Maravilloso error (Spanish Edition) · Si necesitas que te eche un cable con el alquiler o lo que...
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ÍndicePortadillaÍndiceDedicatoriaCitaCapítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6Capítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13Capítulo14Capítulo15Capítulo16Capítulo17Capítulo18Capítulo19Capítulo20Capítulo21Capítulo22Capítulo23Capítulo24Capítulo25NotasdelatraducciónSobrelaautoraCréditos
ParaKimEastonyLiisMcKinstry.
Graciasportodoloquehacéisyportodoloquesois.
YparaJessicaLanders.Eresunarazónparasonreíryunsergeneroso.
«Iwon’tbreakhishearttofixyou»[1].
EmilyKinney,TimesSquare
Capítulo1
Suspalabrasquedaronsuspendidasenlaoscuridadentresuvozylamía.Algunavezeneseespacioyohabíaencontradoconsuelo,perodesdehacíatresmesessoloencontrabamalestar.Habíapasadoasermásbienunespacio muy cómodo para esconderse. No yo, sino él. Me dolían losdedos, así que dejé que se distendieran; nome había dado cuenta de lafuerzaconquehabíaestadosujetandoelmóvil.Mi compañera de piso, Raegan, estaba sentada en mi cama con las
piernascruzadas,alladodemimaletaabierta.Noséquécarapondríayo,peroalvermemecogiólamano.«¿T.J.?»,mepreguntósolomoviendoloslabios.Asentí.—¿Puedesdeciralgo,porfavor?—preguntóT.J.—¿Qué quieres que diga? Tengo lamaleta hecha.Ya he pedido estos
díasdevacaciones.HanklehapasadoaJoriemisturnos.—Me siento comoun completo gilipollas.Ojalá no tuviera que irme.
Peroya te loadvertí, cuando tengoentremanosunproyectomepuedenpedir que vaya en cualquiermomento. Si necesitas que te eche un cableconelalquileroloquesea…—Noquierotudinero—repuse,frotándomelosojos.—Creíqueseríaunbuenfindesemana.Telojuro.—Yyocreíaqueestaríasubiéndomeaunaviónmañanaporlamañana
y,envezdeeso,mellamasparadecirmequenopuedoir.Otravez.—Séqueestopareceuna jugarreta.Teprometoque lesdijeque tenía
planes importantes.Perocuandosurgen temas,Cami…Tengoquehacermitrabajo.Me enjugué una lágrima de la mejilla, pero no quise que me oyera
llorar.Mecontroléparaquenosemenotaralavoztemblorosa.—¿VendrásacasaporAccióndeGracias,entonces?
Suspiró.—Quiero ir. Pero no sé si podré. Dependerá de si dejamos esto bien
atado.Teechodemenos.Mucho.Amítampocomegustaesto.—¿Algunavez tu agenda cambiará paramejor?—pregunté.Tardó en
contestarmásdeloquehubieradebido.—¿Ysitedigoqueprobablementeno?Levanté lascejas.Esperabaesa respuesta,peronomeesperabaqueél
fueseaserasíde…sincero.—Losiento—dijo.Meloimaginéhaciendounamuecadesufrimiento
—.Acabodellegaralaeropuerto.Tengoquecolgar.—Ya,vale.Hablamosluego.—Obliguéamivozapermanecerneutra.
Noqueríaquemeoyesedisgustada.Noqueríaquepensasequeeradébiloquemepodíanlasemociones.Élerafuerte,independienteyhacíaloquele tocaba hacer sin quejarse. Yo intentaba ser así para él. Ponerme agimotearporalgoquenodependíadeélnohabríasidodeningunaayuda.Volvióasuspirar.—Séquenomecrees,peroteamo.—Tecreo—dijeyo,ylodecíaenserio.Pulséelbotónrojodelapantallaydejéqueelteléfonocayeseencima
delacama.Raegansehabíapuestoyaenmodocontroldedaños.—¿Lehanllamadodesutrabajo?Asentí.—Bueno,vale, talvezdeberíaisserunpocomásespontáneos.Talvez
deberíassimplementepresentarteallíy,silellamanmientrasestásconél,pues esperar a que vuelva. Y a su vuelta, retomarlo donde lo habíaisdejado.—Talvezsí.Meapretólamano.—¿Oalomejoresunimbécilquedeberíadejardeponersutrabajopor
delanteti?Neguéconlacabeza.—Sehadejadolapielparaconseguirelpuestoquetiene.—Sinisiquierasabesquépuestoes.—Yate lodije.Trabajadeloquehaestudiado.Sehaespecializadoen
análisisyreconfiguracióndedatos,sealoqueseaeso.Melanzóunamiradarecelosa.
—Sí,claro,tambiénmedijistequelomantuvieraensecreto.Locualmehacepensarquenoteestácontandotodalaverdad.Me levanté y, volcando lamaleta, derramé enmi colcha todo lo que
contenía. Normalmente solo hacía la cama cuando preparaba la maleta,porloqueahorapodíaverlatelaazulclarodelacolcha,coneldibujodeunos tentáculos de pulpo de color azulmarino cruzándola de un lado aotro. T. J. la aborrecía, pero a mí me hacía sentir como si estuvieranabrazándomemientrasdormía.Mihabitaciónestabacompuestaporcosasdisparesyraras.Pero,enfin,asíerayo.Raeganrebuscóentrelaroparevueltaycogióenaltountopnegrocon
loshombrosylapartedelanteraestratégicamenterasgados.—Las dos tenemos la noche libre. Deberíamos salir. Que nos sirvan
unascopasanosotras,paravariar.Le arrebaté la camiseta y la inspeccioné mientras meditaba sobre la
sugerenciadeRaegan.—Puestienesrazón.Deberíamossalir.¿Cogemostucoche,oelPitufo?Raeganseencogiódehombros.—Estoycasisingotayhastamañananonospagan.—EntoncesvaaserelPitufo,parece.Trasunavisitafugazalcuartodebaño,Raeganyyonosmontamosen
miJeepCJtuneadodecolorazulclaro.Noestabaenóptimascondicionespero en algún momento alguien había tenido la suficiente visión y elsuficiente amor por él para transformarlo en un híbrido de Jeep ycamioneta.No le había tenido elmismo cariño el chavalmalcriado quehabía sido su propietario entre aquel dueño y yo, un universitario quehabía dejado los estudios a medias. El relleno de los asientos asomabaaquíyalládondeelcueronegrodelatapiceríasehabíaroto,lamoquetateníaagujerosdecigarrillosymanchas,yeltechoduropedíaagritosquelocambiaran.Peroesafaltadecuidadossetradujoenquepudecomprarloalcontado,yuncocheyapagadoeraelmejortipodecochequesepodíatener.Meabrochéelcinturóndeseguridadymetílallaveenelcontacto.—¿Deberíaponermearezar?—preguntóRaegan.GirélallaveyelPitufohizounruidoahogadoquedabapena.Primero
torpedeó, pero a continuación ronroneó y las dos dimos palmas. Mispadreshabíansacadoadelanteasuscuatrohijosconelsueldodeunpeónde fábrica. Jamás les pedí queme ayudasen a comprarme un coche. Al
contrario, conquinceaños conseguí trabajo en laheladeríadelbarrioyahorré 557,11 dólares. El Pitufo no era el coche con el que soñaba depequeña, pero con 550 pavos compré mi independencia y eso no teníaprecio.VeinteminutosmástardeRaeganyyoestábamosenlaotrapuntadela
ciudadycruzábamosmuyufanas laexplanadadegravilladelRedDoor,con andares lentos, acompasados, como si nos estuviesen grabandomientrassonabadefondounamúsicasuperchula.Kodyestabaplantadoenlaentrada.Susbrazoshercúleosdebíandeser
tan anchos como mi cabeza. Nos miró atentamente mientras nosacercábamos.—Carnés.—¡Vetealcuerno!—lesoltóRaegan—.Sitrabajamosaquí.Túsabesla
edadquetenemos.Élseencogiódehombros.—Aunasítengoquevervuestroscarnés.MiréaRaeganconelceñofruncidoyellapusolosojosenblancoyse
metiólamanoenelbolsillotrasero.—Siaestasalturasnosabescuántosañostengo,vamosmal.—Venga, Raegan.Deja de tocarme las pelotas y enséñame elmaldito
chisme.—Laúltimavezqueteenseñéalgodejastedellamarmeentresdías.Élhizounamuecadedolor.—¿Esquenolovasasuperarnunca?Ella le lanzó el carné aKodyy él lo atrapó contra los pectorales.Lo
miróyse lodevolvió,yentoncesmemiróamíconcaraexpectante.Lepasémicarnédeconducir.—Creí que te ibas unos días—dijo en tono de pregunta mientras le
echabaunvistazoamicarnédeplástico,traslocualmelodevolvió.—Es una larga historia —respondí guardándomelo en el bolsillo
trasero.Losvaqueroserantanajustadosquemealucinópodermeteralgoahídetrás,apartedemitrasero.KodyabriólaenormepuertarojayRaegansonriócondulzura.—Gracias,encanto.—Tequiero.Sébuena.—Yosiempresoybuena—replicóella,guiñándoleunojo.—¿Nosvemoscuandosalgadetrabajar?
—Mmm,sí.—Meempujóparaqueentrase.—Quéparejamásrarasois—comenté,hablandoagritosporencimade
losgraves.Lamúsicameretumbabaenelpechoyestabacasiseguradequecadagolpemesacudíaloshuesos.—Mmm,sí—repitióRaegan.La pista de baile estaba ya a rebosar de chavales universitarios
sudorososyconalgunacopademás.El semestredeotoñoestabaen suapogeo.Raegan se acercó a la barra y se quedó en el extremo. Jorie leguiñóunojo.—¿Queréisqueosdespejeunostaburetes?—preguntó.Raeganrespondióquenoconlacabeza.—¡Melodicessoloporquequieresmispropinasdeanoche!Jorie rio. Su larga melena rubia platino le caía en ondas sueltas por
encimadeloshombros,conalgúnmechóndecolornegroentremezclado.Llevabaunminivestidonegroybotasmilitares,ymientrascharlabaconnosotras iba tecleando en la caja registradora la cuentade algún cliente.Todashabíamosaprendidoaserchicasmultitareayamovernoscomosicada propina fuese un billete de cien. Si sabías atender el bar consuficiente agilidad, tenías opciones de que te mandasen a la barra este,donde conseguías unas propinas tan suculentas que podías sacarte en unfindesemanaelequivalenteatodaslasfacturasdelmes.Era labarraen laqueyo llevaba trabajandounaño,dondemehabían
puesto a los tresmeses exactos de queme contratasen en el RedDoor.Raegantrabajabajustoamiladoyentrelasdosmanteníamoslamáquinatan engrasada como una estríper en una piscina portátil llena de aceitecorporal debebés. JorieyBlia, laotra camarera, trabajabanen labarrasur, junto a la entrada. Era básicamente un quiosco. Por eso se volvíanlocascuandoRaeganoyoestábamosfueradelaciudad.—¿Bueno?¿Quévaisatomar?—preguntóJorie.RaeganmemiróyacontinuaciónmiróaJorie.—Doswhiskysours.Yopusecaradeasco.—Perosinelsour,porfavor.En cuanto Jorie nos pasó los cócteles,Raegan y yo encontramos una
mesalibreynossentamos,atónitasantenuestrabuenafortuna.Losfinesdesemanaellocalestabasiemprehastaarribayencontrarmesalibrealasdiezymedianoeranormal.
Cogí entre losdedosuna cajetilla nuevay le di unos toques contra lapalmadelaotramanoparaapretarbieneltabaco.Actoseguido,lequitéelprecinto de plástico y levanté la tapa. Aunque el Red Door estaba tancargadodehumoquesolodeestarallísentadateníalasensacióndeestarfumándome un paquete entero de cigarrillos, era un gusto sentarse enaquellamesayrelajarse.Cuandoteníaquetrabajar,normalmentemedabatiempoadarunacaladayelrestodelpitilloseconsumíasinquepudierafumármelo.Raeganmemirómientrasloencendía.—Yoquierouno.—Deesonada.—¡Tedigoquequierouno!—Llevas dos meses sin fumar, Raegan. Mañana me echarás a mí la
culpaporfastidiartelaracha.Ellaseñalóellocal.—¡Perosiyaestoyfumando!Lamiré entornando los ojos. Raegan tenía una belleza exótica: larga
melenacastaña,tezmorena,ojosdecolormiel.Sunarizpequeñateníaeltamaño perfecto, no era ni demasiado redondeada ni demasiadopuntiaguda, y tenía un cutis que la hacía parecer recién sacada de unanuncio de Neutrogena. Nos habíamos conocido en el colegio y a míenseguidameatrajosusinceridadbrutal.Raeganpodíaserincreíblementebordeyacobardaracualquiera,inclusoaalguiencomoKody,queconsumetronoventaycincolesacabamásdetreintacentímetrosdealtura.Paralaspersonasa lasquequería,supersonalidaderaencantadorayparalasquedetestaba,repugnante.Yoeratodolocontrariodeexótica.Esverdadquemimelenacortade
alborotadoscabellosmarronesygruesosbuclesresultabafácildecuidar,pero no a muchos hombres les parecía sexi. No muchos hombres meencontrabansexiengeneral.Yoeracomosidijéramoslavecinamaja,lamejor amiga de tu hermano. Habiéndome criado junto a tres hermanosvarones más nuestro primo Colin, habría podido acabar hecha unamarimacho de no haber sido porque mis discretas aunque existentescurvasfemeninasmehabíanvalido laexpulsióndelclubdechicosa loscatorceaños.—No tengas morro —repuse—. Si quieres un pitillo, cómprate tu
propiotabaco.
Ellasecruzódebrazosehizounmohín.—Poresolodejé.Esunapasadadecaro.Fijé la mirada en el tubito de papel y tabaco que se iba quemando,
cogidoentremisdedos.—Eseesunhechodelquemibolsillovacíosiguetomandobuenanota.Lamúsicapasódeunacanciónquetodoelmundoqueríabailaraotra
en la que nadie tenía ningún interés, y un montón de gente empezó aabandonar la pista. Dos chicas llegaron hasta nuestra mesa y cruzamosvariasmiradas.—Estamesaesnuestra—dijolarubia.Raeganhizocomosinolashubiesevisto.—Perdona,zorra,peroteestáhablando—agrególamorena,ydejósu
cervezaenlamesa.—Raegan—laadvertí.Raeganmemirócomosinoentendiesenadayacontinuaciónalzó la
vistahacialachica,mirándolaconesamismaexpresión.—Eravuestra.Ahoraesnuestra.—Nosotrasestábamosantes—dijolarubia,entredientes.—Yyanoestáis—replicóRaegan.Cogiócon losdedosel indeseado
botellín de cerveza y lo arrojó al suelo. La bebida se derramó por lamoquetaoscuradeprietoshilos—.Recógelo.Lamorenasequedómirandoelregueroquehabíaformadosucerveza
enelsuelo.Entonces,diounpasohaciaRaegan.Perosuamigalaagarrópor losbrazos.Raegan respondió riéndose con indiferenciaydirigió lamirada hacia la pista de baile. La morena acabó yéndose detrás de suamigaendirecciónalabarra.Diunacaladaamicigarrillo.—Creíquelaideaerapasarlobienestanoche.—Yesohatenidogracia,¿no?Sacudílacabezaconteniendounasonrisa.Raeganeraunagranamiga,
peronosemeocurriríacontrariarla.Despuésdehabermecriadorodeadadetalcantidaddechicosenmicasa,habíatenidosuficientesbroncasparaelrestodemivida.Nomehabíanmimadonunca.Ysinomedefendía,seensañabanaúnmáshastaqueseladevolvía.Yyosiempreseladevolvía.Raegannoteníadisculpa.Simplementeeraunazorrapicajosa.—Anda,mira.AquíestáMegan—dijo, señalandoa labellezadeojos
azulesymelenanegracomoaladecuervoqueestabaenlapistadebaile.
Yomeneé la cabeza. Estaba con TravisMaddox, básicamente dejándosefollardelantedetodoelmundo.—Ay,esosMaddox—comentóRaegan.—Ya te digo—repuse yo, apurandomiwhisky—.Ha sidomala idea
venir.Estanochenoestoymuydehumor.—Anda,paraconeso.—Raegansetomódeuntragosuwhiskysoury
sepusodepie—.Lasquejicasesassiguenfichandoestamesa.Voyapedirotraronda.Yasabesquelanochearrancadespacio.Cogiómivasoyelsuyoysefuealabarra.Me giré y vi que las chicas no me quitaban el ojo de encima,
obviamente con la esperanza de que me marchase de la mesa. Pero nopensaba levantarme.Si intentabanquitárnosla,Raeganharía loque fueraporrecuperarlayesosolocausaríaproblemas.Cuandomedi lavuelta,meencontréconqueenel sitiodeRaeganse
había sentado un chico. Primero pensé que sería Travis, que habríallegadohastaallídealgunamanera.Perocuandocaíenmierror,sonreí.TrentonMaddoxseinclinabahaciadelante, justoenfrentedemí,consustatuadosbrazoscruzadosy loscodosapoyadosen lamesa.Sefrotóconlosdedoslabarbaincipientequelesalpicabalacuadradamandíbula.Losmúsculosdeloshombrosselemarcaronatravésdelacamiseta.Teníaenla cara la misma cantidad de pelo que en la coronilla, salvo por laausenciaabsolutadevelloenlasproximidadesdesusienizquierda,dondeteníaunapequeñacicatriz.—Mesuenatucara.Levantéunaceja.—¿Enserio?Tecruzasellocaldesdelaotrapuntaparasentarteaquí¿y
esoestodoloqueseteocurre?Sepusoamirartodaslaspartesdemicuerpodescaradamente.—No tienes ningún tatuaje, que yo pueda ver.Me parece que no nos
hemosconocidoeneltaller.—¿Eneltaller?—Eltallerdetatuajesenelquetrabajo.—¿Ahoratededicasahacertatuajes?Sonrió y se le formó un profundo hoyuelo en el centro de lamejilla
izquierda.—Séquenoshemosvistoantes.—Paranada.—Mevolvíparaobservaralaschicasdelapistadebaile,
quesereíanysonreíanyobservabanaTravisyMegansimulandofollarenlavertical.Peroencuantoterminóeltema,élladejóysefuederechohacialarubiaquehabíareclamadolapropiedaddemimesa.AunqueellahabíavistoaTravissobandotodalapielsudorosadeMegandossegundosantes,lesonriócomounaboba,esperandoserlasiguiente.Trentonsoltóunarisacorta.—Eseesmihermanito.—Yonoiríaporahíreconociéndolo—repliqué,moviendolacabezaen
gestodenegación.—¿Fuimosalmismocolegio?—mepreguntó.—Nolorecuerdo.—¿Recuerdassienalgúnmomentoentrepárvulosyelúltimocursode
SecundariafuistealEakins?—Sí.ElhoyueloizquierdodeTrentonsehundiócuandosonrió.—Entoncessíquenosconocemos.—Nonecesariamente.Trentonvolvióareírse.—¿Quierestomaralgo?—Estáencamino.—¿Teapetecebailar?—Puesno.PasópordelanteungrupodechicasyTrentonenfocólamiradaenuna.—¿EsaesShannon,ladelaclasedeeconomíadoméstica?Joder—dijo,
girándosecientoochentagradosenelasiento.—Efectivamente.Deberíasacercarteacompartirrecuerdos.Trentonnegóconlacabeza.—Yacompartimosrecuerdosenelinsti.—Meacuerdo.Seguramentesigueodiándote.Trentonmeneólacabeza,sonrióy,antesdedarotrotrago,dijo:—Siempremeodian.—Estoesunpueblo.Nodeberíashaberquemadoatodastusnovias.Élbajóelmentón.Sucélebrepoderdeseducciónsubióunpunto.—Quedanunaspocasalasqueaúnnoheencendido.Aún.Puselosojosenblancoyélrioentredientes.Raegan regresó con sus largos dedos curvados alrededor de cuatro
vasosbajosydosdechupitos.
—Miswhiskysours, tuswhiskisapalosecoyunpezóndemantequillaparacadauna.—¿Peroquétepasaestanochequetehadadoporlodulce,Ray?—dije
yo,arrugandolanariz.Trentoncogióunodeloschupitosy,acercándoseloaloslabios,echóla
cabeza hacia atrás.Luego, lo dejó de ungolpe encimade lamesa ymeguiñóunojo.—Nosufras,nena.Yomeocupo.—Selevantóysemarchó.Nomedicuentadequeteníalabocaabiertadeparenparhastaquemi
miradasecruzóconladeRaeganysemecerróderepente.—¿Acabadebebersetuchupito?¿Realmenteacabadepasareso?—¿Aquiénseleocurre?—repuseyo,volviéndomeparaveradóndese
habíaido.Yahabíadesaparecidoentrelagente.—PuesaunMaddox.Diuntragolargoamiwhiskydobleyotracaladaamicigarrillo.Todo
elmundosabíaqueTrentonMaddoxnotraíamásqueproblemas,peroalpareceresonoimpedíaquelasmujeresseempeñasenenintentardomarle.Comoleveníaviendodesdeelcolegio,mejurénosernuncaunamuescaen el cabecero de su cama (si es que los rumores eran ciertos y hacíamuescas,peronoteníaplaneadoaveriguarlo).—¿Ylevasadejarquesevayaderositas?—preguntóRaegan.Soltéelhumoporunladodelaboca,molesta.Noestabadehumorni
para divertirme ni para enfrentarme a insufribles tácticas de ligoteo nipara protestar porque Trenton Maddox acabase de beberse el chupitocargadodeazúcar enelqueyono tenía elmenor interés.Peroantesdequepudiesecontestaramiamiga,tuvequeescupirelwhiskyqueacababadebeberme.—Oh,no.—¿Qué? —dijo Raegan, y se volvió en su silla. Inmediatamente, se
enderezómirandohaciamíconunamuecadedolorenlacara.MistreshermanosynuestroprimoColinveníanandandohacianuestra
mesa.Colin, el mayor de los cuatro y el único con un carné legal, fue el
primeroenhablar.—¿Peroquédemonios,Camille?Creíqueestanocheestabasfuera.—Misplanescambiaron—lesolté.Chase fueel segundoenhablar, comoya imaginaba.Eraelmayorde
mishermanosylegustabafingirqueeramayorqueyotambién.—Pues a papá no le va a hacer gracia que no vayas a comer con la
familiasiestásenlaciudad.—Nopuedenohacerlegraciasinoseentera—dijeyo,entrecerrando
losojos.Élretrocedió.—¿Porquéestástanborde?¿Tieneslareglaoqué?—¿En serio? —intervino Raegan bajando el mentón y subiendo las
cejas—.Estamosenpúblico.Maduraunpoco.—Osea,quetehadadoplantón,¿no?—preguntóClark.Adiferenciade
losdemás,Clarkpareciópreocupadodeverdad.Antes de quemediera tiempo a contestar, elmáspequeñode los tres
intervino.—Unmomento,¿esacagarrutadespreciabletehadadoplantón?—dijo
Coby.Loschicos solamente se llevabanoncemeses,demodoqueCobyacababadecumplirdieciochoaños.Miscompañerosdetrabajosabíanquemistreshermanospresentabancarnéstrucadosycreíanquemehacíanunfavor haciendo la vista gorda, pero la mayoría de las veces hubiesepreferido que no les dejasen entrar. Coby en especial seguíacomportándosecomounmocosodedoceañosquenoestabamuysegurodequéhacerconsutestosterona.Estabadetrásdelosotrossacandopechoysedejó sujetarporellospara impedirleque seenzarzaraenunapeleainexistente.—¿Quéestáshaciendo,Coby?—pregunté—.¡Sinoestáaquí!—Puesesverdadquenoestá,quénarices—replicóCoby.Serelajóy
chasqueó lasvértebrasdel cuello—.Darleplantónamihermanamayor.Levoyareventarlaputacara.—MeimaginéaCobyyaT.J.peleándoseyelcorazónsemepusoamil.CuandoT.J.eramásjovenyadabamiedo,yahoraeradirectamenteletal.Anadieseleocurriríatocarlelaspelotas,yCobylosabía.Demigargantasalióunsonidodeindignaciónymiréhaciaarribacon
gestodesesperado.—Buscaosotramesa,anda.LoscuatroarrimaronsendassillasparasentarsealrededordeRaegany
demí.Colinteníaelpelodecolorcastañoclaro,peromistreshermanoseran pelirrojos. Colin y Chase tenían los ojos azules. Clark y Coby,verdes.Notodos lospelirrojosson loquesediceguapos,peromis tres
hermanos eran tres tíos altos, musculados y extrovertidos. Clark era elúnico pecoso y de algunamanera las pecas le quedaban bien.Yo era larara,laúnicadeloshermanosconunamatadebuclesmorenosylosojosgrandes, redondos y azules claros. Más de una vez los chicos habíantratado de convencermede que era adoptada. Si no hubiese sido porqueeraelvivoretratodemipadre,enchica,talvezleshabríacreído.Toquélamesaconlafrenteygruñí.—Aunquemecuestacreerlo,eldíaacabadeempeorar.—Venga,Camille.Túsabesquenosquieres—dijoClark,dándomeun
empujoncito con el hombro. Al ver que no respondía, se inclinó parasusurrarmealoído—:¿Seguroqueestásbien?Conlacabezaagachadaaún,asentí.Clarkmediounaspalmaditasenla
espalda.Todossequedaroncallados.Levantélacabeza.Estabanmirandofijamenteaalgoquehabíadetrásde
mí.MedilavueltayviaTrentonMaddoxcondosvasosdechupitoyotracopaconunbrebajequesindudaparecíamenosdulzón.—Estamesa se ha transformado en una fiestamuy rápido—comentó
Trenton con una sonrisa de sorpresa, aunque no por ello menosencantadora.Chaseentornólosojos,sindejardemirarle.—¿Esese?—preguntó,indicándoleconlacabeza.—¿Qué?—dijoTrenton.La rodilladeCobyempezóa rebotar,y se inclinóhaciadelanteen su
silla.—Esél.Primeroledaplantónyluegosepresentaaquí.—Espera.Coby,no—dijeyo,levantandolasmanos.Cobyselevantó.—¿Túereselquetoreaamihermana?—¿Hermana? —replicó Trenton, y casi se le salen los ojos de las
órbitasmirándomeprimeroamíy luegoa los iracundospelirrojosqueteníasentadosaunladoyaotro.—Ay,Dios—dije yo, cerrando los ojos—.Colin, dile aCobyqueya
vale.Noesél.—¿Quién no soy? —preguntó Trenton—. ¿Es que tenemos algún
problemaaquí?Travisapareciójuntoasuhermano.Lucíaelmismogestodivertidoque
Trenton: losdosconsusdeslumbranteshoyuelosenlamejilla izquierda.
Habrían podido ser el segundo par de gemelos de su madre. Solo sediferenciabanenpequeñosdetalles,entreotrosqueTraviseradoso tresdedosmásaltoqueTrenton.Traviscruzó losbrazosdelantedelpecho, loquehizoquesusbíceps,
ya de por sí enormes, aumentasen de volumen. Lo único que evitó queestallase enmi silla fue ver que se le relajaban los hombros.No estabalistoparapelear.Demomento.—Buenasnoches—saludóTravis.LosMaddoxsabíandetectarlosproblemas.Oporlomenosesoparecía,
porquecadavezquehabíaunabronca,obienlaempezabanellosobienlaacababan.Ygeneralmentelasdoscosasalavez.—Coby,siéntateentusilla—leordené,entredientes.—No,nopiensosentarme.Estegilipollashainsultadoamihermanay
nopiensosentarmeenlaputasilla.RaegansegiróhaciaChase.—EstossonTrentyTravisMaddox.—¿Maddox?—preguntóClark.—Sí,¿quépasa?¿Todavíatienesalgoquedecir?—replicóTravis.Cobymeneólentamentelacabeza,sonriendo.—Puedotirarmelanocheenterahablando,hijode…Melevanté.—¡Coby!¡Que tesientes, joder!—dijeyo,señalandosusilla.Él tomó
asiento—.¡Hedichoquenoeraélylodecíaenserio!¡Yahoraquetodoelmundo se calme, coño!He tenido un día horroroso y he venido aquí atomaralgo,arelajarmeyapasarunratoagradable,¡malditasea!Ysiparavosotrosesoesunproblema,pueslargodemimesa,hostia.—Cerrélosojos y solté el resto de la perorata a gritos, como si estuviera loca deremate.Alrededordenosotroslagentenosmiraba.Jadeando,lancéunamiradaaTrenton.Élmeofrecióunacopa.Unadelascomisurasdesuslabiossecurvóhaciaarriba.—Creoquevoyaquedarme.
Capítulo2
Mimóvilsonóporterceravez.Locogídelamesilladenocheparaecharleunvistazo.EraunmensajedetextodeTrenton.
Arriba,perezosa.Sí,esati.
—¡Apaga el móvil, cabrona! ¡Que algunas tenemos resaca! —gritó
Raegandesdesucuarto.Lopuseen silencioy lodejéen lamesillaotravezparaque siguiera
cargándose.Joder.¿Perocómosemehabíaocurridodarleminúmero?Kody vino dando tumbos por el pasillo y asomó la cabeza por mi
puerta,conlosojosaúnmediocerrados.—¿Quéhoraes?—Nosonnilasocho.—¿Quiénestámandandomensajitosatumóvilsinparar?—Atiquéteimporta—respondígirándomesobreuncostado.Kodyrio
para sí y a continuación se puso a aporrear cacharros en la cocina,probablemente disponiéndose a dar de comer a su cuerpoultramegainmenso.—¡Odioatodoelmundo!—chillóRaegandenuevo.Mesentécon laspiernascolgandoporun ladode lacama.Librabael
findesemanaentero,algoquenomehabíapasadodesdeelúltimofindesemanaquemehabíacogidolibreparaveraT.J.,yélhabíacanceladolosplanes. Aquella vez me había dedicado a fregotear el piso al completohasta dejarme los dedos en carne viva, y a continuación había echado alavar todalaropasucia, lahabíapuestoasecaryhabíadobladohasta laúltimaprenda.MíaydeRaegan.Pero en esta ocasión no pensaba dedicarme a pasar la fregona por el
piso.Miré las fotosque teníapuestasen lasparedes,demishermanosy
mías,alladodeunademispadresydealgunosdelosdibujosquehabíaintentadohacerenelinstituto.Losmarcosnegroscontrastabanmuchoconel fondo blanco de todas las paredes del apartamento. Había idoarreglándolo para darle un airemás hogareño, comprando un juego decortinas con cada paga, por ejemplo. Y gracias a la tarjeta regalo dePotteryBarnquelospadresdeRaeganlehabíandadoporNavidad,ahorateníamosunavajillapreciosayunamesitadecentrodeestilorústico,conacabado de color caoba. Pero en gran parte el piso estaba como si noshubiésemosmudadohacíapoco,yesoqueyollevabaviviendoenéltresañosyRaeganmásdeuno.Noeralacasamásbonitadelaciudad,peropor lo menos era un barrio en el que había más familias jóvenes yprofesionales liberales solteros que niñatos universitarios ruidosos ymolestos.Además,estababastantelejosdelcampus,losuficienteparanotener que vérnoslas con los embotellamientos típicos de los días en quehabíaeventosdeportivos.Noeragrancosa,peroeranuestrohogar.Mimóvil emitió un zumbido. Puse los ojos en blanco, pensando que
seríaTrenton,ymereclinéparaverlapantalla.EraT.J.
Teechodemenos.Deberíamosestarhaciéndonosmimosenmicama,ynoloqueestoyhaciendoahora.
Caminopuederesponderteahora.Tieneresaca.Dejatumensajedespuésdelaseñal.PIII
¿Salisteanoche?
¿Pensabasqueibaametermeencasa,allorarhastaquedarmeroque?
Genial.Ahorayanomesientotanmal.
No,siguesintiéndotemal.Enrealidadestábien.
Quieroescuchartuvoz,peronotepuedollamarenestemomento.Intentaréllamarteestanoche.
Ok.
¿Ok?Vayadesperdiciodemensaje.
Currarsíqueesundesperdiciodefindesemana.
Touché.
Bueno,luegohablamos,supongo.
Notepreocupes,mepostraréatuspieslonecesarioenbuscadeperdón.
Esoespero.
Era difícil estar mucho rato enfadada con T. J., pero a la vez era
imposibleacercarseaél.Vale,llevábamossaliendoseismesesnadamás.Los tres primeros habían sido una pasada, y entonces le mandaron adirigir ese encargo tan importante. Cuando decidimos darle unaoportunidad a la relación a distancia, él me advirtió de cómo podríanponerse las cosas.Era laprimeravezque le encargabanocuparsedeunproyectoentero,yéleraunperfeccionista,acostumbradoadarmásdeloquelepedían.Comoeraelencargomásgordoenelquehabíatrabajadoensuvida,T.J.queríaestarsegurodequenoselepasaranadaporalto.Eraimportante,fueseloquefuese.Enelsentidodeque,sitodosalíabien,conseguiríaunascensoalucinante.Unanoche,muytarde,mehabíadichoque tal vez podría permitirse vivir en una casa más grande y quepodríamos hablar de la posibilidad de que yo me mudase allí el añopróximo.Yo preferiría estar en cualquier sitio que no fuese aquí. Vivir en una
ciudad universitaria tirando a pequeña cuando tú no estás precisamenteestudiandoenlauniversidadnoeslomásguaydelmundo.Launiversidadensí,laEasternStateUniversity,noteníanadademalo:erapintorescaybonita. Me había pasado la vida entera, desde que tenía uso de razón,deseando estudiar allí, pero después de exactamente un año en laresidenciadeestudiantes tuvequemudarmeaunapartamentoyosola.Ypormucho que un piso paramí representara un refugio a salvo de laschorradasdelavidaestudiantil,laindependenciaacarreósusdificultades.Solopodíaasistiraunascuantasclasesalsemestre,yenvezdeterminaresteañolacarrera,aúnibaporsegundo.Los numerosos sacrificios que había hecho para mantener la
independencia que necesitaba eran precisamente la razón por la que nopodíarecriminarleaT.J.quehiciesesacrificiosporlasuya.Auncuandolasacrificadafueseyo.
Lacamasehundióligeramenteamiespaldaylassábanasselevantaron.Unamanitaheladatocómipielydiunbrinco.—¡Coño,Ray!Quitadeencimatussuciasmanos,queestáshelada.Ellaserioymeabrazóaúnmásfuerte.—¡Ya empieza a refrescar por lasmañanas!Kody está preparando su
docenadehuevosrevueltosomás,ylacamasemehaquedadocongelada.—¡Porfavor,comecomouncaballo!—Esqueesdeltamañodeuncaballo.Entodassuspartes.—Puaj. Puaj, puaj, puaj —repuse yo, tapándome las orejas—. No
necesitoesaimagenaestashorasdelamañana.Ninunca.—Bueno,¿quiéneselquenoparademandartemensajitos?¿Trent?Mevolvíparaversuexpresión.—¿Trent?—¡Ah,notehagaslamodositaconmigo,CamilleRenee!Vilacaraque
pusistecuandoteofrecióaquellacopa.—Nopuseningunacara.—¡Puesclaroquesí!MelancéhaciaelbordedelacamaparaempujaraRaegan,hastaquese
dio cuentademis intenciones,momentoenque soltóungritoy cayóalsueloconungolpesordo.—¡Peroquésermásmalvadoyhorribleeres!—¿Yosoymalvada?—repliqué,asomándomeporelfilodelacama—.
Pues yo no le tiré la cerveza a una tía solo porque quería recuperar sumesa.Raegansesentóconlaspiernascruzadasysuspiró.—Tienesrazón.Meportécomounagrandísimazorra.Lapróximavez
prometoponerlelachapaantesdetirarla.Metumbébocaarribaconlacabezaenlaalmohadayclavélavistaenel
techo.—Notienesremedio.—¡Adesayunar!—exclamóKodydesdelacocina.Lasdossalimosdisparadasdemicuarto,muertasde risa,averquién
cruzabaanteslapuerta.Raeganllevabamediosegundosentadaeneltaburetedelaencimeradel
desayuno cuando llegué y lo derribé de una patada. Aunque aterrizó depie,sequedóboquiabierta.—¡Telaestásbuscandohoy!
Di un primer mordisco al bagel de canela y pasas con crema demanzana y gemí al sentir aquella maravilla cargada de caloríasderritiéndoseenmiboca.Kodyhabíapasadosuficientesnochesennuestropiso para saber que no soportaba los huevos. Pero desde queme habíapreparado un desayuno alternativo, perdoné el olor asqueroso a huevosqueinundabalacasacadavezquesequedabaadormir.—Bueno—dijoKodyconlabocallena—,TrentMaddox.Yosacudílacabeza.—No.Niempieces.—Puesparecequeyahasempezadotú—dijoKodyconsonrisapícara.—Os ponéis como si me hubiese enrollado con él. Estuvimos
charlando.—Tetrajocuatrocopas.Ytúledejaste—intervinoRaegan.—Yteacompañóalcoche—agregóKody.—Yosdisteislosteléfonos—rematóRaegan.—Tengo novio—dije yo, un tanto altiva y tal vez un poquito ñoña.
Cuandomeatosigabanmedabaporhacercosasasíderaras.—Alquenohasvistodesdehacecasitresmesesyqueendosocasiones
tehaobligadoacancelarplanesparaunaescapada—dijoRaegan.—Osea,queesunegoístaporestarentregadoasutrabajoyporquerer
mejorarensuprofesión,¿no?—pregunté,aunqueenelfondonoqueríaoírlarespuesta—.Todossabíamosqueestoibaapasar.T.J.fuesincerodesde el primer momento sobre lo exigente que podría ser su trabajo.¿Porquésoylaúnicaquenosesorprendeahora?Kody y Raegan se cruzaron unamirada y continuaron comiendo sus
asquerososfetosdepollito.—¿Quéplanestenéisparahoy?—pregunté.—Yo voy a comer a casa de mis padres —dijo Raegan—. Y Kody
también.Medetuveamediobocadoymequitéelbageldelaboca.—¿Enserio?Esoesunpasoimportante,¿no?—dijesonriendo.Kodysonriótambién.—Yamehaadvertidosobresupadre.Noestoynervioso.—¿No?—pregunté,incrédula.Élnegóconlacabeza,perolevimenosseguro.—¿Por?—EsmilitarretiradodelaArmadayRaegannoessolosuhija.Essu
única hija. Es un hombre que se ha pasado la vida luchando por laperfecciónytratandodesuperarsiempresuspropioslímites.¿Creesquevasaentrarporlapuertadesucasa,amenazandoconrobarlemástiempoyatencióndeRaegan,yqueélsimplementetevaadarlabienvenidaasufamilia?Kodysehabíaquedadomudo.Raeganmemiróentornandolosojos.—Gracias,amiga.—LediounaspalmaditasaKodyenlamano—.Ami
padrealprincipionadielecaebien.—Salvoyo—dije,levantandounamano.—SalvoCami.Peroellanocuenta.Norepresentaningunaamenazapara
lavirginidaddesuhija.Kodyhizounamueca.—¿EsonofueconJasonBrazil,hacecomocuatroaños?—Sí.Peromipadreno lo sabe—respondióRaegan,un tantomolesta
por que Kody hubiese mencionado El Nombre Que No Hemos dePronunciar.Jason Brazil no era mal chico, solo hacíamos como si lo fuese.
Habíamos ido al mismo colegio los tres, pero Jason era un año máspequeño.Elloshabíandecidido«sellareltrato»antesdequeRaeganfuesealauniversidad,conlaesperanzadequeaquelloafianzasesurelación.Yopenséquesecansaríadetenerunnovioqueaúnibaalinstituto,peroellaeraunanoviaentregadaypasaban lamayorpartedel tiempo juntos.NomuchotiempodespuésdequeJasonempezaseelprimerañodesucarrerauniversitaria,enlaESU,lasmaravillasdelavidaestudiantil, ingresarenuna fraternidad y ser el mejor jugador novato del equipo de fútbolamericano de la Eastern State le tenían ocupado, y el cambio generódiscusionesnocturnas.Élrompiólarelaciónrespetuosamenteyjamásdijounasolapalabranegativadeella.PeroaRaeganladesfloróydespuésnocumplióconsupartedeltrato:pasarelrestodesuvidaconella.Yporesarazónseconvirtióporsiemprejamásenelenemigodeestacasa.Kodyterminósuplatodehuevosyacontinuaciónsepusoarecoger.—Tú has preparado el desayuno. Yo me ocuparé de eso —dije,
apartándoledellavaplatos.—¿Yquévasahacertúhoy?—mepreguntóRaegan.—Estudiar.Redactarese trabajoque tengoqueentregarel lunes. Igual
meducho,igualno.Yloqueseguroquenopiensohacerespasaraveramis padres para explicarles por quénomehe idode viaje comoestaba
previsto.—Comprensible—dijo Raegan. Ella sabía la verdadera razón. Ya les
habíadichoamispadresquememarchabaaveraT.J.yellosquerríansaberporquéotravezélmehabíadejadotirada.Nolescaíabien,yadeantes,yyonoteníaelmenorinterésenperpetuareldisfuncionalciclodehostilidadquesecreabacuandomásdeunodelafamiliaseencontrabaenlamismahabitación.Mipadresepondríademalas,aunquesiempreestabaasí,yalguienhablaríamásde lacuenta,comonospasabasiempre,ymipadresepondríaadarvoces.Mimadrelesuplicaríaquedejasedegritar.Ynosécómo,dealgunamanera,alfinalsiempreseríaculpamía.«Eres idiota por fiarte de él,Camille.Esdemasiado reservado», diría
mipadre.«Nomefíounpelo.Tieneunamanerademirarqueparecequeloestájuzgandotodo…».Peroesaeraunadelasrazonesporlasquemehabíaenamoradodeél.
T.J.mehacíasentirsupersegura.Comosi,fueraadondefueraopasaseloquepasase,meprotegiese.—¿SabeT.J.queanochesaliste?—Sí.—¿SabelodeTrent?—Nomepreguntó.—Élnuncapreguntaloquehacescuandosales.SiTrentfueseunasunto
sinimportancia,seguramenteselohabríasmencionado—razonóRaeganconunasonrisilla.—Cállate.IdosacasadetuspadresyquetupadretortureaKody.KodyfrunciólascejasyRaegan,sacudiendolacabezaydándoleunas
palmaditasensugigantescohombro,sefueconélasucuarto.—Lodiceenbroma.Cuandounpardehorasmás tardeRaeganyKodysemarcharon,abrí
mis libros y mi portátil y comencé a redactar mi trabajo sobre lainfluenciadelosordenadorespersonalesenlaeducación.—¿Peroaquiéncoñoseleocurreestamierdadetemas?—protesté.Unavezqueeltrabajoestuvoredactadoeimpreso,mepuseaestudiar
para el examen de Psicología que tenía el viernes. Quedaba casi unasemana pero la experienciame había enseñado que si esperaba hasta elúltimo momento surgiría cualquier asunto imposible de eludir. En eltrabajonopodía estudiar, precisamente, y ese examenera especialmentedifícil.
Sonóunpitidodemimóvil.OtravezeraTrenton.
Estoesnuevo.Nuncamehabíapasadoqueunachicamediesesunúmeroyluegopasasedemí.Mereí.Cogíelmóvilconlasdosmanosypulséenlasletras.
Noestoypasandodeti.Estoyempollando.
Undescansito?
Nohastaquehayaacabado.
Vale,yluegocomemosjuntos?Memuerodehambre.
¿Habíamoshechoplanesparacomer?
Túnocomes?
…sí.¿Y?
Vale.Túplaneascomer.Yoplaneocomer.Comamos.
Tengoqueestudiar.
Vale…ComemosDESPUÉS?
Nohacefaltaquemeesperes.Adelante.
Yaséquenohacefalta.Peroquiero.
Peroyono.Asíqueadelante.
vale.Puseelmóvilensilencioylometídebajodelaalmohada.Suinsistencia
resultabatanadmirablecomomolesta.SabíabienquiéneraTrenton,porsupuesto.EnEakinsHighhabíamos idoa lamismaclase.Lehabíavistotransformarsedecríosucioymocosoquemordisqueabaloslápicesrojosy se comía el pegamento en el hombre alto lleno de tatuajes yexageradamente encantador que era ahora.Desde elmomento en que se
sacó el carné de conducir, había ido ligándose una por una a todasmiscompañerasdeclasedel institutoya todaslaschicasdelafacultadenlaEasternState,yjuréquejamásseríayounadeellas.Yéltampocolohabíaintentado. Hasta ahora. No quería sentirme halagada, pero costaba nosentirse así después de ser una de las pocas hembras con las que niTrentonniTravisMaddoxhabíanintentadoacostarse.Supongoqueeralapruebadequenopodíasertotalmentehorrenda.T.J.eraguapoderevista,y ahora Trenton memandaba mensajes. No estaba segura de qué habíacambiadoenmíentreelcolegioylauniquehubieseatraídolaatencióndeTrenton,peroyosísabíaloquehabíacambiadoparaél.HacíamenosdedosañoslavidadeTrentonhabíadadoungiro.Ibaen
el asiento del acompañante del Jeep Liberty de Mackenzie Davis, decaminoaunafiestaconhogueraporlasminivacacionesdeprimavera.ElJeepquedócasi irreconociblecuandolo trajeronaldíasiguienteencimadeuncamióngrúa, igualqueTrentoncuandovolvióaEastern.Elcargode conciencia por la muerte de Mackenzie lo tenía consumido, noconseguíaconcentrarseenclaseyamediadosdeabrildecidiómudarseacasa de su padre y dejar colgados los estudios. En noches con pocomovimientoenelRedDoor,Travishabíamencionadocosassueltassobresuhermano,peronosabíamuchomásdeél.Después de otramedia hora estudiando ymordiéndome las uñas casi
inexistentes,empezaronarugirmelastripas.Fuihastalacocinaandandoparsimoniosamenteyabrílanevera.Aliñoranchero.Cilantro.¿Quécoñohacelapimientanegraenlanevera?Huevos,puaj.Yogurdesnatado.Aúnpeor.Abríelcongelador.Bingo.Burritoscongelados.Estaba a punto de pulsar los botones del microondas cuando alguien
llamóalapuertaconlosnudillos.—¡Raegan!¡Dejadeolvidartelasdichosasllaves!Descalza como estaba, rodeé la encimera del desayuno y recorrí la
moqueta beis. Giré el cerrojo y tiré de la pesada puerta metálica, einmediatamente crucé los brazos para taparme los pechos. Solo llevabauna camiseta blanca ajustada, sin sujetador, y los pantalones cortos.TrentonMaddoxestabaenelumbraldelapuerta,condosbolsasblancasdepapel.—Lacomida—anunciósonriendo.Mi boca imitó su sonrisa,medio segundo, y entonces el gesto seme
borrórápidamente.
—¿Cómosabíasquevivíaaquí?—Hepreguntado—respondióél,yentródirectamente.Dejólasbolsas
enlaencimerayempezóasacarenvasesdecomida—.DelGoldenChick.Elpurédepatatasquehacenylasalsamerecuerdanalosdemimadre.Enrealidad,noestoysegurodeporqué.Norecuerdosusplatos.El fallecimiento de DianneMaddox había conmocionado a la ciudad.
Estaba metida en la Asociación de Padres y Profesores y en laorganización de la liga juvenil solidaria, y había sido entrenadora delequipo de fútbol de Taylor y Tyler durante tres años antes de que lediagnosticaranuncáncer.Queéllamencionasedeunamaneratannaturalmepillódesprevenida,aunquesupongoquenodeberíahabermechocado.—¿Siempre te presentas por sorpresa en el piso de una chica con un
cargamentodecomida?—No,peroyatocaba.—¿Yatocabaelqué?Memiróconcaradenoentender.—Comer.Semetióenlacocinaysepusoaabrirarmarios.—¿Yahoraquéestáshaciendo?—¿Platos?—preguntó.Señaléelarmariocorrespondienteyélsacóunpardeplatos, losdejó
enlaencimerayacontinuacióncomenzóaservirpurédepatatas,salsaymaíz,yarepartirelpolloequitativamente.Hechotodoesto,semarchó.Mequedéalladodelaencimera,enmitranquiloapartamentito,conlos
aromasapolloysalsaimpregnandoelaire.Estonomehabíapasadoenlavidaynoestabaseguradecómodebíatomármelo.De repente, la puerta se abrió y allá que entró de nuevo Trenton,
ayudándose conunpiepara cerrarla al pasar.Llevaba en lasmanosdosvasosgrandesdepoliexpanconsendaspajitasasomandoporarriba.—Esperoque teguste laCoca-Coladecereza,muñeca,porque, sino,
novamosahacerbuenasmigas.—Depositólasbebidasjuntoacadaplatoy,levantandolavistahaciamí,tomóasiento—.¿Y?¿Nopiensassentarteoqué?Mesenté.Trentonsemetióenlabocaunaprimeracargadetenedory,trasdudar
unosinstantes,leimité.Eracomotenerenlalenguaunpedazodeparaíso;unavez quehube empezado, la comida simplemente fue desapareciendo
demiplato.TrentonlevantóenaltoelDVDdeLalocahistoriadelasgalaxias.—Yaséquedijistequeestabasempollando,asíquesinopuedes,pues
nada,peroselacogíprestadaaThomaslaúltimavezquevinoporaquíyaúnnolahevisto.—¿La loca historia de las galaxias? —pregunté yo, levantando una
ceja.LahabíavistomillonesdevecesconT.J.Eraunpococomosifuesenuestrapeli.NopensabaverlaconTrenton.—¿Esoesunsí?—No.Hasidotodoundetallazoquemetrajeraslacomida,perotengo
queestudiar.Seencogiódehombros.—Puedoayudarte.—Tengonovio.ATrentonesoledejótanancho.—Puesnoejercemucho.Nuncalehevistoelpelo.—Noviveaquí.Está…EstáestudiandoenCalifornia.—¿Ynovienenuncaacasaaverasugente?—Todavíano.Estámuyliado.—¿Esdeaquí?—Esonoesasuntotuyo.—¿Quiénes?—Tampocoesasuntotuyo.—Chachi—dijo,ysepusoarecogerlosenvasesvacíosyatirarlosal
cubodelabasura.Cogiómiplato, luegoelsuyoylesdiounaguaenelfregadero—.Tienesunnovioimaginario.Entendido.Abrílabocapararebatírselo,peroélsefuehaciaellavaplatos.—¿Estosestánsucios?Asentí.—¿Trabajas esta noche? —me preguntó mientras iba metiendo los
platos en la máquina. Luego se puso a buscar el detergente. Cuando loencontró,vertióunpocoenelpequeñodepósitoalefectoycerrólapuertadelaparato,traslocualpulsólatecladeencendido.Lacocinasellenódelronroneosedantedelamáquina.—No,tengoelfindesemanalibre.—Increíble,yotambién.Luegomepasoarecogerte.—¿Qué?No,yo…
—¡Hasta las siete!—La puerta se cerró y de nuevo el piso quedó ensilencio.¿Quéesloqueacabadepasar?Mefuicorriendoamicuartoycogíel
móvil.
Yonovoyaningunapartecontigo.Yatlohedicho:tengonovio.
Mmm,vale.Se me descolgó la mandíbula. El tío no pensaba aceptar un no por
respuesta.¿Quépodíahacer?¿Dejarquesepusieraaaporrearmipuertahasta que se hartara? Sería pasarme mucho. ¡Pero es que él se estabapasandounmontón!¡Ylehabíadichoqueno!No había motivos para sulfurarse. Raegan volvería a casa,
probablementeconKody,yellapodríadecirlequemehabíaido.Conotrapersona.Esoexplicaríaporquémicocheseguíaaparcadoensusitio.Pero qué lista era. Lo bastante lista para haber sabido guardar las
distanciasconTrentontodosestosaños.Yolehabíavistoligar,seduciryesquivar a chicas desde que éramos unos críos.No había absolutamenteningún truco al que Trenton Maddox pudiese recurrir para el cual noestuvieseyopreparadadeantemano.
Capítulo3
Alassieteenpuntoestabadobladaporlacintura,secándomeelpelocon el secador, con la cabeza hacia abajo. El vaho que había llenadonuestrominúsculocuartodebañocompartidoempañabaelespejo,porloquenoteníasentidointentarvermeenél.Lafinústicatoallaraídaquemehabíapuestoalrededordelpechoapenasmetapaba.Necesitábamostoallasnuevas.Necesitábamosdetodo.Raegannovolvióacasahastapasadas lasseis,demodoque tuveque
explicarle a toda pastilla mi plan para que supiese exactamente cómolibrarsedeTrenton.AlassieteycincomepusemisudaderafavoritaconcapuchayconellogodelaEasternState,ylospantalonesgrisesajuego.AlassieteydiezRaegansetumbóenelsofáconsucuencodepalomitas,hundiéndoseentre loscojinesazules,con lasmallasdedeportedecolorazulmarinoylacamisetaajustadaconestampadodeflorecitas.—Meparecequeleconvencistetúmisma.—Genial —dije, sentándome en el reposabrazos casi sin relleno del
sofá.—Tú dirás que genial, pero en la cara se te nota una leve pizca de
decepción.—Cochinamentirosa—repliqué,ycogíunpuñadodepalomitasqueme
metíenteroenlaboca.Estaba empezando a relajarme, mientras peroraba la molesta voz de
Padredefamilia,cuandosonóeltimbredecasa.Raeganfueaabrir,dandotraspiés y tirando palomitas por todas partes, y yo me escabullí a micuarto. Raegan giró el cerrojo y el pomo y entonces oí su vozamortiguada.Trasunbrevesilencio,otravoz,muchomásgrave,resonóenelapartamento.EraTrenton.Hablaron un poco y Raegan me llamó. Me tensé, no sabía bien qué
hacer.¿Intentabademostrarlequenomeencontrabaencasa?Lapuertade
micuartoseabrióderepente.Instintivamente,retrocedídeunsaltoantesdequemedieseenlasnarices.Raeganestabaantemíymemirabaconceñofruncido.—Juegasucio.Sacudílacabeza.Noestabaseguradesidebíahablarenvozaltaono.Ellaseñalóconlasuyahaciaunlado,paraindicarlapuertadecasa.—Salaverlotúmisma.Larodeéysalíalpasillo,desdedondeviaTrentonenelsalón,depie,
sosteniendoenunamanounminiabriguitoqueparecíaunaboladepelorosa.Asu ladohabíaunaniñapequeña.Era impactante.Susojosverdes,enormes, eran como dos telescopios y cada vez que pestañeabadesaparecían tras sus largaspestañasnegras.Sus cabellos rubiosplatinodescendíancomounacascadaporencimadesushombrosydesuespalda.Retorcíaconsusdeditosalgunashebrasdesujerseydecolorverdementa,sindejardemirarmeconcuriosidad.Trentonindicóconelmentónhacialapersonitadiminutayperfectaque
teníaallado.—TepresentoaOlive.Suspadrescompraron lacasacontiguaa lade
mispadreshacedosaños.Somosamigos.Olivesevolvióyseabrazó tranquilamentea lapiernadeTrenton.No
porque estuviese asustada o se sintiese intimidada; simplemente teníaconfianzasuficienteconélparaaferrárseledeesamanera.—Hola, Olive —dije—. ¿Cuántos años tienes? —¿No era lo que se
suelepreguntaralosniños?Noestabasegura.—Tengocincoañoz—respondióconconfianza.Suvozdulceyalavez
enérgicaeraprobablementeelsonidomásadorablequehabíaoídoenmivida. Levantó una mano separando todo lo que pudo sus deditosregordetes,conlapalmahaciamí.Cuandotuvolacertezadequeyohabíaentendidoelgesto, lamanitaregresóalosvaquerosdeTrenton—.TuentmedijoqueibaallevarmealChickenJoe’s,peroquenopodemosirhaztaque tú estez lista.—Pestañeó, pero no sonrió. Lo decía en serio, y meestabahaciendoabsolutamenteresponsabledetodoslossegundosdemásquetuviesequeesperar.Letaladréconlamirada.—Conqueesotedijo,¿eh?Trentonselimitóaencogersedehombrosysonreír.—¿Estáslista?
Memirélospantalonesdechándal.—Esobvioqueno,perodeduzcoquenodeberíahaceresperaraOlive.—No. No deberías hacerla esperar —respondió Trenton. Ni siquiera
fingióvergüenza.Cabrón.Conteniéndome para no gruñir ni soltar tacos ni hacer cualquier otra
cosa que pudiese asustar aOlive,me retiré ami habitación. SustituímisudaderaconcapuchaporunacamisetaHenleytérmicadecolorladrillo,ylos pantalones de chándal por unos vaqueros gastados. Cuando estabaponiéndomelasbotas,Raeganabriólapuerta,entróycerró.—Olivequierequetedigaqueporfavortedesprisa—dijo,haciendo
esfuerzosporaguantarlarisa.—Cierra la boca—repuse, levantándome.Me eché rápidamente unos
polvosdemaquillaje,mepeinélaspestañasconelaplicadordelrímel,mepuse a toquecitos un brillo natural en los labios y salí al salón, dondeseguíanesperándomedepieTrentonyOlive.—Lista—anuncié,sonriendo.AOlive.ATrentonnopensabasonreírle
niunavez.Olivealzólavistahaciaél.—¿AhorapodemosirnosalChickenJoe’s?—Antes,aponerseelabrigo.Oliveaccedióyacontinuación,limpiándoselanarizconeldorsodela
mano,volvióapreguntar:—¿Ya?—Sí,señorita—respondióél,yabriólapuerta.OlivesonriódeorejaaorejacuandoseabriólapuertayaTrentonsele
alegró la cara, pues era evidente que estaba contento de haberla hechofeliz.Yo salí por delante de él sin mediar palabra. Mientras andaba en
direcciónalaparcamiento,losdeditosdeOlivesecogierondemimano.Supieleraexactamentetancálidaysuavecomoparecía.Trenton abrió la puerta del acompañante de su maltrecho Dodge
Intrepid, que en algunas partes tenía la pintura descolorida y en otrasdirectamenteselehabíacaído.EchóhaciadelanteelasientoyayudóaOliveasubiralasientotrasero.
Luego,atóelcinturóndesusillainfantil,decolorrosa.Yomeasoméaolisquear.—¿Nofumasdentrodelcoche?
—Sí, pero limpio bien la noche antes de quedarme con Olive y novuelvoa fumar en él hastaque ladejo en su casa.Nohuele.—Volvió aponerelasientodelacompañanteensuposiciónoriginaly, tendiéndomelamano,meinvitóasubir.—Nosabescómotelovoyahacerpagar—susurréalpasarporsulado
parasentarme.Élsonrió.—Ardoendeseos.Trentoncerrólapuertayrodeóelmorrodelcochealacarrerillapara
meterse de un salto en el asiento del conductor. Pasó el cinturón deseguridadpordelantedesutorsoyloenganchóenelcierre,traslocualmemiróconcaradeesperaralgo.—Abróchateomulta—dijoOlivedesdeelasientodeatrás.—Oh —dije yo, y me volví para coger el cinturón de seguridad y
realizar la operación que Trenton acababa de ejecutar. En cuanto elenganchehizoclicensusoporte,Trentonencendióelmotor.CruzamoslaciudadcaminodelChickenJoe’scasiensilencioabsoluto,
salvoporlaspreguntasquedetantoentantohacíaOliveparamantenerseinformada.Casiencadasemáforoqueríaqueledijésemoscuántascallesquedabanparallegaranuestrodestino.Trentoncontestabapacientemente.Y cuando nos encontrábamos a una manzana del restaurante, los doshicieron una especie de pequeño ritual de celebración, moviendo lasmanos.Trenton aparcó el coche delante del Chicken Joe’s, apagó el motor,
salióyvinoapasoligerohastamiladoparaabrirlapuerta.Meayudóasalirconunamanoyacontinuaciónempujóhaciadelanteelasiento,soltóelcinturóndeOliveyladejóenelsuelo.—¿Hastrajidomonedas?—preguntóconsulenguadetrapo.—¡Ja!—exclamóTrenton,haciéndoseelofendido—.¿Perotúcreesque
tedejanentrarenelChickenJoe’ssinllevarmonedasencima?—Yocreoqueno—respondióOlive,negandoconlacabeza.TrentonletendiólamanoyOlivelediolasuya,yentoncesmetendióa
mí la otra mano. Yo la envolví con la mía y nos fuimos los tres alrestaurante.ChickenJoe’shabíaformadopartedelpaisajeurbanodeEakinsdesde
antesdequeyonaciera.Mispadresnoshabíanllevadodepequeñosunaodosveces,peroyonohabíavueltodesdelosañosnoventa.Seguíaoliendo
un montón a grasa y especias, que además lo pringaban todoabsolutamente, hasta el suelo de baldosas verdes, cubiertas de una finapelícula.Olive y yo seguimos a Trenton hasta un reservado, al otro lado del
restaurante. Había niños corriendo por todo el local y prácticamentesubiéndoseporlasparedes.Laslucesmulticoloresdelagramolagiganteydelasmáquinasdejuegosdabanlasensacióndeintensificarlosgritosylasrisas.Trenton rebuscó en los bolsillos de los vaqueros y sacó las manos
llenasarebosardemonedasde25centavos.Olivecontuvolarespiración,extasiada, cogió todas las que pudo en su mano regordeta y saliócorriendo.—Tú ni siquiera te sientesmal por aprovecharte de esa pobre niñita,
¿verdad?—lepregunté,cruzandolosbrazosporencimadelamesa.Trentonseencogiódehombros.—Asíyocenocontigo.Ellapuedejugar.Ysuspadrespuedenpasarla
veladaasolas.Losdossalimosganando.Lostres.—Negativo. Yo no entro en la categoría ganadora, obviamente, dado
quehevenidoaquíbajocoacción.—Quéculpatengoyodehaberidounpasopordelante.—Aprovecharsedeunaniñanoesunabuena tácticaparaunaprimera
cita.Noesprecisamenteunrecuerdoquedespuésquerráscompartirconalguien.—¿Yquiénhadichoqueesto fueseunacita?Esdecir…, si te apetece
llamarlounacita,genial,perocreíaqueteníasnovio.Casime atraganté conmi propia saliva. Pero prefería eso a ponerme
comountomate.—Perdonaporhaberpensadoquenocoaccionasacualquiera.—Yesverdad.Esteesuncasoespecial,notequepaduda.—Tú sí que eres un caso especial —refunfuñé, mientras trataba de
encontraraOliveentrelamiríadaderostrosinfantiles.Estabaintentandollegar con sus bracitos a los lados de lamáquina de pinball, y entoncesoptóporinclinarseaunladoyluegoalotro.—Deduzcoquesiguesteniendoaesenovio—dijoTrenton.—Noesasuntotuyo,perosí.—Pues entoncesnohaydudadeque estono es una cita.Porque si lo
fuera,estarías…Bueno,nolovoyadecir.
Lemiréentornandolosojos.—Miraquesacolamanoytepegounguantazo.Élrioentredientes.—No,novasahacernadadeeso.¿Quieresquelasiguientegeneración
deEakins,Illinois,alcompletocreaqueeresunogro?—Meimportauncomino.—Puesnodebería.Lacamareravinohastanosotrosandandocomounpato,conlaespalda
haciaatrás,lejosdesupanzaoronda.Parecíaembarazadadesietemeses.Sucamisetatipopolo,decolorverde,aduraspenasletapabaelbombo.Depositóennuestramesaunapequeñabebidacontapaypajitayunacoparoja,másgrande,llenadeunasustanciamarrónconburbujas.—Hola,Trent.—Quétal,Cindy.Deberíasestarencasaconlospiesenalto.Ellasonrió.—Siempremediceslomismo.¿Quévaaquerertuamiga?LevantélavistahaciaCindy.—Soloagua,porfavor.—Ahílatienes.—MiróaTrenton—.¿AOliveletraigolodesiempre?Élasintió.—PerocreoqueCamivaanecesitarunacarta.—Ahoravuelvo—dijoella.Trentonseinclinóhaciamí.—Deberíasprobarelplatode tres racionesconpatatas fritasdulcesy
ensaladadecol.Porque…Joder.Amiespalda,untipogritó:—¡Christopher!¡Hedichoquemuevastuculohastaaquíytesientes!Trentonseinclinóparaecharunvistazodetrásdemíyarrugólafrente.
Unchavalíndeunosochoañosllegócorriendoysedetuvomáscercademíquedesupadre,esperandoalgo.—¡Siéntate!—bramóelpadre.Elniñoobedecióyvolvió lacarapara
verjugaralosotrosniños.Trenton trató de ignorar la escena que tenía lugar detrás de mí y se
inclinósobrelamesa.—¿SiguegustándotetutrabajoenelRedDoor?Yorespondíquesíconlacabeza.—Comotrabajonoestámal.YHankesmajo.
—¿Porquénohastrabajadoestefindesemana?—Mehecogidounpardedías.—¡Queteestésquieto!—vociferóelpadrequeteníadetrásdemí.Trasunbrevesilencio,Trentonprosiguió:—Puesqueríadecirteque,sinoestáscontentaenelbar,estánbuscando
recepcionistaenelestudio.—¿Quéestudio?—Miestudio.Osea,elestudiodondetrabajo.—¿Quieren contratar a alguien en SkinDeep? Pensaba que Cal hacía
atenderlasllamadasalprimeroquenotuvieranadamejorquehacer.—PuesdicequeenThirty-FourthStreetInktienenaunatíabuenorraen
elmostradorypiensaqueéltambiénnecesitauna.—Unatíabuenorra—repetíyo,impávida.—Esas fueron sus palabras, no lo he dicho yo —repuso Trenton,
buscando a Olive entre la gente. No le hizo falta buscar mucho. Sabíadóndeestaría.—Legustaelpinball,¿eh?—Lechifla—dijoél,sonriendohaciaOlivecomounapadreorgulloso.—¡Coño,Chris! ¿Peroquénarices te pasa?—gritó el padreque tenía
detrásdemí,levantándosedesusillaalmismotiempo.Mevolvíyviunvaso volcado y a un niño pequeño mirando muy agobiado el regazomojadodesupadre—.¿Porquémemolestarésiquieraentraerteasitiosasí?—gritó.—Esomismomepreguntabayo—intervinoTrenton.El padre se volvió. Dos hondas arrugas horizontales le surcaban el
centrodelafrente.—Vamos,querealmentenoparecequequieraquesuhijocorra,juegue
olopasebienengeneral.¿Porquéletraeaquísisolamentequierequeseestésentadoyquieto?—Atinadietehapreguntado,gilipollas—replicóelhombre,ynosdio
laespalda.—No,perosisiguehablándoleasíasuhijo,voyapedirlequesalgadel
local.Elhombrevolvióamirarnosyempezóahablar,peroalgoenlamirada
deTrentonlehizopensárselomejor.—Eshiperactivo.Trentonseencogiódehombros.
—Ah,tío,yalopillo.Estáaquíporusted.Seguramentehabrátenidoundíamuylargo.Lasarrugasdeencimadelosojosdelhombreseatenuaron.—Puessí.—Entonces déjele que se desfogue un poco. Estará agotado cuando
llegueacasa.Esunpocoabsurdotraerleaunlocalconmaquinitasyquesesulfureustedcuandoelchicoquierejugar.Al hombre se le ensombreció el semblante de vergüenza. Movió la
cabeza afirmativamente varias veces y, volviéndose, bajó el mentónmirandoasuhijo.—Perdona,nene.Veajugar.Al crío se le iluminaron los ojos y salió de un salto del asiento del
reservadoparairamezclarseconlatropadefelicesniñosquenoparabade moverse. Tras unos instantes de incómodo silencio, Trenton entablóconversaciónconelhombreysepusieronahablardedónde trabajaban,deChristopher y deOlive.Al final nos enteramos de que el hombre sellamabaRandallyque sehabía separadohacíapoco.LamadredeChriseraadictayvivíaconsunovioenlaciudadmáspróxima.AChrisleestabacostando acostumbrarse a su nueva vida. Randall reconoció que a éltambién.Cuandollególahorademarcharse,RandallletendiólamanoaTrenton y este se la estrechó. Christopher observó a los dos hombres,sonrióylediolamanoasupadre.Semarcharonlosdosconunasonrisaenlacara.CuandoaOliveseleacabaronlasmonedas,vinoasentarsealamesa,
frenteasuplatodedoradastirasdecarnedepollo.Trentonlepusoenlasmanos un chorrito de un producto desinfectante y ella se las frotó y acontinuacióndevorótodoloqueteníaenelplato.Trentonyyopedimoslaversiónadultadelmismomenúylos tres terminamosprácticamentea lavez.—¿Tarta? —preguntó Olive limpiándose la boca con el dorso de la
mano.—Nosé—respondióTrenton—.Laúltimaveztumadresepusocomo
unafieraconmigo.Me gustaba cómo le hablaba.Nada condescendiente. Le hablaba igual
quemehablabaamí,yparecíaqueellalovaloraba.—¿Quéopinas,Cami?¿Tegustanlaspacanas?Olivemeobservóconmiradasuplicante.
—Sí.LosojosentreverdeyazulzafirodeOliveseiluminaron.—¿Podemoscompatila?Meencogídehombros.—Yopodríaconlatercerapartedeunatarta.Trent,¿quierescompartir
tútambién?Cindy miró hacia Trenton y él aprovechó para hacerle una señal
levantando el dedo índice. Ella entendió lo que quería decir ymovió lacabezaengestoafirmativo.Cuandovolvióhastanosotrosconelplatoenunamanoytrestenedoresenlaotra,Oliveaplaudió.Laporcióndelpostreveníaaserun terciode la tartaentera,conunmontículoencimadenatamontada.—Queladisfrutéis—dijoCindy,convozcansadaperoamable.Noslanzamosalataquelostresalavez,yemitimossonidosdeplacer
cuando el primer bocado de aquella delicia azucarada entró en nuestrasrespectivasbocas.Alospocosminutoselpostrehabíavolado.Cindynostrajo lacuentayyo intentépagar lamitad,peroTrentonnoquisonioírhablardeeso.—Puessipagastú,esunacita—dije.—¿AlgunavezhasinvitadoaRaeganacomer?—Sí,pero…—¿Yesoesunacita?—No,pero…—Shh—respondióél,altiempoquecogíaaOliveenbrazos—.Ahora
es cuando viene lo de dar las gracias.—Dejó dos billetes encima de lamesaysemetiólacarteraenelbolsillotrasero.—Gracias—dijoOlive,apoyandolacabezaenelhombrodeTrenton.—Denada,Ew—Seinclinóunpocoparacogerlasllavesdelamesa.—¿Ew?—preguntéyo.Olivememiróconojillossomnolientos.Noquiseinsistir.Enelcochedevueltaamiapartamentoíbamoscallados,peromásque
nadaporqueOlivesehabíaquedadodormidaensusilla,conunladodesucarita espachurrada contra el mullido lateral. Daba paz ver su gesto defelicidad,allídondelahubiesenllevadolossueños.—¿Y sus padres dejan que el vecino cubierto de tatuajes haga de
cangurodesuniñadecincoaños?—No. Esto es nuevo. Lo de traerla al Chicken Joe’s he empezado a
hacerlo este año, losdíasque libro.Leshabíahecho el favor aShaneyLizadevigilaraOliveunpardeveces,mediahoranadamás,ydealgunamaneraacabamosviniendoaChickenJoe’s.—Curioso.—LlevoyatiemposiendosuTuent.—¿YellaestuEw?—Esoes.—¿Quésignifica?—Son sus iniciales. Olive Ollivier. O.O. Cuando las juntas, suenan
comoew.Asentí.—Tienelógica.Ytevaaodiarporesodentrodeseisaños[2].Trenton miró por el espejo retrovisor y luego volvió a mirar a la
carretera.—Quéva.LaslucesdelanterasdelcocheiluminaronelportaldemicasayTrenton
finalmentepusocaradesentirsealgoavergonzado.—Teacompañaríahastalapuerta,peronoquierodejaraOlivesolaen
elcoche.Lerestéimportanciaconlamano.—Séllegarsolahastalapuerta.—Alomejorpodemosvolverasecuestrarte.—Lossábadostrabajo.Estohasidopurachiripa.—PodríamospasarelChickenJoe’salosdomingos.—Losdomingostrabajo.—Yo también. Pero entro a la una, y tú entras más tarde también,
¿verdad?Podríamosalmorzarjuntos.Almuerzomañanero.Arruguélabocahaciaunlado.—Noesbuenaidea,Trent.Peroteloagradezco.—ElChickenJoe’ssiempreesbuenaidea.Reíentredientesybajélavista.—Graciasporlacena.—Melodebes—dijoTrenton,siguiéndomeconlamiradamientrasyo
salíadelcoche.Meincliné.—Fueunsecuestro,¿recuerdas?—Yvolveríaahacerlo—respondióaltiempoqueyocerrabalapuerta.
FuihastaeledificioyTrentonaguardóaqueentraseenelportalantesderecularconelcoche.Raegan, sentada de rodillas en el sofá, agarró con ambas manos el
respaldo.—¿Quétal?Yo miré primero alrededor y a continuación lancé el bolso sobre
nuestrosofádedosplazas.—Pues…creoquehasidolamejorno-citademivida.—¿Enserio?¿MejoraúnquecuandoconocisteaT.J.?Arruguélafrente.—No sé. Aquella noche fue preciosa. Pero esta noche ha sido…
diferente.—¿Diferenteparabien?—Pueshasidodigamosqueperfecta.Raeganlevantóunacejaybajólabarbilla.—Estopodríacomplicarsedelolindo.Deberíascontárselo.—Noseastonta.Sabesquenopuedo—repuse,yéndomeamicuarto.Mimóvilvibróunavezyacontinuaciónunasegunda.Medejécaeren
lacamaymirélapantalla.EraT.J.—¿Hola?—dijellevándomeelteléfonoalaoreja.—Perdonaquehaya tardado tantoen llamar…Acabamosdevolver…
¿Todobien?—preguntóT.J.—Sí,¿por?—Esquemehaparecidonotaralgoentuvozcuandohascontestado.—Oyescosas—dijeyo,tratandodenopensarenloadorablequeestaba
TrentonconOlivedormidarecostadaensuhombro.
Capítulo4
Me tiré casi toda lamañana del domingo en la cama.A eso de lasdiez ymediamimadrememensajeó para preguntarme si iba a ir a lacomidadelosdomingos.Yoleinformédeque,acausadelacancelacióndel viaje, Hank había aprovechado para convocar una reunión con losempleados. En gran parte era verdad. Los domingos por la tarde losempleados del Red Door nos acercábamos un rato y luego nosmarchábamosacasaparadescansarunpocoantesdelturnodenoche.Mi madre no vaciló en responderme con un mensaje pensado para
provocarmeremordimientos.—¡MellevaKody!—gritóRaegandesdesuhabitación.—¡Vale!—grité yo desde la cama. La llamada de T. J. había durado
hasta bien entrada la madrugada. Charlamos sobre aspectos no muyconcretos relacionados con su proyecto, los que tenía autorización paracontar, y luego hablamos sobre Trenton y Olive. T. J. no semostró enabsolutoceloso,cosaquedealgunamaneramemolestó.Luegomeentrósentimiento de culpa al darme cuenta de que justamente pretendía darlecelos,ymepaséelrestodelaconversaciónenplansuperamoroso.Trasunalargacharlaconmigomismaparalevantarmelosánimos,salí
de la camayme fuihasta elbañoarrastrando lospies.Raeganyahabíapasadoporél.Elespejoseguíaempañadoylasparedescubiertasdevaho.Abrí el grifo de la ducha, cogí dos toallas mientras el agua se iba
calentandoyporúltimomequitélagastadacamisetadelosBulldogC.F.yla tiré al suelo. La tela estaba tan raída que en algunas zonas setransparentaba.EraunacamisetadeT.J.,grisjaspeadayconlasletrasenazulón. Me la había puesto la noche antes de que T. J. se marchase aCalifornia, laprimeranochequehabíamosdormido juntos,ycuando sefuenomelapidió.Aquellaprendaeraunsímbolodelostiemposenquetodoeraperfectoentreélyyo,yporeso teníauna importanciaespecial
paramí.Alasdoceyaestabavestiday,montadaenmiPitufoconunmínimode
maquillaje y el pelo húmedo, me había plantado en el restaurante decomidarápidamáscercanoparapillarunpardeartículosdelaseleccióndeproductosmásbaratos,yhabía juntado2,70dólaresenmonedasparapagarme la comida, hecho lo cual había puesto rumbo alRedDoor. Lazonadelaentradaestabadesierta,perosonabamúsicapor losaltavoces.Rockclásico.EsoqueríadecirqueHankhabíallegado.Cuandomesentéjuntoalabarraeste,Hankaparecióporelotroladoy
sonrió. Llevaba una camisa negra abotonada hasta arriba, pantalonesholgadosnegrosyuncinturónnegro.Erasuatuendohabitualdurante lajornadalaboral,peronormalmentelosdomingosnosearreglabatanto.Mesentéahorcajadasenuntabureteyapoyéelmentónenelpuño.—Hey,Hank.Quéguapo.—Hola, hola, preciosa—respondióHank guiñándome un ojo—.Hoy
no me voy a casa hasta que abramos esta noche. Tengo un montón depapeleoyparidas.¿Hasdisfrutadodetufindelibre?—Dadaslascircunstancias,sí.—JoriemehadichoqueelviernesporlanocheTrentonMaddoxestuvo
pululandoportumesa.Debídeperdérmelo.—Puesmesorprende,normalmentealosMaddoxlosvigilascomoun
halcón.Hankhizounamueca.—Esmiobligación.Oempiezanunabroncaolaacaban.—Sí, por poco no terminaron una con el memo de Coby. Y luego,
cuandoleexpliquéquiéneseran,tampocoseechóatrás.—Puesmeparecefenomenal.—¡Necesitounacopaya!—exclamóJoriedesdelaotrapuntadelsalón.
VeníaconBlia.Lasdosocuparonsendostaburetesaambosladosdemíydepositaronsusbolsosencimadelabarra.—¿Unanochedura?—preguntóHank,divertido.Jorie levantó una ceja. Si era posible coquetearmientras semasca un
chicle,loestabaconsiguiendo.—Dímelotú.—Puesyodiríaquehaspasadounanochebastanteguay—respondióél
sonriendo.—Puaj—intervineyo,contrayendohastaelúltimomúsculodemicara.
LosrizosnegrosdeHank,susojosdecolorazulclaro,subarbadeundíay su tez morena lo convertían en un tipo atractivo para prácticamentecualquierféminadeentrequinceyochentaaños.Peroteníadoceañosmásquenosotrasyparacolmoyohabíasidotestigodeunmontóndesuslíos.Asípues,paramíHankeramásbienunaespeciedepariente,untíomío,untíomonoperoregañón.Ynomeapetecíanadaimaginármelohaciendootra cosaqueno fueseocuparsede lospapelesdel localyhacer caja alfinaldelanoche—.Nohacefaltaquenoslocuentes.Hankhabíasidoelresponsabledelarupturadealmenosunadocenade
matrimonios de nuestra pequeña ciudad, y era conocido por encoñarseconchavalascasimenoresdeedadhastaqueconseguía loquequeríadeellasyluegoadiós.PerocuandoJorieempezóatrabajarenelRedDoorel añoanterior, seobsesionóconella.Comohijademilitar, Joriehabíavivido ya en nueve ciudades diferentes y prácticamente nada laimpresionaba,ydesdeluegonoibaacaerrendidaalospiesdeHank.Ellanoledabanilahora,hastaqueélcambióradicalmentesucomportamientoymejorósufama.Yaunquedespuéshabíanpasadoporunpardebachesenlarelación,sehacíanbienelunoalaotra.Jorieme dio un codazo y dedicó en broma unamirada fulminante a
Hank.Llegó Tuffy, con cara de cansado y deprimido como de costumbre.
HabíatrabajadodegorilaenelRedDoorhastaqueHanklohabíaechado.Pero le tenía cariño y seis meses después había vuelto a contratarle depinchadiscos. Tras su tercer divorcio y su tercer brote depresivo, habíafaltado demasiadas veces y acabó despedido nuevamente.Ahora, con sucuartamujerysucuartaoportunidadenelRedDoor,selimitabaavigilarquiénentrabayacomprobarloscarnés,porlamitaddelsueldo.Solounos segundosdespuésdeTuffy aparecióRafeMontez.Élhabía
sustituidoaTuffycomoDJyera francamentemuchomejor.Eraun tiporeservadoy,aunquellevabacasiunañotrabajandoenelRedDoor,yocasinosabíanadadeélsalvoquejamássesaltabaunanochedecurro.—¡Quéfuertedelamuerte,Cami!¡DebraTillmanlecontóamimadre
queestuvisteenelChickenJoe’sconTrentonMaddox!—exclamóBlia.LosbuclesoxigenadosdeJoriesaltarondeunhombroalotrocuando
volviólacabezaparamirarme.—¿Enserio?—Bajocoacción.Sepresentóenmipisoconunaniñapequeña.Lehabía
dichoquepodíairalChickenJoe’sencuantoyoestuvieselista.—Peroquémono,¿no?—Bliaseapartólamelenanegradelhombroy
sonrió transformandoendos finas rendijassuspreciososojos rasgados.Medíaapenas1,58metrosyllevabasiempreunostaconesdevértigoparacompensar su corta estatura. Hoy se había puesto unas cuñas altas deplataforma, pitillos blancos y un top de flores ceñido a la altura delestómagoyconunhombrocaído.Yosiemprehabíapensadoqueconsusonrisa de concurso de belleza y su cutis azafranado carente de lamásmínimaimperfecciónsusinoseríaserfamosa,envezdedesperdiciar lavidadetrás del quioscode la entrada sirviendobirras.Pero al parecer aellaesonoleinteresaba.Joriearrugólafrente.—¿YT.J.losabe?—Sí.—¿Esonoes…incómodo?—preguntóJorie.Meencogídehombros.—PuesaT.J.noparecióimportarle.Hank dirigió la mirada hacia algún punto detrás de mí y sonrió. Al
darme la vuelta vi que llegabanRaegan yKody.Raegan andaba deprisamientras buscaba algo dentro del bolso y Kody venía unos pasos pordetrásdeella,tratandodealcanzarla.RaegantomóasientoenotrotabureteyKodysequedódepieasulado.—Noencuentromisdichosasllaves.¡Lashebuscadoportodaspartes!Meinclinéhaciadelante.—¿Lodicesenserio?Lasllavesdenuestropisoestabanenesellavero.—Las encontraré —aseveró Raegan para tranquilizarme. Perdía las
llavesdosvecesalmescomopoco,asíquenopensabaangustiarmemásde la cuenta. Pero siempremepreguntaba si la siguiente sería la vez enquenostocaríasoltarpastaparacambiarlascerraduras.—Voyapegarte lasmalditas llavesa lamanoconpegamento,Ray—
dije.KodydiounsuaveapretónaRaeganenelhombroparatranquilizarla.—Anochelastenía.Estaránoenmifurgonetaodentrodelpiso.Luego
miramosotravez.Lapuertalateralsecerródegolpeytodosmiramoshacialaentradaal
fondodelasala,lapuertadeaccesodelosempleados,porlaqueapareció
el últimodel grupo,ChaseGruber, estudiante universitario, con sus dosmetrosdealturaysuvestimentahabitualdetodoelaño:pantalonescortos.En invierno se ponía una sudadera con capucha de los ESU Bulldogsencima de cualquier camiseta de manga corta. Sus rizos iban siempretapados o bien con un casco o bien con su gorra roja de béisbol, sufavorita.Veníaconloscordonessinataryteníapintadehabersecaídodelacamahacíaunmomento.ABliaseleiluminóelsemblante.—¡Lacaña!¡PerosiesGruber!Grubernisonriónisequitólasgafasdesol.—¿Unmaldía,Booby?—dijoKodyconunasonrisilladecomplicidad.Todoslosquejugabanenelequipodefútbolsellamabanunosaotros
porsusapellidos.Adecirverdad,noestoymuyseguradequesupieransusnombres de pila. A Gruber enseguida le apodaron Gruby en losentrenamientosypocodespuésdequeempezaseatrabajarenelRedDoora Kody le dio por llamarle Booby[3]. El año pasado había tenido sugracia, pero elmote había perdido brillo. ParaGruber y para todos losdemás,menosparaKody.GrubersesentóeneltaburetelibrequehabíaalladodeBliayseacodó
enlabarraentrelazandolosdedos.—Que te follen, Kody. El míster nos ha hecho sudar la gota gorda
porqueanocheperdimoselpartido.—Puesnoperdáis—dijoTuffy.Kodyrioparasí.—Chúpamelapolla,rajao.Kodysoltóun«¡Ja!»ymeneólacabeza.Eraverdad.Kodysehabíadado
debajadel equipode fútbol antesdequecomenzase la temporada,perohabíasidoporquealfinaldelúltimopartidodesusegundoañodecarrerasehabíadestrozadolarodilla.Sufriómúltiplesdesgarrosde ligamentos,unodeloscualeshabíaquedadohechopuré,ysehabíadislocadolarótula.Ynisiquierasabíaquelarótulapudiesedislocarse.Elmédicoortopedaledijo que nunca más volvería a jugar. Aunque Raegan decía que jamáshablabadeello,parecíaquelollevababien.Cuandoentróenelequipoenprimero, como novato, Kody había ayudado a nuestra pequeñauniversidadaganarelcampeonatonacional.Sinélelequipoibatirandoaduraspenas.Volvimos a oír un portazo en la entrada y nos quedamos todos
petrificados.Erademasiadoprontoparaque llegasenclientesy,anoserquealguienhubieseseguidoaGruber,solo losempleadossabíamosquesepodíaentrarporlapuertalateral.DeprontoaparecióT.J.ycontuvimosla respiración todos a la vez. En unamano sostenía un juego de llavesrelucientes.—Paséporelapartamento.Melasencontrétiradasenlaescalera.Me levanté de mi taburete dando un salto y me acerqué rápidamente
hastaél.T.J.metomóentresusbrazosymeestrechóconfuerza.—¿Quéestáshaciendoaquí?—susurré.—Mesentíafatal.—Quémono…Pero,enserio,¿quéestáshaciendoaquí?T.J.suspiró.—Eltrabajo.—¿Aquí? —repuse yo, apartándome para verle la cara. Había sido
sincero,perocomprendíquenopodíacontarmenadamás.T.J.sonrióyentoncesmebesóenlacomisuradeloslabios.Lanzólas
llavesaKody,quienlasagarrósinelmenoresfuerzo.—¡Ja!—soltóRaegan—.¿Enlasescaleras?¿Semecayerondelamano
oalgoasí?—preguntó,sinpoderdarcrédito.Kodyseencogiódehombros.—Veteasaber,chica.T.J.seinclinóparasusurrarmealgoaloído:—Nopuedoquedarme.Mivueloesdentrodeunahora.Nofuicapazdedisimular ladecepción,peromovíafirmativamente la
cabeza.Quejarmenohabríaservidodenada.—¿Yhasterminadoloqueteníasquehacer?—Creoquesí.—T.J.mecogiódelamanoy,conunmovimientodela
cabeza para saludar al resto de la tropa, dijo—: Os la devuelvo en unperiquete.TodosdijeronadiósconlamanoyT.J.mellevóporlapuertalateralal
aparcamientoalairelibre.AlotroladodelapuertahabíaestacionadounflamanteAudinegrodealquiler.Lohabíadejadoconelmotoralralentí.—Ostras,nolodecíasdecoña,realmentetemarchasahoramismo.Élsuspiró.—Tenía el dilema de si sería peor verte solamente un segundo o no
verteenabsoluto.—Mealegrodequehayasvenido.
T.J.posóunamanoentremiscabellosyminucaymeacercóhaciasíparabesarmeconesoslabiosquehabíanhechoquemeenamoraradeél.Sulenguaseabriópasohastamiboca.Eracálida,suaveeinsistentealavez.Losmuslossemetensaroninvoluntariamente.T.J.bajólamanopormibrazoy a continuación la apoyó enmi caderay luego enmimuslo,donde apretó mi carne justo lo bastante para darme una muestra de sudesesperación.—Yo también—dijo cuando apartó su boca, jadeando ligeramente—.
Nosabescómodesearíapoderquedarme.Yo ansiaba que se quedase pero no iba a pedírselo. Solo habría
conseguido hacerlomás difícil para los dos, y además habría resultadopatética.T.J.semontóensucocheysemarchó,yyoentrédenuevoenellocal
sintiéndome emocionalmente extenuada. El labio inferior de RaeganestabaunpocohaciafuerayHankarrugabatantoelceñoqueselehabíaformadounpliegueprofundoentrelasdoscejas.—Siquieressabermiopinión—dijoHank,cruzandolosbrazossobre
elpecho—,esecabroncetesehadadoprisaenvolveracasacorrequetecorreparamearteencima.Mirostrosecrispóderepugnancia.—Quéasco.Gruberasintió.—SiTrenthaaparecidoenescena,entoncesesoesexactamenteloque
hahecho.Negandoconlacabeza,mesentéeneltaburete.—T. J. no se siente amenazado por Trent. Prácticamente no le ha
mencionado.—Osea,quelosabe—apuntóGruber.—Bueno,no.Yonoestoytratandodeocultarlo.—¿CreesquehavenidoparahablarconTrent?—preguntóKody.Yovolvíanegarconlacabeza,ymeretorcíunpadrastro.—No.Siyalecuestadecirqueestamossaliendo,desdeluegonoibaa
encararseconTrentpormí.Hankrefunfuñóalgoysealejó,peroinmediatamentevolvióalgrupo.—Pues eso tampocomegusta.Debería estar pregonando a los cuatro
vientos que te ama, no escondiendo lo vuestro como si fuese un suciosecreto.
—Esdifícildeexplicar,Hank.T.J.esunapersonamuy…reservada.Esunhombrecomplicado—dijeyo.Bliaapoyóunamejillaenlamano.—Hostiaputa,Cami.Todatusituaciónescomplicada.—Dímeloamí—repliqué,altiempoquelevantabamiteléfonomóvil,
que había emitido un zumbido. EraT. J., diciendo que yame echaba demenos.Lerespondíigual,ydejéelteléfonoencimadelabarra.
Por primera vez enmeses no tuve que volver al local después de la
reuniónde laplantilladeesedomingo, locualnoeradel todohorrible,dado que fuera estaba tronandoy que la lluvia caía con furia contra lasventanas. Ya estaba al día con mis estudios, había terminado todos losdeberesyhabíadobladoyguardadolacolada.Semehacíararonotenernadaquehacer.RaeganestabaencargándosedelabarraestejuntoconJorieyKodyse
ocupabadelaentrada,asíquemeencontrabaencasasolayaburridaamásno poder. Vi en la tele un capítulo de una serie sobre zombis bastantealucinante y, tras pulsar el botónde apagar en elmando a distancia,mequedéenelsofáenabsolutosilencio.EmpezaronacruzarsepormimentepensamientosrelacionadosconT.
J.Mepreguntésicontinuarconunahistoriaqueparecíatanfútilmerecíaque arrastrasemi corazón por el fango, y qué quería decir que hubiesehechounviajedesdetanlejossoloparavermetresminutos.Sonóunzumbidoenmimóvil.EraTrenton.
Hey.
Hey.
Ábreme,cabrita.Estálloviendo.
Qué?Llamóalapuertaconlosnudillosyyodiunbrincoymedilavueltaen
elsofá.Fuihastalapuertadandotrompiconesymearriméaella.—¿Quiénes?—Yatelohedicho.¡Abreladichosapuerta!
Quité la cadena y abrí el cerrojo, y me encontré con Trenton en elumbral con la chaqueta calada y la lluvia cayéndole a cántaros por lacabezayportodalacara.—¿Puedoentrar?—dijo,tiritando.—¡Ostras,Trent!—exclamé,ylemetíencasadeuntirón.Fui corriendoal cuartodebañopara cogerunade las toallas limpias
queacababadeguardaryvolvíalaentradaenunabrirycerrardeojos.Le lancé la toallayélsequitó lachaquetaempapadayacontinuación lacamisetademangacorta,ysesecólacaraylacabeza.Trentonsemirólosvaqueros.Estabantotalmentemojadostambién.—EsposiblequeKodytengaunchándalenlahabitacióndeRay,espera
—dije, y me fui andando a toda prisa por el pasillo en dirección aldormitoriodemicompañeradepiso.Regreséconunacamisetademangacortayunospantalonesdedeporte.—Elcuartodebañoestáahímismo—dije,señalandoconlacabezael
fondodelpasillo.—No hace falta —dijo él, desabrochándose el cinturón para
desabotonarlosvaqueros,bajarselabraguetay,trasquitarselasbotasconlospies,dejarcaerlospantalonesalsuelo.Entonces,saliódeellosymemiróconsusonrisamásencantadora—.¿CreesqueaKodylemolestarásimepongosuspantalonesdechándalenbolas?—Sí,yamítambién—contesté.Trenton fingió llevarse un chasco. Luego, se enfundó los pantalones
secos.Bajo la piel, se le tensaron y se lemovieron los pectorales y losabdominalesyyo tratédenomirarmientras semetía lacamisetapor lacabeza.—Gracias—dijo—. Pasé por el Red Door a tomarme unas copas al
salir de trabajar. Raegan me dijo que estarías aquí sola, muerta deaburrimiento,ysemeocurrióhacerteunavisita.—¿Y no ha sido que la lluvia te lo ha puesto en bandeja para
desnudarte?—No.¿Decepcionada?—Paranada.Trentonnosearredró.Alcontrario,saltóporencimadelrespaldodel
sofáycayóencimadeloscojines.—¡Veamosunapeli!—Estiróelbrazoparacogerelmando.—Puesyoestababastanteagustopasandomiprimeranochesola.
Trentonsevolvióhaciamí.—¿Quieresquemevaya?Me lo pensé unminuto.Debería haber dicho que sí, pero habría sido
mentira.Rodeéelsofáymesenté,lomáscercaposibledelreposabrazos.—¿YOlive?—Consuspadres,seguramente.—Megusta.Esunamonada.—Esjodidamenteadorable.Unodeestosdíastendréquecargarmeaun
quinceañerocomomínimo.—Ah,puesvaalamentarhabersehechoamigadeunMaddox—dijeyo,
riéndomeentredientes.Trentonencendió la tele conelmandoypulsó tresnúmeros.El canal
cambióyaparecióunpartidodefútboldelaNFL.—¿Teparecebien?Meencogídehombros.—Meencantan losForty-Niners,peroesteañovandeculo.—Cuando
volvílacaraparamiraraTrentonmedicuentadequemeestabamirandosinpestañear—.¿Qué?—Estabajustamentepensandoqueesteeraunmomentotanbuenocomo
cualquierotroparadecirtequeeresperfectayquenomeimportaríanadasiteenamorarasperdidamentedemíenunfuturonolejano.—Tengonovio—lerecordé.Élagitólamanopararestarleimportancia.—Unnovioparacubrirelexpediente.—Pues no sé qué decirte —repuse yo—. Para ser para cubrir el
expediente,estábastantebueno.Trentsemofó.—Nena, acabas de verme casi en pelotas. Tu chico a distancia no se
pareceniremotamenteaesto.Leobservémientrasélflexionabaunbrazo.Noeratanenormecomoel
brazodeKodyperoresultabaigualmenteimpresionante.—Tienesrazón.Notienetantostatuajes.Notieneninguno,vaya.Trentonpusolosojosenblanco.—¿Tienespornovioaunniñato?¡Quédecepción!—Noesningúnniñato.Esuntíoduro.Soloqueensentidodiferentea
comoloerestú.UnaampliasonrisasedibujóenloslabiosdeTrenton.
—¿Creesquesoyuntíoduro?Contuve una sonrisa, aposta, pero me costó lo mío. Su gesto era
contagioso.—TodoelmundoconocealoshermanosMaddox.—¡Especialmente a este hermano Maddox! —replicó Trenton,
levantándoseencimadeloscojinesyplantandounpieaunodemisladosyelotroencajadoenelespacioquequedabaentremicuerpoyelbrazodelsofá.Ysepusoadarbotesyahacerposturitasparalucirmusculaturaalavez.Yolediunoscachetesenlaspantorrillas,divertida,muertaderisa.—¡Paraya!—leordené,rebotandoporsuculpa.Trenton se inclinó sobre mí y, cogiéndome de las manos, me hizo
abofetearme a mí misma varias veces. No me hacía daño, pero siendocomo soy la hermanamayor de tres varones, eso significaba la guerra,porsupuesto.ContraataquéyentoncesTrentonmeagarróporlacamisetaysetiróal
suelo,rodando,parallevarmeconél.Yempezóahacermecosquillas.—¡No! ¡Para!—chillé, riéndome.Coloqué los pulgares debajo de sus
axilasyempujécontodasmisfuerzas.InmediatamenteTrentonseapartódeunbrinco.EsamaniobrasurtíaelmismoefectoconT.J.T. J. Diosmío.Yo estaba rodando por el suelo con Trenton. Esto no
estababien…Noestabanimediobien.—¡Vale!—exclamé,levantandolasmanos—.Túganas.Trentonsequedóinmóvil.Yoestabatumbadabocaabajo,yélsehabía
sentadoencimademíconlasrodillasapoyadasenelsuelo.—¿Yogano?—Sí.Ytienesquequitartedeencimademí.Estonoesapropiado.Trentonserio,sepusodepieymelevantótirandodemimano.—Noestamoshaciendonadamalo.—Ya,peroestámaligualmente.Siyofuesetunovia,¿tepareceríabien?—Joder, pues sí. Para mí sería el preámbulo de una noche de
desenfreno.—No,hombre.Merefieroaconotrapersona.Trentonsepusoserioderepente.—Puesno,deningunamanera.—Entonces, vale. Vamos a ver cómo les dan una paliza a los Forty-
Niners y así luego le puedes contar a Raegan que cumpliste con tu
obligación.—¿Miobligación?Raegannomedijoqueviniese.Ellasolamentedijo
queestaríassolayaburrida.—¿Ynoeslomismo?—Paranada,Cami.Elméritode esto esmíoy solomío.Nonecesito
quenadiemeconvenzaparapasarunratocontigo.Sonreíysubíelvolumendeltelevisor.—Bueno,yCaldijodeverdadquevaanecesitaraalguienparaatender
enelmostrador.—Ah, ¿sí? —dije yo, sin apartar la vista de la tele—. ¿Te vas a
presentar?—¡Ja! —respondió Trenton—. Dijo, y cito textualmente: «Una tía
buenorra,Trent.Conlastetasbonitas».—El empleo ideal para cualquier chica. Coger el teléfono y repartir
impresos de descargo de responsabilidades mientras un gilipollasmachistalevadandoórdenes.—Noesningúngilipollas.Machista,sí,peronogilipollas.—Puesno,gracias.Justoenesemomentozumbómimóvil.Metílamanoenelhuecoentre
elreposabrazosyelcojíndelsofápararescatarlo.EraCoby.
Tengomalasnoticias…
Qué?
Herecibidoelúltimoavisoparaelvencimientodelcoche.
Puespagalacuota,somemo.
Voyunpelínjusto.Mepreguntabasipodríaspasarmealgodepasta.Lasangresemeheló.LaúltimavezqueCobyhabíaidounpelínjusto
para pagar sus facturas había sido porque se estaba dejando el sueldoenteroenesteroides.Cobyeraelmásbajodemishermanos,peroeraelmásdenso,tantodemasacorporalcomodesesera.Aunqueeradelosqueexplotabaconfacilidad,suformadecomportarseenelRedDoorlanochedelviernesdeberíahabersidounaseñaldealarma.
Estásconsumiendootravez?
Enserio,Cami?Hostia…
Enserio.¿Estásconsumiendo?
No.
Vuelveamentirmeypodrásexplicarleapapáadóndehaidotucochecuandollegueel
acuerdoderecompra.Tardóunosminutosenresponder.
Sí.Apesardequeempezaronatemblarmelasmanos,conseguíteclear:
Tevasainscribirenunprograma,ymevasaenseñarlaprueba.Yotepagaréelplazo.Hecho?
Podríaserlapróximasemana.
Olotomasolodejas.
Queteden,Cami.Avecespuedesserunazorraestirada.
Talvez,peronosoylaquesequedarásincochedentrodeunassemanas.
Estábien.Hecho.Respiréhondoydejéqueel teléfonocayerasobremiregazo.Si ibaa
echarleuncapoteaCoby,necesitaríaunsegundoempleo.Trentonmemirabaconpreocupación.—¿Todobien?Mequedécalladaunbuenratoyentonces,pocoapoco,fuialzandola
vistaparamiraraTrentonalosojos.—¿Calenserioestábuscandorecepcionista?—Sí.—Pueslellamarémañana.
Capítulo5
Quépasada,Calvin—dijoTrenton.Estabacontemplandoelinmensomural chino de la pared, haciendo lo posible por evitar fijarse en queCalvineraincapazdeapartarlamiradademispechos.Trentonllevabalagorra roja debéisbol puestahacia atrásy las botas sin atar.A cualquierotrosujetolehabríadadopintadedesaliñadoeinmundo,peronosécómoaTrentonlehacíapareceraúnmásatractivo.Mesentíamalporrepararencualquierdetallesobresupersona,peroesquenopodíaevitarlo.A pesar de que mi busto no era precisamente el más voluptuoso del
mundo,altenerelcontornotanpequeñomicopaDparecíamásgrandedeloquerealmenteera.Medabaunarabiaespantosareconocerlo,peromispechos me procuraban propinas extras en el Red Door y ahora iban aayudarme a conseguir un segundo empleo.Era el círculo vicioso de noquererquemecosificaranyalavezaprovecharamifavorlosdonesquemehabíaconcedidoelSeñor.—¿Y cuándo dijiste que podrías empezar? —preguntó Calvin
distraídamente mientras enderezaba la foto enmarcada de una bellezamorenaquedecorabalapareddedetrásdelmostrador.Lostatuajesdelachicalecubríanelcuerpocasiporcompleto.Estabatumbadaencimadeunmontón de mujeres desnudas aparentemente dormidas, y lo único quellevaba puesto era tinta y una sonrisa. Casi todas las paredes del localestaban llenas de pinturas o fotografías de modelos tatuadas reclinadassobre cochazos clásicosdespampanantes o despatarradas en las posturasquemejordejasenverlaobradeartesobresupiel.Yaunqueelmostradoreraundesbarajustedepapeles,bolis,recibosyrecortesvarios,elrestodellocal parecía limpio aun a pesar de que cualquiera habría pensado queCalvin había adquirido los elementos decorativos en una subasta deobjetosdeunrestaurantechinoquehubiesetenidoqueecharelcierre.—Pues ya mismo. Puedo trabajar los lunes y los martes desde el
mediodíahastalahoradecerrar,perodemiércolesaviernessolopuedocurrar hasta las siete. Los sábados tengo que salir a las cinco, y losdomingosnopuedotrabajar.—¿Porquéno?—preguntóCalvin.—En algún momento tengo que estudiar y hacer deberes, y además
tenemosreunióndelpersonalenelRedDoorantesdeatenderlabarra.Calvin miró a Trenton en busca de su aprobación, y este movió
afirmativamentelacabezaunavez.—Estábien,pondréaTrentyaHazelcontigoparaqueteenseñenausar
el teléfono y el ordenador y a ocuparte de la parte administrativa. Esbastante sencillo. Casi todo es atención al cliente y recoger —explicómientrassalíadedetrásdelmostrador—.¿Tienesalgúntatuaje?—No—respondí—.¿Esobligatorio?—No, pero estoy seguro de que de aquí a unmes tendrás ya uno—
respondió,yéndoseyaporelpasillo.—Lo dudo —dije yo, cruzándome con él para meterme tras el
mostrador.Trentonseacercóamíyapoyóloscodoseneltablero.—BienvenidaaSkinDeep.—Esa fraseesmía—bromeé.El teléfono sonóyatendí la llamada—.
SkinDeepTattoo—dije.—Sí…, esto…, ¿a qué hora cerráis esta noche?—No sabía quién era
peroparecíaborrachocomounacubaysoloeranlastresdelatarde.Miréhacialapuerta.—Cerramosalasonce,peroserámejorqueantessetepaselacurda.Si
tienesalcoholensangrenotepuedentatuar.Trentonhizounamueca.Noestabaseguradesi seaplicabasemejante
norma, pero debería. Estaba acostumbrada a tratar con gente bebida yseguramente aquí también vería una buena cantidad. Extrañamente, mesentía más a gusto con gente borracha. Todas las mañanas de mi vidadesdequenacímipadreabríauna latadecervezaBuschparadesayunar.Estabahechaaesaformadehablarpastosa,alosandaresdandotumbos,aloscomentariosfueradelugar,alarisaflojaeinclusoalaira.Mehabríaresultadomásdesconcertante trabajardentrodeunespacioreducidoconunpuñadodechavalinesasustadizoscomparandoinformesqueescucharauntipohechoyderechoechandolalagrimitaporsuexnoviaconunabirraenlamano.
—Bueno,siteentraunallamadapersonalyesparaalgunodenosotros,puedestransferirladeestamanera—meexplicóTrentonypulsóelbotónderetencióndellamada,luegoeldetransferenciayfinalmenteunadelascincoteclasnumeradasdelapartedearriba—.ElcieneseldespachodeCal.Elunocerounoesmitaller.ElunocerodoslacabinadeHazel.UnocerotresladeBishop…Luegoleconocerás…Ysicuelgastampocopasanada porque volverán a llamar. La lista está en un papelito pegado concelodebajodelabase—dijo,ysacóhaciaunladolabasedelacentralita.—Fantástico—respondí.—YosoyHazel—dijounamujerdiminutadesdeelotroladodelasala,
quien a continuación avanzó hastamí yme tendió lamano. Elmorenooscurode lapielde susbrazosestabacubiertodesde lamuñecahastaelhombroconunsinfíndeartísticostatuajesdecolores.Susorejasbrillabanllenasdemetal,queletapabatodoelfilodelcartílago.Ydondeteníaunlunar grande se había puesto una piedra de estrás que lanzaba destellos.Suscabelloseranmorenooscuro,perollevabaunacrestateñidaderubiochillón—.Yohagolospiercings—añadió.Suslabioscarnososformabanconelegancialaspalabras,pronunciadasconunacentoapenasperceptible.Me estrechó lamano con una fuerza insospechada para ser tanmenuda.Sus uñas, pintadas de un brillante azul turquesa, era tan largas que mepreguntécómopodríamanejarsepararealizarcualquiertarea,enespeciallacomplicadalabordeperforarpartespequeñasdeuncuerpohumano.—Cami—mepresenté—.Larecepcionistadesdehacedosminutos.—Guay —dijo sonriendo—. Si llama alguien preguntando por mí,
preguntasiempreporelnombreyquetedejenelrecado.YsiesunatalAlisha,dilequeseatraganteconunapolla.SemarchóyyomiréaTrentonconlascejasalzadasalmáximo.—Puesestupendo.—Rompieronhaceunosmeses.Ellasiguecabreada.—Esolohepillado.—Bueno,aquítieneslosimpresos—continuóTrenton,yabrióellargo
cajón inferior de un archivador metálico. Fue enseñándomelos entrellamadas y clientes, y cuandoTrenton tuvoque atender a alguien,Hazelsalió para ayudarme. Calvin permaneció prácticamente todo el tiempometido en su oficina y ni se me pasó por la mente ponerle pegas, enabsoluto.Trenton terminó conuna cliente y la acompañó a la puerta.Entonces,
asomólacabezaporunadelasdoblespuertasdevidrio.—Estarás empezando a tener hambre. ¿Quieres que te traiga algo de
aquíallado?EllocalcontiguosellamabaPeiWei’sy,cadavezquealguienabríalas
puertas, entraban vaharadas de aromas de suculentos guisos. Pero si yoteníadosempleoseraparaayudaraCobyaponersealdíaconsuspagos,ycomerfueradecasaeraunlujoquenopodíapermitirme.—No,gracias—respondí,notandoquemerugíanlastripas—.Yacasi
eshoradecerrar.Meharéunsándwichalllegaracasa.—¿Notemueresdehambre?—preguntóTrenton.—No—respondí.Élasintió.—Bueno,yosívoy.DileaCalquevuelvoenseguida.—Descuida—dije.Cuando lapuertasecerró,notéquesemehundían
unpocoloshombros.Hazel estaba en su cabina con un cliente.Decidí acercarme amirar y
estuveviendocómoleempalabaeltabiquenasalaunindividuo.Eltíonipestañeó.Retrocedí.Hazelviolacaraqueponíaysonrió.—AestosaroslosllamoElToro.Tienenbastantebuenaacogidaporque
se puede subir el aro tranquilamente por las aletas de la nariz paraocultarloporcompleto,así.Meestremecí.—Pues qué… chulo. Trent ha ido al lado a por algo para cenar.
Enseguidavuelve.—Máslevaletraermealgo—dijoella—.Tengounhambredelahostia.—¿Perodóndemetestúlacomida?—preguntóelcliente—.Siyocomo
arroz, engordo cuatro kilos ymedio, mientras que vosotros los chinosestáistodosflacos.Noloentiendo.—Soyfilipina,gilipollas—replicóella,yledioconfuerzaenlaoreja.
Élcontuvoungritodedolor.Apretando los labios, regresé al vestíbulo. Unos minutos más tarde
entróTrentonconunpardebolsasgrandesdeplásticoenlasmanos.Lasdejóencimadelmostradoryempezóasacardiferentesplatos.Hazelsalióacompañadadesucliente.—Ya lehedado las indicacionessobre loscuidados,asíqueyapuede
irse—nos anunció.Entonces, echóun vistazo a las cajas de fino cartónquehabíacolocadasencimadelmostradoryselealegraronlosojos—.Teadoro,Trent.Telodigoenserio,coño,teadoro.—Me vas a sacar los colores —respondió él sonriendo. Yo había
presenciadolafacetamásterroríficadeTrentonenmásdeunaocasión,enelcolegio,enelinstitutoymásrecientementeenelRedDoor.Ahoralucíauna expresión de absoluta felicidad, contento amás no poder por haberhechofelizaHazel—.Yestoesparati—añadió,sacandootracaja.—Pero…—Yalosé.Dijistequenoteníashambre.Túcómeteloparanoherirmis
sentimientos.Nodiscutíconél.Saquédelenvoltoriodecelofáneljuegodecubiertos
deplásticoyme lancé a la carga.Pocome importaba parecer una fierasalvaje.Calvin salió tranquilamente de su despacho, al fondo del pasillo,
claramenteguiadoporsuolfato.—¿Lacena?—Para nosotros. Tú vete a por lo tuyo —respondió Trenton,
despachandoaCalvinconsutenedordeplástico.—Mecagoen la leche—repusoCalvin—.Casidesearía tenervagina,
parateneryotambiénderechoacomeralgo.—Trentonhizooídossordos—.¿SehapresentadoBishop,porcierto?—No—respondióHazelconlabocallena.Calvin negó con la cabeza y empujó las dobles puertas hacia fuera,
probablementeparadirigirsealPeiWei’s.Elteléfonosonóyatendílallamada,masticandoaún.—SkinDeepTattoo…—¿Está…? ¿Está ocupada Hazel?—inquirió una voz, grave pero de
mujer,comolamía.—Estáconuncliente.¿Quieredarmesunombre,porfavor?—No.Osea…,esto…Sí.DilequehallamadoAlisha.—¿Alisha?—repetí,mirandoaHazel,quesepusoasoltarensilencio
todaslaspalabrotasimaginablesyahacerlapeineta,detodaslasmanerasposiblesyconambasmanos,endirecciónalteléfono.—¿Sí?—dijoellacontonoesperanzado.—¿AlishaAlisha?Ellarioenvozbaja.
—Sí,supongo.¿Sepuedeponer?—No, peromeha dejado unmensaje para ti de su parte.Cómete una
polla,Alisha.TrentonyHazelsequedarondepiedra,yduranteunossegundoselotro
ladodelteléfonosequedóensilencio.—¿Perdona?—Cómete.Una.Polla—repetíyo,ycolgué.Trasunosinstantesenlosquememiraronimpactados,HazelyTrenton
estallaronencarcajadas.Estuvieronunminutoenterotratandodeparardereír,emitiendoesesonidodesuspiroagotadoentrerisayrisa,hastaquefinalmenteempezaronasecarselosojos.Aellaselehabíancorridoportodalacaralasvariascapasderímelquellevabaenlaspestañas.Hazel estiró el brazo para coger un pañuelo de papel de la caja que
habíaencimadelmostrador,alladodelordenador.Seenjugólaslágrimasymediounaspalmaditasenelhombro.—Túyyonosvamosallevarbien.—Ymientrassedirigíaasuestudio,
señaló hacia atrás con el dedo pulgar—. Péscala, Trent. Es tu tipototalmente.—Tienenovio—respondióTrenton,quememiróalosojosysonrió.Nos quedamos los dos allí unos segundos más, cruzando tímidas
sonrisas.Entonces,meenderecéybusquéunreloj.—Tengoqueirme.Antesdedormirhedeleeruncapítuloentero.—Teofreceríamiayuda,perolosestudiosnoeranrealmentelomío.MecolguédelhombromibolsoHobodecolorrojo.—Eso es solo porque en aquel entonces lo único que hacías era ir a
fiestas y ligar. A lo mejor ahora sería diferente. Deberías plantearteestudiaralgo.—Bah—respondióélquitándose lagorrade lacabezaparaponérsela
hacia delante. Mientras reflexionaba sobre mi sugerencia se dedicó amoverla y a girarla para colocársela bien, como si hasta ese momentonuncasehubieseparadoapensarlo.Eneseprecisoinstanteentrarontresestudiantesdandovoces,riéndose,
incordiando.Aunque no estuviesen bebidos, los lugareños detectábamosfácilmente a los forasteros. Dos chicos, probablemente de primero decarrera,seacercaronhastaelmostradorylachica,quellevabaunvestidorosa de verano y botas hasta losmuslos, les siguió.Enseguida puso losojosenTrentonyempezóaalisarseunmechóndepelo.
—Jeremyhaperdidouna apuesta—dijounode los chavales—.TienequehacerseuntatudeJustinBieber.Jeremybajólacabezahastaapoyarlafrenteenelmostrador.—Nomepuedocreerquemeestéisobligandoahaceresto.—Pueshemoscerradoya.—Tenemos la pasta —dijo el chico, abriendo su billetera—. Estoy
preparado para repartir una propina a todos los del estudio que os va ahacerflipar.—Hemoscerrado—repetí—.Losiento.—No quiere tu dinero, Clay—intervino la chica, con una sonrisa de
suficiencia.—Síquequieremidinero—repusoClay,inclinándosehaciamí—.Tú
trabajasenelRedDoor,¿verdad?Melimitéamirarle.—Tienesdosempleos…—añadióClay,meditabundo.Jeremyhizounamuecadedolor.—Vamos,Clay.Larguémonos.—Tengo una proposición que hacerte, para que te ganes un poco de
pastaextra.Ganaríasenunanoche loqueseguramenteganesaquíenunmes.—Tentador…,perono—respondí.Peroantesdequemedieratiempoa
terminarlafrase,TrentonagarróconambospuñoselcuellodelacamisadeClay.—¿Esquea ti tepareceque tienepintadefulana?—lepreguntóentre
dientes.Yohabíavistoantesesamiradasuya.Justoantesdepartirlelacaraaalguien.—¡Altoahí!—dijeyo,saliendodedetrásdelmostradoratodaprisa.Clay tenía losojoscomoplatos.Jeremyechóunbrazoporencimade
Trentonyestebajólamiradaparaobservarsumano.—¿Esquequieresmorirestanoche?Jeremymoviórápidamentelacabezaaamboslados.—Puesentoncesnomepongasniunputodedoencima,colega.Hazel salió con paso ligero al vestíbulo. Pero no estaba asustada;
simplementenoqueríaperderseelespectáculo.TrentonabriólapuertadeunapatadaylanzóaClayfuera,deespaldas.
Elchicoaterrizódeculoysepusodepiecomopudo.LachicaqueibaconellossaliódellocallentamentesindejardemiraraTrenton,enroscándose
unmechónfinodesuslargosbuclesdorados.—Tampoco tepasmes,Kylie.Eselpsicópataque tuvo laculpadeque
murieseaquellachicahaceunpardeaños.Trenton se abalanzó hacia la salida. Pero me interpuse entre él y la
puerta de cristal, e inmediatamente se detuvo, jadeando fuerte. Clay selargóatodaprisaasurelucientetodoterrenonegro.Mientras los chavales salían del aparcamiento, no bajé la mano del
pecho de Trenton. Seguía jadeando intensamente, y temblaba de rabia.Habríapodidohacerunboqueteenel todoterrenoconlamirada,quenoapartódelvehículohastaqueseperdiódevista.Hazel dio media vuelta y regresó a su habitación sin decir ni una
palabra.—Yonolamaté—dijoTrentonenvozbaja.—Losé—dijeyo.Lediunaspalmaditasybusquélasllavesdentrode
mibolso—.¿Estásbien?—Sí—respondió.Desenfocó lamirada,yviclaramentequeestabaen
otraparte.Yosabíamuybienloqueeraextraviarseenunmalrecuerdo,ytodavíamásdeunañodespuésTrentonhabíaperdidoelcontrolsoloconunamencióndelaccidente.—Tengo en mi piso una botella de Crown y sobras de la carne del
almuerzo.Bebamoshastavomitarbocadillosdejamón.UnadelascomisurasdeloslabiosdeTrentonsecurvóhaciaarriba.—Esosuenabastanteguay.—¿Aquesí?Vamos.¡Hazel,hastamañana!—exclamé.Trenton vino conmigo hasta mi apartamento y nada más entrar fui
derechaalarmaritodondeguardábamoselalcohol.—¿CrownyCoca-ColaosoloCrown?—lepreguntédesdelacocina.—SoloCrown—respondióélamiespalda.Diunrespingoymeechéa
reír.—Ostras,quésustomehasdado.Trentonesbozóunasonrisa.—Perdona.Yo lancé labotellahacia arriba con lamano izquierdaparaquediese
una vuelta en el aire y la cogí con la derecha, hecho lo cual serví dosdoblesensendosvasosanchos.LasonrisadeTrentonseensanchóunpocomás.—Molabastanteteneramipropiacamareraprofesional.
—Me sorprende que siga saliéndome después de tantos días libres.Cuandovuelvaatrabajarelmiércoles,seguramentesemehabráolvidadotodo.—Letendísuvasoehicechocarelmíoconelsuyo—.PorelCrown.—Porjoderla—dijoél,borrándoselelasonrisa.—Porsobrevivir—dijeyo,ypeguéelfilodelvasoaloslabiosyeché
lacabezahaciaatrás.Trenton imitómi gesto. Cogí su vaso vacío y servíwhisky de nuevo
paralosdos.—¿Quégradodeborracheranospillamos:gradoatontolinadoperdido
ogradoplegariaderodillasantelatazadeporcelana?—Telodirécuandollegue.Le tendí su vaso, cogí la botella y llevé a Trenton al pequeño sofá.
Levantémicopaybrindé:—Porelpluriempleo.—Porpasarmáshorasconpersonasalucinantes.—Porloshermanosquenoshacenlavidaimposible.—Voyabeberporesamierda—anuncióTrenton,echándoseadentrosu
whisky—.Yoadoroamishermanos.Haríaloquefueraporellosperohayvecesenquesientoquesoyelúnicoquesepreocupapornuestropadre,¿sabes?—Avecesyosientoquesoylaúnicaalaqueelnuestroleimportauna
mierda.Trentonlevantólavistadesdesuvasovacío.—Está chapado a la antigua. No acepta ni una réplica. Nada de tener
opinionespropias,sololasuya.Ynadadellorarcuandolezurraanuestramadre.Trentonabriómucholosojos.—Yano lepega.Peroantessí.Yanosotros intentaba liarnos,¿sabes?
Diciendo que al fin y al cabo ella seguía viviendo con nosotros. Quetodavíapodíaquererle.—Joder.Quéhorror.—¿Tuspadressequerían?—lepregunté.UnpequeñísimoamagodesonrisaafloróaloslabiosdeTrenton.—Conlocura.Misfaccionesimitaronsugesto.—Esoesprecioso.—¿Y…ahora?
—Puestodossecomportancomosinohubiesepasadonada.Ahoraestámejor,asíquesiaalgunodenosotrosseleocurrenofingirquemimadrenuncahatenidoquepasarseunbuenratocadamañanamaquillándoseloscardenales,seletomaporelmalodelapelícula.Yyo…puessoylamala.—Deesonada.Sialguienhicieradañoamimadre…,aunquefuesemi
padre…,jamásseloperdonaría.¿Sehadisculpado?—Niunasolavez—respondí sinvacilar—.Perodebería.Disculparse
conella.Connosotros.Contodos.Estavezélmismolevantósuvasovacío.Leservíunamedidadewhisky
yvolvimosabrindar.—Porlalealtad—dijoél.—Porsalirporpatas—dijeyo.—Beberéporesamierda—sentenció,ylosdosapuramoselwhiskyde
untrago.Doblélaspiernassubiendolasrodillashastaelpechoyapoyélacarade
ladoenunadeellas.MiréaTrenton.Susojosquedabanbajolasombradela visera de su gorra roja. Aunque tenía hermanos que eran gemelosidénticos, los cuatro más pequeños habrían podido pasar perfectamenteporcuatrillizos.Trentonmecogiódelacamisetaytiródemíparapegarmeasupecho.
Meestrechóconfuerzaentresusbrazos.Enlacarainternadesuantebrazoizquierdomefijéenunnombretatuado:DIANNE,yunoscentímetrospordebajo,enletracursivaymuchomáspequeña:MACKENZIE.—¿Esees…?Trentongiróelbrazoparamirarlomejor.—Sí.—Permanecimosun instanteensilencioyélprosiguió—:Noes
verdadloqueserumorea,¿sabes?Meenderecéyrestéimportanciaalacosaconunademán.—No,losé.—Peroyomesentíaincapazdevolver,contodoelmundomirándome
comosilahubiesematado.Neguéconlacabeza.—Nadiecreeeso.—LospadresdeMackenziesí.—Tienenqueecharlelaculpaaalguien,Trent.Paranoculparseellos.ElmóvildeTrentonvibró.Lolevantó,echóunaojeadaalapantallay
sonrió.
—¿Unacitapicante?—EsShepley.Travistienepeleaestanoche.EnJefferson.—Genial—dije—. Cada vez que programan pelea las noches en que
abreelRedDoor,novieneniDios.—¿Enserio?—Supongoquenolosabías,yaquevasatodas.—Atodasno.Estanochenoiré.Levantéunaceja.—TengocosasmejoresquehacerqueveraTravispartiéndolelacaraa
alguien.Porenésimavez.Además,yamesétodossusmovimientos.—Claro.Porquetúleenseñastetodoloquesabe,estoysegura.—Una tercera parte de todo lo que sabe. Mocoso de los cojones.
Cuando éramos pequeños le zurramos tantas veces que el tío aprendiótodoslostrucosparaquenolemachacásemos.Nomeextrañaqueahoranadiepuedaconél.—Yooshevistopelearjuntos.Ganastetú.—¿Cuándo?—Hacemás de un año. Justo después del… Él te dijo que dejases la
bebidaantesdequeelalcoholacabasecontigoytúledisteunabuena.—Ya, sí—dijo él, frotándose la nuca—.Nome siento orgulloso.Mi
padre todavíame lo recuerda, y eso queTravismeperdonó al segundodespués.Cómoquieroaesecabroncete.—¿SeguroquenoquieresiraJefferson?Élnegóconlacabezaysonrió.—Oye…,aúntengoLalocahistoriadelasgalaxias.Mereí.—¿Dequévaestaobsesióntuyaconesapeli?Élseencogiódehombros.—Puesnolosé.Depequeñoslaveíamosunmontón.Eracomounrollo
dehermanos.Yahorasimplementemehacesentirbien,¿sabes?—¿Ylallevasenelcoche?—lepregunté,escéptica.—No, la tengoencasa. Igualundía tepuedesvenir averla conmigo,
¿eh?Meerguíparaaumentarunpocoladistanciaentrelosdos.—Puesmepareceunaideahorrible.—¿Porqué?—mepreguntóconsusonrisacautivadora—.¿No te fías
detureacciónsiestásasolasconmigo?
—Ahora mismo estoy a solas contigo. Y no me preocupa lo másmínimo.Trentonseinclinóhaciamíhastadetenersucaraapocoscentímetrosde
lamía.—¿Por eso te has apartado? ¿Porque no te preocupa lo más mínimo
estarcercademí?Sus ojos castaños y cálidos bajaron para mirar mis labios. Su
respiración fue lo único que pude oír hasta que de pronto se abrió lapuertadelaentrada.—TedijequenomencionarasalosDallasCowboys.Mipadrelosodia
contodasualma.—PerosisonelequipodefútboldeAmérica.Esantiamericanoodiara
losCowboys.RaegangirósobresustalonesyKodyseechóhaciaatrás.—¡Peronoteníasporquédecírselo!¡Porfavor!—Raegansevolvióy
nosvio aTrentony amí en el sofá.Yo estaba echándomehacia atrás yTrentonarrimándoseamí.—Oh—dijoellaconunasonrisa—.¿Interrumpimos?—No, no—dije yo, y empujé aTrenton para que se apartara—.Para
nada.—Puesestáiscomosi…—empezóadecirKody,peroRaeganvolvióa
dirigirsufuriacontraél.—¡Pero te quieres callar! —le espetó. Entonces, se refugió en su
habitaciónyKodysaliórápidamentetrasella.—Quéguay.Seguramentesepasaránlanochepeleándose—dije.—¡Quetevayasatucasa!—exclamóRaegan,dandounportazo.Kody
aparecióporlaesquinaconcaradeangustia.—Míraloporelladopositivo—dije—.Sinolegustaras,noestaríatan
afectada.—Su padre juega sucio—aclaróKody—.Yo no abrí la boca durante
toda la hora en que estuvo hablando deBrazil. Entonces, seme ocurrióqueyatocabacambiardetemaynopuderesistirme.TrentonserioymiróaKody.—¿Meacercasacasa?Hemosbebidounpelín.Kodyagitólasllavesensullavero.—Claro, tío. Vendré mañana por la mañana a arrastrarme, por si
quieresrecogertucoche.
—Genial—respondióTrenton.Selevantódelsofá,merevolvióelpeloconlosdedosycogiósusllaves—.Hastamañanaenelcurro.—Buenasnoches—dijeyo,alisándomeloscabellos.—¿Has hecho avances con ella, tío? —le preguntó Kody en voz
intencionadamentealta.Trentonrioparasí.—Hastalatercerabase.—¿Sabesloquenosoporto?—pregunté—.Ati.Trenton se abalanzó sobre mí y, arrastrándome en el giro, acabó
tumbadoencimademícontodoelpesodesucuerpo,inmovilizándomeenelsuelo.—Deesonada.¿ConquiénmáspuedesbeberCrownamorro?—Conmigomisma—repliqué,gruñendoporelpesoquemeoprimía.
Le hinqué un codo entre las costillas y él se apartó y se quedó con laespalda apoyada en la parte trasera del sofá, en una postura torcida,melodramática.—Exacto.Hastamañana,Cami.Cuandosalieron,intentécontenerunasonrisa.Peronopude.
Capítulo6
Labotella sehizo añicos en el sueloyHankyRaegan sequedaronmirandolostrocitosdevidrioylabebidaderramada.—¡UnaCoorsLight!—¡UnVegasBomb!—¡Coño!—exclaméyoymeagachépararecoger.—Yalohagoyo—seofrecióGruber,corriendoametersetraslabarra
pararecogerelestropicioquehabíacausadoyo.Iba pormi segunda semana en el nuevo trabajo y la situación estaba
empezandoapasarmefactura.AcudirdirectamentedeclasealSkinDeepnoeraunproblemaloslunesylosmartes,perodemiércolesadomingoeraunsuplicio.Tratardellevaraldíalosestudiosylostrabajosquenosmandaban,despuésdeunturnoquedurabahastalasdosdelamadrugada,y despertarme al día siguiente para estar en clase a las nueve erademoledor.—¿Estásbien?—mesusurróHankaloído—.Eslaprimeravezquese
tecaeunabotelladesdequeaprendisteavoltearlasenelaire.—Sí,estoybien—respondímientrasmesecabalasmanosconeltrapo
quellevabaenelbolsillotrasero.—¡HepedidounaCoorsLight!—¡Que esperes un minuto, joder! —exclamó Raegan al cretino
impaciente que aguardaba entre otros cuarenta cretinos impacientesdelantedemizonadelabarra—.SigosinentenderporquéhacesestoporCoby—medijo,conelceñoligeramentefruncido.—Simplemente,asíesmásfácil.—Puesestoycasiseguradequesellamapermitirqueelotrosevalga
por sí mismo. ¿Por qué iba él a enmendarse, Cami, si ya estás tú parapagarle losplatosrotosdosminutosdespuésdequeélhayaempezadoasentirremordimientos?
—Es tonto,Ray.Tiene permisopara cagarla—respondí, pasandounapiernaporencimadeGruberparallegaralBlueCuraçao.—Estuhermanopequeño.Notendríaporquésermásnegadoquetú.—Lascosasnosiempresoncomounoesperaría.—¡UnBlueMoon!—¡UnaBlindPig!—¿TenéisZombieDustdebarril?Neguéconlacabeza.—Soloenoctubre.—¿Quéclasedebareseste?¡Esunadelasdiezmejorescervezasdela
historia!¡Deberíaistenerlatodoelaño!Puselosojosenblanco.Losmarteshacíamoslanochedelabirraaun
dólaryellocalseponíasiempreareventar.Lapistadebaileestabahastaarribayen labarra lagenteseagolpabahastaen triple filaparapediragritos las copas. Para Hank era el punto estratégico de lo quecariñosamentellamabaelMercadodelaCarne.Noerannilasoncedelanocheyelasaltoyahabíacomenzado.—¡Rincónoeste!—nosavisóHankavoces.—¡Oído!—respondióKody,abriéndosepasoentrelapeñaparallegar
hastaungrupocompactodondehabíamovida.Después de un combate los clientes siempre estaban más violentos
durante dos o tres días. Habían visto a Travis Maddox vapulear sinclemencia a algún pobre diablo y todos los que habían presenciado lapeleasemarchabanconvencidosdeserigualdeinvenciblesqueél.RaegansonriómientrashacíaunaltoparaveraKodymanosalaobra.—Joder,québuenoestá.—Atrabajar,perra—leordenéyo,mientrasledabaduroalacoctelera
paraprepararunNewOrleansFizz.¡Meardíanlosbrazos!Raegangruñó.Alineócincovasosdechupito,bajóeltacodeservilletas
alanaquelinferiorypusobocaabajounabotelladeChartreuse.Dejóquelos chupitos rebosaran y trazó una raya fina en una parte limpia de labarra.Entonces,leacercóunmecheroencendidoylalíneaseprendió.Elgrupomáspróximoalabarrareculóparaalejarsedelasllamasque
reptabanporelmostradordemadera,delantede susnarices,y lanzaronvítores.—¡Queosechéisparaatrás,hostia!—exclamóRaegancuandoelfuego
seconsumíaya,treintasegundosdespués.
—¡Mola! —dijo Trenton, plantado delante de mí con los brazoscruzados.—Mantente alejado del rincón oeste —le advertí, señalando con el
mentón en dirección al grupo de idiotas peleones que Kody y GruberhabíanlogradosepararcualaguasdelmarRojo.Trentonsevolvióymeneólacabeza.—Amítúnomedicesloquetengoquehacer.—Pues ya te puedes marchar de mi barra—repliqué yo con sonrisa
pícara.—Chinchona —me espetó Trenton, y se encogió de hombros unas
cuantasveces.—¡UnaBudLight!—¡UnMargarita,porfavor!—Hey,chicasexi—dijounavozquemesonó.—Hey, Barker —respondí sonriendo. Barker llevaba más de un año
echándomemonedasdeveintecentavosenelbotedelaspropinas.Trentonarrugólascejas.—Setehaolvidadolacamiseta—meavisó.Mirémichalecodecuero.Sí,semehabíansalidolastetas.Perobueno,
trabajabaenunbar,noenuncentrodedía.—¿Meestásdiciendoquenotegustamilook?—Trentonsedisponíaa
contestarme pero le puse un dedo en los labios—. Ay, qué mono, deverdadcreístequeeraunapregunta.Trentonmebesóeldedoyyoretirélamano.Raegan deslizó una copa hacia Trenton, guiñándole un ojo. Él le
devolvióelguiño, levantólacopahaciaellaysemarchóporlapistadebaileendirecciónalasmesasdebillar,quenoestabanniatresmetrosdedistanciadela trifulcaqueKodyyGruberseguíantratandodecontrolar.Trentoncontemplólaescenaduranteunossegundosmás,apuróelwhiskyde cortesía que le había puesto Raegan y avanzó hasta el centro delmogollón. El grupo retrocedió como el agua de un cuenco en el quehubiesecaídounagotadeaceite.TrentondijoapenasunaspalabrasyKodyyGruberescoltaronadosde
lostiposhastalasalida.—Debería ofrecerle un puesto —comentó Hank, que presenciaba la
escenadetrásdemí.—No lo aceptaría —le dije mientras mezclaba ya otra bebida. A
diferenciadesuhermanomenor,medabacuentadequeTrentoneradelosquepreferíanopegarse.Loquepasabaeraquenoseasustaba.Y,aligualque los otros hermanos Maddox, llevaba la violencia integrada en suscircuitoscomolaopciónpordefectopararesolverunproblema.Mepasécasiunahorarevisandocadadosportresellocalenteroconla
miradaparatenerlocalizadasaquellacabelleramorenacortadaamáquinayaquellacamisetablanca.Lasmangascortaslemarcabanlosbícepsyelancho torso, y dentro de mí me moría por divisarle. Aunque Trentonsiempre me había llamado la atención, nunca me había planteadoconocerlounpocoparaaveriguarlosmotivos.Eraevidentequelepasabalomismoaunmontóndemujeresylaideadehacercolanomeresultabanadaatrayente.Apesardetodo,mefijabaenél.Eradifícilnofijarse.Trentonseinclinósobreunadelasmesasdebillarycolólabolaquele
diolavictoria.Sehabíaechadohaciaatráslagorrablanca,quesindudaeraunadesusfavoritas.Sutonalidadgastadaconseguíaqueparecieseaúnmásoscuroelrestodebronceadoquetodavíalequedabadelverano.—¡Cágate, lorito! ¡En la entrada ha habido ya dos peleas!—exclamó
Bliaconlosojoscomoplatos—.¿Unrelevo?Asentí,mientrascobrabaelúltimocóctelquehabíadespachado.—Notardes.Estoestáacincosegundosdesaltarporlosaires.Leguiñéunojo.—Solovoyahacerpisyfumaryvuelvo.—Nonosdejesnunca—añadióBlia,tomandonotayadeunpedido—.
Hedecididoquenoestoypreparadaparalabarraeste.Demomento.—Nosufras.AntestendríaquedespedirmeHank.Hankmelanzóalacaraunaservilletahechaunapelota.—Poresonotienesquepreocuparte,bicho.Lepropiné,enbroma,unpuñetazoenelbrazoymefuiderechaa los
aseosreservadosparalosempleados.Memetíenunodelosretretes,mebajélasbraguitashastalasrodillasymesenté.Losgravesdelamúsicadellocal resonaban amortiguados dentro del cuarto de baño, rítmicamente.Losdelgadostabiquesvibraban.Imaginéquemipropioesqueletotambiénlohacía.Echéunvistazoamimóvilylodejéencimadelsoportedeplásticogris
delpapelhigiénico.SeguíasintenernoticiasdeT.J.Pero,delosdos,yohabíasidolaquehabíamandadoelúltimomensajede texto,ynoeradelasqueimploranqueleshagancaso.
—¿Te faltamucho?—preguntó Trenton al otro lado de la puerta delretrete.Elcuerpoenterosemetensó.—¿Qué coño estás haciendo aquí? Este es el baño de chicas, Ranger
MiróndeTexas.—¿Acabas de insinuar que me puedo comparar con Chuck Norris?
Porquemolaría.—¡Largo!—Calma,nena.Quenoteveo.Tirédelacadena.Entonces,empujécontodasmisfuerzaslapuertadel
retrete, tantoquegolpeóconelmuebledel lavabo.Melavélasmanosy,tras sacar un par de pañuelos de papel para secármelas, me aseguré defulminaraTrentonconlamirada.—Mealegracomprobarquelosempleadoshacenrealmenteloquedice
elletrero.Siemprehabíatenidocuriosidad.Le dejé a solas en el cuarto de baño yme dirigí a la entrada de uso
exclusivoparaelpersonaldellocal.Nadamássalirfuera,elairefríodelanocherefrescólaszonasdemi
piel que no estaban tapadas. Seguían llegando coches, que aparcaban decualquier manera en la explanada de hierba de la otra punta delaparcamiento.Seoíanportazosdecochesyseveíaagruposdeamigosoparejasandarendireccióna laentrada,quedebían ralentizarunpocoelpaso a causa de una larga fila de estudiantes que esperaban a que otrossalieranparapoderentrar.Trenton apareció a mi lado, sacó un cigarrillo y lo encendió, y a
continuaciónmediofuego.—Laverdad es que deberías dejarlo—dijo—.Es un vicio asqueroso.
Nadaatractivoenunaniña.Lemiréestirandomuchoelcuello.—¿Cómodices?Yonopretendohacermelaniñamonanisoyninguna
niña.—Nomegustas.—Claroquesí.—Yotampocopretendohacermeelniñomono.—Puesnotesale.Le miré con disimulo, haciendo todo lo posible por no sentirme
halagada. Sentí en el pecho una suave sensación de calor que empezó a
extendersedesdeallíhasta lapuntademismanosydemispies.Trentonmeprovocabaelmejorpeorefecto.Comositodoloqueyoera(ytodoloquenoera)fuesedeseableparaalguien.Nisiquierateníaqueesforzarme.Lainquebrantableadmiraciónquemanifestabahaciatodoloquesabíademíestabaresultandoadictiva,ymedicuentadequequeríamás.Peronoestabaseguradesiloquemegustabatantoeracómomehacíasentirél,olaconocidasensación.AquelloeracomomistresprimerosmesesconT.J.Peroelsuavecalorqueacababadenotarsedisipódeprontoyempecéatiritar.—Teofreceríamichaqueta,peronohetraído—dijoTrenton—.Tengo
esto, eso sí. —Separó un poco los brazos del cuerpo con las palmasvueltashaciamí.Meencogídehombros.—Estoybien.¿Quétallasúltimashorasdetrabajoestanoche?Élcruzólosbrazos.—Loestáshaciendodemaravilla.Hazelnoparabadequejarseporque
noestabastú,yluegoCalvinempezótambiénalloriquear.—¿Almenossalisteenmidefensa?—¿Quéqueríasquedijera?«¡Coño,Hazel,cierra laboca! ¡Trabajade
penaynolaquieroporaquí!».—Puesunverdaderoamigolohabríahecho.Trentonnegóconlacabeza.—Estáscomounaputacabra.Peromegusta.—Gracias.Creo.—Corté con losdedos lapartedel cigarrilloqueno
mehabíaterminadoypiséelresto—.Atrabajar.—Siempre—dijoTrenton,siguiéndomeadentro.Blia regresó al quiosco de la entrada y entonces llegó Jorie para que
Raegan pudiese tomarse un respiro. Cuando volvió, Trenton iba por sucuartobotellíndecerveza.Acadabebidaqueyopreparaba,másirritadoleveía.—¿Estásbien?—lepreguntéavocesporencimadelamúsica.Él asintió sin decir nada, pero no apartó la vista de sus dedos
entrelazados, apoyados en la barra. Reparé por primera vez en que sucamiseta tenía dibujados unos pájaros: dos golondrinas de color pálido.Debajo decía: «DO YOU SWALLOW?»[4]. Sus múltiples tatuajes secomplementabanbienconlacamisetayconlosvaquerosgastados,perolapulseritadeplásticorosa,blancaymoradano.
Toquéconelíndicelapulseradeplásticoylepreguntésimplemente:—¿Olive?Élgiróligeramentelamuñeca.—Sí.—Nisiquieramencionarasumejoramigasirvióparaanimarle.—¿Quépasa,Trenton?Estásraro.—Estáaquí.—¿Quiénestáaquí?—lepregunté,entornandomucholosojosmientras
agitabadenuevolacoctelera.—ElpijodemierdaalqueechédeSkinDeepdeunapatadaenelculo.Miréamialrededoryallíestaba,apocadistanciahacialaizquierdade
Trenton, flanqueadopor JeremyyKylie.Lachica iba conotrovestiditocorto,soloqueesteeradoradoymuchomásajustado.—Puespasadeél.Estanocheloestamospasandobien.—¿Túcrees?Porqueestoysentadoaquíyosolo—repuso.Clay me sonrió pero yo miré hacia abajo, esperando no animarle a
hacercomentariossoecesqueharíansaltaraTrenton.Nohubosuerte.—¡Mira, Jeremy! ¡La secre putita! —exclamó Clay. Estaba más
borrachoqueenlatiendadetatuajes.EchéunvistazoaversiveíaaKody,peronololocalicé.Seguramente
estaría en la entrada, donde habían estallado varias broncas. Gruber seencontrabaenlaparedoeste,dondetambiénsolíaarmarselío.Tuffyteníalanochelibre,asíqueprobablementeHanksehabíapuestoenlaentradaacomprobarcarnésycobrar.Clay todavía nohabía visto aTrenton.PeroKylie sí.Rodeaba conun
brazolaespaldadelchicoyteníalaotramanoapoyadaensutripa,conlaúltima falange de su dedo anularmetida por la cintura de sus vaqueros.AunestandopegadaaClaycomouna lapa,no lequitabaojo aTrenton,paraversiéllamiraba.—¡Yoquiero unbotellín deBud,Putita!Yno te vas a llevar propina,
porecharmeapatadaslaotranoche.—¿Quieresquelovuelvaahacer?—pregunté.—Puedo llevarte a un callejón oscuro y darte por detrás —dijo,
agitandounamano.Trentonsepusoentensiónyapoyémimanosobrelasuya.—Vaciego.DameunsegundoylepidoaKodyqueloacompañefuera.Trenton no levantó la vista, simplemente asintió. Tenía los nudillos
blancos.
—Esta noche no estoy de humor para aguantar tus memeces. Vete apediralquiosco.—¡Mibirra,puta!—dijoClay.Uninstantedespuéssefijóenlasmanos
queyoteníacogidasconlasmías.Trentonselevantódesutaburete,empujandosinmiramientosaunpar
depersonas.—¡Trenton, no! ¡Maldita sea!—Salté por encima delmostrador. Pero
Trenton ya le había dado dos puñetazos y Clay estaba en el suelo,sangrando.Mearrodilléy, al tiempoqueme tapaba la cabeza, protegí aClayconmicuerpo.Jorielanzóungritoqueseoyóporencimadelamúsica.—¡Cami,no!Alverquenosucedíanada, levanté lavistayviqueTrentonsehabía
detenidoconunpuñoenalto,anuestrolado,temblando.Kylie,alladodeTrenton,nosmirabadesdearriba.PeronoselaveíapreocupadaporClay.Simplementemirabacomounaespectadora.Cuando me incorporé, Kody y Raegan aparecieron a mi lado. Kody
ayudóaClayalevantarsedelsuelo.JorieseñalóaClayyKodyselollevódelbrazo.—Vale.Vámonos—dijoClaysesoltódelasmanosdeKodytirandoconfuerzadesubrazoyse
secólasangredelabocaconlamangadelacamisa.—¿Quieresmás,corazón?—lepreguntóTrenton.—Que te jodan —repuso Clay, y escupió sangre al suelo—. Kylie,
vámonos.TrentonarrimóaKylieasucostadoylaseñalóconundedo.—¿Estaestuchica?—¿Quépasaconeso?—preguntóClay.TrentonagarróaKylieylaechóhaciaatrásparaplantarleunbesocon
labocaabierta.Ellarespondióyduranteunossegundossemorrearonconganas.Trentonbajóunamanoporuncostadodeellayleagarróelculo,sindejardesujetarlaporlanucaconelotrobrazoflexionado.Seme revolvieron las tripas. Y, al igual que todos los presentes, me
quedé petrificada hasta que Trenton volvió a poner derecha a la chica.Entonces,laempujódelicadamenteendirecciónaClay.Este hizo una mueca pero no reaccionó. Kylie estaba más que
complacida y, volviéndose para mirar a Trenton, le dedicó una última
miradadecoqueteríamientrasClayselallevabadelamanoendirecciónalaentrada.Kodysefue trasellos,nosinantesponercarade«¿Peroquécoño…?»,mirandoprimeroaRaeganyluegoamí.Fueenesemomentocuandomedicuentadequeteníaentensiónhasta
elúltimomúsculodemicuerpo.MeacerquéaTrentonyseñaléconundedohaciasupecho.—Comovuelvasamontarotronumeritoasí,hagoqueteechendeaquí.UnladodelabocadeTrentonsecurvóhaciaarriba.—¿Lodicesporelpuñetazooporelbeso?—¿Tieneenvidiatuculodelacantidaddemierdaquesaleportuboca?
—repliquéyo,rodeandoyalabarra.—¡Esaya la había oído!—respondióTrenton ami espalda.Cogió su
birradelbarysemarchótranquilamenteendirecciónalasmesasdebillarcomosinohubiesepasadonada.—Noesporfastidiarteelnúmero,hermanita,perosetenotaelenfado
—medijoRaegan.Me puse a fregar jarras como si las aborreciese, porque en esos
momentossentíaodioportodo.—Enelinstitutonolesoportabayahoranolesoporto.—Pues, para ser alguien a quien no soportas, has estado pasando
bastantetiempoconél.—Creíaquehabíacambiado,perosevequeno.—Se ve que no—repitió Raegan sin emoción alguna. Uno tras otro,
abriótresbotellinesdecerveza.—Calla,calla,calla—dijeyocomounasalmodia, tratandodeahogar
sus palabras.Además, es que no quería nada con él. ¿Amí quémásmedabaquefueseuncerdocapazdemeterlelalenguahastalagargantaaunatíaparafastidiarasunovio?El ritmo frenético tras la barra del bar continuó, pero por suerte las
broncascesaronjustoantesdelúltimoaviso.Tratardesalirdeallícuandoellocalenterosetransformabaenunagranpeleaeraunaauténticaputada.Seencendieron las lucesy lapeñadesalojó.Paravariar,KodyyGruberno tuvieron que ponerse en plan cabrones para que se marcharan losrezagados.Solo invitaroneducadamentea lagentea irseyRaeganyyocerramoslabarra.LitayRonnallegaronconsusescobasydemásenseresde limpieza. A las tres de la madrugada todas las camareras estábamoslistasparamarcharnosy,comomedidadeprecaución,KodyyGrubernos
acompañaron a nuestros respectivos coches. Precisamente, Kody habíaacabado consiguiendo que Raegan aceptase una cita con él a fuerza deacompañarlacadanochealcocheydellenarconsutilencantoesosbrevesinstantes.GrubermeacompañóamíalPitufo.Losdosnosceñimosbienlos abrigos para guarecernos del frío. Cuando ante nuestra vistaaparecieron el coche de Trenton y el propio Trenton de pie a su lado,Gruberyyonosdetuvimosalavez.—¿Quieres que me quede?—preguntó Gruber en voz baja mientras
reanudábamoslamarcha.—¿Yquémeibasahacer?—preguntóTrenton,apretandolosdientes—.
Nada.Arruguélanariz,molesta.—Noseascretino.Novasaemprenderlaconlostíosqueseportanmal
conmigoyconlosquemetratanbien.—¿Yquépasaconlosquehacemosambascosas?—replicó,levantando
lascejaseinclinandolacabeza.YohiceunaseñaaGruber,bajandoelmentón.—Estoybien.GruberasintióasuvezysevolviópararegresaralRedDoor.—Estásborracho—dije,abriendolacerraduradelapuertadelladodel
conductordelJeep—.¿Hasllamadountaxi?—No.—¿Yaalgunodetushermanos?—No.—Entonces, ¿te vuelves andando a casa? —pregunté, sacando del
bolsillo de sus vaqueros el llavero con forma de abrebotellas rojobrillante.Acontinuaciónsalieronsusllaves.—No—respondióél,sonriendo.—Novoyallevarteatucasa.—No.Yanodejoquelaschicasmellevenacasa.Abrílapuertademicochey,suspirando,saquémimóvil.—Tellamountaxi.—MevaaacercarKody.—Si va a seguir llevándote a casa, vas a tener que hacerlo oficial en
Facebook.Trentonrio,peroentoncesseledesdibujólasonrisa.—Noséporquélohice.Lodelbesoaesatía.Esunhábito,supongo.
—¿Noerastúelquemehablabahaceunratosobreviciosdañinos?—Soyunmierda.Perdóname.Yomeencogídehombros.—Hazloquequieras.Élpusocaradedolido.—Atinoteimporta.Trasunabrevepausa,neguéconlacabeza.Nomesalíamentirenvoz
alta.—¿Estásenamoradadeél?¿Detuchico?—Vamos,Trent.¿Aquévieneesto?Trentcontrajolacara.—Túyyo…solosomosamigos,¿verdad?—Avecesnoestoyseguradesisomoseso.Trentonasintióyentoncesbajólavista.—Vale.Soloqueríasaberlo.—Semarchóyyoresoplé,frustrada.—Sí—exclamé.Élsevolvióymemiróexpectante.—Somosamigos.Asus labiosasomóunasonrisillaque fueabriéndoseyse transformó
enunasonrisadeorejaaoreja.—Esverdad.Semetiólasmanosenlosbolsillos,hastaelfondo,yechóaandarpor
elaparcamientocomosifueseelamodelmundo.EncuantosesubiódeunsaltitoenlafurgodeKody,mediounvuelco
elcorazón.Mehabíametidoenunlío.UnlíoMaddox,unlíoenorme,unlíodesastroso.
Capítulo7
Sigues sin saber nada para el puente de Acción de Gracias?—Medabamuchísimarabiapreguntárselo.Perosinosacabayoeltema,noloharíaél.Yenesosmomentosyonecesitabadesesperadamentesaberlo.Seme estaba empezando a olvidar lo que era estar junto a él yme estabasintiendo confusa respecto a cosas sobre las que no debía sentirmeconfusa.T. J. no emitió ningún sonido durante varios segundos. Ni siquiera
respiraba.—Teechodemenos.—Entoncesesoesunno.—Nolosabréhastalavíspera.Oigualelmismodía.Sisurgecualquier
cosa…—Comprendo. Ya me lo advertiste. Deja de actuar como si fuese a
montarunapataletacadavezquenopuedesdarmeunarespuestadirecta.Élsuspiró.—Disculpa.Noesporeso.Esquemepreocupaquelapróximavezque
mepreguntes,yyoresponda…,mevayasadeciralgoquenoquierooír.Sonreípegadaalteléfono,deseandopoderabrazarle.—Esbonitosaberquenoquieresoírlo.—Ynoquiero.Esdifícildeexplicar…Quieroporigualconseguireste
ascensoyalavezestarcontigo.—Lopillo.Noesfácilperotodoestarábien.Nosiemprevamosatener
que echarnos de menos. Solo tenemos que superar la parte dura delprincipio,¿no?—Eso es. —Su respuesta fue inmediata, sin vacilación, pero noté la
inseguridadensuvoz.—Tequiero—dije.—Sabesqueyoatitambién—contestóél—.Quedescanses,miamor.
Aunasabiendasdequenopodíaverme,movílacabezaarribayabajo.Pero no fui capaz de decir nada más. Cortamos la llamada sin haberhabladodeCobyni demi segundo empleoni dequeúltimamentehabíaestadomuchoencompañíadeTrenton.Laspropinasquehabíaganadoenelfindesemanasirvieronparaquemihermanopagaselamayorpartedeunadelascuotasvencidas,peromedabamiedoquesolofuesecuestióndetiempoqueabandonaseelprogramaderehabilitación.Meenfundéenuntopnegrodeencaje,demangalarga,ymepeleécon
unosdemisvaquerosrotosfavoritos.Luego,mepuseunpocodebrillodelabiosysalícorriendoparanollegartardealRedDoorparamiturnodenochedelosviernes.Nadamáscruzar lapuertadelaccesodeempleados,notéquealgono
marchababien.Estaban todosmuertosdeascoy labarra supertranquila.Demasiadotranquila.Normalmenteesaprimerahorameencantaba,antesdeque elmogollón abarrotase el local.Los viernes por la noche era lanochedelaschicas,demodoqueeljaleoempezabaaúnantes.Peroelbarestabamuerto.AlamediahoraRaeganlimpiólabarraconlabayetaporterceravez,
refunfuñandoparasusadentros.—¿Estanochehabíapeleaclandestina?Neguéconlacabeza.—¿DicesdelCírculo?Nuncaempiezantantemprano.—Anda, mira. Ya tenemos algo que hacer—dijo Raegan, bajando la
botelladeJimBeam.TravisMaddoxveníahaciasu taburetehabitual,arrastrando lospiesy
conunacaraquedabapena.Raeganlesirvióunwhiskydobleyélse lobebiódeuntragoybajóconfuerzaelvaso,quegolpeóenlamadera.—Vaya, vaya—dije yo, cogiendo la botella queme tendíaRaegan—.
Solohaydoscosasquepuedenserasídeserias.¿Todosbienencasa?—lepregunté,ymepusealertaenprevisióndesurespuesta.—Sí,todosbien.Menosyo.—Nomelocreo—repliquéyo,atónita—.¿Quiéneslachica?Sushombrossehundieron.—Unadeprimero.Ynomepreguntesquétieneporquenolosé.Aún.
Peroestabahoy ligándomeauna tíaydeprontosentícomosiestuviesehaciendoalgoqueestabamal.Yentoncesmevinoalamentelacaradeesachica.
—¿Ladeprimero?—¡Exacto!Joder,Cami,nuncamehabíapasadounacosaasí.Raeganyyonoscruzamosunamirada.—Bueno—ledije—.Tampocoeselfindelmundo.Tegusta.¿Quétiene
deraro?—Puesqueamínomegustaunachicaasí.Esoesloquetienederaro.—¿Asícómo?—dijeyo,sorprendida.Él dio otro trago y, subiendo lasmanos por encima de la cabeza, se
pusoamoverlasencírculos.—Latengotodoelratoenlacabeza.—¡Pero qué blandito te pones, para ser un tío que nunca pierde!—le
dijoenbromaRaeganparatomarleelpelo.—Dimequépuedohacer,Cami.Túsabesdechicas.Ereschica,porasí
decir.—Muybien,puesenprimerlugar—contesté,inclinándomehaciaél—,
chúpamelapolla.—¿Loves?Unachicanodiceeso.—Lasguaissí—tercióRaegan.Yoproseguí:—Ensegundolugar,ereselputoTravisMaddox.Puedesconseguirala
quetedélagana.—Casi—puntualizó Raegan desde el fregadero, a metro y medio de
distancia.LanarizdeTravissearrugó.—EraslanoviadeBrazil.Nilointenté.RaeganmiróalpequeñodelosMaddoxentrecerrandolosojos.—¿Acabodeoírloqueacabodeoír?—Pueseslaverdad—dijoél.—Aunasí,nuncatelohabríapermitido.—Esonuncalosabremos—dijoél, llevándosea labocael tercerode
lostragosparaechárseloalagarganta.—Tranqui,PerroLoco—ledije.Traviscontrajoelrostro.—Sabesquenosoportoquemellamesasí.—Sí—respondíyo,levantandolabotella—.Perograciasaesoprestas
atención. Este es el plan que tienes que seguir. Uno:Deja de lloriquear.Dos: Acuérdate de quién coño eres y obra tu magia. Esa chica no es
diferentedelasdemás…—Oh,síqueesdiferente—dijoTravis.SuspiréymiréaRaegan.—Lehadadofuerte.—Callayayúdame—dijoTravis,frustrado.—Existentrestrucosparaconseguiraunatíaduradepelar:paciencia,
contarconotrasopcionesymostrar indiferencia.Novasasersuamigodelalma.Túerespurosexoypunto,yestástratandodeligarconunaqueestálejosdetualcance.Enotraspalabras,eresTravisMaddox.—Losabía.Siemprehasestadolocapormí—dijoélconchulería.Melevanté.—Pues…no.Paranada.Nienelinsti.—Mentirosa —dijo él, poniéndose de pie—. Yo tampoco lo intenté
contigo.Mihermanosiemprehaestadoenamoradodeti.Mequedéhelada.¿Quésesuponíaquequeríadecireso?¿Acasosabía
algo?Travisprosiguió:—Indiferencia.Otrasopciones.Paciencia.Lotengo.Asentí.—Sipasáisporelaltar,medebescienpavos.—¿Qué altar?—repuso Travis con una mueca de desagrado—. ¡Qué
coño dices, Cami! ¡Que tengo diecinueve años! Nadie se casa condiecinueveaños.Miréamialrededorparaver sialguien lehabíaoídoadmitirqueera
menordeedad.—Repiteesounpocomásalto.Élreprimiólarisa.—¿Que es poco probable que me case algún día? ¿O que vaya a
casarmedeaquíapoco?Novaapasarjamás.—TravisMaddoxtampocoentraenunlocalhechopolvoporunachica.
Nuncasesabe.—Vergüenza debería darte desearme eso a mí —respondió él,
guiñándomeunojo—.Teveoenmipróximocombate,¿eh,Camille?Sébuenaamiga,¿vale?—Perosisabesquecurro.—Yameocuparédequeloprogramentarde.—¡Yniporesasiré!¡Esdesalvajes!
—¡VenteconTrent!Travis dio media vuelta y se marchó y yo me quedé como un
pasmarote, atónita. ¿Antes me había hablado de Trenton? Entonces,Trentonestabahablandodemí.¿Aquiénmáslehabíacontadoalgo?JustocuandoTravissalíaporlagruesapuertadecolorrojo,ungrupobastantegrande de gente entró en el local y después de ellos siguió entrando unreguero de clientes. Me alegré de no disponer de tiempo parapreocuparmedesicirculabanonorumoressobremíodesiesosrumoresllegaríanaoídosdeT.J.
Aldíasiguiente,bienentradalamañanamedirigíaSkinDeep,yade
mal humor. T. J. no me había llamado ni me había respondido pormensaje, cosa que no hizo sino alimentar mi paranoia sobre algunaposiblerevelacióndelbocazasdeTrenton.—¡YaestáaquíCami!—anuncióHazelconunasonrisa,ysesubióalo
altodelpuentedelanarizunasgafasnegrasdemonturagruesa.Meobliguéasonreír.Hazelhizounmohínconsus labiospintadosde
rojo.—¿Yesacaradepena?¿TedejóKOlafiestadelafraternidadanoche?—¿Eraeso?¿Túfuiste?Meguiñóunojo.—Esimposiblequenolegustenaunalaschicasdeesasfraternidades.
Bueno,¿quétepasaati?—Solo estoy cansada —respondí, dándole la vuelta al letrero de
ABIERTO.—Alloro:Calvintevaapedirqueempiecesacurrarlosdomingos.—¿Lodicesen serio?—repliquéyoconun tonomás lastimerode lo
quehabíapretendido.Noeraelmejordíaparapedirmequehicieramáshoras.Cuandofinalmentememetítraselmostrador,Trentonentróporlapuerta.—¡Camomila! —exclamó. Llevaba en las manos un frutero lleno de
frutadeplástico.—Ay, por favor, no hagas eso.No tenía gracia en el colegio y desde
luegonotienegraciaahora.Trentonseencogiódehombros.—Puesamímegustaba.
—Túenelcolegionisiquierasabíasquiénerayo.Élarrugólafrente.—¿Segúnquién?Miréamialrededorexageradamente.—Nomedijistenipíohastaquemesalierontetas.Hazelrioconsocarronería.—¡Este trabajo se ha vuelto mucho más divertido desde que la
contrataron!—Pero eso no quiere decir que no supiera quién eras —replicó
Trenton,muyserio.Hazelseñalóelfruteroquetraíaenlosbrazos.—¿Yesafruta?—Paramitaller.Paradecorar.—Eshorrendo—dijoella.—Era demimadre—dijo él sin que le afectase el comentario—.He
pensadoquenecesitabateneralgodeellaeneltrabajo.Medabuenrollo.—Sefueporelpasilloysemetióensutaller.—Bueno—dijoHazelapoyandoloscodosenelmostrador.Unadesus
finas cejas dibujadas con lápiz subió disparada—.La tensión sexual queflotaenelambienteestáalcanzandocotasabsurdas.Yolevantéunaceja.—NosabíaquetegustaseCalvin.Hazelarrugólanariz.—AnadielegustaCalvin.—¡Teheoído!—exclamóCalvindesdeelfondodelpasillo.—¡Bien!—respondióHazelasuvez—.Osea,¿quenoestásinteresada
enTrent?—Puesno—dijeyo.—Niunpoquitonadamás.—Tengonovioymehacemuyfeliz—dije,ymehumedecíunpulgar
paraponermeacontarimpresos.—Mierda—replicóHazel—.Empezabaagustarmepensarenvosotros
dosjuntos.—Pues siento desilusionarte—dije, haciendo unmazo compacto con
losimpresosparavolveraponerlosensucorrespondientebandeja.Sonólamusiquilladelapuertayentróungrupodecuatrochicas,todas
rubias, todas bronceadas y todas con sus pechos enmarcados en
sujetadores con copa E embutidos en camisetas ajustadas de diferentestonalidadesderosa.Empecéasaludarlas.PeroentoncesHazelseñalólapuertaylaschicas
sedetuvieronenseco.—Venga,Hazel.Ledijimosquepasaríamos—sequejóuna.—Fuera—respondióellaseñalandoaúnconundedo,yentoncesbajóla
vistaycon laotramanopasóunapáginadeunCosmopolitan.Comonovolvióaoírseeltintineodelapuerta,levantódenuevolavista—.Joder,¿estáissordas?¡Hedichoquefuera!Laschicasseenfurruñarony,unossegundosdespués,semarcharonpor
dondehabíanvenido.—¿Dequéibatodoeso?—inquirí.Ellanegóconlacabezaydiounsuspiro.—FansdeTrent.Bishoptambiéntiene.Mujeresquevienenarevolotear
poreltallerconlaesperanzadellevarsegratisuntatuo…,quéséyo…,quelostíosselasllevenalhuerto.—Pusolosojosenblanco—.Sitesoysincera, me sacan de mis casillas. Pero hasta hace nada las dejábamosentrar.—¿Yquéfueloquecambió?Hazelseencogiódehombros.—BishopdejódevenirconlafrecuenciaconqueveníaantesyTrenton
me dijo que las pusiera de patitas en la calle nomucho después de queempezases a trabajar tú aquí. ¿Lo ves? No eres una decepción total yabsoluta.—Mediounlevecodazo.—Supongo que no me he ganado realmente la paga. Ni siquiera sé
mezclar bien el producto de limpieza. Por aquí no le dais muchaimportanciaalusodedesinfectantes.—¡Pero qué coño dices! —repuso con una sonrisa irónica—. Quién
sino tú habría convencido a Calvin para quitar esa decoración asiáticabarata y reorganizar los ficheros. Llevas aquí menos de un mes y yaestamosmejor organizados, y los clientes no tienen que preguntarse siconeltatuajesevanallevarderecuerdounagalletitachinadelafortuna.—Gracias.Dagustosentirsevalorada.—Yo te valoro—dijoTrenton, apareciendo en el vestíbulo—.Valoro
quefinalmentevayasaverLalocahistoriaconmigoestanoche.Voyaporella.—No—respondímeneandolacabeza.
—¿Porquéno?—Estoycurrando.—¿Yluegoqué?—Mevoyalacama.—Tonterías.—Tienesrazón.Hequedado.Élpusocaradedesdén.—¿Conquién?—Todavíanoloséperocontigodesdeluegoqueno.Hazelrioporlobajo.—¡Tocado!Trenton acercó toda la mano abierta al menudo rostro de Hazel y,
empujándolaenbroma,aprovechóquelateníatapadaparadecirme:—Noesbonito.Creíquehabíasdichoqueéramosamigos.—Losomos—dijeyo.Hazel logró soltarse de Trenton y empezó a pegarle en el brazo con
saña.Él, prácticamente sinnotar nadaymanteniendo tan solounamanolevantadaparaprotegersedeella,añadió:—LosamigosvenjuntosLalocahistoriadelasgalaxias.—Esquenosomosasídebuenosamigos—repuseyo,concentrandomi
atenciónenordenarbienlosclipsensunuevocompartimento.Se oyó el tintineo de la puerta y entró una pareja. Ambos estaban ya
cubiertosdetatuajeshastaelcuello.—Hola—lessaludé—.¿Enquépuedoayudaros?—¡Rachel! —exclamó Hazel, abalanzándose sobre la chica para
abrazarla con fuerza. Llevaba un piercing en la ceja, un brillante deadornoyarosenlanarizyel labio.Supelocortodespuntado,teñidoderojo encendido, casi resplandecía de intenso. Pero hasta con la cabezaagujereada por todas partes y los brazos cubiertos de calaveras y hadasera guapísima. Me acomodé en mi silla para observarlas mientrasconversaban. Su chico era un tipo alto y huesudo, que parecía igual decontento que ella de ver aHazel.Nopodía creer que algunode los dosdesease hacerse algún piercing o algún tatuajemás. Salvo que quisierantatuarselacara,yanolesquedabaniuntrocitodepielsintinta.Hazel se fue con ellos hasta su cabina y siguieron oyéndose risas y
charla.—Vaaserundíalento—suspiróTrenton.
—Esonolosabes.Acabadeempezar.—Peroyosiemprelodetecto—respondióél.—¿Quiénesson?—preguntéseñalandoelpasilloconunmovimientode
lacabeza.—RacheleshermanadeHazel.Levantéunaceja,poniéndoloenduda.—Igualmeequivocoporcompleto,peroRachelnoesasiática.Nipor
asomo.—Lasdossonadoptadas.Eranhuérfanas.Soncomounadocenaentotal
o más. Ahora viven cada uno en un rincón del país, y se quieren conlocura.Esflipante.Pensarenellomearrancóunasonrisa.—¿Entonces en serio que no vas a verLa loca historia conmigo esta
noche?—Enserio.—¿Porquéno?—preguntócruzándosedebrazosycambiandoelpeso
delcuerpodeunapiernaaotra.Yosonreíconcomplicidad.—¿Qué,preparándoteparaunapelea?—Responde a la pregunta, Camlin. ¿Qué tienes en contra de La loca
historiadelasgalaxias?Necesitosaberloantesdeirmásallá.—¿Másalládequé?—Nocambiesdetema.Suspiré.—EntreeltrabajoyelRedDoory…Nosestamosviendounmontón.Élmeobservóunosinstantes.Cientosdepensamientospasarontrassus
cálidosojoscastaños.Sepusoamiladotraselmostradoryapoyóeltalónde lamano en él, junto ami cadera, de talmodoque su pecho tocómibrazoizquierdo.Entonces,inclinándosehaciamí,dijocasirozándomeelpeloconlaboca:—¿Yesoestámal?—Sí. No. No lo sé —respondí yo con los músculos de la cara
contraídos. Él estaba confundiéndome, además de hallarse demasiadocercademícomoparadejarmepensarconclaridad.Mevolvíconideadedecirle que se apartara, pero, cuando levanté la vista,me callé. Trentonestabaahímismo.Aescasoscentímetros.Mirándomedesdearribaconunamiradaquemeresultóimposiblededescifrar.
Posólamiradaenmihombrodesnudo.—Eseesunlugarperfectoparaquetehagauntatuaje.—¡Ja!—exclaméyo—.No.—Vamos.Hasvistomitrabajo.—Lohevisto—respondí,asintiendoconmuchoahínco—.Unapasada.—¿Entonces,qué?Volvíamirarlealosojosparatratardeinterpretarsuexpresión.—Nomefíodeti.ProbablementeacabaríaconuntatuajequedijeseQUE
LASUERTETEACOMPAÑE.Trentonsonriódeorejaaoreja.—¿Eso es una referencia a La loca historia de las galaxias? ¡Estoy
impresionado!—¿Ves?Yalahabíavisto.Millonesdeveces.—Nuncasondemasiadas.Hazel,RachelyelnoviodeRachelregresaronalvestíbulo.Hazelledio
ungranabrazoaRachelysedespidieronconlágrimasenlosojos.—NoquedanadaparalaNavidad—comentóTrenton.CuandoRachelsemarchó,Hazelestabasonriendoperounpocotriste.—Malditasea.Laadoro.—Los adoras a todos —dijo Trenton—. Si los citaras en un ciclo
mensual,podríasveraunopordía.HazellediouncodazoaTrentonyélselodevolvió.Sepeleabancomo
sifuesenhermanos.—Bueno—dijoHazel,metiéndoseunchicleenlaboca—.Osoíhablar.
Nomepuedocreerqueteasustequetehaganuntatuaje.Yoneguéconlacabeza.—Paranada.Calvinseacercóalvestíbulo.—¿HavenidoBishop?—preguntó.Hazelnegóconlacabeza.—No, Cal. Ya me lo has preguntado antes. Estábamos hablando del
primertatuajedeCami.Calvinmemiródearribaabajo.—Que la recepcionistano lleveniun tatuajeesmaloparaelnegocio.
Podríascompensármelotrabajandounashoritaslosdomingos.—Solo si dejas que saque mis trabajos y mis deberes cuando no
tengamoslío.
Élseencogiódehombros.—Deacuerdo.Semehundieron loshombros.Nomeesperabaquefueseamostrarse
conforme.—Déjamequeteperforelanariz—dijoHazelconojillosbrillantes.—Undíadeestos—respondí.—Muñeca,nolesdejesqueteconvenzandealgoquenoquierashacer.
Nohay por qué avergonzarse de tenerlemiedo a las agujas—intervinoTrenton.—Esquenomedanmiedo—repliquéexasperada.—Puesentoncesdéjamequetetatúealgo—dijo.—Eres camarera, por el amor de Dios —terció Hazel—. Deberías
llevaralmenosuntatu.Losfulminéconlamirada.—¿Peroestoquées?¿Presiónengrupo?Porqueseosdadepena.—¿Enquévestúqueteestépresionando?Loúnicoquehedichoesque
nodejesquenadieteconvenzadenada—sedefendióTrenton.—Ya,ydespuésdehabermedichoquetedejehacermeuntatu.Seencogiódehombros.—Admito que sería la caña saber que fui el primero que te hizo un
tatuaje.Escomosifueseelquesellevótuvirginidad.—Bueno,paraesotendríamosqueretrocedereneltiempoyesonovaa
pasar—dijeyosonriendoconpetulancia.—Exacto.Peroestoseríalosiguientemejor.Confíaenmí—insistióél
bajandomucholavozyadoptandountonomeloso.Hazelserioparasí.—Ay,Dios.Medavergüenzaadmitirlo,peroesa frasemevenciópor
completo.—¿Sí?—dijeyo,sintiéndomedeprontomuyincómoda—.¿Teladijo
Trent?Ellasoltóotracarcajada.—¡Ojalá!—Cerró los ojos y se estremeció—.BobbyPrince.Hablaba
como los ángelesy teníaunpeneminúsculo.—Estaúltima frase ladijocon voz de pito y levantando el índice y el pulgar de una mano,separándolosapenastrescentímetros.Nos partimos de risa los tres. Hazel se secó las lágrimas que se le
saltabandelosojos.Encuantorecobramoslacompostura,pilléaTrenton
mirándomefijamente.Algoensumanerademirarmemehizoolvidarmimáximadeserresponsableydeusarlacabeza.Porunavez,loúnicoquedeseabaeraserjovenynodarledemasiadasvueltasalascosas.—Vale,Trent.Desflórame.—¿Enserio?—preguntóél,poniéndoserecto.—¿Lohacemosoqué?—preguntéamivez.—¿Quéquieres?—Sesentódelantedelordenadoryagarróunbolicon
losdientes.Yoreflexionéunosinstantesyacontinuaciónsonreí.—BabyDoll.Enlosdedos.—No jodas —repuso Trenton con el boli en la boca, mirándome a
cuadros.—¿Noteparecebien?—pregunté.Élserioysequitóelbolidelosdientes.—Sí,sí,megusta…mogollón…,peroesunapasadadetatuajeparauna
virgen.—Volvióaagarrarelboliconlosdientesparaliberarlamanoypoderusarelratón.Sonreíconairedesuficiencia.—Yaquevoyaperderlavirginidad,quieroserdesfloradaalogrande.ATrentonselecayóelbolidelabocayseagachópararecogerlodel
suelo.—Esto… ¿Alguna…, esto…, algún tipo de letra en especial? —
preguntó,lanzándomeunamiradaantesdetrazarelbocetoenlapantalla.—Pues quiero que tenga un aire un poco de niña, para que no dé la
sensacióndequeacabodesalirdeltrullo.—¿Color?¿Oblancoynegro?—Elbordenegro.Sobreelrelleno,nosé…¿Azul,quizá?—¿TipoazulPitufo?—bromeóél.Alverqueyonorespondía,añadió
—:¿Quétalunacabadoendegradado?¿Azulenlapartedeabajoyluego,a medida que voy subiendo por las letras, que vaya poco a pocodifuminándose?—Deputamadre—dijeyodándoleuntoquesuaveconelhombro.Encuantohubedecididoel tipode letrayel color,Trenton imprimió
lascalcomaníasymefuiconélasutaller.MesentéenlasillayTrentonpreparólosutensilios.—Esto va a ser la caña—comentóHazel, sentándose en una silla no
lejosdemí.
Trentonsepusounosguantesdelátex.—Voyautilizarunaúnicaaguja.Aunasí,tevaadolerhorrores.Lovas
anotarenelhuesodirectamente.No tienesniungramodegrasaen losdedos.—Nienningunaotrapartedelcuerpo—puntualizóHazel.Leguiñéunojo.Trenton soltó una risa corta.Me limpió uno a uno los dedos con un
jabón de color verde, luego lo enjuagó y a continuación empapó uncuadrado de algodón con alcohol y me frotó cada dedo que pensabatatuarme.—Esposible que a la primerano agarre.A lomejor te tocavolver a
hacértelo.—Conundedo,untóunapizcadevaselinadondehabíapasadoanteselalcohol.—¿Lodicesenserio?—preguntéyo,ceñuda.Hazelasintió.—Sí,hija.Conlospiespasalomismo.Trentoncolocólascalcomanías.—¿Cómoloves?¿Estánrectas?¿Lasquieresasí?—Tú solo asegúrate de que el orden de las letras es el correcto. No
quierosercomoesosmendrugosquellevantatuajesmalescritos.Trentonrioparasí.—Está bien escrito. Sería un lerdo de remate si no fuese capaz de
escribircorrectamentedospalabrasdecuatroletras.—Túlohasdicho,noyo—lechinché.Hazelsacudiólacabeza.—¡Nena,noseteocurrainsultarlecuandoestáapuntodepintartelapiel
parasiempre!—Lovaahacerprecioso,¿aquesí?—preguntéyo.Trentonencendióelaparatoymemirócondulzura.—Preciosaerestúya.Noté que seme ruborizaban lasmejillas. Por eso, cuandoTrenton se
cercioródequelascalcomaníasestabansecasyapoyólaagujaenmipiel,másquesufriracausadeundolorinsoportablefuecomosisetratasedeuna agradable distracción. Trenton pintaba trazos y limpiaba la piel, asíunayotravez,muyconcentrado.Yosabíaqueharíatodoloposibleparaque quedara perfecto. Aunque en un primer momento no me dolióexageradamente,amedidaqueibantranscurriendolosminutoslamolesta
sensacióndequemazónquenotabaenlosdedoscadavezquecomenzabaamarcarmelapielhacíaquemeentrasenunasganastremendasdeapartarlamano.—¡Listo! —anunció apenas quince minutos después. Limpió bien el
exceso de tinta y las letras aparecieron perfectamente visibles en misdedos.Elcolorazulerasuperintenso.Eraunamaravilla.Mepusedelantedelespejo,cerrélospuñosylosjunté.—Tequedagenial,muñeca—comentóTrentonconunagransonrisa.Eraperfecto.—Joder,hasidounapasada—dijoHazel—.Quieroqueme tatúes los
dedos.¡Ya!TrentonmepasóunascajitasdeAquaphor.—Pontedeesto.Esunacremamuybuena.Especialmenteparaelcolor.—Gracias—dije.Élsemequedómirandounossegundoscomosirealmenteacabasede
quitarmelavirginidad.Notéuncosquilleoenelestómagoycalorcitoenelplexosolar.Dandounospasoshaciaatrás,mevolvíysalíalvestíbulo.ElteléfonosonóperoHazellocogiópormí.Trentonapoyóloscodosenelmostradorymemiróconunasonrisade
lomásridícula.—Para—ledije,tratandodenosonreíramivez.—Sinohedichonada—repusoél,sonriendoaúncomountonto.Mimóvilemitióunzumbidoyacontinuaciónotromás.—Quépasa,Chase—dije,sabiendoyaparaquéllamaba.—Mamácocinaestanoche.Teveoalascinco.—Tengoquecurrar.Ellasabequetrabajolosfinesdesemana.—Razónporlacualvamosahacercenaenfamilia,envezdecomidaen
familia.Suspiré.—Nosaldréhastalassiete.—¿Dedónde?¿YanotrabajasenelRedDoor?—Sí…—respondí,maldiciéndome en silencio por haberme ido de la
lengua—.Sigoponiendocopas.Esqueheempezadounsegundoempleo.—¿Unsegundoempleo?¿Porqué?—mepreguntóélconlavozteñida
dedesdén.Chaseeracomercialdeunaempresademarcapasosysecreíalapera.Ganabaunabuenapasta,perolegustabahacersepasarpormédicocuandoenrealidaderaelchicodelcafé,queleslamíaelculoalosjefes.
—Esqueestoy…echandounamanoaunamigo.Chasesequedócalladounbuenratoyalfinaldijo:—Cobyhavueltoaconsumir,¿no?Apretélospárpados,sinsaberquédecir.—Hazelfavordemoverelculoyestarencasademamáalascincoo
voyyoabuscarte.—Vale—respondí.Cortélallamada,arrojéelmóvilalmostrador,puse
losbrazosenjarrasyclavélavistaenelmonitordelordenador.—¿Todobien?—preguntóTrenton.—Acabodeiniciarunagranbroncadefamilia.Amimadreselevaa
partirelcorazónynosécómoperoalfinalvaasertodoculpamía.¿Cal?—llamé—.Voyatenerquesaliralascuatroymedia.—¡Noacabashastalassiete!—exclamóéldesdesudespacho.—¡Es un asunto de familia! ¡Semarcha a las cuatro ymedia!—gritó
Hazel.—¡Vale,loquesea!—respondióCalvinsinelmenorasomodeenfado.—¡Cal!—exclamóTrenton—.¡Meiréconella!Calvin no contestó. Por toda respuesta, oímos un portazo y le vimos
aparecerenelvestíbulo.—¿Quécoñoestápasando?—Tengocenafamiliar—dijeyo.Calvin me miró por un instante con cara de recelo y a continuación
miróaTrenton.—¿HasvistoaBishophoy?Trentonvolviólacabeza.—No.Nolehevisto.Calvinsevolvióhaciamí.—¿Deverdadtehacefaltaescoltaparairacasaalahoradelacena?—
preguntódubitativo.—No.—Sí que la necesita —me corrigió Trenton—. Pero no lo va a
reconocer.Meresultóimposiblecontrolareltonolastimerodemivoz:—Nosabescómoseponen.Yestanochevaaser…Créeme,esmejor
quenovengas.—Necesitasalmenosunapersonasentadaatuveraenesamesa,yesa
personavoyaseryo.
¿Podría rebatir algo así? A pesar de que no quería que Trentonpresenciase la locura que reinaba en mi familia, tenerle a mi lado metranquilizaríacuandollegasenalainevitableconclusióndequelarecaídade Coby y el desconocimiento en que habían estado eran, de algunamanera,culpamía.YacontinuaciónseproduciríalaescenaenqueCobydescubriríaqueacababadedelatarle.—Túlimítatea…nosoltarningúnpuñetazoanadie.—Hecho—dijoél,estrechándomecontrasucostado.
Capítulo8
Trentongiróelvolanteparameterseporelaccesoyapagóelmotor.LaúltimavezquehabíamosestadoensuIntrepid,Oliveibaenelasientodeatrásyyoestabamolestaporquemehabíavistoenunaencerronaparaque nome negase a ir al Chicken Joe’s. Ahora pasar la velada junto aTrentonyOliveenunruidosorestaurantemesonabaagloriabendita.—¿Estáspreparadaparaesto?—mepreguntóTrenton,ymeguiñóun
ojoparadarmeánimos.—¿Ytú?—Yoestoypreparadoparaloquesea.—Tecreo—respondí,tirandoyadelamaniveladeapertura.Lapuerta
chirrióalabrirseynecesitéunpardeintentosyunempujónconlacaderaparaconseguircerrarladeltodo.—Perdona —se disculpó Trenton, metiéndose las manos en los
bolsillos.Meofreciósubrazoyyomecogídeél.Todamifamilia(mistreshermanosymispadres)estabandepieenlapuertaabiertaviéndonossubirporelcaminodeacceso.—Yoserélaquetepidaperdóndeaquíaunrato.—¿Porquélodices?—¿Quiéncoñoesesecabrón?—preguntómipadre.Suspiré.—EsteesTrentMaddox.Trent,tepresentoamipadre,Felix.—Señor Camlin —me corrigió mi padre, mirándole a él con gesto
despectivo.Trentonletendiólamanoymipadreselaestrechómirándoledehito
enhito.AunqueTrentonno sedejó intimidar lomásmínimo,yo seguíaestremeciéndomepordentro.—Yestaesmimadre:Susan.—Encantado de conocerla —la saludó Trenton, estrechándole
suavementelamano.Mimadrelerespondióconunalevesonrisayentoncesmeabrazóyme
diounbesoenlamejilla.—Yaerahoradequeviniesesaveratumadre.—Losiento—medisculpé,aunquetantoellacomoyosabíamosqueno
eraverdad.Entramosyfuimos todosalsalóncomedor,exceptomimadre,quese
metióenlacocina.RegresóconuncubiertomásparaTrentonydenuevosemarchóalacocina.Estavezvolvióalamesaconunacazuelahumeantedepurédepatataquedepositó sobreun salvamantelesdeguata, juntoalrestodelacena.—Bueno,bueno—dijomipadre—.Sentaosparaquepodamosempezar
acenardeunavez.ATrentonletemblabaunpárpado.—Gracias,mamá,tienetodounapintaestupenda—dijoClark.Mimadresonrióyseinclinóhacialamesa.—Denada,si…—¿A santo de qué tanta formalidad? —gruñó mi padre,
interrumpiéndola—.¡Memuerodehambre!Fuimos pasándonos unos a otros las diferentes fuentes de comida y
sirviéndonosenlosplatos.Entonces,moviendomicomidaconeltenedor,me dispuse a esperar el primer dardo que daría inicio a la guerra. Mimadreestabatensa,locualqueríadecirquesabíaquepasabaalgo.—¿Quécoñoesesoquellevasenlosdedos?—mepreguntómipadre.—Eh…—Levanté las manos unos segundos mientras intentaba idear
algunatrola.—Nospusimosajugarconunrotu—contestóTrenton.—¿Por eso estás pintarrajeada con esa mierda de color negro? —
preguntómipadre.—Tinta.Sí—respondíyo,removiendolacomidaenmiplato.Mimadre
era una cocinera extraordinaria, pero mi padre siempre se las apañabaparaquitarmeelapetito.—Pásamelasal—dijoconbrusquedadaCoby,quetardabademasiado
endarleelsalero—.Joder,Susan.Nuncaleponessuficientesal.¿Cuántasvecestelohedicho?—Lasal se lapuedesañadir tú,papá—intervinoClark—.Asínoestá
demasiadosaladoparatodoslosdemás.
—¿Demasiadosalado?Estaesmiputacasa.¡Ellaesmimujer!¡Cocinaparamí!¡Ycocinacomoamímegusta,nocomoosgustaavosotros!—Notealteres,cariño—ledijomimadre.Mipadregolpeólamesaconelcantodelpuño.—¡Yonoestoyalterado!Simplementenovoyaconsentirqueentreuno
enmicasayledigaamimujercómometienequeprepararlacena.—Cállate,Clark—gruñóChase.Clarksemetiócomidaenlabocaymasticó.Habíasidoelpacificador
duranteañosyaúnnoestabadispuestoarenunciaraesepapel.Detodosmis hermanos era el de trato más fácil, y al que era más fácil querer.Trabajaba repartiendo productos de Coca-Cola a establecimientospequeños de toda la ciudad y siempre iba con retraso porque lasdependientassolíandarlepalique.Teníaunadulzuraenlamiradaqueeraimposibleobviar.Lahabíaheredadodenuestramadre.MipadreasintióyacontinuaciónclavólosojosenTrenton.—¿Camiteconocedelcolegioodeltrabajo?—Delasdoscosas—respondióTrenton.—TrentesdeEakins—puntualicéyo.—Nacíaquíyaquímecrie—añadióTrenton.Mipadrereflexionóunossegundosyentoncesentornólosojos.—Maddox…TúereselhijodeJim,¿verdad?—Sí—respondióTrenton.—Vaya,cómoqueríayoatumadre.Eraunamujerincreíble—dijomi
madre.—Gracias—contestóTrenton.—Peroquémemez,Susan,sinisiquieralaconocías—terciómipadre
—.¿Porquéhayqueconvertiratodoelquelapalmaenunputosanto?—Ellaestuvomuycercadeserlo—dijoTrenton.Mi padre levantó la vista y, sin apreciar el tono de voz de Trenton,
repuso:—¿Ytúcómolosabes?¿Noerasunrenacuajocuandomurió?—¡Papá!—grité.—¿Acabasdelevantarmelavozenmipropiacasa?¡Deberíalevantarme
deestamesaydarteunsopapopordescarada!—Felix,porfavor—suplicómimadre.—Meacuerdodeella—dijoTrenton.Aunqueestabadandomuestrasde
un autocontrol bestial, noté la tensión en su voz—. El recuerdo de la
señoraCamlinesacertado.—¿Así que trabajas con ella en el Red Door? —intervino Chase,
dejandotraslucirensuvozsuinconfundiblesentimientodesuperioridad.Noestoyseguradelacaraquepuse,peroChaselevantóelmentóncon
gestodesafiantemientrasesperabalarespuesta.Trentonnocontestó.Chasenosestabaacorralandoparaquecayésemos
enlatrampayyosabíaperfectamentebienporqué.—Entonces,¿enquéotrositio?—inquirióChase.—Nosigas—dijeyoapretandolosdientes.—¿Cómo que en qué otro sitio? —preguntó mi padre—. Ella solo
trabajaenunsitio,enelbardecopas,ylosabes.—Comoningunodelospresentes mostró su acuerdo con él, mi padre dirigió la vista haciaTrenton—.¿TútrabajasenelRedDoor?—No.—Entonceserescliente.—Sí.Mi padre movió la cabeza en gesto afirmativo. Yo suspiré aliviada,
dandograciasporqueTrentonnodiesemásinformaciónquelajusta.—¿Peronomedijistequeteníasotroempleo?—preguntóChase.Apretélaspalmasdelasmanossobreeltablerodelamesa.—¿Porqué?¿Porquélohaces?Cobycaptódequéibatodoesoyselevantó.—Acabodeacordarme:Tengo…,tengoqueirahacerunallamada.—¡Siéntate!—chillómi padre—. ¡Unono se levanta de lamesa de la
cenaasícomoasí!¿Quécoñotepasa?—¿Esverdadeso?—preguntómimadreconsuvozqueda.—He entrado a trabajar a tiempo parcial en SkinDeep Tattoo.No es
grancosa—expliqué.—¿Cómo?¿Esquenollegasafindemes?¡Dijistequeponiendocopas
unfindesemanaganabaselsueldodeunmes!—exclamómipadre.—Yescierto.—Entonces, ¿gastas más de lo que ingresas? ¿Qué te dije sobre ser
responsable? ¡Joder,Camille!¿Cuántasveces tehedichoqueno tiresdetarjetadecrédito?—Selimpiólabocayarrojólaservilletaenlamesa—.¡Nodebídezurrartebastantedeniña! ¡Dehaberlohecho,a lomejormeharíascasodevezencuando,hostia!Trentonmiraba fijamentesuplato,con respiracionesmás rápidasyel
cuerpoligeramenteinclinadohaciadelante.Yoestiréelbrazoparatocarlelarodilla.—Perosiyonotengotarjetadecrédito—repuse.—Entonces,¿porqué,porelamordeDios,cogesunsegundotrabajosi
aún estás estudiando? ¡No tiene ni pies ni cabeza y yo sé que no eresestúpida!¡Ningúnhijomíoesunestúpido!Asíque¿cómoloexplicas?—preguntóagritoscomosiestuviésemoscadaunoenunaaceradelacalle.Mimadremiró aCoby en esemomento. Él seguía de pie. Todos los
demás se levantaron también.Cuando lamirada demi padre reveló queacababadeentender loqueestabapasando,sepusoenpieal tiempoqueaporreabalamesa.—Otravezestásconsumiendoesamierda,¿eseso,verdad?—dijocon
unpuñotemblorosoenalto.—¿Qué?—replicóCoby.Eltonodesuvozhabíasubidounaoctava—.
No,papá.¿Peroquécoñodices?—¿Estásconsumiendoesamierdaotravezytuhermanateestápagando
lasfacturas?¿Esquese teha idolaputaolla?—dijomipadre.Sehabíapuestorojoyselehabíaformadounaarrugatanprofundaentrelascejasque la piel de alrededor estaba blanca—. ¿Qué te dije? ¿Qué te dije quepasaríasivolvíasaacercarteaesamierda?¿Pensastequeestabadecoña?—¿Cómoibaapensareso?—repusoCobyconvoz temblorosa—.¡Si
túnotienessentidodelhumor!MipadrecorrióhaciaCobyparazurrarleymimadreymishermanos
trataronde interponerse.Hubogritos, caras coloradas, dedos señalando,pero Trenton y yo nos limitamos a observar sentados. El semblante deTrentonnomostrabasiestabaescandalizadonisitodoaquelloleparecíaunhorror.Sinembargo,yo,hundidaenmisilla,mesentíacompletamentehumillada. Ni todos los avisos del mundo le habrían preparado parapresenciarelcircoquesemontabacadasemanaencasadelosCamlin.—Nohavueltoaconsumir—dijeyo.Todossevolvieronhaciamí.—¿Cómo has dicho? —preguntó mi padre haciendo esfuerzos por
controlarlarespiración.—Leestoydevolviendoundinero.Hacepocomesacódeunapuro.LascejasdeCobysejuntaron.—Camille…Mipadrediounpasohaciamí.
—¿Ynopodíasdecirnadahastaahora?¿Dejasquetuhermanosellevelas culpas por tu irresponsabilidad?—Dio otro pasomás. Trenton girótodoeltorsoparahacerfrenteamipadreyprotegermecomosifueseunescudo.—Creoqueleconvendríatomarasiento,señor—dijoTrenton.El rostro de mi padre pasó del enfado a la ira, y Coby y Clark le
sujetaron.—¿Acabas de decirme que me siente, en mi puta casa? —preguntó,
elevandoeltonoenlaúltimapartedelafrase.Finalmentemimadrechilló.—¡Ya está bien!—exclamó, quebrándosele la voz—. ¡No somos una
pandadefierassalvajes!¡Tenemosuninvitado!¡Sentaos!—¿Ves lo que has hecho?—dijomi padre dirigiéndose amí—. ¡Has
enfadadoatumadre!—¡Siéntate, Felix! —chilló ella, señalando la silla de madera de mi
padre.Élsesentó.—Lo siento muchísimo—se disculpómi madre con Trenton, con la
voz temblorosamientras,muynerviosa, secolocabaensusilla.Se secólosojosdándoseunossuavestoquesconsuservilletayacontinuaciónladejó delicadamente sobre su regazo—. Todo esto me causa una granvergüenza.CasinomeimaginocómodebedesentirseCamille.—Enmi casa también sondearmarmuchabronca, señoraCamlin—
dijoTrenton.Debajodelamesa,susdedos,quehabíanestadoaferrandounademis
rodillas,comenzaronadistenderse.Hastaesemomentonomehabíadadocuenta, peromispropiosdedos encontraron el caminopara llegar a lossuyosyleestrechélamanoconfuerza.Élrespondióigual.Sentirquemecomprendíahizoque laemociónmeembargasey tuveque tragar salivapara evitar que se me saltaran las lágrimas. Pero el sentimiento sedesvaneciórápidamentecuandoeltenedordemipadrechirrióencontactoconsuplato.—¿Cuándo pensabas contarnos que estabas gorroneándole a tu
hermano,Camille?Súbitamente enojada, levanté la vista hacia él. Sabía que enseguida
empezaría a culparme, pero al tener a Trenton a mi lado sentí unaseguridadenmímismaquejamáshabíasentidoestandoconmipadre.
—Cuandoconsiderasequetelotomaríascomounadultomaduro.Mipadresequedóboquiabiertoymimadretambién.—¡Camille!—exclamóella.Mipadreapoyólosnudillosenlamesayselevantó.—Ahórrate las palabras—dije yo—.Nos vamos.—Mepuse de pie y
Trentonselevantóamilado.Juntos,nosfuimoshacialapuertadelacasa.—¡Camille Renee! ¡Vuelve a pegar el culo a tu silla! —exclamó mi
padre.Abrílapuerta.Enlaparteinferiorlamaderaestabamelladayastillada
de lasveces enquemipadre, presade susnumerosos ataquesde ira, laabría o la cerrabade unapatada.Aunquemedetuve antes de levantar elpicaportedelapuertamosquitera,nomiréatrás.—¡Camille!¡Teloadvierto!—meamenazómipadre.Empujéparaabrir.Hiceesfuerzosparanosalircorriendoatodaprisa
haciael Intrepid.Trentonabrió lapuertadelacompañante,mesubíenelcocheyluegoéllorodeóparasubirporsulado,traslocualseapresuróameterlallaveenelcontacto.—Gracias—ledijeencuantoelcochecomenzóarodar.—¿Porqué?Nohehechounamierda—respondióTrenton,obviamente
disgustado.—Porhabercumplidoloquemeprometiste.Yporsacarmedeallíantes
dequemipadrehubiesesalidoacogerme.—Tenía que darme prisa. Sabía que si él salía y volvía a chillarte o
amenazarteunavezmás,noibaasercapazdecumplirmipromesa.—Menudo desperdicio de tarde libre —dije yo, mirando por la
ventanilla.—¿Por qué Chase fue haciendo que saliera el tema? ¿A santo de qué
quisoempezartodaesamovida?Suspiré.—Chase se la tiene jurada aCobydesde siempre.Mispadres siempre
han tratadoaCobycomosinuncapudiesehacernadamal.YaChase lechiflarestregarleatodoelmundoenlacaraqueCobyesunadicto.—Entonces,¿porquétemolestasteeniracenarconellossisabíasque
élestabaaltanto?Miréporlaventanilla.—Porquealguienteníaqueasumirlaresponsabilidad.PermanecimosensilenciounossegundosyentoncesTrentonrezongó:
—Cobymepareceunbuencandidatoparaeso.—Séquepareceundisparate,peroyonecesitoqueunodenosotroscrea
quesonbuenospadres.Sitodosodiamoscómonoshantratadodeniños,sehacecomomásreal,¿entiendes?Trentonmecogiólamano.—Noesundisparate.YolepedíaaThomasquemecontasetodoloque
recordaradenuestramadre.Apenasguardounosrecuerdosvagosdeella,queparamísonuntesoro.Saberquelosrecuerdosqueconservabaéleranmássólidosquemisinstantesdifusosyparecidosasimplesensoñacioneshacíaqueellafuesemásrealamisojos.Retirémimanoymerocéloslabiosconlapuntadelosdedos.—Me da tanta vergüenza que estuvieras allí y a la vezme siento tan
agradecida… Nunca en la vida habría hablado así a mi padre si tú nohubiesesestadoallí.—Sialgunavezmenecesitas, solo tienesque llamarme.—Chascó los
dedosvariasvecesysepusoacantar,espantosamente,elestribillodeI’llbetheredelosJackson5,desgañitándoseyponiendotodaelalma.—Esunpocoagudoparati—dijeyo,aguantándomelarisa.Peroélsiguiócantando.Me tapé la cara y empecé a reírme para mí. Trenton cantó aún más
fuerteyyo,tapándomelasorejas,movílacabezanegativamentefingiendoquenomegustabanada.—«Justlookovayashoulders!»—gritabaél[5].—¿Delosdoshombros?—lepregunté,muertaderisaaún.—Supongo. —E hizo un gesto de no saber a ciencia cierta—. En
realidadasíescomolocantaMikey.Trentonmetió el coche en el aparcamiento demi casa y estacionó al
ladodemiJeep.—¿Estanochesales?—pregunté.Élsevolviópararmirarmeconcaradepena.—No. Tengo que empezar a ahorrar pasta. Dentro de poco me iré a
vivirsolo.—¿Ytupadrenoecharádemenostuaportaciónalalquiler?—Podríamudarmeya,peroestoyahorrandoparaayudarleaéltambién.
Supensiónnodaparamucho.—¿Vasaseguirpagándoleelalquileratupadrecuandotehayasido?Trentonarañóalgodesuvolanteconlasuñas.
—Sí.Élhahechomuchopornosotros.Trentonnoeraparanadacomoyocreía.—Graciasotravez.Tedebouna.UnladodelabocadeTrentonsecurvóhaciaarriba.—¿Medejasquetepreparelacena?—Paraestarenpazcontigo,tendríaquehacerteyolacena.—Estaremosenpazsimedejasquecocinealgoentucasa.Melopenséunminuto.—Vale.Pero con la condicióndequemehagas una lista de las cosas
quevasanecesitarymedejesqueyolascompre.—Hecho.Salí del coche y cerré la puerta. Las luces del vehículo dibujaronmi
silueta en la fachada de mi piso cuando di la vuelta a la llave en lacerraduraygiréelpomo.MedespedídeTrentonconlamanomientrasélretrocedía.Peroentoncesregresóalsitiodondehabíaaparcado,saltódelcocheyvinoacorriendohastamipuerta.—¿Quéhaces?—¿Esenoes…?—EsCoby—dijeyo,tragandosaliva—.Serámejorquetevayas.—Yonomevoyaningunaparte.ElCamarodecolorazuleléctricodeCobysedetuvoensecodetrásde
miJeepydelIntrepiddeTrentonyélsaliódelcochedeunsaltoycerródandounportazo.Noestabaseguradesidebíapedirlequeentraseenmicasaparaquelosvecinosnonosoyesen,osidebíamantenerladiscusiónfueraparaevitarquemedestrozaraelpiso.Trenton se afianzó en el suelo, listo para frenar las intenciones que
pudiesealbergarCoby,fueranlasquefueran.Cobyvinohaciamípisandofuerte,congestoadusto, losojosenrojecidosehinchados,yentoncesseabalanzósobremíymeabrazócontantafuerzaquecasinopodíarespirar.—Losientomuchísimo,Cami—dijoentresollozos—.¡Soyunmierda!Trentonnosobservóconunacaradesorpresaequivalentealpasmoque
yo misma sentía. Tras un breve silencio, abracé a Coby a mi vez,acariciándoleconunamano.—Estábien,Coby.Estábien.Saldremosdeesta.—Mehedeshechodetodoloquetenía.Telojuro.Novolveréatocarlo.
Tedevolveréeldinero.—Vale.Estábien—respondíyo.Nosmecíamosabrazadosydebíamos
deparecerunpocotontos.—Papásiguefurioso.Yoyanopodíaseguirescuchándole.Nosseparamos.—Entraunratito.Enbrevetendréqueprepararmeparairmeatrabajar,
perotepuedesquedarhastaquememarche.Cobyasintió.Trentonsemetiólasmanosenlosbolsillos.—¿Necesitasquemequede?Yoneguéconlacabeza.—No,soloestárevuelto.Perograciasporesperarparaestarseguro.Trentonasintió,mirómásalládemihombroyentonces,comosifuese
lo más natural del mundo, se inclinó y me dio un beso en la mejilla.Entonces,diomediavueltaysealejó.Me quedé unos instantes en la puerta. La zona demi piel que habían
tocadosuslabiosmecosquilleabaaún.—¿QuéfuedeltíodeCalifornia?—preguntóCoby,mosqueado.—Allísigue—respondícerrandolapuertayapoyándomeenella.—Entonces,¿dequévalodeTrentMaddox?—Solosomosamigos.Cobylevantóunaceja.—Pues nunca habías llevado a casa a un tío. Y yo no doy besos a
amigas.Noespornada.—Mehadadounbesoenlamejilla—repuse,sentándomeasuladoen
elsofá—.Meparecequetenemoscosasmásimportantesdelasquehablar,¿nocrees?—Puede—respondióCoby,abatido.—¿Encontrasteunprograma?—Piensodejarloporlasbravas.—Laúltimaveznotediotanbuenresultado,¿no?Cobyarrugólafrente.—Cami, tengo recibos pendientes. Si los cobradores de facturas
empiezanallamaracasa,papálodescubrirá.Lediunaspalmaditasenlarodilla.—Dejaqueyomepreocupeporeso.Túpreocúpatedeestarlimpio.LamiradadeCobysedesenfocó.—¿Por qué eres tan buena conmigo, Cami? Soy un perdedor. —
Contrajoelrostroyempezóallorarotravez.
—Porqueyoséqueesonoesverdad.La depresión era uno de los efectos secundarios de los esteroides
anabólicos, por lo que era importante que Coby buscase ayuda paradesengancharse.Mesentéconélenmipequeñosofádedosplazashastaque se serenó.Luego,mepreparépara ir a trabajar.Élpuso la teley sequedó en silencio, probablemente agradecido por poder alejarse de laguerraconstantequeselibrabaentrelasparedesdecasademispadres.Simipadrenoestabagritándoleamimadre,estaríagritandoaalgunodeloschicosobienestaríangritándoseentreellos.Aquellaerasolounarazónmásparanopoderaguantarmás tiempoallí.Vivir conesobastabaparaque te entrara una depresión. Pero dado que Coby no estaba realmentepreparadoparavivirporsucuenta,estabaatrapadoallí,adiferenciadelosdemás.Despuésdemudarmederopayderetocarmimaquillaje,cogíelbolso
ylasllavesymefuihacialapuerta.—Tevasaquedaraquí,¿verdad?—lepregunté.—Sí—respondióCoby—.Sitevabien.—Nohagasnadaquemeobligueadecirtequeno lapróximavezque
quierasqueteecheuncable.—No me quedaré mucho. Solo hasta que papá se vaya a la cama,
supongo.—Vale.Llámamemañana.—¿Cami?—¿Sí?—respondí, parándome en seco y asomando la cabeza por la
puerta.—Tequiero.Sonreí.—Yotambiéntequiero.Todovaairbien.Teloprometo.ÉlasintióyyomefuiapasoligerohaciamiPitufo,cruzandolosdedos
paraquearrancase.GraciasaDios,arrancó.EltrayectoaltrabajolodediquéacomermeelcocosobreCoby,T.J.y
Trent, y a seguir intentando prepararme mentalmente para una agitadanochedesábado.Raegan estaba ya tras la barra este, preparándolo todo y pasando la
bayeta.—¡Hey,corazón!—exclamó.Sualegre sonrisa seborróde inmediato
encuantomemiróa losojos—.Vaya.Hasestadoencasade tuspadres,
¿no?—¿Cómolohasadivinado?—¿Quéhapasado?—Trent vino conmigo, gracias a esono llegó la sangre al río.Chase
descubrióqueteníaotrotrabajo.—Yelmuycabritolesdijoatuspadresporqué,¿no?—Másomenos.Raegansuspiró.—Siemprecausandoproblemas.—¿HaspasadotodoeldíaconKody?Raeganseruborizó.—No.Noshemos…dadountiempo,porasídecirlo.—¿Untiempo?—¡Shhh!Noshemosdadountiempo.Hastaquemeaclareunpoco.—Entonces,¿dóndehasestadotodoeldía?—Puespaséporel localde la fraternidad.Unpardehorasnadamás,
antesdeveniratrabajar.—¿Lafraternidad?—Micerebrotardóunasdécimasdesegundoenatar
cabos.Melaquedémirandouninstanteysacudílacabeza—.Tellamóél,¿verdad?Raeganhizounamueca.—Noquierohablarloaquí.Yaestásiendobastanteincómodo.Kodyestá
poraquí,asíqueporfavorvamosadejarlohastaquevolvamosacasa.Yoneguédenuevoconlacabeza.—Peromiraqueeres idiota.Brazil teviofelizconKodyyporeso te
llamó. Ahora te estás cargando algo bueno y Brazil seguirá siendo elmismo.Kodyseacercó.Seleveíadolido.—Eh,chicas,¿necesitáisalgo?Raegannegóconlacabezayyohicelomismo.Kodysepercatódeque
yosabíaalgo.Hundióloshombros,asintiósinmásysealejó.—¡Joder,Cami!¡Hedichoqueaquíno!—dijoRaeganenvozbaja.—Perdona—repuseyomientrasmeponíayaacontarmicaja.Siañadía
unasolapalabra,ellaseenfadaríamás,asíquemecalléloquepensaba.Esavezeljaleocomenzóantesdelohabitualyagradecíelmantenerme
ocupada.Kodyestuvoentretenidoenlaentrada,demodoqueapenasvolvíaverlehastalahoradecerrar.Estabadepiejuntoalaparedoeste,enun
rincónoscuro,observandoaRaegan.ElDJhabíapuestosucanción,conloqueveraBrazilapoyadoalfinaldelabarrasonriendoaRaegan,quiena su vez también estaba apoyada y sonriendo,me resultó especialmenteirritante.NomepodíacreerqueestuviesesiendotanfríaconKody.Meacerqué
hastaellaconunajarradecervezaenlamano,fingíquemetropezabaylajarra entera se derramó por la barra empapando a Brazil. Él dio unrespingo hacia atrás y levantó los brazos. Demasiado tarde: ya teníacaladossucamisamarróndecuadrosylosvaqueros.—¡Cami!—chillóRaegan.Yoacerquémicaraalasuya.—¿Oyeslacanciónqueestásonando?Kodyestácurrandoenlapuerta,
asíquesabesqueélsabequeBrazilestáaquí.Nohacefaltaserunaperrasincorazón,Ray.—¿Yosoyunaperrasincorazón?Mejornodecimosnadasobreloque
estáshaciendotú.Mequedéboquiabierta.Quereaccionaseconungolpebajonofueuna
sorpresa,perosímesorprendióquetrajeseacolaciónaTrenton.—¡Yonoestoyhaciendonada!¡Solosomosamigos!—Sí,claro,vamosaponerleunaetiquetabonitaparaquepuedasdormir
bienporlasnoches.Todoelmundoveloqueestáshaciendo,Cami.Peronosomostanimpertinentescomoparareñirte.Raeganabrióunacervezayladespachó,traslocualsedirigióalacaja
registradora, en la que tecleó los números con furia como si estuviesecabreadaconellos.Mehabríasentidofataldenohabersidoporquemiréhaciaelotrolado
del local y vi que por unos instantes a Kody le había cambiado laexpresióndetristeza.Raeganseacercóysequedóami lado,mirandofijamenteaKody,al
fondodellocal.—Medicuentadequécanciónestabasonando.—¿YtedistecuentadequeBrazilestabatancercadetucaraquehabría
podido darte un beso delante de todoDiosmenos de veinticuatro horasdespuésdequedejasesaKody?—Tienesrazón.Levoyadecirquenosemeacerque.—Estiróunbrazo
paracogerlabocinaylahizosonar;eraelúltimoavisoantesdelcierre.Kodysemetiólasmanosenlosbolsillosysedirigióalaentrada.
—SupongoqueKodymeacompañaráamicocheestanoche—dijeyo.—Puesseríamejor—dijoRaegan.Recogimos nuestra zona de trabajo y lo dejamos todo listo para la
noche siguiente. Una hora después de que hubiésemos echado el cierreestábamos cogiendo nuestros abrigos. Raegan se colgó el bolso en unhombroehizounaseñalaGruberconlacabeza.—¿Meacompañas?—lepreguntó.GrubervacilóyKodyapareciójuntoaella.—Yotepuedoacompañar.—Kody…—empezóadecirRaegan.Kodyseencogiódehombros.—¡Ja! ¿No te puedo acompañar al coche? Ray, forma parte de mi
trabajo.—MepuedeacompañarGruber,¿verdadquesí,Gruby?—Yo…,pues…—balbucióGruber.—Vamos,Ray.Déjameacompañarte.¿Porfavor?Raeganbajóloshombrosysoltóunsuspiro.—Teveoencasa,Cami.Ledijeadióscon lamanoymeasegurédemantenerunadistanciade
variosmetrosentreellosynosotros.Gruber y yo oímos que Kody le suplicaba algo a Raegan cuando
llegaron hasta el coche de ella, en la otra punta del aparcamiento, yaquellome partió el alma. Gruber se quedó conmigo junto ami cochehastaqueRaegan semetió enel suyo.La seguíhasta casay cuandonosmetimos en el aparcamiento, vi, al echar la vista hacia su coche, que seponíaallorardesconsoladamenteconlasmanosenlacara.Abrísupuerta.—Anda,venga.Vamosaverpelisdemiedoconunatarrinadehelado.Raegan levantó la vista hacia mí. Tenía los ojos hinchados y
enrojecidos.—¿Algunavezhasqueridoadospersonasalavez?—mepreguntó.Trasunlargosilencio,letendílamanoydije:—Sisemepasaraporlamenteintentarlo,dameunatorta,¿vale?
Capítulo9
En el momento álgido del mogollón habitual de la noche de losviernes en el Red Door, Travis Maddox atravesó el bar de copas paradirigirseasutaburetehabitual,enmizonadetrabajo,pavoneándosecomosiempre: en plan sexi, seguro de sí mismo y controlando la escena.Shepley estaba con él, y también estaba con él la amiga de Shepley,América,ytambiénotrachicamás,laqueimaginéqueseríalachicadelaque había estado hablando el fin de semana anterior: la estudiante deprimero.LedijealtíoqueestabaensutaburetehabitualqueTravisveníahacíaallí.Elchicoysuamigoselargaronsinrechistar.Travissesentóahorcajadas.Pidióunabirra,sebebiólamitadenpocos
tragosysevolvióparacontemplarlapistadebaile.Lachicadeprimeroestabaallí,bailandoconAmérica.Tres chicas se colocaron detrás de Travis y se quedaron pululando
comogrupies,esperandoaquesedieselavuelta.América y su amiga volvieron a la barra sonriendo y acaloradas. La
estudiante de primero era un bellezón, eso se lo tenía que reconocer aTravis.TeníaesenoséquéespecialquepodríaesperarsedelachicaquefinalmentellamaselaatencióndeTravisMaddox.Peronohubierasabidodecirquéeraexactamente.Sumiradatransmitíaseguridad,sinduda.Sabíaalgoquenadiemássabía.—Esto va a ser así toda la noche, Mare. Tú pasa de ellas —le dijo
Shepley.Américaenseñólosdientesylanzóunamiradaalastresmujeresquese
comíanaTravisconlosojosmientrascuchicheabanentresí.YonoteníamuyclaroporquéAméricaestabatanmosqueada.NoestabanmirandoaShepley.—Pareceque lasVegashavomitadounmontóndebuitres—comentó
América.
TravismiróporencimadelhombroparaveraquiénsereferíaAméricay a continuación volvió a girar el cuello y dio un trago a su cerveza.Encendióuncigarrillo,exhalóunanubedehumoymemiró levantandodosdedos.Estoseponeinteresante.SaquéunpardeBudLightsde lanevera, las
abríylasplantédelantedeTravis.Unadelaslobascogióuna,peroTravisselaquitó.—Eh…,noesparati—dijo,yselatendióalachicadeprimero.Labocadelachicadeprimerosecurvóhaciaarribaapenasunpoquito
yluegobebiódelbotellínduranteunossegundos.—¿Mepuedesprepararunodeesos…?—mepreguntóMarty,unchico
queeraclientehabitualdeRaegan.EllaestabaenlaotrapuntadelabarramanteniendounaintensaconversaciónconKody.—Sí—contesté sin dejarle terminar la pregunta—. No te preocupes,
Marty.Yomeocupodequenotefaltenada.—Ymientrasibavertiendolosingredientes del Warninks Crème Egg Shooter, el cóctel especialmentecomplicadoquetomabaMarty,Travisylachicadeprimeroseloestabanpasandodelolindoenlapistadebaile.Estabandandobastantelanotay,paracuandoMartysehuboterminadolacopa,Travisyalahabíasacadodequicioylachicasealejófuriosadeélysedirigióalabarra.Memiróconunamediasonrisaylevantóundedo.Yosaquéunabirra,
laabríyladepositédelantedeella.Sebebiómásdelamitaddelbotellínantes de queTravis volviese también a la barra.No era de extrañar queestuviesetanhechopolvoporella.Yoaúnnosabíanicómosellamabalachicayyameestabanagotandolosdos.Megan, el verificado y comprobado plan B de Travis, apareció a su
lado.—Vaya,vaya,siesTravisMaddox.Aunque Megan no montaba nunca mucho lío, no era santo de mi
devoción.AdemásdeTravis,habíadosotrestíosmásalosquelemolabaandarpersiguiendo.Esosí,nuncacuandoelloslabuscabanaellaynuncasiestabansinnovia.Legustabaelretodelevantarleelnovioaunachica.Yesetipodemujeresenemigadelasparejas,encualquierlugar.—¿Quépasa?—preguntóRaeganenvozbaja.JustoenesemomentoTraviscogiódelamanoaMeganyselallevóa
lapista,yempezaronasobarseexageradamentedelantedetodoDios.—Oh, Travis —dije yo, decepcionada—. ¿Pero qué coño estás
haciendo?NohacíanicincominutosqueTravissehabíaido,cuandoEthanCoats
se coló entre la gente y se adueñó del taburete y, activandoautomáticamente sus armas de seducción, se apoyó en la barra. A laestudiantedeprimerolegustóquelededicarasuatención.YyonohabríapodidoreprochárselosidichaatenciónnohubieseprocedidodeEthan.—¡Ay,porfavor,estonopuedeser!¡Apartaaesecerdodeella!—me
susurróRaegan.Todos sabíamos lo que había hecho Ethan, y de lo que era capaz.
Nosotrastratábamosdevigilarlecuandoestabaenlabarra.Peronotodaslaschicashacíancasodenuestrasadvertencias.ViqueTravisveníadenuevohacia labarraestecon lamiradafijaen
Ethan.—Creoquenovaahacerfalta—dije.Traviscasiseinterpusoentreellosy,trasuncrucedepalabras,Ethanse
largó con el rabo entre las piernas y Travis y la chica de primero semarcharondellocal,apuntodeiniciarunaguerra,porloqueseveía.Raegansesonrió.—Me parece amí que TravisMaddox ha encontrado la horma de su
zapato.—Puescreoquetienesrazón—dijeyo.Faltabaaúnunahoraparadarelavisodecierreyyohabíabatidoyami
récorddepropinasparaesanoche.Raeganestabadebuenhumor,apesardequeKodysedejabacaerporallídevezencuando,paradetenerseeltiempojustoqueellanecesitabaparadecirlequenopodíahablar.Al levantar la vista, vi a lo lejos a Trenton recibiendo de Tuffy el
cambio por el pago de su entrada.Le saludé asintiendo con la cabeza ysonreí.Conesosandaresmarcadelacasa,imposiblesdeobviar,seacercótranquilamentealabarraesteysesentójustodelantedemí.—¿Whisky?—lepregunté.—Agua.—¿Agua?—repuse,incrédula.—Yatelodije.Estoyintentandoahorrarpasta.—Puesnada,agua—respondí.Trentondiounsorboydejóelvasoenlabarraparaecharunvistazoa
sualrededor.—HevistoaTravisgritándoleaunapibaenelaparcamiento.
—¿Sí?¿Ycómohaacabadolacosa?—Puesellalerespondiótambiénagritos.Noséquiénes,peromecae
bien.—Amítambién.Trentonclavólavistaenelhieloqueflotabaensuvaso.—Semehaceraroestodeverletratandodesentarlacabeza.—¿Túcreesqueesoesloqueestáhaciendo?—Tehahabladodeella,¿verdad?Yoasentí.—Pueseso.Le observé unos minutos. Estaba raro, pero no tenía muy claro qué
podíaser.—¿Hayalgodeloquequierashablar?Élsopesólarespuesta.—No, es igual. No sirve de nada.—Dio otro sorbo de su agua y al
mirar hacia atrás reconoció a alguien en las mesas de billar—. Voy aacercarmeaver.—Vale —dije yo. No debí sentir decepción al ver que no había
mostradomuchointerésenhablarconmigo.Hacíatansolounassemanas,habíavenidoalRedDoora tomarsealgo,aestarconsushermanosoabuscarunrollo.Peroviéndoleahoracruzarlapistadebaile,cogeruntacode billar y flexionar los brazos para pulir la punta con la tiza, fueapoderándosedemíuncuriososentimiento.—¿Quélepasaaese?—preguntóRaegan.—Niidea.Peromealegrodenoserlaúnicaquelohanotado.—¿Ytúquétienes?Menudacaraponíascuandoestabayéndose.¿Teha
dichoalgo?—No—respondí,moviendolacabeza—.Peronotelovasacreersite
lodigo.—Soytumejoramiga.Alomejoryalosé.—Pues es difícil de explicar pero… Yo… Acaba de entrarme una
especie de sentimiento superraro de… tristeza. Como si Trent y yohubiésemosdejadodeseramigos.—Alomejoresporquesabesqueélfinalmentesehaconvencidodeque
solosoisamigos.—Puedeser.Osea,no—repuse,corrigiéndomeamímisma.—Lo sabía. Qué perra eres. No sé ni cómo se te ocurre intentarlo
siquiera.—Sepusodetrásdemíy,rodeándomelacinturaconlosbrazos,apoyóelmentónenmihombro.Nosquedamosmirandoaunpardechicasqueacababandeentrarenel
local y que se dirigieron al lado oeste y se quedaron revoloteandoalrededordelamesadebillardondeestabaTrenton.Saltabaalavistaquelasdoseranrubiasdebote,peropormuchoquemefastidiaseadmitirlo,eran increíblementeguapas.A losveinteminutos se lesunióuna terceraamiga. Enseguida la recién llegada acaparó la atención de Trenton y alpoco rato él la tenía acorralada contra la mesa de billar. La chica noparaba de enroscarse unmechón de su largamelenamorena, y se reíacomo si Trenton fuese el tíomás gracioso que hubiese conocido en suvida.Susrisasseoíanporencimadelamúsica.—Apagayvámonos—dijoRaegan—.Yoestoyyaparairmeacasita—
añadió,volviendolacaraparaapoyarunasienenmihombro.—Yotambién—dijemientrasveíaqueTrentonseacercabaalacarade
lachica.Aunestandoenlaotrapuntadellocal,viqueellateníaunoslabiosde
top model y unos ojos superseductores. Él la miraba desde arribasonriendo. Verlos tan juntos me estaba resultando repugnante. Era laprimeravezquelaveía,porloqueseguramenteseríadelauniversidaddeSouthwesternState.ProbablementeTrentontampocolahabríavistoantes,peroensolomediahorayaestabanaescasoscentímetroselunodelotro.Trenton apoyó lasmanos en lamesa de billar. El culo de ella quedó
apretadoentreambas.Entoncesseestiróparadecirlealgoaloído.Cincominutosantesdedarelúltimoavisodecierre,entróunapandade
alborotadores que se apostaron en la barra este y se pusieron a pedirbebidas,yesoquelamayoríadeellosllevabayaenelcuerpomásdeunacopa.Mientrasmeponíadenuevomanosalaobra,acertéaveraTrentonllevándosedelamanoalachicafueradellocal.Alinstantenotéquesemerevolvíanlastripas.—¿Estás bien? —me preguntó Raegan mientras abría unas cuantas
birrasalavez.—Todobien—respondíyo.Noestabaseguradesipodíaoírme,pero
eralodemenos.ARaegannopodíaengañarla.
Capítulo10
Medespertóconunsobresaltoelsonidodeunosnudillosllamandoalapuerta.Yotromontóndegolpecitos terminódedespertarmedel todo.Luegoempezaronaaporrearlaysalídelacamaarrastrándome.Nadamásasomarmealpasillo,labrillanteluzdeprimerahoradelamañanamedioenlacaraehiceunamuecadedolor.Crucéelsalóndandotumbosyabrílapuerta.—¿Quécoñoestáshaciendoaquí?—pregunté.—Domíaconpocaropa—dijoOliveconsulenguadetrapoysudulce
vocecilla.Bajélavistaprotegiéndomelosojosdelaluzdelsolconlamano.—Oh, hola, Olive. Perdona, no te había visto ahí —dije, incapaz de
dejardearrugarlafrentenisiquieraanteella.—Nopasanada—respondióella—.DiceTuentquesoybajita.—Tehemos traído cositas para desayunar—dijoTrenton sosteniendo
enaltounabolsablancadepapel.—Yonodesayuno.—Sí que desayunas. Bagel de pasas y canela con mantequilla. Me lo
soplóKody.Losdossurcosquesemehabíanformadoentrelosojossehicieronaún
másprofundos.FulminéaTrentoncon lamiraday,mirandodenuevoaOliveconungestomenosduro,suspiré.—Laquiero—dije,anadieenparticular—.Olive,sabesquetequiero
pero yomevuelvo a la cama.—Miré aTrenton entornando los ojos—.Estaveznotevaadarresultado.Llévalaasucasa.—Nopuedo.Suspadresvanaestarfueratodoeldía.—Puesllévatelaalatuya.—Mipadreestáacatarrado.Ynoquerrásquepilleuncatarro,¿verdad?—¿Sabesloquenosoporto?—lepregunté.
Trentonmemirócondesesperación.—Amí.Losé.Esque…Soyunimbécilinseguroyegoísta.—Exacto.—Perosoyunimbécilinseguroyegoístaqueestáconunaniñapequeña
enlacalle,conestefrío,yquetepideperdón.Entonces me tocó a mí suspirar. Hice un gesto con la mano para
indicarleaOlivequeentraseencasa.Ellaobedecióalegrementey fueasentarse en el sofá, donde al instante encontró el mando a distancia,encendió la tele y puso los dibujos animados de los sábados por lamañana.Trentondiounpasoalfrenteyyolevantélamano.—Túno.—¿Cómo?—Quetúnopuedesentrar.—Pero…tengoquevigilaraOlive.—Puedesverlaporlaventana.Trentoncruzólosbrazossobreelpecho.—¿Creesquenolovoyahacer?—No,séqueloharás.—Learrebatélabolsablancadelamanoyledi
con lapuertaen lasnarices.Echéelcerrojo.Y lancé labolsaaOlive—.¿Tegustanlosbagels,nena?—¡Sí!—exclamó ella abriendo la bolsa de papel—. ¿De verdá vas a
dejaraTuentfuera?—Sí, señorita —respondí yo y me fui a mi cuarto y me dejé caer
encimadelacama.—¡Cami!—exclamóRaeganzarandeándome.Mirélahoraenelreloj
de la mesilla. Habían pasado casi dos horas desde que Trenton habíallamadoa lapuertadecasa—.¡Esaniñitaestáviendodibujosennuestrosalón!—mesusurró,evidentementeangustiada.—Yalosé.—¿Ycómohaentrado?—LatrajoTrent.—¿YdóndeestáTrent?—Fuera,creo—respondíenmediodeunbostezo.Raegan fue al salónpisando ruidosamente con los talonesydenuevo
volvióamihabitación.—Estásentadoenelsuelo,debajodelaventana,jugandoalFlappyBird
conelmóvil.Yoasentí.—Fuerahaycerogrados.—Genial —repliqué sentándome en la cama—. Y ojalá estuviera
granizando.ElrostrodeRaegansecontrajoenungestodedesagrado.—Me ha dicho hola con la mano como si fuese lo más normal del
mundo.¿Quécoñoestápasandoaquí?—Pues que se trajo a Olive. Como su padre está resfriado, no se la
puede llevarasucasa,y lospadresde laniñavanaestar todoeldíaencasadenoséquién.—¿Yporesonopodíacuidarlaencasadeella?Penséenesounossegundosyacontinuaciónsalíarastrasdemicama
porsegundavezenelmismodía.Fuihastaelsofá.—¿PorquéTrentnosehaquedadocontigoenlacasadetuspapás?—le
pregunté.—Esqueyoqueríaveniraverte—respondióellacomosinada.—Oh—dije—.¿Trentonnoqueríaverme?—Sí,perodijoquenoteharíagracia.—¿Eh?—Sí,yporesoyoledijeporfi,porfi,porfi.Yéldijoquesí.Le sonreí,me fuihasta lapuertayabrí.Trenton sevolvióymemiró
desdeelsuelo.Ysemeborrólasonrisa.—Entra.Trentonselevantóycruzóelumbral,peroahísequedó.—Estáscabreadaconmigo.Lemiréentornandolosojos.—¿Porqué?—mepreguntó.Yonorespondí.—¿Esporquemefuiacasaconesachicaanoche?Tampocorespondí.—Nomelatiré.—¿Quieresunagalleta?Porqueesosemereceunpremio.—¿Peroquétepasa?Cincovecesaldíamedicesquesomosamigosy
ahoraestáscelosadeunatíaconlaqueestuveligandodossegundos.
—¡Yonoestoycelosa!—¿Entoncesquétepasa?—¿Esquenomepuedopreocupar,comoamigatuya,dequepillesuna
ETS?—¿Quéeseteese?—preguntóOlivedesdenuestrosofádedosplazas.Cerrélosojosapretandolospárpados.—Dios.Perdón.Olive,olvidaquehasoídoeso.Trentondiounpasohaciamí.—Sus padres me la dejan para que sea su niñera. ¿Crees que les
preocupamuchoellenguajemalsonante?Levantéunaceja.Élbajóelmentónymemiróalosojos.—Dimelaverdad.¿Estásenfadadaconmigoporqueacompañéacasaa
esachica,oesporotracosa?Porqueestásenfadadaconmigoporalgo.Crucélosbrazosyapartélamirada.—¿Quéestamoshaciendo,Cami?—preguntó—.¿Quéesesto?—¡Somosamigos!¡Telohedichoya!—¡Yunamierda!EldedoíndicedeOliveasomóporencimadelrespaldodelsofá.—Aecharunamonedadecincoenmibote.—Perdón—sedisculpóTrentonjuntandolascejas.—Entonces…,¿notelallevasteatucasa?—pregunté.—¿Adóndelaibaallevar?¿Acasademipadre?—Nosé,aunhotel,¿no?—Nomegastolapastaencopasporqueestoyahorrando¿ycreesque
me voy a gastar cien pavos en una noche de hotel por una tía a la queacabodeconocer?—Pueshashechocosasmenosinteligentes.—¿Comoqué?—¡Comocomerpegamento!Trentonpegó elmentón al pechoymiró hacia otro lado, obviamente
disgustadoytalvezunpoquitoavergonzado.—Yonuncahecomidopegamento.Mecrucédebrazos.—Claroquesí.EnclasedelaseñoraBrandt.—Esverdad—intervinoRaeganencogiéndosedehombros.—¡Perositúnoestabasenmiclase,Ray!—repusoTrenton.
—Tambiéncomíaslápicesrojosconciertaregularidad,segúnCami—añadióRaegantratandodeaguantarselarisa.—¡Vengaya!—exclamóTrenton—.¿Ymibagel?La bolsa blanca de papel asomó por encima del sofá. Los deditos de
Olive agarraban la parte de arriba de la bolsa, arrugada y enrollada.Trenton se sentó junto a su pequeña amiga, luchó con la bolsa y, traslograrsacarsudesayuno,lequitóelenvoltorio.Raeganmemiró y se tapó la boca juntando tres dedos. Contuvo una
carcajada, pero el cuerpo se le convulsionó como si le hubiese entradohipo,ysemarchóasucuarto.—Yonuncahecomidopegamento—gruñóTrenton.—A lo mejor lo has borrado de tu mente. Si yo hubiese comido
pegamento,lohabríaborradodemimente…—Queyonohecomidopegamento—repuso,molesto.—Quevale—repliquéamivez,y abrímucho losojosun instante—.
Señor.—¿Quieres…?¿Quiereslamitaddemibagel?—mepreguntóél.—Sí,porfavor—respondí.Me tendió lamitadycadaunosecomiósu trozoensilenciomientras
Olive, sentada entre los dos, veía los dibujos. Sus piececitos apenassobresalíanpor elbordedel sofáyde tanto en tanto losmovía arribayabajo.Despuésdedosepisodiosdedibujosanimados,mequedéadormilada;
medespertéalnotarquelacabezasemecaíahaciadelante.—Hey—dijoTrenton,dándomeunaspalmaditasen la rodilla—.¿Por
quénovasaecharteunrato?Nosotrospodemosmarcharnos.—No—respondí,negandotambiénconlacabeza—.Noquieroqueos
marchéis.Trentonsemequedómirandoduranteunminutoyentoncesleindicóa
Olivemediantegestosquequeríaquelecambiaseelsitio.Ellaselevantóde un salto,más feliz que unas pascuas. Trenton se sentó ami lado, seinclinóligeramentehaciamíy,señalandosuhombroconlabarbilla,dijo:—Escómodo.Esodicen.Hiceunamueca.Peroenvezdediscutir,rodeésubrazoconlosmíosy
meapoyéencajandosuavementelacabezaentresuhombroysucuello.Éldescansó la mejilla sobre mi pelo y los dos hicimos a la vez unarespiraciónprofundaynosrelajamosunocontralaotra.
Despuésdeesoyano recuerdonadahastaquepestañeéparaabrir losojos.Oliveestabaroque,conlacabezaapoyadaenelregazodeTrenton.Él la rodeaba protectoramente con un brazo y el otro lo tenía apresadoentrelosmíos,apoyandolamanoenmipierna.Supechosubíaybajabaconunaapaciblecadencia.RaeganyBrazilestabansentadosenelsofágrandeviendolateleconel
sonidoquitado.CuandoRaegansediocuentadequemehabíadespertado,sonrió.—Hey—susurró.—¿Quéhoraes?—preguntéyoenvozbaja.—Lasdocedelmediodía.—¿Enserio?—dije,irguiéndome.TrentonsedespertóeinmediatamentecomprobócómoestabaOlive.—¡Ostras!¿Cuántoratollevamosdormidos?—Algomásdetreshoras—dije,frotándomedebajodelosojos.—Ni siquiera me había dado cuenta de que estuviese cansado —
comentóTrenton.Brazilsonrió.—Nosabíaquesalíasconlachicaqueponecopas.KyleyBradsevana
llevarunbuenchasco.Lemiréceñuda.NisiquierasabíaquiéneseranesosKyleyBrad.—Puedenalegrarse.Solosomosamigos—contestóTrenton.—¿Enserio?—replicóBrazil,ysenosquedómirandoporsihacíamos
algúngestoqueindicasequeerabroma.—Ya te lo dije—intervino Raegan, levantándose. Se desperezó y, al
hacerlo, la camiseta se le salió de la cintura de los minúsculospantaloncitos cortos de color rosa y blanco—.Brazil tiene partido a lascuatrotreinta.¿OsapeteceveralosBulldog?—Yo tengo que cuidar a Olive —respondió Trenton—. Íbamos a
preguntarleaCamisiqueríavenirconnosotrosalChickenJoe’s.—AOlivealomejorlegustaelfútbol—dijoBrazil.—Jason…—respondióTrenton,negandocon lacabeza—.ElChicken
Joe’sescomo…milvecesmejorqueunpartidodefútbol.—¿Cómolosabessinolallevasaveruno?—Yalahellevado.Todavíanomelohaperdonado.—¿Estuprimitaoalgoasí?—preguntóBrazil—.¿Porquésiempreestá
contigo?
Trentonseencogiódehombros.—Tuvo un hermano mayor. Hoy habría cumplido catorce años. Para
ellaeraunídolo.Unosmesesantesdequesemudaranaviviralacasadeal lado de la nuestra, un coche lo atropelló cuando estabamontando enbici.Olivesequedójuntoaélmientrasmoría.Yosolointentocumplirelpapelqueélhabríahecho.—Vaya, tío, esoesduro…,pero…,ynopretendomolestarte…,pero,
tío,túeresunMaddox.—¿Sí?¿Y?—dijoTrenton.—Sé que eres buen tío, pero también sé que eres un broncas y un
malhablado,quevas tatuadohasta el culoyque tegusta elwhisky. ¿Suspadresladejansubirseenelcochecontigo?—Pueslacosafueevolucionandodemaneranatural,supongo.—Pero… ¿acaso es tu responsabilidad? —inquirió Brazil—. No lo
pillo.Trenton bajó la vista aOlive, que seguía profundamente dormida. Le
apartó de los ojos un mechón de ralos cabellos rubios ceniza y,encogiéndosedehombros,respondió:—¿Yporquéno?Yosonreíantesusencillamuestradecariño.—PuesalChickenJoe’s.Perotendréqueirmetempranoparaquemedé
tiempoaprepararme.—Hecho—respondióTrenton conuna sonrisa, como si fuese lomás
fácildelmundo.—Bueno,yotengoquehacerunosrecados—dijoRaegan.—Y yo tengo que ir a por hidratos de carbono y luego me iré
directamente al pabellón —dijo Brazil. Cuando se levantó, le dio unaspalmaditasaRaeganenlaespalda,seinclinóparabesarlayacontinuacióncogiósucartera,elmóvilylasllaves,ysefuedandounportazoalsalir.LosojitosdeOliveseabrierondegolpe.—¡Sí!—exclamóTrenton—.¡Sehadespertado!¡Ahoranoslapodemos
comer!—Se inclinó sobre ella y jugó a que le daba unmordisco en latripamientraslehacíacosquillas.Ellaseriocomoloca.—Noooooo.¡Quemehagopis!—¡Uy!—exclamóTrenton,levantandolasdosmanos.—Ven—ledije,yme llevéaOlivede lamanoalcuartodebañoque
teníamosenelpasillo.Suspiesdescalzosapenashicieronruidoalpisarelsuelodebaldosas—.Papelhigiénico,jabón,toalla—dije,señalándoleunoporunolosobjetos.—Vale—respondióella.Parecíatanchiquitinaenmediodelcuartode
baño…Levantólascejasypreguntó—:¿Tevasaquedar?—¡Oh!No.Perdona—respondí,yretrocediendosalíycerrélapuerta.Dimedia vuelta yme acerqué a Trenton, que se había quedado en la
zonadepasoentrelaencimeradeldesayunoyelsofápequeño.—Eslabomba—dijo,sonriendo.—Túsíqueereslabomba—dijeyo.—¿Sí?—preguntó.—Sí. —Nos quedamos callados mirándonos unos segundos, solo
observándonosmutuamente,sonriendo.Entonces,empezóainundarmeunsentimiento que ya conocía de antes: un cosquilleo en las tripas y unasensacióndecalorenloslabios.Centrélamiradaensubocayéldiounpasohaciamí.—Trent…Élnegóconlacabeza,seinclinóycerrólosojos.Yohiceexactamente
lomismoyesperéanotarsuslabioscontralosmíos.Seoyóelaguadelacisternaynosseparamos.Derepenteentrelosdos
elairesevolviódenso,cargadodetensión.Aldisiparselaexpectacióndeloqueestábamosapuntodehacer,ensulugarseinstalóunasensacióndecortehorroroso.Olivesedetuvoenelpasilloysequedómirándonos.Serascóuncodo,
luegolanariz.—¿Vamosacomer?Yolesonreíconunamediasonrisacomoparadisculparmeconella.—Antestengoqueiracomprarunascosas.—Buenplan—dijoTrenton,quediounapalmadaysefrotólasmanosa
continuación—.¿Vamosalsúper?Olivesonriódeorejaaoreja.—¿Ymepuedosentarenlacestaqueescochesito?Trentonmemiró para ver qué respondía,mientras ayudaba aOlive a
ponerseelabrigo.—¡Claro! —exclamé. Entendí perfectamente por qué Trenton se
dedicabatantoahacerlafeliz.Versonreíraesaniñacreabaadicción.OliveejecutóunbailecitoyTrentonsepusotambiénabailotear.Estaba
totalmenteridículo,asíquemeuníaellos.Y nos fuimos bailando todo el camino hasta el aparcamiento, sin
ningunamúsica.TrentseñalósuIntrepid,peroyomedetuvealllegaramiJeep.—Siempre conduces tú. Esta vez os llevo yo.Además,me cabenmás
cosasenelmaletero.—Perosinotienesmaletero—replicóTrenton.—Tengounequivalenteamaletero.—EsquellevoelasientodeOlive.—Esbastantefácildecambiar,¿no?Trentonmoviólacabezaparanegar.—Esque…yolopasomal…cuandovoyconchicasqueconducen.—¿LodicesporMackenzieoesuncomentariopuramentemachista?—Mepasadesdeelaccidente.Asentí.—Bueno,vale.Peromedejarásquetepaguelagasolina.—Puedesponertúlodelacena—propuso.—¡Venga!—respondí,ydoblandoelcodolevantéelpuñoconeldedo
índiceyelmeñiqueestirados.Olivesemirólamanoytratódeimitarme.—¡Venga! —exclamó a su vez con su voz infantil cuando hubo
aprendidoahacerelgesto.Fuimosalatiendaymientrasrecorríamoslospasillosyomesentíaun
poco como en familia, y aquellome produjo cierta ilusión.No era quedeseara tener hijos (todavía no), pero hacer una actividad tan domésticacon Trenton me resultaba curiosamente emocionante. Sin embargo, esesentimientonodurómucho.T.J.yyonuncahabíamoshechonadaasíydeprontoesesimpleviajealsúperhizoquemeavergonzara.Sentíqueunaoleadade resentimientome recorría lasvenas, auncuandono tuviese elmenor sentido. Con T. J. no podía ser feliz y para colmo me estabaimpidiendosaboreareseinstantedefelicidad.Porsupuesto,noeraculpasuya.Peroeramásfácilecharleaél laculpaquereconocermispropiosfallos.Yanadateníasentido.¿Porquéseguíamosjuntos?¿Porquépasabatanto
tiempoconTrenton?¿Porquécontinuabaenunarelacióncasiinexistente,cuandoteníaadospalmosdemíaunapersonaalaquelegustaba—yquemegustabaamí—,esperandosinmásaqueledieraluzverde?
Cualquier otra persona habría cortado sin pensárselo. Pero es que noteníanaT.J.ÉlhabíaentradounanocheenelRedDoor,unahoradespuésmeestabapidiendominúmerodeteléfonoyalospocosdíasquedábamosporprimeravez.Ni siquierahabía tenidoquedarlevueltas.Estarconélsimplementeteníasentido.T.J.sepasógranpartedelasiguientesemanaymediaenmipiso,ydespués,alolargodetresmeses,estuvocogiendounavión cada dos fines de semana para venir a verme.Luego comenzó suproyectoypodían contarse con losdedosdeunamano lasvecesque lehabía visto. Me detuve en mitad del pasillo de la tienda, fingiendo quecomparaba sopas, pero en realidad me había quedado heladapreguntándomeporquéestaba tancomprometidaconT. J. sini siquieraestabaseguradequeenesosmomentostuviésemosunaauténticarelación.Hacíatresdíasquenorecibíaningúnmensajesuyo.Antesyomedecía
que era porque estaba muy ocupado con su trabajo. Pero de pronto, alcomprender lo que era pasarmucho tiempo en compañía de alguien (yestarencantada),esoderecibirunmensajedetextoounallamadadevezen cuando, eso demantener viva la esperanza de volver a vernos algúndía,yanoerasuficiente.Niremotamente.—¿Carnecontrozosdeverduraensalsa?—preguntóTrentonconuna
latadesopaenlamano—.Parachuparselosdedos.Sonreíyasílabarradelcarritodelacompra.—Échala dentro. Vendrá bien tenerla amano dentro de poco, cuando
hagaaúnmásfríoporlasnoches.—Mepuedesusaramísiemprequequieras.Soyunaestufa.—Ándateconcuidado.Queigualtetomolapalabra.—Nomeamenacesconalgotanguay.—Sedetuvoenmitaddelpasillo
—.Espera,¿lodicesenserio?Yomeencogídehombros.—Antesmehasresultadobastantecómodo.—¿Cómodo?Soypurocachemir,nena.Solté una carcajada ymeneé la cabeza. Ambos empujamos el carrito
que hacía de coche tamaño infantil, mientras Olive jugaba a mover unvolanteimaginarioyachocarsecontodo.—Meapuesto loquequierasaque tunovioeldeCalifornianoes tan
cómodocomoyo—dijoTrentoncuandonosmetíamosporelpasillodelacharcutería.—¡Quéfrío!—exclamóOlive,fingiendoquetiritaba.Trentonsequitó
elabrigoyse lopusoporencimaa lapequeña.Yoestiréunbrazoparacogerunpaquetedefiambreyloechéenlacesta.—Nosé—dije—.Sitedigolaverdadnomeacuerdodelosuaveque
es.—¿Yesocómose lleva? ¿Lode estar conalguien aquien casinunca
ves?—Lasmujeresdelosmilitaresvivenesoconstantemente.Laverdades
quenotienesentidoquejarse,paramí.—Peroesquetúnoestáscasadaconél.—Noestoyseguradecómopodréllegaraestarlosinonosvemosmás
amenudo.—Exactamente.Entonces,¿quétehaceseguirconél?Meencogídehombros.—Puesnotesédecirconcerteza.Tienealgo.—¿Tequiere?La pregunta de Trenton, tan directa y tan personal, hizo que
automáticamentesemetensasenlosmúsculosdelcuello.Lovivícomosifueseunataquecontranuestrarelación.Peroalavezsabíaqueesaactituddefensiva era tan fuerte porque Trenton me estaba planteando unaspreguntasqueyomismamehabíahechomuchasveces.—Sí.—PerolegustamásCalifornia,¿no?Estáenlauniversidad,¿verdad?Me estremecí. Nome hacía ninguna gracia comentar datos concretos
sobreT. J.Y a él tampoco le hacía gracia que yo diese datos concretossobreél.—Loqueleretieneallínoesunacarrerasinountrabajo.—Trentonse
metiólasmanosenlosbolsillos.Llevabaunbrazaletedecueromarrónenla muñeca, una pulsera marrón de cuero trenzado y la pulserita que lehabíahechoOlive—.¿Nunca tequitas lapulseraque tehizoOlive?—lepregunté.—Leprometíquenomelaquitaría.Nocambiesdetema.—¿PorquéquiereshablardeT.J.?—Porque tengo curiosidad. Quiero saber qué te hace seguir en una
relaciónasí.—¿Asícómo?—Pues una relación en la que tú no eres una prioridad. Me da la
sensacióndequeeltíonoesidiota.Poresoestoytratandodeentenderla
historia.Memordíel labio.Trentonestabasiendoencantadorya lavezestaba
consiguiendoquesemerevolvieranlastripasalpensarenT.J.—EsunpococomoloquetepasaaticonOlive.Puedequelagenteque
no os conozca piense que lo vuestro no tiene ni pies ni cabeza, y hastacuando él intenta explicarlo puede que suene raro, pero tiene unasresponsabilidadesquesonimportantes.—Igualquetú.MeinclinéhaciaélyTrentonmerodeóconunbrazoymeestrechócon
másfuerzaaún.
Capítulo11
Despuésdeunossándwichesdejamónyqueso,unapeliyunavisitacortaalChickenJoe’s,TrentonyOliveregresaronasucasayyomefuiparaelRedDoor.Podíaverelvahodemialientomientrasmedirigíaalaentradalateralreservadaparalosempleados,yunavezdentromedejéelabrigopuestohastaquehubiesemásgenteyelairesecaldeaseunpoco.—¡Carajo,quéfrío!—exclamóBlia,frotándoselasmanosalpasarami
lado—.¡Estoestámásfríoqueelculodeunaranaenenero!—Ysoloesoctubre—gruñíyo.Lamarabuntadelossábadosporlanochesehacíaesperarytreshoras
después de haber fichado el local seguía muerto. Raegan se sujetó labarbillaconelpuñoytamborileóconlasuñasdelaotramanoenlabarradel bar. Un par de chavales jugaba al billar, al fondo, junto a la paredoeste.UnollevabaunacamisetadeLegendofZeldaylasprendasdevestirde su amigo estaban tan arrugadas que daba la impresión de que lashubiesecogidodirectamentedelcestodelaropasucia.Noeraneltipodechicos que solía ir a ver una pelea clandestina, así que no era difíciladivinarquiénnoshabíarobadolaclientela.Marty,elclientehabitualdeRaegan,estabasentadoasolasensuzona
delabarra.Élyloschavalesconlacarallenadegranosqueestabanenlasmesasdebillarerannuestrosúnicosclientesyeranlasdiezdelanoche.—Qué putada. Malditas peleas. ¿Es que no podían organizarlas entre
semana,ynofastidiarnoslaspropinas?—sequejóRaegan.—Vendrán después. Y entonces el local entero será una gran pelea y
desearásquenohubieranvenido—dijeyo,mientrasfregabaelsueloporterceravez.Kody pasó por allí y miró de soslayo a Raegan. Necesitaba estar
ocupadoparapodersoportarunanocheenteraconRaeganalotroladodellocaldecopas.Llevabadossemanasarrastrándose,ysacabasufrustración
conlosidiotasborrachosqueseatrevíanaponerseapelearensuzona.ElmiércolesanteriorGruberhabíatenidoquesacaraKodyalafuerzadelapelea.Hankyahabíahabladoconélenunaocasiónymedabamiedoque,sinocortabaprontoconaquello,acabaseechándolealacalle.Raeganlelanzóunamiradafugazcuandotuvolaseguridaddequeélno
laestabamirando.—¿Hashabladoconél?—pregunté.Raeganseencogiódehombros.—Intentoevitarlo.Cuandonoestoyhablandoconélyamehacesentir
como una cabrona, así que no tengo precisamente muchas ganas deentablarconversación.—Estámal.Tequiere.Raeganpusocaradetristeza.—Losé.—¿QuétalconBrazil?Lacaraseleiluminó.—Pues está liado con el fútbol y la fraternidad, pero va a haber una
fiestaporSanValentínymepidióayerquefueseconél.Yolevantéunaceja.—Oh.Entonceslacosa…vaenserio.Raeganladeólaboca,miróaKodyyentoncesbajólavista.—Cami,Brazilfuemiprimeramor.Estiréunbrazoyapoyélamanoensuhombro.—Noteenvidio.Menudolío.—Hablando del primer amor… Me da que tú eres el suyo —dijo,
indicandolaentradadellocalconunmovimientodelacabeza.Trentonentrabaenesosmomentos,andandoparsimoniosamenteycon
unagran sonrisaen lacara.Nopudeevitar imitar suexpresión.Aunquepor el rabillo del ojo vi que Raegan nos estaba observando, me dioexactamenteigual.—Hey—dijo,inclinándoseparaacodarseenlabarra.—Creíqueestaríasenlapelea.—Yo,adiferenciade losnoviosquesevanaCalifornia, tengoclaras
misprioridades.—Muygracioso—repuse,perosentícosquillasenelestómago.—¿Quéhacesluego?—preguntó.—Dormir.
—Hace mucho frío. Pensé que igual te venía bien esa capa extra deabrigo.Tratédenosonreírcomounaboba,peronolopudeevitar.Últimamente
Trentonmecausabaeseefecto.—¿DóndecojonessehametidoRay?—preguntóHank.Meencogídehombros.—Esnochedepelea,Hank.Estoestámuerto.Yopuedoocuparme.—¿Yaquiéncoñoleimportadóndeestá?—intervinoKody.Cruzadode
brazos, apoyó la espalda contra la barra para contemplar con cara depocosamigosellocalcasivacío.—¿Conseguisteelempleoese?—preguntóHank.—No—respondióKody,cambiandodeposición.Hank apoyó las manos a los lados de la boca con intención de
amplificarloquesedisponíaadeciragritosysellenólospulmones.—¡Hey,Gruby!MándameaquíaBliaparasustituiraRaeganmientras
ellaestáfuera,¿quieres?Gruberasintióysedirigióalquiosco.Yomeestremecíylamentéque
Hank le hubiese recordado a Kody —y al resto del mundo— queseguramenteRaeganestaríafueracharlandoconBrazil.AKodyselecontrajotodalacara.Me sentí mal por él. Aborrecía el trabajo que antiguamente tanto le
gustabaynadiepodíarecriminárselo.CuandoKodysehabíapresentadoalpuesto que ofrecían en una ferretería, Hank le había dado una carta derecomendación.—Losiento—dije—.Séqueestoesduroparati.Kodysevolvióparamirarmeconsemblanteherido.—Túnosabesunamierda,Cami.Sihubiesesquerido,habríasintentado
hablarconellaparahacerleentrarenrazón.—Hey—intervinoTrenton,volviéndose—.¿Quénaricestepasa,tío?A
ellanolehablesasí.LehiceunaseñalaTrentonparaquepermaneciesesentadoy,cruzando
losbrazos,medispuseahacerfrenteatodalafrustraciónqueKodyestabaapuntodesoltarenmidirección.—Kody,Rayhaceloqueledalagana.Túlosabesmejorquenadie.Pordebajodelapielsumandíbulasemovióyacabóbajandolavista.—Esque…noloentiendo.Estábamosbien.Nodiscutíamos.Laverdad
esqueno.Avecessobregilipollecessobresupadre,perolamayorparte
del tiempo estábamos bien, nos lo pasábamos bien. Amí me encantabapasar el rato con ella, pero también le dejaba su espacio cuando lonecesitaba.Ellamequería.Osea…,decíaquemequería.—Y era verdad—dije. No era fácil mirarle mientras hablaba. Estaba
apoyadoenlabarracomosilecostasemantenerseenpie.Estiréelbrazoparaapoyarunamanoensuhombro.—Vasatenerqueaceptarquetodoestonotienenadaquevercontigo.Élseencogiódehombrosyaprovechóparasoltarsedemí.—Laestáutilizando.Esoeslopeordetodo.Yolaquieromásqueami
vidayaélellaleimportaunamierda.—Esonolosabes—dije.—Síquelosé.¿Creesquelosdelafraternidadnodicencosas,Cami?
¿Creesquenoestántambiéncomentandocosassobretumovida?Esostíossonpeoresquelasdelafraternidaddechicas.Sepasanelratocotilleandosobrequiénseestátirandoaquién.Yluegoamímelleganesosrumoresytengoqueenterarmedetodoelrollo.—¿Mimovida?—Miréamialrededor—.Yonotengoningunamovida.KodyseñalóaTrenton.—Puesvasdecabezaamilporhora.Cami,nodeberíasmeterteenese
fregado.Yahansufridobastante.Kodyselargóyyomequedéquieta,atónita,duranteunossegundos.Trentonpusocaradeextrañeza.—¿Quécoñosesuponequehaqueridodecireso?—Nada—respondí yo.Mantuve la expresión de que no pasaba nada,
fingiendo que no tenía el corazón a punto de salírseme por la boca.Lomío con T. J. no era exactamente un secreto, pero tampoco habíamoscontado a los cuatro vientos que estábamos juntos. Yo era la única denuestrapequeñaciudadqueconocía lanaturalezadesu trabajoyparaéleraimportantequenadiemásseenterara.Elsaberunpoquitodabapieapreguntas, y para evitar las preguntas había que mantener las cosas ensecreto.Enrealidadnohabíasupuestoningúnproblemaporquenunca lehabíamos dado motivos a nadie para hablar de nosotros. Hasta estemomento.—¿Dequéestabahablando,Cami?—preguntóTrenton.Yopuselosojosenblancoymeencogídehombros.—¿Yyoquésé?Estáchiflado.Kodysevolvióysetocóelpecho.
—¿Nosabesdequéestoyhablando?¡Noeresmejorqueellaylosabes!—Yvolvióamarcharse.Trentonestabahechounverdaderolíoperoyo,envezdequedarmeallí
paraexplicárselo, levanté laparteabatiblede labarra,pasé, ladejécaerruidosamenteymefuidetrásdeKodyporellocal.—¡Oye!¡Oye!—exclamé,yendoalacarreraparadarlealcance.Kodysedetuvoperonosediolavuelta.Letirédelacamisaparaobligarleamirarmealacara.—NosoyRaegan,asíque¡dejadeecharmeencimatuira!Heintentado
hablarconella.Yoapostabaporti,joder.Peroahorateestáscomportandocomoungilipollasinsoportable,lloricaymohíno.LamiradadeKodysedulcificóyfueadeciralgo.Yo, que no tenía ningún interés en oír lo que seguramente sería una
disculpa,levantélamano.Yseñalésuanchopecho.—Notienesnizorraideasobremividaprivada,asíqueniseteocurra
hablarmenuncacomomehashablado.¿Teenteras?Kody asintió y yo le dejé plantado enmitad del local para darmedia
vueltayregresaramilugardetrabajo.—Joder al cuadrado —comentó Blia con los ojos como platos—.
Recuérdame que nunca te saque de tus casillas. Hasta el gorila te tienemiedo.—¡Camille!—seoyóaunavozdesdelaotrapuntadelbar.—Mierda —dije yo en voz baja. Por simple costumbre, traté de
encogerme,dehacermeinvisible,peroerademasiadotarde.ClarkyColinestaba esperándome pacientemente en la zona deBlia.Me acerqué hastaellosyfingísonreír—.¿SamAdams?—Sí, por favor —respondió Clark. Era el menos ofensivo de mis
hermanosylamayoríadelasveceshubiesedeseadoquenosllevásemosaún mejor. Pero, por norma general, estar con uno de mis hermanosquería decir estar con todos ellos a la vez y no era una situación queestuviesedispuestaaseguirtolerando.—TíoFelixsiguemolestocontigo—meinformóColin.—Colin,porfavor.Queestoycurrando.—Penséquedebíassaberlo,nadamás—dijocongestopetulante.—Pero si siempre está molesto conmigo —repuse yo, sacando del
refrigeradorunpardebotellines,queacontinuaciónabríydeslicéporlabarrahaciaellos.
Clarkdeprontosepusomuyserio.—No, peromamá ha tenido que impedirle que saliera disparado a tu
pisocadavezqueCobyyélvuelvenallío.—¡Porfavor!¿AúnlatienetomadaconCoby?—pregunté.—Lacosahaestadobastante…alteradaúltimamenteensucasa.—No me lo cuentes —repuse, negando con la cabeza—. No puedo
escucharlo.—Noesverdad—intervinoColin,arrugandolafrente—.Mipadredijo
queFelixlehabíajuradoquenovolveríaahacerlo.—Como si eso fuese a cambiar mucho las cosas —gruñí—. Ella
igualmentesequedaría.—Bueno,esoesasuntodeellos—dijoColin.Letaladréconlamirada.—Fuemiinfancia.Ellaesmimadre.Esasuntomío.Clarkdiountragodesubirra.—Estácabreadoporquehoyvolvisteafaltaralacomidaenfamilia.—Nadiemeinvitó—repuse.—Siempreestásinvitada.Mamátambiénsellevóunadesilusión.—Pueslosiento,peronopuedoverle.Tengootrascosasqueprefiero
hacerantesqueestarconél.LascejasdeClarksearrugaron.—Eso es duro. Seguimos siendo tu familia. Cualquiera de nosotros
daríaloquefueraporti,Camille.—¿Yquémedecís demamá?—pregunté yo—. ¿Daríais lo que fuera
porella?—Joder,Cami.¿Esquenopuedesdejarloestar,sinmás?—dijoColin.Levantéunaceja.—No.YChase,ClarkyCobytampocodeberían.Tengoquetrabajar—
dije,ehiceintencióndevolveramizonadelabarra.Unamanoenormemecogiódelbrazo.AlverqueClarkmeagarraba,
Trentonselevantódesutaburete.Peromovílacabezaparaindicarlequenohicieranadaymevolví.Clarksuspiró.—Nunca hemos sido de esas familias en las que se airean los
sentimientos como si nada, pero eso no significa que no seamos unafamilia. Tú sigues formando parte de ella. Sé que a veces se pasa trespueblos,perodebemosmantenernosunidos.Tenemosqueintentarlo.
—Vosotrosnoestáisensupuntodemira,Clark.Túnosabesloqueeseso.AClarkselenotaronlosmúsculosdelamandíbulabajolapiel.—Cami, sé que tú eres lamayor.Perohace tres añosque te fuiste.Si
crees que no sé lo que es llevarse lo más duro de su cólera, estásequivocada.—Entonces, ¿por qué seguir fingiendo? Pendemos de un hilo. Y ni
siquieraestoyseguradequeesosigamanteniéndonosunidos.—Noimporta.Esloúnicoquetenemos—dijoClark.Lemirélargamente.Entonces,lespuseotropardebotellines.—Tomad.Estascorrendemicuenta.—Gracias,hermanita—dijoClark.—¿Estásbien?—mepreguntóTrentoncuandoregreséamipuesto.Asentí.—Dicen que mi padre sigue cabreado por lo de Coby. Supongo que
Coby y él habrán tenido mogollón de broncas. Mi padre amenaza conpresentarseenmicasaparaponermeenmisitio.—¿Ponerteentusitio?¿Yesoquéquieredecirexactamente?Meencogídehombros.—Cuandomishermanosse insubordinan,poralguna razónme tocaa
mípagarelpato.—¿Ycómoacabalacosacuandosepresentaentucasahechounafiera?—Puesnuncalohahecho.Perosupongoque,sisecabrealosuficiente,
cualquierdíadeestosvendrá.Trentonsequedócallado.Peroparecíamuyintranquiloyserebullóen
eltaburete.Bliaseacercóymemostrólapantalladesumóvil.—Acabo de recibir un mensaje de Laney. Dice que la pelea ha
terminadoyquelamayoríavieneparaacá.—¡Guay!—exclamóRaegan,quesehabíavueltoametertraslabarra.
Sacósubotedepropinasvacío,unvasotipohuracán,ylodejóencimadelmostradordelabarra.InmediatamenteMartysacóunbilletedeveinteyloechóenelvaso.Raeganleguiñóunojo,sonriendo.Trentondiounaspalmaditasenlabarraydijo:—Será mejor que me vaya. No quiero estar cuando los lerdos de la
peleaaparezcanporaquíyacabecasicargándomeaalguno.Otravez.
Leguiñéunojo.—DonResponsable.—Mándameluegounmensaje.Quieroquedarmañana—dijomientras
semarchaba.—¿Otravez?—repitióRaeganysuscejascasilellegaronalnacimiento
deloscabellos.—Cierraelpico—dijeyo.Noqueríanioírsuopinión.En un primermomento los espectadores de la pelea fueron llegando
con cuentagotas, pero al cabodeun rato elRedDoor estabadebote enbote y, aunque el DJ estaba pinchando música superanimada, daba lomismoporque los tíosestaban todosbebidosy secreían tan invenciblescomoTravisMaddox.AlamediahoraKody,GruberyHanknodabanabastointerrumpiendo
broncas. En un momento dado la mayor parte de la barra se habíatransformado en una gran gresca y Hank se puso a echar a losalborotadoresalacalledecincoencinco.Enelexteriorhabíaunpardecoches de la policía y los agentes estaban echando una mano con lamuchedumbre y arrestando a algunos de los más exaltados porencontrarseborrachos,paraevitarquesemontaranensusvehículos.Poco después el local volvía a parecer una ciudad fantasma.Volvió a
sonar rock clásico y éxitos comerciales. Mientras, Raegan se puso acontar sus propinas, refunfuñando y soltando de tanto en tanto algunapalabrotasuelta.—Entreestamierdadepropinasytuafándeayudaratuhermanito,este
mes con suerte llegaremos a cubrir las facturas. Y necesito empezar aahorrarparaunvestidodefiestaenalgúnmomento.—PuesapuestaporTravis—lesugerí—.Ganascincuentaseguro.—Para poder apostar por Travis, antes tengo que tener la pasta —
replicó.Alguien se sentó bruscamente en uno de los taburetes de la barra,
delantedemí.—Whisky—pidió—.Yquenopare.—¿Qué, Trav? ¿Te pitaban los oídos?—le pregunté, poniéndole una
cerveza—.Meparecequenoesnocheparawhisky.—Noseríaislasúnicashembrasquemeestuviesenponiendoaparir.—
Echóatrás lacabezaparaqueel líquidodecolorámbarcorriesepor sugarganta y se la bebió entera casi de un solo trago. El botellín impactó
contralabarrayyoleabríelsegundoyselodejédelante.—¿Alguien teestáponiendoaparir?Puesnoesmuyinteligentedesu
parte—comentémientrasveíaaTravisencenderseuncigarrillo.—Lapaloma—respondióél,cruzandolosbrazosyapoyándolosenla
barra.Ensimismado,seencorvósobreelmostrador.Mequedémirándoleunos instantes, sin estar segura de si estaba hablando en clave o si yaestababorracho.—¿Esta noche te han pegado más fuerte que de costumbre? —le
pregunté,sinceramentepreocupada.Otro grupo numeroso entró en el bar de copas. Seguramente serían
rezagadosde lapelea.Por lomenosestabandemejorhumoryparecíantodos amigos. Travis y yo tuvimos que dejar en suspenso nuestraconversación. Durante los veinte minutos siguientes aproximadamente,estuve demasiado ocupada para charlar. Pero cuando el último de losasistentes a la pelea hubo salido por la puerta roja paramarcharse a sucasa,dejéunvasodeJimBeamdelantedeTravisyélse lobebiódeuntrago.Seguíateniendocaradeestardeprimido.Quizámásqueantes.—Estábien,Trav.Teescucho.—¿Elqué?—preguntó,retirandoeltorsodelabarra.Neguéconlacabezayrespondí:—La chica. —Era la única explicación para el semblante que lucía
TravisMaddox.Nuncalehabíavistoasí,demodoquesolopodíaquererdecirunacosa.—¿Quéchica?Puselosojosenblanco.—¿Quéchica?¿Enserio?¿Conquiéntecreesqueestáshablando?—Deacuerdo,estábien—respondió,ymiróasualrededor.Seinclinó
haciadelanteyañadió—:EsPaloma.—¿Paloma?Estásdeguasa.Travisdejóescaparunaleverisa.—Abby.Esunapaloma.Unapalomaendemoniada.Semehametidoen
la puñetera cabeza y no puedo pensar bien.Ya nada tiene sentido, Cam.Todaslasreglasquemeheimpuestoseestánrompiendounaauna.Soyuncobarde.No..,peor,soyShep.Mereí.—Séamable.—Tienesrazón.Shepleyesunbuentipo.
Leservíotracopayélselabebiódeuntrago.—Séamabletambiéncontigomismo—dijemientraspasabaunabayeta
porlabarra—.Jesús,enamorarsedealguiennoesunpecado,Travis.LosojosdeTravissaltarondeunladoaotro.—Estoyconfundido.¿MehablasamíoaJesús?—Habloenserio—contesté—.Sientesalgoporella.¿Yqué?—Meodia.—Quéva.—Laheoídoestanocheporcasualidad.Piensaquesoyescoria.—¿Ellahadichoeso?—Bueno.másomenos.—Aver,enparteesverdad.Travisarrugólafrente.Noseesperabaeso.—Muchasgracias.Leservíotracopa.Élselabebiódegolpeantesdequemediesetiempo
asacarotracervezadel refrigerador.Dejé labirraencimade labarraylevantélasmanosconlaspalmashaciaarriba.—Teniendo en cuenta cómo te has portado en el pasado, ¿no estás de
acuerdo?Miopiniónesquetalvezporellanoloserías.Talvezporellapodríasserunhombremejor.Leservíotrotrago.Élinmediatamenteechólacabezahaciaatrás,abrió
bienlabocayselotomódegolpe.—Tienes razón.He sido un cabrón. ¿Podré cambiar? Joder, no lo sé.
Probablementenolosuficientecomoparamerecerla.ATravis se le estabanponiendovidriosos los ojos, por lo quedecidí
dejarensusitiolabotelladeJimBeam,hecholocualmevolvídenuevohaciamiamigo.Élencendióotrocigarrillo.—Pásameotracerveza.—Trav, creo que ya has bebido suficiente —dije. Estaba demasiado
borrachocomoparadarsecuentadequeyateníaunadelante.—Cami,túhazlo,joder.Cogíelbotellíndevidrioquenoestabaniaquincecentímetrosyselo
pusedirectamentedelantedelavista.—Oh—dijo.—Pues eso. Que en el poco rato que llevas aquí, ya has bebido un
montón.—No hay suficiente cantidad de alcohol en el mundo que pueda
hacermeolvidar loquehadichoestanoche.—Hablabaconvozpastosa.Mierda.—¿Peroquéesloquehadichoexactamente?—lepregunté.—Pues que no era lo bastante bueno. O sea…, dicho de una manera
menos directa, pero era lo que quería decir. Según ella soy unamierdapinchadaenunpaloyyo…,yocreoquemeestoycolandoporella.Nosé.Yanopuedopensarconclaridad.Perocuandolallevéacasadespuésdelapeleaymedicuentadequeibaaquedarseunmes—sefrotó lanuca—,joder,Cami,creoquenuncamehabíasentidotanfeliz.Arruguélascejas.Nuncalehabíavistotanhechopolvo.—¿Vaaestarunmesviviendocontigo?—Esta noche hicimos una apuesta. Si conseguía no llevarme ningún
puñetazo,ellateníaquevivirconmigounmes.—¿Fue idea tuya?—pregunté.Mierda. El tío estaba ya enamorado de
esachicaynisiquierasehabíaenterado.—Sí.Hastahaceunahoracreíaqueeraunputogenio.—Ladeóelvaso
—.Otra.—Nanay.Tómatetudichosabirra—repliquéyo,empujandoelbotellín
haciaél.—Séqueno lamerezco.Ellaes…—desenfocó lamirada—increíble.
Nunca había visto unos ojos como los suyos. No tienen nada que mesuene,nadaquepuedaconectarconalgodemividapasada,¿entiendes?Asentí. Sabía perfectamente lo que quería decir. Yo sentía esomismo
antedosojosqueseparecíanunmontónalosdeél.—Entonces a lo mejor tendrías que hablar con ella —insinué—. No
caigáisenunodeesosestúpidosmalentendidos.—Tieneunacitamañanaporlanoche.ConParkerHayes.Lanarizsemearrugó.—¿ParkerHayes?¿Nolahasadvertidosobreesetío?—Nomecreería.Pensaráquelodigoporqueestoyceloso.Estabameciéndoseenel taburete.Ibaatenerquellamarauntaxipara
queselollevara.—¿Ynoloestás?¿Celoso?—Sí,peroesqueademásesuncerdo.—Cierto.Travisempinóelbotellíndecervezaylediountragolargo.Lepesaban
lospárpados.Noestabacontrolándoseenabsoluto.
—Trav…—Estanocheno,Cami.Soloquierocogermeunabuenacurda.Asentí.—Por lo que se ve, esoya lo has conseguido. ¿Quieres que llameun
taxi?Élmoviólacabezaligeramenteengestonegativo.—Vale,peroquealguienteacerqueacasa.—Tratódedarotrotragode
su cerveza, peroyo sujeté el botellínpor el cuellohastaque él subió lavistahastamisojos—.Lodigoenserio.—Yateheoído.Soltéelbotellínylemirémientrasélseterminabalabebida.—ElotrodíaTrentestuvohablandodeti—dijo.—Ah,¿sí?—Voy a comprarle un perrito —dijo. Al menos, estaba demasiado
borrachoparaseguirhablandodeTrenton—.¿TúcreesqueTrentquerríaguardármelo?—¿Cómoquieresquelosepa?—¿Noestáisunidosporlacaderaúltimamente?—Puesno,laverdad.LacaradeTravissecontrajo.—Jo,quépena—dijo,ligandotodaslaspalabras—.¿Quiéncoñoquiere
sentirseasí?¿Quiénesquerríanhacerseestoasímismosaposta?—Shepley—dijeyosonriendo.Éllevantólascejas.—Ahí tienes toda la puta razón. —Tras un breve silencio, se puso
superserio—. Cami, ¿qué hago? Dime qué puedo hacer, porque yo notengoniputaidea.Neguéconlacabeza.—¿Estássegurodequenoquiereestarcontigo?Travislevantólavistaymemirócontristeza.—Esofueloquedijo.Meencogídehombros.—Puesentoncestratadeolvidarla.Travisbajó lavista a subotellínvacío.Lasdoschicasde laStateque
Trenton había dejado solas la noche anterior decidieron empezar apagarleaTravismáscopasyalcabodenomuchoratoyacasinopodíanimantenerse sentado en el taburete. Y se pasó la siguiente hora y media
totalmenteresueltoaverel fondode todos losbotellinesa losquepudoecharelguante.Las amigasde laSouthernState se sentaron en sendos taburetes, cada
unaaunladodeTravis.Yomealejédeellosunratoparaatenderamisclientes. Nome hubiese sorprendido que hubiesen tomado a Travis porTrenton. Los cuatro hermanos Maddox más pequeños se parecíanmuchísimo y Travis llevaba una camiseta blanca de manga corta muyparecidaalaquehabíallevadoTrentoneldíaanterior.Porelrabillodelojoviqueunadelaschicasapoyabaunapiernaenel
muslo de Travis. La otra le giró la cara y a continuación empezaron amorrearsedetalmaneraquemesentícomounapervertidapormirarles.—¿Eh,Travis?—dije.Élselevantó,arrojóunbilletedeciendólaresencimadelmostradory,
llevándoseundedoaloslabios,meguiñóunojo.—Esesoyyo.Pelillosalamar.Laschicassecolocaronunaacadaladoyélintentóaduraspenasandar
apoyándoseenellas.—¡Travis!¡Serámejorquetellevenellasacasa!—exclamé.Élhizocomosinomehubieseoído.Raeganseencogiódehombrosy
dijo:—Oh,Travis.Peroquémajoes.Yocrucélosbrazosalaalturadelestómago.—Esperoquevayanaunhotel.—¿Porqué?—preguntóRaegan.—Porque lachicade laqueestáenamoradoestáensupiso.Ysiestas
doschavalasdelaStatesepresentanensucasaconél,sevaaodiarasímismocuandosedespiertemañana.—Yaselasapañará.Siempreencuentraunasolución.—Sí,peroestavezesdiferente.Estababastantedesesperado.Sipierdea
esachica,noséquéhará.—Pues se cogerá un pedo y luego echará un polvo. Es lo que hacen
todoslosMaddox.—Giréelcuelloestirándolounmontónparamirarlayellamesonrióconcaradedisculpa—.Yateaviséhacesiglosdequenoteliarasconningunodeellos.Peronuncahacescasodemisconsejos.—Miraquiénhabla—repuseyo.Entonces,estiréelbrazohaciaarribae
hicesonarlabocinadelúltimoaviso.
Capítulo12
Nomepuedocreerquetedejasesconvencerparaguardarleelperro—dije,moviendolacabeza.Trentonsedesperezóenmisofá,tapándoselosojosconunbrazo.—Soloseránunpardedíasmás.Travis lehaorganizadoaAbbyuna
fiestasorpresaeldomingoyentoncesledaráelperro.Laverdadesqueesunamonada.Lovoyaechardemenos.—¿Yalehaspuestonombre?—No—respondióTrentonhaciendounamueca—.Bueno,vale,máso
menos.Peronoesparasiempre,Abbylepondrásupropionombre.Seloheexplicado.Mereíenvozbaja.—¿Ynomelovasadecir?—No,porquenoessunombre.—Dímelodetodosmodos.Trentonsonrió.Seguíaconlosojostapadosporelbrazo.—Pillo.—¿Pillo?—Lerobaloscalcetinesamipadreyselosesconde.Esunladronzuelo.—Megusta—dije—.DentrodepocoseráelcumpledeRaegantambién.
Tengoquecomprarleunregalo.Peroessuperdifícilacertarconella.—PuescómpraleunadeesaspegatinasGPSparalasllaves.—Noesmalaidea.¿Cuándoestucumple?Trentonsonrió.—El4dejulio.—Yuncuerno.—Nomeestoycachondeandodeti.—¿EsquetellamasYankeeDoodle?—Laprimeravezqueoigoesabroma—respondióélentononeutro[6].
—¿Novasapreguntarmecuándoeselmío?—Yalosé.—¿Quédices?—El6demayo—dijoentoncessinasomodeduda.Miscejasselevantarondegolpe.—Camomila.Teconozcodesdecuarto,creo.—¿Cómopuedesacordartedealgoasí?—Tusabuelos temandabangloboselmismodía todos los añoshasta
quetegraduaste.Mimiradaseextravióigualquemimentedivagóentrerecuerdos.—Ungloboporcadaaño.Elúltimocurso tuvequemetercomopude
dieciochoglobosenelPitufo.Lesechodemenos.—Depronto,salídemiensoñación—. Espera un momento… Me estás tomando el pelo. ¿ElcumpleañosdeTravisnoeseldíadelosInocentes?—Esoes:el1deabril[7].—¿YeltuyoeseldíadelaIndependencia?—Sí,yeldeThomaseseldíadeSanPatricioylosgemelosnacieronel
1deenero.—¡Pero qué mentiroso eres! ¡Si el cumple de Taylor y Tyler cae en
marzo!¡ElañopasadolocelebraronenelRedDoor!—No,elcumpleañosdeThomasesenmarzo.Ellosfueronaayudarle
conlacelebraciónperodijeronqueerasucumpleparaquelespusieraiscopasgratis.Lofulminéconlamirada.Élserioparasí.—¡Telojuro!—LapalabradelosMaddoxnoesdefiar.—Esonomehagustadonada.Mirélahoraenmireloj.—Casi es la hora de irnos a currar.Más vale que nos pongamos las
pilas.Trentonseincorporóparasentarseyapoyóloscodosenlasrodillas.—Nopuedo seguir yendo a verte alRed cada noche y trabajar al día
siguienteeldíaentero.Estoymatado.—Nadiehadichoquetengasquehacerlo.—Nadiesemarcaestaagendasinotienequehacerlo.Solosideverdad
quierehacerlo.Yyorealmentequiero.
Nopudeevitarlasonrisaqueasomóamislabios.—Deberías probar lo que es trabajar toda la noche en elRedDoor y
luegotenerquetrabajartodoeldía.—Dejadechincharme,bebégrande—bromeóél.Yolevantélospuñosylosjunté.—ParatisoyBabyDoll.Alguien llamóa lapuerta.Arrugué la frente,miréaTrentonymefui
hacialaentradadenuestropiso.Miréporlamirilla.Alotroladohabíaunhombre, más o menos de mi edad, con los ojos enormes, un peloprimorosamente peinado y un rostro tan perfecto que parecía reciénsacado de un catálogo de Banana Republic. Llevaba una camisa decuadritos de color verde menta, abotonada hasta el cuello, pantalonesvaquerosymocasines.Lehabíavistoantesperonorecordabadónde.Poreso,cuandoabrílapuertadejépuestalacadena.—Hola—mesaludó,riéndosenervioso.—¿Enquépuedoayudarte?Élseinclinóhaciadelantellevándoseunamanoalpecho.—SoyParker.MiamigaAmberJenningsviveenlacasadeallado.Te
villegaranochecuandoyomemarchabaacasaypenséquealomejortegustaría…LacadenatintineóalcaeryTrentonabriólapuertadeltodo.—Oh—dijoParker—.Igualno.—Igualno—repitióTrenton—.Lárgatedeaquí,Parker.—Quetengáisunbuendía.Trentonbajóelmentónyvolvióasubirloyyocerrélapuerta.—Yadecíayoquemesonaba.Lagentenoparece lamismacuandola
veofueradelRedDoor.Trentonsonrió.—Heodiadoaesacagarrutadesdeelinstituto.—Enelinstitutocasinoleconocías.—Eraunniñitomimado,sociodelclubdecampo.Suspadresson los
dueñosdeeserestauranteitalianodelcentro.—¿Y?—Puesquenoquieroqueandehusmeandoporaquí—respondió—.Los
tíoscomoélsecreenquelasnormasnovanconellos.—¿Quénormas?—Normasderespeto.
—¿Deesoibalacosa?—dije,señalandolapuerta.—¿Dequéhablas?—Detodaesaescenitainnecesariaqueacabasdemontar.Trentoncambióelpesodeunpieaotro,agitado.—¡Perosiestabaapuntodepedirteunacita!—¿Y?Trentonarrugólafrente.—¡Esunchupóptero!—¿Y?—¡Puesquenoqueríaquetelapidiese!—Yosoyperfectamentecapazdedecirlequenoaalguien.Soloquerías
acojonarleparaquenovolvieseporaquí.—Tevioayercuandovolvíasandandoalpisodemadrugada.Amíeso
mepareceunpocodepredador. Joder,perdonaporhacerlecreerqueyaestabassaliendoconalguien.Crucélosbrazos.—Ah,¿eraesoloqueestabashaciendo?—Sí,eraeso.—Ynoteníanadaqueverconquererborraraunposiblecompetidor,
¿no?Arrugólanariz,ofendido.—Eso sería dando por hecho que alguien pudiese hacerme la
competencia. Cosa que no puede ser. Desde luego, no el puto ParkerHayes.Lemiréentornandolosojos.—Tienesrazón,porquesolosomosamigos.—Joder,Cami,yalosé.Nohacefaltaquemeloestésrestregandounay
otravezporlacara.Abrílosojoscomoplatos.—Ostras.¿Restregándoteloporlacara?Vale.Trenton,frustrado,soltóunacarcajada.—¿Cómo puedes no darte cuenta? ¡Todo el puto mundo lo sabe ya
menostú!—Losé.Soloestoytratandodenocomplicarlascosas.Trentondiounpasohaciamí.—Yaestánbastantecomplicadas.Mucho.—No están complicadas. Están claras como el agua. Sin margen de
error.Trentonmecogióporloshombrosymeplantóunbesoenlaboca.Del
susto, los labios semepusieronduros, inclementes, pero el contacto delos suyos acabó ablandándolos y derritiéndome entera, de paso. Relajétodoelcuerpo.PerolarespiraciónsemeaceleróyelcorazónmepalpitótanfuertequeestabaseguradequeTrentonpodíaoírlo.Sulenguaseabriópaso entremis labios y susmanos se deslizarondesdemis brazoshastamiscaderas,consusdedoshundiéndoseenmipiel.Pegómiscaderasalassuyasmientrasmebesabay al separarsedemí tiródemi labio inferiorconsuboca.—Ahoraestáncomplicadas.—Cogiósusllaves,salióycerrólapuerta.Tendíunamanohaciaelpicaporteyapoyétodoelpesodelcuerpopara
tratar de no caerme.Nunca enmi vidame habían besado así y algomedecíaquenoeraelmejorbesoqueTrentonMaddoxeracapazdedar.Suformademoversulenguacontralamíamehabríaprovocadoelmismovértigo incluso si hubiese esperado el beso. Y la manera en que se lemovían los músculos de los brazos cuando sus manos tiraron de micuerpohaciaél…eracomosinopudiesedejardepegarseamí,peroalmismotiempoestabanbajocontrol,comosolodosmanosexperimentadaspodían estarlo. Tenía el pulso acelerado y, cada vez que mi corazónbombeabaaprisionadodentrodemipecho,notaba los latidosen todoelcuerpo.Mehabíaquedadosinpalabras,sinrespiración,sindefensas.Semehizoraroestarasí,depie,solaenmiapartamento,cuandotreinta
segundosanteshabíaexperimentadoelbesodemivida.Solodepensarenélsemetensaronlosmuslos.Respirandoaúncondificultad, lancéunamiradaal relojde la cocina.
Trentonhabíapasadopormicasacon tiempodesobraantesdeentraratrabajaryahoraestabadecaminoaSkinDeep.YodeberíahaberestadoyaenelPitufo,dirigiéndomeallítambién.Peronoestabaseguradesiibaasercapaz.Nosoloseríaincómodo.Además,acababadeponerleloscuernosaT.J.
¿Porquéibaaquereruntío,ymenosaúnTrenton,aunachicaqueestabaengañandoasunovio?Entreeltiempoqueestábamospasandojuntosyelhechodenohaberlesoltadounpuñetazoenlanarizenelsegundomismoen que su boca rozó la mía, me sentía muy culpable. Él tenía razón.Acababadecomplicartantolascosasqueyanuncamáspodríamosfingirquesoloéramosamigos.Nuncamásdespuésdeesebeso,deesaformade
tocarmey,porañadidura,nuncamásdespuésdecómomehacíasentir.Saqué el móvil del bolsillo trasero de mis pantalones y marqué un
númeroatodapastilla.—SkinDeep—respondióHazel.—Hola,soyCami.Hoynovoyapoderir.—¿Estásmala?—No…,es…complicado.Muy,muycomplicado.—Lo pillo. No hay problema, pero me jode que no vengas. Los
domingossonuncoñazo,yahoraestevaaseraúnmáscoñazo.—Perdona,Hazel.—Notepreocupes.YoselodigoaCal.—Gracias—dije—.Consuertenomedespediráporfaltar,llevandotan
pocotiempoenelcurro.Hazelsoltóairecomosoplandoentreloslabios.—La verdad es que los domingos no tenemos tanto jaleo como para
necesitarunarecepcionista.Novaadecirnada.—Vale.Hastaluego—dije.Mepuseloszapatos,cogíelbolsoymefuiconelPitufoalRedDoor.
El Jaguar XKR negro de Hank era el único coche del aparcamiento.Estacionéasulado,dejandomuchositioentrelosdosvehículos,ycrucéelaparcamientoconelabrigobienceñidoalcuerpo.Cuando entré, sonaba Queen por los bafles y Hank estaba tumbado
encimadelabarraeste,mirandoeltecho.—¿Quéhaces,loco?—lepregunté.—Relajarme antes de que llegue Jorie. Voy a pedirle que se venga a
vivirconmigohoy.Lascejassemelevantarondegolpe.—¿Enserio?Enhorabuena,Hank,esunanoticiaestupenda.Élseincorporóysuspiró.—Solosidicequesí.—¿Yquéopinatuex?—HabléconVickieelviernes.Porella,bien.Joriesellevagenialcon
loschicos.—Vaya—dije;respiréhondoymesentéeneltaburetequeteníaallado
—.Esungranpaso.—¿Y si dice que no?—preguntó. Su voz denotaba una preocupación
quenolehabíanotadonunca.
—Puesyaverásloquehaces.—¿Ysidicequenoymedeja?Yoasentílentamente.—Esoseríahorroroso.Élsebajódelabarradandounbrinco.—Necesitountrago.—Yotambién.Hanksirviódosvasosdewhiskyymeacercóunodeslizándoloporla
barra.Diunsorboyarruguélafrente.—¡Ostras!¿Quées?—Magia—dijoél,y tambiéndiounsorbo—.Laquiero,Cami.Nosé
quéharésimedicequeno.—Ellatambiéntequiere—ledije—.Concéntrateeneso.LascejasdeHanksejuntaronenelcentro.—¿Yporquéestástúbebiendo?—LehepuestoloscuernosaT.J.—¿Cuándo?—Hacemediahora.LosojosdeHankseabrieronmuchoduranteunossegundos.—¿Conquién?Guardésilenciouninstante,dudandodesidecirloenvozalta.—ConTrent.Susojosvolvieronaabrirsemuchísimoymurmuróalgoenitaliano.—Esomismo—dijeyo.Bebídenuevo,apurandoyamicopa.Entonces
mesonóelmóvilyledilavuelta.EraTrenton.—¿Hola?—MehadichoHazelquenoibasavenir.¿Estásbien?—Eh…—¿Estásmala?—No.—¿Entoncesporquénovienesacurrar?—Mehadadounataqueagudodecorte.—¿Porquetebesé?—preguntó,indignado.OíaaHazelalfondo.—¿Labesaste?—chillóHazel—.Peroquécabrónhijodepu…—¡Túlocomplicastetodo!¡Ahoranotequejes!—respondíyo.—¿Peroquéimportanciatienequetehayabesado?—¡Porque!¡Tengo!¡Novio!—gritéponiéndomeelmóvildelante.
—¿Es que se va a dar cuenta? ¡Si no hablas con él desde hace unasemana!—¡Esonoesasuntotuyo!—¡Síqueloes!¡Túeresasuntomío!—¡Vetealamierda!—¡Vetetúalamierda!—chillóél.Nosquedamoscalladosunratoyal
finalTrentondijo—:Iréavertecuandotermine.—No—dije,frotándomelasien—.Lohasliadotodo,Trent.Yahora…
esdemasiadoraro.—Québobada.Todosigueigual—dijoél—.Laúnicadiferenciaesque
ahorasabesquebesoquetecagas.Nopudeevitarsonreír.—No voy a lanzarme sobre tu boca en plan ataque sorpresa. Solo
quieroverte—dijo.Lo cierto era que me había acostumbrado a su presencia. Pero si
seguíamospasandotantotiempojuntos,necesitabaponerpuntofinalalomíoconT.J.,ynoestabaseguradequerer.—No—dije,ycortélallamada.Volvióasonarelmóvil.—¿Hola?—¿Acabasdecolgarme?—preguntóTrenton,molesto.—Sí.—¿Porqué?—Porquehabíaterminadodehablar.—¿Nopuedesdeciradiós?—Adiós…—¡Espera!—Poresocolguéantes.Sabíaquenomedejaríasdeciradiós.—¿Deverdadvasaeliminarmedetuvidaporquetediunputobeso?—¿Solosetratabadeunbeso?—preguntéamivez.Trentonsequedócallado.—Esopensé.—Volvíapulsarlateclade«Colgar».Yanovolvióallamarme.Hank estaba de pie, delante de mí, y juntos bebimos para olvidar
nuestros respectivos problemas. Cuando nos terminamos una botella,abrióotra.YaestábamosmuertosderisaydiciendotonteríascuandoJorieentróporlapuertadellocal.Hanktratódefingirqueestabasobriopero
fracasóestrepitosamente.—Hola,miamor—dijo.—Hola—dijo Jorie sonriendo. Se abrazó a él yHank la tuvo cogida
entresusbrazosunbuenrato,demaneraquelasondasdecolorperladesulargamelenaquedaronapresadascontrasuespalda.Jorienosobservócon atención pero no le llevómucho tiempo llegar a una conclusión—.Lleváisaquíbastanteratolosdos.Habéisechadomanodelalijo,¿eh?Hanksonriómeciéndoseadelanteyatrás.—Nena,quería…—Hank —le interrumpí yo, moviendo la cabeza en gesto negativo,
rápidamente,antesdequeJoriepudieseverme.Joriesevolvióhaciamíyyolesonreí.—¿Quéostraéisvosotrosdosentremanos?—preguntó.—Botellita y media—respondió jocoso Hank, y se rio de su propia
gracia.Jorieapartódenuestrasmanosloquequedabadelasegundabotellayla
guardóenelarmaritodeabajo,locerróysemetiólallaveenelbolsillo.Llevaba unos pantalones cortos negros que imitaban pantalones deesmoquin,conunablusatransparentedecolorchampántraslaqueseveíaun sujetador negro de encaje. El tacón de sus zapatos era kilométrico yaunasínoalcanzabalaestaturadeHank.—Voyaponerahacercafé.Nonosconvieneque losempleadosvean
con buenos ojos que se puede venir borracho perdido a la reunión depersonaldelosdomingos.Hanklediounbesoenlamejilla.—Estásentodo.¿Quéharíayosinti?—Beberteelrestodelabotella—bromeó.Sacódedebajodelabarrala
cafetera vacía y la rellenó con agua—. Ay, qué faena. Se me habíaolvidadoquenonosquedanfiltros.—No, los han traído estamañana—replicóHank con voz pastosa—.
Estánaúnenlatrastienda.—Voyatraerlos—dijoJorie.—Voy contigo—se ofrecióHank, ymientras se alejaban juntos él le
pusolamanoeneltrasero.Yo deslicé la pantalla del móvil con el dedo y me quedé meditando
sobre la llamada que me disponía a hacer. Pero antes de marcar losnúmeros,preferíaabrirlapantallademensajes.Eraunacobardíapormi
parte,perolohicedetodosmodos.
Tienesunmomento?
Nopuedoenrollarmemucho.Memueroporverte.Quépasa?
Tenemosquehablar.
Temíquedijeseseso.
Llámameencuantopuedas.
Yalohabíaplaneado.Siempre era un cielo. ¿De verdad iba a romper con él porque había
estado muy ocupado? Él mismo me lo había advertido y yo estuve deacuerdo en intentarlo igualmente.Le prometí que no sería un problema.Pero, en fin, apenas si habíamos hablado y además había escasasesperanzasdequelacosafueseamejorar.Apartedeesoestabaelasuntillode Trenton. En el fondo, daba igual que rompiese con T. J., porque yoseguiríasintiéndomemalporpasardesusbrazosalosdeTrentoninclusosi dejaba transcurrir seis meses. O seis años. Había estado viendo aTrentona espaldasdeT. J.Cualquier cosaquederivasedeahí estabayacontaminada.Kodyandabamuydesencaminadorespectoamí.Yonoestabahaciendo
lomismoqueRaegan.Lomíoeramuchopeor.Almenosellahabíatenidoladecenciade romper conKody antesde empezar a salir denuevo conBrazil.Nohabíatenidoengañadosadostíosalavez.Habíasidosinceraconlosdos,yyomehabíapermitidoecharleaellaunsermón.Metapélosojosconlamano.Estabatanavergonzadaquenopodíani
enfrentarme a una sala vacía. Aunque pasar tiempo con Trenton medivertíaymeconsolabademomento,sabíaloquesignificabaparaélymedabacuentadecómomesentiríasiT.J.meestuviesehaciendolomismoamí.Estarconlosdosalavez,hubieseonohubiesesexo,eraunafaltadehonestidadpormiparte.T.J.yTrentonsemerecíanalgomejor.
Lehebesado.
Pulsé «Enviar» e inmediatamente empezaron a temblarme las manos.
PasaronvariosminutosantesdequeT.J.merespondiese.
Aquién?
ATrenton.
Túaéloélati?
Quémásda.
Sída.
Mebesóél.
Nomesorprende.
Yahoraqué?
Dímelotú.
Últimamentelehevistomucho.
Quéquieredecireso?
Nosé.Esloquees.
Tútodavíaquieresestarconmigo?
Lapreguntaessitúaúnquieresestarconmigo.Denuevohubedeesperarvariosminutoshastaquerespondió.Cuando
mepitóelteléfono,tuvequehacerunesfuerzoparaverlaspalabrasqueaparecieronenlapantalla.Aunquemelotuviesemerecido,noqueríaquemedejasetiradacomolabasuraqueera.
TeestoyreservandovueloaCalifornia.
Capítulo13
Mivuelosalíaalassietetreinta.Memarchéprontodelareunióndela plantilla para poder hacer la maleta. Luego, mientras me dirigía alaeropuerto en el Pitufo, traté de que no se me colasen en la cabezapensamientossobreTrenton.Posélavistaenmimanoizquierda,apoyadaenloaltodelvolante.Aljuntarse,misdedosdecían«DOLL».AT.J.noleibaahacerningunagracia,yrecéparaquenomepreguntaraporquésemehabíanocurridoesasdospalabras.Meparecióquetardabaunaeternidadenaparcar,cogerelmicrobúsdel
aeropuertoy facturar.Medabamucha rabia ir conprisas, peroT. J.mehabía sacado un billete en el último vuelo de la noche y, pasara lo quepasara, estaba decidida a subirme en ese avión.Necesitaba saber que noestabasimplementedesenamorándomedeT.J.porculpadeladistancia.Mepuseenla largacoladelpasodeseguridadyoíquealguiendecía
minombredesdelaotrapuntadelasala.Cuandomevolví,viaTrentoncorriendo como una locomotora hacia mí. Un guardia de seguridadaeroportuaria dio un paso hacia él, pero, cuando Trenton ralentizó alllegarhastamí,elhombreserelajó.—¿Qué coño estás haciendo? —me preguntó Trenton, el pecho
subiendoybajandodespuésdelacarrera.Apoyólasmanosenlascaderas.Llevabaunospantalonescortosdebaloncesto,decolorrojo,unacamisetablanca de manga corta y una gorra vieja, roja, con el emblema de lafraternidad universitaria.Viéndole, notémariposas en el estómago.Másporquesentíquemehabíapilladoqueporquemesintiesehalagada.—¿Qué coño estás haciendo tú? —repliqué yo, lanzando un vistazo
alrededor,alagentequenosmiraba.—¿Dijistequenosveríamosmañanayahoravasacogerunputovuelo?
—Unamujerqueestabapordelantedemíenlacola,avariaspersonasdedistancia,letapólasorejasasuhijita—.Perdón—dijoTrenton.
Lacolaavanzóyyoconella.YTrentonconmigo.—Fueunacosadeúltimahora.—TevasaCalifornia,¿no?—mepreguntó,concaradesentirsedolido.Nocontesté.Avanzamosvariospasosmás.—¿Porquetebesé?—preguntó,estavezconvozmásfuerte.—Élmesacóelbillete,Trent.¿Teníaquedecirlequeno?—¡Exacto, haberle dicho que no! ¿No se toma lamolestia de venir a
verte en tres meses y de golpe y porrazo te saca un billete de avión?¡Vamos,hombre!—dijo,dándoseunapalmadaenelmuslo.—Trent—ledijeenvozbaja—,veteacasa.Estoesuncorte.—Lacola
volvióaavanzaryyodivariospasos.Trentonmesiguió,andandodelado,hastaponerseamialtura.—Notesubasaeseavión.—Dijoesaspalabrassinemoción,perome
mirabaconojossuplicantes.—¡Ja! —exclamé, tratando de alguna manera de quitarle hierro al
asunto—.Volveréenunosdías.Tecomportascomosinofuesesavolveravermenuncamás.—Cuandovuelvasserádiferente.Losabes.—Para,porfavor—lerogué,mirandoamialrededor.Lacolaavanzó
denuevo.Trentonlevantólasmanos.—Solo…piénsatelounosdías.—¿Quemepiensequé?Se quitó la gorra y se rascó la coronilla mientras reflexionaba. La
expresióndedesesperaciónquelucíasurostromeobligóatragarsalivaparacontenerelllanto.Teníaganasdeabrazarle,dedecirlequenopasabanada,pero¿cómopodíaconsolarle,siyoeralarazónporlacualélsentíaesedolor?Trentonvolvióaponerselagorraenlacabezaysebajólaviserasobre
losojos,enungestodefrustración.Suspiróydijo:—Por favor, Cami, por favor. Yo no soy capaz. No puedo quedarme
aquí,pensandoquetúestásallí,conél.Lacolavolvióaavanzar.Meibaatocar.—¿Porfavor?—suplicó.Y,nervioso,soltandounacortarisaprimero,
añadió—:Estoyenamoradodeti.—Siguiente—dijoelguardiadeseguridadaeroportuaria,indicándome
conunademánquemeacercaseasuplataforma.Trasun largosilencio,meestremecíalpensaren laspalabrasqueme
disponíaadecirle.—Sisupiesesloqueyosé…noloestarías.Élnegóconlacabeza.—Noquierosaberlo.Solotequieroati.—Trent,somosamigos,nadamás.Sucaraysushombrossehundieron.—¡Siguiente! —repitió el guardia. Había estado observándonos
mientrasconversábamosynoestabadehumorparaesperar.—Tengoqueirme.Teveoalavuelta,¿vale?LosojosdeTrentonmiraronelsueloyasintió.—Vale.—Empezóaalejarse.Peroentoncessediolavuelta—.Durante
un tiempo no hemos sido amigos y nadamás. Y lo sabes.—Me dio laespaldayyoleentreguélatarjetadeembarqueyelcarnéalguardia.—¿Estábien?—preguntóelhombre,mientrasgarabateabaenmitarjeta
deembarque.—No—respondí yo. Contuve la respiración y, mirando hacia arriba
mientraslosojossemellenabandelágrimas,añadí—:Soyunagilipollasdecampeonato.Elguardiaasintióymeindicóqueprosiguiera.—Siguiente—dijo,llamandoalapersonaqueveníadetrásdemí.Noqueríamoverme,porsiaquelloerasolounsueño.Deniña,alira
casademisamigas,empecéadarmecuentadeque losdemáspadresnoerancomoelmíoydequemuchasdeaquellasfamiliaseranmásfelicesque la mía. Desde entonces, mi sueño fue irme a vivir por mi cuenta,aunquesolofueseparatenerunpocodepaz.Peroinclusolaedadadultame parecía más una fuente de decepciones constantes que de aventuras.Por eso, para estar segura de que este instante de dicha no era unaengañifa,mequedéquieta.Estainmaculadayminimalistacasaurbanaeraexactamenteellugaren
elquedeseabaestar.Sinnadapuestomásqueunasonrisadesatisfacción,metidaentresábanasrevueltasdealgodónegipcioblanco,enelcentrodelacamaextragrandedeT.J.Élestabatumbadojuntoamí.Respirabasuaveyprofundamenteporlanariz.Ibaatenerquelevantarseenpocosminutos
para prepararse para irse a trabajar y yo disfrutaría de unas vistasmagníficas de su prieto trasero cuando saliese de la cama. Ese, desdeluego,noeraelproblema.Lassiguientesochohorasquepasaríaasolasconmiscavilacionesconvertiríanelnirvanadeesasvacacionescaserasendeseosdesubirmeporlasparedes.Duranteelviaje enaviónmicabezahabíaestadoplagadademilyun
pensamientosqueconfluíanenlagranpreguntadesiestaseríalaúltimavez.Ytodalaangustiaacumuladaalolargodemesesnocesónicuandoledistinguíenlazonaderecogidadeequipaje.Peroentoncesvisusonrisa.Lamismasonrisagraciasalacualestartumbadaenaquellacamajuntoélnomeparecíadeltodounerror.Estabapensandoquetalvezpodíapreparareldesayunoparatomarloen
la cama y celebrar así nuestras primeras doce horas juntos desde hacíameses.O quizá no.Ya estaba otra vez tratando de hacer el pino con lasorejas. Pero había dejado de ser ese tipo de chica y nuncamás querríavolveraserasí.LanocheanteriorRaeganlohabíaclavado,mientrasyopreparabamimaletahechaunbasilisco:«¿Quétehapasado,Cam?Antesirradiabasseguridad.Ahoraerescomouncachorritoapaleado.SiT.J.noestuhombre,puesesonolopuedescontrolar.Asíquealomejorpodríasdejardecomerteeltarro».Yonosabíaquéhabíaocurridoparadejardeseresachicaalucinantey
seguradesímismayconvertirmeenloqueeraahora.O,bueno,sí,sílosabía.T.J.habíaaparecidoderepenteenmividayyomehabíapasadolosúltimos seis meses tratando de ser digna de él. O, en fin, la mitad deltiempo, en todo caso. Porque la otra mitad la había pasado haciendoprecisamentelocontrario.T.J.volviólacabezaymebesóenlasien.—Buenosdías. ¿Quieresquebaje a comprar algoparadesayunar?—
dijo.—Puesesosuenadeperlas,laverdad—respondí,ylebeséenelpecho
desnudo.T. J. sacó delicadamente el brazo de debajo de mí y se sentó para
desperezarseduranteunossegundos.Acontinuaciónselevantóyconellomeofreciólasvistasconlasquellevabafantaseandodesdehacíamásdetresmeses.Se enfundó los vaqueros que estaban doblados en la silla y sacó una
camisetademangacortadelarmario.
—¿Cualquiercosaqueseparezcaaunbagelconquesoencrema?—Yunzumodenaranja.Porfavor.Secalzólaszapatillasdedeporteycogiólasllaves.—Sí,milady—dijo—. Vuelvo enseguida—añadió ya en la puerta, y
cerró.Obviamente,noeraquenomesintiesedignadeélporqueT.J.fueseun
gilipollas. Era justo lo contrario. Cuando una persona así de alucinanteentraenelbardecopasenelquetrabajasytepideelnúmerodeteléfonoantes de haberse tomadoun trago, te dejas la piel para conservarlo a tulado. En algún punto del camino seme había olvidado que yo le habíaenganchadoaél,enprimerlugar.Ydespuésdeesomehabíaolvidadodeélporcompleto.PeroenelinstanteenqueT.J.merodeóconsusbrazos,enlazonade
recogidademaletas,deinmediatocomparésumaneradeabrazarmeconlamaneraenquemehabíaabrazadoTrenton.CuandoT.J.pusosuslabiossobrelosmíos,subocaeratanincreíblecomolarecordaba,peronodabala impresión de necesitarme como Trenton.Me daba perfecta cuenta deque estaba haciendo comparaciones injustas e innecesarias, y traté deevitarlo nada más verlo, pero fracasé. Todas las veces y en todos losniveles.Fuesejustoono,Trentoneraloqueyoconocía,mientrasqueT.J.sehabíaconvertidoenundesconocido.Diez minutos más tarde T. J. regresó. Entró en el piso corriendo
alegremente,mepusoelbagelenelregazoydejóelzumodenaranjaenlamesilladenoche.Luegomediounbesorápido.—Tehanllamado,¿aquesí?—Sí, una reunión de primera hora. No estoy seguro de lo que está
pasando,asíquenotesédecircuándovolveréacasa.Meencogídehombros.—Nopasanada.Teverécuandosea.Volvió a besarme, se desvistió raudo, se puso una camisa blanca
planchadayun trajedecolorgrisoscuroy secalzó loszapatos, tras locualsalióporlapuertadelpisoalacarrerillaconunacorbataenlamano.Lapuertasecerróconfuerza.—Adiós—dije,sentadaenlacama,sola.Volví a tumbarme y clavé lamirada en el techomientrasme quitaba
pellejitos de las uñas. El piso estaba en absoluto silencio. No había nicompañerosdepisonimascotas.Niunmíseropececito.Mepuseapensar
en que probablemente en esos momentos Trenton y yo estaríamossentadosenmisofádedosplazas,enmicasa,viendojuntosalgoenlatelemientrasyoparloteabasobreeltrabajoolosestudiosoambascosas.Quéagradableerasimplementeteneraalguienquedeseabaestarconmigo,encalidadde loque fuera.Peroenvezdeesoestabamirando fijamenteuntechoblanco,dándomecuentadelobonitoquehacíaelcontrasteconlasparedesdecolorbeisoscuro.El beis era un tono muy T. J. Era un hombre fiable. Estable. Pero
cualquier cosavista aunadistanciadevariosmilesdekilómetrospodíaparecer buena. Jamás reñíamos. Pero no hay nada por lo que reñir sinuncaestásconelotro.T.J.sabíaquéclasedebagelsmegustaban,pero¿sabía que no soporto los anuncios de la tele, o qué emisora de radioescucho,oqueloprimeroquehagocuandovuelvoacasadetrabajaresquitarmeelsujetador?¿Sabíaquemipadreeraungilipollasdeprimera,yque mis hermanos eran un amor y a la vez inaguantables? ¿Sabía quenuncahagolacama?PorqueTrentonsí.Élsabía todoesoyqueríaestarconmigoigualmente.Estiré el brazo para coger elmóvil y comprobar si había novedades.
HabíaentradounmaildeSolterosenTuZonaYa,nadamás.Trentonmeodiaba,yeradeentender,porquemehabíapedidoqueescogierayyonolehabía elegido a él.Ahora estaba tumbadadesnuda en la camadeotrohombre,pensandoenTrenton.Metapélacarayrabiéporderramarlaslágrimasardientesquerodaron
pormis sienes hasta colarse dentro demis orejas.Yo quería estar aquí.Pero quería estar allí. Raeganme había preguntado si alguna vez habíaestadoenamoradadedoshombres.Yenaquelmomentonosabíaqueyaloestaba.Doshombresquenopodíansermásdiferentesentresíyalaveztan parecidos. Los dos amorosos, los dos insufribles. Pero pormotivoscompletamentediferentes.Envolviéndomeenlasábana,melevantédelacamaymefuiportodala
ordenadaylimpiaviviendaunifamiliardeT.J.Parecíaundecorado,comosirealmentenoviviesenadieallí.Supongoqueasíera,almenoslamayorparte del tiempo.En unamesa estrecha pegada a una de las paredes delsalónhabíavariosmarcosdeplata,todosconfotosenblancoynegrodeT.J.depequeño,consushermanos,consuspadresyunadeélyyoenelpuerto,delprimerviajequehiceparaverle.El televisoreranegro,conelmandoadistanciadejadoperfectamente
recto encima de una mesita auxiliar. Me pregunté si tendría siquieracadenas de pago. Rara vez dispondría de suficiente tiempo libre parasentarseaverlatele.Enlamesabaja,decristal,habíavariosnúmerosderevistascomoMen’sHealthyRollingStone,abiertasenabanico.Cogíunay la hojeé.Deprontome sentía inquietayhastiada. ¿Porquéhabía ido?¿ParademostrarmeamímismaquequeríaaT.J.?¿Oqueno?Elsofáapenassehundiócuandomesenté.Eradecolorgrisclaro,de
teladetweed,conribetesdepieldecolormarrón.Lafundadelrespaldopicaba.Enaquelsalónmesentíadeunmodototalmentedistintoalaúltimavezquehabíaestado.Eloloraalmizcle,aunqueeratambiénoloralimpio,noeraatrayente.Lasvistasdelosventanales,desdedondeseatisbabauntrocitodelabahía,noerantanmágicas;eltipodeperfeccióndeT.J.yanomehechizaba.DespuésdesolounassemanasconTrentontodoesohabíacambiado.Depronto,nopasabanadaporquerermenosordenylimpieza,defectos, incertidumbre, tantas de esas otras cosas que encarnabaTrenton…otodaslascosasqueyoveíaenmímismayquecreíaquenome agradaban. Porque, por mucho que no estuviese resultando fácil,teníamos unos objetivos. Qué más daba que aún no los hubiésemosalcanzado. Lo que contaba era que tanto él como yo habíamos vividosreveses, fracasos sonados. Pero los dos nos habíamos levantado, noshabíamos sacudido el polvode la caída y habíamos seguido adelante.Yestábamoshaciéndolo lomejorposible.Trentonnosolohacíaque todasesascosasmepareciesenaceptables,sinoqueconélelcaminosevolvíadivertido. En lugar de sentirme avergonzada por las metas que nohabíamosalcanzado,podíamosestarorgullososdeadóndeíbamosydeloquesuperaríamosparallegarallí.Me levanté y me acerqué a los ventanales alargados, que daban a la
calle, abajo. Trenton había descubierto mis planes, había acudidocorriendoalaeropuertoymehabíarogadoquemequedara.Siyohubiesesido la que había estado al otro lado del precinto de seguridad, ¿leperdonaría?Al pensar en él, sintiéndose rechazado, solo en el coche devueltaacasa, losojossemellenarondeácidaslágrimas.Ymientrasmehallaba allí, en la casaperfecta, cuyodueño era el hombreperfecto,meceñímássussábanasalcuerpoydejéquesalieranlaslágrimas,anhelandoalesforzadoartistadetatuajesquehabíadejadoatrás.Me había pasado la infancia entera soñando con el primer día demi
libertad.Prácticamenteadiario,alolargodelamayorpartededieciocho
años,misdeseosestabanenfocadosenelmañana.Peroporprimeravezenmividasentíeldeseodepoderdarmarchaatráseneltiempo.
Capítulo14
He dicho que lo siento —se disculpó T. J., mirándome fijamente,ceñudo.—Noestoyenfadada.—Estásunpocoenfadada.—No.Enserioqueno—insistí,mientraspaseabaportodomiplatoun
trozodela«Ensaladaconcarneenadobo»queteníadelante.—¿Notegustalaensalada?—No, síquemegusta—respondí,plenamenteconscientede lascaras
queestabaponiendoydetodoslosgestosquehacíaconelcuerpo.Tratardehacerverquenoestabamohínameestabaresultandoagotador.T.J.nohabíallegadoacasahastapasadaslasochoymediadelatardeyentodoeldíanomehabíamandadoniunmensajedetextonimehabíallamado.Nisiquieracuandoemprendióelregreso.—¿Quieresprobarunpocodemipescado?—Lequedabandostrozos
para terminarsesu«LubinadelmardeAlaska»,peromeacercóelplatoempujándolo un poco por la mesa. Yo respondí que no con la cabeza.Todo olía demaravilla, pero simplemente no tenía apetito. Pero no eraporT.J.Habíamos cogido una mesa apartada, en el rincón del fondo del
restaurante. Era el restaurante favorito de T. J., el BrooklynGirl, en elmismobarrio.Lasparedespintadasdegrisyladecoraciónsencillaperomoderna recordabanmucho a su apartamento. Todo limpio, todo en susitio,yaunasíacogedor.T.J.suspiróyserecostóenelrespaldodelasilla.—Estonoestáyendoparanadacomoyoquería—dijo.Seinclinóhacia
delante y apoyó los codos en la mesa—. Trabajo cincuenta horas a lasemana,Camille.Esquenomequedatiemponipara…—Mí—dijeyo,terminandoporéllahorriblefrase.
—Paranada.Casinoveoamifamilia.Hablocontigomásquelosveoaellos.—¿YAccióndeGracias?—Puespintamejoramedidaquevaavanzandoelproyecto.Esbocéunasonrisa.—Nomemolestaquehayasllegadotarde.Séquetrabajasunmontónde
horasaldía.Sabíaquenoteveríamuchocuandovine.—Yviniste—dijoél,yestiróelbrazoparacogermelamano.Yomeechéhaciaatrásymepuselasmanosenelregazo.—Peronopuedodejarlotodocadavezquedecidesquequieresverme.Se le hundieron los hombros. Pero no dejó de sonreír. Por alguna
razón,estabaanimado.—Losé.Ytienesrazón.Me incliné de nuevo hacia delante para pinchar la ensalada con el
tenedor.—Vinoalaeropuerto.—¿Trenton?Yoasentí.T.J.permanecióensilenciounbuenratoyalfinaldijo:—¿Quéestápasandoentrevosotros?Yomerebullíenmisilla.—Yatelodije.Hemosestadoviéndonosmucho.—¿Enquésentidoviéndoos?Fruncíelcejo.—Pues vemos la tele juntos. Charlamos en el sofá. Salimos a comer.
Trabajamosjuntos.—¿Trabajáisjuntos?—EnSkinDeep.—¿HasdejadoelRedDoor?¿Porquénomelodijiste?—No me he ido. Coby pasó apuros económicos. Cogí un segundo
empleohastaqueélpuedaremontar.—Losiento.LodeCoby.Asentí.Laverdaderaquepreferíanoahondardemasiadoeneltema.—¿Eso te lo hizo Trenton? —me preguntó, bajando la cara para
mirarmelosdedos.Asentí.Él respiró hondo. Era como si estuviese asimilando la realidad de la
situación.—Entonces,quieresdecirqueestáispasandounmontonazode tiempo
juntos.Meestremecí.—Sí.—¿Hadormidoentucasa?Neguéconlacabeza.—No.Peronos…Me…T.J.asintió.—Tebesó.Yamelodijiste.¿Estáconalguien?—Pueslamayorpartedeltiempo,soloconmigo.T.J.levantóunaceja.—¿HaestadoenelRedDoor?—Sí.Peronomásdelonormal.Puedequeinclusomenos.—¿Ysiguellevandoachicasacasa?—preguntó,medioenbroma.—No.—¿No?—preguntóentonces,sorprendido.—Enabsoluto.Nodesde…—Desde que empezó a perseguirte a ti.—Yo negué de nuevo con la
cabeza.T.J.bajólavista—.Vaya.—Emitióunarisamuycorta,enseñaldeincredulidad—. Trenton está enamorado.—Levantó la vista y añadió—:Deti.—Lodicessorprendido.Túmeamasteundía,¿teacuerdas?—Ysigoqueriéndote.Cerrélosojosyapretélospárpados.—¿Cómo? ¿Cómo es posible que sientas eso después de todo lo que
acabodecontarte?Élrespondió,siempreenvozbaja:—Séqueenestosmomentosnotehagoningúnbien,Camille.Nopuedo
estarahícomotúnecesitasqueestéyesoseguramenteseguirásiendoasíbastante tiempo. No puedo echártelo en cara, sabiendo que nuestrarelaciónsebasaen llamadas telefónicasdevezencuandoymensajesdetexto.—Peroesoyamelodijistecuandonosconocimos.Dijistequeseríaasí
yyoterespondíqueestababien.Quequeríaintentarloigualmente.—¿Yesoesloqueestáshaciendo?¿Cumpliendotupalabraarajatabla?
—T.J.sondeómimiradaduranteunosinstantesyacontinuaciónsoltóun
suspiro.Apurósucopadevinoblancoyladejóaunladodelplato—.¿Lequieres?Me quedé petrificada un segundo. Me sentía como un animal
acorralado. Desde que la camarera nos había servido la cena, se habíapasadoelratosometiéndomeauninterrogatorioentercergradoyestabaempezando a sentirme emocionalmente exhausta.Verle después de tantotiempoyluegoquedarmetodoeldíaasolasconmispensamientos…erademasiado.Eracomounacorredorasinningúnlugaralqueir.Mivueloderegresonosalíahastalamañanasiguiente.Alfinalmetapélacaraconlasmanos y, en cuanto cerré los ojos, las lágrimas escaparon bajomispárpadosyrodaronpormismejillas.T.J.suspiró.—Voyatomármelocomounsí.—¿Sabes cuando notas que quieres a alguien? Pues es un sentimiento
quenodesaparece.Yyosigosintiendoesoporti.—Yo me siento así también. Pero siempre supe que todo esto sería
demasiadoduroparati.—Puesesalgoquepasatodoslosdías.—Sí,perootraspersonashablanmásdeochoonuevevecesalmes.—¿Oseaquetúsabíasquelonuestrohabíaterminado?Entonces,¿por
quéme haces venir hasta aquí? ¿Para decirme que no pasa nada por nohaberconseguidoquefuncionase?—Pensé que a lo mejor si tú estabas aquí, conmigo, entre los dos
podríamos entender mejor lo que de verdad te estaba pasando… Sisimplemente estaba siendo demasiado duro para ti porque hacía tiempoquenonosveíamos,osideverdadsentíasalgoporTrenton.Meechéallorarotravez,tapándomeconlaservilleta.Sospechéquela
gentenos estaríamirando, seguramente.Peronomeatreví a levantar lacaraparacomprobarlo.—Esto es de lo más humillante —dije, tratando de no ponerme a
sollozar.—Tranquila,miniña.Soloestamosnosotros.Bajé lasmanos lo justo para poder echar un vistazo alrededor. Tenía
razón, éramos los dos últimos clientes del restaurante. Estaba tanensimismadaquenisiquieramehabíadadocuenta.—¿Selesofrecealgunaotracosamásparatomar,señor?—preguntóla
camarera.Nomehizofaltamirarlaa lacaraparasaberque lepicaba la
curiosidadsobreloqueestabapasandoennuestramesa.—Tráiganoslabotella—respondióT.J.—¿Delblanco?—Delblanco—dijoT.J.conesaformadehablarsuaveysegura.—M-muybien,señor—dijolamujer.Mientrassealejaba,yopodíaoír
elsonidodesuspisadasenelsuelo.—¿Nocierranenbreve?—Nohastadentrodeveinteminutos.Nosdatiempoaterminarnosuna
botella,¿verdadquesí?—Fácilmente—respondí,fingiendoquemedivertía.Eneseinstantelo
únicoquesentíaeratristeza,remordimientosyvergüenza.Lasonrisa,leveyalgoforzada,seleborródelacara.—Mañana tevas.Noesnecesarioque tomemosningunadecisiónesta
noche. Ni siquieramañana. Disfrutemos sinmás el tiempo que estemosjuntos.—Acercósumanoalamíayentrelazómisdedosconlossuyos.Trasunbrevesilencio,yoapartélamano.—Meparecequeaestasalturaslosdossabemosloquehapasado.Conpenaenelsemblante,T.J.asintió.Cuandoel trendeaterrizaje tocó lapista, losojossemeabrieronde
golpe y al mirar a mi alrededor vi que todas las personas del aviónsacaban losmóviles y se ponían a escribirmensajes de texto a amigos,familiaresocompañerosdetrabajoparainformardelallegadadelvuelo.Yonimemolestéenencenderelmío.Raeganestaríaencasadesuspadresymifamilianisiquierasabíaquehabíaestadofuera.LanocheanteriorT.J.yyonosfuimosalacamanadamásregresara
sucasa,muyconscientesdequealamañanasiguienteteníamosqueestaren pie antes del amanecer para que yo pudiera llegar a tiempo alaeropuerto.Élme tuvoensusbrazos toda lanochecomosinoquisieradejarme ir.Perohorasdespuésenel aeropuertomeabrazóymediounbeso de despedida, aparentemente muy convencido. Fue una escenaforzada,tristeydistante.Puse la palanca de cambios del sistema automático demarchas demi
Pitufo en modo «Aparcar» y me bajé del coche. En parte, tenía laesperanza de encontrarme a Trenton sentado en el suelo de cemento dedelantedelapuertademicasa.Peronoestaba.
En San Diego había hecho un tiempo superagradable, y ahora meencontrabadenuevodondepodíavermipropioalientoflotarenelaire.Dehecho,medolíalacaradefrío.¿Cómopuededolerlacaradefrío?Abrílacerradura,empujémipuerta,dejéquesecerraradandoportazo
detrás de mí y me fui arrastrando los pies hasta mi cuarto, donde mederrumbédenaricesenmicamamaravillosamenterevuelta.OílaspisadassuavesdelospiesdescalzosdeRaeganporelpasillo.—¿Cómo ha ido la cosa? —me preguntó desde la puerta de la
habitación.—Puesnosé.Elsuelocrujióbajosuspiesalacercarsehastamicama.Sesentóami
ladoydijo:—¿Seguísjuntos?—No.—Oh.Vaya…Peroesoestábien,¿no?Esdecir,aunqueT.J.nohubiese
dado señales de vida hasta que Trenton te besó y de repente te compróbilleteparaCalifornia…—Mañanahablamos,Ray.—TrentonsepasóporelRedDoorestanoche.Dabapenitaverle.—¿Sí? ¿Y se fue con alguna tía?—Asomé la cara por encima de la
almohada.Raegantitubeó.—Justoantesdequediésemoselúltimoaviso.Ibaciego.Asentíydejécaerlacabezaparahundirlacaraenlaalmohada.—Pues…díselo—dijoellaentonodesúplica—.CuéntalelodeT.J.—Esquenopuedo—respondíyo—.Ytútampoco.Meloprometiste.—Sigosinentenderaquévienetantomisterio.—Ni falta que hace—repuse yo, mirándola con la cabeza levantada
parafijarlavistaensusojos—.Solotienesqueguardarelsecreto.Raeganasintió.—Vale.Prácticamente acababa de cerrar los ojos, o eso me pareció, cuando
Raeganmezarandeóparadespertarme.Gruñí.—¡Quevasallegartardealtrabajo,Cami!¡Mueveelculo!Yomequedécomounaestatua.—Acabasdecogertedosdías librescasisinavisar. ¡Cal tevaaechar!
¡Quetelevantes!—Measióporuntobilloytiródemíhastaquemecaídelacamaconunbuengolpe.—¡Ay!¡Joder,Ray!Ellaseinclinósobremí.—¡Sonlasonceymedia!¡Arriba!Miréelrelojy,levantándomedeunbrinco,mepuseacorrercomoloca
pormi cuarto soltando tacos cadados por tres.Me cepillé los dientes atoda pastilla, me hice un moño rápido y me puse las gafas. El Pitufotambiénsehizoelremolóny,antesdearrancarporfin,lanzóungañidocomosifueseungatomoribundo.El relojde lapareddelSkinDeep indicaba las12:07cuandocrucé la
puerta.HazelestabayaatendiendounallamadayCalvin,asulado,mirabaconcaradepocosamigos.—¿Peroquécoñotehaspuesto?—preguntó.Miré mi indumentaria: mis vaqueros pitillo de color ciruela y una
camisetademangalargaconestampadoderayashorizontalesnegras.—Ropa.—Tecontratéparaquefueseslatíabuenorraqueatiendealosclientesy
vienesqueparecesmiprimaAnnette.¿Dequévaeselook?—preguntóaHazel.—Hipster —dijo ella, interrumpiendo fugazmente la conversación
telefónica.—Ya. Pues como mi prima Annette la hipster. El próximo día que
vengas quiero ver canalillo y pelos sexis —me espetó, señalándomeprimeroconundedoyluegocondos.—¿Yquécoñosonlospelossexis?—repliquéyo.Calvinseencogiódehombros.—Puesyasabes.Revuelto,perosexi.Comosiacabasesdefollar.Hazelcolgóelauricularconfuerza.—Todoloquesaleportubocaesofensivo.¿Tíabuenorra?¿Canalillo?
¡Túloqueeresesuncasojudicialdeacososexual,conpatas!Calvinnoseamilanó.—¿Es por mi calzado?—pregunté y bajé la vista para mirarme mis
botasfavoritas,unasnegrasdeestilomilitar.—¡Es el pañuelo!—exclamó él, señalándome con cuatro dedos ya—.
¿Dequésirvetenerunbuenpardetetassiluegovasytelastapas?Hazelsonrió.
—Puesesunpañuelobienmono.Yonecesitounonegrocomoese.Calvinarrugólafrente.—¡Demononada!¡Yonoquieromonerías!¡Yocontratéaunacamarera
debardecopasqueerasexiyoriginalymeencuentroconunahipsterconmoñoycerotatuajes!Quetecojasdíaslibresyquetepresentescuandotesaledelcoño,pase,peronomehacenipuñeteragraciaquetepaseesporaquí con la piel como una paleta limpia. ¡No queda nada bien que tuspropiosempleadosnosefíendetiparaquelestatúes!—¿Has acabado ya? —dijo Hazel con tono y expresión totalmente
neutros.Entonces,memiróydijo—:Lehavenidolareglaestamañana.—¡Vetealamierda,Hazel!—exclamóCalvin,ysefuemuyenfadadoa
sudespacho.—¡Alamierdateirástú!—chillóella.Calvinasomólacabezaporlaesquinadelpasillo.—¿HallegadoBishop?—¡Malditasea,Cal,no!Por terceravezhoy:¡noha llegado!—Calvin
asintióyvolvióadesaparecer.Hazelarrugóelcejomediosegundoysevolvióhaciamíconunasonrisa.—Creo que hoy le voy a enseñar mis dedos. Podría calmarle los
ánimos.—Ni hablar —respondió ella—. Déjale que bulla a fuego lento. —
Permaneciócalladaunminuto,duranteelcualsehizoevidentequeandabatramandoalgo.Entonces,medioconelcodoydijo—:Bueno.California.—Sí—contesté, y ladeé la cabeza para sacar la correa del bolso por
encimadeella.Entonces, loarrojéencimadelmostradore introdujemiusuarioycontraseñaenelordenador—.Sobreesetema…LamusiquilladelapuertasonóyTrentonentróenellocal.Llevabaun
abrigoazulmarino,supergrueso,yunagorrablancasuciacon laviseratanbajadaencimadelosojosquenoseleveían.—Buenos días, señoritas —dijo, y pasó por delante de nosotras sin
detenerse.—Buenosdías,sol—lesaludóHazel,siguiéndoleconlamirada.ÉlsemetióensutalleryHazelmelanzóunamirada.—Lehasdejadoparaelarrastre.Suspiré.—Nofuemiintención.—Levabien.Ningúntíodeberíallevarsealhuertoatodaslasmujeres
que se le antojen. Así el grado de cerdismo se mantiene a nivelesaceptables.—Voya…—dije,señalandohaciaelpasillo.Hazelasintió.Trenton estaba entretenidopreparando sumáquina cuando entré en su
taller.Crucélosbrazosymeapoyéenelquiciodelapuerta,mientrasélpasaba de mí. Durante los primeros minutos su actitud me parecióaceptable.Peroluegoempecéasentirmeestúpida.—¿Algunavezvasavolveradirigirmelapalabra?—lepregunté.Él mantuvo la mirada clavada en su máquina y tras una breve risa
respondió:—Puesclaroquesí,muñeca.Voyadirigirtelapalabra.¿Quéhay?—Calvindicequetengoquellevarmástatuajes.—¿Ytúquieresmás?—Solosimeloshacestú.Aunasínomemiró.—Puesnosé,Cami,tengoeldíabastanteliado.Me lo quedé mirando un ratito mientras él se afanaba organizando
envoltoriosblancosllenosdediversosutensiliosesterilizados.—Undíadeestos.Notieneporquéserhoy.—Claro,muybien.Nohayproblema—dijoél,rebuscandodentrodeun
cajón.TranscurridootrominutomásduranteelcualTrentonsiguióactuando
como si yo no estuviera allí, regresé al vestíbulo. Me había dicho laverdad. Tenía un cliente detrás de otro. Pero solamente se acercó almostrador una vez, cuando tuvo un hueco libre, y solo para charlar unmomento con un posible cliente.El resto del día no salió de su taller obiencruzóaldespachodeCalvinparahablarconél.AHazelnoparecíapreocuparlesumaneradecomportarse,peroellanuncaparecíaalterarsepornada.Esa noche Trenton no apareció por el Red Door y al día siguiente
tuvimos otras seis horas de la Operación Ignoremos a Cami, comosucedió también el día siguiente a ese y así uno tras otro durante tressemanas.Yodediquémuchomástiempoapreparartrabajosyestudiar.Ydado que Raegan pasaba más horas con Brazil, di gracias cuando deprontosepresentóCobyavermeunlunesporlamañana.En laencimeradeldesayuno,entreélyyo,habíadoscuencos iguales
llenosdehumeantesopadepolloconfideoschinos.
—Tienesmejoraspecto—dije.—Esquemesientomejor.Teníasrazón:conunprogramahasidomás
fácil.—¿Quétalvatodoencasa?—pregunté.Cobyseencogiódehombros.—Igual.Pesquéalgunosfideoslargosqueflotabanenmicuenco.—Novaacambiarnuncaylosabes.—Sí.Solopretendoreunirmiscachivachesparapoderindependizarme.—Buenaidea—dije,llevándomelacucharaalaboca.—Vamos al sofá y nos tomamos la sopa viendo una peli—propuso
Coby.Asentí.Cobydejómicuencodesopaasuladoencimadelsofámientras
yorebuscabaentrelascajasdelosDVD.DeprontomequedésinalientoalencontrarmeconLalocahistoria…Trentonlahabíadejadoenmicasalaúltimavezquelahabíamosvisto.—¿Qué?—preguntóCoby.—Trentsedejóunapeli.—¿Dóndehaestadoúltimamente?Penséqueestaríaaquí.—Puesesque…yanovieneporaquí,laverdad.—¿Habéiscortado?—Soloéramosamigos,Coby.—Esosololopiensastú.Levanté la vista hacia él y, caminando pesadamente en dirección al
pequeñosofádedosplazas,cogímicuencodesopaymesentéalladodemihermano.—Nomequiere.—Antestequería.—Puesyano.Lohejodidotodo.—¿Cómo?—No quiero hablar de eso, la verdad. Es una historia muy larga y
aburrida.—NadaquetengaqueverconlosMaddoxesaburrido.—Sellevóuna
cucharadadesopaalabocayluegoesperó.Cuandoestabalimpioeraotrapersona.Seinteresabaporlascosas.Escuchaba.—Pueshabíamosestadoviéndonosprácticamenteadiario.—Esapartelaconozco.
Suspiré.—Élmebesó.Yomecaguédemiedo.Yluegomedijoquemequería.—Doscosashorrorosas,malísimas—dijoél,asintiendo.—Notepongaspaternalistaconmigo.—Perdón.—Síquesoncosasmalísimas.CuandolecontéaT.J. lodelbeso,me
sacóbilleteparaCalifornia.—Tienetodalalógicadelmundo,desdeelpuntodevistadeuntío.—Trent me suplicó que no fuese. En el aeropuerto me dijo que me
quería y yo me marché. —Al rememorar la escena, los ojos se mellenaronde lágrimas.Entonces recordé lacaraquehabíapuestoTrenton—.DurantelosdíasenCaliforniaT.J.yyonosdimoscuentadequenosqueríamos pero que sencillamente no había manera de que lo nuestrofuncionase.—¿Oseaquerompisteis?—Másomenos.Enrealidadno.—Venga,Camille.Queyasomosmayorcitos.Siesoeraloquesedaba
aentender…—Quémásda—dije,mientrasempujabauntaquitodezanahoriaporla
sopa—.Trentapenasmedirigelapalabra.Meodia.—¿LehascontadoloquepasóenCalifornia?—No. ¿Qué le iba a decir: «T. J. nome quiere, así que ya puedo ser
tuya»?—¿Setratadeeso?—No.Esdecir,másomenossí.PeroTrentonnoesunclavoquevayaa
sacarotroclavo.Noquieroquesesientaasí.Yaunquedealgunamanerameperdonase,siempreestarálacuestióndequeseríaunaabsolutacagadapasardelosbrazosdeunoalosbrazosdelotro.—Yasonmayorcitos,Cami.Sabránentenderlo.Terminamosdecomerensilencio.Entonces,Cobyrecogióloscuencos
ylosaclaróenelfregadero.—Tengoquemarcharme.Soloqueríatraerteesto.—Sacóunchequede
subilletera.—Gracias—dije.Yalverlacantidadquehabíaescrito,losojosseme
salieron de las órbitas—.No hacía falta queme lo devolvieras todo degolpe.—He conseguido un segundo curro. Así no voy con retraso en los
pagos.Leabracé.—Tequiero.Estoysuperorgullosadetiymealegrounmontónporti,
porquetevaairgenial.—Nosvaairgenialatodos.Yaloverás—dijoconunasonrisita.ElsábadosiguienteTrentonllegóunahoratardeaSkinDeep,conla
caracolorada,aturullado.Lafurgonetadesupadresehabíaestropeadoyél había intentado arreglarla y dejarla lista de nuevo. No fue muyexplícito;aligualquecontodolodemásenloqueaélsereferíadesdemiviajeaCalifornia,tuvequepreguntarleaHazelparaenterarme.A finales de la primera semana de noviembre T. J. solo me había
llamadoundíaparacontarmequehabíavenidoporalgodetrabajoperoquenoibaapoderpasarseasaludarme.YTrentonyyoapenashabíamoscruzadounapalabra.ÉlhabíaidoalRedDoorunpuñadodevecesyhabíapedidosuscopasaRaegan,BliayJorie,ytodaslasnochesjustoantesdelúltimoavisoselepodíaversaliendodellocalconunachicadiferente.Yo intenté seguir comportándome como siempre en Skin Deep.
Estrictamente,nonecesitabaesesegundotrabajo.Peromegustabacurrarallíy eldineroextrameveníabien.Además,megustabaver aTrenton,demasiadocomopararenunciar.Aunqueélmeignorase.EngañaraCalvinerafácilperoHazelsedabacuentadetodo.Después
depasarunratoeneltallerdeTrenton,salíaymeguiñabaunojo.Yonoestabaseguradesilohacíaparatranquilizarmeydarmeánimososieraporque pensaba que compartíamos información privilegiada, unainformacióndelaqueyonoteníanipajoleraidea.SonóelcarillóndelapuertayaparecieronTravisyShepley.—Quéhay,chicos—lessaludé.Ysonreí.—¿Es que prestas tu belleza a todos los antros de la ciudad? —me
preguntóTravis,disparándomesusonrisamásseductora.—Alguienestádebuenhumor—señalé—.¿Quéseosofrece,chicos?—No preguntes —dijo Shepley. Él desde luego no estaba de buen
humor.—Quiero hacerme unos tatuajes. ¿Dónde se mete el mierda de mi
hermano?Trentonasomólacabezaporlapuertadesutaller.
—¡Cabronazo!Yo apunté aTravis en la hoja de registro y él firmó los formularios,
hecho lo cual los hermanos Maddox se marcharon juntos al taller deTrenton.—¡Vamos, hombre, no me jodas! —exclamó Trenton, y soltó una
sonoracarcajada—.¡Peroquénenazaeres!—¡Cierraelpico,mamón,ydale!HazelfueporelpasillohastalapuertadeTrenton.Alinstanteyaestaba
riéndosetambién.LamáquinatatuadoracomenzóazumbarydurantetodalahorasiguientelasrisasylosimproperioscariñososllenaroneltallerdeTrenton.Cuando volvieron a reunirse en el mostrador de la entrada, Travis
llevabalamuñecavendada.Estabaexultante.Shepleyno.—Estollevaañosjodiéndome—gruñó.TrentondiounapalmadayagarróaShepleyporloshombros.—Venga, Shep. Saldrá bien. Travis obrará su magia y a Abby le
pareceráestupendo.—¿Abby?¡YomereferíaaAmérica!—repusoél—.¿Ysisemosquea
porquenometatuésunombre?¿YsiaAbbynolepareceestupendo,dejaaTravisyluegolalíaentreMareyyo?¡Estoyjodido!LoshermanossoltaronunacarcajadayShepleyseburlódeellos.Era
evidentequesufaltadeempatíanolehacíalamenorgracia.Trentonsonrióasuhermanopequeño.—Mealegroporti.Travisnopudocontenerlagransonrisaqueleiluminólacaraentera.—Gracias,cabronazo.—Losdosfueronadarseunodeesosabrazosde
tíosen losque tocanhombroconhombro.TravisyShepleysalieron,semontaronenelChargerysemarcharon.CuandoTrentonsevolvió,estabasonriendo.Peronadamáscruzar su
miradaconlamía,lasonrisaseesfumóyélregresóasutaller.Mequedéasolas,sentadaantelamesadelarecepción.Lesoíasusurrar
aHazelyaél.Me levantéymedirigía su taller.Élestaba limpiando lasillaconuntrapo,yHazel,quesehabíasentado,seirguiómucho,buscóconlamirada losojosdeTrentonyacontinuaciónmemiróamícomoparaindicarqueacababadeentrar.—¿Quécuchicheabais?—pregunté,intentandosonreír.—Misiguienteclienteveníaya,¿verdad?—preguntóHazel.
Yomirélahoraenelrelojitometálicodelapared.—En once minutos. Trenton, tú no tienes ninguna cita ahora mismo.
Exceptuando alguna que otra interrupción, sería un buenmomento paraempezaradibujaresetatuajedelquehablamos.Élmemirósindejardelimpiarconeltrapoyentoncesmoviólacabeza
enseñaldenegación.—Hoynopuedo,Cami.—¿Por?—preguntéyo.Hazelsaliódiscretamenteynosdejóasolas.Trenton estiró un brazo parameter lamano en el tarro de caramelos
que había encima del aparador más próximo a donde estaba. Quitó elenvoltoriodeunpequeñochupachúsysemetióeldulceenlaboca.—Jasoncomentóqueigualsepasabaestatardemásomenosaestahora
sisalíaatiempodelentrenamiento.Arruguélafrente.—Diquenoquieresyyaestá,Trent.Nomientas.—Mefuideallí,yme
sentéeneltaburetededetrásdelmostradordelaentrada,enfurruñada.NohabíanpasadonidiezminutoscuandounacamionetaestacionóenlazonadeaparcamientoyJasonBrazilentróporlapuertacomounaexhalación.—¿Trentestálibre?—preguntó.Yo hundí los hombros y me recosté en el taburete. A medida que la
abrasadora adrenalina de pura humillación me recorría las venas, sentíquelacaraempezabaaardermecomosisehubieseprendido.—¿Estásbien?—preguntóBrazil.—Sí,sí—respondí—.Estáahídentro.Trenton se tiró días ignorándome. Pero después de aquello yo nome
atrevía a hacerle frente.Me resultaba especialmente doloroso porque surelaciónconHazelnohabíavariadoycuandoibaalRedDoorestabamásque parlanchín con Raegan. Estaba haciéndome el vacío con todadeliberación,ymesacabademiscasillas.ElsegundosábadodenoviembreTrentonentróasolasenelRedDoor
y tomó posesión de su nuevo taburete favorito, delante de Raegan. Ellaestabaatareadacharlandoconsuclientefijo,Marty.Sinembargo,Trentonaguardópacientemente, sinmirarmeniunasolavezparaque lesirvierauna copa. Me hundí en la miseria. A raíz de esas últimas semanaspululandoalrededordeTrenton,habíaaprendidoavalorarelsufrimientoqueteníaquevivirKodycadanoche,demiércolesadomingo,desdeque
Raeganyélhabíancortado.MiréaKodyyviqueélasuvezlanzabaunamiradahaciaRaeganconsemblantetriste.Eraungestoquerepetíacientosdevecescadanoche.Mi cliente fijo, Baker, tenía delante una jarra llena, empañada por el
frío. Así pues, me dirigí a la zona de la barra de Raegan, destapé unbotellíndelacervezafavoritadeTrentonyselatendí.Élmoviólacabezaarribayabajoyestiróelbrazoparacogerla.Pero
entonces,sinsabermuybienporqué,yoretiréelbotellínrápidamente.LosojosdeTrentonsubieronunamilésimadesegundoparamirarlos
míos,conunamezcladesustoyextrañezaenlacara.—Vale,Maddox.Yavancincosemanas.—¿Cincosemanasdequé?—preguntóTrenton.—¡UnaMillerSin!—pidióuntipo,detrásdeTrenton.Yoacusérecibo
delacomandamoviendolevementelacabezaenseñaldeafirmaciónyacontinuación bajé el mentón para mirar bien a Trenton, cruzando losbrazos,consubotellíndecervezaamorosamentecogidoenelplieguedeunodeellos.—Puescincosemanasdeteatro—dije.Trenton miró atrás, moviendo la cabeza a un lado y otro, y luego a
todaspartesmenosamí.Tambiénmeneóunpardeveceslacabeza.—Nosédequémeestáshablando.—Vale. O sea, que me odias. —Mis propias palabras me parecieron
venenosaliendodemiboca—.¿QuieresquedejeSkinDeep?—¿Qué?—repusoél,mirándomealfinporprimeravezensemanas.—Puedomarcharme,siesloquenecesitas.—¿Porquéibasamarcharte?—preguntóél.—Respondetúprimeroamipregunta.—¿Cuál?—¿Meodias?—Cami, yo no podría odiarte nunca. Aunque quisiera. Créeme, lo he
intentado.—Entonces,¿porquénomehablas?Surostrosecontrajoenunamuecadedesagrado.Ibaadeciralgopero
cambiódeparecer,encendióuncigarrilloydiounacalada.Yoseloquitédelosdedosylopartíendos.—¡Vengaya,Cami!—Losiento,¿vale?¿Podemosalmenoshablarlo?
—¡No! —respondió él, exaltándose por momentos—. ¿De qué coñoserviría?—Vaya.Gracias.—Cami,fuistetúquienmediolaespalda.—Ynomerezcoquemehables,yaentiendo.MañanaavisaréaCalde
quemevoy.ElrostrodeTrentonsecontrajo.—Esoesunagilipollez.—Los dos lo estamos pasando de puta pena. A mí no me hace más
graciaqueatiperoloqueesdetontosestenerqueestarcercaelunodelotrosinoesnecesario.—Muybien.—¿Muybien?—Noestaba segurade loquehabíaesperadooírdeél,
peronoeraesoprecisamente.Tratédetragarsalivaparadeshacerelnudoquesemehabíaformadoenlagarganta.Sinembargo,soloconseguíquesehiciesemásgrandeyquesemesaltaranlaslágrimas.Élestiróunbrazohaciamí.—¿Medasyamicerveza,porfavor?Incrédula,soltéun«¡Ja!»,yañadí:—Queríasvermireaccióncuandomebesasteylahastenido.—Sihubiesesabidoqueunashoritasdespuéstemontaríasenunavióna
Californiaparairafollarconotro,melohabríapensado.—¿Deverdadquieresque llevemos la cuentadequiénha follado con
quién últimamente?—Deposité su cerveza en la barra y me volví pararegresaramizona.—¡Estoytratandodellevarlocomopuedo!Mevolvíhaciaél.—¿Sí?¡Puesloestáshaciendocomoelculo!Raegan nosmiró atentamente, al igual que todas las personas que se
encontrabanadistanciasuficienteparaoírnuestrosgritos.—¡YavisteaTravisenHalloween!¡Estácompletamentecoladoporesa
chica!Latíasepiróalamañanasiguientedequeseacostaraconellaporprimera vez, sin decir ni adiós, y él se lio a palos con su malditoapartamento.Créeme, amí tambiénme encantaría poder atizar algo o aalguien. Pero no me puedo permitir ese lujo, Cami. ¡Yo tengo quemantenerelcontrol!¡Ynonecesitoquemejuzguesporloquehagoparapoderdejardepensarenti!
—No te inventes excusas. Y menos si son excusas baratas. Resultaofensivo.—Tú…Yo…¡Hostiasya,Camille!¡Creíaqueesoeraloquequerías!—¿Porquéibayoaquerereso?¡Eresmimejoramigo!—Notéqueuna
lágrimamerodabaporlamejillayrápidamentemelasequé.—¡PorquehasvueltoconesegilipollascabróndeCalifornia!—¿Que he vuelto con él? ¡Si te diera la gana de hablar conmigo,
podríamosaclararesto!Podríamos…—Ahorame dirás que nunca has estado con él—farfulló él, y cogió
bruscamente el botellín de encima de la barra para darle un trago.Entoncesmurmuróalgomásentredientes.—¿Qué?—leespeté.—HedichoquepormígenialsiloquequieresessersuplanB.—¡UnaMillerSin,Cami!—volvióaexclamareltipodeantes,estavez
notanpacientemente.TaladréaTrentonconlamirada.—¿Plan B? ¿Ahora me estás tomando el puto pelo? ¡Si todo lo que
manejastúsonplanesB!¿Concuántosdeesostehasmarchadodeaquíenelúltimomes?Las mejillas de Trenton se pusieron rojas. Se levantó y, dando un
puntapiéhaciaatrás,mandóeltaburetecasihastalapistadebaile.—¡TúnoeresningúnputoplanB,Cami!¿Porquépermitesquealguien
tetratecomosilofueras?—¡Noestátratándomecomonadadenada!¡Hacesemanasquenohablo
conél!—Ah,entonces,ahoraquepasadeti,soylobastantebuenoparasertu
amigo,¿no?—¡Discúlpame,creíaqueyaéramosamigos!—¡UnaMillerSin! ¿Quierealgunadevosotrasatendermedeunaputa
vez?—exclamódenuevoeltipodeantes.Trentonsevolvióhaciaélyseñalóhaciasucara.—Vuelveadirigirleasílapalabraytemetounpuñetazo.Eltío,poniendounasonrisaladina,fueareplicaralgoperoTrentonno
lediooportunidad.Seabalanzósobreél,agarrándoleporelcuellodelacamisa. Cayeron los dos al suelo y ya no pude verlos. Rápidamente lagenteseapiñóalrededordellugardondehabíancaídoyalcabodeunossegundos el público de Trenton se estremeció al unísono, tapándose la
bocaylanzandoun«¡Oh!».A lospocos segundosKodyyGruber seecharonencimadeellos.De
pronto,Trentonyaestabaenpieyconcaradenohaberparticipadoenunapelea en su vida. Ni siquiera jadeaba. Regresó a la barra, donde leesperabasubotellín,ydiounsorbo.Teníalacamisetaalgodesgarradaalaalturadelcuello,yesteylamejillasalpicadosdeunpocodesangre.Gruber forcejeó con la víctimadeTrentonpara sacarlo por la puerta
lateralyKodysequedóalladodeTrenton,sinresuello.—Perdona, Trent. Ya conoces las normas. Tengo que pedirte que
abandonesellocal.Trentonasintióunavez,diounúltimosorboysemarchó.Kodysefue
conélalexteriordel local.Yoabrí labocapara llamarle,perono teníamuyclaroquémáspodíadecir.Raegan,acercándose,simplementedijo:—¡Quéfuerte!
Capítulo15
Me temblaban las manos y, sin ningún motivo ni excusa, giré elvolante de mi Pitufo para meterme en el acceso a la vivienda de JimMaddox.Lascallesestabancubiertasdeaguanieveyhieloyhabíasidoundisparatecogerelcoche,perocadacalleque tomaba ibaacercándomeaTrenton.Apaguélaslucesparaquenoiluminasenlafachadaprincipaldelacasayacontinuaciónapaguéelmotorydejéqueel Jeepsedeslizasehastadetenerse.Seoyóel tonodemi teléfono.Quien llamabaeraTrenton,quequería
saber si ese Jeep que había en su acceso era elmío…, como si hubiesepodido ser deotrapersona.Cuando confirmé sus sospechas, se abrió lapuerta con pantalla y Trenton bajó los escalones. Llevaba puestas unaszapatillas peludas y pantalones cortos de baloncesto de color azulón, yhabía cruzado los brazos para cubrirse el torso desnudo. Tenía loshombrosyelpechototalmentecubiertosdetatuajesnegrosdetrazomuygrueso, diseños étnicos que le recorrían toda la piel. Otros tatuajes acolor,deformasdiversas,ibansuperponiéndoseamedidaquedescendíanporsusbrazosyseinterrumpíanabruptamentealllegaralasmuñecas.Se detuvo al lado de mi ventanilla y aguardó a que la bajase. Se
recolocó la gorra blanca de béisbol y apoyó lasmanos en las caderas,esperandoaqueyodijesealgo.Mis ojos recorrieron sus marcados músculos pectorales y entonces
bajaron para contemplar apreciativamente los seis abdominalesbellamentetrabajados.—¿Tehedespertado?—pregunté.Élnegóconlacabeza.—Acabodesalirdelabañera.Memordíunlabio,tratandodepensarenalgoquedecir.—¿Quéhacesaquí,Cami?
Yomiréhaciadelantey,meneandolacabeza,apretéloslabiosantesdecontestar.—Notengoniidea.Élcruzólosbrazosenelbordedemipuertayseapoyóparabajarun
pocolacabeza.—¿Yteimportaríaaveriguarlo?Aquífuerahaceunfríodecojones.—¡Oh!¡Dios!Perdona—dije,altiempoqueponíaenmarchaelPitufo.
Yencendílacalefacción—.Monta.—Échateaunlado—dijoél.Reptéporencimadelapalancadecambiosydelaconsolayrebotéal
caerencimadelasientodelacompañante.Trentonsemontóenelcochedeun brinco, cerró la puerta y subió la ventanilla hasta dejar solo unarendija.—¿Tienes tabaco? —preguntó. Le tendí mi cajetilla y él sacó dos
cigarrillos,encendiólosdosymediouno.Yo di una calada, exhalé el humo y me quedé mirándole hacer lo
mismo. La tensión era más densa que el humo que ascendía formandovolutasentrelosdos.EmpezamosaoíreltintineodetrocitosdehieloalchocarcontralasventanillasylaestructurametálicadelPitufo.Entonces,el cielo se resquebrajó por completo y el sonido del hielo dandogolpecitoscontraelvehículosehizomásintenso.—Teníasrazón.Esverdadquemellevéacasaaalgunaschicas—dijo
Trenton,alzando lavozenmediodel ruidodelchaparróndegranizo—.AlgunasmásquelasquevisteenelRedDoor.—Nohacefaltaquemelocuentes.—Necesitaba dejar de pensar en ti. —Al ver que no decía nada, se
volvió paramirarme de frente—.Pero aunque dejaba que una chicamerescatasedeaquellatorturatodaslasnochesdelasemana,inclusoestandoconotrapersonasolamentepodíapensarenti.—Esonoesprecisamenteun…halago—dijeyo.Trenton golpeó el volante con el filo de lamuñeca y a continuación
exhalóotrogolpedehumo.—¡Noestoytratandodehalagarte!Creíqueibaavolvermetarumbade
tantopensarenticuandotefuisteaCalifornia.Mejuréquenotellamaríayquecuandovolviesesaceptaríatuelección.Perotehasvenidoamicasaencoche.Estásaquí.Ynosécómonaricestomármelo.—Essoloqueyanoqueríaseguirechándotedemenos—respondí,sin
sabermuybienquémásdecir—.Essuperegoísta,losé.Nodeberíaestaraquí.—Saquétodoelairedemispulmonesdeunsoplidoymehundítodoloquepudeenelraídoasientodelacompañante.Sertansinceramehacíasentirdelomásvulnerable.Eralaprimeravezqueinclusoparamímismaadmitíaloqueacababadedecir.—¿Quécoñosignificaeso?—¡Nolosé!—exclamé—.¿Algunavezhasqueridoalgoquesabesque
nodeberíastener?¿Queeraunerror,lomiraraspordondelomiraras,yaun así supieras que lo necesitabas?Amíme gustaba donde estábamos,Trent.Peroentoncestú…Yanopodemosdarmarchaatrás.—Vamos,Cami.Yonopodíacontinuarasí.—Séquelasituaciónerainjustaparati.Paratodoelmundomenospara
mí, a decir verdad. Pero aun así yo echo demenos aquello, porque erapreferiblealasalternativas,osea:oestabacontigodemaneraengañosa,oteperdíacompletamente—expliqué,ymesequé lanariz.Abrí lapuerta,apaguéelcigarrilloenelquicioytirélacolillaenelsuelodelcoche—.Losiento.Hasidounagilipollez.Mevoy.—MedisponíaasaliralaaceracuandoTrentonmeasiódelbrazo.—Cami,espera.Loquedicesnotienenipiesnicabeza.Primerovienes,
ahoratevas.¿Sinohubiese…eso,loquesea…,quéharías?—¡Ja! —exclamé como queriendo reírme, aunque sonó más bien a
llanto—.Tedilaespaldaenelaeropuertoymemarché.Ydespuésmetirélosdosdíassiguienteslamentandohabermeido.Unachispadefelicidadiluminósumirada.—Entoncesvamosa…—Pero no es solo eso, Trenton. Me gustaría poder decírtelo para
quitármelodedentro,peronomesale.—No hace falta queme lo digas. Si necesitas que te diga que nome
hago mala sangre por algo que ni siquiera sé qué es, te lo digo. Meimportauncomino—repuso,ysacudiólacabeza.—Nopuedesdecireso.Nolodiríassisupieras…—Sé que hay algo que quieres decirme y no puedes. Y si sale más
adelante,sealoquesea,yoyaheoptadoporseguiradelantesinsaberlo.Vademicuenta.—Enelcasodecualquierotrotema,esobastaría.Trentontiróelrestodesucigarrilloporlaventanilla.—Esonotieneningúnsentido.Ninguno.
—Losé.Perdona—respondíyo,conteniendolaslágrimas.Trentonsefrotólacara.Estabaalgomásquefrustrado.—¿Qué quieres de mí? Te digo una y otra vez que me importa una
mierdaesesecreto.Teestoydiciendoquequieroestarcontigo.Noséquémásdecirparaconvencerte.—Tienesqueserelquecortedelosdos.Dimequemevayaalamierda
yacabaconesto.DejaréSkinDeep,ytúbuscarásotrobardecopas.Yonopuedo…Tienesquesertú.Élnegóconlacabeza.—Soyelquebuscas,Cami.Estoyhechoparati.Loséporquelaqueyo
buscoerestú.—Esonomeayudanada.—¡Genial!Le observé, suplicándole con la mirada. Anhelar que alguien me
partiese el corazón era un sentimiento de lo más raro. Pero cuandocomprendíqueél ibaaser tancabezotacomoyoestabasiendodébil, seactivóuninterruptordentrodemí.—Muybien,vale.Loharé.Nomequedaotra.Esmejoreso,queluego
meodies.Mejorquepermitirquehagasalgoqueyoséquenoestaríabien.—Nosabes lohartoqueestoyde todosestosmisterios.¿Sabes loque
opinoyosobre loqueestábieny loquenoestábien?—preguntó.Peroantesdequemediesetiempoaresponder,mecogiólacaraconlasmanosypególoslabiosalosmíos.Inmediatamenteabrílabocaydejéqueentrasesulengua.Élseaferróa
mí,mecubrióelcuerpoconlasmanos,tocándomeportodaspartescomosinopudiesesaciarsedemí,yentoncesestiróunbrazoparaaccionarlapalanca del asiento. El respaldo fue abatiéndose lentamente y, almismotiempo, Trenton pasó por encima de la consola de mandos con unmovimientofluido.Sinsepararsubocadelamía,cogiómispiernasalaalturadelasrodillasylasencaramóalrededordesuscostillas.Yoapoyélospiesenelsalpicaderoylevantélascaderashacialasdeél.Élgimiósinapartar la boca de la mía. Sus pantalones de deporte no ocultaban suexcitaciónypresionósumiembroerectocontraelpuntoexactoenelqueyadeseabaqueestuviera.Suscaderassemovieronysemecieronpegadasalasmíasmientrasél
besaba y mordisqueaba mi cuello. Mis braguitas se empaparon almomento,ycuandodeslicélosdedosentresuspantalonesdedeporteysu
piel,susbesosseralentizaronyfinalmentecesaron.Losdosestábamosjadeando,mirándonosalosojos.Lasventanillasdel
Jeepestabantotalmenteempañadas.—¿Qué?—pregunté.Élnegóconlacabeza,miróabajoyentoncessoltóunarisacortaantes
delevantarlavistaparamirarmedenuevoalosojos.—Séquedespuésmearrepentiré,peronopiensohacerloenuncoche,y
menosaúnconzapatillaspeludasdeestarporcasa.—Pues quítatelas—dije yo, dándole besitos por todo el cuello y un
hombro.Élmediotarareó,mediosuspiró.—Estaría siendo tan canalla como todos los cretinos que no te tratan
comomereces.—Seapartódemis labiosy,dándomeunúltimoydulcebeso,añadió—:VoyacalentarelIntrepid.—¿Porqué?—Noquieroquevuelvasacasaconduciendoestatartana.YelIntrepid
tienetraccióndelantera.Semanejamejor.TeacercaréelJeepantesdequetedespiertesmañanapor lamañana.—Tiróde lamanillade lapuertaysaliódeunsalto,corrióhastalacasayalcabodeunosminutosvolvióasalir,estavezconzapatillasdedeporte,sudaderaconcapuchaylasllavesenlamano.PusoenmarchaelmotordelIntrepidyregresócorriendoalPitufo,semontóy,frotándoselasmanos,exclamó:—¡Mierda!—Estáhelando—dijeyo,asintiendo.—Nomereferíaaeso.—Memiró—.Esquenoquieroquetevayas.Sonreíyélestiróelbrazopararozarmeloslabiosconelpulgar.Unos
instantesdespués,saliódelPitufoasupesarysesubióensucoche.Siunassemanasanteshabíacreídoserlamujermásfelizdelmundoen
la cama de T. J., estar sentada al lado de Trenton en su desvencijadoIntrepidmientrasmellevabaacasaerainfinitamentemejor.Habíadejadosumanosobremirodillaydurantetodoeltrayectohastamipisonodejódesonreírdeorejaaoreja.—¿Estássegurodequenoquieressubir?—lepreguntécuandoaparcó
elcoche.—Sí—respondió, pero era evidente que no le hacía gracia su propia
respuesta.Seinclinóhaciamíymebesóconloslabiosmásaterciopeladosdelmundo,primerodespacioyacontinuaciónlosdoscomenzamosotra
vez a tirar mutuamente de la ropa del otro. Los pantalones cortos deTrenton estaban en posición de firmes, y sus dedos se enredaronsuavemente entre mis cabellos, pero en un momento dado se apartó—.Malditasea—dijo,jadeando—.Antestevoyainvitaraunacitacomoesdebido,aunquememuera.Eché la cabeza hacia atrás con todo su peso, apoyándola en el
reposacabezas,yclavélavistaeneltecho,frustrada.—Québien.AunachicacualquieratelallevasacasadesdeelRedDoor
alostrescuartosdehoradeconocerla,peroamímedascarpetazo.—Nena,estonoesdartecarpetazo.Niremotamente.Lemiréy lascejasseme juntaron.Quería fingirquenopasabanada,
que todoestababienyqueeracapazdeolvidar loquesabía.Perodebíaadvertirleunaúltimavez.—No sé qué será esto. Pero sí sé que si supieras toda la historia,
Trenton,tealejaríasdemísinvolvernuncalavistaatrás.Élseapoyótambiénenelreposacabezasyentoncesacercósumanoa
mimejilla.—Noquierosabertodalahistoria.Solotequieroati.Sacudílacabeza.Laslágrimasamenazabanconanegarmelosojospor
terceravezesedía.—No.Mereces saberlo. Hay algunas cosas en esta vida que sonmuy
frágiles…¿Ytúyyo,Trent?Podríamosecharlotodoaperder.Élnegóconlacabeza.—Cami, escúchame bien. Si se trata de una cosa queme impide estar
contigo,yaséquées.Le miré abriendo mucho los ojos y con el corazón en un puño,
palpitándome más fuerte aún que el granizo que chocaba contra elparabrisasoelrunrúndelsilenciadordelIntrepid.—Ah,¿sí?¿Yquées?—Esalgoqueseinterponeentrenosotros.—Seinclinósobremíyme
tocólamejillaaltiempoquesuslabiosseposabansobrelosmíos.—Solorecuerda,después,quesientomucholoquepasedespuésdeesto
yquesientomuchoquecuandotemarchaste,talcomotepedí,notedejéir—dije.—Ni me marcho ni me voy a marchar en el futuro. —Me miró
fijamenteylafinalpieldelcontornodesusojossetensó.Realmentecreíaloqueacababadedecirmeehizoqueyomismaquisieracreerlotambién.
Entré corriendo en mi piso, cerré la puerta y me quedé apoyada deespaldashastaqueoíqueelIntrepidsealejaba.Aunqueerairresponsableyegoísta,enpartequisecreeraTrentoncuandohabíadichoqueesoqueélignorabanotendríaningunaimportancia.
Justoantesdequesalieraelsol,yantesdequesemeabrieranlosojos,
sentíquealgocálidomerecorría todoelcuerpode lacabezaa lospies.Medesplacéapenasuncentímetrohacialoquequieraquefuese,tansolopara asegurarme de que la imaginación no estuviese jugándome malaspasadas.Pestañeévariasveces,enfoquélavistaydistinguíunasiluetaensombra,
tendidaamilado.Elrelojdemimesilladenocheindicabalasseisdelamañana.Elpisoestabaaoscuras,ensilencio,comoestabasiempreaesashoras.Peroenelinstanteenquesecolaronenmimentelosrecuerdosdeesamismamadrugada,todocambió.Diosmío.¿Quéhabíahecho?Sehabíapasadounafronteraydesdeallí
no había vuelta atrás ni tampoco podría seguir adelante sin que hubieseconsecuenciasreales.DesdeeldíaenqueTrentonsehabíasentadoenmimesaenelRedDoor,creíqueseríacapazdelidiarconcualquiercosaqueseleocurrieseintentarconmigo.Peroeracomoarenasmovedizas:cuantomásmeresistía,másmehundía.Estaba en el borde mismo de la cama, así que intenté meterme unos
centímetros.Sinéxito.—¿Porquéestásenmicama,Ray?—pregunté.—¿Eh?—dijoTrentonconvozgraveypastosa.Una sacudida convulsionó todo mi cuerpo y acabé por caerme de la
camadandoungrito.Trentoncorrióaasomarseporelbordeparadarmeunamano,peroerademasiadotarde.Yaestabaenelsuelo.—¡Oh!¡Mierda!¿Estásbien?Mesentéconlaespaldacontralaparedyrápidamentemeapartéelpelo
de la cara. Entonces, en cuanto entendí lo que había pasado, aporreé elsueloconlosdospuñosalavez.—¿Qué coño estás haciendo en mi cama? ¿Cómo has entrado en mi
casa?Trentonguiñólosojos.—TetrajetuJeephacecomounahora.Casualmente,Brazilacababade
traeraRaeganavuestracasayellameabrió.—Entoncesacabasde…¿metertesigilosamenteenmicama?—Mivoz
saliómuyaguda,casicomounchillido.—Dijequenoibaaentrarentucasa,peroentré.Yentoncesmedijeque
metumbaríaadormirenelsuelo,peronopude.Esque…teníaqueestarcercadeti.Estabaenlacasademipadresinpoderpegarojo.—Seinclinóy me tendió una mano. Sus músculos danzaron bajo la piel tersa yentintadadesubrazo.Sumanoasióconfuerzalamíayentoncestiródemíparasubirmealacamajuntoaél—.Esperoqueteparezcabien.—¿Aestasalturasquémásda?LamitaddelabocadeTrentonsecurvóhaciaarriba.Estabaclaroque
lehacíagraciamipataletamañanera.Raegan apareció corriendo por el pasillo como una posesa, con los
ojosmuyabiertos.—¿Porquégritas?—¿Túleabristelapuerta?—Sí.¿Nohicebien?—preguntó,sinresuello.Teníaelpeloalborotado
yrestosderímeldebajodelosojos.—¿Por qué todosme preguntáis cuando ya está todo hecho? ¡No, no
hicistebien!—¿Quieresquemevaya?—preguntóTrenton,sonriendoaún.Lemiré,miréaRaeganyluegoaélotravez.—¡No! ¡Peronomehacenipizcadegraciaque tecuelesenmicama
mientrasduermo!Raeganpusolosojosenblanco,sefueporelpasilloasuhabitacióny
cerrólapuerta.Trenton me rodeó la cintura con un brazo, tiró de mi cuerpo para
acercarme al suyo y hundió la cara entre mi nuca y la almohada. Yopermanecí quieta,mirando el techo, atrapada entre el deseodesesperadode enredar los brazos y las piernas con los suyos y la nocióndeque, apartirdeesemomento,sihacíacualquierotracosaquenofuesedarleunapatadaenelculoynovolveradirigirlenuncamáslapalabra,nopodríaecharlelaculpaanadiemásqueamí.
Capítulo16
Conunaorejapegadaalteléfono,mientrasTrentonmebesabaymelamíalaotra,hiceloquepudeparaapuntarenlaagendaunacitaparaundibujodetintaalas15.30.PorlogeneralTrentonsolíacomportarseeneltrabajodeunmodounpoquitomásprofesional.Pero eradomingoy lajornada avanzaba a paso de tortuga. Además, Calvin se había llevado aHazel a comer para celebrar su cumple, por lo que Trenton y yoestábamoscompletamentesolos.—Sí.Yateheapuntado.Graciasati,Jessica.ColguéelteléfonoyTrenton,sujetándomeporlascaderas,melevantó
y plantó mi culo encima del mostrador. Enganchó mis tobillos a suespalda,a laparte inferiory,metiendo losdedosentremiscabellos,meapartó la melena el espacio necesario para conseguir pista libre pararecorrermeel cuellocon la lenguahasta su lugardedestino:mi lóbulo.Entonces se metió en la boca ese pedacito carnoso de mi oreja y lopresionó delicadísimamente entre los dientes y la lengua. Eso se habíaconvertido en mi pasatiempo favorito… de momento. Llevaba toda lasemanatorturándomeconeso.Peroseresistíaadesnudarme,oatocarmeen sitios interesantes, hasta que fuésemos juntos a cenar el lunes por lanochealsalirdetrabajar.Trentonmeestrechóhaciasíypresionósupelviscontramicuerpo.—Nunca en mi vida había esperado tan ansiosamente que llegase un
lunes.Sonreí,sincreérmelodeltodo.—No entiendo por qué te pones estas extrañas normas. Podríamos
saltárnoslasasolounospasitosdeaquí,entutaller.Trentonseloimaginóydijo:—Oh.Loharemos.Girélamuñecaparaverlahoraenmireloj.
—No tienes a nadie hasta dentro de una hora y media. ¿Por qué noempiezasadibujarmeesetatuajedehombrodelquehemoshablado?Trentonreflexionóunossegundos.—¿Lasamapolas?Mebajédelmostradordandounsaltito.Abríuncajónysaquéelboceto
que había hecho Trenton la semana anterior. Lo sostuve en alto paramostrárselo.—Sonpreciosasyrepresentanalgo.—Esomelodijiste.Peronomehasexplicadoloquerepresentan.—EsdeElmagodeOz.Teayudanaolvidar.Trentonhizounamueca.—¿Qué pasa? ¿Es una tontería? —repuse yo a la defensiva
inmediatamente.—No.PerolaconexiónconelmagodeOzmeharecordadoelnombre
quelehapuestolanoviadeTravisaPillo.—¿Cómolehallamado?—Toto.MedijoTravisqueellaesdeKansas…Queporesoeligióesa
razadeperro,enprimerlugar.Yquesiestoyquesilootro…—Estoydeacuerdo.Pilloeramejor.Trentonentornólosojos.—¿Deverdadquieresesasamapolas?Yo respondí enfáticamente moviendo mucho la cabeza en gesto
afirmativo.—¿Rojas?—preguntóél.Yosostuvedenuevoenaltosudibujo.—Comoestánaquí.Élseencogiódehombros.—Vale, muñeca. Pues amapolas y no se hable más —sentenció y,
cogiéndomedelamano,mellevóasutaller.Mientras Trenton ultimaba los preparativos, yo fui desvistiéndome.
Peroentoncesélsedetuvoeltiemposuficienteparavercómomequitabala camiseta, sacándola por encima de la cabeza, y me bajaba el tiranteizquierdo del sujetador negro de lencería que llevaba puesto.Meneó lacabeza y sonrió con picardía, divertido con el estriptís para todos lospúblicosqueacababadeofrecerle.Cuandolamáquinadetatuarcomenzóaemitirsuzumbido,yoyaestaba
totalmentedistendida,apoyadacontralasilla.SentiraTrentontatuándome
la piel me pareció una escena superíntima. El hecho de tenerle tansumamentecercademí,sumaneradetocaryestirarmipielmientrasibatrabajando,ysucaradeconcentraciónaltatuarmelapielparasiempreconunadesusincreíblesobrasdearte,todoaquelloeraalgomuyespecial.Eldolorquemeproducíaerasecundario.Trenton estaba justamente terminandode trazar el dibujo base cuando
Hazel y Calvin regresaron. Hazel entró en el taller de Trenton con unabolsadepapelenlamano.—Oshetraídounpedazodetartadequeso—dijoy,viendomihombro,
añadió—:¡Ostras,esovaaquedargenial!—Gracias—respondíyo,encantada.—¿Tanpocomovimientohahabido?—preguntóCalvin—.Ysupongo
quenopodíashabercogidolaescoba,¿no?—Esto…,Cal,noestávestida—replicóTrenton,consternado.—Lachicanotienenadaquenohayavistoantes—contestóél.—ACaminolahabíasvistoantes.Fueradeaquí.Calvin simplemente nos dio la espalda al tiempo que se cruzaba de
brazos.—¿Esquenopuedeponerseaordenaralgocuandonotenemoslío?Le
pagoporhoras.—Todoestáordenado,Cal—dije—.Ybarrí.Yhastalimpiéelpolvo.Trentonarrugólafrente.—Despotricas porque no lleva tatuajes y ahora también la regañas
porqueestoyhaciéndoleuno.Aclárate,tío.CalvinestirómuchoelcuelloparamiraraTrenton,subióun ladodel
labio superior para enseñar un poco los dientes y acto seguidodesaparecióporlaesquinadelpasillo.Hazelserioporlobajo.Eraevidentequenolepreocupabanadaquelos
chicoshubiesentenidounenfrentamiento.UnavezqueTrentonhubodesinfectadolazonaqueocupabamitatuaje,
volvíasubirmeeltirantedelsujetador—conmuchotiento—yametermelacamisetaporlacabeza.—Comosigasenfadándole,tevaadespedir.—Quéva—dijoTrentonmientraslimpiabayrecogíasuáreadetrabajo
—.Enelfondomeama.—Calvin no ama a nadie —intervino Hazel—. Está casado con su
estudio.
Trentonentornólosojos.—¿YBishop,qué?EstoycasisegurodequeaBishopsíloama.Hazelpusolosojosenblanco.—Tevendríabiendejareltema.Los dejé a solas y regresé almostrador, donde percibí una vibración
quesalíadelcajóndondeguardabaelmóvil.Loabrílentamenteymefijéenlapantalla.EraClark.—¿Qué pasa? —preguntó Trenton apareciendo detrás de mí con un
beso en una pequeña sección demi hombro que no estaba ni irritada nienrojecidaporlaagujadetatuar.—EsClark.Lequieromuchoperonoestoydehumorparaponermede
malhumor,¿entiendes?LoslabiosdeTrentontocaronelfilodemioreja.—Notienesquecontestar—dijoenvozbaja.Cogí elmóvily, sosteniéndolo en lapalmade lamano,di a rechazar
llamadayacontinuacióntecleéunmensajedetexto.
Enelcurro.Nopuedohablar.¿Quépasa?
Comidafamiliar.Noteolvides.
Nopuedohoy.Intentaréproxsemana.
Malaidea.Papáestáenfadadoporquenovinistelasemanapasada.
Pueseso.
Vale.Lesavisaréenunashoras.
Grcs.LaúnicacitaqueteníaTrentonfuetambiénelúnicoclientequetuvimos
en todo el día. El cielo estaba encapotado. El invierno amenazaba convomitarnos encima de un momento a otro. Con una capa de doscentímetros y medio de hielo y aguanieve en el asfalto, no muchaspersonas se atrevían a hacer frente al mal tiempo. Como el estudio noestaba lejos del campus, normalmente veíamos un tráfico constante decochesenambasdirecciones.Peroconuntiempotanhorroroso,casinopasabanvehículos.
Trenton estaba dibujando garabatos en una hoja de papel y Hazel sehabíatumbadoenlínearecta,enelsuelo,delantedelsofámarróndecueroquehabíajustoalladodelaspuertasdelacalle.Yoestabaredactandountrabajoparaclase.YCalvinaúnnohabíasalidodesudespacho.Hazellanzóunsuspiroteatral.—Mepiro.Noaguantoesto.—Deesonada,monada—gritóCalvindesdeelfondodellocal.Un grito amortiguado escapó de la garganta deHazel. Luego guardó
silencio durante unos instantes y entonces, incorporándose rápidamente,memiróconunbrilloespecialenlamirada.—Cami,déjamequetehagaunpiercingenlanariz.Yoarruguélafrenteymovílacabezaenseñaldenegación.—Antesmuerta.—Ay,venga,mujer.Tepongounbrillantitosuperminúsculo.Elegantey
alavezosado.—Solo de pensar que me taladras la nariz se me llenan los ojos de
lágrimas—repuse.—¡Esquememuerodeaburrimiento!¿Porfa?—suplicó.MiréaTrenton,parapetadotrassudibujodeloquesemejabauntrol.—Amínomemires.Estunariz.—Noteestoypidiendopermiso.Soloquierotuopinión—dije.—Puesamímepone—respondió.Ladeéunpocolacabeza,impaciente.—Chachi,pero¿duele?—Sí—dijoTrenton—.Mehandichoquedueleunabarbaridad.ReflexionéduranteunosinstantesyentoncesmiréaHazel.—Yotambiénestoyaburrida.Suradiantesonrisalellegódesdeunaorejahastalaotra.Ylasmejillas
selesubierontantoquelosojosselequedaronenapenasdosrendijas.—¿Enserio?—Venga—dije, dirigiéndomeya a su taller.Ella se levantó del suelo
comouncoheteyvinoconmigo.Cuando ese día me marché de Skin Deep, llevaba en el hombro
izquierdoun enormedibujo en su fase inicial y unpiercing en la nariz.Hazel tenía razón: era minúsculo, casi primoroso. A mí jamás se mehabríaocurridoponermenadaenlanariz,peroelresultadomeencantó.—Hastamañana,Hazel—medespedí,dirigiéndomealapuerta.
—¡Gracias por evitar que me volviese loca, Cami! —exclamó ella,saludándome con la mano—. El próximo día que haya tan pocomovimiento,tepongodilatadoresenlasorejas.—Eh…no—respondíyo,empujandolapuertaparasalir.NadamásponerenmarchaelPitufo,Trentonapareciócorriendoenmi
puerta haciendo señas para que bajase la ventanilla. Entonces, metió lacabezaymebesóenloslabios.—¿Nisiquierameibasadeciradiós?—preguntó.—Perdona—respondí—.Estoyuntantodesentrenadaenestascosas.Trentonguiñóunojo.—Yotambién.Peronotardaremosmucho.Entornélosojos.—¿Cuándofuelaúltimavezquetuvistenovia?Laexpresióndesusemblantemeresultóimposiblededescifrar.—Varios años. ¿Qué?—dijo él. Yo había bajado la vista yme había
reídoentredientes,yentoncesTrentonbajóelmentónparaacercarmássucarayobligarmeamirarlealosojos.—Nisiquierasabíaquehabíassalidoconunachica.—En contra de la creencia popular, soy capaz de estar con una única
mujer.Soloquehadeserlamujercorrecta.Labocasemeladeóenunamediasonrisa.—¿Cómo es que yo no lo sabía?Es algo de lo que el campus entero
hubieseestadohablando.—Porquefueunanovedad.Reflexioné unos instantes y entonces los ojos se me abrieron como
platos.—¿FueMackenzie?—Duranteunascuarentayochohoras—respondióTrenton.Desenfocó
la mirada y al momento volvió a enfocarla rápidamente en mis ojos.Inclinándose hacia mí, me dio un besito en los labios—. ¿Nos vemosluego?—preguntó.Yoasentí,subílaventanillaysalídelaparcamientodandomarchaatrás.
QuinceminutosmástardeentrabaeneldelRedDoor.Envistadequelascalles no habían mejorado, me pregunté si el bar de copas estaría tanmuertocomoSkinDeep.Todos los vehículos excepto el de Jorie estaban aparcados en batería,
conunhuecolibreentreloscochesdelosempleadosyelcochedeHank.
Entré corriendo por la puerta lateral yme froté lasmanosmientrasmedirigíaa todaprisaami taburetehabitual,en labarraeste.HankyJorieestabanalotroladodelabarra,abrazadosybesándosemásdelohabitual.—¡Cami!—exclamóBlia,sonriendo.GruberyKodyestabansentadosjuntos,mientrasqueRaeganocupóel
taburetequequedabaalotroladodemí.Enseguidapercibíqueestabamuycallada,peronomeatrevíapreguntarestandoKodytancerca.—Jorie,creíaquenoestabas—dije—.Nohevistotucoche.—Me ha traído Hank —respondió sonriendo con malicia—. Desde
luego,compartircocheesunplusparaorganizarsebien.Lascejassemedispararon.—¿Enserio?—respondí,poniéndomedepieyabriendolosbrazosde
parenpar—.¿Dijoquesí?¿Oshabéisidoavivirjuntos?—¡Sí!—exclamaron los dos al unísono. Y los dos se inclinaron por
encimadelabarraparaabrazarseamí.—¡Bien!¡Felicidades!—exclaméamivez,dándolesunachuchónalos
dos.Mi cabeza estaba entre las suyas y, aunque los empleados del RedDoorsiemprehabíansidoparamícomounafamilia,mesentímásligadaaellosqueamiverdaderafamilia.Todoslosdemáslesdierontambiénabrazosylosfelicitaron.Debíande
haberestadoesperandoaqueyo llegaraparaanunciarlo,ydeesemodopodercomunicarnoslanoticiaatodosalavez.Hanksacóvariasbotellasdevino,delasbuenasdesualijopersonal,y
comenzó a servirnos copas. Estábamos todos felices. Todos exceptoRaegan.Alcabodeunratomesentéasuladoylediuncodazosuaveenelbrazo.—¿Quépasa,Ray?—lepreguntéenvozbaja.Ellaesbozóunasonrisa.—Bonitotatu.—Gracias—dije,yvolviendolacaradeperfillemostrémipiercing—.
Tambiénmehehechoesto.—Ostras.Atupadrelevaadarunpatatús.—Suéltalo—dije.Ellasuspiró.—Perdón.Noqueríafastidiarlafiesta.Yohiceunamueca.—¿Quéhapasado?
—Pues que volvemos a las andadas—contestó, y los hombros se lehundieron—. Que Brazil anda muy ocupado. Que me ha dejadosuperclaritoqueprefiereestarconsuscolegasde la fraternidadyen lasfiestasdelequipodefútbolqueconmigo.Elmespasadoorganizólafiestadecumpleañosde la talAbbyensuapartamentoyni siquierame invitó.Me enteré anoche por Kendra Collins. A ver…, ¿en serio? Nos hemosdichodetodohoy.Ymehasoltadoprácticamenteelmismorolloquelaúltimavez.Levantéunaceja.—Puesesoesunamierda,Ray.Ella asintió y bajó la mirada a sus manos, en el regazo, y entonces,
apenas una milésima de segundo, miró a Kody. Soltó una risa corta,sombría.—Mi padre adora a Brazil. Enmi casa solo se oye decir—juntó las
cejas y puso voz grave para imitar a su padre—: A Jason Brazil leaceptarían con los ojos cerrados en la Academia Naval. Jason Braziltendría muchos puntos para ingresar en los SEAL, etcétera, etcétera,etcétera.MipadrecreequeJasonpodríaserunbuenmilitar.—Yonodejaríaqueesomenublaseelsentido.Puedequemandarleala
AcademiaNavalseaunabuenamaneradequitártelodeencima.Raeganseechóareír.Peroentoncesunalágrimarodóporsumejillay
ellaseapoyóenmihombro.Larodeéconelbrazoylacelebraciónqueestabateniendolugaramediabarradedistanciacesódeinmediato.KodyaparecióalotroladodeRaegan.—¿Qué ha pasado? —preguntó con una mirada de sincera
preocupación.—Nada—dijoella,secándoserápidamentelosojos.Kodypareciósentirsedolido.—Melopuedescontar,losabes.Sigueimportándomevertemal.—Peronopuedohablardeestocontigo—insistióella,y lacarase le
contrajodepena.KodyapoyóeldedopulgardeunamanobajoelmentóndeRaegany,
levantándole la cara un poco, consiguió que ella alzara la vista paramirarloalosojos.—Yosoloquieroqueseasfeliz.Esloúnicoquemeimporta.Raegan contempló en silencio sus grandes ojos verdes y entonces se
abrazóasupecho.Éllaestrechócontrasí,apoyandolapalmadesumano
degigantedelicadamenteensunuca,labesóenlasieny,sindecirniunapalabra,sequedóasí,abrazándolasimplemente.Yomelevantéyvolvíconel resto,mientrasKodyyRaeganteníansu
momentodeintimidad.—Caramba carambita. ¿Eso significa que han vuelto?—me preguntó
Blia.Negandoconlacabeza,respondí:—No.Perootravezsonamigos.—Kodyesuncielo—comentóJorie—.Ellaacabarádándosecuenta.Mimóvilvibró.EraTrenton.—¿Hola?—respondí.—El maldito Intrepid se niega a arrancar. No sé si podrías venir a
buscarmealtrabajo,¿cómoloves?—¿Terminasahora?—pregunté,mirandomireloj.—Calyyohemostenidounaconversación.—Vale…Peroantesdeentrarenmiturnodenochetengoqueirpitando
acasaacambiarme…—Nooínadaalotroladodelalínea—.¿Trenton?—¿Sí? O sea, sí. Perdona. Es que estoymuy cabreado. Tiene uno de
esos motores de dos litros coma siete, y sabía que iba a… Pero noentiendesniunapalabradeloqueestoydiciendo,¿no?Apesardequeélnopudieraverme,sonreí.—No.Peroallíestaréenquinceminutos.—Genial.Gracias,nena.Tómatetutiempo.Elasfaltoseestáponiendo
peor.Después de cortar la llamada bajé la vista y me quedé mirando mi
móvil,quesujetabaentrelosdedos.Meencantabacómomehablaba.Losapelativos.Losmensajesdetexto.Lasonrisaqueleformabaesehoyueloincreíbleenlamejillaizquierda.Joriemeguiñóunojo.—Esedelteléfonoteníaqueserunchico.—Perdonadme,tengoqueirme.Osveoatodosestanoche.Medijeronadiós todosa lavez, agitando lasmanos,yyo salí apaso
ligerohaciaelPitufo.Porpoconomecaídeculoenelsueloalintentarparar.Habíanencendidoelalumbradodeseguridad,unosfocosmuyaltoscuyos haces de luz perforaban la oscuridad. La lluvia gélida, que mehelaba los centímetros de piel que tenía al descubierto, repiqueteaba alchocar con las carrocerías de los coches aparcados.Nome extrañóque
Trenton hubiese dicho que el asfalto estaba poniéndose peor. Norecordabaprecipitacionesinvernalesasídeabundantes tanal iniciodelaestación.Aunque el Pitufo se resistió un ratito antes de acceder a ponerse en
marcha,alospocosminutosdelallamadatelefónicadeTrentonestabayaconduciendocautelosamenteendirecciónaSkinDeep.Élmeesperabaenlacalleconsuabultadoabrigoazul,conlosbrazoscruzadosdelantedelpecho. Se acercó hasta detenerse al lado de mi coche y aguardó,mirándomeconcaradeexpectación.Yobajélaventanillahastalamitad.—¡Sube!Élnegóconlacabeza.—Vamos,Cami.Yasabesquesemehaceraro.—Cortaelrollo—repliquéyo.—Tengoqueconduciryo—insistióél,tiritando.—¿Aestasalturastodavíanotefíasdemí?Élvolvióanegarconlacabeza.—Notienenadaqueverconfiarmede ti.Peroesque…nopuedo.Se
mecruzanloscables.—Vale,vale—respondíyo,apartándomehaciaunladoparapasarpor
encimadelaconsolahastaelasientodelacompañante.Trentonabriólapuertaysubióalcochey,unavezdentro,sefrotólas
manos.—¡Joder, qué frío! ¡Vámonos a vivir a California!—Nadamás decir
esaspalabrassearrepintiódehaberlohechoymemiróconunacaraqueeraunamezcladesustoyremordimiento.Mehabríagustadodecirlequenopasabanada,peroestabademasiado
entretenida manejando la inmensa oleada de sentimiento de culpa yvergüenzaquemeinundóhastacasiahogarme.HacíasemanasqueT.J.nosehabíapuestoencontactoconmigo.Perotodalasituación,dejandoaunladoel respetuosoparéntesis temporalentreel finaldeunarelaciónyelcomienzode laotra, resultabaespecialmente insultante.ParaT. J.yparaTrentonporigual.Saqué un par de cigarrillos demi cajetilla y, poniéndomelos los dos
entre los labios, los encendí a la vez. Trenton tomó uno y le dio unacalada.Cuandodetuvoelcocheenelaparcamientodedelantedemicasa,sevolvióhaciamíyempezóadecir:
—Noeramiintención…—Lo sé —le interrumpí yo—. De verdad, no pasa nada. Vamos a
olvidarnos,porfavor.Trenton asintió con evidente alivio al ver que no pensaba montar
ninguna escena. Él tenía tan poca intención como yo de reconocer quealgohabíadejadoconT.J.Era infinitamentemáscómodofingirquenoéramosconscientesdeello.—¿Peromedejasquetepidaunfavor?—Trentonasintióyesperópara
oírquéqueríapedirle—.No lesdigasnadaaúna tushermanossobre lonuestro. Sé que Thomas, Taylor y Tyler no vienenmucho por aquí ya,pero sinceramente no estoy preparada para tener esa conversación conTravislapróximavezquesedejecaerporelRed.ÉlsabequeT.J.yyoestábamosjuntos.Y…—No, loentiendo.Por loque respectaaTravis,nohahabidocambio
alguno.Peroalgosíquesevaaoler.Sonreí.—Silecuentasquevasapormí,luegonosesorprenderátanto.Trentonrioparasíyasintió.Salimos del coche y fuimos corriendo hasta la puerta de mi
apartamento. Metí a toda prisa la llave en la cerradura y, al oír elchasquido de apertura, empujé sin pensármelo. Trenton cerró al entrar.Subílatemperaturaquemarcabaeltermostatoy,alencaminarmehaciamihabitación,oíquealguienllamabaalapuertaconlosnudillos.Mequedépetrificada.Lentamente,girésobremistalones.Trentonmemiróenbuscadealgunaseñalmíaqueleindicasequiénpodríaser.Peroyomeencogídehombros.Antes de que cualquiera de los dos pudiese llegar hasta la puerta, la
personadelotroladosepusoaaporrearlaviolentamenteconunpuño.Meestremecí. Los hombros seme subieron al instante a las orejas.Cuandocesaronlosgolpes,echéunvistazoporlamirilla.—¡Joder!—susurré,ymiréamialrededor—.Esmipadre.—¡Camille! ¡Abre ahora mismo esta maldita puerta! —chilló. Las
palabrasseleenredabanunasconotras.Habíaestadobebiendo.Giré el pomode la puerta. Pero antes de queme diese tiempo a tirar
para abrirla, mi padre empujó y se abalanzó sobre mí. Yo retrocedírápidamente,hastaquemiespaldachocócontralajambadelapuertaquedabaalpasillo.
—¡Estoyhastalasnaricesdetusgilipolleces,Camille!¿Creesquenoséloquetetraesentremanos?¿Creesquenoveotusfaltasderespeto?Trentonsecolocóinmediatamenteamiladoyestiróunbrazoentremi
padreyyo,apoyandolamanoenelpechodemipadre.—SeñorCamlin,tieneustedquemarcharse.Inmediatamente.—Sutono
devozeraserenoperofirme.Mipadre,sorprendidoalveraotrapersonadentrodelpiso,retrocedió
apenasunosinstantesyacontinuaciónpegósucaraaladeTrenton.—¿Y quién coño te crees tú que eres? ¡Esto es privado, así que ya
puedes darte el piro!—exclamó, y bruscamente señaló la puerta de micasaconlacabeza.YosupliquéconlamiradaaTrentonquenomedejasesola,al tiempo
que le decía que no con la cabeza.Depequeñami padremehabía dadoazotes y también un par de veces me había abofeteado, pero mi madresiempre estaba ahí para desviar su atención e incluso reconducir su ira.Estaeralaprimeravezdesdesecundariaqueloveíafísicamenteviolento,cuandomimadre por fin le había plantado cara y le había dichoque lasiguientevezqueempinaseelcodoseríalaúltima.Yélsabíaquelohabíadichoenserio.Trentonarrugólafrenteybajóelmentónconlamismaexpresiónenla
miradaquecuandosedisponíaaabalanzarsesobreuncontrincante.—No quiero pegarme con usted, señor, pero si no se marcha
inmediatamentemeveréobligadoahacerlesalirdeaquí.Mi padre se lanzó contra Trenton y los dos se estamparon contra la
mesita de al lado del sofá. La lámpara cayó al suelo a la vez que ellos.Entonces,mi padre alzó el puño. Pero Trenton lo esquivó y cambió deposturaparainmovilizarlo.—¡No!¡Parad!¡Papá,para!—chillabayo.Ymientraspeleaban,metapé
labocaconlasmanos.Mipadre sequitódeencimaaTrentony, levantándose,vinohaciamí
dandotumbos.Trentonlogrólevantarsedelsuelo.Loagarróytiródeélhacia atrás, pero mi padre siguió estirando los brazos para tratar decogerme.Memirabacomounmonstruo,yporprimeravezcomprendíloquehabíatenidoquesufrirmimadre.Estarenelladoequivocadodeesetipodefuriaresultabaaterrador.Trentonlanzóamipadrealsuelodeunimpulsoy,colocándosedelante
deél,loseñalóconundedoydijo:
—¡Esteseahíynosemueva,mecagoentodo!Mipadrejadeabaintensamente,pero,tercocomounamula,sepusode
piecomopudoy,bamboleándose,dijo:—Voyamatarte,hijodeputa.Yluegolevoyaenseñaraesacríaloque
pasacuandomefaltaalrespeto.Tan rápidamente que casi no lo vi, Trenton retrocedió y empotró un
puñoenlanarizdemipadre.Élsefuehaciaatrásdandotumbosaltiempoqueempezabaasangrarcomosifueseunsurtidor.Entonces,secayóhaciadelante. Golpeó el suelo con tal fuerza que rebotó. Durante muchossegundos todo quedó en absoluto silencio. Mi padre no se movía.Simplementeestabatendidodebrucesdelantedenosotros.—¡Diosmío!—exclamé,agachándomeatodaprisa.Medabamiedoque
estuviese muerto. No porque fuese a echarle de menos, sino por losproblemas que acarrearía a Trenton si le había matado. Zarandeé a mipadreporunhombroyacabóvolviéndose,girandodecostado.Sangrabaprofusamenteporunabrechaabiertaenelpuentedelanariz.Lacabezaselecayóhaciaunlado.Estabainconsciente.—Oh,graciasaDios.Estávivo—dije.Denuevo,metapélabocaconla
mano,ymiréaTrenton—.Losiento.Losientomuchísimo.Élsepusoderodillas,sinpoderdarcrédito.—¿Peroquécoñoacabadepasar?Yo negué con la cabeza y cerré los ojos. Cuando se enterasen mis
hermanos,seríalaguerra.
Capítulo17
Dios mío! —exclamó mi madre cuando abrió la puerta—. ¿Pero,Felix,quéhashecho?¿Quéhapasado?Mipadregimió.Conayudademimadrelollevamoshastaelsofá.Cuandolotumbamos,
ellalomirótapándoselaboca;luegofueaporunaalmohadayunamanta,yselaspuso.Después,meabrazó.—Habebido—dijeyo.Elladeshizoelabrazoy,conunasonrisaangustiada, tratódenegarel
hecho:—Yanobebe.Losabes.—Mamá—insistí—.Huélele.Estáborracho.Ella bajó la vista a su marido y, con dedos temblorosos, se llevó la
manoalaboca.—Sehapresentadoenmicasa.Meagredió.—Ellareaccionóechando
bruscamentelacabezahaciaatrásparamirarmeconlosojoscomoplatos—.SinohubieseestadoTrentallí,mamá…Tenía la intencióndedarmeunapaliza.Trenttuvoquesujetarloyaunasíseechósobremí.Mimadremiróotravezhaciaabajo,amipadre.—Estabafuriosoporquenovinistealacomida.EntoncesChaseempezó
aliarla.Ay,Señor.Estafamiliaserompeportodaspartes.—Seinclinóyquitó de repente la almohada de debajo de la cabeza de mi padre, quegolpeócontraelreposabrazosdelsofá.Entonces,ledioconlaalmohada,unavez,otravez—.¡Malditoseas!—exclamó.Yolesujetélosbrazosyella,entonces,dejócaerlaalmohadaalsueloy
rompióallorar.—¿Mamá?SiloschicosseenterandequeTrenthadejadoapapáasí…,
metemoqueiránaporél.—Puedo con eso, nena. No te preocupes por mí —dijo Trenton,
tendiéndomeunamano.Peroyomeretraje.—¿Mamá?Ellaasintió.—Yomeocuparé.Teloprometo.—Porlaexpresióndesusojos,vique
lodecíaconvencida.Volvióamiraramipadre,casienseñandolosdientesengestodeira.—Serámejorquenosvayamos—dijeyo,dirigiéndomeaTrenton.—¿Pero qué coño ha pasado aquí?—preguntó Coby, entrando en el
salón desde el recibidor a oscuras. Por toda vestimenta llevaba unospantalones cortos. Tenía los ojos cansados, como si le pesasen lospárpados.—Coby—dijeyo,extendiendounbrazohaciaél—.Escúchame.Noha
sidoculpadeTrent.—Loheoído—respondióCoby,ceñudo—.¿Deverdadteagredió?Asentí.—Estáborracho—dije.Cobymiróamimadre.—¿Quépiensashacer?—¿Cómo?¿Quéquieresdecir?—replicóella.—Ha pegado a Camille. Joder, es un señor hecho y derecho y ha
agredidoatuhijadeveintidósaños.¿Quécoñopiensashaceralrespecto?—Coby—leadvertí.—A ver si lo adivino—dijo él—. Le amenazarás con abandonarlo y
luegotequedarás.Comosiempre.—Estaveznolosé—respondiómimadre.Bajólavistahaciamipadre
y se loquedómirandounos instantes.Entonces,volvióapegarle con laalmohada—.¡Estúpido!—dijo,ylavozselequebró.—Coby,nodigasnada,porfavor—lesupliqué—.Nonecesitamosuna
guerradeMaddoxcontraCamlinpararematarelpastel.Coby taladróaTrentoncon lamiraday a continuación,mirándomea
mí,asintió.—Tedebíauna.Suspiré.—Gracias.MefuiconTrentonenmicochea lacasadesupadre.Condujoél.Al
llegar,entramosenelcaminodeaccesoydejóelmotoralralentí.
—Madremía,Cami.Todavíanopuedocreermequepegaseatupadre.Losiento.—Notedisculpes—respondíyo.Ytuvequetaparmelosojosconuna
mano,puescasinopodíasoportarelsentimientodehumillación.—Este año vamos a celebrarAcción deGracias en casa. Es decir, lo
celebramos todos los años pero esta vez vamos a cocinar nosotros. Unpavodeverdad.Consusalsa,supostreytodalapesca.Deberíasvenir.—EnesemomentomevineabajoyTrentonmeestrechóentresusbrazos.Resoplé,mesequélosojosyabrílapuertadelcoche.—Tengo que ir a trabajar. —Salí del coche. Trenton también salió,
dejandoabiertalapuertadelladodelconductor.Entonces,tiródemíparaabrazarmeyprotegermeasídelfrío.—Deberíasllamarparaavisardequenoteencuentrasbien.Quédateen
casa con mi padre y conmigo. Veremos pelis antiguas de indios yvaqueros.Vaaserlanochemásmuermodetodatuvida.Neguéconlacabeza.—Tengoquetrabajar.Tengoquemantenermeocupada.Trentonasintió.—Vale. Pues iré para allá en cuanto me sea posible. —Me tomó
delicadamentelacaraconambasmanosymediounbesoenlafrente.Yomeseparédeél.—Estanochenopuedesvenir.Porsimishermanosdescubrenloqueha
pasado.—¡Ja!Nolestengomiedoatushermanos.Nisiquieraalostresjuntosa
lavez.—Trent,sonmifamilia.Puedenserunosgilipollas,perosonloúnico
quetengo.Igualquenoquieroquetehagandañoati,tampocoquieroqueleshagandañoaellos.Trentonmeabrazó,estavezconmuchafuerza.—Nosonloúnicoquetienes.Yano.Hundímicaraensupecho.Élmediounbesoenlacoronilla.—Además,conesoesconloúnicoquenosejuega.—¿Conqué?—preguntéyo,pegandolamejillaasupecho.—Conlafamilia.Traguésaliva.Entonces,mepusedepuntillasylebeséenloslabios.—Tengo que irme. —Y dando un salto para subir al asiento del
conductordemiPitufo,cerrélapuerta.Trentonaguardóaqueyobajaselaventanillapararesponderme.—Vale.Estanochemequedoencasa.PerollamaréaKodyparaqueno
tequiteojo.—Porfavor,novayasacontarleloquehapasado—lesupliqué.—Noledirénada.SéqueélselocontaríaaRaeganyellaaHankyal
finaltushermanosacabaríanenterándose.—Exacto—dije, valorando no ser la única que se daba cuenta de lo
protectorqueeraHankconmigo—.Luegonosvemos.—¿Teparecebienquemepaseavertecuandovuelvasacasa?Melopenséunosinstantes.—¿Puedesestarenmicasaparacuandoyollegue?—Estaba esperando que me lo pidieses—respondió él con una gran
sonrisa—.Estaréenlacamionetademipadre.Trentonsequedómirándomedesdeeljardincillodelanteromientrasyo
salíamarchaatrás.CuandolleguéalRedDoor,respiréaliviadaalverqueteníamos por delante la noche de domingomás concurrida desde hacíamucho. Aunque el mal tiempo disuadía a los clientes del estudio detatuajes, no disuadía en absoluto a quienes querían alcohol, ligoteo ymover el esqueleto. Las chicas iban aún enmanga corta, con camisetasajustadas o vestidos, y no pude por menos que menear la cabezaasombrada al ver entrar a todas y cada una de ellas castañeteando losdientes. Esa noche curré como una mula, sirviendo birras y cócteles atutiplén,locualerauncambiomuydeagradecerdespuésdeunajornadaeterna en Skin Deep. Luego me marché a casa y, tal como me habíaprometido, Trenton estaba sentado en la camioneta de color bronce deJim,alladodelhuecodondeyosiempreaparcaba.Entró conmigo en casa y me ayudó a recoger el desbarajuste que
habíamosdejadocuandonosllevamosamipadrealJeep.Lalámpararotaytodossusañicossonaronconestrépitoalecharlosalcubodelabasura.Trentonlevantódelsuelolamesaauxiliar,variasdecuyaspatassehabíanpartido.—Estoloarreglarémañana.Asentí yme fui entonces ami cuarto. Trenton esperó tumbado enmi
camaa queyome lavara la cara yme cepillara los dientes.Cuandomemetí en la cama con él, me estrechó contra su piel desnuda. Se habíaquitadotodalaropaexceptolosbóxersy,aunquesolollevabamenosde
cinco minutos en mi cama, las sábanas ya estaban calientes. Yo meestremecídefríoymepeguéaél,yélmeabrazóaúnmásfuere.Alcabodeunosminutossindecirnada,Trentonsuspiró.—He estado pensando en nuestra cena demañana por la noche. Creo
quedeberíamos esperar unpoco.Mepareceque…Bueno, no sé.Sientoquedeberíamosesperar.Asentí.Yotampocoqueríaquenuestraprimeracitasevieseempañada
porelpesodelrecuerdodeloquehabíaocurridoesedía.—Oye —susurró en voz baja, con cansancio—. Esos dibujos de las
paredes…¿sontuyos?—Sí—respondí.—Sonbuenos.¿Porquénomedibujasuno?—Laverdadesqueyanodibujo.—Puesdeberíasempezar.Tútienesobrasmíasenlasparedesdetucasa
—dijoél, indicandounpardedibujosenmarcados.Unoeraunbocetoalápizdemismanos, una apoyada sobre laotra; en losdedos seveíamiprimertatuaje.Elotroerauncarboncillodeunachicademacradaconunacalaveraenlamano,quemeempeñéenquemeregalasecuandolohuboterminado—.Megustaríateneralgunosdibujoshechosporti.—Talvez—dijeyo,acomodándomeenlaalmohada.Ni él ni yo dijimos mucho más después de eso. La respiración de
Trenton se volvió más acompasada y yo me quedé frita con la mejillaapoyadaensupecho,subiendoybajandolentayrítmicamente.
Alolargodeunasemanaymedianohubonocheenquelacamioneta
deJimnoestuvieraenunouotroestacionamientodelexteriordemipiso.Yaunquedeberíahaberestadoangustiadapensandoenquemishermanospudieran presentarse y empezar a molestarme, o incluso temiendo queregresase mi padre, jamás me había sentido tan segura. Después, tanpronto como le arreglaron el Intrepid, Trenton empezó a acudir al RedDooralahoradelcierreparaacompañarmehastaelJeep.Al amanecer del día de Acción de Gracias, desperté tumbada de
espaldasaTrenton,mientrasélmerecorríasuavementeelbrazoconunamano,arribayabajo.Resopléymesequéunalágrimaqueestabaapuntodecaérsemedesde
lapuntadelanariz.Mipadreseguíaviviendoencasa.Losqueestábamos
enterados de lo que había ocurridohabíamosdecididono contar nada alosdemáshermanosy,afindepreservarelambientedepazporlomenoshastapasadaslasvacaciones,yoiríaacelebrarAccióndeGraciasenotraparte.—Siento mucho que estés triste. Ojalá pudiera hacer algo —dijo
Trenton.—Solomeapenamimadre.EselprimerdíadeAccióndeGraciasque
noestaremosjuntas.Segúnella,nohayderechoaqueyonoestéallíyélsí.—¿Yporquénoloobligaamarcharse?—preguntóTrenton.—Loestá pensando.Pero noquiere hacerles eso a los chicos durante
estos días festivos. Siempre ha procurado hacer lo mejor para todosnosotros.—Pero esto no va de lo que es mejor para todos vosotros. En esta
situaciónnadievaasalirganando.DeberíasimplementedarleunapatadaenelculoydejarteatipasarAccióndeGraciasjuntoalostuyos.Metemblóellabio.—Trent,loschicosmeecharánamílaculpa.Ellasabeloquehace.—¿Ynopreguntarándóndeestás?—Hace semanas que no voy a comer con ellos. Mi madre da por
sentadoquemipadrenolespermitiráhacerdemasiadaspreguntas.—Venteanuestracasa,Cami.¿Porfa?Vendrántodosmishermanos.—¿Todos?—preguntéyo.—Sí. Va a ser la primera vez que estemos todos juntos desde que
Thomassemudófueraporesetrabajo.Cogíunpañuelodepapeldelacajaqueteníaencimademimesillade
nocheymesequélanariz.—Es que ya me he ofrecido para trabajar en el bar de copas. Solo
vamosaestarKodyyyo.Trentonsuspiró.Peroyanoinsistiómás.Cuandosalióelsol,Trentonsedespidiódemíconunbesoysemarchó
a casa. Yo me quedé durmiendo una hora más y luego me obligué alevantarme.MeencontréaRaeganen la cocina,preparandohuevos.Porunamilésima de segundo creí que iba a ver aKody por allí. Pero soloestabaella,conlamiradaperdida.—¿Estanocheirásacasadetuspadres?—lepregunté.—Sí.Sientoquetetoquecurrar.
—Meofrecíyo.—¿Porqué?¿Ytupadrenosehapuestocomounbasilisco?—EsquevaaserelprimerAccióndeGraciasdeHankyJoriebajoel
mismotechoy,sí,Felixsehapuestocomounbasilisco.—Vaya, pues eso es muy generoso de tu parte —dijo ella, mientras
vertía de la sartén a su plato los fetos de pollo convertidos en huevosrevueltos—.¿Quieres?—mepreguntó,sabiendoyalarespuesta.Yohiceunamueca.—Bueno—dijo,cambiandodetema,ysellevóeltenedoralaboca—.
Trentonprácticamentesehavenidoaviviraquí.—Enrealidadsoloestá…asegurándosedequeestoybien.—¿Y eso qué narices quiere decir?—preguntó ella, mirándome con
caradereprobación.—QuetalvezFelixsepresentaraaquíelfindesemanapasadocuando
volvíacasadespuésdelareunióndepersonal.Yquepuedequeintentaseagredirme.EltenedordeRaegansedetuvoamediocaminoentreelplatoysuboca
ysurostrofuepasandoporvariasfases:deconfusiónasustoyfinalmenteira.—¿Cómohasdicho?—Trentonestabaaquí.Peroyorealmenteno…,nohehabladoniconmi
padreniconnadiedemifamilia.—¿Quédices?—repusoella,enfureciéndosepormomentos—.¿Cómo
esquenomelohabíascontado?—preguntóconvozagudísima.—Porquetelotomastodoalatremenda.Comoacabasdehacer.—¿Y cómo se supone que me lo tengo que tomar? ¿Felix estaba en
nuestro piso, agrediéndote, lo que coño signifique eso, y tú decides nocontármelo?¡Yotambiénvivoaquí!Arruguélafrente.—Tienes razón. Joder, Ray, perdona. No se me ocurrió pensar que
podríasllegaracasayencontrárteloaquí.Ellaapoyólapalmadeunamanoenlaencimeradeldesayuno.—¿Trentsequedaráestanocheaquí?Yorespondínegativamenteconlacabeza.Lascejassemejuntaron.—No,sushermanosvanairaverles.—Puesyoaquínotedejosola.—Ray…
—¡Puntoenboca!Tútevienesconmigoalacasademispadres.—Nihablardeeso…—Claro que sí, y además te va a encantar, como escarmiento por no
habermedichoqueelpsicópatamaltratadorde tupadreentróennuestroapartamentodispuestoadarteunapaliza¡yaúnandasuelto!—Mimadre lo tienecontrolado.Noséquées loquehahechoconél,
peronohavueltoaquíyColin,ChaseyClarknosabennadadenada.—¿Trentlepegó?—Estoy casi segura de que le partió la nariz —dije yo,
estremeciéndome.—¡Bien!—exclamóella—.¡Cogetusbártulos!Noslargamosenveinte
minutos.Obedecíyme fuiaprepararunabolsacon lonecesarioparapasar la
noche fuera.Metimos las bolsas de las dos en elmaletero del coche deRaegany,justocuandoellaempezabaadarmarchaatrásparasacarlodelaparcamiento,mimóvilpitó.Lolevantéparaverlapantalla.—¿Qué? —preguntó Raegan, mirándome a mí y a la carretera
alternativamente—.¿EsTrent?Neguéconlacabeza.—T.J.mepreguntasilepuedoacercarmañanaalaeropuerto.Raeganarrugóelceño.—¿Ynolepuedellevarsupadreuotrapersona?—Yonopuedo—dijeyo,tecleandomirespuestaenelmóvil.Hecholo
cual, lo dejé en mi regazo—. Si lo llevase, podría liarse todo de malamanera.Raeganmediounaspalmaditasenlarodilla.—Bienhecho.—Nomepuedocreerquehayavenido.Estabatansegurodequenoiba
apoderescaparseporAccióndeGracias.Mimóvilvolvióapitar.Bajélavista.—¿Quédice?—preguntóRaegan.—«Yaséloqueestaráspensando,peronosupequevendríahastahace
unpardedías»—dije,leyendoelmensajeenalto.Raegan entornó los ojos mientras veía cómo tecleaba una breve
respuesta.—Estoyhechaunlío.—Yo tampoco entiendoqué tienequeverEakins con su trabajo, pero
probablementeloquediceseaverdad.—¿Porquépiensaseso?—preguntóella.—Porque,sino,novendría.Cuando llegamos a casa de los padres de Raegan, reaccionaron
sorprendidosperosealegrarondevermeymerecibieronconlosbrazosabiertos.Me senté en la encimera de color azulmarino de la cocina, aescuchar el relato de Sarah de cuando Raegan era pequeña y no habíaformadesepararladesumantita,y lashistoriasdeRaegansobreBo,supadre. La casa estaba decorada en tonos rojos, blancos y azules, conbanderasdeEstadosUnidosyestrellas.Enlasparedeshabíafotografíasenblanco y negro que ilustraban episodios de la carrera de militar en laMarinadeBo.Raegan y sus padres se despidieron de mí con la mano cuando me
marchéahacermi turnoenelbar.ElaparcamientodelexteriordelRedDoor eramás asfalto que coches, y los escasos clientes no se quedaronmuchotiempo.Mealegrédeser laúnicacamarera.Acabécontanpocaspropinasquecasinomecompensóhaberidoatrabajar.Trentonmemensajeócomomediadocenadeveces,parapedirmeaún
quefueseacenarconellos.Estabanjugandoaldominóyluegoibanaverunapeli.Imaginéloqueseríaestaracurrucadaenelsofádesupadrejuntoa Trenton.Yme sentí un poquito celosa deAbby por poder pasar unashorasencompañíadelosMaddox.Unapartedemídeseabamásquenadaenelmundoestarallíconellos.Cuando comprobé mis mensajes entrantes nada más cerrar, vi que
Trenton me había escrito para darme la noticia de que Travis y Abbyhabíancortado.Yjustocuandopenséqueyanopodríasoportarmásmalasnoticias,sonómimóvilyaparecióelnombredeTrentonenlapantalla.—¿Hola?—dije.—Mesientodepena—dijoélenvozbaja.Yrealmenteloparecía—.Me
parece que no voy a poder escabullirme de aquí esta noche. Travis estáhechopolvo.Yo tragué saliva para deshacer el nudo que estaba formándose enmi
garganta.—Nopasanada.—No.Síquepasa.Intentésonreír,conlaesperanzadequesemenotaratambiénenlavoz.—Mañanamelopodráscompensar.
—Losientomuchísimo,Cami.Noséquédecir.—Diquenosveremosmañana.—Teverémañana.Teloprometo.Cuandohubimosechadoelcierreallocal,Kodymeacompañóhastami
coche.Bajo la iluminaciónde los focosde seguridad,nuestroaliento seveíablanquísimo.—Feliz día de Acción de Gracias, Cami —dijo Kody, y me dio un
abrazo.Yorodeéconmisbrazoslomejorquepudesuanchocorpachón.—FelizdíadeAccióndeGracias,amigo.—DíseloaRaegantambién.—Detuparte.Kodysepusoaescribiralgoensumóvilencuantonosdespedimos.—NoestarásescribiendoaRay,¿verdad?—dije.—No, no —respondió él, ya lejos—. A Trenton. Me pidió que le
mandaseunmensajecuandotehubiesedejadoentuJeep.Sonreí y subí dando un salto al asiento del conductor, sintiendo por
dentroquelamentabanoestarapuntodedirigirmeasucasa.CuandoregreséalacasadeBoySarah,teníalasventanasiluminadas.
Todossehabíanquedado levantadosparaesperarme.Mebajédel Jeepycerré con fuerza. Casi había llegado a la entrada de la casa cuando uncoche sedetuvoen el bordillo.Mequedédepiedra.Aquel cochenomesonabadenada.DeélsalióT.J.—¡Por favor! —exclamé, soltando de golpe todo el aire que había
retenido—.Mehasdadounsustodemuerte.—¿Estásnerviosa?Yomeencogídehombros.—Unpoco.¿Cómosabíasqueestabaaquí?—Soybastantebuenoalahoradeencontrarpersonas.Asentí.—Desdeluego.LamiradadeT.J.sedulcificó.—Nomepuedoquedarmucho.Soloquería…Laverdadesquenosé
por qué estoy aquí. Solo necesitaba verte. —Como yo no decía nada,añadió—:Heestadopensandounmontónennosotros.Haydíasquepiensoquepodemosconseguirquefuncione,perocuandolarealidadseimpone
mequitolaideadelacabeza.Arruguélafrente.—¿Quéquieresdemí,T.J.?—¿Quieresque tediga laverdad?—preguntó.Yoasentíyélcontinuó
—:Soyuncabrónegoístaytequieroparamísolo.Aunasabiendasdequenotengotiempoparaestarcontigo.Noquieroqueestésconél.Noquieroqueestésconnadie.Estoytratandodecomportarmecomountíohechoyderecho,peroestoyhartodeaguantareltipo,Cami.Estoyhartodesereladulto.¿YsitevienesaviviraCalifornia?Nosé.—Ni siquiera así nos veríamos. Mira lo que pasó el último fin de
semana que estuve allí.Yo no figuro entre tus prioridades.—Nome lorebatió.Nodijonipío.Peroyonecesitabaoírselodecir aél—.¿Verdadqueno?Éllevantóelmentón.Lamiradadulcehabíadesaparecido.—No, es verdad. Nunca has estado entre ellas y lo sabes. Pero no es
porquenoteame.Esasí,ynadamás.Suspiré.—¿Te acuerdas de cuando estuve en California, cuando te dije que
sentíaalgoquenuncadesaparecía?Pueshadesaparecido.T.J.asintió.Mientrasprocesabaloqueacababadedecirle,dejóvagarla
mirada. Me tendió una mano y me besó en la comisura de los labios.Entonces, volvió a su coche y se marchó. Cuando las luces traserasdesaparecieron al doblar una esquina, me quedé esperando algúnsentimientodevacío,olágrimasosensacióndedolorenalgúnpuntodemi cuerpo. Pero no sucedió nada. Podía ser que aún no fuese del todoconsciente.Oquequizállevaseyatiemposinestarenamoradadeél.Quequizáestuvieseenamorándomedeotrapersona.Raeganabriólapuertaantesdequeyollamaseymetendióunbotellín
decerveza.—¡Es Viernes Negro!—exclamó Sarah desde el sofá, sonriendo. Bo
alzósucervezaenseñaldebienvenida.—SoloquedancincosemanasparalasNavidades—dije,levantandomi
cervezatambiénparasaludaraRaeganyBo.Laideadepasar lasfiestasyosolamerevolvíalastripas.Hankcerraríaellocalynoteníalaopcióndedistraermetrabajando.SentícuriosidadporcómoselasapañaríaFelixpara explicar mi ausencia a los chicos. A lo mejor no tenía esaoportunidad.A lomejormimadre loponíadepatitas en la calleypara
entonceslasaguashabríanvueltoasucaucelosuficientecomoparapodercelebrarlasfiestascontodosencasa.NossentamosenelsalónacharlarunratoydespuésRaeganyyonos
fuimos a dormir, a su cama rosa llena de volantes. Las paredes estabanforradasdepóstersdeZacEfronyAdamLevine.Nospusimosenchándallasdosynostumbamosenlacamaconlospiesapoyadosenlapared,porencimadelcabecero,ylaspiernascruzadasalaalturadenuestrostobillosenfundados en calcetines.Raegan hizo chocar suavemente su botellín decervezaconelmío.—FelizAccióndeGracias,compi—dijo,ybajóelmentónparapoder
darunsorbo.—Igualmente—respondíyo.Sonó un pitidito enmimóvil. Era Trenton, que quería saber si había
llegadoyaacasa.Yotecleéestarespuesta:«EstanochemequedoconRaeganencasade
suspadres».Y él contestó: «Bien.Me quitas un peso de encima. Llevo todo el día
preocupadoporti».Yolerespondíconelemoticonodecaritaguiñandounojo.Noestaba
muyseguradequémásponer,asíquedejécaerelmóvilenlacama,cercademicabeza.—¿TrentonoT.J.?—preguntóRaegan.—Ostras,cuandolodicesasísuenahorrible.—Bueno,esquemeconozcoelpercal.¿Cuáldelosdosera?—Trenton.—¿TepreocupaelhechodequeT.J.andeporaquí?—Todoestoesdelomásraro.Estoyesperandoquedeunmomentoa
otro me mande un mensaje diciendo que se ha enterado de todos losdetallesescabrosossobreTrentyyo.—Estaciudadespequeña.Seenterarátardeotemprano.—Soloesperoqueelasuntoquelehatraídoaquíletengatanocupado
quenoledétiempoahablarconnadie.Raeganvolvióahacerchocarsubotellínconelmío.—Porlosimpedimentos.—Gracias—dijeyo,yapurémicervezaenunostragos.—De todosmodos, tampoco es que hayamuchos detalles escabrosos,
¿no?
Meestremecí.Trentonnoeraprecisamentevirgenniinseguro,asíquedebía reconocer que estabamás que sorprendida de que ninguna de lasnochesquehabíapasadoenmicamahubiesetratadodedesnudarme.—Igual deberías decirle que guardas en la mesilla de noche unos
condonesquebrillanenlaoscuridad,deladespedidadesolteradeAudra—sugirió,dandountragoasucerveza—.Esosiempreayudaaromperelhielo.Mereíenvozbaja.—Tambiénlostengonormales.—Ah,sí.LosMagnum.ParaeltroncodeárboldeT.J.Soltamos una carcajada las dos a la vez.Me tronché de risa, hasta el
punto de que acabó doliéndome la tripa y terminé sintiéndomecompletamente distendida. Solté un último suspiro y, dándome la vuelta,apoyé la cabeza en la almohada.Raeganhizo lomismo.Pero envezdetumbarse de lado, se quedó echada boca abajo con las manos metidasdebajodelpecho.Miróenderredorydijo:—He echado demenos nuestros cuchicheos sobre chicos aquí, enmi
habitación.—¿Quésesiente?—pregunté.Raegan me miró entornando un poco los ojos y sonriendo con
curiosidad.—¿Aquéterefieres?—dijo.—¿Quésesientealhabertenidoesetipodeinfancia?Yonomepuedo
niimaginarsentirnostalgiadelamía.Niporundía.LabocadeRaeganseestiróhaciaunlado.—Meentristeceoírtedecireso.—Nohaymotivo.Ahorasoyfeliz.—Losé—dijoella—.Ylomereces,¿sabes?Dejadepensarqueno.Suspiré.—Lointento.—T.J.deberíadejartedecirlo.Nohayderechoaquellevesestacarga.Y
menosahora.—¿Ray?—¿Sí?—Buenasnoches.
Capítulo18
En la madrugada del sábado Trenton me mandó de repente unmensaje de texto diciendo que estaba en la puerta de casa. Salté delpequeñosofádedosplazasyfuiaabrirle.—Tengotimbre,¿sabes?—dije.Él arrugó la frente, se quitó el abrigo y lo colgó en el taburete que
encontrómásamano.—¿Quépasa?¿Esqueestamosen1997?—Meagarróy,tirandodemí,
hizo que cayésemos en el sofá pasando por encima del respaldo de talmaneraqueélcayódeespaldasyyoaterricéencimadeél.—Quéfino—ledijeyo,buscandosuslabiosconlosojos.Éllevantóeltroncoymebesóyentoncesmiróhaciaarriba.—¿YRay?—ConBrazil.Habíanquedado.Poresoestanochesehaidoprontodel
local.—¿Peronoestabanpeleadosayermismo?—Poresohanquedado.Trentonnegóconlacabeza.—¿Estoychiflado,oeramásfelizconKody?—PuesparaellaestaessusegundaoportunidadconJason,asíqueestá
tratandodelimarasperezas,supongo.Medijoqueestanochesequedaríaadormirconélensucasa.Trentonsesentóenelsofáytiródemí.—¿Terminastedeescribireltrabajo?—Sí —dije yo, levantando la barbilla—. Y acabé los deberes de
Estadística.—¡Oh!—exclamóTrenton,rodeándomeconlosbrazos—.¡Ademásde
guapa,lista!—¿Y eso por qué te choca tanto, cazurro? —repliqué, sintiéndome
ofendida.Trentonsepusohaciaatráslagorrarojadebéisbolycomenzóadarme
besitos por todo el cuellomientras yome desternillaba de risa. Pero aldarme cuenta (y darse cuenta él) de que estábamos solos y de que asíestaríamoslanocheentera,semedesvaneciólarisa.Inclinándosehaciamí,Trentonfijóuninstantelamiradaenmislabiosy
acontinuaciónpegósubocaalamía.Sumaneradebesarmeeradiferenteaotrasveces.Era lenta, llenade significado. Inclusomeabrazabadeunmodo que hacía que pareciese la primera vez. De pronto me pusenerviosa,sinsaberporqué.Sus caderas semovieron contra lasmías conunmovimiento tan leve
quemepregunté sino lohabría imaginado.Mebesódenuevo, estavezconmayorfirmeza.Jadeó.—Dios,nosabescuántotedeseo.Recorrí con los dedos su torso por encima de la camiseta, así el
extremo inferiorconambasmanosy tiréde la telahaciaarriba.Conunmovimientofluido,Trentonquedódesnudodecinturaparaarriba,consupielcalientepegadaamí.Ymientrassulenguaseabríapasohastalamía,yo acaricié su tersa piel y mis manos se detuvieron en el final de suespalda.Trentonseanclóamícon loscodos,evitandoaplastarmecon todoel
peso de su cuerpo pero a la vez manteniendo presionado el bulto dedebajodelacremalleradelosvaqueroscontralapartemullidadeunpocomás abajo de mi hueso pélvico. Aunque se movía controlando susimpulsos,sentíclaramentequedeseabaeliminar la telaquese interponíaentre los dos, tanto como yomisma.Rodeé su cintura conmis piernas,enganchandolostobillosalaalturadesutrasero.Élgimióyentoncesmesusurrósinalejarsubocadelamía:—No era así como quería hacerlo. —Volvió a besarme—. Primero
queríallevarteacenar.—Tu novia es una camarera de bar de copas a la que le toca currar
todaslasnochesidealesparaunacita.Haremosunaexcepción—dijeyo.Inmediatamente Trenton se apartó de mí y buscó mis ojos con la
mirada.—¿Novia?Yome tapé la boca con unamano, al tiempo que notaba que la cara
enterameardíadevergüenza.
—¿Novia? —repitió Trenton, esta vez más como una pregunta quecomounaexpresióndeextrañeza.Yocerrélosojos.Mimanosubiódesdemibocahastamifrenteyluego
misdedossedeslizaronentremiscabellosyseasieronaellos.—Noséporquélohedicho.Mehasalidosolo.El gesto de Trenton cambió de confuso a sorprendido y sonrió
valorandomispalabras.—Amímeparecebiensiatitambién.Lascomisurasdemibocasecurvaronhaciaarriba.—Creoqueestoesmejorqueunacena.Memiróincrédulo.—CamilleCamlinesmía.Quélocura.—Enrealidadno.Seveíavenirhacíatiempo.Élnególentamenteconlacabeza.—Nosabescuánto.—Sonrióexultante—.¡Michicaesuncañón!—Su
boca se pegó súbitamente a la mía y entonces me quitó la camisetasacándomelaporlacabeza,dejandoaldescubiertomisujetadorrojo.Pasólasmanos detrás demi espalda y con una abrió el broche, que soltó laprenda.Mebajólostirantesporloshombrosylossacóporcadabrazoyentonces dejó un reguero de besos calientes por todo mi cuello y miescote. Suavemente pero con seguridad, Trenton cogió mi pecho y,llevándolohaciasuboca, lochupóy lo lamióy lobesóhastaconseguirexcitarmetantoqueapretéconfuerzasuscaderasconmismuslos.Dejécaerlacabezasobreelreposabrazosdelpequeñosofá,mientrasél
continuabalamiéndomeybesándomehastamivientrey,conayudadelasdos manos, me desabrochó los vaqueros y me bajó la cremallera,descubriendomisbraguitasde encajenegroy rojo.Levantó la cabezaymirándomealosojosdijo:—Sihubiesesabidoquellevabaspuestoesto,nohabríapodidoaguantar
tantotiempo.—Puesnoesperesmás.—Sonreí.Tras varios intentos frustrantes de maniobrar en el pequeño sofá,
Trentonsuspiró.—Alamierda—dijoy,tirandodemí,sesentórecto.Conmispiernas
todavíaalrededordesucintura,selevantóyfueallevarmeamicuarto.Oíunasvocesamortiguadasalotroladodelapuertadecasayentonces
lapuertaseabriódegolpe,chocandocontralapared.
Raegantraíanlasmejillassurcadasderímelcorrido.Llevabaelvestidorosadefiestamásbonitoquehabíavistoenmivida.—¡Noloentiendes!—exclamó—.¡Nopuedesllevarmedeparejaauna
fiestayluegodejarmetodalanocheparairteabebercontuscolegasdelafraternidadalrededordelbarril!Brazilentróycerródandounportazo.—¡Podrías haber estado conmigo allí pero no! ¡Tenías que pasarte la
putanocheempeñadaenponermorritos!Trenton se quedó de piedra. Estaba de espaldas a Raegan y Brazil.
Menosmal,porqueenesaposiciónsucabezatapabamipecho.RaeganyBrazil se nos quedaronmirando fijamente unos segundos y
entoncesellarompióallorarysaliócorriendohaciasucuarto.Brazillasiguió por el pasillo, no sin antes darle a Trenton una palmadita en elhombrodesnudo.Trentonsuspiróymedepositóenelsuelo.Estiróunbrazoendirección
al sofá para recuperar mi camiseta, mientras yo me ponía el sujetador.RaeganyBrazil seguíangritándosemientrasnosotrosnosponíamos lascamisetas.Nomeapetecíaquetodoesemelodramafueseeltelóndefondodenuestraprimeravez,perotampocopodíadecirleesoaTrenton.—Losiento—dije.Trentonrioparasí.—Nena,hastaelúltimosegundodeloqueacabadeocurrirhasidouna
pasada.Notienesnadadequédisculparte.LapuertadelcuartodeRaeganseabriódegolpeymientrasellagritaba
«¿Adóndevas?»Brazilyaestabasaliendoporella.Raegancorriótrasélyseinterpusoentrelapuertadecasaysuchico.—¡Deaquínotevas!—¡Nopiensopasarmelanocheenteraoyéndoteecharmelabronca!—¡Escúchameunmomento,por favor!¿Porquénooyes loqueestoy
tratandodedecirte?Lonuestropuedefuncionarsimplementesi…—¡Túnoquieresqueescuche!¡Loquequieresesqueobedezca!¡Enesa
fiestahabíamáspersonasapartedeti,Ray!¡¿Cuándosetevaameterenlacabezaqueyonosoydetuputapropiedad?!—Yonoquieroeso,yo…—¡Apártatedelapuerta!—gritóél.Yoarruguélafrente.—Brazil,nolegritesdeesamanera.Habéisbebidolosdosy…
Brazilsevolvióhaciamí.Nuncalehabíavistotanenfurecido.—¡Nonecesitoquetambiéntúmedigasloquetengoquehacer,Cami!Trentondiounpasoadelanteyyoapoyéunamanoensuhombro.—Yonoteestoydiciendoloquetienesquehacer—repliqué.BrazilseñalóconlamanoextendidaaRaegan.—Ellasíquemeestáchillando.Peronopasanada,supongo,¿no?¡Las
mujeressoistodasiguales!¡Nosotrossiempresomoslosmalos!—Nadiehadichoquefueseselmalo,Jason.Cálmate—dije.—¡Yosí!¡Éleselmalo!—saltóRaegan.—Ray…—lareconvine.—Oh,¿yosoyelmalo?—replicóBrazil,tocándoseelpechoconambas
manos—.¡YonosoyelqueestámedioenbolasconTrenton,aquímismo,cuandoanochemismoestabaeneljardíndesucasabesandoasuex!Raegancontuvolarespiraciónyyomequedéhelada.Brazilpusocara
deestartansorprendidocomotodosnosotrosdeloqueacababadedecir.Trentoncambiódeposición,nervioso,ymiróaBrazilentornandolos
ojos.—Esonohatenidoniputagracia,tío.Brazilpalideció.Todasuirahabíadesaparecidoyhabíasidosustituida
porarrepentimiento.Trentonmemiró.—Esoesunaputatrola,¿verdad?—Joder, Cami, perdóname —dijo Brazil—. En estos momentos me
sientocomoungilipollas.Raeganlediounempujón.—¡Esoesporqueloeres!—exclamó,ysehizoaunlado—.¡Culpamía!
¡Largodeaquí,cerdo!Trenton no me quitaba los ojos de encima. Raegan cerró la puerta
dandounportazoyentoncesvinohaciaTrentonyhaciamí.Ahorayanoestaba enfadada, pero sus ojos enrojecidos y todo el rímel corrido lahacíanparecerunareinapsicóticadelafiestadegraduación.—Oí tucochepero,comono llamabasa lapuerta,measoméamirar
porlaventanayvi…loquevi.SelocomentéaBrazil—reconoció,conlamiradaclavadaenelsuelo—.Losiento.Trentonsoltóunacarcajadaseca.Surostrosecontrajoenunamuecade
repulsa.—Maldita sea, Raegan. ¿Sientes que yome haya enterado? Esto es la
monda.Raegan ladeó la cabeza en un gesto que quería decir que estaba
dispuestaaaclararelmalentendido.—Trent,loquevifueaT.J.rogándoleaCamiquevolvieseconél.Pero
ella le dijo que no. Entonces él… le dio un beso de despedida. Y nisiquierafueunbesobeso—dijo,encogiéndosedehombrosymeneandolacabeza—.Fuemáscomounbesoenlamejilla.—Esasuntomío,Ray.Nonecesitoquemeechesningúncapote—dije.Ella me tocó un hombro. Tenía la cara embadurnada, con el rímel
corridoalrededordelosojosyporlasmejillas.Dabapenaverla.—Losiento,losientomucho…Lafulminéconlamiradayellabajóloshombros,asintióysemarchóa
sucuarto.Trenton me miraba de reojo. Saltaba a la vista que estaba haciendo
esfuerzosporcontrolarlosnervios.—¿Lahasoído?—lepregunté.Élsepusobienlagorraysebajólaviseraparataparselosojos.—Sí.—Estabatemblando.—YonoestababesándomeconmiexeneljardíndeRaegan.Nofueasí,
conqueyapuedesquitartedelacabezaesaimagen.—¿Yporquénomelocontaste?—preguntó,convozcrispada.Levantélasmanos,conlaspalmasabiertashaciaél.—Esquenohabíanadaquecontar.—Queotroteníasusputoslabiosencimadeti.Esoesdignodecontar,
Camille.Meestremecí.—NomellamesCamillecuandoestáscabreado.TeparecesaColin.Oa
mipadre.LosojosdeTrentonseiluminarondeira.—Nomecomparesconellos.Noesjusto.Mecrucédebrazos.—¿Ycómosabíaélqueestabasallí?¿Seguíshablando?—mepreguntó.—Notengoniideadecómolosabía.Yolepreguntéesomismo.Yno
meloquisodecir.Trentoncomenzóacaminardeunladoaotro,delapuertadelpisoal
arranque del pasillo. Se recolocaba la gorra, se frotaba la nuca y sedeteníaunossegundosconlasmanosenjarras,mientraslosmúsculosde
la mandíbula se le tensaban y se le destensaban, y de nuevo volvía aempezar.—Trenton,para.Levantóundedoíndice.Noestabaseguradesiestabaponiéndosecomo
una furia o bien tratando de serenarse. Se detuvo y, dando unos pasoshaciamí,dijo:—¿Dóndevive?Puselosojosenblanco.—EnCalifornia,Trent.¿Quépiensashacer?¿Cogerunavión?—¡Puesalomejor!—aulló.Todosucuerposetensóytemblóalgritar,
yselehincharonlasvenasdelcuelloydelafrente.Yo nome inmuté. Pero Trenton reculó.Haber perdido los nervios le
habíadejadoatónito.—¿Tesientesmejor?—pregunté.Él se dobló hacia delante, cogiéndose las rodillas con las manos.
Respiróhondovariasvecesyacontinuaciónasintió.—Comovuelvaaponerteundedoencima—seestiróymemiróalos
ojos—lemato.—Cogiósusllaves,salióporlapuertaycerródandounportazo.Mequedéinmóvilunossegundos,sinpodercreerlo.Entonces,mefuia
micuarto.Raeganestabadelantedemipuerta,enelpasillo,suplicándomeperdónconlamirada.—Ahorano—dijeyo,entrandoenmihabitaciónsindetenerme.Cerré
lapuertaymederrumbédebrucesencimadelacama.Lapuerta seabrióapenasuna rendijay sehizoel silencio.Levanté la
cara de la almohada para mirar. Raegan se había quedado en el vano,nerviosa, sin atreverse a entrar, con el labio inferior temblando yretorciéndoselasmanosalaalturadelpecho.—¿Puedo?—suplicó.Esbocé una sonrisa ladeada y, levantando la manta, le hice una señal
moviendo la cabeza abajo y arriba para indicarle que podía venir amicama. Ella entró corriendo, se metió bajo la manta y la sábana y seacurrucó en posición fetal a mi lado. La tapé con la manta y la abracémientrasellallorabahastaquedarsedormida.
Me desperté al oír unos golpecitos suaves en la puerta de mi
habitación.Raeganentróconunafuentedetortitasuntadasconcremadecacahuete y sirope de arce. En el centro de la pila de tortitas habíapinchadounmondadientesconunabanderitablancahechadeservilletadepapel,enlaquepodíaleerse:SIENTOQUETUCOMPISEATANGILIPOLLAS.Selaveíaapesadumbrada.Ymedicuentadequeloquehabíahechole
dolíamásaellaqueamí.Perdonareraalgoqueaunapersonacomoyono le resultaba fácil.Cuandoperdonabaaalguien, lamayorpartede lasveces era para darle a la otra persona una segunda oportunidad parahacermedaño.Lamayoríadelagentenovalíalapena.Ynosetratabadeningúnefectocolateraldemi infancia,sino lapuraverdad.Podíacontarconlosdedosdeunamanolaspersonasenlasqueconfiaba,ymenosaúnaquellas en las que estaría dispuesta a volver a confiar. Pero Raeganocupabaunlugardestacadoenambaslistas.Me reí entre dientesmientrasme levantaba para sentarme en la cama.
Entonces,cogílafuentedesusmanos.—Noteníasquehabertemolestado.Ella levantó un dedo, salió unos segundos de la habitación y regresó
con un vasito de zumode naranja.Me lo dejó en lamesilla de noche yentoncessesentóenelsueloconlaspiernascruzadas.Sehabíalavadolacaraycepilladoelpeloy sehabíapuestounpijama limpiode franelaarayas.Esperóhastaquemellevéalabocaelprimertrozodetortitayentonces
dijo:—NiporlomásremotopenséqueJasonfueseadecirnada,peroséque
esonoesdisculpa.Nodeberíahabérselocontado.Sécómocuchicheanloschicosenelclubdelafraternidadynotendríaquehaberledadomotivospara chismorrear. Lo siento muchísimo. He pensado ir contigo a SkinDeepparadarunaexplicación.—Yahasdadounaexplicación,Ray.Meparecequesacareltemaensu
lugardetrabajoesmalaidea.—Vale,puesleesperaréaquesalgadetrabajar.—Aesashorasestaráscurrandotú.—¡Malditasea!¡Necesitoarreglarlo!—Es que no lo puedes arreglar. La he cagado de todas, todas.Ahora
TrentondicequesevaairaCaliforniayquevaamataraT.J.—Bueno,T.J.nodeberíahaberidoacasademispadresnihabertedado
unbeso.ÉlsabequeestásconTrent.Sealoquesealoquecreesqueestás
haciendomal,T.J.formapartedeello.Metapélacara.—Esquenoquierohacerledaño…Niaélnianadie.Noquierocausar
ningúnproblema.—Peroesprecisoquelesdejesaellosqueseaclaren.—Lasolaideameponelospelosdepunta.Raeganmetendióunbrazoparaapoyarsumanoenlamía.—Cómete las tortitas. Y después levántate porque Skin Deep abre en
cuarentaminutos.Diunbocadoymastiquédemalagana,yesoqueeralomásricoque
habíacomidoenmuchotiempo.Apenassidisminuíunpocolaalturadelapila de tortitas, cuando ya estaba metiéndome en la duchaapresuradamente.Llegué al estudio condiezminutosde retrasoperonoimportóporqueHazelyTrentonllegarontardetambién.Calvinestabaya,pueselcerrojodelapuertaestabaquitadoyencendidoselordenadorylasluces.Peronisemolestóensaludarme.DiezminutosdespuésHazelentrabapor lapuertadel localconvarias
capasdejerséisyenvueltaenunagruesabufandadecolorrosachiclecontopos negros. Llevaba puestas sus gafas demontura negra, unasmallasnegrasybotas.—¡Estoy hasta las narices del invierno!—exclamó, y se fue hacia su
tallerandandopesadamente.DiezminutosmástardellegóTrenton.Llevabapuestosuabrigogrueso
depañorizadodecolorazul,vaquerosybotas,aloquehabíaañadidoungorroholgadodepuntodecolorgrisygafasde sol,quenosequitóalpasarpordelantedemíparadirigirseasutaller.Yolevantélascejas.—Buenosdías—dijeparamí.Diezminutos después de eso, la puerta volvió a abrirse y el carillón
tintineó al tiempo que entraba en el local un hombre alto y delgado.Llevaba unos enormes dilatadores negros en sendas orejas, y hasta elúltimocentímetrode lapielque se leveía,de lamandíbulahaciaabajo,estabacubiertodetatuajes.Teníaelpelolargo,ralo,castañoclaroconlaspuntasrubiasquemadas.Aunquefueradebíadehabermenosdeungradode temperatura, él iba enmanga corta y con unos pantalones cortos demúltiplesbolsillos.Sedetuvonadamásfranquearlapuertaysequedómirándomeconsus
ojosalmendradosdecolorverdepardo.—Buenosdías—mesaludó—.Sinánimodeofender,pero¿quiéncoño
erestú?—Nomeofendes—respondí—.SoyCami.¿Quiéncoñoerestú?—SoyBishop.—Pues ya era hora de que aparecieras. Calvin solo lleva dos meses
preguntandoporti.Élsonrió.—¿Enserio?—Seacercóalmostradorandandoparsimoniosamentey
se apoyó con los codos—. Soy una especie de estrella cojonuda en elmundillo.Nosésiveslosprogramasdetatuajes,perosalíenunoelañopasadoyahoraviajomogollóndandotalleresportodaspartes.Escomoganarselavidahaciendovacaciones.Peroesunavidasolitaria…Trenton vino hasta elmostrador, cogió una revista y, todavía con las
gafasdesolpuestas,sepusoahojearla.—Está pillada, cabronazo. Vete a preparar tu taller. Tu tatuadora está
cubiertadetelarañas.—Yo también te he echado demenos—dijoBishop, dejándonos ya a
solas.Sedirigióhacialoquediporhechoqueseríasutaller,alfondodelpasillo.Trenton pasó varias páginas más de la revista, la dejó encima del
mostradorysemarchóotravezasutaller.Me fui tras él. Al llegar a la puerta, me apoyé en el quicio con los
brazoscruzados.—¿Perodequévas, guapo?Novas a espantar aBishoppara largarte
despuéssindecirmenadasiquiera.Éllevantólavistahaciamíysesentóensutaburete,delantedelasilla
paralosclientes.Porculpadelasgafasdesol,nopodíaverlelosojos.—Supusequenoquerríashablarconmigo—dijohoscamente.—Quítatelasgafas,Trenton.Nosabesloquemolesta.Trenton vaciló y entonces se quitó lasRay-Ban de imitación, dejando
verunosojosenrojecidos.Meerguí.—¿Estásmalo?—Más omenos. Resaca. Estuve enMaker ’sMark bebiendo como un
cosacohastalascuatrodelamañana.—Almenoselegisteunwhiskydecenteparaanularte.
Trentonarrugólafrente.—Bueno…,adelante.—¿Conqué?—Conelsermón«Seamosamigos».Yovolvíacruzarlosbrazos.Notabaquelacarameardía.—No tenía dudas de que ayer te dio por probar el agua del bidé…y
ahoraveoquetelabebistetoda.—Solominoviaseríacapazdehacerunaanalogíaasídeasquerosay
seguirsonandosexi.—¿Enserio?¿Tunovia?¡Porqueprácticamentemepedistequecortara
contigo!—Yocreoquedespuésdelinstitutolagentenocorta,Cami…—dijoél,
llevándoselamanoalasienyapoyandolamuñeca.—¿Te duele la cabeza? —pregunté. Entonces cogí una manzana del
cuencodefrutadeplásticoquehabíaenelaparadordealladodelapuertayselalancéalacabeza.Éllaesquivó.—¡Vengaya,Cami!¡Joder!—¡Últimahora,TrentonMaddox!—dije,ycogíunplátanodelfrutero
—. ¡Novas a cargarte a nadie porquemehaya tocado, salvoque yo noquiera que me toque! Y aun así, yo seré la que me lo cargue. ¿Lo haspillado?—Lelancéelplátanoyélcruzólosbrazosparapararlo.Lapiezadefrutaacabórebotandoenelsuelo.—Vamos,nena,estoyhechounamierda—protestó.Yocogíunanaranja.—¡Ynoteirásdemiapartamentohechounafuria,nidarásunportazo
alsalir!—Apuntédirectamenteasucabezaydienelblanco.Élasintió,pestañeóylevantólasmanosparaintentarprotegerse.—¡Estábien!¡Estábien!Agarréunpuñadodeuvasdeplástico.—¡Y lo primero que me vas a decir al día siguiente de haberte
comportadocomounauténticomontóndemierdaNOseráunainvitaciónaquetedéunapatadaentuputoculodeborracho!—Estasúltimaspalabraslasdijeavozencuello,vocalizandoexageradamente.Learrojélasuvas,yéllascogiójustocuandochocabancontrasutorso—.¡Tedisculparásyacontinuación te portarás estupendamente conmigo el resto del día, ymecomprarásdonuts!
Trenton bajó la vista al suelo, donde había quedado tirada la fruta.Entonces,suspiróymemiró.Unasonrisacansadasedibujóensurostro.—Nosabescómoteamo.Mequedémirándoleunaeternidad,sorprendidayhalagada.—Enseguidavuelvo.Voyaporunvasodeaguayunaaspirinaparati.—¡Tú tambiénme amas amí!—dijo a voces, en broma pero solo a
medias.Me detuve, giré sobre mis talones y volví a entrar en su taller. Me
acerqué,me senté a horcajadas encima de él y le acaricié un lado de lacarayluegoelotro.Entonces,mirandolargamentesusojosenrojecidos,sonreíyledije:—Yotambiénteamo.Sonriódeorejaaoreja,mirándomealosojos.—¿Meloestásdiciendoenserio?Meinclinéylebesé,yélselevantódeltabureteysepusoagirarcomo
lococonmigoenbrazos.
Capítulo19
UnmardegentealegreyachispadaentróentrombaenelRedDooryla fiestaalcanzó suapogeo.Raeganyyo íbamosdeun ladoparaotroatoda velocidad, detrás de la barra, con nuestros vestidos metálicos ynuestrostaconazos.Losbotesdelaspropinasestabanarebosaryelgrupodemúsica que estaba tocando en directo interpretaba en esosmomentosunaversiónbastanteaceptabledeHungrylikethewolf.Sehabíaformadouna cola kilométrica que daba la vuelta a la manzana, con la genteesperando para poder entrar en cuanto otros salieran. El aforo estabacompletoylacosaparecíaqueibaairabuenritmohastalahoradeecharelcierre.LotípicodelasNocheviejas.—¡Sí!—exclamóRaegan,moviendolacabezaalcompásdelamúsica
—.¡Meencantaestacanción!Yoneguéconlacabezayservíuncóctelenunacopa.Trenton,TravisyShepleyseabrieronpasoentrelamuchedumbrepara
poderllegaralabarra.Mesentífeliznadamásverlos.—¡Lo habéis conseguido! —exclamé. Saqué del refrigerador sus
cervezasfavoritas,lasabríyselasdejéencimadelabarra.—Tedijequevendría—respondióTrenton.Seinclinósobrelabarray
mediounbesoenloslabios.LuegomiréaTravis.—¿Decíasalgo?—Nada—respondióél,guiñándomeunojo.UntíoqueestabaunafilapordetrásdeTrentonpidióunJackDaniel’s
conCoca-ColayyoempecéaponérselomientrashacíaesfuerzosparanoseguirconlamiradaaTrenton,quesealejabadelabarra.Lasvacacioneseran siempre divertidas. A mí me encantaba trabajar en noches así debulliciosas,peroporprimeravezlamenténoestaralotroladodelabarra.Loschicosencontraronunamesaytomaronasiento.ShepleyyTrenton
parecíanestarpasándolofenomenal,mientrasqueTravisselimitabaadar
sorbos a su cerveza, intentando aparentar que estaba feliz y contento envezdehechopolvo.—¡Jorie!—exclamé—.Porfavor,ocúpatedequeenesamesanofalten
birrasychupitos.—Preparéunabandejayellalacogió.—Sí,milady—dijo.Al alejarse, fuemeneando el culo al ritmo de la
música.Unapelirroja despampanante se aproximóa lamesade los hermanos
MaddoxysaludóaTrentondándoleunabrazo.Unsentimientoextrañoeincómodoseadueñódemí.Noestabaseguradequéeraperonomegustó.La chica estuvo hablando con él un ratito y entonces se puso entre loshermanos.Teníaenlamiradaesaexpresiónesperanzadaquetantasveceshabía visto yo cuando las mujeres hablaban con Travis. Al poco, laaglomeración de gente me impidió seguir viéndoles. Tuve que cobrarunas copas, marqué el dinero en la caja registradora y, al devolver elcambioalcliente,esteechóenelbotedelaspropinaslasmonedassueltas.Paséaocuparmedelasiguientecomanda.EntreloquesacáramosRaeganyyoesanoche,íbamosapoderpagartresmesesenterosdealquiler.Labandadejódetocarylosclientesqueseencontrabanenlazonadela
barrasevolvieronparamirar.Elcantantecomenzóadarlacuentaatrás.Todo elmundo se le unió.Había varias chicas tratando de abrirse pasoentreelmogollóndegente,apresurándoseacolocarsejuntoasusnoviosparaelprimerbesodelnuevoaño.—¡Cinco!¡Cuatro!¡Tres!¡Dos!¡Uno!¡Felizañonuevo!Inmediatamente,empezaronacaerdeltechoconfetisyglobosplateados
y dorados. Levanté la mirada para contemplarlo.Me sentí orgullosa deHank;aunsiendounbardecopasdeunapoblaciónpequeña,él siempretratabadesuperarse.MiréhacialamesadeTrentonyviquelapelirrojaleplantabaunbesoenlosmorros.Semerevolvieronlastripasyduranteunafraccióndesegundomedieronganasdesaltarporencimadelabarraparasepararladeél.Depronto,lacaradeTrentonapareciójustodelantedemisnarices.Élvioqueestabamirandohaciasumesaysonrió.—Iba como loca detrás de Travis antes incluso de que mi hermano
pusieseelpieaquí.—Como todas —señalé yo, suspirando aliviada. Malditos hermanos
MaddoxysuADNidéntico…—Felizañonuevo,nena—dijoTrenton.—Feliz año nuevo —dije yo, y deslicé por la barra el botellín de
cervezaquemehabíanpedido.Élmovió bruscamente la cabeza hacia un ladopara darme a entender
quequeríaquemeacercase.Yomeinclinéporencimadelabarrayélmebesóenloslabiosaltiempoquemecogíalanucadelicadamenteconunamano.Sus labiosestabancalientes,suaves, increíbles,ycuandomesoltómesentíalgomareada.—Ahoralahejodido—dijoél.—¿Yesoporqué?—pregunté.—Porqueelrestodelañonovaapoderestaralaalturadelostreinta
primerossegundos.Yoapretéloslabios.—Teamo—ledije.TrentonmiróatrásyvioqueTravisvolvíaaencontrarseasolasenla
mesa.—Hedeirme—dijo,aparentementecontrariado—.Yotambiénteamo.
Peroformopartedelequipodeapoyodecorazonesrotos.¡Volveré!No había pasado ni unminuto cuando vi queTrentonme hacía señas
como loco. Travis tenía la cara muy roja. Estaba hecho polvo y semarchaban. Yo le dije adiós con la mano y me volví para continuaratendiendoa lagentequenoparabadepedircopas.Mealegrédepodertener algo con que distraerme del recuerdo de los labios de TrentonMaddox.Cuandoterminédetrabajar,Trentonestabaesperándomeenlapuertade
personal yme acompañó alPitufo.Mientrasyo abría con la llave, él semetió lasmanosen losbolsillosde losvaquerosycuandomesubíparaocuparelasientodelconductor,élarrugólafrente.—¿Qué?—¿Porquénomedejasquetelleveacasa?Yomiréporencimadesuhombro,endirecciónalIntrepid.—¿Quieresdejaraquítucoche?—Esquequierollevarteacasa.—Vale.¿Yquieresexplicarmeporqué?Élnegóconlacabeza.—Nosé.Essoloquemedamalrolloquetevayassolaacasa.Cadavez
queteveomontarenelcoche,semeponelamoscadetrásdelaoreja.Leobservéunosinstantes.—¿Nuncatehasplanteadohablarconalguien?¿Sobreloquepasó?
—No—respondióélrestándoleimportancia.—Puesdalaimpresióndequesiguesteniendoalgodeansiedad.Igualte
ayudaría.—Nonecesitoiralloquero,nena.Solonecesitollevarteacasa.Yomeencogídehombrosymepaséalasientodelacompañante.Trentongirólallavedecontactoyapoyólamanoenmimuslomientras
aguardábamosaqueelmotorsecalentara.—Travismehapreguntadoportiestanoche.—¿Sí?—LehedichoqueseguíascontunoviodeCalifornia.Porpoconoecho
lapotapordecireso.Meinclinéhaciaélylobeséenlaboca,yélmeestrechóensusbrazos.—Sientoquehayastenidoquementirle.Séqueesunaidiotez,peroeso
daríapieaunaconversaciónquenoestoypreparadarealmenteparateneraún.Situviésemosalgomásdetiempopara…—Nomehacegraciamentiramishermanos,peromereventótenerque
decir siquiera que estabas con otro tío. Me hizo pensar en cómo seríaperderte.MehizopensarrealmenteenlomalqueloestápasandoTrav.—Negóconlacabeza—.Nopuedoperderte,Cami.Me llevé los dedos a los labios y también yomoví negativamente la
cabeza.Trenton estabamostrando su confianza enmí, y eso le ponía enuna situaciónmuyvulnerable.Yoencambio le estabaocultandomuchascosas.—¿Nopuedesquedarteconmigoestanoche?—lepregunté.Élsellevómimanoalaboca,lediolavueltaybesólafinapieldemi
muñeca.—Mequedarécontigotodoel tiempoquetúmedejes—dijo,comosi
yohubiesedebidoyasaberlo.Saliómarchaatrásdelsitioenelquehabíaaparcadoelcochey,unavez
fueradelazonadeaparcamiento,condujoendirecciónamicasa.ElceñodeTrentondehacíaunratitocasihabíadesaparecidodeltodoyahorasele veía ensimismado en sus pensamientos, conduciendo con una manoapoyadaenlamía.—Cuando consiga ahorrar suficiente pasta, he pensado que igual
podríasayudarmeabuscarpiso.Yosonreí.—Claroquesí.
—Yalomejortegustatantoqueteanimasamudarteconmigo.Me lo quedé mirando unos segundos, esperando a que me dijese en
cualquiermomentoquemeestabatomandoelpelo.Peronodijonada.Enlugardeeso,juntólascejasypreguntó:—¿Esunacagadadeplan?—No.Nonecesariamente.Soloqueparaesoquedamuchoaún.—Sí. Sobre todo cuando acabo de perder una cuarta parte de mis
ahorrosconlaexdeTravis.Mereíenvozbaja.—¿Qué?¿Lodicesenserio?¿Cómohapasadoeso?—Puesjugandounanochealpóquer.Latíaesunaespeciedefenómeno.
Nosdiounabuenapaliza.—¿Abby?Élasintió.—Telojuro.—Puestienegracia.—Supongoquesí.Sitegustanlosladrones.—Bueno…,superrosellamaPillo.Trenton se rio y me apretó suavemente la rodilla, justo cuando
llegábamos a mi casa. Apagó las luces del coche. La fachada de miapartamentoquedóaoscuras.ConlosdedosdeTrentonentrelazadosconlos míos, entramos en mi piso y a continuación puse la cadena deseguridaddelapuerta.—¿Raynovaaveniracasa?Neguéconlacabeza.—SequedaadormirencasadeBrazil.—¿Peronohabíanroto?—Eso pensaba ella también. Pero cuando al día siguiente recibió un
enormeramodeflores,entendióqueno.Fuicaminandohaciaatrásendirecciónamicuarto,tirandodelasdos
manos de Trenton. Él sonreía, sabiendo por mi cara lo que estabamaquinando.Medetuveenelcentrodemihabitación,mequitélostacones,echélas
manoshaciaatrásparabajarmelacremalleradelvestidoydejéquecayeraalsuelo,alrededordemistobillos.Trenton se desabrochó la camisa blanca y a continuación el cinturón.
Meacerquéaélyledesabotonélosvaquerosylebajélacremallera.Nos
mirábamosalosojosconesamiradaseriaydesmayadaquehacíaquemedoliesen los muslos. La mirada que quería decir que estaba a punto deocurriralgoalucinante.Trenton se inclinó haciamí yme besó rozándome apenas los labios,
dejandoquetodalasuavidadytersuradelossuyosacariciasemiboca,yacontinuaciónbajópormimandíbulahastamicuello.Cuando llegóamiclavícula,levantólosojoshaciamí.Yolerecorríeltorsoconlasmanosybajéporsuplexosolar,paraarrodillarmeacontinuacióny,cogiendo lacinturadesusvaqueros, tirardeellasuavementehaciaabajo.Susbóxersnegrosquedarondirectamentedelantedemicara.YunavezqueTrentonhubo sacado lospiesde losvaqueros caídos, levanté lamiradahacia él,cogílacinturillaelásticaylequitéloscalzoncillostambién.Supeneestabayatotalmenteerecto.MealegrédetenerlosMagnumen
el cajón de mi mesilla de noche, porque estaba claro que íbamos anecesitarlos.Besésutripa,ytracéuncaminoconmilenguadesdesuombligohasta
labasedesusexo.Enelinstanteenquemelometíenlaboca,élenredósusdedosenmipeloygimió.—Oh.Joder.Micabezasubióybajó,yalcélamiradahaciaél.Estabaobservándome
conesamismamiradaincreíbleyseriaensusojos.Misdedosylapalmademimanosedeslizaronsuavementepor supieldelicadaycuantomásadentrometíasupenehastaelfondodemigarganta,másaltogemíaélymástacosdecía.Llevé lamanodedelante atrásparaagarrar con fuerza suculoprieto
con las dos manos y empujarle aúnmás dentro de mi boca. Sus dedosestabanenredadosenmipeloydurantediezminutosgimió,gruñóymesuplicóqueledejasepenetrarme.Cuandoparecíaqueyanopodíasoportarlomás,meseparédeélyme
tumbéboca arriba en la cama, separando las rodillas.Trenton se tumbóentoncespero,envezdecolocarseentremispiernas,mediolavueltaparadejarme boca abajo y apoyó el pecho en mi espalda. Su pene mojadoquedóapoyadoentremisnalgas,yacercósubocaamioreja.Selamióeldedoíndiceyelcorazónyentoncesmetiólamanoentreelcolchónymivientredemodoquesusdedoscalientesyhúmedosquedaronjustoencimadelpuntodecarnerosadaehinchadademipubis.Gemímientrasélmeacariciabaymebesaba la suavezonadepielde
detrásdellóbulo.Entonces,alnotarhúmedalateladelasábanadebajodemí,estiréunbrazoparaabrirelcajón.Trentonsabíaexactamenteloqueiba a coger y se detuvo el tiempo justo para alcanzar un paquetitocuadrado,abrirloconlosdientesydeslizarcontodafacilidadlafundadelátexensurígidaerección.Cuando sentí de nuevo en mi espalda el calor de su pecho y de sus
abdominales, la sensación estuvo a punto de llevarme más allá de milímite.Élmecogiópordetrás,tiróunpocodemicaderaparalevantarmeel traserounoscentímetrosy lentamente,concontrol, fuepenetrándome.Losdosgemimosyyoarqueélaespaldaparapegaraúnmásmicaderaalasuya,demodoquepudieseentrarmásadentro.Entoncescomenzóamoverserítmicamente,empujándome,yyoagarré
con fuerza la sábana. Estiró un brazo para tocarme de nuevo con losdedos, lo que me hizo dar un grito. La sensación de sus caderas y susmuslos contra mis nalgas era increíble y lo único que deseaba era queentrasemásymás,conmásymásfuerza,másymáspegadoamí.Trenton apartó demi cara y demis ojos losmechones sueltos demi
pelo. Todo mi cuerpo estaba poseído por la intensidad más deliciosaimaginable,quemeenvolvíaporentero.Yalsentirsurecorridoportodomicuerpocomounacorrienteeléctrica,grité.—Dios,nodejesdegemirasí—dijoél,jadeando.Yo ni siquiera estaba segura de cómo gemía, pues me sentía
completamentesumergidaenlassensacionesdelmomento,sumergidaenél. Él movió la pelvis aún más fuertemente. Cada empellón disparabaoleadasdeplacerdesdemipelvishasta lapuntademispies.Memordióuna oreja, con firmeza y delicadeza a la vez, exactamente como estabafollándome.Susdientessoltaronmiorejaysusdedossehundieronentremis caderas. Entonces lanzó un gruñido al empujarme por última vez ytodosucuerposeconvulsionóaltiempoqueélgemía.Se derrumbó ami lado, jadeando, sonriendo, con la piel brillante de
sudor. Sé que yo también tenía esa cara de satisfacción con lasmejillasencendidas.Trentonapartódelicadamentemiscabelloshúmedosdemicara.—Joder,eresunapasada.—Puede.Peroloquesíséesqueestoyenamoradadeti.Trentondejóescaparunarisacorta.—Quélocura,sentirseasídefeliz…¿Túerestanfelizcomoyo?
Sonreí.—Superfeliz.Yahífuecuandotodoempezóadesmoronarse.
Capítulo20
Firmaaquíyaquíyyatepuedesir—dije.LandenFreemangarabateósufirmaencimadecadalíneaindicadaya
continuación se apoyó en el mostrador hincando los codos. Aunque lehabíavistoporelminúsculocampusdelaEasternStateenlostiemposenquepodíamatricularmedemásasignaturas,hacíamásdeunañoquenomeloencontrabaynomesorprendióquenomereconociese.—¿Aquéhoracerráis?—Memiróalosojosalavezquemededicaba
una sonrisa seductora que imaginé llevaría perfeccionando delante delespejodesdelapubertad.Yoindiquéconelbolielletrerodelapuertayacontinuaciónmepusea
organizarsusformularios,concentrándomemuchoenlalabor,aposta.—Alasonce.—¿Te importa si me paso a esa hora?Me encantaría llevarte al Red
Door.¿Hasestado?—¿Ytú?—lepregunté.Aquellomehacíaciertagracia.—Algunaqueotravez.Esquehecogidoveintecréditosporsemestre.
Quieroterminarcuantoantesysalirdeesteagujero.—Séloquesesiente—dijeyo.—Bueno,¿quémedicesdeesacopa?—¿Quécopa?—pregunté.—Lacopaalaquequieroinvitarte.Trentonaparecióamilado,cogiólosimpresosylesechóunvistazo.—Si quieres que te lo hagamos a mano alzada, Calvin es la mejor
opciónyhoynotieneanadie.Landenserio.—Mevabiencualquiera.Ynohacefaltaqueseaamanoalzada.—¿Quieresquetelohagayo?—preguntóTrenton.—Estupendo.Osea,esquehevisto tu trabajoen lapáginaweb.Es la
caña.—Vale,puesyotelohago,perotútendrásquedejardemirarlelastetas
amichica.Estiré el cuello hacia él.Yo no había pillado aLandenmirándome el
pechoniunasolavez.—Eh…—respondióLanden,balbuciendo.—O,pensándolobien,mejorllamaporteléfonoparaquetedencitacon
Cal.Yoestoyocupado.—Trentonarrojóalairelosimpresosdedescargode responsabilidad,quecayeronanuestroalrededorcomouna lluviadepapeles. Se colocó la gorra para centrarla perfectamente yme lo quedémirando, impávida, mientras él regresaba a su taller. Andaba con esosandareschulescosdecuandosedisponíaadarleunapalizaaalguien.Landenmemiró,miróelpasilloyvolvióamirarmeamí.—Esto…Losientomucho—dije, tendiéndoleunadenuestras tarjetas
—.Ahítieneselnúmerodelestudio.Calvintrabajalosmiércolesyjueves,soloconcitaprevia.Landencogiólatarjeta.—Nolosabía—respondió,sonriendoavergonzado.Almarcharse, las
notasdel carillónquedaron suspendidas enel aire.YodimediavueltaymefuicomounafuriaaltallerdeTrenton.—¿Aquécoñohavenidoeso?—¡Teestabapidiendoquesalierasconél!—¿Y?—¿Y?¡Deberíahaberlepartidolacara!Suspiréycerrélosojos.—Trent, me las estaba arreglando sola. No puedes ahuyentar a los
clientescadavezqueintentanligarconmigo.ParaesoesparaloquemecontratóCal.—Élnotecontratóparaqueligarancontigo.Élcontrató…—A una tía buenorra para atender la recepción. Trabajo que me
ofrecistetú,noloolvides.—¡Si ni siquiera te ha preguntado si tenías novio! Por lo menos ese
cerdohabríapodidoempezarporahí.—Teníadominadalasituación—dije.—Puesyonoteoídecirlequeno…Semearrugólanariz.—¡Pero si estaba dándole largas! ¡No iba a cerrarle el picomientras
estabaahífuera,enelvestíbulo!Aesoselellamaserprofesional.—Ah,¿sellamaasí?Lemiréentornandolosojos.—Podíashaberledichoquetienesnovio.—¿Deesovatodo?¿Dequenollevovisibleminuevaetiquetacomosi
fueselapancartadeunpiquete?¿YsiyapuestosmetatúodirectamenteSOYLANOVIADETRENTONentodalafrente?Susfaccionessedistendieronyrioparasí.—Debuenaganatetatuabaesoenotrositio.Gruñídepurafrustraciónyvolvíalaentrada.Trentonvinodetrásdemí
apasoligero.—Noesunaideatanhorrible—dijo,medioenbroma,medioenserio.—Nopiensotatuarmetunombre—repuse,molestaconelmerohecho
dequeselehubieseocurridosemejantegracia.Trentonyahabíarellenadoeldibujode lasamapolasdurante losdías libresquehabíamos tenido laprimerasemanadelasNavidades,coloreándolasconuntonorojocerezamuy llamativo. Luego, dos días antes deNavidad, había añadido en esemismo brazo unosmotivos étnicos y unos remolinos en color negro yverdebrillante.Ymástarde,unasemanadespuésdeAñoNuevo,yateníauna preciosa rosa roja con matices en amarillo. Me faltaba poco paraacabar con el brazo entero cubierto de unos tatuajes impresionantes eintrincados.Habíamosempezadoallamaranuestrassesiones«Terapiadedolor». Mientras Trenton dibujaba en mi piel, yo le contaba cosas. Meencantaba compartir esos ratos con él y saber que llevaba conmigo suspreciosasobrasdeartealládondeiba.Sesentóencimadelmostrador,apoyandolaspalmasdelasmanosenla
superficiedeformica.—Igual uno de estos días te lo tatúo camuflado entre alguno de tus
tatuajes.—Igualyotepartoenmilpedazoslamáquinatatuadora—repliqué.—¡Ostras!Síquetehasentadomal—dijoél,ysebajódandounsaltito
paracolocarseamilado—.Sientoquetehayasenfadadoporqueechaseaesetío.Nolamentohaberloechado,perosísientoquetehayascabreadotanto. Pero piénsalo: no iba a tatuarle yo, después de haberle tirado lostejosamichica.Tenloclaro.Eralomejorparatodos.—Dejadedecircosassensatas—leespeté.Trentonmeabrazólacinturadesdedetrásypególacaraaminuca.
—Pero casi no me arrepiento de haberte cabreado. Me pones a milcuandoteenfadas.Yo le di con los codos en las costillas para castigarle en broma.
Entonces el carillón de la puerta volvió a sonar y Colin y Chase seacercaronalmostrador.Chasecruzólosbrazosdelantedelpecho.—¿Unostatuajes?—lespregunté.Peroellosestabanmuyserios.Trentonaflojólasmanosenmicintura.—¿Enquépuedoserviros,chicos?Colinarrugólafrente.—TenemosquehablarconCamille.Asolas.Trentonnegóconlacabeza.—Esonovaapoderser.Chaseentornólosojosyseinclinóhacianosotros.—Esnuestrahermana,coño.Notenemosquepedirtepermiso,Maddox.Trentonlevantóunaceja.—Síquetenéis,peroaúnnolosabéis.ElojodeColinsemovióconuntic.—Chasehavenido a hablar con suhermana.Esun asuntode familia,
Trent.Debesquedartealmargen.Camille,fuera.Ya.—Puedeshablarconmigoaquí,Colin.¿Quéesloquequieres?Élmefulminóconlamirada.—¿Deverdadquieresquehablemosdeltemaaquí?—¿Dequéquieres hablar?—pregunté,mientras intentabamantener la
calma. Estaba segura de que, si salíamos del estudio, o Colin o Chaseacabaríanperdiendolosnerviosysedesataríaunatrifulca.Mesentíamásasalvosimequedabadondeestaba.—No te presentaste por Acción de Gracias. Papá dijo que tenías que
currar. Es igual. Pero tampoco viniste por Navidad. Y después tu sillavolvióaestarvacíaenlacomidadeAñoNuevo.¿Quécoñoestápasando,Camille?—preguntóChase,sulfurado.—Tengodostrabajosyademásestoyestudiando.Lascosashansalido
asíesteaño,nadamás.—Lapróxima semana será el cumpledepapá—dijoChase—.Más te
valeestar,¿entendido?—¿Oqué?—intervinoTrenton.—¿Quécoñoacabasdedecir,Maddox?—leespetóChase.Trentonlevantóelmentón.
—Quemáslevaleiro,sino,¿qué?¿Quépiensashacersinoaparece?Chaseseapoyóenelmostrador.—Veniraporella.—No.Novendrás—repusoTrenton.Colinseinclinótambiénhaciadelanteydijosinlevantarlavoz:—Solo voy a decir esto una vezmás. Es un asunto de familia, Trent.
Quédatealmargen,¿oído?LosmúsculosdelamandíbuladeTrentonsemovieronbajosupiel.—Cami es asunto mío. Y que los soplapollas de sus hermanos
aparezcanensulugardetrabajointentandoacojonarlaesasuntomuymío.Colin yChase fulminaron aTrenton con lamirada y tanto uno como
otrodieronunpaso atrás.Comode costumbre,Colin fue el primero enresponder:—Camille, sal con nosotros ahora mismo o me veré obligado a
destrozarelchiringuitomientraslepateoelculoatucoleguita.—Nosoysucoleguita.Soysunovio.Yosvoyapartirlaputacaraantes
dequeosdétiempoahacerunrasguñoenlapintura.Calvin apareció a mi lado. Bajé la vista y vi que llevaba los puños
apretados.—¿Hasdichoquevasadestrozarmeelnegocio?—¿Quépiensashacerparaimpedirlo?—Chaseescupióenelsuelo.—¡Chase,porloquemásquieras!—exclamé—.¿Peroquétepasa?—
Trentonme sujetó, aunque yo no tenía intención de ir a ningún sitio enabsoluto.Bishop y Hazel, a quienes todo aquel barullo había despertado
curiosidad,salierondesus respectivos talleres.Bishopsecolocóal ladodeCalvinyHazelenelotroextremo.Hazel,cruzandolosbrazos,dijo:—Puede que parezca poquita cosa, pero, cuando uno de estos
grandullonesosestéagarrandobiencontraelsuelo,yoosarrancaré losojoscon lasuñasyentenderéisporquéestoyaquíplantada.Pero,miraduna cosa: no quiero arrancaros los ojos, porque sois los hermanos deCami.Ynoqueremoshacerledañoa ella.En lavida.Porqueahora ellaformapartetambiéndenuestrafamilia.Yuno.No.Lastima.Alossuyos.Así que aprended de nosotros, borrad esas caras de malas pulgas quelleváisylargaosacasa.Ycuandotehayasserenado,Chase…,llamasatuhermana por teléfono.Y le hablas bien. Salvo que no quieras conservar
losojos.—Olosbrazos—agregóTrenton—.Porquesivuelvesadirigirteaella
conuntonomenosquerespetuoso,telosarrancarédecuajoytezurraréconellos.¿Noshemosentendido?Colin y Chase contemplaron nuestro grupo con mirada cautelosa,
paseando la vista desde Trenton hasta Hazel, uno por uno. LessuperábamosennúmeroyvienlosojosdeColinquenoestabadispuestoavérselascontodosalavez.Chasememiróydijo:—Tellamarédentrodeunrato.Merecemosquenosdesunaexplicación
deporquénuestrafamiliaestárompiéndose.Yoasentíyellosdieronmediavueltaysalieronporladoblepuerta.CuandooíelrugidodelmotordeColin,bajélavista,avergonzada.—Tepidodisculpas,Calvin.—El estudio está bien, niña. Estamos bien—dijo, y se marchó a su
despacho.Hazelseacercóamíydeslizó losbrazosentre losmíosparaapoyarlamejillaenmipecho.—Tehemoscubiertolasespaldas—dijosimplemente.Yoseguíconla
mirada en el suelo. Pero cuando se hizo evidente que Hazel no iba asoltarme,laestrechéconfuerza.Bishopnosobservóunosinstantes.—Gracias—dije.Bishoplevantóunaceja.—Yonoibaapelearme.Solohabíasalidoamirar.—Regresóasutaller
yyoreíparamí.Hazelmesoltóydiounpasoatrás.—Muybien.Elnumeritohaterminado.Atrabajar—dijo,ysemarchóa
sutaller.Trentonmecogióentresusbrazosyacercóloslabiosamipelo.—Acabaránentendiéndolo.Yolevantélamiradahaciaél.Noestabaseguradeloquequeríadecir.—Nopiensodejarquevuelvanaintimidarte.Apoyélamejillaensupechootravez.—Esqueno sabenhacerotra cosa,Trent.Laverdadesquenopuedo
recriminárselo.—¿Porquéno?Ellos te lo recriminan todoa ti.Ynosonrobots.Son
unos tíoshechosyderechosysaben tomarsuspropiasdecisiones.Ellos
hanelegidoquedarseconloconocido.—¿Unpococomoloqueospasaatiytushermanos?—Nolevantéla
miradayTrentontampocorespondióenseguida.Alfinal,respirandohondo,dijo:—Nosotrosnoreaccionamosantelascosasporquesoloconocemosesa
maneradeser.Esprecisamentelocontrario.Quenotenemosniputaideadeloqueestamoshaciendo.—Pero tú lo intentas —dije yo, acurrucándome en su pecho—. Tú
intentasserbuenagente.Tútelocurrasparahacerlascosasmejor,parasermejor,máspacienteycomprensivo.Perosoloporquepuedaspartirlelacaraaalguien…noquieredecirquetengasquehacerlo.Trentonrioenvozbaja.—Pues claro que sí. —Intenté, con poco ahínco, empujarle para
separarlodemí.Peroélmesujetóconmásfuerza.—Estanochetevoyaprepararterneraentacosconarroz—dije.Trentonhizounamueca.—Nena,meencantantusplatosperonopuedoseguircenandoalastres
delamadrugada.Mereí.—Vale,puestelodejarélistoparacuandollegues.Hayunallavedebajo
de la piedra que hay frente a la columna de al lado demi puerta. Te ladejaréallí.—¿Y no me puedes guardar el ofrecimiento para otro día? Le había
prometidoaOlivequelallevaríaalChickenJoe’s.Sonreí.PeronomehacíafelizperdermeesosratosconOlive.—Unmomento.¿Acabasdedecirmedóndeestálallaveextra?—Sí,¿por?—Entonces,¿puedousarlacuandosea?Yomeencogídehombros.—Sí.UnalevesonrisatiródeunadelascomisurasdelabocadeTrentonya
continuaciónseextendióportodasucara.—VoyaapostarenlasiguientepeleadeTravis.Paraversirecuperola
pastaquemesacóAbbyyalgomás.Lapróximasemanaempiezoabuscarcasa.Quieroquevengasconmigo.—Vale—dije,sinestarmuyseguradeporquéteníaesesemblantetan
serio.Yoyasabíaqueestabamoviéndoseparaencontrarcasa.
LasonrisadeTrentoneradeslumbrante.—Serálapeleadecierredelaño.Unpastizal.Probablementetraerána
algúnluchadordeartesmarcialesmixtascomoelqueconsiguieronelañopasado.—¿Aquiéntrajeronelañopasado?—AKellyHeaton.Perdióeltítulohacecuatroaños.Travislemetióuna
de impresión.—EraevidentequeaTrenton le traíabuenos recuerdos—.Saquémilquinientosdólares.Siesteañopuedoganarcomomínimoeso,lohabremosconseguido.—Túlohabrásconseguido.Yoyatengocasa.—Sí,vale,peroalomejorunodeestosdíasdecidesquedarteapasarla
nocheyyanovuelvesmásatucasa.—Notehagasilusiones.Meencantatenermipropioespacio.—Ypuedestenertuespacio.Puedestenerloquequieras.Mepusedepuntillas,lerodeéelcuelloconlosbrazosybesélossuaves
labiosdeTrenton.—Yatengoloquequiero.Élmeabrazóconmásfuerza.—Venga.Sabesqueloestásdeseando.—No,gracias.Demomentono.ElrostrodeTrentonsepusoserioporuninstanteyentoncesmeguiñó
unojoycogiómisllaves.—VoyaponerenmarchaelJeep.Ahoravuelvo.Sepusoelabrigoysalióapasoligero.Hazelacudióalvestíbuloymeneólacabeza.—Trentonteama,kaigiban.Enplanamordelbueno,deldeparatodala
vida.Nunca le he visto así, nunca le he visto hacer estas cosas por unachica.—Melodijocasisusurrando,comoarrullandocadapalabra.Mevolvíhaciaella.—¿Cómomehasllamado?Ellasonrió.—Te he llamado «amiga», perra. En tagalo. ¿Tienes algún problema
coneso?Mereíy lediunempujoncitoapenaslobastantefuerteparadesplazar
mínimamentesucuerpecillo.—No.Conloquetengounproblemaesconelhechodequecasinome
quedatabacoynoquierogastarmelapastaquecuestaotropaquete.
—Puesdejadefumar.Además,esasqueroso.—¿Tú no fumas? —pregunté. Como todos los demás del estudio
fumaban,diporhechoqueellatambién.Hazelhizounamueca.—No.Yyasoloporeso,notepediríasalirenlavida.Esrepugnante.A
nadieleagradamorrearseconuncenicero.Yomepuseunpitilloenlaboca.Trentonentrócorriendo,tiritando.—¡Lotienesapunto,nena!—Mequitóelcigarrillodeloslabiosyme
besó,inclinándomeligeramentehaciaatrás.Cuandomeliberó,mevolvíhaciaHazel.—Pueshayunoalquesí.Hazelmesacólalengua.—Mañanaventemprano.Empezarécontusdilatadores.—No,guapa,deesonada.—Sí,señorita—respondiócantarina,marchándoseyahaciasutaller.—¿Quieres que te acerque alRedDoor?Nomeharía ningunagracia
queloszoquetesdetushermanossepresentasenentupiso.Yfuerahaceuntiempodeperros.—Brazilestáenmicasaymelasséapañarconunpoquitodenieve.—
Aunque en las aceras había un palmo de nieve sucia en proceso dederretirseysoplabaunvientodemildemonios,erapreferiblealhielo.Ymantenerlimpiaslamayoríadelascalleseraalgoqueanuestrapequeñaurbeseledababien.Trenton tenía las mejillas y la nariz de color rojo brillante y seguía
tiritando.—Brazilnovaapodervérselascontushermanos—dijo,arrugandola
frente.Yomereíycogímipesadoabrigonegroymibolso.—Gracias por arrancar el Jeep. Quédate aquí dentro, que se está
calentito.Élmedevolvióelcigarrillo,nosinantesdarmeunúltimobeso.—SanValentínesdentrodeunasemana.—Sí.Exactamentedentrodeunasemanaapartirdehoy.Asíquecaeen
sábado.Genialparatodoelmundomenosparanosotros.—Puespídetelanochelibre.YatrabajasteenAccióndeGracias.—Lopensaré.Trentonsequedóenlapuertamientrasyosacabaelcochemarchaatrás.
Duranteeltrayectoamicasanoencontrécomplicaciones.Alentrarenelpiso,cerré lapuertaydejé las llavesen laencimeraymefuiderechaalcuartodebaño.Laduchacalientemesentódemaravilla,peronadamáscerrar el grifo oí a Brazil y Raegan riñendo. Y cuando me cepillé losdientes y me puse mi albornoz blanco de rizo grueso y salí al pasillo,habíantrasladadolabroncaalaentrada.Brazilmevioysuspiró.—Voyair,Ray.Lesdijequeiríayvoyair.—Pero teníamosplanes. ¡Noestábiendarmeplantónpara irteabeber
contuscolegasdelafraternidad!¿Porquénoloentiendes?Brazilsecalóelgorrohastalascejas,sesubiólacremalleradelabrigo
ysemarchó.Raeganfuederechaamihabitaciónysesentóenlacama.Yomesenté
en el suelo, delante del espejo de cuerpo entero, y abrí mi neceser demaquillaje.—¡Peroquégilipollases!—dijo,golpeandoelcolchónconlospuños.—No está preparado para una relación. Quiere las ventajas de tener
noviaperosincomprometerse.Ellanegóconlacabeza.—EntoncesquesepongaenplanTravisMaddoxysetireatodoloque
tengavagina,hastaqueencuentreloquebusca,enlugardeempeñarseenintentarquefuncionelonuestro.Yolevantéunaceja.—Esquenoquierequeseasfelizconnadiemás.ElenojoenelsemblantedeRaegansetransformóentristeza.—Kody me llamó hoy. Está preocupado por el estado del asfalto y
quiere venir a buscarme para llevarme al local. Tuvimos nuestrasestúpidasbroncas,peroleechodemenos.Mepintélosojosyloslabios,enchuféelsecadoryloencendí.—¿Aquéesperas,Ray?—dijealzandolavozparaquemeoyeraapesar
delruido.No respondió. Simplemente se quedómirándomemientras el pelo se
me levantabapor todaspartesporel chorrodeaire.Cuando terminé, seencogiódehombrosydijo:—Brazilmedejóelañopasadomásomenosporestasfechas,antesde
lafiestadeparejasdelafraternidad.Teníaelvestidocompradoylehabíadichoatodoelmundoquemehabíapedidoirconél.Puesesteañopienso
iraesaputafiesta.Clavélamiradaenelespejo,atónita,paraverlelacaraenelreflejo.—¿Me estás tomando el pelo? ¿Vas a tragar todas esas memeces de
fraternidaddetíos,contaldeiraunafiesta?—¡Tengoelvestido!—exclamó—.Túnoloentiendes.—Tienesrazón.Noloentiendo.SonóeltimbreyRaeganyyonosmiramos.—IgualesBrazil—dijoella.—ColinyChasesepresentaronhoyenSkinDeep.Porpoconoselíana
puñetazosconTrenton…ycontodoslosdemás.—¡Mierda!¿Puedenserellos,creestú?—preguntó.Melevanté,meacerquésigilosamentealapuertadenuestropisoymiré
por la mirilla. Puse los ojos en blanco y, tras quitar la cadena deseguridad, abrí la puerta. Era Kody, envuelto en un abrigo de lana,bufanda,guantesygorra.—¿Quéhacestúaquí?—preguntóRaegan,asomandolacabezaparaver
quiénentrabaenelsalón.—Ray,lacosaseestáponiendochunga.Creoquenoesbuenaideaque
vayasentucoche.Ningunadelasdos.Ellabajólamirada.—Yoaúnnoestoylista.Kodysesentóenelsofádedosplazas.—Te espero. Dejaré la furgo con el motor en marcha para que esté
calentitacuandoentres.Raegan reprimió una sonrisa. Entonces, se fue pitando a su cuarto y
cerrólapuerta.—Volvíacasahacemenosdeveinteminutos.Noestátanmal—dijecon
miradapícara.—Shh—hizoKody—.Nohacefaltaqueseentere.—Eresbueno—dijeyo,ymefuihaciamicuarto.
Capítulo21
Elsábadoporlanoche,despuésdeunajornadaextenuanteenelRedDoor, llegué casi arrastrándome a mi piso. Al entrar en mi cuarto yencender la luz,me encontré conTrenton tumbado encima demi cama,conunosbóxersdecolorazulmarinoy…calcetines.Medesnudé,apaguélaluzymesubíagatasenlacama,asulado.Élse
peleóconlassábanasparapodermetersedentroconmigoyentoncesmeestrechócontrasucuerpo,pegandolacaraamicuello.Nosquedamosasíuna eternidad, quietos, calentitos. Era la primera vez enmi vida que alllegaracasadespuésdetrabajarhabíaalguienesperándome.Peronoeradesagradable, sino todo lo contrario: me hallaba en una cama calientejuntoalcuerpocalienteeincreíblementedifícilderesistirdelhombrequemeamabamásdeloquemehabíaamadoantesningúnotro.Habíacosaspeores.Muchopeores.—¿QuétalOlive?—¿Hmmm?—Olive.¿Estábien?—Te echademenos.Le he prometido traerlamañanapara quepueda
verte.Sonreí.—¿YquétalelChickenJoe’s?—Grasoso.Ruidoso.Bestial.Apreté más aún contra mí la parte de su brazo que me cruzaba por
encimadelpecho.—Veoqueencontrastelallave.—Quéva,noconseguíencontrarla,asíquemecolépor laventanade
vuestrocuartodebaño.¿Sabíasqueestabacerradasinpestillo?Mequedédepiedra.Trentonserio,lentamente,envozbaja.Yolehinquéelcodo.
LapuertadecasaseabriódegolpecongranestrépitoyTrentonyyonossentamos.—¡Cortaelrollo!¡Niseteocurradecirleadiósconlamano!¡Raegan!
—dijoBrazilagritos.—¡Ha sido un cielo! ¡No quiso que cogiese el coche con esta nieve,
nadamás!—¡Perosinohaynieveenlascalles!¡Soloestánmojadas!—¡Claro! ¡Ahora! —replicó ella. Cruzó el pasillo haciendo mucho
ruidoalandaryBrazilfuetrasellaycerrólapuertadeldormitoriodandounportazo.Yogruñí.—Estanocheno.Necesitodormir.LavozamortiguadadeBrazilseoíaatravésdelapared.—¡Porquenopuedesircontuexnovioensufurgoporahí,poreso!—¡Alomejorsimehubiesesllevadotúallocal…!—¡Ah,no!¡Nomecarguesamíconlaculpa!¡Siyohubiesehecholo
mismo…!—¿Yquiéndicequenolohayashecho?—¿Qué significa eso? ¿Qué quieres decir, Raegan? ¿Alguien te ha
dichoalgo?—¡No!—¿Entoncesqué?—¡Nada!¡Notengoniideadeloquehacescuandonoestás!¡Nisiquiera
estoyseguradesimeimportaya!Enesemomento todoquedóbastanteensilencio.Entonces,alcabode
variosminutos,continuaronhablandoenvozmásbaja.Diezminutosmástarde no se oía ninguna voz y, justo cuando pensaba acercarme a ver siRaeganestababien,oísusgemidosyjadeos,ysucamaempezóagolpearcontralapared.Puaj.—Nomelopuedocreer—dije.—Lodeirnosavivirjuntosvasonandocadavezmejor,¿nocrees?—
dijoTrentonpegandolacaraamicuello.Yomeacomodéasulado.—Llevamosmenosdecuatromeses.Vayamosconcalma.—¿Porqué?—Porquesonpalabrasmayores.Casinoteconozco.
Trentonapoyósumanoenmirodillayfuesubiéndolasuavementehastaquesusdedostocaronlapartedealgodóndemisbraguitas.—Yoteconozcobastanteíntimamente.—¿Deverdad?¿EsquequieresalargarlaescenadeBuffyySpikeque
sehamontadoahíallado?—¿Eh?—Primerosetiranlostrastosalacabezayluego…pelillosalamar.—Notienesganas,¿no?—preguntóél.LosgrititosdeRaeganerancadavezmásagudos.—No.Enestosmomentosno.—¿Ves?Prácticamenteescomosifuésemosmaridoymujer.—¡Te ha dado por hacerte el gracioso! —dije yo, hundiendo los
pulgares entre sus costillas. Él intentó defenderse, gruñendo y riéndosemientras yo le hacía cosquillas. Acabó imitando los grititos agudos deRaegan.Yometapélaboca,tronchándomederisasinpoderparar.Raeganse calló y Trenton me dio con un puño. Entonces los dos volvimos atumbarnos.Media hora después, Brazil y Raegan pasaron sigilosamente por el
pasilloyseoyóque lapuertadecasaseabríayvolvíaacerrarse.Unossegundosdespués,lapuertademicuartoseabriódegolpeyseencendiólaluz.—¡Cabrones!Yome tapé los ojos.Entonces, oí queRaegan contenía la respiración
comosisehubieseasustado.—Joder,Trenton,¿quétehapasado?Mevolvíparamirarle.Encimadelpómuloteníatresarañazosrojosde
sangre,yunodesuslabiosestabapartido.Melevantédandounrespingoymequedésentada.—¿Quétehashechoenlacara,Trent?—Todavíanotengopensadaunamentiraquepuedacolar.—PenséqueestanochehabíasestadoenelChickenJoe’sconOlive.¿O
esqueotravezfuisteaesebardemoteros?—lepregunté,coninnegabletonodeacusación.Trentonrioparasí.—No, sí que fui al Chicken Joe’s. Pero Chase y Colin estaban allí
también.Raegan se quedó perpleja, igual que yo. Los ojos se me llenaron de
lágrimas.—¿Yesoscabronessetiraronaporti?¿EstandoconOlive?¿Ellaestá
bien?—Lointentaron.Laniñaestábien.Salimosdellocalynoviograncosa.Raegandiounpasohacialacama.—¿Quépasó?—Puesdigamossimplementequeseleshanquitadolasganasdevolver
atirarseencimademí.Yometapélacara.—¡Malditasea!¡Malditasea,joder!—Cogímimóvilymandéelmismo
mensajeaColinyaChase.Conteníasolounapalabra:
GILIPOLLASElmóvildeTrentonvibróylocogió.Alverlapantalla,pusolosojos
enblanco.Tambiénlehabíamandadoaélelmensaje.—Oye,quefueronelloslosquevinieronapormí.—¿Estánbien?—quisesaber.—Algo magullados. Y más les va a doler por la mañana. Pero se
terminó.Lacarasemecontrajo.—¡Trent!¡Joder!¡Estotienequeacabar!—Teloacabodedecir,nena:sehaterminado.Cobyestabaconellos.Él
nosemetiróencima,sinoquetratódedisuadirles.Yolespartílacarayellosaccedieronaretirarse.Mimóvilpitó.EraChase.
Losiento.Yalohemosarreglado.Estátodobien.
¿Quétaltucara?
Mal.
Estupendo.A Raegan se le abrieron un poco más los ojos y entonces salió de
espaldasysefueasucuarto.YofulminéaTrentonconlamirada.
—¿Quéqueríasquehiciera?¿Dejarquememachacasen?Distendíelrostroyrespondí:—No. Pero me parece horrible que ocurriese algo así estando Olive
delante.Mepreocupacómoesté.Trentonsaliódelacamaparaapagarlaluzyentoncesvolvióameterse
amilado.—Mañanalaverás.Estábien.Leexpliquéloquehabíapasadoyluego
seloexpliquéasuspadres.Yomeestremecí.—¿Seenfadaronmucho?—Unpoquillo.Peronoconmigo.—¿Necesitashielooalgo?Trentonrioenvozbaja.—No,nena.Estoybien.Duérmete.Relajé los músculos, pegada a él, pero tardé un rato en conciliar el
sueño. No podía parar de pensar. Y por su manera de respirar, me dicuentadequeTrentontampococonseguíadormirse.Alfinal,mepesaronlospárpadosymedejévencerporelcansancio.
Cuando finalmente abrí los ojos, el relojmarcaba las 10:00 yOlive
estabadepiealladodemicama,mirándome.Aldarmecuentadequebajolaropadecamaestabacasidesnuda,sujetébienlasábanacontraelpecho.—Hola,Olive—dije,pestañeando—.¿YTrent?—Estámetiendolacompa.—¿Lacompra?—dije,incorporándome—.¿Quécompra?—Fuimosahacer lacompaestamañana.Éldijoque te faltabandoso
trescosas,perohallenadoseisbolsas.Meinclinéparamirarperosolovilapuertadecasaabierta.Brazilsalióalpasillo.Loúnicoquecubríasupielbronceadaeranunos
calzoncillos de tela de cuadros escoceses en tonos verdes. Bostezó, serascóelculoyentonces,aldarselavuelta,vioaOlive.Cruzólasmanosparataparselaingle,queestabatambiéndespertándose.—¡Ostras!¿Quéhaceaquí?—HavenidoconTrent.¿Ytúyahasvuelto?—LleguécuandoTrentseiba.—Pontealgoderopa,malditasea,quenovivesaquí.
Olivemeneólacabeza,reprobándoleconsusdestellantesojosverdes.Brazil se refugió en la habitación deRaegan.Señalé la puerta con un
movimientodelacabezayledijeaOlive:—Largo,peque.Queyotambiéntengoquevestirme.—Leguiñéunojo
yellasonrióysalióatodocorrerendirecciónalsalón.Tras cerrar bien la puerta de mi cuarto, saqué de mis cajones unos
calcetinesyun sujetadory a continuaciónmepuseunosvaquerosyunasudadera de color crema. Mi pelo seguía atufando como a cuarentapaquetesdecigarrillosdespuésdelanochedetrabajoenelRedDoor,asíque me lo recogí en una mini coletita, lo rocié con un poco dedesodoranteylodiporbueno.Cuando entré en la cocina, Trenton estaba bromeando con Olive
mientras guardaba en los armarios latas de comida, entre otras cosas.Todosestabanabiertosyrepletos.—¡TrentonAllen!—exclamé,atónita,ymetapélaboca—.¿Porquélo
hashecho?¡Sesuponíaqueteníasqueestarahorrando!—Pasounmontóndetiempoaquí,comomuchacomidavuestraytengo
unmargendetrescientosdólares,sobretododespuésdelcombatedefindeañodeTravis.—Pero ni siquiera sabes cuándo lo van a hacer ni si lo van a hacer.
TravisahorasolotieneojosparaAbby.¿Ysiseraja?¿Ysielotrotíoseechaatrás?Trentonsonrióymeestrechóentresusbrazos.—Dejaqueyomepreocupedeeso.Puedohaceralgodecompradevez
encuando.Tambiénhecompradocosasparamipadre.Leabracéyentoncessaquéelúltimocigarrillodemicajetilla.—¿Nohabráscompradotabaco,poruncasual?Trentonmemiróconcaradechasco.—No.¿Notequeda?Puedoacercarmeotravezytetraigo.Olivecruzólosbrazos.—Fumaresmaloparalasalús.Yomequitéelcigarrillodeloslabiosylodejéenlaencimera.—Tienesrazón.Perdona.—Notehagaslabuenecitaconmigo.Deberíasdejardefumar.YTuent
también.TrentonsequedómirandoaOliveunos instantesyacontinuaciónme
miróamí.
Yomeencogídehombros.—Detodasformas,seestabaponiendoporlasnubes.Trenton sacó su cajetilla del bolsillo del abrigo y la aplastó con una
mano.Entoncesyocogíelúltimocigarrillodelaencimeraylorompíendos.Trentontirósutabacoalabasurayyotambién.Olive estaba plantada en mitad de mi cocina, feliz como no la había
visto antes. Pero entonces sus preciosos ojos verdes comenzaron allenarsedelágrimas.—¡Ew, no llores!—dijo Trenton, cogiéndola rápidamente en brazos.
Ellaseabrazóaélysucuerpecilloempezóatemblar.Seirguió,memiróysesecóunojoconlamano.—¡Esquemesientotanfeliz!—dijo,ysorbióelaireporlanariz.YoabracéaTrenton,demaneraquelapequeñaquedóemparedadaentre
los dos. A Trenton las cejas se le dispararon en un gesto que era unamezcladediversiónyemociónalverlareaccióndeOlive.—Jolines,Ew,dehabersabidoqueeraalgotanimportanteparati, los
habríatiradoalabasurahacíatiempo.Ellaleapretólasmejillasconlaspalmasdelasmanosparaarrugarlela
boca.—Mamádicequeestámásorgullosadehaberdejadodefumarquede
cualquierotracosadelmundo.Despuésdemí.Trentonlamirócondulzuraylaabrazó.Oliveestuvoviendodibujosenlatele,sentadaenelpequeñosofá,hasta
queTrentontuvoquemarcharseacasaparaprepararseparairatrabajar.YolleguéantesqueélaSkinDeep,asíquedecidílimpiarelpolvoypasarelaspirador,puesCalvin,quehabíaabiertoyaelestudio,sehabíaocupadodedarlaslucesydeencenderelordenador,queeraloqueyosolíahaceralllegar.Hazelentrócomounaexhalaciónporlapuertadellocal,prácticamente
ocultabajosugranabrigonaranjaysugruesabufanda.—¡Perdón! ¡Lo siento horrores!—se disculpó, y se fue pitando a su
taller.Mepicólacuriosidadymefuitrasella.Hazel roció la silla condesinfectantey a continuación limpió todo lo
demás.Estabarebuscandoensuscajones,sacandoycolocandounaseriedeenvases,cuandosevolvióparamirarme.—¡Melavolasmanos,mepongolosguantesyestoylista!
Arruguélafrente.—¿Lista?¿Paraqué?Estamañananotienesanadie.Unasonrisapícaraseledibujóenlacara.—¡Claroquesí!Salióy al cabodeunos cincominutos regresómientras se enfundaba
losguantes.—¿Bien?—dijo,mirándomeconcaraexpectante.—¿Bien,qué?—¡Siéntate!¡Pongámonosaello!—Queyonoquierodilatadores,Hazel.Yate lohedicho. Infinidadde
veces.Ellasacóellabioinferior.—¡Perosiyamehepuestolosguantes!¡Estoylista!¿Vistelosnuevos
dilatadores que recibimos la semana pasada, con pintitas de leopardo?¡Sonlacaña!—Esqueyonoquieroquelasorejasmecuelguen.Esasqueroso.—No hace falta que te pongas de los grandes. Podemos empezar
simplementeconundilatadordeunocomados.¡Essupermini!Unacosaasí…—Curvóelpulgaryeldedoíndicehastaformarunagujeritoenelcentro.Yoneguéconlacabeza.—No,corazón.Yamepuseunpiercingen lanariz.Meencanta.Estoy
bienasí.—¡Perositemolanlosmíos!—exclamó,desinflándosepormomentos.—Sí.Lostuyos.Peroyonoquieroesoenmisorejas.Hazel se quitó los guantes con rabia y los tiró en la papelera.Luego,
soltóunaretahíladetacosentagalo.—Trentestáapuntode llegar—dije—.Que tehagaun tatuajenuevo.
Paradesahogarteunpoco.—Esovaleparati.Peroyonecesitoclavarcosas.Esloquemedapaz.—Coño—comenté,yregreséalarecepción.Trentonentróapasoligero,meciendolasllavesenundedo.Saltabaala
vistaqueestabadebuenhumor.—Nena—dijo,corriendoamilado.Mecogióporlosbrazosyañadió
—: He dejado el coche en marcha. Necesito que vengas conmigo unmomentito.—Trent,elestudiohaabierto,nopuedo…
—¡Cal!—exclamóTrenton.—¿Sí?—respondióCalvindesdeelfondodellocal.—¡MellevoaCamiparaquelovea!¡Volvemosenmenosdeunahora!—¡Loquetúdigas!Trentonmemiróconlosojosbrillantes.—¡Vamos!—dijo,cogiéndomedelamano.Yomeresistí.—¿Adóndevamos?—Ya loverás—respondiómientras tirabademíhastael Intrepid.Me
abriólapuertayyomesubí.Entoncesélrodeóelcocheapasoligero,pordetrás,ysemetiórápidamenteenelasientodelconductor.Condujo a gran velocidad hacia el misterioso lugar al que nos
dirigíamos,con la radiomásaltade lohabitualy llevandoel ritmoconlosdedosenelvolante.NosmetimosenlazonaprivadadeMontesAltos,uno de los complejos de apartamentos más bonitos de la ciudad, yaparcamos delante de las oficinas. Una mujer de mi edadaproximadamente,vestidacontrajedechaquetaytacones,esperabaenelexterior.—Buenos días, señor Maddox. Y usted debe de ser Camille —dijo,
tendiéndomelamano—.YosoyLibby.Estabadeseandoquellegaseeldíadehoy.—Yoleestrechélamano,sinentendermuybiendequéibatodoaquello.Mientrasnosdirigíamosconellahaciaunbloquedepisosde laparte
posteriordelapropiedadprivada,Trentonmecogiódelamano.SubimoslasescalerasyLibbysacóunllaverollenodellaves,conunadelascualesabriólapuerta.—Bueno, pues este es el dedoshabitaciones.—Estiróunbrazohacia
delanteygirólentamenteelcuerpotrazandounsemicírculo.Merecordóauna de esasmujeres deElprecio justo—.Dos baños, doscientosmetroscuadrados, toma para lavadora y secadora, frigorífico, triturador debasura, lavaplatos, chimenea, totalmente enmoquetado, y hasta dosmascotaspermitidascon fianzapormascotas.Ochoochentaalmes, confianzadeochoochenta.—Sonrió—.Eselpreciosinmascotas,queincluyeelgastodeaguayrecogidadebasuras.Labasuraserecogelosmartes.Lapiscinaestádisponibledemayoaseptiembre,elclubsocialelañoentero,elgimnasiolasveinticuatrohoras,sietedíasalasemana,yporsupuestoplazaasignadadeaparcamientocubierto.
Trentonmemiró.Yomeencogídehombros.—Unapasada.—¿Tegusta?—¿Cómonomeibaagustar?Ledamilvueltasamipiso.TrentonsonrióaLibby.—Nosloquedamos.—Esto… Trenton, ¿podemos…? —Me lo llevé a uno de los
dormitoriosycerrélapuerta.—¿Dime,nena?Estepisonovaaestardisponiblemuchotiempo.—CreíaquenotendríaseldinerohastadespuésdelcombatedeTravis.Trentonserioymerodeóconsusbrazos.—Heestadoahorrandoelequivalenteaunañodealquilermásrecibos,
contando incluso con lamitad que pagaré ami padre. Tengo suficienteparaquepodamosmudarnosya.—Espera,espera,espera…¿Hasdicho«podamos»?—¿Y qué iba a decir? —preguntó Trent, confuso—. Acabas de
responderquetegustayqueeramejorquetupiso.—¡Pero no he dicho que fuese a venirme a vivir aquí yo también!
¡Anochetedijejustolocontrario!Trenton se quedó mirándome boquiabierto. Entonces, la boca se le
cerródegolpeysefrotólanuca.—Vale,pues…Yomequedoconunallavedetupisoytúconunadel
mío.Yaverquétal.Sinpresiones.—Nohacefaltaquemedesunallavedetupisoenseguida.—¿Porquéno?—Esque…Nolanecesito.Nosé,semehaceraro.¿Yparaquéquieres
unpisodedoshabitaciones?Trentonseencogiódehombros.—Dijistequenecesitabastuespacio.Esaotrahabitaciónesparaloque
túquieras.Medieronganasdeabrazarleydedecirlequesíyhacerlefeliz,perolo
cierto era que yo no quería irme a vivir conmi novio.Aúnno.Y si lohacía,seríaunaprogresiónnatural,noestamierdadeemboscada.—No.—¿Noqué?—No todo. No quiero que me des una llave. No me voy a mudar
contigo.Nomevoyaponerdilatadoresenlasorejas.Simplemente…¡no!—Dilatadores…¿Qué?Salí corriendo. Pasé por delante de Libby a todo correr, bajé las
escaleras y me metí en el Intrepid. Trenton no me dejó mucho tiempoesperandoenmediodel frío.Semetióenelcoche,ami lado,ypusoelmotorenmarcha.Mientrasesperabaaquesecalentase,suspiróydijo:—Escogíunamalasemanaparadejardefumar.—Dímeloamí.
Capítulo22
ATrenton,liadocomoestuvoconlamudanza,nolevimuchoelpeloalolargodelasiguientesemana.Yoleechéuncablecuandopude,perolascosasestabanraras.Trentonsehabíatomadobastantemalquenomefueseavivirconél.Disimulabasussentimientostanmalcomoyo,loquenosiempreeraalgobueno.El sábado por la noche Raegan estaba sentada en nuestro sofacito,
zapeando,conunvestidodefiestadelosdecortarelhipo.Llevabaunsolotirante,comounatirahechadebrillantes.Elrestodelvestidoeradesaténrojo,totalmenteceñidoymarcandotipazo.Elescotecorazónlohacíaaúnmássexi.Llevabatambiénunostaconazosplateadosdevértigoysehabíaalisadolamelena,muybrillante,conunosmechonesrecogidosyelrestosuelto.—Me encantaría que Blia estuviese aquí. Desde luego esta imagen
mereceunadesusfrasespersonalizadas.Estásperfecta.Subrillodelabiosentonobeisdestellóensuslabiosalsonreír.—Gracias,Cami.¿Quéplanestienesestanoche?—TrentonibaadeshacercajasunratoalsalirdeSkinDeep.Perodijo
quevendríaparalassiete.ÚltimamenteTravisloestápasandomal.Vaairaverleyluegovendráparaacá.—¿Entoncesestanochelibras?Asentí.—Brazilpasaráabuscarmealassieteymedia.—Noparecequetehagamuyfelizlaidea.Ellaseencogiódehombros.Me fui amicuartoyabrí laspuertas correderasdemiarmario.Tuve
queponercuidadoaldeslizar lade la izquierda,porquesesalíadel riel.Teníalaropaesmeradamenteorganizadaporcategorías,subcategoríasycolores.Lassudaderaslasteníacolgadasenperchasenlapartedemásala
izquierda,yaladerechaestabanlascamisetas,lasprendasvaquerasylosvestidos.No teníamuchos,puesvivíamásconcentradaenhacer frentealas facturas que en rellenar mi armario ropero, y además Raegan medejabacogerleprestadasunmontóndecosas.Trentonibaallevarmeaunelegante restaurante italiano del centro y luego iríamos a tomar unascopas alRedDoor. Se suponía que iba a ser una velada relajada.Habíadejadoencimadelacómodalatarjetayelregaloquelehabíapreparado,dentrodeunabolsarojaderegalo.Erabastantesoso,peroestabaseguradequeélvaloraríaeldetalle.Saquédelarmarioloúnicoquemásomenospodíaresultarapropiado:
un vestido negro de ganchillo con forro blanco y mangas tres cuartos.Con su recatado escote en U, era el único vestido que tenía que noresaltabamibustoyquenollamaríalaatenciónenunrestaurantefino.Mecalcéunostaconesrojosymepusecollarypendientesrojosajuego,ymediporsatisfecha.Justo antes de las siete alguien llamó con los nudillos y salí a paso
ligeroaabrirlapuerta.—Notelevantes.DebedeserTrent.Peronoeraél.EraBrazil.Mirólahoraydijo:—Perdónporllegartanpronto.Esqueestabaencasasinnadaquehacer
y…Raegan se puso de pie y durante unos segundos Brazil se quedó sin
habla.Entoncesesbozóunasonrisasesgada.—Quémona.Yofruncíelceño.Raeganestabaimpresionanteynomecupodudade
queBrazilseestabahaciendoelindiferenteaposta.Nolohacíaporputear,peroensumiradaseaprecióunpuntitodepesar.Raegannoprotestóporsufaltadeexpresividad,simplementeimitósureacciónycogiósubolsodelaencimeradeldesayuno.—Mejorllévateabrigo,Ray—sugirióBrazil—.Haceunfríoquepela.Abrí el armario de la entrada y le tendí aRaegan el abrigo negro de
vestir. Ella me lo agradeció con una pequeña sonrisa y a continuaciónsalieronycerraronlapuerta.Regresé ami cuarto para terminar de arreglarme el pelo. Dieron las
siete y luego las siete y media. A las ocho cogí mi móvil y miré lapantalla.Nada.Probéallamarleperoautomáticamentesaltóelcontestador.A las nueve menos cuarto estaba sentada en el pequeño sofá de dos
plazas,jugandoaunestúpidojuegodepajaritosenelmóvil.QueTrentonno hubiese telefoneado para explicarme su tardanza no estaba ayudandonadaacontenerelenfadoqueibacreciendodentrodemí.Alguienllamóalapuertaconlosnudillosymelevantédeunbrinco.Al
abrir la puerta, me encontré con Trenton. O con la mitad de Trenton,porqueestabaocultodetrásdeun jarrónconvariasdocenasde rosasdecolorrojooscuro.Contuvelarespiraciónymetapélabocaconlasdosmanos.—Madremía.¿Sonparamí?—pregunté.Trentonentróydejóeljarrónsobrelaencimera.Ibaconlamismaropa
quehabíallevadoatrabajarydeprontomesentídemasiadoarregladaencomparación.Cuandosediolavuelta,nosonreía.—¿Quépasa?¿EstábienTravis?—pregunté.—Su moto estaba aparcada delante del Ugly Fixer Liquor ’s, conque
seguramenteno.Leabracéconfuerza.—Gracias por las flores. —Cuando me di cuenta de que no había
movidolasmanosdeloscostados,meaparté.Vi claramente queTrenton estabahaciendo esfuerzos pormantener el
semblantesereno.—Lastrajeronalestudioaúltimahora,cuandoyatehabíasido.Noson
mías.—¿Ydequiénson?—pregunté.Élseñalóeljarrón.—Hayunatarjeta.Meacerquéysaquédeunpequeñosoportedeplásticounsobrecitode
color rojo.Cuando extraje la tarjeta,moví los labios leyendo el texto atodavelocidad,perosinemitirningúnsonido.
Másdeunavezestasemanahetratadodeconvencermeparanohaceresto,perotenía
quehacerlo.Siempretequerré,T.
Cerrélosojos.—Malditasea.—Tendílatarjetabocaabajoenlasuperficiedeformica
verdeclaroyallíladejé,debajodemimano,mientrasmirabaaTrenton
—.Séloqueestáspensando.—No,nolosabes.—Yanohabloconél.Hacesemanasquenohablamos.—EntonceserandeT.J.—concluyóTrenton,ylacarayelcuellosele
pusieronrojísimos.—Sí,peronisiquieraentiendoporquémelasmanda.Hagamos…—Le
tendílasmanos,peroélseapartó—.Hagamoscomosinoexistieran,nadamás—dije,señalandolasrosasconungestodedesdén—,ypasemosunratoagradableestanoche.—Trentonsemetiólasmanosenlosbolsillos,de mala gana, al tiempo que apretaba los labios—. Por favor —lesupliqué.—Telashamandadoparamarearte.Yparamarearmeamí.—No—dije—,noessuestilo.—¡No ledefiendas! ¡Esto esdegilipollas!—exclamó,volviéndoseya
hacia la puerta.Entonces, de nuevo se giró paramirarme—.Llevo todoeste rato sentado en el estudio, mirando esas putas flores. Queríatranquilizarmeantesdepresentarmeaquí,peroestoes…Esunaputafaltaderespeto,¡esoesloquees!Medejolapieltratandodedemostrartequesoymejor para ti de lo que él lo fue nunca.Pero sigue sacándosede lamangaestasgilipolleces,ypresentándoseaquíy…Yonopuedocompetirconunniñobien con título deCalifornia.Yo a duras penas voy tirandoadelante, sin ningún título, y hasta hace unos días todavía vivía conmipadre. Pero, Cami, estoy jodidamente enamorado de ti —dijo,tendiéndomelasmanos—.Llevoenamoradodetidesdequeéramosunoscríos.Laprimeravezquetevienelrecreo,entendíloqueeralabelleza.Laprimeravezquepasastedemífuelaprimeravezquesemerompióelcorazón.Pensabaqueestabahaciéndolobienestavez,desdeelmomentoenquetevisentadaentumesaenelRedDoor.Nuncanadietehaqueridocomoyo tequiero.Duranteañosyo…—Lecostaba respiraryapretó lamandíbula—.Cuandomeenterédelodetupadre,quiserescatarte—dijo,yserioentredientes,peronoporquelepareciesegracioso—.Yesanocheentupisopenséqueporfinhabíahechoalgobienenlavida.—Señalóelsuelo—.Quemipropósitoen lavidaeraamarteyprotegerte…Peronomepreparéparatenerquecompartirte.No sabía cómo iba a poder arreglar aquello. Era nuestro primer San
Valentín juntos y él estaba furibundo. Pero era consciente de que esasfloresnoteníannadaqueverconTrentonysítodoqueverconqueT.J.
estaba destrozado. Me quería pero, simplemente, no habíamos sidocapacesdehacerque lonuestrofuncionara.Trentonno locomprenderíaporquecualquierintentodeexplicaciónpormipartedaríapieapreguntas.Preguntas que yo no sabía cómo contestar. Me costaba horroresenfadarme con alguno de los dos y me resultaba más fácil enfadarmeconmigomismaporhabernosmetidoatodosensemejantesituación.Entréenlacocina,saquéelcubodelabasura,agarréeljarrónylosolté
enlínearectaparaquesehundieraenelfondo.Trentonmeobservóconunamuecadedolorenlacara.Entonces,todo
surostrosedistendió.—¡Noteníasquehacereso!Corríhastaély,rodeándolelacinturaconlosbrazos,apretémimejilla
contrasuhombro.Nisiquieracuandomeponíataconeseratanaltacomoél.—Noquieroesasflores.—Alcélavistahaciaél—.Perotequieroati.
Noeresuntíoconelqueprefieroquedarmeporquenohayaconseguidoal que quería en primer lugar. Si crees que te has enamorado de dospersonas,escogesalasegunda,¿verdad?PorquesirealmenteyoamaseaT.J.nohabríapodidoenamorarmedeti.Trentonbajólamiradahaciamí,unamiradacargadadetristeza.—Enteoría—respondió,ysoltóunarisacorta.—Ojalá pudieras verte como te veo yo. Todas las tías que te han
conocido quieren tenerte. ¿Cómo puedes siquiera imaginar que eres unpremiodeconsolación?Trentonmeacariciólamandíbulaconlapalmadelamanoyentonces
sealejódemí.—¡Malditasea!¡Hejodidonuestranoche!¡Quégilipollassoy,Cami!Yo
estabaagobiadoporquequeríaregalarteflores,perosontancaras…ydepronto llega ese ramo gigantesco. Soy un lerdo. Un lerdo irracional,egoístaeinseguroquesecagademiedoalpensarquepodríaperderte.Mecuestamuchocreermequeyaeresmía.—Memirabacontal tristezaquesemepartíaelalma.—¿Desde que éramos unos críos? Pero si nunca hablabas conmigo.
Pensabaquenosabíasniquiénera.Soltóunarisacorta.—Meaterrabas.Levantéunaceja.
—¿UnMaddox?¿Asustado?Contrajolosmúsculosdelacara.—Yahabíamosperdidoalaprimeramujeralaquehabíamosamadoen
nuestra vida. La sola idea de pasar de nuevo por eso nos paraliza demiedo.Alinstantelosojossemellenarondelágrimasynopudecontenerlas.
Asílateladesucamisetaentremispuñosytirédeélhaciamí,lebesécontodasmis fuerzas y salí corriendo ami habitaciónpara coger la bolsitaconlafelicitación.Regreséjuntoaélyletendílabolsa.—FelizdíadeSanValentín.Trentonsepusopálido.—Soyelgilipollasmásgrandedelahistoriadelosgilipollas.—¿Porqué?—Estabatanpreocupadoporlasfloresquemehedejadoturegaloenel
estudio.—Nopasanada—dije,restándoleimportanciaconungestodelamano
—.Estoesunachorrada.Élabriólatarjeta,laleyóymemiró.—Latarjetaquetehecompradoyonoestanguay.—Déjaloya.Abreelregalo—dije,unpoconerviosa.Él metió la mano en la bolsa y sacó algo envuelto en papel de seda
blanco.Loabrióysostuvoenaltolacamisetademangacorta.Conellaasícogida,asomólacabezaporunlado.—Puesturegalotampocoesparatirarcohetes.—Noesparatirarcohetes.Soloesunacamiseta.Lediolavueltayseñalóconundedolapartedelanteraconellogode
StarWars.—¿«Quelasuerteteacompañe»?¡Estacamisetaeslapollaenvinagre!Pestañeé.—Entonces…,¿esoesbueno?Alguien llamó a la puerta con los nudillos y Trenton y yo dimos un
respingo.Mesequélosojos,mientrasTrentonibaaverporlamirilla.Alvolverse,sugestoeradeconfusión.—Es…Kody.—¿Kody?—pregunté,abriendolapuerta.—Rayhaestadointentandollamarte—dijo,angustiado—.Brazilyella
hanvueltoalasandadasynecesitaquealguienvayaarecogerla.Pensaba
iryo,peroaellaleparecequetodoirámejorsivenísconmigo.—Mierda—dije,corriendoaponermeelabrigo.—Tengolafurgoenmarcha—dijoKody—.Conduzcoyo.Señalándoleconundedo,leadvertí:—Niseteocurraliarla.Kodylevantólasmanosyyosalíporlapuerta.Nosmetimoslostresen
sufurgonetaynosdirigimoshacialasededelafraternidaduniversitaria.Había coches aparcados a ambos lados de la calle. La casa estaba
decoradaconlucesrojasyguirnaldasdelatasdecervezaycorazonesdecartulina.Aunquefueraseveíaaalgunaspersonas,lamayoríacorríandelacallealinteriordelacasapararesguardarsedelfrío.Trenton me ayudó a bajar desde el metro y pico de altura de la
furgoneta elevada de Kody, y fuimos con él, que estaba en el lado delconductor.Losgravesde lamúsica retumbabandentrodemipecho.MerecordóalRedDoor.Justocuandomedisponíaadarunpasoendireccióna la casa, Trenton me retuvo. Estaba mirando atentamente elestacionamientodedelantedelafurgodeKody.—Joder—dijo,echandolacabezabruscamentehacialacasa.LaHarleydeTravisestabaaparcadaallí,enlacalle,yasuladohabía
una botella de whisky de un cuarto de litro, vacía, sujeta verticalmentegraciasalahierbamuertaytiesa.Unachicagritó:—¡Bájame!¡Bájame!EraAbby,quecolgabaporunhombrodeTravisyleaporreabaconlos
puños con todas sus fuerzas mientras pataleaba. Él llegó dando tumboshasta un coche y lametió por las bravas en el asiento trasero.Tras unabreveconversaciónconeltíoqueestabaalvolante,TravissemetiódetrásjuntoaAbby.—¿Vamos…? —empecé a preguntar, pero Trenton me interrumpió
moviendolacabezaengestonegativo.—Llevansemanasconestetirayafloja.Yyonoquierovermeatrapado
enmediodeesedesastre.Elcochearrancóynosotrosnosmetimosenlacasa.Cuandoentramos
enelsalónprincipal,lagentesemirabaatónitaycuchicheabaentresí.—¡Trent!—exclamóShepley,conunagransonrisa.—AcabodeveraTravis—dijoTrenton,indicandohaciaatrás.Shepleyrioentredientes.
—Ya,sí.Estanochevolveránahacerlaspaces.Trentonsacudiólacabeza.—Estánlocos.Kodydiounpasoadelante.—BuscamosaBrazilyRaegan.¿Loshasvisto?Shepleymiróasualrededoryseencogiódehombros.—Haceratoqueno.Buscamos abajo, miramos por la planta principal y a continuación
subimosalaplantadearriba.Kodynosedejóniunasolahabitaciónsinrastrear, mirando incluso dentro de los armarios. Cuando llegamos albalcón,nosencontramosconBrazil.—Jason—dije. Él se volvió y saludó a Trenton moviendo apenas la
cabeza.PeroaKodylomiródehitoenhito.—Chicos,estoesunafiestadelafraternidad.Losientoperonopodéis
quedaros.—Yosoydelafraternidad—puntualizóTrenton.—Sinánimodeofender,tío,yano.KodysepusodeladorespectoaBrazil,haciendoclarosesfuerzospor
contenerlasganasdeatacarle.—¿DóndeestáRay?Brazilmeneólacabezaybajólavista.Acontinuaciónmemiróamí.—Heintentadoquelonuestrofuncionase.Realmentelointentéestavez.
Peronosoportoalaslapas.Kody se acercó un pocomás a él y Trenton lo detuvo poniéndole la
manoenelpecho.—Ellanoesningunalapa—dijoapretandolosdientes—.Deberíasdar
graciasporeltiempoqueellaquiereestarcontigo.Brazilsedisponíaareplicarcuandolevantéunamano.—Jason,nohemosvenidoaquíparajuzgarte.—Hablaporti—mecorrigióKody,gruñendo.Movírápidamentelacabezahaciasucorpachón.—Noestáscolaborandomuchoquesediga.Cierraelpico.—¿Sabesdónde está?—preguntóTrenton—.Solohemosvenidopara
llevarlaacasa.Élnegóconlacabeza.—Nolahevisto.Dejamos a Brazil a solas y bajamos por las escaleras a la planta
principal. Salimos de la casa y Trenton me agarró fuertemente con unbrazoparaprotegermedelfrío.—¿Yahoraquéhacemos?—preguntóKody.—Pruebaallamarla—dijeyo,tiritando.Volvimos a la furgoneta. Entonces, nos quedamos inmóviles al ver a
Raegansentadaenelbordillo,alladodelneumáticotraserodeKody.—¿Ray?—dijoKody.Ellaselevantóy,dándoselavuelta,nosmostrósuteléfonoenalto.—Notienebatería—dijo,llorando.Kodylacogióconsusbrazosdegiganteyellaseabrazóaélsindejar
dellorar.ÉlsubióalafurgoconellaaúnenbrazosyentoncesTrentonyyo rodeamos el vehículo hasta el otro lado. Curiosamente, Raegan noqueríahablardesupeleaconBrazil.EltemadeconversaciónfueTravis.—Yentonceséldijo:«¡Yporlamierdadeperderatumejoramigapor
ser tanestúpidocomoparaenamorartedeella!»,oalgoasí.—ApoyólapalmadelamanoenelpechodeKody—.Memorí.MiréaTrenton.Peroenlugardelacaraderisaqueyomeesperaba,vi
quesehabíaquedadopensativo.—¿Estásbien?—lepregunté.—Esoúltimocasihadadoenelblanco—comentó.Lebeséenlamejilla.—Nene.Para.Estamosbien.—Nisiquierahemospodidoiracenar.—Vamosal súper—propusoKody—.Compremosalgodecomer.Yo
cocino.—Yoteechounamano—dijoTrenton.—Ah,perositengodetodo—dijeyo—.Tengovíveresparalargo.—¿Tienesconchasdepasta?—preguntóKody.—Sí—respondimosRaeganyyoalunísono.—¿Mantequilla? —preguntó Kody. Nosotras asentimos—. ¿Harina?
¿Salsatexana?—MiréaTrenton,quedijoquesíconlacabeza—.¿Leche?¿QuesoMonterreyJack?Dijequenoconlacabeza.EntoncesTrentonintervino.—Perotenéisquesoalapimienta.Kodymovióafirmativamentelacabeza.—Valetambién.¿Tomates?¿Frijolesverdes?¿Panrallado?—Panralladono—respondióTrenton.
Kodydiounvolantazoaladerechaynosdirigimosasupiso.Entróysalióalcabodemenosdeunminuto,ydenuevonospusimosenmarchaconnuestroenvasedepanrallado.—Estoymuertadehambre—dijeyo—.¿Quénosvasapreparar?—UnaexquisitarecetadeSanValentín—respondióKody,exagerando
teatralmente—.Macarronesconquesoalasalsatexana.Loscuatrosoltamosunacarcajada.Peroamímerugieronlastripas.El
platosonabaalucinante.Trentonmesusurróaloído:—Sientonohabertellevadoacenar.Abracésubrazo.—Estoesmuchomejorqueloquehabíamosplaneado.Mediounbesoenlamejillaymeestrechócontrasucostado.—Totalmentedeacuerdo.
Capítulo23
Aunque tenía pocas asignaturas, los parciales del semestre estabansiendounsuplicio.Kody,Raegan,Gruber,BliayyoaprovechábamosparaestudiarenelRedDoorantesdequeempezarael líoocuandonohabíamuchomovimiento. Y Trentonme estaba ayudando a empollar en SkinDeep. Dentro de nada llegarían las vacaciones de primavera y estabadeseando tomarme esos días de respiro y ganar la pasta adicional queconseguiría con las horas extras. Pero antes tenía que terminar losexámenes.Laprimerasemanademarzopasóenunvistoynovisto,ylasemana
siguienteconlosparcialesdelsemestrefuepeoraún.Peroaunquenecesitéemplear todo el tiempo asignado para cada examen, acabé todos y mesentí lo bastante satisfecha de mi desempeño como para saborear lasvacaciones.El domingo por la noche, después de trabajar, en vez de volver ami
pisomedirigíalacasadeTrenton.SiKodynopasabalanocheennuestropiso,Raeganibaaldeél.Despuésdelosprimerosdíasde«¿estamosonoestamos?»,retomaronsuhistoriadondelahabíandejado.Yonuncahabíavisto a Raegan tan feliz. Pero su temporada de luna de miel estabaresultándomeincómoda,aunqueestabavolviendoacogerleelgustoalosdesayunos de Kody. Así pues, por mucho que fuese una delicia verlasonreír,dormirencasadeTrentoneraunalivioporvariosmotivos.El lunes por la mañana rodé de costado y lentamente empecé a
despertarme. El cuerpo de Trentonme envolvía por completo. Alternarentrecucharagrandeycucharapequeña,amedidaquenosgirábamosaunladoyaotro,sehabíaconvertidoenunritualnocturno.YodormíamásagustosobreelladoderechoyTrentonsobreelizquierdo,porloquenosmovíamosmuchoydábamosvueltassinparar.Bostecéy,porpurohábito,Trentonmearrimóhaciaél.Elcolorblanco
desusparedesestabasalpicadodeviejosretratosenmarcadosenbronce:fotosde su familia, de sumadre;ymuchas fotosdenosotrosdos: enelRed Door, en Skin Deep y esa foto ridícula de cuando celebramos queTrentonterminódepintarmeelsextotatuaje,uncomplicadopavorealdeintensos tonos amarillos, azules, verdes, rojosymorados, queme subíadesdelacaderahastalascostillas.Trentondijoqueeraelmejorquehabíahecho en su vida, y por las noches antes de dormirnos lo acariciabatiernamente.Mi cuerpo estaba transformándose en una obra de arte con patas. Yo
estaba encantada. Trentonme había preguntado en varias ocasiones porquéseguíatrabajandoenelestudio,inclusodespuésdequeCobyhubieseterminado el programa de rehabilitación y estuviese al día con susobligaciones.Yoledecía,enbroma,queeraporlostatuajesgratis.PeroadecirverdadTrentonmeloshabríahechogratisdetodosmodos.Eraunplusporserlanoviadelartista.Entre cliente y cliente, Trenton se venía a mi mesa a garabatear y
dibujarbocetosy,cuandoveíaunoquemegustabaespecialmente,lepedíaquemelopintaseenlapiel.Yoenmarquélosoriginalesylospuseenmicuarto,yTrentonteníalasrecreacionesensulecho.Salídelacamaymefuimediodormidaaúnalcuartodebaño.Laluz
del sol iluminaba con tanta fuerza las brillantes paredes blancas que nopodíaabrirlosojos.Medienlosdedosdelospiesconeltoalleroqueyomismalehabíaayudadoaelegiryabríelarmaritoparacogerelcepillode dientes que guardaba allí. Todo resultaba de lo más doméstico y,aunque nunca habría creído que fuera capaz de hacerlo, lo hacía y…saboreabacadainstante.Mesentéenelsofádecolornaranjabrillanteymefrotélosojos.Aesas
horas de la mañana, si las persianas estaban abiertas, el sol dabadirectamenteenelmosaicohechoconcristalitosytrocitosdeespejoquedecoraba la pared justo encima del sofá, proyectando un millón dearcoírisenlapareddeenfrente.Meencantabasentarmeallíadisfrutardelas vistas con una taza de café. Solo en casa de Trenton tomaba café.Raeganyyonoteníamoscafeterayaquípodíaprepararmeunasolatazacadavez.Trentonsaliódeldormitorio,dandotumbos,ysefrotólacara.—Noséporquéperoestoymatado—dijo,convozgraveyronca.Se
sentóamiladoyapoyólacabezaenmiregazo.Lanocheanteriorlehabía
cortadoelpeloconlamaquinilla,porloquecuandoselaacariciéconlosdedosestabaespecialmenteáspera.—Noteolvides—dijo.—Ya. La pelea de Travis está al caer y tendrás que irte en cuanto te
llameparaquevigilesaAbby.—Espero que ese cerdo que la agredió la última vez asome la jeta.
DesearáqueseaTraviselquelepartalacrismaenvezdeyo.—ComoledesmásfuertedeloqueyaledioTravis,telocargas.Así
queesperemosquenoaparezca.—Puedesusarmipisomientrasestoyenlacárcel.Puselosojosenblanco.—¿Yquétalsidirectamentenovasalacárcel?Amíestánempezandoa
gustarmelascosastalcomoestán.Éllevantólosojoshaciamí.—¿Enserio?—Mucho.—Tengounallavecontunombrepuesto.—Esdemasiadopronto,chaval,noempieces—gruñí.Élseincorporó.—Unodeestosdíasvoyadejardepedírteloylovasaechardemenos.—Lodudo.—¿Dudas que vaya a dejar de pedírtelo o que vayas a echarlo de
menos?—Lasdoscosas.Fruncióelceño.—Esonohasidoagradable.Mirémireloj.—Entramosatrabajarenunpardehoras.—Noexactamente.Pedíeldíalibre.—Vale,puesentoncesyoentroatrabajarenunpardehoras.—Esquepedíeldíalibreparalosdos.Juntélascejas.—¿Porqué?—PorqueestoypendientedequemellameTravyporquepenséquealo
mejortegustaríavenir.—Trenton, no puedes pedir mis horas libres sin consultarme. Y Cal
tampocodeberíaconsentirtesemejanteestupidez.
—Solo es un día. Además, tampoco es que necesites un segundoempleo.—Megustatrabajary,almargendequelonecesiteono,tehaspasado
delaraya.Esmidinero,Trenton.Notienegracia—dije,poniéndomedepie.Sucabezacayósobrelosalmohadonesyacontinuaciónvinodetrásdemíhastaeldormitorio.—Vale,puesentoncesllamaréaCalparadecirlequetúsívas.—No,yollamaréaCal.¿Desdecuándonecesitashablarconmijefepor
mí?—dijeyo,poniéndomeyalosvaquerosyunacamiseta.Trentonbajóloshombros.—No te vayas, nena, venga. Estaba deseando pasar el día contigo.
Perdóname.Mecalcéymepuseelabrigoydespuésdereunirmóvil,llavesybolso,
medirigíalaentradadelpiso.Trentonapoyólapalmadelamanoenlapuerta.—Notemarchesenfadada.—No estoy enfadada. Estoy supercabreada. Por esto precisamente es
por loquenoquieromudarmeavivircontigo,Trenton.Túamínomejodeslavida.—¡Pero si no pretendo joderte nada! ¡Estaba intentando hacer algo
agradable!—Vale,¿peroentiendesporquépiensoquetehaspasadodelaraya?—No,meparecequeestássacandolascosasdemadre.Suspiré.—Melargo.Apartalamano.Élnolaquitó.—Trenton,porfavor,apartalamano.Quieroirmeacasa.Élseestremeció.—A casa. Esta es tu casa. Has estado aquí la semana entera. ¡Te ha
encantado! No sé por qué eres tan cabezota. ¡Enmenos tiempo del quenosotros llevamos juntos ya te habías planteado irte a vivir a la putaCaliforniaconesemierdadetío!—¡T. J. llevabadosañosviviendoen suapartamento! ¡Eraunpoquito
másestable!Trentonsequedóboquiabierto,comosilehubiesedescerrajadountiro.—Joder,nena.Notecallesnada.Mehorroricé.
—Nodeberíahaberdichoeso.Perdona.Diounpasohaciamíyyomeasusté.Ypormuchoquemicomparación
conT.J.lehubiesedolido,esepequeñoactoreflejoledoliótodavíamás.Entoncesdijolentamente,envozbaja:—Jamástepondríalamanoencima.—Losé.Hasidolacostumbre…Yo…Seapartódemí, se fuealdormitorioycerró lapuertadeunportazo.
Loshombrossemesubieronhastalasorejasycerrélosojos.Trasunossegundosdesilencio,seoyóunruidomuyfuertedetrásdesu
puerta,comosihubiesevolcadolacómoda,aunquenopodíasaberloconcerteza.Nomequedéparaaveriguarlo.Salíporlapuerta,bajécorriendolasescalerasymemontédeunsaltoenelJeep.
Con los estudiantes universitarios de vacaciones, el estudio estaba
muerto. Amedida que las horas iban transcurriendo lentamente sin queentrase ningún cliente, el sentimiento de culpa fue consumiéndome.Trentonsabíaquenosaburriríamoscomoostrasenelestudio,porloquetenía lógicapedireldía libre.Aunasí,nopodíapedirperdónporcómomesentía.Había trabajadoduroparapreservarmiautonomíaynohabíanada malo en querer defender mi independencia todo el tiempo quepudiese.Estabasentadaencimadelmostrador,balanceandolaspiernasadelantey
atrás. Hazel estaba sentada en el sofá, junto a las puertas de la entrada,limándoselasuñasenformadegarras.—Ahíteníarazón—comentó.—¿Aquéterefieres?—pregunté,hundida.—TúpensabasmudarteconT.J.¿PorquéconTrentno?Estanestable
comocualquiera.—Nomehagassentirpeordeloquemesiento.Estabaenfadada,nada
más.—Losabe.—Entonces,¿porquénohallamado?—Alomejoréltambiénsesienteculpable.Alomejorseestámuriendo
devergüenzaalverqueteasustaste.—Fueunactoreflejo.Nopudecontrolarlo.—Losabe.Muyenelfondoéllosabe.Creoqueledejastedeunapieza.
Élhadichoalgunavezquesesientecomosisumisiónfueseprotegerte,¿noesasí?—Esomedijo.—Yluegovayteasusta.—Peronolohizoaposta.—Igualmente. Puedo entender que se lo haya tomado tan a pecho.
¡Calvin!—gritó,haciéndomedarunbrinco.—¿Qué?—bramóélasuvez.—¡Echemoselcierreaesteantro!Nohaentradoniunalmaentodoel
díayademásCamitienequeirsealRedDoor.Calvin se acercó a la entrada, su semblante carente por completo de
emoción.—¿Acabasdellamarantroaminegocio?—Sí—respondióella—.¿Estoydespedida?—¿HavenidoBishop?—preguntó.Hazelasintió.—Sí,perorecibióunmensajedetextohacequinceminutos.Tienepelea
estanoche.—¿Qué?—dijeyo,plantándomeenelsuelo—.¿Esallíadondeiba?Hazelasintió.—¿Sí?¿Por?—PorqueTrent va a estar allí esta noche.Ha apostadounpastóny se
suponequetienequecuidardeAbbyporTravis.Creoquelaúltimavezuntíolaagredió.—¡Nojodas!—dijoHazel,abriendocomoplatossusojosconformade
almendra.—Podemos cerrar si retiras lo que has dicho sobre el estudio y si
podemos tomarunacopaenelRedDoor—añadióCalvinmirándomeamí—gratis.Neguéconlacabeza.—Yo pago la primera ronda. Pero poner copas gratis es motivo de
cancelacióndecontrato,asíquenihablar.—Lo retiro —dijo Hazel—. Este es el estudio más bonito y más
maravillosodelmundoynoquiero irmenuncadeaquí.Exceptoenesteprecisoinstante.Calvinasintió.—Osveoallí.
Hazelaplaudió.—¡Tengoelmejor!¡Curro!¡Delmundo!—Sepusoenpieycorrióasu
cabinaarecogersusbártulos.Yocerréel librode registroyelordenador,yCalvinapagó las luces
desdelatrastienda.AlirhaciaelJeep,medetuvecuandodiviséaTrentonllegandoconel
Intrepid.Aparcórápidamenteysaliódelcoche.Mearrebatólasllavesdelamano,abriólapuertadelconductor,arrancóelmotordelJeepysalió.—Nochedecombate.EnelKeatonHall.Tengoque ir,ya llego tarde,
perosoloqueríaverte.—Mebesóenlamejilla.Un pánico extraño se apoderó de mí, como si estuviese diciéndome
adiós.Loagarréporlacamisetaparaquenosealejaraydije:—¿Estamosbien?Élpareciósentiralivio.—No, pero estaremos bien.—Me dedicó unamedio sonrisa tristona,
quehizoqueseleformaseeseprofundohoyuelo.—¿Quéquiereesodecir?—Quiere decir que soy un gilipollas, pero que voy a arreglarlo. Lo
juro.Tú…solamentenotireslatoallaconmigo,¿vale?Neguéconlacabeza.—Espera.—Tengoqueirme,nena.—Mediounbesoenlafrenteyacontinuación
sefueapasoligeroasucoche.—Llámamecuandohayasacabado.Tengounextrañopresentimiento.Élmeguiñóunojo.—Yotambién.Esoquieredecirquevoyaganarunpastizalestanoche.SaliómarchaatrásdelaparcamientoyyomemontéenelJeep.Estaba
calentito.Me abracé al volante, abrumada de cariño por el hombre quesiempre cuidaba tanbiendemí.Hazel tocóel claxonde suEagleTalonnegroyyolaseguídirectamentealRedDoor.
Capítulo24
Todo el mundo ha desaparecido. Es una tragedia de narices —comentóRaegan—.Dichosaspeleas.¡Dichosaspeleas!—Te pones muy dramática —dije yo, mientras la veía echar muy
enfadadaunamonedadecuartodedólarensubotevacíodelaspropinas—. ¿Te acuerdasde la últimavezque te cagaste en elCírculo?Despuésvinierontodos,curramoscomobestiasylosecharonatodosapatadasalacalleantesdequelesdiesetiempoapedirunacopa.—Meacuerdo—respondióRaegan,apoyándosecontantodesmayoen
la palma de lamano que lamejilla se le arrugó hacia arriba.Hizo unapedorretayselelevantóelflequillo.—¡Nopongastanmalacara,nena!—exclamóKodydesdelaotrapunta
delasala.Una chica entró corriendoyKody se sobresaltó por unamilésimade
segundo.Lachicafueadecirlealgoatodaprisaaunodeloscincochicosque estaban en las mesas de billar, tiró de su brazo y los dos salieroncorriendoatodavelocidad.A continuación me di cuenta de que la gente se ponía a mirar sus
móviles para ver mensajes entrantes o bien para responder llamadas, yluegosalíantodospitando.Raegantambiénsefijó.Seirguióyarrugólafrente.—Qué…raro.—HizounaseñalaKodyconlamano—.¿Haymovida
fuera?Él se inclinó hacia atrás para intentar que lemiraseGruber, quien se
encontrabaapostadoenlaentrada.—¿Pasa algo ahí fuera?—le preguntó con un vozarrón que incluso
acalló la música del local. Entonces, volviéndose a Raegan, movió lacabezaensignodenegación—.Nada.Bliaentrócorriendoconelmóvilcogidoenalto.
—¡Quéfuerte!¡TodalapeñalohasubidoaFacebook!—exclamó—.¡ElKeatonHallestáenllamas!—¿Qué?—dije,sentándomeynotandoquehastaelúltimomúsculodel
cuerposemeponíaentensión.—¡Apagaesamierda!—gritóHankalDJ.Lamúsicacesó.Hanksacóel
mando a distancia y encendió la pantalla de plasma que normalmenteemitía retransmisiones deportivas. Fue pasando de canal hasta queaparecieronlasnoticias.La imageneraoscuray semovíamucho,pero finalmentequedóbien
enfocada. Del Keaton salía una columna de humo y por el césped dealrededor se veía correr a estudiantes aterrorizados. El pie de pantallarezaba: «Vídeo tomado con dispositivo móvil en los exteriores delpabellónKeatonHalldelaEasternStateUniversity».—No.¡No!—grité,y,cogiendorápidamentemisllaves,levantélaparte
abatible de la barra para salir. Pero no bien había dado dos zancadascuandoHankmesujetó.—¿Adóndevas?—mepreguntó.—¡Trentestáahídentro!¡EstáenlapeleadeTravis!—Intentésoltarme,
peroélnoaflojabalasmanos.Jorieaparecióanuestrolado,parpadeando.—Cami,nopuedesir.¡Esunincendio!LuchécontraHank.—¡Suéltame!¡Suéltame!—grité.Kodyseacercó.Peroen lugardeecharmeunamano,ayudóaHanka
retenerme.Gruberaparecióporlaesquina.Entonces,mirándonosconlosojosmuyabiertos,sedetuvoaunospalmos.—Shh—tratódecalmarmeRaegan,separándomedelicadamentedelos
chicos—.Llámale—medijo,ymetendiósumóvil.Yo lo cogí. Perome temblaban tanto lasmanos que no era capaz de
pulsarlosnúmeros.Raeganlocogióytecleópormí.—¿Cuálessuteléfono?—Cuatro, cero, dos, uno, cuatro, cuatro, ocho —dije, mientras me
esforzaba en no ponermemás histérica de lo que ya estaba. El corazónquería salírseme del pecho y, después del enfrentamiento con Hank yKody,mehabíaquedadosinresuello.Esperamos. Nadie se movía. Nadie decía nada. Raegan miró a su
alrededorhastaposarlamiradaenmí.Negóconlacabeza.
No lesdi laoportunidaddevolver a retenerme.Salí corriendoa todapastilla endireccióna la entraday abrídepar enpar laspuertasdoblespara correr hasta mi Jeep. Como todavía me temblaban las manos, mecostó varios intentos lograr introducir la llave en el contacto. Pero encuantoelmotorarrancó,salíescopetadadelaparcamiento.El campus quedaba a menos de diez minutos. Para adelantar a otros
coches me subí varias veces por los bordillos. Finalmente llegué alaparcamientomáspróximoalKeaton.Vistaenprimerapersona,laescenaresultaba aún más espeluznante. El agua de los camiones de bomberoshabía empapado ya la tierra y había llegado hasta el asfalto. Crucécorriendoelcésped,chapoteandoconmisbotasporlahierbaencharcada.Laslucesrojasyazulesdelosvehículosdeemergenciassereflejaban
en los edificios de alrededor. Desde las bocas de riego salían lo queparecíanmilesdemanguerasendirecciónavariasventanasypuertasdelKeaton,adondelosbomberoshabíanacudidocorriendosinrepararenelpeligro. Había gente gritando, llorando o llamando a voces a otraspersonas. Docenas de cuerpos yacían en línea, tapados con mantasamarillasdelana.Pasépordelantedelahilerafijándomeenelcalzadodeaquellaspersonas,rezandopordentroparanoencontrarmeconlasbotasde trabajo amarillas deTrenton.Cuando llegué al final de la hilera,meretraje.Allíviunpardepies.Aunodeloszapatoslefaltabaeltacón.Elotropie estabadescalzoy se leveían losdedosperfectamente cuidados,conlasuñaspintadas.Enelpulgarllevabadibujadoundiseñoenformadegalón,enblancoynegro,conuncorazónrojo.Quienquieraquefueraesachica, cuando se pintó las uñas aún estaba con vida, y ahora se hallabatendidainerteenelsuelofríoyempapado.Me tapé la boca. Entonces, me puse a mirar atentamente todos los
rostrosqueteníaamialrededor.—¡Trent! —grité—. ¡Trenton Maddox!—Cuanto más tiempo pasaba,
más víctimas sacaban ymenos gente salía con vida.Aquello parecía uncampodebatalla.Aesaspeleasacudíaunmontóndegentequeyoconocía,compañeros de clase tanto de la facultad como del instituto. Desde quehabíallegadoallugardeloshechos,nomehabíacruzadoconningunodeellos.TampocoviaTravisniaAbby,ymepreguntésiestarían tambiénentre los fallecidos. Aunque Trenton hubiese logrado sobrevivir, si suhermano había perecido estaría destrozado. Al cabo de un rato fueextendiéndose un silencio que ponía los pelos de punta. Los llantos
quedaronreducidosagimoteos,ylosúnicossonidosqueseoíaneranelzumbido de las mangueras y, de tanto en tanto, alguna voz entre losbomberos.Sentíunescalofrío; fueentoncescuandomedicuentadequenohabíacogidoelabrigo.Mimóvil sonóyal tratarde llevármeloa laorejacasi semecayóal
suelo.—¿Hola?—dije,llorando.—¿Cami?—dijo Raegan—. ¡No te muevas de donde estás! ¡Trent va
paraallá!—¿Qué?¿Hashabladoconél?—¡Sí!¡Estábien!¡Quédateallí!Colguéy,temblandosinpodercontrolarme,mellevéelmóvilalpecho
y miré a mi alrededor, deseando que Raegan tuviese razón. Trentonapareció a poco menos de cien metros, corriendo a toda velocidad endirecciónamí.Lasrodillasnomesostuvieronymederrumbé,sollozando.Trentonse
dejócaerdelantedemíymerodeóconlosbrazos.—¡Tetengo!¡Estoyaquí!Yo no podía articular palabra. No podía hacer nada más que llorar
desconsoladamente y aferrarme a su camiseta. Trenton se quitórápidamenteelabrigoymeloechóporloshombros,ydenuevovolvióarodearme con los brazos y estuvo meciéndome hasta que recuperé lacalma.—Estábien,nena—dijoconvozserenaytranquilizadora.Teníalacara
llenadechurretonesdehollínysudorylacamisetacompletamentenegra.Olíaahumareda.Aunasí,hundímicaraensupecho.—¿TravisyAbby?—logréfinalmentepreguntar.—Estánbien.Vamos—dijo,preparándoseparalevantarse—.Tellevaré
acasa;ahíestaremosmáscalentitos.Trenton condujo el Jeep hastami apartamento.Hank había cerrado el
localenseñalderespeto.Poreso,RaeganyKodyestabanacurrucadosenelpequeñosofá,dondesequedaronviendolasnoticiasmientrasTrentonyyonosturnábamosenladucha.En mi habitación, ya con mi chándal gris limpio y unos calcetines
gruesos,meabracéaTrenton.Leestrechécontodasmisfuerzas,pegandolasienasucostado.MipelomojadoestabaempapándolelacamisetadeLalocahistoria,perono le importó.Todoaquelloerademasiadodifícilde
asimilar. Así pues, nos quedamos sentados en silencio, abrazados, hastaqueyomederrumbédenuevosinpoderevitarlo.Kody llamó ami puerta con los nudillos. Entonces, entró seguido de
Raegan.Ellamirabaatodaspartesmenosamisojos.—AcabandeentrevistaralamadredeBaker.Élhamuerto.Yoestabadestrozadaperoyanopodíallorarmás.Melimitéacerrarlos
ojos.Ellabiometembló.Trentonmeabrazómásfuerte.Entoncessonósumóvilylosdosdimosunbote.Mirólapantalla.Elmóvilvolvióasonar.—Noconozcoelnúmero.—¿Esdeaquí?—pregunté.Sonóporterceravez.Élasintió—.Cógelo.Trentonsellevóelteléfonoalaoreja,vacilando.—¿Hola?—Alcabodeunbrevesilencio,bajóelmóvilhastasuregazo
—.Hancolgado.KodyyRaegansefueronalacama.Peroyomequedéhechaunovillo
enelregazodeTrenton.Noqueríaapagarlaluz.Queríaverle,verleconmispropiosojosysaberqueestabavivoyqueestababien.Trentonmeacaricióelpelo.—Ladejéallí—dijo.Meincorporé.—¿Aquién?—AAbby.Travisnoconseguía llegarhastanosotros.Asíquedecidió
salir por donde todos los demás entraban, mientras Abby y yo íbamoshacia la parte de atrás.Nos perdimos.Nos cruzamos con un grupito dechicasque también sehabíanperdido. Iban siguiendoaunchicoperoélestaba tandesorientadocomoellas.Meentrópánico.—Movió lacabezaensignodenegación,con lamirada fijaen lapareddeenfrente—.Y ladejéallí,hostia.—Unalágrimarodóporsumejillaybajólavista.—Logrósalir—dije,apoyandomimanoensumuslo.—Leprometí aTravis que cuidaría de ella.Y cuando fue cuestión de
vidaomuerte,merajé.Lesostuvelabarbillaylemovílacaraparaquememirase.—No te rajaste.Tienes un instintomuy fuerte y vuestramadre está al
otro ladovelandoporvosotros.¿Qué lepasóaesegrupoconelqueoscruzasteis?—Rompíunaventanayaupéalchicoyluegoaupéalaschicasparaque
pudiesensalirporallíarriba.
—Lessalvastelavida.Esechiconohabríapodidohacerlosintuayuda.VuestramadreayudóaTravisaencontraraAbbyyteayudóatiasalvarmásvidas.Esonoesrajarseprecisamente.Esoesecharlehuevos.LabocadeTrentonsecurvóligeramentehaciaarriba.Seinclinóhacia
míymebesóenloslabios.—Estabaacojonadopensandoquenuncamásvolveríaaverte.Ellabioempezóatemblarmeotravezy,apoyandolafrenteenladeél,
movílacabezaengestodenegación.—Yonoparabadepensareneseextrañopresentimientoque teníamos
losdosestatarde.Yentonces,cuandotemarchaste,mediolasensacióndequeeraunadespedida.Nuncahepasadotantomiedoenmivida.Queyaesdecir,porquemipadrepuededarmuchomiedo.ElmóvildeTrentonsonó.Lolevantóyleyóunmensajedetexto.—EsdeBrad,queestáenlafraternidad.Hastaahorayahemosperdido
atrescompañeros.Loshombrossemehundieron.Trenton miró su móvil con la frente arrugada, pulsó una tecla y se
acercóelteléfonoalaoreja.Memiró.—Tengounmensajedevozdelnúmeroese.Nomehabíapitado.—¿Alomejorporquecasirespondistelallamada?—Esdeesenúmeroraro.Unavozdemujerdijo:«¿Eh?»,ynadamás.Trentonarrugólascejasya
continuación pulsó una tecla. Oí que la señal de llamada sonaba variasvecesyacontinuaciónlamismavozdemujerrespondió.—¿Hola?—chillóella—.¿Trent?Trentonsequedóconfusoysorprendidoalavez.—¿Abby?¿Estátodobien?—Sí,estamosbien.¿Cómoestástú?—Me he quedado con Cami. Está muy afectada por el incendio. Ha
perdidoavariosconocidos.Mereclinédenuevoensuregazo.DeAbbysoloconseguíaoírsutono
agudoalhablar.—Sí—dijoTrenton—.Ellugarpareceuncampodebatalla.¿Quéesese
ruido? ¿Estáis en un sitio con máquinas tragaperras?—le preguntó derepente.Yomeincorporé.—¿Qué?—dijo él, aúnmásalterado.Noeraposible.Nopodíanestar
haciendo eso—. Vale, ¿con qué? —preguntó—. Abby, deja de jugar yrespóndeme.—Losdosestábamosextenuadosyfuesecualfueseeljuegoal que estaba jugandoAbby, Trenton no iba a seguírselo.Me arrimé alteléfono para escucharmejor. Trenton se lo apartó un poco de la orejaparaquepudieseoír.—Anochehabíamogollóndegenteenlapelea.Hamuertomuchagente
yalguientendráqueiralacárcel.Me eché hacia atrás y Trenton y yo nos cruzamos unamirada. Abby
estabaenlocierto.Travispodíahabersemetidoenunbuenlío.—¿YpiensasquevaaserTravis?—repusoTrenton,convozgravey
seria. En esosmomentos Abby le escuchaba con total atención—. ¿Quévamosahacer?Meacerquéparaescuchar.—LehepedidoaTravisquesecaseconmigo.—Esto…—dijoTrenton,yvolvióamirarme.Lascejassemesubieron
casi hasta el nacimiento del pelo—.Vale, ¿y cómo coño le va a ayudareso?—EstamosenLasVegas…MeretiréunpocoparaverlareaccióndeTrenton.Ahoraeraélelque
teníalascejasmuyarriba,yunaseriedearrugasprofundaslesurcabalafrente.—Abby.—Soltó un suspiro. Ella añadió algo, con una voz aún más
aguda,casidesquiciada. Ibanacasarsecon laesperanzadeque resultasedisparatadoque los investigadorescreyesenqueTravis seencontrabaenLas Vegas en vez de en el Keaton Hall. Se me partió el corazón alimaginármelos.Yo lohabíapasado fatal temiendoqueelhombrealqueamaba hubiese podido morir, pero ellos tenían los mismos miedos,sumados al temordehaberpodidoperecer ellosmismos.Ypara colmoahoraseenfrentabanalaposibilidaddevolveraperderseelunoalotro—.Lo siento—dijoTrenton—.Tampocoélquerríaobligarte a algoasí.Éldesearíaquetecasarasconélporquedeverdadquieres.Sialgunavezseentera,seleromperáelcorazón.Meinclinéhaciaél.—No te preocupes, Trent. Saldrá bien. Al menos así tendrá alguna
opción.¿Esunaopción,verdad?Mejorsuertequehastaahora.—Supongoquesí—dijoTrenton,derrotado.Abbyguardósilencio—.
Enhorabuena.
—¡Enhorabuena!—dijeyo,ansiosapordejardesentirmehundida.AbbydijoalgoyTrentonmovióafirmativamentelacabeza.—Saldrábien…Yesdeputacoñaquenuestrohermanitopequeñovaya
aserelprimeroencasarse.Abbyserio.Perosenotabaqueestabaagotada.—Supéralo.—Vete al cuerno—dijoTrenton—.Y tequiero.—Cortó la llamaday
echó el teléfono a los pies de la cama. Después de contemplar duranteunos segundos las puertas rotas de mi armario, soltó una risa corta—.Tengoquearreglarteeso.—Sí,porfavor.—Travissecasaantesqueyo.Nosécómotomármelo.—Pueslesdeseastodolomejor.Puedequedurencasadostodalaviday
que tengan diez niños, puede que se divorcien el año que viene.Y nadamás,siesqueTravisnoacaba…Trentonmemiródesdearriba.—Yoapuestoporlahipótesisdelosdiezniños.—Yo también—dijoél.Apoyó lacabezaenelcabecerode lacamay
cerrólosojos—.Algúndíamecasarécontigo.Sonreí.—Cuandolasranascríenpelo.Seencogiódehombros.—Puedoponerlepelucaaunarana.Nohayproblema.—Vale,puesentoncescuando temarquesunbailea loBritneySpears
delantedetupadre,entanga.Élsellenódeairelospulmonesylosoltó.—Retoaceptado.
Capítulo25
Se hizo raro volver al campus el lunes por la mañana. Habíacresponesnegrosatadosa losárbolesyhabíancercadoKeatonHallconprecinto amarillo de la policía. En todos los pasillos, ascensores yescaleras se oían murmullos. La gente hablaba del incendio, de quiénhabíamuerto,quiénhabíasobrevividoyquiénseríaelculpable.Tambiéncotilleaban sobre las alianzas que lucían Travis yAbby, y empezaron acircularrumoressobreunsupuestoembarazo.Yo les dejaba que hablaran. Se agradecía escuchar algo que no fuese
únicamenteteoríasyconspiracionesentornoalincendio.Lapolicíayasehabíapasadoporeldomiciliode JimyhabíanhabladoconTrenton, asíqueyonoibaadaraentenderqueestabaaltantodealgo.Despuésdeclase,medirigíhaciaelPitufo,andandotrabajosamentepor
elcéspedembarrado.YmequedédepiedracuandoviaT.J.apoyadoenunlateraldelatraseradelJeep,tocandolapantalladesumóvil.Alrepararenmí,aunosseismetrosdedistancia,sepusorecto.Yocontinuéandando,soloquemásdespacio.—Mepreguntabasivendrías—dije.—Cogíelprimervueloquesalió.—¿Qué,comprobandoquetodosestánbien?Élasintió.—Controldedaños.—¿Yquépuedeshacertú?Élnegóconlacabeza.—Sonlosdos.—DejaaTrentalmargen—leespeté.Élsoltóunarisacorta,noporquelehubierahechograciaprecisamente,
sinoconobviasorpresaantemienojo.—Yonohedichonada,Camille.
—Sinoestásaquípormotivosdetrabajo,entonces¿porquéestásaquí?—No puedo darte detalles, Camille, lo sabes. Pero estoy aquí, ahora,
paraverte.Yoneguéconlacabeza.—T.J.,yahemoshabladodeesto.Tusaparicionesrepentinas,sinprevio
aviso,estánhaciendolascosasmásdifícilesdeloquetienenqueser.Asíque,anoserqueestésdispuestoaaclararlotodo…Élnegóconlacabeza.—Nopuedoenestosmomentos.—Puesentoncesdeberíasmarcharte.—Soloqueríadecirtehola.—Hola—dijeyo,ysonreíapenas.Él se inclinó para darme un beso en la mejilla y yo me aparté. Por
muchoqueéldesearafingirquetodoerainocenteyenplanamigos, losdossabíamosquenoeraasí.—Soloibaadespedirme.—Adiós.T.J.asintióy,hechoesto,diomediavueltaysealejó.Mefuiencocheacasaparacogeralgorápidodecomerantesdeirme
alestudio.Estabatriste.Preparéunpardebocadillosdejamónyquesoyme fui comiendo uno por el camino, pensando en los peluches y en lasfloresquehabíancomenzadoaamontonarsedelantedelKeaton.CuandoentréconelJeepenlazonadeaparcamientodeSkinDeep,el
Intrepid y el Talon de Hazel estaban ya allí. Entré en el local, pero nohabíanadienienelmostradornienlazonaderecepción.DiunospasosporelpasilloeinmediatamentevilasbotasamarillasdeTrenton.Unodesuspiesrebotabaarribayabajo.—¡Hazlo de una puta vez, Hazel! ¿Estás esperando el regreso de
Jesucristo?¡Hostia!—No —dijo ella dulcemente, levantando la vista hacia mí—. Estaba
esperándolaaella.Hazelleatravesólacarnedelaorejayélcontuvoungruñido,aloque
siguió una retahíla de tacos, algunos de los cuales no había oído enmivida.—¡Precioso!—exclamóella.—¿Enserio?¿Meestoyponiendo losputosdilatadorespor tiy túme
dicesqueestoyprecioso?¿Quétalvaronil?¿Machote?¿Tíobueno?
—¡Monísimo!—dijoHazel,plantándoleunbesoenlafrente.Trentongruñó.—Tehetraídounbocadillodejamónyqueso—dijeyo,mientrascogía
conlapuntadelosdedosalgunostrocitospequeñosdejamónquehabíaenloquequedabadelmío—.Estáenlaguanteradedelante.Trentonmeguiñóunojo.—Teamo,nena.—¡Siguiente!—exclamóHazel.LasonrisadeTrentondesapareció.Hazelvolvió a ensartarle lapiel, y aunque losdospiesdeTrenton se
despegarondelsuelo,élnoemitiósonidoalguno.—Poresoestabaesperandoyoatuchica.Paraquenollorases.Joder,a
Camilataladrascontupollatodaslasnochesyesmuchomásgrandequeundilatadordeunocomados.Yoarruguélafrente.—Eso sobraba. A ver si echas un polvo, que últimamente estás de lo
másprocaz.Hazelsacóellabioenunmohín.—¡Niquelojures!Trentonesbozóunasonrisapícara.—Pues tiene razón, muñeca. La tengo mucho más grande que un
dilatadordeunocomados.Meatraganté.—Me largo —dije, y volví a mi mesa, donde dejé el resto de mi
bocadillo y me puse a clasificar formularios, contándolos para ver decuáles íbamos a necesitar más copias. A continuación me dirigí a lafotocopiadora. Pero no tuve que dedicar mucho rato a buscarme tareascon las que matar el tiempo, porque enseguida la tarde se llenó deestudiantesquequeríantatuarseelnombredesuscompañerosfallecidos,desuscolegasdelafraternidad,decompañerasdehermandad.Hastavinounpadrepidiendoquelehiciéramosuntatuajeenrecuerdodesuhija.Yomepreguntésialgunadelaspersonasquecruzaronlaspuertasdel
estudio conocería a la chica de las uñas de los pies pintadas.Apreté lospárpados,tratandodellenarmimenteconalgomásagradable.Alahoradecerrarestábamostodosagotados.PeroniTrentonniBishopquisieronmarcharse hasta que todo el que había ido para hacerse su tatuaje derecuerdohubosalidoconél.
Cuandoelúltimoclientesaliódellocal,apaguéelordenadoryestiréunpocolascaderas,balanceándolashaciaunladoyhaciaotro,paraintentaraliviarunpocomidolordeespalda.Lamoquetadelestudioestabapuestadirectamentesobreelsuelodehormigónyestardepietodoeldíaenellaeraunatortura.Hazel ya se había marchado y Calvin salió del aparcamiento con su
cochecincominutosdespuésdequesehubiesemarchadoelúltimocliente.BishopyTrentonrecogierontodoyvinieronalaentradaparaesperarme.Bishopmemirabafijamente,ynotardémuchoendarmecuenta.—¿Qué?—pregunté,untantoborde.Estabacansadaynomeencontraba
conánimoparasusrarezas.—Tevihoy.—¿Sí?—Tevihoy—repitió,haciendoénfasisenelverbo.Me lo quedé mirando como si estuviese chiflado, y Trenton hizo lo
mismo.—Te he oído—repliqué, molesta, haciendo a mi vez hincapié en el
verbo.—También vi a T. J. Porque ese tío era T. J., ¿no?—respondió con
énfasisenlasiniciales.Bishoplosabía.Joder,no.Alinstante,lacabezadeTrentonsemovióbruscamenteparamirarme.—¿T.J.?¿Havenido?Yomeencogídehombros,tratandodemantenerunsemblanteimpávido
comosideellodependieramivida.—Havenidoavercómoestásufamilia.Trentonentornólosojosyapretólamandíbula.—Yaapagoyolasluces—dije,ymefuiporelpasillohastaelcuadro
general. Bajé todos los interruptores y regresé al vestíbulo. Bishop yTrentonseguíanallíplantados,soloqueahoraTrentonmirabafijamenteaBishop.—¿Quéfueloqueviste?—preguntóTrenton.—Te lodiré.Peroprométemequeusarásel cocoantesde reaccionar.
Prométemequemedejarásque te loexplique.—Yosabíaperfectamenteque no iba a poder explicárselo todo, pero necesitaba ganar algo detiempo.—Cami…
—¡Prométemelo!—¡Teloprometo!—gruñóél—.¿DequéestáhablandoBishop?—Cuando salí de clase le vi apoyado en mi Jeep. Hablamos un
momento.Nofuenada.Bishopnegóconlacabeza.—Puesesonofueloqueyovi,desdeluego.—¿Peroquécoñotepasa?—leespetéentredientes.Élseencogiódehombros.—SolocreoqueTrentdeberíasaberlo.—¿Saberqué?—chillé—. ¡Nopasónada! ¡Quisodarmeunbesoyyo
meaparté!¡Sidicesquevisteotracosa,entonceseresunputomentiroso!—¿Quiso besarte? —preguntó Trenton en voz baja, con tono
amenazador.—Pero es verdad que ella se apartó —intervino Bishop—. Me piro.
Hastaluego.—¡Queteden!—gritéyo,ylearrojélacarpetaenterallenadepapeles.
Mepuseel abrigo rápidamente,hechauna furia,y salídel estudio,peroBishop estaba ya sacando su coche del estacionamiento. Trenton saliótambién,yyoechéelcerrojodellocal,girandolallavevariasvecesantesdesacarla.Trentonnegóconlacabeza.—Yanopuedomás,Cami.Seacabó.Losmúsculosdelpechosemetensaron.—Seacabó,dices.—Sí,seacabó.¿Oesperasquesigatragandoconesto?Unas lágrimas abrasadorasme inundaron los ojos y rodaronpormis
mejillasformandountorrentecontinuo.—¡Nisiquieralebesé!¡Nopasónadadenada!—¿Porquélloras?¿Llorasporél?¡Estoeslaputapera,Cami!—¡No,nolloroporél!¡Noquieroqueestoseacabe!¡Teamo!Trentonguardósilenciounossegundosymeneólacabeza.—No he acabado con lo nuestro, nena. Estoy harto de él. —Su voz
volvióasonarbajayaterradora—.Losuyocontigoseacabó.—Porfavor—dije,tendiéndolelosbrazos—.Seloheexplicado.Ahora
yalosabe.Queríadespedirse,supongo.Élasintió,furibundo.—Supones.
Yoasentíamivez,moviendolacabezaarribayabajorápidamente,conunamiradasuplicanteenlosojos.Trentonsacólasllavesdesucoche.—¿Todavíanosehaido?Yonorespondí.—¿Dóndesealoja?Juntélosdedosdeunamanoalaalturadelpechoyacontinuaciónme
losllevéaloslabios.—Trenton,estásagotado.Estosdíashansidounalocura.Estássacando
lascosasdequicio.—¿Dóndecoñosealoja?—gritó.Lasvenasdelcuelloydelafrentese
lemarcaronmuchísimoycomenzóatemblar.—Notelopuedodecir—dije,negandoalavezconlacabeza.—Noseráscapaz—repuso,respirandocondificultad—.Vasa…¿Vasa
dejarlequesigajodiéndonosdeestamanera?Yomequedécallada.Nopodíacontarlelaverdad,demodoquenotenía
sentidohablar.—¿Meamas?—preguntó.—Sí—respondí,llorando,tendiéndolelosbrazos.Élseapartó.—¿Por qué no se lo dices, Cami? ¿Por qué no le dices que estás
conmigo?—Yalosabe.Trentonsefrotólapuntadelanarizconeldorsodelamanoyasintió.—Entoncesnohaymásquehablar.Laúnicaformadehacerquesealeje
detiesquevayaadarleunapaliza.Sabíaqueestoibaapasar.Losabía,yaunasílohice.—Meloprometiste.—¿Vasajugaraesabaza?¿Porquéleproteges?¡Noloentiendo!—¡Yono leestoyprotegiendo! ¡Teestoyprotegiendoa ti!—repliqué,
sacudiendolacabeza.—Piensoencontrarle,Cami.Voyabuscarledondehagafalta,ycuando
déconél…Mimóvil,enmibolsillo,emitióunzumbido.Acontinuaciónotromás.
Losaquérápidamenteparaverdequésetrataba.Trentondebióderepararenelgestodemicaraporquemearrebatóelteléfonodelasmanos.—«Tenemosquehablar»—leyóenvozalta.EraunmensajedeT.J.
—¡Melohasprometido!—grité.—¡Ytú!—bramóél.Suvozresonóenmitaddelanoche,haciendoeco
enelaparcamientovacío.Tenía razón. Había prometido guardar el secreto de T. J. y amar a
Trenton.Peronopodía cumplir lasdospromesas.Me reuniría conT. J.Erahoradeconvencerledequeme librasedeestacarga.PeronopodíaarriesgarmeaqueTrentonviniesedetrásdemí,ynopodíareunirmeconT.J.sinqueTrentonmeodiase.Queyosupiera,T.J.semarchabaaldíasiguiente.Teníaqueverleinmediatamente.—Cami,notecomprendo.¿Esquenohasterminadoconél?¿Eseso?Yo fruncí los labios. No podía soportar el sentimiento de culpa que
tenía.—Noesesoenabsoluto.El pecho de Trenton se agitaba. Estaba a punto de estallar. Lanzómi
móvilporlosaireshastalaotrapuntadelacalleyacontinuaciónsepusoaandaraun ladoyalotro,dando fuertespisadas, con lasmanosen lascaderas.Mi teléfono cayó en un rectángulo de hierba, justo al pie de lafaroladelotrolado.—Veteabuscarlo—dijecontrolandomiira.Élnegóconlacabeza.—¡Quevayasabuscarlo!—chilléyo,señalandolafarola.CuandoTrentonsealejó,furibundo,parairabuscareltelefonitonegro
enmediodelaoscuridad,aprovechéparacorrerhastaelJeep.Memonté,cerré lapuertaconfuerza,elmotorpetardeóunosinstantesyfinalmentearrancó.Trentonestabapegadoamiventanilla.Llamó varias veces con los nudillos, suavemente, con el semblante
serenodenuevo.—Nena,bajalaventanilla.Yoagarréelvolanteconfuerzaylemirébajandolabarbilla,ceñuday
conlasmejillasbañadasenlágrimas.—Lo siento.Encontraré tu teléfono.Pero nopuedes irte con el coche
estandotanalterada.Arranquédenuevoelmotorysoltéelfrenodemano.Trentonapoyólapalmadelamanoenelvidrio.—Cami,siquieresdarunavuelta,vale,peropásatealotroasiento.Yote
llevoadondetengasqueir.Neguéconlacabeza.
—Lo descubrirás. Y cuando lo hayas descubierto, todo se echará aperder.Trentonarrugólafrente.—¿Descubrirqué?¿Echaraperderqué?Mevolvíhaciaél.—Telocontaré.Quierocontártelo.Peronoenestosmomentos.—Pisé
a fondo el embrague, metí la marcha atrás y moví el coche mientras,bajandolabarbilla,llorabaunossegundos.Trentonseguíadandotoquecitosenmiventanilla.—Mírame,nena.Respiréhondoymetíprimera,yacontinuaciónlevantélacabezaymiré
alfrente.—Cami, no puedes conducir así… ¡Cami! —dijo alzando la voz
mientrasyomealejaba.Llegué hasta la entrada del aparcamiento, cuando la puerta del
acompañanteseabriódegolpe.Trentonentródeunsalto,jadeando.—Nena,paraelcoche.—¿Quéestáshaciendo?—Paraelcocheydéjameconduciramí.Salíalacalleymedirigíhaciaeloeste.NohabíaplaneadoiraveraT.
J.y,ahoraqueTrentonestabaenmicoche,nosabíarealmentequéhacer.Entoncessemeencendiólabombilla.LeibaallevaraveraT.J.Queseaclararatodoabiertamente.T.J.selohabíaganado.Simehubiesedejadoenpaz,nomehallaríaenestasituación.PeroantesteníaquedarletiempoaTrentonparaquesecalmara.Necesitabaconducirunpoco.—Paraelcoche,Cami.—LavozdeTrentonteníauntonoquenuncale
habíaoídoantes.Estabaangustiadoyserenoalmismotiempo.Resultabainquietante.Sorbíaireporlanarizyluegomeenjuguélaslágrimasconlamanga
delabrigo.—Mevasaodiar—dije.—No te voy a odiar. Para el coche y yo me pasaré la noche entera
conduciendosiquieres.Podemoshablardeello.Neguéconlacabeza.—No,mevasaodiaryyoloperderétodo.—Camille,amínomevasaperder.¡Mecagoentodo,vasporelcentro
de la carretera! Estamos saliendo de la población y dentro de nada nos
saldremosalcampo.¡Paraelputocoche,joder!Enesemomentodoslucesbrillantesconvergieronenuna.Casinome
dio tiempoadivisarlaspor el rabillodel ojo, cuandomi cabezagolpeócontralaventanillahaciendoestallarelvidrioenmilesdeañicos.Algunostrocitossalierondisparadoshaciaelexterior,perolamayoríacayóenmiregazooflotóporlacabinadelJeepmientraselcochederrapabaporelcruce de carreteras en dirección a la zanja del otro lado. El tiempo sedetuvo durante lo que me parecieron varios minutos. Entonces, el Jeepcomenzó a dar vueltas de campanayvolamospor los aires.Unavuelta.Dos.Luegoperdílacuenta,porquetodosevolviónegro.
Desperté en una habitación que tenía las paredes blancas y unas
persianastambiénblancasgraciasalascualesnoentrabaelsol.Parpadeévarias veces mirando en derredor. La televisión estaba encendida, sinvolumen,enunsoportealto;estabanponiendounareposicióndeSeinfeld.Cablesytubossalíandemisbrazoshastaunpardegoterospuestosensusrespetivospalos,colocadoscercademí.Losmonitoresconectadosaellosemitían unos suaves pitidos. En un bolsillo delantero de mi camisónhabíanmetidounacajitadelaquesalíanmáscables,queseseguíanunosaotroshastaunosadhesivosredondospegadosamipecho.Deunode lospalos había colgadas unas bolsas con un líquido transparente de las quecaía un goteo continuo que recorría mi vía intravenosa. El entubadoacababaenunaspequeñastirasdeesparadrapopegadaseneldorsodemimano.Justodondeyanoalcanzabanmisdedoshabíaunacabezacubiertade
unacapadecortísimopelocastaño.EraTrenton.Teníalacaravueltahaciaelotro lado,conlamejillaapoyadaenelcolchóndemicama.Subrazoizquierdoreposabaencimademispiernas,yelotroestabaapoyadoentreelbordedelacamaysusilla,enyesadoconunaescayolagruesadecolorverde lima. Ya tenía varias firmas. Travis había firmado debajo de unadedicatoriadeunasolapalabra:«Nenaza».OtraeradeHazel,acompañadade un beso perfectamente marcado con su carmín rojo brillante. AbbyAbernathyhabíafirmadocomo«Sra.Maddox».—Escomosifueseunminilibrodevisitas.Trentnosehaalejadodetu
ladoniunmomento,asíquetodoelquehavenidoavertelehafirmadolaescayola.
Alentornarlosojos,distinguívagamenteaT.J.sentadoenunasilla,enun rincón oscuro de la habitación. Miré de nuevo la escayola. HabíanfirmadotodosloshermanosdeTrenton,supadre(Jim),mimadre,todosmishermanos.HastaseveíanlosnombresdeCalvinyBishop.—¿Cuánto tiempo llevoaquí?—preguntéenun susurro.Mivoz sonó
comosihubiesehechogárgarascongravilla.—Desdeayer.Tienesunabuenabrechaenlacabeza.Levantélamanoparatocardelicadamenteelvendajequemeenvolvíala
cabeza. En la sien izquierda tenía un cúmulo de gasas y, al presionarligeramente, un dolor agudísimome llegó hasta la base del cráneo.Meestremecí.—¿Quéhapasado?—pregunté.—UnborrachosesaltóelSTOPcasiacienporhora.Eltipohuyó,pero
lo han detenido. Trenton te llevó en brazosmás de cuatro kilómetros ymediohastalacasamáscercana.MiréaTrentonfrunciendoelceño.—¿Conelbrazoroto?—Por dos partes. No sé cómo lo hizo. Debió de ser la adrenalina.
Tuvieron que ponerle la escayola en tu habitación de la unidad deUrgencias.Porquenohabíamaneradesepararlodeti.Niunsegundo.Nisiquieracuandotehicieronelescáner.Todaslasenfermerasestánloquitasporél.—Esbozóunamediasonrisasinalegría.Me erguí. Pero, al moverme, empecé a ver chiribitas. Volví a
recostarmeynoténáuseas.—Tranquila—dijoT.J.poniéndosedepie.Yotraguésaliva.Teníalagargantaseca,arenosa.T.J.seacercóalamesillaquehabíaalladodelpiedemicamayvertió
agua en un vaso. Lo cogí de sus manos y di un sorbito. Al tragar, lagargantameabrasó,yesoqueeraaguahelada.ToquélacoronilladeTrenton.—¿Losabeél?—Todo elmundo lo sabe. Lo tuyo. Lo nuestro. Pero demí no saben
nada.Yprefieroquesigasiendoasí.Demomento.Bajélavistaynotéquesemehacíaunnudoenlagargantaapuntode
transformarseenllanto.—¿Entoncescómoesqueélestáaquí?—Porlamismarazónporlaqueestoyyoaquí.Porqueteama.
Unalágrimarodópormimejilla.—Yonoqueríaque…T.J.sacudiósuavementelacabeza.—Losé,cariño.Nollores.Todosaldrábien.—¿Sí?Ahoraquetodoelmundolosabe,¿creesquealgúndíalascosas
dejarándeserincómodas,tensasy…?—Estáennuestrasmanos.Sabremoshacerlobien.Los dedos de la mano derecha de Trenton se movieron con un leve
espasmo.Elbrazoescayoladosedeslizódelacamaybajóalcostado.Élsedespertóconunsobresaltoyrápidamenteseagarróelhombroconlaotramano, con cara dedolor.Cuando se dio cuenta dequeyo tenía losojosabiertos,inmediatamenteselevantó,seinclinóhaciamíymetocólamejillaconlamanoizquierda.Teníaelpuentenasalhinchadoydebajodelosdosojoslucíadosmediaslunasmoradasidénticas.—¡Estásdespierta!—Sonriódeorejaaoreja,mirándomeemocionado.—Estoydespierta—dijeyoenvozbaja.Trentonsoltóunabreverisaybajólacabezahastaquesufrentetocómi
regazo.Merodeó losmuslosconelbrazoymeestrechódelicadamente.Elcuerpoenteroseleagitóporelllanto.—Lo siento mucho —dije, mientras unas lágrimas ardientes me
rodabanporlasmejillasycaíanporelfilodemicara.Trentonalzólavistaymoviólacabezaaunladoyalotro.—No.Nofueculpatuya.UnhijodeputaborrachosesaltóunSTOPyse
empotrócontranosotros.—Perosiyohubieseestadomásatenta…—dije,gimoteando.Él volvió a negar con la cabeza, suplicándome con lamirada que no
siguiesediciendoeso.—Shh,no.No,nena.Aunasí,noshabríapasadoporencima.—Sellevó
lamanoa lacoronillayadoptóunamiradadeforzada indiferenciaparacalmarse—.Nosabes lofelizqueestoydeverqueestásbien.Sangrabasmuchísimoporlacabezaynodespertabas.—Cerrólosojosalrevivirlaescena—.Estabacomoloco.—Volvióaapoyarlacabezaenmiregazoylevantómimanohastasubocaparabesarladelicadamentealrededordelesparadrapo.T. J. seguíadepiedetrásde él, observandoconuna sonrisa fija en el
rostro las muestras de cariño de Trenton. Trenton se dio la vuelta alpercibirlapresenciadealguienasuespalda.
—Hey—dijo,yseirguió—.Yo,esto…Losiento.—Nopasanada.Yanoesmía.Noestoysegurodesialgunavezlofue.—La amo —dijo Trenton, mirándome un instante con una sonrisa.
Entonces,sesecólosojosenrojecidosyañadió—:Noestoydecoña.Laamodeverdad.—Losé—contestóT.J.—.Hevistocómolamiras.—¿Entoncesquedatodoclaroentrenosotros?—preguntóTrenton.Las cejas de T. J. se juntaron al tiempo que me miraba, pero sus
palabrasibandirigidasaTrenton.—¿Quéquieresdecir?Losdossevolvieronhaciamí.YomiréaT.J.Muydespacio,alarguéel
brazo por encima de la ropa arrugada de la cama y cogí la mano deTrenton.Élsesentóami lado,se llevómimanohasta los labiosybesómisdedoscerrandolosojos.Metemblóellabio.—Tementí.Élnegóconlacabeza.—Porrazonesquenotienennadaqueverconmigo.Niconnosotros.Respiréaliviadaylaslágrimasvolvieronarodarpormirostro.—Teamo.Suavemente,Trentonmecogiólacaraentrelamanosy,acercándosea
mí,mebesóconternura.—Noimportanadamás.—Amísímeimporta—dije—.Noquieroque…T.J.carraspeó.Fuesumaneraderecordarnosquenoestábamossolos
enlahabitación.—Siesoesloquedeseas,Cami,haremosquetodosalgabien.Noseré
unestorbo.Noseréunproblema.Trenton dio varios pasos para acercarse a T. J. y le dio un abrazo
inmenso.Estuvieronabrazadosvariossegundos.Entonces,T.J.lesusurróalgoaTrentonaloídoyélasintió.EratansurrealistaverlesrelacionarsebajoelmismotechodespuésdehabermantenidolaexistenciadeT.J.ensecretodurantetantotiempo.T.J.seacercólentamenteamilado,seinclinóhaciadelanteymedioun
besoenlapartedelafrentequenoteníacubiertaconlavenda.—Te echaré de menos, Camille. —Volvió a besar el mismo punto,
dejando sus labios apoyados unos segundos sobre mi piel, y a
continuaciónsemarchódelahabitación.Trentonsuspiróaliviadoymeapretólamano.—Ahoratodotienesentido.—Sacudiólacabezaysoltóunarisacorta,
sinalegría—.Ahoraquelosé,nopuedocreerquenolohubiesepilladoantes.California.Tú sintiéndotemalpor estar conmigo, inclusodespuésdehaberrotoconél.Loteníadelantedemisnarices.Apretéloslabios.—Notodo.Trenton apoyó en la cama el brazo escayolado y entrelazó los dedos
queasomabanporelyesoconlosmíos.—Nosientonirastroderemordimiento.¿Ysabesporqué?Yomeencogídehombros.—Porquellevoenamoradodetidesdeelcolegio,Camomila.Ytodoel
mundolosabía.Todoelmundo.—Sigosinestarseguradecreermeeso.—Durante años llevaste coletas todos los días. Eran perfectas. —La
sonrisaselefueborrando—.Yesamiradatriste.Loúnicoquehedeseadosiempre ha sido hacerte sonreír. Pero luego, cuando ya fuiste mía, lacaguéunayotravez.—Todamividahasidounacagada trasotra.Túeres loúnicoqueha
salidobien.Trenton sacó algo de su bolsillo y agitó una llavecita plateada que
colgabadeunllavero.EsteerauntrozodefieltronegroconlasletrasC,A,M,Ienvivoscolores,pespunteadasconhilonegro.Apretéloslabiosyarruguélabocaaunlado.—¿Quédices?—preguntóconcaradeesperanza.—¿Quememudecontigo?¿Querenuncieamipiso?—Con todo incluido. Tú y yo. Brindar por chifladuras después de
trabajar, ir los lunes por la noche al Chicken Joe’s con Olive. Cosassencillas,justocomoatitegusta.Había tantas cosas en las que pensar, pero después de lo que
acabábamos de pasar (por segunda vez), lo único en lo que podíaconcentrarmiatencióneraenloquehabíadichoTrenton.Quesolohabíaunacosaqueimportaba.—Digoquesí.Élpestañeó.—¿Sí?
—Sí—dije,empezandoareírmealversucara.Entoncesmeestremecídedolor.Medolíatodoelcuerpo.—¡Ostras, sí!—exclamó él, y entonces, cuando le hice un gesto para
que no gritase, puso cara de cordero degollado—. Cami, estoy tanenamoradodeti…Me hice a un lado en la cama, torpe, lentamente, para que Trenton
pudiese tumbarse y él, con mucho cuidado y mucho esfuerzo, fuemetiéndosebajolassábanas.Estabatanmagulladocomoyo.Luego,pulsóunbotóndelabarandillalateralparaquelacamaseabatiesepocoapoco,hastaquequedamostumbadosdeltodo,mirándonoscaraacara.—Sé que no me crees, pero es verdad que te he amado desde que
éramos unos críos—dijo en voz baja—.Y ahora voy a poder querertehastaqueseamosviejecitos.Sentí un cosquilleo en el estómago. Nunca nadie me había querido
comoél.—¿Meloprometes?Trentonsonrió.Sumiradadenotabacansancio.—Sí.YluegovolveréaprometértelocuandohayabailadoaloBritney
Spears,entanga.Conseguíquemesalieraunarisilla,peroeldolormehacíamuydifícil
cualquiermovimiento. Él se recolocó varias veces hasta que por fin sesintió lo bastante cómodo para cerrar los ojos y quedarse dormido.Yoestuve observándole muchísimo rato. Le veía respirar suavemente, conunapequeñasonrisaenlacara.Ahoratodosehabíaaclaradoytambiényopodíarespirartranquila.Entróunaenfermera.Pareciósorprendersealvernostumbadosjuntos.—Hayquever—susurró.Dealgunamanerasusojosnegrosparecían
verperfectamenteenaquellapenumbra—.Estemuchachotieneatodaslasmujeresdelaplantasuspirandoporél.Hasidotuángeldelaguarda.Nosehaalejadodetulado.—Esomehandicho.Nosécómohetenidotantasuerte,peromealegro.
—Meinclinéhaciaélyacerquémisienasufrente.—Desdeluego,lasuerteestádetuparte.Vivuestrococheabajo,enel
patio.Pareceunpapelarrugado.Esunmilagroquehayáissalidoconvidalosdos.Arruguéelceño.—EcharédemenoseseJeep.
Ellaasintió.—¿Cómoteencuentras?—Meduele.Todo.Ella agitó un vasito de plástico para que sonaran las pastillas que
contenía.—¿Creesquepodrástragarteunpardecomprimidos?Asentíymeechélaspastillasalagarganta.Laenfermerametendióun
vasodeaguaylastragué,nosinesfuerzo.—¿Tienes hambre? —preguntó mientras comprobaba mis constantes
vitales.Yoneguéconlacabeza.—Está bien —dijo, al tiempo que se quitaba el fonendoscopio—. Si
necesitas cualquier cosa, no tienesmás que pulsar ese botón rojo de lacruz.Saliódelahabitaciónyyomevolvíhaciaelhombrequedormíaami
lado.—Nohaynadamásquepuedanecesitar—susurré.LaescayoladeTrentonestabaentreélyyo.Acariciéconlosdedoslos
diferentesnombresgarabateados,pensandoentodaslaspersonasquenosquerían y que habían venido ami habitación.Me detuve al encontrar lafirma de T. J. y, en silencio, dije adiós definitivamente a aquella letrasencillaysofisticadaalavez.
«ThomasJamesMaddox».
Notasdelatraducción
[1]«Nopiensoromperleelcorazónparadartegustoati».[2]Ew en inglés es una palabra onomatopéyica para expresar repulsa o desagrado, equivalente anuestro«puaj».[3]Gruby,alteracióndegrubby:«mugriento».Booby:«bobo».[4]Literalmente,«¿Tragas?».Juegodepalabrasintraducible.Swallowtieneeldoblesignificadode«tragar»y«golondrina».[5]«Tansolomiraporencimadetushombros».[6]YankeeDoodleesunaantiguacanciónpopulardeEstadosUnidosdeconnotacionespatrióticas.[7]Enelmundoanglosajón,eldíadelosInocentes(April’sFool)secelebrael1deabril.
Sobrelaautora
JamieMcGuire nació enTulsay creció con sumadre enBlackwell,
donde acabó la secundaria en 1997. Asistió al Northern OklahomaCollege, la Universidad Central de Oklahoma, y al Autry TechnologyCenter,dondesegraduóenRadiografía.Jamieviveahoraconsushijosysumarido,Jeff,enEnid,Oklahoma,juntoatresperros,seiscaballosyungatollamadoRooster.
www.jamiemcguire.com
Títulooriginal:BeautifulOblivion©2014,JamieMcGuire©InésBelaustegui,porlatraducción©2015,delapresenteediciónencastellanoparatodoelmundo:PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona
ISBNebook:978-84-8365-860-4Conversiónebook:MTColor&Diseño,S.L.www.mtcolor.es
PenguinRandomHouseGrupoEditorialapoyalaproteccióndelcopyright.El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y elconocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar unaediciónautorizadadeestelibroyporrespetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducir,escanearnidistribuirningunapartedeestaobraporningúnmediosinpermiso.Alhacerloestárespaldandoalosautores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase aCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitafotocopiaroescanearalgúnfragmentodeestaobra.
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