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Año 3, No. 5, Julio de 2013 – Diciembre de 2013, R. D. U. Exclusivo No. 04-2013-050912501200-203 y ISSN: (en trámite).

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METACOMUNICACIÓN, Año 3, No. 5, Julio de 2013 – Diciembre de 2013, es una publicación semestral editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Domicilio 4 Sur No. 104 Colonia Centro, Puebla, Pue. C.P. 72000, teléfono (222)2 29 55 00 Exts. 3058 y 2350, www.revistametacomunicacion.com, Editor Responsable: Rosana Carmita Ricárdez Frías, [email protected]. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2013-050912501200-203 y ISSN: (en trámite). Responsable de la última actualización de este número, la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Mtra. Rosana Carmita Ricárdez Frías, Km. 4.5 Vía Atlixcáyotl, Esq. Cúmulo de Virgo, San Andrés Cholula, Puebla, C.P. 72810, fecha de última modificación, junio 2013.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

ÍNDICE

ARTÍCULOS CIENTÍFICOS PÁG 6

ENSAYOS PÁG 64

PÁG 7PÁG 36

PÁG 65

PÁG 77

La gestión de los conflictos escolares. Una construc-ción posible desde la comunicación y el desarrollo

César Augusto Rocha , Yulieth Aldana y Luis Carlos Rodríguez

Variantes en la comunicación para el desarrollo. A propósito de Luis Ramiro Beltrán

Dr. Tanius Karam Cárdenas

El día después del desarrollo desde los Nuevos Movimientos Sociales

Mariela Villazón

La Reforma en Telecomunicaciones y Radiodifusión, y el Derecho a Comunicar, reflexiones desde la demo-

cracia y la sociedad civil.Norma Pareja Sánchez

PÁG 101

RESEÑAS PÁG 100

Necropolítica, violencia y excepción en América Latina, Antonio Fuentes Díaz (Editor), Instituto de Ciencias Sociales y Humanida-

des “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2012, 144 p.

Susana Sánchez Sánchez

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Mtro. José Alfonso Esparza Ortiz Rector

Dr. Ignacio Morales HernándezSecretario General

Mtro. Israel León O´FarrillDirector de la Facultad en Ciencias de la Comunicación

Mtra. Rosana Ricárdez FríasEditor Responsable

COMITÉ CIENTÍFICONombreDr. Jesús Galindo Cáceres Dr. Octavio Islas CarmonaDr. Abraham Nosnik Ostrowiak Dr. Rafael Alberto Pérez Dra. Sandra Massoni Dra. Marta Rizo GarcíaDr. Raúl Fuentes NavarroDr. José Alejos García Dr. Tanius Karam Dr. Gerardo de la Fuente Lora Dr. José Ramón Fabelo CorzoDra. María Antonieta Rebeil Corella Dr. José Antonio Amozurrutia de María y CamposDr. Javier Esteinou Madrid Alfonso Gumucio DagronDr. Manuel Alberto Morales Damián

Institución Benemérita Universidad Autónoma de PueblaBenemérita Universidad Autónoma de PueblaUniversidad AnáhuacUniversidad Complutense de MadridUniversidad Nacional de RosarioUniversidad Autónoma de la Ciudad de MéxicoITESOUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Autónoma de la Ciudad de MéxicoUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoBenemérita Universidad Autónoma de PueblaUniversidad AnáhuacUniversidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Autónoma MetropolitanaInvestigadorUniversidad Autónoma del Estado de Hidalgo

COMITÉ EDITORIALMtra. Patricia Durán Bravo Mtra. Abril Gamboa EstevesMtro. Víctor Meléndez RodríguezMtra. Andrea Estupiñan Villanueva Dr. José Manuel Ramos Rodríguez Mg. Alejandro Espinosa PatrónMtro. Genaro Zenteno BórquezMtra. Laura Elisa Varela CabralMtro. José Juan ZárateMtra. Elizabeth Domínguez ÁngelMtro. Agustín Solano AndradeMtro. Israel León O’FarrillDra. Laura GalgueraMtro. Jorge Hidalgo ToledoDr. Jorge Castillo DuranDra. Luz María GarayMtra. Nancy Cisneros MartínezMtra. Norma Angélica Martínez López

Benemérita Universidad Autónoma de PueblaBenemérita Universidad Autónoma de PueblaBenemérita Universidad Autónoma de Puebla Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Benemérita Universidad Autónoma de PueblaUniversidad Autónoma del Caribe, ColombiaUniversidad de ColimaUniversidad Autónoma MetropolitanaUniversidad de ColimaUniversidad Autónoma de TlaxcalaBenemérita Universidad Autónoma de PueblaBenemérita Universidad Autónoma de PueblaUniversidad de OviedoUniversidad AnáhuacBenemérita Universidad Autónoma de PueblaUniversidad Pedagógica NacionalBenemérita Universidad Autónoma de PueblaBenemérita Universidad Autónoma de Puebla

EQUIPO EDITORIALAlejandra Robles Sosa Eva Melania Montañez González

Diseño OriginalDiseño

DIRECTORIO

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El quinto y seguimos de pie

Me congratulo por el equipo editorial de Metacomunicación, por los investigadores que colabo-raron en este número y por presentar la quinta entrega de la revista de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Me congratulo, ade-

más, por la temática: Comunicación para el desarrollo. A pesar de las varias líneas de investigación de la Comunicación, la elección del tema no fue sencilla. ¿Qué fue lo decisivo? Lo que embarga al país. Al menos para el equipo editorial, la ciencia –lo que hacemos e intentamos hacer desde la academia- debe tener alguna conexión con la cotidianidad, y me parece que, desde los tiempos de Freire en La-tinoamérica, ella puede ser establecida desde la comunicación para el desarrollo. Por lo tanto, aunque variado, el número respeta un eje.

El primer artículo es titulado La gestión de los conflictos escolares. Una construcción posible desde la comunicación y el desarrollo, de César Augusto Rocha, Yulieth Aldana y Luis Carlos Ro-dríguez. Se trata de la presentación de los pormenores de la investigación participativa “La radio esco-lar para la convivencia. Un modelo para armar”, desarrollada en dos colegios públicos de la ciudad de Bogotá. La experiencia de trabajo participativo, apuntan los investigadores, muestra la trascendencia de los procesos comunicativos, cuyo centro de atención debe encontrarse en la reflexividad colectiva, a fin de construir proyectos y políticas que contribuyan al desarrollo humano y social, de manera parti-cular en las poblaciones más vulnerables.

El segundo artículo es del Dr. Tanius Karam Cárdenas y lleva por título Variantes en la comunicación para el desarrollo. A propósito de Luis Ramiro Beltrán. Como su nombre evidencia, se trata de un documento que logra definir la contribución de Luis Ramiro Beltrán y su visión sobre la Comunicación para el desarrollo. El autor hurga en los documentos y condensa la aportación de Luis Ramiro Beltrán.

El primer ensayo presentado es de Mariela Villazón y lleva por nombre El día después del desarrollo desde los Nuevos Movimientos Sociales (NMSs). Se trata de un acercamiento posible al mundo de los NMSs, a la construcción de otros mundos y a la comunicación sobre la relación de la comunicación y el desarrollo en el marco de las prácticas y miradas de los Nuevos Movimientos Sociales (NMSs). Villazón realiza la caracterización de los NMSs a partir de los trabajos del portugués Boaventura Sousa Santos y del uruguayo Raúl Zibechi; llega a un acercamiento a la idea e implicanciones de la noción de desarrollo en América Latina y a un abordaje de las prácticas prefigurativas que tienen lugar en los NMSs entendiendo que son éstas las que constituyen. Al final, Villazón vincula la comunicación con las prácticas de los NMSs y repensa el principio de comunidad que, según Sousa Santos, es el fundante de la emancipación.

El segundo ensayo es de Norma Pareja Sánchez y se titula La Reforma en Telecomunicaciones y Radiodifusión, y el Derecho a Comunicar, reflexiones desde la democracia y la sociedad civil. Éste es un análisis del alcance de la nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, en términos democracia partiendo de la consideración de que las audiencias son sujetos activos, capaces de par-ticipar en distintos espacios de deliberación pública. La tesis de Pareja Sánchez es que pese a que

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la Reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión ha modificado sustancialmente el marco regulatorio de la comunicación a distancia, en medios masivos y en nuevas tecnologías, no alcanza a llevar a rango constitucional el Derecho a comunicar de las audiencias y mantiene la esencia vertical del viejo modelo de comunicación de masas.

Por último, Metacomunicación presenta la reseña de Necropolítica, violencia y excepción en Amé-rica Latina, Antonio Fuentes Díaz (editor), del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfon-so Vélez Pliego”, por Susana Sánchez Sánchez. La hipótesis del libro radica en que la violencia en América Latina podría verse como una política de muerte por parte del Estado, cuya estrategia no sólo es la expiración de los sujetos porque sí, pues el objetivo constaría en producir una reorganización o refundación de la sociedad neoliberal, en la que poblaciones vulnerables, marginadas o pobres –sólo por poner algunos ejemplos– estorbarían en esa modificación social.

Susana Sánchez apunta que en medio de un bombardeo mediático acerca de la violencia, el libro invita a hacer una pausa para reflexionar qué realmente puede estar pasando detrás de los miles de muertos que reportan los noticieros. Las cifras de violencia aumentan todos los días, pero rara vez se halla en esos medios un análisis de un Estado perverso que administra todo de las poblaciones, incluso la muerte.

Sólo me resta decir: ¡bienvenido, lector!

Rosana Ricárdez FríasEditor Responsable

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Resumen

El informe Horizon es el resultado de un esfuerzo de investigación cualitativa que

inició en 2002, producido por el New Media Consortium (NMC) y el eLearn Center de la

Universitat Oberta de Catalunya. En todos los informes Horizon se identifican y se des-

criben las tecnologías emergentes y se seleccionan las seis que se considera pueden

tener mayor potencial de impacto en la enseñanza, el aprendizaje, la investigación y la

expresión creativa en el ámbito educativo global, con un periodo de implantación de uno

a cinco años. En este artículo se analizan las siguientes, tanto desde una perspectiva

global como en el entorno Latinoamericano: entornos colaborativos, medios sociales,

contenido abierto, cómputo móvil, realidad aumentada y web semántica; considerando

que el usuario-docente debe garantizar en su diseño instruccional actividades para el

aprendizaje colaborativo y la construcción del conocimiento colectivo, pues si no lo hace,

la tecnología por sí misma no asegura un aprendizaje significativo y efectivo.

Abstract

The Horizon Report started in 2002 as a result of qualitative research efforts produ-

ced by the New Media Consortium and the Open University of Catalunya. Every Horizon

Report identifies and describes six specific emergent technologies which have special

impact for teaching, learning, research and creative expression on a global scale. This

article analyzes the following from a worldwide perspective and specifically a Latinameri-

can context: collaborative Backgrounds, Social Media, Open Content, Movile Computing,

Augmented Reality and Semantic Web; keeping in mind the fact that the user-teacher

must guarantee on his instructional design activities for collaborative learning as well

as construction of collective knowledge, otherwise, technology by itself cannot ensure a

meaningful and effective learning process.

ARTÍCULOSCIENTÍFICOS

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METACOMUNICACIÓN

Revista Académica de Comunicación y Ciencias Sociales

www.revistametacomunicacion.com

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mLa gestión de los conflictos escolares.

Una construcción posible desde la

comunicación y el desarrollo

César Augusto Rocha1, Yulieth Aldana2 y Luis Carlos Rodríguez3

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PÁG 8

Resumen

Este artículo se enmarca en el proyecto “La radio escolar para la convivencia.

Un modelo para armar”. El objetivo de este artículo es presentar dos de las fases

de esta investigación participativa desarrollada en dos colegios públicos de la

ciudad de Bogotá (Colombia).

En la parte inicial del artículo se dan a conocer las diferentes concepciones

sobre el conflicto y su relación con la comunicación, la gestión del conflicto y su

articulación con la comunicación y el desarrollo. Estos son los elementos concep-

tuales sobre los cuales se sustenta esta experiencia de investigación.

Se presentan también los hallazgos de la investigación. Las dos fases de-

sarrolladas tuvieron el propósito de identificar colectivamente cómo los niños y

jóvenes de los colegios asumen la conflictividad escolar y los mecanismos para

su regulación y manejo, como son los manuales de convivencia. En el texto se

dan a conocer las voces de los niños y los jóvenes porque se asumen como su-

jetos políticos, con capacidad para asumir su presente y su futuro. Son ellos, con

el resto de la comunidad educativa, quienes tienen la responsabilidad de asumir

sus propios conflictos para servirse de ellos y transformar su realidad.

Esta experiencia de trabajo participativo pone en evidencia la necesidad

de los procesos comunicativos, en los cuales la reflexividad colectiva debe ser el

1Director de la Maestría en Comunicación, Desarrollo y Cambio Social de la Uniminuto, Corporación Universitaria Minuto de Dios

(Calle 81 B No 72B-70; teléfono: (1) 2916520 Bogotá, Colombia.) Correo electrónico: [email protected] y [email protected]

2Docente del área de Investigación del programa de Comunicación Social – Periodismo de Uni-

minuto, Corporación Universitaria Minuto de Dios. Correo electrónico: [email protected]

3Docente del área de Comunicación y Contexto del programa de Comunicación Social – Periodismo de Uniminuto, Corpora-

ción Universitaria Minuto de Dios. Correo electrónico: [email protected]. Los tres son autores de “La ra-

dio comunitaria en Cundinamarca. Una posibilidad para pensar el desarrollo” (Universidad Nacional de Colombia, 2010).

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centro de atención para la construcción de proyectos y políticas que contribuyan

al desarrollo humano y social de la sociedad, pero en especial de las poblaciones

más vulnerables.

Abstract

This article is part of the project “School radio for coexistence. A model for

to make”. The aim of this article is to present two phases of this participatory re-

search developed in two public schools in the city of Bogota (Colombia).

We present the different perspectives on the conflict and its relationship with

the communication, conflict management and its relationship with the communi-

cation and development. These are the conceptual elements that underpin this

research experience.

Then presents the findings of the investigation. The two phases were develo-

ped collectively in order to identify how children and young people from schools

take the school conflict and the mechanisms for their regulation and management,

as are school rules. In the text, we present the voices of children and young people

because they assume political subjects, with capacity to assume its present and

its future. The educational community and they are responsible for taking their

own conflicts to serve them to transform their reality.

This participatory work experience highlights the need for communication pro-

cesses in which collective reflexivity is the center of attention, for the construction

of projects and policies that contribute to human and social development of socie-

ty, but especially the most vulnerable populations.

Introducción

La idea de esta investigación participativa nace del interés por dinamizar las

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emisoras escolares de dos colegios públicos del distrito de las localidades de

Engativá y Suba (Bogotá – Colombia), en la que se ponga en juego el modelo de

radio escolar para la convivencia, de tal manera que se conviertan en instancias

de difusión y reflexión sobre los conflictos para que se produzcan allí reglas de

juego que beneficien el manejo pedagógico de los mismos y la democracia en la

escuela.

En el presente trabajo se considera apropiado abordar y trabajar en la

escuela el conflicto escolar por varias razones. Una de ellas tiene que ver con la

forma en que se aborda la violencia. La violencia en la escuela es una experiencia

o manifestación que altera estructuralmente el orden escolar, en su desarrollo

se involucran únicamente víctimas y victimarios, generalmente el papel de las

autoridades escolares como profesores, coordinadores o directivas consiste, por

un lado, en conciliar o mediar el fenómeno violento y, por el otro, en construir

normas, leyes o sanciones cuya aplicación y rígido acatamiento, aseguren la

prevención, anulación o eliminación de comportamientos y hechos violentos entre

pares, en el entorno escolar.

En el conflicto, el reconocimiento de los estudiantes como actores en

capacidad de pensar y decidir sobre su presente y futuro brinda mayores elementos

y posibilidades para entender, comprender y deliberar sobre los fenómenos

conflictivos en los que están inmersos. Desde esta perspectiva no se pretende

anular o eliminar las disputas entre los distintos actores, probablemente es mejor

vivir en el conflicto haciéndolo visible, en esto la comunicación es fundamental.

El problema de investigación consiste en cómo convertir a las emisoras

escolares en herramientas óptimas para la gestión de los conflictos en la escuela

y en escenarios para construir ciudadanías. Para abordar este problema hay que

identificar cómo se asumen y manejan los conflictos en estos colegios. En este

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texto presentaremos un diagnóstico colectivo sobre los conflictos escolares en

estos dos colegios, como parte de un proceso de comunicación y desarrollo

Metodología

Este proyecto está sustentado en la investigación acción participativa (IAP),

Alberich (2002) dice que la IAP es un método de estudio y de acción que busca

resultados necesarios para mejorar situaciones colectivas. Con esta metodología

de investigación se le da protagonismo a los sujetos investigados. Son ellos los

protagonistas de la misma investigación.

La iniciativa se ha venido desarrollando en dos colegios de Bogotá en las

localidades de Engativá y Suba en Bogotá que, según la opinión de la Secretaría

de Educación y los DILE (Dirección Local de Educación), son los más conflictivos

y/o poseen altos índices de violencia escolar. La metodología es participativa y por

tal motivo se desarrolla en tres fases: a) Diagnóstico de las emisoras escolares

y de las instancias de resolución y/o manejo de conflictos; b) formación en radio

escolar; c) acompañamiento a las emisoras escolares y a otros escenarios de

participación y decisión sobre la convivencia, en lo que hace al manejo de los

conflictos. Cabe resaltar que para el presente artículo se hará énfasis en la

primera fase con análisis colectivo de manuales de convivencia y tercera fase

con las historias de vida colectiva sobre los conflictos, a través de las líneas de

tiempo.

Algunos elementos conceptuales

En el proyecto asumimos varios referentes conceptuales con los

cuales se ha venido construyendo este proceso: la comunicación y el

desarrollo, la noción de conflicto y la misma gestión de los conflictos.

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La comunicación y el desarrollo

En varios proyectos en los que hemos participado, hemos ido

construyendo una noción sobre la relación entre comunicación y desarrollo

que aquí se presentará de manera sucinta, otorgándole mayor despliegue

a algunos de estos elementos (Rocha, Molina, Moreno, Ortiz, 2008)

(Rocha, Aldana, Ortiz y Rodríguez, 2010) (Rocha y otros, 2013). Éstos son:

1) La relación comunicativa propiamente dicha entre los sujetos sociales. Nos

referimos a las relaciones comunicativas, humanas y sociales: como la posibilidad

de interlocutar entre los diferentes actores de una comunidad, de establecer

interacciones e interrelaciones que beneficien a la sociedad en su conjunto.

2) La segunda relación es con el territorio. Esta comunicación buscaría la

constitución de sujetos sociales en relación con el territorio. Esta dinámica

aportaría a fortalecer la autonomía de los sujetos, en el sentido que permite

seleccionar las escalas, los ámbitos y las dimensiones en los que se quiere incidir,

y, paralelamente, transformar demandas en proyectos propios de desarrollo.

3) La tercera relación es la producida en la(s) cultura(s). La cultura se resignifica

permanentemente, lo mismo que la identidad, pues ella hace significativo el

devenir mismo de la condición humana. Lo que se buscaría es no tanto preservar

la cultura local, regional o nacional, sino constituir nuevas identidades locales,

regionales y nacionales a partir del reconocimiento que se haga de ellas.

4) La comunicación y el desarrollo también centran su atención en la

construcción de nuevas regiones comunicativas. La región es aquí vista como un

espacio territorial cargado de significación a partir de la interlocución entre los

diferentes sujetos del desarrollo, entre éstos y el territorio físico y simbólico, en

la búsqueda de una mejor calidad de vida. En últimas las regiones comunicativas

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son espacios de construcción de procesos de empoderamiento social en los que

se generan permanentes negociaciones de sentido con el fin de alcanzar mejores

condiciones de vida.

5) Esta comunicación busca contribuir a la articulación de los diversos

campos del conocimiento y del saber hacer. Esta es una comunicación que se

pone a disposición de la construcción del mundo de lo público, por medio de la

articulación de los sujetos y de sus capitales.

6) Otro propósito clave de esta comunicación es la generación de capital social

para que se pueda construir lo público. Lo público necesita dolientes, ciudadanos

interesados en esa esfera y articulados para ese propósito. Toda sociedad

cuenta con un capital social, sólo que en ocasiones está deteriorado o está

temporalmente estático por la paulatina deslegitimación y desinstitucionalización

de las organizaciones de la sociedad civil. Esta comunicación buscaría contribuir

a reconstruirlo, visibilizarlo y revitalizarlo cuando fuese necesario.

7) Esta comunicación pretende coadyuvar a la constitución de redes

comunicativas para el desarrollo. Estas redes buscarían: a) construcción de

sinergias entre los miembros de la red; b) articulación de los diferentes factores

que inciden en el desarrollo del territorio; c) interlocución entre las diversas escalas

del desarrollo; y c) generación de un tejido social para construir un desarrollo

humano, social y sinérgico.

8) La comunicación y el desarrollo tiene hoy la misión de construir lo común,

generar espacios para que los disensos se expliciten y se pongan en juego. Es

una comunicación que busca negociar sentidos con distintos para convertirlos en

interlocutores. Es una comunicación que reconoce al distinto para con él construir

lo común.

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9) Esta es una comunicación que pretende contribuir a la constitución de

ciudadanos con capacidad de decisión. Estamos en un momento en el cual muchos

individuos son considerados como no ciudadanos. Claro que ser ciudadano es

ser un sujeto político que dialoga, discute, confronta con otros, llega a consensos

o disensos, pero siempre busca convivir con los demás en uno o varios espacios

comunes. Es un ciudadano activo en todo el sentido de la palabra.

10) Ésta es una comunicación que se asume como conflictiva. Los procesos

sociales están llenos de contradicciones, de dificultades y, por supuesto, de

conflictos. La comunicación para el desarrollo asume los conflictos como parte

de su acción y no como una situación anómala. No sólo es imposible vivir sin

conflictos, sino que en esta comunicación los conflictos son fundamentales

para la construcción de tejidos sociales más críticos y sólidos, es decir, para

la generación de un capital social con mayor capacidad de decisión sobre los

asuntos públicos, y para una interlocución más fluida y compleja con los gobiernos

locales, regionales y nacionales, lo mismo que con el sector privado.

En esta perspectiva de la relación comunicación y desarrollo, el conflicto y su

gestión son elementos vitales. En el apartado siguiente ampliaremos estos dos

conceptos como apuestas de construcción colectiva.

La noción del conflicto en relación con la comunicación

¿Qué es el conflicto? En un texto anterior definimos al conflicto como un

proceso de tipo antagónico que se da entre dos o más partes y que es co-

construído por las propios actores. Se trata de una situación en la que se presenta

una contradicción y oposición de intereses, objetivos o valores donde las partes

pueden verse afectadas por salidas o soluciones insatisfactorias y para alguna de

ellas o para ambas (Rocha, 2008).

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Como vemos, esta noción del conflicto está dividida en dos partes. La primera

tiene que ver con las interacciones y la segunda con las racionalidades.

El conflicto es un acontecimiento comunicacional, como lo llamaran Tricia

Jones y Heidi Brinkman (1997), generado en la interacción que se encuentra

empotrada en un contexto cultural, social e institucional. Esas interacciones

poseen unas reglas, ellas muchas veces determinan qué tipo de hechos se

convierten en conflictos y, a su vez, de qué manera cambian las estrategias y las

tácticas en el conflicto.

Entonces la comunicación se presenta en la disputa. Podría decirse que la

disputa es un proceso comunicacional. Si se presenta una mediación, lo será, y

si se logra un acuerdo, también lo será.

La investigadora argentina Marinés Suares (1996) fue la persona que

acuñó esta noción del conflicto. Ella habla de la interacción antagónica como

incompatibilidad entre dos partes. Las relaciones antagónicas son aquellas donde

existen opiniones, posiciones, ideologías o percepciones contrarias.

El conflicto entonces es un proceso y una dinámica construida y co-construida.

Los conflictos son propios de la vida sociedad porque son creados por ella misma.

La sociedad no puede vivir sin conflictos porque son ellos los que la hacen vital.

Los conflictos se presentan en la interacción social, en las relaciones sociales.

Cada individuo construye el conflicto desde su lógica o perspectiva, pero el

conflicto se construye en la interacción social.

La segunda parte de esa noción sobre los conflictos es netamente racional.

En esa concepción se dice que hay una contradicción y oposición de intereses,

donde cada uno de los involucrados puede afectarse por salidas o soluciones

insatisfactorias. Eso quiere decir que los seres humanos somos seres racionales

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porque hacemos uso de la razón para enfrentar cualquier conflicto. Somos

individuos que contamos con intereses individuales y colectivos y que los hacemos

efectivos a través de la acción en un momento determinado.

La gestión de los conflictos

El problema es que las acciones racionales producen violencia,

incluso en la escuela colombiana. Lo anterior obliga a gestionar

adecuadamente los conflictos en cualquier acción colectiva.

Es necesario pensar ya no fórmulas grandilocuentes que resuelvan el

conflicto, sino procedimientos y herramientas conceptuales que nos permitan

gestionar de una manera adecuada los conflictos, contando con la debida

adecuación a los diferentes contextos o, en algunos casos, permitiendo

que el contexto sea el que determine su pertinencia y permanencia.

En ocasiones decimos que nadie sabe más de un problema que los mismos

involucrados y, en general, es cierto. Son los involucrados en un conflicto los

que conocen perfectamente las condiciones que están en juego, sus propios

intereses, intuyen la estrategia del otro, etc. Por tanto, es indispensable

conocer los conflictos, el contexto en el cual se desarrollan y buscar estrategias

comunicativas para generar condiciones para una gestión pedagógica de

los mismos. Eso es lo que pretendemos en este proceso de investigación.

A través de la gestión o el manejo de los conflictos, los involucrados se

constituyen en ciudadanos con capacidad de decisión sobre su presente y futuro

porque se convierten en sujetos en el momento en que deciden hacer público el

conflicto, co-construirlo con otros, redefinirlo, encausarlo o hasta crearlo y recrearlo.

Boaventura de Sousa Santos (1997) hablaba de la necesidad de reinventar

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la conflictividad, de inventar el disenso y transformar el micro disenso

en el macro disenso y la macro conflictividad en la macro conflictividad.

La gestión de los conflictos es tan importante como los conflictos mismos.

En ella debe haber creación, innovación, investigación, construcción colectiva

y acción colectiva frente a los mismos conflictos. Esa gestión representa

la gran posibilidad de reconstruir la comunidad educativa, entretejiendo

la acción social, de constituir nuevas ciudadanías o actores políticos que

cuenten con la capacidad de enfrentar las incertidumbres sociales, culturales,

económicas y políticas, y de generar aprendizajes sobre la vida democrática,

la participación y sobre el papel del individuo como sujeto de lo público.

Análisis de resultados. Los manuales de convivencia en la escuela.

Mucho se ha hablado sobre los manuales de convivencia, dado que en

Colombia es una obligación ponerlos en práctica. Pero, ¿en qué consisten los

manuales de convivencia?

En la Ley General de Educación colombiana, en el artículo 87 y en el

decreto 1860 de 1994, se reglamentaron los Manuales de convivencia. En resumen

podemos decir que los manuales de convivencia fueron creados para reconocer los

derechos y establecer los deberes especialmente de los estudiantes, pero también

de los docentes y los padres de familia. Siguiendo con las reglamentaciones, es

claro que hay un centro de atención en los deberes de los estudiantes, en las

sanciones y los procedimientos. Muchos de estos deberes u obligaciones de los

estudiantes tienen que ver con la “presentación” y ciertas normas de conducta.

La razón de ser de los manuales

Francisco Gutiérrez y su grupo encontraron que los manuales de

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convivencia no enseñan a hacer cosas, función que debería tener un manual,

sino más bien se asimila a un Código de Policía o un prontuario, que se

preocupa más por la docilidad, la imagen de la institución y la presentación

personal que por la ciencia, la tecnología, la calidad de la educación y por

el sentido de la educación para la vida del estudiante (Gutiérrez, 1998).

¿Es posible la convivencia sin reglas? Tal vez sea posible, aunque es muy

poco probable, pero en nuestro contexto es absolutamente indispensable.

Las relaciones sociales se construyen a partir de reglas implícitas o

explícitas. En ocasiones en nuestro medio esas reglas no son muy justas por

excluyentes, discriminatorias, inequitativas, autoritarias y antidemocráticas.

Colombia es un país en el cual los ciudadanos aprenden a relacionarse

con múltiples normas, aprenden a usarlas, aceptándolas o rechazándolas,

según la coyuntura o el momento histórico, el territorio, los actores o

agentes que las den a conocer, y los mismos intereses de estas personas.

La pregunta que queda ahora es si con el manual de convivencia que

tenemos, que debe existir en todas las instituciones educativas de nuestro país

como resultado de la reglamentación presentada, se aprende a convivir. ¿Es

posible convivir con más deberes que derechos? ¿La presentación personal es

clave para la convivencia? ¿Los deberes, las sanciones y los procedimientos son

fundamentales para convivir?

Hay quienes defienden al manual de convivencia como un espacio de

disciplinamiento, pero la gran mayoría de los autores consultados (Caicedo,

2007) creen que los manuales deben convertirse en otra cosa: escenarios

en los cuales se expresen los pactos sociales, espacios informativos

sobre las instancias para el manejo óptimo de los conflictos y procesos en

los que se generen normas generales que den paso a la autoregulación.

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La percepción sobre los manuales

Ahora veamos las percepciones de los estudiantes frente a los manuales

de convivencia. En el proceso llevado a cabo en los colegios Antonio

Villavicencio y Delia Zapata Olivella, les pedimos a los estudiantes vinculados

a este proceso de investigación participativa que analizaran los manuales de

sus colegios a partir de algunas categorías como “repetición”, “arbitrariedad

procedimental”, “contradicciones internas”, “derechos ambiguos” y otros.

Estos estudiantes analizaron sus respectivos manuales dividiéndose en

varios grupos, uno por cada categoría de análisis. Estos grupos terminaron

realizando productos radiofónicos sobre algunas normas que fueron

objeto de estudios. Los siguientes son los resultados más importantes:

a) Repetición: Una de las normas que se puede decir que son repetidas

en el manual de convivencia del Colegio Antonio Villavicencio son: la

llegada puntual al colegio y a las respectivas clases, portar debidamente

el uniforme, la exigencia de lealtad a la institución, el ser escuchado

en sus reclamos y solicitudes, tratar dignamente a los miembros de la

comunidad educativa y no comer en clase, no llevar alcohol, no fumar

y no dañar la institución. Los niños consideran que estas reglas son

necesarias pero en ocasiones no se tienen en cuenta las sanciones. En el

colegio Delia Zapata los muchachos participantes en el taller consideran

que son tres las normas repetidas: la presentación personal, el uso de

un vocabulario respetuoso y no grosero, y el tema de las agresiones.

Si la repetición implica un cierto acento en determinadas normas, tenemos

lo siguiente: en primer lugar, “la presentación” es fundamental, y ésta tiene

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que ver con el uniforme. Hay un interés especial en los colegios en mostrarse

pulcros ante la sociedad. En segundo lugar, relacionado con la norma descrita: la

conducta. Lo que se pretende desde los manuales es que los niños y jóvenes se

conviertan en sujetos con conductas intachables y para lograr ese propósito se

presentan varias normatividades presentadas como deberes o como sanciones.

a) Arbitrariedad procedimental: En cuanto a la arbitrariedad procedimental,

los niños del colegio Antonio Villavicencio piensan que en el colegio

hay muchas normas arbitrarias. Una de ellas es que se pide lealtad

a la institución delatando a quienes cometan una falta. Algunos

niños creen que esta acción puede verse como una deslealtad a sus

compañeros, otros, en cambio, creen que es una norma que hay que

acatar porque así se evitan conflictos. También se encontró que otras

normas arbitrarias son: no correr durante los descansos, respetar

a los profesores, porque no se habla del respeto mutuo, cuidar los

materiales de la institución y de los compañeros, los castigos por llegar

tarde, en este caso, únicamente para los estudiantes, el cabello largo

y el maquillaje, también solo para las niñas y no para las profesoras.

Los estudiantes consideran que no son justas estas normas, especialmente

porque muchas de ellas no se aplican sino a los estudiantes únicamente. Es

como si los únicos que tuviesen la necesidad de aprender a convivir fuesen los

niños y jóvenes. En cuanto al tema de la lealtad, los niños se cuestionan cómo se

puede ser leal delatando a sus compañeros, si ésta se asimila con la veracidad

y con la fidelidad.

b) Contradicciones internas: Los niños del colegio Antonio Villavicencio

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encontraron varias normas que se contradicen internamente: existe el

derecho a expresar libre y democráticamente los pensamientos, pero a

la vez se dice que se deben evitar las manifestaciones amorosas, dado

que es un ejemplo indebido a la comunidad de estudiantes. Los niños

consideran que esta contradicción puede ocasionar confusiones y

conflictos y eso los afecta. Además los profesores tienen más derechos

que los estudiantes y los niños están en contra de ello. Aseguran

que algunos docentes los agreden verbalmente. Los niños exigen

respeto. Éstos deben cumplir con protocolos y los estudiantes no.

Los estudiantes del colegio Delia Zapata también encontraron varias

contradicciones internas. Por ejemplo, existe el derecho a tener una vida íntima

y privada y el respecto al desarrollo de la libre personalidad, pero muchos de

los deberes atentan contra ese derecho. Uno de ellos es el uniforme, que debe

usarse exactamente como el modelo origina; es decir, sin prendas adicionales. Los

muchachos consideran que este es un ejemplo de la imposibilidad de ejercer su

derecho. Ellos encuentran una contradicción cuando en el manual de habla de las

agresiones físicas en contra de cualquier miembro de la comunidad. Esta falta es

considerada grave, siempre y cuando no se haya causado ningún tipo de lesión. Los

estudiantes se preguntan ¿si hay agresión pero no hay lesión es menos grave la falta?

c) Derechos Ambiguos: Los estudiantes del Delia Zapata consideran que

la norma que establece el derecho a “asistir, participar y permanecer

en las actividades curriculares programadas por el colegio, sin

detrimento de los horarios y prioridades que se establezcan al

curso que pertenezcan” es ambiguo, y lo es porque las actividades

curriculares, como las clases y demás, son prioritarias para el colegio.

No es claro este derecho, y, de otro lado, parece más bien un deber.

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Según estos estudiantes, otro derecho ambiguo es el siguiente: “tener

una vida privada e íntima en desarrollo de su personalidad”. Ellos consideran

que es ambigua la norma porque, de un lado, no se establece qué significa

una vida privada e íntima en el mismo colegio y, de otro, tampoco queda

claro si la personalidad se puede desarrollar en la institución educativa.

En resumen, los estudiantes vinculados a este proceso de investigación

participativa sobre la convivencia en la escuela a través de la radio escolar,

poseen una visión muy cercana a lo que arriba se expresaba acerca de la

normatividad sobre los manuales de convivencia y en la dirección expuesta

por Francisco Gutiérrez (1998). En primer lugar, los manuales de convivencia

son un puñado de normas, especialmente de deberes, procedimientos y

sanciones, que buscan la sumisión y el aconductamiento frente a un sistema

ideal. En últimas, los manuales son unas buenas armas para lograr una sociedad

disciplinada. La disciplina aquí es entendida como la observancia de leyes y

ordenamientos por parte de los individuos. Los manuales tienen como presupuesto

fundamental que los estudiantes acaten sus articulados, se sometan a ellos.

En segundo lugar, son unos manuales que ponen por encima de todo

la preservación de la imagen institucional. Hay una sobrevaloración de la

representación simbólica de las instituciones educativas, en detrimento

de la acción colectiva escolar, la construcción de relaciones armónicas y

simétricas entre los miembros de la comunidad educativa, la generación de

bienes públicos desde la escuela y hasta de la misma calidad educativa.

En tercer lugar, los estudiantes aseguran que los manuales muchas veces

no son justos porque no son equitativos, son contradictorios y, en su interior, los

derechos no parecen derechos. Son manuales que se concentran en la sumisión

de los estudiantes, pero no en la convivencia escolar de los miembros de las

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comunidades educativas. Son códigos de policía donde los ciudadanos más

reconocidos son los estudiantes. Ellos son los que cometen faltas y se hacen

acreedores a sanciones. Esos ciudadanos poseen ciertos derechos, pero algunos

de ellos se contradicen, especialmente aquellos que tienen que ver con la libre

personalidad, otros ya están consagrados en la ley, como los que aparecen en

la Constitución, e incluso otros aparecen como derechos pero en fin de cuentas

no lo son, o son tan difusos que ante tal ambigüedad pueden ser o no derechos.

Al final podemos decir que al estudiar los manuales de convivencia nos

estamos acercando a la visión panóptica de Michel Foucault (2002). Este autor

aseguró que nos encontramos en una sociedad de la vigilancia que perfeccionó

los dispositivos disciplinarios para hacerlos mucho más controladores. Foucault

usa la metáfora del panóptico para hacernos ver que nos encontramos en un

sistema que nos obliga a un determinado modelo de comportamiento.

El panóptico para Foucault es un espacio físico, como una cárcel, en la que

arquitectónicamente todo está dispuesto para ser vigilado. En ese lugar hay celdas

y otros espacios en los que los prisioneros no pueden ver a quienes los vigilan,

pero se saben vigilados, lo que le produce pasividad y sumisión. El panóptico

busca preservar el orden y ordenar el desorden. En este caso, el desorden son

los comportamientos que van en contravía de lo establecido y, por supuesto,

los mismos conflictos. El poder de la disciplina es la forma como se alcanza el

orden. Ese poder está en las manos del dominante. El poder para disciplinar al

dominado.

En nuestra opinión, los manuales de convivencia son las reglas del panóptico,

pero no son el panóptico mismo. En muchas ocasiones, la escuela es el

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panóptico, pero los manuales son los mecanismos que posee el panóptico para

ejercer el control sobre los dominados que, como vemos, son los estudiantes

y, en ocasiones, los padres de familia. Cualquier panóptico necesita de reglas

para ordenar, vigilar y para castigar, y ese papel lo cumplen al pie de la letra los

manuales de convivencia.

Identificación de los conflictos

En uno de los primeros acercamientos con los niños, niñas y adolescentes

de la Institución Educativa Distrital Antonio Villavicencio, se intentó conocer la

definición personal del conflicto entendida en la mayoría de los casos como: “un

hecho negativo que puede o no desencadenar en violencia” otra fue “disputa

en donde intervienen dos o más personas por un objetivo específico”. Como se

pudo apreciar los estudiantes ven el conflicto como algo que debe evitarse a toda

costa, para mantener un equilibrio en la institución. Luego de esto se les permitió

conocer la noción de conflicto planteada por el grupo de investigación que dice:

El conflicto es ante todo un proceso de interacción de tipo antagónico

que se da entre dos o más partes y que es co-construído por las

propios actores. Se trata de una situación en la que se presenta

una contradicción y oposición de intereses, objetivos o valores

donde las partes pueden verse afectadas por salidas o soluciones

insatisfactorias y para alguna de ellas o para ambas (Rocha, 2008,

p.63).

Adicionalmente se les platicó sobre la necesidad de gestionar los conflictos y

no satanizarlos como alternativa para el crecimiento individual y colectivo.

Para ser coherentes con la propuesta de gestión de los conflictos planteada,

se les solicitó a los educandos reconocer y evidenciar los conflictos dentro de la

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Institución educativa a partir de la radio escolar, a través de un ejercicio de falso

directo que les permitió poner en práctica sus conocimientos sobre el manejo de

los conflictos y sus habilidades de improvisación frente al medio de comunicación.

Los estudiantes partieron de sus vivencias y las discutieron con los grupos de

trabajo, evidenciando cuatro temas conflictivos: el matoneo o bullying, la división

en los descansos, las agresiones con balones y en los deportes.

Dichas temáticas fueron ampliadas en la siguiente sesión. En esta actividad

los estudiantes tenían que plasmar a través de la línea de tiempo el conflicto

que habían identificado en la actividad anterior. A través de su construcción,

los estudiantes discutieron por grupos cuándo había empezado el conflicto, qué

ocurrió, cómo se desarrolló, en cuáles espacios y tiempos y cómo terminó.

Caracterización de los conflictos a partir de las líneas de tiempo

Cada uno de los conflictos cuenta con unos personajes, en el caso “Matoneo

hacia un compañero” aparece Suárez, los compañeros que lo agreden, el profesor

y los padres de familia, en “Golpes por balones” y “Agresión en los deportes” una

niña, un niño, docentes, un médico, el coordinador y los padres de familia, y en

“División de los descansos” los estudiantes de primaria y bachillerato, la emisora

escolar, docentes y directivos. Es así como se va comprendiendo la interacción

del conflicto entre las partes, en donde al cabo del tiempo se va escalando a otros

sujetos que intervienen en la evolución de los hechos, en algunos el tiempo es de

dos años, un año, un mes y una semana.

Esta interacción se da por el proceso de comunicación durante y después

del suceso, en donde se vienen a intercambiar significados y significaciones

entre los involucrados. De igual manera, en estas situaciones se presentan

unas contradicciones y oposiciones de intereses cuando: hay agresión verbal y

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física por su apariencia, golpes con balones que atentan contra su integridad o

inconformismo por el uso del espacio del plantel. Éstas conllevan a la búsqueda

de intervención que desembocan en soluciones por parte de los adultos como

docentes, coordinador de convivencia y padres de familia.

Pese a ello, en casi todos los casos las salidas planteadas son insatisfactorias

para las partes, ya que el conflicto se mantiene con el mismo actor o se vinculan

otros nuevos a repetir esa realidad. Como Suárez sigue siendo maltratado, otros

niños son agredidos por balones, la emisora escolar solo va al aire una vez por

semana y los espacios de descanso siguen siendo insuficientes.

Se puede apreciar en las anteriores descripciones que las decisiones

tomadas son externas a los involucrados, no por los niños, no se permite como se

desarrollaba en la noción de conflicto que “Son los involucrados en un conflicto

los que conocen perfectamente las condiciones que están en juego, sus propios

intereses, intuyen la estrategia del otro, etc,”.

Percepción de los conflictos

Se pretende que los estudiantes manejen el conflicto, que generen estrategias

pacíficas de resolución y se eviten salidas violentas; esto es muy interesante,

cuando en los casos mostrados a ninguno le fue permitido planear acuerdos.

Cuando se les quita de las manos los casos y se les entrega a otros con más

dominio, profesores, coordinador y padres de familia.

Desde el inicio se intenta bloquear el conflicto, como lo decían los chicos se

deben evitar, pero ¿será esto posible? ¿Será la escuela un lugar inocuo, donde

el conflicto no puede ni debe pulular? Hasta el momento se ha demostrado que

no es así, que el conflicto forma parte de las vivencias del ser humano y no

podemos seguir pretendiendo que la escuela sea un espacio aislado donde estos

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casos no ocurran. Por tal razón, el manejo que se les dé tiene que proveer de

múltiples espacios de resolución o resignificación. Se ha percibido que el manual

de convivencia y el grupo de convivencia se queda corto, quizás porque los

estudiantes no se sienten cómodos con su proceder o simplemente no se sienten

identificados y reconocidos.

No se puede seguir pensando que la solución del conflicto se logra con el

castigo y con la división de bandos, el bueno y el malo, la víctima y el victimario,

se debe llegar a la raíz, pero esto no se logra de la noche a la mañana. Este afán

es el que lleva a la insatisfacción con los resultados, convirtiendo el conflicto en

un círculo vicioso en donde se tiene la receta para acabar con el mal “la sanción”.

Y qué pensamos…

Aquí la apuesta del conflicto es la de los escolares, ya que sobre ellos recaen

directamente las acciones, cambiar la manera de ver las cosas: no es sencillo

pasar de blanco y negro a multicolor. Esta transición es la que se encuentra en

proceso, introducir una mirada racional de los conflictos, permitir encuadrar en lo

subjetivo, lo objetivo y viceversa.

Gestión es allí donde ellos deben intervenir y en donde se están preparando

no sólo para la escuela, sino para su diario vivir. La radio escolar se convierte

en su aliada, aunque saben que no es suficiente se deben abrir más espacios de

interacción.

Ya el conflicto no es algo distante, lo reconocen e intercambian ideas y posturas

frente a él, notaron que los casos no se quedan sólo en sus protagonistas, sino

que cobija a muchos, ya que comparten un espacio material y concreto. Están

en el proceso de lo micro a lo macro. Ejemplo de esto fue que descubrieron que

casos como “Golpes por balones”, “Agresión en los deportes” y “División en los

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descansos” están interconectados entre sí. Dos de ellos son las causas (Golpes

por balones, Agresión en los deportes) y uno el efecto (División en los descansos).

Esto debido a la retroalimentación de la historia colectiva de los conflictos. Este

fue el motivo para integrar un quinto conflicto “Ingreso al colegio”, otra de las

problemáticas cotidianas en la institución.

La comunicación entre unos y otros ha permitido estos pequeños cambios,

se espera que con el día a día los participantes sigan en la búsqueda común

de tácticas y maniobras que les permita mejorar la convivencia en su institución

educativa.

Colegio Distrital Delia Zapata Olivella y su apreciación de los conflictos.

Identificación de los conflictos

A diferencia del colegio anterior, en esta institución educativa se trabajó con

adolecentes. Allí la percepción del conflicto fue más diversa, la tomaron de forma

natural, como algo inevitable, “el conflicto está siempre presente en la institución,

de estudiantes contra estudiantes y directivas contra estudiantes”. Igualmente se

nota que se tiene identificado a un curso, como el más conflictivo, ya que aparece

casi en todas las disputas. Comparan el conflicto como un partido de futbol “en

donde las dos partes tienen un objetivo por lograr, pero donde sólo una será la

ganadora” se ve la competitividad de los estudiantes. Además, son conscientes

que en todos los casos los conflictos no deben terminar en violencia, que basta

con tan solo una mala palabra para provocar al otro.

Comentaron que una estrategia tomada por la institución para minimizar los

conflictos fue dividirlos por jornadas, en la mañana los de primaria o como le

dicen los “chiquitos” y en la jornada tarde los de bachillerato, autodenominados

los “más grandes”. Los estudiantes creen que esto no ha funcionado del todo que

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“caspas hay en todos lados”.

A este grupo también se le familiarizo con la definición de conflictos y entonces

se continuó con la identificación de temas conflictivos de la institución a partir de

la elaboración de las líneas del tiempo. Para ello se dividieron en cuatro grupos,

los temas abordados fueron los siguientes: “cambio de uniformes”, “agresión de

docente contra estudiante”, “diferencias entre equipos desde antes del partido” y

“Chuiqui-teka hecha por el colegio”.

Estos temas fueron socializados frente a los demás grupos, permitiendo la

participación y el debate. En la mayoría de los casos se trataba de situaciones

reconocidas y visibilizadas por su impacto o porque todos estuvieron involucrados

directa o indirectamente en los hechos. Se evidenciaron posturas en contra y a

favor de uno u otro actor, se completaron las narraciones y la cronología. Fue

pertinente ver el interés por esclarecer lo ocurrido, además salió a relucir el voz

a voz manejado en el colegio y el chisme. Cabe destacar que los estudiantes

pertenecen a diferentes grados como séptimo, octavo, noveno y decimo, cuatro

cursos por cada grado.

Caracterización de los conflictos a partir de las líneas de tiempo

En las líneas de tiempo de estos conflictos encontramos los siguientes

personajes: “Cambio de uniformes”: estudiantes, coordinadora y rectora; “Agresión

de docente contra estudiante”: estudiantes, docente, alumno, rectora, padres

de familia y autoridades competentes; “Diferencias entre equipos desde antes

del partido”: niñas, equipos de futbol, docentes, rectoría y policías bachilleres;

y “Chuiqui- teka hecha por el colegio”: estudiantes de noveno y otros grados,

amigos de los estudiantes ajenos a la institución y policía bachiller. En estos

casos la interacción en el conflicto es más compleja, debido que en la mayoría de

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las situaciones hay antecedentes y disputas por el reconocimiento y el espacio.

En cuanto al manejo del tiempo se registró de cinco años, un mes, una semana

y tres horas.

La comunicación entre las partes está presente desde el momento de la disputa

hasta la resolución o sanción del caso. Los intereses que se encuentran en juego

son: identidad, cuando se cambia sin consentimiento el uniforme; respeto, en el

momento que se exuden los papeles; igualdad, cuando hay prioridad en uno y no

en otros; violación del espacio, cuando otros ajenos rompen barreras e imponen

a la fuerza nuevos comportamientos, tratos y usos del lugar.

El escalonamiento de estos conflictos llevó a la intervención de otros sujetos

que buscan soluciones puntuales. Cabe destacar que se mantiene también en

esta institución la presencia de docentes, rectora, padres de familia, es decir,

adultos responsables, aunque se suman la policía y las autoridades competentes.

No obstante la presencia de estos actores, las soluciones planteadas no son

las más acertadas, porque en vez de educar, castigan, limitan y cohíben. Esto se

aprecia en casos estudiados para esta investigación.

Se puede percibir la poca confianza frente a los estudiantes, ya que otros

son los que entran a dar salida al conflicto, los estudiantes denuncia la falta de

mediación en los hechos y observan que no se tiene en cuenta la evolución del

conflicto, se castiga el ahora y no se tiene en cuenta el paso a paso, además que

se sigue en la búsqueda de la víctima y el victimario.

Percepción sobre los conflictos

La institución, según los estudiantes, se encuentra a la defensiva, tratando

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de impedir la presencia del conflicto en el aula. Ha tomado según lo expuesto

estrategias para mitigar tal fenómeno, como la división de las jornadas en mañana

y tarde por cursos, además de permitir el acceso de la policía bachiller al plantel

educativo y la contratación de vigilancia privada con uso de cámaras a partir

de circuito cerrado. Esta última ha llamado la atención de los jóvenes pues se

sienten vigilados, controlados y hasta perseguidos.

Si bien la presencia de la policía bachiller durante el horario académico en

principio fue provocadora para ellos, se convirtió en algo común. Saben que

anuque esté la policía, si las cosas están por suceder suceden, ya que para los

educandos el conflicto sí es natural.

Los estudiantes esperan que en algún momento el colegio tome medidas

que les permita involucrase en la toma de decisiones y no se sigan imponiendo

sanciones que nada aporta. Que no se llegue a instancias como juzgados y

llamadas a policías del cuadrante, porque las cosas se hayan salido de control.

Conclusiones

Ya se dio el primer paso, los estudiantes lograron un espacio fijo para hablar de

comunicación y conflicto, la rectoría implementó un nuevo énfasis comunicativo

en donde los estudiantes pueden vincularse libremente y los jóvenes pueden

acudir y empezar a problematizar los conflictos.

De la misma manera se espera abrir la emisora escolar para llegar a otros,

pues han apreciado que el conflicto no se da entre unos personajes exclusivos,

sino que afecta a todos.

El conflicto y su gestión es la meta. Los estudiantes saben que el conflicto no

puede convertirse en un impedimento para convivir que, al contario, debe ayudar

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a mejorar las relaciones entre estudiantes, directivas y otros.

Finalmente, en las dos instituciones lo que sale a relucir es que el conflicto

no es ajeno a ellas, que está y estará siempre presente. Lo importante y no lo

decimos nosotros, sino los estudiantes y es importante aprender a manejarlo

para mejorar la convivencia y la estancia en dicho lugar. Se ha ganado algo muy

importante y es quitar la visión de negativo y positivo, queda mucho por hacer,

esto tan solo es el inicio, lo que hay que destacar es el interés de los niños, niñas

y adolecentes por hacerse visibles y pedir la devolución de un espacio que se les

quito y negó. Esperan ser tratados como iguales, como personas con capacidad

de decidir e incidir en su presente y futuro.

La comunicación es un elemento sustancial en esta gestión del conflicto.

Hay desconocimiento del manejo del conflicto en nuestro medio, por lo que se

rompe la comunicación. La violencia es incomunicación. La gestión del conflicto

debe buscar espacios de discusión y reflexión, es decir, generar espacios de

comunicación como la reflexividad comunicativa, para que los actores sociales

ganen con esa gestión de los conflictos.

Los conflictos son espacios argumentativos que por supuesto deben poseer

sus propias reglas, como lo ha señalado varias veces Habermas (1990); éstos

hacen explícito el disenso y se sustentan en los acuerdos sobre los mínimos

(el bien público) para lograr comprender al otro, no necesariamente a estar de

acuerdo con él. Se trata de colocar al conflicto en otro orden, el de la comunicación

(Hoyos, 2000).

Una gestión óptima del conflicto resignifica la comunicación, la recompone,

la hace más vital. Si los actores escolares logran racionalizar los conflictos y

construir nuevos sentidos colectivos, en ese momento están comunicándose de

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una manera diferente. Como vemos, cada vez más la comunicación tiene que ver

con el paradigma de la negociación y mucho menos con el de la difusión. Jesús

Martín Babero ha sido uno quienes mejor han desarrollado esta perspectiva

(Martín Barbero, 1993). Y si así son las cosas, estamos hablando no de una

comunicación cualquiera, sino de una que contribuye a la transformación de los

sujetos y a la construcción del tejido social como la comunicación y el desarrollo.

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METACOMUNICACIÓN

Revista Académica de Comunicación y Ciencias Sociales

www.revistametacomunicacion.com

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mVariantes en la comunicación para el

desarrollo. A propósito de Luis Ramiro

Beltrán

Dr. Tanius Karam Cárdenas1

2013

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Resumen

Propósito de este trabajo es definir la contribución de Luis Ramiro Beltrán y su visión

sobre la “comunicación para el desarrollo”. Como metodología hemos hecho una búsque-

da bibliográfica y digital con la idea de identificar ideas claves desarrolladas por algunos

académicos que han estudiado algún aspecto de la vida-obra de Beltrán, así como de la

comunicación para el desarrollo, en donde hemos indagado por la ubicación del autor en

este campo. En cuanto las conclusiones, subrayamos la reivindicación de una comunica-

ción para el desarrollo construido desde una aspiración de más integralidad y complejidad

en un marco donde se reivindica la aspiración democrática. El valor del trabajo consiste

en recuperar las ideas fundamentales de uno de los autores seminales para actualizar su

pertinencia.

Palabras clave

Comunicación, Democracia, Desarrollo, Teoría de la Comunicación, América Latina.

Abstract

The purpose of this paper is to define the contribution of Luis Ramiro Beltran, and par-

ticularly his vision of “development communication”. The methodology we have used con-

sists of a research about the ideas developed by some scholars who have studied some

aspect of Beltrán´s life-work and communication for development, where we have inves-

tigated the location of the author in this field. At the disclosure we underline the claim of a

communication for development built over comprehensiveness and complexity, and within

1Profesor investigador en la Facultad de Comunicación y del Centro de Investigación para la Co-

municación Aplicada en la Universidad Anáhuac, México Norte. Correos electrónicos: tanius@

yahoo.com, [email protected]. Doctor en Ciencias de la información por la Universidad Com-

plutense de Madrid; miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Compilador de Proble-

mas de Semiótica (Universidad Nacional de Jujuy, Argentina, 2013) y también de Recuentos, ciu-

dades y heterodoxias. Ensayos y testimonios sobre Carlos Monsiváis (UANL, 2012), entre otros.

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a framework, where the democratic aspiration is claimed. The value of work is to recover

the fundamental ideas of one of the seminal authors to update their relevance.

Subject

Communication, Democracy, Development, Communication Theory, Latin America

De manera frecuente en nuestro medio hay muchas ideas supuestas sobre los en-

foques, las teorías, y algunas ideas o hipótesis dentro del pensamiento académico de la

comunicación. No todas ellas son falsas —como por ejemplo el tema de su dispersión y

desorganización semántica—, sino que no han sido problematizadas; habría que sopesar-

las y estudiarlas en una línea de tiempo y con distintos tipos de procedimientos.

Entre esas ideas de la historiografía de la institucionalización académica de la

comunicación, se confiere —con pleno derecho— el papel de founding father del pen-

samiento académico de la comunicación en la región a Luis Ramiro Beltrán (LRB). Más

allá del nombramiento hay que preguntarse qué supone dicha nominación, cuáles son los

fundamentos o en qué sentido su obra ha marcado el pensamiento en la región. De las

contribuciones que las comunidades académicas conceden sin cuestionamiento a Bel-

trán, se encuentran sus conceptos y revisiones para pensar la relación entre los modelos

de comunicación para el desarrollo, de manera particular, el impulso y promoción de las

políticas de comunicación y, más reciente, la comunicación para la salud, aunque siempre

ha señalado, por ejemplo, la importancia de dos áreas adicionales: nutrición y educación.

¿Founding father o clásico?

Desde finales de los ochenta Gómez Palacio et al (1989, 1990) ubicaba a LRB como

uno de los proyectos originarios de la comunicación. Esta idea parece retomarla el mis-

mo Fuentes Navarro (1992) quien sobre todo en su libro de historia conceptual sobre el

campo, cita y secunda a Gómez Palacio. El caso de Beltrán nos parece que presenta un

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aporte indiscutible, y de alguna forma ha hecho una “contribución total” porque ha abar-

cado varios temas dentro de la comunicación: sus instituciones, programas y cuestiones

curriculares, su historia como campo y comunicación académica así como la revisión de

algunos de los conceptos importantes. De manera reciente ha abordado “zona vacía de la

investigación histórica de la comunicación”: un análisis de procesos de comunicación en

la América antigua a partir de las condiciones que dan posibilidad y existencia a la cultura

(Cf. Beltrán, 2008).

El tema de la “maternidad-paternidad” o del origen de las ideas, conceptos, temas

y preocupaciones, no tendría sentido en sí mismo, salvo que se tome como umbral de

estudio para reconocer aspectos generales del pensamiento latinoamericano y que, a

manera de hipótesis, cualquier proyecto ubicado desde la espacialidad en esta región no

puede obviar o pasar por alto. Proponer un “autor originario” supone también trazar su

genealogía y su movimiento interno, su relación con el campo y el resumen del juicio que

sobre él se ha hecho.

En la historia de LRB, el caso de la comunicación académica ha sido particular-

mente confuso para acordar la idea de un “clásico”. En este sentido ya desde los ochenta

Marques de Melo (citado por Fuentes Navarro, 1992, p.3) denuncia ese mal reflejado en

el relativo desconocimiento de las nuevas generaciones sobre el pensamiento construido

por los pioneros en América Latina, sobre todo por la importancia que tiene la comunica-

ción. Se pueden dar muchos argumentos, entre ellos: la relativa juventud de los estudios

de comunicación, que por lo esquivo de su objeto dificulta estabilizar significados y cons-

truir sentidos comunes entre las comunidades. Uno de las bondades de dicha juventud es

que muchos autores aún viven, como LRB quien, por fortuna, se mantiene lúcido; además,

de alguna manera su obra sigue en proceso, lo que dificulta tener esa mirada de conjunto

para profundizar en estudios especializados de su obra.

Lo que queremos señalar es que la distancia que un politólogo puede tener ante

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Hobbes, un sociólogo ante Durkheim o un antropólogo ante Malinoswsky, es muy dis-

tinta a la que en comunicación se desarrolla ante Lasswell o Lazarsfeld, ante Schramm

o Wiener. De la misma forma, la relación entre lector-libro-autor varía entre las ciencias

señaladas de la comunicación. Mientras que en otras áreas los clásicos son fuentes de

cátedra, instituciones, estudios particulares además de fuertes signos de identidad, en la

comunicación no creemos que haya algún autor, por su cercanía y temporalidad, que haya

generado agrupación en torno a su pensamiento. No sabemos si la única excepción sea la

de McLuhan, recientemente festejado por el aniversario de su nacimiento, objeto de gran

cantidad de críticas hasta los noventa, cuando comenzó a cambiar el juicio académico.

En extensión, hay autores realmente importantes para la definición conceptual de la

comunicación, pero que al no referirse específicamente a tecnologías, medios, comunica-

ciones, industrias culturales, no fueron asumidos por las comunidades como fundadores u

originarios de alguna tradición con peso dentro de la comunicación. Es el caso por ejem-

plo de Lévi-Strauss, para quien el concepto de información y comunicación estaba en el

centro de su concepción antropológica, o para el filósofo social G.H. Mead. Estos autores

—por poner un ejemplo— ciertamente son incorporados en los currículos o programas en

postgrados de comunicación, pero nunca con el peso de generar en sí mismo un área de

estudio abocada a ellos dentro de la comunicación misma. La razón: no hablan central-

mente de medios, política, efectos o violencia.

Las categorías de “padre fundador” y “clásico”, aunque frecuentemente vistas como

sinónimos, son en realidad “categorías de lectura” que proponemos visualizar en dos ni-

veles: el “padre fundador” permite que ciertos conceptos tengan cabida, construye un

estatuto particular para algunos objetos, los cobija del vacío semántico o ante su total dis-

persión, y al hacerlo permite que se identifiquen como tal, para que de un término vago se

consolide como categoría. De esta manera el término “founding” no sería necesariamente

sinónimo al de “clásico”. ¿Dejamos para el segundo la inflexión semántica que connota

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una particular originalidad en la producción, y para el primero, la capacidad de condensar

o abrir un espacio conceptual? LRB no creó muchos de los conceptos que usó, pero gra-

cias a él se difundieron, conocieron y cristalizaron en el espacio conceptual de la comuni-

cación en la región. ¿Así podemos decir que es más un “padre fundador” que un “clásico”?

Estas categorías también pueden verse en un plano sincrónico, dentro de las pro-

piedades y cualidades de la obra, por sus cualidades inherentes y lo que aparece reflejado

en ella; diacrónicamente como producto de un posicionamiento particular dentro del desa-

rrollo e identidad de las comunidades académicas. Esta dimensión opera como un cierto

acuerdo en los grupos dominantes de una comunidad de pensamiento que reconoce el

valor seminal de algún autor por un libro en particular o por el conjunto de su obra.

Al pensar el debate sobre los clásicos es inevitable traer a la memoria un texto Cal-

vino (1993) donde autor nos sugiere lúcidamente otros sentidos para repensar el término.

En primer lugar, propone definir que la relación con nuestros clásicos no es una actividad

vinculada únicamente por el pasado, visto éste como fuente de valor y certeza, por el

contrario, su lectura solamente tiene valor cuando podemos vincularlo con el presente.

Un clásico nunca termina de decir lo que dice, siempre tienen la capacidad de suscitar

un conjunto de discursos críticos, de ofrecer interpretaciones alternativas de la realidad.

Es decir, el “clásico” tiene la posibilidad de actualizar su potencial de significar, de ofrecer

componentes de sentido en el entorno movible de la historia y de sus transformaciones.

Un clásico tendría la habilidad de ejercer una influencia particular y de alguna forma,

como señala Calvino, esconderse en los pliegues de la memoria universal, mimetizándose

con el inconsciente colectivo. Y es que el clásico no cambia en el sentido que el texto es

el mismo, pero el acto de lectura siempre es nuevo. Así como el lector nunca puede ser él

mismo delante de las letras y eso hace que cada lectura sea una experiencia nueva.

Al margen de este debate semántico, lo que queremos subrayar es la importancia

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de visitar una obra particularmente abierta, muy extensa y sobre la que hace falta trabajo

analítico que nos permita ver su riqueza y sus movimientos internos, para lo cual quisiéra-

mos contribuir en estas líneas.

Nota bio/blio-hemero-gráfica

Azambuja (1999) ha hecho un primer acercamiento a la trayectoria de LRB Beltrán que

nos allana algo de camino. Aparte unos de esos archivos sin autor ni referencia (Sin autor,

2006) que habitan silenciosamente la web, igualmente aporta información de contexto que

nos permite ver al autor. Más que una narración que ya realizan estas fuentes citadas,

parece conveniente ubicar algunas coordenadas de contribución:

Beltrán fue hijo de periodistas; desarrolla la experiencia periodística desde muy

joven, de hecho en 1946, a los 14 años, el adolescente conjuntaba las tareas del colegio

con las del reportero y muy joven llegó a ser jefe de redacción de un matutino en su natal

Oruro. Al margen de la precoz vocación mediática, lo importante es subrayar un principio

que en no pocos autores se ha cumplido: la necesaria vinculación o práctica de un modo

de ejercer y vivir la comunicación social. De esta manera, en la primera parte de su vida

vemos una colaboración muy acuciosa: “La Patria” de Oruro (1942-1954), “La Razón” (La

Paz) (1948-1952). Dentro del vínculo con la escritura, también ejerció labores de guionista

(guión a Vuelve Sebastiana de Jorge Ruiz, 1953).

Los cincuenta es un periodo interesante porque comienza su internacionalización

en cuestiones de comunicación audiovisual que luego lo va llevar, en 1955, a ser contra-

tado por el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas dependiente de la Organización

de Estados Americanos para participar en Costa Rica en un programa de capacitación de

especialistas en comunicación educativa y de agentes de extensión rural para toda la re-

gión. Comienza así una labor como asesor para distintas facultades y ministerios de agro-

nomía y agricultura interesados en organizar y mejorar sus servicios de comunicación; con

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ello comienza a preparar materiales y a incursionar, cuando no él mismo fundar, sin ser su

intención, la comunicación educativa. Produce textos didácticos, realiza ensayos e investi-

gaciones sobre el tema, en una época en la que es más lo que se supone que aquello que

se sabe de la comunicación educativa y el beneficio de las tecnologías en el aprendizaje.

Una de las partes más conocidas de la vida de Beltrán es su Maestría en la Uni-

versidad de Michigan, bajo la dirección de Everett Rogers, creador del difusionismo y uno

de los principales blancos de las perspectivas críticas de la comunicación a partir de los

sesenta. La disertación de Beltrán se llamó Comunicación y modernización. Significancia,

papeles y estrategias. Luego, en la misma universidad, obtuvo su doctorado, esta vez diri-

gido por David K. Berlo (Cf. El proceso de la Comunicación), que defendió en 1973. Así se

convirtió en el primer doctor en Comunicación en América Latina. El título de su trabajo fue

La Comunicación en América Latina: ¿Persuasión para el status quo o para el desarrollo

nacional?

En los setenta se convierte en un destacado conferencista y consultor internacional,

dando cursos en varias universidades de los Estados Unidos (EE.UU.), pero también en

varios países de la región. De la misma manera intensifica su participación en organiza-

ciones internacionales de comunicación. De la Asociación Internacional de Investigado-

res en Comunicación, fue vice-presidente, y del Instituto Internacional de Comunicación,

fue director. Igualmente participa como integrante del Consejo Consultivo en el Instituto

Latinoamericano de Estudios Transnacionales que tuvo su sede en México y del Centro

Interamericano de Comunicación en Población (Costa Rica), también fue integrante del

comité editorial de la prestigiada Journal of Communicacion de Pensilvania, EE.UU. Junto

con este proceso de consolidación académica e institucional, durante los setenta completa

su actividad profesional como asesor y consulta para distintos organismos internacionales

como UNESCO, FAO, Fundación Ford. De 1973 a 1984 trabajó en Bogotá junto al Centro

Internacional de Investigación para el Desarrollo, órgano vinculado al gobierno canadien-

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se.

Hay que señalar, dentro de los datos que recopilamos, que junto a su filiación pe-

riodística, también desarrolló la vocación literaria. En los sesenta recibió dos premios en

concursos de poesía, en 1961 y 1969; en los ochenta publicó una antología de poesía

boliviana e incluso llegó a escribir una obra de Teatro en 1987 (“El Cofre de Selenio”), año

en el que apareció otro de sus poemarios (“Pasos en la Corteza”). En suma, el interés lite-

rario provino del periodístico o quizá al revés, éste incentivó aquél. No hemos encontrado

algún trabajo crítico que pueda hacer una ponderación sobre este material, o si éste tiene

relación alguna con los grandes valores que en el campo de la comunicación pregonó y

defendió. Con los años pasó con facilidad al campo de la defensa de los derechos de las

audiencias: de mayo de 2003 hasta mayo de 2005 fue Defensor del Lector para el Grupo

de Prensa Líder conformado por varios diarios entre ellos La Prensa de La Paz, El Alteño,

de El Alto, Los Tiempos de Cochabamba, entre otros.

A pesar de su presencia, son pocos sus libros publicados, aunque existen varios

libros que reúnen distintos trabajos y artículos. Su obra constituye un laberinto de artí-

culos, conferencias, comentarios, ensayos sobre los más distintos temas vinculados a

la comunicación: desde aquél famoso texto en el que cuestionaba el uso de métodos

foráneos para el estudio de la comunicación en la región (Cf. Beltrán, 1985), pasando por

los temas más conocidos de políticas de comunicación y comunicación para el desarrollo

hasta otros temas menos conocidos como los vinculados a la comunicación para la salud.

De manera reciente ha reflexionado, en un texto publicado en Perú (Cf. Beltrán, 2012),

sobre democracia y comunicación, en él es externada su preocupación de cara a las de-

mandas impuestas por el neoliberalismo, en una época en la que es necesario reivindicar

un concepto de desarrollo pero vinculado a la democracia.

Beltrán presenta sus ideas al estilo de un ensayista didáctico e ilustrativo, resulta

una constante en sus textos, desde esos primeros de los setenta. Por ejemplo, el que

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dedica a los métodos en comunicación (1978), donde el autor hace una revisión de los pa-

radigmas que ha usado la investigación de la comunicación en la región y promueve la dis-

cusión de un modelo horizontal, resulta el primer eje importante de discusión conceptual

en la región. Otro texto fundamental, reconocido incluso por Fuentes Navarro o Vasallo

de Lopes (2005) es la famosa Conferencia Científica Internacional sobre la Comunicación

masiva y la conciencia social en un mundo cambiante, celebrada en Leipzig del 17 al 20 de

septiembre de 1974, y del cual después aparecería “La Investigación de la Comunicación

en América Latina ¿indagación con anteojeras?”, texto que LRB reescribió en el año 2000.

En el pensamiento de LRB formula claramente un estado de “incomunicación

social”. América Latina se ve como un “continente incomunicado” caracterizado por la

dominación. Desde ahí es que generó, aparte de la comunicación para el desarrollo, el

otro gran tema que le apasionó que fue el del derecho a la comunicación y las políticas

de comunicación; al grado que Torrico no duda en nombrarlo padre de éstas. Destaca su

conocida definición (Beltrán, citado por Torrico, 2010, p.72): “…una política nacional de la

comunicación… [es]… un conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales,

organizadas en un conjunto coherente de principios de actuación y normas aplicables a

los procesos o actividades de comunicación de un país”; ciertamente una política se pue-

de ver como una restricción a la libertad, pero al trazar una idea comportamiento y marcar

una senda, facilita la convivencia, lo que naturalmente no supone que sea aceptado. En

varios textos Beltrán (por ejemplo 2012, p.69) recuerda el origen de la preocupación por

las políticas no provienen de los sectores más progresistas de la época; paradójicamente

su primera formulación proviene de dos núcleos estadounidenses: uno es la Universidad

de Standford con W.Schramm a la cabeza; y el otro en Harvard, en el MIT con D. Lerner

a la cabeza. Estos autores encontraron en los sesenta que los países llamados entonces

“en vías de desarrollo” necesitaban organizar sus sistemas de comunicación y para ello

necesitaban planes y políticas. Si bien el origen de la preocupación estuvo en EE.UU., su

lanzamiento y promoción, según Beltrán, estuvo en nuestra región.

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En la conferencia que dicta en 1974 y dos años después aparece como texto,

prefigura la preocupación por la democratización de la comunicación a través del esta-

blecimiento de políticas nacionales de comunicación. Luego en otra famosa reunión in-

terministerial efectuada en Costa Rica en los sesenta que aprobó las recomendaciones

para alcanzar el equilibrio del flujo internacional de información y lanzó la propuesta de

construir una agenda independiente de noticias capaz de aliviar el monopolio que ejercían

UPI y AP. En los setenta comienza a criticarse la asimetría informativa ente los “países

desarrollados” y aquellos que dentro de esta terminología “estaban en vías de…”; también

comienza a madurarse la distinción entre modelos “extensionistas” y los más dialógicos y

participativos, que a partir de entonces serán uno de los principales atributos en la aspi-

ración de la comunicación en la región. Ya puede verse que este debate es la base de lo

que después será el famoso NOMIC, Informe McBride, y el reto de las políticas de comu-

nicación que impulsan otro tipo de desarrollo.

Beltrán no se ha anclado en una sola temática. Aparte de la comunicación para el

desarrollo donde sus contribuciones son evidentes, ha tenido una fuerte preocupación por

áreas aplicadas y teóricas, profesionales y académicas. De 1992 a 2004 fue catedrático

de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Johns Hopkins y, con sede en

Bolivia, su Consejero para América Latina en Comunicación (Cf. Sin autor, 2006).

La “comunicación para el desarrollo” como eje transversal. Balances y perspec-

tivas.

Una de las nociones que se prestan a polémica en el pensamiento latinoamericano,

es justamente la de “desarrollo”. Como presentamos el términos es algo más que un con-

cepto, y parece constituirse de la perspectiva de Beltrán como un concepto nodal para

entender la historia del pensamiento sobre comunicación en América Latina. “Desarrollo”

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es una noción muy amplia, que tiene un pie en la tradición difusionista y su solo nombre

puede implicar una carta ideológica. Pero también hay otras tradiciones que subrayan el

cambio social como umbral, la equidad, la justicia y esa suma de aspiraciones que sabe-

mos son el marco para pensar y actuar en comunicación (Cf. “Declaración de Lima” citada

por Fuentes Navarro, 1992, pp.56-60).

Las definiciones sobre comunicación para el desarrollo abundan. Cualquier búsque-

da ligera en Internet arroja centenas de documentos y resulta difícil pensar en articular al-

gún tipo de homogeneidad en algo que aparte de verse como concepto, puede entenderse

como temática y espacio de la comunicación aplicada. Por ejemplo, para Arraez (1998)

este tipo de comunicación está vinculado a los derechos humanos, no tiene sentido difun-

dir o cooperar en la producción de información que de alguna manera veje los derechos

de las personas. Lo importante es ver el desarrollo en su dimensión informativa y comu-

nicativa, como la propia Arraez (1998) menciona que “al proclamarse el desarrollo como

un proceso de diálogo y participación que origina el cambio de la sociedad, el paradigma

difusionista cae en desuso, por ello desarrollo es igual a participación y en su centro esta

actividad es básicamente correlacional”.

La comunicación para el desarrollo surge en el viejo debate entre desarrollo y cre-

cimiento, en una época que a la distancia podemos ver, parece se movía más prejuicio

que por bases científicas. Sin duda en torno al concepto de “desarrollo” se dio uno de los

primeros debates conceptuales de corte latinoamericano sobre el tipo de comunicación y

comunicaciones que requería la región, y de la que claramente aparecía la diferencia con

los modelos de los países más avanzados. Hay que subrayar que una de las voces que

acompañó durante décadas ha sido justamente LRB, quien de hecho fue discípulo de uno

de los principales hacedores de esta teoría, Everett M. Rogers (1931-2004). Beltrán ha

permitido un ajuste de la connotación difusionista y tecnologizante por una idea de desa-

rrollo más integral y, sobre todo, orientado al cambio social, que es medular en cualquier

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concepción de comunicación en América Latina.

Hemos mencionado que una de las contribuciones de Beltrán (1993) han sido los

balances y revisiones, porque éstos permiten ver la trayectoria y plasticidad, los debates

y ajustes de un término que fue estereotipado y asociado con el mismo ejercicio de la do-

minación estadounidense. Por ello nombrar el “desarrollo” invita a pensar, lo que por opo-

sición, fue el eje entre las prácticas de “comunicación dominante” versus la “comunicación

alternativa (Cf. Prieto 1984) y que constituyó una manera de nombrar el ideal de prácticas

comunicativas (“alternativa”, “comunitaria”, “popular”, “ciudadana”) a buscarse en nuestra

región. En su historia para Beltrán la experiencia señera de las radios mineras en Bolivia,

desde los cuarenta, o la radio campesinas en Colombia también en esta década, se puede

ver como modalidades exitosas de desarrollo, porque favorecieron nuevas estructuras de

relación entre sus usuarios. Estas experiencias, en sí mismas revolucionarias, no tuvieron

el contexto de escuelas o investigadores que pudieran llevar a la comunicación académica

justamente la teorización de modelos para impulsar experiencias parecidas, lo que ocurrió

tiempo después durante los setenta.

En los sesenta comenzó el debate en algunas universidades de EE.UU. sobre la

comunicación y desarrollo. El propio Beltrán (1993) explica cómo el gobierno de este país

creó un programa de asistencia técnica y financiera de desarrollo para los países de la re-

gión con énfasis en tres áreas que serán centrales para la definición de este tipo de comu-

nicación: la agricultura, la salud y la educación; esta última tendría una larga tradición de

estudio, aplicación y reflexión, y la tercera se va revitalizando poco a poco, la agricultura

como como parte de la historia, central sin duda, en los sesenta y setenta para definir la

comunicación en la región. El organismo jugó un papel en la comunicación rural, en una

iniciativa que venía desde la OEA que comenzó a desarrollar materiales muy orientados

a la capacitación. Por otra parte, a la FAO le interesaba construir sistemas modernos de

agricultura basados en la educación no formal del campesino. Estas prácticas serían la

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base de la crítica realizada por Paulo Freire justamente por su carácter “extensionista”.

La concepción teórica en EE.UU. para la comunicación del desarrollo la realizaron

junto con Schramm, el sociólogo Daniel Lerner y su teoría de la “extinción de la sociedad

tradicional” proveniente de finales de los cincuenta, y otras contribuciones de Lucien Pye

e Ihtiel De Sola Pool. De sus principales mitologías corría la creencia que por apoyo de los

medios de comunicación, América Latina podría incrementar en pocos años su crecimiento

y desarrollo, al grado de llegar más rápidamente del tiempo que les tomó a otras naciones.

La fe en la excelencia de los medios como agentes del cambio se confirmó por algunos

en los sesenta, cuando la teoría de Everett Rogers sobre la difusión de innovaciones en

la región, que hacía crecer el falso optimismo sobre una suerte de una eficiente disciplina

de “ingeniería social” dotada de poderes para que las masas atrasadas se modernizaran.

En los sesenta también distintas agencias en EE.UU. comenzaron a generar mate-

riales, por ejemplo, en apoyo a la enseñanza de las matemáticas en escuelas nicaragüen-

ses o atender algunas necesidades educativas en varios países, bajo la perspectiva que

su sola difusión y aprendizaje obtendría beneficios favorables para la región y ayudaría

a paliar la pobreza, el subdesarrollo o el atraso. Es en esta época cuando en México co-

mienzan los intentos para desarrollar un sistema de telesecundaria, tan errático y poco

eficiente, y que lejos de resolver algunos problemas arraigó algunos de los existentes.

Para el difusionismo, el “desarrollo” se asociaba con capacitación. En este enfo-

que las cuestiones contextuales o culturales no eran tomadas muy en cuenta, por ello se

pensaba en el éxito homogenizante que en sí mismo podía traer el mito del desarrollo y

el crecimiento económico. La comunicación y más propiamente la tecnología eran vistas

con un optimismo un tanto mesiánico, a la par del famoso mito derivado del concepto de

sustitución de importaciones en el que se basó el desarrollismo económico. Las reaccio-

nes en América Latina aparecieron casi al mismo tiempo que estas teorías comenzaron

a difundirse: Pasquali escribió desde principios de los sesenta críticas contra los medios

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audiovisuales y ciertos modelos de comunicación; sin duda el más efectivo y posterior-

mente difundido fue Paulo Freire con Pedagogía del oprimido, 1969, La educación como

práctica de la libertad, 1971, y ¿Extensión o comunicación? La concientización el medio

rural, 1973, que lo convirtieron prácticamente en clásico. Freire en Chile (al menos para

el primer título), Pasquali en Venezuela y Bordenave en Paraguay lanzaron críticas a las

ideas de McLuhan que desde sus textos publicados en los sesenta se había convertido

en blanco de ataque prácticamente en toda Latinoamérica, desde las Humanidades y las

Ciencias Sociales. La crítica al ensayista canadiense estaba centrada en su muy polémico

concepto de “Global Village” porque se pensaba que el mundo distaba de esa “aldea glo-

bal”, pues era evidente que persistían diferencias en muy distintos planos.

Beltrán explica de manera muy didáctica cómo en los setenta se colapsa el con-

cepto de “desarrollo” que se difundía desde las agencias estadounidenses en los setenta.

Esta década presagió lo que en los ochenta sería la hecatombe de la llamada “década

perdida” en América Latina con un extraordinario aumento de la deuda pública. Con el

problema vino un desánimo generalizado, pues tras décadas de inversión no se había lo-

grado un beneficio para las mayorías que seguían expuestas a bajos salarios, desempleo

y marginación. Ya en los sesenta se había creado la famosa “Teoría de la Dependencia”

que justamente contradecía y criticaba la visión desarrollista. Pero el “aprendizaje” fue

que inequívocamente América Latina necesitaba otro tipo de desarrollo, y naturalmente

otro tipo de comunicación que esos modelos lineales, de difusión, basados en el control

de los componente comunicativos eran poco fiables, además que —como lo señalaron las

corrientes críticas—, conllevaban un trasfondo ideológico.

En 1976 aparece originalmente publicado en el Communication Research. An

International Quartely, después publicado en español en muy distintas versiones. En su

famosa antología de textos sobre comunicación, Miquel de Morgas usa este texto como

el representativo de América Latina (Cf. Beltrán, 1985). Este texto realiza una especie de

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“corte de caja” (Cf. Beltrán, 1985) donde fundamenta su pensamiento: América Latina no

puede seguir importando métodos y objetos si quiere contribuir a los cambios que preten-

de. Así lo dice en la célebre hipótesis del libro: “La investigación sobre comunicación en

Latinoamérica ha estado, y todavía lo está, considerablemente dominada por modelos

conceptuales foráneos, procedentes más que todo de Estados Unidos de América” (1985,

p.77). Esta hipótesis nos permite reflexionar sobre los siguientes ejes de discusión.

• En este texto desmonta los mitos del difusionismo, uno de los más grandes: pensar

que se puede aislar el cambio comunicativo –de método tecnológico- de otras variables

del cambio, como las condiciones sociales. A fin de cuentas viene la confirmación que

muchas de estas teorías, facturadas desde otros contextos, no pueden dar cuenta de una

serie de procesos y características de la región ni mucho menos describir qué puede ser lo

mejor para las comunicaciones en América Latina. Para ello pone en contexto los debates

del difusionismo. Con la crítica a este enfoque Beltrán también realiza una revisión críti-

ca a los modelos dominantes de la comunicación, particularmente el famoso paradigma

de Lasswell, esquema prototípico para representar a una comunicación centrada en los

efectos y la eficiencia, pero que a diferencia de otras visiones, Beltrán sabe escapar de las

críticas estereotipadas y, si no, siempre ubica a los autores en su contexto.

• Otro elemento que encontramos en este señero texto es la fundamentación y crítica

al difusionismo, lo que supone también una clara separación de algunos de sus maestros.

Beltrán no discute si el difusionismo es falso o cierto, sino que es imposible llevarlo como

se produjo a otra región como América Latina. Él mismo propone algunas respuestas que

a la distancia sorprenden por su carácter provocador en la reflexión (Cf. Beltrán, 1985,

pp.79-80): (a) el cambio general de la estructura social constituye un prerrequisito básico

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para lograr un desarrollo auténticamente humano y democrático; (b) los adelantos tecno-

lógicos no conducen necesariamente a un desarrollo integral e incluso a veces pueden

impedirlo; (c) la comunicación tecnológica como está en la región es muy difícil que facilite

o genere el desarrollo nacional; (d) La propia comunicación no puede actuar independien-

te de los predominantes sociales, o sea, ella por sí sola ser el factor del cambio social.

Muy relacionado con la crítica sobrevienen las reflexiones sobre el desarrollo dar las

bases de otro modelo, que de principio retome la tradición de trabajo en América Latina: la

vocación por el diálogo, la extrema preocupación y atención a las condiciones sociales. La

preocupación por otro desarrollo permite dar pie a la amplia tradición de la “comunicación

alternativa” que da peso a los micro-medios o medios de mediano alcance, a la partici-

pación de los actores dentro de su producción-difusión-recepción, y en la opción de una

comunicación que tome como protagonistas a grupos subalternos como campesinos, tra-

bajadores, maestros, indígenas, mujeres, niños. Es en los setenta cuando aparecen aso-

ciaciones que lo hacen desde otra perspectiva y que comienza la tradición propiamente

“latinoamericana”, y facilita que los nacientes profesionales que trabajan en ella lo hagan

con otra perspectiva y con una idea regional de comunicación.

• Un segundo eje de discusión que identificamos en el texto es la pertinencia y posi-

bilidad de una “mirada propia”. Pone Beltrán sobre la mesa de discusión un viejo debate

que podemos extender y profundizar en nuestros días: ¿existe una mirada propiamente

latinoamericana, que no solamente sea idónea y haya hecho contribuciones amplias a

los objetivos de transformar la realidad sino que incluso tenga una mínima resonancia

en otras regiones análogas del mundo? La pregunta sobre la falta de “teoría propia” nos

puede llevar a reflexionar sobre la colonización del conocimiento, la proclividad a difundir

y consumir un conocimiento proveniente de Europa y EE.UU., aunque Beltrán reconozca

en los setenta la supremacía de éste sobre otros enfoques europeos que también tuvieron

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amplia difusión en la región. En este eje también aparece la relación entre lo “propio” y lo

“foráneo”, que supone no olvidar esto, sino al contario conocerlo a profundidad para pre-

cisar qué tipo de práctica comunicativa es la que inspira.

• De la misma manera hay que preguntarse sobre el significado de hacer ciencia en

nuestra región para el ajuste y el control social o para la transformación de las condiciones

sociales. Esta dimensión del quehacer científico ajustada a las particularidades circuns-

tanciales, que EE.UU. sí logró realizar, desarrolla un tipo de ciencia orientada a estudiar la

conformidad con las necesidades, metas, valores y normas prevalentes del orden estable-

cido que ayudan al sistema a lograr y consolidar esa “normalidad” y a evitar los comporta-

mientos “desviados”. Beltrán reconoce que en los setenta se trataba de hacer una ciencia

que ayudara y fundamentara la protesta. Primero mediante una perspectiva acotada y

combativa y, quizá poco a poco —aunque éste no era un movimiento únicamente de la

región—, con una mirada más amplia que se fue cristalizando como medida estratégica,

en la generación de políticas de comunicación como ideal y aspiración. Desde principios

de los setenta la UNESCO organizó conferencias con la idea de reflexionar sobre cómo

promover la democratización de las comunicaciones, con muy distintos enfoques. Este

movimiento culminó en el famoso NOMIC y el célebre Informe McBride, cuyos “festejos”

por sus treinta años en 2010 ha servido de balance agridulce por no haberse logrado los

cambios que, se pensaba, podía generar. Por entonces los sectores progresistas alberga-

ban un halo de esperanza ante la posibilidad de modificar en algo la estructura y contenido

de las comunicaciones electrónicas en el hemisferio.

En la lectura histórica que hace LRM y que resumimos, los ochenta fue una década de

gran deterioro: deuda, inflación, salida de capitales, entre otras características. De manera

particular las aspiraciones de un desarrollo integral en la región se estancaron. Muchos

de los dramáticos ajustes se hicieron a costa de programas sociales. No obstante lo ante-

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rior, algunas organizaciones como UNICEF prosiguieron algunas inversiones para proveer

apoyo en programas de salud y nutrición. Dicho estancamiento corrió un camino inversa

una serie de fenómenos que fueron dándose en la región: el avance en la construcción

teórica, la mayor difusión de experiencias y término asociados a la comunicación “alterna-

tiva”, “grupal”, “participativa”, etc., el desarrollo de instituciones académicas regionales. El

campo de la comunicación crece, ¡en la década de más crisis económica!

En los noventa LRB (Cf. Beltrán, 1993) ofrece una agenda con la idea de promover

una comunicación para el desarrollo en el siglo XXI: pide reunir lo mejor de la comunica-

ción de apoyo al desarrollo con la tradición de la comunicación alternativa; pide dedicarse

más a la edificación institucional que a las experiencias aisladas; ir más allá de los órganos

gubernamentales y potenciar el trabajo en las comunidades; poner el acento en algunos

objetos particulares como la salud, la nutrición, la demografía; insistir el tema ante políticos

y planeadores con relación al uso racional de la comunicación; multiplicar la capacitación

básica en comunicación a todo nivel, y a los estudiantes profesionales, hacerlo en estas

vías.

Contra el dilema entre la comunicación masiva y la interpersonal, parece que el

“desarrollo” es ese puente dentro de la comunicación aplicada: un conjunto de prácticas

que ubica en su justo medio a los medios, ni apocalípticos ni integrados, para usar la ex-

presión “clásico”, asimismo parece imperativo conectar las nuevas prácticas con las bases

y tradiciones de un tipo de comunicación en la región necesaria y estratégica.

El desarrollo, como el caso de los derechos, ha migrado, se ha movido a una aspi-

ración de integralidad no reducible a lo económico o tecnológico, y también presenta una

gradación conceptual que va desde las aspiraciones más amplias y generales, hasta las

estrategias más específicas, por ejemplo, para generar participación y construir comuni-

dad. También el desarrollo se vincula a otras áreas, como el de la edu-comunicación (Cf.

Barranquero, 2006), que recupera esa diferencia, en toda su implicación de informar y

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comunicar, de transmitir e interactuar. El propio Barranquero (2011) señala en un texto

posterior a una latinoamericanización de la comunicación académica a partir de una serie

de preocupaciones, como la que se logra articular desde una visión más compleja y ex-

tensa del desarrollo que incorpora ahora los estudios sub-alternos y pos-coloniales, donde

habría el reto de “descolonizar” a los estudios de la comunicación y ponerlos de igual-a-

igual ante otras epistemologías.

¿Comunicación para el desarrollo como gestión democrática?

Hemos señalado cómo el concepto de comunicación para el desarrollo ha cambiado

en su concepción. Beltrán ha ajustado su concepto de “desarrollo” que es necesario crear

otro modelo para definirlo. ¿En qué sentido la propia historia conceptual de la comuni-

cación para el desarrollo, es la de LRB? En este último apartado hacemos énfasis en la

dimensión democrática, que de alguna manera es recuperar desde el canon de la repre-

sentación, en particular política, lo que se ha dicho y lo que la define con nuevos atributos

y cualidades.

Hemos reconocido que dentro de las aspiraciones históricas de la comunicación

latinoamericana una de las más importantes ha sido la democrática, al grado de ser ésta

sinónimo de utopía comunicativa. En muchos de los recuentos que ha hecho Beltrán nos

ha recordado cómo la preocupación democrática ha sido central en las aspiraciones co-

municativas de la región: desde la citada “Declaración de Lima” (1990), o muy distintas

reuniones como la reunión de comunicadores populares en La Paz (1992), la de comuni-

cadores en Quito (1993), la del IPAL en Lima (1994), la de comunicadores cristianos en

Sta. Cruz Bolivia (1994).

Erick Torrico (2010, p.73) ha señalado que la comunicación democrática para el

desarrollo ha sido la utopía orientadora del pensamiento de LRB, la cual es posible ver

desde que sistematizó su tesis de maestría y doctoral, y luego introdujo cuestionamientos

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al establishment académico en las áreas de comunicación y desarrollo, relativas a las

etapas del tránsito de la sociedad tradicional a la moderna, o al papel difusionista de los

medios en ese proceso, mostrando sus inadecuaciones y etnocentrismo.

Al leer textos procedentes de muy distintas décadas, vemos cómo el pensamien-

to de Beltrán es enfático en algunas nociones y conceptos, lo que justifica y explica que

algunos textos de los setenta sean reeditados una y otra vez como el caso de “Adiós a

Aristóteles. La comunicación horizontal”, donde Beltrán2 (2007) realiza un resumen y fun-

damenta el porqué América Latina necesita “otra” comunicación que no se fundamente en

el difusionismo. De las contribuciones principales nos parece el intento por “operacionali-

zar” una comunicación que aspira a la igualdad en la participación, que es otra manera de

definir aquello que el filósofo Habermas abogada en su concepto de “situación de habla”,

con la diferencia que esta horizontalidad no es únicamente racional o argumentativa y

en la noción de comunicación democrática hay muchos niveles de acción-participación-

intervención-transformación.

Una y otra vez LRB se reitera el diálogo, pero no sólo como conversación. Esta es

una categoría —diría Pasquali— antropológica y moral y ella es el eje de una interacción

democrática, donde se busca, por principio, evitar la monopolización de la palabra. En la

operación de esta comunicación democrática hay una gradación que va del acceso, al

diálogo, a la participación, y son interdependientes: a mayor acceso, más probabilidad de

diálogo y participación; a mejor diálogo, mayor y mejor la utilidad del acceso y mayor el

impacto de la participación; y a mayor y mejor participación, mayor probabilidad de ocu-

rrencia del diálogo y del acceso.

2El artículo tiene una larga trayectoria, por ejemplo, en esta edición la conocida revista latinoamericana edita-da por ALAIC presenta la traducción al español realizada en 1991, con autorización del autor, distribuida solamen-te entre sus alumnos. Este artículo apareció también en Comunicación y Sociedad Nº 6, septiembre, 1981, Ed. Cor-téz, Sao Paulo, pp.5-35; pero al parecer el original proviene del inglés, en 1979, cuando se le requirió a Beltrán la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación, UNESCO. En Internet es posible encon-trar varias versiones, en varios sitios del mismo texto, lo que es frecuente con algunos textos importantes de Beltrán.

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La comunicación deviene como factor estratégico ya que aporta unas condiciones

subjetivas en los actores involucrados dentro de los procesos de desarrollo, promoviendo

su participación y protagonismo como elemento claves para una cultura ciudadana. En los

noventa es cuando el Estado debe convocar a imponer reglas que reglamenten el derecho

de la sociedad civil al acceso, producción y propiedad de los medios. Ya no se trata única-

mente, como en décadas pasadas, de pensar en la capacitación y difusión audiovisual de

medidas, con la creencia ingenua que éstas elevan el nivel de vida de los usuarios. Hoy,

el concepto de “desarrollo” pasa por distintas acciones y estrategias, en diversos planos

y proyectos como ciencia, tecnología, salud, educación, medio ambiente, procesos de

paz, gestión cultural. Ello, al tiempo que se promueve y facilita la capacidad expresiva y

comunicativa de los habitantes, de sus vínculos e intercambios, de sus redes y procesos

de solución de conflictos (Beltran, 2012, p.223).

Estas nociones suponen una visión integral de la comunicación, no restringida a

alguno de sus aspectos. Los procesos de comunicación que promueven son de desarrollo

social y no solamente se generan por el Estado sino por agentes y actores, por entes me-

diadores. Ahí el papel del profesional de la comunicación es alguien sobre todo que facilita

la relación de grupos interdisciplinarios, y es alguien que evidencia las percepciones y

prácticas comunicativas, coadyuva a que los referentes comunitarios se pueda asimilar en

formas comunicativas, o que eventualmente se diseñen estrategias efectivas de resisten-

cias hacia formas de imposición ajenas a las culturas locales.

Beltrán (2012, p.225) cita a Aillón Valverde en cuanto la idea que una nueva co-

municación para el desarrollo debe centrarse en forjar una voluntad, la cual empuje la

posibilidad incluyente que la mayoría de la población pueda acceder a los mismos bienes

simbólicos, en procesos educativos que ayuden a reescribir los propios núcleos de la

historia a reestructurar el tejido social, a promover nuevos sistemas de relación. Es decir

esta “nueva comunicación” considera la dimensión cultural y también la práctica educativa

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como vectores importantes pero en términos enteramente distintos a la teoría desarrollista

y al enfoque difusionista. Una de las principales tareas de los académicos, sería conformar

y sistematizar nuevas formas de comunicación, a mostrar sus características, a afinar sus

procedimientos y a probar, gracias a la investigación (básica, aplicada, evaluativa), sus

herramientas más idóneas para el logro de esos objetivos.

En suma, parece que el Desarrollo —con mayúscula— solamente se logra en la

medida que es integral, como el caso por ejemplo de un tipo de salud que fuera solamente

física pero no emocional, y que lo democrático es algo transversal, por ello la democracia

no puede ser solamente formal o declarativa, sino que pasa por una serie de niveles co-

municativos. Además dicha democracia pide serlo de todos los componentes de los proce-

sos comunicativos: igualdad, acceso, diversidad tecnológica, participación, contexto. No

puede lograr la tan anhelada “horizontalidad” como umbral utópico de las prácticas comu-

nicativas atendiendo solamente, por ejemplo, la diversidad tecnológica pero sin posibilidad

de acceso, o el conocimiento de los códigos pero sin participación. Hoy quizá la democra-

cia reivindica como lo más cercano a esa umbral utópico, al menos definido en lo general

como participación, libertad, representatividad, diferencia. Hoy reconocemos en nuestras

sociedades una democracia electoral pero no social en el más amplio sentido: nos puede

hacer más democráticos ir a votar, pero acaso no mina la democracia social, la corrup-

ción, la enfermedad, la marginación, la excesiva migración, entre otros problemas sociales

crecientes en la región. Y justo el reto de este paradigma democrático es responder a los

problemas que implican estas dificultades tan arraigadas en nuestras sociedades.

Otro debate de este concepto es el nivel de realización de dicha democracia. A las

sociedades poco les importa el nombre de “democracia” si ésta no satisface sus necesida-

des de libertad, seguridad, bienestar. En la propuesta de Beltrán aparece el mencionado

tema de las “políticas” como una opción para orientar los esfuerzos hacia distintos planos

y niveles, y que permitan organizar mejor las soluciones comunicativas (acceso, participa-

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ción, diálogo) o el papel de lo comunicativo en la salud, la educación, etc. No es fácil alcan-

zar este nivel “complejo” de desarrollo en sociedades como las nuestras. Hay que decir

que en nuestra región coexisten en realidad niveles muy distintos de realización: mientras

hay grupos, ciudades o regiones con un mayor acceso y consumo, con más interactividad

entre ellos, con más libertad de expresión —gracias a las posibilidades de Internet, redes

sociales, etc.—, en amplias franjas y provincias persisten rezagos y limitaciones, grupos

sin voz ni acceso, predominancia de los discursos hegemónicos de la televisión, nula pre-

sencia de la diversidad o voces disidentes. Es el caso por ejemplo en México de muchas

regiones o estados donde aún el gobernador opera con la lógica del cacique. Hoy parece

que el escenario es ese calidoscopio de más acceso (por la cercanía y abaratamiento de

costos) pero con menos equidad.

En otro nivel, el solo hecho de no contar con tecnología al alcance fortalece la asi-

metría cultural y comunicativa, y se generan nuevas formas de info-riqueza e info-pobreza.

A la manera de un proceso dialéctico: cuando concluimos un ciclo se elevan nuevas pre-

guntas, algunas de ellas antiguas, pero que al dar en nuevos contextos, exigen nuevas

respuestas. Por ello aparece nuevamente la pregunta por una comunicación alternativa,

pero esta vez con el deseo pueda integrar una visión des-colonizadora, diversa, liber-

tadora y participativa, y donde podamos acercarnos un poco más al mundo que Helder

Camara o Paulo Freire soñaron para nuestros pueblos. Parece que si al corto plazo esta

comunicación parece difícil, la comunicación democrática comienza por el hecho de no re-

nunciar a nuestra utopía y al derecho de seguir construyendo nuestro propio pensamiento

sobre la comunicación.

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Resumen

El informe Horizon es el resultado de un esfuerzo de investigación cualitativa que

inició en 2002, producido por el New Media Consortium (NMC) y el eLearn Center de la

Universitat Oberta de Catalunya. En todos los informes Horizon se identifican y se des-

criben las tecnologías emergentes y se seleccionan las seis que se considera pueden

tener mayor potencial de impacto en la enseñanza, el aprendizaje, la investigación y la

expresión creativa en el ámbito educativo global, con un periodo de implantación de uno

a cinco años. En este artículo se analizan las siguientes, tanto desde una perspectiva

global como en el entorno Latinoamericano: entornos colaborativos, medios sociales,

contenido abierto, cómputo móvil, realidad aumentada y web semántica; considerando

que el usuario-docente debe garantizar en su diseño instruccional actividades para el

aprendizaje colaborativo y la construcción del conocimiento colectivo, pues si no lo hace,

la tecnología por sí misma no asegura un aprendizaje significativo y efectivo.

Abstract

The Horizon Report started in 2002 as a result of qualitative research efforts produ-

ced by the New Media Consortium and the Open University of Catalunya. Every Horizon

Report identifies and describes six specific emergent technologies which have special

impact for teaching, learning, research and creative expression on a global scale. This

article analyzes the following from a worldwide perspective and specifically a Latinameri-

can context: collaborative Backgrounds, Social Media, Open Content, Movile Computing,

Augmented Reality and Semantic Web; keeping in mind the fact that the user-teacher

must guarantee on his instructional design activities for collaborative learning as well

as construction of collective knowledge, otherwise, technology by itself cannot ensure a

meaningful and effective learning process. ENSAYOS

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METACOMUNICACIÓN

Revista Académica de Comunicación y Ciencias Sociales

www.revistametacomunicacion.com

METACOMUNICACIÓNAño 2, No. 5, Julio de 2013 – Diciembre de 2013, R. D. U. Exclusivo No. 04-2013050912501200-203 y ISSN: (en trámite).

mEl día después del desarrollo desde los

Nuevos Movimientos Sociales

Mariela Villazón

2013

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Resumen

El presente trabajo se propone reflexionar sobre la relación, la comunicación y el desa-

rrollo en el marco de las prácticas y miradas de los Nuevos Movimientos Sociales (NMSs).

En este sentido el recorrido que pretendemos realizar supone, en primera instancia,

una caracterización de los NMSs a partir de los trabajos de Boaventura Sousa Santos y

Raúl Zibechi. Asimismo, un acercamiento a la idea e implicancias de la noción de desarro-

llo en América Latina y un abordaje de las prácticas prefigurativas que tienen lugar en los

NMSs entendiendo que son éstas las que constituyen, en la actualidad, la realidad de lo

que José de Souza Silva nombra como el “día después del desarrollo” (2011).

Para finalizar vinculamos la noción de comunicación con las prácticas de los NMSs y

repensamos, en este marco, el principio de comunidad que, según Sousa Santos, es el

fundante de la emancipación. Lejos de pretenderse una reflexión acabada, el presente

escrito constituye un acercamiento posible, repleto de preguntas, al mundo de los NMSs,

la construcción de otros mundos y la comunicación.

Los Nuevos Movimientos Sociales: una definición para contextualizar

A razón de la diversidad que implican, resulta complicado intentar definir a los Nuevos

Movimientos Sociales. Sin embargo, buscaremos en este apartado identificar algunas de

sus características comunes a fin de contextualizar las experiencias desde las cuales

avanzaremos en la reflexión.

Boaventura de Sousa Santos entiende que los Nuevos Movimientos Sociales “consti-

tuyen tanto una crítica de la regulación social capitalista como una crítica de la emancipa-

ción social socialista tal como fue definida por el marxismo” (2001, p.178). En este punto

alude a que identifican “(…) nuevas formas de opresión que sobrepasan las relaciones

de producción, y ni siquiera son específicas de ellas, como son la guerra, la polución, el

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machismo, el racismo o el productivismo” (Op. Cit., p.178). Al mismo tiempo postula que

estos movimientos abogan por un nuevo paradigma social, menos basado en la riqueza y

el bienestar material y más en la cultura y la calidad de vida.

Las formas de opresión antes mencionadas trascienden a una clase social y alcan-

zan, según este autor, a grupos sociales transclasistas. En este sentido niega que la cla-

se obrera ocupe pre-constitutivamente un lugar privilegiado en los procesos sociales de

emancipación1 .

Otro autor, en este caso Uruguayo, también profundiza sobre Movimientos Sociales

puntualizando el caso latinoamericano. Raúl Zibechi no acuña la adjetivación de “nuevos”

pero encontramos que piensa también en esta dirección “Los movimientos sociales de

nuestro continente están transitando por nuevos caminos, que los separan tanto del viejo

movimiento sindical como de los nuevos movimientos de los países centrales. A la vez,

comienzan a construir un mundo nuevo en las brechas que han abierto en el modelo de

dominación” (Zibechi, 2007, p.21).

Entre las características mas importantes que este autor adjudica a los movimientos,

encontramos la de construir o instituir nuevas territorialidades. En este sentido explica que

“El territorio es el espacio en el que se construye colectivamente una nueva organización

social, donde los nuevos sujetos se instituyen, instituyendo su espacio, apropiándoselo

material y simbólicamente.” (Op. Cit., p.26). Asimismo encuentra como diferenciales: la

1“Muchos se han puesto a la búsqueda, a partir de los años sesenta, de un nuevo sujeto revolucionario

privilegiado que vendría a remplazar a la clase obrera, la cual habría fracasado en su misión histórica

de emancipación. Los movimientos ecologistas, los movimientos estudiantiles, el feminismo y las masas

marginales han sido los candidatos más populares para desempeñar este nuevo papel. Pero está claro

que así no se escapa a la problemática tradicional, sino que simplemente se la desplaza. No hay posición

privilegiada única a partir de la cual se seguiría una continuidad uniforme de efectos que concluirían por

transformar a la sociedad en su conjunto. Todas las luchas, tanto obreras como de los otros sujetos políticos

tienen, libradas a sí mismas, un carácter parcial, y pueden ser articuladas en discursos muy diferentes. Es

esta articulación la que les da su carácter y no el lugar de donde provienen” (Laclau y Mouffe, 1984, p.278)

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búsqueda de autonomía de los estados y partidos, la revalorización de la cultura y la afir-

mación de la identidad de sus pueblos y sectores sociales, la capacidad para formar sus

propios intelectuales, el otorgamiento de un nuevo papel a las mujeres, la reproducción

de la vida cotidiana, familiar y comunitaria en la organización del trabajo y, por último, la

implementación de formas auto-afirmativas de acción distintas, de hecho, a las instrumen-

tales de antaño (Zibecchi, 2007).

Ambos autores explican que es propio de los NMSs asumir como objetivo de la lucha

por la emancipación, la trasformación de lo cotidiano de las víctimas de la opresión; devi-

niendo éste, por lo tanto, en uno de los espacios privilegiados de la lucha. Al mismo tiem-

po, y por el carácter mismo de las formas de opresión y exclusión contra las cuales luchan,

la emancipación buscada implica “una reconversión global de los procesos de socializa-

ción y de inculcación cultural y de los modelos de desarrollo” (Sousa Santos, 2001, p.180).

La noción de desarrollo y los NMSs

Al plantear la noción de desarrollo hacemos referencia, siguiendo a Souza Silva, al

faro ideológico-epistémico-político creado por Estados Unidos y sus aliados, hacia finales

de la Segunda Guerra Mundial, para establecer su hegemonía y asegurar la expansión y

acumulación capitalista (Souza Silva, 2011). En ese momento, la potencia vencedora de la

guerra clasificó al mundo entre áreas desarrolladas y áreas subdesarrolladas2 . Al hacerlo

proyectó su sociedad al resto del mundo y el modelo de desarrollo por ellos adoptado se

impuso como la meta de todos los pueblos.

Ahora bien, ¿cuáles son los supuestos que subyacen a este modelo de desarrollo?

“Desarrollo equivale a considerar que progreso es crecimiento económico y capacidad de

consumo. Desarrollo implica creer que los recursos de la naturaleza son inagotables. Que

2Se entiende como representativo de este momen-

to el discurso con el Harry Truman inaugura las sesiones del Congreso de 1949.

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no es necesario redistribuir la riqueza sino crear bases y condiciones para dar la bienveni-

da a nuevos ricos, sin que esto implique ni reparto igualitario, ni redistribución” (Chaparro

Escudero, 2009, p.149). Desarrollo, en pocas palabras, ha sido el proceso de adopción

o afianzamiento –por las buenas y por las malas- del modelo de producción, consumo y

relaciones sociales capitalistas en la mayor parte del globo.

a. El desarrollo en carne viva: Una mirada desde América Latina

…Soy,

Soy lo que dejaron,

soy toda la sobra de lo que se robaron.

Soy una fábrica de humo,

mano de obra campesina para tu consumo

Soy el desarrollo en carne viva,

un discurso político sin saliva…

Canción “Latinoamérica” de Calle 13

Para quienes somos parte de América Latina, la idea de desarrollo resulta in extremis

familiar. Como dicen los músicos del grupo puertoriqueño Calle 13 somos “el desarrollo en

carne viva”. Sin embargo, esta sensación no se fundamenta en impactantes índices de de-

sarrollo sino en siglos de historia en los que, bajo el discurso del desarrollo, se impulsaron

(e impulsan) políticas económicas acordes a los intereses de las potencias hegemónicas.

No viene al caso hacer un recuento detallado pero podemos pensar que, desde la inva-

sión española, y salvo algunas honrosas excepciones, fueron los intereses económicos

de los países centrales los que, en cada tiempo histórico, marcaron la dirección política-

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económica de nuestros Estados.

La idea de descubrimiento de América y de la llegada del progreso a territorios

atrasados cundió como reguero de pólvora a través de los siglos y se transformó en lo que

Souza Silva llama la “falsa premisa” de que existen razas superiores y razas inferiores.

Fundadas en esa dicotomía, la “idea de progreso” en el pasado y la “idea de desarrollo”

en el presente se constituyeron como meta y principio rector de la experiencia humana

ocultando “la intención de dominación para la explotación de mercados cautivos, materia

prima abundante, mano de obra barata, mentes dóciles y cuerpos disciplinados” (Souza

Silva, 2011, p.5).

En este punto, resulta interesante reflexionar sobre la capacidad del paradigma del

desarrollo para constituirse en meta universal y de su fuerza como monopolizador de los

fines posibles. Claro ejemplo de eso resulta el hecho de que muchos movimientos sociales

de la segunda mitad del siglo XX, realizaron interesantes diagnósticos y denuncias de “las

más negativas consecuencias de cinco siglo de progreso y seis décadas de desarrollo”

(Op. Cit., p.6) sin poder, sin embargo, distanciarse ellos mismos del desarrollo como meta.

Este es el caso, por ejemplo, del Movimiento Sen Terra de Brasil en cuya declara-

ción de principios la idea de desarrollo aparece como bandera: “As políticas de desenvolvi-

mento da economia devem estar baseadas fundamentalmente nos interesses de melhoria

das condições de vida de toda a população, em especial dos mais pobres. Sua missão

é produzir bens que eliminem o grau de pobreza e a desigualdade social existentes em

nosso país.(…) Por isso, lutamos por uma economia que estimule a produção de bens e

possibilite a eliminação da pobreza e da desigualdade social. (…)” (MST, 2012, web 3).

En casos como este observamos un proceso análogo a lo sucedido en el campo

de la teoría crítica. Explica Sousa Santos: “En los últimos treinta años la tradición crítica

eurocéntrica pasó a caracterizarse y distinguirse por vía de los adjetivos con que califica

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los sustantivos propios de las teorías convencionales” (Sousa Santos, 2010, p.16). Esto

no es sino que la aceptación de un límite para los debates y las propuestas. Un límite de

lo posible o, mejor dicho, lo permitido en un horizonte de posibilidades que no es necesa-

riamente el propio.

Ahora bien, tal como plantea Souza Silva “Las violencias de diferentes tipos, las

desigualdades de distintas naturalezas, la vulnerabilidad de todas las formas de vida, las

injusticias en todas las esferas de la vida, son las consecuencias más visibles de la vio-

lación histórica de lo humano, lo social, lo cultural, lo ecológico y lo ético, en nombre del

“progreso” en el pasado y en nombre del “desarrollo” en el presente” (2011, p.5). En este

escenario resulta urgente recuperar la discusión por los fines. Como dice Souza Silva, em-

pezar a deconstruir los sustantivos que –transformados en supuestas verdades- actuaron

como metas impuestas de nuestros caminos.

b. Las prácticas prefigurativas del “día después del desarrollo”

En este apartado focalizaremos la atención en los NMSs que, explícitamente, impug-

nan el orden de lo dado y el modelo socio-económico imperante. Es decir, que no tienen

como objetivo de sus prácticas el logro de mejores condiciones de vida acorde a los pa-

rámetros capitalistas, sino que postulan la necesidad de un nuevo paradigma social y re-

chazan el modelo de desarrollo occidental. En este sentido es que decimos, junto a Souza

Silva, piensan y construyen el “día después del desarrollo”.

Una de las características principales de estos movimientos, y que los distingue

de los viejos movimientos sociales, es el especial valor que le otorgan a las prácticas

prefigurativas de la nueva sociedad. A diferencia de las tradiciones más ortodoxas de la

izquierda, los NMSs entienden que es necesario anticipar -en los diferentes espacios que

3Página web del Movimento Dos Trabalhadores Rurais Sem Terra. Ver: http://

www.mst.org.br/taxonomy/term/329 (Fuente consultada en enero 2012)

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configuran la vida cotidiana- los embriones o gérmenes de la sociedad futura. En esta

dirección, se instituyen ellos mismos, en los territorios, como un espacio de gestación de

nuevas relaciones sociales.

Siguiendo esta lógica, no se espera “la toma del poder” para empezar la construc-

ción de la transformación social integral sino que ya desde ahora se viven prácticas alter-

nativas a las hegemónicas que prefiguran la nueva sociedad. Tal como lo plantea Rafael

Hoetmer, en sus formas de organización y acciones, los llamados movimientos sociales

prefigurativos, reflejan el otro mundo que buscan construir “Los movimientos actuales apa-

recen, por lo tanto, como procesos de aprendizaje, en vez de estrategias predefinidas para

resolver la contradicción fundamental entre capital y pueblo” (2009, p.97).

La construcción de esos otros mundos, dentro y contra del capitalismo, revela la

posibilidad real de un mundo postcapitalista y son estas construcciones y luchas las que

representan el desafío al poder hegemónico. En palabras de Zibechi “los movimientos

están empezando a convertir sus espacios en alternativas al sistema dominante, por dos

motivos: los convierten en espacios simultáneos de supervivencia y de acción sociopolíti-

ca y construyen en ellos relaciones sociales no capitalistas (…) Al hacerlo, como sostengo

que lo hacen buena parte de los actuales movimientos, no sólo nos están mostrando que

el socialismo u otro tipo de sociedad más humana es posible, sino que en los hechos está

comenzando a construirse.” (2007, pp.45-48).

Esta re-creación de los lazos sociales se corresponde con una deconstrucción cul-

tural general y la fundación de una nueva cultura política, es decir, de una nueva concep-

ción del poder y su forma de organizarlo y crearlo. Siguiendo la lógica de Sousa Santos

(2006), nos encontramos con la búsqueda de la sustitución de relaciones de poder por

relaciones de autoridad compartida en las diferentes esferas de espacio-tiempo4 . En este

sentido, la forma vertical y jerárquica (hegemónica en las formas clásicas de la política del

siglo XX) es tomada como contra ejemplo para organizar los diferentes espacios y refun-

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dar los diversos vínculos.

La comunicación en las prácticas instituyentes del “día después del desarrollo”

Tal como lo planteamos anteriormente, los NMSs protagonizan una reconversión de

los procesos de socialización capitalista. En este sentido, pensar nuevas sociedades y

prefigurarlas implica empezar a transitar relaciones donde la lógica economicista no sea

la imperante. Es así como la propuesta de los NMSs radica –según Sousa Santos- en su-

bordinar el principio del Mercado (así como el del Estado) al principio de la comunidad, en

tanto es este el indicado para fundar las nuevas energías emancipatorias.

El principio de comunidad implica “La idea de la obligación política horizontal entre

ciudadanos y la idea de la participación y de la solidaridad concretas en la formulación

de la voluntad general (…) y, en última instancia, una nueva calidad de vida personal y

colectiva basadas en la autonomía y en el autogobierno, en la descentralización y en la

democracia participativa, en el cooperativismo y en la producción socialmente útil” (2001,

p.181).

Siguiendo a Antonio Pasquali, podemos pensar que este estado de convivencia se

caracteriza por “la simetría biunívoca y la reciprocidad simultánea, sin desfases ni des-

equilibrios, en situación de igual dignidad y respeto (…) la condición sine quanon de la

auténtica comunidad es que sus propias relaciones de comunicación exhiban caracteres

idénticos, configurando un estado de plena libertad, reciprocidad y equilibrios comunica-

cionales” (1990, p.88).

Este principio supone –hacia el interior de los NMSs- el establecimiento de una

4Sousa Santos identifica seis formas distintas de poder y opresión fundamentales. Las llama es-

pacio-tiempo en tanto son “formas de sociabilidad que implican lugares pero también temporali-

dades, duración, ritmos”. Sintéticamente nombradas son: patriarcado, explotación, fetichismo de

las mercancías, diferenciación desigual, dominación e intercambio desigual (Sousa Santos, 2006)

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comunicación que no se corresponde con las concepciones hegemónicas existentes, es

decir, las que abrevan en la separación entre sujeto (emisor de información) y objeto (re-

ceptor de información). Por el contrario, prefigurar una nueva sociedad implica constituirse

como espacios de comunicación en el sentido mas clásico del término. Lo que Ramiro

Beltrán definió como “proceso de interacción social democrática que se basa sobre el in-

tercambio de símbolos por los cuales los seres humanos comparten voluntariamente sus

experiencias bajo condiciones de acceso libre e igualitario, diálogo y participación” (2007

[1979], p.30)

Sin lugar a dudas, disponer de la igualdad y re-crear la comunicación -en socieda-

des en las que priman las relaciones informativas o epitácticas- deviene un acto revolucio-

nario y uno de los principales desafíos de los NMSs. En esta dirección, la comunicación

resulta un elemento fundamental en la prefiguración de la nueva sociedad ya que su mis-

ma realización implica una transformación de los modos de producción de lo social y de

las subjetividades.

Al fin y al cabo, tal como lo plantea Scott y recupera Zibechi, “La comunicación ha

sido y sigue siendo la forma como los oprimidos coordinan y articulan sus comportamien-

tos, ya sea para resistir a los opresores o para desafiar la dominación. El carácter de los

movimientos sociales –movimientos institucionales o de sociedades en movimiento– de-

termina el tipo de comunicación que establecen, pero la existencia de espacios de interco-

municación fuera del control de las elites (Scott, 2000), ha sido y sigue siendo una de las

claves del nacimiento y la expansión de la actividad colectiva” (2008, p.93).

En esta dirección debemos prestar atención a los procesos de comunicación que

se dan en los NMSs ya que es a través de ellos donde se construyen, cotidianamente, los

otros mundos posibles. Tal como lo expresa Sousa Santos la teoría debe aprender de las

prácticas y caminar junto a ellas. Y en este sentido y momento histórico la única contrain-

dicación es la Torre de Marfil.

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METACOMUNICACIÓN

Revista Académica de Comunicación y Ciencias Sociales

www.revistametacomunicacion.com

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mLa Reforma en Telecomunicaciones y Radiodi-

fusión, y el Derecho a Comunicar, reflexiones

desde la democracia y la sociedad civil.1

Norma Pareja Sánchez 2

2013

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Resumen:

Este trabajo busca analizar los alcances de la ahora, nueva Ley de Telecomunica-

ciones y Radiodifusión en términos democracia partiendo de la consideración de que las

audiencias son sujetos activos, capaces de participar en distintos espacios de delibera-

ción pública. Desde la perspectiva de la democracia de Giovani Sartori, la comunicación

de masas de John B. Thompson, así como del concepto de esfera pública de Jurgen

Habermas, se estudia el nivel de interacción que la audiencia encuentra en la televisión

a partir del nuevo marco jurídico. Se plantea que pese a que la Reforma a la Ley de Tele-

comunicaciones y Radiodifusión ha modificado sustancialmente el marco regulatorio de

la comunicación a distancia, en medios masivos y en nuevas tecnologías considerando la

naturaleza convergente de la tecnología, a la vez que encara, por primera vez en la his-

toria contemporánea de nuestro país, a un sistema mediático altamente concentrado, no

alcanza a llevar a rango constitucional el Derecho a comunicar de las audiencias y man-

tiene la esencia vertical del viejo modelo de comunicación de masas.

Palabras clave

Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, Derecho a Comunicar, democracia, so-

ciedad civil, medios masivos, nuevas tecnologías

1Una versión preliminar de las reflexiones vertidas en este trabajo se presen-

tó en el Foro de Análisis sobre la Reforma a la Ley de Telecomunicaciones, Panel Análi-

sis desde la Academia y el Periodismo, Facultad de Ciencias de la Comunicación y La Jorna-

da de Oriente, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el 29 de abril de 2013.2Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, profesora-investigadora de la Uni-

versidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), plantel Cuautepec, Av. La Coro-

na 320, Col. Loma La Palma, Del. Gustavo A. Madero, C.P. 07160. Cubículo CP-06, Edif.

1 Primer Piso, Tel. 36912050 Ext. 18443. Correo electrónico: [email protected]

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Abstract

This paper analyzes the implications of the now, new Telecommunications Act and

Broadcasting in terms democracy, which is based on the consideration that audiences are

active subjects, able to participate in different areas of public deliberation. From the pers-

pective of democracy Giovani Sartori, mass communication from John B. Thompson, and

the concept of Jurgen Habermas’s public sphere, we study the level of interaction that the

audience is on television from the new legal framework. It argues that although the Reform

Act of Telecommunications and Broadcasting has substantially changed the regulatory

framework for remote communication, mass media and new technologies considering the

convergent nature of the technology, while facing for the first time in the modern history of

our country, to a highly concentrated media system, not enough to carry the constitutional

right to communicate with the audience and staying true vertical mass communication

model.

Subject

Reform Act of Telecommunications and Broadcasting, Democracy, mass media, new

Technologies, civil society

Introducción

Varios estudios han diagnosticado las condiciones en que los medios de comunica-

ción operan en México, coincidiendo en que el sistema mediático mexicano ha tenido un

estrecho vínculo con el Estado y que su crecimiento emana de ello; además de que es

altamente concentrado (Toussaint, 1998; Trejo, 2011; Mejía Barquera, 1989 y Sosa Plata,

2009). Estas características se han mantenido por décadas, en especial este trabajo se

concentra en la televisión, en tanto es el medio que aún reporta un alto nivel de penetra-

ción como tecnología en el hogar, 79% según el INEGI (2011) tiene sólo televisor analógi-

co y 16% posee al menos un televisor digital; y tiene un lugar privilegiado en las prácticas

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diarias en el hogar, lo que le ubica también en el primer sitio, pues el Consejo Nacional

para la Cultura y las Artes (Conaculta) (2010) registró en ese año que el 90% de los mexi-

canos acostumbra ver televisión y 76 % acostumbra oír la radio. Trejo Delarbre (2011) ha

documentado que en México hay 863 canales de televisión. Televisa maneja 321 de ellos

y Televisión Azteca, 211. Es decir, entre ambas empresas controlan el 62 por ciento de las

frecuencias en el país. Televisa tiene tres cadenas nacionales y Azteca, dos. Esas cinco,

son las únicas cadenas nacionales de televisión que hay en México. El Canal Once, pro-

piedad del gobierno, tiene 39 repetidoras en el país y su señal abierta llega al 50 por ciento

de la población. El espectro radioeléctrico mexicano opera predominantemente bajo un

modelo comercial e industrial que por décadas ha estado en estrecha relación con el Es-

tado. Este trabajo se limita a este ángulo de discusión, no se hace un análisis exhaustivo

del nuevo marco jurídico en materia de telecomunicaciones y radiodifusión.

Antecedentes de la Reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión

1. El sistema mediático mexicano, la televisión abierta

Se hace necesario considerar que la industria cultural televisiva en México ha mostra-

do por varias décadas rasgos sostenidos como:

a. Estar altamente concentrada, impidiendo el acceso de otros actores-emisores y,

con ello, limitar la pluralidad de discursos. Históricamente en México las políticas de co-

municación han favorecido a los consorcios mediáticos (Televisa y Azteca) permitiéndoles

una clara concentración en las distintas ramas de las industrias audiovisuales y su control

sobre el mercado de la publicidad, una de ellas ha sido la escasa regulación de ese sector

por parte del Estado. Desde el inicio y expansión del sector el Estado no definió un marco

jurídico que estableciera las normas de competencia, posibilidades de expansión y enfati-

zara las funciones sociales de los medios. La propia industria de la televisión se ha negado

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a distintas formas de regulación, sobre todo a aquellas que implican la entrada de otros

emisores. La llamada “Ley Televisa” constituye un intento de las televisoras por evitar el

acceso de la competencia a partir de los procesos de regulación en el contexto digital y

perpetuar el modelo de predominancia con ventajas. Otro ejemplo son las distintas ma-

nifestaciones públicas y legales tanto de Televisa como de Azteca en torno a la Reforma

Electoral 2007-2008 que les arrebató la posibilidad de vender espacios para propaganda

a los distintos partidos políticos con altos precios de publicidad sujetos a negociaciones

discrecionales (Pareja, 2009).

b. Estar estrechamente ligada al sistema político mexicano. Desde el inicio de la indus-

tria de la televisión, empresas mediáticas y el Estado mexicano, han compartido intereses

sobre todo políticos y económicos. De hecho puede decirse que su crecimiento emana de

ello, y posee una génesis memorial. Al adoptarse un modelo comercial desde el principio

el Estado renunció a emplear a los medios de comunicación como espacios de diálogo

con la sociedad y utilizar sus grandes posibilidades pedagógico-culturales, dejándole a las

empresas esa responsabilidad. Junto con Hernández Lomelí y Orozco (2007, pp.23-24)

hay que decir que “En México, PRI y televisión fueron dos caras de una misma moneda a

lo largo de más de 50 años, desde antes del inicio formal de la televisión en 1950 hasta la

así llamada ‘alternancia política’ mexicana en el año 2000”.

c. Priorizar contenidos de entretenimiento sobre los políticos y educativos, ya sea pro-

venientes del mercado norteamericano o de manufactura nacional, sobre todo, con los

programas de ficción. Este punto cobra mayor importancia considerando que tanto en

la Ciudad de México como en el resto del país, la posibilidad de tener múltiples visiones

a elegir resulta muy limitada. El modelo de concentración en la zona centro del país se

replica a otras entidades, el tipo de televisión mayormente consumida es la abierta. En la

Ciudad de México el panorama de la estructura televisiva en términos de contenidos se

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compone actualmente por sólo 11 canales3 ; todos, excepto el Canal 344 , tienen su centro

de producción en la capital del país. Las frecuencias de Televisa y Azteca se mandan por

red nacional a toda la República a través de sus repetidoras5 , el Canal 11 y el 22 enlazan

su señal con la mayoría de los estados del país a través de las estaciones estatales, o

bien, algunos de sus programas son retransmitidos por estos canales en el interior del país

en distintos horarios. Debe apuntarse que existe en la actualidad una predominancia de

los macrogéneros de ficción y entretenimiento. Se sabe que 6 de cada 10 títulos que las

televisoras ofrecen en sus canales de mayor audiencia, pertenecen a esos macrogéneros,

(Pareja, 2010).

d. El desdibujamiento de la información política que lo mismo es mezclada con la pren-

sa rosa que con la deportiva (Vega, 2006). La espectacularización de la noticia impacta de

manera importante en la relación sociedad-medios en tanto que la audiencia se convierte

en un espectador que no participa, sino un sujeto a la espera de lo que en el show televi-

sivo se muestre. La audiencia es vista como consumidora y no como ciudadanía.

e. Ejercer un modelo jerárquico de relación con las audiencias (Pareja, 2010). Como

se ha visto antes, la oferta programática está ampliamente definida por las tendencias

pragmáticas del mercado, las “necesidades” de la audiencia. La oferta programática está

construida de una manera vertical, primero porque al concentrarse en un modelo comer-

cial de televisión las televisoras deciden el tipo de programación con base en la oferta y

3En señal analógica canal 2, 4, 5, 7, 9, 11, 13, 22, 28, 34 y 40. En los receptores digitales ya

es posible ver alrededor de 25 canales, la sintonía aún varía dependiendo de antenas y apa-

ratos televisivos. Sólo en señal digital es posible sintonizar el canal 21 del Sistema de Ra-

dio y Televisión de la Ciudad de México así como el canal 30 del Organismo Promotor de Me-

dios Audiovisuales (OPMA) que transmite también la señal de TV UNAM y de Televisión Educativa.4Las instalaciones de TV Mexiquense se encuentran en el Valle de Toluca.5El canal 2 es “la señal con mayor cobertura en México”, cuenta con 128 repetidoras que le permiten

llegar a 19.9 millones de hogares y cubrir 99% del país. Las otras cadenas nacionales son los cana-

les 13, 7 y 5 que cuentan cada una con 99, 80 y 66 repetidoras, respectivamente, Islas Laura (2007).

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la demanda, y por ende las audiencias no participan en la conformación de contenidos ya

que sólo se toma en cuenta una parte de lo que requieren ver, el entretenimiento, pero

nunca se consulta ni contempla sobre otras dimensiones de lo que requieren ver como

información con amplitud, contexto y objetividad; debates, programas que reflejen la iden-

tidad nacional, etc. Puede decirse entonces que la oferta programática es unidireccional y

unilateral, configurando un modelo jerárquico y tutelar entre medios y audiencia al definir

una estructura programática de acuerdo al “gusto” de las audiencias y no a la apertura

dialógica y horizontal, ello propicia distancia e imposibilita vínculo alguno con la sociedad

mexicana. Circunstancia que, como ha señalado Orozco (2000), ha contribuido de modo

significativo a la desinformación y despolitización de la sociedad mexicana, agudizando

tendencias tradicionales de pasividad y conformismo.

Trejo Delabre ha apuntado que durante la primera década del siglo XXI, el gobier-

no mexicano no expidió nuevas licencias para canales de televisión. “A pesar de que hay

frecuencias disponibles para dos o tres nuevas cadenas nacionales, el gobierno se ha

rehusado a licitar esas frecuencias a fin de que no haya competencia capaz de mermar

el predominio de Televisa y Azteca. Ambas televisoras, aunque rivalizan por la audiencia,

suelen actuar unificadas para impedir la apertura del mercado de la televisión en México”

(2011, p.77).

El modelo de televisión en México ha sido predominantemente comercial, la trans-

misión de programación ha estado centrada en el entretenimiento, cuyo eje es la competi-

tividad programática para atraer inversión publicitaria; además, la vinculación sistemática

del Estado con los dueños de los consorcios televisivos. Desde sus orígenes la historia

política de la televisión mexicana constituiría la base para la relación medios-Estado, es-

tablecida a partir de dos rasgos muy definidos:

Para el caso de las televisoras privadas, con escaso contenido político, y

cuando lo hay, acrítico al sistema, con mayor énfasis a los géneros de entre-

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tenimiento a cambio de facilidades de expansión, ventajas fiscales, y lo que

puede implicar la discrecionalidad para la asignación de concesiones. Para

el caso de las emisoras públicas, como una tribuna para la información gu-

bernamental, como un espacio de propaganda, cubriendo a la vez sin mucho

apremio la necesidad de “elevar el nivel cultural de los mexicanos” como es

la premisa de los canales públicos (Toussaint, 2009).

La iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión se ubica en

el marco mediático descrito antes. Como puede observarse, es un panorama tendiente a

reproducir prácticas autoritarias del Estado en un modelo vertical en el que no se integra

en absoluto la participación ciudadana.

Bajo ese paradigma, se suscitaron dos acontecimientos importantes que, producto

de las acciones de la sociedad civil, han permitido que el actual gobierno federal haya in-

tegrado aspectos ampliamente demandados por décadas desde distintos espacios como:

• La apertura a mayor competencia en televisión abierta mediante concesiones

transparentes y la licitación de nuevas cadenas de televisión.

• La constitucionalidad de diversos derechos vinculados a las audiencias mediáti-

cas, en reformas y adiciones a los artículos 6º y 7º.

• La recuperación del papel rector del Estado, en específico para la integración

a la sociedad de la información y el conocimiento, mediante una política de inclusión en

radiodifusión y telecomunicaciones.

• El fortalecimiento del servicio público de radiodifusión sin fines de lucro6.

6 Se señala que éste debe dar espacio a las obras de producción independiente, constreñidas por tanto a los

llamados medios públicos. Se integró la consideración ciudadanizar la administración mediante los conse-

jos, tanto en el organismo de los llamados medios públicos como de un órgano regulador de la radiodifusión.

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• Órganos reguladores con autonomía constitucional y fortaleza jurídica para com-

batir a los monopolios.

Los sucesos concretos que contribuyeron de manera importante al alcance del

nuevo marco jurídico, se dieron en la última década. El primero sucedió en diciembre de

2002, en el Senado de la República cuando los grupos de participación ciudadana, en-

tregaron a la Comisión de Reforma del Estado una propuesta de cinco capítulos, y ciento

treinta y tres artículos para su discusión, ante la necesidad de actualizar la Ley de Radio y

Televisión que databa de 1960. Alva de la Selva (2008) narra que el documento recuperó

las propuestas discutidas en la Mesa de Diálogo para la Reforma Integral de la Legisla-

ción en Medios Electrónicos organizada por la SEGOB en 2001, así como también otras

propuestas presentadas en distintos foros y momentos por diferentes grupos ciudadanos,

académicos y periodistas, en lo que se denominó Iniciativa Ciudadana; y que tal acción

se constituyó como la más amplia y organizada acción de la ciudadanía ante el nuevo

contexto sociotecnológico.

Cinco ejes rectores de esa iniciativa hoy pueden observarse grabados desde la

iniciativa de la presidencia con el Pacto por México hasta el dictamen aprobado por casi

todos los congresos del país. Uno era el recuperar el papel rector del Estado en materia de

radiodifusión; otro se centraba en impulsar la inversión y la competencia entre los diversos

operadores y eficientar la infraestructura para la radiodifusión (Alva de la Selva, 2008), el

tercero lo constituye la ciudadanización de los órganos de decisión para el otorgamiento

de concesiones7 ; el cuarto se vincula con el Derecho a la Información y el quinto con los

medios públicos y su necesario fortalecimiento. Todos ellos se convirtieron en aspectos

torales en el nuevo marco jurídico8.

7En el marco actual lo constituye el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFETEL), que se con-

formará por ciudadanos que cumplan ciertos requisitos a través de una convocatoria pública.8Dictamen de Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión (2013).

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No obstante, un aspecto clave contenido en ese documento y que no se contempla en

la nueva ley es el de la producción nacional independiente, el cual permitiría completar la

interacción entre medios y sociedad, entre sociedad y Estado. Un análisis específico de

ello se aborda adelante.

El contexto del avance de la Iniciativa Ciudadana se dio en la elección democrática

de Vicente Fox Quesada en el año 2000, el tono de las acciones en materia de reformas

políticas era el de la democracia, no obstante, un año antes de que ésta se transformara

en un dictamen factible, que luego no avanzó (Alva de la Selva, 2008); Fox Quesada emi-

tió un Decreto que reducía de 12.5% a 1.2% la contraprestación de los tiempos fiscales

que Televisa debía pagar al Estado, episodio que se conoció como el Decretazo.

El otro acontecimiento clave como antecedente del nuevo marco jurídico en materia

de radiodifusión y telecomunicaciones, lo constituye la declaración de inconstitucionalidad

por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hacia diversas disposiciones que

contenía la iniciativa para actualizar la Ley de Radio y Televisión y Ley Federal de Teleco-

municaciones, promovida y gestionada por la empresa Televisa y por tanto llamada Ley

Televisa, en 2006 (Ramírez, 2009). Como se sabe, esa ley aprobada por el Congreso de la

Unión favorecía las condiciones para las televisoras en el contexto de la digitalización, se

buscaba enmarcar jurídicamente el viejo modelo de concesiones y favores del autoritaris-

mo que caracterizó la relación medios-Estado durante décadas. Ante la presión diversos

sectores de la sociedad y la acción de inconstitucionalidad promovida por 47 senadores, la

Suprema Corte de Justicia de la nación revirtió ese marco legal argumentando que inhibía

la competencia y fomentaba el poder del duopolio televisivo mencionado anteriormente.

Con base en ello es posible señalar que ambos sucesos recortaron las posibilidades

de constitucionalizar el viejo modelo de relación medios-Estado que se ha descrito antes

y ampliaron el alcance de la participación social.

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La nueva ley claramente recupera estos episodios, puede suponerse que en un

contexto de presión social en diversos sectores, cuestionamiento sobre la legitimidad de

los resultados de la elección pasada y la importante tribuna que constituyó Televisa en la

campaña del hoy presidente Enrique Peña Nieto, el Estado mexicano trata de extender

su legitimidad con el tono democrático de los planteamientos de la Iniciativa Ciudadana y

la necesidad de crecimiento económico que permita a la sociedad evaluar más favorable-

mente a la democracia mexicana9.

2. La Reforma a la ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión

El 11 de marzo de 2013, el presidente Enrique Peña Nieto y el llamado Pacto por

México, presentaron en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad la

iniciativa de reforma, anunciada como parte del balance de sus cien días de gobierno. La

iniciativa ya revelaba que tendría una inclinación más clara hacia la economía, en parti-

cular con un enfoque liberal y por tanto sería una reforma procompetencia. No necesaria-

mente buscaría ampliar los marcos democráticos de participación ciudadana como primer

objetivo, aunque en el discurso distintos actores políticos señalaban que la ley extendía

las posibilidades de acceso de la población a las nuevas tecnologías como una expresión

de la democracia.

La firma del Pacto por México, el 2 de diciembre de 2012, como parte de la amplia-

ción de la legitimidad del recién electo presidente Enrique Peña Nieto, consideraba dentro

del numeral 2, los “acuerdos para el crecimiento económico, el empleo y la competitivi-

dad”, con las siguientes bases10 :

2.1 Extender los beneficios de una economía formada por mercados competi-

9“Los ciudadanos construyen percepciones y concepciones con base en lo que vi-

ven, en su experiencia diaria, material y concreta” (Pareja y Molina, 2010).10Iniciativa de Decreto que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Constitución Po-

lítica en materia de telecomunicaciones y radiodifusión, Pacto por México, marzo de 2013.

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dos con las siguientes acciones:

• Fortalecer a la Comisión Federal de Competencia (CFC). Con la facultad para

la partición de monopolios; creación de Tribunales especializados en materia

de competencia económica y telecomunicaciones.

2.2 Garantizar acceso equitativo a telecomunicaciones de clase mundial.

• Derecho al acceso a la banda ancha y efectividad de las decisiones del ór-

gano regulador, reforzar autonomía de la COFETEL; desarrollar una robusta

red troncal de telecomunicaciones; agenda digital y acceso a banda ancha en

edificios públicos; competencia en radio y televisión; en telefonía y servicios de

datos y adopción de medidas de fomento a la competencia en televisión, radio,

telefonía y servicios de datos.

La iniciativa que reforma y adiciona diversas disposiciones en la constitución se

aprobó el 30 de abril del 2013 en el Senado de la República y fue turnada a los congresos

estatales para su aprobación por tratarse de modificaciones a la Constitución. Luego de

que congresos de 24 estados la avalaron, la Comisión Permanente del Congreso de la

Unión declaró aprobada la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones y or-

denó su publicación en el Diario Oficial de la Federación el 22 de mayo. En el recorrido por

el Congreso de la Unión, sufrió modificaciones, no obstante, mantuvo los ejes centrales

antes descritos. Peña Nieto la promulgó el 10 de junio11.

11Sus seis ejes principales centrales, según el mandatario fueron: Fortalecer derechos fundamentales; li-

bertad de expresión y acceso a la información; actualizar el marco legal en telecomunicaciones; expe-

dir un solo ordenamiento que regule el espectro. Un órgano otorgará y revocará concesiones, así como

sancionará a quienes infrinjan la ley, se impedirán prácticas monopólicas; permitir inversión extranjera

directa hasta en 100% en telecomunicaciones y comunicación vía satélite; establecer una Política de

Inclusión Digital Universal y Agenda Digital Nacional e impulsar una mayor cobertura en infraestructu-

ra de telecomunicaciones. El Economista, 10 de junio de 2013, en línea http://eleconomista.com.mx/so-

ciedad/2013/06/10/pena-nieto-delinea-seis-ejes-reforma-telecomunicaciones, acceso 4 de julio de 2013.

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Este panorama requiere de categorías teóricas para ampliar la discusión, sobre

todo bajo el supuesto de que el concepto de democracia que se integra en el discurso que

envolvió a la iniciativa de reforma, convertida en ley con modificaciones en su paso por las

cámaras de representantes, resulta extremadamente limitado.

Aparato conceptual

1. La democracia como marco político-social

El concepto de democracia ha sido y es objeto de múltiples reflexiones y debates, de

hecho es un concepto polisémico. La noción griega clásica ubicaba a la democracia como

gobierno de la mayoría en la clasificación de las formas de gobierno que hicieran Platón

y Aristóteles, la democracia es una forma de organización del Estado en la que el poder

se ubica en la totalidad del pueblo, éste es capaz de decidir sobre asuntos públicos en

plena libertad, de modo que las decisiones obtienen legitimidad por ello. Por ende esta

idea implica igualdad y libertad de manera inherente y en consecuencia relaciones de ho-

rizontalidad entre Estado y ciudadanía.

Sartori (1993) señala que la democracia política en la actualidad contempla a la

democracia social y a la económica; las tres consideran centralmente la igualdad. La di-

mensión social de la democracia, dice Sartori asume cuerpo desde las reflexiones de To-

cqueville y se fundamenta en pequeñas democracias, microdemocracias, donde el actor

es la sociedad civil, así en la superestructura política, las microdemocracias son la base

de una macrodemocracia. En el espacio de la democracia, el ciudadano como sujeto es

quien genera los procesos de equidad en sus marcos cotidianos, es en el nivel del actor

social concreto, individual o grupal donde se produce la historia y no se reproducen órde-

nes cerrados (Touraine, 1995).

La política actualmente se articula, resignifica y define sus estrategias basándose

en la dinámica y lenguaje de los medios de comunicación (Fuenzalida, 2004) (Domínguez,

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2011), éstos amplifican la visibilidad de los actores políticos y son generadores de infor-

mación política, la cual es consumida de manera amplia en nuestro país y, de acuerdo con

distintos enfoques, es clave para la transición a la democracia.

En el análisis de la relación medios y política en general predomina una mirada un

tanto limitada, pues bajo la concepción normativa y funcional de la democracia liberal 12,

se considera que los medios aportan información suficiente para la toma de decisiones

y se distingue un enorme potencial en ellos, en especial a la televisión pues se ve como

agente socializador en la promoción de prácticas y valores democráticos (Lujambio, 1994)

(Woldenberg, 2004). Sin embargo, en esa perspectiva predomina una lógica funcional e

informativa, sin interacción o diálogo.

Por otro lado, a partir de la perspectiva de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt

de su primera generación con Theodore Adorno y Max Horkheimer (1986), el mismo Sar-

tori (1998) sataniza a la televisión, pues considera que ésta como industria cultural sólo

reproduce y simplifica discursos. El planteamiento de este autor en torno a la democracia

social vista como un ethos que exige a sus miembros verse y tratarse socialmente como

iguales y por lo tanto implica una igualdad de status, así como el considerar que la demo-

cracia implica una relación correcta entre el ser y el deber ser (1993), posibilita compren-

der el vínculo entre lo real y lo ideal en las prácticas sociales vinculadas a la relación con

la televisión.

Asimismo, la perspectiva de Habermas (1994) resulta clarificadora y esperanzadora

12La perspectiva económica de la teoría democrática liberal está centrada en la racionalidad de la toma de de-

cisiones, cuyo eje es la cantidad y calidad de la información a fin de obtener un mayor beneficio al menor costo;

se considera que la información se compone simplemente de datos sobre un evento, por tanto un ciudadano

informado es aquel que tiene información que le ayudará a tomar una decisión; de acuerdo con esta perspectiva

las elecciones son un ejercicio de toma de decisión, la racionalidad se manifiesta en ellas porque el propósito

central de las elecciones en una democracia es la selección del gobierno. Cualquier ciudadano es racional al

elegir si sus acciones lo llevan a tomar parte en la selección del gobierno de manera eficiente (Downs, 1957).

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en tanto plantea que los medios de comunicación pueden garantizar a todos los ciudada-

nos el acceso a la esfera pública o verla como la mayor institución de la esfera pública en

la sociedad moderna (Dahlgren, 1995).

Habermas plantea que a finales del siglo XVII y principios del XVIII emergió una

nueva esfera de lo público en el contexto del capitalismo temprano caracterizado por el

tráfico de mercancías y noticias creado por el comercio de larga distancia. La existencia

de una esfera pública que se gestaba entre el ámbito de la autoridad pública por un lado,

y el ámbito de la sociedad civil y de la esfera íntima por el otro; era una esfera pública bur-

guesa que consistía en individuos privados que se habían reunido para debatir entre ellos

y con las autoridades estatales la regulación de la sociedad civil y la conducta del Estado.

Hay que decir que este enfoque se limita a revisar la lógica institucional y no penetra

en las prácticas específicas de los sujetos en este marco, sobre todo, partiendo de que

los sujetos no tienen espacio de interlocución directa en el proceso comunicativo que la

democracia implica.

En el marco de la democracia deliberativa para Habermas un concepto clave que

se vincula con el de esfera pública es el de Sociedad civil, el cual implica la existencia de

una sociedad diferenciada de la sociedad política, lo que constituye un prerrequisito para

la democracia. Sin ella, no hay Estado legítimo.

Para Habermas (1994) la sociedad civil tiene dos componentes principales: por

un lado, el conjunto de instituciones que definen y defienden los derechos individuales,

políticos y sociales de los ciudadanos y que propician su libre asociación, la posibilidad

de defenderse de la acción estratégica del poder y del mercado y la viabilidad de la inter-

vención ciudadana en la operación misma del sistema. Por otra parte, estaría el conjunto

de movimientos sociales que continuamente plantean nuevos principios y valores, nuevas

demandas sociales, así como vigilar la aplicación efectiva de los derechos ya otorgados.

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Así, la sociedad civil contiene un elemento institucional definido básicamente por la es-

tructura de derechos de los estados de bienestar contemporáneos, y un elemento activo,

transformador, constituido por los nuevos movimientos sociales.

En este sentido, se imbrica la noción griega de la democracia y la perspectiva de

Sartori con la comunicación, sobre todo cuando contempla el reconocimiento de los dis-

tintos segmentos poblacionales, sus prácticas y las formas en que se relacionan con la

política.

En nuestra óptica ese el aspecto central donde se intersecta la democracia y la

comunicación, en el espacio de las audiencias, en el contraste de las ofertas simbólicas, el

marco informativo sobre el ejercicio de los actores políticos y el contexto de las prácticas

sociales en los procesos de recepción. El sistema de comunicación de masas no permite

una interacción y una respuesta inmediata, para Thompson (1998, 2002), los medios de

comunicación generalmente comprometidos con la comunicación de masas son comple-

tamente diferentes de aquellos que forma parte de las conversaciones ordinarias. En los

intercambios comunicativos que se producen en las interacciones cara-a-cara, las interac-

ciones cara-a-cara son fundamentalmente dialógicos. En la mayoría de las formas de co-

municación de masas, por contra, el flujo de comunicación resulta abrumador en una sola

dirección. Los mensajes son producidos por un grupo de individuos y transmitidos a otros

que están por lo general situados en emplazamientos espacial y temporalmente alejados

del contexto de creación original. De ahí que los receptores de los mensajes mediáticos

no actúen como participantes en un proceso recíproco de intercambio comunicativo sino

más bien como participantes dentro de un proceso simbólico de transmisión estructurada

(Thompson, 1998, 43).

De ahí que podamos sostener que en la nueva ley no existe la consideración de la

potencialidad comunicativa que la tecnología, en específico de la televisión digital terres-

tre, o bien, la integración de las audiencias como comunicadores en sus distintas y diver-

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sas expresiones. Y sí que prevalece el modelo asimétrico, monológico y unidireccional,

propio de lo que se denomina comunicación de masas, misma que borra las diferencias y

la pluralidad de distintas expresiones sociales.

La discusión: El Derecho a Comunicar, el gran ausente

Los esquemas tradicionales y formas de operar de la industria cultural televisiva li-

mitan la pluralidad de visiones y el libre acceso de los ciudadanos que a su vez facilite el

diálogo y participación social que contribuya a la democracia en sentido amplio.

En ese panorama es necesario que la regulación de los medios de comunicación

abra las posibilidades de interacción de la sociedad revalorizando un derecho humano

fundamental, el Derecho a Comunicar, que los mexicanos deben tener.

De acuerdo al panorama antes descrito y con el apoyo de las nociones de democra-

cia y la necesaria participación del ciudadano en la toma de decisiones y en la expresión

de sus visiones, puede decirse que esto quedó fuera de las políticas de comunicación del

Estado, en el contexto de la convergencia tecnológica, como en los marcos jurídicos, leyes

y reglamentos que definen los marcos de acción de los medios.

Ello bajo la lógica esencial de que la audiencia televisiva se constituye en ciuda-

danía en buena medida a partir del diálogo y deliberación sobre los asuntos públicos que

los medios posibilitan tecnológicamente. A partir de la configuración de una esfera pública

los sujetos asumen obligaciones en términos de seguimiento del acontecer nacional y

derechos.

Una manera de romper la inercia del autoritarismo reproducido por los medios de

comunicación en México es reconocer la capacidad de expresión de la sociedad mexica-

na. Una forma concreta, una manera, es la del espacio de la producción independiente, a

través de la cual podría modificar un modo de relación jerárquica entre medios y sociedad,

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misma que en cierto modo replica la relación con el Estado. En la actual ley de telecomuni-

caciones y radiodifusión, no se contempla una obligatoriedad para el Estado de incentivar

la producción nacional independiente y obligar a las empresas televisivas predominantes

a abrir el espacio, que sería una manera de comunicar de diversos grupos sociales, sus

visiones de la realidad, sus propias versiones.

En términos de disposiciones que atañen a la relación de la sociedad con los me-

dios de comunicación, lo que podría denominarse Derechos de las Audiencias (Solís,

2009)13 , el documento14 ofrece garantías y la obligatoriedad del Estado para:

• El derecho a la libertad de expresión y el acceso a las tecnologías de información

y comunicación, así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones, incluido

el de banda ancha de Internet.

• El derecho de acceso a la información y el derecho de réplica. Artículos 6º y 7º.

De acuerdo al exministro de la Suprema Corte de Justicia, Génaro Góngora Pimentel

(en Solís, 2009), en los argumentos de la Acción de Inconstitucionalidad de las reformas a

las leyes de radio y televisión y la de telecomunicaciones, el artículo 6º incluye el derecho

a comunicar, como un derecho fundamental de acceso a los medios de comunicación.

13Las audiencias son los seres humanos ubicados en la sociedad y que se convierten en audiencia en

el momento en que entran en contacto con los medios. En términos generales, son los ciudadanos en-

trando en contacto con los medios, y si entendemos al ciudadano como sujeto de derechos y obliga-

ciones civiles, políticos y sociales, sin duda debemos entender que el ciudadano, en el momento de ser

audiencia, no sólo no los pierde sino que debería contar con derechos específicos de esa relación que

se establece cuando se vincula, como audiencia, con los medios de comunicación (Solís, 2009: 31).14Dictamen de las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales; de Comunicaciones y Trans-

portes; de Radio, Televisión y Cinematografía; y Estudios Legislativos, con la opinión de las co-

misiones de Gobernación y de Justicia, respecto de la minuta con proyecto de decreto por el que se

reforman y adicionan diversas disposiciones de los artículos 6º, 7º, 27, 28, 73, 78, 94 Y 105 de

la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Telecomunicaciones.

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Hay otro tipo de derechos que pueden ser tomados en cuenta, como el derecho a

la privacidad (Solís, 2009).

Y podríamos agregar algunos más a manera de notas para reflexionar y discutir,

dado que no es el objetivo de este trabajo, tales como:

• El derecho a la educación para los medios, mismo que en esencia puede con-

templar la necesidad de conocer las distintas construcciones discursivas de la realidad

que los medios hacen, de modo que haya un autocontrol en el consumo de los mismos.

Considera una propuesta pedagógica y comunicativa reflexiva, crítica y lúdica que tengan

instrumentos para tomar decisiones autónomas sobre los mensajes que reciben de los

diferentes medios de comunicación. (Aparici, 2006, p.405).

• El derecho de elección, de oferta de contenidos, el cual sería posible evitando

la concentración mediática, sobre todo en la industria televisiva al ampliar el espectro de

opciones.

• El derecho a la no discriminación. En total consonancia con el principio de igual-

dad con el que inician las disposiciones de la constitución mexicana, limitar las imágenes

estereotipadas de belleza, y aceptar los distintos rasgos fenotípicos propios de la compo-

sición racial diversa en México.

• Y finalmente el derecho a la defensa o protección, que de manera cada vez más

importante llevan a cabo los llamados defensores de audiencia (Repoll, 2011).

Finalmente hay que señalar que varios autores han analizado la importancia de los

derechos de las audiencias, en especial el Derecho a comunicar (Vega y Orozco, 2011)

como base para el acceso a una ciudadanía plena, como un derecho humano que posibi-

lite la mejora del sistema mediático en México (Becerril, 2013).

Podemos señalar en coincidencia con Solís (2009) que el tema del Derecho a

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Comunicar es pertinente y su discusión necesaria, dado que producto de la presión de la

sociedad civil, se han logrado cambios importantes en términos de la estructura mediática

y el papel de Estado frente a ello, no obstante, reiteramos que es una omisión importante

el no haber considerado llevar a rango constitucional esta posibilidad de comunicar en el

acceso al uso de los medios de comunicación y la obligatoriedad de ese tipo de transmi-

siones por parte de los concesionarios de radio y televisión abierta.

La actualización tecnológica requiere el acompañamiento de este cambio legis-

lativo, dado que la transición a la televisión digital terrestre abrirá nuevas opciones de

programación, pero no necesariamente significará una mejora sustancial en la oferta de

contenidos como sucede en el caso español (Sierra, 2009).

Las posibilidades de consumo cultural en México se están ampliando (Trejo, 2011),

dada la naturaleza convergente, horizontal, integradora, multimedial y multidimensional

de los avances tecnológicos; en esa lógica que implica una reconversión de los roles tra-

dicionales de emisor y receptor, el acceso de la sociedad a comunicar por la vía de la pro-

ducción independiente en todas la señales abiertas públicas y privadas, significa ignorar

el tono universal de inclusión social en una lógica democrática.

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Resumen

El informe Horizon es el resultado de un esfuerzo de investigación cualitativa que

inició en 2002, producido por el New Media Consortium (NMC) y el eLearn Center de la

Universitat Oberta de Catalunya. En todos los informes Horizon se identifican y se des-

criben las tecnologías emergentes y se seleccionan las seis que se considera pueden

tener mayor potencial de impacto en la enseñanza, el aprendizaje, la investigación y la

expresión creativa en el ámbito educativo global, con un periodo de implantación de uno

a cinco años. En este artículo se analizan las siguientes, tanto desde una perspectiva

global como en el entorno Latinoamericano: entornos colaborativos, medios sociales,

contenido abierto, cómputo móvil, realidad aumentada y web semántica; considerando

que el usuario-docente debe garantizar en su diseño instruccional actividades para el

aprendizaje colaborativo y la construcción del conocimiento colectivo, pues si no lo hace,

la tecnología por sí misma no asegura un aprendizaje significativo y efectivo.

Abstract

The Horizon Report started in 2002 as a result of qualitative research efforts produ-

ced by the New Media Consortium and the Open University of Catalunya. Every Horizon

Report identifies and describes six specific emergent technologies which have special

impact for teaching, learning, research and creative expression on a global scale. This

article analyzes the following from a worldwide perspective and specifically a Latinameri-

can context: collaborative Backgrounds, Social Media, Open Content, Movile Computing,

Augmented Reality and Semantic Web; keeping in mind the fact that the user-teacher

must guarantee on his instructional design activities for collaborative learning as well

as construction of collective knowledge, otherwise, technology by itself cannot ensure a

meaningful and effective learning process. RESEÑAS

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METACOMUNICACIÓN

Revista Académica de Comunicación y Ciencias Sociales

www.revistametacomunicacion.com

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mNecropolítica, violencia y excepción en América Latina, Antonio Fuentes Díaz (Editor), Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita UniversidadAutón-

ma de Puebla, México, 2012, 144 p

Susana Sánchez SánchezEstudiante del posgrado en Sociologí[email protected]

2013

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Cuerpos descuartizados, desapariciones, violaciones, ejecuciones o amenazas, son

los temas que actualmente marcan las notas principales de los medios de comunicación.

Cantidades, fotos y relatorías de la violencia circulan por todas partes, pero a veces poco

entendemos de la hecatombe en la que estamos envueltos. En Necropolítica, violencia y

excepción en América Latina, un libro polifónico coordinado por Antonio Fuentes Díaz y

editado en el año 2012 por el Instituto de Ciencias y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”

de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, están reunidos seis artículos que

plantean la relación entre gobierno, violencia y muerte en Argentina, Colombia, El Salva-

dor, Guatemala y México.

Myrna Edith Bilder, Natatxa Carreras Sendra, Pablo Farneda, Antonio Fuentes Díaz,

Andrea Ivanna Gigena y Mónica Zuleta Pardo, investigadores inmersos en los campos de

la Psicología o la Sociología, no hacen una banalización de la muerte, es decir, en el libro

no hallaremos fotografías o anécdotas que han hecho de la violencia un espectáculo me-

diático. La necropolítica se refiere a una tecnología del poder que busca la regulación de

las poblaciones a través de la producción de sujetos disponibles y desechables. En este

sentido, el Estado busca la administración de la vida y la muerte no sólo a través de una

idea de garantizar la seguridad a través de la militarización o de la vigilancia electrónica,

también habría otros mecanismos menos visibles e igual de lacerantes, por ejemplo las

vidas precarias y la flexibilización del trabajo.

Las visiones teóricas de estos investigadores están basadas principalmente en las

aportaciones de autores como Achille Mbembe, Giorgio Agamben y Michel Foucault, con

los dos primeros nos hablan de una administración de la muerte y con el último de una

administración de la vida, de ahí que a lo largo del libro sus categorías analíticas sean la

necropolítica, la tanatopolítica y la biopolítica.

Uno de los aportes del texto radica en la resignificación que hace de la violencia, no

como una consecuencia única del crimen organizado sino como un cálculo instrumental

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que la política realiza para determinar a qué poblaciones se les puede dejar morir sin dejar

rastro de genocidio, por ejemplo. La sugerencia conductora de los artículos también tiene

relación con la nuda vida producida en un estado de excepción, en tanto que hay una eli-

minación de vidas sin homicidio de por medio.

En este sentido, la tanatopolítica es la extensión de la biopolítica, toda vez que la re-

gulación de la vida también requiere la muerte. Desde la biopolítica, el Estado administra

la vida de los sujetos a partir de la estadística o la demografía, los masifica o individualiza

a un tiempo, e inscribe sus cuerpos en variables poblaciones para luego disciplinarlos; y

en esa línea sigue la tanatopolítica, pues la administración de la vida también supondría la

muerte –los campos de concentración son un ejemplo de ello.

Bajo esas categorías analíticas, la hipótesis central del libro radica en que la vio-

lencia en América Latina podría verse como una política de muerte por parte del Estado,

cuya estrategia no sólo es la expiración de los sujetos porque sí, va más allá: el objetivo

constaría en producir una reorganización o refundación de la sociedad neoliberal, en la

que poblaciones vulnerables, marginadas o pobres –sólo por poner algunos ejemplos–

estorbarían en esa modificación social.

En la política de muerte, el reconocimiento cruel que los gobiernos hacen de sus

poblaciones, sobre todo de las marginadas, es a través del hostigamiento armado bajo un

supuesto orden de seguridad y de libertad con camuflajes de pactos de participación civil.

Aunque, se enfatiza en el libro, esas prácticas no son algo nuevo, hay que verlas como

reminiscencias de una herencia colonial que “naturaliza” comportamientos abusivos del

fuerte ante el débil y favorece flujos económicos de distinta índole.

A lo largo de sus textos, los autores coinciden en que los proyectos económicos

neoliberales también contribuyen a la decadencia, en tanto que exponen a los grupos po-

blacionales a vivir en condiciones políticas de nuda vida y de desechabilidad laboral. Este

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detrimento poco a poco deviene en la pérdida de garantías individuales y en un auge de

violencia verbal o física, guerras, abusos sexuales, secuestro o extorsiones. Lo más lace-

rante de estas prácticas, ya parte de nuestra cotidianidad social, es que en el ejercicio de

la violencia se desconoce al Otro.

El estado de excepción, entonces, se ubicaría donde se produce nuda vida, donde

la violencia tiene su aval sobre el derecho como forma necesaria del mantenimiento de

este un nuevo orden jurídico neoliberal, a través de la fuerza, de ahí que exista la mili-

tarización de la seguridad pública, combate a la delincuencia organizada con Fuerzas

Armadas, construcción de cárceles de máxima seguridad o un control electrónico de los

espacios públicos.

Otro de los grandes aportes del libro es el diálogo entre la teoría y la realidad en

algunos países de América Latina. Hay un trabajo analítico a partir de las propuestas de

Mbembe, Agamben o Foucault en relación a la administración de la muerte y la vida, pero

sobre todo hay cuestionamientos a esos planteamientos a partir de casos latinoamerica-

nos.

Myrna Bilder sostiene que es necesario hacer una nueva lectura del racismo en

relación a la tecnología del poder, para ello se centra en los campos de concentración en

Alemania y Argentina, espacios donde los conceptos de igualdad, soberanía y autonomía

pierden todo su sentido en el discurso de la modernidad, en tanto que la biopolítica se con-

virtió en tanatopolítica, es decir en una reorganización de las relaciones sociales, donde

la muerte es un fin transformador de una sociedad por medio de la ausencia de un grupo.

Natatxa Carreras Sendra ve a la violencia desde otra arista, no desde el Estado,

ella desmenuza al sujeto a partir de su cotidianidad en medio de una nuda vida, en la que

todos nosotros podríamos ser susceptibles de cosificar el cuerpo del Otro a partir de sus

condiciones de clase, sus vacíos legales, su mercantilización y su circulación.

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Pablo Farneda, de manera sucinta, explica el concepto de biopolítica a partir de la

modernidad colonial, en tanto que el concepto es una herencia anclada en la conquista y

colonización de América. En esos términos se puede explicar la regulación de la muerte a

través de los genocidios que han existido en la América Latina contemporánea.

Antonio Fuentes Díaz sostiene que una de las manifestaciones más claras de la

necropolítica es la “Guerra contra el narcotráfico” y los linchamientos en México o los ase-

sinatos de los maras en El Salvador. El ejercicio de la fuerza, por lo tanto, no sólo recae

en el Estado, la autoridad se corporiza en diferentes segmentos sociales, donde hay una

imperante desvalorización del cuerpo y de la vida del Otro, lo que conduce a una produc-

ción de vidas precarias.

Andrea Ivanna Gigena hace un recorrido foucaultiano por la biopolítica y lo replan-

tea desde pensamiento poscolonial y descolonial; así, el ejercicio sistemático de la violen-

cia tiene sus antecedentes en el terror que un pequeño grupo puede provocar en deter-

minadas poblaciones al grado de llevarlas a los estados de excepción. El necropoder en

América Latina tiene que ver con la expropiación de los sujetos del control de su cuerpo al

inscribirlos en un estado de terror –a veces tan visible que nos olvidamos de su magnitud

y nos quedamos en el espectáculo del pánico.

Finalmente, Mónica Zuleta Pardo nos lleva a Colombia y nos explica que el mercado

de la muerte a través de la guerra es parte de un reconocimiento cruel fundado en una

supuesta sociedad civil liberal, aunque en realidad estas técnicas en la práctica se vieron

reflejadas por la coacción a la libertad, ejemplo de ello es el “Bogotazo”.

Considero que el mayor aporte de estos textos académicos integrados en Necro-

política, violencia y excepción en América Latina es la discusión que hacen con Mbembe,

Agamben o Foucault al resignificar sus conceptos desde las entrañas de algunos países

de América Latina; no caen en la espectacularización de la violencia, al contrario, tocan

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la llaga a partir de uno de los ejercicios gubernamentales actuales en Latinamérica: la

necropolítica.

En medio de un bombardeo mediático acerca de la violencia, el libro nos invita a

hacer una pausa para reflexionar qué realmente podría estar pasando detrás de los miles

de muertos que reportan los noticieros. Las cifras de violencia aumentan todos los días,

pero rara vez hallaremos en esos medios un análisis de un Estado perverso que adminis-

tra todo de las poblaciones, incluso la muerte.

La Comunicología, por ejemplo, ahora tan enfocada en el tema en boga de las redes

sociales, podría plantearse varias líneas de investigación desde estas propuestas teóricas

mencionadas en los textos, sobre todo cuando esos espacios podrían empezar a consi-

derarse de excepción. Muchos son los metalenguajes que se entretejen en estas nuevas

plataformas tecnológicas, la violencia es uno de ellos; poco ha aportado la disciplina de

la Comunicación en ese campo de análisis. Ojalá y el libro sea una provocación para el

planteamiento de nuevas hipótesis de investigación.