Marina Gálvez Acero Universidad Complutense de Madrid · Marina Gálvez Acero Universidad...

10
Marina Gálvez Acero Universidad Complutense de Madrid NARRATIVA Y TESTIMONIO POPULAR: GREGORIO MARTÍNEZ Evidentemente no descubro nada nuevo si comienzo reconociendo la incertidumbre de nuestro presente. Como ha dicho el pensador francés Edgar Morin, hoy el denominador común en nuestro mundo occidental parece ser la "crisis del futuro." Y el futuro nos angustia porque estamos en un periodo de extraordinaria inseguridad. Esta situación es la que a mi juicio viene motivando el repliegue sobre el presente y el pasado que llamamos postmodernidad. El interés por el presente se traduce en una actividad hedonista, en el reclamo del consumo, del goce, del espectáculo. El interés por el pasado en una mayor preocupación sobre los fundamentos de la identidad, la religión, la etnia, etc. En otro orden de cosas, es sabido que también asistimos hoy a un gran empobrecimiento cultural, motivado en gran parte por la universalización de ciertos valores no precisamente enriquecedores. Pero es la homogenización, como se ha denunciado, el fenómeno que más contribuye al empobrecimiento cultural, ya que destruye sutilmente no sólo las culturas tradicionales, sino el propio núcleo creativo de las grandes culturas, el núcleo ético y mítico de la humanidad. 1 Vivimos por lo tanto en un tiempo en el que a la conciencia del empobrecimiento cultural se le ha sumado el subconsciente colectivo de nuestra sociedad que vive bajo esa "crisis defuturo" a la que nos hemos referido. Y ambas conciencias afloran en la creación. De ahí que estemos asistiendo a la creación, o al renacer, de ciertos tipos de discursos narrativos que vienen determinados por estas circunstancias de nuestro presente. Algunos de estos nuevos o recuperados discursos se inscriben en lo que se ha dado en llamar "la cultura del otro." Es decir, en aquellos que enfatizan y contrastan, frente a la cultura hegemónica, unos valores culturales relativos a pueblos o colectivos regionales, minoritarios o marginales. Pero el reconocimiento de lo diferente no se hace para mejor analizar lo propio de la cultura dentro de la cual se produce este tipo de discurso —como se hizo durante el Romanticismo, por ejemplo— sino para reconocer la otredad como una forma de enriquecimiento de esta

Transcript of Marina Gálvez Acero Universidad Complutense de Madrid · Marina Gálvez Acero Universidad...

Marina Gálvez AceroUniversidad Complutense de Madrid

NARRATIVA Y TESTIMONIO POPULAR:GREGORIO MARTÍNEZ

Evidentemente no descubro nada nuevo si comienzo reconociendo laincertidumbre de nuestro presente. Como ha dicho el pensador francésEdgar Morin, hoy el denominador común en nuestro mundo occidentalparece ser la "crisis del futuro." Y el futuro nos angustia porque estamosen un periodo de extraordinaria inseguridad. Esta situación es la que ami juicio viene motivando el repliegue sobre el presente y el pasado quellamamos postmodernidad.

El interés por el presente se traduce en una actividad hedonista, enel reclamo del consumo, del goce, del espectáculo. El interés por elpasado en una mayor preocupación sobre los fundamentos de laidentidad, la religión, la etnia, etc.

En otro orden de cosas, es sabido que también asistimos hoy a ungran empobrecimiento cultural, motivado en gran parte por launiversalización de ciertos valores no precisamente enriquecedores. Peroes la homogenización, como se ha denunciado, el fenómeno que máscontribuye al empobrecimiento cultural, ya que destruye sutilmente nosólo las culturas tradicionales, sino el propio núcleo creativo de lasgrandes culturas, el núcleo ético y mítico de la humanidad.1 Vivimos porlo tanto en un tiempo en el que a la conciencia del empobrecimientocultural se le ha sumado el subconsciente colectivo de nuestra sociedadque vive bajo esa "crisis defuturo" a la que nos hemos referido. Y ambasconciencias afloran en la creación. De ahí que estemos asistiendo a lacreación, o al renacer, de ciertos tipos de discursos narrativos que vienendeterminados por estas circunstancias de nuestro presente.

Algunos de estos nuevos o recuperados discursos se inscriben en loque se ha dado en llamar "la cultura del otro." Es decir, en aquellos queenfatizan y contrastan, frente a la cultura hegemónica, unos valoresculturales relativos a pueblos o colectivos regionales, minoritarios omarginales. Pero el reconocimiento de lo diferente no se hace para mejoranalizar lo propio de la cultura dentro de la cual se produce este tipo dediscurso —como se hizo durante el Romanticismo, por ejemplo— sinopara reconocer la otredad como una forma de enriquecimiento de esta

64 AIH-ACTAS. IRVINE 92

cultura, que pasa como hemos dicho por momentos difíciles. Este nuevohumanismo no significa populismo, ni regionalismo sentimental con sucarga de represión e insolidaridad y su cariz provinciano y paleto,significa una crítica tanto frente al mito del progreso del positivismoilustrado, como frente a un regreso al pasado preindustrial.

Estos discursos se relacionan asimismo con lo que Kenneth Framtonha llamado "regionalismo crítico," que consiste en desarrollar unarelación dialógica entre lo local y las formas culturales hegemónicas ouniversales.2

Una de las modalidades del discurso que trata de dar voz al "otro"es el testimonio. Modalidad que ha venido cobrando indudable auge enlas últimas décadas, desde que en los años sesenta Miguel Barnet loformalizara teórica y prácticamente. Lo peculiar de este discurso es quela voz del otro no se ofrece desde la perspectiva de un yo de culturahegemónica o metropolitana, sino que llega directamente. Es la voz deun yo que lucha contra la desigualdad que implica la dicotomía yo/elotro. Sin embargo esto no quiere decir que se elimine la relacióndialógica entre lo local y las formas culturales hegemónicas, ya que,como es sabido, existe un mediador, el autor, que en posesión de estasúltimas elabora con ellas, en mayor o menor medida, el discurso oral deltestimoniante. Aunque es indudable que la denuncia es una funcióncentral del testimonio, este tipo de discurso tiene además otras funcionesasimismo extraliterarias. Por una parte pretende que se reconozcan losvalores que definen la identidad del colectivo al que pertenece el yo delhablante testimonial. Y por otra reclama su propio espacio, de maneraque lo nacional quede enriquecido y adquiera un sentido más completoy exacto de su identidad. Pero además, el testimonio tiene la función decomunicar el resultado de una experiencia, normalmente frustrada oequivocada en algún sentido, respecto a la que debiera haberse seguidopara no haber llegado al grado de "otredad" en que se encuentra en elpresente, o para no haber incurrido en incoherencias en la luchamantenida por salir de ella, por lograr comunicarse en igualdad dejerarquía con el resto de los colectivos nacionales. El reconocimiento delas contradicciones o errores de unas conductas individuales otrayectorias históricas lleva implícito una idea de ejemplaridad. Elhablante dirige su testimonio no sólo al colectivo dominante ohegemónico sino también a los miembros del suyo propio, a los quealecciona sobre determinados riesgos o errores de su conducta y/o

65

valores culturales, que a su juicio han contribuido a dar entidad al actualpresente degradado del que se pretende salir.

Todas estas premisas y funciones explican la escritura de una obracomo Canto de sirena (1976) de Gregorio Martínez, novela testimonio delcolectivo negro y cholo que habita la costa sur peruana.3 Martínez,ejerciendo de letrado solidario y, como tal, elabora el testimonio del viejoCandelario,4 es sin embargo un miembro del colectivo o grupo étnico alque pertenece el testimonio, por lo que se configura como uno más delos testimoniantes de este texto. Circunstancia que anula en carácterheterogéneo de este género. La voz del autor se presenta unida al corode voces que aparece en la novela para dar testimonio de la realidadhistórico-cultural de este colectivo cholo peruano. Y en última instanciasu trayectoria biográfica en cuanto que ha llegado a ser autor de estanovela, en cuanto que escritor que, como se desprende del análisis deeste texto, maneja con pericia el lenguaje de la cultura hegemónicanacional y las técnicas de la novela moderna —es decir, lenguaje ytécnicas incorporadas de otras culturas hegemónicas nacionales osupranacionales— se Ofrece implícitamente ante los otros miembros delcolectivo, y del lector en general, como ejemplo positivo de lapotencialidad cultural de su pueblo, hecho que desmiente las opinionescontrarias que tradicionalmente han venido formulándose al respecto.

Sin embargo el hecho de que Gregorio Martínez tenga la condiciónde testimoniante implica que su novela testimonie lo que nos pasó anosotros, lo que somos o lo que pensamos nosotros, aunque como en elresto de los testimonios el autor de este texto haya recurrido alprocedimiento habitual de interponer a un personaje —que en Canto desirena es el viejo Candelario Navarro— como narrador central. Candelarioo Candico, como se le conoce familiarmente, habla en primera personasobre la experiencia de su vida, pero su discurso funciona comoarquetipo o paradigma del resto del colectivo. De ahí que el texto nodiferencie entre historia y vida, la obra es ambas cosas. Y, sobre todo,que una de sus funciones centrales sea la de comunicar la equivocadatrayectoria de este pueblo y la necesidad de asumir los propios errorespara poder evitarlos en el futuro y, potencialmente, así poder salir de laotredad. :

Como hemos dicho Canto de sirena es un canto coral. Un canto en elque intervienen otras; voces además de las del autor y narrador principal."Esto no es una historia, es un canto" leemos en uno de los textos del

66 AIH-ACTAS. IRVINE 92

prólogo con el que se abre la novela. Efectivamente, el texto de Martínezse presenta como un canto polifónico no sólo por la dimensión social ocolectiva que adquiere la narración central del viejo Candelario (sometidacomo hemos dicho a la elaboración, asimismo significante, del autor)sino porque además de esas dos "voces" se oyen de modo explícito otrasvoces populares que las acompañan en el prólogo y el epílogo. El lectorde Canto de sirena además de la voz de Candico, quien por su ricaexperiencia de viejo picaro andariego se erige con todo derecho en elnarrador principal, escucha también la de algunos otros personajespopulares, muchos de los cuales aparecen con su nombre, y las de otrasvoces anónimas, todas las cuales van refiriendo diferentes facetas delsentir popular, y aportan indicios significativos que configuran laidentidad de ese colectivo. En el prólogo o prefacio, además del textotranscrito aparecen dos dedicatorias; una de ellas —la otra solo hacereferencia a un nombre propio del que ignoramos su identidad ysignificación- funciona claramente como otro testimonio indirecto. Merefiero a la dedicatoria dirigida a una mujer, Doña Benita, conocidasegún se dice como "la capadora," mujer "defenestradora de hombríasque ejerció su oficioso escarmiento —continúa el texto— entre los hombresde aquella comarca hasta que la mataron a tiros los gendarmes." Es decirun negro y montaraz ejemplar de mujer vengadora de escarniosmachistas, oficio que sumado a otras referencias de Candico sobre elparticular parece evidenciar el interés de Martínez por subrayar esacondición luchadora de las mujeres de su pueblo. Pero además estadedicatoria, con la que se abre el texto, subraya, elusiva pero significa-tivamente, el mensaje ejemplarizador que Martínez, a nuestro juicio,como luego veremos, ha querido transmitir a su pueblo. A continuaciónla siguiente página del prólogo recoge un fragmento de una crónicafirmada por Antonio Raimondi5 que da cuenta de la condición desérticade la región costeña en la que habita este pueblo, así como de unacreencia legendaria de los pobladores (un fenómeno acústico y visual)que evidencia las pésimas condiciones de vida y el grado de subdesa-rrollo de este colectivo testimoniante. Y todavía, en una tercera páginadel prólogo, Martínez, tras afirmar la condición de canto o testimoniocolectivo que quiere dar a su obra, da cuenta de una crencia popularsacada de la tradición oral, según la cual "en octubre, mes de los zorros,cantan las sirenas." Esta leyenda se completa en el epílogo, en donde másexplícitamente se hace mención al "aullido de las zorras en celo que

67

vagan sin descanso en las noches de octubre" aullido que no deja"escuchar el canto de las sirenas." Si tenemos en cuenta que el canto dela sirena es, según la mitología de la costa peruana, un canto deliberación,6 esta crencia popular nos está indicando que el canto deliberación no es escuchado por este pueblo por culpa de los "aullidos delos zorros en celo," lo cual, junto a los testimonios de Candelario sobreel particular, subraya en mi criterio el mensaje de la novela.

Tras el testimonio de Candelario o "corpus" central de la novela, ellector escucha todavía en el epílogo las voces del niño HumbertoGutiérrez, la de Alcides Barrios, la de Indalecio Chávez, la de RobertoCarpió, la anónima de un dicho popular y por fin la de Marta Figueroa,quien en una reflexión final, concluye apostillando lo que el lector hadebido deducir tras escuchar todos los testimonios emitidos; "nadie sabecuanto hemos sufrido, carajo."

Es evidente que entre toda esa polifonía destaca la voz de CandelarioNavarro. El es el instrumento epistémico que Gregorio Martínez utilizapara dar sentido a los hechos que se nos narran. Mediante del recursode informante interpuesto protege la credibilidad de su propio ydefinitivo testimonio. El narrador, Candico, va construyendo en lahistoria que nos cuenta un juego de oposiciones dialécticas entre elpresente y el pasado, entre la cultura hegemónica del colonizador y lapropia cultura. Candico es un hombre de indudable inteligencia natural,que sufre sin embargo las mismas contradiciones y vive en su historiapersonal el mismo proceso degradante que ha seguido la trayectoriahistórica de su pueblo. Su vida se propone como símbolo del fracaso delcolectivo al que pertenece y representa. Pero Candelario —junto aGregorio Martínez en su menester de letrado solidario, aunque comootro miembro más del colectivo- emprende una doble lucha redentora:por una parte reivindica un espacio cultural para su pueblo dentro delconcierto nacional y, por otra, expone en pública confesión sus errorescon evidente intención moralizadora. Candelario, para su expiaciónpersonal, se ha condenado voluntariamente al purgatorio de Coyungo,espacio degradado desde el que narra, ya en su vejez.

Es evidente la condición alegórica de Canto de sirena. Es decir, estetexto de Martínez está escrito al servicio de una ideología y pretendesacar conclusiones morales. Como todo el grupo peruano de la revistaNarración al que pertenece, Gregorio Martínez se reconoce marxista. Deahí que el propósito central de su obra sea la denuncia de las estructuras

68 AIH-ACTAS. IRVINE 92

socioeconómicas, que, según su criterio, han sido unas de las causas quehan condenado a su pueblo al más extremo subdesarrollo. Pero ademásde la evidente denuncia, también parece desprenderse del texto, comoya observamos, un intencionado acto de contricción (que se simboliza enel acto expiatorio de Candelario), como una pública confesión de lospropios y ajenos errores, de que les asiste una cierta culpa en lacondición degradada de su existencia colectiva. Culpa que debenreconocer y asumir según la conclusión moral que parece derivarse delconjunto de los testimonios recogidos en el texto.

Candelario Navarro cuenta su historia desde un presente desolador:"Ahora vivo aquí solo. Aquí, al pie de esta ramazón seca y espinuda queataja la arena que viene andando desde el desierto, empujada por elviento áspero y caliente ... Miro a mi alrededor y siento la soledad comoun silencio opresivo, marcado por la ceniza del fogón apagado y elaspecto mísero de las ollas negras, carcomidas ... La casa es de carrizocubierto de barro y el piso de tierra suelta que mis pies y el agua nuncapudieron dominar ... Por eso es que el asedio del abandono se me hacetan patente ... Hacia dónde mire encuentro el escarnio de la destrucción,la roña afilando sus dientes ... Si hablo, mi voz, viva, queda atrapada enel silencio vacío, dando vueltas como un murmullo extraviado,quejándose , aullando, llorando lastimeramente, entonces me convenzode que viví encerrado en un tormento vicioso que yo mismo he alimentadocon mi desidia desde años atrás " (39). He subrayado la conciencia queparece tener al narrador de su propia culpa (lo cual confirma nuestrahipótesis) tormento moral que se suma a las penosas condiciones físicasa las que voluntariamente se ha condenado a sí mismo.

Sin duda el núcleo central del relato es la razón del retorno deCandelario Coyungo,7 ciudad en donde se instaló treinta y cinco añosatrás del presente de la narración, para vivir en las condiciones quehemos oído en la cita anterior. Hasta los confines de Coyungo (léase elinfierno, el purgatorio o el exilio) se fue Candelario para expiar loserrores de su juventud. Al viejo narrador —especulativo y observador-no le queda allí sino el poder ensimismarse en los recuerdos de supasado o en otras múltiples cavilaciones, entre las que destacan diversosaspectos de las otras culturas nacionales: la metropolitana o hegemónicay la de "los gentiles," esta última a través de su oficio de huaquero. Todoello, narrado a un supuesto interlocutor, va evidenciando ante el lectorla idiosincrasia del colectivo al que pertenece el narrador. En un tono

69

jovial, que contrasta profundamente con el sombrío del momentopresente, refiere su vida pasada de trotamundos, "sinvergüenza ymujeriego" según la fundada acusación de su propia suegra. La juventudde Candelario, enajenada por la despreocupada sensualidad y uncomportamiento irresponsable, corre paralela a la peripecia histórica detodo su pueblo, confinado, aislado en sí mismo, que al parecer ha vividoolvidado por todos (tan alejado de Lima como de Dios, según palabrasdel narrador) pero olvidado también él mismo de sus deberes yresponsabilidades para haberlo evitado. En los confines de la nación,separados del resto por poderosos páramos y desiertos, por numerosasleguas, por el color de su piel y peculiar personalidad, alegre y sensual,tanto Candelario como todos los demás miembros del colectivo al quepertenece, han venido permitiendo con su pasividad y desidia que suvida se vaya degradando y enajenando. Pero Candelario un díacualquiera de su vida, sin siquiera tener plena conciencia de por qué lohacía, decide castigarse a la soledad y al abandono de Coyungo, endonde ha venido a pagar "todos los perjuicios que he cometido pordarme gusto" según refiere literalmente (106-107) y desde donde emitesu testimonio ejemplarizante.

A través de un juego de oposiciones, Martínez ha pretendido explicarel por qué del estado degradado de su pueblo. Para ello la narración deCandelario va dando cuenta de una doble y paralela trayectoria: la de suvida personal y la seguida por la región y sus habitantes, colonizada porlos blancos en el doble terreno económico y cultural. Sobre el espacio endonde habita este colectivo el narrador nos refiere prolijos datos, ytambién va creando un juego de oposiciones temporales entre el pasadoy el presente, que van evidenciando una trayectoria semejante a lapersonal en cuanto a la degradación física y económica que ambas hanseguido. Con sutileza e ironía el narrador va hilvanando una larga seriede denuncias sobre el comportamiento individual y social del blancopara con el negro, tanto a nivel individual como institucional oadministrativo.

Pero Candelario también refiere sus propios errores como hemosdicho. El año 1923 parece haber marcado el punto crítico de su vida. Porun lado su riqueza y posición social, y con ellas el máximo disfrute dela vida, alcanzaron sus mayores cotas, pero también fue el año en el que,según refiere, se "volvió malo" ("me volví malo, me contagié de losblancos la soberbia y la latanería agarré de ellos el desplante, hambre de

70 AIH-ACTAS. IRVINE 92

acaparar todo sin ponerme a pensar en los demás ... En adelante —conti-núa diciendo Candico- todo fue para mi como una maldición" (106).Pero es también a partir de entonces cuando Candelario comienza atomar conciencia de su conducta insolidaria e irresponsable. Estasituación culmina el año 1945, año en el que participa en una campañaelectoral apoyando a un candidato latifundista, uno de la familia Borda,dueños por entonces de la región habitada por su pueblo. Candelariotrabaja para la candidatura de hombre explotador de los suyos y seopone al candidato aprista que era un hombre del pueblo como él mismoy que luchaba por los intereses de todos. Este y otros comportamientossemejantes acaban sumiéndole en una crisis personal que en el año 1946le conduce a quedarse en el purgatorio de Coyungo tras abandonarlotodo.

Al resemantizar la cultura hegemónica, que como tal les ha sidoimpuesta, el narrador va destacando su propia identidad o la singulari-dad con la que han hecho suya esta cultura. Entre lo que destacasobresale el libre y sano ejercicio de la sexualidad (aunque como yahemos dicho se condene la irresponsabilidad y desidia a que puedeconducir cuando se convierte en comportamiento y valor excluyente)pero también otros aspectos referidos a lo sensual. En general, losvalores centrales que identifican la idiosincrasia de este pueblo, a juzgarpor lo referido por Candico, parecen estar al servicio de lo primario, delos sentidos, de lo corporal. De ahí que, por ejemplo, se destaquetambién la gastronomía, de la que Candelario nos ofrece singularesrecetas de perro, burro, culebra y otros exóticos ingredientes. Es singularasimismo —e indicio también de lo anterior— la mentalidad positiva ypragmática del narrador, mentalidad que se traduce no sólo de lanegación de todo aquello que no admiten sus sentidos físicos, o susentido común, en la negación de toda metafísica o toda trascendenden-cia, sino también en el sentido práctico de su saber tradicional, evidenteen las numerosas fórmulas o recetas que nos va refiriendo Candelariosobre medicina (29, 32), contra el embarazo (122), para conservar elpescado fresco todo el año con métodos naturales (126), para adelgazar(89), etc. Otras refieren trucos para vengar la afrenta del varón, o"revelan" la relación entre ceguera y "gozar parado."

En todo el conjunto de aspectos sobre mentalidad, creencias, hábitosy costumbres que se recogen en el testimonio de Martínez como propiosde su pueblo, queremos ver una singular sintonía con el pensamiento

71

emergente de nuestra época. Tras la caída de las ideologías y de la fe entantas cosas, tras la entrada en "la crisis del futuro," parece haberse hoyarrumbado toda noción de trascendencia. La ideología de nuestropresente pondera como es sabido lo lúdico, la actitud hedonista, elbienestar del aquí y el ahora. Por otra parte, los ejemplos citados revelanun interés por lo ecológico o natural, la "cultura del cuerpo," el disfrutede los sentidos, el feminismo. (Como ocurre con los otros aspectoscitados, al resaltar la actitud libre de prejuicios y combativa de lasmujeres del colectivo testimoniante, este texto de Martínez se sumaoportunamente a la batalla de las mujeres, que como se recordará cobróespecial beligerancia en los años setenta).

Pero la novela de Martínez responde también a la necesidad deexplorar identidades alternativas ante la conciencia generalizada delempobrecimiento cultural al que estamos asistiendo en nuestros días,según comentamos al inicio . Aquella conciencia que parece haber puestode manifiesto la necesidad de potenciar lo universal a través deldesarrollo de un "regionalismo crítico." La "cultura del otro" puedeenriquecer, o salvar del empobrecimiento, al que parece abocada lacultura hegemónica universal, aunque esto implica la exigencia de que,en el diálogo establecido entre ellas, se propicie la manifestación deelementos que estén específicamente en armonía con el pensamientoemergente de la época.8

Claro es que la trayectoria histórica degradada seguida por estepueblo, según su propio testimonio queda ahí como lección ejemplari-zante de un enajenante final al que parecen conducir unos valoreshedonistas cuando se convierten en excluyentes.

Notas

1 Paul Ricoeur, "Civilización universal y culturas nacionales," Historia y verdad.Evanston, 1965: 276-277.

2 Kenneth Framton, "Hacia un regionalismo crítico: seis puntos para unaarquitectura de la resistencia," La postmodernidad, Eds. H. Foster, J. Habermas,J Baudrillard et. al. (Barcelona: 1985): 43-48.

3 Citamos por la segunda edición, Mosca Azul, Lima, 1979.4 El testimonio de esta obra aparece muy elaborado por Martínez. Es

significativo al respecto que no se mencione la existencia real de CandelarioNavarro, al parecer tío del autor, hasta la segunda edición de la novela.

72 AIH-ACTAS. IRVINE 92

5 "Viaje de lea a Arequipa, visitando Nasca, Chocavento, Acarí, San Juan deLucanas, Puquio, Coracora, Chala, Caravelí y Ocoña. 1863. Libreta n° 28." Deesta forma se señala de manera bien precisa la región a la que hace referenciala historia que se nos narra.

6 R. Forgues, "La escritura subversiva de Gregorio Martínez y el renacer de losmarginados," El fetichismo y las letras (Lima: 1986) 91. Forgues explica que lasirena en la mitología de la costa peruana es un símbolo de libertad porexcelencia.

7 J. Duchesne, "Etnopoética y estrategias discursivas en Canto de sirena," Revistade crítica literaria latinoamericana, 33. Para vincular la motivación de este textode Martínez al indigenismo Duchesne crea la palabra "negrigenismo."

8 Para el arquitecto californiano Hamilton Harwel el regionalismo concebidode esta forma es un regionalismo de liberación, que opone al de restricción.Citado por Framton, 46