Marco Iacoboni, Las neuronas espejo (fragmento)

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Durante mucho tiempo la ciencia intentó sin éxito explicar la extraordinaria capacidad humana de comprender lo que los otros hacen y sienten, de entender las intenciones de los demás y reaccionar de manera adecuada a los actos ajenos. El descubrimiento de las neuronas espejo inició una revolución en nuestra comprensión del modo en que al interactuar con los demás usamos el cuerpo -los gestos, las expresiones, las posturas corporales- para comunicar nuestras intenciones y nuestros sentimientos. Es precisamente gracias a las neuronas espejo que se puede crear un puente entre uno y los otros y volver así posible el desarrollo de la cultura y de la sociedad: son ellas las que explican la imitación y la empatía. Del mismo modo, un déficit en las neuronas espejo puede ser responsable de varios e importantes síntomas del autismo: los problemas sociales, motores y de lenguaje.'Las neuronas espejo. Empatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de cómo entendemos a los otros' es el relato fascinante de un descubrimiento inesperado que está cambiando la forma en la que psicólogos y neurocientíficos conciben todo, desde el lenguaje hasta la interacción social."Una eximia introducción a uno de los grandes descubrimientos de la ciencia contemporánea: llegamos al mundo con las conexiones necesarias para la empatía y la colaboración, y la evolución nos preparó para cuidar, no sólo para competir. Entendamos la evolución como la supervivencia de los mejores cuidadores y de los mejor cuidados. Un libro que no puede dejar de leerse." George Lakoff"Este libro transmite con vigor el entusiasmo que existe hoy en el campo de las neuronas espejo y debería representar un valioso antídoto para la 'envidia neurológica', un síndrome de alta prevalencia en psicología. El autor explora las vastas consecuencias de la investigación que nos permite entender el sustento neurológico de la naturaleza humana." V. S. Ramachandran

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Las neuronas espejo

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Del mismo autor

The parallel brain, Cambridge, ma, 2003

(en colaboración con Eran Zaidel)

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Marco IacoboniLas neuronas espejoEmpatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de cómo entendemos a los otros

Traducido por Isolda Rodríguez Villegas

conocimiento

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Primera edición, 2009

© Katz EditoresCharlone 216C1427BXF-Buenos AiresFernán González, 59 Bajo A28009 Madridwww.katzeditores.com

Título de la edición original: Mirroring people.The new science of how we connect with others

Copyright © 2008 by Marco Iacoboni

ISBN Argentina: 978-987-1283-98-9ISBN España: 978-84-96859-54-8

1. Neurología. 2. Fisiología. I. Rodríguez, Isolda, trad. II. TítuloCDD 616.8

El contenido intelectual de esta obra se encuentra protegido por diversas leyes y tratados internacionales que prohíben la reproducción íntegra o extractada, realizada por cualquier procedimiento, que no cuente con la autorización expresa del editor.

Diseño de colección: tholön kunst

Impreso en España por Romanyà Valls S.A.08786 Capellades

Depósito legal: B-9268-2009

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Agradecimientos

i. lo que el mono ve, el mono hace

Neuronas: ¡a trabajar!Las sorpresas del cerebroLos fabulosos cuatroEspejos en el cerebroSé qué estás haciendoSé qué estás pensandoOigo lo que hacesEl reflejo especular del uso de herramientasSé que me estás copiando

ii. simón dice

Células copionasCuerpos que hacen ecoHaz lo que digo mas no lo que hagoHarry Potter y el profesor SnapeAprehender la mente de los otros

iii. aprehender el lenguaje

¿Ves lo que digo?De la mano a la bocaDel mapa cerebral a la anulación temporal del cerebro

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Índice

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Calor corporalSalas de chatEl reflejo especular del habla y de otros sonidos

iv. veme, siénteme

El cabezazo de Zidane¿Humanos o camaleones?Espejos empáticosSiento su dolorEmpatía maternal

v. enfrentarse con uno mismo

¿Eres tú o soy yo?La prueba del reconocimiento en el espejoOtro yoAnulación temporal del yoAmbas caras de la moneda

vi. espejos rotos

Espejos bebéEl cerebro adolescenteLa imitación y el autismoLa hipótesis de las neuronas espejo y el autismoLa especularidad rotaReparar los espejos rotos

vii. superespejos y conexiones cerebrales

Ondas sombrías en el cerebroEn las profundidades del cerebro humanoLa neurona Jennifer AnistonEn busca de las superneuronas espejo

viii. el malo y el feo: violencia y abuso de drogas

El malo: la polémica acerca de la violencia en los medios

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¿Somos seres autónomos? Las neuronas espejo y el libre albedríoLo feo: la adicción y la recaída

ix. el reflejo especular de lo que deseamos

y de lo que nos gusta

La neurociencia aplicada al acto de comprarAmor de un día: la “ciencia instantánea” y el Super BowlEl reflejo especular de la publicidadLos efectos de la publicidad negativa

x. neuropolítica

Las teorías de las actitudes políticasEl reflejo especular y el cerebro de los adictos a la políticaLa política en el cerebro

xi. la neurociencia existencialista y la sociedad

Las neuronas espejo entre nosotrosEl problema de la intersubjetividadUn nuevo existencialismoLa neurociencia y la sociedad

Índice temático

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A mi esposa, Mirella, a mi hija, Caterina, y a mis padres, Rita y Antonio

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No hubiese sido posible escribir este libro sin la ayuda, el estímulo yel apoyo de innumerables amigos y colegas. En primer lugar, agra-dezco a John Brockman su inclaudicable aliento. También agradezcoa Katinka Matson, a Mike Bryan y a mi editor, Eric Chinski, por haberledado forma al manuscrito en muchos sentidos trascendentes.

Varias personas leyeron capítulos aislados de los primeros y delos últimos borradores. Agradezco a George Lakoff, Sam Harris,Annaka Harris, Frank Vincenzi, Sally Rogers, Kelsey Laird, Amy Coplan,Lisa Aziz-Zadeh, Elizabeth Reynolds, Julian Keenan, Alan Fiske, JohnMazziotta, Giacomo Rizzolatti y Vittorio Gallese por sus comentarios,sugerencias y preguntas.

El hilo conductor del libro es la investigación que se llevó a cabo enmi laboratorio durante los últimos diez años, la cual fue posible gra-cias a la dedicación y al entusiasmo de mis colegas y alumnos. Enprimer lugar, estoy en deuda con Giacomo Rizzolatti y Vittorio Gallese,maravillosos amigos y colegas que participaron en los experimentosseminales que se realizaron en mi laboratorio. John Ma zziotta, RogerWoods, Harold Bekkering, Marcel Brass, Andreas Wohlschläger, EranZaidel, Gian Luigi Lenzi, Patricia Greenfield e Itzhak Fried tambiénparticiparon en decisivos experimentos sobre el sistema de neuronasespejo de los seres humanos. Con su propio laboratorio, mi esposa ycolega, Mirella Dapretto, dirigió innovadoras investigaciones sobre ladisfunción de las neuronas espejo en las personas que sufren deautismo. Tuve la fortuna de colaborar en tales estudios.

Agradecimientos

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Felicito a mis alumnos, quienes enriquecieron mi vida de muchasmaneras. El hecho de haber sido su mentor y de haber realizado expe-rimentos con ellos ha sido revelador y estimulante: Lisa Aziz-Zadeh,Laurie Carr, Choi Deblieck, Marie-Charlotte Dubeau, Marc Heiser,Jonas Kaplan, Lisa Koski, Ingo Meister, Istvan Molnar-Szakacs, RoyMukamel, Darren Schreiber, Lucina Uddin, Stephen Wilson y AllanWu participaron en la realización de experimentos y en intermina-bles debates sobre la forma en que las neuronas espejo determinannuestro comportamiento social.

Con liderazgo y visión de futuro, John Mazziotta creó un maravi-lloso centro de investigaciones, llamado Centro de mapas cerebralesAhmanson-Lovelace, donde se encuentra mi laboratorio. Felicito aJohn y a su centro, y me siento afortunado de haber llevado a cabomi investigación en tal establecimiento de primerísimo nivel. Agra-dezco al Instituto Semel de la ucla, dedicado al estudio de la neuro-ciencia y del comportamiento humano, y al Centro fpr-ucla, dedica -do al estudio de la cultura, del cerebro y del desarrollo, por habercreado entornos extraordinariamente estimulantes, en los que, confrecuencia, debatí acerca del papel de las neuronas espejo en el com-portamiento humano.

Durante los últimos diez años, dicté seminarios sobre las neuronasespejo en todo el mundo. Agradezco a todos los que asistieron a ellospara escucharme, formular preguntas y brindarme sus comentarios.Todas estas personas me ayudaron a dar forma a los argumentos queexpongo en este libro. Les estoy profundamente agradecido.

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ILo que el mono ve, el mono hace

neuronas: ¡a trabajar!

En el fondo, ¿qué es lo que los seres humanos hacemos durante todoel día? Leemos el mundo, en especial, a las personas con las que interac -tuamos. Mi rostro no luce muy bien en el espejo a primera hora dela mañana, pero el rostro que está a mi lado en el espejo me dice quemi amada esposa va a tener un buen comienzo. Una breve mirada ami hija de 11 años mientras desayunamos me indica que vaya conpies de plomo y que beba mi café en silencio. Cuando un colega tomauna herramienta en el laboratorio, sé que va a trabajar en la máquinade estimulación magnética y que no va a arrojarla iracundo contra lapared. Cuando otro colega entra en el laboratorio, automática y casiinstantáneamente puedo discernir si está sonriente o haciendo unamueca –y la distinción puede ser muy sutil, tan sólo el producto dediferencias mínimas en la forma en que utilizamos los músculos facia-les–. Todos hacemos docenas –cientos– de tales distinciones todos losdías. Eso es, bastante literalmente, lo que hacemos.

Tampoco reflexionamos sobre ello. Parece tan natural. Sin embargo,en verdad es extraordinario, ¡y es extraordinario que lo sintamos natu-ral! Durante siglos, los filósofos quedaron perplejos ante la capacidadque tienen los seres humanos para entenderse. Su perplejidad era razo-nable: no contaban con casi ningún elemento científico en el que apo-yarse. En los últimos 150 años, los psicólogos, los científicos cogniti-vos y los neurocientíficos sí contaron con ayuda de la ciencia –y en losúltimos cincuenta años, con muchísimos aportes científicos– y durante

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mucho tiempo no salían de su asombro. Nadie podía comenzar a expli-car cuál es el mecanismo por el que sabemos qué hacen, piensan ysienten los demás.

Ahora sí podemos. Existen ciertos grupos de células especiales enel cerebro denominadas neuronas espejo que nos permiten lograrentender a los demás: algo muy sutil. Estas células son los diminutosmilagros gracias a los cuales atravesamos el día. Son el núcleo del modoen que vivimos la vida. Nos vinculan entre nosotros, desde el puntode vista mental y emocional.

¿Por qué nos embarga la emoción al ver escenas armadas con sumocuidado y profundamente conmovedoras en ciertas películas? Porquelas neuronas espejo del cerebro re-crean para nosotros el dolor quevemos en pantalla. Tenemos empatía por los personajes de ficción–sabemos cómo se sienten– porque literalmente experimentamos losmismos sentimientos que ellos. ¿Y cuando vemos que las estrellas dela película se besan? Algunas de las células que se activan en nuestrocerebro son las mismas que se activan cuando besamos a nuestrosamantes. “Sentimiento indirecto” no es un término lo bastante fuertecomo para describir el efecto que provocan estas neuronas espejo.Cuando vemos que alguien sufre o siente dolor, las neuronas espe -jo nos ayudan a leer la expresión facial de esta persona y, en con-creto, nos hacen sentir ese sufrimiento o ese dolor. En mi opinión,estos momentos constituyen los cimientos de la empatía y quizá dela moralidad, una moralidad profundamente enraizada en nuestrascaracterísticas biológicas. ¿Ustedes miran deportes por televisión? Deser así, habrán notado las numerosas “tomas de reacción” que se venen las tribunas: el hincha inmóvil atento, el hincha estático duranteel juego. (Ello es particularmente cierto en el caso de las transmisio-nes de béisbol, con todo el tiempo de atención expectante que trans-curre entre los lanzamientos.) Estas tomas son efectivas para televi-sión porque las neuronas espejo nos garantizan que al ver estasemociones, las vamos a compartir. Ver actuar a los atletas es actuarnosotros mismos. Algunas de las mismas neuronas que se activancuando observamos que un jugador atrapa el balón también se acti-van cuando nosotros atrapamos un balón. Es como si al observar el

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partido, también estuviéramos jugándolo. Entendemos las accionesde los jugadores porque tenemos una plantilla en el cerebro corres-pondiente a esa acción, una plantilla basada en nuestros propios movi-mientos. Dado que diferentes movimientos comparten propiedadesmotoras similares y que activan músculos similares, no es necesarioque seamos jugadores habilidosos para que “reflejemos” a los atletasen nuestro cerebro. Las neuronas espejo de un fanático del tenis queno practica el deporte se activarán cuando mire a un profesional pegarun smash porque este espectador con seguridad realizó otros movi-mientos por encima de la cabeza con el brazo a lo largo de su vida;las neuronas equivalentes de un fanático como yo, que además juegotenis, por supuesto se activarán mucho más. Y si estoy mirando a RogerFederer, estoy seguro de que mis neuronas espejo se volverán locasporque soy un fanático muy entusiasta de Federer.

Sin lugar a dudas, las neuronas espejo nos brindan, por primeravez en la historia, una explicación neurofisiológica plausible de lasformas complejas de cognición e interacción sociales. Al ayudarnosa reconocer las acciones de otros, también nos ayudan a reconocery a comprender las motivaciones más profundas que las generan,las intenciones de otros individuos. Siempre se estimó casi imposi-ble estudiar las intenciones en forma empírica pues se considerabandemasiado “mentales” como para ser estudiadas con las herramien-tas que se empleaban en este tipo de ensayos. ¿Cómo sabemos siquieraque las otras personas tienen estados mentales parecidos a los nues-tros? Los filósofos han reflexionado sobre el “problema de las otrasmentes” durante siglos, con magros resultados. Ahora sí cuentan conelementos científicos concretos para trabajar. La investigación sobrelas neuronas espejo les brinda, a ellos y a todos quienes estén intere-sados en saber cómo entendemos a los otros seres humanos, real-mente algo en qué pensar.

Tomemos el experimento de la taza de té con el que soñé hace unosaños y que describiré en detalle más adelante. Los participantes delensayo miran tres videoclips que muestran el mismo movimiento sim-ple: una mano que toma una taza de té. En uno, el movimiento noestá inserto en ningún contexto. Sólo se ven la mano y la taza. En otro,

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los participantes ven una mesa desordenada, llena de migas de galle-tas y servilletas sucias: claramente, la finalización de una merienda. Eltercer video exhibe una mesada muy prolija, al parecer preparada paratomar el té. En los tres videoclips hay una mano que alcanza unataza de té. No sucede nada más, de modo que la acción prensil queobservan los participantes del experimento es siempre la misma. Laúnica diferencia es el contexto.

¿Las neuronas espejo del cerebro de estos participantes notan la di -ferencia entre los contextos? Sí. Cuando el participante observa laescena de tomar la taza desprovista de todo contexto, las neuronasespejo presentan el grado más bajo de actividad. Se activan más cuandoel participante observa cualquiera de las otras dos escenas y desplie-gan el mayor nivel de actividad cuando miran la escena prolija. ¿Porqué? Porque beber es una intención mucho más fundamental paranosotros que limpiar. Hoy en día, el experimento de la taza de té esmuy conocido en el campo de la neurociencia, pero no se trata de unresultado aislado: existen numerosas pruebas empíricas que sugie-ren que el cerebro es capaz de reflejar de manera especular los aspec-tos más profundos de las mentes de los demás –la intención es sindudas uno de tales aspectos– en el grado ínfimo de una sola neurona.Ello es increíblemente asombroso. Igualmente asombrosa es la hol-gura de la simulación. No necesitamos hacer inferencias complejas orecurrir a complicados algoritmos. En su lugar, hacemos uso de lasneuronas espejo.

Si analizamos el tema desde otra perspectiva, vemos que existenlaboratorios en el mundo que están reuniendo pruebas acerca deque los déficit sociales, tales como los asociados con el autismo, pue-den deberse a una disfunción primaria de las neuronas espejo. Sos-tengo la hipótesis de que las neuronas espejo también pueden desem-peñar un papel muy importante en la violencia imitativa inducida porla violencia de los medios, y contamos con pruebas preliminares queindican que son relevantes en diversas formas de identificación social,incluidas la identificación con una “marca” y la filiación a un partidopolítico. ¿Han oído hablar de neuroética, neuromarketing, neuropo-lítica? Ya oirán en los años y las décadas por venir, y la investigación

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en estos campos se enraizará, de manera explícita o no, en las fun-ciones de las neuronas espejo.

Este libro relata la historia del descubrimiento fortuito y precur-sor de esta clase especial de neuronas, de los extraordinarios avancesregistrados en esta área en tan sólo veinte años y de los experimentosextremadamente inteligentes que están desarrollando diversos labo-ratorios del mundo. En pocas palabras, creo que este trabajo nos obli-gará a repensar de modo radical los aspectos más profundos de lasrelaciones sociales y aun de nosotros mismos. Hace unos años, uninvestigador sugirió que el descubrimiento de las neuronas espejo pro-metía hacer por la neurociencia lo que el descubrimiento del adn hizopor la biología.1 Es una aseveración muy osada, ya que, en esencia,todo en biología nos retrotrae al adn. De acá a varias décadas, ¿todoen la neurociencia se considerará originado en las neuronas espejo?

las sorpresas del cerebro

Hace quince años que vivo en Los Ángeles y que trabajo en mi labo-ratorio de la ucla, pero, como mi nombre sugiere, esta historia debe-ría comenzar en Italia, y me complace informarles que de hecho allícomienza. Para ser más precisos, se inicia en la pequeña y bellísimaciudad de Parma, famosa por su comida fabulosa, sobre todo el pros-ciutto di Parma y el queso parmesano, y por su música. Ahora pode-mos agregar la neurociencia a la lista de los productos que Parmaexporta con calidad internacional; fue en la universidad de esta ciu-dad donde un grupo de neurofisiólogos, dirigidos por mi amigo Gia-como Rizzolatti, identificó por vez primera a las neuronas espejo.

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1 Ramachandran, V. S., “Mirror neurons and imitation learning as the drivingforce behind ‘the Great Leap Forward’ in human evolution”, Edge, 69, 29 de junio de 2000 (www.edge.org/3rd_culture/ramachandran/ramachandran_index.html). Se recurrirá a notas como ésta para indicarreferencias y para efectuar comentarios que puedan resultar de interés, enparticular a especialistas.

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Rizzolatti y sus colegas trabajan con Macaca nemestrina, una espe-cie de mono que a menudo se utiliza en los laboratorios neurocien-tíficos de todo el mundo. Estos monos macacos son muy dóciles, adiferencia de sus parientes más famosos, los monos Rhesus, tipo alfa-machos, muy competitivos (aun las hembras). La investigación conmonos que se lleva a cabo en un laboratorio como el de Rizzolattireviste valor deductivo para comprender el cerebro humano, el cual,por lo general, se considera la entidad más compleja del universo cono-cido, y con razón. El cerebro humano contiene cerca de cien mil millo-nes de neuronas, cada una de las cuales puede hacer contacto conmiles, incluso decenas de miles, de otras neuronas. Estos contactos osinapsis constituyen el medio a través del cual las neuronas se comu-nican ente sí, y su cantidad es apabullante. La característica cerebraldistintiva de los mamíferos es la neocorteza, la estructura cerebral deevolución más reciente en nuestra especie. Ahora bien, éste es el punto“deductivo” clave: el tamaño del cerebro de los macacos es de tansólo cerca de un cuarto del tamaño del nuestro, y nuestra neocortezaes mucho más grande que la de los macacos. Sin embargo, los neuro-anatomistas, por lo general, coinciden en que existe una correspon-dencia bastante alineada entre la estructura de la neocorteza de losmacacos y la del hombre, a pesar de estas diferencias.

En Parma, el área de estudio de la que se ocupaba el equipo deRizzolatti era una zona del cerebro conocida como F5, que abarca unaparte grande del cerebro llamada corteza premotora: la parte de laneocorteza que planifica, selecciona y ejecuta movimientos. El área F5

contiene millones de neuronas que se especializan en “codificar” uncomportamiento motor específico: los movimientos de la mano, loque comprende asir, sostener, rasgar y, sobre todo, acercar objetos –ali-mentos– a la boca. Para todos los macacos, y para todos los prima-tes, estos movimientos son por completo básicos y esenciales. No -sotros, Homo sapiens, asimos y manipulamos objetos desde el momentoen que buscamos a tientas la tecla del despertador hasta que acomo-damos la almohada en la cama al ir a dormir, dieciocho horas mástarde. Después de todo, cada uno de nosotros realiza cientos, si nomiles, de actos prensiles todos los días. De hecho, ése es precisamente

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el motivo por el cual el equipo de Rizzolatti eligió el área F5 para rea-lizar la investigación más minuciosa posible. Todos los neurocientí-ficos deseamos entender el cerebro por el simple hecho de entenderlo,pero, también, apuntamos a metas más prácticas, tales como logrardescubrimientos que permitan generar tratamientos nuevos paraenfermedades. El descubrimiento de los mecanismos neurofisiológi-cos del control motor de la mano en el macaco podría ayudar a per-sonas con daño cerebral a recuperar al menos cierto grado de funciónde esa extremidad.

A través de experimentos muy elaborados, el equipo de Rizzolattihabía adquirido una comprensión asombrosa de lo que hacen estasneuronas motoras durante diversos ejercicios de “agarre” practicadoscon los monos. (Se las denomina neuronas motoras porque son las pri-meras en la secuencia que controla los músculos que mueven el cuerpo.)Y así, un día, hace cerca de veinte años, el neurofisiólogo Vittorio Gallesecaminaba por el laboratorio durante una pausa del experimento. Habíaun mono sentado, tranquilo, en la silla, esperando que se le asignarala próxima tarea. De pronto, justo cuando Vittorio tomó algo con lamano –no recuerda qué– oyó una descarga de actividad en la com-putadora que estaba conectada a los electrodos implantados por víaquirúrgica en el cerebro del mono. Al oído inexperto, tal descarga lehubiera sonado similar a la estática; al oído de un neurocientífico ave-zado, señaló una activación de la célula pertinente del área F5. De in -mediato, Vittorio creyó que la reacción era inusitada. El mono estabasentado, quieto, sin pretender asir nada, y, sin embargo, esta neuronavinculada con el acto prensil se había activado.

O así cuenta una de las anécdotas sobre la primera observaciónregistrada de una neurona espejo. Otra habla de uno de los colegasde Vittorio, Leo Fogassi, quien levantó un maní y activó una respuestavigorosa en el área F5. Hay otra que le da las palmas a Vittorio Gallesey cierto helado. Y aun hay más, todas plausibles, ninguna confirmada.Años después, cuando se comprendió cabalmente la importancia delas neuronas espejo, los colegas de Parma releyeron sus notas del labo-ratorio con la esperanza de reconstruir una secuencia temporal bas-tante precisa de sus primeras observaciones, pero no lo lograron. Halla-

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ron referencias en dichas notas a “respuestas visuales complejas” de lasneuronas motoras del mono en el área F5. Las notas no eran claras,porque los científicos no sabían cómo entender tales observaciones enese momento. Ni ellos ni ningún neurocientífico del mundo podríahaber imaginado que las neuronas motoras se activan sólo ante lapercepción de las acciones que realiza otra persona, sin que medieningún movimiento. A la luz del conocimiento y de la teoría del mo -mento, ello no revestía sentido alguno. Las células del cerebro del monoque envían señales a otras células que están conectadas anatómica-mente a los músculos no tienen por qué activarse cuando el mono estáen perfecto reposo, las manos en el regazo, observando qué hace otrapersona. Y sin embargo, se activaron.

En definitiva, poco importa que el momento de “¡Eureka!” de lasneuronas espejo se prolongara por años. Lo que sí importa es que elequipo enseguida se concentró en los sucesos del laboratorio. Les costómucho a ellos mismos creer estos fenómenos, pero con el tiempo tam-bién percibieron que el descubrimiento, si se confirmaba, podría serrevolucionario. Estaban en lo cierto. Veinte años después de aquel pri-mer registro del laboratorio, una gran cantidad de experimentos biencontrolados que se realizaron con monos y luego con humanos (ensu mayoría, distintos tipos de experimentos, sin insertar agujas en elcráneo) confirmó el notorio fenómeno. El simple hecho de que unsubconjunto de las células del cerebro –las neuronas espejo– se acti-ven cuando una persona patea una pelota, ve que alguien patea unapelota, oye que alguien patea una pelota, y aun cuando sólo pronun-cia u oye la palabra “patear”, conlleva consecuencias asombrosas y nue-vos modos de comprensión.

los fabulosos cuatro

Hoy en día, sabemos que cerca del 20% de las células del área F5 delcerebro de los macacos son neuronas espejo; el 80% no lo son. Dadasestas cifras, el grupo de Parma estaba destinado a encontrarse con las

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