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manario tSIario llstlaUo I)ebtcabo eepectalmente á la. famtltu· católtca. be la. 'RepUttca. -- $e pUblica lo. 1unet. -- lDf rector. 1 ic. ll'ictoriano Bgüeros. PRECIOS DE SUBSCRIPCION 1 TOllllO II, 65 I Dirl' d'd d b ' '6 1 D' to . lIII.EXIOO, lanse los pe 1 os . e BU sorlpCl na lreo r Apartado núm, 379, 6 Cerca de Santo Domingo g . Lunes · 24 de Marzo de 1902. núm .• , Por un mes en la CapitaL . . , . ... . . , ., $: Por " " en los Estados ...... . .... .

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manario tSIario llstlaUo I)ebtcabo eepectalmente á la. famtltu· católtca. be la. 'RepUttca.

-- $e pUblica lo. 1unet. --

lDf rector. 1 ic. ll'ictoriano Bgüeros. PRECIOS DE SUBSCRIPCION

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TOllllO II, NVllllE~O 65 I Dirl' d'd d b ' '6 1 D' to . lIII.EXIOO, lanse los pe 1 os . e BU sorlpCl na lreo r Apartado núm, 379, 6 Cerca de Santo Domingo

g ~~ . Lunes ·24 de Marzo de 1902. núm .• , Por un mes en la CapitaL . . , . ... . . , ., $: Por " " en los Estados ...... . .... .

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rf'~~¡§~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~¡§~~~~~~~~~~~~~i"f aba ver heridas ho-rribles, esas manos atadas en que osci-laba una cai'ia; to­do ese conjunto de do lore', y humilla­c iones, mezclándose lo' horroroso y lo re­pulsivo con un a ma­jestad qu e hrill aba encima de to do, á la o rill ~, ¿no eran 'bas­tante para impresio­nar los espíritus y cambi:tr los corazo ­nes? Esto cre) Ó el • Procurador romano. v tal ilusión deLl\: íJe rrl onársele, p 1I e s a l ti 'n honra un po­co á la natnra/eza humana, tanto más que ¿l era el lmico que la tenía_ No abrigaban tal ilusión los soldados y á l a tu rba iba pronto á mostrar la esti ma que de ell a hacía,

..\. la aparición re­pentina de J eS lIs si­:;uió un momentocle es tupor. ¿ Era con­miseración ó so r­presa) Las masa~

1J!~~~~!!~~~~i!~~~~~~~~ii!i~~jii!i!~~~~~~!i~liiiii!!iii:ii¡¡!!!!¡¡~~~~~~~~1I so n capaces de las

nuís di \'ersas impre-siones, y los Sanhe­dritas no se fiaron de aquella emoción.

Sin ''''' pera l' más, gritaron: -'C ru l ifícale , Crucifícale" , con tiarl os en a rras trar co n­sigo á los que estaban al rededor de cada uno de <:l /os, Persistía n" obstan­te, el silencio, v Pilatos se ;Ip ro\'ech, j par-a repetir lo <¡ue antes hal,ía dicho:

,1

"EeCE HOMOI!

JESÚS habla sido azotado. coron adQ de espi . nas ~ revestido con _un harapo de púrpura,

En medio de estos crueles ultrajes , el Señor había quedado silencioso , dejando correr sus lágrimas, única protesta que se permitió, Bro­taban también de sus ojos, aun sin quererlo él, porque el exceso del dolor se las arrancaba á la flaqueza humana,

Desde lo alto de las escaleras de mármo l hi­zo Pilatos sei'ial de que le traje ran á J eslts: los soldados lo interpretaron por deseó d ~ ver de cerca aquel fantasma de rey y se agrupa'ban jun­to al reo continuando sus bufonadas é insultos, pero una orden severa les impuso silencio , Se adelantó despacio el. Procurador por la plata­forma de la galería hacia la tribuna de encima 'del a rco ele la entrada, seguido del Nazareno sin fuerzas y titubeanElo á cada paso que daba, Si no le l". bieran sostenido los guardias, no hu­biese podido subir nunca al lu gar en que le que­ría ex hibir P ilatos, , Entretanto, la muchedumbre había echado de ver el movimiento que comenzaba en la azo , , tea, los soldados venían á ocupar la galería, y ei P rocurador se acercaba á la balaustrada y manifestaba querer hablar, Se restableció, poco á poco, la calma de un extremo á otro de la pl aza en espera de lo. que hubiera de ocurrir,

sin que nadie supiese el espectáculo que se iba á poner á la vista,

, P il atos tomó la palabra: Ved aquí, dijo, qu~ 09 lo presento para ponerle en libertad,

pues os declaro que yo no encuen­tro motivo alguno para condenarle. y poniendo á la vista la víctima que él ocultaba de la vista del pue­blo, la empujó hácia el borde de la tribuna, y con voz en que vibra­ban la compasión á Jesús y el des­pr<:cio á los judios, grit6: H e aquí

_ ;,1 hombre, Ecce horno, COTltaba con est\: golpe teatral para apaci.

guar las iras y exitar por sorpresa .la wnmise­ración de aquella turba imbecil, que vera retar­dar el espectáculo que se habfa prometido , ¿Y quién podría resistir á la aparición repentin a de es te espectáculo sangriento·? Esa cabeza envuel­ta en espinas, esa cara surcada i latigazos y amoratada á. fuerza de bofe ton es, esos ojos me­dio apagados derramando lágrimas, esos lábios cárdenos que iban á exhalar el último aliento, ese pecho jadeante en el man to de p(¡rpura de-

" T omad/e \'0,( ,tros v cru cilir:l, II", \ ' C) no l o rel:olloz­c'o cldl,al;k,"

--(.0)---

DOi\1INGODE R ,~ ~10S

(Eva1lgelio de~: ~! ateo, Lap, :\.\:1 , , '(> 1" , 1 :í [1)

Y cuando se acercaron;Í J t'I',,,a lén, )' llega­ron á Bethphage al mOlite del () li "lr, e lll'i (j t n­'tonces J esiis á dos cli scíp ulos, di ciénd oles : id á

. esa a ldea qll ~ está en frent e de ,'o,otro:=;, )' lue­go hallaréis una asna atacla, )' 1I11 pollino con ella: desatadla, y traédmelos , y si olguno os di­jere alguna cosa, responded les que el Seli or los ha menester, yluego los dejará , \' si todo fué hecho, para qué se -cumplie~e lo que había di­cho el profeta, que dice~ decid á 1.1 hija de Sion: H é aquí tu rey y viene ma nso para tí, senta­do sobre una asna, y un pollino hijo del que es­tá debajo del yugo , Y fueron los disdípulos, é hicieron lo que les había mandado Jesús, y tra­jeron la. asna y el pollino, pusieron sobre ellos sus vestidos' y le hiciero~ se ntar encima, Y una grande multitud de pueblo tendió sus ropas por el camino, y otros cortaban r¡¡mas de los árbo­les, y las tendían por el camino , y 11!s gentes que iban delante y las que iban detrás gritaban diciendo Hosana al Hijo de David: bendito el que viene 'en el nombre del Sefior: Hossana en las alturas, y cuando entró en J erusalen. se con­movió toda la gente de la ciudad, diciendo: ¿Quién es este? y los pueblos decían: Este e~ Jesús el profeta de N azareth de Galilea.

--:(0):--

JESUCRISTO y LA MU]ERADDLTERA. (EvangeliO de S, Juan, cap. VIII. vers, 3 á 11,)

Estando J es ús en e l tt'm¡oLo, los Escribas y Félri sE'os le p'resen t ~ro n á ulla mujer que había comC'tido adulterio; y le dijeron:

-Maestro , C?s t;;¡ muj ~r acaba de se r sor­prendida en auu ltr rin

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-Moysés e.n la L ey nos tIene mand a· do a pedrear á los tal es. Tú qué dices ces á esto?

Lo cu 3 '1

Pl· e gunta· ban p a ra t e ntarl e \' poder a C ll'

sarl e . P e r o Jesús, como desenten· di éndose. in· clinóse ha ' cía .e l , s u e lo, y con ;wl de · d o escribía en la tierra.

M as co mo porfiasen ellos e n prpgunta¡-Je. s e e nde r e zó y les dijo: El que d e vosotros se ha ll e s in ' p ecado. ti , loe contra l'iLt el p r i­m e ro la pi e dra,

y vol vi endo ;i indi­ll;1rse Olra vez, conti llu a ba c;,cribi e nd o I II

e l suelo, ~' ; ''' ' oída 1:1 1 res­

pUl'sla, ;oc ib ;", , '~ l'a­

bull endo uno t ra~ ll lr o. ,'o m c ll za lld o p o r l ú,.;

Jl1 ;is V1 E' j OS. h " -l:1 l)U(~ dei;ifon s(¡lo ;1 11I ,,(h \ '

" ;i I~ muj e r qu~ 't'~ I ; l b-.1 e n m e clir¡,

E"nto ll ces Jc;,ús e n ' d e r zúndose, je d ii o: :\luj c r ¿dond e (';, 1;1 11 tu s a cu~adon' s; :N"di l' te ha cond('nado'~

Ella l-espol1d i,i: :\ i 11,

~ tino Senor. y I t' ~ lb comp;¡d ,'c ido le -Jjj o: _ ___ -'.!c .. __ ___ , __ ' - ' ::,¡~ c." ,:,,~ -

Pu es wmpoco \'0 l e lC~~~~~ii~~~i~i~~iii~iii~i~~~i~~~~ii~~~~II'~IIII!!~~ conde naré : <I nda: \. no p e ques miÍs e n -acl e · lante.

- -(0)-_

JESrCl¡IS'l'O y

LA MUJER,ADULTERA. ( ¡ '(jI' l ,a r", ;!! , )

Por irac undo, plebe l'er'~eg:ll id 'L ' Huye en Jerusa. l ~ n al tempio santo :'I1ujeT desp"xorida, . ilaDa su 1''''7. bermo'lt -D esatado l'3.utla,] de arnn,Tgo llan to, E s aqnpl'la mujer, cul pab le eS)Jos:1, L a ley de l ]llI (1) lo hebreo A m01'il' ,í, ped1'Rcl:1s la co odena, El torpe fa ri seo y e l hipó cl'it:, rscl' iba. corrompido Piden, con,o 1" t urba , á gl'ito herido Se lleve " c"uo la ma.rcada, pPlla, La mísera muj er d e ang ustia, Il eu" y con ausias mOl'tale~ Gira en r edor los supli cantes ojos, lI'lira á Cristo del te m plo e n los ullllll'al eSl H. adi:mte de bondltd y de dulzura: y póstrase de hinoj os y b es", de Jeslls b vestidura, lumóvil quetl~ cUlll estátua yerta, Vag'" en crespas Illaclejns su cabello Sobre l:L blanc:L esp,dda w nl cubi'l,.ta. y su rostl'o sombt'!o (Para su propilL desvellL ul':L be ll o \ EntrlO las manos t.,.ému l a;¡.~ ~epul ta: Quizá un rubor t,wdio, Quizá la bIta d e 1'ub01' ocu lta! J!;ntre tanto el 8E:ÑOR sobre 1", :trena Misteriosas pa l"bras esc ribia . y el fa riseo que " la tu rba gUÍlt, Para hablar á J esús , s il eu cio ordeua Con humildad iróniéa pretexta ' Sobl'e el supli cio honendo con ~ult, nrle,

P ero busca sutil en S il respuesta Causa para aCllsarle. y así le dice : -" La. muj e l iDlp"nL Que á tus pies.se 111' postl'ado, Sin recato y sin fe , ciega y perjurn. El tálamo nupci al h a ]JrOÍ>Lll ado , N o ignorará tu enaltecida ciencia

c.!"" ,"t. ,nOl'i1' In .ellt elll':l'" La, ~aIJ i" , Ir," drl i,, 'p il'ado prMte Que l'ompió lIuestra dura ser\'i ,~ull1bl'e y de l Etel'lto oyó la \' 07. ce lpste Del S iu a.í ~ oul'e la ardiente cumll,'''' Mas tu eres el Mesias prom e tido, L ", voluntltcl ue Dios tu lab io an unci", Tn b libl e profeta, re y U11 i( id o, Tus altísimas órdenes Il'ontlnciu. Tu fallo cliu os y ser{¡ cumplido," Cl' isto escribi endo (ln P II pI m'enR ~i~Il Q Sill leyautRr la, pen~"ti \' ;l fre nte, y el fal'i seo ,í, poco . ya i,u p:1" ieltt e Con n,ltan €' l'n \'0 70, a.~í pn.l:-.igu l': -~i ere' Hijo de Dios,: ;, . 'ri IllO ,'~ "rl'~.ir" Lo que e l gra" Moisés dejó u, ',\,"""do l -Cúmplase. di ce e ,'isto, lo u """lndo, P ero qu e arl'oj e la pl'im e m pin lo, El que esté ~i n pecado. "

, lI-

Todo5 para. 1tllin1:\l'St: Sp rnil'arow y todos si n ,Li i,"nt,o p'illIud eci e-

Su~ cejaJ:; !': (' pnar cn.l'on . Las piedras de sus manos se ra­

(yel'on l' en confuso tropel de.pal'eaie·

( ron,

III.

-Nadie te actlsa. va,-La ail'a-- (da pl e be

Que :í. llevart.e á mor ir ,e a,pe,'ci . ( bla,

1> c" I"lI'eció como la bruma leve Al despuntar la claridad del dla , y" de la, muerte la segl11' terl'ibl e No ves·amenazando t u existen cia, 11>1 s , oye la tremeu da, iuext inguible , Iuexomble voz de tu conciencia Oye del.'lue te salva la sentenci'a : Eres esposa y madre, ~ (~lI é tp briuda otro ¡¡mor' males prolijos , No vu· Ivas ~\ pecal', pieusn e n tus h ij<)s, y hiel'" ,i te M,,'eves á su padr,·, rrOl'lHt al Jlr -ciado hogar qu e abandcll:lst. , Del que tu infame culpa te r~tira, Pide perdón al hombre q'ue Rfrentaite, y su dolor inconsolable mira, Mlrale oculto, palp'itante el pe oh o,

LA. visl" ti ende al solit:uio lecho. .,. y en él, desesperado se desploma.. ;' :' • . Abraza tieruo .1 balbuciellte n iño; , Lirio que el yermo de Sil vida aroq¡a, ' y el a,hl'asaclo llfLuto de l cariño

,En "Us pupilas á,'idas asom!L. Vi e,ndo del inocente pn ,el semblante . :

Trasunto fie l; illl ~gen hechicera Del rostro tuyo,' q l1e adoró ,constante, y gala ayer d~ sus amores era: :aoy, su dicha anegad"" , Sobre las ondas del (1010r eterno , Aún ilesru 'y ,tr"nquila ~obrenada . El arca SRuta del amor paterno,

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j ! Aborrecer á lo que se ht. queridi>, Es desgarrarse el ,col"Rzón heridD y vivil" en las ansias de la muerte , Hondos gemidos lanza, y si en su oprobio piensa, Juzga que no hay venganza , Que hasta el nivel alcance de su 0(eD8&, Lucha por desasir de su memoria

Tu acia¡ra imageu, tu fatar calda, ' Mas para siempre la quietud perdidll., Llev!l:en su inen~e ,t(¡ Ilorad,a hi,storia Con indel,ebles.letras esculpida. , Cediendo de la culpa á los clamore., Cometiste, pisando tus deberes,

,El delito mllyor de las mujet'e"s y él padece el dolor de los-dolores. Vuelve á los' pies del ofendido eSposo, y al desandar la via (,lue á la sima del' crimen te condujo y á victima de un pueblo te redujo, Recue!'da siempre la palabra mia: Sin la virtud no hl,lY dicha ni reposo,

Cristo á la dicha y al reposo guht . .. ; . Barquilla. sin timón y en mar inciel·to Ave herida en mitad del Océano, ;:Sin el auxilio de divina mano ~,egar al anhelado puertot

y todos comieron, y se saciaron, y de lo que sobró recogieron doce canastos llenos de pedazos. .

. El número de los que coinieron fué de cmco mil hom­bres sin contar mujeres y niños.

--:1111)0(1111 :-­

Pea'lmle(l'CII IIQtre 11 Pul6D

La muerte y la Pasión de Nuestro Señor son el moti­vo más dulce y mas fuerte que puede mover nuestros corazones. El Calvario es el monte de los amantes.

Cualquier amor que no tiene' su origen en la Pasión del Salvador, es frágil y peligroso. O amar 6 morir, ó morir y amar. Morir á todo otro amor para vivir 5610 en el de Jesús. Los hijos de la cruz se glo­rían y se gozan en su admirable problema, que el mundo no puede resolver, porque no lo comprende. (San Francisco de Sales.)

Reparad en el contraste: esos judíos, prontos siempre á revelarse . d mtra la autoridad romana; esos tan mal acostumbrados al yugo ex­tranjero y tan llenos de rencor contra el César, aplauden á los sol­dados del César y palmotean con infernal algazara porque van á dar muerte á un judío como ellos . acusado de haberse rebelado eontra el César. . . . . . . ¡Oh infamia de las pasiones humanas! (Padre Van Trich.) .

Si recordamos la Pasión del Salvador, no hay 'nada por duro que sea, que no lo podamos resistir. Todo es pequeño si se medita lo que sufrió en el patíbulo quien nos convidaba al cielo. El sufrió opro­bios, irrisiones, afrentas; bofetadas, salivas, azotes corona de espinas y cruz, y nosotros, miserables, para nuestra confusión, con una pa­labra nos sentimos fatigados, con una frase nos abatimos ..... (San Isidoro.)

Magnífica misericordia fué que el Señor del mundo tOrnase forma de siervo, que el Pan de los fuertes padeciese hambre, y la fuente de

• ia vida sed; que la Luz se oscureciese, la Fuerza se debilitase y la Vida muriese; que el Redentor fuese

~~~~~~~~~;~~~~~~~~~=~~~~~~~ª~~~~~~~fi'i vendido para que· el hombre fuese como prado por la preciosa sangre del Eter-nO. (Casiodoro.)

, U

C)J);/~I (EVaD~~I~~I~~I:~~I~~t~~,l~~p'~I!~!~~~~~ . . < ~ 15~.) _ y; Al caer de la tarde, los discípulos de J es6s se llegaron á él, diciendo:

- El lugar es desierto, y la hora es ra pasa­da. Despacha 'á esa~ gentes para que va)ian á las poblaciones á comprar que tomer.

Pero Jesús les dijo: -No tienen necesidad deirse. Dadles voso­

tros de comer. A lo que respondieron:-No tenemos aqllí

más de cinco panes y dos peces. Díjoles él:-Traédmelos acá. y habiendo mandado sentar á todos sobre la

yerba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo los bendijo, '1 par­tió, y .dió los panes á los discípulos, y los discí­pulos los dieron á la gente.

Judea, pueblo que Dios habia planta. do, y cultivado los Profetas, estaba en verdad desierta, vacía de justicia: llena de pecados; pues ningún fruto produjo sino agudísimas espinas con que coro: nar la cabeza de su Señor. (San Juan Crisóstomo. )

¿Qué hiciste. dulcísimo Jesús, para ser así juzgado? ¿Qué cometiste. ¡oh aman­tísimo Maestro, para ser tan vilmente tratado? ¿Cuál fué tu crimen? ¿Cuál tu delito? ¿Cuál la causa de tu muerte? ¿Cuál la ocasión de que te condenasen? Yo soy la causa de tu dolor, la culpa de tu muerte. ~San Anselmo.) .

A Jesús en la Cruz j Oh mártir Salvador ahi enelavado!

j Oh buen Jesús amante, Padre mio! ~cómo Tú , el hacedor pálido y frio, en ese duro leilo reelinado'

Nos redimiste, de Luzbel airado y aun te esearneee el bárbaro gentio i mientt"as te burla en torpe desvario pQJ" él imploras. á tu Padre amlldo.

al cielo alzando tus dolientes ojos, lIeuo de unción tu rostro soberano, y tu sublim" luminosa frente

eireuida de espinas y de abrojos .... i Y de la tierra el misero gusano 8e atreve á herirte, oh Dios, iITevente!

Fétix Ma,·tinez Dobe.

El Sagrado Rostro según la tradici6n.

' Una de las imágenes de Jesús que ha adquirido mayor celebridad es la que se conoce con el nombre 'de Santísimo Sudario de la Verónica. Dice la narración piadosa, que marchando Jesús por la calle de la Amargura camino del Calv,ario, sudando san~re bajo el peso de la colosal cruz, cayó delante de la casa: de un'a piadosa mujer llamada Verónica, la que, compadecida, le ofreció un lien· ~o para que se secase ehostro, cubierto de polvo, de sudor y de sangre, y lívido por los golpes y por lo~ jizotes recibidos. Jesús aceptó aquel ofrecimiento, y como recompensa de tan piadosa ac· cióii le devolvió el lienzo con su sagrada imagen en él estampada '

. ~or otra parte, San Juan Damasceno refiere que una antiquísima y acreditada tradición muy extendida en su tiempo, reconocía á Jesús como autor de uno de sus propios retratos. Habiendo lle­gado á oídos de Abgaro, rey de Edesa - dice el Damasceno,,.-todo lo que del Señor se refería, se inflamó del divino amor y envió sus embajadores al Hijo de Dios para invitarle á que fuese á verle, encargando muy encarecidamente á sus enviados que en caso de negativa por parte del Señor, hiele­ran sacar su retrato á un pintor. Jesús, á quien nada puede ocultársele y que todo lo puede, cono­ció el deseo de Abgaro, tomó un trozo de lienzo, y llevándoselo á su rostro dejó pintada en él su imagen.

Otro relnto de Jesús que data de los primeros tiempos de la Iglesia, y que 'Ios más antiguos Santos Padres mencionan, es el que Léntulo, pro cónsul de Judea, envió al Senado Romano.

Hé aquí, la detallada descripción que de la figura de Jesús hizo Léntulo: "En este ,tiempo apa reció un hombre que vive todavía y que está dotado de un grandísimo poder: su nombre es Jesú Sus discípulos le llaman Hijo de Dios; los demás le miran como un poderoso profeta. Vu elve lo

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muertos á la vida; cura á los enfermos de toda clase de padeci­mientos y angustias. Este hombre es de elevada estatura y bien proporcionado; su fisonomía es severa ,y dulce, tanto, que en viéndolo no puede menos de amársele y de temérsele al mismo tiempo. Sus cabellos son del co­lor de vino, 'y, hasta el. nacimiento de las orejas, son rectos y sin brillo, mas, de las orejas hacia los hombros brillan y se ensortijan. A partir desde los hombros descienden por la espalda, distribuidos en dosTparte¡¡ .' ,'~ála' usanza de los N correcta. y tersa, rostro sin tacha ni defecto alguno, <'sila~emente coloreado, y mon ble y graciosa. La nariz y la boca son irreprochables. La barba es abundante, de igual que los cabellos, y partida. Los ojos son azules y muy brillántes. Reprendiendo y bando ó vituperando, es temible; cuando instruye ó exhort'a, sus palabras son dulces y riñosas. Toda su figura es de una gravedad y de una gracia maravillosas .. Nadie le ha visto reir r.i una sola vez en <;a~bio se le ha visto llorar. Delgado de cuepo, tiene las manos rec- . tas y largas, y los brazos hermosísimos Grave y mesurado en su conversación, es sóbrio de palabras. En suma, es el más hermoso de los hijos de los hombres." ,

En el siglo VIII, en tiempo de San Juan Damasceno, persistían como persisten hoy día, los principales rasgos de es­ta notable y nobilísima figura. El cabello y la barba. cuyo color no aparece bien deternrinado en la carta de Léntulo, porque el vino puede ser dorado, rubicundo, rojo ó violado, se caracterizan con claridad en el Damasceno, que determina también el color del rost~o.

Hé aquÍ la descripción del Damasceno: "Elevada estatura, cejas abundantes" mirada graciosa, .1ariz · bien proporcionada, cabellera ensortijada, actitud ligeramente inclinada, color fino , barba negra, rostro del color del trigo cual el de su Ma­dre, dedos largos, voz sonora, palabra suave. De carácter en extremo agradable, es tranquilo, resignado, paciente, rodea­do de todas las virtudes que la razón se figura en un Dios hombre ."

M .~:-,¡uEL RAMOS y CaBos.

---:)o(:~--

JESUS DORMIDO DURANTE LA TEMPESTAD.

(Evangelio de San Márc'o~ , ca p. IV, verso 37 y sig.)

Levantóse una gra.n tempestad de rn~~~~~~~~~~~~~~~I~;~~~~~~~=~~i~i~~~ viento, que arrojaba las olas en la barca, de manera que ya ésta se llenaba de agua.

Entretanto, T esús estoaba durmiendo en la popa sobre un cabezal. Despiér­tanle, pues, y le dicen: -Mae~tro , ¿no te da nada que pe·

rezcamos? y él, levantándose, alIlenazó al vien­

to, y dijo á la mar: Calla~ tú, sosiégate. y al i'nstante calmó el viento y so­

brevino una gran bonan za . • Entonces les dijo:

-¿De qué teméis? ¿Cómo no tepéi ". fe todavía?

y quedaron sobrecogidos de grande espanto, diciéndose unos á otros: .

-¿Quién es este á quien aun el vien­to y la mar pre'stan obediencia?

ASI SE AMA.

¡Así se amat me están UicienJo, ¡oh Tesús míol las espinas que coronan tus sienes. ¡Así se amal me gritan las terribles afrpntas y crueles humilla· ciones que padeces; y las llagas san · grientas de tus manos ' y pies, y la

abertura d~ tu Corazón divino, y las 'l~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~;;~~~~ mil heridas de tu cuerpo sacrosanto, son otras tantas bocas que me están diciendo sin cesa! : ¡Así se:amal lAs amó Dios almundol ¡Sic Hei't:S dilexitl mundum! , . , '

'. '. Angeles Santos, que contempláis ·absor·

tos la gloria del Eterno. ponedlof¡; ojos en ' esta cruz. ved la humillación Y af!'enta de , su único Hijo. y lsabed que así amó Dios al múndol ¡Sic Deus dilexit mundum!

Espíritus rebt'ldes, ángeles de tinieblas: inteligencias ofuscadas, productoras del mal; vosotros que tan rencorosamente en· vidiáis a los hombres, :mirad á Cristo mori·. bundo en la Cruz, abiertos los brazos para estrechar en ellos á los pecadores; inclina, ' da la cabeza y entreabi~rta la boca para',., d;;.r beso de paz á sus enemigos; clavados los pies para no poder huir de los malhecho· res: ¡vedlo, víctima voluntaria ofrecida en sacrificio para la salud del hombre, ,v sa­bréis cuánto amó Dibs al mundol ¡Sic Deus dilexit munclum!

Almas redimidas con la sángae del Cor­dero, dejad los vanos cuidado;; de la vida ,

poned 'silencio' afouUicio lerr.enal Úfacflos:; pensa mient1Ys inútil ~s; y cpntemplad'aqrli ~n .,. la cruz á la Vída, tÍmérta -poi' llues'troam'Or. "-., El lj,mor le hiri o el ouerpo con .8l1'9~s, · , el; ~ · , arpor le coronó de espinas la ~}¡¡,beia; · el~ '·' amor le atravesó los pies y manos' con du­ros tlavos, el amor · le abrió el pecho con aguda lanzi\ : ¡ved de qué modo tan asom­broso am(¡ Dios al mundol ¡Sic Deus dilexit mundum! .

y el mundo ¿cómo te paga, Señor? ¿Te ' de vuelve amor; por amor y sacrificio por sacrificio? ¡Oh mundo infame, olvidado de Dios y entregado á la crápula de las or­gíasl ¿Quién te enseñó á pagar amor con ol­vido, beneficio con maleficio, bendición con maldición, sacrificio con egoísmo, favor con ingratitud, bien con mal y vida con muerte?

IOh] esús mío, muerto de amor en esa cruzl ¿por qué te paga el mundo tan mal? ¿Por qué no corresponde á tu amor? Y· ¿tS posible

,'Í.. . '

que el am{)r del mundo te quita · ra la vida, y te pusiese como es· tás en esa cruz? ¿Por qué te hil.s quedado en ella con la cabeza incli· nada, :105 ojos bajos .y miran jo al suelo? ¡Bien lo sé, Vida mía! El ár­bol cae siempre del lado á que se in : clina; y tu inclinación, tu amor al hom-bre, te hizo bajar del cielo, te doblegó con el peso de la misericordia, te cor-tó el hilo de la vida mortal, ' y te hizo caer de rostro hacia la t¡era, para dar al hombre beso de paz.

Ametf yo, Jesús de mi alma, nunca para mi tan hermoso como ahora, que el amor t~ ha puesto en la cruz afeadol ¡nunca para mi tan amable como ahora, COIl los brazos abiertos y la cabeza inclinadal IAmete yo, Crucificado mío, y déjame que te abrace, te estreche contra mi corazón, y te coloque en mi p,echo como ramillete de mirral

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ble del mundo, fuese nuestre

BARRABAS. j ~ilJ~S---

:a:nt retanto los Príncipe~ de los sace rdo tes y los Ancianos continuaban IiU trabajo de concitar el pue­bio, y acabaron por persuadirle qu e pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de J esús_ $1 Procura­

en su lectura, los perdió de vista un instante: cuando alzó los ojos les vió en el umbral del pretorio, y juzgó llegado el momento de preguntar á la mltitud con la mayor habilidad

para inclinarla al resultado que él deseaba. Volvió á resonar la gritería, expresandO impaciencia porque aquello acabara pron­to. Pilatos se apresuró á preguntar: ¿á cuál queréis que os suelte, á Barrabás ó á Jesús?· Fué aquello un paso de teatro. Oyéronse al punto feroces aullidos en que gritaban todos:

-Déjanos libre á Barrabás. . Pilatos no podía creer lo que estaba oyendo, . evidentemente

el pueblo le había entendido mal. Pronunció de nuevo 'el nom­bre de Jesús:

- ¡No! ¡Ese no!, gritó el populacho, ¡queremos á Barrabás! Ya no había duda, el bandido había sido designado clara­

mente. Entonces CO II tono ir ó nico dijo el Procurador: -¿Qué:queréis , pues, que haga con el Rey de los Judíos?

- ¡Quítale de áhí, danos i l:larrabás! . . Pilatos ~ obstinó , lleno de indignación, y dijo: - Pero Jesús lleva entre vosotros el nombre de Cristo, - ¡Cru cifícale, "crur. ifíca le'

Esto ;e raiYa d emasiado violen to. Sub levóse la conciencia y el honor del Romano, y se le redobló el desprecio con que miraba.aquella chusm::t y á los que la maneja ban. . .

¿Pues qué mal ha hecho este desgraciado? N o encuentrO én él nada que merezca la muert,. . Consiento en casti· garles, después le dejaré en libertad ' . .

¿Qué les importaba ya el sesgo pro puesto por ese juez singul ar, qu e Lenía po r evidente la inocencia del acusado, y sin embargo hablaba de castig,lr le? Se: re(;o nocían ya dlle:ri.qs d e: 1 ... res rstencia. A la inuignación del Juez, oponían ellos sus risotadas, á sus pregunta; re'ponilían' con gr,ln dc:; gritos Siélll rJl"e Iv:; Illi smos.

·- "¡Crucifícale, quere l11o; que sea cru cncado'" • y el tumulto se tornaba formidabl e, los soldados miraban co n inquiet ud y có lera, a l lado de los tribunos asombra­

dos de la actitud del P rocurador. Este aca uaba de llama.r á un oncial, y de habl arle al oído. ¿Era, por fin, la orden de cargar sobre a ¡uella canana, ' y quitar de en medio á los Sanhedritas?

El oficial volvió a entrar en el palacio. el sil encio reinó de nuevo en la turba j e'n la guarnición della:Antonia, en espera de lo que iba a SUCeder.

De~la ~Oena del ~eñor y el Lavato 1"10 de los p:iés_

. Oh marav illoso Sacramento, ¿qué diré de tí? con qu é paiabras te alabaré? '1\1 eres vida de nu estra, j¡ni rnas: tú eres medicina de nuestras llagas; tú eres consuelo de nuestros trabajos, memorial de Jesucristo, testimonio de su amor, manda preciosísil11a de S1I T estamento, compañía de nuestra peregrinación, alegría de nuestro destierro, brasas para encender el fueg o del divino amor, y prenda y tesoro ue la vida cristiana. ¡Qué lengua podrá di¡5namente cantar

, las grandezas de este sacramento! quién podrá agradecer tal benefi cio? quién no se derritirá en lágrimas, vienea á Dios unido consigo? Faltan ' palabras y desfalléce el enttndimiento, considerando las vinudes de este soberano misterio; mas nun ca debe f3ltar en nuestras ánimas el uso y .el· agradecimiento ae él.

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á

Inocente soy yo de la sangre de

. otros ' y -sobre-nuestros hijos. entregó para que fuese crucificado.

¿Qué idioma habló Jesucristo?

Si_se aonsidera tll intenso interés qne. suscita este asunto. no hay motivo para sorprendernos de las investiga­ciones que se hacen para determinar fijamente el idioma que .Jesucristo habló á sus discípulos y al pueblo judío . ,Quién. por ejemplo, no desea 8aber en qué idioma se publicó el sublime sermón de la montaña' ¡,Se pronunció en latín. en hebreo, en aramaico ó en grieg01 Uno de los más sabios orientalistas ingleses, el doctor Robers, sostiene que Jesucristo habló en griego. No habló en hebreo, porque en su tiempo es 'e idioma hacía siglos que es aba muer­to. proscrip o; el texto original de las escrituras judaicas se leía y explicaba en las sinagogas por hombres edUCa­dos especialmente para ese objeto. No fué hebreo siuo aramaico, uno de los dialectos de la lengua caldea lo que hablaban los judíos que volvieron á colonizar la Palestina después del cautiverio de Babilonia. Las palabras y fra­

. ses semfticas que encontramos en los Evangelios, en boca de Cristo no son hebreas sino aramaicas. Cnando Jesús Cita las Escrituras sagradas. no se 'refiere al original hebreo, que no entienden los que le siguen sino á la versión popular que conocen sus oyen­tes ó á la versión griega llamada la septuaginta.

Aunque muchos o'pinan qne fué en latín como habló Jesucritso, no Bay 1'a- ..c::::::::::J~~~~l¡JI;fJ zones para sost.ener la opinión. Es cierto que entonces circnlaban en Palestina monl'das remanas; es cil'rto que había numerosos empll'ados del César, algunos. . de ellos como Mateo, que recaudaba los impuestos, que para el desempeño de su empleo debían conocer

. la le.ngua ~oIDana: p~ro no 'es concebihle que pescadores h~mild~s como Pedro y Andrés s~ hermano, Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo, pudieran .nablarla o c,ompre~ded~. Para suponer que fu e el g~lego elldlOma de la redenCión hay razones más poderosas. Tres siglos antes de la veruda del Meslas, meJOI' dICho. desde que los paises aSlatlCos del MedIterráneo cayeron en poder de Alejandro y de sus sucesores, el griego no fué úuicamente la lengua comercial, sino la lengua interuacional, y aun puede decirse que la doméstica . El griegu fué entoncse lo que fué de~pués para la Europa cris iana la lingua franca. ó.e] bajoifttín. .

En los Evangelios, se úescubre también que Je!'>ucristo habló en ~ripgo Ó qile. á lo menos, hizo uso de este idioma en varias ocasiones. La conversación de Cl'lS to, con el centurión no pudo ~(' r si no en gril'g'o ; en otro idioma no puedA explicarse, pues es absoJutamente imposi­ble suponer que uu oficial rumano recién venido hub iera aprendidu el dialec o aramaico ó que el Salvador hubiera hablado latín. idioma que Roma acababa de impouer al pueblo judío y que el pueblo n~ _compre·n-día .aún. En e~ ju}cio de Pilatos es.ta hipótes.is tiene mayor fuerza. L.a escena es corta: el gran sacerdote acusa: Jesús respondt3 y Pllat~s sente.DClll. No. hay mterpretes, y es lógiCO dedUCir que el acurador,. el prI­sionero y el juez bEilllaron el mismo idioma. Este idioma no podla ser sIno el .grJego, porque e~ representante del César habría comllderado

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húmiLiante dictaL' la sentencla en el dialecto del país , llun. cuando 'pudiera .. blarIo no obstante el corto tiempo que 'había residido en J erusalén.

. Las palabra&. y frases ararnaicas que cons\ll,'va el texto griego de los Evan­gelios ,son oL'iginales del Sal vador7 ,Se conservan como que fueron usadas en

, ocasiones excepcionales y con propósitos determinados' I.S6 conservan porque no hay equivalentes en griego que les dé el sentido, el significado, .. l efecto extraor­

dinario elel original1 Ahí ,está el pL·ot:>lema. Su solución es más complicada, más difícil ~e lo que se cree; y mien.tras más nos alejamos de esa épqca, :se han de, pre,seutar más obstáculos. L'iúnica hipótesis razonable es la de que Jesucristo como la: mayor' parte de los habitantes de Pa lestina, hablaba dos idiomas: el dialecto nativo y el grillgo , g,ueporuso inmemorial se hahía naturalizado en el país. Con estli hipótesis todas la:s dificultades ~e desvanecen. Al ha­blar al centuri6n romano y al contestará sus acusadore:; ante Pilatos.:lesú,~ habló en grie­go. Al discurrir con sus discípnlos en .Iudea y eu Galilea habló en aramaico, ,' la lengua que todos ellos ha,blaban y comprendían. Por lo tanto casi puede' sentar!!e cou exactitud, que Je­sucristo habló los dos idiomas citados, el aramaico ' que :se hablaba en su país natal, yel grie -~o_":"'1', DE A. M. ' '.

-------. -' ------_._--

Jesús camino del C'alvario. (Evangei!o de SR.n LU<lRS, <lapo XXIII, vers, 26 y sig·,' )

Al conducir á Jesús al suplicio, echaron mano de un tal Simón, natural de Cirene, que ve-una granja; y le cargaron la z para que la llevara en pos . de J esús, Scguíale gran mu-

chedumbre de pueblo, y de mu­jeres, las cilales se deshaCían en Il a'ntos, y le pla­ñían.

Pero Jesús, vuelto á ellas, les dijo:-Hijas de Jerusalén, nQ ll oréis por mí, llorad por vaso · tras mismas, y por vuestros hi­jos.

---..--';.-u-y--

ORACION .

¡O h in efabl e hondadl ¡O h mi­s e ricordia no debidal ¡Oh a· mor nunca Den· sado I I Divino r esús mío! ¿qué viste tú en el h o m b r e par;. amarlo así ? ¿Q u é servici" te ha hecho el

. mundo ? ¿ Con q Llé " bras te ha ob li g-ado á mo· r ir e n cruz por é l? ¡Ingra titud y

,miseria es todo lo que el mun: do da de síl y á pesar de eso el a mor te obligó á redimirlo tan á e o s t a t u y a. i Oh Maravillo'

sa generosidadl ¿con qué s,erás correspondida? Si amor con a mor se paga, ¿qué amor bastará á corresponderte.

~LA CRUZ~

En la antigüedad era la cruz un augurio funesto y horrible, en donde se hall aba como concentrada to­da la infamia de los suplicios y con ese mismo carácter se halla descrita en las Santas Escri luras: "EI cadáver, dicen éstas, del que ha muerto en la cruz no permanecerá suspendido en ella durantela noche, sino que será quitado ~l JIlismo día del suplicio, porque aquel que es clavado en la cruz tiene la maldición de Dios. "Con motivo de esta ley, dijo Isaías, hablando proféticamente del Señor: "Nos ha parecido un objeto digno de desprecio y el último y más 'vil de todos los hombres; " y después le llama el humillado; de donde resulta que no e'ra solamente la cruz un instrumento de suplicio, sino también una maldición; por eso se leen en el texto sagrado estas expresiones: "¡ Maldito aqu~l que está clavado en el madero! j Condenémosle á muerte la más afrentosa! i Crucifícale!" y otros á este tenor, que indican la nota infa­

mante y de maldición que atraía sobre sí todo aquel que fuese condenado á la muerte de Cruz; y esa era la principal razón que movia á. , los judíos á pedir semejante pena para Jesús, porque querían que el oprobio y afrenta del suplicio destmyesen lo que quizá flo 'podría ven­

cer y destruir la misma muerte, y porque no comprendían ni podían concebir cómo después de morir Jesu\lrisi;o en suplicio tan infamante, pudiera haber hombres que se atreviesen á llamarse sus discípulos. -

Entre los romanos también estaba repntada la cruz como el madero desgraciado, el árbol fatal, el tormento de ignominia y en una pa­labra, como el suplicio de los esclavos que para ellos era.la última capa de la degradación. Tarquina ordenó que se clavasen en la cruz los ciudadanos que se habían suicidado por no trabajar en los lugares inmundos de su palacio; Graco sacrifica su enemigo Publio Popilio á la infamia de la cruz; Séneca enseña que semejante vergüenza puede reputarse entre el número de las desgracias en que, para evi1adas, debe

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preferirse el suicidio, la muerte voluntaria; y Cicerón escri­biendo contra Verres, con motivo de la cruz de Gavio, expre­sa todo el horror de e'st~ suplicio diciendo ~ "Espantosa es la ig-nominia de ._-una condena­CIón pública, espantosa es la con fiscación , espantoso es el destierro j pe­ro sin embar­go, en medio de esos males, todavía n o s queda un ves- ' tigio de liber­tad, y aun la misma muer­te, cuando se n o s impone, sucnmbimos {¡

ella, despren ­didos de toda traba y dificul ­tad; pero el vbrdugo, el ve­lo sobre la ca­beza, el nom­bre de la eruz que todo .ese horror y toda esa afrenta no caiga jlamás sobre nn ciu­dadano roma­no y no se aproxime ni á su cuerpo ni

, á su pe n s a­mien o. Final­mente, eu . co­rroboración de eso mi smo re­fiere · PllltllTCO que todavía 1'11 ·

su tiempo !'e 8CO!'tll m b r,ll ha . ' á llevar eu . pl'ocf\¡:ión COII

grllD pompa á un l!{'J'J'o cla­vado en n 11 a cruz, tD cnll-­mewol'lición de la sorpre~a del Capitolio, en donde los perros babían habitado.

Esos datos y detalles hacen e'onoc,er lo que San Pablo I ó de!lpués el escándalo y la locura de la cruz. Minncio Félix ba",l~ á los idólatras de la estupidez de sus Diol'es, formados acaso de nn ·tron­co ó de un árbol de ignomii;lia j y á su vez los idólatras culpaban .y argüían á los cristianos por la in- . signe locura de adorar á un . Dios muer o sobre el madero y por otra parte los judíos, apegados á la esterilidad de la letra de la .ley, decían que no podía ser Hijo. lÍe Dios Aquel que había muerto en un suplicio condenado y maldito de Dios mismo.

Sin embargo de eso, el misterio de la cruz había sido ya presentido por los paganos y por 106 judíos, unos y otros rogaban, mucno antes de la venida de Jesucristo, por la señal de la cruz j y deuna ó de otra manera ,ese signo se veía siempre en la misma actitud en que se bacía la oración. Jacob, figu­ra del Mesías cruzó sus brazos p~ra implorar las bendicionel' del cielo sobre los dos hijos de José, colocando la mano derecha sobr.6 li\. cabeza det que esalaba á su izquierda, y la mano izquierda sobre la del que estaba á su derecha, y así colocadas, dice TertuliaDo, formaban las manos del patriarca la cruz y anuUGiaban las bendiciones que vendrían, del Crucificado. Moisés, cuando se dió la batalla conlrá los amalecitas, subió silencioso sobl'e la montaña, y allí, puesto de pie, sus manos abiertas y con los brazos extendidos, ·siendo así una señal viva de la cruz, se puso en oración y salieraon los hebreos vencedores.

Los paganos hacían su adoración y Iributaban el culto á sus dioses llevándose la Dlano derecba á la boca y besándola, pero al besarla hacían la señal de la cruz, cruzllndo el de40 índice por encima del pUI ­gtlr j y en los actos más solemnes ejeQ\ltliban sus plegarias como los judíos, extendiendo las manos y ele­vándolas hacia el cielo ó cruzándolas sobre el pecho. Eso mismo hizo Bruto cuando supo la muertf\ de J~ucrecia; y Anquis'es cuando invocaba á los dioses en lasmárgene¡¡ de los ríos_ Salomón tomó la postura y figura de la cruz para dar gra-cias á Dios por haberle concedido el poder terminar el Templo_ J. P. . .

IN JESUS MEMORIAM.

" a'

"Bajo el peso de la Cruz se aprende el camino del cielo." Para nosotros los mortales, el peso de la Cruz es el trabajo, los deberes y los sufrimientos del cuerpo y del espíritu. Tener fuerza y ánimo para soportar con resignación los dolores y pesares de la vida, con amor, á los padres, á la familia y al prójimo;

amando y respetando á Dios hasta la última hora: he ahí el ideal del cristianismo; "ese es él camino del cielo. ti-RICARDO lBABLUCEA

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El Descendimiento (Evangelio de S. Jll~¡l , cap, XIX, ver. 38

ti 42.)

Despué$ de la muerte de Jesús, .José , natura l de Arimatea, pidió li­cencia á Pilatos para recoger el cuerpo de Jesús; y Pilatoti se)o per-

mihó. Con eso vino, y se llevó el cuerpo:de Jesús. Vino también Nicodemus, aquel mismo que en otra ocasión hubía ido de noch e á eucoutrar á Je·

sús, trayendo consigo ' una confeccióu de myl'l'ha y d e alo'é, cosa d e cien libra~, ._: ~;~._~._ . Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y bañado en las especies aromáticas, le . an~ortajarou con lienzos ,

según la co~tumbre de sepnltar de los judios. Había en 'éllugar, donde fné crucificado , un huerto, .y eu el huerto un sepulcro nuevo, donde ha~ta entouces ninguno

había sido. sepultado. . . Como era la .víspera del sábado ' de los judios , y éste sepulcro estaba cerca, pusieron allí ú .J ~8Ú~,

EL .SANTO SEPULCR O .

Ál presente la delantera está revestida de mármol blanco: ' á la ' altura convenieu te otra losa de mármol :3Í l've de altar para ce leb ra r los san­tos rnisterios . Santa Elena había cnbiertó des­de el pnucipio la sagrada lJied ra con plan­chas de alal:ia stro para sustraerla {¡ los pia­dosos destrozos que en ella hacían los pere­grinos: precanción que debernos recouocer

. ~ece~aria ; pero l:l en slble. Cuánto lll ás dulce sería para la piedad cri :;; tiun a \'el' y tocar y be-

1"ar este rigidolecho, Jonde e l crucificade durrnió el snellO de la muerte . i PUl' qné el arnor no ha de' ser s iempre discreto , y lJa ,d e obligar á que se le im po uga u trabas cuando deb iera rnauifes-ti<lrse con tod a la libertad de sus impresione~! '

Duando se penetra en este veüerable santuario, parece qu e tie oye la voz del úngel dieiendo á l:-\s santas mujeres: "Venid y ved ellllgar en que fué puetito e l Sell(,r ." hu ~e g\1i d a,,;e reprodu­ce con el pensamiento el paso de enterrarle : José y Nicod emu, ,Iunu J:<: vuilgeli,;tll, lI ~l'lt!j en brazos los restos mortales del Maestro y 108 eolocan con rnil precaueiuu e.:s en el lediU fúuebre, mientras María, Magdal ena, Marta, Juana, Salomé, Je rodill as ~ la entrada del vestí bulo, siguen co n los ojos llen os clti lágrimas los lllov.imientos de los piadoso l:l sepuLturesos. La 1 uz pú lida . del crepús­

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cu lo a lumbra apena~ 'esta sepultura acelera­da: hay que hacerlo pronto que va á cornen­zar el Gran Sábado, y la t umba lI O está aún cerrada. t'ále nse de allí de eS[Jaldas , mi ­ra udo COl.: a rnor inex­plicable al amigo á quien tienen que aban­úonai' hasta tres días después, Todo ' e s ta concluido_ La pesada

. p ied ra ~e de.:s!iza con ruido, se fija la cuña eo n Guidado pura es· torbar cua lquier ten­tativa hostil y luego la noche protege con s us sOlllbra s la retira­da d e los fi eles ruás coustantes J e Jesús, y la obstinación d~ Magdalena , que tIuie~ re a i:>cgul'3rse una vez Jllá .:s de que no se ha oUliti llo U1nguno de los euiJados l[ue la ven ll­l'lil: !ón y el aIllor recia · rnan. Dentro de algn-1I0S iu.:sta u\t3s la lunli ülumbrará con su pá­l ido lucll' la l:loledad ~ll que se t,ermina la obra de r edimir á los hombres .

Mus lOE ángeles ve­la b,·\U invis iblemente

. al rededor dl'lse¡nll'cro , abismados en la contemplación del mIsterio de esta lOuerte, impacientes por sa ludar la hora en que hau de tirar afuerH ·Ia p iedra que ce­rraba el sepulcro. También velaba el odio, inquieto de su triunfo, deseoso de se llar para s ieu:.pre la pilerta que te ltJ Ía ver a bri r.:se dene­pente. ])os días despn és, en el mismo de la gran so lemuidad pasl)wl1, los Príncipes de los sa~erdotes y los Fariseos ~ e l' t ul!iel'on á las puertas de la Antonia pidiendo audiencia a l Procurador ,

"Señor, le dijeron, nOE hemos acordado de que ese seductor dijo cnando vivía: "Resucita ré al tercero día." Dad , pnes, orden de que se guarde el sepulcro durante estos tres dí~ 8 , no sea qne los discípulos vengan á llevárselo, y luego digan al pueblo: "Ha res ncitado de en­tre los muertos", y sea este últirno error p eor que el Pl1imero." Pilato~ los cOl!ocía á ellos y sus waquiJl ac ioue::: , y lIi ó t'~ta r e;; pn esta seca y desdeñosa: "Guardias .teneis á vuestro servicio , id vosotros mismos a l setJulcro, y hacedle guardardar conveuien te mente, segun sa­bies hacerlo."

No le gustaba al Gobernailor comprometer á sus legionarios en tal serviClio pllra el cÍllll bastaban los soldados del Templo 6 los esbirros

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d el Sanhedl'Ín, pero les recorda­

ba di scretameilte que qnería ver obs ervadn¡:; las disp'0~ i cio n es r e­g lalIlentarias tOI':UÜ"f; á la lIlate­ria , E8e "icut ~citis p~ [\ la vez d esp recia iv(, y anlPllnzndor, ll a­cié llrlol es l'esp.nn~lIhl"s Lle lo qu e pUéda ocnrrir. PUl' se g l1ud n vez se lava Pilatos las m au os, l'e pi­l iendo : "Es cosa vl1e~tra_"

Se mill'cbarOD, pllf'~, pOC0 ~a- li sfecbos , pero tanto más decididos á deja r f r u s-t radns las pré'd i('cinm'" (te 1 P,n - feta, }~stab\eclerou al r ededor del se~ulcro una vel'dadera fnerz:l, s egún 1'1':1>,e (Iel Evange lio , las jun as d e la pu erta fueron se ll adas co n el se llo ofi-(,ial, y centiuelns " O I (¡(':1 11()~ f' 1I I:I~ (·,-r('HllÍ:l:<, en e l ba rranco y 'en la co li na, tenían la con~ i gn a de impedir p, l ac-, eew :í qlllen qniera <pIe ],\'('l[-\ll(liera ,\('on'arse, Tomadas e8 ta ~ precauciones, sonriero n con la sonrisa de triuufo, "Ga lil eb. nbnra y: \ pnprlt'; (l"l"n,ir f'n paz. Nada vendrá á turbar t u s ueño hasla e l te r ce r día, después ele l c ll nl Ci\H' llnr'ls IUIIPl'to CflI110 tu d",", 103 1\1l lE'l'tOS a nn e u e l e~pí ri ' u de los m,iR ilUSOB . ,No has podido ba­jarte ele la e'rllz, ralllpOl:-O ~abr>Js ~alirt" df'l ~-t'p nl e ro , cuyo eco n o l'e petirR s iq uie ra tn grito ele la ~urz "Dios mío, ~ por <JIU; lil e hH,,(;i~ ab;l llll oll:HI (,"

;Si e ll os 11Ilbi pran vi~ t () <' 011 ('I:lritln¡J n Jl I,I~ ~;\l1tas E scrituras, se hahr ían acordado de l a pa labra d el Sa l­mista hahlillHl o llll il tl lUbre y COI )) () ,j~\IJ':I (1,· Cri~to : "J\ii ca rn e r epOS!!.!';1 en la es pera nza, porque vos , oh; Dio¡;: mío', 11\1 abaIJllu ual'l; is mi vida b:lj o ,"1 ~ ' Il g() d e 'la m uerte, 10 permi iréis qne v nes tro I:'i&nto ex perimen- -te el i:¡orror tl ;¡ la corrupciú\ ; ,

EL ENTIERRO DE jESU

'.JOEt' de Ar ill,n/ (:' :l ~a('ú I(I ~ ('I"v fl ~ d e l ene rpo de Jesú~ , re~eJ'ván,lolns pIna I:I ~ l\1 11.i p. r"s, lo lIli8lu O que la eO!'Ol\:I d ,' 1-'~pilla,,; :\Ial'ía ~pgtlÍa ('01\ inq\'1ie~a mirada los lDovi-uliento," de lo:; eriados qne d e" p "'" 1' (!í; 11 I 11111) I ¡-:l ,- fJU ' U Jn, .. rígid(),~ wiew broi', mien t ras J OSt, y Nicor1el1lo :;:oste-n ía II e l1 sns brazos e l cuerlJo, y le dejalwlI [':ll'!' pnco '1 poco a l s uelo, La tr:Hlic ióu, nos p re se uta á ia beucÜf" llnla're seu ­talla entonces al pie <l e la CI'IlZ, l'etil. iendo sobr e s us rodillas la cabeza lívida y ema ngretada d e su Hijo- besúnd~l a y bañúu(101a COIl sus I:]g riwas entre oraciones y lamen ' os, ¿T en dl'ía la Pasión nna ho- , ra más dolorosa que estfl f ' Sólo pod r ía (I t'~ íl'lloslo el qu e, según San .luan Grisúst.Q\uo , levantó en e l cal-vario dos altares para do~ iumol ilc i one~ de 5 11 carne y d e l co ra ú 'lI ,l e ;;n Madre. En eS le Océ:llJO de do , lores, toda ola [Jaracía quP se ll evaba toda ,,1 alwH, s in q uitar n/l,I" de >iU amargura á la o la s g lli ente .

,A ,quiéll [!J f'0IUpal';ué1 i Oh hija d e ·Jel'l lsalén! -de"ía la ' I glesia con IJalabra de .1eremías. ¡,A qni éu te aseltlf" jaré, y [',')­mo podré cou¡;;úlurte~ i Oh Virgen, HiJa de Si.ón! Vlle~tro dlll"r es iUluenw 1'01110 e l mar : ¿quién lo remediurú' El Seitor ha "011-s umado en VIIS s u s etern os de"ignios, Todo lo ha qllebrallt"tln ¡; in cnrnpa"iótl_ .. . De.ia,l correr vues ro llanto día y uoch." ," e l éven~e vnestl'o::; gellli(l o~ ;;il) tregua ni d esc:t n .-'o.

La :'II"g(1nlen<l l-e hahía al'l'ojaclo Ú los p iel:< de l Salva ;01' , jI. " ­

ra l a val'l()~ dI' llll ev o ('(I!l S\1 'S lág l'illl a:5 y e njugado::; con ~n~ CH­

b ellos .. luan 1I"1'ab,\ el] ,,¡I " ll c io , e lltre las m u jeres que ~o llll za ­ban y lo>; soldH.lo~ l' e lletr'H los de u n tin e lo en que e l amor ~oll\a­ba lo :> (~arúct~' rp~ (l l" a,1ur:lI' iúlI, i Q u t> (' ambio! En vez d e Itl s bln~­f emias y lo;;,~al'car l1l ()", 11I1.~1".(lí cUI I\l{¡ ~ qne prote»t:lf< (l e te1'll ll­ra y ~ úpIicas de p t:> r,lúll, Las IlIi"m a;s mall os qne bl'ntH h nP t!tp Ir h aLJíiiu clava,10 vivo 1:'11 la é l'lI:'., npeun~ ~e atrevíalJ all l'O\ :l !l­

ca r ie Illuel't.ú para a Yllr!¡Il' :1 darl e "ep nltllrn '- Apoya do L!) \I ¡:il1()~ en la lanza, tuuavia eU:;Hngl'l'uta da , hacía oración a l qu e aeaha­ba. de tl'a:;ra~al', y ::;ll>' ('alU¡H'nda~ , s nlivizando sus voces y muda­les, parecía u pro tegp r tI laR pobres Illnjeres tan rudawe nte tr¡¡ ­tadaó antes por el los , El Rede n tor los atraía á sí llIisllJ0, COI\)!\ lo habían pro"fetizado, Y' alza ba s in tardanza lo s trufeus de H l

victori a sobre el íufierno y ' la mner e . Pero era meneste r d a r s e prisa: se i ba aproximan(lo la no­

che, t rayend o consigo e l gran repos o de la Pascu a . L os solda­dos q\litaron las cru~es y las echaron en la cisterna abierta de , bajo de la subida, a l lado de Oriente . En con formidad á la pres cripción de la Ley, los instrumentos del ~uplicio ' debían ente­rrarse COIl el mismo cadáver d e l ajusticiado, lo cual h ace snpo­nel' que lo;; ladrones tuvieron por sepul tura~las~sinuos idade~ .l B la roca. Otra prescripción prohibía ef ectivamc,nteenterrar e ll lu:; sepu lcros de familia á lo¡; co nilenadosá muerte, ,)ues>e} lued:t ­ban abso lutamente e liminados de la sociedad en la ,wue rte lo m ismo que e n la vida, y apenas les dejaban es p 3ranZtt de e UCOll ­trar en la misericordia divina un asilo en qne,pudierlln juntarse con los q ue habían amado aCIÍ e n la tierra. Los do" ladrane" en­traron para s~empl'e en esa re g ión del 01 esto 108 envol · v ió en un velo que ningu· . na mano b a levan tadu.·

El cuerpo de Jesús fué trasportado, en br~,zos de sus di scipul(l~ , Íl Japarte baj/\ de la colina, pal'1l h~l ,(\e1'le allí lo::! pri rn eros preparati vo>', que eran lavRl."lo y purifica rlo . Deposltáronlo sobre la rOCR t en \ln sitio q\le por e!lta cir(\unstanllia ha oonservado e l nombre de pi edl'll d e la Unción , y se vé todavía en la basíli ca de l Sauto Sepulcro, Con todas las precauciones posibles, J\lan Nicodemo:l y JtI~é, re limpiar on las'manchas que desfiguraban a l más hermo~o de entre los hijos de lo s hombres. María,.dicen los místi(\os en páginfl~ v~l'llfldemm ':l nte _, cte l ieadas , pero que nosotros ,no podemos citar en otro s~n.tido, 8e reserv Ó e l d evolver al .diVlDO rostro u n poco de su dulce \IJt\je"'tad; ::;:tCÓ la~ espinas clavad&s en la carne, de-s!)egó los cabellos cuajados de HlDgre, é hizo desaparecer poco.á poco la -capa de po lv o illllll1l\ ,l" qll'l 1<1 había dejarlo desconocido, Pero sus fuerzas no tardaron en mostrarse inferiores á su va l?r . A la VIsta de la.8 Ha­gRS que, al lil1lpi arlf', i ba poniendo de manifiesto. se renovaron todos l0s dolores de 'su -agonía: par ecíale que el HIJO se le estaba munendo aún en s u regazo cou las mil muertes d e la Pasión. Fué 'preciso sostenerla, si n quitarle , no C!bstante,el p recioso depól!i~o ,que apretaba con­tra su pecho: e l trabajo IIdelantaba poco entre gemidos y lágr imas, e l pensamiento y los esfuerzos deJ os asistente,s se dlvldian entre la Ma-

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dre y el Hijo. Por se terminó lo primero; la carne lívida no con­servaba más manchas que las de sangre que resuda ba gota á gota de las heridas que se habrían de nuevo al lavarlas . Los criados desenrollaron las fajas de li­no que les alargaron sus amos, mientras otros abrían los botes de misturas aromáticas lados de la mesa funeraria. '

'José y Nieodemo, con ayuda de sus criados, abrazaron el cuerpo con respeto y lo llevaron por las sendas del jardín, ya invadidas por las sombras de la tarde. .

j Qué triste sería esta marcha que desearían alargar, pero que era preciso aligerar I j Y cuánto más triste sería aún el despedirse por última vez da Aquel que)a puerta de piedra iba á ocultar á todas las miradas! .

Antes de tender al difunto en el banco funerario, le dejaron en tierra á la entrada del sepulcro, y los asisten­tes recitaban alternativamente el salmo ,noventa, que se llamaba "el cántico de David," himno de esperanza y , de confianzas en Dios. Después se daban siete vueltas al féretro en' que yacía el difunto, dirigiéndose mútuamente palabras de compasión y consuelo. María presidía el duelo, apoyada en el brazo del discípulo amado. y de la Mag­dalena, seguida dll las otras mujeres, detrás de las cuales iban José y Nicodemus, cuyos criados alumbraban con antorchas este paso imposible de describir. El silencio de 11\ naturaleza contribuía también al mayor efecto de los lamentos entrecortados de sollozos y, en la obscuridad que iba en aumento, pareCía que las sombras misteriosas se esforzaban POI; rendir homenaje al Hi-jo del hombre, dormido con el sueño

(Evangelio de San Mateo, Cap. XXVII. verso 56 á 60.) •

Entre la8 mujeres que allí ha bía, estaban María Magdalena y María ·madre de Santiago y de JO'3é y la madrll de los hijos del Zebedeo; y cuando fué· tar­de vino un hombre rico de Ari­matea, llamado Jo~é, 1'1 cual Ha tambié¡t di8cípulo de Je!lús. Es­te llegó se á PiIRto!l, Y le pidió el cuerpo de Je8ú~. Pilatos en­tonces .. mand6 que "e le diese el cuerpo. y t.omando .Io!lé el cuer po, lo envolvió en una sáballa hmpia y lo pnso en un sppnlcl'o snyo nuevo, que .bahía hecho abl'iren UDa peñn, Y revolvió una gr!.lDde losa. á la entrada del sepulcr,o, y se fué.

He aquí el día de la ReligióoJ, el fundamento de todas nue!>tras esperanzas, el triunfo ' del Hom­bre Dios sobre .l a muerte y el pecado, el primer día de la r

~eración del mundo moral. L~:~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ vántase del sepulcro el Crucifi· cado. burlando la vana vigilan · cia de algunos ciegos mortales. que le creían allí seguro con una piedra y con un sello. El Varón de dolores consumó ya el sa(;rificio de su sangre. No se sujetará ya más á sus · verdugos: su frente ha recobrado el esplendor de la Divi· nidad: su cu.erpo hermoso y más brillante que la luz del cielo dñe la aureola de ta gloria. El Redentor de la especie humana presto llevará consigo á las regiones inmortales de su Padre las bellas pri· micias de los cautivos que ha rescatado.

Cabalmente esta inefa ble victoria se halla marcada con una tal evidencia, que demos clamar á Dios con el atrevi-miento de Agustín: " fior, si nos engañásemos, tú mismo nos hubieras y el convertido ' por tan segura esta victo- ~'~~~,,?~~ ri .. , que no duda en excla· , mar: "Si Dios no ha resu­sitaáo, vana es nuestra confianza."

Sr. resucitó Jesucristo; los siglos todos aguarda- , . ban ese portento. Sé que ' vi ve mi Redentor, exclamaba Job, Y que en el último de los días:he de levantarme de la tierra. IQué ideal La resurrección de Jesucris . to manifiesta su poder" v es la prueba y esperanza de nuestra resu­rrección futura . Isalas -llama glorioso al se-pulcr<~ del Salv-ador. Oseas predice al que ha de destruir á la mu.erte. No permitirás ~ tu Santo, exclama David, que sufra la corrupcIón. 10h fe de Jesecrlsto resucitadol Tu confesión sola es para salvarilos, en expresión del ApóstoL '

Resucitó Jesucristo venciendo en la incredulidad y desconfianza de los que habían seguido todas las dudas de la saclílega é insidio­sa impiedad. Resucitó, y la luz inmortal de su gloria que confirmó, á los suyos en esta gran verdad en sus numerosas apariciones, se difundirá por todas las generaciones hasta el fin de los Siglos, para que les comprenda aquella bendición divina que dijo ante el discí-pulo incrédulo: ¡Felices los que no vieron y creyeron!

dente; confundió á sus infamés y tenebrosos perseguidores, .cuya ceguera y desolación deblan de servir de prueba pe~­manente á su mismo triunfo; V conSf'rvó resucitando las brI-llantes c;icatrices de su c.rucifixión, para que en el seno mis·

mo del Padre sirviesen ,como de eterno clamor de misericordia á favor de la raza redim:ida. ,:: . . : ' .' ,

IY de cuán P1lro júbilo rebosará la: Esposa mlstica del Cordero, viendo el triunfo de su Esposo celestia:lI . rAhl rodeada pe sus hijos, deramando lágrimas deliciosas de placer, le parceen muy ligeras las afUcci<¡nes pasadas que le propo(cionan tan fílusto regocijo. VIs­tiese 'de gala como la esposa de un príncipe glorioso y libertador; abandónase á la ~fllsión de una santa alegría. IAleluyal este es el grito de todo el orbe cristiano: toda , la tiprra participa de él. Mas ¿cómo podrá el rudo labio expresar las vivas emociones del alm~, al mirar en la victoria de Jesucristo rotos los grillos de su serVI­dumbre, y la fuerza del poder de Dios que la reviste- como hija su· ya con el glorioso manto de la inmortalidad.

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