MIGRACIÓN Y EMPRESARIALIDAD EN EL PERÚ

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1 MIGRACIÓN Y EMPRESARIALIDAD EN EL PERÚ Giovanni Bonfiglio Lima, 17 de setiembre 2014 En el Perú el surgimiento de grupos empresariales ha estado relacionado con el fenómeno migratorio. Si bien la relación entre migración y empresarialidad es un fenómeno mundial, aquí ha adquirido características peculiares, tanto por su dimensión como por su continuidad en el tiempo. Todos los estudios sobre la economía nacional han puesto en evidencia que el origen del empresariado peruano ha estado relacionados con migrantes, tanto externos como internos. Ello está relacionado con el hecho que la elite tradicional nativa ha estado imbuida de actitudes rentistas, además de estar más relacionada con roles políticos y de administración pública. Este sesgo se ha puesto de manifiesto desde la época colonial, cuando la élite española reservaba para sí las funciones de gobierno, dejando en manos de extranjeros las funciones de empresarialidad. A la base de este fenómeno no solamente ha habido un aspecto relacionado con las distintas funciones ejercidas, sino también con actitudes culturales: en efecto, la cultura de los conquistadores y posteriormente de la capa administrativa colonial estaba imbuida de valores contrarios a la creación de riqueza y más bien centrada en una actitud rentista, valores aristocratizantes que han sido transmitidos a la elite dominante del Perú republicano. Desde mediados del siglo XIX, cuando se dio inicio al desarrollo capitalista peruano a raíz del boom guanero, los empresarios más dinámicos han sido inmigrantes. En ese período se trató de inmigrantes europeos, que comenzaban con el pequeño comercio, para luego incursionar en otras actividades en mayor escala. En ese período se puso de manifiesto un rasgo central de la estructura social peruana: dada la estrechez del mercado laboral interno, no había posibilidad de absorber inmigrantes para actividades laborales dependientes; los migrantes que ingresaban libremente al país solamente podían surgir en la medida en que generaban su propio negocio. Este es un rasgo típico del Perú, a diferencia de otros países americanos, que atraían inmigrantes para actividades agrícolas o de manufactura. Aquí, ser inmigrante equivalía casi automáticamente a ser empresario, aunque no inmediatamente pero sí en el mediano plazo. Ello ocurrió no solo con europeos, sino también con grupos de inmigrantes que inicialmente estuvieron dedicados a actividades agrícolas. Es el caso de chinos y japoneses, que al cabo de algunas décadas de haber ingresado al país dejaron el campo para dedicarse a actividades empresariales urbanas. Factores que explican este fenómeno A la base de la rápida conversión de los inmigrantes en empresarios hay varios factores. El principal está relacionado con la estructura económica peruana de mediados del siglo XIX, período en el que llegó la inmigración moderna al Perú. Al no existir condiciones para

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MIGRACIÓN Y EMPRESARIALIDAD EN EL PERÚ

Giovanni Bonfiglio Lima, 17 de setiembre 2014 En el Perú el surgimiento de grupos empresariales ha estado relacionado con el fenómeno migratorio. Si bien la relación entre migración y empresarialidad es un fenómeno mundial, aquí ha adquirido características peculiares, tanto por su dimensión como por su continuidad en el tiempo. Todos los estudios sobre la economía nacional han puesto en evidencia que el origen del empresariado peruano ha estado relacionados con migrantes, tanto externos como internos. Ello está relacionado con el hecho que la elite tradicional nativa ha estado imbuida de actitudes rentistas, además de estar más relacionada con roles políticos y de administración pública. Este sesgo se ha puesto de manifiesto desde la época colonial, cuando la élite española reservaba para sí las funciones de gobierno, dejando en manos de extranjeros las funciones de empresarialidad. A la base de este fenómeno no solamente ha habido un aspecto relacionado con las distintas funciones ejercidas, sino también con actitudes culturales: en efecto, la cultura de los conquistadores y posteriormente de la capa administrativa colonial estaba imbuida de valores contrarios a la creación de riqueza y más bien centrada en una actitud rentista, valores aristocratizantes que han sido transmitidos a la elite dominante del Perú republicano. Desde mediados del siglo XIX, cuando se dio inicio al desarrollo capitalista peruano a raíz del boom guanero, los empresarios más dinámicos han sido inmigrantes. En ese período se trató de inmigrantes europeos, que comenzaban con el pequeño comercio, para luego incursionar en otras actividades en mayor escala. En ese período se puso de manifiesto un rasgo central de la estructura social peruana: dada la estrechez del mercado laboral interno, no había posibilidad de absorber inmigrantes para actividades laborales dependientes; los migrantes que ingresaban libremente al país solamente podían surgir en la medida en que generaban su propio negocio. Este es un rasgo típico del Perú, a diferencia de otros países americanos, que atraían inmigrantes para actividades agrícolas o de manufactura. Aquí, ser inmigrante equivalía casi automáticamente a ser empresario, aunque no inmediatamente pero sí en el mediano plazo. Ello ocurrió no solo con europeos, sino también con grupos de inmigrantes que inicialmente estuvieron dedicados a actividades agrícolas. Es el caso de chinos y japoneses, que al cabo de algunas décadas de haber ingresado al país dejaron el campo para dedicarse a actividades empresariales urbanas. Factores que explican este fenómeno A la base de la rápida conversión de los inmigrantes en empresarios hay varios factores. El principal está relacionado con la estructura económica peruana de mediados del siglo XIX, período en el que llegó la inmigración moderna al Perú. Al no existir condiciones para

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el ingreso de trabajadores dependientes, solamente podían ingresar inmigrantes que generaran su propia empresa. A diferencia de la inmigración que se dio en otros países como Estados Unidos o Argentina, donde había un mercado de trabajo para trabajadores dependientes (en el campo y en la ciudad). En esos países llegó una migración de la masa, proletaria, dispuesta a laborar en cualquier oficio. En el caso de los inmigrantes europeos este aspecto fue muy claro: los europeos pobres no podían ingresar al Perú por una razón estructural, ya que los salarios que se pagaban aquí eran inferiores a los que se pagaban en su lugar de origen. Las excepciones son los casos de colonización agrícola, que fueron muy limitados y se truncaron rápidamente, como sucedió con los alemanes que debieron ser asentados en Pozuzo debido a la imposibilidad de darles empleo en la costa. Por eso se puede decir que la inmigración europea en Perú ha sido una inmigración de empresarios. Gente que, si bien al inicio se dedicaba a oficios modestos, al cabo de una generación había creado múltiples empresas, que con el pasar del tiempo crecieron hasta abarcar todas las actividades económicas, sobre todo las más dinámicas. De ahí que por mucho tiempo en el sentido común de los peruanos, se inmigrante era casi sinónimo de empresario. Otro factor, que en realidad ha sido menos estudiado y explorado, son las motivaciones personales de los inmigrantes. Se trata de aspectos de orden psicológico y conductual. Es que la situación de migración genera un efecto de desagarro y de stress psicológico, que es compensado mediante la dedicación al trabajo, con esfuerzo abnegado y afán de ascenso económico mediante la búsqueda de oportunidades y una actitud de innovación. Estas actitudes suponen dejar de lado el afán de consumo inmediato, para privilegiar el ahorro productivo; suponen frugalidad en el consumo y dejar de lado una actitud de goce de la vida; en cierto modo hay una “renuncia” al bienestar inmediato en aras del progreso. Mientras que en la población nativa ha predominado una actitud de consumo y de disfrute inmediato. En gran parte ello era dictado por la necesidad de mantener un “status” alto, heredado de la vieja clase dominante que tenía un estilo de vida aristocrático. Ese status y estilo de vida solo podía mantenerse en base al uso de privilegios y prebendas políticas, cosa que los inmigrantes no tenían, justamente por ser extranjeros. Los inmigrantes no tenían status que defender, sino por conquistar, de ahí que no les importaba comenzar “desde abajo” y desempeñar oficios o actividades que a los ojos de la cultura tradicional eran ocupaciones inferiores. Paralelamente, hay factores relacionados con las características culturales y de rasgos del “capital humano” de los inmigrantes. Básicamente referidas a capacidades de gestión que traían como parte de su bagaje cultural. Ello ha sido un fuerte factor que explica el rápido progreso de inmigrantes, todos ellos provenientes de lugares donde las capacidades de gestión se habían moldeado históricamente luego de siglos de desarrollo mercantil. Este aspecto está relacionado a su vez con el rasgo estructural que hemos mencionado al inicio: los que venían aquí eran los menos pobres de sus países de origen, y por tanto los que tenían un bagaje cultural más alto. Eran los más aventureros y con más capacidades de emprendimiento. Muchos de ellos pertenecían a capas empresariales que se desplazaban no porque eran “expulsados” de sus países,

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sino porque eran “atraídos” por las posibilidades de realización empresarial en un país que se abría a los negocios, como el Perú. Por lo menos en el caso de la inmigración europea, predominaron los factores de atracción hacia el Perú, antes que los factores de expulsión de sus países de origen. Por eso la migración europea al Perú ha sido reducida en comparación con la que se dirigió a otras latitudes. En otras palabras, solo ingresaban aquí los que podían convertirse en empresarios. Los europeos que migraban y no tenían aptitudes empresariales, no venían aquí o se regresaban luego de un fracaso inicial. El conjunto de estos rasgos ha configurado una situación peculiar en el empresariado peruano hasta la primera mitad del siglo XX: ha estado compuesto mayormente por extranjeros o por sus descendientes. Un estudio realizado en 1969, indicaba que el 52% de los industriales peruanos eran descendientes de inmigrantes, la mitad de primera y la otra mitad de segunda generación (Wills 1979). Sin duda ese porcentaje era mayor si se consideraba los empresarios peruanos con influencia de inmigrantes desde generaciones anteriores. La importancia de los “pioneros” de cada flujo migratorio (el tamaño del flujo migratorio cuenta) Hay otro elemento que explica la rápida conversión de migrantes a empresarios. En realidad los que migran al inicio de todo proceso migratorio son los más aventureros y aunque no tengan dinero son los que tienen mayor capital humano, es decir recursos intangibles que son muy poderosos. Es conocido el hecho que los primeros en inaugurar los procesos migratorios son los menos pobres de su lugar de origen. En el Perú tenemos varios ejemplos de esto: los primeros migrantes internos son los menos pobres de su lugar de origen (Raffo 2011). Ello explica el ascenso que logran, una vez instalados en las ciudades. Un ejemplo concreto es el que se ha dado en el distrito de Los Olivos, en el cono norte de Lima. Los primeros en llegar ahí fueron los numerosos ancashinos que salieron de su departamento a raíz del terremoto de 1970. Entre ellos estaban numerosos muchos de las capas medias Ancash que debieron salir a raíz del terremoto de mayo 1970, no eran los más pobres de esa región. Eran medianamente instruidos y al llegar a Lima pudieron desplegar sus capacidades, posibilitando en algunas décadas el “boom” del cono norte de Lima. Una situación parecida es la que se dio con el inicio de la migración de peruanos al exterior, proceso que inició en la década de 1970 y estaba compuesta por profesionales y elementos de clase media, que en muchos casos tenían experiencia de gestión empresarial. Esa primera oleada migratoria peruana al exterior salía por la crisis económica que se dio a mediados de la década de 1970 o como consecuencia de las reformas hechas que expropiaron a numerosos empresarios (como consecuencia de la Reforma Agraria muchos empresarios agrarios migraron a Ecuador y Venezuela). En ese grupo de “pioneros” de la migración peruana al exterior encontramos los mayores casos de éxito y de emprendedurismo. Estos ejemplos sirven para entender lo que sucedió en Perú a mediados del siglo XIX, cuando empezaron a llegar inmigrantes al país. Los que llegaron en ese período eran

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los “pioneros” de la emigración europea. Era un flujo reducido y selectivo; no era un flujo masivo de migrantes. Los migrantes que llegaban acá en esa época eran los menos pobres de su lugar de origen y los relativamente más instruidos. Eran los que podían costearse un pasaje más caro en comparación con el que se debía pagar para ir a las costas del Atlántico. Debían pasar por el Cabo de Hornos o por el estrecho de Magallanes, lugares muy difíciles de transitar, por donde pasaban solo los marinos más aventureros y expertos. Hay que considerar que en esa época se viajaba en veleros, la navegación a vapor se masificó solo desde la década de 1880. Otra ruta seguida por los “pioneros” que llegaban desde Europa era el trasbordo del istmo de Panamá, que era también costoso y enfrentaba riesgos. Esas dificultades geográficas constituían una suerte de “filtro”, de modo que los llegaban aquí eran los más capaces y aptos para llevar a cabo emprendimientos propios. Entonces tenemos que los “pioneros” de cada proceso migratorio son los que más rápidamente se convierten en empresarios. El Perú ha sido siempre un país que ha atraído “pioneros”, que formaban parte de reducidos flujos migratorios. Nunca llegaron flujos masivos de inmigrantes, como fue en el caso de Brasil o Argentina. Aquí la escasez de tierras agrícolas y la falta de un mercado de empleo urbano impedía la llegada de muchos migrantes. Por eso los alemanes que llegaron en 1853 debieron ser enviados a Pozuzo, en plena selva. Lo mismo sucedió con campesinos italianos llegados en 1875, que fueron enviados a Chanchamayo. En la costa y en las ciudades no había lugar para ellos (Bonfiglio 2001). Por otro lado, junto a las posibilidades de generación de empresas, para los inmigrantes había también posibilidades de inserción en actividades técnicas, profesionales y artísticas, que eran poco ofrecidas por elementos locales. Con la inmigración asiática que llegó al Perú tenemos una situación distinta: no llegaron como parte de un flujo migratorio espontáneo, sino como mano de obra contratada1. Inicialmente no eran propiamente “pioneros” al igual que los inmigrantes europeos. Sin embargo, una vez que abandonaron el campo y se instalaron en las ciudades, se convirtieron rápidamente en “pioneros”, es decir, hombres libres que pudieron desplegar sus capacidades. Ellos también se convirtieron rápidamente en empresarios, siguiendo el mismo itinerario ocupacional y empresarial que los europeos que llegaron a las ciudades cincuenta años antes, a mediados del siglo XIX. De ahí que, ya a inicios del siglo XX los “italianos de la esquina” fueron reemplazados por los “chinos de la esquina”. También los migrantes japoneses, una vez que dejaron las labores agrícolas para las que inicialmente fueron contratados, pudieron empezar desde pequeños negocios, bodegas y bazares; posteriormente pudieron diversificarse y ascender. Hicieron lo mismo que los “pioneros” europeos, pero 50 años después. Eso mismo se dio con los “pioneros” peruanos, migrantes internos, que siguieron el mismo itinerario ocupacional que los pioneros externos, pero 100 después. Ellos llegaron en un contexto distinto, no encontraron un territorio “virgen” para los negocios como el que había en el siglo XIX. Otra diferencia sustancial es que ellos han sido parte de un flujo migratorio que rápidamente adquirió características de flujo masivo, por lo tanto

1 La inmigración asiática ha sido estudiada por diversos autores, me limito a mencionar los trabajos de

Humberto Rodríguez, Fernando de Trazegnies, Amelia Morimoto, Chikako Yamawaki, entre otros.

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con menores posibilidades de “absorción”, cosa que en buena medida condicionó el hecho de mayor informalidad en las actividades económicas y empresariales de estos migrantes, pues de haber sido “formales”, difícilmente hubieran podido ser absorbidos en el estrecho mercado interno. De ahí el gran mérito de los migrantes internos peruanos, provincianos que se convirtieron en empresarios y que han posibilitado el boom económico peruano de los últimos años, muchas veces siguiendo caminos inéditos y distintos, justamente porque debieron enfrentar situaciones novedosas y tenían un bagaje cultural distinto que los otros “pioneros”. Los migrantes internos se han convirtieron en empresarios a su estilo, pues cada grupo de pioneros ha tenido un estilo peculiar de desenvolverse (Córdova 2010; Adams y Valdivia 1991). Sobre este aspecto hay diversos estudios, entre los cuales se puede mencionar los de Hernando de Soto y los de Rolando Arellano. Así como numerosos estudios de casos que recientemente han proliferado en las tesis de universidades, como por ejemplo los casos de los Flores de Huancavelica o los Añaños de Ayacucho, para mencionar los casos más conocidos. La idea que cabe destacar es que las enormes dificultades enfrentadas por los migrantes internos los obligaron a ser informales. Desde este punto de vista la informalidad tuvo un aspecto positivo y fue en cierto modo el “costo” que como sociedad hemos debido pagar para incluir al masivo flujo migratorio interno de mediados del siglo XX. Es que el tamaño del flujo migratorio cuenta, si es reducido puede ser “absorbido” fácilmente, pero si es masivo obliga a situaciones de informalidad. En tal sentido, cabe recordar que los flujos inmigratorios externos no han sido nunca masivo, sino siempre reducidos y selectivos, con la excepción de la migración china de mediados del siglo XIX. Los que inmigraban al Perú solamente podían ingresar en la medida en que podían generar su propio empleo, de ahí su conversión a empresarios. La falta de un mercado de trabajo condicionaba este carácter “estructural” de la migración externa. El “efecto tijera” Si consideramos el conjunto de factores expuestos, que explican la rápida conversión de los inmigrantes en empresarios y su consiguiente ascenso económico, podemos entender que ha habido un “efecto tijera”, en el sentido que rápidamente se generó una situación de diferenciación económica entre la población nativa y la inmigrante. En un país como el Perú, donde a mediados del siglo XIX la mayor parte de la población era pobre y con escasas posibilidades de llevar a cabo emprendimientos, llegaban los menos pobres de otros países que a su vez ascendían rápidamente, gracias a sus capacidades empresariales. Este ha sido un rasgo central del desarrollo capitalista del Perú, que permitía un rápido ascenso de inmigrantes, mientras que la población nativa estaba dividida entre una élite venida a menos pero conservando un estilo de vida aristocratizante, y el grueso de la población dedicada a actividades económicas intermedias o de mano de obra barata en las ciudades o el campo, y un grueso de población rural en situación de sobrevivencia.

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Este “efecto tijera” ha ahondado las diferencias sociales al interior de la sociedad peruana. Esta situación se ha dado por mucho tiempo, por lo menos hasta mediados del siglo XX. De ahí que el nacionalismo peruano, surgido con fuerza desde la década de 1920, haya puesto énfasis en la concepción según la cual la burguesía peruana era extranjerizante o que el desarrollo capitalista llevaba inevitablemente a la desnacionalización del país. El conjunto de empresarios peruanos han sido en realidad “pioneros” de procesos migratorios. Eso cuenta tanto para los migrantes externos como para los internos. Para ilustrar esta situación presentaré algunos casos de “pioneros” de origen italiano llegados a mediados del siglo XIX, cuyo comportamiento presenta numerosas analogías con el conjunto de los otros “pioneros”. El caso de los empresarios de origen italiano Los empresarios de origen italiano en Perú son una clara expresión de la situación descrita, quizás mejor que ningún otro sector de inmigrantes. A tal punto que la inmigración italiana que llegó aquí estuvo compuesta por empresarios en un porcentaje mayor que el que ha tenido en otros países. De hecho, el porcentaje de empresarios entre los migrantes italianos que llegaron al Perú ha sido bastante más alto del mismo grupo inmigrante que llegó a Argentina o Estados Unidos. Como en cada caso, hay aspectos específicos que tener en cuenta. Entre los inmigrantes italianos llegados en el siglo XIX cuenta muy fuertemente el origen regional que tenían: en su gran mayoría (aproximadamente 80%) eran provenientes de la región de Liguria, del nor oeste de Italia, cuya capital es Génova. Se trata de una región costera, con numerosos pequeños puertos y muy pocas tierras agrícolas. Desde antiguo la elite de esa región ha estado dedicada a la navegación y el comercio marítimo. Sus pobladores han sido navegantes y comerciantes que por siglos han recorrido los mares del Mediterráneo y fueron entre los primeros italianos en llegar a la América del sur, en función de su alianza comercial con España. En efecto, desde la época colonial, cuando en España escaseaban navegantes, capitanes y tripulantes de veleros, numerosos comandantes de barcos españoles eran genoveses. No fue una casualidad que el almirante que comandó la expedición que descubrió América haya sido un genovés y que el almirante que guió la flota del Pacífico fuera también un genovés, Giustiniani, quien luego de estar en Perú fundara Valparaíso. Cuando se instauró la República, siguieron llegando navegantes genoveses, que ya conocían los puertos de América del sur. Ellos llegaron siguiendo el itinerario marítimo que ya conocían sus antepasados y que habían “anclado” contactos en cada puerto. Al darse el incremento comercial como consecuencia del boom del guano en Perú, desde la década de 1840, los navegantes genoveses incrementaron su presencia aquí. Estos migrantes portaban consigo una capacidad empresarial moldeada en siglos de

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cultura comercial a lo largo de las costas del Mediterráneo. Al cabo de poco tiempo incursionaron en actividades comerciales al por mayor, y los que hacían más fortuna dominaban también el comercio de cabotaje, entre los puertos de la costa del país, en base a barcos a vela. Siempre atentos a las posibilidades de innovar y ampliar sus actividades, incursionaron en otras ramas de la economía, como agricultura, finanzas, servicios y eventualmente industrias. Además de la cultura comercial, la población de Liguria era portadora de una “cultura de la movilidad”, es decir se trataba de gente que desde muy antiguo se debía desplazar por el mundo, a diferencia de la población de otras regiones de Italia, donde la elite era terrateniente y no se movía de sus propiedades. En cambio, los genoveses debían siempre estar desplazándose por puertos del todo mundo occidental (a diferencia de los venecianos que se orientaron más hacia el este y era una potencia marítima enemiga de España). Para los genoveses los viajes marítimos era la única posibilidad de ampliar sus actividades, por eso en Liguria no hubo una aristocracia terrateniente como en otras regiones de Italia, más bien una aristocracia marinera (comerciante y financiera). Además de cualidades empresariales atávicas en la elite de esa región, el resto de la población se distinguía por su frugalidad en el consumo, disponibilidad al trabajo esforzado, condicionado por la falta de tierras cultivables. La conversión de capitanes de barco en capitanes de empresas Desde 1880 se dio una crisis de la industria naviera tradicional basada en veleros, dominada por genoveses. Esta crisis fue producida por el auge de la navegación a vapor, dominada por ingleses. Ante esa crisis los marinos genoveses no se amilanaron e innovaron sus actividades empresariales, es así que se dio la conversión de capitanes de barcos a capitanes de empresa. La analogía no es casual, en realidad la conducción de barcos a vela era una actividad de selección natural, pues sólo los más hábiles e intrépidos capitanes de barco podían navegar por el estrecho de Magallanes o el Cabo de Hornos. Por otro lado, la conducción de un barco es lo más análogo a la gestión de empresa, pues supone capacidad de gestión y manejo de personal. Los mayores empresarios italianos de la época pertenecían a familias de marinos y armadores de barcos: Piaggio, Isola, Gerbolini, Picasso, Denegri, para mencionar solo algunos. Incluso los que no eran capitanes de barco, sino simples grumetes a bordo, pudieron incursionar con éxito en la economía peruana. La navegación en barcos a vela había sido una escuela para todos ellos que les sirvió mucho una vez que se establecieron en tierra, pues tenían una capacidad de gestión que en Perú entonces escaseaba. Otro aspecto importante a señalar, es que también los marinos a bordo de los veleros que llegaban al Perú eran comerciantes natos. Ellos se embarcaban a bordo a cambio de una paga baja, pero con la condición que les permitieran ejercer el comercio de pacotilla. Ese era un derecho que desde muy antiguo se daba en el Mediterráneo: consistía en el hecho de permitir a cada marino llevar una cantidad de bienes que podía comerciar por su cuenta en cada puerto. De ese modo los armadores de barcos no gastaban mucho en mano de obra (ahorraban en salarios a los marinos de bordo) los cuales a su vez se “recurseaban” con el comercio de pacotilla. Es así que los

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marinos muchas veces desertaban de los barcos, si encontraban situaciones favorables a su establecimiento definitivo (o temporal) en los puertos donde atracaban los barcos. Por esa razón, muchos capitanes de veleros lígures debían llevar una tripulación de refuerzo, para reemplazar a los que iban desertando. Muchas veces no atracaban en los puertos, sino en la bahía, para evitar la deserción de marinos. Pero los migrantes ya asentados aquí, llegaban en bote hasta los veleros, para que sus paisanos de a bordo desertaran del barco con su pequeña carga de pacotilla. Esa es, por ejemplo, la razón por la cual los inmigrantes italianos en Chincha, Pisco e Ica, de mediados del siglo XIX, fueron marinos y tripulantes de barcos, provenientes de lugares desde donde se reclutaba tripulantes de veleros. Es que en el puerto de Pisco y Tambo de Mora llegaban los veleros que transportaban guano; era durante la carga de esos barcos que muchos marinos desertaban. Además de los valores propios de la empresarialidad y capacidad de adaptación ante los cambios, entre los inmigrantes había un fuerte sentido de confianza en la palabra empeñada y cumplimiento de pactos. Ello facilitaba los negocios entre ellos, que muchas veces se hacían sin mediar documentos. Estos valores han sido reconocidos recientemente como un aspecto central para el desarrollo de los pueblos, pues reducen los “costos de transacción”, es decir el intercambio de bienes y el funcionamiento de la economía de mercado. Este conjunto de valores, junto a la ya mencionada empresarialidad y capacidad de adaptación constituyen una especie de “capital no tangible” (también denominado capital social), que era el mayor recurso que estos inmigrantes trajeron al Perú, pues no vinieron con dinero para invertir. Desarrollaron sus capitales en base a acumulación nacional, no fue inversión externa como en el caso de los ingleses. Entre este último grupo predominaban funcionarios de firmas comerciales, por eso hay menos empresarios de origen inglés en el Perú. Es importante señalar que el capital social es un bien colectivo, que se acumula y se transmite de generación en generación. Se puede afirmar que parte del “capital social” o de la capacidad empresarial que actualmente hay en Perú es de origen externo. Los inmigrantes han constituido numerosas empresas que son un activo del Perú hasta hoy. Hay que destacar también que las empresas creadas por los inmigrantes italianos han sido, desde el inicio, empresas peruanas, pues han sido constituidas con capitales acumulados localmente. Además, como veremos en los casos que expondremos, han dado lugar a muchas otras empresas. La evolución, diversificación y ascenso de los inmigrantes Los inmigrantes italianos que llegaron a mediados del siglo XIX comenzaron con pequeños negocios, la mayoría de las cuales eran “pulperías”, el nombre que recibían negocios donde se vendía de todo, y estaban ubicados en las esquinas de las principales ciudades del país. Esta situación dio lugar a la expresión del “italiano de la esquina”, muy conocida hasta hace algunas décadas. Estos inmigrantes evolucionaron, crecieron en su giro de negocios y diversificaron sus intereses.

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La evolución económica de estos inmigrantes llegaba a su culminación cuando alcanzaban escalones altos en las actividades comerciales, agrícolas, industriales o financieras. Algunos indicios muestran que en la coyuntura económica posterior a la guerra del Pacífico se dieron condiciones de ascenso económico para algunos empresarios, al mismo tiempo que significó la quiebra para otros. En realidad en la economía peruana se dio un profundo proceso de reestructuración económica y empresarial desde mediados de la década de 1880. Ya desde la década de 1870, la grave crisis fiscal, que había obligado a la circulación forzosa del billete fiscal, había hecho fracasar numerosas empresas. Por otro lado, los efectos de la guerra del Pacífico (saqueos, cupos de guerra, etc.) habían hecho quebrar numerosas empresas. La economía peruana de mediados de la década de 1880 se encontraba en ruinas. Los que sobrevivieron a esa catástrofe se encontraron en condiciones de poder recuperar sus actividades e incrementarlas. Un aspecto importante que significó la posibilidad de diversificación (y rápido ascenso económico), fue sin duda la reestructuración de la propiedad de la tierra en la costa peruana. En esos años el capital financiero invirtió en la producción de algodón y caña de azúcar, para atender las demandas del mercado mundial. Ya desde las décadas anteriores, algunos comerciantes italianos habían invertido en haciendas de la costa, sobre todo los que se habían enriquecido en la época del guano. El caso de los hermanos Larco en Trujillo, es el más evidente y emblemático. El estudio de Peter Klaren muestra que fue la crisis de la segunda mitad de la década de 1870 la que permitió el rápido despegue de los Larco, gracias a su capacidad de manejo de capitales ofrecidos por instituciones financieras extranjeras. Proceso en el cual desplazaron a hacendados tradicionales que no estaban en condiciones de gestionar capitales y modernizar sus empresas, no sólo desde el punto de vista tecnológico, sino también organizativo y gerencial. Desde la década de 1880 un factor adicional que motivó la migración de élite desde Liguria fue la crisis de la industria naviera local, desplazada por la navegación a vapor. Las consecuencias tecnológicas de la segunda revolución industrial (liderada por Inglaterra), desplazó definitivamente la navegación a vela genovesa. De ahí que numerosas familias de armadores lígures debieron abandonar sus actividades navieras y sus jóvenes marinos debieron migrar, abandonando paulatinamente las actividades marítimas. Fue un proceso de "sedenterización" de marinos y armadores. Por otro lado, es posible considerar la formación de capitanes de barco como una escuela de gestión empresarial. La navegación a vela era una actividad bastante riesgosa y difícil, donde sólo los más aptos lograban triunfar. De modo que este segmento de inmigrantes se diferenciaba bastante del resto, pues poseía una formación mayor que el resto.

En efecto, en buen número se trataba de marinos lígures, que provenían de familias de armadores, y que desde su juventud se habían familiarizado con la navegación y el comercio marítimo. Por lo general el perfil profesional de estos capitanes de empresas era distinto del perfil típico del migrante que llegaba para dedicarse al pequeño comercio. Ellos tenían mayor formación y algunos habían estudiado en la Academia naval de Génova. Otro elemento no desdeñable para comprender la inserción de estos "capitanes de empresa" es el de la "cadenas migratorias" y los estrechos vínculos de solidaridad étnica (que estaban fuertemente imbuidos por la cohesión regional de los lígures). Numerosos jóvenes marinos lígures que llegaron al Perú a fines del siglo XIX (cando se dio

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una recuperación económica en el Perú, luego de la debacle de la Guerra del Pacífico), eran en realidad parientes o paisanos de marinos asentados aquí desde épocas anteriores. Esas cadenas migratorias familiares y pueblerinas no sólo facilitaban el proceso de inserción, sino ofrecían también contactos comerciales y oportunidades de trabajo. Ellos eran herederos de la "cultura de la movilidad" y de habilidades comerciales moldeadas en siglos de intercambio mercantil; además del aprendizaje "gerencial" recibido en los barcos en los que navegaba. Esos eran sus mayores “capitales”, pues, salvo excepciones, ninguno llegó con dinero para invertir. Estos "capitanes de empresa" ejercieron un fuerte liderazgo frente al conjunto de la colonia italiana, no sólo en lo empresarial, sino también en cuanto a la dirigencia de instituciones étnicas. En tal sentido constituyeron una élite dirigencial bastante dinámica e innovadora. A diferencia del período anterior (1840-1880), cuando la élite empresarial surgió a partir del comercio de cabotaje y los contratos en la explotación del guano, desde 1880 la élite empresarial italiana en el Perú estuvo relacionada a la expansión de las exportaciones agroindustriales, a la naciente industria nacional, a las finanzas, y en general a todas las actividades económicas que se dinamizaron durante el período de recuperación iniciado en 1895. Esta élite empresarial tuvo un rol modernizante en lo económico, a diferencia de la actitud rentista y especulativa que predominaba en la élite empresarial peruana tradicional. Expresión de este proceso es la creación del Banco Italiano en 1889, institución que en sus orígenes era una banco por accionariado difundido, donde la mayoría de las acciones estaban en manos de pequeños y medianos empresarios. Institución que creció en las décadas siguientes hasta convertirse en el mayor banco peruano (hoy Banco de Crédito). Uno de los exponentes más visibles de la élite empresarial italiana de fines del siglo XIX fue Faustino Piaggio. La evolución de este personaje refleja en buena medida el itinerario típico de los mayores empresarios italianos de la época. Llegó al Perú en el marco de una cadena migratoria genovesa. Había nacido en 1844, en el seno de una antigua familia de armadores genoveses. Su llegada al Perú estuvo relacionada con la crisis de la empresa marítima familiar. Llegó al Perú en 1862, en un barco comandado por un tío suyo. Aquí residían varios conocidos de su familia. Inicialmente trabajó en un negocio de abarrotes para luego independizarse y crear un negocio propio en el Callao. Posteriormente se asoció con su tio Basso, creándose la firma "Basso y Piaggio". Hasta ahí la evolución de Faustino Piaggio era como la de otros inmigrantes; cambió desde fines de la década de 1880 cuando pudo diversificar sus intereses. Su acceso a propiedades petrolíferas obedeció al vencimiento de una hipoteca que el marino inglés, Henry Smith, había debido conceder a cambio de un préstamo recibido por la firma Basso y Piaggio. Es así que Piaggio pasó a ser propietario del campo petrolero de Zorritos, en la costa norte del país. El ascenso económico de Piaggio, al igual que el de otros empresarios italianos durante esos años estaba relacionado con su capacidad para asumir riesgos (el campo petrolero de Zorritos no estaba en producción cuando lo asumió, y se trataba de una operación riesgosa). En los años siguientes Faustino Piaggio fue fundador del Banco del Callao, que luego se convirtió en el Banco de Perú y Londres. Compró también las acciones del la "Compañía Nacional de Cerveza" (que había sido fundada por un alemán), e incluso tuvo acciones en una empresa Salitrera en Pisagua. En realidad en

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pocos años conformó un verdadero "grupo económico" con intereses en varios campos: comercio, petróleo, industrias, finanzas. Como ocurrió con otros casos, Piaggio fue también dirigente de varias instituciones locales, como la Sociedad de Beneficencia del Callao. Participó en la Junta que reorganizó la administración municipal del Callao y fue alcalde de ese puerto cuando el entonces Presidente Nicolás de Piérola se lo pidió personalmente, reconociendo sus dotes de organizador y por no estar comprometido en los bandos políticos peruanos. En esas funciones tuvo un importante papel en la construcción de la red sanitaria y mejoras en la infraestructura urbana del puerto. Es interesante observar que el rol dirigencial de estos inmigrantes en la sociedad peruana fue permitido en gran parte por su neutralidad frente a los bandos políticos locales. Muchas veces esa distancia frente a los partidos en pugna les permitía ocupar lugares dirigenciales. Esa actitud era apreciada por los gobernantes peruanos, que muchas veces necesitaban de dirigentes locales que no estuviesen comprometidos partidariamente. Ello explica quizás la fuerte presencia de alcaldes italianos y de otras nacionalidades europeas en las administraciones municipales de las más importantes ciudades del país durante este período. Ellos, como "extranjeros", garantizaban neutralidad en el contexto del empantanado sistema político peruano (rasgo que se mantiene aún hoy día), en el que "no ser político" era visto como una virtud. Hubo numerosos casos de este tipo, además de los ya citados, se puede mencionar a los Cassinelli, Carbone, Fasce, Mortola, Castellano, Picasso, Peschiera, etc. Algunos de estos marinos tradicionales llegaron en sus propios veleros, que eran aún competitivos en las rutas del comercio de cabotaje, mas no en las rutas oceánicas. Poco a poco la élite empresarial italiana en el Perú se iba desligando de los oficios marinos. La capacidad de adaptación fue un rasgo permanente en los mayores empresarios italianos en el Perú. Otro caso emblemático y exitoso fue el de Gio Batta Isola y su socio Giacomo Gerbolini, que eran también marinos; diversificaron sus intereses, fundando prácticamente un grupo económico: fue uno de los principales accionistas de la Cia de Seguros "Italia" (que luego se convirtió en "Atlas"), empresa apoyada por el Banco Italiano. Incursionó también en la Empresa Eléctrica de Lima (precursora de la Empresas Eléctricas Asociadas), de la cual fue su primer presidente del directorio, siendo su Gerente General Mariano Ignacio Prado (lo cual muestra la existencia de vínculos con la élite empresarial local). Pocos casos de la élite empresarial italiana de inicios del siglo XX escaparon al origen lígur y marinero. Uno de ellos fue Bartolomé Boggio, quien era originario de Biella (Piamonte). Estuvo en Perú desde la década de 1870, y luego de estar dedicado a actividades de servicio en pequeña escala, en 1880 fundó una pequeña planta textil que en 1890 se convirtió en la fábrica "Santa Catalina", en sociedad con Mariano I. Prado. Esta empresa, al igual que la "San Jacinto", que era de propiedad de Isola, tuvo un destacado papel en la expansión de la infraestructura eléctrica de Lima, pues debió crear una planta generadora de corriente para alimentar la fábrica. Paulatinamente esta planta se expandió dando energía a la ciudad2 . Alrededor de esa fábrica se constituyó un verdadero “cluster” de pequeñas y medianas empresas; también un centro de servicios. En efecto, la utilización de las telas producidas por esa fábrica dio lugar a numerosos talleres de confecciones

2 El rol de los inmigrantes italianos en el desarrollo de la industria eléctrica merecería un estudio a parte.

Algunas evidencias se encuentran en la historia de la “Empresas Eléctricas Asociadas” (Bonfiglio 1997).

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que con el tiempo dieron lugar al emporio de Gamarra, en La Victoria. En el surgimiento de este emporio textil y de confecciones hubo también presencia de otros grupos inmigrantes: los palestinos, que desde el inicio se especializaron en la comercialización de telas y luego en la confección. Finalmente, desde la década de 1950 grupos empresariales nativos, migrantes internos nucleados alrededor de “La Parada” (Ponce 1994). Este caso muestra como varios empresarios italianos surgieron generando sinergias con otros grupos empresariales. El caso de Boggio y Santa Catalina, estuvo también relacionado con el crecimiento de la industria eléctrica en Lima, en la medida que la necesidad de energía eléctrica para la industria textil dio lugar a la creación de la hidroeléctrica de Santa Rosa y posteriormente a la “Empresas Eléctricas Asociadas” (Bonfiglio 1997). Otro detalle interesante de este caso es que promovió relaciones comerciales e industriales entre Perú e Italia: actualmente la ciudad de Biella es un emporio para la transformación de la fibra de lana de alpaca para toda Europa. Los detalles del origen de esta relación no han sido aún motivo de estudio. Los "capitanes de empresas" italianos, estuvieron no sólo en Lima, sino en casi todas las regiones del país. No se debe considerar a esta capa empresarial como una élite separada del resto. Hubo un continuo entre la mayoría de los inmigrantes, dedicados a actividades a escala intermedia y un grupo destacado que constituía las "empresas de punta". Lo importante a destacar es que casi todos estos empresarios siguieron la misma evolución ascendente, cuyo primer escalón era por lo general el pequeño comercio. No es raro encontrar casos en que el ascenso económico se dio desde escalón más bajo del pequeño comercio. Los Tealdo: de ambulantes a empresarios con ramificaciones regionales.

El primero de esta cadena migratoria familiar fue Santiago Tealdo, quien llegó al Perú en 1860. Sin duda llegó con parientes, pues tenía apenas 13 años. Comenzó siendo garzón de bodega en el establecimiento de Cafferata, en Chorrillos. Esa era la ocupación de los jóvenes recién llegados, cosa que dio lugar más adelante al término “bachiche”, con el que los criollos denominaban a los pequeños bodegueros italianos. Apenas cinco años después, en 1865, se independizó abriendo su propio establecimiento llamado "La Esquina del Sol", donde vendía telas. La prosperidad de su negocio le permitió, en 1868, llamar al Perú a su hermano menor Antonio, con quien se asoció para formar en 1870 la casa comercial "Tealdo Hermanos". En ese mismo año llegó otro hermano suyo, Nicolás, y un amigo de la infancia, Luis Peri. Todos ellos trabajaron en la casa "Tealdo Hermanos", que progresó considerablemente en base al esfuerzo de estos jóvenes inmigrantes. Con la invasión chilena de Chorrillos, en el verano de 1881, el establecimiento de los Tealdo fue saqueado e incendiado. En esa ocasión Santiago Tealdo logró llegar a Lima, salvando un poco de mercadería. Se cobijó en un callejón de la calle La Merced e improvisó un pequeño bazar, juntamente con su hermano Nicolás. Durante esos años el comercio de Lima se encontraba paralizado, por ello los hermanos Tealdo decidieron trabajar como ambulantes, llevando mercadería a los valles cercanos a la ciudad. Empezaron a viajar a los valles de Canta y Obrajillo; a cambio de sus mercancías recibían ganado, que vendían en Lima. En esos años escaseaba el circulante y el signo monetario

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peruano se había devaluado completamente, por lo que prácticamente hacían comercio de trueque. A los Tealdo les fue bien en ese negocio y siguieron haciendo viajes cada vez más distantes. Juntamente con Luis Peri empezaron a viajar hacia Tarma y Huancayo. En 1882 fundaron una casa comercial en Tarma. Como sucedió con otros comerciantes italianos durante esos años, los Tealdo fueron estableciéndose en varios lugares que formaban parte de un circuito económico o eje comercial. En este caso se trata del eje Lima-Tarma, al cual en esos años los comerciantes italianos añadieron el valle de Chanchamayo, donde se había instalado una colonia agrícola en 1875, durante el gobierno de Pardo. Los caminos que llevaban a esa colonia estaban en malas condiciones; en esos años el ferrocarril central llegaba sólo hasta Chicla, antes de La Oroya, y para llegar a Tarma había que seguir un camino de herradura, de ahí a Chanchamayo el camino era una trocha. Luego de un penoso viaje, Nicolás Tealdo llegó a esa zona, transportando café a Lima, en viajes que demoraban quince días. El buen precio que tenía el café en esos años justificó que la empresa de los Tealdo abriera un establecimiento comercial en La Merced (Chanchamayo) en 1886. A mediados de la década de 1880 la firma "Tealdo Hermanos" se había rehabilitado del desastre sufrido en Chorrillos: tenía un bazar en la calle Palacio del cercado de Lima, que quedaba frente a la puerta de honor del Palacio de Gobierno. A cargo de ese negocio estaba Santiago; mientras que Nicolás viajaba intermitentemente a Tarma y La Merced. En 1903 Miguel Tealdo (hijo de Santiago) desempeñó el cargo de Alcalde de La Merced. La empresa de los Tealdo estuvo en constante expansión: en 1892 inauguró un edificio propio en la plaza principal de Tarma y el 20 de setiembre de 1896 inauguró otro edificio en la plaza de La Merced, lo cual indica que también en esa población se celebraba dicha fecha que era el aniversario de la incorporación de Roma al estado italiano. Además de las actividades comerciales, la empresa denunció terrenos en Chanchamayo y formó la hacienda "La Romilda", destinada al cultivo del café y frutales. Debido a la revolución de Brasil (años 1891 a 1895), se produjo gran escasez de café en el mercado mundial y Chanchamayo se convirtió en un activo centro de producción de ese producto. Sin embargo esa bonanza fue pasajera, pues al terminar la crisis en Brasil decayó la demanda y los precios del café peruano, por lo que disminuyó su cultivo. Para salvar esa emergencia, la firma "N.B. Tealdo" intentó la primera exportación de café peruano, aunque con escaso resultado. Sólo en la coyuntura de la primera guerra mundial se activó la exportación de ese producto, siendo esa empresa la primera en hacerlo. En las primeras décadas del siglo XX otros miembros de la familia se incorporaron a la empresa: en 1909 Ernesto Tealdo y en 1913 Edoardo y Attilio. Otros inmigrantes italianos participaron también en esta empresa: Esteban Gandolfo y Angel Baldini. Para entonces la empresa de los Tealdo había evolucionado y se dedicaba a la comercialización en general, vendía desde una aguja hasta maquinarias y tenía también representación de bancos. Poseía asimismo dos fundos agrícolas: "La Romilda" en Chanchamayo, donde se cultivaba café, y "La Florida" en Tarma, donde se criaba ganado vacuno mejorado que fue importado desde Argentina, así como ganado lanar. En 1925 esta empresa puso en operación la "Tostaduría de Café Zena", cuyo nombre es la versión dialectal genovesa de la palabra Génova.

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Además de estas incorporaciones, otros socios fueron independizándose de la empresa, la cual sufrió varios cambios de nombre. Hasta que en 1946 fueron liquidadas las casas comerciales de Tarma y La Merced, así como las propiedades agrícolas, manteniéndose la empresa comercial en Lima, continuando así una trayectoria más que secular. Es importante observar que esta empresa, cuyos orígenes se remontan al bazar "La Esquina del Sol", fundado en 1865 en Chorrillos, incorporó varios inmigrantes a lo largo de su evolución y posibilitó que varios de ellos se independizaran creando nuevas empresas, luego de un período de aprendizaje. Este caso es un claro ejemplo de cómo la evolución de la inmigración italiana ha estado en relación directa con los ciclos de la economía peruana y cómo las primeras empresas fundadas en el siglo XIX han dado lugar a otras empresas, contribuyendo de este modo al desarrollo del Perú. Se evidencia también que las cadenas migratorias eran también “cadenas de empresas”. Desde una aldea a las Américas: los Banchero, Rossi y Sattui Desde el pequeño poblado de Carsi, fracción rural del distrito de Valbrevenna, en la provincia de Génova, migraron hacia el Perú varios núcleos familiares desde mediados del siglo XIX, entre los que se encontraban miembros de las familias Banchero, Rossi y Sattui. Algunas entrevistas realizadas a descendientes de estas familias, así como información recabada de archivos históricos, permiten reconstruir los itinerarios migratorios y las actividades desarrolladas por estos migrantes. Los Rossi radicaron en Arica y desde ahí varios pasaron a Tacna, donde compraron la finca "El Carrión" en los alrededores de la ciudad, dedicándose al cultivo de viñedos. Mientras que los Banchero se establecieron en "El Mirador", una finca vecina. Otros miembros de la familia Rossi se habían asentado en Iquique, donde tenían un establecimiento comercial. Es que Tacna era un valle desde donde se abastecía de productos agrícolas a los campamentos salitreros; esas mercancías eran transportadas a Arica en tren, y de ahí en barco hasta Iquique y otros puertos del litoral. La Guerra del Pacífico que estalló en 1879 motivó la salida de varios inmigrantes, como resultado de los destrozos ocasionados y por los maltratos a los que estuvieron sometidos, sobre todo los residentes en el área de conflicto. Por ejemplo, cuando el 26 de mayo de 1880 se libró la batalla del Alto de la Alianza, y los chilenos invadieron Tacna, causaron destrozos en las propiedades de esa ciudad, sin importar la nacionalidad de sus ocupantes. Varios italianos fueron heridos y Raffaele Rossi fue asesinado en su pulpería. Una vez pasados los estragos de la guerra, algunos regresaron a Tacna, como Damiano Banchero, quien recuperó su finca "El Mirador". Con su socio Santos Rossi adquirió el buque de carga "Nilda", con el cual transportaban mercancías de Arica a Iquique, abasteciendo a las compañías salitreras, con productos agrícolas, carnes y aguardientes que compraban en Tacna. Damiano Banchero estaba casado con Teresa Banchero (también proveniente de Carsi), con la cual tuvo un hijo: Juan Luis, nacido en Tacna en 1895. Al morir Damiano en 1899, el pequeño Juan Luis fue llevado a Italia por su madre. En Carsi, Teresa Banchero contrajo segundo matrimonio con Santos Rossi, el cual había enviudado también y había retornado a su pueblo natal.

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Juan Luis Banchero Banchero pasó su juventud en Carsi, como otros hijos de inmigrantes, que volvían de modo ocasional o definitivamente a su pueblo natal. Reclutado por el Ejército italiano, Juan Luis participó en la Guerra que estalló en 1914. Al final de la guerra regresó a Carsi, pero la falta de empleo y de posibilidades lo empujaron a migrar, como tantos parientes suyos. El itinerario migratorio de Juan Luis fue similar al de muchos jóvenes lígures: estuvo primero en Argentina, trabajando en buques de carga; luego pasó a Tacna, el lugar donde había nacido y donde pudo establecer un negocio de venta de vinos. La estabilidad de ese pequeño negocio le permitió “llamar” a su novia Fiorentina Rossi. Se casaron en Tacna y tuvieron cuatro hijos, el segundo de los cuales, Luis, fue posteriormente el mayor empresario pesquero del Perú3. El núcleo de inmigrantes provenientes de Carsi que se estableció en Tacna y Arica, tenía relaciones también con otros núcleos de paisanos, tanto en Lima, como en otras regiones del país. Por ejemplo, fue bastante activa la relación con Cajamarca. Allí se estableció Agostino Sattui, que había nacido en Carsi en 1853. Siendo joven, Agostino migró a San Francisco, California, junto a su hermano Vittorio. Luego de estar ahí por breve tiempo vino al Perú; mientras que su hermano se quedó en San Francisco. Desde entonces la cadena migratoria de Sattui tuvo tres "anclajes": Carsi en Italia, Cajamarca en Perú y San Francisco en Estados Unidos. Posteriormente, como veremos, se le agregó un "anclaje" en Tacna. En esos años no se hablaba todavía de globalización, pero los nexos de los migrantes italianos eran una suerte de multinacionales en miniatura, con sucursales en diversos países y regiones, al interior de las cuales circulaban personas y negocios. Inicialmente Agostino estuvo en Tacna, donde tenía paisanos y parientes, como su primo Natalio Banchero Rossi. Luego se trasladó a Ascope, ciudad costeña del valle de Chicama, que era parte de la ruta comercial nor oriental peruana 4. Hacia 1895 Agostino se dirigió a

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Luis Banchero Rossi, nacido en Tacna el 11 de octubre de 1929, destacó por su inteligencia y habilidad para los negocios. Al terminar los estudios secundarios su padre quiso que se dedicara al negocio familiar, pero Luis quería seguir estudiando y abrirse nuevos horizontes. Ante esta situación, su madre escribió a su hermano Benito, quien se encontraba en Trujillo, pidiéndole que acogiera a Luis en su casa, para que siga estudios superiores en dicha ciudad. El tío Benito accedió y Luis Banchero inició en 1946 la carrera de químico industrial. Ya desde sus épocas de estudiante Luis Banchero destacó como empresario, dedicándose a actividades comerciales; luego, con el apoyo de sus parientes, estableció una empresa de comercialización de melaza que compraba en los complejos azucareros de Trujillo y enviaba a Tacna. Posteriormente se asoció con Carlos Manucci (otro descendiente de italianos) y cuando éste murió, Luis se quedó con una fábrica de pescado enlatado ubicada en Chimbote. Desde ahí siguió una fulgurante carrera de empresario pesquero, llegando a ser el mayor productor de harina de pescado, producto que exportó ventajosamente a todo el mundo, logrando constituir un imperio empresarial. Luis Banchero Rossi murió en Lima el primero de enero de 1972. Si analizamos el caso de este destacado empresario peruano a la luz de su historia familiar, notaremos que sus habilidades comerciales y empresariales eran expresión de la habilidad innata de tantos inmigrantes afincados en Perú; pero sobre todo de las redes de solidaridad que fueron tejiendo en el marco de la cohesión familiar y étnica que los unía en un cuerpo social. En realidad el caso de Luis Banchero Rossi es el exponente más destacado de muchos descendientes de inmigrantes que supieron hacer empresa de un modo creativo. 4

Ascope era parte del eje comercial que unía el puerto de Malabrigo con los valles costeños y serranos de La Libertad. Ese eje comercial entró en crisis por la influencia monopólica de la hacienda Casagrande, lo que al parecer motivó la salida de algunos comerciantes asentados ahí, entre ellos varios italianos. Otros inmigrantes italianos que residieron en Ascope fueron Francisco D'Angelo y los hermanos Domingo y

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Cajamarca, donde recibió en traspaso la casa comercial mayorista de Italo Bonaspetti y la convirtió en la “Casa Sattui”. Al cabo de algunos años esa casa comercial se convirtió en la más grande de Cajamarca. El eje comercial nor oriental partía desde el puerto de Pacasmayo, seguía por Chilete y Cajamarca, seguía hasta Chachapoyas, Rioja y Moyobamba5. La casa Sattui se dedicaba a la venta de artículos manufacturados que llegaban al puerto de Pacasmayo, los que eran transportados y vendidos a distintos lugares del eje comercial. El transporte de las mercancías se hacía a lomo de mulas, utilizando las rutas tradicionales de los arrieros. Para ampliar sus actividades comerciales, Agostino Sattui compró la hacienda "La Viña" en las cercanías de Chilete, punto de tránsito de la ruta comercial hacia Cajamarca, hasta donde llegaba el ferrocarril construido en la década de 1870. Con esa nueva propiedad, la casa comercial de Sattui adquirió cada vez más importancia, pues "La Viña", además de ser paso obligatorio para el transporte de mercancías, lo era también para el engorde del ganado que se transportaba desde la sierra de Cajamarca a la costa. Agostino Sattui se había casado con María del Carmen de la Cuesta (hija de españoles), con quien tuvo varios hijos: Pedro, Elena, Rubén y Rosa (nacidos en Ascope); Elvira, Attilio, Elio y Carmen (nacidos en Cajamarca). El crecimiento de su empresa le permitió "llamar" a varios parientes, que llegaron desde Carsi. A inicios del siglo llegó a Cajamarca su primo Emanuele Rossi Sattui, quien viajaba con frecuencia al Perú y Estados Unidos (California). Emanuele no radicó en Cajamarca, pero dejó a su hijo Benito 6. Otro sobrino de Agostino que llegó en esos años a Cajamarca fue Carlos Capelli Rossi, quien había nacido en California 7. A inicios del siglo, Agostino Sattui, sus sobrinos y otros pocos inmigrantes italianos tuvieron cierta influencia en la vida social de Cajamarca: además de las actividades comerciales, promovieron varias actividades sociales, por ejemplo fundaron un club de fotografía y otro de caza. En 1913, juntamente con otros cajamarquinos, construyeron el teatro "Cajamarca" (el primero de la ciudad). Agostino Sattui fue también el primer cónsul de China en Cajamarca, para representar a los chinos que se encontraban en ese departamento durante esos años. Benito Rossi se casó en Cajamarca con su prima Rosa Sattui de la Cuesta y quedó en la conducción de la casa comercial de su tío-suegro. Benito fue cónsul de Italia en Cajamarca

Simone Orezzoli. 5

Cajamarca era un paso obligado para el comercio con el nororiente peruano. Ya desde las décadas de 1850 y 1860 varios comerciantes italianos se encontraban en ese lugar, por ejemplo Luis Querzola se encontraba en Cajamarca desde la década de 1860. Domingo Querzola, hijo de Luis, fue alcalde de Cajamarca en la década de 1910. 6

Otros hijos de Manuel Rossi, Fiorentina y Anselmo, radicaron posteriormente en Tacna, ciudad donde varios miembros de la familia Rossi se habían establecido desde el siglo pasado. Manuel Rossi regresó a Italia, mientras que otros hijos suyos radicaron en California (valle del Napa, cerca de San Francisco). Desde ahí viene actualmente el vino “Rossi” que se ende en Lima. 7

Carlos Capelli, nacido en California (en el valle de Napa), fue llevado a Italia siendo pequeño, estudió en el Colegio Salesiano y fue alumno de San Juan Bosco, luego de lo cual vino al Perú. En Cajamarca fue gerente de la empresa de Sattui. La conexión de esta familia en los Estados Unidos permitió que varios hijos de Agostino Sattui fueran enviados a estudiar a San Francisco.

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y por dos décadas fue arrendatario de la hacienda "La Viña", hasta 1948, año en que dejó la hacienda a Elio Sattui (hijo de Agostino), quien llegó a ser alcalde de Cajamarca. Desde entonces Benito Rossi residió en Trujillo; en esa ciudad acogió a su sobrino Luis Banchero Rossi, quien fue enviado desde Tacna para seguir estudios superiores en la Universidad de Trujillo. De este modo la cadena migratoria de los Sattui, Rossi y Banchero ya no se activaba desde Italia (Carsi) y California, sino desde ciudades peruanas, para acoger y permitir el despegue de los descendientes de inmigrantes. Benito Rossi murió en Lima, en 1975. Este caso, que es en realidad una red de relaciones familiares, muestra cómo las cadenas migratorias italianas eran una suerte de vasos comunicantes entre distintos "anclajes". El flujo de personas, de información y financiero, se daba según la inclinación existente entre cada anclaje de la cadena. Lo que permitía ese flujo era el comercio marítimo que los inmigrantes genoveses habían establecido desde tiempos antiguos con las costas del Pacífico. Ahora a esto se le llama globalización.

Colofón: del conocimiento de la historia de grupos empresariales se pueden desprender lecciones para el presente. En este artículo hemos presentado una interpretación general de la relación entre migración y empresarialidad. Los casos con que hemos ilustrado esta interpretación están referidos a un grupo específico: los italianos llegados a mediados del siglo XIX. Pero se hubiera podido tomar otros casos y otras categorías de inmigrantes. Hubiéramos encontrado estilos distintos, pero en el fondo los mismos procesos. Lo mismo se encuentra en los estudios sobre el nuevo empresariado peruano, cosa que demuestran todos los estudios hechos al respecto8. Hay analogías entre el surgimiento de ambos tipos de inmigrantes. Además del hecho de ser migrantes, encontramos en todos ellos elementos culturales comunes: ética de trabajo, abnegación y sacrificio en aras del progreso; actitud de frugalidad en el consumo y esfuerzo productivo, así como desarrollo de capacidades de gestión, a veces espontáneamente pero recientemente cada vez más como consecuencia del estudio y la profesionalización en los negocios. Todos han surgido en el contexto de estrategias grupales, a veces con cohesión étnica, a veces con especialización ocupacional y también de diversificación. Los casos que hemos presentado son solamente algunos, hay muchos más que se podrían mencionar. Hay numerosos estudios al respecto, cuyos resultados faltan ser sistematizados. Unas apreciaciones a modos de reflexión final es que durante buena parte del siglo XX y hasta la década de 1970 el empuje empresarial no recibía muchas simpatías en la cultura predominante en el Perú, quizás porque se trataba de un empuje que provenía de extranjeros o descendientes de éstos. Desde las primeras décadas del siglo XX en Perú se dio el ascenso del nacionalismo y del nativismo, quizás como respuesta a una

8 Solo para mencionar algunos estudios, véase los trabajos de Daniel Córdova (2010), así como los

hechos por Adams y Valdivia (1991). Ahí se nota claramente que a la base del surgimiento del empresariado peruano está el hecho migratorio.

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necesidad de afirmación nacional (Bonfiglio 2007). En la opinión pública peruana el concepto de empresario fue asociado al de extranjero. Quizás por eso el nacionalismo peruano ha tenido tradicionalmente un sesgo anti empresarial. Esa percepción ha empezado a cambiar cuando migrantes internos se han convertido en empresarios y muchos de ellos con éxito. El cambio en la apreciación hacia los empresarios se nota también en el nivel del lenguaje: antes se hablaba de “empresarios” ahora de “emprendedores”, casi como queriendo decir que los de ahora son personas abnegadas que comienzan desde abajo y son de origen popular, por tanto su desempeño es más legítimo y aceptado. Cuando en realidad hay una enorme similitud y grandes analogías entre los empresarios de ayer y los de hoy, incluso los emergentes. Los casos que hemos presentado de grupos empresariales italianos indican que ellos también tuvieron un origen popular, fueron “emergentes” y “emprendedores” en su momento. Lo que se ha escrito para italianos en este artículo, se podría decir para todos los grupos inmigrantes llegados al Perú durante el período republicano. Aunque con décadas de diferencia, los chinos han tenido una evolución parecida. No es casual que en Lima y en las mayores ciudades del Perú el “italiano de la esquina” fue reemplazado por el “chino de la esquina”. Y así como hubieron pulperos italianos que crearon grandes empresas, ha habido chinos que, comenzando desde la pequeña bodega han creado grupos empresariales (caso Wong). Una cosa análoga puede decirse de los japoneses, que empezaron siendo peones de hacienda pero al cabo de una generación se insertaron con éxito en actividades urbanas. Los palestinos, al igual que muchos italianos, empezaron siendo vendedores ambulantes de tela, para luego convertirse en líderes en la industria de confecciones; ellos fueron en realidad los pioneros del actual emporio de Gamarra en Lima. Cosas parecidas se puede decir de los empresarios nativos actuales. Hoy día el bodeguero de la esquina es, por lo general, un migrante interno. Un aspecto que cabe resaltar es que el ascenso de empresarios, cualquiera haya sido su origen, se ha dado en un proceso de selección. Los más hábiles y capaces pudieron progresar. No surgieron por favoritismo político ni por mercantilismo. Al contrario, tuvieron que enfrentar siempre muchas dificultades y obstáculos. No la “tuvieron fácil”.

Hay que resaltar también el hecho que además de empresarios fueron también líderes civiles. Entre ellos ha habido muchos alcaldes y dirigentes de gremios. En cierto modo, pusieron su capacidad de gestión no solo al servicio de sus empresas sino también de la sociedad civil.

Si se ven las analogías y semejanzas entre el empresariado surgido en la época de la inmigración con el que surge actualmente en base a elementos nacionales, podemos encontrar bastantes elementos comunes. Todos comenzaron siendo pequeños y a veces también “informales”; llevaron a cabo su crecimiento empresarial en el marco de estrategias de solidaridad étnica pero sobre todo en el marco de relaciones de colaboración familiar. Inicialmente todas las empresas han sido familiares, luego han debido enfrentar la necesidad de manejo corporativo, proceso en el cual se encuentran aún hoy día. La historia se repite en varios sentidos, aunque en otros contextos. Es la historia del empresariado peruano, que ha sido estudiada

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fragmentariamente y a veces con bastante carga ideológica. Es una historia que en buena medida falta escribir, su conocimiento puede dar lecciones para las nuevas generaciones de empresarios, que ya no son migrantes pero que tienen cosas que aprender de sus antepasados.

Reflexiones finales:

La superación del “efecto tijera” tradicional y la aparición de nuevos procesos de diferenciación Al parecer, desde las últimas décadas del siglo XX estamos en un período de superación del “efecto tijera”, en la medida en que ha surgido un empresariado de origen interno, al mismo tiempo que los descendientes de los primeros empresarios externos se han asimilado al ambiente nacional y se han “mestizado”. Hoy los Brescia ya no aparecen como extranjeros, ni los Romero. Además numerosos descendientes de los antiguos pioneros inmigrantes forman parte de las clases medias y de los sectores profesionales que han ganado legitimidad. El surgimiento de un empresariado nativo tiene una gran importancia, en la medida en que permite dar mayor legitimidad al desarrollo empresarial y al crecimiento capitalista en el Perú. Otro aspecto a señalar es que se siguen generando varios “efectos tijera” actualmente, aunque son menos visibles y menos cuestionados que los que se dieron anteriormente en base a la presencia de empresarios inmigrantes. Son los efectos de diferenciación generados por la aparición de nativos que han sido exitosos. Además de los casos más conocidos (por ejemplo los Bustamante de Arequipa, los Añaños de Ayacucho o los Flores de Huancavelica), tenemos numerosos otros casos menos espectaculares pero igualmente significativos. Un estudio reciente llevado a cabo en la provincia de Acobamba (Huancavelica) ha mostrado dos casos que han llamado la atención: uno es el de un migrante que ha salido a los 14 años de su pueblo natal, el típico pueblo rural huancavelicano. Se trata de un “pionero” del proceso migratorio interno hacia la costa; actualmente es un empresario exitoso en Lima: ha comenzado en el sector industrial (curtiembre), luego ha invertido en actividades industriales de servicios y hasta en terrenos agrícolas en un valle costeño. Su devoción por la Virgen venerada en su pueblo natal lo llevaba todos los años a participar en la fiesta patronal, donde se hacía cargo de los gastos de la fiesta (banda de músicos, muchas cajas de cerveza, castillos de fuegos artificiales, y otros agasajos). Ello derivó a que sus paisanos le solicitaran que asumiera el cargo de alcalde, cosa que aceptó como una forma de servicio social, pues la remuneración que recibe como alcalde es baja en comparación con los ingresos que obtiene en sus múltiples actividades empresariales. De este modo pone su capacidad de gestión al servicio de su pueblo natal, al mismo tiempo que sigue con sus actividades empresariales hasta en dos valles costeños. Casi como hizo Faustino Piaggio en el Callao, a fines del siglo XIX. Un detalle adicional de este caso es que ha diversificado bastante sus actividades empresariales, aplicando una estrategia de

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reducción de riesgos, típica de los pobladores andinos. Este aspecto de diversificación en diversos rubros ha sido presentada por él mismo como el factor central de su éxito empresarial. Otro caso que nos ha llamado la atención, también en una provincia huancavelicana, es que un agricultor local ha reunido una propiedad de más de 100 hectáreas de tierra, donde cultiva con éxito maíz y arvejas. Este empresario destaca notoriamente en el ambiente local, donde predominan campesinos que conducen pequeñas parcelas de tierra, sin mayores posibilidades de capitalización ni crecimiento. Los pequeños campesinos más que agricultores son conductores de parcelas que alternan las actividades agrícolas con actividades urbanas y mirando en la migración como sus mayores posibilidades de ascenso. Cabe destacar que este empresario agricultor posee actualmente más tierras que los antiguos “gamonales” que estaban en la región y que en su momento fueron bastante cuestionados. Ahora el nuevo empresario agrícola es aceptado, en buena medida porque es de extracción local, ha estudiado una carrera técnica en un instituto agrícola de la zona y conduce un estilo de vida propio del lugar. No ha migrado pero ha estado en contacto con el ambiente externo, tiene contactos con Huancayo y Lima, ciudades donde ha residido temporalmente y donde tiene parientes. En realidad forma parte de una red familiar, con puntos de anclajes en varias ciudades, tal como hacían los comerciantes italianos en el siglo XIX, pero a diferencia de ellos no se comunica a través de barcos sino de camiones, que transitan las carreteras que llegan a lugares donde hace apenas 15 años no llegaban medios de transporte. Se podría decir que se trata de un “pionero” de nuevo tipo. Los procesos de diferenciación generados por estos casos novedosos de desarrollo empresarial no enfrentan tanta resistencia social como los casos de los empresarios que tenían un origen externo. Ahora son parte del ambiente local.

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