Memorias Amalia Domingo Soler

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    MEMORIASDE LA INSIGNE CANTORA DEL ESPIRITISMO

    AMALIA DOMINGO SOLER

    DIVIDIDA EN DOS PARTES

    La primera contiene lo que escribi en vida.

    La segunda y el prlogo que acompaa a laobra, fueron dictadas desde el espacio porella misma.

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    ANTEPRLOGO

    No est en mi nimo, al escribir estas lneas, dotar de su correspondiente prefacio alas Memorias de la insigne Amalia, ni menos hacer el juicio critico de su obra.

    Amalia al igual que Cervantes, senta gran pesar al ver que el fruto de sus trabajosiba a quedar sin quien le apadrinase y sin duda alguna, por este motivo resolvi dictar suprlogo desde el Espacio para que su obra fuera completa.

    Estuvo en lo cierto porque nadie mejor que ella poda hacerlo: Mas como Esprituen estado desencarnado ve, observa y comprende las cosas con la amplitud deconocimientos que no le es posible en estado encarnado, por estar sujeto a las condicionesde la evolucin de la materia con quien, temporalmente, est asociado para sumanifestacin, de aqu que lo que el Espritu de nuestra querida Amalia dict, ms bien queun prlogo, resulta ser una obra completa de educacin moral y progresiva al hacer lasntesis de su progreso con el relato de las varias manifestaciones materiales de su Esprituen la Tierra. Que es cierto lo que digo, lo podis observar, Lectores hermanos! Cuando en

    el principio de su prlogo nos dice: Que nos lo da para que aprendamos a regenerarnos.De notar es la diferencia que existe entre los conceptos emitidos por Amalia en loque de su puo y letra escribi en su ltima fase de la vida y lo que su Espritu dict desdeel Espacio: En toda su obra lo que ms resplandece es la sinceridad que es la lgica mscontundente para llevar el convencimiento a los nimos, que sin prejuicios, estudien ymediten sobre todos y cada uno de los pasajes de que hace mencin en su ltimaencarnacin.

    El presentimiento de nuestra Amalia, por no decir la clarividencia de su Espritu, dela misin a cumplir en la Tierra, hizo que se presentase entre nosotros escueta como la

    Verdad, sin temor a ser falseada y sin necesitar del subterfugio de las falsas apariencias paraabrirse camino entre los abrojos del desamparo, ingratitudes y desengaos, que al parecer,

    amenazaban desgarrar con sus afiladas pas, lo que en ella era invulnerable y estabaescudado por su inquebrantable fe.La fragancia de esta violeta de los bosques neutralizaba el ponzooso hlito de los

    orgullos y su radiante tnica de la caridad le pona a cubierto de las asechanzas que susdetractores fraguaban en la oscuridad de su egosmo y malficos celos.

    No s qu admirar ms en estas Memorias, si la sencillez en la exposicin de loshechos, o la sublimidad de conceptos que en s encierran; todo lo cual me mueve, no arecomendar la obra, que no lo necesita porque basta y sobra la firma de su Autora, sino aofrecer un testimonio ms de gratitud filial a la que siempre nos llam hijos suyos.

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    PRLOGO ESPIRITUAL DEL MANUSCRITO DE DOAAMALIA DOMINGO SOLER

    DICTADO DESDE EL ESPACIO POR MEDIACIN DE LA MDIUM MARA

    Voy a daros un prlogo, y ese prlogo no tendr otro objeto que ensear a losnuevos espiritistas de la manera que tienen que redimirse. La redencin del hombre es muysencilla; slo consiste en amar al prjimo como a s mismo: pero dentro de esta sencillezhay un obstculo que levanta una muralla entre el bien y el mal, y no quiero decir que es elmal que los terrenales veis en el hombre criminal, pues no vengo a hablaros de esoscrmenes que se cometen en la Tierra, ya que para esos infelices est la ley de los hombrespara llamarlos al orden: Dejemos toda esa escoria de ignorancia y de miseria, pararemontarnos a esos otros lugares donde el hombre penetra orgulloso, pensando que all seencuentra la civilizacin; para estos enfermos del alma, ser mi humilde prlogo. Bienpoda haberlo dejado escrito en la Tierra, pero entonces, no hubiera tenido el valor que

    tendr ahora para los seres pensadores, escribindolo desde las alturas en que mora mihumilde Espritu. Cunta diferencia hay de contemplar a la humanidad en vuestra vidaterrena, a contemplarla desde el espacio!...

    S hijos mos: Cuando uno penetra en la verdadera vida, comprende perfectamenteque durante el tiempo que se permanece en la Tierra, se desconoce sta por completo.

    Yo, como vosotros sabis, haba procurado emplear bien el tiempo y pensaba quetodo lo que haca era obra de mi voluntad; pero no es as. Cuando el Espritu desciende a la

    Tierra y promete a esa naturaleza divina llamada Dios, que ya nunca ms volver a caer, sila promesa es enrgica y firme, para pasar del mal al bien le envuelven unas fuerzassuperiores a las suyas y encarna desconocedor de todo cuanto ha prometido; pero entre laspromesas y el Yo constituye una ley, y esa ley, es la que rige durante nuestro paso por la

    Tierra; y as es como empieza para el Espritu una existencia de lucha y de progreso. Ycomo en nuestro planeta todo se ignora y lo achacamos todo a la casualidad, vamos viviendo dentro de la oscuridad y la ignorancia, sin conocer esa ley que nuestroarrepentimiento ha creado y que es la que nos conduce a puerto de salvacin.

    Todas las religiones tienen la tendencia de inculcar al hombre el arrepentimiento yel acto de contricin; pero la equivocacin de todas est en dar al hombre un plazo tancorto para arrepentirse.

    No, no, hijos mos, el hombre no tiene un plazo para reconciliarse, el hombre tieneuna eternidad, el hombre ha sido, el hombre es, y el hombre ser. Y los mismos dardos ydesengaos que va recibiendo en un sinnmero de existencias, le van enseando el caminode su propia regeneracin. As es, que, cuando el hombre, cansado ya de sufrir el peso de

    sus culpas, que consciente o inconscientemente pesan en su conciencia, dice: No puedoms! Entonces, sin que nadie le juzgue, sin que nadie le castigue, l solo invoca suregeneracin. Cuando un Espritu ha pasado por la Tierra lleno de adulaciones y placeres, alpenetrar en el mundo de la verdad, es tan grande su desengao, que afluye el llanto a sualma, y ste es el Jordn de su regeneracin. As me sucedi a m despus de habermalgastado tantas y tantas existencias, despus de haber mal empleado un talento, despusde haberme mofado, en fin, de todos aquellos seres que de buena fe acudan a m para quelos empapara con el roco de mi inteligencia. Y no me servan de otra cosa ms que dedesprecio y de burla aquellos tesoros intelectuales, que slo se conceden a los hombres paraque hagan un buen uso de ellos. Yo, en aquella existencia lo hice todo al revs. Ya un buennmero de encarnaciones, la poesa ha sido mi nica compaera; y si de esa flor tan

    delicada hubiera hecho el uso que hice de ella en mi ltima existencia, no hubiera tenidoque penetrar tantas y tantas veces en la morada de mi padre.

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    Es que encontr, al despertar mi Espritu, a los jueces que me recriminaron? Esque hall un tribunal que me juzg? No, all slo encontr el remordimiento de mispequeeces; all slo vi reproducida aquellas carcajadas de desdn y de desprecio que yodiriga a un humilde pueblo.

    Lleg, afortunadamente, la luz para mi pobre Espritu y comprend la equivocacin

    que haba vivido; y entonces Qu hacer? Adonde me dirijo? A quin llamo? A quinpido perdn? Ah! Es que tendr que pedirle perdn a ese mismo pueblo? No. Ese pueblosigue a mi alrededor, me contempla y me perdona, porque por regla general, los pequeosde la Tierra son los grandes de Espritu; y stos, ya de cerca, ya lejos, pedan miregeneracin, porque comprendan que si mi pobre Espritu llegaba a la reconciliacin,podra dar a ese mismo pueblo toda la luz que un da por su jactancia y orgullo le habanegado. As fue, que ese mismo pueblo tan sencillo y tan bueno, rode al Espritu delorgulloso poeta, y puesto en forma de coro, elev una plegaria a lo infinito. Yo all, como eljudo errante, en medio de tanta bondad, de tanto amor, hice ese examen de conciencia queslo se hace cuando el alma se da verdadera cuenta del tiempo que ha perdido. Entonces escuando el acto de contricin es puramente verdad; entonces es cuando ya el Espritu no

    puede retroceder de lo que ha prometido; entonces es cuando aquel panorama de almasabnegadas y justas, dejan al pobre pecador solo; es cuando viene el llanto que es elbautismo del alma.

    Todas las formas que existen en el planeta Tierra, todas son smbolos de la verdad.Cuando el hombre se apodera de la verdad, cubre con el velo de su maldad toda la verdadque encierra aqul smbolo de amor. El hombre no puede bautizar al hombre; el hombreno puede redimir al hombre; el hombre slo se bautiza cuando retira el velo de orgullo quele domina; entonces ve la verdad y es cuando se redime por el sufrimiento que sus mismaspequeeces le han proporcionado.

    Por el llanto que brota de su alma se redime y se bautiza; y esa redencin y esebautismo es obra propiamente suya; y entonces es cuando se prepara una nueva existencia,

    dando a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar, descendiendo a esapenitencia dispuesto a luchar y a vencer. Bendita regeneracin! Si vosotros pudieraiscontemplar lo hermoso que es el trabajo de un Espritu cuando de verdad se ha redimido,cuando de verdad se ha bautizado! A su paso por la Tierra no le han importado ni elescarnio ni la mofa de los humanos, porque ha descendido, prometiendo sufrir y vencer:justo es que, quien ha hecho sufrir y llorar se encuentre luego en las mismas condiciones.

    Nunca debis dudar, nunca debis decir que todo cuanto os rodea y os acontece noes obra vuestra y que es debido a la casualidad; pues todo lo que os sucede, son losacontecimientos hijos de vuestra misma labor; y de este modo vais tejiendo la tela que osenvolver el da de maana. Cuando de estas verdades os convenzis, no tendris necesidadde ir en busca de emisarios que os castiguen o que os perdonen. Entre Dios y los hombres

    no puede haber escogidos ni privilegiados, porque Dios es el hombre, l es Dios, y todo serige dentro de la verdad, dentro de esa ley suprema. As es que el hombre debe trabajarpara redimirse a s mismo, y cuando est limpio de pecado podr empezar a conocer aDios.

    Todos los que niegan la existencia de Dios, tienen razn, y digo tienen razn,porque son almas tan pequeas que an no han comprendido de dnde emana esainspiracin que los alienta y los gua por el destierro de la vida; y luego, si no se conocenellos mismos, Cmo van a comprender a Dios? Conocer a Dios es muy difcil y es muyfcil. El Espritu conoce a Dios cuando ha sufrido y llorado mucho, porque para conocer lobello y, lo grande, se tiene que haber pasado antes por esos estados atmosfricos en que elhombre se asfixia; y dentro de esa misma labor es cuando el hombre analiza y conoce la

    verdad. Para que el hombre ore con el alma, es necesario que se encuentre en un sitiodonde las zarzas cierren su paso, pues cuando se ve imposibilitado de salir de este laberinto,

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    es cuando decae su cuerpo y se eleva su alma. Para el alma nunca se cierran todas laspuertas en el momento que su cuerpo gime y llora y dice: No puedo ms! El almaentonces, busca un punto de apoyo en el ocano del infinito, y desde all contempla esasolas tempestuosas de la vida, comprendiendo, en sus momentos de lucidez, el por qu desu triste situacin; y cuando el alma se convence de que as puede llegar al fin deseado,

    renuncia a todos los goces terrestres. S, hijos mos! Al Espritu le es imposible llegar a lafelicidad cuando los placeres materiales absorben todos sus pensamientos y as le sucedi ami pobre Espritu, que, cuando todo le sonrea y sobraba, cuando una humanidad leadmiraba por su gran talento, fue cuando mi Yo iba descendiendo de pendiente enpendiente, hasta llegar al fondo de un precipicio.

    Triste y amargo es describir lo que le sucede a un alma cuando se encuentra en esapobre situacin!... El grande mancebo, el satrico poeta, el bufn de otros tiempos... Todasestas y otras pequeeces, que omito porque sera interminable mi narracin, me sugierenestas y otras reflexiones al parangonar mis dos ltimas existencias. Cunta sombra dentrode la opulencia! Cunta luz dentro de la miseria! Qu cambios tan bruscos recibe elEspritu, cuando en un momento dado pasa por delante de sus ojos, como visin

    cinematogrfica, tantas y tantas costumbres, tantas y tan variadas posiciones sociales, tantasy tan diferentes maneras de pensar, siendo todo, en conjunto, obra de uno mismo!Cun grande es Dios! Qu grandes son sus obras, su amor y su misericordia! Qu

    sublime es su bondad y sabidura infinita, dando al hombre una eternidad para que vaya,poco a poco, limando la cadena de sus imperfecciones! All cayendo, all levantndose; aqusufriendo, all llorando, y ms tarde negando sus divinas bondades, porque, cuando elhombre est dentro de la prueba, son tan grandes y tan rudos los golpes que recibe, quellega a dudar de la misericordia de Dios. Pero esta ley inflexible sigue su curso sin inmutarseni trastornarse, por ms que toda una humanidad niegue su gran poder. Todo en elUniverso sigue su rumbo; ni las carcajadas de los audaces, ni las lgrimas de los humildes,pueden detener su paso. El hombre es hijo de la ley; la ley rige sobre el hombre; el hombre

    ha de acatar la ley y la ley acaricia al hombre; y ste con su calma, con su amor y con todolo que es la ley y verdad, va siguiendo el curso que es justo que siga. Ahora bien, si todo esjusto y todo es obra de la ley, Por qu Dios mo, esa misma ley no hace que el hombre nocaiga? Esto, ms de una vez, con lgrimas en los ojos y el corazn partido, en mi ltimaexistencia lo haban pronunciado mis labios; pero Ay! Qu diferencia se encuentramientras est uno en la ignorancia de la Tierra, a cuando se halla dentro de esa divinacascada, de la que mana el agua de la regeneracin! Qu hermosa es la situacin delEspritu, cuando, por s mismo, puede ya buscar ese bendito manantial para baarse yquedarse limpio de pecado! Despus de haber obrado esta operacin, es cuando puede elalma contemplar y poner las cosas en su debido lugar. As me ha sucedido a m; as lessucede a todos los espritus que, como yo, han pasado una existencia de llanto y de soledad,

    de abandono y de miseria, animando un cuerpo intil y enfermo y falto de todo lonecesario.Esta fue mi ltima existencia, como vosotros sabis, y es la que mi Espritu tiene

    ms cario, por haber sido la nica que supo aprovechar. Estos sitios me atraen por habersufrido en ellos tanto, pues as como cuando un cuerpo cae a un precipicio, el mdico,primero lo examina y, procura su curacin, sin inmutarse porque el paciente sufra y llore, yel afn del doctor es salvarle la vida, comprendiendo que en aquellos momentos correpeligro, y para lo cual emplea toda su sabidura para salvar un cuerpo que maana lebendecir, y cuando han pasado los grandes dolores y el cuerpo queda sano como antes dela cada, corre en busca del doctor para felicitarle y demostrarle su gratitud. En las mismascondiciones se encuentra el alma despus de la cada; vienen los dolores, despus de los

    dolores llega la regeneracin, y cuando el alma se ha reconciliado consigo misma, busca conplacer aquellos lugares en los cuales ha sufrido y llorado.

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    Mi Espritu ha tenido predileccin por encarnar muchas veces en este sueloespaol; en l he gozado, en l he tenido el orgullo de ser tributado y agasajado poraquellos sencillos espritus que no comprendan el orgullo del mo; en este suelo herecogido muchas flores, que converta, por mi jactancia e ingratitud, en espinas paraaquellos pobres jardineros que se haban esmerado tanto en presentrmelas. Cmo

    cambiar de lugar? Cmo tomar diferente rumbo, si no es posible coger el fruto sazonadolejos del rbol que lo arroja? A la sombra del mismo rbol; a los rayos del mismo sol, bajoel mismo ambiente es donde se tienen que recoger, una a una, todas aquellas espinas queuno por su orgullo ha hecho brotar de las flores. Aquellas espinas, por justa ley, tienen quepenetrar dentro de nuestras carnes, para sentir el mismo dolor que hemos producido a losdems. As es de la nica manera que el Espritu puede dar el paso ms agigantado; yaunque parezca que el Espritu lo tenga todo vedado en el transcurso de la vida, no es as:en sus momentos de lucidez, se da verdadera cuenta de sus cadas y de sus promesas dequererse regenerar. Cuando el Espritu empieza una nueva labor, gime el cuerpo y se sonreel alma y esas dos entidades que al parecer no van unidad, dentro de la realidad funcionanen buena armona, y poco a poco van cumpliendo esa gran misin llamada progreso.

    La Tierra es un vergel de flores; slo en sus troncos guarda las espinas, y esostroncos y esas espinas no son confeccionados por Dios, sino que es la obra de vuestraimperfeccin. Cuando el hombre quiera ser feliz, lo ser; su felicidad consiste en el sagradocumplimiento de sus deberes. Cuando el hombre comprenda que su paso por la Tierra esun trabajo de prueba, empezar su verdadera labor, fatigando el cuerpo y ensangrentndoselas manos, para arrancar las espinas del tronco de la inmortalidad, del orgullo, de la envidia,etc., que l mismo ha fabricado. Es un trabajo rudo, pero para dejar el planeta limpio deimperfecciones, la obra ha de ser puramente vuestra. El hombre, slo l es quien ha hechocrecer las espinas; slo l es el que ha convertido ese jardn en un campo rido y sin placerninguno. Pero el hombre se cansar de sufrir, s; se cansar de llorar, y fatigado en la playade su vida, escuchando el lenguaje de su conciencia, empezar su redencin. Despus de

    redimido bendecir los contratiempos de la vida; bendecir la tierra ingrata que con el aradoen la mano ha ido removiendo, socavando y buscando el fruto de la semilla que l mismosembr. Entonces es cuando cada Espritu se encargar de quitar las piedras que ha puestoen su camino; entonces ser el planeta Tierra ese vergel que os he mencionado antes. Ah!

    Y entonces Qu hermoso ser descender a la Tierra! Todo se regularizar y marcharcomo es debido que marche, porque vuestro mundo tambin est enlazado con la rueda deotros mundos. Tambin a los otros planetas les ha tocado pasar por la misma rotacin queel vuestro, y ahora disfrutan sus moradores de esa plcida calma que necesitan los Esprituspara comprender a Dios.

    Yo escrib ese trozo de manuscrito sin acordarme que nunca tuviera que salir a laluz; pero las fuerzas que me inspiraban para que lo hiciera, s que lo saban. Esas mismas

    fuerzas invisibles, son las que ahora se han apoderado de vosotros, para que no pasaradesapercibido la manera y por dnde tiene que pasar el Espritu para purificarse yemprender el camino de la regeneracin. El Espritu, en sus principios, es un toscopedazo de hierro (valga la comparacin). Este pedazo de hierro, para convertirse en unobjeto artstico, tiene necesariamente que pasar por la fundicin, donde, despus de miltormentos, completamente purificado, convertido en un objeto de arte, es la admiracin delos que lo contemplan. Pues lo mismo le acontece a los espritus. Todos, absolutamentetodos, sienten la necesidad de pasar por la Gran Fundicin, dejando en ella, a costa desus justos tormentos, las imperfecciones adheridas a su Espritu, purificndose con el fuegode los sufrimientos.

    Este humilde y sencillo prlogo no tiene otro objeto que ensear al hombre por

    dnde tiene que caminar; que comprenda y que se convenza que nada es hijo del acaso, quetodo es obra de nosotros mismos, y que cuanto ms se sufra y llore, ms cerca se est de la

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    felicidad. En todos los das borrascosos que encontris en el camino de la vida, debis debendecir a Dios, porque teniendo fuerzas y resignacin, si en vez de rebelaros os dominiscomo nios dciles, el acbar de la hiel que se acercar a vuestros labios no ser tan amargo,pues ser endulzado en esos momentos, si tenis la resignacin debida para llevar el pesode la cruz. Acordaos cunto sufri aquel Espritu de amor y caridad, cuya existencia no

    tuvo otro objeto que ensear al hombre de la manera que tena que redimirse. Pero lastransformaciones de religiones han hecho tanto dao a la humanidad, empequeecindoseellos mismos tanto, que han esparcido una atmsfera putrefacta que la envenena. Ahoraesos espritus que escondieron la luz debajo del celemn, van comprendiendo el error enque han vivido, obscureciendo la verdad; esos espritus que han vivido tantos siglos a lasombra de falsas religiones, son los que ahora ms se apresuran en derrumbar esossombros edificios, para que la luz de la verdad se esparza por ellos.

    Aqu donde estoy yo, quisiera, en un momento dado, que os pudierais reunir todos,para que distinguierais, como yo, la verdad de la mentira, la luz de la sombra, y as podrandar vuestros espritus el paso agigantado que se necesita para cuando llegue latransformacin del planeta.

    Estas pobres lneas son hijas del cario y amor que tengo a mi hermoso Ideal, yquisiera que todos los discpulos que pertenecis a nuestra filosofa, dierais el ejemplo, envez de entretenernos en esas miserias mundanas, enriquecindoos de Espritu, porque Ay!La felicidad que sigue despus de una existencia de amargura y sufrimiento, no se puededescribir: se negara la pluma del ms famoso escritor a trazar en el papel, esos conceptosbellos, e indescriptibles para el hombre.

    En el siglo que estis pasando, an no le est concedido al hombre el podercontemplar de cerca esas maravillas. Para realizarlo, tiene antes que purificarse por elsufrimiento. Bendito mil veces el sufrimiento, que nos reporta una eternidad de goce;menos que un granito de arena en la inmensidad de los ocanos!

    nimo, amigos mos! Yo procurar con mi amor penetrar en vuestro Yo y

    empaparos de esas verdades, que al papel no se pueden trasladar, porque la pobreza dellenguaje humano no puede expresar las bellezas de la verdad. nimo y no desmayis!Adelante! Que todo cuanto os he manifestado es opaco ante la realidad. No hay ms cieloque un alma tranquila; no hay ms riqueza que el recuerdo de haber obrado bien y habersido siempre el marinero dispuesto a lanzarse en el fruto de la tempestad, de esastempestades que se desencadenan en los hogares, haciendo con su esfuerzo de un martempestuoso, un mar en calma. Si as obris, podis esperar la muerte sin miedo y sintemor; antes al contrario, debis aguardar ese feliz da, como el que espera un advenimientoque ha de reportarle la dicha y la felicidad...

    Bendito los justos; dichosos los humildes y los limpios de corazn, que para ellosser la felicidad eterna!... Adis, hijos de mi Ideal! Y que para vosotros sea ese hermoso

    faro llamado Espiritismo el que os conduzca al puerto que me ha dirigido a m. All osespero, all os aguardo con el cario de una madre que va buscando la felicidad para sushijos, para colocarlos donde ella desea y que no sufran ms. No os cansis de leer miltimo paso por la Tierra y mi despertar en el espacio, sirvindoos estas sencillas pginas debrjula que os guiar para que no volvis a caer en el fangoso mar de las pasiones.

    Adis!... Me despido de vosotros dicindoos: Hasta luego!... Os espero en lasregiones de amor, donde nos reuniremos todas las almas que, como sta, han sabidoaprovechar su ltimo paso por la Tierra.

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    LO QUE ELLA ESCRIBI EN VIDA

    Yo nunca haba pensado escribir Mis Memorias, porque hua de la noche de mipasado para no aumentar las sombras de mi presente; pero el Espritu del Padre Germn

    (que tanto bien me ha hecho en esta encarnacin), me dijo hace algunos aos lo siguiente:-Tienes que dejar una herencia a los pobres de la Tierra.-Herencia?... Repliqu, con amarga irona. -Y qu quieres que deje yo a los

    pobres?... Por razn natural, morir en un hospital o auxiliada por algunas mujerespiadosas, que se vern con grandes apuros para costear la caja que encierre mis restos.

    -La herencia a que yo aludo, la puedes dejar de la misma manera, sea cual sea elfinal de tu actual existencia:

    -No te comprendo.-Pues, nada ms sencillo ni ms fcil de hacer que tu legado. T debes dejar escritas

    tus memorias; t debes decir a las mujeres que lloran, lo mucho que t has llorado; t lespuedes ensear el modo en que encontraste una familia, y cmo, en medio del ms

    horrible aislamiento, te creaste amistades verdaderas, y admiradores entusiastas; es un deberque tienes que cumplir y lo cumplirs, y despus de cumplido quedars satisfecha de tuobra.

    Los aos pasaron y, aunque nunca olvid los consejos del Padre Germn (muchoms cuando l me lo recordaba con frecuencia), no me encontraba con valor suficiente paramirar de frente mi pasado; me lamentaba de mi presente y me entristeca mi porvenir.

    Al fin, la comunicacin de un Espritu amigo me decidi y una noche, no s sidormida o despierta, escuch una voz que me dijo con acento de amarga reconvencin:

    -Qu ingratos sois los terrenales!... No recordis ms que las desventuras!... Qupronto olvidis las horas de placer!... Te lamentas de tu infortunio, producto de tusdesaciertos y de tu atolondramiento en todos los actos de tus existencias anteriores; pero

    entre tantsimas espinas, No te acuerdas de haber encontrado una flor cuya dulcsimafragancia an embalsama tu vida? No te acuerdas del idilio de tu infancia? En la aurora detu actual existencia, no contemplas la figura adorable de una mujer, que fue el ngel de tuguarda, y que cuanto tiene de racional tu entendimiento, todo se lo debes a ella? Tanpronto has olvidado que te llev en sus brazos, con ms satisfaccin que si llevara alSalvador de un mundo? Es posible que ya no la veas velando tu sueo? Cundo lees y teentusiasmas con las obras escritas por los grandes genios no se te ocurre decir? Ella meense a leer!... Ella inculc en mi mente el amor a la naturaleza! Ella me hizocomprender la omnipotencia de Dios! Acaso no merece tu Madre una pgina en tusMemorias?...

    Al or estas palabras, el llanto de remordimiento ba mis ojos, y al momento sent

    que me abrazaban y murmuraban en mis odos, muy quedo:-No llores, hija ma!... No llores! Como impulsada por una corriente elctrica, me

    sent en mi lecho, sintiendo an el dulcsimo calor de mi madre. Era ella, s, que al vermellorar acudi a enjugar mis lgrimas!

    Apreci con todo su valor la leccin que me dio el Espritu que me hizo ver miingratitud, y para demostrarle al invisible consejero que deseo cumplir un deber sagrado,empiezo diciendo algo de mi infancia.

    Yo llegu a la Tierra el diez de Noviembre de 1835, eligiendo por cuna la orientalSevilla; pero no un hogar risueo, por lo mismo que vena a expiar grandes faltas.

    A los ocho das de estar en este mundo, me qued ciega. Mi madre qued aterradaante una criatura que haba nacido bajo tan triste auspicio.

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    Durante tres meses hicieron todo cuanto les fue posible para conseguir micuracin, y al ver que la ciencia era impotente rogaron a Dios fervorosamente que meconcediera puesto en la gloria, prefiriendo mi muerte a verme inmensamente desgraciada.

    Al fin, un sabio ignorado, un modesto farmacutico triunf de mi enfermedad, abrlos ojos y mi madre crey que vea el cielo.

    Desde aquel instante supremo, olvid por completo sus desventuras (porque mimadre haba sido inmensamente desgraciada) y al abrir yo los ojos el cielo se abri para ella;me quiso como no se quiere en la Tierra, con delirio, con verdadera adoracin; si existe lalocura del amor maternal, mi madre estuvo completamente loca, desde que yo recobr la

    vista.En mis ojos, que me quedaron muy imperfectos, no s lo que vera, pero es lo

    cierto que se consagr en absoluto a m, y no tuvo ms afn que hacerme dichosa, sin quepor su extremado cario, descuidase en lo ms leve mi educacin; basta decir que cuandocumpl dos aos, empez para ella la penosa tarea de ensearme a leer, consiguiendo, enpremio de su afn y su desvelo, que a los cinco aos leyera correctamente, hacindome leeren alta voz dos horas diarias.

    Nuestros espritus se unieron de un modo tan admirable, que slo con mirarnosnos adivinbamos el pensamiento.Me inspiraba una gran confianza, y la respetaba como si fuera Dios en persona,

    reconocindole tal superioridad moral e intelectual, que no encontraba a nadie que se leasemejara.

    Mi respeto y veneracin estaban exentos de todo temor. La grandeza de su Espritume asombraba y me dominaba de tal modo, que una palabra suya era una orden terminantepara m.

    Veinticinco aos estuvimos juntas en la Tierra, y una noche de verano (Ay!, jamsla olvidar) nos quedamos las dos solas, sentadas a la orilla del Guadalquivir, frente a losjardines del Palacio de San Telmo. Sin podernos explicar la causa, las dos estbamos muy

    tristes, porque mi madre tena una enfermedad incurable y slo la energa de su voluntad lasostena en pie; la luna nos enviaba sus plidos destellos, y aquel silencio, aquella calma dela naturaleza, aumentaba nuestra triste melancola.

    De pronto mi madre cogi mis manos entre las suyas, y dejando corrersilenciosamente un copioso llanto, me dijo con la mayor ternura:

    -Ay, Amalia!... Tengo un miedo!-Miedo! De qu?-De los que nos queda que sufrir, y sobre todo a ti.-Por qu? Qu nos amenaza?-La ley de la vida; mi muerte: Cun agradecida te estoy, hija ma!-Por qu?

    -Porque te he debido las horas ms felices de mi vida. A m, me educaron bajo elantiguo sistema del terror; mis padres me inspiraron siempre miedo. Mi madre, slo en susltimos das fue cariosa conmigo; el compaero que eligi mi corazn o no le comprendbien, o l no me comprendi a m; lo cierto es que t no has disfrutado de las caricias de tupadre, por haber vivido siempre separado de nosotras, y slo tu agradable compaa me hahecho feliz, y no s por qu, tengo el presentimiento de que esta felicidad se me va aconcluir y me horroriza el pensar lo que te queda que sufrir.

    Qu hars t sin m en el mundo? Tu falta de vista no me ha dejado perfeccionartu educacin; t no tienes ni oficio, ni carrera, ni hbitos de pobreza; como ves poco, erestorpe para las faenas domsticas.

    Qu ser de ti? Muchas veces (ahora te lo digo para descargar mi conciencia) le he

    pedido a Dios tu muerte, para dejarte colocada en la caja, libre de las miserias de la vida;

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    pero Dios no me ha escuchado, y veo sobre ti una sombra que me espanta, porque veo,que se acerca mi ltimo momento, y por ms vueltas que le doy, yo no s cmo vas a vivir.

    Al or sus palabras, llor con ella, y no supe qu contestarle, porque en realidad, yotampoco encontraba camino para poder vivir sin la sombra de mi madre.

    Sumidas las dos en profunda tristeza pasamos unos das, y a medida que se iba

    extinguiendo la vida de mi padre, iba tocando a su fin la pequea herencia que habaheredado de mi madre; cuando ella vio que bamos a vernos reducidas a la mayor miseria,templ de espanto por m, y yo me horroric por ella; entonces, al ver mi impotencia paratrabajar, se oper en m una extraa transformacin y dirigindome a Dios, como si hablaracon un ntimo amigo, le dije as:

    -Nunca te he pedido nada, as es que bien puedes concederme lo que te voy apedir. Yo quisiera que mi madre no tuviera que morir en un hospital; dame a m todas lasamarguras que quieras, yo sola las resistir; pero verla a ella tan digna y tan orgullosa en elextremo de la miseria, eso si que no me encuentro con valor suficiente para resistirlo. Oyebien lo que te pido! Sola, ser fuerte, con ella... no lo creo!

    Parece mentira lo que me sucedi entonces! Como aquel que ha sido ciego desde

    que naci y al recobrar la vista encuentra un mundo nuevo para l, as, sbitamente, med elabismo de la miseria que nos esperaba y comprend que mi pobre madre, si viva algntiempo ms, sera horriblemente desgraciada, porque a pesar de haber sufrido mucho nohaba descendido nunca a la publicidad de la pobreza; haba vivido muriendo, pero dentrode su casa, sin decirle a nadie el motivo de sus penas.

    Cuando se dej caer para no levantarse ms, le di gracias a Dios, dicindole:-Gracias te doy porque mi madre no me morir negando tu misericordia; tendr su

    caja, su nicho, su lpida; en sus ltimos momentos se ver rodeada de sus amigas,descansando su cabeza sobre mis brazos; no conocer el horror del abismo que nos rodea.Bendito... Bendito seas!

    Y con nimo sereno, durante catorce das no me separ de su lado.

    Tres das estuvo agonizando, dicindome siempre:-No te separes de m; as, as, las dos juntitas, bien abrazadas.Y en mis brazos exhal su ltimo suspiro.Cuando me entregaron la llave de la caja, le dije al amigo que cumpli con tan triste

    encargo:-He aqu lo nico que tena que recoger de la Tierra; ahora me voy a otro planeta, al

    mundo del dolor...Muchos creyeron que me volvera loca, porque en los primeros das no pude llorar.

    Durante tres meses perd la memoria por completo; pintar los primeros momentos de misoledad, es tarea superior a mis fuerzas, y si bien quiero decir algo de lo que experiment alentrar en mi nueva vida, no es por hablar de mi personalidad, harto significante, sino para

    que sirva de leccin provechosa a las muchsimas jvenes que se quedan solas en el mundo,sin ms sombra que la que proyecta su cuerpo.Quiero pintar las angustias de una mujer abandonada a s misma, y de qu manera,

    cuando el alma se eleva sobre las miserias humanas, atrae la proteccin, el consejo y elauxilio de esa gran familia que todos tenemos en el espacio.

    En los primeros das de mi soledad, me acompaaron las amigas de mi madre, yuna de ellas me propuso entrar en el convento, comprometindose a buscarme el dote,dicindome, entre otras cosas, las siguientes:

    -Qu hars t en el mundo? Nada de provechoso; eres pobre, y pobre en laspeores condiciones, porque tu madre te ha criado con los hbitos de una gran duquesa; tno sabes salir a la calle con un lo de ropa, ni con una cesta, ni ir mal vestida; t no te

    puedes poner a servir porque tu falta de vista te hace cometer mil torpezas; los nicosparientes que tienes, que son el hermano de tu padre y sus hijos, no te quieren porque las

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    desavenencias de familia nunca crearon afectos, y todo lo ms que harn es atenderte tres ocuatro meses (y gracias que lo hagan) y luego, Qu hars? Lo mejor es que te consagres aDios y te evitars muchsimos disgustos. Qu me dices? Qu me contestas?

    -Que no quiero ser monja como ltimo recurso. Para consagrarme a Dios,preferira mil veces la vida del anacoreta; en la cumbre de una montaa creo que oira la

    voz de Dios; en la celda de un convento renegara de una religin que rompe los sagradosvnculos de una familia. La religin que desata lo que atan las leyes de la naturaleza, nointerpreta la voluntad de Dios.

    -Pero mujer, Si t ests sola en el mundo! A quin mejor puedes asirte que a ladiestra de Dios?

    -Si mi Dios lo encuentro yo en el Sol, en el aire, en las flores, en las aves, en lasmontaas, en los ros, en los mares, en los abismos; en todas partes donde se manifiesta la

    vida, menos en esas casas sombras que llaman lugares de oracin, y en esas ttricasfortalezas donde se consumen centenares de mujeres lejos de todos los afectos queengrandecen el Espritu.

    La buena seora se me qued mirando muy sorprendida de mi lenguaje, se levant

    y se despidi, dicindome:-Algn da te arrepentirs; si quieres, pinsalo mejor y dentro de ocho das volver asaber tu determinacin.

    -Ya est tomada; la religin debe llenar el alma, para que sta, en su duelo, le pidaun refugio. Y Cmo quiere usted que me consagre a lo que rechaza mi razn?

    A la proposicin de la dama, sigui la de un casamiento sin amor con un hombrede mediana edad, muy distinguido, pobre y enfermizo; y con gran sorpresa de mis parientesy amigos, dije que no quera casarme.

    -Es posible? Me dijo un antiguo amigo. -T sabes lo que es quedarse sola? Tno has pensado como te vers maana porque todas estas visitas pronto se acabarn ytendr que trabajar para vivir, si te dedicas a coser, al poco tiempo te quedars ciega y

    tendrs que pedir una limosna de puerta en puerta.-Pero ser libre y no habr engaado a nadie; yo no siento nada por ese hombregeneroso que me quiere honrar dndome su nombre. Mi madre me dijo muchas veces:No engaes a nadie, y el consejo de mi madre no lo olvidar jams.

    Mis negativas alejaron a aquellos que me propusieron el monjo y el casamiento;mis parientes, durante seis meses, me dieron una pequea pensin, siendo yo, en cambio, lacosturera de la casa. Yo acept muy contenta aquel plan de vida, me qued viviendo en lamisma habitacin que muri mi madre, vend muebles, lo arregl todo lo mejor posible, ycuando crea que iba a estar ms tranquila, mis parientes dejaron de darme la pensin,alegando que no les era posible sostener aquel gasto que se poda llamar superfluo.

    No me sorprendi tal determinacin, pero s la sent muchsimo, porque perda los

    dbiles cimientos sobre los cuales se sustentaba mi humilde existencia cuando mis parientesme negaron su apoyo, una amiga de la familia que estaba muy lejos de Sevilla, me llam asu lado al verme tan desamparada, acept la oferta de mi amiga y durante un ao estuveseparada de la tumba de mi madre; cuando volv a Sevilla (despus de haber sufrido cruelesdesengaos), fui en seguida al cementerio a llevarle flores, y al postrarme ante su huesa,exclam:

    -Madre ma!... He bebido en poco tiempo la hiel de amargos desengaos!... Todoha muerto para m!... Mentira son el amor y la amistad!...

    No es mi propsito seguir paso a paso el calvario de mi vida. No referir nada de

    mi historia ntima a la cual estn enlazadas otras personas que an existen, y no debo en

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    manera alguna poner en evidencia las debilidades de los unos y las ingratitudes de los otros;pasemos pues por alto, los acontecimientos que mucho me hicieron sufrir.

    Como cuando apenas tena diez aos haba empezado a escribir poesa, a los diez yocho a publicarlas, figurndome que en Madrid tendran ms xito mis escritos y al mismotiempo que el trabajo de la mujer era mejor retribuido que en Sevilla, me traslad a la corte,

    donde en realidad, trabajando, viva mucho mejor que en la capital andaluza. Pero tantotrabaj de da y de noche, que mis ojos se negaron a seguir fijamente horas y horas mirandola labor y entonces comenz para m una serie no interrumpida de sufrimientos y dehumillaciones inexplicables.

    Mientras pude trabajar, pagaba mi habitacin en compaa de una buena familia, yme mantena frugalmente, pero cuando no pude ganar nada, cuando los mejores oculistasque residan en Madrid, me dijeron que quedara ciega si persista en querer trabajar unasemana ms, me qued aterrada, horrorizada y sin accin para dar un paso, porque perderla poca luz que me quedaba me produca un espanto que no tiene nombre.

    Como mis ahorros eran muy exiguos, pronto tuve que empear toda mi ropa, ydominada por ese misterioso instinto de conservacin, acud a las casas de aquellas

    personas que en otro tiempo me haban dado trabajo, para que me dieran un plato de sopaa la hora de comer.Los unos me decan que me encerrase en un asilo, los otros que para ser tan pobre

    y tan intil era demasiado delicada y que deba acostumbrarme a tratar con toda clase degente.

    Como distingua los bultos, me dediqu a mandadera, llevando cartas a un lado,recados a otros y a hacer, en fin, cuanto me mandaban para que me dieran un plato decomida; pero al volver a mi solitario hogar, a las horas del descanso, donde nadie meesperaba, sintiendo el fro que produce la falta de alimento, cruzaba entonces por mi mentela idea del suicidio.

    Como los apuros ms grandes los pasaba para pagar mi habitacin, al ver que me

    despedan de la que ocupaba por falta de pago, tuve que aceptar la que me ofrecieron gratisen el taller de unos pintores. Y esto sucedi cuando ya no me quedaba ni una prenda queempear, por lo que estuve sin poderme mudar de limpio ms de treinta das.

    Qued tan desposeda de todo, que ni an la tumba de mi madre pude conservar,pues transcurrido el tiempo marcado por ley, sus huesos fueron recogidos por una jovenpiadosa que, compadecida de mi desgracia los coloc en la sepultura de sus parientes.

    Nada, pues, me quedaba en este mundo.Por qu persistir en continuar en l?

    Y la idea del suicidio se apoder nuevamente de m.Y hallndome con esto muy meditabunda, de pronto di una gran sacudida y me

    dije: ahora recuerdo que hay una religin, digo mal, hay muchas religiones, aqu funcionan

    dos; la catlica apostlica romana, y la reformada por Lutero, o sea la protestante.Si yo pudiera creer en alguna de ellas! Los que creen dicen que son tan felices!...Pues me voy a la iglesia; nadie, por desgracia, ms desocupada que yo.Empec a recorrer templos, a or sermones, y aunque algunos me inspiraban

    profunda admiracin (por el talento de quien los pronunciaba), ninguno de ellos resolva elproblema de mis dudas.

    Y si stos hombres tan instruidos y que segn dicen, estn inspirados por elEspritu Santo, no saben explicar el por qu de estas anomalas incomprensibles y estasinjusticias sociales, a pesar de repetir que Dios es Grande, Bueno, y Justo, Dnde ir, pues,a convencerme de lo que yo necesito que me expliquen?

    Dicen que en las capillas evanglicas se encuentra la verdad; pues ir a ellas.

    Fui, en efecto, y all encontr algo que me hablaba al alma.

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    Encontr, sobre todo, a una excelente amiga, llamada Engracia, a la que deb mscosuelo y atenciones que a todas las prcticas religiosas.

    Se compadeci tanto de mi ceguera, que fue para m un gua humilde ydesinteresado. Siguiendo su excelente consejo, fui, y ella me acompa a que me viera eldoctor Hysern, mdico homepata que, como oculista haba hecho curas asombrosas.

    Este sabio me recibi, no como a una pobre, sino como si fuera una gran duquesa;me mir atentamente, me reconoci los ojos a travs de unos lentes especiales, le pint mihorrible situacin, y me dijo con tristeza:

    -Tiene usted los ojos tan malos, y est tan adelantada la enfermedad, que es casiimposible su curacin; pero si usted sigue estrictamente mis consejos, si usted se abstienede mirar nada con fijeza, si usted, en fin, se resigna y se hace el cargo que no tiene ojos,pasado un ao y algunos das recobrar toda la luz que ha perdido y podr dedicarse adiversas labores, siempre que no sea con luz artificial. Yo le dar toda la medicina quenecesite, y si usted me obedece fielmente, pasado el plazo que le he dicho, si es ustedagradecida, bendecir mi nombre.

    Pintar el jbilo que yo experiment al or las palabras de aquel sabio, me es

    totalmente imposible.Qu era un ao de sombra, si luego el sol de la vida irradiara para m?Qu era la horrorosa esclavitud de la impotencia y las privaciones de un ao, si

    luego mi trabajo, y el pan regado con el sudor de mi frente, me hara libre?...De qu modo expresara yo mi contento, que Hysern, que era un hombre muy serio

    y muy grave, se conmovi de tal manera, que sus ojos se humedecieron, dicindome convoz temblorosa:

    -Bendita sea la ciencia que redime a los cautivos!Desde aquel da cumpl estrictamente los mandatos de mi mdico; pero en cambio,

    reciba duras amonestaciones de las seoras que me daban la limosna o donativos parapoder sostenerme.

    Una de ellas me dijo un da:Parece mentira que haga usted versos tan bonitos y hasta que tenga algn talento,porque no hace usted ms que torpezas, con sus delicadezas y escrpulos de monja, comosi un pobre tuviera derecho a tener esos miramientos de no aceptar algunas proposicionesque le hemos hecho. Despus se va usted a or a los Pastores protestantes que son unosherejes que no entrarn nunca en el reino de Dios; y, por ltimo, se pone usted con unmdico homepata que es un loco rematado que la va a dejar a usted completamente ciegapara alivio de sus males.

    Yo enmudeca, porque nada abate tanto al Espritu como el no tener; y despus deor tales filpicas, dejaba de importunar por algn tiempo a las seoras que as meamonestaban, hacindose mi situacin material verdaderamente insostenible.

    En cambio, tres veces por semana iba a la capilla evanglica y all olvidaba una granparte de mis penas.All me queran tanto!... que a veces deca con el mayor entusiasmo:-Ya tengo una familia y una familia numerosa; muchos de sus miembros me

    quieren; cuando yo paso, oigo un murmullo de simpata; aqu nadie me reconviene; alcontrario, siempre encuentro una mujer compasiva que se empee en acompaarme a micasa.

    De los pocos gratos recuerdos que mi Espritu se llevara de la Tierra, figurar, enprimera lnea, mi entrada y permanencia en la capilla evanglica de la calle de Calatrava, deMadrid.

    Mi enfermedad y curacin seguan su curso lentamente; mis relaciones con las

    seoras que me socorran iban en disminucin, porque unas por cansancio me dejaban yotras las dejaba yo porque me hablaban de mis nuevas creencias con el mayor desprecio, y

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    para evitar alteraciones enojosas dejaba de visitarlas, con lo cual mis medios de existenciadisminuan de un modo pavoroso; pero como cuando se ha de vivir se vive, una antiguaamiga de mi madre, que me quera y me compadeca profundamente, vino a verme unatarde, muy contenta, dicindome que una sociedad de seoras filantrpicas, repartaraciones a los pobres, compuestas de pan y un buen cocido; y ella, pensando en m, haba

    conseguido adquirir un centenar de bonos, con los cuales tena yo asegurado el alimentopara cien das, y que lo nico que senta era que la casa donde las seoras repartan lasraciones, estaba muy lejos del centro de Madrid; en cambio tena para m la ventaja de serun barrio donde nadie me conoca.

    Con los bonos me entreg un cestito y una gran taza de porcelana.An cuando le agradec mucho a mi antigua y buena amiga sus atenciones por mi,

    no pude si embargo dormir aquella noche, y me levant mucho peor de la vista. Entoncesvi claro lo terrible de mi situacin y perd una gran parte de aquella repugnancia invencibleque yo senta para cumplir con aquel sacrificio impuesto por mi fatal dolencia.

    Sal, al fin, de mi casa, llegu al palacio donde se haca la obra benfica, entr en elgran patio y vi centenares de pobres de todos aspectos, pues por algo (que entonces no

    pude explicarme), en aquellos momentos (que eran para m momentos supremos) recobruna parte de la vista perdida, y pude ver perfectamente el cuadro que tena ante mis ojos.Haba pobres de todas condiciones, muchas mujeres humildemente vestidas con su

    mantilla, que, como yo, llevaban la muerte en el alma; muchos ancianos con sus radosgabanes, que parecan espectros escapados de sus tumbas; eran mucho ms los pobres

    vergonzantes, que los de oficio, y estos ltimos apostrofaban a los que tenan la inmensadesgracia de no haber nacido en la miseria.

    Creo que en aquel instante pagu una gran parte de las deudas contradas en uncentenar de siglos; porque sufr una angustia que no tiene nombre en el lenguaje humano;quise huir, pero al mismo tiempo me dije:

    -No; es preciso llegar hasta el fin para saber las fuerzas que tiene mi alma.

    Y me acerqu a recoger mi racin en compaa de un anciano que me dijo,tristemente:-Ay, seora!... Qu horrible es la crucifixin de la miseria!Sal del palacio con gran ligereza, tanta, que pareca increble que pudiera ir tan

    deprisa; ahora me explico perfectamente lo que no me pude explicar entonces; y es que enmedio de mi atroz sufrimiento, senta mi Espritu una alegra inexplicable.

    Como aquel que debe una gran cantidad y dice al pagarla: Gracias a Dios que ya nodebo nada a nadie!, as me suceda a mi. Estaba contenta de m misma y, al mismo tiempo,pensaba no volverme a confundir con aquellos desgraciados.

    Al comprender la portera de mi casa (que era una buena mujer) lo angustioso queera para m, el ir a recoger la racin de comida, ella se encarg de presentar los bonos y

    durante mucho tiempo, las dos nos alimentbamos con el reparto que haca la sociedadbenfica de seoras.A medida que el tiempo avanzaba, creca ms mi impaciencia y contaba no slo los

    meses, sino hasta los das y las horas que me faltaban para recobrar la vista suficiente, segnme aseguraba el doctor, que me permitiera trabajar, dicindome a m misma:

    -Qu vida tan tranquila pasar! Trabajar cuanto pueda y har ahorros parasocorrer a los ciegos.

    Esta esperanza me ayudaba a vivir, pero por ms que reflexionaba no acertaba aexplicarme, por qu unos seres nacen tan dichosos y otros tan desgraciados; y por quhaba cado tan gran castigo sobre m, sin haber cometido falta ni delito alguno. Y comosobre estos temas y otras mil dudas que me asaltaban sola yo sostener dilogos con un

    mdico materialista, que todo lo negaba, me dijo un da:-Sabe usted quin le dar explicacin de lo que usted siente?

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    -Quin?-Unos nuevos locos que creen, con la mejor buena fe del mundo, que el alma vive,

    mejor dicho, el Espritu (que as le llaman ellos a la fuerza inteligente que da vida alorganismo humano) que vive por toda la eternidad, encarnando tantas cuantas veces lonecesite, en la Tierra y en otros mundos; y esa serie de existencias, le sirve para adquirir

    conocimientos, perfeccionarse y pagar a la vez los desmanes, las felonas, las traiciones, losatropellos y dems abusos cometidos en otras encarnaciones. Usted, por ejemplo, tiene lapesadilla con sus ojos; pues esto, para los cndidos y crdulos espiritistas, sera la pruebainconcusa de que usted en otros tiempos ha hecho muy mal uso de sus ojos, o ha dejadociego a ms de un prjimo, y ahora recibe el castigo por donde ms pecado haba.

    -Y en dnde se renen esos locos, como usted dice?-En una buena casa de la calle de Cervantes. Entre ellos hay hombres de talento

    que escriben admirablemente. Publican varios peridicos; a m me mandan El Criterio.-Conserva usted algn nmero?-Por mi parte ni lo leo siquiera; mi esposa y mi hijo suelen leerlo para rerse de los

    fenmenos y de las apariciones de los espritus y luego... no s que hacen del

    bienaventurado Criterio.-Pues yo le ruego a usted encarecidamente me traiga algn nmero, ya que tanto mellama la atencin, lo que piensan esos locos.

    -Buena la hemos hecho!... Ahora caigo en la cuenta de que ser usted muy capaz dehacerse espiritista. Esto s que estara gracioso!... Que un materialista de pura raza leproporcionase a usted los medios de conocer el Espiritismo! Pero, en fin, la naturaleza esmuy sabia, y si usted slo pensase en su dolencia, la habran enterrado hace ya muchsimotiempo; y divagando entre Jess y sus serficos pastores, y averiguando si el Espritu de suabuela est en el Planeta Marte, o en el lejano Neptuno, ir usted pasando los das de lasemana ms entretenida, sin hacer el menor dao a nadie.

    Yo le prometo que si mi mujer ha destruido El Criterio, ir a la Sociedad

    Espiritista Espaola y les dir: -Denme un nmero de su sabia revista y cuente desde hoycon una compaera ms para ir al manicomio de Legans. Porque lo que es usted, o muchome engao, o se hace espiritista al vuelo.

    Los poetas son unos locos inofensivos: usted desde nia ha escrito renglonescortos y largos, (como llama Zorrilla a los versos) es usted entusiasta de todo lomaravilloso, y como es una maravilla de primer orden eso de que hablen los muertos, ustedhablar dentro de poco con media humanidad, de la cual no queda en la tierra ni unmiligramo de sus cenizas.

    Mi buen amigo se despidi, sonriendo bondadosamente, dicindome:-Hasta maana, que le traer El Criterio.Con viva ansiedad esper el da siguiente. Mi amigo no se hizo esperar; me trajo un

    nmero del peridico espiritista ya nombrado, me ley un artculo y antes de concluir, ledije con el mayor entusiasmo:-Amigo mo, el Espiritismo es la Verdad!El se sonri moviendo negativamente la cabeza, y me dijo con tristeza:-Aunque no sea la verdad, es al menos muy consolador, y como usted es tan

    desgraciada, lo necesita, y por lo mismo le prometo traerle muchos peridicos espiritistas.Mi amigo cumpli su palabra y me trajo muchos nmeros de El Criterio, que l

    mismo me lea.Desde aquel da no descans hasta encontrar una familia espiritista que tena las

    obras de Allan Kardec, se las ped prestadas, y muy poquito a poco y con mucho trabajo,empec a leerlas, o ms bien dicho, a estudiarlas.

    En seguida empec a adquirir la conviccin absoluta de que el Espiritismo era laverdad de todos los tiempos, y di principio a una serie de estudios con el mejor xito.

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    Una maana, estando en mi casa, sent de pronto en la cabeza una sensacindolorosa y extraa; me pareci que toda ella se haba llenado de nieve: tal fro experimenten las sienes. Despus me pareci escuchar voces confusas, prest atento odo y cre oresta breve palabra:

    -Luz!... Luz!...

    -Luz quiere mi alma y mis ojos! Grit, sobrecogida por una impresin inexplicable.-Luz necesito, Dios mo!...Y sin saber por qu, llor; pero no llor con amargo desconsuelo, muy al contrario,

    aquel llanto pareca que me daba la vida.Sin darme cuenta de lo que haca, me mir al espejo y lanc una exclamacin de

    jbilo y de asombro indescriptible, al ver que mis ojos estaban perfectamente abiertos,como haca muchsimo tiempo que no me los haba visto, puesto que siempre tena losprpados tan cados que pareca imposible que pudiera ver lo poco que vea.

    -Habr llegado la hora de recobrar mi libertad? Pregunt en alta voz (como sialguien pudiera contestar).

    -S, murmur una voz muy lejana.

    Or aqul s y echar a correr a ver a mi mdico, todo fue uno.Hysern me mir fijamente y estrechando mi mano entre las suyas, me dijo con lamayor seriedad:

    -Amalia demos gracias a Dios; desde maana podr usted trabajar, pero sin exceso. Acurdese usted de lo que ha sufrido y no cometa imprudencias; an tiene que tomarmedicina ms de un ao.

    Desde aquel da (para m memorable), comenc una vida nueva; con la mayoractividad busqu trabajo y lo encontr en seguida, y me puse a coser con tal alegra, quepareca que haba heredado una gran fortuna; firme en mi propsito de seguir estudiando elEspiritismo, quise tener todas las revistas que se publican en Espaa, y no encontr mediomejor que colaborar en ellas.

    Comenc mandando al El Criterio una poesa, y entonces recib una carta muyatenta del vizconde de Torres Solanot, con un ejemplar de su obra: Preliminares delEspiritismo.

    Inmediatamente envi otra poesa al Director de La Revelacin, de Alicante yme contest a vuelta de correo, ofrecindome las columnas de La Revelacin.

    La alegra que yo sent entonces fue tan inmensa como cuando me vi con los ojosbien abiertos.

    Escribir en la prensa espiritista! Ponerme en relacin directa con aquella nuevafamilia que haba encontrado! Hablar con los espritus! Qu horizonte tan esplndido sepresentaba ante mis ojos!

    Mi primer artculo espiritista se public en la primera plana del nmero 9 de El

    Criterio, del ao 1872 y se titulaba: La fe Espiritista.Al entrar en relaciones con la sociedad de Alicante, le ped una recomendacin parapoder asistir a las sesiones de La Espiritista Espaola.

    Seguidamente me fue enviada, y con ella me present, presenciando, por fin, laprimera sesin, que era de controversia con la escuela Catlica. Me entusiasm con loselocuentsimos discursos de Garca Lpez, Huelves y Corchado; mientras ellos hablaronme pareci que estaba en otro mundo, y desde aquella noche no perd ni una sola sesin.

    Por tener necesidad de ir a velar a un enfermo, conoc a una familia espiritista,compuesta de madre, hija y tres nios de sta; con la hija, que era viuda, intimrpidamente; al vernos la primera vez, estuvimos hablando ms de tres horas, y ambasquedamos convencidas de que no era aquella la primera vez que nos veamos. Desde

    entonces empezamos a llamarnos hermanas.

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    Yo segu cosiendo y escribiendo, y cada da se despertaba en m ms afn deescribir.

    Pasaron algunos meses y estando una noche en La Espiritista Espaola, se habldel aniversario de Allan Kardec, y el vicepresidente de la sociedad, D. Alejandro Benisia,me mir fijamente, se acerc a m, y apoyando su dedo ndice en mi frente, se volvi a sus

    compaeros y les dijo con gravedad:-En la prxima velada, que se le guarde un turno a Amalia Domingo, que dentro deesta cabecita hay mucho guardado, que a su tiempo dar abundante fruto.

    Yo me qued tan sorprendida, que nada contest; mir a Benisia y le di gracias conel pensamiento por haber roto la muralla de hielo que me separaba de aquellos hombressabios, que difundan la luz de la verdad.

    Para m era un verdadero acontecimiento, porque nunca haba ledo en pblico; enaquellos das, tena muchsimo trabajo en casa de una seora francesa que me atendamucho, y recuerdo que me encontraba tan inspirada cuando estaba en su casa, que muchas

    veces, mientras cosa, compona versos que sola conservar en mi mente hasta la noche; yotros das, una nia tan amable, sobrina de dicha seora, escriba lo que yo le dictaba; y a s

    compuse la primera poesa que le en pblico.El saln de fiestas estaba brillantsimo; una escogida concurrencia lo llenaba porcompleto; en la plataforma o estrado, haba unos veinte espiritistas, los ms de ellos confrac y corbata blanca que tomaba parte en la velada; cuando me lleg el turno sub alestrado, sent una emocin indescriptible; record todos mis sufrimientos pasados; vi elpalacio a cuyas puertas esperaban los pobres que les dieran un poco de alimento; me viconfundida entre ellos, y al verme despus en tan distinto lugar, entre hombres eminentesque iban a la cabeza de la civilizacin, al considerar que mi esfuerzo, que mi constancia enel trabajo me abran las puertas de aquel nuevo mundo, sent una satisfaccin inmensa, unplacer indefinible; porque es preciso haber vivido en la sombra, para conocer el valor de laluz; porque es necesario haber estado dos aos sin poder contestar una carta por carecer

    de seis cuartos para un sello, para apreciar en todo lo que vale la comunicacin de las ideas.Ya no estaba separada de la humanidad, ya no era una rama seca en el rbol de lavida; la crislida se haba convertido en mariposa; comenzaba en tener mis dbiles alas; yotrabajara para levantar el vuelo. Y animada por tan hermoso pensamiento le con vozentera la poesa, titulada: A la Memoria de Allan Kardec.

    Aquella noche form poca en mi vida: el 4 de Abril de 1874 entr a formar parteen las filas de los propagandistas del Espiritismo; desde aquella noche, cuantas veladasliterarias ha celebrado La Espiritista Espaola, en todas ellas ha resonado mi humilde

    voz; mi pobreza y mi modestsima posicin social, ya no sirvi de obstculo para intimarcon aquellos hombres eminentes y aquellas mujeres distinguidas.

    Cada da desplegaba mi Espritu mayor actividad para estudiar el Espiritismo; y

    aunque mi buena hermana, con ternura verdaderamente maternal, me aconsejaba que notrabajase tanto, porque concluira por no poder hacer nada, una fuerza superior a mivoluntad me impulsaba a no cesar en mi empeo. As como tuve la inmensa suerte de estarrodeada de buenos espritus, amantes de la luz, si llego a estar dominada por algn enemigoinvisible que me guardase odio de anteriores existencias, hubiera sido vctima de laobsesin ms horrible y espantosa; ms que obsesin hubiera llegado a ser subyugacinabsoluta; porque durante muchas horas del da, cuando estaba cosiendo, si me encontrabasola, compona versos, que conservaba en mi mente hasta la noche, molestndome muchas

    veces la tenaz insistencia de los espritus, a los que les deca resueltamente:-Vamos a ver; antes que todo, yo tengo que ganarme el sustento; el da es para mi

    trabajo, para mi tarea material; bastante hago que las noches y los das festivos, los empleo

    en escribir. Qu ms queris? Dejadme tranquila.

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    Todos los directores de peridicos y revistas espiritistas, me escriban, pidindometrabajo.

    Lo que yo escrib en aquella poca, ahora me asombra y me sorprende en altogrado, porque todo me faltaba; no tena ningn diccionario, ni tratados de gramtica, nilibros de consulta de ninguna especie. Cada peridico que reciba, me produca una alegra

    infantil, dicindole a mi hermana:-Mira, Ves! Ya tengo un compaero ms.-S; y otro nuevo trabajo, -Me contestaba.Creca como la espuma mi correspondencia, y rpidamente me puse en relacin con

    los principales espiritistas espaoles. Entonces fue cuando Fernndez Colavida me mandla coleccin completa de su Revista, las obras de Allan Kardec y una carta cariossima.

    Cuando yo me vi duea de los libros de Kardec (por lo que tanto haba suspirado),mi alegra fue inmensa

    Como mis ojos se resentan mucho de aquel abuso de trabajo, me aconsej mimdico que tomase baos de mar, y como de todas partes me ofrecan o me brindaban loshermanos, con sus respectivos hogares para que reposara por algn tiempo de mis fatigas,

    acept el de una familia espiritista de Alicante, que me envi el dinero para el viaje.Al llegar a Alicante, fui muy bien recibida por todos los espiritistas, encontr lo queyo no poda esperar, pues, no crea que en tan poco tiempo pudiera ganarme tantas

    voluntades.Don Manuel Ans, presidente de la Sociedad espiritista alicantina, hombre muy

    sabio, Doctor y Catedrtico muy respetado y admirado de todos, me sentaba a su lado ydeca a sus compaeros:

    -Si Amalia sigue mis consejos har mucho bien a los desgraciados y a s misma. Siexpiatoria es su existencia, misin hermosa puede cumplir en medio de sus sufrimientos; entrabajar en la propaganda del Espiritismo est su redencin.

    Yo la envidio porque ir mucho ms lejos que yo.

    Cunto puede adelantar si no se detiene! Cunto puede progresar si comprendecul es su deber!Yo le escuchaba con el mayor asombro, porque no poda comprender lo que me

    guardaba el porvenir. Vea que mis ojos siempre me amenazaban con el tormento ms horrible La

    ceguera!... Vivir de las ddivas y de la proteccin de los espiritistas, lo rechazaba mi Espritutotalmente; pues, nunca he credo que deba vivirse a la sombra del ideal filosfico oreligioso que el hombre defiende.

    El ser digno, me deca yo, antes que todo, debe ganarse su sustento, y despus deatender a las primeras exigencias de la vida terrena, el tiempo sobrante que lo emplee en loque ms grato le sea. Yo soy muy pobre, debo procurar el conservar la poca luz de mis

    ojos, vivir de ella, y despus har lo dems. Y con un deseo inmenso de aliviarme, me levantaba antes de las cuatro de lamaana y me iba a baar.

    Qu bien me encontraba en el mar!En aquella hora estaba completamente sola; pensaba en mi pasado con horror, en

    mi presente con melancola, en mi porvenir con ese temor que inspira lo desconocido;positivista por excelencia, jams he vivido de ilusiones; y la realidad era muy triste para m,porque mis fuerzas eran muy dbiles.

    De Alicante, despus de tomar los baos, pas a Jijona, donde tenan gran empeolos espiritistas, que pasara con ellos una temporada.

    All encontr atenciones y cuidados verdaderamente maternales, desvelos y

    demostraciones cariossimas que jams olvidar.

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    En Jijona pas horas muy agradables, ms este goce se turb con la enfermedad queadquir, enfermedad que me dur algunos meses; las calenturas del pas.

    Ans desde Alicante, orden mi traslado, para tenerme ms cerca y poder estudiarmejor mi enfermedad.

    De nuevo me traslad a Alicante, dnde la ciencia de mi buen amigo, supo

    combatir y vencer mi tenaz padecimiento.Para la convalecencia, march a Murcia, donde una familia espiritista me esperabacon los brazos abiertos, y all permanec cuatro meses, teniendo una convalecencia muyparecida a una enfermedad; pero me cuidaron con tantsimo cario, y me dieron tan buenalimento, que al fin recobr la salud.

    En mis ratos lcidos, segu escribiendo lo que me fue posible y aquella buensimafamilia, D. Eduardo de los Reyes y su angelical esposa, me propusieron muy formalmenteque no me separase de ellos; ms yo les dije:

    -No; no puedo quedarme aqu. En Murcia el trabajo escasea, y el poco que hay estmuy mal pagado; yo, mientras humanamente pueda, quiero ganar el sustento; no quiero

    vivir a la sombra del Espiritismo.

    Y a pesar de sus reiteradas insistencias, me traslad a Madrid en el mes de Febrerode 1876.Mi hermana me recibi con la ms viva alegra, comparti conmigo su lecho, y de

    nuevo empec a coser y a escribir.Una noche, al volver de mi trabajo, me dijo mi hermana:-Cunto siento que no hayas estado aqu! Han venido a verte dos espiritistas

    catalanes, me han hablado de tus escritos con muchsimo entusiasmo; traen una tarjeta parati, del presidente del circulo espiritista La Buena Nueva, de la villa de Gracia, y dicenque es tan buen espiritista, y que tiene un gran empeo en que t vivas en su casa. No tedeca yo que volaras muy lejos!...

    Y mi hermana llor con gran desconsuelo.

    -Mujer, no digas disparates antes de tiempo: Qu me he de ir yo a Gracia si noconozco a ese hombre?-Pues el te conoce mucho; y tanto l como su familia dicen que pronto irs a su

    casa; ellos volvern pasado maana, que es domingo, para verte.-Me vern, pues tengo que trabajar sin descanso lo menos una semana, velando

    hasta las doce de la noche.-Pues lo que es el domingo tienes que estar, no hay ms remedio. Trete el trabajo y

    yo te ayudar.As lo hice, y el da sealado, recib la visita de los dos espiritistas catalanes, que

    eran un anciano y un joven, ambos muy distinguidos; el de ms edad, que se llamaba Pedro,me dijo:

    -Traigo encargo especial de nuestro hermano Luis, que es el Presidente del CrculoLa Buena Nueva, de ofrecerle a usted su casa, mejor dicho, una habitacinexclusivamente para usted, porque est empeado en que viva usted en su compaa; estcasado, con dos hijos: una nia de 12 aos y un chico de 14, es muy buena familia.

    En su casa est el Circulo Espiritista, y todos los domingos tiene sesiones por latarde, y al despedirme me dijo, muy, formalmente: dile a Amalia que la espero, que vengacuanto antes.

    Mi hermana y yo tomamos a broma tales ofrecimientos, y nos remos de muy buenagana.

    Seguimos hablando largamente; yo les dije entonces mi verdadera situacin y mihermana aadi:

    -Yo bien, conozco que mi hermana no puede vivir mucho tiempo as, porque susituacin es insostenible; como no tiene seguridad de poder seguir cosiendo, como no sabe

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    nunca con lo que cuenta, y yo no le puedo proporcionar lo que necesita porque soy tanpobre como ella, resulta que su situacin es muy crtica. Por otro lado los espritus larodean de tal manera, que no la dejan coser tranquilamente; y entre la lucha del trabajo para

    vivir y el de la escritura, va a caer para no levantarse ms; yo creo que el estudio delEspiritismo, ms bien la ha perjudicado que otra cosa.

    -Eso nunca seora, -Replic Pedro, -Porque sus escritos han consolado a muchosafligidos, y el consuelo que a otros ha prestado, ella lo encontrar tambin, no tenga ustedduda, y lo encontrar del modo ms sencillo.

    En Barcelona se paga el trabajo mucho mejor que en Madrid, y Amalia, en la ciudadcondal, ganar lo suficiente para poder vivir, trabajando mucho menos que aqu, yquedndole, por consiguiente, ms tiempo libre para sus tareas literarias; teniendo la ventajade poderse baar en el mar, ya que tanto lo necesita para los ojos. Tendr ms reposo, muybuenos hermanos que la quieran; y si la detiene el no querer separarse de una hermana tanquerida, vngase usted tambin y encontrar las mismas ventajas que ella; trabajar menos yganar ms.

    Mi hermana y yo, ya no nos remos de las proposiciones del anciano espiritista, y

    como en Madrid (desgraciadamente) nada bueno nos retena, porque mi hermana, paramantener y educar a sus hijos, era una esclava del trabajo, decidimos trasladarnos aBarcelona, una primero y otra despus.

    Se decidi que yo fuera primero, para aprovechar la temporada de los baos ypreparar el trabajo que deba empezar mi hermana a su llegada.

    Sin perder un momento, hicimos los planes y proyectos ms agradables, y el 20 deJunio de 1876, sal de Madrid con direccin a Barcelona, separndome de mi hermana, conla dulce esperanza de volverla a ver muy pronto.

    Cuando llegu a la fabril ciudad, me esperaban en la estacin varias familiasespiritistas, hospedndome en casa de don Miguel Pujol, cuyas simpticas hijas, ya me eranmuy queridas, por haber tratado a la mayor en Madrid.

    Al da siguiente de mi llegada, vino a verme Luis, el presidente del Circulo LaBuena Nueva, que desde el primer momento me trat con la misma franqueza que si mehubiera visto nacer; estrech mis manos entre las suyas y mirndome fijamente, me dijocon acento carioso.

    -Y Qu piensas hacer en Barcelona?-Que qu pienso hacer? Pues trabajar; nuestro hermano Pedro ya me ha dicho, que

    aqu se paga el trabajo mucho mejor que en Madrid; vendr mi hermana, viviremos juntas,trabajaremos, y escribir cuanto pueda ya que aqu tendr ms tiempo disponible.

    -Ah, no...! Para eso no has venido tu a Barcelona; aqu lo que sobran son modistasy costureras; lo que falta son escritoras.

    -Pero como escribiendo no gano para vivir, tengo primero que coser, y las horas

    que me sobren sern las que emplear en escribir.-Y t piensas que podrs coser mucho tiempo? Todo lo ms que te queda de vistapara coser, (y eso tirando por lo largo) son tres meses; eso te lo digo yo, en cambio, paraescribir, siempre vers; te sacaremos cuando seas muy viejecita en un capazo al sol y anescribirs.

    Las palabras de Luis me dejaron helada; haba en la mirada de aquel hombre, algoque impona; magnetizador de gran potencia, su mirada me haca estremecer, y algoinexplicable me deca que el pronstico de aquel hombre era una verdad; pero disimul lapenosa impresin que recib y dije:

    -Confo aliviarme mucho con los baos de mar, procurar coser lo menos posible,pero yo quiero trabajar para vivir.

    -T podrs querer, pero tus ojos te dirn que no; no hay ms que mirrtelos; dentrode tres meses o antes me lo dirs, y como yo s lo que te suceder, ya te estoy arreglando

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    un habitacin en mi casa; mi hijo te la pintar; t, mientras, toma los baos, y despus tevienes a Gracia, donde nadie te molestar; yo te dar la habitacin y alimentos, con la solacondicin de que t emplees tu tiempo en escribir para los peridicos espiritistas. Paradifundir la luz de la verdad, siempre tendrn luz tus ojos; para coser... para coser, antes detres meses diras con tristeza: Se cumpli la profeca de Luis!

    La seguridad con que aquel hombre hablaba me causaba un espanto inexplicable;pero no me abandon la esperanza y tom muchos baos de mar, esperando un prontoalivio; mas contra todos mis deseos, mis ojos empeoraban lentamente.

    En la plenitud del da, me vi obligada a suspender la costura, porque sobre mis ojoshaba cado un velo de brumas, y vi todos los objetos envueltos en una densa niebla.

    Entonces dije a Luis:-Se ha cumplido tu profeca; todo lo veo cubierto de una espesa niebla; quiero coser

    y parece que me clavan agujas en los ojos. Dios mo!... Volver a estar como antes?-No; durante algunos das, abstente de todo trabajo y cuando yo te avise, te pondrs

    a escribir, y ya vers cuntas cosas buenas hars con tus ojos medio cerrados, y eso es loque yo quiero, porque en Barcelona ya te lo he dicho muchas veces, sobran costureras y

    faltan escritoras. No te inquietes ni te apures, haz lo que digo y ya vers como propagars elEspiritismo.El 10 de Agosto me traslad a Gracia, a casa de Luis, y cuando aquel da me qued

    sola en la habitacin, llor amargamente al convencerme que otra vez estaba en laimpotencia, que no poda ganarme el sustento, que tena que entregarme nuevamente enbrazos de la providencia, recibiendo favores de una familia pobre, que si bien vivan sinescasez, no contaban con ms bienes que su trabajo; familia con la cual nunca haba tenidola menor relacin, y que hasta el idioma que hablaban era distinto. Pensaba en mi hermana,que me escriba diciendo lo mucho que necesitaba de mi compaa, para aliviar sus penas, ylo imposible que le era reunir el dinero del viaje para reunirse conmigo.

    Mis ojos, convertidos de nuevo en implacables y poderosos enemigos, me haban

    aprisionado entre densas nieblas.Cunto me han hecho sufrir mis ojos! Aquel da los empeor llorando y pensandoal mismo tiempo.

    Yo que he sido tan independiente, yo que he puesto siempre una lnea divisoriaentre las aspiraciones del alma y las necesidades de la vida, vivo ahora a la sombra delEspiritismo; esta familia que me rodea, se gana el pan con el sudor de su frente y yo mesiento a su mesa sin derecho alguno.

    Qu dirn estas criaturas de m? Qu excelente mujer que no tiene ms mundo quesu casa, su marido y sus hijos son su religin, y para la cual mis escritos no puedenrealmente tener valor alguno.

    Luis el nico que les da un valor, sin duda excesivo, cuando me concede

    hospitalidad con la sola condicin de que escriba y propague el Espiritismo; pero esto param no es bastante, yo no encuentro legal este modo de vivir y...Pero bueno, y Qu hacer? Conozco al mismo tiempo, que estoy como ave sin alas,

    como pez fuera del agua... Adnde ir? A un asilo de beneficencia, lo rechaza mi Esprituplenamente.

    Dicen que puedo ser til a la humanidad recibiendo inspiraciones de los espritus,pues por m no ha de quedar; Trabajar sin descanso!...

    Y con febril actividad me levant y me puse a escribir, huyendo de mi mente conrapidez las dudas, la tristeza y los temores.

    Y as como cada da tiene su afn, cada trabajo que se emprende tiene susinconvenientes y obstculos que vencer.

    Cuando yo me sentaba a escribir, muchas veces reflexionaba y deca:

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    -Quieren que sea propagandista del Espiritismo; mis ojos enfermos e intiles paratoda labor menos para escribir tambin parece que me dicen: Propaga La BuenaNueva; mas... no basta escribir, hay que relacionarse con mucha gente; los CentrosEspiritistas del Nuevo Mundo, me envan sus cariosas felicitaciones, y para contestar atantos hermanos y compaeros, tengo que gastar mucho dinero en sellos.

    Y no ganando un cntimo, Cmo podr seguir la correspondencia con miscorreligionarios de ms all de los mares?Lamentndome una tarde con una amiga espiritista de la impotencia de mi pobreza,

    me dijo ella:-Ya vers qu pronto tendrs sellos en abundancia. Mi to Domingo, el que est en

    Alicante, delira por tus escritos, yo le escribir y vers como llovern sobre ti sellos detodos los colores.

    As fue; a los pocos das me escribi Domingo Galcern, dicindome:-Hermana ma: ponte en relacin con todos los espiritistas de la Tierra; yo me

    comprometo a enviarte cuantos sellos necesites para tu correspondencia; acepta lainspiracin de los espritus y no temas por tu porvenir.

    Aquella carta me hizo un bien inmenso, y durante tres aos, Domingo me envi,mensualmente, la cantidad de sellos necesarios para seguir mis relaciones epistolares.Otro hermano espiritista de Barcelona, Jos Arrufat, que tena un almacn de libros

    rayados, me dijo sonrindose:-No te apures por objetos de escritorio; yo te mandar papel, sobres, tinta, carpeta,

    plumas y una cartera, y t escribe, a ver si escribes ms que el Tostado.Luis se rea y me deca:-Ves, mujer? Queriendo t trabajar no te faltar nada de lo necesario para salir

    adelante con tu empresa.Ante aquella proteccin manifiesta de la Providencia, mi Espritu se reanimaba y

    trabajaba cuanto le era posible, pero echaba muchsimo de menos las sesiones de la

    Espiritista Espaola de Madrid; porque en aquella poca, en el Circulo La BuenaNueva no haba ms que mdiums de muy buena voluntad que daban sencillascomunicaciones; y para m, que estaba acostumbrada a or mdiums tan admirables,aquellas narraciones vulgares y lamentaciones de espritus en sufrimiento no meimpresionaban agradablemente.

    Cun cierto es que a cada uno le dan los medios de accin apropiados a su modode ser!

    Yo vi la luz del Espiritismo en un Centro de sabios; sin admirar yo no poda creer, yaunque en esta existencia no he tenido la menor instruccin cientfica, me han inspiradoinmensa simpata todos los que han consagrado su vida a la ciencia.

    Para m los sabios han sido mis santos, y mis dioses los astrnomos; los

    observatorios astronmicos los mejores templos de este mundo.He mirado siempre hacia arriba, por eso la materialidad, la pequeez de la vidaterrestre me ha causado siempre profundo hasto y en el Espiritismo me ha sucedido lomismo.

    Las comunicaciones que me llenaban de inocente alegra eran las de Miguel Vives,que de vez en cuando asista a las sesiones de La Buena Nueva.

    Me pareca que escuchaba a un apstol del Cristianismo; retroceda a los tiempos de Jess, y lentamente mi alma se iba acostumbrando a aquella atmsfera de reposo yhumildad, pero cuando mi Espritu recibi una impresin inexplicable, fue cuando asistpor primera vez a una sesin en el Centro de Tarrasa.

    Miguel viva entonces en una casita muy pequea; y en una salita en torno de una

    mesa redonda, nos reunimos catorce o diez y seis espiritistas. Aquella tarde me encontrabaprofundamente triste, pero gozaba en mis recuerdos; un mundo de reminiscencias se

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    aglomeraba en mi mente, cuando Miguel Vives se concentr, despus de haber ledomuchas oraciones.

    Reinaba el silencio ms profundo; todos estbamos con gran recogimiento; elmdium comenz a llorar sin que su rostro revelase la angustia del sufrimiento, todos lemiramos atentamente preguntndonos unos a otros en voz muy queda:

    -Quin ser? El mdium est muy conmovido.Uno de los hermanos, viendo que Miguel segua, llorando sin hacer la menorcontraccin, exclam:

    -Quin eres, buen Espritu? A quien buscas aqu?-A mi pobre hija Contest el mdium, con voz entrecortada.

    Al or tal contestacin, sent en todo mi ser tan violenta sacudida, me emocion detal modo, que me es del todo imposible explicar lo que sent; pero hice esfuerzossobrehumanos para prestar toda mi atencin al mdium que, serenndose, prosiguidiciendo:

    -S hermanos mos; vengo a decirle a mi hija que no est sola en ese mundo, quejams lo ha estado, ni en los momentos de mayor angustia, cuando ha pasado con mares de

    llanto una mnima parte de sus muchas culpas. Yo he velado su sueo, he guiado sus pasos,la he inspirado la repulsin que siempre ha sentido por todo lo que lleva el sello de ladegradacin.

    Yo la he apartado del abismo del suicidio, yo he murmurado en su odo sufre yespera. Yo he conservado el fuego sagrado de la dignidad, bajo las cenizas de lahumillacin y de la miseria, yo he sido siempre Su madre!, aquella que se extasiaba con suscaricias, que no viva ms que para su hija.

    Cunto has sufrido, hija ma!... o, por mejor decir: Cunto hemos sufrido!Cuando t te has cado, las dos recibamos daos; cuando te desesperabas, al or tusamargas quejas, yo tambin crea que Dios era injusto.

    Siempre en pos de ti, he vivido como t en tinieblas, yo no quera ver la grandeza

    del infinito, viviendo t en la sombra del dolor. Yo no quera hacer uso de las ventajas demi desencarnacin, mientras t estuvieras esclavizada con las esclavitudes de las dolencias,de la soledad y de la miseria.

    Yo quera hacerte libre despertando en tu Espritu un deseo, un anhelo, un afn depenetrar en lo desconocido, yo trabaj incansablemente, hasta llegar a ti, algo que te hablarade tu eterna vida, y que te impulsara al progreso. Yo quera que tuvieses una familia, y ya latienes, Hija ma! Los espiritistas que te quieren mucho... Queredla, hermanos mos!...

    Ayudadla en su penosa peregrinacin, Ella os dir por qu lloran muchos desgraciados; ellaos contar interesantes historias; ella trabajar en medio de su inutilidad fsica, y difundir laluz de la esperanza entre los desvalidos y los infortunados.

    Amadla, hermanos mos! Ella se cree sola desde que no se duerme en mis brazos,

    desde que no oye mi voz, apartndola del peligro imaginario; compadeced, compadeced alos hurfanos, Pobrecitos!... Sufren tanto!...Pero t ya no eres hurfana, hija ma, porque sabes que yo vivo para ti, que podra

    estar muy lejos de la Tierra, y tu aliento se confunde con mi aliento, porque sin ti, losmundos de la luz, estn para m en el caos de la sombra... Te quiero tanto!...

    Os lo vuelvo a repetir, hermanos mos: Amad a mi hija! Dadle el calor de vuestrocario, que su alma est enferma de fro.

    Tiene miedo, mucho miedo de volver a sufrir lo que ha sufrido.Decidle que para ella no habr ms aislamiento; que habr muchos desgraciados

    que buscarn sus consejos; decidle que ella dar muchas limosnas a los pobrecitosnecesitados, decidle que en sus horas de melancola, se entregue a un asiduo trabajo; que

    nunca el desaliento se apodere de ella; que jams la duda la arroje en el abismo de la

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    desesperacin, que ella puede borrar las manchas de su pasado, conquistando con susesfuerzos un porvenir glorioso.

    S, hija ma; puedes enriquecerte con esas riquezas que nunca pierden su inmensovalor.

    T que tanto me has querido, t que tan buenamente creas que sin m te sera

    imposible la vida, consulate con la certidumbre absoluta de que nunca me he separado deti: la Tierra es mi crcel, porque t ests en ella, no lo olvides nunca.T eres mi culto y mi religin, yo vivo por ti y para ti; para m, en el Universo, no

    hay ms que t; bien he vivido y me he creado numerosa familia en el transcurso demuchos siglos, pero ninguno de mis deudos me atrae como t; Eres tan desgraciada!... Tecrees tan sola!...

    Trabaja en tu progreso Hija ma! Que te va faltando la luz en los ojos y en elalma.

    Yo te dar una nueva familia! Yo les dir a los espiritistas que te amen, yo lesinspirar para que no te abandonen! T no padecers hambre! T no sentirs fro! Tmorirs rodeada de pobres que te bendecirn, y acompaarn tus restos llorando con

    profundo desconsuelo! Trabaja, hija ma!... Trabaja sin descanso interpretando elpensamiento de los espritus y trabajando puedes hacer mucho bien a la humanidad; noolvides los consejos de tu madre!.

    Mientras habl el mdium, una fuerza poderossima contuvo mis lgrimas y misdemostraciones de jbilo; la realidad era superior a todos mis sueos... Mi madre!... Aquellamujer que lo fue todo para m, viva an y me amaba lo mismo, ms si cabe que cuandoguiaba mis inseguros pasos por la Tierra. Aquel hallazgo, para mi completamenteinesperado, me enloqueci, grit, llor abrac a las buenas mujeres que me rodeaban. Mimadre viva!... Viva para m!

    Era la primera comunicacin familiar que yo reciba, al revs de la generalidad delos nefitos del Espiritismo que lo primero que hacen es evocar a sus espritus ms

    queridos; yo nunca evoqu a mi madre, he mirado siempre la comunicacin con el msprofundo respeto, y al mismo tiempo he credo siempre que la impaciencia en elEspiritismo era el mayor escollo que podramos poner en nuestro camino y me propuse enno ser impaciente; por eso hasta ahora creo que no he sido engaada.

    Yo sent al hablar a Miguel Vives un placer que nunca haba sentido; mientrashablaba el mdium Yo viva!... Yo senta el calor de la vida!, calor que no he vuelto a sentirdespus, a pesar que en muchas sesiones me han dicho los espritus:

    -Tu madre est aquYo he agradecido su buena intencin, he comprendido que me queran consolar,

    pero he dicho entre m:-No est aqu mi madre.

    En la sesin de Tarrasa fue muy distinto, yo no la evoqu, no crea que mi madreme quisiera tanto, pensaba que por su vida de martirio y por la grandeza de su Espritu,estara muy lejos de las miserias humanas; por eso aquella comunicacin espontnea, aquellenguaje sencillo, lleno del ms puro sentimiento, me hizo creer que era mi madre elEspritu, que me hablaba.

    Yo me preguntaba a m misma:-Es ella?

    Y los apresurados latidos de mi corazn me respondan:-Ella es!Cunto bien me hizo mi madre con aquella comunicacin! Entonces bendije la

    hora de haber llegado a Catalua, apreci en todo su valor la hospitalidad del presidente del

    Circulo Espiritista de Gracia, y cuando me encontr de nuevo en mi gabinete de trabajo,

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    me pareci mi habitacin ms alegre, ms risueo cuanto me rodeaba; porque tena lacertidumbre que mi madre no me dejara sola en brazos de la adversidad.

    Haba, entre los espiritistas que acudan a las sesiones de La Buena Nueva, unjoven, maestro de obras, llamado Eudaldo, el que habiendo perdido a su madre, estudi elEspiritismo, con el noble afn de saber si su madre viva; se hizo muy amigo de Luis, de su

    familia y como consecuencia natural, yo tambin entr en el circulo de sus amistades.Comenzamos a notar que al dar principio las sesiones, Eudaldo, se levantaba y seiba a la galera o a un pequeo huerto que serva de desahogo a la casa, y al preguntarle porqu no se quedaba a la sesin, me contest:

    Muy sencillamente; porque en cuanto los mdiums comienzan a hablar, me entraun sueo irresistible, y yo conozco que este sueo no es natural, porque siento fro, calor,angustia, ganas de gritar, un peso en la cabeza, como si la tuviera llena de plomo; y como yono quiero ser mdium, por eso no quiero estar en la sesin; y el caso es que hago firmepropsito de no venir hasta que la sesin se concluya, y estando en el caf, me levantomaquinalmente y vengo; pero como a m nadie me har hacer las cosas contra mi voluntad,lo que es ser mdium no lo ser.

    Luis le escuchaba sonrindose, y al parecer no haca el menor caso de sus entradas ysalidas; y preguntndole yo un da qu le pareca todo aquello, contest:-Nada de particular; Eudaldo ser un gran mdium a su tiempo; los espritus le

    dominan; si yo le hubiera dicho: quiero que seas mdium, da media vuelta y no vuelve msal Centro; no le digas t nada; dejadle que entre, salga, suba y baje y repita hasta la saciedadque no quiere ser mdium; que t que tanto recuerdas las sesiones de la Espirita Espaola,de Madrid, las tendrs aqu tan buenas y de tanta enseanza como aquellas; Eudaldo es unabuena adquisicin para el Espiritismo, pero si furamos impacientes, todo se perdera;demos tiempo al tiempo.

    Eudaldo estuvo luchando con su mediumnidad ms de un ao; cuando una noche,terminada la sesin, estaba l sentado junto a la mesa que haba en el Centro del saln de

    sesiones, hablando y riendo a ms y mejor.De pronto palideci, inclin la cabeza sobre el pecho, cerr los ojos y exhal unprofundo suspiro. Todos enmudecimos y al poco tiempo se despert, diciendo:

    -Cuando yo digo que no quiero estar en este saln!... Vamos a tu cuarto Amalia,que all no me harn dormir.

    Diez o doce personas seguimos a Eudaldo, que al entrar a mi aposento, se sent,quedndose dormido instantneamente; todos le rodeamos, y el mdium despus deguardar silencio largo rato, dijo con voz conmovida lo siguiente:

    -Hermanos mos, la hora ha llegado de que tengis entre vosotros un mdium queos dar muy buenos resultados, y t hermana ma... No me conoces?... No me recuerdas,

    Amalia?... Soy Benisia, soy el que te dio a conocer donde no te conocan; soy el que

    pronostiqu que llevabas un mundo en tu cabeza. Trabaja con afn, hermana ma; yo estoycontigo, yo he ido desarrollando al mdium lentamente; sus comunicaciones te ayudarn entu trabajo; trabajad unidos; tus amigos del espacio no te abandonan; agradece la proteccindivina y bendice a Dios en las alturas.

    Me han concedido la inefable dicha de ser yo el que os presente al nuevo mdium,ya que a m me ha cabido la gloria de vencer la tenaz resistencia. Unios por el amor,hermanos mos; los que no se aman viven desterrados del cielo; Dios es amor, el amor nosacerca de l, el amor nos engrandece...

    Bendito sea Dios, que todo es amor!.Si grandes y