Manual para platicar con seres queridos que han muerto.

7/23/2019 Manual para platicar con seres queridos que han muerto.

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Manual para platicar con seres queridos que han muerto

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MANUAL PARA PLATICAR CON SERES

QUERIDOS QUE HAN MUERTO

Efram Blanco


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D.R. 2015 Efram Blanco

@elEphra

FB: Efram Blanco

D.R. Para esta edicin 2015

Lengua de Diablo Editorial

lenguadediablo /.com/@/FB

Aclasletras Ediciones FB /acalasletras

Primera edicin octubre 2015

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MANUAL PARA PLATICAR CON SERES

QUERIDOS QUE HAN MUERTO

LENGUADEDIABLO :: ACLASLETRAS


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El tiempo se lo lleva todo y al final slo queda oscuridad.

A veces encontramos a otros en esa oscuridad

y otras veces los perdemos en ella.Stephen King

Tengo miedo de cerrar los ojos.

Tengo miedo de abrirlos.

El proyecto de la bruja de Blair


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CUENTOS DE HADAS PARA NIOS MALCRIADOS

(este cuento fue publicado por primera vez en la Revista Penumbria)

Cuando era nio vi morir a un compaero de la escuela.Me miraba como si quisiera decir algo antes de partir.

Pedir auxilio o darle el recado a su madre de que esa

tarde no llegara a comer ni a ver caricaturas en la sala

de su casa. Lo vi mientras el tiempo se detena y la vida

lo abandonaba teida de rojo. Cuando al fin se fue pude

ver cmo un ltimo suspiro abandonaba su cuerpo y

perda el ligero peso de su alma. Estaba muerto. Tercer

strike. Out. Era viernes. Ese da que todo mundo espera

como esclavos que se liberan de las cadenas con la

magia del avance del reloj. El nio que muri era un

estpido que me molestaba a cualquier oportunidad.

Aquel da pens que si no lo atropellaba un camin, lo

habra asesinado yo con mis propias manos. Cuando

era pequeo me molestaban muy seguido, y tambin

seguido tena ganas de cargrmelos a todos. Tambin

con frecuencia deseaba que el mundo fuera distinto y

que mi cuerpo creciera rpido para jugar bisbol en las

Grandes ligas; t sabes, hacer contacto con la pelota y

mandarla fuera del campo; jonrn, recorrer las bases y

dar un brinquito en el home ante la euforia de los

compaeros y el pblico que invade la cancha.


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Como cada fin de semana, escapaba con los

amigos del barrio hacia la zona de los baldos. All, el

campo todava era un espacio libre que comenzaba a

llenarse de basura y de desarrollos inmobiliarios queempezaban a hacer crecer la ciudad. Tenamos la

costumbre de jugar a cualquier cosa como si no

hubiera maana, y esperar a que la noche nos

sorprendiera con su oscuridad temprana para contar

historias de terror que asustaran a los ms chiquillos.

Ah, con la tarde ennegrecida como escenario,hacamos una rueda para disparar cuentos y tratar de

ser los ms valientes que se quedaran hasta el final. No

falt el amigo que nos cont acerca del fantasma del

conserje que se apareca en la escuela. El chamaco que

conoca algunas leyendas clsicas de terror o el que

haba escuchado que en el patio de tal vecindad

caminaba por las noches una seora de bata blanca que

lloraba por sus hijos. Mi mam deca que esos eran

cuentos de hadas para nios malcriados. Que yo no

tena que temerles y que nada ni nadie me pondra

jams una mano encima. Al final de aquella tarde supe

que mam se haba equivocado. S me pusieron la

mano encima y sin duda que tuve miedo cuando sent

el primer puetazo y la patada que me derrib al suelo.

Haba hecho una mala broma y los gemelos (a los que

nadie se les pona enfrente), me atacaban y no haba


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nadie que pudiera ayudarme ni nada que pudiera

hacer; slo apretar los ojos, taparme la cara y doblar

las rodillas esperando el siguiente golpe; tambin,

como sola hacerlo, darle vueltas en mi cabeza aimgenes donde saba defenderme y tena el poder

suficiente para hacer pagar a ese par de hijos de puta.

Encontraron a los gemelos a la mitad del campo

cuando una mquina de la constructora comenzaba a

excavar el lugar. Los que estuvieron all contaron que

un doctor dijo que pareca que se hubieran ahogado.Ah, en medio de la nada, dos muchachitos se haban

ahogado aunque no hubiera ni medio litro de agua en

cien metros a su alrededor. Los cuerpos, adems de

hinchados, estaban retorcidos y mostraban signos de

haber sufrido una violencia extrema. En mi cabeza las

cosas se vean un poco ms claras. Sentado frente al

televisor recordaba haber llegado a casa sin un

rasguo y con las imgenes ntidas de una mano

gigante, invisible a los dems, que haca guiapos a mis

enemigos y despus desapareca para siempre a travs

de unas nubes de tormenta. La historia oficial fue que

nadie supo nada y todos estuvimos con caras largas y

de tristeza en el funeral. Incluso yo, que la verdad tema

que alguien descubriera mis deseos y por alguna razn

quisieran echarme la culpa por lo que le pas a esos

idiotas.


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Con el tiempo olvid cosas que ocurrieron en mi

niez, pero siempre tuve la sensacin de estar

reprimiendo recuerdos que tenan relevancia para mi

vida adulta. Mi madre, en el silencio y la oscuridad,sollozaba rezos y viva su locura encerrada en un

cuarto de la casa, donde apenas coma para sobrevivir

y languideca con la cercana de la muerte, o de algo

peor. Pero como adulto entenda que mi deber era

cuidarla, y adems saba exactamente cmo conseguir

la nica medicina que le ayudaba a retomar energas ya ser la mujer joven que contaba cuentos de nios

malcriados que no haban sabido obedecer a sus

madres, ni a cuidar de ellas como lo haca yo.

Cuando era nio vi morir a un compaero de la escuela.

Era el tipo ms divertido que habra podido conocer,

adems de mi mejor amigo desde que coincidimos en

los primeros aos del saln. Le gustaba contarnos

historias de terror y leyendas para asustar a los ms

pequeos. Siempre que era tarde y debamos regresar

a casa, esperbamos las primeras sombras de la noche

para escucharlo y ver a los miedosos irse corriendo

mientras nos desternillbamos de risa. Una vez cont

la historia de un chamaco que era hijo del diablo. Que

los adultos contaban que la mujer que lo pari era una

bruja que se haba embarazado con un conjuro, y que


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haba quienes crean en el barrio que poda estar entre

nosotros, pues los viejos vean seales y tenan miedo

de salir de sus casas como antes, en las tardes, cuando

se sentaban con su silla en la banqueta a platicar. Al dasiguiente, a mi amigo lo atropell un camin con un

delfn plateado en un costado. Me molestaba

jalndome el pelo y diciendo que a lo mejor yo era el

hijo del diablo, el cro de la bruja, el apestado del lugar.

Luego rea y me abrazaba y jugbamos y olvidbamos

las cosas que los nios, casi siempre, suelen olvidar.Cuando al fin se fue pude ver cmo un ltimo suspiro

abandonaba su cuerpo y perda el ligero peso de su

alma. Que ahora era ma y se la regalara a mam en un

frasco envuelto en celofn. Estaba muerto. Era su

tercer strike. Out.


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BRUJERA

Me dijeron que pusiera las piezas de pollo en tierra de

panten. Que rezara un poco y que me fuera a casa a

esperar el regreso de mi ser querido. Pero no funcion.

Ella no vino. En cambio me persiguen tres vagabundos.

Mugrosos, hambrientos. Quieren ms Kentucky Fried

Chicken.


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OUIJA

La tabla fue el ltimo recurso. Lo haban intentado

todo: brujera, rezos, un adivino, una gitana, una

mdium, un cientfico loco, pero nada funcion. El gato

segua muerto. As que decidieron contactarlo con una

vieja ouija. Lo llamaron. Todos reunidos a la mesa

esperaron al espritu del felino. Y lleg. Pudieron

sentirlo. Le preguntaron repetidamente si extraaba

su comida: nueve de cada diez veces les dijo que s.


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SO HAPPY TOGETHER

No matter how they tossed the dice, it had to be,

the only one for me is you, and you for me.

The Turtles

La verdad es que el tiempo es como un racimo de

fresas le deca Sergio a su novia. Un racimo de fresas

extendido hasta el infinito hasta que alguien

interrumpe su flujo. As, si un dios decide tomar una

fresa y probarla, entorpece el continuo y algo en la

historia del universo cambia para siempre. Tambin,

por ejemplo, cada uno de los pasos que doy para

terminar de subir estas escaleras. Ninguno de ellos

debe entorpecerse porque si no, jams llegara a mi

destino. Por eso t y yo estaremos juntos para siempre.

La novia de Sergio llevaba un ao de muerta.

La enterraron un sbado por la tarde, en una de

esas ceremonias muy al estilo mexicano, con

mariachis, lloronas que nadie conoce y desafortunados

(y perfectos) chistes de velorio. Durante la ceremonia

en la que un sacerdote catlico pidi unas palabras a

los familiares, Sergio quiso intervenir. Aunque para

aquellas alturas haba dejado de ser oficialmente un

miembro de los Prez Figueroa, l senta que an era

parte de aquella familia de personas no muy altas, de

cabello chino y ojos pequeos y oscuros. Su novia era

as, una chica preciosa a la que l consideraba su


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chaparrita cuerpo de uva. Haba escuchado la frase

alguna vez, en una pelcula de Pedro Infante, y desde

entonces era el modo perfecto de describirla ante

cualquiera de los amigos a los que se las iba apresentar. El discurso de Sergio trat un poco sobre la

msica que su novia escuchaba; de racimos de fresas;

de las veces que se dieron la mano para subir hasta el

pequeo departamento de azotea (en ese momento el

padre de la chica peg un respingo y abri los ojos

grandes) y de cmo se haban conocido.Se conocieron en una de esas fiestas extraas de

disfraces, en las que algn veinteaero con nostalgia

crnica convoca a una fiesta setentera. As, entre

algunos jipis, Lennons y McArtneys, conoci a una

chica vestida a la Janis Joplin, con aquel atuendo

perfecto, el pelo chino hasta la cintura, y unos lentes

redondos de color azul rey. Se enamoraron al ritmo del

Happy togetherde The Turtles.

Despus del accidente, toda la familia estuvo de

acuerdo en que la chica fuera enterrada con aquel

disfraz que tanto le gustaba. Una foto enorme, donde

ella posaba de la mano de Sergio, acompaaba al atad

y a los mariachis que tocaban aquella tarde de sbado,

entre la lluvia de junio y las lgrimas de los amigos y

parientes de la recin fallecida; por supuesto del novio,

vestido como el Morrison ms triste de la historia.


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Eres mi alma gemela le deca Sergio a su novia

muerta mientras cuatro sujetos bajaban el atad hasta

el fondo de un agujero rectangular, al que algunos

lanzaban puados de tierra y los mariachis tocabanuna versin extraa y desafinada de Walk the line, de

Johnny Cash.

Para la tercera semana de duelo, a Sergio le

costaba trabajo salir a la calle.

Hoy hay fiesta en casa de Alejandra le dijo su

mejor amigo por telfono.Diles que me disculpen, mi chica no se siente

bien fue el pretexto de Sergio para no ir. Y al momento

de que aquellas palabras salieron de su boca entendi

lo que podan provocar, lo que pensara su amigo, lo

funesto que sonaba al decir tal cosa; pas unos buenos

quince minutos dndole vueltas al asunto. Para cuando

al fin las llamadas y mensajes de sus amigos lo dejaron

en paz, vio una pelcula recostado en el sof, y pens en

que si las cosas seguan as, su gente cercana dejara de

invitarlo a lugares y pasara sus das en casa, hecho un

nudo en el sof.

No sera lo peor del mundo le deca con una

sonrisa a su novia muerta. Si nadie me vuelve a invitar

que no lo hagan, ya encontrar nuevos amigos y

amigas.


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La familia de su chica lo fue olvidando poco a

poco. Los amigos ms cercanos insistieron hasta que se

cansaron y, en algn parque de la ciudad, Sergio

ocupaba una banca en la que siempre se sentaba dellado izquierdo. All escuchaba msica de una poca a la

que se transportaba viendo fotos; lbumes como

cpsulas del tiempo que se entrelazaban al racimo de

fresas en su cabeza; eran slo Sergio y su novia

viajando en una nave que tena la forma de un disco de

vinilo. All iban, al espacio profundo, a travs deplanetas con iluminacin perfecta donde nadie los

poda molestar y donde un joven Enrico Musiani

cantaba Piccola e fragilea travs de un megfono que

llenaba la galaxia con su voz. Al final del da Sergio

siempre miraba a su lado derecho y sonrea. Era la

sonrisa de quien se sabe enamorado. La mueca de

quien no puede evitar la satisfaccin de sentirse

acompaado en su propia soledad, mientras el mundo

gira a su propio ritmo y los das transcurren con una

pista de sonido distinta para cada cual.

Sergio volvi a casa.

Pensativo, abri la puerta del edificio y subi las

escaleras contando, como sola hacerlo, cada uno de

sus pasos.

No me importa no volver a salir con nadie

nunca le dijo con voz segura a su novia muerta. No


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necesito que me hagan citas ni que me inviten a sus

fiestas ni nada. No necesito a nadie. Para eso te tengo

ti.

Y sabes que aqu estar siempre. Nonecesitamos a nadie ms le respondi ella, que lo

tom de la mano, en aquella sensacin fra/caliente

que haca a Sergio pensar en fiestas donde slo sonaba

su msica favorita; se dieron un beso largo, hmedo,

que les supo a un racimo de fresas, y juntos contaron

(hasta el infinito) el nmero de escalones para llegar alpequeo departamento de azotea. The only one for me

is you, and you for me, so happy together


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EN EL BOSQUE

Seguimos perdidos. Ayer estuvimos a punto de

matarnos a golpes. Una fuerza desconocida nos llev a

insultarnos, pelear y odiarnos como a nada en el

mundo. Yo s que no es culpa de ella. Cuando empez

la expedicin sabamos que mil cosas podan pasar.

Entendamos el peligro. Luego perdimos el camino, la

cordura, la amistad. Desaparecieron uno a uno. Yo

segu el camino a travs de los rboles, en la oscuridad.

Levant las rocas apiladas, los hechizos armados con

ramas secas. Funcion. O tal vez siempre fue su plan.

Hoy estamos ms tranquilos y enamorados que nunca.

Me mira como siempre, pues nunca duerme, con sus

ojos blancos, muertos, vacos, de bruja inmortal.


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CMO PLATICAR CON SERES QUERIDOS

QUE HAN MUERTO

Se requiere seriedad, pulcritud y puntualidad. Adems:

un esmoquin y vestido de noche rentados, una bolsa depaletas y una primera edicin de Pedro Pramo. El

ritual debe ser realizado de 3:00 a 4:00 a.m. Entonces:

1.

Asiste al panten donde est enterrado tu ser

querido (debes ir solo).

2. Localiza una tumba sin nombre (siempre las

hay) y a partir de ella cuenta tres sepulturas mshacia la izquierda (ser una de esas elegantes

construcciones que siempre te preguntas quin

manda construir) y toca a la puerta.

3.

Cuando algn muerto o aparecido responda,

debes guardar silencio y ofrecerle el esmoquin

(el vestido si es una dama). Considera en guardar

el recibo de renta, porque se han reportado

mltiples desapariciones de tales vestimentas en

los principales panteones de la ciudad.

4. Si el aparecido en cuestin es un infante, debes

regalarle una paleta (las prefieren de sabor

limn) y retirarte sin decirle nada.

5. Cuando te encuentres que el cadver se ha

alistado con el esmoquin y te haga una sea para

seguirlo, camina detrs sin perderle el paso y,


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cuando desaparezca, cuenta siete sepulturas de

derecha a izquierda.

6. Si aparece alguna parca en el camino, lee con ella

las primeras cinco lneas de Pedro Pramo.7.

Cuando encuentres la sptima tumba,

encontrars un agujero al lado. Debes dejarte

caer.

Para saber si las instrucciones se han ejecutado

correctamente, debes asegurarte de que la persona conla que hables a continuacin est muerta. Para eso,

pincha con un alfiler su brazo izquierdo. La reaccin

inmediata de cualquier fallecido ser gritar

improperios. Si se trata, sin embargo, de un vivo o

estafador, vers caer un hilillo de sangre y una mueca

de dolor que comienza a formrsele en el rostro.

El blog de un amigo lo reporta as:

Llegu al panten a las tres de la maana y despus

de brincarme la barda me persiguieron unos cabrones.

Creo que eran el velador y su hijo. No s. Logr

esconderme en una tumba sin terminar, me ech un

montn de tierra encima para que no me vieran

cuando pasaran por all y funcion. Chequ mi lista y

como se era el paso 7, pens que bien podra

continuar con los dems aunque fuera en un orden


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distinto. As que cont varias sepulturas y unos

montones de tierra que no se vea bien qu eran en la

noche, y llegu hasta la base de un rbol donde la mano

de un cadver intentaba salirse de entre sus races. Loayud y me dio las gracias con mucha euforia. Cuando

se fue, decid seguirlo agachndome entre los

matorrales y las lpidas. Llegamos a uno de esos nichos

elegantes con una gran puerta dorada. Fue cuando me

encontr el velador y me tir unos balazos. Pero yo

segu corriendo hasta encontrar otra vez la tumbaaquella de la puerta grandota, y me qued en silencio.

No s cunto tiempo pas. Hoy por fin ha venido un

amigo a rescatarme. Me trajo ropa (un poco elegante

para mi gusto) y nos hemos ido a regalarles paletas a

los nios del barrio. Hay tantos. Despus de todo ya

casi es Da de Muertos. Mejor empezar con los

pendientes antes de que se me haga de noche otra vez.

Sostengo el alfiler en la mano mientras miro a mi

amigo. No hay sangre. Me echa en cara todas las

groseras del mundo. Ya no me desgasto en

preguntarle qu demonios hace all, detrs de la

puerta, pegndome el peor susto de la vida. All va,

elegante y serio con su esmoquin, y me preparo a

contar del uno al siete una vez ms.


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OFRENDA

Pusieron un plato con sopita de arroz. Algunas fotos,

por supuesto. Un juego de tarjetas con sper hroes

que siempre me gust. La casa de campaa cuando

pap me llev al bosque. La playera favorita de mam.

Un mueco soldado que me regal mi hermana. Agua,

cacahuates, pastel, flan, muchos dulces de los que salen

en las piatas y algunas bananas. Todos eran mis

favoritos. Pero en ningn lado encuentro mi carrito

rojo. He atravesado todas las paredes de la casa y no

est. Lo juro: todos van a pagar por ello.


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UN HOMBRE LLAMADO LZARO

Pobre Lzaro.

Despert al tercer da y le apestaban los pies. Le

apestaba la boca, las manos, el alma. Le dola la espalda.Le dolan los dedos. Senta fro y calor al mismo tiempo.

Vea borroso y el pelo largo no se le poda acomodar.

Pobre de Lzaro. La familia estaba endeudada. La viuda

haba vendido los muebles, la televisin y los juguetes

de sus hijos para pagar el velorio y la renta. En la

oficina haba alguien ms en su lugar. AdemsGutirrez era mejor. Triste Lzaro. Los cobradores por

poquito archivaban las deudas, pero se enteraron de su

regreso y all fueron, a la puerta de su casa donde el

timbre no serva porque ya les haban cortado la luz.

Pobre Lzaro.

Porque hasta la prima Esperanza llor tanto en

el entierro que todos se enteraron de su amoro con el

difunto. El pobre de Lzaro se levant al tercer da de

estar muerto y tena entumidas las nalgas. Su alma,

apachurrada y temblorosa, llevaba setenta y dos horas

disfrutando de la gloria eterna. En plena fiesta en el

Cielo, al eufrico espritu de Lzaro le avisaron que

tena asuntos pendientes y que el fiscal estaba

pidiendo que lo mandaran al Infierno. Su abogado

exiga que al menos le encarcelaran en el Limbo, donde

podra estar un poco en paz, contento. Pero fue un tal


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Jess, viejo amigo del fallecido, el que orden al cuerpo

exnime que se levantara y anduviera. Cuentan los que

estaban ah que Lzaro pareca un muerto en vida.

Como desvelado, quizs enfermo del estmago o conalgo peor, con tantos contagios de dengue. Tena los

muslos adoloridos de estar tres das encerrado en

aquella tumba fra y oscura.

La fiesta termin y pobre Lzaro, all va, con los

pies apestosos y adoloridos, persiguiendo al que

llaman el Mesas. Lzaro llora y conmueve a propios yextraos. No se halla en esta vida. Camina lento, pero

seguro. Lleva en sus manos un cuerno de chivo, dice

que va a probar si de verdad su amigo es el hijo de

algn dios.


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LA CHICA MUERTA

La chica muerta me ha seguido a casa. Ah est, frente

al jardn de la seora Domnguez, tratando de hacer

como que se esconde. No lo logra, pues la sigo viendo.

La chica muerta es un poco torpe. Camina despacio,

sigilosa, como si se fuera a desbaratar. No s la edad de

la chica muerta, pero creo que me lleva un ao o dos.

Lo sospecho por su vestimenta, por la playera de una

banda de metal y los pantalones de mezclilla rotos. La

verdad es que la chica muerta se conserva muy bien. La

primera vez que nos besamos me dijo que podra

hacerlo eternamente. Yo lo dud. Y es que tengo novia.

Eso la chica muerta no lo sabe, se lo contar hoy, si es

que acaso llega a atraparme.


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LA MUJER QUE SE ASOMA

...y no voy a decir, no quiero decir, a qu sonaba su voz.

Alberto Chimal

Sent su mirada.

A pesar de que estaba solo, poda sentir su

mirada del otro lado de la habitacin.

Cmo era ser posible?

Ocurri por primera vez cuando era un nio.

Jugaba a los soldados. El malo haba tomado como

rehn a un diminuto oso de peluche y toda la infantera

se preparaba para el heroico rescate. En mis manos, el

comandante volaba como una saeta. Atravesamos

juntos el patio y llegamos hasta la barda que divida la

casa de los vecinos con la nuestra. Ah, entre las

enredaderas que tapizaban la pared, la vi por primera

vez. Era una mujer con los ojos llenos de garabatos. Su

cara pareca estar enterrada entre las hojas, entre las

ramas que cubran la piel. Pude ver en sus ojos un vaco

infinito. Me miraba con frialdad. Sus ojos enteros

estaban llenos de lo que pareca una serie de trazos con

pluma negra; no haba iris, o pupila, eran nada ms

rayones que se movan y temblaban frenticamente yparecan dirigirse hacia m. Ped ayuda a mi madre que

corri despavorida en mi auxilio. La mujer! Ah! La

mujer!, recuerdo haberle chillado.

Pero no haba nada. Ni nadie.


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En las enredaderas del jardn haba slo hojas y

ramas que cubran la enorme pared. Bastaron un

chocolate caliente y unas galletas para olvidar lo

ocurrido. Sin embargo, esa noche volv a soar conaquella visin. En el sueo, y siendo yo un chiquillo,

tuve la sensacin de ser perseguido a travs de un

corredor que pareca no tener fin. Detrs de m estaba

ella. Era su cara, sus ojos vacos, oscuros. No recuerdo

que tuviera un cuerpo, era slo una cabeza que se

acercaba cada vez ms y mis esfuerzos por correrparecan contradictorios. Cuando despert, entre

lgrimas, busqu reconfortarme corriendo al cuarto de

mis padres pero ah estaba, en el pasillo, la mujer que

ahora tena un cuerpo, una bata blanca y larga de la que

no sobresalan ningunos pies. Era la mujer y sus ojos

de garabatos, que estiraba los brazos y abra la boca

para decir algo, pero lo nico que se escapaba de ese

orificio era pestilencia y un ruido indescriptible.

Pas das sin ir a la escuela.

Pasaron aos antes de que olvidara por completo

aquellas visiones. Me volv un chamaco asustadizo y

retrado, que se pasaba el da jugando con sus viejos

soldados. Pero el tiempo pas, y no volv a pensar en

aquella mujer. Finalmente sal de la primaria y mis

padres me ingresaron a un colegio privado, donde

curs secundaria y preparatoria. Luego decid estudiar


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una licenciatura fuera del pas. Consegu una beca y

viaj a California, para estudiar en una prestigiada

universidad, donde pronto me hice de nuevos amigos,

una novia y una atareada pero tranquila vida en elcampus. Haba olvidado a tal grado aquella terrible

imagen de la infancia que me haba vuelto fantico de

las pelculas de terror. Algunos amigos, amigas, mi

novia y yo formamos un pequeo club en el que

veamos viejas cintas de culto, discutamos libros,

artculos y contbamos historias de fantasmas o viejasleyendas que llegramos a conocer. Una noche Mark,

mi mejor amigo, pidi la palabra para contar una

historia.

Es una historia verdica, dijo.

Cont que cuando era apenas un chamaco, su

familia se haba mudado a las afueras de Chicago,

despus de vivir algunos aos en la ciudad. Relat

cmo su juego favorito era improvisar pequeos

paracadas de plstico para algunos de sus juguetes. El

principal era un viejo G.I. Joe al que le ataba el

paracadas y lo lanzaba desde su balcn para mirarlo

descender sobre la grama del patio. Una tarde de lluvia

lanz al soldado pero el plstico no abri. Cuando fue a

recogerlo, alz la vista hacia el pasillo donde su padre

almacenaba chucheras y entonces la vio. Era una

mujer alta, de pelo oscuro, con la piel blanca y un


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vestido largo que no llegaba al piso y del que no

sobresalan los pies. Lo miraba fijamente con una

mirada recia, al tiempo que estiraba las manos para

alcanzarlo. Lo ms terrible, contaba Mark, eran susojos.

Tenan garabatos, dije sin pensar.

Todos voltearon a verme. Un sbito escalofro

recorri la habitacin y se pos sobre nuestras

espaldas. Entonces comenzamos a escucharnos, a

decir, a discutir; todos conocamos la misma historia, atodos nos haba ocurrido y lo nico que podamos

pensar era que de alguna manera nos la habamos

inventado o la habamos escuchado en algn lado.

Despus de todo, veamos las mismas pelculas y

leamos los mismos libros. Deba haber una explicacin

para que aquello fuera slo una alucinacin colectiva,

o un recuerdo de la infancia que nos habamos tallado

en la memoria a base de repetrnoslo.

Camino a casa mi chica, que creci en Guatemala,

me deca que no poda entender cmo el grupo de

amigos poda conocer la misma historia. Cmo era

posible que cinco chamacos que crecieron incluso en

distintos pases, pudieran haber pasado por la misma

terrorfica situacin. Era, sin duda, algo que nos puso a

pensar el resto del semestre y al mismo tiempo algo de

lo que no volvimos a hablar mientras compartimos


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estudios. El tiempo pas y vinieron los exmenes,

graduaciones, partidas y despedidas, lgrimas y

abrazos y correos electrnicos que con el tiempo se

fueron haciendo ms distantes y serios. Es normal. Hanpasado diez aos y todos hemos hecho una vida. La que

era mi chica es ahora mi esposa. Vivimos en esta casa

desde hace cinco aos y tenemos dos hijos y un perro

pastor alemn.

Hace unos das me enter que mis amigos han

muerto.Uno de ellos envi una carta minutos antes de

suicidarse en su departamento de Nueva York. En el

sobre, que he recibido un mes despus de su muerte,

vena adjunta una fotografa en formato Polaroid en la

que poda verse un mueble atestado de libros. Justo a

la mitad, entre la sombra que proyectaban dos

ejemplares de pasta dura, estaba ella. Su cara, sus ojos

oscuros llenos de garabatos y una mano extendida, que

pareca querer alcanzar al asustado fotgrafo. Romp

en llanto cuando vi aquello. Entonces record que mi

mujer se haba ido rumbo a Cuernavaca a visitar a su

madre y los nios iban con ella. Tom el telfono con

manos temblorosas y entonces la vi. No, la sent. Sent

su mirada a pesar de saber que estaba solo en la

habitacin.


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Apret los ojos y pens en todas las cosas buenas

de mi mundo.

Sent una mano fra posarse en mi hombro y gir

la cabeza para verla. Era ella. Sus ojos oscuros, llenosde garabatos infinitos, su boca abierta y su voz,

diciendo aquellas espantosas cosas a mi odo.

No s cuntos aos han pasado. No s si estar

encerrado entre estas cuatro paredes blancas tenga

algn sentido para mi vida. El acojinado dispuesto para

que pacientes como yo no se lastimen tiene un efectoliberador. No hay ruidos. No hay ajetreos. No hay

aberturas por las que pudiera colarse ninguna mirada.

A excepcin de la apertura para comida y medicinas en

la puerta que da al pasillo. Por eso en noches as,

cuando se apaga la luz, me quedo dormido en este

rincn.

A veces escucho sus pasos.

Escucho el modo en que su cuerpo se quiebra y

se recompone para atravesar por el mnimo resquicio

de la puerta. Entonces siento sus manos sobre mi

espalda. Imagino sus ojos llenos de garabatos que

tiemblan y se mueven como almas atormentadas en el

infierno. Sueo con mi mujer y mis hijos, con el

accidente, con mis amigos, con su voz dicindome

todas esas cosas espantosas al odo que no quiero

obedecer.


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EL HOMBRE DELGADO

Me contaron la historia del hombre delgado. Un amigo

me dijo que en las fotos de sus hijos, en el parque, haba

descubierto una extraa figura acechando al fondo. Era

el hombre delgado, Slenderman, que estaba a la espera

de cualquier momento para llevarse el alma de un nio.

Le dije que la historia era falsa, que se trataba de un

mito de internet. Un juego nacido en foros de la red

para espantar a adolescentes. Me mir incrdulo.

Sigui pegando los anuncios sin decir una palabra ms:

Se buscan, Juan y Pedro, 6 y 7 aos, vistos por ltima vez

en el parque.


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UNA VIEJA HISTORIA DE FANTASMAS

y luego me ir a acostar sola, al fondo de ese maldito jardn,

en esa horrible caja blanca donde me obligan a dormir

desde hace un mes.

Jehanne Jean- Charles

No parece haber nadie all abajo. Pero tengo la duda.

Un cosquilleo recorre mi espalda, lento, y estremece mi

cuerpo cuando explota en el cuello. Camino por el

pasillo. No hay nadie. Hay tanta luz como puede dar un

foco de 60 watts a un patio de vecindad. La sensacin

de una mano extendindose en las sombras paratocarme el hombro me vuelve a sacudir. Volteo por

instinto y no hay nadie, por supuesto que estoy solo. El

viento de las tres de la madrugada silba. Tirito. Desde

aqu puedo ver la entrada al bao comunitario. Lo

nico que me falta es caminar hasta la esquina, bajar

por la escalera de caracol y abrir la puerta, esperando

no haya nadie all.

No puedo evitar recordar las tardes de domingo

en que, sentados o tirados en el suelo, los miembros de

la familia nos reunamos a escuchar relatos de

fantasmas. Los paps, los tos, los primos y las primas,

todos atentos a alguna vieja historia de terror que ya

habamos escuchado cien veces, pero que igual nos

pona la piel chinita antes del esperado final. Los gritos

y la emocin. Las risas nerviosas. Un festn para los

chiquillos que vibrbamos en ese limbo entre el miedo


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y la alegra. Mi madre, siempre la ms entusiasta,

rompa el hielo con alguna de sus famosas historias. El

men era exquisito: fantasmas que tomaban vidas a

cambio de oro; chicas posedas por espritus malignos,salvadas por rosacruces; estudiantes de medicina

disfrazados de vampiros para robar sangre;

escorpiones del tamao de un zapato que mataban

incautos en la crcel; gatos con heridas hasta el hueso

que simulaban el andar de un viejo con bastn en el

techo de la casa; mujeres sin rostro que caminaban enlas calles ms oscuras de la ciudad; hombres vestidos

de dandi que se aparecan en el patio de la casa del

abuelo y, mi preferida, la historia de una mujer vestida

de blanco que entraba al bao de la vecindad, y que

afuera, algn desprevenido vecino, esperaba su turno

hasta que la desesperacin lo haca tocar la puerta del

cubculo, y al no obtener respuesta, empujar la

portezuela y darse cuenta de que el lugar estaba vaco.

Ahora, detenido en el pasillo desde donde puedo

ver el pequeo cuarto del sanitario, me pregunto si no

podr atreverme a rentar un lugar ms adecuado.

Llevo apenas tres semanas en este cuchitril en el que

tengo que compartir un bao con los dems

estudiantes, lidiar con los horarios de las chicas que

tardan horas en baarse y de los que, con revista bajo


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el brazo, se toman su tiempo en el excusado en lo que

otros tenemos que esperar y apretar la vejiga.

Pocas veces se tiene la necesidad de levantarse a

estas horas de la madrugada y encontrarse frente afrente con el fro. Despus de que los amantes terminan

sus ratos de gemidos, que las fiestas se apagan y que

los despistados encuentran su camino, quedamos tan

slo los murmullos del viento y yo. No se vislumbra a

nadie ms en el pequeo complejo de apartamentos.

Una sola luz ilumina el patio y en el cnit, nada. Nadie.Al fondo la entrada cerrada al oasis prometido para

mis ganas de orinar.

Ha pasado mucho tiempo. Hay urgencia. Bajo las

escaleras. Soy un lo de sensaciones. Abro la puerta del

bao y descubro que est vaco. No hay nadie. Dejo

escapar la respiracin detenida y no puedo evitar

esbozar una ligera sonrisa. Estoy por dar un paso

cuando la siento, en mi hombro, la mano dura, seca,

helada de alguien o algo- de pie justo detrs de m.


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LOS GRITOS

Todos los nios del barrio contaban la historia de la

casa embrujada. Cuando jugbamos a la pelota,

tratbamos de terminar antes de que se hiciera oscuro,

porque a esa hora el nico foco de la casa se prenda, y

todos decan que ah vivan los fantasmas. Si te

acercabas a la casa, decan, se escuchaban los gritos.

Yo, que viva ah, nunca escuch un ruido. Pap prenda

el foco todas las noches, porque le daba miedo la

oscuridad. Y cuando jugaba a la pelota con los nios de

la calle, nadie se quej nunca de que no pudieran

verme, de que estuviera muerto, de que hiciera tanto

fro.


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EL RETO

Me lleg el reto a travs de un mensaje privado en

Facebook: atrvete a mirar el video que te mata en

cinco minutos. Segu el vnculo y lo vi. Era la imagen de

una cmara de seguridad, el lugar pareca una bodega

llena de jaulas, y en las jaulas haba chicos y chicas que

gritaban pidiendo auxilio. La cmara giraba de vez en

cuando y poda verse que era un lugar inmenso.

Cuando el video termin, apagu la computadora y me

fui a dormir. En la maana, me re de las estpidas

leyendas urbanas de internet. Comenc mi recorrido

por las jaulas y eleg a un chico que estaba hecho un

ovillo al fondo de la suya. Ven, pequeo, le dije.


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FBULAS DEL ANCIANO DE LOS MIL OJOS

(Cuento ganador del segundo lugar en los Juegos Florales Cuernavaca 2015)

Estupefacto,la voz se apaga en mi garganta

y se erizan mis cabellos.

(Obstupui, stoteruntque comae, et vox faucibus haesit,

VIRGILIO, Eneida, II, 77.)

Ocurri en el ao tres conejo, durante la llegada de la

cuarta luna. Por las calles de Cuauhnhuac corra el

rumor de que en las noches se apareca un viejo, ya

muy anciano, que si te miraba de frente se cruzaba en

tu camino y ya no te dejaba pasar. Le decan Anciano

de los mil ojos, porque juraban que lo miraba todo. Si

llegabas a encontrarlo y te cruzabas en sus pasos, no te

quedaba ms opcin que la de escucharlo, lo nico que

quera era eso, ser escuchado y contar una historia que

deca as:

En aquella barranca vive el Diablo. Lo sabemos porque

en el desfiladero se ha tragado a nios, mujeres y

hombres. Se ha digerido animales, plantas y cosechas

enteras. Dicen que por eso le corre un ro en el corazn,

para apaciguarle su sed. Pero el hambre no se le quita.

Y cmo se le va a quitar, si es el Diablo. As lo contaba

mi abuelo. Despus lo cont mi padre y ahora lo cuento

yo. Y es que mire, asmese, le digo que es el Diablo

porque se le ve el alma ennegrecida, y en la barranca

suenan las almas de los perdidos. A la barranca le


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pusieron nombre de mujer para ver si sus enaguas

calmaban las ansias del demonio. Pero no fue as.

Tuvieron que pasar cien aos para que un hombre

rompiera el hechizo. Era un seor blanco como el aguaque montaba un perro del tamao de un rbol. Los dos

volaron por encima de la barranca, entre gritos y

relinchos y el susto de la gente que los miraba de un

lugar y otro. El tal Corts peg el brinco y el mismo

Satans lo ayud a lograrlo. Dicen que porque tena el

alma demasiado podrida, y el Diablo no quera sabernada de ella. Ya luego nadie supo del diantre demonio,

porque sobre la barranca hicieron un puente y todo

estuvo en paz. Pero a veces, en el callejn, dicen que la

gente que va sola se encuentra a un hombre todo

vestido de negro, que cuando se acerca, susurra una

historia que dice as:

Aquellos que viven o vivieron en La Carolina lo saben:

no salgas de noche. Dicen que hay muchas almas

sueltas. Almas malas. Almas perdidas. Como la de la

mujer vestida de blanco que te pide ayuda, y si te

acercas a ella voltea y te das cuenta de que no tiene

rostro. Entonces cmo alla? Es de miedo. Uno salecorriendo por todo Rubn Daro hasta llegar a Los

Chocolates y aguas, es cuando suena la campana de la

iglesia. Campanas a las tres de la madrugada? S, pero

slo t la escuchas. As que corres por donde se pueda.


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Por cualquiera de las bajadas o subidas pero siempre

te encontrars a la misma mujer, esperndote,

estirando la mano para pedir ayuda. Y su llanto te

pondr la piel de gallina. Pero tambin hay almasbuenas. Como la del General, que se aparece

caminando despacio, con su bastn, tan viejo el pobre;

y cuando menos lo esperas saca la pistola y Pum!,

rejuvenece y all va, hecho un muchacho que persigue

a la mujer de blanco o a cualquier alma carroera que

ande por all. El General siempre es amable. Si loencuentras, sintate a su lado, deja que te platique la

historia que dice as:

Dicen que despus de cada batalla, a Zapata le gustaba

sentarse al fuego con su gente. Haba entre el

regimiento una viejita que contaba historias de

fantasmas. Y el mismsimo general se quedaba callado,calladito para escucharla. As que todos aquellos

hombres con cara de nio, acurrucados alrededor de la

fogata, escuchaban las historias de la anciana y con ello

renovaban sus almas, volvan a ser unos chamacos

entre el susto y la risa. Doa Josefina contaba una

historia que iba ms o menos as:

Sucedi en el Callejn de los Zorros, en merito San

Antn. Las pocas casas que llegaban hasta la barranca

apenas si tenan paredes. El techo lleno de tejas. Una


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noche, las seoras de por ah comenzaron a escuchar

unos pasos extraos. Sonaba como si un hombre de

bastn caminara por encina de las tejas. Era el Diablo!

Y las vecinas ms chismosas comprobaron la historiadiciendo que en las maanas todo el callejn ola a

azufre; y que encontraban pollos muertos,

despedazados; y que los nios de por ah ya no podan

dormir de las pesadillas. As que luego se lo contaron a

los hombres y hubo un valiente, un muchacho que dijo

que l no crea en el diablo y que en la noche lo iba aesperar. As, con machete en mano, se subi a las tejas

de una de las seoras chismosas y esper, esper,

esper hasta casi quedarse dormido. Entonces lo oy:

alguien caminaba en silencio, pero el ruido de su

bastn lo delataba. El bastn sonaba claro, preciso

sobre las tejas. El muchacho se abraz a su machete y

apret los ojos. Los pasos se acercaban ms y ms a l.

Ay, virgencita, aydame! Y entonces lo vio: era negro,

de pelaje brillante, los ojos le centelleaban en la

oscuridad un gato. Un gato al que le haban mochado

una pata y noms le quedaba el huesito, que sonaba y

sonaba sobre las tejas. As que al otro da todos se

enteraron. Se acab el miedo al Diablo. Pero de

cualquier manera doa chismes les dijo que ella se

saba una historia de fantasmas, una historia que iba

as:


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Ya les haban dicho que se soltaran la mano. Eran unos

chiquillos. Le dijeron a l que dejara de verle los

calzones, y a ella que dejara de enserselos. Les

dijeron que dejaran de esconderse por ah. Eran unosmuchachos babosos. Les gritaron que dejaran de andar

de calenturientos en el campo. Que dejaran de besarse

en pblico. Que por amor de Dios no fueran a comerse

la torta antes del recreo. Sus paps les dijeron que ya

estaba bueno. Las mams les dijeron que se cuidaran.

Eran unos locos. La gente les dijo que qu cochinos. Losamigos les dijeron que qu romntico era todo aquel

amor. El amigo les dijo que con cuidado, que la reja no

era muy alta. Que se brincaran sin hacer ruido. Cuando

el fuego empez l le dijo a ella que no se preocupara.

Ella llor pero se aferr a l y le dijo: yo tambin.

Cuando saltaron las llamas no los dejaron salir. La

gente grit que en el techo haba alguien. Los doctores,

enfermeras y pacientes salieron a tiempo. Los

bomberos no pudieron apagar el fuego. Una gran

explosin apag para siempre el hospital. Ya les haban

dicho que se soltaran la mano. Pero no lo hicieron. Se

quemaron juntos. Algunas personas cuentan la historia

as:


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Cuatro hombres. Tres mujeres. Edificio histrico.

Hospital. Oficinas de gobierno. Museo. Cmaras de

video. Historias. Fantasmas? Bah. Tonteras. Vamos.

Madrugada. Mordida al velador. Oscuridad. Risasnerviosas. Siluetas. Ay! No es nada. Nervios. Risitas.

Pasos lentos. Segundo piso. Ms oscuridad. Cmara

nocturna. Ya no son siete. Son seis. Y Ana? T sigue.

Seguro se fue. Qu fue eso? Nada. Y Luis? Cinco. No se

separen. Parejita. Cuarto. Besos. Vmonos. Puerta

cerrada. Alguien detrs. Oscuridad. Gritos. Qu pas?Cuarto vaco. Quedan tres. Qu raro. No me dejen atrs.

Alguien viene. No. Sombras. Marcela? Nada. Ni un

grito. Quedamos dos. Dame la cmara. No. Viste eso?

No. Parece fuego. Incendio. Alguien se quema. No. No

vayas. Auxilio. Corre. Queda uno. Slo soy yo. Aghhh!

Djame! Silencio. Velador. Cmara tirada. Off. Otra

historia lo cuenta as:

No se sabe si fue ese mismo da o pas semanas atrs,

es solo que el chisme corre como marea de fuego y cada

quien le agrega algn detalle, como el juego del

telfono descompuesto o la clsica leyenda urbana que

vuela de boca en boca. Sucede que platican, que en una

noche de tantas, dos barrenderos, exhaustos y

desganados, miraron con agrado al payaso amigo de


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los nios sentado afuera de la tienda de hamburguesas,

el mismo que sirve para sentarse en sus piernas y

sacarse la foto del recuerdo, o noms descansar

despus de un da de trabajo. El primero, con la escobatodava polvorienta, se sent en las piernas del payaso;

el segundo, en la banca, y los dos compartieron un

descanso. Cuando uno de los dos dijo: estoy muy

cansado y bostez, es que dicen y platican y chismean

que el payaso de fibra de vidrio, con una voz que no

sabemos cmo son, respondi: TAMBIN YO Ahora,partiendo de aqu, hay quienes dicen que los

trabajadores huyeron espantados; otros, que uno de

ellos cay fulminado de un ataque al corazn y el otro,

a vivir en la casa de la risa. Como sea, no sabemos si

luego de esto el payaso ahora vivo se par y se larg,

porque lo cierto es que ya no est ah; con tantos

rumores la tienda prefiri quitarlo y parar la leyenda

de un tajo. Dicen que hasta hay un video; otros, ms

audaces, dicen que el video se grab en el mismo

instante que aquello pas. No quiero imaginar a quin

haya iniciado la broma, el chisme, el cuento, y menos

alcanzo a imaginar de donde puede estar saliendo el

asunto. Por si acaso, yo cierro bien las ventanas, no

vaya a ser que se asome un payaso queriendo

regalarme una Big Mac; o peor an, lo encuentre

sentado en alguna silla de mi casa, y cuando le diga


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cunto miedo tengo, me responda: TAMBIN YO. Y

luego me cuente una historia que diga as:

Supiste lo que le pas a Martn? Se lo llevaron los

extraterrestres! Bueno, se lo llevaron y luego lo

regresaron, porque sigue en el hospital. Yo no s qu

cosas le hicieron. Dice que andaba en su oficina,

trabajando hasta bien tarde, y una luz lo ilumin todo

y de pronto se apag. Amaneci en un hotelito de

Aragn y Len metido en una tina con hielo. Dicen que

tena dos heridas en la espalda y que en el hospital le

dijeron que le faltaban los riones. Pinches

aliengenas! Para qu quieren sus riones? Lo bueno

es que los aliens fueron amables y le dejaron un recado

que deca: Llama a una ambulancia inmediatamente o

morirs. As que Martn le marc a la polica y vinieron

y se lo llevaron y as, todito, se lo cont a su mujer.Aunque sospecho que ella no le crey, porque luego de

eso ya se separaron. Ella dice que ms bien le pas por

andar de cuzco. Me lo cont el otro da que estbamos

en la cama. Es que la comadre y yo nos llevamos muy

bien. En la noche nos acurrucamos y hablamos de

extraterrestres y nos burlamos de Martn. Ella es muylinda. Me apapacha. Y yo le cuento historias que dicen

as:


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A m esos asuntos dejaron de interesarme hace tiempo.

Me cans de buscar leyendas urbanas. Por supuesto

que les dije que todo el asunto de las agujas infectadas

de VIH era falso, que los dulces con droga eran un mito,que la hija de Silvia Pinal no se aparece en la carretera

Mxico-Cuernavaca y que ningn payaso de plstico

puede hablar. Pero vamos, la historia me interes, as

que acud a la iglesia del Calvario a ver al dichoso

fantasma. Instalamos el equipo entre el Chapitel de la

Virgen y el atrio. Todo qued cubierto. As que misayudantes y yo nos quedamos en vela para estar al

tanto de cualquier suceso. Por qu me interes?

Cuando vi al sacerdote llorar como un nio supe que

algo distinto estaba pasando. Por eso, cuando sonaron

las primeras campanadas, corrimos a ver qu ocurra.

No haba nadie. Las cmaras tampoco registraron

nada, ms que el movimiento de las campanas como si

alguien las hubiera sacudido. Fue cuando miramos

hacia la fuente y lo vimos. La figura de negro sostena

al padre Juan por el cuello. Lo levantaba del piso como

si fuera de papel. Luego lo lanz contra las rocas y

volte a vernos. Lo supimos de inmediato. Los ojos

oscuros no dejaban duda. Gritos, desmayos y desvaros

en mi staff. Slo yo pude contener el miedo el tiempo

suficiente para descender hasta la entrada de la iglesia.

Mir hacia dentro y ah estaba aquella figura, sentada


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en una de las bancas. El olor a azufre era intenso.

Cuando pude contener el asco me acerqu y lo mir en

toda su eternidad y elegancia. Era l. Lo ltimo que

sent fue su brazo sobre mis hombros. Su boca ftida ysu lengua bfida junto a mi odo, para contarme una

historia que deca as:

Mir a la luna de Teopanzolco para pedirle ayuda.

Estaba perdido. Los hombres que me seguan eran

unos locos, fanticos de la guerra florida. La luna

estaba quieta, como siempre, contando historias de

nuestros padres y abuelos. El Anciano de los mil ojos

estaba ah, muy cerca, pero slo era un testigo de lo que

estaba ocurriendo. Yo saba que nadie podra

ayudarme, que me capturaran y estara sobre la

piedra de sacrificio muy pronto. Me llevaran lejos.

Sufrira para que los dioses supieran de mi existencia.Me haran rogarles por el sacrificio para detener el

dolor. Me pintaran con colores exquisitos, me

perfumaran, me ataviaran con flores, me dejaran

mirar a los ojos del sol. Pero mi pecho no quera

detenerse. Tom una piedra y me lanc al ataque. El

dios conejo fue testigo. Romp la cabeza de treshombres y machaqu con odio las manos de otros. La

sangre vol. Entonces sent el dolor en las piernas. No

pude moverme ms y los otros se abalanzaron sobre

m. Ah, a la orilla de la pirmide, maldije a los dioses


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para no ser solicitado en sacrificio. Fue el Anciano de

los mil ojos el que los detuvo con su luz. Todo pas en

un segundo. Volamos por los aires mientras los

guerreros agonizaban sobre el csped del amanecer.Pude ver las ciudades hermanas a lo lejos. Pude ver el

tiempo que pasaba y cmo ramos visitados por

hombres plidos que usaban pelo en la cara. Pude ver

la guerra y la derrota. No haba dioses por ningn lado.

El cielo estaba vaco y ramos slo l y yo, viajando a

travs de lagos que reflejaban nuestra imagen. Vi lallegada de monstruos hechos de piedra. De la cada de

montaas. Del sufrir de la barranca. Vi las historias del

anciano. Sufr lo que l. Divis a lo lejos la nueva

Cuauhnhuac. La cada del bosque. Cuernavaca, le

llamaron los nuevos habitantes. Vi las calles y las

avenidas. El ruido, el caos, la luz artificial en la noche.

Llor hasta que mis lgrimas cayeron por un salto de

agua. Cuando volvimos a mi tiempo estaba solo, bajo la

sombra de la pirmide. Volv a casa y todo estaba igual.

Ella me abraz. Los pequeos se aferraron a mis

piernas porque crean que nunca volveran a verme.

Nunca me lo van a creer, les dije. Tengo una historia

que contarles.


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SOAR CON NIOS

El payaso cogi la pala y cav un hoyo ms. El jardn

trasero era ahora un cementerio clandestino. Nunca lo

quiso as. Cuando debut profesionalmente, el primer

acto le sali mal y nadie hizo un ruido. El silencio fue

brutal. No logr arrancarle una sonrisa a nadie, ni

siquiera a los nios. Luego, despedido del circo, tuvo

que aceptar trabajar en fiestas infantiles, pero nada.

Sus chistes eran malos, sus rutinas aburridas y su

maquillaje terrible. Luego ley unos de esos libros de

superacin personal y todo cambi. Fue un xito. Mejor

payaso del ao. Showsen televisin. Giras. El problema

era que no soportaba las risas. Soaba con nios que se

rean de l. Todo mundo se diverta con su torpeza. El

primero fue el ms fcil. Ni siquiera grit. Todo mundo

le tiene miedo a un payaso con un hacha.


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SOAR LA MUERTE

Cuando era nio so que mora.

Estaba en un parque lleno de juegos y

atracciones. Mi familia preparaba comida. Todo erarisas y color. Entonces suceda: estaba en un columpio

de color rojo y azul en el que un amigo de la escuela me

balanceaba. De pronto, el nio que me acompaaba

desapareca y en su lugar un anciano me meca

levemente. Luego el viejo suba la intensidad y de un

instante a otro me arrojaba con toda su fuerza hastahacerme caer del columpio. En el sueo la cada era

larga. Me vea caer desde el cielo, atravesar las nubes y

pasar por encima de un bosque lleno de rboles. Luego

vea al anciano que me esperaba con los brazos

abiertos. Su boca era enorme y de ella escapaba un

ruido infernal, como de gatos maullando y haciendo el

amor. El agujero oscuro creca y creca hasta que no

tena escapatoria y caa en l. Todo se volva oscuro y

luego, a travs de una pequea rendija, poda ver a mi

familia y amigos llorar mientras mi atad era enviado

al fondo de un pozo. Tuve el sueo varias veces ms

hasta que un da lo olvid. El tiempo que estuve en la

secundaria y preparatoria nunca volv a tener la

pesadilla ni a pensar en el anciano. Pero entonces, hace

unos das, volv a recordarlo todo.

Empez un viernes por la noche.


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Decid no salir con mis amigos y me qued en

casa a ver pelculas de terror. Como siempre, una

historia un poco absurda daba lugar a que una chica

corriera desnuda por el bosque; el asesino ni siquierase tuvo que esforzar para alcanzarla. Eran las tres de la

maana cuando un sudor fro me despert. Fui a la

cocina por un vaso de agua. Senta que algo no estaba

bien, as que despus de cerciorarme de que la puerta

tena el seguro puesto, decid asomarme por la

ventana. Desde el tercer piso pude ver a una personavestida de negro sobre la banqueta. Despus de

tallarme los ojos pude ver con ms claridad. Era un

hombre de pelo largo y cano que vesta un abrigo que

le daba hasta los pies. Pude ver que me observaba. A la

distancia, quise distinguir sus facciones pero fue

imposible. El maullido de una gata en celo que rondaba

la azotea me hizo girar la cabeza, y cuando volv mi

mirada, el sujeto ya no estaba. Pero entonces, al paso

de los das, volv a tener aquel sueo. Pude sentir otra

vez la muerte. Pero ya no era como cuando era un nio.

Ahora sent el dolor que rompa mis huesos despus de

la cada hacia la oscuridad. Despert agitado y con una

sensacin de enorme tristeza en el pecho. Al otro da

platiqu con amigos y colegas acerca de la pesadilla,

tratando de sonar casual para ver qu comentarios

obtena. Hubo uno que me interes, era acerca de los


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significados de los sueos. De acuerdo a cierta

literatura, soar con un anciano puede tener una razn

positiva. Segn esa teora, el hombre de edad avanzada

puede representar la sabidura que est por llegar a mivida; pero segn los comentarios de la compaera de

oficina experta en sueos y premoniciones, la visita del

personaje puede significar que tengo cosas por hacer

en la vida; y segn algunos expertos en teoras y

conspiraciones en Facebook, la pesadilla significa el

miedo a la muerte y a llegar a ser anciano.Sin embargo omit contarles la visin que tuve en

la madrugada, y que la misma figura oscura me

acechaba en la banqueta frente a mi departamento,

desde que los sueos haban vuelto a ocurrir. Volv a

ver al anciano una maana en el centro de la ciudad.

Sala de mi oficina cuando lo vi, recargado contra la

pared del edificio donde trabajo, como si estuviera ah

tranquilamente esperando por m. Cuando quise

acercarme lo perd entre el mar de gente que sala a la

hora de comer. La sensacin de miedo no me abandon

y llegu a pensar en no dormir para no tener la misma

maldita pesadilla de los ltimos das.

He decidido dejar atrs cualquier estpida

supersticin y seguir adelante. He hablado con mi

familia, tambin con un psiquiatra, y gracias a unas

pastillas he vuelto a dormir en paz. Creo que despus


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Ningn fantasma, payaso, duende, nio, chica muerta,demonio o familia humana fueron daados en la

realizacin de estas historias.Manual para platicar con seres queridos que han muerto

No se imprimi en octubre de 2015porque es una edicin digital.D.R. Lengua de Diablo Editorial.

D.R. Acslasletras Ediciones.

Manual para platicar con seres queridos que han muerto.

Documents

Transcript of Manual para platicar con seres queridos que han muerto.