Memoria, voces y un cuerpo de mujer

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    MEMORIA,VOCES Y UN CUERPO DE MUJER

    La Venus de Sonia Cunliffe

    Santiago Bullard

    A lo largo de su obra, la artista Sonia Cunliffe se ha visto empujada una y otravez hacia el mismo cuestionamiento: el de ser mujer. Y, aprovechando su lugarde observadora privilegiada, ha sabido encontrar en las artes de la pintura y lafotografa la voz que necesitaba para expresar, ms que sus respuestas, suspreguntas.

    Digan lo que digan las feministas, los hombres y las mujeres no somos iguales.Ni tenemos pechos los unos ni pene las otras, y hasta ahora no he sabido de unsolo caso (como no sea el de Arnold Schwarzenegger, pero esto fue en unapelcula) en el que un hombre haya pasado por la experiencia del embarazo.Tambin nuestros universos mentales son diferentes, y las neurociencias nosvienen revelando desde hace algunos aos que, efectivamente, los cerebros dehombres y mujeres son distintos. Otras feministas se apurarn en afirmar que,sin duda, esto es as, y enseguida pasarn a tratar de demostrar cmo Venuses superior a Marte. Pero no todo lo que se hace en materia de cultura degneros es tan denso, ni implica fuertes dosis de aspirina para el pblico. Hayotro enfoque posible, que trata de acercarse a su objeto (hombre o mujer)

    desde una perspectiva abierta que no se apure en lanzarse (o no lo haga enningn momento) a comparaciones intiles. Tal es el caso de Sonia Cunliffe.

    Para Cunliffe, la mujer es fascinante por s misma: sabe que hay una gamainfinita de perspectivas desde las cuales puede ser estudiada, analizada y,sobre todo, retratada, y su vasta produccin artstica trata de ser unacercamiento constante a todas esas naturalezas secretas. De este modo, cosascomo la esttica, la moda, el maquillaje, el sexo, la sensualidad y las formas devida se convierten en un campo donde la artista busca dar respuesta a unaserie de inquietudes y preguntas que ella se formula desde su propiaexperiencia vital como mujer: cuanto observa y plasma en un marco no es unarealidad ajena que ella trata de capturar, sino una forma de ser y de sentir quenace en ella misma, y que solo necesita encontrar una expresin. As, preguntarpor la mujer es, en el fondo, entrevistar al espejo.

    Qu es ser mujer? Ciertamente, la respuesta se encuentra muy lejos en elhorizonte. Podemos tratar de hacer muchos retratos: uno fsico, otro mental, untercero social y, si se quiere, hasta uno moral, y la pregunta sigue siendo msgrande que las respuestas. Pero sucede a menudo que la pregunta mismaimporta ms que ellas, pues abre las puertas de la reflexin y elcuestionamiento. En ese sentido, una obra como la de Sonia Cunliffe nos deja

    una cosa muy clara: que el arte es algo que existe para formar parte denuestras vidas, aun (o sobre todo) en su sentido ms cotidiano.

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    La mujer como pregunta

    Para la artista, la reflexin por lo que podra ser la mujer es algo que surgenaturalmente: preguntarse por la mujer es, para ella, preguntarse por s misma,

    por algo de lo que ella se reconoce parte. Por eso, a Cunliffe no le basta conechar mano de lo intelectual, sino que necesita buscar en el da a da. En estesentido, el ser es una vivencia.

    Mi mirada no es la de un espectador, dice ella, sino la de un actor. Comomujer, comparto con las dems las necesidades, las preocupaciones y lossentimientos. En otras palabras, el gnero implica eso que Kierkegaardllamaba un modo de existencia: una forma determinada de existir en elmundo basada en una serie de condiciones. Y, definitivamente, compartir elescenario con las actrices, reconocerse a s misma como aquello por lo que hayque preguntar, es algo de lo que Cunliffe sabe sacar ventaja, haciendo de su

    obra una doble reflexin: sobre la mujer como tal y sobre s misma.

    Muchos artistas y pensadores se han planteado esta pregunta a lo largo de lossiglos, y cada uno de ellos ha encontrado un rostro distinto. La mujer que seecha desnuda sobre la arena o se abraza de sus piernas en una fotografa deEdward Weston no parece ser, ciertamente, la misma que vemos amarradacontra un catre o colgada del techo en una de Nobuyoshu Araki; como tampocoparecen tener mucho en comn la mujer que mira por la ventana en un cuadrode Hopper y la que se mira al espejo en uno de Jos Gutirrez Solana. Y, sinembargo, estas diferencias, bien vistas, pueden ser ilusorias: esta es,precisamente, la apuesta de Cunliffe, cuya mirada se acerca ms en este

    sentido a la de Frida Kahlo o la de la poetisa griega Safo. Los rostros y lasformas pueden ser muy distintos entre s, pero hay algo que une a unas yotras; y este algo es, precisamente, aquello sobre lo que Sonia Cunliffe trata dellamar la atencin.

    Por todo esto, no puede sorprender a nadie que el lenguaje en el que seexprese esta reflexin sea uno tan ambiguo y simblico como el de las artesplsticas. En la combinacin que hace la artista de los recursos de la pintura yde la fotografa, las palabras quedan a un lado para abrir paso a la vivenciamisma, la nica forma de entender que la mujer no es solo aquello por lo quese pregunta, sino la pregunta misma.

    Estereotipos y arquetipos

    En la obra de Cunliffe, y especialmente en sus Mutaciones de Venus(muestraque toma su ttulo de un poema de Terralla y Landa del siglo dieciocho) parecerepetirse un constante dilogo entre el universo de las modas y la sexualidad: atravs de la superposicin de imgenes, cada imagen se nos revela como unasuerte de collageen el que las formas se van desnudando. Y no se trata solo delas modas tal y como podramos entenderlas a la luz de la produccin de losgrandes diseadores: una moda implica a menudo un oficio, as como unaforma de ser o de presentarse al resto del mundo. Lo esencial, sin embargo,

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    permanece inalterable: la desnudez es, de un modo u otro, la misma, y uncuerpo bien puede ser todos los cuerpos.

    As pues, cul es el rol de la moda, de los vestidos y adornos con los que lasmujeres se cubren para, de alguna manera, desvestirse? En palabras de la

    artista, la moda es un medio de explotar la belleza. Eso queda claro. Es elprincipio del que parte Helmut Newton. Y el fin de esa explotacin es de algunamanera gustar al otro y a s misma. Poco despus, aada: La moda creaprototipos. Cada oficio tiene una moda. A m lo que me interesa es hacer comoBellmer: romper el prototipo. Y romper el prototipo significa, precisamente,buscar lo que subyace en el fondo, las lneas que dibujan los rostros y loscuerpos de las mujeres que, desnudas, son una sola.

    Pero no hay que confundirse: no se trata nicamente de los cuerpos. Ellos sonsolo el smbolo. Lo que importa, para Sonia Cunliffe, es lo que implica esecuerpo: una forma de sentir y comprender el mundo que es distinta a la de los

    hombres: como ella misma lo dice, la historia de las mujeres es la historia dela bsqueda de una identidad. A la luz de esta forma de pensar en la mujer,no puede sorprendernos el enfoque histrico de su obra, para cuya realizacinla artista se ha sumergido en los anticuarios a fin de dar con las primerasfotografas de desnudos realizadas en el Per, lo que les da un valor dedocumento histrico a sus creaciones. En ese sentido, hace suya la frase deBellmer: The source of my images is scandalous, because for me the world isscandal.

    As, la pregunta por la mujer se transforma en un sondeo profundo, en labsqueda de esa mujer arquetpica que no se encuentra oculta debajo de los

    estereotipos, sino que se muestra a travs de ellos. No se trata de echar a unlado las mscaras, sino de ponerlas todas juntas hasta dibujar un rostro quetodas las mujeres puedan reconocer como propio. En otras palabras, hay unasuerte de unidad en la diversidad, que se nos hace patente cuando pensamosen algunos tpicos como lo son la ternura y la dulzura de los roles femeninos,sobre todo en el de la maternidad.

    El de la maternidad es un punto clave. Para Cunliffe, el ser mujer estestrechamente ligado al ser madre. Ella, que adems de tener tres hijos ha sidoprofesora en un nido durante muchos aos, sabe que comprender a la mujeres, en gran medida, acercarse a lo que significa relacionarse con los nios. En

    el sentido biolgico, porque los hijos son, literalmente, parte de sus cuerpos, yde hecho las investigaciones en psicologa han demostrado que la madre puederepresentarse los estados mentales de sus hijos pequeos sin ningunadificultad, como si estuviesen atados telepticamente, cosa que los padresdeben aprender con el tiempo. Y luego, desprendindose de lo anterior, en eltipo de relacin que implica la maternidad: la proteccin, la debilidad, el carioy la entrega.

    Tenemos, pues, una suma de estereotipos que comparten una misma esencia:el rostro invisible pero siempre presente de una mujer arquetpica, que se nosrevela en cada uno de sus disfraces, como si estuviese siempre desnuda.

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    La mujer en capas

    Como decamos antes, todos los estereotipos de la mujer se dan el encuentroen las imgenes que nos presenta Sonia Cunliffe en su obra: si una mujerpuede ser en cierto modo todas las mujeres, luego no debe sorprendernos

    encontrar a la empresaria triunfadora debajo de la modelo, y a la prostitutadebajo de ambas. A lo largo del desarrollo de su obra, una idea que vuelve unay otra vez es la de presentar a la mujer como una superposicin de capas.

    Cada capa es una historia, dice Cunliffe, y la Mujer, eso que busco, no esten el fondo, detrs de las capas, sino en la suma de todas ellas. En otraspalabras, la belleza es una realidad tan tangible como el deseo, como latristeza, como la dulzura; realidad que, por cierto, se va viviendo da a da comouna lucha por lograr la autoafirmacin, el lugar que una ocupa como mujer enla realidad en la que vive. En esta reflexin en particular, lo abstracto buscasiempre volver a ocupar un lugar en la vida diaria, hacerse presente en cada

    gesto y en cada emocin. Tambin, y como seal un poco ms arriba, lahistoria ocupa un lugar en este proceso, pues forma parte de cada una de estascapas, y es parte de este ser colectivo que se ha ido construyendo a lo largo delos aos de las mujeres, de esta bsqueda sin sosiego por dar con la respuestaa su pregunta esencial.

    La obra de Cunliffe, pues, es un llamado a una reflexin constante, que sabeque hay que hacer ms hincapi en las preguntas que en las posiblesrespuestas, y que sabe que nada guarda ms incgnitas que los espejos. El sermujer es algo que tiene un pulso, que se vive en carne propia todo el tiempo yque, de un modo y otro, nos compromete a todos. Aparentemente, los hombres

    no somos los nicos que tratan de entender a las mujeres, sino que ellasmismas se estn formulando (y, de alguna manera, respondiendo) esapregunta. Sonia Cunliffe, alejada de los ismos y las ideologas gnero-polticas, abre esta reflexin con una mirada que trata de ser, a la vez, la deuna nia, la de una mujer y la de una artista: inocente, tierna y lcida.