María y José

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Ana vende sopaipillas cerca de La Moneda. Todos los viernes en la tarde, un hombre se sienta en la vereda del frente a tocar guitarra, y sus canciones le recuerdan su infancia en el campo. Ana lo mira de reojo, y él le sonríe. Llegado el invierno, él deja de aparecer. Por meses, Ana lo espera, notando por primera vez lo silencioso que es Santiago sin su música. Un día lo ve sentado en un banco, mal cuidado y triste. “¿Qué le pasa amigo? Hace tiempo que no lo veo” dice. “Es que perdí mi guitarra, y no he podido reemplazarla” responde. Ana le dice “espere aquí”, y se va corriendo. Vuelve un rato después con una guitarra en sus manos. “Tome”. “No…no puedo, señorita…¿Por qué me regala eso?”. “No pregunte y toque, después me la paga”. El próximo viernes, él está ahí tocando. Ella lo mira de reojo, y él le sonríe. Ana vende sopaipillas cerca de La Moneda. Todos los viernes, José toca guitarra en la vereda del frente. Ana lo mira de reojo, y él le sonríe. Llegado el invierno, él deja de aparecer. Por meses Ana lo espera, notando por primera vez lo silencioso que es Santiago sin su música. Un día lo ve sentado en un banco, triste y sin guitarra. Ella corre, y vuelve tras un rato con una guitarra en sus manos, él la mira sorprendido, pero acepta su regalo. El viernes siguiente, José está ahí tocando. Ana lo mira de reojo, y él le sonríe. Señores pasajeros, disculpen la interrupción. Mi intención no es molestarlos, sólo vengo a pedirles un poquito de su tiempo. Por favor no me miren así, no soy delincuente ni estafador, la vida simplemente me ha tratado mal, y hago lo que puedo para comer. No saben lo difícil que es pedir ayuda, pero eso es lo más terrible de todo. ¿Por qué nadie pide ayuda? Todos ustedes la necesitan, Es el primer día de Manuel en Santiago. Había venido antes a visitar a sus tíos, pero ahora se va a quedar de verdad, para ir a la Universidad.

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Historia para Santiago en 100 palabras, romance corto ambientado en el centro de Santiago.

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Page 1: María y José

Ana vende sopaipillas cerca de La Moneda. Todos los viernes en la tarde, un hombre se sienta en la vereda del frente a tocar guitarra, y sus canciones le recuerdan su infancia en el campo. Ana lo mira de reojo, y él le sonríe. Llegado el invierno, él deja de aparecer. Por meses, Ana lo espera, notando por primera vez lo silencioso que es Santiago sin su música. Un día lo ve sentado en un banco, mal cuidado y triste. “¿Qué le pasa amigo? Hace tiempo que no lo veo” dice. “Es que perdí mi guitarra, y no he podido reemplazarla” responde. Ana le dice “espere aquí”, y se va corriendo. Vuelve un rato después con una guitarra en sus manos. “Tome”. “No…no puedo, señorita…¿Por qué me regala eso?”. “No pregunte y toque, después me la paga”. El próximo viernes, él está ahí tocando. Ella lo mira de reojo, y él le sonríe.

Ana vende sopaipillas cerca de La Moneda. Todos los viernes, José toca guitarra en la vereda del frente. Ana lo mira de reojo, y él le sonríe. Llegado el invierno, él deja de aparecer. Por meses Ana lo espera, notando por primera vez lo silencioso que es Santiago sin su música. Un día lo ve sentado en un banco, triste y sin guitarra. Ella corre, y vuelve tras un rato con una guitarra en sus manos, él la mira sorprendido, pero acepta su regalo. El viernes siguiente, José está ahí tocando. Ana lo mira de reojo, y él le sonríe.

Señores pasajeros, disculpen la interrupción. Mi intención no es molestarlos, sólo vengo a pedirles un poquito de su tiempo. Por favor no me miren así, no soy delincuente ni estafador, la vida simplemente me ha tratado mal, y hago lo que puedo para comer. No saben lo difícil que es pedir ayuda, pero eso es lo más terrible de todo. ¿Por qué nadie pide ayuda? Todos ustedes la necesitan,

Es el primer día de Manuel en Santiago. Había venido antes a visitar a sus tíos, pero ahora se va a quedar de verdad, para ir a la Universidad.