Mennelli - Entrevista a Garbulsky

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PUBLICAR - Año VIII N o IX - Junio de 2010 ENTREVISTA AL PROFESOR EDGARDO O. GARBULSKY DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL (1956-1966). SU PARTICIPACIÓN EN EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DE CONOCIMIENTO ANTROPOLÓGICO 1 Lic. Yanina Mennelli Becaria doctoral CONICET. Universidad Nacional de Rosario. [email protected] Resumen Edgardo Garbulsky (1941-2007) es uno de los referentes de la antropología de Rosario. Su actividad académica y de gestión como docente e investigador de la U.N.R. en el campo de la Historia de antropología fue ampliamente reconocida por la comunidad antropológica. La entrevista editada a continuación fue reali- zada en clave de “historia de vida” en el año 2001. En la misma, se trascriben el relato de sus años como estudiante de la carrera de Historia, su decisión de seguir la orientación antropológica (Plan de Estudios de 1959, UNL) y el comienzo de su profesión. Este trayecto de su vida corresponde al período 1956-1966. Dicho período, asimismo, fue investigado por el entrevistado en su proyecto doctoral en tanto proceso de construcción conocimiento antropológico de la Universidad Na- cional del Litoral, en el contexto de la profesionalización de las ciencias sociales y, en particular, de la antropología en Argentina. La presentación de esta entrevista persigue dos objetivos. El primero es aportar al conocimiento sobre la construc- ción de la antropología como campo disciplinar a través del relato vivencial de quien, además de ser su investigador, fue su protagonista. El segundo objetivo es rendir homenaje a un gran profesor que, a sus alumnos, supo trasmitirnos su compromiso político y ético al enseñarnos antropología. Palabras clave: relato vivencial, Historia de la Antropología, período 1956-1966 Abstract Edgardo Garbulsky (1941-2007) is one of the key references of anthropology in Rosario. His academic and management activity as professor and researcher of UNR (Universidad Nacional de Rosario) in the field of History of Anthropology was largely recognized by the anthropological community. The following edited interview was made on a life-based account in 2001. It describes his years as student of History, his decision to follow the anthropological orientation (Study Plan of 1959, UNL) and the beginning of his profession. This part of his life corresponds to the 1956-1966 period. Likewise, such period was investigated by the interviewed himself in his doctoral project as regards the construction process, 1 Entrevista realizada en agosto de 2001 y editada en mayo de 2009.

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Antropología

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ENTREVISTA AL PROFESOR EDGARDO O.GARBULSKY DE LA UNIVERSIDAD NACIONALDEL LITORAL (1956-1966). SU PARTICIPACIÓN

EN EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓNDE CONOCIMIENTO ANTROPOLÓGICO1

Lic. Yanina MennelliBecaria doctoral CONICET.

Universidad Nacional de [email protected]

ResumenEdgardo Garbulsky (1941-2007) es uno de los referentes de la antropología deRosario. Su actividad académica y de gestión como docente e investigador de laU.N.R. en el campo de la Historia de antropología fue ampliamente reconocidapor la comunidad antropológica. La entrevista editada a continuación fue reali-zada en clave de “historia de vida” en el año 2001. En la misma, se trascriben elrelato de sus años como estudiante de la carrera de Historia, su decisión de seguirla orientación antropológica (Plan de Estudios de 1959, UNL) y el comienzo desu profesión. Este trayecto de su vida corresponde al período 1956-1966. Dichoperíodo, asimismo, fue investigado por el entrevistado en su proyecto doctoral entanto proceso de construcción conocimiento antropológico de la Universidad Na-cional del Litoral, en el contexto de la profesionalización de las ciencias sociales y,en particular, de la antropología en Argentina. La presentación de esta entrevistapersigue dos objetivos. El primero es aportar al conocimiento sobre la construc-ción de la antropología como campo disciplinar a través del relato vivencial dequien, además de ser su investigador, fue su protagonista. El segundo objetivoes rendir homenaje a un gran profesor que, a sus alumnos, supo trasmitirnos sucompromiso político y ético al enseñarnos antropología.Palabras clave: relato vivencial, Historia de la Antropología, período 1956-1966

AbstractEdgardo Garbulsky (1941-2007) is one of the key references of anthropology inRosario. His academic and management activity as professor and researcher ofUNR (Universidad Nacional de Rosario) in the field of History of Anthropologywas largely recognized by the anthropological community. The following editedinterview was made on a life-based account in 2001. It describes his years asstudent of History, his decision to follow the anthropological orientation (StudyPlan of 1959, UNL) and the beginning of his profession. This part of his lifecorresponds to the 1956-1966 period. Likewise, such period was investigated bythe interviewed himself in his doctoral project as regards the construction process,

1 Entrevista realizada en agosto de 2001 y editada en mayo de 2009.

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anthropological knowledge of Universidad Nacional del Litoral, within the contextof professionalization of social sciences and, in particular, of anthropology inArgentina. The presentation of this interview focusses on two objectives. Thefirst one is to contribute to the knowledge of the construction of anthropologyas a disciplinal field acquired through the experience of the life of someone, who,apart from being his own researcher, was his protagonist. The second objectiveis to honor a great professor who knew how to transmit us, his students, hispolitical an ethical commitment when teaching anthropology.Keywords: Life-based account, History of Anthropology, 1956-1966 period

ENTREVISTA REALIZADA AL PROFESOR EDGARDOO. GARBULSKY EN AGOSTO DE 2001 EN EL

DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA SOCIOCULTURALDE LA ESCUELA DE ANTROPOLOGÍA DE LA

FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES, UNR.2

“Siempre hubo una tensión entre la política y la investigación en miforma de vida, en mis elecciones, pero creo que eso es algo que unono puede resolverlo nunca ya que viene desde muy joven la militancia.”(Garbulsky 2001)

Entrevistadora: Mi interés por el que usted, Edgardo, me cuente suhistoria tiene que ver con la constitución de la antropología como profesióny porque considero que su historia personal, como antropólogo, está muyligada con la historia de la antropología en la ciudad de Rosario

Edgardo: Bueno, el conjunto de gente que nos formamos, en realidad,en la orientación Antropología de la carrera de Historia, allá, por el año 59,digamos: el núcleo fundador fuimos estudiantes de la carrera de Historia.El núcleo más importante, más numeroso, ingresó entre los años 56 y 57;en lo que a mí respecta, hubo un proceso que uno puede decir que, en estemomento, se le prende un determinado clic. Yo venía entre dos camposprofesionales: un campo que siempre me había interesado de chico que erael campo de la historia y, más que nada, la historia argentina, la historiaamericana. . . una cosa muy vaga. . . y el otro era el campo del derecho. Asíque, en el año 57, que fue cuando ingresé a la facultad. . . o sea, que a los16 años ingresé a la facultad pero a los 15 años3 había ido a las clases de

2 QUISIERA EXPRESAR MI AGRADECIMIENTO A LA SRA. DIANA VICUÑA, COM-PAÑERA DE TODA LA VIDA DE EDGARDO GARBULSKY, POR AUTORIZAR ELENVÍO DE ESTE TESTIMONIO A PUBLICAR3 Es decir, en el año 1956.

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Halperín Donghi, sobretodo, venía a las clases de Halperín Donghi y RicardoOrta Nadal, que daban “Introducción a la Historia” el primero e “Historiadel antiguo Oriente” el segundo. Halperín me atrapaba por su gran erudicióny por darnos un marco bastante amplio del panorama de la Historia de laHistoriografía, la Metodología de la Investigación Histórica y la Teoría de laHistoria. Orta Nadal era un hombre que nos proporcionó, por primera vez,una vinculación entre sociedades sin escritura y sociedades con escritura, y¿a través de qué? A través de textos de Gordon Childe que estaban incluidosen su bibliografía. . .El año 57 fue un año donde empezó a producirse alguna duda con res-

pecto a qué iba a seguir dentro de la Historia. En el primer año, nosotrosno teníamos ninguna materia específica de Antropología de las que estabanen Plan de Estudio de Historia (Plan reformado recién en el 59). “Prehisto-ria General” y “Antropología General” se daban recién el segundo año. Meencontré con que había un grupo de alumnos, todo un grupo de gente quese estaba dedicando a la arqueología y trabajaban en el Instituto de An-tropología, con un conjunto de materiales, algunos ya habían ido a algunasexpediciones.Nos hicimos muy amigos de Víctor Núñez Regueiro que me llevada 7 años

y que había hecho una experiencia como estudiante en La Plata y habíavenido a Rosario por razones económicas, familiares, y demás pero él seguíaen su decisión de hacer arqueología.Ahí, la cosa no venía muy clara para mí. Incluso, me había inscripto en

una carrera corta en Derecho, que, en ese entonces, existía, que era Pro-curación, que se rendía en Santa Fe. Yo empleaba mucho más tiempo enpreparar las materias de Derecho que las materias de la Facultad y, sin em-bargo, me fue mal y más o menos. En el mes de diciembre del 57, despuésde mi segundo huevo en Derecho, decidí dejar. Decidí dejar Derecho porqueera un esfuerzo, realmente. O me iba a vivir a Santa Fe o dejaba eso, porqueera una cuestión muy arbitraria la forma de los exámenes. Y, en ese enton-ces, ya había aprobado “Introducción a la Historia” y, entre noviembre ydiciembre, había aprobado “Introducción a la Filosofía” que la rendí libre.”Introducción a la Historia” e “Historia del Antiguo Oriente”. . . Creo querendí “Introducción a la Literatura” en marzo.En ese año 57, cuando se elabora el nuevo Plan de Estudios, que recién

se iba a implementar en el 59. . . Por lo cual, uno tenía más o menos un añopara definir en qué orientación se metía. El año 58, en realidad, el gruesodel grupo nuestro, que estaba en la carrera de Historia, de alguna manera,se sintió muy atrapado por la cuestión de la antropología, muy atrapado ycreo que hubo, para mí, tres situaciones que, de alguna manera, me volcarona esa orientación.

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La primera fue un viaje a Cerro Colorado en julio de ese año, más omenos, en donde, por primera vez, tuve un contacto con una situación, conun documento vivo, que son las pictografías que había hecho la poblaciónindígena y, además, teníamos un guía de lujo que era el Teniente CoronelAníbal Montes, que era el Director del Parque Provincial de Cerro Colorado,un entusiasta por esa problemática. Falleció ese año o al año siguiente, erael suegro de Alberto Rex González.El año 57, el año 58, nosotros habíamos tenido de profesor, el único profe-

sor en las dos materias de Antropología que estaban en la carrera de Historiaque eran “Antropología General” y “Prehistoria y Arqueología Americana”,al Dr. Eduardo Cigliano. Era un arqueólogo, formado en la Universidad deLa Plata pero la parte de la “Antropología Cultural” la daba la Jefa deTrabajos Prácticos que era Susana Petruzzi, quien, con las limitaciones detiempo de la época, nos hacía trabajar determinados autores clásicos, o sea,Morgan, Malinowski, el culturalismo tenía mucho peso en ese entonces. . .Yo no sabía bien todavía ese mismo año, en el 58, qué me iba a pasar

hasta que, en un momento, Víctor4 me dice: “¿por qué no lo vas a ver al Dr.Alberto Rex González?”. A semejante monstruo sagrado, del cual hablaban,le decían “el Doctor”. Y Víctor dice: “No, es un tipo muy asequible, yo tedoy el teléfono, arreglá la entrevista. . .”.Bueno, voy, me recibe en su casa, me acuerdo de que había puesto un

disco de pasta, que era la “5o Sinfonía”, como elemento de fondo, y con eso,hablar. Porque él es un gran propagandista de la arqueología, pero me hablóde la antropología social y sobre las posibilidades. . . incluso, sobre temáticasque tenían que ver con los migrantes de origen europeos, que tenían que vercon mi propia familia y volví con algo, bastante entusiasta pero todavía nomuy claro.Entonces, ese mismo año, el año 58, que fue muy conflictivo a nivel de la

Universidad, fue el año de pelea contra los intentos de Frondizi de dar unreconocimiento a las Universidades privadas, pelea que perdimos y, en mediode eso, se plantea una cuestión muy urgente. Cigliano había recibido, muytardíamente, una partida que tenía que destinar; él, inicialmente, la habíadestinado para la investigación arqueológica pero debido al corto tiempoentre recibir el dinero y el gasto. . . en fin, cuestiones burocráticas. Enton-ces, decidió llevarnos a un viaje a la Quebrada de Humahuaca, único viajeque hice a la Quebrada (que, realmente, me arrepiento de no haber vuelto,siempre digo que voy a volver). . . Donde recorrimos los yacimientos arqueo-lógicos y, además, nos impactó otra situación social bastante contemporánea.El director había recibido una invitación para visitar Mina Aguilar. MinaAguilar, en la puna: el yacimiento de zinc más importante de Sudamérica

4 Se refiere a Víctor Núñez Regueiro, amigo y colega del entrevistado.

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que, en ese momento, estaba en manos de una compañía –“multinacional” sele dice ahora–, una compañía norteamericana, y donde aparece nítidamentetanto la memoria como la cuestión de un conflicto social muy claro. Nosimpactó, en ese viaje, que, desde Iturbe, donde está la estación ferroviaria,donde se cargaban los trenes –no sé qué pasa ahora–, hasta la mina, habíaunos 60 kilómetros de camino asfaltado. En ese momento, todo el camino,prácticamente desde Tilcara, incluso desde más abajo, hasta la Quiaca, erade tierra5. Pero, además, era un camino privado, donde, cada tanto, habíaque llamar para. . . era por razones de seguridad. . . porque venían camionescargados. Evidentemente, tenían algunos explosivos. . . cosas. . . De todasmaneras, cuando llegamos a la Mina, al día siguiente, nos encontramos conun panorama. . . La mina tenía dos grandes aglomerados urbanos: un aglo-merado urbano abajo, que debía de estar a 5 mil y tantos metros de lamina, pero abajo, a unos 400 metros por debajo de la mina, donde estabanlas oficinas administrativas y las casas de los altos funcionarios, más la es-cuela técnica. Y 400 metros más arriba estaba la explotación minera. Pero,además, estaban las casas de los mineros, que sabíamos que eran mineros,pero no tuvimos contacto con ellos.Al día siguiente, cuando vamos a la mina, nos encontramos con una si-

tuación que no esperábamos: había llegado un telegrama de la AsociaciónObrera Minera de la República Argentina; por lo cual, había un paro y losmineros se habían puesto en paro. De manera que se decidió no bajar a lamina porque no íbamos a tener acompañantes, ni forma de conversar connadie. Y ahí, realmente, tuvimos un sentimiento: yo recuerdo que con losprofes, no tanto con Cigliano sino con Susana6 y otros, cuando llegamosallí teníamos ganas de cantar el himno porque había una sensación medioextraña. . . había como una ocupación. . . un territorio capturado, esa fue laimpresión. Entonces, había una tensión entre los problemas sociales y la pro-fundidad del pasado, pasado que, sobretodo en el “área andina” –términoque aprendí después–, estaba muy vinculado con ese presente.Bien, entonces, en el año 59. . . ah y hubo otro viaje que me olvidé. . . (ese

año hicimos varios viajes). . . hicimos un viaje a Buenos Aires y a La Pla-ta, tiene que haber sido el primer viaje. . . que visitamos el Museo de LaPlata (no pudimos visitar el Museo Etnográfico porque se habían robadouna. . . creo que una estela. . . entonces estaba cerrado). Ese viaje fue impor-tante, fue importante porque, en ese viaje y debido al cierre del Etnográfico,tuvimos que decidir qué hacíamos esos dos o tres días que estábamos en Bue-nos Aires. Entonces, hicimos dos visitas. Una fue ir a Radio El Mundo y

5 El entrevistado se refiere a la Ruta Nacional No 9, cuyo último tramo aún no estaba pavi-mentado.6 Se refiere a la Prof. Susana Petruzzi.

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verlo en vivo a Nicolás Guillen, acompañado con un grupo de negros cuba-nos, recitando, con ese acompañamiento, su poesía, sus sones. La otra fuever el ballet juvenil del bolshoi, en una sesión a la mañana, fuimos a ver eseballet . . . de eso me acuerdo bien, de esas dos cosas que me impactaron deese viaje. . .Bueno, en el año 59, entonces nos metimos a hacer la carrera (ya estaba

creada la orientación), volvimos a re-cursar, las materias que nos habíanregularizado las rendimos. . . recuerdo que, de todas maneras, la volvimos acursar con Cigliano, y ahí se nos metió mucho determinado tipo de panora-ma. Su formación en una Facultad de Ciencias Naturales generaba algunascosas acá, en relación con el lenguaje y con las formas de trabajo de loshumanistas. Sin embargo, cuando él hablaba de sus trabajos de campo, esdecir, con aquellas cuestiones que tenían que ver, por ejemplo, con la arqueo-logía del Noroeste argentino, se transformaba y no nos enseñaba meramentede libros, sino que nos enseñaba a partir de su experiencia.Y bien, “Antropología Física” no fue una materia que me agradara mucho

(más que Cigliano la daba porque tenía que darla). Era antropometría, erantodo un conjunto de medidas, de métodos descriptivos. Y en “Introduccióna la Ciencia del Hombre” y, sobretodo, en “Prehistoria”, nos impactaronbastante algunas cuestiones que planteaba, sobretodo, Krapovickas. Ade-más, quiero decir que, para nuestra formación, el hecho de tener que haberhecho algunas asignaturas históricas nos signó bastante. Sobretodo, “Histo-ria Americana Colonial”; estaba un profesor uruguayo, Gustavo Beyhaut,que nos puso en contacto con la problemática del Brasil, es decir, que lostrabajos de Gilberto Freyre, de Dieguez Junior, de Caio Prado, toda esaconstitución colonial nos daba una cantidad de elementos. Y, en “Sociolo-gía”, materia en la que tuvimos muchos accidentes (cambio de profesores,cambio de programa) porque, en aquel momento, la cátedra de Sociología yel Instituto de Sociología habían empezado a hacer trabajo de investigaciónen conjunto con alguna gente de Antropología.O sea, en el año 59, por allí comienza a perfilarse todo un grupo que había

empezado a trabajar en arqueología pero que se vuelca a la antropologíasocial, que tiene como cabeza a Susana Petruzzi que empieza a realizar unconjunto de trabajos de campo en este ámbito.Por muchas razones, yo era un alumno relativamente avanzado en cuanto

a rendir materias y demás, pero no tenía participación en los proyectos deinvestigación, porque, en ese momento, se dio la apertura del trabajo en elValle de Santa María, como algunos trabajos que se hicieron en colaboracióncon los sociólogos en la franja costera Rosario-San Nicolás y otras cosas. Enlos cuales yo no tenía mucha participación porque, en esos años, tenía unafuerte militancia en el movimiento estudiantil (yo había llegado a ser, llegué

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a ser Secretario General de Centro y a hacerme cargo de la Presidencia),es decir, había otras cosas que, para mí, me demandaban un determinandotiempo; pero, en realidad, el punto de inflexión se me empieza a dar cuandouno está terminando al carrera, es decir, cuando estábamos terminando lacarrera, en ese momento, no había tesina, había que hacer un seminariocon una monografía, y yo trabajé entonces (lamentablemente lo perdí) unanálisis crítico de los Estudios de Área, es decir, un análisis crítico de losconceptos y de las categorías con las que se habían encarado los Estudiosde Área.Después de eso, en el año 63, cuando estábamos por dar nuestra última ma-

teria, Edelmi Griva me invita a viajar al Chaco. Él tenía dos proyectos, unode los cuales concretó. Uno era un proyecto de estudiar un caso de hombres,tipo hombres-lobos en Corrientes, pero la burocracia, las partidas. . . porqueél era muy ejecutivo en esas cosas, muy emprendedor, se resolvió el proble-ma de las finanzas, se murieron. . . en esa cosa yo no estaba. Y la otra fueentusiasmarnos a un grupo de hacer un viaje al Chaco. En octubre del 63,partimos al Chaco, sin saber bien qué es lo que íbamos a hacer claramente.En realidad, fue correcto lo que yo puse en la charla que di, que se llamaba“Una visita a comunidades tobas y pilagás de la provincia del Chaco”, pero,a partir de ese viaje, me di cuenta de qué es lo que quería hacer y tenía quever cómo lo iba a hacer. El viaje, ese del 63, lo hicimos a nuestro propiocosto, y expusimos una cantidad de fotografías en paneles en la Facultad.Se acercó muy seriamente el Director del Instituto y me dijo: “Garbulsky,quiero hablar con usted.” Y yo le dije: “Bueno, ¿qué pasa?.” “No, que ustedesestán haciendo cosas que le corresponden al Instituto.” Y le dije: “Bueno pe-ro si nunca he tenido cabida en los proyectos de sociales.” “Yo soy el Directordel Instituto, entonces usted arme un grupo de graduados jóvenes, arme unproyecto, que yo busco las vías de. . .” Y ahí, empezamos a armar el equipoque trabajó entre 1965 y 1967-68 en comunidades tobas de la provincia delChaco. Fueron años productivos.El contacto con la antropología se dio de manera muy clara en la Con-

vención de Carlos Paz del 64 y en la Convención de Resistencia del 65. Yacuando fuimos a la Convención de Resistencia, después de la Convención,nosotros partimos a terreno, y ese mismo año 65 hicimos dos viajes bastantelargos de los cuales salió el trabajo “Proceso de aculturación de las comuni-dades tobas de la provincia del Chaco: un informe preliminar”, el que iba aser publicado en la revista del Instituto pero que, luego del golpe del 66 y dela renuncia de los profesores, eso quedó afuera. En medio de eso, nosotroshabíamos armado la Asociación Antropológica del Litoral y la charla míafue un producto de las actividades de la Asociación. La Asociación era unaSociedad Científica, tenía un sentido de promoción de las ciencias antropo-

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lógicas, el nombre del “Litoral” tenía que ver porque nosotros formábamosparte de la Universidad Nacional del Litoral; de alguna manera, Orta Nadaltenía una cantidad de intereses puestos en las ciencias antropológicas. . .Y así fue mi finalización de la carrera y el comienzo de mi trabajo como

profesor. Yo era profesor de Historia, y el haber hecho la orientación, apenasme gradué, me permitió hacer ciertas cosas, o sea, en el 64, pude ganarmela vida dando clase en una escuela industrial de la provincia que estaba enCapitán Bermúdez, de Historia Moderna y Contemporánea.Ya había, me había iniciado en el 63 como alumno ayudante de don Sergio

Bagú en “Introducción a las ciencias del hombre”, que tenía una visión muycomprensiva y amplia de las ciencias del Hombre y, justamente, la temáticade “el hombre y el trabajo” era la temática que yo estaba trabajando e,incluso, la incorporamos en el programa de la materia. Ese mismo año 64,la doctora Troncoso, que, en ese momento, era Jefe de Trabajos Prácticosen “Medicina Preventiva y Social” en la Facultad de Medicina, me ofrecedar clases en. . . era una especie de. . . ahora se llamaría “posgrado”, pero,realmente, no era posgrado, era una especie de capacitación a los asistentessociales. La escuela de Servicio Social dependía de la provincia; en realidad,tenía una orientación muy de. . . ni siquiera la del modelo norteamericanosino muy en el sentido de caridad y demás. Y las mismas asistentes socialesreclamaban capacitación; por lo tanto, en la Facultad de Medicina, se habíamontado un curso para dar una especie de certificado o diploma de “Super-visión en Trabajo Social”. . . y me proponen dos asignaturas cuatrimestrales,con contrato de instructor a término: una era “Dinámica del proceso social”(que era una especie de introducción a la sociología) y la otra eran las “Téc-nicas de Investigación”, y en las “Técnicas de la Investigación” fue dondehice una experiencia muy interesante porque de lo que me ocupé ahí fuede, a partir de la propia experiencia del campo en el cual ellas trabajaban,hacer un relato, un relevamiento de las instituciones y de los problemas quetenían. Yo tenía 23 años y tenía alumnas bastante mayores, ocupaban car-gos de responsabilidad en la Provincia, o en el Municipio, en sus funciones,y eso fue una experiencia muy interesante.En 1965, me traslado a Venado Tuerto, porque me ofrecen un cargo en la

Escuela Normal de Venado y con la posibilidad de tener horas de cátedraen el Profesorado. Lo primero se dio, lo segundo no; más aún, yo estababuscando laburo en ese entonces (en todo el año 64 había una determinadaposibilidad en el Instituto de Antropología de la Universidad de Tucumán,que necesitaban un etnógrafo, eso no salió). En fin, de manera que lo queyo tenía era un lugar de trabajo en el proyecto de los tobas que habíamosconstituido un grupo con Irma Antognazzi, Beatriz Núñez Regueiro, Rosa

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Di Franco, Elsie Laurino, Nélida Magnazo, y con ellos habíamos hecho todaslas salidas de campo, es decir, estábamos armando eso.Y yo estaba haciendo la adscripción, ya cuando me gradué, a la cátedra

de “Introducción a las ciencias del hombre”, adscripción que no terminó,es decir, di las clases, asistí a otras materias, pero no hice el trabajo final.Primero, porque el profesor Bagú se fue y después, yo no tenía interés enterminar eso, de alguna manera, meramente formal.Hasta que, bueno, viene el golpe militar, renuncian la mayor parte de los

profesores y renuncian los ayudantes, de manera tal que el proyecto. . . Porsuerte, el Dr. Krapovickas inició toda una serie de gestiones para que con-tinúe, no ya a nivel de la Facultad sino a nivel del CONICET. Krapovickasdecía que CONICET jugó, en todos estos años de convulsión política argen-tina, una situación muy dual. Fue refugio de gente que renunció a raíz deOnganía y después, en períodos posteriores, fue refugio de gente que estuvodurante Onganía y que, después, quedó desplazada de la Universidad en losaños 74 y 75.En 1966, ya se estaban perfilando debates muy fuertes (sobretodo en la

“Convención de Resistencia”) en cuanto al rol de la antropología con respec-to a los problemas sociales. Uno podría decir que la antropología de la época,en la Argentina, la antropología social, estaba en sus inicios, había una malaetnografía de la corriente histórico-cultural, bastante abandonada. Prácti-camente, cuando nosotros empezamos a realizar el trabajo sobre el Chaco,nos encontramos con que desde los años 49 o 50 no había habido trabajosde campo etnográficos en todo el Chaco: eso es para tenerlo claro. Pero, enesta Convención, se jugaron otros problemas. Había un fuerte interés delGobierno del Dr. Illía de sacar de esa Convención lo del Censo. Y hubo unfuerte interés también de algunos, de personas que manejaban poderes enla Antropología Nacional, como Julián Cáceres Freyre, que era Director deInvestigaciones Folclóricas del Instituto de Folclore. Él logró que se trans-formara en Instituto Nacional de Antropología. Había una idea muy clara,dominante en esos discursos, que era la idea de que, en realidad, quedabamuy poco del indio y el indio tendía a desaparecer. Que había que reali-zar algunos cambios. Esos cambios tenían que ver bastante con la dinámicade mi amigo Griva, que estaba incitando a la realización del Censo porqueél había atrapado toda una serie de literatura del Instituto InteramericanoIndigenista y veía que, en la Argentina, no había nada realizado.Y entonces, saltando viene. . . (iba a venir el Congreso de Americanistas,

en Argentina, en el 66), viene el golpe militar.El Congreso de Americanistas fue un lugar importante de contactos y don-

de uno, realmente, tuvo algún impacto en ver cómo actuaban determinadasfiguras. En realidad, los que estábamos adentro del Congreso nos sentíamos

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frente a una fuerte presión del sistema político y de las formas represivas delsistema político que estaban manejándose en los alrededores del Congreso.Eso es un punto en relación a la intervención a la Universidad. Luego, lascaracterísticas, los problemas que había habido con las visas de las personasque iban a venir, provenientes de los ahora ex-países socialistas: el gobiernonacional había hecho una política no de negar las visas sino de demorarlas,de manera tal que no se pudieran dar para las fechas en las cuales se rea-lizaba el Congreso. Se filtró alguien (que yo después supe que era un granespecialista en la cuestión de la constitución del Estado azteca y todo eseperíodo) que es Frederich Katz, que, por él haber nacido en Austria, teníaun pasaporte austríaco; entonces, hizo la denuncia de esto y lo que más meimpactó fueron dos debates que se armaron, donde hay un protagonista que,para mí, fue importante como figura, que era José María Arguedas. Lo pri-mero fue: nosotros habíamos aprendido muy poco del folclore y, sobretodo,el folclore que habíamos aprendido podría haber estado condensado en esarecopilación de los 60 de Imbelloni con Félix Coluccio. Yo había leído, entremis lecturas de época, algunas cosas de Gramsci con respecto al folclore,notas muy breves. Me habían impactado bastante algunos trabajos de afi-cionados al folclore que tenían una orientación menos exotista, como, porejemplo, Amaro Villanueva, especialista en el mate. . . y Marcelo Román,que había hecho cuestiones sobre el payador. Pero, mi gran amigo Najenson(con quien nos habíamos recibido juntos, habíamos estudiado la mayor partede las materias), que estaba dando “Folclore” en Córdoba, había presentadouna ponencia en una mesa de folclore; entonces, fui a escuchar la ponencia.El problema no se armó en esa ponencia sino en una ponencia de AméricoParedes, un chicano de la Universidad de Texas o de Nuevo México (en estemomento, no recuerdo de cuál venía), que hizo un hermoso trabajo de loschistes de los chicanos acerca de los norteamericanos. Además, ahí conocí aAlan Dundes que era un hombre que escribió, que expuso un trabajo queno tenía que ver con lo tradicional, la “comunidad folk”, sino que tenía quever con folclor vivo y con el folclor urbano. Él hizo un trabajo sobre Phila-delphia que se llamaba “The Jungle”. Y, en medio de esto, después de quehabla Paredes, se ofrece la palabra y el Dr. Cáceres Freyre dice que muyinteresante pero que también hay toda una serie de cuentos, de chistes, aquíen el cono sur, chistes sobre bolivianos, chistes sobre chilenos, chistes sobreargentinos, pero, claro, que esto, la diferencia que había en el otro caso erauna cuestión de “razas diferentes”, o sea, que había en Estados Unidos. Ladiferencia entre Estados Unidos y México era de “razas diferentes”, y sefue Cáceres Freyre. Yo me anoté: “¿cómo va a plantear esto?”; me dije ydije: “¿Yo creo que oí mal?”. Había un señor sentado, me acuerdo, canoso,

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que estaba sentado en primera fila y dice: “No, lamentablemente, usted oyóbien”. Era Arguedas.Después, Arguedas me invitó al hotel y me dio una publicación, me regaló

una publicación de él. Ese fue el único contacto que tuve con Arguedas. Aldía siguiente, se hace una mesa sobre “Antropología de Urgencia”. Había dosposturas con respecto a esta “Antropología de Urgencia”: la primera estabaexpresada por el Dr. Richard Adams que hizo trabajos muy importantessobre Guatemala. Richard Adams señaló que, en realidad, el mundo iba aimplicar la desaparición de todas las formas tradicionales de cultura y quelo que había que establecer era una “Antropología de Rescate”, en el sentidode recoger las cosas, porque los indios iban a desaparecer. Pero, esa mismaconcepción existía en profesores que no tenían esta orientación, sino que, enrealidad, en relación a la realidad argentina, estaban viendo eso. . . Comoera la proletarización, todos los procesos de migraciones. . . entonces, ibana desaparecer. Y se levanta Arguedas y dice: “Yo soy quechua”. “Pero us-ted usa saco y corbata”, dice el norteamericano. “Es lo único que ustedesnos dejaron. . .” Y después, saltó un especialista en Etnología, el venezolanoCosta Saignes, que contestó muy bien a estas cosas. . .No teníamos, en ese momento, una división disciplinar muy clara en rela-

ción a los arqueólogos, que eran dominantes, porque, además, ahí estabanpresentes en el Congreso personas, como MacNeish, muy riguroso arqueólo-go, que fue quien hizo los descubrimientos más importantes, desde el puntode vista arqueológico, en el área andina, y estaba Pedro Armilla, que erade los españoles republicanos radicados en México y era el que armaba losprograma de Historia de América Latina (que eran los que nosotros consul-tábamos, con bastante fluidez, por la bibliografía que proporcionaba y porlas aperturas que se señalaban). Bueno, este Congreso creo que pegó, pegóbastante entre nosotros; por lo menos, a mí me pasó eso. Y, en ese Con-greso, conocí a algunos arqueólogos chilenos. . . (o volví a ver a algunos): aun arqueólogo chileno, Julio Montané, que después fue compañero mío detrabajo en Chile, que había hecho toda una recorrida en los Institutos deArqueología y Museos de la Argentina; y estaba una profesora francesa, queestaba trabajando en Concepción y que, yo no supe, estaba buscando, araíz de las intervenciones, graduados jóvenes o gente para llevar allá, paratrabajar allí.Bien, yo ya, en ese momento, estaba muy concentrado en Venado Tuerto.

En Venado, ese mismo año 66, yo había tomado la cátedra de Geografíaen el Profesorado y, en una de esas materias, había hecho trabajar a losalumnos en temáticas sobre las condiciones, la población, el crecimiento, elmedio ambiente y demás de las Comunas de las cuales provenían, porque lamayoría de los estudiantes no eran de Venado sino que venían de diferentes

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pueblos, de Rufino, de Santi Espíritu, de Teodelina, de Villa Cañas, delDpto. General López.Y, en enero del 67, viajo a Chile; viajo a Chile ya con una cuestión de ver

una perspectiva de laburo porque, con lo de Onganía y demás, la vincula-ción con las Universidades parecía, me parecía, cerrada. Mi destino era, enese momento, bastante claro: conservar mi cargo en Venado Tuerto y nadamás; de manera que era bastante gris el panorama. Mi hermana me dice:“¿Por qué no te vas a Chile? Yo te presto unos pesos. . .”. Parto y, claro, meencuentro con un mundo distinto allá. Yo tenía dos amigos: uno, mi amigoNajenson y otro, un economista, Cohen, que ahora está en la CEPAL. Esta-ban estudiando, en Escolatina, cuestiones que tenían que ver con “atraso”.Bueno, Najenson no estaba; me encuentro con otros amigos que estaban en elmismo departamento y. . . es decir: José justamente estaba haciendo trabajode campo, porque daba una cátedra de antropología cultural en la carrerade Sociología en la Universidad de Chile y se había ido con los alumnos alnorte chico y, cuando vuelve, me dice: “Tengo una posibilidad de laburo enConcepción. . .”. Porque él no tenía beca; entonces, no quería seguir siendomantenido por el padre. Las horas de cátedra en la Universidad de Chileeran pagos honoríficos, al estilo de las dedicaciones simples de aquí, quizáspeor. Bueno, nos vamos a Concepción. Fuimos al Centro de Antropología, yla Directora me dice: “¿usted, no se animaría a dar clase aquí?” Me impactó,una cosa tan así, tan. . . Bueno, mientras Najenson iba a visitar con ella elLaboratorio de Arqueología que estaba a 5 kilómetros de la Universidad, medieron la máquina de escribir y me puse a hacer el currículum, que, en esemomento, era muy chico. Dejé el curriculum.En medio de esto, conversé bastante con mi amigo Montané, que me decía:

“usted debería buscar la posibilidad de un posgrado, porque usted tiene doscaminos. Acá va a tener que armarse desde el todo”.Y otro, que era el Dr. Berdichevsky, que estaba a cargo, era Presidente

o Secretario de la Sociedad de Antropología de Chile, me dice: “Envíe unacarta al Director de las Carreras a ver si hay posibilidad de que usted déclase en alguna sede de la Universidad de Chile”.La Universidad de Chile tenía sedes a lo largo y a lo ancho de todo el

país. Así que, también, hice esas presentaciones y me volví. Y, bueno, enun momento, llega a mi casa (mandé un telegrama con un curriculum másajustado), en el mes de marzo, me llega a mi casa una carta que decía:“Candidatura aceptada, comunique fecha de llegada. . .”.Bueno, ahí armé la valija y me fui. Esa es una parte.

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Mennelli: Entrevista al profesor Edgardo O. Garbulsky. . . 195

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