Miguez Bonino, Jose - La Fe en Busca de Eficacia[1]

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AGORA

DE EFICACIAJ.MGUEZ BONINO

Jos Mguez Bonino

La fe en busca de eficaciaUna interpretacin de la reflexin teolgica latinoamericana de liberacin

AGORACrtica Religin Sociedad

Ediciones Sigeme - Salamanca 1977

Contenido

Prefacio Introduccin

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I.

UNA NUEVA CEPA DE CRISTIANOS?

1. 2. 3. 4.

Ms all del colonialismo y del neocoloniaiismo El descubrimiento de nuestra realidad El despertar de la conciencia cristiana La teologa de la liberacin

23 43 62 85

II.

REFLEXIN CRTICA

5. Ediciones Sigeme, 1977 Apartado 332 - Salamanca (Espaa) ISBN 84 - 301 - 0451 - 8 Depsito legal: S. 66-1977 Imprime: Grficas Europa Snchez Llevot, 1. Telf. -22 22 50. Salamanca 1977 6. 7. 8.

Hermenutica, verdad y praxis Amor, reconciliacin y conflicto Reino de Dios, utopa y compromiso histrico Iglesia, pueblo y vanguardia

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Prefacio

En el prefacio de la edicin original en ingls de esta obra mencionaba las dos razones que me hacan vacilar en publicarla. Una, el rpido giro de los eventos histricos que fcilmente desubican la reflexin; el otro, el xito de la teologa de la liberacin en el mercado nordatlntico, que amenaza convertirla en un nuevo producto de buena salida. En lo que hace a lo primero, el problema es an ms grave en estos momentos, pues se consolida cada vez ms en Amrica latina una ideologa y una configuracin de poder que replantea en diversos terrenos las prioridades y caractersticas de la lucha por la liberacin y consiguientemente, la reflexin que brota de esa praxis. Esta revisin de instancias analticas, ideolgicas y tericas apenas est incohada: no era, pues, posible intentar actualizar esta obra en esa direccin. En lo que toca a las fortunas de la teologa de la liberacin en el mundo, en cambio, el boom inicial va cediendo paso a reservas, advertencias, cuando no a una determinada oposicin. En algunos niveles eclesisticos, dentro y fuera de Amrica latina, se ha lanzado una campaa concertada de des-autorizacin y condenacin. No es ste el momento o el lugar para profundizar la dinmica de tales actitudes. En un sentido, cabe recibirlas con alegra y gratitud. En cuanto se trata de preguntas crticas dirigidas de buena fe en el esfuerzo por comprender, corregir, profundizar, forman parte de un mismo esfuerzo y no pueden sino ser fecundas. Las campaas de detraccin, basadas a veces en tergiversaciones ms o menos intencionadas y las maniobras destinadas a quitar espacio a los telogos de la liberacin,

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no hacen sino manifestar la realidad del conflicto histrico, el hecho de que es ms que una mera teora o especulacin lo que est en juego. Es por eso que, pese a su des-actualizacin, no me ha parecido del todo intil volver a dar a la imprenta esta obra que fue originalmente un intento de presentar al mundo de habla inglesa la nueva reflexin teolgica latinoamericana en relacin con las condiciones que la haban posibilitado y suscitado. No nos interesa primordialmente la teologa de la liberacin como una escuela teolgica. No ha intentado serlo nunca. En la medida en que involuntariamente lo haya sido, o se la considere como tal, posiblemente ya haya comenzado su ocaso. Pero en la medida en que se trata de una tarea, la luoha por la liberacin, que nos confronta con tanta o mayor urgencia que hace cinco o diez aos aunque en condiciones tal vez distintas de ninguna manera ha pasado su hora. La reflexin crtica y comprometida de los cristianos que han hecho suya esta tarea y que la entienden como testimonio concreto a la libertad que nos ha sido prometida en Jesucristo, contina siendo prioritaria en Amrica latina. Tomar diversas formas, tendr lugar en diferentes contextos. Pero se esforzar siempre tras esa unidad que es siempre una tarea, una oracin y una esperanza: la estatura plena de una humanidad madura, tal como se dio en Jesucristo. Al traducir al castellano tarea extraa para el autor, que vuelve a encontrarse con su trabajo como un objeto que le es ya un tanto extrao no he podido resistir la tentacin de cambiar, reducir o ampliar aqu y all el texto ingls original. Tal vez las modificaciones reflejen a veces los desplazamientos en el pensamiento del autor y otras los de la situacin. En todo caso, no se trata de una verdadera revisin, lo que habra requerido prcticamente una nueva obra. Con sus deficiencias, por lo tanto, entregamos estas pginas al pblico de nuestra propia lengua, en la esperanza que sea de alguna utilidad en el largo camino que el reino de Dios marca en la historia, en marcha hacia su consumacin. Buenos Aires, Argentina Julio de 1976JOS MGUEZ BONINO

Frente a la evolucin actual del imperialismo del dinero, debemos dirigir a nuestros fieles, y plantearnos nosotros mismos la advertencia que dirigi a los cristianos de Roma el vidente de Patmos frente a la cada inminente de esa gran ciudad prostituida en el lujo gracias a la opresin de los pueblos y al trfico de los esclavos: Salid, pueblo mo, partid: no sea que solidarios de sus faltas, vayis a padecer sus plagas (Ap 18, 4) 1 . El prrafo citado centra la apelacin de un documento singular, emitido en agosto de 1967 por dieciocho obispos de Asia, frica, Europa oriental y Amrica latina. Varios rasgos se destacan en el Mensaje. Nacido en el nordeste brasileo, no se inicia con una afirmacin doctrinal o eclesistica sino con una caracterizacin de la ubicacin geo-social de sus autores: obispos de algunos de los pueblos que se esfuerzan y luchan por su desarrollo y pasa a caracterizar esta situacin de tercer mundo como resultado de la opresin y explotacin interna y externa. El tema central del documento, sin embargo, es el necesario trnsito de un orden socio-econmico al que considera injusto

1 Mensaje de obispos del tercer mundo. Citamos de la publicacin La iglesia latinoamericana y el socialismo, de INDAL (Information Do cumentaire d'Amrique Latine), Lovaina 1973, dossier 8, pg. 28, par. 7.

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y perimido por ser ya incapaz de proveer las condiciones necesarias para una vida humana digna, a otro, ms solidario y fraternal. Dos principios doctrinales bsicos rigen la posicin de los signatarios del Mensaje frente a esta coyuntura histrica. Por una parte, la trascendencia del evangelio y de la iglesia los lleva a afirmar la libertad de la iglesia frente a cualquier orden poltico, social o econmico: La iglesia no est casada con ningn sistema, cualquiera que ste sea. Por otra, la pertinencia del evangelio para la vida total del hombre mueve a la iglesia a apoyar en determinado momento histrico al sistema poltico, social y econmico que, en un momento de la historia, asegura el bien comn o, al menos, cierto orden social. Estas afirmaciones no se quedan, sin embargo, en un plano meramente formal y doctrinario; se les da, por el contrario, nombres concretos. La iglesia no est ligada con ningn sistema, y menos con 'el imperialismo internacional del dinero'. Es especficamente el capitalismo, en su estadio actual de expansin imperialista, el que deja de asegurar el bien comn en beneficio del inters de unos cuantos. Por lo tanto, la iglesia debe separarse del sistema inicuo, presta a colaborar con otro sistema mejor adaptado a las necesidades del tiempo, y ms justo. Este sistema es el socialismo, al que juzga menos alejado de esta moral [de los profetas y del evangelio], mejor adaptado a nuestro tiempo y ms conforme con el espritu del evangelio. Los obispos no ignoran, al lanzar su mensaje, los problemas que su decisin plantea. Tratan de prevenir claramente que su opcin fundamental no es ideolgica ni poltica: Nuestra nica fuente es la palabra del que habl a los profetas y a los apstoles. Saben, adems, que el socialismo que apoyan no es un fenmeno homogneo ni unvoco, ni exento de debilidades. No se entregan a una descripcin pormenorizada del sistema sino que concentran su preocupacin en dos puntos: la justa distribucin de los bienes y una humanidad nueva donde el honor no pertenece al dinero acumulado entre las manos de unos pocos, sino a los trabajadores, obreros y campesinos. El repudio al capitalismo y el apoyo al socialismo constituye

para estos obispos la vez el punto de llegada de un largo camino, desde la Rerum novarum d Len x m , en el curso del cual la iglesia se plante y sufri agudamente la problemtica creada por la moderna sociedad industrial, el surgimiento del proletariado y los proyectos socialistas. Pero es a la vez un pun j to de partida para una nueva relacin con un orden temporal, que requiere re-pensar elementos teolgicos, estructurales y pastorales. Inmensa tarea que no puede sino llevar tiempo, conducir por terreno resbaladizo y demandar enormes esfuerzos. No es, sin embargo, como el mismo documento lo seala, una demanda indita para los cristianos, que han vivido el trnsito del imperio al feudalismo y de ste a la sociedad capitalista-burguesa. San Agustn, santo Toms, y otros cristianos que trataron de responder reflexivamente a las perplejidades de estos trnsitos, no fueron ajenos a las denuncias, los cuestionamientos y las imprecisiones que acosan a quienes creen hallarse hoy en una coyuntura similar. Lo que importa fundamentalmente, sin embargo, es saber si en verdad se justifica esta interpretacin de nuestra hora y por consiguiente, si el llamamiento de los dieciocho obispos constituye una autntica palabra proftica o una seduccin. Es la opcin capitalismo/socialismo la encrucijada por la cual pasa inevitablemente hoy con hoy el peregrinaje del testimonio de Jesucristo en la historia? Fue probablemente en el Ghile de la Unidad Popular donde, la pregunta se plante con mayor urgencia y radicalidad. Haba iniciado la sociedad chilena un camino singular de trnsito al socialismo, y lo haba hecho bajo una alianza de fuerzas fundamentalmente marxistas. La iglesia catlica chilena, por su parte,' era la que primero haba tomado conciencia en el continente, aun a nivel jerrquico, de la nueva problemtica socio-polticoeconmica. Cmo responder al desafo concreto que ahora se le planteaba? En abril de 1972, mientras la I I I U N C T A D discuta, un tanto estrilmente, los distorsionados trminos del intercambio entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado, en la misma ciudad de Santiago de Ghile, casi calle por medio, cuatrocientos cristianos latinoamericanos se reunan en un anlisis radicalmente distinto de algunos de los mismos problemas. Su apoyo

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bsico salvo discrepancias analticas y tcticas al programa de la Unidad Popular era evidente. Haba all catlicos y protestantes, sacerdotes, monjas, un par de obispos, pastores y laicos, lderes campesinos, estudiantes y profesores universitarios. La reunin se titul Cristianos por el Socialismo y defini en estos trminos su propio carcter:.. .cristianos que a partir del proceso de liberacin que viven nuestros pueblos latinoamericanos y de nuestro compromiso prctico y real en la construccin de una sociedad socialista, pensamos nuestra fe y revisamos nuestra actitud de amor a los oprimidos 2 .

Si nos referiremos frecuentemente a las posiciones asumidas por la reunin de Santiago, es porque consideramos que ella subraya con particular fuerza la problemtica y las decisiones que el trnsito (el paso, la pascua) requerido por el llamamiento de los obispos del tercer mundo trae aparejados. Se trataba, indudablemente, de una reunin de gente comprometida. La mayor parte se haba pagado su propio traslado a Santiago, en los medios ms econmicos de transporte. Venan de las villas de emergencia, de los cinturones industriales de las grandes metrpolis latinoamericanas o de los grupos estudiantiles; tenan experiencia de las luchas de campesinos, obreros y estudiantes. No pocos llevaban an las marcas de persecuciones, crcel y torturas. Estaban claramente dedicados a un propsito: la transformacin de la sociedad latinoamericana, por un cambio revolucionario, hacia una sociedad socialista. Haban llegado para buscar las formas de apoyarse, animarse y ayudarse mutuamente en el camino hacia esa meta, para explorar y profundizar juntos su comprensin y entrega a esa tarea.2 Documento final, introduccin. El Documento final y la documentacin del encuentro han sido publicados en el informe oficial, Cristianos por el Socialismo (Santiago de Chile 1972), del cual citamos, siguiendo la numeracin de los prrafos. El documento est incluido tambin, junto con otra documentacin en el dossier de INDAL citado anteriormente y en el peridico Cristianismo y Sociedad (Montevideo) 31/ 32 (1972).

A medida que, uno tras otro, los participantes exponan, durante los primeros das de la conferencia, las luchas por la liberacin en sus distintos pases, se desplegaba un cuadro de necesidad, opresin, sufrimiento y represin s . Pero no de desesperanza o impotencia. Tras la tristeza por tanto dolor considerado innecesario y la indignacin por un sistema que sacrifica la vida y la dignidad de tantos millones, lata el gozo profundo y la alerta confianza de quienes no se estiman como combatiendo en vano sino librando una buena batalla. Sufrimiento, sin embargo... por amor de quin? Comunin... en qu nombre? Compromiso... con quin? Para algunos de los crticos la respuesta es fcil y definitiva: estos hombres se han entregado a una ideologa; han confundido el evangelio con la revolucin; han renunciado a la comunidad de fe en favor de la camaradera de los grupos y partidos polticos. El encuentro haba desencadenado, en efecto, desde su anuncio, una agitada polmica. Varios episcopados catlicos incluyendo el chileno se haban disociado de l. Movimientos derechistas, tanto catlicos como protestantes, lo haban denunciado en un lenguaje acre. Por otra parte, la prensa religiosa internacional segua la reunin con inters. Numerosos observadores norteamericanos y europeos se hallaban presentes. Uno de ellos salud la reunin como el evento ms significativo en la historia del cristianismo latinoamericano 4. Otro lo llam un salto cualitativo en la auto-comprensin del cristianismo occidental 5. Para los participantes no haba dudas en cuanto a la identidad cristiana de su compromiso. Los cristianos que se alinean por esta opcin decan encuentran las crticas y conflictos arriba mencionadosCristianos por el Socialismo, 67-174. Una discusin crtica de las reacciones y comentarios iniciales frente a la reunin se halla en Cristianismo y Sociedad, 33/34 (1972). 8 G. Girardi, Los cristianos y el socialismo; de Medelln a Santiago, en Cristianos por el socialismo: exigencias de una opcin, Montevideo 1973, 68.3 4

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Introduccin ...extraos y sorprendentes... Experimentan una renovacin evanglica. Redescubren y revalan todos los aspectos ms tradicionales del cristianismo... No slo no dejan de ser cristianos sino que experimentan, por el contrario, una profunda renovacin de su fe y de su compromiso cristiano6.

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Pospondremos para captulos posteriores la continuacin de este debate. Por el momento, nos interesa tomar conciencia de lo que implica esta nueva conciencia de lo cristiano. Qu es esta nueva especie de cristianos, como alguien los ha denominado? De dnde surgen? Cmo han llegado a la actitud que ahora sustentan? Cmo dan razn del evangelio y de su fe? Cmo explican su prctica en trminos de la fe cristiana?' La historia, tal vez, ser la que dictaminar si esta nueva forma de ser cristiano representa una genuna percepcin de la obra del Espritu santo en nuestra poca, una nueva edad en la marcha del evangelio a lo largo de la historia o un aborto de la profeca, un callejn sin salida de los tantos en que los cristianos se han encerrado a travs del tiempo. De hecho, cristianos y no-cristianos igualmente se ven obligados en Amrica latina a responder al desafo de esta nueva conciencia. Por su misma naturaleza no admite neutralidad; rehusa ser meramente asimilada a categoras tradicionales o ubicada junto a otros productos religiosos disponibles en el mercado. De ser cierta, exige una renovacin radical de la piedad, las instituciones eclesisticas, la disciplina y la teologa. S est errada, debe ser desenmascarada y expuesta porque amenaza subvertir o descarriar al menos a un significativo sector del cristianismo. El presente estudio se propone, pues, explorar este nuevo rumbo, en la conviccin de que se trata de un desafo fecundo y significativo para todos los cristianos, en todas partes, un autntico llamado a un dilogo urgente sobre la verdad y el poder del evangelio, que por primera vez los cristianos de Amrica latina dirigen a sus hermanos del resto del mundo. Abordaremos esta exploracin en dos etapas. En la primera, trataremos de dar una visin del nuevo rumbo desde dentro, P. Richard, El significado histrico^ de la fe cristiana en la praxis revolucionaria: Pasos 34 (1973) 4.

siguiendo su propia dinmica y en sus propios trminos. En la segunda parte, enfocaremos crticamente algunas de las cuestiones que este nuevo rumbo plantea a la reflexin teolgica. El autor desea considerarse como alguien que, aunque crticamente, comparte la problemtica y la bsqueda de quienes se han lanzado por este camino. El que lo haga crticamente, planteando constantemente preguntas, no es en este caso una restriccin o neutralidad sino ms bien un compromiso ms definido an, porque una conciencia crtica es de la esencia misma de la posicin que presentamos. No se trata, pues, de invitar al lector a un mero ejercicio intelectual o a una interesante excursin a algn rincn extico del paisaje cristiano, sino de desafiarlo a responder al llamado de Cristo que, creemos, llama hoy a su pueblo a un nuevo xodo, a un peregrinaje en la comprensin y la obediencia de la fe. La comprensin del significado de esta nueva toma de conciencia requiere, al menos, cuatro reas de anlisis. Ellas completarn la primera parte de este libro. El primer captulo procura ubicar histricamente al movimiento, contra el trasfondo de las etapas fundamentales de la historia del cristianismo en Amrica latina. La afirmacin de que no existe tal cosa como un cristianismo aparte o por encima de sus encarnaciones histricas concretas es una de las premisas del pensamiento que presentamos. Y estas concreciones se han dado en nuestro continente en dos proyectos histricos fundamentales: el colonialismo espaol, ligado al catolicismo romano y el neocolonialismo nordatlntico, relacionado con el protestantismo. El cristiano latinoamericano slo puede alcanzar una clara conciencia de s mismo en la medida en que descubre y analiza estas dos relaciones histricas de su fe y se ubica con respecto a ellas. En efecto, la primera ruptura en la nueva conciencia cristiana latinoamericana se manifiesta en la voluntad de desprenderse del cristianismo colonial y neocolonial, con todo lo que ello implica. Esta afirmacin presupone, sin embargo, un determinado anlisis de nuestra historia y de nuestro presente. Anlisis, por lo dems, hecho a base de categoras socio-polticas. Es esto lo que la nueva sociologa latinoamericana ha venido proponiendo

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en las dos ltimas dcadas. La reunin de Santiago lo expresaba en estos trminos:La construccin del socialismo no se hace con vagas denuncias o llamadas a la buena voluntad, sino que supone un anlisis que permita revelar los mecanismos que mueven realmente a la sociedad 7.

En el segundo captulo trataremos de resumir los aportes de este anlisis en cuanto inciden decisivamente en la opcin de fe-obediencia de los cristianos comprometidos. Este compromiso, a su vez, tiene un valor epistemolgico para la reflexin teolgica; abre las puertas a una nueva inteligencia de la fe. Y ello en dos sentidos. Uno, crtico: permite releer la historia de la piedad, la accin y el pensamiento cristiano mediante la lente del mtodo analtico escogido a fin de desenmascarar las instancias de una deformacin ideolgica del cristianismo como instrumento de opresin. Pero este aspecto no es un fin en s mismo; es la sombra de una decisin positiva:Grupos cada vez ms amplios de cristianos descubren la vigencia histrica de su fe a partir de su accin poltica en la construccin del socialismo y la liberacin de los oprimidos del continente. La fe cristiana se manifiesta as con una nueva vigencia liberadora y crtica 8 .

El tercer captulo de esta obra se destina a explorar esta nueva conciencia en algunas de sus manifestaciones a travs del continente. Pero no se trata de una accin puramente pragmtica, que pueda anexarse sin ms a cualquier interpretacin teolgica, sino de una praxis en el sentido cabal de incorporar una reflexin terica y revertir sobre la misma; en otros trminos, se trata de un compromiso total que hace posible y exige una labor radical del pensamiento teolgico. La seccin final de esta primera parte pasa sumariamente revista a algunas de las pri7 8

meras manifestaciones de esta nueva reflexin teolgica, que ha dado en llamarse teologa de la liberacin, procurando sealar a la vez su unidad y diversidad. Es posible establecer un dilogo significativo entre este nuevo rumbo y los temas teolgicos tradicionales? Ser, en todo caso, un dilogo crtico y polmico en muchos aspectos. Su dificultad no reside exclusivamente en la diferencia de instrumental analtico y de categoras teolgicas de uno y otro interlocutor sino principalmente la que emerge de las formas de conciencia y los compromisos concretos que (ms o menos conscientemente) informan el pensamiento teolgico. El dilogo debe, sin embargo, intentarse, no por diletantismo sino por la salud tanto de este nuevo camino como de la antigua cristiandad; salud que, sin duda, debe pagarse a alto precio, pero que a todo costo hemos de buscar. La segunda parte del libro procurar nuclear, en torno a cuatro focos teolgicos, algunas de las preguntas planteadas por el anlisis de esta nueva conciencia y reflexin: el problema hermenutico (la cuestin de la interpretacin del evangelio en nuestro tiempo), la relacin entre lucha y reconciliacin, la dimensin escatolgica (la relacin entre lo nuevo que se quiere construir mediante la accin poltica y lo nuevo que el evangelio promete) y la cuestin eclesiolgica (dnde se halla la iglesia?). Dedicaremos un captulo a cada uno de estos temas. Si en alguna medida este trabajo ayuda a los hermanosadversarios a entablar un verdadero dilogo-polmica, habremos realizado nuestro objetivo. Ojal que, ms importante an, el Hermano-Adversario que nos encuentra en su juicio y en su gracia, nos conduzca ms all del conflicto, no meramente en imaginacin y en palabras, sino en la realidad y la verdad.

Documento final, introduccin y parte I, 1.1; cf. parte II, 2.4. Ibid., parte I, 3.4.

\ I Una nueva cepa de cristianos?

1Ms all del colonialismo y del neocolonialismo

Hace ya varios aos la revista Time public una serie de impresionantes testimonios fotogrficos de la cristologizacin de la figura del Che (Ernesto) Guevara. Por ms de quince aos, todos hemos visto ese casi icono que pareca multiplicarse incesantemente para presidir salas de reunin estudiantiles, manifestaciones o dormitorios, como una especie de deidad tutelar de la juventud. Escuoh la identificacin cristolgica explcita por primera vez de labios de un joven cristiano latinoamericano, en la discusin que sigui a una representacin de un elenco vocacional. Quin es, pues, Jesucristo?, pregunt, entre confuso y escandalizado, uno de los espectadores. Para nosotros, respondi instantneamente uno de los actores, Cristo es el Che. No ha de sorprendernos, por cierto, el que la figura de Cristo asuma el rostro de una persona real o imaginaria que en un momento histrico parezca resumir mejor lo que la religin cristiana o la humanidad ms plena representan, experimentan o anhelan. Ha ocurrido a lo largo de la historia. En Amrica latina estas identificaciones han sido muy comunes. Este o aquel misionero o sacerdote, el indio o el mestizo sufriente, cuando no algn personaje o imagen del confuso y siempre semipresente trasfondo religioso indgena, han prestado sus rasgos a las representaciones de Jesucristo. Lo que es nuevo y un

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amo escandaloso, es que un grupo de cristianos eligiera para ese ol a un guerrillero y ms an, a alguien que con toda conlencia y lucidez no se consideraba a s mismo cristiano sino un revolucionario marxista. Curiosamente, la extraa atraccin parece haber sido mutua. 'fi 3 1 ? ^ : ' n v o c a c i n religioso-humanista de Cristo, el cruel cado con sus hermanos, que (probablemente errneamente) e Je atribuyera, est la conocida frase: Cuando los cristianos e atrevan a dar un testimonio revolucionario integral, la revolucin latinoamericana ser invencible, ya que hasta ahora los cristianos han permitido que su doctrina sea instrumentalizada Por los reaccionarios. Extraa afirmacin para un marxista, Pues parece presuponer que la revolucin es un legtimo legado Para los cristianos, en tanto que la reaccin sera una distorsin Unstrumentalizacin) de su autntica fe. Eludiendo ahora el escabroso terreno de las interpretaciones de motivaciones subjeivas en unos y otro (los cristianos jvenes de la ancdota y Gueara mismo), podemos concentrar nuestra atencin en lo que esta convergencia significa para un nmero importante y creante de jvenes cristianos en Amrica latina. Creo que podra resumirse en tres afirmaciones: 1 Un Jesucristo que puede ser adorado y predicado aparue^ una toma de conciencia y un compromiso con la transforacion revolucionaria de nuestro continente, no tiene para nosros sentido o valor; en realidad, se torna nuestro enev ' l g t ' n t r S rrnunos> una poca, la de un cristianismo desmanado de la urgencia revolucionaria, ha pasado defintivaco Vivimos en la realidad socio-poltica: el lenguaje que lprei en OS Vi ( ? v ? ' ^as ffletas Enrique Uribe White, autor colombiano (p. 133), H. i in?, I ?, . legislador uruguayo (p. 207) y Manuel C. Ferraz, Juez brasileo (p. 235). El subrayado es nuestro.

evanglicos latinoamericanos y los relatos de los misioneros no dejan dudas de que el protestantismo acept esta tarea. Hay, sin duda, una gran distancia entre un evangelista fundamentalista, un educador presbiteriano y un inmigrante luterano alemn; su concepcin del papel cultural del protestantismo en Amrica latina, sin embargo, explcita o implcita, consciente o no, es bsicamente una y la misma. Su credo puede sintetizarse en la tersa frmula de un misionero que cumpli un largo y fecundo ministerio en estas tierras: El cristianismo, con su nfasis en el valor del individuo y la libertad del espritu humano bajo la disciplina de Dios, es el ms seguro fundamento para la libertad y la democracia que Amrica latina ansia... Esta respuesta slo se dar si las iglesias evanglicas estn dispuestas a utilizar todos sus recursos y avanzar... 12 . Como en la seccin correspondiente al catolicismo romano, tambin aqu debemos abstenernos, por razones de espacio y competencia, de intentar un cuidadoso anlisis del significado social, cultural y religioso del protestantismo para nuestro continente. Lo que ms importa a esta altura de nuestro argumento es percibir que jug un papel significativo, aunque de menor cuanta, en el proyecto liberal-modernizador que la mayor parte de los pases latinoamericanos intentaron llevar a trmino a partir de mediados del siglo pasado. Le dio aprobacin religiosa. Dios no estaba atado al mundo medieval, precientfico, feudal y aristocrtico. Era el Dios de la libertad, la cultura, la democracia y el progreso, el Dios a quien se honraba con la inteligencia, el trabajo y la honradez. Es cierto que el protestantismo reforz algunos rasgos tradicionales de nuestra cultura. Pero su ethos a n en sus formas conservadoras operaba en la direccin que hemos indicado. Cuando un pobre campesino o, ms frecuentemente, un obrero de las nuevas secciones industriales, se convierte al protestantismo, deja de beber, comienza a trabajar regularmente, establece12 W. Stanley Rycroft, Religin and faith in Latn America, Pfailadelphia 1958, 10.

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una familia, aprende a leer y escribir y, consiguientemente, gana status econmico y social. Sus hijos ascendern, con toda probabilidad, hacia los progresistas sectores medios de la sociedad. El protestantismo est as ligado al impacto ideolgico, cultural, econmico y poltico del Atlntico Norte que comienza en el siglo xix y contina hasta el presente. Tanto por su origen histrico como por su ethos, el protestantismo ingres en nuestro mundo latinoamericano como el acompaamiento religioso de la democracia liberal y la libre empresa capitalista, el aroma religioso del mundo burgus. El catolicismo romano, aferrndose con todas sus fuerzas al orden colonial tradicional y su continuidad conservadora, luch con todas sus fuerzas contra la invasin del mundo moderno. El suyo era, sin embargo, un empeo imposible por contradictorio: los intereses econmicos de sus aliados se tornaban, a medida que avanzaba el proceso, cada vez ms dependientes de los vnculos con el mundo nordatlntico. Las diferencias ideolgicas entre conservadores y liberales, entre partidos aristocrticos y democrticos, han ido perdiendo significado proporcionalmente a la unificacin de sus intereses econmicos. A partir de la segunda guerra mundial, cuando las masas entran en la arena social y poltica, conservadores y liberales se confundieron cada vez ms, congregados por la defensa del orden capitalista. La iglesia catlica, a su vez, comenzaba entonces una lenta maroha de conversin hacia los valores de la sociedad moderna. El concilio Vaticano n fue el punto de llegada: democracia participatoria en la concepcin y el gobierno de la iglesia, participacin consciente en el culto, la libertad religiosa y la dignidad de la persona como valores cristianos fundamentales; sobre todo, la defensa de la autonoma de la cultura, de la ciencia y de los mbitos poltico y econmico. Algunas jerarquas latinoamericanas ms avanzadas (la chilena, por ejemplo) ya se haban movilizado en esa direccin. Luego de una larga guerra, el catolicismo romano y el protestantismo podan mancomunar sus fuerzas para sostener una sociedad democrtica, liberal y progresista en Amrica latina, una Amrica latina desarrollada que finalmente accedera a los niveles de bienestar y progreso caractersticos de la desarrollada comunidad nordatlntica. Esta era

una segunda y diferente cristiandad moderna, liberal, burguesa y democrtica. Una cristiandad, empero, que estaba destinada a ser cuestionada y perturbada aun antes de que lograra una clara conciencia de s misma. Y as retornamos a los cristianos post-neocoloniales de que hablamos al principio. Cmo ocurri la crisis? A medida que se desarrollaba el proceso de modernizacin, comenzaron a manifestarse cada vez con mayor fuerza los aspectos ms sombros del mismo. Amrica latina repentinamente percibi que haba sido verdaderamente incorporada al mundo moderno, pero no como un socio participante, llamado a jugar cada vez un papel ms significativo en la direccin de la empresa, sino como mero dependiente, destinado a permitir el permanente incremento de la ganancia del patrn. Retornaremos en el prximo captulo al anlisis de este fenmeno, pero debemos desde ya anticipar algunos elementos bsicos que son indispensables para comprender la nueva conciencia cristiana a la que nos hemos referido. El elemento definitorio de la nueva conciencia latinoamericana es haber percibido que nuestra emancipacin poltica de Espaa por ms justificada y necesaria que haya sido fue un paso en el camino de la expansin colonial y neocolonial anglosajona. La emancipacin de Espaa nos dej en disponibilidad como proveedores de materias primas primeramente y de mano de obra barata y mercados cautivos luego. Hacia 1870, dos citas de intervenciones en el parlamento britnico lo expresan con toda crudeza: Yo quiero, sosteniendo mi doctrina del libre cambio sealaba un primer ministro britnico hacer de Inglaterra la fbrica del mundo, y de Amrica, la granja de Inglaterra 1S. Argentina se dice que coment en otra ocasin un legislador es nuestra colonia menos gravosa; incluso sostiene su propio ejrcito de ocupacin. La verdad es que nuestro denominado proceso de modernizacin fue determinado y dictado por las conveniencias y necesidades de los amos de ultramar. La relativa diversificacin y

13 Citado por G. Beyhaut, Races contemporneas de Amrica latina, Buenos Aires 1964, 40.

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auto-suficiencia de una economa agraria fue reemplazada por el monocultivo de aquellos productos que las metrpolis requeran: Argentina fue destinada a producir carne y granos; el Brasil, caf; Ohile, salitre y cobre; los pases de Centroamrica, bananas; Cuba, azcar; Venezuela, petrleo. Y as sucesivamente, segn distintos momentos y necesidades. La red caminera y ferroviaria no se traz para lograr el desarrollo y la comunicacin interna o latinoamericana sino como una bomba de dos tiempos: en el primero, se concentraba la produccin del Pas en la gran ciudad portuaria escogida, y en el segundo se Ja bombeaba hacia la metrpoli de ultramar. La diferencia enr e ia fase britnica y la americana de este proceso responde a dos momentos distintos de la historia industrial, tecnolgica y econmica a los que corresponden sus respectivas hegemonas, ero^ el hecho bsico de la determinacin de toda nuestra economa y desarrollo por las necesidades y problemas de los amos Qe turno es en ambos casos el mismo. Las muy conocidas y tantas veces hipcritamente lamentadas y condenadas intervenciones polticas y militares, particularmente de los Estados unidos de Norteamrica en Amrica latina no son ms que las maniobras necesarias para la proteccin de esta relacin econmica. Amrica latina ha descubierto el hecho bsico de su dependencia. En l se concentra el significado del proyecto liberalmodernizador. Un segundo elemento es el desenmascaramiento del fraude de la democracia. Es verdad que nuestras constituciones nacionales incorporaron todas las formas de la democracia liberal, "ero stas siguieron tan extraas a la realidad de la vida del pueblo como lo haban sido en su tiempo las leyes de las Indias. Como aqullas, se acataban, pero no se cumplan. La estructura de clases de la colonia se prolong en las nuevas condiciones econmicas y sociales. Los lderes de la emancipacin y de la modernizacin miraban a Europa y a los Estados Undos y daban la espalda al interior de sus propios pases. All, indios y campesinos eran incorporados al proyecto liberal como simple mano de obra econmica para la nueva forma de produccin. Su condicin era, si cabe, peor que la que haban sufrido antes a manos de un rgimen paternalista que a veces po-

da ser ms o menos tolerante. La libertad de prensa, el libre comercio, la educacin, la poltica todos los logros del liberalismo eran privilegio de la lite. Para las crecientes masas latinoamericanas, la cosecha de un siglo de democracia liberal han sido la esclavitud, la desnutricin, el analfabetismo y posteriormente las migraciones forzadas, el desempleo, la explotacin, el hacinamiento y finalmente la represin cuando se atreven a reclamar sus derechos. La evaluacin a largo alcance del significado del proyecto liberal en la historia de Latinoamrica es un tema abierto. El autor piensa que, a su tiempo, ser necesario integrar en nuestra conciencia histrica tanto el pasado colonial como el neocolonial. Entonces podremos apreciar sus valores y contribuciones, negados, trasmutados y superados a la vez. En este momento, sin embargo, lo ms importante es comprender la gigantesca falacia de toda la empresa modernizadora, porque los esfuerzos por prolongar, consolidar y llevar a trmino esta lnea slo pueden crear mayor miseria y tragedia para nuestro continente. La falacia fundamental consiste en comprender y describir el ascenso de la riqueza y el poder de los pases nordatlnticos como un logro moral debido a ciertas condiciones de carcter y a los principios de la democracia, la libre empresa y la educacin. De all se deduce que cualquier pas que adopte estos principios y adquiera estas cualidades naturalmente se desarrollar de la misma manera. Ms recientemente se ha aadido la tecnologa y el planeamiento a este orden sagrado del desarrollo. Es bien cierto que nuestro continente no se desarrollar sin trabajo, responsabilidad, honestidad y democracia. Tampoco podremos hacerlo sin tecnologa y planeamiento. Lo que a menudo se ignora o se disimula es que el progreso de los pases nrdicos tuvo lugar en un momento particular de la historia y a favor de las posibilidades ofrecidas por los recursos de los pases dependientes. Desarrollo y subdesarroUo no son dos realidades independientes, ni dos etapas en un continuum sino dos fases interrelacionadas de un mismo proceso: el subdesarroUo latinoamericano es la sombra del desarrollo nordatlntico; el desarrollo de ese mundo se construye sobre el subdesarroUo del tercer mundo. Las categoras bsicas para comprender nuestra

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Una nueva cepa de cristianos?

Ms all del colonialismo y del neocolonialismo

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historia no son desarrollo y subdesarrollo sino dominacin : y dependencia. Este es el centro del problema. Retornaremos en el captulo prximo a una breve caracterizacin de la dinmica de dominacin y dependencia. En todo caso, si las afirmaciones que acabamos de hacer son en alguna medida adecuadas, la ideologa liberal bajo la cual se lanz el proyecto modernizador en Amrica latina por ms excelentes