M. Terencio Varrón Reatino primer humanista romanoMarco Terencio Varrón es sin duda alguna, entre...

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M. Terencio Varrón Reatino primer humanista romano En el bimilenario de su muerte La celebración del centenario del nacimiento o de Ia muerte de alguno de los máximos representantes de las le- tras griegas o latinas es una prueba evidente de Ia vigente actualidad del pensamiento clásico. Pese al clima contesta- tario frente a cuanto se refiere al mundo clásico de los grie- gos y romanos, Ia memoria de sus máximos exponentes no ha desaparecido del todo, como vemos en Ia celebración de Congresos Internacionales en que se estudian las obras de los grandes escritores de Grecia y de Roma. Y es que, a pe- sar de todo, el pensamiento y las letras clásicas tienen toda- vía tanto peso en Ia conciencia moderna que, al menos en estas ocasiones excepcionales, el hombre de nuestros días siente el deber —Ia necesidad para mantenerse hombre— de asomarse a las obras que aquellos genios nos legaron. Este año Ie ha correspondido ese honor a aquel gigante de Ia erudición, de Ia ciencia y de Ia cultura antigua, que pu- do leer cuanto se había escrito y logró escribir más de 600 libros. Marco Terencio Varrón es sin duda alguna, entre los antiguos, el hombre de más cultura y erudición: filósofo, fi- lólogo, gramático, poeta, historiador. Y todo eso, sin dejar de tomar parte activa, con dignidad, valor y decoro, en Ia vida pública de su tiempo, que es uno de los más dramáticos de Ia historia de Roma: Ia época de Mario y SiIa hasta Ia de Augusto. Nacido en Rieti', ciudad Sabina, el año 116 a. C. 1 Sólo un error hizo que Agustín escribiera que Varrón «Romae natus et educatus», De ciu. Dei IV 1. ¿Entendía nuestro santo Roma en su sentido más amplio de «región de Roma»? Por otro lado, como ha notado Della HELMANTICA, XXV (1974) 497-510. Universidad Pontificia de Salamanca

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M. Terencio Varrón Reatinoprimer humanista romano

En el bimilenario de su muerte

La celebración del centenario del nacimiento o de Iamuerte de alguno de los máximos representantes de las le-tras griegas o latinas es una prueba evidente de Ia vigenteactualidad del pensamiento clásico. Pese al clima contesta-tario frente a cuanto se refiere al mundo clásico de los grie-gos y romanos, Ia memoria de sus máximos exponentes noha desaparecido del todo, como vemos en Ia celebración deCongresos Internacionales en que se estudian las obras delos grandes escritores de Grecia y de Roma. Y es que, a pe-sar de todo, el pensamiento y las letras clásicas tienen toda-vía tanto peso en Ia conciencia moderna que, al menos enestas ocasiones excepcionales, el hombre de nuestros díassiente el deber —Ia necesidad para mantenerse hombre— deasomarse a las obras que aquellos genios nos legaron.

Este año Ie ha correspondido ese honor a aquel gigantede Ia erudición, de Ia ciencia y de Ia cultura antigua, que pu-do leer cuanto se había escrito y logró escribir más de 600libros. Marco Terencio Varrón es sin duda alguna, entre losantiguos, el hombre de más cultura y erudición: filósofo, fi-lólogo, gramático, poeta, historiador. Y todo eso, sin dejarde tomar parte activa, con dignidad, valor y decoro, en Iavida pública de su tiempo, que es uno de los más dramáticosde Ia historia de Roma: Ia época de Mario y SiIa hasta Ia deAugusto. Nacido en Rieti', ciudad Sabina, el año 116 a. C.

1 Sólo un error hizo que Agustín escribiera que Varrón «Romae natuset educatus», De ciu. Dei IV 1. ¿Entendía nuestro santo Roma en su sentidomás amplio de «región de Roma»? Por otro lado, como ha notado Della

HELMANTICA, XXV (1974) 497-510.

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morirá en Roma a los noventa años. Entre sus maestros secuentan: Lucio Elio Estilón, filósofo académico o tal vezmás exactamente ecléctico2. Su prolongada estancia en Gre-cia, donde encuentra a Cicerón3, Ie permitió sin duda recogermateriales para cuanto había de escribir más tarde.

Gran lector y escritor infatigable, Varrón se ocupó de lostemas más variados: poemas y saturae, obras de filosofía,biografías, cuadros históricos, compilaciones arqueológicas,tratados de historia literaria y de gramática, obras de agri-cultura. Recogemos tan sólo los lítulos de algunas de las obrasde Ia inmensa producción literaria de este extraordinario po-lígrafo, para el que no hubo secretos ni dificultades en nin-guno de los géneros literarios:

Saturae Menipeae libri CL;Imagines o Hebdomades libri XV;Antiquitatum reriim diuinarum libri XVI;Antiquitatum rerum humanarum libri XXV;Rerum rusticarum libri III;De lingua Latina libri XXV;Disciplinarum libri IX;

Corte, se trata de «una pagina polemica di Agostino», Cf. Varron (Vandoeu-vres-Genève l%2) 74. Y el mismo autor escribe en otro lugar: «L'errorecommesso da Agostino è facilmente comprensibile, se si rilegge la notizianel suo contesto, in cui vuole affermare che Varrone non avrebbe maiincluso i giochi scenici in un trattato teologico, se non Io avesse indotto aciò Ia consuetudine romana, se non fosse cioè stato un romano, educato roma-namente», Varrone, il terzo gran lume romano (Firenze 1970) 16, n. 7. Detodos modos, que haya nacido en Roma o en Rieti no tiene gran importan-cia para Io que se refiere a Ia cuestión del «sabinismo» de Varrón.

2 Cf. J. Collart, Varron: De lingua Latina, ¡ivre V, Texte établi, lraduitet annoté (Paris 1954), p. I.

3 B. Riposati ha afirmado que «Varrón y Cicerón fueron contemporá-neos y amigos, se contemplaron sin envidia, en Ia luz de su gloria», Cf.'Varrone e Cicerone maestri di umanità' Aevum (1949) 246. Ya Boissier habíahablado de las «buenas relaciones entre los dos autores», cf. Etude sur Iavie et sur les ouvrages de Marcus Térenlius Varron (Paris 1861) 9-12. Nofaltan autores que descubren un sentimiento de frialdad en el plano epis-tolar, cf. F. Della Corte, Varrone, il terzo gran lume romano (Firenze 1970)89-103: se trata de un interesante capítulo que lleva por título «Dissaporie screzi con Cicerone». El mismo Della Corte afirmará en otro pasaje desu obra: «Varrone, che non aveva mai amato Cicerone, può finalmente, dopoil cesaricidio, dire chiaramente il suo pensiero, e, contribuendo alla catas-trofe del rivale letterario, che Io aveva oscurato, che gli aveva tolta Ia palmanell'oratoria, nella retorica, nella filosofia, e che avrebbe forse volunto anchetoglierla nella poesia e nella storia, dando Ia sua collaborazione all'antonianoFufio, riusciva a comprarsi Ia salvezza», Ibid., 208.

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Logistorico<n libri LXXVI;De gente populi Romani libri IV;De uita populi Romani libri IV;De antiquitate litterarum libri II, al menos;De forma philosophiae libri III;De originibus scaenicis libri III;De scaenicis actionibus libri III;Quaestiones Plautinae libri V;De comoediis Plautinis libri II, al menos;De iure ciuili libri XV; etc.

El simple enunciado de algunas de las obras de nuestroautor nos prueba que se trata de un escritor docto, un pensa-dor que, formado en Ia meditación de las enseñanzas de losmayores maestros de su época, y de acuerdo con los méto-dos más rigurosos de Ia tradición literaria, se lanzó a Ia con-quista del saber humano hasta llegar a ser un verdadero en-ciclopedista. El elenco de sus escritos4 pone bien de mani-fiesto que no hubo parcela del saber humano o divino dondeVarrón no aportase algo nuevo, al menos su espíritu de con-quistador, abriendo de ese modo a sus contemporáneos víasnuevas del pensamiento y legando a las generaciones poste-riores parte de sus múltiples conocimientos. El catálogo com-pleto, tal como se desprende de Ia noticia de san Jerónimo 5

y de las alusiones de otros autores a Ia producción de Varrón,nos descubre no sólo un espíritu verdaderamente enciclopé-dico sino al autor que se siente preocupado por todo Io quese refiere al cultivo del hombre, y por eso se ocupa de todaslas actividades del espíritu.

Según una noticia de Casiodoro6, en Ia concepción va-rroniana de Ia cultura todo tenía libre entrada ya que scire

4 Cf. F. Della Corte, Varront, 237-59.5 San Jerónimo, en una carta dirigida a Paula, enumera las obras de

Varrón y las compara con las de Orígenes para establecer un paralelo,entre estos dos prodigiosos polígrafos de Ia antigüedad. Por desgracia Iacarta se ha perdido, pero ha sido encontrado el inventario o lista al frentede Ia traducción, hecha por Rufino, de las Homilías sobre el Génesis deOrígenes. Véase el artículo publicado con ocasión de ese descubrimientopor F. Ritschl en Rhein. Museum VI (184) 481-560. Véase también G. Fu-naioli, Grammaticae Romanae fragmenta (Leipzig 1907) 182; F. Ritschl,Opuscula philologica vol. III (Leipzig 1878) 419425.

6 CGL VII 213, 14 K. PL 70, 1151.

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debemus utilitatis alicuius omnium artium extitisse principia.Su prodigiosa ancianidad Ie permitió realizar el programade su vida con toda facilidad. No hay que olvidar que Ia exis-tencia de Varrón se mueve dentro de Ia abundancia de bie-nes que Ie permiten dedicarse al estudio sin preocupaciónalguna material. Las finanzas en Ia familia de Varrón estánIo suficientemente saneadas como para que el mismo Varrónnos dijera, por ejemplo: Nam mihi greges in Apulia hiberna-bant, qui in Reatinis montibus aestivabant \ Sus villas derecreo en Tusculum, en Cassino, en Cumas no pudieron pormenos de suscitar Ia codicia de los triunviratos 8. Varrón, nosabemos con qué intenciones, nos ha dejado algunas descrip-ciones de sus propiedades, como Ia de su finca de Tusculum,donde no falta nada que pudiera ofrecer un descanso placen-tero a su dueño para poder dedicarse en toda holganza al ocioy a Ia escritura de libros 9.

Por otra parte, no hay que olvidar que su cómoda situa-ción económica y Ia afición por las letras hicieron que Varrónadquiriera todos los libros de que necesitaba para su másperfecta información de las ciencias de su tiempo y para Iaredacción de sus obras. El catálogo de los libros de su biblio-teca Io encontramos, en parte, en el proemio a su obra De rerustica y en parte por las noticias de Plinio el Viejo, que lostomaba de los proemios de las obras varronianas que habíaconsultado. Por eso vemos claramente que Ia situación deVarrón era ventajosísima para poder dedicarse al cultivo de

7 De re rustica II 2, 9.8 Cf. De re rustica III 3, 8; III 5, 8. Cicerón, al comienzo de su Acadé-

mica posteriora, habla con admiración do Ia villa de Varrón en Cumas.Cf. Ad famil. IX 1, 2.

9 He aquí un pasaje del De re rustica: «Cum habeam sub oppido Ca-sino flumen, quod per uillam fluat, liquidum et altum marginibus lapidéis,laturn pedes quinquaginta septem, et e uilla in uillam pontibus transeatur,longum pedes DCCCCL derectum ab insula, quae est in imo fluuio, ubiconfluit altera amnis, ad summum flumen, ubi est museum, circum huiusripas ambulatio sub dio pedes lata denos, ab hac est in agrum uersus or-nithonis locus ex duabus partibus dextra et sinistra maceriis altis conclu-sus», III 5, 8-9. Cf. Des Anges-Seure, 'La volière de Varron', Revue Philo!.(1932) 217-290; G. Fuchs, 'Varros Vogelhaus bei Casinum', Mitt. Deutsch,arch. Inst. (Röm. Abt.) 69 (1962) 96-105; R. Castell, The Villas of Varro(London 1728). Della Corte, que ha estudiado a fondo Ia persona y obrade Varrón, dedica el primer capítulo de su libro al estudio de «I beni pa-trimoniali», Varrone, il terzo gran lume romano, 15-22, como base para unrnejor conocimiento del personaje de su obra.

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las letras dentro de un medio que a muy pocos les fue con-cedido.

Pero este hombre de estudio y de letras, que disfruta delretiro para recoger los materiales que luego empleará en Iaconstrucción de su gran obra literaria, fue al mismo tiempohombre de armas y de cargos públicos. Romano de su tiempo,fue magistrado, triunviro capital, edil, legado y procuestorde Pompeyo. Probablemente comenzó su carrera política ymilitar en Ia guerra contra los dálmatas, 78-77, según se des-prende de un pasaje del mismo Varrón 10. En esa ocasión iniciócon Pompeyo unas relaciones de amistad y camaradería quehabían de durar hasta Ia batalla de Farsalia n. El año 67 Iovemos como legado de Pompeyo en Ia guerra contra los pira-tas n, una de las páginas gloriosas de Pompeyo.

TaI vez Varrón veía en Pompeyo un participante en Iaconfianza en las antiguas tradiciones republicanas de Roma,de las cuales Pompeyo podía considerarse como continuadory defensor, en medio de un período de revoluciones que ame-nazaban destruir las bases de Ia antigua república. QuizásIa formación del triunvirato de Pompeyo, César y Craso cons-tituyó para nuestro autor una profunda desilusión, ya queallí veía el preludio de luchas intestinas que iban a renovarlas rivalidades y que iban a culminar en las guerras civiles.Y contra ese «monstruo de tres cabezas» compuso el año 59su obra «Tricáranos», tomando el título de un escrito de Ana-ximenes, que había atacado el triple monstruo político de Ate-nas, Esparta y Tebas. Este hombre político y militar, que ha-bía luchado contra los enemigos de Ia patria, cuando ya seanunciaba Ia guerra civil no podía pensar sin llorar en quelos ejércitos y jefes que habían de morir en ambas partes

10 Cf. De re rustica II 10, 8; C. Cichorius, Römische Studien (Leipzig1922) 191-195.

11 Como escribe Della Corte, Pompeyo comenzó a organizar su propa-ganda durante sus campañas en Ia guerra contra Sertorio. «El hombre quegozaba de su confianza y que administró su gloria fue probablementeVarrón el cual, viendo que el cognomen de Magnus no era ya fuente deenvidia sino algo consagrado por Ia costumbre, quiso imponerlo». Varrone,p. 52, n. 7.

12 Sobre Ia organización de Ia piratería véanse, entre otros, H. A. Or-merod, Piracy in the ancient world: an essay in mediterranean history (Li-verpool 1924); 'Ancient piracy in the eastern mediterranean', Liverpool Annalsof Achaeol. VII; G. Giannelli y S. Mazzarino, Trattalo di storia romanavol. I (Roma 1953) 406-407.

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eran los mismos que habían luchado por Ia unidad y pros-peridad de Roma B.

Pese a todo, Varrón no cesó en sus cargos políticos, yaque el año 59 Io vernos formando parte de los uiginíiuiri adagros diuidendos, según Ia lex Iulia agraria 14. Pero en mediode aquellas tempestades políticas, alimentadas por las luchasentre partidos, aquel hombre de orden y de severas tradicio-nes antiguas se sintió cansado de Ia actividad política, y de-cide apartarse a su vida de ocio, encerrado con sus libros alos que dedicará toda su vida. Hombre de estudio, permane-cerá siendo siempre un hombre apasionado, y Cicerón, quesiente envidia de Varrón porque ha sabido mantenerse fiel asus libros 15, no vacilará en dedicarle el año 45 sus Académicaposteriora '6. Después de haber sido legado de Pompeyo con-tra César en Ia Hispania ulterior, y tras Ia batalla de Farsaliase retiró definitivamente al ocio de los libros.

Varrón prefirió ser un testimonio y no un actor, un his-toriador de los gloriosos destinos de Roma. Escogió el retirode sus propiedades, rodeado de libros preciosos, en medio deobras de arte de Mentor y de Arquesilao '7, para meditar so-bre Ia historia de Roma. Y alejado de los cargos políticos—negotia— prefirió en vez de Ia gloriosa vida política, Iagloriosa milenaria vida política del pueblo romano, que supodescribir en dos de sus obras: De uita populi Romani y Degente populi Romani. Allí vivió como hombre de letras, en-cerrado entre sus libros y admirando Ia naturaleza. Para con-solarse de su alejamiento de Ia política escribió aquella fraseque nos ha conservado Séneca: Aduersus ipsam commutatio-nem locorum detractis ceteris incommodis, quae exilio adhae-rent, satis hoc remedii... quod, quocumque uenimus, eademrerum natura utendum est ".

13 Cf. Cic., Ad famil. IX 6, 3.14 Cf. De re rustica I 2, 10: «Alterum collegam tuum, uigintiuirum qui

fuit ad agros diuidendos Campanos, uideo huc uenire, Cn. Tremellium Scn>fam». Plin., Na!. hist. VII 176: «Varro quoque auctor est, uigintiuiro seagros diuidente».

15 Cf. Ad famil. IX 1, 2; IX 2, 2; IX 6, 4.16 La segunda edición de Ia Académica fue dedicada a Varrón. Véase

Ia carta de Cicerón, Ad famil. IX 8: está llena de afecto, aunque tal vezno sea del todo sincero su autor al expresarse de esa forma.

17 Cf. Plin., Nat. hist. 36, 41; 33, 154.18 Ad Heluiam 8, 1. ¿En cuál de las obras del gran polígrafo romano

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Su retiro no implica aceptación del vencedor. En el triun-fo de César no temerá escribir el elogio de Porcia, Ia heroicaesposa de Catón de Utica, enemigo de César. Pero éste, gene-roso como siempre, no Ie guarda rencor ninguno y Ie nombrajefe de Ia primera biblioteca pública que se iba a crear enRoma ". Y agradecido Varrón dedicará a Julio César, el año47, su obra Antiquitates rerum diuinarum x.

Las cosas no Ie fueron tan bien a Ia muerte de César, yAntonio no vaciló en invadir Ia villa que Varrón poseía enCasino. Y aquella casa en Ia que, al decir de Cicerón, todorespiraba virtud, donde el anciano escritor interpretaba lasleyes del pueblo romano, los monumentos de su antigüedad,los principios de Ia sabiduría filosófica y de Ia cultura 21, fueviolentamente saqueada. El diuersorium studioriim se convir-tió en el diuersorium libidinum del cruel triunviro, y así seperdieron para siempre muchas obras de Ia biblioteca deVarrón, como nos dice él mismo n, Varrón fue a formar partede Ia lista de los proscritos, pero gracias al favor de FufioCaleño 23 logró, a diferencia de Cicerón, escapar de Ia muerte.

ha tomado Séneca esta frase? Giesecke ha pensado que se trata de Ia obraLogisloricon, que trataba de cuestiones filosóficas e históricas, cf. De phi-losophorum iieterum quae ad exiliiirn spectant sententiis (Leipzig 1891) 100.Pero en todo caso, como observa Charles Favez, el origen de esa idea esmucho más antigua que Varrón, que Ia había tomado con toda certezade algún filósoo griego, cf. Ad Helviam matrem de consolatione (Lausanne-Paris 1918), pp. XLVI-XLVII.

19 Suet., Caes. 44. Isidoro de Sevilla escribe: «Post hos Caesar deditMarco Varroni negotium quam maximae bibliothecae construendae», Etym.VI 5, 1.

20 Lact. I 6, 7; August., De ciuit. Dei VII 35. ¿A qué se debe el queCésar haya intervenido en favor de Varrón y Ie haya encargado Ia construc-ción de Ia biblioteca? ¿Hay que pensar que Varrón dedica a César esa obra,en agradecimiento de haber sido nombrado bibliotecario, o, por el contra-rio, ha sido César el que recompensa a Varrón Ia dedicatoria de Ia obracon ese nombramiento oficial? Todo depende de Ia fecha en que tuvieronlugar esos dos hechos. Cf. Della Corte, Varrone, p. 123, n. 19.

21 Cic., Phil II 41, 104-105. Las frases del orador romano no puedenser más violentas: «Studiorum enim suorum M. Varro uoluit illud, nonlibidinum diuersorium. Quae in illa uilla antea dicebantur, quae cogitaban-tur, quae litteris mandabantur! iura populi Romani, monumenta maiorum,omnis sapientiae ratio omnisque doctrinae. At uero te inquilino non enimdomino personabant omnia uocibus ebriorum, natabant pauimenta uino,madebant parietes, ingenui pueri cum meritoriis, scorta inter matres fa-milias uersabantur».

22 Cf. AuI. GeIl. III 10, 17.23 Apiano, BeI. ciu. IV 47, 202. Según este autor, Ia proscripción se de-

bió a que, en cuanto filósofo, historiador y hombre político, con su acti-vidad cultural se había demostrado siempre contrario a las dictaduras. TaI

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Tras Ia amnistía, pudo volver a sus libros hasta que elaño 27 a. C., scribens mortuus est, según Ia frase de Cicerónaplicada a Platón M. Y en un acto supremo de fidelidad a lasdoctrina filosóficas que siempre había seguido, quiso ser en-terrado según el rito pitagórico, en un sarcófago de arcilla,entre hojas de mirto, de olivo y de álamo negro25. Es curiosoobservar cómo en el mismo año de Ia muerte de Varrón, Oc-taviano tomando el nombre de Augusto iniciaba una nuevaetapa de aquella historia de Roma de Ia que nuestro autorhabía sido un solemne monumento y un estudioso incansable.

Como ya observó Boissier2*, este gran romano, que podíaafirmar haber vivido dos grandes etapas históricas, tuvo Iafortuna de asistir, ya en vida, a los honores de Ia posteridad.En efecto cuando Asinio Polión fue encargado de construir,por orden de Augusto, Ia gran biblioteca romana, donde co-locó los bustos de los más grandes ingenios de Ia patria, Va-rrón fue el único qne pudo contemplar, todavía en vida, subusto como si, por su extraordinario ingenio, todavía vivohubiera sido escogido para entrar en los honores de Ia pos-teridad a.

Ya desde Ia antigüedad se han tributado a Varrón los másgrandes honores y los calificativos más elogiosos. Así Cice-rón en una carta que escribe a Atico no vacila en llamar aVarrón TCo^pacpuìtaioc es decir el más prolífico de los autores a.Plutarco Io considera el más grande lector de entre los ro-manos ßtßXiaxwtatov29. Para Agustín de Hipona, Varrón es cierta-mente homo omnium acutissimus et sine ulla dubitationedoctissimus*1, y añade un poco más adelante: «Varrón leyó

vez haya que pensar no en su actitud política frente a las dictaduras sinoen las inmensas riquezas de Varrón que podían suscitar fácilmente Ia en-vidia de los triunviros. Cf. Della Corte, Varrone, 202-205.

24 Como dirá Valerio Máximo, «In eodem lectulo et spiritus eius etegregiorum operum cursus exstinctiis est», Fací, et dict. memorabiliumVIII 7, 3.

25 «Quin et defunctos sese multi fictilibus soliis condi maluere, sicutM. Varro Pythagorio modo in myrti et oleae atque populi nigrae foliis».Plin., Nat. Mst. 35, 160.

26 Cf. Elude sur Ia vie et les ouvrages de Marcus Térenlius Varrott(Paris 1861) 80-84.

27 Plin., Nat. hist. VII 115.28 Ad Att. XIII 18, 2.29 Rom. 12.30 De ciu. Dei VI 2. Se trata en realidad de una frase de Cicerón, to-

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y estudió tanto que nos sorprende cómo pudo encontrar tiem-po para escribir, y escribió tantas cosas que apenas podamoscreer haya nadie que las pueda leer»31. Pero corno afirmaEttore Bignone32 no fue sólo un hombre de lectura y de li-teratura. Pudo escribir tantas cosas porque como el héroede su sátira menipea, Sesculixes, supo leer no sólo en loslibros sino en Ia vida misma. De ahí que Dionisio de Halicar-naso no vacile en llamarle7toXuxsipotaTov «el de más rica experien-cia entre los hombres de su tiempo» 33. Quintiliano Io califi-cará como uir Romanorum eruditissimus34.

Y así Io saludará toda Ia edad media, hasta el punto queJuan de Salisbury pueda dedicarle estos versos:

Inferior nulli Graecorum Varro fuissescribitur, hunc patrem Roma uocare solet;

plura quidem nullus scripsit, nullus meliora.

35.Y Petrarca dirá de él en el Trionfo della fama

Qui vid'io nostra gente aver per duceVarrone, il terzo gran lume romano,che quanto'l miro più, tanto più luce.

Francesco Della Corte ha escogido como subtítulo de sutrabajo sobre Varrón el elogio de Petrarca. Pero, como élmismo explica en Ia «prefazione alla prima edizione», no setrata del tercer puesto entre los autores latinos «dato chead altri poeti, ad altri prosatori più plausibilmente si potrebbedare Ia palma» *. Habria que pensar que Varrón es el «terzogrande», en cuanto que representa una época de transiciónentre Ia sociedad republicana, dominada por Ia figura de Ci-cerón, y Ia época de César y Augusto, cuyo máximo poetaserá Virgilio.

mada de Ia obra Académica, pero «desideratur in libris qui supersunt Dequaest. acad.», como advierten los editores de PL 41, 177, n. a.

31 De ciu. Dei VI 2.32 Cf. Storia della letteratura latina, vol. terzo (Firenze 1950) 345.33 Ant. Rom. II 21.34 Inst. orat. X 1, 95.35 Trionfo della iama III 37-39.36 Varrone, 5.

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La vida entera de Varrón fue un medio de conocimientoy de acción. Por ejemplo, un viaje hasta el Epiro por razonesmilitares Ie servirá para darse cuenta in situ de los lugaresy de las ciudades en donde se había detenido Eneas ". Comohombre político, militar y como hombre privado en su resi-dencia rústica supo aprovecharse de todo cuanto se referíaa Ia historia de Roma, sus instituciones, sus leyendas, su pa-trimonio cultural y literario, sus posibilidades agrícolas, susnecesidades, los peligros que estaban amenazando el porvenirglorioso de su pueblo, y los ideales que había que conservara toda costa si se quería hacer frente a los males que se cer-nían sobre el pueblo romano.

Y, como ha escrito Ettore Bignone muy acertadamente M,el amor y el culto de Roma es Io que da unidad y perfección,personalidad y calor a una obra que, sin ellos, podría pare-cer dispersa y no pasaría de ser di gélida erudizione. Su luzespiritual es siempre Roma, su devoción a Ia patria, a su granpasado, a su gloria. La patria romana w, para nuestro autor,es Ia iniciadora insustituible para constituir Ia gran patriauniversal de los filósofos estoicos de Grecia, Ia humanidad *.Toda Ia obra del gran polígrafo reatino, fruto de una cons-tante aplicación y de una esforzada paciencia romana quetrata de superar al genio griego, tiene como ideal establecerIa vida eterna y gloriosa de Roma. Y en medio de una épocade odios y de rencores sanguinarios, pretende enseñar a susconciudadanos el amor colectivo, dentro de una sociedad másvasta y noble como es Ia patria. Por eso se puede afirmar quetoda su obra, como una aguerrida legión romana, tiene comoúnica meta el porvenir glorioso de su patria. Incluso cuandorecoge las más absurdas leyendas del pasado, de Ia verdadmoral de Roma, está tratando de hacer historia.

Ahí está Ia diferencia esencial entre Varrón y los escrito-res griegos, cuyo interés literario carecía de las profundaspasiones nacionales del reatino. El pasado, para los escrito-

37 Seru., Ad Aen. III 369.38 Cf. Storia della letteratura latina, vol. III, 345-46.39 Fr. W. Eisenhut, Viríus Romana. Ihre Stellung im römischen Wert-

system (München 1973) 39-43.40 Es una de las ideas que alimentan en el llamado «círculo de los

Escipiones».

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res griegos, era una parcela de Ia investigación pero no eraobjeto del corazón ni de Ia vida. Así, por ejemplo, un Era-tóstenes, e incluso los más grandes genios de Ia literaturagriega, como Polibio, Posidonio, se hacen ciudadanos del mun-do para estudiar Ia historia y el pasado del mundo. Lograránofrecernos el inventario del pasado, pero no se preocuparándel porvenir. Será gracias a esa objetividad de sus trabajoscomo Ia crítica que ellos ofrecen es más aguda, más desinte-resada e imparcial. Han logrado una lección admirable deagudeza histórica y científica, pero su obra carece de calorhumano.

Por el contrario, cuando Varrón estudia el pasado Io hacesiempre desde un ángulo humano, con una intención educa-tiva del presente y con los ideales puestos en el futuro. Siestudia Ia antigua lengua romana Io hace porque en ella semantienen puras las tradiciones. Y él mismo escribirá en unlenguaje arcaico y regional, pleno de sabores antiguos, muydiverso de Ia lengua refinada y cuidada de Cicerón 41. Comoobserva Ettore Bignonen, Ia misma teoría lingüística de Iaanalogía, de Ia que es partidario, y que ha aprendido de losgramáticos alejandrinos, tiene para él en definitiva un signi-ficado muy diverso del que tiene para sus maestros griegos.Para éstos es sobre todo un medio para conocer y codificarIa literatura del pasado, mientras que para Varrón es un ins-trumento para operar en Ia lengua y en el estilo del presente,para conservar las más puras tradiciones de Ia antigüedad.

Además Ia obra varroniana adquiere un significado másprofundo si tenemos en cuenta el origen mismo del escritor.Ya hemos dicho que había nacido en Rieti, en el corazón mis-mo de Ia Sabina, es decir Ia zona que era considerada por Iatradición como Ia más pura raza itálica, Ia más fiel a los orí-genes, el ombligo de Ia península, Ia tierra que desde los tiem-pos de Rómulo había colaborado a Ia formación y al engran-decimiento de Ia Urbs, hasta el punto que una de las trespartes en que se dividía Ia población se remontaba a aquellossabinos que con Tito Tacio se habían fundido con los prime-ros habitantes de Ia ciudad. Por eso podemos pensar con

41 AuI GeIl. IV 6, 1.42 Storia della letteratura latina, vol. III, 347.

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todo derecho que desde el principio Varrón se sintió llamadoa dedicarse integramente a Ia amorosa revocación de todoslos elementos constitutivos de Ia más auténtica civilizaciónromana e itálica.

Por eso cuando estudia Ia religión no Io hace como unsimple erudito o historiador, sino animado por el austeroespíritu romano que ve en Ia decadencia de Ia religión roma-na el ocaso del imperio. Y cuando habla de su intento parasalvar el porvenir de Ia patria, descubrimos una ingenua pa-sión ética que nos conmueve. En un pasaje que nos ha con-servado san Agustín, vemos que Varrón ha escrito su obraAntiquitates rerum diuinarum para salvar a los dioses dcRoma. He aquí el texto agustiniano: Cum iiero deos eosdemita coluerit, colendosque censuerit, ut in eo ipso opere litte-rarum suarum dicat se timere ne pereant, non incursu hostili,sed ciuium negligentia, de qua Utos ueliit ruina liberari a sedicit, et in memoria bonorum per huiusmodi libros recondiatqiie seruari utiliore cura, quam Metecus de incendio sacrauestalia, et Aeneas de Troiano excidio penates liberasse prae-dicantur**.

Varrón es, según se puede desprender del catálogo de susobras, uno de los primeros humanistas, si por humanista en-tendemos al hombre que se preocupa de los valores del hom-bre, que pone en el centro de todos sus afanes los interesesdel espíritu, al tiempo que comunica al espíritu Ia concienciade su dignidad y de Ia personalidad humana, al través de lasconquistas de Ia investigación y de Ia ciencia. Movido poresos ideales, Varrón se consagra por entero a su labor de es-critor incansable, hasta el punto de que no hubo parcela delsaber humano donde no se dejara sentir su interés y afición.En las formas literarias, en Ia difícil problemática doctrinalde su tiempo, en Ia ciencia lingüística y gramatical, en Ia fi-losofía, en Ia historia, en Ia filología, en Ia poesía, en Ia agri-cultura, en Ia cronología, en el origen del teatro, en las ins-tituciones públicas y privadas del pueblo romano, en Ia teo-logía M, en Ia religión y sus manifestaciones populares y ofi-

43 De ciu. Dei VI 2.44 Cf. J. Oroz Reta, 'Introducción a una theologia agustino-varroniana

vista desde Ia Ciudad de Dios', Estudios sobre Ia "Ciudad de Dios" tom. I(Madrid-El Escorial 1954) 459473.

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ciales, en todos los dominios del espíritu Varrón penetró conagudeza de investigador y supo exponer los problemas másacuciantes y actuales de su tiempo.

Pero no es sólo el erudito humanista que escribe de todo,sino que es, sobre todo, el educador humanista que se preocu-pa de los verdaderos valores de Ia vida, como en cierto sen-tido podríamos considerar a Catón45. Si éste es el romanoenciclopédico antiguo, Varrón Io es en Ia generación de César,pero en los dos autores descubrimos Ia misma pasión y losmismos ideales: crear en Roma una cultura y una civiliza-ción, en su sentido más noble 4^, que comprendan todo cuantopuede educar al hombre romano, insertándolo en su natura-leza y en las tradiciones patrias. Pero en Varrón, como haobservado Ettore Bignone47, a diferencia de Catón se sienteque ha pasado ya el tiempo del aislamiento de Roma, y que,en Ia concepción varroniana de Ia humanidad, el homo o ciuisRomanus no será verdaderamente tal si no asume y hace su-yo el ideal de Roma, que es ya Ia dueña soberana del mundo,y si no sabe ser sobre todo homo humanus, precisamenteporque ciuis Romanus es Io mismo que uir humanus.

Y en este ideal de elevación que desconoce fronteras parael espíritu, en este cultivo de las zonas más dignas de Ia es-fera del pensamiento que trata de conquistar al hombrecompleto para convertirlo en uir humanus y no sólo ciuis Ro^manus, en esa universalidad de concepciones humanas y di-vinas, que superando cualquier particularismo étnico y nacio-nal engrandecen Ia inteligencia misma del hombre, en estaarmonía maravillosa de ideales éticos, políticos, artísticos, fi-losóficos y religiosos, que superan los estrechos prejuicios deIa antigua tradición aristocrática, podemos ver las diferentesmanifestaciones del alma humana de Varrón.

Supo emplear sus conocimientos, su curiosidad y su ge-nio al servicio de esta obra de fusión de los espíritus más di-versos de su tiempo. Junto con Ia presencia de los ejércitosromanos por las diferentes provincias, se deja sentir Ia im-

45 Cf. E. V. Marmorale, Cato Maior (Bari 1949) 147-266.46 Cf. H.-I. Marrou, Saint Augustin el Ia fin de Ia culture antique (Pa-

ris 1938) 3-27; J. Oroz Reta, 'Virgilio y los valores del clasicismo y del hu-manismo', Helmántica 24 (1973) 209-279.

47 Storia della letteratura latina, voI. III, 34748.

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portancia de las letras y de Ia cultura que hombres, como Va-rrón, han logrado incorporar al acervo espiritual de los pue-blos. Gracias a Varrón, Ia cultura griega podrá difundirse yconservarse y constituir el patrimonio espiritual e intelectualde otros pueblos alejados de Ia influencia helena. Y el espí-ritu militar romano sabrá si llega el caso doblegarse ante elgenio griego, como Io hace Pompeyo cuando en Rodas, comoimperator exercitus Romani, ordena se bajen las águilas ro-manas en señal de pleitesía y de honor ante el filósofo Posi-donio w.

TaI vez Ia mayor gloria de Varrón es haber sabido anti-cipar en su ciencia antigua tiempos y corrientes nuevas; ha-ber logrado reunir Ia avidez del saber de los griegos con elculto del pasado de los romanos, y haber con ello abiertoel camino a Ia poesía de Virgilio y a Ia historia épica de TitoLivio. Varrón ha logrado que el culto de Roma se haya con-vertido en poesía y vida del alma. TaI vez Ia alabanza y elelogio más completo de nuestro escritor se debe a Ia plumade Cicerón, cuyas relaciones personales ya hemos expuestoanteriormente.

He aquí Io que nos dice el ilustre orador romano: Nam nosin nostra urbe peregrinantis errantisque tamquatn hospitestui libri quasi domum deduxerunt, ut possemus aliquandoqui et ubi essemus agnoscere. Tu aetatem patriae, tu descrip-tiones temporum, tu sacrorum iura, tu sacerdotum, tu domes-ticam, tu bellicam disciplinam, tu sedem regionum locorum,tu omnium diuinarum humanarumque rerum nomina, genera,officia, causas aperuisti, plurimumque idem poetis nostris om-ninoque Latinis et litteris luminis et uerbis attulisti, atqueipse uarium et elegans o<mni fere numero poema fecisti phi-losophiamque multis locis incohasti, ad impellendum satis, adedocendum parum *9.

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48 Plin., Nat. hist. VII 112.49 Acad. post. 3, 9.

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