Maya Banks - KGI 09 - Cuando Rompe El Alba

8/17/2019 Maya Banks - KGI 09 - Cuando Rompe El Alba

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Maya Banks Cuando rompe el alba

KGI — 09

Traducción de MartaT Corrección de Hotty

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MAYA BANKS

Cuando rompe el alba

KGI 09




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Índice

Argumento ............................................... 5 Capítulo 1 ................................................ 6 Capítulo 2 .............................................. 12 Capítulo 3 .............................................. 18 Capítulo 4 .............................................. 26 Capítulo 5 .............................................. 39 Capítulo 6 .............................................. 54

Capítulo 7 .............................................. 63 Capítulo 8 .............................................. 75 Capítulo 9 .............................................. 82 Capítulo 10 ............................................. 92 Capítulo 11 ........................................... 102 Capítulo 12 ........................................... 106 Capítulo 13 ........................................... 114 Capítulo 14 ........................................... 123 Capítulo 15 ........................................... 129 Capítulo 16 ........................................... 137 Capítulo 17 ........................................... 148 Capítulo 18 ........................................... 157 Capítulo 19 ........................................... 171 Capítulo 20 ........................................... 188 Capítulo 21 ........................................... 196

Capítulo 22 ........................................... 203 Capítulo 23 ........................................... 220 Capítulo 24 ........................................... 233 Capítulo 25 ........................................... 246 Capítulo 26 ........................................... 260 Capítulo 27 ........................................... 271 Capítulo 28 ........................................... 280

Capítulo 29 ........................................... 291




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Capítulo 30 ........................................... 297

Capítulo 31 ........................................... 313 Capítulo 32 ........................................... 316 Capítulo 33 ........................................... 321 Capítulo 34 ........................................... 329 Capítulo 35 ........................................... 336 Capítulo 36 ........................................... 342 Capítulo 37 ........................................... 349 Epílogo ................................................ 359




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Argumento:

Se dice que Eden es una de las mujeres más bellas del mundo.Su rostro ha aparecido en innumerables revistas y su cuerpo havendido millones de dólares en ropa. Pero su fama y belleza leha hecho ganar más de lo que nunca imaginó. El mal la estáacechando, decidido a extinguir su etérea belleza para siempre.

Swanson o "Swanny", como le llaman sus compañeros de

equipo, siempre está preparado para la próxima misión.Regresó de Afganistán herido y con cicatrices. Es apenas el tipode hombre que debería estar en la misma habitación que Eden.Y sin embargo, hay algo en su tranquila belleza que le despiertala sangre y le hace soñar con lo imposible. Porque, que la Bellase enamore de la Bestia sólo ocurre en los cuentos de hadas yel KGI no se ocupa de los cuentos de hadas. Jamás.




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Capítulo 1

Big Eddie Sinclair estaba sentado detrás de su antiguoescritorio de madera en su gran casa vacía, una casa que unavez estuvo llena de amor y risas, con las manos retorcidas yllenas de callos, temblorosas.

El sudor perlaba su frente y corría en finos regueros por lassienes, trazando una línea sobre la piel arrugada, curtida y

envejecida. Sus manos temblaban tanto que los papeles quesujetaban se habían caído, esparcidos por el escritorio, algunosdeslizándose al suelo.

Levantó la mirada, buscando inconscientemente la repisa de lachimenea que su esposa había insistido en instalar en suespacio de trabajo. Ella no quería que él tuviera frío. La idea deque la gentil esposa de Big Eddie Sinclair se preocupara de quecogiera frío era para morirse de risa. Sus colegas nunca le

permitirían que lo olvidara.Eddie era un hombre grande. Un asesino. Entrenado por losmejores. Y, a su vez, había entrenado a los mejores. Pero eneste momento se sentía tan indefenso como un bebé reciénnacido. El miedo, una emoción que hasta el día en que nació suprimer hijo había sido totalmente ajena a él, le agarró por laspelotas, congelando sus entrañas. Se frotó el pecho, en unesfuerzo por aliviar el malestar y cerró los ojos, intentando

librarse de las imágenes que la amenaza había invocado.Había vivido su vida sabiendo que era invencible. No eraegoísta. Los hombres que servían con los hombres a los queservía no pensaban que eran buenos. Sabían que lo eran.

Y nada de esa capacidad había podido salvar a su preciosaesposa.

Cerró los ojos con más fuerza contra el aguijón traicionero de

las lágrimas. Incluso años después, pensar en el amor de su




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vida tenía el poder para ponerle de rodillas. Toda una vida dearrepentimiento guardada durante años desde que había

muerto, dejándole con tres niños pequeños a los que amar,proteger y educar él solo. Y por Dios, había hecho precisamenteeso. Se había asegurado de que, por encima de todo,estuvieran protegidos.

Y ahora su preciosa Eden, su única hija, era un objetivo. Todopor su culpa y por la vida que había llevado, por las eleccionesque había hecho. Por los errores que había cometido en elpasado. Todo volvía para atormentarle. Joder, todavía le

atormentaba cada maldita noche.Ella era la imagen de su madre, no sólo en apariencia, sino entodos los aspectos. Gentil. Cariñosa. Un corazón de oro. Dulce einocente. Siempre dispuesta a ver lo bueno de la gente. Nuncaveía lo malo.

La amenaza no decía mucho. Pero lo sabía. Su mirada se posóen las brillantes fotos ampliadas de su hija. Tomadas en unmomento de descuido, algo extraño en Eden, puesto que lehabía enseñado a nunca bajar la guardia. Podía tener la cara deun ángel y posar para las cámaras para ganarse la vida, perotenía la mente de un soldado. Eddie se había asegurado de eso.

“Te voy a quitar lo que tú me quitaste. No voy a parar hastaque todo lo que veas, todo lo que sientas, todo lo que sepas,sea dolor. Te voy a quitar todo lo que amas y luego morirás. Eshermosa, ¿verdad? ”

La nota, tan simple pero con el poder de cambiarle la vida, ledevolvía la mirada, fea, negra.

Las fotos de Eden brillaban en su visión. Las sacaron cuandoella pensaba que estaba fuera del objetivo de la cámara. Nadade ropa ni maquillaje glamuroso. Si él no estuviera tanaterrorizado, se habría ablandado por la verdadera Eden. Máscómoda en chándal, con el pelo en una cola de caballo, con lacara desprovista de cosméticos. Tan hermosa que dolía mirarla

porque le recordaba mucho a su madre.




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Cogió el teléfono, marcando el número de su hija antes de quese lo pensara mejor. Cuando sonó, estuvo a punto de colgar,

pero Eden le devolvería la llamada. ¿Qué podría decirle?Tenía un equipo de seguridad a su alrededor. El mejor que eldinero pudiera comprar y, sin embargo, sabía que había alguienmejor ahí fuera. No era con ella con la que tenía que hablar.Necesitaba hablar con otros. Personas que garantizarían suseguridad y pondrían la vida de su hija por delante de la suya.Ese tipo de lealtad ciega era difícil de encontrar. No muchoshombres, sin importar qué, estaban dispuestos a sacrificar sus

vidas por otra persona.Seguramente, los civiles no podían entender ese tipo dealtruismo. Vivían en sus pequeñas burbujas sin pensar nuncaen los miles de hombres y mujeres americanos que daban susvidas para que el resto del país pudiera existir en una felicidadcaprichosa e ignorante.

No necesitaba seguridad privada. Lo que necesitaba era militar.

La voz de Eden se oyó por la línea justo cuando empezaba acolgar.

—¡Hola, papá!

Su alegre voz golpeó esa parte profunda de su corazón quenunca dejaba de apretarse cada vez que ella estaba cerca.

—Hola, nena —él contestó con brusquedad—. ¿Cómo estás?

—Estoy bien. ¿Qué pasa?

—Nada —exclamó apresuradamente—. Sólo… Sólo quería oír tuvoz.

—¿Va todo bien? ¿Estás bien, papá?

La preocupación de su voz le sacó de sus oscurospensamientos. Lo último que quería era que se preocupara y se

distrajera. Si estaba enfocada en otra cosa que no fuera él,




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entonces no prestaría atención como debería. Cometería unerror. Un desliz. Daría a alguien la oportunidad de llegar hasta

ella.—Estoy bien, nena —contestó él, haciendo su voz más fuerte—.Sólo quería ver cómo le iban las cosas a mi chica.

—Estoy bien. Acabo de terminar la sesión de la tarde. Si novuelvo a ver otro perro aullando o ladrando será demasiadopronto —se quejó ella.

A pesar de la gravedad de la situación, Eddie sonrió. No. Su

chica no era de las que le gustaban las bolas de pelo irritantes.Prefería estar rodeada de perros grandes y fuertes. El “bebé”de su hija era un mastín inglés de más de cien kilos.

—King se va a enfadar cuando me huela a estos otros perros —Eden comentó con disgusto—. Tendré que sobornarle congolosinas durante una semana.

—¿Estás descansando lo suficiente? —le preguntó a su hija—.

No dejes que tu agente te haga trabajar hasta el agotamiento,Eden.

Ella se echó a reír.

—Todo lo contrario, soy yo la que le hago trabajar demasiado.Ya lo sabes, papá. Siempre está detrás de mí para que reduzcala velocidad. Y bueno, tal vez lo haga algún día. Pero ahoratengo que darle duro mientras todavía tengo ofertas. En uno odos años, nadie me va a querer. Siempre habrá otra más

joven, más bonita, subiendo posiciones. Y sabes que me estoyhaciendo mayor en cuanto a la edad de las modelos.

Él puso los ojos en blanco y dejó escapar un gruñido. No teníael más mínimo sentido para él. Eden sólo tenía veinticuatroaños y, sin embargo hablaba como si fuera una gruñona demediana edad a punto de mandarle a paseo. Constantemente lerecordaba que para una modelo, ya era mayor.




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—Oh bueno, tengo que irme, papá. Ahora me llama Ryker.Hemos estado jugando al escondite por teléfono todo el día y

tengo que felicitarle por su cumpleaños.El pecho de Eddie se tensó ante la mención de su hijo mediano.El hermano mayor de Eden. Los dos eran uña y carne. Siemprelo habían sido. Eddie no había olvidado el cumpleaños de suhijo. Pero había pospuesto llamarle porque sabía que lo que leiba a decir no sería la mejor felicitación de cumpleaños delmundo.

—Hablaré contigo más tarde, entonces. Te quiero —Eddie dijobruscamente.

—También te quiero, papá —contestó ella justo antes de que lalínea quedara en silencio.

Todavía con el teléfono en la mano, vaciló sólo un breveinstante antes de pulsar una serie de números y códigosaparentemente interminables. Había jurado que nuncaimplicaría a Guy de nuevo. No después de lo que había hecho

por Eddie en nombre de la venganza después de que murierasu esposa. No, ella no había muerto. La habían asesinado.

Eddie cerró los ojos en señal de frustración cuando, una vezmás, no pudo contactar con la única persona en quien podíaconfiar la vida de Eden. Un hombre que nunca permitiría quenadie la lastimara.

—Hancock —dijo Eddie con voz áspera, aclarándose la garganta

con el fin de dejar otro mensaje—. Soy Yo. Big Eddie Sinclair.Necesito tu ayuda. Es Eden. Me temo que... —se interrumpió,negándose a permitir que sus puntos débiles se deslizaranincluso por una línea segura—. Necesito tu ayuda. Llámame encuanto escuches esto.

Terminó la llamada y luego se recostó en la silla, temiendo loque tenía que hacer a continuación. El cansancio y el miedo leasaltaron. Sus hijos no lo entenderían. ¿Cómo podrían? Eddie

nunca les había confiado que la muerte de su madre no fue un




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accidente y que su asesino había sido cruelmente perseguido yasesinado. Aunque no había estado presente, sabía sin

preguntar que la muerte del asesino de su esposa había sidolenta y dolorosa. La misión también había sido profundamentepersonal para Hancock, porque la esposa de Eddie era, entodos los sentidos, una segunda madre para Hancock.

Ahora Eddie tenía que llamarles. Porque tenía que pedirles suayuda si iban a cerrar filas en torno a Eden.

Marcó el número de Raid y esperó, sabiendo que respondería, amenos que su hijo estuviera al teléfono. Dos segundos mástarde, su idea fue confirmada cuando su hijo contestó.

—Hola, papá. ¿No deberías estar llamando al gusano hoy? Es sucumpleaños, no el mío.

—Espera mientras le llamo para hablar los tres —dijo Eddie conuna voz escueta y sombría.

Raid se quedó en silencio. Era un testimonio de su

entrenamiento y disciplina el no exigir saber de inmediato quéera lo que estaba mal. Un momento después, Ryker respondiócon un breve saludo.

—Hijo, Raid está al teléfono también — dijo Eddie a modo desaludo.

—Oh genial, un dos por uno —Ryker dijo alegremente—. Acabode hablar por teléfono con Eden. Ahora mi día está completo.

—¿Qué pasa, papá? —preguntó Raid, interrumpiendo el estadode ánimo de Ryker.

—Necesito que vengáis los dos —dijo Eddie—. No puedohablarlo por teléfono. Os lo explicaré todo cuando lleguéis aquí.Necesito que os deis prisa.




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Capítulo 2

—¡Sonríe! Vamos Eden, dame algo sensual. Eso es. Una más.¡Perfecto!

Eden arqueó el cuello, se echó el pelo sobre un hombro y enviósu mirada más ardiente directamente a la lente de la cámara.La dolía el cuello y quería un descanso, pero todavía tenía quelidiar con los perros.

—Vale, terminado. Justin, ¿dónde están los malditos chuchos?— gritó el fotógrafo.

Justo entonces, llevaron dos chihuahuas al plató mientras otroasistente cambiaba el telón de fondo. Cuando Justin empujóuno de los perros a los brazos de Eden, el perrito gruñó ycomenzó a aullar furiosamente.

—Sí, sí, el sentimiento es completamente mutuo —Eden

gruñó—. Estúpida bola de pelo.

—Oh, Eden, no tienen mucho pelo —dijo Justin en su vozmetálica.

Ella puso los ojos en blanco. El tipo era tan literal.

—Era una expresión —ella contestó en vano.

—Bueno, lo que sea, pero sé amable con ellos. Tenemos queconseguir esas fotos y no podemos estar con el ceño fruncido,ni pueden estar gruñéndote. Se supone que debes estar riendo.Coqueta. Linda.

Eden tuvo que callarse el gruñido que retumbaba en sugarganta. King, su mastín, no perdonaría esta transgresión.Tan pronto como oliera a otros perros en ella, estaríaenfurruñado eternamente. Es decir, hasta que ella sacara lasgolosinas como una ofrenda de paz.




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Pegando su sonrisa más brillante, se acurrucó, o tanto como lefue posible, cuando el perro era una masa retorcida de

infelicidad, y volvió su atención a la cámara.El fotógrafo hizo fotos rápidas, capturando cada ángulo. Ladróórdenes a Eden como si fuera el perro, y entonces ella se pusode rodillas y los dos perros se reunieron a su alrededormientras ella actuaba como si jugara con ellos, su sonrisabrillante, las mejillas doloridas por el esfuerzo.

Eden tenía una sesión fotográfica enorme pasado mañana y, sino conseguía terminar hoy, perdería su único día libre paraconseguir un poco del muy necesario tiempo libre antes delrodaje del anuncio de cosméticos Aria.

El lucrativo contrato había sido un gran golpe de efecto. Pondríaa Eden lo suficientemente alto como para poder retirarse si asílo decidía, aunque planeaba trabajar unos cuantos años más.Sólo estaría bajo demanda unos pocos años más en el mejor delos casos. Siempre hay alguien más joven, más bella, con másganas de escalar posiciones. Aunque Eden pudiera estar en lacresta de la ola hoy, nada impediría que mañana fuera laestrella de ayer.

Pero planeaba reducir la velocidad, un poco al menos. Ya habíaplaneado unas vacaciones al terminar el trabajo de Aria. Ya seimaginaba en casa con su padre y sus hermanos. Tal vez lesllevara a algún lugar agradable. A las montañas. A todos lesencantaba. En realidad no importaba. Sólo quería estar cercade su familia de nuevo. Habían pasado meses desde la últimavez que les había visto durante más de un día aquí y allá. Apesar de que la había hecho ajustar su apretada agenda yrenunciar a su merecido descanso, de vez en cuando habíaprogramado vuelos a casa cuando sólo tenía un día entresesiones.

—¿Estás conmigo, Eden? —el fotógrafo exclamó—. Créeme,cariño, todos tenemos cosas que preferiríamos estar haciendo,




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pero no dejes que te retrasen. Por supuesto tómate toda latarde.

Eden le lanzó una mirada antes de volver a la tarea encuestión. Estaba agotada y más que dispuesta a acabar de unavez para poder dormir veinticuatro horas antes de volar a Paríspara el rodaje de Aria. Su aspecto tenía que ser el mejor.Fresca. Descansada. Llena de vida.

Durante otra media hora, sufrió interminables sonrisas,haciendo caso omiso de los perros que parecían odiarla yconseguir que cooperaran para la cámara. En un momento,Eden deslizó la mano por debajo de la panza de uno de losperritos, con la intención de que fuera juguetón, para queestuvieran nariz con nariz. Sólo que el perro no estaba por lalabor y hundió sus afilados dientes en la mano de Eden.

—¡Ay! ¡Maldita sea!

Dejó caer el perro y se sujetó la mano con la otra, mirando alperro infractor, que se veía sumamente satisfecho de sí mismo.

—Vale, ya está —el fotógrafo dijo en un tono irritado—.Conseguid que alguien le examine la mano, maldita sea. ¿Estásal corriente con la vacuna contra el tétanos, Eden?

Ella apretó los dientes, todavía mirando al perro engreído queestaba segura se reía de ella.

—Estoy bien. No ha atravesado la piel —Gracias a Dios. Susmanos estarían predominantemente en primer plano en lospróximos anuncios, al igual que el resto de su cuerpo. Nonecesitaba ninguna imperfección ni corte.

Aun así, uno de los asistentes se acercó corriendo con unbotiquín de primeros auxilios y chasqueó la lengua y se desviviócon Eden hasta que quedó satisfecho de que el lugar sóloestaba rojo y probablemente se desvanecería en pocas horas.

Escuchó cómo recitaba una tonelada de instrucciones para

saber cómo tratarlo, hidratarlo y cuidarlo para que su piel




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estuviera perfecta para la próxima sesión. Se desconectó detodo y miró hacia donde esperaban David y Micah entre

bastidores.Los dos reconocieron esa mirada de ayuda y se acercaron,flanqueándola y llevándola hacia la salida.

—Gracias a Dios que se ha terminado —murmuró Eden.

—Oh, no lo sé —Micah dijo, arrastrando las palabras—. Estabaslinda con esas pequeñas ratas sin pelo.

Ella le lanzó una mirada asesina que garantizaba revancha.Los dos hombres que su padre había insistido en quesupervisaran su seguridad personal y que viajaran con ella atodas partes que fuera, la colocaron entre ellos mientrasdejaban el estudio. Estaban casi en el coche que esperaba,David debía haber avisado al conductor de que salían, cuandoel mundo pareció estallar a su alrededor.

Los gritos resonaron estridentes en los oídos de Eden mientrascaía con fuerza, un hombre de cien kilos encima de ella. Hubogritos roncos, más chillidos y el ruido de gente abriéndose pasoen la acera. Más cristales rotos, las ventanas del edificiorompiéndose.

Un coche rugió, una barrera entre Eden y lo que demoniosestuviera haciendo el… ¿tiroteo? Vagamente registró quesonaba como balas golpeando hormigón y cristal, y ciertamenteestaba familiarizada con el sonido de las balas.

Entonces se encontró siendo izada y arrojada al asiento traserodel coche y luego el grito ronco de Micah de ¡vamos, vamos,vamos!

El coche rechinó, los neumáticos quemando goma en el asfaltoal salir corriendo de la escena.

—¿Qué diablos está pasando? —Eden jadeó.




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Sentía el cuerpo magullado y vagamente se preguntó si estaríaarañada y ensangrentada para el rodaje de Aria. No estarían

contentos si había retrasos. Estaban en un programa deproducción extremadamente ajustado y habían comprimido eltrabajo de grabación de dos semanas a sólo unos días.

—Un tirador —David dijo con gravedad.

—¿Pero, por qué? —Eden preguntó desconcertada—. ¡Es unalocura! ¿Te refieres a que algún francotirador ha empezado adisparar al azar a la gente en la acera?

—Si es que ha sido al azar —Micah espetó.

Eden volvió los ojos muy abiertos hacia él.

—Esto no ha sido personal.

Pero sonó más como una pregunta que la declaración que elladeseaba que fuera.

—Voy a hacer algunas llamadas cuando lleguemos al hotel —

dijo David—. La policía va a querer hablar contigo a pesar detodo. Van a hacer ruido puesto que dejaste la escena, aunquedifícilmente pueden culparte por mantenerte a salvo. Peroquerrán interrogarte ya que todos hemos sido testigospresenciales de un crimen.

—¡Pero yo no he visto nada! —dijo Eden—. Oh Dios, tengo quellamar a mi padre. ¡Si esto sale en las noticias se va a volverloco!

—No importa lo que hayas visto. La policía querrá interrogartede todas formas —Micah comentó, con tono tranquilizador.

Condujeron hasta el hotel y Micah arrastró fuera a Eden,colocándola firmemente entre él y David. Le envolvió su gruesoabrigo a su alrededor a pesar del calor del día, protegiéndola dela vista, aunque la visión que probablemente ofrecieran seríaun gran chivatazo a cualquier paparazzi al acecho.




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En recepción, Micah habló en voz baja con el empleado y luegorecibió varias tarjetas de acceso. Eden le miró confundida

mientras la llevaba al ascensor y pulsó el botón para un pisoque no era en el que se alojaba.

—No sabemos qué diablos está pasando, pero no te voy a llevara tu habitación del hotel hasta que esté despejado —dijoMicah—. Por ahora, te quedarás en una diferente, en unaplanta diferente, hasta que todo esto se aclare.

Eden se dejó llevar a la gran suite, idéntica a la que habíaocupado las últimas noches y, a continuación, se dejó caer enuno de los sillones, sus manos temblaban tanto que no podíacontrolarlo.

Luego, recordando que tenía que llamar a su padre, cogió elteléfono. Al otro lado de la habitación, David ya estaba en elteléfono, explicando la situación a la policía y que Eden estabaa salvo en el interior del hotel. Ella deliberadamente esperó aque David terminara su llamada, queriendo poder dar a supadre tanta confianza como fuera posible.

Cuando finalmente colgó, se volvió, su expresión tensa.

—Van a enviar dos detectives aquí ahora. Fueron muyespecíficos al decir que no te fueras a ninguna parte mientrastanto. Y Eden, lo más probable es que te vayan a retener mástiempo mientras se encargan de todo este asunto. La prensa vaa estar sobre todo esto.

Ella hizo un sonido de disgusto y luego se quedó mirando elteléfono. Con un suspiro, marcó el número de su padre,sabiendo que iba a tener un ataque al corazón cuando le dijeraque la habían disparado, ya sea al azar o como un objetivoprevisto. Cualquiera de las dos opciones no sería aceptablepara Eddie Sinclair.




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Capítulo 3

Eddie miró a sus dos hijos, el malestar agarrándole por laspelotas. Estaba sudando. Incluso sus manos estaban húmedas.Su legendaria calma bajo presión le había abandonado.

Ryker y Raid le miraban expectantes, sus expresiones sombríasy preocupadas. Raid había venido desde el trabajo, sucartuchera todavía puesta, la pistola enfundada. El pelo de

Ryker todavía estaba húmedo de la ducha y era obvio que sehabía puesto lo primero que había encontrado en su urgenciapor responder a la llamada de Eddie.

—¿Qué pasa, papá? —Raid preguntó en voz baja.

Eddie se pasó la palma de la mano por la cara.

—Es una larga historia. Una que necesito contaros de principioa fin para que entendáis con lo que estamos tratando.

Ryker frunció el ceño y miró a su hermano. Sin duda noestaban acostumbrados a ver a su padre en un estado desemejante agitación. Eddie nunca había sido otra cosa queseguro y confiado.

—Sentaros —Eddie pidió, haciendo un gesto hacia el sofá.

Sus dos hijos hicieron lo que les pidió y luego le miraron

expectantes, pero él no se sentó. Estaba demasiado nervioso,demasiado hecho polvo por lo que tenía que decir a sus hijos.¿Cómo podría volver a mirar a alguno de sus hijos a los ojosuna vez que supieran la verdad?

—Me estás preocupando, papá —dijo Ryker en un tonosombrío.

Eddie cerró los ojos y luego se pasó la mano por el pelo deforma descuidada.




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—La muerte de vuestra madre no fue un accidente —les dijo.

Las dos caras de sus hijos mostraron el shock.

—No entiendo —indicó Raid, su tono tan sombrío como habíasido el de Ryker momentos antes—. ¿Qué cojones estásdiciendo, papá? ¿Acabas de averiguarlo? ¿Cómo diablos lo hassabido? Y si su muerte no fue un accidente...

—¿Quién la mató? —Ryker preguntó con voz ronca.

El nudo en el estómago de Eddie creció, apretando

dolorosamente.—Es una larga historia, que empieza antes de que nacierais.

—Te escuchamos —Raid dijo tenso, sus facciones envueltas enuna máscara de dolor y confusión. Y preocupación.

Eddie finalmente se dejó caer en uno de los sillones al otro ladodel sofá donde estaban sentados Raid y Ryker y miró contristeza a sus hijos.

—Los dos sabéis que serví en el ejército.

Ellos asintieron, la impaciencia ardiendo en los ojos de Ryker.Quería que su padre fuera al grano.

—Estuve en un grupo de operaciones especiales, uno que noexistía oficialmente. Nuestras misiones no eran del tipo demisiones normales y corrientes. Llevábamos a cabo misiones

que si se descubría que Estados Unidos estaba implicado enellas, las consecuencias habrían sido desastrosas. Una misiónen particular nos llevó tres años en completarla. Tres largosaños de espera buscando la oportunidad adecuada. RaulSanchez era nuestra misión. Acabar con él y desmantelar sured. Después de tres años y dos meses tuvimos suerte.Obtuvimos información de que iba a estar en un lugardeterminado para una reunión familiar. El cumpleaños de suhija. Era un hombre tan escurridizo como una anguila. Más de




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un ejército de distintos países estaba detrás de él. Ocurrió quenosotros llegamos a él primero.

»Establecimos la vigilancia en el complejo donde iba a estar.Todo salió a la perfección. Pero entonces ocurrió lo impensable.Creíamos que su esposa e hija ya se habían ido en un coche.Esperamos hasta que salieron del complejo y luego entramos.

Se interrumpió, el arrepentimiento y la culpa creciendo ybombeando por sus venas como si hubiera sucedido justo ayer.Durante años había vivido con su error. Un error que habíapagado su esposa, toda su familia había pagado por ello. Yahora parecía que Eden pagaría por ello si él y sus hijos no loimpedían.

—Hubo un tiroteo. Nuestra entrada no estaba despejada. Unguardia tuvo suerte y se desvió en su patrulla, vio a uno de mishombres y se desató el infierno. Dirigía el grupo de hombresencargados de acabar con Sanchez. Irrumpimos en el estudiodonde estaba encerrado. Tenía dos hombres con él y nosatacaron. No tuvimos otra opción que devolver el fuego y...

Se pasó las manos por la cara, las lágrimas quemándole lospárpados.

—¿Qué pasó? —Raid preguntó en voz baja.

—La esposa y la hija de Sanchez quedaron atrapadas en elfuego cruzado. Dios… era sólo una niña. Sujetaba la muñecaque le habían regalado por su cumpleaños. Había sangre por

todas partes. Dios, todavía puedo verlas en mis sueños, en mispesadillas.

—Jesús. Lo siento, papá. Esa es una gran carga para llevardurante todos estos años —dijo Ryker.

—Sanchez y su hijo escaparon, entre el caos y en mi horror porla esposa y la hija atrapadas en el fuego cruzado. Mi prioridadera intentar conseguirles ayuda, y Sanchez y su hijo escaparon.




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»Limpiamos lo mejor que pudimos. Recopilamos la informaciónnecesaria para desmantelar su operación y atrapamos a

muchos de los participantes clave de su negocio. Tenía unamano en gran cantidad de negocios. Drogas. Tráfico de armas.Dios, incluso tenía en marcha una lucrativa operación de tráficode personas. Vender niñas como esclavas sexuales a lospostores más altos.

Raid hizo un sonido de disgusto.

—Pensé… —Eddie tomó una respiración profunda—. Pasaron losaños y pensé que había dejado todo atrás. Me retiré después deesa debacle. Simplemente no podía seguir por más tiempo.Vosotros, chicos nacisteis y vuestra madre y yo fuimos felices.Y entonces...

Se atragantó, la emoción anudando su garganta mientras laslágrimas se juntaban en sus ojos.

—Sanchez esperó, buscando su momento, planeando suvenganza. Fue el responsable de la muerte de vuestra madre y

no perdió tiempo en hacerme saber que estaba aplicando la leyde Talión, ojo por ojo. Una esposa por una esposa.

—¿Qué diablos? —Ryker exigió—. ¿Y nunca nos lo dijiste? ¿Solole dejaste que escapara libre? ¿Matando a nuestra madre?

—No —Eddie dijo en voz baja—. No, no lo hice. Llamé a Guy.

—¿Hancock? —Raid preguntó en un tono de desconcierto.

Eddie suspiró.

—Hay muchas cosas que no sabéis sobre Guy. Se unió alejército, siguió mis pasos en más de una forma. Pertenecía a ungrupo que fue enterrado tan profundo que, según los registrosmilitares, todos ellos murieron en acción. Ya no existían. No sesuponía que tuvieran algún vínculo con el mundo exterior.Vivían, respiraban y comían sus misiones. Pero él me mantuvoal tanto. No se suponía que debía hacerlo, por lo que nunca os

dije nada a vosotros ni a Eden. Todo lo que sabíais era que




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estaba sirviendo en el ejército y fuera de la red. Y es por esoque nunca le vemos. Tengo contacto con él de forma

esporádica. Nunca me dice mucho, sólo que está bien de vez encuando. Ha hecho un montón de enemigos en los últimos añosy ahora el gobierno ha cortado los lazos y probablemente tengaórdenes de eliminarle si alguna vez sale a la superficie.

—Así que te pusiste en contacto con él después de que mamámuriera. ¿Por qué? —preguntó Ryker.

—Porque quería venganza —dijo Eddie en voz baja—. Quería irdetrás del hijo de puta y hacerle pagar por lo que me quitó. Porlo que nos quitó a todos nosotros.

—Jesús —Raid exclamó—. ¿Y? ¿Lo hiciste? ¿Le encontraste?

Eddie se quedó en silencio un largo rato antes de quefinalmente asintiera.

—Guy fue tras él. No quería que me involucrara. Le di toda lainformación que tenía. Pedí muchos favores para obtener la

información que necesitaba.—Así que él le mató —Ryker dijo sin rodeos.

De nuevo Eddie asintió.

—Cristo, papá. ¿Y no pensaste que merecíamos saber todo estoantes? ¿Y por qué nos lo dices ahora? ¿Qué está pasando? —Raid exigió.

Eddie palideció, sintiéndose de repente años mayor. El peso deuna vida de arrepentimiento se instaló como una tonelada deladrillos en sus hombros y su corazón.

Llegó hasta la repisa de la chimenea y cogió las fotos y la notaque había recibido. Con manos temblorosas, las acercó a sushijos, simplemente esperando a que las vieran y sacaran suspropias conclusiones.

—Joder —Ryker explotó—. ¿Están amenazando a Eden?




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—Su hijo —dijo Eddie con voz tensa—. Tiene que ser el hijo. Nofuimos capaces de encontrarle. Sólo a Raul. Pero su hijo querría

vengarse porque no sólo perdió a su madre y hermana, sinoque luego Guy acabó con su padre y ahora busca venganza.Golpeándome donde sabe que más daño me hace. A través deEden.

—Hijo de puta —Raid maldijo—. ¿Qué coño vamos a hacer?¿Dónde está Eden ahora? ¿Qué vamos a hacer? Ella no estásegura ni por un minuto. ¿Y si ya la ha encontrado? ¿Qué pasasi va tras ella mientras estamos hablando?

—Es por eso que os llamé para que vinierais. Hablé con Edenhace un rato. Parecía estar bien. No quiero asustarla. Nisiquiera quiero que sepa todo esto. Se disgustaría. Perotenemos que cerrar filas a su alrededor. Reforzar la seguridad.Lo que tenemos ahora no va a servir de nada. Estas personasson despiadadas. Tienen recursos más allá de nuestraimaginación. Ella no está a salvo. Tenemos que encontrar unamanera de conseguir que esté segura en todo momento.

Ryker se quedó en silencio un largo momento, su expresiónpensativa.

—Conozco a unas personas que nos puedan ayudar. Es lo quehacen. Todos son ex militares. Serví con dos de los hermanos.Nathan y Joe Kelly. Salieron al mismo tiempo que yo. Esaúltima misión que se fue al infierno. Algunos de nosotros nopudieron volver. Joe fue herido y Nathan y otro compañerofueron hechos prisioneros durante meses en las montañas deAfganistán. Pero sus hermanos dirigen un grupo de operacionesespeciales. Trabajan para el sector privado, pero también hacenun montón de trabajo con el gobierno. Trabajos que nadie máspuede o quiere hacer. Recuperación de rehenes, rescate,protección. Lo que sea, lo hacen. Y son muy buenos. Nathan yJoe trabajan con ellos ahora, igual que Swanny, el otro chicoque sirvió conmigo. Podríamos llamarles. Ellos me deben unfavor.




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—¿Cómo de grande? —Raid preguntó sin rodeos—. Porquegrande no es lo suficientemente bueno. No cuando se trata de

mantener a Eden a salvo. Necesitamos a los jodidos mejores.—Voy a llamarles. Organizar una reunión inmediatamente. Esposible que tengamos que volar a algún sitio para que podamosconseguir que la bola ruede más rápido —dijo Rykersombríamente.

—Hazlo —dijo Eddie—. No voy a perder a Eden. Ni a vosotros.Esos cabrones se han llevado ya suficiente de esta familia.

El teléfono sonó, interrumpiendo la tensa discusión. Eddie mirópara ver que era Eden la que llamaba.

—Hola, nena —saludó él, levantando una mano a sus hijos.

—¿Papi?

Por el temblor que escuchó en su voz, la sangre de Eddie secongeló.

—¿Eden? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? Qué ha pasado?

Raid y Ryker inmediatamente se pusieron en alerta, corriendopara detenerse más cerca para poder escuchar lo que estabaocurriendo.

—Ha habido un tiroteo —dijo ella, su voz temblandoprecariamente—. Quería que supieras que estaba bien. Noquería que lo supieras por las noticias y que te preocuparas.

—¿Qué quieres decir con que ha habido un tiroteo? —Eddierugió.

—No sé nada todavía, papá. La policía va a venir ainterrogarme. David y Micah me metieron en el coche y metrajeron al hotel. Nos vamos a quedar en una suite diferente.Micah y David estaban preocupados de que esto pudiera serpersonal.




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Joder, Eddie sabía que era personal. Hijo de puta, pero noesperaba que empezara tan pronto. Acababa de recibir la

amenaza hoy. Su sangre se le congeló en las venas. Pero laelección del momento fue impecable. ¿El asesino lo habíaplaneado así? ¿Para que Eddie recibiera la amenaza con uncorto intervalo de tiempo antes de que Eden fuera asesinada?

Una rabia impotente se apoderó de su garganta, apretandohasta que apenas pudo respirar. Raid le arrancó el teléfono desu mano, haciendo caso omiso de la protesta inmediata de supadre.

—Eden, soy Raid. Dime dónde estás y cogeremos el primervuelo que podamos —dijo con calma. Hubo una pausa y luegoRaid dijo: —De acuerdo, cariño. Quédate donde David y Micahte llevaron. Estaremos allí lo antes que podamos.

Terminó la llamada y devolvió el teléfono a su padre, sus ojoscasi negros de rabia.

—Así que ya ha empezado.

Eddie sólo pudo asentir, el miedo y la furia batallando en sucabeza.

—Entonces salgamos echando leches de aquí —espetó Rykercon firmeza. Voy a llamar a Nathan y a Joe de camino y ver sipueden reunirse allí con nosotros.




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Capítulo 4

Daryl “Swanny” Swanson alzó la cabeza cuando sonó elteléfono en la cabaña que compartía con Joe Kelly.

—Oye, ¿puedes contestar? —Joe dijo desde el cuarto de baño.

Swanny se levantó del sofá donde estaba viendo el partido debéisbol y se encaminó a contestar el teléfono inalámbrico de la

casa. Probablemente sería un maldito vendedor porque nadiellamaba jamás a la línea fija. Todo el mundo utilizaba losteléfonos móviles.

—¿Diga?

—¿Puedo hablar con Nathan o Joe Kelly? Es urgente.

La voz masculina sonaba vagamente familiar, pero Swanny nopodía recordarla. Pero quienquiera que fuese, evidentemente

no era alguien que conociera bien a los hermanos o habríasabido que Nathan vivía en su propia casa con su esposa, Shea.

—¿Puedo decirle quién llama? —Swanny preguntó mientras sedirigía hacia el cuarto de baño.

—Soy Ryker Sinclair. Servimos juntos. Es importante que hablecon uno de ellos inmediatamente.

—¿Sin? —Swanny exclamó—. Hola, tío, soy Swanny. ¿Cómodemonios estás?

Hubo una pausa y luego Ryker respondió.

—¿Swanny? Escuché que estabas trabajando con los Kelly, perono esperaba que contestaras el teléfono. Tío, me alegro de oírtu voz. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Nathan? No he sabido nadade todos vosotros desde que nos fuimos.




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—Todos estamos bien. Nathan ahora está casado. Pero bueno,¿qué pasa? Dijiste que era urgente. ¿Puedo hacer algo para

ayudar?Ryker respiró pesadamente a través del teléfono.

—Sí, necesito vuestra ayuda. Necesito ayuda del KGI.

—Espera, deja que vaya a buscar a Joe y te pongo en elaltavoz.

Swanny golpeó la puerta del cuarto de baño, sujetando el

teléfono a su costado.—Oye, Joe, sal de ahí. Es Sin. Ryker Sinclair. Tiene que hablarcon nosotros lo antes posible.

La puerta se abrió y apareció Joe, el ceño fruncido en su rostro.

—¿Sin?

—Sí, ven a la cocina para que le pueda poner en el altavoz. Dijo

que era urgente y que necesitaba ayuda del KGI.—Joder —Joe murmuró.

Se encaminaron a la cocina y Swanny apretó el botón delaltavoz antes de colocar el teléfono en el receptor.

—Eh, tío, los dos estamos aquí —dijo Joe. ¿Qué pasa? ¿Cómodemonios estás?

—Mal —Ryker contestó de forma sombría—. Tengo unproblema. Necesito vuestra ayuda. Ayuda del KGI.

—Sabes que haremos todo lo que podamos. Dame un resumen.

—No tengo tiempo para hablarlo por teléfono y ni siquieratengo todos los detalles. Vamos de camino donde está Eden.Ella tiene problemas. Es una larga maldita historia y sé que note estoy dando mucho para avanzar, pero os necesito para

esto. ¿Podéis venir?




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Las cejas de Swanny se levantaron. ¿Eden? Era la hermana deRyker. Su muy caliente hermana. Ryker solía compartir sus

cartas, y fotos, con los chicos cuando se les estaba congelandoel trasero en las montañas afganas. Ella había provocado másde un sueño húmedo. Era jodidamente preciosa. Y no de unaforma artificial. Era una belleza natural de pies a cabeza ybrillaba por sí sola. Tenía una sonrisa de un millón de dólares ysus cartas siempre estaban llenas de amor y humor. Sus cartashabían iluminado muchos días que, de lo contrario, habrían sidouna mierda cuando estaban agachados con sólo sus imágenes,y sus fantasías, para mantenerles calientes.

Frunció el ceño. Ella era modelo, si recordaba bien. ¿Y estabaen problemas? Los instintos protectores de Swanny rugieron ala vida. ¿En qué tipo de problemas estaba para que su hermanonecesitara la ayuda del KGI? Fuera lo que fuese, no podía serbueno.

—Dime dónde —Joe dijo simplemente.

Sin había salvado el culo de Joe arrastrándole al suelo cuandosu equipo fue atacado. Sin había recibido una bala que habríamatado a Joe. Swanny sabía que si Sin necesitaba ayuda, Joeno se negaría. Sin importar de lo que se tratara.

—Estamos volando a Boston ahora —Ryker dijosombríamente—. Unos cabrones la han disparado y estáretenida para ser interrogada, así que papá, Raid y yo vamosallí para poder averiguar qué diablos está pasando.

Se detuvo un segundo, dejando escapar un suspiro.

—Y hay más. Mucho más. Pero no puedo entrar en ello porteléfono. Es por eso que os necesito allí tan rápido comopodáis. Os lo explicaré todo cuando lleguéis.

Joe y Swanny intercambiaron miradas rápidas.

—Voy a llamar a mi equipo y saldremos para allá en cuantopueda tenerlos a todos en el avión. Aguantad, ¿de acuerdo?




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Déjame darte mi número de móvil para que puedas contactarconmigo.

—Gracias, tío. Esto significa mucho para mí. Y para papá. Teenviaré un mensaje de texto con el nombre del hotel.

Joe le dio su número de móvil y el de Swanny y luegorápidamente también apuntaron el de Ryker.

—Vale, dame un par de horas y nos pondremos en camino.Tengo que pasar esto a mis hermanos mayores, pero iremos.Puedes contar con ello —dijo Joe.

Colgaron y Joe se giró con el ceño fruncido hacia Swanny.

—Me pregunto de qué diablos iba todo eso.

Swanny se encogió de hombros.

—Tengo más curiosidad por saber a qué se refería cuando dijoque alguien disparó a Eden. ¿Se refería a que alguien la disparóo que intentaron dispararla?

Joe frunció el ceño ante eso.

—¿Ella no es una modelo famosa?

—Seguramente recuerdas las fotos que Sin solía enseñarnos —Swanny dijo secamente.

Joe frunció el ceño.

—No, la verdad es que no.Swanny puso los ojos en blanco.

—Idiota. Ella es caliente. Muy caliente.

Las cejas de Joe se dispararon hacia arriba.

—Guau. Debe haberte impresionado realmente. Nunca te heoído hablar de muñecas, calientes o no.




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Swanny pasó una mano por la cicatriz retorcida que recorría sucara.

—No hay mucho de qué hablar —murmuró—. No hacen colaexactamente para hablar conmigo.

Joe hizo una mueca.

—Lo siento, amigo. Mala elección de palabras.

Swanny se encogió de hombros.

—¿Quieres que llame a Skylar y Edge? ¿Qué vengan hacia aquí?Dejaré que trates tú con tus hermanos. Van a querer unareunión de seguimiento en el complejo. No nos van a dejarmarchar sólo por una llamada telefónica diciendo quenecesitamos un avión, y oh, por cierto, nos llevamos el equipo,pero no sabemos por qué todavía.

—Listillo —Joe murmuró—. Pero sí, tienes razón. Llama a Sky yEdge. Voy a llamar a Nathan y Sam y nos reuniremos en elcomplejo.

Swanny sacó su teléfono del bolsillo y se dio la vuelta paraempezar a hacer sus llamadas. Si tenían suerte, ambos estaríanen casa, ya que vivían juntos en una casa cerca del complejopor lo que sólo tendría que hacer una llamada.

—Edge —Swanny saludó—. Oye, tío, ¿Sky está contigo?

—Sí, está aquí —Edge respondió—. Qué ocurre?

—Nos han llamado. Situación de cargar y salir. No tengo ni ideade cuánto tiempo, por lo que empaquetad en consecuencia. Nosencontraremos en la sala de control tan pronto como podáisllegar allí.

—Hasta luego —dijo Edge y colgó.

Swanny sonrió. Tan comunicativo como siempre. Edge no decíamucho, pero la gente tendía a prestar atención cuando lo hacía.Pero es que era un tipo grande. La mayoría de las personas se




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mostraban cautelosas a su alrededor. Swanny a menudo sepreguntaba cómo es que él y Skylar habían decidido vivir

juntos.Skylar era dicharachera, extrovertida y habladora. Edge eratranquilo y nunca empezaba una conversación. Swanny podíaimaginarse sin problemas a Skylar volviendo loco al granhombre con una semana de convivencia. Pero llevaban viviendo

juntos en la misma casa desde hacía meses y todo parecía irbien.

Joe todavía estaba hablando por teléfono con uno de sushermanos, por lo que Swanny se dirigió a su habitación paraempacar sus cosas. Comprobó las armas, aunque siempre erameticuloso con su equipo y lo mantenía listo para salir en todomomento. No era raro recibir una llamada que requería cargary salir.

Otro día más de trabajo.

Sólo que este trabajo involucraba a una mujer muy guapa, y le

cabreaba que alguien la hubiera disparado, de forma metafóricao no. Por lo que había vislumbrado en sus cartas a su hermanoy de las historias de Ryker sobre ella, la joven tenía un corazónenorme y tenía los pies en la tierra, a pesar de su glamurosavida como modelo.

Una imagen relampagueó en su cabeza. Una revista que Rykerhabía enseñado con orgullo en la última misión, la que habíaterminado con la carrera de Swanny en el ejército, tenía el

rostro de Eden en la portada. Había sido elegida como la mujermás bella del mundo, y Swanny podía ver por qué. Era tanbonita que hacía que le dolieran las pelotas.

Largo pelo rubio suelto. No la clase de pelo teñido. Ojos de uninusual color aguamarina que brillaban intensamente contra supiel bronceada. Y su sonrisa. Tío. No una sonrisa falsa, sino unasonrisa genuina, que salía directamente del corazón. Sus ojosbrillaban con la risa. No había hecho una de esas poses serias y

sensuales. Había un toque de picardía brillando en esos ojos del




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color del océano. Del tipo que decía a un hombre que era dearmas tomar.

Y esos labios. Llenos, deliciosos. La cantidad justa de grosor yque formaban un arco perfecto. Nada de lápiz de labios, sólo untoque de brillo. Por lo demás, a medida que formaba unaimagen más firme de esa foto en su cabeza, recordó que no sehabía puesto maquillaje, o si lo había hecho, era del tipo que lahacía parecer como si no llevara ninguno. Tenía la aparienciade una americana natural. La chica de al lado, sólo que diezveces más caliente. Los hombres sólo podían soñar con que la

chica de al lado estuviera tan malditamente buena.Sacudió sus caprichosos pensamientos y guardó la ropa en unabolsa de lona, hizo un rápido inventario de sus cuchillos y de lasgranadas aturdidoras que siempre llevaba y luego se aseguróde tener munición suficiente para las dos pistolas que tenía.

Estaba actuando como un maldito adolescente que estabacolado por la animadora. Sí, había tenido su parte de fantasíasen esas largas noches en el frío con sólo sus sueños paraocupar sus pensamientos. Eden no daría a un hombre como élni un segundo vistazo. O tal vez lo haría, pero sería porque ellavolvía a mirar la horrible cicatriz que estropeaba su rostro. Esepensamiento puso freno de forma eficaz a su imaginación yreanudó la tarea que tenía entre manos.

Aseguró la cartuchera del tobillo antes de deslizar la Sig máspequeña en su lugar y luego se colocó el arnés del hombro ysujetó la Glock más grande. Cogió la bolsa de lona que tenía suropa y el maletín que contenía la munición y luego, con cuidadosujetó sobre los hombros las correas de los dos rifles de altopoder. Uno de ellos era semiautomático, el otro su 308 conmira de alta potencia que utilizaba cuando actuaba defrancotirador. Cualquier otra cosa que necesitaran estaría en elavión en el armero.

No estaba seguro de qué tipo de problemas tenía Eden Sinclair,pero Ryker había sonado preocupado, y no había mucho que




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preocupara a la familia Sinclair. Su padre era un capullo porderecho propio. Raid, el mayor, era un policía experimentado y

Ryker trabajaba en la seguridad privada, una versión máspequeña y menos militarizada del KGI. Llevaba a cabo todossus trabajos satisfactoriamente. Sobre todo en cuanto aseguridad personal, lo que hacía extraño que buscara ayuda delKGI por el problema en que se encontraba su hermana.Swanny habría pensado que, si estaba en algún tipo deproblemas, la familia cerraría filas alrededor de ella y lomanejarían por su cuenta. De esa manera lo mantendrían enprivado. Lo cual sólo reafirmaba su creencia de que la situación

era grave. La vaguedad de Ryker por teléfono molestaba aSwanny. Tenía un mal presentimiento sobre todo el malditoasunto. Pero no había nada que hacer hasta que llegaran allí yescucharan de primera mano lo que estaba pasando.

Se apresuró a volver a la sala de estar para ver a Joe llenar susbolsas con ropa y su propio arsenal personal, que era similar alde Swanny. Todos ellos tenían sus preferencias personalescuando se trataba de armas de fuego, pero todos seguían el

lema de que mucho era suficiente, pero más era aún mejor.Si alguna vez llegaba el apocalipsis zombi, definitivamenteestarían preparados. El complejo del KGI podría soportar unamaldita guerra. El gran número de mierda legal, e ilegal, quehabía detrás de las paredes del complejo podría sorprender alciudadano medio. Swanny tenía su propio alijo de C-4 ygranadas suficientes para repeler a un pequeño ejército.

Durante su cautiverio, se había jurado no volver a sentir esetipo de impotencia y miedo. Había aceptado la inevitabilidad desu propia muerte. Incluso la había abrazado. En sus horas másoscuras, había rezado por ella. Le avergonzaba ahora, pero enese momento, la muerte era la libertad definitiva. Una forma deescapar de su triste realidad.

Gracias a Dios por Shea, ahora esposa de Nathan, quien deforma inexplicable, había contactado con él a través de miles de

kilómetros, hablándole en su mente. Ayudándole a él y a




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Swanny a escapar de sus captores y de una muerte segura. YGrace. La hermana de Shea. Dios, ella le había curado. Joder,

le había curado las lesiones que frenaban su huida y la deNathan. Él había suplicado a Nathan que le abandonara. Paraque se salvara. Y en cambio, Nathan, con la ayuda de Shea yGrace, le había curado. Hicieron posible que aguantara y quelograran salir vivos de esas montañas. No indemnes. Pero convida, a pesar de todo.

Se tocó de forma distraída la cicatriz de la cara. Un recuerdo desu periodo en cautividad. Seguro que nunca olvidaría esos días

interminables de tortura y hambre. Les cosieron a cuchilladastanto a él como a Nathan. Ambos todavía llevaban las cicatricesde su cautiverio, pero las de Swanny eran más visibles. Lehabían cortado toda la cara, y para cuando les rescataron yhospitalizaron, había poco que un cirujano pudiera hacer, y élno era lo suficientemente vanidoso como para hacerse unacirugía plástica.

No, llevaba esa cicatriz como un recordatorio de lo que había

sobrevivido.Como resultado, su vida sexual había sufrido, sin duda, pero elsexo no era una de sus prioridades. No desde que volvió a casacon vida. Se sumergió en su trabajo. En su nueva familia.Sacudió la cabeza. No tenía familia. No hasta Nathan. Los Kellyy el KGI le habían acogido. Marlene Kelly, la matriarca del clanKelly, le había adoptado como uno de los suyos y le tratabacomo si fuera uno de sus muchos hijos.

Frank y Marlene Kelly tenían seis hijos, pero Marlene habíaadoptado otros en su redil. Rusty Kelly, la adolescente hoscaque había irrumpido en su casa, pero ahora estaba a punto degraduarse en la universidad, una joven vibrante y bonita, quetenía el mundo a sus pies. Swanny no tenía ninguna duda deque un día controlaría el mundo.

Y estaba Sean Cameron, un ayudante del sheriff del condado deStewart. También adoptado en el redil Kelly y tratado igual que




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todos los otros hijos de Marlene y Frank. El alcance de lagenerosidad de los Kelly era alucinante.

La familia había crecido y extendido. Joe era el único Kellysoltero, y sin duda lo había escuchado de Marlene de formaregular. Había nietos en abundancia y más en camino.

Y aquí, en medio de todo estaba Swanny. Había pasado de unaexistencia solitaria con sólo los hombres con los que servíacomo con sus hermanos. Y ahora tenía a toda la familia Kelly,además de los miembros de los equipos del KGI. Todosapoyándole. Listos para ir al paredón por él. Le desconcertabaesta lealtad incondicional.

Había regresado a la casita que había heredado de sus padresdespués de que él y Nathan fueron sido dados de alta delhospital. Pero estaba inquieto y... se sentía solo. Su encuentrocon la muerte, enfrentar su mortalidad y luego su milagrosacuración le había llevado a Tennessee, a buscar las respuestasde Nathan acerca de lo que había pasado en aquellas montañasantes de ser rescatados.

Y se había quedado, primero adoptado en el redilinstantáneamente por Marlene Kelly y luego le ofrecieron unpuesto con el KGI. Se había unido al nuevo equipo encabezadopor Nathan y Joe al que se unieron poco después Edge ySkylar. Ellos eran su familia ahora. Y tener familia, personasque le aceptaban, se sentía... bien.

Cuando había servido en el ejército tenía un propósito. Su vida

había estado consumida por la necesidad de proteger y servir.Después de sus lesiones y de su baja, no sabía qué otra cosahacer. No había nada para él en el exterior. Nunca sería felizcon un trabajo de oficina de nueve a cinco o al unirse a la vidaajetreada como civil. El KGI le había dado un nuevo propósito.

El KGI ayudaba a la gente. Protegían a los inocentes y a losdébiles. Ayudaban a acabar con los cabrones del mundo,aquellos que se aprovechaban de los inocentes. Ahora, cuando

se despertaba por la mañana, se sentía vivo. Como si tuviera




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un futuro. El KGI le había dado eso, y siempre les estaríaagradecido por eso.

Se había resignado a no establecerse, a no tener una familia,las cosas que la mayoría de la gente daba por sentado, aunqueno tuvieran prisa. Estaba rodeado de todas esas cosas. Todoslos hermanos Kelly, con la excepción de Joe, habían encontradosus almas gemelas. Incluso los jefes de equipo, Rio y Steele, sehabían asentado en la vida doméstica con una facilidad quetodavía divertía y confundía a los hombres y mujeres quetrabajaban bajo su mando. Demonios, incluso Cole y P.J., dos

de los miembros del equipo de Steele, se habían casado yvivían en la felicidad conyugal, aunque se imaginaba que elsuyo era un arreglo interesante, ya que P.J. podría patear elculo a los mejores de ellos. Seguro que mantenía a Cole enascuas.

Pero eso no era para él, y lo aceptaba al igual que habíaaceptado todo lo demás. Con calma y comprensión. No sólotenía cicatrices en el exterior. Estaba irrevocablemente

marcado, cambiado, en su interior. No estaba seguro de cómoNathan manejaba los recuerdos. Estaba seguro de que Nathantodavía tenía su parte justa de noches sin dormir, pero tenía aShea para ayudarle, alguien en quien apoyarse cuando elpasado asomaba su fea cabeza. Pero Swanny todavía sufríapesadillas. Recuerdos de su cautiverio. Todavía se despertabacubierto en un sudor frío, temiendo por un momento estar devuelta en el infierno. Encadenado en una cueva esperando elmomento en que vinieran a por él. Para rajarle, golpearle e

interrogarle.No habían sido capaces de romperle. Se enorgullecía de eso.Tanto él como Nathan habían resistido todo lo que sus captoresles habían hecho y nunca se rompieron. Porque al final, eso eratodo lo que les quedaba. Su orgullo y determinación de nodejar que esos hijos de puta ganaran.

Ahora tenía una buena vida. No, nunca tendría una esposa e

hijos, y estaba de acuerdo con eso casi todos los días. A veces,




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cuando se reunían todos los Kelly y él estaba rodeado de tantoamor, de las esposas y los hijos de los Kelly, le infundían un

feroz sentido de nostalgia, pero había descubierto hacía muchotiempo que no servía de nada obsesionarse por lo que nuncaiba a tener.

La mayoría de las mujeres ni siquiera podían mirarle sin miedo,asco o compasión. Lo peor era la compasión. Prefería el miedoy el asco en lugar de su compasión. A pesar de que le dolía queuna mujer le temiera sólo por su apariencia. Se habría cortadoel brazo derecho antes de lastimar a una mujer. Le ponía

enfermo sólo de pensar en ello. En su vida había vistosuficiente violencia como para saber que nunca formaría partede su carácter. Excepto cuando se trataba de acabar concabrones que se merecían lo que les pasaba.

Era un asesino y no tenía ningún reparo en hacer justiciacuando era necesario. Mientras que pudiera mirarse en elespejo cada mañana con la conciencia tranquila, podría seguirhaciendo el trabajo que se esperaba de él como miembro del

KGI.—¿Estás listo? —Joe preguntó, sacando a Swanny de suspensamientos.

—Sí. Todo listo. ¿Llamaste a Nathan y a Sam?

Joe asintió con la cabeza.

—Nathan está en camino y Sam está llamando a Garrett, Ethan

y Van para que se reúnan con nosotros allí. Le dije que no eranecesario llamar a Steele o a Rio. Esta es nuestra misión. Sines nuestro amigo y no voy a dejar que nadie más lidere estamisión.

—Estoy de acuerdo —dijo Swanny—. No sé qué tipo deproblemas tiene Eden, pero si Sin está preocupado, entoncestienen que ser grave.





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—En marcha. Nathan puede pilotar el avión así que no esnecesario, y tampoco tenemos tiempo, para llamar a uno de los

otros pilotos.Swanny sonrió.

—Es agradable ahora que tenemos una pista de aterrizaje en elcomplejo. El camino al Henry County era un dolor en el culo.Sin mencionar que hace que el tiempo de respuesta sea uninfierno más rápido cuando nos llaman para una misión.

Joe se colgó una de las bolsas sobre el hombro y luego se

inclinó para enganchar las correas de los dos rifles al hombro.Llevaron el equipo a la camioneta de Joe y, con cuidado, locolocaron en la parte de atrás antes de meterse en la cabinapara recorrer los pocos kilómetros junto al lago hasta elcomplejo.




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Capítulo 5

Cuando Joe y Swanny llegaron al complejo, Nathan, Sam,Garrett y Ethan ya estaban allí. Swanny entró en la sala decontrol y puso sus cosas en el suelo junto a la puerta. Cuandolevantó la vista hacia los demás, tuvo que reprimir una muecade diversión que probablemente haría que le patearan eltrasero si se dieran cuenta.

Tanto Sam como Garrett tenían en brazos a sus nuevos bebés.Bueno, no tan nuevos. Ahora tenían unos meses de edad, perode acuerdo con Joe, los dos estaban en la etapa infernal desalirles los dientes y habían dado a sus padres un montón denoches sin dormir. Swanny sólo podía adivinar que los papásestaban dando un respiro a sus esposas y por eso se habíanllevado a los bebés a la repentina reunión.

—¿Los tunantes os mantienen toda la noche en vela? —Joe

preguntó con una sonrisa que no escondió.Sam y Garrett le echaron miradas malhumoradas y Garrett lemandó callar y agitó la mano libre para la silenciar a los demás.

—Acabo de conseguir que se duerma —susurró Garrett—. ¡Noha dormido nada en toda la maldita noche!

Ethan se rió entre dientes, lo que le valió otra mirada deGarrett.

—Bienvenido a la paternidad —dijo Ethan en un susurro—. Mecomplace decir que ya hemos superado esa etapa con losgemelos. Ahora duermen de un tirón toda la noche. ¡Mason casino necesita usar pañales! No está mal para un niño de casi dosaños.

La nota orgullosa no pasó desapercibida para el resto. Sampuso los ojos en blanco e hizo un gesto grosero con la mano

libre.




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—Si vuestras esposas pudieran ver y oír todas las blasfemias ygestos que estáis haciendo… —Nathan comentó—. Sarah no

estaría feliz de escuchar vuestras maldiciones estando Kelseypresente.

—Vete a la mierda —dijo Garrett en voz baja.

Sam cambió de posición a su hijo en sus brazos y luego se lopasó a Ethan.

—Toma. Ya que eres tan hábil en esto ahora, puedes sujetar aGrant mientras lidero esta reunión.

Ethan cogió feliz al niño y, de inmediato, comenzó a arrullar albebé que hacía ruiditos.

Joe, Nathan y Swanny pusieron los ojos en blanco puesto queeran los únicos sin niños. Nathan y Shea no tenían prisa paraaumentar la creciente pila de niños que acumulaban los Kelly, yJoe y Swanny no mostraban ningún signo de establecerse a uncorto plazo.

Aun así, Swanny no pudo evitar la oleada de envidia mientrasobservaba la sala llena de fornidos guerreros, todos tomándoseel pelo entre sí sobre su progenie. Era difícil imaginar a estoshombres como los tipos duros que eran, cuando estabanhablando de dentición, bebés y esfínteres. Y sin embargo,gestionaban un gran negocio. Eran los mejores. Y contratabana los mejores.

Swanny no tenía ninguna falsa modestia cuando se trataba desus habilidades y capacidades. Ya era bueno antes de unirse alKGI, pero el KGI le había hecho mejor. Estaba en plena forma,o al menos estaba casi a punto de conseguirlo. Cuando regresóde Afganistán, era una mera cáscara de sí mismo después demeses de prisión, hambre y tortura.

Pero se había recuperado con la ayuda de buenos amigos, de lafamilia Kelly, la organización del KGI en su conjunto. Por lomenos en el aspecto físico. No estaba seguro de que alguna vez




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fuera la misma persona mentalmente hablando. Todavía teníapesadillas. O terrores nocturnos, ya que los sueños que tenía

probablemente no se consideraban como pesadillas normales.La mayoría de la gente no tenía pesadillas que implicaran sercortados con un cuchillo, despojados de su ropa y que lesretuvieran, y trataran, como a un animal. Joder, la mayoría deanimales recibían un tratamiento mejor del que había recibido amanos de sus captores.

Un día haría las paces con todo ello. Eso esperaba. Y al final,eso era todo lo que podía hacer. Aferrarse a la esperanza deque su pasado no siempre rigiera o empañara su futuro. Tal vezviviría con sus demonios para siempre. Pero al menos cada vezera más experto en superarlos.

Pero no quería sobrevivir a la vida. Quería vivirla. Moriría antesde convertirse en una víctima otra vez. Nunca más volvería aser despojado de su humanidad, de su misma alma. Leavergonzaba recordar las muchas veces durante el cautiverioque había querido renunciar, porque se había dado por vencido.Nathan había sido más fuerte que Swanny, un hecho quetodavía le molestaba después de tantos meses. Pero nuncamás. Nada ni nadie jamás le haría caer de nuevo. Era unapromesa que había hecho en el momento en que su rescate sehabía convertido en realidad y no sólo un sueño que parecíaimposible.

La puerta de la sala de control se abrió y Donovan entró sinprisa, con una sonrisa en la cara. Como el hermano másreciente en ser atrapado, estaba en un buen estado de ánimoperpetuo. Aunque Eve, su esposa, no se había quedadoembarazada, tenía dos hermanos menores que vivían con ella ycon Van. Travis tenía dieciséis años y asistía al instituto local,mientras que Cammie, la preciosa hermana pequeña de Eve,ahora tenía cinco años e iba a comenzar la guardería en elotoño con Charlotte, la hija mayor de Sam.




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Donovan levantó una ceja cuando vio a los bebés que Ethan yGarrett sujetaban.

—¿Todavía con los dientes?

—Ya te llegará el día, hermanito —Sam advirtió—. Y no creasque vas a obtener una pizca de compasión del resto denosotros cuando tú y Eve tengáis bebés.

Donovan sonrió.

—Estoy deseando que llegue. No puedo esperar por el tipo de

mierda de la que todos vosotros os quejáis y maldecís. Perovamos a esperar un tiempo. Eve es todavía joven y ha estadocuidando de sus hermanos durante mucho tiempo. No quierocargarla con una responsabilidad adicional durante unatemporada. Los dos queremos hijos. Muchos. Pero tenemos unmontón de tiempo y la quiero a ella y a Cammie y Travis paramí por un tiempo, antes de que aumentemos la familia. Noquiero que Cammie o Travis piensen jamás que están ensegundo lugar ante los hijos que Eve y yo tengamos juntos.

Joe hizo un sonido de impaciencia.

—No es que no me guste toda la domesticidad que supura porlas paredes, pero tenemos una misión en la que centrarnos.¿Podemos seguir adelante con ella?

—Hablando como un hombre libre —Ethan comentó,arrastrando las palabras.

Swanny también se estaba impacientando. La llamadatelefónica de Sin seguía pesando fuertemente en su cabeza y,al igual que Joe, estaba listo para empezar a moverse.

La puerta se abrió de nuevo y Edge y Skylar entraron,pareciendo centrados y preparados.

—Vale, todo el mundo está aquí —dijo Joe—. Vamos aempezar.




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—¿Vas a decirnos lo que pasa o simplemente vas a huir con unavión y largarte? —Sam preguntó secamente, sutilmente

recordándoles que, aunque se trataba de una organización degestión familiar, todavía estaba al mando. O más biencompartía el doble mando con Garrett y Donovan, pero en sumayor parte, Sam llevaba el cotarro, a pesar de que incluía asus hermanos en todas las tomas de decisiones. Ethan seestaba haciendo valer poco a poco, pero tenía mucho terrenoque compensar habiéndose unido al KGI sólo cuando habíanrescatado a su esposa, Rachel, unos años antes.

Edge y Skylar se trasladaron a la mesa de planificación dondeestaban reunidos los demás, pero no antes de que Skylar sedetuviera para jugar con Grant, que aún estaba en los brazosde Ethan.

—Toma, pasa al pequeñajo a Sam para que podamos comenzarla planificación —Ethan dijo, entregándole el bebé a Skylar—.Creo que es hora de un cambio de pañal y yo ya he pagado miscuotas en ese departamento.

Hubo miradas simultáneas de diversión de los hombres quetenían hijos, y algo parecido al horror de los hombres que nolos tenían.

Skylar no parecía en absoluto preocupada por la perspectiva deun pañal sucio. Se acercó para coger al niño de los brazos deEthan y le acurrucó suavemente en sus brazos antes definalmente pasarlo de nuevo a Sam.

—Es adorable, Sam. ¡Y se parece tanto a ti! Es raro mirar a tushijos porque Charlotte es una réplica exacta de Sophie, y Grantse ve exactamente como tú —Skylar reflexionó—. ¡Tienestotalmente una versión mini de ti mismo!

—Pobre niño —murmuró Nathan.

—¿Hola? ¿Hora de la misión? —dijo Joe con exasperación.




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Garrett cambió a Kelsey cuidadosamente en sus brazos como sifuera una bomba a punto de estallar. Se puso tenso y la miró,

la tensión evidente en la frente. Swanny vio la evidencia demuchas noches recientes sin dormir en el rostro del hombre, levio suspirar visiblemente de alivio cuando su hija se retorcióuna vez y luego volvió a dormir, acurrucada en los brazos de supadre. Pero también había tanto amor y adoración en los ojosdel gran hombre que Swanny tendría que ser ciego o estarcompletamente distraído para no darse cuenta de ello.

Esa niñita había puesto a Garrett de rodillas, y seguirá

haciéndolo durante el resto de su vida. Una cosa era cierta, sinembargo, y era verdad para todos los hijos de los Kelly. Nohabía un solo niño en el mundo que estuviera más protegido yvigilado que esos bebés. Swanny compadecía a los pobresilusos que alguna vez intentaran salir con las hijas Kelly.¿Encontrarte en el porche delantero con un padresobreprotector malhumorado? Swanny pagaría dinero por vereso.

—¿Entonces que tenemos aquí? —Garrett preguntó en vozbaja—. No nos diste mucho para empezar.

Joe miró a Nathan.

—Ryker Sinclair llamó. Dijo que su hermana estaba enproblemas. No quiso entrar en detalles. Dijo que alguien lahabía disparado, pero no tengo ni idea de lo que eso significaexactamente.

Nathan frunció el ceño.

—¿Su hermana no es una supermodelo o algo así? Él solíamostrarnos fotos de ella. Fue elegida como la mujer más belladel mundo por esa revista hace unos años. Nos la enseñócuando estuvimos en nuestro último viaje.

—Sí, es ella —Swanny contestó.




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La sola mención de la portada de esa revista, pelo rubiobrillante, sedoso fluyendo como si estuviera en una ligera brisa,

ojos brillantes y una sonrisa de megavatios, le recordó laprimera vez que había visto su foto. Se sentía como un idiotapor tener casi una reacción idéntica sólo por el recuerdo.

—Así que conocéis a este Ryker Sinclair —preguntó Donovan.

Joe asintió con la cabeza, al igual que Nathan y Swanny.

—Servimos con él —explicó Nathan.

—Él me salvó el culo —Joe interrumpió—. Me tiró al suelo yrecibió una bala que iba destinada a mí. Se lo debo.

—Todos se lo debemos, entonces —contestó Sam simplemente.

Y ése era Sam. A sus ojos, la deuda que contraía uno de sushermanos, era una deuda que asumía toda la familia. Quetambién se extendía al resto del KGI.

—Sin no entró en muchos detalles —Joe continuó—. Pero

sonaba preocupado, y si está preocupado, entonces nosotrosdeberíamos estarlo también. Su padre sirvió en el ejército y suhermano mayor es policía. Probablemente hayan contratadouna empresa de seguridad para proteger a Eden, porque nopuedo imaginar a Big Eddie dejar la seguridad de su hija a lacasualidad. Así que el hecho de que nos hayan llamado me diceque es algo grande. Sin me dijo que Eden estaba escondida enun hotel y que volaban de inmediato para llegar a ella. Dijo queestaría en contacto tan pronto como supiera dónde teníamosque encontrarnos con ellos, pero pidió que nos pusiéramos enmarcha en esa dirección.

Sam clavó a Joe con su mirada.

—Me informarás en cuanto tengas más información, y si es algoque tu equipo no puede manejar por su cuenta, no seas terco.Llámame para tener apoyo, y tendré al equipo de Steele o deRio en el aire en pocas horas.




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—¿Chicos, estáis dentro? —preguntó Joe, volviéndose paramirar a Edge y Skylar.

—¡Diablos, sí! —dijo Skylar en un tono que sugería que lapregunta de Joe la irritaba—. Somos parte de este equipo. Sivosotros vais, nosotros también.

Edge sonrió, la acción borrando las líneas duras de su rostro eiluminando las sombras inquietantes de sus ojos.

—No podía haberlo dicho mejor.

—Está bien entonces, poneos en marcha y llamad cuandoaterricéis y tengáis más información de la situación —dijoDonovan.

—Voy a alertar a Steele y ponerle en estado de alerta —dijoGarrett en voz baja, aunque seguía mirando a su hija como situviera miedo de que cualquier ruido pudiera despertarla. Hizouna mueca, obviamente, viendo algo que no le gustaba.

Entonces, efectivamente, sonó un gemido y una mirada depánico apareció en los ojos de Garrett. Dejó escapar un suspirode cansancio. Swanny casi pudo sentir compasión, pero ¿cómopodías sentirte mal por un tipo que tenía el mundo a sus pies?Una esposa bonita, amada. Una hija recién nacida. La promesade futuros hijos. Un futuro al que no enfrentarse solo. No,Swanny no sentía pena por él. Se dio cuenta que elestremecimiento interno era... envidia. ¿Era así como Donovanse había sentido antes de que Eve entrara en su vida cuando

sus hermanos fueron cayendo uno a uno? Forjando su propiocamino, por separado. Firmemente acomodados en el redil dela familia Kelly pero volando por su cuenta también.Ramificándose, aunque todas las ramas llevaran al mismolugar. A casa. A Kentucky Lake.

—Mierda. Probablemente debería regresar a casa.Probablemente querrá comer. Tenía la esperanza de darle aSarah una siesta más larga —Garrett dijo con una mueca.




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Sin esperar una respuesta, Garrett casi corrió hacia la salida,dejando risas a su paso. Sólo se detuvo para levantar la mano

derecha y levantar el dedo corazón antes de desaparecer de lasala de control.

—Quería decir lo que dije —Sam dijo en un tono serio,volviendo la atención de todos hacia él—. Si es algo quepiensas que necesitas apoyo, me llamas inmediatamente.Garrett y yo estamos fuera de servicio durante un corto plazo,pero Van y Ethan, así como los otros dos equipos pueden saliren poco tiempo. Les pondré en alerta por si acaso les

necesitamos.—Entendido, hermano mayor —Nathan dijo secamente—.Somos chicos grandes ahora. Es hora de dejar de depender devuestras faldas y que nos dejéis salir al mundo.

—Idiota —Sam murmuró—. Es mi trabajo preocuparme portodos vosotros. Soy el mayor, por lo que cae dentro de ladescripción de mi trabajo.

—Siempre que no reclames ser el cerebro de esta operación —exclamó Donovan—. Ese es mi título. Súper friki, ¿recuerdas?

Los otros pusieron los ojos en blanco, pero luego Joe recogió sumochila y señaló a los demás.

—Vamos, en marcha. Estamos perdiendo el tiempo. Sam, ¿elavión ha repostado y está preparado? —preguntó Joe.

Sam asintió con la cabeza.

Joe palmeó a Nathan en el hombro.

—Vale, hermanito. Puedes pilotar el avión.

—Con permiso esta vez —Sam dijo de forma cortante.

—Nunca vais a dejarme olvidar la vez que robé el avión de lacompañía, ¿verdad? —Nathan preguntó exasperado.

—Fue una causa justa —Swanny dijo sabiamente.




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Nathan había requisado un avión del KGI y salió de casa comoalma que lleva el diablo, pero regresó con Shea. Con un nuevo

aliciente en su vida. Swanny podía ver la diferencia en Nathan.Había recorrido un largo camino desde el hombre que habíasido rescatado del mismo infierno que Swanny había soportado.Swanny no tenía ninguna duda de que Nathan todavía tratabacon su pasado, pero había una paz en él que era evidente. Élera... feliz. Felicidad. ¿No era eso lo que todo el mundo queríaal final?

Donovan sonrió.

—Cierto, pero eso no quiere decir que no vayamos a meternoscontigo siempre que tengamos ocasión.

—Gilipollas —Nathan se quejó.

Skylar y Edge cogieron sus bolsas y se dirigieron hacia lapuerta. Swanny se agachó para recoger la suya, mientras queNathan y Joe asaltaron el arsenal del KGI en una habitación

justo al lado de la zona principal de planificación.

Se dirigieron deprisa en dirección al hangar. Estaba a ciertadistancia de la sala de control, pero para cuando colocaron todosu equipo en varios SUV y se encaminaron a la pista deaterrizaje, los demás ya estaban allí cargando todo.

Aunque pequeña, Skylar mantenía el ritmo con los hombresmucho más altos y ni siquiera parecía estar sin resuello. Semantenía en una forma física impecable. Una cosa que Swanny

había notado desde el primer día que se unió al nuevo equipoera que no tenía ningún resentimiento, ni parecía pensar quetenía algo que demostrar sólo porque era una mujer en unaorganización predominantemente masculina. Sabía más que losratones coloraos, era inteligente y confiada. Y las pocas vecesque, de verdad, Swanny no la había mirado como compañerade equipo, sino como sólo una parte de un todo, era bonita enuna forma efervescente. Pero segura de sí misma. Sí. Esa erauna cualidad atractiva en una mujer. Tal vez algunos hombres

no estaban de acuerdo, o tal vez se sentían amenazados por




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una mujer totalmente capaz de cuidar no sólo de sí misma, sinode los demás a su alrededor, pero Swanny no pensaba que

hubiera una mujer más bonita que una que conociera su cabezay que desafiara al mundo a que se la llevara por delante.

Tal vez no ser la única mujer en el KGI había ayudado en esesentido, aunque Swanny reconocía que, probablemente, teníapoco que ver con eso. Sky era ella misma. No habría necesitadoa P.J. para pisar fuerte. Podía hacerse valer y patear el culo decualquiera por su cuenta. Tanto ella como P.J., para el caso.

P.J. Rutherford... maldita sea, ahora Coletrane. Tenía quecorregirse siempre. Ella y Cole estaban casados ahora, pero eradifícil empezar a pensar en ella como P.J. Coletrane. Encualquier caso, P.J. era una guerrera patea culos que fácilmentepodría acabar con un hombre, u hombres, el doble de sutamaño. Skylar no era nada menos que una luchadora yninguno de los chicos la trataba como... bueno, una chica.

Como P.J., ya era uno de los chicos. Como ya habíareflexionado, ambas mujeres eran más que capaces de cuidarde sí mismas, y lo más importante, perfectamente capaces deapoyar a sus compañeros masculinos. Swanny no tenía reparosen tener a Skylar, o a P.J., a su espalda. Confiaba en Sky consu vida igual que ella confiaba en él con la suya.

Era la forma en que funcionaba el KGI. La química tenía que serla adecuada dentro de cada equipo con el fin de que pudierandesempeñar y operar como una máquina bien engrasada. Susvidas, y las de los demás, dependían de ese hecho.

Mientras embarcaban, Swanny pensaba en Eden. Su imagennadaba en su cabeza. Increíblemente guapa y de carácterdulce, y tenía un corazón de oro según todos los conocidos.Utilizó su teléfono para estudiar sus actividades recientes,curioso acerca de la mujer sobre la que su hermano solía hablartanto. Y dónde estaba ahora en su carrera. Si había sido una delas mujeres más bellas del mundo hace un par de años, ¿quépasaba ahora? ¿Había cambiado?




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Pero mientras miraba fotos recientes, cortesía de Google, se diocuenta de que, en todo caso, estaba más bonita que nunca.

Más hermosa. La palabra le divertía. No podía recordar unmomento en que esa palabra formara parte de su vocabulario,y estaba malditamente seguro que no la había utilizado nuncaen una conversación real. Y sin embargo, no podía pensar enuna palabra más apropiada. Hermosa. Preciosa. Esas erancomunes. Las barajó con entusiasmo. Pero ¿encantadora? Dealguna manera parecía más elegante y atemporal. Al igual queella. Su tipo de belleza nunca pasaba de moda. Habría sidohermosa en cualquier época.

Repasó otras fotos de ella: poses profesionales, anuncios yalgunas que parecían como si las hubieran sacado en unmomento de descuido. Fueron ésas las que estudió más decerca, en busca de pistas, una idea de su carácter. Lo quehabía detrás del maquillaje, del glamur y de la ostentación. Noes que hiciera ninguna diferencia si fuera un camaleón, susonrisa forzada y su buen corazón sólo visible en público. Élharía el trabajo porque eso era lo que le pagaban por hacer. Si

le gustara o aprobara un cliente potencial no significaba unamierda si su equipo aceptaba la misión.

No podía tomar una decisión sobre ella. Pero entonces, ¿cómopodría hacerlo, sin haberla conocido y haberse formado unaimpresión? Se fiaba mucho de sus primeras impresiones y desus instintos viscerales. Rara vez le fallaban.

Leyó diversos artículos, algunos sitios web de noticias

legítimos, otros nada más que chismes en línea. Pero todosellos tenían una cosa en común. Llegaban a la conclusión deque ella era la perfección absoluta. Hacía donaciones a caridad,ayudaba a recaudar fondos para organizaciones de caridad.Visitaba a niños enfermos en los hospitales y donaba su tiempoa varias buenas causas.

Era algo raro que no hubiera especulación ni que se inventaranflagrantes mentiras publicadas a bombo y platillo para

venderlas. Su lectura superficial no mostraba una sola cosa




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negativa sobre ella. Ningún embarazo secreto, ni consumo dedrogas, ningún ex loco y para el caso sin intereses amorosos.

Frunció el ceño. A una mujer así de bonita o, más bien,preciosa, no le faltarían hombres tratando de conseguirmeterse en sus bragas. Empezaba a preguntarse si la mujer erauna maldita santa. Estuvo a punto de resoplar ante la idea. Noexistía nadie así de perfecto. Todo el mundo tenía sus defectos.Se preguntó cuáles eran los de ella.

Se preguntó si todo lo que estaba leyendo era un personajepúblico muy bien organizado y rígido y lo que ella era

realmente quedaba detrás de todo. Ryker le haría creer queEden era todo lo que la prensa contaba y más, pero no eraexactamente una parte imparcial. Pero nunca había oído aRyker pronunciar una sola palabra en contra de su hermana. Sequejaba de Raid, su hermano mayor, e incluso de su padre,llamándole viejo maniático al que todavía le gustaba ladrarórdenes como un sargento instructor.

Sabía que Ryker había perdido a su madre cuando era joven y

que eso les había afectado profundamente, pero a su padre lehabía afectado mucho más. Sin lugar a dudas, Eden era unaréplica de su madre. Ryker decía que su padre se jactabacuando estaban creciendo que ella también podría haber sidouna modelo, pero no había querido ser el centro de atención.Su lugar favorito en el mundo era estar en casa cuidando desus hijos y pasar tiempo con la familia.

Ella había sido la esposa de un militar, y las esposas de los

militares eran una raza de mujeres muy especial. A menudoeran las heroínas olvidadas a la hora de servir a su país. Perohacían sacrificios por encima y más allá de lo que la mayoría delas mujeres experimentaban en su vida.

Cuando sus maridos estaban ausentes en un periodo deservicio, se quedaban solas en su casa, criando a los hijos,manteniendo a la familia intacta y apoyando a sus maridos. Senecesitaba ser una mujer especial para ceder a su marido

desinteresadamente para la protección de los demás. Personas




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que esas esposas nunca conocerían. Personas que nuncapodrían expresar su gratitud a los soldados, y mucho menos a

sus esposas.Swanny tenía un respeto infinito por las esposas de losmilitares, al igual que tenía un profundo respeto por lasesposas Kelly y las esposas de los líderes de equipo. Para todoslos efectos prácticos, sus maridos seguían siendo militares apesar de que ya no estaban en el servicio activo.

Pero el KGI podría ser llamado a una misión tan rápidamentecomo había pasado hoy, y lo dejaban todo para llevar a cabouna misión con el fin de proteger o rescatar a otros y lasesposas se quedaban atrás, sin saber jamás si sus maridosregresarían. Sin embargo, lo tomaban con calma y semantenían fuertes. Resistentes.

Miró de nuevo su teléfono, donde una foto particularmenteimpresionante de Eden le miraba directamente. No era una fotoglamurosa. Se estaba riendo a la cámara, sobre una rodilla, conlos brazos envueltos alrededor de un enorme mastín. Sus ojosbrillaban de felicidad; su sonrisa era amplia y natural,mostrando unos dientes perfectamente rectos, ultra blancos.

Cuando Joe se dejó caer en el asiento junto a él, rápidamentecerró la página del navegador en la que había estado mirandola foto de Eden.

Prácticamente, Swanny estaba soñando con una mujer a la quenunca había visto, y que estaba tan fuera de su liga que ni

siquiera era divertido. Ella no le miraría. Pocas personas lohacían. Era callado y, por lo general, se mantenía al margen.Dejaba que hablara el resto de su equipo. Su trabajo eraasegurarse que la misión se desarrollaba sin ningúncontratiempo. Igual que sus compañeros de equipo. Hacer sutrabajo no requería que fuera hablador, y le gustaba que fuerade esa manera.

Y si la gente le miraba... Bueno, las reacciones eran típicas.

Horror. Repulsión. Miedo. Y lástima. Negó con la cabeza,




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sabiendo que Eden no sería diferente de todos los demás,aunque ella tuviera un corazón del tamaño de Texas.

Ella estaba rodeada de gente guapa. Gente rica. Gente que eraelegante y refinada. Estaba al tanto de la última moda y, contoda probabilidad, de los chismes de Hollywood. Y, sinembargo... su familia, su familia inmediata eran ex militares yun policía. ¿La mantenían con los pies en la tierra, pegada a larealidad? La imagen de una delicada belleza entre tres hombresque habían experimentado lo peor de la humanidad, que teníansangre en las manos y honor en su corazón, era incongruente.

Una rosa entre espinas. Jesús. Ahora se estaba volviendopoético.

Su carrera la llevaba a lugares que estaban a kilómetros dedistancia de los lugares en los que él había estado. Beber vinoen París en un ostentoso cóctel estaba a un mundo de distanciade estar escondido en una vigilancia esperando una ventana decinco segundos para hacer un disparo mortal después de pasartres días seguidos sin dormir, porque si perdía el enfoque,

aunque sólo fuera por una décima parte de un segundo, podríaperder su oportunidad.

No, Eden no le miraría. Y si lo hacía, ciertamente no miraría dosveces. Pero eso no significaba que él no pudiera mirar hastahartarse de ella. De alguna manera se imaginaba que sólo estaren su presencia sería como estar bajo los cálidos rayos del sol.Lo averiguaría muy pronto.

Podía soñar. No había ninguna ley en contra de eso. Pero era losuficientemente pragmático para saber que, para los tiposcomo él, los sueños eran un ejercicio de futilidad einevitablemente conducían a la decepción.




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Capítulo 6

Eden se pasó una mano por el pelo con cansancio,preguntándose si estaría calva antes de que todo acabara deuna vez. Explicó pacientemente, por tercera vez, losacontecimientos que habían ocurrido cuando ella, David y Micahhabían salido del edificio después de su sesión de fotos.

Micah y David habían hecho sus propias declaraciones,

idénticas a las de ella.—Simplemente no sé nada más, detective Gibbs —dijo ella convoz cansada—. Todo sucedió tan rápido. Los cristales sehicieron añicos detrás de nosotros y me empujaron al suelo.Todo fue un borrón gigante. Tuve miedo. Y entonces el cocherugió y me empujaron dentro y nos trajo hasta aquí, al hotel.

El detective intercambió una mirada frustrada con sucompañero, ambos con blocs de notas en la mano anotando loque probablemente pensaban que era informaciónperfectamente inútil.

—Lamento no poder ser de más ayuda —Eden agregó,incómoda con el silencio repentino—. ¿Han arrestado a alguien?

Y luego se le ocurrió otro pensamiento, avergonzándola porqueno lo había considerado hasta ahora.

Contuvo la respiración y miró con urgencia a los dos detectives.—¿Hay alguien herido? ¿Dispararon a alguien?

Gibbs negó con la cabeza.

—Hubo algunas lesiones de menor importancia por los cristalesque se rompieron. Una torcedura de tobillo al tropezar cuandoalguien salió corriendo de la escena. Pero no dispararon anadie.




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—Gracias a Dios —Eden exclamó.

Un golpe urgente sonó en la puerta seguido de un gritocaracterístico.

—¡Eden! Soy papá.

El alivio surgió a través de sus venas y se levantó del sofá sólopara ser restringida por Micah.

—David le abrirá Tú te quedas aquí.

Eden se quejó con frustración mientras David iba a la puerta.En cuanto su padre y sus hermanos entraron, empujó a Micah yvoló por la habitación a los brazos de su padre.

—Eden, gracias a Dios que estás bien —su padre le susurró aloído.

—Gracias por venir tan rápido —dijo ella con fervor—. Estoy tancontenta de que estéis aquí.

Entonces pasó a Raid, que la llevó a un abrazo de oso y luego aRyker, quien la abrazó igual de fuerte.

—Nos asustaste, cariño —Raid dijo cuando Ryker finalmente ladejó ir.

Eddie miró por detrás de Eden a los dos detectives y frunció elceño.

—¿Qué está pasando aquí?

Eden le cogió la mano y le arrastró hacia los detectives queestaban esperando.

—Papá, este es el detective Gibbs y su compañero, el detectiveBarnes. Me están interrogando acerca del tiroteo.

—¿Se ha hecho algún arresto? ¿Qué demonios ha pasado hoy?—Eddie ladró.




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—Estamos todavía en la etapa preliminar de la investigación,señor —dijo Gibbs con una voz firme—. Estamos interrogando a

los testigos oculares, tratando de unir las piezas.—¿Sabéis algo en este momento? —Raid preguntó.

—¿Eres policía? —preguntó Barnes.

Raid asintió.

—Todo lo que sabemos es que los disparos se hicieron en unatrayectoria descendente, no a nivel de calle. Sacamos una de

las balas del hormigón y el ángulo la coloca en un nivel de ochoa nueve pisos, por lo que estamos comprobando el hotel al otrolado de la calle y haciendo un barrido de los pisos del 5 al 11.Hasta ahora no ha aparecido nada, pero estamos revisando losregistros de los hoteles de todas las personas que se alojan enesas plantas —Barnes comentó.

—¿Francotirador? —preguntó Ryker.

—Parece ser —Gibbs dijo de forma sombría—. Hay pruebas deque sólo se efectuaron cuatro disparos, pero no podemos estarseguros. Hemos hecho una búsqueda exhaustiva de todas lashabitaciones que daban a la calle y no se encontró ningúncasquillo, por lo que es probable que el tirador limpiara detrásde él. Estamos buscando huellas, pero a menos que tengamossuerte, esto probablemente llevará algún tiempo.

—¿Habéis terminado con mi hija? —Eddie exigió—. Ella pareceagotada. ¿La habéis estado interrogando toda la maldita tarde?

Las mejillas de Barnes enrojecieron.

—Es el procedimiento, señor.

—Estoy bien, papá —dijo Eden en voz baja.

—No, no lo estás —Raid negó.

—Llevan aquí varias horas —dijo Micah—. Diría que ya hanacabado.




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Gibbs suspiró.

—Tenemos todo lo que podemos conseguir por ahora.

—¿Ella es libre para irse? —preguntó Eddie.

Barnes levantó una ceja.

—¿Tiene prisa?

Eddie le lanzó una mirada que congelaría a la mayoría de loshombres. Era una mirada que Eden no solía ver, pero sin duda

la intimidaba. Gibbs y Barnes no se vieron afectados. Barnes semovió inquieto antes de dejar caer su mirada.

—Tengo otra sesión —Eden dijo en voz baja—. Pasado mañana.Tengo que salir mañana. Es importante. La más importante demi carrera.

Su padre y hermanos intercambiaron miradas inquietas, peroguardaron silencio.

—Dejadme los números de contacto en caso de que tengamosalguna pregunta —dijo Gibbs—. Os notificaremos si hacemos unarresto, por supuesto.

Eden proporcionó su número de móvil, al igual que Micah yDavid. Entonces los detectives se despidieron con la promesade mantenerles informados de los avances.

Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Eden se hundió en el

sillón y cerró los ojos. Raid y su padre inmediatamente sesentaron a ambos lados de ella, y su padre la tomó en susbrazos otra vez. Tembló contra ella y se dio cuenta de cuánaterrorizado había estado. Ya eran dos.

Realmente no había calado lo cerca que había estado de lamuerte hasta después, cuando los detectives llegaron justodespués de que Micah les llamara. Había temblado durante todala primera hora del interrogatorio.




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—Estoy tan contenta de que hayáis venido —dijo Eden—.Estaba tan asustada, pero ahora estáis aquí y estoy bien.

Su padre se apartó y enmarcó los hombros con sus grandesmanos.

—He hecho que vengan algunas personas, nena.

Eden frunció el ceño.

—¿Qué personas y por qué?

—Son los mejores, o eso es lo que opina Ryker. Les hice venirpara que se encarguen de tu protección para esta próximagrabación.

Eden abrió la boca.

—¿Pero qué pasa con David y Micah? Para eso están aquí. Y lohicieron. Me sacaron de allí y me llevaron a un sitio seguro.¿Por qué necesitamos más?

Las facciones de su padre eran implacables.—Casi mueres hoy, Eden. No habrá discusión. Les quiero a tualrededor en todo momento. David y Micah pueden tomarse unmerecido descanso.

—Pero, papá...

—Él tiene razón, Eden —Raid intervino.

Eden miró a Ryker, su mirada suplicante, pero él parecía tanresuelto como Raid y su padre.

—Son los mejores en lo que hacen —Ryker dijo, con lamandíbula apretada—. Ni de coña vas a ir a esa sesión sinellos. Sé que es importante para ti, de lo contrario tellevaríamos a casa y estarías bajo vigilancia constante y a lamierda tu carrera.




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El calor se apoderó del rostro de Eden y la ira aumentó. Sehabían unido en su contra. Tomando la decisión por ella. Era

una mujer adulta y ciertamente tenía derecho a tomar suspropias decisiones.

—Tienen razón, Eden —dijo Micah.

Ella gimió.

—Dios, tú también no.

—Casi mueres hoy —dijo David—. Si estas personas que trae tu

padre son los mejores, entonces eso es lo que necesitas. Nadiete quiere muerta.

—Todos estáis considerando esto como un gran problema —señaló ella—. Por todas las circunstancias, se trata de unosdisparos al azar y resulta que estaba en el lugar equivocado enel momento equivocado. Cualquiera de aquellos peatonespodría haber sido asesinado. No sólo yo.

Ella vio un destello en los ojos de su padre, pero quedesapareció con la misma rapidez, la resolución apretando susfacciones.

—No estoy dispuesto a correr riesgos con tu seguridad —dijoEddie —. Compláceme, Eden. Porque estoy a punto de llevartea casa y decirle a tu agente que cancele toda la maldita cosa.

Al final, no fueron las amenazas lo que la convencieron. Cuandomiró a su padre y hermanos vio el miedo marcado en sus ojos.

Y preocupación. Sabía que no cambiarían de opinión y que, sise negaba a tener mayor seguridad, no tenía ninguna duda deque su padre cumpliría su amenaza de llevarla a su casa ymantenerla bajo llave durante todo el tiempo que fueranecesario.

Ella suspiró, masajeándose la frente con los dedos, el cansanciometido en sus huesos.




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—Estás cansada, nena —dijo Raid—. ¿Por qué no intentasacostarte y descansar un poco hasta que los Kelly lleguen?

Están en camino ahora y tenemos que hacer planes ya quemañana por la tarde sales para París.

David acercó el frasco de la medicina que el médico del hotelhabía prescrito cuando fue a examinar a Eden horas antes.

—Toma. Necesitas descansar —dijo sin rodeos.

La habitación ya estaba llena de testosterona. Se estremeció alpensar lo malo que sería cuando aparecieran los que su padre

había contratado.

Micah le pasó una botella de agua y luego Raid la levantó y lallevó hacia la zona de dormitorios de la suite.

—Odio cuando los hombres de mi vida me manipulan —gruñóella una vez que Raid cerró la puerta detrás de ellos.

Raid la llevó a sus brazos y la abrazó con fuerza.

—Estamos aterrorizados, nena. Complácenos, por favor. Notienes ni idea de lo que esa llamada hizo a papá. Le harásentirse mejor saber que tienes a los mejores cubriendo tuespalda.

—Habéis hecho esto totalmente a propósito —Eden le acusó.

Raid se retiró, una mirada inocente en su cara.

—¿Hacer qué?—Sabes malditamente bien qué —contestó ella con disgusto—.Estás usando a papá contra mí.

—¿Funciona?

—Sí. Maldita sea.

Él sonrió y la besó en la frente.




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—Toma la medicina y duerme un poco, ¿de acuerdo?

—Lo que quieras, hermano mayor. Pero la venganza es un platoque se sirve frío.

—Hará que Ryker y yo también nos sintamos mucho mejor —dijo él, con una expresión cada vez más seria una vez más.

Ella suspiró.

—De acuerdo, deja de sentirte culpable.

—Estamos preocupados por ti, nena. Te queremos y nodeseamos que te pase nada.

—También os quiero a los tres —ella contestó—. Ahora a callarpara que pueda meterme en esa cama. Estoy a punto dedesmayarme.

—No hasta que vea que te tomas la pastilla —dijo su hermanosin rodeos.

Para enfatizar su punto, se cruzó de brazos y la miróexpectante.

—Sois todos una panda de tiranos —murmuró Eden. Pero hizolo que la ordenó y se tragó la pastilla de sabor amargo con unamueca—. Ya está. ¿Contento?

—Sí —contestó él, inclinándose para besarla en la frente.

—Despiértame cuando lleguen, ¿de acuerdo?

Él asintió con la cabeza.

—Prométemelo —ella presionó—. Al menos me gustaría estarpresente cuando se decida mi futuro.

Él puso los ojos en blanco.

—Lo prometo. Ahora mete el culo en la cama.




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Eden no necesitaba mucho ánimo. Ni siquiera echó las mantashacia atrás. Cayó de bruces en la cama y acurrucó la cabeza en

la suntuosa almohada con un suspiro.A lo lejos, oyó que la puerta se cerraba detrás de ella y cerrólos ojos, el cansancio tomando el control.




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Capítulo 7

Joe estacionó el SUV en la entrada trasera del hotel y llamó aRyker para que acudiera a abrir la puerta y no tener queatravesar el vestíbulo con su arsenal de armas. Segundos mástarde, Ryker abrió la puerta y les indicó que salieran delvehículo.

Se apresuraron a entrar, Ryker rápidamente saludando a Joe,

Nathan y Swanny.—Gracias por venir tan rápido —Ryker dijo mientras subían lasescaleras.

—No hay problema —respondió Joe.

—Eden está descansando, lo cual es bueno —Ryker dijomientras salían de la escalera y entraban en el pasillo—. Papáestá decidido a que no sepa lo que está pasando, o al menos no

todo. No digo que esté de acuerdo, pero vamos a hacer esto asu manera. Él te dará la información que necesitas para quepodamos actuar en consecuencia.

Se detuvo frente a una puerta de una habitación e insertó latarjeta de acceso. La abrió e indicó a los demás que entraran.

La mirada de Swanny barrió el interior, notando a un hombremayor que supuso que sería Eddie Sinclair y a un hombre más

joven, que debía de ser el hermano mayor de Ryker, Raid.Eddie se les unió a medio camino, con la mano extendida paraestrechar las suyas cuando se hicieron las presentaciones.

Una vez que estuvieron todos sentados, Eddie se inclinó haciadelante en su silla y mantuvo la voz baja. Miró hacia una puertacerrada donde Swanny supuso que Eden estaba durmiendo.

—Todo lo que Eden sabe es que el tiroteo fue del azar —dijoEddie en voz baja—. Pero sé que no es así. Justo antes de que




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se produjera el tiroteo, recibí una amenaza. Es una historialarga y enrevesada. Es... una venganza.

La ceja de Swanny se levantó y Joe frunció el ceño.

—¿Te importaría explicarlo con detalle? ¿Conoces la fuente dela amenaza?

Eddie se pasó una mano por el pelo, sus ojos oscuros conpreocupación.

—Hace años, cuando estaba en un grupo de operaciones

encubiertas, tuvimos una misión que se fue totalmente a lamierda. Se suponía que íbamos a acabar con Raul Sanchez, ungran jugador en el tráfico de drogas y en el de tráfico de armas,con el tráfico humano como un fuerte competidor secundario.Tenía las manos en casi todo. Finalmente conseguimos nuestraoportunidad. El cumpleaños de su hija.

Se interrumpió y se quedó en silencio un momento, la emociónlatente en sus ojos.

—Su esposa e hija quedaron atrapadas en el fuego cruzado.Sanchez y su hijo escaparon.

—Maldita sea —murmuró Nathan.

—No terminó ahí —Eddie dijo con cansancio—. Años más tarde,Sanchez vino a por mí cuando yo era más vulnerable. Miesposa… —Se atragantó y tuvo que componerse visiblemente así mismo antes de continuar—. Mató a mi esposa.

—Jesús —Swanny murmuró.

—Fui tras él —Eddie dijo con voz sombría—. No podía dejar quese saliera con la suya. No cuando lo supe. Así que le localicé,llamé a alguien para ayudar y acabé con él. Y ahora...

Se frotó las manos por la cara y cuando se las quitó, laslágrimas brillaban en sus ojos.




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—El ciclo de la venganza continúa. El hijo ahora quierequitarme lo que le arrebataron a él. Su madre, su hermana, y

luego a su padre. Me envió fotos de Eden. Me dijo que me iba aquitar lo que más amaba. Y Dios, apenas unas horas después,alguien intentó matarla.

Él dirigió una dura mirada a los miembros del KGI.

—Ella tiene una grabación importante que comienza pasadomañana. Es en el interior, que es la única razón por la quepermito que vaya. No hay manera en el infierno que la dejeestar al aire libre, donde protegerla sería una pesadilla. Peroesto es enorme para ella. No puedo encerrarla, no cuando noconoce toda la historia, y no quiero que la sepa.

Joe levantó una ceja y Swanny pudo ver la desaprobación en sucara. Swanny tenía pensamientos similares.

La familia de Eden la trataba como una princesa mimada yprotegida, y eso conseguiría que la mataran.

—La historia es que os he llamado porque estoy preocupadodespués de lo que pasó hoy y la quiero protegida. Y es así.Tiene que estar segura en todo momento.

—¿Dónde es la próxima grabación? —Nathan preguntó.

—París —respondió Eddie—. No se ha anunciado públicamenteque Eden va a liderar la nueva campaña de cosméticos de Aria.Así que si la mantenemos fuera de una línea aérea oficial y nodejamos un rastro de papel, entonces espero que para cuandoeste individuo llegue a ella, el rodaje haya acabado y estará deregreso en casa.

—Podemos llevarla en el avión del KGI —Joe les informó.

—¿Entonces lo haréis? —Eddie preguntó esperanzado—.¿Aceptaréis el trabajo?

La mirada de Joe se entrecerró.




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—No estaríamos aquí si simplemente estuviéramos pensándolo,señor.

—Gracias —contestó Eddie sinceramente—. Pero quiero vuestrapalabra. Eden no debe saber lo que os he dicho. No quiero quesufra por saber que la muerte de su madre no fue un accidente.Ya fue bastante malo que mis hijos tuvieran que saberlo.

Joe suspiró.

—No lo sabrá por nosotros.

—¿Papá?Swanny se giró en dirección a la voz femenina vacilante paraver a Eden en la puerta del dormitorio, ahora abierta. Llevabauna enorme camisa de hombre abotonada hasta arriba, yaunque era más alta que la mujer promedio, la camisa llegabahasta la parte superior de las rodillas, dejando al descubiertouna buena parte de sus piernas bien torneadas.

Ella envió una mirada acusadora en la dirección de Raid.

—Prometiste despertarme cuando llegaran.

—Acaban de llegar, cariño —Raid dijo en un tono conciliador—.Estaba a punto de ir a despertarte. Sólo nos estábamospresentando.

Él ni siquiera parpadeó por la mentira.

Swanny tenía los ojos puestos en Eden. Pelo revuelto, ojossomnolientos y unas piernas para morirse. Como si se dieracuenta que sólo llevaba una camisa, tiró del dobladillo, tratandode cubrir más sus piernas, pero esa acción tensó la camisasobre sus pechos, perfilándolos con claridad, y se veía unindicio de su pezón a través de la tela.

—Voy a, ah, voy a vestirme —ella dijo, el malestar evidente ensu voz.

Cerró la puerta rápidamente.




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—Una vez que la habéis visto, dadme una buena razón pararomper su corazón —dijo Eddie en voz baja—. Ella ve lo bueno

en todos. Es demasiado dulce para su propio bien. No quieroarruinar eso. No, si puedo evitarlo.

Swanny se sacudió de su ensueño, mirando a sus compañerosde equipo para asegurarse de que nadie le había visto mirar demanera inapropiada a Eden. Si lo notaron, no dieron muestrasde ello, gracias a Dios.

Todos se quedaron en silencio y luego, un momento después,Eden reapareció, vestida con pantalones vaqueros y unacamiseta, y su pelo recogido en una coleta. No se habíamolestado con el maquillaje, pero Swanny había visto sus fotostoda glamurosa y prefería a la Eden más natural. Era bonita, sinimportar la parafernalia. Tal vez estaba menos intimidado conla persona en lugar de con la supermodelo.

—Soy Eden Sinclair —ella dijo innecesariamente. Ofreció unasonrisa a cada uno de los miembros del KGI cuando Ryker hizolas presentaciones.

Swanny se tensó cuando Ryker llegó a él y, como era sucostumbre, giró el lado lleno de cicatrices de su cara hacia unlado para que ella no la mirara.

Pero su sonrisa fue cálida cuando le estrechó la mano, susdedos apretando los suyos con fuerza.

—Swanny, claro que recuerdo a Ryker hablando de ti. Y de

Nathan y Joe también. Estoy tan contenta de conocerfinalmente a algunos de los hombres con los que sirvió.

Se sentó al lado de su padre, con su expresión llena deinquietud.

—Entonces, ¿qué es lo que pasa, papá?

Eddie suspiró y tomó las manos de Eden entre las suyas.




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—Me sentiría mejor si tuvieras más protección para estapróxima grabación. Sé lo importante que es para ti, así que no

voy a pedirte que no la hagas. Pero, para mi paz mental, megustaría que el KGI se hiciera cargo de tu protección personal,al menos para esta grabación.

Ella miró a su alrededor, con los labios fruncidos, como si seacabara de dar cuenta de que David y Micah ya no estabanpresentes.

—Le he enviado a casa. Están agotados y necesitan undescanso —Eddie contestó, leyendo correctamente la preguntaen sus ojos—. El KGI se hará cargo desde aquí.

Ella suspiró.

—¿No crees que estás exagerando un poco? —preguntó ella consuavidad.

—No.

Esa negación inmediata vino de Raid, que hasta ahora habíapermanecido en silencio. Eden envió a su hermano una miradade asombro.

—Prefiero que actuemos de manera exagerada que lo contrariocuando se trata de tu seguridad —dijo Raid—. Si poco esbueno, entonces más es mejor.

Los hombros de Eden se hundieron y la resignación se reflejóen sus facciones.

—Está bien. Pero no puedo tener el plató invadido por cincoguardaespaldas corpulentos. Al fotógrafo le dará un ataque.

—Lo superará —Joe dijo sin rodeos—. Tendré una charla contodas las personas involucradas en el rodaje y explicaré lanecesidad de nuestra presencia. Llegaremos a unentendimiento. No tendrás que preocuparte de que estemos enmedio. Pero vamos a estar ahí. Tu protección es nuestra




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prioridad número uno y no nos importa los pies que tengamosque pisar en el proceso.

Ella parpadeó sorprendida.

—Bueno, vale.

—Ahora, he llamado al servicio de habitaciones para quepuedas comer, y luego quiero que tengas una buena noche desueño —dijo Eddie con voz firme—. Tu vuelo sale mañana, perono vas a coger un vuelo comercial. No quiero un rastro de papelque haría más fácil que alguien te pueda hacer un seguimiento.

Eden palideció.

—¿Honestamente crees que este tiroteo estaba dirigido a mí?

—No estamos dispuestos a correr ningún riesgo con tuseguridad —Ryker dijo sin rodeos—. Hasta que tengamospruebas de lo contrario, lo vamos a tratar como una amenazadirecta hacia ti.

Ella exhaló un profundo suspiro y se apoyó en el respaldo de lasilla. Luego se giró hacia su padre.

—Nada más que una ensalada. No puedo darme el lujo deganar ni un gramo para esta grabación.

Las cejas de Swanny se alzaron por la sorpresa y Eden debióhaberlo notado.

Ella le lanzó una sonrisa triste.—La cámara añade de cinco a siete kilos. Así que para todos losefectos prácticos, tengo que pesar esos cinco a siete kilosmenos debido a que la cámara te los echa encima. La cámaraes muy implacable. Si tengo algo de sobrepeso, se mostrará ypodría perder mi contrato por ello.

—Eres perfecta tal y como eres —Swanny dijo sin rodeos.

Su sonrisa fue afectuosa y sus mejillas se sonrojaron.




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—Gracias. Pero mi fotógrafo no estaría de acuerdo.

—Entonces es que es tonto —Swanny murmuró.

—He hecho un gran pedido para que todos podamos comer.Hay un par de ensaladas de acompañamiento, así que puedestomar lo que te gusta —Eddie la tranquilizó—. Pero juro porDios, Eden, cuando esta grabación haya terminado, vas atomar un descanso durante un tiempo y vas a comer como unser humano normal. Estás demasiado delgada tal y como estás.Estoy preocupado por ti.

Ella puso los ojos en blanco.

—No es como si tuviera un desorden alimenticio, papá. Hagoejercicio y estoy tan sana como una lechuga.

El timbre de la puerta de la suite sonó y Ryker se levantó paradejar entrar al personal del servicio de habitaciones. Unosminutos más tarde, toda la comida estaba preparada en lamesa y todos comieron al estilo buffet.

Eden estaba estudiando cada uno de los miembros del equipode Swanny y él intentaba quedarse atrás, fuera de su línea devisión directa. Aun así, él sintió su escrutinio y le pusoincómodo. Se sentó lo más lejos posible de ella mientrascomían. Pero parecía no hacer ninguna diferencia. Cada vezque echaba una mirada en su dirección, con su cara llena decicatrices ladeada, ella le estaba estudiando. Podía jurar quesentía su mirada. ¿Estaba embobada tratando de obtener una

mejor visión de sus cicatrices? Pero no, cuando la echó otramirada, ella simplemente estaba mirándole pensativamente.

—¿Swanny? ¿Cuál es tu verdadero nombre? —Eden de repentele preguntó.

La mirada de Swanny se levantó por la sorpresa de que ella sedirigiera a él cuando no había dicho ni una palabra a ningunode los otros miembros de su equipo durante la comida.




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Las mejillas de Eden enrojecieron como si lamentara laimpulsiva pregunta. Maldita sea, pero él estaba siendo grosero

simplemente mirándola como un idiota.—Es sólo que en todas las cartas de Ryker siempre te llamabaSwanny, y decía que era un apodo derivado de tu apellido,Swanson, pero nunca me dijo cuál era tu nombre de pila —dijoella deprisa, como si tratara de calmar por qué había hecho lapregunta inicial.

—Daryl —Swanny dijo bruscamente—. Pero nadie me llama así.Nunca. Me llaman Swanny.

Ella le dio una sonrisa impresionante que fue como un puñetazoen el estómago. Sus ojos eran cálidos, con un toque de chispaen ellos. O tal vez se estaba imaginando eso.

—Lo recordaré... Swanny —dijo ella, su sonrisa nunca vaciló—.Estoy muy contenta de que volvieras a casa de Afganistán.Ryker agonizó durante los meses que tú y tus compañeros deequipo estuvisteis considerados perdidos en acción. Y sentí

como si os conociera a todos por las cartas de Ryker, así quefue muy triste para mí también.

Ella en realidad estaba reconociéndole. Hablando con él cuandopodría haber dicho exactamente lo mismo a Nathan. Pero nisiquiera miró a nadie más que a él. Cada vez que él la miraba,ella le estaba mirando fijamente.

No tenía ni idea de cómo responder. Qué decir. Tenía la lengua

paralizada y las palabras se atascaban en la garganta.Finalmente, logró decir un breve agradecimiento, sabiendo queestaba siendo grosero por no decir más. Le avergonzabasentirse aliviado cuando el resto terminó la comida y Raidinstigó a Eden para que fuera a la cama.

Eden protestó, diciendo que ya había echado la siesta, peroRaid no cedió. Le puso dos pastillas en la mano y se quedó allíhasta que las tomó. Ya eran las nueve de la noche y todavía

tenían una gran cantidad de planificación que hacer. Sería




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mucho más fácil si Eden estuviera durmiendo para que noescuchara nada de lo que su padre no quería que supiera.

Después de decir unas buenas noches enfadada a todo elmundo, Eden permitió que Raid la apresurara a la cama, peroaun así esperaron hasta media hora más tarde, cuando Raidentró en silencio para comprobar si Eden ya estaba durmiendo.

Regresó con un pulgar hacia arriba.

—Ha caído redonda. El día de hoy la dejó exhausta, aunquenunca lo admitiría.

—De acuerdo, así que obviamente tenemos la protección deEden cubierta —dijo Joe— pero ¿qué pasa con la fuente de laamenaza? ¿Qué información nos puedes proporcionar? Puedollamar a Sam y conseguir que un equipo trabaje en ese ángulo,porque hasta que eso se elimine estamos perdiendo el tiempo.

—No había pensado más allá de la protección de Eden —Eddieadmitió—. Pero por supuesto que se tiene que eliminar la

amenaza para ella. He hecho otra llamada en relación con lasituación, pero no he conseguido contactar, así que estoyagradecido de que todos vosotros podáis ocuparos de estoahora.

—Voy a llamar a Sam —Nathan intervino—. Voy a contarle unresumen, pero tenemos que saberlo todo. No retengas nadaque pueda ayudarnos o entorpecernos. No podemos estardando palos de ciego. Sam no va a enviar a un equipo si va a

conseguir que les maten.Eddie asintió.

—Os daré todo lo que sé. Aprecio esto. Más de lo que nuncasabréis.

—Mientras que estemos en París con Eden, tú, Ryker y Raidnecesitan tener un perfil bajo. Si este tipo no puede llegarhasta Eden, puede ir detrás de uno de vosotros en su lugar —

Joe advirtió.




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—No me voy a esconder de este hijo de puta —Raid dijo, susojos brillando peligrosamente—. Tengo un trabajo que hacer.

Espero que el cabrón venga a por mí.—Simplemente vigila tus seis —dijo Nathan—. Nos vamos aasegurar malditamente bien que no llegue a Eden.

—Eso es todo lo que pido —dijo Eddie—. Mantener a mi hija asalvo.

—Edge, llama a uno de nuestros pilotos y dile que traiga elavión más grande. Dile lo que ocurre y que esté preparado

mañana a las tres. De hecho, llama al otro piloto para queaproveche el viaje y pueda volar el pequeño de nuevo alcomplejo —Joe dijo—. Nathan, tú llama a Sam. Dale elresumen. El resto podéis retiraros. Tenemos que descansar unpoco mientras podamos hacerlo.

—Podemos apretujarnos en la habitación de Eden —comentóRyker, haciendo un gesto hacia él y su padre y su hermano—.Dejará más espacio para que tu equipo duerma aquí fuera.

—Necesito llamar a Nigel, su agente, y hacerle saber lo queestá pasando —dijo Eddie—. Él también puede allanar elcamino con todo el mundo en el plató. Planea llegar antes queEden, así que eso ayudará, espero.

En cuanto los Sinclair se retiraron a la habitación de Eden,Swanny comenzó a preparar una cama improvisada en el suelo,usando uno de los cojines del sofá como almohada. Después de

que Edge y Nathan hicieran sus llamadas, se unieron a losdemás para dormir.

Era sólo otro día en el trabajo. Nada que no hubieran hechocientos de veces antes. Esta era una que podían hacerdormidos. Y, sin embargo Swanny se encontró despierto,repitiendo esos breves momentos en que Eden había estado enla misma habitación.




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Estaba en lo cierto. Sólo estar en su presencia era como serbañado por el sol.




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Capítulo 8

Eden se despertó con un aturdimiento que normalmente nosentía por las mañanas. Se frotó los ojos tratando de eliminaralgo de la somnolencia y recordó las dos pastillas que Raid lahabía obligado a tragar.

Miró el reloj y vio que era justo después de las ocho. Al menosno había dormido toda la mañana. Tenía mucho que hacer

antes de salir hacia París.Después de una ducha rápida, se ocupó de la rutina del cuidadode su piel pero no se maquilló. Su piel necesitaba respirar paraque pudiera lucir lo mejor posible para la próxima grabación.

Se vistió de forma casual con un par de vaqueros cómodos yuna camisa de gran tamaño. Después de calzarse un par dechancletas, se fue en busca de los demás, que sin ningunaduda estarían haciendo planes sin ella.

Puso los ojos en blanco mientras salía del dormitorio. No teníadudas de que su padre y hermanos estaban reaccionando deforma exagerada, pero estaban realmente preocupados,especialmente su padre. Después de la muerte de su madre,había sido muy sobreprotector con ella hasta el punto de loabsurdo, pero no quería aumentar su preocupación, por lo quelo aceptaba cuando estaba en uno de sus estados de ánimo.

Todo el mundo estaba bebiendo café y la televisión estabaencendida en una cadena local. Saludó con la mano, sin saberqué decir al grupo de personas que su padre había contratadopara protegerla. Parecían un grupo callado de todos modos.Excepto Joe. Él parecía ser el líder y hasta ahora había llevadola mayor parte de la conversación. Pero no había sido en Joe enquien se había fijado. Había sido en Swanny. Había algo en elhombre callado. En un grupo con tanta testosterona era




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extraño que se centrara en Swanny, pero no había explicaciónpara ello.

Cuando aceptó una taza de café de Raid, se colocó a un lado,observando en silencio a las personas con las que iba a pasar lapróxima semana.

Skylar era pequeña y linda con ojos brillantes y pelo largo yrubio, pero en su caso las apariencias tenían que ser engañosaso ¿de qué otra forma iba a conseguir un trabajo con unaempresa como el KGI?

Edge era un hombre enorme, con rasgos fuertes. Sus orejastenían los bordes deformados que se asociaba a los boxeadoreso a los que practicaban artes marciales mixtas. Su nariz teníaun ligero bulto que indicaba que probablemente se había roto almenos una vez. Tenía los ojos oscuros y el pelo le llegaba hastala parte superior de los hombros.

Su mirada se desvió hacia Swanny. Callado y observador. Teníauna cicatriz en un lado de la cara que terminaba en la esquina

derecha de su boca. Era como si alguien hubiera cogido uncuchillo y le hubiera abierto el lado de su cara. La cicatrizestaba arrugada, las bordes desiguales como si simplementelas hubieran cosido para unirla con poco cuidado de suapariencia.

Se preguntó qué habría pasado y cómo habría conseguido unalesión tan terrible.

Como si sintiera su escrutinio, la mirada de él se encontró conla suya y apartó el lado lleno de cicatrices de su cara. Lo hacíaa menudo. Se había dado cuenta que cuando él la pillabamirándole siempre volvía el lado de la cara marcado con unacicatriz. Como si fuera consciente de su apariencia.

Él la fascinaba y no podía precisar exactamente por qué. No eraatractivo en el sentido clásico. Pero tenía rasgos fuertes y unacalidad robusta que atraía a sus instintos femeninos. Era un

hombre de honor. Estaba segura de ello. De todos los




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miembros del equipo del KGI, era Swanny en quien confiabamás, y maldita sea si sabía por qué. Mientras le estudiaba más

profundamente, la golpeó como una tonelada de ladrillos. Sesentía atraída por él. Sexual y emocionalmente, lo que erabastante estúpido teniendo en cuenta que (A) ella era untrabajo para él y (B) se acababan de conocer. Él probablementepensaba que estaba loca por mirarle todo el tiempo. Se sentiríaavergonzada si él consideraba su interés como quesimplemente tenía curiosidad por sus cicatrices, como si fueraun desastre al que no podía dar la espalda.

En su trabajo, estaba rodeada de hombres que la mayoría delas mujeres considerarían maravillosos y, sin embargo, ella lesencontraba demasiado guapos. Demasiado... perfectos.

La mirada de Swanny volvió a ella como si sintiera su lecturaprolongada y, por un momento, le sostuvo la mirada,devolviéndola en igual medida. Un ligero calor inundó susmejillas pero no podía obligarse a mirar hacia otro lado. Susojos la hipnotizaban, su mirada le buscaba como si él pudiera

ver en su corazón. Esperaba que su atracción no fueraevidente.

Él desvió la mirada primero, dándole la espalda. La decepciónse filtró en su pecho porque no había visto ninguna señal deque él respondiera a su atracción. Sólo una mirada firme,devolviendo su estudio del mismo modo. Probablementepensara que era una mujerzuela descarada que estaba de caza.

Se giró al oír las noticias locales en un informe especial. Todo elgrupo dejó de hacer lo que estaban haciendo y escuchó conatención mientras el periodista hablaba en tonos rápidos.

Había habido otro tiroteo, y habían detenido a un sospechoso.Eden captó la mirada de sorpresa de su padre y frunció el ceño.Antes de que pudiera hacer un comentario, su teléfono móvilsonó y bajó la mirada para ver un número desconocido en lapantalla.




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Eden abrió los ojos como platos.

—Pero han detenido al tirador y es evidente que no fuepersonal.

—Me sentiría mejor si el KGI te acompaña a París —dijo supadre, un gesto obstinado en su rostro.

Ella entrecerró los ojos.

—¿Qué no me estás diciendo?

Ryker deslizó su brazo alrededor de sus hombros.—Danos un poco de cuerda, Eden. Casi te matan. Nos haríasentirnos mejor si tuvieras una seguridad más fuerte para lagrabación de París. Además, ya están aquí y los planes estánhechos.

—Deja el chantaje emocional —murmuró ella—. Raid ya lo hautilizado lo suficiente.

Su padre se acercó a ella y enmarcó sus hombros en susmanos, con una expresión seria.

—Haz esto por mí, Eden. Por favor. Dormiría mejor si supieraque tienes la mejor protección.

Ella exhaló un profundo suspiro.

—Vale, está bien, lo que sea. Pero que conste que esto estotalmente innecesario.

—Señorita Sinclair.

Sorprendida, ella desvió su mirada para mirar a Swanny, quehabía dicho su nombre suavemente.

—Creo que es necesario —continuó—. Ya está en todas lasnoticias que te viste implicada en el tiroteo de ayer. Hay cientosde personas locas ahí fuera, y existe la probabilidad de un

imitador. Con toda rotundidad deberías reforzar tu seguridad al




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menos por un tiempo. Espera a que las cosas se calmen. No sepuede tomar esto demasiado a la ligera.

El resto del grupo parecía tan sorprendido como ella de que élhubiera hablado tanto. Había una firmeza en su voz que leindicó que hablaba absolutamente en serio.

—Él tiene razón —Raid dijo sombríamente.

Ella levantó las manos en señal de rendición.

—Ya he dicho que estoy de acuerdo.

—Pero tienes que tomártelo en serio —dijo Swanny—. Lo quesignifica que haces lo que te digamos y no protestas. Nuestrotrabajo es mantenerte a salvo, y no podemos hacer eso sin tucooperación total.

Ella parpadeó, pero sostuvo su mirada, la calidez invadiendosus venas mientras él la miraba fijamente. Esta vez noescondió el lado de su cara. La miró casi desafiante,desafiándola a mirar hacia otro lado en primer lugar.

—No soy una persona difícil de tratar —dijo Eden en voz baja.

Swanny hizo una mueca.

—No he querido dar a entender que lo fueras. Si lo he hecho,entonces pido disculpas.

Ella negó con la cabeza.

—No, no me ha molestado. Sólo quiero que sepas que no soyuna diva consentida que tiene un berrinche si no me salgo conla mía. Voy a cooperar plenamente. No quiero hacer quevuestro trabajo sea más difícil.

—Te lo agradecemos, señorita Sinclair —Joe interrumpió.

—Por favor, llámame Eden —dijo ella, barriendo todo el grupocon la mirada, incluyendo a todos en su solicitud.




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—Muy bien, Eden —dijo Swanny.

El estómago de Eden hacía cosas raras al escuchar su nombreen los labios de Swanny. Rompió la mirada y miró a su padre,segura de que sus mejillas estaban coloradas. Lo último quequería era ser obvia. O parecer desesperada.

—¿Cuándo nos vamos? —ella preguntó, para cubrir la torpeza.

Joe se hizo cargo entonces, contándole rápidamente lospreparativos que se habían hecho. Le asombró que pudieranhacer planes así de rápido. De hecho, se estaban tomando esto

muy en serio, y por primera vez, ella sentía una pizca deinquietud. ¿Y si tuvieran razón? ¿Qué pasa si algún idiotadecidiera dispararla ahora que estaba en todas las noticias?

—Iremos a despedirte y luego cogeremos un vuelo de vuelta acasa —dijo Raid—. Tengo que volver al trabajo, pero esperamosque nos llames a menudo y si te ocurre algo, queremos saberlode inmediato.

Eden asintió, tragando el nudo de la garganta. Todo el mundoestaba actuando como si fuera una conclusión inevitable quealgo iba a suceder.




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Capítulo 9

Eden se relajó en la parte posterior del avión, metiendo los piesdebajo de ella mientras se apoyaba en el brazo del sofá. Losdemás todavía estaban delante en sus asientos, pero ella sehabía retirado a la parte de atrás tan pronto como despegaron.

No le gustaba el miedo que se apoderó de ella. Esa no era laforma en que vivía su vida. Temiendo siempre lo peor de los

demás. Su fama no la había cambiado, al menos no lo creía.Bajo el glamur todavía estaba la misma chica que siemprehabía sido.

Su padre y sus hermanos la mantenían con los pies en la tierra.Incluso si hubiera intentado convertirse en alguien que no era osi dejara que la fama se le subiera a la cabeza, la habríanfrenado rápidamente.

Un ruido la alertó de que ya no estaba sola, y dirigió su miradahacia arriba para ver a Swanny de pie en la entrada a la zonade descanso. Tenía una mirada inquisitiva en su rostro mientrasla miraba fijamente.

—¿Todo bien? —él preguntó en voz baja.

Ella le devolvió la mirada, bebiendo de su apariencia. Entoncesasintió con la cabeza e hizo un gesto hacia el espacio a su ladoen el sofá.

—Siéntate, por favor. Me gustaría tener compañía.

Swanny vaciló y luego para su decepción, se hundió en uno delos sillones en diagonal con el sofá.

—Pensaba que no querías compañía puesto que te has venidoaquí justo después de despegar —comentó él.

Ella levantó se encogió de hombros.




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—No es eso. Es sólo que no conozco a ninguno de vosotros ytodo esto salió de la nada para mí. En realidad, no me gusta

estar sola y, de hecho, rara vez lo estoy. Cuando no estoytrabajando, me voy a casa y me quedo con mi padre y pasotiempo con él y con mis hermanos.

—Parece que te mantienes bastante ocupada —dijo Swanny—.Esta cosa de Aria es un gran contrato para ti, ¿verdad?

Ella asintió.

—Sí. Es el logro más importante de mi carrera. Es una cuenta

enorme y tuve una dura competencia. De ninguna manera lovoy a perder porque algún idiota se olvidó de tomar susmedicinas y empezó a disparar a personas.

Una sonrisa curvó la comisura de la boca de Swanny. Ella se diocuenta de que en el lado de las cicatrices, su labio superior enrealidad no se movía, lo que resultaba en una especie de mediasonrisa. Era una sonrisa torcida que ella encontró entrañable.Se preguntó si había habido daños en los nervios, resultando en

la incapacidad de mover esa esquina de su boca.

Y luego se preguntó cómo se sentiría besarle. Tener esa bocaen su piel. Un calor traicionero se deslizó hasta su cuello y seobligó a que sus pensamientos fueran a algo más mundano. Lamaldición de tener la piel clara era que se sonrojaba mucho.

—No quiero que te preocupes, Eden —Swanny dijo, una vezmás con una expresión seria—. Nos aseguraremos de que nada

te haga daño. Es lo que hacemos. Y no hay que descartar laimportancia de esta misión, pero nos hemos enfrentado amisiones muchísimo peores.

Ella ladeó la cabeza.

—¿Es eso lo que soy? ¿Una misión?

Él pareció sorprendido por su pregunta y, como si se acabarade dar cuenta de que estaba totalmente frente a ella, alejó la

mejilla de la cicatriz de ella, presentando su perfil.




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—¿Por qué haces eso? —Eden preguntó en voz baja.

Él frunció el ceño y se volvió ligeramente hacia ella una vezmás.

—¿Hacer qué?

—Girar la cara para que no vea tu cicatriz.

Parecía sorprendido por su franqueza, y se quedó en silenciopor un largo momento.

—Es un hábito —admitió él.—No me molesta —contestó ella, deseosa de aliviar suinseguridad alrededor de ella—. Y si molesta a otras personas,ése es su problema, no el tuyo. Si te juzgan por tus cicatrices,entonces son unos gilipollas que no se merecen tu respeto ni tuconsideración.

Él se rió, sorprendiéndole con el sonido sordo que brotó de supecho. Las líneas alrededor de sus ojos se relajaron y su

mirada se iluminó con diversión.

Se tocó la cicatriz de forma distraída y luego dejó caer la mano.

—¿Todavía te duele? —preguntó ella en voz baja.

Él negó con la cabeza.

—Solamente los recuerdos.

Pareció inmediatamente disgustado, como si se arrepintiera decompartir algo tan personal con ella. Pero Eden estabaencantada de que en realidad estuviera hablando con ella. Unaconversación real que no giraba en torno al trabajo para el quefue contratado.

—¿Cómo sucedió?

Swanny se quedó en silencio un buen rato, las sombras

ahuyentando la luminosidad de sus ojos. Luego expulsó un




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largo suspiro y se inclinó hacia delante en el sillón,aparentemente incómodo.

—Si me estoy entrometiendo demasiado, sólo dime que meocupe de mis asuntos —dijo ella rápidamente—. No escuriosidad morbosa. Me gustaría saber más sobre ti...

Eden se interrumpió antes de decir algo realmente estúpido,como que fantaseaba con su boca sobre la de ella y trazar laslíneas de la cicatriz con sus propios dedos. Quería calmarcualquier dolor persistente, aunque sonara ridículo que lepudiera ofrecer nada en absoluto.

—En nuestra última misión, Nathan y yo y unos cuantos más denuestro equipo fuimos capturados. Nos habíamos separado deJoe y su equipo. Se fueron. Nosotros no. Pasamos mesessiendo torturados y muertos de hambre antes de que nosrescataran.

Volvió a poner los dedos en la cicatriz.

—Nos acuchillaron a Nate y a mí, e hicieron esto. Para cuandosalimos y fuimos al hospital, hubo poco que pudieran hacer,salvo cerrarlo lo mejor que pudieron. Dijeron que podría vermeun cirujano plástico, pero opté por no hacerlo. Es unrecordatorio.

Se quedó en silencio de nuevo, una mirada lejana en sus ojoscomo si estuviera allí en el infierno y no aquí.

Ella se deslizó hacia el extremo del sofá hasta que no les quedómucho espacio de separación. Tentativamente, extendió lamano y la puso en su rodilla, apretando suavemente.

Él se estremeció, quedándose sin respiración, con los ojos derepente brillando con fuego. Su pulso se aceleró a varios latidosporque se dio cuenta de que él no era consciente de la químicaentre ellos.

—¿Un recordatorio de qué? —ella preguntó suavemente.




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—De que fui una víctima y nunca volveré a ser una víctima otravez —él contestó simplemente.

—No es fea —dijo ella con una voz sincera—. Es una marca devalor. De supervivencia. Creo que eres hermoso.

Él echó hacia atrás la cabeza, la sorpresa ardiendo en sus ojos.La miró como si hubiera perdido el juicio.

—¿Hermoso? —exclamó él con voz ronca—. Tú eres hermosa.No yo.

Ella se inclinó, sabiendo que estaba siendo atrevida, demasiadoatrevida, pero simplemente no podía resistir la tentación demostrar con más que palabras que su cicatriz no la molestabaen lo más mínimo. Le ahuecó la cara y deslizó los dedos por losbordes arrugados.

Él se estremeció y trató de retirarse, pero ella se inclinó aúnmás, siguiéndole mientras continuaba con su suaveexploración.

—No estoy de acuerdo —murmuró Eden—. Creo que eresatractivo. Fuerte. Un guerrero. Tu cicatriz es una insignia dehonor. Olvidas que mi padre y hermanos sirvieron en algúncuerpo militar o policial. Ellos tienen cicatrices. No me molestanen absoluto.

Swanny parecía haberse quedado completamente sin palabras,pero se quedó congelado en su lugar. Luego inclinó ligeramentela cara sobre la palma de su mano como si disfrutara de sutacto.

—¿Puedo besarte? —ella susurró.

Los ojos de Swanny mostraron sorpresa. Ella sabía que estabasiendo audaz. Prácticamente forzando a este hombre. Perosabía que él también lo sentía. Esta atracción inexplicable entreellos. No lo estaba imaginando.




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—No deberíamos —empezó él. Pero ella le hizo callar colocandosu boca sobre la suya.

Swanny dejó escapar un gemido y ella lamió sus labios,empujando suavemente para que abriera la boca ante suavance. Y entonces, como había esperado, él tomó el controldel beso.

La llevó a su regazo, profundizando el beso, deslizando lalengua por la suya en una exploración suave. El cuerpo de Edense moldeaba contra el suyo perfectamente. Ella se apoyó en él,disfrutando de la dura pared de músculo contra su cuerpomucho más suave.

Eden era alta, pero él todavía la sacaba una cabeza. Si estabande pie, su cabeza encajaría perfectamente debajo de su barbillay ella sólo tendría que inclinar la boca hacia arriba un poco paradarle un beso.

Ella fue la primera en romper el beso, pero no había terminado.Todavía no. Comenzó en la comisura de la boca, donde

comenzaba la cicatriz y besó una línea suave en toda la marcafruncida que terminaba cerca de su ojo.

—Eres hermoso —susurró ella—. Para mí, lo eres.

Swanny la sujetó de los hombros con las manos y la apartó, elpesar ardiendo en los ojos de ella. Pero también había deseosatisfecho. En realidad la levantó y la depositó de nuevo en elsofá y luego dio marcha atrás, quedándose a cierta distancia.

—Esto no debería haber ocurrido —dijo él con voz ronca. Sepasó una mano por el pelo bruscamente y miró hacia otrolado—. Además del hecho de que mi trabajo es protegerte,estás tan lejos de mi liga que ni siquiera es gracioso. Ni siquieraexisto en el mismo plano que tú.

Los ojos de Eden se estrecharon cuando le devolvió la mirada,dispuesta a no ceder ni un milímetro.

—¿No crees que soy yo quien decide quién está en mi liga?




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—Una mujer como tú no tiene que ir a los barrios bajos —dijoél sin rodeos—. Podrías tener a cualquier hombre que desees.

—Aparentemente no —murmuró ella, mirándole fijamente.

Él la miró con clara confusión.

—¿Por qué yo?

Ella sonrió con tristeza.

—La atracción no sigue un conjunto de reglas, ya sabes. Pero

sé que no miro a los demás como te miro a ti. No sientoninguna química con ellos, o con ninguna otra persona, sivamos al caso. ¿Puedes negar que lo sientes también?

Swanny apretó los labios y maldijo en voz baja entre dientes.

—No, no lo niego, pero ese no es el tema. Tengo un trabajoque hacer y no puedo hacerlo si estoy distraído, y nena,definitivamente eres un distracción.

Ella sonrió, complacida con la irritación de su voz. No queríasentirse atraído por ella y estaba luchando contra ello, pero loestaba. Sólo tendría que trabajar un poco más duro pararomper todas esas barreras que él había levantado.

Jugar a la seductora definitivamente era nuevo para ella. Nohabría pensado que podía ser así de atrevida. Pero es quenunca había conocido a un hombre que la hiciera sentir de estaforma. No estaba del todo segura de lo que estaba

experimentando aquí, pero sabía que quería a este hombre.Y sí, era un trabajo, pero las personas se conocían y seenamoraban todo el tiempo. ¿Quién iba a decir que no podíaser así para ella y Swanny?

Guau. Hablando de adelantarse. Ya estaba planeando su futuroy él la alejaba rápido mientras ella se empujaba hacia él.

—No me alejes —dijo ella en voz baja—. Me siento atraída porti. No me acuesto con cualquiera, aunque podrías pensar eso




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porque estoy siendo muy atrevida contigo. Nunca he conocido anadie por el que haya sentido esta clase de química. Sería una

tonta si no viera a dónde nos lleva.Swanny parecía estar completamente asombrado. Tragó salivavisiblemente y luego se pasó la mano por el pelo otra vez.

—Jesús —él murmuró—. La mujer más bella del mundo creeque soy hermoso y yo le estoy diciendo que no podemosenrollarnos. Necesito que me examinen la cabeza o tengo queasegurarme de que mis bolas siguen en su sitio.

Ella se echó a reír, con los labios curvándose en una ampliasonrisa.

—Solo algo en lo que pensar. Vamos a pasar juntos muchotiempo durante los próximos días. Sólo quiero que meprometas que no vas a empezar a evitarme. Me gustas. Mesiento cómoda contigo. Mucho más que con los demás.

—No quiero que me rompan el corazón —dijo él de forma

seca—. Cuando sigas con tu vida y el trabajo haya terminado,¿se supone que sólo tengo que olvidarte y seguir adelantecomo si nada hubiera sucedido?


—¿Es eso lo que piensas que voy a hacer? ¿Romperte elcorazón? Aquí yo estaba contemplando que tú serías el querompiera el mío. Pero nos estamos adelantando mucho. Soloquiero tu promesa de que no vas a tratar de evitarme durantelos próximos días.

Él suspiró.

—De acuerdo, te lo prometo. Pero sigo pensando que estás locay que cuando recuperes el juicio, vas a pensar que perdiste lacabeza.

Ella puso los ojos en blanco.




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—No puedes echarle la culpa a la situación o a que tengo unaespecie de complejo de salvador sobre ti. Hay otros tres chicos

en tu equipo y no siento nada por ninguno de ellos.—Bueno, gracias a Dios por eso —Swanny murmuró.

—¿Al menos te sentarás conmigo? —preguntó ella—. Todavíatenemos un largo vuelo y me gusta tu compañía.

Swanny parecía estar luchando consigo mismo sobre la sencillasolicitud y luego cedió y se deslizó en el sofá junto a ella.

—Deberías descansar un poco —dijo él con brusquedad—. Mirépor encima tu itinerario y está completamente lleno durante lospróximos días. No sé cómo te las arreglas para trabajar tantashoras.

Sin pedir permiso, ella se acurrucó en su costado y pasó elbrazo por su pecho. Él se quedó inmóvil, todo su cuerpovibrando con la tensión, pero no se apartó.

Finalmente pasó con cuidado su brazo alrededor de la cinturade la joven, anclándola a su lado. Ella dejó escapar un suspirode felicidad y apoyó la mejilla en su pecho, metiendo la cabeza

justo debajo de su barbilla.

—Descansaré mejor contigo aquí —dijo ella.

Él jugó con un mechón de su cabello con los dedos antes dedejarlos caer y dejar la mano en la cadera de Eden.

El calor corporal de Swanny la llenó, haciéndola sentirse cáliday feliz. Bostezó ampliamente y cerró los ojos, acurrucándose unpoco más en su abrazo.

—Haces que me sienta a salvo —ella murmuró.

—Estás a salvo conmigo, Eden.

Era una promesa, un tipo de promesa que se expresaba entonos solemnes.




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—Lo sé —susurró ella mientras sus párpados se cerraban.




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Capítulo 10

Cuando aterrizaron en París, sacaron a Eden del avión a todaprisa y la metieron en un sedán Mercedes blindado. Apenastuvo tiempo de parpadear y ya estaba en el interior del asientotrasero, flanqueada por Swanny y Skylar. Edge estaba delantecon el conductor, y Nathan y Joe iban en otro coche quelideraba la procesión de dos coches hasta el hotel donde Edense alojaría.

Ella sólo tenía el día de hoy para orientarse y descansar, ya quea la mañana siguiente empezaría la grabación y su agendaestaba a tope, culminando con una fiesta de etiqueta dellanzamiento ofrecida por Aria al final del rodaje.

Se dirigieron a la entrada trasera del hotel de lujo y Swanny leordenó suavemente que se quedara en el interior hasta que él ylos demás estuvieran en posición. Cuando por fin salió, los

cinco miembros del KGI formaron un círculo apretado alrededorde ella y se apresuraron al interior.

Joe se acercó a recepción para manejar el registro, y Edenpensó que no estaba segura de los arreglos para dormir. Estabaacostumbrada a tener su propia suite y su propio espacio. Nisiquiera compartía habitación con Micah o con David.

Tener que compartir el espacio con alguien interferiría en susplanes para conseguir que Swanny estuviera en su cama.Mentalmente puso los ojos en blanco y negó con la cabeza.Debería estar más preocupada por su seguridad, pero encambio sus pensamientos estaban obsesionados en cómoseducir a Swanny y si iban a tener la privacidad que deseaba.

Cuando Joe regresó, comenzaron a subir las escaleras y cuandollegaron a su piso, ella vaciló y se volvió para mirar a Joe, yaque él sujetaba las tarjetas de acceso.




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—¿Cómo nos dividimos? —preguntó ella—. Quiero decir, ¿cómovamos a dormir?

—Skylar compartirá una suite de dos dormitorios contigo. Elresto de nosotros estaremos en las otras dos habitaciones acada lado de tu suite.

Eden vaciló, insegura de cómo decir esto sin que sonaramaliciosa o simplemente obvia.

—Preferiría no compartir habitación con nadie —dijo en vozbaja—. Es sólo que tengo muchas cosas y no quiero molestar a

nadie...

Se interrumpió, sabiendo que sonaba pobre.

Joe frunció las cejas e intercambió miradas rápidas con suscompañeros de equipo. Obviamente no habían anticipado suresistencia a que alguien compartiera habitación con ella.

—Es una suite de dos dormitorios, ¿verdad? —preguntó ellarápidamente, reuniendo coraje. Su cara ardía, lo sabía, perosólo tenía que ser más firme y contundente.


—Entonces quiero que Swanny se aloje en la otra habitaciónconmigo —le espetó.

Skylar reprimió una rápida sonrisa, pero envió a Eden unamirada de complicidad y, por extraño que pareciera, Eden

podría jurar que vio ánimos y camaradería en los ojos deSkylar.

—Edge y yo podemos compartir habitación —Skylar respondió—. No es como si no estuviéramos acostumbrados a vivir juntos.De esa forma, tú y Nathan podéis compartir la otra habitación—dijo a Joe.




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Swanny parecía un poco noqueado y ella supuso que no podíaculparle, ya que nadie le había consultado exactamente en la

toma de decisiones.—Me sentiría más cómoda con él —comentó Eden, negándose aceder ante la vergüenza que crecía en su pecho.

—¿Swanny? —preguntó Joe, mirando en la dirección de sucompañero de equipo.

Eden se negó a mirar a los demás, no queriendo ver susexpresiones. Se quedó mirando a Swanny, suplicando con sus

ojos para que no la rechazara. En realidad, no había mentido.Realmente se sentía más cómoda con él.

—Está bien —Swanny dijo finalmente—. No es una opción quese quede sola.

Eden hundió los hombros aliviada.

Joe les entregó una tarjeta a cada uno.

—Estaremos en las dos habitaciones de al lado, Eden, y tieneque quedar claro que no vas a salir de esta habitación sin unode nosotros. Bajo ninguna circunstancia. Donde tú vas, vamosnosotros. Punto.

—Lo entiendo —contestó Eden, cogiendo la llave que tenía Joe.

Ella entró en la suite, Swanny justo detrás. Su equipaje habíasido enviado antes y estaba esperando en la sala de estar. Las

cejas de Swanny se levantaron.—Eso son muchísimas cosas para unos pocos días.

Ella hizo una mueca.

—Es lo que conlleva este negocio. Solamente una de lasmaletas tiene cosas para el pelo y el cuidado de la piel.

Él miró con tristeza hacia su gran bolsa de lona.




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—Supongo que mi equipaje es más ligero.

Los ojos de Eden se abrieron como platos cuando recordó algo.

—Oh Dios mío. ¡El lanzamiento de Aria! Si todos vais a venirconmigo, y supongo que sí puesto que Joe dijo que no iba aninguna parte sin vosotros, entonces todos vais a necesitaresmoquin. O por lo menos, un traje de etiqueta. Realmente esun gran evento. Brillante y glamuroso. Tendréis que mezclaros.

La mirada atónita que Swanny le echó fue muy graciosa.

—¿Un esmoquin? —graznó él.Ella asintió solemnemente, manteniendo la cara seria.

—Voy a tener que llevaros de compras y equiparos de todo.Será divertido.

—Divertido —él murmuró como si fuera la última palabra queusaría para describirlo.

—Y.. estooo…, mmm, ¿he sido demasiado obvia para que tequedaras conmigo? —ella le preguntó vacilante.

La comisura de su boca se elevó en esa media sonrisa y susojos brillaron divertidos. Al menos no parecía enojado.

—Digamos que Joe y Edge probablemente sean unos hijos deputa celosos ahora mismo. Nathan está felizmente casado, asíque él se queda fuera.

—Así que en otras palabras, fui obvia —murmuró ella.

—No me importa —dijo él suavemente—. Me gusta una personadirecta. Es bueno saber siempre cuál es mi posición conalguien.

—Y ¿sabes dónde estás conmigo? —susurró ella, mirando aesos ojos hipnotizadores.

Swanny se aclaró la garganta.




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—Creo que sí.

—Así que, ¿dónde estoy yo contigo, entonces? —ella preguntóen voz baja.

—No puedo decir que haya tenido una conversación como estacon una mujer —dijo él con tristeza—. Dame algo de espacio.Tú, todo esto, está fuera de mi liga.

—Pero no has respondido a mi pregunta —ella exclamó conintención. Mira, Swanny, si no estás interesado en mí, me lodices. Soy una chica grande. Puedo soportarlo. No soy buena

en esas cosas del flirteo romántico de las relaciones. Mi padresiempre decía que era el tipo de chica de coger el toro por loscuernos, y supongo que tiene razón. Prefiero saber ahora si miatracción es recíproca, para no seguir avergonzándome.

Él cruzó la corta distancia entre ellos y la llevó bruscamente asus brazos. Le cogió la mano y la guió hasta la ingle para quepudiera sentir su dura erección.

—¿Se siente como si no me sintiera atraído por ti? —Swanny lepreguntó con voz ronca.

Ella se humedeció los labios con nerviosismo, pero dejó lamano donde estaba, acariciando ligeramente la tela de labragueta.

—Jesús, Eden, tienes que parar. Esto está empezando a serdoloroso.

—Después de que hablemos de dónde estoy contigo —ellamurmuró.

—¿Qué estás buscando exactamente aquí? —él preguntó sinrodeos—. ¿Soy una distracción para ti? ¿Algo para tenerteentretenida durante unos días antes de pasar a otra persona?

Eden se sitió dolida y se alejó, sus facciones cuidadosamentecontroladas. Estaba acostumbrada a dar a la cámara cualquier

emoción o expresión que pidiera el fotógrafo. Lo último que




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quería era que él viera que la había lastimado con su frustradadeclaración. ¿Qué debía pensar de ella por haber dicho eso?

Pero es que no le había dado ninguna razón para creer que noera exactamente lo que él pensaba. Una mujer caprichosa yaburrida en busca de un buen rato y nada más.

—Jesús, Eden. Lo siento —dijo Swanny, el arrepentimientoinundando su cara—. No pretendía herirte.

Eso en cuanto a controlar sus facciones.

—Está bien —le contestó a la ligera, orgullosa por la forma en

que su voz no tembló traicionándola—. Entiendo perfectamentey lo pillo. No tienes que echármelo en cara. Ahora, si medisculpas, tengo que sacar las cosas de las maletas. Hay muchoque hacer entre hoy y mañana por la mañana. Tal vez podamospedir servicio de habitaciones un poco más tarde.

Antes de que él pudiera responder, se volvió y agarró una desus maletas y la arrastró hacia uno de los dormitorios.

Swanny maldijo con expresiones subidas de tono y la llamó porsu nombre, pero ella le ignoró y cerró la puerta tras ella. Seaventuraría a coger el resto de su equipaje después. En estemomento quería un largo baño y lamer sus heridas.

Swanny la vio alejarse, sintiéndose impotente. Lo había jodidotodo magníficamente. Pero le desconcertó que Eden estuvieraatraída por él. Que pensara que era atractivo, por el amor deDios.

Se pasó una mano agitada por el pelo y miró las maletastodavía alineadas en el medio de la sala de estar. Deberíallevárselas a su habitación, pero probablemente habría cerradola puerta con llave detrás de ella.

El dolor que había visto en los ojos de Eden, sólo por unmomento fugaz antes de que su rostro se volviera inexpresivo,le hizo sentir como si hubiera golpeado a un cachorro. Lamayoría de los hombres sueñan con tener una mujer como




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Eden arrojándose a él. Pero las mujeres no se le echabanencima, y no podía comprender la idea de que Eden le deseara.

Tenía que tener un motivo oculto, pero ¿cuál?Eden parecía auténtica y sincera. No había tonteado nicoqueteado con ninguno de los otros chicos. Por alguna razón,se concentró en él y él había metido la pata hasta dentro yprobablemente hubiera jodido cualquier oportunidad quetuviera con ella.

Suspiró y se agachó para recoger su bolsa de lona antes de ir aldormitorio. Dejó la puerta abierta para poder estar al tanto delas idas y venidas de Eden. Lo último que quería era que salierade la habitación del hotel porque ya no quisiera estar cerca deél.

Para su sorpresa, sonó un golpe en la puerta y él se apresuró asalir, encontrándose con Eden en la puerta de su habitación.

—Quédate ahí —él ordenó, indicándola que volviera a sudormitorio—. Voy a ver quién es. No salgas a menos que te lo

diga.

Ella se retiró, sus facciones suaves, pero sus ojos contaban unahistoria diferente. Maldita sea, había herido sus sentimientos yeso era lo último que hubiera querido. No era un expertocuando se trataba de mujeres, a la mierda con todo. No tenía niidea de qué hacer con Eden. Oh, sabía lo que le gustaría hacer,pero no cómo llegar allí... con dignidad. Sin que pareciera untoro en celo.

Una mujer como Eden merecía que le hicieran el amor. No quela follaran sin delicadeza y que todo terminara en dossegundos.

Miró por la mirilla para ver a Skylar en el pasillo haciendo ungesto para que saliera. Perplejo por lo que pudiera desear, lasiguió fuera y cerró la puerta detrás de él.




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Una pequeña sonrisa asomó en las comisuras de la boca deSkylar.

—Mira, estoy aquí para salvarte de ti mismo. Porque si tengoque adivinar, probablemente ya hayas jodido esto hasta elfondo. Puedes agradecérmelo después.

Swanny suspiró.

—No necesito que me digas cuánto lo he jodido.

—Sí, lo necesitas —dijo ella sin rodeos—. Mira, a Eden le

gustas. Creo que es maravilloso. Es obvio que no es ningunaesnob insoportable que piensa que es mejor que el resto de lapoblación humana. Y está muy interesada en ti. Mientras que túestás haciendo todo lo posible para joderlo todo. No podríashaber parecido más disgustado cuando te pidió compartirhabitación con ella. Parecía decepcionada.

Que su propia compañera de equipo le echara un sermónirritaba a Swanny, pero al menos no era uno de los chicos

metiéndose con él. Skylar tenía un corazón de oro y sabía quepodía contar con ella para mantener la boca cerrada.

—Mira —dijo ella en voz baja—. Eden parece ser una mujermuy especial. Diría que aún más especial a mis ojos porquereconoce lo buen hombre que eres y no se deja intimidar porlas cicatrices que alejarían a mujeres más superficiales ydébiles. Y es guapa. Pero más que el hecho de que sea bellapor fuera, parece ser realmente bella por dentro. Y eso es lo

más importante. Así que no jodas esto, Swanny. Te conozco. Tepasarás todo el tiempo atontado y preguntándote por qué envez de ir a por ello. Desde luego, no voy a darte una charlasobre no involucrarse con un cliente porque, joder, los Kelly sehan convertido en expertos en eso. Por no hablar de nuestrosestimados jefes de equipo, Rio y Steele.

Swanny respiró profundamente, avergonzado por lo que iba apreguntarle a Skylar.




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—¿Qué se supone que debo hacer? —preguntó él con vozdesesperada—. Ya he herido sus sentimientos al sugerir que yo

era sólo una distracción para ella, un rollo rápido para pasar eltiempo y que ella seguiría adelante cuando todo esto se acabe.

Skylar se estremeció.

—¡Ay! No está bien, Swanny. Ninguna mujer quiere oír eso. Esoes más el modus operandi de un hombre. Nosotras, las mujerestendemos a ser criaturas más emocionales. Tener relacionessexuales o hacer el amor, como quieras llamarlo, significa máspara nosotros que para los hombres. Yo diría que tienes quearrastrarte un poco ahora.

—De verdad crees que ella me quiere —dijo él sin rodeos—.Mírame, Skylar. No soy un tipo normal. Eden está rodeada dehombres un infierno mucho más educados y sofisticados queyo. Demonios, me ha dicho que todos tendremos que llevaresmoquin para su evento de lanzamiento y me han entrado lossudores.

Skylar sonrió.

—Ahora, eso sí que lo voy a fotografiar.

—Ponte seria un minuto —suplicó él.

—Sí, creo que te quiere, Swanny —dijo Skylar en un tono másserio—. Sin duda ha sido muy evidente con gran riesgo deavergonzarse a sí misma. No me parece que sea del tipo defulana que lo hace con cualquier polla disponible. La mayoría delos hombres se pondrían de rodillas porque les eligiera. ¿Algunarazón en particular para que tú no?

Swanny se tomó un largo momento para responder mientrasordenaba sus pensamientos.

—No —admitió él finalmente—. No tengo ninguna maldita razónen absoluto. No estoy en un rollo de una sola noche de sexocasual —Estaba un poco avergonzado por admitir eso a Skylar,

pero el rostro de ella se suavizó con comprensión.




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Capítulo 11

Eden se golpeaba mentalmente en la cabeza cuando un ligerogolpe sonó en la puerta.

—¿Eden? Soy yo, Skylar. ¿Puedo entrar?

Eden dejó escapar un gemido silencioso. Lo último que queríaera una confrontación con la mujer que, al parecer, estaba

involucrada con el hombre contra el que se acababa de lanzar.Con un suspiro de resignación, abrió la puerta y le indicó aSkylar que pasara. Antes de que Skylar pudiera decir nada,Eden respiró hondo.

—Mira, lo siento mucho. No tenía ni idea sobre ti y Swanny. Séque he sobrepasado mucho mis límites. No volverá a suceder.Lo prometo.

Skylar sonrió, sus ojos cálidos cuando vio la consternación enlos de Eden. Luego se suavizaron con simpatía, lo que hizo queEden se encogiera aún más.

—Quizá deberíamos ir a la sala de estar para hablar —Skylarsugirió—. Eché fuera a Swanny y se quedará con Edge hastaque hayamos terminado aquí.

Eden se encaminó hacia la sala detrás de Skylar, su vergüenza

cada vez mayor con cada paso. Por supuesto que Swanny sesentiría atraído por alguien como Skylar. Ella era confiada ycapaz de mantenerse en un mar de testosterona. Era una pateaculos y guapa. ¿Qué hombre podría resistirse a esacombinación?

—Malinterpretaste completamente lo que viste entre Swanny yyo —Skylar comentó suavemente—. Él se estaba pateando a símismo en el culo por hacerte daño, y yo estaba tratando de

darle ánimos. Swanny no es el más seguro cuando se trata de




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su apariencia. Ahora, en todos los demás aspectos, es como¡guau! Es malditamente bueno en su trabajo y no es alguien al

que se le pueda joder. Pero las cicatrices le molestan más de loque deja ver. Los recuerdos de cómo consiguió esas cicatricesson aún más difíciles de tratar para él.

—¿Entonces no tenéis una relación? —Eden preguntóesperanzada.

Skylar negó con la cabeza.

—No. Somos amigos. Buenos amigos y compañeros de equipo.

Tenemos un vínculo, pero no es romántico.

—¿Sentirme aliviada me hace ser una perra total? —murmuróEden.

Los ojos de Skylar brillaban.

—Creo que serías muy buena para Swanny. Pero también estápreocupado de que le rompas el corazón. Swanny no es comola mayoría de los chicos. No tiene rollos por ahí solo por follar.Y no serías una muesca en el cabecero de la cama. Quiero decirque no iría pregonando que lo hizo con la mujer más bella delmundo, como es probable que hicieran algunos tíos.

—Ay —Eden hizo una mueca—. Hablando de patear mi ego.

Skylar sonrió.

—Solo digo lo que hay. Estoy segura que tienes suficientes

tipos que les encantaría meterse en tus bragas por ningunaotra razón que la de decir que lo han hecho. Pero Swanny no esasí. No quiero que le hagan daño, Eden —Su expresión sevolvió más seria mientras estudiaba a Eden—. Pero de algunamanera no creo que tenga que preocuparme porque le rompasel corazón. No pareces ser el tipo de ir follando por ahí.

—Gracias por eso, al menos —murmuró Eden.




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—Mira, sólo dale un poco de espacio. Creo que está todavía enestado de shock porque te sientas atraído remotamente por él.

Y probablemente está discutiendo consigo mismo porque eresun trabajo y nuestro trabajo es protegerte, y si se involucraemocionalmente, entonces estropeará la misión. Pero bueno,casi todos de nuestro equipo encontraron su pareja duranteuna misión, por lo que no es como si no hubiera ocurrido antes.

—¿Tengo una oportunidad con él? —Eden la preguntó en vozbaja—. Me contó un poco sobre lo que pasó. Pero no estoy deltodo segura con lo que estoy tratando aquí.

La expresión de Skylar se suavizó.

—Si te contó algo, entonces es una buena señal, porque nohabla de ello con nadie. Todavía tiene pesadillas. Todos hemossido testigos pero no lo mencionamos porque se sienteacomplejado. Y sí, diría que tienes una oportunidad con él. Sólotendrás que ser paciente porque se pelea consigo mismo por sipodría estropear el trabajo y una relación contigo también.

—Puedo ser paciente cuando se trata de algo que quiero —Edendijo en voz baja.

La boca de Skylar se arqueó.

—Me gustas, Eden. No eres en absoluto lo que esperaba.

—Ni siquiera voy a preguntar —respondió Eden secamente—.Pero estoy contenta de que lo que pensaras de mí no resultarade esa forma.

—Voy a echar a Swanny fuera de mi habitación. Ya ha sudadobastante. Probablemente se haya pateado en el culo losuficiente para que esté dolorido para ahora. Ten paciencia conél. Es un hombre, después de todo, y son increíblementeespesos cuando se trata de mujeres. Créeme, lo he visto todo—añadió Skylar poniendo en blanco los ojos.




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—También me gustas, Skylar —Eden dijo con una sonrisa—.Cualquiera que pueda manejar toda esa testosterona y

mantenerse firme sin duda se ha ganado mi respeto.—A Swanny le gustas —Skylar dijo sin rodeos—. No le dejesestropearlo, Eden. No está acostumbrado a luchar con mujeresque desean estar cerca de él, y supongo que eso le aterroriza.

—Ahora que lo sé, puedes estar segura que no me voy a darpor vencida tan fácilmente —dijo Eden en un tono decidido.

Skylar sonrió de nuevo.

—Genial. No puedo esperar a verle caer duro. Esto tendrá queser documentado para la posteridad.

Eden se unió a su risa, sintiéndose a gusto por primera vezdesde que había empezado todo este lío. ¿Unos pocos días enParís, con Swanny básicamente como su público cautivo? Habíamucho tiempo para hacer su magia, si es que tenía alguna.




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Capítulo 12

Swanny entró por la puerta lo más silenciosamente posible,aunque era estúpido por su parte andar de puntillas. Perodespués de comportarse como un burro total con Eden, y luegoSkylar teniendo que suavizar las cosas, se sentía como unidiota de primera clase.

Skylar no había dicho mucho, sólo que había explicado las

cosas a Eden, lo que fuera que significara eso. Sky había usadouna expresión traviesa, y sus ojos habían brillado con diversióncuando le dijo que llevara el culo de vuelta a su habitación ydejara de actuar como un idiota.

Luego su expresión se había vuelto más seria mientras le habíadicho que no jodiera su oportunidad con Eden. ¿Quéoportunidad? ¿Y cómo las cosas habían progresado hasta estepunto tan condenadamente rápido? Sólo había conocido a la

mujer desde hacía un poco más de veinticuatro horas y estabaaturdido de que, supuestamente, tuviera la oportunidad deestropearlo. O de hacerlo bien.

No estaba seguro de si estaba aliviado o decepcionado cuandoencontró la sala de estar vacía y la puerta del dormitorio deEden cerrada. Se dio cuenta de que era un cobarde total, lo queno le sentaba nada bien. En cuanto a su profesión, tenía unagran confianza. Pero ¿a nivel personal? ¿Relaciones? La

confianza no era una palabra que estuviera exactamente en suvocabulario. Y definitivamente no con una mujer como Eden.

¿Qué diablos veía ella en él? Era una pregunta que le habíaperseguido durante horas. ¿Por qué estaba siquieramolestándose con él y por qué parecía tan herida cuando lahabía alejado?

No podía quitarse de la cabeza el rápido destello de dolor quehabía visto en los ojos de Eden. Que tuviera ese tipo de poder




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para hacer daño a una mujer de su calibre le desconcertaba.Mujeres como ella probablemente dejaban una estela de

corazones rotos a su paso. Y sin embargo, ella había dicho sinrodeos que sería él quien probablemente le rompiera elcorazón.

Sabía que esa mierda como el amor a primera vista no era sólouna porquería sentimental en la ficción. Lo había presenciadode primera mano. Bueno, tal vez no fue a primera vista, peromuy, muy cerca. Sus compañeros de equipo sin duda habíancaído con fuerza por sus esposas, y seguro como el infierno que

no habían tardado mucho tiempo en lograrlo. Pero no era algoque imaginó que le pasaría alguna vez.

¿Cómo podía amar a alguien que no le conocía? ¿Cómo podíaamar o, más bien, sentirse atraído por alguien que no conocía?Eran, a efectos prácticos, desconocidos unidos por lascircunstancias. Nada más.

Y, sin embargo, ella le hacía creer que sentía algo más por él.¿Sería un tonto al mirar hacia otro lado? ¿Ignorar lo que ella leofrecía descaradamente? ¿Qué era lo peor que podría pasar?¿Tendrían una aventura y luego irían por caminos separados?No podía pensar en cosas mucho peores.

Nadie dijo que tuvieran que declararse amor eterno o devociónpara enrollarse.

Excepto que para él... el sexo no era casual. O al menos no loconsideraba un acto sin sentido. Algo para conseguir una

liberación rápida y luego seguir su camino alegremente. Tal vezpor eso su vida sexual no estaba incendiando exactamente elmundo. Bueno, eso y el hecho de que uno de los lados de sucara estaba destrozado.

A las pocas mujeres con las que había estado no parecíaimportarles, pero es que se había asegurado muy bien quecompensara su apariencia centrándose en su placer. Mantenerlas luces apagadas no hacía daño tampoco.




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Pero, ¿quién en su sano juicio podría apagar las luces al hacerel amor a una mujer tan jodidamente hermosa como Eden

Sinclair? Joder, querría memorizar cada parte de su cuerpo.Cada ángulo, cada curva. Se aprendería de memoria la formaen que sus ojos brillaban por la pasión, la forma en que seiluminaban cuando tuviera un orgasmo. Aunque podría estarponiendo demasiada fe en sus proezas sexuales. ¿Quién iba adecir si sería capaz de satisfacerla? Una mujer como ella sinduda podría darse el lujo de ser exigente. Y, sin embargo... ellale deseaba.

Su ingle reaccionó a la fantasía que estaba creando en sucabeza, y su polla se hinchó en sus pantalones, por lo queestaba condenadamente incómodo. Si seguía así iba a llevar lahuella de la cremallera.

Entonces, ¿qué demonios se supone que debía hacer? ¿Ir a lahabitación de Eden, tirarla en la cama y follarla de todas lasmaneras posibles?

Sacudió la cabeza con disgusto. Primero le debía una disculpapor actuar como un gilipollas. Ella merecía algo más que todaesa mierda. Se merecía ser seducida. Y luego hacerla el amortoda la noche, todo dedicado por completo a su placer. Queríahacerla olvidar cualquier otro hombre con el que hubiera tenidorelaciones sexuales. Por ella, utilizaría todos los trucos de surepertorio y aprendería unos pocos más para satisfacerla. Laidea de aprender lo que le daba placer le atraía no sólo a nivelfísico, sino también en el emocional.

—¿Swanny?

Le llevó un minuto darse cuenta de que Eden estaba en lapuerta de su dormitorio y que al parecer había dicho su nombremás de una vez. Levantó la vista para ver que tenía un gestode preocupación mientras le miraba, una pregunta en sus ojos.

—Lo siento —murmuró él—. Estaba pensando.

—No debían ser buenos pensamientos —respondió ella.




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Él casi se echa a reír. Si ella supiera...

—Me preguntaba si tenías hambre. Iba a pedir algo al serviciode habitaciones. Es tarde y necesito acostarme temprano. Lagrabación empieza temprano mañana por la mañana y tengoque lucir lo mejor posible.

Como si pudiera verse de cualquier otra manera. No era unamujer que tuviera que trabajar en tener un buen aspecto. Si losfabricantes pudieran embotellar su tipo de belleza se haríanmalditamente multimillonarios. No era extraño por qué era tanbuscada. ¿Tenerla anunciando un producto? Una mina de orototal. Parecía completamente accesible, para nada distantecomo se podría esperar de alguien de su fama. Las personasprobablemente acudían a ella, atraída por su dulzura yamabilidad genuinas.

—Si me dices lo que quieres, pediré para los dos —él se ofreció.

Ella le ofreció una sonrisa que le quitó el aliento. Un rayo de solembotellado. Eso era ella en pocas palabras. Parecía hacer

referencia al sol muchas veces en su presencia. Pero estar muycerca de ella era como tomar un baño de sol en un día deprimavera perfecto.

Jesús. ¿Ahora él era una especie de maldito poeta? Era obvioque ella le convertía en un completo idiota, deshaciéndose enelogios cuando ella estaba a su alrededor. Si no tenía cuidado,empezaría a soltar la mierda que estaba pensando y luego sedaría cuenta de lo que ya sabía. Que había perdido su maldita

cabeza.

—Solo una bandeja de fruta para mí. Tengo que hacer unacomida ligera. No me puedo permitir coger más peso.

Swanny resopló mientras miraba su figura perfecta.

—Te ves jodidamente perfecta tal y como estás.

Sus mejillas se tiñeron de color y sonrió de nuevo y esa

sensación de opresión en el pecho creció, amenazando con




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bloquear la garganta. Jesús, pero esta mujer era la muerte deun hombre. De toda la especie de machos, sin duda. Ella

probablemente les tendría lanzándose a sus pies, humillándosepor sólo una migaja de ella. Una sonrisa. O sólo unas pocaspalabras. Él debería saberlo porque estaba peligrosamentecerca de ser uno de esos hombres.

—Pero pide lo que quieras —añadió ella rápidamente—. No meva a molestar que comas algo más sustancioso. Eres un tipogrande. Estoy segura que necesitas las calorías. Además, voy adisfrutarlo indirectamente a través de ti y, por lo menos, podré

oler lo que comas.Él frunció el ceño.

—¿Alguna vez comes como una persona normal?

Ella se quedó perpleja.

—Por supuesto. Quiero decir que es normal para mí. Sólo tengoque tener cuidado con lo que como. La cámara es implacable y

agrega kilos, así que tengo que compensarlo. Me doy uncapricho de vez en cuando, pero esta grabación es demasiadoimportante como para arriesgar incluso medio kilo extra.Cuando termine lo celebraré con un gran filete.

—Te invitaré a cenar para que comas uno —le espetó él antesde darse cuenta de que, en esencia, la estaba invitando a saliren una cita.

La sonrisa de Eden se hizo más grande, formándose un hoyueloen su mejilla y le fascinaba. Quería pasar la lengua sobre ella. Yun montón de otros lugares de su cuerpo.

—Me gustaría.

—Voy…, ah…, coger el menú del servicio de habitaciones —murmuró él.

—¿Por qué te pongo tan nervioso, Swanny? —Eden preguntó en

voz baja.




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Sus miradas se conectaron y él se obligó a no mirar hacia otrolado, no para esconder el lado marcado con una cicatriz de su

rostro, como estaba tan acostumbrado a hacer.Un calor traicionero se deslizó hasta su cuello y en la cara. Ellahabía sido nada más que honesta con él, así que no podíaofrecerla menos.

—Me aterrorizas —admitió él.

Los ojos de Eden se abrieron como platos.

—¿De verdad?Parecía sorprendida, y él supuso que sonaba absurdo. Élprotegía a la gente para ganarse la vida. Llevaba a cabomisiones que requerían coraje y fuerza. Le ponían a prueba adiario y, sin embargo, acababa de admitir que estaba cagadode miedo por una mujer la mitad de su peso. Una mujer cuyoshuesos podría romper si no tenía cuidado. Sus manos erangrandes, como el resto de su cuerpo. No adecuadas para una

mujer tan delicada como Eden. Eran un verdadero ejemplo dela Bella y la Bestia. Y él no creía en cuentos de hadas. Veíademasiada realidad en su línea de trabajo. Sabía que habíademasiados finales infelices como para creer en la bondad.

Y, no obstante, trabajaba para una organización que prevalecíaen la bondad y la justicia. Para el KGI, y para él, el fracasosimplemente no era una opción. Pero aquí estaba tirando latoalla antes de empezar. ¡Eso le convertía en un cobarde de

mierda!.—Si prometo comportarme, ¿cenarás conmigo al menos? —preguntó ella, con los ojos chispeantes de nuevo.

Él sonrió torcidamente.

—Sí, me gustaría.

Ella arqueó una ceja.




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—¿Te gustaría que me portara bien o te gustaría cenarconmigo?

Él se rió esta vez.

—¿Alguna vez te han dicho lo incorregible que eres?

—¿Y a ti lo bien que evitas las preguntas? Eres muy bueno eneso, ya sabes.

—Me gustaría cenar contigo. Te portes bien como si no lo haces—él agregó.

—No diría que no a un bocado pequeñito de tu filete, es decir,si vas a cenar uno —dijo ella, con una mirada de anhelo en susojos.

—Un filete suena realmente bien —admitió él.


—Ahora estás siendo malo. Es mi plato favorito.

—Entonces me aseguraré de pedir uno y guardarte dosbocados. No creo que uno extra haga daño.

Ella puso una expresión pensativa.

—Pensándolo mejor, pediré una ensalada, sin aderezo.Entonces puedo tener los dos bocados.

—Por supuesto.

Se dirigió donde estaba el menú del servicio de habitacionessobre una de las mesas y luego hizo el pedido mientras Edendesaparecía en su habitación.

Él sintió su ausencia de inmediato. Era como si se llevara la luzdel sol con ella, por cursi que sonara. Pero iluminaba cualquierhabitación donde se encontrara. Honestamente, podríaquedarse en la misma habitación con ella y observarla. Podría

pasar horas haciéndolo. Era... genuina.




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Se sentía culpable por las suposiciones y acusaciones que lehabía lanzado. Había actuado como un gilipollas de primera y

ella no se merecía eso de él. Por alguna razón, ella parecía querealmente le gustaba, se sentía atraída por él. Y él era unimbécil total que no comprendía la magnitud de lo que estahermosa mujer le estaba ofreciendo. Ella misma.

Eden no había pedido nada a cambio. Sin segundas intenciones.¿Qué podía ofrecerle de todos modos? No podía pensar en unsolo motivo oculto que ella pudiera tener para perseguirle, nipodía imaginar por qué le deseaba. Pero como decía el refrán, a

caballo regalado no se le mira el diente. Tampoco iba a perdertiempo cuestionándoselo.

Si le deseaba, entonces le iba a dar todo lo que quisiera. Tanpronto como descubriera cuándo y cómo.




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Capítulo 13

Swanny se sentía terriblemente culpable por comer el suculentofilete justo delante de Eden. No se perdió el deseo de sus ojos oel hecho de que su boca estaba prácticamente babeandomientras saboreaba la carne perfectamente cocinada.

Nunca había considerado los sacrificios que tenían que hacer lasmodelos. Supuso que siempre había asumido que eran

perfectas de forma natural, y bendecidas con buenos genes ypodían comer cualquier cosa, y que nunca tenían quepreocuparse por el aumento de peso.

Pero mientras esperaban la cena, Eden había explicado surégimen de entrenamiento, sus restricciones en la dieta y larutina del cuidado de la piel y del cabello que sonaba arduo.Tenía que ser agotador. Además de las frecuentes dieciséishoras al día de fotografías y que sonaba como el infierno para

él. Y sin embargo, ella había enumerado alegremente su rutinacomo si fuera perfectamente normal esforzarse al máximo ymedir cuidadosamente su consumo de calorías.

Era obvio que ella hacía un montón de sacrificios por sucarrera, y su respeto por ella crecía cuanto más conversaban.Era muy consciente de los estereotipos asociados con lassupermodelos. Pero hasta ahora, Eden no encajaba en ningunade las suposiciones negativas a menudo tan atribuidas a las

mujeres en su carrera.Era tan culpable de esas suposiciones como los demás. Nuncahabía considerado el trabajo de modelo y simplemente habíasupuesto que era un juego de niños y que todas las modeloseran divas caprichosas que siempre satisfacían y concedíantodos los caprichos. Que más allá del exterior educadopracticado que enseñaban a la cámara, había una personalidadmaliciosa, completamente falsa.




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Eden le estaba disuadiendo rápidamente de esas nociones, y sesentía avergonzado de que alguna vez hubiera dado algún

crédito a esos pensamientos.Cortó dos grandes trozos de carne y los puso en el plato deEden al lado del bol que tenía su ensalada. Eden abrió los ojoscomo platos, pero su boca estaba haciéndose agua mientras lomiraba.

—Es demasiado —dijo ella con un gemido—. Pero los quiero.

—Come —Swanny la animó—. Te levantaré temprano e iré al

gimnasio contigo para que puedas eliminar esos dos bocadosantes de la grabación.

Ella le sonrió cálidamente, y el pecho de Swanny hizo ese raromovimiento que parecía ocurrir con más frecuencia cuanto mástiempo estaba a su alrededor.

—Me encantaría —dijo ella, con los ojos brillando suavemente—. Micah y David habitualmente se entrenaban conmigo, y

créeme, ¡eran entrenadores agotadores! Pero tengo que admitirque me pusieron en mejor forma física y también meenseñaron movimientos de autodefensa.

Swanny tuvo que forzarse para evitar fruncir el ceño ante lamención de los otros dos hombres. Joder, se ocuparía decualquier entrenamiento de defensa personal. Él y sólo él, parael caso.

—Puedes enseñarme tus movimientos —dijo él, apartando loscelos que amenazaban con ahogarle—. Siempre puedo trabajarcontigo cuando tengamos tiempo.

Los ojos de Eden brillaban con picardía.

—Swanny, si sigues así voy a pensar que realmente deseaspasar tiempo conmigo.

—Creo que ya hemos establecido el hecho de que me gusta

pasar tiempo contigo —dijo él en un tono tranquilo—. Me




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preocupa tener expectativas muy altas, pero si voy a serhonesto, creo que ya estoy ahí.

El placer recorrió las bonitas facciones de la joven, sus mejillasenrojecieron.

—Me alegra no ser la única entonces —dijo ella con voz ronca—. No soy ninguna vampiresa que vive del cuento, Swanny.Necesito que lo sepas. Si tú no fueras... especial... entonces noestaría en esta habitación contigo. No habría ido tan lejos paraponerme en evidencia ahí fuera como lo hice y arriesgarme alrechazo. No fue fácil. No quiero hacer el ridículo.

El corazón de Swanny se suavizó cuando vio la honestidad y lasinceridad brillando en sus ojos. La idea de que tenía el poderde hacer daño a esta mujer completamente le desconcertaba.Iba a tener que sacar la cabeza del culo y hacer todo lo posiblepara asegurarle que su atracción no era unilateral y que notenía intención de rechazarla o rechazar cualquier cosa que ellale ofreciera.

—He manejado todo esto mal —Swanny dijo, permitiendo quesu remordimiento sangrara de sus palabras—. Y lo lamento,Eden. Tienes que entender, esto es nuevo para mí. Y así comodijiste que no fue fácil para ti, definitivamente tampoco es fácilpara mí. La idea de que una mujer como tú tenga algún interésen mí... —Se interrumpió y sacudió la cabeza, todavíadesconcertado por todo.

Ella se deslizó sobre el sofá de forma que su rodilla izquierda le

tocó la rodilla derecha, donde él estaba sentado en el sillón endiagonal con el sofá, su cena olvidada encima de la mesa decafé. Deslizó la mano por su pierna, apretándola suavemente.

No fue un movimiento sexual y, sin embargo, todo su cuerpo sepuso en alerta al momento en que su calor se filtró a través desus pantalones vaqueros. Sintió cada parte de su toque. Quemóun sendero subiendo por su pierna, terminando dondedescansaba su mano y donde ella la dejó mientras le miraba.




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—Cualquier mujer que no te vea como yo te veo es tonta —dijoella con voz decidida—. No digo cosas que no siento, Swanny.

Ni siquiera para hacer que alguien se sienta mejor. Creo queeres hermoso y me siento muy atraída por ti. No voy por ahísoltando impulsivamente cosas por el estilo a hombres que noconozco. O a hombres que sí conozco, para el caso —secorrigió—. Así que este definitivamente es un territorio nuevopara mí, y da un poco de miedo, porque podrías hacerme dañofácilmente. Y no estoy diciendo eso para que sientas algunaobligación de darme algo que no quieres. Sólo necesito queentiendas que, para mí, eres algo especial. Tal vez no sepa

todo sobre ti. Todavía. Pero eso no quiere decir que no quieraaprender. Me gustaría pensar que, al menos, tengo unaoportunidad contigo.

Esto era un sueño. Una elaborada fantasía de la quedespertaría de un momento a otro. Se quedó mirando a Eden,sabiendo que era su turno de dejar las cosas claras. Que ellahabía necesitado mucho valor para ser tan franca. Se lo debíade nuevo a ella. Pero su lengua se sentía pesada y no podía

formar las palabras. Su garganta se sentía como si se estuvieraasfixiando.

Eden parpadeó, el mismo breve dolor que había presenciadoantes, y comenzó a retirarse, alejando su mano. Maldita sea,no la iba a hacer esto de nuevo. Tenía que espabilar y empezara hablar ahora.

Swanny la cogió de la mano, sosteniéndola firmemente en la

suya mucho más grande. Era un contraste fascinante, suestructura ósea pequeñita en comparación con su cuerpomucho más grande. Ella tenía una delicadeza que activaba susinstintos protectores. Porque si no la trataba con infinitocuidado, podría romperla, hacerla daño, y moriría antes desiquiera causarla dolor durante un instante.

Y sin embargo, eso era precisamente lo que estaba haciendopor su tozudez. La estaba lastimando. Sólo que no físicamente.

Una mujer sólo se expondría tanto antes rendirse, y maldita




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sea, él no quería que ella perdiera la esperanza con él. Teníaque decidirse, comportarse como un hombre y dejar de actuar

como un idiota que nunca había estado con una mujer.—No pretendo entender lo que puedes ver en mí —dijo Swannycon voz ronca—. Ni siquiera puedo entenderlo. Sólo Dios sabeque no tengo nada que ofrecerte.

—Sólo quiero una cosa, Swanny —contestó ella con suavidad—.Tú. Sólo tú.

—Haces que suene tan sencillo.

Ella se encogió de hombros.

—Lo es. Quiero decir que puede ser tan simple o tan difícilcomo lo hagamos. No sé cómo hacer que entiendas que missentimientos son sinceros. Sé que todavía no confías en mí.Pero yo sí confío en ti.

—No he hecho nada para merecerlo o merecerte —dijo él sinrodeos—. He sido un completo idiota y lo siento, Eden. Notienes idea de cuánto siento haberte herido dos veces ya. Temereces mucho más que yo.

Los labios de Eden temblaron en una leve sonrisa.

—Te estás repitiendo, Swanny. Sigues diciendo las mismascosas. Deja de analizar el por qué y averigua si me deseastanto como yo te deseo. Ese es el único problema real aquí.Todo lo demás se puede solucionar.

—Diablos, sí, te deseo —la espetó él—. No puedo pensar portodo lo que te deseo. Has consumido mis pensamientos desdela primera vez que te vi entrar en la habitación del hotel dondenos conocimos.

La sonrisa de Eden se ensanchó y el placer apareció en susojos.

—Vale, ahora estamos llegando a alguna parte. ¡Por fin!




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Swanny suspiró.

—Normalmente no soy tan idiota. No soy estúpido. Exceptocuando se trata de ti, por lo visto. Pero tienes este efecto sobremí que no puedo ni siquiera explicar. Me sigo preguntando,¿por qué yo? ¿Qué puede ver una mujer como tú en mí?

Ella se inclinó hacia delante y puso una mano en la cicatriz dela mejilla, acariciando ligeramente los bordes y la piel arrugada.

—Sigues diciendo “una mujer como yo” , pero dale la vuelta aeso por un minuto. ¿No crees que yo me pregunto lo que un

hombre como tú podría ver en mí? Eres un héroe. Eres unsuperviviente. Te ganas la vida ayudando a la gente. Pones tuvida en peligro por los demás, y eso hace que una persona muyespecial sea así de desinteresada. ¿Qué podrías querer de unamujer que se gana la vida vendiendo su apariencia y sucuerpo? Te pagan por salvar vidas, y a mí me pagan por estarguapa y vender un producto. Entonces, ¿quién es la mejorpersona aquí?

Le impresionó la forma en que ella opinó sobre él de una formatan sencilla. Estuviera de acuerdo con su evaluación o no, eraevidente que era absolutamente sincera en sus pensamientos yde su análisis de él y de su carácter. Él se sentía como uncompleto fraude. Porque sentía que lo que ella veía o lo queparecía ver no era el verdadero Swanny.

Cualquiera que fuera la lente con la que le veía, estabadefectuosa. ¿Estaba simplemente encaprichada temporalmente

con él? ¿Tal vez intrigada por él? ¿Y qué pasaría cuando sediera cuenta de que no era todo lo que parecía pensar que era?

Preferiría no involucrarse con ella en vez de hacerlo sólo paraver cómo cambiaba la forma en que le veía y para ver la tenueluz en su mirada cuando le miraba y que realmente le viera porlo que era. Defectuoso. Lejos de ser perfecto. Todavíaenfrentándose a los demonios de su pasado y a la vergüenzapor su debilidad durante su cautiverio, y lo muy cerca que

estuvo de darse por vencido. Las cicatrices físicas ciertamente




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no eran ningún juego de niños, pero lo peor eran las cicatricesque nadie podía ver. Las que podía sentir, las que siempre

estarían allí dentro de él, una mancha en su alma.Y sin embargo, ella estaba sentada allí, a pocos centímetros dedistancia, mirándole fijamente mientras preguntaba a unhombre como él lo que veía en ella. En ella. Ni siquiera podíacomprender ese tipo de pregunta. Ella se merecía mucho másde lo que él podía dar. Se merecía un hombre que no vinieracon el equipaje que él cargaba.

Cuando Swanny siguió sin responder a su pregunta de cómopodría estar atraído por ella, Eden se enderezó un poco y lemiró fijamente, sus labios apretados con... ¿resolución? Y sinembargo, su voz era suave como la seda, tan dulce como elresto de ella y tan jodidamente hermosa que dolía mirarla,escuchar los tonos musicales de su voz.

—No estoy pidiendo nada que no puedas o no quieras darme,Swanny. Y si no quieres esto, si me he pasado de la raya,entonces, sólo dímelo y te juro que nunca volveré amencionarlo. Voy a retroceder y todo lo que seré para ti seráun trabajo y compartiré la habitación con Skylar partir deahora. Todo lo que quiero es que me des, nos des, unaoportunidad. Para dejarnos llevar y ver dónde nos lleva esto, loque sea que haya entre nosotros. Pero la pelota está en tutejado ahora. No puedo hacer que me quieras. No querríahacerte sentir nada que no sintieras por tu cuenta. Esa no es larazón por la que quiero que un hombre esté conmigo, porque le

haya presionado por algo que no tenía intención de dar por sísolo.

Ella no lo dijo, pero Swanny entendió perfectamente que setrataba de su última y única oportunidad. Si no hacía elsiguiente movimiento, entonces ella ya no insistiría. Era jodidoestar en esa situación. Aterrorizado de hacer un movimiento yal mismo tiempo saber que si le daba la espalda lo lamentaríadurante el resto de su vida. Que muy bien podría estar

perdiendo lo mejor que podía sucederle alguna vez. Incluso si




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su tiempo con ella era de corta duración y, al final, seseparaban y nunca volvían a verse.

Había puesto a prueba su valor innumerables veces y nuncahabía sentido como si hubiera fallado. Pero el coraje llegaba enmuchas variaciones y situaciones. Se dio cuenta de que llegar ytomar lo que Eden estaba ofreciendo sería la prueba más duraa la que su coraje se enfrentaría jamás. Permitir que alguienviera su interior, donde no permitía entrar a nadie. Dejarla verdentro de su corazón y del alma y confiar que ella no iba a salircorriendo tan lejos y tan rápido como fuera posible una vez que

la dejara ver lo que escondía tan bien a todos los demás.La salida más fácil sería simplemente decir que no. Que noquería liarse y que no deberían hacerlo. Su trabajo eraprotegerla, no follarla, aunque supiera que el momento en quese la llevara a la cama, se convertiría en su prioridad númerouno, y que cualquiera que tratara de llegar a ella tendría quepasar a través de él para lograrlo.

Pero lo bueno nunca era fácil. Sólo un cobarde tomaría elcamino fácil y rechazaría a Eden antes de que la dejaraacercarse. No era un cobarde, nunca había sido un cobarde, ymalditamente seguro que no iba a empezar a serlo ahora.

Ella estaba en lo cierto en que no confiaba en ella todavía. O talvez no confiaba en lo que ella decía que quería. Pero confiabaen él y parecía una enorme falta de respeto no darle suconfianza a cambio.

—No quiero que te vayas —dijo Swanny con voz suave. Odiabalo vulnerable que sonaba incluso a sus propios oídos.

—Entonces ¿qué es lo que quieres? —preguntó ella, igual desuave.

La miró fijamente, decidido a ser tan sincero como ella lo habíasido. E igual de honesto. Respiró hondo y lo soltó. Lo mismoque ella había hecho por él. Se colocó en una posición

vulnerable, tan vulnerable como ella había hecho al ponerlo




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todo sobre la mesa. Su orgullo. Su coraje. Su corazón. Porquemaldita sea, le había jurado que estaba a salvo con él. Que la

protegería a toda costa. Y ahora se daba cuenta de que suprotección debía extenderse más porque tenía que proteger sucorazón y su alma, así como protegerla de cualquier amenazafísica.

Con sus siguientes palabras se estaría comprometiendo porcompleto a mantenerla a salvo. Incluso de sí mismo y decualquier daño al que él podría exponerla.

—A ti —dijo él sin rodeos—. Te quiero a ti.




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Capítulo 14

Eden contuvo la respiración, casi mareada de alivio. Pero sulado práctico insistió en que se asegurase de que él la quería yque no estaba cediendo bajo presión. Había acudido a él contoda la delicadeza de un toro en celo, y él podría no haber vistoninguna otra salida que la de agitar una bandera blanca derendición.

Y eso no era lo que quería. Sí, quería a Swanny. Se sentíaatraída por él de una manera que nunca había sentido por otrohombre. Pero quería que él la quisiera de esa misma forma ysin presión.

—Y ¿por qué me quieres? —preguntó ella en voz baja,preparándose para una posible decepción—. Porque no quiero aalguien que se sienta presionado. Sé que te he puesto en eldisparadero y he sido... descarada... por falta de una palabra

mejor. Te quiero, sí. Ciertamente lo he dejado claro. Peroquiero que me desees por las razones correctas. Espero que meesté explicando bien.

La respuesta de Swanny fue un gruñido bajo y de repente Edense encontró transportada desde el sofá a su regazo. Aterrizócon un ruido sordo y le levantó la barbilla justo antes de que suboca se desplomara sobre la de ella.

Él vibraba de deseo, de necesidad. Era imposible de fingir. Ellapodía sentir la erección tirando de sus pantalones vaqueroscontra su muslo.

Swanny deslizó la lengua en su boca, lamiendo y acariciando,saboreándola, permitiéndola saborearle. Ella dejó escapar unsuspiro entrecortado mientras se relajaba en su abrazo, susbrazos alrededor de ella, anclándola fuerte contra su cuerpo.

Un cuerpo muy fuerte y musculoso.




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El beso siguió y siguió, sus respiraciones entremezcladas, hastaque los dos estaban jadeando entre besos mientras llevaban

aire a sus pulmones jadeantes. Ella gimió por las exquisitassensaciones que la bombardeaban. Si de alguna manerahubiera imaginado su atracción por Swanny, ahora seconfirmaba. Su cuerpo saltó a la vida, cada terminaciónnerviosa dolorosamente consciente del enorme deseo querecorría sus venas.

Nunca ningún hombre la había hecho sentir de la forma queSwanny lo hacía. Nunca había tenido el deseo de llegar hasta el

final. Algo siempre la había retenido. Ahora sabía por qué.Porque había estado esperando a Swanny. Por un hombre quela hiciera sentir que estaba a salvo, que se haría cargo de ellapor completo.

Finalmente, Swanny separó su boca de la de ella. Tenía los ojosmedio cerrados y cargados de deseo.

—Ahora vas a decirme si se siente como que no te deseo. Oque de alguna manera estás forzando mi atracción, porquecariño, no funciona de esa manera. No puedo fingir mi reaccióna ti. Ni siquiera puedo mirarte sin desearte. Con lo único queestoy luchando es por mi creencia de lo que una mujer de tuclase podría querer de mí .

Ella sonrió, calentada por la sinceridad que vio brillar en sushermosos ojos. Levantó la mano para acariciar su mejilla concicatrices, pasando los dedos ligeramente a lo largo de losbordes. Él no se inmutó ni trató de darse la vuelta, una granvictoria, ya que significaba que estaba cada vez más a gustocon ella.

Eden le tocaba a menudo, queriendo decirle sin palabras que nole molestaba su aspecto. Sabía que iba a llevar tiempo, peroquería que él supiera, sin ninguna duda, que no se dejabaintimidar por sus cicatrices. En lo más mínimo.

—Usando tus mismas palabras, no puedo fingir una reacción

tan fuerte. Si deseas una explicación simplemente no tengo




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ninguna. Algunas cosas simplemente pasan y, para mí, ese erestú. Lucho por el hecho de que nos conocemos de muy poco

tiempo. Quiero decir, nunca me pareció posible que pudieratener una conexión instantánea con otra persona como contigo.Pero está ahí. Estuvo ahí desde el principio. Había algo acercade ti que... me atraía. Encontrarás esto difícil de creer por laforma en que me he abalanzado sobre ti, pero esto no esnormal para mí. En realidad soy bastante reservada. Tengo mipropia cuota de desconcierto sobre mi atrevimiento, porque noes lo que soy, o más bien quién era yo —ella dijo con pesar.

Él la acarició la mano, presionando un beso en la palma.—Me gusta tu honestidad. Es refrescante. No hay suposicionescontigo. Me gusta mucho. No juegas juegos. No encuentro quetu franqueza sea atrevida o descarada, en absoluto. Me gustasaber dónde estoy. Y seamos sinceros. Si hubieras esperado aque yo hiciera un movimiento, probablemente habrías esperadopor siempre, porque nunca habría imaginado ni por unmomento que querrías a alguien como yo. Se habría sentido

para mí como tocar las estrellas o desear la luna. Supongo quenecesitaba una patada en el culo y lo hiciste muy bien.

Ella se echó a reír, relajada en sus brazos, apoyando la cabezaen su hombro. No había nada abiertamente sexual en suposición, pero se sentía cómoda y la intimidad les rodeaba,metiéndoles en su propia pequeña nube. El resto del mundoestaba a kilómetros de distancia. Estaban sólo los dos sinintromisiones ni interrupciones.

Sabiendo que estaba siendo atrevida, otra vez, giró la cabeza justo para que pudiera ver su rostro.

—¿Dormirías conmigo esta noche?

Los ojos de Swanny se encendieron al instante y ella seapresuró a corregir la probable suposición de que le estabapidiendo que hiciera el amor con ella.




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—No quiero decir que tengamos relaciones sexuales —Eden seapresuró a rectificar—. Sé que todavía nos estamos conociendo

y no quiero apresurar las cosas. Me gusta donde estamos ahoramismo. Pero me encantaría dormir en tus brazos esta noche.Para... estar contigo.

Swanny le dio un suave beso en la frente.

—Me encantaría. Y Eden, deja de ser cohibida por decir qué eslo que quieres. No creo que seas una descarada. Espero quenunca dudes en preguntarme cualquier cosa que quieras onecesites. Porque voy a hacer casi cualquier cosa que quieras.

Ella sonrió arrepentida.

—Te dije que ésta no soy yo. En realidad es muy difícil hacer loque he hecho. Me gustas mucho y no quiero que salgascorriendo por ser demasiado exigente o por presionarte poralgo para lo que no estás listo.

—No hay presión, cariño. Creo que ya hemos establecido que te

deseo condenadamente. Nunca serás exigente o contundente aldecirme qué es lo que quieres de mí.

—Quiero que hagas lo mismo —dijo ella en voz baja—. Noquiero que te preocupes por enfrentarte a mí con demasiadafuerza. Me gustaría que los dos nos encontráramos a mitad decamino. Así que, si me haces prometer que te diga qué es loque quiero, yo quiero esa misma promesa de ti.

—Trato hecho —dijo él con brusquedad.

Miró con pesar su reloj y luego de vuelta a ella.

—Dijiste que tienes que madrugar mañana y, si vamos alevantarnos y hacer ejercicio antes de la grabación,probablemente deberías pensar en ir a la cama ahora.

Ella asintió con la cabeza. Antes, habría sido reacia a acostarse,sola, porque disfrutaba de su compañía y se habría demorado,

renunciando a descansar para pasar tiempo con él. Pero ahora




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que él se iba a ir a dormir con ella, no tenía ningún reparo enirse a la cama ya.

Swanny la levantó con una suave palmada en el trasero.

—Ve y prepárate para acostarte. Voy a darme una ducha yluego me reuniré contigo en la habitación.

Ella se agachó y le besó en la mejilla llena de cicatrices.

—No tardes demasiado.

Él la sonrió torciendo la boca.—Probablemente voy a establecer un récord de velocidad paraesta ducha ahora que sé que voy a dormir contigo esta noche.Normalmente sólo uso bóxer en la cama. ¿Te molestará?

Ella casi se rió. ¿Él sólo con su ropa interior y ella pudiendoempaparse de la vista de su físico musculoso? ¿Pudiendodormir acurrucada en ese cuerpo fuerte y sentir su piel contrala suya? ¿Molestarla? ¡Ja!

—Si estás bien con que yo lleve ropa interior, entonces estoyciertamente bien contigo usando sólo un bóxer.

La expresión de Swanny no tenía precio. Parecía como si sehubiera tragado la lengua. Entonces él gimió.

—Me estás torturando. Espero que lo sepas.

Ella le dio una mirada inocente.

—Estaré más tapada que tú.

Él soltó un bufido.

—Tengo una imaginación malditamente buena y créeme queestaré imaginando lo que hay debajo de la sexy ropa interiortoda la noche.




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—Bien —murmuró ella, una sonrisa curvando las comisuras dela boca—. Me gusta la idea de que estarás pensando en mí.

Con esto último, ella se dirigió hacia su dormitorio, dejando aSwanny sentado en el sillón. Sonrió e hizo una pequeña piruetamientras recogía la ropa para dormir e iba al cuarto de baño.

¿Era así como se sentía al enamorarse? Ella, sin duda, ledeseaba. Todo era tan confuso. Las personas no seenamoraban a primera vista. El amor era algo que tenías quetrabajar. Algo que se ganaba con el tiempo. Pero Edenfácilmente podía verse a sí misma cayendo y cayendo duro porSwanny. Tal vez ya lo estaba haciendo.

Dejó escapar un suspiro. No tenía mucho sentido analizarlotodo demasiado. Sólo tendría que esperar y dejar que las cartascayeran donde fuera. Ya se estaba adelantando mucho. AunqueSwanny podría sentirse atraído por ella, seguía siendo untrabajo para él. Y ambos tenían carreras que les llevaban aextremos opuestos de la tierra.

Tal vez todo lo que necesitaba era una aventura. Sacarle de susistema y, cuando hubiera terminado, seguirían por caminosseparados y ella tendría el recuerdo del tiempo que habíanpasado juntos. Pero incluso mientras lo pensaba, sabía queestaba mintiéndose a sí misma. Porque dudaba que tener unaaventura caliente con él alguna vez le fuera a sacar de susistema. En todo caso, involucrarse sexual y emocionalmentecon él, aunque sea por poco tiempo, confirmaría lo que yasabía.

Swanny no era el tipo de hombre que una mujer olvidaría o quealguna vez le dejaría marchar. La pregunta más importantesería si él querría más que una aventura temporal o si iba a serel que se alejara cuando todo hubiera terminado.




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Capítulo 15

Swanny se encontraba frente a la puerta de Eden, que estabaabierta unos pocos centímetros. A pesar de que había dicho quesólo usaba un bóxer para dormir, no había considerado elhecho de que tenía más cicatrices cruzando su torso, que noeran visibles debajo de la ropa, y se sentía incómodo y cohibidopor la idea de que Eden viera más de las imperfecciones de sucuerpo.

Así que se había puesto una camiseta, señalando que le hacíaun cobarde, pero no podía enfrentarse a ella todavía. Tal vezapagara las luces cuando entrara si ella ya estaba en la cama yentonces podría quitarse la camiseta antes de acostarse,aunque no resolvía el problema de cuando se despertaraporque, con toda seguridad, ella le echaría un vistazo.

Pero le había pedido que confiara en ella. Era mucho pedir,

aunque sabía que era totalmente sincera. Pero aun así, le hacíasentirse incómodo estar desnudo cuando nunca había dejadoque nadie más viera la magnitud de los daños de su cuerpodespués de meses de tortura y degradación.

Las cicatrices psicológicas eran tan fuertes en su cabeza comoel recordatorio diario de sus cicatrices físicas. En cierto modo,las cicatrices de su alma eran más dolorosas que las queestaban en su cuerpo, las que eran visibles. Esas tardarían más

tiempo en sanar. Y puede que realmente el corazón y la mentenunca sanaran. Pero Eden le daba esperanzas. Una esperanzaque tenía miedo de permitirse sentir. Ella podría deslizarse muyfácilmente en su corazón, y le devastaría ver que su expresióncambiaba a una de pena o asco, aunque sabía que le estabahaciendo un enorme flaco favor al pensar que ella iba areaccionar de esa manera. Le había mostrado nada más queaceptación, se había complicado la vida al convencerle de quesus cicatrices no la importaban. Y aun así, se encontró




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reprimiéndose, porque no quería darla ninguna razón para quese echara atrás.

Finalmente entró vacilante en su habitación para verla acostadaen la cama, con las mantas tapando su vientre. Ofrecía unespectáculo tan hermoso que se quedó sin respiración y seencontró momentáneamente incapaz de introducir aire en suspulmones.

—¿Te importa si apago la luz? —preguntó bruscamente,intentando no permitir que su timidez fuera demasiadoevidente.

Eden le miró pensativa durante un momento.

—¿Por qué te has puesto una camiseta, Swanny? ¿Qué tienesmiedo que vea?

La forma en que ella parecía poder leer sus pensamientos, enque había captado al instante su estado de ánimo, él se sintióincapaz de formar una respuesta. ¿Qué podía decir ante eso de

todos modos?Ella apartó las mantas y se deslizó de la cama llevando unpijama sexy pero modesto. Llevaba un pantalón corto de seda,muy cortito, mostrando la larga extensión de esas maravillosaspiernas. Y la parte superior la tapaba, pero tenía unospequeños tirantes sobre los hombros que sería muy fácil dequitar, dejando al descubierto sus pechos. La necesidad deSwanny era un dolor físico. ¿No desearla? ¿Que incluso se

hubiera cuestionado su deseo por ella? Tendría que estarmuerto para no reaccionar ante la imagen sexy directamentefrente a él y cada vez más cerca a cada segundo mientrascaminaba hacia él.

Ella puso sus manos en su pecho y le miró, con tanta dulzura ycomprensión en sus ojos que la garganta de Swanny se llenó deemoción. Ella veía su corazón. Lo que nadie más veía. Veía másallá de la imagen que mostraba a los demás y él no sabía si eso




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le agradaba o le aterrorizaba como el infierno. Tal vez una jodida combinación de ambas.

Entonces, Eden deslizó las manos debajo de su camiseta,presionando sus palmas sobre su piel desnuda. La respiraciónde Swanny se aceleró al igual que su pulso. Su polla seendureció dolorosamente y no había nada que ocultar en el finobóxer que llevaba.

Subió las manos aun más, quitándole suavemente la camiseta,y él se lo permitió, dejando que hiciera lo que quisiera.

Con la camiseta fuera, ella estudió su torso, y luego, para susorpresa, le besó una cicatriz y luego se trasladó a otra y a otrahasta que había cubierto cada centímetro de su piel llena decicatrices.

Ahora que estaba sólo con el bóxer, le cogió de la mano,tirando de él hacia la cama, y él la siguió como un perrito fiel,deseoso de complacer a su amo.

Le acomodó en la cama y luego subió junto a él, acurrucándoseal instante contra su cuerpo, pero dejó suficiente espacio entreellos sólo para que su mano pudiera estar sobre su pecho y lascicatrices que salpicaban su torso.

—No tienes que ocultarme nada, Swanny —ella dijo en vozbaja—. No de mí. Nunca de mí.

Acarició las líneas de cada cicatriz, explorándolas con sus dedosy luego como lo había hecho antes, besó una línea hasta arribaen cada una de ellas, tan dulce y suave que hizo que a él ledoliera el corazón.

—Eres hermoso —susurró ella—. Muy hermoso. Nunca heconocido un hombre tan hermoso como tú.

El corazón de Swanny estaba a punto de estallar y necesitócada pizca de su fuerza de voluntad no ponerla de espaldas ypenetrarla tan fuerte y tan profundo como pudiera,




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convirtiéndose en parte de ella. Sellando el creciente vínculoentre ellos.

Pero ella se merecía más que eso. Y ella quería tiempo. Noquería precipitarse en nada y él tampoco, pero sabía que erainevitable que hicieran el amor. Tampoco tardarían muchotiempo. Todos los demás aspectos de su relación habíandesaparecido a la velocidad del rayo y sabía que ninguno de losdos aguantaría mucho más.

La anticipación haría que aún fuera más dulce cuandofinalmente estuvieran juntos. Swanny saborearía cada minutode su relación sexual, pasaría horas prodigándola atención,aprendiendo todo lo que la daba placer. La llevaría al orgasmovarias veces antes de que él tomara su propio placer. Susnecesidades eran lo primero.

Ella colocó la palma de su mano contra su pecho y luegorecostó la cabeza en su hombro así que el pelo le hacíacosquillas en la nariz. Luego deslizó una pierna entre susmuslos como si buscara su calidez y su tacto. Él estaba másque dispuesto a concedérselo. Él envolvió sus brazos alrededorde su cintura, atrayéndola aún más cerca mientras envolvía supierna alrededor de la suya, atrapando la de Eden entre lassuyas.

Ella dejó escapar un suspiro de satisfacción, una ligera brisasoplando sobre su piel.

Nunca había sentido algo tan... correcto. La felicidad llenó los

huesos de Swanny, relajándole mientras el placer se filtraba encada parte de su cuerpo. Ella estaba en sus brazos, un ajusteperfecto, como si estuviera hecha para él. Como si pertenecieraallí.

Swanny podría haber luchado al principio contra su atracciónhacia Eden y podría haber dudado de que, posiblemente, sesintiera atraída por él, pero aquí y ahora supo que lo que habíaentre ellos era real. Su atracción era algo vivo, que respiraba.

Tangible. Bailaba en el aire entre ellos y cuando estaban cerca,




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en sus brazos, ardía como un fuego de combustión lenta a laespera de convertirse en una hoguera.

Pensaba que ella se había quedado dormida cuando se giróhacia él, sus ojos buscando.

—¿Te gusta trabajar para el KGI?

—Sí —contestó Swanny sin dudarlo—. Me dieron un propósitocuando pensaba que ya no tenía ninguno. No sabía qué hacercon mi vida después de regresar de la última misión. Supongoque estaba pasando por una etapa de autocompasión y

quejándome por la injusticia de todo ello. No fue una visiónagradable. Pero pasaron cosas durante la huida y el rescate.Cosas de las que necesitaba respuestas, así que fui a ver aNate. No lo estaba pasando mucho mejor que yo.

—¿Qué clase de cosas? —preguntó ella con curiosidad.

Él vaciló, sin saber cuánto podía compartir. Uno, ella pensaríaque estaba loco, y dos, no quería traicionar ni a Shea ni a

Grace. No cuando ellas eran la razón por la que estaba vivohoy.

Pero también sabía que si él y Eden se involucraban, lo sabríacon el tiempo. Y prefería que lo escuchara de él. De esta formasabría que confiaba en ella y no se lo había ocultado.

—Pensarás que estoy loco —dijo él.

Eden se irguió para poder mirarle, su pelo derramándose como

una cortina de seda sobre los hombros y rozando el pecho deSwanny. Él podía enterrar las manos y la cara en el pelo deEden y permanecer allí durante horas.

—No pensaré que estás loco —dijo ella solemnemente—.Puedes confiar en mí, Swanny. No te voy a juzgar. Voy aescuchar. Y nunca traicionaría tu confianza.

Él lo sabía sin ningún género de dudas. Tal vez fuera una locura

confiar en esta mujer cuando la conocía de tan poco tiempo.




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Pero sí que confiaba en ella. Ella no tenía ni una pizca demaldad o vena vengativa en su cuerpo.

Él suspiró.

—Cuando estuvimos prisioneros, Shea, la esposa de Nathan, apesar de que ni siquiera se conocían en ese momento, le hablóen su cabeza a kilómetros de distancia. Telepatía.


—¿En serio? Eso es genial. No creía que ese tipo de cosas

verdaderamente existieran.—Sí, ella le ayudó a mantenerse cuerdo. Ella incluso tomó sutortura por él. Suena complicado, pero podía quitarle el dolor yhacerlo suyo. Ella sufrió por él para que pudiera permanecerfuerte.

—Eso es bastante desinteresado —murmuró Eden—.Especialmente para un hombre al que no conocía.

Swanny asintió con la cabeza.

—Cuando Nathan y yo escapamos, yo estaba bastante mal.Sabía que estaba jodido internamente y que me estabamuriendo. Estaba haciendo que Nathan fuera más lento y lerogué que me dejara para que al menos pudiera salvarse él.Aquí es donde se pone aún más increíble. La hermana de Sea,Grace, tiene la capacidad de curar y, a través de un conductoentre Shea y Nathan, ella fue capaz de curarme o por lo menos

de remendarme lo suficiente para que pudiera continuar.

—Parece que debo dar las gracias a esas dos mujeres cuandolas conozca.

Swanny no pudo evitar la oleada de placer por la forma prácticaen que ella asumió que conocería a su extensa familia. Como siviera un futuro con él en su vida.




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—Logramos salir. Los hermanos de Nathan, el KGI, nosencontraron a tiempo y nos llevaron a casa. Los dos estábamos

bastante malheridos, y después me fui a casa y Nathan volviócon su familia. Pero yo no tenía a nadie. Sólo una casa vacíaque solía pertenecer a mis padres. Y me estaba volviendo loco.No tenía ni idea de lo que iba a hacer con mi vida. Y todavíatenía todas esas ardientes preguntas acerca de lo que habíaocurrido allí. Así que busqué a Nathan y mientras estuve allí,Shea se puso en contacto con él, era la primera vez que supode ella desde nuestra fuga. Se puso como loco y salió pitando abuscarla. Dos de sus hermanos y yo fuimos tras él para ayudar.

De alguna forma encajé con ellos y luego me ofrecieron unpuesto en el nuevo equipo que estaban formando.

—Entonces, ahora eres feliz.


—Sí. Siento como si tuviera un propósito otra vez. Algo por loque levantarme por las mañanas. Me gusta hacer unadiferencia. Ayudamos a la gente y acabamos con los que seaprovechan de otros.

Ella frunció el ceño.

—Suena peligroso.

—Lo es —él no se iba a andar con rodeos por su trabajo. Ellanecesitaba saber en qué consistía su trabajo—. Siempre hayuna posibilidad de que uno de nosotros no regrese de una

misión. Pero somos buenos y tenemos cuidado. Hemos tenidoun par de sustos, pero no hemos perdido a ningún hombredesde que uno de los hombres de Rio fuera asesinado antes deque me uniera. Le mataron cuando la madre de los Kelly fuesecuestrada en el hospital, después de que su marido sufrieraun ataque al corazón.

—Guau. Parece que nunca hay un momento aburrido alrededorvuestro. Puedo ver por qué este trabajo va a ser un paseo para

ti y, sinceramente, muy por debajo de vuestras capacidades.




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Me siento culpable por inmovilizar a todo un equipo. Parececomo si vuestros talentos se desperdiciaran en lo que se

considera hacer de niñera.Él la volvió a llevar hacia sus brazos, apretándola contra sucuerpo.

—Nos tomamos muy en serio tu protección, Eden. Eres nuestramáxima prioridad. Ningún trabajo tiene más prioridad que otro.Cada misión que aceptamos recibe toda nuestra atención.Además, si no nos hubieran contratado para protegerte,entonces tú y yo no estaríamos aquí en este momento, y megusta exactamente donde estamos.

Él sintió su sonrisa contra su pecho.

—Tienes razón. No me habría perdido conocerte ni por todo eloro del mundo.

—Yo tampoco —contestó él—. Ahora ¿por qué no descansas unpoco? He puesto el despertador pronto para que podamos

entrenar. No esperes que sea magnánimo contigo porque creaque eres linda. Voy a hacerte sudar la gota gorda y luego mevas a mostrar tus movimientos de autodefensa para saber loque necesitas aprender.

Ella se echó a reír, pero se colocó sin fuerzas en sus brazos,dejando escapar un largo suspiro que indicaba su cansancio.

—Buenas noches, Swanny. Me alegra que estés aquí conmigo.

La abrazó más fuerte una última vez.

—Yo también —contestó él.




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Capítulo 16

Aunque Swanny había puesto la alarma de su reloj, tenía unreloj interno que nunca le fallaba. Si sabía a qué hora tenía quelevantarse, se despertaba cinco minutos antes sin falta.

Se agachó para apagar la alarma, no queriendo despertar aEden, que dormía plácidamente en sus brazos. Tenía cincominutos antes de que tuviera que despertarla, y tenía la

intención de disfrutar de cada uno de esos cinco minutos.Ella estaba acurrucada en la curva de su brazo, con el pelodesperdigado sobre su brazo y la almohada. Era tan hermosadormida como despierta y alerta. La estudió en la tenue luz delcuarto de baño, cuya puerta estaba entreabierta, con laoportunidad de empaparse de ella mientras dormía.

Los tirantes del pijama se habían deslizado por los hombros, yse necesitaría sólo el movimiento más ligero para exponer supezón. Las aureolas rechonchas de sus pechos eranseductoramente visibles, la tela sólo marcaba los pezones, asíque no enseñaba nada más.

Ella se movió y él se quedó paralizado, pero ella simplementese acurrucó más profundamente en su pecho, dejó escapar unsuspiro y luego se recostó de nuevo.

Maldita sea, odiaba despertarla. Podría quedarse de esta

manera durante horas, simplemente observando y disfrutandoviéndola en la cama con él.

Sus piernas estaban enredadas, una de sus piernas entre lassuyas, y la otra colocada sobre ella posesivamente, anclándolasólidamente contra él. No, no habían hecho el amor, y estabade acuerdo en no apresurar las cosas, pero la intimidad entreellos era tan tangible como si lo hubieran hecho.




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Y a pesar de que ambos habían acordado que no seprecipitarían, era lo suficientemente honesto consigo mismo

para saber que ella estaría en su cama y que estaría allí pronto.Ambos querían lo mismo. Consumar su creciente relación erainevitable.

Toda su cautela anterior se había ido, había desaparecido.Ahora que estaba seguro de ella y de sus sentimientos, estabaansioso por dar el siguiente paso. Porque el sexo con Eden nosería solamente sexo. Sabía en su corazón que sería demoledory que, probablemente, cambiaría el curso de su vida para

siempre, sin importar lo que pasara entre ellos más adelante.Se negaba a mirar al futuro debido a que sus carreras lesllevaban en direcciones completamente diferentes. Sólo estabacentrado en el ahora y en el momento que tendrían juntosahora. Más allá del aquí y ahora sólo le traería angustia.

Literalmente tenían que tomar un día a la vez, y ver dónde lesllevaban las cosas. Si llegaban a algo serio, entoncessimplemente tendrían que encontrar una manera de estar

juntos. El amor requería sacrificio. Lo había visto una y otravez. Pero donde había voluntad, existía una forma. Tenía quecreer eso. Porque si pensaba demasiado lejos en el tiempo y lesimaginaba despidiéndose y yendo por caminos separados, ledevastaría.

Quería que nada interfiera con lo que tenían, y tendrían, ahora.Todo lo que podía controlar era la forma en que pasaran eltiempo que estuvieran juntos. Cualquier cosa más allá estabafuera de su control, así que tenía que concentrarse en lo queestaba bajo su control: asegurarse malditamente bien que dabaa Eden lo que ella deseaba, lo que él deseaba, y disfrutar

juntos de cada momento robado. Si al final iban por caminosseparados, entonces saborearía cada recuerdo de su tiempo

juntos y nunca se arrepentiría de un solo momento. Era todo loque podían hacer los dos.




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Sabiendo que el tiempo tranquilo que había pasadosimplemente observando a Eden sin que se enterara había

terminado, a regañadientes pasó una mano por su mejilla ymurmuró en voz baja:

—Eden. Nena, es hora de levantarse. Tenemos que estar en elgimnasio en veinte minutos si vamos a estar a tiempo para tugrabación.

Los párpados de Eden se abrieron y su mirada desenfocadaencontró los suyos, y luego toda su cara se transformó en unasonrisa de infarto que le quitó el aliento. La idea de que ellaencontrara tanto placer al estar en sus brazos, despertarse ensus brazos, hacía que su pecho se oprimiera hasta el punto dela incomodidad.

—Buenos días —dijo ella con voz somnolienta, ronca.

La besó en la frente.

—Buenos días. ¿Dormiste bien?

—Como un tronco —admitió ella—. Nunca he dormido mejor.Tengo que darte las gracias por ello. Así que gracias.

—¿Por qué, cariño?

—Por dormir conmigo. Por abrazarme. Por dejarme dormir entus brazos. Nunca me he sentido tan segura y a salvo como lohice anoche.

Su franca admisión retorció el estómago de Swanny en nudos.Dios, la mujer se arrastraba directa a su propia alma. Ella yaestaba firmemente atrincherada, pero cada minuto en supresencia fortalecía más el vínculo entre ellos. ¿El amor sesentía así? ¿Ya se estaba enamorando de ella?

El lado práctico de él argumentaba que era demasiado prontopara estar haciendo ese tipo de admisión. Pero su corazón y sualma decían cosas muy diferentes. Que esta era su mujer. Ella




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le pertenecía. Hacer el amor con ella simplemente consolidaríalo que ya sabía. Que era suya.

La besó de nuevo, esta vez rozando su boca sobre la de ella deuna manera tierna.

—De nada. Pero tengo que decirte que nunca había dormidotan bien tampoco, así que hiciste lo mismo por mí como dicesque hice por ti. Tengo...

Luchó con la admisión en la punta de la lengua. Le hacíaparecer débil. Y lo último que quería que ella pensara era que

era débil.

—¿Tienes qué? —preguntó ella con suavidad.

—Pesadillas —dijo él en voz baja—. No parece haber una razóno un motivo para ellas. Algunas noches no sueño nada. Perootras, sueño que estoy otra vez allí, el dolor y la desesperaciónque sentí, que todavía siento a veces.

Los ojos de Eden brillaban con comprensión. Con cualquier otrapersona odiaría esa comprensión. Era lo último que quería. Perocon Eden, no sentía la vergüenza que sentía tantas veces porparecer débil.

—Sólo puedo imaginarlo —murmuró ella—. Debe haber sido unmomento tan horrible para ti, Swanny. Me alegra que tuvierasuna noche de paz. Odiaría pensar que tú me estabas dandotanto y que yo no te daba nada a cambio. Así que me hacesentir bien que hayas dormido tan bien como lo hiciste. Creoque hacemos un buen equipo —dijo ella, un brillo iluminandosus ojos—. Quizás yo sea buena para ti.

—Sé que eres buena para mí —dijo él con un gruñido—. No hayduda de eso. Ahora, a riesgo de sonar como un idiota, tienesque levantarte y empezar a moverte. Voy a ducharme en elotro cuarto de baño y luego nos vamos abajo y a entrenar. Sitenemos tiempo suficiente, me puedes mostrar tusmovimientos y entonces puedo analizar lo que necesitas seguir




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trabajando y vamos a encajarlo con tus grabaciones. No quieroque te excedas. Sé que esta grabación va a ser suficientemente

agotadora.—Oh, voy a estar bien —dijo ella mientras se levantaba de lacama, llevándose su calidez y dulzura con ella—. Además, sieso significa tener que pasar más tiempo contigo, entonces voya sacar el tiempo.

Dios, pero ella le tenía en la palma de su mano completamente.¿Cómo es posible que alguien tan absolutamente perfectoestuviera interesado en alguien como él, que no sólo teníacicatrices físicas, sino manchas en su alma y el vacío en sucorazón que hasta que la conoció había pensado que nunca ibaa sanar?

Y sin embargo, en el poco tiempo que habían estado juntospodía sentir que esas partes que faltaban empezaban arellenarse. Como si poco a poco estuviera recuperando todo loque había perdido en el tiempo horrible que estuvo prisionero ydestrozado, cuando perdió su mismo deseo de vivir hasta estarlisto para rendirse y terminar con todo.

Se arrastró fuera de la cama sin la actitud de todo negocio queera su rutina habitual matutina. Después de darse una ducharápida, hizo una llamada a Joe para hacerle saber que él y Edenestarían en el gimnasio hasta que fuera hora de llevarla a lagrabación. Joe ya había hecho arreglos para los coches quellevarían a Eden y al resto del KGI donde necesitaban irmientras estuvieran en París.

—Voy a enviar a Skylar y a Edge para cubrir la entrada algimnasio —dijo Joe—. No podemos ser demasiado cuidadosos ydefinitivamente no podemos permitirnos el lujo de bajar laguardia.

Swanny se enfadó ante la idea de que él no era una protecciónadecuada para Eden, pero sabía que Joe tenía razón. Lo queSwanny no podía hacer era involucrarse con Eden hasta el




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punto que se distrajera de su prioridad número uno:mantenerla a salvo en todo momento.

Su seguridad era lo primero, por encima de todo lo demás.Incluso de la atracción entre ellos. Nada podría poner en peligrosu objetivo. Esto era una misión. Un trabajo. Su reputación, porno hablar de la vida de Eden, dependía de esto. Élmalditamente seguro no iba a ser la razón por la quefracasaran, y definitivamente no sería la razón de que Edenresultara herida o muerta.

Empujado por la realidad de la situación, se fue en busca deEden, un poco de su letargo anterior y la bruma cálida que lehabía rodeado cuando se había despertado en brazos de Edencambiados por un sentido de propósito.

Asomó la cabeza por la puerta del dormitorio.

—¿Estás lista?

Ella salió del cuarto de baño terminando de hacerse una cola de

caballo que había asegurado en el pelo. Llevaba una camisetaajustada sin mangas y unos pantalones de chándal de caderabaja que enseñaba unos pocos centímetros de su abdomen. Sucuerpo reaccionó al instante y rápidamente se retuvo a símismo, recordándose todo lo que estaba en juego aquí.

—Estoy lista. ¿Estás listo para que te pateen el culo? —preguntó ella con picardía.

Era imposible adoptar una actitud severa, más seria, cuandoella irradiaba calidez y dulzura.

—Bastante arrogante para alguien que no ha evaluado a suoponente —respondió él.

—Oh, le he evaluado —dijo ella, dejando que su mirada vagarasobre su cuerpo hasta que él sintió como si le hubieradespojado de cada pieza de ropa con nada más que sus ojos.




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—Eres incorregible —dijo él con fingida exasperación—. Vamos,en marcha. Tenemos un horario ajustado.

Ella se cuadró, dándole el saludo de un soldado.

—Sí, señor. Usted delante.

Mocosa descarada. Pero le encantaba todo de su insolencia. Nohabía una sola cosa acerca de ella que no le gustara. Parecíaimposiblemente perfecta, y no había nadie que fuera así deperfecta. Todo el mundo tenía defectos. Entonces, ¿cuáles eranlos suyos?

Bajaron las escaleras hasta el segundo piso donde seencontraba el gimnasio, y Edge y Skylar ya estaban fuera de lapuerta. Eden parecía sorprendida al verles y tal vez incluso unpoco disgustada. Swanny tendría que tener una charla con ellamás tarde para recordarle todo lo que él mismo habíadescartado momentáneamente.

—Despejado —dijo Edge, su voz retumbando en su pecho—. Tú

y Eden seréis los únicos en el interior a menos que alguienvenga detrás de vosotros. Sky y yo nos aseguraremos de quecualquier persona que entre sea fiable.

—Gracias —dijo Swanny—. Estaremos una hora como máximo.Eden tiene que comer antes de que nos dirijamos a sugrabación.

—Solo un batido de vitaminas para mí —Eden intervino—.Tendré que ducharme de nuevo después del entrenamiento, asíque puedo beberlo por el camino. Pero si vosotros necesitáiscomer, adelantaros y llamad al servicio de habitacionesmientras me preparo. Del pelo y el maquillaje se encargan allí,así que solamente llevaré un pantalón de algodón y unacamiseta al estudio. No tardaré mucho tiempo en estar lista.Sólo coger el bolso y listo.




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Swanny negó con la cabeza, pero no hizo ningún comentario. Sifuera por él, Eden comería un infierno mucho más, pero ella

sabía lo que era mejor para ella y no era su trabajo interferir.Utilizó la llave de la habitación para entrar en el pequeñogimnasio y luego cogió toallas para él y Eden.

Ella fue directamente a la bicicleta estática y, de inmediato,comenzó un entrenamiento riguroso. No se unió a ella porquesimplemente disfrutaba viéndola trabajar hasta empezar asudar. Era una de esas mujeres que no sudaba. Brillaba. Unacapa de sudor hacía que la piel reluciera perfecta a la luz y lehacía querer hacer cosas locas, como pasar la lengua sobre supiel y chupar hasta la última gota de sudor.

Después de quince minutos, Eden se cambió a una máquinacardio de step y estuvo otro cuarto de hora allí antes detrasladarse a uno de los bancos para hacer abdominales.

Swanny quedó impresionado por su resistencia y el hecho deque no parecía estar en lo más mínimo sin aliento. Era evidente

que estaba en excelente forma. Su cuerpo sin duda no contabauna historia diferente. Estaba tonificada. Dura en los lugaresque tenían que estar duros y deliciosamente suave en los quedebía serlo.

A continuación, se dirigió a la cinta de correr y lanzó unasonrisa por encima del hombro.

—Dame quince minutos para enfriarme y luego te voy a patear

el culo.Él le devolvió la sonrisa y contestó arrastrando las palabras.

—Sigue soñando, princesa.

Ella puso los ojos en blanco y centró su atención en la cinta decorrer, moviendo los brazos al comenzar un ritmo rápido sólopara disminuirlo gradualmente hasta que finalmente apagó lamáquina y se bajó.




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Ella hizo toda una demostración de chasquear los nudillos yasumió la postura de un luchador mientras le rodeaba con

precaución.—Te propongo una apuesta —dijo ella con voz arrogante—. Site lanzo al suelo, yo gano una petición que tienes que cumplir.

—¿Y si soy yo el que gano? ¿O no me tiras al suelo? —preguntóél, levantando una ceja.

—Entonces ganas una petición que yo tendré que cumplir.

La mente de Swanny inmediatamente se iluminó con todas lasposibilidades. Y, a juzgar por la expresión de suficienciacalculadora que Eden llevaba, sus pensamientos probablementereflejan los suyos. Joder, según su forma de pensar noimportaba quién ganara la apuesta, ya que muy probablementequerían las mismas cosas. Pero por si acaso, no la iba a dejarganar, porque de repente se había convertido en algo muyimportante conseguir lo que quería.

A ella. En su cama. Tan profundamente dentro de ella que sesintiera absorbido por ella, en cuerpo y alma.

—Trato hecho —contestó él en un tono desafiante.

Ella era buena. Tenía que concedérselo. Pelear contra unhombre el doble de su tamaño normalmente haría imposibleque sacara ventaja. Pero era rápida y era evidente que habíasido bien entrenada.

Él gimió cuando vio que tenían audiencia fuera de la puerta decristal que daba a la sala de fitness. Joe y Nathan se habíanunido a Skylar y Edge, y todos ellos estaban observando conevidente diversión.

Su distracción casi le cuesta la apuesta. Ella entró a matar y élse tropezó, pero se enderezó de inmediato y dio una rápidapatada mientras ella estaba desequilibrada y la tiró al suelo,rodando debajo de ella por lo que tomó la peor parte de la

caída.




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Ella lo miró fijamente, jadeando suavemente, el pelo endesorden.

—¿No se supone que puesto que estoy arriba y tú estásinmovilizado gano yo?

Swanny se rió de la desilusión de rostro.

—Lo siento, princesa. Yo no quiero hacerte daño, así que toméla peor parte de la caída, pero definitivamente te lancé al suelo.La victoria es mía.

Ella puso mala cara, que sólo le hizo reír más fuerte. Era tanmalditamente linda con ese labio inferior sobresaliendo y lamirada de cachorro en sus ojos.

—Espero que tu petición sea al menos tan divertida como iba aser la mía —se quejó ella.

—Oh, será divertida —dijo él en voz baja—. Sé que meencantará cada minuto de ella y planeo estar absolutamenteseguro de que lo disfrutes igual que yo.

Los ojos de Eden ardieron y por un momento pensó que ella ibaa besarle. Pero una rápida mirada en dirección a la puerta fuesuficiente para hacerla templar su reacción. No quería unpúblico más que él.

En cambio, se alejó de él y luego le tendió la mano paraayudarle a levantarse. Él se levantó y se puso de espaldas a lapuerta para que Eden quedara protegida de la vista.

—Eres buena —comentó él con sinceridad—. Pero puedoenseñarte algo más. Seguro que puedo mejorar tus habilidadessi te interesa.

Ella levantó ambas cejas en una expresión exagerada desorpresa.




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—Veamos. ¿Más tiempo uno a uno contigo y conseguirtumbarte en el suelo, sin importar quién provoca la caída? No,

no estoy interesada en absoluto.—Incorregible —él murmuró, sabiendo que estaba usandomucho esa palabra cuando se trataba de describirla.

Ella le dedicó una sonrisa de un millón de dólares.

—Así que, mmm, ¿cuándo voy a escuchar esta petición que sesupone que debo cumplir?

Asegurándose de que Eden estaba todavía oculta a la vista, seinclinó para acercarse y rozar sus labios en la sien de Eden yacercarse al oído.

—Más tarde —él murmuró—. Estoy pensando en esta noche, esdecir, si no trabajas demasiado tarde y no estás agotadadespués.

Los ojos de Eden brillaron y sus mejillas enrojecieron, a travésde la ligera transpiración del entrenamiento.

—Puedo asegurarte que no voy a estar tan cansada como parano poder mantener mi parte del trato —ella contestó.




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Capítulo 17

El respeto de Swanny por la profesión de Eden aumentó aúnmás mientras se mantenía apartado, viendo el rodaje de losanuncios. Tenía que ser agotador para ella, pero trabajaba deforma constante, siguiendo las instrucciones del director yrespondía a la perfección, todas y cada una de las veces.

No veía cuál era el problema cuando el director gritaba ¡Corten!

y luego exigía volver a grabarlo. Se veía jodidamente perfectapara él. Pero el director parecía ser un verdadero gilipollas.

Se había cabreado cuando Eden llegó acompañada por él y suequipo. Se había quejado en voz alta acerca de tener a tantagente estorbando y, a pesar de que el agente de Eden habíallegado y le había llevado a un lado para explicar la situación,era obvio que el director todavía no estaba contento.

Ladraba órdenes con voz fuerte, desagradable, que hacía queSwanny apretara los dientes. Por la forma en que el director sedirigía a Eden, le daban ganas de plantar su puño justo en lacara de ese hijo de puta.

Después de varias horas de rodaje, el director concedió undescanso y luego gritó para que la gente de peluquería ymaquillaje entrara e hicieran retoques.

—Está horrible —el director se quejó en voz alta—. La necesito

perfecta, maldita sea. Debe estar perfecta.

—Qué gilipollas —Skylar murmuró junto a Swanny, haciendoeco a la perfección de su propia evaluación del imbécil—. Estáincreíble. La mujer no podría estar espantosa ni siquiera en supeor día. ¿Qué demonios quiere?

Swanny gruñó su acuerdo, su postura rígida al ver a la genteapresurándose a retocar el pelo y el maquillaje de Eden. ¿Cómo

diablos trabajaba bajo este tipo de condiciones? Y aún más,




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¿cómo diablos podía mantener esa sonrisa de mil megavatiosen su lugar cuando algún imbécil la criticaba constantemente?

Sabía que este contrato era importante para Eden. Había dichoque era el contrato más importante de su carrera. Pero joder,no merecía la pena aguantar este tipo de abuso.

El agente de Eden se acercó a Swanny y Skylar, observando lasidas y venidas con una expresión aburrida. Como si nadaestuviera fuera de lo normal y esto fuera sólo otro día detrabajo.

—¿Es siempre así? —Swanny espetó.

Su agente se mostró sorprendido de que Swanny estuvierahablando con él y luego parpadeó, una clara confusión en surostro.

—¿Qué quieres decir?

—¿Ella siempre tiene a completos idiotas gritando, diciéndoleque está horrible y que se quejan de cada maldita cosa quehace?

Su agente en realidad dio un paso atrás, su expresióncautelosa, pero luego Swanny se dio cuenta de que estaba muycabreado y, probablemente, su expresión no era precisamenteagradable.

—Este director es uno de los mejores en el negocio —su agentele defendió—. Te puede sonar demasiado crítico, pero el

resultado final sin duda no se podrá discutir. Va a seguirgrabando hasta que esté convencido de que no es sólo bueno,sino perfecto. Se trata de una cuenta demasiado grande comopara aceptar nada menos que lo mejor.

—Para mí sigue siendo un gilipollas —Skylar murmuró.

El agente de Eden se rió de forma nerviosa.




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—Supongo que lo parece para alguien que no está en elnegocio, pero Eden se lo toma con elegancia, como siempre

hace. Entiende la importancia de tener un producto impecable ytrabajará hasta que lo logre. Es lo que hace, y es muy buena enlo que hace. Es por eso que consiguió este contrato.

Echó un vistazo a Skylar y luego a Swanny antes de alargarvacilante la mano, primero a Skylar.

—Soy Nigel Blackstone, el agente de Eden.

—Soy Skylar, parte del equipo de seguridad de Eden.

Él fue más reservado cuando ofreció la mano a Swanny.

—Soy Swanny, también formo parte del equipo de seguridad deEden —Swanny dijo rápidamente.

—¿Realmente corre tanto peligro? —Nigel preguntó, lapreocupación quemando en sus ojos—. Quiero decir, sé que eltiroteo se convirtió en algo al azar y detuvieron al hombreresponsable. Pero, ¿hay algo más que debería saber?

—Sólo estamos tomando precauciones adicionales —dijoSwanny en un tono neutral—. Con su nombre salpicado entodas las noticias, no hay garantías de que a algún idiota no sele ocurra una estupidez y le dispare. Esta grabación eraimportante para ella, y una que no podía perder, así que sólohemos reforzado la seguridad a su alrededor por el momento.

A regañadientes dio crédito a Nigel, que parecía estar

preocupado por Eden y no había pronunciado una sola quejasobre la presencia del KGI, e incluso había intervenido,explicando la situación al director. Nigel había sido firme y sutono no admitía discusión.

El agente podía parecer demasiado engominado y demasiadorefinado, demasiado condenadamente guapo para un hombre,pero defendió a Eden y dejó en claro que el director podíachupársela si no le gustaba la situación.




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Eso y su aparente preocupación por el bienestar de Eden,consiguió varias muescas en la estima de Swanny. No diría que

le gustaba el hombre. Era demasiado zalamero para su gusto ySwanny podía ver fácilmente que era un hombre que eraalguien completamente diferente bajo la fachada. A diferenciade Eden, donde lo que ves es lo que hay. Ninguna falsedad.Absolutamente genuina al máximo.

—Por supuesto que la seguridad de Eden tiene que tenerprioridad —Nigel se apresuró a decir—. Espero que no os hayadado ninguna razón para dudar de mi compromiso con ella,

tanto profesional como personalmente. Es mi mejor cliente, porlo que cualquier precaución que se deba tomar, estoy deacuerdo totalmente.

—Seguro que Eden agradece tu apoyo —Swanny exclamó.

—Ella es mi prioridad más importante —Nigel dijo, empujandoaún más su punto—. Manejaré cualquier problema con eldirector. Muchas modelos darían sus colmillos por conseguireste contrato, pero Aria no es estúpida. Quieren a Eden porquequieren lo mejor y si Lonnie, el director, causa algún problema,pasaré por encima de su cabeza y, o bien se va de patitas a lacalle o entrará en razón rápidamente. Él está haciendo lagrabación porque, al igual que Eden, es el mejor en su campo.Pero se le puede reemplazar. A Eden no. Eso no es negociable.Tengo un contrato blindado y si hicieran algo estúpido comotratar de deshacerse de Eden, perderían el pago que ya la handado. Pero entre vosotros y yo, si alguien se va, no va a ser

Eden. Aria la quiere demasiado.—Si sigue actuando como un gilipollas con Eden, tendrás queencontrar un sustituto antes o después… —Swanny gruñó—.Porque si no afloja, voy a reorganizarle la cara.

Nigel se puso pálido, con la mirada nerviosa revoloteando entreSwanny y Skylar.

—Voy a tener una charla con Lonnie en cuanto terminemos por

hoy. También tengo que hablar con Eden y, bueno, supongo




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que con vosotros también, ya que sois parte de su equipo deseguridad.

Swanny levantó una ceja en una pregunta silenciosa.

—Como probablemente sabéis, hay un lanzamiento socialformal al final de la grabación. Todo el mundo estará allí —dijoél, haciendo hincapié en todo aunque Swanny no tenía ni ideade qué significaba todo el mundo.

—Sí, ella me lo dijo —Swanny respondió—. Me dijo que iba anecesitar un esmoquin para no destacar—. Se estremeció por

dentro al compartir esa pieza particular de información.

Junto a él Skylar resopló, y él le lanzó una mirada para ver queella le observaba con un brillo travieso en los ojos.

—Eso tengo que verlo —dijo ella, la risa en su voz.

—Tú también tienes que vestirte para la ocasión—dijosecamente Swanny.

Skylar se encogió de hombros.

—Soy perfectamente capaz de escoger un vestido elegante conunos zapatos para morirse. El hecho de que me pase la mayorparte del tiempo con ropa de faena y pintura facial no significaque no conozca el arte de socializar y "encajar”.

Nigel se aclaró la garganta, girando su atención hacia él.

—Dentro de tres días, vamos a ser los anfitriones de una veladamás pequeña. La mayoría serán los representantes de Aria y elequipo que trabaja en el rodaje. Así que sugeriría quecompraras ese esmoquin pronto porque lo necesitaréis paraambas ocasiones.

Joder .

Y maldita sea, Skylar estaba disfrutando claramente de sumalestar. La lanzó otra mirada que fulminaría a una personanormal. Pero ella sólo sonrió más ampliamente y apretó los




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labios en lo que parecía un esfuerzo por no morirse de risa.Estaba seguro de que por dentro se estaba partiendo el culo de

risa.—Supongo que sé lo que vais a hacer mañana —Skylarexclamó.

—Sí bueno, listilla. Tienes que venir también. De ningunamanera vamos a exponer a Eden más de lo que seaabsolutamente necesario.

—Lo espero con impaciencia —Skylar dijo, su expresión

sincera—. Hace tiempo que no me pongo ropa elegante y queno uso maquillaje que no sea pintura de camuflaje. Tendrás dos chicas calientes en tus brazos cuando lleguemos al lugar.

Él se rió entre dientes, pero no estuvo en desacuerdo con sudeclaración. Skylar era una mujer muy hermosa, con uniformey equipo de combate o con ropa de calle normal. Y además eradura de pelar.

Algo sobre mujeres fuertes como Skylar y Eden llevandotacones de aguja y vestidos de cóctel que se ajustaran a cadacurva simplemente le ponía. No es que mirara a Skylar de esamanera. Nunca lo había hecho. Ella era su compañera deequipo, pero más que eso, era como una hermana para él.Compartían un vínculo fuerte, uno que nunca se veríacomprometido por acercarse a ella de la forma incorrecta.

Hablando de eso, ahora tenía que hablar sobre añadir la fiesta

del cóctel con Nathan, Joe y Edge para que pudieran prepararsepara ello y asegurarse de que Eden llegara allí con seguridad yque uno del KGI estuviera en todo momento a una distancia deescucha de Eden.

Hablaría con ellos después de la grabación, pero planeaba quefuera breve, porque lo único que quería hacer era llevar a Edende nuevo a la habitación del hotel, conseguir algo de comer yluego darle un masaje de cuerpo completo, porque tenía que




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estar incómoda después de tantas horas de la misma malditacosa, una y otra vez.

Su parte egoísta sabía que sólo la quería para sí mismo. Lanoche anterior había sido una de las mejores noches de suvida, y ni siquiera se había quitado la ropa. Pero no le habíaimpedido imaginar ese cuerpo perfecto escasamente cubiertopor ese sexy pijama de seda.

No tenía ninguna duda de que, a pesar de su promesa de tomarlas cosas con calma, ella estaría en su cama esta noche.Aunque no hicieran el amor, se acostaría con él. Pero tambiénsabía que la química combustible entre ellos hacía que fuerainevitable que tuvieran relaciones sexuales, pronto.

La grabación se reanudó y en esta sesión, Eden había sidotransformada en una sirena seductora con un atrevido vestidorojo que tendría a los hombres babeando a cien metros dedistancia.

Utilizaron decorados similares a los lugares emblemáticos de

París. Ella se rió, coqueteó y casi le volvió loco con la forma enque miraba a la cámara. ¿Cómo podía un hombre con sangreen las venas estar tan cerca de ella y no volverse loco por lalujuria? Desde luego, sabía que él no era inmune.

Una rápida mirada a los hombres solteros de su equipo le dijoque también tenían su parte justa de fantasías.

Tuvo que contener el gruñido que brotaba de su pecho. No

quería que ningún hombre la mirara, viéndola como la veía,aunque reconoció la estupidez de semejante pensamiento. AEden le pagaban para que pareciera el sueño húmedo de todohombre, y era una apariencia que, sin duda, habíaperfeccionado.

Trajo de vuelta toda la inseguridad contra la que luchaba, y secuestionó otra vez por qué alguien del calibre de Eden siquierale daría una segunda mirada.




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Hicieron varias tomas de Eden de pie con la Torre Eiffel a suespalda, mirando sensual, con el pelo volando por un ventilador

que habían colocado para que pareciera que estaba fuera en undía perfecto, la masa sedosa levantada por el viento ydispersándolo en torno a ella.

Incluso sus frases condujeron a Swanny al borde de la locura.Ella era por turnos juguetona y llena de picardía y luegosensual y seductora, invitando a su público a probar el productoque estaba promocionando con una voz que sonaba ronca ygutural. Como si estuviera hablando con su amante.

Al igual que él quería que ella hablara con él .

Miró el reloj, impaciente de que el día se acabara de una vez.Debería ser un caballero y al menos ofrecerse a llevarla acenar, pero no podía imaginar una noche más perfecta que losdos comiendo en la comodidad de su suite. Pasando tiempo asolas y permitiendo que la noche les llevara donde quisiera. Opor lo menos donde él esperaba.

Pero en lo que a él concernía, Eden tenía la sartén por elmango. Se negaba a presionarla. Por otra parte, tampoco eraun condenado hipócrita. La deseaba a rabiar y por las señalesque ella le había dado sin duda parecía, aunque fueraalucinante, que ella le deseaba de igual manera.

Su polla había crecido otros seis centímetros sólo por saber queesta mujer hermosa, fantástica, le deseaba. Ese tipo deatención femenina haría que la polla de cualquier hombre

creciera por principio. No había pensado que tenía ego, pero enrealidad se encontró hinchando el pecho, estirándose más alto,y bueno, su polla estaba en perfecto acuerdo con todas lasotras partes de sí mismo, lo que sin duda era lógico queañadiera unos centímetros más a su excitación y anticipaciónde tenerla como un verdadero festín en su cama.

—Tierra a Swanny —Skylar dijo secamente—. Estánterminando. Tenemos que asegurarnos de que el coche está




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listo para que podamos sacar rápido a Eden fuera del edificiosin que note.

Swanny se sacudió de sus pensamientos y luego asintió con lacabeza.

—Haz que Joe y Nathan tomen la salida. Edge, tú y yocubriremos a Eden para no tomar ningún riesgo con suseguridad.

Pasaría la tarde con su equipo cuando regresaran al hotel, peroplaneaba darla por terminada rápido. Daría a Eden tiempo

suficiente para ducharse y ponerse ropa más cómoda y luego lanoche sería suya.




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Capítulo 18

Swanny apresuró a Eden a su suite y de forma áspera le dijoque se preparara para acostarse, que tenía que hablarbrevemente con su equipo, pero que cuando volviera llamaríaal servicio de habitaciones para los dos. Ella le echó una miradaque le indicaba con más que palabras que entendía sus planespara la noche y que aún más, estaba de acuerdo y no teníaobjeciones. Era todo lo que podía hacer para no levantar el

puño y avergonzarse a sí mismo.

Se excusó para ir a la puerta de al lado después de asegurarsede que ella cerrara la puerta con llave detrás de él de modo queni siquiera una persona con una tarjeta pudiera acceder a suhabitación.

Golpeó con fuerza en la puerta de Edge y Skylar, sabiendo queNathan y Joe estarían dentro esperando, como Swanny había

indicado. No estaba seguro de cómo había terminado siendo elresponsable de esta misión. Nathan y Joe eran los jefes realesdel equipo, pero Swanny prácticamente había asumidocualquier cosa que tuviera que ver con la seguridad de Eden y,para dar crédito a su equipo, nadie discutió el punto con él nihubo un concurso de meadas sobre quién estaba a cargo.

Edge abrió la puerta y le hizo un gesto hacia donde estabanreunidos los demás en la sala de estar de la suite.

—¿Qué es lo que pasa, Swanny? —Joe preguntó—. Sky dijo quesurgieron cosas nuevas, pero que lo explicarías cuando todosregresáramos aquí.

Swanny disparó a Skylar una mirada de gratitud por permitirleexplicar la situación a pesar de que ella había participado en laconversación entre ella, Swanny y el agente de Eden.

—Todos sabíamos que iba a haber una fiesta de lanzamiento

cuando terminara el rodaje y que todos íbamos a necesitar ropa




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apropiada para encajar, pero el agente de Eden comentó quedentro de tres noches habrá una velada que incluirá a todos los

que forman parte del rodaje. Se espera que Eden esté allí, asíque nosotros también, lo que significa que reduce el tiempo quetenemos para conseguir ropa de etiqueta apropiada para noavergonzar a Eden ni que demos el cante.

Los chicos hicieron una mueca. Sólo Skylar sonrió,aparentemente feliz con la oportunidad de vestirse para unanoche.

—Pensé que podríamos dividirnos en equipos para quehagamos esto con la mayor rapidez posible. Eden tiene undescanso durante el almuerzo de mañana de una hora y media.Skylar y yo podemos acompañar a Eden a conseguir ropa paranosotros mientras que vosotros tres podéis conseguir elesmoquin. Creo que podemos llevar el mismo traje para las dosnoches. No se trata de nosotros de todos modos. Será la nochepara que Eden brille y a nadie le va a importar una mierda loque parezcamos, o quiénes somos si vamos al caso.

Nathan asintió con la cabeza, pero Joe frunció el ceño.

—¿Estás seguro de que deberíamos dejar a Eden con sólo dosde nosotros para su protección?

—Bueno, estoy pensando que si vamos todos atraeremosmucha más atención que si sólo vamos dos de nosotros. Skysiendo mujer es útil ya que lo que todo el mundo verá es queEden está de compras con una amiga. Una amiga que sucede

que es capaz de patear la mierda de cualquier persona que seauna amenaza.

Skylar sonrió cálidamente a Swanny, agradeciéndole con suexpresión su confianza en ella.

—Ok, suena como un plan, pero al menos deberíamos ir almismo lugar —Nathan intervino—. Edge, Joe y yo podemos ir ala sección de caballeros, mientras que tú vas con Skylar y Eden




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para conseguir lo que ellas necesitan, pero entonces tendrásque apresurarte para conseguir tu traje y todo lo demás.

La diversión en la voz de Nathan y las sonrisas en los rostros deEdge y de Joe irritó más a Swanny. En lo que a él se refería, laconversación había terminado y tenía una hermosa mujer quele esperaba en su habitación, y a la que había prometido llamaral servicio de habitaciones.

—Tengo que regresar. Se supone que debo llamar al servicio dehabitaciones para Eden. No creo que sea una buena idea queella esté fuera por ahí. Prefiero mantener sus apariciones aquíen perfil bajo todo lo posible.

Hubo varias sonrisas conocedoras que sacaron un gruñido de lagarganta de Swanny, pero no les hizo caso y se dirigió a lapuerta, ansioso por regresar con Eden.

Llamó a la puerta y esperó, hirviendo de impaciencia. Entoncesoyó el sonido del cierre al soltarse y se abrió la puerta. Fuerecibido por la visión de Eden vistiendo un pijama similar al que

había llevado la noche anterior. En todo lo que podía pensar eraen deslizar esos finos tirantes por debajo de los hombros, losuficiente para desnudar sus pechos.

Ella abrió la puerta y él se recuperó lo suficiente como paraentrar y volver a bloquear las cerraduras. Ella le lanzó unamirada tentadora, seductora por encima del hombro y se dirigióhacia el sofá de la sala de estar de la suite sin esperar a que lasiguiera. Él rápidamente se recompuso y corrió tras ella.

Se disgustó consigo mismo. Nunca se había considerado a símismo como el tipo de hombre de las cavernas, pero Edensacaba el macho alfa primitivo en él rugiendo a la vida. Queríallevársela al hombro a su cueva y mantenerla atada a su camahasta que se saciara plenamente, aunque sabía que eso seríaimposible.

Porque tan pronto como la tuviera una vez, la probara, la

tocara, la besara, hubiera estado en el interior de su cuerpo




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voluptuoso, nunca estaría saciado plenamente. Querría más ymás hasta que terminara ahogado en ella, y eso era lo último

que deseaba.No tenía mucho que ofrecer a una mujer como ella, exceptohacer que cada momento que hiciera el amor con ella fuera unaexperiencia que, ojala, pudiera compensar sus otros defectos.Esto era importante. Demasiado importante para joderlo. Teníaque asegurarse de que lo hacía bien y lento esa primera vez,llenarla de placer y demostrarle que era la única mujer a la quemiraba.

Ella merecía estar en un pedestal, con él adorándola a sus pies.

—¿Tienes hambre? —preguntó, finalmente, encontrando la voz.Estaba allí babeando frente a ella como un idiota. No habíaforma de saber lo que Eden estaba pensando. Probablementetendría dudas sobre si realmente le deseaba tanto como ellahabía indicado. No es que pudiera culparla. Pero si ella seechaba atrás ahora, era probable que perdiera la cabeza.

—Sí, podría comer algo —dijo ella con dulzura—. ¿Quierescompartir algo? He trabajado muchas horas hoy y no descansédurante el almuerzo, así que tengo algunas calorías queacumular.

—Dime lo que te apetece y te lo daré.

Las mejillas de Eden se sonrojaron y Swanny se encontróobservando su cuello por el doble sentido.

—Tienen pollo asado, la mitad, con verduras y acompañamientoque suena divino. Si no te importa compartir, sólo comeré partede la pechuga y las verduras y dejaré que tengas las patatas yel pan y el resto del pollo, por supuesto.

Puesto que él se estaba muriendo por ella y la comida era lomás alejado de su mente, él simplemente asintió con la cabezay luego hizo el pedido.




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—Mientras esperamos, ¿por qué no te duchas y te preparaspara acostarte también? —dijo ella en voz baja. De ese modo,

cuando hayamos terminado, podemos acostarnos.Su voz se apagó, pero no había duda en su mente de lo queestaba diciendo entre líneas. Ella quería que hicieran el amoresta noche. Gracias a Dios que la habitación del hotel veníaequipada con un paquete de preservativos, porque ciertamenteno llevaba condones en una misión, por el amor de Dios. Nihubiera soñado alguna vez que él y Eden harían el amor.Todavía tenía el poder para ponerle de rodillas.

Se apresuró a ducharse, asegurándose de que estaba limpio yno olía como un cerdo. Hizo una mueca mientras se secaba, alver las cicatrices que marcaban su cuerpo. La de su rostro erabastante mala, pero las del resto de su cuerpo, en su mayoríaocultas por la ropa, no eran bonitas en lo más mínimo.Esperaba que Eden no se echara para atrás cuando seencontraran en la intimidad real.

Ya lucía una erección, por lo que se puso unos vaqueros y unacamisa que dejó abierta sólo para darla una oportunidad paraque viera de nuevo el aspecto de su pecho y el torso lleno decicatrices. Ella las había aceptado con dulzura la noche anterior,ofreciéndole tranquilidad, pero estaba lo suficientementenervioso para pensar que podría cambiar de opinión una vezque estuviera cerca de él. Después de todo, ¿cómo se sentiríacontra su piel cuando estuviera encima de ella, los bordesarrugados de las cicatrices presionando en su carne?

Él estaba tan nervioso como un adolescente teniendo a la chicade sus sueños en su primera cita. Es cierto que la mayor partede la presión que sentía era autoimpuesta, porque Eden nohabía hecho nada más que aceptar todo lo relacionado con él.Pero maldita sea, él quería que esto fuera perfecto para ella.Para él, aunque sabía que sólo estar con ella sería la perfecciónabsoluta en sí misma. Se tenía que centrar en el placer y en lafelicidad de Eden.




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Cuando terminó, volvió a entrar en la suite justo cuando sonóun golpe en la puerta. Maldita sea, eso fue rápido. Si es que era

el pedido al servicio de habitaciones. Malditamente seguro queno quería que fuera uno de sus compañeros dejándose caer einvadiendo su tiempo con Eden.

Swanny le indicó a Eden con un gesto que se quedara dondeestaba, se dirigió a la puerta, mirando por la mirilla. Era dehecho el servicio de habitaciones y era lo suficientementeparanoico para no abrir la puerta sin estar preparado para lopeor. Alguien podría pasar fácilmente por un empleado del

hotel para acceder a la habitación de Eden.Alcanzó la Glock que había puesto sobre la mesa junto a lapuerta para ocasiones como esta. Para tener fácil acceso a ellasi llamaba alguien que no conocía ni se fiaba. Rápidamente semetió la pistola en la cintura de los pantalones vaqueros y latapó con la camisa abotonada por lo que los faldones escondíanla Glock de la vista. No era lo más inteligente en el mundomostrar una pistola sin seguro dentro de sus pantalones,

apuntando justo a su polla, pero a veces la improvisación eranecesaria.

Abrió la puerta y le indicó al camarero con un gesto que dejóclaro que se diera prisa. Swanny se colocó entre el joven yEden mientras ponía la comida en la mesa. Eden todavía estabarecostada en el sofá, envuelta en su bata como si no quisieraque nadie la viera, excepto Swanny, que le parecía bien.

Sólo cuando el camarero se hubo marchado ella dejó caer labata a un lado, y Swanny casi se tragó la lengua. Si el pijamade la noche anterior le había provocado una erección quesuperaba a todas las erecciones, ésta la sentía como si tuvieraun ladrillo metido entre sus piernas. Gracias a Dios que llevabapantalones vaqueros, aunque fuera malditamente dolorosoporque si se hubiera puesto bóxer, su polla sobresaldría de lamaldita ropa interior y estaría a la vista.




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Eden se puso de pie, uno de los tirantes se deslizó del hombro,dándole una visión tentadora de un seno. Sólo un poco más

abajo y su pezón quedaría expuesto. Como estaba, la telaapenas se cernía sobre la punta, añadiendo aún más a suimaginación ya hiperactiva.

Swanny sacó una de las sillas para ella y luego se sentó endiagonal con ella para que estar más cerca y no al otro lado dela mesa. Quería estar tan cerca de ella como fuera posible.Cuanto más tiempo pasaran en compañía del otro, la intimidadentre ellos aumentaba más, creciendo hasta que hubiera

cobrado vida propia.Eden gimió cuando destaparon los platos.

—Huele y se ve delicioso. Tengo que admitir que estoy muertade hambre.

Swanny frunció el ceño.

—¿Te salta comidas a menudo cuando estás grabando?

Ella negó con la cabeza.

—No siempre. Por ejemplo mañana voy a tener un descansopara el almuerzo, pero a veces, sobre todo si tenemos quehacer un montón de tomas, trabajamos durante la hora de lacomida y, a veces incluso de la cena. Cuando se acerca elmomento de terminar, solemos trabajar largas horas paracumplir con nuestra fecha límite.

—Hablando de tu hora del almuerzo de mañana, Skylar y yoplaneamos llevarte de compras a buscar el vestido que quierespara la velada planificada dentro de tres noches, y el resto delequipo también va a comprar los trajes para mezclarnos en lamedida de lo posible. Pero yo me quedaré contigo y con Skypara conseguir lo que todos necesitamos y luego pasaré por eldepartamento de caballeros para buscar un esmoquin. Penséque no importaría si llevamos lo mismo a los dos eventos.

Eden sonrió, con los ojos brillantes.




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—Eso suena divertido. Voy a disfrutar viendo cómo te sienta unesmoquin. Apuesto a que te verás absolutamente irresistible

vestido todo elegante.Él gruñó su respuesta. Todavía no estaba de acuerdo con todoesto, pero no quería arruinar la noche de Eden. Por ella, haríacasi cualquier maldita cosa.

Ella cortó con delicadeza el pollo asado y colocó una pequeñapieza en su plato, dejando el resto para él. Luego seleccionóalgunas de las verduras al vapor, pero como le habíaprometido, dejó la patata asada y el resto de acompañamientopara él.

Él se sentía egoísta, aun sabiendo que era extremadamentecuidadosa con su dieta, pero odiaba comer tanto delante deella, y que le viera comer sabiendo lo que no podía tener.

Devoró su porción, en parte porque no quería estar sentado allídisfrutando de una comida delante de ella, pero también estabaimpaciente por llegar al resto de la noche. Sólo esperaba como

el infierno que hubiera leído correctamente las señales queenviaba y que no se equivocara al asumir que esta noche seríala noche que llevarían su relación un paso más allá. Un granpaso. Porque para él, el sexo no era ocasional, a menos que lodecidiera así y sólo quisiera o necesitara una noche paradesahogarse y tener una aventura de una noche.

Con Eden, era otra historia. Era un punto de inflexión de todo loque había experimentado con las mujeres hasta ahora. La

deseaba desesperadamente, pero no estaba dispuesto a dejarque su deseo e impaciencia arruinara algo tan hermoso como loque crecía entre ellos.

Por lo que sabía, ella sólo podría querer una aventura de unanoche y luego se alejaría o seguiría adelante. Estaba haciendoun montón de suposiciones, suposiciones que no tenía derechoa hacer. Se estaba preparando para un infierno de caída sipermitía que sus emociones superaran a la razón y más en la

situación en la que estaban en realidad.




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—¿Swanny?

La suave llamada de su nombre por parte de Eden le sacó desus pensamientos, algo que ocurría con frecuencia cuandoestaba en su presencia. En su trabajo, la concentraciónabsoluta era imprescindible. Las distracciones podían hacer queél o uno de sus compañeros muriera, así que estabaacostumbrado a tener una concentración absoluta. ¿Pero conEden? Se encontraba distraído con conversaciones internasconsigo mismo. Reflexionando, habiéndose preguntas, cohibidoy un montón de otras cosas que se agolpaban en su cabeza

cuando estaba con ella.Levantó la vista para ver que ella había puesto su tenedor a unlado y terminado la pequeña porción de comida que se habíapermitido.

—¿Estás listo para acostarte o prefieres quedarte levantado unpoco más? —ella le preguntó.

Aunque las palabras fueron dichas lo suficientemente firmes,

ahora estaba lo bastante familiarizado con Eden para ver detrásde la cara que presentaba y el hecho de que sus palabras erancasuales, incluso medidas.

Estaba nerviosa y vacilante, casi como si estuviera preocupadade que él no estuviera a favor de dar ese gran paso en surelación en ciernes.

—Voto por ir a la cama —dijo él, su voz ronca.

Ella sonrió, pero sus labios temblaron ligeramente. Y entoncesse levantó de la mesa, una vez más, dándole una vista de laropa sexy que llevaba. Swanny casi maldijo porque su polla seendureció aún más y ya había lucido una erección incómodadurante toda la cena. Al verla allí mismo, delante de él, con elpijama que dejaba muy poco a la imaginación, convirtió supolla en piedra, presionando incómodamente en contra de losconfines de sus vaqueros.




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deseo de hacer el amor conmigo. Pero necesitas saberlo. Temereces saberlo para que puedas echarte atrás si no soy lo que

deseas. Y lo entenderé. Lo prometo. No voy a montar ningúnfollón ni avergonzarme a mí misma. Moriría antes de hacertesentir culpable por algo que no quieres.

La inquietud se apoderó de él alrededor de sus pelotas,apretando hasta el punto del dolor. Ella lo hacía sonar como sifuera una criminal en busca y captura o hubiera hecho algoimperdonable, y Swanny no podía imaginar cualquiera de esosescenarios en lo más mínimo.

Se metió en la cama junto a ella y automáticamente se acercóa ella para tratar de calmar el malestar que podía ver en susojos. Eden no se acurrucó a su lado como él pretendía y en sulugar se acercó más, pero mantuvo la cabeza levantada paraque ella pudiera mirarle a los ojos.

—Eden, puedes decirme cualquier cosa —dijo él suavemente—.Te puedo garantizar que lo que sea que te está molestando nova a cambiar absolutamente nada acerca de la manera en queme siento por ti, y estoy condenadamente seguro que nodejaré de desearte. Estoy tan duro ahora mismo que creo queme correría con sólo tocarme.

Ella sonrió, algo de la tensión dejando sus facciones.

—La otra preocupación es si me vas a creer —continuó ella enun tono tranquilo—. Porque por la forma en que me hecomportado contigo, tan valiente y atrevida, no puedo imaginar

que incluso creerías lo que estoy a punto de decirte.

Ahora Swanny estaba realmente curioso. No estabapreocupado, porque no podía imaginar nada que pudieraalejarle. Sus pasadas amantes no importaban. Lo queimportaba era el aquí y ahora y que ella iba a ser suya.

—Simplemente dímelo, cariño —la animó—. Te estáspreocupando por nada, estoy seguro.




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Ella tomó una respiración profunda, aparentemente reuniendosu coraje, y luego dejó escapar un largo suspiro.

—Nunca he estado con un hombre —admitió ella en un tonovacilante—. Tú serás el primero. Quiero que tú seas el primero.

Él la miró, sorprendido, con total incredulidad. De todo lo quepensaba que podía decirle, esto era lo último que hubieraconsiderado. Había tantos jodidos pensamientos que pasabanpor su cabeza que estaba totalmente sin habla.

¿Eden era virgen? Estaba sorprendido. ¿La mujer más bella del

mundo nunca había estado con un hombre, y además ellaquería que él fuera el primero? Se sintió humilde y asustadocomo el infierno, todo al mismo tiempo.

¿Qué se suponía que debía decir ante algo así? No se sentíadigno. Su primera vez debería ser especial, con un hombre queno fuera como él. Alguien que estuviera más a su nivel. Derepente, se sintió torpe e inepto. De ninguna manerasubestimaría la magnitud del regalo que le ofrecía. Pero maldita

sea, su primera vez tenía que ser perfecta y, de pronto, estabaaterrado de que lo hubiera estropeado todo.

—¿Swanny?

La voz de Eden sonaba temerosa y tiró de las mantas másarriba hasta que se las metió debajo de la barbilla. Sonaba taninsegura como se sentía, y él maldijo el hecho de que estabaechándolo todo a perder.

—No sé qué decir —él finalmente logró decir—. No tenía ni idea,Eden. Y el pensamiento de que quieras que sea tu primero... Nopuedo ni imaginar la magnitud de un regalo tan precioso. ¿Porqué yo? Tienes que haber tenido mejores oportunidades,opciones. ¿Qué puedo tener yo que ofrecerte? Me siento comosi estuviéramos atrapados en La Bella y la Bestia moderna. Nosoy guapo. La mayoría me consideraría feo. Tengo cicatrices nosólo en la cara sino en todo mi cuerpo. ¿Cómo podrías desear a

alguien como yo?




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La expresión de Eden se suavizó y sus ojos se enternecieron, yla mirada que le dio fue tan dolorosamente dulce que hizo que

todo su pecho se apretara de la emoción.Ella se inclinó, rozando sus labios con los suyos, y luego comohabía hecho una vez antes, deslizó su boca a lo largo de sucicatriz, presionando tiernos besos a lo largo de cada arruga yborde.

—Eres hermoso para mí —susurró ella—. No me importa lo quepiensen los demás. Son unos idiotas por no ver más allá de tuscicatrices a tu corazón. A la persona que sé que eres. En cuantoa cómo podría querer a alguien como tú, te puedo dar unaexplicación detallada. Está ahí. Hay algo en ti que meconmueve de una manera que ningún otro hombre ha sidocapaz de lograr. He esperado porque nunca se sintió bienantes, y mi virginidad es algo que consideraba valioso comopara dárselo a cualquiera. Pero se siente bien contigo. Perfecto.Sé sin lugar a dudas que quiero que seas mi primer amante.Pero si no se siente bien para ti , entonces no quiero que

suceda. No quiero presionarte a algo que no deseas.—Te deseo más de lo que nunca imaginé desear a otra mujer —admitió él—. Estoy impresionado por la forma en que me ves,que todavía me quieras incluso por la forma en que yo me veo.No voy a mentir. Estoy petrificado porque quiero que tuprimera vez sea algo bello y precioso, y me preocupa que novaya a ser capaz de darte lo que te mereces.

Ella sonrió de nuevo, con el pelo cayendo como una cortinasobre su hombro y rozando sobre su pecho.

—Y yo aquí preocupada de que con mi inexperiencia, no vaya aser capaz de satisfacerte o que fracase miserablemente. Votopor que hagamos esto juntos y al diablo con las expectativas olos temores. Vamos a dejar que suceda y lo resolveremos amedida que avancemos.

Él se inclinó, ahuecando su mejilla, y luego apretó los labios

sobre los de ella, deslizando la lengua dentro de su boca,




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saboreando y disfrutando de la sensación, la intimidad entreellos antes de que incluso hubieran dado ese paso final en su

relación en ciernes.—Creo que es una idea perfecta —exclamó él con brusquedad.




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Capítulo 19

Eden se relajó, olvidando sus nervios anteriores. Habíadiscutido interminablemente consigo misma si decirle a Swannyque era virgen, pero al final se merecía saberlo. Y, bueno, ellaquería que la experiencia fuera maravillosa, la que había estadosoñando, y ahora que él lo sabía, ella sabía que iba a tener uncuidado especial con ella y que iba a hacerlo tan especial comoella quería que fuera.

Al principio, cuando se lo había dicho y la había miradoasombrado y desconcertado y sin habla, por un momentopensó que había cometido un error y que iba a echarse atrás.Pero entonces se dio cuenta de que estaba simplementeabrumado y humillado por el hecho de que quisiera que fuerasu primer amante.

Su corazón simplemente se había derretido ante su reacción.

No se sentía como si él fuera lo suficientemente bueno paraella, y estaba genuinamente desconcertado por la idea de queella le deseaba, cuando, según sus palabras, podría tener acualquier hombre que quisiera.

Pero ahí estaba el problema. No había querido a ningún hombreni sintió correcto hacer el amor con otro hombre. No hastaSwanny. Y como había tratado de explicar, no podía decir porqué era él. Sólo que, para ella, él era el elegido. Ahora,

mirando hacia atrás, estaba tan contenta de haber esperado.Que hubiera sido exigente y esperado sólo por el hombreadecuado, porque sabía en el fondo de su alma que Swanny erael hombre indicado para hacer este enorme salto con ella. Élpodría tener dudas de por qué le quería, pero ella no teníaninguna en absoluto, y si fuera lo último que hiciera, iba ahacerle verse a sí mismo de la forma en que ella le veía.Fuerte. Cariñoso. Leal. Tierno. Muy dulce y humilde. Su corazóndaba un vuelco sólo de pensar que él sería el primero.




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—¿Me desnudo o quieres hacerlo tú? —le preguntó ella contimidez.

Swanny puso su mano en su brazo.

—Voy a desnudarte. Quiero hacer esto perfecto para ti, así quevoy a hacerlo suave y lento, y si en algún momento quieres queme detenga, sólo di la palabra y todo se detiene. Quiero que terelajes y me dejes amarte. Tenemos toda la noche y planeoaprovechar el tiempo.

Eden se relajó y luego se recostó en la almohada mientras él

tiraba suavemente de las mantas hasta sus pies, fuera delcamino. Ella se quedó mirando su cuerpo, fascinada por losmusculosos contornos de su cuerpo. Las cicatrices cruzaban elpecho y el abdomen y hasta sus muslos y brazos. Se le rompíael corazón que este hombre hubiera sido sometido a unatortura indecible, pero también sabía que era un supervivientey que cualquiera que fuera el infierno que había soportado no lehabía roto. No muchos hombres podrían sobrevivir a lo que élhabía hecho y conservar su cordura, y, sin embargo, continuó

jugándoselo todo, donde algo como lo que había sucedido antespodría volver a ocurrir. Su admiración por él crecía con cadasegundo que pasaba.

Él alzó su cuerpo sobre el de ella, su erección rozaba su vientredonde la parte superior del pijama se había subido paradesnudar su abdomen. Fue una descarga eléctrica y ella miróhacia abajo, con ganas de verle íntimamente. Los ojos de Edense abrieron, ya que era la primera vez que veía su erecciónporque parecía enorme. Se preguntaba si cabría, sobre todoporque era virgen.

Pero se obligó a sacar esos miedos de su cabeza mientrasbajaba su cuerpo con cuidado sobre el suyo hasta queestuvieron piel contra piel. La besó largamente, tan dulce ysuave que el corazón de la joven se hinchó y, por algunaextraña razón, las lágrimas ardieron en los párpados. Elmomento era perfecto. Parecía que había estado esperando




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—Son parte de ti. De quién eres y de dónde has estado. Eresun héroe. Dispuesto a poner tu vida en peligro cuando muchos

otros no lo harían. Siento mucho que pagaras el precio más altoy también por el dolor de los recuerdos que aún debencausarte. Pero no siento haberte conocido. No siento que estésaquí en este momento y que hagamos juntos el amor.

Swanny reclamó su boca de nuevo, moviendo su gran cuerposobre el de ella. El pijama de seda apenas era una barrera parala dureza de su cuerpo. Ella podía sentir sus músculos, la fuerzade este gran hombre. Sabía que fácilmente podría lastimarla,

pero también que nunca lo haría y que nunca estaría mássegura que con él. Él nunca permitiría que nadie le hiciera dañofísica o emocionalmente.

El beso se profundizó. Ella le saboreó. Saboreó la intimidad desu beso, su cuerpo cobraba vida debajo del suyo. Sus pechosse hincharon, sus pezones se endurecieron en picos tensos, yentre sus piernas sentía un latido, poniéndola inquieta ynerviosa.

Poco a poco y con reverencia, Swanny deslizó los tirantes de laparte superior por los brazos, deteniéndose justo antes dedescubrir sus pechos, casi como si estuviera saboreando yanticipando el primer vistazo de su desnudez.

Ella se movía inquieta, ansiosa por estar piel con piel con él,sentir su calor y su fuerza sin ninguna barrera entre ellos. Labesó en el hueco del cuello y luego fue arrastrando la lenguahacia abajo hasta que encontró la barrera de la ropa y luego,lentamente, la deslizó hacia abajo, dejando al descubierto lospechos a su tacto y su mirada.

Cuando la boca de Swanny se cerró con ternura alrededor de supezón, ella dejó escapar un gemido de placer que recorrió sucuerpo. Sus músculos se tensaron y su clítoris se estremeciócon anticipación. La presión entre sus piernas la estabaponiendo nerviosa y necesitada.




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Ella quería tocarle, así que pasó las manos por sus hombros yluego metió los dedos entre su pelo, diciéndole sin palabras el

placer que le estaba dando.Él le apartó la ropa más abajo y luego le levantó las caderaspara poder tirar el resto hacia abajo. Se movió por su cuerpo,dejando a un lado la parte superior, y luego metió los dedos enlos pantalones cortos de encaje y lentamente los deslizó porsus piernas hasta que estuvo completamente desnuda.

Durante un largo momento, simplemente se arrodilló y la mirófijamente, su mirada ardiente recorriéndola de la cabeza a lospies, su evidente deseo y apreciación por su cuerpo brillando ensus ojos.

—Eres tan hermosa —susurró él—. Nunca soñé tener una mujercomo tú que me quisiera. Estoy abrumado, Eden. Ni siquiera séqué decir. No puedo decirte con palabras lo que siento en estemomento.

—Entonces muéstramelo —susurró ella—. Ámame, Swanny.

Muéstrame lo hermoso que será entre nosotros.

Él comenzó con sus pies, besando y lamiendo cada centímetrode piel en su camino ascendente por su cuerpo. Prodigóatención sobre cada parte hasta que ella estuvo loca de deseo.Separó suavemente sus muslos, dejando al descubierto suvagina para verla y tocarla.

Pasó los dedos suavemente por la escasa mata de pelo sobre

su montículo y luego fue más abajo, separandocuidadosamente los labios vaginales. Tocó su clítoris, sólo unasuave caricia, pero fue como una ráfaga de relámpagos queelectrizó todo su cuerpo. Ella jadeó y se arqueó hacia arriba, enbusca de más, con ganas de más.

Swanny presionó el pulgar sobre su clítoris y lo acariciósuavemente hasta que ella se quedó sin respiración y al límite.Sus dedos rodearon su abertura, explorando con ternura el

pequeño trozo de piel que indicaba su virginidad.




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Eden se ruborizó.

—Uso anticonceptivos. Me ponen una inyección cada tresmeses. Lo que suena tonto ya que nunca he tenido relacionessexuales, pero regulan mis periodos y hace que sean mássoportables. Después de un rodaje cuando tenía el período yestaba muy mal todo el tiempo, mi agente me instó a ir almédico para ver si había algo que pudiera hacer para que misperiodos no interfirieran con mi trabajo. Sugirieronanticonceptivos y me dieron analgésicos para cuando se poníamuy mal. Pero el control de natalidad realmente ha ayudado.

—Si estás segura, entonces —Swanny dijo con voz ronca—. Nohay nada que desee más que tenerte piel con piel, sentir queme rodeas toda suave y sedosa.

Ella sonrió.

—Está arreglado, entonces. Tíralos y vamos a volver a la partebuena.

Él se rió y puso la caja a un lado y luego bajó la cabeza una vezmás a su carne más íntima y comenzó su trabajo de nuevo,chupando, lamiendo, besando hasta que ella se retorció debajode él.

Swanny se deslizó por su cuerpo, encajando el suyo con el deella, pero no hizo ningún esfuerzo por entrar en ella todavía.Acarició y chupó sus pezones, alternando entre ellos hasta quefueron picos rígidos, tensos. Luego besó un camino hacia su

cuello y mordió justo debajo de la oreja en la suave columna desu cuello.

Cuando llegó a su boca, la besó largo y jadeante, y luego lesintió llegar entre ellos, colocándose en la entrada de suabertura. Eden abrió los ojos ante la sensación de sólo lacabeza estirando su abertura.

—Relájate, cariño —Swanny dijo suavemente—. Voy a hacerloagradable y fácil. Si necesitas que me detenga en cualquier




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momento, sólo dímelo. No puedo prometer no hacerte daño.Soy un tipo grande y es tu primera vez, pero estoy

absolutamente seguro de que voy a intentar hacerlo lo másfácil para ti como sea posible.

El corazón de Eden se suavizó y su cuerpo se relajó, maleabledebajo de él.

—Sé que lo harás, Swanny. Confío en ti. Quiero que esto seaperfecto para los dos. No sólo para mí.

—De ninguna manera estar contigo puede ser cualquier cosa

menos perfecta —dijo Swanny en un tono ferviente.

Él deslizó los dedos sobre su clítoris, acariciando y tocandohasta que estuvo más húmeda, y luego comenzó a empujarsuavemente hacia adelante, estirando la abertura de suentrada. Retiró la mano y se apoyó en los antebrazos a amboslados de sus hombros, mirándola mientras continuaba con sulenta entrada.

Ella hizo una mueca al sentir una ligera sensación de desgarro ya pesar de su mejor esfuerzo para contenerlas, las lágrimasquemaron en los párpados. Los ojos de Swanny brillaban conternura y alargó el pulgar para limpiar la lágrima que se habíaescapado y se deslizaba por su mejilla.

—Lo siento mucho, cariño —dijo él, el pesar reflejado en susfacciones—. ¿Necesitas que me detenga?

—No, está bien —dijo ella apresuradamente, preocupada deque quisiera detenerse—. Estaré bien. Es sólo un pocoincómodo. Por favor, no pares.

—No lo haré. Sólo voy a ir despacio y darte tiempo para que teadaptes a tenerme dentro de ti. El dolor no durará muchotiempo y entonces voy a hacer que sientas nada más queplacer. Lo juro.




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Empujó un poco y ella se estremeció, pero se abrazó con fuerzaa sus hombros. Se detuvo de inmediato y se inclinó para

besarla.—Voy a quedarme justo donde estoy un poco. Para permitirteajustarte. Me dices cuándo estás lista para que vaya más lejos,¿de acuerdo?

Ella asintió con la cabeza y luego se centró en relajarse a sualrededor, saboreando la sensación de tenerle dentro de ella,aunque no profundamente. Todavía no. Y quería eso. Le queríatan profundo como fuera posible para que se convirtieran enuna sola persona. Conectados de la manera más íntima que dospersonas podrían estar.

Se movió de forma experimental, probando la sensación de élapenas dentro de ella. Algo del dolor punzante habíadisminuido, dejándola con una sensación inquieta, insatisfecha.

Swanny gimió.

—Me estás matando, Eden. No puedo aguantar mucho más.Ella sonrió y deslizó las manos sobre sus anchos hombros.

—Está bien ahora. No me duele tanto.

Él se irguió más para poder ver su rostro, midiendo su reacción,y luego empujó, poco a poco y de manera muy suave. Ella setensó, esperando más dolor, pero aparte de la incomodidad delestiramiento para acomodarle, el dolor había disminuido a un

dolor sordo.

—¿Bien? —Swanny susurró.

Dios, ella amaba lo tierno y cariñoso que estaba siendo.Durante años se había imaginado muchas veces su primeravez, pero esto superaba sus fantasías más salvajes. Erahermoso. Había una intensidad que dolía. La emoción hinchabay anudaba el pecho y la garganta. Lo único que pudo hacer fue




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una sonrisa tranquilizadora y un guiño para hacerle saber queestaba bien.

Swanny se retiró un poco y luego empujó hacia delante, unpoco más fuerte que lo había hecho antes. Ella abrió la boca, nocon dolor, sino con asombro cuando el dolor y el malestar seconvirtió en un placer intenso.

—Solo un poco más, cariño. Una vez más y estaré allí. Dime siesto te duele.

Eden se sorprendió que todavía no estuviera totalmente dentro.

Ciertamente se sentía como si tuviera un montón de él dentrode ella. Pero había visto su tamaño, había estado nerviosa deque encajara, especialmente porque era su primera vez, perosu vagina estaba resbaladiza por su excitación y le sujetaba confuerza, invitándole más profundo.

Otra vez más él se retiró, no todo el camino. Todavía estabadentro de ella y luego empujó con más fuerza y sintió que suingle se encontraba con la de él. Sus ojos se abrieron con

asombro ante las sensaciones que la bombardeaban. Se sentíacompletamente llena, totalmente estirada a su alrededor comoun puño cerrado.

El rostro de Swanny estaba tenso, sus facciones rígidas. Cerróbrevemente los ojos, su respiración era corta y áspera. Ella sedio cuenta de lo que le costaba refrenarse, y eso significómucho más porque tenía mucho cuidado para que fuera lomenos doloroso posible para ella.

Cuando volvió a abrir los ojos, brillaban con la mismadesesperada necesidad que ella sentía. Eden movió las caderas,inconscientemente elevándose para llevarle más profundo, sital cosa era posible.

—Estoy bien, Swanny —dijo en voz baja—. Te sientes tan biendentro de mí. Quiero que esto sea bueno para ti.




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Él la acarició la mejilla con una mano y luego fusionó sus bocasmientras sus caderas se levantaban y luego empujaba de

nuevo en ella. Su cuerpo la cubrió de manera protectora y ellaenvolvió sus piernas alrededor de sus muslos, anclándole a ella,haciéndole saber que estaba con él hasta el final.

Envolvió sus brazos más firmemente alrededor de sus hombros,tirando de él hacia abajo aún más para encontrarse con suboca. Sus lenguas se enredaron y él imitó los movimientos desu polla, metiendo la lengua de la misma manera.

Las respiraciones de él llegaban rápidas y calientes,mezclándose con las suyas. Ella inhaló profundamente por lanariz, tratando de mantenerse mientras su cuerpo se tensaba ycomenzó el ascenso a la liberación final.

—¿Cómo de cerca estás? —Swanny preguntó con voz ronca—.Te quiero conmigo, cariño. No te voy a dejar atrás. Lo primeroeres tú. Siempre. Dime lo que necesitas para llegar allí y loharé.

Estaba tan atrapada en el abrumador bombardeo desensaciones y sentimientos que le llevó un momentocomprender su pregunta.

—Cerca — jadeó ella—. Se siente cerca. No estoy segura de loque está pasando, pero se siente como si estuviera a punto deestallar en un millón de pedazos.

Él sonrió con ternura, empujando con sus caderas de nuevo, y

luego se deslizó en un largo empuje, lento que tuvo a susparedes vaginales apretando alrededor de él, resistiéndose a suretirada.

—Eso es lo que hace un buen orgasmo —contestó él—.Simplemente déjate ir, cariño. Deja que suceda. Voy a estarcontigo en cada paso del camino.




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Inclinó el cuello para poder llegar a sus pechos y succionó unpezón en la boca mientras empujaba de nuevo, enterrándose

hasta la empuñadura.—Te gusta esto —murmuró él.

Puesto que se había puesto incluso más húmeda alrededor desu erección, estaba declarando lo obvio.

Ella estaba casi al punto de la desesperación. Estaba al límite,la tensión creciendo hasta ser insoportable. Swanny empezó aempujar con más fuerza, renunciando a su ternura anterior.

Tuvo cuidado de mantener el control y no empujó con tantafuerza como para que le doliera, sino que impuso un ritmo másrápido, empujando, retirándose, a continuación empujando denuevo hasta que ella jadeaba y se retorcía debajo de él comoun animal salvaje.

Eden abrió los ojos de golpe cuando el mundo pareció rompersea su alrededor. La tensión se rompió, liberando el placer másintenso que jamás había experimentado en su vida. Clavó los

dedos en sus hombros, aferrándose a él. Su ancla en la violentatormenta de su orgasmo.

La habitación estaba borrosa a su alrededor. Los rasgos deSwanny estaban borrosos pero se centró en sus ojos,mostrando el placer que reflejaba su mirada. Se movió debajode él, arqueándose, encontrándose con sus embestidas yusando las piernas para tirar de él hacia ella una y otra vez.

Y luego dejó escapar un enorme gemido y todo su cuerpo setensó. Se hinchó dentro de ella, haciéndose aún más duro, másgrande, y sus embestidas fueron más rápidas, más profundas.

Para asombro de Eden, en cuanto se recuperó del alucinanteorgasmo, sus golpes frenéticos la empujaron al límite de nuevo.Esta vez fue rápido, sin tiempo para subir a la cima. Fueexplosivo, no tan prolongado como el primero, y su cuerpo seestremeció cuando un segundo orgasmo la atravesó y él se

corrió en su interior.




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El calor de su semen la inundó, por lo que las réplicas delorgasmo de Eden duraron más tiempo. Swanny empujó con

más facilidad cuando su semilla facilitó que pudiera deslizarsefácilmente hasta la empuñadura.

Dejó escapar un largo gemido y luego se derrumbó sobre ella,su calidez invadiendo todo su cuerpo. Ella envolvió sus brazosalrededor de su espalda y los hombros y le acariciósuavemente, disfrutando de tener su peso cubriendo el suyo.Se sentía segura, como si nada en el mundo pudiera dañarla eneste momento.

Arrastró las manos tan abajo por su espalda como pudoalcanzar y luego viajó hacia arriba de nuevo, acariciando yhaciéndole saber sin palabras lo que sentía.

Finalmente Swanny se separó de ella y ella de inmediatolamentó la pérdida de su peso y su calor. Él se apoyó en susantebrazos, todavía enterrado en su interior, y la miró contanta ternura que ella se tragó el nudo que se formaba en sugarganta.

—¿Estás bien? ¿Fui demasiado duro? —la preguntó conpreocupación.

Ella sonrió y extendió la mano para acariciar su rostro,prestando especial atención a su cicatriz.

—Fue maravilloso, Swanny. Nunca me imaginé que mi primeravez sería así de perfecta. Y tal vez por eso esperé. Algo dentro

de mí me decía que ninguno de los otros hombres me daría loque me has dado.

—Eres tú la que me ha dado algo más precioso que todo lo quehaya recibido alguna vez —dijo él, la sinceridad brillando en susojos—. No puedes imaginar lo que significa para mí queconfiaras en mí para ser tu primero. Quería que fuera algoespecial para ti. Para ambos. En muchos sentidos se sientecomo la primera vez para mí también. Nunca he hecho el amor

con una mujer sin condón, y estoy absolutamente seguro que




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nunca se sintió de esta manera con cualquier mujer con la quehaya estado.

—Me alegro —dijo ella, con su voz ronca—. Y fue perfecto,Swanny. Lo hiciste muy especial. Seguro que nunca olvidaré miprimera vez. Fuiste tan amable y paciente. Tú fuiste perfecto.

El fuego ardía en los ojos de Swanny y se agachó para reclamarsu boca. La besó larga y dulcemente y con reverencia.

—Voy a salir ahora, cariño —dijo él suavemente—. Puedelastimarte un poco pero voy a ir tan lento y tan suave como sea

posible. Tengo que limpiarnos a los dos. Creo que eché más deun litro.

Ella se echó a reír y luego apoyó las manos en sus hombrosmientras él comenzó a retirarse centímetro a preciosocentímetro. Tal como había predicho, hizo una mueca cuandofinalmente se liberó, pero al mismo tiempo sentía que habíaperdido esa conexión con él que había saboreado tanto.

Él rodó a un lado y se levantó de la cama. Se inclinó parabesarla de nuevo.

—Vuelvo enseguida. No te muevas. Voy a tratar de no echar aperder las sábanas más si es posible para no tener que dormircon una mancha mojada.

Luego desapareció en el cuarto de baño y regresó con un pañocaliente y cuidadosamente limpió las zonas sensibles de Edenantes de limpiar su propia ingle y el todavía semi-erecto pene.

Comprobó las sábanas, levantando sus caderas para sentirdebajo de ella, y luego frunció el ceño.

—Está un poco húmeda y no quiero que duermas sobre algopegajoso, ni quiero tener al servicio de limpieza a estas horasde la noche y estropearnos el ambiente, así que voy a poneruna toalla sobre la mancha y podremos dormir así.




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—Una toalla está bien —dijo ella, sonriéndole—. Honestamentesólo quiero acostarme y que me abraces.

—Eso suena maravilloso para mí también, pero primero voy aprepararte un baño caliente y dejar que te relajes durante unrato. Vas a estar dolorida y no quiero que interfiera con turodaje de mañana. Así que dame un momento para preparar elbaño y luego dejaré que te sumerjas en la bañera un rato yluego nos acostaremos.

—Eso suena celestial —Eden respondió, afectada por laprofundidad de su cuidado y por el hecho de que se ocupaba detodas sus necesidades.

Un poco más tarde, Swanny regresó al dormitorio y la levantóen sus brazos, acunándola contra su pecho. Era una experiencianueva que un hombre la tuviera en sus brazos y que la llevaraa cualquier parte. Era alta y, aunque no pesaba mucho, todavíaera lo suficientemente alta para que un hombre normal nohubiera sido capaz de llevarla.

Pero Swanny apenas era normal. Nunca podría ser consideradonormal. Era musculoso, estaba absolutamente en forma y eramuy fuerte. La hacía sentirse apreciada de una manera quenunca había soñado. Suspiró cuando la metió en la bañera yluego se sentó sobre la tapa del inodoro, viendo cómo serelajaba en el agua.

—También había un poco de sangre en las sábanas —dijoSwanny en voz baja. Y limpié un poco en ti y en mí. No me

gusta la idea de haberte lastimado. Habría hecho cualquier cosapara evitarte ese dolor.

—No me hiciste daño —ella negó—. Fue un poco incómodo alprincipio, pero con lo grande que eres creo que habría sentidouna ligera molestia, incluso si no hubiera sido virgen. Hicistetodo bien. Perfecto. Fuiste muy lento y paciente y muy suave.No podría haber pedido una primera vez mejor. Quiero decirlode verdad.




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—Me alegro —dijo él con brusquedad—. Todavía estoyalucinado por todo. Me tomará mucho tiempo comprender el

regalo que me diste, que confiaras y que me quisieras. Es difícilasimilar todo.

Ella se deslizó más profundamente en el agua, dejando quelamiera su cuello, y suspiró de placer en el agua caliente dondeestaba sumergida. Tenía razón. Estaba dolorida en la zonavaginal, pero el agua caliente estaba haciendo maravillas paraaliviar ese malestar.

—Un día te verás como yo te veo, Swanny. Aunque sea loúltimo que haga, verás a un guerrero feroz y leal, unsuperviviente, por no hablar de un hombre amable con uncorazón de oro y sin un gramo de maldad en su cuerpo. Almenos no para mí. Conozco lo suficiente acerca de tu trabajopara saber que manejas algunas situaciones difíciles y duras,¿pero conmigo? No te pareces en nada a lo que enseñas almundo. Veo al verdadero tú, al hombre detrás de las cicatrices,y me gusta mucho lo que veo.

—Tienes que parar —dijo él con voz ronca—. Porque estoy enun tris de llevarte de vuelta a la habitación y hacer el amorcontigo de nuevo, y eso no es lo que necesitas en estemomento. Necesitas tiempo para sanar y sentirte mejor.

—Pero todavía puedes llevarme a la cama y abrazarme —elladijo con nostalgia—. Ya he estado suficiente en remojo. Lo querealmente quiero son tus brazos a mi alrededor y dormir contratu cuerpo.

—Eso sí que puedo hacerlo —dijo mientras se acercaba paraayudarla a salir de la bañera.

Cogió una de las enormes y suaves toallas del hotel y laenvolvió alrededor de su cuerpo, secando cada centímetro dehumedad de su piel hasta que su carne estuvo sonrosada ybrillante. Luego secó la pequeña cantidad de agua que habíaconseguido mojar su pelo y luego la condujo al dormitorio,

donde hizo un gesto para que subiera a la cama.




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En cuanto se acostó, él se deslizó junto a ella y de inmediatoella se acurrucó en su pecho, buscando su calor. Entrelazó sus

piernas con las suyas y envolvió un brazo alrededor de sucintura, anclándole contra ella.

Él la besó en la frente y retiró los mechones de pelo de la cara.

—Buenas noches, cariño. Que duermas bien y sueña conmigo.




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Capítulo 20

Swanny despertó despacio, saliendo gradualmente del sueñoprofundo en el que había caído una vez que Eden se habíaacurrucado contra su cuerpo. Por lo general era una personamadrugadora y nunca perdía el tiempo en la cama una vez quese despertaba. En casa o incluso en una misión siempre habíademasiado que hacer como para quedarse en la cama y serperezoso, ¿pero esta mañana?

Estaba saciado y completamente satisfecho con Eden dormida,acurrucada en el hueco de su brazo, con la cabeza apoyada ensu hombro. Podía pasar todo el día acostado con ella,sosteniéndola. Sabía que necesitaba tiempo para sanar antesde hacer el amor de nuevo, pero estaba muy feliz de disfrutarde la intimidad que les envolvía.

Escuchó su respiración suave y pasó los dedos suavemente a

través de su pelo rubio, sólo queriendo tocarla de algunamanera. Consultó el reloj de la mesilla y casi gimió. Tendría quedespertarla en tan sólo unos minutos para que tuviera tiempode sobra para prepararse para el rodaje. Y todo lo que queríaera seguir sosteniéndola en sus brazos, permitir que elrecuerdo de su amor brillara en su mente una y otra vez.

Nunca había experimentado una conexión tan fuerte con otramujer. Ni siquiera con otra persona. Su equipo y el KGI eran su

familia ahora, pero nada comparado a la forma en que Eden lehacía sentir. Como si él importara. Que no era sólo un hombrecon una misión estándar, entrando y saliendo sin ningún tipo devínculo emocional. No era sólo un hombre contratado, era partede un equipo, pero aunque tenía un fuerte vínculo con suscompañeros de equipo, lo que había entre él y Eden superabacon creces lo que sentía por el KGI, su familia.

El KGI, y su equipo, siempre tendrían su lealtad, y hasta ahora

habría jurado que nada sería más fuerte que su compromiso




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con su equipo. Pero Eden había cambiado todo eso para él.Supuso que eso era lo que le había pasado a Rio y a Steele, los

líderes de los otros dos equipos. Habían dado al KGI su lealtadabsoluta y el equipo estaba en primer lugar, pero después deconocer a sus mujeres, ya sus esposas, podía entender por quéel KGI ahora quedaba en segundo lugar ante sus propiasfamilias y por las mujeres que amaban.

También había sucedido con los hermanos Kelly. Donovanacababa de conocer y casarse con su esposa y estaba tomandoun papel más administrativo, al igual que Sam y Garrett ya que

tenían nuevos bebés. Cada vez más, los tres hermanos quehabía fundado el KGI estaban dando más responsabilidad a losequipos dirigidos por Rio, Steele, y luego Nathan y Joe, los doshombres bajo los que servían Swanny, Skylar y Edge.

Y les consideraba su familia. Le habían acogido y aceptado.Nunca olvidaría ni daría por sentado lo que todos habían hechopor él. Le habían dado un propósito otra vez cuando estaba sinrumbo y sin objetivos después de regresar de la última misión,

que le sacó del servicio activo.Pero ahora tenía a Eden, y no estaba muy seguro de a dóndeles llevaría esto, pero sabía sin ninguna duda que era un puntode inflexión total para él. Sus prioridades ya estabancambiando. Esencialmente había asumido los términos de suprotección, aunque Nathan y Joe estaban técnicamente a cargo.Pero parecían darse cuenta de que había algo entre él y Eden, yle dejarían llevar la iniciativa sin discusión, y gracias a Dios por

eso, porque por primera vez en la historia había desafiadoabiertamente sus órdenes cuando se trataba de Eden. Queríahacer esto a su manera. Quería ser el que estuviera a cargo dela seguridad de Eden, y no era que no confiara en su equipo,sino que ellos no tenían el interés personal en este trabajo quetenía Swanny. Quería ser la persona que la protegiera, que lamantuviera a salvo. Con él en todo momento. Tal posesividadera completamente extraña para él.




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No era que fuera siempre un gilipollas con las mujeres con lasque había estado, pero tampoco había sentido una sensación

abrumadora de posesividad. La necesidad de mantenerla a sulado en todo momento. De no dejarla ir.

Le golpeó con una claridad sorprendente que en su cabezaEden fuera suya. Le pertenecía a él. No es que una mujer fuerauna cosa o un objeto que se poseyera, pero su reacción a ellaera asombrosa. También se dio cuenta de que este rodajeduraba sólo unos pocos días, y que podría ser todo el tiempoque tuviera con ella.

El pánico surgió porque no había pensado en la duración de surelación, y se le ocurrió ahora que quería más. No quería seruna aventura, su primer amante, y luego moverse a otrapersona.

Sus carreras les llevaría a lugares opuestos del mundo y notenía ni idea de cómo podrían solucionar eso. Pero maldita sea,tenía que haber una manera. No quería dejarla ir.

Si esto era lo que suponía estar enamorado, entonces supo queya había caído duro por ella. Pero el gran interrogante era¿cómo se sentía ella acerca de él ? Sabía que ella se preocupabapor él. Joder, se había aventurado a asegurarle que suscicatrices y su aspecto no la molestaban. Y había querido quefuera su primer amante, por lo que tenía que significar algo.¿Pero qué?

Todo lo que sabía era que ya temía el final de la grabación,

cuando ya no necesitara los servicios del KGI. Aunque laamenaza para ella, según su padre, estaba todavía ahí fuera,así que si esa amenaza no era eliminada para cuando el rodajehubiera terminado, él bien podría querer mantenerlos mástiempo.

Quería que se eliminara cualquier amenaza para ella, sinimportar cómo se hiciera. No quería que nada la tocara ni ladañara, pero al mismo tiempo, tan pronto como la amenaza




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Ella suspiró, pero apartó la colcha, dejando al descubierto sucuerpo desnudo para él. Su pene se endureció hasta el punto

del dolor, pero mantuvo la sábana encima hasta que elladesapareció en el cuarto de baño. Iba a tener que hacersecargo de la cuestión de su erección en la ducha porque nohabía ni una manera de que pudiera soportar este tipo de dolortoda la maldita mañana. Y en su mayor parte, con excepción delas pocas mujeres con las que había tenido relaciones sexuales,su mano había sido la única causa de liberación periódica de supolla. Sólo imaginar a Eden y recordar su relación la nocheanterior le haría correrse en un minuto, en cuanto entrara en la

ducha.Veinte minutos más tarde y sintiendo sólo un ligero alivio ensus doloridas bolas, fue a buscarla para encontrarla cogiendoropa y un montón de otras cosas femeninas de cuyos usos notenía ni idea.

—¿Listo? —preguntó Eden, una amplia sonrisa en sus bonitosrasgos.

—Sí. Sin entrenamiento hoy, ¿eh?


—Intento hacerlo cada dos días. Probablemente debería hacerun régimen diario, y durante un tiempo lo hice cuando David yMicah se hicieron cargo de mis entrenamientos. Hacíamosejercicio, corríamos y trabajábamos en defensa personal. Perodespués de que mejoré mi forma física y estuve más tonificada

y delgada, lo redujimos a tres días a la semana. A veces más,si tenía que sacar mis frustraciones, pero ¿quién quiere pasarpor ese tipo de tortura todos los días?

Swanny se rió.

—Odio decir esto, cariño, pero estás hablando con un hombreque tiene un programa de entrenamiento y ejercicios muyestricto. Cuando no estoy en una misión, quiero decir.




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—Claro —Eden refunfuñó—. La gente simplemente no esbendecida de forma natural con el tipo de cuerpo que tú tienes.

Dios, le encantaba la forma en que ella ni siquiera parecía darsecuenta de sus extremas cicatrices y parecía que realmente legustaba su cuerpo. El paquete entero. Nunca nadie le habíahecho sentirse tan cómodo. Incluso con los Kelly y su familiatodavía era reservado, y la mayoría de las veces evitaba el ladolleno de cicatrices de su rostro a pesar de que sabía que a ellosno les importaban.

—Podría decir lo mismo de ti, la mujer más bella del mundo —

dijo él secamente—. Y eres toda natural. Sin mejoras. Tu tipode belleza no la tiene la mayoría de mujeres.

—No, no tengo mejoras, aunque he tenido algunas quejas deque mis pechos son demasiado grandes —dijo ella con voztímida.

—¿Qué coño significa eso?

Swanny la miró con absoluta perplejidad. ¿Demasiado grandes?Eran jodidamente perfectos. Llenos, perfectamenteredondeados con pezones que eran una sombra deliciosa derosa. Y llenaban las palmas de sus manos a la perfección, comosi estuvieran hechos especialmente para él.

Ella se sonrojó de nuevo.

—La mayoría de top models son altas, muy delgadas, sinmucho escote. Soy alta y delgada, pero no es como si pudierahacer mucho sobre el tamaño de mi pecho y me negué a teneruna reducción.

Swanny la miró con horror.

—¿Reducción de pecho? —rugió él—. ¿Quién diablos te sugirióeso? Es lo más tonto que he oído decir. Eres jodidamenteperfecta tal y como eres.

Sus ojos brillaron en respuesta a su sincera explosión.




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—Se adaptan bien a la mayoría de mis trabajos. De vez encuando, si hago un desfile de moda, han tenido que arreglar un

vestido para que se ajuste al modelo “promedio” y se quejanpor tener que alterar toda la ropa que estoy modelando. Untipo fue un idiota y me dijo que no sólo mis pechos eranobscenamente grandes, sino que mi culo también erademasiado grande.

—Jesús —Swanny espetó—. Me encantaría tener cinco minutoscon ese bastardo. Puedes estar absolutamente segura de que silo hiciera, nunca cometería el error de criticarte de nuevo. Le

preguntaría cómo se sentiría acerca de una reducción de polla.Eden se echó a reír, y abrazó impulsivamente a Swanny.

—Estoy tan feliz a tu alrededor. Me haces feliz. Siento quepuedo ser yo misma contigo y no esconderme detrás de unafachada o de alguna pose falsa para una de mis sesiones defotos. No puedo decirte lo liberador que es. Hasta ahora, sólohe sido capaz de decir eso de mi padre y mis hermanos.Ciertamente me mantienen con los pies en la tierra, y si algunavez se me suben los humos a la cabeza ellos no dudarían ensermonearme.

—Me haces feliz también, Eden —dijo él en un tono serio—. Séque sueno como un disco rayado, pero no tengo ni idea de porqué me elegiste, pero estoy absolutamente feliz de que lohicieras Lo que tuvimos no fue sexo. Hicimos el amor y hastaanoche realmente no sabía la diferencia entre las dos.

No se sentiría cómodo dejar al descubierto su alma con nadiemás. Él era el callado, el reservado de su equipo. Edge lo eratambién, pero tal vez no en el grado que Swanny. Exceptoahora. Cuando se trataba de Eden. No tenía miedo de hablar yser el que indicara cómo debían hacerse las cosas. Suscompañeros de equipo probablemente pensaban que se habíavuelto loco y, bueno, en realidad no se equivocaban.

Pero con Eden, se sentía completamente a gusto al compartir

sus pensamientos, sus emociones, y no estaba avergonzado de




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contar lo que sentía por ella. Quería que supiera que ayer por lanoche fue tan especial para él como lo había sido para ella.

Nunca había imaginado que hacer el amor pudiera ser tandemandante. Una fusión de almas, corazones y mentes.

Se sentía como si fuera un novato en hacer el amor como lohabía sido Eden. Dos personas encontrándose la una a la otra.Averiguando lo que le agradaba a la otra. Encontró muysatisfactorio que, a pesar de que Eden era virgen, no habíamostrado ningún tipo de inhibiciones, incluso antes de quehubieran consumado su relación.

Ella había sido abierta y honesta con él desde el principio. Nohabía dejado ninguna duda en cuanto a lo que quería y que élera al que quería. Era como Navidad, el día de San Valentín ysu cumpleaños todo en uno. Demonios, se sentía como un niñoen Navidad, lleno de asombro y emoción por algo fresco ynuevo y muy íntimo.

Sabía que tenía que ser tan contundente y tan directo como ellalo había sido con él, y también se daba cuenta de que tenía quehacer algunas preguntas muy directas sobre lo que había entreellos y lo que veía en el futuro, y si él iba a participar en algunaparte de ese futuro.

Pero ahora no era el momento. No quería ninguna distracciónpara su grabación de hoy, y no quería que ella meditara sobresus preguntas cuando necesitaba centrarse totalmente en el díaque tenía por delante.

Esta noche. Esta noche, cuando se fueran a la cama, se locontaría, siempre que no se acobardara de aquí a entonces.Pero como ya se había recordado a sí mismo, ella había sidonada más que directa con él y le debía lo mismo.

Así que cuando estuvieran solos otra vez, le diría lo que estabaen su cabeza y en su corazón y simplemente esperaría y rezaríapara que ella estuviera en la misma onda.




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Capítulo 21

El rodaje fue mucho más relajado esta mañana. O bien eldirector se había tomado sus medicinas o tal vez le habíanfollado la noche anterior, pero en todo caso no fue el imbécilgritón que había sido el día anterior. Incluso elogiaba a Eden,alabando sus poses, las miradas sensuales que echaba como situviera un interruptor que las hacía aparecer, pero cuanto mástiempo pasaba, más se daba cuenta de que ella estaba

centrada en él.

Que él era el destinatario de esas miradas seductoras, sexys, yel director las estaba devorando a cucharadas.

—Me encanta, Eden —el director exclamó—. Y a Aria le va aencantar también. Eres la cara perfecta para su nuevoproducto. Van a hacer millones.

—Ella también va a ganar millones —su agente murmuró—.Una modelo del nivel de Eden puede darse el lujo de escoger yelegir sus trabajos. Se encuentra bajo tal demanda que suagenda es de locos. Sigo diciéndole que necesita ir másdespacio, pero está decidida a trabajar, siempre y cuando lasigan reclamando y, por un lado, tiene razón. Aprovecharcuando se está en la cresta de la ola. Siempre hay nuevascompetidoras subiendo en el ranking, por lo que es inteligentepor su parte hacer caja, que es lo que está haciendo ahora para

que cuando se retire no tenga que preocuparse por el dinero elresto de su vida.

—¿Crees que es demasiado mayor para modelar? —Swannypreguntó con desconcierto. En su opinión, era la mujer más

jodidamente hermosa que había visto jamás, y no parecía undía más mayor que una mujer de unos veinte años. ¿Y eso seconsideraba mayor?

Su agente se encogió de hombros.




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—Las modelos tienen una carrera de corta duración. No todas,pero la mayoría sí. Algunas de las supermodelos más populares

siguen siendo famosas y en demanda hasta bien entrados losveinte y muchos y hasta principios de los treinta años, pero ensu mayor parte es campo de una mujer más joven, y lospechos de Eden son más grandes que la mayoría, que es unadesventaja contra ella. Les gustan altas y delgadas. Y, bueno,hace un año ella ganó unos cuantos kilos, por lo que fuenecesario contratar entrenadores personales para mantener sulínea. En su carrera, incluso medio kilo puede marcar ladiferencia en conseguir un contrato o no.

Swanny gruñó bajo en su garganta y su agente dio un pasoapresurado hacia atrás.

—No hay una maldita cosa mal en cualquier parte de su cuerpo—él le espetó—. ¿Se vio obligada a contratar entrenadorespersonales porque, que Dios la perdone, cogió unos cuantoskilos? Y sus pechos definitivamente no son demasiado grandes,y no puedo creer que un idiota alguna vez le dijera que debería

considerar una reducción de pecho. Si hubiera estado allí lehubiera cortado las malditas pelotas y se les haría tragar.

—¿Te ha contado eso? —su agente le preguntó con sorpresa.

Swanny no necesitó mucha percepción para darse cuenta deque Eden era, al parecer, una persona muy privada,especialmente dado el hecho de que rara vez salía en lasnoticias, por lo que probablemente acababa de confirmar surelación con Eden.

—Sí, me lo contó. No lo he superado todavía, y entonces medices que la obligáis a llevar un régimen de entrenamientoagotador sumado a una agenda de modelado ya penosa. ¿Soishumanos? Porque seguro como el infierno que no la tratáiscomo a un ser humano. Más como a un animal entrenadoobligado a obedecer todos tus caprichos. He estado a sualrededor lo suficiente para saber que no es una diva malcriaday no espera que todos obedezcan todos sus deseos. ¿Qué te da




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el derecho a hacerle eso? ¿Olvidas que ella es tu jefa y quetrabajas para ella? ¿Que ella firma tu sueldo?

Skylar, que se había acercado al lado de Swanny en cuanto fueobvio que hablaban acaloradamente, frunció el ceño, apretandolos labios mientras sus ojos se estrecharon. Luego frunció elceño abiertamente a Nigel.

—Me parece que Eden hace mucho trabajo sin cosechar muchosde los beneficios. Es directa e indirectamente la fuente deingresos de un jodido montón de gente. Tú mismo dijiste quees tu cliente más importante. Y si este contrato de Aria es tan

jodidamente importante y quieren a Eden, entonces cualquierapodría pensar que tendrían que estar lamiéndole el culo deforma regular. No permitir que la traten como un maldito perrofaldero al que le dan unas palmaditas en la cabeza, diciendo"buena chica" y luego le arrojan un hueso para que muerda.

—Creo que millones de dólares apenas se pueden considerar unhueso de perro —Nigel espetó.

—Eres su agente —dijo Swanny en un tono cabreado—. ¿No estu maldito trabajo protegerla de la clase de mierda que ocurrióayer?

—Protejo sus intereses —Nigel dijo fríamente—. Y este rodajedefinitivamente entra en sus mejores intereses, incluso sisignifica tratar con un director malhumorado y temperamental,que por si no has notado es una persona completamentediferente hoy.

—Y acusan a las mujeres de tener SPM. Déjame decirte lo querealmente significa SPM —dijo Sky con sarcasmo—. Soportarlas Putadas Masculinas. Eso es lo que significa el SPM. Ymientras que las mujeres lo sufrimos una vez al mes, los tíostienen su propia marca de SPM cada puto día. Están de malhumor y son inaguantables y actúan como si fueran bipolares.Un minuto son todo sonrisas y el mundo es bueno. ¿Almomento siguiente? Están cabreados con el mundo y empiezan

a golpear a todo el mundo a su alrededor.




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Swanny tuvo que aguantarse la risa, mientras que Nigel noparecía en absoluto satisfecho con la evaluación de Skylar. Pero

realmente no podía discutir con ella. Era lo suficientementehonesto y no tenía un ego lo suficientemente grande como parano reconocer la verdad de su declaración.

—Me encantaría darle un ajuste de actitud permanente —Skylarmurmuró.

—¿A quién estás amenazando, Sky? —Edge gruñó mientrascaminaba hasta donde estaban Swanny y Skylar junto a Nigel.Joe y Nathan estaban justo detrás de él, con expresionesaburridas en sus caras.

—A él —contestó Skylar, señalando con el pulgar por encimadel hombro en la dirección del director.

Edge se encogió de hombros.

—Quizá ha vuelto a tomar sus medicinas hoy.

El resto del equipo se echó a reír, y Nigel, ya sea por estarenfadado o acojonado por estar rodeado de la totalidad delequipo de seguridad de Eden, se marchó rápidamente,encontrando algo que ver que le hiciera parecer ocupado. Sellevó el teléfono a la oreja, pero Swanny podía jurar que nohabía recibido ninguna llamada.

—Esto es aburrido —Joe murmuró—. Nunca pensé que diría esode mi trabajo, pero ahora mismo me siento como un servicio deniñera.

Skylar dio un codazo fuerte en las costillas de Joe, pero Swannycaptó el esfuerzo rápido de Sky para que Joe cerrara el pico.Swanny miró a Joe en clara reprimenda.

—No considero que la seguridad de una mujer completamentevulnerable ante algún idiota en busca de venganza sea algo taninsignificante como un trabajo de niñera —dijo él en un tonoglacial.




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—No creo que dijera que no fuera importante —Joe contestósuavemente—. Solo que sin duda es un cambio de ritmo y

bueno, aburrido. Estoy más acostumbrado a poder hacerestallar la mierda.

Nathan se echó a reír.


—Nunca he estado en París. Lo bastante bueno para ver laciudad, incluso lo poco que estamos viendo.

—¿No se supone que París es la ciudad del amooooouuuur ? —Nathan preguntó inocentemente—. Porque me parece que elgusanillo sin duda ha picado a uno de nosotros, y no soy yo.

Swanny disparó a Nathan una mirada fulminante.

—Creo que enamorarse en París sería increíble —Skylar dijo connostalgia—. Tan romántico. Piensa en las historias que podríascontar a tus hijos y nietos de cómo os conocisteis.

—¿Puede alguien explicarme por qué coño estamos hablandode enamorarse cuando se supone que nos estamos centrandoen un trabajo? —Swanny exclamó.

—Relájate, tío —dijo Nathan—. Es obvio que hay cierta químicaseria entre tú y Eden. Me alegro por ti. Sólo te estamostomando el pelo. Ella es una mujer hermosa, por no mencionarque es realmente agradable y no es para nada falsa.

Swanny frunció el ceño. No quería discutir su relación con suscompañeros de equipo, sobre todo cuando él mismo no habíallegado al fondo de la cuestión con Eden. Todo lo que sabía esque no había nada de qué hablar. Habían tenido sexo. Él era suprimer amante. Tal vez eso fuera todo lo que ella quería. Supesimismo cuando se trataba de mujeres mostró su ladooscuro, y la inseguridad que detestaba llenó su pecho.

—Vale, ¡hemos terminado! —el director exclamó—. Os doy un

descanso para comer de dos horas puesto que hemos hecho




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mucho esta mañana. Bien hecho, todo el mundo. Nos vemosaquí dentro de dos horas. No lleguéis tarde.

—Esa es nuestra señal —dijo Joe—. Hora de ir de compras.

Los demás se rieron disimuladamente, e incluso Swanny nopudo evitar quejarse. Esto no estaba en su lista de cosasfavoritas. Pero le daban dos horas para pasar con Eden, por loque no podía quejarse.

Eden se apresuró, el rostro iluminado de alegría dirigida aSwanny, cuyo estómago dio varias vueltas, porque ¿cómo

podría no reaccionar ante el calor que ella emanaba sinimportar dónde fuera?

—¿Listo para ir de tiendas conmigo? —le preguntó con unasonrisa.

—Sí —Skylar dijo con entusiasmo real—. ¿Sabes dónde vamos?

—De hecho, sí. No está lejos andando, pero no sé cómo ossentiréis todos acerca de eso. Podría ser un poco llamativo quevayamos en vehículos blindados y tratemos de encontraraparcamiento en la calle fuera de la boutique —Eden dijo conuna sonrisa.

Los chicos intercambiaron miradas, preguntas en cada uno desus ojos.

—Creo que siempre que flanqueemos a Eden y nos aseguremosque está cubierta y tengamos un perímetro apretado a su

alrededor, ir andando podría estar bien —dijo Swanny—. ¿A quédistancia está, Eden?

—Tres manzanas—dijo ella alegremente—. No está tan mal. Yes un día precioso. Sería genial conseguir un soplo de airefresco después de estar atrapada en el estudio y en el hoteldurante dos días.

Swanny levantó una ceja en dirección a Nathan y Joe. Joe se

limitó a sacudir la cabeza.




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—No sé por qué me miras a mí ahora. No es como si mehubieras escuchado una maldita palabra en este trabajo de

todos modos. Claramente asumiste el papel de líder en esto, asíque tú tomas la decisión y nos aseguraremos de que estécubierta en todos los ángulos.

Joe no sonaba cabreado de que, básicamente, se hubierasocavado su autoridad, y por eso Swanny estaba agradecido,porque sabía que no iba a retroceder aun cuando él y Joeentraran en una competición de meadas.

Swanny se volvió hacia Edge.

—Creo que tú y yo deberíamos flanquear a Eden. Puesto queella es alta, necesita a alguien más alto que ella a cada lado. Unfrancotirador no está fuera de la cuestión después de lo quepasó antes. Nathan y Joe pueden posicionarse por delante y pordetrás de Eden y Sky pude colocarse entre Eden y el que vayaprimero. Significa que tienen que pasar a un montón de genteque llegar a ella.

Eden miraba sorprendida al equipo de Swanny, con los ojosabiertos como platos mientras asimilaba todo lo que decían. Talvez no se estaba tomando esto en serio, ya que en su mente elprimer incidente había sido al azar. Él tendría que tener unacharla con ella más tarde sobre tomar su seguridad muy enserio, justo antes de que se adentraran en la discusión acercade su relación o si incluso tenían una.

—¿Estás lista, entonces? —Swanny preguntó a Eden—. Tendrás

que liderar el camino en sentido figurado puesto que Joe va a irprimero, pero vas a tener que dirigirnos al lugar donde vamos.

Eden se colocó su bolso de diseñador sobre el hombro y dijo:

—Cuando salgamos del edificio, gira a la derecha. Sigue rectotres manzanas. Está en el mismo lado de la calle por la queiremos. Te avisaré en cuanto lleguemos.

—De acuerdo, salgamos pitando de aquí —Nathan bromeó.




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Capítulo 22

Eden sonrió mientras se sentaba en un sofá suntuoso justodentro de la sección donde estaban los probadores y observó alos hombres quejarse y tirar de los cuellos mientras salían paradejar que les viera en sus elegantes trajes.

Skylar parecía estar disfrutándolo igual que ella. Sonrió por lasexpresiones de los hombres, sus quejidos cuando Eden fruncía

el ceño y sacudía la cabeza y decía: No, no te sienta bien.Así que estaba teniendo un poco de diversión a su costa. Edenrara vez salía de compras por vestidos para eventosimportantes, ya que no faltaban diseñadores mendigandoliteralmente para que se pusiera su ropa, y tenía tres vestidosque ya habían sido entregados en su hotel para que eligierapara la velada. Aunque la fiesta iba a ser sobre todo para elpersonal de Aria, el equipo de producción, directores y plantilla,

todavía habría personas importantes y un montón de paparazzipara fotografiar su llegada, que era con lo que los diseñadorescontaban.

Y para el lanzamiento, Aria ya había elegido el vestido quequería que se pusiera: el llamativo vestido rojo con una granabertura por un lado de la pierna que se había puesto en elanuncio. Este era su lanzamiento para su nueva campañapublicitaria, por lo que querían que la mujer de la televisión

cobrara vida. Jugaría el papel de esa mujer toda la noche.Coqueta. Seductora. Misteriosa. Quería poner en blanco los ojospor algunas de las cosas que requería su trabajo, pero engeneral era un trabajo que le encantaba.

Le encantaba viajar y conocer personas nuevas a pesar de queen el fondo era una persona hogareña, mucho más cómoda quela verdadera Eden podía ser cuando estaba con su familia. Perosu trabajo le daba lo mejor de ambos mundos. Una oportunidad

de ver el mundo y aun así podía volver a casa con su padre y




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hermanos. Era una carrera de la que no cambiaría una solacosa.

Y, bueno, era realista sobre que probablemente sólo tenía unospocos años más, así que todavía tenía un montón de tiempopara que sus pensamientos se desviaran a cosas como elmatrimonio y los hijos.

—¿Eden?

Sintiéndose culpable, levantó la cabeza para ver a Swanny enla puerta del probador. Esperaba que su cara no la delatara

porque él estaba en el borde de su cabeza cuando habíaempezado a pensar en la posibilidad de casarse y tener hijos.Lo cual era bastante estúpido teniendo en cuenta que estabantodavía tanteando su camino entre ellos. Pero siempre habíasido impulsiva y alguien que ponía el carro antes que el caballo,por así decirlo.

Se embebió de su aspecto. Se veía tan malditamente deliciosoque quería empujarle de nuevo en el probador y ponerle contra

la pared mientras devoraba su boca y mucho más.

Swanny llevaba una camisa de seda blanca con una chaqueta ypantalones negros. Por lo general, una corbata deberíaacompañar a esa ropa, pero había algo decididamente sexy enese botón superior que estaba sin abrochar y poder ver esepecho duro.

Era sencillo pero elegante y hacía que este hombre atractivo

pareciera aún más poderoso y peligroso de lo que ya sabía queera.

—Es perfecto —por fin ella anunció.

—Gracias a Dios —Swanny refunfuñó—. Ya hemosdesperdiciado treinta minutos de tu hora del almuerzo y nisiquiera hemos empezado las compras para ti y Sky.

—Oh, ya me he ocupado de eso —dijo Eden alegremente—. Y

conseguir algo para Skylar estará chupado. Su tono de piel es




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bonito y con todo ese hermoso cabello rubio, ya tengo una muybuena idea de lo que parecerá grandioso en ella.

Swanny se detuvo, arrugando su rostro en una mueca.

—¿Qué quieres decir con que ya te has ocupado? ¿No era esetodo el propósito de esta salida, encontrarte un vestido para lafiesta dentro de dos noches?

Eden curvó los labios en una sonrisa.

—Querido —dijo ella con un énfasis exagerado— en mi línea de

trabajo, los diseñadores proporcionan casi toda mi ropa paralas apariciones públicas. Compiten por mi atención porquequieren la publicidad. Proporcionan un vestido gratis a cambiode publicidad gratuita. Ganar-ganar. Tengo tres vestidos yaentregados en el hotel para que elija, y no me sorprendería siaparece alguno más.

—Pequeña mocosa —dijo Swanny en un tono amenazante. Lelanzó una mirada que sólo la hizo reír—. Me has tendido una

trampa, ¿verdad?—¿Quién yo? —preguntó ella, batiendo las pestañas de formainocente—. No puedo evitarlo si estás tan lindo refunfuñandocon todos esos trajes.

Swanny sacudió la cabeza y luego se metió de nuevo en elprobador para quitarse el traje.

Skylar se tronchaba de risa.

—Bien hecho, Eden. Vaya que sí. Lo disfruté mucho. He dedecir que has sacado un lado de Swanny que la mayoría denosotros no hemos visto.

Eden le dio una sonrisa serena y cogió un trozo invisible depelusa de su camisa.

—Es demasiado fácil y es muy divertido verle todo sacado de

quicio. Es demasiado lindo.




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Skylar casi se ahoga por la risa.

—¿Lindo? Tengo que decir que he escuchado describir aSwanny de muchas maneras, pero lindo nunca ha sido una deellas —Luego Skylar ladeó la cabeza hacia un lado—. Realmentete gusta, ¿verdad? Quiero decir que no estás fingiendo.Realmente te gusta.

Eden se ruborizó.

—No lo digo para hacerte sentir incómoda o para ponerte en unaprieto —Skylar se apresuró a decir—. Es sólo que no mucha

gente ve más allá de su apariencia para llegar a conocer elverdadero hombre que hay debajo. Él tiene un corazón enorme,como estoy segura que ya sabes. Creo que es genial que estéstan dispuesta a aceptarle. Todo él. Se os ve muy bien juntos.

—Es un hombre muy especial —Eden dijo en voz baja.

—En eso estamos de acuerdo —Skylar respondió.

Levantaron la mirada para ver a Swanny volver a salir vestidocon sus pantalones vaqueros y camiseta, y aunque estabagenial con el traje, a Eden se le hacía la boca agua con esospantalones vaqueros ceñidos y la camiseta que se estirabasobre sus hombros anchos y su musculoso pecho.

Se colocó la percha del traje por encima del hombro. Luego sequedó mirando a ambas mujeres.

—Vamos a ver cómo les va a los demás dado que no os tienen

a vosotras dos para atormentarles y hacerles pasar por mediadocena de trajes. Apuesto a que eligieron el primero quecogieron.

Skylar se rió y Eden levantó una ceja.

—Oh, qué poco me conoces. Hablé con la muy agradablevendedora sobre esos tres y le conté mis especificaciones.Puedo asegurarte que ella se asegurará que no cojan uno y




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salgan corriendo. Fuiste muy afortunado por tenerme a mí y aSky siendo las únicas testigos de tu dolor.

—Pobres bastardos —Swanny murmuró—. Creo que estocalifica para una paga por peligrosidad. Definitivamente voy ahablar de esto con Sam.

—¡Deja de ser un bebé! —Eden se burló—. Vamos a llevar tutraje a la vendedora y luego vamos a por el vestido de Skylar.No puedo esperar. ¡Va a estar increíble antes de que terminecon ella!

Con un suspiro indulgente y exagerado, Swanny dócilmente, otodo lo dócil que un hombre de su tamaño podría lograr, llevóel traje a la radiante vendedora, que lo recogió para envolverlocon mucho cuidado.

Eden batió las palmas, frotándolas con anticipación, al igual quelos otros miembros del equipo que se unieron a ellos.

—Ahora para Skylar.

Los ojos de Skylar brillaban de emoción.

—Me va a vestir una supermodelo. ¿Cuántas mujeres puedendecir eso? ¡Voy a lucir fabulosa! Tíos, nunca había pensado enacudir a un evento elegante como este. Pero ya estoyfantaseando con un vestido para morirse, unos jodidos zapatospatea culos y que me maquille una artista del maquillajeprofesional cien por cien. ¡Y resulta que tengo la oportunidad deestar con Eden Sinclair! No puedo creer que me paguen poresto.

—Guau, pastelito —Edge gruñó—. Recuerda el trabajo por elque te pagan. ¿Voy a tener que atarte con una correa esanoche? Si vamos a tener que vigilarte, nuestra atención sedividirá entre Eden y tú, y eso no es lo que nos pagan porhacer.

Skylar levantó la nariz en el aire y aspiró por ella, enviándole

una mirada.




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—Aguafiestas. ¿Una chica no puede tener un poco de diversión?

Eden agarró el brazo de Skylar y la llevó hacia la sección devestidos de diseñador, donde la vendedora ya estaba colgandovarias selecciones para que Skylar se los probara.

—Las chicas nos vamos a divertir —Eden dijo enfáticamente—.Simplemente permaneceremos juntas y nos divertiremos. Siestamos en el mismo lugar, entonces su atención nunca sedividirá, ¿verdad?

Skylar la envió una mirada de admiración.

—Me gusta tu forma de pensar. Es diabólico y de puro genio.Me encanta que tengas una vena malvada.

Eden sonrió.

—Deben mantenerse en estado de alerta de todos modos, ¿no?Dado que todo esto para ellos es un trabajo de niñera.

Eden atrapó la mueca de dolor en el rostro de Joe cuando les

miraron a ella y a Skylar y el color que subió a las mejillas deJoe y también el ceño fruncido que iluminó el rostro deSwanny, ya que ambos se dieron cuenta de que ellaobviamente había escuchado la evaluación de Joe de su

“misión” actual.

Ella y Skylar se mordieron los labios para no reaccionar. Losojos de Skylar brillaban divertidos y su expresión era una deanticipación, así como de picardía que, por alguna razón, sus

compañeros de equipo no eran del todo conscientes. O noparecían serlo, de todos modos. Eden no estaba losuficientemente familiarizada con la dinámica del equipo parasaber qué era exactamente lo que pensaban o sabían deSkylar.

Sin embargo, se figuraba que probablemente no lo sabían. Loshombres eran fuertes. Probablemente la veían como uno de loschicos. Era más seguro de esa manera. Pero Eden sabía muy

bien que Skylar no era sólo un operativo patea culos para una




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organización fuerte. Había visto lo suficiente de ella para saberque le gustaba presionar los botones apropiados y tirar de las

cadenas de todos sus compañeros de equipo sin que ellosprobablemente supieran que lo estaba haciendo.

Ese tipo de ingenio era un rasgo que Eden disfrutabamuchísimo en otras personas, pero especialmente en Skylar,porque encajaba con ella a la perfección. En todo caso,probablemente mantenía a sus compañeros de equipo enestado de alerta, lo que divertían a Eden aún más.

Por un momento, Eden tuvo una idea nostálgica de cómo seríasi ella y Skylar pudieran ser amigas. Verdaderas amigas. Sin elproblema del trabajo en juego. Si ella tenía algo que decir,planeaba mantenerse en contacto con Skylar una vez que elpeligro hubiera pasado y el KGI estuviera en su próximamisión. Sus pensamientos derivaron a Swanny, su estado deánimo al instante decayó. Cerró la puerta rápidamente a esetren de pensamientos. No le hacía ningún bien disgustarse porlo que estaba por venir cuando tenía hermosos días por

delante. No importa lo breve que fuera el lapso de tiempo.Tenía toda la intención de saborear cada momento que tuvieracon Swanny y no sufrir ningún pesar en absoluto cuando llegarael momento de decir adiós. Bueno, excepto el pesar de deciradiós.

—¿Cuánto tiempo nos tomará esto? —Joe preguntó, mirando sureloj—. Tenemos una hora y veinte hasta el final de la hora delalmuerzo, y estoy muerto de hambre.

Eden reprimió la risa por el tono casi quejoso reflejado en lapregunta de Joe. Como había imaginado, el ir de compras habíasido una forma de tortura para ellos, pero por otro lado, ¿ver acuatro hombres extremadamente guapos vestidos con finostrajes de etiqueta? Podría tener que llevar un pañuelo toda lanoche para limpiarse la baba de la boca.

Sería la envidia de todas las mujeres allí, con toda la atencióndel equipo del KGI. Nadie tenía que saber que eran su equipo




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de seguridad, después de todo. Y entonces casi se echó a reír.Hablando acerca de carnaza para los tabloides. Podía ver el

titular ahora.La supermodelo Eden Sinclair en una noche de fiesta con suharén masculino.

Bueno, una chica puede soñar, ¿no?

Había un tabloide que en realidad podría leer y enmarcarcualquiera de las buenas fotos que salieran de las ráfagas defotos que sacarían.

—Hay una cafetería entre aquí y el estudio. Sirven cruasanesincreíbles y un café para morirse —Eden ofreció—. Deberíamostener un montón de tiempo para tomar algo. Voy a esperar a lacena y al divino servicio de habitaciones, pero vosotros podéisconseguir lo que os guste.

—¿Cruasanes? —Edge preguntó arrugando la nariz conescepticismo—. ¿Tienen algo un poco más sustancioso?

Ella podía ver la misma pregunta en los otros miembrosmasculinos del equipo y se rió.

—Por supuesto. Podéis conseguir todo tipo de productos depanadería. Bocadillos con pan recién hecho. Un cruasán concasi todo lo que quieras en él. Realmente es una buena comida.Tienen un menú bastante sustancioso, pero es posible quequeráis enviar a uno de vosotros por delante para hacer elpedido, porque como es la hora del almuerzo, y es un lugarfavorito entre los parisinos, es probable que vaya a estar lleno.

Swanny frunció el ceño ante eso, y Eden podía ver la batallaque libraba sobre dejarla con un hombre menos de su equipode protección, como había llegado a considerarlos. O mejordicho ejército de protección.

Se sentía como una especie de miembro privilegiadoimportante y consentido de la realeza. Mucho más importante

de lo que era en realidad. Pero no iba a mentir, ni siquiera a sí




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primer día. Tantea el terreno, por así decirlo, para poderplanificar el resto del tiempo del rodaje en consecuencia. Ya

que todo salió a pedir de boca ayer, va a relajarse de aquí enadelante. A menos que surja un problema, y bueno, si esosucede, todo se va al garete y estaremos en el estudio hastalas primeras horas de la madrugada si es necesario.

Joe se despidió con un gesto y casi salió corriendo de la tiendade ropa, como si los perros del infierno estuvieran en sustalones. Eden y Skylar se rieron, que al instante recibieronmiradas sospechosas de los tres hombres restantes.

Swanny se giró hacia Eden mientras ella sostenía el primervestido de Skylar para que se probara. Tan pronto como Skylardesapareció en el probador, Swanny sacó lo que obviamente lemolestaba.

—¿Así que ya has trabajado con este idiota en el pasado yaccediste de buena gana a trabajar con el gilipollas de nuevo?No lo entiendo. ¿Eres una especie de masoquista? Tiene suertede que no le pateara el culo por hablar contigo como lo hizoayer.

Las facciones de Eden se suavizaron e indicó a Swanny que sesentara en el pequeño sofá de dos plazas en la sala de esperadel probador.

—No es siempre un cliché decir que los directores son una razade personas malhumoradas, exigentes e irritables. La mayoríacon los que he trabajado son perfeccionistas. Gilipollas ni

siquiera comienza a describirlos. Pero es lo que les hace ser tanbuenos en lo que hacen. Tienen un talento para sacar lo mejorde sus modelos. De capturar la mirada adecuada, establecer eltono adecuado, capturando la esencia de lo que el anunciantequiere. Lonnie puede ser difícil, sí. No hay duda. Pero puedesestar seguro de que cuando dice que se ha terminado, serápoco menos que perfecto, que es lo que Aria quiere, lo queLonnie quiere y lo que yo quiero también. Hay mucho en juegoen el éxito de esta campaña. No sólo por Aria y Lonnie y su




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reputación como director, uno de los mejores, sino para mítambién porque soy la portavoz, la cara elegida para la nueva

línea de productos de Aria. Así que es una relación muysimbiótica entre todos nosotros y todos queremos lo mismo.

—Así que estás diciendo que estoy exagerando y que nocomprendo nada del negocio en el que estás —Swanny dijo,mirando un poco enfadado.

Eden le sonrió.

—Lo que pienso es que es muy dulce de tu parte querer

protegerme de heridas físicas o emocionales. Y al principio demi carrera, tengo que admitir que era joven y no tan curtidacomo lo soy ahora, y no aceptaba bien las críticas. Herían missentimientos y a menudo lloraba porque me sentía como sifuera un fracaso. En realidad, fue Lonnie, irónicamente, el quehizo que me sentara y me dijo sin rodeos que no podía dejarque lo que sucede en el plató me afectara tan profundamente.Que yo no era nadie especial y que todas sus modelos recibíanel mismo trato, la misma exigencia de perfección que meestaba pidiendo a mí, y si él no pensara que podía ofrecerla,nunca habría firmado para grabar conmigo.

»Reconoció todo lo que tú y yo acabamos de decir acerca de él.Fue muy directo al respecto. Me dijo que era un cabrón con elque trabajar y, a veces podía parecer irrazonable, pero sóloporque sabía que sus modelos, las pocas con las que trabajabaexclusivamente, tenían el talento y el coraje para triunfar eneste negocio. Pero si yo iba a dejar que me hiciera llorar cadavez que se impacientara o exigiera más de lo que le estabadando, necesitaba considerar tener otra profesión.

»Pero al mismo tiempo, dijo que esperaba que aguantaraporque él juraba que nunca se había equivocado acerca de unamodelo, y afirmaba haber sabido desde la primera vez que viomi book de fotos e hicimos ese primer trabajo juntos, que iba aser una estrella y que odiaría que permitiera que missentimientos echaran a perder esa oportunidad.




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—No suena como un completo imbécil —Swanny dijo de malagana.

Eden se tragó la carcajada. Swanny parecía como si se hubieratragado clavos al tener que hacer esa admisión particular.

—Así que supongo que su sermón funcionó, entonces —Swannyreplicó después de un momento—. Porque es obvio que sinduda has llegado a la cima en tu campo y que estás trabajandocon él en este rodaje.

—Sí, en realidad funcionó —Eden dijo en voz baja, recordando

aquellos duros primeros meses cuando su confianza setambaleó y se sentía como si no pudiera superarlo—. Fue mássu profesión de fe en mí, y saber que él no era un tiposensiblero, y estaba agradecida por ello. Porque estaba muycerca de abandonarlo todo. Me sentía miserable y luchabacontra todo lo que me exigían. Pero una vez que Lonnie hablóconmigo y puso las cartas boca arriba, me sentí como si mehubieran quitado una carga y de repente, no parecía tanimposible que realmente pudiera hacer esto.

—Me alegro —dijo Swanny con voz ronca—. Si no lo hubierasaguantado nunca te habría conocido. Nunca hubiera tenido laoportunidad de tenerte entre mis brazos.

Eden se ruborizó justo cuando Skylar salió por la puerta delprobador. Las puertas eran gruesas y pesadas, pero aun así,esperaba que Skylar no hubiera oído al menos el final de suconversación.

Skylar hizo un pequeño giro cuando Edge y Nathan metieron lacabeza en la pequeña zona de espera fuera de los probadores.

—Estás preciosa, Sky — Nathan exclamó—. Definitivamente tucolor.

Swanny miró a su jefe de equipo como si le hubieran crecidodos cabezas.




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—¿Desde cuándo te has vuelto tan experto sobre los coloresque sientan bien a la apariencia de una mujer? —No era que no

estuviera de acuerdo. Skylar parecía dinamita, pero luego en suopinión, estaba igual de guapa en pintura de camuflaje y trajesde faena.

—Desde que me casé y he pasado por un sin fin de preguntasde Shea sobre qué color de camisa se ve mejor en ella —Nathan dijo secamente.

—Te ves muy bien —Edge dijo bruscamente—. Creo que esperfecto.

—Me siento como Cenicienta —dijo Skylar, haciendo otro giro—. Toda brillante y reluciente. Es para morirse. ¡Lo único que mefalta es un par de zapatos de tacón patea culos!

Por arte de magia, o quizás desde que la vendedora se habíapegado a todos ellos en el momento en que entraron por lapuerta, se apresuró a llevar un delicado par de sandalias detiras de un brillo iridiscente que tenía ostentosas cuentas

bordadas en la parte de los dedos y alrededor del talón.

Daba al vestido mucho más dinamismo. Eden sonrió mientrasSkylar se ponía ansiosa los zapatos y luego se puso de pie entoda su estatura, que había crecido en siete centímetros por lostacones que llevaba.

—¿Qué opinas, Eden? Te juro que no quiero ni probarme losdemás ahora. Creo que este es el vestido.

—Estoy de acuerdo —Eden contestó, emocionada con larespuesta de Skylar sobre uno de los vestidos que Eden mismahabía elegido.

La vendedora se veía un poco taciturna ya que uno, no era unode los vestidos que ella había seleccionado, y dos, que no eratan caro como el resto. Pero se recuperó rápidamente,probablemente calculando la cantidad de dinero que los cuatro




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trajes conllevaban, e intervino con su propia aprobación delvestido.

—¿Eso es todo, entonces? —la dama preguntó.

—Sí, hemos terminado, y gracias —Eden contestó cálidamente.

—Gracias a Dios —Edge murmuró en voz baja. Skylar puso losojos en blanco y negó con la cabeza en dirección a Eden.

—Quizá debería probarme esos otros vestidos —Skylar dijopensativa.

Eden casi se rió en voz alta. Era tan obvio que estabaatormentando a sus compañeros de equipo y disfrutando decada momento sádico.

Su declaración inmediatamente fue seguida de un coro denegaciones, elogios y hasta de ruegos. Eso hizo que Eden seriera más. Tres hombres adultos puestos de rodillas por unahora de compras y por preguntarles su opinión.

—El vestido es perfecto —dijo Edge, cruzando los brazos sobresus anchos hombros mientras miraba a Skylar—. Deja de

jodernos. Olvidas que te conozco mucho mejor que los demás yestás disfrutando como el infierno torturándonos.

—Bueno, lo tendré en cuenta —dijo Skylar, no avergonzada enlo más mínimo porque Edge la riñera.

La dependienta llevaba una mirada confusa que sugería que sin

importar lo perfecto que fuera su inglés, no entendía lo queestaba pasando.

—¿Se los envuelvo y los entrego en su hotel?

—Sí, eso sería perfecto —Eden dijo amablemente—. Nos darátiempo para comer antes de volver al plató.

—No, vendré a recogerlos más tarde —Swanny intervino antesde que Eden pudiera dar a conocer el nombre del hotel.




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Eden se ruborizó. Nunca conseguiría entender todas estastonterías de estar encubierta. Sabía de corazón que sólo

actuaban en sus mejores intereses, pero no estabaacostumbrada a tener que ser paranoica. Micah y Davidsiempre habían sido cautelosos también. No les quitaba elmérito. Pero era evidente que el KGI estaba más altamentecapacitado y ciertamente más acostumbrado a situaciones depeligro, amenazas y seguridad personal.

—¿Me puede decir la hora a la que va a venir para que puedatenerlos listos? —preguntó la vendedora, con el acento francés

en su impecable inglés agradable a los oídos de Eden.Swanny miró su reloj.

—¿Qué tiene que hacer con ellos? ¿No están bien como están?

La vendedora olfateó y levantó la nariz mientras miraba aSwanny con ojos entrecerrados, obviamente insultada por suinsinuación de que su ropa no era de la mejor calidad y quetenían que cosas que arreglar.

—Por supuesto que sí, monsieur . Sólo pensé que tal vez teníanque hacer más compras y sería un inconveniente para ustedestener que llevarlos a todas partes. Era una cortesía, nada más,algo que ofrezco a todos mis clientes. Servicio de entrega en laubicación de su elección.

Swanny frunció el ceño un momento, como si reconsiderara sudecisión anterior. Luego miró en dirección a Eden.

—Dale la dirección del estudio. Haz que se los dejen a larecepcionista de la entrada. De esa manera podremos cogerloscuando hayamos terminado. Es decir, si puede hacer que seentreguen con tanta rapidez —él preguntó, dirigiendo su últimadeclaración a la vendedora.

—Por supuesto —respondió la mujer.

—Entonces haremos eso —Swanny dijo, cambiando su orden

anterior.




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Obedientemente, Eden proporcionó la dirección y luego dio a lamujer su tarjeta de crédito, que de inmediato hizo que Swanny

frunciera el ceño.—De ninguna manera de mierda vas a pagar por toda estamierda. Joder, ni siquiera te has comprado nada para ti. Yo lopagaré y luego los demás me lo pagarán.

Eden sólo se rió.

—Mi padre os contrató, pero técnicamente trabajáis para mí, loque significa que cualquier gasto que tengáis por el trabajo que

necesitáis hacer, se consideran gastos de trabajo.

—Eso no tiene ningún maldito sentido en absoluto —Swannygruñó mientras la vendedora se alejaba para registrar lascompras.

Un momento después, la señora regresó con un recibo paraEden en un elegante porta-recibos grabado con el nombre de latienda, junto con la tarjeta de visita de la vendedora.

—Si necesitan algo más, por favor no duden en venir o llamar.Si tengo una idea de lo que quieren o necesitan, incluso puedohacer fotos en sus tallas y enviarlas para que puedan verlas, ysi lo quieren puedo hacer el abono a través del teléfono y hacerque se lo envíen inmediatamente.

—Merci —contestó Eden, cogiendo el sobre y metiéndolo en elbolso.

En cuanto salieron a la calle, todos los hombres dieron unsuspiro colectivo de alivio. Eden y Skylar estaban escondiendosus risas y en cambio acabaron con ataques de tos, lo que lesvalió miradas sospechosas de algunos de ellos y descaradasmiradas de los demás.

—Soy como niños —se burló Skylar—. Podéis acabar con ungrupo de terroristas dispuestos a irse a la tumba, siempre ycuando vosotros caigáis con ellos, y sin embargo, un día de

compras os convierte a todos en enormes maricas.




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—Vete a la mierda, Sky —Edge dijo de forma grosera.

Pero Skylar sólo continuó sonriendo, deleitándose en lanzarindirectas.




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Capítulo 23

A pesar de las dudas sobre la comida de la cafetería que Edenhabía recomendado, nadie se quejó cuando se reunieron conJoe que les esperaba con el pedido. Swanny había visto lamirada de decepción en el rostro de Eden cuando le habíapreguntado si se podían sentar en una de las mesas de la aceray ver a la gente, una de sus adicciones confesadas cuando seencontraba en la ciudad en una grabación.

Él odiaba ver a esa mirada. Le hacía sentirse como si hubierapateado a un cachorro. Pero maldita sea. Por mucho quemoviera cielo y tierra para hacerla feliz, condenadamenteseguro que no lo haría a costa de su seguridad. Y así se habíanllevado la comida para el corto paseo de vuelta al estudio ycomieron en el camerino de Eden, que era grande, digno de laestrella que era, pero con seis personas dentro de repenteparecía malditamente pequeño.

Pero, de nuevo, ya que él y Eden habían reclamado el pequeñosofá que les hizo sentarse muslo con muslo, mientras que losdemás se sentaban en el suelo o se apoyaron contra la pared,no se quejaba de su lugar.

Justo cuando empezaban a guardar las cajas de la comida parallevar, alguien llamó a la puerta del camerino de Eden.

—Empezamos en quince minutos, señorita Sinclair —dijo unode los asistentes.

Eden se puso de pie.

—Oh mierda. Vale, todo el mundo, fuera. Excepto tú, Skylar.Puedes ayudarme a entrar en esta mierda para no llegar tarde.Lonnie ha estado de buen humor hasta ahora. Si lo estropeo,estaremos aquí toda la maldita noche.




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Ante esas palabras, todos los hombres se levantaron, peroSwanny miró fijamente a Eden.

—Voy estar justo delante de la puerta. Nadie entra aquí sin miautorización.

Ella agitó la mano, señalando que entendía, pero ya estabapreparando a toda prisa el traje para la sesión de la tarde.

Un momento después, la puerta se cerró y Eden sonrió ante laimagen de un gran guardaespaldas irritado colocado delante dela puerta de su camerino. Los asistentes probablemente

sortearían con unas pajitas quién tendría que ir a buscarlacuando fuera el momento.

Aunque Lonnie era un tiquismiquis con el tiempo, una de suspeculiaridades era que no quería que las modelos estuvieran enel plató hasta que todo estuviera en su lugar y listo paratrabajar. Era una de sus supersticiones, una inexplicable, peroa Eden nunca le había importado. Los directores eran una razapeculiar, sin duda. Y no tenía ningún problema en no estar en

un plató sin terminar de preparar llevando tacones de agujaque hacían que sus pies y los muslos se quejaran por estar depie tanto tiempo.

—Debe ser asombroso llevar algo nuevo e impresionante todoslos días de la semana —Skylar dijo mientras ayudaba a Edencon la cremallera del vibrante vestido dorado con el ajustadotop de lentejuelas y falda de seda iridiscente que se ampliabaen las caderas y caía con elegancia por las piernas. Tenía los

suficientes reflejos y destellos para coincidir con las lentejuelasmás audaces del cuerpo.

Eden recordó divertida la reacción de Skylar al vestido que sehabía probado y que luego compró. Un vestido de Cenicienta.Éste sin duda estaba cerca de esa misma sensación.

Eden le dio una triste sonrisa.




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—Supongo que nadie está contento con su suerte.Honestamente estoy mucho más cómoda con un par de

vaqueros gastados, una sudadera con capucha y un par dechancletas. Pero no voy a mentir y decir que no me gusta mitrabajo. Me gusta. No soy una de esas personas que creen quetrabajar de modelo hace que las mujeres sean consideradas unobjeto o que las degrada. Modelar es un trabajo duro. No setrata sólo de vender nuestra apariencia. Es complicado deexplicar. Un director una vez me dijo que algunas mujeresnacían para la cámara y otras no, y las que no están destinadaspara la cámara no son menos bellas que las mujeres que son

modelos. Sólo tenían el talento para transformarse delante deuna lente. Casi como un camaleón. Convirtiéndose en lo que elfotógrafo quería. Pero créeme cuando te digo que es, conmucho, el trabajo más exigente que he tenido. No es quetuviera muchos antes de que me metiera en el modelaje, peroyo no fui “descubierta” hasta hace cuatro años, y pasé por elinstituto y estaba a punto de trabajar de camarera en launiversidad. Trabajé de cajera en un supermercado. Cortandoel césped. Nombra un trabajo, lo he hecho —añadió con unasonrisa.

—Guau —dijo Skylar—. Estoy impresionada. Evidentemente,tenías ambición desde el principio. Eso es raro en alguien tan

joven.

—Saca la cabeza por la puerta y llama a Bertrice —Eden pidió aSkylar—. Debería estar por aquí cerca, esperándome. Tendráque correr con el maquillaje, y esperar que Lonnie haya tenido

un buen almuerzo o que no esté con el SPM. Otra vez.Skylar se tronchaba de risa, pero inmediatamente abrió lapuerta y apareció un momento después con la artista delmaquillaje de Eden.

—Swanny tenía a la pobre mujer demasiado temerosa parallamar a la puerta y ver si estabas preparada —Skylar dijosecamente—. Está fuera de tu puerta como un ángel vengador




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nunca estuve segura exactamente quién era ni qué relacióntenía con el KGI.

Skylar sonrió.

—Te gustaría ella, aunque discutiría que no quiere caer bien yrealmente no le importa si gusta a la gente o no. Es la primeramujer miembro del KGI. Yo soy la segunda. He oído rumores deque Sam tiene un ojo en una recluta para el equipo de Rio,pero no tengo ni idea de en qué parte del proceso seencuentran con eso. Rio... Bueno, él y Steele ambos respondenpor sí mismos, así como sus equipos. A ellos, quiero decir.Técnicamente se podría decir que trabajan para el KGI, esdecir, los fundadores, Sam, Garrett y Donovan. Pero Rio tienedos hombres menos. Perdió uno durante una mala situacióncuando Frank Kelly tuvo un ataque al corazón y Marlene, suesposa, fue secuestrada en el cuarto de baño del hospital,matando a uno de los hombres de Rio en el proceso. Perdió aotro cuando ocurrió alguna mala mierda en una misión de Rioen la que tuvo un interés muy personal. Quiero decir que lo

tuvo mal con la mujer que estaba protegiendo y uno de suscompañeros de equipo arriesgó su vida por sus propiosintereses. Tiene suerte de estar vivo. Me sorprendió cuando meenteré de que Rio le hubiera dejado vivir.

La boca de Eden se abrió totalmente, provocando un ceñoinstantáneo de Bertrice, que estaba a punto de acabar suslabios.

—Casi finis. Sólo unos segundos más. A continuación os dejaréy podréis hablar.

Skylar hizo una mueca y puso una mano sobre su boca con ungemido, pero esperó hasta que Bertrice terminó con el brillo delabios de Eden y luego llenó la bolsa con las cosas que habíasacado y salió de la habitación.

—Mierda —Skylar murmuró—. ¡Mierda, mierda, mierda!




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La preocupación envolvió la garganta de Eden, apretándolafuerte las vías respiratorias.

—Skylar, ¿qué ocurre? Sin duda no puede ser tan malo.

—No deberías saber nada de toda la mierda que acabo dedecirte. Clasificado. Todo eso. Eso no me hace ganar méritoscon los poderosos. Pero te juro que eres tan sensata y es tanfácil hablar contigo que me encuentro diciendo casi cualquiercosa. Como si fuéramos las mejores amigas o algo así, por DiosSanto.

Eden sonrió y se acercó para abrazar a Skylar, apretándole lomás ligero posible para no estropear el pelo o el maquillaje.

—Uno, nunca contaría a nadie lo que me acabas de decir. Ydos, me gustaría mucho que fuéramos amigas. A pesar de miprofesión dominada por tantas mujeres, realmente no soyamiga de ninguna de ellas. Este es un negocio feroz,competitivo, y si se presenta la oportunidad, pasarán porencima de mí para subir más alto en el ranking. Así que no me

hago ilusiones de una verdadera amistad o lealtad. Soy muyconsciente de lo que está en juego en mi carrera. Si jodermehiciera que tuvieran ventaja, lo harían sin pensarlo dos veces.

Skylar se separó con el ceño fruncido.

—Pero, Eden, eso es terrible. Es una manera terrible de vivir ytrabajar. ¿Cómo manejas saber todo eso? ¿Cómo puedes seramable con las mujeres que sabes que se volverán contra ti en

un instante? En mi trabajo, la lealtad no es cualquier cosa. Estodo. Dependemos unos de otros por nuestra propia vida y sésin ninguna duda que cualquiera de mi equipo se arriesgaríapor mí en un instante.

—Creo que eso es impresionante —replicó Eden con nostalgia.Luego se echó a reír—. Escúchame. Sueno como una pobreniña rica. Sí que tengo eso. Mi padre y mis hermanos sedesharían de cualquier amenaza hacia mí. Joder, os

contrataron. Pero fuera de mi familia, no tengo confidentes.




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Puedo confiar absolutamente en la gente que conozco o en lasque no siento que tienen un motivo para querer estar cerca de

mí. ¿No es horrible?Skylar sacudió la cabeza cuando Eden se agachó para ponerseel par de tacones de cristal con el toque de brillo que hacía

juego con el vestido.

—No creo que sea horrible en absoluto. Se llama realidad,Eden. Estoy segura de que has tenido tu parte de pegotes y unbuen número de personas que se aprovecharían de ti en unsantiamén. Estoy segura de que es algo con lo que todas lascelebridades tienen que lidiar. No hay nada malo en serexigentes acerca de en quién pones tu confianza y fe, yreservarte la opinión y no querer ser la mejor amiga con laprimera mujer que se cruce en tu camino.

Eden se rió entre dientes.

—Eres muy astuta. Sin embargo ¿los hombres te aceptan? Noles puedo imaginar ganando una discusión contigo. Tienes una

réplica inteligente y firme sobre todo.

Skylar sonrió.

—Bueno, mezcla la inteligencia con una vena maligna y de esamanera nunca saben lo que van a conseguir. Funciona mejorcuando les mantienes fuera de balance. Es una forma muchomás fácil de manejarles.

—Te quiero, en serio —Eden dijo mientras caminaban hacia lapuerta donde esperaba Swanny —. Vamos a mantenernos encontacto después de que todo esto acabe. De ninguna maneravoy a perder a mi primera verdadera amiga potencial.

—¿Eso significa que en algún momento voy a acompañarte a laalfombra roja en alguna reunión ostentosa de Hollywood? —Skylar preguntó con picardía.

—Sí. Tú y yo, ¿las dos en vestidos asesinos y zapatos fóllame?

Tendríamos a todos los hombres del lugar de rodillas. Ahora




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mantén esa imagen contigo mientras trabajo el resto de latarde.

Skylar se rió pero Eden pudo ver que estaba haciendoprecisamente eso. Imaginándola a ella y a Eden, socias en elcrimen en alguna reunión lujosa donde les importaría unamierda lo que pensaran de ellas.

—¿Quiero saber lo que vosotras dos estáis conspirando? —Swanny preguntó con cuidado.

—No —contestaron las dos al unísono—. Cosas de chicas.

La mayoría de los hombres recularían de una conversación losuficientemente rápido cuando se mencionaran las temidaspalabras cosas de chicas, y Swanny no era la excepción. Élcogió el codo de Eden y Skylar se puso a caminar al otro ladode Eden, mientras ella se apresuraba por el pasillo hasta elestudio.

Allí, con dos minutos enteros de sobra y Eden supo sin falsa

modestia, que no se veía como si se hubiera apresurado enprepararse. Irradiaba calma y esperaba pacientemente a queLonnie ladrara su primera instrucción.

Levantó la vista hacia Eden, alzando una ceja mientras revisabasu reloj. Eden reprimió una sonrisa satisfecha. Había estado tanansioso por empezar a gritar insultos y ahora le había cortadolas alas.

Y así pasó el resto de la tarde. Lonnie, una personacompletamente diferente de lo que había sido durante la sesiónde la mañana, gritó, intimidó y se hizo el difícil, y Eden se limitóa sonreír aún más, respondiendo según sus expectativas y fuecompletamente imperturbable ante su estupidez.

Swanny, por otro lado, parecía como si estuviera a punto deacabar con la vida del director. Eden le llamó la atención unavez y le dio una rápida sacudida negativa de la cabeza y luego




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articuló “luego” con la esperanza de que entendiera elsignificado de que se lo explicaría todo después.

Uno tenía que saber cómo tirar de las cadenas de Lonnie. En elminuto en que Swanny estuviera cara a cara con él y dijera aLonnie lo cabreado que estaba, la única ambición en la vida deLonnie sería atormentarle molestando a Eden. Era mucho mássatisfactorio negar a Lonnie lo que quería, lo que sólo leenfurecería aún más y haría que se sintiera como un tontocuando todo hubiera terminado.

Aun así, Swanny pasó ceñudo el resto de la tarde en la esquina,pareciendo como si se hubiera tragado un limón. La tristeverdad era que ¿él todo enfadado? Era sexy como el infierno.La hacía querer ir a morderle. Dónde, no estaba segura. Tal vezen la gruesa columna de su cuello. O incluso en la barbilla. O enese duro abdomen como una roca. De cualquier manera estabasalivando ante la perspectiva.

En el culo. Oh, ahora eso era sin duda una perspectivatentadora.

—Sigue pensando en lo que demonios sea que estés pensando—Lonnie ladró—. Dame más de eso. Me encanta. Sensual comoel infierno, Eden. Tendrás al mundo comiendo de tu mano.

Ella levantó la mirada para encontrarse a propósito con la deSwanny para que supiera exactamente lo que estaba pensando.O más bien en quién.

Los ojos de Swanny se entrecerraron y le devolvió la miradacon una de las suyas nublada y llena de deseo que casi hizoque ella se retorciera en su incómoda pose. Joder,prácticamente estaban haciendo el amor en el rodaje de unanuncio y los dos estaban bastante separados en la sala.

Lonnie era ajeno a las corrientes subterráneas, tambiéndelirantemente feliz con los resultados que estaba recibiendo deEden. Pero Skylar les observaba con una mirada casi




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melancólica en sus ojos. Pero también parecía feliz. Miraba aSwanny con orgullo y a Eden con una advertencia en los ojos.

Puede que nos convirtamos en amigas, pero si le haces dañoresponderás ante mí.

Eden reconoció el mensaje silencioso con una sutil inclinaciónde la cabeza.

Eden escuchaba sus instrucciones en piloto automático,demasiado absorta en el momento con Swanny, imaginándoledesnudándola. Ella desnudándole a él. En los dos haciendo el

amor. Sus labios se separaron inconscientemente y se loslamió, ignorando los gritos de ánimo del director y delfotógrafo.

Su atención estaba centrada exclusivamente en Swanny,observando su reacción a su acto de amor mental. La miradade Swanny le prometía todo lo que ella se imaginaba y muchomás. Sus ojos se clavaron en ella hasta que, literalmente, pudosentir el calor entre ellos, consumiendo todo. Y sin embargo, a

pesar de todo, ella nunca vaciló. No se movió. Era demasiadoprofesional para permitirse la distracción total. Pero aun así, sehundía cada vez más bajo el hechizo de Swanny, contando losminutos hasta que pudieran estar solos de nuevo. Piel con piel.Boca a boca. Unidos tan íntimamente como sólo un hombre yuna mujer se pueden unir.

Empezó a sentir dolor entre las piernas, recorriendo su cuerpohasta que sus pechos estuvieron pesados y estuvo súper

sensibilizada. Tan sensible que cualquier roce le provocaríadolor.

—Quienquiera que sea, es un bastardo con suerte —el fotógrafomurmuró mientras tomaba otra serie de fotos.

Eso hizo que la atención de Eden se alejara de Swanny yfulminó con la mirada al fotógrafo, no muy segura de si habíaoído lo que había dicho.




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—¿De qué diablos estás hablando? —exigió ella.

El fotógrafo sonrió.

—Tu amante, preciosa. Debes estar pensando en él. Nunca tehe visto tan sexy como hoy y siempre has sido fuera de serie.Pero definitivamente hay algo diferente en ti ahora.

—Bueno, ya que no eres tú, entonces diría que no es de tuincumbencia —Eden dijo fríamente mirándole, hasta que tuvo ladecencia de mirar a otro lado, con las mejillas sonrosadas.

—Sal ya mismo de mi plató —dijo Lonnie disgustado—. Y dejala tarjeta de memoria. Estás despedido.

El joven fotógrafo palideció.

—¿Qué?

—Arruinaste con tu bocaza lo que era, hasta ahora, una de lasmejores sesiones que he tenido el placer de dirigir. ¿Crees quevamos a conseguirlo de nuevo ahora?

Se dio la vuelta, reconociendo al KGI por primera vez, ya quehabía pasado todo su tiempo tratando de ignorar su presenciapor completo.

—Aseguraos de que el caballero es escoltado fuera del edificio.

Swanny dio un paso adelante antes de que lo hicieran suscompañeros de equipo, un ceño oscureciendo sus rasgos.

—Será un placer.

—Iré con él —Edge dijo rápidamente. Eden podía ver la levepreocupación en las facciones de Edge de que el fotógrafopudiera tener una caída accidental en el camino hacia la salida,por cortesía de Swanny.

—La tarjeta de memoria va conmigo —el fotógrafo dijo confirmeza, sus rasgos cambiando de la sorpresa a la fea ira.




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—Ahí es donde te equivocas —Lonnie dijo con voz sedosa—.Lee tu contrato, muchacho. Esas fotos pertenecen a Aria. Así

que sácala, y si la estropeas, me aseguraré de que nuncavuelvas a trabajar en este negocio otra vez. Por no hablar deque te demandarán por los millones de dólares que Ariareclamará que perdieron porque esas fotos no se pudieronutilizar en su campaña.

Con una mirada hosca, el fotógrafo cuidadosamente sacó latarjeta de memoria y la arrojó hacia Lonnie. Pero Lonnietodavía estaba allí, expectante, la mano extendida por la

cámara.Swanny había agarrado al hombre por la parte superior delbrazo y ahora lo apretó hasta que el fotógrafo hizo una mueca.

—Dale la cámara —dijo Swanny con voz amenazadora.

Luciendo como un niño petulante, el fotógrafo entregó lacámara y Lonnie procedió a asegurarse de que cada fotoestuviera guardada en la tarjeta, y luego fue eliminando todas

las fotos almacenadas en la propia cámara.

Lonnie asintió a Swanny.

—Se puede ir ahora.

Swanny le dio la vuelta y Edge se colocó al otro lado delfotógrafo y le agarró el brazo de la misma manera que Swannymientras le sacaban del estudio.

Cuando llegaron a la entrada, le arrojaron a la calle y él setropezó en la acera.

—Os demandaré por esto —el fotógrafo gritó—. Voy a tenermoratones. Presentaré cargos de asalto.

Swanny le dio una mirada aburrida. Edge sólo estudió sus uñas,quitando una pelusa invisible debajo de una de ellas.




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—Cualquier cosa que te haga feliz —Swanny dijo arrastrandolas palabras—. Pero entiéndeme bien, muchacho. Métete con

Eden de alguna manera, y quiero decir de cualquiera maneraen absoluto, e iré a por ti. No existe una piedra donde puedasesconderte donde no pueda encontrarte. Eso es lo que hagopara ganarme la vida. Me deshago de las cucarachas como tú ylas aplasto bajo mi bota.

El joven se puso blanco como la leche y luego dio media vueltay huyó por la concurrida calle.

Edge se rió y golpeó a Swanny en el hombro.

—Vamos a por tu chica. Creo que Lonnie prácticamente hadicho que se ha terminado el día después de este follón.




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Capítulo 24

Eden no dejaba de mirar en dirección a Swanny en el caminode vuelta al hotel, y él sabía que se moría por decir lo que teníaen la cabeza o tenía alguna pregunta ardiendo en la lengua.Varias veces incluso abrió la boca como si fuera a hablar, yluego, como si cambiara de opinión, rápidamente la cerraba denuevo.

Esta vez, Skylar estaba al otro lado de Eden, así que Edenestaba sentada en el medio del asiento trasero entre ella ySwanny. Edge era el que iba armado, lo que dejaba a Nathan yJoe en el vehículo que iba primero, junto con sus comprashechas antes ese día, mientras iban de regreso al hotel.

—Di lo que tengas en la cabeza, cariño —Swanny murmuró.

Luego se preguntó si debería haberla animado ya que no teníaidea de qué era lo que quería preguntar y Skylar estaba allí,aunque Swanny sabía perfectamente bien que no habíanengañado para nada a Skylar. Ella sabía que había algunaschispas importantes entre Swanny y Eden y, joder, las mujereshabían sido uña y carne hoy, susurrando y probablementehaciendo alguna travesura. Sólo estaba preocupado porque ibadirigida a él y se preguntaba si debería esquivarla y salircorriendo a esconderse.

Eden vaciló y luego se volvió un poco en su asiento para quepudiera ver la silenciosa súplica en sus ojos.

—¿Podemos salir a cenar esta noche? Me encantaría hacer unade esas cenas en un crucero por el Sena. He estado en Parísvarias veces, pero nunca he tenido a nadie con quien quisieracompartir algo así.

Swanny frunció el ceño, su corazón hundiéndose. Dios, odiabadecir que no a esta mujer.




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Como si supiera que él planeaba hacer precisamente eso, ellase precipitó a hablar.

—Ya sé que no podemos ir solos. Me refiero a nosotros dos.Entiendo el potencial del peligro. No soy idiota y, de hecho, hepensado mucho en esto.

Swanny casi dijo oh-oh en voz alta, pero sabiamente semantuvo en silencio. Apenas... Porque una protesta ya estabaquemando sus labios.

—No tendríais que ir todos vosotros. Sólo algunos —insistió

ella—. Edge y Skylar podrían venir con nosotros. Paracualquiera que nos viera sólo pareceríamos dos parejassaliendo en una cena romántica. Seguramente los tres podéismanejar cualquier posible amenaza, y tienes que admitir que nisiquiera ha habido un indicio de peligro desde el tiroteo deBoston.

Maldita sea, ojalá que su maldito padre hubiera sido sincerocon ella. Que le hubiera dicho la verdad desde el principio.

Entendía que no quisiera que su hija estuviera gobernada por elmiedo, pero el miedo mantiene viva a la gente. Les hace serprecavidos y menos confiados. Dos cosas que bien podríansalvar la vida de Eden, si llegaba el caso.

Pero al mismo tiempo, Swanny no estaba seguro de podermanejar que esa chispa desapareciera de sus ojos y que suconstante sonrisa y brillante disposición dejara paso a latristeza y la preocupación si supiera la verdad.

En qué mierda de situación se encontraba.

Swanny vio que Edge se ponía rígido y se ponía en alerta deinmediato. El maldito hombre tenía las orejas de un elefante, ySkylar estaba intentando con todas sus fuerzas ocultar sudiversión, pero fallaba miserablemente.

Swanny suspiró. Sabía que era hombre muerto, yprobablemente debía ahorrarse su futura miseria cortándose las




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pelotas, porque no había manera en el infierno de que pudieranegarle nada. Pero la noche sí que planteaba un dilema.

—Uh, ¿cómo de elegante es este tipo de cosa? —Swannyexclamó.

—Oh es totalmente casual, o por lo menos en teoría. Algunaspersonas optan por ropa de turista total y otros se visten unpoco más formales, pero nada como lo que tendremos para elcóctel y la fiesta de lanzamiento.

—Hay un problema con eso —dijo Swanny de forma sombría—.

No voy a menos que vaya armado.

—Lo mismo digo —Edge comentó, interrumpiendo desde elfrente.

Eden le dio una mirada de perplejidad.

La expresión de Swanny se suavizó.

—Una pistola, cariño. Somos bastante inútiles protegiéndote si

no estamos armados.

Ella en realidad parecía aliviada, como si hubiera esperado algomucho peor. Él no podía entenderla. Las armas de fuego y unpeligro potencial no parecían molestarla en lo más mínimo.Pero la idea de que le negaran su deseo obviamente sí.

—Oh, eso no es un problema —dijo ella alegremente—. Tevestiremos con unos pantalones y una chaqueta de vestir. Sin

corbata. Sólo semicasual.—¿Otro viaje de compras? —Swanny preguntó con horror—. Notenemos tiempo para eso si tienes intención de cenar, por nohablar de la planificación involucrada en echar otro viaje a unatienda de ropa. Tendría que aclararlo con Nathan y Joe y tepuedo garantizar que no van a mirar esos ojos tuyos decorderita y convencerles.




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Eden se echó a reír, haciendo que esos ojos de corderita fueranincluso más redondos. A propósito, estaba seguro. La pequeña

demonio sabía que le tenía envuelto alrededor de su dedo, parasu interminable indignación. Y desde luego no estaba porencima de utilizarlo para su ventaja. Lo peor era que ni siquierale importaba, a pesar de sus primeros pensamientosmalhumorados sobre el asunto.

—No, tonto. Tengo la tarjeta de esa vendedora tan agradable,¿recuerdas? Y ella tiene todas vuestras tallas. Yo simplementela llamaré cuando lleguemos al hotel, le diré lo que

necesitamos, y Nathan o Joe pueden ir a recogerlo, ya que novan a salir con nosotros. Además, vais a necesitar la mitad detiempo para prepararos que nosotras las chicas. En cuantollegue la ropa y os cambiéis, Sky y yo estaremos vestidas ylistas. ¿Supongo que una chaqueta ocultará cualquier arma quellevéis?

Edge gruñó, lo que causó que Swanny sonriera. La idea deEdge de ir armado era un poco más detallada que la de la

mayoría.—Y yo llevaré la mía en el muslo —dijo Skylar, metiéndose enel espíritu—. Nunca sabes cuándo una mujer va a necesitar unarma cuando lleva un vestido.

Swanny casi se echó a reír. A pesar de que Skylar era tancapaz y pateadora de culos como P.J. del equipo de Steele,Skylar era descaradamente femenina y sensual en sus gustos,y ninguna de las burlas de su equipo parecía molestarla lo másmínimo. Le gustaba eso de ella. Que pudiera ser ella misma yaun así funcionar dentro de los confines del KGI y ser un activotan valioso para su equipo.

—Voy a hacer que te envíe algo también —Eden ofreció—. Nopuedo dejar que lleves el precioso vestido que encontramospara las fiestas. Pediré algo casual chic. Ella sabrá exactamentelo que se verá perfecto en ti. Especialmente cuando le expliquela ocasión. Los vendedores tienen un ojo experto. Es lo que les




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distingue de todos los otros cientos de boutiquesindependientes. Y tienen una memoria impecable, por lo que

estarás en buenas manos dejando que escoja lo que llevarásesta noche.

Y así Swanny se encontró, dos horas más tarde, de pie enmedio de la habitación vestido con pantalones caqui y unacamisa que se sentía sospechosamente como de seda, con lapistolera del hombro y dos pistolas, una a cada lado, ocultaspor la chaqueta marrón oscuro que Eden había traído de laboutique. Tenía un cuchillo y un explosivo escondidos

estratégicamente, pero no había ninguna razón para que Edensupiera lo preparado que estaba. De todos modos, ella sólo seburlaría de él sin piedad.

Un momento después, Eden salió del baño y su mente quedócompletamente en blanco. Si había estado reflexionando sobrealgo antes, seguro como el infierno que ahora no podíarecordar lo que era.

Eden llevaba un vestido largo negro que se aferraba a cada unade sus curvas, con un escote en la espalda que hacía evidenteque no llevaba sujetador. El corpiño era modesto, cubriendotodo su pecho hasta la garganta, donde se ajustaba a la nucacon un lazo para sujetarlo. Lo único que mantenía el malditovestido sujeto. Esperaba como el infierno que fuera fuerte y nose produjera ningún accidente con la ropa, porque que lecondenaran si otro hombre veía lo que él ya consideraba suyo.

Para torturarle aún más, tenía aberturas a los dos lados, quellegaban justo hasta el hueso de la cadera para que cada vezque se moviera, se viera la larga y suave extensión de suspiernas. ¿Y los zapatos? Era una mujer alta, pero esos zapatosla añadían por lo menos otros diez centímetros de altura, queponía la parte superior de la cabeza justo en su nariz.

—Estás tratando de matarme —murmuró él—. ¿Esto es uncastigo por alguna infracción de la que no soy consciente?

Ella se echó a reír.




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—No, en absoluto. Quiero lucir bien para ti. Y todavía más,quiero que tengas un buen vistazo de lo que tendrás que quitar

más tarde cuando regresemos al hotel.Todo el cuerpo de Swanny se puso rígido, su aliento jadeante.Su pulso estaba a punto de saltar fuera de su pecho ante lavista que ella le había dado inocentemente. La pequeña zorrapodía no ser experimentada sexualmente en el sentido físico,pero tenía que recordar que se trataba de una mujer muyversada en miradas y palabras seductoras.

Y luego se dio cuenta de lo otro que dijo y se encontrófrunciendo el ceño. ¿Quería verse bien para él ? Como si pudieraver cualquier otra cosa. Pero acarició su ego masculino que porla razón que fuera le había elegido entre el verdadero mar dehombres que se pondrían de rodillas por tener la oportunidadde conseguir estar con ella.

—Eden, cariño. A menos que quieras establecer un récord porla cena más rápida del mundo, tienes que dejar de tentarmecon ese tipo de comentarios. Si sigues así, te garantizo que nisiquiera vamos a dejar este hotel. Porque voy a hacerte el amorhasta que los dos estemos agotados y luego llamaré al serviciode habitaciones.

Un golpe en la puerta le impidió llevar a cabo su amenaza.Eden sonrió y cogió su bolso. Swanny comprobó la mirilla y vioa Edge y Skylar fuera. Edge tenía el ceño fruncido y se tirabaincómodo del cuello de la camisa, y Skylar estaba sonriendo yestaba espectacular.

—¿Todos listos? —Skylar preguntó contenta cuando Swannyabrió la puerta.

Edge suspiró y murmuró algo entre dientes.

Skylar parecía tan ansiosa y emocionada como Eden sobre lanoche. Pero ¿con qué frecuencia una misión les brindaba laoportunidad de arreglarse y realmente relajarse un poco? No es




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que él hubiera bajado la guardia ni por un momento cuando setrataba de Eden.

Echó una mirada en dirección a Skylar, sabiendo que para noser un imbécil completo necesitaba comentar su aspecto.Estaba mucho más acostumbrado a verla en traje de faena ycamuflaje y con manchas de sangre, pero era una mujer muyguapa.

—Estás preciosa, Sky —Swanny dijo con sinceridad.

Skylar en realidad le dio una mirada tímida por debajo de las

pestañas y le dirigió una sonrisa a través de sus dientes rectos,perfectamente blancos. Le divertía que la mujer que parecíauna animadora de aspecto típicamente estadounidense fuera unoperativo patea culos, en un equipo de operaciones especialesaltamente entrenado. Los comentarios personales no teníanlugar en el trabajo, justo en medio de balas y bombasestallando, pero aquí, sin embargo, no sólo era apropiado, sinoque era lo que había que hacer.

Skylar había sido muy agradable con Eden. Las mujeres habíanactuado como si estuvieran haciéndose amigas. Y Swannyapreciaba eso porque quería que Eden fuera aceptada por suequipo. Su familia. No entraría con demasiada profundidad enlas razones de ello, pero estaban allí, flotando en la periferia,para que reflexionara más profundamente o tal vez admitiera así mismo que Eden estaba empezando a significar mucho máspara él que lo que debía, dado que era un trabajo. Un cliente.

No es que tal cosa nunca hubiera levantado ampollas dentro delKGI, ya que la mayoría de los hombres habían conocido a susmujeres en las misiones. Se había convertido en una bromarecurrente en las filas del KGI que, si alguno de ellos tenía laesperanza de encontrar a una mujer, tendría que ser en unamisión, puesto que estaban fuera mucho tiempo y una relacióncon una chica local de Tennessee parecía imposible.




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—Estás preciosa —dijo Edge con brusquedad, casi como siestuviera avergonzado por el cumplido de Swanny porque

todavía no había dicho el suyo.Skylar hizo una alegre reverencia y luego para sorpresa deSwanny se levantó un lado del vestido. Entonces se dio cuentade por qué.

Sujeta en el interior de su muslo estaba su pequeña Sig P250subcompacta.

Luego abrió el pequeño bolso que sujetaba para mostrarles una

pistola idéntica allí con dos cargadores adicionales.

—Que nunca se diga que la vanidad sustituye a una buenapreparación —dijo ella con una sonrisa.

Swanny se rió.

—No creo que nadie jamás te acuse de no estar preparada,Sky. Te has ganado tu puesto en este equipo y sin duda te hasganado el respeto y la confianza de tu equipo. No es necesarioque nos demuestres nada. Somos una unidad. Familia —dijo éluna vez más.

Dios, se sentía realmente blando. Tal vez fuera el efecto queEden tenía sobre él. Ella sin duda le estaba sacando de susolitaria existencia, del muro de silencio donde, por lo general,se escondía. Se había convertido prácticamente en un hablador desde que había comenzado esta misión, actuando más comoel líder del equipo que siguiendo el ejemplo de los hermanosKelly.

Gracias a Dios que no son orgullosos y no actuaban como siestuviera tratando de recabar su autoridad. Nunca había sidoasí con su equipo de todos modos. ¿Rio y Steele?Absolutamente en control de sus equipos. Su autoridad eraincuestionable. Sus equipos hacían exactamente lo que se lesordenaba. Sus jefes de equipo exigían, esperaban, una




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obediencia inmediata e incondicional. Admiraba a los dos jefesde equipo, pero el de Swanny era diferente.

Su situación era diferente. No estaban liderados por una figurade autoridad, sino por dos. Los gemelos, Nathan y Joe. Y losdos no manejaban a su equipo como lo hacían Steele y Rio. Nocriticaba a Rio o a Steele en lo más mínimo. Pateaban traserosy conseguían hacer el trabajo sin importar cómo. Pero Joe yNathan incluían a su equipo en todas las tomas de decisiones.Trabajaban como una verdadera unidad. Visto desde elexterior, Swanny ni siquiera estaba seguro de que alguien

incluso reconociera quién era considerado el “líder” . Trabajabanen perfecta armonía, cada uno dando un paso adelante endiferentes momentos cuando era necesario. Al igual queSwanny lo estaba haciendo cuando se trataba de Eden. Ybueno, estaría mintiendo si dijera que no tenía una implicaciónmuy personal en esta misión.

Estaba agradecido de que nadie hubiera tratado deconvencerle. De sermonearle sobre que dejaba que sus

emociones se involucraran o de advertirle que estaba perdiendola objetividad. Lo aceptaban con calma tal como hacían todo lodemás que se encontraban en su camino. Era otra cosa queadmiraba de su equipo. Nunca se ponían nerviosos ni sequejaban de las pequeñas cosas. Estaban tranquilos exceptocuando se trataba de un trabajo. Entonces eran todo negocio ytrabajaban sin problemas, ayudándose entre ellos. Ese tipo delealtad y camaradería no existió desde el principio. Fue algoque tuvieron que trabajar. Ganárselo. Y por primera vez desde

que se había formado el equipo, pasaban juntos la mayor partede su tiempo, aprendiendo unos de otros y haciendo vínculos.Se habían hecho más fuertes, tanto individualmente como engrupo.

Eran un equipo pequeño en comparación con los demás. Teníanun miembro menos que el equipo de Steele. Dos menos que elequipo original de Rio, que había perdido un hombre variosaños antes, cuando la matriarca Kelly había sido secuestrada en

el hospital, y luego había perdido a otro, más recientemente,




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aunque el hombre no estaba muerto. Apartado, pero nomuerto. Swanny ahora entendía el control que debió de haber

necesitado Rio para no matar a su hombre después de quetraicionara a la mujer de Rio, Grace. Porque condenadamenteseguro que él acabaría con cualquiera que jodiera a Eden.Sobre todo si se trataba de alguien en quien confiaba.

Pero Sam había hecho ruido sobre añadir otro miembro alequipo de Rio, lo que les pondría en seis, dejando entonces alequipo de Swanny con cinco. Probablemente podrían utilizarotro hombre, o mujer, pero Swanny era reacio a comprometer

lo que ya tenían. Un grupo muy unido, fiel, que trabajaban juntos como una máquina bien engrasada.

—¿Swanny?

La suave voz de Eden llegó desde su espalda, sacándole de suspensamientos. Maldita sea, seguía junto a la puerta abierta,Skylar y Edge en el pasillo mientras hablaban de tonterías ySwanny se conectaba con su ser interior. Mentalmente puso losojos en blanco. Tío, tenía que controlarse. Su cabeza se estabahaciendo puré y necesitaba estar alerta. Sobre todo teniendoen cuenta que esta noche sólo habría tres personas para laprotección de Eden.

Eden se abrió paso al lado de Swanny y luego sonrió con deleitea Edge y Skylar.

—Skylar, ¡te ves increíble! —exclamó Eden—. ¿No te dije que lavendedora no se equivocaría? Ese vestido se ve absolutamente

impresionante en ti.

Los ojos de Skylar brillaban con placer ante el cumplido deEden. Y se lo dijo tan sinceramente que no había duda de queno hablaba desde el corazón. Sin artificios ni cuidadosa cortesíapor su parte. No, era expresiva y refrescantemente honesta ysincera. Todavía más cosas que añadir a la lista que crecíarápidamente con las cosas que amaba de Eden.




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—Y Edge. Guau —Eden dijo, echando una mirada de admiraciónarriba y abajo de su enorme cuerpo—. Tienes un aspecto

malditamente bueno. Pareces refinado y, sin embargo, aún asítienes ese aire de peligro que te rodea, como si alguien tuvieraque ser el mayor idiota del mundo para cabrearte. Tengo quedecir que a las mujeres les encanta eso. ¡Skylar tendrá quetener cuidado o tendrás mujeres merodeando a tu alrededoresta noche!

Edge se sonrojó. El gran hombre se sonrojó. Swanny parpadeóasombrado porque nunca había visto a Edge remotamente

azorado, y no obstante, estaba allí como un adolescente al quela mujer de sus sueños le decía que estaba buenísimo.

Skylar también se dio cuenta y rápidamente levantó el bolsopara taparse la boca, pero sus ojos brillaban de la risa mientrasveía a Edge mirar a Eden sin poder decir nada.

Pero es que Eden tenía ese efecto en los hombres y mujerespor igual. Era tan malditamente agradable. Y genuina. Ni unhueso falso en su cuerpo. Su sonrisa era como ser tocado por elsol, y Edge no era diferente de cualquier otra persona en esesentido. Estaba tan atrapado en su hechizo como todos losdemás que entraban en contacto con ella.

—Me alegra tener tu aprobación —dijo Edge, que finalmenteencontró la lengua—. Si estáis listos, tengo preparado uncoche. Iremos por la parte de atrás. He revisado el área derecogida. Eden dijo que haría que dejaran las entradas en larecepción, así que me tomé la libertad de recogerlas ya. Noqueremos pasar más tiempo del necesario en la cola paraembarcar.

—Son entradas VIP —Eden dijo contenta—. Tendremos unazona de embarque separada y también un comedor separado.No habrá mucha gente ahí. Admito que compré la mitad de lasentradas VIP para que no tuviéramos mucha gente connosotros. Pensé que todos estaríais más cómodos y tal vezdisfrutaríais más de la cena y de la vista si no estuvierais




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constantemente mirando a nuestros vecinos, preocupados deque saltaran por encima de la mesa o algo.

Swanny suspiró. La mujer era inteligente. Él y Edgeintercambiaron miradas malhumoradas porque ni siquiera se leshabía ocurrido pensar en tal cosa. Le dio una medida deseguridad que Eden se estuviera tomando muy en serio laposibilidad de una amenaza y estaba actuando enconsecuencia. Pero debería haberlo sabido mejor, porque nadade lo que había hecho le sugería que fuera cualquier cosaexcepto una profesional inteligente pateadora de culos, con una

excelente visión para los negocios, por no hablar de instintosfabulosos.

—Estoy empezando a pensar que no nos necesitas para nada —Swanny murmuró—. Creo sinceramente que podrías patear elculo a cualquiera por ti misma si intentan meterse contigo.

—El dinero sólo sirve para comprar cosas —dijo Eden condiversión—. Pero no, no soy sólo una cara bonita, no es quecreyera que pensarais así. Mis hermanos y mi padre siempreme han enseñado a defenderme y realmente soy una tiradoraexcelente, tanto con pistolas como con rifles. Y como te dijeanteriormente, aunque me enseñaste bastante bien, David yMicah habían trabajado conmigo en movimientos deautodefensa y en varias técnicas de artes marciales.

—Estoy más que feliz de hacerme cargo de ese aspecto de tuentrenamiento —Swanny dijo con una sonrisa tirando de lacomisura de la boca.

—Basta ya de coquetear, vosotros dos. Me muero de hambre —dijo Skylar. Y estoy emocionada por ver la ciudad de nochedesde el río. Creo que va a ser algo genial.

Swanny miró a Edge.

—¿Todos listos?

Edge asintió.




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—El coche está esperando en la parte de atrás.

Swanny cogió el brazo de Eden, tirando de ella hacia sucostado, envolviendo su brazo alrededor de su cintura mientrassalían por la puerta de la habitación del hotel. La puerta secerró y Swanny se aseguró que estaba bien cerrada y noentreabierta y luego apretó su agarre sobre Eden.

—Entonces vamos a iniciar la velada, cariño. Quiero quedisfrutes.

—Oh lo haré —dijo ella en voz baja mientras los otros iban por

delante de ellos—. ¿Cómo no iba a disfrutarla cuando estoycontigo?

La oleada de satisfacción que llenó el pecho de Swanny durótodo el viaje en coche hasta el muelle junto al río.




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Capítulo 25

Swanny se fiaba de sus tripas para casi todo. Le habían salvadoel culo, y el de otros, más veces de las que podía contar. Suscompañeros bromeaban y decían que tenía un sexto sentidopara olfatear el peligro, pero no se lo discutían cuando hablaba,le escuchaban. Aceptaban sin reservas cuando él vacilaba yactuaban en consecuencia.

Hace seis meses en un rescate aparentemente simple, todo sehabía ido al infierno y podrían haber muerto todos, si no fuerapor Swanny y sus tripas legendarias. Les habían enviado paraentrar y salir, cubrir y proteger a la esposa y a la hija delembajador y sacarlas de una situación precaria, eintensificándose, en un país inestable.

Swanny había sabido que algo iba mal en el momento en querecuperaron a la esposa y a la hija. Joe había comenzado a

abrir el camino hacia la parte trasera de la casa donde estabaaterrizando un helicóptero para completar el rescate, y Swannyse quedó paralizado, llamando a Joe mientras salía de la casa.

Treinta segundos más tarde, vieron cómo el helicópteroexplotaba en ardientes pedazos, cortesía de un lanzagranadas.

Así que ahora se encontraba con Eden, Skylar y Edge,preparándose para abordar el barco de la cena, maravillado deque sus tripas estuvieran tranquilas. No le gritaban que habíaun peligro inminente o que era un idiota por haber cedido a lapetición de Eden para cenar en un maldito barco.

Eden parecía tan emocionada como una niña en Navidad, eincluso Skylar tenía una amplia sonrisa en su rostro. Elentusiasmo de Eden era contagioso porque juró que realmentevio a Edge lanzarle una sonrisa indulgente.

Swanny sacudió la cabeza. Se preguntó si alguien estaba a

salvo del encanto de Eden.




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Estaban sentados cerca de la proa de la embarcación y, fiel a lapalabra de Eden, las mesas a su alrededor estaban vacías y

sólo unas pocas ocupadas hacia el centro, cerca de la cabina.La popa del barco estaba llena hasta los topes, pero tenían lasensación de que eran los cuatro únicos a bordo.

El silencio cayó cuando el barco zarpó y apareció un camareropara mostrar la selección de vinos. Swanny, Edge y Skylardeclinaron, optando por agua en su lugar mientras que Edeneligió un tinto, bebiéndolo a sorbos, aparentemente saboreandotodos los sabores.

—No puedo agradeceros lo suficiente por esto —dijo ella, conuna amplia sonrisa iluminando su rostro, sus ojos brillando bajolas luces de la ciudad—. La ciudad es tan hermosa de noche. Esmágica.

Y sin embargo, nunca había optado por hacer el viaje antes.¿Qué era lo que había dicho? Que nunca había habido nadie conquien considerara hacer un viaje de este tipo.

El corazón de Swanny se hinchó, al igual que otras partes de sucuerpo, para su eterno disgusto. Lo menos que podía hacer eraconseguir pasar la noche sin una erección perpetua. Ya teníaganas de llevarla de vuelta al hotel y hacer el amor con ellatoda la noche.

Sabía que tenía que ser amable y paciente. Ella estaría doloridade la noche anterior, pero se estaba imaginando una docena demaneras en que podía lograr lo mismo sin causarle ni un

momento de dolor.

Estaba sentado, viendo a Skylar y Edge realmente relajados yriéndose, Eden también, disfrutando de la ciudad y de las lucesy de los puntos de interés turístico, y se maravilló de lo normalque se sentía todo.

¿Era esto lo que hacían las parejas normales en las relacionesnormales? Normal no era algo a lo que estuviera muy

acostumbrado. Claro, había visto caer a los miembros del KGI y




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caer duro por las mujeres que amaban, pero de ningunamanera podría jamás considerar su cortejo o relación resultante

como normal .No se había dado cuenta de que deseaba la normalidad. O quequisiera una relación en absoluto. Siempre había asumido quealgo más que una relación de una noche, o como mucho unabreve relación, estaba fuera de su alcance. Y en su línea detrabajo, ¿qué mujer estaría haciendo cola para meterse en algocomo eso incluso si no fuera un bien dañado?

Las mujeres Kelly parecían no tener ningún problema con loque hacían sus maridos, pero es que era “normal” para ellas.Era la forma en que habían conocido a sus maridos, no era unasorpresa que se descubría después de meses de noviazgo yluego el chico casualmente decía “Oh, por cierto, mato a gente

para ganarme la vida” .

No es que el asesinato fuera su objetivo oficial. De hecho,siempre se esforzaban para hacer que sus misiones fueran tanlimpias y fáciles como fuera posible, pero siempre había laposibilidad de que todo se fuera al infierno y, en ese momento,era matar o que te mataran. Nadie tenía que preguntar por supreferencia al respecto.

Flotaban suavemente por el Sena, una suave música comoacompañamiento al agua reluciente y a las luces parpadeantesde la ciudad.

Pero lo que estaba disfrutando no era el paisaje ni lo hermosa

que podía ser la ciudad de noche. Estaba centrado en Eden, suatención se enfocaba exclusivamente en ella, absorbiendo cadasonrisa, cada expresión de deleite. Y se encontró más perdidobajo su hechizo que nunca.

Era tan bonita de ver que a veces le dolía. Como mirardirectamente al sol. Y era suya. Más tarde se la llevaría deregreso a su habitación del hotel y haría el amor con ella contanta ternura como jamás lo había hecho con una mujer. Eden

se merecía lo mejor. Un trato especial. Porque, de hecho, era




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una mujer especial. Una raza aparte de cualquier otra mujerque Swanny hubiera conocido jamás.

Les sirvieron los entrantes de la cena y Swanny estaba feliz dever que Eden, en realidad, había pedido comida real. Dudabaque se lo comiera todo, pero al menos había disfrutado de algodel suculento festín.

Su propia carne parecía cocinada a la perfección. Braseada enel exterior, proporcionando una deliciosa corteza, y cuando lacortó, la carne tenía simplemente el tono adecuado de colorrosa. No lo bastante cruda, pero tampoco muy hecha.

Edge también había pedido un filete, mientras que Skylar eligióel plato de marisco con una variedad de suculentas selecciones.

Comieron en un silencio amigable, comentando de vez encuando un lugar al pasar. Pero la atención de Swanny nodejaba de enfocarse en Eden y saboreaba verla disfrutar de lavelada. Su pecho se hinchó un poco al saber que, primero, erael único hombre con el que había deseado hacer este viaje, a

pesar de sus muchas visitas a la ciudad, y segundo, que fueraél quien le ofreciera esta experiencia que deseaba tanto.

Se lo había pedido a él. A nadie más. Había esperado por él .

En un momento dado, Eden se estremeció con delicadeza, labrisa emergiendo y soplando del agua. Sin ni siquiera pensarlo,Swanny se deslizó más cerca de ella, empujando sus sillashasta que chocaron. Luego se inclinó y llevó a Eden a sus

brazos para ofrecerle su calor.Ella dejó escapar un suspiro de satisfacción y se acurrucó en losbrazos de Swanny, derritiéndose desmadejada en su abrazo.

—Esta ha sido la noche más perfecta, Swanny. Gracias porhacer esto por mí —Eden dijo dulcemente.

¿La mujer no sabía que conseguiría la maldita luna si eso era loque quería?




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Durante el resto de la travesía de la cena, estuvieron sentados,Eden tragada por los brazos de Swanny, conversando entre los

cuatro como si de verdad fueran simplemente dos parejas quedisfrutaban de una velada romántica.

Swanny debería darles a Edge y Skylar un enorme gracias mástarde. Sin duda, esto quedaba fuera de un acto de servicio paraellos, y lo último que quería era causar malestar entre los dos,ya que compartían habitación.

Cuando llegaron al final y atracaron, Swanny esperó, deseandoque los demás pasajeros desembarcaran antes de que él,Skylar y Edge flanquearan a Eden para llevarla al coche que lesesperaba.

Al igual que antes, Skylar montó al otro lado de Eden, con Edenen el medio, mientras que Edge conducía. Eden se acurrucócontra el costado de Swanny, aparentemente sin importarle loque pensaran de su relación.

Él sabía que sus compañeros de equipo probablemente

pensaban que había perdido la cabeza. Siempre era el másreservado, el callado, el observador. No era propio de él tomarun interés personal en alguna misión, o al menos esa era laapariencia que daba. De hecho, a todas las misiones a las queiban, Swanny resultaba muy afectado anímicamente. Al igualque Donovan, que tenía un lugar especial en su corazón paralos niños. La nueva familia de Donovan rápidamente habíaencontrado un camino hacia el corazón de Swanny,especialmente la más pequeña, Cammie.

Habría hecho cualquier cosa en el mundo para proteger a esaniña.

Eden colocó la cabeza contra el hombro de Swanny,aparentemente contenta con sólo sentarse en silencio mientrasse dirigían de regreso al hotel y lo que Swanny sabía,anticipaba, les esperaba. Sólo esperaba que Eden siguiera en lamisma onda que él, como había insinuado antes.




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Cuando llegaron al hotel, Swanny rápidamente hizo un barridode la suite de Eden mientras que Edge y Sky esperaban con ella

en el pasillo. Una vez que todo estuvo despejado en el interior,envió a Edge y Sky a su habitación y le indicó a Eden queentrara y que se preparara para acostarse. Él hizo una llamadarápida para hablar con Nathan y Joe para hacerles saber quetodo había ido bien esa noche, así como para revisar los planespara el día siguiente y para discutir la próxima velada y lamejor manera de manejar la seguridad de Eden.

Una vez que terminó la conversación, se dirigió a la habitación

de Eden, la anticipación golpeando fuerte en la garganta. Laencontró desnuda, tumbada en la cama como si hubiera estadoesperando por él.

—Tienes que ponerte al día —bromeó ella—. Ya estoy trespasos por delante de ti. Me he duchado y desnudado y estoy enla cama esperando a mi hombre para que venga asatisfacerme.

Swanny soltó un gruñido, templando las ganas de desnudarsedonde estaba y de inmediato meterse en la cama con ella yseparar esos muslos de seda. Pero se obligó a ir al baño ytomar la ducha más rápida del mundo. Salió momentosdespués, todavía secándose la humedad del pelo, pero él, comoEden, no llevaba absolutamente nada y su polla estaba erguidahacia arriba, dura, la cabeza casi púrpura con la sangrecorriendo a su ingle.

—Mmm, supongo que no necesitarás ninguna artimañaseductora esta noche —dijo ella, una suave risa en su voz.

—Solo mirarte es la seducción en sí misma —contestó con vozáspera—. Pero cariño, necesito estar seguro de que estás listapara esto. Hicimos el amor anoche y no quiero que estés tandolorida que te haga daño esta noche.

Ella sonrió y empujó las mantas hacia abajo aún más por lo quequedó descubierto más de su cuerpo.




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—El único dolor que tengo sólo se apaciguará si me haces elamor —susurró ella—. No me harás daño, Swanny. Confío en ti.

Estuviste maravilloso anoche. Si lo tomas igual de lento y detierno. Nunca olvidaré mi primera vez, gracias a ti. No podríahaber sido más perfecto.

Recordando que esta noche había planeado tener una charla dela “relación” con Eden, reflexionó brevemente cuándo sería elmomento más adecuado. Ahora quería hacer el amor con ellatanto que le dolía. Y lo que tenía que decir bien podría disminuirtodo el estado de ánimo, sobre todo si Eden no estaba en la

misma longitud de onda que él.Después de hacer el amor. Durante el resplandor postcoital y eltiempo de acurrucarse, entonces hablaría con ella acerca de loque quería discutir. ¿Ahora mismo? La mujer más sexy deluniverso estaba acostada desnuda en su cama, invitándole ahacer el amor con ella. ¿Cómo diablos se supone que iba aresistirse a eso?

Ella le miraba tímidamente mientras se acercaba a la cama, ypudo ver que tenía algo en la cabeza, pero se mostraba dudosaa revelar lo que estaba causando su timidez.

Swanny se detuvo en el borde, preguntándose si tal vez ellaestaba teniendo dudas.

—Tengo algo que preguntarte —dijo ella por fin, con la vozentrecortada, como si hubiera estado conteniendo el alientohasta que habló.

—Creo que ya hemos acordado que puedes decir o preguntarcualquier cosa, Eden —la contestó con seriedad—. Nunca tienesque preocuparte por enfadarme o molestarme.

Sus mejillas se pusieron de color rosa y luego, como sirecuperara su coraje, lo soltó con voz tranquila.

—¿Puedo hacerte el amor esta noche? Quiero decir, quierotocarte y explorarte como tú me hiciste anoche. Anoche era lo




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que yo quería, quiero decir, quería que fuera perfecto y túhiciste exactamente eso. Pero esta noche me gustaría tener

más... control, supongo que se podría decir así, y hacerte elamor. Por lo menos hasta el final —añadió con un rubor—. Noquiero estar arriba ni nada. Ni siquiera estoy segura de que lohiciera bien.

Él la interrumpió antes de que pudiera balbucear más porquepodía decir que con cada palabra se estaba poniendo cada vezmás nerviosa.

Se inclinó, colocando una rodilla sobre la cama y la besó en laboca suntuosa.

—Cariño, no existe un hombre vivo que no respondiera con unrotundo "¡Joder, sí!" a una propuesta así. Me tumbaré aquí y tedejaré hacer lo que tu pequeño corazón desee y si, en algúnmomento, te sientes fuera de tu elemento sólo dímelo. Vamosa trabajar con ello juntos y cuando estés lista para que mehaga cargo, sólo dilo.

Ella sonrió, el alivio iluminando los ojos, y luego su miradarecorrió su cuerpo desnudo mientras él se recostaba en lacama, nada oculto a su vista.

Eden se colocó a horcajadas sobre él, su pelo como unacascada, una cortina de seda, torturando su piel con ligerosroces.

Ella le besó en el pecho, directamente sobre una de las

cicatrices, y luego siguió una línea hasta el cuello y el hueco desu garganta. Mordisqueó delicadamente la mandíbula antes depasar a la oreja, donde chupó el lóbulo entre los dientes.

Swanny era un macho alfa totalmente excitado. Cada uno desus toques le llevaba al borde de la locura. Y su corazón sellenó de emoción, de amor, cuando ella lamió de forma tantierna la cicatriz de su mejilla y siguió con diminutos besos,cubriendo cada centímetro de la carne destrozada.




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—¿Sabes lo hermoso que eres para mí? —Eden susurró.

Swanny no podía hablar por el nudo de su garganta. Sólo pudoasentir, aunque era una mentira, porque no, no podíaimaginarla encontrándole hermoso. Ni siquiera guapo. Habíatantos otros hombres por ahí sin el bagaje que arrastraba él.Sin la horrible cicatriz y las imperfecciones que llevaba pordentro y por fuera.

Pero ella se estaba deslizando rápidamente más allá delexterior, de las visibles cicatrices, y rápidamente entraba en sucorazón y alma, donde residían las cicatrices más dolorosas. Letranquilizaba de una manera en la que nunca antes habíaencontrado la paz.

¿Cómo podía dejar que se fuera? Nunca iba a encontrar a otramujer así. Una que podía ver fácilmente más allá de lasimperfecciones de su corazón y reconocer que era un buenhombre con un buen corazón. Nadie más lo intentaría. Nunca lohabían intentado. No hasta Eden.

Ella deslizó su boca hacia abajo de nuevo, recolocando sucuerpo hasta que se arrodilló justo a la derecha de su cadera yse cernió sobre el vértice de sus piernas.

Tentativamente, envolvió los dedos largos y suaves alrededorde su tensa erección. Él se quedó sin aliento, sintiendo ya lahumedad goteando de la cabeza y escapando a su mano. Conmovimientos calculados, movió la mano arriba y abajo,llevándole a un nuevo frenesí con cada movimiento.

Con la mano libre, ahuecó los testículos, apretando suavementey girándolos en su palma, explorando cada centímetro de suregión más sensible.

Levantó la vista hacia él, con las manos todavía trabajando sumagia en su polla y testículos. Sus ojos brillaban, casi riéndose.

—Um, ¿la mayoría de los hombres tienen este tamaño? —preguntó ella—. Obviamente sabes que tengo poca experiencia




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y no es como si buscara en Google fotos de desnudos dehombres, así que no tengo mucho para comparar, pero parece

un poco... grande.Swanny se rió.

—No puedo decir que haya sacado la polla y me la haya medidocontra la de otros hombres, pero el tamaño promedio del peneestá entre catorce y dieciséis centímetros totalmente erecto.Yo, mmm, tengo más que eso. Así que seguro que no soy eltipo más grande, pero estoy por encima de la media.

—Ahora ¿por qué no me sorprende que estés por encima de lamedia? —bromeó ella—. Ciertamente lo estás en todos losaspectos de tu cuerpo. Tengo que admitir que anoche estabapreocupada. No sabía cómo diablos iba a caber esa cosa dentrode mí.

Él la acarició la mejilla, apartándole el pelo detrás de la oreja.

—Fuiste hecha para mí, Eden. Igual que yo fui hecho para ti.

Nos adaptamos. Encajamos.Ella sonrió y luego volvió a su cuidadosa exploración de supolla. Luego agachó la cabeza, el pelo cayendo hacia abajooscureciendo su visión. Oh joder no. No se iba a perder unsegundo de esto.

Swanny se acercó para agarrarla del pelo y se lo sujetó en altoy fuera del camino justo cuando su lengua salió ydelicadamente lamió la punta de su polla.

Todo su cuerpo saltó como si le hubieran dado una descargaeléctrica. Arqueó las caderas hacia arriba, de forma automática.Queriendo, necesitando más.

—Te gusta eso —ello murmuró.

—Joder, sí, me gusta —dijo él en un tono gutural que nisiquiera reconoció.




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A continuación, ella fue más atrevida, girando la lenguaalrededor de la cabeza y luego finalmente, por fin, le chupó

entre sus labios, en ese ardiente calor satinado de su boca. YSwanny cerró los ojos ante la explosión de placer que atravesósu cuerpo.

Si se moría en este momento, moriría como un hombre feliz yno tendría ni un solo pesar. Estar con Eden era como estarbañado en un calor indescriptible. Sol y miel, todo mezclado.

Pero también sabía que no podía dejarla continuar mucho mástiempo o se correría, y ella se quedaría atrás y no iba a ser tanegoísta.

—Eden, cariño —Swanny jadeó—. Tienes que parar o me voy acorrer en toda tu boca y en la garganta y te quiero conmigo.Quiero que sientas tanto placer como me estás dando a mí.

Poco a poco, Eden dejó de succionar y levantó la cabeza, conlos ojos medio cerrados y cargados de deseo.

—Creo que me podría correr sólo por darte placer y hacer quete corrieras —admitió ella—. Estoy tan al límite ahora mismoque no me va a tomar mucho tiempo.

—Entonces ya somos dos —Swanny gruñó—. Ven aquí y pontede espaldas. Esto va a ser mucho más rápido de lo quepretendía, pero me has llevado más allá de mi punto deruptura.

Ella sonrió, pero cumplió rápidamente con su orden gutural.Expuso su cuerpo como un gato estirándose en una satisfacciónperezosa. El fuego ardía en sus ojos como el océano,haciéndolos más vivos, las chispas de color verde brillaban,incluso con más intensidad, contra el azul más oscuro que aveces dominaba.

Swanny se dio la vuelta y se colocó sobre ella, extendiendo susmuslos para posicionarse en su abertura. Pero antes de queempujara, deslizó un dedo dentro, probando su disposición. No




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quería dañarla, e incluso si le mataba esperar, iba a estarabsolutamente seguro de que estuviera mojada y lista para él.

Ella gimió suavemente, en parte por la consternación de quefuera el dedo y no la polla lo que entraba en ella. Su coño seaferró a sus dedos como si exigiera más. Las paredes eranterciopelo líquido, tan sedosas y afelpadas. Empujó hacia elinterior, presionando más hasta que alcanzó su punto G, y ellacasi se levanta de la cama y de repente su mano estuvo bañadade humedad.

Satisfecho de que estuviera más que lista para él, retiró losdedos y luego agarró la base de su polla y comenzó a empujarhacia adentro, sintiéndola estirarse a su alrededor paraadaptarse a su tamaño.

Esta vez el gemido de Eden fue de profunda satisfacción. Seagarró a sus hombros, clavándole las uñas en la carne, e inclinólas caderas hacia arriba, encontrando sus embestidas,atrayéndole más profundo dentro de ella.

—Coloca las piernas a mi alrededor y espera. Esto va a serrápido y duro. Si te hago daño en lo más mínimo, dime que medetenga y lo haré, no importa lo lejos que haya ido.

—Deja de preocuparte por hacerme daño —dijo ella en vozbaja—. Te deseo. Quiero esto. Quiero todo lo que tienes paradarme. Muéstrame lo mucho que me deseas, Swanny. Llévanosal límite.

Sus palabras tuvieron el efecto de un látigo, llevándole a laacción. Deslizó sus manos por sus pechos, ahuecándolossuavemente antes de acariciarla bajando por los costados hastalas caderas. Luego deslizó las manos debajo del culo y lalevantó para encontrarse con sus golpes más contundentes.

En el primer empuje, él se perdió. Una neblina cayó sobre él,arrastrándole en un torbellino violento de placer y deseo como

jamás había experimentado. Entró en ella, retirándose unos

centímetros antes de empujar tan profundamente como pudo.




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Hasta que fueron una sola persona, unidos íntimamente,llevándola hasta donde ella se dejó ir.

No había ningún Swanny. Ninguna Eden. Sólo había Swanny yEden. Juntos. Una persona. Dos piezas de un todo. Por fincompleto.

Ella se aferró a él con fuerza, pero no dio ninguna indicación deque tuviera ningún tipo de dolor. Sus suaves gemidos y gritosde éxtasis le aseguraron que estaba con él.

Quitó una mano de su trasero y trabajó con el pulgar entre el

lugar donde estaban unidos para acariciar su clítoris. Todo sucuerpo se estremeció y luego se tensó y supo que estaba tancerca como él.

—Aguanta, cariño. Ya casi llegamos. Quédate conmigo. Nosllevaré allí. Lo juro.

—Deprisa —ella susurró—. Estoy ardiendo, Swanny. No puedoaguantar más tiempo. Siento que me voy a romper.

Él comenzó a empujar fuerte y rápido, tanto como su fuerzapermitía. Su visión se nubló cuando el orgasmo empezó yestalló y comenzó a correrse en sus profundidades de seda. Ellase arqueó hacia arriba con un grito violento. Un ruido frenéticode absoluta satisfacción y realización.

Seguía acariciándola dentro y fuera, ralentizando susmovimientos, incluso después de que hubiera terminado deverter la última gota de sí mismo en su interior. No se atrevía asalir de ella todavía. Sentía frío sin ella. Sólo con ellacomenzaron a descongelarse las piezas de su interior quehabían permanecido durante tanto tiempo sin recibir nada decalor.

La necesitaba. De una manera que nunca había necesitado aotra persona en toda su vida.

Y eso le aterrorizaba como el infierno.




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Se durmió, su último pensamiento fugaz sobre que no habíatraído a colación el tema de su “relación” , como había planeado

hacer.




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Capítulo 26

La noche de la fiesta, Swanny se vistió mientras Eden secolocaba su vestido de gala, y en lugar de dejar su magníficopelo suelto, lo arregló en un elegante moño con mechonessueltos que caían con delicadeza por la esbelta columna de sucuello.

Se había maquillado los ojos con sombra en grises oscuros con

un toque de brillo en los párpados y se colocó unos pendientescolgantes de diamantes en las orejas, y llevaba una gargantillaa juego alrededor del cuello.

Cada poro de su cuerpo demostraba la supermodelo que era.Los tacones que llevaba la hacían casi tan alta como él, y eraun hombre alto, pero le gustaba la idea de que encajara con éla la perfección. Podía meterla debajo de su hombro y no teníaque inclinarse para besarla.

Ella miró su reloj.

—¿Puedes comprobar si los demás están listos? Llegarelegantemente tarde es una cosa, pero tarde-tarde estotalmente diferente. No quiero cabrear a los representantes deAria por aparecer cuando la fiesta esté casi terminada.

Swanny le dio un pequeño saludo y luego se dirigió al lado paracomprobar a sus compañeros de equipo. Nathan y Joe estaban

dentro de la habitación de Edge y Skylar y ella estabaayudando a sus compañeros de equipo entre risas masculinascon sus trajes y a enderezar su atuendo.

—¿Estáis listos? —Swanny preguntó desde la puerta—. Edenestá lista para salir. ¿Todo preparado?


—Sí, nosotros iremos delante. Tú irás detrás con Skylar y Edge.




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Swanny negó con la cabeza, el malestar arrastrándose hasta sucuello.

—No, Skylar irá contigo. Edge conmigo. Pon a Skylar entrevosotros. Demasiada exposición por delante.

Joe y Nathan le echaron una mirada de preocupación pero nodiscutieron.

—De acuerdo, tío, vamos a jugar a tu manera —Nathan dijofinalmente.

Swanny asintió y luego se dirigió de nuevo hacia la suite deEden con los demás detrás. Metió la llave y luego entreabrió lapuerta un poco.

—Todos listos si tú lo estás.

—¡Perfecto! Deja que coja el bolso.

Eden recogió el pequeño bolso de lentejuelas de la barra yluego fue a su encuentro.

De inmediato, todos la rodearon y la escoltaron por lasescaleras hasta la entrada trasera, donde los coches esperaban.

Los conductores que habían contratado eran grandes hombresfornidos y bien entrenados en la protección personal. Swannyno tenía ninguna duda de que también estaban armados, y esole dio un poco de alivio al tener dos hombres más destinados ala protección de Eden.

Aunque sus tripas no estaban gritando, esta noche no estabanexactamente tranquilas y no podía precisar por qué. Esa eraprecisamente la razón de por qué no convenía involucrarsepersonalmente con un cliente. Podría ser que no quisieramostrarla a decenas de hombres ricos para que babearan porella. O podría ser que hubiera un peligro real para ella.

Las cosas habían estado demasiado tranquilas desde el roce de

Eden con la muerte cuando un francotirador había disparado, y




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si había que creer a Big Eddie Sinclair, y el hombre no erapropenso a exagerar o a ataques de histeria, una amenaza muy

real acechaba en las sombras, esperando y observando por unaoportunidad de vengarse de Eddie.

Se movieron a través del tráfico pesado de París la cortadistancia hasta el exclusivo restaurante que ofrecía una salaprivada. Swanny ya había estado allí con su equipo para verexactamente con lo que trataban.

Habían marcado zonas de la habitación donde Eden no estaríanunca. Donde sería un blanco fácil para un francotirador quedispara a través de una ventana. También se organizaron paraque uno de ellos se convirtiera en la sombra de Eden toda lanoche, y ella no iba a ir al baño de mujeres sin Skylar ySwanny para escoltarla, con Skylar entrando mientras Swannyvigilaba la puerta, cerrando temporalmente el acceso hasta queEden hubiera salido.

Se habían preparado bien para el evento. ¿Entonces por quésus tripas estaban haciendo un agujero en su interior?

Eden se acercó y deslizó sus dedos largos y delgados por lossuyos mucho más grandes, su mano envolviendo la de ella.Como si sintiera su repentina agitación, ella sonrió dulcementey se inclinó para darle un beso, sin importarle que Edgeestuviera sentado al otro lado.

—Relájate —murmuró ella—. ¿Qué podría salir mal cuandotengo a Superman para protegerme? Confío en ti, Swanny. No

vas a dejar que nadie me haga daño.

Sus palabras se asentaron sobre él, cálidas y reconfortantes,pero no hicieron nada para disipar su repentina agitación.

Cuanto más se acercaban al restaurante donde se celebraba lavelada, sus entrañas se retorcían aún más. Sabía que muy bienpodía poner en peligro la carrera de Eden o su contrato con Ariasi jodía esto para ella, pero ya no podía ignorarlo más. Su vida

valía mucho más que alguna campaña de cosméticos de




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millones de dólares. Al menos para él. Que se jodieran losdemás.

—¡Dad la vuelta! —ladró en el pequeño micro sujetoestratégicamente en el cuello—. ¡Abortad! ¡Abortad, malditasea!

Tuvo que reconocer que el conductor no dudó. Ejecutó uncambio de sentido perfecto en medio del tráfico y Swanny vioque el vehículo que transportaba a Nathan, Skylar y Joe hacíalo mismo, yendo detrás de ellos.

—¿Qué ocurre, Swanny? —Joe preguntó tenso—. ¿Qué estápasando?

—Mis tripas están gritando como unas cabronas, eso es lo quepasa —Swanny dijo bruscamente.

La radio se quedó en silencio. Todos estaban preparándosepara lo peor. Nadie de su equipo dudaba de sus tripas, aunquesonara ridículo. Era sólo otra razón por la que encajaba tan bien

con sus compañeros de equipo.—¿Qué sientes, tío? —Edge murmuró desde su lugar al otrolado de Eden. Fiel a la naturaleza de Edge, nunca vacilaba.Siempre estaba preparado para cualquier cosa. Ya tenía unarma fuera y estaba sacando otra del arnés del hombroopuesto.

—Es malo —Swanny murmuró—. Todo está jodidamente mal.

—¿Swanny? —susurró Eden.

Se volvió hacia Eden, esperando ira o incluso indignaciónporque la hubiera sacado de lo que era una noche muyimportante para ella, pero lo único que vio fueron los ojos muyabiertos por el miedo. Consciente de ello o no, estabaagarrando con ambas manos las suyas y las de Edge, losnudillos igual de blancos que el color de su cara.




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—¿Qué va mal? ¿Qué tengo que hacer? Dímelo para que noestorbe.

Admiraba su calma cuando tenía que estar aterrorizada.Swanny sabía que no era exactamente un pilar de tranquilidaden ese momento, sus facciones encerradas en piedra yexaminando cada coche, persona, negocio, al pasar.

Él apretó su mano con cuidado y luego a regañadientes la soltó.Necesitaba las dos manos, no sólo una.

—Quédate detrás de mí en todo momento —Swanny dijo con

tanta calma como pudo cuando sus tripas estaban gritando queEden estaba en peligro—. Si por cualquier razón no puedesllegar a mí, pégate a Edge. Él va a protegerte. No, y repito, nopresentes un blanco abierto. Si no puedes ponerte a cubiertodetrás de mí o de Edge, túmbate en el suelo detrás del coche.Este coche tiene cristales a prueba de balas y una estructura deacero reforzado. Puede soportar un impacto que destrozaría lamayoría de los otros coches. ¿Tienes puesto el cinturón deseguridad?

Ella asintió con la cabeza, con los ojos aún muy abiertos.

—Buena chica. Ahora trata de mantener la calma, para quepueda llevarte de vuelta a un sitio seguro.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, el mundosimplemente explotó a su alrededor. La parte delantera delcoche se levantó, casi dándole la vuelta hacia atrás antes de

golpear de nuevo la carretera, el fuego y el humo saliendo de laparte delantera.

La cabeza del conductor colgaba a un lado y Swanny se estirópara verificar si había pulso, a la vez que atraía a Eden a sulado preparándose para escapar.




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—Joder —Edge gritó con voz ronca—. ¡Eso fue una malditaRPG1!

—El conductor está muerto —dijo sombríamente Swanny—.¡Todos fuera junto a mí! El disparo vino de la derecha. Eden,tan pronto como te saque, tírate al suelo y no te muevas hastaque te lo digan. Nathan y Joe te cubrirán.

—Swanny, estás sangrando —dijo Eden, con miedo en su voz—.Y ¿a dónde vas?

—Voy a por el hijo de puta que nos atacó.

—Tengo tus seis —dijo Edge.

—Uno, dos, tres, vamos, vamos, vamos — Swanny instó,pateando para abrir la puerta de atrás dañada y tirando deEden a la calle, empujándola al suelo para que no fuera unobjetivo.

Nathan, Joe y Skylar corrían, armas en mano, maldiciendo porlos codos.

—Cubrid a Eden —Swanny ladró—. Edge y yo vamos a por estehijo de puta. No dejéis que le ocurra nada.

—No lo haremos, tío —Nathan dijo en voz baja—. He estado ensus zapatos. Sé cómo se siente. Nos encargaremos de tu chica.

Swanny le lanzó una mirada de gratitud y luego corrió por lacalle, su traje desaliñado y manchado de sangre. Por la forma

en que la gente se agachaba y corría, debía parecer un ángelde la ira, empeñado en la destrucción de todo en su línea devisión.

Repasó mentalmente los primeros momentos cuando el mundose había ido al infierno. El conductor había sufrido un golpe

1 El RPG, término usado también en español, es una granada propulsada por un lanzacohetes

http://es.wikipedia.org/wiki/Granada_propulsada_por_cohete.




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directo, pero el tiro había venido del lado derecho, no de laizquierda. ¿Y por qué el conductor? El asesino podría haber

tenido la misma facilidad de apuntar al asiento trasero ypodrían haber sobrevivido o no. El coche estaba blindado, y conel único propósito de la protección, pero no muchos de losvehículos fuera de los militares podían resistir el impactodirecto de una granada propulsada por un cohete.

Edge golpeó el pavimento detrás de él, las armas en la mano.Ya se oían las sirenas en la distancia, y Swanny sabía quetenían un desastre gigante en las manos.

—¡Hijo de puta! —Swanny juró mientras patinaba hastadetenerse.

Edge paró abruptamente a su lado y los dos se quedaronmirando el AT-4 desechado. Un modelo más antiguo, no laversión sin retroceso encontrado en versiones más recientes.Swanny dirigió una rápida mirada alrededor, examinando laperturbación en el suelo, y luego devolvió su atención a Edge.

—Joder. La policía francesa va a estar encima de todo esto.¿Llevas algo encima para hacer una búsqueda de huellas? —preguntó Swanny.

Edge asintió serio.

—No me llaman Mr. “Preparado para lo peor” por nada.

Metió la mano en uno de los bolsillos en el pecho de su traje ysacó una caja con guantes, cinta y polvo.

—Tienes alrededor de un minuto antes de que llegue la policía,así que ponte las pilas —Swanny murmuró, escuchando lossonidos de las sirenas que se hacían más fuertes.

Edge rápidamente empezó con su examen, embolsandocuidadosamente la evidencia y empolvando todo para sacarhuellas digitales. Su mirada se desvió a la misma área deperturbación que Swanny ya había observado y levantó una

ceja.




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—Parece que nuestro cabrón no puede permitirse un equipomás actualizado.

La mirada de Swanny barrió la zona de nuevo, esta veznotando pequeñas manchas de sangre probablemente causadaspor el retroceso. Deseó que el hijo de puta se hubiera volado así mismo, pero era obvio que se había escapado. Esta vez. SiSwanny se salía con la suya, no tendría otra oportunidad dellegar a Eden. Era el momento de tomar medidas enérgicas yhacerlo con fuerza, lo que significaba llamar a Sam y ponertoda la fuerza del KGI detrás de la búsqueda de este hijo de

puta.—Salgamos de aquí —dijo Swanny—. Quiero volver con Eden.Tiene que estar aterrorizada.

Swanny y Edge se apresuraron a volver a la escena. Swannymaldijo vívidamente cuando vio un enjambre de reporteros yequipos de noticias todos enfocados en el pálido rostro de Eden.Nathan, Joe y Skylar estaban haciendo un trabajo admirablepara mantener a los buitres atrás, pero la policía estabainterrogando a los cuatro, lo que hacía que controlar a lamultitud fuera casi imposible. Después de todo, no todos losdías un coche recibía el impacto de una RPG justo en el centrode París.

Había murmullos y gritos entre todos ellos lanzando unapregunta tras otra en medio de los policías.

—Quieren saber si se trata de un ataque terrorista —tradujo

Edge.

Swanny levantó una ceja a su amigo.

—¿Desde cuándo hablas francés?

Edge sonrió.

—Mi madre es francesa. De hecho, tengo doble nacionalidad ynací en Estados Unidos. Mi padre era militar, por lo que seguí




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sus pasos por un tiempo, pero encontré que la lucha era undesafío mejor. Vivía por la adrenalina.

A medida que caminaban rápidamente hacia la escena, Swannymiró a su amigo.

—Entonces ¿por qué renunciar a las MMA1?


—Estaba envejeciendo. La competición cada vez teníaluchadores más jóvenes. Quería dejarlo cuando estuviera en la

cima, así que cuando gané el cinturón en la categoría de pesospesados unos meses más tarde anuncié que me retiraba. Perotodavía estaba inquieto y quería la adrenalina. Quería haceruna diferencia. Supongo que es lo que me molestó más cuandodejé el ejército para seguir una carrera en las MMA, ya que almenos en el ejército estaba haciendo una diferencia. Pero notodo era sobre mí y mi capacidad de ganar a un tipo en el ring.Cuando me enteré del KGI, parecía el compromiso perfecto.Sabía que estaba cualificado. Fui un ranger. Mis habilidades no

estaban oxidadas, porque incluso después de dejar el ejércitotodavía me mantuve en el régimen militar. Todavía manteníamis habilidades de tiro. Supongo que incluso en aquel entonceslo echaba de menos y me di cuenta que había tomado una maladecisión.

En cuanto Eden alzó la vista entre la multitud y vio a Swannyque iba hacia ella, se separó de la policía y los reporteros y seabrió paso entre la multitud que había allí. Se lanzó a sus

brazos y le abrazó con fuerza. Temblaba violentamente contraél. No había ni una sola parte de ella que no estuvieratemblando. La castañeteaban los dientes y su piel estaba fríacomo el hielo.

Swanny juró cuando la llevó a sus brazos, cubriendo la mayorparte de ella como pudo. Estaba en estado de shock y era obvio

1

MMA, artes marciales mixtas.




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que nadie había hecho ningún esfuerzo para conseguirleatención médica.

Hundió la cara en su pelo de olor dulce, semejante contrastecon el olor del fuego, el humo y el caucho quemado. Incluso elolor de la sangre colgaba obscenamente en el aire.

—Tenía tanto miedo por ti —ella le susurróentrecortadamente—. Oh Dios, Swanny, nunca me hagas esootra vez. Morí mil veces esperando a que regresaras, teníatanto miedo de que no...

Las lágrimas se deslizaban abiertamente por sus mejillasmientras se tragaba un sollozo profundo. Él besó tiernamentecada gota de humedad y luego se aferró a ella, anclándola en elcaos.

Con Edge traduciendo, Swanny consiguió lo que quería de unaforma contundente de “lo tomas o lo dejas” . Swanny no iba adejar a Eden expuesta ni un minuto más. La llevaría de vuelta asu hotel y, si la policía quería interrogarla, malditamente seguro

que no sería en la comisaría.

Los oficiales de la escena protestaron de forma simbólica hastaque Skylar muy dulcemente les informó con exactitud quién eraEden Sinclair y que era considerada una de las mujeres másbellas del mundo y que no se vería bien que la policíamantuviera a una mujer nerviosa, en estado de shock, yaterrorizada contra su voluntad.

El oficial al mando de la escena no podía dar marcha atrás conla suficiente rapidez. De inmediato, se organizó una escolta dela policía para transportar a Eden y a su comitiva de regreso alhotel, aunque Swanny hizo una nota mental para dejarlo ybuscar otro hotel. Tan pronto como la noticia saliera, que loharía, los periodistas, tanto legítimos como paparazzis, estaríandando vueltas como buitres, lo que pondría a Eden en unaposición aún más vulnerable.




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Swanny llevó rápidamente a Eden a su suite, aferrándose a ellaporque sus piernas estaban lejos de ser estables. Tan pronto

como estuvieron dentro, ella se desplomó en el sofá, se inclinóhacia adelante para que sus codos descansaran sobre susrodillas y hundió el rostro entre las manos.

Silenciosos sollozos sacudían sus hombros, joder, todo sucuerpo. Levantó los ojos empapados en lágrimas a los suyos, yle rompió el corazón verla tan angustiada.

—¿Por qué, Swanny? ¿Por qué? No lo entiendo —ella dijo, conla voz quebrada bajo el peso de la emoción—. ¿Por qué alguienquerría hacer explotar mi coche? ¿Quién podría odiarme tantopara llegar a tales horribles extremos para matarme? No lo en…en… entiendo.

Su voz se quebró y dejó caer su rostro en las manos una vezmás, con los hombros agitados por la fuerza de sus sollozos.

Swanny se acercó a ella. No podía hacer nada más. Un hombreque no consolaba a su mujer cuando ella lo necesitaba no tenía

mucho de hombre. Eden se volvió ciegamente hacia él,aferrándose a él como una lapa, enterrando la cara en sucuello, mojando el cuello de la camisa con sus lágrimas.

—No lo entiendo —susurró ella entrecortadamente—. No loentiendo.

Swanny suspiró porque, maldita sea, su padre debería habersido sincero con ella desde el principio, y ahora quedaba en

manos de Swanny unir el rompecabezas para que al menosEden pudiera saber lo que estaba pasando a su alrededor. Algode lo que debería haber sido consciente desde el principio. Yahora mismo, le importaba una mierda si cabreaba a su padre ydespedía al KGI.

Porque que el KGI estuviera asignado como su equipo deseguridad o no, no había manera en el infierno de que seseparara del lado de Eden hasta que acabaran con el asesino.

De forma permanente.




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Capítulo 27

Swanny llevó a Eden a sus brazos, la cara hundida en su cuello.Pasaba las manos arriba y abajo de su espalda, consolándola ypreparándose para lo que estaba a punto de decir.

Haría cualquier cosa para evitarle este dolor, pero si salvaba suvida, si la hacía ser más cautelosa y alerta, entonces se locontaría con toda la delicadeza posible.

La acarició el pelo y luego suavemente la apartó para quepudiera mirarla a los ojos.

—Escúchame, cariño. Hay algo, un montón, que tengo queexplicarte. Algo que deberían haberte dicho desde el principio,y me estoy arriesgando mucho al ir en contra de los deseos detu padre, pero necesitas saber… la verdad.

Los ojos de Eden se abrieron en estado de shock, una mirada

vidriosa que cayó sobre sus delicados rasgos.

—¿Mi padre? ¿La verdad? Swanny, no lo entiendo. ¿Qué quieredecir que mi padre debió haberme dicho la verdad? ¿Estásdiciendo que me mintió?

La angustia asomaba en sus ojos irradiando al resto de sucuerpo. Parecía absolutamente desconcertada, traicionada ydevastada. Sus labios temblaban y las lágrimas llenaban las

esquinas de los párpados, brillando en sus pestañas. Dios,odiaba lo que tenía que hacer. Normalmente no era algo que élhiciera. El KGI contestaba a la fiesta pagando la cuenta, inclusocuando no estuvieran de acuerdo.

Pero esta era una situación completamente diferente y nopodía, no volvería a permitir, que Eden estuviera en laignorancia ni un momento más. A la mierda con su padre. A lamierda el KGI. Si perdía su trabajo, le importaba una mierda.

Todo lo que le importaba en este momento era la mujer que le




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estaba mirando, el dolor y la confusión brillando en los ojosheridos.

Así que comenzó desde el principio, contándole todo lo que supadre les había contado a él y a su equipo. Ella se estremecióvisiblemente y se llevó la mano a la boca mientras las lágrimasse reunían y corrían por sus mejillas cuando le dijo que lamuerte de su madre fue un acto de venganza y no unaccidente.

Para cuando terminó toda la sórdida historia, sollozabaabiertamente, sus hombros agitados mientras intentabatragarse sus sonidos de angustia.

Él se sentía como la peor clase de hijo de puta por destruir susilusiones. Por poner su mundo al revés y por exponer secretoslargo tiempo ocultos y el interminable ciclo de venganza.

La miró con lástima, inseguro de si abrazarla, de si tratar deconsolarla, pero no sabía si estaba enfadada con él. No sabía sidebía tocarla o mantener su distancia actual, porque en cuanto

la contó la fea historia, ella se había separado, dejando espacioentre ellos, y ahora estaba sentada, los puños apretados en suregazo, mirando al frente sin ver mientras las lágrimas corríanpor su bonita cara.

—Eden —dijo él en voz baja, incapaz de soportar más suagonía. Lo sentía tan agudamente como si alguien le hubieraclavado un cuchillo justo en su corazón.

Y entonces su dilema quedó resuelto porque ella se dio lavuelta, su rostro devastado por el dolor, y se arrojó a susbrazos, agarrando su camisa rota con las dos manos. Presionósu cuerpo tan cerca como pudo sin que él la colocara sobre suregazo, así que Swanny rectificó sin demora el asunto,arrastrándola a sus brazos y envolviéndolos herméticamentealrededor de ella.




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Aunque los sollozos se habían calmado, su cuerpo todavíatemblaba y podía sentir la humedad en sus mejillas donde las

lágrimas habían dejado rastros de plata por su rostro.—Lo siento, cariño —Swanny dijo, el pesar un dolor físico en elpecho—. No te haría daño por nada del mundo. Por favor,perdóname por esto, pero pensaba que merecías saberlo. Lopensaba desde antes de conocerte, pero tu padre fue inflexible.Él estaba intentando protegerte.

—¿Cómo pudo ocultarme algo así? —preguntó ella entrelágrimas—. Dios, ha sido una mentira. Todos estos años. Unamentira completa. Y más mentiras. ¿Qué más me ha ocultado?¿Cuánto tiempo ha estado controlando mi vida? y, Dios mío, selo he permitido. Le permití contratar a Micah y a David porqueno quería que se preocupara. Os contrató y luego mintió acercade por qué. No podía entender en ese momento por qué nadieexcepto yo parecía aliviado de que el tirador hubiera sidodetenido, y ahora sé que fue porque todo el mundo sabía queno estaba a salvo, excepto la persona más importante en esta

ecuación. Yo.Él no podía discutir un solo punto con ella porque tenía toda larazón, y su culpabilidad se intensificó porque le debería haberdicho la verdad desde el principio, a pesar de que no era sulugar para tomar ese tipo de decisión.

Pero todo eso cambió para él en el momento en que él y Edenconectaron, cuando ella llegó a significar para él mucho másque sólo un trabajo. Su padre podría argumentar que Swannyno tenía derecho cuando se trataba de su hija, pero eso era unamierda. Su compromiso con Eden iba más allá de la relación decliente normal en una misión ordinaria. Para él, eraprofundamente personal y estaba dispuesto a arriesgar todopor ella. La censura, la pérdida de su trabajo, su propiaidentidad.

Reconocía que Eden era un punto de inflexión total para él. Susprioridades habían cambiado, y era un hombre que siempre




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ponía su lealtad y compromiso con su trabajo por encima detodo. Pero Eden había reordenado sus prioridades. Su

protección, su felicidad, su vida era lo primero. Nada másimportaba tanto para él. Iría al paredón por ella y a la mierdacon las consecuencias.

—Sé que fue difícil de escuchar, Eden —Swanny murmurócontra su pelo—. Y lo lamento mucho. Tienes que saber queharía cualquier cosa para no hacerte daño. Pero con esteataque, necesitas saber a lo que te enfrentas para que puedastomar las precauciones adecuadas. No me malinterpretes. Te

voy a proteger con mi vida. Mi equipo va a protegerte. Peronecesitas estar al tanto de lo que hay en juego aquíexactamente.

—Gracias —susurró ella, aturdiéndole. ¿Por qué estabaagradeciéndole que inclinara su mundo sobre su eje? ¿Nodebería ser el malo de la película?

Ella levantó la cabeza, un brillo acuoso todavía evidente en susojos del color del océano, pero las lágrimas habían dejado decaer por su rostro. Lo que vio en sus ojos le impactó. No habíaira. No había condena. Había sincera gratitud, y supo queintentaba valientemente mantener la compostura y recuperar elcontrol.

—Nena, ¿por qué me das las gracias? —preguntó él con vozronca.

—Por confiar en mí con la verdad —contestó ella en voz baja—.

Por querer que lo supiera desde el principio. Por decirme ahoralo que mi padre debió haberme dicho hace mucho tiempo. Noquiero que te disculpes conmigo, Swanny. No por decirme laverdad. Significa mucho para mí que desees arriesgar tanto pormí. Tu vida. Tu trabajo. Estoy muy honrada por lo que hasllegado a hacer para protegerme física y emocionalmente.

Se inclinó hacia delante, presionando sus labios contra lossuyos con tanta dulzura que hizo que le doliera el estómago.

Había una gran cantidad de emoción en el ligero roce, como el




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ala de una mariposa contra su boca. Suave y delicado, al igualque ella.

Ella se apartó, sin aliento, con las mejillas sonrosadas y ya noestaba pálida por el shock. Y entonces sus ojos se turbaron denuevo, las sombras oscureciéndolos.

—Sé que debería llamar a mi padre, no para enfrentarme a él,sino para asegurarle que estoy bien, pero no puedo hacerlefrente en estos momentos. Necesito un poco de tiempo paradigerir esto, lo que me ocultó —dijo ella en un tono vacilante—.¿Eso me hace una persona egoísta y horrible?

La reacción de Swanny fue instantánea, casi explosiva.

—Joder no, para nada. Te mereces todo el tiempo quenecesites para procesar el shock. Sólo Dios sabe lo difícil quedebe haber sido para ti. Desde luego, no puedo pretendersiquiera comprender lo que te ha hecho, porque nunca heestado en tu situación. No obtendrás ningún juicio por mi parte.Nunca lo vas a tener, excepto un apoyo y comprensión total.

La emoción inundó la expresión de Eden, sus ojoscalentándose, las sombras de momentos antes disipándose.

—Yo…

Lo que ella estaba a punto de decir fue interrumpido cuandosonó un golpe fuerte en la puerta. Swanny maldijo, aunquesabía que su tiempo juntos sería muy corto porque no sóloinvolucraría a la policía, sino también a su equipo para reunirlas piezas y planear su próximo movimiento.

—No te muevas, cariño —Swanny dijo, rozando su boca sobrela frente—. Simplemente siéntate aquí y trata de relajarte. Metemo que las próximas horas van a ser largas y estresantespara ti.

—Pero estarás aquí, ¿verdad? —preguntó ella, con el ceñofruncido por la ansiedad.




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—No voy a dejarte —la prometió—. Estamos juntos en esto.Eres mía para protegerte, Eden. No vas a ninguna parte sin mí.

El alivio brillaba en sus ojos cuando se dejó caer contra elrespaldo del sofá. Sonó otro golpe impaciente y Swanny segiró, mirando por la mirilla para ver a dos policías y a todo elequipo de Swanny.

Abrió la puerta e hizo un gesto para que entraran. Pero se pusodelante de los policías y luego se volvió hacia Edge.

—Traduce esto por mí. Diles que no deben sobrecargar a Eden.

No la van a presionar demasiado. Está hecha polvo y en estadode shock y no voy a dejarles que la jodan más.

—Soy perfectamente capaz de entender inglés —uno de lospolicías dijo con voz seca—. Entiendo su preocupación ytendremos mucho cuidado con la señorita Sinclair cuando lainterroguemos.

Swanny asintió y luego le tendió la mano.

—Daryl Swanson, pero todos me llaman Swanny —estrechó lamano de los dos inspectores, cuando se presentaron comoparte de la unidad antiterrorista de la Policía Nacional de esta

jurisdicción.

Rápidamente explicaron que estaban investigando esto comoun acto de terrorismo, y si no había evidencia para apoyar elterrorismo, el caso sería entregado a la sección de investigacióncriminal de la Policía Nacional.

Maldita sea, Swanny necesitaba tiempo para hablar con suequipo para discutir exactamente cómo iban a tratar esto.¿Fingir ignorancia y jugar la baza de que Eden era la víctima deotro roce a azar con la muerte? No era plausible, pero lo últimoque quería era que echaran a su equipo fuera del caso, por asídecirlo, y tener a gente que no fueran tan diligentes como él ysu equipo en la protección de Eden.




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Por encima de su cadáver iba a suceder eso. Tenía muy claro sulímite y no iba a ceder.

Intercambió rápidas miradas con Nathan y Joe, y Joe levantóun dedo a los labios a espaldas de los investigadores, indicandoque, por ahora, actuaran como si no supieran nada y nomostraran su juego.

Como cortesía, o tal vez porque la expresión de Swanny seconvirtió inmediatamente en feroz cuando había dejado clarocómo iban a tratar a Eden, los investigadores dejaron queSwanny tomara la iniciativa mientras entraban en la suite,donde Eden estaba acurrucada en el sofá.

Ella había tirado de una de las mantas que estaba sobre elbrazo del sofá y se la puso a su alrededor, casi como si cuandoél la había dejado, se llevó el calor con él. El color que habíaregresado brevemente cuando ella le besó había desaparecido,dejándola otra vez pálida y con aspecto demacrado. Observócon clara aprehensión cómo se acercaban los investigadores.

Swanny se inclinó, levantando la manta como si se asegurarade arroparla más fuerte alrededor de ella y le susurró al oído:

—Estate tranquila, cariño. Confirma lo que digamos. Noqueremos mostrar nuestro juego e involucrarles.

Ella hizo un gesto imperceptible, como si se moviera para queSwanny pudiera arreglar la manta, y luego Swanny se sentó

junto a ella en el sofá, sentándose tan cerca que sus cuerpos se

tocaban. Él hizo un gesto a los dos detectives para que tomaranasientos en los dos sillones al otro lado del sofá separados poruna mesa de café.

Skylar se sentó en el otro lado de Eden, y Nathan, Joe y Edgese quedaron de pie, formando un perímetro alrededor de losmiembros sentados. Edge se apoyó en el brazo del sofá dondeestaba sentada Skylar, y Nathan y Joe estaban a cada lado delos investigadores, con los brazos cruzados, las expresiones

indescifrables.




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Los investigadores estaban claramente incómodos con la obviadesventaja de los asientos que les dieron, rodeados por el

equipo del KGI.El Inspector Mercier se aclaró la garganta y luego dirigió sumirada hacia Eden. El Inspector Dubois permaneció en silencio,permitiendo que su compañero tomara el control.

—Primero quiero expresar mi pesar por su experienciatraumática, señorita Sinclair. Quiero asegurarle que nuestrodepartamento ha hecho de este caso una prioridad absoluta ytenemos toda la intención de arrestar y llevar ante la justicia ala persona o personas responsables.

—Gracias —murmuró Eden.

Debajo de la manta, la mano de Eden se deslizó sobre la piernade Swanny como buscando el consuelo de su toque. Sinpreocuparle de cómo parecería ante los otros, Swanny deslizósu mano sobre la de ella, colocando encima la de ella para quequedara atrapada entre su pierna y su palma.

Ella inmediatamente se relajó, y algo de la ansiedad sedesvaneció de la frente y las líneas tensas alrededor de suslabios desaparecieron.

Durante la mayor parte de las cuatro horas siguientesinterrogaron no sólo a Eden, sino a todo el equipo. Swannypodía decir que estaba afectando a Eden, pero quería terminarcon ello. Los investigadores preguntaron por qué tenía un

equipo de seguridad tan grande y si había habido seriasamenazas hechas contra ella.

Fruncieron el ceño al enterarse de que Eden había sufrido otroataque hacía tan poco tiempo, pero Joe explicó que el tiradorhabía sido detenido y acusado y que la seguridad más estrictaera simplemente una salvaguarda frente a posibles sucesos deimitación, dada la cobertura mediática de los disparos deBoston.




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Los investigadores parecían cada vez más frustrados porquemientras respondían todas las preguntas, las respuestas eran

deliberadamente vagas, sin proporcionar nada más de lo quepreguntaban los investigadores. En la superficie parecíancompletamente cooperativos y sinceros, pero estaba claro quelos investigadores sabían que no estaban llegando a ningunaparte.

Cuando hacía casi cuatro horas de interrogatorio, justo cuandoSwanny estaba a punto de terminar todo, los investigadoresfinalmente se pusieron de pie y dieron las gracias por su

cooperación y se comprometieron a informar si surgía algunapista.

Los hombros de Eden se hundieron en evidente alivio. Swannyno estaba seguro de cómo había llegado hasta aquí sincolapsar. Tenía que estar agotada y aún estaba conmocionadapor todo lo que Swanny le había dicho. Quería meterla en lacama y luego se reuniría con su equipo para determinar supróximo curso de acción.

Tendrían que llamar a Sam con los últimos avances para podertransmitir la información al equipo de seguimiento de la fuentede la amenaza. Y aunque había dejado claro a Eden que ella noestaba en absoluto obligada a llamar a su padre, Eddie Sinclairtendría que ser informado. Una vez que se enterara del suceso,y seguro que se enteraría, querría entrometerse, y eso sóloatraería más atención hacia Eden y pondría en peligro suseguridad. Incluso podría ser el motivo del asesino. Sacar a

Eddie y establecer un escenario donde Eddie tuviera quepresenciar la muerte de su hija.

Eden dormiría esta noche, pero Swanny y los demás no. Habíademasiado que discutir y decisiones que tomar en relación conla protección de Eden.




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Capítulo 28

A la mañana siguiente, el equipo de Swanny se había reunidoen la suite de Eden para discutir los acontecimientos del día y laplanificación. Habían pasado toda la noche sin descansarponiendo en marcha planes para la protección de Eden. Joehabía contactado con el director y los ejecutivos de Aria y habíadispuesto reunirse en un lugar sin revelar para reanudar elrodaje. A su vez, el equipo de filmación había pasado la noche

preparando la reubicación y el plató. La seguridad estabareforzada y se añadió más, pero sólo el KGI tendría accesodirecto a Eden y se encargaría de su transporte y cuidado.

Swanny era reacio a exponer a Eden de cualquier modo, peroella había sido firme cuando dijo que “el show debe continuar” y que no iba a permitir que un imbécil con una venganzadictara su vida o arruinara su carrera. Tuvo que admirar sudeterminación aunque le aterrorizara como el infierno

Faltaban dos días más de rodaje antes de la fiesta delanzamiento, y lo último que Swanny quería era una repeticiónde la última vez que Eden se había aventurado a salir para unevento. Pero Eden fue firme en que la grabación no seretrasaría y la fiesta de lanzamiento se llevaría a cabo según loprogramado. Se había empleado demasiado tiempo yplanificación en esta campaña, y Eden se negó a ser laresponsable de su retraso.

Joe había informado a Sam, que había transmitido lainformación al equipo de Rio, el encargado de la búsqueda delorigen de la amenaza. No es que el KGI se hubiera tomado laamenaza a Eden a la ligera, pero Sam estaba aún más decididoa localizar al hijo de puta y acabar con él. Llamó a Steele y a suequipo y les puso a trabajar junto con el equipo de Rio paraque pudieran cubrir más terreno y cavar más profundo,sacando al cabrón de debajo de las piedras.




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Y curiosamente, cuando el propio Swanny había llamado alpadre de Eden, la respuesta de Eddie no había sido la que

Swanny había esperado. No había perdido la cabeza. No sevolvió loco ni gritó que él y sus hijos estarían en el próximovuelo a París. Incluso había acordado con Swanny que, porahora, él y sus hijos debían quedarse donde estaban y noarriesgarse a dar al atacante lo que probablemente quería. Alos Sinclair juntos. Eddie había estado de acuerdo en que seríaponer a Eden en más peligro y había dejado al KGI el manejode la situación. Esa llamada aún retorcía las entrañas deSwanny, y sus sentidos estaban gritando que algo estaba

decididamente mal. Pero lo dejó a un lado, porque su atenciónse centraba no en Eddie ni en lo que demonios estuvierapensando. La única prioridad de Swanny era Eden.

Eden acababa de salir del cuarto de baño después de vestirsepara el día de grabación cuando unos golpes en la puertapusieron a todos en alerta.

Swanny inmediatamente sacó su pistola y se dirigió a la puerta,

su equipo a las seis. Miró por la mirilla, sorprendido al ver aHancock fuera, una expresión asesina en su rostro.

¿Qué coño pasaba? ¿Qué estaba haciendo aquí Hancock? ¿Y porqué? Cuando Hancock aparecía, normalmente los problemasvenían detrás de él, e inmediatamente a Swanny se le pusieronlos pelos de punta.

—Hancock —articuló a los otros.

Las miradas de “joder” abundaban, igualando su propiareacción. Hancock aporreó la puerta de nuevo y estaba claroque no se iba a ninguna parte.

Swanny levantó la mano y le indicó a Edge y Skylar quetomaran el otro lado de la puerta, mientras que Nathan y Joeestaban justo detrás de Swanny y entonces abrió la puerta.

En el instante en que Swanny abrió la puerta, Hancock estaba

en su cara, las manos agarrando la camisa de Swanny en




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puños apretados, tan rápido y furioso que Swanny no tuvotiempo de reaccionar. Su equipo inmediatamente levantó las

armas y apuntaron a Hancock y Joe ladró una orden para queHancock se retirara o le dispararían.

—¿Dónde está? —Hancock exigió, haciendo caso omiso de laamenaza de Joe.

Hancock era una mole masculina cabreada, escupiendo furia enoleadas. Antes de que el resto del equipo de Swanny pudieraseguir adelante con la amenaza de Joe o que Swanny pudierasacar su propia arma y colocarla entre ellos, la voz de Eden sehizo eco a través de la habitación.

—¿Guy? ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Y luego para estupefacción de Swanny, empujó a Swanny,interponiéndose entre los dos hombres, y echó los brazosalrededor de Hancock, abrazándole con fuerza. Másdesconcertante fue el hecho de que él le devolvió el abrazo conla misma ferocidad, su furia aparentemente reducida ahora que

Eden estaba allí frente a él.

Las miradas en los rostros de los miembros del equipo deSwanny eran una mezcla de qué coño pasa y totaldesconcierto. ¿Todo el mundo se había vuelto loco? ¿Cómodiablos Eden y Hancock siquiera se conocían, y mucho menosen términos tan íntimos?

Hancock estaba visiblemente aliviado mientras sostenía a Eden

fuertemente contra su cuerpo, y Swanny se dio cuenta que lafuria de Hancock en realidad había sido preocupación. ¿Cuál erala conexión de Hancock con Eden? Hancock era un rebelde,seguía su propio conjunto de reglas y moral. Swanny nohubiera creído que fuera capaz de sentir emociones por otrapersona.

—Me asustaste como el infierno, pastelito —Hancock dijobruscamente.




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Todos se quedaron con la boca abierta, incluso Swanny.¿Pastelito? ¿Qué mierda? Y ella le había llamado Guy. Joder,

Swanny ni siquiera sabía el nombre de pila de Hancock o siHancock era su nombre real. Sabía muy poco acerca de élademás de lo poco que había recogido de sus encontronazoscon el KGI en dos misiones.

Pero había una ternura en su expresión que nunca estuvopresente. Swanny nunca había visto al hombre aparecer otracosa excepto frío y reservado, pero era cualquier cosa menoseso con Eden. Había un sincero alivio y ternura en sus ojos

mientras abrazaba a Eden de nuevo.Los labios de Skylar se separaron, y miraba a Hancock como siun extraterrestre hubiera aparecido repentinamente. ¿Pastelito?Pronunció en silencio. ¿En serio?

Swanny estaba tan desconcertado como el resto de su equipo.Esto no era una contingencia que hubieran planeado enabsoluto. ¿Cómo iban a hacerlo? Claro, Hancock se habíapresentado y se había cruzado con el KGI en el pasado, peronunca había tenido un interés personal en ninguna de ellas. Yparecía que sin duda tenía una estrecha relación con Eden.

Un puño se apretó alrededor del cuello de Swanny cuando leasaltaron los celos y la sensación de una violación de suterritorio. Consideraba a Eden suya, y no le gustaba el hechode que otro hombre, especialmente Hancock, evidentementeestuviera en términos íntimos con ella.

Cuando Eden se apartó, Hancock la miró de arriba abajo, conlos ojos entrecerrados, como si buscara lesiones.

—¿Estás bien? —Hancock preguntó con voz suave.

El equipo del KGI estaba completamente desconcertado, y sereflejaba en todas sus expresiones. Los compañeros de Swannybajaron sus armas, pero no las guardaron en las pistoleras, ySwanny mantenía la suya en alto, en guardia constante porque

no se fiaba de Hancock en lo más mínimo.




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—Estoy bien, Guy —dijo Eden—. Han cuidado muy bien de mí.¿Por qué estás aquí? ¿Cómo lo supiste? No entiendo. ¿Has

hablado con papá o con Ryker o Raid?—Porque vi tu nombre salpicado en las noticias cuandobombardearon tu coche por una maldita RPG —Hancockgruñó—. Si te estaban cuidando tan bien, entonces ¿por quédiablos estabas en esa posición, para empezar?

—No quiero interrumpir esta dulce reunión —Joe dijosecamente, —pero ¿alguien puede decirme qué coño estápasando aquí? ¿Cómo diablos conoces a Hancock, Eden?

Ella miró con ojos asustados a Joe.

—La pregunta aquí es ¿cómo conocéis a Guy? Y ¿por qué todosle tratáis como al enemigo?

Hancock pasó un brazo alrededor de sus hombros, tirando deella a su costado, y la besó en la frente. Swanny tuvo quetragarse el gruñido que se formaba en el pecho. No le gustaba

lo que estaba pasando aquí y definitivamente no quería queHancock tocara a Eden.

Y sin embargo, de repente todo cobró sentido. En un momentosorprendente de perspicacia, Swanny recordó que ella preguntósi Hancock había hablado con su padre o hermanos, como sifuera un hecho absolutamente normal que hubiera ocurrido. Lareacción de Eddie sí que tendría sentido, y explicaría por qué nose había vuelto loco y cogido el primer vuelo a París.

Porque Eddie sabía que Hancock estaba en camino.

—Está bien, pastelito. Digamos que el KGI y yo tenemos unpasado y una relación un tanto tumultuosa.

—Eso es un eufemismo —Nathan murmuró en voz baja.

—Vamos a sentarnos. Todos vosotros—dijo Eden con vozfirme—. Me han ocultado suficiente información y no va a

continuar. Quiero saber lo que está pasando aquí.




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—No eres la única —Swanny dijo enfáticamente.

Hancock siguió a Eden a la sala de estar, Swanny y su equipo justo detrás.

Tan pronto como Hancock se sentó junto a Eden, con su manoenvolviendo la de ella de una manera tranquilizadora, miró aSwanny y a su equipo con su mirada de acero.

—Qué diablos está pasando, y lo quiero todo. Me importa unamierda cuáles sean vuestras órdenes o si esto es alguna basuraclasificada. Quiero saber exactamente cuál es la situación aquí.

—Yo misma me acabo de enterar —murmuró Eden—. Swannyme lo dijo, gracias a Dios. Mi padre y mis hermanos memantuvieron en la oscuridad. No querían que lo supiera.

Las lágrimas brotaron de sus ojos, y era todo lo que Swannypodía hacer para no retirar por la fuerza a Hancock del lado deEden y llevarla a sus brazos para consolarla. Pero por elmomento, estaba el problema muy real de que existía una

conexión entre Hancock y Eden que Swanny no entendía. Eraobvio que Hancock tenía sentimientos por ella. La pregunta era¿en calidad de qué?

Obviamente nunca habían tenido una relación sexual porqueera virgen cuando Swanny hizo el amor con ella. Pero ellatambién había mencionado una clara relación con su padre yhermanos. Había una docena de preguntas que zumbaban ensu cabeza porque nada tenía sentido en este momento.

—Te enteraste de lo de tu madre —Hancock dijo en voz baja.

Los ojos de Eden se abrieron, volviéndose aún más brillantescon un brillo de lágrimas.

—¿Lo sabías? ¿Soy la única persona que no lo sabía?

Hancock le apretó la mano.




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—Cuéntaselo —Eden dijo en voz baja—. Confío en él con mivida. Merece saberlo.

—¿Cuál es vuestra relación? —Swanny preguntó con cuidado,intentando ganar tiempo antes de entrar en detalles conHancock.

—Su familia prácticamente me adoptó —dijo Hancock,rompiendo de manera inusual su costumbre de no revelar nadaremotamente personal—. Debo mucho a su padre y a sumadre. Eden siempre ha sido como una hermana para mí. Esgracias a ellos que he sobrevivido.

Esta vez, Eden apretó la mano de Hancock y le sonrió. Luego sevolvió hacia Swanny.

—Es de la familia.

Swanny suspiró y luego relató la historia de principio a fin,incluyendo todo lo que el padre de Eden le había dicho. Eden searmó de valor, sus facciones encerradas en piedra al oír por

segunda vez acerca de los acontecimientos que se habíandesarrollado durante todos estos años y cómo están afectandoen la actualidad.

La expresión de Hancock era cada vez más fría, la ira tensandosus facciones.

—Así que tienes al resto de los equipos rastreando a este hijode puta —Hancock exigió.

Swanny asintió.

—Rio y Steele se ocupan del trabajo. Esperamos encontrar yeliminar la fuente de la amenaza lo antes posible.

—No lo bastante pronto, al parecer —dijo Hancock en una vozhelada.

—Eden es nuestra principal prioridad —dijo Swanny con la

misma frialdad.




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Hancock se levantó de repente, tirando de Eden para queestuviera junto a él y envolviéndola en otro abrazo enorme.

—Voy a darme prisa, pastelito. Al parecer hay muchas cosasque tengo que hacer. Me pondré en contacto de nuevo contigoen unos pocos días.

Mierda. Esto no era una buena señal. Hancock bien podríallevar la misión del KGI al infierno. Swanny tendría que advertira Sam lo antes posible del nuevo desarrollo y de laparticipación de Hancock en otra de las misiones del KGI. Samse iba a cabrear.

Ella devolvió el abrazo a Hancock, y él la besó en la mejilla yluego salió de la habitación, sin decir una palabra ni a Swannyni a su equipo.

—Bueno —dijo Skylar, rompiendo el incómodo silencio quehabía descendido—. Eso fue, mmm, interesante.

Eden se volvió a sentar, pero miró el reloj.

—Tenemos que salir pronto. No quiero llegar tarde y causarmás interrupciones en el rodaje. Pero me gustaría saberexactamente cómo es que conocéis a Guy. Estoycompletamente confundida.

—Nos hemos topado con él en un par de misiones —contestóJoe—. Digamos simplemente que nuestra relación es frágil en elmejor de los casos. Nunca hemos descubierto exactamentecuáles son sus motivos, pero nos ha ayudado en el pasado, ytambién nos ha puesto impedimentos. No sabemos casi nadade él. Nuestra exposición a él ha sido breve, como mucho.Tenemos un tipo de acuerdo tácito de mantenernos fuera delcamino del otro.


—¿Así que él se dedica a lo mismo que vosotros?




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Swanny miró rápidamente a Joe para silenciarle. Si Eden leconsideraba de la familia, pero no era consciente de quién y

qué era Hancock, no quería desilusionarla más de lo que yaestaba.

—Hancock dicta sus propias leyes —dijo Swanny—. No estamosseguros de lo que hace exactamente, pero creo que es segurodecir que todo es clasificado y militar.

—Oh —dijo Eden—. Eso tiene sentido. Se alistó en el ejército.Siguió los pasos de mi padre. Es sólo que rara vez le vemos, asíque pensé que lo que hacía era alto secreto. Ha estado fuera amenudo durante meses seguidos y no le he visto en dos años.

Swanny no iba a decirle por qué o dar detalles sobre lasactividades de Hancock o entrar en más detalles sobre su papelen las dos misiones del KGI. Simplemente no era necesario, yya había tratado con suficiente shock. La quería con el menorestrés posible, dadas las circunstancias, y más que eso, queríaque tuviera fe en él y en su promesa de protegerla y demantenerla a salvo.

—Deberíamos irnos —Joe anunció—. El coche está aquí. Elnuevo hotel ya está asegurado y las medidas de seguridadestán implementadas. Te registraremos con un alias yoficialmente dejarás este hotel. Con la nueva localización de lagrabación, esperamos haber sentado las bases para queparezca como si has dejado el país.

Eden se quedó perpleja por la explicación de Joe.

—Hicimos que una doble saliera visiblemente del hotel y sedirigiera al aeropuerto, con la cobertura de los paparazzi. Ellaactualmente está en un avión hacia Estados Unidos usando tunombre. El coche que te llevará al estudio tiene las lunastintadas para que nadie pueda ver el interior, y todos nosvamos a meter en uno para que no se vea sospechoso que derepente una caravana salga del edificio.





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Capítulo 29

La tensión en el estudio a las afueras de París era espesa, unaire tangible que impregnaba a cada persona que trabajaba allí.Excepto Eden. Swanny no sabía cómo lo hacía, pero ella lolograba a la perfección. Sonriendo como si no tuviera ningunapreocupación en el mundo. Jugando con la cámara. Diciendosus frases con una voz ronca, ahumada, y sexy como el infiernoque le mantuvo duro durante la mayor parte del día.

Había agentes de seguridad colocados en todo el perímetro, ySkylar y Nathan habían tomado posiciones en el tejado con susrifles de francotirador, haciendo un reconocimiento constante einformaban a Joe cada media hora.

Todos los miembros del equipo de grabación, incluyendo aldirector, para su disgusto, fueron registrados a fondo antes deser autorizados a entrar, y el equipo de Swanny había hecho un

barrido de todo el estudio mucho antes esa mañana, antes deregresar al hotel para traer a Eden.

Swanny, Joe y Edge estaban en el interior con Eden, junto alplató y fuera del alcance de la cámara, pero lo suficientementecerca como para cubrirla rápidamente si las cosas se iban a lamierda. Swanny era el que estaba situado más cerca de ella,colocándose a propósito delante de Edge y Joe para podermantener una estrecha vigilancia sobre Eden.

Incluso el director estaba inusualmente silencioso. Estaba allímite, nervioso y ansioso, y su estado de ánimo se extendiórápidamente a su equipo, que estaban casi tan ansiosos comoél.

Estaba claro que estaban aterrados, pero también habíaadmiración en los ojos del director cada vez que Eden lograbauna actuación impecable y cuando dijo que habían terminado.




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Con el tiempo, la calma de Eden se propagó al resto del equipoy, por la tarde, la tensión se había disipado y el estado de

ánimo era mucho más relajado. Ya nadie saltaba al menorruido. Era como si ella los tuviera cautivados, y, bueno, Swannysupuso que había hecho precisamente eso. Sabía que, sin duda,él no era inmune a ella. Tenía una forma de tranquilizar a losque estaban a su alrededor, y sin embargo Swanny sabía cuánasustada y disgustada estaba detrás de la fachada de calma.

Sólo le hizo admirarla aun más por ser capaz de mantener lacompostura y actuar como una presencia tranquilizadora

cuando era él y su equipo los que se suponían que tenían quehacer ese trabajo.

De vez en cuando, entre escenas, Swanny podía ver que lacalma se deslizaba un poco, y veía la fatiga y el miedo en susojos. El dolor mientras todavía estaba procesando todo lo quehabía sabido en las últimas veinticuatro horas. Y joder, la mujerpodría haber muerto. Una vez más.

Dos encuentros con la muerte en un corto período de tiempo ysin embargo era fuerte y una profesional consumada. Nuncahabía conocido a una mujer como ella. Nunca se encontró conuna igual y sabía que nunca lo haría. Nunca habría otra mujerpara él. No después de Eden. ¿Cómo podría cualquier otramujer estar a la altura? ¿Quién más podría aceptarle a él y asus defectos? Sus cicatrices, tanto externas como internas.

Ella miró hacia arriba como si sintiera su mirada, y sus ojos secalentaron inmediatamente y sonrió, el cansancio y el miedodesapareciendo como si ella atrajera el consuelo y la fuerza desu presencia. Irónico, ya que todo el mundo estabaabsorbiendo el consuelo y la paz que ella irradiaba.

—Si podemos seguir otra hora, vamos a terminar antes de loprevisto y podemos concluir hacia el mediodía de mañana —eldirector anunció. —Gran trabajo, todo el mundo. Y Eden, estásfabulosa, como siempre.

El equipo dio una ovación y Eden sonrió con su gracia habitual.




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—Estoy segura que bajo un director diferente estaríamosretrasados. Has hecho un trabajo maravilloso, Lonnie. Como

siempre. No puedo imaginarme trabajando en este proyectocon otro director.

El director se sonrojó ante los elogios de Eden y se pasó undedo alrededor del cuello como si estuviera incómodo. Eldirector brusco y cascarrabias estaba tan cautivado con Edencomo todos los demás, aunque trataba de ocultarlo con suaspereza. Ahora, sin embargo, Swanny se estaba imaginandoun gato satisfecho acurrucado contra Eden mientras le

acariciaba la cabeza mientras el director se pavoneaba y enrealidad sonrió a Eden, una sonrisa genuina.

Y lo peor de todo era que Eden había sido completamentesincera. De verdad, era condenadamente demasiado buena.Swanny le habría dicho al director que se jodiera en variasocasiones, pero Eden había tomado todo con calma y realizadolo que se esperaba de ella. Más allá de las expectativas, enopinión de Swanny. Teniendo en cuenta todo lo que había

pasado, era un maldito milagro que incluso pudiera llevarlo acabo en absoluto.

El equipo de Swanny inmediatamente se puso en marcha,preparándose para la salida de Eden hacia el nuevo hotel,donde se registraría con un nombre falso. Joe había utilizadouno de los muchos alias que el KGI poseía para ocasiones comoesta.

Antes de salir, Eden se puso una peluca negra y llevabagrandes gafas de sol polarizadas, que cubrían casi toda la partesuperior de su cara, y una bufanda alrededor del cuello y setapó la boca. También llevaba un abrigo con relleno extra por loque parecía que tenía varios kilos más, y llevaba zapato planopara hacerla parecer más baja. Le habían indicado que seencorvara un poco para solidificar la ilusión de que era másbaja y pesaba más.




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El equipo de Swanny se había vestido de manera informal, conaspecto de gente normal en lugar de los operativos que eran. A

pesar de que le ponía muy incómodo, no rodearoncompletamente a Eden, porque no querían llamar la atenciónsobre el hecho de que la estaban protegiendo.

El equipo de rodaje recibió instrucciones de permanecer dentrohasta treinta minutos después de la partida de Eden.

Joe y Nathan salieron primero para entrar en el SUV queesperaba y luego Swanny salió con Eden a su lado, Skylar yEdge siguiéndoles casualmente detrás.

Swanny estaba en alerta máxima, escaneando su entornomientras aparentaba ser casual mientras se dirigía hacia elcoche. Tenía una mano dentro de su chaqueta ligera, apoyadaen la culata de su pistola por si necesitaba actuar con rapidez.Sabía que Skylar y Edge estaban preparados de manera similary que Nathan y Joe, ya en el vehículo, ya tendrían sus armasdesenfundadas, listos para saltar a la primera señal de peligro.

Swanny metió a Eden en el asiento intermedio, Skylar fue a lapuerta opuesta mientras que Edge tomaba el asiento delantero

junto al especialista en seguridad contratado para conducir elSUV.

A Swanny no le gustaba que Edge estuviera en una posición tanvulnerable, después de lo que había ocurrido cuando suvehículo fue alcanzado con una RPG y el conductor había sidoasesinado. Si se producía un ataque similar, Edge era un blanco

abierto. Lo último que Swanny quería era perder a uncompañero de equipo. Un hermano.

Eden estaba más calmada cuando se dirigían al hotel. Estabarelajada, apoyándose en el costado de Swanny, acurrucándosecomo buscando su fuerza y calidez. Sin preocuparse de lo quepensaran sus compañeros de equipo, envolvió su brazoalrededor de ella, acercándola más a su cuerpo. Eden apoyó lacabeza en su hombro y dejó escapar un suspiro.




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—Un día más de rodaje y luego la fiesta de lanzamiento yterminaremos con esto —dijo ella, el alivio evidente en su voz—

. No voy a mentir. Estoy lista para que esto termine. Me damiedo que tú y tu equipo estéis en la línea de fuego. Nunca melo perdonaría si uno de ellos, o tú, resultarais heridos o muertospor mi causa.

Swanny frunció el ceño porque sonaba como si estuviera listapara terminar con todo. Incluido él.

De repente fue golpeado con un furioso caso de nervios. Podíasentir sus palmas volviéndose húmedas. ¿Y si ella no sentía lomismo por él como él por ella? ¿Qué pasa si cuando estohubiera terminado, ella seguía adelante, dejándole atrás, sólocon el recuerdo de ser su primer amante en su cabeza?

Trató de bloquear sus dudas y centrarse en lo positivo yesperar lo mejor. Le aterraba poner su corazón en riesgo.Abrirse a ella por completo y ser muy sincero en laconversación que planeaba con ella.

Su cabeza le decía que era un idiota incluso al considerar queuna mujer como ella tuviera algún interés en ver más allá deltiempo que pasaron protegiéndola, pero su corazón se aferrabaa la tenue esperanza de que, para ella, fuera más que suguardaespaldas.

¿Qué pasaba si le disparaban?

Deseaba poder ser más seguro. Pero sus demonios no se irían.

Sus sueños aún estaban atormentados por su tiempo encautiverio, a pesar de que se había dado cuenta que, cuandoEden dormía con él, ahuyentaba esos demonios, calmando subestia interior y suavizando el dolor del pasado.

Pero tenía recordatorios visibles de su cautiverio. ¿Podría unamujer como Eden mirar más allá de esos signos visibles? ¿Ensu carrera, donde la belleza y la elegancia era una parte de suvida diaria? No podía imaginarla queriendo ir con él a un evento

agarrada de su brazo.




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Capítulo 30

Eden soltó un audible suspiro de alivio una vez que Swanny yparte de su equipo entraron en su habitación y recorrieron elinterior, mientras que Edge y Skylar permanecían en el pasillocon ella, flanqueándola de forma protectora y atentos acualquier señal de alguna persona en el pasillo.

Habían reservado toda la planta de habitaciones, así que serían

los únicos ocupantes, y el hotel habían puesto un bloqueo en elascensor para que nadie se detuviera en su planta. Pero lasescaleras presentaban un problema, ya que no podíanbloquearlas en caso de que necesitaran salir rápidamente, ymalditamente seguro que necesitaban más de una opción deescape.

Ahora todo el mundo se había ido, excepto Swanny, y ella sedejó caer en el sofá, sólo queriendo a Swanny junto a ella, con

los brazos a su alrededor.—¿Quieres desnudarte y ponerte ropa más cómoda? —preguntóSwanny antes de que se sentara a su lado. Se quedó de pie

justo delante de ella, como si estuviera esperando a ver lo queella quería antes de que decidiera dónde colocarse.

—Solo si vienes a la cama conmigo y me abrazas —dijo ella,observando su reacción.

Le molestaba que todavía fuera tan insegura de sí misma, omás bien de él. No estaba acostumbrada a ser cualquier cosaexcepto segura en su vida y su carrera. Pero esto era algo quenunca había conocido antes.

Había perdido por completo su corazón por Swanny y no teníani idea si él correspondía a sus sentimientos. Sabía que sepreocupaba por ella. Sin ninguna duda. Pero cuando todo estoterminara, ¿él simplemente pasaría a la siguiente misión y ella




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volvería a su vida y a su carrera como si jamás hubierandisfrutado de una unión tan estrecha?

La expresión de Swanny se suavizó de inmediato y un brillocálido entró en sus ojos mientras la miraba con ternura. Letendió la mano para ayudarla a ponerse de pie y luego la llevóa sus brazos.

—Te abrazaré toda la noche, cariño. Pero primero hay algo quequiero darte y entonces... —él vaciló brevemente, laincertidumbre destellando en sus ojos dándole un aspecto casivulnerable. Dejó escapar el aliento cuando la separó un poco desu abrazo—. Después, me gustaría que nos acostáramos,porque hay algo que quiero hablar contigo.

Él dejó escapar lo último, como si le hubiera llevado un instantearmarse de valor y decirlo antes de cambiar de opinión.

Ella le miró con curiosidad, un repentino ataque de nervios hizoque diera un vuelco el estómago. ¿Iba a decirle que habíanterminado? ¿Que había cometido un error al hacer el amor con

ella? ¿Cómo era el dicho? Algo así como las mujeres son másemotivas cuando se trataba de sexo y cómo sobreentiendenmucho más en el acto que un hombre? ¿Se había preparadopara una caída monumental?

Algo de su pánico debía haberse mostrado en la cara porqueSwanny, inmediatamente, pareció arrepentido y la atrajo a susbrazos.

—Lo lamento, Eden. Eso probablemente sonó mal. No soy muybueno con las palabras, así que me comportaré como unhombre y admitiré que estoy nervioso como el infierno. Pero noes nada malo. Dios, de todos modos espero que no.

Algo en su voz inmediatamente calmó la tensión que habíaanudado las entrañas de Eden. Podía oír el nerviosismo en suvoz, ver la misma tensión que había sentido en sus facciones.La hacía querer consolarle en vez de buscar el consuelo de su

propio ataque de nervios.




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—¿De qué quieres hablar? —preguntó ella, decidiendo dar elpaso. Como un vendaje. Quitarlo rápida y limpiamente.

En lugar de responderla, la cogió de la mano y tiró de ella haciael dormitorio. Cuando estuvieron de pie junto a la cama, metióla mano en el bolsillo y sacó una cadena plateada. Al principiono estaba del todo segura de lo que era hasta que la sostuvoen alto.

Era una delicada gargantilla con un colgante en forma decorazón que brillaba y atrapaba la poca luz de las lámparas. Elpulso de Eden se aceleró. Estaba encantada con el regalo, perovio la inseguridad en la expresión de Swanny y su corazón seablandó de inmediato.

—Me gustaría que lo usaras —dijo él con brusquedad—. Sé queno puedes usarlo todo el tiempo, como en tus grabaciones o enla fiesta de lanzamiento. Pero entre medias y sobre todo si noestás conmigo, me gustaría que la usaras.

Había una nota extraña en su voz. Ella ladeó la cabeza hacia un

lado, estudiándole por un momento. Luego dejó a un lado esarareza y decidió que simplemente estaba nervioso por si no lafuera a gustar algo tan sencillo. Él probablemente pensaba quenada más que las joyas más caras adornarían su cuerpo.

Aunque no le gustara su regalo, y sin duda no era el caso, ni enun millón de años le hubiera disgustado al rechazar algo tanprecioso.

Con reverencia, la cogió en sus manos, deslizándola concuidado de los dedos de Swanny.

—Me encanta —dijo ella, formándose un nudo en la garganta.

—¿En serio?

Ella juró que podía ver el sudor en su frente.

La alargó hacia él y luego se volvió cuando él se la quitó.




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—¿Me la abrochas? —me preguntó.

Swanny hurgó detrás de su cuello, y Eden sonrió cuando élmurmuró una maldición. Por fin la abrochó y ella se dio lavuelta, caminando a sus brazos, abrazándole con fuerza.

—Gracias —dijo ella—. Realmente me encanta.

Él le devolvió el abrazo y luego la levantó la cabeza sujetándolapor la barbilla y su boca cubrió la suya. El calor dejó un rastropor la espalda y se estremeció como si tuviera frío en reacciónal placer que irradiaba en oleadas sobre su piel como el más

suave de los susurros.

Ella se apartó, jadeando ligeramente, el deseo una presenciafuerte y constante. La pesaba, llenándola de necesidad, unanecesidad desesperada.

—Si vamos a discutir algo, entonces sugiero que lo hablemosantes de que nos desviemos con otros asuntos totalmentedistintos —dijo ella jadeante.

Una vez más, vio la vulnerabilidad llenar los ojos de Swanny,dándola una visión clara de la cruda emoción que notaba. Hacíaque tuviera ganas de abrazarle y decirle que todo iba a estarbien. Pero, ¿cómo podría hacerlo cuando no tenía ni idea dequé era lo que tenía en su cabeza?

Después de la última bomba que él había dejado caer sobreella, sería una tonta al pensar que lo que fuera seríainsignificante.

—Desnúdate para acosarte y estar cómoda. Dame un minutopara lavarme y cambiarme. Entonces nos acostaremos yhablaremos.

Eden juró que él lo estaba retrasando, casi como si todavíaestuviera reuniendo coraje para abordar cualquier tema quetuviera en su cabeza. Sólo la ponía más nerviosa, y queríasoltar que él debería decírselo ahora porque la espera la estaba

matando.




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Pero también reconoció que lo que fuera, él necesitaba unmomento para ordenar sus pensamientos. Por él, podría

esperar porque no quería que se sintiera incómodo con ella. Nocuando estaba tan a gusto con él. No había nada que sintieraque no pudiera decirle, y quería que él sintiera lo mismo porella.

—De acuerdo —contestó ella en voz baja—. Sólo me llevará unmomento, pero tómate el tiempo que necesites. Estaré en lacama esperando.

Los ojos de Swanny mostraron su alivio y se volvióbruscamente, en dirección al cuarto de baño. Un momentodespués ella oyó cómo se abría la ducha. Se quitó la ropa yeligió un cómodo pijama de seda. Ciertamente tenía opcionesmás atractivas para usar, pero no quería distraer a Swanny delo que quisiera discutir. El deseo entre ellos había sido unafuerza tangible en la habitación, pero también habíacomprendido la importancia de lo que fuera que quisiera hablarcon ella, por lo que sacó los pensamientos de hacer el amor de

su cabeza y se preparó mentalmente para lo que la esperaba.Esperando lo mejor, respiró profundamente y se metió en lacama, tirando de las sábanas hasta cubrirse modestamente, yesperó a que Swanny volviera.

No tuvo que esperar mucho. Ni siquiera habían pasado cincominutos antes de que Swanny regresara, llevando un bóxer yuna camiseta ceñida, que la hizo babear por su musculosofísico. Swanny se detuvo en el borde de la cama, la inseguridaduna vez más llenaba sus ojos.

Tomando la iniciativa, ella retiró las mantas y palmeó el espacioa su lado.

—Puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa, Swanny —dijoella en voz baja—. No quiero que te sientas como si tuvierasque ocultar algo. No de mí. Nunca de mí. Me siento más cercade ti de lo que nunca me he sentido con nadie más en mi vida,

aparte de mi padre y mis hermanos.




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Las facciones de Swanny se relajaron y se metió en la cama junto a ella y se colocó de costado frente a ella, apoyando la

cabeza en la mano, el codo sobre la almohada. Jugueteó conlas sábanas un instante, su mirada baja, pero finalmentepareció armarse de valor y la levantó para encontrarse con lade ella.

Ella esperó pacientemente en silencio, sin querer presionar.Sentía que esto era algo enorme. Al menos para él. Pero aunasí, no pudo impedir los diminutos zarcillos de temor que seenvolvieron alrededor de su corazón.

—Sé que no soy lo suficientemente bueno para ti —dijo él conbrusquedad.

Ella abrió la boca para expresar una negación inmediata, peroél llevó un dedo a sus labios suavemente.

—Déjame terminar —continuó él en voz baja—. Hay muchascosas que quiero decir y tengo que sacar todo antes de que meraje completamente.

Ella rápidamente cerró la boca, con el corazón dolorido por lavulnerabilidad de su voz.

—Supongo que quiero saber hacia dónde va esto —dijo él convoz entrecortada—. Tú y yo, quiero decir. Tienes que saber quetengo sentimientos por ti, Eden —Se detuvo y sacudió lacabeza—. Eso no es exacto. Estoy enamorado de ti. Total yabsolutamente enamorado de ti. No hay duda en mi cabeza

acerca de lo que siento por ti. Y necesito saber si tienessentimientos por mí. Cuando esto termine, tengo que saberdónde nos deja. No eres sólo un trabajo para mí. Nunca loserás. Y no quiero, cuando todo esto haya terminado, quevayamos por caminos separados y pretender que nocompartimos una conexión tan profunda, y supongo que lo queestoy preguntando es si sientes la misma conexión o si se tratade algo solo por mi parte.




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Se quedó en silencio, la ansiedad agudizándose en su mirada.El corazón de Eden estaba a punto de explotar. Él había

descubierto su corazón ante ella. El coraje que tuvo quenecesitar con sus inseguridades por no ser lo suficientementebueno para ella, por no encajar en su mundo, sus cicatrices,tanto internas como externas. Dios, no podía comprendersemejante coraje cuando ni siquiera había tenido el valor dedecirle lo que sentía por él. De repente, se sintió avergonzadade que hubiera tenido que ser él quien sacara el tema. Que nohubiera tenido su valor y le hubiera forzado a una posición tanvulnerable. Ojalá hubiera tenido tanta valentía como él. Si

hubiera estado dispuesta a enfrentarse a sus propios miedos, élnunca se habría visto en esta posición, colocando su corazón ysu alma en sus manos cuando él no tenía ni idea de si seenfrentaba al rechazo.

Las lágrimas ardían en sus ojos y no hizo ningún esfuerzo porsecarlas. Se deslizaron silenciosamente por sus mejillas y porun instante, simplemente no pudo respirar. No podía decir niuna palabra. Su garganta estaba atascada por la emoción, su

pecho pesado. Justo después de la cruda emoción llegó elabrumador alivio. No la estaba dejando. Dios, acababa de decirque la amaba. Lo que más deseaba. Lo que no había tenido elvalor de decirle primero.

Todavía no podía encontrar las palabras que llenaban sucorazón, su mente, su misma alma, así que hizo lo único quefue capaz de hacer. Le echó los brazos al cuello, tirándole deespaldas. Y entonces le besó. Fuerte, acalorada, derramando en

su beso hasta la última gota de lo que no podía llegar a decir.Sus lágrimas se derramaban sobre la piel de Swanny. Podíasaborearlas, saladas y cálidas en sus lenguas, mientras Swannyla devolvía el beso en igual medida. Le enmarcó el rostro conlas manos, acariciando suavemente el lado lleno de cicatrices, yluego besó la comisura de la boca, la que estaba cerca de lacicatriz y afectaba la capacidad de ese lado para inclinarsehacia arriba, y luego siguió el trayecto de la cicatriz que

terminaba en la mejilla, cerca de la esquina del ojo.




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—También te amo —contestó ella entrecortadamente,finalmente capaz de hablar por el enorme nudo que tenía en la

garganta—. Te amo tanto, Swanny. Lamento no habértelo dichoantes. Supongo que los dos estábamos asustados. Sientomucho haberte puesto en esta posición cuando debería habersido yo la que fuera honesta contigo en cuanto supe que estabaenamorada de ti.

—Oh Dios —susurró él—. Gracias a Dios. Tenía tanto miedo,Eden. No tienes ni idea. Nunca me lo he jugado todo de estamanera. Nunca pensé que lo haría. Estaba aterrorizado. Me ha

llevado días reunir el valor para decirte todo lo que hay en micorazón. Sé que no soy lo suficientemente bueno para ti, peroDios, te deseo. Te quiero. No quiero estar sin ti. Jamás.

Ella gruñó en respuesta, sus ojos se estrecharon mientras laslágrimas se detuvieron y le miró con toda la ferocidad quepudo, dada la magnitud emocional del momento.

—Juro por Dios, Swanny, que si oigo las palabras "No soy losuficientemente bueno para ti” una vez más, voy aestrangularte. Esa es la cosa más ridícula y absurda que heoído en toda mi vida. ¿No eres lo suficientemente bueno paramí? ¿Qué demonios se supone que significa eso?

Eden resopló por la indignación, y él sonrió. Luego se echó areír, el sonido ligero y despreocupado, como si hubiera tardadoaños en hacerlo. Se relajó debajo de ella, la alegríaextendiéndose sobre sus facciones, calentando sus ojos. Nuncahabía sido más hermoso para ella que en este momento.Tumbado debajo de ella tan feliz y en paz. Como si hubieraeliminado de un plumazo cada uno de sus demonios. Se diocuenta entonces del poder que tenía sobre él, y no le hacíasentirse bien en absoluto. Quería que los dos fueran iguales. Noquería el poder de hacerle daño, nunca. Pero también se dabacuenta ahora que ambos tenían el poder de hacerse dañoporque estaban demasiado entrelazados, demasiadoconectados. Hasta el alma.




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Almas gemelas.

Puede sonar cursi como el infierno. Algo de un libro o de unapelícula. Pero encaja. Porque estaba convencida que Swannyera el único hombre para ella. Nunca habría otro después de él.¿Cómo podría haberlo?

—Prométeme que nunca lo dirás otra vez —exclamó ella,poniendo un tono más serio, más calmado—. Solamente yo voya decidir quién es lo suficientemente bueno para mí, y yo digoque eres perfecto para mí. Disculpa mi lenguaje, pero meimporta una jodida mierda lo que piensen los demás. Y si creesque voy a ocultar mi relación contigo o rechazar que me veanen público contigo, entonces voy a patearte el culo de unextremo a otro de esta habitación.

Él se echó a reír otra vez y luego la llevó con fuerza a susbrazos, abrazándola a su duro cuerpo. La dio un beso en el peloy luego inhaló, apretándola con más fuerza hasta que ellaapenas podía respirar. Y sin embargo, a ella no le importaba.Estaba encerrada contra él, donde pertenecía. Nunca se habíasentido más segura y más a salvo que aquí en este momento,con él envuelto firmemente a su alrededor, una barrera para elresto del mundo donde el peligro acechaba y alguien laacosaba, esperando y observando una oportunidad para hacerladaño.

—Supongo que esto significa que somos un equipo, entonces —dijo él, con una sonrisa evidente en su voz.

—Por supuesto que sí. Sé que tenemos que solucionar algunascosas. Principalmente nuestra vida profesional. Pero, por ahora,voy a votar por posponer esa conversación a un segundo planoy centrarnos en el aquí y ahora y el hecho de que lo que másdeseo es que me hagas el amor.

—Que nunca se diga que niego nada a mi señora —él contestócon descaro, tirando juguetonamente de su pelo.




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—Me gusta tu actitud —dijo ella con una voz descarada,igualando su propia alegría.

Dios, la encantaba esto. Que pudiera ser ella misma. Laverdadera Eden Sinclair. Sin cámaras. Sin tener que actuar. Singlamour ni maquillaje. Sin ropa de lujo. No la supermodelo queveía el resto del mundo. Con Swanny, no era más que Eden.Una mujer con necesidades como cualquier otra mujer en elmundo. Normal. Y ella había encontrado la perfección. La

perfección absoluta. ¿Qué más podía pedir?

Swanny se dio la vuelta de repente, invirtiendo sus posicionespor lo que ella quedó debajo de él. La miró fijamente, con losojos brillantes de deseo fundido.

—Entonces te gustará esto mucho más —dijo él, mientrasllevaba su boca a la de ella.

Oh sí. Le gustaba mucho más ahora que la estaba besando.Sellando su amor con algo más que palabras. Él estabacumpliendo la promesa de tal forma que la palabra implicaba su

cuerpo. Su lengua. Sus manos suaves mientras acariciaban lalongitud de su cuerpo.

Él parecía impaciente con su pijama. Deslizando las manosdebajo de la parte de arriba, como si estuviera desesperado porla sensación de su piel. Ella se arqueó como un gato con cadatoque, ronroneando su deleite mientras se lo subía más arriba,hasta que finalmente le pidió que levantara los brazos para quepudiera tirar apresuradamente de la tela fuera de su cuerpo

para siempre.

De buena gana, ella obedeció, y luego él continuó con la parteinferior, empujándola hacia abajo en cuestión de segundos,tirando de ella desde los tobillos antes de enviarla en ladirección opuesta donde había aterrizado la superior.

Luego se rió suavemente mientras miraba su cuerpocompletamente desnudo desde su posición de rodillas a sus

pies.




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—Has hecho trampa —él la acusó—. Me has engañado, loplaneaste. ¿Sin ropa interior? Qué atrevida, dulce, inocente

Eden. Puedes tener la cara y el corazón de un ángel, perotienes el alma de una malvada seductora. Juro por Dios queserás mi muerte.

Ella se limitó a sonreír, luego arqueó su cuerpo de formatentadora.

—¿Sólo te vas a sentar ahí y enumerar todos mis defectos orealmente vas a hacer algo conmigo ahora que me tienesdesnuda y en la cama? —ella miró fijamente a su cuerpotodavía vestido—. Me parece que tienes que hacer un montónde cosas para ponerte al día.

—Seguro como el infierno que puedo arreglar eso —élmurmuró, empezando a quitarse la camiseta, sus músculosondulando con el esfuerzo.

Eden contuvo la respiración cuando sus manos cayeroninmediatamente a su bóxer. Su polla estaba asomando por

encima de la tela y si se movía un centímetro en cualquierdirección, su erección saltaría libre a través de la abertura en laingle.

Swanny se inclinó y ella suspiró ante la belleza de su físicomasculino mientras se recostaba en la cama para poderquitarse la ropa interior y tirarla a un lado. Ella no habíamentido ni le había acosado con elogios poco sinceros. Él eraabsolutamente hermoso para ella.

Sí, cicatrices cruzaban su cuerpo. Sus captores no habíandejado ninguna zona intacta cuando vivió en el infierno. Peropara ella eran un testimonio de su honor, de su voluntad devivir a pesar de las imposibles situaciones. Que no habían sidocapaces de romperle. ¿Cuántos hombres podrían decir lomismo? ¿Cuántos hombres podrían incluso sobrevivir, y muchomenos sobrevivir con su cordura intacta? Y, sin embargo, siguióadelante, todavía con un trabajo que ponía su vida en juego en

cada misión a la que acudía con su equipo.




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Un título de una película flotaba en su cabeza, era una tontería,pero estaba tan absorta en estudiarle y en sus pensamientos,

su admiración, que no podía dejar de pensar en las palabrasMás allá del valor . Le iba bien, y a todos sus compañeros deequipo, a la perfección. Pero especialmente a Swanny. Suhombre. El hombre que amaba y Dios, ¡él la amaba también!

Era como si sólo se quedara con que correspondiera a sussentimientos. Su amor. Una ráfaga vertiginosa invadió susvenas, haciéndola audaz y sacándola de su examen de suhermoso cuerpo. Se levantó, acercándose a él, poniéndose de

rodillas para que él quedara de costado, con los pies en el suelodonde sólo unos momentos antes había dejado su bóxer. Leenmarcó la cara, tirando de él para encontrarse con su beso.

Caliente, exuberante, le besó con salvaje abandono que nuncahubiera creído ser capaz de hacer. Vertió en su beso cadagramo de emoción, la profundidad de su amor.

Swanny envolvió los brazos alrededor de ella y cayó con ella, suespalda aterrizando con un golpe en el suave colchón, con laboca todavía fusionada con la de ella. Eden dejó escapar unsuave gemido cuando él deslizó su boca hacia abajo desde lalínea de su mandíbula hasta la oreja, donde lamió y jugueteócon el lóbulo antes de chuparlo firmemente entre los dientes.

El rítmico movimiento de succión sólo aumentó su anticipaciónpara cuando le hiciera lo mismo a sus pechos. Y a su clítoris. Unescalofrío en todo su cuerpo la recorrió al recordar su bocasobre su piel más sensible, lo expertamente que la habíallevado a un éxtasis alucinante.

Guau, se estaba adelantando mucho aquí. Disfruta el momento,Eden. Saborea cada segundo. No dejes que se acabedemasiado rápido. Esta era una noche que nunca olvidaríadurante el tiempo que viviera. La noche que Swanny le dijo quela amaba y luego la demostró su amor de la manera mástangible que un hombre puede mostrar sus sentimientos a sumujer.




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—¿Estás conmigo? —Swanny preguntó bruscamente, con lacabeza justo por encima de la suya mientras la miraba a los

ojos.Eden maldijo por dejarse llevar tanto por su reflexión interna,porque ahora Swanny tenía una mirada de duda, como si lepreocupara no estar complaciéndola. Que se había alejado delaquí y ahora.

Ella alargó la mano para tocar su mejilla con cicatrices ysuavemente la acarició.

—Estaba saboreando el momento y pensando que nuncaolvidaré esta noche mientras viva, porque es la noche en queme dijiste que me amabas y ahora estamos haciendo el amor.Así que sí, estoy contigo. Junto a ti. Nunca sin ti. Aun cuandono estés aquí mismo, a mi lado... En las sesiones de fotos,cuando tenemos que estar separados, aunque sepa que estás auna corta distancia, todavía estoy pensando en ti. Deseandoque me toques. Simplemente sosteniendo mi mano oenvolviendo tu brazo a mi alrededor. ¿Todas esas miradassensuales y sexys que tuve que dar a la cámara? Eran todaspara ti. Me imaginaba que me hacías el amor, que te invitaba ahacer el amor conmigo, y envié cada emoción que sentía por tien lo que la cámara capturó.

—Jesús, Eden —murmuró él, justo antes de que su boca cayerasobre ella otra vez.

Cuando volvió a tomar aire y ambos estaban jadeando llevando

respiraciones enormes a sus pulmones que se morían dehambre, él la miró, sus ojos clavados fijamente en los de ella.

—No puedes saber lo que eso significa para mí. No puedessaberlo porque no hay manera de que pueda expresar conpalabras lo que significa. No hay suficientes palabras encualquier idioma para describir lo que significas para mí.

—Simplemente muéstramelo —dijo ella con sencillez—.

Nuestros cuerpos se comunican mucho mejor sin palabras.




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Sin responder, él bajó la cabeza hacia sus pechos y chasqueó lalengua, torturando un pezón y tensándolo. Rodeó el borde

arrugado, dejando un rastro húmedo y caliente antes demordisquearlo muy suavemente.

Ella se arqueó hacia arriba, jadeando de placer entre sus labios.Su cuerpo ondulaba, codicioso, con ganas de más, pero él norespondió a sus silenciosas demandas. Pacientemente, torturó ydio placer a un pecho antes de que finalmente pasara al otropara darle un trato igual. Eden era un desastre retorciéndose,casi volviéndose loca con el deseo de que la tomara. De que la

poseyera. De que fuera suya. Cimentar la declaración de suamor con la unión de sus cuerpos.

La besó suavemente entre sus pechos y luego besó una líneahasta el ombligo, donde lo rodeó torturándolo con su lenguaantes de bajar aún más y más todavía.

Eden siempre tuvo cuidado en mantener depilada la zona delbikini con cera. A menudo modelaba trajes de baño o ropainterior. Siempre lo había considerado como parte de su trabajoy nunca se había preocupado de cuidarlo cuando se trataba deun hombre. Pero ahora se alegró de que estuviera claramenterecortado cuando Swanny acarició la suave mata de rizos queformaba un triángulo pequeño en la ingle.

Con suaves dedos, separó sus pliegues y luego pasó la lenguadesde su entrada todo el camino hasta el clítoris. Ella casi secorrió en el acto.

—¡Swanny! —ella jadeó—. Tienes que parar. Me voy a correr yte quiero conmigo. Sobre todo esta noche. Tiene que ser juntosesta noche.

Él levantó la cabeza, sus ojos llenos de tanta calidez ycomprensión.

—Nos correremos juntos, cariño. Te lo garantizo. Sólo quieroasegurarme de que estás conmigo y completamente preparada

para mí.




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—Estoy lista.

Las palabras fueron casi un gemido. Su cuerpo estaba tenso,aparentemente tirando en direcciones opuestas cuando latensión aumentaba, el orgasmo y la inflamación iba creciendohasta que se sintió completamente fuera de control.

Como si sintiera que estaba colgado justo al límite, Swanny selevantó sobre ella, su gran cuerpo cubriéndola, su abrasadorcalor contra su piel. Separó sus muslos y luego deslizó susmanos hacia abajo, metiéndolas entre su cuerpo y el colchónpara poder tocarle el trasero, levantándola mientras empujabadentro de ella.

El ángulo en que la sostenía hizo posible que se deslizara hastael fondo en ella. Ambos dejaron escapar sonidos estranguladosy se dio cuenta de que estaba tan peligrosamente cerca decorrerse como ella.

Eden deslizó las manos por sus brazos musculosos hasta susanchos hombros y luego acarició y recorrió su espalda mientras

yacía sobre ella, su cara tensa mientras se mantenía aún en suinterior.

—Está bien, Swanny —susurró ella—. Estoy ahí. No tereprimas. No te preocupes de que no sea perfecto. Laperfección no está marcada por el tiempo o por la duración deun momento especial. Está marcada por el esfuerzo realizado.Llevarnos a los dos más allá. Estoy lista.

Él dejó escapar un gemido y luego bajó la cabeza para que susfrentes se tocaran, sus bocas a meros centímetros de distancia,sus respiraciones mezclándose. Había algo decididamenteíntimo acerca de estar allí. El gesto era cálido y afectuoso ydecía muchas más palabras de las que se podría pronunciaralguna vez.

—¿Estás lista? —la susurró él, adoptando el mismo tono queella.




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—Sí —susurró ella, sus pestañas revoloteando cuando susmiradas se encontraron estando a tan corta distancia.

Swanny se movió, se retiró y luego empujó hacia adelante.Profundo. Duro. Como el hierro recubierto de terciopelo. Larespiración de Eden se hizo más difícil y sus dedos se clavaronen sus hombros, anclándose por la tormenta inminente. Cerrólos ojos y se entregó a la atracción magnética de la liberaciónfinal.

Cada vez que él empujaba hacia delante, golpeaba justo en ellugar justo en el interior y exterior. Su clítoris estabatensándose y cada roce de su ingle sobre la carne hipersensibleera como experimentar una descarga eléctrica.

—Por favor —ella suplicó.

—Nunca tienes que rogar —Swanny prometió—. Pondría elmundo a tus pies si quisieras. Siempre será tuya cualquier cosaque esté en mi poder para darte.

La besó, sellando su juramento, su cuerpo moviéndoseacaloradamente sobre el de ella. Las piernas enredadas, loscorazones entrelazados, ambos subieron y cayeron al mismotiempo, cayendo en espiral hacia el vórtice de éxtasisvertiginoso. Eden sólo era consciente de Swanny. Swanny quela amaba. Swanny que la protegería con su vida.

Se acomodó sobre ella como la más cálida de las mantas, elpecho agitado, una coincidencia exacta con la suya. Ella

envolvió sus brazos y piernas a su alrededor, lo cual provocóque su sello, su reclamo, de este espécimen hermoso pordentro y por fuera de un delicioso macho alfa.

Nadie podría estar más satisfecho o feliz de lo que ella era enestos momentos. No había ningún sentimiento en el mundo quecoincidiera con esta sensación de realización. El futuro parecíatan increíblemente brillante. Nada era imposible. Ella y Swannyencontrarían una manera de estar juntos. Era una promesa que

se hizo a sí misma, que tenía toda la intención de cumplir.




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quitar una gran cantidad de presión sobre Eden mientras secalma un poco.

—Lo haré —dijo Steele—. Te lo haremos saber si descubrimosalgo y entonces saldremos y regresaremos a casa a menos quenos necesites para algo más.

—Las cosas están tranquilas en este momento —respondióSam—. Todo lo que tenemos en este momento es la protecciónde Eden, pero te haré saber si las cosas cambian. Sé que estásansioso por volver con Maren y Olivia.

Hubo una pausa antes de que Steele respondiera conbrusquedad.

—Sí, lo estoy. Pero vamos a hacer el trabajo e informaremos decualquier cosa que encontremos.

Sam desconectó y luego respiró profundamente. JodidoHancock. A veces parecía que no podían moverse sin tropezarcon él. Siempre aparecía de la nada y nunca se sabía de qué

lado estaba, a pesar del hecho de que había salvado a Maren,la esposa de Steele, con gran riesgo para sí mismo.

Sacudió la cabeza. ¿Quién se iba a imaginar que Hancock teníalazos humanos reales con alguien? Él era más máquina quehombre. La noticia de que consideraba a Eden y a su padre yhermanos como familia había sido una sorpresa porqueHancock era sin duda un lobo solitario. Siempre iba por supropio camino y no respondía ante nadie. Sin duda, era

impredecible. Alguien del que Sam siempre desconfiaba, sinimportar las circunstancias.

Por lo que a él respecta, no se fiaba de Hancock, sin importarque en realidad en el pasado fuera útil a la causa del KGI. YSam no se engañaba lo suficiente como para pensar queHancock ayudaba por la bondad de su corazón. El hombresiempre tenía sus razones para cada movimiento que hacía.




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Con un movimiento de cabeza, llamó a Joe y le retransmitió lasnoticias. Después de escuchar a Joe murmurar las mismas

maldiciones que Sam había pronunciado al recibir lainformación, colgó, con Sam diciendo la advertencia de que sibien podrían relajarse, no debían relajarse completamente ydeberían tratar la situación como si existiera la amenaza paraEden.

Solamente les quedaba un breve tiempo antes de que Edenterminara y regresara a casa. En ese momento, el KGI podíadejar la misión, recoger su cheque y anotar otra misión exitosa

en los libros.




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reprender a Swanny y decirle que llevara el culo de vuelta alvestíbulo, pero era el servicio de limpieza empujando su carrito

al interior.Sonriendo, Eden entró en la sala de estar.

—No necesito nada. De hecho, estoy a punto de salir. Siquieres dame cinco minutos y luego vuelves.

Incluso mientras lo decía, un hormigueo se deslizó por suespalda porque recordaba que Joe había dispuesto para ellos notener servicio de habitaciones durante su estancia. Swanny

siempre recogía la ropa de cama, toallas y otras cosasdirectamente en recepción. Por lo demás, no se permitía anadie en su planta.

Pero tal vez ahora que la amenaza ya no existía habían relajadosus restricciones. Tendría que preguntarle a Swanny al respectocuando le encontrara en la planta baja.

—Ningún problema, señorita —dijo la doncella con una voz con

fuerte acento—. Dejaré toallas limpias, y le arreglaré lahabitación para que todo esté perfecto cuando vuelva, ¿sí?

Mientras la doncella hablaba, cerró la distancia entre ella yEden, con una cálida sonrisa en su rostro. Tenía la piel másoscura, pero Eden no podía localizar el acento. Sonaba máscentroamericano que mexicano. Definitivamente no era francés,pero es que llegaban muchos inmigrantes a Francia de todaspartes del mundo y aceptaban puestos de trabajo en hoteles y

restaurantes.—Está bien —Eden dijo débilmente.

Comenzó a rodear a la doncella para recoger su bolso ydirigirse hacia el ascensor cuando de repente la mujer se moviócon una velocidad que asombró a Eden. Entonces Eden sintióun pinchazo en el brazo y miró horrorizada a la mujer justoantes de que la sala medio se desenfocara a su alrededor y sehiciera borrosa.




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Abrió la boca para pedir ayuda pero se encontró incapaz dedecir nada en absoluto, y mucho menos gritar.

La doncella la agarró del brazo y apretó el cañón de una pistolaen su costado, su expresión amenazante mientras sedesdibujaba y aparecía borrosa en la visión de Eden. Dios, teníaque recomponerse. Superar los efectos de la droga. Esta vezsólo podía confiar en sí misma para salir del apuro. Y no habíamanera en el infierno que defraudara a Swanny.

—Ahora escúchame —dijo la doncella, desaparecido todo rastrode su acento—. Vas a venir conmigo y vamos a salir por laentrada de mantenimiento lateral y si haces un movimiento enfalso, si haces un solo sonido, te mataré dónde estés. Asiente sientiendes.

Eden necesitó un esfuerzo considerable asentir. Las drogas lahabían atontado lo suficiente, pero el terror la tenía paralizada.

Tropezó mientras la doncella empezó a avanzar, su agarredolorosamente fuerte en el brazo de Eden y la pistola clavada

en su costado, con toda seguridad sacando moratones en lapiel.

La doncella prácticamente la arrastró hacia el ascensor y luegopulsó el botón para el sótano, un nivel por debajo del vestíbulo,que estaba restringido a sólo los empleados. La doncella insertóuna tarjeta que la identificaba como empleada del hotel y elascensor descendió al nivel del sótano.

Para horror absoluto de Eden, cuando la criada tiró de elladesde el ascensor, casi se tropezó con el cuerpo de otradoncella. Tenía una obvia herida de bala en la frente, entre losojos, y la cabeza de la mujer colgaba hacia un lado, con losojos abiertos y vidriosos por la muerte.

El estómago de Eden se revolvió y el mundo se volvió aún másborroso a su alrededor, las drogas dejándola incapaz de hacerotra cosa que ser conducida dócilmente hacia la salida. La

doncella abrió la puerta, revisó rápidamente el callejón y luego




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empujó a Eden al asiento trasero de un pequeño Peugeot. Seinclinó sobre Eden y rápidamente la cubrió la boca con cinta y

luego la colocó de costado, tirando sus brazos hacia atrás yesposándolos juntos.

Todo ocurrió en solo unos pocos segundos, pero el tiempopasaba despacio para Eden y todo se movía a cámara lenta, elterror y la impotencia llenándola al darse cuenta de que estabasiendo secuestrada. La mujer, quienquiera que fuese, ya habíamatado al menos a una persona para tener acceso al hotel. Eraobvio que muerte no significaba nada para ella y ahora tenía la

vida de Eden en sus manos.Los ojos se le llenaron de lágrimas mientras el coche salía delcallejón y se unía al tráfico de París. Estaba segura de que laintención de esta mujer era matarla. Pero, ¿dónde la llevaba?¿Y por qué?

Swanny, su padre y sus hermanos pasaron por su menteconfusa. No volvería a verles de nuevo. Lo que era peor,probablemente nunca sabrían qué le pasó. Las lágrimascayeron de sus ojos, calientes contra su piel fría. Lloró por todolo que había perdido y por el dolor que su desaparición causaríaen Swanny y en su familia.

Y entonces rezó para que Swanny y su equipo de algunamanera, de una u otra manera, milagrosamente encontrara unaforma de rescatarla antes de que fuera demasiado tarde.Swanny no se había dado por vencido cuando se enfrentaba alo impensable. Había sobrevivido a meses de tortura ydegradación y salió victorioso, sin ofrecer nunca a los animalesque se esforzaron tanto por romperle, la satisfacción delograrlo.

Ahora sólo se valía de su fuerza, el recuerdo de todo lo que élhabía soportado. Se merecía a alguien del mismo calibre, lamisma actitud de nunca rendirse y la determinación para salirvictoriosa.




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Acaparó todas esas cosas, manteniéndolas bien fuertes,dejando que ellas, y Swanny, ardieran brillantes en su cabeza.

Porque algo en lo más profundo de su alma comprendía que lasiba a necesitar para echar mano de las reservas que no estabasegura que poseyera. Pero maldita sea, no se iba a rendir sinluchar.




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Capítulo 33

Swanny esperaba impaciente en el vestíbulo con suscompañeros de equipo, mirando el reloj y murmurando entredientes. No le gustaba dejar a Eden, sin importar que laamenaza para ella hubiera sido eliminada. Sus tripas noestaban tranquilas. Gritaban como cabronas.

Decidiendo que se fueran a la mierda y arriesgando

decepcionarla, ya que quería darle una sorpresa, se dirigió agrandes zancadas hacia el ascensor sólo para aliviar suestómago que gritaba cuando Hancock irrumpió por la entradadel hotel, sus facciones entrecerradas por la rabia y...

preocupación.

Fue la preocupación lo que detuvo a Swanny en seco, porquenada preocupaba a Hancock. El tipo era un autómata y sólotenía una expresión. Bueno, eso no era del todo cierto. Cuando

había llegado a la habitación de Eden, fue como si un alienhubiera tomado temporalmente el control de su cuerpo, porqueel hombre había demostrado realmente emoción y ternura conEden. Existía un afecto evidente entre los dos, y Swannytodavía no podía superar el hecho de que Hancock consideraraa Eden y a su familia como de su propia familia. Y la llamaba

pastelito. Por el amor de Dios...

—¿Dónde demonios está Eden? —Hancock exigió.

Típico, ningún saludo, nada de educación. Ese no era el estilode Hancock y, bueno, tampoco era el de Swanny. Ambos ibandirecto al grano y sin cháchara sin sentido en el camino.

—Está en su habitación terminando de vestirse para la fiesta deesta noche —Swanny le comunicó—. Debería bajar en cualquiermomento.




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—¡Hijo de puta! —Hancock maldijo—. ¿La dejaste sin vigilancia,incluso durante unos minutos? ¿Qué clase de operación estás

liderando aquí? Tengo información que necesitas de inmediato.Ante esas palabras, todo el equipo de Swanny se puso en alertay se agolparon alrededor, todo negocios, mientras esperaban aque Hancock continuara.

—Bueno, ya que, obviamente, has eliminado la amenaza paraella, no tiene un infierno de sentido que te hayas vuelto loco —Joe contestó arrastrando las palabras, mirando fijamente aHancock para hacerle saber que el KGI era muy consciente dequién acabó con Sanchez.

Hancock maldijo de nuevo.

—Él no era la amenaza. Nunca lo fue.

—¿Qué diablos estás diciendo? —Swanny exigió. El temor en elestómago se intensificó. Maldita sea, sabía que algo no estababien, y debería haberse puesto firme y nunca haber aceptado

dar a Eden diez minutos para terminar de vestirse sola.—Versión resumida —Hancock respondió—. Eddie sacóconclusiones incorrectas. Él pensaba que la madre y la hijamurieron cuando su misión se fue a la mierda. Supuso que erael hijo en busca de venganza cuando acabé con el padredespués de que él matara a la madre de Eden. Pero nunca tuvosentido para mí. Si estaba buscando venganza, una esposa poruna esposa, entonces ¿por qué no había matado a Eden

entonces? Esposa por esposa, hija por hija.El nivel de pánico de Swanny estaba alcanzando proporcionesépicas. No le gustaba una mierda hacia dónde se dirigía esto.

—Vamos a su habitación —Hancock ladró—. Te daré el resto enel camino. Quiero estar malditamente seguro de que está asalvo porque la amenaza para ella no ha sido eliminada.

En ese momento, Swanny y todo su equipo echaron a correr,

Swanny golpeando el botón de llamada del ascensor.




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Cuando se amontonaron en el ascensor, Hancock continuó.

—La hija sobrevivió. Se pensó que había muerto en el fuegocruzado. No es el maldito hijo el que va detrás de Eden. Es lahija. Explica lo torpes que han sido los atentados contra suvida. No es un asesino a sueldo detrás de Eden. La hija estádetrás de Eden.

—Hija de puta —Swanny maldijo—. Maldita sea, Hancock.¿Nunca has oído hablar de un puto teléfono? ¿Por qué diablosno nos avisaste de inmediato en lugar de esperar hasta quellegaras a contarlo? Dices que nosotros no hacemos nuestrotrabajo, pero si Eden significa condenadamente tanto para ti,entonces, ¿por qué diablos no te pusiste en contacto deinmediato y nos advertiste?

—¡Porque pensé que seguirías haciendo tu maldito trabajo! —Hancock espetó—. Vine directamente aquí después de acabarcon el hijo y su equipo de seguridad. Fue allí donde encontré lacorrespondencia entre su hermana y él rogándole que no fueradetrás de Eden. Para detener el ciclo de venganza y castigo. Entodo esto, parece que el hijo es el único medianamenteinteligente. No lo descubrí hasta después de haberle matado.La cagué. Lo admito. Debería haber hecho que hablara porqueno merecía morir. Trató de convencer a su hermana de que nolo hiciera, pero ella está como una cabra y está obsesionadacon hacer que Eden y Eddie sufran y con acabar con Eden.Quiere que Eddie lo sepa, que vea el sufrimiento de su hija, yeso puede que sea la única maldita cosa que nos conceda

tiempo para encontrarla antes de que la mate.La sangre en las venas de Swanny se congeló. El pavor leagarró por el cuello y no le soltaba. Oh Dios, por favor, queEden esté en la habitación del hotel donde se supone que debeestar . Sin importar qué, no iba a separarse de su lado hastaque la loca que intentaba matarla estuviera muerta. Se maldijoa sí mismo por bajar la guardia un momento. No importaba lodulcemente que Eden le había pedido unos minutos para

vestirse y que se reunirían en el vestíbulo, debería haber




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insistido en quedarse con ella todo el tiempo. Esperaba como elinfierno que su metedura de pata no le costara la vida. Nunca

podría vivir consigo mismo. Nunca podría vivir sin ella.Salieron corriendo del ascensor, con las armas en la mano, ycuando llegaron a su suite, Swanny se quedó helado por elpavor.

La puerta no estaba completamente cerrada, el carrito de unadoncella obstruía parcialmente la entrada. Lo empujó dentro,pistola en mano, su equipo le flanqueó cuando entró en lahabitación.

—Eden —Swanny gritó—. Eden, ¿estás aquí?

Entraron corriendo, desplegándose rápidamente. Swanny corrióa su dormitorio sólo para encontrarlo vacío. Una revisión rápidadel cuarto de baño resultó en nada, y comenzó a sudar cuandoel pánico se apoderó de él por las pelotas.

—¡No está aquí! —gritó Hancock—. Dispersaos. Tenemos que

revisar el hotel de arriba a abajo. ¡Vamos, vamos, vamos!De alguna manera Hancock consiguió emparejarse con Swannyy se dirigieron a las escaleras, bajando a toda velocidad cadaplanta. Nathan, Joe y los demás podrían hacer un barridoplanta por planta, pero Swanny sabía que si Eden había sidosecuestrada, su secuestrador no se habría quedado en losalrededores.

Corrieron a la planta sótano y utilizaron la llave de accesoproporcionada por la seguridad del hotel para abrir la puertaque daba a la escalera. Al doblar la esquina donde estaba elascensor, Hancock dejó escapar una maldición.

Swanny vio a la doncella tirada en el suelo, con los ojosvidriosos por la muerte, un agujero de bala en la frente,directamente entre los ojos. La sangre ya se había coagulado yestaba fría, y el rigor estaba empezando a aparecer.




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Hija de puta. La hija loca de remate había entrado en lahabitación de Eden haciéndose pasar por una doncella y utilizó

la tarjeta de la doncella que había disparado y matado.Swanny se levantó y corrió hacia la salida, abriendo la puerta,revisando el exterior, esperando contra toda esperanza que nofuera demasiado tarde y pudiera ver a la perra loca que habíasacado a Eden de la habitación del hotel.

Lo que le molestaba más y le llenaba de un pánico abrumadorera cómo había llegado a Eden sin problemas. Eden estabaentrenada en defensa personal. Podría arreglárselas en unamala situación. Así que la única manera de que alguien pudierasacarla del hotel sin que nadie se enterara y sin una gran peleaera porque Eden había sido drogada.

Pensando en la habitación del hotel, no había señales de lucha.Nada estaba fuera de lugar. Sólo el carrito de la doncella, y lapuerta había quedado entreabierta. Tenía que haber estadodrogada. Era la única explicación.

Con una doncella entrando, Eden siendo Eden habría sidoagradable y amable, sin sospechar que una doncella podríasuponer un peligro para ella. Sobre todo porque Swanny lehabía asegurado que se habían ocupado de la amenaza.

Estúpido jodido idiota.

Era su maldita culpa. Nunca superaría su completa idiotez.Nunca sería capaz de compensarla, incluso si tuviera la

oportunidad, y rogó por tener esa oportunidad. Que laencontrara antes de que fuera demasiado tarde. No podíapensar en ninguna otra opción o perdería la cabeza.

—¡Deja de echarte la culpa! —Hancock dijo bruscamente—. Yosoy tan culpable como tú. En este punto, no vamos a conseguirnada con los y si y los podría y debería. Tenemos que hacerlo

juntos y encontrarla.




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—Necesitamos el video de vigilancia inmediatamente —dijoSwanny de modo sombrío mientras él y Hancock completaban

su barrido del callejón y del aparcamiento.—Déjame eso a mí —dijo Hancock—. Puede que no sea el frikique es Donovan, pero sé cómo manejar los ordenadores y losdispositivos electrónicos. Tú serás el gorila y yo sacaré lo quenecesitamos.

Ambos volvieron corriendo al hotel y fueron directamente a laoficina de seguridad. Frente a dos hombres muy grandes y muycabreados, el jefe de seguridad ni siquiera protestó. Les llevó ala sala de vigilancia y dejó que Hancock se hiciera cargo.

—Hubo una irregularidad antes —el tipo de seguridad dijo en uninglés impecable, con una expresión sombría mientras relatabala información—. No funcionó bien y estuvo desconectadodurante unos minutos, probablemente mientras secuestraron ala señorita Sinclair. Pero tenemos una cámara en el callejón, asíque si salieron por ahí, y probablemente lo hicieron dado laubicación de la doncella asesinada, puede obtener imágenes delvehículo y al menos conseguir la matrícula.

Hancock escribió furiosamente, avanzando por la grabaciónantes del mal funcionamiento y después localizando el callejóncuando las cámaras estuvieron funcionando de nuevo.

—Hijo de puta —Hancock exclamó.

Swanny se inclinó para ver a una mujer empujando a Eden a la

parte posterior de un Peugeot granate y luego se inclinó sobreella durante varios segundos. Cuando retrocedió pudieron ver aEden acostada en la parte posterior, el destello brillante deunas esposas en las muñecas.

El rostro de la secuestradora no fue capturado por la cámara.Largo cabello oscuro caía por la espalda y su piel era de untono más oscuro. Era más baja que Eden, pero con forma másrechoncha. Tenía los brazos musculosos como si siguiera un

estricto régimen de ejercicios. Sus hombros eran anchos y




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cuadrados y no había ningún indicio de la curva de los senos através del uniforme de doncella que se había apropiado de la

empleada que había matado.A continuación, el Peugeot se alejó y Hancock hizo zoom en lamatrícula. Hancock gritó el número al guardia de seguridad y ledio instrucciones para que se pusiera en contacto con la policíapara poner una orden de búsqueda para el vehículo con esenúmero de matrícula.

Swanny llamó por radio a su equipo, les dijo que abandonaranla búsqueda habitación por habitación del hotel y les informó delo que él y Hancock habían descubierto.

—Necesitamos ampliar nuestro perímetro y asegurarnoscondenadamente bien de que cubrimos la frontera,aeropuertos, estaciones de tren, cualquier transporte público ycorrer la voz sobre el coche y matrícula. Necesitamos tantosojos y oídos como sea posible —Swanny dijo con voz sombría.

—Voy a llamar a Sam. Que traiga a los equipos aquí para tener

toda nuestra fuerza centrada en su búsqueda —respondió Joe.

—Será jodidamente tarde para eso —Hancock espetó—. Nosobrevivirá lo suficiente para que Rio y Steele lleguen a laciudad. Tenemos que buscarla y encontrarla ahora.

—Y una mierda, gilipollas —Swanny gruñó—. Si crees que voy aesperar a que alguien la encuentre, puedes irte a la mierda.

Hancock se quedó en silencio y miró largo y duro a Swanny.

—Estás enamorado de ella —dijo en voz baja.

—Mi relación con Eden no es de tu incumbencia —dijo fríamenteSwanny.

Hancock se colocó a centímetros de la cara de Swanny, narizcon nariz.




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—Ahí es donde te equivocas —Hancock gruñó—. Eden es mihermana en todos los sentidos que importan, excepto por la

sangre. Su familia es lo más cercano que tengo a una familia, yvoy a hacer todo lo necesario para protegerla.

—Entonces deja de joder la marrana y muévete —Swannyespetó—. Porque no sirve de nada pelear como putos niños.Ella es mi vida y me niego a descansar hasta que la tenga deregreso.

—Suficientemente justo —Hancock dijo en voz baja—. Enmarcha.




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Capítulo 34

Dos horas después de una extensa búsqueda de Eden, Swannyestaba absolutamente desesperado. Con cada segundo quepasaba, sentía a Eden deslizarse cada vez más lejos. Rezócomo nunca había rezado desde que él y Nathan y suscompañeros fueron encarcelados en un agujero del infiernoafgano.

Shea y su hermana Grace eran ángeles enviados por Dios.Swanny sabía eso en su corazón. Pero ahora necesitaba otromilagro. Como el que él y Nathan recibieron cuando habíanescapado.

Era también en momentos como estos cuando Swanny deseabaque el don de la telepatía de Shea no fuera aleatorio. Que dealguna manera pudiera llegar a Eden y ayudarles a encontrarla.Grace sería de más ayuda, pero para el momento en que Rio

pudiera traerla aquí, sería demasiado tarde para Eden.Tenía el estómago en un nudo permanente y aunque se negabaa considerar siquiera el peor de los casos, que Eden estuvieraya muerta, no podía evitar la oleada de dolor que amenazabacon ponerle de rodillas.

No podía perderla. Su vida había estado bien antes. No seconsideraba feliz, pero tampoco podía haber dicho que erainfeliz. Su vida estaba bien ordenada. Su enfoque absolutohabía sido el KGI y su equipo, sus misiones y el vínculo quetenía con la familia Kelly.

Marlene Kelly, la matriarca del clan Kelly, le había aceptado enel redil, adoptándole al instante como propio, y le trataba igualque trataba a sus propios hijos. Ese amor y esa lealtad seextendían a sus nueras y a todos los demás que habían sidoadoptados en la familia Kelly.




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¿Pero ahora? No podía soportar la idea de volver a su estérilexistencia. No podía imaginar su vida sin Eden. Ella era su

propio rayo de sol personal, su calor envolviéndole sólo porestar en la misma habitación.

Mentalmente se reprendió a sí mismo. Semejantespensamientos horribles no hacían ningún bien, y no estabaconcediendo a Eden el crédito que se merecía. Ella era unaluchadora. Iba a encontrar una manera de sobrevivir hasta queSwanny llegara hasta ella.

Y la encontraría. Aunque tuviera que poner patas arriba almaldito mundo otra vez en su búsqueda, la encontraría omoriría en el intento.

Su teléfono móvil sonó y lo sacó, sabiendo que era uno de suscompañeros de equipo. Hancock se detuvo, frenando elvehículo que él y Swanny ocupaban, y escuchó la conversación.

—Swanny, soy Joe. ¿Dónde estás ahora?

Swanny se inclinó para comprobar el nombre de la calle a pocosmetros de donde Hancock se había detenido. Comunicó el crucea Joe y oyó el suspiro de alivio de Joe.

—Estamos a cinco minutos. No te muevas. Eddie ha tenidonoticias de la secuestradora de Eden y tienes que ver esto, tío.Pero vas a tener que mantener la calma y mantener la cabezafría. Eden te necesita, a todos nosotros, y no puedes dejar quela emoción nuble tu juicio porque vamos a tener que ir y

esperar que no lleguemos demasiado tarde.—¿Qué cojones quieres decir? —Swanny rugió—. ¿Qué sabes?¿Qué demonios ha contado Eddie que dijo su secuestradora?

—No es lo que dijo. Es lo que él me envió. Sólo quédate ahí.Estaremos allí en tres minutos ahora.

Swanny juró por los codos cuando Joe desconectó sin másexplicaciones. Luego golpeó el salpicadero por la frustración, la

sangre bombeando salvajemente por sus venas.




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—¿Qué coño te dijo? —Hancock exigió—. ¿Joe ha hablado conEddie? ¿Por qué demonios no se puso en contacto conmigo? Yo

soy el que le dijo a él, a Raid y a Ryker que se quedaran atráscuando perdieron la cabeza después del ataque de la RPG. Lesdije que me encargaría del asunto y que sólo se entrometeríanen mi camino. Maldita sea, deberían haberme enviado a mícualquier información que recibieran.

—No tengo ni puta idea —Swanny exclamó—. Me importa unamierda los por qué acerca de quién llamó a quién y por qué.Joe dijo que Eddie le envió algo y luego me dijo que no perdiera

la cabeza y que permaneciera centrado. Ahora dime, ¿eso tesuena bien?

Hancock comprendió el pesado sarcasmo, y una buena dosis deterror. Perdió parte de su beligerancia y de hecho se pusopálido.

—Jesús —susurró—. ¿Qué diablos puede ser? Dios, no dejesque sea una foto del cadáver de ella.

—Cállate de una puta vez —Swanny rabió, sin importarle estarpeligrosamente cerca de perder todo el control y simplementecolapsar—. Joe dijo que teníamos que entrar y sacarla antes deque fuera demasiado tarde. Eso significa que no está muerta.Todavía.

Hancock se quedó en silencio y no dejó de mirar el reloj. Unosmomentos más tarde, el equipo de Swanny llegó en dosvehículos, habiéndose dividido para cubrir más terreno. Swanny

salió del coche y corrió en dirección a Joe antes de que Joepudiera incluso salir.

Hancock estaba justo en los talones de Swanny, haciendo casoomiso de los incesantes bocinazos de los conductorescabreados a quienes Hancock había bloqueado por estacionaren la esquina de la intersección.

—Muéstramelo —Swanny dijo sin rodeos.




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Joe vaciló, lo que hizo que las tripas de Swanny se convirtieranen una enorme bola. Apenas podía respirar por el pavor que

sentía.—Simplemente muéstranoslo, maldita sea —Hancock exigió—.Estamos perdiendo un tiempo de mierda estando aquí. ¿Estáviva? Sea lo que sea, adelante con ello.

Joe se pasó una mano por el pelo y luego sacó su teléfono víasatélite.

—Eddie llamó hace un rato asustado como la mierda. La

secuestradora de Eden le envió un video porque quería queEddie viera lo que le estaba haciendo a Eden. Ella se burló de éldiciendo que estaba preparando la muerte de Eden. Le dijo quesu venganza estaría completa porque iba a matar a Eden yquería que la viera morir. Lo que nos lleva a creer que va aenviar otro video.

—Sácalo —Swanny dijo, sus fosas nasales dilatadas.

Joe suspiró.—No es fácil de ver, tío. Pero tienes que mantener la calma.Donovan está trabajando en un rastro para ver si es capaz derealizar un seguimiento de su ubicación. Con suerte, va aencontrarlo y podrá darnos una ubicación específica, o joder, sisólo nos puede llevar a una zona general, la encontraremos.

Antes de que Swanny o Hancock pudieran decirle que dejara deperder tiempo y que mostrara el maldito video, Joe giró suteléfono y presionó el botón de reproducción del vídeo.

El súbito jadeo de Hancock se oyó por encima del ruido deltráfico y de los incesantes bocinazos.

Swanny sintió que le golpeaban en el estómago mientrasmiraba los acontecimientos que se desarrollan delante de él.Estaba entumecido, completamente entumecido. Nunca habíasentido un horror de tal magnitud. Ni siquiera cuando él y




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Nathan habían sido torturados y estuvieron muertos de hambredurante dos meses en el infierno.

Eden estaba atada a una silla y la sangre cubría su rostromientras su secuestradora hacía otro corte en la cara de Eden,tallando una línea meticulosa desde el pómulo hasta debajo desu barbilla.

El grito de Eden de dolor trajo lágrimas calientes a los ojos deSwanny. Los cerró, incapaz de soportar por más tiempo. Nisiquiera se molestó en limpiarse las lágrimas. Estaba devastadopor ver lo que Eden tenía que soportar. La mujer estabatorturándola sistemáticamente y burlándose con su muerteinminente.

—¡Céntrate, maldita sea! —Hancock gritó—. Necesitamosestudiar el video, ver si podemos ver algo que nos ayude aprecisar su ubicación. Aguanta, Swanny. Eden nos necesita. Nola puedes ayudar si pierdes el control ahora.

Swanny visiblemente se sacudió de su dolor y rabia y reenfocó

su atención en la pantalla delante de él, borrosa por laslágrimas.

—Ponlo otra vez —Swanny pidió—. Hancock tiene razón.Tenemos que mirar más allá de Eden, para ver si podemosencontrar algo que nos ayude. No tiene mucho tiempo. Cuandoesta perra loca se canse de torturarla y de burlarse de ella y deEddie, la matará y el siguiente video que recibamos será el desu cadáver.

Le tomó todo lo que tenía hacer a un lado sus emociones ymirar esto con la objetividad que siempre tenía en otrasmisiones. No podía mirar esto cuando su mente estaba nubladay consumida por el miedo de Eden. Tenía que dejarlo a un ladoy hacer el trabajo. A cualquier precio.

Preparándose y obligándose a estudiar el video con objetividad,se concentró en los alrededores. Esta vez, Joe lo silenció

porque el único sonido era el grito de Eden y Swanny no podía




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soportar oírlo de nuevo. Saber que estaba sufriendo erabastante duro. Escucharlo de nuevo enviaría a Swanny justo

sobre el borde. Y estaba peligrosamente cerca de perder elcontrol. Un empujón y se habría ido.

Algo llamó su atención y su pulso se disparó, hasta el punto deque podía sentir el latido en las sienes y en el cuello.

—Vuelve atrás —Swanny ordenó.

Se inclinó, tomando el teléfono de Joe, y después hizo clic enreproducir de nuevo, llevando el teléfono cerca de su visión.

Ahí. ¡Ahí está!

Oh Dios. ¡Tenía puesta su gargantilla!

Pasó el teléfono a Joe, sus movimientos frenéticos mientrassacaba el localizador GPS de su bolsillo. Maldita sea. ¿Por quéno había pensado en eso antes? Estaba tan nervioso en lahabitación del hotel, que ni siquiera había pensado en buscar lagargantilla. Había asumido que ella usaría algo mucho másglamuroso en la fiesta de lanzamiento.

—¿Qué diablos? —Hancock exigió—. ¿Qué ocurre? ¿Qué viste?

—La gargantilla —Swanny contestó con voz ronca mientrassacaba el localizador—. Le regalé una gargantilla con undispositivo de rastreo. La dije que la usara cuando no estuvieragrabando o en un evento. Nunca esperé que la usara estanoche. Esa debía ser la sorpresa que había planeado para mí y

por eso no quería que la viera vistiéndose. Sí, se lo di como unregalo, algo especial, pero mi objetivo principal era tener unaforma de asegurarme que estaba a salvo si no estaba con ellapor cualquier motivo. Pero ella no sabía que tenía un chip. Noquería que malinterpretara el gesto.

Todo el mundo se acercó mientras Swanny jugueteaba con ellocalizador, sus manos temblaban tanto que apenas podíameter los comandos para obtener una pista de la ubicación de

Eden.




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—Vamos, vamos —Swanny exclamaba frustrado—. No puedehaber ido demasiado lejos en este periodo de tiempo.

¡Bingo! El alivio le aplastó con su peso. Había un puntointermitente en el mapa de París. ¡Eden todavía estaba en laciudad!

—¡La tengo! —Swanny gritó—. En marcha.




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Capítulo 35

Se metieron en dos vehículos, colocando cargadores,preparando los rifles de asalto y colocando cuchillos y granadasaturdidoras.

Swanny le había dado el localizador GPS a Joe, que llevaba a ély a Hancock mientras que Nathan, Edge y Skylar cerraban lamarcha.

Mediante el uso de imágenes por satélite, fueron capaces desacar una foto de la ubicación exacta que proporcionó laposición de Eden. Era una casa a las afueras de París, justo alsur, en un barrio con casas separadas entre ellos a pocadistancia.

Tuvieron que asegurarse absolutamente de que su entradafuera limpia y que no tuvieran a un inocente atrapado en elfuego cruzado. Swanny rezó todo el camino. Rezó para queEden estuviera viva. Rezó para que su secuestradora nohubiera descubierto que la gargantilla era un dispositivo deseguimiento y lo hubiera dejado en esa posición como señuelo.Porque si ese fuera el caso, estaban verdaderamente jodidos.Tendrían que empezar de cero otra vez, y cada minuto preciosocontaba.

—Conduce más rápido, maldita sea —Swanny rugió.

—Estoy acelerando a tope, tío —Joe respondió, con unaexpresión sombría—. Contrólate. No podemos darnos el lujo dedejar que la emoción nuble tu juicio. No sabemos a cienciacierta si está donde se encuentra el dispositivo de seguimiento,y no queremos irrumpir en la casa de un civil y volar a todos alinfierno.

Swanny apretó los dientes. Gilipolleces. ¿Dejar que su juicio sevea empañado por la emoción? ¿Cómo diablos podría no estar

hasta las cejas por la emoción y la adrenalina? Por no hablar




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Salieron de los coches, separándose rápidamente, las armaspreparadas. Joe se movió hacia Nathan y luego hizo una señal

con la mano para que Edge y Skylar tomaran una salidamientras Swanny y Hancock echaban a correr, saltandorápidamente una de las vallas de hierro entre una casa vecina yla parte posterior de la casa donde estaba prisionera Eden.

La puerta estaba cerrada, pero Swanny forzó rápidamente lacerradura y abrió la puerta hacia el interior sin hacer ruido,entrando con cuidado y sin hacer ruido por el suelo. Hancockseguía de cerca, con una pistola en una mano y un rifle de

asalto acunado en su otro brazo, la correa alrededor de subrazo para anclarlo en una posición de disparo.

Se congelaron justo en la escalera al sótano cuando oyeron ungrito escalofriante que rompió el silencio.

Alivio y rabia compitieron por superar la reacción al grito dedolor de Eden. Alivio porque estaba viva, y rabia porque laperra loca la estaba cortando pedazo a pedazo.

Swanny y Hancock bajaron por las escaleras, deteniéndose sólocuando oyeron un leve ruido por encima de ellos. Swanny giró,el arma preparada, pero luego se relajó cuando vio a Nathan yJoe siguiéndoles por las escaleras.

Satisfecho porque tenían apoyo, Swanny reanudó su descensoen silencio. Se detuvo cuando la pared se terminó, dejando verel interior del sótano. No quería que la mujer tuviera una ideade que alguien estaba aquí. Necesitaba tener en la mira a Eden

y a su captora para que pudieran atacar estratégicamente.

Moviéndose con cuidado centímetro a centímetro, cada unoaparentemente llevándole horas, Swanny se asomó por elborde de la pared, hacia el área del sótano mal iluminado.

Contuvo el aliento cuando vio a Eden atada a la silla a la quehabía estado sujeta en el video. Tenía la cabeza caída, lasangre deslizándose por su rostro desde varios cortes. Su




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verdugo estaba de espaldas a Swanny y su equipo, y su risallenó la habitación.

—Un vídeo más, creo —dijo ella en un tono petulante—. Paraque tu padre tenga algo con lo que recordarte. Después voy aabrirte en canal y dejar que te desangres y grabar todo elasunto. Tu padre va a pagar por todo lo que ha hecho. Poracabar con la vida de mi madre. La vida de mi padre. Porquitarme mi vida durante tantos años.

Eden levantó la cabeza lentamente, su mirada desenfocada enla mujer. Sus labios se cerraron y le echó a la mujer unamirada de puro odio y repugnancia. Fue obvio para Swanny queestaba en estado de shock y probablemente seguía siendo lentapor las drogas. Pero fue lo que hizo a continuación lo que lesorprendió a Swanny y le llenó de orgullo aun en medio de surabia y miedo por ella.

—Vete a la mierda —contestó Eden con voz ronca.

Swanny hizo la señal de adelante antes de que la mujer pudiera

tomar represalias. En su ira bien podía matar a Eden en el acto.

Swanny lanzó una granada aturdidora y aterrizó justo al ladode la silla de Eden y se agachó brevemente detrás de la pared,de modo que él y sus compañeros de equipo no sufrieran losefectos.

La habitación estalló con el ruido y dos conjuntos diferentes degritos surgieron cuando Swanny entró corriendo, Hancock y los

demás pisándole los talones. La mujer estaba de rodillasagarrándose la cabeza, pero ella todavía buscaba a tientas suarma, levantándola en dirección a Eden.

Swanny no lo dudó. Le metió una bala en la cabeza, tirándola alsuelo. Luego corrió hacia donde Eden estaba atada a la silla, laslágrimas que no tenían nada que ver con la explosiónquemando un rastro por sus mejillas.




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Se quitó la camiseta y se la puso en la cara para detener elflujo de sangre que cubría las mejillas y la frente. Hancock se

dejó caer detrás de ella y cortó rápidamente la cuerda quesujetaba a Eden a la silla.

Ella inmediatamente se desplomó hacia adelante y Swanny lacogió en sus brazos, levantándola, acunándola con fuerza.

—¡Eden! Eden, cariño, háblame, por favor. ¿Puedes decir algo?¿Estás herida en algún otro sitio?

Ella parpadeó, la confusión haciendo que frunciera el ceño. Por

un momento, su mirada se cruzó con la suya y el alivio inundósus ojos antes de ponerse brillante con lágrimas. Le arrancó elcorazón de su pecho al verla tan frágil y vulnerable. Apretó loslabios en su frente, sin importarle la sangre que manchaba supropio rostro.

—Swanny —susurró ella, con la voz ronca de tanto gritar.

—Sí, nena. Soy yo. Te tengo ahora. Ahora estás a salvo. Nadie

puede hacerte daño ahora.—Te qui…quiero.

Swanny perdió la batalla y sollozos rotos brotaron de sugarganta.

—Yo también te quiero, cariño. Dios mío, pensé que te habíaperdido. Pensé que te había perdido. No podía soportarlo.

Ella cerró los ojos, el dolor retorciéndole sus facciones.—Quédate conmigo, Eden —Swanny dijo mientras se volvíapara llevarla hasta las escaleras—. Quédate conmigo, nena. Tellevaré al hospital. Todo va a estar bien. Lo juro por mi vida.

—Quédate con..m…migo.

La voz de Eden era tan débil que tuvo que esforzarse para oírla.La besó en el pelo, sólo queriendo tocarla, tranquilizarse a sí




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mismo de que estaba viva y en sus brazos mientras salíarápidamente por las escaleras.

—Nunca te voy a dejar —él prometió.




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Capítulo 36

Swanny irrumpió en el hospital del centro de París, acunando aEden en sus brazos. No había recuperado el conocimientodesde que le había dicho que le amaba, y eso le preocupabamuchísimo. ¿Quién sabía a qué otra cosa había sido sometida?Y no había sido capaz de decidirse a separarla de sus brazos losuficiente para evaluar el resto de su cuerpo con el fin de ver sihabía lesiones adicionales.

Su corazón sangraba por Eden. Estaba tan abrumado por lapena y la culpa que apenas podía mantener la compostura.Pero tenía que ser fuerte por Eden. Tenía que asegurarse queella recibía el cuidado que necesitaba tan desesperadamente.No importa lo que hiciera falta. Gastaría su plan de jubilación ylas inversiones para pagar el coste si eso era lo que tenía quehacer.

Fue recibido por una enfermera asustada y, gracias a Dios,Edge estaba con él ya que la enfermera no hablaba ni unapalabra de inglés.

—Quiero la mejor atención posible para ella —dijo Swanny, unborde de acero en su voz. Y quiero que llame al mejor cirujanoplástico para reparar el daño de su cara. No voy a aceptar nadamenos.

Hubo una oleada instantánea de conversación entre Edge y laenfermera y luego los ojos de la enfermera se abrieron, y ellade inmediato se puso al teléfono y habló rápidamente en elreceptor.

—¿Qué demonios le has dicho? —Swanny exigió.

¿Y por qué demonios no se la habían llevado todavía?Necesitaba atención médica inmediata. Necesitaba radiografíasy un examen completo desde la cabeza a los pies para

asegurarse que atendían todas las lesiones. Rezó con todo lo




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que tenía que sus únicas heridas graves fueran las de la cara,pero no tenía forma de saber exactamente a todo lo que había

sido sometida, y eso le estaba matando. Quería un informe.Quería aliviar su mente, a pesar de que su preocupación por loscortes anulara todo lo demás. Pero mientras ella vivera,siempre y cuando no hubiera graves lesiones potencialmentemortales, podía hacerlas frente. Porque no importaba cómo seviera, la amaba. A ella. No a su impresionante belleza o a lacara profesional conocida por tantas personas. Amaba quién yqué era. Su corazón. Le importaba una mierda las cicatrices,pero se negaba a permitirle soportar ese tipo de dolor, un

recordatorio constante de su pesadilla para el resto de su vida.Sabía muy bien lo que se sentía, y si estaba en sus manos, seaseguraría muy bien de que Eden nunca tuviera que sufrir eso.

—Simplemente le he explicado quién es Eden y que sólo iba aservir tener al mejor cirujano plástico de la región. Ella está enel teléfono ahora llamando al mejor médico en el campo de lacirugía plástica para ver si puede venir de inmediato.

Después de unos momentos más, la enfermera colgó y corrióhacia donde estaba Eden con Swanny. Luego hablórápidamente con Edge, mirando a Swanny mientras hablaba.

—¿Qué? —Swanny exigió. Odiaba esta barrera del idioma.Quería saber exactamente lo que estaba pasando con Eden.

—Ella quiere saber tu relación con Eden y si tienes autorizaciónpara conceder el permiso para la cirugía.

—Dile que soy su maldito marido y que seré la única personaautorizada para conceder el permiso para los procedimientosmédicos y que quiero saber exactamente lo que está pasandoen cada paso del camino.

Edge transmitió la respuesta de Swanny, y la enfermera pareciócalmarse por la explicación. Entonces hizo un gesto para queSwanny la siguiera. Sabiendo que necesitaría a Edge, a pesarde su deseo de tener a Eden para él sólo, le indicó a Edge que

fuera también.




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La enfermera se apresuró a conducirles a un cubículo privado yluego le explicó a Edge que mientras esperaban al cirujano

plástico, iban a hacer un examen médico completo, incluyendorayos X y que iban a preparar y limpiar las heridas de su carade modo que, cuando el cirujano llegara, pudieran llevarladirectamente al quirófano.

—Solamente hazle saber que no me voy a mover de aquí —Swanny dijo tercamente—. Dile que ni siquiera se moleste entratar de echarme porque voy a destrozar este maldito hospitalpara llegar a donde ella esté.

Una sonrisa apareció en los labios de Edge mientras traducía laamenaza de Swanny. Los ojos de la enfermera se abrieron y dioun paso apresurado hacia atrás como si el tono y la expresiónde Swanny la hubieran intimidado a fondo. Pero asintió suacuerdo y le dio instrucciones para poner a Eden en la camilla.

Swanny se resistía a dejarla ni por un momento, pero de malagana la colocó sobre la cama y dio un paso atrás por lo que elpersonal médico pudo hacer su trabajo. Pero él se aseguró deestar cerca y tuvo a Edge en la habitación para traducir porqueno quería perderse ni una sola palabra.

Se puso de pie, con los brazos cruzados, su mirada sin dejarnunca a Eden mientras el personal médico se movía por todaspartes, realizando el examen médico. La rabia de Swanny sóloaumentó mientras le quitaban la ropa y vio las contusiones enla caja torácica y en la zona renal.

Cerró los dedos en puños apretados, la tensión rugiendo enoleadas tangibles. Su estado de ánimo nervioso se derramósobre el personal médico y se aseguraron de mantener a Edgeal corriente sobre todos los descubrimientos y el hecho de queiban a traer una máquina de rayos X portátil, por lo que notuvieron que trasladarla de su posición actual.

Swanny asintió con la cabeza, pero su expresión se mantuvosombría. Siguió mirando el reloj, esperando que llegara el

maldito cirujano. No quería que Eden se despertara y viera la




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cara de esta manera, a pesar de que iba a ver el vendaje. Ellasabría que los cortes estaban allí. Pero que le condenaran si la

dejaba sufrir como él lo había hecho, tampoco quería que ellallevara recuerdos permanentes de una experiencia tan horrible.Le importaba una mierda que legalmente no tuviera derecho atomar decisiones médicas en su nombre, pero lucharía concualquiera que se opusiera a sus decisiones.

En un momento dado, ella pareció revolverse y Swanny deinmediato se cuadró. Ladró una orden a Edge para que latransmitiera al personal de enfermería. Quería que estuviera

sedada hasta que fuera a cirugía. De ninguna manera en elinfierno quería que se despertara ante el horror de lo que lahabía sucedido. No hasta que Swanny pudiera estar seguro deque ella había recibido la mejor atención posible y que loscortes de su rostro estaban tratados y que se curaban sinproblemas.

Una hora más tarde, un médico irrumpió llevando ropa de calle.Se dirigió de inmediato a la cabecera de Eden y retiró los

vendajes flojos de su rostro. Los estudió en profundidad,murmurando para sí mismo cuando terminó el examen.

Swanny no podía estarse quieto por la impaciencia, esperandoa que el cirujano le dijera algo. Más importante aún, si el dañose podía corregir.

Finalmente se volvió hacia Edge y Swanny. Para alivio deSwanny habló en un impecable inglés.

—Tenemos suerte de que los cortes de la cara de la señoritaSinclair no sean profundos. No creo que haya ningún daño enlos tejidos. Los cortes son muy precisos, no dentados. En miopinión se utilizó un bisturí para causar los cortes, lo que sinduda hace que mi trabajo sea más sencillo.

—Gracias a Dios —susurró Swanny.

—Van a prepararla para la cirugía y yo voy a lavarme y

cambiarme y la estaré esperando en el quirófano. Espero que la




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trasladen en menos de una hora, y por supuesto vamos amantenerla cómoda durante todo el proceso.

Swanny extendió una mano temblorosa al médico.

—Se lo agradezco. Gracias por venir tan pronto. Esto significamucho para mí.

—No hay problema. Soy muy consciente de quién es la señoritaSinclair y que ha salido en las portadas de muchas revistas.Haré que sea mi máxima prioridad, y placer, asegurarme deque no le queden cicatrices permanentes. Soy muy bueno en lo

que hago —dijo el médico en un tono serio—. No tengo ningunarazón para creer que la cirugía no será exitosa al cien por cien.Necesitará tiempo para recuperarse, por supuesto. No volverá atrabajar de inmediato, y probablemente va a necesitarprocedimientos adicionales. No va a suceder en un corto plazode tiempo, pero en mi opinión profesional el daño se puedecorregir.

—Ella no va a mover un dedo —Swanny contestó

bruscamente—. Y no se va a enfrentar a esos procedimientosadicionales sola. Voy a asegurarme de que tenga a sudisposición todo lo que podría necesitar o desear.

El cirujano se apresuró a salir y, en cuestión de segundos, elpersonal de enfermería regresó y comenzó la tarea deprepararla para la cirugía. Después de unos minutos, una de lasenfermeras se giró con pesar hacia Edge, aunque incluyó aSwanny en su mirada.

—Tenemos que llevarla al quirófano para terminar deprepararla. Tenemos que asegurarnos de que estamos en unambiente estéril. Sé que es difícil no ser capaz de verla o estarcon ella, pero os prometo que está en las mejores manos. Siesperáis en la sala de espera de cirugía en el segundo piso, osinformaremos periódicamente, y luego, cuando vuelva areanimación, podréis verla.




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Swanny dejó escapar un suspiro ahogado, el miedo y el alivio leinundaban. ¿Y si la cirugía no tenía éxito? Eden no era una

mujer vanidosa en lo más mínimo. Pero no había manera en elinfierno de que él deseara que ella sufriera como él habíasufrido con su cicatriz facial. Su rostro y su cuerpo eran sucarrera, y no tenía ningún deseo de que ella se viera obligada aretirarse antes de tiempo. Quería que tuviera opciones, inclusosi esas elecciones la forzaban en una dirección diferente a él.

—Vamos, tío —Edge dijo en voz baja, poniendo una mano en suhombro—. Vamos a buscar a los demás y a esperar en la sala

de espera. Si tuviera que adivinar, Eddie y sus hermanos yaestarán en el aire volando hacia aquí. Van a querer saberlotodo.

Swanny asintió y, a regañadientes, permitió que le sacara de lahabitación de Eden. Entraron en la sala de espera de urgenciasdonde los demás estaban sentados. Hancock se puso de pie, lapreocupación grabada en cada arruga de su cara.

Antes de que alguien pudiera preguntar, Swanny transmitiórápidamente la situación a todos ellos. Hancock maldijo y dioun puñetazo en una de las sillas delante de él.

—Es mi culpa —dijo con furia—. Fui a por la personaequivocada.

—Ninguno de nosotros buscó a la hermana —Joe dijo en vozbaja—. Nos habían dicho que la madre y la hija habían muertoen la misión liderada por Eddie que se fue al infierno. Sólo tenía

sentido centrarse en el hermano después de la amenaza querecibió Eddie. Todos tenemos parte de culpa por no averiguaresto hasta que fue demasiado tarde. Aceptamos la palabra deEddie ya que había ocurrido hace años, y deberíamos haberinvestigado a fondo toda la situación y ampliado nuestroalcance más allá del hijo.

Pero no importa quién aceptaba la culpa, Swanny sabía en sucorazón que él y sólo él era el responsable del secuestro de

Eden y la tortura posterior. Nunca debería haberla dejado.




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Debería haber insistido en estar con ella todo el tiempo. Lasecuestradora que se hizo pasar por la doncella nunca habría

cruzado la puerta de la suite de Eden si Swanny hubiera estadoallí.

Era un pesar con el que viviría el resto de su vida.




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Capítulo 37

Las horas se hacían eternas, parecían días. Cada minutomarcado con una lentitud agonizante. Swanny era incapaz deestar sentado. Se paseaba por los pequeños confines de la salade espera de cirugía mientras Hancock y el resto de su equipoestaban sentados en los sofás y en las sillas, sus expresionessombrías.

Ni siquiera trataban de forzar a Swanny a que mantuviera lacalma o a que se sentara e intentara relajarse. Todos sabían loque sentía por ella. También sabían, a pesar de que no lo habíaverbalizado, que se consideraba responsable del secuestro ytortura de Eden.

En un momento dado, como si ya no fuera capaz decontenerse, Skylar se levantó y se acercó a Swanny, y para susorpresa, ella le abrazó con fuerza, y tuvo que agachar la

cabeza, hacia su figura mucho más baja para oír lo que lesusurró.

—Intenta no preocuparte tanto, Swanny. Sé que la amas, peroEden es fuerte. Se recuperará de esto. Has visto lo peor enmuchas situaciones, pero también has visto los sustos de lasotras esposas. El KGI aún no ha fallado en una misión, y seguroque no tenemos la intención de fallar ahora. Esta vez hemoseliminado la amenaza de verdad. En todo lo que Eden tiene que

centrarse es en recuperarse y en ponerse bien, y sé que teencargarás de que eso ocurra.

Swanny logró una media sonrisa y luego le devolvió el abrazo.

—Gracias, Sky. No voy a mentir. Estoy a punto de volvermeloco, pero eso no le sirve de nada a Eden. Podría haberlo jodidoy no ver la gargantilla si no me hubiera calmado y visto el videode manera objetiva. Y entonces ella todavía estaría en lasgarras de esa perra, probablemente muerta. No puedo sacar




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esa imagen de mi cabeza, no importa lo que haga. Irrumpir allíy ver a Eden tan sangrienta y derrotada. No estoy seguro de

que alguna vez lo supere. Sobre todo sabiendo que fue por miculpa.

Un destello enojado apareció en los ojos de Skylar.

—Y una mierda que fue por tu culpa. Swanny, no fue culpa denadie. Teníamos mala información y actuamos sobre ella. Y fuepor ti que pudimos localizar a Eden antes de que fuerademasiado tarde. Recuerda eso y no olvides el resto.

—Te lo agradezco —contestó él con voz ahogada.

No pudo decir nada más porque no le había mentido a Skylar.Estaba peligrosamente cerca de perder el control. Cuanto mástiempo se sentara, o más bien estuviera de pie, esperando,más miedo y preocupación anudaba sus entrañas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Eddie, Raid yRyker irrumpieron en la sala de espera, los ojos de Eddie

salvajes. Parecía unos diez años mayor. El agotamientorodeaba sus ojos y sus manos temblaban.

—¿Cómo está? ¿Dónde está? —Eddie exigió—. Quiero verla deinmediato.

Hancock se levantó, colocándose entre Eddie y sus hijos ySwanny y el resto del equipo.

—Fue por mi culpa —Hancock dijo en voz baja—. Acabé con el

hombre equivocado. La hija que pensaste que había muerto enel fuego cruzado sobrevivió. Es la única que ha estadoacechando a Eden y tratando de matarla.

—¿La que estaba en el video? —Eddie preguntó con voz ronca—. Ella no dijo nada, aunque envió un mensaje despuésburlándose de mí. Diciéndome que por fin se haría justicia, perono tenía ni idea. Quiero decir que pensé que tal vez era algúnloco acosador que se había obsesionado con Eden. Maldita sea.




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Nunca pensé en centrarme en nadie que no fuera el hijo. ¡Nadamás tenía sentido!

—No te eches la culpa —dijo Hancock—. Todos compartimos laresponsabilidad de no proteger a Eden todo lo bien quedeberíamos.

—¿Dónde está? —Raid preguntó sin rodeos.

Ante eso, Swanny dio un paso adelante, ya no tan dispuesto aque Hancock tomara la iniciativa con la familia de Eden.

—Está en el quirófano —explicó Swanny—. Han llamado a uncirujano plástico, al mejor, para reparar los cortes de su rostropor lo que no quedarán cicatrices permanentes. Tiene otraslesiones, pero nada grave. Han sacado radiografías y le hanhecho un examen completo. Le dieron una paliza, pero no haynada roto. El único problema son los cortes de la cara, y elcirujano me ha asegurado que iba a iniciar el proceso paradevolver su cara a su apariencia normal.

—¿Y quién diablos autorizó todo esto? —Ryker exigió.—Yo —Swanny dijo con calma, preparándose para lasconsecuencias que probablemente se producirían.

Eddie y Raid le echaron miradas desconcertadas antes de queEddie finalmente encontrara la voz otra vez.

—¿Por qué no me consultó? Soy su familia. Al menos deberíahaber sido informado, y estoy malditamente seguro que

debería haber sido la persona en conceder el permiso paracualquier tratamiento o cirugía. ¿Qué coño sabes acerca de estecirujano? ¿Le investigaste?

Swanny levantó una mano, su expresión dura deteniendo ladiatriba en seco.

—Amo a su hija, señor Sinclair —incluyó a los hermanos deEden en su mirada cuando observó a la familia de Eden—. Y

ella me ama a mí.




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Ante eso, la sorpresa apareció en los ojos de su familia. Loslabios de Eddie se separaron como si estuviera a punto de decir

algo, pero Swanny continuó de forma implacable. Quería trazarel límite aquí y ahora por si acaso Eddie tuviera alguna ideasobre asumir el control y dejar a Swanny a un lado. Y unamierda que iba a suceder.

—Yo tomé las decisiones. Le dije al personal que soy su marido.Puede que no lo sea en este momento, pero sin duda planeoserlo si Eden me acepta.

Se tocó la cicatriz, a propósito, para llamar la atención sobreella, algo que nunca habría hecho en el pasado.

—¿Ves esto? ¿Es esto lo que realmente quieres para tu hija?¿Tu hermana? No hay manera en el infierno de que vaya ahacerla pasar por tener su cara tallada de forma permanente ycon cicatrices. Su carrera es importante para ella, y yo nuncaharía nada para quitarle sus decisiones. Será ella la que decidaqué quiere hacer después, pero por Dios que tendrá opciones.

Hubo una aceptación a regañadientes en los ojos de Eddie y desus hijos.

—¿Cuánto tiempo lleva ahí dentro?, y ¿sabes cuándo va a salir?—Ryker intervino.

Swanny suspiró, frustrado porque ya habían sido horas. Y aúnhabía otro problema que tenía que resolver.

—Salieron hace media hora y dijeron que todavía estaba encirugía, pero que iba bien. El cirujano se está tomando sutiempo y está siendo extremadamente cuidadoso para asegurarque no habrá cicatrices permanentes. Después de que la llevena reanimación, alguien puede ir a verla. Y para que lo sepáis,esa persona seré yo.

Se quedó mirando a la familia de Eden sin pestañear, como si élles retara a discutir.




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—Cuando la lleven a una habitación, todos podréis verla —continuó.

Eddie parecía como si quisiera discutir. Había un conflictoevidente en sus ojos mientras sopesaba el asunto y decidía siquería protestar.

Luego miró a Swanny.

—¿Amas a mi hija? Y ¿ella te ama?

—Sí, señor —Swanny dijo sin dudarlo.

Los hombros de Eddie se hundieron un poco como si todo elaire se le escapara a la vez.

—Está bien. No voy a objetar que entres en reanimación. Peroquerré verla tan pronto como sea posible.

—Hay otra cosa que debería saber —dijo Swanny cuando Eddiese sentó en una de las sillas—. Eden lo sabe todo. Se lo contéla noche en que atacaron su coche. Necesitaba que entendiera

la magnitud del peligro para ella, y se merecía saber quédemonios estaba pasando cuando su coche explotó, matando alconductor.

Eddie enterró la cara entre las manos, la emoción abrumándole.Su voz estaba espesa por las lágrimas.

—Dios, esto es por mi culpa. Todo esto. Juré que nada volveríaa tocar a mis hijos. Y ahora Eden está pagando por mis pecados

del pasado. No sé cómo será capaz de mirarme ahora.Swanny se ablandó por el obvio dolor del hombre mayor.

—Señor, hay una cosa que he aprendido acerca de su hija enun tiempo muy corto. Ella tiene el corazón más grande, mástierno y compasivo del mundo. Sí, estaba disgustada ysorprendida en ese momento. Pero no tengo ninguna duda deque no va a estar enojada contigo, ni se negará a verte. Te




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La enfermera sonrió y asintió con la cabeza y luego hizo ungesto para que se sentara al otro lado de su cama.

—¿Eden? Eden, cariño, ¿puedes oírme? —Swanny preguntó envoz baja.

Poco a poco, Eden se volvió hacia él, con los ojos al instantecálidos cuando se dio cuenta de su presencia.

—Sabía que vendrías —susurró ella con voz ronca—. Fue laúnica cosa que me mantuvo cuerda. Sabía que vendrías. Estabatan asustada por si no volvía a verte otra vez.

Las lágrimas inundaron los ojos de Swanny, y la enfermera queobservaba los signos vitales de Eden discretamente se separó.

—¿Cómo puedes siquiera mirarme, sabiendo que te he fallado?—él se ahogó—. Fue por mi culpa que te cogieran. Nunca debídejarte sola. No sé cómo podré vivir conmigo mismo.

Débilmente ella levantó una mano a su mejilla y la acariciósuavemente la cara con las yemas de los dedos fríos.

—No fue culpa tuya. Fui demasiado confiada. Debería haberlosabido, pero ya fue demasiado tarde cuando me di cuenta deque la doncella no debería estar allí. Me enseñaste mejor y noescuché.

Swanny agarró su mano, presionando su palma en los labiosmientras las lágrimas se deslizaban silenciosamente por susmejillas.

—Te traje aquí, e insistí en el mejor cirujano plástico que Paríspudiera ofrecer. No podía permitir que vivieras con el constanterecordatorio de lo que te pasó. Sé lo importante que tu carreraes para ti. Así que tomé la decisión de que repararan los cortesde la cara. El cirujano dijo que en unos pocos meses, y conprocedimientos adicionales, te verás como nueva otra vez.

Ella le sonrió, había tanto amor en sus ojos que le quitó el

aliento. Dios, todavía le amaba. Se lo había dicho como su




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último pensamiento consciente cuando la había sacado delhorror que había soportado.

—No me preocupa mi cara ni mi carrera, Swanny. Sólo mepreocupo por ti —dijo ella, la sinceridad sonando clara en suvoz—. Mientras te tenga a ti, mientras me ames, nada másimporta.

Él tuvo que tomarse un largo momento para serenarse. Paratratar de librarse de las lágrimas y la emoción que anudaba lagarganta con tanta fuerza que no podía hablar, ni respirar.

—Te amo —dijo él entrecortadamente—. Te amo tanto, Eden.Eres un milagro. Mi milagro. Un regalo que nunca soñé recibir.Estoy tan jodidamente agradecido por ello. Nunca sabrás lomucho que significas para mí, pero podré decirte todos los díasdurante el resto de nuestras vidas lo mucho que te amo.

Los ojos de Eden se abrieron y su mano se deslizó de su agarreal mirarle fijamente a los ojos.

Aclarándose la garganta y comprendiendo por qué ella lemiraba en estado de shock, Swanny intentó arreglar suesfuerzo totalmente fallido de pedirle que se casara con él.

—Cásate conmigo, Eden —dijo con una voz ronca y ahogadapor las lágrimas—. Quédate conmigo. Quédate conmigo parasiempre. Sé que tenemos mucho que trabajar con nuestrasrespectivas carreras y quiero que sepas que siempre apoyarétus decisiones. Nunca voy a interponerme en el camino de tu

carrera. Sólo te quiero a ti.Esta vez fue Eden la que empezó a llorar, sus ojos volviéndosebrillantes y luminosos. Pero tenía una sonrisa tan alegre en surostro que parecía incongruente con su entorno. Estaba enreanimación porque acababa de salir del quirófano. Tenía queestar dolorida y aturdida y, sin embargo, iluminaba lahabitación como el brillo del sol de julio sobre el Kentucky Lake.




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—Me casaré contigo, Swanny. Te quiero mucho. Y tienes razón.Lo solucionaremos con el tiempo. Pero por ahora, lo único que

quiero es ir a casa contigo. Pasar unos meses recuperándome yreorganizándome. Después podemos hacer frente a nuestrascarreras y llegar a un acuerdo. De eso trata el amor.

Swanny se inclinó y la besó suavemente en los labios, uno delos pocos lugares donde no tenía un vendaje cubriendo surostro.

—Todavía no tengo un anillo. Pero puedes estar absolutamentesegura de que cuando salgas de este hospital llevarás mi anillo.Y luego te llevaré a casa a Tennessee. Te voy a comprar la casaperfecta en el lago y te podrás sentar en la terraza y disfrutardel agua y no hacer nada más que descansar y recuperartemientras te trato a cuerpo de rey.

La sonrisa de Eden se ensanchó y deslizó su mano en la suya,apretándola.

—Mi padre va a querer llevarme hasta el altar y mis hermanos

querrán estar allí. Pero por lo demás, no quiero nada grande.Sin paparazzis, sin anuncio público de nuestro compromiso omatrimonio y, seguro que sin unas malditas fotos del eventopublicadas en las revistas. Será nuestro día y quiero que sigasiendo así. Íntimo y privado.

—Hablando de tu familia, están todos aquí. Llegaron hace unrato y están muy preocupados por ti. Cuando te trasladen a tuhabitación les diré que pueden verte. Pero ¿por ahora? No me

importa ser egoísta y mantenerte toda para mí hasta que telleven a planta.

Sus ojos brillaban a pesar de la somnolencia de la anestesia ydel dolor que sabía que tenía que estar sintiendo.

—Estoy de acuerdo con tu egoísmo, porque confía en mícuando digo que voy a ser muy posesivo contigo y pasartiempo contigo, los dos solos. No puedo pensar en una mejor

manera para recuperarme que estar contigo, en nuestra casa,




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con alguien a quien amo más de lo que jamás imaginé amar aotra persona.

El corazón de Swanny estaba lleno a reventar. Ni siquiera leimportó que las lágrimas una vez más se agolparan en susojos. Esta mujer acostada en una sala de reanimación delhospital era muy fuerte y sin embargo infinitamente suave ymuy cariñosa y generosa.

Él susurró gracias a Dios por haberla devuelto a la seguridad denuevo con él. Donde pertenecía.

Y ya estaba imaginando la casa perfecta en el lago. Con unaterraza perfecta y un muelle sobre el agua, no muy lejos delcomplejo del KGI, aunque no tenía ningún deseo desecuestrarse a sí mismo y a Eden detrás de las paredes delcomplejo. Quería un lugar especial suyo. Su santuario dondepudieran centrarse en el otro y en un futuro que fuera másbrillante que el sol.




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Swanny, apoyándolos, mientras cada procedimiento en surostro lentamente recuperaba su apariencia normal.

¿Ahora? No había ni rastro de las suaves cicatrices que habíanquedado después de la primera cirugía. El primer cirujano habíahecho un trabajo impecable manteniendo meticulosamente lascicatrices al mínimo. Y las cirugías posteriores habían sidorealizadas por el mejor cirujano plástico de los Estados Unidos.

Cada vez, Eden había volado en un avión del KGI a California,donde había ingresado sin hacer ruido en el hospital parasometerse al proceso de recuperar su impecable apariencia unavez más.

A ella no le había importado las cicatrices, pero Swanny habíasido firme en que nunca quedara desfiguradapermanentemente, como él. Sonriendo con pesar, comosiempre hacía cuando consideraba su firmeza sobre el tema, lehabía permitido hacerlo a su manera porque había estado muydecidido.

Él la amaba. Y ella lo sabía porque la amaba, quería sólo lomejor para ella. Él quería que tuviera opciones. La apoyaba enque regresara a su carrera, tal como ella le apoyaba en cumplirla suya.

Sí, era peligroso. Sí, vivía con el temor de que podía noregresar de una misión, pero era un miedo que compartíantodas las esposas de los miembros del KGI. Era un vínculoentre ellos, uno que había llevado a Eden cerca de las filas de

las esposas Kelly, y también las esposas de los otros líderes deequipo.

Maren, la esposa de uno de los otros jefes de equipo, era unmédico de primera categoría que ejercía en esa zona, yexaminaba a Eden a menudo, siempre asegurándose que Edense estaba recuperando bien de cada una de sus cirugías.

Todas las esposas la habían aceptado sin dudar. La habían

acogido, y era obvio que tenían a Swanny en alta estima y que




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Eden era querida, si no por otra razón que el hecho de que ellaaceptaba Swanny tal y como era, y le veía por el hombre

maravilloso que era debajo de la superficie.Eden abrió su portátil y luego fue a su correo electrónico parabuscar el mensaje de su agente en relación con el regreso deEden, para modelar, irónicamente, para Aria.

Querían hacer una segunda campaña. Esta vez para otro nuevoproducto. La última campaña había sido un gran éxito, aunqueEden estaba segura que toda la cobertura de la prensa sobrelos atentados contra su vida, sin duda, no había perjudicado.Pero la querían para su próximo lanzamiento. Y, bueno, ellaestaba lista.

¿Antes? No, no lo había estado. Había disfrutado muchísimo desu soledad con Swanny. Los dos se habían casado en KentuckyLake, dentro de los muros del complejo del KGI donde se lespodía asegurar una privacidad absoluta.

Su padre y sus hermanos habían asistido, y como Eden había

querido, la ceremonia fue pequeña e íntima. Sin fotógrafos, sinpaparazzis, sin una larga lista de invitados, etc. Sólo el resto demiembros del KGI, sus mujeres y sus hijos, su familia y, porsupuesto, Swanny.

Todavía sonreía al recordar el día de su boda. Había insistido enque alguien sacara una foto de ella y Swanny, a pesar de quesu rostro no había sanado por completo en ese momento y lasdébiles líneas eran evidentes en la foto.

Pero ella y Swanny sonreían con tanta fuerza que brillaban. Nocambiaría esa imagen, ese momento, por nada del mundo.

—Hola, preciosa.

Una sombra cayó sobre ella, justo antes de que unos cálidoslabios cubrieran los suyos y unas manos aún más cálidas sedeslizaron por sus piernas desnudas hasta el dobladillo de los




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pantalones cortos que llevaba puestos. Ella sonrió. Su maridoestaba en casa.

—Hola a ti, guapo.

A Eden le encantaba los extremos que llegaba Swanny a fin detranquilizarla de que todavía era hermosa. Tan hermosa para élcomo él era para ella. Vaya pareja que hacían.

—¿Cómo te sientes? —él preguntó mientras se dejaba caer enel sillón a su lado.

Ella se empapó de su vista. Iba vestido con traje de faena yuna camiseta blanca. Le daban ganas de subirse encima de él ypillarlo de mala manera aquí fuera en la terraza, y al diablo conel mundo exterior.

—Estoy bien —le aseguró ella—. Solamente estaba mirando elcorreo electrónico que me envió Nigel sobre el contrato de Aria.

—Oh —dijo Swanny—. ¿Y? ¿Vas a hacerlo?

Ningún desagrado. Ningún juicio. Sólo ánimo en su voz. Nomostraba nada que pensara que debía hacerlo. Fue una de lascosas que más amaba de él. No estaba amenazado niremotamente por su carrera y había hecho todo lo posible paraasegurarse que ella aún tuviera una carrera.

Le dejaba la elección únicamente a ella, pero no se engañaba nipor un momento pensando que su elección no le afectaría.Había dejado muy claro que la apoyaba incondicionalmente y

que era libre de escoger y elegir sus trabajos. Sin embargo,insistía en ir con ella, a todas ellas. Actuaría como su seguridadpersonal, junto con Micah y David.

No estaba segura de que él realmente hubiera superado esehorrible día en París cuando había sido secuestrada y sometidaa la tortura que había soportado. A pesar de que él podría nodificultarla en modo alguno en que continuara con su carrera,se las arreglaba para tener un permiso de ausencia para todas

sus sesiones fotográficas sin importar lo cortas o lo largas que




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fueran. Todavía vivía aterrorizado de que se la arrebataran, yse aseguraba de que él estuviera con ella en cada paso del

camino cuando eligió volver a su carrera.Ella le estudió cariñosamente un momento y luego, porquepudo y porque nunca podría decirlo lo suficiente, ella exclamó:

—Te amo.

Los ojos de Swanny se calentaron, capturando el sol y el reflejodel agua en sus ojos verdes.

—También te amo, cariño.—Y sí. Voy a hacerlo —dijo ella con decisión.

—Bien. Estoy orgulloso de ti. Sé que necesitaste mucho corajepara tomar esa decisión.

El corazón de Eden se hinchó. Qué bien la entendía. En el pocotiempo que habían estado casados, habían pasadoprácticamente cada minuto juntos, aprendiendo, creciendo. Ya

muy por delante de la mayoría de las parejas con sólo unospocos meses a sus espaldas.

Él entendía bien su vacilación. Su timidez a la hora depreguntarse si las cicatrices eran evidentes. Lo entendía muybien, después de haberlo vivido durante los últimos años. Él erasu roca. Su apoyo. Y su mayor animador. Siempre diciéndole lohermosa que era.

—¿Cuándo nos vamos? —preguntó Swanny.Sólo así. Así de simple. Sin preguntas. Sin reservas. Sólo unrecordatorio sólido de que estaba con ella en cada paso delcamino. Dios, amaba a este hombre.

—La próxima semana —murmuró ella—. ¿Es tiempo suficientepara avisar a tu equipo de que vas a estar fuera de la acciónpor un tiempo?





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—Sí. Ya lo he arreglado todo. Cuando estoy contigo, o bien noaceptan una misión o, en caso que sea absolutamente

necesario, entonces uno de los hermanos Kelly ocupa mipuesto. Nathan y Joe están considerando contratar a otrocompañero de equipo de todos modos. Somos menos que enlos otros equipos y podríamos usar un sexto para momentoscomo este. Y, bueno, cuando estás en acción, un compañero deequipo adicional a tu lado nunca hace daño.

Eden meditó las palabras de Swanny y luego le miró.

—¿Qué tienes en la cabeza, cariño? Conozco esa mirada. Estáspensando algo.

—¿Alguna vez habéis pensado en hablar con Ryker para que seuna a tu equipo? Servisteis juntos y él todavía está en activocon lo que hace.

Swanny sonrió.

—¿Mi chica es adivina? O tal vez has estado escuchando

nuestras conversaciones.Ella levantó una ceja.

—No. Pero ahora me pica la curiosidad.

—En realidad, lo estamos pensando. Depende de lo oxidadoque esté y de cómo haya mantenido sus habilidades, pero sí, yahemos hablado de ello. Todo se reduce a la cantidad de tiempode entrenamiento que tendríamos que dedicarle.

Eden suspiró.

—Me siento como una idiota por sugerirlo, con independenciade que todos vosotros ya hayan hablado de ello. Debo sermasoquista para siquiera pensar en añadir otra persona por laque preocuparse cuando tu equipo se va a una misión.

Maya Banks - KGI 09 - Cuando Rompe El Alba

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