le vio comer muy poca cosa. Por la maana, al llevarlo al trabajo, lo encontr enfermo. Entonces el amo dijo al mayoral: Coge al asno y que are todo el da en lugar del buey. Y el hombre unci al asno en vez del buey y le hizo arar todo el da.

Al anochecer, cuando el asno regres al establo, el buey le dio las gracias por sus bondades, que le haban proporcionado el descanso de todo el da; pero el asno no le contest. Estaba muy arrepentido.

Al otro da el asno estuvo arando tambin durante toda la jornada y regres con el pescuezo desollado, rendido de fatiga. El buey, al verle en tal estado, le dio las gracias de nuevo y lo colm de alabanzas. El asno le dijo: Bien tranquilo estaba yo antes. Ya ves cmo me ha perjudicado el hacer beneficio a los dems. Y en seguida aadi: Voy a darte un buen consejo de todos modos. He odo decir al amo que te entregarn al matarife si no te levantas, y harn una cubierta para la mesa con tu piel. Te lo digo para que te salves, pues sentira que te ocurriese algo.

El buey, cuando oy estas palabras del asno, le dio las gracias nuevamente, y le dijo: Maana reanudar mi trabajo. Y se puso a comer, se trag todo el forraje y hasta lamio el recipiente con su lengua.

Pero el amo les haba odo hablar. En cuanto amaneci fue con su esposa hacia el establo de los bueyes y las vacas, y se sentaron a la puerta.Vino el mayoral y sac al buey, que en cuanto vio a su amo empez a menear la cola, y a galopar en todas direcciones como si estuviese loco. Entonces le entr tal risa al comerciante, que se cay de espaldas. Su mujer le pregunt: De qu te res? Y l dijo: De una cosa que he visto y odo; pero no la puedo descubrir porque me va en ello la vida. La mujer insisti: Pues has de contrmela, aunque te cueste morir. Y l dijo: Me callo, porque temo a la muerte. Ella repuso: Entonces es que te res de m. Y desde aquel da no dej de hostigarle tenazmente, hasta que le puso en una gran perplejidad. Entonces el comerciante mand llamar a sus hijos, as como al kad y a unos testigos. Quiso hacer testamento antes de revelar el secreto a su mujer, pues amaba a su esposa entraablemente porque era la hija de su to paterno, madre de sus hijos, y haba vivido con ella ciento veinte aos de su edad. Hizo llamar tambin a todos los parientes de su esposa y a los habitantes del barrio y refiri a todos lo ocurrido, diciendo que morira en cuanto revelase el secreto. Entonces toda la gente dijo a la mujer: Por Alah sobre ti! No te ocupes ms del asunto; pues va a perecer tu marido, el padre de tus hijos. Pera ella replico: Aunque le cueste la vida no le dejar en paz hasta que me haya dicho su secreto. Entonces ya no le rogaron ms. El comerciante se apart de ellos y se dirigi al estanque de la huerta para hacer sus abluciones y volver inmediatamente a revelar su secreto y morir.

Pero haba all un gallo lleno de vigor, capaz de dejar satisfechas a cincuenta gallinas, y junto a l hallbase un perro. Y el comerciante oy que el perro increpaba al gallo de este modo: No te avergenza el estar tan alegre cuando va a morir nuestro ama? Y el gallo pregunt: Por qu causa va a morir?

Entonces el perro cont toda la historia, y el gallo repuso: Por Alah! Poco talento tiene nuestro amo. Cincuenta esposas tengo yo, y a todas s manejrmelas perfectamente, regaando a unas y contentando a otras. En cambio, l slo tiene una y no sabe entenderse. con ella! El medio es bien sencillo: bastara con cortar unas cuantas varas de morera, entrar en el camarn de su esposa y darle hasta que sucumbiera o se arrepintiese. No volvera a importunarle con preguntas. As dijo el gallo, y cuando el comerciante oy sus palabras se ilumin su razn, y resolvi dar una paliza a su mujer.

El visir interrumpi aqu su relato para decir a su hija, Schahrazada: Acaso el rey haga contigo lo que el comerciante con su mujer. Y Schahrazada pregunt: Pero qu hizo? Entonces el visir prosigui de este modo:

Entr el comerciante llevando ocultas las varas de morera, que ocababa de cortar, y llam aparte a su esposa: Ven a nuestro, gabinete para que te diga mi secreto. La mujer le sigui; el comerciante se encerr con ella y empez a sacudirla varazos, hasta que ella acab por decir: Me arrepiento, me arrepiento! Y besaba las manos y los pies de su marido. Estaba arrepentida de veras. Salieron entonces, y la concurrencia se alegr muchsimo, regocijndose tambin los parientes. Y todos vivieron muy felices hasta la muerte.

Dijo. Y cuando Schahrazada, hija del visir, hubo odo este relato, insisti nuevamente en su ruego: Padre, de todos modos quiero que hagas lo que te he pedido. Entonces el visir, sin replicar nada, mand que preparasen el ajuar de su hija, y march a comunicar la nueva al rey Schahran

Mientras tanto, Schahrazada deca a su hermana Doniazada: Te mandar llamar cuando est en el palacio, y as que llegues y veas que el rey ha terminado de hablar conmigo, me dirs: Hermana, cuenta alguna historia maravillosa que nos haga pasar la noche. Entonces yo narrar cuentos que, si quiere Alah, sern la causa de la emancipacin de las hijas de los musulmanes.

Fue a buscarla despus el visir, y se dirigi con ella hacia la morada del rey. El rey se alegr muchsimo al ver a Schahrazada, y pregunt a su padre: Es sta lo que yo necesito? Y el visir dijo respetuosamente: S, lo es.

Pero cuando el rey quiso acercarse a la joven, sta se ech a llorar. Y el rey le dijo: Qu te pasa? Y ella contest: Oh rey poderoso, tengo una hermanita, de la cual quisiera despedirme! El rey mand buscar-a la hermana, y vino Doniazada.

Despus empezaron a conversar Doniazada dijo entonces a Schahrazada: Hermana, por Alah sobre ti! cuntanos una historia que nos haga pasar la noche. Y Schahrazada contest: De buena gana, y como un debido homenaje, si es que me lo permite este rey tan generoso, dotado de tan buenas maneras. El rey, al oir estas palabras, como no tuviese ningn sueo, se prest de buen grado a escuchar la narracin de Schahrazada.

Y Schahrazada, aquella primera noche, empez su relato con la historia que sigue:

PRIMERA NOCHE

HISTORIA DEI. MERCADER Y EL EFRIT

Schahrazada dijo:

He llegado a saber, oh rey, afortunado! que hubo un mercader entre los mercaderes, dueo de numerosas riquezas y de negocios comerciales en todos los pases.

Un da mont a caballo y sali para ciertas comarcas a las cuales le llamaban sus negocios. Como el calor era sofocante, se sent debajo de un rbol, y echando mano al saco de provisiones, sac unos dtiles, y cuando los hubo comido tir a lo lejos los huesos. Pero de pronto se le apareci un efrit de enorme estatura que, blandiendo una espada, lleg hasta el mercader y le dijo: Levntate para que yo te mate como has matado a mi hijo. El mercader repuso: Pero cmo he matado yo a tu hijo? Y contest el efrit: Al arrojar los huesos, dieron en el pecho a mi hilo y lo mataron. Entonces dijo el mercader: Considera oh gran efrit! que no puedo mentir, siendo, como soy, un creyente. Tengo muchas riquezas, tengo hijos y esposa, y adems guardo en mi casa depsitos que me confiaron. Permiteme volver para repartir lo de cada uno, y te vendr a buscar en cuanto lo haga. Tienes mi promesa y mi juramento de que volver en seguida a tu lado. Y t entonces hars de m lo que quieras. Alah es fiador de mis palabras.

El efrit, teniendo confianza en l, dej partir al mercader.

Y el mercader volvi a su tierra, arregl sus asuntos, y dio a cada cual lo que le corresponda. Despus cont a su mujer y a sus hijos lo que le haba ocurrido, y se echaron todos a llorar: los parientes, las mujeres, los hijos. Despus el mercader hizo testamento y estuvo coa su familia hasta el fin del ao. Al llegar este trmino se resolvi a partir, y tomando su sudario bajo el brazo, dijo adis a sus parientes y vecinos y se fue muy contra su gusto. Los suyos se lamentaban, dando grandes gritos de dolor.

En cuanto al mercader, sigui su camino hasta que lleg al jardn en cuestin, y el da en que lleg era el primer da del ao nuevo. Y mientras estaba sentado, llorando su desgracia, he aqu que un jeique se dirigi hacia l, llevando una gacela encadenada. Salud al mercader, le dese una vida prspera, y le dijo: Por qu razn ests parado y solo en este lugar tan frecuentado por los efrits?

Entonces le cont el mercader lo que le haba ocurrido con el efrit y la causa de haberse detenido en aquel sitio. Y el jeique dueo de la gacela se asombr grandemente, y dijo: Por Alah! oh hermano! tu fe es una gran fe, y tu historia es tan prodigiosa, que si se escribiera con una aguja en el ngulo interior de un ojo, sera motivo de reflexin para el que sabe reflexionar respetuosamente. Despus, sentndose a su lado, prosigui: Por Alah! oh mi hermano! no te dejar hasta que veamos lo que te ocurre con el efrit. Y all se qued, efectivamente, conversando con l, y hasta pudo ayudarle cuando se desmay de terror, presa de una afliccin muy honda y de crueles pensamientos. Segua all el dueo de la gacela, cuando lleg un segundo jeique, que se dirigi a ellos con dos lebreles negros. Se acerc, les dese la paz y les pregunt la causa de haberse parado en aquel lugar frecuentado por los efrits. Entonces ellos le refirieron la historia desde el principio hasta el fin. Y apenas se haba sentado, cuando un tercer jeique se dirigi hacia ellos, llevando una mula de color de estornino. Les dese la paz y les pregunt por qu estaban sentados en aquel sitio. Y los otros le contaron la historia desde el principio hasta el fin. Pero no es de ninguna utilidad el repetirla.

A todo esto, se levant un violento torbellino de polvo en el centro de aquella pradera. Descarg una tormenta, se disip despus el polvo y apareci el efrit con un alfanje muy afilado en una mano y brotndole chispas de los ojos. Se acerc al grupo, y dijo cogiendo al mercader: Ven para que yo te mate como mataste a aquel hijo mo, que era el aliento de mi vida y el fuego de mi corazn. Entonces se ech a llorar el mercader, y los tres jeiques empezaron tambin a llorar, a. gemir y a suspirar.

Pero el primero de ellos, el dueo de la gacela, acab por tomar nimos, y besando la mano del efrit, le dijo: Oh efrit, jefe de los efrits y de su corona! Si te cuento lo que me ocurri con esta gacela y te maravilla mi historia, me recompensars con el tercio de la sangre de este mercader? Y el frit dijo: Verdaderamente que s, venerable jeique. Si me cuentas la historia y yo la encuentro extraordinaria, te conceder el tercio de esa sangre.

CUENTO DEL PRIMER JEIQUE

El primer jeique dijo:

Sabe, oh gran efrit! que esta gacela era la hija de mi to, carne de nu carne y sangre de mi sangre. Cuando esta mujer era todava muy joven, nos casamos, y vivimos juntos cerca de treinta aos. Pero Alah no me concedi tener de ella ningn hijo. Por esto tom una concubina, qu, gracias a Alah, me dio un hijo varn, ms hermoso que la luna cuando sale. Tena unos ojos magnficos, sus cejas se juntaban y sus miembros eran perfectos. Creci poco a poco; hasta llegar a los quince aos. En aquella poca tuve que marchar a una poblacin lejana, donde reclamaba mi presencia un gran negocio de comercio.

La hija de mi to, o sea esta gacela, estaba iniciada desde su infancia en la brujera y el arte de los encantamientos. Con la ciencia de su magia transform a mi hijo en ternerillo, y a su madre, la esclava, en una vaca, y los entreg al mayoral de nuestro ganado. Despus de bastante tiempo, regres del viaje; pregunt por mi hijo y por mi esclava, y la hija de mi to me dijo: Tu esclava ha muerto, y tu hijo se escap y no sabemos de l. Entonces, durante un ao estuve bajo el peso de la afliccin de mi corazn y el llanto de mis ojos.

Llegada la fiesta anual del da de los Sacrificios, orden al mayoral que me reservara una de las mejores vacas, y me trajo la ms gorda de todas, que era mi esclava, encantada por esta gacela. Remangado mi brazo, levant los faldones de la tnica, y ya me dispona al sacrificio, cuchillo en mano, cuando de pronta la vaca prorrumpi en lamentos y derramaba lgrimas abundantes. Entonces me detuve, y la entregu al mayoral para que la sacrificase; pero al desollarla no se le encontr ni carne ni grasa, pues slo tena los huesos y el pellejo. Me arrepent de haberla matado, pero de qu serva ya l arrepentimiento? Se la di al mayoral, y le dije: Treme un becerro bien gordo. Y me trajo a mi hijo convertido en ternero.

Cuando el ternero me vio, rompi la cuerda, se me acerc corriendo, y se revolc a mis pies, pero con qu lamentos! con qu llantos! Entonces tuve piedad de l, y le dije al mayoral: Treme otra vaca, y deja con vida este ternero.

En este punto de su narracin, vio Schhrazada que iba a amanecer, y se call discretamente, sin aprovecharse ms del permiso. Entonces su hermana Doniazada le dijo: Oh hermana ma! Cun dulces y cun sabrosas son tus palabras llenas de delicia! Schahrazada contest: Pues nada son comparadas con lo que os podra contar la noche prxima, si vivo todava y el rey quiere conservarme. Y el rey dijo para s: Por Alah! No la matar hasta que haya odo la continuacin de su historia.

Luego march el rey a presidir su tribunal. Y vio llegar al visir, que llevaba debajo del brazo un sudario para Schahrazada, a la cual crea muerta. Pero nada le dijo de esto el rey, y sigui administrando justicia, designando a unos para los empleos, destituyendo a otros, hasta que acab el da. Y el visir se fue perplejo, en el colmo del asombro, al saber que su hija viva.

Cuando hubo terminado el divn, el rey Schalhriar volvi a su palacio.

Y CUANDO LLEG LA SEGUNDA NOCHE

Doniazada dijo a su hermana Schahrazada:- Oh hermana ma! Te ruego que acabes la historia del mercader y el efrit Y Schahrazada respondi: De todo corazn y como debido homenaje, siempre que el rey me lo permita. Y el rey orden: Puedes hablar.

Ella dijo:

He llegado a saber, oh rey afortunado, dotado de ideas justas y rectas! que cuando el mercader vio llorar al ternero, se enterneci su corazn, y dijo al mayoral: Deja ese ternero con el ganado.

Y a todo esto, el efrit se asombraba prodigiosamente de esta historia asombrosa. Y el jeique dueo de la gacela prosigui de este modo:

Oh seor de los reyes de los efrits! todo esto aconteci. La hija de mi to, esta gacela, hallbase all mirando, y deca: Debemos sacrificar ese ternero tan gordo. Pero yo, por lstima, no poda decidirme, y mand al mayoral que de nuevo se lo llevara, obedecindome l.

El segundo da, estaba yo sentado, cuando se me acerc el pastor y me dijo:. Oh amo mo! Voy a enterarte de algo que te alegrar. Esta buena nueva bien merece una gratificacin. Y yo le contest: Cuenta con ella. Y me dijo: Oh mercader ilustre! Mi hija es bruja, pues aprendi la brujera de una vieja que viva con nosotros. Ayer, cuando me diste el ternero, entr con l en la habitacin de mi hija, y ella, apenas lo vio, cubrise con el velo la cara, echndose a llorar, y despus a reir. Luego me dijo: Padre, tan poco valgo para ti que dejas entrar hombres en mi aposento? Yo repuse: Pero dnde estn esos hombres? Y por qu lloras y res as? Y ella me dijo: El ternero que traes contigo es hijo de nuestro amo el mercader, pero est encantado. Y es su madrastra la que lo ha encantado, y a su madre con l. Me he redo al verle bajo esa forma de becerro. Y si he llorado es a causa de la madre del becerro, que fue sacrificada por el padre. Estas palabras de mi hija, me sorprendieron mucho, y aguard con impaciencia que volviese la maana para venir a enterarte de todo.

Cuando o, oh poderoso efrit! prosigui el jeique lo que me deca el mayoral, sal con l a toda prisa, y sin haber bebido vino creame embriagado por el inmenso jbilo y por la gran felicidad que senta al recobrar a mi hijo. Cuando llegu a casa del mayoral, la joven me dese la paz y me bes la mano, y luego se me acerc el ternero, revolcndose a mis pies. Pregunt entonces a la hija del mayoral: Es cierto lo que afirmas de este ternero? Y ella dijo: Cierto, sin duda alguna. Es tu hijo, la llama de tu corazn. Y le supliqu: Oh gentil y caritativa joven! si desencantas a mi hijo, te dar cuantos ganados y fincas tengo al cuidado de tu padre. Sonri al oir estas palabras, y me dijo: Slo aceptar la riqueza con dos condiciones: la primera que me casar con tu hijo, y la segunda, que me dejars encantar y aprisionar a quien yo desee. De lo contrario, no respondo de mi eficacia contra las perfidias de tu mujer.

Cuando yo o, oh poderoso efrit! las palabras de la hija del mayoral, le dije: Sea, y por aadidura tendrs las riquezas que tu padre me administra. En cuanto a la hija de mi to, te permito que dispongas de su sangre.

Apenas escuch ella mis palabras, cogi una cacerola de cobre, llenndola de agua y pronunciando sus conjuros mgicos. Despus roci con el lquido al ternero, y le dijo:' Si Alah te cre ternero, sigue ternero, sin cambiar de forma; pero si ests encantado recobra tu figura primera con el permiso de Alah el Altsimo.

E inmediatamente el ternero empez a agitarse, y volvi a adquirir la forma humana. Entonces, arrojndome en sus brazos, le bes. Y luego le dije: Por Alah sobre ti! Cuntame lo que la hija de mi to hizo contigo y con tu madre. Y me cont cuanto les haba ocurrido. Y yo dije entonces: Ah, hijo mo! Alah, dueo de los destinos; reservaba a alguien para salvarte y salvar tus derechos.

Despus de esto, oh buen efrit! cas a mi hijo con la hija del mayoral. Y ella, merced a su ciencia de brujera, encant a la hija de mi to, transformndola en esta gacela que t ves. Al pasar por aqu encontrme con estas buenas gentes, les pregunt qu hacan, y por ellas supe lo ocurrido a este mercader, y hube de sentarme para ver lo que pudiese sobrevenir. Y esta es mi historia.

Entonces exclam el efrit: Historia realmente muy asombrosa. Por eso te concedo como gracia el tercio de la sangre que pides.

En este momento se acerc el segundo jeique, el de los lebreles negros, y dijo:

CUENTO DEL SEGUNDO JEIQUE

Sabe, oh seor de los reyes de los efrits! que stos dos perros son mis hermanos. mayores y yo soy el tercero. Al morir nuestro padre nos dej en herencia tres mil dinares. Yo, con mi parte, abr una tienda y me puse a vender y comprar. Uno de mis hermanos, comerciante tambin, se dedic a viajar con las caravanas, y estuvo ausente un ao. Cuando regres no le quedaba nada de su herencia. Entonces le dije: Oh hermano mo! no te haba aconsejado que no viajaras? Y echndose a llorar, me contest: Hermano, Alah, que es grande y poderoso, lo dispuso as. No pueden serme de provecho ya tus palabras, puesto que nada tengo ahora. Le lleve conmigo a la tienda, lo acompa luego al hammam y le regal un magnfico traje de la mejor clase.

Despus nos sentamos a comer, y le dije: Hermano, voy a hacer la cuenta de lo que produce mi tienda en un ao, sin tocar al capital, y nos partiremos las ganancias. Y, efectivamente, hice la cuenta, y hall un beneficio anual de mil dinares: Entonces di gracias a Alah, que es poderoso y grande, y divid la ganancia luego entre mi hermano y yo. Y as vivimos juntos das y das.

Poco tiempo despus quiso viajar tambin mi segundo hermano. Hicimos cuanto nos fue posible para que desistiese de su proyecto, pero todo fue intil, y al cabo de un ao volvi en la misma situacin que el hermano mayor.

Le di otros mil dinares que tuve de ganancia durante el periodo de su ausencia, abri una tienda nueva continu el ejercicio de su profesin.

Sin que les sirviese de escarmiento lo que les haba sucedido, de nuevo mis hermanos desearon marcharse y pretendan que yo les acompaase. No acept, y les dije: Qu habis ganado con viajar, para que as pueda yo tentarme de imitaros? Entonces empezaron a dirigirme reconvenciones, pero sin ningn fruto, pues no les hice caso, y seguimos comerciando en nuestras tiendas otro ao. Otra vez volvieron a proponerme el viaje, oponindome yo tambin, y, as pasaron seis aos ms. Al fin acabaron por convencerme, y les dije: Hermanos, contemos el dinero que tenemos. Contamos, y dimos con un total de seis mil dinares. Entonces les dije: Enterremos la mitad para poderla utilizar si nos ocurriese una desgracia, y tomemos mil dinares cada uno para comerciar al por menor. `Y contestaron: Alah, favorezca la idea! Cog el dinero y lo divid en dos partes iguales; enterr tres mil dinares y los otros tres mil los repart juiciosamente entre nosotros tres. Despus compramos varias mercaderas, fletamos un barco, llevamos a l todos nuestros efectos, y partimos. Dur un mes entero el viaje, y llegamos a una ciudad, donde vendimos las mercancas con unta ganancia de diez dinares por dinar. Luego abandonamos la plaza.

Al llegar a orillas del mar encontramos a una mujer pobremente vestida, con ropas viejas y radas. Se me acerc, me bes la mano, y me dijo: Seor, me puedes socorrer? Quieres favorecerme? Yo, en cambio, sabr agradecer tus bondades. Y le dije: Te socorrer, mas no te creas obligada a la gratitud. Y ella me respondi: Seor, entonces csate conmigo, llvame a tu pas y te consagrar mi alma. Favorceme, que yo soy de las que saben el valor de un beneficios No te avergences de mi humilde condicin. Al decir estas palabras, sent piedad hacia ella, pues nada hay que no se haga mediante la voluntad de Alah, que es grande y poderoso. Me la llev, la vest con ricos trajes, hice tender magnficas alfombras en el barco para ella y le dispens una hospitalaria acogida llena de cordialidad. Despus zarpamos.

Mi corazn lleg a amarla con un gran amor, y no la abandon ni de da ni de noche. Y como de los tres hermanos era yo el nico que poda gozarla, estos hermanos mos, sintieron celos, adems de envidiarme por mis riquezas y por la calidad de mis mercaderas. Dirigan vidas miradas sobre cuanto posea yo, y se concertaron para matarme y repartirse mi dinero, porque el Cheitn sin duda les hizo ver su mala accin con los ms bellos colores.

Un da, cundo estaba yo durmiendo con mi esposa, llegaron hasta nosotros y nos cogieron, echndonos al mar. Mi esposa se despert en el agua, y de sbito cambi de forma, convirtindose en efrita. Me tom sobre sus hombros y me deposit sobre una isla. Despus desapareci durante toda la noche, regresando al amanecer, y me dijo: No reconoces. a tu esposa? Te he salvado de la muerte con ayuda del Altsimo. Porque has de saber que yo soy una efrita. Y desde el instante en que te vi, te am mi corazn, simplemente porque Alah lo ha querido, y yo soy una creyente de Alah y en su Profeta, al cual Alah bendiga y persevere. Cuando yo me he acercado a ti en la pobre condicin en que me hallaba, t te aviniste de todos modos a casarte conmigo. Y yo, en justa gratitud, he impedido que perezcas ahogado. En cuanto a tus hermanos, siento el mayor furor contra ellos y es preciso que los mate.

Asombrado de sus palabras, le di las gracias por su accin, y le dije: No puedo consentir la perdida de mis hermanos. Luego le cont todo lo ocurrido con ellos, desde el principio hasta el fin, y me dijo entonces: Esta noche volar hacia la nave que los conduce, y la har zozobrar para que sucumban. Yo repliqu: Por Alah sobre tal No hagas eso, recuerda que el Maestro de los Proverbios dice: Oh t, compasivo del delincuente! Piensa que para el criminal es bastante castigo su mismo crimen, y adems, considera que son mis hermanos. Pero ella insisti: :Tengo que matarlos sin remedio. Y en vano implor su indulgencia, Despus se ech a volar llevndome en sus hombros, y me dej en la azotea de mi casa.

Abr entonces las puertas y saqu los tres mil dinares del escondrijo. Luego abr mi tienda, y despus de hacer las visitas necesarias y los saludos de costumbre, compr nuevos gneros.

Llegada la noche, cerr la tienda, y al entrar en mis habitaciones encontr estos dos lebreles que estaban atados en un rincn. Al verme se levantaron, rompieron a llorar y se agarraron a mis ropas. Entonces acudi mi mujer, y me dijo: Son tus hermanos. Y yo le dije: Quin los ha puesto en esta forma? Y ella contest: Yo misma. He rogado a mi hermana, ms versada que yo en artes de encantamiento, que los pusiera en ese estado. Diez aos permanecern as.

Por eso, oh efrit poderoso! me ves aqu, pues voy en basca de mi cuada, a la que deseo suplicar los desencante, porque van ya transcurridos los diez aos. Al llegar me encontr con este buen hombre, y cuando supe su aventura, no quise marcharme hasta averiguar lo que sobreviniese entre t y l. Y este es mi cuento.

El efrit dijo: Es realmente un cuento asombroso, por lo que te concedo otro tercio de la sangre destinada a rescatar el crimen.

Entonces se adelant el tercer jeique, dueo de la mula, y dijo al efrit: Te contar una historia ms maravillosa que las de estos dos. Y t me recompensars con el resto de la sangre. El efrit contest: Que as sea.

Y el tercer jeique dijo:

CUENTO DEL TERCER JEIQUE

Oh sultn, jefe de los efrits! Esta mula que ves aqu era mi esposa. Una vez sal de viaje y estuve ausente todo un ao. Terminados mis negocios, volv de noche, y al entrar en el cuarto de mi mujer, la encontr con un esclavo negro, estaban conversando, y se besaban, hacindose zalameras. Al verme, ella se levant, sbitamente y se abalanz a m con una vasija de agua en la mano; murmur algunas palabras luego, y me dijo arrojndome el agua: Sal de tu propia forma y reviste la de un perro! Inmediatamente me convert en perro, y mi esposa me ech de casa. Anduve vagando, hasta llegar a una carnicera, donde me puse a roer huesos. Al verme el carnicero, me cogi y me llev con l.

Apenas penetramos en el cuarto de su hija, sta se cubri con el velo y recrimin a su padre: Te parece bien lo que has hecho? Traes a un hombre y lo entras en mi habitacin. Y repuso el padre: Pero dnde est ese hombre? Ella contest: Ese perro es un hombre, Lo ha encantado una mujer; pero yo soy capaz de desencantarlo. Y su padre le dijo: Por Alah sobre ti! Devulvele su forma, hija ma. Ella cogi una vasija con agua, y despus de murmurar un conjuro, me ech unas gotas y dijo: .Sal de esa forma y recobra la primitiva! , Entonces volv a mi forma humana, bes la mano de la joven, y le dije: Quisiera que encantases a mi mujer como ella me encant. Me dio entonces un frasco con agua, y me dijo: Si encuentras dormida a tu mujer, rocala con esta agua y se convertir en lo que quieras. Efectivamente, la encontr dormida, le ech el agua, y dije: Sal de esa forma y toma la de una mula! Y al instante se transform en una mula, es la misma que aqu ves, sultn de reyes de los efrits.

El efrit se volvi entonces hacia la mula, y le dijo: Es verdad todo eso? Y la mula movi la cabeza como afirmando: S, s; todo es verdad.

Esta historia consigui satisfacer al efrit, que, lleno de emocin y de placer, hizo gracia al anciano del ltimo tercio de la sangre.

En aquel momento Schahrazada vio aparecer la maana, y discretamente dej de hablar, sin aprovecharse ms del permiso. Entonces su hermana Doniazada dijo: Ah, hermana ma! Cun dulces, cun amables y cun deliciosas son en su frescura tus palabras! Y Schahrazada contest: Nada es eso comparado con lo que te contar la noche prxima, si vivo an y el rey quiere conservarme. Y el rey se dijo: Por Alah! no la matar hasta que le haya odo la continuacin de su relato, que es asombroso.

Entonces el rey march a la sala de justicia. Entraron el visir y los oficiales y se llen el divn de gente. Y el rey juzg, nombr, destituy, despach sus asuntos y dio rdenes hasta el fin del da. Luego se levant el divn y el rey volvi a palacio.

Y CUANDO LLEG LA TERCERA NOCHE

Daniazada dijo: Hermana ma, te suplico que termines tu relato. Y Schahrazada contest: Con toda la generosidad y simpata de mi corazn. Y prosigui despus:

He llegado a saber, oh rey afortunado! que, cuando el tercer jeique cont al efrit el ms asombroso de los tres cuentos, el efrit se maravill mucho, y emocionado y placentero, dijo: Concedo el resto de la sangre por que haba de redimirse el crmen, y dejo en libertad al mercader.

Entonces el mercader, contentsimo, sali al encuentro de los jeiques y les dio miles de gracias. Ellos, a su vez, le felicitaron por el indulto. Y cada cual regres a su pas.

Pero -aadi Schahrazada- es ms asombrosa la historia del pescador.

Y el rey dijo a Schahrazada: Qu historia del pescador es esa?

Y Shahrazada dijo:

HISTORIA DEL PESCADOR Y DEL EFRIT

He llegado a saber, oh rey afortunado! que haba un pescador, hombre de edad avanzada, casado, con tres hijos y muy pobre.

Tena por costumbre echar las redes slo cuatro veces al da y nada ms Un da entre los das, a las doce de la maana, fue a orillas del mar, dej en el suelo la cesta, ech la red, y estuvo esperando hasta que llegara al fondo. Entonces junt las cuerdas y not que la red pesaba mucho y no poda con ella. Llev el cabo a tierra y lo at a un poste. Despus se desnud y entr en el mar, maniobrando en torno de la red, y no par hasta que la hubo sacado. Vistise entonces muy alegre y acercndose a la red, encontr un borrico muerto. Al verlo, exclam desconsolado: Todo el poder y la fuerza estn en Alah, el Altsimo y el Omnipotente! Luego dijo: En verdad que este donativo de Alah es asombroso. Y recit los siguientes versos:

Oh buzo, que -giras ciegamente en las tinieblas de la noche y de la perdicin! -Abandona esos penosos trabajos; la fortuna no gusta del movimiento!

Sac la red, exprimindola el agua, y cuando hubo acabado de exprimirla, la tendi de nuevo. Despus, internndose en el agua, exclam: En el nombre de Alah! Y arroj la red de nuevo, aguardando que llegara al fondo. Quiso entonces sacarla, pero not que pesaba mas que antes y que estaba ms adherida, por lo, cual la crey repleta de una buena pesca; y arrojndose otra vez al agua, la sac al fin con gran trabajo, llevndola a la orilla, y encontr una tinaja enorme, llena de arena y de barro. Al verla, se lament mucho y recit estos versos:

Cesad, vicisitudes de la suerte, y apiadaos de los hombres!

Qu tristeza! Sobre la tierra ninguna, recompensa es igual al mrito ni digna del esfuerzo realizado por alcanzarla!

Salgo de casa a veces para buscar candorosamente la fortuna; y me enteran de que la fortuna hace mucho tiempo que muri!

Es as, oh fortuna! como dejas, a los sabios en la sombra, para que los necios gobiernen el mundo?

Y luego, arrojando la tinaja lejos de l, pidi perdn a Alah por su momento de rebelda y lanz la red por vez tercera, y al sacarla la encontr llena de trozos de cacharros y vidrios. Al ver esto, recit todava unos versos de un poeta:

Oh poeta! Nunca soplar hacia ti el viento de la fortuna! Ignoras, hombre ingenuo, que ni tu pluma de caa ni las lneas armoniosas de la escritura han de enriquecerte jamas?

Y alzando la frente al cielo; exclam: Alah! T sabes que yo no echo la red mas que cuatro veces por da, y ya van tres! Despus invoc nuevamente el nombre de Alah y lanz la red, aguardando que tocase el fondo. Esta vez, a pesar de todos sus esfuerzos, tampoco consegua sacarla, pues a cada tirn se enganchaba ms en las rocas del fondo. Entonces dijo: No hay fuerza ni poder mas que en Alah! Se desnud, metindose en el agua y maniobrando alrededor de la red, hasta que la desprendi y la llev a tierra. Al abrirla encontr un enorme jarrn de cobre dorado, lleno e intacto. La boca estaba cerrada con un plomo que ostentaba el sello de nuestro Seor Soleimn, hijo de Daud. El pescador se puso muy alegre al verlo, y se dijo: He aqu un objeto que vender en el zoco de los caldereros, porque bien vale sus diez dinares de oro. Intent mover el jarrn, pero hallndolo muy pesado, se dijo para s: Tengo que abrirlo sin remedio; meter en el saco lo que contenga y luego lo vender en el zoco de los caldereros. Sac el cuchillo y empez a maniobrar, hasta que levant el plomo. Entonces sacudi el jarrn, queriendo inclinarlo para verter el contenido en el suelo. Pero nada sali del vaso, aparte de una humareda que subi hasta lo azul del cielo y se extendi por la superficie de la tierra. Y el pescador no volva de su asombro. Una vez que hubo salido todo el humo, comenz a condensarse en torbellinos, y al fin se convirti en un efrit cuya frente llegaba a las nubes, mientras sus pies se hundan en el polvo. La cabeza del efrit era como una cpula; sus manos semejaban rastrillos; sus piernas eran mstiles; su boca, una caverna; sus dientes, piedras; su nariz, una alcarraza; sus ojos, dos antorchas, y su cabellera apareca revuelta y empolvada. Al ver a este efrit, el pescador qued mudo de espanto, temblndole las carnes, encajados los dientes, la boca seca, y los ojos se le cegaron a la luz.

Cuando vio al pescador, el efrit dijo: No hay ms Dios que Alah, y Soleimn es el profeta de Alah! Y dirigindose hacia el pescador, prosigui de este modo: Oh t, gran Soleimn, profeta de Alah, no me mates; te obedecer siempre, y nunca me rebelar contra tus mandatos. Entonces exclam el pescador: Oh gigante audaz y rebelde, t te atreves a decir que Soleimn es el profeta de Alah! Soleimn muri hace mil ochocientos aos; y nosotros estamos al fin de los tiempos. Pero qu historia vienes a contarme? Cul es el motivo de que estuvieras en este jarrn?

Entonces el efrit dijo: No hay ms Dios que Alah. Pero permite, oh pescador! que te anuncie una buena noticia. Y el pescador repuso: Qu noticia es esa? Y contest el efrit: Tu muerte. Vas a morir ahora mismo, y de la manera ms terrible. Y replic el pescador: Oh jefe de los efrits! mereces por esa noticia- que el cielo te retire su ayuda! Pueda l alejarte de nosotros! Pero por qu deseas mi muerte? qu hice para merecerla? Te he sacado de esa vasija, te he salvado de una larga permanencia en el mar, y te he trado a la tierra. Entonces el efrit dijo: Piensa y elige la especie de muerte que prefieras; morirs del modo que gustes. Y el pescador dijo: Cul es mi crimen para merecer tal castigo? Y respondi el efrit: Oye mi historia, pescador. Y el pescador dijo: Habla y abrevia tu relato, porque de impaciente que se halla mi alma se me est saliendo por el pie. Y dijo el efrit:

Sabe que yo soy un efrit rebelde. Me rebel contra Soleimn, hijo de Daud. Mi nombre es Sakhr ElGenni. Y Soleimn envi hacia m a su visir Assef, hijo de Barkhia, que me cogi a pesar de mi resistencia, y me llev a manos de Soleimn. Y mi nariz en aquel momento se puso bien humilde. Al verme, Soleimn hizo su conjuro a Alah y me mand que abrazase su religin y me sometiese a su obediencia. Pero yo me negu. Entonces mand traer ese jarrn, me aprision en l y lo sell con plomo, imprimiendo el nombre del Altsimo. Despus orden a los efrits fieles que me llevaran en hombros y me arrojasen en medio del mar. Permanec cien aos en el fondo del agua, y deca de todo corazn: Enriquecer eternamente al que logre libertarme. Pero pasaron los cien aos y nadie me libert. Durante los otros cien aos me deca: Descubrir y dar los tesoros de la tierra a quien me, liberte. Pero nadie me libr. Y pasaren. cuatrocientos aos, y me dije: Conceder tres cosas a quien me liberte. Y nadie me libr tampoco. Entonces, terriblemente encolerizado, dije con toda el alma: Ahora matar a quien me libre, pero le dejar antes elegir, concedindole la clase de muerte que prefiera. Entonces t, oh pescador! viniste a librarme, y por eso te permito que escojas la clase de muerte.

El pescador, al or estas palabras del efrit; dijo: Por Alah que la oportunidad es prodigiosa! Y haba de ser yo quien te libertase! Indltame, efrit, que Alah te recompensar! En cambio, si me matas, buscar quien te haga perecer. Entonces el efrit le dijo: Pero si yo quiero matarte es precisamente porque me has libertado! Y el pescador le contest: Oh jeique de los efrits, as es como devuelves el mal por el bien! A fe que no miente el proverbio! Y recit estos versos:

Quieres probar la amargura de las cosas? S bueno y servicial!

Los malvadas desconocen la gratitud!

Prubalo, si quieres, y tu suerte ser la de la pobre Magir, madre de Amer!

Pero el efrit le dijo: Ya hemos hablado bastante. Sabe que sin remedio te he de matar. Entonces pens el pescador: Yo no soy mas que un hombre y l un efrit; pero Alah me ha dado una razn bien despierta. Acudir a una astucia para perderlo. Ver hasta dnde llega su malicia. Y entonces dijo al efrit: Has decidido realmente mi muerte? Y el efrit contest: No lo dudes. Entonces dijo: Por el nombre del Altsimo, que est grabado en el sello de Soleimn, te conjuro a que respondas con verdad a mi pregunta. Cuando el efrit oy el nombre del Altsimo, respondi muy conmovido: Pregunta, que yo contestar la verdad. Entonces dijo el pescador: Cmo has podido entrar por entero en este jarrn donde apenas cabe tu pie o tu mano? El efrit dijo: Dudas acaso de ello? El pescador respondi: Efectivamente, no lo creer jams mientras no vea con mis propios ojos que te metes en l.

En este momento de su narracin, Schahrazada vio aparecer la maana, y se call discretamente.

PERO CUANDO LLEG LA CUARTA NOCHE

Ella dijo:

He llegado a saber, oh rey afortunado! que cuando el pescador dijo al efrit que no le creera como no lo viese con sus propios ojos, el efrit comenz a agitarse; convirtindose nuevamente en humareda que suba hasta el firmamento. Despus se condens, y empez a entrar en el jarrn poco a poco, hasta el fin. Entonces el pescador cogi rpidamente la tapadera de plomo, con el sello de Soleimn, y obstruy la boca del jarrn. Despus, llamando al efrit, le dijo: Elige y piensa la clase de muerte que ms te convenga; si no, te echar al mar, y me har una casa junto a la orilla, e impedir a todo el mundo que pesque, diciendo: All hay un efrit, y si lo libran quiere matar a los que le liberten. Luego enumer todas las variedades de muertes para facilitar la eleccin. Al oirle, el efrit intent salir, pero no pudo, y vio que estaba, encarcelado y tena encima el sello de Soleimn, convencindose entonces de que el pescador le haba encerrado en un calabozo contra el cual no pueden prevalecer ni los ms dbiles ni los ms fuertes de los efrits. Y comprendiendo que el pescador le llevara hacia el mar, suplic: No me lleves! no me lleves! Y el pescador dijo: No hay remedio. Entonces, dulcificando su lenguaje, exclam el efrit: Ah pescador! Qu vas a hacer conmigo? El otro dijo: Echarte al mar, que si has estado en l mil ochocientos aos, no saldrs esta vez hasta el da del Juicio. No te rogu yo que me dejaras la vida para que Alah te la conservase a ti y no me mataras para que Alah no te matase? Obrando infamemente rechazaste mi plegaria. Por eso Alah te ha puesto en mis manos, y no me remuerde el haberte engaado. Entonces dijo el efrit: Abreme el jarrn y te colmar de beneficias. El pescador respondi: Mientes, oh maldito! Entre t y yo pasa exactamente lo, que ocurri entre el visir del rey Yunn y el mdico Ruyn.

Y el efrit dijo: Quines eran el visir del rey Yunn y el mdico Ruyn?... Qu historia es esa?

HISTORIA DEL VISIR DEL REY YUNN Y DEL MEDICO RUYN

El pescador dijo:

Sabrs, oh efrit! que en la antigedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo en la ciudad de Fars, en el pas de los ruman, un rey llamado Yunn. Era rico y poderoso, seor de ejrcitos, dueo de fuerzas considerables y de aliados de todas las especies de hombres. Pero su cuerpo padeca una lepra que desesperaba a los mdicos y a los sabios. Ni drogas, ni pldoras, ni pomadas le hacan efecto alguno, y ningn sabio pudo encontrar un eficaz remedio para la espantosa dolencia. Pero cierto da lleg a la capital del rey Yunn un mdico anciano de renombre, llamado Ruyan. Haba estudiado los libros griegos, persas, romanos, rabes y sirios, as como la medicina y la astronoma, cuyos principios y reglas no ignoraba, as como sus buenos y malos efectos. Conoca las virtudes de las plantas grasas y secas y tambin sus buenos y, malos efectos. Por ltimo, haba profundizado la filosofa y todas las ciencias mdicas y otras muchas adems. Cuando este mdico lleg a la ciudad y permaneci en ella algunos das, supo la historia del rey y de la lepra que le martirizaba por la voluntad de Alah, enterndose del fracaso absoluto de todos los mdicos y sabios. Al tener de ello noticia, pas muy preocupado la noche. Pero no bien despert por la maana (al brillar la luz del da y saludar el sol al mundo, magnfica decoracin del Optimo) se puso su mejor traje y fue a ver al rey Yunn. Bes la tierra entre las manos del rey e hizo votos por la duracin eterna de su. podero y de las gracias de Alah y de todas las mejores cosas. Despus le enter de quien era, y le dijo: He averiguado la enfermedad que atormenta tu cuerpo y he sabido que un gran nmero de mdicos, no ha podido encontrar el medio de curarla. Voy, oh rey! a aplicarte mi tratamiento, sin hacerte beber medicinas ni untarte con pomadas. Al orlo, el rey. Yunn se asombr mucho, y le dijo: Por Alah! que si me curas te enriquecer hasta los hijos de tus hijos, te conceder todos tus deseos y sers mi compaero y amigo En seguida le dio un hermoso traje y otros presentes, y aadi: Es cierto que me curars de esta enfermedad sin medicamentos ni pomadas? Y respondi el otro: S, ciertamente. Te curar sin fatiga ni pena para tu cuerpo. El rey le dijo, cada vez ms asombrado: Oh gran mdico! Qu da. y que momento vern realizarse lo que acabas de prometer? Apresrate a hacerlo, hijo mo. Y el medico contest:. Escucho y obedezco.

Entonces sali del palacio y alquil una casa, donde instal sus libros, sus remedios y sus plantas aromticas. Despus hizo extractos de sus medicamentos y de sus simples, y con estos extractos construy un mazo corto y encorvado, cuyo mango horad, y tambin hizo una pelota, todo esto lo mejor que pudo. Terminado completamente su trabajo, al segundo da fue a palacio, entr en la cmara del rey y bes la tierra entre sus manos. Despus le prescribi que fuera a caballo al meidn y jugara con la bola y el mazo.

Acompaaron al rey sus emires, sus chambelanes, sus visires y los jefes del rein. Apenas haba llegado al meidn, se le acerc el mdico y le entreg el mazo, dicindole: Empalo de este modo y da con toda tu fuerza en la pelota. Y haz de modo que llegues a sudar. De ese modo el remedio penetrar en la palma de la mano y circular por todo tu cuerpo. Cuando transpires y el remedio haya tenido tiempo de obrar, regresa a tu palacio, ve en seguida a baarte al hamman, y quedars curado. Ahora, la paz sea contigo.

El rey Yunn cogi el mazo que le alargaba el mdico, empundolo con fuerza. Intrpidos jinetes montaron a caballo y le echaron la pelota. Entonces empez a galopar detrs de ella para alcanzarla y golpearla, siempre con el mazo bien cogido. Y no dej de golpear hasta que transpir bien por la palma de la mano y por todo el cuerpo, dando lugar a que la medicina obrase sobre el organismo. Cuando el mdico Ruyn vio que el remedio haba circulado suficientemente, mand al rey que volviera a palacio para baarse en el hammam. Y el rey march en seguida y dispuso que le prepararan el hammam. Se lo prepararon con gran prisa, y los esclavos apresurronse tambin a disponerle la ropa. Entonces el rey entr en el hammam y tom el bao, se visti de nuevo y sali del hammam para montar a caballo, volver a palacio y echarse a dormir.

Y hasta aqu lo referente al rey Yunn. En cuanto al mdico Ruyn, ste regres a su casa, se acost, y al despertar por la maana fue a palacio, pidi permiso al rey para entrar, lo que ste le concedi, entr, bes la tierra entre sus manos y empez por declamar gravemente algunas estrofas:

Si la elocuencia te eligiese como padre, reflorecera! Y no sabra elegir ya a otro ms que a ti!

Oh rostro radiante, cuya claridad borrara la llama de un tizn encendido!

Ojal ese glorioso semblante siga con la luz de su frescura y alcance a ver cmo las arrugas surcan la cara del Tiempo!

Me has cubierto con los beneficias de tu generosidad, como la nube bienhechora cubre la colina!

Tus altas hazaas te han hecho alcanzar las cimas de la gloria y eres el amado del Destino, que ya no puede negarte nada!

Recitados los versos, el rey s puso de pie; y cordialmente tendi sus brazos al mdico. Luego, le sent a su lado, y le regal magnficos trajes de honor.

Porque, efectivamente, al salir del hammam el rey se haba mirado el cuerpo, sin encontrar rastro de lepra, y vio su piel tan pura como la plata virgen. Entonces se dilat con gran jbilo su pecho. Y al otro da, al levantarse el rey por la maana, entr en el divn; se sent en el trono y comparecieron los chambelanes y grandes del reino, as como l mdico Ruyn. Por esto, al verle, el rey se levant apresuradamente y le hizo sentar a su lado. Sirvieron a ambos manjares y bebidas durante todo el da. Y al anochecer, el rey entreg al mdico dos mil dinares, sin contar los trajes de honor y magnficos presentes, y le hizo montar su propio corcel. Y entonces el mdico se despidi y regres a su casa.

El rey no dejaba de admirar el arte del mdico ni de decir: Me ha curado por el exterior de mi cuerpo sin untarme con pomadas. Oh Alah! Qu ciencia tan sublime! Fuerza es colmar de beneficios a este hombre y tenerle para siempre como compaero y amigo afectuoso. Y el rey Yunn se acost, muy alegre de verse con el cuerpo sano y libre de su enfermedad.

Cuando al otro da se levant el rey y se sent en el trono, los jefes de la nacin pusironse de pie, y los emires y visires se sentaron a su derecha y a su izquierda. Entonces mand llamar al mdico Ruyn, que acudi y bes la tierra entre sus manos. El rey se levant en honor suyo, le hizo sentar a su lado, comi en su compaa, le dese larga vida y le dio magnficas telas y otros presentes, sin dejar de conversar, con l hasta el anochecer, y mand le entregaran a modo de remuneracin cinco trajes de honor y mil dinares. Y as regres el mdico a su casa, haciendo votos por el rey.

Al levantarse por la maana, sali el rey y entr en el divn, donde le rodearon los emires, los visires y los chambelanes. Y entre los visires haba uno de cara siniestra, repulsiva, terrible, srdidamente avaro, envidioso y saturado de celos y de odio. Cuando este visir vio que el rey colocaba a su lado al mdico Ruyn y le otorgaba tantos beneficios, le tuvo envidia y resolvio secretamente perderlo. El proverbio lo dice: El envidioso ataca a todo el mundo. En el corazn del envidioso est emboscada la persecucin, y la desarrolla si dispone de fuerza o la conserva latente la debilidad, El visir se acerc al rey Yunn, bes la tierra entre sus, manos, y dijo: Oh rey del siglo y del tiempo, que envuelves a los hombres en tus beneficios! Tengo para ti un consejo de gran importancia, que no podra ocultarte sin ser un mal hijo. Si me mandas que te lo revele, yo te lo revelar. Turbado entonces el rey por las palabras del visir, le dijo: Qu consejo es el tuyo? El otro respondi: Oh rey glorioso! los antiguos han dicho: Quien no mire el fin y las consecuencias no tendr a la Fortuna por amiga, y justamente acaba de ver al rey obrar con poco juicio otorgando sus bondades a su enemigo, al que desea el aniquilamiento de su reino, colmndole de favores, abrumndole con generosidades. Y yo, por esta causa, siento grandes temores por el rey. Al oir esto, el rey se turb extremadamente, cambi de color; y dijo: Quin es el que supones enemigo mo y colmado por m de favores? Y el visir respondi: Oh rey! Si ests dormido, despierta, porque aludo al mdico Ruyn. El rey dijo: Ese es buen amigo mo, y para m el ms querido de los hombres, pues me ha curado con una cosa que yo he tenido en la mano y me ha librado de mi enfermedad, que haba desesperado a los mdicos. Ciertamente que no hay otro como l en este siglo, en el mundo entero, lo mismo en Occidente que en Oriente. Cmo, te atreves a hablarme as de l? Desde ahora le voy a sealar un sueldo de mil dinares al mes. Y aunque le diera la mitad de mi reino, poco seria para lo que merece. Creo que me dices todo eso por envidia, como se cuenta en la historia, que he sabido; del rey Sindabad.

En aquel momento la aurora sorprendi a Schahrazada, que interrumpi su narracin.

Entonces Doniazada le dijo: Ah, hermana ma! Cun dulces, cun puras, cun deliciosas son tus palabras! Y Schahrazada dijo: Qu es eso comparado con lo que os contar la noche prxima, si vivo todava y el rey tiene a bien conservarme? Entonces el rey dijo para s: Por Alah! No la matar sin haber odo la continuacin de su historia, que es verdaderamente maravillosa. Y el rey fue al divn, y juzg, otorg empleos, destituy y despach los asuntos pendientes hasta acabarse el da. Despus se levant el divn y el rey entr en su palacio.

Y CUANDO LLEG LA QUINTA NOCHE

Ella dijo:

He llegado a saber, oh rey afortunado! que el rey Yunn dijo a su visir: Visir, has dejado entrar en ti la envidia contra el mdico, y quieres que yo lo mate para que luego me arrepienta, como se arrepinti el rey Sindabad despus de haber matado al halcn. El visir pregunt: Y cmo ocurri eso? Entonces el rey Yunn cont:

EL HALCN DEL REY SINDABAD

Dicen que entre los reyes de Fars hubo uno muy, aficionado a diversiones, a paseos por los jardines y a toda especie de caceras. Tena un halcn adiestrado por l mismo, y no lo dejaba de da ni de noche pues hasta por la noche lo tena sujeto al puo. Cuando iba de caza lo llevaba consigo, y le haba colgado del cuello un vasito de oro, en el cual le daba de beber. Un da estaba el rey sentada en su palacio, y vio de pronto venir al wekil que estaba encargado de las aves de caza, y le dijo: Oh rey de los siglos! Lleg la poca de ir de caza. Entonces el rey hizo sus preparativos y se puso el halcn en el puo. Salieron despus y llegaron a un valle, donde armaron las redes de caza. Y de pronto cay una gacela en las redes. Entonces dijo el rey: Matar a aquel por cuyo lado pase la gacela. Empezaron a estrechar la red en torno de la gacela, que se aproxim al rey y se enderez sobre las patas como si quisiera besar la tierra delante del rey. Entonces el rey comenz a dar palmadas para hacer huir a la gacela, pero sta brinc y pas por encima de su cabeza y se intern tierra adentro. El rey se volvi entonces hacia los guardas, y vio que guiaban los ojos maliciosamente, Al presenciar tal cosa, le dijo al visir: Por qu se hacen esas seas mis soldados? Y el visir contest: Dicen que has jurado matar a aquel por cuya proximidad pasase la gacela. Y el rey exclam: Por mi vida! Hay que perseguir y alcanzar a esa gacela! Y se puso a galopar, siguiendo el rastro, y pudo alcanzarla. El halcn le dio con el pico en los ojos de tal manera, que la ceg y la hizo sentir vrtigos. Entonces el rey, empu su maza, golpeando con ella a la gacela hasta hacerla caer desplomada. En seguida descabalg, degollndola y desollndola, y colg del arzn, de la silla los despojos. Haca bastante calor, y aquel lugar era desierto, rido, y careca de agua. El rey tena sed y tambin el caballo. Y el rey se volvi y vio un rbol del cual brotaba agua como manteca. El rey llevaba la mano cubierta con un guante de piel; cogi el vasito del cuello del halcn, lo llen de aquella agua, y lo coloc delante del ave, pero sta dio con la pata al vaso y lo volc. El rey cogi el vaso por segunda vez, lo llen, y como segua creyendo que el halcn tena sed, se lo puso delante, pero el halcn le dio con la pata por segunda vez y lo volc. Y el rey se encoleriz, contra el halcn, y cogi por tercera vez el vaso, pero se la present al caballo, y el halcn derrib el vaso con el ala. Entonces dijo el rey: Alah te sepulte, oh la ms nefasta de las aves de mal agero! No me has dejado beber, ni has bebido t, ni has dejado que beba el caballo. Y dio con su espada al halcn y le cort las alas. Entonces el halcn, irguiendo la cabeza; le dijo por seas. Mira lo que hay en el rbol. Y el rey levant los ojos y vio en el rbol una serpiente, y el lquido que corra era su veneno. Entonces el rey se arrepinti de haberle cortado las alas al halcn. Despus se levant, mont a caballo, se fue, llevndose la gacela, y lleg a su palacio. Le dio la gacela al cocinero, y le dijo: Tmala y gusala. Luego se sent en su trono, sin soltar al halcn. Pero el halcn, tras una especie de estertor, muri. El rey al ver esto, prorrumpi en gritos de dolor y de amargura por haber matado al halcn que le haba salvado de la muerte.

Tal es la historia del rey Sindabad!

Cuando el visir hubo odo el relato del rey Yunn, le dijo; Oh gran rey lleno de dignidad! que dao he hecho yo cuyos funestos efectos hayas t podido ver?. Obro as por compasin hacia tu persona. Y ya vers como digo la verdad. Si me haces caso podrs salvarte, y si no, perecers como pereci Un visir astuto que enga al hijo de un rey entre los reyes.

HISTORIA DEL PRNCIPE Y LA VAMPIRO

El rey de que se trata tena un hijo aficionadsimo a la caza con galgos, y tena tambin un visir. El rey mand al visir que acompaara a su hijo all donde fuese. Un da entre los das, el hijo sali a cazar con galgas, y con l sali el visir. Y ambos vieron un animal monstruoso. Y el visir dijo al hijo del rey: Anda contra esa fiera! Persguela! Y el prncipe se puso a perseguir a la fiera, hasta que todos le perdieron de vista. Y de pronto la fiera desapareci en el desierto. Y el prncipe permaneca perplejo, sin saber hacia dnde ir, cuando vio en lo ms alto del camino una joven esclava que estaba llorando. El prncipe le pregunt: Quin eres? Y ella respondi: Soy la hija de un rey de reyes de la India. Iba con la caravana por el desierto, sent ganas de dormir, y me ca de la cabalgadura sin darme cuenta. Entonces me encontr sola y abandonada. A estas palabras, sinti lstima el prncipe y emprendi la marcha con la joven, llevndola a la grupa de su mismo caballo. Al pasar frente a un bosquecillo, la esclava le dijo. Oh seor, deseara evacuar una necesidad! Entonces el prncipe la desmont junto al bosquecillo, y viendo que tardaba mucho, march detrs de ella sin que la esclava pudiera enterarse. La esclava era una vampiro, y estaba diciendo a sus hijos: Hijos mos, os traigo un joven muy robusto! Y ellos dijeron: Trenoslo, madre, para que lo devoremos! Cuando lo oy el prncipe, ya no pudo dudar de su prxima muerte, y las carnes le temblaban de terror mientras volva al camino. Cuando sali la vampiro de su cubil, al ver al prncipe temblar como un cobarde, le pregunt: Por qu tienes miedo? Y el dijo: Hay un enemigo que me inspira temor: Y prosigui la vampiro: Me has dicho que eres un prncipe.. Y respondi l: As es la verdad. Y ella le dijo: Entonces, por qu no das algn dinero a tu enemigo para satisfacerle? El prncipe replic: No se satisface con dinero. Slo se contenta con el alma. Por eso tengo miedo, como vctima, de una injusticia. Y la vampira le dijo: Si te persiguen, como afirmas, pide contra tu enemigo la ayuda: de Alah, y l te librar de sus maleficios y de los maleficios de aquellos de quienes tienes miedo. Entonces el prncipe levant la cabeza al cielo y dijo: Oh t, que atiendes al oprimido que te implora, hazme triunfar de mi enemigo, y aljale de m, pues tienes poder para cuanto deseas! Cuando la vampiro oy estas palabras, desapareci. Y el prncipe pudo regresar al lado de su padre, y le dio cuenta del mal consejo del visir. Y el rey mand matar al visir.

En seguida el visir del rey Yunn prosigui de este modo:

Y t, oh rey, si te fas de ese mdico, cuenta que te matar con la peor de las muertes! Aunque le hayas colmado de favores y le hayas hecho tu amigo, est preparando tu muerte. Sabes por qu te cur de tu enfermedad por el exterior de tu cuerpo, mediante una cosa que tuviste en la mano? No crees que es sencillamente para causar tu prdida con una segunda cosa que te mandar tambin coger? Entonces el rey Yunn, dijo: Dices la verdad. Hgase segn tu opinin, oh visir bien aconsejado! Porque es muy probable que ese mdico haya venido ocultamente como un espa para ser mi perdicin. Si me ha curado con una cosa que he tenido en la mano, muy bien podra perderme con otra que, por ejemplo, me diera a oler. Y luego el rey Yunn dijo a su visir: Oh visir! que debemos hacer con l? Y el visir respondi: Haya que mandar inmediatamente que le traigan, y cuando se presente aqu degollarlo, y as te librars de sus maleficios, y quedars desahogado y tranquilo. Hazle traicin antes que l te la haga a ti.. Y el rey Yunn dijo: Verdad dices, oh visir! Despus el rey mand llamar al mdico, que se present alegre, ignorando lo que haba resuelto el Clemente. El poeta lo dice en sus versos:

Oh t, que temes los embates del Destino, tranquilzate! No sabes que todo est en las manos de aquel que ha formado la tierra?

Porque lo que est escrito, escrito est y no se borra nunca! Y lo que no est escrito no hay por qu temerlo!

Y t, Seor! Podr dejar pasar un da sin cantar tus- alabanzas? Para quin reservara, si no, el don maravilloso de mi estilo rimado y mi lengua de poeta?,

Cada nuevo don que recibo de tus manos oh Seor! es ms hermoso que el precedente, y se anticipa a mis deseos!

Por eso, cmo no cantar tu gloria, toda tu gloria, y alabarte en mi alma y en pblico?

Pero he de confesar que nunca tendrn mis labios elocuencia bastante ni mi pecho fuerza suficiente para cantar y para llevar los beneficios de que me has colmado!

Oh t que dudas, confa tus asuntos a las manos de Alah, el nico Sabio! Y as que lo hagas, tu corazn nada tendr que temer por parte de los hombres!

Sabe tambin que nada se hace por tu voluntad, sino por la voluntad del Sabio de los Sabios!

No desesperes, pues, nunca, y olvida todas las tristezas y todas las zozobras! No sabes que las zozobras destruyen el corazn ms firme y ms fuerte?

Abandonselo todo! Nuestros proyectos no son mas que proyectos de esclavos impotentes ante el nico Ordenador! Djate llevar! As disfrutaras de una paz duradera!

Cuando se presento el mdico Ruyn; el rey le dijo- Sabes por qu te he hecho venir a mi presencia? Y el mdico contest: Nadie sabe lo desconocido, ms que Alah el Altsimo. Y el rey le dijo: Te he mandado llamar pata matarte y arrancarte el alma. Y el mdico Ruyn, al or estas palabras, se sinli asombrado, con el ms prodigioso asombro, y dijo: Oh rey! por qu me has de matar? que falta he cometido? Y el rey contest: Dicen que eres un espa y que viniste para matarme. Por eso te voy a matar, antes de que me mates. Despus el rey llam al porta-alfanje y le dijo: Corta la cabeza a ese traidor y lbranos de sus maleficios! Y el mdico le dijo: Consrvame la vida, y Alah te la conservar. No me mates, si no Alah te matar tambin.

Despus retir la splica, como yo lo hice dirigindome a ti, oh efrit! sin que me hicieras caso, pues, por el contrario, persististe en desear mi muerte.

Y en seguida el rey Yunn dijo al mdico: No podr vivir confiado ni estar tranquilo como no te mate. Porque si me has curado con una cosa que tuve en la mano, creo que me matars con otra cosa que me des a oler o de cualquier otro modo. Y dijo el mdico: Oh rey! esta es tu recompensa? as devuelves mal por bien? Pero el rey insisti: No hay ms remedio que darte la muerte sin demora. Y cuando el mdico se convenci de que el rey quera matarle sin remedio, llor y se afligi al recordar los favores que haba hecho a quienes no los merecan. Ya lo dice el poeta:

La joven y loca Maimuna es verdaderamente bien pobre de espritu! Pero su padre, en cambio, es un hombre de gran corazn y considerado entre los mejores!

Miradle, pues! Nunca anda sin su farol en la mano, y as evita el lodo de los caminos, el polvo de las carreteras y los resbalones peligro!

En seguida se adelant el porta-alfanje, vend los ojos al mdico y, sacando la espada, dijo al rey: Con tu venia. Pero el mdico segua llorando y suplicando al rey: Consrvame la vida, y Alah te la conservar. No me mates, o Alh te matar a ti. Y recit estos versos de un poeta:

Mis consejos no tuvieron ningn xito, mientras que los consejos de los ignorantes conseguan su propsito! No recog mas que desprecios!

Por esto, si logro vivir, me guardar mucho de aconsejar! Y si muero, mi ejemplo servir a los dems para que enmudezca su lengua.!

Y dijo despus al rey: Esta es tu recompensa? He aqu que me tratas como hizo un cocodrilo. Entonces pregunt el rey: Qu historia es esa de un cocodrilo?. Y el mdico dijo: Oh seor! No es posible contarla en este estado. Por Alah sobre ti! Consrvame la vida, y Alah te la conservar. Y despus comenz a derramar copiosas lgrimas. Entonces algunos de los favoritos del rey se levantaran y dijeron: Oh rey! Concdenos la sangre de este mdico, pues nunca le hemos visto obrar en contra tuya; al contrario, le vimos librarte de aquella enfermedad que haba resistido a los mdicos y a los sabios. El rey les contest. Ignoris la causa de que mate a este mdico; si lo dejo con vida, mi perdicin es segura, porque si me cur de la enfermedad con una cosa que tuve en la mano, muy bien podra matarme dndome a oler cualquier otra. Tengo mucho miedo de que me asesine para cobrar el precio de mi muerte, pues debe ser un espa que ha venido a matarme. Su muerte es necesaria; slo as podr perder mis temores. Entonces el mdico implor otra vez: Consrvame la vida, para que Alah te conserve; y no me mates, para que no te mate Alah.

Pero oh efrit! cuando el mdico se convenci de que el rey le quera matar sin remedio, dijo: Oh rey! Si mi muerte es realmente necesaria, djame ir a mi casa para despachar mis asuntos, encargar a mis parientes y vecinos que cuiden de enterrarme, y sobre todo para regalar mis libros de medicina. A fe que tengo un libro que es verdaderamente el extracto de los extractos y la rareza de las rarezas, que quiero legarte como un obsequio para que lo conserves cuidadosamente en tu armario. Entonces l rey pregunt al mdico: Qu libro es se? Y contest el mdico: Contiene cosas inestimables; el menor de los secretos que revela es el siguiente: Cundo me corten la cabeza, abre el libro, cuenta tres hojas y vulvelas; lee en seguida tres renglones de la pgina de la izquierda, y entonces la cabeza cortada te hablar y contestar a todas las preguntas que le dirijas. Al or estas palabras, el rey se asombr hasta el lmite del asombro, y estremecindose de alegra y de emocin, dijo: Oh mdico! Hasta cortandote la cabeza hablars? Y el mdico respondi: S, en verdad, oh rey! Es, efectivamente, una cosa prodigiosa. Entonces el rey le permiti que saliera, aunque escoltado por guardianes, y el mdico lleg a su casa, y despach sus asuntos aquel da, y al siguiente da tambin. Y el rey subi al divn, y acudieron los emires, los visires, los chambelanes, los nawabs y todos los jefes del reino, y el divn pareca un jardn lleno de flores. Entonces entr el mdico en el divn y se coloc de pie ante el rey, con un libro muy viejo y una cajita de colirio llena de unos polvos. Despus se sent y dijo: Que me traigan una bandeja. Le llevaran una bandeja, y verti los polvos, y los extendi por la superficie. Y dijo entonces: Oh rey! coge ese libro, pero no lo abras antes de cortarme la cabeza. Cuando la hayas cortado colcala en la bandeja y manda que la aprieten bien contra los polvos para restaar la sangre. Despus abrirs el libro. Pero el rey, lleno de impaciencia, no le escuchaba ya; cogi el libro y lo abri, encontrando las hojas pegadas unas a otras. Entonces, metiendo su dedo en la boca, lo moj con su saliva y logr despegar la primera hoja. Lo mismo tuvo que hacer con la segunda y la tercera hoja, y cada vez se abran las hojas con ms dificultad. De este modo abri el rey seis hojas, y trat de leeras, pero no pudo encontrar ninguna clase de escritura. Y el rey diio: Oh mdico, no hay nada escrito! Y el mdico respondi: Sigue volviendo ms hojas del mismo modo. Y el rey sigui volviendo ms hojas. Pero apenas haban pasado algunos instantes, circul el veneno por el organismo del rey en el momento y en la hora misma, pues el libro estaba envenenado. Y entonces sufri el rey horribles convulsiones, y exclam` El veneno circula! Y despus el mdico Ruyn comenz a improvisar versos, diciendo:

Esos jueces! Han juzgado, pero excedindose en sus derechos y contra toda justicia! Y sin embargo, oh Seor! La justicia existe!

A su vez fueron juzgados! Si hubieran sido ntegros y buenas, se les habra perdonado! Pero oprimieron, y la suerte les ha oprimido y les ha abrumado con las peores tribulaciones!

Ahora son motivo de burla y de piedad para el transente! Esa es la ley! Esto a cambio de aquello! Y el Destino se ha cumplido con toda lgica!

Cundo Ruyn el mdico acababa su recitado, cay muerto el rey. Sabe ahora, oh efrit! que si el rey Yunn hubiera conservado al mdico Ruyn, Alah a su vez le habra conservado. Pero al negarse; decidi su propia muerte.

Y si t; oh efrit! hubieses querido conservarme, Alah te habra conservado.

En este momento de su narracin, Schhrazada vio aparecer la maana; y se call discretamente. Y su hermana Doniazada le dijo: Qu deliciosas son tus palabras! Y Schabrazada contest: Nada es eso comparado con lo que os contar la noche prxima, si vivo todava y el rey tiene a bien conservarme. Y pasaron aquella noche en la dicha completa y en la felicidad hasta por la maana. Despus el rey se dirigi al divn. Y cuando termino el divn, volvi a su palacio y se reuni con los suyos.

Y CUANDO LLEG LA SEXTA NOCHE

Schahrazada dijo:

He llegado a saber, oh rey afortunado! que cuando el pescador dijo al efrit: Si me hubieras conservado, yo te habra conservado, pero no has querido ms que mi muerte, y te har morir prisionero en este jarrn y te arrojar a ese mar, entonces el efrit clam y dijo:Por Alah sobre ti! oh pescador, no lo hagas! Y consrvame generosamente, sin reconvenirme por mi accin, pues si yo fui criminal; t debes ser benfico, y los proverbios conocidos dicen: Oh t que haces bien a quien mal hizo, perdona sin restricciones el crimen del malhechor! Y t, oh pescador! no hagas conmigo lo que hizo Umama con Atica. El pescador dijo: Y que caso fue ese? Y respondi el efrit: No es ocasin para contarlo estando encarcelado. Cuando t me dejes salir, yo te contar ese caso. Pero el pescador dijo. Oh, eso nunca! Es absolutamente necesario que yo te eche al mar, sin que tengas medio de salir. Cuando yo supliqu y te imploraba, t deseabas mi muerte, sin que hubiera cometido ninguna falta contra ti, ni bajeza alguna, sino nicamente favorecerte, sacndote de ese calabozo. He comprendido, por tu conducta conmigo, que eres de mala raza. Pero has de saber, que voy a echarte al mar, y enterar de lo ocurrido a todos los que intenten sacarte, y as te arrojarn de nuevo, y entonces permanecers en ese mar hasta el fin de los tiempos para disfrutar todos los suplicios.' El efrit le contest: Sultame, que ha llegado el momento de contarte la historia. Adems te prometo no hacerte jams ningn dao, y te ser muy til en un asunto que te enriquecer para siempre. Entonces el pescador se fij bien en esta promesa de que, si libertaba al efrit, no slo no le hara jams ningn dao, sino que le favorecera en un buen negocio. Y cuando se asegur firmemente de su fe y de su promesa, y le tom juramento por el nombre de Alah Todopoderoso, el pescador abri el jarrn. Entonces el humo empez a subir, hasta que sali completamente, y se convirti en un efrit, cuyo rostro era espantosamente horrible. El efrit dio un puntapi al jarrn y lo tir al mar. Cuando el pescador vio que el jarrn iba camino del mar, dio por segura su propia perdicin, y dijo: Verdaderamente, no es esto una buena seal. Despus intent tranquilizarse y dijo: Oh efrit! Alah Todopoderoso ha dicho: Hay que cumplir los juramentos, porque se os exigir cuenta de ellos. Y t prometiste y juraste que no me haras traicin. Y si me la hicieses, Alah te castigar, porque es celoso, es paciente y no olvida. Y yo te digo lo que el mdico Ruyn al rey Yunn: Consrvame, y Alah te conservar. Al or estas palabras, el efrit rompi a rer, y echando a andar delante de l, dijo: Oh pescador, sgueme! Y el pescador ech a andar detrs de l, aunque sin mucha confianza en su salvacin. Y as salieron completamente de la ciudad, y se perdieron de vista, y subieron a una montaa, y bajaron a una vasta llanura, en medio de la cual haba un lago. Entonces el efrit se detuvo, y mand al pescador que echara la red y pescase. Y el pescador mir a travs del agua, y vio peces blancos y peces rojos, azules y amarillos. Al verlos se maravill el pescador; despus ech su red, y cuando la hubo sacado encontr en ella cuatro peces, cada uno de color distinto. Y se alegr mucho, y el efrit le dijo: Ve con esos peces al palacio del sultn, ofrceselos y te dar con que enriquecerte. Y, mientras tanto, por Alah! disclpame mis rudezas, pues olvid los buenos modales con mi larga estancia en el fondo del mar, adonde me he pasado mil ochocientos aos sin ver el mundo ni la superficie de la tierra. En cuanto a ti, vendrs todos los das a pescar a este sitio, pero nada ms que una vez. Y ahora, que Alalh te guarde con su proteccin. Y el efrit golpe con sus dos pies en tierra, y la tierra se abri y le trago.

Entonces el pescador volvi a la ciudad, muy maravillado de lo que le haba ocurrido con el efrit. Despus cogi los peces y los llev a su casa, y en seguida, cogiendo una olla de barro, la llen de agua y coloc en ella los peces, que comenzaron a nadar en el agua contenida en la olla. Despus se puso esta olla en la cabeza y se encamin al palacio del rey, segn el efrit le haba encargado. Guando el pescador se present al rey y le ofreci los peces, el rey se asombr hasta el lmite del asombro al ver aquellos peces que le ofreca el pescador, porque nunca los haba visto en su vida, ni de aquella especie ni de aquella calidad, y dispuso: Que entreguen esos peces a nuestra cocinera negra. Porque esta esclava se la haba regalado, haca tres das solamente, el rey de los Rum, y an no haba tenido ocasin de lucirse en su arte de la cocina. As es que el visir le mand que friera los peces, y le dijo: Oh buena negra! Me encarga el rey que te oiga: Si te guardo como un tesoro, oh gota de mis ojos! es porque te reservo para el da del ataque. De modo que demustranos hoy tu arte de cocinera y lo bueno de tus platas. Dicho esto, volvi el visir despus de hacer sus encargos, y el rey le orden que diera al pescador cuatrocientos dinares. Habindoselos dado el visir, los guard, el pescador en una halada de su tnica, y volvi a su casa, cerca de su esposa, lleno de alegra y de expansin. Despus compr a sus hijos todo lo que podan necesitar. Y hasta aqu es lo que le ocurri al pescador.

En cuanto a la negra, cogi los peces, los limpi y los puso en la sartn. Despus dej que se frieran bien por un lado y los volvi en seguida del otro. Pero entonces, sbitamente, se abri la pared de la cocina, y por all se filtr en la cocina una joven de esbelto talle, mejillas redondas y tersas, prpados pintadas con kohl negro, rostro gentil. y cuerpo graciosamente inclinado. Llevaba en la cabeza un velo, de seda azul, pendientes en las orejas, brazaletes en las muecas, y en los dedos sortijas con piedras preciosas. Tena en la mano una varita de bamb. Se acerc, y metiendo la varita en la sartn, dijo: Oh peces! segus sosteniendo vuestra promesa? Al ver aquello, la esclava se desmay, y la joven repiti su pregunta por segunda y tercera vez. Entonces todos los peces levantaron la cabeza desde el fondo de la sartn, y dijeron: Oh, s!... Oh, s!... Y entonaron a coro la siguiente estrofa:

Si t vuelves sobre tus pasos, nosotros te imitaremos! Si t cumples tu promesa, nosotros cumpliremos la nuestra! Pero si quisieras escaparte, no hemos de cejar hasta que te declares vencida!

Al or estas palabras, la joven derrib la sartn y sali por el mismo sitio por donde haba entrado, y el muro de la cocina se cerr de nuevo.

Cuando la esclava volvi de su desmayo, vio que se haban quemado los cuatro peces y estaban negras como el carbn. Y comenz a decir: Pobres pescados! pobres pescados!, Y mientras segua lamentndose, he aqu que se present el visir, asomndose por detrs de su cabeza, y le dijo: Llvale los pescados al sultn. Y la esclava se ech a llorar, y le cont al visir la historia de lo que haba ocurrido, y el visir se qued muy maravillado, y dijo: Eso es verdaderamente una historia muy rara. Y mand buscar al pescador, y en cuanto se present el pescador, le, dijo: Es absolutamente indispensable que vuelvas con cuatro peces como los que trajiste la primera vez. Y el pescador se dirigi hacia el lago, ech su red y la sac conteniendo cuatro peces, que cogi y llev al visir. Y el visir fue a entregrselos a la negra, y le dijo: Levntate! Vas a frerlos en mi presencia, para que yo vea que asunto es este! Y la negra se levant, prepar los peces, y los puso al fuego en la sartn. Y apenas haban pasado unos minutos, hete aqu que se hendi la pared, y apareci la joven, vestida siempre con las mismas vestiduras y llevando siempre la varita en la mano. Meti la varita en la sartn, y dijo: Oh peces! oh peces! segus cumpliendo vuestra antigua promesa? Y los peces levantaron la cabeza, y cantaron a coro esta estancia:

Si t. vuelves sobre tus pasos, nosotros te imitaremos! Si t cumples tu juramento, nosotros cumpliremos el nuestro! Pero si reniegas de tus compromisos, gritaremos de tal modo que nos resarciremos!

En este momento de su narracin, Schahrazada vio aparecer la maana, y se call discretamente.

PERO CUANDO LLEG LA SPTIMA NOCHE

Ella dijo:

He llegado a saber, oh rey afortunado! que cuando los peces empezaron a hablar, la joven volc la sartn con la varita, y sali por donde haba entrado, cerrndose la pared de nuevo. Entonces el visir se levant y dijo: Es esta una casa que verdaderamente no podra ocultar al rey. Despus march en busca del rey y le refiri lo que haba pasado en su presencia. Y el rey, dijo: Tengo que ver eso con mis propios ojos. Y mand llamar al pescador y le orden que volviera con cuatro peces iguales a los primeros, para lo cual le dio tres das de plazo. Pero el pescador march en seguida al lago, y trajo inmediatamente los cuatro peces. Entonces el rey dispuso que le dieron cuatrocientos dinares, y volvindose hacia el visir, le dijo: Prepara t mismo delante de m esos pescados. Y l visir contest: Escucho y obedezco. Y entonces mand llevar la sartn delante del rey, y se puso a frer los peces, despus de haberlos limpiado bien, y en cunto estuvieron fritos por un lado, las volvi del otro. Y de pronto se abri la pared de la cocina y sali un negro semejante a un bfalo entre los bfalos, o a un gigante de la tribu de Had, y llevaba en la mano una rama verde, y dijo con voz clara y terrible: Oh peces! oh peces Segus sosteniendo vuestra antigua promesa? Y los peces levantaron la cabeza desde el fondo de la sartn, y dijeron Cierto que s, cierto que s. Y declamaron a coro estos versos:

Si t vuelves hacia atrs, nosotros volveremos! Si t cumples tu promesa, nosotros cumpliremos