MAGDALENA LEÓN GÓMEZ - Inicionomadas.ucentral.edu.co/nomadas/pdf/nomadas_18/18_16F_Magdale… ·...

15
165 NÓMADAS * Este artículo se hace con base en una entrevista realizada a Magdalena León en marzo de 2003 en Bogotá, así como en la bibliografía revisada. Agradezco los comentarios y aportes de María Cristina Laverde Toscano, Carlos Iván García, Nayibe Peña, Ana Isabel Arenas, Hercelayde Conde y Donny Meertens. ** Socióloga, Universidad Nacional de Colombia MAGDALENA LEÓN GÓMEZ: UNA VIDA CONSAGRADA A TENDER PUENTES ENTRE LAS MUJERES, EL CONOCIMIENTO Y LA ACCIÓN * Lya Yaneth Fuentes Vásquez**

Transcript of MAGDALENA LEÓN GÓMEZ - Inicionomadas.ucentral.edu.co/nomadas/pdf/nomadas_18/18_16F_Magdale… ·...

1 6 5NÓMADAS

* Este artículo se hace con base en una entrevista realizada a Magdalena León en marzo de2003 en Bogotá, así como en la bibliografía revisada. Agradezco los comentarios yaportes de María Cristina Laverde Toscano, Carlos Iván García, Nayibe Peña, AnaIsabel Arenas, Hercelayde Conde y Donny Meertens.

** Socióloga, Universidad Nacional de Colombia

MAGDALENALEÓN GÓMEZ:

UNA VIDACONSAGRADA

A TENDER PUENTESENTRE LAS MUJERES,

EL CONOCIMIENTOY LA ACCIÓN*

Lya Yaneth Fuentes Vásquez**

NÓMADAS1 6 6

Al cerrar el siglo, cuando se elaboró la biblio-grafía para la revista En Otras Palabras: Mujeres queescribieron el siglo XX. Construcción del feminismo enColombia, fue notoria la escasez de los géneros biográ-ficos y autobiográficos, así como de estudios históri-cos que dieran cuenta de la vida y obra de las mujeresque dejaron su huella en la política, el arte, la educa-ción, la ciencia y la cultura. Dentro de este grupo,reconocida en el siglo XX por su aporte a la investiga-ción social y al movimiento de mujeres, sobresale Mag-dalena León, socióloga y feminista santandereana.

En Colombia la educación y la investigación cien-tífica presentan varias décadas de atraso, son contadaslas personas que logran descollar en los ámbitos nacio-nal e internacional, más aún si se trata de mujeres in-vestigadoras y científicas. De allí la necesidad dereconocer y hacer visible la vida y la obra de Magdale-na León. Un recuento breve de sus principales logrosnos puede dar una idea de la importancia y significa-ción de su trabajo de investigación tanto para la cien-cia social como para los estudios de la mujer y lasrelaciones de género en el país y en América Latina.1

El pasado 28 de marzo en Dallas, en el marco delXXIV Congreso Internacional de la Asociación deEstudios Latinoamericanos –LASA–, Magdalena Leónobtuvo el premio Bryce Wood Book Award, LASA2003, al mejor libro, Empowering Women: Land andProperty Rights in Latin America, escrito en coautoríacon Carmen Diana Deere2 . En el 2002, la misma obraganó el premio Best Book Prize of NECLAS, The NewEngland Council on Latin American Studies. La Aso-ciación Colombiana para el Avance de la Ciencia leotorgó en el año 2000 el Premio Nacional al Mérito Cien-tífico en la categoría de Investigador de Excelencia. En1999 la Universidad Nacional de Colombia le confi-rió la Medalla del Mérito Universitario por su trabajo enla docencia, la investigación y en extensión. Por últi-mo, en el mismo año, con motivo de la conmemora-ción del 8 de marzo, la Cámara de Representantes leconcedió la Orden Policarpa Salavarrieta por su trabajoinvestigativo en el campo de mujer y género.

En diálogo abierto, Magdalena nos habló de su in-fancia, sus recuerdos familiares, su vida escolar y uni-versitaria y de su experiencia como investigadoraacuciosa, interesada en conocer y cambiar la proble-mática de las mujeres y su situación de subordinación.

Su obra es ejemplo de una vida intensa y asumida aplenitud.

Recuerdos de una infancia tranquilay feliz

Magdalena nació el 30 de junio de 1939 enBarichara, Santander, un pueblo “lindo y pequeño quehoy es patrimonio de la humanidad”. Es la quinta denueve hermanos, siete mujeres y dos hombres, inte-grantes de una familia en la que cada nacimiento casique exigía el traslado a una nueva casa. Hija de uncomerciante liberal, dueño de un almacén de telas,cintas y adornos, tuvo la fortuna de contar con dosmadres y por tanto con “doble afecto y doble cuida-do”, los que le prodigaron la mamita Lola y la tía Tata,

Magdalena León, en su discurso en el Encuentro “La deuda . . .

1 6 7NÓMADAS

quien apoyaba a su hermana en la crianza y cuidadode sus numerosos sobrinas y sobrinos.

Dos evocaciones surgen en medio de una primerainfancia, grata, tranquila y feliz. La primera relaciona-da con la vida y la segunda con la muerte: “Recuerdo–cuenta Magdalena– cuando mi hermana mayor tuvosu primer hijo. Ese día en el colegio las monjas no nosmandaron a almorzar porque el niño nació en la casay tenían que demorar nuestro regreso. Las monjas nosconsintieron y jamás olvido el jugo de piña que nosdieron pues en mi vida lo había probado, seguramen-te porque debía cernirse en cedazo y su preparaciónresultaba complicada; de cualquier manera, me pare-ció delicioso. Luego, llegamos a la casa y vimos a mihermana y al bebé, no terminaba de entender que mefelicitaran por ser tía”.

El otro recuerdo “muy fuerte” que persiste y re-aparece en sus sueños es un funeral que salía de laiglesia de Barichara para el cementerio, ubicado a doso tres cuadras. Eran entre ocho y doce cajones, congente que habían asesinado la noche anterior, comoparte de la violencia que ya desde entonces estreme-cía al país. El pueblo fue amenazado y su padre y her-manos mayores tuvieron que emigrar a Bucaramanga;poco tiempo después Magdalena, entonces de sieteaños, se trasladó con el resto de su familia a la ciudad.Comenzó el tercer año de primaria en el colegio de lasmonjas franciscanas y allí mismo se graduó como ba-chiller. La vida escolar transcurrió alegre y feliz, sin los“traumas y problemas” que sufren muchas personas quese educan en ambientes religiosos. Eso sí, Magdalenareaccionó con rebeldía cuando por su notorio liderazgolas monjas trataron de aleccionarla para que escogierala vida religiosa. Una cosa era ser la presidenta de laAcción Católica en tercero de bachillerato, partici-par en la Cruzada Eucarística y asistir a misa, y otrabien distinta convertirse en monja.

En general, en los años cuarenta y cincuenta, niel ambiente familiar ni el escolar estimularon de ma-nera especial su futura vocación como investigadorani su compromiso con las mujeres. En su casa no ha-bía muchos libros. Sin embargo, a pesar del énfasisreligioso de la educación, de las clases de costura yde la pobreza franciscana de los laboratorios y expe-rimentos del colegio, los curas y capellanes, intelec-tualmente más despiertos, llevaban a las estudiantesa pensar temas de carácter social. Con su compañeraAída Martínez, hoy historiadora consagrada, plasma-ban sus inquietudes literarias y sus preocupacionessociales en los periódicos murales que pegaban en lasparedes del colegio.

En plena adolescencia, al empezar el quinto debachillerato, llegó al colegio Monserrat Ordóñez. Ellaera “una persona que para mí venía de otro mundo.Había sido educada en Barcelona y traía una biblio-teca frente a la cual casi me muero. Fuera de quehablaba distinto porque tenía acento español, decíacosas diferentes a las que decíamos todas nosotras,que éramos bastante provincianas. Eso a mí me pro-dujo una gran impresión”. En esta época no solo em-pezó su amistad con Monserrat, la futura literata, quientambién sería una de las mujeres que escribieron elsiglo XX, sino que comenzó la relación de Magdalena . . . externa en América Latina y el Caribe”. La Habana, Cuba. 1985.

NÓMADAS1 6 8

con los libros, las bibliotecas y su pasión por el cono-cimiento. Al finalizar el bachillerato, la biblioteca delpolítico santandereano Alfonso Gómez Gómez tam-bién estuvo a su disposición.

Formación universitaria: “Resolvíquedarme con el estatus y el rol ydejar la oferta y la demanda”

Los padres de Magdalena, a diferencia de los deotras compañeras de su colegio, no se opusieron a sudeseo de seguir estudiando en Bogotá, al contrario, lebrindaron apoyo total. Así, en compañía de su her-mano mayor que había estudiado medicina, conocióla que sería su alma mater: la Universidad Nacionalde Colombia. De pequeña había soñado con ser tore-ra; más tarde, por el modelo que representaba su her-mano mayor, quiso estudiar medicina. Al final sedecidió por la economía; aconsejada por su hermanoaceptó que la medicina no era una carrera para ella.

Para ese entonces, en 1959, siendo estudiante re-gular de economía, Magdalena fue “reclutada” porOrlando Fals Borda y Camilo Torres. Ellos pasaronpor economía, derecho, arquitectura y casi por to-das las carreras de la Universidad, convenciendo alos estudiantes para que ingresaran a la primera pro-moción de sociología, carrera recién fundada en laUniversidad Nacional. Luego de dos semestres de es-tudiar de manera simultánea las dos disciplinas, re-solvió quedarse con “el estatus y el rol y dejar la ofertay la demanda”.

Si bien esta fue una época de rupturas y cambiossustanciales, ni el paso de la provincia a la capital, delcolegio religioso y femenino a la universidad laica ymixta, ni la salida del seno del hogar paterno a vivircon la familia de su hermano en Bogotá, le ocasiona-ron a Magdalena grandes traumas o conflictos. En con-traste con las advertencias que le hiciera una de lasmonjas del colegio en una carta en la cual le decía:“ahora que estás en el mar tormentoso de la vida”, aMagdalena su nueva vida universitaria le parecía “ladelicia más grande del mundo”. El grupo de compa-ñeros formado por cuatro mujeres y unos doce o trecehombres estaba liderado por Fals, Torres y AndrewPierce. Después aparecieron otras personas como Vir-ginia Gutiérrez de Pineda. “Éramos bastante niñitos e

inmaduros. Nos sentíamos haciendo patria y conven-cidos de que íbamos a transformar el mundo. El entu-siasmo era increíble. Como no había biblioteca íbamosa leer a la casa de Orlando una noche a la semana ocada quince días, su biblioteca era una maravilla. Re-sultaban tan ricos los libros como los postres que nosofrecía doña María, la mamá de Orlando. Éramoscomo una gran familia”.

Con esa gran familia tomó los cursos de sociologíarural que dictaba Fals Borda y que incluían el trabajoy las salidas de campo para conocer y transformar larealidad. Con Camilo Torres hizo los cursos de meto-dología y las salidas a los barrios pobres de Bogotá.Con Virginia Gutiérrez de Pineda –quien realizaba enesa época la investigación pionera sobre la familia enColombia– se aproximó a la antropología de la familia.

En la obra de Magdalena León se pueden apreciarla visión y la talla de los fundadores de la sociologíaen Colombia, estos dejaron huellas profundas en lasprimeras generaciones de sociólogos. El reto era in-menso porque se trataba de pasar de una sociologíaretórica, discursiva y ensayística, herencia de LuisLópez de Mesa, a una disciplina cuyo sustento directofueran la realidad empírica, el trabajo de campo, laencuesta, la sistematización y el análisis del dato. Eneste sentido, había que conocer y trabajar la realidadnacional y el contexto inmediato. Más adelante y comoparte del proceso, se darían cuenta de que ese contex-to no era solamente Colombia y lo que ella represen-taba, sino que el país hacía parte de América Latina ydel Tercer Mundo.

Al comparar sus años de estudiante, entre 1959 y1962, con su experiencia como docente en los añosnoventa en la Universidad Nacional, Magdalena se-ñala con preocupación la diferencia en la relación delos estudiantes y sus profesores: “nosotros con los pro-fesores éramos amigos y no se daba esa separación quehoy existe. A mí me ha costado en la etapa actual veral estudiante como alguien que está en el salón declases y nada más, pues yo no fui formada de esa ma-nera. Pienso que aquí hemos perdido mucho”.

En 1963 se graduó y viajó a estudiar una maestríaen sociología en la Universidad de Washington, gra-cias a una beca de la Fundación Rockefeller otorgabaa los tres estudiantes con el mejor desempeño acadé-

1 6 9NÓMADAS

Magdalena, 1975, Bogotá

Magdalena y su hija Marta. 1999

Con su amigaMyriam Parra,Bucaramanga

Magdalena,a los 12 años

Práctica de sociología rural enTocancipá, 1960, con compañerosde la Universidad Nacional y suprofesor Fals Borda.

Magdalena, Pacho y su hija Claudiaen Madison, Wisconsin, 1973,

residencias universitarias

Con sus hermanas Alcira y Gloria, 1957, en el Puente de Pescadero,

Santander del Sur

NÓMADAS1 7 0

Entrega del Premio Nacional al mérito científico a MagdalenaLeón por Margarita Garrido, directora de Colciencias, 2000

En la Universidad de Columbia, 1963

Francisco Leal yMagdalena León, el díade su matrimonio, 1967

Magdalena, Pacho, su hija Claudia y sus padres, Juan FranciscoLeón y Lola Gómez de León, Bucaramanga, 1970

Magdalena y Consuelo Corredor, enla Conferencia sobre Población y

Desarrollo, El Cairo, Egipto, 1994 Magdalena y sus hijas Claudia y Marta,Museo de Historia Natural, Washington, 1979

Magdalena, Pacho y sus hijas Claudia y Marta,San Francisco, U.S.A., 2001

1 7 1NÓMADAS

mico. Junto con Rodrigo Parra Sandoval y GuillermoVarela, sus compañeros de curso, se dedicó a estudiaringlés a “sangre y fuego” y a conocer Nueva York que“era como estar en otro mundo. Allí me pasó algoespecial: no conocía el mar y lo vine a ver por primeravez en Nueva York”. Fue una época de admiradores y“noviecitos”; a uno de ellos le tomaban el pelo conuna canción que decía lloraba que daba pena por amora Magdalena”. Aunque se enamoró de un compañero“gringo”, su compromiso con el país era tan fuerte quetomó la difícil decisión de retornar a Colombia. Deregreso se vinculó como docente a la UniversidadNacional; dictaba el curso Estructuras de clases y estra-tificación social, de allí surgió su interés por el estudiode las clases medias, tema de su primera publicación:Las clases medias y la dependencia externa en Colombia(1971).

En la oficina que compartía con Rodrigo Parra enla universidad, conoció a Francisco Leal, quien en esemomento era estudiante de sociología y muy amigode Parra. Al principio la relación fue de amistad y com-pañerismo, pero casi sin darse cuenta, se convirtió enenamoramiento y como “la cosa estaba funcionandode otra manera” decidieron casarse en 1967, luego deun corto noviazgo. En un primer momento hicieronplanes de viajar juntos a los Estados Unidos para ha-cer el doctorado. Sin embargo, con Claudia María suhija mayor recién nacida, la vida puso a Magdalenaen una disyuntiva: escoger entre su deseo de ser ma-dre otra vez y dedicarse a la crianza con tranquilidad oaceptar la beca de estudios que le ofrecieron para ha-cer el doctorado. La decisión fue compartida con Pa-cho: “Deseábamos más hijos/as, pero yo no quería hacerun doctorado y criar a los niños/as al mismo tiempo.Fui a EE.UU en otro plan. Tomé los cursos que queríaestudiar en la Universidad de Wisconsin sin la camisade fuerza del doctorado”. En esa época nació MartaBiviana, su segunda hija.

Paradójicamente, la opción por la maternidad y lacrianza le dieron a Magdalena la oportunidad y el tiem-po para pensar en sí misma y para hacer parte del grupode mujeres latinoamericanas, muchas de ellas amas decasa que vivían en los apartamentos de la Universidadde Wisconsin como esposas de los estudiantes. PeroMagdalena no era “solamente una acompañante” comolas otras, puesto que era profesora universitaria y ade-más ya había vivido en los EE.UU cuando se ganó la

primera beca de estudios. Por ese tiempo conoció a unafeminista española que “sabía como iba el agua al mo-lino” y le trasmitió sus vivencias como mujer. Ademásen las librerías descubrió muchos de los libros sobre lasmujeres que empezaron a circular al final de los años 60con el de Betty Friedman a la cabeza.

Pero no sólo era el boom del emergente movimien-to feminista en Estados Unidos y Europa. Estaban enpleno furor el poder negro, los Beatles, el mayo fran-cés del 68 y en América Latina causaban impacto larevolución chilena y el socialismo al poder con Salva-dor Allende. Quizá por estar viviendo a plenitud sumaternidad o por el cúmulo de discursos que circula-ban, Magdalena no tuvo contacto directo con el fe-minismo liberal, para ese momento radical, que seagitaba en aquella época. No sabía entonces que elfeminismo y el trabajo por las mujeres llegarían a sersu opción profesional y laboral como investigadora.Fue sólo cuando regresó y buscó trabajo, que confrontósu deseo de comprender qué pasaba con las mujeresen Colombia.

“Y ahí quedó la vida”:investigación, mujeresy cambio social

¿Qué pasa con las mujeres urbanas en el país?

La elección del tema “objeto” de estudio, en elcual se le “quedó la vida”, fue más bien circunstan-cial: entre dos ofertas de trabajo Magdalena, sin pen-sarlo demasiado, escogió la propuesta que le hizo laAsociación Colombiana para el Estudio de la Pobla-ción –ACEP–. En 19743 se vinculó al proyecto Laparticipación de la mujer en los procesos de desarrollo eco-nómico y social en Colombia.

Bajo el influjo de los enfoques poblacionista ydesarrollista, en esos años surgió el interés por investi-gar la posición de las mujeres en la sociedad colom-biana. Así, con el supuesto de que los procesos dedesarrollo mejoraban las condiciones de vida de lasmujeres en las sociedades en tránsito hacia la moder-nización, la investigación se propuso establecer el gra-do de participación femenina en las áreas másimportantes para el avance social y establecer los fac-tores que promovían o impedían dicha participación.

NÓMADAS1 7 2

El objetivo era incidir en la formulación de políticasorientadas a estimular el avance de las mujeres en losdiferentes ámbitos de la sociedad.

Las áreas de trabajo de mayor relevancia se esco-gieron desde una lógica sectorial e institucional, seconformó un equipo interdisciplinario de investiga-ción dirigido por Magdalena, entre sus integrantes sedestacaban: Virginia Gutiérrez de Pineda, CeciliaLópez, Josefina Amézquita de Almeyda, Patricia Pin-zón de Lewin, Hernando Ochoa y Dora Rothlisberger,entre otros.

El trabajo era ambicioso, pues la “preocupaciónradicaba en saber qué pasaba con las mujeres en Co-

lombia. Cuando me enfrenté a la investigación conmis bases metodológicas, pensé que lo mejor era ha-cer un estudio urbano y no trabajar con el sector ru-ral. Diseñamos entonces una muestra nacional urbana,que en ese momento parecía una misión imposible:una muestra nacional si acaso la podía hacer el DANE”.Hoy, después de casi treinta años, esta investigación,publicada en 1977 con el título de La mujer y el desa-rrollo en Colombia, se reconoce como el trabajo queinauguró, desde una perspectiva nacional, el tema demujer y desarrollo en el país, tanto por su incidenciaen el ámbito académico como por su impacto en laformulación de las políticas públicas.

¿Qué las mujeres rurales no son trabajadorasagrícolas?

Inmersa ya en el tema de mujer y desarrollo, en1977 Magdalena propuso a la ACEP llevar a cabo unainvestigación sobre la participación y la posición delas mujeres en el sector rural. Como le había quedadola “espinita”: era necesario tener una visión de con-junto sobre el panorama nacional e indagar qué pasa-ba con las mujeres rurales. Se diseñó una muestranacional y se seleccionaron cuatro regiones con dife-rentes grados de desarrollo capitalista. El marco teóri-co estableció tres niveles de análisis: la divisióninternacional del trabajo en un escenario de relacio-nes de dependencia entre países desarrollados y sub-desarrollados determinadas por las relaciones deproducción y el capital internacional; la división so-cial del trabajo en la cual se examinaron la incorpora-ción de las formaciones sociales al proceso deacumulación del capitalismo mundial, sus vínculos conel capital nacional, las estructuras de producción y elmercadeo interno y la formación de las clases; por úl-timo, se estudió la división sexual del trabajo en elsistema de producción agrícola y en el interior de loshogares campesinos. La relación y la influencia de losdos primeros niveles sobre la división sexual del tra-bajo permitieron, a su vez, establecer las funciones quedesempeñaban las mujeres rurales en la producciónsocial y en la producción y reproducción doméstica.

Una de las conclusiones más sustantivas del estu-dio señala que la división sexual del trabajo, es de-cir, la participación de hombres y mujeres tanto enel mercado laboral como en los hogares campesinos,está determinada por el control y el acceso que se

Universidad Nacional, compañeros de estudio, 1963

1 7 3NÓMADAS

tenga a los medios de producción, los cuales se en-cuentran bajo el dominio y son propiedad de la clasehegemónica. Luego, los dueños de los medios de pro-ducción establecen las reglas de participación porsexo, tanto en términos económicos como ideológi-cos. En consecuencia, la división sexual del trabajose explica como producto de la división social deltrabajo y de las relaciones de producción propias delsistema capitalista.

Esta investigación, publicada con el título Mujer ycapitalismo agrario: Estudio de cuatro regiones colombia-nas (1980), constituye un hito sin precedentes enColombia por su rigurosidad, por la osadía de realizarun trabajo comparativo en el sector rural con proyec-ción regional y nacional y por reconocer y hacer visi-ble el aporte sustancial de las mujeres campesinasquienes, con su trabajo, colocan una cuota alta en laacumulación del capital. Llama la atención la influen-cia de Esther Boserup (1970) quien abrió la veta in-mensa de estudios y políticas conocida como Mujer enel Desarrollo –MED–.

Por último, aparte de conocer y recorrer el paíshaciendo trabajo de campo, en el transcurso de esteestudio se inició la relación entre Magdalena León yCarmen Diana Deere, vínculo que ha perdurado a tra-vés de los años fortalecido por la amistad y por el tra-bajo conjunto sobre las mujeres rurales.

Las trabajadoras domésticastransforman su realidad

Con la intención de incidir de una manera másdirecta y decidida en los procesos de cambio social,en 1981 inició el proyecto Acciones para transformarlas condiciones socio-laborales del servicio doméstico enColombia que ocuparía los siguientes cinco años de suvida. En este trabajo –realizado en las cinco principa-les ciudades del país– se puede detectar un giro fun-damental en la obra de Magdalena: el paso de un tipode investigación convencional y más teórico en el cualse establecía una separación entre la realidad u “obje-to” de estudio y la investigadora, a un proceso másflexible, comprometido y militante. El proyecto pre-tendía no sólo comprender el fenómeno como tal, sino“transformar las relaciones laborales del servicio do-méstico”. Para cumplir la meta propuesta se escogie-

ron el enfoque y la metodología de la InvestigaciónAcción Participativa.

Si bien fue un cambio significativo desde el puntode vista metodológico, se consolidó el hilo conductorque ha unido los diferentes trabajos desarrollados porMagdalena León y en el cual se manifiesta la huella desus primeros maestros: la idea de conocer para trans-formar una realidad desigual. De allí la urgencia deincidir en la formulación y reorientación de las políti-cas y la necesidad de establecer puentes entre el co-nocimiento y la acción política, entre las académicasy el movimiento de mujeres.

Desde esta perspectiva, el estudio con las trabaja-doras domésticas es quizá el más emblemático y exi-toso por cuanto logró permear la legislación laboral yalcanzar el reconocimiento de los derechos de las tra-bajadoras, entre ellos la ley que les dio el acceso a laseguridad social. Esta investigación generó procesosde reflexión individual y colectiva, entre las emplea-das y las empleadoras y promovió la organización delgremio de mujeres en cuanto trabajadoras domésticas

En trabajo de campo con Ligia Echeverry, 1962

NÓMADAS1 7 4

y ciudadanas de tal forma que, y en esto insiste Mag-dalena, “fueron ellas mismas, con su fuerza organizativa,quienes lograron transformar sus condiciones labora-les y su realidad”.

Conocer e informar para participaren la “política” y en “las políticas”

A partir de 1974, bajo la influencia del Año Inter-nacional de la Mujer (1975) y el derrotero que marcóla Década de la Mujer (1975-1985), en Latinoaméricay el Caribe se elaboraron varios estudios sobre la posi-ción social de las mujeres con énfasis en el trabajo fe-menino. Consciente de la necesidad y la importanciaestratégica de difundir y circular esos materiales en laregión, así como de los vacíos de información queexistían, entre 1981 y 1982 Magdalena compiló ypublicó la colección de tres tomos titulada Debate so-bre la mujer en América Latina y el Caribe (1982)4 .

Esta colección buscaba además estimular la re-flexión y el debate desde un marco analítico y teóri-co, “incorporar el conocimiento existente sobre lamujer a las corrientes encaminadas a la formulaciónde políticas” y convertir a las mujeres en “sujetos” ac-tivos de su “propio proceso de liberación”. Laintencionalidad política es explícita: se requerían “con-quistas” radicales en este campo para cambiar las es-tructuras de la sociedad. De allí la necesidad deestablecer canales de comunicación entre la rica pro-

ducción académica recién estrenada en los años se-tenta y los nacientes grupos feministas de la región5 .

En la introducción que escribió Magdalena Leónpara la mencionada colección exponía algunas ideasque ya circulaban en grupos muy reducidos y que sólose generalizaron al final de los años ochenta e iniciosde los noventa. Aunque en ese tiempo el género comocategoría de análisis no era muy usual y predominabael enfoque MED, Magdalena planteaba que una pers-pectiva integral debía proponer políticas dirigidas a“cambiar la división sexual del trabajo dentro y fueradel hogar así como los factores que afectan la sociali-zación de los roles sexuales y las relaciones de poderentre los sexos”. Cuestionaba la orientación del enfo-que Mujer en el Desarrollo por el predominio causal, ypor tanto explicativo, que le otorgaba a la variableclase sobre la de sexo y argumentaba que las revolu-ciones socialistas no produjeron cambios en la divisiónsexual del trabajo. La categoría mujer, decía Mag-dalena, en sí misma no es homogénea sino que pre-senta diferencias sustanciales determinadas, entre otrasrazones, por la clase. Por último, consideraba insufi-ciente como objetivo del desarrollo la igualdad entrehombres y mujeres. En estos planteamientos Magda-lena marchaba a la par con los debates de punta y conel avance del discurso en el ámbito internacional, deesa manera jalonó la producción académica y el mo-vimiento de mujeres en el entorno nacional, que sola-mente hasta los años 90 lograron seguirle el paso.

La mujer y la política agraria en América Latina (1986)recogió el balance sobre el tema realizado en dos semi-narios internacionales6 . Una vez concluida la Décadade la Mujer, Magdalena y Carmen Diana conjugaronesfuerzos y desde un contexto regional presentaron losavances y los obstáculos de la investigación y de laspolíticas dirigidas a las mujeres rurales. Los diferentestrabajos examinaban, entre otros problemas, los efec-tos de las intervenciones estatales en las mujeres cam-pesinas, la incidencia de los proyectos que pretendían“integrar a las mujeres al desarrollo”, el impacto de lacrisis y de las políticas de ajuste de los años ochentasobre los trabajos productivo y reproductivo de lasmujeres y su capacidad de respuesta.

Entre los logros más significativos de este estudio sedestacan haber hecho visible el trabajo de las mujeresrurales, reconocerlas como productoras agrícolas y la

Magdalena y el equipo de trabajo en el proyecto del ServicioDoméstico, Bogotá, instalaciones del ICA, 1985

1 7 5NÓMADAS

caracterización de la economía campesina en AméricaLatina como un sistema agrícola familiar, tesis contra-ria a la de Boserup, quien la interpretó como un siste-ma agrícola masculino. En este trabajo, a diferencia delos ya citados, el enfoque de género se hace explícito,así como su relación e interdependencia no sólo con laclase social, sino con la etnia, el ciclo vital familiar y laedad. En Colombia esas categorías e interrelaciones segeneralizaron y fueron apropiadas en los medios acadé-mico y político a partir de los años noventa.

En el artículo Política agraria en Colombia y debatesobre políticas para la mujer rural –incluido en esta reco-pilación– Magdalena señaló los logros y las limitacio-nes de la política para la mujer rural formulada en 1984.Reiteró que su punto crítico es que cualquier accióndel Estado puede resultar paliativa y acusar un sesgobienestarista, mientras no se tenga la voluntad políticade transformar las estructuras que impiden el acceso yel control de la tierra, punto aplazado por la reformaagraria. Como veremos más adelante, los derechos depropiedad son el eje vertebral de su trabajo más reciente.

El regreso a la Universidad Nacional

Luego de 15 años de trabajo dirigiendo proyectosde investigación de largo aliento, Magdalena se retiróde la ACEP en 1989, año en el que también participóen el Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Na-cional. En 1990 reingresa a esta institución como pro-fesora de planta. Esta nueva etapa marca otro cambioimportante en su trabajo que le implicó pasar de lalógica y los ritmos de una organización no guberna-mental a los de la vida universitaria, de una dedica-ción exclusiva a la investigación y a las consultoríasinternacionales, a la docencia y el trabajo de exten-sión universitaria. El compromiso con la formación delas nuevas generaciones y con la difusión de la infor-mación y la documentación existentes marcaron la rutaque siguió desde entonces.

Su preocupación por llenar los vacíos de informa-ción, por estar al día y difundir los debates que circu-laban en el contexto internacional, la llevaron a donarsu biblioteca personal a la Facultad de Ciencias Hu-manas de la Universidad Nacional y a crear, en 1994,el Fondo de Documentación Mujer y Género: Ofelia Uribede Acosta, que dirigió hasta 1999, año en el cual se

pensionó como profesora titular. Con un gran esfuer-zo para gestionar proyectos y con la capacidadgerencial que la caracteriza, Magdalena consiguió re-cursos, nacionales e internacionales, no sólo para mon-tar y sostener el fondo sino para continuar con la tareade difundir los temas de punta a través de publicacio-nes y de la creación de redes de estudio. Así, en 1995se creó la Red de Masculinidad y en 1996 la Red deMujeres y Participación Política en la cual confluyeronmujeres académicas, sindicalistas, políticas, de lasONG y líderes de base.

En los años noventa, conforme a los cambios de lateoría feminista de la cual se alimenta, su producciónintelectual se concentró en temas más universales; seobserva en su trabajo “preocupación por los grandesproblemas”. De la investigación de largo alcance cen-trada en problemáticas nacionales, pasó a la elabora-ción de ensayos de corte teórico y a la compilación detemas de importancia internacional. En esta línea, yen el marco de la defensa de los derechos humanos ensu sentido más amplio y del enfoque de género, sepueden identificar tres grandes bloques temáticos: elprimero, desarrollo, Estado y políticas públicas; el se-gundo, participación política, movimiento de muje-res y empoderamiento y, tercero, familia, identidad,derechos sexuales y reproductivos y subjetividades.

En el primer bloque sobresale el artículo El géneroen la política pública de América Latina: neutralidad ydistensión (1993), ensayo muy cercano a los afectos deMagdalena. En él logró decantar ideas de trabajos an-

Lanzamiento del libro Género, propiedad y empoderamiento:Tierra, Estado y Mercado en América Latina, escrito con Carmen

Deere. Centro Flora Tristán, Lima, Perú, 2001

NÓMADAS1 7 6

teriores, tales son los casos de la supuesta neutralidadde género del aparato estatal y de las políticas de de-sarrollo, la institucionalización de las políticas y elimpacto de los proyectos dirigidos a las mujeres. Latesis de la doble dimensión del Estado en cuanto “ve-hículo de cambio o de control sobre la vida de lasmujeres” constituye un aporte sustancial para evaluarlas ganancias y limitaciones de las políticas públicas ypara establecer canales de comunicación y de partici-pación más flexibles y de mayor reconocimiento de ladoble dimensión del Estado por parte de los grupos demujeres organizados. Esta posición de mayor alcanceestratégico para el movimiento de mujeres, confrontóel dogmatismo y el radicalismo que habían caracteri-zado a gran parte de los grupos feministas, anti-Estadopor principio y, por tanto, críticos acérrimos del po-der estatal clasista y patriarcal. Con la claridad quehace posible la tesis de la neutralidad y de la disten-sión de género del Estado, se puede apostar por pro-gramas y proyectos específicos que integrados a lacorriente central del desarrollo reconozcan las dife-rencias de género, cuestionen la neutralidad de laspolíticas y busquen transformar la división sexual deltrabajo. Aquí el enfoque de empoderamiento aparececomo una estrategia decisiva de negociación de lasmujeres para alcanzar la institucionalización de laspolíticas.

El “ir y venir de un lado para otro” por todo elmundo, intercambiando ideas y escuchando nuevosdiscursos, tanto de las mujeres académicas como delas lideres feministas de mayor reconocimiento, le per-mite a Magdalena decir con orgullo que ella milita enel movimiento de mujeres de la región y que se ali-menta de él. En ese trasegar siempre ha sentido la ne-cesidad de difundir las nuevas corrientes por elimpacto, no solo académico sino político, que eseconocimiento representa. Su compromiso y militanciaen este tema se hacen realidad en los libros Mujeres yparticipación política. Avances y desafíos en América Latinay Poder y empoderamiento de las mujeres, compilacionespublicadas en 1994 y 1997 respectivamente.

El primer libro es un balance del movimiento demujeres y su participación política en la región, Mag-dalena enriquece la reflexión con algunas propuestassugerentes tales como: el “movimiento de mujeres sig-nifica un proceso de recalificación de la democracia”,deben crearse relaciones entre este movimiento y gru-

pos también subordinados como los negros, los indí-genas, los homosexuales y los desplazados, entre otros.Esa conexión implica una nueva noción de autono-mía, otros referentes de “Estado”, asunción de laheterogeneidad del movimiento de mujeres y el reco-nocimiento de la identidad y la subjetividad. Los doslibros confluyen en una reflexión sobre el poder y elempoderamiento de las mujeres.

Recuperar y hacer circular con amplitud el signifi-cado del término de empoderamiento es un objetivopolítico y por tanto estratégico de la compiladora; setrata entonces de promover cambios culturales impul-sando una nueva concepción de la relación de lasmujeres con el poder y de la noción misma del poderal que hay que asumir en un marco más democráticoy de una forma más compartida y equilibrada.

Familia, identidad y derechos sexuales y reproduc-tivos, constituyen el último bloque temático que sedesarrolló a mediados de los años noventa en dos tex-tos: el libro Género e identidad. Ensayos sobre lo femeni-no y lo masculino (1995) compilado por Luz GabrielaArango, Magdalena León y Mara Viveros y el ensayode Magdalena Políticas de población vs. fundamen-talismos religiosos (1996), publicado en la revista Foro.En el libro se compilaron algunas de las ponencias pre-sentadas en dos seminarios sobre el tema de las identi-dades de género desde diferentes perspectivas: cuerpoe identidad, mujeres, lenguaje y cultura, masculinida-des, prostitución y violencia y familia e identidades,entre otros temas. En esta compilación el artículo deMagdalena gira en torno a la familia nuclear como lainstitución en la cual se consolidan de manera

Magdalena León con Sonia Álvarez y Verena Stolke

1 7 7NÓMADAS

hegemónica las identidades masculina y femenina ori-gen, a su vez, de las desigualdades de género. Por últi-mo, en el ensayo mencionado se hace un balance delos avances y logros en materia de derechos sexuales yreproductivos alcanzados en la III Conferencia Inter-nacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994)y en la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer(Beijing 1995). La autora destaca el cuestionamientode poderes, en particular de los fundamentalismos decarácter religioso, la “reconciliación entre población,desarrollo y desarrollo social”, el reconocimiento delas políticas de población como un asunto de dere-chos humanos y el enfoque de género que deben te-ner las políticas públicas sobre salud sexual yreproductiva.

“El reencuentro con las mujeresrurales no significa quedarme en lorural”

En los últimos años en la Universidad (1995–1999), y como si se tratara de cerrar un ciclo, Magda-lena retornó al punto de origen “por una puerta deentrada totalmente distinta” a la que usó en los añossetenta y ochenta; regresó con la expectativa de “re-pensar qué había pasado con las mujeres rurales”. Sereencontró entonces, no sólo con uno de sus temasmás queridos, sino con su amiga y colega de toda unavida, Carmen Diana Deere, con quien emprendió unreto enorme que, como siempre, requirió de muchaenergía, trabajo y solidaridad.

El retorno se cristalizó en el libro Género, propie-dad y empoderamiento: tierra, Estado y mercado en Amé-rica Latina (2000) que es un estudio comparativo queabarca doce países de la región7 . De manera rigurosay exhaustiva las autoras demuestran que la desigual-dad de género en la propiedad de la tierra en AméricaLatina tiene su origen en la familia, la comunidad, elEstado y las relaciones de mercado. Esa desigualdad seexplica por las preferencias masculinas en el otorga-miento de la herencia, por los privilegios que tienenlos hombres en el matrimonio, por los sesgos masculi-nos de las políticas y programas estatales de distribu-ción de tierras y por los sesgos de género que existenen el mercado.

Para Magdalena, volver al tema de las mujeres ru-rales “no significa quedarme en lo rural, puesto que apartir de ese trabajo estamos planteando elementosgenerales tanto para las mujeres rurales como para lasurbanas, en lo que tiene que ver con el eje central de lainvestigación que son los derechos de propiedad, en-tendidos como una especie de categoría bisagraarticuladora de las políticas de distribución y de reco-nocimiento”. Este es quizá uno de los mayores aciertosde la investigación: establecer puentes entre discursosy prácticas en apariencia contrarios y con frecuenciapolarizados, esto es, las políticas de igualdad y deredistribución vs. las políticas de la diferencia y de re-conocimiento. Las autoras desarrollaron conceptual yempíricamente la propuesta teórica de Nancy Fraseren el sentido de que se requieren acciones integralesque den salida de manera simultánea tanto a las de-mandas relacionadas con la igualdad y la redistribución,como a las referidas a las diferencias y el reconocimiento.

En una región donde la pobreza y la desigualdadhan aumentado en la última década es urgente volverla mirada desde un enfoque de género, sobre las políti-cas de redistribución y sobre los derechos económicosy materiales. Si las mujeres rurales y urbanas se convier-ten en propietarias y tienen control directo sobre susbienes y recursos, situación considerada como una “po-sición de resguardo”, disminuirá sustancialmente suvulnerabilidad frente a una “posición de ruptura”(viudez, separación, desempleo etc.). Esa “posición deresguardo”, que se configura a partir del ejercicio de underecho como propietaria, fortalece su capacidad denegociación en el interior del hogar y en la comunidad,es decir, fortalece su identidad individual y colectiva.

Magdalena y Carmen Deere, trabajo de campo con líder delMovimiento sin Tierra, MST, Brasil, 1999

NÓMADAS1 7 8

En este sentido, la propiedad de la tierra y de la viviendaactúa como bisagra que interrelaciona los derechos eco-nómicos (igualdad-redistribución) y los culturales (di-ferencia-reconocimiento). Pasar de la igualdad formala la igualdad real y hacer efectivos los derechos de pro-piedad de las mujeres rurales y urbanas contribuye a suempoderamiento como sujetos de derechos y, por tan-to, como ciudadanas.

Entre los hallazgos del estudio merece especial aten-ción el cuestionamiento a la concepción y definicióntradicionales de jefatura de hogar, que todavía se ma-nejan en las encuestas y censos, por sus implicacionesen las políticas públicas y por su influencia sobre lascostumbres y la cultura (imaginarios–representacio-nes). Mientras no se haga un esfuerzo serio por asumirde manera generalizada los cambios en la jefatura delos hogares, seguirá existiendo un sesgo de género queprivilegia a los hombres al considerarlos como jefes“naturales” del hogar. Ahora bien, quedan múltiplesinterrogantes para la investigación y temas para lasagendas feministas pero de este estudio en particular,habría que aprender de la capacidad académica y po-lítica para hallar puntos intermedios y para tenderpuentes, siempre posibles para el encuentro.

“Sólo quiero hacer lo que meproduzca placer y tranquilidad”

Con la maleta casi lista para viajar a recibir deLASA el premio Bryce Wood por su última investiga-

ción de gran empeño y, además, visitar a sus hijas,Magdalena nos dice que deberían ponerla en un “ar-chivo arqueológico” por su relación de 34 años conPacho. Claro, ni la relación de pareja ni la materni-dad han sido “Alicia en el país de las maravillas”; eneso no quiere pasar por idílica y romántica. La rela-ción de pareja ha sido un aprendizaje mutuo y entodo aprendizaje hay ganancias y pérdidas, pero la“teoría del poder de negociación nos ha funcionadoy puedo decir que he sido y soy muy feliz”. Con susdos hijas ha vivido “momentos absolutamente subli-mes y maravillosos, que no los da sino la materni-dad, pero también momentos difíciles. Yo les digoque pasar por la adolescencia no es fácil y no sólopor los hijos sino por una misma. Mis hijas ya sonmayores y maduras, creo que tenemos una relaciónsustantiva, intensa e interesante, colmada de afectoy de respeto mutuo. Solo quisiera tenerlas hoy máscerca de mí y de Pacho pues ambas viven actual-mente fuera del país”.

Con la satisfacción de haber cumplido sus sueños ymetas, Magdalena está en el proceso de bajar sus ritmosde trabajo y, aunque se le presentan diversas tentacio-nes, quiere más tiempo para hacer cosas que no ha he-cho como, por ejemplo, leer literatura latinoamericana.Si bien escribir ha sido fundamental en su vida, recono-ce que no le resulta fácil, quizá, entonces, ahora escribamenos. Seguirá siendo parte activa del movimiento demujeres pero, en el cenit de su vida, y lo dice enfática-mente, “no sólo no hago lo que me produce estrés, sinoque hago solamente lo que me produce placer”.

Citas

1 A la fecha se cuentan entre sus escritos y publicaciones: 12 libros,21 artículos en libros, 29 artículos en revistas y 10 documentos detrabajo.

2 Publicado en español por Tercer Mundo y la Facultad de CienciasHumanas, Universidad Nacional, 2001. En Inglés por la Univer-sidad de Pittsburgth, 2002. En portugués por UFRGS editora,Fundación Ford y PGDR, 2002.

3 Un año antes de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer,realizada en Ciudad de México en 1975.

4 Compilación elaborada con la asesoría de Carmen Diana Deere yNohra Rey de Marulanda.

5 En 1981 se realizó el I Encuentro Feminista Latinoamericano y delCaribe, en Bogotá.

Magdalena y algunos de sus libros, 2000

1 7 9NÓMADAS

6 “Teoría feminista, política estatal y mujer rural en América Lati-na” en la Universidad de Notre Dame (1985) y “Políticas dedesarrollo agrario en América Latina y sus efectos sobre la mujerrural: síntesis de la década de las Naciones Unidas para la Mujer”realizado en Bogotá en 1985.

7 Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salva-dor, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Perú.

Bibliografía

DE LEAL, León, Magdalena, La mujer y el desarrollo en Colombia,Asociación Colombiana para el Estudio de la Población –ACEP–,Bogotá, 1977.

DE LEAL, León, Magdalena, Mujer y Capitalismo Agrario. Estudio decuatro regiones colombianas, Asociación Colombiana para el Estu-dio de la Población –ACEP–, Bogotá, 1980.

DEERE, Carmen Diana y LEÓN, Magdalena, Género, propiedad yempoderamiento: tierra, Estado y mercado en América Latina, Pro-grama de Estudios de Género, Mujer y Desarrollo, Facultad deCiencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Ed. Ter-cer Mundo, Bogotá, 2000.

LEÓN, Magdalena, (Ed.) La realidad colombiana. Debate sobre la mu-jer en América Latina y el Caribe: Discusión acerca de la unidadproducción-reproducción, Tomo I, Asociación Colombiana parael Estudio de la Población –ACEP–, Bogotá, 1982.

LEÓN, Magdalena, (Ed.) Las trabajadoras del agro. Debate sobre lamujer en América Latina y el Caribe:Discusión acerca de la unidadproducción-reproducción, Tomo II, Asociación Colombiana parael Estudio de la Población –ACEP–, Bogotá, 1982.

LEÓN, Magdalena, (Ed.) Sociedad, subordinación y feminismo. Debatesobre la mujer en América Latina y el Caribe:Discusión acerca de launidad producción-reproducción, Tomo III, Asociación Colombia-na para el Estudio de la Población –ACEP–, Bogotá, 1982.

LEÓN, Magdalena, “La mujer urbana y el servicio doméstico en Co-lombia”, en: La mujer en el sector popular urbano, CEPAL, Nacio-nes Unidas, Santiago de Chile, 1984.

LEÓN, Magdalena y DEERE, Carmen Diana, (Eds.) La mujer y lapolítica agraria en América Latina, Asociación Colombiana parael Estudio de la Población –ACEP–, Ed. Siglo XXI, Bogotá, 1986.

LEÓN, Magdalena, “Estrategias para entender y transformar las rela-ciones entre trabajo doméstico y servicio doméstico”, en LUNA,Lola (comp.) Género, clase y raza en América Latina. Algunasaportaciones, Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad,Universidad de Barcelona, 1991.

LEÓN, Magdalena, “El género en la política pública de América Lati-na: neutralidad y distensión”, en: Análisis Político, No 20, Insti-tuto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Univer-sidad Nacional de Colombia, Bogotá, sep/dic,1993.

LEÓN, Magdalena, (Comp.), Mujeres y participación política. Avan-ces y desafíos en América Latina, Ed. Tercer Mundo, Bogotá, 1994.

LEÓN, Magdalena, “Políticas de población versus fundamentalis-mos religiosos”, en: Revista Foro 10 años de Descentralización,No 29, Ed. Foro Nacional por Colombia, Santafé de Bogotá,mayo 1996.

LEÓN, Magdalena, “La familia nuclear: origen de las identidadeshegemónicas femenina y masculina”, ARANGO, Luz Gabriela,LEÓN, Magdalena y VIVEROS, Mara, (comps.) Género e iden-tidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino, Ed. Uniandes,Programa Género, Mujer y Desarrollo, Facultad de Ciencias Hu-manas, Universidad Nacional de Colombia, Tercer Mundo,Bogota, 1995.

LEÓN,Magdalena,“Mujeres, género y desarrollo”, en: GUZMÁN,Laura y PACHECO, Gilda, (comps.) Estudios Básicos de Dere-chos Humanos IV, Instituto Interamericano de Derechos Huma-nos, San José, 1996.

LEÓN, Magdalena, (Comp.), Poder y empoderamiento de las mujeres,Programa de Estudios Género, Mujer y Desarrollo, Facultad deCiencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Ed. Ter-cer Mundo, Bogotá, 1997.

LEÓN, Magdalena y DEERE, Carmen Diana, La propiedad y los estu-dios feministas en América Latina, Seminario Feminismos Lati-noamericanos, Retos y Perspectivas, PUEG, Universidad Autó-noma de México, México, D.F., 22 –26 de abril, 2002.

MEERTENS, Donny, “¡Aquí estamos!”, en: Análisis Político, No 43,Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, –IEPRI– Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, may/ago,2001.

PRIETO, Patricia, “Magdalena León: las rupturas en la academia”,en: otras palabras… Mujeres que escribieron el siglo XX. Construc-ción del feminismo en Colombia, No 7, Grupo Mujer y Sociedad,Programa Estudios de Género, Mujer y Desarrollo de la Universi-dad Nacional de Colombia y Corporación Casa de la Mujer deBogotá, Santafé de Bogotá, ene/jun, 2000.

Magdalena con sus profesores Virginia Gutiérrez y Roberto Pineday sus colegas Lucy Cohen y Yolanda Puyana, 1999