Madeira Esencial

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GUÍA VIVA MADEIRA LO ESENCIAL DE por Antón Pombo

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La guía imprescidible para conocer Madeira, sus gentes, lugares, gastronomía y constumbres, junto con un listado de los más recomendables lugares para dormir y comer.

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GUÍA VIVA

MadeiraLo esenciaL de

por Antón Pombo

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Encuadrado entre los 16º y 17º longitud Oeste y los paralelos 32-33º latitud Norte, el archipiélago está compuesto por las islas de Madeira, Porto Santo y Desser-tas, que forman parte del conjunto volcánico de la Macaronesia, al que también pertenecen Canarias, Azo-res y Cabo Verde. Con una super-ficie total de 797 km2, dista 550 km de Canarias, 600 km de África (en línea recta nos encontramos la costa de Marruecos, entre Rabat y Safi), 980 km de Lisboa y 1.100 km de Azores.Del mismo modo que Canarias, el Edén luso presume de su eterna primavera, con las lluvias concen-tradas al inicio de dicha estación y del otoño. La corriente del golfo de México suaviza el clima, caracterizado por unas temperaturas invernales

medias de 16 ºC y veraniegas de 21 ºC, pero con una alta humedad ambiental. Pese al éxodo migratorio, que tuvo lugar en una época en la que la economía se orientaba fundamen-talmente al autoconsumo –a no ser por las exportaciones de vino, bor-dados y cestería–, Madeira y Porto Santo han renacido de la mano del turismo, y el municipio de Funchal es hoy uno de los más poblados de Portugal. Como destino turístico, Madeira se ve beneficiada por una larga tradi-ción hotelera que arranca en el siglo xix, por sus parques botánicos y bellezas naturales, las posibilidades náuticas y de senderismo y también por el trato que se brinda al viajero. Sin embargo, carece de playas y de una animación nocturna con-sistente y, al igual que Canarias, ha

Antes de sALir

> Madeira en internetF

www.visitmadeira.pt. La página oficial, en castellano, de la Dirección Regional de Turismo. Muy completa, con secciones de ecoturismo, animación turística, recursos náuticos, congresos, alojamiento, restaurantes, noche, y búsquedas de todo aquello que pueda resultar de interés para un viajero.www.visitportugal.com. También en castellano, con datos sobre vacaciones en familia, paseos, talasoterapia y spas, hostelería, etc. Ofrece videos y descargas.www.madeira-web.com. De lo mejorcito. Su guía, entre otras cosas, proporciona el parte metereológico diario, cartografía, imágenes y mucha información de servicios turísticos y para el ocio. Con numerosos enlaces y visión en directo de la bahía de Funchal por webcam. www.guia-madeira.net. Bastante incompleta, pero aporta datos de interés y cuenta con un foro de opinión.www.madeira-island.com. Página en inglés con muchos datos prácticos y precios. También puede resultar útil consultar la prensa madeirense en su versión digital (www.jornaldamadeira.pt y www.dno ticias.pt).

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comenzado a soportar una fuerte competencia de los destinos emer-gentes en África y América. Todo ello ha provocado,en los últimos años, que las ofertas se multipli-quen y se rebajen los precios.

InforMacIón turíStIcaPara recabar información antes del viaje, son de interés las siguientes direcciones y páginas web de inter-net:oficina de turismo de Portugal en Madrid. Goya, 24, 7ª planta. Telf. 902 887 712. www.turismodepor-tugal.pt.Embajada de Por tugal en España. Pinar, 1. 28006 Madrid. Telf. 91 782 49 60, www.embajada-portugal-madrid.org.centro de Lingua Portuguesa. casa de arines. Pza. Tenente Almeida. Vigo. Telf. 98 643 03 70.Posto de turismo da Madeira. Palacio Foz. Praça dos Restaura-dores. Lisboa. Telf. 213 469 113. Está abierto de lunes a viernes, de 9 h a 20 h.En las delegaciones de Investi-mentos, turismo e comércio de Portugal (ICEP), el organismo nacional del turismo portugués, se puede obtener información.

cLIMaDominado por el anticiclón de las Azores, el clima puede conside-rarse entre mediterráneo y subtro-pical. Por ejemplo, en Funchal los inviernos resultan muy agradables (temperatura media: 16-17 ºC) y los veranos nada sofocantes (22 ºC), al margen de la alta humedad, cuya media anual es del 71 por ciento. El mes más frío del año es febrero, y el período más cálido entre fina-les de agosto y principios de sep-tiembre. La temperatura del mar,

también elevada por influencia de la corriente del golfo de México, es de 18 ºC en invierno y 22 ºC en verano, alcanzando la máxima en septiembre. Una de las principales caracte-rísticas del clima de Madeira es la tenue oscilación térmica diaria, que no suele superar los 4 ºC, por lo que tanto en el cénit como de madrugada la temperatura es prácticamente la misma. La costa sur resulta más cálida por estar protegida de los vientos húmedos, presentando un clima templado

Levada y Jardín botá-nico de Fun-chal.

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una vuelta a la islaUna semana en Madeira nos permite tener una idea cabal de sus paisajes, villas y recursos turísticos, e incluso hacer una escapada de un día, ida y vuelta en el ferry, hasta Porto Santo y su playa. Sin embargo, siete días son pocos para planificar rutas de sende-rismo por las levadas y las cumbres. Para moverse por Funchal no es necesario alquilar un coche, pues el servicio de autobuses urbanos es muy completo. Sí será preciso contratar uno, al menos por tres días, para moverse por la isla y tener tiempo para ver todo lo importante, al menos por encima. Aunque parecería más sensato hablar de la Costa Sur y la Costa Norte o del «Ouro Verde», la compleji-dad del relieve y la distribución de las vías favorecen una división de la isla en tres secciones, siempre tomando como punto de partida la capital.

> Funchal, la capitalUn buen número de los recursos turísticos de la isla se concentran en Funchal [pág. 34], por lo que conviene dedicar al menos tres o cuatro días para obtener una visión de conjunto. Las visitas obligadas a las que merece la pena dedicar al

menos media jornada son: el Monte, al que se puede subir en teleférico, con la iglesia, el parque municipal, el jardín Monte Palace y sus museos, y la emocionante bajada en carro de cesto; el Jardín Botánico municipal, por su variedad de especies y atracti-vos jardines geométricos; la Quinta do Palheiro Ferreiro, que ejempli-fica el buen hacer de los jardineros paisajistas de las escuelas francesa e inglesa; el centro histórico, con la catedral, sus parques, museos como el de Arte Sacra, las Adegas São Francisco y la zona comercial; el Mercado dos Lavradores, el barrio marinero y el paseo marítimo; el barrio de San Pedro con sus museos y la zona hotelera, con los paseos marítimos de Praia Formosa y el Lido, y los complejos balneares (complejos balnearios). Quien dis-ponga de más tiempo no deberá renunciar a pasear por los laberínti-cos barrios que ocupan el anfiteatro.

> el sector centralUn itinerario clásico, saliendo de Funchal junto al mirador del pico de Barcelos, puede comenzar en los miradores de Eira do Serrado (16 km), desde los que admirar la depresión de Curral das Freiras

MadeiraLa abundancia de bosques maderables dio lugar al topónimo, y aun-que la agricultura y la urbanización los han hecho retroceder, aún ocupan una gran extensión del centro y la cara norte de la isla. Con una extensión de 736,75 km2, y una longitud de 57 km de este a oeste, y de 23 km como distancia máxima de norte a sur, Madeira es una isla compleja por su intrincado relieve, con fuertes contrastes entre la costa sur, más cálida y poblada; la norte, acantilada, verde y húmeda; y el interior, dominado por un macizo central montañoso con techo en el pico Ruivo (1.861 m) y por una amplia meseta. El 64 por ciento del terreno está incluido dentro de un Parque Natural, lo que no es óbice para que dentro de sus límites se desarrollen actividades gana-deras y de urbanización. Con 255.000 habitantes y una densidad de 337 hab/km2, la mitad reunidos en Funchal y su municipio, la isla vive hoy mayoritariamente del turismo, con una notable oferta de plazas hoteleras de calidad en la capital y la cara sur.

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su mayor desarrollo, y el complejo balneario y deportivo de Calheta (15 km), con una excelente playa artificial de arena tostada. Al dejar Calheta conviene tomar la carreterilla que evita la Ribeira de São Bartolomeu y desciende al bucólico núcleo de Jardim do Mar (a 6 km), comunicado por un túnel con Paúl do Mar [pág. 80], a 2 km.Por la Fajá da Ovelha recuperamos la vieja ER 101, entre prados, pinares y eucaliptales, para dirigirnos a Ponta do Pargo (a 17 km), en cuyo promon-torio, extremo occidental de Madeira, se alza un airoso faro desde el que se divisan largos tramos de costa en los que se suceden puntas, fajâs, quebra-das y acantilados. De Ponta do Pargo se prosigue a media altura, ahora bastante alejados del litoral, hasta los miradores de Santa [pág. 84], desde los que divisamos la alegre villa de Porto Moniz [pág. 84], a 20 km. Hasta ahí descendemos para reco-rrer su paseo marítimo, junto a las pis-cinas naturales, y conocer su Centro de Ciencia Viva. La vieja vía litoral entre Porto Moniz y São Vicente, tra-zada con esfuerzo en los años 50, ahora es un camino peligroso afec-tado por las mareas y los desprendi-mientos, que puede ser recorrido en dirección este-oeste. Obligados a circular por la vía rápida y sus túneles, conviene desviarse de ella para conocer los curiosos islotes de Ribeira da Janela [pág. 84] y la localidad de Seixal [pág. 85]. En São Vicente, a 23 km de Porto Moniz, ya se toma el túnel da Encu-meada hasta Serra de Água [pág. 76] y, antes de alcanzar Ribeira Brava, está la autovía que va a Funchal.

> el sector orientalSe recomienda salir temprano por la carretera de Monte hasta el paso de Poiso (12 km), para desde aquí ascender al pico do Arieiro (7 km), situado a 1.818 m de altura.

Una vez en lo alto, si el tiempo acompaña, es aconsejable realizar un pequeño recorrido de 15 minu-tos hasta el mirador do Ninho da Manta, en la ruta de senderismo del pico Ruivo. De regreso al Poiso, atravesaremos el bosque de camino hacia São Roque do Faial [pág. 92], a 17,5 km, pasando por Ribeiro Frío [pág. 94], un delicioso enclave situado en medio del bosque que nos invita a pasear por sus jardines y viveros. Ya en la costa, el objetivo es Porto da Cruz [pág. 96], a 2 km, pintoresco embarcadero encajado entre acanti-lados, con una zona balnearia.Después cogeremos la ER 101 que lleva a Santo da Serra [pág. 101] y su mirador sobre Machico, pasando por un larguísimo túnel que nos priva del paisaje. De camino a la Ponta de São Lourenço, podemos visitar Caniçal [pág. 98], a 23 km, puerto atunero que guarda memoria de la reciente actividad industrial ballenera. Una carreterilla se prolonga durante 5,5 km por la descarnada Ponta de São Lourenço, una de las forma-ciones más curiosas de la isla, hasta Prainha y la Ponta do Buraco. De Caniçal se regresa por el moderno túnel (2,5 km), hasta Machico [pág. 99], donde cono-ceremos su barrio de pescadores, el remodelado frente marítimo y la antigua iglesia matriz. Al pie del aeropuerto, con su pista literalmente colgada de la ladera, podemos hacer una breve parada en Santa Cruz [pág. 102], a 7 km), que muestra su viejo caserío agru-pado en torno a la iglesia parroquial. Por la ER 204, desde Caniço tene-mos ocasión de ascender a Cama-cha (unos 14 km), que es el centro especializado en la producción arte-sanal del mimbre y con varios cen-tros de exposición y venta. La última parada dista 12 km de Funchal.

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La loca-lidad costera de Porto Moniz.

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GEoGrafía y naturalEzaVulcanismoDel mismo modo que las restantes islas de la Macaronesia, el archi-piélago de Madeira tiene un origen volcánico. Su génesis se remonta a unos 20 millones de años, en el Mio-ceno (era Terciaria), cuando a raíz de grandes erupciones surgió del mar. Ubicado en la placa tectónica afri-cana y separado del continente y de las Canarias por profundas fosas de más de 4.500 m de profundidad, aquel descarnado roquedal magmá-tico fue cubierto de cenizas, escorias y bombas basálticas y, más tarde, por nuevas coladas de lava, cada vez de menor envergadura. Las últimas erupciones tuvieron lugar hace unos 2.500 años y desde entonces ya no se ha constatado más actividad. Esta circunstancia y la obra de la erosión explican la ausen-cia de cráteres visibles, así como de otras manifestaciones como las sul-fataras. Sí se pueden localizar fácil-

mente las siluetas de muchos conos menores, así como otros testigos de ese período volcánico, como los tubos de lava solidificada, misterios de lava negra al borde del mar, etc. En Porto Santo la actividad volcánica cesó antes que en Madeira, donde los volcanes de mayor envergadura se situaron en la zona del macizo central, con varios picos que superan los 1.800 m (Ruivo, Torres, Areeiro, Cidrão), y otros tantos entre los 1.600 y 1.700 m. Muy relevante, desde el punto de vista de las formaciones ígneas, es el repertorio de pliegues y fracturas rellenas de lava que han dado lugar a la aparición de diques y filones. En el centro de la isla de Madeira existe una amplia penillanura, la del Paúl da Serra, de 24 km2, así como otras menores. En el litoral dominan los tramos acantilados, más abruptos y con-tinuos en la cara meridional, que

A pesar del negativo impacto de las estructuras turísticas en el paisaje, Madeira es un lugar en el que los enamorados de la naturaleza encontrarán numerosos lugares para disfrutar.

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El contExto • GEoGrafía y naturalEza

alternan con algunas fajâs o llanuras litorales, generadas por desprendi-mientos, y con las playas de pedernal, formadas por los arrastres de los ríos y la acción de las mareas. La única playa natural extensa de arena es la de Porto Santo. De la barrera cora-lina que en su día rodeó las islas solo quedan algunos fragmentos.

floraLas especies autóctonas, con un centenar de ellas endémicas, convi-ven con las foráneas, introducidas a partir del siglo xv como cultivos o con carácter ornamental. En Madeira, a partir de los 600 m de altura encon-tramos el bosque autóctono del ter-ciario, la peculiar laurisilva que en su día cubrió gran parte de Europa y que aquí aún ocupa el 20 por ciento de la isla. Aparece compuesta por varie-dades de laureles, tilos y vinhaticos, estos dos últimos de buen porte. La constante humedad de con-densación o precipitación también favorece la presencia de un amplio

sotobosque cubierto de helechos, musgos y líquenes. En las zonas más altas nos encontraremos el reino del brezo alto o urze, que aparece acompañado por otros matorrales (sorveira, rodrigones). El aprovechamiento maderero ha provocado la práctica desaparición del cedro madeirense. A lo largo de la costa sur, de clima subtropi-cal, aún perduran algunos dragos y otros arbustos como la higuera del infierno, la globularia o el massaroco. Desafortunadamente, ha desapare-cido el enebro, pero proliferan las chumberas. A mayor altura, entre los 300 y 600 m, el bosque estaba formado por hayas, acebos y barbu-sanos, pero estas especies arbóreas fueron sustituidas por cultivos medi-terráneos. El monte carece actualmente de valor comercial, por lo que los incen-cios no suelen ser intencionados. Sin embargo, pese a la declaración de los espacios protegidos y la Reserva de la Biosfera, se constata última-