Martin George R R - Autobiografia Literaria 01 - Luz de Estrellas Lejanas

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Martin George R R - Autobiografia Literaria 01 - Luz de Estrellas Lejanas

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(Autobiograf?a Literaria 01) Luz De Estrellas Lejanas

Annotation

Antes de convertirse en un fenmeno internacional de ventas gracias a la adaptacin televisiva de la saga Cancin de hielo y fuego, la carrera literaria de George R.?R. Martin haba progresado con discrecin desde finales de los aos setenta. Su xito actual no ha sido flor de un da, pero el respeto y la adoracin de sus lectores han sido siempre crecientes, y en su haber se cuentan textos como Muerte de la luz, 'Los reyes de la arena' y Sueo del Fevre, verdaderos clsicos del fantstico contemporneo. En esta recopilacin de tintes autobiogrficos, Martin presenta a sus lectores antiguos y nuevos la mejor narrativa breve que ha publicado a lo largo de su fructfera trayectoria literaria. Una extensa gama de relatos agrupados por etapas y aderezados con una crnica personal modesta y cautivadora, que conforma un retrato apasionante de los procesos creativos y de aprendizaje de un escritor que ha alcanzado la categora de maestro. La mejor forma de disfrutar de un maestro de la ciencia ficcin, el terror y la fantasa. Martin es un autor sin parangn. GEORGE R. R. MARTIN

Luz de estrellas lejanas

Autobiografa literaria N1

Traduccin de Cristina Maca Oro

Ediciones Gigamesh

Sinopsis

Antes de convertirse en un fenmeno internacional de ventas gracias a la adaptacin televisiva de la saga Cancin de hielo y fuego, la carrera literaria de George R.?R. Martin haba progresado con discrecin desde finales de los aos setenta. Su xito actual no ha sido flor de un da, pero el respeto y la adoracin de sus lectores han sido siempre crecientes, y en su haber se cuentan textos como Muerte de la luz, 'Los reyes de la arena' y Sueo del Fevre, verdaderos clsicos del fantstico contemporneo.En esta recopilacin de tintes autobiogrficos, Martin presenta a sus lectores antiguos y nuevos la mejor narrativa breve que ha publicado a lo largo de su fructfera trayectoria literaria. Una extensa gama de relatos agrupados por etapas y aderezados con una crnica personal modesta y cautivadora, que conforma un retrato apasionante de los procesos creativos y de aprendizaje de un escritor que ha alcanzado la categora de maestro.La mejor forma de disfrutar de un maestro de la ciencia ficcin, el terror y la fantasa. Martin es un autor sin parangn.

Ttulo Original: GRRM: A Retrospective Traductor: Maca Oro, Cristina 2003, Martin, George R. R. 2012, Ediciones Gigamesh Coleccin: Gigamesh ficcin, 50 ISBN: 9788496208711 Generado con: QualityEbook v0.60 PRESENTACIN

Es seguro que cuando George R. R. Martin vendi su primer cuento a una revista de ciencia ficcin a los veintin aos, no soaba con que, un cuarto de siglo despus, iba a comenzar a publicar una colosal saga de novelas fantsticas de la que se venderan millones de ejemplares en todo el mundo. Sin embargo, no es difcil encontrar en sus primeros cuentos el germen que transform Cancin de hielo y fuego en un fenmeno editorial y literario: un prodigioso manejo del ritmo narrativo y dramtico, capacidad para retratar personajes crebles y cautivadores, y una imaginacin efervescente. Martin, que estudi y ense periodismo pero que casi no lo ejerci, public la mayora de sus cuentos a lo largo de los setenta y en la primera mitad de los ochenta. Sus primeros relatos, varios de ellos incluidos en este volumen, se inscriben con comodidad en la ciencia ficcin. Otros mundos, otras civilizaciones y otras religiones son descritos bajo el prisma de lo extico, con un linaje que puede remontarse a Jack Vanee y sus aventuras picarescas, pero a la vez participan de una transformacin del gnero, que comienza a abordar sin reservas temticas como los comportamientos y creencias religiosas y sexuales. La prosa de Martin, austera sin llegar al ascetismo, es un excelente instrumento para describir situaciones imaginarias sin restarles emotividad ni dramatismo. As, se puede leer un cuento que narra cmo, en una colonia en otro planeta, se desarrolla una rama hertica del cristianismo donde Judas Iscariote es un santo, retratando oscuras contradicciones; en otro relato, una pareja de telpatas llega a un planeta para investigar la influencia de una religin aliengena sobre los humanos y terminan involucrndose. El hroe trgico, la soledad, el amor, la ausencia y el desencanto son temas frecuentes en la narrativa de Martin. Al finalizar la dcada de los setenta, Martin ya era un autor prominente de la ciencia ficcin anglosajona. Haba ganado varios de los premios ms importantes del campo, era reconocido por la crtica y los lectores, y haba publicado su primera novela de ciencia ficcin, Muerte de la luz (1977), que hoy en da muchos an consideran como la mejor que escribi en este gnero. A partir de entonces, comenz a profundizar en la exploracin de dos territorios nuevos en su obra: la fantasa y el terror. A mediados de la dcada de los ochenta se traslad a Hollywood y comenz a trabajar para la televisin, primero como guionista de La dimensin desconocida, y luego con una mayor implicacin en La bella y la bestia, donde adems de guionista fue responsable de guiones y productor. All puli y perfeccion el manejo del ritmo narrativo dramtico que ms tarde alcanzara todo su esplendor en Juego de tronos y sus continuaciones. Puede que una de las virtudes que ms merezca destacarse de su obra sea que nunca recurre a lugares comunes ni soluciones fciles. Si se quiere, este es un atributo extraliterario, pero exige de los lectores la mxima atencin e impide que se relajen: el hroe puede morir a mitad del relato o una trama destinada a un previsible final feliz puede verse interrumpida por un giro imprevisto. Sus personajes pueden sufrir la prdida, el desamor y la injusticia mientras una suave melancola por los das de felicidad del pasado sobrevuela la historia. Este es el primero de tres volmenes que renen una extensa seleccin de los mejores cuentos de Martin a lo largo de su carrera, que incluye incluso tres relatos recuperados de ediciones amateur de su poca de estudiante en los sesenta y publicados en libro por primera vez. El autor orden esta recopilacin en nueve grupos de relatos (cuatro de los cuales estn incluidos en este primer volumen), segn su origen o temtica. Abriendo cada grupo hay un texto de Martin reflexionando sobre las circunstancias e intereses en que se inscriben sus obras. La primera parte, Un aficionado a todo color, rene los tres cuentos recuperados de su poca de escritor no profesional. El asqueroso profesional, el segundo grupo de relatos, est dedicado a los primeros cuentos que public en revistas profesionales de ciencia ficcin, entre ellos Esa otra clase de soledad y, especialmente, Cuando llega la brumabaja, su cuento ms popular y elogiado de aquella etapa, que fue finalista de los principales premios del gnero. La madurez la alcanza en el tercer grupo de cuentos, Luz de estrellas lejanas, el grupo ms nutrido que rene seis historias. La novela breve Una cancin para Lya y el cuento El camino de la cruz y el dragn recibieron merecidamente los premios Hugo, entregados en las convenciones mundiales de ciencia ficcin y elegidos por los lectores, en el ao de su publicacin. El ltimo grupo, Los herederos de las tortugas, exhibe el desplazamiento de la literatura de Martin hacia la fantasa, en particular en El dragn de hielo que, en algunos aspectos, prefigura la narrativa de Cancin de hielo y fuego. Martin es un escritor sorprendente. Desde los comienzos de su carrera literaria su voz estuvo bien definida y reclam atencin. Pocos aos despus de publicar profesionalmente sus primeros cuentos ya era un escritor respetado y ledo dentro de la comunidad de la ciencia ficcin. Ahora es un fenmeno literario de trascendencia, y vale la pena conocer cmo se fue conformando su produccin literaria. Tal vez la propia evolucin del escritor, el narrador, el bardo, sea en s misma una epopeya. LUIS PESTARINI

A Phipps, por supuesto.Hay una senda, no una autopista despejada, entre el amanecer y la oscuridad de la noche.Me alegro de que ests aqu para recorrerla conmigo. GEORGE R. R. MARTIN

Aunque George R. R. Martin sea desde hace ms de treinta aos uno de los escritores ms importantes en diversos gneros y haya ganado premios Hugo, premios Nbula y premios World Fantasy, es ahora cuando puede decirse, sin asomo de duda, que ha llegado a lo ms alto. La seal inequvoca de ello es que, hace poco, la frase El nuevo George R. R. Martin! sirvi para promocionar el libro de otro autor. Cuando un escritor tiene tanto xito y sus libros se venden tanto que los editores incitan a comprar el libro de otro autor diciendo que es como los suyos, es que es un Escritor Importante, con maysculas, y el hecho ya no admite discusin. Si no me creen, piensen en los nombres de otros autores que se invocan despus de decir El nuevo... para vender libros: J. R R Tolkien, Robert E. Howard, H. P. Lovecraft, Stephen King, J. K. Rowling... Es una lista abrumadora por lo selecta, pero nadie discutir que George Martin, quien se ha convertido en uno de los autores modernos de fantasa ms vendidos y asimismo ms aclamados por la crtica gracias a su saga pica Cancin de hielo y fuego, est en ella por derecho propio. Aunque si se lo hubieran dicho al joven George, al principiante entusiasta e indito, seguro que no se lo habra credo; ni siquiera se habra permitido soar que pudiera suceder nada parecido. Otra cosa que el joven George no se habra credo (y esto es algo que seguramente no saben sus millares de admiradores y que la presente recopilacin quiere poner de manifiesto) es que llegara a destacar no en uno, sino en varios gneros. Ha tenido una trayectoria ms que digna como escritor de ciencia ficcin, de terror y de fantasa; como guionista y productor de televisin, y como creador, coordinador y compilador de la serie de antologas originales Wild Cards, que ya ha sacado el vigsimo primer volumen y va camino del vigsimo segundo. Muchos profesionales se daran por satisfechos e incluso alardearan si consiguieran lo que ha conseguido Martin en cualquiera de estos campos. Pero Martin, el muy codicioso, no. l tena que destacar en todos! George R R Martin naci en Bayonne (Nueva Jersey), vendi su primer cuento en 1971 y no tard en convertirse en colaborador habitual del Analog de Ben Bova con relatos tan vividos, cautivadores y emotivos como Cuando llega la brumabaja, Y siete veces digo: al hombre no matars, Esa otra clase de soledad, Tormentas de Refugio del Viento (escrito a cuatro manos con Lisa Tuttle, y ms tarde ampliado y convertido en la novela Refugio del Viento), Desobediencia y muchos ms, aunque en aquella poca tambin escribi para Amazing, Fantastic, Galaxy, Orbity otras publicaciones. Gracias a una historia que escribi para Analog la espectacular novela corta Una cancin para Lya, gan su primer premio Hugo en 1974. A finales de la dcada de los setenta ya era el escritor de ciencia ficcin ms influyente y estaba escribiendo sus mejores obras de este gnero (algunas de las cuales fueron las mejores obras del gnero de aquel periodo): relatos como el famoso Los reyes de la arena, que quiz sea su cuento ms conocido y con el que gan el Hugo y el Nbula en 1980; El camino de la cruz y el dragn, que le vali el Hugo tambin en 1980 (aquello lo convirti en el primer autor que recibi dos Hugos por obras de ficcin el mismo ao); Hieles de tierra; La ciudad de piedra; Starlady, y otros. Estos relatos se recopilaron en el volumen titulado Los reyes de la arena, una de las compilaciones ms impresionantes de aquella poca. Para entonces ya apenas publicaba en Analog, aunque ms adelante, en los aos ochenta, esta revista (dirigida entonces por Stanley Schmidt) publicara una larga serie de cuentos sobre las desternillantes aventuras interestelares de Haviland Tuf, que ms tarde se recogeran en el libro Los viajes de Tuf, as como unas cuantas obras sueltas de gran fuerza literaria, como la novela corta Nmadas nocturnos. Pero la mayora de sus trabajos de finales de los setenta y principios de los ochenta se publicaran en Omni, la revista que mejor pagaba la ciencia ficcin en la poca, el eslabn ms alto de la cadena trfica de los relatos cortos. (A finales de los setenta public tambin la memorable Muerte de la luz, su nica novela de ciencia ficcin escrita en solitario.) En la primera mitad de los ochenta, la carrera de Martin empez a tomar otros derroteros que lo alejaran del camino que se haba trazado en los setenta. El gnero del terror estaba consolidndose ya como una categora editorial independiente y viva una poca de esplendor, y dos de las novelas ms originales y singulares de aquel periodo son suyas: en 1982 escribi Sueo del Fevre, una inteligente historia de suspense ambientada en un entorno histrico magistralmente descrito, que an hoy sigue siendo una de las mejores novelas modernas de vampiros, y en 1983, la larga y ambiciosa The Armageddon Rag, apocalipsis de terror y rocknroll. Aunque muchos sigan considerndola un clsico de culto, The Armageddon Rag fue un desastre comercial y casi puso punto final a su carrera como novelista de terror. De todas formas, durante un tiempo sigui publicando relatos de este gnero, y ms adelante ganara el premio Bram Stoker por el cuento El hombre con forma de pera y el World Fantasy por la novela corta sobre licntropos Trfico de piel. (Aunque el terror de Martin casi siempre se centrara en lo sobrenatural, en aquel periodo tambin escribi interesantes hbridos de terror y ciencia ficcin, como las mencionadas Los reyes de la arena y Nmadas nocturnos, dos de las mejores historias de este tipo jams escritas, ambas perfectamente clasificables como ciencia ficcin y como terror.) Pero el gran auge del terror de los ochenta empez a decaer; las libreras fueron vaciando las estanteras que haban llenado pocos aos antes con novelas de aquel gnero, y los editores empezaron a cerrar los sellos dedicados a l. Probablemente todo aquello afianzara la decisin de Martin de apartarse del terror. En realidad, poco a poco se apart de la palabra impresa en general y se traslad al mundo de la televisin. A mediados de los ochenta trabaj como guionista en la nueva etapa de la serie La dimensin desconocida, y ms adelante, pas a formar parte del equipo de produccin de la popularsima serie de fantasa La bella y la bestia. Su gran xito como escritor y guionista en el mundo televisivo hizo que apenas tuviera contacto con el mundo literario en la segunda mitad de los ochenta (aunque en 1985 ganara otro Nbula por el relato Retratos de sus hijos) ni durante buena parte de los noventa, excepto como editor de Wild Cards, la serie ambientada en un universo compartido y que lleg a los quince volmenes antes de interrumpirse a finales de la dcada (ha resurgido con el nuevo siglo tras una pausa de siete aos, de modo que, en el momento en que escribo estas lneas, Wild Cards vuelve a estar en activo). Para entonces, decepcionado con el mundo de la televisin, despus de que su serie Puertas no llegara a ver la luz, Martin volvi al mundo literario con la novela de fantasa Juego de tronos, publicada en 1996 con tanto xito que se convirti en uno de los ttulos de gnero ms vendidos del ao. El resto, como suele decirse, es historia. Historia de cariz fantstico, pero historia. Qu hace que Martin cautive a lectores de tantos mbitos diferentes? Qu cualidades tiene su obra que los atrapa, sea cual sea la historia que decida contar? Para empezar, ha sido siempre un escritor profundamente romntico. En sus obras no hay ni rastro del minimalismo rido ni de los juegos fros e irnicos de la posmodernidad que tanto gustan a muchos escritores y crticos actuales. No, en su lugar encontramos historias con una estructura argumental slida, llenas de conflictos emocionales, contadas con destreza por un narrador nato; historias que atrapan desde la primera hasta la ltima pgina. Encontramos aventuras, accin, conflictos, historias de amor y sentimientos muy intensos: amores obsesivos y trgicos, odios sombros y eternos, deseo insaciable, devocin al deber hasta en las puertas de la muerte, explosiones inesperadas de delicioso humor... Y algo que hoy da escasea incluso en la ciencia ficcin y la fantasa (no digamos ya en la narrativa general): el gusto por la aventura en s, por lo raro y lo pintoresco, por plantas y animales inauditos, por escenarios exticos, por tierras desconocidas, por costumbres extraas y habitantes an ms extraos. Y todo ello, conducido por el ansia insaciable de ver qu hay ms all de aquella colina o qu nos espera en el siguiente mundo. Resulta obvio que Martin es heredero directo de la tradicin de la vieja Planet Stories. Sus influencias ms evidentes proceden de Jack Vanee y Leigh Brackett, aunque tambin se reconocen en su obra rasgos de escritores como Poul Anderson y Roger Zelazny. Pese a su largo paso por Analog, la ciencia y la tecnologa no tienen un papel importante en sus escritos; por el contrario, el nfasis se encuentra en el colorido, la aventura, el exotismo y las historias de amor. En su abarrotado universo, las razas aliengenas y las sociedades humanas han evolucionado siguiendo rumbos extraos, aisladas unas de otras, y la tensin dramtica suele provenir de la incapacidad de una cultura para comprender los valores, la psicologa y las motivaciones de otra. Colorismo es quiz el concepto que mejor describe los mundos de Martin, y el lector que se deje llevar por l conocer algunos de los lugares ms fascinantes de la fantasa y la ciencia ficcin contemporneas: asistir a una brumabaja en el Castillo Nube de Tinieblas, recorrer las interminables llanuras de hierba del mar dothraki, caminar por el fro laberinto de la ciudad de piedra, navegar por los aterradores y mortferos ocanos de Namor o presenciar el ocaso en los Lagos Altos de Kabaraijian... Pero el motivo fundamental de que tantos lectores se sientan tan atrados por las obras de Martin son los personajes. Ha creado una galera de personajes maravillosamente vividos (a veces conmovedores, a veces grotescos, a veces conmovedores y grotescos) que casi ningn escritor ha conseguido igualar, una galera tan rica y variada que recuerda la de Dickens: Damien Har Veris, el confuso y atormentado inquisidor de la Orden Militante de los Caballeros de Jesucristo, en El camino de la cruz y el dragn, y su superior, el Gran Inquisidor Torgathon Nueve-Klariis Tn, inmenso, acutico y de cuatro brazos; Shawn, la desesperada superviviente que huye de lobos de hielo y vampiros por un paisaje desolado en un invierno eterno hacia un peligro ms extrao y sutil en Hieles de tierra; Tyrion Lannister, el enano maquiavlico que decide el destino de naciones enteras en Choque de reyes; Simn Kress, el jugador obsesivo y despiadado de Los reyes de la arena; el fantasma melanclico de Recordando a Melody; el inolvidable, grotesco y horripilante hombre con forma de pera del relato del mismo ttulo; Lya y Robb, los enamorados telpatas sin futuro de Una cancin para Lya; Haviland Tuf, el neurtico y astuto ingeniero ecolgico albino que posee en sus manos el poder de un dios en la serie de Los viajes de Tuf; Daenerys de la Tormenta, hija de reyes y khaleesi a su pesar de un khalasar dothraki, dispuesta a afrontar su destino como la futura Madre de Dragones, y muchsimos ms. Martin quiere a todos sus personajes, incluso a los escuderos y a los villanos, y ese cario hace que nosotros los queramos tambin. Cuando un escritor domina este truco de magia, ya no necesita ms. Precisamente este truco es el que le permite formar parte de la lista de autores que gozan de su propio El nuevo.... Y eso es lo que hace que, elija el gnero que elija, la gente lo lea... y quiera volver a leerlo. Gardner Dozois

UNO

Un aficionado a todo color

Al principio no le contaba mis historias a nadie ms que a m. La mayora existan solo en mi mente, pero en cuanto aprend a leer y escribir empec a poner algunos fragmentos sobre papel. La muestra de escritura ms antigua que conservo debe de ser de tiempos de la guardera o del primer ao de colegio: una enciclopedia del espacio exterior redactada con letras maysculas en el tpico cuaderno de tapas jaspeadas en blanco y negro. En cada pgina hay un dibujo de un planeta o una luna y unas pocas lneas sobre su clima y sus habitantes. Planetas reales como Venus o Marte coexisten felizmente con otros sacados de Flash Gordon y Rocky Jones, y con otros que me haba inventado. No est nada mal mi enciclopedia, pero qued inconclusa. Se me daba mucho mejor empezar historias que terminarlas. Solo eran cosas que me inventaba para entretenerme. Porque, en efecto, desde muy pequeo aprend a entretenerme solo. Nac el 20 de septiembre de 1948 en Bayonne (Nueva Jersey) y fui el primognito de Raymond Collins Martin y Margaret Brady Martin. No recuerdo haber tenido compaeros de juegos de mi edad hasta los cuatro aos, cuando nos mudamos a un piso de proteccin oficial. Antes vivamos en casa de mi bisabuela, donde, adems de mis padres y yo, vivan mi bisabuela, su hermana, mi abuela y su hermano. Hasta que naci mi hermana Darleen, dos aos ms tarde, fui el nico nio de la casa. Tampoco haba nios en el vecindario. La abuela Jones era una mujer testaruda que se neg a vender su casa incluso cuando todo Broadway se haba convertido ya en una avenida comercial, as que la nuestra era la nica casa baja en veinte manzanas de edificios altos a la redonda. Cuando yo tena cuatro aos, Darleen dos, y a Janet le faltaban tres para nacer, mis padres se mudaron a un piso propio. Era un piso nuevo de proteccin oficial en la Calle 1. Las palabras proteccin oficial evocan imgenes de edificios altos y deteriorados que se yerguen en un lgubre erial de cemento gris, pero los LaTourette Gardens no eran los Cabrini-Green. Nuestros edificios eran de tres plantas con seis viviendas en cada una. Haba parques con columpios y canchas de baloncesto, y al otro lado de la calle, un parque bordeaba las aguas oleosas del Kill van Kull. No era un mal sitio donde crecer. Y, a diferencia de la casa de la abuela Jones, haba nios en el vecindario. Jugbamos en los columpios y nos tirbamos por los toboganes; en verano nos metamos en el agua, y en invierno hacamos batallas de bolas de nieve; trepbamos a los rboles y patinbamos; jugbamos a stickball en la calle... Cuando no jugaba con otros nios, tena tebeos, televisin y juguetes para pasar el rato. Soldaditos de plstico verde; vaqueros con sombreros, chalecos y pistolas, todo intercambiable; caballeros, dinosaurios y astronautas. Como cualquier chaval estadounidense que se precie, me saba los nombres de todos los dinosaurios (brontosaurio, maldita sea, y que nadie me lo discuta). Los nombres de los caballeros y de los astronautas me los inventaba. En el colegio Mary Jane Donohoe de la Calle 5 aprend a leer con Dick, Jane, Sally y su perro Spot. Corre, Spot, corre. Mira cmo corre Spot. Nunca se han preguntado por qu Spot no hace otra cosa que correr? Es evidente: para escaparse de Dick, Jane y Sally, la familia ms sosa del mundo. Yo tambin quera escapar de ellos, bien lejos, y refugiarme en mis cmics. Bueno, en los tebeos, como los llambamos entonces. Mi primer contacto con las obras fundamentales de la literatura occidental lleg de la mano de los Clsicos ilustrados. Tambin lea Archie, El to Gilito y Cosmo} el alegre marciano. Pero mis favoritos eran los de Superman y Batman, sobre todo cuando aparecan en el World's Finest Cmics, donde formaban equipo una vez al mes. Las primeras historias que recuerdo haber terminado las escrib en hojas arrancadas de los cuadernos del colegio. Eran cuentos de miedo sobre un cazador de monstruos, y se las venda a los nios del vecindario a un centavo la pgina. La primera aventura ocupaba una pgina, y con ella gan un centavo. La segunda tena dos, y la vend por dos centavos. En el acuerdo de venta se inclua una lectura dramatizada; yo era el mejor lector del vecindario, y mis aullidos de hombre lobo se cotizaban mucho. La ltima aventura de la serie del cazador de monstruos tena cinco pginas y la vend por cinco centavos: el precio de un Milky Way, mi chocolatina favorita. Recuerdo que en aquel momento pens que haba llegado a la cumbre de la gloria: escribir un cuento y comprar un Milky Way. La vida me sonrea... Hasta que mi mejor cliente empez a tener pesadillas y le cont a su madre lo de mis cuentos de monstruos. Su madre fue a hablar con la ma, que a su vez habl con mi padre, y se acab lo que se daba. Pas de los monstruos a los astronautas (Jarn de Marte y su pandilla; ms adelante entrar en detalles) y dej de ensear mis cuentos a los dems. Pero segu leyendo cmics. Los guardaba en una estantera hecha con una caja de naranjas, y con el tiempo, mi coleccin creci hasta llenar los dos estantes. A los diez aos le mi primera novela de ciencia ficcin y empec a comprar ediciones de bolsillo. Fue toda una carga para mi situacin econmica. A los once aos, al borde de la bancarrota, llegu a una conclusin trascendental: ya era demasiado mayor para leer cmics. Para los cros estaban bien, pero yo era casi un adolescente. As que vaci mi caja de naranjas, y mi madre regal todos mis cmics al hospital de Bayonne para que los nios enfermos tuvieran algo que leer. (Malditos nios enfermos, devolvedme mis cmics!) Mi fase de demasiado-mayor-paraleer-cmics dur cosa de un ao. Cada vez que entraba en el kiosco de Kelly Parkway para comprar un Ace Double, all estaban los nuevos cmics, ante mis narices. No poda evitar ver las tapas, y algunas parecan tan interesantes... Haba historias nuevas, hroes nuevos, editoriales nuevas... El primer nmero de la Liga de la Justicia hizo aicos todo un ao de madurez. Siempre me haba gustado el Worlds Finest Comics, donde Superman y Batman formaban equipo, pero es que en la Liga se reunan todos los hroes importantes del universo DC. En la cubierta de aquel primer nmero apareca Flash jugando al ajedrez contra un aliengena de tres ojos. Las piezas tenan la forma de los miembros de la Liga, y cada vez que el aliengena se coma una, el hroe real desapareca. Tena que leerlo. Antes de que me diera cuenta, la caja de naranjas volvi a llenarse. Por suerte. De lo contrario, tal vez no habra estado delante del estante de cmics en 1962, cuando tropec con el cuarto nmero de un cmic raro que tena la audacia de calificarse como el mejor cmic del mundo. No era de DC. Era de una editorial * de mala muerte, conocida por sus cmics de terror que daban ms risa que miedo... Pero iba de un equipo de superhroes, que era lo que ms me gustaba. Lo compr, aunque costaba doce centavos (los cmics tenan que costar diez!), y en aquel momento cambi mi vida. Era el mejor cmic del mundo, sin duda. Stan Lee y Jack Kirby estaban a punto de reinventar el universo de los cmics. Los 4 Fantsticos rompa esquemas. Sus identidades no eran secretas. Uno era un monstruo (La Cosa, que se convirti de inmediato en mi favorito) en tiempos en que los hroes tenan que ser guapos. Eran una familia, y no una liga, una sociedad ni un equipo. Y como cualquier familia, se peleaban constantemente. Los hroes DC de la Liga de la Justicia solo se diferenciaban por el uniforme y el color del pelo (vale, Atomo era bajito, el Detective Marciano era verde y la Mujer Maravilla tena tetas, pero aparte de eso eran todos iguales); en cambio, cada uno de los cuatro fantsticos tena personalidad propia. La caracterizacin haba llegado a los cmics, y en 1961, aquello fue un descubrimiento y una revolucin. Las primeras palabras mas que aparecieron en letra impresa fueron Queridos Stan y Jack. Fue en el nmero 20 de Los 4 Fantsticos, fechado en agosto de 1963, en la seccin de cartas de los lectores. Mis comentarios eran perspicaces, analticos e inteligentes, y venan a decir que Shakespeare ya poda retirarse porque haba llegado Stan Lee. Al final de mis palabras laudatorias, Lee y Kirby pusieron mi nombre y direccin. No mucho despus me lleg una carta en cadena al buzn. Una carta para m? Aquello s que era asombroso. El acontecimiento tuvo lugar en el verano entre el primer y el segundo ao de instituto, que cursaba en los maristas. Todas las personas que conoca vivan en Bayonne o en Jersey City; es decir, nadie me escriba cartas. Pero me lleg una lista de nombres, y la carta deca que enviara veinticinco centavos al primer nombre de la lista, lo borrara y pusiera el mo al final, y que luego enviara cuatro copias; de aquel modo, en pocas semanas recibira un total de sesenta y cuatro dlares. Aquello me pagara los cmics y los Milky Ways durante aos, as que pegu con cinta adhesiva una moneda de veinticinco en una cartulina, la met en un sobre, la envi al primer nombre de la lista y me sent a esperar que me llegaran las ganancias. No me lleg ni una moneda, demonios. Pero me lleg una cosa mucho ms interesante. Result que el primer nombre de la lista era el de un tipo que publicaba un fanzine de historietas y lo venda a veinticinco centavos. Sin duda confundi mi moneda con un pedido. El fanzine que me envi estaba impreso en violeta desvado (era, como descubrira ms tarde, un ditto: una impresin generada en una multicopista con prpura de anilina), con textos malos y dibujos peores, pero no me import. Tena artculos, editorial, cartas de los lectores, pin-ups y hasta tiras cmicas de aficionados protagonizadas por hroes de los que nunca haba odo hablar. Y haba tambin reseas de otros fanzines, algunos de los cuales parecan muy interesantes. Envi ms monedas pegadas a cartulinas y no tard en encontrarme inmerso en el naciente mundo del fndom del cmic de los sesenta. Hoy en da, los cmics son un gran negocio. La Comicon de San Diego se ha convertido en una feria gigantesca que atrae a diez veces ms visitantes que la WorldCon anual de ciencia ficcin. Siguen apareciendo pequeas editoriales independientes, y el mundo del cmic tiene revistas profesionales y catlogos propios, pero ya no existen autnticos fanzines como los de antao. Los mercaderes se apoderaron del templo hace tiempo. El colmo de la canallada es que los cmics de la edad dorada se compran y se venden sellados en plstico, con la finalidad de que sus propietarios no puedan leerlos y no se reduzca su valor como objetos de coleccionismo (no s a quin se le ocurri semejante idea, pero a ese s que tendran que sellarlo en plstico). Y ya nadie los llama tebeos. Hace cuarenta aos, todo era muy distinto. El fndom del cmic estaba en mantillas. Las Comicon estaban empezando (asist a la primera, en 1964; tuvo lugar en una habitacin de Manhattan y la organiz un aficionado llamado Len Wein, quien ms adelante dirigira tanto DC como Marvel y creara el personaje de Lobezno), y haba cientos de fanzines. Unos cuantos, como Alter Ego, los publicaban adultos que tenan su trabajo, su vida y su esposa; pero la mayora los escriban, dibujaban y editaban chavales de mi edad. Los mejores, los ms profesionales, se impriman en fset o en linotipia, pero eran los menos. Los de segunda categora eran los mimeografiados, como casi todos los fanzines de ciencia ficcin de la poca. Pero la mayora se hacan con dittos, hectgrafos o xerografa. The Rockets Blast, que a la larga se convertira en uno de los fanzines ms importantes del fndom del cmic, en sus comienzos se reproduca en papel carbn, que da una idea del tiraje que tena.) En casi todos los fanzines haba un par de pginas de anuncios en las que los lectores ofrecan nmeros atrasados o solicitaban los que queran comprar. En uno de esos anuncios vi que un tipo de Arlington (Tejas) venda el nmero 28 de The Brave and theBold, el nmero en el que se presentaba la Liga. Envi la correspondiente moneda de veinticinco centavos pegada con cinta adhesiva, y el tipo de Tejas me mand el cmic acompaado por una cartulina en la que haba un guerrero brbaro bastante bien dibujado. As comenz mi larga amistad con Howard Waldrop. Cunto hace de eso? Bueno, digamos que John F. Kennedy viajara a Dallas poco despus. Mi relacin con aquel mundo extrao y maravilloso no se limit a la lectura de fanzines. Ya haba salido en Los 4 Fantsticos, as que no supuso una gran dificultad conseguir que las revistas de aficionados me publicaran cartas. No tard mucho en ver mi nombre impreso por doquier. Lee y Kirby publicaron ms cartas mas. Poco a poco me deslic por la pendiente que llevaba de las cartas a los artculos cortos, hasta llegar a tener una columna fija en un fanzine llamado The Comic World News, en la que sugera cmo podran salvarse las historietas que no me gustaban. Tambin hice dibujos para el mismo fanzine, pese al pequeo inconveniente que supona no saber dibujar. Hasta consegu una cubierta: un dibujo de la Antorcha Humana escribiendo el nombre del fanzine con letras de fuego. La Antorcha era una forma vagamente humana rodeada de llamas, as que resultaba ms fcil de plasmar que los personajes que tenan nariz, boca, dedos, msculos y esas cosas. Cuando curs el primer ao de instituto, en los maristas, todava quera ser astronauta. Y no un astronauta cualquiera, sino el primero en pisar la Luna. An recuerdo el da en que uno de los curas nos pregunt qu queramos ser de mayores, y la clase entera se desternill con mi respuesta. En tercero, otro cura nos puso como tarea investigar la profesin que habamos elegido, y yo indagu sobre los escritores de ficcin (y as descubr que un escritor ganaba 1200 dlares de media al ao vendiendo cuentos, lo que me result casi tan deprimente como las carcajadas de dos aos antes). En el intervalo haba encontrado algo que me haba impactado profundamente, una cosa que cambi mis sueos de manera definitiva. Esa cosa fue el fndom del cmic. En mi segundo y mi tercer ao con los maristas empec a escribir relatos para fanzines. Tena una mquina de escribir vieja que haba encontrado en el desvn de mi ta Gladys, y pas tanto tiempo haciendo el tonto con ella que me convert en un as escribiendo con un dedo. La mitad negra de la cinta bicolor estaba tan gastada que el texto casi no se lea, pero yo lo compensaba aporreando las teclas con tanta fuerza que las letras quedaban grabadas en el papel. La parte interior de las es y las os sola caerse y dejaba un agujero. En comparacin, la mitad roja de la cinta estaba relativamente nueva, as que utilizaba el rojo para dar nfasis, ya que nunca haba odo hablar de las cursivas. Tampoco saba nada de mrgenes, doble espacio ni papel carbn. Mis primeras historias las protagonizaba un superhroe que haba llegado a la Tierra desde el espacio exterior, como Superman. Pero, a diferencia de este, mi personaje no tena un supercuerpo. De hecho, no tena cuerpo. Era un cerebro metido en una pecera. Ya, no es el concepto ms original del mundo. Los cerebros que vivan en tarros eran el pan de cada da tanto en la ciencia ficcin como en los cmics, aunque por lo general desempeaban el papel de villanos. El hecho de que mi cerebro metido en un tarro fuera el bueno de la historia me pareca una vuelta de tuerca genial. Mi hroe, claro est, tena un cuerpo robtico que se pona para combatir el crimen. De hecho, tena un montn de cuerpos robticos. Algunos tenan propulsores que le permitan volar; otros, orugas de tanque para rodar, y otros, piernas articuladas para caminar. Tena brazos acabados en dedos, brazos acabados en tentculos, brazos acabados en aterradoras pinzas de metal y brazos acabados en pistolas de rayos. Mi cerebro del espacio exterior usaba un cuerpo diferente en cada historia, y si el villano se lo machacaba, siempre tena otros de repuesto en su nave espacial. Lo llam Garizan, el Guerrero Mecnico. Escrib tres historias sobre Garizan; todas muy cortas, pero completas. Hasta hice los dibujos. Un cerebro en una pecera es casi tan fcil de dibujar como una silueta en llamas. A la hora de enviar las historias de Garizan, eleg uno de los fanzines menos importantes del momento; supuse que sera ms probable que me las aceptaran. Acert. El editor se lanz sobre ellas dando saltos de alegra. Tampoco piensen que fue un triunfo tan exagerado: muchos fanzines de los primeros tiempos tenan una necesidad crnica y desesperada de material con el que llenar sus pginas de color violeta y aceptaban publicar cualquier cosa que tuvieran la suerte de recibir, incluso unas historias protagonizadas por un cerebro metido en una pecera. Yo me mora por ver impresos mis relatos. Por desgracia, el fanzine y su editor no tardaron en desaparecer sin publicar ni una msera historia de Garizan. No me devolvi los manuscritos y, como yo an no dominaba los secretos del papel carbn, no tena copias. Cualquiera habra pensado que aquello me desalentara, pero, en realidad, el mero hecho de que me aceptaran las historias haba obrado tales maravillas en mi confianza que ni siquiera me afect su desaparicin. Volv a la mquina de escribir y me invent un nuevo hroe. Este se llamaba Manta Raya, y era un justiciero enmascarado nocturno, un aspirante a Batman que combata el crimen con un ltigo. En la primera aventura lo enfrent a un villano llamado el Verdugo que tena una pistola que disparaba diminutas hojas de guillotina en vez de balas. Contra el Verdugo me sali mucho mejor que ninguna historia de Garizan, as que cuando termin me sub el listn y lo mand a un fanzine de ms calidad. Ymir, editado por Johnny Chambers, era una de tantas publicaciones de aficionados del rea de la Baha de San Francisco, un semillero del naciente fndom del cmic. Chambers acept mi relato... y ms an, lo public! El cuento apareci en el nmero 2 de Ymir, en febrero de 1965: nueve pginas de superherosmo en glorioso violeta. Don Fowler, uno de los dibujantes amateur ms destacados de entonces (en realidad, era el seudnimo de Buddy Saunders), aport al nmero una impresionante portada en la que se vea al Verdugo disparando miniguillotinas contra Manta Raya, y tambin aadi unas bonitas ilustraciones para adornar el relato. Los dibujos de Fowler eran tan descaradamente superiores a nada que pudiera hacer yo que, en aquel momento, decid abandonar mis patticos intentos de dibujar y centrarme en la prosa o, como se llamaban en los primeros tiempos del fndom del cmic, las historias de texto, para distinguirlas de las historietas de verdad, las ilustradas, mucho ms populares entre mis amigos fans. Manta Raya regres con un segundo relato, tan largo (unas veinte pginas a un espacio) que Chambers decidi publicarlo en dos partes. La primera mitad de La isla de la muerte apareci en el nmero 5 de Ymir, y terminaba con un Continuar. Pero no continu. Ymir no volvi a publicarse, y la segunda mitad de la segunda aventura de Manta Raya sigui el mismo camino que las tres historias perdidas de Garizan. Entretanto, yo me haba subido an ms el listn. El fanzine ms prestigioso de aquellos primeros tiempos del fndom del cmic era Alter Ego, pero estaba dedicado casi por completo a artculos, crticas y entrevistas. Para publicar relatos e historietas de aficionados lo mejor era Star-Studded Comics, editado por tres aficionados tjanos llamados Larry Herndon, Buddy Saunders y Floward Keltner, que se hacan llamar el Tro de Tejas. Star-Studded Comics apareci en 1963 luciendo una cubierta impresa a todo color que era una autntica maravilla comparada con las de la mayora de fanzines de la poca. Las pginas de los tres primeros nmeros estaban reproducidas en el habitual violeta desvado del ditto, pero en el cuarto, el Tro de Tejas se pas al fset para el contenido, lo que convirti Star-Studded Comics en el fanzine ms vistoso de la poca con diferencia. Al igual que Marvel y DC, el Tro tena su propio catlogo de superhroes fijos: Powerman, el Defensor, el Cambiante, el Doctor Destino, el Ojo, el Gato Humano, el Hombre Astral y otros. Don Fowler, Grass Green, Biljo White, Ronn Foss y otros grandes dibujantes aficionados colaboraban con ellos, y Howard Waldrop les escriba relatos (Waldrop era una especie de cuarto miembro del Tro de Tejas, que era ms o menos como ser el quinto Beatle). Dentro del fndom del cmic de 1964, Star-Studded Comics era lo ms. Yo quera formar parte de aquello, y tena una idea increblemente original: los cerebros metidos en tarros como Garizan y los justicieros enmascarados como Manta Raya estaban muy vistos, pero a nadie se le haba ocurrido poner a un hroe sobre esques. (En mi vida haba esquiado, y sigo sin haber esquiado.) Un bastn de mi hroe era un lanzallamas, mientras que el otro haca doble servicio como metralleta. En vez de enfrentarlo a un estpido supervillano cualquiera, lo puse a luchar contra comunistas para darle ms realismo. Pero lo mejor de mi relato era el final, en el que el Salteador Blanco sufra un destino trgico y sobrecogedor. Estaba seguro de que aquello hara que el Tro de Tejas reparara en m. Titul el relato La extraa saga del Salteador Blanco y se la envi a Larry Herndon. Adems de ser un tercio de la augusta trada editorial de Star-Studded Comics, Herndon haba sido una de las primeras personas con las que haba mantenido correspondencia despus de entrar en el mundo de los aficionados al cmic. Estaba seguro de que mi cuento le gustara. Y le gust..., pero no para Star-Studded Comics. Me explic que el fanzine estrella del Tro ya tena cubierto el cupo de personajes. Keltner, Saunders y l no queran aadir ms, sino desarrollar los ya creados. Pero a todos les gustaba mi estilo. Les encantara que escribiera para Star-Studded Comics... siempre que fuera sobre los personajes ya existentes. As fue como La extraa saga del Salteador Blanco se public en Batwing, el fanzine que Larry Herndon editaba en solitario, mientras que yo aparec en Star-Studded Comics con dos relatos sobre creaciones de Howard Keltner. El primero que se public fue un cuento sobre Powerman, Powerman contra la Barrera Azul!, que apareci en el nmero 7 de Star-Studded Comics, en agosto de 1965, y fue bien recibido. Pero con el que me gan la reputacin en el fndom fue con Solo los nios temen a la oscuridad, mi relato sobre el Doctor Destino, publicado en el nmero 10 de Star-Studded Comics. El Doctor Destino era un justiciero mstico que luchaba contra espritus, licntropos y otras amenazas sobrenaturales. Pese a la similitud entre los nombres, tena poco que ver con el Doctor Extrao de Marvel. Keltner lo haba creado inspirndose en un hroe de la edad dorada llamado Mr. Justice. Mi Salteador Blanco no le llegaba ni a la suela de los zapatos al Doctor Destino, pues este mora hacia la mitad de su primera historia en vez de al final. Era un viajero llegado del futuro que sali de su mquina del tiempo justo en mitad de un atraco, le pegaron un tiro y muri. Pero al morir antes de haber nacido cre un desequilibrio en el cosmos, de modo que tena que recorrer el mundo desfaciendo entuertos hasta que le llegara la hora de nacer. No tard en descubrir mi afinidad con el Doctor Destino. A Keltner le gust el tratamiento que le di y me anim a escribir ms historias, as que cuando se llev el personaje a su nuevo fanzine le hice un guin titulado La espada y la araa, que dibuj con gran talento un ilustrador entonces desconocido, Jim Starlin, quien tambin adapt a cmic Solo los nios temen a la oscuridad, pero remarco en que La espada y la araa estuvo primero. Para entonces, los aficionados al cmic haban creado sus propios premios: los Alley. El nombre vena de Alley Oop, el personaje de cmic ms antiguo (aunque, seguramente, Yellow Kid habra tenido mucho que objetar). Igual que los Hugo, los Alley se otorgaban en dos categoras: Alleys de oro para los profesionales y Alleys de plata para los aficionados. Solo los nios temen a la oscuridad fue nominado para el Alley de plata al mejor relato... y, para mi sorpresa y alegra, gan (de manera un tanto inmerecida, ya que Howard Waldrop y Paul Moslander me daban cien vueltas). Por mi mente pasaron visiones de relucientes trofeos plateados, pero no recib nada. La organizacin que los patrocinaba no tard en desmoronarse, y se acabaron los premios Alley. Pero el reconocimiento dio alas a mi confianza y me anim a seguir escribiendo. Cuando mis relatos del Doctor Destino aparecieron impresos, mi vida haba sufrido algunos cambios radicales. En junio de 1966 termin mis estudios en los maristas, y en septiembre dej mi casa por primera vez en la vida y me sub a un autobs con destino a Illinois, a la Escuela Medill de periodismo de la Universidad Northwestern. La universidad era un mundo nuevo, tan emocionante como aterrador. Me aloj en una residencia para estudiantes de primer ao llamada Bobb (mi madre siempre se confunda y pensaba que Bob era el nombre de mi compaero de cuarto), en aquellas extraas tierras del Medio Oeste donde las noticias llegaban demasiado pronto y nadie saba preparar una pizza decente. Las clases eran un desafo, y tena que trabar nuevas amistades, enfrentarme a nuevos cretinos y adquirir nuevos vicios (los naipes en primero de carrera, la cerveza en tercero...). Y en las aulas haba... chicas. Segua comprando cmics cuando encontraba, pero pronto empec a saltarme nmeros, y mi interaccin con el fndom cay en picado. Tena tantas cosas nuevas que asimilar que no tena tiempo ni para escribir. Durante el primer ao solo termin un relato: un cuento de ciencia ficcin pura titulado El entrenador y el ordenador, que se public en el primer (y nico) nmero de un ignoto fanzine llamado In Depth. Me licenci en periodismo, pero tambin hice cursos de historia. En segundo me inscrib en Historia de Escandinavia porque me pareci que estara muy bien estudiar a los vikingos. El profesor Franklin D. Scott era un docente entusiasta que invitaba a los alumnos a su casa para que probaran comida escandinava y glug (un vino especiado en el que flotaban pasas y frutos secos). Lemos sagas nrdicas, eddas islandeses y poemas del poeta patriota finlands Johan Ludvig Runeberg. Me encantaron las sagas y los eddas, que me recordaban a Tolkien y a Howard, y me impresion enormemente el poema Sveaborg de Runeberg, un emocionante lamento por la gran fortaleza de Helsinki, la Gibraltar del Norte, que se rindi de manera inexplicable durante la guerra de 1808 entre Rusia y Suecia. Cuando lleg el momento de escribir el trabajo, eleg como tema Sveaborg. Y entonces se me ocurri una idea. Le pregunt al profesor Scott si me permitira entregar un relato sobre Sveaborg en lugar de un trabajo convencional. Para mi satisfaccin, le pareci bien. Saqu un sobresaliente gracias a La fortaleza. Y ms an: al profesor Scott le gust tanto el cuento que lo envi a The American-Scandinavian Review por si lo queran publicar. La primera carta de rechazo que recib en mi vida no me la envi Damon Knight, ni Frederik Pohl, ni John Wood Campbell hijo, sino Erik J. Friis, director editorial de The American-Scandinavian Review, que lamentaba mucho tener que devolverme La fortaleza. Es un muy buen artculo me escribi en una carta fechada el 14 de junio de 1968, pero, por desgracia, demasiado largo para nuestra publicacin. Pocas veces habr habido un escritor ms emocionado por una carta de rechazo. Un editor de verdad haba ledo un cuento mo y le haba gustado lo suficiente para enviarme una carta personal en vez de la tpica nota estndar. Sent como si se abriera una puerta. Aquel otoo, cuando volv a Northwestern para el tercer ao, me matricul en escritura creativa... y me encontr rodeado de aspirantes a poetas modernos que escriban verso libre y poemas en prosa. A m me gustaba la poesa, pero no la de aquel tipo. No tena ni idea de qu decir sobre las obras de mis compaeros, y ellos no saban qu decir de mis cuentos. Soaba con vender relatos a Analog y a Galaxy, incluso a Playboy, mientras que mis compaeros aspiraban a colocar un poema en TriQuarterly, la prestigiosa revista literaria de Northwestern. Con poca frecuencia, algn compaero presentaba un relato corto: estudios de personajes sin trama; muchos, en presente; algunos, en segunda persona; de cuando en cuando, uno que no aprovechaba las ventajas de las maysculas. (Para ser justos, hubo excepciones. Recuerdo una: un escalofriante cuento corto de terror que tena lugar en unos antiguos grandes almacenes, escrito en un tono casi lovecraftiano. Aquel relato fue el que ms me gust de todos los que le durante el curso; al resto de la clase le pareci espantoso, claro.) Pese a todo, complet cuatro relatos cortos (y cero poemas) en el curso de escritura creativa. El factor de seguridad aadida y El hroe eran cuentos de ciencia ficcin. Y la muerte, su legado y Protector seguan las corrientes literarias convencionales, pero tenan un toque poltico (corra 1968, y se palpaba la revolucin); el primero surgi a partir de un personaje que haba ideado cuando estaba en los maristas, en mi poca de entusiasmo por James Bond (Ursula Andress no tena nada que ver con ese entusiasmo, por supuesto que no, ni tampoco las escenas de sexo que salan en las novelas; lo negar tantas veces como haga falta). Maximilian de Laurier deba ser un asesino elegante que ira por el mundo matando a dictadores perversos en parajes exticos. Su arma era una pipa que le serva tambin como cerbatana. Cuando llegu a plasmarlo en papel, del personaje solo quedaba el nombre. Mis tendencias polticas haban cambiado, y el asesinato ya no me pareca tan atractivo despus de 1968. Nunca vend ese cuento, pero pueden leerlo aqu, solo treinta y cinco aos despus de que lo escribiera. Al resto de la clase le gustaron ms las historias de argumento convencional, aunque tampoco mucho ms que las de ciencia ficcin. El profe, un joven modernillo que conduca un Porsche antiguo y usaba chaquetas de pana con parches de cuero en los codos, se mostr igual de fro. Pero tambin pensaba que lo de las notas era una gilipollez, as que acab el curso con buenas calificaciones y cuatro cuentos terminados. A mis compaeros no les haban gustado mis relatos, pero segua albergando la esperanza de que le interesaran a algn editor. Los enviara, y a ver qu pasaba. Conoca el procedimiento: localizar las direcciones en Writers Market, poner una cinta nueva en la Smith-Corona, teclear un manuscrito en limpio y a doble espacio, enviarlo con una breve carta de presentacin y un sobre franqueado con mi direccin para que me lo devolvieran si no lo queran, y esperar. No era tan difcil. A finales del tercer ao en Northwestern empec a enviar los cuatro cuentos de las clases de escritura creativa. Cuando una revista me devolva uno, lo enviaba a otra el mismo da. Empec por las que pagaban mejor y de ah fui bajando, tal como recomendaban en todas las publicaciones para escritores. Y promet solemnemente que no me rendira jams. Menos mal. El factor de seguridad aadida cosech l solito treinta y siete rechazos antes de que me quedara sin revistas a las que enviarlo. Nueve aos despus, cuando ya viva en Iowa y daba clases en vez de que me las dieran, un colega llamado George Guthridge ley el cuento y me dijo que tena una idea para arreglarlo. Con mi bendicin, Guthridge reescribi El factor de seguridad aadida, lo transform en Nave de guerra y lo envi firmado por los dos. Nave de guerra cosech cinco rechazos ms antes de tocar puerto en F&SF. Esos cuarenta y dos rechazos siguen siendo mi rcord personal, y no tengo ningn inters en batirlo. El resto de relatos tambin fueron acumulando rechazos, aunque a un ritmo menor. Pronto me di cuenta de que la mayora de las revistas no compartan el entusiasmo de The American-Scandinavian Review por los cuentos ambientados en la guerra entre Rusia y Suecia de 1808, y La fortaleza volvi al cajn. Revis Protector y le cambi el ttulo por Los protectores, pero no sirvi de nada. En cuanto a El hroe, volvi de Playboy y de Analog, fue a Galaxy... ... y desapareci. En la segunda parte les contar qu fue de l. Mientras, si se atreven, echen un vistazo a mis primeros trabajos. Solo los nios temen a la oscuridad

Entre las sombras silenciosas, cambiantes, formas grotescas van a la deriva, siluetas fantasmales rondan en la oscuridad, y enormes demonios alados acechan en el cielo. En la penumbra fantasmal, aterradora, habitan espantos sin alma.Bien conocen estas tierras de maldad...Corlos es el mundo por donde vagan.Encontrado en una caverna en Europa Central, otrora templo de una oscura secta.De autor desconocido. Oscuridad. La oscuridad lo envolva todo. Lgubre, premonitoria, omnipresente. Cubra la llanura como un gran manto sofocante. La luz de la luna no la atravesaba ni haba estrellas que brillaran en lo alto; solo exista la noche, siniestra y eterna, y los remolinos de niebla asfixiante se agitaban y cambiaban a cada movimiento. Algo chill a lo lejos, pero no poda distinguirse su figura. La niebla y las sombras lo ocultaban todo. Con una excepcin. Haba un objeto visible. En medio de la llanura, desafiando a las ttricas y lejanas montaas negras, se alzaba una altsima torre de paredes lisas, semejante a una aguja dispuesta a clavarse en el cielo exnime. Se elevaba miles y miles de metros hasta el lugar donde los rojos relmpagos acariciaban eternamente la lisa roca negra. En la nica ventana de la torre brillaba una luz escarlata y mortecina, una isla solitaria en un mar de noche. Debajo, entre los remolinos de niebla, haba cosas que se agitaban inquietas, y el rumor de movimientos extraos rompa el silencio mortal. Los perversos habitantes de Corlos estaban intranquilos porque, si la luz brillaba en la torre, significaba que su dueo estaba en casa. Y hasta los demonios saben qu es el miedo... En lo alto de la torre negra, desde la ventana solitaria, un ser sombro contemplaba las llanuras sumidas en la oscuridad y las maldijo con vehemencia. El ser, furioso, dio la espalda a las nieblas turbulentas de la noche eterna y se volvi hacia el interior iluminado de la fortaleza. Un gemido quebr el silencio. Encadenada con grilletes a la pared de mrmol, una figura horripilante se debata en vano. La escena disgust al ser, que levant la mano y lanz un rayo de energa negra contra el monstruo encadenado a la pared. Un aullido de dolor atraves la noche infinita, y los grilletes se quedaron colgando, inmviles. El demonio encadenado haba desaparecido. Ningn sonido perturbaba la soledad de la torre ni a su sombro habitante. Este se sent en un gigantesco trono con forma de murcilago, tallado en brillante roca negra. Mir hacia la ventana y vislumbr los entes que se agitaban entre las nubes oscuras. Al cabo de un rato, el ser grit, y el sonido descendi rebotando a lo largo de los miles de metros de la siniestra torre. Se oy hasta en la oscuridad absoluta de las mazmorras, y los demonios all encarcelados se estremecieron ante el presagio de un sufrimiento an mayor, porque aquel grito era rabia en estado puro. Un rayo de energa negra sali disparado desde un puo alzado hacia la noche. Se oy un grito en el exterior, y una figura invisible cay retorcindose de los cielos. El ser rugi. Qu presa tan pattica. Las hay mejores en el reino de los mortales, que una vez fue mi dominio, y volver a serlo. De nuevo cazar almas humanas! Cundo se cumplir el mandamiento? Cundo se realizar el sacrificio que me liberar de este exilio interminable? Un trueno retumb en la oscuridad. Los relmpagos rojos juguetearon entre las montaas negras. Y los moradores de Corlos se estremecieron de terror. Saagael, Prncipe de los Demonios, Seor de Corlos, Monarca de Ultratumba, volva a estar furioso e inquieto. Y cuando el Seor de la Oscuridad estaba disgustado, sus sbditos se escabullan, aterrados, por la niebla. Durante eras, la arena y la vegetacin haban mantenido oculto, desierto y solitario el gigantesco templo. El polvo de los siglos se haba acumulado en el suelo, y un silencio de eones acechaba desde los recovecos lbregos y sombros. Era oscuro y malvolo, y por ello se haba considerado tab, generacin tras generacin, y segua aislado despus de tantos siglos. Pero despus de aquella soledad eterna, las enormes puertas negras talladas con smbolos espantosos y olvidados se abrieron de nuevo con un crujido. Unas pisadas levantaron el polvo de tres milenios, y el eco de los pasos turb el silencio de la oscuridad. Dos hombres se adentraron lentamente en el antiguo templo, nerviosos, escudriando la penumbra con miradas cautas. Iban sucios, desaliados y sin afeitar, y sus rostros eran mscaras de brutalidad y codicia. Vestan ropa andrajosa, y cada uno llevaba un cuchillo largo y afilado junto al revlver descargado, ya intil. Eran hombres perseguidos que llegaban al templo con sangre en las manos y miedo en el corazn. El ms alto, un tipo flaco llamado Jasper, examin el templo sombro y desierto con ojos fros y calculadores. El lugar le resultaba macabro incluso a l. Aunque en el exterior el sol abrasaba la selva, all dentro la oscuridad lo envolva todo, pues las escasas ventanas estaban teidas de un tono morado que apenas dejaba pasar la luz. El resto era todo de piedra, piedra negra como el bano, labrada siglos atrs. Las paredes estaban decoradas con murales extraos y repulsivos, y la atmsfera era densa y rancia; ola a muerte. Haca tiempo que el mobiliario se haba convertido en polvo, excepto el enorme altar negro situado al fondo de la estancia. Antiguamente haba habido una escalera que llevaba al piso superior, pero el paso del tiempo la haba destruido, y nada quedaba de ella. Jasper se quit la mochila y se volvi hacia su compaero, un hombre bajo y grueso. Hasta aqu hemos llegado, Willie. Su voz era un gruido ronco y gutural. Pasaremos la noche aqu. Willie miraba nervioso a izquierda y derecha, y se humedeca los labios resecos con la lengua. No me gusta. Este sitio me da escalofros. Est muy oscuro; es espeluznante. Y mira eso de las paredes. Seal uno de los murales ms terrorficos, pero Jasper dej escapar una profunda risotada amarga y cruel. En algn lugar tenemos que quedamos, y los nativos nos matarn si nos encuentran ah fuera. Saben que les hemos robado los rubes sagrados. Venga, Willie, esto no tiene nada de malo, y a los nativos les da miedo acercarse aqu. S, est un poco oscuro, y qu? Solo los nios temen a la oscuridad. S... S, claro, tienes razn titube Willie. Se quit la mochila, se acuclill en el suelo al lado de Jasper y se dispuso a preparar algo de comer. Jasper sali, se adentr en la selva y regres a los pocos minutos con una brazada de lea. Encendieron una pequea hoguera y, agachados en silencio, despacharon la colacin en un abrir y cerrar de ojos. Despus, junto al fuego, se pusieron a hablar en susurros sobre qu haran con sus recin adquiridas riquezas cuando volvieran a la civilizacin. El tiempo pas, lento pero inexorable. El sol se ocult tras las montaas del oeste, y la noche cay sobre la selva. Con la noche, el interior del templo se tom an ms ominoso. La oscuridad que pareca brotar de los muros les quit las ganas de charlar. Jasper bostez, extendi el saco de dormir en el suelo polvoriento y se tumb. Levant la vista hacia Willie. Yo me rindo por hoy. Y t? Tambin. Titube un momento. Pero no quiero dormir en el suelo. Est muy sucio. Seguro que hay bichos... No s, pulgas, gusanos, araas... Se me van a comer a picotazos. Dnde, pues? Aqu no hay ni un mueble. Los ojos oscuros de Willie recorrieron la estancia. Ah dijo. Ah quepo; ese trasto es ancho. Y los bichos no podrn subir. Como quieras. Jasper se encogi de hombros. Se gir y no tard en quedarse dormido. Willie se dirigi a la gran piedra tallada, extendi encima de ella el saco de dormir y se subi torpemente. No pudo evitar un escalofro al contemplar los grabados del techo. Pocos minutos despus, el fornido torso del hombre empez a subir y bajar con regularidad al ritmo de sus ronquidos. Al otro lado de la estancia oscura, Jasper se volvi, se incorpor y escudri las sombras en direccin a su compaero dormido. Las ideas se le agolpaban febrilmente en la cabeza. Los nativos les pisaban los talones, y un hombre podra moverse mucho ms deprisa que dos, sobre todo si el segundo era un cretino tan gordo y lento como Willie. Aparte, estaban los rubes: una riqueza deslumbrante, mayor de lo que nunca haba soado. Podan ser suyos. Todos suyos. Jasper se levant sin hacer ruido y, sigiloso como un lobo, cruz las sombras hasta llegar donde yaca Willie. Se llev la mano a la cintura y desenvain un cuchillo largo y fino que brill en la oscuridad. Cuando lleg a la tarima se detuvo para observar a su camarada. Este se agit en sueos. La imagen de los deslumbrantes rubes que Willie llevaba en la mochila acudi de nuevo a la mente de Jasper. El cuchillo brill en el aire y descendi. El gordo dej escapar un nico gemido, y su sangre se derram por el antiguo altar de sacrificios. En el exterior, un relmpago rasg el cielo despejado, y el trueno retumb ominoso sobre las colinas. La oscuridad del templo pareci acrecentarse, y una especie de aullido grave recorri la estancia. Sin duda se trataba del viento que silbaba a travs de la vieja torre, pens Jasper mientras buscaba las gemas en la mochila de Willie. Pero lo extrao era que pareca susurrar una palabra, una llamada. Saagael pareca decir con suavidad. Saaaaaagael... El sonido se intensific; pas de susurro a grito y de grito a rugido, hasta que invadi por completo el templo. Jasper mir a su alrededor, molesto. No entenda lo que estaba sucediendo. Una larga grieta se abri por encima del altar, a travs de la cual se vea como se arremolinaba la niebla y se mova algo. La oscuridad man de la grieta, una oscuridad ms negra, ms densa y ms fra que nada que Jasper hubiera visto jams. Ondulante, sinuosa, la negrura absoluta se acumul en un rincn de la estancia. All pareci crecer, cambiar de forma, endurecerse, coagularse... Y, de pronto, desapareci. En su lugar qued una figura vagamente humana: grande, poderosa, ataviada con prendas de color gris oscuro. Llevaba un cinturn y una capa, ambos de la piel de alguna criatura maligna jams vista en la faz de la tierra. Una capucha le cubra la cabeza, y bajo ella solo haba oscuridad, una oscuridad en la que se distinguan dos pozos de noche an ms negros y profundos que el resto. Un broche enorme en forma de murcilago, tallado en piedra oscura y brillante, le sujetaba la capa. Q-quin eres? tartamude Jasper en un susurro. Una carcajada grave, hueca e inquietante reson hasta en los rincones ms ocultos del templo y se extendi por la noche. Quin soy? Guerra, Peste, Sangre... Soy Muerte, Oscuridad y Terror. La carcajada reson de nuevo. Soy Saagael, Prncipe de los Demonios, Seor de la Oscuridad, rey de Corlos, indiscutido Monarca de Ultratumba. Soy Saagael, a quien tus antepasados llamaban el Destructor de Almas. Y t me has invocado. Jasper tena los ojos como platos, estaba aterrorizado; los rubes, olvidados, yacan desparramados por el suelo. La aparicin levant una mano, y la oscuridad y la noche se condensaron a su alrededor. Una energa maligna recorri el aire. Y para Jasper solo hubo ya oscuridad, eterna y definitiva. A medio mundo de distancia, una figura espectral ataviada de oro y verde peg un respingo en mitad del vuelo. El cuerpo se le puso rgido y alerta. Una sombra de intensa preocupacin le recorri el rostro blanco como la muerte, mientras su mente insondable y fantasmal sintonizaba de nuevo con la esencia ms pura de su ser. El Doctor Destino reconoci aquella extraa sensacin: le indicaba la presencia de un mal sobrenatural sobre la faz de la tierra. nicamente tena que seguir las emanaciones escalofriantes que lo atraan como un imn hacia el origen de tan abominables actividades. A la velocidad del pensamiento, la figura espectral atraves el aire hacia el este, en lnea recta y firme en direccin al origen del mal. Sobrevol montaas, valles, ros y bosques a velocidad cegadora. En el horizonte aparecieron grandes ciudades costeras con rascacielos que acariciaban las nubes; pero tambin quedaron atrs, y ya solo hubo olas furiosas debajo de l. Haba cruzado un continente en un instante, y en el siguiente, un ocano. Los lmites terrenales de la velocidad y la materia carecen de importancia para un espritu. Y, de pronto, se hizo de noche. Una selva espesa y asfixiante apareci bajo el Fantasma Dorado. La oscuridad haca an ms siniestro su follaje. Luego, una franja de desierto, un ro de aguas turbulentas, y ms desierto. Y de nuevo, la selva. Los asentamientos humanos aparecan y desaparecan en un abrir y cerrar de ojos. La noche se abra al paso de la veloz figura. El Doctor Destino se detuvo. El antiguo templo apareci de pronto ante l, gigantesco y ominoso, con sus altos muros que ocultaban secretos sombros y malignos. Se aproxim con cautela. All haba un aura de intensa maldad, y la oscuridad aferrada al templo era an ms densa y espesa que la selva que lo rodeaba. Despacio, con precaucin, el Vengador Astral se acerc a una de las paredes altas y negras. Dio la impresin de que su figura se desdibujaba y desapareca cuando atraves la pared sin esfuerzo y se introdujo en la oscuridad del otro lado. El Doctor Destino se estremeci al contemplar el interior de aquel santuario horrible. Le resultaba espantosamente familiar. Los murales oscuros y espantosos, las hileras de bancos de bano tapizados de fieltro, la estatua gigantesca que lo contemplaba desde encima del altar... Todo indicaba que aquel lugar impuro era el templo de una secta olvidada largo tiempo atrs que haba adorado a una de las oscuras deidades que acechaban desde el ms all. Cuando muri la ltima, el mundo se convirti en un lugar ms puro. Sin embargo... El Doctor Destino se detuvo, pensativo. A su alrededor todo pareca nuevo, sin estrenar. Vio con espanto que... haba sangre fresca en el altar de sacrificios! Acaso habra revivido el culto? Volvan a tener fieles los moradores de las sombras? Se oy un sonido tenue en un rincn, cerca del altar. Como un relmpago, el Doctor Destino se volvi en busca de su origen. Algo se mova levemente en la oscuridad, y el Fantasma Dorado se acerc al instante. Era un hombre... o lo que quedaba de l. Alto, delgado y musculoso. Yaca en el suelo sin moverse, y miraba sin ver. Le lata el corazn; los pulmones se movan con la respiracin, pero aquello era todo. La criatura no tena voluntad que la animara ni instintos que la impulsaran. Yaca inmvil, en silencio, con los ojos clavados en el techo; no era ms que un cascarn vaco y desechado. Era un ser sin mente... y sin alma. La ira y el horror ardan en el pecho del Vengador Astral. Se gir para escudriar las sombras en busca de la presencia malvola que perciba con tanta intensidad. Jams se haba tropezado con un aura de maldad pura y extrema tan absorbente. S que ests aqu. Percibo tu presencia maligna! grit. Sal y mustrate, si te atreves! Una carcajada cavernosa y perturbadora brot de las paredes oscuras y retumb por toda la estancia. Se puede saber quin eres t? El Doctor Destino no se movi. Sus ojos espectrales recorrieron el templo buscando el origen de aquella risa escalofriante. La carcajada reson de nuevo, atronadora, preada de maldad. Bien pensado, qu importa? Eres temerario, mortal, te atreves a desafiar a fuerzas que ni siquiera alcanzas a comprender! Aun as, cumplir tu deseo. Voy a mostrarme. La risa son de nuevo, an ms fuerte. No tardars en lamentar tus insensatas palabras! Desde arriba, donde los peldaos de bano pulido que ascendan en espiral se perdan en las alturas ms recnditas de la torre negra del templo, una oscuridad viscosa y fluida pareci rezumar escalera abajo. Descendi como una enorme nube de negrura absoluta salida de la pesadilla de un demente hasta que, a mitad del trayecto, se solidific y cobr forma. La figura que se irgui en los peldaos pareca vagamente humana, pero esa semejanza solo la haca ms espantosa. Su carcajada volvi a inundar el templo. Te place mi aspecto, mortal? Por qu no respondes? O acaso acabas de descubrir qu es el miedo? La respuesta fue inmediata, alta, clara, desafiante. Eso nunca, ser oscuro! Me llamas mortal y esperas que tiemble ante tu sola presencia. Pero te equivocas, porque soy tan eterno como t. He luchado contra hombres lobo, vampiros y hechiceros, as que no me inquieta enfrentarme a un demonio de tu ralea! Y el Doctor Destino se lanz hacia la grotesca aparicin de las escaleras. Bajo la capa oscura, los dos pozos de negrura refulgieron un instante con un brillo escarlata; luego, la carcajada reson de nuevo, ms cruel que nunca. Vaya, espritu, quieres luchar contra un demonio? Muy bien! Pues luchars! Ya veremos quin sobrevive! Hizo un gesto impaciente con la mano. El Doctor Destino haba recorrido la mitad de la distancia que lo separaba de la escalera cuando la grieta situada sobre el altar se abri de repente ante l y un ser enorme y malvolo le cort el paso. Le doblaba la estatura; su boca era una maraa de colmillos refulgentes, y los ojos, dos siniestros puntos rojos. El aire que rodeaba al monstruoso ser heda a muerte. Casi sin detenerse para evaluar la situacin, el Fantasma Dorado se lanz contra el repugnante recin llegado y le hundi el puo en la carne fra y hmeda. Muy a su pesar, el Doctor Destino se estremeci. El monstruo era de una masa blanda pero increblemente fuerte, ftida y tan repulsiva que pona los pelos de punta. El ser acus el golpe. Las zarpas demonacas desgarraron con fuerza brutal el hombro del Depredador Mstico, dejando a su paso una estela de dolor. El Doctor Destino comprendi de repente, alarmado, que aquella criatura no perteneca al mundo real, al que era invulnerable, sino que era un engendro del ms all, y por tanto, tan capaz de herirlo como el Doctor a l. Un brazo enorme golpe al Doctor Destino de pleno en el pecho y lo lanz trastabillando hacia atrs. Farfullando y babeando asquerosamente, el demonio salt hacia l con las zarpas por delante. El Doctor perdi el equilibrio y cay de espaldas contra el suelo de piedra fra. La cosa aterriz sobre l. Unos colmillos amarillentos, brillantes, relampaguearon en busca de su cuello. El Doctor Destino liber el brazo izquierdo para detener la cara del demonio que se cerna sobre l. Los msculos espectrales se tensaron, y el puo derecho hizo blanco con fuerza brutal, destrozando como un martillo la horripilante faz. La cosa lanz un aullido de dolor, rod hacia un lado y se puso en pie. El Fantasma Dorado tambin se levant rpidamente. Observndolo con mirada hambrienta, el demonio se arroj de nuevo contra el Superespritu con los brazos abiertos para apresarlo. El Doctor Destino esquiv el ataque con un elegante movimiento a un lado, agachndose bajo los brazos extendidos. En cuanto la criatura lo sobrepas a toda velocidad, el Doctor Destino alz el vuelo. El demonio se detuvo y se dio la vuelta, y el espectro cay encima de l con los pies por delante. El ser rugi de rabia al estrellarse contra el suelo. El Doctor Destino reuni todas sus fuerzas y clav el tacn de la bota en el cuello del demonio. La cabeza del monstruo se hinch como una sanda y estall. La sangre oscura y espesa form un charco en el suelo de piedra, y la mole demonaca no volvi a moverse. El Doctor Destino se hizo a un lado, tambalendose agotado. La carcajada diablica le reson en los odos, provocando que volviera a ponerse en guardia. Muy bien, espritu! Me has divertido! Has superado a un demonio! El destello escarlata reluci de nuevo bajo la capucha. Pero, vers, no soy un demonio cualquiera. Soy Saagael, el Prncipe Demonio, el Seor de la Oscuridad! Ese sbdito mo al que tanto te ha costado vencer no es nada comparado conmigo! Saagael seal al demonio cado. Me has mostrado tu poder, as que te dir en qu consiste el mo. Esa cscara vaca que has encontrado es obra ma; por algo me llaman el Destructor de Almas, y ha pasado mucho tiempo desde la ltima vez que ejercit mi poder. Para ese mortal no habr otra vida, ni salvacin, ni condena; no ver la inmortalidad. Ha desaparecido como si no hubiera existido jams. He erradicado su alma. Ese destino es peor que la muerte! Quieres decir que...? El Fantasma Dorado lo miraba incrdulo. Sinti un escalofro. S! grit triunfalmente el Prncipe Demonio. Ya veo que me has entendido. Reflexiona pues, y tiembla! No eres ms que un espritu, una entidad incorprea. Nada puedo contra la envoltura fsica de un mortal, pero a ti, a un espritu, puedo destruirte por completo. Aunque ser divertido tenerte a mi merced, impotente y aterrado, mientras esclavizo al mundo entero, de modo que por ahora te mantendr con vida. S testigo del destino del planeta que domin en el pasado, antes de los albores de la historia, y que ahora volver a dominar! El Seor de la Oscuridad hizo un amplio movimiento con las manos, y la luz desapareci por completo del templo. Una negrura espesa lo invadi todo, y poco a poco, una visin fue cobrando forma ante los ojos asombrados del Doctor Destino. Vio como los hombres se volvan contra los hombres, llenos de odio y rabia. Presenci guerras, holocaustos, sangre... La muerte, sonriente y espantosa, estaba en todas partes. El mundo estaba sumido en el caos y la destruccin. Despus presenci la llegada de las inundaciones, el fuego y la peste; vio como el hambre se extenda sobre la tierra. El miedo y la supersticin alcanzaron cotas jams vistas. Vio iglesias derribadas y cruces que ardan contra el cielo nocturno. En su lugar levantaron estatuas formidables a repulsiva semejanza del Prncipe Demonio. En todas partes, los hombres se inclinaban ante grandes altares oscuros y entregaban sus hijas a los sacerdotes de Saagael. Las criaturas de la noche cobraron fuerza de nuevo y recorrieron la tierra, sedientas de sangre. Las puertas atrancadas no servan de proteccin. Los sirvientes de Saagael gobernaban la tierra, y su oscuro seor daba caza a las almas de los hombres. Las puertas de Corlos se abrieron, y una gran sombra se cerni sobre el mundo. No desaparecera ni en un millar de generaciones. De pronto, tan repentinamente como haba surgido, la visin se esfum, y solo qued la oscuridad densa y la horrible risa retumbante, ms cruel que nunca, que llegaba a la vez de todas partes y de ninguna, cuyo eco iba y vena hasta los confines del enorme templo. Mrchate antes de que me canse de ti, espritu. Tengo que hacer preparativos, y no quiero verte en mi templo cuando regrese. Y presta atencin: ya ha llegado la maana, pero fuera reina la oscuridad. De hoy en adelante, la noche dominar la tierra para toda la eternidad! La oscuridad se despej levemente, y el Doctor Destino pudo ver otra vez. Estaba solo en el templo desierto. Saagael haba desaparecido, as como los restos del demonio derrotado. All, en el silencio, la oscuridad y el polvo, solo quedaba junto a l el ser que tiempo atrs haba sido un hombre llamado Jasper. Llegaron desde todas partes, desde la calurosa selva cercana y el ardiente desierto que se extenda ms all de ella, desde las grandes ciudades de Europa y el glido norte de Asia. Eran los duros, los brutales, los crueles, los que llevaban mucho tiempo anhelando el advenimiento del Prncipe Demonio y lo reciban con los brazos abiertos. Eran estudiosos de lo oculto; se haban sumergido en las artes negras y en los pergaminos antiguos en cuya existencia no crean los hombres juiciosos; conocan secretos oscuros de los que otros hablaban en voz baja. Saagael no era un misterio para ellos, porque sus conocimientos se remontaban a eras olvidadas, anteriores a la historia, en las que el Seor de la Oscuridad haba dominado la tierra. Llegaron a su templo procedentes de todos los rincones del orbe para arrodillarse ante su efigie. Hasta un dios oscuro necesita sacerdotes, y ellos estaban deseosos de ponerse a su servicio a cambio del conocimiento prohibido. Cuando la larga noche se instal en la tierra y empez el banquete del Prncipe Demonio, supieron que haba llegado su hora. As, los impos, los oscuros y los malvados abarrotaron el gran templo como antao y resucitaron la temida secta de Saagael. Entonaron sus cnticos de adoracin, leyeron sus libros negros y aguardaron la llegada de su seor, porque Saagael segua ausente. Haca mucho que no cazaba almas humanas, y su hambre era insaciable. Pero sus sirvientes se impacientaban y decidieron invocarlo. Las antorchas se encendieron en la negra estancia, y centenares de aclitos se sentaron para entonar un himno de alabanza. Leyeron en voz alta los textos blasfemos tal como no haban osado hacer en muchos aos y cantaron su nombre. Saagael! El cntico se haca cada vez ms intenso y resonaba en las profundidades del templo. Saagael! clamaron ms alto, cada vez ms alto, hasta que toda la sala retumb con su grito. Saagael! El rugido sali a la noche y llen tierra y aire con la espantosa llamada. Una joven atada al altar de sacrificios se debata contra sus ligaduras, con el espanto pintado en los ojos desorbitados. El sumo sacerdote, un hombre gigantesco y monstruoso, de oscuros ojillos de cerdo, cuya boca semejaba un brutal tajo escarlata, se aproxim a ella. Llevaba en la mano un cuchillo de plata largo y reluciente que brillaba a la luz de las antorchas. Se detuvo y levant la mirada hacia la estatua gigantesca e imponente del Prncipe Demonio que se ergua sobre el altar. Saagael enton. Su voz era un susurro grave, escalofriante, que helaba la sangre. Prncipe de los Demonios, Seor de la Oscuridad, Monarca de Ultratumba, a ti te invocamos. Tus seguidores te llamamos, oh Destructor de Almas. Escchanos y acude. Acepta nuestra ofrenda: el alma y el espritu de esta doncella! Baj la mirada. El cuchillo se elev lentamente y descendi. Los presentes guardaron silencio absoluto. La hoja del arma centelle. La chica grit. Justo en aquel instante, algo agarr la manga de la tnica del sacerdote y le retorci el brazo. Un espectro apareci ante el altar, y la noche retrocedi ante la luz del intruso verde y dorado. Unos dedos blancos atraparon el cuchillo cuando cay de la mano del sacerdote. Sin pronunciar una palabra, levant la hoja y se la clav en el corazn. La sangre man; un grito ahogado rompi el silencio reinante, y el cadver cay al suelo. El recin llegado se volvi y, con parsimonia, desat las ligaduras de la muchacha, que se haba desmayado. Los congregados empezaron a gritar, iracundos y temerosos. Sacrilegio! Protgenos, Saagael! En aquel momento, como si una densa nube se hubiera formado sobre ellos, la oscuridad cubri la estancia y las antorchas se apagaron una por una. La negrura lo invadi todo, se estremeci y cobr forma. Los mortales presentes lanzaron un aullido triunfal. Bajo la capucha, fuegos escarlata ardan en la oscuridad. Has ido demasiado lejos, espritu tron la voz del Prncipe Demonio. Has atacado a los mortales que sabiamente han decidido servirme. Lo pagars con tu alma! El aura negra que envolva al Seor de Corlos se intensific y oblig a retroceder a la luz que emanaba de la musculosa figura vestida de verde y dorado. T crees? replic el Doctor Destino. No soy de la misma opinin. Has presenciado una pequea parte de mi poder, pero tengo mucho ms que no te he mostrado! Naciste de la oscuridad, de la muerte y de la sangre, Saagael. Encamas todo lo que es malvado e impo. Pero a m me cre la Voluntad de Poderes, contra la que no puedes nada, que sera capaz de destruirte con un mero pensamiento. Te desafo! A ti, a los que son como t y a las alimaas que te sirven! La luz que rodeaba al Fantasma Dorado resplandeci y llen la estancia como un sol, haciendo retroceder la negrura del Prncipe Demonio. Fue como si, de repente, el Seor de Corlos sintiera un atisbo de duda. Pero se recuper y, sin dignarse a aadir palabra, alz una mano enguantada. A ella acudieron los poderes de la oscuridad, la muerte y el miedo. Y entonces, un gigantesco rayo de energa negra y palpitante hendi el aire, malvolo e impuro, directo y veloz. El Fantasma Dorado permaneci inmvil con las manos en las caderas. El rayo le acert de pleno, y la luz y la oscuridad centellearon un instante. Despus, la luz se apag, y la figura se desplom sin sonido alguno. Una espantosa risa burlona llen la estancia, y Saagael se volvi hacia sus adoradores. As caen quienes desafan al poder oscuro, quienes se enfrentan a la voluntad de... Se interrumpi. Con el rostro congelado por el terror y el asombro, sus discpulos miraban detrs de l. El Prncipe Demonio se volvi. La figura dorada estaba ponindose en pie. La luz brill una vez ms, y durante un momento, el temor sacudi al Seor de Corlos. Pero volvi a sobreponerse, y otro rayo formidable de energa negra golpe al Doctor Destino. El Vengador Astral volvi a caer de rodillas. Un instante despus, ante el creciente horror de Saagael, la figura se levant una vez ms y avanz hacia l en silencio. Saagael, presa del pnico, golpe con un tercer rayo a aquel ser, que por tercera vez se levant. Un murmullo horrorizado surgi de la multitud. El Fantasma Dorado avanz hacia el Prncipe Demonio y levant un brazo resplandeciente. Lstima, Saagael dijo por fin. He visto lo peor que puedes hacerme, y sigo vivo. Ahora, Oscuro, sers t quien sienta mi poder! Nooo!!! El espantoso grito recorri la estancia. La figura del Seor de la Oscuridad se estremeci, palideci y se disolvi en una gran nube negra. La grieta de encima del altar negro se abri de nuevo. Al otro lado, la niebla se arremolinaba, y seres misteriosos se movan en la noche eterna. La nube negra se expandi, flot hacia la grieta y desapareci. Un instante despus, la grieta desapareci tambin. El Doctor Destino se volvi hacia los mortales que llenaban la estancia, los asombrados y descompuestos sirvientes de Saagael. Un aullido de terror recorri sus filas, y huyeron despavoridos del templo. Solo entonces, la figura se volvi hacia el altar, se estremeci y cay. Justo encima de ella, algo se agit en el aire, cruz la estancia y desapareci entre las sombras. Un instante despus, un segundo Vengador Astral sali de un oscuro rincn del templo, se dirigi al altar y se inclin sobre el primero. Una mano espectral limpi la capa de maquillaje blanco que cubra la cara de la figura cada, y una voz sobrecogedora rompi el silencio. Dijo que eras una cscara, una cosa vaca, y estaba en lo cierto. Recobr mi forma ectoplsmica y escond mi cuerpo fsico en las sombras para usarte como si fueras un traje. l no poda hacer nada contra tu ser corpreo, as que sala de ti justo antes de que los rayos te golpearan y luego volva a entrar. Y ha dado resultado. Era posible engaarlo! Era posible asustarlo! El sol estaba saliendo por el este. Dentro del sombro santuario, los bancos de bano y las escaleras labradas se pudrieron, se desmoronaron con rapidez y se convirtieron en pilas de polvo. Pero algo segua en pie. El Doctor Destino se acerc al altar negro. Las fuertes manos agarraron las piernas de la estatua de Saagael; los poderosos msculos se tensaron, y la estatua se tambale y cay. Se hizo pedazos junto a la cscara hueca de lo que tiempo atrs se llam Jasper y que yaca enfundada en un traje verde y dorado. El Doctor Destino examin la escena. Una sonrisa irnica le bailaba en los rasgos, blancos como la muerte. Destruy tu mente y tu alma, pero al final fuiste t, un hombre, quien provoc la cada del Seor de la Oscuridad. Mir a la muchacha del altar, que empezaba a salir del abismo de terror que la haba dejado inconsciente, y se acerc a ella. No me temas. Te llevar a casa. Ya era de da. Las sombras se haban esfumado. Haba terminado la noche eterna. Prximo episodio: El Doctor Destino contra el Demonio.

La fortaleza

Ya te encontraste alguna vez sea en cala o en mar, ante su implacable merced?A m te has de enfrentar? Me basta una mirada, un rayo, para fulminar al pagano!Que sea por valle o montaa donde la guerra pase, y que evite la mar hasta en calma, pues si ella despertase, mil caones anunciaran con lenguas de fuego su ira! Relatos del alfrez Stl, JOHAN LUDVIG RUNEBERG

Solitaria y silenciosa, Sveaborg esperaba en plena noche. Las seis islas de la fortaleza, formas oscuras en un mar de hielo, proyectaban su sombra bajo la luz de la luna, a la espera. Cada isla estaba rodeada por una muralla irregular de granito y coronada por hileras e hileras de caones mudos, a la espera. Y tras la muralla, hombres adustos y decididos permanecan junto a las armas da y noche, a la espera. Un viento helado procedente del noroeste aullaba por las murallas de Sveaborg y llevaba consigo los sonidos y olores de la ciudad lejana. Y en lo alto, en el adarve de Vargn, la mayor de las seis islas, el coronel Bengt Anttonen tiritaba de fro, mientras miraba a lo lejos, taciturno. El uniforme le caa suelto sobre el cuerpo delgado y fuerte. Sus ojos grises estaban cargados de preocupacin. Coronel? llam una voz detrs del oficial meditabundo, que se volvi y sonri. El capitn Cari Bannersson salud marcialmente y subi a las almenas, junto al coronel. Lo molesto? Claro que no, Cari replic Anttonen con un suspiro. Solo estaba pensando. El ataque de la artillera rusa de hoy ha sido muy intenso dijo Bannersson. Varios hombres han resultado heridos fuera, en el hielo, y hemos tenido que apagar dos incendios. Anttonen recorri con la mirada la planicie de hielo que se extenda ms all de la muralla. Sumido en sus pensamientos, no pareca prestar atencin al joven y esbelto capitn sueco. Los hombres no tendran que haber salido al hielo coment, ausente. Los ojos azules de Bannersson escudriaron interrogativamente el rostro del coronel. Por qu lo dice? pregunt, desconcertado. No obtuvo respuesta del veterano Anttonen, que sigui en silencio, con la mirada perdida en la noche. Tras una larga pausa se volvi hacia el capitn, con expresin tensa y preocupada. Algo va mal, Cari. Algo va muy mal. A qu se refiere? Bannersson pareci desconcertado. Al almirante Cronstedt. No me gusta cmo est comportndose ltimamente. Me preocupa. En qu sentido? Las rdenes que da. Anttonen sacudi la cabeza. Su manera de hablar. El alto y delgado finlands seal la ciudad lejana. Se acuerda de cuando empez el asedio ruso, a principios de marzo? Llevaron la primera batera de artillera a Sveaborg en trineos y la montaron en una roca, en el puerto de Helsinki. Cuando respondimos al fuego, nuestro ataque cay sobre la ciudad. As fue. Qu quiere decir? Que los rusos pidieron una tregua y negociaron, y el almirante Cronstedt accedi a que Helsinki fuera territorio neutral y ninguno de los bandos pudiera construir fortificaciones cerca. Anttonen se sac un papel del bolsillo y lo agit ante Bannersson. El general Suchtelen permite que las esposas de los oficiales que viven en la ciudad vengan de cuando en cuando a visitamos, y me han entregado este informe. Al parecer, es cierto que los rusos han sacado la artillera de Helsinki, pero han instalado barracones, hospitales y almacenes en su interior. Y no podemos atacarlos! Ya entiendo. Bannersson frunci el ceo. El almirante ha visto ese informe? Por supuesto respondi Anttonen, irritado. Pero se niega a hacer nada. Jgerhom y los dems lo han convencido de que el informe no es fidedigno. As que los rusos se esconden en la ciudad, totalmente a salvo! Estruj el papel con rabia y se lo meti en el bolsillo, disgustado. Bannersson no dijo nada, y el coronel se volvi para mirar de nuevo ms all de la muralla, mascullando entre dientes. Los envolvi un silencio tenso, y al final, el capitn Bannersson se movi incmodo y carraspe. Seor... No pensar que corremos autntico peligro, verdad? Peligro? Anttonen lo mir, desconcertado. No, no. La fortaleza es slida, y los rusos, demasiado dbiles. Necesitaran mucha ms artillera y muchos ms hombres para atreverse a atacar. Tenemos provisiones suficientes para resistir el asedio. Y, cuando llegue el deshielo, los suecos podrn enviamos refuerzos por mar. Hizo una pausa. Pero sigo preocupado. El almirante Cronstedt encuentra todos los das nuevos puntos flacos, y todos los das mueren hombres tratando de quebrar el hielo. La familia de Cronstedt est atrapada aqu junto con los dems refugiados, y eso lo preocupa en exceso. Ve debilidades por todas partes. Los hombres son leales, estn dispuestos a morir defendiendo Sveaborg, pero los oficiales... Anttonen suspir y sacudi la cabeza. Tras un momento de silencio se irgui y dio la espalda a las almenas. Maldita sea, qu fro hace aqu. Ser mejor que entremos. Es cierto sonri Bannersson. Puede que Suchtelen se decida a atacar maana y resuelva todos nuestros problemas. El coronel se ech a rer y le dio una palmada en la espalda. Abandonaron el adarve. A media noche, marzo dej paso a abril. Y Sveaborg sigui a la espera. Con su permiso, almirante, tengo que disentir. No veo motivos para negociar en estos momentos. Sveaborg es capaz de resistir cualquier asalto, y tenemos suficientes suministros. No hay nada que el general Suchtelen pueda ofrecemos. La expresin del coronel Anttonen era firme y solemne, pero cerraba la mano en tomo al puo de la espada con tanta fuerza que tena los nudillos blancos. Qu absurdo! Los rasgos aristocrticos del coronel F. A. Jgerhom se torcieron en una mueca de soma. Nuestra situacin no puede ser ms peligrosa. Como bien sabe el almirante, las murallas tienen puntos dbiles, y an son ms vulnerables por culpa del hielo, que las hace accesibles por todas partes. Empieza a escasear la plvora. Los rusos nos tienen rodeados con sus armas, y cada da son ms. Detrs de la mesa escritorio del comandante, el vicealmirante Cari Olof Cronstedt asinti, serio. El coronel Jgerhom tiene razn, Bengt. Tenemos buenos motivos para reunimos con el general Suchtelen. Sveaborg dista mucho de ser un lugar seguro. Pero mis informes dicen lo contrario, almirante. Anttonen agit el fajo de hojas que llevaba en la mano. Los rusos solo tienen unos cuarenta caones, y somos ms que ellos. No pueden atacar. Pues sus informes estn muy equivocados, coronel Anttonen dijo Jgerhom con una carcajada. El teniente Klick est en Helsinki y me ha informado de que el enemigo nos supera en nmero. Y desde luego, tienen muchos ms de cuarenta caones! Piensan hacer caso a Klick? exclam Anttonen, rabioso, volvindose hacia el oficial. A Klick, nada menos? Klick es un imbcil, y fue uno de los traidores de Anjala. Si est en Helsinki es porque trabaja para los rusos! Los dos oficiales cruzaron miradas furiosas; Jgerhom, fro y arrogante; Anttonen, congestionado y vehemente. Yo tena parientes en la Liga Anjala afirm el joven aristcrata. No eran traidores, y Klick tampoco. Eran finlandeses leales. Anttonen mascull algo ininteligible y se dirigi a Cronstedt. Le juro que mis informes son precisos, almirante. Podemos resistir sin problemas hasta que el hielo se derrita; no tenemos nada que temer. Cuando se abra la ruta martima, Suecia enviar refuerzos. No, Bengt. Cronstedt se levant muy despacio con exp