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1 http://www.inpas.cl/ MÓDULO DE FORMACIÓN PERMANENTE KERYGMA: EL PRIMER ANUNCIO DE JESUCRISTO PLAN DE FORMACIÓN DE LAICOS ARQUIDIÓCESIS DE SANTIAGO Esta ficha está realizada en base al texto Kerygma: El Primer anuncio de Jesucristo, correspondiente al Plan de Formación para Laicos del Instituto Pastoral Apóstol Santiago, publicado el año 2007. El texto se encuentra en constante renovación y su publicación ha sido autorizada por Inpas. Se prohíbe la reproducción total o parcial sin autorización expresa del titular.

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http://www.inpas.cl/

MÓDULO DE FORMACIÓN PERMANENTE

KERYGMA: EL PRIMER ANUNCIO DE JESUCRISTO

PLAN DE FORMACIÓN DE LAICOS ARQUIDIÓCESIS DE SANTIAGO

Esta ficha está realizada en base al texto Kerygma: El Primer anuncio de Jesucristo, correspondiente al Plan de Formación para Laicos del Instituto Pastoral Apóstol Santiago, publicado el año 2007. El texto se encuentra en constante renovación y su publicación ha sido autorizada por Inpas. Se prohíbe la reproducción total o parcial sin autorización expresa del titular.

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Arzobispado de Santiago Instituto Pastoral Apóstol Santiago San Isidro 560 – Santiago Tel. (56-2) 222 0125 Fax (56-2) 222 0153 Santiago de Chile ISBN: 956-8188-55-X Registro de Propiedad intelectual: 156327 Santiago, 1ª edición, julio 2006 Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa Del titular de Copyright Diseño e impresión: Printed in Chile / Impreso en Chile

Reproduce textualmente Jornada del Área Eclesial Conferencia Episcopal de Chile: “El kérygma en la evangelización de la Iglesia” Noviembre 2005

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Introducción

Presentamos a continuación el módulo Kérygma: El primer anuncio de Jesucristo, correspondiente a la Formación Permanente del Plan de Formación. Por sus características concretas, este módulo está dirigido a todas las personas, formadores y alumnos, que van realizando el Plan de Formación para Laicos de nuestra Iglesia de Santiago.

Reproduce textualmente los contenidos trabajados y entregados en la “Jornada Nacional

del Área Eclesial” de la Conferencia Episcopal de Chile, realizada en Punta de Tralca del 25 al 27 de noviembre de 2005, sobre “El kérygma en la acción evangelizadora de la Iglesia”.

Expresamos nuestra más sincera gratitud a Monseñor Gaspar Quintana Jorquera CMF,

Obispo de Copiapó y Presidente del Área Eclesial de la Conferencia Episcopal de Chile, por permitirnos publicar y poner al servicio de todos los laicos de nuestra Arquidiócesis de Santiago, a través de nuestro Plan de Formación, los trabajos de dicha Jornada sobre el kérygma. Igualmente, expresamos nuestro reconocimiento y gratitud a todos los autores de las ponencias, que constituyen los capítulos de este módulo.

El kérygma, el primer anuncio de Jesucristo es el fundamento y el cimiento de la

evangelización, que es la misión de la Iglesia. Si siempre ha sido importante, hoy es especialmente prioritario en nuestra acción pastoral en este mundo tan secularizado. Así pues, por la importancia que tiene para todo cristiano, ofrecemos este módulo para que pueda ser leído y trabajado personalmente y/o acompañado por un formador en un curso o taller específico1.

Si es acompañado por un formador, es importante que conozca íntegramente el Plan y

sus criterios fundamentales antes de abordar la programación concreta del módulo. Y si es trabajado personalmente, también recomendamos conocer el Plan de Formación, para tener en cuenta el proceso formativo integral en el que se enmarca el módulo y los objetivos y criterios que implica.

La primera parte es la “ficha técnica” del módulo. Especifica los destinatarios, los

requisitos, si los hubiere, y el nivel donde se recomienda ubicar dentro del conjunto del Plan. Se señalan, también, los objetivos, los contenidos mínimos y algunos criterios de evaluación.

La segunda parte es el desarrollo de los contenidos mínimos que puede ser trabajada de

diversas maneras según la persona y el formador lo estimen conveniente. Al formador le puede servir, en todo o en parte, como apuntes para los alumnos o como base para desarrollar su propio material en función de la realidad de sus destinatarios.

Esperamos que este material pueda servir de ayuda a los profesores, formadores, animadores y guías de los procesos formativos de nuestra Arquidiócesis, y a todas las personas que queremos seguir creciendo en el seguimiento de Jesús.

Kérygma:

“Yo con gran gozo te anuncio que Jesús, muerto y resucitado,

es el Señor y Salvador,

1 Existen apoyos en www. Iglesia.cl/recursos pastorales/acción eclesial.

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mío y tuyo, que vive y está presente,

aquí y ahora”.

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Índice INTRODUCCIÓN ÍNDICE PRIMERA PARTE – FICHA TÉCNICA DEL MÓDULO KÉRYGMA: EL PRIMER ANUNCIO DE JESUCRISTO 1. Datos generales 2. Objetivos del módulo 3. Contenidos mínimos 4. Criterios de evaluación SEGUNDA PARTE – DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS MÍNIMOS ESQUEMA GENERAL 1. Kérygma en el Nuevo Testamento (Mons. Santiago Silva Retamales)

1.1. Significado de los términos 1.1.1. Significado 1.1.2. En el Nuevo Testamento 1.1.2.1. Frecuencias 1.1.2.2. Kéryx o “heraldo” 1.1.2.3. Kérygma o mensaje 1.1.2.4. Kêrýssõ o “proclamar 1.2. El kérygma como acto de comunicación 1.2.1. Función de informar (“dar forma”, enseñar) 1.2.2. Función de expresar (“sacar fuera”, revelar) 1.2.3. Función de convocar o interpelar (“llamar a”, exhortar) 1.3. El kérygma como contenido 1.4. El kérygma como acontecimiento de salvación 1.5. Conclusión

2. El primer anuncio de Jesucristo requiere serio diálogo previo (Hno. Enrique García

Ahumada FSC)

2.1. El primer anuncio del Salvador 2.2. El preámbulo a la Buena Noticia en Pablo 2.3. El preevangelio en la Biblia: el Antiguo Testamento 2.4. El poema dramático de Job 2.5. Las cuestiones filosóficas de Qohelet 2.6. El preámbulo al kérygma hoy

3. El pregón misionero inicial o kérygma (Hno. Enrique García Ahumada FSC) 4. El primer anuncio y su pedagogía (P. Mario Borello SDB)

4.1. La pedagogía, el método de Jesús

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4.2. Criterios metodológicos generales 4.3. Situaciones pastorales 4.4. Actitudes de los agentes pastorales

5. Etapas y destinatarios del proceso de evangelización (Hno. Enrique García Ahumada

FSC y Sr. Javier Díaz)

5.1. Etapa del primer llamado misionero para quienes están lejos de la fe 5.2. Etapa de la iniciación cristiana, primer anuncio o kérigma 5.3. Etapa de la iniciación al Credo, a los sacramentos y a la vida cristiana 5.4. Etapa comunitaria o de catequesis permanente 5.5. Etapa apostólica 5.6. Los destinatarios del kérygma

6. Espiritualidad del primer anuncio del agente de pastoral (P. José Carraro SDB)

6.1. Introducción 6.2. Volver a las fuentes inspiradoras 6.3. Animados por el amor 6.4. Las Bienaventuranzas del evangelizador kerigmático 6.5. Conclusión 6.6. Profesión de fe del evangelizador kerigmático

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Primera parte

FICHA TÉCNICA DEL MÓDULO

KÉRYGMA: EL PRIMER ANUNCIO DE JESUCRISTO

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1. DATOS GENERALES + Tronco de Formación Permanente + Relación con las Áreas de Contenido: Vida Cristiana y el Dios de Jesucristo + Destinatarios y Requisitos: Este módulo, por sus características concretas, está abierto a todo tipo de destinatarios, a todos los discípulos de Jesucristo y a todos los agentes pastorales. Se sitúa en un nivel básico y por lo tanto no tiene ningún requisito. 2. OBJETIVOS DEL MÓDULO + Objetivos Cognitivos:

- Conocer y comprender el kerygma según el Nuevo Testamento. - Comprender su importancia en la evangelización. - Conocer y comprender la pedagogía que requiere, las etapas y la espiritualidad

que implica + Objetivos Actitudinales:

- Renovar la acogida del kérygma y la adhesión personal a Jesucristo. - Desarrollar una actitud de discípulo y misionero del primer anuncio. - Desarrollar las actitudes espirituales del evangelizador.

+ Objetivos Procedimentales:

- Capacitar y adquirir herramientas pedagógicas para realizar el primer anuncio. 3. CONTENIDOS MÍNIMOS

Cualquiera que sea el tratamiento pedagógico que se realice, el Módulo de Kérygma: el primer anuncio de Jesucristo, incluye los siguientes contenidos mínimos:

- El kérygma según el Nuevo Testamento. - El primer anuncio de Jesucristo requiere diálogo previo.

- El pregón misionero inicial o kérygma.

- El primer anuncio y su pedagogía.

- Etapas y destinatarios del proceso de evangelización.

- Espiritualidad del primer anuncio del agente de pastoral.

4. CRITERIOS DE EVALUACIÓN

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Los objetivos nos indican la dirección hacia la que queremos caminar en el desarrollo del

módulo. Sin embargo, es sabido que no todas las personas avanzan de la misma manera. No pretendemos que todos los participantes logren al cien por cien los objetivos propuestos, pero, incluso teniendo en cuenta las características especiales de este módulo, necesitamos establecer unos mínimos que sí han de haber logrado para que se pueda considerar que han internalizado el módulo, y para que las mismas personas constaten su aprendizaje, y en este caso su adhesión con el contenido y método del kérygma para un encuentro con el mismo Señor.

Así pues, consideraremos que una persona ha internalizado el módulo si constatamos

que:

Ha comprendido la importancia, la finalidad y los fundamentos del kérygma.

Ha comprendido el contenido y la pedagogía del Primer Anuncio.

Está capacitado para realizar el Primer Anuncio de Jesucristo.

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ESQUEMA GENERAL 1. Kérygma en el Nuevo Testamento (Mons. Santiago Silva Retamales)

1.1. Significado de los términos 1.1.1. Significado 1.1.2. En el Nuevo Testamento 1.1.2.1. Frecuencias 1.1.2.2. Kéryx o “heraldo” 1.1.2.3. Kérygma o mensaje 1.1.2.4. Kêrýssõ o “proclamar 1.2. El kérygma como acto de comunicación 1.2.1. Función de informar (“dar forma”, enseñar) 1.2.2. Función de expresar (“sacar fuera”, revelar) 1.2.3. Función de convocar o interpelar (“llamar a”, exhortar) 1.3. El kérygma como contenido 1.4. El kérygma como acontecimiento de salvación 1.5. Conclusión

2. El primer anuncio de Jesucristo requiere serio diálogo previo (Hno. Enrique García

Ahumada FSC)

2.1. El primer anuncio del Salvador 2.2. El preámbulo a la Buena Noticia en Pablo 2.3. El preevangelio en la Biblia: el Antiguo Testamento 2.4. El poema dramático de Job 2.5. Las cuestiones filosóficas de Qohelet 2.6. El preámbulo al kérygma hoy

3. El pregón misionero inicial o kérygma (Hno. Enrique García Ahumada FSC) 4. El primer anuncio y su pedagogía (P. Mario Borello SDB)

4.1. La pedagogía, el método de Jesús 4.2. Criterios metodológicos generales 4.3. Situaciones pastorales 4.4. Actitudes de los agentes pastorales

5. Etapas y destinatarios del proceso de evangelización (Hno. Enrique García Ahumada

FSC y Sr. Javier Díaz)

5.1. Etapa del primer llamado misionero para quienes están lejos de la fe 5.2. Etapa de la iniciación cristiana, primer anuncio o kérigma 5.3. Etapa de la iniciación al Credo, a los sacramentos y a la vida cristiana 5.4. Etapa comunitaria o de catequesis permanente 5.5. Etapa apostólica 5.6. Los destinatarios del kérygma

6. Espiritualidad del primer anuncio del agente de pastoral (P. José Carraro SDB)

6.1. Introducción

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6.2. Volver a las fuentes inspiradoras 6.3. Animados por el amor 6.4. Las Bienaventuranzas del evangelizador kerigmático 6.5. Conclusión 6.6. Profesión de fe del evangelizador kerigmático

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Segunda parte

DESARROLLO DE CONTENIDOS MÍNIMOS DE

KÉRYGMA: EL PRIMER ANUNCIO DE JESUCRISTO

Área Eclesial de la Conferencia Episcopal de Chile Jornada Nacional: El Kérygma en la acción evangelizadora de la Iglesia

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1. EL KÉRYGMA SEGÚN EL NUEVO TESTAMENTO 1.1. Significado de los términos 1.1.1. Significado

Kérygma, sustantivo abstracto: a) lo que se anuncia por medio del heraldo, de aquí “mensaje” como resultado del

acto de proclamar, y b) el mismo acto de vocear, proclamar, al igual que el verbo.

Kērýssein, verbo: “proclamar, pregonar, anunciar, dar a conocer, predicar”. Kéryx, sustantivo concreto: “heraldo, pregonero, predicador”.

Por tanto, kéryx es “quien proclama”, kērýssein es “la acción de proclamar”, y kérygma es principalmente el contenido de la proclamación, es decir, el “mensaje”.

1.1.2. En el Nuevo Testamento 1.1.2.1. Frecuencias Kéryx o “heraldo” sólo 3 veces, kérygma o “mensaje” 8 veces, y kērýssein o “proclamar” 61 veces, distribuido así: 32 veces en los Sinópticos, 8 en los Hechos de los Apóstoles, 19 en las cartas paulinas, 1 vez en 1 Pedro, y 1 vez en Apocalipsis. El verbo kērýssein no aparece en la literatura joanea ni en la carta a los Hebreos ni en Santiago. 1.1.2.2. Kéryx o “heraldo” “Heraldo” (kéryx) aparece en 1Tim 2,7; 2Tim 1,11 y 2Pe 2,5, todos escritos tardíos. Porque Cristo es el verdadero heraldo de Dios, tiende a desaparecer la función del heraldo humano referido a los misterios de Dios. Cristo no sólo es el heraldo o mensajero, sino también el mensaje y su principal proclamador. San Juan presenta a Jesús como el exegeta del Padre (Jn 1,18) y Lucas como el hermeneuta de su voluntad contenida en la Sagrada Escritura (Lc 24,27).

La función de “heraldo” en el Nuevo Testamento la cubren otras funciones: el apóstol, el

profeta, el maestro, el evangelizador…, todos ministros de la palabra que -con un mensaje determinado- son enviados “en el nombre de Jesús” por el Espíritu o los dirigentes de la Iglesia con autoridad oficial y jurídica (Mt 10,7; Hch 13,1-3).

Una gran diferencia: mientras el mundo griego concede un estatus de intocable a sus

heraldos, en el NT los que cumplen esta función son perseguidos por “los lobos” (Mt 10,16), apedreados y mandados matar (21,33-45). Con todo, éstos pueden desaparecer, pero el mensaje cristiano no está encadenado y es eficaz (2Tim 2,9); por tanto, aunque desaparezcan los predicadores, la Buena Nueva se conserva y se propaga por todo el mundo (2Tes 3,1). 1.1.2.3. Kérygma o “mensaje”

“Mensaje” (kérygma) se emplea 8 veces en el Nuevo Testamento: Mt 12,41; Lc 11,32; Rm 16,25; 1Cor 1,21; 2,4; 15,14; 2Tim 4,17; Tit 1,3.

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Rm 16,25: el kérygma es Cristo Jesús en cuanto Mesías muerto y resucitado para salvación de todos y en cuanto promesa cumplida por el Padre y anunciada por los profetas del Antiguo Testamento (ver Mt 12,41 y Lc 11,32).

1Cor 1,21: el mensaje exige la adhesión de fe, instaura la salvación e inaugura procesos

de conversión, aunque el mensaje le parezca a muchos (sobre todo a los judíos) una locura, pues no es un discurso por sobre todo sabio y persuasivo, que funde su efectividad en la retórica del heraldo, sino en el poder del Espíritu (2,4); la fe cristiana no estriba «en sabiduría de hombres, sino en la fuerza de Dios» (2,5).

1Cor 15,14-15: el contenido distintivo del kérygma es la resurrección de Cristo Jesús,

pues si Cristo no ha resucitado ningún mensaje cristiano ni ninguna adhesión de fe tienen sentido y el heraldo no sería más que un falso testigo.

Tit 1,3: El heraldo recibe la autoridad de parte de Dios para manifestar su palabra

mediante el mensaje que debe predicar y así llevar a los elegidos de Dios a la fe y al conocimiento de la verdad (1,1).

2Tim 4,17: porque ha sido enviado por el Señor, el heraldo cuenta -en medio de la

soledad y las persecuciones- con la permanente asistencia de quien lo envío, por lo que no tiene razones para parcializar el mensaje o decaer en la tarea de anunciarlo a todo quien quiera oírlo. 1.1.2.4. Kērýssō o “proclamar”

“Proclamar” (kērýssō) aparece 61 veces en el NT. El acento, por tanto, se pone en el acto de anunciar, en el kérygma como acontecimiento de comunicación. El “heraldo” propiamente no existe en el Nuevo Testamento, y respecto al “mensaje”, cuando se trata de fijar su contenido, siempre hay un margen de posibilidades en cuanto a incluirlos o excluirlos.

Con el mismo acto de anunciar se pone en juego el dinamismo transformante de la

Buena Nueva (propuesta) y se invita a la conciencia y libertad humanas a la adhesión vital (respuesta). Basta anunciar el kérygma para que adquiera carácter de diálogo: el anuncio del kérygma espera una respuesta porque es propuesta divina que interpela al hombre como tal.

La proclamación del kérygma, aceptado por la fe y la conversión, pone en acto el Reino

de Dios, sus valores y su cosmovisión. Aceptar el kérygma es derrotar toda otra soberanía que no sea la trinitaria: la de Satanás, la de los espíritus impuros, la de los ídolos, la del pecado y la maldad, la de las potencias del cielo y de la tierra (Flp 2,9-11)... Por esto, la adhesión al kérygma introduce al discípulo en el Reino de Dios.

Los tres elementos constitutivos del kérygma según el Nuevo Testamento son: a. El acto de anunciar, de comunicar por parte de un heraldo (apóstol, profeta, maestro,

evangelizador)… b. Un mensaje o contenido… c. Que se transforma acontecimiento de salvación en todo aquel que lo acoge por la fe y la

conversión.

El kérygma es la proclamación (acto de anunciar) de un mensaje (contenido) por quien el Padre Dios por su Mesías ofrece y hace realidad el Reino en el mundo (acontecimiento salvífico; cf. Rm 10,14-17).

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1.2. El kérygma como acto de comunicación

El kérygma es una proclamación, y proclamando alcanza realidad lo divulgado: 1Cor 1,21. La salvación, según Pablo, viene por la proclamación apostólica (kērýssō como comunicación).

Que el acto de comunicación es importante lo revela la frecuencia del verbo “proclamar”: 61 veces en el Nuevo Testamento, en cambio “heraldo” 3 veces y “mensaje” 8 veces. Como acto de comunicación, “proclamar” es sinónimo de otros verbos en el NT: “hablar” (légein) “confesar” (homologeĩn), “enseñar” (didáskein), “decir” (legō), “evangelizar” (eủangelízesthai), “testimoniar” (martyreĩn)…

Algunos de estos actos de comunicación buscan suscitar la fe inicial (el kérygma), otros

profundizar o formar esa fe inicial, acompañando el conocimiento creciente y la adhesión fiel a Jesús (didajé o enseñanza), y otros exhortar a los discípulos del Señor para que, por las dificultades y las percusiones, no abandonen ni se debilite su seguimiento (homiléō o predicación). Kérygma, enseñanza y homilía son los principales ministerios de la palabra con los que la Iglesia de los primeros siglos servía la evangelización.

Los Hechos de los Apóstoles nos ayudan a responder una pregunta importante: ¿cómo deben ser estos actos de comunicación en vista a la evangelización? En cuanto al…

a. Modo: “charlando”, “enseñando” (4,18), “dialogando”, “conversando con familiaridad” (20,11).

b. Argumentación: “discutiendo” (17,2.17), “persuadiendo” (18,4; 19,18). c. Tiempo: una “larga conversación” (15,32). d. Compromiso del heraldo: “declarando enfáticamente” (28,23). e. Lugar: en el desierto (Mt 3,1), ciudades (11,1) y sinagogas (Hch 9,20); entre nosotros

(1Tes 2,9), en la Decápolis (Mc 5,20) y entre los gentiles (Gál 2,2); en todo el orbe (Mt 24,14), en todo el mundo (26,13), en toda la creación (Col 1,23).

f. Contenido: la “Palabra del Señor” (8,25; 15,35) o “de Dios” (18,11), todo “el plan de Dios” (20,27), el “reino de Dios” (19,8), la buena nueva “de Jesús” en cuanto “Mesías y Señor” con el sentido de su vida, según las Escrituras (5,42; 11,20).

Demos un paso más. Cuando se trata de ministerios de la palabra se pone el énfasis en

el lenguaje humano con su capacidad de ser mediación de relaciones interpersonales; es decir, se pone en ejercicio la principal finalidad del lenguaje, la de comunicarnos. El kérygma, la enseñanza y la homilía, por tanto, al ser actos de comunicación, emplean preferentemente determinadas funciones de la palabra o del lenguaje humano que ahora pasamos a considerar. Las funciones del lenguaje -según BÜHLER- son tres: informar, expresar e interpelar. 1.2.1. Función de informar (“dar forma”, enseñar) El “signo lingüístico” se transforma en símbolo al ponerse en relación con objetos y situaciones: decir o escribir “silla” es el símbolo por el que me refiero a tal objeto y no a tal otro (una “mesa”, por ejemplo). De este modo, el lenguaje se concentra en el objeto (tema o cosa) haciéndose informativo.

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“Informa” quien describe o relata lo más exactamente posible la cosa o la acción que presenció. Mientras mejor el signo (palabra) se adecué con la cosa (objeto designado) más fiel se es. Se trata de la función más objetiva de las tres. Generalmente se usa la tercera persona para esta función (“él”). La enseñanza en cuanto lenguaje entendido como acto de comunicación (teología, catequesis…) se ejerce empleando sobre todo la función de informar, esto es, busca dar forma al conocimiento inicial del creyente mediante la argumentación, la instrucción, la especulación…, acciones que requieren tiempo y pedagogía. 1.2.2. Función de expresar (“sacar fuera”, revelar) El “signo lingüístico” se vuelve síntoma o indicio cuando se emplea para manifestar la interioridad de quien habla. Entonces, el lenguaje se concentra en el locutor, volviéndose expresivo, pues manifiesta el mundo interior del hablante. “Expresar” es vital para la comunicación y la comunión de las personas. Se trata de una función de carácter subjetiva, pues por la palabra se sale de sí y se ofrece al otro el mundo interior. Se emplea generalmente la primera persona (“yo”). El kérygma en cuanto lenguaje entendido como acto de comunicación emplea sobre todo la función de expresar, de aquí la importancia del carácter testimonial del kérygma como acontecimiento salvífico en uno, en la Iglesia y en el mundo. Adquiere, pues, forma de declaración enfática, al modo de confesión entusiasta, convencida y convincente…, acto que requiere valentía y audacia. 1.2.3. Función de convocar o interpelar (“llamar a”, exhortar) El “signo lingüístico” se hace señal cuando ofrece pistas para transformar sentimientos, pensamientos y conductas.

El lenguaje tiene la capacidad de “im-presionar” y “con-vocar”. Lo hace cuando se concentra en el destinatario, e interpela e invita, es decir, “convoca a”. El mismo diálogo sincero que expresa la propia interioridad es ya invitación a que el otro haga lo mismo y res-ponda ofreciendo a su vez su interioridad. Quien “se des-vela” por sus palabras (“corre el velo que lo cubre”) invita a su interlocutor a hacer lo mismo. Se trata de la función social del lenguaje que tiene por principal finalidad generar comportamientos y actitudes nuevas. De modo preferente se emplea la segunda persona (“tú”). La homilía en cuanto lenguaje entendido como acto de comunicación emplea sobre todo la función de interpelar y convocar, por ello exhorta, interpela, amonesta, persuade… para que se fortalezca en el discípulo la fe, se suscite la conversión, la práctica de los sacramentos y los mandamientos, la vida en la Iglesia.

Por tanto, mientras el kérygma como acto de comunicación pone en juego sobre todo la función de expresar (el lenguaje se hace “síntoma”), la enseñanza la función de informar (el lenguaje se hace “símbolo”), y la homilía la función de convocar (el lenguaje se hace “señal”).

Volvamos al kérygma. Porque es expresión, su lenguaje debe revelar la convicción

profunda del heraldo de que lo que proclama es viva realidad en él, y de aquí su valentía, su entusiasmo y gozo, transparentado en su anuncio. Se trata de que el kérygma sea mediación

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de comunicación entre un “yo-con-fe” y un “tú-sin-fe” al que se invita a adquirir la vida que el heraldo vive. Para suscitar la fe, el heraldo no sólo anuncia fielmente el contenido, sino también empeña su ardor misionero que traspasa a su mismo acto de comunicación. Es decir, en el kérygma no sólo importa lo qué se dice, sino también cómo se dice (en Pentecostés los creen borrachos: Hch 2,13.15).

Con todo, el kérygma no se agota en el acto de comunicación, pues es expresión de la Verdad de salvación (contenido) que se hace propia por la obediencia de fe (acontecimiento). 1.3. El kérygma como contenido

Los Hechos de los Apóstoles y la literatura paulina nos ayudan a descubrir el contenido básico del kérygma que, con el tiempo, se fue enriqueciéndose por la reflexión teológica y por las necesidades de catequesis y de celebración de fe. Aunque se hable de un kérygma apostólico y de uno paulino, nuestro interés es fijar lo que constituye el núcleo básico del kérygma según el Nuevo Testamento sin entrar en matizaciones.

Tomamos dos homilías de Pedro que tienen destinatarios diversos: una a los judíos (Hch 2,14-41) y la otra a los gentiles (10,34-43). El siguiente cuadro presenta temas y desarrollo teológico de la predicación de Pedro:

Hch 2,14-36 HOMILÍA A LOS JUDIOS

Hch 10,34-43 HOMILÍA A LOS NO JUDIOS

INTRODUCCIÓN:

• 14: Pedro, «poniéndose de pie… alzó la voz y les habló en estos términos…». • 14-21: Recurre a la Sagrada Escritura.

• 34: Pedro «tomó entonces la palabra y dijo…». • 34-35: Proclama la universalidad de la salvación ante gentiles.

ANUNCIO

DE LA

BUENA NUEVA:

• 22: la Buena Noticia es Jesús de Nazaret, acreditado con obras y palabras, constituido Señor y Mesías. • 23.32a: lo matan en cruz según el designio de Dios, quién lo resucita librándolo del dominio de la muerte. • 36: el Crucificado es constituido por Dios “Señor” y “Mesías”. • 23.25-32: fundamentos bíblicos (AT) de la resurrección. El perdón se alcanza en el “nombre de Jesucristo” (v 38). • 32b: los discípulos de Jesús son los testigos de la resurrección del Señor.

• 36: la Buena Noticia es Jesucristo, Señor que otorga la paz. • 37: todo comienza en Galilea, después que Juan predica el bautismo. • 38: Jesús es “ungido” por el Espíritu; pasa por el mundo haciendo el bien y liberando del dominio del Diablo. • 39-41: en Judea, lo matan en cruz, resucita y se aparece a algunos. • 36.42: el Crucificado es constituido “Señor” y “Juez de vivos y muertos”. • 43: fundamentos bíblicos (Profetas) del perdón que se alcanza en el “nombre de Jesucristo”. • 39.42: los discípulos son los testigos enviados a predicar y dar testimonio.

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CONSECUENCIAS: • 37-41: muchos israelitas se convierten, reciben el don del Espíritu y se bautizan.

• 44-48: Cornelio y los suyos se convier-ten, reciben el Espíritu y se bautizan.

El desarrollo de estas homilías se puede sintetizar en:

1) Una Introducción:

a) Acto de proclamar dirigiéndose a sus destinatarios, llamando su atención (“alzar la voz”, captatio benevolentia; Hch 10,34). b) Recurso al Antiguo Testamento (la Sagrada Escritura por entonces) interpretado desde el misterio del Mesías; en el AT se escudriña el querer de Dios respecto al Jesucristo. c) Proclamación de la buena nueva de la salvación universal que interesa que escuchen tanto judíos como gentiles.

2) Un contenido presentado como Buena Nueva:

a) La Buena Nueva es Jesús de Nazaret en cuanto Mesías y Señor, en cuanto Juez y Señor de vivos y muertos. b) Ministerio de Juan Bautista, quien bautiza a Jesús y a quien el Padre celestial lo “unge” (= “mesías - cristo”) con el Espíritu Santo. c) Primera etapa del ministerio de Jesús en Galilea: predica que el Reino de Dios ya está presente, revela la misericordia de Dios y su dominio sobre el mal (milagros de curación de enfermedades) y los demonios (milagros de exorcismos)2. d) Segunda etapa del ministerio de Jesús en Judea: lo matan en una cruz, pero Dios lo resucita al tercer día; luego, se aparece a los suyos. e) Todo lo sucedido corresponde al designio de Dios presente en las Escrituras que afirman que en el “nombre de Jesucristo” se alcanzaría el perdón de los pecados. f) Jesús envía a los discípulos escogidos como testigos de todos estos acontecimientos, y les encarga predicar la salvación a judíos y gentiles.

3) Una consecuencia:

a) Los que escuchan el mensaje se convierten y se hacen bautizar y se les otorga el don del Espíritu, formando parte de la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios.

De esta predicación primera nacerán los evangelios tal como los conocemos. Marcos, el primer evangelista, no fue apóstol y tomó la organización literaria de su evangelio (la que siguió luego Mateo y Lucas) del contenido básico del kérygma. Ahora bien, ¿todo lo que se ha dicho pertenece al contenido del kérygma? No, puesto que si el kérygma tiene por objeto suscitar la adhesión a Jesús en cuanto Mesías y Salvador entre los no creyentes, su contenido debe ser aquel núcleo básico de la fe cristiana sin la cual

2 Los milagros son signos o pruebas del Reino de Dios, acontecimiento salvífico hecho realidad y al que se invita a

recibir por la proclamación del kérygma. Como el Reino instaura en la realidad humana los bienes divinos, todo es limpio y sano, por lo que no hay lugar para enfermedades y espíritus impuros (Mc 16,20; Hch 4,29-30; 14,3; Heb 2,3-4, y sobre todo Lc 11,20). Desde esta perspectiva, el milagro importa es signo de que el contenido del kérygma se hace realidad en el mundo de

los hombres. Dicho de otro modo: sin la predicación del y en el nombre de Jesucristo y su misterio pascual no hay milagros. Por lo mismo, el milagro no es lo importante, sino la predicación y la aceptación de la acción salvadora de Dios; por eso se les niega los milagros a quienes lo exigen para creer (1Cor 1,22-25).

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es imposible dicha adhesión. Este núcleo tendrá énfasis diversos según se anuncie a judíos o a gentiles3.

El núcleo del kérygma según el Nuevo Testamento lo constituye:

a) El recurso al Antiguo Testamento (Lc 22,44: “Ley, Profetas, Salmos”) para mostrar que lo que ocurrió con Jesús de Nazaret es voluntad explícita de Dios.

b) La confesión de que Jesús de Nazaret como “Mesías” murió, fue sepultado y resucitó al tercer día, y fue constituido “Señor” de todo y de todos, y

c) El sentido de la obra de Jesús: en “su nombre” se ofrece la conversión y el perdón de los pecados para salvación de todo el que crea. El dinamismo de la salvación se sella por la unción del Espíritu como don de Dios.

El kérygma, pues, es esencialmente la narración a los que no creen de lo que Jesús -en cuanto Mesías de Dios- hizo por mí. No es una teoría o una filosofía, es decir, persuasión por argumentos de razón. El contenido del kérygma es un hombre «nacido de mujer» (Gál 4,4), Jesús de Nazaret, que se acerca a todos como el Mesías de Dios, y que muere y resucita para nuestra salvación, según lo tenía predestinado Dios a Israel, su pueblo, en las Santas Escrituras.

Ahora bien, como la actualidad salvífica del kérygma forma parte de su contenido éste es el tercer aspecto que pasamos a ver: el kérygma como acontecimiento salvífico. 1.4. El kérygma como acontecimiento de salvación

El kérygma proclama un acontecimiento de salvación que transforma la persona y, por ella, su entorno. Es la predicación de un acontecimiento que se ofrece ahora y aquí, y que se hace actual por la fe y la conversión (Rm 6,4). Por lo mismo, heraldo es quien proclama lo que él primero está viviendo: que en «el nombre de Jesucristo» (Mt 12,21) se perdonaron sus pecados y es ya criatura nueva (Rm 8,15-17). Jesús “proclama” el Reino (kērýssein) en nombre de su Padre (Lc 4,43-44), y su misma proclamación hace que el mensaje sea realidad: “hoy” se hace realidad el «año de gracia del Señor» por lo que los cautivos hoy son liberados, los ciegos comienzan a ver y los cojos a andar (4,17-21). Al ascender a los cielos, envía a los suyos a proclamar la salvación “en su nombre” y los suyos tienen clara conciencia que lo que hacen es “en nombre del Señor Jesucristo”, puesto que “su nombre” es la única garantía de actualidad del acontecimiento salvífico. Por tanto, los discípulos, al proclamar el kérygma, actualizan la salvación “en el nombre de Jesús, el Señor” (Jn 2,23 y 3,18). En “su nombre” se habla” (laleĩn) y “se enseña” (didáskein) lo que se ha visto y oído (Hch 4,17), se curan las enfermedades, se expulsan los espíritus impuros y se purifican los pecados (3,6.16). No hay, por tanto, otro nombre bajo los cielos mediante el cual Dios conceda «a los hombres la salvación sobre la tierra» (4,12).

3 El kérygma que se proclama en ambientes judíos y se remonta a la Iglesia de Palestina insistirá en la realización del

plan de Yahveh según estaba anunciado por Moisés y los Profetas (cfr. 1Cor 15,3-5); el que se proclama en ambientes gentiles insistirá en la confesión en un único Dios, en su acto creador, su providencia y su juicio universal mediante su Mesías (Hch 14,15-17; 1Cor 8,5-6; 1Tes 1,9-10).

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El nombre del hijo de María es “Jesús”, salvador de su pueblo (Mt 1,21). Como en el mundo bíblico el nombre es la función, Jesús lleva ese nombre porque fue puesto por Dios para salvar a Israel. Ya en razón de su nombre propio, Jesús goza de un rol y un honor significativo en la historia de Israel: es su salvador. Esta función y el honor que conlleva alcanzan su plenitud cuando se consideran los nombres patrifiliales de Jesús: es “hijo” de Dios (2,15; 3,17), de Abrahán (1,1), de David (1,1; 9,27) y de José (13,55). Su enraizamiento en la historia israelita no sólo tiene los ancestros de más honor que cualquier judío puede anhelar, como Abrahán y David, sino al mismo creador y soberano de Israel: Yahveh.

Proclamar el kérygma en el “nombre de Jesucristo” es, por lo mismo:

a) Extender con autoridad sobre el pueblo de Dios la enseñanza del hijo de Abrahán y del hijo de David a quien hay que escuchar y obedecer, y b) Extender con autoridad sobre los adversarios de Jesús (enfermedades, espíritus impuros…) su poder de hijo de Yahveh, ungido con el don del Espíritu, en quien hay que creer.

Pero no sólo se actualiza el kérygma “en nombre de Jesús”, sino también quién lo proclama debe ser enviado “por Jesús” y presentarse “en su nombre”.

Al subir al cielo, Jesús confío su misión y les dio autoridad a sus “apóstoles”, esto es, a

los “enviados” (Mc 3,14) como heraldos o «embajadores en nombre de Cristo» (2Cor 5,18-20)4. Ellos son oficialmente los enviados “en nombre del Señor” (1Tim 2,7) a comunicar el mensaje de la reconciliación (kérygma), instruir en la fe (enseñanza) y animar y exhortar en el seguimiento fiel del Señor (predicación). El kérygma no se puede separar del “apostolado”, por lo que ser apóstol es proclamar con autoridad delegada del Señor el kérygma: ¡para esto es enviado! Y quien escucha o rechaza al heraldo, escucha o rechaza a Jesús que lo envió “en su nombre” o representación (Lc 10,16).

Cuando el kérygma se anuncia “en nombre de Jesús”, por la fe y la conversión, se hace acontecimiento salvífico en el hoy del discípulo (Lc 2,11). Seguirá luego la celebración del sacramento (24,30; Hch 2,42). La actualidad del acontecimiento salvífico se reconoce por la transformación de las personas y de las instituciones en orden al reinado de Dios (Lc 19,8).

Quien abre “su nombre” (su ser y quehacer) al “nombre de Jesucristo” o proclamación del kérygma se hace portador de su nombre (Hch 9,15), es decir, se convierte en cristiano (11,26), «carta de Cristo redactada por ministerio nuestro -dice Pablo-, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo, y no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, es decir, en el corazón» (2Cor 3,3).

El kérygma, por lo mismo, luego cristalizó en la tradición apostólica en fórmulas de fe nominales o nombres cristológicos5 en relación íntima con la transformación que producen en el creyente: Jesús es el Hijo del hombre por su origen celeste y por su entrega al sufrimiento para salvar lo que estaba perdido (Hch 7,56); es el Mesías o Cristo por su unción con el Espíritu de Dios para derrotar el señorío sobre nosotros de espíritus impuros y del

4 Apóstolos en griego significa “mensajero”. No todos los cristianos reciben el encargo de predicar la palabra (sí de

testimoniar la fe). En tiempos de Jesús son enviados a predicar grupos determinados de discípulos (los “doce”, los “setenta y dos”; Mt 10,5-7; Mc 3,14-15; Lc 9,2). Después de la resurrección de Jesús se renueva el encargo misionero a los discípulos que han visto y oído (Hch 10,42).

5 Existen las fórmulas de fe verbales que confiesan los acontecimientos salvíficos de la vida del Señor; una combinación de fórmulas de fe nominales y verbales en Hch 17,3 y 1Tim 2,5-6.

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pecado (Hch 2,36); es el Santo y Salvador, porque es el único mediante el cual Dios nos concede la salvación sobre esta tierra (3,14), la que el pueblo judío «no ha podido obtener con la ley de Moisés» (13,38); es el Juez y Señor de vivos y muertos por su exaltación a la diestra del Padre y por su actual señorío no sólo sobre sus discípulos, sino sobre todo lo que existe en el universo (2,36; Col 1,15-17).

La respuesta al kérygma-acontecimiento, suscitada por el Espíritu, exige -por tanto- una confesión de fe cristológica y soteriológica que impregne sentimientos, acciones y cosmovisiones con los mismos motivos de Jesucristo (Rm 10,16-17; Ef 1,13-14)6. Que todo quien lleva el nombre de Cristo y se dice “cristiano”, todo lo que haga o diga sea «en el nombre de Jesús, el Señor» (Col 3,17) para que su nombre sea siempre glorificado (2Tes 1,12). 1.5. Conclusión

¿Qué desafíos presenta la proclamación del kérygma en nuestro tiempo?

1) La estructura fundamental del kérygma según el NT contempla varios aspectos que se reclaman y complementan subsidiaria y dinámicamente. Los diversos aspectos son:

a) El kérygma escudriña la voluntad o plan salvífico del Padre consignado sobre todo en las profecías mesiánicas del AT.

b) El kérygma confiesa la identidad de Jesús de Nazaret con el Cristo o Ungido de Dios, y se centra en la proclamación de la fe apostólica en su misterio pascual (muerte - resurrección - exaltación o señorío universal), según las Escrituras; en el Ungido y por él se inaugura el Reino de Dios que se proclama a toda criatura.

c) El kérygma acontece realmente por la fe y la conversión, pues lo que se proclama “en nombre de Jesús” y enviado por Jesús se hace acontecimiento salvífico en virtud del Señor Jesús, de su palabra, su obra y su Espíritu. El kérygma, aceptado con gozo, hace del chrónos (tiempo como extensión) un kairós (tiempo como oportunidad) es decir, tiempo propicio para la intervención salvífica de Dios.

El kérygma es la proclamación del misterio pascual de Jesucristo (contenido),

fundado en el referente divino de la Sagrada Escritura (fuente), para salvación de todo el que crea (finalidad) y hecho con conciencia ministerial y entusiasmo testimonial (modo). Así entendido y cronológicamente hablando, no se toma de los evangelios, sino que el kérygma es la fuente de los evangelios y del anuncio de la Iglesia. Lo que ocurre es que, para describir el kérygma, debemos acudir a los escritos del Nuevo Testamento, pero esto no significa que fueron dichos escritos lo que lo originaron.

2) No es lícito decir -con algunas tendencias del mundo protestante y evangélico- que el kérygma es la predicación en cuanto tal con su llamada a la conversión que, independiente de su contenido, se actualiza en el hoy del destinatario por la fuerza, obra del Espíritu, que reside

6 El arrepentimiento de los pecados y la conversión radical era la respuesta que se pedía a la proclamación del

kérygma (Hch 5,31; 11,18). La conversión exigía un comportamiento que se convirtió en “tradición” y se concretizó en listas de virtudes y vicios, y en comportamientos domésticos acerca de los deberes de los miembros de la familia que señalaban la conducta honrosa del que se ha hecho cristiano. Algunas listas de vicios o pecados: Rm 1,26-31; 13,13-14; 1Cor 5,10-11; 6,9-10, etc. Estas listas revelan la estrecha relación entre la aceptación de Cristo y la necesidad de su imitación, de aquí “lo que se debería hacer” (virtudes) y “lo que se debería evitar” (vicios).

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en el acto de predicar la palabra. Tampoco es lícito decir -con algunas tendencias del mundo católico- que es sólo su contenido, algo así como la esencia misma del evangelio, restando efectividad a la palabra de Dios en cuanto proclamación. La aceptación de la Palabra no sólo se juega en el acto de proclamar ni sólo en la integridad del contenido, sino también en el empuje apostólico del que exhorta y de su testimonio transformado en signo de la llamada de Dios que abre a la salvación (1Tes 2,12).

3) La palabra “predicación” no es la mejor para hablar del kérygma, pues el término se asocia a “cosas de curas”, a un discurso acerca de Dios y de la religión por parte de un sacerdote con la finalidad de exhortar a la gente a que se comporte bien. Incluso, al hablar de “predicación” se prejuzga el tono o el estilo de la voz del predicador que evoca algo cansino, con tonos altos y bajos, casi inaudible al final de las frases. Además, la “predicación” se realiza dentro de las iglesias, por tanto, es un acto eclesial interno dirigido a los que ya son cristianos. En cambio, el kérygma según el Nuevo Testamento es principalmente un anuncio a los no cristianos para que comiencen a serlo y en los espacios donde la gente se encuentra, sean templos o no.

Hay, pues, que revisar el vocabulario y preferir el término kérygma -aunque haya que

explicarlo- al de “predicación”. Quizás aún estamos a tiempo de rescatar el verbo “anunciar” para referirnos a la “predicación del kérygma”.

4) Si el kérygma es un acto de comunicación, ¿cómo se abre espacio entre tantas y diversas voces provenientes de los medios de comunicación social cada vez más efectivos y técnicos? Al respecto, varias son las preguntas:

a) ¿Podemos seguir anunciando el kérygma sólo a “los nuestros” que se reúnen para celebrar su fe?, ¿acaso Jesús no predicó en las plazas, en las calles en los mercados (los actuales malls) y pocas veces en el ámbito cultual y privado?, ¿acaso no anunció el Reino donde los hombres y mujeres estaban cada día?

b) ¿Podemos seguir empleando sólo los medios orales para anunciar el kérygma en una cultura que es sobre todo de la imagen?, ¿se nos escuchará? No se trata de cambiar los contenidos básicos del kérygma, sino de hacer que su anuncio sea significativo para los hombres y mujeres del siglo XXI y que no pase desapercibido como acto de comunicación.

c) ¿Podemos seguir anunciando el kérygma como monólogo, como invitación sin posibilidad de respuesta dialogada en una cultura que valora la democracia y la libertad?, ¿no habrá que anunciarlo buscando el diálogo sincero con la variadas cosmovisiones que se buscan evangelizar?, ¿no habrá que hacerlo en relación directa con experiencias humanas que se interpelan, se cargan de sentido y se transforman gracias al kérygma?

d) ¿Podemos seguir anunciando la “buena nueva” entre tantas buenas nuevas científicas y tecnológicas que aún logran sorprendernos?, ¿cómo hacer que el kérygma suscite asombro y adhesión?

Estas y otras muchas preguntas las podemos expresar en cuatro cuestiones abiertas:

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a) En cuanto acto de comunicación, ¿cómo proclamar el kérygma de modo que la propuesta de la Iglesia sea escuchada en el siglo XXI?

b) En cuanto mensaje, ¿cuáles son los matices o énfasis de su contenido significativos para el hombre de hoy? Es decir, ¿qué anhelos satisface la Iglesia al anunciar esto o aquello?

c) En cuanto acontecimiento salvífico, ¿qué implica su actualización hoy y aquí a nivel de coherencia y testimonio por parte del heraldo y de la Iglesia?, ¿qué transformaciones son hoy testimoniales a nivel de personas y de instituciones eclesiales?, ¿qué modos de vivir el discipulado y la Iglesia son signos evidentes de la actualidad de la salvación?

d) En cuanto a los ministros y a los destinatarios del kérygma, ¿no habrá que llenarse de valentía misionera y anunciar la Buena Nueva allí donde los hombres se encuentren?; ¿no habrá que dialogar con las culturas buscando permeabilizar y evangelizar cosmovisiones con el Evangelio para generar una “cultura cristiana”?

2. EL PRIMER ANUNCIO DE JESUCRISTO REQUIERE SERIO DIÁLOGO PREVIO

2.1. El primer anuncio del Salvador

En los Hechos de los Apóstoles el kerygma o pregón inicial sobre el Cristo ya enviado, muerto y resucitado para nuestra salvación eterna se anuncia principalmente a judíos conocedores de las Escrituras, lo cual es una base favorable a la conversión. 2.2. El preámbulo a la Buena Noticia en Pablo

Cuando Pablo y Bernabé después de sanar un cojo de nacimiento en la ciudad de Listra estuvieron a punto de ser adorados como dioses griegos, sólo alcanzaron a hablar del Dios creador único y providente, sin llegar al kerygma (Hch 14, 8-20).

Al predicar Pablo a paganos en Atenas, habla a partir de las preocupaciones religiosas de ellos: que tienen muchos monumentos religiosos, que aceptan que hay un Dios desconocido. Por tanto, comienza por predicar la religión natural: que hay un Creador, que es un ser espiritual diferente de las esculturas de metal o de piedra, que no necesita de templos ni de servidores, que hay señales que permiten buscarlo y encontrarlo, que “en Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28).

Sólo después de ese preámbulo da la Buena Noticia de la justicia esperada en el juicio final del salvador resucitado de entre los muertos. 2.3. El preevangelio en la Biblia: el Antiguo Testamento

Desde el inicio de la revelación a Abraham en el siglo XIX AC, Dios promete una bendición para toda la humanidad: “Por medio de ti bendeciré a todas las familias del mundo” (Gn 12, 3b). Pero en medio de textos que afirman la esperanza mediante acontecimientos como la Alianza del Sinaí y el reino establecido en Jerusalén o el regreso del exilio, aparecen preocupaciones sobre el sufrimiento, sobre la retribución de las buenas obras, sobre la providencia y sobre la inalcanzable sabiduría de Dios.

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2.4. El poema dramático de Job

En el siglo V a.C. termina la redacción del gran poema de Job, referente a un extranjero de la región de Us (Jb 1,1; ver Gn 22,20-21), que plantea preguntas sobre el misterio de Dios. “¿Por qué deja Dios ver la luz al que sufre? ¿Por qué le da vida al que está lleno de amargura?” (Jb 3,20).

Frente a la creencia ingenua de que Dios todo lo premia o lo castiga en esta vida, Job expresa vigorosamente su decepción al sufrir sabiéndose inocente y al ver morir inocentes ante la indiferencia patente de Dios: “Todo es lo mismo. Y esto es lo que pienso: que Él destruye lo mismo a culpables que a inocentes. Si en un desastre muere gente inocente, Dios se ríe de su desesperación. Deja el mundo en manos de los malvados y a los jueces les venda los ojos. Y si no ha sido Dios, ¿quién entonces?” (Jb 9,22-24).

Le parece obvio que todo termina en la muerte: “El agua del mar podrá evaporarse, y los ríos quedarse secos; pero mientras el cielo exista, el hombre no se levantará de su tumba, no despertará de su sueño” (Jb 14,11s).

Reconoce el contraste entre la pequeñez humana y el saber y poder de Dios creador y gobernador del universo, poniendo el autor en boca de Dios esta interpelación: “¿Quién eres tú para dudar de mi providencia y mostrar con tus palabras tu ignorancia? Muéstrame ahora tu valentía y respóndeme a estas preguntas: ¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ¿Sabes quién decidió cuánto habría de medir, y quién fue el arquitecto que la hizo? ¿Sobre qué descansan sus cimientos? ¿Quién le puso la piedra principal de apoyo, mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora entre la alegría de mis servidores celestiales?” (Jb 38,2-7) Y replica Job: “¿Qué puedo responder yo, que soy tan poca cosa? Prefiero guardar silencio” (Jb 40,3s).

Reitera finalmente su sumisión y su ignorancia de los caminos de la providencia de Dios: “Yo sé que Tú lo puedes todo y que no hay nada que no puedas realizar. ¿Quién soy yo para dudar de tu providencia, mostrando así mi ignorancia? Yo estaba hablando de cosas que no entiendo, cosas tan maravillosas que no las puedo comprender” (Jb 42,1-3).

Sin embargo, el final feliz del drama de Job, que recibe duplicada su prosperidad anterior, no resuelve las preguntas planteadas, porque no corresponde a la experiencia cotidiana. Esta narración no es un hecho histórico sino un relato artificial. 2.5. Las cuestiones filosóficas de Qohelet

En la segunda mitad del siglo III a.C. el filósofo judío Qohelet extrema sus preguntas, inquiriendo sobre el sentido mismo de la vida. Su primera afirmación que resume el conjunto del libro es: “¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión! (Ecls 1,2).

Se pone literariamente en el lugar de Salomón, que reinó entre el año 970 y el 930 a.C.: “Yo, el predicador, fui rey de Israel en Jerusalén, y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Vaya carga pesada que ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella! Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento” (Ecls 1,12-14).

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Carente de la revelación de la resurrección, está desorientado frente a la vida: “Me di cuenta de que a todos les espera lo mismo, y me dije: ‘Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría.¡Hasta eso es vana ilusión! Porque nunca nadie se acordará ni del sabio ni del necio; con el correr del tiempo todo se olvida, y sabios y necios mueren por igual’. Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento! Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor” (Ecls 2,14-18).

Opta por los placeres cotidianos reconociéndolos como dones de Dios: “Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella. Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará. Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida, pues si comemos y bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo, es porque Dios nos los ha concedido” (Ecls 3,10-13; 2,24; 5,18; 8,15; 9,7-10).

No entiende qué pasará con las injusticias sociales ni cómo Dios hará justicia: “He podido ver también que en este mundo hay corrupción y maldad donde debiera haber justicia y rectitud. Por lo tanto digo que Dios juzgará al hombre honrado y al malvado, porque hay un momento para todo lo que ocurre y para todo lo que se hace” (Ecls 3,16s).

Está por preferir no haber nacido: “Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Y vi que los oprimidos lloran, pero no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, pero no hay quien los consuele. Por eso consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven, aunque en mejores condiciones que estos dos están los que aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete en este mundo” (Ecls 4,1-3).

En Israel se creía que después de la muerte los hombres iban al sheol, sin saber para qué. Esto le suscita dudas: “¿Quién puede asegurar que el espíritu del hombre sube a las alturas de los cielos, y que el espíritu del animal baja a las profundidades de la tierra? (Ecls 3,21).

Sin entender la vida, Qohelet deja todo en manos de Dios, casi como Job: “Cuando te vaya bien, disfruta de ese bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe lo que ha de traerle el futuro” (Ecls 7,14; 9,1). Se confía en Dios: “El que honra a Dios saldrá bien de todas estas cosas” (Ecls 7,18b).

Confiesa desconocer el sentido de todo: “¡Fuera de mi alcance está todo lo que existe! ¡Es demasiado profundo y nadie puede comprenderlo!” (Ecls 7,24). Se expresa como un agnóstico, por lo cual este libro llamado Eclesiastés o Qohelet invita a ser comprensivos con los agnósticos. Qohelet afirma ignorar especialmente el sentido de las acciones humanas: “Mientras más me entregué a aprender y a saber y a observar todo lo que se hace en este mundo...más cuenta me di de que el hombre no puede comprender lo que Dios hace ni lo que ocurre en este mundo. Por más que luche buscando la respuesta, no la encontrará; aun cuando el sabio diga conocerla, en realidad no ha podido encontrarla” (Ecls 8,16s).

Protesta contra la misma injusticia vital que atormentó a Job: “Y así se da en este mundo el caso sin sentido de hombres buenos que sufren como si fueran malos, y de hombres malos que gozan como si fueran buenos. ¡Yo digo que tampoco esto tiene sentido!” (Ecls 8,14).

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El sufrimiento de los inocentes es la principal objeción de quienes se niegan a creer que

exista un Dios bueno y misericordioso. A pesar de la ignorancia de su razón, su fe en el judaísmo tradicional hace a Qohelet recordar la cuenta que se deberá dar a Dios: “Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas” (Ecls 11,9).

El sabio israelita termina su libro con una propuesta de moral religiosa que está por encima de lo que alcanza a entender: “El discurso ha terminado. Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto” (Ecls 12,13s). 2.6. El preámbulo al kérygma hoy

Jesús hizo su propio enunciado del kérygma: “Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquél que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

Este mensaje carece de sentido mientras las personas no se han hecho preguntas tales como: ¿funciona bien el cosmos por casualidad o hay un ser inteligente y poderoso que le ha dado existencia y leyes? ¿Cómo se puede encontrar sentido al sufrimiento de los inocentes? ¿Las injusticias del mundo son inevitables o superables? ¿De dónde puede venir el perdón a la maldad humana diaria y a la corrupción de la humanidad? ¿Hay más allá de la razón científica y filosófica alguna revelación superior acerca del misterio de la existencia humana y del universo? ¿Vale la pena tener fe en alguien que dé respuesta a las cuestiones centrales de la vida?

El Concilio Vaticano II planteó los interrogantes más profundos del hombre antes de proponer la respuesta de los creyentes:

"Los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de criatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones: se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a cabo (ver Rm 7,14ss). Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad. Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de ese dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo de ponerse a considerarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad propuesta de múltiples maneras. Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos. Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsiste todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?

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"Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su

fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse (ver Hch 4,12). Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre (ver Heb 13,8). Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época" (Gaudium et spes, 10).

El kerygma interesa cuando las personas encuentran en él una respuesta plausible a sus preguntas más hondas. Antes de evangelizar adultos, es indispensable sembrar la inquietud por esas cuestiones, evitar que las rehuyan, hacer sentir que plantearlas es señal de cierta madurez humana.

Una película, un poema o una novela, u otra forma de arte, puede ser ocasión de iniciarse en las cuestiones humanas perennes que han hecho surgir la religión, la filosofía, la buena literatura, que alejan de la trivialidad en que nos sumerge la vida moderna y postmoderna.

Una vez planteadas las grandes preguntas que hacen de la cultura una forma de humanización y no de puro entretenimiento, el kérygma es una primera respuesta global que llama a un vuelco vital, la conversión, y a un posterior proceso de profundización, que es la iniciación cristiana. 3. EL PREGÓN MISIONERO INICIAL O KÉRYGMA

Cuando los cristianos somos requeridos de explicar qué nos mueve a amar a Dios y al prójimo como lo hacemos, tenemos a flor de labios algunos pensamientos basados en textos motivadores relacionados con nuestro Credo esencial, que solemos citar con nuestras propias palabras. Por ejemplo:

"Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo único, para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16).

Es una síntesis de toda la Biblia, centrada en el Cristo enviado para salvar a la humanidad del pecado y de una vida insignificante que acabaría con la muerte. Otra versión del mensaje cristológico está en el comienzo del mismo Evangelio según San Juan:

"La luz verdadera que ilumina a todo hombre vino al mundo...A cuantos le recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio el poder de ser hijos de Dios, los cuales no nacen por vía de generación humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, la gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,9.12-14).

Otra manera tiene San Marcos para decir que en Jesucristo ha llegado el reinado de Dios que nos llama a cambiar la vida:

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"Se fue Jesús a Galilea proclamando la buena noticia de Dios. Decía: 'El plazo se ha cumplido. El reino de Dios está llegando. Cambien de vida y crean la buena noticia'" (Mc 1,14).

Una hermosa síntesis del misterio de la comunicación de Dios con los seres humanos mediante Jesucristo, que llama a la comunión y a la plena felicidad está al comienzo de la primera carta de San Juan:

"Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras manos acerca de la palabra de vida - pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y les anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó- lo que hemos visto y oído se lo anunciamos para que también estén en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos estas cosas para que su gozo sea completo" (1Jn 1,1-4).

El pregón expresado por San Pablo desde el sufrimiento, manifiesta la alegría por la entrega personal de Jesucristo hasta la unión íntima que cambia todo en esta vida mortal:

"Estoy crucificado con Cristo. Y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Ahora, en mi vida mortal, vivo creyendo en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí" (Ga 2,19s).

En otro pasaje San Pablo contrasta la vida sin sentido con la que viene de la fe en la resurrección:

"Si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos los más miserables de todos los hombres. ¡Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos, como anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte!" (1Cor 15,19s).

A los jóvenes les motiva fuertemente el descubrimiento de que Dios es amor, revelado por Jesucristo liberador del pecado para que vivamos por Él:

"Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor es de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no sabe nada de Dios, porque Dios es amor. Y el amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por Él. El amor no está en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo para librarnos de nuestros pecados" (1Jn 4,7-10).

A los pobres les entusiasma saber que Cristo pone el centro de su llamado al cambio en el servicio a los necesitados por tener hambre, sed, soledad, abandono:

"Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Las ovejas las pondrá a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero y me dieron alojamiento; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme'. Entonces le responderán los justos: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿cuándo te vimos forastero y te alojamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?' Y el rey les responderá:

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'Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron'" (Mt 25,31-40).

Este anuncio de la salvación es buena noticia incluso para los no creyentes o los que tienen razones para rechazar la Iglesia si hacen el bien a los demás.

La proclamación o modo de anunciar la salvación por el perdón que Dios trae tiene ciertas características sicológicas y espirituales:

1. es una propuesta serena y feliz basada en el amor, que no se impone por temor ni por un amaneramiento forzado;

2. conecta con las preguntas centrales de la vida de la persona, de modo que sea significativa para ella, una real Buena Noticia;

3. espera a que la o las personas se muestren dispuestas a recibirla, evitando hacerlo en forma prematura, lo que arriesgaría una recepción indiferente;

4. acude al Espíritu Santo, porque la conversión esperada es obra de Dios con su gracia y no sólo de nuestra capacidad persuasiva, que es un simple instrumento humano.

El kérygma tiene algunas características en su contenido:

1. Es una buena noticia sintética muy relacionada con lo esencial del Credo, 2. Tiene su centro en Jesucristo muerto por las injusticias y primer resucitado para la vida

eterna, 3. Se refiere no a una pura teoría sino a lo que Dios nos ha dado en los hechos, 4. Exige gratitud a Dios mediante una vida nueva de amor a Dios al prójimo.

Es difícil que un solo texto bíblico tenga las cuatro características, pero un par de textos

que nos motivan desde el centro de la fe para vivir cristianamente pueden reunirlas. 4. EL PRIMER ANUNCIO Y SU PEDAGOGÍA La Pastoral en todas sus especializaciones tiene la misión de preocuparse por realizar la iniciación cristiana o Primer Anuncio, o Kérigma.

Los sujetos destinatarios y protagonistas son quienes desean iniciar un camino o proceso de iniciación a la fe: niños, jóvenes y adultos no catequizados; bautizados que viven al margen de la vida de la Iglesia; personas creyentes sin los fundamentos en su fe: tales como muchos novios que piden matrimonio sacramental, los jóvenes que piden la Confirmación o muchos padres que solicitan el bautismo de su guagua y nunca han conocido los motivos ni las implicancias de la conversión; intelectuales que quieren conocer a Jesucristo... Se trata de una catequesis fundante, bíblica y narrativa en contacto con la historia de la salvación.

Sus objetivos son realizar el primer anuncio o llamando a iniciar una comunicación personal con Dios en Cristo; aceptar por la fe la persona de Jesús, por medio de una adhesión

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global; suscitar la conversión inicial, un cambio progresivo de sentimientos y costumbres; dar las razones básicas para creer7. 4.1. La pedagogía, el método de Jesús

Análisis de algunos textos del evangelio:

Jesús y la pesca milagrosa (Lc 5,1ss)

Jesús y la Samaritana (Jn 4,3ss)

Jesús y los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35).

Analizando:

1) Jesús parte y se ubica en los problemas humanos:

Pedro no había pescado nada…

La samaritana iba molesta por agua… no se realizaba como mujer…

Los discípulos de Emaús estaban decepcionados religiosa y políticamente con Jesús

2) Jesús se revela como salvador

Con Pedro realiza el milagro de la pesca: es un profeta

Con la Samaritana le ofrece agua viva, se revela como profeta y se declara Mesías: “Ese soy yo, que habla contigo”

Con los discípulos de Emaús es el anunciado por los Profetas como muerto y resucitado.

3) ¿Qué provoca Jesús con todo esto? Cuatro cosas:

Despierta la fe en Jesús, como el Salvador: o salva a Pedro de la falta de pesca; o a la Samaritana de la falta de agua y de la mala vida; o a los Discípulos de su tristeza y desilusión.

Hace descubrir el propio ser de pecador: o Pedro: “Aléjate de mí que soy pecador” o La Samaritana: “No tengo marido” o Los discípulos: “Qué poco entienden, qué les cuesta creer…”

Es invitación a la conversión: o Pedro deja las redes; o la Samaritana deja el cántaro; o los discípulos dejan el camino de Emaús, a dónde huían de la comunidad de

Jerusalén: huían de la Iglesia.

Se inicia una nueva vida: o Pedro sigue a Jesús para ser pescador de hombres;

7 Cf. AG 13; EN 22-23; JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae 18-19.21.25; RMi 44.46; DGC 48. 56-57.

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o La Samaritana va a anunciar su experiencia de salvación en Jesús; o Los discípulos vuelven a Jerusalén con la comunidad para anunciar la

resurrección 4.2. Criterios metodológicos generales Del análisis que hemos realizado sobre la pedagogía y el método de Jesús, podemos ahora recoger unos criterios para nuestra propia pedagogía y metodología.

Hemos descubierto que Jesús, en su evangelización, como primera estrategia metodológica, solía ubicarse en la situación humana. El pozo de la Samaritana es un símbolo de las necesidades cotidianas de las mujeres y los hombres. Este modo metodológico nos estimula también a nosotros a proceder de la misma manera. Será oportuno en nuestras pastorales presentar a Jesús como el salvador de nuestras angustias, de las angustias del mundo moderno: de la angustia de la muerte, de la enfermedad, de la depresión; de la angustia del sin sentido de la vida; de la angustia de la miseria, la pobreza, la falta de seguridad (la violencia, el abuso del poder); de la soledad (por los problemas familiares, por la falta de amor); de los ídolos del dinero, del poder, del placer (el consumismo); de las redes envolventes del pecado. Un buen método sabe partir de las situaciones de las personas, para anunciarles la salvación de Jesús. A veces hay personas que dicen no sentir necesidad de ser salvado, tal vez porque sólo piensan que Jesús salva de lo inmoral.

Nuestros Obispos en las Orientaciones Pastorales 2001-2005 describen así las búsquedas de la gente de nuestro tiempo:

“El encuentro (de Jesús con la Samaritana) se produce junto a un pozo que, en cualquier cultura representa el lugar donde la gente va a buscar lo que necesita para vivir. Es el lugar al que hay que acudir una y otra vez para saciar una sed que nunca se apaga definitivamente (34).

Sentados con Jesús, junto al pozo de Jacob, nos preguntamos por los pozos a que acuden nuestros contemporáneos en búsqueda de un agua que también sacie su sed. Puede ser el pozo de la libertad y de la subjetividad, el de la afectividad y de las relaciones humanas, el pozo del trabajo y de la realización personal, el pozo de la ética y del sentido de la vida. El hombre contemporáneo tiene sed de felicidad, de alejar de sí el sufrimiento y la muerte, de experiencias religiosas que satisfagan las necesidades de su espíritu. Los evangelizadores estamos llamados a acercarnos a esos pozos, con la misma actitud de Jesús, para conocerlos y provocar el encuentro amistoso con aquellos que allí acuden para saciar su sed. Y, como Jesús, queremos valorar estas búsquedas humanas y las semillas del Verbo que en ellas se manifiestan” (35).

La segunda opción metodológica de Jesús es apelar a la Sagrada Escritura que habla de él. No basta asumir los problemas humanos, hacerlos propios sin una visión espiritual de lo humano. En este sentido el Papa Juan Pablo II en CT dice que la pastoral “extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios” (27). Por tanto la pastoral es ante todo una escuela de escucha de la Palabra: enseñará a cada uno a sentarse a los pies del Maestro, como María (Lc 10,39); enseñará a “abrir el corazón” a la palabra como Lidia (Hch 16,14) y como le sucedió a los discípulos de Emaús, cuando, al escuchar la Palabra de Jesús resucitado, sentían “como les ardía el corazón” (Lc 24,32). Será una enseñanza gradual que lleva a lograr aprender el método de la “lectio divina”.

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La presentación del mensaje no debe ser una presentación inofensiva: Jesús proclamaba fuerte: “¡Quien tenga oídos, que oiga!” (Mt 13,9). El anuncio debe impactar siempre más la vida diaria y cotidiana de las personas. No puede ser una simple información de una doctrina, que hay que saber, sino es: “creer”.

La lectura bíblica no se refiere a simples narraciones de algo que pasó, sino se trata de algo que pasa hoy. Se trata de acontecimientos que nos cuestionan, nos desinstalan de nuestro aburguesamiento y comodidad. Es la urgencia del Reino, que está entre nosotros, como algo que acontece; que no es sólo una verdad para saberla; sino que debe dar sabor y sentido a nuestra existencia: el sentido de la vida, que muchos hoy andan buscando y no encuentran. Los cristianos estamos invitados a no ser indiferentes, sino “diferentes”, presentado al mundo una opción diferente.

El método debe ser una invitación a la conversión y a la fe en Jesús, el enviado del Padre. Se trata de impactar no solamente al conocimiento de la fe, sino también a los sentimientos y a la voluntad. La Iglesia, a quien se va a bautizar, no le pregunta si “sabe” que Dios es el Padre creador, si “sabe” sobre Jesucristo, el Espíritu santo, la Iglesia…, sino que le pregunta “si cree”: creer es mucho más que saber.

Amedeo Cencini señala los siguientes pasos metodológicos que constituyen el acto de fe:

1. La fe es un don recibido que suscita gratitud y que significa tarea. 2. La fe es compartida: comunicada y recibida con los hermanos creyentes, en

comunidad. 3. La fe es orada y celebrada: por la “Lex orandi” que es “Lex credendi”. 4. La fe es probada y sufrida: puedo tener, de distintas maneras, mis dificultades. 5. La fe va estudiada y comprendida. 6. La fe va vivida, personalizada y traducida en elecciones vitales. 7. La fe es anunciada y testimoniada a todos.

Creer significa poner en acto todas estas operaciones: parecería algo complejo, pero en

realidad, una está ligada a la otra en una relación de reciprocidad, de complementariedad e integración8.

Los métodos comunitarios y grupales son indispensables para que haya una experiencia de Iglesia. Para que haya una comunicación integrada de cada una de las experiencias de fe de los miembros del grupo o comunidad. No se trata sólo de la comunicación de la experiencia del Agente Pastoral. La salvación se opera en racimo, en comunidad.

El Agente Pastoral será un profeta y un testigo que anuncia partiendo del centro del Kerigma: Cristo es el Mesías, muerto y resucitado y aprobado por el Padre. Poco a poco irá ampliando su anuncio al misterio trinitario, al acontecimiento de Pentecostés, al misterio de la comunidad eclesial, a la peregrinación de la humanidad entera hacia el Reino definitivo en el encuentro con el Padre. Se trata del Credo bautismal.

Tener espíritu misionero que no supone nunca la fe en las personas a las que se acerca y no encasilla a nadie. El espíritu misionero significa también ir en busca de la oveja, que se perdió o que está alejada.

8 Cf. CENCINI, AMEDEO, Llamó a sí a los que quiso, Paulinas, Santiago de Chile, 2004.

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Todo método debe ser gradual, que provoca en las personas un proceso de crecimiento de la fe. Juan Pablo II señala como tres grandes pasos en el acercamiento a Jesucristo. Dice: “el fin definitivo es poner a uno no solamente en contacto, sino en comunión e intimidad con Jesucristo”: contacto, comunión, intimidad (CT 5). El Vaticano II, a su vez explica que el contacto con Jesús se realiza a partir de lo humano para llegar a lo divino de su Persona: Gaudium et Spes (41) dice: "El que sigue a Cristo, hombre perfecto, se hace él mismo más hombre".

Ciertamente habrá que seguir valorando el clásico método, enriquecido en el Documento de Santo Domingo: el método del Ver, Juzgar, Actuar, Orar y Evaluar. 4.3. Situaciones pastorales

A la hora de hablar de metodología pastoral hay que partir de ciertas situaciones pastorales que nos afectan. Hago un punteo de ellas. Nuestras Parroquias, comunidades y movimientos han avanzado en muchos sentidos en su renovación pastoral; sin embargo es bueno también seguir considerando algunos aspectos en los que es urgente poner atención:

Las pastorales carecen bastante -a veces abundantemente- de espíritu misionero: se concentran en las personas cercanas y a veces se excluyen a las personas con problemas;

muy a menudo se supone a los fieles con fe y convertidos y se le entrega un paquete doctrinal, creyendo que eso es lo que necesitan; mientras en realidad lo que necesitan es el kerigma;

hay un número grande de bautizados y no evangelizados;

muchos buscan los sacramentos, sin preocupación de su propio crecimiento en la fe, que incida en sus vidas cotidianas;

hay un desconocimiento bastante generalizado de la Sagrada Escritura;

muchos fieles son más sensibles a lo devocional, que a la vivencia de la liturgia;

el fenómeno de la secularización está minando lentamente los contenidos religiosos de la cultura.

En el corazón de esta situación se ubica nuestra pastoral buscando “nuevos métodos”

para, ser, junto con el Espíritu del Señor, eficaz. La situación condicionará los métodos que usemos. 4.4. Actitudes de los agentes pastorales Los agentes pastorales al implementar los métodos de evangelización necesitan tener ciertas actitudes que son condicionantes para una buena pastoral.

Los encuentros realizados en el norte, centro y sur de nuestras diócesis han sido unánimes en señalar actitudes fundamentales para un buen método. Recogemos de la abundante cosecha lo siguiente:

Acoger, conocer, escuchar, valorar a las personas, descubriendo en ellos el trabajo del Espíritu.

Capacidad de leer la historia de la salvación en cada persona.

Invitar a aportar desde la propia experiencia y cualidades personales.

Facilitar la vivencia de la fe en lo cotidiano y ordinario de la vida.

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Capacidad de crear ambiente fraternal y de facilitar el diálogo y superar conflictos.

Capacidad de acompañamiento. 5. ETAPAS Y DESTINATARIOS DEL PROCESO DE EVANGELIZACIÓN Etapa 1: Es la etapa del primer llamado misionero para quienes están lejos de la fe

1. Los sujetos destinatarios y protagonistas de esta etapa misionera son las personas no creyentes, las personas alejadas, las personas no practicantes.

2. Los agentes pastorales son especialmente lo misioneros, las comunidades con su

testimonio y solidaridad, las estructuras pastorales especializadas: familiar, juvenil, educativa, obrera, de la salud, multitudes, santuarios, religiosidad popular, etc., los movimientos de la Iglesia.

3. Los medios que se señalan son: “ser testimonio de la nueva manera de ser y de vivir de

los cristianos”; la caridad y la solidaridad “que impregnan y transforman todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas”. El Papa nos dice que este esfuerzo, requiere largo tiempo y es gradual.

Etapa 2: La etapa de la iniciación cristiana, Primer Anuncio o Kérigma. Es una catequesis fundante, bíblica y narrativa en contacto con la historia de la salvación

1. Sus objetivos son realizar el primer anuncio o llamado a iniciar una comunicación personal con Dios en Cristo; aceptar por la fe la persona de Jesús, por medio de una adhesión global; suscitar la conversión inicial, un cambio progresivo de sentimientos y costumbres; dar las razones básicas para creer.

2. Los sujetos destinados y protagonistas son quienes sintieron el llamado y desean iniciar

un camino y un proceso de iniciación a la fe: niños, jóvenes y adultos no catequizados; bautizados que viven al margen de la vida de la Iglesia, personas creyentes sin los fundamentos en su fe, intelectuales que quieren conocer a Jesucristo.

Etapa 3: La etapa de la iniciación al Credo, a los sacramentos y a la vida cristiana. Es aquí donde se reconoce el papel de la catequesis como momento preciso dentro del proceso evangelizador.

1. Los objetivos de esta etapa son tomar contacto con Jesucristo, y llegar a la intimidad con él; conducir “al conocimiento del Hijo de Dios y a formar el hombre perfecto, maduro, que realice la “plenitud de Cristo” (Ef 4,13) y también, lo leve a “dar razón de su esperanza” (1Pe 3,15).

2. Los sujetos destinatarios y protagonistas son quienes en la etapa anterior aceptaron a

Cristo, se convirtieron y quieren seguir el proceso de crecimiento en su fe inicial. Etapa 4: La etapa comunitaria o de catequesis permanente

1. Los objetivos son incorporar a la comunidad o reconducir a ella; participar en la catequesis permanente de la comunidad; vivir comunitariamente la fraternidad cristiana (comunión y servicio); celebrar la eucaristía y los demás sacramentos.

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2. Los agentes pastorales son quienes sirven en las diferentes acciones pastorales

especializadas: familiar, juvenil, educativa, obrera, etc.

3. Los medios pueden ser un grato ambiente de acogida; reflexiones de la Palabra, estudios de documentos de la Tradición y del magisterio, etc.

Etapa 5: Es la etapa apostólica

1. Finalmente el que ha sido evangelizado evangeliza a su vez. He ahí la prueba de la verdad, la piedra de toque de la evangelización (Pablo VI).

2. El apostolado es señal de haber llegado a cierto grado de madurez en la fe, ya que, de

diferentes maneras todos somos misioneros.

3. Los objetivos de la etapa son ser presencia de Dios en el mundo.; vivir el evangelio en la familia, la profesión, la cultura, el trabajo, la política, etc.

4. Son agentes pastorales las comunidades eclesiales que viven la comunión y la misión.

5. Los sujetos destinatarios y protagonistas son todas las naciones.

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LOS DESTINATARIOS DEL KÉRIGMA

A quién se dirige Características Por qué Contenidos Finalidad

Destin

ata

rios s

egú

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itu

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ocio

-relig

iosa (

C.A

. 18)

Los no creyentes

Personas de regiones descristianizadas. No conocen a Cristo ni a su Evangelio o no han oído hablar de él.

Para ellos es, en primer lugar el anuncio del Evangelio de Jesús, en respuesta a su mandato: evangelizar a todas las gentes.

El núcleo del mensaje cristiano. Se anuncia a Cristo que vino por nuestra salvación, padeció y murió y resucitó. Él vive cfr. Hch 10,34-43; 1Co 15,1-11.

Conversión y primera adhesión de fe.

Los bautizados no convertidos

Personas bautizadas en la infancia pero que no fueron catequizadas, permaneciendo a nivel de catecúmenos o de no iniciados. Estas personas, aunque bautizadas, no han tenido un verdadero encuentro personal con Cristo.

Estas personas apenas comenzaron su proceso de iniciación con el bautismo en la infancia pero no han vivido el itinerario de fe y sacramental completo. El kerigma es para ellos el primer paso para abrirse al don de la fe recibida en el bautismo

El anuncio de Cristo que vino por nosotros. En Jesucristo, Hijo de Dios vivo, hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombre como don de la gracia y de la misericordia de Dios (EN 27)

Descubrimiento de la fe, conversión y adhesión personal a Cristo.

Los bautizados alejados o indiferentes

Personas que fueron catequizadas en la infancia pero se alejaron de la fe. Personas que padecen las consecuencias de una catequesis mal orientada o mal asimilada

El alejamiento de estas personas puede tener entre sus causas el desarraigo con que se vive la experiencia de fe: sin encuentro con la persona viva de Jesucristo, ni sentido de pertenencia a la Iglesia.

Proclamación del Dios vivo y de Jesucristo, enviado por él para salvar a todos los hombres a fin de que, por la acción del Espíritu Santo crean y se conviertan libremente al Señor (RICA Observ. previas 9)

Redescubrimiento de la fe, mediante el encuentro personal con Cristo con vistas a la conversión y renovada adhesión de fe.

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D

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egú

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ocio

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Movilidad humana

Grupos de desplazados sean por migraciones internas producto de la pobreza, la violencia, la carencia de recursos, sea por migraciones externas, en busca de una mejor vida

El desplazamiento de cualquier clase acarrea el desarraigo, la pérdida de identidad y de valores fundamentales

Anuncio gozoso del Dios viviente que en Jesús se acerca a salvar a todo hombre y mujer

La inserción en una comunidad cristiana por la aceptación de la fe en Cristo vivo.

Pobreza extrema

Situación de marginalidad, de deshumanización, de pérdida del sentido de la propia dignidad humana

Recuperar la dignidad, el sentido de la vida para luego abrirse al mensaje de salvación

El anuncio del valor de la persona humana que adquiere su dimensión más honda en Jesús verdadero Dios y Hombre

La adhesión personal a Cristo como centro de la vida

Indígenas Afro-americanos

Culturas propias ancestrales con valores cristianos asimilados a lo largo del tiempo

Inculturar el Evangelio en sus valores y expresiones e instituciones.

Anuncio de Cristo en las culturas autóctonas

Conversión y adhesión a la fe desde la raíz de la cultura

Otras situaciones especiales, mentalidades y ambientes (DGC IV, c.III)

Encarcelados Militares Universitarios Mundo de la cultura, etc.

El anuncio de Cristo vivo es para todos.

Mensaje de salvación que llega a cada persona en su situación y en su ambiente

Abrir el corazón humano a la acción salvífica de Dios que es su amor manifestado en Jesús vivo y resucitado

A quién se dirige Características Por qué Contenidos Finalidad

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6. ESPIRITUALIDAD DEL PRIMER ANUNCIO DEL AGENTE DE PASTORAL 6.1. Introducción

“Como el Padre me envió a mí… yo los envío a ustedes… Vayan pues… proclamen la Buena Nueva… hagan discípulos a todas las naciones… El Espíritu les dará palabras…”.

La actividad evangelizadora kerigmática exige una espiritualidad específica, que concierne especialmente a quienes Dios ha llamado y enviado a ser misioneros del Primer Anuncio.

La Iglesia, misionera en este mundo de hoy, necesita con urgencia evangelizadores kerigmáticos, capaces de comunicar con fuerza convincente la propia experiencia del Dios vivo, salvador y portador de esperanza para todos los hombres. Vivimos frecuentemente el drama de la primera comunidad cristiana, que veía cómo fuerzas incrédulas y hostiles, se aliaban “contra el Señor y contra su Ungido” (Hch 4.26).

Evangelizar no es algo facultativo para el cristiano, sino un deber, algo necesario, único e insustituible. Pero esta tarea supone una necesaria espiritualidad sólida y ardorosa, que la haga posible, apasionante y fecunda.

Con evangelizadores apáticos, mediocres, indiferentes y llenos de temores, el Primer Anuncio pierde fuerza y deja de ser Buena y Gozosa Noticia para el hombre que busca caminos, verdades y vida plena para su existencia.

Hablar de espiritualidad es hablar de algo esencial. Es tocar un aspecto constitutivo de la identidad del evangelizador. Sabemos por experiencia propia que la fe no se enseña, se comunica, se testimonia, se contagia. Evangelizamos más por lo que somos y vivimos, que por lo que hacemos o decimos. El “Saber” hace al académico, al profesor de verdades religiosas. El “Ser” hace al apóstol, al discípulo, al testigo de Cristo.

Hoy, como en los tiempos difíciles de la historia de la Iglesia, necesitamos evangelizadores kerigmáticos que, como decía Paulo VI, sean capaces de dedicar todas sus energías, todo su tiempo y, si fuera necesario, consagrar toda la vida (EN 5). No olvidemos que la misión de Cristo, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse (Juan Pablo II, RM 21). En la siguiente reflexión vamos a indicar algunos elementos caracterizadores de la espiritualidad del evangelizador kerigmático. 6.2. Volver a las Fuentes Inspiradoras

Para recuperar la fuerza y el ardor misioneros que hace posible la Nueva Evangelización en un mundo que cambia, la iglesia nos invita a volver a las fuentes, a reflexionar cómo nació y creció la Iglesia, cómo evangelizaron los Apóstoles y primeros discípulos del Señor, cómo misionaron los Padres de la Iglesia, cómo realmente la Palabra de Dios estaba permanentemente en los labios, en el corazón y en las manos de los anunciadores el Señor. El llamado a volver a las fuentes es una clara y evidente constante del Magisterio pos-conciliar. Esto trae importantes sugerencias para la espiritualidad de un evangelizador kerigmático:

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1. Robustecer la dimensión misionera de la propia espiritualidad, para anunciar el Evangelio con la fuerza seductora de los apóstoles y de los primeros discípulos del Señor;

a. hacer de la Palabra de Dios el principal referente para iluminar y transformar la vida;

b. vivenciar un real discipulado que genere en el misionero un estilo de vida parecido al de Cristo, hasta pensar, amar, sentir y servir como Él.

2. Vivir en un estado pentecostal, como los primeros cristianos, es decir, en plena

docilidad al Espíritu, dejándose plasmar interiormente por Él. Es el Espíritu quien conduce al evangelizador por los caminos que fomentan la pasión por el anuncio del Kerigma.

3. Contemplar la riqueza y belleza del Misterio Pascual, hasta hacerlo el núcleo

central de la propia vida y de la predicación, como lo han hecho todos los apóstoles y, de una manera especialmente intensa, Pedro y Pablo. Sentir, como ellos, “celos por las almas” y decir cada día: “¡Hay de mí si no evangelizo!”.

4. Dejarse conducir por la fuerza transformadora del Espíritu: Todo lo que

substituye al Espíritu es estéril e ineficaz. No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo. Ninguna metodología, por perfeccionada que sea, podrá sustituir la acción discreta del Espíritu Santo en el evangelizador como en el evangelizando.

Para ser comunicadores del infinito amor salvador de Dios, el evangelizador debe dejarse poseer y conducir por el Espíritu, debe estar atento a las mociones del Espíritu. El Espíritu es como fuego que arde, fuerza que empuja, energía que lanza, pasión que intranquiliza. El Espíritu produce una verdadera adicción a la predicación de la Palabra. El Espíritu construye a los nuevos heraldos del Evangelio.

Es el Espíritu quien lleva al evangelizador kerigmático a proclamar la buena nueva de Cristo con claridad y valentía a hombres con ideas cristianos pero vida paganas, atrofiados por los apetitos de la carne, pero hambrientos de trascendencia. Todos los grandes misioneros de la historia se han dejado guiar por el Espíritu.

Es el Espíritu quien hace crecer en el evangelizador kerigmático las cualidades propias del misionero: valentía, coraje, atrevimiento, audacia, paciencia, superación, tolerancia, respeto, constancia, fortaleza etc., evitando siempre ciertos proselitismos neuróticos y obsesivos.

Es el Espíritu quien coloca en los labios del evangelizador las palabras más convenientes, en los momento más oportunos, para responder así a los interrogantes de la mente y a los anhelos del corazón del hombre de hoy.

Es el Espíritu que enciende un fuego capaz de encender a otros fuegos. Con razón el Papa Juan Pablo II nos hablada del “nuevo ardor” como punto de partida para una nueva evangelización. Este ardor en ciertamente un don del Espíritu que el misionero debe implorar todos los días. El evangelizador kerigmático acoge el aliento del Espíritu, se deja conducir por el Espíritu, evangeliza con la fuerza del Espíritu.

41

5. Integrar armoniosamente Testimonio-Palabra y Propuesta. Un pastoralista ha afirmado que el Primer Anuncio debe apuntar más al corazón que a la razón. Del corazón, en un segundo momento, pasa a la razón y a la vida. Pero esto es posible solamente cuando el evangelizador da testimonio de su personal experiencia de un Cristo que le ha cambiado la vida. Si este testimonio es coherente, entonces se vuelve fácilmente convincente e incidente. No se trata de juegos de palabras, sino de la lógica propia de la acción misionera.

La fuerza poderosa del testimonio es más eficaz que la belleza de las palabras. El testimonio, en este sentido, visualiza como la “fe creída” es también la “fe vivida”, la “fe celebrada” y finalmente la “fe propuesta”. Sobre esta base, el evangelizador kerigmático podrá reproducir las maravillas que han hecho los grandes misioneros de la historia.

Vale la pena recordar una vez más las palabras de Pablo VI: “El primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites. El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan…y se escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio…·”

No hay otra forma para comunicar el evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe, de persona a persona, como lo ha hecho Jesús de Nazaret (Nicodemo, Zaqueo, Samaritana, Simón el fariseo, la adúltera, el buen ladrón etc.).

6.3. Animados por el amor

Hablar de Cristo es relativamente fácil. Comunicar a Cristo, apasionadamente amado y buscado, es otro cuento. Nuestros verbalismos pastorales resbalan, no penetran, no convierten, no dejan consecuencias evangélicas. Sacramentalizamos, pero no siempre evangelizamos. Enseñamos verdades cristianas y católicas, pero no siempre llevamos a un encuentro transformante con Cristo. Tendemos a “catolizar” antes que “cristianizar”.

Adoctrinamos con nuestra sabiduría teológica, pero no siempre contagiamos amor a

Cristo y a su Iglesia. Entregamos verdades, pero no siempre apasionamos por el Señor. Es que sin amor no hay evangelización, y el amor es cuestión de corazón.

Los tres grandes amores del evangelizador kerigmático, como de todo educador de

la fe, son siempre los mismos: El Señor resucitado y vivo; la Iglesia como casa y escuela de comunión y participación; y los pobres, como los primeros y más acogedores destinatarios de la buena nueva.

Es el amor que hace del evangelizador no un funcionario, sino un buen pastor.

Es el amor que lleva a evangelizar personas y lugares difíciles y hostiles.

Es el amor que quita el sueño y no deja tranquilos hasta que la Buena Nueva no ilumine la vida de todos los hijos de Dios.

La obra de la evangelización supone en el evangelizador un amor fraternal y universal.

S. Pablo, en la carta a los Tesalonicences, nos ofrece todo un programa para los evangelizadores kerigmáticos: “Porque los amo no sólo quiero darles el Evangelio de Dios, sino

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aún mi propia vida; tan amados llegaron a sernos”. No es simplemente el amor de un pedagogo; es el amor de un padre, más aún, de una madre.

Cuando el amor es débil, entonces crece el vacío interior, desaparece el fervor, llega la fatiga, la desilusión y el desinterés. Uno se acomoda al ambiente y muere lentamente como misionero del Señor.

No necesitamos evangelizadores tristes, desalentados, impacientes o ansiosos, nos ha

dicho el Paulo VI, sino discípulos y apóstoles felices de haber recibido el don de la fe que libera y salva, y deseosos de ser pescadores de hombres para el Reino de Dios 6.4. Las Bienaventuranzas del Evangelizador kerigmático 1. Bienaventurado el Evangelizador que fundamenta su vida y su propuesta evangelizadora en el Primer Anuncio de Cristo vivo… Porque así construye sobre bases sólidas. 2. Bienaventurado el evangelizador kerigmático que se siente portador de un grandioso y novedoso mensaje de vida plena… Porque así su compromiso dará frutos. 3. Bienaventurado el evangelizador kerigmático, prudente y atento, que no supone fácilmente la conversión y fe en los destinatarios… Porque así tendrá siempre la alegría fresca de anunciar al Señor como si fuera la primera vez. 4. Bienaventurado el evangelizador kerigmático que integra armoniosamente testimonio, doctrina y experiencias significativas… Porque así no pierde tiempo y asegura lo esencial. 5. Bienaventurado el evangelizador kerigmático que sabe conducir a todos al centro de todo que es Cristo… Porque así será significativo y pastoralmente eficaz. 6. Bienaventurado el evangelizador kerigmático que camina con los suyos al encuentro del Señor vivo, nunca plenamente encontrado… Porque así revivirá cada día la alegría del Primer Anuncio. 7. Bienaventurado el evangelizador kerigmático que une servicio alegre y entrega gratuita… Porque sus tesoros serán únicamente el Señor y sus promesas. 8. Bienaventurado el evangelizador kerigmático que mira las ovejitas más alejadas y necesitadas… Porque así desarrollará su vocación de ser otro buen pastor. 6.5. Conclusión

La Iglesia y la sociedad chilena, necesitan nuevos evangelizadores con una renovada espiritualidad misionera. Nuestro pueblo espera de nosotros testimonios de vida sencilla profundamente anclada en el Misterio Pascual de Cristo.

Sin el apoyo de la santidad, nuestras palabras difícilmente abrirán brechas en el corazón

del hombre de este tiempo. Corre el riego de hacerse vana e infecunda. Con la presencia activa de María, estrella de la evangelización, primera portadora y

anunciadora del Señor, podemos revitalizar y potenciar en la pastoral actual, la dimensión

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kerigmática y la formación de los nuevos evangelizadores, según las orientaciones de la iglesia y las necesidades de nuestros hermanos.

Los árboles secos, aunque grandes y fuertes, no dan frutos. Vivenciando personalmente

la parábola de la Vid y los Sarmientos, una nueva vida puede florecer en nosotros y a través de nosotros.

Para anunciar el evangelio de la vida plena, la iglesia necesita de santos; hombres y

mujeres que no pretenden vivir sin defectos y manchas, sino que no se acomodan jamás a las incoherencias; que no esperan ser perfectos y “Genios de la Santidad extraordinaria” para emprender la misión de anunciar al Señor que da sentido a sus vidas de cada día. La santidad es cuestión de amor. Dios es perfectamente santo porque es esencialmente Amor. 6.6. Profesión de Fe del Evangelizador Kerigmático

NOSOTROS CONFESANOS, con mente y corazón creyentes,

que Tú, Jesús de Nazaret, eres nuestro único Señor, porque fuiste crucificado por nuestros pecados

y el Padre te ha resucitado para nuestra salvación, con la fuerza del Espíritu Santo.

CREEMOS con corazón sincero

que tu Pascua ha sido la meta de un recorrido breve pero intenso que ha dado sentido a toda tu vida joven,

totalmente dedicada a proclamar el amor de tu Padre por los hombres y a llevar a los hombres al corazón de tu Padre y nuestro Padre.

RECONOCEMOS con vivo dolor haberte rechazado con nuestros pecados,

pero Tú no nos has abandonado al poder de la muerte, has extendido tus brazos en la cruz,

has entregado tu vida por todos nosotros, para revelarnos de esta manera la grandeza de tu amor.

CONTEMPLAMOS sorprendidos y conmovidos

la presencia de Dios, tu Padre, en tu obediencia amorosa y misteriosa que te llevó a la muerte.

Pero, por ser su Hijo amado, El no te ha dejado en el mar oscuro de la muerte, sino que te ha resucitado con la potencia de su amor

para que fuera constituido Señor de la vida para todos los hombres.

ACOGEMOS con íntimo y profundo gozo el don del Espíritu que tu nos has prometido y enviado

para que llenos de tu amor, seamos tus discípulos y apóstoles, como nuevos pescadores de hombres en el mar de nuestro Chile

anunciando a todos la buena noticia de tu Evangelio.

CAMINAMOS con renovada fe, esperanza y caridad, por los senderos de nuestra patria, bendecidos por la Virgen del Carmen, primera evangelizadora kerigmática,

y estimulados por nuestros hermanos Alberto, Teresa y Laura, hasta cuando tu quieras

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y vuelvas para introducirnos en la fiesta eterna de tu Reino.

VEN, SEÑOR JESÚS.