Memes, ¿para memos?

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Artículo publicado en la Revista Deusto (ISSN: 1886-2071) Nº 116 (otoño 2012).

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Si sueles frecuentar los mentideros de

Internet, quizás te hayas cruzado en

alguna ocasión con alguien sacándose

una foto simulando estar en plena carrera,

imitando la portada de su vinilo favorito

o twitteando las directrices más repeti-

das por su progenitora bajo la etiqueta

#frasesdemadre. Y es probable, aunque

nos cueste más reconocerlo, que muchos

hayamos participado en estas prácticas.

Meme es el nombre bajo el que se agru-

pan, tildadas por algunos de absurdas y

por otros de creativas.

Pero no tenemos que pensar en los me-

mes como algo nuevo nacido al calor de

Internet o exclusivo del mundo digital.

Son la unidad básica de transmisión cul-

tural (el nombre deriva de la palabra grie-

ga mimema, que significa «aquello que

es imitado»). Información que pasamos

de una persona a otra por emulación (al

vestir, al expresarnos, al gesticular...) con

cierta variación y selección. La parte esen-

cial de la «memética» es la creación de

nuevos memes a partir de otros previos

y su transmisión de una persona a otra y

de una cultura a otra, como si de un virus

se tratase. Esta viralidad se ve potenciada

por las nuevas tecnologías, que han propi-

ciado la ampliación de su radio de acción.

Algunos memes se copian porque son

buenos, útiles o bellos. Otros, aunque no

cumplan ninguna de las condiciones ante-

riores, también se propagan y contagian

dada la sencillez de crearlos (en la mayoría

de casos, con una simple cámara de fotos

o un smartphone nos bastará). Las ganas

de lograr nuestros 15 minutos de fama, tal

y como enunció Andy Warhol en su día,

también ayudan.

Para ilustrar todas esas prácticas, enume-

raremos las más propagadas a través de la

Red. En 1999 surgió la moda del phooning,

fotografiarse en postura de correr en luga-

res relevantes del mundo. Esta tendencia

fue variando y ya no era ni siquiera nece-

sario que apareciera un paisaje o monu-

mento destacado de fondo. De hecho, se

hicieron múltiples grupos en Flickr donde

se podían encontrar hasta a marionetas

haciendo phooning1. Y gracias al éxito de

películas como Amélie, muchos mandaron

a sus peluches o enanitos de jardín a viajar

a países exóticos.

También ha sido mil veces imitado el baile

de Matt Harding, que hizo un viaje alrede-

dor del mundo y se grabó a si mismo y a

otras personas haciendo una coreografía

muy peculiar frente a edificios importan-

tes, escenas callejeras y paisajes naturales.

Tras finalizar su periplo, montó un vídeo

con esos bailes y la canción Sweet Lullaby

de Deep Forest. Tal fue el éxito que obtu-

vo, que millones de personas se lanzaron a

repetir el bailecito en sus propias travesías.

Incluso tenemos versión vizcaína que tam-

bién fue muy popular en 20102.

Después del phooning llegó el planking(tumbarse boca abajo en sitios insólitos fin-

giendo ser una tabla). Esta versión fue evo-

lucionando a otras posturas (cabeza abajo

agarrado solo por los pies en el caso del

batmaning, en cuclillas en el del owlingo haciendo de tetera en el teapotting) y

ganando en originalidad como es el caso

del horsemaning (crear la ilusión óptica

de una cabeza separada de un cuerpo si-

mulando una decapitación).

Pero algunos no son fenómenos nuevos. Por

ejemplo, la práctica del horsemaning ya se

popularizó en los años 20, como homenaje al

jinete sin cabeza de Washington Irving, cuan-

do las fotografías aún eran en blanco y negro

y no existía Internet. De hecho, fue una de

estas imágenes antiguas la que dio comienzo

al meme al ser publicada en la web BuzzFeed

(foto que ilustra este artículo).

También tenemos la práctica del sleeve-face, que consiste en fotografiarse con

portadas de discos de vinilo, creando la

ilusión óptica de continuar la foto original.

Aquí, a la creatividad, se le suman las ga-

nas de homenajear a los artistas de esos

álbumes. Este meme es tan popular que

existen hasta aplicaciones para móviles3

que te permiten hacer tu propia portada

de disco de una manera sencilla.

Igual que se popularizan estas prácticas

mediante fotografías, ocurre lo mismo

con muchos memes que se lanzan a través

de redes sociales horizontales, como es el

caso de Twitter. Alguien, sin esperarlo, pu-

blica una reprimenda de su madre y horas

más tarde la etiqueta #frasesdemadre es

trending topic con miles de personas con-

tribuyendo con su propia variación. Por

tanto, para que algo sea viral, si a la crea-

tividad se le suma una pizca de humor,

tendremos la fórmula perfecta.

Todos buscamos ser originales y distin-

guirnos del resto de alguna manera. Aún

así, es curioso que esta forma de recalcar

nuestro individualismo la llevemos a cabo

dentro de prácticas grupales que también

nos otorgan un cierto sentido de perte-

nencia.

[1] http://blog.flickr.net/en/2010/08/08/phooning-around

[2] http://www.youtube.com/watch?v=iZZ9xNPWqLM

[3] http://itunes.apple.com/us/app/sleevefacer/id471522760?mt=8

Lorena Fernández

[email protected]

Memes, ¿para memos?

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