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Conozca a sus nuevos sacerdotes PAGS. 8-9 Predicador: “Sumérjanse en el amor a Dios” PAG. 3 Feligrés dona órgano vital a sacerdote PAG. 10 Un refuguio contra la soledad de la viudez PAG. 11 Canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII PAG. 15 “¡Alégrate, María!” PAG. 16 Segunda época Mayo del 2014 Vol. 2 N o 5 // www.miamiarch.org PERIÓDICO DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MIAMI El 27 de abril del 2014, el Papa El 27 de abril del 2014, el Papa Francisco declaró santos a Juan XXIII Francisco declaró santos a Juan XXIII y Juan Pablo II, en una ceremonia sin y Juan Pablo II, en una ceremonia sin precedentes en la historia de la Iglesia. precedentes en la historia de la Iglesia.

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Conozca a sus nuevos sacerdotes

PAGS. 8-9

Predicador: “Sumérjanse en el amor a Dios”

PAG. 3

Feligrés dona órgano vital a sacerdote

PAG. 10

Un refuguio contra la soledad de la viudez

PAG. 11

Canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII

PAG. 15

“¡Alégrate,María!”

PAG. 16

Segunda época

Mayo del 2014 Vol. 2 No 5 // www.miamiarch.orgPERIÓDICO DE LA ARQUIDIÓCESIS DE MIAMI

El 27 de abril del 2014, el Papa El 27 de abril del 2014, el Papa Francisco declaró santos a Juan XXIII Francisco declaró santos a Juan XXIII y Juan Pablo II, en una ceremonia sin y Juan Pablo II, en una ceremonia sin precedentes en la historia de la Iglesia.precedentes en la historia de la Iglesia.

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ARQUIDIÓCESIS2 La Voz Católica mayo del 2014

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Arquidiócesis de Miami

9401 Biscayne Blvd.Miami, FL 33138

Phone: (305) 762-1130Fax: (305) 751-6227

Publisher: Archbishop Thomas WenskiDirector of Communications: Mary Ross AgostaExecutive Editor: Ana Rodríguez-Soto(305) 762-1131 - [email protected] of La Voz Católica: Emilio de [email protected] Manager: Manuel VillaverdeStaff Writer: Rocío Granados (305) 762-1130 FAX: 305-751-6227 - [email protected]: Maritza Álvarez(305) 979-9603 - [email protected]: atimo.us

LA VOZ CATÓLICA Is a monthly newspaper of the Archdiocese of Miami, 9401 Biscayne Blvd. Miami, FL 33138.©2013 La Voz Católica — Emmanuel Publisher, Inc

Emmanuel Publisher, Inc

Esta edición fue a imprenta el 12 de mayo

Los católicos y otros cristianos de todo el mundo tienen el consuelo de saber que el “Señor no se cansa de perdonar, ¡nunca!”, como ha dicho el Papa Francisco. Pero más allá de nuestros errores personales, también sabemos que hay una quiebra en la sociedad. Quizás en ningún aspecto sea esta quiebra más evidente que en la trágica tasa de encarcelamientos de nuestro país.

Estados Unidos encarcela a más personas per cápita que cualquier otra nación en el mundo, a un costo de aproximadamente $80 mil millones anuales. En el 2011, aproximadamente siete millones de personas se encontraban bajo alguna forma de control correccional, con 2.2 millones de presos en las cárceles federales, estatales o locales.

Según el Departamento de Correcciones de La Florida, en enero

del 2014 La Florida albergaba a 100,445 reclusos en 55 prisiones estatales y siete prisiones privadas. El costo medio anual para los residentes de La Florida por el encarcelamiento de una persona es de $17,338 al año, y el condado de Miami-Dade está a la cabeza en el número de condenados.

Los hispanos tienen el doble de probabilidades de ser encarcelados que los blancos no hispanos, y si las prácticas actuales de encarcelamiento se mantienen, uno de cada tres hombres afroamericanos puede ir a la cárcel en algún momento de su vida.

Varios factores han contribuido a estas estadísticas alarmantes.

La sentencia mínima obligatoria, una mayor penalización de los delitos no violentos, la lucrativa industria de las prisiones privadas y las severas políticas contra el delito, que llevan a los delincuentes juveniles al sistema penitenciario a edades cada vez más jóvenes, desempeñan un papel en el aumento del número de encarcelamientos. Además, el crecimiento, durante los últimos años, de la industria de las prisiones privadas con fi nes de lucro, también ha creado, según argumentan algunos, un perverso incentivo que favorece el encarcelamiento sobre otras alternativas posibles.

Las sentencias rigurosas no sólo son

costosas, sino que a menudo resultan perjudiciales para el bien de las familias y las comunidades. El encarcelamiento prolongado contribuye a mayores tasas de reincidencia, inestabilidad familiar y pobreza. El castigo, con el fi n de que promueva la vida y la dignidad humanas, debe promover la rehabilitación del delincuente y su restitución a la sociedad como un miembro productivo de ésta.

Personas de las más diversas perspectivas políticas y religiosas están comenzando a cuestionar las severas prácticas penales de nuestro país. Los senadores Dick Durbin (D -IL) y Mike Lee (R -UT ) han presentado un proyecto de Ley, The Smarter Sentencing Act (S. 1410), o Ley Penal Más Inteligente, que busca implementar reformas modestas de las sentencias mínimas obligatorias, ampliando las opciones de penalización judicial, específi camente, para los delitos de drogas no violentos. El proyecto de ley permitiría reducciones en las sentencias obligatorias para ciertos delitos de drogas, y permitiría que quienes cometan delitos vinculados al consumo de crack procuraran recibir penas más leves conforme a la Fair Sentencing Act (Ley de Sentencias Justas) del 2010.

El gobierno establece acertadamente leyes para proteger a las personas y promover el bien común. Pero los costos humanos y fi nancieros de la

encarcelación en masa están socavando el bien común, y hacen poco para proteger a la ciudadanía. Es contraproducente el invertir grandes cantidades de recursos en encarcelar a los delincuentes no violentos. En lugar de ello, el gobierno y la sociedad civil deberían promover programas efi caces para la prevención del delito, la rehabilitación, los esfuerzos de educación, el tratamiento del abuso de sustancias, y los programas de libertad condicional, libertad bajo palabra y reintegración.

Como ha dicho el Papa Francisco, “Dios está en la vida de todos. Incluso si la vida de una persona ha sido un desastre, incluso si se destruye por vicios, drogas o cualquier otra cosa, Dios está en la vida de esa persona”. En lugar de “echar a un lado” a las personas quebrantadas, deberíamos busca maneras de rehabilitarlas y de reintegrarlas a la sociedad en general.

La contrición, la restitución, la rehabilitación, pueden servir mejor a la causa de la justicia que el simple castigo por el castigo mismo. Es hora de buscar la sanación y de iniciar el diálogo, tan largamente pospuesto, sobre cómo reparar la inoperante política penal de nuestro país.

Arzobispo de [email protected]

Es hora de reparar la inoperante política penal de nuestro país

Arzobispo Thomas WenskiArzobispo Thomas Wenski

Rocío GranadosLa Voz Católica

Los Servicios Legales Católicos de la Arquidiócesis de Miami, como parte de la Campaña de Nuevos Americanos, confor-mada por organizaciones que trabajan a favor de la inmigración a nivel nacional, proveerán asistencia legal gratuita a los residentes legales, elegibles para convertir-se en ciudadanos estadounidenses, en los condados de Miami-Dade y Broward, los días 31 de mayo y 14 de junio, respectiva-mente.

“Menos del 10% de las personas que son elegibles, empiezan el proceso de ciudada-nía cada año”, dijo Raúl Hernández, repre-sentante de los Servicios Legales Católicos de la Arquidiócesis de Miami, y agregó que las organizaciones pertenecientes a la Campaña de Nuevos Americanos, deci-dieron donar los fondos para realizar dos eventos gratuitos, con el objetivo de que “por lo menos 300 personas en cada uno de estos eventos, completen su aplicación de ciudanía”.

“Lo más importante es que la gente se inscriba y lleguen preparados; si van a

nuestro website, allí pueden encontrar e imprimir la lista de los documentos que les hacen falta. Porque, si se aparecen en el evento sin llevar las copias de la documen-tación, no podrán completar la aplicación”, dijo Hernández.

Es el segundo año que se organiza un evento de este tipo, pero lo novedoso de este año es que “los abogados de inmigra-ción y paralegales voluntarios utilizarán programas especiales de computación y tarjetas USB para almacenar los datos de cada cliente”, agregó Hernández.

El anuncio de las fechas se realizó el cinco de mayo pasado, en una conferencia de prensa en Broward College, South Cam-pus, con la presencia de Frederica Wilson, congresista por La Florida, el alcalde de Pembroke Pines, Frank Ortis, el presidente de Broward College South Campus, Sean Madison, la representante de la ofi cina de Mario Díaz-Balart, Lourdes Cossío y el director ejecutivo de los Servicios Legales Católicos de la Arquidiócesis de Miami, Randolph P. McGrorty, entre otras personas.

Campaña de Nuevos AmericanosServicios legales gratuitos de

inmigración:

Miami DadeSábado 31 de mayo, de 10:00 a.m. a

2:00 p.m.Miami Dade College, Wolfson Campus,

Edifi cio 3245 NE 4th Street Miami, FL 33132Estacionamiento gratuito: Building 7

Parking Garage, NW 5th Street (Entre 1a. y 2a. Avenidas).

BrowardSábado 14 de junio, de 10:00 a.m. a

2:00 p.m.Broward College, South Campus, Gym

Building7200 Pines Blvd., Pembroke Pines, FL

33024Estacionamiento gratuito: College

parking lots.

Inscripciones: www.citizenshipfl orida.org. Entre a esta dirección y seleccione la opción: “Applicant Registration” para inscribirse en uno o en los dos eventos.

Si necesita más información acerca de los eventos puede llamar al 1-888-541-2826. También puede enviar un mensaje de texto a “citizenship” 23559, o un email a: [email protected].

Campañas de servicios legales gratuitos de inmigraciónEn los Condados de Miami Dade y Broward

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NUESTRA COMUNIDAD 3La Voz Católicamayo del 2014

Ana Rodríguez-SotoThe Florida Catholic

El predicador papal pasó un día en Miami, el 5 de mayo, impartiendo sus conocimientos a los sacerdotes y a cerca de 700 laicos de la Arquidiócesis.

El sacerdote capuchino franciscano Raniero Cantalamessa ha predicado y dirigido retiros espirituales para tres papas, uno de los cuales es ahora santo, Juan Pablo II, quien lo designó para ocupar el cargo de Predicador de la Casa Papal en 1980. Mantuvo su puesto con el Papa Emérito Benedicto XVI, y ahora con el Papa Francisco.

Ante una audiencia de laicos en el Insti-tuto Pastoral del Surste para el Ministerio Hispano, SEPI, el P. Cantalamessa decidió poner especial atención a lo que él llamó el impulso del Espíritu, y hablar de Pente-costés.

“La iglesia necesita un Pentecostés perenne”, dijo el P. Cantalamessa.

Predicando sin hacer uso de notas y con un lenguaje simple, el sonriente fraile pasó a analizar la sección de los Hechos de los Apóstoles que describe el Pentecostés: La efusión del Espíritu Santo sobre los após-toles, y la posterior predicación de Pedro a la multitud.

“Lo que pasó ese día, pasa de nuevo”, dijo el P. Cantalamessa. “Tenemos que creer que sigue ocurriendo”.

Luego pasó a defi nir algunos términos, como el de Espíritu Santo: “El amor perso-nal que hay en la Trinidad entre el Padre y el Hijo”, y el de Bautismo: “Ser sumergido en el amor de Dios”.

De este modo, lo que signifi ca ser “bau-tizado en el Espíritu” y lo que los apósto-les experimentaron en ese primer Pente-costés, fue “una inmersión en el amor de Dios”, dijo el P. Cantalamessa. “Ellos se sintieron sumergidos en el amor infi nito de Dios”.

“Este éxtasis colectivo causado por el Espíritu Santo, es lo que dio inicio a la Iglesia”, agregó. Impulsado por esa experiencia, San Pedro proclama el kerygma, literalmen-te, el “grito” de la fe cristiana: que el Hijo de Dios murió y resucitó de entre los muertos para salvar a los seres humanos de sus pecados.

San Pedro no se anda con rodeos, dijo el P. Cantalamessa. Él les dice a sus oyen-tes: Si has pecado, mataste a Cristo. Pero, como San Pablo declara más tarde, si “confi esas con tus labios que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”.

“La evangelización comienza con un

reconocimiento de nuestra relación con Jesús resucitado”, dijo el P. Cantalames-sa. Y “tenemos que aceptar a Jesús como Señor en todo” —no sólo cuando vamos a la iglesia: también en los negocios, en el trabajo y en la casa.

Refi riéndose a esa conocida imagen de Jesús tocando a una puerta, dijo que “el Señor no está tocando para entrar, sino para salir. Jesús quiere salir de donde lo tenemos encerrado”, agregó.

“Tenemos que empezar abriendo la habitación en desorden de nuestras

vidas”, dijo el P. Cantalamessa. Jesús “no es el adversario. No es el enemigo. Él

conoce mejor que nosotros lo que nos hace felices”.

Pero, a pesar de que Dios nos ama in-condicionalmente, ese amor “tiene conse-cuencias”, como se muestra en los Hechos de los Apóstoles. Cuando la muchedumbre le contesta a Pedro, “¿Qué debemos ha-cer?”, la respuesta de Pedro es: “Arrepién-tanse y reciban el Espíritu Santo”.

“En la vida de todas las personas hay un evento que determina un antes y un después”, dijo el P. Cantalamessa. Para las parejas casadas, ese momento es el día de su boda; para los sacerdotes, es el día de su ordenación. Pero para cada uno —como lo fue para los apóstoles en Pen-tecostés— debe haber otro momento de antes-después: “el momento cuando nos encontramos personalmente con Jesús” y nos sentimos “sumergidos” en el amor de Dios.

Hoy en día, en los Estados Unidos y especialmente en Europa, “estamos muy cerca de los tiempos de los apóstoles”, señaló el P. Cantalamessa. Ellos vivieron en un mundo precristiano, pero el mundo

de hoy es un mundo postcristiano. Para evangelizar ese mundo, los cristianos mo-dernos no pueden empezar por predicar la doctrina —como ha dicho el Papa Francis-co— sino por “seducir” a sus oyentes con el amor de Dios.

“Tenemos que ayudar a la gente a esta-blecer una relación personal con Jesús”, dijo el P. Cantalamessa. La fe no puede ser simplemente “un conocimiento abstracto, sino el sentimiento de que somos hijos de Dios”.

Posteriormente ese mismo día, el P. Cantalamessa habló a más de 500 laicos en la parroquia de St. Timothy, lugar que fue elegido porque el SEPI no podía acomodar a la gran cantidad de personas que querían escucharlo.

La mañana estuvo reservada para los sa-cerdotes de la Arquidiócesis, que también lo oyeron predicar durante una Misa que concelebró con el Obispo Auxiliar Mons. Peter Baldacchino.

“Fue el mejor minirretiro que he tenido”, dijo el sacerdote escolapio Rafael Capó, director ejecutivo del SEPI.

“Sumérjanse en el amor de Dios”, dice el Predicador Papal

Ana Rodriguez-Soto | FCEl P. Rainero Cantalamessa, capuchino franciscano, predicador de la casa papal desde 1980, le habla a un grupo de unos 200 laicos reunidos en el Instituto Pastoral del Suroeste (SEPI), en Miami, el día 5 de mayo.

“Tenemos que empezar abriendo la habitación

en desorden de nuestras vidas”, dijo el P.

Cantalamessa. Jesús “no es el adversario. No es el enemigo. Él conoce mejor que nosotros lo que nos hace felices”.

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mayo del 2014La Voz Católica4

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NUESTRA COMUNIDADmayo del 2014 La Voz Católica5

Ana Rodríguez-SotoThe Florida Catholic

El día que los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II fueron canoniza-dos, el P. Rafael Capó publicó una fotografía histórica en su página de Facebook: él mismo cuando era adolescente, saludando a Juan Pa-blo II en Roma, en el Primer Día Mundial de la Juventud, en 1985.

El entonces estudiante de secun-daria fue parte de una delegación de jóvenes de su natal Puerto Rico que asistieron a ese Día Mundial de la Juventud.

“Tenía esa pequeña semilla de la vocación desde bien peque-ño”, dijo el Padre. “Pero estaba peleando contra eso. De hecho, estaba pensando más en una chica de nuestro grupo, que en una vocación”, agregó.

Entonces, el Papa comenzó a hablar: “Abran ampliamente sus corazones al Señor. No tengan miedo de decir sí a su llamado”.

“Por favor, cállese. No quiero escuchar eso”, recuerda haber pensado el P. Capó. “Lo reconocí como el momento de un llamado muy fuerte a la vocación”.

Tiempo después, ya de vuelta en

Puerto Rico, y a punto de gra-duarse de la escuela secundaria, decidió hablar con un sacerdote sobre ese llamado, “para sacárme-lo de la mente”.

Después de todo, él ya tenía otros planes, incluyendo el de aceptar una beca para la Universi-dad de Yale.

Pero, cuando fue a hablar con el sacerdote, “dije un par de palabras y me puse a llorar. Lo supe. Eso es un sí. ¿Por qué estoy luchando contra eso?”

Recuerda que fue el 2 de febrero de 1986, la fi esta de la Presen-tación del Señor, lo que supo después. Hoy lo llama, “el día más feliz de mi vida”.

Ordenado sacerdote en 1996, por la Orden de los Escolapios, el P. Capó tuvo muchas oportu-nidades de reunirse y hablar con el futuro santo, cuando pasó dos años, de 1994 a 1996, estudiando en Roma y ayudando en la Ofi cina de las Celebraciones Litúrgicas.

“Tuve la oportunidad de hablar con él muchas veces. Dejó un sello muy, muy grande en mi corazón. Todo lo que hizo, es una parte grande de mi vocación”, dijo el P. Capó.

Lo que hace la historia aún más interesante, es que él no tenía en-tradas para la audiencia papal de ese Día Mundial de la Juventud.

Sabiendo que podría ser enviado a los extremos de la Plaza de San Pedro —o incluso más lejos, a la Via della Conciliazione— tomó la decisión: “Voy a entrar”. Junto con otro joven, también miembro de la delegación de Puerto Rico, trató de colarse con un grupo de una escuela de niñas. La Guardia Suiza frustró ese plan. Lo inten-taron de nuevo, esta vez pidiendo la ayuda de un grupo de religiosas mejicanas. La Guardia Suiza trató de frustrar ese plan también, pero, las hermanas se impusieron.

“Llegamos a la primera fi la, adelante, y tuvimos la oportunidad de hablar con el Papa”, recordó el P. Capó.

Años más tarde, se enteró de que su amigo también se convirtió en sacerdote de la Arquidiócesis de Boston.

“Sólo dos llegamos. Y los dos, somos sacerdotes”, dijo el P. Capó.

Por eso, durante años antes de la canonización ofi cial, y hasta hoy, “le pido a San Juan Pablo II que interceda por mi vocación y por la

vocación de muchos otros escola- pios y sacerdotes de la Iglesia”.

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Saludó a un santo, y se convirtió en sacerdote

Foto de cortesíaEl adolescente Rafael Capó (primero desde la derecha) saluda al Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, durante el primer Día Mundial de la Juventud, en 1985.

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NUESTRA COMUNIDAD mayo del 2014La Voz Católica6

Entrevista con Raúl León para La Voz Católica

Salvador Larrúa Guedes (1942), de profesión, es economista e historiador, pero también es un prolífero autor literario que cuenta en su haber con más de 34 obras escritas en Cuba y un total de 8 libros escritos en el exilio, en que ha abordado diversas temáticas religiosas y profanas. Su libro más reciente se titula Mons. Agustín Román: Guía espiritual de los cubanos. La obra recoge etapas de la vida del ilustre obispo cubano, fallecido en el 2012, y se espera que salga a la luz próximamente bajo el sello de Ediciones Universal. El volumen fue prologado por Mons. Thomas Wenski, Arzobispo de Miami, y en sus 592 páginas recoge testimonios de muchos de quienes conocieron y compartieron episodios de la vida de Mons. Román.

“La génesis del libro es la gran amis-tad que a mi esposa y a mí nos unía con Mons. Román”, dice Larrúa. Esta amis-tad, explica, “comenzó en 1994, cuando terminé de escribir mi libro Historia de la Iglesia en Cuba y le envié una carta a él acerca del libro. Él me respondió y seguimos el intercambio epistolar hasta el año 2004, fecha en la que vine a Miami con motivo de la publicación de uno de mis libros. Lo primero que hice al llegar aquí fue ir a la Ermita a saludar a la Virgen de la Caridad y a conocer personalmente a Mons. Román. Al año siguiente regreso a La Florida con mi esposa, con la intención de quedarnos, y recibimos una gran ayuda de parte de él en el proceso migratorio que debemos pasar los cubanos cuando nos establece-mos aquí.

“Aunque mi estilo de escribir historia es apoyándome, más bien, en los documentos que hablen de los hechos, en el caso de esta biografía de Mons. Román me apoyo en los testimonios de muchísima gente que habla de él. Pudiéramos citar entre los testimoniantes a Mons. Thomas Wenski, actual Arzobispo de Miami, a Mons. John Favalora, a Mons. Felipe Estévez, a un grupo de sacerdotes de esta Arquidiócesis como fue el P. Juan Rumin Domínguez, actual Rector de la Ermita de la Caridad, el P. José Luis Menéndez, el P. Oscar Castañeda, quien estuvo diez años al lado de Mons. Román y otros más. Entrevisté a quien fuera su obispo en Chile los cuatro años en que Mons. Román fuera destinado a ese país después de ser expulsado de Cuba. Aparece el testimonio de su hermana Giralda Román, quien nos cuenta episodios de la infancia de su hermano”.

“El libro recoge todas las etapas de su vida y, abundantemente, desde su llegada a Miami en el año 1966, donde decide quedarse esperando la inminente caída de la dictadura de Fidel Castro; también cuenta de su labor pastoral en

la Catedral de Saint Mary hasta que deciden ponerlo al frente de la construc-ción de la Ermita de la Caridad, de la que posteriormente pasa a ser su rector. Está reseñado todo el trabajo pastoral y humanitario que realizó durante los años que estuvo como responsable del Santuario, tanto con los cubanos exiliados como con los que quedaron en la isla, a quienes tenia siempre presentes en sus oraciones y en su acción, pues sin duda fue la etapa de su vida en donde se destacó más y que lo convirtieron en el líder de la co-munidad cubana en la Florida.”

Cuando le preguntamos a Salvador Larrúa qué características distinguen esta biografía de otras que se están editando sobre Mons. Román, responde:

“La primera es que el libro está basado en testimonios, pero que el principal testimonio es el de él. Me valí de las muchas entrevistas que le tuve que hacer cuando escribí La historia de la Virgen de la Caridad, en donde me narró muchos episodios de su vida. Me valí de las muchas vivencias mías y de mi esposa en los frecuentes encuentros que teníamos con él, y en donde recibíamos toda su bondad, y

cuyas conversaciones eran verdaderas clases de religión, de espiritualidad, etc. Agregué, además, las largas horas de entrevistas grabadas para otras cosas, conversaciones sobre temas personales, nuestros recuerdos de esos seis años a su lado, y los testimonios de muchos que compartieron con él a lo largo de su vida están recogidos también en

esta biografía. Esto hace que el libro no sea una secuencia de datos y fechas enumerados fríamente, sino que tiene toda una carga emotiva espiritual a la vez que objetiva.”

“Se ha escrito mucho en diversas publicaciones, incluso se están escribiendo otras biografías acerca de Mons. Román, y esto es muy bueno,

pues en cada una de ellas aprenderemos cosas nuevas, pero tenemos que señalar como otra característica particular el hecho de que este libro mío ha sido fi nanciado con donaciones privadas de personas interesadas en que se dé a conocer su vida y su obra, y esto le da cierto paralelismo de cuando se construyó la Ermita con limosnas o donaciones, “quilo a quilo”, como decía él. Este libro también ha sido fi nanciado “quilo a quilo”. El dinero

va a ser destinado a una cuenta bancaria que contribuirá al fi nanciamiento de la futura causa de canonización, que esperamos sea iniciada en fecha próxima. Eso es importante decirlo, para que no haya la idea de que vamos a hacer negocio con la vida de este hombre que lo dio todo.”

“Como tercera novedad está el hecho de que en este libro recojo testimonios de los cuatro años que Mons. Román trabajó en la diócesis de Temuco, Chile, y podremos conocer la labor pastoral que el desarrolló con los indios mapuches de aquella zona. Para eso entrevisté a Mons. Bernandino Piñera, que como dije anteriormente, era el obispo con quien trabajó allá y que en estos momentos tiene 97 años, y nos dio tres testimonios que aparecen íntegros de esta etapa de la vida sacerdotal y personal de Mons. Román. Para muchos autores o admiradores de la obra de él, es desconocida esta etapa de su vida, que es importante conocer.”

Finalmente, quisimos indagar acerca de la infl uencia que tuvo para el autor el haber realizado esta obra, a lo que nos contestó que “para mí, hablar o escribir de Mons. Román es como hacerlo de mi padre. Mi esposa y yo sentíamos hacia él un cariño extraordinario, y cuando él murió nosotros quedamos huérfanos; así lo sentimos, y creo que es un sentimiento de todos los cubanos en el exilio, e incluso los de la isla, que lo conocieron por la radio o que fueron benefi ciarios de su obra solidaria en algún momento. El conocer más detalles de su vida, nos hizo admirarlo y quererlo más; estamos convencido de su santidad, y éste será nuestro aporte a la hora de indagar sobre su vida”.

Salvador Larrúa Guedes habla sobre Mons. Agustín A. Román

Izquierda: Portada y contraportada del libro Monseñor Agustín Román: Guía espiritual de los cubanos, del Dr. Salvador Larrúa Guedes, impreso por Ediciones Universal. Derecha: Salvador Larrúa Guedes.

“Hablar o escribir de Mons. Román es como hacerlo

de mi padre.”—Salvador Larrúa

Raúl León

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8 ARQUIDIÓCESIS ARQUIDIÓCESISmayo del 2014La Voz Católica 9La Voz Católica

Ana Rodríguez-SotoThe Florida Catholic

Uno tiene 40 años, y los otros dos 29. Dos son argentinos, el tercero es haitiano. Todos llegaron al Sur de La Florida por diferentes razones. Todos recibieron el lla-mado de diferentes formas. Pero, el próximo 24 de mayo, los tres serán ordenados sacerdotes de la Arquidiócesis de Miami.

Todos están invitados a la cere-monia, que comenzará a las 10:00 de la mañana, en la Catedral St. Mary, presidida por el Arzobispo Thomas Wenski. Mientras tanto, éstos son los breves perfi les de los futuros sacerdotes de la Arquidió-cesis.

Diácono Matías Hualpa: “Fue la Santísima Madre”.

Nacido en San Juan, Argentina, el 4 de julio de 1973, el Diácono Hualpa trabajó como ingeniero de sistemas de información, para la IBM y para American Express. Fue su trabajo con American Express lo que lo trajo al Sur de La Florida en el 2003. Y “fue la Santísima Madre” quien lo trajo al sacerdocio.

Hasta hace una década, dijo el Diácono Hualpa, era “un católico de domingo”. Nunca asistió a una escuela católica. “La primera vez que fui a una escuela católica, fue al seminario.”

También tenía un plan para su vida: “Siempre quise casarme y tener hijos. La vocación al sacer-docio me sorprendió”.

Durante su último año en Argentina, mientras trabajaba en Buenos Aires, se involucró más en la Iglesia, a través de un grupo de adultos jóvenes. El grupo estaba afi liado con el movimiento Schoenstatt, una devoción Maria-na que comenzó en Alemania hace 100 años. “Me gustaba la espiri-tualidad del movimiento”, dijo el Diácono Hualpa.

Cuando vino a Miami, contactó a los devotos de Schoenstatt en esta ciudad y empezó ayudando con sus grupos juveniles. Una Semana Santa acompañó a un grupo al Santuario de Schoenstatt, en Texas. El sacerdote del lugar le preguntó: “¿Alguna vez has pensa-do en el sacerdocio? “Dije que no. Él dijo: ‘Piénsalo ’”.

El Diácono Hualpa lo hizo. Oró mucho. Habló con el director de vocaciones de la Arquidiócesis de ese entonces, el P. Manny Álvarez. La fecha límite para presentar la solicitud para el seminario estaba cerca.

“Estaba haciendo mi solicitud de inscripción, pero no estaba seguro de si la iba a presentar”, recordó.

Al mismo tiempo, American Express estaba pasando por una reestructuración. Su jefe lo llamó a su ofi cina, y el Diácono Hualpa se dio cuenta de que su decisión sería más fácil. “Pensé que era probablemente un buen momento para ser despedido, ya que estaba solicitando entrar al seminario”.

Pero, eso no fue lo que su-cedió. Le ofrecieron un trabajo mejor remunerado, residencia permanente en los Estados Unidos y la posibilidad de trabajar desde su casa.

“Desde que llegué a los Estados Unidos había estado pidiendo (por) todas esas cosas”, recordó el Diácono Hualpa. En ese momento, se dio cuenta: “Dios me está mos-trando: Todavía tengo la libertad de elegir”. El sacerdocio no puede ser la opción por defecto.

“Mi jefe me dijo: ‘Tiene una gran sonrisa en su rostro’”. Pero no era porque iba a conservar su trabajo. “Era porque en ese momento [decidí]: quiero seguir el sacerdocio”.

Entró al Seminario St. John

Vianney, en Miami, en el 2007, y después pasó al Seminario St. Vin-cent de Paúl, en Boynton Beach, después de completar dos años de estudios en preteología. Sirvió su año pastoral en St. Gregory, en Plantation, y su año diaconal en St. Andrew, en Coral Springs.

El Diácono Hualpa tiene una hermana mayor, una sobrina y un sobrino en Argentina, y una her-mana menor en Los Ángeles. Su padre murió en el 2002, su madre vive en Argentina. Sus hermanas y su madre están planeando asistir a su ordenación.

Diácono Iván Rodríguez: “Sentí el dedo de Dios”.

El Diácono Rodríguez será el segundo graduado del Seminario Redemptoris Mater, de Miami, en ser ordenado sacerdote. Nació en San Miguel de Tucumán, Argen-tina, el 6 de agosto de 1984. Sus dos hermanos, su mamá, su papá y sus cuatro sobrinas viven en Argentina.

Aunque estudió en una escuela católica por seis años, el Diácono Rodríguez se describe a sí mismo y a su familia como “católicos por papeles, no éramos católicos practicantes”.

Fue así hasta 1995, cuando su madre se unió a la primera comu-nidad del Camino Neocatecumenal en su parroquia. Él entró a la edad

de 13 años, bajo la presión de su madre, y con el tiempo el resto de su familia se unió también.

El Camino Neocatecumenal es un “itinerario de formación cristia-na” dirigido a la revitalización de la fe de los católicos, especialmen-te los nominales. A través de su formación en el Camino, el Diáco-no Rodríguez comenzó a entender la importancia de la Misa, de los sacramentos, de la comunidad de la Iglesia.

Pero el sacerdocio no estaba en su mente. “Jugaba fútbol en un equipo profesional. Tenía otro plan”, dijo. Si no hubiera llegado a un equipo de primera división (él jugó en tercera división, lo que equivale, en béisbol, a las ligas menores) se hubiera convertido en profesor de historia.

Todo cambió cuando conoció a un sacerdote que era parte de un grupo de catequistas del Camino Neocatecumenal. “Vino desde Ita-lia para anunciar la Buena Nueva en Tucumán, en mi ciudad”, re-

cordó el Diácono Rodríguez. “Me impresionó que hubiera dejado todo para anunciar el Evangelio”.

De hecho, recuerda el día exacto —el 3 de agosto de 1998— cuan-do “sentí el dedo de Dios en mi vida, (diciendo): ‘Te amo tal como eres’. Yo venía del mundo. Hice muchas cosas. Pero entonces sentí a Dios. Sentí que Dios me estaba llamando a algo mayor que todos mis planes”.

Al graduarse de la escuela secundaria, en el 2002, se fue por dos años a una experiencia misio-nera, visitando a los enfermos en hospitales y llamando a las puertas para anunciar la Buena Nueva.

Luego, en el 2005, en la clau-sura de un retiro neocatecumenal, en Italia, con otros misioneros jóvenes, “me ofrecí a ir a cual-quier lugar del mundo, para ser un sacerdote misionero”.

Así fue cómo se unió, en diciembre del 2005, al Seminario Redemptoris Mater, en la Arqui-diócesis de Denver. En octubre del

2011, le pidieron que se trasladara otra vez, al Seminario Redempto-ris Mater que estaba por abrirse en diciembre, aquí en Miami. Desde entonces, viaja diariamente desde la casa central del seminario, en la parroquia de St. Cecilia, en Hialeah, al Seminario St. Vincent de Paúl, en Boynton Beach.

Sirvió su año diaconal en la parroquia St. Patrick, en Miami Beach, donde ha encontrado un terreno fértil para hacer misión. Recientemente pasó un domingo en Lincoln Road, con una cruz y pancartas, rezando las Vísperas y predicando la Buena Nueva.

“Si fui salvado por este anun-cio de la Buena Nueva, creo que puedo salvar a otras personas por medio de este anuncio”, explicó el Diácono Rodríguez. “Mi vocación es ir a cualquier lugar. Mi equipaje está siempre listo”.

Diácono Fenly Saint-Jean: “El deseo de servir”.

Nacido el 26 de marzo de 1985

en Grande-Rivière-du-Nord, Haití, el Diácono Saint-Jean es el mayor

de tres hermanos y el único varón. Vino a los Estados Unidos en el 2003, justo después de graduarse de la escuela secundaria, para visitar a su tío, el P. Kidney Saint-Jean, el actual párroco de la iglesia Our Lady Queen of Heaven, en North Lauderdale.

Vino, pero nunca se fue.“Había algo allí de mi infancia”,

dijo el Diácono Saint-Jean, de la infl uencia de su tío en su vida. “He sentido el llamado para convertir-me en sacerdote desde que tenía ocho años”, agregó.

Recuerda el por qué. Escuchó a un sacerdote en su parroquia predicando: “Las cosechas son

abundantes, pero los trabajado-res son pocos”, alentando a los jóvenes a seguir sus pasos. “Por alguna, razón, aquello se quedó dentro de mí”, agregó.

Consideró estudiar medicina cuando estaba en la secundaria. Pero luego se mudó a una ciudad diferente en Haití, y de nuevo escuchó a otro sacerdote predicar sobre las vocaciones.

Fue entonces cuando el llamado se apoderó de él: “Las ganas de servir, de ser Cristo para los demás, especialmente para los excluidos, los pobres, las personas sin hogar”.

El Diácono Saint-Jean entró en el Seminario St. John Vianney en

el 2005 y pasó cuatro años allí, donde obtuvo una licenciatura en fi losofía, antes de completar otros cinco años en el Seminario St. Vincent de Paúl. Además de creole e inglés, habla francés y español.

Pasó su año pastoral en St. Elizabeth of Hungary, en Pompa-no Beach, y su año diaconal en St. Elizabeth Ann Seton, en Coral Springs.

La madre del Diácono Saint-Jean murió cuando él tenía 10 años; él espera que su padre, que vive en Haití, y sus herma-nas —una en Haití y la otra en Nueva Jersey— puedan asistir a su ordenación.

Conozca a sus nuevos sacerdotesDos argentinos y un haitiano serán ordenados

el 24 de mayo: éstas son sus historias

Arriba: La Catedral St. Mary, de Miami, donde los tres nuevos sacerdotes serán ordenados por el Azobispo de la Arquidiócesis, Mons. Thomas Wenski, el próximo 24 de mayo.Derecha: Los diáconos muestran su alegría por la póxima ordenación en esta foto presidia por el Crucifi jo.

Ana Rodriguez-Soto | FCDiácono Iván Rodríguez, de 29 años y natural de Argentina. Será ordenado el 24 de mayo en la Catedral St. Mary por el Arzobispo Thomas Wenski.

Ana Rodriguez-Soto | FCDiácono Matías Hualpa, de 40 años y natural de Argentina. Será ordenado el 24 de mayo en la Catedral St. Mary por el Arzobispo Thomas Wenski.

Ana Rodriguez-Soto | FCDiácono Fenly Saint-Jean, de 29 años y natural de Haití. Será ordenado el 24 de mayo en la Catedral St. Mary por el Arzobispo Thomas Wenski.

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10 NUESTRA COMUNIDADLa Voz Católica mayo del 2014

Rocío GranadosLa Voz Católica

Cuando Luis Roblejo decidió donar un riñón a su amigo el P. Philip Fabiano, no sabía que serían compatibles.

“Fue increíble que fuéramos compatibles; las probabilidades eran pocas, al no tener lazos de sangre que nos unan”, dijo el administrador de sistemas e instructor de artes marciales, de 42 años. “Pero somos compatibles”, agregó.

Roblejo, feligrés de la parroquia St. Thomas the Apostle, de Miami, y el P. Fabiano, vicario de la misma parroquia, se conocieron hace tres años.

Roblejo recuerda su llegada a esta parroquia de una “forma graciosa”. Dice ser un cantante terrible, pero le gusta seguir las canciones del coro. Cuando cantaban canciones que no estaban en el himnario, en su antigua parroquia St. Timothy, no tenía manera de seguirlas. Sus cuñados le dijeron que en St. Thomas tienen un excelente coro y además proyectan en las paredes las letras de las canciones que están cantando. “Cuando vine, me gustó y me quedé; es una comunidad pequeña, me sentí en casa y los domingos, después de la Misa, nos quedábamos conversando con el P. Fabiano y nos hicimos amigos”, agregó.

Debido a la persistencia del P. Fabiano, Roblejo se inscribió en un retiro de Emaús donde, según dice, “me di cuenta de cuánto el Padre ayuda a los demás. Cada uno de los participantes de ese día, tenía una historia con él, ya sea porque ha bautizado a un hijo, los ha casado, o les ha dado consejería”.

“Empecé a sentir que él no era un sacerdote común: es perceptivo, servicial y comunicativo; si tienes una pregunta él te dirá lo que necesitas escuchar”, agregó.

“Incluso después de una mala sesión de diálisis, cuando le preguntabas cómo estaba, decía

‘muy bien, muy bien’, y te preguntaba: ‘¿tú como estas?’, preocupado por ti”.

Al enterarse de la enfermedad del sacerdote y de que éste había estado en la lista de espera por cuatro años, Roblejo pensó en

la posibilidad de donarle un riñón. “Hablé con mi esposa y con mis dos hijos, rezamos juntos y después de la Misa de un domingo [en enero de este año], fui donde él, le di un abrazo y le dije: ‘te voy a donar un riñón’”.

Sabiendo que un trasplante de riñón es una cirugía mayor, Roblejo, un hombre saludable que no fuma ni bebe, prefi rió considerar los aspectos a

favor no de él mismo, sino del sacerdote. “Calculamos que perdía aproximadamente 25 horas a la semana en la diálisis. Cuatro horas conectado a la máquina, el tiempo que le

tomaba llegar al hospital, más el proceso de recuperación. Poniendo todo esto en consideración, no era una buena calidad de vida para alguien que disfruta de estar y de ayudar en la comunidad”, dijo Roblejo.

“Era devolverle su calidad de vida”, agregó.

La posibilidad de que no fueran compatibles existía, pero Roblejo estaba decidido a hacer la donación. “Si no hubiera sido compatible con él, me hubieran puesto en la base de datos para ver si era compatible con alguien más, y después hubieran buscado una compatibilidad para el P. Fabiano. Esto es lo que se llama la cadena de trasplante”, explicó Roblejo.

“Así se empieza el rompecabezas; de una forma u otra yo estaba dispuesto a entrar en el proceso. Estoy muy contento de que mi donación fuera directamente para el P. Fabiano”, agregó.

“Es el mejor amigo que se puede tener; no supe qué decirle, excepto que estoy muy agradecido”, dijo el sacerdote de 77 años, que llevaba años sufriendo de problemas con su hígado. En 1995 recibió un trasplante. La medicina que le dieron para mantener el nuevo hígado fue la que dañó sus riñones, explica el sacerdote.

“He estado tomando medicamentos durante años para tratar de mantener los riñones, pero hace cinco años uno de ellos me dejó de funcionar, y hace tres me dejó de funcionar el otro. Desde entonces he estado recibiendo diálisis tres veces por semana”, dijo el P. Fabiano.

Hasta que el 7 de abril, una semana antes de Semana Santa, recibió su nuev o riñón en el Hospital Jackson Memorial, de Miami.

Fue una cirugía laparoscópica: en vez de hacer la incisión por detrás, la hicieron por delante: “te colocan de costado, te hacen dos pequeñas perforaciones y una pequeña incisión para sacar el riñón”, explica Roblejo.

“Él tuvo suerte, porque no lo tuvieron que abrir; le colocaron un tubo por el cual introdujeron el nuevo riñón y con una cámara dentro, mirando por un monitor, se lo insertaron”, dijo Roblejo. No le extrajeron sus propios riñones porque no hubo necesidad; éste lo colocaron

debajo de los otros. De esta forma, el tiempo de recuperación es menor”, agregó.

“Ahora tengo tres riñones: dos que no funcionan y uno que si”, dijo el P. Fabiano, sonriente. Los médicos le han dicho que todo está funcionando muy bien, y que dentro de unos días volverá casi a la normalidad.

“Es un milagro, porque podría estar aún en diálisis, pero alguien me dio un riñón”, dijo el sacerdote.

Antes de conocer la enfermedad de P. Fabiano, Roblejo no pensó en ser donante de riñón, “pero he estado donando sangre por bastante tiempo. Mi tipo es O negativo, es buena para niños prematuros. Creo que hasta ahora he donado aproximadamente dos galones”, agregó.

“Muchos no saben cuántas personas hay en las listas de espera durante años, y no donan porque tienen miedo a lo desconocido, y a los riesgos de la cirugía; pero ahora los riesgos son mínimos”, agregó Roblejo, quien está en la lista de donantes médula y es donante de órganos. “Para mí, el cuerpo es sólo una concha: si no lo necesito más, ¿para qué llevármelo conmigo? Mis órganos están disponibles para alguien que pueda benefi ciarse de ellos. Trato de trasmitir esta forma de pensar a mis hijos”, añadió.

El P. Fabiano aún no se ha reintegrado a sus actividades cotidianas, porque su sistema inmunitario está debilitado y puede contagiarse fácilmente

de alguna enfermedad. En este período de convalecencia echa de menos el celebrar Misa, pero lo que sí ha podido hacer es comer un plato de arroz y frijoles negros; muy pronto espera comer “rabo encendido”, su platillo favorito.

“Me siento muy bien con mi

nuevo riñón. Éste fue mi regalo de cumpleaños; el día 7 tuve mi regalo: un riñón, 10 días antes de mi cumpleaños”, dijo el P. Fabiano.

“Desde ahora tenemos que celebrar dos veces, primero cuando recibió el riñón y después su cumpleaños”, agregó Roblejo.

“Es el mejor amigo que se puede

tener; no supe qué decirle, excepto que estoy muy agradecido”

—P. Philip Fabiano

Feligrés dona órgano vital a sacerdote

Foto cortesía de Luis RoblejoEl feligrés Luis Roblejo (izq.) y el P. Philip Fabiano, ambos de la parroquia St. Thomas the Apostle, se dan la mano en el quirófano con motivo de la donación de un riñón hecha por Roblejo al sacerdote.

“Para mí, el cuerpo es sólo una concha: si no lo necesito

más, ¿para qué llevármelo conmigo? Mis órganos están

disponibles para alguien que pueda

benefi ciarse de ellos.

—Luis Roblejo

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NUESTRA COMUNIDAD 11mayo del 2014 La Voz Católica

Rocío GranadosLa Voz Católica

Cuando Jesús llegó a una ciudad llamada Naím, una multitud pasaba con el féretro de un joven: era el hijo único de una viuda. Jesús, al verla llorar, le dijo: “No llores más”, y resucitó al hijo. De allí viene el pasaje sobre la viuda de Naím, en el Evangelio según Lucas (7:11-16), dijo Margarita Ucha, miembro del ministerio para viudas de la parroquia St. Kevin, en Miami.

El Ministerio Naím para viudas, de St. Kevin, está integrado por mujeres entre los 65 y 90 años, que han aprendido a poner a un lado la tristeza por la pérdida de sus cónyuges a través del apoyo espiritual, el amor, la comprensión y la oración.

La primera vez que fue a la reunión del grupo, María del Carmen Rodríguez entró llorando, como la viuda de Naím. “La coordinadora del ministerio me dijo: ‘No llores; dentro de poco no vas a lloras más, vas a ser feliz’, y así fue”, dijo Rodríguez, quien había perdido recientemente a su esposo y ahora asiste regularmente a las charlas en St. Kevin.

Rodríguez dice que paulatinamente, como al mes de asistir a las reuniones, “dejé de llorar, porque ya tenía compañía, fe; tenía a donde ir. Cada jueves había alguien que me levantaba el espíritu; entendí que era cosa de Dios que él [su esposo] se fuera primero, y todas pasamos por lo mismo”, agregó.

“No porque se muera el esposo nosotras nos vamos a morir también”, dijo Eneida Barrios, coordinadora del Ministerio Naím. “Tenemos que tener fe, no podemos tener miedo a la muerte, sino decir: Señor, dame fuerza para seguir hasta cuando tú me llames”, agregó.

Barrios empezó el ministerio en la parroquia Mother of Christ, con 12 personas, en el año 2001, después de asistir a un retiro para personas viudas en St. Brendan. Durante 11 años dirigió el ministerio en Mother of Christ, hasta que en el 2012 se trasladó a St. Kevin, donde ahora dirige el grupo de casi 30 mujeres, viudas como ella.

Es un ministerio de oración: se deja ir el dolor por la pérdida del ser querido rezando el Rosario, la Misericordia y el Ángelus. “Las asistentes a las reuniones crecen espiritualmente, y aprenden a mantener la unidad; eso es lo que vemos acá, el ocuparnos las unas de las otras, como dice el Evangelio”, dijo Luz Suárez, consejera de salud mental del Hospicio Católico en el área de Miami, quien también perdió a su esposo hace seis años.

“Cuando se pierde al esposo, todo cambia; la vida familiar, social, muchas tienen que aprender a conducirse solas. Van perdiendo la identidad social, porque ya no son casadas”, dice Suárez. El primer año es el más difícil, porque están los aniversarios, cumpleaños, primeras Navidades, primeras fi estas, etc., y todo

eso les afecta social, emocional, espiritual y físicamente. Tienen problemas estomacales, nerviosismo, ansiedad, falta de apetito y concentración. “Todo es parte de la depresión en la que se entra cuando perdemos al ser querido”, agregó.

Suárez llegó al ministerio de viudas en octubre del año pasado para invitarlas a participar en los Programas de Pérdida de un ser querido del Hospicio Católico, y fue ella la que se quedó; desde entonces asiste regularmente a las charlas.

“Asistir a las charlas ayuda a las participantes; ellas se van identifi cando poco a poco con las demás y gradualmente van sanando la parte emocional, física, social y espiritual a través de la oración, y compartiendo sus problemas se vuelven más unidas, se ve el sentido de familia que hay acá”, agregó.

Cuando llega una persona nueva, las demás integrantes la acogen dándole cariño, escuchando sus problemas, sonriéndole y “compartiendo nuestras vidas”, dijo Fredispina Munero, quien llegó llorando. “No podía decir ni mi nombre, las palabras se me ahogaban en la garganta”, y ahora es la más activa de las integrantes, organiza salidas en grupo y fi estas en su casa.

“Este grupo nos ha dado mucho aliento a todas; hoy nos sentimos contentas, nos queremos; son las mejores amigas que el Señor nos ha dado a esta edad”, dijo Silvia Serna, integrante de Naím en St. Kevin. Cuando empezó a asistir a las charlas hace mas de 10 años, dice, “me aterraba la palabra viuda, hoy me siento contenta, y digo que contenta voy a la reunión de las viudas”.

“He encontrado alegría en este grupo; se ayudan las unas a las otras; la pasamos muy bien juntas, venimos aquí a recibir gasolina, para que el Señor nos llene y el Espíritu Santo nos ilumine para seguir el diario vivir”, dijo Luz Rodríguez, la más

joven y la única divorciada del grupo.El mayor logro del ministerio en estos

trece años, es que “todas han salido de la depresión”, dice Barrios. Tenía 62 años cuando perdió a su esposo. Se habían conocido cuando ella tenía cinco años.

Pertenecer al grupo la ayudó a “ver las cosas distintas; cuando falta un familiar, uno no puede encerrarse; no es fácil después de tantos años; fue mi primer novio, no tuve otro”, agregó.

Parte de las actividades del grupo de Naím es ayudar a los demás, y así recolectan útiles escolares para los niños de bajos recursos y apoyan a los seminaristas, entre otras tareas. Además, organizan excursiones: fueron a San Agustín, y están planeando ir al Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, en Irondale, Alabama, a fi nes de mayo.

Un refugio contra la soledad: Naím

Rocio Granados / LVCIntegrantes del Ministerio Naím para viudas, de la parroquia St. Kevin.

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12 REFLEXIONESLa Voz Católica mayo del 2014

La historia de las obras y enseñan-zas de Jesús tiene como antecedente inmediato la abrupta aparición de quien sería el último de los profetas hebreos: Juan el Bautista.

Una muchedumbre de seguido-res y curiosos acude a escuchar a Juan en el desierto de Judea, y muchos aceptan sus severas admoniciones y su bautismo, o inmersión en las aguas del río Jordán, como símbolo de que el bautizado renuncia a todos sus pecados y se consagra a una vida en acuerdo con los mandamien-tos de Yahvé, el Dios que dio la Ley a los judíos. De entre esta muchedumbre sale Jesús, quien ha venido de Nazaret, la aldea donde hasta entonces ha vivido con sus padres, sus hermanos y sus hermanas.

El anónimo artesano de treinta años escucha las prédicas del Bautista, quien, a la manera de los antiguos profetas, exige de Israel nada menos que una conversión inmediata y radical a las leyes y las reglas establecidas por las Escrituras. En el momen-to de someterse al bautismo, Jesús oye la voz del Padre: Tú eres mi hijo.

Después de ser bautizado, Jesús, “im-pulsado por el Espíritu”, permanece en el desierto unos cuarenta días. Durante este retiro —símbolo de los cuarenta años de Moisés en el desierto— Jesús se adentra en la plena conciencia de su propio mensaje, que parte del de Juan en cuanto a las exigencias morales, pero que se apartará del de aquél tanto cuanto un hombre parece haber diferido del otro: ante la intransigencia vociferante de Juan, la persistente caridad de Jesús comienza a encontrar sus propias palabras durante aque-llos días iniciáticos, en lo que ha de haber sido el monólogo inte-rior que dio forma verbal a sus enseñanzas. Marcos se refi ere a este proceso espiritual de Jesús mediante una espléndida formu-

lación simbólica: “y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Esta-ba entre los animales del campo y los ángeles le servían” (Mc. 1:13). Mateo y Lucas, elaboran-do a partir de Marcos, crean el episodio de las Tentaciones, en que Jesús, por boca de ambos evangelistas, se enfrenta con Satanás en un diálogo teológico basado en las Escrituras.

Poco después, Juan es arresta-do por guardias de Herodes, rey de Judea, a quien el Bautista ha censurado públicamente: “No te está permitido tener la mujer de tu hermano” (Mc. 6:18). La ausencia del iracundo profeta del Jordán deja a sus discípulos sin maestro, y a la muchedumbre de sus seguidores sin un guía espi-ritual en torno del cual congre-garse. Este hecho es decisivo en la vida pública de Jesús, quien comienza a predicar a partir del arresto del Bautista: “Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios” (Mc. 1:14).

Pero, a diferencia de Juan, Jesús no clama en el desierto, sino que va en busca de sus pri-meros discípulos “bordeando el mar de Galilea”. Habla con ellos como el caminante que pasa, se detiene, sonríe, saluda e inicia una conversación aparentemente

casual. Y esta conversación lo cambia todo: divide la vida de su interlocutor en un antes y un después irre-conciliables, tal como el antes y el después en que su prédica dividió la histo-ria del mundo.

Esta prédica es el viaje de Jesús a través de la geografía de Israel: desde sus primeras

manifestaciones públicas en Cafarnaúm y sus curaciones de “endemoniados”, ciegos y leprosos, hasta su entrada fi nal en Jerusalén. A lo largo de este viaje, las obras y las enseñanzas de Jesús, dirigidas ambas a la proclamación del Reino de Dios en la tierra y a la sanación física y espiritual de quienes deseaban escucharle y creerle, arrastraron consigo a hombres y mujeres que vieron en él al Hijo del hombre profetizado por Isaías: la encarnación y la expresión de un ideal de trascendente pleni-

tud moral y espiritual que venía germinando, desde tiempos inmemoriales, en la conciencia de la humanidad.

Jesús partió de una formula-ción religiosa mucho más radical que la de su precursor el Bautis-ta: “La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del Reino de Dios” (Lc. 16:16). Es decir, Jesús se manifi esta como el iniciador de una Nueva Alianza espiritual entre Dios y el hombre. Una Nueva Alianza que el defi nió, repetidamente, como “el Reino de Dios”, que “viene sin dejarse sentir” y “está entre vosotros”; un reino basado no sólo en la reconciliación bíblica entre Dios y el hombre, sino en la futura comunión espiritual del ser humano con Dios. De aquí sus constantes referencias a Dios como “mi Padre”, y a sí mismo como el “Hijo del hombre”. El Reino de Dios, por lo tanto, se realizaba y se realiza con él y en él. Sus discípulos vieron en esta integración espiritual entre Dios y el hombre en la persona de Jesús, un signo inequívoco de la condición mesiánica del Maestro de Nazaret, y, consecuentemente, se afanaron por adjudicarle, en el dilatado proceso de redacción que dio su forma canónica a los Evangelios, todas y cada una de las características con que las Escrituras hebreas parecían identifi car al esperado Mesías, enviado por Yahvé para redimir a su pueblo de la opresión de sus

enemigos.La proclamación fi nal de

este mensaje la realiza Jesús en Jerusalén, adonde llega como conclusión de su viaje de prédi-cas y sanaciones por todo Israel. Antes de entrar en el Templo de Jerusalén, de cuyo recinto expulsaría a los mercaderes de la religión, Jesús proclama su iluminador mensaje: “El reino de Dios ya está entre vosotros” (Lc. 17:21). Y el advenimiento de este Reino trae consigo la radical terminación de todo lo viejo, por muy sagrado que haya sido.

En Jerusalén, Jesús ratifi ca la profecía de Daniel sobre la destrucción del Templo (Dn. 9:20-27), el centro sagrado del judaísmo: “¿Ves estas grandio-sas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida” (Lc. 21:6). Allí celebra su última Pascua: lava los pies a sus discípulos y comparte el pan y el vino tradicionales con ellos, en un acto de comunión que es el corazón del cristianis-mo. En Jerusalén, “la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados” (Mt. 23:37), es condenado por las autorida-des religiosas judías como una amenaza a la seguridad de lo que escribas y fariseos llamaban “la nación”, sometida y regida por el imperio romano.

Pero el Evangelio de Jesús —la Buena Nueva— no se realizaría en la historia, sino en la conciencia espiritual del ser humano. Su proclamación del

Reino de Dios es un hecho que ocurre, permanentemente, en el presente, en un “aquí y ahora” que comenzó hace dos mil años y que, como le anunció el ángel a María, “no tendrá fi n”.

“¡A nuestro lado anda Jesús”, escribió José Martí hace más de un siglo, “y se muere de angus-tia porque no le ayudan a hacer bien!”

El Evangelio de Jesús es la más fascinante historia que se haya narrado: la de las ense-ñanzas y las obras de sanación física y espiritual del Maestro de Nazaret entre los humildes habitantes de su tierra, quienes se congregaron en torno suyo y lo siguieron en virtud de su fa-cultad de curar cuerpos y almas, facultad en la que sus discípulos reconocieron la más convincente señal de su condición divina. Es-tas doctrinas y estas obras son la esencia y la sustancia del cristia-nismo, cuya propuesta espiritual sigue abierta ante los hombres como el insondable misterio del sepulcro vacío de Jesús y las palabras del “joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca”, a las mujeres que acudieron al amanecer, “pasado el sábado”, para ungir su cuerpo: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucifi cado; ha resucitado, no está aquí” (Mc. 16:6).

A nuestro lado anda.

Editor de La Voz Cató[email protected]

A nuestro lado anda Jesús

Emilio de Armas

“Cristo y el joven rico” (1889), óleo del pintor alemán Heinrich Hoffman (1824-1911).

“¡A nuestro lado anda Jesús, y se

muere de angustia porque no le

ayudan a hacer bien!”

—José Martí

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FORMACIÓN CRISTIANA 13mayo del 2014 La Voz Católica

Evangelio según San Mateo (28:16-20) En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan pues y enseñen a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándolas a cumplir todo lo que yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fi n del mundo.Refl exión:

Como si volviera al marco del Sermón de la Montaña, el Resucitado reúne a sus discípulos en un monte y los envía a construir una nueva comunidad totalmente abierta a la universalidad. Nace así la Iglesia, con el mandato y la misión de evangelizar “a todas las naciones”, y de sumergir a los pueblos en la realidad de la vida trinitaria, invitándolos a vivir a la manera de Cristo Jesús. Para llevar a cabo esta encomienda, cuentan

no sólo con el poder del Señor y de su Palabra, sino sobre todo con su constante presencia en medio de la comunidad creyente.Para pensar:

La fe es la capacidad para superar las dudas. Sin embargo, aunque todos

los apóstoles se han postrado delante

del Señor resucita-do, algunos todavía no

acaban de creer del todo. A pesar de las difi cultades y

los momentos de sombras, el creyente debe saber en quién

se ha confi ado, para pisar fi rme en la andadura del Evangelio.

Para profundizar: No esta-

mos solos; siempre estuvimos, estamos y estaremos en las manos de la Divina Providencia, manifes-tada en la compañía de Cristo Jesús. El Evangelio nos invita a regresar una y otra

vez a la primera experiencia, porque hace falta releer en clave de fe nuestra historia personal; se impone volver al principio para renovar la alegría de la fe y el sentido de nuestra misión en la Iglesia.

Evangelio según San Juan (3:16-18) Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por Él. El que cree en Él, no será condenado; pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.Refl exión:

El amor que Dios ha manifestado al mundo es total; tanto que nos ha dado su propia vida a través de Jesucristo. Por eso todo su empeño está en que alcancemos la salvación y no la condenación. Él hará todo lo posible (y hasta el milagro de lo

imposible) para que nos salvemos; sin embargo, en todo momento, Él respetará nuestra libertad, nuestra elección y nuestra voluntad.

Para pensar: La misión de

Cristo está en plena consonancia con la voluntad de su Padre: acrecentar la vida, no cortarla de raíz; llevarnos a la plenitud de la felicidad y a una dichosa, abundante y completa realización personal.Para profundizar:

La fe no es una suma de creen-cias, sino ante todo un comportamiento que refl eja nuestra relación con Cristo Resucitado. Una relación que debe

transformar nuestro modo de pensar, de actuar y de ser.

Evangelio según San Juan (6:51-58) En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Disputaban los judíos entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Entonces Je-sús les dijo: Yo les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida eterna en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucita-ré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es ver-dadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Él, como el Padre que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él; así también, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el maná que comieron sus padres, pues murieron, el que come este pan vivirá para siempre.Refl exión:

Cristo nos invita a una total comunión

con su vida; una comunión que es ante todo una manifestación del signo central de su vida: el misterio de su entrega. La Eucaristía es muchísimo más que una devoción piadosa y emotiva: es ante todo comulgar con el cuerpo entregado y con la sangre derramada del Señor. Es, como afi rmó

San Agustín, “convertirse en aquello que comemos”.Para pensar:

La presencia real del Señor Re-sucitado en la Eucaristía, nos llama a sentar-nos juntos en la misma mesa para compartir juntos la misma Fe y la misma misión; una acción que debe tener conse-cuencias porque el sacramento se realiza en la atención y el servicio al mis-mo cuerpo de Cristo, también

y sobre todo, presente en el pobre, en el que sufre desamparo, soledad, necesi-dad y abandono.

Para profundizar: ¿Qué es comulgar para mí? ¿Cristo Eucaristía me empuja a vivir la fe con todas sus consecuencias? ¿Dejo que su presencia en mí me transforme en Él?

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Ascensión del Señor. 1º.de junio del 2014

Domingo de Pentecostés. 7 de junio del 2014

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. 22 de junio del 2014

Domingo de la Santísima Trinidad. 15 de junio del 2014

Evangelio según San Juan (20:19-23) Al anochecer del día de la resurrección, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: La paz esté con ustedes. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a lo que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.Refl exión:

Juan quiere conectar el misterio de la resurrección de Jesús con la efusión del Espíritu Santo a la comunidad apostólica. Jesús ofrece el don de la paz. Un deseo de plenitud total que abarca todas las

esferas posibles de la vida. Ser, delante de Dios, todo lo que sólo Dios sabe que

podemos llegar a ser. La Iglesia, don del Espíritu, nace para perdonar, para reconciliar, para ser signo de la misericordia operativa

del padre de los Cielos.Para pensar: El primer mandato de

Cristo nos hace agentes del perdón, canales de reconcilia-

ción. El cristiano recibe y debe comunicar la paz

a una humanidad tensa, cansada, confundida, vacía de espíritu. El Señor irrumpe en una comu-nidad asustada, encerrada, acorralada, que al verlo se llena de alegría. Todo

cambia cuando descubrimos que

Él está cerca.Para profundizar:

El Resucitado es el mismo que el Cru-

cifi cado. Lleva impresas las huellas de los clavos y la lanzada del costado. Como Él, nosotros también so-mos seres heridos que buscamos sanar a los demás, siendo agentes de miseri-cordia, reconciliación y paz.

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14 CALENDARIOLa Voz Católica mayo del 2014

AMBIENTE SEGUROLos talleres de Virtus ayudan a padres, maestros y cualquier persona que trabaje con niños, a darse cuenta de las señales de abuso sexual y a reconocer a los abusadores. Las sesio-nes son gratis, de tres horas de duración, y son un requisi-to para todos los empleados y voluntarios en las escuelas, parroquias y entidades de la Arquidiócesis de Miami. De-bido al tema, no se permite la presencia de niños. Para inscri-birse, visite www.virtusonline.org, busque la palabra “regis-tration”, en amarillo, localiza-da a la izquierda de la página, escoja “Miami”, y encontrará las sesiones disponibles. Para más información, llamar al 305-762-1250. Si debe reportar un abuso por parte de alguien que represente a la Arquidiócesis, 1-866-802-2873 (gratis); para reportar todas las alegaciones de abuso a las autoridades ci-viles: 1-800-962-2873.

COMUNIDAD“Man Cave” con el Arzobispo Wenski, a benefi cio del progra-ma de Unaccompanied Minors (menores sin acompañamien-to), de Caridades Católicas. Viernes, 30 de mayo, 7-9 p.m., Cuban Crafters, 3604 N.W. 7 Street, Miami. Una oportunidad para que los caballeros disfru-ten de una velada relajante y entretenida con el Arzobispo, al estilo de la Habana Vieja. 305-762-1051, [email protected].

Catholic Hospice necesita voluntarios. Si usted es buen oyente y puede ofrecer dos o

tres horas durante la semana, nuestros pacientes con enfer-medades terminales y sus fa-milias necesitan personas que puedan compartir un rato con ellos. Se requiere inscripción. 305-351-7103, 305-822-2380.

EDUCACIÓN EN LA FESoutheast Pastoral Institute (SEPI), 7700 S.W. 56 Street, Miami, 305-279-2333: Semi-nario de Liderazgo Pastoral I, II, III, 31 de mayo-7 de junio. Estudio, capacitación y creci-miento espiritual en un ambien-te comunitario, con la riqueza de otros agentes de pastoral hispana. Elementos, dimen-siones, habilidades y técnicas para un liderazgo efectivo. Es-piritualidad del liderazgo cris-tiano; bases escriturísticas y aplicación en Estados Unidos. 305-279-2333.

Centro de Espiritualidad Ignaciana, 12190 S.W. 56 Street, Miami. Inscripción e in-formación: 305-596-0001:

• Martes, 20 de mayo, 7:30 p.m.: “La Familia en la Doctri-na Social de la Iglesia”.

• 22-25 de mayo: “Actualiza-ción Teológica para el Laico de Hoy”, taller para maes-tros de escuelas católicas, coordinadores de movimien-tos apostólicos, maestros de catecismo y toda persona que quiera actualizar su for-mación catequética recibida hace muchos años.

• Martes, 27 de mayo, 7:30 p.m.: “La Sociedad Contem-poránea y la Doctrina Social

de la Iglesia”.

• 29 de mayo-1ro de junio: Ejercicios Espirituales.

ESPIRITUALIDADTalleres de Oración y Vida, para aprender y profundizar en el arte de orar y desarrollar una relación personal con el Señor, desde los primeros pasos has-ta la contemplación. Duración: 15 semanas. Para información sobre las parroquias participan-tes: 305-629-9620, [email protected].

Taller para fortalecer la fa-milia, Casa Caná, 480 East 8 Street, Hialeah. 29 de junio: “Comprendiendo al hombre”, principios de psicología mas-culina. Ofrecido por el Movi-miento Familiar Cristiano con el fi n de crear “un mundo me-jor a través de una familia más feliz”. Se solicita una donación para cubrir gastos de almuerzo y refrigerios. Inscripción 305-888-4019, www.casacana.org.

GRUPOS DE APOYOMinisterio Betania, para pa-dres y madres que han perdido hijos. Reuniones los primeros miércoles de mes a las 7 p.m., iglesia de St. Brendan, 8725 S.W. 32nd Street, Miami. 305-221-3761, 305-219-2757.

Vida Eterna, ministerio de duelo de la parroquia Mother of Our Redeemer, 8445 N.W. 186 Street, Miami, se reúne el segundo jueves de mes, 7:30 p.m., en el salón 8 en el cole-gio. 305-951-1036.

JÓVENES Y JÓVENES ADULTOSLío 2014, primer congreso juvenil de la iglesia de St. Louis, 7270 S.W. 120th Street, Pinecrest. 30 y 31 de mayo. $20, incluye materiales y comi-das. 305-877-0890, 305-237-7562, stlcatholic.org/facebook.

Voceros de Cristo, grupo de jóvenes adultos de la iglesia de St. Agatha, 1111 S.W. 107 Ave., Miami, se reúne todos los miércoles de 8-10 p.m. para co-nocer, vivir y proclamar la pala-bra y el amor de Dios. Abierto a personas de 18 a 35 años. [email protected].

MISAS Y ORACIÓNDevociones en la parroquia de St. John Bosco, 1349 West Flagler Street, Miami, 305-649-5464. Les invitamos a acompa-ñar a nuestra comunidad:

• Hora Santa: primer viernes del mes, 8 p.m.

• Rosario y Misa por la visita de la Virgen peregrina: primer sábado del mes, 4 p.m.

• Adoración del Santísimo Sa-cramento: lunes a viernes, 8:30 a.m-6:45 p.m.

Cenáculo Eucarístico con las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y Ma-ría, con Misa y adoración del Santísimo Sacramento, ora-ción por los enfermos, y por las necesidades de la Iglesia y del mundo. Primer viernes de mes en la iglesia de St. Brendan, 8725 S.W. 32nd Street, Miami; segundo y cuarto viernes de mes en la iglesia de St. Ray-mond, 3475 S.W. 17th Street, Miami; y tercer viernes, en la iglesia de St. Michael, 2987 West Flagler Street, Miami.

PREPARACIÓN Y ENRIQUECIMIENTO MATRIMONIAL Camino del Matrimonio, pro-grama de preparación matri-monial en español que para las parejas que desean celebrar el sacramento del matrimonio en la Iglesia Católica. Sesiones separadas: 12-13 de julio y 26-27 de julio, Southeast Pasto-ral Institute (SEPI), 7700 S.W. 56th Street, Miami. $125 por pareja. 305-226-4664.

Matrimonio 2000, programa

de preparación para parejas casadas por lo civil que desean casarse por la iglesia. Domin-go, 20 de julio, 8:15 a.m.-5:30 p.m., iglesia de St. Timothy, 5400 S.W. 102nd Avenue, Mia-mi. 305-821-0002.

Grupos de apoyo para ma-trimonios, reuniones hasta el mes de junio. Para información, comunicarse directamente con los coordinadores:

• Casa Caná, 480 East 8 Street, Hialeah. 786-399-9783, [email protected]: miércoles 8-9:30 p.m. (reuniones quincenales); se-gundo y cuarto sábado de mes, 4:30-6:30 p.m.

• Iglesia de St. Brendan, 8725 S.W. 32nd Street, Miami, 786-201-0890: jueves, 7:30-9 p.m.

• Escuela de Mother of Our Re-deemer, salón #9, 8445 N.W. 186th Street, Miami, Miami. Para horarios, llamar al 954-261-0241 o escribir a [email protected].

Pre Caná, requisito de prepa-ración matrimonial para todas las parejas comprometidas; ofrece capacitación sobre sa-cramentalidad y la Teología del Cuerpo, de San Juan Pablo II. Inscripción e información: 305-762-1148/1157, [email protected], www.miamiarch.org/familylife.

Preparación prematrimonial por internet, para parejas con circunstancias especiales que no les permiten asistir a los programas en las iglesias. Pastoral Familiar: 305-762-1148/1157, [email protected].

Enriquecimiento matrimonial a nivel espiritual y práctico, a través de Post Camino. Se-gundo miércoles de mes en el SEPI, Southeast Pastoral Ins-titute (SEPI), 7700 S.W., 56th Street, Miami. 305-226-4664.

“Permitiendo al Señor con-vertir nuestra agua en buen vino”, taller para matrimonios y noviazgos comprometidos, presentado por el ministerio Unidos Para Siempre. Reu-niones el segundo sábado de mes, 4-6 p.m. en el comedor de la iglesia de St. Boniface, 8330 Johnson Street, Pembroke Pi-nes. 954-432-2750.

RETIROSJornada de oración con Ma-ría, Reina de la Paz, 24-25 de mayo, Our Lady of the Ro-sary-St. Richard, 7500 S.W. 152 Street, Palmetto Bay. 305-412-1700, [email protected].

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VIDA DE LA IGLESIA 15mayo del 2014 La Voz Católica

En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.

Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la Resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20,28).

Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fi delidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: “Sus heridas nos han curado”

(1 P 2,24; cf. Is 53,5).San Juan XXIII y San Juan Pablo

II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf.

Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.

Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en

Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifi esta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.

En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había “una esperanza viva”, junto a un “gozo inefable y radiante” (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purifi cados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la

náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.

Esta esperanza y esta alegría se respiraban en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.

Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fi sonomía originaria, la fi sonomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos.

No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del

Concilio, San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia: fue el Papa de la docilidad al Espíritu.

En este servicio al Pueblo de Dios, San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.

Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.

“Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de

las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina

que siempre espera, siempre perdona, porque siempre

ama.”–Papa Francisco

Homilía del Papa Francisco en la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIIIEn una ceremonia sin precedentes en la historia de la Iglesia, el Papa

Francisco declaró santos a San Juan Pablo II y San Juan XXIII durante una Misa concelebrada el 27 de abril del 2014 por más de mil pastores entre cardenales, obispos y sacerdotes,

incluyendo al Pontífi ce Emérito Benedicto XVI

Los retratos ofi ciales de los dos nuevos santos, San Juan XXIII y San Juan Pablo II, expuestos durante la ceremonia de canonización en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el 27 de abril del 2014.

VATICANO, 27 Abr. 14 / 05:24 am (ACI).- Al concluir la Misa de canonización en la que declaró santos a San Juan Pablo II y San Juan XXIII, el Papa Francisco rezó el Regina Coeli, la oración mariana que corresponde al tiempo de Pascua, y destacó que ambos pontífi ces amaron como verdaderos hijos a la Virgen María.

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ESPIRITUALIDAD16La Voz Católica mayo del 2014

El anciano Zacarías, con esfuerzo, ha subido los empinados escalones del templo. A él, un sacerdote rural y muy poco conocido en Jerusalén, fi nalmente le ha tocado en suerte ofrecer el incienso en el sacrifi cio de la tarde. No recordaba él una ocasión, ni un honor semejante a éste. Entre

tantos turnos diferentes y el gran número de los que ejercían el ofi cio sacerdotal, ésta era una gran suerte. Una ocasión que a muchos les tocaba solo una vez en la vida, y a otros nunca. Concentrado e impresionado por la grandeza y la belleza del lugar, intenta buscar en su mente las palabras rituales de rigor, pero una inesperada voz se lo impide: “No temas, Zacarías”.

Lucas, el evangelista, quiso comenzar su relato de la infancia de Jesús con dos experiencias celestiales, descritas en paralelo: la anunciación a Zacarías, en medio del esplendor solemne del Templo de Jerusalén, y la de una humilde doncella, oculta en la paupérrima aldea nazarena. Un relato nos lleva al otro, y ambos quedan enmarcados con elegancia y teológica delicadeza.

El ángel no ha ofrecido un saludo a Zacarías, porque, según la costumbre de entonces, este saludo debía iniciarlo el sacerdote, que en el orden y el rango de honor ocupaba un lugar inferior al celeste mensajero. Dios le anuncia la anhelada fecundidad de Isabel, pero él no sólo lo considera improbable, sino además imposible, a causa de la avanzada edad de ambos. No ha tenido en cuenta que toda la historia de su pueblo está anclada en la promesa del Dios de Israel, que hizo esperar al patriarca Abraham, contra toda esperanza humana posible, hasta que su fi delidad a toda prueba germinó en el hijo de la promesa, fl oreciendo en el vientre seco de Sarah.

Zacarías quedará mudo, un terrible castigo para un hombre, porque pierde el más importante signo social de la masculinidad: su elocuencia. De ahora en adelante, otros tendrán que hablar en lugar suyo, tal como le sucede a las mujeres en Israel.

Como en una moderna secuencia cinematográfi ca, la escena nos lleva a la humilde cueva donde vive María, en Nazaret. Una aldea de poquísimas casas, la mayoría de ellas levantadas con muros de adobe y techos de ramaje; prácticamente, un enclave formado por familias de Judea venidas a Galilea en busca del trabajo que hay en abundancia en la cercana ciudad de Séforis, donde, en unas antiguas ruinas, Herodes el Grande intenta levantar una hermosa capital para su nuevo reino.

En Nazaret la acción es muy diferente, porque esta vez es el ángel Gabriel quien inicia el saludo. El honor ante Dios que

tiene esa joven mujer es superior al de toda criatura, incluidas las celestiales. Lucas nos presenta un diálogo asombroso para el lector de la época, no sólo porque es el ángel quien inicia el saludo, sino porque éste se dirige nada menos que a una mujer, que nunca debían ser saludadas en Israel, y porque además no emplea el tradicional “Shalom”, sino aquella forma que se empleaba sólo para dirigirse a la madre del Rey, y que traducimos como “Dios te Salve”. Tan raro le resulta esto a María, que se pregunta admirada el signifi cado de semejante saludo.

A diferencia de Zacarías, que no ha creído, María se fía totalmente de la Palabra de Dios, que le

ha llegado por medio del ángel, aunque apenas logre entender todo el alcance de lo que ha sucedido. Ella, que no es

experta en teología, como Zacarías, sí está plenamente convencida de que para Dios no hay nada imposible.

Ante la propuesta del ángel, que no le ha dado demasiadas explicaciones, acepta con fi rmeza, y su respuesta, según el sentido típico del Mediterráneo, signifi ca: “Como tú quieras”.

La virgen, ahora encinta, se marcha a las montañas de Judea para acompañar en los últimos meses del embarazo a su

anciana parienta y verifi car, como se esperaba que lo hiciese, el signo que

Dios le ha ofrecido. Allí se escuchará la primera bienaventuranza que resuena en todo el evangelio lucano: “¡Dichosa tú que has creído!”

Los relatos de la infancia sitúan a María abriéndose paso entre el asombro y la meditación interior. De esta manera, los evangelistas nos la presentan como el perfecto modelo del creyente, de aquel que sin entender apenas el rumbo de los planes de Dios, los acepta y medita sobre ellos una y otra vez, convencido de que todo lo que viene de Dios es bueno y conveniente.

Mateo, al narrar la estelar aventura de los magos en busca del rey de los judíos, describe emocionado cómo, al entrar éstos en la casa, “vieron al niño con su madre, María”. Una auténtica escena de realeza, porque, para el mundo bíblico, la reina era la madre del rey y no su esposa. Así los magos de Oriente, al encontrar y venerar al rey de Israel, lo contemplan sentado en el regazo de su madre, la Reina.

Director asociado de la Ofi cina de Ministerios Laicos

[email protected]

“María se fía totalmente de la Palabra de Dios, que le ha llegado por medio del ángel, aunque apenas logre

entender todo el alcance de lo que ha sucedido.

Ella, que no es experta en teología, como Zacarías, sí

está plenamente convencida de que para Dios no hay

nada imposible.”

¡Alégrate, María!

“La Anunciación”, Konrad Witz (siglo XV). Museo de Nuremberg.

Rogelio Zelada