Más Que Una Guerra - Astorga y El Noroeste en El Conflicto Peninsular (1808-1814)

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    Más que una Guerra:Astorga y el noroeste de España

    en el conflicto peninsular

    (1808–1814)

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    Título: Más que una Guerra: Astorga y el noroeste de España en el conflicto peninsular (1808–1814) 

    Arsenio García Fuertes, Francisco Carantoña Álvarez, Oscar González García (editores científicos).

    Edita Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías. Colaboran Junta de Castilla y León yFundación de Universidades y Enseñanzas Superiores de Castilla y León.

    Diseño: Ana Moyano Cano.

    Diseño de la cubierta: Ana Moyano Cano e Imagen Mas.

    Imprime Cargraf S.L.

    Edición no venal limitada a 750 ejemplares.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, a lmacenadao transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, degrabación o de fotocopia sin permiso previo de los editores.

    Printed in Spain. Impreso en España.

    ISBN: 978-84-942095-2-9Depósito legal: LE-586-2014

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    Presentación

    El Congreso Internacional Juntas, Guerra y Constitución en Astorga y el NoroestePeninsular , celebrado en la ciudad de Astorga entre los días 14 y 17 de noviembre de

    2012, constituye sin duda un destacado referente para los estudiosos de nuestra EdadContemporánea. Por ello, y como Consejero de Educación, quiero testimoniar el apoyo yel reconocimiento de la Junta de Castilla y León hacia este importante encuentro cientí-fico y de divulgación, que ha permitido reflexionar sobre algunos importantes episodiosde nuestro pasado.

    Edward Hallett Carr, profesor británico en el prestigioso Trinity College de Cambridge,donde impartió docencia durante varias décadas, solía decir que la Historia viene a sercomo un inmenso desfile, en el que todos tomamos parte. Y en este gran desfile tambiénparticipa el historiador, que ve los acontecimientos desde su posición en él, y precisamen-te desde ese puesto los interpreta, los interrelaciona y los explica. Quizá por este motivoresulta tan relevante el papel que desempeñan los congresos y los encuentros científicos

    en esta disciplina, pues aun cuando se tratan temas clásicos o bien referenciados en lahistoriografía, sirven para desarrollar una nueva aproximación a ellos, una actualizaciónde sus enfoques, una puesta al día de los métodos y una revisión de los contenidos connuevos e insospechados temas de interés.

    Precisamente por ello quiero hacer llegar mi felicitación más calurosa a los organizado-res de este congreso, exitoso en su fructífero desarrollo y fecundo después, con la per-manencia que garantizan las presentes Actas, que ahora tiene entre sus manos el lector.

    No es fácil reunir un elenco tan distinguido de profesores y estudiosos, un conjuntoque combina perfectamente la presencia de autores de reconocida valía internacional,procedentes del Reino Unido, de Irlanda y de Francia, con notables profesores de varias

    universidades nacionales, con investigadores y doctorandos de prometedor futuro y coneruditos e interesados en campos puntuales como la historia local, la historia de las mu-jeres, la historia política o la historia militar.

    Personalmente, considero un gran acierto que hayan podido coincidir estudiosos deprocedencias y enfoques tan diversos, tanto por el enriquecimiento mutuo, como por elamplio abanico de temas de interés que puede llegar a desplegarse con esta estrategia.Además, estimo acertadísima la vinculación que se ha establecido entre Astorga, que eraen el siglo XIX un importante foco urbano y cultural, y todo el Noroeste peninsular. Puestoque, si por un lado la relación de Astorga con Castilla y con León es indudable, quizá re-sultan mucho más desconocidos, pero no menos interesantes, los profundos nexos quevinculaban la capital maragata con Galicia y con Asturias a lo largo de las centurias pasa-das. Y ello sin restar un ápice a la singularidad de esta comarca y de sus gentes, como ya

    quedaba reconocida en los textos de la época, algunos de ellos derivados, precisamente,de los hechos bélicos que en este congreso han sido abordados.

    Y, en una dimensión temporal más próxima, quiero resaltar que este encuentro cien-tífico, impecable en su organización, también ha servido para poner de manifiesto la im-portancia y el dinamismo que la ciudad de Astorga sigue teniendo. Además, no debemospasar por alto la participación de una nutrida pléyade de estudiosos astorganos como elprofesor Arsenio García Fuertes, que recientemente ha publicado un libro sobre el Sitiode Astorga de 1812, como su cronista Martín Martínez, de erudición inagotable, o comoManuel Arias, que nos aproxima con exquisita sensibilidad al mundo del arte. Y todos, ensu conjunto, han participado como dignos anfitriones junto a invitados tan ilustres comolos profesores Charles Esdaile, Nicolas Dunne-Lynch y Gerard Dufour.

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    Hago extensible mi reconocimiento a todos los participantes de este congreso interna-cional por sus aportaciones de altísimo nivel, en las ponencias y en las comunicaciones pre-sentadas, como ha quedado fielmente recogido en las páginas de estas voluminosas actas.

    Mi reconocimiento y enhorabuena también para todas las instituciones y personas quehan respaldado la realización de este Congreso y que han contribuido a su exitoso desarro-

    llo, con el Ayuntamiento de Astorga, la Universidad de León, el Foro para el Estudio de laHistoria Militar de España y el Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías a la cabeza.

    Sin duda, se trata de un ejemplo a seguir, de un modelo que acrecienta el nivel so-bresaliente que la investigación histórica tiene en Castilla y León y que también puedemovernos a reflexionar sobre los acontecimientos pretéritos y sobre las gentes que losvivieron. Pues quizá sean, precisamente, los momentos difíciles del pasado los que pue-den proporcionarnos ánimo y aliento en nuestras empresas actuales, no menos arduasen ocasiones. Recordemos que un coetáneo de la Guerra de la Independencia, el poetay dramaturgo Leandro Fernández de Moratín, describía su época en su poema Elegía alas Musas  —seguramente una de las cimas de la l írica dieciochesca, al decir de FernandoLázaro Carreter—, con estas palabras:

    Yo vi del polvo levantarse audaces a dominar y perecer tiranos,atropellarse efímeras las leyes 

     y llamarse virtudes los delitos.

    Vi las fraternas armas nuestros muros bañar en sangre nuestra, combatirse vencido y vencedor, hijos de España,

     y el trono desplomándose al vendido ímpetu popular.

    Y terminaba deseando, como también ahora podemos anhelar nosotros:

    Si no es eterno el rigor de los hados, y reservan a mi patria infeliz mayor ventura,dénsela presto […].

    Juan José Mateos Otero

    Consejero de Educación

    Junta de Castilla y León

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    Prefacio

    La Guerra de la Independencia Española fue escenario de importantes hechos históri-cos en los que, una vez más, se puso de relieve la valentía de todo un pueblo unido frente

    a un invasor. La nación otrora más potente de Europa, la que había conquistado mediomundo, se encontraba en trance de verse subyugada por un país vecino en proceso deexpansión.

    La historia del mundo es, en verdad, una sucesión de ataques y defensas llevados acabo con mayor o menor fortuna. La defensa acendrada y valiente de un catalán, en estecaso, libró de la mano francesa a la ciudad de Astorga. Y lo hizo por dos veces.

    De la Guerra de la Independencia Española son conocidos y celebrados muchos epi-sodios. Algunos han pasado a la Historia de la mano de algún ilustre genio de la pintura;otros lo han hecho por boca de la tradición y del arraigo secular en el imaginario colectivo;y otros debido a su repercusión histórica. De entre estos últimos, tienen justa fama bata-

    llas como las de Bailén, el Moclín o Arapiles; héroes como Juan Martín, el Empecinado ,Daoiz y Velarde o Agustina de Aragón; y sitios como los de Zaragoza y Cádiz. Pero hay unlugar que quizá no asociemos de forma inmediata con aquel hecho histórico, pero que pormérito propio debería estar escrito en nuestra memoria con letras indelebles.

    Los llamados «Sitios de Astorga» y el establecimiento en la augusta ciudad de uno delos primeros ayuntamientos constitucionales y democráticos -a la manera del momento-de España, constituyen dos hechos con suficiente relevancia histórica como para plan-tearse la pertinencia de un congreso ad hoc . Un congreso, internacional, que entre el 14y el 17 de noviembre de 2012 quiso arrojar nueva luz sobre hechos estudiados, pero quizáno suficientemente conocidos. De aquel congreso devienen, precisamente, estas actasque el lector tiene ahora en sus manos.

    Un congreso que contó con el aval y la participación de múltiples especialistas y con elapoyo de varias instituciones, entre las cuales no podía faltar la Junta de Castilla y León.Para quienes disfrutamos de la Historia y tenemos la mente abierta a la noticia novedosa,congresos como éste suponen una inmejorable oportunidad, por un lado, para refrescaracontecimientos y, por otro, para descubrir nuevos hechos y fundamentadas explicacio-nes. En este Congreso Internacional, que con buen criterio se tituló Juntas, Guerra yConstitución en Astorga y el Noroeste Peninsular , han participado algunos de los mejoresespecialistas en el estudio de tan agitada etapa histórica. Y comprobará el lector que susaportaciones contribuyen a situar a la ciudad de Astorga, como escenario principal de laGuerra de la Independencia, pero también como ayuntamiento democrático de primerahora, en el lugar que merece.

    No es difícil entender que en la explicación de sucesos pasados y, sobre todo, en suinterpretación, a menudo jueguen un papel decisivo la sensibilidad y la subjetividad dequienes se dedican a darnos testimonio. Pero, tratándose de hechos tan alejados ya en eltiempo, es razonable que la objetividad vaya colonizando el terreno de la parcialidad y quelos hechos se observen desde una distancia, cuando menos, saludable.

    De todos es conocida la importancia que el sur de la península, con la ciudad de Cádiza la cabeza, tuvo en este momento de la Historia de España, pero no debemos olvidarque fue en el noroeste del país donde los españoles resistieron con mayor tesón y dondese organizó la fuerza militar que finalmente acabaría dando la victoria a nuestras tropas yrestaurando a un gobierno nacional. El rol reservado en esta guerra a la ciudad de Astorgay a algunos personajes íntimamente relacionados con ella como el general Santocildes, al

    mando del Sexto Ejército Español, o el húsar Tiburcio Fernández Álvarez, constituyen pie-

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    zas fundamentales de la fotografía final que este congreso ha dejado para los estudiososde este periodo histórico y para la curiosidad de los astorganos del mañana.

    Astorga fue el primer ayuntamiento constitucional y democrático de lo que hoy cono-cemos como el territorio de Castilla y León. Y con la elección por sufragio de don PedroRubín de Celis y Argüero, como su alcalde, se rompía definitivamente amarras con un

    pasado del que abjuraba una nueva modernidad.

    En 1812, los astorganos apenas necesitaron seis meses para incorporar a su munici-palidad los modernos ideales y los avanzados preceptos aprobados poco tiempo antesen Cádiz. Palabras como libertad   e igualdad , que hoy forman parte del concepto básicode ciudadanía , fueron asumidas con resuelta permeabilidad por la sociedad astorgana.Sin embargo, es muy probable que el hecho de establecer en Astorga una municipalidaddemocrática para otorgarse propio gobierno probablemente obedeciera en mayor medidaa la necesidad de poner boca arriba las cartas ante un dominio francés que había tenidosometida a la ciudad desde 1810. Astorga y los astorganos eran médula de la Españamás antigua, y como tal, no estaban dispuestos a plegarse a los deseos del ejército ocu-pante. Muchos y muy notables fueron los gestos de heroicidad y de manifiesta rebeldía

    protagonizados por los hombres y las mujeres de esta comarca maragata. Y acogerse sindilación, con todas las consecuencias, al dictado de una de las constituciones más libe-rales de cuantas se habían promulgado hasta la fecha en Europa es uno más de aquellossignificativos y esclarecedores gestos.

    De ello y de levantar acta del papel jugado por Astorga y por otras ciudades y comarcasdel noroeste peninsular en nuestra Guerra de la Independencia se ha encargado este con-greso al que si quizá, lector, no tuviste la suerte de acudir, al menos sí podrás acercartedesde la memoria de estas actas que te invito a leer a vuelta de página.

    Astorga lo merece.

    Alicia García Rodríguez

    Consejera de Cultura y Turismo

    Junta de Castilla y León

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    Índice

    Prólogo 9

    Arsenio García Fuertes · Francisco Carantoña Álvarez · Oscar González García

    Astorga en la Guerra de la Independencia, historia y memoria 15Fuentes para el estudio de la Guerra Peninsular:Documentación relativa a Astorga y León en los Archivos del War Office  17

    Alicia Laspra

    Los franceses y el segundo sitio de Astorga según la prensa

    y las correspondencias de la época 33Gérard Dufour

    Astorga y su ayuntamiento bajo la ocupación francesa, 1812 41

    Manuel Jesús Álvarez García

    La catedral, el obispo y el cabildo de Astorga durante la Guerra de la Independencia 73

    Miguel Ángel González García

    Escultura y memoria en el I Centenario de los Sitios de Astorga 107Manuel Arias Martínez

    La Guerra de la Independencia en AstorgaFuentes para el estudio del Primer Centenario de Los Sitios 127Francisco José Ramos Lobato

    Astorga en los Wellington Papers :  una invasión anunciada 145

    Andrea Suárez Riaño

    Crónica menor de la Guerra de la Independencia en el obispado de Astorga:lo que escribieron los párrocos 157

    José Manuel Sutil Pérez

    El Monasterio de Santa Clara de Astorga, víctima de la Guerra de la Independencia 167Martín Martínez Martínez

    La lucha de una cofradía por mantener su historia y su patrimonio durante los Sitiosde Astorga: la Real, Antigua, Venerable y Benemérita Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazarenoy Mª Stma. de la Soledad de Astorga. Hechos durante la Guerra de Independencia, agravios,

    pérdida de su patrimonio y recuperación de su memoria 181Eduardo José Rodríguez Fernández

       M   á  s  q  u  e  u  n  a  g  u  e  r  r  a  :

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       8   1   4   )

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        Í   N   D   I   C   E

       D   E   C   A   P

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    La Guerra y sus protagonistas 193Hace doscientos años. Reflexiones sobre un largo Bicentenario 195

    Charles Esdaile

    Organización y operaciones del ejército de Galicia (1810–1812) 205

    Francisco Ramos Oliver

    Un británico comisionado en el ejército español. Actuaciones del teniente coronel Howard Douglasen el noroeste de España, 1811–1812 235

    Arsenio García Fuertes

    Un tratante de paños irlandés en Astorga 291

    Nicholas Dunne-Lynch

    Mitos de la independencia en León: el 24 de abril de 1808 y el Corral de San Guisán 327

    Oscar González García

    El general Federico Castañón y Lorenzana (1771–1837). Un militar leonés durante la crisisdel Antiguo Régimen 349

    Antonio Lorenzana Fernández

    La junta provincial de agravios, testimonio de la actividad guerrillera en la provincia de Palencia 371Julio Estrada Nérida

    El proyecto nacional de investigación «Otras lenguas, otras armas: poesía protoespañola inglesa,francesa, alemana y portuguesa de la Guerra de la Independencia»Presentación y primeros resultados  401

    Agustín Coletes Blanco

    Alicia Laspra Rodríguez

    Gérard Dufour

    Ingrid Cáceres Würsig

    Remedios Solano RodríguezBeatriz Peralta García

    Gabriela Gândara Terenas

    La Guerra de la Independencia en la novela del siglo XX 409Jesús Maroto de las Heras

    La Guerra de la Independencia y la desorganización de los servicios secretos 425

    Arturo Pereira Cuadrado

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    7

    De las Juntas al sistema constitucional. Cambio político yconflicto social 433

    De la revolución de 1808 al sistema constitucional: las elecciones a Cortesy el establecimiento de la Constitución de 1812 en el noroeste peninsular 435Francisco Carantoña Álvarez

    La representación política en el primer liberalismo. Leoneses en Cádiz 471

    Elena Aguado Cabezas

    Federalismo instintivo y federalismo de oportunidad:la Junta Soberana de Galicia, León y Castilla 489

    Manuel Mª de Artaza Montero

    La incompleta y desigual implantación del modelo gaditano en Cantabria, 1812–1814 505

    Rafael Palacio Ramos

    Los obispos de Santander y de Astorga durante la Guerra de la Independencia:¿anglofilia frente a francofilia? 517Silvia Gregorio Sáinz

    Resistencia, represión y conmemoración durante la Guerra de la Independencia:el caso de los cuatro miembros de la Junta Superior de la provincia de Burgos

    ejecutados por los franceses en Soria el 2 de abril de 1812 531Alberto Ausín Ciruelos

    La Guerra de la Independencia en Bembibre, 1808–1814Análisis de un proceso de cambios 545Manuel Olano Pastor

    Sobre los autores 559

       M   á  s  q  u  e  u  n  a  g  u  e  r  r  a  :

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       8   1   4   )

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    Prólogo

    Arsenio García Fuertes · Francisco Carantoña Álvarez · Oscar González García

    En 2012 coincidieron los bicentenarios de la entrada en vigor de la primera Constituciónespañola, de la victoria aliada en la batalla de los Arapiles —que cambió el signo de laGuerra de la Independencia— y del segundo sitio de Astorga, en este caso realizado por lasfuerzas españolas. Ese fue el motivo de que el Ayuntamiento de Astorga, en colaboracióncon la Universidad de León y el Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías, tomasela iniciativa de promover un encuentro científico internacional que contó con el apoyo dela Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial de León y el Foro para el Estudio de laHistoria Militar de España. De las aportaciones realizadas por los investigadores reunidosen Astorga en noviembre de 2012 proviene este libro, editado  gracias a la colaboración

    de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León.

    La obra supone una aportación nueva, diferente y a la vez complementaria, de las mu-chas que se han publicado en estos años al calor de las conmemoraciones sobre la Guerrade la Independencia y la primera etapa de la revolución liberal española. Las característi-cas del texto constitucional y su dimensión internacional, especialmente su repercusiónen la América española, han sido estudiados en diversos congresos y merecido la publi-cación de varias monografías, en cambio, no han logrado tanta atención la implantación yel funcionamiento del sistema constitucional fuera de la ciudad de Cádiz y ese año crucialpara la guerra, que son el objeto principal de estudio en esta obra.

    ¿Por qué se centra especialmente en el noroeste de España? Fundamentalmente pordos razones: es el territorio más extenso de la España peninsular que se mantuvo duranteun mayor periodo de tiempo en manos de los patriotas y, además, resultó crucial en la

    campaña militar de 1812. Por otra parte, Astorga, protagonista de dos sitios durante elconflicto, plaza estratégica y prefectura de la España josefina, merecía que se actualiza-sen los estudios que sobre su papel en la Guerra de la Independencia se habían realizadocon motivo del primer centenario.

    Galicia, liberada en junio–julio de 1809, tras la toma de Oporto por Wellington, se con-virtió en el núcleo de un amplio territorio, más de 30.000 km2, que incluía las comarcasleonesas de el Bierzo y Laciana y el occidente de Asturias, además del norte de Portugal,que impediría el dominio estable por los franceses del oeste de la meseta y la cornisacantábrica y en el que pudieron realizarse las elecciones a Cortes en el mismo año de suconvocatoria, 1810, y funcionó con normalidad la administración fiel al gobierno y el parla-mento establecidos en la ciudad de Cádiz. La provincia de León no solo mantuvo a esasdos comarcas y a buena parte de la montaña de forma casi permanente en manos de los

    patriotas, sino que, porque esto era así, el territorio situado al oeste del río Órbigo fuesiempre de dominio inestable e incluso la propia capital se vio con frecuencia amenazadao cambió de manos, por eso se juró en ella la Constitución y se estableció un ayuntamien-to constitucional en el mismo año de 1812. Desde el punto de vista militar, esa situaciónafectó a otras provincias de Castilla y León, como lo prueba el ataque de Santocildes, en1812, contra Toro, Zamora y Tordesillas, en el marco de la ofensiva de Wellington.

    Aunque la ciudad de Astorga tiene un papel protagonista en la obra, los diversos es-tudios que en ella se publican abarcan un ámbito geográfico más extenso, que superaincluso a Galicia, León y Asturias y alcanza a Cantabria, Burgos y Palencia. Algunos ca-pítulos, como los escritos por Charles Esdaile, Jesús Maroto o el equipo interdisciplinarque encabezan Agustín Coletes y Alicia Laspra, analizan cuestiones de carácter más ge-

    neral. Tanto por la presencia de autores de diversos países, como Charles Esdaile, GérardDufour y Nicholas Dunne-Lynch, además de los españoles, como por las aportaciones

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    sobre fuentes británicas, francesas, alemanas y portuguesas, adquiere un claro carácterinternacional, que va más allá de los tradicionales estudios locales.

    El libro ha sido organizado en tres grandes bloques: el primero se centra en Astorga ysu entorno, el segundo en diversos aspectos de la Guerra de la Independencia y el terce-ro en el proceso político. En cualquier caso, las cuestiones militares, políticas y sociales

    aparecen estrechamente ligadas en los tres.

    «Levantamiento, guerra y revolución», la definió el conde de Toreno; «guerra de revolu-ción», en la que «se interesa la felicidad de una nación entera o de muchas; se interesantodas las ciencias y las artes que van a decaer o perecer; luchan millones de hombres porconservar su existencia o por recobrar su libertad» para Álvaro Flórez Estrada, que añadía:«Así es que la de la revolución general de España, verificada en el mes de mayo de 1808,en la que se presenta una colección de cuadros, cuyos caracteres son tan diversos, y queseguramente hará variar todo el sistema político de Europa, sea cual fuere el resultado,debe interesar más que ninguna otra historia de Europa moderna a los hombres de todaslas naciones y de todos los tiempos». Ciertamente, fue más que una guerra. Una etapadecisiva que marcó el comienzo de la Edad Contemporánea en España e influyó de forma

    notable en la evolución de la historia universal. A iluminar algunos aspectos de sus múlti-ples caras pretende contribuir este libro.

    Como directores científicos del encuentro y coordinadores de esta obra queremosagradecer su colaboración a todos los autores y a las instituciones y entidades que hanpermitido que pudiera ser publicada.

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    Martín Martínez Martínez, Cronista Oficial de Astorga

      In Memoriam 

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    Astorga en la Guerra de laIndependencia, historia y memoria

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       8   1   4   )

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       G   A   E   N   L   A   G   U   E   R   R   A   D   E   L   A   I   N   D   E   P   E   N   D   E   N   C   I   A

     ,   H   I   S   T   O   R   I   A

       Y   M   E   M   O   R   I   A

    17

    Fuentes para el estudio de la Guerra Peninsular:

    Documentación relativa a Astorga y León en los Archivos

    del War Office

    Alicia Laspra Rodríguez

    La presencia de Astorga y León en la documentación conservada en los archivos británicos esimportante y guarda una proporción variable, cuantitativa y cualitativamente, con la evolución delos acontecimientos vividos en el conjunto de la Provincia de León, o del Reino de León, como sedenominó oficialmente durante un tiempo en la época. Las referencias a esta zona geográfica se en-cuentran mayoritariamente en los archivos del War Office, pero también hay documentación relativaa la misma en otros archivos, como los del Foreign Office y los del Audit Office. Astorga, León y otrospueblos de la provincia, así como sus personajes más relevantes también fueron objeto de atención

    en la prensa londinense, especialmente en el diario The Times , y en otro tipo de publicaciones pe-riódicas, como el anuario británico por excelencia The Annual Register , editado por Edmund Burke.También aparecen referencias dispersas, aunque siempre interesantes, en los diarios y relatos dealgunos oficiales británicos que, durante el cumplimiento de su misión militar, recogían sus impresio-nes allí por donde pasaban.

    La documentación localizada en los archivos, bibliotecas y hemerotecas británicos demuestra queel gobierno de Londres recibió constantemente información acerca de cuanto sucedía en toda Españay, en consecuencia, en León y en distintos puntos de su provincia. Los diversos agentes británicosque recorrieron nuestro territorio se ocuparon de enviar a sus jefes en Londres esa información deprimera mano, acompañada de copias de correspondencia, pasquines, prensa, proclamas, etc., juntocon sus propias y, a veces, muy cualificadas apreciaciones. Y esa documentación es la que puede

    ser recuperada y utilizada doscientos años después para entender la perspectiva desde la cual losciudadanos británicos interpretaron los hechos. El presente trabajo es el resultado de un rastreotan minucioso como ha sido posible de toda esta documentación, con el fin de reunir y estudiar lasreferencias a León, sus ciudades, villas y pueblos que llegaban a los distintos departamentos minis-teriales del gobierno de Londres y también, en algunos casos, al público lector británico en general.Los documentos de origen británico en los que se que mencionan localidades o personajes leonesessuperan la cifra de 500. Algunos ya están traducidos al español y publicados, otros han sido recupera-dos para esta ocasión. El espectro temporal en que se sitúan va desde 1808 hasta 1812, aunque losdos primeros años de este rango son los que mayor número de textos aportan. Ello explica el propiolapso temporal que cubre este estudio.

    La historia de Astorga, y de León en su conjunto, durante la Guerra de la Independencia ha sidoestudiada de manera rigurosa por los profesores Arsenio García Fuertes y Francisco Carantoña, ade-

    más de por otros investigadores, como la que fue quizás pionera en el estudio académico de Astorgadurante la Guerra de la Independencia, Carmen Gómez Bajo, cuya tesina de licenciatura, defendidaen 1983, se centró en esta temática.1 Estos trabajos permiten conocer con bastante precisión prác-ticamente todo cuanto allí sucedió, entenderlo mediante las atinadas interpretaciones que facilita laperspectiva histórica, y reconstruirlo a través de las representaciones que aportan las fuentes prima-rias o documentos de la época.

    La provincia de León sufrió una fuerte presión provocada por los ejércitos invasores, aliados ypropios, debido especialmente a su posición geográfica, a su orografía, y a la fama de «granero» quetenía, junto con Castilla. Resulta increíble que, a pesar de esa permanente presión, pudo desarrollarseallí una actividad política e institucional intensísima e inusitada, incluso existiendo simultáneamen-te durante un tiempo dos juntas provinciales paralelas, las cuales llevaron su enfrentamiento, o la

    1 Gómez Bajo, S.: La Guerra de la Independencia en Astorga 1808 –1814 , León, Celarayn, 1986.

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    defensa de su legitimidad, hasta el extremo de que cada una de ellas llegó a designar a sus respectivos dipu-tados para estar representadas en las Cortes de Cádiz.

    El caso de León ilustra, como tantos otros, las consecuencias de la atomización que sufrió España a raíz de loslevantamientos antifranceses. La Guerra de la Independencia española no constituye una sola historia. Es ciertoque se pueden escribir, y se escriben libros dedicados a lo que sucedió en el período completo que abarca esteconflicto y referidos al conjunto de España. Pero también lo es que la fragmentación del país, provocada por laprogresiva invasión napoleónica de su territorio generó numerosas historias diferentes, separadas en algunosmomentos y entrelazadas en otros. Muchas zonas de casi toda la geografía española estuvieron ocupadas tem-poralmente y luego evacuadas o liberadas, según los casos, para a veces volver a ser ocupadas, el llamado «mo-saico peninsular» en el congreso celebrado en Burgos en 2008.2 Ello hace que en muchos sentidos, la historia dela España de esa época pueda ser construida como resultado de la suma de todas esas historias, tan singularesen muchos casos como sucede con el reino de León. Y ello explica que, desde Toreno hasta la actualidad, pasan-do por Oman, Arteche, Priego, Gates, Esdaile y otros destacados autores, la historia de esta guerra no pueda sercontada aplicando un enfoque diacrónico exclusivamente. La constatación de fenómenos sincrónicos, indepen-dientes entre sí, que en ocasiones se solapan sin conexión alguna, obliga con frecuencia a retroceder en el tiem-po para revisar y explicar el conjunto de estas historias. Si bien es cierto que han de entenderse como historiaslocales, con todas las connotaciones negativas que suelen tener los trabajos dedicados a las mismas, también lo

    es que, estudiadas en combinación, son imprescindibles, para recomponer una visión de conjunto de los hechos.Esto sucede incluso con trabajos histórico-cartográficos como el imprescindible atlas de Nick Lipscombe.3

    Las capitales de las provincias y muchas ciudades de mayor o menor envergadura se organizaron muypronto de manera autónoma, como señala Carantoña, sin una vocación independentista.4 Como resultadode la presión del pueblo, aunque sin apenas contar con sus representantes más genuinos, se constituyeronmultitud de juntas, especialmente para afrontar de la mejor manera posible los efectos de los acontecimientosy las demandas del ejército, y de ahí el frecuente uso del término «Junta de Armamento» para denominar alas juntas de nueva creación. El pueblo fue el que pagó todo ello con sus privaciones y su trabajo cuando lasjuntas pasaron a dirigir los destinos de la ciudadanía y de su ejército. El principal papel asumido por esas juntasconsistió en garantizar las levas y obtener de la población los medios de subsistencia para el ejército, gravandosus ya maltrechas economías. La Central pudo reunirse en septiembre de 1808 aglutinando a todas las juntas

    en un gobierno único cuyas decisiones afectaban, teóricamente, al conjunto de la España libre representadaen el mismo. La realidad es que en muchas ocasiones, y debido sobre todo al aislamiento a que estuvieronsometidas —o con la excusa de aquel— algunas juntas actuaron en ocasiones con la autonomía propia de go-biernos independientes, dirigiendo las operaciones de sus ejércitos sin tener en cuenta situaciones de peligroplanteadas en provincias limítrofes, y administrando sus recursos de forma independiente.

    Muchos de los documentos estudiados para el presente trabajo están fechados en distintas localidadesleonesas, como la propia capital, Astorga, Ponferrada, Villafranca del Bierzo o Páramo del Sil, por mencionarsolo algunos de los lugares de que se tuvo noticia en Inglaterra. En el mapa de la página siguiente se señalanprácticamente todas las localidades de la provincia a que me refiero. Por todas ellas pasó un británico, en mu-chas de ellas residió algún tiempo, y de todas ellas llegó información al Reino Unido.

    Son numerosos los asuntos de interés que surgen del estudio de la documentación mencionada. Los que

    resultan más pertinentes para el presente trabajo son aquellos en que lo británico tiene algún protagonismo.La presencia de ciudadanos británicos en Asturias cuando León intentaba establecer contactos con Inglaterrafacilitaría las cosas desde el principio a las autoridades leonesas. Sin embargo, con el tiempo, la mediación astu-riana no resultaría tan satisfactoria en León. Por otro lado, además, la Asturias de Flórez Estrada adoptó algunasmedidas que, como se verá, provocarían serias quejas de las autoridades leonesas ante el Gobierno de Londres yante sus agentes en la provincia, no tanto ya en relación con la distribución de las ayudas, como con la forma enque afectaban a la provincia leonesa las decisiones relativas a las operaciones del ejército a cargo del Principado.

    En Gijón ya estaba afincado tiempo atrás un personaje de origen irlandés, John Kelly, que ejercía allí funcio-nes extraoficiales de vicecónsul británico. Pronto se le uniría el cónsul John Hunter, que se presentó en ese

    2 Véase Borreguero Beltrán, C. (ed.): La Guerra de la Independencia en el mosaico peninsular, 1808 –1814 , Burgos, Universidad, 2010.

    3 Lipscombe, N.: The Peninsular War Atlas , London, Osprey, 2010.

    4 Carantoña Álvarez, F., Rugió el León: todo el mundo tiemble. El levantamiento de León en 1808 , León, Ayuntamiento de León, 2008, p. 47.

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    puerto el día 12 de junio. Hunter, que llevaba muchos años viviendo en España con su familia, habíasido cónsul en Madrid durante los períodos de amistad anglo-española, aunque cuando estallaron lasrevueltas madrileñas ostentaba un cargo más acorde con las relaciones de hostilidad que entoncesmantenían ambos países, el de agente pare el canje de prisioneros de guerra. Viéndose en serio pe-ligro de ser apresado por el intendente general del Reino, Murat, Hunter consiguió desplazarse haciael norte y tras varias peripecias acabó instalándose en Gijón, ciudad que consideraba segura, tantopara residir en ella como para escapar por mar en caso de peligro de invasión.

    Antes de la entrada en escena de Hunter, Asturias y León ya habían mantenido contactos positivospor iniciativa de la primera, que había enviado un representante a esa capital el día 27 de mayo de1808 para informar acerca de las medidas que se estaban adoptando en el Principado. El día 30 deese mismo mes la junta asturiana también enviaba representantes a Londres. La documentación queestos entregaron a Canning, ministro del Foreign Office, solicitando la colaboración británica expre-

    saba con total claridad que la ayuda requerida sería compartida con las provincias limítrofes que sesumasen a la insurrección.5 León, que ese mismo día 30 era testigo de la constitución de su propiajunta denominada en los escritos que emiten sus miembros como «Junta Gubernativa»,6 apareceexpresamente mencionada en la documentación entregada al Gobierno de Londres. La estrategiaasturiana era clara. La posible extensión de las insurrecciones fuera de las fronteras del Principadoreforzaría previsiblemente el interés por la causa que las autoridades asturianas pretendían suscitaren Londres. Lo que luego no resultó estar tan claro fue la sinceridad del compromiso que adquiríandichas autoridades respecto a compartir la ayuda que esperaban recibir. Tampoco estuvo la junta deLeón muy segura de que podía confiar en Asturias como intermediaria.

    5 Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones entre la Junta General del Principado de Asturias y el Reino Unido en la Guerra de la

    Independencia. Repertorio documental , Oviedo, Junta General del Principado de Asturias, 1999, pp. 14–15. Original en TheNational Archives, Londres (en adelante TNA), FO 72–66, ff. 3r.-3v.

    6 Carantoña Álvarez, F.: op. cit., pp. 31–32 y 117 y ss.

     

    Babia

    El Bierzo

    Villafrancadel Bierzo

    Astorga Órbigo

    León Sahagún - Tierra deCampos

    Bembibre

    La Polade

    Gordón

    Hospital deÓrbigo

    Villagatón

    Bembibre

    Pobladura dela Sierra

    Veldedo

    Viforcos

    Rabanal

    Foncebadón

    Castrillode los

    Polvazares

    Brazuelo

    Astorga

    Ponferrada

    Villafrancadel Bierzo

    Vega de ValcarceTrabadelo

    Folgoso dela Ribera

    Manzanal

    La Maluenga

    Palaciosdel Sil

    Páramodel Sil

    Arbás delPuerto

    Garrafe deTorío

    Mansilla delas Mulas

    León

    Sahagún

    Mapa de la provincia de León con indicación de lugares mencionados por personajes británicos.

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    El día 1 de junio, la flamante junta leonesa decidía actuar por su cuenta enviando a Luis de Sosa a Gijón. Suobjetivo era de entrevistarse con Kelly para entregarle una solicitud de armas y municiones necesarias paraequipar al pueblo leonés. Con esta medida, se inician unas relaciones anglo-leonesas que no serían siempretan directas como posiblemente habría preferido León, debido a que la recepción de las ayudas vía marítimaimpondría con frecuencia la no tan deseada mediación asturiana.

    El primer documento de origen leonés que llegó al Foreign Office fue un escrito dirigido a Kelly y firmadopor Luis de Sosa del 5 de junio, siete días antes de que Hunter apareciese por Asturias. Este escrito era elresultado de una entrevista previa mantenida entre su emisor y su destinatario, en la que ambos habían acor-dado los términos en que se habría de formular el mismo. Tras manifestar que la junta leonesa había declaradola guerra formalmente a Napoleón y se había unido a Asturias, Sosa añade, quizás a regañadientes, que haaceptado confiar a los asturianos las gestiones a favor de León ante Canning. 7

    El interés por contar con Kelly como interlocutor, incluso después de incorporarse Hunter a Asturias, quedaprobado en la carta que de Sosa enviaba al primero, ya desde León, el 21 de junio y que, naturalmente por me-diación de Hunter, llegaría muy pronto al Foreign Office. Sosa proporciona a Canning una interesante descrip-ción del estado de ánimo de la población leonesa cuando agradece la ayuda que espera obtener del país aliado:

    […] con la presteza que exigen las circunstancias críticas de la gloriosa empresa que se preparaen el centro de esta provincia donde se van reuniendo incesantemente crecidas divisiones denuestras tropas regladas, ahora en número de cuarenta mil hombres, con trenes correspon-dientes de artillería e infinito número de paysanos que gritan por más armas y municiones quelas que podemos suministrarles […]8 

    A pesar de estas expectativas, los pertrechos británicos se hacían esperar, y la Junta de León trató deobtenerlos de los asturianos para entregárselos a Cuesta en más de una ocasión. Sin embargo, como FlórezEstrada prometía al presidente de la junta leonesa, Antonio Valdés, el día 23 de ese mismo mes, el envío aLeón de «municiones de pólvora y balas» solo sería efectivo tan pronto como se recibiesen de Inglaterra. 9

    La llegada de los primeros agentes británicos al norte de España, el día 27 de junio, tranquilizó por fin aasturianos y leoneses. Se trataba de un pequeño grupo de oficiales encabezados por el teniente coronel SirThomas Dyer, aristócrata y amigo personal de Canning, el comandante Roche y el capitán Patrick, estos últi-mos de origen irlandés. La misión de estos oficiales consistía en recabar información acerca del estado real delos ejércitos españoles instalados en Asturias y provincias adyacentes con el fin de que el Gobierno de Londrespudiese determinar la cantidad y la clase de socorros que sería conveniente enviar a esas provincias. Tras serobjeto del adecuado recibimiento protocolario en Oviedo se pusieron en marcha enseguida. Dyer, acompañadode Patrick, salió hacia Benavente para visitar a los generales Cuesta y Blake, quienes, supuestamente, pensa-ban reunirse en la ciudad zamorana y establecer allí su cuartel general conjunto.

    El día 2 de julio, según Hunter informaba a Canning, protegidos por una fragata llegaban ya al puerto deGijón los primeros buques de transporte británicos cargados de armas y municiones. Tras supervisar Roche

    su desembarco, el cargamento fue trasladado a la ermita de Contrueces, donde permanecería almacenadoindefinidamente.10 Al día siguiente, 3 de julio, Dyer se encontraba en León y se disponía a salir con dirección aBenavente.11 La llegada de Sir Thomas a León inauguraba la que sería una serie de estancias en esa capital yen otras localidades de la provincia de numerosos agentes británicos quienes, como se ha adelantado, dejaronconstancia de ello en la documentación que sirve de base para el presente trabajo.

    7 Luis de Sosa a Kelly, Gijón, 5 de junio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit., pp. 31–33. Original en TNA, FO 72/62, ff.109r.–110r.

    8 Luis de Sosa a Kelly, León, 21 de junio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit., p. 95. Original en TNA, FO 72/62, ff. 124r.–124v.

    9 Antonio Valdés a Cuesta, León, 25 de junio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit., pp. 100–101. Original en Archivo HistóricoNacional (en adelante, AHN) Estado, Legajo 64-E, documento n.º 45.

    10  Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Gijón , año 1808 , s/foliar, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit. pp. 132–134.11 Hunter a Canning, Gijón, 9 de julio de 1808, 8, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit., pp. 138–139. Original en TNA, FO 72/62, ff.167r.–170v.

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    Los intentos de las autoridades leonesas por contactar directamente con el Gobierno británico sevieron por fin recompensados mediante una carta personal que Canning enviaba el día 13 de julio aAntonio Valdés. Dicha carta, que no sería la única, era la respuesta a una enviada por este último encalidad de presidente de la «Junta General del Reyno de León», denominación que se asocia general-mente con fechas posteriores. El contenido de la carta de Canning frustra en gran medida las preten-siones leonesas de ver atendidas directamente sus peticiones de ayuda financiera y armamento. Elministro inglés deja bien claro que las juntas de Asturias y León van a tener que ponerse de acuerdoa la hora de distribuir los auxilios británicos atendiendo «proporcionalmente a las necesidades de susrespectivas provincias».12 En esa misma carta, Canning pone a Valdés al corriente de que el barco quetransporta ese correo lleva también los primeros 500.000 dólares que Gran Bretaña envía a Asturias yle anuncia el envío inminente de una idéntica remesa. Una vez que llegó a Asturias esa primera partidade dinero, fue entregada por Hunter a las autoridades del Principado quienes, a su vez, le dieron unrecibo en el que declaraban su compromiso de compartir los fondos con León, Castilla y Santander,«según las circunstancias lo requieran y en beneficio de la causa común».

    Mientras se transmitía toda esta correspondencia, tenía lugar la segunda derrota del generalCuesta en Medina de Rioseco —la primera había tenido lugar en el combate de Cabezón—, de la queThe Times  del día 25 de julio transmitía a los lectores británicos una versión bastante alejada de la

    realidad, según la cual los franceses se habían visto obligados a retirarse a las montañas. El desenlacede esa batalla, como cuenta Hunter, provocaría el traslado de algunos miembros de la junta leonesaa Ponferrada, donde tuvo su sede durante algún tiempo.13

    A raíz de esta derrota se produjo un intento por parte del general Bessières por convencer a Blakede que cambiase de bando. Los archivos del War Office conservan una copia de la carta que permitenconocer la forma en que el despiadado general francés trataba de atraer a su oponente, así como larespuesta de aquel. Bessières utiliza un lenguaje muy correcto y, aparentemente, respetuoso perodescalifica a la dinastía borbónica y comete la torpeza de calificar de «campesinos» a una cantidad deentre 400 y 500 soldados españoles hechos prisioneros en Rioseco y que acaba de liberar. Finalizainformando de la llegada de José Bonaparte a Madrid y añade que «todo el mundo se rinde ante él».Por si esto fuera poco, le adjunta un ejemplar de la Constitución de Bayona.14 La respuesta de Blake,

    escrita en Astorga sin indicación de fecha, es modélica. Además de rebatir sus argumentos respectoa los Borbones con elegancia y sin concesiones, Blake manifiesta lo siguiente:

    Le renuevo gracias por haber puesto en livertad los 400 o 500 prisioneros de la ba-talla de Rioseco, a quienes llama Vuestra Excelencia «campesinos de Galicia»; Estosson, sin embargo, verdaderos militares, son reclutas incorporados en los regimientosde línea, aunque no usen todavía uniforme. No explico estas circunstancias con elpropósito de quitar importancia al valor de la generosa conducta de usted respectoa esos hombres sino para eliminar de su mente la impresión errónea que podríadebido a ello crearse de una supuesta desventaja respecto a esos soldados y consi-derarlos carentes de mérito, circunstancia ésta que estoy seguro Vuestra Excelencialamentaría, a juzgar por los sentimientos que usted manifiesta.

    Respecto a la sugerencia de defección, ente otras cosas que responde Blake destaca lo que sigue:

    Sin duda usted se ofendería si yo le propusiese a usted que cambiase de bando y aban-donase al emperador a quien usted ha jurado defender. Y ciertamente debería usted

    12 Canning a Valdés, Londres, 13 de junio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit., pp. 146–147. Original en TNA, FO72/62, ff. 11r–13v.

    13 Hunter a Canning, Gión, 27 de julio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: op. cit., pp. 172–174. Original en TNA, FO72/62, ff. 209r.–214v.

    14 Bessières a Blake, s/l, 28 de julio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.:  La Guerra de la Independencia en los archivosbritánicos del War Office. Colección documental, Edición y traducción. Vol. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2012, pp. 109–110.Original en francés en TNA, WO 1/231, ff. 419–421.

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    saber que, guiado por los mismos principios, yo no debo escuchar la propuesta que usted mehace, ni es decoroso por su parte hacer tal propuesta a un hombre de honor.

    General, tengo una alta estimación de su talento militar y de su gloria al tener que enfrentarsea un antagonista tan persistente […]15

    No sería este el único intento por incitar a generales españoles a la defección que conocemos a través dela documentación inglesa, aunque sí es probable que fuese el primero del que se tuvo noticias en Londres. Elsiguiente conocido se produciría el día 19 de enero de 1809, siendo en esta ocasión Bonet quien intentaría envano atraer a Ballesteros a sus filas.16

    El día 25 de julio llegaba a La Coruña el teniente coronel británico Charles Doyle al mando de una expediciónque acompañaba a 902 ex prisioneros de guerra españoles que estando encarcelados en el Reino Unido ha-bían sido liberados, equipados y transportados a España para poder colaborar en la defensa de la causa. Doylevenía acompañado de otros dos agentes especiales, los capitanes Kennedy y Carrol. Todos ellos desempeña-rían un importante papel en la Península.

    Doyle se puso de inmediato en contacto con Blake, a quien asignó en calidad de oficial de enlace al capi-tán Carrol. Desde un primer momento, Doyle manifiesta un interés especial por Astorga, ciudad que, segúnBlake le informa, ha estado a punto de sufrir un asedio por parte de Bessières. El día 4 de agosto, teniendoclaro que el general francés, tras evacuar León, ha renunciado a intentar ocupar Astorga, Doyle escribe aLord Castlereagh y le transmite, en nombre de Blake, una solicitud urgente y justificada de 2000 soldadosde Caballería.17 El día 12 de ese mismo mes, Doyle llega a Astorga e inicia una estancia en esa ciudad quedurará 5 días. Durante la misma, Doyle da muestras de una gran actividad escribiendo sendos despachos aCastlereagh, al general Stewart y a los agentes a su mando, Kennedy y Carrol. Coincide en esa ciudad con elgeneral Blake, quien tiene instalado en ella su cuartel general, y con el duque del Infantado, en compañía delcual sale en dirección a Madrid el día 16. La información más interesante que Doyle envía desde Astorga a susuperior en Londres acerca de la situación en la provincia de León aparece recogida en el despacho que dirigea Stewart, escrito entre los días 12 y 13 de agosto.

    En una nota al margen, da cuenta de la composición de las diferentes unidades del ejército de Blake asícomo del lugar en que están acantonadas:

    Caballería Infantes

    Astorga 100 2.000

    León 80 4.000

    Foncebadón 40 5.000

    Manzanal 3 4.200

    Villagatón 10 5.000

    Total 233 20.200

    En retaguardia, campesinosdesorganizados

    6.000

    Total 26.200

    15 Blake a Bessières, [Astorga posterior al 28 de julio de 1808], en Laspra Rodríguez, A.: La Guerra…, cit., pp. 112–113. Original enTNA, WO 1/231, ff. 414–416. Véase también Herrero Fernández-Quesada, Mª D.: Fondos documentales de la Guerra de la Independenciaen la colección Blake del Archivo General Militar de Madrid , Madrid, Ministerio de Defensa, 2011, pp. 672–673.

    16 Véase Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp. 497–498.17 Doyle a Castlereagh, La Coruña, 4 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: La Guerra…, cit., pp. 138–139. Original en TNA,WO 1/227, ff. 99–101.

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       8   1   4   )

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    A continuación ofrece una descripción del ejército de Blake y de la provincia que merece revisión:

    La situación de este ejército es realmente mala, tanto por su posición como por lafalta de medios. El general Blake ha enviado una división con 4.000 hombres de suejército a León, a 9 leguas españolas, 36 millas inglesas delante de Villagatón, dondeestá el flanco izquierdo del ejército; y a siete leguas de esta ciudad, donde se sitúa lallaman vanguardia, ciertamente no con referencia a los franceses, pues no es un lugarmás en vanguardia que León, que parece bastante desprotegida.

    Astorga está situada en una extensa llanura, a 30 millas y media de la división que laapoya, en Manzanal, con unos 30.000 hombres, un batallón de 600 hombres a unalegua de Manzanal, otro batallón de 600 hombres una milla por delante del primeroy a unas dos leguas de este último.

    El flanco derecho del ejército, con 5.000 hombres, está en Foncebadón, a 3 leguasde Manzanal y 4 leguas de Astorga. El flanco izquierdo, con 4.000 hombres, está enVillagatón, a 2 leguas y cuarto de Manzanal y a 4 leguas de esta ciudad. Las distancias

    entre las distintas divisiones del ejército parecen ser tan grandes que si el generalBessières decidiese avanzar con la Caballería y 5.000 soldados de Infantería podríafácilmente derrotar a este ejército.

    Los comentarios que Doyle hace acerca del ejército de Blake y, especialmente, de la vida del sol-dado, son también muy interesantes:

    Son numerosas Las necesidades de este ejército, especialmente en lo tocante a per-trechos, pólvora en buen estado, mechas y calzado. El campo de la zona está total-mente asolado y la carencia de medios para transportar provisiones y suministros

    desde Galicia hace que el estado del ejército no sea demasiado bueno. Se vive prácti-camente al día y de hecho la única ración que se proporcionó a la tropa durante dosdías fue de 4 onzas de pan al día, sin licores o vino. A pesar de todo, es tal el fervor yentusiasmo de esta noble gente que no se oía ni un murmullo entre ellos, y a pesar desus acuciantes necesidades están llenos de paciencia y abnegación. Resulta imposibledescribir la imagen de este ejército, que carecen de casi todo y tiene un buen númerode campesinos sin uniformar. Aun así, he de decir que nunca he visto más alegría,mayor entusiasmo o más devoción por la causa que cuando he pasado a caballo porsus líneas y campamentos Ha mejorado mucho la disciplina en el mes que llevanaquí, y estoy convencido de que si contase con el apoyo de la Caballería, este ejércitosería realmente temible. En cuanto a la apariencia externa de los distintos cuerpos, noes excesivamente importante salvo si los campesinos atacasen a los franceses sin estaruniformados, con lo cual la sensación sería muy distinta. Pienso proponer al general

    Blake que se pongan cuellos y bocamangas de color rojo en las mismas casacas quellevan, dando así alguna apariencia de uniformidad que será de utilidad.

    Respecto a la capacidad de la región para proporcionar forraje a los caballos, Doyle también aportainformación de interés:

    Espero que nuestras tropas hayan traído su equipo de campaña. Se debe tener encuenta que no se pude conseguir heno ni avena en esta zona: paja cortada, maíz yalgo de cebada constituyen el forraje de los caballos. Quizás deberíamos enviar conlos transportes un cargamento de heno y avena para los caballos. En Galicia se puede

    conseguir forraje verde pero eso complicaría aún más las cosas, ya que sólo se puedeconseguir paja, maíz y un poco de cebada en Castilla, que es ahora el lugar donde se

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    desarrolla la guerra. He pedido que se haga acopio de todo el forraje posible en esta provinciapara establecer depósitos en dos o tres lugares distintos.18

    Por otra parte, el día 6 de agosto Hunter trasladaba a Canning noticias relativas a la instalación en Ponferradade «unos pocos miembros» de la junta leonesa, junto con su presidente Valdés, a quien había escrito parainformarle de la llegada de una nueva remesa de 500.000 dólares para uso del Reino de León. Dos días des-pués escribía Valdés a Hunter dándole instrucciones para que entregase la mencionada suma a Luis de Sosa,quien tenía órdenes de recoger la misma y retenerla en Gijón hasta recibir instrucciones de la junta. Respectoa las indicaciones de Canning acerca de la distribución consensuada de los auxilios británicos por parte de lasjuntas asturiana y leonesa, Valdés respondía en su carta que «para garantizar la claridad y simplicidad» de lasrespectivas cuentas, preferiría que se especificase desde Inglaterra las sumas destinadas a cada una. 19 No seexplica fácilmente que a la altura del 7 de septiembre, Sosa permanecía en Gijón y seguía, según indica Rochedesde León ese mismo día, en posesión de la importante suma que se le había confiado. Sin duda este oficialbritánico no se ha enterado de que Hunter ya había entregado a Valdés la mitad de esa suma, 250.000 dólares,o pesos20 —tal como el siguiente comisionado británico en incorporarse a este escenario, el general Leith, ma-nifestaría a Castlereagh— precisamente un día después. Lo que preocupaba a Leith era la ausencia de noticiasprocedentes de Antonio Valdés acerca del destino que habría dado a esos fondos.21

    La delicada cuestión del reparto de numerario generaría correspondencia adicional que permite detectarcierto malestar en Canning, así como situaciones delicadas también en Asturias, con un incómodo Hunter ac-tuando de intermediario. La principal conclusión de Canning es que es urgente que se unan las distintas juntasen un órgano común que le permita tener un interlocutor representativo de todas ellas, facilitándose así el usoeficaz de las ayudas que se están enviando a España. Surge, consecuentemente, una nueva serie de cartasy despachos dedicados a este asunto en los que León tiene protagonismo. Atendiendo, en gran medida, a lapresión de Canning y sus agentes en España, las juntas de Galicia, Castilla y León empiezan a negociar fórmu-las para agruparse formando una única asamblea y el día 18 de agosto, según cuenta Valdés a Hunter, firmanun tratado en Ponferrada, al que confían se sumará Asturias, por el que acuerdan que la sede de su primerareunión será la ciudad de Lugo. Valdés se muestra «propensísimo a concurrir por mi parte en cuanto pueda aque se completen los deseos de la España y de la nación británica que, con razón, anhela como todos porquehaya una cabeza que nos gobierne».22 Como es bien sabido, la opción de Lugo se vería superada por una de

    mayor alcance. Aunque el día 6 de septiembre se había ya logrado un acuerdo de reunión, fijada para el 10 dedicho mes en Ciudad Real, entre las juntas de Asturias, Galicia, León, Castilla, Extremadura, Valencia, Murcia,Andalucía, Cataluña y, previsiblemente, Aragón, la sesión inaugural de la Junta Suprema Central tendría final-mente lugar en Aranjuez el día 25 de ese mismo mes.

    Las noticias que llegaban a Londres acerca de las diferencias existentes entre las autoridades asturianas yleonesas no se limitaron, como se verá, a la cuestión del reparto de la ayuda británica. Si bien al principio elpeso de las relaciones anglo-españolas había recaído principalmente sobre los hombros de Canning, a partirdel día 18 de agosto Lord Castlereagh, ministro del War Office, adquiría un mayor protagonismo en esas rela-ciones. Ello se debió en gran medida al giro que se produjo en las líneas de colaboración británica ya que, a losoficiales enviados a España con cometidos de carácter político-institucional, se sumaban ahora otros agentes,también militares, pero cuya misión era más técnica. En palabras de Castlereagh:

    Habiéndose comprobado que el servicio de Su Majestad estaba sometido a muchos incon-venientes por no contar con información militar exacta acerca del estado de las provincias

    18 Doyle a Castlereagh, Astorga, 14 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: La Guerra…, cit., pp. 168–169. Original en TNA,WO 1/227, ff. 139–141.

    19 Valdés a Hunter, Ponferrada, 8 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., p. 212. Original en TNA, FO72/63, ff. 28v.–30v.

    20 Canning a Valdés, Londres, 13 de junio de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp.146–147. Original en TNA,FO 72/62, ff. 11r.–13v.

    21 Leith a Castlereagh, Oviedo, 8 de septiembre de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp. 334–338. Original en

    TNA, WO 1/229, ff. 85–103.22 Valdés a Hunter, Ponferrada, 18 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., p. 247. Original en TNA, FO72/63, ff. 82r.–83v.

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    españolas, se ha considerado aconsejable enviar oficiales de diferentes especialidadesa varias provincias; y recientemente, ha parecido recomendable enviar oficiales con elgrado de general para supervisar esta misión.

    Los generales que han sido designados son los siguientes: el mayor general Leith, queva a actuar en las provincias de Asturias y León y en las situadas al Este de las mismas.23

    De manera que muy pronto se presentaría en Asturias, León y Cantabria el ya mencionado generalLeith acompañado de su Estado Mayor y de los capitanes del Cuerpo de Ingenieros Lefevre y Jones.Este último colaboraría más tarde de forma notable en la construcción de las imponentes Líneas deTorres Vedras en Portugal. Leith envió a Castlereagh amplísimos informes relacionados con su misión.León y su provincia, naturalmente, aparecen profusamente mencionadas en los mismos.

    Otro agente británico que proporciona datos interesantes para el estudio de la guerra en Astorgay León es el ya mencionado Carrol. Hay constancia de su presencia en la primera de estas ciudadesdesde el día 16 de agosto. En esos momentos Doyle se preparaba para trasladarse a Madrid y señala-ba en varios de los documentos firmados el día de su marcha que dejaba a Carrol al lado de Blake con

    el encargo de enviar informes a Castlereagh de todo cuanto aconteciese de interés. Y efectivamente,Carrol iniciaba sus labores informativas precisamente en Astorga cuando escribía al ministro del WarOffice planteándole uno de los asuntos más complicados que ocuparían a casi todos los agentes quecircularon por la provincia de León durante el verano de 1808. Se trata de las reticencias de Cuesta aceder su caballería a Blake. La necesidad que este último general tiene de soldados de esta arma eraincuestionable. Según Carrol:

    Este ejército aumenta a diario, tanto en efectivos como en disciplina, y pasa ya delos 30.000 hombres. Nada puede superar al entusiasmo de estos patriotas, siendoindescriptibles sus ansias por avanzar contra el enemigo. Resulta lamentable queeste imponente cuerpo de Infantería tenga que permanecer inactivo y paralizado por

    falta de unos 1.800 o 2.000 efectivos de Caballería, sin los cuales sería imprudenteaproximarse a un enemigo que todavía se encuentra en Burgos y que establece susuperioridad sobre la base de la Caballería. El general Cuesta continúa negándose aenviar sus jinetes al general Blake.

    Más abajo, Carrol ofrece una muy negativa descripción del ejército de Cuesta:

    A Vuestra Excelencia le extrañará que Castilla y León aún no tengan ejército, conla excepción de los 1.500 jinetes y los 6.000 infantes que permanecen inactivos enSalamanca a las órdenes del general Cuesta, fuerza que, además de no pertenecer en-teramente a estas dos provincias, no merece recibir la dominación de ejército. Desde

    que tuvo lugar la batalla de Rioseco, 6.000 campesinos armados de la provincia deLeón se encuentran dispersos por todas partes. Parece que Cuesta emitió una ordengeneral para que estos 6.000 hombres se uniesen a él en Salamanca. Sin embargo,esta orden era muy vaga y, puesto que no se llevó a cabo preparativo alguno parafacilitar la subsistencia de estos soldados, o para reagruparlos y conducirlos en regi-mientos hasta Salamanca, la orden en cuestión, como era de esperar, continúa sin sertenida en cuenta u obedecida.24

    23 Castlereagh al general Dalrymple, Londres, 81 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp.244–246. Publicado en Papers related to the army employed in Spain and Portugal. Session 19 January-21 1809 (s/l [London]:

    s/e, s/f [1809]), vol. XI, 37–38.24 Carrol a Castlereagh, Astorga, 25 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: La Guerra…, cit., pp. 194–196. Originalen TNA, WO 1/231, ff. 405–409.

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    Pero, como ya se ha visto, Cuesta no es la única fuente de preocupación para los observadores británicos.En Asturias el general Leith también tiene dificultades cuando trata de entender las decisiones estratégicasde la junta. Uno de sus más interesantes comentarios, fechado en Gijón el día 31 de agosto, ilustra muy biensu perplejidad:

    Las fronteras de la provincia, hasta ahora guarnecidas con 6.000 asturianos al mando del gene-ral Ballesteros en Reinosa y El Escudo, también están bajo la amenaza de verse expuestas a losestragos del enemigo, como consecuencia de que el comandante en jefe de Oviedo ordenaraa dicho general y a todas sus tropas regresar a su propia provincia, con lo que ya se retiraronde esos puertos 2.000 hombres de los mencionados más arriba, que son fundamentales nosólo para dar protección a Santander, sino también a cualquier ejército que avance a través deLeón y Castilla; y ello no por razón alguna que parezca de peso, sino como resultado de lasirritantes discordias que según me comunica el comandante Roche ha habido en Oviedo […]

    Leith se muestra preocupado por la decisión de la junta de ordenar el retorno de los 6.000 soldados astu-rianos al interior de la provincia, en un momento en que prácticamente no se han visto implicados en acciones

    de combate. A la aparente falta de una explicación lógica para esta medida se añade el riesgo que ello suponepara Santander y León. Esto mismo será objeto de comentario también por parte de Roche en la ya mencio-nada carta dirigida a Leith desde León el día 7 de septiembre. Roche apunta adicionalmente al hecho de queBallesteros ha cumplido las órdenes de las autoridades asturianas «muy a su pesar».

    Al referirse al estado de las vías de comunicación en el interior, Leith observa también lo siguiente:

    […] Vuestra Excelencia tendrá el gusto de observar que desde El Escudo a Bilbao, y desdeReinosa a León, no hay carreteras para cañones, salvo que sea factible transportar piezasligeras desmontadas, en trineos (posibilidad que no puedo confirmar) y por unas montañasescabrosas, cuando las propias personas pasan con dificultad.25

    En la ya citada carta del día 7, Roche corroboraba desde León estas apreciaciones de Leith, a las que noobstante, añadía una información que, en cierto modo, las ponía en duda:

    No considero factible pasar cañones o equipaje pesados por la ruta que recorrí al venir desdeOviedo a esta ciudad, y creo que no hay otra, aunque me dicen que Ballesteros trajo cañonesconsigo hasta La Pola de Gordón cuando su ejército estuvo aquí acantonado.

    Otro asunto acerca del cual Roche informaba a sus superiores desde León, a donde había vuelto el día 7 deseptiembre está relacionado con el complicado proceso político que se desarrollaba en la provincia y que ya se

    había venido fraguando a raíz del traslado a Ponferrada de Valdés y algunos otros miembros de la junta. Todoello culminaría con la creación en León de una junta paralela promovida por miembros de la corporación muni-cipal y de algunos integrantes de la junta original que habían vuelto de Ponferrada. Según cuenta Roche a Leith:

    Escribí a mi amigo el intendente de La Pola de Gordón para anunciarle que venía, y a mi llega-da me informó de que ayer se constituyó una nueva junta que había elegido como presidenteal coronel D. Manuel Castañón.

    Pronto supe que esta revolución tuvo lugar como consecuencia del enorme descontento queal parecer proporcionó la conducta del presidente Valdés a los habitantes de esta ciudad, que

    25 Leith a Castlereagh, Gijón, 31 de agosto de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp. 298–304. Original en TNA,WO 1/229, ff. 17–40.

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    están alterados y excitados contra él […] Es cierto que Valdés jamás apareció poraquí desde que los franceses llegaron por primera vez […]26 

    Los comentarios de Roche no debieron de ser muy adecuados a juicio del general Leith quien, encarta enviada a Castlereagh desde Quincoces, parecía no estar muy contento de que el comandanteparticipase en «ciertos debates de naturaleza política».27 Las conocidas desavenencias que tuvieronlugar entre el general Cuesta y Antonio Valdés culminaron con la detención de este último por ordendel primero, junto con el vizconde de Quintanilla, durante su viaje hacia Aranjuez para incorporarsecomo diputados de la denominada entonces Junta Suprema de León y Castilla. Gracias al celo deCharles Doyle se conserva en los archivos del War Office una copia de la extensa y muy interesantecarta que el general Castaños escribió a Cuesta a raíz de este atropello. Castaños se muestra incrédu-lo ante la noticia y pide a Cuesta que la confirme en su caso. Esta es la esencia del documento que,por otra parte es un alegato a favor de la libertad e independencia de España y a la sumisión de losmilitares al poder civil como garantía de la preservación de las leyes.28

    Leith y los restantes oficiales británicos que pasaron por León siguieron elaborando informes alcompás de los acontecimientos. En noviembre, la derrota en Espinosa de los Monteros del Ejércitode la Izquierda, compuesto por los ejércitos gallego y asturiano, supuso para León unas consecuen-

    cias de mayor alcance que las que había tenido el combate de Medina de Rioseco. Tras la desbandadade los soldados, los esfuerzos del marqués de La Romana por restablecer el orden en lo que quedabade ese ejército, según cuenta Leith en sendos informes, le llevaron a establecer Oviedo primero yLeón después como puntos de encuentro para los fugitivos.29 La Romana acababa de llegar de vueltaa España procedente de Dinamarca, vía Inglaterra, para encontrarse con un desastre con el que nocontaba, teniendo que afrontar la reorganización de unas tropas muy diferentes cualitativa y cuantita-tivamente de lo que esperaba. El diario The Times  del día 12 de diciembre, al tiempo que informaba deuna cierta decepción del general Moore respecto al apoyo que había creído recibiría de los españoles,recogía también la decepción de La Romana, transmitida al general británico Lord Paget, con quien elgeneral Caro había coincidido en León.

    El general MOORE, según se ha dicho, ha quedado algo decepcionado con respectoal apoyo que esperaba recibir de los propios españoles y sus esfuerzos, así como delgobierno. Pero se dice que la decepción del marqués de la ROMANA ha sido infini-tamente mayor. Esperaba que, nada más llegar a su país natal, se le hubiera puestoal mando de una fuerza extraordinariamente poderosa. En vez de encontrarse conun ejército invencible, por sus cifras, patriotismo y espíritu, que conducir contra elenemigo, la fuerza que en realidad estaba bajo su mando cuando, según se dice,manifestó su sensación de desilusión a Lord Paget, en León, apenas ascendía a 5.000hombres.30

    Fue precisamente la expedición de Moore en retirada la que precipitó el avance de las tropas impe-riales, encabezadas por el propio Napoleón, hacia el cuadrante noroccidental de la Península. A finales

    de diciembre de 1808 León, su comarca, y su provincia se veían obligadas a acoger la no deseadavisita de los invasores. Una de las consecuencias más importantes de todo ello fue la práctica des-aparición de la mayoría de los agentes británicos que operaban en la zona. La provincia de León se vioasí parcialmente inundada de soldados imperiales, especialmente las comarcas de León y Astorga.

    26 Roche a Leith, León, 7 de septiembre de 1808, en Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp. 327–328. Originalen TNA, WO 1/229, ff. 193–197.

    27 Leith a Castlereagh, Oviedo, 1 de octubre de 1808, en Laspra Rodríguez, A.:  Las relaciones…, cit.,  pp. 391–392.Original en TNA, WO 1/229, ff. 345–363.

    28 Castaños a Cuesta, s/l [Madrid], s/f [anterior al 26 de septiembre de 1808], en Laspra Rodríguez, A.: La Guerra…,cit., pp. 289–291. Original en TNA, WO 1/227, ff. 395–398.

    29 Leith a Castlereagh, Cabezón de la Sal, 1 de octubre de 1808, en Laspra Rodríguez, A.:  Las relaciones…, cit., pp.391–392. Original en TNA, WO 1/229, ff. 345–363.

    30 The Times , 12 de diciembre de 1808, p. 3. British Library – Newspaper Library. Londres.

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    Otras localidades situadas hacia el norte, en la parte más montañosa de la comarca de El Bierzo, especial-mente Páramo del Sil y Palacios del Sil, tuvieron que acoger al ejército al mando del general Caro. Asturias,que ya a la altura de finales de marzo de 1809 registraba la aproximación de tropas invasoras dese Ribadeo,no sería invadida hasta finales de mayo. Se había convertido en refugio temporal de la tercera junta leonesa,que se autodenomina ahora como «Junta Provincial de León» y que envía a la Junta Central un interesantedocumento, fechado el día 22 de marzo, del que una copia llegaría al War Office. Se trata de un informe relativoa la situación de la provincia de León. Lo que sigue es un extracto:

    En León subsisten como 700 [se entiende, tropas imperiales], sin que puedan prometersemaior refuerzo, Astorga tiene 300, Benavente 200, y en unas y otras partes están con sumomiedo y vigilancia, temiendo la sorpresa igual a la que han sufrido las guarniciones de las villasde Sahagún y Cervera por 300 voluntarios de la provincia de León al mando de don JuanDíaz Porlier, que se salvaron después de [quedar] prisioneros en la irrupción del enemigo porMansilla de las Mulas, vadeando el río inmediato a aquella población.

    En todo el partido del Bierzo están ya sorprendidas las más de las guarniciones por el increí-ble entusiasmo de aquellos naturales, a donde ha mandado esta junta comisionados para la

    reunión, viendo ya el fruto de ella con varios franceses que han remitido a esta capital, sincontar con los muchos que han muerto y desposado a su discreción.

    En todas las montañas de León se están reuniendo en igual forma todos los mozos compren-didos en la circular de 9 de fevrero de este año, de que se dio ya quenta a V.M., y ha partido aestos puntos el comandante general don Luis de Sosa para su disciplina y organización, antesencargada al teniente coronel don Félix Acevedo, esperando que prontamente ocupe nuestracapital, restableciendo en ella el justo y legítimo govierno de V.M., que [sólo] podrá diferir elpoco auxilio a que se presta la Junta del Principado en los pedidos de armas, municiones yvíveres, según lo indican las copias de algunos oficios y contestaciones que acompañan, omi-tiendo otros varios relativos a lo mismo, que no permite copias la pronta salida del conductor,y que por otra parte molestarían las atenciones de V.M., teniendo tal vez por esto la previsión

    de esperar el gran socorro que se promete esta Junta Provincial de León de los efectos que pi-dió a S.M.B. en duplicada instancia y nuevo apoyo y recomendación del comisionado y cónsulde aquel Govierno que se hallan en el puerto de Xijón, los caballeros Parker Carrol y Kelly, deque influirá también a V.M. la adjunta copia de su oficio del día 20.31

    Las referencias a la escasa ayuda proporcionada por la junta asturiana, de la que se envían a la Central prue-bas documentales, refuerzan quejas anteriores, ya comentadas, y también otras que emitirá muy pronto el yamencionado Carrol quien se encuentra en Oviedo en ese momento. Carrol, por cierto, llevaría su descontentoa posiciones extremas y tendría poco después un gran protagonismo como impulsor de la tan cuestionadaactuación del marqués de La Romana cuando destituyó a la junta asturiana y creo una nueva.

    El enfado de Carrol con la junta enlaza con el de Leith ya comentado. La actitud que podríamos calificar de

    «asturcéntrica», de la junta controlada por Flórez Estrada enervaba a los observadores británicos, así como alos leoneses, quienes se quejaban, como en el texto citado, de falta de colaboración por parte de Asturias y,por lo tanto, elevaban sus protestas al Gobierno español.

    Ese mismo día 22 de marzo enviaba el propio Carrol desde Gijón a Canning un amplio informe en el quecorregía a la baja las cifras relativas a las fuerzas enemigas apostadas en León —según Carrol 500 y no 700— yen Astorga, también según Carrol, 200 en lugar de los 300 que contabilizaba la junta leonesa. A este informeCarrol adjuntaba copia de un memorial dirigido por él mismo a la junta asturiana en apoyo de la leonesa y sequejaba de la primera con estas palabras:

    31 La Junta de León a la Junta Central, Oviedo, 22 de marzo de 1809. En Laspra Rodríguez, A.: Las relaciones…, cit., pp. 534–535.Copia conservada en TNA, WO 1/241, ff. 437–439.

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       G   A   E   N   L   A   G   U   E   R   R   A   D   E   L   A   I   N   D   E   P   E   N   D   E   N   C   I   A

     ,   H   I   S   T   O   R   I   A

       Y   M   E   M   O   R   I   A

    29

    Tengo el honor de transmitir a V.E. copia traducida de la solicitud oficial que hice a la junta de esta provincia en apoyo de un memorial de la junta de la provincia de Leónsolicitando armas y otros pertrechos de guerra. Da la impresión de que esta provinciano quiere poner en marcha a una división de su ejército para atacar a la despreciablefuerza con la que el enemigo ocupa León y sus cercanías, ni tampoco quieren capa-citar a los leoneses para hacerlo.32

    Todavía tres días después, Bernardo Escobar escribiría a Carrol en nombre de la junta leonesaquejándose una vez más de la nula colaboración con León de la junta asturiana:

    […] Deseando complacer a V.S. por el lleno de confianza que me merece, devodecirle que dicha Junta del Principado se negó totalmente a suministrar los auxiliosque se la pidieron, sin hacer caso de los buenos oficios que V.S. prestó ni de másrepetidas instancias. El caso es que el alistamiento que vemos de nuevos voluntarioscrece cada día en número considerable, con el desconsuelo de no poderles armar. Sehubiera sorprendido ya la guarnición de León; mas ni lo hace el exército de Asturias,

    ni quiere tampoco lo hagan nuestros voluntarios, desarmados. Es misterio que noentiendo, y lo que menos soy a entender en ello es que quiere la Junta del Principadoahogar así la [an]xia de la reconquista de León, si evacuan los franceses; de que hay[noticias] por la salida de enfermos y la fuga de algunos mandarines adictos a sugovierno.33

    Estos documentos son solamente una pequeña muestra de los numerosos que llegan a Londresdenunciando la actitud, que se antoja inexplicable, de la Junta todavía «Suprema» a pesar de lo dis-puesto en el Reglamento de la Junta Central del 1 de enero imponiendo la eliminación de tal adjetivoen las denominaciones de las juntas españolas. El caldo de cultivo se hallaba en su más alto nivel deefervescencia para propiciar alguna medida encaminada a resolver la situación. Las quejas de la junta

    leonesa, cuestión no contemplada por la historiografía relacionada con el asunto, con toda seguridadañadieron leña al fuego, y es muy posible que hayan influido en la decisión de la Junta Central respec-to a encargar a La Romana que acudiese a Oviedo a fin de valorar la situación.

    Los archivos del War Office conservan, entre otros, un nuevo documento fechado esta vez enPáramo del Sil el día 26 de marzo de 1809 y dirigido por La Romana a Carrol. El general Caro Relataen el mismo que se vio obligado a abandonar sus posiciones en el sur de Orense por no poder man-t