MI CHUPETE BRILLA -...

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MI CHUPETE BRILLA

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MI CHUPETE BRILLA

Cada cuento surge en una situación diferente de la vida y éste vino

en una situación de “emergencia infantil” coincidiendo con un cielo

estrellado de una noche de verano y con la inolvidable noche en que mi

primera hija dejó el chupete. Por supuesto con los siguientes hijos fue

recordado el cuento y ampliado. Ahora de vez en cuando paseando en

verano también me piden que se lo cuente, dándome cuenta que si

encuentras un sitio lejano o cercano para algo que no vas a tener o ver

nunca más, jamás lo olvidas.

Hay un lugar por encima de nosotros y al que no podemos

llegar, donde las noches que no hay luna se ven millones de luces.

Unas son grandes y brillan muchísimo y otras forman preciosas

formas dibujadas en el cielo. Son las estrellas.

Cuando por la noche las miréis, hay una en especial que

brilla más que el resto. Pues bien, esa es la más vanidosa,

presumida, engreída y hermosa estrella del universo: la Osa

Mayor.

-No sé para qué sales si ni siquiera se te ve - Le dice a las más

chiquititas.

-Yo si fuera como tú me iría detrás de cualquier planeta para

que nadie me viera -les decía a las pobres enanas rojas, que son

las estrellas más viejecitas de la galaxia. En fin, muy hermosa pero

insoportable.

Había una estrella que tenía tan sólo unos cientos de años,

que se llamaba Casiopea. Era chitita y brillante pero sobre todo

muy valiente y estaba harta de ver como cada noche aquella

hermosa estrella maltrataba a todo el mundo que le rodeaba.

Pensó y pensó ¿qué podía hacer para terminar con aquella

situación? Lo primero era que ella sola no podría hacer nada. Así

que pensó en convocar una reunión. Mandó a una amiga suya, que

era una estrella fugaz y que no paraba de moverse, que diera el

mensaje a todas las estrellitas que encontrara por su camino.

Las convocó para la noche en que la luna estuviese en cuarto

menguante, de manera que la luna también fuera testigo de

aquella reunión.

Y llegó la tan esperada noche. La sala estaba a rebosar.

Habían llegado de lugares muy lejanos y todas tenían quejas de la

misma estrella. Presidía la reunión la luna y una estrellita anciana

y sabia que vivía al lado de ella.

-Estamos aquí reunidos -dijo la estrella anciana- porque nos

han convocado para solucionar un problema que nos tiene a todos

enfadados y tristes: el comportamiento de la Estrella Polar, que

es tan brillante y bonita como tonta y arrogante.

Se escuchó un murmullo en la sala; todas las estrellas

querían opinar sobre el tema. La luna dijo: “una a una por favor.

Quién tenga una idea que levante la punta de su estrella y la diga,

pero siempre en orden y silencio”.

En seguida, levantó su punta una estrella del fondo: “Yo he

pensado que si nos ayudaran las nubes, con muchísima agua, la

podríamos apagar”. Unas decían que si, otras que no…

-Estrellas, por favor - dijo el anciano-. Las medidas contra la

Estrella Polar no pueden ser tan drásticas.

En la segunda fila levantó la punta una estrella con voz

chillona que dijo: “¿Y si le ponemos la zancadilla entre todas y la

convertimos en fugaz? Así no la volveríamos a ver nunca más”

La luna se puso seria: “No me parece bien que nos estemos

portando en esta sala como ella se comporta con vosotros. Hay

que buscar otra forma menos agresiva de hacerle ver sus

errores”.

Todas estuvieron de acuerdo. De pronto, Casiopea levantó

su punta y dijo: “Mirad, yo he pensado una manera de hacerle ver

lo mal que se porta con todas las estrellas que la rodean”.

-Prosigue- le dijo la estrella anciana.

-Para mi plan necesito que todas las estrellas pequeñitas nos

unamos y que la luna esté de acuerdo. Me explico: Si todas las

estrellas pequeñas salimos una noche juntas y la luna se pone

junto a ella, su resplandor y su brillo casi no se notarán.

Todas empezaron a dar brincos de alegría y estuvieron de

acuerdo en intentarlo de aquella manera. La luna también apoyó

la idea y no le importó salir justo al lado de la Osa Mayor. Así que

quedaron en que lo harían la noche siguiente a la reunión.

El sol iba desapareciendo por el horizonte. Todas estaban

supernerviosas. El momento se acercaba, la oscuridad iba

inundando el cielo y… allí estaba ella pavoneándose con sus

mejores brillos. De repente, algo le cegó la vista. Cientos de

estrellas pequeñas resplandecían a su lado haciendo dibujos

preciosos en la oscuridad de la noche. Para colmo quiso volverse

para no ver dicho resplandor y se encontró con el pico de la luna

que brillaba como nunca y que la miró picarona al verle tan

sorprendida.

Fue entonces, cuando sintiéndose humillada fue a

esconderse detrás de una montaña. Todas las estrellas saltaban

de alegría y vitoreaban a Casiopea.

Desde esa noche la Osa Mayor fue amable con todas las

estrellas que se cruzaban por su camino y no le importaba para

nada que la luna estuviese a su lado ya que se hicieron buenas

amigas.

Quedaron tan bonitos los dibujos de las estrellas pequeñas

en el cielo que decidieron que en las noches oscuras y sin luna,

dibujarían el cielo para que todo el mundo pudiera ver esas

figuras tan espectaculares. Al grupo de estrellas que salieron con

la estrellita valiente la llamaron la Constelación de Casiopea, para

que todo el mundo recordara que la unión hace la fuerza.

Y todo lo que hemos contado está genial, pero más increíble es pensar

que cada vez que un niño tira su chupete al cielo, se convierte en estrella

y que a lo mejor algún chupete tuyo puede ser valiente como Casiopea o

puede ser artista y dibujar constelaciones o puede ser juguetón y no

parar y ser una estrella fugaz…

Si alguna vez los echas de menos, sólo tienes que mirar al cielo. Los de

mis hijos son brillantes y siempre aparecen por el mismo sitio en verano.

Cada estrella tiene la personalidad de cada uno de ellos, como sus

chupetes que unos eran rosas muy femeninos y presumidos; otros de

coches y aviones muy inquietos y divertidos; y otros de mariposas y

flores, muy dulces y cariñosos.

Colorín colorado este cuento se ha acabado y recuérdalo si te ha

gustado.

Este cuento es un pequeño teatro que he hecho para los niños de infantil y primaria

del colegio de mis hijos. Para que resulte divertido, es fundamental que cada animal tenga sus

características propias. El búho es serio y tranquilo en su forma de hablar. El camello habla

gesticulando muchísimo . La oveja es muy nerviosa. La mula y el buey son los dos viejecillos y si

les incorporas los ruidos propios de los animales quedará mejor el cuento. La gallina habla en

verso y el burro andaluz cerrado (eso nosotros lo hacemos de perlas). El perro, pues en

principio es un poco gruñón, luego se le pasa. Por supuesto la música la podéis omitir, si

contáis la historia como cuento en vez de escenificarla.

Espero que os guste y que paséis unas muy felices fiestas en compañía de todos vuestros seres

más queridos.

UNA NAVIDAD DIFERENTE

ESCENARIO: ARBOL CON BÚHO, ESTRELLAS Y OSCURO

BÚHO: Hace una noche preciosa y aunque hace bastante fresquito, es agradable pasar la

noche viendo las estrellas. Además yo que presumo de conocer todas las del cielo, aquella que

brilla a lo lejos nunca la había visto antes. UH, UH, UH.

SALE UN REY Y ATA EL CAMELLO AL ÁRBOL. EL CAMELLO SE SIENTA Y ENTONCES EL BÚHO

ABRE LOS OJOS Y LO MIRA.

BÚHO: Eh amigo, uh, uh

CAMELLO: (GESTICULANDO Y HABLANDO COMO SI TUVIERA UN CHICLE ENORME EN LA BOCA)

¿Es a mí?

BUHO: No eres de aquí. ¿De dónde vienes?

CAMELLO: Del lejano oriente.

BUHO: y ¿qué te trae por estas tierras?

CAMELLO: Mi amo parece haberse vuelto loco. En cuanto ha visto aquella estrella en el cielo se

puso sus mejores galas y llevo una semana de viaje con dos camellos que se juntaron con

nosotros en el camino, que por cierto, hablan muy raro y como me tocó ir el último iba

pisando todas sus cacas, así que figúrate como tengo las pezuñas.

SE ACERCA UN OVEJA DANDO SALTOS Y MUY ALEGRE

OVEJA: Hola, holita, animalillos.

BÚHO: ¿Qué haces por aquí a estas horas en vez de estar recogida en tu establo?

OVEJA: Mi pastor estaba tumbado debajo de un árbol y de pronto ha aparecido un ángel que le

ha dicho que siga aquella estrella y que tienen que adorar a un NIÑO, que va a nacer en un

portal del pueblo cercano, Belén. Mi amo ni corto ni perezoso ha cogido el rebaño y hacia allí

nos dirigíamos cuando hemos parado a descansar.

BÚHO: Tula y Bartolo, ¿qué hacéis por aquí? Tú sorda y él ciego. Sin compañía y a estas horas.

TULA: ¡Qué me está diciendo gorda que como judías!

BARTOLO: Tula, sorda y sin compañía (gritándole en la oreja)

TULA : (Ayuda a Bartolo a qué no se tropiece). Es que Sr. Búho, vamos de misión especial

(música de misión imposible).

BARTOLO: Mujer, cuéntaselo a todos. No debe de ser secreto pues es algo que nos incumbe a

todos.(en la oreja a tula)

TULA: Está bien, porque veo que estáis muy intrigados..

OVEJA: Yo es que soy así de nerviosa sieeempre…

CAMELLO: Vaya a mí de los nervios que me han entrado me ha dado un tic en un ojo

TULA: Vaya, (SEÑALANDO A LA OVEJA), y a mí que me importa si tú eres pegajosa y si

tú(señalando al camello) tienes piojos..

BARTOLO: TULA, presta atención que te ha dicho que es nerviosa y que él tiene un tic en un

ojo…

TULA: Bartolo, es que parece que me estoy quedando sorda

BARTOLO: No me había dado cuenta, anda sigue con la historia.

TULA: Pues bien, la otra noche vino un señor muy amable a nuestro establo y nos dijo,

arreglándolo un poco, qué nosotros íbamos a ser protagonistas para siempre en la historia de

los cristianos. Qué siempre que llegara esta fecha, todo el mundo nos tendría en su casa. Eso

no lo entendí muy bien, pero lo que sí entendí es que teníamos que tener el establo calentito

porque iba a nacer allí el Rey de los Cielos. Así que ante tanto protagonismo, Bartolo y yo nos

hemos ido a asearnos un poco a la charca de los peces y cuéntale, cuéntale a ellos lo que tú

has odio, puesto que yo no he escuchado nada de nada.

BARTOLO: Los peces estaban cantando una canción. Ellos también sabían lo del Niño Rey,

puesto que cantaban algo parecido a pero mira como beben los peces en el rio, pero mira

como beben por ver a Dios nacido, beben y beben y vuelven a beber los peces en el rio por ver

a Dios nacer…

¿No os parece increíble?

BUHO: Para nada, todos están aquí por el mismo motivo.

CAMELLO: Yo llevo a mi amo y señor, el rey Baltasar, para una ofrenda presentarle y viene de

muy lejos

OVEJA: QUEEE..QUEE..yo no he descansado en todo el día para llegar a adorarle y mi amo

seguro que le hace un buen regalo.

GALLINA: co..co…co…

BÚHO: Yo esperaba tener una noche tranquila pero me temo que se me está complicando.

Y tú ¿dónde vas?

GALLINA: (Habla en verso) Pues no lo sé, pero estoy preocupada

Creo que me van a comer en sopa o empanada.

BUHO: Qué cosas tienes, lo mismo te quieren para ponedora de huevos, mujer.

GALLINA: Los peces cantaban porque nadie los va a cocinar

Pero no, como yo, que en una olla voy a terminar

Yo al Niño con gusto alimentaré

Con mis huevos que en el día pondré.

BUHO: No ves, no seas pesimista. Y ¿adónde te llevan?

GALLINA: Soy una ofrenda de mi señor

Aunque yo hubiera querido

Que regalara un sonajero, mejor cococo

BUHO: y ¿quién es el afortunado?

GALLINA: Pues un niño chiquito

Que va a nacer en un portal

Y por eso he pensado

Que para mi será mortal

Pues habrá mucha gente que alimentar.

BUHO: Ya verás como serás más útil de ponedora

con todos los que serán

ni a una pizquita tocarán

anda, lo de hablar en verso se pega

sin haberlo pensado

me ha salido un pareado.

GALLINA: Pues yo creo que no

Aunque he oído algo de huevos con jamón.Cococo

CAMELLO: Pues yo creo que mi amo lleva un buen regalo también. Porta un cofre pesado,

metido en las alforjas y patillas del cofre me hacen cosquillas en las tripas. Por eso me he

pasado el camino riendo y como él pensaba que no estaba cansado por las risas hemos hecho

el doble de camino. Estos humanos… ya podían hablar camellato.

OVEJA: Gallina, pues ya me has dejado preocupada, mira que si también me comen…

BUHO: Seamos sensatos, lo único que te puede pasar es que te esquilen para hacerle al recién

nacido algo de abrigo o con tu leche podrán alimentarlo, o hacer queso o..

GALLINA: sabéis lo que os digo

Que me voy a comer un higo

Con la tripa llena podré dormir

Para poder decir

A primera hora kikiriki

Auque yo realmente cocorocó hago

He tenido que mentir

Para una rima así conseguir.

Mañana iré a Belén

Y al final sabré

Lo que me va a suceder.

BUHO: Descansa y no pienses más

Que ya no te sale bien lo de trovar.

No si al final me he vuelto poeta.

BURRO: IO, IO,IO Buenaz Nochez.

TODOS: Buenas noches.

BURRO: Eztoy vardaico perdio.

BUHO: ¿Qué te pasa, amigo?

BURRO: Vengo de beber agua der rio, Ha Zido una jornada zuper canzada, he tenido que traer

de muy lejos a una buena mujer que venía a punto de parir. Zu marido eztá preocupadízimo

porque tienen que llegar a Belén cuanto antez y yo la verdaz, no doy maz de zi. Me gustaría

ayudarlez maz de lo que hago, pero he tenido que parar porque sino me ezpatarro de lo

canzao que iba. Amigoz, tengo que volver con ellos, pues entre el agua y la converzazión me

encuentro mejor y he de proZeguir con el camino.

MULA Y BUEY: Nos vamos contigo.

BUHO: Hasta pronto.

TODOS: Adiós.

BUHO: Creo que ya es hora de que descanséis, mañana será un gran día. Yo velaré vuestro

sueño. Hasta mañana.

TODOS: Buenas noches

SE QUEDAN TODOS DORMIDOS Y EL CAMELLO RONCA. SE PONE MÚSICA RELAJANTE .

BÚHO: Yo pienso que todo tiene relación, que no es coincidencia todo lo que está ocurriendo

AMANECE SOBRE EL ESCENARIO. LOS ANIMALES EMPIEZAN A DESPEREZARSE. CANTA A LOS

LEJOS UN GALLO KIKIRIKI (VOZ EN OFF)

GALLINA: ¡Huy¡, que voz tan varonil

Al final este viaje me va a gustar

Quizás un novio he de encontrar.

BÚHO: Buenos días. Id preparándoos que vuestros amos os vendrán a recoger de un momento

a otro. Me ha encantado pasar una buena velada con todos vosotros. Me gustaría saber como

termina esta historia, así que si alguno pasa por aquí a la vuelta que descanse en mi árbol,

¿vale?

TODOS: De acuerdo

EMPIEZAN A VENIR LOS AMOS A POR ELLOS Y SE VAN DESPIDIENDO. SE VAN MARCHANDO

POR EL ESCENARIO

CAMELLO: Adiós amigos, ha sido un placer. SALAM MALECUM

LOS QUE QUEDAN: Hasta la vista

GALLINA: Ya me voy que mi amo ha recogido

A ver si al final me deja en el olvido.

LOS QUE QUEDAN: Adiós y buena suerte.

PERRO OVEJERO: Guau, Guau, llevo buscándote un rato. Si yo soy el pastor tú te hubieras

quedado con el ojos de huevo, éste.

OVEJA: ¿No estarás ofendiendo a mi amigo el Búho?

BUHO: No te molestes, los animales que son así es mejor dejarlos, son dignos de lástima

PERRO OVEJERO: Hombre que ha sido una broma, es que estoy un poco cansado y ya no

aguanto tener que buscar a más ovejas.

OVEJA: Es tu trabajo y no tenías que ser tan gruñón.

PERRO OVEJERO: perdona, vamos que nos están esperando. Llegamos tarde y el amo está

nervioso. Tanto que se le ha caído una loncha de queso que yo amablemente he recogido.

OVEJA:Vamos. Adiós amigos

PERRO OVEJERO: Adiós y perdona si te he ofendido..

BUHO: Adiós, que tengáis buen viaje. Ay (un poco triste) espero que se acuerden de mi y me

cuenten lo que suceda. Ahora me toca a mí descansar. (CIERRA LOS OJOS, SE PONE MÚSICA Y

SE CIERRA EL TELÓN)

CUANDO SE ABRE EL TELÓN APARECE UN PORTAL DE BELÉN COMPLETO VIRGEN, SAN JOSE,

NIÑO, TULA Y BARTOLO QUE MIRAN CON ALEGRÍA COMO VAN LLEGANDO LOS AMIGOS QUE

HAN CONOCIDO LA NOCHE ANTERIOR y EL BURRO ATADO AL LADO DEL PORTAL Y LA

ESTRELLA.

OVEJA CON PASTOR- OVEJA: ¡Mira qué alegría!, SALUDANDO A TULA Y BARTOLO (SE COLOCA

EN SU SITIO) EL PASTOR ENTREGA UN QUESO DE REGALO A SAN JOSÉ.

SAN JOSE CON UN GESTO LO AGRADECE

UN MOMENTO DESPÚES LLEGA LA GALLINA CON OTRO PASTOR: Hola ovejita que alegría verte

Y más al pensar

Que no voy a servir de manjar.

OVEJA: ¡Qué alegría¡, ¿sabes? Al final ha hecho con mi leche un hermosos queso y se lo ha

regalado.

GALLINA: Pues yo soy el regalo que mi dueño va a ofrecer

Pero muy contento estaré

Y así de mucho huevos los proveeré

CAMELLO CON SU REY MAGO: ¡Hola amigos¡,

OVEJA: Es sorprendente la de gente que viene contigo

CAMELLO: Es que soy parte de una corte real

OVEJA: Mira, tu dueño le está dando algo

CAMELLO. El cofre que te dije…así no me picará más la barriga.

SE QUEDAN TODOS MIRANDO LA ESCENA.

CAMELLO: Ha merecido la pena el viaje. No te sé decir por qué pero siento que estamos

viviendo algo extraordinario.

GALLINA: Tengo las plumas de punta

De la emoción que me entra

Al ver a ese Niño recién nacido

Parece estar bendecido.

OVEJA: Eso es seguro.

CAMELLO: He oído decir a mi amo, que es el Hijo de Dios que ha bajado a la tierra para darle su

amor a los hombres buenos y a enseñarles el camino que deben de seguir para llegar a Dios.

OVEJA: Seguro que el Sr. Búho entenderá lo que dices.

PERRO OVEJERO: Guau, Guau, parece un animal muy sabio

CAMELLO: A la vuelta hablaré con él y todo con detalle le contaré.

Yo también soy poeta.

OVEJA: ¿Nos dejarán que nos acerquemos..?

LA VIRGEN SE LEVANTA Y ACERCA EL NIÑO A LOS ANIMALES

CAMELLO: (Después de que el niño ha pasado) Parece que nos ha entendió ¿Hablará

camellato, ovejuno o gallináceo?

OVEJA: Yo creo que ÉL, SÍ

MÚSICA DE VILLANCICO. FIN

El caracol molón,….                              Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

EL CARACOL MOLÓN, LA ARDILLA RITA, LA HORMIGA FEDERICA Y LA MARIQUITA MARGARITA 

El caracol molón,….                              Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

Érase una vez que se era,  un bosque  donde vivían los animalitos tan tranquilos y felices. Aunque siempre hay algunos más raros que otros. 

Todos los animalitos pensaban que había un grupito de animales que tenían su sede en un hueco de un sauce anciano y que hacían cosas extrañas. Estaba formado por el caracol Molón, la ardilla Rita, la hormiga Federica y la mariquita Margarita. Estos cuatro amigos se informaban de todo lo que pasaba en el bosque y por eso las demás criaturas que allí vivían, los llamaban los C.P.A. Cotillas por Aburrimiento. 

 También se ayudaban y complementaban en muchos asuntos de la vida cotidiana del bosque. Por ejemplo: Federica, la hormiga, contaba las incidencias de su hormiguero, las bajas de sus compañeros si algún excursionista las pisaba. Una vez, las lluvias habían tapado el agujero  con una gran piedra y con el consejo del caracol Molón supieron  hacer palanca y les costó a las hormiguitas mucho menos quitar la piedra que cubría su casa.   

La ardilla Rita, tuvo una vez un problema porque era muy glotona y se encontró una cosa que ella creía que era una bellota. Resultó ser un chicle. Eso lo sabemos porque Margarita, la mariquita,  sabe idiomas y pudo leer el papel donde venía envuelta la supuesta “bellota”. El caso, es que a Rita se le pegaron las patas, el hociquillo y hasta las orejas con esa cosa y gracias a las babas de nuestro amigo el caracol Molón, pudo despegarse de aquello y aprendió que sólo comería lo que a primera vista reconociera. 

Un día estando reunidos en el tronco del viejo sauce, vino una visita inesperada. No lo podían creer pero allí estaba. El señor búho.  

El caracol molón,….                              Maria Eugenia Naranjo  Página 3  

­Señores­ dijo con mucha seriedad­, vengo porque a lo mejor vosotros me podéis ayudar. 

Todos le miraron sorprendidos.  

­Bueno, díganos ­ Dijeron. 

­Bien ­empezó el señor búho­. Llevo varias noches que no puedo dormir por unos ruidos extraños. Provienen de la zona norte del bosque y según me ha comentado la zorra Lola su olfato detecta unos olores muy raros. Es por eso, que he pensado en vosotros para que busquéis el motivo de todo lo que está ocurriendo. 

El grupo, no quiso manifestar su alegría por ver que alguien les podía necesitar, pero la el caracol Molón le contestó sin hacerle ver lo orgulloso que por dentro sentía. 

­Haremos todo lo que esté en nuestras patas. 

­Muchas gracias ­ contestó el búho.  Y lo mismo de serio que llegó se fue. 

Todos saltaron de alegría. Pero, de repente, nos dimos cuenta que aquello iba en serio y que nunca habíamos hecho nada por el estilo.  

Teníamos que trazar un plan, organizarnos de alguna manera ¿cómo hacerlo? 

La Mariquita Margarita propuso que cada uno utilizara sus características propias de cada especie. ¡Qué bien habla está hembra! Se nota que sabe idiomas (pensó la ardilla Rita). 

El caracol molón,….                              Maria Eugenia Naranjo  Página 4  

En fin, la ardilla tendría que inspeccionar el bosque desde la altura de los árboles, la mariquita a media altura hablando con quién se encontrara, el caracol a ras de suelo, viendo que podía encontrar y la hormiga en el subsuelo. Así seguro que alguna información encontrarían. 

Quedaron para el día siguiente al amanecer. No os podéis imaginar cómo aparecieron esos cuatro animalitos a la hora señalada. Iban cargados de utensilios, comida y todo aquello que ellos creyeron que podía serles de utilidad. 

Allí se vieron, marchando los cuatro como valientes hacia la aventura.  

Llegando a la zona norte del bosque, Rita, se subió a los árboles más altos, Margarita echó a volar, la hormiga Federica, encontró un agujero en la tierra y allí se lanzó en la búsqueda de alguna pista y el caracol Molón se puso a inspeccionar la zona. 

De pronto, un ruido ensordecedor hizo que el caracol se escondiera en su casa. Cuando volvió a salir ya había pasado, pero a unos metros de él encontró una huellas que jamás había visto. Dibujó las huellas en su cuadernillo.  

La hormiga, encontró debajo de la tierra, unas goteras que no eran de agua. Era una cosa negra que no se atrevió a probar y de la cual, manchó su cuadernillo para llevársela como pruebas a sus compañeros. 

El caracol molón,….                              Maria Eugenia Naranjo  Página 5  

Desde el cielo, la mariquita y la ardilla, habían visto el animal más grande, ruidoso y horrible que jamás habían imaginado.  Margarita había leído en su lomo: “Alquitranes Martínez”. Los dos decidieron seguirlo. La ardilla, llegó hasta donde pudo, puesto que en el parte más alta del bosque habían desaparecido muchos árboles. Todos cortados. Habían sido sustituidos por unos de un material que intentó morder y se le rompió una paleta. 

La mariquita Margarita llegó hasta donde sus alitas dieron de sí. Quedó horrorizada.  El suelo no era de tierra, era negro y había “humanos” que hablaban todos a la vez y que ella no pudo entender. Eso sí, vio una cosa tumbada en el suelo que ponía A­92. 

Todos se vieron en el punto de encuentro. Cada uno comentó lo que había visto y llegaron a una conclusión. No sabía lo que era aquello, pero no era bueno. Sobre todo pensaron en que los animales de la zona más al norte se iban a quedar aislados si aquello continuaba.  Los árboles de hierro los separarían e iban a quedarse sin ver a sus familiares de la zona sur, sin poder ir al rio y sin poder alimentarse. 

Corriendo, decidieron avisar por todos los medios a los animales,  sobre todos a los que tenían alas para que fueran a la otra parte y avisaran a todos los que allí vivían. Todavía había tiempo de pasarse a nuestro lado. No tenían que tener miedo de dejar su hogar. En el sur los acogerían como hermanos y era mucho mejor eso que morir. Ese fue el mensaje que llevaron todos los enviados.  

Pasaron unos días. Todos los habitantes del bosque sur veían desesperados cómo no aparecía ningún animal del otro lado. No se habían creído el mensaje. 

El caracol molón,….                              Maria Eugenia Naranjo  Página 6  

Se reunieron en el centro del bosque bajo la luz de las estrellas para pedirle a la madre naturaleza que iluminara a sus compañeros.  Estando todos muy concentrados escucharon voces y murmullos. Eran ellos, todos los animales cargados con sus más preciosos enseres. ¡Qué alegría! Cada uno de nosotros acogió a  los que en su casa cabía.  Desde mañana  construiríamos hogares para todos. 

Los cuatro amigos sintieron que aquel era el día más feliz de sus vidas. Todo el mundo los felicitaba. Ya nos le dirían nunca más los C.P.A.  y serían respetados en todo el bosque.  

Se dieron cuenta que su misión en la vida sería ir de bosque en bosque viendo si se iba a hacer algún camino negro, avisando a sus compañeros para que nada malo les ocurriera. 

Cuando veas una autopista o autovía rodeada por una alambrada, piensa que nuestros amigos han avisado a todos los animalillos de ese lugar y que serán felices viviendo en su dulce hogar.  

  Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, recuérdalo si te ha gustado  

   

 

 

  

Julia                                                       Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

 

JULIA 

 

Había  una vez, una princesa que se llamaba María, era princesa 

porque, para todas las mamás sus hijas son princesas de su casa ya que 

ellas son las reinas y los papás los reyes consortes.  

María era preciosa, sus ojos eran marrones. Tenía unos mofletes 

sonrosados y unos labios que parecían pintados. 

Pues bien, esta princesa nació un frio día del mes de febrero y por 

ser la primogénita del reino, recibió muchísimos presentes. Tantas flores 

llegaron al hospital que el cuarto parecía un jardín. Le regalaron ropita 

como para vestirla todos los días durante un año sin repetir modelito. 

Colonias como para poderse bañar en ellas, pendientes de diferentes 

colores y tamaños…en fin, mil cosas adorables que a los papás les hizo una 

ilusión enorme ya que los regalos demostraban que había mucha gente 

que los quería y que se alegraban con ellos por la suerte que habíamos 

tenido de tener a la alegría de la casa. 

María tenía una tía‐abuela que era muy mayor, su tía‐abuela Inés, 

que les trajo un regalo maravillosamente envuelto. Tenía un enorme lazo 

color carmesí y llevaba una piruleta en forma de corazón pegada en el 

papel de regalo. Como María era muy chica para abrirlo, fue su mamá 

quién lo abrió con mucha ilusión. Y…allí estaba…una muñeca de trapo. Con 

un gorro rojo, unas grandes trenzas rubias, unos zapatitos verdes y un 

original vestidos a rayas blanco y rojo con un letrerito cosido en él que 

ponía JULIA. 

   Las flores se fueron marchitando, los trajes y pendientes se fueron 

quedando pequeños, la colonia se gastó. Nunca se pudo imaginar su 

mamá que JULIA iba a acompañar a su pequeña durante tantísimo tiempo. 

Al principio, cuando empezó María a reconocer los colores, le 

llamaba la atención su colorido gorro y sus largas trenzas amarillas. 

Julia                                                       Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

Cuando empezó a coger objetos, intentaba atrapar a JULIA, que siempre 

terminaba cayéndole encima sin hacerle nunca daño,  puesto que era de 

trapo.  

Más adelante María empezó a comer en la trona y JULIA estaba 

sentada a su lado, así que más de una vez la pobre también probó de la 

papilla de María, pero como era de trapo, su mamá la lavaba y quedaba 

como nueva. 

JULIA, le servía para casi todo. Lo mismo cuando tenía mucha 

alegría la lanzaba mil veces al techo gritándole ¡chupi!, que también le 

servía como paño de lágrimas cuando se caía o sus papás  le regañaban 

por alguna travesura. 

JULIA estaba con ella cuando por las noches tenía alguna pesadilla, 

le agarraba bien fuerte hasta dormirse, apareciendo por la mañana la 

pobre muñeca en cualquier lugar de la cama. 

El tiempo pasaba y María tenía ya dos hermanitos, se había 

convertido en hermana mayor. El príncipe Antonio, siempre que se quería 

meter con ella, mandaba a la princesa pequeña, Lucía, a secuestrar a JULIA 

y así hacer rabiar a María. 

Desde lejos los dos pequeños tiraban de las trenzas a JULIA  o de sus 

pequeños  zapatos  verdes.  Entonces  era  cuando  María  se  enfurecía  y 

correteaba a sus hermanos por toda la casa hasta que conseguía salvar a 

JULIA  de las garras de los malvados príncipes. El juego siempre terminaba 

con  la aparición de mamá para que María no  le hiciera a  sus hermanos 

pequeños  lo  mismo  que  ellos  le  habían  hecho  a  su  querida  muñeca. 

Después  la  niña  consolaba  a  su  muñeca  y  le  prometía  que  ya  no  se 

acercarían nunca más esos energúmenos. 

Pero el tiempo pasa y para las dos protagonistas de nuestro cuento 

también, María cambió de mente y de cuerpo. Tenía un montón de amigos 

y continuamente llamaban por teléfono para contarse los más mínimos 

detalles tanto buenos como malos del día. En su diario,  contaba todos 

“sus secretos” y  despertaba la curiosidad de sus hermanos pequeños. Y 

sobre todo había formado un club, que se llamaba CM,  con sus tres 

Julia                                                       Maria Eugenia Naranjo  Página 3  

mejores amigas. Se reunían cada dos por tres para “sus cosas” y habían 

inventado hasta un vocabulario secreto.  

Su cuarto también cambió. Los dibujos que ella había hecho en las 

paredes fueron pintados encima del color que ella eligió. Color frambuesa. 

Llenando las paredes de posters de perros y de algún que otro cantante de 

moda. Su estantería de juguetes fue cambiada por su mesa de estudio, la 

cocina con la comida de los muñecos, por un armario para su ropa y los 

muchos complementos de moda que tenía. Su cama tuvo que ser 

sustituida por una más grande porque María era ya muy alta ¡jugaba en 

un equipo de baloncesto en el cole!. La cama estaba cubierta por un 

llamativo edredón de colorines. En la parte de la almohada había dos 

cojines grandes y acomodada entre ellos JULIA.  Con su misma carita 

aunque un poco más desteñida. Sus colores fuertes se habían puestos más 

dulces del tiempo y los lavados. Ya no es tan protagonista de la vida de 

María, pero sigue ahí y hasta que ella quiera, entre los cojines estará. 

Y colorín colorado este cuento se ha acabado, recuérdalo si te ha gustado. 

 

 

 

 

 

 

 

 

La máquina de la felicidad Maria Eugenia Naranjo Página 1

LA MÁQUINA DE LA FELICIDAD

Benito era un inventor que vivía solo porque hacía ya muchos años que había enviudado. Vivía

sólo para sus inventos que, a veces, le traían más de un quebradero de cabeza. Pero ahora

estaba fabricando un aparato que él pensaba le iba a hacer famoso en el mundo entero.

Conseguiría mucho dinero y le darían el Novel de la Paz, por lo menos.

Estaba construyendo “la máquina de la felicidad”. Podría ayudar a mucha gente y ¡sería

fantástico!

Tan sólo le faltaba un combustible básico para que funcionara el engranaje de su invento.

Necesitaba unas gotas de AMOR VERDADERO ¿Cómo las conseguiría?

Todo lo que salía de aquella máquina, hasta el momento, eran natillas…riquísimas… pero

natillas. Necesitaba encontrar esas gotas de AMOR VERDADERO.

En el pueblo todo el mundo comentaba el invento de Benito.

Enriqueta le dijo a Antonia que Benito estaba haciendo una máquina para conseguir la

felicidad de las personas. Antonia dijo” con lo solita que yo estoy y lo que necesitaría una pizca

de felicidad”.

Antonia se fue a su casa rondándole en la cabeza el tema de la máquina. Se lo pensó y pensó y

decidió al fin ir a visitar al señor Benito para probar un poco de ese preciado elixir.

Tocó a la puerta más de una vez pero nadie contestó. Al estar la puerta entreabierta decidió

entrar.

Benito escuchó ruido tras el aparato. Se asomó y asombrado vio como Antonia tomaba un

poquito de aquellas deliciosas natillas. Creyendo que nadie la había visto se dirigió hacia la

puerta para irse. Detrás de ella escuchó una voz, “¿venías a verme? Ella hizo como si en vez de

salir estuviese entrando.” Pues si… verás…pasaba por aquí”.

Antonia era una mujer de muy buen ver. Tenía la piel de la cara tersa y sonrojada como una

manzana. Su cabello era negro azabache y sus ojos aunque pequeños, llamaban la atención de

los vivos que los tenía. A Benito, le gustaba su compañía.

¡Qué bien! Exclamó Benito, pues es hora de comer y si me acompañas podemos hablar

tranquilos. Me han regalado un besugo tan grande que yo no me lo puedo comer.

Antonia alucinada, pensó que en vez de una pizca de aquel líquido de la felicidad, tenía que

haberse tomado cuatro tazas ¡aquello hacía efecto! Hoy por lo pronto, no comería sola y

aburrida.

Pasaron un almuerzo adorable. Se tiraron toda la tarde al lado de la chimenea contando las

hazañas e historietas de las vidas de cada uno de ellos.

La máquina de la felicidad Maria Eugenia Naranjo Página 2

En el pueblo había dos muchachos en edades casaderas, que por falta de tiempo, pues

trabajaban en el campo, no podían salir a divertirse. Se acostaban cuando el sol se ponía y se

levantaban al amanecer.

Un día se encontraron en el camino que los llevaba al campo. Cada uno llevaba una mula.

¡Buenos días, nos dé Dios!, dijo Carlos

¡A la paz de Dios!, respondió Alberto.

Oye Carlos, ¿sabes que Benito ha hecho una máquina que da felicidad? Me lo ha dicho

Antonia. Ella la ha probado y dice que funciona.

Carlos se puso triste y le dijo que él se conformaría con encontrar una buena mujer con la que

poder compartir su vida y formar una bonita familia.

Alberto le dijo que aún se conformaba con menos. Que él sólo con conocer a chicas de su edad

y pasarlo bien, se conformaba.

Carlos entonces le dijo que por qué no se acercaban aquella tarde a casa de Benito. No

perderían nada con probar. Quedaron para después del trabajo.

Cuando llegaron a la casa de Benito, encontraron que éste, según le dijo la vecina, había salido

con Antonia a contemplar el atardecer sobre la pradera llena de espigas de trigo. Una vez allí,

ellos tenían que lograr su objetivo. La puerta de Benito, como en muchos pueblos, siempre

estaba abierta, así que entraron. Allí estaba la respuesta a sus plegarias. La máquina que

cambiaría sus vidas. Se llenaron unos tazones y se lo zamparon del tirón. Como eran algo

burros y venían con hambre de la jornada en el campo, llenaron los tazones una y otra vez

hasta que no pudieron más.

Cuando estos dos benditos hombres salieron de la casa de Benito, sufrían de un dolor de

barriga tremendo. D. Fausto al verlos así pensó que se habían envenenado con algún producto

para las plantas. Los subió en la furgoneta de reparto y los llevó al centro de salud más

cercano.

Allí fueron atendidos por las enfermeras más guapas que jamás habían visto. Eran dos ángeles.

Quedaron totalmente prendados y desde esa tarde, todos los días terminaban un poco antes

de sus labores en el campo e iban a visitarlas ¡qué ilusión!

Alberto y Carlos contaron a Benito lo sucedido.

Benito se puso a pensar en que aquella máquina no le iba a hacer llegar a ser millonario, ni

conseguir el premio Nobel, pero ya había conseguido mucho más de lo que él esperaba. Todos

habían conseguido AMOR VERDADERO y además … las natillas estaban buenísimas, je, je.

Colorín colorado este cuento ha terminado, recuérdalo si te ha gustado

La nube borreguito                                   Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

 

LA NUBE BORREGUITO 

 

 

Erase  que  se  era,  una  nube  blanca  y  esponjosa  como  las 

que vemos en el cielo cuando hace un día despejado,  adornando 

con  su  color  y    sus múltiples  formas.  Esta nube,  era una nube 

borreguito y era un borreguito viajero. Borreguito por su forma y 

color  y  viajero  porque  vivía  en  el  Estrecho  de Gibraltar,  entre 

Ceuta y Algeciras. Y ya sabemos los vientos que hay en esta zona. 

Tenía amigas con formas de otros animalitos, de trenes, aviones 

o coches. También depende de  la persona que  las mire. Porque 

lo  que  uno  dice  que  es  un  avión  otro  dice  que  es  una mujer 

haciendo el pino.   Pasa  igual que con  los humanos para  lo que 

para unos es feo para otros es guapo y para lo que unos es verde 

para otros es una clase de azul raro.  

La nube borreguito estaba casi siempre en el Estrecho, pero 

muy  a  menudo  tapadas  por  sus  amigas  las  gruñonas  nubes 

negras. Ella soñaba con  lucir su blancura y su  forma, pero raras 

veces al año podía mostrarla porque cada vez que podía llegaba 

don Eolo, el viento y la mandaba a Marbella o a Portugal. 

A ella le encantaba viajar y conocía a muchos compañeros: 

gaviotas, golondrinas, nubarrones, globos que los niños perdían y 

luego se posaban sobre ella… Los  rayos de sol muchas veces  la 

atravesaban  haciéndole  sentir  un  calorcillo  estupendo  y 

poniéndola de un color naranja maravilloso. 

La nube borreguito                                   Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

Le  encantaba  Andalucía  y  conocía  casi  toda  la  provincia 

menos Almería, porque cada vez que Eolo la empujaba cerca de 

esta provincia, se hincaban las montañas de Sierra Nevada en su 

barriguita y no podía pasar. 

Sus  amigas  le  habían  comentado  que  Almería  era  muy 

diferente  a  donde  ella  vivía  y  a  lo  que  había  hasta  entonces 

visitado.  El  sol  siempre  brillaba,  las  gruñonas,  allí,  tenían  poco 

trabajo. No había mucha vegetación y algunas zonas parecían el 

desierto. Había bonitos espacios naturales protegidos y por eso 

muchas  aves  amigas  suyas  le  contaban  lo  “a  gustito”  que 

reposaban allí antes de seguir sus largos caminos. 

La  nube  borreguita  sabía  lo  bonita  que  era  Granada  en 

donde conoció a un nublo encantador y con el que fue a Córdoba 

y a Jaén. Estas zonas eran verdes, llenas de árboles y hermosura. 

También vio Sevilla y Huelva, alegres y también con mucho sol y 

muchos  animalitos  con  un  acento  muy  graciosillo.  Málaga  la 

conocía solo de pasada, porque Eolo,  juguetón, siempre que se 

entretenía en algún sitio, hinchaba sus mofletes y  la mandaba a 

dibujar otro cielo en cualquier lugar. 

Un día de mucha  tormenta,  las gruñonas alborotaban con 

sus ruidos. Esos truenos y relámpagos iluminaban el camino para 

seguir su jolgorio por toda la provincia. Eolo, enfadado por tanto 

ruido  soplaba  como  jamás  yo  lo  había  visto,  echando  a  las 

ruidosas gruñonas cuanto más lejos mejor de su lado. Claro está 

a las gruñonas,  a mí y a mis amigas, que aunque encima de ellas 

empezamos  a  salir  esparcidas  por  todos  lados.  Era  una  gran 

borrasca.  

Después  de muchísimas  vueltas,  la  nube  borreguita  cayó 

mareada, como niebla, en el valle de un rio. ¡Un rio seco! 

La nube borreguito                                   Maria Eugenia Naranjo  Página 3  

Advirtió cuando se recuperó. Nunca había visto un rio lleno 

de todo menos de agua. 

Cuando  se  levantó  y  se  puso  en medio  del  cielo  azul  no 

pudo reconocer el paisaje y un poco atolondrada preguntó a una 

gaviota que por su lado pasaba: “¿Dónde estamos amiga?” 

La  gaviota  que  era  tartamuda  le  contestó:  “En  el  pa  pa 

pa…”.  La nube  le dijo:  “¿en el Papapa?  ¿y donde  se encuentra 

eso?” 

La gaviota con el pico retorcido del enfado y creyendo que 

se estaba pitorreando de ella  le contestó: “No mu‐mu‐jer en el 

pa‐ pa‐  raiso…”y  se  alejó echando pestes por  su pico. Al  ratito 

regresó con una gaviota amiga suya dispuesta a poner perdida a 

la nube de picotazos. 

La gaviota acompañante de  la tartamuda  le dijo a  la nube: 

“¡oye  tú,  listilla!  Los  extraños  son  siempre  bienvenidos  a  esta 

tierra. Siempre y  cuando no empiecen metiéndose  con  los que 

somos de aquí”. 

‐Me vais a perdonar si os he ofendido ‐dijo la nube‐. Jamás 

pensé decir o hacer  algo para molestar  a  tu  amiga  y para que 

veas  mis  buenas  intenciones,  reposad  sobre  mí  mientras  me 

contáis dónde estoy. 

Entonces  le  contaron que estaba en Almería  y que en    la 

zona  donde  se  encontraba  en  ese momento  estaba  prohibido 

pescar para  los humanos y ellas tenían mucho alimento porque 

el mar era  transparente y  los peces  tan confiados que desde el 

cielo podían elegir que pez podían cazar. Ella pudo comprobar la 

maravilla que se veía desde el cielo. Le pareció increíble. 

La nube borreguito                                   Maria Eugenia Naranjo  Página 4  

Estuvieron varios días con un suave viento de poniente que 

les permitió visitar todos  los pueblos costeros y  luego un viento 

del  Sahara,  la  puso marrón  y  la mandó  tierra  adentro,  donde 

pudo ver  los pueblos del  interior y  la zona que parecía desierto. 

Ya   conocía Almería, para  las vacaciones estaba muy bien, pero 

añoraba  su  tierra  y  aunque  parezca  mentira,  a  las  gruñonas 

también. 

Se pasó todo el verano en el cielo mostrándose esponjosa y 

bonita a  los ojos de todos  los almerienses. Pero  llegó el otoño y 

con él, una  levantera  imponente. A ella  le pilló en  la costa y su 

velocidad fue tal, que el mar y ella parecían bailar. En un par de 

horas dejó de ver el mar y debajo de ella ¿a quién encontró? El 

Peñón de Gibraltar. 

Estoy en casa otra vez y aquí de sombrero me he de poner. 

Y… colorín colorado este cuento se ha acabado, recuérdalo 

si te ha gustado. 

Lucía Detective: El misterio de los burundones                 Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

LUCÍA DETECTIVE: EL MISTERIO DE LOS BURUNDONES 

 

 

Querido diario: he desistido de  la  idea de  investigar  sobre  zombis porque el 

último  que  creí  ver  en  una  sombra  una  noche  de  tormenta  con    truenos  y 

relámpagos, con los pelos tiesos y con algo en la mano parecido a un martillo, era  la 

sombra de mi madre que  se había  levantado porque mi hermano  le había pedido 

agua. Quiere decir, que hasta nuevas pruebas o evidencias,  los zombis no existen. A 

no  ser  que  los mayores  sin maquillar  y  recién  levantados  cuenten  como  zombis, 

entonces cada uno tenemos por lo menos dos en nuestras casas.  

Ahora tengo en mente conocer la identidad de unos seres que según he oído, a 

mi padre, habitan en  los coches y especialmente en el de mi madre. Siempre dice: 

“Un día aparecerán en  este coche burundones”. 

Para  descartar  cualquier  dato  que  sea  igual  a  cualquier  otro  coche  y  no 

teniendo para comparar nada más que el coche de papá, me he dispuesto a descartar 

las coincidencias que halla en los dos. 

Verás diario, el coche de mamá es un Rover 214 matrícula de Cádiz y el de papá 

un pedazo de VOLVO  (lo pongo con mayúscula porque es muy grande). Mamá dice 

que le falta una banderilla en la parte de delante para ser del consulado de Lituania. 

El caso, que también la matrícula es de Cádiz. Hasta aquí una coincidencia normal si 

fuéramos de Cádiz, pero somos de Almería. ¿Será que los burundones vivían en Cádiz 

y  al  traer  los  coches  alguno  se  quedó  en  el  de mamá? Mis  dudas  se  despejaron 

cuando mi padre me dijo que el de mamá lo compró de soltero y él vivía en Algeciras 

y el otro lo compró el abuelo que también vive allí. Primer misterio resuelto. 

No es necesario explicar que el de mamá  ya es un  coche adolescente,  tiene 

unos dieciséis añitos y el de papá, ya puede votar porque me han explicado mis papis 

este fin de semana cuando ellos fueron a votar que yo, no podía hacerlo porque no 

he  cumplido  los  dieciocho  años.  El  coche  ya  tiene  veinte,  pues  ya  puede  votar. 

Aclarado el tema de la antigüedad del parque automovilístico de mi casa,  pensé que 

los olores de los dos coches eran muy diferentes. El de papi todavía huele a nuevo y 

eso a mis hermanos y a mí nos marea. El de mi madre… huele… a humanidad. En fin, 

Lucía Detective: El misterio de los burundones                 Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

que marea a todo el mundo menos a mis hermanos y a mí. Ese olor es debido a que 

no tiene aire acondicionado y encima,  no le funciona una de las dos ventanillas que 

tiene. Esto,  unido al pestazo a pies que llevamos cuando venimos de hacer deporte 

los tres más  las “gracias” que se tira mi hermano, que parece estar podrido  (eso  lo 

dice mamá) pues hace que el coche tenga “un olorcillo especial”. Para colmo papá es 

alérgico a  los ambientadores. Menos mal que mamá  lleva una colonia que huele a 

mamá  y  parece  que  cuando  nos  viene  a  recoger  al  cole  el  coche  huele  a  ella. 

Tampoco creo que un burundón sea un olor, si no se hubiera ido del coche  huyendo, 

ja, ja, ja. 

La hipótesis más probable, pensé, era que el  burundón fuera algo de comer, ya que 

en el coche de papá está  “terminantemente prohibido comer” y en el de mamá  si 

levantamos  los asientos elevadores, encontramos chuches, trozos de galletas, cosas 

sin  identificar…ya  está  ¡esto  van  a  ser  los burundones! Mamá deshizo  la hipótesis 

más probable diciendo directamente que aquello sin identificar…era porquería y que 

lo echáramos a cualquier papelera que no  fuera el hueco que hay en  la puerta del 

coche…En seguida, se nos iluminó una bombilla en la cabeza a los tres hermanos. ¡Ya 

está! Los burundones podían estar allí.  Registramos los  bolsillos de la parte trasera 

del coche y había de todo…una marioneta de una rana con un   chicle pegado en un 

ojo que le daba un aspecto siniestro, batidos de chocolate arrugados con sus pajillas 

y todo; tornillos, tuercas y una cosa redonda que nos dimos cuenta que era la rueda 

del  asiento  delantero  que  sirve  para mover  el  sillón. Un  pendiente  que mamá  no 

encontraba…y restos mortales de seres sin identificar (porquería). 

Los burundones no me dejaban dormir. Por la noche soñaba que me agarraban 

por los pies. Eran como las bolas que aparecen en las calles desiertas en las películas 

de vaqueros. 

¿Estaría  llevando mal  la  investigación? ¿Y si en vez de una cosa se trataba de 

un animal? 

El coche de papá estaba siempre para pasarle revista (término utilizado por el 

abuelo Agustín  ya que había  sido militar  y  significa que estaba  impecable)  y el de 

mamá… era un coche porque nos llevaba y nos traía. No se parecía en nada a los que 

anunciaban  en  la  tele,  bueno  sí,  tenía  “dirección  asistida”  y  la  ventanilla  que 

funcionaba lo hacía con “elevalunas eléctrico”. Y te preguntarás porqué conozco esos 

términos, pues bien, la respuesta es sencilla. Mamá tenía un RENAULT 5 CAMPUS (lo 

Lucía Detective: El misterio de los burundones                 Maria Eugenia Naranjo  Página 3  

pongo con mayúscula porque ninguno  lo hubiéramos cambiado por el ROVER) tenía 

una manivela  para  subir  y  bajar  la  ventanilla  y  ¡funcionaban  las  cuatro! Mamá  lo 

aparcaba donde quería puesto que si le daban un golpe, no se le notaba…Pero si hay 

algo que mami decía  cuando aparcaba era:”Cuando yo  tenga un  coche quiero que 

tenga dirección asistida”. Podía haber pedido  la pobre más cosas, pero como pidió 

solo eso… 

A  lo  que  iba…  si  un  burundón  fuera  un  bicho  nos  lo  hubiéramos  cargado 

porque nosotros somos unos miedicas y damos unos gritos que el burundón hubiera 

huido o mi madre lo hubiera matado por el riesgo de accidente que supone tener un 

bicho en un coche con tres niños histéricos. 

Debajo de las alfombrillas del coche, en el maletero o quizás en el motor puede 

que habite el burundón, pero yo no lo he visto y a lo mejor vosotros sí. Buscad debajo 

de  los  asientos,  limpiad  los  ceniceros,  echad  la  basura  en  las  papeleras…fuera  del 

coche…quizás conseguiremos que desaparezcan. Ellos pueden ser como el espíritu de 

la porquería que está en todo  lo que he contado o en nada. De todas  formas tiene 

que  ser  inofensivo,  porque  si  en  el  coche  de mamá  no  nos  ha  hecho  nada,  nada 

seguro,  en vuestros coches puede pasar. 

Con este pensamiento me duermo tranquila porque yo… Lucia detective, a los 

seres extraños no les temo, ni brujas, ni fantasmas, ni zombis…ni burundones. 

Y…colorín colorado este cuento se ha acabado recuérdalo si te ha gustado.  

  

Lucía detective                                      Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

LUCIA DETECTIVE 

 

Soy  Lucía, tengo siete años y soy…detective. 

El  asunto  empezó  porque  al  ser  la más  pequeña  de  tres 

hermanos,  tuve  que  buscarme  algún  juego  con  el  que  me 

entretuviera  sola,  ya  que  mis  hermanos  casi  siempre,  ponían 

pegas para que yo no jugase con ellos: “Tú de esto no entiendes” 

o  “contigo  siempre  perdemos”,  o  su  preferida,  “tú  eres 

cascarilla”. 

Así fue como ni corta ni perezosa, me decidí a buscar lo que 

más me gustaba para poder emplear mi tiempo libre. 

Me di cuenta, de que quien probaba las comidas de mamá 

primero, siempre era yo. Las probaba a riesgo de que alguna…no 

me  gustara.  Pero  yo  al  menos,  lo  intentaba.  Tenía  muy 

desarrollado el sentido del gusto. 

Cuando mamá movía  la nariz, ponía gesto raro y decía con 

una extraña voz: “¿Quién ha sido? ¡Parecéis que estáis podridos! 

Yo  olfateaba  a  todos  por  todas  partes  y  señalaba  al  culpable. 

Cosa que,  inexplicablemente, resultaba asquerosa al resto de  la 

familia. El olfato también lo tenía muy bien desarrollado. 

Me  gusta mucho  experimentar  en  el  cuarto  de  baño  con 

todos los líquidos que allí hay y crear nuevas fragancias. Si pones 

líquido  de  las  lentillas  de  papá,  su  crema  de  afeitar,  el 

acondicionador  del  pelo  de mami,  su  crema  hidratante  y  unas 

gotas de colonia del bote chiquitito de mamá, sale un perfume 

con burbujas que  regalé a mi madre en  su  cumple en un  tarro 

precioso. 

Lucía detective                                      Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

Todo  ello  me  hizo  ver  que  con  mi  intuición  y  valentía, 

podría llegar a ser un buen sabueso. Sé que así también llaman a 

los buenos detectives. 

Mi  primer  y  por  el momento  único  caso,  comenzó  en  el 

momento que ya supe  leer de corrida. Leía  todo  lo que caía en 

mis manos y más desde que me pusieron unas preciosas gafas, 

que me hacen mucho más guapa e interesante (eso es lo que me 

dice mamá) y que me vienen muy bien para mi nuevo oficio. 

Pues bien, un día curioseando en el cuarto de mamá, vi en 

el  fondo  de  un  cajón  un  libro.  Su  título  en  letras  grandes  y 

doradas: ”Duendes, Gnomos, Trolls y otros seres maravillosos”. 

Lo  abrí  y…allí descubrí un mundo que  yo  jamás  creí que podía 

existir y menos… entre nosotros. Veréis. 

El primer ser que describía el libro era un TROLL  y ponía:  

“TROLL: Ser enorme del que no  se  sabe bien  su origen. Se 

mete  con  todo  bicho  viviente  que  sea más  chico  que  él.  Hace 

ruidos raros y huele mal.” 

A mí, en seguida, se me encendió una luz en mi cabeza. Yo 

conocía a más de uno y no  lo sabía… Mi tío Rafa, es enorme, se 

mete mucho conmigo, hace ruidos por arriba y por abajo y oler, 

sí que olía mal…YA CACÉ A UN TROLL. 

Luego venía lo que era un… “DUENDE: personaje de cuento, 

con  los  pelos  de  punta  y  que  pueden  ser  buenos  o malos.  Su 

estatura es pequeña y le huelen los pies.” 

La verdad, es que de principio, no encontraba a nadie que 

encajara con la descripción de un duende. En fin, seguí leyendo… 

Lucía detective                                      Maria Eugenia Naranjo  Página 3  

“GNOMO:  Ser  del  bosque,  pequeñito  pero  con  mucha 

fuerza. Capaz de hacer cosas como un gigante. Tiene los pies muy 

ligeros y también puede hablar con los animales.” 

Bueno, mi madre  habla  con  “Cantarín”,  nuestro  canario. 

Hace  cosas  increíbles  con  los  pies...abre  los  dedos  como  un 

abanico, pero ella es muy grande y creo que nació en una ciudad 

y no, en el bosque.  

Mi padre, mi padre…tampoco. Es rápido,  inteligente, tiene 

mucha fuerza pero no habla con los animales ni es pequeñito. 

En fin, en mi primera jornada como detective no iba mal.  

Pasaron  los  días  y  yo  me  iba  dando  cuenta,  que  en  mi 

colegio  sospechaba  que  había muchos  trolls,  pocos  duendes  y 

ningún gnomo. 

Un  día  mis  padres  nos  llevaron  a  ver  a  mis  primos. 

Teníamos  un  bebé  en  la  familia  y  no  lo  habíamos  visto  desde 

hacía, por  lo menos…muchos días…Cuando  lo vi… ¡era el primer 

duende verdadero! Me ajusté las gafas a la nariz y lo observé: los 

pelos  los  tenía de punta, era chiquitillo y  lo único que no pude 

olerle fueron  los pies pero no cesaré en mi  intento de olérselos 

¡qué chulo! Era mi primer duende o, ¿quizás tenía un duende en 

casa y no me había dado cuenta? 

Le cortaron el pelo a mi hermano Antonio y descubrí que 

los  tenía  de  punta…  estaba  ocultando  pruebas…Era  duende 

seguro. Sus pies apestaban como  jamás  le hayan olido a nadie. 

Era buena persona y parecía sacado de un cuento. Tenía mucha 

fantasía. ¡Veía cosas que yo no veía! Jugaba con unas cosas que 

yo no entendía…UN DUENDE REAL. 

Lucía detective                                      Maria Eugenia Naranjo  Página 4  

Estamos rodeados de seres maravillosos y no nos damos ni 

cuenta. Mi mamá dice que  tiene un  libro sobre hadas, brujas y 

otros seres de tierras lejanas. ¿Quieres investigar conmigo? 

Y   colorín, colorado este cuento se ha acabado…recuérdalo si te 

ha gustado. 

 

 MANOLÍN:  EL NIÑO DEL FUTBOLÍN  

Manolín: el niño del Futbolín                         Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

MANOLÍN :  EL NIÑO DEL FUTBOLÍN 

 

Sejosán,  era un precioso pueblecito dentro del país de los mil 

y  un  cuentos,  donde  como  todo  pueblo  del  país  de  la  fantasía  que  se 

precie,  encontrabas  un montón  de  seres  creados  por  la  imaginación.  

Todos los seres que aparecen en los cuentos. Os explico: 

En el pueblo había una bruja  con  sus brujillas. Vivían en  la  zona 

más  alta  del  pueblo,  pegada  a  los  verdes  montes.  Su  casa  se  podía 

distinguir fácilmente, puesto que siempre había un cuervo dando vueltas 

sobre  ella.  Además,  en  una  casa  cercana,  un  poco  derruida  donde 

siempre  había  una  gran  cola  de  gente  en  la  puerta,  habitaba  el  gran 

hechicero de nunca jamás,  llamado Menija. Curaba y deshacía entuertos; sobre  todo,  era muy  apreciado  porque  hacía  rejuvenecer.  Por  eso,  las 

brujas siempre  iban a  la última. Eran muy  llamativas y a  las brujitas  les 

daban brebajes para que adelgazaran.  En  fin, hasta  las brujas en este 

pueblo eran guapas. 

Un poco más abajo de la casa de las brujas había una casa con el 

tejado de teja roja. Tenía dos plantas y un gran garaje.  El garaje era tan 

grande  porque  antes  había  sido  de  las  brujas  y  allí  guardaban  las 

escobas y todos sus utensilios. Se  la vendieron a unos duendes blancos. 

Éstos son los duendes de los dulces sueños. Entre ellos, había uno que no 

se parecía nada a un duende blanco, puesto que era moreno, delgado y 

alto.  Ellos  pensaban  que  se  tuvo  que  resbalar  por  un  agujerillo,  del 

mundo de  los humanos. No  tenía  los mismos poderes que  los duendes 

blancos… pero…tenía muchos otros. Se  llamaba Manolín y sabemos que 

se  llamaba así, porque, normalmente  los duendes blancos nacen de  los 

estambres de  las flores y según como sea  la flor así se  llama el duende. 

Manolín, se tuvo que caer de la flor o de donde sea, en un charco que no 

olía muy bien y como era chiquitín le llamaron de “mal olor”, mal olín” y 

de ahí a Manolín. En fin, cosa de duendes.  

 MANOLÍN:  EL NIÑO DEL FUTBOLÍN  

Manolín: el niño del Futbolín                         Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

Manolín  era muy  amable  y  simpático  a  la  vez  que  hiperactivo  y 

mosca…”alada”  (en  este  reino  se  les  llama  así  a  los  pesados)  .  Papá 

duende blanco lo quería muchísimo porque siempre les hacía reír.  

Manolín tenía mucha imaginación y le gustaba hacer toda clase de 

deportes. Como él no tenía alas, como la mayoría de los seres del reino, 

se  construyó  artefactos  para  poder  ir  rápido  por  el  suelo  y  el  agua. 

Construyó con troncos una barca y con   Shen Shei, el sabio del  lugar en materia de agua, se iba a escuchar sus enseñanzas en medio del mar Plis 

Plas. Shen Shei estaba intentado que Manolín aprendiera a pescar, pero 

de  una manera muy  especial:  ¡con  las manos!  Shen  Shei  apoyaba  su 

barriga en el borde de la barca dejando las piernas y la cabeza como en 

una balanza, lanzaba su enorme mano y cogía una pieza. He de decir que 

Shen Shei era un  cucux.  Los  cucux, eran  seres de  tierras adentro  cuyos 

conocimientos  los  habían  pasado  de  generación  en  generación.  Era 

moreno  y  alto  como  Manolín,  pero  tenía  una  gran  cabeza.  Manolín 

pensaba que era para guardar todo lo que sabía. 

Nuestro amigo se tiraba todo el día jugando de aquí para allá. Se 

había construido un aparato con ruedas con el que hacía competiciones 

con  sus  amigos  los  gnomos  Epep,  Opac  y  Onianto.  Ellos,  subían  en animales  variopintos,  puesto  que  podían  hablar  con  ellos.  Corrían  por 

senderos  tan  pequeños  que  parecían  hecho  por  hormigas.  Por  eso, 

Onianto, que era un poco más torpe, siempre andaba de visitas a Menija 

para curarse de sus muchas magulladuras. Eran sus mejores amigos. Con 

ellos hacía excursiones a las cimas más altas de su pueblo, desde donde 

podían  ver  las mejores  vistas  de  la  zona.  Aunque muchas  veces,  por 

meterse donde no debían, eran atacados por diferentes animales. Una 

vez,  fueron  correteados  por  todo  un  avispero  y  aunque  los  gnomos 

quisieron hablar con ellas para apaciguarlas, fue imposible. Llegaron con 

picaduras por todo su cuerpo. 

También  jugaban  al  futbolín,  un  juego  que  había  inventado 

Manolín  y  que  tenía  en  el  gran  garaje  de  su  casa.  Había  tallado  en 

madera  unos  equipos  de  duendes  en  dos  colores  y  con  un  solo  palo 

atravesado podías mover varios a la vez.  Consistía en que un escarabajo 

 MANOLÍN:  EL NIÑO DEL FUTBOLÍN  

Manolín: el niño del Futbolín                         Maria Eugenia Naranjo  Página 3  

pelotero, dándole con los pies de los duendes de madera,  llegara hasta 

el extremo  contrario, donde  cada equipo  tenía una  red  con un duende 

delante. Si el escarabajo pelotero entraba en la red le decían ¡gol!, para 

un  equipo  o  para  el  otro  según  donde  se  colara.  En  fin, Manolín  hizo 

crecer muchas  envidias  entre  la  chavalería  del  pueblo.  Todos  querían 

probar  el  futbolín.  Para  ello,  muchas  tardes  invitaban  a  Manolín  a 

merendar,  cosa  que  era  aceptada  inmediatamente,  puesto  que  era  el 

más goloso del    lugar, cogiendo siempre el pastel mejor y escondiendo 

los que más le gustaba. ¡Era un elemento!  Claro está, que tuvo que crear 

competiciones de futbolín para satisfacer a todos. Desde los más grandes 

a los más pequeños pasaban por la casa para jugar.  

Todo ello era  inmortalizado en el pueblo por un  famoso    cacuni. 

Los  cacuni,  eran  seres  de  extraordinaria  visión  tanto  nocturna  como 

diurna, mimetizados  con  la  naturaleza.   No  les  gustaba mucho  el  sol, 

pero les encantaban hacer “fotografía”. Era como un dibujo instantáneo 

de lo que ellos en esos momentos veían. ¡Era espectacular!. Gracias a él 

muchas  veces  encontramos  a  Oemilí,  un  troll  superdespistado  que  se perdía  con  facilidad, muchas  veces  en  el  bosque,  pero  otras  veces  se 

perdía en sus propios pensamientos y se  le pasaban  las horas sin darse 

cuenta.  Entonces  era  cuando  su mujer Solmarin una  elfo muy buena  y 

paciente, nos pedía que  lo buscaramos. Lemisra, que así  se  llamaba  el 

cacuni,  con  su magnífica  visión  y  sus  conocimientos  lo  solía  encontrar 

enseguida.  

Existía en el pueblo  la casa del Hada Despistada Coca, estaba muy 

bien situada entre el mar y el centro urbano. En ella vivían además sus 

dos  preciosas  hijas  el  hada  Teres,  que  había  heredado  la  belleza  y  el despiste  de  la  madre  y  Maim  un  hada  bondadosa  y  generosa  que 

también tenía su genio. Era todo eso lo que había enamorado a Manolín. 

Maim no le hacía mucho caso porque siempre andaba con bromas 

y  no  sabía  si  realmente  la  quería  o  no.  Él,  si  normalmente  hacía 

tonterías, cuando estaba ella, era aún peor.  

Lo pasaban en grande en la playa todos los amigos juntos. Iban las 

hadas,  los duendes blancos,  los gnomos,  los cacunis,  los trolls,  los elfos,  

 MANOLÍN:  EL NIÑO DEL FUTBOLÍN  

Manolín: el niño del Futbolín                         Maria Eugenia Naranjo  Página 4  

el cucux, el hechicero y hasta de vez en cuando se juntaban con ellos las 

brujas.  

Manolín hizo con ellos lo mismo que había hecho en el garaje de su 

casa.  Un  futbolín  a  lo  grande.  Se  lo  pasaban  fenomenal.    Ellas  los 

animaban y se veía con claridad quién animaba más a quién. 

Manolín  también  era  poeta  y  le  dedicaba  preciosos  versos  que 

nunca le decía a Maim. Empezaba siempre…Esta noche va a nevar, está 

muy blanca  la  luna, esta noche va a nevar…en el “corazón” de alguna. 

No, no  era eso lo que quería expresar, al final la iba a espantar y él sólo 

soñaba  en  estar  con  ella,  viajar  a  lugares  lejanos  y    vivir  una  y mil 

aventuras. Tenía que hacer algo ¿ pero qué ?. 

Una  noche  cerrada,  caminando  hacia  su  casa,  vio  luciérnagas. 

¡Claro!, ya lo tenía. 

Al día  siguiente  envió un pergamino  a Maim,  en  él  le decía que 

tenía que  ir cuando oscureciese a Cala Higuera, una cala que como bien 

indica su nombre, solo tenía una higuera. En dicho árbol se encontrarían 

al atardecer. 

Manolín, había hablado con sus amigos los gnomos para que ellos 

a su vez hablaran con las luciérnagas.  

Cuando  llegó  la hora señalada, se encontraron en  la higuera. Los 

dos estaban supernerviosos de manera que Manolín al no poder ni decir 

palabra, sólo pudo chasquear  los dedos (que era  la señal). Entonces fue 

cuando el cielo se llenó de miles de luciérnagas que en un precioso dibujo 

escribieron TE QUIERO MAIM. Ella emocionada se echó a sus brazos. 

Desde ese momento  fueron el uno para el otro. Ya   en  todas  las 

historias que contemos sobre Manolín, siempre estará a su lado su hada 

preferida. 

 

Y COLORIN, COLORADO…ESTE CUENTO SE HA ACABADO. RECUERDALO SI TE HA GUSTADO

 

Mis ratos más bonitos                                    Maria Eugenia Naranjo  Página 1  

MIS RATOS MÁS BONITOS 

 

 

Ser un niño es difícil, ser un niño de diez años más, pero ser 

el mediano y entre dos niñas es  lo peor que te puede pasar del 

mundo  entero  mundial.  Pues  bien,  en  ese  lugar  estoy  yo: 

Antonio. 

Si malo es eso, peor es si son dos niñas enormes. La mayor, 

María, me saca dos cabezas (será una por cada año de diferencia 

de edad  conmigo) y pesa  también en  la misma proporción. Así 

que  una  pelea  con  ella  significa  tener  todas  las  de  perder. 

Aunque  yo  sea  muy  bravucón,  cualquier  empujón  de  esa 

grandullona  supone  como  si  pasara  encima  de mí  un  tren  de 

mercancías.  

Para colmo, yo soy el que mejor notas saca de mi casa y el 

que más premios recibe, pero a  la hora de discutir de cualquier 

tema,  también me gana. Tengo un pequeño defectillo y es que 

mi mente va más deprisa que mi boca y…me atranco. De manera 

que cuando voy a soltarles algo, entre el genio,  los nervios y  la 

velocidad de  las neuronas…en  fin terminan riéndose de mí esas 

dos víboras.  

Porque esa es otra, la más pequeña me está amargando la 

vida.  Ya  cuando  tenía dos meses empezó  a hacerme perrerías. 

Estando tumbadita en la cama de los papás, me asomé para verla 

y ella me atacó cogiéndome del pelo…y no me soltaba. Entonces 

yo  la  tiré de  la cama para defenderme. Mis padres me querían 

matar  porque  la  niña  se  quedó  como  atolondrada  durante  un 

buen rato. Yo tenía sólo tres años pero desde ese instante me di 

 

Mis ratos más bonitos                                    Maria Eugenia Naranjo  Página 2  

cuenta que ella sería “la intocable”, además de la “marisabidilla”, 

la  “graciosa”  y  la  “valiente”…esto  último  es  porque  desde 

pequeña se pasea sin problemas a oscuras. No le da miedo nada. 

¡Pero cómo le va dar miedo algo si ella da miedo al miedo! Ella es 

la  que me  enciende  las  luces  para  que  yo  pueda  llegar  a mi 

cuarto y cuando voy por mitad del recorrido me  la apaga con el 

consiguiente pitorreo y burla porque yo corro hacía la luz como si 

me faltara la vida.  

Soporto una y mil cosas de esas dos brujas. 

Tengo que decir que  tengo muchas  cosas positivas  en mi 

vida. Soy el único niño. Mi padre me compra estampas de futbol 

(porque en el fondo a él también le gusta) y mi madre sabe que 

soy  el  más  goloso  y  como  estoy  “espichao”,  según  dice  ella, 

siempre me  tiene  las galletas que más me gustan y me guarda 

todo  lo de chocolate para que coma algo. Además, si hay futbol 

en  la  televisión,  lo primero que  se ve en  la casa es mi deporte 

favorito. Cuando me  voy  a  la  cama mi madre  y  yo pasamos el 

mejor  rato de  todo el día. Ella  con  todo  su  cariño me  ayuda  a 

meterme en la cama y no le importa acariciarme…hasta los pies, 

cosa  que  a  mis  hermanas  les  parece  repugnante.  Después 

rezamos. Ella dice que parezco un  “cura  loco”, porque  lo hago 

muy deprisa. Mi madre me hace cosquillas y nos echamos unas 

risas.  Se  tumba  a mi  lado  y me  cuenta historias que hace que 

armemos  tanto  jaleo  que  mi  padre  tiene  que  venir  a  poner 

orden.  Entonces  es  cuando  ella me  dice  “hasta mañana,  vida 

mía” y yo empiezo a dormir con una sonrisa. 

 

Y…colorín colorado este cuento se ha acabado. 

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SANA, SANITA

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Ogroland era una aldea de ogros situada alrededor de una enorme ciénaga.

Los ogros suelen ser solitarios y viven con sus parejas y sus hijos, pero en los tiempos que corrían, tuvieron que unirse puesto que las armas que utilizaban los humanos se habían vuelto mucho más mortíferas y ellos habían tenido que agudizar sus sentidos y unirse para así poder mejor defenderse.

Pues bien, aquella ciénaga era la más grande en muchas regiones a la redonda y estaba poblada por ogros y muchos más bichos del bosque.

En aquella aldea vivía una familia con sus tres ogrillos. Al mayor de ellos le llamaban PARCHE, puesto que tenía una mancha negra, como un lunar, que le rodeaba todo el ojo. La verdad, es que no se sabía si aquello podía se porquería…como nunca se había lavado... En fin, el segundo hijo, era una ogrita a la que llamaban FETI, claro está que el nombre completo era FÉTIDA y ya os podéis imaginar por qué. Además la pobre sufría de un problema a la hora de hablar. Se comunicaba con los demás como si fuera un indio. Decía “yo FETI” o “yo comer”. Mamá ogra no se preocupaba por ello porque sabía que papá ogro, de pequeño, había tenido el mismo problema y cuando creció, se solucionó.

Al último, más pequeñín y regordete, le decían TORPÓN, el nombre le venía como anillo al dedo puesto que se caía cada dos por tres. Mamá ogra pensaba que tenía dos pies izquierdos. Su cabeza estaba descompensada con el resto del cuerpo. Era enorme, semejante a la forma de una seta de esas tan bonitas con lunares que hay en los bosques. El caso es que el pobre TORPÓN tenía la cabeza mucho más grande que el cuerpo. Papá ogro le decía con mucho cariño que seguro llegaría un momento que esa cabezota se compensaría con el cuerpo. ¡Menudo ogro llegaría a ser!

Era una familia muy unida y se querían mucho. Cada uno tenía su misión. Papá ogro se ocupaba de alimentar a la familia. Todos los días salía a buscar comida. Lo mismo traía algún alimento que encontraba en el bosque, que se acercaba a una granja horrorizando a sus dueños y se traía algo de lo que encontrara en su propiedad.

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La mamá ogra era cariñosa y paciente con los ogritos. Éstos, siempre traían a la casa pequeños problemas que ella, con mucho mimo, procuraba resolver.

Como los ogrillos son un poco guarrillos, muchas veces se revolcaban en charcas pestilentes sin importarles que contenían y llegaban con toda clase de porquería y bichos por todo el cuerpo. Algunos de aquellos bichos estaban buenos y se los iban comiendo de camino a casa. Ellos le llamaban el “aperitivo”, pero otros les picaban y hacían heridas. Mamá ogra se los quitaba y les daba alguna cataplasma elaborada por ella, a base de plantas, que les aliviaba un montón el picor en sus pobres cuerpecillos. Mientras se las aplicaba les decía:

“Sana, sanita

Culito de rana

Si no se cura hoy

Se curará mañana”

A ellos parece que aquella cantinela más lo que mamá les había aplicado por el cuerpo, les mejoraba un montón.

Ellos pensaban que sería horrible ponerse malito y que mamá no estuviera para curarlos. Su sola presencia los consolaba un montón.

Cuando se caían, sobre todo TORPÓN, llegaba a casa lloriqueando, normalmente, con un enorme chichón. Mamá le ponía una cremita que ella la había denominado TORPONCID, ya se la había dedicado al hijo que más la usaba. Le aplicaba el TORPONCID con su enorme mano acariciando la zona afectada y diciéndole con mucho amor:

“Sana, sanita

Culito de rana

Si no se cura hoy

Se curará mañana”

FETi, un día se cayó a un pozo lleno de una suciedad indescriptible. Su hermano mayor logró salvarla. Se rieron un montón puesto que ella no podía oler peor y todos los animales, pequeños, grandes y hasta las aves, huían a su paso.

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No sabemos que tenía aquel pozo, lo cierto es que al día siguiente FETI, tenía mucha fiebre. No sabemos si era porque había dejado toda la noche la ventana abierta al ser imposible respirar el olor que desprendía o por el contenido del pozo. En fin, mamá se dirigió a la parte más sombría del bosque y vino cargada de moho. Con él, preparó un brebaje que le dio a FETI. Durante unos días se lo estuvo tomando. Mamá era una buena doctora. Con su sana, sanita, culito de rana, si no se cura hoy se curará mañana, conseguía hacerle tragar a FETI aquél preparado tan malo. Al poco, se recuperó.

Un día jugando los tres en la parte más tenebrosa del bosque, ya que estaban jugando al escondite, PARCHE, tropezó con un tronco que no vio cayendo todo su cuerpazo en una pequeña charca. El golpetazo fue tan grande que quedó inconsciente durante unos segundos. Cuando abrió los ojos, lo primero que vio fueron unos ojos saltones pegados a su enorme nariz. Era una rana.

Con cuidado levantó su brazo y sigilosamente cogió a la rana por las ancas. Como PARCHE, tenía todo el cuerpo condolido, se restregó el culito de rana por todo, acordándose mentalmente de la cancioncilla que recitaba su madre cada vez que se hacían daño: “Sana, sanita, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana”.

Cuando hubo restregado el culo del animal por todo su cuerpo dañado, lo soltó. Se incorporó… Ahora no solo le dolía sino que le empezó a picar, como si le quemara. Corrió a su casa gritando.

Su madre al verlo, quedó espantada. Él le explicó lo ocurrido.

¡Dios mío!, dijo mamá, se había restregado con un sapo venenoso. Empezó a elaborar mejunjes y pringues que se los extendió por todo el cuerpo. Le dio un jarabe que a ellos les gustaba mucho. Le decía DALSY, porque a FETI, le parecía delicioso y cuando le dolía algo siempre decía DAR Sí, eso a FETI bueno.

En fin, con todo lo que le dio parece que PARCHE se tranquilizó y pudo dormir toda la noche.

Al día siguiente mamá y papá ogros reunieron a la familia para decirles que tuvieran cuidado con las cosas que les rodeaban. No todo era bueno, ni tampoco malo, pero cuando algo no se sabe o se tienes dudas de lo que es, a los primeros que se pregunta, es a los papás. Así se ahorrarían muchos problemas.

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También dijo mamá que la mejor cura, es la que no se tiene que hacer. Que había que andarse con cuidado. A eso le llamó PREVENCIÓN. Es mejor no caerse que curarse.

Ellos se dieron cuenta que sus papás tenían razón y aunque siguieron con su vida, tenían más cuidado.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Recuérdalo si te ha gustado.