Martínez Cantariño - El monstruo como contrahegemonía y su
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XXVI Congreso de Lengua y Literatura Italianasde la Asociación Docentes e Investigadores de Lengua y Literatura Italianas
16, 17 y 18 de Septiembre de 2010 - Salta
ESPACIO JOVEN
Facundo Ezequiel Martínez Cantariño
Departamento de Humanidades
Universidad Nacional del Sur
“El monstruo como contrahegemonía
y su función en la Divina Comedia”
En el presente trabajo se trata la temática de lo monstruoso como representación
de valores contrahegemónicos y la función que Dante le da a los monstruos en su
Infierno. Se realiza una lectura personal del Infierno de la Divina Comedia,
tomando varios de los monstruos que aparecen en el texto y relacionándolos con
los valores hegemónicos en la Edad Media, y analizando la función que cumplen
en el Infierno. Se concluye que Dante los mueve de su lugar marginal y
desestabilizador del poder para hacerlos parte de la estructura infernal que
sostiene el orden divino y social.
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EL MONSTRUO COMO CONTRAHEGEMONÍAy su función en la Divina Comedia
COLUMNAS
Estirados los brazos
clavos en las rodillasmanos
ojos lengua.
Los muertos silenciososson buenas columnas de biblioteca.
(Facundo Martínez Cantariño, 2010)
1. Introducción
Considero importante iniciar este trabajo citando la definición de Raymond
Williams de los conceptos de “dominante” y “emergente”,
(...) debemos hablar de lo "dominante" y lo "efectivo", y en estos sentidos, de lo hegemónico. (...)Por "emergente" quiero significar, en primer término, los nuevos significados y valores, nuevas prácticas, nuevas relaciones y tipos de relaciones que se crean continuamente. Sin embargo resulta excepcionalmente difícil distinguir entre los elementos que constituyen efectivamente una nueva fase de la cultura dominante (...) y los elementos que son esencialmente alternativos o de oposición a ella: en este sentido, emergente antes que simplemente nuevo. (Williams, 2000,144-146)
En el desarrollo de este trabajo me encuadraré en la línea crítica que
interpreta a Dante Alighieri como representante de la cultura hegemónica de su
época, no como un escritor con una postura emergente ni de ruptura en relación al
sistema dominante. Intentaré ilustrar esto a partir de leer la función que Dante da a
los monstruos en el Infierno de su Divina Commedia. Según mi lectura, a estos
personajes, que suelen contar con un fuerte contenido contrahegemónico y de
ruptura por sus características y actos, les asigna finalmente una función de
sostén del orden y el poder dominantes.
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2. Religión y sociedad
Los pecados que Dante elige castigar en su Infierno no son aleatorios ni
casuales, tampoco el orden que les asigna allí según la “gravedad” que le atribuye
a cada uno. Todo esto está atravesado fuertemente por los mandatos de la voz
social dominante de su época.
La lógica de Dante “es la de la integración, la clasificación, el orden. La
summa, en definitiva” (Pérez Díaz, 2007, 34). Su Infierno es, así, una summa de
todo aquello que la moral y la política dominantes rechazaban. Un sistema “divino”
de castigo a aquellos que alteraron o negaron de una u otra manera el orden
divino y, a la vez, social. En la misma cosmovisión medieval estos dos niveles
estaban indisolublemente ligados. Un par de reflexiones de Jacques Le Goff
pueden ilustrar bastante este ligamiento entre religión y sociedad/política:
Dios pasó a ser un señor feudal: Dominus. Los Libri carolini, para dar todo su valor de referencia al estado social existente, tomaban una frase de san Agustín: «Al Creador se le llama creador con respecto a sus criaturas, lo mismo que al amo se le llama amo con respecto a sus servidores». (…) A decir verdad, Dios, más que un señor feudal, es un rey —Rex más bien que Dominus—. (…) Cristo vencedor, rey, emperador. Concepción monárquica de Dios cuyo impacto más allá de un tipo de devoción —la de sujetos más bien que vasallos— ha sido capital sobre la sociedad política del Occidente medieval. (Le Goff, 1999, 134-135)
Así, la voz religiosa, moral y social dominante está muy presente en los
valores que esta obra exalta (templanza, lealtad, verdad, etc) o condena
(desmesura, traición, falsedad, etc).
3. El monstruo
Rastreando el lugar del monstruo en esta sociedad atravesada por la
religión, con valores de bien y mal muy maníqueos y totales, me parece importante
recurrir nuevamente a Le Goff que plantea la relación del bien con la unidad, y el
mal con la diversidad:
En ese mundo de combates dualistas que es la cristiandad medieval, la sociedad es ante todo el teatro de una lucha entre la unidad y la diversidad, como lo es, de forma más general, de un duelo entre el bien y el mal. Porque durante
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mucho tiempo el sistema totalitario de la cristiandad medieval identificará el bien con la unidad y el mal con la diversidad. (Le Goff, 1999, 240)
En este escenario de la hegemonía de la unidad, el monstruo tiene un lugar
absolutamente marginal por su naturaleza diversa, “el ser monstruoso es un
híbrido, dueño de varias naturalezas, un ser limítrofe entre dos o más seres. Por
ello, su ubicación geográfica primero, y artística después, es la frontera” (Pérez
Díaz, 2007, 36). En una sociedad con una noción maníquea del bien y del mal,
con el valor hegemónico de la unidad, definitivamente el monstruo es un ser
fronterizo.
Este ser diverso, este “otro”, tiene una carga contrahegemónica muy fuerte,
constituye una puesta en crisis de lo “normal”, de las leyes dominantes, no con la
intención de generar una nueva ley o un nuevo sistema que, por oposición,
reafirme al hegemónico, sino para desestabilizarlo (Flores, 2008).
Entonces se puede decir que el monstruo, en su función habitual, es un ser
lleno de otredad, asistemático, diverso, no tiene un lugar de “nuevo paradigma”, no
genera un nuevo sistema dominante ni un opuesto organizado al sistema
hegemónico, sino que, desde su lugar marginal y fronterizo, obstaculiza las
creencias existentes, pone en duda la eficacia del sistema dominante sin constituir
uno nuevo. 1
4. Summa de entes subversivos
La summa de monstruos que realiza Dante en su Infierno tiene un sentido
de ordenación, de darle sentido a algo que no lo tenía, no dejar nada librado al
azar. Para Pérez Díaz, el objetivo del artista medieval es “introducir un principio de
ordenación en el universo; clasificar, descubrir y explicitar las claves ocultas de su
lógica, porque detrás de ella sólo puede encontrarse Dios” (Pérez Díaz, 2007, 34),
exponer su orden intrínseco, oculto, para realzar la sabiduría divina de la que nada
1 Parafraseando a Ana Beatriz Flores (2008), que habla de la constitución en un “otro” literario de César Aira:
“Desestabiliza sin crear un nuevo paradigma; da la respuesta no habitual a la ley, (…) no para crear otra ley o norma que no haría sino afirmarla como su contrario, sino para obstaculizar las creencias existentes, para que la eficacia esté bajo sospecha.” (Flores, 2008, 6-7)
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escapa. “Ordenar, para la cultura oficial de Dante, es mejorar, embellecer y, en
última instancia, hacer el bien” (Pérez Díaz, 2007, 38).
Así, Dante va ordenando a los monstruos en los diferentes círculos,
montruos inhumanos por su tamaño (como los gigantes), o por su apariencia
bestial (como Cerbero) o por su comportamiento salvaje (como la falta de lenguaje
o el canibalismo, ambos presentes en el Minotauro). Y, al mismo tiempo, realiza
analogías entre los monstruos y los pecados en cada círculo.
Por ejemplo, Cerbero aparece en el círculo que castiga la gula y es
descripto así:
Cual perro que ladrando muestra su ansia, y se aquieta no bien la carne muerde,pues sólo pugna para devorarla
así hicieron esas fauces suciasdel demonio Cerbero, el cual aturdetanto a las almas que querrían ser sordas.(versos 28 a 33 del Canto VI)2
Esta caracterización sugiere avidez, gula y destemplanza, valores
absolutamente contrarios a los valores hegemónicos en la edad media de
“mesura” y “templanza”, siendo además, estas dos últimas, voces del léxico cortés
con un marcado valor positivo (Rígano, 2007).
Ocurre algo similar con el Minotauro que “se mordió a sí mismo / tal como
aquel cuyo furor lo abate” (V.14/15 C.XII)3 y luego es caracterizado como un toro
furioso, claramente animalizado, con una “ira bestial” (V.33 C.XII)4, una actitud
muy castigada socialmente, siendo “ira” y “bestia salvaje” voces utilizadas en el
léxico cortés con una fuerte carga negativa (Rígano, 2007). Esta actitud está
deshumanizada en la obra mediante el canibalismo y la animalidad.
2 Alighieri, D. “La Divina Comedia”, traducción de Angel J. Battistessa, 1972, 1053 ibidem, 140 4 ibidem, 141
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Los gigantes también nos dan un ejemplo muy claro: “Este soberbio quiso
cerciorarse / de su potencia contra el mismo Júpiter” (V.91/92 C.XXXI)5 dice
Virgilio hablando de Fialto, encadenado en el infierno por alzar los brazos contra
los dioses. Aquí, en el círculo que castiga a los traidores, el pecado más terrible
para Dante, vemos a un monstruo que se rebeló contra su amo. Un monstruo
traidor, como Judas, o como el mismo Satanás. Todos agrupados en el último
círculo, en el extremo del cono infernal.
Con respecto al entramado ideológico medieval y cortés, me parece
interesante recordar que Rígano señala, en relación al vínculo vasallo-señor:
La voz humillarse (…) indica relación asimétrica o cortesía en el trato, puesto que describe lingüísticamente la actitud de someterse ante el superior. Asimismo, se asocia a la unidad léxica humilde, dado que esta es la actitud que se espera que adopte el individuo cortés (…). (Rígano, 2007, 91)
En relación a la traición y su tratamiento en este contexto histórico, el señor
puede romper el vínculo vasallático e imponer una pena al vasallo, como
consecuencia de la “ira regia” (véase Rígano, 2007). Asimismo, la traición
constituye, en el eje vasallo/señor, “la peor falta”. El traidor, como por ejemplo
“este soberbio” gigante, carece de humildad, en relación al “modo en que se debe
hablar y tratar a los personajes de mayor jerarquía” (Rígano, 2007, 93).
En consecuencia, según la mirada social hegemónica, era posible el castigo
de un nivel superior a uno inferior, pero la rebelión de alguien inferior contra su
superior era vista como vil traición. Nuevamente, entonces, en este último círculo
del infierno, se castiga al monstruo en tanto figura marcadamente subversiva para
el orden social medieval.
Estas criaturas, que se caracterizan por su carácter marginal, a-normal,
diferente, desestabilizante del orden divino y, por lo tanto, también
contrahegemónico, se encuentran aquí habitando y vigilando esta estructura
infernal que representa el castigo del poder a los que desobedecen el mandato; el
castigo de Dios a los que alteran el orden divino (y social).
5 ibidem, 270
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Coincido con la propuesta de Pérez Díaz (2007) cuando plantea que “la
lógica de lo monstruoso en el infierno de Dante radica en las concepciones
religiosas e intelectuales de la cultura oficial de la época, basadas en la
ordenación y el adoctrinamiento” (Pérez Díaz, 2007, 38) y que, entonces, lo que
hace Dante es ordenarlos, desactivando su desorden intrínseco, y adoctrinarlos,
ya que sufren la ira de Dios y generan rechazo.
Yo propongo que, además, Dante los ubica en un lugar muy especial: los
convierte en columnas. Los monstruos que, en su esencia, eran un “cimbronazo”
al sistema, entidades contrahegemónicas y asistemáticas, ahora son un sostén del
sistema de dominación. Desactivado su poder subversivo, pasan a colaborar en el
funcionamiento del aparato divino de castigo a aquellos que fueron en contra del
orden y, por esto mismo, ayudan a sostener el poder hegemónico.
5. Conclusión
El monstruo es todo lo que no encaja en las perspectivas de “normalidad”
de la época, lo ajeno a la civilización y, por lo tanto, a lo humano: es lo bestial. Y,
en el Infierno de Dante, los guardianes, carceleros y verdugos de estas almas que
deben sufrir eternamente porque actuaron en contra del orden, son los monstruos.
Dante mueve al monstruo desde su no-lugar, su caos, su función
desestabilizadora, al sistema que sostiene el poder, y le da la función de
legitimarlo. Logra así que esta serie de personajes, subversivos del orden y
cargados con una fuerte carga contrahegemónica por su marginalidad, se vacíen
de esta carga y pasen a sostener el sistema, a equilibrar la balanza que permite el
mantenimiento del orden divino y social.
Facundo Ezequiel Martínez Cantariño
Departamento de Humanidades
Universidad Nacional del Sur
Bahía Blanca, Septiembre de 2010
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BIBLIOGRAFÍA
ALIGHIERI, Dante. “La Divina Comedia”, traducción, prólogo y notas de Angel J.
Battistessa, Colección Obras Maestras, Fondo Nacional de las Artes, Ediciones
Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1972.
FLORES, Ana Beatriz. “Operaciones editoriales y procedimientos paródicos en la
literatura de C. Aira: su política cultural” ponencia presentada al congreso “Textos,
Autores y Bibliotecas” de la Universidad Nacional de Córdoba, 2008.
http://www.congreso.bmayor.unc.edu.ar/ponencias/32ponencia.pdf , información
verificada el 13/09/10.
LE GOFF, Jacques. “La Civilización del Occidente Medieval”, traducción de
Godofredo González, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1999.
PÉREZ DÍAZ, Eduardo. “La lógica de lo monstruoso en el Infierno de Dante”, en
Culturas Populares, Revista Electrónica de la Universidad de Alcalá, Nº 5, 2007.
http://www.culturaspopulares.org/textos5/articulos/perez.pdf , información
verificada el 22/08/10.
RÍGANO, Mariela. “Cortesía, ideología y grupos de poder: Análisis sociolingüístico
del estilo cortés en el español peninsular (siglos XII a XVII)”, Editorial de la
Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, 2007.
WILLIAMS, Raymond. “Marxismo y Literatura”, traducción de Pablo di Masso,
Ediciones Península, Barcelona, 2000.
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