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    OLGACONSUELOVLEZC.*

    RESUMEN

    L

    THEOLOGICAXAVERIANA135 (2000) 415-434

    a teologa de la liberacin hizo una contribucin innegable a la

    reflexin teolgica: puso en el centro de la tarea teolgica la

    cuestin social y concretamente la no-vida de los

    empobrecidos del continente latinoamericano. El presente

    articulo reflexiona sobre esta contribucin a partir de los

    fundamentos epistemolgicos y metodolgicos ofrecidos por

    el telogo canadiense Bernard Lonergan. As muestra cmo el

    punto de partida de la teologa de la liberacin consiste en la

    conversin al Dios de la vida. Los principios bsicos no pueden

    ser otros que el Reino de Dios y la opcin por la justicia. La

    sistematizacin pasa por el dilogo con la realidad social y los

    desafos que ella implica y finalmente, la comunicacin no

    puede ser otra que la buena nueva de liberacin para todos.

    Abstract

    Liberation theology has made an undeniable contribution to

    theological thinking: it set in the center of the theological task

    the social question and especially the non-life of the

    impoverished masses of Latin America. The present article is a

    discussion about this contribution based on the

    espistemological and methodological presuppositions offered

    by the Canadian theologian Bernard Lonergan. It shows thatthe starting point of liberation theology is the conversion to

    * Doctora en Teologa, Pontificia Universidad Catlica de Rio, Brasil.

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    the God of life. Its basic principles cannot be other than the Reign

    of God and the option for justice. The systematic treatment goes

    into a dialogue with the social reality and its challenges and finally

    the communication cannot be other than the good news ofliberation for all.

    1. Seguiremos fundamentalmente el pensamiento de Bernard Lonergan en su obra Mtodoen teologa, Sgueme, Salamanca, 1988.

    2. Hablar de diferentes niveles de conciencia puede llevar a pensar en varias conciencias.Slo existe una nica conciencia humana que se desenvuelve en estos cuatro niveles.Cfr., LONERGAN, B., Mtodo, p. 20.

    3. Cfr., Ibdem,p. 16.

    4. Cfr., Ibdem,pp. 16-17.

    PRINCIPIOSEPISTEMOLGICOS

    El objetivo del presente ensayo es proponer los presupuestos epistemolgicos

    de la labor teolgica y a partir de stos sealar algunos momentos del mto-

    do de la teologa latinoamericana.1

    La pregunta bsica para abordar la cuestin epistemolgica es la si-

    guiente: Cmo conocemos? Para responder esta pregunta es necesario

    objetivar los contenidos de la conciencia en el proceso del conocimiento, esdecir, darnos cuenta cmo conocemos.

    El punto de partida es sealar cuatro operaciones que pueden consi-

    derarse bsicas en el proceso del conocimiento. stas son: experimentar,

    entender, juzgar y decidir. De aqu se deduce que la conciencia tiene cuatro

    niveles diferentes2que estn en ntima relacin y van dirigiendo el proceso

    del conocimiento.

    En el primer nivel el emprico- tenemos sensaciones, percibimos, ima-

    ginamos, sentimos, hablamos, nos movemos. La pregunta qu es esto?

    nos introduce en el segundo nivel.3

    En el segundo nivel el intelectual- inquirimos, entendemos, expresa-

    mos lo que hemos entendido, elaboramos las presuposiciones y las

    implicaciones de nuestra expresin. Cuando llegamos a entender, somos

    capaces de expresar en hiptesis, explicaciones y sistemas esos datos que se

    nos presentan. La pregunta: esto que entend es as como lo entend? nos

    conduce al tercer nivel.4

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    En el tercer nivel el racional- somos empujados a afirmar o negar la

    realidad que alcanzamos en el nivel anterior. Realmente eso es as como lo

    hemos entendido? Hacemos entonces un juicio sobre la verdad o falsedadde nuestras afirmaciones. La posibilidad de juzgar depende de que se hayan

    cumplido todas las condiciones posibles para evaluar la hiptesis. La pregun-

    ta esto que experiment, entend y juzgu es realmente bueno y valioso?

    nos confronta con el cuarto nivel.5

    En el cuarto nivel el nivel responsable- nos interesamos por nosotros

    mismos, nuestras operaciones, nuestras metas y deliberamos sobre las posi-

    bles vas de accin, las evaluamos, decidimos y hacemos nuestras opciones.6

    Un sencillo ejemplo nos puede ayudar a entender cmo funcionan

    estos cuatro niveles. Supongamos que omos un ruido que viene de la calle.

    El primer nivel de la conciencia, que corresponde a los datos sensibles, al oirel ruido se pregunta: Qu sucedi? Empezamos a pensar y la memoria reco-

    noce ese ruido como un accidente. Nuestra imaginacin, la mayora de ve-

    ces, nos ayuda construyendo la escena y llegamos a entender que lo sucedi-

    do fue un accidente automovilstico. Entramos as al segundo nivel, al enten-

    der y expresar lo entendido. La expresin o conceptualizacin es fruto de

    haber entendido. En el tercer nivel comprobamos lo entendido: acudimos al

    lugar del accidente y preguntamos qu ocurri, para verificar si nuestro en-

    tender corresponde a lo que realmente sucedi. Al comprobar nuestra hip-

    tesis, podemos hacer un juicio de hecho verdadero: hubo un accidente. El

    cuarto nivel hace un llamado a nuestra responsabilidad: Qu puedo hacerpor ellos? Decidimos entonces que accin realizar.

    Los cuatro niveles son sucesivos y relacionados entre s. No podemos

    entender una cosa sin haberla experimentado;no podemos hacer un juicio

    sin entender aquello que pretendemos juzgar; no podemos decidir sin tener

    la certeza que proviene del juicio. Cualquier falla en un nivel hace que los

    otros tambin comiencen a dar resultados equivocados.

    Existe un momento previo a estos cuatro niveles: el que corresponde a

    los sueos. Ah la conciencia es fragmentaria e incoherente.7

    5. Cfr,. Ibdem,p. 17.

    6. Cfr., Ibdem.

    7. Lonergan no desarrolla este momento inicial. Slo lo seala. Actualmente Robert Doran,en su obra La teologa y las dialcticas de la historia, Jus, Mxico, 1993, propone reconocer

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    En todos los niveles somos conscientes de nosotros mismos, pero la

    calidad de la conciencia aumenta de nivel a nivel. En el primero no parece-

    mos diferir de los animales superiores, pero en nosotros la experiencia es elprimer paso para entender, juzgar y decidir. El entender se expresa en el

    lenguaje. El dominio de los campos tericos es fruto de este segundo nivel.

    Sin el esfuerzo del entender y sus resultados no tendramos ocasin de juz-

    gar. El juicio es ir en bsqueda de la verdad o de la certeza sobre algo. El ltimo

    nivel nos lleva a la bsqueda de la realizacin personal y de la organizacin

    social como fruto de la libertad orientada decisivamente por los valores.

    Los cuatro niveles constituyen la estructura dinmica 8o conciencia

    intencional que hace al ser humano capaz de conocimiento y de accin

    moral. La estructura dinmica no es otra cosa que la intencionalidad hu-

    mana: ese tender radical del ser humano a salir de s, a conocer la reali-dad que lo rodea y a actuar en esa realidad. Mejor an, es un actuar que

    no se produce de cualquier manera, sino con referencia a los valores, o

    sea, es un actuar moral.

    Hablar de niveles de conciencia no significa hablar de varias con-

    ciencias sino de diversas etapas del desenvolvimiento de un nico im-

    pulso, o erosdel espritu humano.9Tales niveles estn en una relacin

    tan ntima que lo hecho hasta ahora, objetivar nuestra conciencia inten-

    cional, no es fcil. Lonergan advierte a sus lectores que no va a proponer

    nada nuevo, sino a objetivar lo que de hecho ya todos hacemos en el

    proceso del conocimiento.10

    El ser humano que presta atencin a los datos de los sentidos pasa a la

    investigacin y a la comprensin para hacer posible la aprehensin del mun-

    ah el nivel psquico que influye en el conocimiento y pretende completar la obra deLonergan profundizando ese nivel. Para l es el quinto nivel de la conciencia intencional.

    8. El mismo nombre ya est expresando las caractersticas de lo que se quiere decir.Estructuraes un todo en el que cada parte es lo que es en virtud de sus relacionesfuncionales con las otras partes, de manera que quitar cualquier parte la destruira, yaumentar otra parte sera innecesario. Sin embargo, es una estructura dinmicaparacontrarestar la primera impresin que nos puede suscitar el trmino estructura. No

    significa rigidez o inmovilidad, sino apertura, dinamismo y horizonte clarificador parael camino a recorrer. Cfr., PREZVALERA, J.E., Filosofa y mtodo en Bernard Lonergan, Jus,Mxico, 1992, p. 171.

    9. LONERGAN, B., Mtodo, p. 20.

    10. Cfr., LONERGAN, B., Mtodo, p. 10.

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    do a travs de la significacin. La reflexin y el juicio alcanzan un absoluto

    mediante el cual reconocemos lo que realmente es as y lo que es indepen-

    diente de nosotros y de nuestro pensamiento. Despus, por la deliberacin,evaluacin, decisin y accin, podemos hacer no solamente lo que nos agra-

    da, sino tambin lo que es verdaderamente bueno y valioso.

    As el ser humano se convierte en principio de benevolencia y amor. La

    intencionalidad humana es la garanta de estar tendiendo al bien, porque

    ella nos empuja, nos acosa, nos invita y solamente encontramos descanso

    cuando vamos alcanzando el bien al que ella nos hace tender.

    Los juicios de hecho y los juicios de valor tienen como criterio la

    autotrascendencia del sujeto, que en los juicios de hecho es solamente

    cognoscitiva, y en los juicios de valor tiende a ser moral. En los dos casos la

    significacin pretende ser independiente del sujeto. Los juicios de hechoafirman lo que de hecho es o no es; los juicios de valor son el primer paso

    para la autotrascendencia moral, pero no son la plenitud que solamente es

    alcanzada cuando se acta coherentemente. La estructura dinmica o con-

    ciencia intencional del ser humano tiene como resultado, por tanto, la

    autotrascendencia cognitiva, en el nivel del juicio, y la autotrascendencia

    moral, en el nivel del deliberar.

    En los cuatro niveles de la estructura dinmica o conciencia intencional

    podemos descubrir una visin integral de ser humano: los sentimientos que

    acompaan todo el proceso del conocimiento, es decir, los tres primeros

    niveles, se explicitan radicalmente en el cuarto nivel donde aprehenden losvalores.

    ELMTODOTEOLGICO

    Antes de empezar la reflexin sobre el mtodo teolgico propuesto por

    Lonergan con base en los presupuestos epistemolgicos sealados en el

    punto anterior, conviene aclarar la nocin de mtodo. No entendemos el

    mtodo como un conjunto de reglas que cualquiera puede seguir para obte-

    ner un resultado. Nos estamos refiriendo al mtodo entendido como un

    conjunto de operaciones recurrentes y relacionadas entre s que producen

    resultados acumulativos y progresivos.11Un conjunto de operaciones previo

    11. LONERGAN, B., Mtodo, p. 13.

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    y normativo12del cual se pueden derivar las reglas concretas para cada cien-

    cia especfica.

    Al igual que las otras ciencias, la teologa contempornea se ha espe-cializado. Podemos sealar tres tipos de especializaciones. La primera es la

    especializacin segn los datos. El aumento de descubrimientos hace que

    cada vez los especialistas sepan ms sobre su campo y menos sobre el con-

    junto de la ciencia que estudian. Encontramos especialistas sobre temas b-

    blicos, temas patrsticos, temas medievales, etc. La segunda especializacin

    es la ms comn en los departamentos y facultades de teologa de las uni-

    versidades. El punto de par tida no es solamente los datos concretos,

    identificables, sino los conceptos que se busca profundizar. As surgen las

    diferentes materias: cristologa, moral, trinidad, etc. La tercera especializa-

    cin pretende recorrer el camino de las otras dos especializaciones, de losdatos a los resultados, dividiendo las diferentes etapas del proceso. El mto-

    do de Lonergan se sita en esta tercera especializacin.

    El fundamento epistemolgico de esta tercera especializacin es la

    conciencia intencional humana. Como ya vimos, podemos hablar de cuatro

    niveles de intencionalidad humana ntimamente relacionados entre s, que

    van llevando el proceso del conocimiento y del obrar humano hasta su ma-

    yor realizacin: la autotrascendencia cognoscitiva y la autotrascendencia moral.

    De esta manera, las diferentes etapas que van de los datos a los resultados

    estn ntimamente relacionadas entre s y permiten avanzar hasta alcanzar

    el mayor desarrollo.Lo que vamos a decir aqu no significa una novedad, ya que el trabajo

    cientfico se realiza as y todos saben de la colaboracin necesaria de unos

    con los otros para ir completando el conocimiento y alcanzando nuevos des-

    cubrimientos. Sin embargo, la novedad que Lonergan presenta consiste en

    explicitar cmo -lo que de hecho ya se realiza- tiene su fundamento

    epistemolgico en la intencionalidad humana.

    Los cuatro niveles de la conciencia intencional tienen sus realizaciones

    y objetivos propios. El primer nivel, el nivel del experimentar, se encarga de

    la aprehensin de los datos. El segundo nivel, el del entender, comprende

    los datos aprehendidos. El tercer nivel, el del juicio, acepta o rechaza lashiptesis y teoras que surgen de la comprensin de los datos. El cuarto nivel,

    12. Estamos hablando del esquema de la conciencia intencional humana.

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    el de la decisin, valora los datos y se dispone a actuar en conformidad con

    los valores aceptados. Podemos concluir que la investigacin humana tiene

    cuatro funciones distintas correspondientes a los cuatro niveles de la con-ciencia intencional.

    El propsito de conseguir esa objetivacin de la intencionalidad huma-

    na es de gran inters metodolgico. Por una parte, favorece la unidad de la

    investigacin al establecer un nexo metodolgico entre los datos y los resul-

    tados. Por otra, clarifica y distingue las diferentes etapas del proceso. Esta

    clarificacin puede dar como resultado una mayor valoracin de la colabora-

    cin que implica cualquier investigacin cientfica y una mayor eficacia a la

    hora de sumar esfuerzos, al conocer la etapa concreta en que cada contribu-

    cin tiene una palabra que decir.

    El inters que nos ocupa es la teologa. Ella tiene dos fases o momen-tos decisivos. El primero es la recepcindel mensaje revelado. El segundo es

    la actualizacinde ese mensaje al presente. Los dos momentos necesitan de

    los cuatro niveles de la conciencia intencional humana para lograr sus objeti-

    vos. Se exige, por tanto, duplicar las especializaciones funcionales de la teo-

    loga para alcanzar la totalidad de su tarea teolgica.

    El mtodo teolgico propuesto por Lonergan consta, por tanto, de ocho

    especializaciones funcionales correspondientes a las dos fases de la teologa

    y a los cuatro niveles de la conciencia intencional humana.

    A la primera fase Lonergan la llama teologa mediadora. Su objetivo es

    reflexionar sobre la experiencia religiosa la revelacin divina y la trasmisin

    de esa revelacin- con el fin de aclararla y objetivarla. La segunda fase, teolo-

    ga mediada, consiste en la actualizacin de la experiencia religiosa a los

    desafos del presente.

    En la primera fase el punto de partida son los datos (nivel de la expe-

    riencia), la inteleccin de los datos (nivel del entender), la aceptacin o el

    rechazo de las hiptesis y las teoras que surgen de la inteleccin de los

    datos (nivel del juzgar) y por ltimo, el reconocimiento de los valores y la

    eleccin de los mtodos o de los medios que permiten realizar esos valores

    (nivel de la decisin).

    En la segunda fase, partimos del nivel de la decisin para explicitar las

    opciones personales, formulamos las convicciones profundas (nivel del jui-

    cio), expresamos esas convicciones profundas en los trminos actuales (ni-

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    vel del entender) y, f inalmente, comunicamos a otros los planes de accin

    que queremos realizar en lo concreto de la vida (nivel del experimentar).

    Este recorrido que hemos hecho de la primera y de la segunda fasecorresponde a las ocho especializaciones funcionales del mtodo de Lonergan.

    En la primera fase, estas especializaciones son: la investigacin, la interpre-

    tacin, la historia y la dialctica. En la segunda fase son los fundamentos, las

    doctrinas, la sistematizacin y la comunicacin.

    La investigacin busca los datos que necesita la teologa. La interpreta-

    cinse esfuerza por comprender el significado de los datos. La historia juz-

    ga los datos en el contexto en que ellos sucedieron. La dialcticaenfrenta los

    conflictos que surgen en esa recepcin e interpretacin de los datos. Las

    diversas posturas frente a los mismos datos exige buscar un punto de vista

    que sin negar las diferencias permita puntos de encuentro y posibilidades deavanzar en las situaciones que se confrontan. Estas cuatro especializaciones

    funcionales corresponden a las cuatro dimensiones del mensaje y la tradi-

    cin cristiana. El mensaje y la tradicin se presentan como un conjunto de

    datos. Estos pretenden comunicar su significacin en el contexto humano.

    Tales significaciones se dan en contextos concretos y especficos. Finalmen-

    te, el mensaje con su significacin trasmitida en el contexto humano, en-

    cuentra diferentes recepciones y puntos de vista que van configurando la

    situacin religiosa actual.

    Las especializaciones de la segunda fase ocurren as: los fundamentos

    son el resultado del nivel de la decisin que opta por una de las posiblesrecepciones y concreciones de los datos de la fe; son fruto de la conversin

    religiosa que realiza el sujeto en la confrontacin con los datos de la revela-

    cin; son el horizonte existencial a partir del cual se hace la tarea teolgica.

    Las doctrinassuponen los juicios de hecho y de valor que pueden ser afirma-

    dos a partir de la experiencia de fe. La sistematizacinse encarga de elabo-

    rar los sistemas adecuados para la actualizacin o contextualizacin de las

    doctrinas en cada momento histrico. Por ltimo, la comunicacinrelaciona

    la tarea teolgica con las otras esferas de la vida y abre caminos para realizar

    en la prctica todo el proceso anterior.

    En la primera fase, se parte de los datos y se avanza, a travs de las

    significaciones y hechos, hacia el encuentro personal. En la segunda fase, la

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    conversin, fruto de ese encuentro personal, busca su explicitacin y efica-

    cia en el contexto actual.

    El mtodo de Lonergan propone facilitar la integracin de las diferen-tes etapas de la tarea teolgica. De hecho, las diferentes tareas ya existen y

    son reconocidas: la explicitacin de los fundamentos, las doctrinas, la siste-

    matizacin y la comunicacin, corresponden a lo que se llama teologa fun-

    damental, teologa dogmtica, teologa especulativa y teologa pastoral o

    prctica. Sin embargo, la claridad metodolgica facilita reconocer los objeti-

    vos propios de cada una y los mtodos adecuados para conseguir esos obje-

    tivos. Se evitan as confusiones innecesarias entre los diversos especialistas.

    Se respetan las diferencias y, al mismo tiempo, se complementan. En la teo-

    loga tenemos que hablar, entonces, de ocho tareas diferentes y cada una

    debe tener sus principios metodolgicos propios.En la prctica, esta divisin en especializaciones funcionales evita las

    visiones unilaterales y hace ver la importancia de todas las tareas, su

    complementacin y su lugar en todo el proceso teolgico.

    La integracin de las diferentes etapas forma una unidad dinmica

    porque las especializaciones se relacionan unas con las otras en ese proceso

    que va del experimentar al entender, del entender al juzgar, del juzgar al

    deliberar. Por ser proceso, es esencialmente abierto. Nuevos datos enrique-

    cen el punto de partida y promueven nuevos desarrollos. De la misma mane-

    ra, las otras especializaciones dan nuevas luces a los datos y as todas las

    especializaciones empiezan a tener nuevas posibilidades. Las dos fases, portanto, tambin son interdependientes, lo cual permite afirmar que la teolo-

    ga es un todo que funciona en el contexto de la vida cristiana y sta, a su

    vez, se sita en el contexto an ms amplio de la historia humana.

    ELMTODODELATEOLOGADELALIBERACIN

    La contribucin fundamental de la teologa de la liberacin a toda la tarea

    teolgica fue colocar la cuestin social en el centro de la reflexin. Su punto

    de partida, la experiencia espiritual en el pobre y el oprimido, la llev a de-

    nunciar los condicionamientos sociales, econmicos y polticos que pesansobre la vida de la Iglesia y sobre la reflexin teolgica. La pretendida impar-

    cialidadde la teologa slo refleja el compromiso de preservar el status quo

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    imperante. Por eso, la liberacin de la teologade la interpretacin prevale-

    ciente de la revelacin -especialmente, de la Biblia13- proclamada por Juan

    Luis Segundo, constituye una necesidad para responder a las urgencias de larealidad social.

    La parcialidad por los pobres fue fruto de entender la realidad en tr-

    minos de dependencia. El pobre es marginado y excluido por estructuras

    econmicas, polticas y sociales injustas. Lo poltico, de esa manera, se vuel-

    ve centro en la teologa de la liberacin como medio indispensable para

    alcanzar la trasformacin de las estructuras. La mediacin socioanaltica se

    convirti en elemento constitutivo del mtodo teolgico para poder com-

    prender la situacin social a la que esa teologa se dirige. La teologa de la

    liberacin se distingue por un compromiso claro con el mtodo de hacer

    teologa en el contexto de los problemas de opresin humana con la finali-dad de contribuir a su solucin.14

    La opcin por los pobreses radicalmente evanglica y constituye por

    eso un criterio importante para operar un discernimiento de los aconteci-

    mientos de nuestros das. Ms an: la opcin preferencial por los pobres

    tiene su raz en la gratuidad del amor de Dios que se inclina hacia ellos, no

    porque sean mejores que los otros, sino porque Dios es Dios.15Una reflexin

    teolgica que no presuponga ese fundamento est traicionando el proyecto

    del Reino de Dios anunciado por Jess y el dinamismo de la conciencia inten-

    cional que pregunta sin restricciones y que en el contexto latinoamericano

    implica preguntarse por la suerte de las vctimas, de losltimosde la historia.En este mismo sentido debemos afirmar que a la luz de la teologa

    de la liberacin, la propuesta de Lonergan debe asumir la cuestin so-

    cial, entendida como la experiencia espiritual en el pobre y en el oprimi-

    do, como uno de los fundamentos de la tarea teolgica, si pretende afir-

    mar una palabra relevante a esa situacin de injusticia y marginacin de

    los pobres y excluidos.

    13. Cfr., DORAN, ROBERT, La teologa y las dialcticas de la historia, Jus, Mxico; 1993, pp. 360-

    361.14. DORAN, ROBERT, La teologa...,p. 360.

    15. Cfr., GUTIRREZ, GUSTAVO, Una teologa de la liberacin en el contexto del tercer milenio,en: VV.AA. El futuro de la reflexin teolgica en Amrica Latina, Celam, Santaf deBogot, 1996, p. 109.

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    La experiencia de conversin al Dios de la vida

    Al preguntar dnde se inscribe el punto de partida de la teologa de la libera-

    cin en el mtodo de Lonergan, sealamos su lugar en la quinta especializa-cin funcional del mtodo: los fundamentos.Ah el telogo explcita el hori-

    zonte a partir del cual elabora su teologa. Las conversiones intelectual, mo-

    ral y religiosa16son la base de ese horizonte. Ellas no son un conjunto de

    premisas fijas a partir de las cuales se deducen unas conclusiones. Son una

    experiencia fundamental y decisiva que provoca un cambio en la realidad

    humana del telogo.

    El cambio radicalen los telogos de la liberacin se produjo por la

    irrupcin de la experiencia de Dios en el pobre y en el oprimido. Contem-

    plando la realidad social, llegaron a captar algo que afectaba lo ms sen-

    sible de la existencia: en un contexto de muerte, los pobres creen en elDios de la vida:

    Santo Padre: tenemos hambre. Sufrimos miseria, nos falta trabajo, estamos enfer-mos. Con el corazn partido de dolor, vemos que nuestras esposas pasan la ges-tacin tuberculosas, que nuestros bebs mueren, que nuestros hijos crecen dbi-les y sin futuro. Pero, a pesar de todo eso, creemos en el Dios de la vida.17

    La actitud de los pobres revela la actitud de Dios mismo. l es un Dios

    ligado a los ausentesde la historia, a quienes se quiere hacer callar (Mc. 10,

    48), pero con los cuales l desea entablar dilogo. Jess vino para traer vida

    y vida plena (Jn. 10, 10). Tal es el contenido del Reino y en l se nos revela al

    Dios de la vida. La aceptacin del Reino es la expresin de nuestra fe en el

    Dios que se revela en Jesucristo y lleva a la solidaridad con el hermano. La

    llamada es a establecer una alianza con el Dios de la vida.

    Ms an, esa realidad fundamental de pobreza masiva y provocadaen

    el continente latinoamericano se trasform en matriz reveladora de valores

    absolutos que exigen una respuesta ineludible. La indignacin ticasurgi

    de lo ntimo del ser como respuesta, y surgi con tanta fuerza que no es

    16. La conversin intelectual consiste en la clarificacin del proceso cognoscitivo, en conocercomo conocemos. La conversin moral es la capacidad humana de optar por los valores.La conversin religiosa es fruto de la experiencia de estar enamorado de Dios sin

    condiciones o reservas. Es el amor de Dios derramado en nuestros corazones que dauna nueva mirada sobre la realidad: la mirada de la fe. Cfr., LONERGAN, B., Mtodo, pp.232-234.

    17. Saludo a Juan Pablo II hecho por Vctor e Isabel Chero, habitantes de Villa El Salvador,Per. GUTIRREZ, GUSTAVO, O Deus da Vida, Loyola, So Paulo, 1992, p. 11.

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    posible comprender cmo otras personas pueden no sentirla. Esa indigna-

    cin gener un dinamismo. Imperativamente afecta, sacude, conmueve. Se

    siente el cuestionamiento en lo ms ntimo del propio ser. Se siente que nose puede transigir, tolerar, convivir o pactar con la injusticia, porque sera una

    traicin de lo ms profundo de nosotros mismos; viene as, inevitablemente,

    una toma de posicin del sujeto: una opcin inevitable, porque delante de

    una exigencia ineludible la propia omisin o desinters es una toma de posi-

    cin. Al mismo tiempo es una opcin fundamental, porque es hecha en fun-

    cin de valores fundamentales de la existencia, percibidos como comprome-

    tidos definitivamente en esta realidad concreta. Se trata, pues, de la opcin

    fundamental de la persona.

    La indignacin tica tambin es compasin. Es sentir como propio el

    dolor del mundo, padecer con l a semejanza del Dios del xodo (Ex. 3), quese indigna por la opresin de su pueblo en Egipto, y de Jess, quien se com-

    padeca de las multitudes abandonadas (Mc. 6, 34). Es sta la espiritualidad

    que est en el origen de la teologa de la liberacin, el horizonte fundamen-

    tal de su tarea teolgica.18

    La reflexin de Lonergan sobre la triple conversin puede quedar en

    un sentimiento religioso intimista sin referencia a la realidad social. Sin em-

    bargo, a partir de la contribucin de la teologa de la liberacin, someterse a

    los preceptos trascendentales de la conciencia intencional humana -s aten-

    to, inteligente, razonable, responsable, ama- tiene que pasar por la expe-

    riencia espiritual del Dios de la vida, por el compromiso solidario con losempobrecidos y por la lucha por su liberacin.

    Los principios de la teologa de la liberacin

    La explicitacin de los fundamentos seala el horizonte a partir del cual se

    elaborara una teologa. El paso siguiente es el establecimiento de las doctri-

    nas,que consiste en la determinacin y afirmacin explcita de las realidades

    salvficas reveladas por Dios en Cristo y desarrolladas por el Espritu en la

    tradicin de la Iglesia. Supone un esfuerzo delicado y complejo de elabora-

    cin y apropiacin de los contenidos noticos y existenciales de la fe cristia-

    18. Cfr., CASALDLIGA, PEDROYVIGIL, JOSMARA, Espiritualidade da libertao, Vozes, So Paulo,1993.

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    na. Aqu la teologa coloca a prueba su fidelidad a Cristo y su autenticidad

    eclesial. En esta especializacin no se determina el contenido de las doctri-

    nas19

    , pero se elige entre las mltiples posibilidades presentadas en la espe-cializacin funcional de la dialctica. Esas doctrinas son la roca insustituible

    sobre la cual el telogo sistemtico podr construir su casa para todos.20

    Como en la especializacin anterior, la propuesta metodolgica de

    Lonergan se volver significativa para el contexto latinoamericano en la me-

    dida en que desarrolle los principios que se derivan del horizonte de libera-

    cin, fruto de la experiencia de conversin al Dios de la vida. Las doctrinas

    que la teologa de la liberacin establecer en esta especializacin no son

    nuevas, en el sentido de que ella las origine, sino en el alcance y en el

    compromiso liberador que implican. El establecimiento de esas doctrinas

    permite que las significaciones en ellas expresadas tengan alcance eficiente,cognoscitivo, constitutivo y comunicativo.

    Jos Mara Vigil presenta una sntesis casi telegrficade los principios

    fundamentales de la teologa de la liberacin:

    - Lectura histrico-escatolgica del cristianismo, incluyendo el primado

    de la praxis de trasformacin histrica, la integralidad (no dualismo) y

    unicidad de la historia, de la trascendencia en la inmanencia.

    - El reinocentrismo: el rescate terico y prctico del carcter absoluto

    que Jess dio al Reino, dentro del seguimiento de Jess y del creer con

    la misma fe de Jess.

    - La opcin por la justicia, por los injusticiados, con la consecuente in-

    sercin en el lugar social de las vctimas de la injusticia.21

    Esos principios establecidos son eficientes, en la medida en que orien-

    ten el actuar; son cognoscitivos, porque revelan un nuevo rostro de Dios; son

    19. Lonergan distingue las diferentes clases de doctrinas: las fuentes primarias, lasdoctrinas de la Iglesia, las doctrinas teolgicas y la doctrina metodolgica que llega aconvertirse en una especializacin funcional llamada establecimiento de las doctrinas.Es comn a todas ellas el ser enseadas. Difieren y se distinguen entre s por la autoridadcon que las ensean sus maestros. LONERGAN, BERNARD, Mtodo, p. 287.

    20. R OUX, R. DE, Aportes de Bernard Lonergan para una teologa en opcin preferencial porel pobre, en: Theologica Xaveriana 124,Pontificia Universidad Javeriana, Santaf deBogot, 1997, p. 409.

    21. V IGIL, J. M., Teologia da libertao: Novo paradigma?, en: Revista Eclesistica Brasileira46, 1986, p. 325.

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    constitutivos, porque engendran nuevos estilos de vida22; y son comunicativos,

    porque dirigen su mensaje a este contexto, a tal punto que merecen la aten-

    cin de otras instancias, su preocupacin por los significados y valores quecomunican y hasta la oposicin radical, cuando su palabra consigue mostrar

    los engaos de lo comunmente aceptado.

    Establecer las doctrinas es la posibilidad de tener una referencia obje-

    tiva para evaluar la propia fe. Es interesante el desarrollo que Lonergan hace

    de la funcin normativa que desempean las doctrinas. Cuando los indivi-

    duos no son autnticos, comienzan a alejarse del significado de las doctri-

    nas. Practican lo que les conviene y no toman en cuenta otros aspectos. Con

    el pasar del tiempo esa inautenticidad puede llegar a ser tradicin y as en-

    contramos sujetos formados en tradiciones inautnticas. Cmo explicar,

    entonces, la conciencia tranquila de muchos cristianos ante la injusticia so-cial, si no fuera por una comprensin inautntica del mensaje de Cristo? La

    solucin es ofrecida por la especializacin de la dialctica, que trae a la luz

    las posibles desviaciones. El establecimiento de las doctrinas autnticas puri-

    ficar las tradiciones inautnticas.

    La teologa de la liberacin, de alguna manera, ha vivido ese proceso.

    La pregunta fundamental -cmo ser cristiano en un continente de pobres y

    oprimidos?- hace un llamado a la autenticidad de un cristianismo sociolgico

    formado por personas que an no han realizado una conversin a las doctri-

    nas autnticas. Establecer la predileccin de Dios por los pobres siempre ser

    un llamado a la autenticidad, una posibilidad de conversin.El establecimiento de las doctrinas tiene que ver con su inculturacin

    en cada contexto social. Esto slo ser posible en la medida en que la nocin

    que se tenga de cultura sea una nocin emprica. Para la nocin clsica lo

    que interesa son las leyes universales, inmutables, eternas. No toma en cuenta

    los hechos. La aceptacin de la teologa de la liberacin corresponde a la

    nocin emprica de que tomando los hechos de nuestra realidad, se pregun-

    ta cmo hablar sobre Dios al no-hombre de Amrica Latina.

    La posibilidad del telogo para establecer las doctrinas reside en la

    autonoma de su tarea. Esta autonoma no resta al hecho de que la tarea est

    al servicio y subordinada al magisterio eclesial. Pero significa que el telogo

    22. Un ejemplo son las comunidades eclesiales de base, comunidades que compartensignificaciones y valores comunes en su fe.

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    tiene la obligacin de hacer su contribucin propia. En el mtodo de Lonergan

    esa contribucin propia se refiere a la dialctica donde el telogo rene,

    clasifica, analiza las posiciones y las contraposiciones para traer a la luz laautenticidad e inautenticidad que esas controversias pueden tener. En la quinta

    especializacin funcional el telogo hace su opcin ms personal y a partir

    de ah actualiza los datos del pasado para su presente. Poner la propia auten-

    ticidad como criterio de la autenticidad no inmuniza al telogo contra los

    errores, pero seala la responsabilidad que l tiene de ordenar su propia

    casa, de considerar el problema del mtodo con atencin para elegir el ms

    apropiado. Esa responsabilidad surge de la influencia que l puede tener

    con los fieles, pero tambin con las doctrinas de la Iglesia.

    Sistematizar el misterio liberador de Dios en Jesucristoen el contexto latinoamericano

    La sistematizacin busca la comprensin a la altura de la pocade las reali-

    dades afirmadas en las doctrinas. Esta expresin a la altura de la pocay

    principalmente la especializacin de la sistematizacin, quedaran estriles

    en el proyecto de Lonergan si en el desarrollo sistemtico de la teologa, en

    el contexto de Amrica Latina, no se explicitan las dimensiones liberadoras

    de las realidades salvficas afirmadas por la fe. La sistematizacin debe esta-

    blecer el dilogo crtico y constructivo entre el ncleo salvfico de sentidos y

    valores de la revelacin y de la tradicin eclesial con la matriz de cada con-

    texto y, en Amrica Latina, la realidad contnua, para exigir un proyecto deliberacin.

    La especializacin de la sistematizacin debe asumir todos los niveles

    de la realidad humana: el nivel vital de las necesidades bsicas; el nivel social

    de las estructuras organizadas; el nivel cultural de sentidos y valores que

    orientan la vida de ese grupo; y el nivel personal que toma en cuenta la

    realizacin de cada sujeto como ncleo ltimo y normativo de toda conviven-

    cia social. En todos estos niveles se deben criticar sus aberraciones y desvia-

    ciones, fortalecer sus conquistas y progresos y abrir nuevas perspectivas y

    posibilidades, para tender siempre hacia la mayor autenticidad humana.

    La poca a la que la teologa de la liberacin se dirige es sta, marcada

    por la injusticia social, por la distancia cada vez mayor entre ricos y pobres y,

    ms an, por la marginacin y exclusin de millones de seres humanos. Tam-

    bin hoy la teologa de la liberacin se encuentra desafiada por los trazos de

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    una nueva cultura marcada por la vuelta a la subjetividad con el rescate de

    otras dimensiones humanas que han quedado olvidadas o muy poco tenidas

    en cuenta, como la afectividad con sus sentimientos, pasiones, etc., la valo-racin de la libertad individual, el derecho de libre eleccin y lo cotidiano

    como lugar de cambios sociales. As mismo se asiste al aumento de la con-

    ciencia sobre las cuestiones de gnero, raza, diversidad cultural y religiosa.

    Esa nueva cultura presenta tambin sentidos y valores cuestionables que

    merecen especial atencin, como la universalizacin de la lgica de la ley

    del valor (todo tiende a ser trasformado en mercanca 23), la relativizacin

    de los valores y de las ideas (que convierte la tolerancia en relativismo), entre

    otros.

    La sistematizacin, por ser una mediacin entre los valores religiosos y

    cada cultura determinada, admite y promueve el pluralismo teolgico. stedifiere del que se da en la especializacin funcional del establecimiento de

    las doctrinas porque no slo admite el pluralismo por la diversidad de cultu-

    ras sino tambin el pluralismo por la rica gama de expresiones y llaves

    hermenuticas de una afirmacin de fe en una misma cultura.

    La tarea sistemtica implica la continuidad, el desarrollo y la revisin.

    Con relacin a la continuidad, sta es posible por la estructura humana que

    siempre tiende a la mayor autenticidad, por el don del amor que Dios conce-

    de, por la permanencia de los dogmas, que siempre pueden llegar a ser

    mejor comprendidos, y por la genuinidad de las realizaciones del pasado.

    Este punto es lo que nos interesa considerar. Todas las realizaciones autnti-cas del pasado fueron consolidando las adquisiciones del presente. Pueden

    y deben ser mejoradas y ampliadas en contextos ms ricos. Sin embargo, no

    deben ser olvidadas por las realizaciones siguientes, bajo pena de quedar

    mucho ms pobres. La teologa de la liberacin debe considerarse en conti-

    nuidad con los avances teolgicos del pasado, precisamente por ser un paso

    ms all en la capacidad humana de hablar sobre Dios. Pretender emprender

    un camino independiente es exponerse a quedar sin fundamentos slidos.

    La sistematizacin de la teologa de la liberacin ser mucho ms rica en la

    medida en que incorpore en ella todas las realizaciones vlidas del pasado

    que fueron abriendo camino a este momento histrico. Adems de la conti-

    23. Cfr., DEANDRADE, PAULOFERNANDO, Novos paradigmas e teologia latinoamericana, en:Teologia e novos paradigmas, Loyola, So Paulo, 1996, p. 53.

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    nuidad, existe el desarrollo. La sistematizacin puede llegar a verdaderos

    descubrimientos sea por el hecho de responder a una cultura diferente, a

    nuevos desafos culturales o a las diferenciaciones de conciencia. Estos des-cubrimientos tambin pueden referirse a los resultados de la dialctica: afir-

    mar una verdad que en el pasado fue tenida como error, o viceversa.

    Aunque el alcance de la sistematizacin sea de continuidad, desarrollo

    o revisin, tambin tiene un carcter provisorio e inacabado. Ella siempre

    debe permanecer abierta a nuevos descubrimientos y mejores desarrollos.

    Debe mantener ese espritu de contribucin en un camino hecho por la suma

    de muchos. Slo esa capacidad de mantener sus contribuciones como hip-

    tesis puede garantizar su existencia y no estar condenada anticipadamente a

    la sancin. La teologa de la liberacin ha aprendido en la propia experiencia

    de persecucin de muchos de sus representantes que la verdad sale a la luzpor la fuerza de la contribucin provisoria, ms que por la discordancia entre

    juicios contrarios.

    La sistematizacin es el paso previo a la comunicacin. No se puede

    comunicar algo que no se ha entendido. Pero ella no escapa de los errores.

    Puede sistematizarse la incomprensin de la misma manera que la compren-

    sin, y ella resultar igualmente atractiva para el nmero ordinariamente mayor

    de quienes no entienden. Por eso esta especializacin es indispensable a la

    hora de querer llegar al punto final de la tarea teolgica. Como ya dijimos, la

    sistematizacin est efectivamente reservada a una lite: es difcil, como son

    difciles la matemtica, la ciencia, la erudicin, la filosofa. Pero vale la penaenfrentar esa dificultad. Renunciar a la sistematizacin es quedar sin desa-

    rrollar la exigencia sistemtica de la intencionalidad humana, o desarrollarla

    a partir de otras ciencias, pero no de la teologa. La lite se refiere a la con-

    ciencia diferenciada. No tiene otra connotacin. Y el hecho de slo desarro-

    llar la exigencia sistemtica en otras ciencias, por ejemplo, en la psicologa o

    en la sociologa, no significa que esas contribuciones para la realizacin hu-

    mana no sean importantes; pero es cuestionable la sustitucin que puede

    suceder, en el sentido de explicar la fe slo en el nivel de esas ciencias que

    no pueden alcanzar ms que los lmites de la realidad humana, sin aceptar la

    posibilidad del encuentro con el trascendente.El ser humano tiene a la sistematizacin porque tiende al entender. Si

    la teologa no realiza esa tarea, el ser humano buscar otras interpretaciones

    de s mismo, de su mundo y del sentido de su fe. Hoy asistimos a un surgi-

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    miento de sistematizaciones sobre el sentido de la vida y del mundo. La

    pregunta que surge es hasta qu punto esas sistematizaciones no estn siendo

    dadas en los parmetros de una conciencia indiferenciada. Nos referimos adiversas corrientes de la denominada Nueva Era, al esoterismo, etc. As se

    mantendra la inautenticidad humana que es contraria a la conciencia inten-

    cional -experimentar, entender, juzgar y decidir-, que tiende decisivamente a

    la autenticidad.

    Comunicar la Buena Nueva de la liberacin

    Sin nimo de caer en trminos utilitaristas, la pregunta clave de toda la tarea

    teolgica es sobre los frutos prcticos que ella va a ofrecer a los seres huma-

    nos situados en una realidad especfica. La especializacin funcional de la

    comunicacin, como punto de llegada de esta tarea, tiene que dar esa res-

    puesta.

    Lonergan, al responder a la utilidad prctica de su trabajo, afirma que

    ser prctico es hacer aquello que es inteligente:

    Qu bien prctico puede venir de este libro (refirindose a Insight)? La respuestaes ms directa de lo que podra esperarse. Pues insightes la fuente no slo delconocimiento terico sino tambin de todas sus aplicaciones prcticas y, cierta-mente, de toda actividad inteligente. Insightdentro de insight, pues, revelar quactividad es inteligente, e insightdentro de oversights revelar que actividad noes inteligente. Pero ser prctico es hacer cosas inteligentes y ser imprctico esmantenerse haciendo desatinos. Se sigue que insight tanto dentro de insightcomo de oversightes la verdadera llave de la practicidad.24

    Por eso no se puede pretender llegar a un resultado prctico en lareflexin teolgica sin la realizacin de un proceso metodolgico que favo-

    rezca la inteligencia y el juicio verdadero, en orden a optar por lo realmente

    bueno y valioso,ya que no existe accin humana autntica sin fidelidad a la

    intencionalidad humana y sus preceptos trascendentales: s atento, inteli-

    gente, razonable, responsable, ama. Las especializaciones funcionales que

    preceden la comunicacin tienen ese objetivo y sin ellas la comunicacin no

    puede alcanzar sus fines. Al mismo tiempo, ellas quedaran estriles si no

    llegan a esta ltima especializacin. El fruto de la tarea teolgica es comuni-

    car los significados y valores de la revelacin y de la tradicin eclesial actua-

    lizados e inculturados en la realidad a la que se dirigen.

    24. LONERGAN, B., Insight. A Study of Human Understanding, Longmans. Green and Co Ltd,New York, 1957, pp. XIII-XIV.

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    En primer lugar, en el nivel de la comunicacin del mensaje, la teolo-

    ga de la liberacin ha sido capaz de comunicar la buena noticia de la libera-

    cin. Si en los inicios de esta teologa se proclam que la realidad de Amri-ca Latina necesitaba de liberacin, en estos tiempos actuales se exige con

    mayor urgencia. Pero ese mensaje siempre incomoda a los poderosos. Por

    eso es desafo permanente para la teologa de la liberacin mantener su voz

    proftica, su mensaje liberador, aun cuando los oyentes, la mayora de las

    veces, prefieran un mensaje que justifique sus propios intereses.

    En segundo lugar, la teologa de la liberacin, al mostrar que se funda-

    menta en la realidad social, trabaja esa realidad a la luz de la fe y vuelve a

    ella para trasformarla, est manteniendo la autenticidad del dinamismo de la

    conciencia intencional trabajado por Lonergan. En efecto, es mrito de esta

    teologa enfatizar que no basta conocer la realidad, sino que es necesariotrasformarla. La obra de Lonergan tiene el peligro de quedar reducida a una

    teora que, reconocindose importante, nunca se aplique verdaderamente.

    En tercer lugar, la importancia dada por Lonergan a las comunidades

    como gestoras de cambios sociales, fue realizada efectivamente por la teolo-

    ga de la liberacin. Las comunidades eclesiales de base han sido, de hecho,

    ese medio insustituible en que se ha dado la conversin religiosa, moral e

    intelectual de tantos fieles, como de tantos telogos. Hoy existe el desafo

    de fortalecerlas y continuar promovindolas. La teologa de la liberacin, si

    quiere ser eficaz en la trasformacin social, tendr que favorecer la constitu-

    cin de comunidades que, en opcin por los pobres, promuevan los valoresde la solidaridad y el amor redentor que se entrega por los otros.

    El mtodo teolgico propuesto por Lonergan, en su caracterstica de

    modelo, abre las posibilidades de una espiral siempre en avance, para partir

    de los nuevos datos puestos en cada momento histrico y contexto cultural y

    actualizar significativamente el mensaje liberador de la revelacin. Hacer

    una teologa en favor de los empobrecidos ser fruto de un empeo comn,

    en el cual se suman esfuerzos y se apelan contnuamente a la autenticidad

    humana y evanglica de nuestro ser telogos y personas de fe.

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