Maurice Blondel y La Acción

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+ Maurice Blondel Y la Filosofía de la Acción

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Maurice BlondelY la Filosofía de la Acción

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Contexto Histórico: Las coordenadas esenciales de la obra de Maurice Blondel han de buscarse en la precedente

experiencia religiosa de su autor. Durante sus años de estudio, había sido dolorosamente impresionado por la indiferencia religiosa de vastos sectores de la intelectualidad francesa, cuyo rigor científico y afán intelectual compartía, y con los cuales quiere entablar un diálogo filosófico que les lleve a plantearse con hondura las cuestiones religiosas.

Junto a esas preocupaciones apologéticas, y, en gran parte, por encima de ellas, L'Action procede también de una intención filosófica estricta. En un ambiente saturado de cientifismo positivista y de idealismo neocriticista, Blondel se propuso rehabilitar el análisis reflexivo, como paralelamente comenzaba a intentarlo Henri Bergson, no ya del fenómeno de la conciencia, sino de la realidad más concreta e inmediata dada a nuestra experiencia, la acción. Describir su génesis y desarrollo, develar sus condiciones e implicaciones, trazar su sentido y sus exigencias, es en síntesis el proyecto blondeliano.

Maurice Blondel es, después de Henri Bergson, la figura más original e interesante de la filosofía francesa contemporánea. Blondel representa dentro del pensamiento católico una modalidad que se ha llamado «pragmatista» —en sentido bien distinto del pragmatismo inglés y americano— o «activista», o mejor aún, filosofía de la acción.

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+Biografía:

1861: Maurice Blondel nace en Dijon, en el seno de una antigua familia borgoñona de raíces profundamente católicas.

1881: Estudia en la École Normale Supérieure. Su primera formación filosófica, realizada bajo la influencia de A. Bertrand, seguidor del pensamiento de Maine de Biran y de H. Joly, se va profundizando en la escuela de Emil Boutroux y, sobre todo, de L. Ollé-Laprune. Obtuvo la Licencia en Letras y el Bachillerato en Derecho.

1884: Comenza a ejercer la docencia, pero pronto se retira para preparar su tesis doctoral sobre la acción humana y su sentido, tema y perspectiva inéditos en la filosofía francesa de la época.

1893: El 7 de junio presenta en la Sorbona su tesis doctoral, titulada L'Action. Essai d'une critique de la vie et d'une science de la pratique. [Esta será conocida como “la primera acción”, pues mas adelante la refundirá totalmente en otros dos volúmenes].

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+ 1894: El ambiente académico, todavía lleno por completo de una tradición positivista, no está dispuesto ciertamente a acoger tesis que afirmaran el valor filosóficamente decisivo de la práctica cristiana. La discusión del 7 de junio, extraordinariamente animada, fue una prueba de ello. Blondel no salió de ella derrotado en modo alguno, pero no dejaron de hacerse sentir las consecuencias en el terreno práctico:

Se le negaba el puesto de profesor.

1895: Gracias a la activa intervención de Boutroux, el ministro de Instrucción Pública, R. Poincaré, arregló que se le quitara el veto, y Blondel fue nombrado "maître de conférences" en la Universidad de Lille, para pasar, al año siguiente, a la de Aix-en-Provence, donde enseñaría ininterrumpidamente hasta 1927, y donde permanecería el resto de su vida. Ningún otro episodio caracterizará su vida, consagrada por completo al estudio y a la enseñanza, en continua lucha con su endeble naturaleza y, en los últimos años de su vida, contra la ceguera.

En los 20 años siguientes a L'Action, Blondel trabaja afanosamente en una línea apologética de su obra. La sucesión de sus otros trabajos sigue el ritmo del paso de los años.

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Dos nuevas publicaciones fundamentales ven la luz, revelando por completo al pensador que se asomaba ya en el ensayo La acción.

1896: La “Lettre sur les exigences de la pensée contemporaine en matière d'apologétique” plantea el problema de las relaciones entre fe y filosofía, criticando al racionalismo que propicia una «filosofía separada» de toda fe o creencia, y esforzándose por precisar el camino de una «filosofía cristiana» que evite lo que, a su juicio, sería una prematura unión entre filosofía y teología.

1904: “Histoire et dogme” En la que quiere encontrar un camino que evite tanto la pobreza filosófica del historicismo, como una insuficiente valoración del papel de los hechos históricos en el desarrollo del conocimiento. Publicó también en este periodo “La Ilusión idealista”, “El principio elemental de una lógica de la vida moral”, etc.)

Los temas candentes y el ambiente perturbado por las experiencias modernas provocan reacciones vivísimas, de asentimiento y de oposición. La aparición de la encíclica Pascendi determina una mayor retirada a la meditación. Continúa participando en la vida cultural y espiritual de su tiempo.

Muchos borradores inéditos muestran su constante preocupación por elaborar un programa de «Apologética integral». Otros artículos, más expresamente filosóficos, se aplican a detectar la persistencia de ideas religiosas en el sustrato de sistemas filosóficos modernos: Le christianisme de Descartes (1896), L'évolution du spinozisme (1894); otros intentan orientar la filosofía hacia un método que venza la antítesis idealismo-realismo: L'iausion idéaliste (1898), Le point de départ de la recherche philosophique (1906).

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+ 1913 y 1934: Durante estos años, Blondel publica obras que dejan entrever la

temática y amplitud de la tarea que emprende: Un grupo está constituido por artículos de carácter histórico: L'anticartésianisme de

Malebranche (1916), Le jansénisme et l'antijansénisme de Pascal (1923), una biografía de Ollé-Laprune (1923), la reelaboración de su tesis latina Une énigme historique: le «vinculum substantiale» d'apres Leibniz et l'ébaucht! d'un réalisme supérieur (1930), y algunos artículos sobre S. Agustín (1930).

Otro grupo de artículos muestra la constancia de su inquietud por la filosofía religiosa: Le probleme de la mystique (1925), y un volumen con el cual interviene en la célebre polémica desatada por Bréhier y Gilson acerca de la filosofía cristiana: Le probleme de la philosophie catholique (1932), seguido por varios artículos y respuestas a objeciones.

Por último, un tercer grupo de artículos de este periodo responden a problemas del momento, especialmente de carácter político-social: un debate acerca de la Acción Francesa de Maurras (1927), una contribución importante a la Semana Social de Francia: Patrie et Humanité (1928), y artículos breves acerca del problema educacional (1929).

1834-1937: Blondel a pesar de sus 73 años, con una salud precaria y una ceguera casi completa, a la cual pronto se añadirá la sordera, vive tan intensamente como en su juventud: En un período de tres años publica su trilogía: La Pensée - El pensamiento- (2 vol. 1934), L'Etre et les etres -El ser y los seres- (1935) y L'Action (2. vol. 1936-37), a la que seguirán dos volúmenes sobre La philosophie et l'esprit chrétien, que coronan su esfuerzo especulativo de filósofo cristiano. También estas obras de madurez suscitan discusiones que no rozan, sin embargo, la ortodoxia de Blondel. Por el contrario, su figura de pensador cristiano va colocándose progresivamente en un plano de clasicismo, en tanto que engrosa la escuadra de discípulos, diversamente fieles a su magisterio.

1949: Muere cuando atendía a la preparación del tercer volumen de “La philosophie et l'esprit chrétien” y aparecía en 1950 su último trabajo con el título de “Exigences philosophiques du christianisme”.

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+La acción como punto de partida: El planteamiento filosófico de Blondel se centra en la pregunta

de si la vida humana tiene sentido y si el hombre tiene un destino. “Yo actúo sin saber qué es la acción, sin haber deseado vivir, sin saber quién soy ni si soy. Y, según se nos dice, no puedo, a ningún precio, conquistar la nada, sino que estoy condenado a la vida, a la muerte, a la eternidad, sin haberlo sabido ni querido”. Ahora bien, este problema, inevitable, es inevitablemente resuelto por el hombre, bien o mal, con sus acciones.

Blondel quiere abordar la existencia humana en su totalidad, sin privilegiar ninguno de sus aspectos parciales, como pueden serlo la voluntad, la razón o los sentimientos. Según este filósofo, la clave para alcanzar esta visión de totalidad y así superar las esciciones producidas por la filosofía post-kantiana en su concepción del hombre, radica en un análisis de la acción humana.

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+La acción como punto de partida: En la búsqueda de la unidad, de la totalidad de la existencia

humana, y más radicalemtne en la búsqueda del sentido de la vida, Blondel determina el elemento radical, común a que todo lo que el hombre conoce, quiere y realiza. Este elemento que se presenta al mismo tiempo como el punto de partida de toda investigación ulterior es la acción. La acción es el elemento primero e irreductible de la vida del hombre, a partir del cual todo lo humano se desarrolla. Con palabras del mismo Blondel: “La acción es la síntesis del conocer, del querer y del ser, el

vínculo del compuesto humano, que no se puede escindir sin destruir todo lo que se ha escindido. Es el punto preciso donde convergen el mundo del pensamiento, el mundo moral y el mundo de la ciencia. Si no se unieran en la

acción, todo estaría perdido”.

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La filosofía de la acción es una crítica de la vida, que parte de la acción para alcanzar una visión unitaria del hombre. Para Blondel toda acción humana es un movimiento originario de la voluntad, que surge en el interior del sujeto. De ahí que Blondel utilice a veces la expresión “método de inmanencia” para referirse a su método filosófico; expresión que no debe confundirse con el “sistema de la inmanencia”, entendida como cosmovisión cerrada a la trascendencia. Cuando Blondel alude a la primacía de la inmanencia, está subrayando que la acción surge en la inmanencia del sujeto, en la interioridad, pero el análisis mismo de la acción nos indica que es necesario superar la inmanencia hasta llegar a la realidad y la trascendencia. En este sentido se podría decir que la visión blondeliana de la acción humana es inmanente. También es sintética, porque es fuente de los distintos aspectos de la existencia humana –fundamentalmente, del conocer, del querer y del ser-; y al mismo tiempo es dinámica porque la acción se manifiesta en su fieri: un elemento central de la filosofía blondeliana es la explicación de lo que hay de implícito en cualquier acción humana, mediante un análisis de su dialéctica interior.

Acción: Desde la inmanencia hacia trascendencia:

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+La acción también es sintética, porque es fuente de los distintos aspectos fundamentales de la existencia humana:

· del conocer, · del querer y · del ser

y al mismo tiempo es dinámica porque la acción se manifiesta en su fieri: un elemento central de la filosofía blondeliana es la explicación de lo que hay de implícito en cualquier acción humana, mediante un análisis de su dialéctica interior.

Este planteamiento filosófico, realizado desde el punto de vista de la unidad de sentido de la vida humana, y dado por el análisis de la acción, explica las críticas que Blondel dirige a todo intento de explicar la realidad humana a partir de un aspecto parcial, limitado de la acción. Los entes son sobre todo lo que hacen. La filosofía tiene que «impedir al pensamiento idolatrarse, mostrar la insuficiencia y la subordinación normal de la especulación, iluminar las exigencias y los senderos de la acción, preparar y justificar las vías de la fe». De ahí que pretende superar:

El intelectualismo: independencia total que pretende el pensamiento respecto de la acción.

El pragmatismo: Que pretende que la acción se explique por sí misma. El racionalismo: Que supone que la razón es el único juez de la verdad en cualquier

campo. El fideísmo: Que consiste en la pretención de autosuficiencia de la fe, considerando

que en el ámbito religioso la razón pierde sus derechos.

Acción: Sintética y Dinámica:

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+ Los fines de las accionesSi el carácter sintético de la acción permite a la crítica a los reducccionismos unilaterales, su carácter dinámico hace que la filosofía de Blondel sea también una apologética: Un examen racional de los motivos intrínsecos de la religión revelada. Esta apologética se basa en un análisis de los fines de las acciones.

¿Hacia dónde se dirige la acción? Con palabras textuales de nuestro autor: “¿Sí o no?,

¿Tiene la vida humana un sentido, y el hombre un destino?”

Según Blondel, un seguimiento atento de la dinámica intrínseca de la acción lleva a la Trascendencia.

Sin embargo, a lo largo de la historia, esta pregunta ha encontrado respuestas muy diferentes. Posibles soluciones son las del:

• Dilettanismo: La vida no lleva a a ninguna parte y en consecuencia hay que gozar y jugar. El dilettante es un egoísta: se ama solo a sí mismo y no encuentra sentido a su existencia superficial.

• Nihilismo: Se identifica con la solución pesimista de Schopenhauer: renunciar a la voluntad de vivir. Pero no existe ni el concepto ni la voluntad de la nada. En la base de esta actitud se ve que el pesimismo es un misticismo: deseo de ser el Absoluto, pero la imposibilidad de llegar a serlo.

• Cientificismo: Respuesta que pretende eliminar toda inquietud y toda trascendencia, dando certezas objetivas. Pero la ciencia no explica la acción, dado que ésta nace de la intimidad del sujeto, y el objeto de la ciencia no es la intimidad sino los fenómenos.

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+ Acción: Darse a los demás Blondel considera que el hombre no es un individuo aislado; el análisis

de la acción demuestra la condición social del hombre. Por eso, una de las acciones específicamente humanas es el darse, alienarse-para-reencontrarse: En la familia, en la patria, en la humanidad…. Desde esta perspectiva, Blondel critica las ideologías modernas –liberalismo, nacionalismo, marxismo- que desnaturalizan a la persona. Cuando el hombre se da cuenta que está persiguiendo un ideal que trasciende los fenómenos, ha entrado en la esfera moral.

Blondel distingue entre una voluntad de lo concreto, que nunca puede identificarse con la totalidad. Para Blondel, la tensión que existe entre estas dos voluntades -que en parte recuerdan las voluntas ut natura y la voluntas ut ratio de la escolástica- es el motor del dinamismo de la acción. Para alcanzar el bien hay que superar lo particular, lo concreto, lo contingente: Querríamos satisfacernos plenamente con esas cosas, pero no logramos hacerlo. La voluntad auténtica, que busca el absoluto, debe reconocer la presencia de lo único necesario, Dios.

Acción: Dinamismo de voluntades

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+Acción como problema y solución: la elección elimina otras posibilidades

La acción es la verdadera solución efectiva que da el hombre al problema de su vida; por eso se impone su estudio ante todo. La acción es el hecho más general y más constante de mi vida: más que un hecho, dice Blondel, es una necesidad, pues hasta el suicidio es un acto.

Solo se hace cualquier cosa cerrándose las demás vías y empobreciéndose de todo lo que se hubiera podido saber o conseguir. Cada determinación amputa una infinidad de actos posibles. Y no cabe detenerse y suspender la acción, ni esperar. Si no actúo yo, algo actúa en mí o fuera de mí, casi siempre contra mí. La paz —dice Blondel— es una derrota; la acción no tolera otro aplazamiento que la muerte. Por esto no me puedo conducir por mis ideas, porque el análisis completo no es posible a una inteligencia finita, y la práctica no tolera retrasos: no puedo diferir la acción hasta llegar a la evidencia, y toda evidencia es parcial. Además, mis decisiones suelen ir más allá de mis pensamientos, y mis actos más allá de mis intenciones.

Hay que constituir, por tanto, una ciencia de la acción, -integral- porque todo modo de pensar y vivir, deliberadamente implica una solución completa del problema de la existencia.

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+ Según Blondel, la mortificación, el sufrimiento es saludable, porque impide aclimatarse al mundo. Más aún, Blondel ve en la mortificación la verdadera experiencia metafísica, que permite al hombre alcanzar el ser. El hombre debe reconocer su imposibilidad de divinizarse. Así el hombre concibe la posibilidad de un orden sobrenatural; lo sobrenatural es “aquello que es absolutamente imposible y absolutamente necesario para el hombre”. Imposible porque está más allá de las propias fuerzas; necesario para satisfacer su sed de infinito. Sólo la gracia de Dios que viene de lo alto, podrá saciar esta sed.

¿Qué puede hacer la filosofía de la acción frente a lo sobrenatural? No puede demostrar su existencia, pero puede mostrar su posibilidad, mostrar que la hipótesis de lo sobrenatural es necesaria, e indagar las condiciones de posibilidad del acto de fe. El camino que lleva a la fe es obrar según la verdad revelada. Siguiendo los pasos de Pascal, Blondel propone un testimonio existencial del Cristianismo; Fac et videbis.

Blondel permaneció siempre fiel a la ortodoxia católica, aunque algunos modernistas tomaron pie de sus ideas y de su terminología, que difuminaban la diferencia ontológica entre el orden natural y el sobrenatural.

Con ocasión del centenario de la publicaciñon de “L’Action”, Juan Pablo II envió una carta al arzobispo de Aix-en-Provence, alabando la obra de Blondel, y en particular su visión integral del hombre.

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+«L'Action» (1893)

Hemos visto que surgió al soplo de dos inquietudes, la del cristiano y la del filósofo. Como cristiano, Blondel cree que el hombre está ordenado al fin sobrenatural de la adopción divina en Cristo. Como filósofo, piensa que la sola razón, si bien no puede hacer esta afirmación de fe, no puede tampoco desinteresarse del destino humano: tiene fuerza suficiente para develar, en la misma descripción del actuar, las implicaciones necesarias que permitan discernir su dirección y el vacío ineludible que sólo un don anhelado pero gratuito puede colmar. Por eso asigna a la filosofía un objeto central de estudio: la acción. En su acepción blondeliana, este término denota todo el encadenamiento de la actividad humana, desde su sustrato cósmico y orgánico hasta la síntesis superior del pensar y del querer. Blondel piensa que así renueva profundamente la problemática filosófica: en lugar del Pienso cartesiano, del Debo kantiano, o del Quiero schopenhaueriano, podría decirse que comienza con un «Actúo» para afrontar el más profundo y universal de los problemas: «¿Sí o no, la vida humana tiene un sentido y el hombre un destino?» (L'Action, intr.).

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+ El problema y el punto de partida inspiran el método. Para ser estrictamente filosófico debe versar acerca de lo universal y necesario, esto es, no puede reducirse a una descripción psicológica (aunque también la asuma), sino que debe atender a las verdades lógicas trascendentes implicadas en el actuar humano. De otra parte tampoco quiere desembocar en seguida en un discurso de orden ontológico, lo que -piensa- sería prematuro. Hay que -dice- diferir toda afirmación ontológica para elaborar una «crítica de la vida», limitándose provisionalmente al estudio de los fenómenos, los estados de conciencia y las nociones que expresan relaciones de interdependencia. Es un método fenomenológico (Blondel empleó este término en su soutenance: cfr. Études Blondéliennes, I, 86), descriptivo, que irá ganando densidad ontológica a medida que las implicaciones de la acción vayan desplegando una «historia natural» y desembocando en la inevitabilidad de una opción o decisión efectiva de la práctica, que dará «vida» o «muerte» a la acción al resolverse frente a la última alternativa a que conduce esta marcha.

El blondeliano es también un método dialéctico. «Sí o no»: ambas posibilidades son seguidas en todas sus implicaciones lógicas para descubrir sus significaciones. La dialéctica entre religión y filosofía resulta así, piensa, enriquecedora para ambas, que aislarlas en dominios herméticamente separados: «entre la creencia y la ciencia, me ha parecido que hay un punto de encuentro permanente, es la acción: en ella, los dos órdenes que habían sido superpuestos, yuxtapuestos u opuestos, se componen en una mutua compenetración. Al mostrar cómo las verdades más positivas se extraen de la acción, me preparo a extraer de la acción las verdades trascendentes que están allí ya inmanentes» (carta a G. Perrot: Lettres Philosophiques, París 1961, 35-36). Blondel admitió que su método se denominara «de inmanencia», a condición que se distinguiera absolutamente de la doctrina de inmanencia.

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+ Esta dialéctica lleva a la filosofía, en cierto modo, a negarse a sí misma, es decir, a reconocer su insuficiencia para la vida. La acción efectiva y concreta contiene más que la idea, el motivo y el querer de los cuales broto: este más, a su vez, trae una riqueza aleccionadora imprevista que repercute en la sabiduría y construye la vida real, «realiza» el ser. «Conocer no exime de actuar, pero actuar puede dispensar de conocer». Por este rasgo de su método, Blondel quiere, de una parte, abrir a un saber meta-filosófico, y de otra dar a la filosofía misma un carácter «practicante», a constituirlo como un modo de vivir sin que pierda nada de su rigor y seriedad intelectual. Preludia también el tema de la dramaticidad de la libertad, que será vulgarizado por los existencialismos posteriores.

Sigamos ahora la marcha y etapas del pensar blondeliano a través de las cinco partes de L'Action. Ante todo se enfrenta a la solución negativa que renuncia de partida a admitir el problema. Blondel tiene en cuenta aquí al agnosticismo absoluto, al escepticismo y al dilettantismo del sentir y actuar sin querer nada: pura voluntad expresada en la fórmula Nolo volle, no quiero querer, que equivale a Volo nolle, quiero no querer, flagrante contradicción. Por tanto, queremos. ¿Qué debemos o podemos querer? ¿Podríamos querer la nada? La contradicción de esta posición es aún más clara: todo pesimismo y aun el acto suicida implican la afirmación de algo. La solución al problema de la acción, por tanto, no puede ser sino positiva: queremos, no podemos no querer: «en mis actos, en el mundo, en mí, fuera de mí, no sé dónde ni qué, hay algo» (p. 41).

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+ ¿Qué es este algo? La 3ª parte, que ocupa dos tercios de toda la obra, asciende en su búsqueda. Partiendo del hecho básico de las sensaciones, se descubre al sujeto de esos actos, quien, para asegurar su existencia, organiza los sistemas objetivos de esos fenómenos, es decir, construye las ciencias positivas. Se descubre allí a la voluntad de síntesis que anima al sujeto creador de ciencia. Se descubre también, y sobre todo, a la libertad de ese sujeto enfrentado al determinismo del mundo fenoménico de la naturaleza: la conciencia es una síntesis de actos elementales, orgánicos y psicológicos en una unidad trascendente, capaz de elevarse sobre ellos y originar una decisión valiéndose de todo ese determinismo. Pero no basta cualquier decisión: esa libertad se manifiesta solicitada por valores y móviles que están más allá de lo concebible. Va más allá cuando realiza efectivamente la acción. Entonces moviliza al cuerpo, a los instrumentos y al mundo. Ellos oponen una resistencia y, a su vez, dictan sus condiciones a la voluntad actuante; hay en ellos una energía comparable a la de la voluntad que constituye el hilo transversal con el cual se teje la tela de nuestro actuar y ser. No hacemos todo lo que queremos, y no hemos querido todo lo que resultó hecho.

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+ Actuar es, por consiguiente, entregarse al universo para hacerlo conforme a un designio. Otro concurso se manifiesta indispensable: el de los demás. La cooperación con los demás se efectúa de varios modos (tradición, educación, arte, etc.), pero más allá todavía, la voluntad tiende a una unión real y total: el amor. Así, la acción engendra la familia; la patria, que brota de una conciencia colectiva que se da un destino; la humanidad, que constituye una inmensa ampliación de la conciencia y permite ver en el esclavo, salvaje, pobre o enfermo a otro sí mismo. En cada una de estas cristalizaciones se advierte un mismo impulso obstinado: el hombre trata de adecuarse a sí mismo, pero nunca lo consigue plenamente; hay en él un dinamismo fundamental (volonté voulante) perpetuamente inadecuado por sus realizaciones (volontés voulues). Cada realización el hombre la ha querido infructuosamente porque, en definitiva, quiere el Todo; bajo la forma de un vacío, encontramos la presencia del Infinito. Puede aún, mediante «acciones supersticiosas», situar a ese Infinito en algún objeto a su medida; pero una vez más resulta un intento frustrado de absolutizar lo relativo. ¿Oué nos queda? Al haber agotado todas las posibilidades naturales, incluso las de la Totalidad, no queda más que mantener una abertura y atención hacia el Infinito por si viniese al encuentro del hombre: la hipótesis de lo sobrenatural.

¿Debe la filosofía terminar su marcha en este umbral de la religión revelada? Blondel no lo piensa. No podrá la filosofía formular afirmaciones que sólo pertenecen al dominio de la fe; pero puede estudiar lo sobrenatural como una hipótesis en la perspectiva de lo recorrido, analizar la inteligibilidad de los dogmas y su coherencia, el valor y significación de la «práctica literal», así como la estética filosófica se interesa por estilos y escuelas artísticas, y la filosofía de las ciencias por las hipótesis, métodos y lenguaje de la ciencia positiva.

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+ La «tetralogía» Sustancialmente, las obras que forman la tetralogía contienen el mismo argumento de

L'Action de 1893. En la intención de Blondel, sin embargo, constituyen una vigorosa ampliación, maduración y acabamiento de su tesis de doctorado, con el propósito de darle forma más estrictamente filosófica, simplificar las expresiones, prevenir las objeciones, y separar las tres primeras obras, que tocan los temas fundamentales de la filosofía, de la cuarta sobre el espíritu cristiano, que sería más bien una «filosofía del cristianismo».

1. La Pensée: “El Pensamiento” quiere ser una «historia natural» del pensar, desde su génesis cósmica

hasta sus formas superiores en la conciencia y en la ciencia. La inadecuación cartesiana entre pensar y ser, Blondel la sustituye por la inadecuación constante del pensar respecto a su destino integral. El entero orden especulativo, que incluye sentir, conocer, idear, razonar, no basta para la vida de la acción. La razón de ello se encuentra, piensa Blondel, en que el mismo pensar está constituido por dos impulsos irreductibles, pero complementarios: el pensar «noético», conceptualizador y universalizante, y el pensar «pneumático», diversificador y propulsor. Pero éstas no son formas de algún «yo puro» o «ego trascendental» sino de la actividad intelectual en su inseparable unidad sintética con el universo. Tres órdenes progresivos aparecen así discernibles: 1° el orden de los signos y del lenguaje, como pensamiento pensado; 2° el orden del Absoluto implicado en el pensar, que devela al Pensamiento Pensante y trascendente; y 3° el orden receptivo en el que el pensar es iluminado y elevado más allá de su potencia natural. En todos ellos aparece imposible que el pensar se cierre en una esfera autosuficiente: es necesario integrar en él algo que le permanece siempre irreductible.

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+ 2. L'Etre et les etres: El ser y los seres quiere ser el estudio de ese «más allá». A partir de nuestro sentiment d'etre (no de la noción

de ser) compara los diversos grados dados a nuestra experiencia: materia, vida, persona, sociedades, universo entero. La constante inadecuación se reencuentra aquí: son y no son, subsisten en devenir; conducen a la necesidad lógica de la afirmación del ser en sí. Se trata, en verdad, de una reedición del argumento ontológico. El blondeliano, sin embargo, va más allá de las formas anselmiana, cartesiana o leibniziana, porque no se mueve en el plano de la sola abstracción, sino que aspira a obtener su verificación en la práctica consecuente a la buena opción. Afirmado el Ser en sí surge el tema de la relación a él de los seres contingentes. Blondel responde elaborando una ontología concreta de los seres creados, que devela una evolución tendencial que es una verdadera gestación de seres u ontogénesis, y en ella busca desentrañar una canónica del devenir y consolidación de los seres, condición para que realicen el designio del cual proceden, y alcancen el destino a que están ordenados: Blondel la llama Normativa. Repasando los grados de seres, se encuentra que ejercen diversas funciones normativas: la materia es la expresión de la universal contingencia, la vida es la organización dinámica de fuerzas cósmicas para servir de soporte al espíritu, que es a la vez inquietud y empuje hacia el Ser, hacia Dios.

3. L’Action: En la reelaboración de L'Action (3ª obra de la tetralogía), Blondel afronta en el primer tomo un problema

paralelo al visto en L'Etre: ¿Cómo es posible que verdaderamente actúen causas segundas, dándose la acción de la Causa Primera Universal? El filósofo recoge todas las aporías presentadas al respecto, conduciendo el raciocinio a la especificación de las diversas causalidades segundas. El 2° tomo rehace el itinerario de la primera Action, aunque sin la espontaneidad del primer brote juvenil. El lenguaje se simplifica y la exposición, aunque recargada por las repeticiones, destaca las líneas de fondo de toda la obra blondeliana.

4. La Philosophie et l'Esprit Chrétien: La filosofía y el espíritu cristiano es un intento de instaurar una filosofía de los dogmas católicos que complete

los tres libros anteriores: todos ellos querían mostrar nuestras aspiraciones e influencias naturales; Esprit Chrétien quiere por su parte examinar cómo responden los misterios del catolicismo a esos enigmas filosóficos.

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Difusión y alcance de las ideas blondelianas: Como ya se ha dicho, la obra de Blondel suscitó, desde la publicación de la primera edición

de L'Action, amplio eco en uno u otro sentido. Blondel, propiamente hablando, no ha dejado una escuela. Cabe, sí, señalar una influencia suya, más o menos clara o difusa, en numerosos ambientes y autores, especialmente franceses. Así, p. ej., influye en algunos pensadores neoescolásticos, concretamente en J. Marechal y, a través de él, en K. Rahner, aunque la inspiración de este último es más bien heideggeriana. Diversos espiritualistas, como J. Lacroix, J. Guitton, P. Ricoeur, recogen también algunas de sus ideas. La filosofía de la religión de H. Duméry parte de una exégesis blondeliana. En el terreno de la Apologética o Teología fundamental se inspira en él, p. ej., H. Bouillard. Algo análogo puede decirse de la teología de la fe de P. Rousselot y R. Aubert, etc.

Críticas: Las críticas de los inicios también han continuado repitiéndose. Afectan fundamentalmente

a dos puntos: la gratuidad de lo sobrenatural, y el valor del conocimiento humano. La encíclica Pascendi, con la que Pío X condenó al modernismo, incluye un párrafo que ha sido a veces interpretado como referido a Blondel o a autores inspirados en él; es el párrafo en que Pío X se refiere a quienes «si bien rechazan la doctrina de la inmanencia, como tal doctrina, la emplean, no obstante, para una finalidad apologética; y esto lo hacen tan sin cautela que parecen admitir en la naturaleza humana no sólo una capacidad o conveniencia para el orden sobrenatural, sino una verdadera y auténtica exigencia» (A AS, 40, 1907, 631 ). En las obras de su segundo periodo Blondel se esfuerza por matizar su pensamiento, poniendo de relieve que la naturaleza humana tiene una indigencia, pero no una exigencia de lo sobrenatural. Sus explicaciones, sin embargo, no siempre han parecido suficientes (cfr. A. Gaboardi, Il método d'inmanenza, en Problemi ed orientamenti di Teologia dogmatica, II, Milán 1957,75-85).

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+Bibliografía:

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA: IV Filosofía Contemporánea, Mario Fazio, Francisco Fernández Labastida Editorial Palabra, MADRID, 2004 p.p. 265 -270

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/blondel_maurice.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Maurice_Blondel

Presentación elaborada por Gerardo Viau,

Guatemala 14 de diciembre del 2012