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Marta l. Gonzál ez García, José A. López Cerezo, José L. Luján Lóp ez. Cien cia. 7'<!c11ol0Ría y Sociedad. Cna i11trocl11c.:cicí11 al estudio social de la c.:ie11cia y la tecnolu¡.;ía, i\1adrid. Ternos. 1996, pgs: Marta l. Conzález García. José A. li>pez Cerezo, .Jos(· l.. I.uján U>pez (e ds.) . Cie11ci({, Teo wloRía y Sociedad. l3arcelo1w, :\ riel. 1997. pgs. El campo de trabajo Ciencia. 1Í'C111ilo¡.;ía y Socied({c/ es aún relat i- amente poco conocido en nu estro ento rno . por eso no mu cha la li teratura que existe en espai io l. y menos a ún la de p roduccic'>n propia. No obstante ha ce )·:1 algunos ai 'tos que existen en Espai'la imTstigacio- nes de gran intL'rés. r algunos grupos muy acti\'os de in\'estigadores decli- c 1d os al tema. La in iciativa nüs imrm rtan te. p or d número de sus co mpone ntes y por el volumen de sus resultados. ha veni do siendo el ll\VESCIT d irigido por .JoSanma r- tín. i\o es much a. ciertame nte . la liH:ratura escrita por lo que no qu ita para que b haya en una ca ntidad apreciable. y ck cali- . l t'].!UJIJCllfo., deNa ::tiu h'lHJUt '\" 1 (J\XJH) pp dad . Pero, en general. se trara de tra- bajos c::specia lizados. falta b an obras de ca rácter más int rodu ctorio, con un cuncenido s ge nera l. que ofre- cie ran. de una f orma asequible, un panorama sistem:ítico de la per spec- tiva CTS así como de su amplísimo repertorio de problemas . En este apartado, apenas cabría rnencion;ir m:ís que Ciencia , Tec.: - 110/ugía 1• Sociedad . fatudius cipli11m:es e11 fa f!11i1<ersidad. e11 la ed 111 .:aci<í11 y e11 la ¡¿estü)11 púhlic.:a , del que son edit ores l\fanuel Medina y José Sanmartín publicado en 1990 por la editorial Anthropos. Este libro, por recoger los resultados de una .Jornadas organizadas por el INVES- CIT. en 1 989, daba a conocer en España los programas Sci1mc.:e. Tec b11olop,y al/({ Societv en EEUU, con lo que de a lguna forma venía a rn hrír ese cometido informat ivo e introductorio. Mu c ho mej or se cubre este o hj 1.·- t i\' o con l:Js dos obras qu e aq come nt amos , que por lo demás resultan co mple menta rias. En la pri- me ra , Cie11cia, Tec11olo¡¿ía 1• Soc ie- dad. Una introducción ri estudio social de la ciencia y la teowlo¡.;ía.

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Marta l. González García, José A. López Cerezo, José L. Luján Lóp ez. Cien cia. 7'<!c11ol0Ría y Sociedad. Cna i11trocl11c.:cicí11 al estudio social de la c.:ie11cia y la tecnolu¡.;ía, i\1adrid. Ternos. 1996, :~2-'t pgs: Marta l. Conzález García. José A. li>pez Cerezo, .Jos(· l.. I.uján U>pez (eds.) . Cie11ci({, TeowloRía y Sociedad. l3arcelo1w, :\riel. 1997. 2.~ó pgs.

El campo de trabajo Ciencia. 1Í'C111ilo¡.;ía y Socied({c/ es aún relati­\·amente poco conocido en nuestro entorno. por eso no e~ mucha la literatura que existe en espaiiol. y menos aún la de produccic'>n p ropia. No obstante hace )·:1 algunos ai'tos que existen en Espai'la imTstigacio ­nes de gran intL'rés. r algunos grupos muy acti\'os de in\'estigadores decli­c 1dos al tema. La in iciativa nüs imrm rtante. por d número de sus componentes y por el volumen de sus resultados. ha ven ido siendo el l l\VESCIT d irigido por .José Sanma r­tín.

i\o es mucha. ciertame nte. la liH:ratura escrita por e.~pañoles. lo que no quita para que b haya en una cantidad apreciable. y ck cali-

. l t'].!UJIJC•llfo., deNa ::tiu h'lHJU t '\" 1 ( J\XJH) pp 19~·22<>

dad. Pero, en general. se trara de tra­bajos c::specializados. faltaban o bras de carácter más introductorio, con un cuncenido nüs general. que ofre­cieran. de una forma asequible, un pano rama sistem:ítico de la perspec­tiva CTS así como de su amplísimo repertorio de problemas .

En este apartado, apenas cabría rnencion;ir m:ís que Ciencia, Tec.:-110/ugía 1• Sociedad . fatudius interd1:~­cipli11m:es e11 fa f!11i1<ersidad. e11 la ed111.:aci<í11 y e11 la ¡¿estü)11 púhlic.:a , del que son editores l\fanuel Medina y José Sanmartín publicado en 1990 por la editorial Anthropos. Este libro, por recoger los resultados de una .Jornadas organizadas por el INVES­CIT. en 1989, daba a conocer en España los programas Sci1mc.:e. Tecb11olop,y al/({ Societv en EEUU, con lo que de alguna forma venía a rnhrír ese cometido informativo e introductorio.

Mucho mejor se cubre este o hj1.·­ti\'o con l:Js dos obras que aquí comentamos, que por lo de más resultan complementarias. En la p ri­mera, Cie11cia, Tec11olo¡¿ía 1• Socie­dad. Una introducción ri estudio social de la ciencia y la teowlo¡.;ía .

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como dicen sus autores en la pre­sentación, una de las metas que se persiguen es que el libro sirva de material de apoyo a los profesores que deban impartir la asignatura homónima de secundaria, ocra es que sirva de manual en materias aíi­rw:-. a nivel universitario.

Se trata, pues. de un objetivo de d1vulgaciém. si bien qul' de alta divulgación. a pesar de lo cual. como también afi rman sus autores, no pn:­tende el libro solamence p resencar el estado de la cuestiém en el campo crs. sino que husc:t realizar apona­ciones originales. Y, con indepen­dencia de cual hay:1 sido d propósi­to de los autores, lo cierro es que no podría ser de otro modo. Presentar de modo claro, ordenado, magnífica­ment<: estructu rado y con razonable brevedad el estado de la cuestic'm CTS, dad;1 la diversidad y a veces heterogeneidad de los temas, orien­tacicmes y perspectivas que concu­rren en este campo, no puede hacer­se si no es, en efecto, aportando un tratamiento original.

El libro tiene dos partes bien diferenciadas, separadas por una h ihliogr:tfía que resultar{1 de u1ilidad a iodos los qm: se in icien en este terna. La primera realiza una descrip­ción del estudio social de la ciencia y la tecnología; la segunda se dedica a tratar algunos temas especializados dentro de la perspectiva CTS.

Est:1 primera r arre describe la perspectiva (ancipositivista, no rado­nalista-imernal ista ) que sirve de e jl' al campo CTS. la génesis y el desa­rrollo de las nuevas orientaciones en el estudio de la Ciencia y la Tec­nología, cuyo origen se remonta a

SECCIÓN BIBLlüG RÁflCA

los años sesenta sobre todo; y tam­bién estudia el perfil caracte rístico y los temas búsicos de las dos tradicio­nes, norteamericana y europea, del mismo modo que aborda la umver­gencia del complejo de prohlemas rt>bcionados con la Tecnología, su ges1ión, evaluaciún, ecc.

En esta parte el libro cubre pero que muy sobradamente su objetivo. Corno instrumento de trabajo que pretende ser, resulta no sólo claro sino incluso ameno, y al tiempo un estudio panorámico, no r or breve menos riguroso. Los autores han conseguido algo realmente poco fre­cuente: la información es muy com­pleta , est{\ expuesta con orden y se lee con agrado. Sin que falten, como antes se decía, incursiones en pro­fundidad en las. evidentemente, los autores no súlo se dedican a expo­ner sin<> que compromett'n puntos de vista propios.

Si la p rimera parte tiene. con todo. una intención dirigida sobre todo a informar, esto se complemen­ta y se completa con la segunda, dedirnda a abordar "Temas CTS y casos de estudio", que es como se titula. Se han elegido cinco úreas tem;'1tic:as, e n tres de las cuales se aborda con mucho mayor deteni­miento el estudio de casos especiales de investigación.

No es cosa fúcil seleccionar un gnipo de problemas representat ivos del campo CTS, y no lo es porque cualquier selección de las líneas de investigación representativa de los estudios CTS, corre el rit:sgo de ser parcial. Ese riesgo es asumido por los autores, que con buen criterio. se dejan guiar por su conn:pción de los

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SECCIÓN llll\UOGR..\ FIC:A

contenidos de este campo. cosa que reconocen. Como dicen. puede que haya parcialidad, inevitable por otra parte. pero no hay arbitrariedad.

Es decir. c.¡ue como toda selec­ciún. e~ discutible la que aqu í se ha llevado a cabo, pero al fin y al cabo no e~ especialmente.: interesante.: esa discusiún. y lo es mucho nüs aten­der al desarrollo de los temas elegi­dos.

Dos de e llos prosiguen de algún modo. si bien que.: nüs especializa­do, el enfoque de.: la primera pane del libro. En el primer capítulo ( 11 de la obra >. C. Mitcham traza un p:mor:una de la problemática relativa a las cuestiones éticas en Ciencia y Tecnología. A los que conozcan su trabajo. que son muchos. poco apor­ta de nuevo esta intervención. Con un propúsito nüs did:íctico e intro­ductorio que de im·estigaciún. l\htcham pasa re\'ista a las áreas prin­cipale~ de problemática 0tica en rda­ciún con la técnica, c.:speciahnenlL'. Así Sl' d<.:scriben los asuntos d<.: ética :1mhien1al. b ioétic.1 . C·tica d<.: las kc­nologías de la informad(m, <:te. Se.: cumple así con uno de los objetivos generales del libro, al proporcionar una informaciún que se comple men­ta con una bibliografi:1.

En e l capítulo segundo de esta parte del libro, J.L. Luj:ín y .f.A. l.ópc.:z también se dedican a trazar un esbo­zo. c.:xtn:madamente sugerente.:. en rdaci(m con la proye<'Ciún de los estud ios CTS en la ed ucaci(m secun­daria y universitaria.

La necesidad de que la im·estiga­L'ic"m e n CTS se implemente.: en una pdctica educativa. procede de tres hecho~: e n primer lugar del hecho

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de la esc1s1on de nuestra cultura e n dos 7.onas, prkticamente incomuni­cadas e ntre sí, la cultura de científi­cos c ingenieros y la cultura de humanistas y científicos sociales; relacionado con el anterior, está el hecho de que el desarrollo cientffico y tecnológico es un factor funda­mental de cambio social, pero te­niendo en cuenta que la nuyor parte de la población no es <!Xpa!a, la políti<.:a científico-tecno lógica es especialmente opaca a un control y evaluación democdtica. Claro es, ni siqukra podd soii.arse con una par­ticipac:ión democrática en la gestión de la investigación científica y tecno­lógica, sin una opinión pública infor­mada y sin unos ciudadanos que pu<.:dan hacerse responsablemente activos en estos asuntos. Hoy d ía estú claro: no podemos tener ciu­dadanos políticamente bien forma­d< >s si la mayor parte de la población es ignorante en materia de ciencia y de tecnología.

La falta de información es campo abonado para la proliferación de mitos y supercherías , la fal ta de una formación puede propiciar, por tanto, u na fe supersticiosa en la ima­gen estereotipada de la ciencia y la tecnología , aunque también un rechazo irracional de éstas.

P<.:ro a todo ello hay que añadir un terce r 11c.:cho: lo cierto es que la mayor parte de la población es igno­rante en ciencia y tecnología, y que sólo una parte est;'1 compuesta por e:>.:pertus, pero no es menos cierto que nadie tiene realmente una for­mación suficient<.:. En los estudios de humanidades y ciencias sociales por­que no tienen contenidos científicos o tecnológicos: y en los de ciencias y

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tecnologías porqu e: no se tocan los aspectos C:·ticos, polilicos. socioeco­n<'imicos o históricos de la ciencia y la tl'.:t·nica.

Con ello. e n n:rdad. nadie sabe: nada de la ciencia y la tecnología n.:al (que: incluye esas diml·nsiones). l'.1r:1 que todo d mundo "epa algo. un 111íninto suficiente, L'S preciso arti­cular otra l(mna de c:ducaci(m tanto sc:nmdaria como uni v¡;rsitaria , siqu iera sea introduciendo conteni­dos de la perspectiva CTS, co1110 asignat ura~ o como complementos en asignaturas.

l.uj;ín y LópL'Z <J¡;scrihen desarro­llos en este sentido que han tenido lugar en otros países. analizan la necesidad dt.: un cambio metodolúgi­co c:n la educaciún en C..IS , y llevan a callo un an:."ilisis comp letamente lúcido. t.:n 111i opiniún, de b s dificul­tades que este em¡x~ño tiene en fapaña. ~obre todo en la Cniversi­dad.

Los tres últimos capítulos del libro tiern:n un enfoque menos gc:neralist;1 y. por cl contrario. inci­den sobre tres puntos muy localiza­dos (y estrat0gicos ) de la problemá­tica CTS: la rdaciún entre d conn:pto teúrico de inteligencia (en l'l contexto de: la pol0mirn entre amhienralismo y hereditarismo) y tecnologías sodales, sujetas a su vc:z a inte reses. tema dd que se: ocupa .J. L. Lujan; 1\U . de Melo Sl: ocupa de u n an:ílisL~ de las tecnologías de reproducciún asistida; por últ imo se trata el problema de la participación ciudada na e n política tecnológica y ambie ntal, cent rándose en el caso panicular de la política forestal astu-

SECCIÓN BIBUOC·RÁFICA

riana , de lo que se ocupan JA. López y M:I. Gonz{tlez.

En los tres casos se trata d e apli­car la perspectiva e.Je trabajo CTS al tratamit.:nto de temas concretos, de eSpl'cia l importancia. pero sobre todo que permiten incidir en zonas muy sensibles. lo cual resul ta muy adecuado, teniendo en cuenta el car:."icter introductorio dd libro.

Cie11cia. Teuwlop,ía y Suciedad, o bra de los mismos autores actuando ahora como editores, publicad a me­ses después de la que hemos venido comentando, responde al mismo propúsito que el anterior. En la intro­ducción se d ice que est;i destinado d libro a serv ir de apoyo a profesores de secundaria y como manual de la materia (a m;ís, claro está, de servir asimismo de introducciÍln a l campo CTS a to d o tipo de lectores).

En este caso se ha seguido una estrategia d iferente: se han elegido cinco :m:as de problemas propios de los l'Sludios CfS }' Se publican, en cinco apa rtados correspondientes, trabajos de autores destacados e n este: campo (:.llgunos de ellos inédi­tos).

El objetivo l'S, pues. también el de se1Yir d e introduccic'>n, pero a hora mediante lecturas que resultan repre­senta tivas en cinco línea.~ . muy importantes, de la investigación en crs: la sociología e.Je la ciencia. la filosofía social de la ciencia, las teo­ría~ del cambio tecnolúgico. b rela­ción entrt.: ciencia y política ambie n­tal , la considernción poli1ica de la evaluación de tecnologías.

Como es lúgico, el n:sultado es me: nos sistenütico y menos dan >

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SECCJÓ:'-J BIHUOG J~ÁHCA

que en d rrimer libro. si bien eso puede ser compensado porque se ofrece una muestra representativ:.1 de pn >hlemas. 1.mfoques y mc.:tc >dologí:.1s uenrro dc.:I campo dL' que se trata .

Ambos libros responden, evi­dentemente. a un mismo plan de tra­bajo. de forma c..¡ue el segundo viene a ser una ampliaciún dd plantea­miento que se le daba a la segunda pane de la obra publicada en primer luga r. Posiblemente no resultab:.1 conveniente integrarlas en un s(>lo volumen (que hubiera resultado de dimensiones enojosas), supuesto que la política de alguna editorial lo hubiese permitido. En cu:.1lqu ier caso. d lector ruede por sí solo esta­blecer las conexiones necesarias. Se.: cuenta así ('OO un marco de com­prensi(m de los estudios c rs y con un elenco sistem:ttizado de los aspectos nüs representativos de los temas c..¡ue trata. Sin duda c..¡ue no est:ín todos, aunque sí son los que est:'m.

En Cie11cia. 71!c1wloMít1 y Socie­dad. los resultados son algo nüs desiguales. Los cap ítu los debidos a flarnes y I31oor, el primero, y a Coll ins. el segundo vienen a ser una exposición de los planteamientos lxísicos de la sociología cognitiva de la ciencia. Los de Longino, Fuller, Uuker o Oosi , por citar a lguno, per­miten adentrarse un poco nüs. y proponen apo11aciones desde pers­pectivas que son menos conocidas entre nosotros.

M. l'A\ÚI'\

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B. Schumacher y E. Castro (eds.), Penser tHomme et la Scic>11ce/ Hetracb/1111/lell z11111 thc>ma Mensch wul \'ili,,~~e11.~cbaft. iHé­la11Res ojfe11S á H/lmulro Agazzi ¿¿ [ •occasiOll de> SC'S Soixa11te ans, Friburgo, Editions Universitaires Fribourg Suisse/ Universitiitsver­lag Freihurg Schwei7., 1996, 457 p gs.

Sesenta años no son demasiados, pero el proíesor E. Agazzi se las ha arreglado muy bien para producir una ingente labor filosófica y acadé­mica. Como se dice en la escueta nota biográfica contenida en este vol u1nen, unos cuarenta libros, más de ciento cincuenta anículos y una enorm e cantidad de contribuciones de todas clases, son el resultado de una trayectoria que, sin duda prose­guirá largo tiempo y con frutos tan sabrosos como hasta ahora .

Pero no siendo muchos, sesenta ai\os son sufici<.:otes, si no para trazar un ba la nce, aún prematuro, sí por lo menos para que discípulos, colabo­radores y colegas. se den cita y apor­ten reflexiones, ideas y críticas a la labor realizada.

Eso hace este volu1rn:n bilingüe, que recoge las intervenciones, de nu­merosos especialistas que le al profe­sor E. Agazzi brindan el mej< >r home­naje de respeto y afecto que un fílc'isofo puede recibir: d isclllir, argu­mentar y criticar en torno a sus ideas.

La obra de Agazzi ha seguido una cvoluciún, que bie n pudiera representar el pulso del pensamiento en la segunda mitad dc.:I siglo XX.

La tradiciún de rigor conceptual de la Filosofía, parecía haberse sedi-

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mcniado en los campos de la Lógica y la f ilosofía de la Ciencia. Y ese campo sirvió de punto de apoyo sóli­do para proseguir la indagación con aperturas filosóficas más amplias y mús ;unhidosas. Así por ejemplo, la relación entre pensamiento científico y filosófico, Ja m:cesidad de pensar al hombre desde la realidad social con­temporánea, configumda por la cien­cia y la tecnología, por último la urgencia de una comprensión filos(>­fica (ética, antropológica, e pistemol<>­gica) de la ciencia y la tecnología a finales del siglo que acaba.

En la obm colectiva a que nos referimos, se refleja mucho e.le eso. Las líneas de fuerza del pensamiento de Agazzi sirven como referencia , d irecta en muchos casos, más alc.:jac.la en otros, a un conjunto de aporta­ciones e.Id mayor interés.

El volumen se divide en dos par­tes, dedicad;1 la primera a recoger las anas del coloquio celebrado, la segunda a las contribuciones realiza­das por d iscípulos de Agazzi.

Es imposible, por su número y su densidad, reseñarlas . Pero quizá sí sea conveniente aludir a los aspectos que guardan relación más estrecha con la temat1ca abordada por Argumentos de Razón técnica.

El campo de investigación Ciencia, Tecnología y Sociedad, aborda el estudio de b ciencia y la tecnología con la 11nalidad e.le enten­derlas globalmente, y p or ta nto , no desde el punto de vista m<.:todolúgi­co o cognit ivo solamente, s ino en tocias sus dimensiones: éticas, histó­ricas, polít icas, socioeconómicas, culturales y estéticas, antropológicas e ideológicas. Pero ese intento de

SECCIÓ"\ Hllll.lüGRÁf!CA

abordaje holístico se ha decantado sobre todo en una dirección: la de estudiar la ciencia y la tecnología como un producto social.

La racionalidad y el real ismo cien­tíficos tienen 4ue int1..•g1~1rse en un esquema teóri<:o nüs amplio, d iversi­lkado y rico, y desde luego más dinú­mico y menos normativo. Pero su supresión no aprovechar;'t a nad ie. Si la epistemología creyó poder prescin­dir de tocio lo "externo .. , el relativis­mo quiere prescindir de cosa s no menos imprescindibles. l~t tarea exi­girá un esfuerzo m{ts sintético que selectivo, 111;"1s versátil que unilateral. La obra e.le Agazzi podría aportar una dave de la mayor importancia.

El lector encontrará en este volu­men, junto a materiales del mayor interés, a destacados especialistas como J. Vuillemin, G. Kun g, R. Queraltó o J. Lac.lriere, pronuncün­dose sobre estos temas, racionalidad y realismo científicos, que son n ucle­ares en la obra de Agazzi.

La obra se completa con una muy sucinta biografía del homenaje­ado, con una relación de su produc­ción bihliográtka y con una lista de los tnibajos de investigación debido a su d irección.

Con retraso pero con el mayor afecto y consideración, Argumentos de Razó n técnica, también le felici­ta y se suma a su homenaje, profesor Agazzi.

M. l'AYÓ:'\

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SECCIÓN BIBLIOGRÁFICA

Agazzi, E. /;'/ hien. el mal)' la cie11-cia. las dimensiones éticas e11 la empresa cie1zt(flco-teo10/ú~ ica~ F.diciún, traducciém y referencias bibliográficas españolas, a cargo de Ramón Qucraltó Moreno. F.d. Tccnos. Madrid, 1996.

El profesor Agazzi se plantea en esta obra las espi nosas relaciones entre la ciencia v la tecnología con la ética, cómo han· ido siendo en la his­toria y cuál es ahora el panorama que se nos presenta. Guiando siem­pre el d iscurso, se encuentra siempre la idea vertebral de la n)()peración de ambos ;'1mhitos, es decir, la ética y la ciencia concebidas ya desde un punto de vista s istémico, han de po<lt:r estructu rarse en una unidad que integre y fu ncione t:n común, en tanto t:n cuanto, ambas son activida­des humanas.

El libro se divide e n dos partes, de las cuales la primera está dedicada a la ciencia y la segunda al encuentro de ésta con la ética. Comienza pre­guntándosc qué es la ciencia, para p lantearse la cuestión desde la pers­pectiva <le que ella ha sido paradigma contemporáneo del saber, que tiene como principal condición la de su rigurosidad. Segui-damente, nos introducirá en el campo de las rela­ciones de la ciencia y la sociedad. y por supuesto en la cuesti(>n tan deba­tida de la neutralidad científica. Por último, nos precisarú y analizad lo que es la ciencia con respecto a la técnica y la tecnología .

En la segunda parte, el autor tra­tad el papel de los valores y el jui­cio moral en el obrar humano y específicamente en la ciencia. Y es al final de la obra cuando aparece da-

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ramente la dimensió n s1sternica como clara propuesta a fin de salvar la responsabilidad cient!fica sin renunciar a su propia libertad.

Po r tanto, y tal y como el propio ;1utor nos adelanta en la introdU<:­ción, la obm encuentra su basamento en dos tesis fundamentales. Por un lado, e n la fuerte valoración de la racionalidad científica, subrayando la arbirrariedad del extremo cientificista y el reconocer que la ciencia no pro­porc iona soluciones ni definitivas ni globales, con lo cual, los problemas vita les del ser humano no encuentran aquí respuesta. Por ocro lado, nos presenta la posibil idad de explorar una ética de tipo cognitivo y norma­tivo. Es decir, el actual desarrollo de la ciencia y la tecnología conduce a nuevas situaciones, las cuales rt:quíe­n:n de formas nuevas de responsabi­lidad moral. Nos hace falta una moral adecuada a los nuevos tiempos, que acepte una dinamización interna en función de las aponaciones cognosci­tivas ofrecidas por la ciencia.

Es por esto por lo que no se puede seguir manteniendo la opi­nión d e que la ciencia ha de ser axioló gkamente neutral , e lla no puede ser independiente a los valo­res y su problematización filosófica , si q uiere ser completa, no puede excluir los problemas éticos. El cien­tificismo, con su confianza ilimitada y su optimismo, había reducido la responsabilidad de los científicos a la pura ejecución correcta de su traba­jo, y toda reglamentación a Ja inves­tigación científica se consideró un ataque a su propia libertad. Pero s i éste es un extremo, tampoco el otro se justifica ya que niega a la ciencia cualquier merecimiento de libertad.

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Lo qul' Agazzi afirma, e~ qul' en 1anlo que Ja ciencia es una ac!iviclad humana. es susccplible de ser guiad:i intencionalmcnlc y pueslo que ni a ella ni a la técnica nos es posible renunciar, sólo cabe d n>ntrol sobre sus imp:ictos negalivos. En consc.:­cuenda, si la au!Onomía llevad:i al extremo conlleva fuertes confliclo!>, tall(o en otros {1mbitos como en la propia existencia humana, la moral no debe desvincularse, son los crite­rios morales los que deben guiar esta práctica.

Pero esta ¡msición respecto a la moral no trae consigo la rotundidad de alzarse sobre un único valor. Agazzi defic.:nde la pluralidad de valores ya que ninguno debe ser independiente a los demás y perse­guido por sí y en sí. Esta plu ralidad cs. para el autor, la constatación de que Jos hombres están movidos a la acción por una gran variedad de motivaciones, pero que no todo está permitido en el seguimiento de ellas. Los juicios de valor determinan aquello que se puede hacer. y éstos son connaturales al hombre. por eso, al ser la ciencia una at•tividad huma­na. no puede renunciar a su d imen­siún ética.

Así, si la ciencia ha de acatar las reglas de la moral, también ésta ha de garantizar el m[1ximo de libertad para h.1 ciencia compatible um los denüs valores en juego. Las normas morales deben expresar la necesidad de una armonización "sistémica" de los distintos valores y ser el resulta­do de asumir la responsabilidad de la comunidad científica hada o tros valores que están presentes en la sociedad y la de otras instituciones

SECCIÓN BIBl.lüGRÁFICA

sociales hacia los derechos de la ciencia.

El libro se completa con una t:Xtensa bibliografía y un apara to crí­tico de primer orden. con ahundan­tl's rdcn:ncias españolas, que lo hacen de una gran utilidad.

l'vP DEI. MAH DiAZ

Kanitscheider, B. Im lmzenl der Natur. Philosuphie mu/ moderne Physik. Wissenschaftliche Buch­gesellscharf. Darmstadt. 1996.

El libro se presenta como una introducción a los problemas <tctua­les que se plantea la filosofía de la naturaleza. La filosofía se ocup a de las princirales partes de nuestros conocimientos de la natura)(:za, los cuales se alcanzan a través de la ciencia.

Para empezar, distingue lo que é l entiende por filosofía de la namrale­za, diferenciándola de otras concep­ciones. que considera más extremas, como la del empirismo lógico que la reducía al ámbito del análisis lingüís­tico. Para él, los problemas filosófi­cos ya no giran en torno a cuestiones sobre el s ignificado de los términos. No hay una distinción clara entre los ámbitos. Antrorología, ciencia de la naturaleza y ciencia tienen que ver entre sí algo, por lo que ya Popper abogó: una cosmología.

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SECC!c°>N lllBL!OliRÁFICA

Lt filosofía no puede permanecer impasible a las transfo rmaciones, a\·ances y 11l1L'\'as investigaciones científic:t~ . Lts categorías filoséJtkas no pueden referirse al mundo si esr[tn fuera de é l, sino formando ¡x111e suya.

K. considera que la ciencia de la narurakza ha de rrarar con teorías que nunca se deben considera r como definitivas. Si la h istoria de la filosofía nos ha ense11ado algo es que no hay ni hubo nunca unos fun­damentos en la ciencia que no hayan podido ser cambiados. Por eso, de los fundamentos sólo podemos hablar en sentido hisroricista. La racionalidad ha de seguir siendo estand;ine de la cienl'i:t, pero hay que ampliar el concepto. ya no se puede enrender en el sentido restrin­gido en el que lo hada el empirismo lógico.

!'ara unos los fundamentos son un sin-sentido. para o tros un modelo heurístico. rara nuestro autor son algo q ue no posee explicación fácti­ca. por lo tanto tampoco se puedc.:n negar autonüticamente. Sólo la filo­sofía nos podrá decir algo sobre los límites y los valores del conocimien­to, por eso se la debe incluir. De otro modo caeríamos en el error idealista ele tener que acudir a instancias tras­cendentales corno explicadún últi­ma, lo cual es un irracionalisnm, y a eso nos lleva el racionalismo restric­tivo. K. prefit.:re la actuación dentro de los límites de la experiencia y razón humanas, no admitiendo aspectos m{tgicos pero tampoco cerdndose a ellos, porque si resulta­sen dar mejores resultados, tend ría­mos que supervisar la ciencia.

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El racionalismo es la única mane­ra de hacer una construcciún de la naturaleza sin basarse e n fantasma­gorías. Es la opciún m;ís sencilla pan1 entender al hombre y al mundo, no s iendo sólo una posición tcürka sino que proporciona además un pott.:n­cial de oril'ntación pd ct ica.

Por tanto, terrenos tradiciona l­mente tan SL'parados como el de la religión y la ciencia encuentran ahora su lugar de diálogo, ya que la tesis metodológica p ropuesta es la de que no existe nada seguro, todo puede ser. Aunque siempre la racio­nalidad sea algo irrenunciable, la cuestión sería si hay pruebas racio­nales que demuestren que la natura­leza está basada en fundamentos sohrenaturalt:s. Son campos diferen­tes pero que no se nicgan mutua­mente.

Q ue la ciencia se deba ocupar stilo del naturalismo inmanente no es a lgo dogmático. sino un princip io metodológico para buscar una opti­mización ontológica. Es imposible ren unciar a lo otro. porque el senti­do dt.: la trascendencia es natur.il e irrenunciable en el hombre. Si todo esto no fuera compatible estaríamos defendiendo regiones de irracionalis­mo. La postura defendida conduce a la tolernncia y ;1 la coexistencia plu­ralista.

El mundo ha de explicarse por leyes de la naturaleza, pero no se cierra ninguna pue11a. El confl icto se elimina para dar lugar a una síntesis.

En este libro, K. intt.:nta com­prender a los hombres e n tanto que seres naturales. como seres condicio­nados por las condiciones cósmicas, físicas y por su estado e n este plane-

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ta. La reflexión filos{>fü:a, como él mismo dice. se dirige sobre el orden natural de las cosas, por tanto , tam­bién sobre d hombre. Se busca la concordancia de muchas pruebas de b ciencia naLUral para conseguir una antropología natural , tal y como hoy distintas ramas de la ciencia mani­fiestan en su trabajo.

En los último.~ capítulos se deja asomar una ética naturalista, por lo que la penetración en el interior de la naturaleza tiene también una con­secuencia emancipatoria.

La antropología y la ética natura­lista llevan a los hombres, según K .. a una autorresponsabilidad y a la independencia. Esta libertad significa alivio pero también una nueva carga. El hombre queda liberado de la pre­sic'm de tener que dar cuenta a un ser superior trascendente, pero ahora carga sólo y sin consejo, buscando el gobierno de su propio camino con la suerte. K. cierra su libro pidiendo tiempo para tan árdua búsqueda.

lW DEI. MAR DiAZ

Mario Bunge, .Etica, ciencia y técni­ca, lluenos Aíres (Argentina). Edit. Sudamericana S.A. Col. lliblioteca Mario U unge. 1996 (1 •

edición en Editorial Sudameri­cana) 181 págs.

Esta obra es una reimpresión corregida y a umentada de una pri­mera ediciém publicada en 1960 que

SECCIÓN BIBLlüGHÁflCA

compilaba un conjunto de conferen­cias impartidas e n la Universidad de lluL·nos Aires.

Frente a aquellos que mantienen que la ética y la ciencia no se hablan, ni tienen porqué hacerlo, Hunge pro­pone q ue no existe un abismo infranqueable entre la ciencia y la ética sino un diálogo, una interrela­ción muy estrecha ya que, no sólo la ciencia no es, en su conjunto, ética­mente neutra, sino que los avances en ciencia y tecnología han modifi­cado nuestros planteamientos de problemas morales pdcticos y tam­bién teóricos. Debemos abogar por una ética científica entendida " como ciencia de la conducta ohsen;ahfe, que emplee el método cie11t(/ico y los co11cJci111ie11tos ciel'll((icos acerca del indi11iduo v la sociedad' (16). Para lograrl a s~ precisa un anúlisis lin­güístico previo que diluya los pseu­doproblemas de naturaleza semánti­ca y evite el extravío. Es preciso reformular todo sistema de normas y expresiones imperativas y valorativas en un lenguaje enunciativo suscepti­ble de c.:ontrastación empírica. Una de las c.:onsecuencias de esta tarea sed la desaparición, a nivel práctico o de la ac.:ciém, de la dicotomía teóri­ca o lógica hecho/valor (ser/deber), los valores forman parte de Ja reali­dad y no hay que entenderlos como entes extrarnundanos sino que lo que existen son los objetos valiosos, o sí se prefiere, bienes.

Esta aspiración de convertir Ja éti<.:a en una ciencia es posible ya que existen los hechos y las vef(la­des morales (re-.ilismo mora l), luego hay juicios morales verdnderos y fal­sos, con lo que la ética podría con­vertirse en unn ciencia . Hay que con-

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:>ECCIÓN Bllll.IOCIV\FICA

seguir a pi ica r el método científico al mundo mor:d ya q ue '"el 111111ulu moral l!S 111/ trozo di!/ m1111do social' (93). pero no debemos qued3rnos en una me ra ética dl!scripti1 ·a o ética psicosociaf sino lograr un síntesis entre ésta y una ética W>n1wtit •a o ética tl!órica y una 111etaética oji'loso­fía cient(/1ca de la ética cielltíjlca <99). Las bases de este proyecto ético st:rún el conocimiento científi­co-técnico y una teoría matemática del valor. Su propuesta moral queda así t'xpresada en una t:tbica more tl!dmicu que cumpb con una serie (k condiciones: realismo, utilidad soci"l, jlexihifidad, equíd"d y com­P"libilidad con el mejor conocimien­to posible acerca de b naturaleza hu mana y la sociedad.

Malusa, L. y Mauro, L. (falsl, Sapere jllosojlco e supere tl!nwfogü:o. Associazione filosofica ligure. La Qrn:rcia Edizioni. Génova, 1996.

Este libro estú dedicado a reco­ger una serie de ponencias que se desarrollaron e n "una convención dedicada al saber tecnológico en confromación con el saber filosófi­co". Se trata de enfrentar a la tecno­logía y a la filosofía como dos tipos diversos, pero a la vt'z también con­vergentes, de saber; y a partir de ahí, realizar un análisis de las dife rentes posibilidades de relación y de con­vergencia que existen entre ambas. Y es que. de todos es sabido );¡ urgen-

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te necesidad de un mecanismo de control ético en el mundo de la tec­nología, lo que constituye un proble­ma p edagógico, pero a la vez, tam­biC:n un problema teórico de fondo.

Lo que no estamos tan acostum­brados a ··entender". es que la ins­tancia é tica no es la única conse­cuencia de la retlexiün que la filosofía ha tenido que realizar sobre el asombroso progreso de Ja técnica y la tecnología. Dicho crecimiento se hace mucho m{ts patente a medida que pensamos que es ~t lgo intrínseco al fenómeno tecnológico, no es más que una consecuencia de su natura­leza, c uya findalid:td en última ins­tancia , es dar solucion a un proble­ma práctico-económico.

Precisamente es en este punto en el que se hace más necesaria una confrontación ent re los dos saberes, pero no sólo una confrontación negativa que exprese las diferencias entres ambas y las diferentes formas de relacionarse con el exterior. No, se hace necesario :1 b vez una inte­gración, ya que las dos sólo son dife­rentes caras de una misma realidad.

Confrontar e integrar, de eso es de lo que se trata. Pero está lejos de ser tarea fácil, put's la tecnología comporta para d hombre un elevado grado de bienestar, produce una nueva sistematizaciún en el modo tle proceder de Ja máquina, y con esto, se produce una radical inversiém e n el modo de compre nder el mundo.

Frente a ella se encuentra la filo­sofía , siempre atenta y vigilante con­tra todo lo que comporte algún modo de reclucdonismo ( que no de reducción episwmológica , siempre necesaria en cualquier ciencia), aler-

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tando siempre sobre lo que de m:g:1-tivo puede iem:r !Oda la forma de produu.:i!m de la tecnología, p idien­do cautela sobre lo que toda esta gran masa de innovaciún est:í crean­do de exagerado y antinatural, ya que podemos encontt~trnos ante una expansión que se nos ~·sté escapan­do de las manos, que nos resu lte incontrolable.

Pero el papel de la filosofía no es realizar constantes críticas sobre la tecnología, lo que pretenck, entre otras cosas. es penetrar en la exten­sa problem:ítica epistemológica que ésta ha desarrollado. de ahí que sea muy importante t:l papel del lengua­je tecno lógico, hasia tal punto que la lógica sed. la pieza clave en el seno de la filosofía . De hecho, se diferen­cia de la tecnología e n que una es un sabt>r que procede por acurnulaciún de informaci{m. mientras que la otra lo hace por simplificaión lingüística.

En una sociedad tal y como la que hoy se est:'1 imponiendo. es nece­sario que alguien se ocupe, no tanto de lo postivo de la técnica, sino de ~us posibks peligros. En relaci{m con esto, Luciano Malusa afirma: "frente a la tentación de reducir la formación simplemente a la respuesta adecuada a una serie de estímulos positivos en orden a la eficiencia del procedi­miento productivo, el saber filosótko no puede sino observar que la pum instn.111H~ntalidad eficiente no puede bastar p:ira producir un sujeto capaz de iniciativa a n ivel personal" .

Ante una situación así se impone buscar una nueva forma de educa­ción. hay que encontrar una nueva d idáctica que se adecúe a las nuevas necesidades , que tengan presente no

SECCIÓN B!Bl.IOGHÁFJCA

s(ilo el sabe r pr:h:tico y efü.:as por amonomasia, sino también el saber rc!lexivo, que puede no ser tan efi­caz. pero s í igual de útil.

Cada part<: del libro se dedica a analizar un saber. La primera parte lleva el nombre de "Instancia ética en el u ni verso wcnol<'>gico .. , y la segunda , "Líneas para una didác tica del saber tecnológico ... Por un lado, se n:aliza una reflex i!Jn sobre el deseo de s<1ber tecnológico a la vez que se indaga al nivel de la o ntolo­gía de la técnica . Esta primera parte se compone de una serie de ponen­cias en las que se analiza el concep­to de técnica. primero en el pensa­miento ético-político de Platón y posteriormente en el "De Sapientia \'etenim" de Bacon, queriendo deli­mitar siempre con dicho nombre el campo del saber pr:íctico. Pero tam­bién se estudia esta parte en otro autor menos conocido, en J-Jugo de San Víctor, concretamente en su "Didascalion". en donde no utiliza el nombre de "técnica", sino el d<: "artes med1anicae". La ponencia con la que termina esta parte est:'t dedi­cada a investigar, partiendo de Habermas. el obrar comunicativo fren te al obrar tecnolúgicn, diferen­tes tipos de obrar basados en dife ­rentes tipos de conocimiento y racio­nalidad del hombre.

Por otro lado, se organiza el an;'t­lisis del lenguaje tecnológico en re la­ción con el problema del lenguaje en sí mismo y la relación ele ambos con la didáctica. El p rimer texto que nos encontramos versa sobre la lógica y la did:ktica de la filosofía, y es un análisis del papel de la filosofía en el programa de educación secundaria , en el c¡ue adquiere especial relevan-

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~ECC!ÓK BIBl.JütlRÁFIC-\

da Ja lúgica. en su di rrn:nsiún fi.m11al \' también corno c Uculo. La segunda pom:ncia se cent1~t más en la prohle­mútica de la convergencia entre filo­sofot y lc.:nguaje cecnolúgico, en la que d autor encuentm que dicho punto en común es la lc>gica mate­nütica. Nlás adelante nos encontra­mos con un estudio sobre la didüct i­ca dt.! la filosolfa y b filosofía de la ciencia. y el papel que ocupan en la reforma de la educaciún secundaria, teniendo en cuenta que la filosofía ha de ser considerada L·orno disciplina n:ntral y sabkndo que no es una dis­ciplina como las dern;"ts. que conste de un corpus definido unívocamente.

Esta segunda parte suhray;1 Ja impmt;mcia de Lt filosofía en la enseñanza. y ;1 p:utir de un estudio de b reforma de la educaciún secun­daria, se toman posturas frente ;1 la didúl't ica de dicha dbciplina. Mien­tras que Ja primera SL' centra m:'ts en d problema de confrontación y de integraciún entre una sociedad que se vud\'e alarmantemente tecnológi­ca. y la filosofía. que n1dn: atenta su mirada frenta a ella.

i\1' J osÉ Co:-.:1m~o

Dou, A. (fa[). th1/11ttci<í11 Social de la Cie11cia y de la "J'écnica. Análisis de te11de11cias. Actas de las reuniones de la Asociaci(m interdisciplinar "José de Acosta". l J. l'.C.0., Madrid, 1996.

Recopilación de bs cinco ponen­cias que tuvieron lugar en la reunión

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ante riormente mencionadas, cuyo L'je central es el estudio de la proble­mática actual que se da en las relai­cones de la ciencia y Ja tecnología ('011 la sociedad. Dicho de otro modo, cómo influye o estü influyen­do el c recimiento de la tecnología y con ella, de la ciencia. e n la socie dad :1Ct ual.

Cada uno de los cinco trabajos trata, d esde puntos de vista diferen­tes, esta cuesticm. El primero es una rdlexiún desde el punto de vista filo­súlko. El segundo estü enfocado desde las ciencias y las técnologías de producción de energía. El tercero desde la biotecnologia. El cuarto desde e l punto de vista de la econo­mía. Y por último. el quinto lo hace desd e la perspectiva de la teología.

Puntos de vista bien diferentes pero dirig idos todos a la misma pro­blem:Itica. de forma que se consigue ;1sí un margen mucho m;ís amplio de actuación, obteniéndose un panora­ma ante la cuestic'm nüs daro. y haciendo patente que la cuesti(m de la tecnología es algo que nos ;1 fecta y preocupa a todos.

Además de esta serie dL' ponen­cias. el 1 ibro se completa con la transcripción del debate o mesa redonda que se produjo después de la lectura de cada una de ellas, en el que se adarar;ín los puntos que pue­dl:n ser más oscuros y se ampliar:'m los que por su relevancia e impor­tancia, no hayan parecido lo sufi­cientemente tratados.

A esto hay que añadir que esta edic ión se completa con una serie de ponencias o trabajos de menor extensicm. distribuidos a lo largo del libro tras el debate de las mesas

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redo ndas. Trahajos, claro est:1 que también siguen rdkxionando sobre la cuestión p lanteada.

Centdndonm. m<b en cada una de bs cinco conferencias principales, hay q ue señalar que: la primera lle \·a por título "R:1zém Técnica e idea de Verdad: ;.una o¡msiciún inevitable?"", y se lr:1ta de una investigaciém lle\·a­da a cabo por Ramón Queraltó Moreno, en la que se señala el alcan­ce epistemolúgico de la tecnología. Desarrol la histúrica mente la hase de la actual razón técnica. y afi rma que ésta es la culminaciún de: una diná­mica que se abrié> con la Moder­nidad. Y es importame establecer d nacimiento de esrc anmted miento. porque de est:1 manera nos quedad mucho nüs clara n 1;'tl put:da ser su naturaleza. por eso hay qut: situa r el ~urgimiemo efectivo de este tipo de racionalidad. encontdndose su ori­gen en que b razún moderna ( una 1~1zém c:min<.:ntenH.:ntt: cit:ntífica ) se: erige a sí misma como J.a Razém. Hasta aquí todo el dt:sarrollo históri­co pu<.:dc: verse como lineal, pero el problema surge: cuando la cie ncia entra en una crisis de fundamentos, crisis que no ser<Í exdusin de la físi­ca, sino que abarcar;'¡ por lo gen<.:ral a todo tipo de saber. induy<.:ndo también a la filosofía . Es esta crisis la que arrastra consigo al concepto de v<.:rdad. Por eso, la antigua confotn7~l L'O la razón científica y la esperanza que de ella e manaba. se han conver­tido hoy en escepticismo y en duda, mucho nds cuando estamos siendo espectadores de un siglo que no ha tenido parejo a lguno a lo largo de toda la historia de la humanidad, en d que cada vez se hace más presen­te que las aplicaciones de esa técni-

SECCIÓN BIBLIOGRÁFICA

ca científica (o tecnológica) hacen posible la d<.:stmcción total del pla­neta. Pero aún teniendo p resente todo 1:sto, no podríamos vivir hoy sm la tecnología, nos hemos acos­tumbrado tanto a ella y ve1nos en e lla tantas ventajas que le h e mos c.:onc.:edido una importancia ta l, q ue se ha convertido en l:t ""mediación antropológica"" p ara e l asenta miento del hombre en el mundo, y u na de las consen1<.:ncias de esto es q ue el hombre de fina l ele siglo necesita ser extraordinariamente operativo. Res­pecto a la récnica en s í, se v iene dando una especial importancia a los aspectos (·ticos y políticos. sin duda son muy importantes. pero se est:í descuidando d aspecto episte moló­gico y también el ontolélgico, y no son por e llo menos importantes, es m:ís son necesarios. puesto q ue es pe11inente hacerse la pregunta de si ~<.:ría posible que la tecnología se constituyese en paradigma epL-;te mo­lc'>gico y condidionara a los demás por su 111< >delo de verdad, modelo regido por la eficacia y la ope rativi­dad. cuyo fin es la acción sobre Ja realidad. La técnica ademits trata de conformar lo real como tli~ponihil i­dad, pero hay que tener cuidado con que ésto afecte al hombre de forma directa, es decir, h~ty que tener c ui­d_ado c.:on el reduccionismo antropo­log1co que podría conside1~1r al hom­bre como artefacto técnico.

La segunda ponencia, como ya se dijo antes, está realizada desde d punto de vista de las tecnologías de p roducción de energía y lleva por título ""Ciencias y t<.:cnologías energé­ticas: aceptación y rechazo social ... y su auto r es J.A.Tagle González. F.n ella se intenta analizar la situación d e

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SECCIÓ'\J ll!BLIOGHÁFICA

las d ife rentes técnica~ de producciún de energía y la influencia que ejer­cen sobre Jos países desarrollados en confronració n con los pa íses de Tercer Mundo. El tema de la produc­ciún de enrgía es un tema muy com­plejo debido a la gran cantidad de factores internos y externoa que inte rvienen y la complejidad que cada uno de ellos tiene ya de por sí separadamente. Respecto al tema de la energía , nos encontramos hoy en una situación más que confrntable, que avanzaría mucho m~ts si se desa­rrollaran lentamente las tecnologías avanzadas, pero el problema enl'rgé­tico es algo que hay que tenl'r muy presente, ya que surge l'Il el centro de la acti\'idad social. Oe todos es sabido que el funcionamiento actual de la sociedad se hace por transfor­rnadún o transferencia de energía, y las tecnologías e nergétit'as tienen como fin contribuir mediante la energía a un mayor bienestar mate­rial e integral de los miembros de la ~ocil'd:td . Pero el p roblema energéti­co es algo ya antiguo, su formula­ciún como tal puede fecharse en 1886, cuando 13olrzmann afirma <.Jlle la vida l'S una lucha por la energía, y de hecho es así, la e nergía es la <.J lle comprnta la supervivencia y d desa­rrollo, mas hoy estamos asistiendo a una explotación masiva >' eficiente de energía respecto a los países desarrollados, y aun<.Jue tenemos energía suficiente, también te nemos muchas limitaciones; po r ejemplo, si se trata dl' combustibles fósiles. nos encontramos con el efecto inverna­dero. si se trata de energía nuclear . tenemos los residuos que genera y los accidentes en centrales, y con las energías renovables hay problemas

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de tipo técnico y econ<'irnico. Po r tanto, se hace necesario una re fle­xión acerc.:a de los criterios de segu­ridad y medio amhienle así como una rcvisión de las premisas y estruc t uras energéticas, a lo q ue habría que acompaii.:1r de una reduc­cílin a nuvel mundial del consumo energético y ayud:1r a los países pobres, cuya situación actual es catastrófica.

La tercera ponencia lleva por títu­lo " l3io tecnología y Sociedad. fu turo imperfecto: compromiso ético de la bio tecn ología"' y ha sido realizada por Pedro García Barreno. En ella se analiza Ja problemática y el peligro que c:onlle\'a esta ciencia porque, aunque es ya un saber muy antiguo < que se utiliza a la hora de hacer un vino o un queso por e jemplo), lo que tiene de nuevo actualmente es que se ha pasado del estud io pasivo de la v ida a su transformación. Gracias a este saber, hoy el hombre puede seleccionar su destino e\'oluti­V< >, nada nüs atractivo, pero tambié n muy peligroso.Y aunque en princi­pio la biotecnología y su industria es correcta , puesto qul' su utili7.ación puede ser muy beneficiosa para curar determinadas enfermedades, la problemática surge cuendo hay que establecer los límites. y cuando la religión o las diversas religiones hacen acto de presencia. En este problema est;í incluido el tema de los beneficios que se consigue n. Lo bueno sería que los religiosos no olvidaran que la biotecnología es un buen arma par.1 mejorar la salud y la vida, y a la vez. que los investigado­res comprendieran que es m:'1s impo rtante conservar la vida como tal, que obtener suculentos benefi-

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dos. C:on l;t ne:1C1on del Proyecto Gi.:noma Humano ,;,urge el prohli.:ma de la manipulaci<'>n dd destino de la humanidad a tra\'és de la manipula­ci<'>n de las células genninales. y aun­qui.: algunos creen que la naturaleza actuar:'! como corrector genét ico. podi.:mos prl·guntarnos qué d irec­ci<'in podría llL·1·ar una todopoderosa ciencia y tecnología. Son muchos y muy complejo;, los problemas que surgen destk la actuaciín de las bio­tecnologías. porque influyen directa­mente sobre el hombre y su futuro nüs cercano. por eso l:t ética es quiz~t lo que tenga rn:is que Llecir respecto a l'.,tc.: tema . Lo cierto es que "l:i biot'.·tic:t pr:íctict se deb:tle entre la máxima moral y el mínimo esfuerzo intdectual".

La cuatta ponencia es una relk­Xll lt1 realizada por f. Gúmc.::t. Camacho desde el punto de visra económico: "'Aceptación y recha zo actual de l:l ciencia económica'" . Lo primero que se c.:srudia aquí es deli­mitar a qué ciencia econúmica es a la que se esü rechazando. ya que puede ser t¡lll' no se rechace una \'isión detc.:nnin:tda de la ciencb eco­númica sino que ;,e rechace a la eco­nomía misma como ciencia. Para dio se realiza un estudio h1stúrico,en el que se diferencia entre lo yue es Ja comunidad científica de los econo­mistas y la social. La p rimer es una neaciún del:.t segunda mitad! del s iglo XVlll . en la que los economis­tas quieren sustituir la coherencia de l:t "'eccmomí~t moral .. por la coheren­cia moderna de la nueva economía política, y es e n este momento donde se presentan ya los primeros fenómenos dercchazo soda!. porqlll: dos visiones diferentes de la realidad

SECClÓN BIBI.IOGRÁFICA

entraron en conl1icto.de un lado la sociedad tradicional ri.:gida por una razún política o religiosa. y d e otro lado la sociedad moderna, rq~ida por una razc'm científict. El problema de l:t econocmía es que ya al nacer como ta l ciencia, lo hizo con voca­ción de "imperialismo expansionis­ta ·· . lo que le Uevó a someter a la moral bajo el poder explicativo de l:.t razún científica, cosa que se mantie­ne hasta después de la Primera Guerra Mundial, en la que las bases sobre las que se había formado la doctrina económica, desaparecen y se hace necesario encontrar unas bases nuevas. una ntte\·a política monetaria y fiscal. que no ha llegado aún a establecerse por completo con una hase firme. aunque han existido intentos de ello. De ahí que sea necesario 4 uc sociedad y Estado lle­guen a un acuerdo sobre la nu.:st ión, acuerdo que no podr;í ser ya el del mundo y filosofía 1 iherales.

La última ponencia es un estudio de Andrés Tornos: "Recepciún de la Ciencia por la Teología ... y en ella en primer lugar se adara que ninguna ciencia ocupa todo el conjunto del saber. ninguna puede ocuparse de todos los objetos. lo que hay son muchas ciencias particulares. y nin­guna puede introducir su~ elementos en las otras. ya que c1da una til'ne su objeto específico. diferente al resto. Ahora bien. lo que sí puede.: hacerse es adoprar una perspectiva intL'rdisci­p lina r respecto a la producci(m cien­tífica. De lo que se trata es de anali­z.ar las diferentes relaciones que han tenido a lo largo de la historia la ciencia y la teología. relaciones que no han sido siempre muy positivas. pero qul'. con el paso del tiempo

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:-EC< :1<);.J lll l\LIC )CRAFl< :..\

van sil.:ndo rada VL'Z nüs fnict íferas. puesto q uL' c 1da una SL' rdkre cada ,·cz ni;ís a su prop io objeto. Sin embargo. la tL'ología ha ido progre­sando cida ,·ez m:ís con las ciencias. y hor. 1:1 forma de s itua r :1 1:1 tL'olo­gí:t respecto a las ckncias :1dquiere su configuraci(msohrc L'I trasfondo dL' la tL'orÍ:t tomista dL'I conocimien­to. que defiende la consistencia posi­ti\"a de datos del conocimiento sen,i­hlt· como únicos de b e xperiencia. a los que delw :qx·lar toda ceneza en cualquiL'r tkbate. [)e rorrna que talll­I)l(:n el tbto revel:tdo h:i de ser sen­~ihle. po,i1 i,·amL·ntL' comprobado medi:tntt.: un trabajo histúrico-nítico. pero t•n última inst:tncia e' la li.: l:t que le otorga o no d car:"tcter de rL'\·elaclo. Pero t.:sta no-illlL'n·enciún L'n la denn a y \'ice\"LTS:I puede resul­t:ir un arma ele dohk filo par:t las relaci< >nes tL'< 1logía-ciencia .

.\ t·• .Jost· Co:-.:r1oso

...

Estany, A. y Quesada, D. <Ells. ). Acta,.. . Sociedad de liigica. ;lle­tuduh>µía y Fil<1S<!fh1 de la C:1e11cia e11 J::.;¡1alia 11 cu11gresu. lkll:tte­rra. 11.A.B .. Febrero. 1997.

EstL' ,·olumen contiene bs acus perll'nLTientL'S al 11 Congreso ele la Sociedad ele Il>gica. ,\1ctoclología y Filosolfa tk la Ciencia o.:n Espa1i:1. Lo q ue contiene podría L'star con~idcra­do como lo n:prL'SL'nt:ttivo en este p:tís d d "< . .'stado de la cuest i(m" a finalt·s de febrero de 19')(1, y aunque

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falten algunos, se L'ncuentran aquí los 111:""1s imp011antcs.

El libro est:l di,·idido en cuatro partes. bien diferenciadas por las dis­tintas ár<:as tem :'ll icas qu<: est:'tn explícitamente r<:cononclas en el congrL'so, y qu<: son: filosofía dd knguaje, filosofía de la ciencia. his ­toria ele la ciencia y lógica.

El número de traba¡os e~ mucho nüs elevado c.:n l:r parte que corres­ponde a filosofía de la ciencia y t.:s aquí donde se han inlcuido los tra­Jujos que pcrteni:cen a otras ramas no ind uíd:ts como tales en dicho congreso. En esta parce se L'nnren­tran aquellos que pL'rtenecen a filo ­.~ofía de la tecnología, a socio logía ele la ciencia y a filosofía de la mente.

La primera partl' L's la que corrL's­pond <: a las ponencias que ,·o.:rs:m ~obre filosofía del lcnguajl'. cont iL'ne un total de doct: trabajos que tratan de los nüs diversos temas. i:studios que van desde HeideggL'r a l'eirce. pasando por \\' ittgenstcin. Tarski . Chomsky. Da' idson y Kripke t.:nt r<: otros. que se cenera n rnús en proble­mas determin:1dos en algún autor e<>ncrct<>.

L:1 segunda par1t.: recoge las po­nenci:ts dedicadas a la filo~ofía de b CÍL'ncia como a la filosi l'ía de la tec­nología y también. aun4ue ya L'n menor número. las <¡llL' tratan de filo­sofía de la mente r sociología de la ciencia. Por problemas ele exl<.:nsiún no podemos detene rnos L'll todas y cada una ele e llas. Ü L' todas form:ts :1 gr:mdes rasgos podemos ded r qu<:. d<:ntro de las SL'Senta y cinco ponen­cias q ue componen L'ste hloqul·. l:1s hay que tratan las m:ís d ivL'rsas pro-

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hlt:m;'11ic:1s. las hay que tratan sobrL' Jos prohlL'mas de naturalización y desnaturalización de filosofía dL' la ciL'ncia, las hay sobre L'Voluciún cul­tura l. las ha y sobrL' cambios dL' para­d ig111:1. sobre tendenc ias abiertas. sobre el neopositi vismo. sobre el rl'ali:.;mo ch.:n tilko . sohrL' trabajos 1 irtu:1J..:s. el indetermismo L'il Popper. se lh re .Frege. tnL'dnica cu:intica, y así un l:trgo L'tcétera hasta complet:1r los sese nta y cinco.

La tercL'ra parte ocupa un volu­men mucho menor y contiene aque­llas ponencias <¡UL' tratan sobre la historia de la ciencia. un total de diL'7.. de entre las cuales tres trat:m sobre :tutores, una sobre la lógica de 1'vl:inuel Sacristán. otra sobre l'eirce y la filosofo\ h isp:ínica del siglo XX, >' la última sobre llaylt: y su "Dic­tionnaire··. Hay una que trata sobre lksc1rtes y Leibniz y la dicotomía L'ntre lógica y matem[1tica. El resto se < >cupa dL' una problem:ítica y no dL' autores determinados. así. tenemos una sobre las trazas (k las partículas. innrn·aci(m científic:t. esk·ras cdL's­tes. geornetrí:t pr:ktica y cosmos. etc.

El último bloque es el quL' L'Stá dedicado a la l<igica y consta de trece ponencias. entre las que SL' incluyen algunas que versan sohrL' programación lógica y computaciún, otras se ocupan del estudio de Ja lúgica m:ttL'tn:itiGt. otras a estudiar la paradoja de la cognosdhilidad, otras a L'Studiar una interpretación t.liferen­ll: de la lúgica dL' s<:gundo orden. etc ...

M' .JosE Co:'<·noso

SECCIÓN BIBLIOGRÁFICA

Georges lfrah, Historia Universal de las C[/ras, 1\fadrid, E.~pasa Calpe CCol. Espasa Fóruml. 1997 (2' edic.:ión ), 1996 p:'1ginas; Hubert Reeves, Joel de Rosnay, Yves Coppens y Dominique Si-mon­net, lo bistoria más he/la del mwu/o. Los secretos de 1111estrus 01·í¡;e1ws, Barcelona. Anagrama (Col. argumentos). 1997 <3ª edi­ción), 175 p:'tginas; Hans Mag­nus Enzensberger, El diablo de los 11ú111eros, Madrid, Edidones Siruela <Col. "Las tr<:s edades"), 1997 ( 2" edición), 259 páginas.

Para Fernando Savater en El 1·alur de educar, la educación es más un arte que una cienci:t . para Mario Bunge. en Episte1110/o~ít1. la educa­ci(m es una tecnología: sea como fui: re coincido plenamente con el primero e n afirmar que el tema bási­co de la filosofía debe ser c:I de la educación, ya que éste <:ngloba a todos los otros posibks temas y es Ja <:ducaciún. adenüs. la que nos per­mit<: hacer de los individuos perso­na~ cultivadas y no s(llo s<:res per­fect:tmente instruidos. que no es precba me nte lo mismo.

Comparto. asimismo con SavatL'r, su idea del humanismo del saber o del sentido auténtico y primario del que deriva esta expresiún de b11ma-11üiades, refe rida a los textos escritos por los hombr<:s frente a los textos sagrados. -recordemos junto al men­cionado autor que los EIL'mentos de geometrí:t de Euclides jiJrmubm1 parte de las b11111cmidades 11i más n i 111enus que el Banquete de Plut<in I _; y no de la d ivisión y la superespedali-

l't>rnando SaY:tlt.: r. !:l l'a!or de ed11cm: Ariel. Barcelona. l l)l)7 (7• ediciúnJ Pág. 130

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SECCIÓN llllll.IO(jRÁFICA

zac1on actual que dispersa y genera auté ntica esquizofrenia en todos. cosa que vemos n:tlcjada constante­mente en el alumnado, que es inca­paz de integrar saberes y para quie­nes las materias son compartimentos estancos que poco o nada tienen que ver unas con otras y. a menudo, por nuestra propia pr:ktica como docente :-.. Quiero recalcar. por tanto, la necesidad de la ínte rdisciplinarie­dad e n la enseñanza e incluso la colaboración a distintos niveles den­tro de la misma ensei'lanza (Ense­ñanzas Secundarias con la UniYer­s idad o el di;ílogo y el debate entre las distintas Facultades que integran la propia Umversidadl. Pienso que se debe difundir la idea de que el saber es uno y de que la especiali­zación mal entendida no genera riqueza ni profund idad sino vado y que e n una sociedad red, -por utili­zar la caracterización de Manuel C;1ste lls en la J:ra de la i1¡/im11aci<í11, como la nuestra, lo b;'1sico y funda­mental es formar individuos versúti­les. con capacidad de adaptación, educar personas abiertas porque, entre otws cosas, es lo que demanda la economía actual a la velocidad con la que cambian las necesidades e n este mercado internacion;tl abso­lutamente interconeccado, donde sobreviven las em¡xesas con gran capacidad de reconversión.

Por eso son absolutamente nen:­sarios los trabajos que nos fac iliten la labor como aprendices. Lo que importa no es só lo qué se enseñe sino cómo se e nseñe, es preferible generar accicudes y metodología de trabajo que recurrir a la acumulaciún de pensamiento erudito, es preferi­ble la claridad a la documentación

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por la documentación. e l deseo de integrar saberes que el de llegar a lo último de nuestra rama investigado­ra, e tc , aunque no estoy proponien­do para nada el abandono de la investigación. lo que ocurre es que cuan d o nos dedicamos a la enseiian­za. a 1ncnudo nos olvidamos de que los que tenemos delante no son colegas de trabajo especialistas en la materia o amigos en una tertulia de café en la que todos sabemos de qué estamos tratando.

Así, porque me preocupa la edu­cación , porque entiendo la educa­ción como integración de saberes y porque demando obras de divulga­ción que colaboren a todo ello es por Jo que 1rn: he decidido a realizar esta triple recensión y recomendar la lcct u ra de escos tn:s 1 ihros que com­parten la curiosidad, la viJtud de saber explicar y la capacidad de :1ccrcar la ciencia a cualquier perso­na que cenga curiosidad por apren­der, estudiante. profesor, especialista o no en la materia.

Estas obras que recensionamos son un magnífico ejemplo de clari­dad y a Ja vez de profundidad expli­dnd onos no sólo contenidos, cono­cimientos sino cómo se llegan a ellos, concagiando un deseo de bús­queda y de seguir invescigando por nuestra cuenta, porque la clave est:í muchas veces en contagiar ilusión a los que aprenden.

No debemos olvidar, asimismo, la importancia que hoy día til'ne la ciencia en nuestro mundo, lo abso­lucamcncc imbricadas que esC;ín , junto con las tecnologías, en nuestras vidas y lo poco que sabemos real­mente de ellas y de cómo se obtiene

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el conocimiento en las dbtinla» rama., que las conforman. Obras de divulgaciún y altamente fK'tlagé>gicas como é>otas no» an:rc111 a los proble­mas que tratan y bs metodologías que utilizan los in\'estigadores haciéndonos 111;'1., compn:nsihles su., investigacio ne., y sus ohjel ivos , incluso en las ciencias nüs ahstr:tcta>o como las matenüticas.

Georges Ifrah l listuria l '11i!'e1xal di! las C(/i-as l\ladrid. E~pasa Calpe (Col. Es pasa Fóru111 ), 1997 ( 2·' ediciún ) 19% páginas Título ori­ginal: Histnril! LlllÍl'e1:'ie/ll!s des cb(f.Ji·es Traducción: AA.VV.

Resumen dd índice: Advertencia ( 11-12 ): !ntroducciún ( 13-.30): Prime1·a

parte-· La aventura de las cifras o la histori:t de una gran invención (:33-1379): Segunda parte: La epopeya dd cálculo: de los guijarros al orde­nador ( 1.'\8 1-1758 ); Uibliografía gene­ral y ana lítica ( 1761-1862): Agradecimientos ( 1863- 1871 ): índice alfabético ( 1873-1928): índice analíti­co ( 1929- 1973>: índice de ilustracio­nL'S ( 1975-1996)

Esta es una :1111 pliación ele una primera versic'm publicada por el autor en 1981. El objetivo q ue se plantea en esta u/Jm es dar rl!sjmesta. l!IZ tén11i1ws simples y accesibles. y de ftt fornw 111ás co111pleta posible. a todas las cuestiones (jllt' el púh/ico se pla11tea res/1ecto a la bisturia 1111il•er­sal de fas c(/i-as y del cclfrn/u (11); pero no es sólo eso, es mucho más, L''- una obra absolutamente interdis­ciplinar. de interés por sus conteni­dos para antropólogos. etnólogos.

SECCIÓN lllBUOCHÁflCA

matem:'ttkos, psicólogos. historiado­res. filúsofos. inform;'ttkos y en general para todo aquel que tenga niriosidad por el des:trrollo y el dL·n·nir del p ensamiento humano; ya que es éste e l :Hlléntico protagonista dd libro; la histo ria de l:t intel igencia humana p lasmada en el un iverso simhúlico de los número~. d cálculo y la matem;'tti<.:a. Pero d autor tiene muy claro que no se podrían enten­dl.?r ni los números ni el d 1lculo si no integramos conocimientos y es así, a la luz dL' la psicología. la historia, la e tnología. la filosofía. la religiún. h1s tecnologías incluso la mbtica como se comprt:ncle mejor este universo. quL' como ht:mos aclarado. es el de la inteligencia humana expresada en números y operaciones de c:Ikulo. Es un libro surgido de la curiosidad de un joven pú blicn. los alumnos de secundaria del autor que le plantea­ban cuestiones nada triviak:s ni füci­les de contestar como ¿de dónde vie­nen las cifras?. ¿quién ha inventado el cero?, ¿qué tiene que ver el núme­ro trece con la huen:i o la mala suer­te? o ;,cóm o es posible que los roma­nos pudiesen calcular con los números que usaban?. Es una obra que. en principio. nació para intentar responder a cuestiones que no se plantean en ningún manual de matc­m:'tticas, historia o ningún otro texto de uso en Enseñanza Secundaria; el autor se queja de que la historia de las ciencias ha sido la gran olvidada hasta ahora en los estudios. Pero el resultado ha super:1do con mucho las primeras motivaciones del autor conviniéndose en una obra sin pre­cedentes, que trata cuestiones q ue van desde p lanteamientos psicoló­gicos q ut: estudian el origen dd pen-

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samicnto l<igico ha~t:l d origl'n y la génesis de la intdigcncia artificial y lus orc.ll'nadores: o la~ diferencia~ y coincic.h:ncias cxisll.: nres entre las cifras y los dlculo~ en las d istintas cultu ras pbnetarias: o las n.:ladones de l;,i geometría y la :11itml:•tic1 l'n la safr;f:t cción de las necesidades de supe1vivl'ncia dl' los pul'blos; o las L'strL·ch:1 . ., relaciones de las matenüti­c1~ con la mitologí:1 y la re ligión; etc En ddinitiva es una magnífica obra de consu lta y un L'jelllplo patente de c.¡ue el saber del hombre es unitario como lo es su intdigencia. una 111Ul'St ra perfecta par:1 entender c.¡ue l:ts humanidades son mucho m:1s quc.' unas cuantas materias. que son toc.bs porque todas son producto humano y qut: mediante los números tambi0n podernos recorrer la historia dd holllhre: Las c!/i'<IS 11" smz tr>da la bistoría del hombre. pero la c011ec­ta11. la resumen de principio a fi11 r ... J lus c{/ras eslá11 i111pre!{11<1</as de b11111rmidod (30).

Hubert Reeves, Joel de Rosnay, Yves Coppens y Dominique Simonnet La bistmü1 más /Jella del mundo. !.os secrl!tos de 11ues­lros orí!{elles Barcelona. Anagra­ma <Col. argumentos). 1997 <Y e dición> 175 rxígmas Titulo origi­nal: !.a plus he/le hislorie d11 11111wle. Les secrets de nos ori/!,illes Traducción: Osear Luis Molina

Resumen de 1 índ ice: i'rúlogo ( 7-15 ); Acto l. El uni\'erso ( 17-6-i) ; Acto 11 . l.a v ida (65-112); Acto l!I. El hombre ( 113-157); Epílogo <159- 175): Indice ( 175>.

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Es te libro nos presenta nuestra historia, -que es. tamhi0n. la historia del un iverso, de lo vivo y no sólo Ja historia del hombre-. desde el prisma del evolucionismo en estos tres nive­les: lo fisico, lo l'ivo y lo humano. Es una o bra lllll)' pedagógica )' a ello cont1·ihuye, no sólo su lenguaje claro Y comedido en cuanto al uso de tt::c­nil'ismos, sino tamhi(·n en cuanto a su estilo literario, que es e l di:ílogo, desarrollado mediante cuesliont::s que un periodista plantea a tres cien­tíficos de :íreas de conocimiento dis­tintas: un astrofísico. un biólogo y un raleoantropólogo. Estas pregunt:L<; qul· a todos nos suenan y que algu­na vez nos hemos planteado: ¿dt:: d(mde venimos?, ¿qué somos'. ¿a dónde vamos?, ¿qué había antes?, ¿cómo ha surgido la vida y d hom­bre c.k lo inanimado?. o si la fe es incompatible con la evolución. indu­~o ¿cuál parece ser el objetivo de esta evolución?. Es una obra donde no se responden a cuestiones puramente teóricas sino también de metodolo­gía , no súlo al qué se sabe de esto o aquello sino al c(imo se ha llegado a ese tipo de conclusiones. -la meto­dología-, porque la ciencia no es nin­gún gurü. Es una magnífica oport u­nidad para ver cómo los saberes se complementan < físiGt, antropología , biolog ía, paleontología , filosofía. tec­nologías, etc) y dimo todo forma parte de u na misma realidad que ha 1.:l'olt1cionado bajo la~ claves de la selección c.¡u1.: provoca la compil'¡i­dad para una mejor adaptaci(>n a los med ios.

Buena ocasiún para comprender que los saberes no tienen fronteras definidas y que b ciencia. aunque da muchas resput::stas. tiene también

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sus límites y 4ue n:ida nos a!->egur:t 4ue lo 4ue hoy sabemos sea lo últi­mo y definitivo y 4ue el hombre. con sus p reguntas, tiende. a menudo, a rebasar esos límites. En el desarrollo del libro se mezclan cuestiones 4uL' solemos encuadrarlas en ámbitos tan d iversos como 1:1 física teórica. la religión. la metafísica y la filosofía. etc.

Las re tlexiones finales de esta obra dividida en tres "actos" se cen­tran el destino. en lo que está por lle­gar, en el ;,hacia dónde vamos'; des­tacando el hecho de que la evoluciém fundamental hoy por hoy no es ni tlsica ni biolc'igka sino cul­tural y dando un toque de atenciém, en clave ecologista, de lo que puede suponer este "drama" cósmico: la 11at1tmleza en~e11dra complejidad: la compte¡idad e11Re11dra ejlcacia: la í!,/iárcia puede destmi1· la compleii­dad (170) y en clave crítica pregun­tándonos dónde quedó ese proyecto ilustrado.

Hans Magnus Enzensberger J;'/ diahlu de los 111ímeros Madrid, Ediciones Siruela (Col. "Lis tres edades"), 1997 (2' edición) 259 p;.'tginas Títu lo orig ina l: f)er Zah/e11te11fe/. Ein Kopfaisse11hucb /i'ir a/le, die Anf(st 11or der ·Matbemalik hahen Traducción: Carlos Fortea

Un acercamiento a la asignatura pend iente de muchos estudiantes, al "infierno" de las matenüticas y el dlculo representado por un diabl illo que dcspic na la curiosidad de un chico, Robert que odia las matemáti­cas porque no las entiende. Al susti-

SECCIÓN Bllll.IOGHÁF!CA

tuir e n s us sueños las pesadillas con peces d ent;1dos r or reuniones, con­cretamente doce. con el d iahlo de los números le va a permitir, no sola­mente p e rderle e l miedo a las mate­mat1Cas, sino la posibilidad de "jugar" con los n úmeros e introducir­se en e l mágico mundo de la aritmé­tica y la geometría y rozar, incluso, la esfera de las demostraciones y los razonamientos lógicos, tom ando contacto con Russdl, Euler, G auss, entre o tros. O bra de gran valor peda­gógico expuesta en un lenguaje nada técnico y que aument;1 en comple ji­dad de manera progresiva, sumativa, encaminada a despe1tar la curiosidad a todo e l que la lea , igual que el d ia­blillo despertó la curiosidad e n Hobert, y que ayuda a perderle el miedo a ese extrai'lo invento que son los números y las matem<iticas, que, aunque a veet~s Jo pueda parecer, no hay ejercicio de magia o capricho, no se inventa nada sino que ¡En las matemáticas se procede ccm ext1cti-11utl (27). Además el diablo le hace comprender a Roben que en la his­toria de las matemáticas también se han dado e rrores, y que como todo saber. no están acabadas, 4ue se siguen descubriendo nuevas cosas.

Pa ra concluir señalar 4ue la muestra m{ts evidente de la eficacia en la integración de saberes es la riqueza q ue proporciona la lectura de estas tres obras elaboradas por personas de úmbitos tan diversos como el periodismo, la ciencia. la enseñanza secundaria (docencia) o la poesía , como e s el caso de H.M.Enzensberger. ~Qué hace un poeta hablando de matemáticas?, pero ... ¡si es lo mús opuesto! ; ¿n o parece contradictorio'. que deje de

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SECCIÓN llIBUOGRÁFLCA

serlo v. sobre todo. de parecerlo bien p~1diera ser al futu ro de nuestra cultura. Y desde luego es una de las direcciones fundamentales en la con­sideraci<>n de las rd:tciones entre ciencia. tecnología y sociedad.

FER'>.\ '<llO J. Go:-.:zAu-.1.

...

Manuel Castells , La J;'m de la bljrirmació11 J;'c<11uJ111íu. Socie­dad 1• C11lt11m. ir1l11111.e11 1: La Socie~lad Red, .\'1:ldrid, Alianza Editorial. 1997, S')O pgs.: La D·a de la I11j(1n1wd1i11. J:'co11umía. Sociedod V Cult11m. v'ul1t111e11 2: J;'f Poder tÍe la Ide11tidad. Madrid. Alianza Editorial, 199H, 495 pg:-.; \i1/11111e11 3. Fi11 de Jfíle11io. Madrid. Alianza Editorial. l 99H. +i6 pgs.

Uno de los científicos sociales ck: mayor p resrigio mundi:tl. y 111:'1s 111en:cido, M. Casrc:lls, :tcomete e n esta obra una cmpn.:sa por demás denodada. Como él mismo dice. en el apartado de agr:tdecimil:!ntos, pre­tende alcanzar con su invcstigaci{m un objeto que se expande a gran vc:locidad. al tic:mpo que se diversifi­ca y se.: transform:1. ariadiríamos nosotros.

Lo amb1cioso del empeño y la magnitud de la tarea no ha arredra­do a Castells. y los resultados. sin que ello suponga b suspensión de toda crítica, cabe calificarlos de

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espléndidos. Se trata del resultado de doce años de investigación, en los que se ha pretendido algo que se k sude ocurrir sólo a un gran científi­co o pensador: entender el mundo. Este mundo, en el que vivimos, nuestra realidad actual. Lt economía , l:i sociedad y la cultura de nuest ra era.

Evidentemente c:s una tarea que no podría cumplir una persona sola, tendr;"1 que gestarse: }' realizarse po r muchas, desde distintos sitios y pers­pectivas. Ni Castells lo pretende, busca sólo realizar u na aportación significativa, si bien pucck decirse que su obra resulta ser una contribu­ci<in no sólo significativa sino de cru­cial importancia.

En tres direcciones podríamos subrayar la relevancia de !.ti Era de la lll}é1rnwcici11: en cuanto documento de trabajo que: proporciona una ima­gen coherente de nuestro mundo: desde el punto de ,-isu de la actitud intelectual con que: se plantea la investigación; y en rdacié>n con la aportación que supone al campo Ciencia. Técnica y Sociedad.

Castells se ha propuesto, y real­mente lo consigue. trazar una ima­gen del mundo en que vivimos. un mundo en cambio acelerado y diver­sitkado, una realidad de la cual no es cosa fücil 11:1zar una descripción que la haga inteligible. Lo que no puede hacerse a l:t ligera, sino por el contrario "partiendo de los datos dis­pon ibks y de una teoría explorato­ria .. , como dice el autor.

Es decir, mediante una lab< 1r de acumulacié>n y organización de la información, y mediante el diseño de una teoría que no esté dedicada a

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agotar o :1 sustitu ir a la realidad. s ino 1m.:cisamente a explorarla y entL'n­derla.

Tan súlo dL'sde d punto de Yist:t de la informaciún (organizada de fon11:1 sistenütica. <JUL' si no. no SL·rb informaciún l. la propordonad:t por L'Ma obra es ingente. t:1nto cuantit:lti­,.a como cualitati\·:11nente. Pero con la 1·ent:1j:1 :ul:ldida de que C:istdls demueslr:1 que. el volumen y l:t diversidad de la inforrn:1ciún. no l:t hacen inmanejabll'.

:\ lo largo de los tre.'> 1 olúmenes. y sólo en Jo que at:nk a la dt·snip­ci(m dL· procesos ) fen<'>nlL'nos L't'O· nc'imkos. ;-.ocia les y culturaks. La Em de lt1 fll/im11aci<í11 desnihe y analiza la tTonomía y d hL'cho de su gloha­li z:tcic'm. la nueva conCL'fll'iún. org:t­nizacic'm y din;imic:t tk• 1:1 empresa. la n.xstructuradc'm del trabajo y dL'I empleo. la cultura de los nuevos medios dL' comunic:tciún. d L'spacio y el tiempo L'n la sociL·d:td infor111:1-non:il (vol. 1 ); d fund:1111L'ntalismo. los nuL'1·os mm imiL'ntos sociales y políticos. d ecologismo. la fam ilia. d fernim.'>1110. Lt sL'xualidad. b crisis del estado. b crisis de la política y Ja cn­sis dL· Lt democraci:t (vol. 2J; las c:1u­s:1s de la nbis de la l'.R.S.S. y la evo­luci <'m posterior de Rusia . 1:1 e1·oluciún dd capitalismo y sus nue­va;-. contradicciones. la situacic'1n en Europa. el fenc'imeno de la glohaliz:1-ciún de la criminalidad. los proceso.' dl' l:ts sockdades dd l':ll'ilko ( 1·01. .. ~)

Por si dio fuera poco. dentro de cada uno de estos :1 p:1rtauos se :111:1-lizan múltiples aspectos dd tema general. Así. se ocupa del "toyotis-1110", dt: l:t h istoria de i\l initt:I en

SECC!OI\ BIBl.JOGHÁflCA

Francia . de los efectos sobre el emple<> de las tecnologías de la informaci<'>n. del feminismo en Taiwan .. . por citar sólo algunos ejt:m­plos tomados al azar.

No es. ni sería rosihle que lo fuera. una dt.:scripci<'>n completa dd mundo anual , pero sí l'S a lgo que aunqul' posible es extn.:maclamentl' cmnplcjo: describir de forma signifi­cat iva esa realidad empleando una t.•nornw cantid:td de da tos rnuv d il'L•rsos, y ofreciendo como s~ decía. un cuadro coherentt:. Por ;-.u p uesto, abundante., cuadros v tablas sirve n como recur.'ios aclicic;­na les d e informaci<'m.

Sc'ilo ésto seria ya mucho. pero lo m:.ís int\..'r<.:sante es que l:t organiza­cic'in de t< ida 1.:sa infi.irn1:ici<'in proce­de del e!llpleo de un esquema te{lri­co de interpretaci<'m que .se muestra cxtrelllada!llente e ficaz, una "tt:oría exploratoria .. como el autor la deno­mina. q ue demuestra serYir para lo que 'l' supone que dehen sen ·ir las teorías.

1\o obstante. antes de L'ntrar a di,cutirl:1. com·iL·111: que nos ocupl'­mos de la segunda razón por la que !.a Era de la fn/i1r111aci1í11 supone una cont rihuci<in de m:íxima rele­, ·ancia: la actitud intekcrual de Castells. Y e llo porque esa actitud est:.í a la hasl' de la teorí:t empicada y la configura completanwnte.

~:I parte de q ue estamos no s<ilo en un tielllpo de cambios profundos . t.'s m:ís ni siqu ier:1 se tr:tta de una época. ésta nuestra. de transkión: con"idt:ra . t·on mayor contundencia. que estamos en una discontinuidad histúrica. Es decir. ante un conjunto de procesos <en los q ue imen·ienen

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SEC:Clc°>'.'J 111 l\LIOCK..i.flC:\

L'ic:mcntos y f:1ctore" d iferente") que: marcan d ráp idn final de tina etapa >' conducen a la formaciún de una m1e\·;1 er:1 <en lo econ<'>mico. social y n iltural) cornpl<:tamc:ntc: distinta de lo an terior.

Castd ls no recurre a c:sta ana lo­gía, pc:ro podría decirse qul' estarnos an te: un cambio de: diim:nsioncs comp:1 r:1 hles al qul' supuso la agri­cultrna. priml'ru. y la industria des­pu<'.·s. Ya hace a lgunns a i'tos que Totfü.:r acuño los términns "primera ola" pa1~1 referirse a las transforma­l'ionc:s a q ue: dieron lugar las técnicas :1grkolas, -"c:gunda ola" para . _lo rni"mo en rdacic'>n con la fü:volun o n industrial, v "tercera n la" para el cambio iml;1cido por las nuevas tec­nologías.

Ll" RL'\'o lucinnes Agrícola e: Jndu"tria l abrieron la .... Eras Agraria L' Industrial. b Revolucic'in lnformado­nal. las tecnologías dc: la informa­oc'in. esr:ín abriendo una nueva Era. la ck· la lnformacic'in.

La" dos grandes rc,·oludo ne" sncioecnnc'nnicas , sodoculturalt.:s y ~ociopolític1s supusieron también discontinuidades histc'irica'-. abrieron la diferc:ncia en trL' un "antes", y un ··ck spué"" en d que tndo fue muy dit'c:rente de cnmo solía sc:r. Pero la Era de la Informacit>n. c:n la que ya estamos. tic:ne una dik rt·ncia muy importante: ha ach·c:nido en un c:sp:_1-cio de: tiempo muy corto y s1111u lta­nearnL'nte en todn c:I planeta.

Se: trat:i, pnr 1:11110. ck una dis­cont inu id ad h istc'irica CJ UL' se ha a hk·rto ante nuest ros pies. casi tk r<.:pentl'. ( In cambin r rofu ndo y ade­mú:-. mu\· r:írido <y que se acdl'ra dc: continuc'i). lo cual añade caracterís-

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t1c:1s peculiares al r roceso de trans­formación social.

Castells sitúa d factor ti.mdamen­tal de ese cambio en las tecnolog[as de: la informaciún , y sc: p ropone en su investigación, describir d nuevo mundo que se: ha formado a partir de su impulso.

La rápida disoluciún de los anti­guos e jes y centros, y s u reestructu­ración no en otros sino c:n formas nuevas de organización , aún en perí­m lo e.le emergencia, supone: (como en tod o cambio profundo del mundo) una crisis de las ideas. Una nisis en la cual caben dos tentacio­nes: ir dc:masiado despacio (c:s decir, adoptar r osiciones reformistas) () ir demasiado deprisa (esto es, dar todo por ce md uso).

Una época se acaba, los ejes que la conformaban se diluyen , los cen­tros q ue la estructuraban !>e disgre­gan, aparecen nuevas formas des­cent ralizadas, diversificadas. fluidas ... todo parece que se acabe'>: la His­toria. Ja Razón, el Sent ido ...

El fin del milenio ha coincidido con <.:] fin de una Era. y no parece sino q ue a muchos lc:s corre prisa destruir los liltimos vestigios. Como d in: Caste lls, conjimdidos p()r la escala l ' el alcance del cambio b ist<>­rico, lt~ cultura y el pe11sa111ie11/CJ de nuestro tiempo abrazan umji·ec111!ll­Cia 1111 1111e1v milenarfo110. los profe­tas de la tecnoloRía predicm1 11na 1111ez •a em ( ... J. la cult11m y la teoría post111odenw se recrean en celehmr elfí11 de la historia y, e11 cierta medi­da. el fin de la raz 611. rhu/ie11do mtestra capacidad de co111pre11dl!r y ballar sen/ ido. incluso al disparate (vol. 1. pg . .10>.

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Castells tom;1 d istancia contra estas corrientes de destrucció11 y se opone a las diversas formas de nihi-1 ismo intelectual, de escepticismo social y de cinismo político (vol. l. pg. 30). Se trata, precisamente de no rendir la capacidad de comprensiém \" de hallar sentido. y eso tiene de ; ; tlio~o la actitud inlel:tual con la que ,,e ha escrito La Era efe la hifor­nwcüín.

Pero del mismo modo se distan­cia Castells ele la "ortodoxia" liberal o marxista, es decir, se niega a adoptar fórmulas de racionalización general debidas a estructuras sociales que son las que están cambiando

De esta manern, aunque lo que pret1.·nde es hallar nue,·as pautas, describir según esquemas nuevos y, en defin iciva, entender, el autor no est:í d ispuesto a una perspectiva refonni;aa, no se aviene a modificar antiguas formulas tec'>ricas para per­mitirles sobrevivir no ya al cambio sino ignorando el cambio. Mas con codo, su compromiso intek:ctual es con el espíritu científico: Y sí, creo que a pesar de rma larl~ª tradició11 de errores i11te/ect11ales a l'eces trá1-1i­cus, que o/Jsen'm'. analizar y teorizar es 1111 modo de ayudar a constntir 1111

1111tlldo diferente y me¡or (vol. 1, pg :$0). He aquí toda una declaración de intenciones, extraída de la misrn::i página en la que Castells define su actitud: Creo e11 la mcio11alidad y e11 la posibilidad de apelar a la razó11, sil1 C<nll'ertirla e11 diosa. Creo e11 las posihilidades de la acción social sig­n¡jlcaliva y en la política t rcmsjin·­madora, si11 que nos l'eamos necesa­riamente arrastrados hacia los rápidos murtal<!s ele las utopías abso­lttlas ( .. J. Y propongo la hipótesis de

SECCIÓJ\: lllllLIOGRÁJ-lCA

q11e todas las tende11cias de cambio que consti/11 ven 1westro lluevo 111111uio está11 , emparentadas y que podemos sacar sentido a SI/ i11terrela­d1í11.

Podemos entender el mundo, podemos a<:euar en él. de manera q ue nuestra acción no sea irrelevan­te, y podemos actuar políticamente para mejorarlo. Se trata de la p ostura de un "moderno", pero de Ja Modernidad saneada por la pruden­cia y por el rechazo de los absolutis­mos y de los utopismos.

La única forma de describir este nuevo mundo de modo que nos sea inteligible t:s mediante una hipótesis, esto t'S, mediante un esquema teóri­co tentativo que ofrezca la posib ili­dad de llevar los hechos y procesos a un modelo de comprensión . Una "teoría exploratoria· como la llama Castells, la propuesta de unos princi­pios de interpretaciún que nos per­mitan pensar lo que pasa y adelantar ideas sobre cómo pasa y por q ué.

En tal sentido, La Era de la b¡/imnaci<Jn aborda el an:fü..,is de la economía, de la sociedad y de la cul­tura de nuestro tiempo, a partir de la base de que. por debajo de la apa­rente dispersión y fragmentación. por debajo de lo efímero y cambian­te, hay una estructura, h::iy un com­plejo de interrelaciones describibles.

Caste lb aborda esa descripció n con un esq uema teórico según el cual 1.·sa estructura tiene dos tramas: la reorganización social en formas y modelos reticulart:s ( ;i pan ir de las transformaciones inducidas por las tecnologías de la información) y los procesos de búsqueda y definición de la identidad. Hay dos conceptos

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~H:CJ<)N BIJ:-ll.JOGltÁFICA

fundamentales: Red y Yo. La estruc­tura de la real idad ~ocia! se e~t:í com­poniendo mediante la comhinaci(m de ;1mhos tipos de procesos.

Como decíamos, La Era de la /11/(1r111ació11 es una contribución m;tgnífica a la descripci<'>n de nuestra realidad actual, y es tambié n una no menos excelente aprntaci(m desde el punto de vista de la interpn: tación de esa realidad. Pero asimismo es una obra del mayor interés en el campo de estudio sobre las relacio­ne~ entre Ciencia. Tecnología y Sociedad.

Y dio porque lleva a cabo un an;ílisis y una recon~trucciün de la intt'r:tl'cic'in entre la tecnología de la informaci{m y los procesos d e: trans­fonnat'iún social, pero dr:sde una <'>ptirn 4ue aporta un punto de vista complctamt:nte corn:cto. a nuestro juicio. si t:s 4ue se q ui<:re entender realmencc las in!ern:lal'iones emre Ciencia. Tt:cnología y Soci<.:dad. Ese punto de vista consiste en el aban­dono de lo~ modelos rígidos de dl' tL'rminación. Pur s11p11esru. la tec-11ulu1J.fa 1w deter111i1w a [(t sociedad. ]'(t111p11co lt1 suciedad die/a el curso dt.>l camhiu tec11oló1J.iC1J, ya que 11111cbos factores. i11cl11id1is la i111•en­ciú11 e i11ic:iatil·a persu11ales. h1l<!rt'ic!-11e11 e11 el proceso de desc1thri111ie11to cielll{/ico. de i111w1·adrí11 recnolríRica r de aplicaci<ín social. de modo r¡ue

·el resulrmlu final depe11Cle de w1 cu111pleiu mude/u de illt11racci<)11 (vol. J. pg. 51J.

Castdls es de masiado buen sociúlogo como para s<:r sociologis­ca. mejor dicho. es demasiado buen científico como par:1 hacer "ismos", socio logisrnn o lo que sea. Por

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supuesto que la Ci<:ncia y la Tecnología no son sólo lógica y fac­tores internos. Por supuesto que tampoco son sólo productos sociales y contexcos externos.

Su planteamiento consiste e n considerar la Revolución de las tec ­nologías de la información como fac­tor desencadenan!e (y constituyente) de una serie dt: profundas cransfor­maciones sociales. que han dado lugar ~l dos cipos de p rocesos: por una parce a procesos <le reescructura­ciún e n función de las nuevas bases m;ite riales proporcion;idas por est;is tecno logías; por otra. a procesos ele desestruccuraciém de los marcos de organización. referencia y poder anwrio res.

El primer cipo de procesos estaría marcado por la adopciún ele mode­los no sólo descentral izados sino reticulares, el segundo por la agudi­zación de los procesos de afirmación )' búsqueda de la identidad.

Lo que Castells no hace es redu­cir la Revolución de las cecnologías de la información a proceso social, ni tampoco los procesos sociales a modificaciones causalmente encendi­das a partir de cambios en la base material o, sólo, en función de facco­res relacionados con la idencidad, la autonomía del }'º· ecc.

Ahora bien, eso no quila para qut: el cambio social no pueda ser considerado como una transforma­ciún, en gran manera revolucionaria y no gradual, puesta en marcha por un aconcecimiento. Éste no es ocro, para Ca;;tdls, que la Revolución en las tecnologías ele la iníormaciém, que el ;;itúa no ya en la aparición de dete rminadas innovaciones t<?cnicas

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en las comunicaciones o en d pro­ceso de la infonnaciún. s ino en la conn:rgencia entre Biología. Electrú­nic:1 e Informática.

E" dl'dr, en d hl'cho de 4ue b microdecrrúnica , la informjtica. la < ,ptoelccl rúnica. las relee< >1m111icacio­lll'" y J;i ingeniería genética forman un ;. isterna convL'rgL'ntl' de tecnologí­as. qul' a su vez sirve de núcleo para d descuhrimit:nto o la innovaci(m en otras :íreas científicas o tecnológicas. ;.irviendo como un i11ter/az que las conecta y. por tanto . ejerce un efec­to sinérgico sobre todo d conjunto .

De L'Ste modo. lo que tenemo;. t:s un cambio de pa1~tdigma tecnológico (y e< m él una transformación social. L'Conúmica y cultural a gran L'scal:t l. tL'nt:mos d paso dt: un paradigma t:n d que la cuestiún central e., b L'nL'r­gía barata. a otro basado t:n la infor­maci<'m barata.

Se L'ntiende que se trata dd fac­tor central de la producciún (y por tanto dd poder y de la cultura l, en d paradigma anterior todo dependía de );¡ disponibil idad (en términos de obtención. dislrihuci(m y empkol tic la energía. De aquí hemos pasado a q ue el factor crucial rl'sida en la db­ponihilidad. obtención. d istrihuciún y empleo de la informaci<'m.

El ntll' \ 'O parad igma tecnológico si: ctracteriza por una serie de rasgo;. < Yol. l. pgs. 88-8'Jl, d primero de lm cuales consiste t:n que la informa­ciún es la m:tteri:t prima: no se lJ~Ha de que l:t información pe rmita actuar t(·cnic:1111enre. s ino que la tecnología pe rmite operar sobre y con la infor­mación.

SECCIÓN BIBl.JOGRÁFICA

l'ero, (.'n segundo lugar, la infor­mad(m p(.'netrn todas la~ actividades humanas. con lo que d nuevo 1nedio tecnolúgico influye (que no <letenni­na. como apostill:t Castells) sobre todos los procesos de la existencia. indh·idual o colecti\•:1.

Cna organizaciün reticular es ahora posib le , precisamentt: porque las tecnologías de l:t información no necesitan centros. hacen innecesario que la organización se plasme topo­lúgícamente e n centro y perifl!ria, o según <..:scalones jer:ín.¡uizados.

En cua rto lugar. );¡;, tecnolog ías de la info rmación no sülo permiten una distribución reticular sino una "geometría variabk" de la red, es decir, u na o rganiz:1ciún flexib le y adaptable.

Por último. otro rasgo caracterís­tico dd mwvo paradigma es la con­vergencia entre tecnologías específi­cas. La <..:specialización no es así. como venía s iendo en la investiga­ciún científica y tecnolúgica. diversi­ficación <..:n el senriclo de segrega­ci(m. s ino especialización dentn, de un sistema integrado.

Naturalmente la idea directriz es que. si toda innovacic'm tecnológica de envergadura supone una const<..:­laci(m de cambios sociales y cultura­lt:s. d hecho de que se trate de tt:c­no logías de la informaciún. dado que ésta impregna toda actividad humana . supone un proce"o de cambio a <:scala global.

A partir de aquí el rrahajo de Castells sigue por dos cauces dife­r<:mes. Pa rtiendo de que la clave de los nuevos p rocesos globales <:s la tensiún bipolar entre la globalizaciún

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SECCJÓ'i BI 111.!0(; Jt>\FJCA

<RedJ y la identidad (Yol. el nilumen J ~e tÍl'dica a las nul'va~ for111as de organizaciún social. en ranto qul' el volumen 2 se ocupa dl' los movi­mientos sociales. El Volu111en j vienl' a sl'r. dl' alguna forma. una aplica­ción de e~a doble perspectiva al l'scenario geopolítico.

Proseguir con un comentario dl' In tratado l'n d ios se hace imposible. por la razc'm ya mencionada: ampli­tud y diversidad de los temas que se roc1n, lo que no quien: decir que no ~e mantenga d hilo conductor del :uülisis qul' he1110~ descrito.

A nul'stro juicio. el análisis de ca~tdls es nüs penetrantl' que el de los cl;ísicos del postindustrialismo, como lkll o Touraine. Los dos l'sho­zaron ya la idea de una sociedad basada l'n d conocimiento. y los dos también acudieron al modelo de una tensi!m bipolar para l'Xplicar el prin­cipio dinCtmico del cambio social.

lkll l'mpleaba la tensión entre economía y cultura, Touraine acudía a la que se da en tre los procesos dl' racionalizaci(m y subjetivaciún.

Nos parece rn{ts interesante el planteamiento dt.: Castells porque si lkll o Tour;iine estún entendiendo el proceso en té rminos dL' cambio de ejl' en la l'Structura social, Castells describe una rnoditkación profunda en la propia geometría de esa estruc­tura. Es más, se trata. precisamente d l' que si Ja información se convier­te en eje, entonces lo qul' no hay es una configuraci6n axial, s ino reticu­la r y :1de111ás en flu jo constante.

Por lo tanto, Castells no dt:scribe súlo un cambio de sociedad. el paso de la ~ociedad industrial (organizada

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l'n torno a la producción de bienes y a la racionalizacic'm de esa rroduc­ciún) a otm postindustrial (organiza­da e n función dl' las nuevas posibili­dades de las recnologías de Ja información). Describe una disconti­nuidad histórica, un cambio de l'ra, como ya se ha dicho. Y la caracteri­za como un cambio cualitativo en la experiencia de la humanidad, e s decir, como una moditkaciém pro­fu nda d e Ja acción social (entendida como el modelo de las relaciones entre naturall'z:1 y cultura).

Como dice Castel !.~, l;.1 primera fase vino determin:1da por el domi­nio de la naturaleza sobrl' la cultura, con Jo cual el problema lüsko de la acciún era la supervi\'l'ncia. La sl'gunda fase, el sl'gundo modelo de relación, se constituyú en Ja moder­niclad, con el dominio de la cultura sobre la naturaleza, de manera 4ue la acción consistía primordialmente l'n 1:t conquista de ésta.

La nueva l'f:l, la Era de la Infor­mación, se caracteriza. para Castells, porque la naturaleza se ha incorpo­rado a la cultura (una vez dominada ) y ésta hace referl'ncia a sí misma. Con ello tenemos un modelo estric­tamente cultural de la interacci<m y organización sociales (vol. l. pgs. '>13-514).

Como resumen del an;ílisis que realiza Caste lls podemos acudir al que él hace a comienzos del voluml'n 2: La re11oluci611 de las tec11ol0Rít1s de la i11jiJr111aci<í11 y la reest111ct1tmci611 del capitalismo bmi inducido 1111a

1111eua jbrma de sociedad, la sociedad red, que se caracteriza por la Rloha­lizac ión de las actil •ülades econrí111i­cas decisiuas desde el p1mto de l'ista

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f!Strah;¡¿ico. por su jim11a de or¡:;nni­zttci<Ín e11 redes. por la jlexibilidad f!

inestabilidad del tm/Jajo y su i11diui­dttalizaciú11, por 1111a cultura de la l'irtua/idad real co11stn1ida mediante un sistema de medios de co111u11ica­ció11 omnipresellles, i11tercuuectados y dit•e1:1·ijlcados, y por la transjón11a­ciú11 de /(JS cimie111<>s m ateriales de la t'icla. el e.1pttci(J y el tiempo, median­te la co11stit11cicí11 de mi e.,pacio de jli(¡os y un tiempo atempuml (. .. ). Esta 1111e11a járma de cJ1;qa11izaci611 social. en su Mloha/idad jJe11etr<111te. se díjimde por todo el 1111mdo (vol. 2, pg. 23).

Pero, como también dice Castdls, b ta es sólo una parte de la h istoria. La orra es la de lus movi­núentos sodales centrados en las búsqueda y en la afirmación de la identidad. El ecologismo y el femi­nismo son dos de ellos, pero el fun­damental ismo religioso o los nacio­nalismos son otros.

El polo del Yo, fn:nte al de la Hed , al tiempo resiste y refleja a su opuesto. Si frente a un mundo glo­balizado y en flujo, es preciso :.ife­rrarse a lo que se es o se cree que se es, ello se:: hace igualmente mediante una articulaciém descentralizada y en flujo de los movimientos y agentes soci:tle::s.

Castells emprende, como dice, un viaje por el nuevo mundo que se está gestando a golpe de afirmacio­nes del yo. En ese viaje visita :.i los zapatistas, a las feministas, sectas, nacionalismos y un largo etcétera. Finalmente, concluye: Como nuestra l'isic)11 hist<Jrica está tan acostumbra­da a los batallones ordenados, las ha11deras al viento y las proclamas

SECCIÓN l\IBL!OGRÁFTCA

de u 1111/Jio sucia/ que sig11en 1111 g11i<í11, 1ws sentimos perdidos c11a11du nos enji·e11ta111os a la sutil Pelletra­ci<í11 de lus cambios i11cre111enta /es de sím/Julos procesados a trm'és de redes m11ltijim11es, }itera de las sedes del poder. t'11 estos ca/le¡m1es tmseros de la sociedad, ya sea ·,m redes electró­nicas altenwtivas o en redes popula­res de resistencia conmnal. es do11de he penihido los e111hricmes de ww 111w1•a sociedad, labrados en lus campos de la historia por el poder de la identidad (vol. 2, pg. 402).

Pero, obviamente , un análisis y un:1 descripción del cambio social global , exigía oc.:uparse también de procesos que est:'m adquiriendo una importancia geopolítirn crecientt:, y que puedt: llegar a ser crítica. lk e llo se ocupa Castells en el Volumen que cierra su obra: Fin de Milenio.

Como no puede ser pore menos se ocupa dd colapso de la Unión Soviética, del escenario geopolítico y geoestratégico del Pac.:ífko, así como de la aparación del Estado-Ikd t:n lo que hace a la unificación europea. Junto a eso se destaca como fenó­meno global. es decir, como nuevos procesos de relevancia crucial e n la nueva sociedad a nivel global. por un lado la criminalidad y por otro la exclusión y la pobreza.

Este volumen se cierra con unas conclusiones que permilen recoger en un cuadro sintético todo lo ante­rior. La mirada que Castells nos ha permitido al panorama del nu evo mundo no termina con un pronósti­co pesimista u optimista, es más, no termina c.:on un pronóstico: en el siMlo XX los ji:lúsofus ha11 estado inte11tai1du cambiar el 11wndo. En el

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SECCIÓN lllBLIOGRÁl'ICA

siRlo XXI. ya ''-' lwm dt> <Jlll' lo inter­prete11 de jim11a diferente. De abí mi círc1111speccicí11, q u e 1w i1ulifer e11cía, so/n ·e Ull 11111mlu t11rhadu por su p ro­pia promesa (Vol. .3 . pg . .39.3>.

fE1<:-JA:-JDo ,l. Go:-;zALEZ \' MA:'-:11F.L PA\'ÓN.

...

Giovanni Sartori, Homu 1•íde11s. /.a sodedad telediri~ida. Madrid, Taurus. 1998. 1 S9 pgs.

f_~ta o bra de G. Sanori es un ale­gato. una acusación y u na adverten­c ia. Y que esté teniendo un éxito conside rable indica que conecta con una inquietud bastante extendida. Su discusi6n se centra en la revolución de las tecnología:-. de la comunica­ción, pero su alegato está dirigido a la TV. Así que cualquiera que haya sentido la habitual repugnancia ante las sandeces, bazofias y groserías que produce nuestra TV, no puede s ino simpatizar con el empeño de Sartori. Cie110 que hay televisiones y televisiones, y que las públicas fran­cesas y británicas, incluso algunas privadas de estos países, tienen un nivel de atrofia cerebra l mucho menor que las televisiones italianas y españolas. Pero, sea como fuere, el fenómeno es global.

De todas formas, Sa11ori tiene el acien o , y quiz:ís esté ahí uno de los méritos nüs importantes de su libro, de diferenciar tres aspectos: el conte-

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nido emitido por la TV, el control de (·sta (y por t:mto de su contenido), y el instrumento mismo, esto es, e l ca rácter específico de esta tecnolo­gía. El problema cultural y político, e induso más alU: antropológico, del que se ocupa el autor tiene que ver, no con quiénes y cómo se controlan las TV o qué contenidos reproducen éstas, sino con la ope ración misma que realiza una tecnología, en este caso, la televisión.

Para Sartori, !;1 aparición y el desarrollo de la TV ha supuesto un camb io cultural muy profundo. Está claro, toda tecnología de cierta envergadura produce cambios socia­les y , p or Jo tanto, culturales. Así pas6 con la máquina de vapor, con d motor de combustión interna, con los plásticos o con la rueda. Pero cuando se habla de técnicas de comunicación, esto es, de técnicas que p ermiten reproducir, transmitir y emplear información, en una pala­bra : comunicar, hacer común la información, entonces el cambio es de mayor calado todavía, porque modifica la propia naturaleza del ser humano.

Y a ello apunta el autor de Humu l'Ídens. La sociedad teledirigida, al cambio producido en los seres humanos a partir de la TV. Para é l hay un antes y un después. La TV supone un cambio cualitativo en el hecho de la comunicación y, ciena­me nte que no para mejor. En cierto modo, para Sartori , antes de la TV las innovaciones en las tecnologí;is de la comunicación fueron, en términos generales, para mejo r. Después de la TV, también en términos generales, Jos cambios son para peor. Corno él sostie ne, poca o ninguna oposición

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?')/, --. encontraron l:ts anteriores innovacio­ne~ tecnolúgica~. Y ello porque mejoraban la comunicaci<'m. la TV <.:n cimbio la empeora.

Dehido a que ó;te es el plant<.:a­miento de base. conviene que antes de reseñar las ideas princi¡xtles de la obra, se hagan dos observadones. La p rimera se refiere a la locali7.ación de la TV (y del cambio que ha suput:~to) en el proceso de las tecnologías de la comunicad c'm. La segumb r<.:ferida a la afirmación de Sanori de que no hulx> gran oposiciún a los a\·ances en <.:Stas tecnologías porque, antes de la 1V, no supusit:ron un cambio profun­do de la naturaleza humana.

01)\'iamcntc:, 1:1 man<.:rJ "natural" de cornuniclf informadún (sean datos. ideas, úrdenes, sentimientos, t'tl". l es el h:~nguaje, es decir, que la manera natural de comunicarse la inf< >rmadón que tenemos los seres humanos es hablando. Est:.'1 claro que hay, en ello. tres factores fundamenta­les que, adem:h, se intcrrdacionan: la distancia, la difusión del mensaje y b velocidad de la transmisión dd men­saje. El lenguaje natural impone una distancia coita (no más que el espacio que puede recorrer la señal antes de hacerse inaudible): impone dítlculta­des de difusión (un número limitado. por grande: que pueda ser. de oyentes y, lo que es más importante , la distor­sión que sufre d mensaje al ser trans­mit ido "boca a boca"; finalmente impone una lirnitaciún de la vdocidad de la tt~msmisiún a distancia .

La p rimera técnica que permitió transmitir información a cualquier distancia y con completa fidelidad fue la escritura. Sobre un soporte (tablilla. papiro, papel o lo que:

SECCIÓN B!BI.I()(;HÁFICA

fuera) podía llevarse la información y comunicarla a distancia con fideli­dad. Es más, d mensaje pe >día ser cop iado y , por tanto. se podía aumenta r la difusión manteniendo Ja fídd idac.1. Ahora bien. la escritura ar'ladic'> un problema a la transnlisión de Ja i nformaciún: el co~tL' e.le esa rr:111smisión .

La imprenta no supuso un avan­ce en cuanto a la distancia o a la velocidad, pero sí y mucho con res­pet·to a la difusión y al coste. Aumentú cnormerm:nte la pri1m: ro y disminuyéi lo segundo (lo que refor­zaba a su vez las posibilidades de la difusiún ).

Hasra entonces, no obstante, el problema de la velocidad persistía: un mensaje no podía .~er transmitido más r:.'1pido que la velocidad del rranspol1<.:, no podía llegar antes que el hombre, el jinete, el cochero e.le d iligencia, o el marino que lo trans­portaba.

El telégrafo. el teléfono y sobre todo la radio supusieron recnologías en las que la transmisión de la señal era instantánea, y por tanto la comu­nicación tenía lugar en tiempo real. Los problemas de distancia. difusión y velocidad desaparecieron pr.íctica­mente. y a un coste muy bajo. Pero además, por primera vez en la histo­ria de la humanidad, la información se comunica no c:n el pasado sino en el presente, e incluso en el fu turo. Por carta p uedo informar dt: que acaba de sucederme algo hace unos minutos, cuando el receptor la tenga en su poder sabr.l que hace días acababa de pasarme algún acontecimiento. Por teléfono podría saberlo al mismo tie mpo, y por radio lo mismo.

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~ECCIÓN ll!Bl.IO( ;J{i\FJCA

Hay. por tanto. un hed10 que Sartori no tiene en cuenta: que toda técnica de comuni<:aci(>n supone una coditkaciún y. por consiguiente. una decodificaci<'in dd lenguaje. La escri­tura y el telégrafo. por :-.upuesio: pL'r<> el 1défono y la radio tamhil'.n. porque b crnnunicaciún nalural no consiste s<'>lo en Ji >naci<'m y audiciún dd habla. La cuestión est;í , pues. en que la TV simplemente 110 codifica la informaciún ni exige una decodilka­ci<>n. De alguna li>rma nos tkvuel\'e a un eslado nalur;il de comunka­ciún: no sólo hablamos sino que Yernos, y adt:nüs con lo conseguido por las lecnologías dt: la comunica­ción: :-in distancias y a bajo coste kstn t:s. con m;íxima difusión y velo­cid;1d). 1 k ahí la expresiún alde!a ~Ichal. Todo d mundo y todo t:n d 111und< > est;í a la misma dislancia que en una aldea. puedo ver y puedo oir sin distancia. Y wdos podemo:-. hacerlo. y en d mismo momento que sucede.

Por otra parte. afirm:1 Sartori que las técnicas y tecnologías anteriores a la TV despertaron poca hostil idad. !\o es así en la Escuela de Frankfutt, por ejemplo. para algunos e.le cuyos integrantes la radio y d cinc e ran abominaciones y los dibujos anima­dos puro fascismo. Pero mucho más imeresante que esa hostilidad es el an;ílisis de McLuhan acerca de cómo camhi<'i la naturaleza del ser humano (sus h:'1bitos in telectuales e incluso sus fact1ltades. como la memorial la inve nción de Ja imprenta, p rimero, y cómo lo hará la era dectr6nica. No súlo la TV sino toda 1écnica o tecno­logía de la comunicación ha cambia­do al hombre.

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Para Sartori. t:mpem. no es así porqt1e antes de la TV las tecnologí­as se basaban en d lenguaje, trans­mitían palabras. La televisión , en cambio. transmite im:'1genes. Y e llo est{1 produciendo un nuevo ripo de ser humano, como él dice, es m:"1s: est:í produciendo la desaparidón del bo1110 sapie!ns y la aparici(m de un bomu oide11s.

A partir de esta tesis central . la argumentación segt1ida por el autor puede seguirse en tres direcciones, a saber: el núcleo mismo de !>U afirma­ciún acerca del cambio de naturaleza humana producida po r la TV; el an:'l­lisis de las consecuencias rxm1 la educación (es deliciosa la expresión que emplea: video-n iño) y para la formación de la opinión pública en asuntos políticos: por último, la inci­dencia de la rideocracia para la ges­ric'm política democrática.

En las dos últimas, a mi enrender. su anúlisis es por completo certero, y a este respecto me limitaré a men­cionar cuatro aspectos: la subinfor­macic'm proporcionada por la TV, que produce la opini(m que ella misma crea: la aparición de pseudo­aconte<.:imientos, es decir. el hecho de que algo sucede (y permanece en el horizonte perceptivo de las gen­tes ) no sólo sí hay una c·1mara que lo grabe, sino porque! hay una cámara (no he podido evirar recordar las cataratas de solidaridad que se pro­ducen con soma líes, bosnios o ru;1 n­deses .. . micntras las telev isiones esr;in por allí: una vez que se van, el sufri ­miento sigue siendo el mismo. pero desaparece toda conmociún ).

Del mismo modo. atina plena­mente Sartori al señalar que una

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demmT:1cia teledirigida, esto es, un;.1 democracia en b que <.:I público lie ne la opiniém que recibe de la TV. obliga al político a desentenderse cada vez más de los hechos. a menos que sean hechos 111c.xli:'1ticos Cy. por tanto, otra cosa). Consecuencia de.: lo anterior: en medida nc.:ciente las decisiones se toman, por políticos y votantes, c.:n funciún de movimientos efímeros pero intensos de emociona­lidad.

Pt.:ro si <.:n todo esto su diagnósti­co es certero. y debería hacernos pensar muy seriamente sobre el fenúmeno. Ja hipótesis de partida me parece mucho menos sólida. Como ya he mendonado. la idea es que la TV está produciendo un nuevo tipo c..le ser humano: L'I homo l'ide11s. Lo cual es debido a que la TV 1ransmite im:ígenes y por tanto conviene al mundo en algo visualizable y al hombre en alguien que visualiza. Ahora bien , como él dice. el acto de ver atrofia la capacidad c..le entender.

El nuestro no es, o quiás sea mejor decir que no era, un mundo de inügenes sino de símbolos, afirma Sartori. Por eso lo propio dL'l hombre t.:s su capacidad de ;1hstracciém, esto es. su cupacic.lad de entendimiento. su capacidad de moverse en un mundo de inteligibles que, con la 'IV, est:.'t siendo sustituido por un mundo puramente sensible. El hombre que piensa y simbol i7~1 está siendo exter­minado por la ·¡y la cual alumbra un hombre que ve. que tele-ve, para emplear la expresiém de Sartori.

En esto. como decía. la argumen­tación d.e Sartori en un poco más dC:·hil. Por clos razones.

SECCIÓN l!IBl.lüGRÁFICA

1 ~1 primera es que un cambio en la 1uwiraleza h11111t111a no puede.: ser visto sino desde una perspectiva sociocultural, es decir. en el contex­to de un cambio social y cultural. Yo <-Teo que es acertado apuntar el papel centra l de la TV en todo esto, pero también pienso que es insufi­ciente sostener que la televisión es el único factor. No lo es. Por e llo h abría que relacionar la tecnología de la comunicación con los procesos cul­turales y sociales en que se desarro­lla. Cierto qut.: Jos pone en marcha , en gran meditb, pero no es menos cierto qu e existe una interacción.

Por último, no es t·x:Kto que la TV transmita imágenes. transmite, como la comunicaciún natural, imá­genes y palabras, una síntesis d e las dos cosas, si b ien con el soporte principal en la imagen. Por tanto, como señalaba antes. no codifica la información, es decir, no la ofrece mediante una abstracción. por el contrario, lo hace mee.liante una inmediatez que no precisa ser deco­dificada. El asunto, pues, es que el instrumento no puede separarse de sus contenidos ni del control de éstos (como hace Saitori), el mensa­je no es sólo el medio, aunque sea en gran parce el medio.

Por tanto, aunque sea un acierto centrarse en el instrumento. en la tt.:cnología. parece que Saitori pudie­ra haber a1endido algo más a la conexiones de ésta con el contexto social y cultural.

La cuestión reside en que la TV ofrece una información que puede ser recib ida pasivamente. incluso más: sólo pasivamente puede ser recibida. Y adem:'1s una información

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SECCJ<)l\ BillLIOGKÁFIC:A

que es unidireccional y que est;í s<.:leccionada en función (k su efecto inmediato ~obre la ~ensihilidad y no solm: la racionalidad. El mejor ejem­plo es la publicidad televisiva (a la que se conforma toda la 1V. por otra parte l : emplea la imagen y la palabra para producir una reacd<'>n. no una intdeccic'in. En resumen. no creo que

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tenga1nos un nue\'o homo l'ide11s. tenemos alde;inos globales que n:t'i­hen pasivamente }' que, por eso, son teledirigidos. o sea, dirigidos por la tde.

MA:-;t 'H P . .WÓN