Mensaje de Juramentación OPC
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Mensaje de Juramentación OPC
Milly Méndez, Presidenta
Buenas noches. Gracias a todos por acompañar a la nueva Junta
Directiva del Overseas Press Club, en este evento en el que sellamos
nuestro compromiso con los postulados del periodismo y los fundamentos
éticos de la profesión.
El periodismo es pasión y es ese mismo sentimiento el que corre por
nuestras venas y nos ayuda cada día a ser mejores profesionales a pesar
de que atravesamos tiempos difíciles en el entorno económico y social que
nos obligan a repensar lo que ocurre en la sociedad. Cada vez, las
informaciones que nos vemos obligados a difundir -en su mayoría- dan
cuenta sobre el alza en el crimen, la violencia de género y hacia nuestros
niños. Son noticias que tocan la fibra del ser humano.
Recordemos que, como periodistas, desempeñamos un papel
fundamental de mediadores entre los hechos y la sociedad. Entonces,
tenemos el deber de velar por el derecho universal que tienen las personas
a una información veraz, completa y objetiva. Los medios en masa son uno
de los instrumentos principales de la construcción social de la realidad.
Esa es la razón por la que el periodista debe ser consciente del poder de
su palabra. Generamos crítica y opinión. Tenemos una responsabilidad
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social enorme y por ello, debemos ejercer nuestra profesión con seriedad y
credibilidad. Esto no podemos ponerlo en riesgo nunca. Por el contrario,
estamos obligados a atesorarlo.
A mi juicio, la mayor riqueza de un periodista es precisamente su
credibilidad, que comienza a formarla desde el inicio mismo de su carrera.
Según el colega colombiano Javier Darío Restrepo, esta “es un tesoro que
no puede ser reemplazado por nada y es un tesoro que cuando lo pierde el
periodista, es como si perdiera la columna vertebral”. Esa es una gran
verdad… verdad a la que le añadiría que la credibilidad está compuesta
por varios elementos éticos. Y uno de esos, al que debemos aspirar todos,
es la excelencia profesional.
Algunos de los mayores desafíos en el ejercicio del periodismo son la
escasez de tiempo y la disponibilidad de la información. Sin embargo, no
es negociable que esa premura mine el contenido de una noticia.
Indudablemente, las presiones de las empresas para las cuales
trabajamos son un hecho y el que diga lo contrario, está ajeno a la
realidad. Hay diversidad de plataformas mediáticas pero, -cada vez más-
las redacciones se reducen y se eleva el volumen de trabajo para cada
periodista, lo que a su vez afecta la calidad de los trabajos. El periodismo
superficial es lo que impera por sobre la profundidad y el periodismo
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investigativo; y en muchas ocasiones, vemos la falta de seguimiento y de
reflexión en la noticia.
El periodismo ha evolucionado y sigue transformándose ante la
existencia de nuevas plataformas mediáticas. No obstante, los
fundamentos esenciales de la profesión siguen latentes y no deben quedar
en el olvido. Tampoco dejemos atrás la responsabilidad social de los
medios de dar voz a quienes no la tienen. Hay que tener mayor contacto
con el pueblo, salir a la calle y ensuciarse los zapatos para lograr ese
reportaje directo.
La libertad de prensa y el acceso de la información pertenecen al
pueblo y ambas son derechos fundamentales que sirven de base de apoyo
a otras libertades reconocidas en la Carta de las Naciones Unidas. Las
voces de muchos son acalladas o ignoradas y el acceso a la información
no está al alcance de todos. Incluso, a los periodistas -en diversas
instancias- se nos niega ese derecho a la información.
Y es que la libertad de prensa deriva en dos tipos de derechos:
El derecho a la información: El del periodista a acceder a las fuentes
para obtener la noticia. Que exista pluralidad y pueda investigar, a la vez
que difundir aquello a lo que accede; y
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El derecho de la información: El del ciudadano al acceso de la
información.
Ambos están protegidos por nuestra Constitución; de ahí su trascendencia
para el periodista y para el ciudadano.
En cuanto a las consecuencias para la historia de la libertad de
palabra en Puerto Rico que tiene la decisión de este lunes pasado emitida
por el Tribunal Supremo en el caso de la Universidad de Puerto Rico
versus Gabriel Laborde, es importante que todos los periodistas
permanezcamos vigilantes y unidos. Más allá de las expresiones del
Tribunal sobre la legitimidad de la huelga estudiantil y nuestras posiciones
particulares a favor o en contra de la misma, el efecto de esa decisión nos
demuestra claramente que, si bien sabemos y comprendemos que la
libertad de expresión no es ni puede ser absoluta, las autoridades
gubernamentales pueden encoger ese derecho que creemos amplio, firme
y seguro en un abrir y cerrar de ojos.
Hasta el lunes pasado, todos asumíamos que la Universidad de Puerto
Rico era un foro público, si no el foro público por excelencia, donde la
libertad de expresión y el libre intercambio de ideas sólo podían ser
limitados por el Estado bajo estrictas y contadas excepciones.
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Sin embargo, la decisión del Tribunal Supremo cambió esa supuesta
realidad por otra: ahora la Universidad ha pasado de ser un foro público
ultraprotegido a un foro semipúblico bastante limitado y susceptible a la
mordaza. A consecuencia de este cambio radical, ahora el Estado puede
regular todas las expresiones que allí ocurran de formas y maneras mucho
más restrictivas que las que conocíamos hasta el presente.
Esta noche les hago un llamado serio y responsable a todos los
miembros de la prensa y los medios de comunicación del país para que
durante estos próximos años pongamos nuestros esfuerzos en esa
profunda reflexión crítica sobre la actualidad y la vigencia del derecho a la
libre expresión que les propuse hace un instante, porque somos nosotros
los periodistas los que salimos todos los días a cazar noticias e historias y
nos lanzamos a encontrarlas en cada uno de esos foros públicos del país
que ahora se ven amenazados.
No podemos ceder ni por un segundo a la censura gubernamental
nuestro derecho a la libre expresión en esos foros públicos, incluyendo las
gradas de El Capitolio. No podemos darnos por vencidos ni permanecer
callados, ni mirar para otro lado, simplemente porque aquí lo que está en
juego es nada más y nada menos que nuestro legítimo derecho a
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preguntar, a hacer señalamientos, a exigir y provocar respuestas.
Todos somos periodistas. Sí… competimos y trabajamos para distintas
empresas, pero no olvidemos que compartimos la misma pasión y
vocación… el periodismo. Somos privilegiados porque podemos ejercer
esta profesión en tiempos de adversidad.
No critiquemos… construyamos y trabajemos juntos para promover la
unidad en nuestro gremio y fortalecer el ejercicio periodístico. Defendamos
juntos el derecho a la información y el derecho de la información.
Organizaciones periodísticas como el Overseas Press Club, la
Asociación De Periodistas De Puerto Rico (ASPPRO) y la Asociación De
Fotoperiodistas son actores que garantizan la universalidad del derecho de
la información en Puerto Rico. Todas salen en defensa del público ante los
intentos de coartar o limitar el derecho a la información, al tiempo que
dignifican la profesión periodística. Al final del día… como diría el colega
Gustavo Gorriti…“La lealtad fundamental del periodista es con la gente,
con el pueblo”. Muchas gracias.
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