“Marguerite de Navarre: la propuesta reformista tras un caso de incesto”.

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Marguerite de Navarre: la propuesta reformista tras un caso de incesto

Gisela Rivera Figu eroa

EI d iscurso de la Igl esia s uele es tar poco p obl ad o de espacios de incerti d umbre . Q uien no opta par " la v ia del Se nor" , se encami na hacia e l mal. Sin emba rgo, ex is te n grie tas d esape rcib idas par quienes co nfia n ciega­m ente en es ta ley, pe ro ev iden tes para quienes la cuesti on an, como 10 hiciera en s u m om ent a el m ovimiento d e la Re for ma. El Hepiameron de Murgueri te de Navarre, es un conjun to de narraciones donde u n grupo de hombres y mujeres, los " dev isants" (narrad orcs d e las historias enrna rcad as como part e de la platica). re lat an hi stor ias " verd aderas" qu e plan tea n ideas refor m istas tales como la jus tificacio n pm fe, la gracia , y la critica al clero, entre otros. Es tos tem as po lernicos se ar ticula n en la "Novella XXX" a partir d e 1<1 rep re­sen tac i6 n de u na m ujer v iuda que tras pasa los lirnites d el rol que asignan la Igl esia y la sociedad a una mujer de su clas e . Como se tra ta de una "novell a" pre tr iden tina, u tilizare com o base para la d isc usi6 n de la doc tri na cat6lica los ca non es d el1Y Coneilia de Letran, ce1ebra d o en el ano 1215. Com o cont ra­p u n to, m e referi re a las ideas reformistas de Lutero . Ca lv ino y Erasmo . £1 u lt im o se iden tifie 6 con la Ig les ia ca t6 lica , pero expresab a pensamientos no tradicio na Jes, y sera el ma rco para discu tir la posicio n so cia l y re ligiosa d e la v iuda .

Antes de Tren to, la Igles ia sostenia la basica bo nd ad de la natu rale­za h uma na, co m o ap un taba sa n A gustin (Dezinger 49). A u nq ue todo 10 he­ch o por Di os es bueno, el mal corrom pe la naturaleza . SegCrn 1a doctrina d el libre albedr io, el hombre es criat u ra raciona l a quien Di os Ie da la libertad de elecc i6n volun taria de opta r p a r el bien 0 e l mal. Can el pe cado origin a l se p ierde la gracia y la h uman idad se convier te en una " rn asa de perdicion ": pe ro e l hombre es libre po rq ue p uede escoger la red enci6 n (Gonzalez 29). La gracia es el do n co n e l cua l Dio s ejerce "su ave violen cia" sobre la vo luntad d el hombre para tornar la a l bien . Sin e1 auxi1 io d e esta. el hombre perm ane­cera perdid o (De zinger 38-39) . Dios es q u ien elige, pero el hom bre se sa lva s610 si escoge el bien y no el pecad o. En el Concilio de Lct run se resume es te

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pen sar : " La graci a ac tua l es un a ay uda sobrenat u ral de Di os por la cu al el hombre se ha ce apto segun co n vien e para obtener la vida et er na" (Dezinger 38) . Para la d octrina ca tolica d e es ta er a, el hom bre se encuen tra en la com­pl eta d isposi ci6n d el Senor. Aunque la grac ia es una ayu da, el hom bre teri dra Ia opc i6n de aceptarl a 0 no para alcan za r la sa lvac ion .

Luter o se opo ne a es te dogma e inte rpre ta qu e el hombre es m alo p or natura leza : " EI ser hu ma ne por ser m al a rbcl , 5610 puede hacer ma l" (Gon zalez 30). La nat uralez a hu rnana es pecam inosa y es im posible confesar tod os los pecados . Ademas, la confesi6n debe se r d isc re ta y s in in te rces or es (Gon zalez 27). Seg u n Lutero. las Esc rit uras afi rrnan qu e e l pecado se encuen­tra en la carne. Est o no irnplica qu e la carne tiente al hombre, si no qu e el hombre en sf es ca rne (Go nzalez 53). Sin la grac ia, s6 10 se p ue de apa ren tar scr justo . El qu e es justo. no 10 es por sus obras. sino por haber s id o heche just o por Dios. Para el re forrnis ta. la fe es suficiente p ilra a lcanzar la sa lva­cion, y las obras son sol o consec uencias (fru tos) de es ta (Gonzalez 54-58). Po r s u pa rte, Calvino a finna qu e eJ hombre se engana si pret end e tomar el lu gar de Dios. La ruta para alc an zar la sa lvacion es el co noce rse a sf mi srno, pero para logra r es to hay que conocer a Di os (Go nzalez 141). La volu n tad d e l hombre es la vo Jun tad de Dios . Simil ar a la idea de san Agu stin, cree que la naturaleza d el hombre se co rrompe por eJ pecado (Go nza lez 145). EIser nace incompl et e. depra vado y 10 qu e intenta es regresar a un estado or igina l, p a­radisiaco, el cual ha pe rd ido . La justi ficacion es un acto regenerad or d e fe y pen sar d e o tra manera, segun Ca lvino, serfa pe cCH de o rgull o y fa lta d e hu­mil dad (Go nza lez 157-65). La fe es " uri co nocim iento firme y cier to de la vol un tad de Dios re spect o a no sotros, fun dada sob re la verd ad de la promesa gratuita he cha en [esucri sto" (Gonzalez 158) . Los refonnista s co locaban ple­na co nfianz a en la Figura de Dios y descon fia ban d e la d ebilid ad in heren te de la ca rne, d el ser hu m ano .

El relat o XXX d el Hepuunenin p res en ta la h isto ria de una jov en que en viuda y de cide no vcl ve r a casarse , Es ta opta por a lejar se d el mundo pa ra evitar la tentaci6n y se rod ea d e perso nas q ue no p resen ten m otivo pa ra la caida, EI hijo adolescen te persig ue a u na de las d amas de cam ara de Sll ma ­dre. La madre, inc red ula de la info rm acion q ue Ie p resenta la rnuchacha acerca de su hijo. formula un plan pa ra cast igar a quien le corre sponda. Cita al much ach o en la ca ma de la da rna de cam ara, en d onde co noceria la verd ad. En la neche, la madre torna e l lugm d e la joven y no 5610 no reprend e a su h i]o s ino que terrnina realizando e l ac to sexu al con e l much ach o. La madre qu eda ernbarazada y envia a s u h ijo a la g uerra, temiendo repe ti r el acto . Tiene una hija en secreta y la da a un pa riente, q uien a s u vez haee q ue la nina se ed uq ue

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bajo la tutela de la re in a . A I final izar 13 guerra, el hijo escribe a su madre can m o tive de reg resar al h ogar y te m ie nd o la tentacion del in cesto, esta le exige vo lver aco rnpa nado po r un a esposa . EI hijo conoce a s u esposa-hermana-hija en la co rte de 1a reina y se unen en matrimon io . La mad re, horrorizada al conoce r a su nucra, pide con sejo a un sacerdote acerca de 1,1 accio n a tornar,

Es te co ns u lta co n d octo res en teologia, quienes s ugieren que la pa reja recien casada perman ezca ignoran te sa bre su situacion y q ue la madre haga pen i­te ncia du ra nte e l res In d e su vida . La madre m a nt ie ne el silencio, pe ro es a torrnen ta da por la p res encia de s us hijos, qu ienes so n el rec uerdo del peca­do cometido.

A l co rn ienzo de l rela te, la " jo ven viuda", que no padece necesidad eco nornica algun a, vive sin esposo 0 pariente masculine a l cual sorneterse . Seg un Erasmo en "La viuda crist ian a" , la m ujer que quede libre de uni on ma tri monia l d ebe colocarse bajo la tut ela d el pariente varon mas cercano pOl"que es ta es propensa a excesos emocion aJes y neces ita de una mana firme que la go bie rn e (Rummel 7). Si no exi st e ning un pa r ien te va ron, queda lib re; Jibert ad pelig rosa, de un cuerpo sin el freno de una ca beza que controle s us excesos. La viuda joven debe volverse a casar porq ue al no esta r go bern ada par e1esposo, co rr e el riesgo de corromperse con habladurias y de vivir una ex is tenc ia in util. " £ 1 matrimonio es remedio para tod as es tas vi lez as . La a u torid ad del es poso mantendra ba jo co ntrol la nat u ral liv iand ad ocasio nad a pOl' 18 juventu d y el se xo d e 18 csposa" (Rum mel 7) . Pero Erasmo propone tarn bien otro m odel e pa ra la viu da: la Figura de Judith. Me concentre en esta segunda al terna tiva . ya q ue el personaje de Marguerite de Navarre rech aza co ntraer segu ndas n upc ias: " po r e l pescH que ten ia poria muerte de su espo­so como pm e l amor a su h ijo, decid i6 no vo lverse a casar" (Navarre 204). Es ta accion s ig ue el paradigma propuesto p or Erasmo, Judi th q u ien, tr as la mu erte d e su esposo, decide o b tener el consue la de Dios y no el d e o tro hom­bre ("The C hris tia n WidO\v" 196). Pero la eleccion del celiba te par par te d e la joven viuda. sugiere tarnbien una cri tica a l encla us tra mien to de las m on jas y no s6 10 a la m ujer q ue decid e permanecer so la, si n u na ca beza mascu lina q ue Ie gobierne . La vi uda sus ti tuye la cabeza de l esposo por 121 d e su nuevo eje racional, Dios:

Para h uir de toda tentacion, no qu iso tratar, sino a personas de de ­vocion. pues creia q ue la ocasion hacia el pecado y no sa bia que el pecado forja la ocasi6n. La jo ven da rna viuda se dedico par com­pl eto al servicio divino, rehuyen d o todas las Funciones rn u rid a rias [... ]. (Marguerite de Navarre 204)

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La joven se en cierra e n su hogar si n necesidad d e hacerlo: se 10 im­pone co mo modo de evad ir e l a rnbien te circundan te y la tentaci6n . Pero la narradora critica su actitud . sugiriend o q ue la natu ral eza pecaminosa de l hom­bre, co mo p ropon e Ca lvi na, es superior al in te n to d e ob rar con cari dad A un­que la joven d esea su je tarse a la ca beza de D ies, n o p uede ya que s us motivos no son en tregarse p or comple te a EI, si no escapar d el d olor de s u perd ida. Au nq ue Jud ith se ded ica p Ol' comple to a serv ir le a Dios, no 10 hace de esta manera. Se m ant iene activa en su co m un idad y cuan do su a u xiJio es necesa­r io, 10 b r inda s in poner en riesgo s u cristia nismo. Ju dith cu m p le co n s u re li­g i6n sin encie r ro y s in d ejar de tr ansita r la ci udad .

En otro escrito de Eras rno. " Los p\aceres d e la v ida cla us tra! " . p re­sen ta su crtti ca sobre la v ida d e los conve nt os. Es te tema es expues to en el co loq u io lla rnado " La nin a qu e n o le interesa casarse" en el cual Ca ther ine , 1a muchach a ernperiada en torn ar el ha bito en contra d e la voluntad d e s us pa­dres, di aloga con u n amigo, Eubul us. quien intenta persuadirla de su deseo. Erasrno re la ta q ue Ca the rine , cua ndo nina, v isi ta un conven to el cua l rec uer­da co m o el paraiso: d escribe las caras de las monjas como an geles y debid o a es ta im agen, muy proba blemente ideali zada por el tie rnpo. es que im pon e su volun tad de pertenecer a una o rd en. Eubul us intenta d is ua d irla, co rita ndo le 10 q ue ocurre ve rdadera mente en esos lu gares y el modo e n e] cua l se co m­porta el clero. Segun Eubul us, n o por nada se les llama a estes monies "pa­d res " y co mo tamp oco es tan ca pad os y co rnen d e rnas, es mas seguro man te­ncr la virg in idad en casa q ue en un mo rias te rio . La virginidad q ue la jo ven cree perrnanecera intacta en cs te lugar, p uede ser a mcna zada por algun fra ile o in cluso por a lgun a d e sus cornp aneras ("The Gi rl w ith No in terest in Marriage" 34). Un r iesgo sim ilar corre la joven vi uda aJ tra nsformer su hogar en c1austro . En e l ha ga r no habian hombres, s6 10 el hi jo de la vi uda. a qu ien vela como a un ni iio que no represen ta ba a m eriaza alg una p a ra e lla 0 sus d a rnas: como un se r asex uado, EI es pacio del h oga r se tra nsforrna: " se oi a habla r m as que d e Dios" (Marguerite de Na va rre 204). Se sugiere q ue la mujer d eja ar ras tod o 10 q ue la a ta al m undo y decide alejarse de el. Es ta co m u nidad fe meni na, la m ujer y sus da rnas, tornan en s us m anes su salva­cion ,

En la hi st oria de Ca therine, tambien se sugiere q ue el encierro vo­luntario es un au tocastigo innecesa rio. Eubulus comenta que mi entras el m un­do cr is tia no ha errad icado por co mpasi6n la esc lavi tud. tod a via se ma n tiene el m onasterio , d onde te ca mbian e1 vest id o, el n ornbre y, pa ra peor, te h acen servir a va ries senores . C uando Ca theri ne co n traa rgu menta sobre la gran vi r tud de es ta es clav itu d so litaria, Eubu lus sostiene q ue san Pa blo recom ien­

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da no desear ni p rocu rar se r esclavo sin o libre senal andole que la servid um­brc de l mo nas terio es la mas desafor tunada ya q ue se esta al servicio de ne ­cios viciosos ("T he Cirl wi th No Interest in Marriage" 31-32). Eras rno descri­be una Ig lesia reple te de animalcs sal vajes sue ltos . No hay cont rol, no hay orden ; se han olv idado de qui en rige el cuerpo cclesias tico. Los cleri gos co­men y beben dernasia do y se aprovechan de su posicion pa ra sa tisfacer su s deseos sexuales . En el espacio del encierro, Ca therine tendra q lle se rvir a mu ch os, excepto a Dios . La Iglesia p rocla rnada como tes tigo de Dios en la Tierra, se reviste del poder q ue le provee po der crea r reg las nu evas bajo las cuales se ensalza el lado h umana y no la lucha por la salvacion . Ca th erine es tara perpetuamen te exp ues ta a es te a rnbiente, mient ras Eras mo sugiere otro camino pa ra el cris tiano: "Quizas serla mejo r y mas segura para los mortales absten erse del tod o de estos votos perpet uos que son 5610invencion es hurna­na s: nad ie debe ria ser com pel id o a ta mar ni ngun voto" ("T he Christian Widow" 215). Pe ro es ta adve rtenc ia no se Ie brinda a la joven viud a de la " novella" de Marguerite de Navarre.

La ma d re hace educar al hijo por LI n hombre de " vida santa" quien Ie ens eria tod o acerca de la devoci6n y santi dad. Pero el ni no, al hacerse adolescen tc, muestra o tras incli naciones 'na tu ra les ' : " [l]a na tu ra leza, que es ma estro de escuela mu y ocu lto, al encontrarle bien ali men tado y lleno de ocio sid ad. 10 en sefio otra leccion di stin ta a su maestro de escuela " (Ma rguerite de Navarre 204). Marguerite tarn bien su gie re medi ante la educaci6n del ni no q ue la d oc trina de la Igles ia no domes tica la natural eza h u rnan a . La religi6n po d ra apac iguar mo men ta neamen te e l deseo. pero el ser humane es pecador por na tura leza. EI hombre necesita m as CJue los estatu tos de la Igles ia terre­nal pa ra sa lvarse. la gr acia de Dios. Cu and o la da rna de carn ara va a con fe­sa rse con la ma dre, la cual funciona como priora del convento, esta formula e l desa fortunad o p lan. N unca se le ocurre que te rminara e rnbarazada de s u h ijo: "Y as! co mo el ag ua retenida a la fuerza carre can mas impetuosidad cuando se la dej a if, q ue 18 qu e corr e or dinariarnente, asi aquel la pobre da rna volv i6 a s u gloria por la su jeci6n que le dio a su cuerpo" (Margue r ite de Navarre 204). EI pa radigma de la viuda Ju d ith es qu eb rant ado par co m pJeto . Seg Ctn e l libro de "La viuda cristiana", la responsabil idad de la ma dre es ser ejempl o pa ra las m uchachas. mostrandoles co mo co nservar e! fragil hon or, como llevar un a bu ena vid a . Deberan man tenerse ocupad as para no dar es­pacio de ocio : ora ndo, leyend o, hacienda obras de carida d a man teniendo las manes ocu padas. La mad re, q uerien do a leja rse de cua lq uier ten tac i6n del mu ndo ex terna, la trae a su propia cama. La habitacion, es pac io red ucido, de coufi na miento, es interpretad o err onearnen te par la joven viud a como pro­

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tecci 6n co ntra el pe cado. Adernas , las obras de la joven viu d a, su sac rificio y encier ro, no la san tificaran .

El resuJtad o de la vid a sacr ificada d e la jov en vi uda tien e ecos reforrni st as , pa ra quienes e l hombre se salva par fe y no po r obras. Pard Lutero. si n fe no se obtien e la salva cion. Esto es 10 qu e precisamente Ie fal ra a la joven viud a, qu ien torna la sa lvacion en su s prop ias manos sin d epositar su to ta l confianza en Dios, como un ser div ino. P O l' el con tra rio, el ho mbre no ha dejado de ejercer la vo lunta d propi a, si no se so mete a la de D ios. La mad re p iensa pri mero en su hon or pa ra tomar la d ecision, Al final d e la " novel la" , C eburon, un o de los "de visants". cementa:

-LEn qu e -dijo Ge b ur 6n- , a tal g rade llega la loc ur a d e q uerer ve l­verse a SI m ismos puros y de busca r las ocasiones d e pecar? -Hay q uienes ha cen 10contrario - d ijo Saffraden t- pu es huyen ta n­to co mo pueden de las ocasio nes: pero la co nc up isce nc ia los sigue . (Marguerite de Navarre 204)

La madre, para no pecar nuevarnente. retira a su h ijo d e la vista . EI no ve rlo le ayudara a olvidar, Pe ro el o lvido es im posible debid o a que se encue n tra ernbarazada de su hij o: " Fin gi6 est ar enferrna, a fin de ponerse su man to pa ra cub r ir su fa lta" (Ma rgueri te d e Navarre 207). En el id iorna fra n­ces "rn ante" sig n ifica esconderse, religiose. sa n tateres a . En e l coJoq uio d e Ca the rine y Eubulus se cementa que m uchas de las mujeres qu e profesan la fe en un conven to no necesari amente er an vlrgenes, sino que entra ba n pa ra esconder la verg ue n za an te la co m un id ad . Paral e larn ente, Ia mad re no p ue­d e escapa r de 51misma. de s u d ese o incestuoso, y deci d e alejar de su vist a la ca usa y efec to de ese d eseo ca rn a l que ha bita en ella. A u nq ue la presencia de es tas pe rsonas se elimi na d el hagar, el recuerdo la a tormen ta . El d is fra zarse de mujer p ura no se ra su ficie n te para recibir sosiego . La vestimen ta es ot ro tema que Era srno descri be ampliamen te. La vi uda d ebe llcva r ves tid o so m­brio pa ra no [lamar la a tenci6n, como 10 de fine sa n Pedro: el traje co mo ex­p res ion de la fe que se pro fesa ("Th e Christi an Widow" 200). La mad re se vist e de monja, se vis te d e sa n ta , pe ro la ve stimen ta no esco nd e s u interior, la marca d e su pecad o, En e l transcurso d el relate , la madre necesi ta d isfrazar­se de diferentes formas pa ra sa car adelante sus pl anes . P rirnero se di sfraza de darna d e ca rn ara en la oscuridad de la habi tacion, luego d e enferrna-rnon­ja para no perder su honor, y a l fina l fin ge fel icidad para no a rr u ina r 13 vida de sus hijos. Marguerite d e Navarre critica los aetos hechos a hurtadillas, a p uer ta cerrada: como ocurre en las co ngrcga ciones d e monjas, lugar qu e no p uede en cubrir la verdadera natura leza hu rna na . En la scgund a pa rte del

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coloquio de Era smo, "La nina arrepentida", Catherine regresa a su casa luego de oc urrir1ea lgo innorn brable en eJ co nv en to qu e borra toda aparienci a (ilu­si6n -vestimenta) qu e habia imaginado deJ Jugal'. Bajo la masca ra. experi­menta la realid ad poco sa nt a de los m onjes y la s mon jas.

En contraste, la madre de la " novella" de Margu er ite de Navarr e propene enmendarse de spues de dar a luz una ni na, dec:id iendo ser aun mas a ust era :

Pero en Iugar de hurnillarse y reconocer la incapacida d de nu est ra car rie. q ue sin la ayuda de Dies no puedc 111as q ue co meter pecad o, queriendo pOl' si m isrn a y pOl' s us lagrimCls sa tis facer 10 suced ido y con su p rudencia evi ta r e l mal en 10 su cesi vo , dandose s iempre la excusa de que su pecado ha bia sid o debid o a la ocasion y no a su malicia, pa ra la cual no hay mas rern ed io q ue la gracia de Dios, penso hacer a lgo para no caer en 10 su ces ivo en un inconve nien te se meja n te. (Margueri te de Nava rre 205)

La madre, lIena de org u llo! p rocede de mod o irracion aJ, como m u­jer no s uje ta a la cabeza de marido ni de Dios . Sin em bargo, Marguerite de Nava rre int roduce a ten ua n tes d uran te el transcu rso del relat o para que se produzca lasti ma pa r el per sonaje. Uti liza eJ adje tivo 'p obre' an tes de men­cionar a la darna y el hech o de que nad ie posea nornbre, sino que es un a muj er, ev ita el co loca r culpa sab re un sujeto especifieo. Sim ila r a l esqu ema de la tra ge d ia, d ond e se infu nd e el miedo ya qu e el pe rso na je es ig ual 0 mej or q ue nosot ros y Ie ocurre el ev en to de tod as maneras (Poe tic's 13.30.1452b­1453aff)! la dama vivia segun las leyes es tipulada s pa r la Iglesia Cat61iea y de tod as maneras no resulta suficiente. El ac to del inces to, conden ado social­men te pa r igua t no es plan ificad o, sino que ocurre por error de juici o y a l co loca r a l lec tor en el lugar de la muj e r, el ev en to purece inesperado, pero no imposible. La darna. al intentar alejar el pecado a partir de las ob ras, del sacrific io, 10aeerea mas ha cia ella par no confiar en I" gr"eia, la fe, sin la cual. se g un los Reformistas, somas dorninad os par las pas ion es de nues tra na tura­leza ca rna l.

El hijo, ya hombre, d csca reg resa r a su casa y la darn el aun duda de su control. AI ped irle al hijo q ue regrese casado. 5610ag ud iza el p roblema . EI hij o conoce a su hi ja-herrnan a, se enamoran y se cas an . EI fant asma del peca­do regresa al ho ga r del cua l nunca ha sa lida. Cuando la viuda decide con fe­sal' c1 un saeerdo te, ni este ni los te6logos son eapaees de p roveer un a so lu­cion . Es tarea imposible deb ido a que ellos no son Dios. Los reformistas crei an en la con versacion directa can el Crca dor para el arrep ent im iento y 110

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