Medios de comunicación y opinión pública en la sociedad democrática

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CIC. Cuadernos de Información y Comunicación ISSN: 1135-7991 [email protected] Universidad Complutense de Madrid España W. MCCHESNEY, Robert Aquello es ahora, y esto fue entonces: Walter Lippmann y la crisis del periodismo CIC. Cuadernos de Información y Comunicación, vol. 18, 2013, pp. 39-49 Universidad Complutense de Madrid Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=93528051004 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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  • CIC. Cuadernos de Informacin yComunicacinISSN: [email protected] Complutense de MadridEspaa

    W. MCCHESNEY, RobertAquello es ahora, y esto fue entonces: Walter Lippmann y la crisis del periodismo

    CIC. Cuadernos de Informacin y Comunicacin, vol. 18, 2013, pp. 39-49Universidad Complutense de Madrid

    Madrid, Espaa

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=93528051004

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    Sistema de Informacin CientficaRed de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • CIC Cuadernos de Informacin y Comunicacin 2013, vol. 18 39-49

    ISSN: 1135-7991http://dx.doi.org/10.5209/rev_CIYC.2013.v18.41713

    Es ampliamente reconocido que Estados Unidos se encuentra hoy sumido en unabrumador colapso del periodismo tal y como lo hemos conocido durante el siglopasado, si no durante la historia entera de esta nacin. El nmero de periodistas asa-lariados per cpita ha decrecido gradualmente durante las ltimas dos dcadas,sufriendo un abrupto desplome a partir de 2007. La publicidad, fuente mayoritariade ingresos para los medios de informacin durante el siglo pasado, ha encontradomltiples opciones nuevas en la era digital, y est en proceso de abandonar el barco.Las plegarias para que las nuevas tecnologas crearan mgicamente un nuevo mode-lo para un periodismo democrtico, suficiente y viable, no estn dando resultado. Nose avista ningn cambio de rumbo, ni tampoco hay motivos para esperarlo. LosEstados Unidos de hecho, en cierta medida, todos los pases del mundo enfrentanun problema fundamental: cmo crear medios viables e independientes, o conside-rar cmo va a ser este mundo sin un cuarto poder.

    En The Death and Life of American Journalism (Nation Books, 2010), JohnNichols y yo argumentbamos que de la valiosa y a menudo ignorada historia denuestra prensa, pueden extraerse importantes ideas acerca de cmo generar solucio-nes a la actual crisis del periodismo. Los padres de la Constitucin principalmenteThomas Jefferson y James Madison y las primeras generaciones de americanos, noalbergaron ninguna ilusin de que el mercado fuese a dar lugar a un periodismoadecuado. Ellos destinaron cuantiosas ayudas pblicas para generar una prensa libree independiente, y estos subsidios fueron cruciales para la supervivencia y el creci-miento de la democracia americana y las libertades que tanto valoramos. En estos

    Aquello es ahora, y esto fue entonces: WalterLippmann y la crisis del periodismo

    Robert W. MCCHESNEY1Traduccin de Miguel LVAREZ-PERALTA miguelalvarez [email protected] [email protected]

    (Abstracts y palabras clave al final del artculo)Propuesto: 13 de febrero de 2013Evaluado: 14 de febrero de 2013Aceptado: 16 de febrero de 2013

    1 Profesor de la Universidad de Illinois en Urbana-Campaign. Eminente profesor en medios de masas,economa poltica de la comunicacin y en periodismo profesional. Es el editor, con Victor Pickard, del vol-umen Will The Last Reporter Turn Out the Lights? The Collapse of Journalism and What can be done to pre-vent it, publicado en 2011, sobre la crisis galopante del periodismo en USA, texto colectivo de donde pro-viene este artculo, titulado originalmente That was now, and this is then: Walter Lippmann and the crisis ofjournalism Damos las gracias al autor por su gentil permiso para esta traduccin.

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    tiempos en que el mercado muestra poco inters en producir un periodismo adecua-do, este es un valioso legado que debemos estudiar y poner en valor. Desde nuestropunto de vista, el futuro de nuestro sistema de autogobierno y nuestra Constitucindependen de ello.

    Mientras lidian con la actual crisis, los estadounidenses haran bien en volver lavista al trabajo de Walter Lippmann, uno de los grandes periodistas y ms distingui-dos intelectuales de la esfera pblica del siglo veinte. Aunque durante dcadasLippmann ha ocupado un lugar destacado en los estudios acadmicos sobre perio-dismo, en base a sus dos obras clsicas, Public Opinion (1922) y The PhantomPublic (1925)2, la eleccin de Lippmann como referencia para el futuro puede sor-prender a algunos estudiosos de la comunicacin meditica contempornea. A partirde estas obras Lippmann ha sido caricaturizado en las ltimas dos dcadas comoalguien escptico con la democracia popular, si no claramente hostil a la misma. Enla versin ms extrema, Lippmann es visto como idelogo de la propuesta de queunos pocos sabios guen al rebao desorientado, as como del empleo de losmedios de informacin para la fabricacin del consenso en favor de posicionespolticas que servan a los intereses de la lite. Aceptando estos argumentos, la obrade Lippmann debiera ser el ltimo lugar donde indagar por qu y cmo establecernuevos medios que logren echar lea en el fuego de la democracia.

    A pesar de que reconozco el creciente escepticismo de Lippmann hacia la demo-cracia en la dcada de los aos veinte, no creo que una lectura atenta de PublicOpinion o The Phantom Public respalde tan bastas generalizaciones. Estos escritosdespertaron importantes preocupaciones acerca de los problemas que encaraba lademocracia, y de la capacidad del periodismo para generar una ciudadana auto-gobernada e informada como postula la teora democrtica. Una parte, quiz lamayora, de lo que se trata en estos libros por ejemplo su discusin acerca de ladespolitizacin en la introduccin de The Phantom Public es realmente brillante yha sobrevivido muy bien hasta nuestros das.

    En lo que al periodismo y la informacin concierne, sin embargo, estos libros nohan envejecido especialmente bien. En ambos, el periodismo no es ms que un per-sonaje secundario dentro de una trama mucho ms amplia. Adems, en el contextohistrico de ambas obras el periodismo profesional estaba en ascenso y el sistemacomercial de medios de informacin estaba funcionando. Ante nuestra crisis pre-sente, la perspectiva adoptada por Lippmann no se adecua especialmente bien a lasgrandes cuestiones que encaramos en el mbito del periodismo.

    Es por ello una suerte considerable para nosotros que en 1920 Lippmann escri-biera dos textos bastante desconocidos, que tratan directamente el tema del perio-dismo y su relacin con el autogobierno. Estos son: A Test of the News, un largoensayo del que Charles Merz es coautor, aparecido en el New Republic en agosto de1920; y Liberty and the News3 (1920), un libro de tres captulos, dos de los cualesfueron publicados en el Atlantic Monthly. A Test of the News analiza de forma sis-

    2 N.d.T: Traducidos al espaol como La Opinin Pblica y El Pblico Fantasma, respectivamente.3 N.d.T: Traducida al espaol como Libertad y Prensa.

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    temtica la cobertura de la Revolucin Rusa realizada por el New York Times entre1917 y 1920. Se trata de una investigacin pionera que se anticipaba en dcadas aalgunos de los mejores anlisis de contenido de los tiempos recientes. Liberty andthe News es el nico encuentro directo de Lippmann con la relacin entre periodis-mo, democracia y libertad. Contiene ejemplos de su prosa ms admirable, y un tra-bajo extraordinario para cualquier criterio de valoracin, que incorpora numerosasdimensiones analticas. No se puede leer estos trabajos y descartar a Lippmann comoun elitista antidemocrtico.

    Estos trabajos cobran incluso mayor relevancia porque fueron escritos coinci-diendo con el punto lgido de la verdadera ltima crisis de definicin para el perio-dismo. Un nmero desproporcionadamente alto de los ms grandes progresos enciencias sociales tiene lugar en tiempos de crisis y agitacin, cuando las formula-ciones que se tienen por comprobadas son sometidas a mayor escrutinio. (Tmese aJohn Maynard Keynes y la Gran Depresin como ejemplo). Enfrentados a una cri-sis, nuestros mejores pensadores se tornan a menudo ms crticos, creativos y origi-nales, proporcionndonos enseanzas y nociones que perviven a lo largo de los aos.De igual modo, este periodo especfico fue un tiempo extraordinariamente fecundopara el desarrollo y la cristalizacin del pensamiento de Lippmann acerca de la pren-sa y el autogobierno. Con el cambio de los tiempos, su trabajo se movera rpida-mente en una direccin diferente, polticamente ms conservadora. Se desplaz delas preocupaciones estructurales hacia un mayor nfasis en la psicologa humanacomo variable independiente fundamental, tomando las instituciones sociales prc-ticamente como dadas; pero eso no altera la potencia ni la importancia de lo queescribi en 1919 y 1920. Lippmann, de hecho, nunca reneg de la investigacin ylas posiciones recogidas en A Test of the News o Liberty and the News, incluso sirealmente nunca las retom a travs de la pluma ni en espritu. stas pertenecierona un momento concreto.

    A menudo pasa desapercibido para observadores contemporneos cmo en 1919y 1920 la credibilidad y legitimidad de las noticias era ampliamente cuestionada porla mayor parte del pblico americano. Es admitido que una saludable opinin pbli-ca no puede existir si no existe acceso a la informacin, afirmaban Lippmann y Merz.Existe hoy una extendida y creciente duda acerca de la existencia de tal acceso a lainformacin sobre asuntos polmicos. Esta duda vara desde acusaciones de sesgoinconsciente, hasta denuncias directas por casos de corrupcin, desde la creencia deque la informacin ha sido maquillada, hasta la creencia de que la informacin estenvenenada (p.1). El principal factor, aunque no el nico, que explicara la amenazasufrida por la informacin y la democracia, fue la fulminante emergencia de la propa-ganda organizada, aquello a lo que hoy nos referimos frecuentemente como relacionespblicas. Durante la Primera Guerra Mundial, Lippmann conoci de primera mano eluso exitoso de este tipo de propaganda por el gobierno de los Estados Unidos, y poruna prensa complaciente con el moldeado de la opinin pblica. Lippmann seal quela propaganda empeor con creces el ya extremadamente reaccionario y creciente-mente perjudicial periodismo comercial de aquellos tiempos (p.29).

    En ningn sitio quedaba esto ms patente que en el detallado anlisis queLippmann y Merz hicieron sobre la cobertura que el New York Times dio a la

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    Revolucin Rusa. A pesar de sus escasas simpatas por la revolucin, ambos queda-ran espantados ante lo que encontraron: bsicamente noticias que reportaban comoverdades sagradas los deseos, distorsiones y mentiras de las fuerzas contrarrevolu-cionarias. El mayor mentiroso sera el propio gobierno de los Estados Unidos. ElTimes estaba siendo seriamente engaado por su confianza en los proveedoresoficiales de informacin (p.41). Su conclusin afirmaba: La cobertura de laRevolucin Rusa es un absoluto desastre. El resultado final es casi siempre engao-so en las cuestiones esenciales, y una noticia engaosa es peor que ninguna noticia.Los periodistas estaban ejecutando el deber democrtico supremo de suministrar lainformacin que alimenta la opinin pblica, y fueron negligentes en esta misin[]Cualesquiera que sean las excusas, las disculpas, los atenuantes, permanece el hechode que no se le pudo garantizar la informacin mnima necesaria sobre un evento deextraordinaria importancia a un gran pueblo inmerso en una crisis colosal. (p.3).

    Lippmann hizo nfasis en el modo en que la propaganda gubernamental habaalterado la ecuacin democrtica tradicional. Encontr el aumento de esta propa-ganda realmente aterrador, generador de una crisis existencial para la nocin mismade prensa libre, y por tanto para la de autogobierno: el gobierno tiende a operar enfuncin del impacto que una opinin controlada tiene sobre la administracin. Estedesplazamiento en el locus de la soberana ha hecho que se priorice la fabricacindel consenso[] Sin una proteccin contra la propaganda, sin estndares para lademostracin de hechos, sin criterios para el nfasis, la sustancia viva de toda deci-sin popular queda expuesta a todos los prejuicios y a un abuso infinito. (p.37).

    Las implicaciones de la corrupcin y degradacin de la informacin no podranser ms graves. Para Lippmann, el pueblo est cada vez ms desconcertado porquelos hechos no estn disponibles; y se pregunta si el gobierno democrtico puedesobrevivir en un tiempo en el que la fabricacin del consenso es asunto de empresasprivadas no sujetas a regulacin. Porque en un sentido preciso, la presente crisis dela democracia occidental es una crisis del periodismo (p.2, nfasis mo). As pues,los medios de informacin eran instituciones de singular relevancia. El peridico esliteralmente la biblia de la democracia, el libro a partir del cual la ciudadana deter-mina su conducta[] Ahora, el poder para determinar cada da qu ser considera-do importante y qu ser obviado es un poder distinto a cualquier otro poder quehaya sido ejercido desde que el Papa perdi su dominio sobre la mentalidad laica(p.28). De ah lo que Lippmann y Merz consideraran una tarea fundamental delsiglo veinte: asegurar a un pueblo libre un suministro de noticias tal que un gobier-no libre pueda ser administrado con xito (p.3).

    Lo que resulta notable en estos trabajos es la conviccin de que el periodismo ylas instituciones que lo producen no deben ser pensados como empresas privadassino como instituciones pblicas. Un buen peridico es una institucin de serviciopblico, escribieron Lippmann y Merz. Ocupa una posicin en la vida pblica tanimportante como el sistema educativo, la iglesia, o los rganos de gobierno (p.4).Lippmann hizo notar que Las columnas periodsticas son canales pblicos. Cuandoaquellos que las controlan se arrogan el derecho a determinar segn su propia cons-ciencia qu debe ser reportado y con qu propsito, la democracia es impracticable(pp.5-6).

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    Resumiendo, ciudadana y gobierno tienen un inters directo en vigilar que elsistema de medios informativos funcione correctamente, y los propietarios no tienenderecho a reclamarlo como una propiedad privada ajena al inters pblico. EnLiberty and the News, se sugiere que podra gastarse dinero pblico en mejorar lacalidad de la informacin.

    En 1920, Lippmann no estaba en absoluto seguro de que esta crisis fuese a resol-verse de forma satisfactoria. En pocas generaciones, a los historiadores les parece-r absurdo que una nacin que proclama gobernarse segn la voluntad del pueblo nodebiera hacer esfuerzos por garantizar una informacin sin la cual es imposible for-mar una opinin para gobernarse. Cmo puede ser, se preguntarn, que a comien-zos del siglo veinte, naciones que se proclamaban democrticas se contentasen conactuar segn lo que casualmente pasase por la puerta; que aparte de unos pocos lla-mamientos y protestas espordicas no se hiciera ningn plan para poner esos cana-les pblicos bajo control social (p.8).

    Lippmann mantuvo una actitud ambigua hacia el sistema de medios de informa-cin comerciales y los propietarios de peridicos. Las primeras dos dcadas del sigloveinte constituyeron una crisis existencial para ellos, dado que el partidismo desca-rado, el sensacionalismo, la corrupcin y los escndalos minaron la legitimidad delsistema comercial. Algunos editores llegaron a temer por su existencia. Lippmannreconoci esta amenaza y mostr poca simpata por la mayora de los propietarios:De uno otro modo, la prxima generacin intentar poner el negocio editorial bajoun mayor control social. Por todas partes aparece un desencanto cada vez msmolesto con la prensa, una creciente sensacin de estar siendo manipulados yconfundidos. Lippmann concluy que algn da el Congreso, en un ataque de ira,alentado por una opinin pblica furiosa, intervendr sobre la prensa con un hacha(p.45). l ni siquiera contempl la nocin de que la competencia en un mercadolibre fuese a producir por voluntad propia el periodismo necesario para que el auto-gobierno progresase. Aun siendo enrgico opositor a la censura, Lippmann no mos-tr preocupacin alguna por cmo una intervencin pblica podra violar aquellosderechos que la Primera Enmienda reconoce a los editores.

    Dicho esto, Lippmann no consideraba a los propietarios de peridicos como unainfranqueable barrera estructural a efectos de reformas. En sus anlisis, asumaconstantemente que el poder real para controlar la informacin quedaba en los jefesde redaccin, no en los editores. Tena poco inters por cmo los intereses polticoso comerciales de los propietarios determinaban o influenciaban quines llegaban adirigir las publicaciones, y qu valores guiaban su trabajo. Lippmann tena aparen-temente poco inters en la connivencia entre gobiernos y grandes empresas, ni tam-poco se mostr especialmente preocupado por cmo el periodismo afectaba a dife-rentes sectores de la poblacin. No todos los que quedaban fuera de las altas esferasde gobierno salan perdiendo si las noticias fracasaban en su misin de crear una ciu-dadana informada y participativa. Sorprendentemente para alguien que haba sidoun socialista tan solo unos aos antes, nunca cultiv la idea, fundamental tanto paraJefferson como para Madison, de que quienes detentaban propiedades y privilegiosse beneficiaran enormemente de un pueblo ignorante y mal informado. No tena,para decirlo sin rodeos, ningn anlisis de clase.

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    Casi al mismo tiempo que se publicaban Liberty and the News y A Test of theNews, vea la luz tambin el trabajo de Upton Sinclair, The Brass Check. Sinclairdenost a los editores de peridicos por la corrupcin y el sesgo anti-obrero de susinformaciones. El libro est repleto de ejemplos, y hace imposible contemplar lapropiedad efectiva de los medios como algo irrelevante para el funcionamiento delas redacciones o el contenido de las noticias, como Lippmann presupone. La obratuvo adems una fuerte repercusin en la historia del periodismo. Pero Sinclair uti-liz un martillo en tiempos en que el escalpelo de Lippmann hubiera sido preferible.Ambos se hubieran beneficiado enormemente de un encuentro con la obra del otro.Desdichadamente, se criticaron uno a otro sin ms, probablemente debido a diferen-cias polticas, como prueba la ligereza con que Lippmann desdea The Brass Checken Public Opinin (pp. 182-83).

    Incluso un socialista como Sinclair tena dificultades para imaginar que un sis-tema de medios de informacin diferente al modelo de propiedad privada pudieratener lugar en Estados Unidos, de modo que difcilmente podemos recriminar aLippmann por internalizar como dado el sistema comercial dominante no solo enaquella poca, sino durante todo el siglo. Contar con buenos editores, era por tantoconsiderados posible y necesario. Lippmann dedic Liberty and the News a C.P.Scott, el legendario propietario y editor del Manchester Guardian desde 1872. A laluz de su carrera, escribi Lippmann, no pueden parecernos absurdas ni remotaslas ideas de libertad y verdad en relacin a la informacin (p.XXV). Quiz sea unindicador de la importancia de las presiones comerciales sobre la informacin per-iodstica el hecho de que, tras la muerte de Scott, su familia dejara The Guardian enmanos de una fundacin sin nimo de lucro, a partir de 1936. El principio fundacio-nal declarado por esta organizacin era salvaguardar la independencia financiera yeditorial de The Guardian en el futuro, mientras los objetivos subsidiarios son ladefensa de sus principios y la promocin de la libertad de prensa en el Reino Unidoy en el extranjero (McChesney y Nichols, p. 176). (Esta estrategia de renuncia allucro ha dado buenos resultados al peridico. Mientras los medios de informacincomerciales naufragan en la presente crisis, puede argumentarse desde muchos pun-tos de vista que The Guardian constituye todava, hoy mejor y con ms importanciaque nunca, una fuente de periodismo de calidad, ahora adems tambin en el terre-no digital).

    En Liberty and the News, Lippmann no estaba dando el paso radical de abogarpor la creacin de peridicos sin nimo de lucro; en vez de eso, estaba en primerlugar poniendo sobre aviso a los propietarios para que se percataran de que debancambiar de rumbo. Esperaba que el miedo a la extincin alentara a los editores conmenos principios que Scott a que cumpliesen con su deber. Los editores sabios nodesdearn estos presagios, escribi. La regulacin del negocio editorial es decarcter sutil y elusivo, y solo mediante un esfuerzo rpido y comprensivo para com-batir sus males pueden las mentes ms sensatas mantener el control (p.45).

    La solucin era clara para Lippmann, y en esto hizo mucho nfasis: los peridi-cos necesitaban adoptar una formacin y estndares profesionales para reporteros yeditores que aseguraran la ms alta calidad de informacin, precisa en trminos fc-ticos y honestamente contextualizada, libre de sesgos personales, comerciales o pol-

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    ticos. En primer lugar, escribieron Lippmann y Merz, creemos que los estnda-res profesionales del periodismo no son lo suficientemente elevados, y la disciplinapor la que dichos estndares se mantienen no es suficientemente fuerte (p.41). Lalabor informativa, segn Lippmann, deba mantenerse alejada de manos tendencio-sas sin preparacin(p.60). La actual estructura informativa debe transformarse enun servicio a la democracia, siguiendo las lneas generales aqu sugeridas, mediantela formacin del periodista y la implantacin del registro y anlisis expertos (p.59).

    Hasta dnde podremos llegar en la transformacin de la empresa periodsticadesde un descuidado negocio hacia una disciplinada profesin? se preguntabaLippmann. Bastante lejos, supongo, porque al fin y al cabo es impensable que unasociedad como la nuestra pueda depender por siempre de testimonios fortuitos e inex-pertos. (p.46). Haca falta un compromiso por parte de los dueos de los peridicosy de los propios periodistas, as como financiacin pblica para instituciones comoescuelas de periodismo que formasen a una generacin de buenos reporteros conexperiencia. No hay cantidad de dinero y esfuerzo empleados en preparar a los hom-bres adecuados para este trabajo que puedan considerarse malgastados, porque lasalud de la sociedad depende de la calidad de la informacin que recibe (p.47).

    Lippmann no albergaba ilusiones respecto a que la crisis que afliga al periodis-mo en 1920 pudiera ser resuelta internamente por propietarios y editores, o simple-mente consultando a la lite intelectual. l consideraba la implantacin de estnda-res profesionales como algo necesario pero no suficiente, y difcilmente realizablede forma satisfactoria sin participacin popular. Resulta llamativa la insistencia deLippmann acusado a menudo de elitismo en la importancia del rol manifiesto ypermanente que el pblico deba jugar en la creacin de un sistema de medios deinformacin adecuado. Muy raramente los hombres de la prensa muestran confian-za en el pblico general. Se vern obligados a ello tarde o temprano, afirm. Lafilosofa misma de la profesin debe ser debatida; las noticias sobre las noticiasdeben contarse. Porque la informacin sobre la gestin de la estructura informativatoca el ncleo de todo gobierno moderno (p.9). El debate sobre el periodismo debadarse ante el pblico general; era asunto de todos. Si se delegaba en las lites y enlos involucrados, la reforma sera poco probable: Quienes ahora tienen el controlalbergan demasiados intereses en juego, y controlan la fuente misma de reformas.Particularmente importante sera para los progresistas polticamente organizadostomarse la cuestin del periodismo con seriedad: el cambio llegar nicamente porla rivalidad enrgica de aquellos cuyos intereses no estn representados en el actualorden informativo. Llegar solo si la fuerza de trabajo organizada y el liberalismomilitante fijan una ruta que no pueda ser ignorada (p.60).

    La primera tarea para el reportero experto y formado sera ver a travs de la pro-paganda y el sesgo originados por gobiernos e intereses poderosos, o por las propiasopiniones del reportero, para que los ciudadanos puedan recibir una visin precisade los acontecimientos del da: Llegando ms all de la opinin, hasta la informa-cin en que esta se basa, y haciendo de la validez de las noticias nuestro ideal, esta-remos luchando donde realmente est la batalla. Estaremos protegiendo para el inte-rs pblico aquello que todos los intereses especiales del mundo estn ms ansiosospor corromper (p.41).

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    En la visin de Lippmann y Merz, los reporteros necesitan crear y hacer cumplirun cdigo de honor profesional, similar al que adoptan y ejecutan las asociacionesprofesionales de abogados o mdicos, y adems deben observar vigilantes todainfraccin a dicho cdigo (p.42). El giro hacia el profesionalismo, argumentabaLippmann, podra crear un gran periodismo independiente que fije los estndarespara el periodismo comercial. En resumen, la profesionalizacin podra forzarincluso a los editores ms recalcitrantes a plegarse, del mismo modo que las espln-didas sociedades cooperativas inglesas haban fijado unos estndares elevados paralas empresas comerciales (p.60).

    A partir de estos escritos, podramos reconocer en Lippmann al eminente visio-nario que mejor imagin el rol que la profesionalizacin llegara a jugar, rescatandoal periodismo del dficit de credibilidad que sufri durante las dos primeras dcadasdel siglo veinte. Este logro histrico no es balad. A principios de la dcada de losveinte, ya se haba creado la Sociedad Americana de Editores de Peridicos y entresus primeras tareas figuraba establecer un cdigo de conducta. Las escuelas de per-iodismo, apenas existentes antes de la Primera Guerra Mundial, se multiplicaban yadquiran gran relevancia. ste sera el principal avance del periodismo para lasiguiente generacin, y los lmites precisos del cdigo profesional fueron debatidospor reporteros, editores y propietarios. Para la dcada de los cincuenta quedaban yapocos peridicos abiertamente partidistas, puesto que la mayora de las redaccionesoperaban bajo los principios profesionales. Incluso aquellos que durante ms tiem-po mantuvieron su filiacin, como el Chicago Tribune, abrazaron la nocin de pro-fesionalismo e imparcialidad periodstica tras la muerte del Coronel RobertMcCormick y una separacin iglesia-estado entre el departamento de negocios yla oficina editorial. La nocin de que la informacin debera ser imparcial y obje-tiva se convirti en un lugar comn, hasta el punto de que generaciones enteras deestadounidenses entendieron que sta era la intencin de la Primera Enmienda.

    No deberamos llevar la idea de Lippmann como padre fundador del periodis-mo profesional americano demasiado lejos, puesto que la forma en que el periodis-mo se profesionaliz en Estados Unidos diverge considerablemente de los valoresfundamentales por l prescritos en Liberty and the News y en A Test of the News.Lo ms notable, es que Lippmann y Merz pensaron que la clave principal en el asun-to del periodismo profesional era que fuese capaz de diseccionar rigurosamente,contrastar, contextualizar y criticar la informacin proveniente de gobiernos y fuen-tes interesadas. Declaraciones provenientes de gobiernos o crculos cercanos algobierno no pueden ser tomadas como hechos comprobados por la prensa indepen-diente (p.41). Resulta irnico que una tendencia principal del periodismo profesio-nal, tal y como ha evolucionado en Estados Unidos, haya sido tomar declaracionesdel gobierno al pie de la letra, especialmente si existe sintona entre quienes estn enel poder, aun cuando hay enormes fundamentos para el escepticismo. La espantosacobertura de los antecedentes de la invasin estadounidense de Iraq en 2003 es unabuena muestra de ello, pero la lista es larga y deprimente. La informacin periodsti-ca contempornea suspende el punto principal en el test de Lippmann para cualquiervaloracin honesta.

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    Aunque Lippmann estuvo obsesionado con lograr periodistas bien entrenadoshaciendo periodismo objetivo, nunca pens que tal informacin objetiva fuese a aca-bar con las discusiones polticas o pudiera minar la opinin poltica. Simplementepens que debera ser su base. No se opuso en absoluto al periodismo de opinindespus de todo, fue cofundador del New Republic y, durante muchas dcadas, unpremiado columnista poltico, su razonamiento era ms bien que el periodismo deopinin requera de una gran cantidad de noticias dedicadas primeramente a sumi-nistrar una comprensin honesta, por oposicin a otra guiada por motivaciones par-tidistas o comerciales.

    Podemos debatir si tal periodismo realmente objetivo puede llegar a existir, y dehecho pocos creen que sea posible. Los sesgos institucionales y humanos son inevi-tables, y el punto de partida es ser honestos al respecto. Pero esto no invalida la preo-cupacin de Lippmann. Cierto periodismo puede ser ms objetivo que otro, ynecesitamos un periodismo que trate de hacerlo lo mejor posible, mantenindoseresponsable con respecto al cumplimiento de ese estndar. Quiz la mejor manera deexpresarlo es que necesitamos que los periodistas sean investigadores, no abogados.Los investigadores acadmicos, si son honestos, buscan las crticas a sus propiosargumentos, as como evidencias en contra, y tratan de adquirir la comprensin msfuerte y precisa posible de su materia. Los abogados, en cambio, solo pretendenganar. Seleccionan interesadamente hechos y declaraciones, y obvian el contextocuando ste va en contra de la posicin que defienden. Ellos solo tratan con las posi-ciones opuestas y las evidencias incmodas si se ven obligados, y en este caso laclave est en desacreditar o minimizar el impacto empleando cualquier estrategianecesaria. El periodismo de Lippmann es un periodismo de investigadores. El pe-riodismo de abogados no es en absoluto periodismo democrtico.

    En el mundo que vivimos, demasiados aspectos de la vida pblica quedan infrar-representados por los periodistas, de modo que las advertencias de Lippmann sobrelas consecuencias de la falta de informacin basada en hechos se tornan ms y msamenazantes: El punto cardinal es siempre la prdida de contacto con la informa-cin objetiva. La razn pblica depende de ello tanto como la privada. No lo quealguien dice, tampoco lo que alguien desea que sea cierto, si no lo que est ms allde nuestras opiniones, constituye el criterio de nuestra cordura (p.34). Lo real-mente importante, aadi, es intentar hacer que la opinin sea cada vez ms unarespuesta a los hechos. No puede haber libertad para una comunidad que carece dela informacin con la que detectar mentiras (p.38). Nuestras libertades fundamen-tales pierden la base sobre la que se asientan. Cuando la libertad de opinin se ex-presa como libertad de error, ilusin y malinterpretacin, es virtualmente imposiblesuscitar mucho inters por ella. Es la ms pobre de las abstracciones y una sofisti-cacin meramente intelectual (p.39). No parece haber modo alguno de evadir laconclusin, indicaba Lippmann, de que la libertad no est tanto en la autorizacincomo en la construccin de un sistema informativo crecientemente independiente dela opinin (p.57).

    Un mundo sin periodismo y atestado de gente libre para esparcir sus opiniones,por tanto, difcilmente es una sociedad libre, y no puede ser tenido por democrticoen sentido alguno. Se tratara ms bien de un infierno en la tierra: Hombres que han

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    perdido contacto con los hechos relevantes de su entorno son vctimas inevitables dela agitacin y la propaganda. Brujos, charlatanes, extremistas y terroristas florecen alldonde una audiencia es privada del acceso independiente a la informacin. (p.32).Lippmann fue contundente acerca del rumbo de un futuro sin periodismo libre: Estoyigualmente convencido de que la democracia degenerar en esta dictadura bien de laderecha o de la izquierda, si no alcanza un autogobierno genuino (p.59).

    Hoy estamos inmersos en una crisis del periodismo y de la democracia no menossobrecogedora que la de hace noventa aos. Hasta cierto punto, responde a la degra-dacin del periodismo profesional, causada en gran medida (aunque no exclusiva-mente) por las fuerzas mercantiles que Lippmann no tuvo en cuenta en su anlisis.El enrgico e intrpido periodismo independiente que Lippmann deseaba resultincompatible con un sistema de medios informativos comercial y considerablemen-te monoplico. En un plano todava ms fundamental, la revolucin tecnolgica hadesintegrado el modelo de negocio del periodismo comercial, dejando lo que de lquedaba sumido en una gran incertidumbre. Ya no existe la base de recursos quesegn Lippmann podra financiar las redacciones periodsticas de la nacin.

    Eso significa que no podemos usar el guin de Lippmann de los aos veinte paradeterminar la solucin exacta a la presente crisis. Bien, y qu? No podemos usarnecesariamente las mismas polticas y subsidios que Jefferson o Madison, pero aunas ellos, al igual que Lippmann, tienen lecciones cruciales para nosotros sobredemocracia y periodismo, como tambin Lippmann las tiene. Su visin del papelprincipal que prensa e informacin tienen para la libertad y la democracia es verda-deramente sublime. Su comprensin de la naturaleza pblica y poltica del periodis-mo y del papel crucial que desempea el pblico es una rplica necesaria al absur-do y anti-histrico fundamentalismo de mercado que ha hecho descarrilar nuestrodebate sobre la crisis del periodismo. Su crtica de una libertad fatua, que sirvabsicamente para mentir con impunidad en un mundo sin hechos, un mundo de ter-giversacin y propaganda, debera producir escalofros a lo largo de nuestra espinadorsal. Tenemos ya un pie en esa realidad, y no podemos permitirnos esperar y verqu pasa en el caso de que el otro pie aterrice tambin en ella.

    Resolver la crisis del periodismo, crear un cuarto poder independiente que hagaverdaderamente posible el auto-gobierno y la libertad, ser difcil, pero no es impo-sible. Fue la misin de los creadores de nuestra Constitucin, fue la misin deLippmann, y debe ser la nuestra. Quiz no alcancemos la solucin perfecta, peropodemos llegar a soluciones mucho mejores que si no hacemos nada salvo mante-ner el orden actual. En Liberty and the News, Lippmann encontraba razones para eloptimismo en nuestra naturaleza esencial: El deseo de saber, la aversin a ser enga-ados y manipulados, es una motivacin realmente poderosa, y es esa motivacin laque mejor puede reclutarse en favor de la causa de la libertad (p.39). No podemospermitirnos olvidar la enseanza fundamental de Lippmann: que en un sentido pre-ciso, la actual crisis de la democracia es una crisis del periodismo.

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  • Robert W, McChesney Aquello es ahora, y esto fue entonces: Walter Lippmann y la crisis del periodismo

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    RESUMEN

    Ante la actual crisis del periodismo, McChesney busca respuestas en dos obras no muy conocidas delconsagrado Walter Lippmann, escritas durante la grave crisis democrtica de 1920: el artculo A testof the News y el libro Liberty and the News. En estos textos, Lippmann defiende un acceso suficien-te a informacin de calidad para logar una opinin pblica saludable, como base de todo sistema demo-crtico. Ello autoriza a considerar el periodismo un servicio pblico que no puede abandonarse a lasveleidades del mercado o a la presin gubernamental, y promueve la inversin pblica para facilitar laaparicin de medios independientes.

    Palabras clave: Walter Lippman, periodismo, crisis, autogobierno, funcin social de la prensa

    ABSTRACT

    In the midst of a collapse of traditional journalism, McChesney recovers two largely unknown piecesfrom Walter Lippmann, written during a democratic crisis in 1920: the essay A test of the News andthe book Liberty and the News. In these works, Lippmann reclaims a sufficient access to quality newsin order to produce a sound public opinion, which is the base of self-government and democracy.Therefore, journalism should be considered as a public service that can not simply be left out to pres-sures from the market or governments. This vision encourages public funding for the development ofan independent media information system.

    Keywords: Walter Lippman, journalism, crisis, self-government, social function of the press

    RSUM

    Devant la crise actuelle dans le journalisme, McChesney cherche des rponses dans deux petites uv-res connues du lgndaire auteur Walter Lippmann, crites pendant la crise dmocratique de 1920:Libert pour la Presse et Un text pour les Nouvelles. Dans ces textes, Lippmann dfend un accs suf-fisant linformation de qualit pour atteindre lopinion publique en bonne sant, comme la base detout systme dmocratique. Cela permet de considrer le journalisme comme un service public qui nepeut pas tre laiss aux alas du march ou de la pression du gouvernement, et favorise linvestisse-ment public afin de faciliter lmergence de mdias indpendants.

    Mots cl: Walter Lippman, crise du journalisme, autonomie, fonction sociale de la presse

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