Microemprendimientos esolares

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Página1 Manual de Procedimientos Institucionales para Escuelas Secundarias Técnicas de la Provincia de Buenos Aires. MICROEMPRENDIMIENTOS ESCOLARES Y CIRCUITOS ESCOLARES PRODUCTIVOS MICROEMPRENDIMIENTO ESCOLAR Entre sus considerandos, la Resolución Nº 2947/99 sobre Trabajos por cuenta de Terceros, expresaba: “[…] es necesario incorporar en la escuela la idea de APRENDER A EMPRENDER, expresada desde la integración en la tarea de producción de competencias prácticas y curriculares, que hagan a la formación final del futuro egresado tanto para la vida, como para el mundo del trabajo” Si bien, desde en los aspectos formales esta Resolución tiene hoy día, plena vigencia, sus fundamentos se han “aggiornado” a los marcos políticos y legales actuales. Por tal motivo la idea que resulta necesario incorporar en la escuela es la de APRENDER CON EL OTRO A EMPRENDER JUNTOS. Para ello es necesario que la institución de ETP haya hecho foco desde los primeros años de formación en promover en los estudiantes la innovación, en el desarrollo de las capacidades necesarias para el trabajo en equipo, en el apoyo a los proyectos colectivos, en el abordaje de los aspectos emocionales y personales que atraviesan la obligación de cuidado inherente al trabajo docente y en proponer experiencias formativas que fortalezcan la confianza personal (en nosotros mismos) y social (en los demás). Por ello, el Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación Dirección Provincial de Educación Técnico – Profesional Dirección de Educación Técnica

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Manual de Procedimientos Institucionales para Escuelas Secundarias Técnicas de la

Provincia de Buenos Aires.

MICROEMPRENDIMIENTOS ESCOLARES Y CIRCUITOS ESCOLARES PRODUCTIVOS

MICROEMPRENDIMIENTO ESCOLAR

Entre sus considerandos, la Resolución Nº 2947/99 sobre Trabajos por cuenta de Terceros,

expresaba:

“[…] es necesario incorporar en la escuela la idea de APRENDER A EMPRENDER, expresada desde la integración en la tarea de producción de competencias prácticas y curriculares, que hagan a la formación final del futuro egresado tanto para la vida, como para el mundo del trabajo”

Si bien, desde en los aspectos formales esta Resolución tiene hoy día, plena vigencia, sus

fundamentos se han “aggiornado” a los marcos políticos y legales actuales. Por tal motivo la

idea que resulta necesario incorporar en la escuela es la de APRENDER CON EL OTRO A

EMPRENDER JUNTOS. Para ello es necesario que la institución de ETP haya hecho foco

desde los primeros años de formación en promover en los estudiantes la innovación, en el

desarrollo de las capacidades necesarias para el trabajo en equipo, en el apoyo a los

proyectos colectivos, en el abordaje de los aspectos emocionales y personales que

atraviesan la obligación de cuidado inherente al trabajo docente y en proponer experiencias

formativas que fortalezcan la confianza personal (en nosotros mismos) y social (en los

demás). Por ello, el abordaje escolar de cultura emprendedora, al igual que ocurre con la

cultura del trabajo, operan como planos o dimensiones que atraviesan todo el proceso

formativo de nuestros/as alumnos/as y que en las instituciones de ETP, en virtud a los

propósitos que le atribuyen tanto la Ley de Educación Técnico-Profesional Nº 26.058 como

nuestra Ley Provincial de Educación Nº 13.688, cobran especial relevancia, visibilizándose

claramente en el Proyecto Institucional y, más concretamente, con valores vievenciables en

la cultura institucional.

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Supongamos que hay un número aceptable de alumnos que quieren realizar su trabajo en el

mismo establecimiento en donde cursan ya sea para brindar a la comunidad un servicio y/o

para producir un bien necesario a la misma. ¿Corresponde darle lugar en la escuela? Por

supuesto que sí.

Si bien es cierto que la escuela técnica no forma para un empleo determinado, un oficio

específico o para puestos de trabajo puntuales, sino que lo hace desde una perspectiva más

amplia y en torno a un perfil profesional definido, aprobado y validado en el nivel nacional,

buscando la inserción del técnico en el mundo del trabajo y la producción –además de la

finalidad propedéutica y ciudadana propia del nivel secundario-; toda experiencia que opere

en un sentido constructivo tanto en lo social como en lo personal y lo profesional, se validan

en los marcos normativos y legales vigentes como en el propio proyecto institucional, en

tanto expresión de construcciones educativas compartidas por la propia comunidad.

Estamos aquí frente a un emprendimiento, nombre que se le da a toda iniciativa de un grupo

de personas para lograr algo. Existe un objetivo que se complementa con un fin y metas. Es

decir, hay un carácter intencional en los alumnos que se integran en el proyecto. Y, como

su desarrollo ocurre dentro de la escuela y las dimensiones que puede alanzar dentro de

dicho ámbito son relativamente pequeñas, se lo denomina “microemprendimiento escolar”,

por lo que esta experiencia formativa deberá encuadrarse en el marco normativo que regula

la implementación del modelo. Por otra parte, como ya dijimos, tiene que estar incluido en el

Proyecto Educativo de la institución, en tanto requisito para su validación pedagógica y

curricular. En tanto el emprendimiento se defina como escolar, su finalidad esencial será

siempre el aprendizaje, por sobre los otros propósitos políticos, económicos, tecnológicos,

productivos y sociales que pudiesen atravesar esta experiencia escolar. O sea, cualquier otro

objetivo debe subordinarse al objetivo principal que es el aprendizaje.

La experiencia de participar en un emprendimiento escolar, con posible proyección social, es

decir, con la posibilidad de ser el principio de un proyecto que se convierta en oportunidad de

sustento y crecimiento entre los participantes con impacto cultural, político, social, económico

y empresarial en el contexto. Dentro de esta experiencia la actividad de generar e

implementar el proyecto productivo, suele ser la más convocante para los alumnos y

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alumnas, ya que la creatividad, el compromiso, los objetivos (compartidos o no) y el trabajo

de cada uno de los integrantes del grupo se integran en dirección a un propósito: el éxito del

emprendimiento escolar.

Los microemprendimientos escolares representan una variante muy interesante de los

modelos pedagógicos que se centran en actividades de producción desarrolladas

internamente en la institución. En toda propuesta productiva escolar hay un rasgo central

compartido: se trabaja con conceptos tomados de la realidad productiva para dar origen a un

producto del cual es posible obtener algún tipo de beneficio (que puede ser económico,

aunque no necesariamente). En las microunidades productivas escolares, los alumnos y

alumnas, además de participar en el circuito productivo propiamente dicho, participan

también en las actividades de gestión del emprendimiento, estudio de mercado,

comercialización, publicidad, etc. El microemprendimiento escolar necesita surgir del grupo

de alumnos que lo propone y se propone concretarlo.

Los microemprendimientos escolares junto a otras estrategias de enseñanza, permiten

incorporar la creatividad y el trabajo en propuestas educativas concretas, tendientes a

generar proyectos productivos y emprendimientos individuales y/o comunitarios que

posibiliten a los/as alumnos/as el encarar, una vez egresados, proyectos de vida con

autonomía económica con arraigo en sus zonas o localidades y con impacto positivo en el

desarrollo local y, por ende, provincial y nacional. En cierto sentido, podemos afirmar que

este tipo de experiencias posibilitan crear futuro para nuestros alumnos y alumnas.

Esta experiencia formativa debe ser trabajada de manera articulada entre dos o más

espacios curriculares propios de la FTE y la FCT, con especial participación de la materia

“Emprendimientos Productivos y Desarrollo Local” y otros espacios del último año de

formación (aunque pueden participar alumnos y docentes de años anteriores). Esto exige la

construcción de acuerdos y la toma de decisiones respecto de las especificaciones del

diseño en el Proyecto Curricular Institucional. Como cualquier otra actividad escolar, la

experiencia requiere planificación, evitando improvisaciones, si es que se pretende se

alcancen los logros definidos de tipo tanto pedagógicos como económicos y sociales.

Obviamente que un emprendimiento puede ser de tipo cultural, científico, comunitario, etc., y

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toda iniciativa emprendedora debe necesariamente encontrar cabida en el proyecto

institucional ya que todos ellos se vinculan con la capacidad emprendedora que pretendemos

desarrollar, pero nos interesan particularmente aquí aquellas propuestas que tienen que ver

con lo socio-productivo, lo tecnológico y con el sector de actividad en donde se están

formando los alumnos y alumnas. A este tipo de emprendimiento escolar nos estamos

refiriendo.

Valor pedagógico del emprendimiento escolar

El microemprendimiento escolar es una propuesta de altísimo valor pedagógico y didáctico

ya que permite realizar una aplicación práctica de contenidos teóricos vinculados

intedisciplinariamente construidos en diversas áreas tales como economía, derecho,

procesos productivos, control, higiene, seguridad, comunicación, etc. Por eso decimos que

generar e implementar un microemprendimiento escolar, permite a los alumnos participantes

construir aprendizajes globales e integradores. El inicio y ejecución de estos proyectos,

resulta un desafío importante para la comunidad educativa ya que requiere del apoyo, el

compromiso y la colaboración de muchos de los actores involucrados de la institución

escolar.

A su vez, esta experiencia, más allá del nivel de éxito alcanzado, puede ser objeto de estudio

y análisis para otros/as alumnos/as ya sea durante o después de concretada. De allí que

resulte muy importante documentar cada una de las instancias por las que hayan atravesado

los/as alumnos/as emprendedores en su implementación.

Además de los aspectos específicos que tienen que ver con el sector profesional en el que

prospera la idea emprendedora y el nicho en donde se pretende instalar el proyecto

productivo, destacamos que esta experiencia escolar permite abordar pedagógicamente

algunas cuestiones no siempre accesibles en formatos más tradicionales en propuestas

formativas más tradicionales o academicistas, tales como la construcción de una visión

compartida, la adquisición personal de criterios de responsabilidad social, la capacidad de

liderazgo, la construcción de confianza personal y social (la idea de que entre todos

podemos, la valoración del otro,….), la evaluación de variables zonales y el asumir riesgos, la

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toma de decisiones fundamentada, la paciencia y fortaleza de espíritu, entre otras

posibilidades formativas.

Planteamos los siguientes objetivos para este tipo de estrategias escolares, con la intención

de que los mismos sean trabajados en las instituciones para lograr una verdadera

construcción de los mismos:

Formar a los alumnos y alumnas en los principios solidarios e impulsar la participación

activa y directa dentro del marco axiológico que caracteriza tanto la cultura del trabajo

como la cultura emprendedora.

Promover la capacidad emprendedora en los estudiantes, desde modelos que

fortalecen tanto la formación profesional permanente como el aprendizaje a partir de la

actividad concreta y de la reflexión sobre los resultados obtenidos.

Auspiciar, promover y realizar tareas científicas, tecnológicas, culturales, recreativas,

deportivas, administrativas y laborales de carácter agrario, artesanal o industrial ya

sea para su uso, consumo y/o comercialización.

Promover la integración de los actores sociales en la escuela y de la escuela en el

medio socio-productivo y laboral.

Formar a los/as alumnos/as en la organización y gestión productiva y empresarial.

Fortalecer, mediante este tipo de experiencias formativas, el ejercicio pleno de la

democracia y la participación social, mediante la puesta en práctica de valores éticos,

cívicos y sociales de armonía con el ambiente.

Posicionar a la institución de ETP de manera armónica con los procesos de desarrollo

local.

Generar en la escuela o centro condiciones adecuadas para que los alumnos y

alumnas puedan iniciar y desarrollar proyectos innovadores, con particular acepción

de aquellos potencialmente factibles de impactar positivamente en el medio local.

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Abordaje escolar de la experiencia.

Prácticamente todos los perfiles profesionales incluyen un área de competencia que habilita

al técnico egresado del nivel secundario, a generar y/o participar en emprendimientos.

Para ello el/la estudiante debe estar capacitado para:

Identificar el emprendimiento Evaluar la factibilidad técnico- económica del emprendimiento Programar y poner en marcha el emprendimiento Gestionar el emprendimiento

Para que el desarrollo del Microemprendimiento pueda plantearse como una experiencia

profesionalizante, la propuesta pedagógico-curricular debe referenciarse con éstas funciones

propias del técnico.

El proyecto de microemprendimiento puede ser trabajado como una práctica

profesionalizante, mediante el formato PPI (Proyecto tecnológico-productivo interno). En

definitiva, llevar adelante un emprendimiento dentro del sector productivo de referencia,

constituye una excelente posibilidad para que los alumnos vinculen los saberes aprendidos

con su aplicación en la realidad, poniendo de esta forma en acción las capacidades

profesionales y potencialidades que desarrollaron durante su recorrido formativo.

Para los docentes, la idea de sumarse libremente a un desarrollo tecnológico-productivo que

surge de los alumnos, resulta todo un desafío profesional. Alumnos/as, docentes y escuela

técnica son protagonistas involucrados necesariamente en un emprendimiento escolar, cada

uno en planos de acción concretos, pero imprescindibles para que el emprendimiento resulte

exitoso.

Los proyectos de microemprendimientos escolares fomentan las iniciativas de los/as

alumnos/as con el apoyo y asesoramiento del personal docente y suelen tener tres ejes en

torno a los cuales se elaboran:

El pedagógico-didáctico (promoción del trabajo socialmente productivo y de lo

investigativo, desarrollo de productos tecnológicos, optimización de procesos

preexistentes, etc.). Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación

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El social (la autorrealización que tiende a la autoestima, evitar el desarraigo, el

reconocimiento al esfuerzo, etc.)

El económico (la cooperación que sintetiza la producción y la solidaridad, la

promoción del cooperativismo y el mutualismo, el desarrollo local, etc.)

A diferencia del modelo “circuito productivo interno” o “proyecto productivo interno” que

es propuesto y organizado desde la institución educativa, el microemprendimiento escolar es

enteramente una producción de los alumnos y alumnas, ellos y ellas son los encargados de

detectar la actividad en que se centrará el proyecto productivo. La voluntad de los alumnos y

el carácter de libre adhesión a asociarse y ser partícipe del proyecto son dos elementos

claramente diferenciadores de éste modelo didáctico.

En general el microemprendimiento surge por una necesidad común al grupo (o un interés).

Este interés se expresa como una idea que lo motoriza. Esta idea debe ser compartida por

todos los integrantes del grupo y opera como generadora de la acción. Los alumnos se unen

para poner su esfuerzo (trabajo) al servicio de todos, comprometiéndose a ayudarse

mutuamente (compañía), accionando en forma democrática (horizontal y participativa) y

compartiendo objetivos comunes que dirigen, encauzan y guían su accionar en pro de elevar

la calidad de vida y dignificarse como persona a través del trabajo. La creatividad

emprendedora se vincula con la investigación, por ende, para llevar a cabo este tipo de

experiencias escolares, es necesario capacitar a los alumnos en aquellas técnicas y

procedimientos que les permitan tomar decisiones asertivas y efectivas a partir del

procesamiento de información adecuada.

Los integrantes del proyecto deben hallarse en interacción permanente y, resulta clave, que

los docentes generen espacios en donde los alumnos puedan reflexionar sobre sus avances,

logros, fortalezas, amenazas y dificultades. Los alumnos participantes tienen que tomar

conciencia acerca de las necesidades e identificarse con el proyecto productivo. Parte de la

riqueza pedagógica de la experiencia radica en que, durante el desarrollo del

emprendimiento, los alumnos y alumnas tienen que enfrentar riesgos, asumir desafíos,

aportar soluciones creativas, contrastar sus ideas con las posibilidades reales, generar

innovaciones, etc. Durante el desarrollo del emprendimiento en el entorno escolar, se

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desarrollan vínculos, se construye experiencia, se obtienen logros, los/as alumnos/as ganan

credibilidad social, se sienten más seguros/as, etc.

Llevar adelante el emprendimiento, requiere de una organización. Se realiza una división del

trabajo y cada integrante del grupo debe cumplir la función que le corresponde de la mejor

manera y al alcance de su capacidad. Las normas y pautas comunes que regulan el

funcionamiento del grupo no se imponen como algo ajeno, por el contrario, deben nacer del

común acuerdo de todos los miembros, como reglas de conductas aceptadas para regular y

controlar su organización y mantenimiento. Mientras el microemprendimiento se halle en la

órbita escolar, este conjunto de normas se referenciarán con el AIC, conformándose como

una especificación del mismo para el caso.

El microemprendimiento escolar, cuando se halla inmerso en el Proyecto Curricular

Institucional, constituye una oportunidad escolar para: generar en los alumnos

responsabilidad social, optimizar los procesos de aprendizaje de contenidos, incrementar

niveles de retención y disminuir los índices de fracaso, mejorar las habilidades

comunicacionales en alumnos y alumnas, orientar a los estudiantes hacia la realidad socio-

productiva y laboral, abordar pedagógicamente la enseñanza de la creatividad, incrementar

en los alumnos y alumnas su autoestima y sus niveles de confianza e insertar la escuela en

el medio local, a partir de la producción desde la escuela de respuestas ingeniosas a

necesidades y problemas existentes previamente.

En ocasiones el modelo se plantea en forma de Cooperativa Escolar de Producción y/o

Trabajo. En este caso se entrecruzan contenidos propios del cooperativismo con los que

tienen que ver con la generación de emprendimientos. Según los fines que busque, puede

incorporar estudios del mercado laboral de la zona, acompañamiento a egresados en su

tránsito desde la escuela al mundo laboral/productivo, implementación de bolsas de trabajo,

coparticipación con entidades co-escolares como el centro de estudiantes, el centro de

egresados, la asociación cooperadora, etc. El marco conceptual, ético, social y valorativo del

cooperativismo y del mutualismo suele aportar una nueva visión al microemprendimiento

escolar, tal vez demasiado atravesado por la lógica de mercado. Tanto el cooperativismo

como el mutualismo escolar representan una invitación al trabajo compartido solidario entre

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docentes y alumnos y entre el servicio educativo y la comunidad, favoreciendo procesos de

intercambio en un dar y recibir altamente beneficioso. Observemos, además, que si el

emprendimiento escolar se transforma en una cooperativa de trabajo y/o producción

coordinada por técnicos egresados de la institución, ésta puede incorporar otros alumnos,

tanto en calidad de practicantes o como de socios adscriptos.

Para llevar adelante un microemprendimiento escolar, los alumnos deben realizar

previamente una investigación de mercado, supervisados por un docente, en búsqueda de

una necesidad de la comunidad donde está inserto el establecimiento escolar. No podemos

comenzar a organizar algo que no va a tener interés alguno en la población. Una vez

determinada la necesidad y definido que es lo que se va a producir desde la escuela, el paso

siguiente es conseguir los medios para iniciar la producción. Generalmente los grupos no

disponen de capital inicial.

Este modelo necesita del respaldo y acompañamiento del equipo directivo, pero siempre con

docentes responsables de la actividad. El eje para la elaboración del proyecto didáctico por

parte de los docentes es por un lado la actividad productiva que se va a desarrollar y, por

otro, la conformación de una organización productiva (el microemprendimiento) con todo lo

que ello implica.

Una vez que el emprendimiento prosperó, los alumnos están en condiciones de

implementarlo fuera del ámbito escolar. Por eso, el modelo en caso de ser exitoso, puede

tener un fuerte impacto en las vidas de los alumnos que desarrollaron la experiencia (y por

ende, en sus comunidades). Es decir, todo microemprendimiento escolar tiene, en principio

un carácter duradero, o sea, se pretende que pueda superar los límites de la institución

educativa e instalarse en el medio ya sea como una microempresa o como una cooperativa

de producción.

Cuando el modelo resulta exitoso, suele institucionalizarse en el servicio educativo. Aunque

el proyecto productivo que sustenta el microemprendimientos irá cambiando según cada

grupo de alumnos/as en particular. Es decir, se institucionaliza el modelo, las formas de

acción, no el microemprendimiento particular. La intención final del microemprendimiento

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escolar es facilitarles a los alumnos y alumnas su reproducción en el mundo real, por lo que

la escuela debe fomentar la extrapolación de la experiencia a la comunidad. Y ello debería

suceder una vez que se ha constatado con un grado de certeza aceptable, que el

microemprendimiento puede ser autosostenible.

Al decir de Luskevich, C.: “Se debe buscar pero se puede crecer y ser grande, así es un

microemprendimiento”.

Si bien el soñar no tiene límites por lo que nuestros alumnos pueden proyectar

emprendimientos imposibles de concretarse en el plano escolar, el o los docentes que

participan de la experiencia deben trabajar para que la actividad escolar del

microemprendimiento, se ajuste a las siguientes características necesarias para que la

experiencia se mantenga como “escolar”:

Sea realizable, por lo menos durante el ciclo escolar (aunque pueden existir

experiencias que se hayan originado en años anteriores del recorrido formativo de los

alumnos u otras que involucren en su concreción a estudiantes de años anteriores).

Estén curricularmente referenciadas y se vinculen con el perfil profesional del técnico

que se pretende formar (aún cuando la experiencia se lleve adelante en un formato

extracurricular). Esto es lo mismo que decir que estén incluidas en el Proyecto

Curricular Institucional.

Que surjan de los/as alumnos/as como resultado de la detección de una necesidad o

bien, del aprovechamiento de una oportunidad.

Que remitan a nichos de mercado “chicos” por lo menos mientras se halle en la órbita

escolar, aunque pueda tener proyección en el contexto local.

La idea original que dio origen al emprendimiento, aunque en un primer momento bastante

difusa o incierta, debe surgir del descubrimiento de una oportunidad, y esta oportunidad

surge a partir de una necesidad, de un problema a superar, de la delimitación de un sector

potencial en el mercado que podría consumir lo producido o requerir del servicio que

pretendemos brindar.

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En nuestro país se han desarrollado sistemas de crédito blando y de microcréditos

destinados a apoyar este tipo de experiencias, incluso préstamos de honor que facilita

recursos económicos para proyectar el emprendimiento en el espacio local. Si el estatuto de

la Asociación Cooperadora lo habilita y, obviamente, los recursos económicos están

disponibles, entonces esta entidad puede ser quien aporte el dinero a los alumnos

emprendedores, ya sea en calidad de préstamo de apoyo (con bajo o nulo interés, es decir

préstamos sin intención de lucro) o como contribución no retributiva. También existen

fundaciones de carácter nacional o internacional que suelen apoyar económicamente a

jóvenes emprendedores. Por último también debemos mencionar las oportunidades que

brindan ciertos certámenes y competencias organizadas desde diversos ámbitos, tanto

públicos como privados, cuyo premio es el financiamiento total o parcial de los

emprendimientos aprobados o ganadores.

El modelo se aplica con jóvenes y adultos, aunque puede hacerse extensivo (con ciertas

restricciones) a los niños. También pueden integrarse alumnos de diferentes cursos y/o

niveles al proyecto.

Cuando el proyecto productivo en el que se sustenta el emprendimiento escolar se vincula o

se incluye en planes y/o programas que buscan el desarrollo territorial y la mejora social,

entonces el emprendimiento escolar favorece el desarrollo local y, en consecuencia, debe ser

entendido como una construcción social, pudiendo requerir e involucrar actores que apoyen,

apadrinen o colaboren con el mismo (bancos privados o públicos, fundaciones, organismos

públicos municipales, provinciales y/o nacionales, empresarios u organizaciones

empresariales, tecnólogos, personalidades reconocidas, etc.)

Según el contexto en donde se implemente la experiencia, los microemprendimientos

escolares suelen ser espacios pedagógicos de integración (de la teoría con la práctica, del

saber con el hacer, de la educación formal con la no formal, de los distintos campos de

formación de la educación técnico-profesional – general, científico-tecnológico, técnica

específico y las prácticas profesionalizantes-, de conocimientos jurídicos, económicos,

contables, políticos, tecnológicos y socio-productivos, etc.). Las actividades asociadas al

emprendimiento son fuertemente motivadoras para que los alumnos y alumnas se interesen

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en trabajos cuyo fin es el aprender, los docentes se involucren desde su tarea y la escuela se

comprometa en la sustentabilidad y proyección de la experiencia.

Un aspecto que muchas veces se visibiliza en este tipo de experiencias pedagógicas, es la

capacidad de inventiva manifiesta por los jóvenes, ya que muchas veces los

emprendimientos escolares surgen a partir de innovaciones en productos y/o en procesos.

Otras veces pueden surgir de una investigación científica o científico-tecnológica llevada a

cabo por algún grupo de alumnos/as de la institución. Incluso puede darse el caso que el

desarrollo técnico o la investigación dio inicio en algún año anterior y, al llegar al último año

se transforma, por decisión del grupo de alumnos y/o alumnas involucrados, en un

emprendimiento escolar. Los desarrollos que los alumnos y/o alumnas generan para la EACP

pueden ser también traducidos posteriormente en emprendimientos escolares, de allí la

importancia de involucrar alumnos de quinto y sexto año del segundo ciclo (ciclo superior) en

esta experiencia formativa que impulsa y organiza la DET.

La concreción de un proyecto tecnológico-productivo y su transformación en un

emprendimiento escolar requiere de un esfuerzo por parte de los alumnos y/o alumnas

emprendedores, para introducir racionalidad, organización e imaginación en lo que pretenden

llevar a cabo.

Etapas para la generación de emprendimientos escolares.

Por lo general, los microemprendimientos escolares distinguen tres factores para el

desarrollo y evolución de los mismos: capital, trabajo y comunidad. Vinculando estos factores

en un marco cooperativo (cooperar significa “hacer las cosas juntos”) el producto puede ser

una economía solidaria.

Para llevar adelante el microemprendimiento escolar, los alumnos involucrados en el

proyecto tendrán que realizar diferentes planes, entre ellos destacamos como altamente

significativos para los estudiantes el plan de producción propiamente dicho y el plan de

negocios.

Las etapas para organizar un microemprendimiento escolar son:Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación

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0.- Etapa inicial de estudio-concientización

1.- Etapa de planificación y organización

2.- Etapa de constitución e iniciación de la producción

3.- Etapa de inserción en el medio social (salida del contexto escolar)

Previamente a la organización de una unidad productivo-educativa, se recomienda a los

iniciadores que busquen la mayor participación de los interesados y de la comunidad en

general en el conocimiento del tema, compartiendo y diseñando el proyecto productivo. Es

necesario hacer un estudio de factibilidad del microemprendimiento, antes de iniciar su

desarrollo.

Sostenemos que la condición para que un emprendimiento escolar surja es que el mismo

debe nacer de los alumnos y alumnas, pero con esto no estamos restando importancia al rol

docente como facilitador para que estas ideas aparezcan en los estudiantes. El papel del

docente como disparador y canalizador de esta posibilidad en los estudiantes es un elemento

clave.

También es cierto que estas ideas, por lo general, no surgen por generación espontánea en

los alumnos y alumnas, precisan de una propuesta educativa implementada en la escuela o

centro que le den sustento y permitan su surgimiento.

Para ello, se sugiere responder a las siguientes preguntas antes de comenzar con el

microemprendimiento escolar y, también, antes de transpolarlo al entorno local.

I.- La idea: Tenemos una idea interesante para iniciar un microemprendimiento escolar.

¿Cuál es?

1. ¿Cuál es la actividad que quisiéramos desarrollar? ¿Qué queremos producir?

2. ¿Qué objetivos pretendemos lograr con el emprendimiento escolar?

3. ¿Cuál es la necesidad que tiende a satisfacer la actividad que queremos desarrollar?

4. ¿Cuáles son las características de ésta actividad que nos hace pensar que es

interesante’ ¿Creemos que nos permitirá ganar dinero?

5. ¿Necesitamos más información sobre la idea? Si. No. ¿De qué tipo?Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación

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6. ¿Tenemos opiniones de técnicos, profesionales o personas que conozcan sobre la

idea? Detallarlas.

7. ¿Exploramos todas las perspectivas posibles asociadas a la idea? Es decir, por

ejemplo las relaciones de lo que pretendemos producir con las personas o usuarios

del producto que producimos, la necesidad de que su producción se ajuste a normas,

su vinculación con otros productos o servicios existentes, etc.

II. El origen escolar. ¿Están dadas las condiciones institucionales para llevar adelante

el microemprendimiento escolar?

1. ¿Existe la voluntad institucional de ayudarnos y de generar condiciones que

favorezcan nuestro trabajo?

2. El microemprendimiento ¿se enmarcará como una práctica profesionalizante, como

una actividad extracurricular o como un proyecto didáctico-curricular dentro de una o

más materias/módulos de la FCT / FTE?,

3. Para el desarrollo del emprendimiento escolar ¿requeriremos de que dos o más

docentes nos ayuden y, por lo tanto, se pongan de acuerdo y trabajen

articuladamente?

4. ¿Contamos con el apoyo u orientación del docente o docentes que dictan la materia

“Emprendimientos Productivos y Desarrollo Local?

5. Nuestra escuela ¿está preparada para incluir este tipo de experiencias, que exigen en

principio, tiempo extracurricular y que pueden afectar en alguna forma las actividades

regulares por la sobrecarga de tarea en algunos integrantes del docente y directivo?

III.- El grupo: Queremos crear una fuente de trabajo

1. ¿Cuántos somos? ¿Quiénes somos? ¿Qué conocimientos tenemos? ¿Qué

experiencia laboral tenemos cada uno?

2. ¿Qué objetivo persigue cada integrante del grupo con la experiencia? ¿Son objetivos

compatibles entre sí?

3. ¿Cómo nos organizaremos en el grupo para poder producir? ¿Cada uno se ocupará

de una tarea o trabajaremos todos juntos?

4. ¿Cómo distribuiremos los diferentes trabajos y responsabilidades?

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5. ¿Qué horario cumpliríamos?

6. ¿Qué límites debemos respetar en la escuela? ¿Cómo desarrollaremos la actividad

sin que ello perturbe el normal desarrollo de las demás actividades propias de la

unidad educativa?

7. ¿Con qué reglamento funcionaremos? ¿Cuáles son los derechos y las obligaciones de

los integrantes?

8. ¿Qué esperamos lograr con este microemprendimiento?

9. ¿Qué experiencia y/o capacitación tenemos en la actividad productiva que queremos

desarrollar? Referencias. ¿Qué docentes de la escuela nos pueden orientar y/o

asesorar?

10.En el caso de falta de experiencia o capacitación previa ¿Cómo lo podemos

solucionar?

11.¿Qué dificultades encontramos a la hora de trabajar en grupo?

IV. El microemprendimiento como construcción social.

1. ¿Cuál es el producto o servicio que queremos ofrecer? ¿Qué se va a producir?

2. ¿En qué se diferencia nuestro producto de otros ya existentes? Ventajas y

desventajas.

3. ¿Cuánto calculamos que “costaría” cada producto fabricado?

4. ¿Cómo lo produciremos? ¿Cómo se hace? Tecnología

5. ¿Existen otros productos o servicios distintos del nuestro y que satisfacen la misma

necesidad? ¿Cuáles?

6. ¿Hemos tomado contacto con posibles clientes y proveedores? Detallar: nombre,

ramo y dirección.

7. ¿Quiénes nos pueden hacer competencia?

8. ¿Qué ofrecen los competidores, con qué calidad y a qué precio?

9. ¿Cómo calcularemos el precio de venta de nuestro producto o servicio?

10.¿Cómo venderemos? ¿Quiénes y de qué forma? ¿Cómo se comercializará la

producción o se difundirá el servicio entre los potenciales clientes?

11.¿Es necesario algún tipo de control o autorización antes de que el producto se venda

en el mercado?

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V. Los recursos

1. ¿Dónde trabajaríamos? Local o sector del servicio educativo. ¿Cómo lo

conseguiríamos?

2. ¿Con qué se va a producir?

3. ¿Qué materia prima necesitamos para obtener el producto/servicio y para cuánto

tiempo? – Descripción, cantidad y costo. Presupuestos.

4. ¿Con que recursos: maquinarias, herramientas y/o materias primas lo haremos?

Descripción, cantidad y costo. Presupuestos.

5. ¿Qué recursos nos facilita la escuela? ¿Por cuánto tiempo?

6. ¿Qué otros recursos conseguimos sin necesidad de inversión: préstamos, cesiones,

donaciones? ¿Qué responsabilidades asumimos?

7. ¿Necesitamos adecuar el local para empezar a trabajar? ¿Qué nos falta? – Presentar

presupuestos

VI.- Planificación y organización del microemprendimiento:

1. ¿Qué forma jurídica adoptará?

2. ¿Con qué nombre se conocerá?

3. ¿Cuál será el aporte de cada asociado?

4. ¿Qué responsabilidades asumen los asociados?

5. ¿Cómo se va a producir? Diagrama PERT. Estudio de tiempos.

6. ¿Cómo se regirá la vida en la micro unidad productivo-educativa?

7. ¿Cómo se distribuirán los excedentes o ganancias?

8. Si hubiera pérdidas, ¿Cómo se asumirán?

9. ¿Cómo se tomarán las decisiones en el microemprendimiento escolar?

10.¿Quiénes administrarán las decisiones?

11.¿Quiénes fiscalizarán las acciones? ¿Qué rol tiene la escuela en esta fiscalización?

12.Si se disuelve, ¿Cómo se distribuirá el patrimonio?

13.Si el emprendimiento prospera: ¿Cuál es el máximo tiempo en que permanecerá en la

órbita del establecimiento escolar? ¿Se prevén extensiones temporales?

14.¿Cómo funciona el microemprendimiento si no hay actividad en la escuela?

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15.Se prevé algún tipo de retribución a la unidad educativa. ¿Bajo qué concepto? ¿Cómo

se concreta?

VII.- La proyección social del emprendimiento escolar

1. Los indicadores obtenidos de los procesos de análisis realizados, ¿aconsejan

transpolar el emprendimiento fuera del entorno escolar? ¿Qué nivel de éxito obtuvo el

emprendimiento durante el año escolar?

2. ¿A qué segmento del mercado dirigimos nuestro producto/servicio?

3. ¿Cuáles son las oportunidades que vislumbramos como favorecedoras para transpolar

el emprendimiento escolar al contexto socio-productivo? ¿Cuáles son las amenazas?

¿Qué riesgos corremos? ¿Estamos dispuestos a correr tales riesgos?

4. ¿Qué posibilidades tenemos de iniciar, sobre la base de lo aprendido, nuestro propio

emprendimiento? ¿Qué necesitamos para ello? ¿Cómo conseguiremos los recursos?

5. ¿Dónde lo haremos? ¿Qué infraestructura requerimos? ¿Disponemos de los recursos

necesarios en el lugar en donde pretendemos localizar e emprendimiento?

6. ¿Con qué ayuda contamos? ¿Quiénes y cómo pueden ayudarnos?

7. ¿Nuestro producto/servicio puede competir con otros de similar naturaleza en el

mercado local o zonal?

8. ¿Qué proveedores necesitamos? ¿Dónde se hallan geográficamente? ¿Pueden

garantizar los suministros que necesitamos para el proceso?

Emprendimientos escolares y desarrollo local

Qué un emprendimiento resulte exitoso no es exclusiva responsabilidad de las capacidades y

saberes de las personales que participan en él, sino que necesitan de un andamiaje social,

precisan de una malla vincular previa, un conjunto de relaciones con diferente grado de

formalidad y establecidas entre organismos del estado, organizaciones sociales de diversa

índole, empresarios y trabajadores, que se van conformando en auténticas redes locales

asociativas.

La generación y desarrollo de estas estructuras locales asociativas resulta sustancial para la

incubación, desarrollo y fortalecimiento de emprendimientos productivos, por ello son tanto Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación

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una preocupación como una ocupación en los municipios y localidades. Los

emprendimientos escolares son siempre una oportunidad de mejora loca, cuando pueden

servirse de estas redes y proyectarse socialmente. “Estas redes ayudan a reproducir la

vocación y el espíritu emprendedor y productivo de la comunidad favoreciendo la mejora en

la calidad de vida de la población local”.

Las redes locales asociativas, posibilitan integrar, completar y perfeccionar los recursos

materiales disponibles (tecnológicos y económicos) y la información (recursos estratégicos)

ayudando de esta forma a generar, desarrollar, ampliar y complementar las capacidades

competitivas de los emprendedores a nivel individual como grupal, componiéndose así una

de las dimensiones necesarias para el logro de la eficiencia colectiva y el progreso local.

Un emprendimiento escolar es exitoso si se logran con la experiencia, los aprendizajes

buscados. Y estos aprendizajes, el aprender juntos a emprender con el otro, exige que se

involucre no solo a los docentes y a los estudiantes sino también a otros adultos de la

comunidad, instalando en el contexto escolar procesos que promuevan el desarrollo local.

PROYECTOS PRODUCTIVOS INTERNOS:

La teoría sin la práctica es manca, la práctica sin la teoría es ciega.Leonardo Da Vinci

Concepto:

La idea de aprender produciendo en un entorno controlado institucional, se centra en la

producción concreta de bienes y/o servicios. Su fundamento se encuentra, no en lo técnico o

tecnológico ni en lo procedimental metodológico, sino en que es un modo de aprender con la

dinámica del aula-taller. Solo que en este caso, todo el sector de talleres y laboratorios (o

una gran parte de él) se asumen como el entorno formativo dentro de esta modalidad

operativa de enseñanza. Por otro lado, constituyen una oportunidad pedagógica para

aproximar la realidad del mundo productivo/laboral y del desempeño profesional, al servicio

educativo.

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Llamamos circuito productivo interno a todo proceso productivo planificado desde la

Jefatura de Área –avalado por el Equipo de Conducción- para su desarrollo en el ámbito de

la escuela técnica y en el que se involucran dos o más secciones de taller (del básico –primer

ciclo- y/o del superior –segundo ciclo-) con finalidad claramente didáctica. Pueden estar

además involucrados otros espacios curriculares (Gestión, Derecho, Proyecto y Diseño de la

especialidad, etc.), en cuyo caso la coordinación se realiza desde la Vicedirección /

Regencia. Se trata de actividades formativo-productivas referenciadas a los sectores de

actividad o áreas ocupacionales vinculadas al Perfil Profesional. Los alumnos trabajan en

situaciones concretas o creadas a tal efecto (dentro de un proceso de producción que excede

su participación), llegando a una producción escolar cooperativa y significativa en la cual

asumió responsabilidades limitadas. Aquellos alumnos que se hallen en los niveles más

avanzados de la tecnicatura, aprenden en los procesos de coordinación, control, logística y

dirección de la producción, en tanto que los alumnos que se hallen en años anteriores, lo

hacen básicamente en los procedimientos y técnicas operativas propias del proceso en sí. Lo

ideal es que, cada alumno durante su trayecto formativo, haya participado en todas las

instancias o fases propias del proceso productivo, desde las más elementales a las más

complejas.

Si bien se desarrollan en el entorno controlado de la institución, deben contextualizarse en el

marco de procesos productivos reales. Es decir, el modelo es un recurso que permite

transpolar situaciones laborales, profesionales y productivas reales al entorno controlado de

la escuela (transposición didáctica).

El modelo también se denomina Proyecto Pedagógico Productivo Interno o Proyecto

Productivo Escolar.

Nota: Cuando en el proceso constructivo participan alumnos de diferentes cursos escolares (diferentes grupos de taller de uno o más años o niveles) se tiende a denominar esta experiencia como circuito productivo; si se implementa con alumnos de un mismo grupo, entonces es más usual llamarlo proyecto productivo. En el primer caso, es el producto en construcción el que se traslada a través de las secciones del taller involucradas, no así los alumnos. En el segundo, tanto el producto como los alumnos se desplazan por las diferentes secciones involucradas en el proceso constructivo.

Los circuitos productivos internos representan un modo de aprender, una forma de

adaptación activa, flexible y ajustable de una gran variedad de recursos existentes en la Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación

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institución, con fines educativos y productivos, útil a los fines de un grupo determinado

(teniendo en cuenta una definición amplia de grupo, en la necesaria diferencia subjetiva y de

rol de sus integrantes).

Estos proyectos pueden estar incluidos en proyectos escolares de mayor alcance como por

ejemplo, el fomento del cooperativismo a través de la creación de una cooperativa escolar o

bien, el de impulsar microemprendimientos locales en función de programas de desarrollo

local o atender a demandas puntuales (fabricación de sillas de ruedas, producción de ladrillos

para cooperativas de viviendas, producción de alimentos para la atención de celíacos en

comedores comunitarios, la producción de kits didácticos para instituciones educativas, la

fabricación de herramientas, la producción de bloques o baldosas para cooperativas de la

construcción, etc.) en sectores definidos de la comunidad.

Como en los microemprendimientos escolares, el objetivo de la producción escolar es

esencialmente pedagógico, independientemente de que la experiencia escolar tenga también

otros fines que la trascienden y proyecten socialmente.

Sin embargo, dado que el objetivo productivo de este tipo de experiencias escolares nunca

es el competir en el mercado sino el de suplir o paliar alguna falencia difícil de encarar en el

ámbito privado por cuestiones de rentabilidad, o el de abaratar costos tanto en los procesos

de equipamiento de organizaciones públicas o sin fines de lucro, el de investigar sobre algún

proceso productivo con posibilidades de inserción local en un futuro (en el marco de

acuerdos con otras organizaciones) u otros que surgen de procesos locales y del rol que la

institución de ETP tiene en él. Destacamos que este tipo de experiencias también pueden

vincularse con la promoción escolar de la cultura emprendedora, en tanto posibilitan a los

alumnos y alumnas el acceso y apropiación de técnicas e instrumentos de intervención que

luego les permitirán planificar, evaluar e implementar diferentes proyectos productivos con

posibilidades de convertirse en emprendimientos locales.

La posibilidad que tienen las instituciones de ETP de generar conocimiento tecnológico y

productivo sin que ellos afecte su finalidad formativa básica, es más, en conjunción con esta

finalidad (enseñar conocimientos y producirlos) cuestiona la validez de los modelos

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tradicionales en donde los ámbitos académicos superiores o las empresas altamente

competitivas son quienes tienen exclusividad en la producción de conocimientos, los que

luego son tomados por el sector empresarial y, previa inversión, traducidos en productos

direccionados a segmentos de potenciales compradores, ganando por ello dinero. Si las

instituciones de ETP son capaces de insertarse en modelos capaces de producir

conocimiento técnico-productivo, de apostar a la innovación y de favorecer procesos de

socialización de conocimiento que involucren no solo a los actores escolares y educativos

sino también a otros protagonistas sociales, entonces el rol social que cumplen los servicios

educativos de la modalidad, trasciende la centralidad de lo específicamente educativo para

incorporarse desde esta finalidad formativa en procesos socio-económicos y tecnológico-

productivos con fuerte impacto social. Esta posibilidad se ve favorecida por la fuerte inversión

que el Estado ha venido realizando en los servicios de ETP, ya sea a través de los Planes de

Mejora como a partir de los sistemas de Crédito Fiscal. Y también por el hecho cada vez más

evidente de que la innovación tecnológica y productiva no solo requiere de recursos

materiales (máquinas, equipos, herramientas, etc.) sino también de acceder a procesos de

generación, circulación y apropiación de conocimientos (experimentales, científicos, etc.) que

se producen en otras organizaciones no educativas y que hoy, merced a las redes

informáticas, son cada vez más accesibles.

Características:

Se realiza dentro del horario escolar, por lo que no se necesita autorización explícita

del adulto responsable del alumno.

El/los Jefe/s de Departamento de Integración Curricular de la/s especialidad/es

(Departamento Técnico-Profesional) actúan como Responsables Técnico-

Pedagógicos del proyecto.

La diagramación, coordinación general, administración y supervisión se realiza desde

la Jefatura de Área. Los materiales e insumos son provistos por la escuela a través de

la Asociación Cooperadora o bien, aportados por entidades externas a la institución. Si

se incorporan como prácticas profesionalizantes, la responsabilidad por la

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coordinación, organización y desarrollo es ejercida por el Docente a cargo de dichas

prácticas, y eventualmente, de quién ejerce la coordinación de las mismas en el plano

escolar.

Cuando este tipo de experiencias se incluyen en el Plan Institucional de PP, entonces

la participación de otros alumnos en el proceso productivo nunca estará a cargo de los

alumnos practicantes. En todo momento habrá un docente que se haga cargo de los

alumnos y alumnas que intervienen en el proceso productivo.

Participan los docentes designados en los espacios afectados al proyecto (con los

alumnos de los grupos correspondientes). En el caso de que se proyecten en el

campo de las PP participan los docentes designados al efecto

La organización del trabajo asignado es responsabilidad de cada docente. Debe ser

incluida en el proyecto áulico o en el Plan Institucional de Prácticas Profesionalizantes,

según el encuadre institucional. Cada docente afectado participa con sus alumnos de

una o más operaciones/etapas del circuito productivo. La planificación didáctica del

docente que participa en este tipo de experiencia debe referenciarse necesariamente

al Proyecto Curricular Institucional, en tanto debe cumplir con los objetivos previstos

ya que los mismos se hallan integrados e interrelacionados con los objetivos de otros

espacios y docentes que participan de la experiencia.

Precisa de una buena coordinación a efectos de garantizar que las diferentes fases

del proceso se concreten en tiempo y forma. Debe garantizarse que los recursos

(materiales, suministros, etc.) se hallen disponibles en el momento en que se precisen.

Esto exige que el proyecto se incluya además, en el Plan de Continuidad Pedagógica

de la institución.

Los imponderables (ausencias docentes, demoras en proveer los insumos, etc.)

originan retrasos que pueden repercutir en el desarrollo de las clases de otros

docentes. Lo ideal es tener estrategias alternativas para subsanar los posibles

inconvenientes, o sea, como dijimos, que la experiencia esté inmersa en el Plan de

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Permite la simulación de una serie de situaciones propias de las actividades de

producción: contratos, órdenes de trabajo, registros, compras, etc.

Los alumnos aprenden trabajando, produciendo, siendo necesario darle a la

producción una organización en la que alumnos de los últimos años pueden participar

activa y comprometidamente con la gestión de la producción y la organización del

trabajo.

Puede requerir de espacios para el almacenamiento de los productos en proceso de

elaboración, lo que exige un adecuado sistema de administración patrimonial

implementado en el pañol y la disponibilidad de espacios que sirvan como depósitos.

Los procesos productivos que se implementen en la escuela poseen una estructura

caracterizada por la intermitencia y, los niveles de producción, son bajos.

Involucra una mayor cantidad de alumnos en la resolución de los problemas técnicos

que se presentan, que en otros modelos de aprendizaje, como las pasantías y las

alternancias escuela-empresa. Estos alumnos, a su vez, admiten ser organizados en

subgrupos o en células que interactúan entre sí, en el marco de la actividad

productiva.

Las diferentes dependencias de la escuela (laboratorio de metrología, control de

calidad, oficina técnica, pañol y depósitos, secciones de taller, etc.) deben funcionar

articuladamente para que el circuito productivo optimice su potencialidad pedagógica.

El proceso puede involucrar alumnos practicantes en actividades de inspección y

control de calidad o bien, en actividades de planificación y diseño.

Debe registrarse de manera explícita el destino final de la producción escolar. Esta

finalidad debe ser difundida adecuadamente y conocida por todos.

En general son espacios formativos en donde los alumnos profundizan y

contextualizan saberes y capacidades adquiridos en otros módulos y materias del

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recorrido formativo. No suelen recomendarse como espacios generadores de nuevos

conocimientos ya que ello puede alterar el producto o bien demorar el desarrollo del

proceso afectando el desarrollo de las clases previsto por los demás docentes

involucrados en el proceso, excepto en los casos en los que la innovación se halla

involucrada en el proceso (inteligencia + desarrollo + producción, I + D + P).

Deben estar definidos y acordados previamente los indicadores de calidad que se

tendrán en cuenta en las operaciones de control.

Es enriquecedor incorporar en el circuito situaciones simuladas de emergencias, de

trabajo bajo presión, de trabajo con recursos limitados, etc., las que representan

situaciones significativas para el aprendizaje de los alumnos.

La riqueza de ésta experiencia formativa se halla en que el alumno debe observar y

desempeñar actividades y funciones propias de puestos de trabajo asociados a la

profesión y en el contexto de un proceso productivo organizado. Además puede

conocer la organización de dicho proceso o servicio y visualizar las relaciones

laborales asociadas al circuito. Y ello ocurre en un entorno estructurado en la

institución por docentes que comparten responsabilidades y con las seguridades que

dicha situación brinda al equipo docente.

Los circuitos productivos escolares son estrategias que se inscriben dentro de un

modelo pedagógico definido pues en el que convergen, entre otras, técnicas

didácticas asociadas al modelo del proyecto educativo, de la simulación y del modelo

de actividad completa. En esencia se trata de la simulación en la escuela del ambiente

real de trabajo y en cuya implementación, el equipo docente y/o los alumnos

involucrados deben asumir funciones de organización, coordinación, supervisión y

control de las actividades que se realicen.

Según las características de implementación lo producido puede ser vendido, donado,

adquirido por la propia asociación cooperadora escolar (o alguna cooperativa

estudiantil) o distribuido entre los alumnos participantes. En el caso de que se obtenga

ganancia por la venta del producto (puede ser un bien o un servicio), se sugiere tratar

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los ingresos de manera similar a lo pautado para los casos de Trabajos por cuenta de

Terceros (Res. 2947/99). Cuando lo producido necesite algún tipo de control especial

(por ejemplo si se fabrican productos comestibles) es necesario contar con la

autorización de las autoridades respectivas antes de proceder a su venta.

Es importante llevar el legajo técnico de cada uno de los productos que se elaboren en

el circuito, el que debe estar disponible tanto para los alumnos como para los

docentes afectados al circuito.

Este modelo permite incorporar alumnos del último nivel de formación que ejerzan el

rol de observadores externos del circuito, lo evalúen (puntos críticos, “cuellos de

botella”, etc.) y elaboren propuestas para su optimización.

El circuito productivo interno representa una oportunidad pedagógica para que los

alumnos se adentren en el estudio de las normas ISO, en particular de las 14.000 en

adelante. Recordemos aquí que el IRAM (Instituto Argentino de Racionalización de

Materiales) es miembro integrante del ISO (International Standarization Organization).

La implementación escolar de éste modelo pedagógico supone:

- Trabajo organizado (tanto individual como grupalmente)

- La presencia de un coordinador general y de varios sub-coordinadores y/o co-

coordinadores necesarios para facilitar, orientar y motivar el proceso educativo

- La organización de actividades productivas que se estructuren y secuencien

siguiendo la hoja de ruta del circuito (estas actividades pueden ser básicas,

optativas, de recuperación, etc.)

- La aplicación de técnicas participativas y la previsión de espacios para

reflexionar sobre el trabajo y el aprendizaje logrado.

- Una infraestructura escolar que posibilita la implementación del circuito (por

ejemplo: talleres, depósitos, laboratorios, etc.)

- Una organización del tiempo escolar de forma que la experiencia no perturbe

los demás aprendizajes que deben consolidar los alumnos.

- La disponibilidad organizada de los recursos disponibles en la escuela.

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- Producción real en la escuela. El alumno necesita tener siempre en claro que

se produce y qué lugar ocupa él en el circuito productivo, sobre qué aspectos

del circuito se hace responsable.

- Evaluación (diagnóstica, formativa y sumativa)

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