Manifiesto parapsipunk n5

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Manifiesto Parapsipunk 5 EPÍLOGO

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Fanzine Contracultural

Transcript of Manifiesto parapsipunk n5

Manifiesto Parapsipunk

5EPÍLOGO

SUMARIO

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Dirección y maquetación: Óscar torres.Subdirección: Javier Arnau.

Nº 5Elaborado en Vigo (Galicia)

Este es un número incompleto, hecho de retales y de material que se quedó en el tintero.

Con este ejemplar se pone fin al fanzine Manifiesto Parapsipunk.

Como dice Manolo Chinato; Amad y ensanchad el alma.

Ádios.

1 Portada

2 Sumario

3 La portada que nunca fue... de Óscar Torres Gestoso

4 El Lanzador de J. Javier Arnau

5 Ilustración de Óscar Torres Gestoso

6 La búsqueda de Carlos Arnau Moreno

7 Sid Vs. Joey de Óscar Torres Gestoso

8 - 9 Anónimo Siglo XX de José L. Garven

10 La residencia de J. Javier Arnau

11 Cuando Zido cagó fotogramas de José L. Garven

12 Ahora de César Herraz

13- Ama y ensancha el alma de Óscar Torres Gestoso

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LA PORTADA QUE NUNCA FUE...

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EL LANZADOR

Cuando empecé a pensar en esta historia, solamente tenía el título: “Yo era el lanzador de cuchillos del circo”.

Sabía que era un buen título, impac-tante, con un ligero toque de mor-bo. Pero enseguida comenzaron los problemas; el título mismo podía enunciarse de diferentes maneras, cada una de las cuales podría dar una idea diferente de la historia a contar. Por ejemplo:

1.-”El lanzador de cuchillos del cir-co era yo”.2.-”Yo, el lanzador de cuchillos del circo”.3.-”Era yo, el lanzador de cuchillos del circo”.4.-”Del circo, yo era el lanzador de cuchillos”.5.-”Era yo, el lanzador del circo de los cuchillos”.6.-”Cuchillos, yo era el lanzador del circo”.7.-”El circo, los cuchillos, y yo, el lan-zador.”. Etc.

En fin, decidí dejar el primero que tuve, más que nada por nostalgia...y por no complicarme más la vida. De todas maneras, una vez surgida la duda desde el título mismo, el resto de la historia era ya un enigma y un temor al qué sucederá.

Sólo tenía un bosquejo, una ligera idea; el titular de un periódico que decía: “El lanzador de cuchillos del

circo Z. mata, en una pelea, al forzudo”.A partir de ahí, podía desarrollar una pequeña sinopsis: el lanzador se pe-leaba, a manos desnudas —es decir, sin armas— con el forzudo del circo por la mujer barbuda (bueno, por la mujer en sí no, más bien por su barba; tanto el lanzador de cuchillos como el forzudo querían la barba. Pero a juicio del lan-zador, le correspondía a él, que era bar-bilampiño, y no al forzudo, poseedor de una incipiente pelusilla en el mentón. En la pelea intentó mediar el Hombre Anguila, pero no pudo separarlos... No, la idea no iba por buen camino.

Entonces pensé en una METAHISTORIA, es decir, una historia dentro de la histo-ria, y empecé a imaginar que contaba una historia relatando cómo iba a es-cribir una historia acerca de un lanza-dor de cuchillos de un circo...no, tam-poco le veía buen fin.

Pero, de todas formas, tampoco creo que me apeteciese mucho escribir una historia de este tipo, pues parecía muy complicado; investigar la vida en los circos, estudiar el funcionamiento de los diferentes números —en especial el de lanzamiento de cuchillos—, así como las barbas de las mujeres barbu-das, el grado de elasticidad de los Hom-bres Anguila, hasta dónde puede llegar un enano, etc.

Bueno, sigo pensando que el título era realmente bueno, y que la primera idea parecía prometer.En fin, una pena.

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ILUSTRACIÓN

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LA BÚSQUEDA

Caminé lentamente los pasos ya re-corridos antiguamente, buscando el pasado.

Yo, que nunca me había preocupa-do por semejante cosa, ahora lucha-ba por mantenerme calmado en mi búsqueda.Las casas que de niño deseé, ahora eran viejas y sucias. Miré el pueblo y comprobé que apenas nada había cambiado y, sin embargo, todo pare-cía distinto. Realmente, ya no que-daba nada de aquel niño que solía recorrer las calles con una bicicleta, lleno de ilusión.

Aún estaba el viejo bar de Pedro, ya era viejo cuando yo, de adolescente, solía frecuentarlo. Allí conocí a So-nia, la sobrina de Pedro, y con ella aprendí lo que era el amor. El primer beso, el primer baile… Sonia, aque-lla morena con trenzas y compor-tamiento rebelde –a solas conmigo era toda dulzura– que me eligió a mí para darme su amor. Mi corazón nunca dejó de quererla.Decidí entrar en el bar a tomarme algo y ver si encontraba a Sonia. Sí,

veinte años era mucho tiempo, y segu-ramente estaría casada. ¿Y qué?; nece-sitaba saberlo. ¿O no había venido has-ta aquí realmente por ella?Sonia era lo que yo buscaba, era mi pa-sado y, si podía ser, mi futuro.

Entré en el bar; el interior era igual que en mi juventud, un viejo bar, una vieja barra y unas cuantas mesas. En la ba-rra estaba Sonia, tenía el pelo corto, y su cara dejaba entrever su edad. Yo también era ya viejo. Miré sus manos y comprobé, con agrado, la ausencia de un anillo. Me acerqué a la barra y ella me miró, primero con sorpresa, y des-pués con satisfacción.

Me cogió la mano.– ¿Por qué has tardado tanto?

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SID VS. JOEY

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Lo peor de todo para Ignatius eran los viernes y los sábados por la noche.

Llevaba ya casi un año en aquella resi-dencia para ancianos, desde que mu-riera su querida esposa Myrna y deci-diese no ser una carga para sus hijos.Cierto que era una residencia un poco cara, pero prefería esto a ser un ex-traño en las casas de sus hijos, puesto que ellos ya habían formado sus pro-pias familias desde hacía varios años.

De todas maneras, Ignatius, a sus 65 años, gozaba de una salud envidiable, pero el trauma de la pérdida de sus amada esposa había sido muy fuerte, y había entrado en una fase de depre-sión aguda, por lo que decidió ingre-sar en la residencia para que allí se ocupasen de él, pues temía hacer al-guna tontería, bien por descuido, bien por no poder soportar la tristeza...

Así, Ignatius alquiló su casa a unos amigos de sus hijos, vendió su coche, e ingresó en la residencia en régimen abierto.Sin embargo, no podía soportar los viernes ni los sábados por la noche; pero según él, no tenía dónde ir, por lo que los pasaba mirando por la venta-na en la que se reflejaban las luces de la discoteca, y pensaba...

“La residencia, al igual que la disco-teca, se encontraba a mitad de camino entre su casa y la de su novia. Siempre que iba a recogerla a casa de sus pa-dres, tenía que pasar por la puerta de la residencia, y pensaba en la pobre gente que tenía que vivir allí; ade-más, cuando las luces de la discoteca daban de lleno en las ventanas de la

residencia, se preguntaba qué pensa-rían los ancianos de ello, viendo a los jóvenes pasar a divertirse hasta altas horas de la madrugada, incluso hasta la mañana del día siguiente, viendo las luces y escuchando, lejanamente, la música de moda...

Entonces, Ignatius pensó en escribir una historia sobre un anciano que es-taba en la residencia, y veía las luces de la discoteca los viernes y sábados por la noche...”

LA RESIDENCIA

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LA RESIDENCIA

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Ahora que el viento ya sopló el polvode un beso que, tembloroso,

osó posarse en mis labios.

Ahora que el verano barrió los ecos del calor que, ocioso,

jugaba de niño en el barro.

Ahora que la luna partida se queda,tejiendo fibras de estrellas,

que ata a la noche, cual carro.

Ahora que cierro los ojos un momento,que amarillo de luces, me asombro,

y corro desnudo y descalzo.

Ahora que todo en calma se queda.Ahora que el silencio no rompo.

No puedo escuchar el latido:mi corazón se ha parado.

AHORA

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FIN