Malecki - Aricó y La Difusión Del Marxismo Como Problemática

24
Difundir, traducir, producir Aric y la difusin del marxismo como problemÆtica SebastiÆn Malecki 1. Presentacin Pensar el legado de JosØ Mara Aric (1931-1991), uno de los principales difusores del marxismo en AmØrica Latina, no es tarea sencilla. A lo com- plejo de una obra dispersa y heterogØnea hay que agregar que su figura todava no ha sido suficientemente estudiada 1 . Los textos de Aric permi- ten muchas lecturas posibles. Nosotros quisiØramos realizar una que seæale el lugar central que ocup la difusin del marxismo en sus inda- gaciones en una articulacin con una teora de la recepcin no formula- da explcitamente por Øl. Dicha perspectiva permitirÆ explicitar el proyec- to de Aric sobre el problema de la produccin de un marxismo lati- _______________ 1 La bibliografa especfica sobre Aric no es abundante. Hasta el momento, los principa- les trabajos con los que contamos son los valiosos aportes de Horacio Crespo y Raœl Bur- gos que analizan, respectivamente, la obra y la trayectoria de Aric. ReciØn en el œltimo tiempo, la figura del cordobØs ha cobrado mayor visibilidad y ha comenzado a ser objeto de indagacin desde diferentes perspectivas, tanto a nivel nacional como internacional. Una prueba de ello son las Jornadas Internacionales JosØ Mara Aric que se realizaron en Crdoba en septiembre de 2011. Enrtre los trabajos mÆs recientes en Argentina podemos mencionar los de Adriana Petra, Martn CortØs y Alexia Massholder. VØase: Petra, A., En la zona de contacto: Pasado y presente y la formacin de un grupo cultural, en Agüero, A. C. y Garcia, D., Culturas interiores. Crdoba en la geografa nacional e internacional de la cultura, Ediciones Al Marge, La Plata, 2010; CortØs, M., La traduccin como bœs- queda de un marxismo lationamericano: la trayectoria intelectual de JosØ Aric, en Con- tracorriente, N 3, Vol. 7, primavera de 2010; Massholder, A., La llegada de Gramsci a la Argentina: una relectura sobre HØctor P. Agosti, en Foro Interno, N 11, 2011. 153

description

arico, marxismo, gramscismo, latinoamerica

Transcript of Malecki - Aricó y La Difusión Del Marxismo Como Problemática

  • Difundir, traducir, producir

    Aric y la difusin del marxismo como problemtica

    Sebastin Malecki

    1. Presentacin

    Pensar el legado de Jos Mara Aric (1931-1991), uno de los principales

    difusores del marxismo en Amrica Latina, no es tarea sencilla. A lo com-

    plejo de una obra dispersa y heterognea hay que agregar que su figura

    todava no ha sido suficientemente estudiada1. Los textos de Aric permi-

    ten muchas lecturas posibles. Nosotros quisiramos realizar una que

    seale el lugar central que ocup la difusin del marxismo en sus inda-

    gaciones en una articulacin con una teora de la recepcin no formula-

    da explcitamente por l. Dicha perspectiva permitir explicitar el proyec-

    to de Aric sobre el problema de la produccin de un marxismo lati-

    _______________1 La bibliografa especfica sobre Aric no es abundante. Hasta el momento, los principa-

    les trabajos con los que contamos son los valiosos aportes de Horacio Crespo y Ral Bur-

    gos que analizan, respectivamente, la obra y la trayectoria de Aric. Recin en el ltimo

    tiempo, la figura del cordobs ha cobrado mayor visibilidad y ha comenzado a ser objeto

    de indagacin desde diferentes perspectivas, tanto a nivel nacional como internacional.

    Una prueba de ello son las Jornadas Internacionales Jos Mara Aric que se realizaron en

    Crdoba en septiembre de 2011. Enrtre los trabajos ms recientes en Argentina podemos

    mencionar los de Adriana Petra, Martn Corts y Alexia Massholder. Vase: Petra, A., En

    la zona de contacto: Pasado y presente y la formacin de un grupo cultural, en Agero,

    A. C. y Garcia, D., Culturas interiores. Crdoba en la geografa nacional e internacional

    de la cultura, Ediciones Al Marge, La Plata, 2010; Corts, M., La traduccin como bs-

    queda de un marxismo lationamericano: la trayectoria intelectual de Jos Aric, en Con-

    tracorriente, N 3, Vol. 7, primavera de 2010; Massholder, A., La llegada de Gramsci a

    la Argentina: una relectura sobre Hctor P. Agosti, en Foro Interno, N 11, 2011.

    153

  • noamericano que supuso el intento de historizar el corpus marxiano y

    marxista, en funcin de un esfuerzo por desnaturalizar tanto la obra de

    Karl Marx cuanto los cnones establecidos por la Segunda y la Tercera

    Internacional.

    2. Aric y la difusin del marxismo

    La difusin del marxismo, lejos de ser un hecho natural, se plantea como

    un rico espacio para problematizar las relaciones entre teora, prctica e

    historia. La particularidad del marxismo es que se presenta tanto como un

    tipo de teora cientfica para la transformacin del mundo en sentido pro-

    gresista, como la expresin terica de un movimiento histrico. De ah

    que el marxismo sea, o pretenda ser, a un mismo tiempo, teora y prcti-

    ca, ciencia (marxista) y utopa (socialista), historia y poltica.

    La historia del marxismo, por otro lado, remite a la relacin siempre

    problemtica y compleja entre Marx y el marxismo. Como una prolonga-

    cin o duplicacin de esa diferencia est la mediacin que establecen los

    textos marxianos y los textos marxistas. Es decir, la propia constitucin

    del marxismo es el resultado de un comienzo diferido: como seala Maxi-

    milien Rubel el marxismo no vino al mundo como un producto autnti-

    co de la manera de pensar de Carlos Marx, sino como el fruto legtimo del

    espritu de Federico Engels2. Esta diferencia en el origen seala la

    cuestin problemtica de referirnos a un marxismo o, mejor an, a qu lla-

    mamos marxismo. Esto es, plantea la discusin sobre una ortodoxia y una

    heterodoxia, entre un adentro y un afuera del marxismo, en otras palabras,

    el viejo problema de la autonoma del marxismo. As, nos vemos lleva-

    dos al problema de las lecturas de los textos marxianos, a la historia de

    esas lecturas y los efectos que produjeron. Aqu es cuando se hace evi-

    dente la relacin, pero tambin la diferencia, entre Marx y sus textos: las

    _______________2 Citado en Paris, R., Maritegui y Gramsci: prolegmenos a un estudio contrastado de la

    difusin del marxismo, en Socialismo y participacin, N 23, Per, Septiembre de 1983,

    p. 32.

    154

  • problemticas que stos despliegan superan y dislocan la autoridad de

    aqul, porque instauran una serie de coordenadas que se actualizan con

    cada nueva lectura. La historia de las publicaciones y traducciones de esos

    textos sealan diferentes momentos en la constitucin del corpus marxia-

    no y, por extensin, marxista. As, ante cada nuevo escrito publicado de

    Marx, se desat la disputa en torno a su sentido, su importancia, etc.3

    Aunque por lectura no deberamos entender una mera recepcin de unos

    textos que se ponen a disponibilidad de un lector pasivo; todo lo contrario,

    la lectura supone siempre un proceso activo de seleccin, interpretacin y

    actualizacin, esto es, una obra o un texto slo existen en la medida que

    acta un receptor activo. Y es en la diferencia entre texto y lector donde se

    establece la condicin histrica de la lectura como actualizacin de su sen-

    tido: ah mismo es donde la aplicacin de la lectura produce un nuevo

    texto, en este caso, los textos marxistas4. Resumiendo, podramos decir que

    se trata del problema del autor en relacin a la obra, del problema de la obra

    en relacin a la historia (historia de la escritura, historia de la lectura), del

    problema de la ortodoxia y la heterodoxia, es decir, del problema de la difu-

    sin, la repeticin y la produccin del marxismo.

    Siguiendo un texto algo olvidado de Robert Paris, Maritegui y

    Gramsci: prolegmenos a un estudio contrastado de la difusin del mar-

    xismo,5 nos proponemos sealar algunas cuestiones que configuran la

    difusin del marxismo en tanto problemtica y que, a su vez, nos sirven

    de clave de lectura para la obra de Jos Mara Aric.

    _______________3 Una cuestin sumamente importante a tener en cuenta es la difusin y constitucin del

    propio corpus marxiano, elemento inherente a la historia de la lectura de Marx y del mar-

    xismo, adems de haber sido motivo de ms de una disputa. Vase Hobsbawm, Eric, Las

    vicisitudes de las ediciones de Marx y Engels, en Hobsbwam, Haupt, Georges, et al., His-

    toria del marxismo, Tomo II, Bruguera, Barcelona, 1980.4 Sobre la funcin de la lectura, ver Jauss, Hans Robert: Esttica de la recepcin y comu-

    nicacin literaria, en Punto de Vista, N 12, ao IV, 1981.5 Este texto fue presentado al Coloquio de Culiacn, Sinaloa, Mxico sobre Maritegui en

    1980, en el mismo momento en el que Aric estaba terminando de escribir Marx y Amri-

    ca Latina. Paris es un gran estudioso del marxismo y del socialismo en Amrica Latina.

    Fue pionero en los renovados estudios sobre Maritegui en los 70 en Francia, adems de

    uno de los principales difusores del pensador peruano en Europa.

    155

  • Habra que sealar que la difusin del marxismo en tanto problemti-

    ca se plantea cuando se produce por fuera de sus reas naturales (Fran-

    cia, Alemania, Inglaterra), en zonas que no han seguido un patrn de desa-

    rrollo clsico (industrializacin, crecimiento urbano, emergencia de una

    clase obrera), como es el caso de Amrica Latina. Lo que aparece como

    problemtico es qu parte y de qu manera los anlisis de Marx pueden

    ser vlidos para contextos de enunciacin que no fueron los suyos pro-

    pios. No se trata de un problema relativo a la validez de los anlisis de

    Marx, sino de la validez relativa de los anlisis hechos a partir de l. La

    cuestin es hasta qu punto ciertas configuraciones histricas (la Europa

    industrializada del siglo XIX) pueden ser traducidas a realidades no

    reductibles a aquella.

    Para ello, Paris recurre a las reflexiones de Gramsci en torno a la posi-

    bilidad de traducir experiencias histricas y expresiones culturales de

    civilizaciones diferentes. Gramsci refiere a la relacin entre lo particu-

    lar y lo general, entre la estructura y la superestructura en la posibilidad

    de comparar y encontrar equivalencias entre espacios nacionales diferen-

    tes, cada cual con sus tradiciones, sus sistemas filosficos, sus particula-

    rismos. Pero Gramsci reconoce que cada espacio nacional mantiene una

    relacin privilegiada con sus formas de ver el mundo, cuya mxima

    expresin son los sistemas filosficos, es decir, mantiene una relacin pri-

    vilegiada con sus propios procesos histricos: La traductibilidad presu-

    pone que una determinada fase de la civilizacin tiene una expresin cul-

    tural `fundamentalmente idntica, aun si el lenguaje es histricamente

    distinto, determinado por la particular tradicin de cada cultura nacional

    y de cada sistema filosfico, por el predominio de una actividad intelec-

    tual o prctica, etc.6. El problema de la traduccin permite interrogar por

    el principio activo que determina las diferentes lecturas de los textos mar-

    xianos y, a su vez, indagar en los elementos productivos que ellas genera-

    ran y que constituyen los textos marxistas. Por ejemplo, la mencin de

    Aric de un continente leninista para sealar cierta equivalencia entre

    _______________6 Gramsci, A., El materialismo histrico y la filosofa de Benedetto Croce, Nueva Visin,

    Buenos Aires, 2003, p. 72.

    156

  • Rusia y Latinoamrica en torno a la propagacin del populismo, como

    respuesta histrica especfica al problema de la construccin de la nacin.

    O, en sentido opuesto, las discusiones entre Enrico Ferri y Juan B. Justo

    sobre el carcter importado del socialismo en la Argentina a principios

    del siglo XX.

    Para poder reconstruir los itinerarios histricos de la difusin del mar-

    xismo y, al mismo tiempo, sealar analticamente los elementos que la

    componen, proponemos, siguiendo a Paris, distinguir tres momentos:

    introducir, reproducir, producir7.

    El primer momento remite a los medios y a las formas por los que se da

    a conocer el mensaje marxista. Compendios, simplificaciones, folletos,

    revistas, diarios, conferencias, cursos que dan cuenta de los primeros porta-

    dores de la teora (tanto personas como libros) y de sus diferentes reco-

    rridos, los cuales no son siempre coincidentes con mbitos estrictamente

    polticos, partidarios o sindicales. Por ejemplo, buena parte del material

    socialista y comunista que lleg a la Argentina entre fines del siglo XIX y

    comienzo del XX estaba condicionado por la informacin que trajo una

    inmigracin predominantemente italiana y espaola y por el fuerte vnculo

    cultural con Francia. Como bien documenta Horacio Tarcus, Achille Loria,

    entre otros, jug un papel central en las primeras difusiones de la teora mar-

    xista. Asimismo, entre los primeros lectores argentinos de Marx figuraban

    algunos intelectuales poco relacionados con la tradicin socialista, como

    Carlos Octavio Bunge8. Paris llama a este momento falsa ortodoxia9.

    El momento de la reproduccin, siguiendo a Paris, puede ser pensado

    como el momento paulino, en alusin a la distincin que efecta Grams-

    _______________7 En uno de los trabajos ms importantes sobre la recepcin del marxismo en la Argen-

    tina, Horacio Tarcus propone un planteo muy similar al esbozado aqu, aunque distingue

    cuatro momentos y una forma secuencial diferente. Cf. Tarcus, H., Marx en Argentina. Sus

    primeros lectores obreros, intelectuales y cientficos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2007,

    sobre todo la Introduccin, donde tambin hace explcita su deuda con Aric. 8 Cf. Tarcus, H., Marx en la Argentina, op. cit., sobre todo el captulo V. Sobre el papel que

    jugaron socialista y anarquistas en la difusin de determinadas ideas y en la constitucin

    de la clase obrera argentina, puede consultarse Aric, J., La hiptesis de Justo, Sudameri-

    cana, Buenos Aires, 1999.9 Paris, R., Maritegui y Gramsci, op. cit. p. 39.

    157

  • ci entre Cristo formador de una visin del mundo y San Pablo el organiza-

    dor, en donde predomina la necesidad de sistematizar las producciones y de

    establecer un canon, es decir, es el momento de la difusin de la ortodoxia

    que Paris seala como formal10. La reproduccin, por tanto, implica tanto

    la difusin de un corpus textual definido cuanto la traduccin de textos y

    autores que vienen a apuntalar la creacin de dicho canon. Pero la amplia-

    cin del mundo de lectores, promovido por polticas que buscan consolidar

    la difusin del marxismo y del movimiento (an en trminos de una orto-

    doxia),11 permite el surgimiento de heterodoxias (tan presentes en la histo-

    ria de la izquierda) que buscan disputar las lecturas de la propia ortodoxia.

    Es por ello que la traduccin, primero de textos y luego de acontecimientos,

    sea un elemento central en la constitucin de la propia tradicin marxista.

    Por ltimo, el momento de la produccin remite a la hegemona de la

    creatividad, de la produccin del marxismo, como aquel momento de la

    ortodoxia sustancial. Es decir, aqu se despliega en toda su complejidad

    la productividad de lo que podramos llamar malas lecturas, que actua-

    lizan el canon (en este caso los textos marxianos) al dislocarlo de su con-

    texto de enunciacin original. Interrogar qu, cmo y por medio de quin

    se ley a Marx en la Argentina del 900 o en el Per de los aos 20 permi-

    te acercarnos al problema de la relacin entre texto y contexto, entre lo

    local y lo global. El problema a analizar es el que seala Paris: por qu

    mecanismo, pensadores como Gramsci o Maritegui, legitiman la `mar-

    xianidad de sus obras? Cmo las instauran en el campo del `marxis-

    mo?12. Lo que Jauss seala como el momento de aplicacin,13 el cual

    supone dialcticamente los momentos de la comprensin y de la interpre-

    tacin, es el equivalente en la crtica literaria al problema poltico, terico

    y prctico, de la difusin del marxismo. Porque la lectura implica una

    aplicacin que, a su vez, produce un nuevo texto. Y es la constatacin

    de esa aplicacin la que permite aseverar la creatividad y productividad _______________10 Ibd. p. 39.11 En este sentido se pueden mencionar editoriales ligadas al Partido Socialista y al Comu-nista, as como revistas y semanarios, por ejemplo: La vanguardia (PS) o Cuadernos deCultura (PC) que tanto ayudaron a la difusin de Marx y el marxismo.12 Ibd., p. 39.13 Jauss, H. R., Esttica de la recepcin, op. cit., p. 36.

    158

  • del marxismo (Gramsci, Maritegui, Justo). Pero al mismo tiempo nos

    informan sobre la forma terica en que se expresaron diferentes movi-

    mientos, precisamente uno de los principios del marxismo, esto es, el de

    ser expresin terica de un movimiento histrico.

    En sus diferentes respuestas, o en la bsqueda de ellas, es donde se ha

    expresado esa capacidad productiva de las malas lecturas, el momento

    pleno de la produccin. La bsqueda de un marxismo heterodoxo, crtico,

    es la que permanece en la investigacin de Aric como una constante, pro-

    longada y ampliada en su actividad intelectual y poltica. Introducir, repro-

    ducir, producir, remite a tres momentos en la investigacin de Aric,14

    aquella que se configura a partir de una escritura dispersa y fragmentaria,

    compuesta de unos pocos libros, infinidad de artculos, prlogos, adver-

    tencias, traducciones, entrevistas. Difundir, traducir, producir, estas tres

    nociones, como correlato de aquellos tres momentos, nos permiten anali-

    zar la obra de Aric y el espacio de problematizaciones que despleg en

    torno al marxismo latinoamericano, al dar cuenta del heterogneo univer-

    so en el cual se materializ su investigacin. Tres nociones, tres claves, que

    permiten inteligir, pero tambin articular, una dispersin y fragmentariedad

    slo aparente. Ms precisamente, nos permiten caracterizar una forma de

    proceder en la indagacin que no busca restituir una totalidad por medio de

    un sistema, sino insistir en la potencia que el pensamiento adquiere al cap-

    tar la dialctica de la historia. Aquella que rehye de las dicotomas para

    adentrarse en las fronteras, en los intersticios que presenta la historia cuan-

    do es leda a contrapelo, como sealaba Benjamin15. Las funciones del_______________14 Vernica Gago, en un excelente artculo, estable las condiciones que permiten pensar, en la

    obra de Aric, en un doble montaje: el de un plan de investigacin y el del espacio que ese plan

    despliega, estableciendo una forma privilegiada de escritura (fragmentaria) con su objeto de

    indagacin (disperso). Ver Gago, V., La desviacin en el origen. Notas sobre la investigacin

    en Jos Aric, en La biblioteca, Ediciones doble, N 2-3, Buenos Aires, 2005, pp. 309-315.15 En otro lugar ya nos hemos referido a la posibilidad de pensar a Aric como un pensador de

    fronteras y hemos sealado tres posibles fronteras en su pensamiento: la de Marx en relacin

    a Amrica Latina, la de Gramsci y Benjamin en su obra, y la relacin de Aric con Crdoba.

    ver: Malecki, J. S., Aric, pensador de fronteras, en Pterodctilo. Revista de Arte, literatura,

    lingstica y cultura, Department of Spanish and Portugues, University of Texas at Austin, Aus-

    tin, N 6, spring 2009, [versin digital], http://pterodactilo.com/numero6/?p=162 [28 de octu-

    bre de 2009].

    159

  • difusor, del traductor y del productor establecen, en Aric, el gesto de un

    intelectual que supo articular poltica y cultura de forma crtica y reflexiva.

    Pero estas tres nociones, estas tres funciones, se articulan con una lec-

    tura posible de su obra que pone en superficie, o hace emerger como cen-

    tral, la difusin del marxismo como problemtica. As, los tres momentos

    sealados por Paris permiten agrupar nudos problemticos que Aric tra-

    baj y que, de otra manera, apareceran como inconexos o espordicos.

    Sin embargo, nuestra lectura deja de lado concientemente el problema de

    la periodizacin y, por tanto, del contexto de enunciacin de sus escritos.

    Sostenemos que si bien se pueden identificar dos Aric, el joven o revo-

    lucionario y el maduro o socialdemcrata, tambin se podra sealar la

    existencia de muchos Aric; producto, entre otras cosas, de una forma de

    escritura vivaz, dinmica, casi dialgica16. Pero al optar por alguno de los

    dos Aric, se establece un criterio de veracidad (en funcin de un ori-

    gen irredento de un destino consumado) que depende, en ltima ins-

    tancia, de las lecturas actuales que de l se hagan (y no de condiciones

    intrnsecas a su obra). Y, sin dudas, no reconoce que el momento de mayor

    productividad se produce en la frontera, en el umbral, entre uno y otro

    momento. El exilio mexicano supuso, entonces, el tiempo y el espacios

    necesarios para sintetizar una serie preocupaciones reconocibles desde el

    primer editorial de la revista Pasado y Presente y, al mismo tiempo,

    comenzar a trazar un conjunto de problemas que lo acompaaran hasta

    sus ltimos das17. En este sentido, Aric participa activamente de un

    _______________16 Sobre este punto, puede verse: Crespo, H., Jos Aric, Agencia Crdoba Cultura, Crdo-

    ba, 2001 y Kohan, N., Jos Aric, `pasado y presentey los gramscianos argentinos, en

    Rebelin, febrero de 2005, [edicin digital], http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11915,

    [28 de octubre de 2009]. 17 Para Aric el exilio mexicano supuso la posibilidad de dedicarse a cuestiones intelec-

    tuales sin el apremio de la urgencia poltica. La mayor y ms importante parte de su pro-

    duccin intelectual la realiza durante esta poca. Adems, durante este tiempo Aric se

    transforma en un intelectual latinoamericano, no slo por sus preocupaciones, sino preci-

    samente por el alcance regional de sus intervenciones, de sus discusiones y por la conso-

    lidacin de un circuito de discusin e intercambio. Son un buen ejemplo: el coloquio de

    Culiacn sobre Maritegui y el Seminario de Morelia realizados en 1980 en Mxico. Este

    ltimo estuvo dedicado a analizar la categora gramsciana de hegemona (en el que parti-

    160

  • clima general en torno a dos cuestiones entrelazadas: la crisis del mar-

    xismo producto, entre otras cosas, de una amplia derrota de los movi-

    mientos contestatarios en los 60 y 70; y de la crisis ms general de las

    promesas de la modernidad, confusamente llamada postmodernidad, que

    desemboc en una reconversin del pensamiento utpico que dej de bus-

    car su sentido en la promesa de un futuro, para encontrar en el pasado la

    posibilidad de una redencin18. Estas coordenadas permiten inscribir a

    Aric en un marco ms general que supera ampliamente los debates pol-

    ticos locales en torno a la dictadura y la post-dictadura. Con ellas nos refe-

    rimos a una serie de trabajos que buscaron reconstruir la complejidad y

    heterogeneidad del marxismo desde diferentes perspectivas y problemas,

    entre los cuales podemos mencionar los trabajos de Perry Anderson,

    Robert Paris, Michael Lwy, Jacques Droz, el propio Arico (con sus inda-

    gaciones sobre Maritegui, Justo y sobre las desventuras de Gramsci en

    Amrica Latina), pero, sobre todo, esa formidable empresa intelectual y

    editorial que llevaron adelante Eric Hobsbawm, Georges Haupt, Franz

    Marek, entre otros, sobre la Historia del marxismo y de la cual Aric par-

    ticip directamente19.

    _______________

    ciparon Ernesto Laclau, J. C. Portantiero, Emilio De Ipola, Norbert Lechner, Fernando

    Enrique Cardoso, entre muchos otros), ambos en 1980 y en Mxico. Sobre ste ltimo,

    vase Del Campo, M. y Labastida, J. (coord..), Hegemona y alternativas polticas en Am-

    rica Latina: Seminario de Morelia, Siglo XXI, Mxico, 1985. 18 Sobre la transformacin en el pensamiento utpico, vese las muy sugerentes indaga-

    ciones que realiza Andreas Huyssen en En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en

    tiempos de globalizacin, FCE, Buenos Aires, 2007.19 La Historia del marxismo, dirigida por Hobsbawm, Haupt, Marek, Ragionieri, Strada y

    Vivanti, fue originalmente publicada en italiano por Giulio Einaudi Editore entre 1979 y

    1981. En ella Aric contribuy con un artculo titulado Il marxismo latinoamericano negli

    anni della III Internazionale, tomo III (segundo volumen), Turn, 1981. El mismo artcu-

    lo fue publicado en la versin en portugus de la editorial Terra e Paz, Rio de Janeiro,

    1987, en el tomo VIII (doce tomos en total). Extraamente este artculo no fue incluido en

    la versin en espaol que public la Editorial Bruguera entre 1979 y 1983 (doce tomos).

    Los textos de Perry Anderson, Consideraciones sobre el marxismo occidental, Siglo XXI,

    Mxico, 1998 [primera edicin en ingls de 1979] y Tras las huellas del materialismo his-

    trico, Siglo XXI, Mxico, 2000 [primera edicin en ingls de 1986] deben ser ledos

    como una reconstruccin histrica motivada por la crisis del marxismo. De Michael

    161

  • 3. Introducir

    Para analizar el momento de la introduccin, podemos decir que Aric

    realiza un desplazamiento en el anlisis desde las formas en que marxis-

    mo ingresa en Amrica Latina a una indagacin de cmo sta es tratada

    en los textos de Marx. Para ello, Aric constituye a los textos marxianos

    en el espacio de problematizacin a partir del cual es posible arrojar una

    luz en el modo en que luego fueron legados en esta tierra por socialis-

    tas y comunistas20. Pero no se trata de analizar los errores de aplicacin

    o las caractersticas de la adaptacin del pensamiento marxista (ambas

    cuestiones remiten a la idea de un marxismo, y de Marx, como homog-

    neos y autosuficientes), ni mucho menos dar cuenta del carcter europes-

    ta del pensamiento marxiano (acusacin contra la cual ha tenido que

    luchar frecuentemente), sino de interrogar por qu Amrica Latina apare-

    ce a los ojos de Marx como un territorio (in)diferenciado.

    _______________

    Lwy puede mencionarse El marxismo en Amrica Latina (de 1909 a nuestros das) Anto-

    loga, Ediciones Era, Mxico, 1982 [primera edicin en francs de 1980]. De Jacques

    Droz, Historia general del socialismo, Ediciones Destino, Barcelona, 4 tomos, editados

    entre 1979 y 1983. En francs fueron publicados entre 1972 y 1978.20 En paralelo al trabajo sobre Marx y Amrica Latina, Aric recopil y difundi las dis-

    cusiones y lecturas que se dieron en la Segunda y la Tercera Internacional en torno al

    problema colonial y nacional en una serie de Cuadernos de Pasado y Presente, contri-

    buyendo, de esa manera, a enriquecer y desnaturalizar las formas en que fue leda

    Amrica Latina en las tradiciones marxistas y socialistas. Ver Bernstein, Eduar, et al., La

    segunda Internacional y el problema nacional y colonial. Primera parte, Cuadernos de

    Pasado y Presente, N 73, Mxico, 1978; Calwer, R., Kautsky, K., et al., La segunda Inter-

    nacional y el problema nacional y colonial. Segunda parte, Cuadernos de Pasado y Pre-

    sente, N 74, Mxico, 1978 [edicin al cuidado de J.M. Aric]; Schlesinger, Rudolf, La

    internacional comunista y el problema colonial, Cuadernos de Pasado y Presente, N 52,

    Mxico, 1977 [primera edicin de 1974]. En cierta forma, el libro Marx y Amrica Latina

    mantiene un doble registro: el del cuerpo del texto en el cual Aric va analizando el

    desencuentro entre Marx y Amrica Latina y el de la notas al pie que son mucho ms

    que el aparato crtico y erudito que apoya al cuerpo principal. Este segundo texto, disper-

    so y heterogneo, es casi un anlisis de las formas en que la Segunda y la Tercera Interna-

    cional construyeron y repitieron ciertos lugares comunes en torno a la lectura que hizo

    Marx sobre el continente.

    162

  • En el libro Marx y Amrica Latina21 Aric se dedica a indagar las cau-

    sas del desencuentro entre ambos. Esto supone reconstruir el mensa-

    je (los textos marxianos) a partir de aquellos que, en primer lugar, se ocu-

    pan explcitamente sobre Amrica Latina;22 en segundo lugar, en donde se

    reflexiona sobre otros espacios geogrficos que comportan una misma

    realidad y, en tercer lugar, desde la totalidad de la obra marxiana, sea-

    lando etapas, virajes, modificaciones.

    El problema se presenta, entonces, en torno al lugar paradjico que ocup

    el subcontinente, en relacin al resto de la regiones perifricas, en la trans-

    formacin del pensamiento de Marx. Aric seala dos momentos de infle-

    xin en Marx: el anlisis del caso irlands y del caso ruso. En el primero

    seala el problema de la relacin entre el mercado capitalista y las zonas de

    colonizacin, poniendo en duda la madurez de aqul y la interrelacin entre

    los distintos modos de produccin, y constatando, a su vez, la universaliza-

    cin de las relaciones de produccin capitalistas bajo distintas modalidades,

    lo que se conoce como desarrollo desigual y combinado. El segundo caso

    plantea el problema de la posibilidad, o imposibilidad, de una secuencia his-

    trica necesaria entre los diversos modos de produccin y la discusin en

    torno a la eventualidad de saltos histricos, es decir, si es viable, y bajo qu

    formas, saltearse la etapa capitalista para entrar en la socialista23. En relacin _______________21 Aric, J., Marx y Amrica Latina, Catlogos editora, Buenos Aires, segunda edicin

    1982, primera edicin del CEDEP, Lima, 1980. Tambin se edit en portugus: Marx e a

    Amrica Latina, Paz e terra, Rio de Janeiro, 1982. Captulos del libro fueron publicados

    como: Marx y Amrica Latina, en Estudios contemporneos, ao 1, N 2, Mxico, 1980,

    pp. 63-80 y como Nuestra Amrica en Calos Marx, en Marka, actualidad y anlisis, ao

    6, N 169, Lima, 1980, pp. 27-29 y 36; Aric, J., Acerca de Marx y Amrica Latina, en

    Socialismo y participacin, N 21, Lima, 1983, pp. 123-146 (reedicin del eplogo).22 Como anticipacin del trabajo que iba a realizar en el Centro de Estudios para el DEsa-

    rrollo y la Participacin en Per -CEDEP- (cuyo resultado fue Marx y Amrica Latina),

    Aric alent la publicacin de un volumen especial de los Cuadernos donde se reunieron

    todos los escritos de Marx y Engels referidos a Amrica Latina. Ver: Marx, K. y Engels,

    F., Materiales para una historia de Amrica Latina, Cuadernos de Pasado y Presente, N

    30, Mxico [primera edicin de 1972].23 Smamente sugerente sobre este tema es la correspondencia entre Vera Zaslich y Marx,

    por mucho tiempo ignoradas por marxistas y socialistas. Ver Marx, K. y Engels, F., Escri-

    tos sobre Rusia II. El porvenir de la comuna rural rusa, Cuadernos de Pasado y Presente,

    N 90, Mxico, 1980 [preparacin, revisin y notas de Jos Aric].

    163

  • a Amrica Latina el desfasaje que se produce en el anlisis de Marx remi-

    te a dos ncleos esenciales: uno poltico y otro histrico. En ambos se pre-

    senta una contradictoria herencia hegeliana:24 por un lado, Marx constru-

    ye su teora poltica en contraposicin al idealismo hegeliano. Para l, el

    centro no lo ocupa el Estado, como en Hegel, sino que el motor de la his-

    toria son las clases sociales, las fuerzas vivas de la sociedad, que en su

    lucha determinan las modalidades estatales. Pero Marx no pudo ver esas

    fuerzas vivas de la sociedad civil en el proceso histrico latinoamericano,

    en tanto sta era una construccin desde arriba, desde el Estado mismo

    y por lo tanto resultaban arbitrarias. Por otro lado, Marx hereda, sin tema-

    tizar, las categoras hegelianas de pueblos con historia y pueblos sin

    historia, relegando, por medio de esos conceptos, la historicidad de los

    procesos sociales en Amrica Latina a un futuro indeterminado y a una

    condicin incierta. Ello le impidi ver las caractersticas originales que

    adquiran los procesos sociales en Amrica Latina en relacin a otras reas

    semejantes (Irlanda, Rusia, Turqua).

    A partir de estos ncleos es posible dilucidar el momento de la intro-

    duccin y la relacin con el momento de la reproduccin que habilitaron

    a que muchas veces se usara el calificativo de socialismo cipayo. Como

    seala Aric

    [] la singularidad latinoamericana no pudo ser comprendida por dicho

    movimiento [socialista] no tanto por el `eurocentrismo de ste como por

    _______________24 Un trabajo sumamente til para comprender el legado hegeliano en Marx, sobre todo

    en relacin a su teora poltica, es la indagacin de Michelangelo Bovero, quien sostiene

    que si Hegel constituye el momento de disolucin y realizacin de la tradicin iusnatura-

    lista, porque disuelve la dicotoma fundamental en el que sta se apoya (estado de natura-

    leza-sociedad civil) pero lleva a su realizacin la idea de una justificacin racional del

    estado en tanto estado racional; Marx representa, a su vez, la disolucin y realizacin de

    la teora hegeliana sobre el Estado, en el sentido que lleva hasta sus ltimas consecuencias

    la distincin entre lo social y lo poltico pero disuelve la dicotoma hegeliana al habilitar

    la posibilidad de pensar una sociedad sin Estado y no ya una justificacin racional del

    mismo. Ver Bovero, Michelangelo: El modelo hegeliano-marxiano en Bobbio, N. y

    Bovero, M., Sociedad y estado en la filosofa poltica moderna. El modelo iusnaturalista

    y el modelo hegeliano-marxista, Fondo de cultura Econmica, Mxico, 1992.

    164

  • la singularidad de aqulla. La condicin ni perifrica ni central de los

    Estados-Nacin del continente; el hecho de haber sido el productor de un

    proceso al que gramscianemente podramos definir como de revolucin

    `pasiva: el carcter esencialmente estatal de sus formaciones nacionales;

    el temprano aislamiento o destruccin de aquellos procesos teidos de una

    fuerte presencia de la movilizacin de masas, fueron todos elementos que

    contribuyeron a hacer de Amrica Latina un continente ajeno a la clsica

    dicotoma entre Europa y Asia que atraviesa la conciencia intelectual euro-

    pea desde la Ilustracin hasta nuestros das25.

    Es decir, en la introduccin del mensaje se reproduce ese desencuen-

    tro que Aric analiza en su libro y permite cifrar algunas hiptesis de tra-

    bajo para indagar por qu el marxismo tuvo un arraigo fragmentario y

    superficial, la mayora de las veces, en los movimientos obreros y popu-

    lares latinoamericanos. Como seala Aric en repetidas ocasiones, si en

    Europa socialismo y movimiento obrero son dos aspectos de una misma

    realidad, en Amrica Latina constituyen dos historias paralelas que la

    mayora de las veces tendieron a ser opuestas entre s26.

    4. Reproducir

    El momento de la reproduccin, como sealamos, remite a la relacin

    entre la ortodoxia y la heterodoxia, en tanto es el momento pleno de la

    difusin del marxismo pero que, al buscar constituirse en la expresin te-

    rica de un movimiento histrico, necesita recurrir a la traduccin como

    forma privilegiada que posibilite su organizacin. En este sentido, la tra-

    duccin es la condicin de posibilidad de la reproduccin. Traducir y

    reproducir acontecimientos (la revolucin), experiencias (los soviets o los

    consejos), textos (Marx), ese es el problema, esa es la cuestin. _______________25 Aric, J., Marx y Amrica Latina, op. cit. p. 140.26 Aric, J., Amrica Latina como una unidad problemtica en Controversia. Para el exa-

    men de la realidad argentina, ao II, N 14, Mxico, Agosto de 1981, p. 19, tambin en

    Aric, J., La hiptesis de Justo en Estudios contemporneos, ao 1, N 3-4, Mxico,

    Julio-diciembre de 1980, p. 7; Aric, J., La hiptesis de Justo, op. cit., p. 23.

    165

  • En Aric podemos analizar el momento de la reproduccin en tres

    aspectos diferentes: el papel de Gramsci en sus escritos, su funcin como

    traductor e, inmediatamente ligado a esto, el tema de la difusin. La pre-

    sencia de Gramsci en Aric se deja sentir ms claramente en la experien-

    cia de la revista Pasado y presente (Crdoba, 1963-1965 y Buenos Aires

    1973) y en el libro La cola del diablo27.

    La revista fue el intento de un grupo de intelectuales, la mayora liga-

    dos al Partido Comunista, de iniciar un debate serio y sostenido para revi-

    talizar las posturas del partido. El principal animador de la revista fue

    Aric en Crdoba y Juan Carlos Portantiero en Buenos Aires (ambos hab-

    an trabajado estrechamente con Hector P. Agosti, uno de los principales

    animadores culturales del PCA en la revista Cuadernos de cultura)28.141

    Con un total de 9 nmeros, la revista alberga una gran cantidad de

    temas y autores. Realmente es muy difcil resumir la cantidad de cuestio-

    nes que all se trataron. A modo de ejemplo, se puede mencionar la publi-

    cacin de autores como Karl Marx, Eric Hobsbwam, J. Paul Sartre, Georg

    Lukacs, Regis Debray, Fernando Enrique Cardoso, adems de muchos ita-

    lianos ligados al Partido Comunista Italiano (entre ellos Cesare Luporini,

    Lucio Colleti, Galvano Della Volpe y Palmiro Togliatti) as como textos

    sobre estructuralismo (incluido un texto de Oscar Massota sobre Jaques

    _______________27 Sin embargo, los dos nicos trabajos de Aric estrictamente sobre Gramsci son el pr-

    logo que escribiera en 1962 al libro de Gramsci Notas sobre Maquiavelo, sobre la polti-

    ca y sobre el Estado moderno, editado por Lautaro, luego reproducido en las ediciones de

    Juan Pablo Editor de Mxico y extraamente omitido por las ediciones de Nueva Visin

    en Argentina y un trabajo sobre Gramsci y la teora poltica de 1979, editado como

    mimegrafo por la Universidad Autnoma Metropolitana de Mxico. Dicho trabajo fue

    una conferencia pronunciada en el marco del Seminario sobre el Estado dictada en 1978

    en la misma universidad.28 El resto del grupo cordobs lo conformaba Oscar Del Barco, Hctor Schmucler, Anbal

    Arcondo y Francisco Delich, adems de Juan Carlos Torre en Buenos Aires. En la revista

    tambin participaron muchos intelectuales que no eran parte de este grupo e incluso algu-

    nos que no tenan relacin con el Partido. En este sentido tendramos que destacar la par-

    ticipacin de los ex contornistas Noe Jitrik, Oscar Massota y Len Rozitchner, as como

    de los cordobeses Gregorio Berman y Enrique Luis Revol.

    166

  • historia, en contra de las posiciones teleologistas y mecanicistas del Par-

    tido; 2- la funcin del partido en la construccin de una voluntad nacio-

    nal y popular (en torno a las condiciones de transformacin social) y 3-

    la cuestin de la reforma moral (sobre la funcin del Partido). Estos tres

    ejes de discusin sealan el intento de discutir la ortodoxia del Partido y

    su capacidad organizativa, a partir de los presupuestos tericos con los

    que sta actuaba y la necesidad de encontrar una traduccin adecuada

    para la tradicin marxista en Argentina. Para ello, Aric recupera el tpi-

    co gramsciano del Partido como el prncipe moderno que es capaz de

    organizar y sintetizar las experiencias histricas de las clases subalternar

    y constituirlas como una voluntad nacional y popular que pueda luchar

    por una hegemona no slo poltica, sino tambin cultural. Para ello, los

    intelectuales deben servir como intelectuales orgnicos que permitan

    elaborar una reforma moral en la cual las clases subalternas puedan

    reconocer, y recuperar, sus expectativas y experiencias. La fuerte crtica al

    PCA, entonces, se sostena en que ste no fue capaz de realizar una snte-

    sis histrica que d respuestas a las expectativas de la clase obrera. Dice

    Aric:

    Los hechos nos mostraban la falencia histrica de un grupo dirigente que

    fue incapaz de resolver correctamente la tarea de plasmar el marxismo en

    la vida nacional, de conocer la realidad del pas, de estructurar una orga-

    nizacin que significara realmente la conciencia organizada del proleta-

    riado, de soldar a travs de una permanente adecuacin a las fluctuaciones

    de la vida el pasado con el presente, las experiencias histricas vividas con

    las actuales exigencias, las viejas con las nuevas generaciones de revolu-

    cionarios. En resumen, el fracaso de un grupo dirigente que fue incapaz de

    convertirse en la expresin viva del traspaso de la conciencia poltica a la

    conciencia histrica33.

    Para poder subsanar esa falencia del Partido, es necesario reconocer la

    experiencia histrica de la clase obrera para poder recuperarla en un senti-

    do socialista; en este sentido, el poltico revolucionario es historiador en

    _______________33 Aric, J., Examen de conciencia, en Pasado y Presente, N 4, Crdoba, 1964, p. 243.

    168

  • la medida en que obrando sobre el presente interpreta el pasado34. Pero esta

    posibilidad de actuar polticamente a travs de la recuperacin del pasado,

    supone una idea de historia en la cual el sentido de sta no est definido pre-

    viamente ni de una vez para siempre. Por ello, seala Aric que la historia

    [] no es el campo de accin de leyes inexorables, sino la resultante de

    la accin de los hombres en permanente lucha por la conquista de los fines

    que se plantean, aun cuando condicionados por las circunstancias con que

    se encuentran. Todo depende, en ltima instancia, del juego de las fuerzas

    en pugna, del equilibrio de poder entre las clases en que se encuentra

    escindida la sociedad35.

    Pero si es necesario recuperar la experiencia histrica de la clase obre-

    ra argentina, la cual est indudablemente ligada al peronismo, tampoco

    hay que dejar de prestar atencin al espacio esencial donde se producen y

    reproducen las relaciones de produccin capitalistas: la fbrica. Porque

    ah es donde la reconstitucin del obrero en tanto sujeto poltico es posi-

    ble, es decir, por medio de su propias organizaciones de clase (el sindica-

    to, los cuerpos de delegados, etc.). La serie de experiencias obreras entre

    fines de los 60 y mediados de los 70 que se conocen como clasistas36 dio

    lugar a que Aric (y junto con l, el resto del grupo redactor de Pasado y

    Presente) se entusiasmara con la posibilidad de alentar una traduccin

    entre las experiencias clasistas y las consejistas del bienio rojo turins37.

    _______________34 Cf. Pasado y Presente, en Pasado y Presente, N 1, Crdoba, 1963, p. 7. 35 Aric, J., Pasado y Presente, op. cit., 1963, p. 3.36 Cf. Brennan, J. y Gordillo, M., Crdoba rebelde. El cordobazo, el clasismo y la movilizacin

    social, Editorial De la Campana, Buenos Aires, 2008; Pasado y Presente, El significado de las

    luchas obreras actuales en Pasado y Presente, N 2, segunda poca, Buenos Aires, 1973, pp.

    271-282; Werner, R. y Aguirre, F., Insurgencia obrera en la Argentina 1969-1976. Clasismo,

    coordinadoras interfabriles y estrategias de izquierda, Ediciones IPS, Buenos Aires, 2009.37 De esta forma es posible comprender la insistencia en la cuestin consejista por

    parte de Aric, materializada en el texto Espontaneidad y direccin consciente en el pen-

    samiento de Gramsci, en Pasado y Presente, N 1, segunda poca, Buenos Aires, 1973,

    pp. 87-101, as como la edicin del cuaderno N 33, Consejos obreros y democracia socia-

    lista, Crdoba, 1972. Incluso, el grupo de PyP pensaba comenzar la segunda poca de la

    revista con un nmero o dossier dedicado a Sitrac-Sitram. Cf. Schmucler, H., Malecki, J.

    S., Gordillo, M., El obrerismo de Pasado y Presente, op. cit.

    169

  • Pero la principal impronta de la experiencia de PyP no debe buscarse

    en su costado poltico, sino en el cultural. Es decir, la importancia de

    Pasado y Presente debe analizarse en torno a las polticas culturales que

    el grupo, o ms precisamente Aric, realiz o propici y no en su influen-

    cia poltica. Porque es justamente en ese registro, el de las polticas cultu-

    rales, en donde se puede ver ms claramente cmo modernizacin cultu-

    ral y radicalizacin se constituyeron en aspecto centrales de la experien-

    cia pasado-presentista y, por tanto, del propio Aric.

    En este sentido, el trabajo de Aric como traductor es decisivo: no slo

    en funcin de su produccin intelectual, si no tambin en relacin al con-

    junto de la izquierda argentina y latinoamericana. Desde su primera tra-

    duccin de Gramsci hasta la traduccin crtica de El Capital, pasado por

    los Cuadernos, muestran cmo las funciones de lector y traductor, junto

    al de editor, pueden tener una sntesis decididamente productiva.

    Desde mediados de los 60, Aric emprende una serie de empresas edi-

    toriales que continuarn las lneas, ya presentes en la revista, de promover

    la difusin de un pensamiento crtico que permitiera confrontar el marxis-

    mo con lo ms novedoso en las ciencias sociales y la filosofa. As, bajo los

    sellos de Eudecor, Grafio o Signos Aric alent la publicacin de textos y

    autores poco conocidos en el momento: Jacques Derrida, Gilles Deleuze,

    Theodor Adorno, Marqus de Sade, Georges Bataille, Stephne Mallarm,

    Fernand Braudel, Herbert Read, entre otros38. Asimismo, con la editorial

    Siglo XXI en los 70, Aric propici la traduccin y publicacin de obras

    centrales de Marx: se inicia una edicin crtica de El capital y se traduce

    por primera vez al espaol los Grundrisse. Elementos fundamentales de

    _______________38 Sin ser exhaustivos con los ttulos publicados, podemos mencionar: en la editorial Eude-

    cor: El hombre y la bestia, de Herbert Read, Televisin y Cultura de Masas, de Theodor

    Adorno, Sacher Masoch & Sade, de Gilles Deleuze (1969). En la editorial Garfio: Filoso-

    fa de tocador, del Marqus de Sade, Igitur, de Mallarm. En los Cuadernos de la FUC:

    La larga duracin, de Fernand Braudel. En signos: De la gramatologa, de Jaques Derri-

    da (traducida por Oscar del Barco y luego reeditado en 1971 bajo el sello Siglo XXI), Las

    lgrimas de Eros, de George Bataille. Cf. Burgos, Ral: Los gramscianos argentinos, op.

    cit. pp. 150 y ss. Agradezco algunas precisiones a Luis Ignacio Garca Garca y a Luca

    Robledo el haberme facilitado algunas publicaciones de los 70.

    170

  • economa poltica, y una traduccin directa del alemn, por primera vez en

    espaol, de la Contribucin de la crtica de la economa poltica39.

    En 1968 aparece en Crdoba el primero de los Cuadernos de Pasado

    y Presente. En poco tiempo, esta empresa editorial se convirti en una de

    los mayores emprendimientos editoriales de izquierda en Argentina y

    Latinoamrica y en uno de los captulos centrales en la difusin del mar-

    xismo por el continente. El total de nmeros editados fue de 98 Cuader-

    nos y la tirada se calcula en ms de 900.000 libros que circularon por toda

    Amrica Latina. Estos nmeros indican la ampliacin del pblico de lec-

    tores y la importancia que el marxismo cobr en ese tiempo, pero tambin

    permiten analizar la renovacin de las propuestas polticas e intelectuales

    que la empresa de los cuadernos procur alentar en la izquierda. De esta

    forma, los ttulos de las publicaciones intentan presentar a la tradicin

    marxista en toda su potencia, heterogeneidad y riqueza. As, los temas

    abordados van desde poltica y economa, hasta cuestiones de esttica; y

    los textos y autores seleccionados, muchos de ellos inditos en espaol

    hasta ese momento, van desde las grandes figuras de la Segunda y la Ter-

    cera Internacional hasta marxistas contemporneos, pasando por muchos

    de los autores olivdados o silenciados por el cnon marxista40.

    Traducir y difundir, dos instancias del momento de la reproduccin

    que si en Aric no encontraron la posibilidad de materializarse en una

    organizacin poltica, s hallaron una caja de resonancia en el mbito de

    la cultura. As, la indagacin de Aric, su investigacin, es inseparable de

    su poltica cultural, de sus muchos emprendimientos editoriales. Si en sus

    _______________39 El principal traductor fue Pedro Scaron, un erudito anarquista uruguayo a quien luego de

    completar la traduccin de El capital le perdieron el rastro. Sin embargo, tanto Aric como

    Jorge Tula contribuyeron, en diferentes grados, en las ediciones de estos tres libros funda-

    mentales de Marx.40 Los Cuadernos todava reclaman un estudio especfico y sistemtico que de cuenta de

    su importancia en el marco regional latinoamericano, semejante investigacin, es presu-

    mible, requerir de mltiples miradas. Una primera aproximacin, sobre todo descriptiva,

    puede leerse en el libro de Brugos ya citado. Un anlisis ms exahustivo se puede encon-

    trar en el texto de Crespo En torno a Cuadernos de Pasado y Presente, 1968-1983, en

    Hilb, C., (Comp.): El poltico y el cientfico. Ensayos en homenaje a Juan Carlos Portan-

    tiero, Siglo XXI, Buenos Aires, 200, pp. 169-196.

    171

  • textos Aric despliega una serie de problemticas que establecen el espa-

    cio donde es posible confrontar al marxismo con la cultura contempor-

    nea, es decir, con su propia historicidad, reconociendo el carcter siem-

    pre precario de su propia autonoma, y situando la productividad del

    marxismo en sus propios lmites, en sus fronteras, en sus zonas de inter-

    cambio; entonces, tambin, esas mismas problemticas son prolongadas y

    amplificadas en un corpus mayor y ms heterogneo compuesto por el

    vasto conjunto de textos y autores que puso en circulacin entre un pbli-

    co cada vez ms extenso. La difusin, al operar como disparadora en la

    disputa entre la ortodoxia y la heterodoxia, habilita a pensar en ese plus

    siempre presente en la traduccin, que es, en definitiva, la condicin de

    posibilidad de la produccin.

    5. Producir

    El momento culminante en este recorrido es el que refiere al momento de

    la produccin, que en Aric nos sita en sus indagaciones en torno a Jos

    Carlos Maritegui y Juan B. Justo y la posibilidad de establecer, precisa-

    mente, la produccin de un marxismo latinoamericano41. Al intentar esta-

    blecer una forma novedosa de leer el desarrollo de corrientes de pensa-

    miento ideales, Aric precis de realizar una serie de operaciones e inter-

    venciones para constituir una tradicin marxista y socialista en Amrica

    Latina. En primer lugar, como ya sealamos, procur poner a disposicin

    experiencias y reflexiones que muestren la riqueza de la teora y la historia

    del marxismo. En segundo lugar, indagar en torno a las dificultades que

    tuvieron Maritegui y Justo para pensar sus realidades nacionales desde el

    marxismo y en las respuestas originales que ellos elaboraron.

    Para Aric, la posibilidad de discutir el legado de la Segunda y la Ter-

    cera Internacional, as como las dificultades que tanto socialistas y comu-

    nistas mostraron para abordar el problema (terico y prctico) que repre-

    _______________41 Aric, J., La produccin de un marxismo americano, en Punto de vista, N 25, Buenos

    Aires, 1985.

    172

  • sentaba Amrica Latina, ya presentes incluso en el propio Marx (como

    sealamos en otro apartado), remita a las discusiones, controversias y plan-

    teos que haban hecho, cada uno por su lado, Justo y Maritegui. En este

    sentido, los trabajos de Aric sobre ellos deben ser ledos como correlativos

    a un mismo problema: cmo realizar una sntesis entre marxismo y realidad

    nacional. Si Maritegui, y su legado, establece toda una serie de controver-

    sias con las corrientes oficiales de la Tercera Internacional y muestra la difi-

    culta de abordar el carcter populista del subcontinente; entonces, Justo per-

    mite poner a discusin la vertiente socialdemcrata y la posibilidad de esta-

    blecer un partido de masas al estilo de la socialdemocracia alemana.

    Para Aric lo que interesa rescatar es que l [Maritegui], a diferencia

    del resto de los marxistas latinoamericanos, se esforz por `traducir el mar-

    xismo aprendido en Europa en trminos de `peruanizacin42. Esto le per-

    mite a Aric desplegar una serie de reflexiones en torno a la forma terica

    en que ingresa el marxismo en Amrica Latina que, en el caso del peruano,

    puede ser identificado con una forma antidogmtica y antieconomicista de

    leer a Marx, adquirida en ese momento tan particular de la Italia del 20, con

    una cultura liberal en crisis que alentaba el desarrollo de corrientes idealis-

    tas (Croce, Gobetti) en contra del pensamiento positivista43. Asimismo, el

    derrotero de Maritegui por Per le permite a Aric discutir las relaciones

    que los Partidos Comunistas establecieron con las historias de lucha que los

    precedieron y con la forma en que aquellos construyeron su propia historia44. _______________42 Aric, J., Introduccin en Aric, Jos (ed.), Maritegui y los orgenes del marxismo

    latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, N 60, Mxico, 1980 [primera edicin

    de 1978], p. XIX. 43 Cf. op. cit. pp. XIV y XV.44 En ese sentido, es interesante una reflexin de Aric sobre Maritegui: Por su forma-

    cin terica y por el exacto conocimiento que tena del nivel an primario de desarrollo de

    la experiencia histrica de las masas peruanas, comprenda como nadie que el momento

    del partido poltico de los obreros y de los campesinos deba ser el resultado y no el

    supuesto de las luchas de masas, que lo puntos de condensacin y de organizacin de la

    experiencia histrica de esas masas constituyen la trama a partir de la cual, y como un pro-

    ducto propio de la voluntad colectiva en formacin, emerge un nuevo organismo poltico,

    una nueva institucin de clase donde se sintetiza toda esa experiencia histrica de luchas

    y se despliega en un programa concreto la irresistible tendencia de las masas a convertir-

    se en el soporte de un nuevo proyecto de sociedad. op. cit. p. LIII.

    173

  • Todo esto, por ltimo, remite al carcter populista de Amrica Latina y

    las respuestas errticas que comunistas y socialistas buscaron articular, opo-

    niendo, la mayora de las veces, clasismo a populismo. Pero ese carcter

    populista es el que le permite decir a Aric que Amrica Latina es un

    continente leninista45 y plantear las similitudes con la experiencia rusa,46

    la otra gran rea de difusin del populismo.

    Aric, al analizar la hiptesis de Justo, reflexiona sobre los aciertos

    y errores en la visin que elabor Justo sobre la realidad argentina y que

    lo llevaron a fundar el primer partido moderno de la Argentina, y uno de

    los ms relevantes del continente. Pero este hecho lleva a reconocer los

    aportes que hicieron diversas corrientes contestatarias (socialismo, anar-

    quismo, comunismo, etc.) en la conformacin de una cultura proletaria (a

    la que Gramsci se refiere como de espritu de escisin) y que se mate-

    rializ en diferentes tipos de organizaciones, como sindicatos, cooperati-

    vas, fraternidades, clubes, bibliotecas, editoriales, etc. Sin embargo, para

    Aric, la dificultad de Justo, y del Partido Socialista, en convertirse en la

    expresin poltica de las clases subalternas estuvo mediada por la inco-

    rrecta comprensin de las caractersticas del tipo de modernidad que el

    desarrollo capitalista local estaba produciendo y de las relaciones entre

    _______________45 Y, por otra parte, si a pesar de las especificidades de cada rea, nos atrevemos a pensar

    en un sentido continental, entonces hay que concluir que Amrica Latina es un continente

    `objetivamente leninista, un continente soreliano y leninista. Porque a nivel continental se

    sigue creyendo que solamente una organizacin fuerte, con capacidad de fusin con las

    masas, puede organizar la conquista de un estado, sin el cual, no hay transformacin posi-

    ble. Aric, J., Gomariz, E., Franco, C y Frank, A. G., La crisis del marxismo y Amrica

    Latina, en Leviatn, revista de hechos e ideas, Madrid, N 11, 1983, p. 75. Tambin Aric,

    J., El marxismo en Amrica Latina: Ideas para abordar de otro modo una vieja cuestin,

    en Opciones: Revista del Centro de Estudios de la Realidad Contempornea, Academia de

    Humanismo Cristiano, Santiago de Chile, Chile, N 7, septiembre-diciembre de 1985, p. 81. 46 Dice Aric: el Per poda ser la Rusia de Amrica Latina porque no exista quizs otro

    pas en el que ms abiertamente contradictoria se mostrara la experiencia histrica del

    socialismo con las condiciones de atraso econmico y social, de crisis intelectual y moral

    que soportaba la nacin. Aric, J., Marxismo latinoamericano, en Bobbio et all, Dic-

    cionario de Poltica, tomo II, Siglo XXI, Mxico, 2000, p. 950 [primera edicin de 1982].

    El populismo ruso fue un inters de larga data en Aric, vase El populismo ruso en

    Estudios, Crdoba, N 5, enero/junio de 1995, pp. 31-52.

    174

  • movimiento obrero y capacidad de absorcin del Estado burgus. Ello

    redund en la imposibilidad de dar cuenta de la singularidad latinoameri-

    cana en general y argentina en particular, mostrando, segn Aric,

    [] el momento de extrema debilidad del razonamiento de Justo, pero tam-

    bin el de toda la izquierda argentina; la incapacidad de comprender en la

    teora y en la prctica que la sustitucin de un ordenamiento capitalista por

    otro ordenamiento econmico, social y poltico distinto, fundado sobre

    nuevas relaciones de produccin y de propiedad, no slo supone el ascen-

    so al poder de la clase obrera, sino tambin -y nos atreveramos a decir,

    esencialmente- de un bloque de fuerzas sociales y polticas que, como tal,

    modifica los contornos y funciones de todas las clases, incluida, claro est,

    la propia clase obrera. Lo que no entendi Justo, pero no slo l, sino tam-

    poco el maximalismo que lo denostaba por `reformista, era que el dilema

    falso entre reformismo y maximalismo que divida al movimiento obrero

    argentino por esos aos, y que lo sigui dividiendo de ah en adelante, no

    era sino una forma ideolgica, y por tanto velada e inconsciente, de repro-

    ducir en su propia interioridad la divisin entre economa y poltica sobre

    la que se asienta la posibilidad incontrastada de reproduccin del sistema

    al que se crea afectar con uno u otro tipo de accin obrera47.

    Las indagaciones de Aric sobre Justo y el socialismo argentino mues-

    tran su creciente inters por las experiencias socialdemcratas de la tradi-

    cin marxista. Pero no debe obviarse que ese acercamiento no fue acrtico.

    Todo lo contrario, y como muestra la cita de ms arriba, el caso de Justo es

    el momento culminante en el cual Aric termina de delinear sus indaga-

    ciones en torno a las discusiones que se dieron entre los aos 10 y los 30,

    entre la Segunda y la Tercera Internacional. Discusiones que ponan en el

    centro de atencin, aunque sin resolver, los problemas de la transformacin

    de la sociedad, de la transicin hacia una sociedad ms justa, de la relacin

    entre socialismo y democracia. Como reflexiona Aric:

    [] comunistas y socialdemcratas acabaron por dejar de lado lo que ver-

    daderamente constitua el centro del problema y sin cuya resolucin el

    _______________47 Aric, J., La hiptesis de Justo, op. cit, p. 129.

    175

  • socialismo quedaba reducido a mera esperanza. Sin instituciones demo-

    crticas el capitalismo de estado no era la antesala del socialismo sino el

    fundamento de una indita y monstruosa dictadura sobre las masas; sin un

    real proceso de socializacin de la propiedad, el proyecto socialdemcra-

    ta facilitaba las respuestas fascistas o neocapitalistas48.

    La oscilacin que seala Aric entre democracia y socialismo, entre

    poltica y economa, es el resultante de un pensamiento dicotmico, y por

    tanto no dialctico, que supone que teora y movimiento (histrico) per-

    manecen siempre idnticos a s mismos, por fuera de la historicidad y pro-

    blematicidad que le son inherentes49.

    En 1978, Aric publica Maritegui y los orgenes del marxismo ame-

    ricano, en 1980 sale la primera edicin de Marx y Amrica Latina, en

    1981 escribe la hiptesis de Justo y en 1988 se publica La cola del diablo.

    Estos cuatro libros, si bien corresponden a distintos momentos en la inves-

    tigacin de Aric, sealan los inicios de una nueva rea de indagacin que

    hace del problema de la relaciones entre las ideas y sus contextos, su obje-

    to de estudio50. A diferencia de la vieja historia de las ideas, para Aric

    no se trata de constatar la mera recepcin de ideas-unidad que bien

    podran estar fuera de lugar, ni de ver su correcta o incorrecta apli-

    cacin, sino de convertir, justamente, el momento de la recepcin y los

    posibles desvos implcitos en ella (las malas lecturas) en la instancia

    productiva de toda lectura51. As, el desencuentro no es una mera deri-

    vacin de unas ideas que no encajaran con su (nuevo) contexto, o vice-

    _______________48 Aric, J., La crisis del marxismo, en Controversia, N 1, Mxico, 1979, p. 13.49 Sobre estas cuestiones vase: Aric, Jos: Marx y Amrica Latina, op. cit. y Aric, J.,

    introduccin en Aric, J., (ed.): Maritegui, op. cit.50 Retrospectivamente, los trabajos de Aric pueden ser perfectamente incluidos en el

    marco de la historia intelectual que, en nuestro pas, ha tenido un desarrollo incipiente

    en los 80 y recin en los ltimos aos ha cobrado una fuerte vitalidad. Sobre la historia

    intelectual y su relacin con la historia de las ideas, vase Palti, E., Giro lingstico e

    historia intelectual, UNQ, Buenos Aires, 1998. 51 Sobre el problema de la recepcin vase el dossier en Polticas de la memoria, N 8-9,

    Buenos Aires, primavera de 2008, el cual incluye interesante reflecciones y antecedentes

    sobre cmo ha sido tratado este tema en Argentina y su relacin con la historia intelectual.

    176

  • versa, sino el espacio para medir su capacidad productiva, esto es, de pro-

    ducir diferentes lecturas. Pero las ideas son inseparables de sus propios

    soportes materiales, por lo cual Aric tambin estuvo siempre preocupa-

    do por su difusin, por los medios y las formas en que el marxismo se vol-

    vi marxismo latinoamericano52. Y esa preocupacin por la difusin se

    vio acompaada de una consecuente tarea editorial. En Aric, la difusin,

    la traduccin y la produccin, son expresin de una voluntad poltica de

    intervencin. Esa es su respuesta poltica a la crisis del marxismo. Res-

    puesta que se inscribe en ese retorno benjaminiano, en clave emancipato-

    rio, a las ruinas del pasado. Tal vez por eso, en su ocaso, Aric haya escri-

    to que cuando las pasiones se extinguen y son materia de tratados filo-

    sficos, la reconstruccin de un pasado es tambin una forma de resisten-

    cia y de manifestacin de esa verdad benjaminiana de que nada de lo pasa-

    do est perdido para siempre.

    _______________52 Aric, en en un sentido parecido al que desarrolla Roges Chartier en sus trabajos, arti-

    culan el desarrollo de las ideas con las prcticas de lectura y su circulacin material.

    Aunque esto sea menos el resultado de un presupuesto metodolgico que de un afn eru-

    dito, del cual Aric mostr sobrados dotes. Sobre chartier vase: Chartier, Roger, Escribir

    las prcticas, Manantial, Buenos Aires, 2001 y El mundo como representacin, Gedisa,

    Barcelona, 2005.

    177

    mal1.pdfmal2.pdf