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CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO

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CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO

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CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO 4

EDITAFundación Municipal de Cultura de Moguer

COLABORADORESRocío Bejarano ÁlvarezTeresa Rodríguez DomínguezAntonio OrihuelaDaniel BlancoAraceli Paniagua FernándezRosario Paniagua FernándezFederico Ortega FloresCarmen CiriaRosario F. CartesAntonio MartínJosé Manuel Gómez y MéndezSoledad Porras CastroCayetano Burgos MazoRocío LópezRafael Redondo GuillénJomargo

COLABORADORES PLÁSTICOSPaco NaranjoMiguel RodríguezDavid RoblesFran CabezaFrancisco Domínguez Cordero

FOTO PORTADAMoguer, atardecerFoto: Jesús Miguel Marchena Márquez

FOTOGRAFÍASJulián Ropero Ángeles DomínguezJesús Miguel Marchena MárquezPaco NaranjoCayetano Burgos y Mazo

© Fundación Municipal de Cultura

ISSN 1698-2630

DEPÓSITO LEGALH-222-2000

DISEÑO Y MAQUETACIÓNMiguel Ollero Márquez

IMPRIMEImprenta Beltrán, s.l.

Saluda del Alcalde de Moguer 6

Saluda de la Concejala de Cultura 8

Platero y yo, centenario 1914-2014

Lo inédito de Platero y yo.Rocío Bejarano ÁlvarezTeresa Rodríguez Domínguez 10

Después de Platero.Félix Amador Gálvez 17

Ética y ética-estética en Platero y yo.Antonio Orihuela 18

Nostalgia de febrero.Daniel Blanco 23

El Moguer de la época de Platero y yo.Araceli Paniagua FernándezRosario Paniagua Fernández 25

Obra gráfica.Paco Naranjo 32

Julián Borrego, el amado párroco de Juan Ramón.Federico Ortega Flores 33

En el cielo de Moguer.Carmen Círia 39

Era de madera! la virgen.Rosario F. Cartes 40

Obra gráfica. Carnaval Platero. Miguel Rodríguez 49

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CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO

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CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO

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Las notas y opiniones aparecidas en los

presentes trabajos son de la exclusiva

responsabilidad de sus autores.

El contenido de esta publicación no

puede ser reproducido ni total ni parcialmente

sin mencionar la procedencia.

Yo y Juan Ramón.Antonio Martín. Dibujos: David Robles 50

Lectura social de Platero y yo.José Manuel Gómez y Méndez 54

Juan Ramón Jiménez, luz con el tiempo dentro.Soledad Porras Castro 62

Pepito el de la biblioteca.Cayetano Burgos Mazo 64 Conversación con Platero.Rocío López 68

Mi tio Pepe Redondo.Rafael Redondo Guillén 70

La casa de frente, donde estás tú expuesto, Platero.Bueno para él.Jomargo 73

MONTEMAYOR

Saluda del Hermano Mayor 77

El nombre de Montemayor en Platero y yo.Rosario Paniagua Fernández 79

Obra gráfica. Platero.Fran Cabeza 83

Ha re-nacido Platero.Cayetano Burgos Mazo 84

Fandangos.Trinidad Cordero Cruz 86

Obra Gráfica. Otoño.Francisco Domínguez Cordero 87

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ALUDA DEL ALCALDESS 4CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO

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LL egadenuevoseptiembreyconélnuestraVeladaenhonordelaPatrona,laVirgendeMontemayor,lafiestagrandedenuestropueblo,queorganizamosunañomáscontodoelcariñoylailusióndesdeelAyuntamientoylaFundaciónMunicipaldeCultura.

Enapenasunosdíaslascasetasdelrecintoferialvolveránallenarsedealegría,acogiendoamilesdemoguereñosymoguereñasqueviven intensamenteunosfestejosqueseconviertencadaañoenunbrillantecolofónalatemporadaestival.

Esmomentodereunirseconfamiliaresyamigos,desanaconvivenciaydeintensadiversión,perotambién,aprovechandolaoportunidadquemebrindaestamagní-ficarevistadefestejos,quisieracomentarosalgunascuestionesqueconsiderodegraninterésparalaciudadaníacuandoiniciamosyaelúltimoañodeunacompli-cadalegislaturamunicipal,queafortunadamenteestamoslograndoculminarconunbalancemuypositivoparaMoguer.

Cuandotomóposesiónelactualequipodegobierno,nosenfrentamosalimportan-teretoquesuponíaasumirlacomplicadasituacióndenuestropuebloytransmitiralaciudadaníalanecesidaddetransformarradicalmentelarealidadmoguereñaparasentarlasbasesdeunfuturodeprogresoybienestar.Unaarduatareaque,graciasalintensotrabajodelosconcejalesyconcejalasquemehanacompañadoenestaduratravesía,estamoslograndoculminar.

Lostrabajadoresytrabajadorasmunicipales,lasasociacionesycolectivosdenues-tropueblo,yengeneral,todalaciudadanía,hanvistocómopocoapoco,graciasaunagestióncoherente,austera,responsableydiáfana,elAyuntamientodeMo-guerhaidorecuperandolaconfianzadelagente,delasempresasyproveedores,delasadministracionespúblicasyentidadesbancarias.Yellonoshapermitidorevertiresarealidaddeunpueblosumidoeneldesencantoylasdudas,lograndoquevolvamosasentirnosorgullososdesermoguereñosymoguereñas.

Hemosintentadoentodomomentotrabajarconhonestidadysinceridadantelosciudadanos,sinofrecer falsasexpectativasnipromesas inviables frenteaotrosquenosdangolpecitosenlaespaldaperonoresuelvennuestrosproblemas.Paraellohemospuestodesdeelprimermomentotodasnuestrasganasycapacidadesalserviciodenuestropueblo,desarrollandounagestióntransparentequehate-nidocomoúnicoobjetivoelbienestardelosvecinosyvecinasdeMoguer,yespe-

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cialmentedeloscolectivosmásvulnerables.Yasíhemosvueltoalasendadelprogreso,yhemossentadolasbasesdeunfuturomásesperanzadorparatodonuestropueblo.

Buenapruebadeesteespíriturenovadorysolidarioquehaguiadotodanuestragestióndegobiernoeselnuevopresupuestomunicipalaprobadohaceunassemanas,unpresupuestoconunmarcadoacentosocialquemantienelaeliminacióndegastosimproductivos,asícomolageneracióndenuevosingresosconlosqueseguiracometiendoproyectosqueredundenenunmayorbienestardetodalapoblación.

Enestesentido,yfrentealosrecortesylafaltadesensibilidadhacialosmásdébilesporpartedelaadmi-nistracióncentral,hederesaltarelimportanteincrementoenlaspartidasmunicipalesdestinadasalapoyodelasentidadesycolectivosquetrabajanconlosgrupossocialesmásnecesitados,asícomoalasáreasdeeducaciónyjuventud.

Conestasyotrasmuchasgestionesestamoscumpliendoloscompromisoselectoralesconlosqueafronta-mosestacomplicadalegislatura,yentreellos,quisieradestacarlabajadadeimpuestosenelIBI,unabajadaqueseproduceporprimeravezenlahistoriadelaciudad,yquevamosaseguirconsolidandoenposterio-resejerciciosparaaliviarlapresiónfiscalqueveníansufriendolosmoguereñosymoguereñas.

LaracionalizacióndegastosylageneracióndenuevosrecursoseconómicosnoshanpermitidorevertirlasituacióndepartidadenuestroAyuntamientoyellonosllevaaafrontarelfuturoconmayoresperanzayoptimismo,convencidosdequeconilusión,imaginaciónyganas,sepuedensuperartodaslasdificultades.

Losnumerososproyectosyactuacionesdemejoraqueyahemosrealizadoeninfraestructurasyserviciosmunicipales,envíasurbanasyespaciospúblicos,oendotacionesdeíndolesocial,tenemoselobjetivodecontinuarlosatravésdeunambiciosoprogramadeinversionesenlosbarriosdenuestropueblo,unprogramaquecontemplaunanuevabateríadeiniciativasmunicipalesyaconsignadasenelpresupuestodeesteaño,conlasquevamosaseguirconquistandounfuturodeprogresoybienestarparatodonuestromunicipio.

AhoraMoguersedisponeavivirsugrancitafestivadelaño,laferiadeseptiembreenhonordelaVirgendeMontemayorquesuponeunpuntodeinflexiónenlaactividadlocal,yunmomentoparalaconvivencia,eldisfruteyladiversión,yporello,osanimoavivirintensamenteestosDíasdelaVirgenqueseavecinan,conlaseguridaddequelaspersonasalasqueencomendasteishaceyamásdetresañoslaresponsabilidaddelgobiernolocal,vamosaseguirtrabajandosindesmayoparaconsolidarenelfuturolasendadeprogresoquehemosiniciadoparanuestropueblo.

QuisieraahorafelicitaralautordelcartelanunciadordelaVelada2014,elgranartistaMiguelRodríguez,yagradecerlequehayapuestounavezmáslomejordesucapacidadcreativaalserviciodesupueblo.

TambiéndeboagradecerlagenerosarespuestaquedecenasdecolaboradoresliterariosyartistasplásticosrealizanparaquepodáistenerahoraenvuestrasmanosestagranrevistaculturalMonteMayor,asícomoalosanunciantesquelahacenposibleconsuapoyo.

AlostrabajadoresytécnicosdelaFundacióndeCulturaydeEmvisur,responsablesdelmontajedelasinfraestructurasydelaorganizacióndecontenidosdenuestraVelada,mireconocimientotambiénporuntrabajorealizadoaconciencia.Yatodosvosotros,moguereños,moguereñasyvisitantes,misaludomáscordialyafectuoso,coneldeseodequellenéisdecontenidoconvuestrapresenciayparticipaciónestaferiadeseptiembre,yqueéstanosdeparegratosmomentosdeconvivenciaydesanaalegría.

FelizVelada2014.

GustavoCuéllarCruzAlcaldedeMoguer

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scribir unas líneas en esta revista siempreme causagranrespetoysatisfacción.Esteaño,hedereconocerqueade-mástieneunsabordulce,frutodelareflexiónyelbalancequehacemossobrelaevolucióndenuestrasFiestasPatronalesdu-ranteloscuatroañosqueesteequipodegobiernohaestadoalfrentedeMoguer.

Empezamos con ilusión,muchas ganas de trabajar y un grancompromisoconnuestropueblo.ElresultadoesungrancambioenpositivoenlavidadeMoguer.

DespuésdeestosmesesdisfrutandodelCentenariode“Plateroyyo”,delgranéxitode laprogramaciónestival“FestivalLunadeVerano2014”quehacontadoconunnuevoyespectacularespacioescénicoenelCastillodeMoguer,vamosavivir,estoysegura,unaVelada2014quebrillaráconluzpropia.

Haciendounpequeñobalance sobre los cambiosquehemosrealizadoennuestraveladaduranteestosúltimosañosdesta-caría,ademásdelahorroeconómico,elhechodequesepue-dadisfrutardeunacarpaennuestracasetaMunicipalquehacemásacogedoranuestrasfiestas, tantoparaquienesnotienencasetaparticularcomoparaquienesnosvisitan.EstacasetaharecuperadosuambienteduranteeldíaconlostríosmusicalesenlasobremesaylosconcursosdesevillanasydetalentosquecolmandevidayalegríanuestrastardesdeFeria.

Lajuventudtambiénesahoraprotagonista,gozadelacasetadelajuventud,deconciertosenlascallesdenuestrorecintoferialpensadosespecialmenteparaestesector,yesteañocomono-vedadproponemosactividadesduranteeldíarelacionadasconeldeporteylaaventura.

LourdesGarridoCumbrerasConcejaladeCulturayFestejos

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ALUDA DE LA CONCEJALA DE CULTURA

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PorsupuestoseseguiráapostandofuerteporlaGaladelMayorylaGalaInfantil,dosaconteci-mientosquepreparamoscontodonuestrocari-ñoyqueañotrasañovamosmejorando.

Otranuevayatractivapropuestaparanuestrasfiestas es el uso expositivo que se le ha dadoa laCasetadeRecepción,pasandoa tener,deestemodo,unpapelprincipalennuestraVela-da;acercandoalaciudadaníarecuerdosentra-ñablesdenuestropasadoyponiendoenvalornuestro patrimonio humano y literario. Es im-portante avanzar sin olvidar y poner en valornuestra historia. Es por eso, que este año, lamuestradeestacasetaestarádedicadaalamáspopulardelasobrasdenuestroPremioNóbel,“Plateroyyo”.

También el autor de nuestro fabuloso cartelanunciadordelasfiestassesumaaestehome-naje.MiguelRodríguez“Caballero”nospropo-ne una obramoderna, colorista y alegre, unamuestradecómolapalabracontemporánea,lapoesía,elrecuerdosolahistoria,sonperfecta-mentecompatibles.

Quiero aprovechar estas líneas para expresarmi agradecimiento a todas las personas cola-boradorasdelarevistaqueaportandemaneraaltruista,añotrasaño,suscreacionesliterarias,gráficasoartículosdeinvestigación.Lamejorre-compensaesquetú,lectorolectora,tedeten-gasencadaartículoadisfrutardesuaportación.Graciastambiénatodaslasentidadespatrocina-dorasqueconsupublicidadhacenposiblequeestagranpublicaciónvealaluzunañomás.

Y agradecer también a todos aquellos colecti-vos que, apostandopor nuestras fiestas y tra-diciones, un año más, organizan multitud deactividades y concursos con el único objetivodehacernosdisfrutaratodoslosmoguereñosymoguereñas.

LasfiestaspatronalesqueorganizalaFundaciónMunicipaldeCulturaes frutodel trabajoyes-fuerzodemuchasáreasdeesteAyuntamiento,EMVISUR,Deporte,Juventud,SeguridadCiuda-dana,Mayores.Esperamosquedisfrutéisdelasdistintasactividadesquehemospreparadocontantoesfuerzoeilusiónyqueviváisunosdíasinol-vidablesencompañíadeamistadesyfamiliares.

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PPLATERO Y YOCENTENARIO 1914-2014

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Platero y yo o inédito deL

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por: Rocío Bejarano ÁlvarezTeresa Rodríguez DomínguezDocumentalistasdelCentrodeEstudiosJuanramonianos

l Centro de Estudios Juanramonianos es un órgano enclavado en la Fun-dación Zenobia-Juan Ramón, encargado desde su creación de alcanzar y cumplir dos grandes objetivos: por un lado reunir y preservar el legado del poeta custo-diando su patrimonio bibliográfico y documental, que el poeta moguereño envió en vida a su Moguer, y por otro facilitar a los investigadores el acceso a su vida y obra, con el objetivo de darlo a conocer y difundir todo el universo que rodea a Juan Ramón Jiménez, objetivo este último cumplido promoviendo desde hace años la difusión de la obra y la cooperación entre los investigadores, siendo el Centro de Estudios un lugar de encuentro, formación e investigación, así como de fomento a la creación literaria.

Imagen1

Carpeta 116 Platero y yo, 1 y 2:

Manuscrito del capítulo “Platero y las muñecas”.

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El Centro de Estudios nació con la vocación de ser el “principal referente” para cualquier persona interesada en estudiar la obra del poeta, perfilándose como uno de los principales atractivos de la Casa Museo, pues gracias a los trabajos emprendidos desde el año 2001 hasta la fecha, se han llegado a contabilizar más de cuatrocientas mil referencias a Juan Ra-món Jiménez, todas ellas puestas al servicio de los investigadores.

Hoy, se puede asegurar que es posible unir ambos objetivos -preservar y difundir- des-de la feliz llegada a Moguer del fondo de Puerto Rico (Recinto de Rio Piedras), -gracias al esfuerzo de las instituciones a través del convenio de digitalización de la Diputación Provincial de Huelva, la Residencia de Estudiantes, la Junta de Andalucía y la Comunidad de Herederos- con más de 180.000 documentos entre los que se encuentran más de tres mil cartas, decenas de miles de manuscritos, recortes de prensa, fotografías, etc., todo ello digitalizado, con lo que supone el perpetuar conservando todo el patrimonio documental haciéndolo fácilmente accesible para su consulta, cuando sea posible, estan-do ya debidamente ordenado y catalogado. Destacamos la inestimable e imprescindible disposición de Carmen Hernández-Pinzón, depositaria de todos los derechos del poeta en Representación de la Comunidad de Herederos, siempre abierta a sugerencias y per-manente coordinación del trabajo con el Centro de Estudios.

Así pues, hoy, podemos al fin asegurar que la obra de Juan Ramón, en lo referente a los fondos puertorriqueños y moguereños, queda preservada.

Al comenzar el trabajo de organización de dichos fondos, localizamos multitud de “ma-teriales” de Platero y yo, algunos inéditos. Siempre resulta una sorpresa encontrarlos, a pesar de ser algo frecuente, pero en este caso resultó aún más grata al tratarse, como feliz coincidencia, de Platero y yo, en el año del centenario de su publicación.

A continuación, una muestra de los materiales del libro Platero y yo, que Juan Ramón conservó en sus archivos:

En una primera carpeta se localizan nueve mecanografiados de distintos capítulos de Platero, y uno solo manuscrito: Platero y las muñecas. Ver imagen 1

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En una segunda carpeta, un programa de un acto en honor a Platero y yo, organizado por el Liceo puertorriqueño y auspiciado por la Asociación de padres y maestros en febrero

de 1957. Incluye un sobre con la dirección de Juan Ramón en Hato Rey y la firma de Juan Ramón, que prueba su agrado.

En una tercera carpeta, un cuaderno ilustrado, realizado por los alumnos de la Escuela Experimental Dr. Gabriel Carrasco del barrio Alberdi, en la ciudad de Rosario, realizado durante la visita de Juan Ramón a tierras argentinas en 1948, invitado a dicho centro escolar al que acudió gustosamente. Contiene esta carpeta un dibujo con texto de pre-

sentación de un teatro de títeres y de nuevo con la firma de Juan Ramón. Además, un cuaderno de trabajo sobre Platero y yo realizado por los alumnos con diversas ilustraciones.

En otra carpeta llamada “Hojas encontradas en la antología”, se conservan hojas sueltas de veinticuatro capítulos de Platero y yo. Contienen numerosas anotaciones, marcas y correcciones del poeta.

En una de las carpetas más voluminosas hallamos ciento treinta y seis documentos, entre capítulos, por-tadillas, prólogos y listado de libros. En uno de los manuscritos -del comienzo de Platero- se ve la “fina” pluma del poeta: Poner correjida en todas las pájinas que no lo están para poder correjir así las que no lo están todavía. Ver imagen 2

En otro manuscrito de esta carpeta, escribe Juan Ramón:

Platero (sin yo)

Otra vida de Platero

Yo te señalé en el cielo cristiano cuando moriste en Moguer, Platero, porque ese era el cielo de Moguer. Después de tantos años, 30, le he dado muchas vueltas al asunto. Estarás tú en el cielo de Jesús al que tú entraste entre brumas a Jerusalén o estarás en los Campos Elíseos, con Sócrates, con Platón, con Virjilio y

Dante. Entonces serás amigo, antes que yo de Leonardo y cuando yo llegue podrás presentarme a él.

Aprovechando Juan Ramón todo el papel, en el lado derecho de este manuscrito, un listado de títulos. Ver imagen 3

Imagen2

Carpeta Platero y yo I Y II, 33: Primer capítulo de Platero, mecanografiado con correcciones manuscritas.

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Hay que destacar que casi todos los capítulos de esta carpeta están corregidos por el poeta.

En otro de los cartapacios, también muy curioso, hay setenta y una ilustraciones de Platero y yo, por Gre-gorio Prieto, Baltasar Lobo, José Mompou, Carlos Sáenz de Tejada, y no solo de grandes pintores e ilustra-dores, sino además de escolares uruguayos.

Como era habitual en Juan Ramón, guardaba cuidadosamente y bien organizados los artículos de prensa, y tratándose de Platero no iba a ser menos. Cincuenta noticias sobre el libro, que comprenden entre 1941 y 1956, de distintos lugares del mundo como Cuba, Colombia, Chile, Bolivia, Estados Unidos, México, Es-paña…, muchas de ellas con las anotaciones del propio poeta en las que indica la procedencia y el año de publicación. Por ejemplo, como vemos en la imagen, tenemos el artículo con el titular: “Música del alma”, por Benjamín Jarnés, de 1942, donde anota JRJ Archivo y en el margen derecho: Méjico, 42. Ver imagen 4

Imagen3

Carpeta Platero y yo I Y II, 89: Texto manuscrito “Otra vida de Platero”

Imagen4

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En la reseña de Francisco de Troya sobre una edición francesa de Platero y yo, quien le envió este recorte aprovechó para enviar mensajes al matrimonio Jiménez tal y como Federico de Onís escribió a Zenobia: Querida Zenobia, el autor me envía esta reseña para Juan Ramón. Deseo mucho verte y saber cómo sigue Juan Ramón. Suyo, Federico de Onís. Ver imagen 5

Destacamos algunos de los preciosos titulares: “Platero y él”, por José del Río Saiz, en La Gaceta del Norte, Bil-bao, 1955; “Platero y el alma de Moguer”, por Mercedes de Heredia, en El diario de la Paz, Bolivia; “Juan Ramón Giménez (sic): el Poeta de los Niños”, en El Laborista, Bogotá, 1949 y “Platero en Manhattan (Ofrenda a Juan Ramón)” Ver imagen 6, por Félix Martí-Ibáñez, en La Prensa de Nueva York, 1941.

Destacar también la presencia de propuestas de traduc-ciones que Juan Ramón guardó en sus archivos, como la del francés de Paul Despilho, desde Argelia en 1953 y la de Yvonne Bonnin-Hauterre, además de la del inglés por Eloise Roch, de la Universidad de Texas.

Una carpeta interesantísima es la de las traducciones al inglés de los siguientes capítulos de Platero que realizó Zenobia: Advertencia; Platero; La fuente vieja; El vino; El canto del grillo; Amistad; El árbol del corral; La Púa (The thorn. Ver imagen 7- Hemos recuperado recientemente, desde el Centro de Estudios, un audio en el que pode-mos escuchar la voz de Zenobia recitando este capítu-lo); El niño y el agua; La carretilla; Fernandillo; El canario se muere y El pan.

Hasta aquí la relación de carpetas que se encuentran en la digitalización de Puerto Rico localizadas como “Pla-tero”, pero debido a la ingente cantidad de documen-tación y manuscritos que conservaba Juan Ramón, se han encontrado otros muchos documentos en carpetas

Imagen5

Carpeta Platero y yo. Recortes de artículos, 36: Reseña de edición francesa de Platero y yo, por Francisco de Troya.

Imagen6

Carpeta Platero y yo. Recortes de artículos, 44: Titular “Platero en Manhattan (Ofrenda a Juan Ramón)”, por Félix Martí-Ibáñez.

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que nada tenían que ver con su contenido. Car-men Hernández-Pinzón, en su afán de facilitar la tarea a los estudiosos de la obra, ha ido locali-zando muchos de ellos. Algunos son inéditos, y cuando se estudien convenientemente, saldrán a la luz. Los títulos son: La calle de las flores, Los cómicos, La Torre, Platero está malo, La calle del corral… Otros textos, son solo fragmentos, y otros simplemente no tienen título. A finales del presente Año Platero, realizaremos junto a Soledad González Ródenas, que se encuentra estudiando todos estos textos, una exposición.

Se localizan aquí también numerosas portadillas que el poeta preparó. En una de ellas, con esta organización:

J.R.J. Platero

(1, Platero joven, (Primer Platero),

2, Platero mayor

y 3, último Platero

¿4, Platero después final y póstumo (1907- )

Ver imagen 8

Imagen7

Carpeta Zenobia. Traducciones. Platero y yo, 13: Capítulo The thorn (La púa).

Imagen8

Carpeta Libros de versos en nuevas versiones y ordenaciones, 02-151: Portadilla manuscrita.

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En un manuscrito interesantísimo se vuelven a tratar las correcciones del poeta, así como con otra portadilla que dice así:

Nueva edición de Platero y yo:

Cada día, correjir una página, sin insistir mucho.

Quitar todos los en mente: De verdad, Platero… (no verdaderamente, Platero…

Platero: 1er Platero

Platero 2º

3er Platero

Platero 4º (Más.

y 5º Platero (Nuevo.

3 libros fijos:

Platero (147 p.)

Diario (25x p.)

Españoles (173 p.)

Españoles: muchos nuevos mejores para perder los segundones entre ellos.

Ver imagen 9

Como se puede comprobar, la reproducción di-gital de todos estos documentos lleva implícita múltiples ventajas, pues ahorra a los investigado-res largos desplazamientos y evita la manipula-ción de los originales, que se encuentran a sal-vo en la Sala Zenobia-Juan Ramón de la Isla de Puerto Rico, y obviamente se facilita la difusión, acceso, estudio e investigación a todos los aman-tes de la poesía desde el Centro de Estudios del más grande poeta en lengua castellana del siglo XX, Juan Ramón Jiménez.

Imagen9

Carpeta Libros de versos en nuevas versiones y ordenaciones, 03-1: Original manuscrito.

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¿¿ ué fue de lo nuestro, Platero?Lo nuestro fue único, como todas las aventuras de la vida.Fue el comienzo de una búsqueda,como todas las búsquedas de la vida,que comenzó en ti, pequeño asno inteligente,quintaesencia de lo sencillo, que me guiaste de la naturaleza, del hogar,del paisaje y de la simpleza de las gentes,hacia la Gran Búsqueda, la del Dios inaccesible, deseado y deseante, la búsqueda que jamás termina,la del Dios titiritero que mueve las mariposas que adoras, Platero,la del Dios que no habita ni en Coral Gables ni en la Habanani en los pasillos de la Columbia University ni en el verde de Río Piedras,ni en el cementerio de Broadway, ni en esos países donde no encontrépalabras en español por las calles,esa búsqueda imposible, inadjetivable,como tantas otras cuestiones inaprensibles e inadjetivables de la vida, como la Belleza, como el Amor, como la Muerte, como la Poesía.

* Félix Amador Gálvez

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CENTENARIO DE LA PRIMERA PUBLICACIÓN DE PLATERO Y YO 18

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por Antonio Orihuela

Platero y yo

e cumplen, este 2014, cien años de la primera publicación, parcial y dirigida a los niños, del más conocido libro de Juan Ramón Jiménez. Tres años después, en 1917, verá la luz la versión definitiva que cuestionaba el ingenuismo adánico de aquella apresurada edición infantil de Platero y yo, tan criticada por los detractores del poeta, para situarnos ante la verdadera grandeza de un libro que es junto al Don Quijote, el más leído de las letras españolas de todos los tiempos.

A pesar de cierto hastío que el libro Platero y yo producía a veces en Juan Ramón, no es menos cierto que este fue su único éxito de ventas en vida, representando la mayor parte de los ingresos que por derechos de autor recibió el poeta por su obra y, guste o no, lo sigue siendo después de él muerto.

De Platero y yo se ha dicho que es una elegía andaluza, una autobiografía lírica, un monumento de amor del poeta por su pueblo, al que inmortalizó e hizo universal con él. El caso es

tica y ética-estética

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que ciertamente se escribió en el periodo más largo que el poeta pasó en su pueblo ya entrado el siglo XX. Cuando Juan Ramón volvió a Moguer a finales de 1905 procedente de Madrid, afectado de una fuerte depresión que agravó la situación económica familiar, prácticamente en la ruina tras la muerte de su padre en el otoño de 1900. En efecto, la extensión de la plaga de la filoxera sobre las viñas moguereñas a partir de 1894 hundirá la viticultura local provocando un profundo estancamiento en el pueblo, a lo que hay que unir el cegamiento del río Tinto por la colmatación de sus depósitos erosivos; todo ello terminará por ahogar la economía moguereña de la primera mitad del siglo XX, clausurando el río como vía de tráfico pesquero y comercial, y con ello, los dos principales pilares de la, hasta entonces próspera, economía moguereña.

Es en este contexto, a comienzos de 1906, con 24 años, cuando Juan Ramón empieza a escribir Platero y yo, los capítulos van saliendo de su puño y letra sin apenas esfuerzo, él mismo confiesa

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que apenas le llevaba diez minutos escribir uno. La escritura de Platero y yo tiene mucho que ver con el impacto que produce en el poeta su vuelta a un pueblo que le cuesta reconocer aunque apenas ha estado cuatro años fuera. Un pueblo al que la depresión económica ha postrado, y que al poeta se le antoja, en su verdad terrible, más triste, más amargo, desolado, solitario, despiadado y violento, como si ahora en él fuera más fácil reconocer toda la crudeza de la vida y también la crueldad de los hombres, patentes en capítulos como Los burros del arenero, El perro sarnoso, Pinito, La yegua blanca o El burro viejo. Ante este sombrío panorama vital, Juan Ramón se aísla voluntariamente del ambiente de su clase, de esa burguesía rural a la que él pertenece pero con la que ya no se identifica, que le parece egoísta, intolerante, parapetada en sus vicios y en un ritualismo religioso y costumbrista tan vacío como presuntuoso, paralizada en sus privilegios en medio de la situación de hambre y miseria que vive el pueblo, sin capacidad para cambiar la realidad ni ganas de mejorar en nada esas circunstancias. Frente a ellos, Juan Ramón, que se sabe diferente, se recrea en la figura de un burrito como compañero de su soledad y recipiente de sus reflexiones, sus meditaciones e impresiones contemplativas. De ahí el sobrenombre del libro: elegía andaluza, pues todo él lleva tanto un lamento por lo perdido como un abatimiento resignado por lo presente. En efecto, todo el libro es una protesta sorda que no encuentra eco humano, lo que convierte a Juan Ramón, en tanto protagonista junto a Platero del libro, en un inadaptado, un ser extraño, que recoge en ocasiones la incomprensión, la burla y hasta el desprecio de los otros: es “el loco”, “el más tonto que Pinito”, y de ahí que el poeta busque, a lomos de Platero, en la naturaleza como refugio, el diálogo sin respuesta con el burrito.

Se ha dicho de este libro que es una lección de sencillez, bondad, ternura y sensibilidad, y es cierto, pero no es menos cierto que un análisis más riguroso nos permite ver en él cómo, en un mismo plano de realidad, desfilan por Platero y yo lo vulgar y lo sublime, lo mágico ideal y la cruel realidad, lo atractivo y lo repulsivo, la decepción sin expectativas y la alegría festiva. En Platero y yo se mezclan los tiempos, los colores, los sentimientos, como hará Juan Ramón, ya con singular maestría, en su poema en prosa Espacio. Pasado y presente, alegría y pena, imaginación y realidad, ingenuidad y conciencia, verdad y artificio, niño y hombre, se dan la mano en un relato sintético pintado con técnica impresionista sobre la naturaleza moguereña, sus campos, sus cielos y sus gentes, entre las que Juan Ramón distingue claramente,

por un lado, las instituciones (iglesia, escuela, ayuntamiento, etc.) y a quienes

las representan (curas, maestros, políticos, etc.), que son contemplados de forma irónica,

satírica o humorística, cuando no los zahiere y critica abiertamente (Don José, el cura; Frasco Vélez, La Miga, Asnografía); y por otro los inocentes, los pobres, los niños y los animales, a los que Juan Ramón entrega su compasión y su ayuda en la medida que se manifiestan como seres sufrientes, con ellos se solidariza y hacia ellos dirige su ternura, su afecto puro, su sencilla y espontánea fraternidad (León, Sarito, La púa, El potro castrado, La perra parida, La carretilla, Libertad, La tísica, La flor del camino, Lord, Gorriones, Lipiani).

Juan Ramón, como demuestra en muchas páginas del Platero y yo, tuvo una especial sensibilidad por los niños desvalidos y necesitados, a los que a lo largo de toda su vida prestó atención y ayuda. Igualmente por los seres humillados, desgraciados o marcados por taras físicas o psíquicas (El niño tonto, La tísica, La púa, Golondrinas). Juan Ramón siempre estará del lado de los que sufrían la injusticia o la pobreza, defendiendo una vida mejor para el pueblo cimentada sobre la educación y la cultura,

Platero y yo, Primera edición de 1914

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lo mismo que siempre estuvo enfrente de todo lo populachero, violento o insano. Es conocida su aversión por el ruido, el carnaval, las corridas de toros, las riñas de gallos, los tablaos flamencos, los juegos de cartas, el vino, el tabaco, los espectáculos degradantes, los militares, los caciques, los curas, los frailes y las misas (Los toros, Los gallos, Los húngaros, Judas, La fábula, Carnaval).

Ya por su misma situación económica, debido a la ruina familiar, ya por la nueva perspectiva que le proporciona su sensibilidad krausista hacia los problemas sociales, Juan Ramón intercala en muchos capítulos del libro su fina ironía contra todo lo viejo, lo caduco, lo que se ha hecho mal, lo que hay que cambiar. Ahí están capítulos como El rio, para dar testimonio de ello.

En efecto, las fuentes éticas del Juan Ramón que escribe Platero y yo están profundamente enraizadas en el krausismo, movimiento filosófico en el que había bebido a comienzos del siglo a través de su admirado maestro Francisco Giner de los Ríos y otros personajes de la intelectualidad madrileña. El krausismo español es, en realidad, una variante del republicanismo de finales del siglo XIX que pretendía reformar y renovar España a través de un programa que incluía:

-La construcción de un Estado de Derecho que garantizara a todos los ciudadanos el desarrollo de sus potencialidades y capacidades, defendiendo posiciones intermedias entre el individualísmo liberal y el socialismo.

-La educación como palanca para el progreso, modernización y perfeccionamiento moral de la sociedad española.

-La secularización de la sociedad, abogando por una religiosidad panteísta y espiritualista.

Todos estos aspectos recorren la ética juanrramoniana y están muy visibles en su obra, en su búsqueda de todo lo noble y puro, en el cultivo espiritual, la acción encaminada exclusivamente por medio del amor y el altruismo desinteresado, el respeto a la naturaleza y al patrimonio artístico (El aljibe, El pino de la corona, Corpus, Mons-Urium, La torre, La fuente vieja, El Rocío), a la cultura en suma, tal y como se inculcaba a los alumnos en la Institución Libre de Enseñanza en la idea de formar personas moralmente íntegras, libres, dignas y responsables.

Su firme apuesta por la educación del pueblo, su crítica a la miseria material

y espiritual en las que se le mantenía, su gusto por la naturaleza y el respeto por todo

lo vivo se cimenta igualmente en el contacto con los intelectuales de la Institución Li

bre de Enseñanza, y es bajo el influjo general de los krausistas donde hay que situar el compromiso de Juan Ramón con el pacifismo, el higienismo, la cultura y la naturaleza. Así, de la mano de ellos conocerá las Sierras de Guadarrama, paisaje que el poeta verterá en el libro Pastorales, fruto de las excursiones y paseos a las que le aficionan sus amigos por la acción curativa que defendían tiene el contacto con la naturaleza; y como conciencia de ellos se escribe Platero y yo, tan celebrado por Francisco Giner y Manuel Bartolomé Cossío, personajes ambos que ayudan a Juan Ramón a reelaborar su gusto por lo popular (muy presente en capítulos como La Cruz de Mayo, El Rocío, Corpus, etc.), frente a lo plebeyo, es decir, el gusto por lo auténtico incontaminado aún por el cosmopolitismo (en la línea de las tesis de Ruskin, Thoreau o William Morris, cuya influencia, por cierto, es patente en el diseño de la portada de Platero y yo), esa aristocracia natural y a la intemperie que, para Juan Ramón, se hallaba en lo que quedaba en cada persona de pueblo, esa razón común patrimonio la inmensa minoría ideal.

También de ellos, y sobre todo, de Giner de los Ríos, alumbrará Juan Ramón su propia versión de su pedagogía íntima, esa hermosa austeridad que defendió el poeta para su vida, especie de ascetismo laico o panteísmo místico, socrático, entre erasmista y regeneracionista, que propugnaba la educación como vía del desarrollo espiritual individual y colectivo de los pueblos, y camino para la reforma gradual y armónica de la sociedad.

En torno a estos ideales Juan Ramón elaborará lo que él gustaba de llamar su ética/estética, su programa político y creativo. Así, lejos del férreo corsé apolítico en el que muchos han querido encerrarlo, Juan Ramón fue siempre una persona comprometida con su tiempo, protestó y se manifestó siendo estudiante en Cádiz contra la leva de soldados que marchaban a la guerra de Cuba y se declaró a favor de la independencia de la isla; ya adulto, expresó su repudio por la monarquía borbónica, escribió contra la actuación del gobierno durante los acontecimientos de la Semana Trágica en Barcelona y la absurda guerra colonial

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de Marruecos; abogó por el pacifismo durante la Iª Guerra Mundial, cuando incluso la intelectualidad española se dividió en germanófilos y anglófilos, y hasta el final de sus días, frente a la actitud mayoritaria del exilio, se mantuvo fiel al gobierno de la República democrática y legal de España y, a pesar de los muchos intentos del gobierno franquista e incluso de las presiones familiares, jamás aceptó volver.

Si el krausismo fracasó como programa político fue porque estaba muy alejado de la realidad española, así como por su carácter elitista, idealista y paternalista que defendía el que una élite intelectual fuera quien protagonizara la tarea de mejorar al pueblo para sacarlo de su atraso. Es por esto que las ideas krausistas en España no permearon más allá de algunos elementos de la burguesía liberal y la escuálida clase media española, y tuvieron siempre en contra a la Iglesia católica, al tradicionalismo y el conservadurismo por un lado y, de otro, el programa mucho más revolucionario y radical de las izquierdas al que se entregó el proletariado. La confrontación de estos dos extremos durante la Guerra Civil pondrá fin a esta corriente político y filosófica.

En efecto, difícil acomodo entre estas Españas, podía tener un personaje de la talla de Juan Ramón Jiménez que, desde 1936 había publicado más sobre guerra y paz, derechos y deberes, que sobre poesía. Para Juan Ramón, soledad poética y sociedad política se volvieron entonces vasos comunicantes de sí mismo, y como hijo de su tiempo y como conciencia libre e insobornable, reiterará su posición política, frente a una falsa aristocracia, la de los aristócratas holgazanes de blasón que viven de la sangre humana, defenderá una aristocracia verdadera, la de los que haciendo su trabajo cotidiano, a colectiva abierta hacia la hermosura de la libre invención.

En 1912 Juan Ramón decide volver a Madrid. A pesar de su amor por la naturaleza moguereña, en su paraíso perdido e imposible, en su pueblo, no tenía nada que hacer desde el punto de vista intelectual, y por eso terminó por aceptar el mal menor de la urbe madrileña, consciente de que esa era una vida deshumanizada y desnaturalizada, también en lo lingüístico, como afirma el poeta:

¡Qué nostalgia de mi español de niño en Moguer! ¡Qué odio de castellano en Madrid! ¡Qué afán de dejarlo todo claro, liso, fluido, transparente…! (1).

A pesar de la insistencia de su círculo madrileño: los Machado, Giner, Cossío, Ortega, Unamuno, Azorín, para que cante a Castilla, en la estela de los escritores regeneracionistas, Juan Ramón se mantendrá siempre firme en su concepción poética, en esa idea de escribir desde la querencia, el apego a la tierra de la que brotaba su lengua nativa, la universalidad de los modismos andaluces, obsesión que le perseguirá también después, cuando convertida España en todo lo que él siempre combatió, se resignó al exilio y a la pérdida de la lengua natural originaria; la que oía hablar a su madre, la que está en Platero y yo puesta en boca del pueblo, la que le perseguirá toda la vida en tanto búsqueda de la sencillez, la belleza espontánea, sin afeites del lenguaje popular: Las expresiones poéticas más bellamente delicadas se las he oído a hombres toscos del campo, y con nadie he gozado más hablando

Fuentepiña, comienzos de los setenta, cursos de verano de la Rábida

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El español perdido. (1) Ínsula, 15 de enero de 1956Jiménez, J. R. (1961). (2) El trabajo gustoso. Ed. Aguilar. México.Jiménez, J. R. (1967). (3) Platero y yo. Ed. Aguilar. Madrid.

que con ellos o sus mujeres o sus hijos… Todos hemos nacido del pueblo, de la naturaleza, y todos llevamos dentro esa gran poesía original, paradisíaca, que es natural unión, nuestro comunismo… Levantando la poesía del pueblo se habrá diseminado la mejor semilla social política (2) De ahí su otro drama, el desarraigo, la pérdida del andaluz de España, su orfandad sustancial producto del trastierro que lo convirtió, como él decía, en un deslenguado.

Casi al final de su vida, la memoria constante de su pueblo y sus gentes tendrá, acaso, su mejor jalón en la carta que escribirá a los criados de su casa cuando él era niño, intentando en ella

un hermoso ejercicio literario de redención y arrepentimiento, pues se disculpa con todos ellos (Concha la mandadera, José el aperador, Josefito, Vito Villegas, Manuel de la Encina el casero de Fuentepiña, etc.), les pide perdón por “mi mala juventud, mi conducta absurda, mi vergüenza muchacha de ser lo que en mi fondo yo era y sería… cuánto aprendí… de vosotros que creía entonces tan poca cosa! Mucho he sufrido luego recordándoos, no pudiendo ya, por desgracia, enmendar mi inconsciencia pasada, quizás para vosotros reviví mi falsa realidad, mi equivocada historia”, inmortalizada ya para siempre entre las páginas del Platero y yo.

Las expresiones poéticas más be-llamente delicadas se las he oído

a hombres toscos del campo, y con nadie he gozado más hablando

que con ellos o sus mujeres o sus hijos… Todos hemos nacido del

pueblo, de la naturaleza, y todos llevamos dentro esa gran poesía

original, paradisíaca,

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Nfebrero

uizás te pasa lo mismo que a mí, Platero, que ahora ves Moguer con otros ojos. Nuestros ojos son ya diferentes porque se han ido llenando de otras ciudades y de otros ojos, porque vienen cansados, y porque se contaminan, aunque uno no quiera. Es inevitable, gajes de la vida. Todavía te adormeces mirando las mariposas blancas. Lo bueno es que los recuerdos siguen siendo los mismos, siempre repetidos. La infancia, como te dije hace unos días, es un estribillo, que suena, suena. No deja de sonar. ¿La oyes? En Moguer están todos nuestros recuerdos, los tuyos y los míos, desperdigados por las esquinas, asomándose a todas las ventanas. Tú lo tienes más fácil, por eso de los azulejos, que te llevan, como un camino de baldosas amarillas, hasta los momentos felices. Porque fueron felices, ¿verdad? ¡Qué preguntas tengo! La infancia no tendría que ser nunca triste. “Infancia y Tristeza”, dos palabras que no deberían ir en la misma frase y mucho menos en la misma vida. Que sí, que ahora te llevo a los lugares que conociste. Estás perdiendo la paciencia, Platero, estás terco. Vamos. No te creas, los tiempos no han cambiado tanto como para que los demás, nuestros vecinos, no arruguen la cara ante un hombre con un burro, paseando por el pueblo, hablándole. Hay cosas que no cambian, como los recuerdos. O como la infancia, lo único que nos sostiene. Te empeñas en ver tu casa y tu calle, el Monturrio y también la Giralda pequeña. Ya verás qué sorpresa cuando te veas en bronce. Ahí, ya para siempre, feliz, bajo el sonido de las campanas.

No me preguntes demasiado, Platero, que guardo el Moguer de la infancia y ése es el escenario al que siempre vuelvo. A mi gente, a sus abrazos, a mis lugares: cada vez los necesito más. Pero sí, sigue habiendo Aguedillas, y castañas, perros, curas, brevas y médicos, golondrinas de otoño y lirios amarillos. Y niños que te acarician y quieren montarse en tu lomo. Ya no estás para esos trotes, lo sé. ¡Cómo pasa el tiempo! Eso sólo lo decimos cuando ya nos hemos hecho mayores y empezamos a echar algo de menos, cuando ya estamos llenos de recuerdos. Deberíamos aprender a olvidar algunas cosas, ¿verdad? A perderlas.

ostalgia deNQ

por Daniel Blanco

“Qué encanto éste de las imagi-naciones de la niñez”.

Juan Ramón Jiménez

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Como el día que te picó la sanguijuela y no dejabas de sangrar por la boca. ¡Cuánta sangre, cuánto rojo! Nadie puede caminar con tanta memoria, ni siquiera tú. Quieres pasar también por la Plaza del Marqués –verás qué cambio- y por la Ribera. Párate un segundo: no me dirás que no es ésta la luz que recuerdas, nítida como la música de una flauta. La luz con el tiempo dentro, dentro del pueblo y de los ojos. De los nuestros.

Y te enseño los barrios nuevos y las nuevas gentes, los colores del nuevo Moguer, que no deja de crecer, como una mancha de aceite. Ves de lejos los campos, de esos verdes oscuros que tanto te gustaban. Y nuestro cielo. Ya no quieres caminar más. Estás apabullado por los recuerdos, paralizado. Suele pasar, no te preocupes, es la emoción. Hacemos un descanso, en un trozo de sombra, pegados a esta pared encalada. Y nos quedamos aquí, sin hacer nada, sólo respirando hondo y sintiéndonos parte de algo, con esa mirada que reservamos para las cosas bellas. Ahora, Platero, me ha dado por aprenderme cada detalle de este pueblo como el que se aprende una canción. Todo me parece fascinante, imprescindible. Suspiramos a la vez. Ay, creo que tenemos la típica nostalgia de febrero porque Moguer es tan familiar como una chaqueta vieja. Qué mala costumbre la nuestra, que sólo hablamos de lo que amamos cuando está ausente. O lejos.

Nunca han dejado de preguntarme por ti -¿Eres de Moguer? Ah, del pueblo de Platero. Sí, de ése-. Como si fueras siempre el dueño de este sitio, como si sólo fuera tu pueblo. También lo es de Francisco Garfias. Y de los pasteles. Y del vino. Y el de la fresas, muchas fresas. Un poco de todos. Un universo entero encerrado aquí. Cambian las caras y los ropajes, pero no las verdades ni los miedos. Seguimos siendo iguales, Platero, aunque no lo parezcamos. A veces todavía tenemos que agarrarnos el alma con las manos o nos olvidamos de mirar las cosas bellas, sí, las más pequeñas, y gastamos media vida –o peor, la vida entera- pensando en la muerte. Somos así, aunque nos consolamos con la esperanza de que seguiremos viendo Moguer, pero desde otro sitio.

Y aquí estoy, escribiéndote en voz baja, mascullando los recuerdos, los míos, porque no tengo otros. Tanto hablar y se me olvida lo más importante: felicitarte, por tus años y tus hazañas. Y porque eres profeta en tu tierra y entre los tuyos. Porque tú, Platero, no has muerto. Ni puedes morir.

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TE P latero y yo

por Araceli Paniagua Fernández Rosario Paniagua Fernández1

1 Moguereñas, juanramonianas, profesoras.

l Moguerde la época

de

E T e llevaré Moguer a todos los países y a todos los tiempos… serás por mí inmortal (JRJ)

Comienzo

Tenemos profunda admiración por Juan Ramón y su obra; por Moguer y todo lo de aquí, nuestro pueblo, nuestra gente, no podíamos dejar pasar este año Plate-ro, sin “adentrarnos” en una obra universal, inmortal, tan nuestra al mismo tiempo; y extender una mirada al contexto y al texto que nos resultan tan cercanos, tan familiares. Planteamos en nuestro trabajo el Moguer de la época de Platero y yo, extraemos, con carácter priori-tario, la fuerte preocupación social presente en la obra, para concluir con la permanencia de Platero tras cien años y los que vengan… En esta indagación “gustosa”, nos ha favorecido mucho nuestra pasión por la historia, la literatura y lo social que forman parte de nosotras, por profesión y compromiso con la sociedad en la búsqueda de la justicia. Por obvias razones de espacio, en esta publicación omitimos la totalidad del texto que se ex-puso en Moguer en la primavera pasada, dentro de los actos del primer centenario de la publicación de Platero y yo, evento en el que estamos trabajando con ahínco e ilusión desde el Grupo Platero de Madrid.

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1.- Algo del texto

Juan Ramón estuvo en la obra desde 1906, cuando llega a Moguer desde Madrid, ya había fallecido su padre, la familia atraviesa por una época de apuros económicos y encuentra el pueblo distinto, él también era distinto. Las casas no eran palacios, ni catedrales sus templos... Está en la obra hasta diciembre de 1914. Aunque el verdadero Platero, a gusto del poeta, se publica en 1917 por Editorial Calleja. Según González Ródenas2 en Platero podemos distinguir esta estructura. A) Las costumbres andaluzas, b) la indiferencia de los adultos, c) los niños y su estado permanente de gracia, d) el ansia de armonía, búsqueda de lo bello y la epifanía, es decir la manifestación.

Platero y yo irrumpe en los albores del siglo XX como una bocanada de aire fresco, era necesario iluminar la escena española del momento. Por aquellos años en el mundo, en España, en Andalucía, en Moguer estaban pasando cosas, que a modo de círculos en el agua, estaban determinando la creación de la obra, de esta obra.3 Moguer es la indudable referencia del poeta, supo hacer de Moguer un pueblo universal, con sus luces y sombras de ahí que el mismo se denomina el andaluz universal.4 Nunca pretendió ser el adalid de la literatura castellana, eso ya lo eran otros, el vive, escribe y se expresa desde lo que es, andaluz: Mi idea instintiva de entonces y consciente luego, era la exaltación de Andalucía a lo universal, en prosa y en verso, a lo universal abstracto… Yo me puse por nombre el andaluz uni-versal, a ver si podía llenar de contenido mi continente. Escribe también: España no es sólo Castilla. Los meridionales somos fenicios, griegos, romanos, árabes y lo pardo de la meseta central, no nos invade del mismo modo que los jardines y el mar.

Mucho se podría escribir sobre Platero y yo, a modo de aproximación queremos resaltar diez aspectos que están presentes de un modo notable: no es un libro para niños, no es una fábula, es una obra localista, es una elegía, tiene contenido social, es una obra ética, tiene

hondo contenido estético, es una obra espiritual, es una obra universal y es una obra inmortal. En todos estos aspectos estamos indagando y dándolos a conocer en

diversas conferencias.

2.- Algo del contexto.

Moguer ciudad marítima… población importante por su historia, cuyo aspecto no puede ser más agradable… (Amador de los Ríos)

“La historia significa la primera necesidad, porque su ignorancia impide, saber dónde se está, de dónde se viene, quién se es, y adonde se

puede ir” (Julian Marías).

El pueblo, en tiempos de Juan Ramón vive prospe-ridad y decadencia y eso está reflejado en la obra. Tras

el terremoto de Lisboa, de 1755, que afectó al caserío y los edificios de Moguer, incluso la torre de la Iglesia, se procede a

la restauración de los mismos, fue una época de gran prosperidad para el pueblo, dan muestra de ello la belleza de sus casas y el buen

estado de los edificios antes de la crisis de la filoxera y otros problemas conexos. Amplios zaguanes, fachadas enrejadas, monteras de colores, azulejos

y cancelas, dan noticia del elevado nivel de vida, “no de todos”. Sus tradicionales puertas falsas para la entrada de servicios y de “las bestias”.

Juan Ramón gran paseante, disfrutó de su plazas, su blancas calles, Nueva, Friseta, San José, Aceña, “Desde la calle de Aceña, Platero, Moguer es otro pueblo, allí empieza el barrio de los marineros… ¡Qué diferencia entre un hombre serio, seco y sencillo de la Carretería, por ejemplo

2 González Ródenas, S. con la colaboración de Howard T. Yung. Prólogo de Platero y Yo en Juan Ramón Jiménez, Obra poética; prólogo de Víctor García de la Concha; edición de Javier Blasco y Teresa Gómez Trueba. Pozuelo de Alarcón (Madrid). Espasa Calpe, 2005, Tomo II, pp. 427-461.

3 Cfr: Sánchez Jiménez J, La España Contemporánea II, 1875- 1931. Ediciones Istmo. Colección Fundamentos. Madrid, 1991.4 Moreno Hinestrosa, M.J. Dinámica de la población moguereña en el siglo XX: Su estrecha relación con las coyunturas eco-

nómicas. Arias Montano: Archivo Institucional de la Universidad de Huelva, 2009 pp. 217- 231.

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Raposo, y un hombre alegre, moreno y rubio, por ejemplo Picón, tú lo conoces, de la calle Ribera! Granadilla, la hija del sacristán de San Francisco, es de la calle del Coral, cuando viene algún día a casa, deja la cocina vibrando de su viva charla gráfica. Las criadas que son una de la Friseta, otra del Monturrio, otra de los Hornos, la oyen embobadas”. (Cap. XCIII).

Moguer ostentaba magníficos edificios, el castillo del siglo XIII, el Ayuntamiento del Siglo XVIII, Santa Clara, San Francisco, La Granada, la Estación Enológica, para el estudio del vino y cómo atacar la epidemia de las vides, Don Eustaquio, su hermano fue un gran estudioso del tema vinícola. La decoración de azulejos triane-ros del edificio, obra de Aníbal González, el mismo que el de la Plaza de España de Sevilla le dan una belleza singular. Las bodegas del Castillo, la Castellana, Diezmo Nuevo, la calle Flores, la calle Ribera, las tabernas. 5

Moguer había sido muy próspero por el cultivo de la vid, que se convierte en motor económico de la villa, desde cuyo puerto parten los ricos caldos de la comarca hasta los mercados del norte de Europa, Cuba, Filipinas, Puerto Rico. Proliferan las bodegas y tonelerías y el pueblo se convierte en un bullicioso centro económico, llega a contar con 300 bodegas. Desde su casa de la calle Ribera en el mirador, se veía la carga y descarga de vino de los barcos a lo que Don Victor estaba muy atento. “Moguer es como una caña de cristal, grueso y claro, que espera todo el año, bajo el redondo cielo azul, su vino de oro…todo el pueblo huele entonces a vino… y suena a cristal… Cada casa es, en cada calle, como una botella en la estantería de Juanito Miguel, o de Realista, cuando el poniente las toca de sol”. (CXXIV, El vino).

Moguer era cabeza de partido judicial de los pueblos limítrofes, Palos, Lucena, Bonares, Villarrasa, Niebla, Rociana y Almonte. Pueblo ilustrado hubo grandes conocedores de su historia Don José Sánchez Mora, Don Celestino Pérez Ventana y Amador de los Ríos. El pueblo contaba con numerosas publicaciones, “El amigo del pueblo”, ” El Liberal de Moguer”, La Revista de Moguer”, “El Heraldo”, “El Eco moguereño”, “La Revista Montemayor” (que se fundó en 1919 con formato de díptico muy sencillo). Juan Ramón tuvo mucho contacto con la prensa, escribió en ella desde los 14 años y le publicaron trabajos en el periódico El programa de Sevilla y en otras publicaciones andaluzas, ponderando la calidad de sus trabajos, pese a su corta edad.6

Pero la prosperidad del pueblo cambió de rumbo debido a la plaga de la filoxera7 en 1904, que arrasó casi la totalidad de las vides, ocasionó una seria decadencia económica y demográfica y todo ello se refleja en Platero y yo. “Este año, Platero, ¡qué pocos burros han venido con uva! Es en balde que los carteles digan con grandes letras: a seis reales. ¿Dónde están aquellos burros de Lucena, de Almonte, de Palos, cargado de oro líquido…? Corría el mosto por las calles, y las mujeres y los niños llenaban cántaros, orzas y tinajas… Veinte lagares pisaban día y noche…que ardoroso optimismo…” (LXXII, La vendimia).5 Moreno Orta, J.M. Moguer y Juan Ramón Jiménez. Los libros del Trienio, Diputación de Huelva. Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. Universidad Internacional

de Andalucía. Huelva 2009.6 Díaz Domínguez M.P. La arquitectura doméstica en el Moguer de Juan Ramón, Revista Montemayor 2010 (pp. 56 y ss.) Díaz Domínguez, M.P. La Revista

Montemayor también cumple años. Un repaso a los primeros 75 años de historia de la publicación más longeva (1919- 1994) Revista Montemayor 2011 (pp. 66 y ss.).Moguer Fundación Municipal de Cultura. Excmo. Ayuntamiento de Moguer

7 Insecto parásito de la vid que afectó e Europa a finales del siglo XIX y principios del XX, Moguer fue muy castigado por esta plaga.

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También el aterramiento del río Tinto, que no se dragó a tiempo, sumió a la localidad en una importante decadencia. “Mira,

Platero, cómo han puesto el río entre las minas, el mal corazón y el padrastreo… y por su cauce, casi solo pueden ir barcas

de juguete ¡Que pobreza! Antes los barcos grandes de los vinateros…hundidos de tanta carga de vino… y los pescadores subían al pueblo sardinas, ostiones,

anguilas, lenguados, cangrejos. El cobre de Riotinto lo ha envenenado todo. Y menos mal, Platero, que con el

asco de los ricos comen los pobres la pesca miserable de hoy… ¡Qué miseria!” (XCV, El río)

Otra importante actividad de Moguer, era el comercio que se hacía al través del puerto del río Río Tinto, por donde salía la mer-

cancía, y también las personas para comunicarse con el exterior del pueblo, pues en aquella época, no había carreteras ni trenes. Sólo una

carretera de segundo orden, que comunicaba al pueblo con San Juan del Puerto, y había que atravesar un puente de madera. En tal estado de cosas, es

el momento en el que surgen algunas Ayudas Sociales de Beneficencia. Tuvo lugar el comienzo de una incipiente legislación social, para paliar las necesidades de los más

vulnerables.8

Moguer, a partir de 1891, cuando el poeta contaba 10 años, acusó una crisis demográfica, im-portante, relacionada con la crisis económica, ya que la dificultad para encontrar trabajo, impulsó

a muchos a emigrar a Madrid a Barcelona y también a Latinoamérica y en edad de procrear. La población comenzó a descender notablemente, la localidad quedó con menos personas y con pocos horizontes de mejora. “Y los niños pobres llaman, al punto, a las campanillas de las cancelas, o los picaportes de los portones, y lloran largamente hacia adentro: ¡un poquiiito de paaan!” (XXXVIII, El pan).

Para ahondar en el contexto de la obra, es de obligada referencia y consulta los trabajos de Moreno Hinestrosa9 en donde recoge la situación del pueblo en la época que Juan Ramón vivió y escribió Platero y yo y otras obras. Había un reducido número de familias acomodadas, y una gran cantidad de familias en necesidad, cuyas vidas se desarrollaba en condiciones de gran precariedad. “Los trabajadores canturrean por lo bajo en un soñoliento cansancio. Sentadas en los zaguanes, las viudas piensan en los muertos, los niños corren de una sombra a otra… las fachadas de cal de las casas humildes…” (LIX, Anochecer).

Platero y yo ha dado a conocer Moguer, al mundo entero; su paisaje, su paisanaje, sus costumbres, sus luces y sombras, su realidad total. La obra tiene el valor de belleza poética, y la denuncia social de un pueblo que tira hacia abajo, que sufre injusticias, obra escrita desde Moguer pero… destinada al mundo entero. “…En este breve libro en donde las alegrías y las penas son gemelas como las orejas de Platero…” (Prologillo).

En Platero y yo, Moguer es recorrido desde las azoteas hasta la profundidad de los pozos, es recorrido calle a calle, vivencia a vivencia, recuerdo a recuerdo trascendiendo al espacio y al tiempo. Nos lo muestra en diálogo con Platero, en esa “soledad comunicada” a decir de Julián Marías,10 en ese “diálogo ensimismado” a decir de Rosa Chacel, y con toda la frescura que le otorga la prosa poética de una belleza inusitada.11

En la obra se dan cita: autobiografía, recuerdos, retrato de personajes, cuadro de costumbres, emoción lírica, relatos poéticos, meditaciones, críticas y descripciones de fiestas. Decía Julián Marías que al leer Platero se llega a la “apropiación” de su gente y de su paisaje como pocas veces ha sucedido en la literatura. Rosa Chacel valora la obra de manera notable, por tocar la “vida cotidiana”, sin artificios, lo 8 Paniagua Fernández, R. La protección Social. Una mirada al siglo XX. Revista Miscelánea Comillas. Vol. 65.2007. núm. 126. pp. 536-567. 9 Moreno Hinestrosa, M.J. La vida de Moguer en la época de la Restauración (1874- 1923).Huelva, Industrias Químicas y Básicas. 30 Aniversario. Serie

Histórica – Moreno Hinestrosa M.J. Dinámica de la población moguereña en el siglo XX: Su estrecha relación con las coyunturas económicas. Arias Montano: Archivo Institucional de la Universidad de Huelva, 2009 pp. 217- 23.,

10 Marías, J, Platero y yo o la Soledad Comunicada, Editorial Afrodísio Aguado, Madrid, 1966. 11 Chacel, R Juan Ramón Jiménez, maestro de Poesía. Argentina, Cuadernos de Pro Arte, nº 1. 1958. En el prologo de su novela Estación de ida y vuelta,

escrita en Roma en 1930 y publicado en Madrid por Editorial Ulises, hace una bellísima apología de Juan Ramón y de Platero y yo. Escribe el Ensayo Juan Ramón Jiménez, maestro de poesía. Argentina, Cuaderno de Pro Arte, Nº 1.

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real, lo de siempre y para siempre. El Moguer cotidiano es el que se asoma al mundo desde 1914 “…Donde la gente olvidada, se afana cada uno en lo suyo- el sillero, el pintor, el tonelero…el cementerio, a donde a veces llega, pequeñito, apretado y negro, un inadvertido entierro de tercera…” (XXI, La azotea).

Sobre el silencio y la miseria del hombre, se levanta el crepúsculo lleno de idealidades (Juan Ramón Jiménez)

3.- Aspecto social y elegíaco

Platero y yo es un claro libro que denuncia social, desde un compromiso decidido con los más des-favorecidos,” los primores de lo vulgar”, pero huyendo del populismo y folclore. Juan Ramón tenía incorporado el “hacerse cargo” de lo que vivía la sociedad, de sus males e implicarse en ello. Desde el horizonte de la ética, del bien, indicaba el mejor camino a tomar, la medida de cómo actuar. Busca el poeta el rearme ético desde lo estético: Confío más en mi poesía para ayudar a los hombres a ser mejores y ponerlos en paz, que en mis imposibles golpes políticos o mis improbables gestos sociales.

La implicación por el bien desde un decidido compromiso, fue una constante en el nobel y conviene subrayarlo, por ser un aspecto tal vez más desconocido y haber sido identificado falsamente, con la burguesía y el alto lirismo desarraigado de la gente, y no es cierto, sino todo lo contrario. Se preocupó del pueblo que tira hacia abajo. Si a Juan Ramón se le ha tachado del llamado torremarfilismo, como alejado de la realidad, Platero y yo, y no solo Platero y yo, echan por tierra esa errónea concepción.12 La mirada atenta a la gente sencilla a esa llamada “aristocracia de la intemperie”, ponen de manifiesto su arraigo con el pueblo afanado en su lucha cotidiana, interesado, desde dentro por esa intrahistoria unamuniana. Cuando el poeta está contemplando, hace prosa poética desasida, libre de las circunstan-cias que le retienen- cronista insuperable- pero cuando cuenta la historia de un pueblo blanco, lleno de sol, con la gente que sufre o que ríe en las luminosas calles, o en el verdor de los campos, lo hace desde una sugerente descripción y expresión de sentimientos. Expresa los parajes entrañables en donde transcurrió su vida, y la vida y muerte del burrillo que comía flores, uvas y mandarinas y bebía un cubo de estrellas.13

Por sus páginas aparecen niños necesitados “…Los niños pobres juegan a asustarse creyéndose mendigos. Uno se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo…después…como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de comer, se creen unos príncipes… ¡ Sí, sí cantad, soñad , niños pobres!” (III, Juegos de anochecer). “…Los chiquillos gitanos, aceitosos, y peludos fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás de nosotros chillando largamente: ¡El loco, el loco, el loco!” (VI, El loco). “Siempre que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto a la puerta de su casa, sentado en una sillita, mirando el pasar de los otros” (XVII, El niño tonto).

El poeta condenó en Platero y yo la hipocresía, en su denuncia de lo intolerable, y ofrece una sana pe-dagogía del bien. Según Giner de los Ríos14 de Platero y yo se puede extraer una guía de conducta ética y espiritual. A Giner le dedicó Platero y yo, como antes había hecho con Aguedilla. “A Don Francisco Giner de los Ríos que amó y divulgó tanto en sus últimos días, a Platero, en su día de la eternidad en el paraíso de la aurora”.

12 Juan Ramón Jimenez ¿poeta torremarfileño o poeta realista? Sueño, memoria y realidad en el Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Cardwell, R.A. Universidad de Notingham. pp. 13-27. En Actas del V Congreso Internacional de la Asociación de Jóvenes de la Literatura Hispánica. Coord. Regueiro Salgado, B. Rodriguez Rodriguez A. M. Editorial Academia de Hispanismo. Vigo, 2009.

13 Garfías López. F. Juan Ramón en su reino. Moguer. Ediciones de la Fundación Juan Ramón Jiménez, 1995, pp. 131- 143.

14 Pedagogo, filósofo, ensayista español, director de la Institución Libre Enseñanza y de la Residencia de Estudiantes En su planteamiento de la universidad ideal, propuso que, como tal institución, fuera “no sólo una corporación de estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida”. Juan Ramón le profesaba devoción y estuvo muy influido por sus planteamientos.

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Juan Ramón sobre el contexto va colocando personajes que se han hecho inmortales: Aguedilla, Darbón, Anilla la Manteca “La pobre Anilla- la Manteca- vestida de fantasma, estaba muerta aún encendido el farol en su mano negra por el rayo.” (XVIII, La Fantasma). Pepe el Poyo, la niña que no podía con sus ojos negros…. Lolilla. Pinito, la Macaria, Colilla, la cabra Diana, el aperador Raposo, la banda de Modesto, el perro Lobato. Describe personajes pobres, enfermos, vulnerables a los que conoció muy bien acompañando al médico del pueblo Don Luis López Rueda en las visitas a los enfermos. 15

Evoca las costumbres: la venta del pescado por la calle, el pan, los títeres, los húngaros “…Ahí tienes, Platero, el ideal de familia de Amaro… un hombre como un roble, que se rascaba; una mujer como una parra, que se echa; dos chiquillos ella y él, para seguir la raza, y un mono, pequeño y débil como el mundo que les da de comer a todos, cogiéndose las pulgas…” (XXXIII, Los Húngaros). Expresa en la obra las fiestas, la farmacia con viejos fuma-dores; el diputado, la maestra acechada por el hambre, el forense, el recaudador, el alcalde, el pobre cazador de oficio, el casero del cura que se arrastra hasta el pueblo para vender escobas etc.…

De los 77 lugares nombrados en Platero el 99% existieron en realidad, Juan Ramón fue sin duda un poeta consciente de su momento histórico, de sus problemas y quiso contribuir a mejorar la vida de las personas. Platero y yo es un reflejo fiel de la realidad, sin omitir ningún aspecto del entramado social, ante el cual se tra-zan líneas de buena convivencia y conducta ética. El autor concibió Platero dentro de sus Elejías Andaluzas y junto a Entes y Sombras de mi Infancia, Josefito Figuraciones y Piedras, Flores y Bestias de Moguer.

En Platero y yo lo que se cuenta es real, las personas, los lugares, los acontecimientos y en tono elegíaco, lamento de un tiempo mejor, es la elegía por todo un pueblo. Se entiende por elegía el canto por la muerte de seres queridos y desgracias que afectan a pueblos, a civilizaciones, todo ello va envolviendo la obra en un ambien-te concreto, de una cotidianeidad emocionante, del que escapa, a veces, para respirar la belleza sublime, la poesía, la espiritualidad que lo “eleva” ante la necesidad de la gente próxima, que lo atenaza. Esa elevación se pone de manifiesto en… “Parece Platero, mientras suena el Ángelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza co-tidiana, y que otra fuerza de adentro… más constante, más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas,… Más rosas… tus ojos… Platero… que alzas mansamente al cielo, son dos bellas rosas”. (X, Ángelus)

Juan Ramón y Platero y yo inmortales por derecho, así lo reconocemos en este y otros trabajos: “Tú Platero estás solo en el pasado. Pero ¿que más te da el pasado, a ti que vives en lo eterno, que, como yo aquí, tienes en tu mano, grana como el corazón de Dios perenne, el sol de cada aurora?” (CXXXVIII, a Platero en su tierra). Va a tu alma que ya pace en el paraíso, por el alma de nuestro paisaje moguereño, que también habrá subido al cielo con la tuya… lleva montada en su lomo de papel a mi alma, que, caminando entre zarzas en flor a su ascensión, se hace más buena, más pura, más pacífica cada día. (CXXXVI, a Platero en el cielo de Moguer).

15 Traemos aquí el paralelismo encontrado con la antología del poeta chileno, que ha recibido el XXXII premio hispanoamericano de Poesía JRJ con su antología que constituye un dialogo social con los más desfavorecidos, una palabra levantada sobre las injusticias y el duelo que aflige a los corazones ciegos. León, Benjamín, Canciones para animales ciegos, Colección Galardón de Poesía. Patrocina Diputación de Huelva y Organiza la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez. Mayo 2013.

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4.- Para ampliar:

• CARDWELL,RichardA.,Juan Ramón Jiménez, José Or-tega y Gasset y el problema de España, comunicación leída el 26 de junio de 1981 en el Congreso In-ternacional conmemorativo del centenario del poeta, celebrado en la Universidad Hispanoamericana de La Rábida

• GARCÍA, Crisógono, «J. RamónJiménez, poeta social», Ya, Ma-drid, 22 mayo 1981, pág. 55.

• GÓMEZYEBRA,AntonioA.,«La figura del niño en Platero y yo», en Poesía total y obra en marcha, Barcelona, Anthropos, 1991, pp. 387-395

• IZNAGA,Alcides,«PoesíasocialyJuanRamónJiménez», Islas, vol. II, núm. 2-3, Santa Clara, Cuba, enero-agosto 1960.

• JIMÉNEZ,JUANRAMÓN.De mi ser natural. Poesía escojida para jóvenes lectores. Selección de Alfonso Alegre y José Ra-món Guzman. Junta de Andalucía 2008

• JIMÉNEZ,JUANRAMÓN.Vida. Días de mi vida. Volumen I .Recons-trucción, estudio y notas de Mercedes Juliá y Mª Ángeles Sanz Manza-no. Valencia. Editorial Pretexto, 2014.

• JIMÉNEZ,JUANRAMÓN.Moguer, Ediciones Fundación Juan Ramón Jiménez, 1996.

• MUIÑOS,MaríaDolores, Los niños en Platero y yo. Tesis de Licenciatura, Universidad de Deusto, junio 1974.

• PALAUDENEMES,Graciela,«ArteyvidaenPlatero y yo», pronunciada el 11 de octubre de 1974 en la Universidad de Miami, en homenaje a Juan Ramón.

• ROMERA,José,Juan Ramón Jiménez y su contexto, pronunciada en el Co-legio Mayor Isabel de España, de Madrid, el 18 de noviembre de 1981.

• SALVADOR, Gregorio, «La poesía social en Juan Ramón Jiménez: Lacarbonerilla quemada», pronunciada en la Residencia Universitaria San JosédeCáceres,el7deabrilde1981,dentrodelsimposio«J.R.J.ensucentenario» organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de Cáce-res.

• URRUTIA,Jorge,«Lasdudasdelmodernista:compromisosocialyeste-ticismo o el miedo a la joven América», Revista de Literatura, tomo L, núm. 100, Madrid, julio-diciembre 1988, págs. 467- 484.

• VIRIBAY,Miguel,«LíneaycolorenPlatero y yo», RS-Cuadernos de Realida-des Sociales, núm. 27-28, Madrid, enero 1986, págs. 243-254

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Paco Naranjofotografía

O bra gráficaO

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JJuan Ramón

uando Rosario F. Cartes en: Fragancias y Esencias: “Vera-flor”, un delicioso artículo publicado en la Revista Montemayor 2012, manifestó y puso de relieve, una vez más, la conocida pericia en el dibujo y el diseño de Juan Ramón -con la habilidad en el ámbito comercial de Zenobia-, en un proyecto y negocio ideados por Eustaquio Jiménez, que desde su fábrica de coñac pretendió la fabricación de perfumes con unos bellos nombres florales, mitológicos o simbólicos; con la osadía de hacerlo desde un pueblo aislado, en retroceso, arruinado y noqueado por la crisis de la filoxera; y con unos dirigentes anodinos para su reactivación económica. No deja de sorprendernos ese ánimo en el espíritu de empresa e innovación que tenía el hermano de Juan Ramón. Pues si en aquel entonces, como dice la articulista, era común un desarrollo de la industria de la perfumería en nuestro entorno geográfico en el momento que Eustaquio lo concibió, creemos que no se debe pasar por alto ese intento de adaptación al mercado y supervivencia en un momento crítico de la Historia de Moguer.

Pero esta colaboración entre los hermanos para la creación y el diseño, no sólo se quedó en el ámbito de los negocios, sino que recorrerían otros mundos. Así, en un apartado privado y doméstico, realizó en 1917 según una carta de Eustaquio a su hermano, a petición de Rafael Almonte, el médico y amigo de la familia, los dibujos y diseños de alzado y cenital del marco que tendría el retrato que hizo Sorolla de Juan Ramón, que Eustaquio deseaba poner en su despacho. Otra relación con los mismos protagonistas, que el poeta reconocería años después en unas memorias escritas en Puerto Rico, se manifestó esta vez en un ámbito público e imperecedero; como fue el diseño de un mausoleo para el párroco Julián Borrego, sito en el cementerio parroquial de Moguer, en el patio de San Pedro. Fuera del rincón umbrío y verde, con la verja caída, que era el cementerio de los curas según Juan Ramón. Un lugar anómalo para el amado párroco, como dice el epitafio.

ulián Borrego,

el amado párroco de

J

C

por Federico Ortega Flores

Ya sabes que la pobre era tan vieja como don Julián y tan torpe.

(La yegua blanca. Platero y yo)

El hombre, Platero, sigue siendo en Moguer de Andalucía, de España, para el hombre (quitando a don Julián el vicario, Eustaquio, Juanito, Ramón y Pepe)

y hasta para muchas mujeres (no las que me rodean) el tipo aquel que Quevedo describió,

(El mejor amigo. Platero y yo)

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El amado párroco Julián Borrego Robles (Lora de Estepa, 1843 - Moguer, 1907) tomó la vara del arciprestazgo de Moguer en 1887, que entonces incluía las parroquias de Palos de la Frontera, Bonares, Lucena, San Juan del Puerto y Niebla. Una jurisdicción de idénticas dimensiones al Partido judicial de Moguer del año 1874. Su morada en Moguer fue como inqui-lino en los altos del número 5 de la calle San José, viviendo casi en frente de Darbón, el médico de Platero. Arriba de la vivienda de Eusebio López Rodríguez, de su mujer Teresa Domínguez y de sus hijos Juan y Teresa. El cabeza de familia era diez años mayor que el párroco y los varones de la casa tenían el oficio de sochantres. Unas tareas de dirección del coro en los oficios divinos, que seguramente determinaron la elección de dicha casa para su residencia en esta localidad.

Personaje principal en Moguer a principios del siglo XX por su autoridad moral y rango eclesiástico, su carisma superaba de largo a su cargo, como lo atestiguan algunas pruebas que muestran la interacción del párroco de la Granada con el Consistorio. En las actas del cabildo, las primeras notas relativas al párroco son de 1887 y 1888, insistiendo que la Corporación municipal asumiese el gasto del arreglo del reloj de la torre. Una vez con-seguido el propósito por su empecinamiento, pedía que retirasen la antigua maquinaria, pues amenazaba con dañar a las personas y necesitaba desalo-jar el lugar. También debió participar en las gestiones para la adquisición del lugar del Cristo por el ayuntamiento y el asunto del cementerio nuevo. Como custodio de los libros de bautismo de la parroquia, su presencia era común en los actos de talla y sorteo de los mozos para el servicio militar que se hacía en el consistorio. Su alma desprendida y con inquietudes que superaban las labores más allá de las puertas del templo, quedaron demos-tradas el 10 de octubre de 1890: el Pleno reconocía que el arcipreste de este partido don Julián Borrego y Robles había donado al Ayuntamiento el retrato de cuerpo entero de la Reina Regente (entonces María Cristina), dando fe y agradecimiento la corporación. Un valioso regalo muy a pro-pósito para la cercana celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América. Puesto que dos años después, por ese motivo, la citada reina visitó los Lugares Colombinos y el cuadro (hoy desaparecido) que presidía el salón de actos, pudo servir muy bien para el riguroso protocolo.

Hombre generoso y desprendido, los pobres eran sus máximos benefi-ciados, y no sólo en sus oraciones. Es por ello, que se comentaba en los mentideros de la localidad hasta hace poco su conducta, que si bien nunca pasaron de los rumores a los escritos –hasta ahora no hay pruebas docu-mentales de ello-, la leyenda dice que cuando iba a visitar a los pobres para darles ayuda espiritual, era propenso a desprenderse de las prendas que llevaba bajo la sotana para dejárselas a los necesitados.

Sacerdote que se podía identificar con la Iglesia renovada de fines del siglo XIX. Una institución que perdía muchos de los privilegios que hasta hacía poco había gozado en todo el Antiguo Régimen y que tenía que adaptarse a los nuevos tiempos del Estado liberal. Unas doctrinas que tuvieron su máximo exponente en la Encíclica Rerum Novarum (de las cosas nuevas o de los cambios políticos) del papa León XIII de 1891. En dicha carta abierta, el Sumo Pontífice abogaba por las nuevas clases obreras, temía la descristianización en éstas y la difusión de las ideas revolucionarias so-bre las masas trabajadoras. Apostaba por las soluciones conjuntas entre Iglesia, Estado, patrón y trabajador. Unas doctrinas que podían tener su efecto balsámico sobre las masas campesinas y jornaleras de la localidad que malvivían en el sistema caciquil -y podían caer en el anarquismo que se extendía por Andalucía-, donde las penurias, el hambre y la miseria estaban a la orden del día:

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Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, por la oscura morada de la calleja miserable que da al río seco, los niños pobres juegan a asustarse, fingiéndose mendi-gos. Uno se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo…

Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de comer, se creen unos príncipes:

-Mi pare tié un reló e plata.

-Y er mío, un cabayo.

-Y er mío, una ejcopeta.

Reloj que levantará a la madrugada, escopeta que no matará el hambre, caballo que llevará a la miseria…

El corro, luego. Entre tanta negrura, una niña forastera; que habla de otro modo. La sobrina del Pájaro Verde, con voz débil, hilo de cristal acuoso en la sombra, canta entonadamente, cual una princesa:

Yo soy laaa viudiiitaaa

Del Condeee de Orée…

¡… Si, si!. ¡Cantad, soñad, niños pobres! Pronto, al amanecer vuestra adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de invierno.

-Vamos, Platero…

(Juegos del Anochecer. Platero y Yo)

Como líder del gobierno parroquial, y dentro de las doctrinas de la Iglesia, fomentó la creación e instala-ción dentro de la parroquia de diferentes asociaciones, como la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, la Asociación de Hijas de María, la Asociación Seráfica o la Asociación de Señoras de Nra. Sra. de Monte-mayor, que en una consulta de éstas al alcalde preguntándole dónde podían poner la tómbola en la velada de septiembre de 1906, una de las firmantes y miembro era Ignacia Jiménez, hermana de Juan Ramón. Los objetivos de estas asociaciones compuestas principalmente por mujeres, versaban siempre en las ayudas a los necesitados. Quedándonos constancia documental de los recibís de hogazas de pan, carne y leche donados por los comerciantes de la plaza de abastos local, y la invitación al alcalde, con motivo de la comi-da que organizó la Asociación de Señoras San Vicente de Paul en la Semana Santa de 1906 para los pobres. Estas asociaciones, aunque ajenas en cierta medida al arcipreste, al estar localizadas en la parroquia, debían aumentar en alguna manera el carisma y la cordialidad del cura titular entre sus feligreses, fomentando el cariño del pueblo hacia él.

Parte de las ayudas a los pobres que potenciaba entre sus paisanos, y predicaba con su ejemplo, era la prioritaria educación de los niños. Contamos para ello con una anécdota de carácter reservado que puede ayudarnos para describir su perfil y su preocupación en tal tema, antes que llegase el cénit de su misión: entre los expedientes de matrimonios que enviaba para su tramitación a su amigo el Cardenal de Sevilla, Marcelo Spínola, está el caso de 1898 para la boda que tenían que celebrar con toda celeridad Mercedes Gómez Romero y José Joaquín Flores Fernández, pues ella estaba en cinta. Dentro de las explicaciones que

Julián Borrego Robles. Fotografía de D. Ropero Regidor

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daba, por encima de todas, alegaba la necesidad del casamiento porque Mercedes era la maestra de los po-bres de Moguer, y con su embarazo estando soltera, generaría un escándalo que le haría perder el trabajo para seguir ejerciendo la docencia sobre los más necesitados del pueblo, y que tales inocentes criaturas se quedarían en una situación aún más desamparada.

Pero como hemos adelantado, el culmen de su periodo de gobierno fue el establecimiento en su arcipres-tazgo del colegio de las Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón, que tendría la sede en el Convento de Santa Clara de Moguer. A todas luces un éxito, pues téngase en cuenta que en ese periodo (según el Boletín Oficial Eclesiástico del Arzobispado de Sevilla de 1909), escasos arciprestazgos contaban con un colegio en su jurisdicción. De la provincia de Huelva, se contaba el de Aracena con otro colegio de Esclavas Concepcionistas en Corte Concepción y en Huelva, el Santo Ángel. Y cercanos, aparte de Sevilla, estaban Écija,ElPuertodeSantaMaríaySanlúcardeBarrameda.

La amistad con el Cardenal Marcelo Spínola (San Fernando, 1835- Sevilla, 1906) tuvo mucho que ver para la ubicación de tal colegio: V marqués de Spínola, también de enorme sensibilidad por los desfavorecidos, fue licenciado en derecho antes que sacerdote e instaló un bufete de abogados en Huelva con servicio gratuito a los pobres. Fue cofundador con Celia Méndez de las Esclavas del Divino Corazón en 1885.

De la puesta en marcha del colegio en Santa Clara con objetivo de escuela para niñas pobres, donde se edu-quen también señoritas, existe numerosa documentación al respecto. En ella se pone de manifiesto el interés del párroco, secundado por buena parte del pueblo y las autoridades. Pero dentro de las vicisitudes que

tuvo que afrontar Julián Borrego para la obra, merece la pena que nos detengamos en la lucha que tuvo que litigar con las últimas tres monjas de la congregación de clarisas

que quedaban. Ancianas, impedidas, dieron buena batalla a las autoridades antes de dar su brazo a torcer. Estas monjitas negaron la entrada a operarios enviados por el ayuntamiento en mayo de 1902. De tal forma, el tema había llegado a oídos del

cardenal, y Julián Borrego, en la posdata de una carta con fecha de ese mes enviada al secretario, le añadía: “Después de besar sus manos, dígale al señor Arzobispo que las

monjitas están cada vez más furibundas. Dios las perdone”. Esta naturalidad y esponta-neidad en la expresión, poco propia hacia un superior, es extensiva en las misivas que le enviaba, máxime cuando afirmamos que su ductus rápido trasluce que no eran transcritas de un borrador anterior. Pero siguiendo el tema, con fecha 21 de mayo de 1902, al propio arzobispo decía: “Por fin estas desgraciadas mon-jas de Santa Clara acaban de consumar su desventura. He sabido que no habiendo

encontrado eco en la autoridad civil su actitud de resistencia, si no que por su intervención les fueron abiertas la puerta del claustro, inmediatamente apelaron a la Guardia Civil”. Estas monjas continuaron la lucha, no dejando descansar al cura párroco ni a la vuelta de sus vacaciones, así el 2 de octubre escribía al mismo destinatario: ”Cuando creíamos que el asunto de las monjas de Santa

Clara de ésta [Moguer] iba encaminándose, al llegar a ésta de regreso de mis baños, me encuentro una carta de la Superiora de Junta, en la que me dice que encontrándose allá el Sr. Visitador, fue consultado sobre el asunto que debía darse a la instancia del señor Nuncio de S.S. y contestole que debía partir de las monjas de Moguer. Escribo al instante la solicitud para que las firmen estas monjas, y no obstante, tras haberme asegurado el que se prestaban a ir a donde se les ordenase, ahora dicen que no se mueven de

aquí; y si se les obliga a salir por fuerza de ésta, sería a condi-ción que las colocasen en un convento de su orden. Para que sean torcidos todos sus caminos, les faltaba ese detalle”.

Semejante revuelo tuvo que ser discusión en el pueblo y la comarca, no faltándole apoyos a las propias monjas

en sus pretensiones. Pero el párroco Julián Borrego contaba con un amplio consenso entre los vecinos. Y numerosos padres de familia firmaron una carta al

Panteón de Julián Borrego Robles, diseñado por Juan Ramón Jiménez entre 1907 y 1913.Fotografía de Diego Ropero Regidor

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arzobispo de Sevilla que daban gracias al arcipreste por su intercesión para traer a la localidad el colegio y ponerlo en el convento, ocupado por tres ancianas; donde en dicho manifiesto acusaban de insensatos a los que hacían frente al arcipreste y a las esclavas concepcionistas. Dicha proclama terminaba con unos elocuentes: ¡Viva nuestro arcipreste!, ¡viva nuestro prelado! y ¡vivan las esclavas!. Entre los numerosos vecinos que dieron su firma se encontraban Eustaquio Jiménez y Purificación Mantecón, hermano y madre de Juan Ramón.

En otro orden, este hombre también poseía sensibilidad por los templos de Moguer como edificios his-tóricos y artísticos. En 1895, antes de designarse el Convento de Santa Clara como lugar escogido para colegio, pedía que se hiciese lo oportuno para su rescate de la ruina que estaba sufriendo, pues debido a su pasado colombino, merecía un mejor uso. Propinando el traslado de las citadas monjas a otra sede y traer una nueva congregación. Con la iglesia de San Francisco caída en el abandono, proponía en 1905 la venta de varias dalmáticas de ese ex convento, valoradas en 1800 pts. con algún mérito artístico para el arreglo del templo. Parece ser que esas maniobras de gestión fueron continuadas tras su muerte, pues Zenobia (Carta de Eustaquio a J.R. Jiménez. 1915, agosto, 28. Moguer) estuvo interesada en adquirir unas mesas doradas procedentes de San Francisco.

En relación con el patrimonio artístico religioso, ponía en conocimiento de las autoridades eclesiásticas en agosto de 1901, las pérdidas de objetos de valor que estaba sufriendo Santa Clara. Una denuncia muy ocurrente para acusar el abandono que sufría hasta entonces el edificio. Por el contrario, su tono cambia cuando avisó en 1897 del robo de un cuadro de la Virgen de La Granada en la Parroquia, pues si en dicha denuncia lo identificaba y describía, aclaraba, y sólo suponía de pasada, que era del siglo XVII del pintor Pacheco; pero sin poder asegurarlo, pese a recordar que tenía la identificación por detrás. Fue sustraído de un cuarto que estaba bajo llave. Toda una proeza en quitar hierro al grave problema que le supondría la pérdida de semejante obra del maestro del barroco sevillano. Y para alegría del cura, un monaguillo seis días después lo encontraba detrás de una puerta. Este hurto y rápida recuperación del cuadro (hoy des-aparecido), probablemente obra de alguna chiquillada, que a todas luces, fue comidilla y motivo de chanza en los casinos y tabernas de la época… ¿serviría para ampliar la simpatía del pueblo por su párroco?.

El carisma y la simpatía del cura entre sus feligreses, sin duda tuvieron que ser oídos por los hermanos Álvarez Quintero, quienes en esa época venían con asiduidad a Moguer para visitar a su tío Domingo Pérez (el médico de los pobres, según Juan Ramón). El investigador Díaz Hierro, en un artículo publicado en el Odiel el 25 de julio de 1971, explicaba la relación de tales dramaturgos con Moguer entre 1900 y 1904, donde Serafín contrajo matrimonio con la moguereña Lola Sánchez-Mora y Estrada, que fallecería poco después. En el citado artículo cita algunas obras, que con nombres simulados, hacen referencias al pueblo y personas reales de Moguer de finales de siglo e inicios del XX, que les sirvieron de inspiración para mu-

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chos de sus personajes. Entre esas comedias nombra “El Amor que Pasa”, con alusiones a su amada Lola y a la tía de ésta. Es por ello, que cabe preguntarnos si Julián Borrego Robles, sirvió de inspiración para el personaje de don Julián, el simpático párroco de “Puebla de las Mujeres”, obra escrita y estrenada en Madrid en 1912 con notable éxito, ya fallecido nuestro protagonista.

Persona que sirvió de modelo, o no, para estos famosos dramaturgos del momento, el Ayuntamiento ya en vida le tenía enorme estima y consideración, pues en el padrón de 1903, la antigua calle del Pasadizo del Marqués, ya tenía el rótulo de Arcipreste Borrego, nombre que aún conserva.

Julián Borrego Robles falleció en la casa de la calle Botica que hoy conserva una placa recordando su me-moria, un día del mes de mayo de 1907. El día 24 del mismo, el alcalde asistía esa tarde formando cabecera del sepelio en signo de respeto por el ejemplar sacerdote, interpretando sus deseos y los del pueblo, cuya clase pobre, tantos beneficios recibió. Por cuyo asunto, encargó una corona con los lemas:”Moguer a su que-rido párroco Julián Borrego” y ”Padre de los necesitados”, que costó 100 pesetas, más 15 pesetas el viaje y torna viaje de Huelva.

La pérdida de tan singular párroco, tuvo que ser honda entre sus feligreses. Seguramente se tuvieron que suceder los honores a su memoria, y dentro de ellos se tendría que contar con la realización del mausoleo. La ausencia de documentos en el Archivo Diocesano de Huelva que hagan referencia al gasto en la obra del panteón, hace declinar la hipótesis que la iniciativa saliese de la Iglesia. Y la falta de pruebas que fijen la iniciativa por el Ayuntamiento (la única referencia al mismo, es una solicitud presentada al Pleno el 5 de marzo de 1909, la cual no tuvo registro de entrada, presentada por el médico Rafael Almonte, Nicolás Olmo Flores e Hipólito Vitella, cura de la Parroquia, de una ayuda para concluir el mausoleo levantado en el cementerio para el citado arcipreste. La mala situación de las arcas municipales, le permite donar a la causa 125 pesetas, que iría incluido en el capítulo de imprevistos), sólo nos deja la posibilidad que el dinero sa-liese de personas o colectivos ajenas a ambas instituciones con el fin de realizar tal homenaje. Donde Juan Ramón colaborase de una forma altruista y desinteresada, quizás una vez más, a petición del médico Rafael Almonte, seguramente uno de los promotores de la obra, sabedor de sus dotes artísticas. Y por otro lado, también motivado por la admiración que le profesaba la familia Jiménez Mantecón a su amado párroco.

Fuentes documentales:

-Archivo Histórico de Moguer. Actas del Cabildo, legajos: 35-45.

-Archivo Histórico de Moguer. Sección Eclesiástica. Legajos: 1047.

-Archivo Diocesano de Huelva. Parroquia de Moguer, Gobierno-correspondencia, legajo años 1884-1930.

-Casa Museo Zenobia y Juan Ramón. Correspondencia Reservada.

Bibliografía:

-DÍAZDOMÍNGUEZ,M.Religiosidad Popular en la Ciudad de Moguer (1400-1936). Moguer: Fundación Municipal de Cultura. Archivo Histórico Municipal, 2005.

- GARFIAS, F. Servir es Reinar: Celia Méndez, fundadora de las Esclavas del Divino Corazón. Madrid: Editorial Católica, S.A., 1989

- MORENO ORTA, J.M. “Don Julián, la admiración de Juan Ramón por un hombre de Iglesia”. Revista Mon-temayor 2007 Moguer: Fundación Municipal de Cultura, 2007.

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V uelven a mí, recién vividas en esta tarde arrobadatodas las inocencias:los naranjales, el prado, los lirios amarillos,las golondrinas que retornan.

Suena de nuevo aquel Ángelus, y caenen cascada las rosas azules, rosas… Renace el niño tonto y el perro sarnoso y la tísica,el potro castrado maltrecho y triste,y el caballo Almirante y el perrillo Lord.

Quizás salga el canario muerto, secreto su trino, del corazón de una rosa blanca.

En el cielo de Moguer…

Y nuestra alma, Platero, se hará “más buena, más pacífica, más pura cada día”,

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Carmen Ciria

EMoguer

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“Era de madera! La Virgen”. Borrador de un capítulo casi desconocido que Juan Ramón nunca escogió para ninguna edición de Platero y yo

Nuevamente he de agradecer a Carmen Hernández-Pinzón Moreno, sobrina-nieta de nuestro Nobel y representante de la Comunidad de Herederos, la generosidad de poner en mis manos el valioso borrador1 que hoy traigo a estas queridas páginas de Montemayor. Qué espacio literario mejor – me dice con su ofreci-miento y convengo- para desvelar y tratar el asunto central de este texto que quedó en fase de borrador e incompleto en algunas palabras, pero no así en su idea que tuvo, como veremos, recorrido hasta un proyecto último. El asunto generador y provocador de la escritura en dos desbordamientos íntimos, no es otro que una vivencia del joven Juan Ramón referida a la Virgen de Montemayor.1 Además de indicaciones valiosas, (tema de Dios tratado por M. Jesús Domínguez Sío -octubre, 1991- o las Notas y Apéndices en la edición crítica de Soledad González Ródenas

-2005- con la novedad de una posible variante de Era de madera!) completan su aportación para este trabajo: copia del manuscrito original La Virgen de Montemayor: triángulo de madera (aquí se señala y reproduce como texto B), que pertenece al libro Vida, inédito hasta su reciente publicación, la fotografía de la Virgen de Montemayor -imagen anterior a 1936- que se reproduce y siempre tuvo la familia, y copia de diverso material perteneciente a Eustaquio Jiménez. (Ver Bibliografía)

A Nicolás (del caudal familiar del Poeta) a Valentina y a León, que han llegado al mundo a punto de abrirse

los lirios y las rosas del centenario de Platero.Nuestro fin suficiente está solo donde nacimos, donde nuestra niñezasentó sus reales…. JRJ. De Estética y Ética Estética (Prosa crítica)¡Árbol, la madre, de dios,con ramas de cielo vivo,que un viento de eternidadmece con ritmo infinito! JRJ. “Y toma al niño consigo”. (Romances revividos del tiempo de Moguer)

por Rosario F. Cartes

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Desvelar ahora este episodio que se entraña en las esencias de Moguer, es un sencillo aunque amo-roso tributo a nuestro poeta en el centenario de su libro más universal, Platero y yo, a cuyo “corpus” general pertenece, aunque haya permanecido con solo una breve ilusión de luz, en su silvestre espera… Es, asimismo, homenaje igualmente sencillo y sentido, a la memoria del sobrino de Juan Ramón, Francisco Hernández-Pin-zón Jiménez, a quien se debe la transcripción del manuscrito, como la ingente tarea que asumió y desarrolló con inmensa generosidad, con amor, respeto, rigor y celo, para el conocimiento y la difusión de la Obra del Andaluz Universal.

He aquí el texto (A):

(Borrador)

Había venido al pueblo un viejo pintor y el vicario quiso que arreglara a la Virgen, vieja ya y descolorida.

Como la ermita estaba al lado del huerto –ermita blanca con su pino verde, con su roca roja, sobre el cielo azul-, yo me ofrecí a llevar la Virgen sobre Platero.

Subimos mi hermana y yo al camarín de cristal y con el cuidado con que se coge a un niño, cogimos a la Virgen, morena y bonita como una (incompleto)

Al bajarla se alzó el manto y (incompleto)

La Virgen era un triángulo de madera vestido de encaje y de púrpura, con dos manos y una cabeza coronada.

Qué río de frío pasó por mi vida. Mi hermana y Platero no nada.

Recuerdos

En un instante comprendí que Platero no era lo que yo pensaba, que la Virgen era de madera y que yo (incompleto)

Que iba yo solo: Que no íbamos tres, que no íbamos ninguno

unque el texto no está fechado, podríamos deducir que debió ser escrito –o que los hechos sucedieron- a final de primavera o comienzo del verano, cuando el tiempo es ya estable, requisito impres-cindible para la delicada operación que asume nuestro poeta al trasladar, del modo sorprendente que relata, a la Patrona de Moguer que –suponemos en la excepcionalidad- ya quedaría en el pueblo para la novena y la fiesta de septiembre, “los días de la Virgen”. El mismo Juan Ramón situó la escritura de Platero en el Prólogo a la Nueva Edición: Empecé a escribir Platero hacia 1906, a mi vuelta a Moguer después de haber vivido dos años con el generoso doctor Simarro. El recuerdo de otro Moguer, unido a la presencia del nuevo y mi nuevo conocimiento de campo y gente, determinó el libro. Entonces, yo iba mucho por el pueblo con mi médico, Luís López Rueda, y vi muchas cosas tristes. (…) Vuelvo yo a Madrid, 1912,…

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La primera vez que se ha reproducido el manuscrito original (depositado en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico) ha sido en la obra de Carlos del Saz-Orozco, Dios en Juan Ramón. Desarrollo del pensamiento religioso de Juan Ramón Jiménez. de 19632. Y con la reproducción del original, la de la transcripción realizada por el sobrino del poeta, que es la que aquí se expone, procedente del archivo familiar. El autor indica que el título está escrito a lápiz y que el texto, corregido por el poeta e incompleto en algunas palabras, presenta unas líneas cruzadas, también a lápiz, apreciables solo en parte, en la reproducción (¿signo de haber sido desestimado para un fin como la edición? –cabría preguntarse-). “Se trata –dice- de una nueva nota de devoción y servicio a la Virgen María. Su lirismo es extraordinario… Toda la página tiene sabor a narración medieval mariana, y está perfectamente estructurada para encuadrarse dentro del contenido de Platero y yo”. “Esta es la primera vez que se pone al dominio del público, ya que no apareció en ninguna de las ediciones de Platero y yo, ni fue incluida en Platero revivido, donde Ricardo Gullón coleccionó las páginas y notas inéditas del libro”. Y la señala intere-sante para la crítica.

En opinión de Saz- Orozco: “Lo íntimamente religioso de la infancia y primera juventud, una idea cristiana de Dios –que nunca se borra completamente- disminuirá en su Obra, a medi-da que corran los años, para dar cabida al concepto posterior del dios juanramoniano” (…) “No solo se trata del concepto de dios como tal y aislado, sino su elaboración teológica en las diferentes esferas de lo religioso, como pueden ser problemas conectados con la Virgen, la actitud religiosa del poeta ante el sufrimiento, la eternidad, etc.”

Y en el curso de esa evolución o sucesión –como todo lo esencial en JR: vida/creación/ ética/estética- Dios será, de partida, el que hay que buscar en la naturaleza, …en nosotros, los naturales –dirá - (recuérdese aquella anécdota -tenía tres años- que le refirió la familia, y el poeta contó en el texto Lo cogí, en el que el niño Juan Ramón pretendió atrapar a Dios en la oquedad de un vaso bruscamente virado boca-bajo contra la superficie de la mesa, como hacen los niños con los insectos para observarlos de cerca, movidos por la curiosidad inocente, y que tanto recuerda el proceder de otro niño que será premio Nobel como el moguereño, Santiago Ramón y Cajal) y luego, aquel Dios enredado con el poeta en lucha hermosa; lo mismo que un fuego con su aire, hasta desembocar en un hondo sentido metafísico que fru-tecerá en la conciencia: que nuestro dios no es sino nuestra conciencia. Tú, esencia, -dirá- eres conciencia; mi conciencia. Y el

poeta se sabrá tronco del árbol de lo eterno.

Dice Mª Jesús Domínguez Sío, (y conviene recordar sus reflexiones sobre la influencia del krausismo y la pedagogía de Francisco Giner en la obra reseñada), que “Juan Ramón es un espíritu contemplativo, fascinado por la naturaleza de Moguer, que busca más allá de la ortodoxia convencional, la solución a las contradicciones convencionales”; y en el mismo campo, la lectura que hace Michael P. Predmore en su estudio y edición de Platero, que va a una óptica cristológica, evangélica, del libro, “la sensibilidad religiosa poéticamente elaborada del libro”, la esperanza, pese a las tribulaciones endulzadas en breves alegrías, en el dios del venir.

2 La edición utilizada en el presente trabajo es de 1966. Agradezco a Teresa Rodríguez Domínguez, y al Centro de Estudios Juanra-monianos, su valiosa ayuda al facilitarme el acceso a esta obra, y a diverso material de archivo relacionado con el tema: revistas Tamar y Montemayor, datos en Josefito Figuraciones, Entes y sombras de mi infancia, Piedras, flores y bestias de Moguer…o poemas determinados como Volaba en una rosa, de Poemas impersonales y Leyenda.

Para mayor agilidad en la lectura se irá señalando entre paréntesis la procedencia de datos relevantes, generalmente, el autor. Dada la diversidad de procedencia de los materiales, y de criterios de los autores de referencia, en las citas de Juan Ramón se ha seguido la modalidad ortográfica actual, y no la particular del poeta.

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Saz-Orozco y Rosario Pa-niagua Fernández han resaltado la devoción filial del poeta a la Virgen María. Dice el primero: “Uno de los elementos religiosos que influyen poderosamente en la vida íntima de los primeros años del poeta es su devoción filial a la Virgen María. Ella le sirvió de inspiración en algunas poesías. Y se presentó con verda-dero sentido de madre, a la que se acude en momentos de angustia, ya que se complace en extender su protección y favor ante Dios a los que acuden confiados a Ella”. De esas poesías han señalado ejemplos ambos autores, y en Platero, la alu-sión a varias advocaciones marianas, además de la Patrona, Santa María de Montemayor, del Rocío, de la Granada, del Carmen…

Poemas de molde, o de raí-ces, o con ecos en la tradición an-daluza procesada o del romance, o directamente simbolista como Vola-ba en una rosa, sobre la Anunciación, (el momento del Ángelus que re-cordará la plástica poética del tema pictórico de Fra Angélico y Millet, poema donde Juan Carlos Ballesta ve signos de prerrafaelismo, y el ca-pítulo de Platero, Ángelus) o mues-tras de aquellos como Otra oración a la Virgen María, cuyo subtítulo es bien claro, En Lourdes, pensando en mi Virgen morena de Montemayor, o Y toma al niño consigo, Romances revividos del tiempo de Moguer. (Cansinos-Assens, en su obra La co-pla andaluza, recoge ejemplos de otras composiciones de estructura popular y contenido profano, de Juan Ramón, donde señala la feliz combinación de lo culto y lo popular,”una continua transfusión de inspiraciones”, como su correspondencia con la canción verlainiana; para el autor sevillano, la copla “es la voz oracular del arte.”También hará Cansinos, que se relacionó en su juventud con Juan Ramón y compartió inquietudes intelectuales con él, tales como la filosofía y literatura oriental, posiblemente la poesía sensual y mística del persa Omar Khayyám…3, una traslación a lo cristológico de la copla andaluza donde “solloza como en un vasto Miserere todo el dolor irreprimible de un pueblo”, el eje central de la Semana de Pasión –la tragedia barroca-, la época en que Andalucía se siente pueblo, en que “el misterio religioso se convierte en misterio humano, y la liturgia cristalizada se retrotrae a su génesis emocional”. Hablará también de un “metabolismo gitano-andaluz…”que nos recuerda estas presencias en Platero…)

El marianismo en Andalucía es de largo, hondo, y singular recorrido. Y es parte de lo que Juan Ramón llamó sentimiento andaluz del mundo. Entronca ancestralmente con los cultos más primitivos, la Gran Diosa, -Mater Magna-, o los antiguos a Ishtar o Astarté, de tan rico simbolismo y alcance. La adición de la media luna a los pies de algunas advocaciones marianas hunde sus raíces en el Génesis y en el Apocalipsis (recuérdese

3 Juan Ramón menciona al poeta persa en el Capítulo LXVIII, Domingo, de Platero y yo. En la Biblioteca Personal de la Casa-Museo, en Moguer, se encuentran dos ediciones de Rubáiyat, una en versión inglesa de Edward Fitzgerald, con ilustraciones de H. Cole, London, John Lane, 1907, y con dedicatoria autógrafa sin identificar, y otra en francés, versión de Claude A. Mirza Muhammed, París, Sirène, 1920, con exlibris de Zenobia y JR, Madrid, 1921. Debo y agradezco este dato a Teresa Rodríguez, del Centro de Estudios Juanramonianos.

Altar de la Novena en la Iglesia Parroquial, 1918

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del primero los hijos de Tamar, a los que se comparan con el sol y la luna, y cómo la luna, en árabe Qamar, es signo de la presencia de Dios; ¿es alguna de ella la raíz del nombre del espacio moguereño de Tamar, donde fuera encontrada la imagen primitiva de la Virgen?). A través de la mitología, los cuentos populares, el folclore, la poesía…a este símbolo (la luna) conciernen la divinidad de la mujer y la presen-cia fecundadora de la vida, encarnadas en las divinidades fundidas en el culto a la Gran Madre. Es pues signo de la influencia maternal sobre el individuo, en tanto que madre nutricia, madre universal y afectiva.

Volviendo a la literalidad del capítulo que nos ocupa, Era de madera! La Vir-gen, nos encontramos con que Juan Ramón le ha prometido al vicario, (conocido por don Julián, que en otras ocasiones menciona el poeta, como en El mejor amigo, publicado en Cartas a Platero, de Paulina Brook, de 1935, y que cuenta en Moguer con una calle, Arcipreste Borrego) que bajará a la Virgen desde la ermita de Mon-temayor a lomos de Platero, para que un viejo pintor que ha llegado al pueblo4, la restaure: y el vicario quiso que arreglara a la Virgen, vieja ya y descolorida (Quizá la imagen no había sido intervenida desde que fuera restaurada en Sevilla, en 1860, con licencia del Arzobispado, “al no existir en el pueblo artista que pudiese ejecu-tar dicha labor”; / Díaz Domínguez/. Se trataría de la imagen perdida en el incendio de 21 de julio de 1936, en el comienzo de la guerra civil, antecesora de la actual). Mucha confianza debió tener el vicario tanto en el pintor como en nuestro poeta, al confiarles tan delicados y arriesgados cometidos. Respecto al pintor, debió ser alguien conocido o bien recomendado, y la confianza en Juan Ramón vendría de la relación amistosa del vicario con la familia Jiménez (cofirmación de Diego Ropero y Carmen Hernández-Pinzón, reforzada por las crónicas escritas por Eustaquio, hermano de JR). Y el buen concepto del poeta respecto al vicario queda patente en el mencionado texto El mejor amigo: El hombre, Platero, sigue siendo en Moguer de Andalucía, de España, para el hombre (quitando a don Julián el vicario, Eustaquio, Juanito Ramón y Pepe) y hasta para muchas mujeres (no las que más me rodean) el tipo aquel que Quevedo describió, ya sabes al que me refiero, porque te lo leí una tarde triste y fea en la noria de Verdejo. (Interesante alusión a la escala macho y la delicadeza, en la sociedad moguereña de su tiempo).

Prosigamos con la inmersión en Era de madera! Para transportar con garantía a la Virgen sobre Platero, desde Montemayor al pueblo por el camino de su nombre, Juan Ramón tendría que utilizar algún tipo de angarilla o artilugio de sujeción. La narración cobra hermosura al contar la delicadeza con que con su hermana, seguramente Ignacia, la mayor, propietaria de la finca de Montemayor con huerto cercano a la ermita: ermita blanca con tu pino verde, con tu roca roja, sobre el cielo azul, suben primero al espacio protegido del camarín de cristal y cogen a la Virgen morena y bonita…con el cuidado con que se coge a un niño. Parece describir el poeta las estampas primitivas, con una exagerada proporción y elevación de la roca -¿alegoría?-. (Llama la atención que no mencione al Niño, el Niño-Dios que lleva la Virgen en su mano izquierda, ni intervención alguna de la camarera de la Virgen, cuyo cargo estaba vigente desde 1855, y aunque con conflictos e intermi-tencias, parece estable al menos desde 1886, -tenía JR 5 años- cuando ostenta ese importante cometido, María Boria/ Díaz Domínguez/ Díaz Roca)

Y entonces sucede: Al bajarla se alzó el manto y (….) La Virgen era un triángulo de madera vestido de encaje y púrpura, con dos manos y una cabeza coronada, lo que va a desencadenar en el poeta la cascada sentimental que impregna la segunda parte.

¿Qué pasa dentro de él? -que no lo olvidemos, es ya un hombre de vein-titantos años, y practica una declarada heterodoxia religiosa- Cuál pudo ser la causa de tamaña impresión?: Qué río de frío pasó por mi vida. Mi hermana y Platero no nada.

4 Aunque es muy improbable (el dato, por la relevancia se sabría; la restauración requeriría tiempo…) recordemos que el pintor J. Sorolla, de casi 50 años, amigo de JR, visita Moguer entre los lugares colombinos, en 1909, y pinta un cuadro representando la ermita de Montemayor, que regaló al poeta…

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El poeta se ha encontrado inesperadamente con la realidad fea, contra la que lucha en obra y vida con las armas –o las almas- de la Belleza. Pero la naturaleza tiene elementos infinitos para herir los sentidos… Naturaleza de la imagen sagrada, en la Madre venerada, trascendida, mirada y sentida por las sendas íntimas de una devoción filial, descendida esa naturaleza ahora abruptamente, a la realidad de la materia, inerte, inexpresiva, desasistida de don o gracia, hiriente y triste esqueleto del mayor ideal. Y para colmo, el revés consecuente: la indiferencia de Ignacia y de Platero que parecen no reaccionar tomados cada uno por otra suerte de naturaleza, una naturaleza elemental de apego en tierra.

Y el frío es más hondo y espeso, río de frío helador, más frío que todos los que describe en otros capítulos de Platero: Escalofrío, El demonio, La tormenta, El arroyo, El árbol del corral, La corona de caña… Una punzada que ocupa la vida toda (vísceras y sangre, sentidos, pensamientos, sentimientos, alma entera…) y cruza un instante inmenso. El joven Juan Ramón, por su interés, conocimiento y práctica del arte, es sin duda sabedor de que la mayoría de las imágenes de las Vírgenes andaluzas son “de las de vestir”, o “vestideras”, armazón para cubrir, y manos y rostro o cabeza visibles, de talla fina y policromada. Y sin embargo…he ahí su reacción. Frío, disgusto, decepción... ¿Qué hilo invisible se le ha roto en la hondura de su extraordinaria sensibilidad? El párrafo final, tras el epígrafe: Recuerdos, en que la letra se hace urgente laberinto de signos, arabesco más abierto, distantes las grafías unas de otras, rasgos que se pierden más que nunca en una línea…podría haber sido escrito en el mismo acto que la primera narración, dominado por ese frío, o más tarde, -que se atiene mejor a la materia del recuerdo- en una segunda escritura, aunque bajo el influjo sentimental de la evocación.

Y el rastro, el eco de ese frío ¿perviviría quizá en la intención del desarrollo del anuncio, todavía dato desafectado, quizá a la espera de conferirle un tono, un sentimiento, en un segundo texto existente sobre el mismo asunto -texto B-, de título La Virgen de Montemayor: triángulo de madera, que reproducimos aquí, y que Juan Ramón destinó a su libro proyectado Vida -Sala ZJRJ de la Universidad de Puerto Rico- a modo de singular biografía? En todo caso… ¡el tema le seguía pareciendo, décadas más tarde, relevante, parte reseñable en el recorrido de su existencia!

Mercedes Juliá y M. Ángeles Sanz Manzano, responsables del estudio y edición en su reciente pu-blicación, lo presentan y comentan: En el manuscrito el poeta dibujó un triángulo de madera. En el vértice superior escribió “M”, en el vértice inferior derecho: “2”. 1. La imagen de la “Virgen de Montemayor”, patrona de Moguer, carece de cuerpo. Es un “triángulo de madera”, cubierto por la vestimenta, del que asoman la cara y las manos”

Y entonces… –cabe insistir, respecto al texto A- ¿qué hilo invisible se le ha roto al poeta en sus adentros? Llegados a este punto es preciso seguir dos caminos distintos, pues dos son los temas que arrancan del tronco del texto: qué representa la Virgen para aquel joven Juan Ramón y –quizá siempre-, y qué características y consecuencias tiene su relación con la “otredad”, en este caso, aún en la cercanía afectiva, su hermana y Platero.

El andaluz, quizá en grado mayor que otros pueblos, como queda apuntado, tiene una especial re-lación con la Virgen, una emotividad arraigada en su sentimentalidad, por haber hecho un desplazamiento apasionado e ideal del significado de la madre propia a la carga simbólico-religiosa, Madre de Dios/Madre de la Humanidad por Jesús. Y no es Juan Ramón en esto, distinto. El poeta mantuvo siempre un vínculo afectivo muy especial con su madre, Purificación Mantecón López-Parejo, Mamá Pura. Para su extraor-dinaria sensibilidad, es más que posible que el conocimiento de un hecho biográfico relacionado con los dos, debió impresionarle vivamente. La familia se lo refiere al poeta y él lo recoge: Cuando estuvo embara-zada de mi, me dicen que perdió la memoria para leer y escribir…(Mamá Pura / Carmen Hernández-Pinzón) como un prodigio de transmisión, la transferencia del “verbo” de madre a hijo, un vínculo especialísimo, una corriente amorosa que tendrá traducción constante en vida y Obra (Ellos, Vida y Muerte de Mamá Pura…) …Fue para mí una inspiración constante y me enseñó con su hablar a escribir.(…) No habría encontrado yo seguramente una madre electiva como mi madre natural. Con su hablar…con gracia y propiedad; segura-mente, la modalidad de un andaluz culto5. Y la materia de la enseñanza de la madre, además del mundo y 5 Un léxico rico y sintaxis particular que se habló en ciertos sectores de las capas altas de la sociedad moguereña, con algún eco en las bajas, aunque mermado y viciado en

la fonética. He oído, hasta mediados los años sesenta, en aquellas, y en mi entorno familiar y amistoso de Moguer y con frecuencia, la expresión “en un verbo”, con sentido de tiempo pequeño y rápido, (hacer algo en un verbo) y otras: dar rumor de sí, de carnes torneadas, labios brisados, cabello anillado, quebradito/a de color, fluido (por electri-cidad) vellorisca, o niebla de los ojos, estar insultado/a con acepción particular, emparvelado/a, por distraído o ensimismado, necesitar una bilma holgueña (“bilmajolgueña”) para decir descanso, hijo/a de la real, la frecuencia cotidiana en el uso del término regocijo, qué sentimiento, para el relato de un hecho provocador de una emoción intensa,

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el lenguaje de las flores, tuvo mayor alcance. Lo aprendí todo de mi madre… -dirá- y en un aforismo, para sí: No lo olvides Juan Ramón. Vuelve a las palabras de tu madre, y corrígete. (Como todo poeta congénito, JR tendrá palabras que prefiere) Y Andalucía (tierra y expresión) será la luz primera, el sentimiento de eternidad. Y Moguer, el nido limpio y cálido, la luz con el tiempo dentro, aprendizaje iniciático de lo bello: lo puro, lo sencillo, lo ligero y fresco, es decir, lo luminoso. (Aunque el Sur –y lo sabrá bien- es conjugación de contrarios: turnos negros y turnos de luz para gozarla en lento)Y será la madre, su madre y las madres moguereñas y todas las madres, las transmisoras de la tradición, entre leyendas y cuentos y canciones, también la devoción… Como nos dice JR en esta nana de Pasto-rales: Las madres saben hablar / de la Virgen y del Niño / de la dulce estrella de oro, / de las alas blancas… tibios / cantos que van destilando / en el corazón dormido / una dulzura de valle / y una fragancia de lirios. Y aún el poeta adolescente, en su primera ausencia dirá: ¡Madre, madre, ya sé lo que me faltaba! / Todo, tú y yo.

Cuando conociera el poeta la narración de la legendaria aparición de la Virgen en el espacio de Tamar o Tamaríz, la imagen primitiva, “su tamaño es de tres cuartas, y es de cedro, en talla no muy curiosa. Y el Niño le sale de las entrañas e inclinado del lado del corazón” (Fray Felipe de Santiago, 1714/ Díaz Domínguez, Moreno Orta, Ropero-Regidor, Díaz Roca) de la Virgen con la advocación de Natividad, antes que Montemayor, Virgen Madre, Copa Sagrada del Verbo Entrañado (himno/letanías) tuvo que apreciar en lo íntimo este conocimiento. De hecho, cuánta belleza, sentido y conocimiento puso el poeta en los versos de Volaba en una rosa, en Poemas Impersonales y en Leyenda (que tuvo antes otra versión, Anunciación, menos lírica, en Segunda Antología) en el que vio Bonilla –queda dicho- signos prerrafaelitas, (conociendo el interés de Juan Ramón por Dante G. Rossetti, no es de extrañar; y abun-dando, no podemos dejar de señalar una lejana coincidencia estética y lírica con la obra Le Martyre…Cinco pinturas místicas sobre cristal, el librito de D`Anunnzio que el poeta de Moguer tuvo hacia 1912, por mediación de Rubén Darío, desde París). Dice JR en el mencionado poema: Trasunto de cristal / neto como un esmalte de ataujía / Desde la galería /esbelta se veía / el oriente. Y María, / virgen, tímida y plena / de gracia, igual que una azucena / matemente morena, /se doblaba al anuncio celestial... Matemente morena… ¡como aquella primitiva Natividad moguereña de los pinares, luego de Montemayor!

No sería en modo alguno indiferente nuestro poeta a las bellezas de los Salmos, del Cantar de los Cantares, de las Letanías de las iglesias cristianas, sobretodo, el Himno Akáthisto de los primitivos ortodoxos, recorrido por el canto de Gabriel el Anunciador, y la alabanza bellísima a María, “Sagrado vientre sin semilla”, o las Letanías Lauretanas, católicas, con versos hermosísimos, canto y rezo tan cotidianos, culmen del rosario… Y tampoco lo sería a la simbología de los colores parlantes de la Vir-gen morena de Moguer: el blanco iniciático, de la revelación auroral, de la Iluminación…de la pureza y la gracia, de la Anunciación del Misterio, la azucena, el lirio, lunar y femenino; el rojo –el púrpura de reina que nos dice en su texto nuestro poeta- el rojo, matriarcal, principio de la vida. Blanco y rojo, suplicante combinatoria del hábito de la Patrona moguereña, colores asimismo de la liturgia de los mártires. También se acoge el poeta, como devoto hijo moguereño, al carácter mediador de María.6 Usa, mostrando de este modo que la tiene integrada, al menos en sus formas epistolares, la expresión: Quiera Dios y la Virgen de la Granada… (Carta a Zenobia de agosto de 1913, de un pretendiente Juan Ramón) Y encontramos a la Virgen / Madre en el poema Estrella Madre, en Canción: Tú estás ahí sola y hermosa, madre / como una estrella baja en la colina / Yo estoy aquí oscuro, desvelado /con lo despierto de tu luz blanquísima.

Y el espacio de Montemayor, sencillo y apartado en la plenitud de la naturaleza, seno sagrado de acogida y abrazo silencioso de la Madre del Monte Mayor, en este breve fragmento, cedido por la familia del poeta a Soledad González Ródenas y publicado en Notas y Apéndice (577.XI) como posi-ble variante al dado a conocer por Saz-Orozo: Sofocado y oliendo todo a romero y almoraduj del monte, penetré en la ermita: qué frescor, qué goce, qué descanso, como de cielo en la sierra me invadieron: la Virgen de manto rojo, morena y bonita -¡como aquella! -Sonreía a mi oración.

el comodín del “aquellito”… el sentido hermano/a que sigue en uso… Dijo Manuel Alvar acerca del dialectismo usado por JR: “un castellano desusado, algunas signi-ficaciones diferentes y cierto agreste regusto”. (Pero qué maravilla en ese uso y recreación-cabría decir!)

6 El carácter mediador de María fue ratificado por el Concilio de Trento, traducido su lugar en los Flos Sactorum, como el del reputado Ribadeneyra, influyente en El soldado del cielo, de Felipe Godínez, nuestro autor dramático del Siglo de Oro. Véase en nuestra edición de esta obra, de 2006, Archivo Hº y Fundac. Municipal de Cultura, la Escena I, de la Jornada 3ª y la nota 321. Sebastián: “María sacrosanta / con quien esta barquilla ya perdida / del golfo se alevanta (…) no os soltaré, divina tabla, / pues goza mi ventura / el bien que con tan grande medianera / el cielo me asegura…”. Juan Ramón lo destaca con claridad en el poema Calle de los marineros, donde una mujer pide: ¡Virgen del Carmen que estén/ siempre en tus manos los remos…!

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Aún refiriéndose claramente a la misma ermita y a la Virgen de Montemayor, el fragmento no tiene el tono del primero, ni parece encajar en el tema central, a no ser que JR tuviese la intención de poner de relieve en un segundo texto, un marcado contraste en el estado de ánimo.

En Era de madera! pues, el poeta se encuentra con estas realidades: La Virgen es de madera, y ni Platero ni su hermana lo comprenden en ese instante. Su hermana, a la que tanto quiere, y aquel burrillo amigo que ha paseado su alma, más que su cuerpo, por los espacios moguereños, y al que ha entregado más que sus confidencias en su silencio de oro, en su soledad sonora; la soledad como un gran pensamiento de luz… Aquel Platero “contagiado” de él tantas veces, el que le daba las gracias rozándole con su cabezota el pecho, el que en Aglae, y tantas veces…le habla y lo mira en su huída, cómplice…testigo de la fraternidad del poeta con los gorriones, con los niños: Tú me comprendes… Nos entendemos bien… Sé que soy su felicidad. Hasta huye de los burros y de los hombres. Y solo la duda, a veces: No sé si entenderás o no lo que te digo: pero ese niño tiene en su mano mi alma… Pero ahora… el dulce Platero trotón, ¿qué es ahora? ¿Es Platero lo que su apariencia y su naturaleza proclaman: solo un burro, un burro igual a sus congéneres? El peso de una soledad abrupta, caída a plomo sobre el pecho, sin su oro, sin su sonoridad. Tres identidades que caminan juntas, y nada “se dicen”, tan distintas, en esa hora precisa, des-comprendidos, desasidos, diluidos…exigidos… (Es, de nuevo, el diferente; como en el poema El distinto, en Una colina meridiana). Pero solo a esa hora… diluidos. Luego prevalecerá el amor y cuanto fueron y eran. Lo dirá claro en los libros dedicados a su familia, y muchos años después, en La muy ilustre ciudad de Platero: …no lo puedo ya ver sin él de modo que ahora voy a todo con su recuerdo. A su recuerdo es a quien le hablo, porque no me gusta la soledad y me da la compañía mejor que cualquier persona (…) porque sin él los míos estarán solos como el sol y la luna del campo sin nosotros.

No, Juan Ramón no querrá traicionar el relato amoroso de las madres moguereñas, el relato de su propia madre amorosa, la tradición oral de sus canciones, de sus cuentos y leyendas, de las devociones… la esfera íntima y cálida del mundo mágico y bello creado para los hijos, en esa edad de oro que el poeta señalara con Novalis, isla de gracia, de frescura y de dicha, que dirá el moguereño en el Prólogo a la edición menor, de 1914, hace ahora cien años… Esa sería la explicación para que el poeta no desarrollara y diera a la edición el capítulo Era de madera! (Aún en contra de su criterio general: para interesarles y emocionarles (a los niños) hay que darles historias y trasuntos de seres y cosas reales, tratados con sentimiento profundo, sencillo y claro. Y exquisito).

El recuerdo vivo de esa isla íntima, que el hombre adulto pleno de conciencia, el creador sin escape, recordará en un día de Dios azul, azul…igual que el Dios de mi Moguer, azul un día, o que en los versos Hado español de la belleza, en La estación total, … verá pasar, sellado de granates primitivos / por el turquí completo de Moguer, a Padre Jesús, el Nazareno de La Friseta... ¿no es acaso razón en la humilde piedra de Moguer que el poeta llevará en sus bolsillos, en su lejano exilio americano, pre-cioso talismán, cordón umbilical? ¿Acaso cualquier escama de pescado no podrá hacerse de nuevo, Virgen, en el iris de su manto extendido, o un calidoscopio podría tener la propiedad de acercarle de nuevo la imagen de su madre joven como Virgen del Rocío construida en cristalitos coloreados al antojo de sus ojos? Y como eterno Vaso de Amor, su nombre pronunciado al hundirse en los brazos del Misterio: Madre, Madre… (Mamá Pura)

No, no querría traicionar Juan Ramón el relato amoroso de las madres, trastocar con la reali-dad abrupta de un instante, el universo mágico de los niños. Los niños que en el recorrido del primer siglo de vida de Platero, han recogido en sí la hermosísima elegía andaluza, viviéndola en sus almas, empapados de ideas y poesía, en una simpatía natural. Valgan estos dos ejemplos en la experiencia docente de quien esto escribe. Dos niños de 9 años, de un pueblo de las riberas del Guadalquivir sevillano, todavía en los ecos del centenario del nacimiento del poeta. Jacobo S.: “Juan Ramón, metido en mi piel / como la sangre roja de Platero… “. (Conocedor del fin que le espera al burrito, le avisa de los peligros, que para él provienen del Buitre de la Noche). Y Juan Carlos R. (que le avisará asimismo de los peligros: el Viento del Norte, La serpiente negra…que es quien pone la púa para que se le clave a Platero) propone en su sorprendente interpretación de la muerte del burrito de plata, rica e imaginativa escritura, una explicación de las causas de la misma. Darbón dijo: “Platero cogió reuma, intoxicación y dolor de pecho”. Y al final del cortejo en el entierro íntimo de Platero en el que él mismo se integra, entre antorchas encendidas, va una “Virgen de Montemayor llorando”. (¡Moguer, aquel Moguer…eterno, dado al mundo por la más alta poesía de su hijo universal!)

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Sí, donde quiera que haya niños –dice Novalis y Juan Ramón subraya- existe una edad de oro. En esa isla íntima es donde las madres… saben hablar / de la Virgen y del Niño / de la dulce estrella de oro / de las alas blancas…tibios / cantos que van destilando / en el corazón dormido / una dulzura de valle / y una fragancia de lirios.

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CARNAVAL PLATEROMiguel Rodríguezmixta sobre tabla

90 x 120 cm.

O bra gráficaO

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P

Y o y Juan RamónY

P 1. latero

Juan Ramón es grande, amable, triste; siempre va elegantemente vestido con trajes os-curos, como un dandy. El pelo de su barba es color azabache y le da un aire antiguo y solemne, parece abrigarle un poco el alma.

Pero su tristeza no es triste, es como dulce, como ensayada, lo viste por encima. Yo creo que algunas veces él quiere estar triste, pero no siempre puede. Cuando me deja suelto y me voy al prado a jugar con las flores, lo miro de reojo y lo veo sonreír. Luego me llama y yo voy, e intenta esconder la sonrisa, pero se le nota.

Le gusta mucho comer fruta: naranjas, mandarinas, uvas, higos… Y le gusta compartirlas conmigo.

Es bueno, muy bueno, y tiene un corazón de oro, grande y reluciente como el de un niño chico. Pero pocos lo ven. Cuando monta sobre mí los domingos por las callejas de Moguer, la gente se nos queda mirando con extrañeza, como si portase a un loco sagrado.

No le damos importancia: nunca quiso ser comprendido.

Extracto de la obra YO Y JR (Diputación de Huelva, 2014), textos de Antonio Martín y dibujos de David Robles.

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2. aisaje grana

El ocaso… Es su momento preferido. Lo adora como a un viejo dios. Todo lleno de tonos rojizos: púrpuras, granas.

Se embelesa ante el momento, con el corazón postrado, con la natu-raleza entera rindiendo homenaje al milagro de la luz.

Ante tanto misticismo, me avergüenzo un poco al reconocer que dejo a Juan Ramón solo un rato para satisfacer unas necesidades más pro-saicas. Allí bebo agua como en un espejo de los charcos de la lluvia de anoche, sin importarme que también en su agua tuviera lugar otro ocaso, más pequeño y vulgar, de paleta pictórica, producto de las tie-rras de cobre del bosque de pinar.

El rojo y el verde y el misterio de todo ocaso le traen a la mente la antigua magia de los palacios abandonados de los que tanto le gusta escribir. Cuando vuelvo a él, después de corretear entre los últimos minutos del crepúsculo, aún veo en sus ojos que sigue ensoñando y dibujando en su mente las galerías y los pasillos del palacio en brumas de su alma.

PP

AA 3. legría

No puedo estar siempre pendiente de él. Algunas veces, simplemente se me olvida. Sobre todo cuan-do aparecen los niños y quieren jugar conmigo. Yo sé que a Juan Ramón le encantan los niños; su pura inocencia, tan lejos del lodo del mundo, es como un bálsamo. Quién sabe si no es porque aún hay en él, afortunadamente, más de niño que de hombre. Cuando se case tendrá muchos niños, es el anhelo más hermoso que transita en su interior.

¡Ay! Casi se me olvida que no puedo estar pendien-te de él, casi se me olvida que estaba jugando con la perrita Diana, blanca como la nieve blanca, y con la vieja cabra gris… y con un montón de niños.

El otro día me dijo que Diana era uno de los nom-bres de la luna.

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MM 4. ariposas blancas

Yo no puedo ver la torre de la iglesia. Estoy demasia-do cerca para que mi cuello eleve lo suficiente a mi cabeza: es una de las desventajas de ser cuadrúpedo y pequeño. Pero da igual, la vi cuando estábamos más lejos. La vi entre las vagas claridades malvas y verdes de la anochecida. No necesito tener delante la belleza todo el tiempo para beber de su copa bendecida.

Élmeindicaquepareconunsuavegestodelamano.Veo venir poco a poco desde lo alto unas piernas lar-gas y unos pantalones sucios y unos zapatos viejos. Aquella persona no me gusta…

El hombre oscuro clava un pincho en el seroncillo, pero no topa con nada. Pasamos lentamente. Me pareció oírle a Juan Ramón decir mariposas blancas. Creo que el hombre oscuro buscaba comida sin saber, ingenuo, que él no se alimenta más que de belleza.

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ÁÁ

LL 5. a primavera

¡Ay, qué relumbres y olores!

¡Ay, cómo ríen los prados!

¡Ay, qué alboradas se oyen!

No sé por qué esta mañana me ha venido a la cabeza esta cancioncilla que escuché más de una vez a las gentes de Moguer... Pronto se arrebuja la música de mi mente con la de los pájaros. Ha llegado la primavera. Cuando veo desde mi cuadra a Juan Ramón salir al huerto con la cara iluminada de felicidad, sé que él también lo sabe.

La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola charla, de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga y menudamente en la cima del eucalipto, y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente. Son los pájaros que se quedarán cantando cuando él se vaya…

La luz de la mañana se ha apoderado de la casa y de las flores y de todo.

6. ¡ ngelus!

Intento mirar hacia arriba, como él me dice, hasta el cielo. Hago lo que puedo…, porque los asnos no estamos hechos paramirarhaciaelcielo,nisiquieralosplateros.Élmemiracomo extasiado.

A veces le ocurre eso. Estamos paseando por entre los pinos y las zarzas o las flores silvestres, tranquila, sosegadamente, pensando en nuestras cosas, y de repente algo le despierta de la calma y se inicia en él como un arrobamiento. Es la fuerza de la belleza que hay en todo lo que nos rodea. Es tanta que en algunas ocasiones casi no puede soportarla, casi le duele.

Hoy fue con el Ángelus. El sonido de la campana de la iglesia fue como una llamada, como una anunciación, que traía al tímido poeta, otra vez más, el triunfo de lo ideal y lo invisible. En aquel momento todas las florecillas silvestres le parecie-ron revueltas en majestuosos rosales. Y empezó a describir-me cómo se ofrecía una lluvia de rosas sobre nuestras cabe-zas. Rosas de todos los tamaños y colores sobre el lecho del mundo. Y también hablaba de las siete galerías del Paraíso y de los cuadros de Fra Angelico. Y de que la vida vivida todos los días es menos real que la que vivimos en nuestro interior, más vívida por más vivida. Y que esa vida de dentro es siem-pre una anunciación continua.

Y todo eso fue en la hora del Avemaría.

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L“Platero y yo”

ectura social deL

por José Manuel Gómez y Méndez

1. No es que me quiera –como se diría callejeramente- “subir al carro” del centenario de la pri-mera edición de la universal obra juanramoniana... No... Es que desde hace años considero que hace falta una lectura social del libro más allá de la estética y de su valor literario.

2. Amigos cercanos a mí, saben que vengo expresando, en espacios diversos, esa necesidad desde hace años y más cuando la edad va pasando en el transcurrir diario y se aprecia cómo se valora la creación de Juan Ramón Jiménez, tras haberse criado uno en el mismo lugar ciudadano que el poeta, y no percibiéndose las coordenadas de visión que sobre el contenido del libro se tiene cuando se ha vivido du-rante años por las mismas calles, callejas, plazas, plazoletas, cañadas, campos, senderos... y se han disfrutado de las mismas vivencias locales con su transcurrir antropológico y por consiguiente con sus cambios físicos y mutables en las costumbres urbanas.

Cubierta de la edición de “Platero y yo” en la colección “Literatura” de “Alianza Edito-

rial”, publicada en 1997. (Reproducción en archivo de

Gómez y Méndez).

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3. En el pasado “Trienio Zenobia-Juan Ramón”, que se ejecutó entre 2006-2008, hubo un singular homenaje al Nobel. Un 14 de junio de 2008, en la misma Moguer y el paraje de Fuentepiña, escritores nacidos y que trabajan en Huelva, o fusionados a ella, nos encontramos en un recono-cimiento como “huella del cariño y admiración con que la Literatura hereda-da de JRJ en Huelva vivió el Cincuentenario de su muerte”1. Meses después, en diciembre, en un número extraordinario de la colección bibliográfica “Cuando llega octubre”, la Diputación de Huelva terminó de imprimir un volumen con los textos aportados. En el mismo publiqué: “La emotividad comunicativa en el compromiso social de Juan Ramón Jiménez”2. Y escribí: “Considero que poco se ha hablado hasta ahora del Juan Ramón Jiménez en su aptitud personal como hombre con mente y por tanto con ideas sociales... Desde su ‘Platero y yo’, al que le falta una profunda y auténtica lectura social dentro del habitat sociológico del poeta y entorno en el contexto de finales del siglo XIX e inicios del XX, donde quedaría patente que la burguesía moguere-ña y sus dirigentes civiles y religiosos quedan malparados y los desheredados de la sociedad son los enaltecidos, hasta su libro ‘Lírica de una Atlántida’ podemos encontrar un pensamiento ideológico. Sin embargo su patentización se produce en acciones concretas durante sus años de exilio (1936-1958)”3. Y analizamos durante varias páginas “el compromiso de Juan Ramón en su plano social como ser humano que se comunica con su entorno más allá del yo individual, dejando patente en su yo colectivo toda una dinámica, desde la más sencilla emotividad, con el desarrollo republicano y su actitud crítica sobre el transcurrir de los intelectuales que sufrieron las vicisitudes del franquismo”4.

4. Y me ratifico hoy en cuanto ya redacté en ese texto re-ferenciado: “Se ha escrito poco sobre el compromiso social de Juan Ramón Jiménez Mantecón, no recogiéndolo investigadores habituales de su Obra, la cual sería necesaria estudiar en sus conceptualizaciones y contextos creativos en esa línea de hombre colectivo y su pensamiento; investigadores tiene la Filología y expertos en su rama de la Literatura”5.

5. No será objetivo efectuar hoy un tratado filológico ni en-sayo literario pues no son esas mis disciplinas en el saber humano, sino elaborar una crónica, cual reflexión periodística, donde queden cons-tancia de vibraciones vividas por quien conoce la geografía y el espacio habitable de la zona donde se ubica el libro más traducido del castellano a otras lenguas a lo largo del siglo XX, pudiendo dejar patente porme-nores que en el transcurrir de los años pasan o pueden quedar desaper-cibidos...

6. Ya indicaba mi considerado profesor Manuel Ángel Váz-quez Medel, en su conferencia pronunciada el 30 de abril de 2014 en el salón de actos de la Casa Consistorial de Moguer, que la obra era “con su estructura fragmentaria y a la vez articulada, un ejemplo de sensibilidad ante la belleza, un libro profundamente ecologista ‘avant la lettre’”, lleno de “socialismo humanista, del institucionismo de Giner y del ideal educativo del krausismo, al tiempo que cambia los parámetros del poema en prosa en lengua española, gracias a la asimilación del simbolismo francés”6.

1 GUERRERO, Petronila: “Presentación” en AA.VV.: Homenaje a Juan Ramón Jiménez. Diputación Provincial, Huelva, 2008.

2 GÓMEZ Y MÉNDEZ, J. M.: “La emotividad comunicativa en el compromiso social de Juan Ramón Jiménez” en AA. VV.: Homenaje a..., op. cit., págs. 37-47.

3 Ibídem.4 Ib.5 Ib.6 Véase: <http://www.aytomoguer.es/index.php?option=com_content&view=article&id=1864:el-profesor-vazquez-medel-

analizo-en-moguer-la-vigencia-de-platero-en-el-siglo-xxi&catid=57:ano-platero&Itemid=151>. [Consulta: 04-07-2014].

“Platero y yo” en su edición de “Libros singulares” en “Alianza Editorial”, en 2006. (Reproducción en archivo de Gó-mez y Méndez).

Cubierta en la “Biblioteca Didáctica” de “Ediciones Anaya”, en 1986, con edición, introducción, notas, comentarios y apéndice de Ana Suárez Miramón. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

Edición en la colección infantil y juvenil de “Ediciones Anaya”.

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7. En ese socialismo humanista podría ubicarse todo el des-clasamiento que se proyecta en la plateresca obra. En sus 138 capítulos, o bloques, aparecidos en la edición completa de 1917 o en los 64 de la primera de 1914, ya queda reflejado, por encima del cosmos ecológico, ese pensamiento social juanramoniano donde deja señalados a los lla-mados pudientes y ensalza a los humildes de una sociedad plenamente autoritaria en el Moguer de finales del siglo XIX y primeros del XX.

8. Hasta la década de los sesenta del XX, con el llamado Polo de Desarrollo Industrial de Huelva, en Moguer no comenzó a consolidar-se una clase media que ya con la eclosión fresera de los años ochenta7 toma una situación que es distinta en su identidad ciudadana...

9. Moguer se limitaba a su perímetro de casas solariegas con rejas en sus ventanas como señal de poderío económico. Y eso en la calle Nueva (hoy, Juan Ramón Jiménez), terminándose mucho antes de llegar a la Friseta (nada más pasar la esquina de Molino de la Coba que en su parte alta eran bodegas o traseras de casa, y solamente solariega en su parte baja), Pasadizo, menos de la mitad de la calle de la Aceña..., plaza de las Monjas, San Francisco, un inicio de La Ribera (hasta el convento) y alguna casa “de poerío” en su parte alta dando hacia el río..., la Cárcel, un trozo de la Calle Rábida (hasta la esquina con el Castillo), Rascón, Vende-deras, plaza de la Iglesia (incluyendo la parte de la puerta principal, antes de entrar en el callejón del Duende o en el Cabecillo), Entreplazas (la que después fue Almirante Hdez.-Pinzón), plaza del Marqués, Pasadizo...

10. El resto era el Moguer empobrecido..., el trabajador, el obrero... Hasta los años cuarenta del XX, las calles eran de tierra con las cunetas a ambos lados..., y por mucho unos montantes a modo de aceras bien de loseta o piedras...

11. No hubo otras estructuras. No existía la situación actual de los Picos, ni del Monturrio, ni de las urbanizaciones en la era de Félix (en su arranque como Nueva Avenida y sus calles con las denominacio-nes latinoamericanas), en los Molinos, en los Cristos (llamada en su inicio Las Canarias), Los Puntales con su enlace -por lo que fuese fábrica de Jesulito- con el Castillo tras ampliarse la barrida del Padre Joaquín (que tuvo el apoyo del Instituto Social de la Marina con la constante del hoy casi olvidado Vicente Rodríguez Casado); nada se alzaba más allá de la calle Angustias, donde al final de la calle San Antonio era campo, ni todos los espacios urbanizados en los Hornos pues la calle La Fuente tenía a su lado la Gavia para la recogida de aguas...

12. Las últimas calles de Moguer estaban marcadas por Picos, Monturrio, San José, la Friseta y la salida hacia San Juan, Molino de la Coba, Aceña, calle la-teral para ir para la era de Félix o para la calle del Ar-zobispo, Los Molinos, calle Las Flores con su callejón del Cristo o Carrahola, Ribera con su callejón de Los Puntales, San Francisco con su ida al Castillo, Rábida y su carretera hacia Palos de la Frontera, la calle Palos, Angustias, San Antonio, Fuentes y Los Hornos para ir ya nuevamente para Picos.7 Hay que recordar que desde los años sesenta ya existía la Agencia de Extensión Agraria, con ámbito comarcal, ubicada

en los altos del edificio del Ayuntamiento moguereño (en su zona derecha), trabajándose por el producto y su implanta-ción, con Heliodoro Fernández a su frente.

En 1963, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rio-ja efectuó una edición que se impri-mió en “Tipo-Línea” de la ciudad maña. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

Colección “Letras Hispánicas” en “Edi-ciones Cátedra”. (Reproducción en archi-vo de Gómez y Méndez).

“Editorial Colicheuque”, en Chile, y su edición de 2002. (Reproducción en ar-chivo de Gómez y Méndez).

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13. Eran dos mundos, dos clases sociales. El de los pudientes y el de los currantes. Casas enlosadas con dinteles en puertas y ventanas, zaguanes, cancelas, con estructuras de patios interiores. Viviendas con suelos de tierra dura, prensada y corrales, con solo puerta de calle, que los ojos de quien escribe las ha conocido en la mitad del siglo XX, donde a partir de ese tiempo se han ido haciendo esfuerzos por familias de esas casas para poder mejorar sus habitabilidades tras ponerse el agua co-rriente en la ciudad al inicio de los años sesenta por el entonces alcalde Juan de Gorostidi y Alonso y ya a partir de 1964 comenzarse toda una reurbanización callejera por todo ese perímetro en el mandato muni-cipal de Manuel Barranco Colmenero con el que podríamos decir que los dos “mogueres” comenzaron a tener menos diferencias urbanísticas, comenzándose las ampliaciones de las nuevas zonas de viviendas.

14. En las casas del centro existían aljibes que daban a ins-talaciones propias de agua caliente mediante calderas, mientras por la calles periféricas existía el reparto de agua a través de carros... Quien tenga sesenta años, en el momento de redactar estas líneas, puede re-cordar perfectamente al último aguador de la ciudad: al generoso Félix y su carro..., sirviendo, cobrando y fiando cántaros...

15. El recordado Francisco Garfias (así firmaba, teniendo por segundo apellido: López) en su biografía sobre el Nobel moguereño (la segunda existente)8, editada en el mismo año de la concesión del galardón literario describe: “Moguer, por entonces, era un pueblo señoril, de-licioso. En los rancios salones con espejos venecianos y estrados isabelinos, se organizaban fiestas íntimas en donde siempre se cantaban las últimas nove-dades llegadas de Madrid. Juan Ramón, niño entonces, no asistía a estas mun-danas tertulias, pero escuchaba, al pasar, por la calle San Francisco, el Piazza negro que tocaba Feliciana Sáenz, una señorita muy distinguida, pechialta, de manos blancas y gordezuelas, que era quien tocaba mejor el piano en Moguer, mejor aún que doña Concha Gancinotto”9. Y añadía: “Porque era la hora de los pianos moguereños, pianos negros, casi de laca, con barrocos candelabros dorados, estremecidos siempre por la inocente escala de un estudio de Bertini o por una fuga o un rondó...”10.

16. Juan Ramón Jiménez Mantecón nació el 23 de diciem-bre de 1881, a las doce de la noche11, en el seno de una familia vinatera, que había acudido hasta suelo moguereño, a lo largo del siglo XIX, en distintas ramas del árbol genealógico riojano, que fueron mezclándose, todas llegadas al negocio del vino que existía en la demarcación comar-cal. Víctor Jiménez y Jiménez, su padre, nació en Nestares de Cameros, provincia de Logroño, de profesión propietario12, con ascendencia en el mismo municipio, y su madre, Purificación Mantecón López-Parejo, con el cometido de “sus labores” como se decía entonces, con padres nacidos en Mazanilla (Huelva) y Osuna (Sevilla). Todos viviendo de la comerciali-zación de las viñas.

17.Habitó inicialmente en donde nació: la señorial casa de la calle de La Ribera, esquina con la de Las Flores, en la calle que daba al río... Se trasladaría a la gran casa de calle Nueva, con puerta trasera al

8 La primera biografía publicada es la de PALAU DE NEMES, Graciela: Vida y obra de Juan Ramón Jiménez. Gredos, Madrid, 1957

9 GARFIAS, Francisco: Juan Ramón Jiménez. Taurus, Madrid, 1958.10 Ibídem.11 Así consta en Acta levantada en el Registro Civil de la localidad el día 26 del mismo mes y año.12 Así consta en la partida civil de nacimiento indicada en la nota anterior.

Cubierta de “Platero y yo” en la co-lección “Clásicos” del “Grupo Edebé”. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

El “Grupo Editorial 33” publicó en 2008 la obra juanramoniana con cubierta de Idigoras y Pachi. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

Con motivo del centenario, en 2014, el “Grupo Editorial 33” ha efectuado una publicación especial de “Platero y yo”. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

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callejón del Pozo Concejo, al efectuarse la salida hacia San Juan a partir de 1880 con la conclusión del trazado de la vía férrea de Sevilla-Huelva y tenerse estación en San Juan del Puerto13. Posterior-mente, ya en su periodo de 1906 a 1912, hasta su ida definitiva a Madrid, en casa de su madre viuda, la alquilada al inicio de la calle Aceña.

18. Garfias escribió sobre Víctor Jiménez y Jiménez y sus negocios: “Los llevaba él, con su primo Esteban, en Moguer. Tenían amplias bodegas que olían a solera y a pajuela: una en el Castillo llamada ‘La Caste-llana’; otra en la calle de las Angustias, ‘El Diezmo Viejo’, y una tercera en la calle La Oscura, con cinco corrales. Tenían también viñas gozosas, un olivar, una jaca vivaz a quien llamaban ‘Almirante’, y un barco anclado en la Ribera, el San Cayetano”14.

19. La familia con capacidad económica hizo que las prima-rias letras las aprendiese en colegio de pago en Moguer, en el de Carlos Girona y Mejía, ubicado en la calle Rascón y no en una de las baratas migas existentes, que se reflejan en “Platero y yo”15.

20. Cuando se cumplieron los diez años y había que co-menzar el entonces Bachillerato (entre 11 y 14 años), al haber posibili-dad crematística, se envío al joven Juan Ramón, junto a su hermano Eus-taquio, a estudiar ambos a lo que entonces era un colegio de renombre en la Baja Andalucía: el internado de los jesuitas de El Puerto de Santa María, en la bahía gaditana, con el apelativo de “San Luis”.

21. ¿Quién podía ser financiado en estudios con despla-zamiento a Sevilla en 1896? Solamente hijos de familias pudientes. Y el matrimonio Jiménez Mantecón pagó que su hijo Juan Ramón viviese en la capital andaluza para formarse... Y se fue haciendo la mente del mucha-cho entre opciones pictóricas/plásticas, lecturas de autores existentes en el librepensante ateneo hispalense y acceso a estudios jurídicos...

22. Un par de años en Sevilla y retorno a la casa familiar con problemas de salud mental, lo que llamaban melancolías y desganas vitales, aunque no dejó de escribir, cometido que había comenzado ya en su final del Puerto.

23. Y la economía familiar le sigue posibilitando... Gracias a poderse sufragar, viaja el poeta a la aventura de Madrid, en la primavera de 1900, con la proyección que “Nocturno” y otros poemas, publicados en la revista del momento “Vida Nueva”16, le han proporcionado en la llamada “Villa y Corte” del país. 24. Estando en Madrid, se relaciona, lee. Muere su padre, en Moguer, y comienza la crisis financiera familiar, que tiene sus orígenes en la decadencia local debido a la plaga de la filoxera. Va a Francia al sana-torio y sigue leyendo (entonces descubre el simbolismo y sus autores). Nuevamente Madrid (Sanatorio del Rosario e inicio de relaciones con la

13 WAIS Y SAN MARTÍN, Francisco: Historia de los ferrocarriles españoles. Editora Nacional, Madrid, 1968 (1ª. ed.), 1974 (2ª. ed.) y 1987 (3ª. ed.). Véase asimismo: <http://www.ferropedia.es/wiki/Compa%C3%B1%C3%ADa_de_los_Ferrocarriles_de_Sevilla_a_Huelva>. [Consulta: 04-07-2014].

14 GARFIAS, Francisco: op. cit.15 El capítulo sexto está titulado “La miga” en “Platero y yo”.16 El semanario “Vida Nueva”, bajo la dirección de Dionisio Pérez, era de los más valorados en los años de finales del

XIX e inicios del XX. Estuvo inicialmente en la calle Montera, de Madrid, y posteriormente en la de Santa Engracia. En sus páginas publicaba la intelectualidad de aquellos años; entre otros: Eduardo Marquina, Salvador Rueda, Rubén Darío, Francisco Villaespesa, José de la Velilla, José María Salaverría, Leopoldo Díaz.

“Editores Mexicanos Unidos” también tiene edición del universal libro de Juan Ramón desde 1974. (Reproduc-ción en archivo de Gómez y Méndez).

La mexicana “Editorial Época” editó en 1979 con esta cubierta. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

“Editorial Everest” puso esa cubierta a su publicación de 2006. (Reproduc-ción en archivo de Gómez y Méndez).

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Institución Libre de Enseñanza y las ideas de Giner) con edición de “He-lios” (1903) cuya publicación costea (todavía no estaba en debilitamiento la economía personal). Y retorno a Moguer.

25. Larga estancia en la ciudad moguereña entre 1905 y 1912 hasta su traslado definitivo a Madrid, donde fijaría residencia y existe correspondencia con amigos de entonces donde dice que tenía para instalarse justamente en la capital tras la ruina del emporio de su padre. En esos años, los estudiosos ubican la elaboración de las páginas “Platero y yo” pues ya en Madrid lo ofrece, lo muestra y, desde Ediciones de la Lectura, se edita en 1914.

26. No hay que olvidar que cuando Juan Ramón está en ese periodo moguereño ya tiene 23 años y se va con 30 para 31. Una edad mental de fuerza intelectual a pesar de sus pesadumbres y sus de-presiones en torno a la muerte, que puede encajar en las sensibilidades de un ser de amplia dimensión intelectual y de las eternas preguntas del ser humano ante una formación reglada fuertemente conservadora como no había otra por aquel entonces de finales del XIX y su mente abierta al Conocimiento (sí, escrito con mayúscula como a él le gustaba la “O” para su Obra). Recordemos que el poeta no se vio en la Univer-sidad Hispalense tras iniciar sus estudios en 1896; habría que ubicar qué jerarquía académica existía en las aulas universitarias para una persona que ya tenía inquietudes de ser libre...

27. Francisco Garfias narra, sin ofrecer la fuente referen-cial, el encuentro entre Juan Guerrero y Juan Ramón, en una habitación de la pensión “Arizpe”, que habita en la madrileña calle Villanueva; corría 1913: “Moguer –le dice el poeta- es muy bonito; allí tengo comodidades que aquí carezco; las casas tienen patios de mármol, jardines, fuentes... Ahora voy a ver si me instalo en un piso modesto –el lujo, aunque pudiera tenerlo, no lo quiero, me molesta- donde pueda tener todas mis cosas muy bien ordenadas. Yo soy el orden mismo y aquí, claro, no puedo”17. Se patentiza su ideal ante las coordenadas sociales del consumo...

28. ¿Hay algo más sorprendente, en los momentos intelec-tuales de 1914, que editar un volumen con una dedicatoria a “la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y clave-les”, aparte de granada como también refleja18. ¿Hemos pensado alguna vez que a finales del XIX e inicios del XX una persona considerada loca era el desprecio de los cuerdos de un pueblo y que el mismo poeta se autoproyecta en el capítulo séptimo19?

29. ¿Era pensable, tras una educación jesuítica, escribir un capítulo tan revulsivo sobre el orbe eclesial como el titulado “Don José, el cura” (cap. XXIV)?, donde a su vez deja constancia del mercadeo de la muerte cuando expresa que Baltasar reza “con los pobres por los muertos de los ricos”, refiriéndose a que en aquellos años de vida católica trentina o tridentina se pagaba en los entierros a personas para formar parte de cortejos de pudientes fallecidos... pues era cuando había funerales de primera, de segunda y de “palo” o tercera. O comparar al arcipreste con un burro “negro, grande, viejo, huesudo”20.17 GARFIAS, F.: op. cit.18 Por si hubiese alguien que se preguntase a qué me refiero con esta cita, es la dedicatoria del libro “Platero y yo”. El

capítulo XCVI denominado “La granada” deja constancia como Aguedilla asimismo le obsequiaba granadas.19 Léase el capítulo VII de “Platero y yo”: “El loco”.20 Capítulo XXXI: “El demonio”.

“Ediciones Jaguar”, en su colección “En-tindados”, conmemora el centenario plateresco con una cubierta de David Gonzales. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

“Editorial Juventud”, desde Barcelona, ofrece el libro con cubierta de Jordi Solano. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

“Editorial Losada”, de Buenos Aires, efectuó su primera edición en 1939 y desde entonces no ha dejado de rea-lizarlas. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

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30. Todos son frases críticas o satíricas hacia personas o elementos burgueses de la ciudad y adjetivizaciones dulces y palabras endulzadoras hacia humanos de a pie y humildes..., con las constante de los niños/as...

31. ¿Qué decir de capítulos como “El niño tonto”, “La tísica”, “Pinito” o “Darbón”?21 La inmensidad humanística no puede estar más vibrante, sensitiva, una vaiveneación22 en el fluir de las sílabas...

32. ¿Y los ritos festivos o festeros donde deja constancia del abismo entre los ciudadanos sin recursos que están para mirar, contemplar pues no pueden participar ni gastar al no po-seer dinero y los que sí son los disfrutadores y consumistas que acaban siendo los poseedores del protagonismo...? Ahí ese mayordomo rociero, de vuelta de la romería con su cara roja (marca de embriaguez), su calvicie (por los años) y su “vara de oro descansada en el estribo” porque él puede tener caballo23. Como contrapunto a la fastuosidad de una tarde de Corpus, el rebuzno de Platero, que para muchos participantes en el cortejo religioso sería un incidente impertinente y grotesco, un acto de puro incivismo, sin embargo “se endulza, altivo” y se “diviniza”24.

Esa estética a través de las rosas, llena de la carga metafórica de que todo debería ser amor a las 12 del mediodía y no un rezo del Ángelus que sigue dejando la miseria día tras día25. Ese decir revulsivo contra la agresividad animal para el disfrute del humano que narra en “Los gallos”: “Los pobres gallos ingleses, [...], clavándose, en saltos iguales, los odios de los hombres”26.

33. Un libro cargado de pluralidad, plenamente de género, donde tanto papel tienen las mujeres como hombres, quedando refle-jado los planos sociales a través de las denominaciones de cada uno, llamándolos sencillamente por sus nombres o apodos y por el “don” que se usa en una clase social alta.

34. Así tenemos a Aguedilla, Rociíllo, Adela, Ramona (la Castañera), Anilla (la Manteca), Macaria, Lolilla (la Tonta), Rosalina, Blan-ca, Antoñilla, Victoria, Lola, Pepa, Montemayor, La Colilla o Las Colillas, Carmen (la Tísica), María Teresa, Lucía, La Arena, Purita (la Costurera), Concha (la Mandadera), mamá Teresa, Lolilla. Y a doña Domitilia, doña Benita, doña Lutgarda, doña Camila...

35. En ubicación masculina: Darbón, Arreburra (el Aguador), Raposo (el Operador), Modesto (el director de Música), Lobato (el Tira-dor), Pepe el Pollo, Sarito, Pioza (el Guarda), Picón, Pinito, Quintero, Villegas, Alfredito Ramos, Pepe Sáenz, Antonio Rivero, Lipiani, Boria, Manolito Flórez, Parrales (el Bandido), León, el Manquito, El Sordo, Pepe (el Pollo), Pepito (el Retratado), Rengel (el Guarda), Perico, El Quemado. Y don José (el cura), don Carlos (el maestro), don José (el Confitero), don Joaquín de la Oliva, monsieur Dupont, don Lauro, don Ignacio, don Julián, don Camilo...

21 Capítulos XVII, XLVI, XCIV y XLI.22 No se recoge ni en la 22ª. ni en la inminente 23ª. edición del diccionario de la RAE esta acepción, sin embargo conside-

ramos que sería acción y efecto de vaivenear, la cual existe en dictamen “oficialista”: “causar y producir” vaivén.23 Capítulo XLVII, “El Rocío”.24 “Corpus”, capítulo LVI.25 Capítulo X: “¡Ángelus!”26 “Los gallos”, capítulo LVIII.

Juan Ramón Alonso efectuó la cu-bierta en “Susaeta Ediciones” en 2001. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

Reproducción de la cubierta de la primera edición de “Platero y yo”, en 1914, en la “Colección Juventud” de “Edi-ciones de la Lectura”. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

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36. Juan Ramón no deja de posicionar que a él le tienen ubicado en un estrato social donde al hijo de propietario se le llama “zeñorito” o “zeñó”, dejando constancia en varios capítulos como los ca-pítulos “El loro”, “El vergel” o “El pastor”27, a pesar que sea considerado un “loco” o “maj tonto que Pinitooo”28.

37. ¿Hay mayor crítica sobre la municipalidad y sus queha-ceres que la reflejada en “Frasco Vélez” (cap. LXIV) y su trapicheo indebi-do? Lolilla, la Tonta, dice y contrapone...

38. La multiculturalidad y su vivir étnico está ensalzada en “Sarito” con el joven de color con su mirada noble que recibía la sonrisa y la palabra afable juanramoniana ante la ajena mirada “de reojo, en un mal disimulado desprecio”29.

39. El contenido humanístico con su ideal paidético, como dinámica educadora del ser humano en su idea de forma cultural y sus referentes, queda proyectado a través de los 138 capítulos. Aparecen pintores: Fra Angélico, Piero di Cosimo, Bartolomé Esteban Murillo, Jean François Millet, Arnold Böcklin, Joseph Mallord William Turner y su cua-dro “La fuente de la indolencia”, Gustave Courbet, Miguel Ángel; poetas: Novalis, Shakespeare con un par de versos suyos en inglés, Curros En-ríquez con su gallego, A. Chénier, Pierre de Ronsard y su creación en francés, la lírica en italiano de Giacomo Leopardi, Omar Khayyám, fray Luis de León y Ramón de Campoamor; personajes mitológicos: Hilas, Alcides (Heracles-Hércules), Áglae, Venus; legendario Fausto; emperador Marco Aurelio Antonino Augusto; general Juan Prim y Prats; novelista Benito Pérez Galdós; dramaturgo Oscar Wilde; el Partenón; Las Pirámi-des; músico Ludwing van Beethoven; escultor Auguste Rodin; maestro de obras Garfia; bíblico Onán; el ciudadano lacedemonio; Cristóbal Colón y el fabulista Jean de La Fontaine30.

40.Queda patente el contenido social de “Playero y yo”, y por consiguiente el compromiso intelectual de Juan Ramón Jiménez Mantecón, en cuantos párrafos o apartados he redactado hasta aquí. Estudiosos existen que podrán pro-fundizar más en él...

27 Capítulos XX, LXXVII y LXXXII.28 Capítulos VII: “El loco” y XCIV: “Pinito”.29 Capítulo LXXIV.30 Citados en capítulos X: “¡Ángelus!”, XV: “Darbón”, XVII: “El niño tonto”, XXVIII: “Remanso”, XXXIX: “Aglae”,

XLIX: “El tío de las vistas”, LVIII: “Los gallos”, LXVI: “Fuegos en los montes”, LXVIII: “Domingo”, LXXVIII: “La luna”, LXXX: “Pasan los patos”, LXXXII: “El pastor”, LXXXIII: “El canario se muere”, CIII: “La fuente vieja”, CXXI: “La corona de perejil”, CXXIII: “Mons-Urium”, CXXIV: “El vino”, CXXV: “La fábula” y CXXVIII: “El Molino de Viento”.

“Taurus Ediciones” comenzó sus edi-ciones en 1959 con las ilustraciones de Zamorano, siendo en la úndécima (en 1976) cuando se añadió, con in-troducción de Ricardo Gullón, seis capítulos nuevos. (Reproducción en archivo de Gómez y Méndez).

Jesús Gabán ilustra la edición esco-gida, con 35 capítulos, de “Ediciones Vicens Vives”, que en menos de 10 años, desde 2005, ha efectuado 17 reimpresiones. (Reproducción en ar-chivo de Gómez y Méndez).

“Visor Libros” publicó, con motivo las ediciones del “Trienio Zenobia-Juan Ra-món”, otra de “Platero y yo”. (Reproduc-ción en archivo de Gómez y Méndez).

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SJ

por Soledad Porras CastroProfesora de la Universidad de Valladolid

Luz con el tiempo

dentro

i pensamos que el paisaje hace al hombre aceptamos que Moguer deja en la obra de Juan Ramón Jiménez una profunda huella. El paisaje andaluz permitió decir a Jorge Luis Borges: Gracias por este bello paisaje y esta tarde inolvidable, a pesar de su ceguera. Luis Cernuda también cantó el paisaje andaluz, Miguel Delibes tuvo, en su obra, también presente la problemática andaluza dedicándole unas justas palabras al campesino a quien considera, que a pesar de que nadie le seque las lágrimas es capaz de cantar a los trigales. Hombres con el sudor en sus sienes y cicatrices en el corazón. En estos momentos es bueno cerrar los ojos y respirar aromas del pasado que llevan cargas de vida. Moguer, Palos, Doñana, Tartessos suponen un prodigio de sol y de historia.

Amor y naturaleza aparecen como nuestros, las cosas están echadas, pero de pronto se levantan como testigos únicos de un tiempo que fenece. Así ocurre visitando la casa de Juan Ramón en Moguer, vagar por ella es olvidarnos de que el mundo existe. Allí recordamos sus palabras “y

uan Ramón Jiménez,

J S

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yo me iré y se quedarán los pájaros cantando y se quedará mi huerto, con su verde árbol y con su pozo blanco. Y yo me iré y todas las tardes el cielo será azul y plácido, y tocarán, como esta tarde están tocando, las campanas del campanario. Se morirán aquellos que me amaron y en el rincón aquél de mi huerto florido y enredado mi espíritu errará nostálgico.”

Del Puerto de Palos, cerca de Moguer, salió Colón como protagonista de una hazaña inmortal dando gloria a este pequeño puerto de pescadores y marineros universales.

En su pueblo natal, Juan Ramón nos desvela el secreto de su genialidad: sus sutiles matices, sus versos irrepetibles, las raíces de una tierra que lo vio nacer. En el horizonte viñas, pinos solitarios, el mar, pinceladas de poesía. La madera dañada por el salitre, la línea desdibujada del horizonte, se quedan en la retina y en la memoria de aquel niño con alma de artista que retenía en su interior la perfección de un entorno inalterable de belleza templada.

Hay gentes, libros o lugares que nos atrapan y nos obligan a visitarlos una y otra vez, porque advertimos en ellos indicios de que serían piezas necesarias para nuestra identidad. Paseando despacio por Moguer saboreamos el sosiego de una mañana con olor a tomillo. Nuestra alma se llena de melancolía mientras del silencio del huerto y el pozo hacen brotar los años vividos: Nací en Moguer una noche de Navidad de 1881. La blanca maravilla del pueblo guardo en una casa vieja de grandes salones y verdes patios.

La vida en un pequeño pueblo andaluz a comienzos de siglo debía resultar monótona, el poeta disfrutaba de la paz del campo tan elogiada por Virgilio, Horacio, Garcilaso o Fray Luis de León.

Moguer idealizado fue el centro del mundo juanramoniano. Era una tierra de pan y de vino, como afirma en Platero. Canta a la Andalucía de la tristeza, de los seres marginales de la azada y el dolor. Juan Ramón se basó en personas, circunstancias y elementos verídicos para escribir Elegías Andaluzas.

Ecos de Grecia, Roma y Al-Andalus se dejan sentir, al igual que están presentes las flores del campo: jaras, adelfas, geranios y azucenas, junto a la flor

del granado o el repique de las campanas de la Plaza de las Monjas.

El tiempo fugitivo nos llena de lágrimas, el mar que con él se implanta en la lírica española como meditación minuciosa de la realidad interior del hombre.

La casa de Juan Ramón y Zenobia constituye un afán de deleite, de agua, de aire, de luz de oro: qué paz me da mi casa,

en ella la dulzura lo invade todo. Si contemplamos la higuera del pozo vemos a Platero pequeño, peludo, suave, tan blanco por fuera que se diría todo de algodón. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia con su hocico las florecillas rosas, celestes, lo llamo dulcemente Platero y viene a mí.

Platero es una de las grandes obras de la narrativa lírica, fundamental, no sólo para la comprensión de la obra poética de Juan Ramón, sino de toda la poesía posterior. Páginas, quizás las más bellas de la literatura contemporánea, sólo comparables a las de nuestra obra más universal El Quijote.

Una de las características de Platero y Yo es la certeza de estar en una isla dentro de otra isla, de una luz con el tiempo dentro. Su personaje único el burro Platero, las calles estrechas de Moguer, las paredes encaladas, las flores, las higueras, la gente sencilla. Platero era el gran confidente al que le ofrecía naranjas y mandarinas cuando caminaban en medio de nubes de campanillas, de fragancia, de hierba. El trotecillo y el cascabel nos acompañan cuando recorremos los prados mientras, como Juan Ramón nos dirigimos a Platero pidiéndole que no se vaya, que no se muera porque aún tenemos que hablar de muchas cosas.

Visitar la casa de Juan Ramón supone un deleite, una leve brisa acariciándonos y un pinar donde reposa Platero. En estos momentos es bueno cerrar los ojos y respirar aromas del pasado que llevan cargas de vida.

Allí descansa el viajero inmerso en esa blanca maravilla.

Dulce Platero, burrillo único, a ti van dedicadas estas líneas, aún te veo caminando por las cuestas blancas de Moguer, por aquellos senderos de malvas y madreselvas. Arre Platero, ¿nos ves de verdad en esta tarde azul de Abril?

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EP

biblioteca

l título de este artículo, “Pepito el de la Biblioteca”, bien podía ser el nombre del personaje de un capítulo de un imaginario Platero y Yo trasladado a la sociedad moguereña en la actualidad, como en su espacio y tiempo lo fueron de la centenaria obra “Don José el cura”, “Frasco Vélez”, el alcalde, “Darbón”, el veterinario, “el medico de Platero”, como lo definió Juan Ramón, Doña Domitila, “La miga” o “Ramona, la castañera de la Plaza del Marqués”, entre otros. Pero sí es un homenaje a la persona a la que se dedica este artículo en el año que Platero cumple 100 años.

En este año 2014 en el que se está celebrando el Centenario de la primera publicación de la obra Platero y Yo, al que la revista Montemayor dedica una sección especial, no podía faltar a mi humilde opinión un artículo que versara sobre la figura de José Quintero Ollero, o lo que es lo mismo, de “Pepe o Pepito el de la Biblioteca”, sin duda un moguereño que forma parte de lo que a nivel particular defino como historia interna de un pueblo –pero como otros muchos vecinos por su

epito el de laP

E

por Cayetano Burgos Mazo

Platero, hace ya más de 10 años que aquel hombre servicial, aco-gedor, siempre atento al visitante, que durante 40 años enseñó mi casa de la calle Nueva, se jubiló. Los vecinos le conocen como Pepito el de la Biblio-teca, pues trabajó también durante casi 20 años como bibliotecario a la vez que conserje de la casa.

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trascendencia también en esta ocasión de la historia externa-, en este caso de nuestra

Blanca Maravilla que es Moguer, como lo definió el Nobel. Con ese apodo

se conoce a una de las personas que más ha hablado de la vida y obra de Juan

Ramón por su trabajo de conserje y guía de la hoy casa museo Zenobia-Juan Ramón

durante cuatro décadas, una etapa de su vida de la que casi la mitad compaginó también con tareas de

bibliotecario, lo que con el paso del tiempo se tradujo en un estrecho acercamiento y conocimiento mutuo de la

juventud moguereña de aquellos años, de donde le viene el sobrenombre antes mencionado, con el que es hoy conocido

por una gran parte de la población, sobre todo por los jóvenes que entonces tenían edad escolar y acudían a estudiar a la biblioteca.

José Quintero Ollero es una persona que con el paso de los años se ganó el aprecio y reconocimiento de sus vecinos y miles de

visitantes. En numerosas ocasiones ha recibido ese reconocimiento, una de las últimas ocasiones el pasado mes de diciembre durante

la presentación de los actos del Año Platero, cuando el público que llenaba el teatro Felipe Godínez lo acogía entre aplausos mientras sobre el

escenario leía un capitulo de Platero y Yo.

Pero su trabajo también ha sido reconocido a nivel institucional, por la Junta de Anda-lucía, que en 1992 lo designó como uno de los “100 Andaluces del Turismo”, y el propio ayuntamiento de Moguer y la Diputación Provincial, que en 1994 le distinguen con el “Perejil de Plata”, máxima distinción de la Fundación del Nobel, de la que es Miembro de Honor.

“Hoy no se puede salir, Platero. Acabo de leer en la plazoleta Escribanos el bando del alcalde” (Platero y Yo, cap. 64, Frasco Vélez). En la plazoleta Escribanos nº 3, que inmortaliza Juan

Ramón entre otros en el mencionado capítulo, nace José Quintero Ollero en no-viembre de 1937, el mismo domicilio en el que ha vivido los 76 años que tiene

en la actualidad.

Empieza a trabajar como conserje de la casa en 1962, con 24 años, des-pués de ser seleccionado en una convocatoria municipal a la que se

presentaron una veintena de candidatos. Entonces la casa cumplía cuatro años desde que se abrió al público de forma oficial en

1958, el año que murió Juan Ramón, si bien su puesta en marcha se remonta a dos años antes, 1956, el año de la

concesión del Nobel. Entre esas dos fechas se encuentra el origen de la apertura de la hoy Casa Museo Zenobia

Juan Ramón, entonces denominada como Casa Municipal de Cultura, a la que se traslada en 1958 la biblioteca municipal que

se encontraba en una pequeña sala del ayuntamiento.

Tras la concesión del Nobel, la casa familiar de Juan Ramón de la calle Nueva, de acuerdo con la familia del poeta, el mismo Juan Ramón, y el ayun-

tamiento, se abre al público. Entonces el ayuntamiento designa para realizar las tareas de conserje a Rafael Fuentes, un carpintero que se encargaría además de

la restauración de los muebles de la casa mientras no atendiera visitantes, así hasta el año 1962 en el que fallece, por lo que el ayuntamiento convoca la plaza de conserje

que pasaría a ocupar José Quintero.

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Además del trabajo de guía del museo, Pepe cum-plía con las tareas propias de la biblioteca municipal, pero además atendía a los investigadores de la obra de Juan Ramón, cuya biblioteca particular también se encontraba en la casa de la calle Nueva. Así desa-rrolló su trabajo hasta que a finales de los años 70 es nombrado director de la biblioteca D. Francisco Serrano. Durante todos esos años esa circunstancia se tradujo en que José Quintero apenas pudo dis-frutar de vacaciones, que sí le eran lógicamente re-muneradas por el ayuntamiento. La casa museo y la biblioteca fueron dos entidades unidas hasta 1988, año en el que se crea la Fundación Juan Ramón Ji-ménez. Y Pepe fue el único guía hasta que en 1992 se incorpora una segunda guía a la casa, ya que con motivo del 5º Centenario del Descubrimiento de América aumentó de forma considerable el número de visitantes.

Pepe tenía estudios primarios cuando empezó a trabajar como conserje de la casa museo, pero un escaso conocimiento de la vida y obra de Juan Ra-món, que en poco tiempo de forma autodidacta fue ampliando con la lectura de libros del poeta y con-versaciones que mantenía con el alcalde entonces y director de la casa D. Juan Gorostidi, quien también le dio las primeras explicaciones de cómo tenía que enseñar la casa.

Cuarenta años disfrutando con su trabajo y haciendo disfrutar a todo el que lo escuchaba durante el reco-rrido por la casa, un privilegio que ha tenido José Quintero, el de ser guardián y transmisor de la memoria de Juan Ramón, un trabajo gratificante pero complicado en algún momento, salpicado con miles de anécdotas, la primera casi nada más empezar su trabajo en 1962, cuando tuvo que enseñar la casa a una familia portuguesa a la que entendía con dificultad.

Nada más llegar Pepe daba muestras de amabilidad hacia los visitantes con una acogedora bienvenida. Y empezaba el recorrido por el museo. “La casa en la que nos encontramos es una vivienda del siglo XVIII, de arquitectura típica andaluza, restaurada a finales de siglo por el padre de Juan Ramón cuando la familia se viene a vivir a la calle Nueva y deja la calle Ribera en la que nació el poeta”. Y continuaba después por la biblioteca particular en la planta baja, para subir después a la planta alta en la que se encontraban numerosos recuerdos personales del matrimonio, para acabar la visita en el patio. Y así durante cuarenta años en los que fue alma y voz del poeta.

Con el paso del tiempo tuvo la oportunidad de fomentar su vocación y conocimiento, de una parte porque personalidades de la cultura, las letras o la política visitaban cada vez más la casa, y cada vez eran más frecuen-tes las estancias de estudiosos de la obra de Juan Ramón, y por otra por la cercana relación que mantuvo con los distintos directores de la casa y la fundación con los que coincidió durante sus años como guía.

De esa forma siempre supo adaptar sus explicaciones y comentarios a todos los visitantes. Así se ganaba igual la atención de un grupo de escolares, de familias o de conocedores e investigadores de la obra de Juan Ramón. Siempre sin caer en la rutina a pesar de la continua repetición, lo que Pepe conseguía con un trabajo bien hecho, siempre en su sitio y atento a las indicaciones que le pudieran hacer los visitantes.

José Quintero ha tenido el honor de atender a personalidades del mundo de la cultura y la política, entre otros a Vargas Llosa, García Márquez, Alberti, Federico Mayor Zaragoza o al que fuera presidente del gobier-no Calvo Sotelo. Y por supuesto a miles de personas anónimas que se despedían con la agradecida satisfac-ción por las explicaciones recibidas, que Pepe siempre calificaba de modestas.

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Está claro que José Quintero ha disfrutado con su trabajo. Basta charlar un rato con él sobre sus años como guía del museo, y también que en su casa tenga varias publicaciones de Juan Ramón sobre la mesa camilla. Del poeta destaca la profundidad de su obra, sobre todo la escrita en prosa que le ha sido más fácil de entender, de la que pone como ejemplos “Diario de un Poeta Recién Casado”, “Espacio” o “Dios Deseado y Deseante”.

Y por su supuesto “Platero y Yo”, una obra de la que destaca “la sensibilidad del poeta hacia Moguer, en la que describe su sociedad y costumbres, sus tradiciones y sus paisajes en un monólogo idealizado con un burro en una época en la que todo el mundo tenía un burro”. “Platero y Yo” -continúa José Quintero- “es una obra exquisita en musicalidad y sentimientos, en vocabulario, en la que Juan Ramón recorre también sus calles y sus campos, a la vez que destaca la celebración de sus fiestas, como El Rocío, El Corpus o la Velada de septiembre, pero es también un libro en el que en algún momento hace una crítica a la sociedad de la época. Platero es la obra que mantendrá siempre unido a Moguer y Juan Ramón. Con Platero y Yo parece que el poeta ha permanecido siempre en Moguer”.

La calle Enmedio, el Pozo Concejo, el Monturrio, la calle Nueva, la calle San José, la Plazoleta Escribanos o la Plaza del Marqués, entre otras, que recorremos todos los días, son las mismas por las que paseaba el poeta al que los chiquillos llamaban loco junto al burro pequeño y peludo, y recorridas junto a sus vecinos, mogue-reños protagonistas de un pasado que puede parecer muy lejano en el tiempo pero que como Juan Ramón son personajes del Moguer actual.

Y como Juan Ramón y Platero, José Quintero se marchará, pero su enseñanza permanecerá para siempre en este Moguer inmortal, la Luz con el Tiempo Dentro, al que el poeta llevó y sigue llevando a todos los lugares y todos los tiempos.

En el deseo de que la citada colaboración sea del agrado de los responsables de la edición de la revista Mon-temayo 2014, y de todos los que lean este artículo, les saluda cordialmente.

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Ppor Rocío López

P latero.... Qué nombre tan familiar para una moguereña. Siempre lo había oído, desde pequeña, ya que tenía yo un burrito que se llamaba así. En mi inocencia de niña, estaba orgullosa de que se llamara como tú, burrito universal de Juan Ramón, sin saber que ese nombre era debido al color de pelo gris plateado. La foto de este animalito de nuestra propiedad, estuvo en la casa museo, muchos años representándote, de lo cual nos sentíamos muy orgullosos también.

Siéntete grande, Platero, pues con tus pequeñas patitas, has recorrido el mundo entero, gracias al Andaluz Universal. !Qué figura tan tierna y amada hizo este gran poeta de tí! Desde entonces, este animalito que se utilizaba por muchos campesinos como instrumento de carga y de vehículo, se magnificó. ¡Cuántas emo-ciones has despertado en todos los que hemos releído este libro de nuestro gran paisano poeta! Personaje tierno, cercano emocionante; todo debido a la forma de él tratarte. Los niños te quieren y desean tenerte; a los mayores, se nos ablanda el corazón, como el algodón de tu metafórica figura. Te hace partícipe de sus emociones,conunacaridadinigualable.Nohaydistinciónentreélytú;soishermanos.Élsehacepequeñoy a ti te engrandece; os igualáis. Habla de ti, del paisaje de las rosas, de los demás animales, de los sonidos de las campanas, de la luna, de otros poetas, de los niños, haciéndote copartícipe de sus juegos, hasta con-siderarte más inteligente que el propio hombre. De las fiestas del pueblo, de Montemayor, de las carretas del Rocío, invitándote a piropear a las muchachas por la calle de la Fuente; de la torre, que de cerca parece una giralda vista de lejos.... Te valora las cosas sencillas, te habla de Sarito, de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol, que le mandaba moras y claveles. Te contaba sus historietas; te invitaba a contemplar las estrellas, a jugar con los niños alrededor del Nacimiento, en la noche de Navidad; a mirar las nubes rosas sobre el campo de San Juan. Te habla de la granada, fruta de Moguer, gala de su escudo, de la Noria, de los borriquillos de las lavanderas que vienen por la cuesta roja de la Fuente Vieja; de cómo los niños corren entre las jaras, para coger las mariposas blancas. Te habla de las calles y barrios de Moguer, como el Montu-

CPlatero

onversación conC

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rrio (Mons Urium), que se ennobleció para él ese barrio, cuando supo que significaba Monte de Oro; de la calle de la Ribera, barrio de los marineros, donde él nació; de la calle Nueva, donde vivió de más mayor. Te habla de tu médico Darbón, del niño tonto de la calle San José, sentadito en su sillita, a la puerta de su casa, viéndonos pasar, de Salud la lechera, que vivía en las Madres, de Don José el Cura... Hasta te habla de lo Divino: del Ángelus, de la Procesión del Corpus, que después de la comitiva de los Santos, iba La Custodia con El Santísimo, bajo palio, escoltada por la Guardia Civil.

¡Qué gran lección de humanidad nos dio tu dueño y amigo, Platero. Fíjate si te considera como él, Platero, que cuando tú te vas, te habla, como si alma tuvieras. Oye tus rebuznos lastimeros y recoge tus aparejos y arreos y los lleva al granero, desde donde se ve Montemayor, el Molino de Viento, Fuentepiña y el mar.

Duerme tranquilo, Platero, bajo el pino grande del Huerto de la Piña, junto a los lirios amarillos, el canto de los pájaros y las mariposas blancas, pues tu gran amigo y todos los que por él te hemos conocido, ten-dremos un recuerdo para ti.

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H

MRedondo

ace tiempo que deseaba hacer un homenaje escrito a un personaje tan peculiar como, al menos para mí, fue José Redondo Robles, “Pepe Redondo el Cartero”, pero hasta hoy no he sido capaz de encontrar el momento o más bien el medio de hacerlo realidad.

Se podrá decir que lo que aquí se describe debe estar influido por los lazos de familiaridad y cariño existentes, reconozco que puede ser cierto, pero la realidad del personaje, su valía profesional y su calidad humana, superan todo interés personal o familiar que yo pueda tener al escribir sobre él mismo.

Pepe Redondo “El Cartero” nace en Moguer de padres oriundos de Gibraleón, los cuales se instalan en esta localidad en el comienzo del pasado siglo regentando una tahona en la antigua calle de la Botica (hoy calle Francisco Garfias) y siendo en este negocio familiar donde comienza su actividad laboral. Pero no es ésta su intención ni es éste su oficio del que deseaba apartarse, pues una vez finalizada la guerra civil ingresa en el Cuerpo de Correos en esta localidad en compañía de . Lauro Olivares y a las órdenes del Jefe Correos de entonces D. Paulino Ruiz de Clavijo.

i tío

Pepe

M

H

A mi tío Pepe y a todos

los artistas y bohemios.

(Del libro “Moguer, poemas, canciones y olvidos” )

por Rafael Redondo Guillén

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Al sentir desde muy pequeño una gran inquietud por la música, no había instrumento musical que no le atrajese, de forma didáctica aprendió solfeo, así como el manejo de todo instrumento que se ponía a su alcance y mis primeros recuerdos de él son los del sonido de los instrumentos que tocaba. Esto se debe a lo llamativo e interesante de su música y de su gran habilidad, pues llegué a conocer en sus manos instrumentos tales como violín, bandurria, guitarra, laúd, acordeón y piano, dominándolos todos con una gran soltura. A modo de conocer al personaje y saber de sus habilidades, obra en mi poder la partitura de un pasodoble dedicado a una novia de su juventud que era de Almonte y donde yo acudí con él en alguna ocasión y que llegó a registrar en la Sociedad de Autores.

Su gran condición humana, le hace ser soñador, filántropo, desinteresado, generoso, entregado a su pueblo y a sus costumbres, ilusionado y algo bohemio. Fue un hombre que acarició muchas facetas durante toda su vida, pues lo mismo, tenía una gran devoción a la poesía, sobre todo a la juanrramoniana la cual dicho sea de paso, practicaba en periodos esporádicos, sobre todo en unión de D. Emilio Gutiérrez Jiménez, sobrino de J. R. J., así como de D. Juan de Gorostidi, los cuales en dichos períodos se “encerraban” en el campo de este último al sitio del “Chorrillo” y allí se empapaban de ella y discutían, a veces con vehemencia, sobre la construcción, contenido y alcance de la misma, como también sentía y era un gran aficionado al teatro, tanto a la realización de obras que dirigidas por Dª. Remedios a quien más adelante detallo, como a la modalidad antes llamada de “Variedades” que se celebraban en el antiguo Teatro – Cine Central de nuestra localidad habiéndose relacionado con bastante amistad con todo artista o cantante que llegase a Moguer y, ciertamente, por aquel entonces años 50, venían grandes y afamados artistas a nuestra ciudad, quienes nada más llegar era a Pepe Redondo con el primero que contactaban para preparar la función oportuna.

Recuerdo con gran ánimo e ilusión aquellos acompañamientos que realizaba a los cantantes con el piano existente en el Teatro-Cine Central, los cuales se congratulaban de tener a su disposición y desinteresadamente (nunca percibió ni una sola peseta) un “maestro” de tales virtudes, pero lo que más nítidamente tengo en mi memoria, era el “preludio” de cada comienzo de la obra en cuestión y ese preludio no era otro que el pasodoble Islas Canarias el cual dominaba a la perfección, para después continuar acompañando a artistas de la época, y de la talla de Emilio el Moro, Manolo el Malagueño, Juanito Valderrama, La Niña de los Peines, La Paquera de Jerez, etc. etc.

Como digo antes y en cuanto al teatro lo realizaba en compañía con Doña Remedios, Maestra de Primaria que vivía en la calle del Sol, llegando a representar multitud de obras de distintos autores, sobre todo de los Hermanos Quintero y tanto en nuestra ciudad como en la vecina San Juan del Puerto, donde me llevaba siempre con él y nos quedábamos

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en las noches después de cada función en la Pensión Toscano, que además de amigo, también tenía allí mismo una panadería y, por tanto, era colega de profesión.

En cuanto a sus actividades profesionales y aparte de la primera que fue la de panadero, fue la de telegrafista durante algunos años, ejerciendo ésta profesión en el primer piso de una casa solariega de la Plaza de las Monjas, para pasar posteriormente y como digo antes ejercer a la profesión de Cartero, la cual practicó con gran dedicación y esmero hasta su jubilación.

También es de reseñar otra faceta de mi tío y es la visión futurista, modernidad e innovación que representaba ya que a finales de los años 40 y principio de los 50, quizá debido a sus conocimientos de electrónica y comunicaciones adquiridos durante la guerra civil, así como su destino en el telégrafo de Moguer, fabricó con piezas deslavazadas y de distinta procedencia, tales como placas, lámparas y algún que otro cableado todo ello dentro de una caja de madera, con una antena instalada en el mayor pino que hubiera, una radio de las llamadas de “galena”, que funcionaba con la energía que le proporcionaba unas enormes pilas dado que no había luz eléctrica y que se podía oír a través de unos auriculares no sin muchas dificultades y recuerdo que fue en la finca de Nazaret, propiedad de D. Ildefonso, vecino nuestro, donde lo vi y escuché por vez primera.

En cuanto a su calidad humana, ésta fue de un alto e incuestionable grado, pues aparte de sus amistades y relaciones con vecinos de la localidad, estuvo siempre pendiente de cualquier persona o personaje que llegase por primera vez a Moguer, Notarios, Médicos, o profesionales de cualquier tipo, fueron los receptores de sus conocimientos y amor por su Moguer y de todas sus bondades a los que facilitaba su estancia proporcionándole de inmediato todo aquello que le fuese necesario para comenzar aquí su vida profesional y familiar. Creo que puedo decir sin temor alguno a equivocarme, que su relación con todos fue de más de una gran familiaridad que de la amistad normal que se pueda tener con un buen amigo o con una familia, pues su trato exquisito, respetuoso, desinteresado y afable fue superior a la amistad normal que se pueda tener hoy día con cualquier persona o familia.

Aunque se casó ya maduro con la tía Sole, (Soledad Costa García), su matrimonio fue largo, alegre y muy feliz durante bastantes años.

Mi último recuerdo mas grato de este personaje es el oírle su música de acordeón cuando nos la tocaba a mi esposa y a mí expresamente en su casa estando ya marcado con la enfermedad que se lo llevó.

Dios tenga en Su Gloria a este moguereño de corazón, gran artista tan polifacético, gran profesional, buena persona y mejor marido que fue mi tío Pepe Redondo.

Comprendo que no te comprendan

Porque yo soy igual que tú,

una voz solo para el silencio,

unos ojos solo para la luz,

un caminar solo para estar más quieto,

comprendo que no te comprendan...

Porque yo soy igual que tú,

un rosal florecido en el desierto,

una gota de mar en el arroyo,

un soñador despierto,

comprendo que no te comprendan...

Porque yo soy igual que tú,

una música que guarda el secreto,

un corazón preso de la armonía,

una estrella sin firmamento,

comprendo que no te comprendan...

Rafael Borando

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E

LPlatero

l 30 de Julio de 1991, el periódico Huelva Información, premia al Mejor Quiosquero de la Provincia, recayendo en Salvador Borrero García. Fue este premio bien merecido por su labor con la prensa en general.

Repasando mi archivo de la historia de Moguer, me encuentro con este tema que tenía en mente desde hace tiempo. Por muchos motivos me veo embarcado en este punto de venta de la prensa diaria y semanal.

Salvador Borrero García representaba a toda la Casa de los Borrero-García. Mi homenaje a él y a todos los suyos, con un recuerdo para Manolita, Pepa y Rocío. Conocí también a Salvador Borrero, patriarca, y Rocío García, matriarca, ya siendo estos muy mayores.

Quiero resaltar que esto no era un quiosco en sí, era un punto de venta de la Prensa Diaria y Semanal que estaba situado en la calle Juan Ramón

a casa de frente,

donde estás Tú expuesto,L

E

por Jomargo

(Del libro “Moguer, tú y yo. La alforja de todas tus historias y tiempos” )

Jiménez, antes Canovas, Una casa muy grande, con unas ventanas bonitas a cada lado de la casa, siendo el único punto de venta de prensa que tenía Moguer, que era extensible para todo el pueblo con su reparto diario a domicilio a todas las casas que lo solicitaban.

Manolita era la encargada de la papelería, librería, de la prensa y de las revistas. Vendía, pagaba, hacía las facturas y llevaba una pequeña contabilidad.

La prensa se repartía diariamente a domicilio, llegaban de Madrid, Sevilla y Huelva. Las de Madrid llegaban a Moguer con un día de retraso, por el correo, y eran el Marca, el Arriba, el Ya y el Madrid. Semanalmente el Mundo, el Dígame y el Ruedo. De Sevilla llegada el ABC y el Correo de Andalucía, que llegaban en la camioneta de Damas a las dos y media de la tarde con su fecha del día y se repartían. El Odiel con fecha del día llegaba de Huelva en la camioneta que llevaba a los viajeros de Sevilla a la estación de ferrocarril de San Juan

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del Puerto a las siete y media de la mañana, esta traía el correo, se recogía a las nueve de la mañana con los de Madrid y se repartían.

Platero, te voy a contar el recorrido que hacía aquel repartidor de periódicos por la mañana y tarde. Tú y Juan Ramón conoceréis esas calles tan bonitas, sus gentes, este pueblo blanco que es Moguer, que es de todos.

El reparto lo hacía por la mañana y tarde, empezando por la Plaza del Marqués, por el Casino que compraba todos los periódicos, Juan Crocci, la barbería de Joaquín “el cano”, Manuel González Gil -Bar Central-. En la calle Juan Ramón Jiménez; Manuel “Realista”. Calle Alonso Niño; Alberto Pérez Ventana. Calle Aceña; Federico Fernández de la Maza, Manuel Sáenz y Cosme Sáenz. Calle San Miguel: familia Pulido. Calle San Francisco: Lauro Pancho. Plaza de las Monjas: hermanos Julia, Encarnación y Manolito Moreno García y Germán Rodríguez. Calle Queipo de Llano: Antonio Hernández Pinzón. Plaza del Cabildo; Augusto Burgos y Barbería Suárez. Calle Obispo Infante: Carmen Crocci y Cayetano Burgos, dueño de las aguas de beber, que compraba todos los periódicos y revistas. Calle de la Botica, hoy Francisco Garfías: Bodegas Pinzón -los Paniagua- y Ángel López. Calle Vendederas: Julián Rubí de Celis, Fonda de “La choca”, Antoñito el barbero y Antoñito el de la tienda de las telas, este las vendía por metros y tenía todas las estanterías llenas de piezas de telas de muchos colores. Calle Santa María: los “Navajitas”.

Calle Escribanos: Barbería de Frasco Ollero, en esta barbería al repartidor le gustaba hacer una parada y descansar un rato, siempre había clientes para pelarse o afeitarse y se hablaban y comentaban muchas cosas de la actualidad, al repartidor le gustaba aquel ambiente. Calle Limones: Barbería de Antonio Lara, Manuel Aranal y Bodega del Pipa.

Calle Friseta: Zapatería del Maestro Cartes, hombre muy sencillo, amable y muy cariñoso que vivía solo en aquella casa soleada y alegre. Las medias suelas y las tapas en los zapatos eran su diario en este trabajo. Especializado en hacer aquellas botas para los hombres del campo en las que empleaba una semana para hacer el par. Estas botas eran para toda la vida, echas a mano, hasta las cuerdas de cáñamo las preparaba dándoles cerote una vez y otra, las cosía con unos pespuntes, todos iguales, fuerte, toda de material de la mejor calidad y el final de la suela toda llena de tachuelas. Al repartidor de la prensa le gustaba verlo trabajar, como, día a día, avanzaba y como quedaban estas en su final. Iba entremetiendo los trabajos más urgentes, después botas y botas. Cuando llegaba algún amigo, hablar de su Madrid, que no le hablaran de otro equipo.

Calle Alferez Jiménez Bayo: Manuel Pascual, muy conocido por el pueblo por su simpatía y su gracia. Este hombre era el de la miel, tenía muchas colmenas. En su corral que daba a la calle Palo Dulce siempre había gente comprando miel, meloja o raspa. Calle Juan Ramón Jiménez: Nicolás Díaz que solo compraba el Ruedo, era muy aficionado a los toros.

Por último me voy a la casa de frente de este punto de venta, donde está el manantial de la cultura de Moguer y la esencia de ésta, el Museo Zenobia y Juan Ramón, donde tú Platero, también estás en escultura; burrillo para todos los tiempos. En este Museo, Platero, trabajaba un administrativo, gran amigo. Colaboró dándome los periódicos ya usados para coger las noticias de Moguer y otras interesantes, trabajo de chino que hice durante un tiempo. Su bondad de tantos días ha hecho posible que una parte de la historia de nuestro pueblo se encuentre hoy en mis archivos. Muchas gracias Natalio Cruz Méndez, tu recuerdo llega a mi cuando las veo.

Salvador Borrero García recibe el galardón de Huelva Información. 30 de Julio de 1991.

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LB él

ueno paraBL por Jomargo

(Del libro “Moguer, tú y yo. La alforja de todas tus historias y tiempos” )

e doy este título merecido aSalvador Borrero García.Buen moguereño.Buen Punto de Venta prensa, revistas.Buen servicio imprenta y papelería.Buen empresario.

Guardo de él todos sus buenos recuerdos. Mis zapatos salian de mi casa y, solos, sabrían ir a la suya. Mi trabajo empezó siendo niño, terminó siendo jubilado. ¿Muchos años verdad?. Gracias Salvador.

Platero, Salvador Borrero García fue uno de los doce hombres escogidos de Moguer para turnarse y llevar el féretro de Juan Ramón Jiménez, al que tú tanto querías. Murió en la Isla de Puerto Rico, en una habitación de la Clínica Mimiya de San Juan. Llegó a Moguer, su cadáver y el de Zenobia, el 6 de Junio de 1958. Una sala habilitada de la Casa Museo enla calle Nueva, ya con el nombre de Juan Ramón, se convirtió en un auténtico hervidero humano. Descubiertos los ataúdes de zenobia y Juan Ramón, un incesante ir y venir de personas desfilaron ante los cadáveres. Las misas continuas se encadenaron una detrás de otra hasta bien entrada la mañana. Se organizó el cortejo fúnebre para trasladar los cuerpos hasta la Iglesia de Ntra. Sra. de la Granada y celebrar la Santa Misa que fue oficiada por el padre capuchino Fray Mariano de Sanlúcar, asistido por dos religiosos de la misma orden. La Escolanía de los Capuchinos de Sevilla interpretó magistralmente la misa de Réquiem de Halles.

Platero, doy lo que tú le dabas aJuan Ramón, lo bueno.

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MMONTEMAYOR

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Saluda del Hermano Mayor de la Muy Antigua, Primitiva, Real e Ilustre

Hermandad Matriz de Ntra. Sra. de Montemayor Coronada y Cofradía del Santísimo Sacramento de Moguer

“Monte es una palabra que por toda la tierra es ofrecida a Cristo y a María” (J.R.J.)

Montemayor eselbalcóndondeJuanRamóndefiniónuestratorre

comolapequeñaGiralda,

MontemayoreshistoriayesvidaparaMoguer,

Montemayoreslapalabraqueatodoslos

moguereñosesofrecidaparaelAmor,

MontemayoreselcaminoquenosllevaalaSalvación,

MontemayoresellugardondeelperegrinobuscalaPaz,

Montemayoreslaesfera,laesencia,laespiritualidad,laMadre,

quenosedebeabandonar.MMissaludosmáscordialesenestosdíasveniderosalasfiestasenhonoraNuestraPatrona,o,alaVeladadelaVirgencomonombraJuanRa-mónensuobraPlateroyYo.NuestropoetamoguereñonoseolvidónitachóensuobrauniversaldelnombredeMonteensuampliosentido,oeldeMontemayorrefiriéndosealaVirgenoalnombredeunamujermoguereña.

NoolvidemosqueMontemayoreshistoriafundamentaldeestenues-tropueblo,yque los Moguereños llevaron, llevamosy llevaránporbandera.NoolvidemosqueMoguerespueblodedevociónyMarianoporexcelencia.NoolvidemosqueMontemayoresdetodosytodosdebemoscombatirporMontemayor.

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Joaquín Luis Domínguez Moreno

AmisaludounoeldemiscompañerosdelaJuntadeGobiernoyMayordomos2015,quesindescansar,ypareciendoquefueayer,nosencontramosinmersosdenuevoentodoslospreparativosparacelebrareldíagrandequetieneMoguerporexcelsitud.UnavezmásosinvitamosacompartirlosdíasdeNovena,dondenosalimentaremosdelapalabraycompañíadelavenerableimagendenuestraMadreCelestial.

Aun sabiendoque lostiemposque corren siguen siendodifíciles, nomequedamásremedioquepedirosyhacerosunllamamientoacolaborarparaseguirman-teniendoelpatrimonioyeldíaadía.DecirMontemayortambiénesdecirtenerunacasaabierta,consusgastosjustosynecesariosparapoderdisfrutartodosdeestemajestuosolegadoquenosdejaronnuestrosantepasados.ParaelloospidoenminombreyeldemiJuntaquecolaboréisconlaTómbola,fuentedeingresoparasostenerloqueesdetodos.HagámoslocomoundonativodeagradecimientoaElla,alaquenosdalaPazyelConsuelo.

Queestosdíasdefiestaseandedichaydegozo,deamistad,familiaridad,herman-dadygrandezasparanuestrasvidas.PidoaNuestraMadreCelestialqueabraelco-razónalosquedebienesestánsobradosycolmederecursosalosquelefaltan.

Quieroterminarmisaludodeseandoamipueblo,amigenteFelicesFiestas,yreci-tandolaestrofadeunasevillanaqueencierralahistoriadeMoguer.

Moguer tiene un hijo

que a su nombre lleva con honor

dos divinos apellidos

Montemayor y Rocío

Rocío y Montemayor.

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P Rosario Paniagua FernándezProfesora de Literatura Española

EN PLATERO Y Y1

1 Artículo publicado en la Revista Tamar, Hermandad Matriz Nuestra Señora de Montemayor 2014 volumen 6º pp. 30-32.

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El nombre de Montemayor en Platero y yo

Juan Ramón y Montemayor

Estamos celebrando el Año Platero, la obra más uni-versal del poeta más universal. Mucho son los actos y eventos, tenidos en Moguer y fuera de Moguer pues se trata de una obra que ha traspasado nuestras fron-teras, desde hace un siglo cuando vio la luz. Por este

motivo, la Revista Tamar ha querido sumarse a los ac-tos de este año tan festivo para nuestro pueblo, para nuestras tradiciones, y entre ellas la gran tradición, convertida en seña de identidad es la Virgen de Mon-temayor. Y ahora la Revista Montemayor también.

Parece Platero, mientras suena el ángelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidia-na, y que otra fuerza de adentro… más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas… (Cap. X).

“El alegre mes de mayo, / ha nacido esta mañana, / por los valles florecientes, / que her-mosa habrá sido el alba…” (JRJ).

“Monte es una palabra que por toda la tierra es ofrecida a Cristo y a María” (JRJ).

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Juan Ramón nació y cre-ció en Moguer y expandió el nombre del pueblo en la literatura y la geografía uni-versal. En el pueblo, Monte-mayor y su significación, no fueron ajenos al desarrollo vital del poeta, Montemayor y Moguer es un binomio in-

separable, como las dos caras de la misma moneda y en este contexto se gesta y se alumbra la obra li-teraria, que influye de una manera determinante en el texto escrito, en este caso el inmortal Platero y yo.

El nombre de Montemayor ha sido dado a conocer al mundo, de la mano del andaluz universal en su obra Platero y yo. Los nacidos en Moguer tenemos en ese nombre, el conjunto de todos los nombres, y está tejido en nuestra cultura local desde siempre y para siempre. Y Juan Ramón con su exquisita percepción de todo lo que lo rodeaba, se dejó invadir por el en-torno, y lo expresa con inigualable belleza y una im-pecable expresión poética. En el recogimiento pacífi-co y rendido de los crepúsculos del pueblo, ¡qué poesía cobra la adivinación de lo lejano… ¡… Es un encanto contagioso que retiene todo el pueblo… Hay un olor al nutrido grano limpio, que bajo las frescas estrellas, amontona en las eras sus vagas colinas… (Cap. LIX)

Si en Platero y yo, los personajes, los paisajes, los olores, los colores, los sabores, las tradiciones, la in-trahistoria son de Moguer, en la obra está implícito el coto de Montemayor, formando parte del entorno, paraje en donde el poeta tanto vivió, tanto pensó, tanto escribió haciéndose uno con el paisaje. Pues Juan Ramón, no solo describe el paisaje, sino que lo incorpora como un elemento más, dándole vida, pues late dentro de él. Moguer y su vida toda im-pregnó su obra, y supo escalar las cimas de la be-lleza sin límite, haciéndose uno con un entorno lle-no de sol, lleno de luz, lleno de azul, lleno de grana, lleno de amarillo, lleno de violeta como un conjunto cromático, como una paleta de pintor que vistió de color la literatura para siempre.

Por suerte, he transitado muchas veces por las in-mortales páginas de Platero, en esta ocasión buscan-do las referencias a Montemayor y el resultado es el siguiente. El nombre de Montemayor aparece men-cionado; ocho veces de forma expresa. En modo de alusión, es decir palabras que tienen que ver con la ermita, la procesión de septiembre, la velada; cin-co veces. Y en muchos capítulos de la obra vemos el paisaje de Montemayor sugerido de un modo ma-gistral y bellísimo, que nos acerca aún más al contex-to de Moguer en donde Platero y yo fue concebido y alumbrado en 1914.

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De forma expresa:

“…Ahí la tienes ya, Platero negrita y vivaracha, en su nido gris del cuadro de la Virgen de Montemayor, nido respetado siempre…Están ya aquí Platero, las golon-drinas y apenas se las oye… (Cap. XIII).

Iba Platero despacio, como sabiendo que llevaba enci-ma un frágil lirio de cristal fino, La niña con su hábito cándido de la Virgen de Montemayor, lazado de gra-na…parecía un ángel, que cruzaba el pueblo, camino del cielo del Sur. (Cap. XLVI).

Íbamos, cortijo de Montemayor, al herradero de los novillos…por el campo claro, qué alegre cabalgar. Es-taban las marismas risueñas, ceñidas de oro… Platero alzaba su raudo trotecillo… por el arroyo seco que baja del pueblo… (Cap. LIV).

Del pueblo en fiesta, rojamente iluminado hacia el cielo, vienen…valses nostálgicos en el viento suave…la torre se ve en un… limbo azul…El campo está solo con sus árboles y con la sombra de sus árboles… a lo lejos hacia Montemayor… Es la noche tan clara, que las flores del jardín, se ven de su color, como en el día. (Cap. LXXIII)

La luna, que sube redonda, sobre la ermita de Mon-temayor, se ha ido derramando suavemente por el prado….donde aún yerran vagas claridades del día, y el suelo florido parece ahora de ensueño, no sé qué en-caje primitivo y bello. (Cap. LXXXII).

Veo a Montemayor, mirando una escama de pescado contra el sol, tapando el ojo izquierdo con la mano…es la Virgen del Carmen que se ve, bajo al arco iris, con su manto abierto y bordado en la escama…la patrona de los marineros… (Cap. XCIII)

Ahora Platero, vamos a vestirnos Montemayor, tita, María Teresa, Lolilla, Perico, tú y yo, con sábanas y col-chas y sombreros antiguos, y a las doce pasaremos ante la ventana de los niños, en cortejo de disfraces y de luces, tocando almireces y trompetas… (Cap. CXXII)

El granero es ancho, silencioso, y soleado. Desde él se ve todo el campo moguereño, el Molino de Viento, rojo, a la izquierda, enfrente, embozado de pinos, Montemayor, con su ermita blanca, tras de la iglesia, el recón-dito huerto de la Piña, en el poniente, el mar alto y brillante en las mareas del estío. (Cap. CXXXIV).

En forma de alusión:

Resuena en el cielo, la mañana de fiesta, como si todo el azul fuera de cristal. Y el campo…, parece que se dora, de las notas caídas del alegre revuelo florido…Todos, hasta el guarda, se han ido al pueblo para ver la procesión…En el silencio que queda entre dos repiques, el hervidero interno de la mañana de septiembre, cobra presencia y sonido… Es la soledad como un gran pensamiento de luz. (Cap. LXVIII).

Para septiembre, en las noches de velada, nos ponía-mos en el cabezo, que hay detrás de la casa del huerto a sentir el pueblo en fiestas, desde aquella paz fragante que emanaban los nardos de la alberca. Ya tarde que-maban los fuego…Platero, cada vez que sonaba un es-tallido se estremecía…. Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo…el trueno gor-do. (Cap. LXXVI).

Échate a un lado Platero, y deja pasar a los niños de la escuela, hoy se conoce que Lipiani está de humor, y cómo ves, los ha traído hasta le ermita. ¡Mira que con-tentos, van todos…! Se queda el campo vibrando a su paso, como un metal polícromo, igual que la campana gorda….que ahora sigue zumbando sobre el pueblo…en la torre. (Cap. XCVIII)

De forma sugerida

“La cumbre, ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales…A su esplendor, el pinar ver-de…vagamente enrojecido; y las hierbas, y las florecillas encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y lumino-sa. Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable, anda Platero. (Cap. XIX).

“¡Qué encanto el de la azotea!.. Las campanas de la to-rre, están sonando en nuestro pecho, a nivel de nuestro

corazón, que late fuerte; se ven brillar lejos las viñas…los azadones, con una chispa de plata y sol; se domina todo… ¡Qué ex-traña, por la montera de cristales, la vida ordinaria de abajo…! (Cap. XXI).

“Veníamos los dos cargados, de los mon-tes: Platero de almoraduj; yo de lirios ama-

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rillos, Caía la tarde de abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa de azucenas de cristal… los li-rios que venían conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba…” (Cap. XXII).

El cielo azul, azul, azul… se levanta sobre los almendros cargados… Todo el campo silencioso y ardiente brilla... Hacia los montes… la compacta humareda de un in-cendio, hinca sus redondas nubes negras... (Cap. LVII).

Tras este breve recorrido por las páginas de Platero y yo, queda de manifiesto la identificación de Juan Ramón con Moguer con todo lo de aquí, la mención expresa a Montemayor, la ermita, las fiestas denotan que en el poeta está Moguer entero, y Montemayor es una elemento nombrado en esa casi “biografía” del poeta en la obra que estamos considerando. El Mo-guer que describe en sus costumbres, tradiciones pai-saje, es en esencia, el de siempre y para siempre, con la evolución natural del paso de los años, de cien años en nuestro caso. Moguer y Montemayor han que-dado inmortalizados de modo singular en esta obra cuyo primer centenario estamos celebrando.

Y para terminar dos consideraciónes al hilo del tema que traemos. Juan Ramón escribió lo que sigue, cuan-do visitó la gruta de Lourdes en Francia, recordando a la Virgen de Montemayor: “…Mi alma quiso embria-garse del olor/ que tu flor da salud al peregrino, / y me inundaste el alma, con el fino aliento delicioso de tu flor/. Yo me llegué hasta ti muerto de amor, / a que tú iluminaras mi camino, / y de tu corazón brotó un divino manantial de suavísimo fulgor. / Yo quisiera fundir mi pobre vida/ con tu mirar y en él siempre flotar…/ Al beso de esta clara despedida, regada con el agua del llorar, / ha entreabierto tu flor sobre mi herida/ para siempre tu gracias respirar.//

Y concluyo con una de las más bellas anunciaciones que jamás he leído, salida de la pluma de nuestro poe-ta universal en donde compara a María con una azu-cena, doblada ante el anuncio celestial, una serie de detalles nos permite identificar, como inspiración del poema el cuadro de la Anunciación de Botticelli.2

¡Trasunto de cristal/bello como un esmalte de ataujía!/Desde la galería esbelta/ se veía el jardín. / Y María, /Vir-gen, tímida, /plena de gracia, / igual que una azucena, /se doblaba al anuncio celestial. /Un vivo pajarillo volaba en una rosa/.El alba era primorosa/.Y, cual la luna mati-nal/, se perdía en el sol nuevo y sencillo, el ala de Gabriel, blanco y triunfal/ ¡Memoria de cristal!

2 El poeta de Moguer trata de plasmar con palabras el encanto de la Anunciación de Botti-celli (1489). Una serie de detalles nos permite identificar como inspiración de este poema este cuadro, ya que ofrece una galería que deja ver al fondo, la luminosidad del oriente, y el ángel parece estar suspendido. Tal vez podamos considerar los años 1911 y 1912 como el primer momento prerrafaelista en Juan Ramón. (Tomado de Juan Cano Balles-ta El prerrafaelismo de Juan Ramón Jiménez en Poemas impersonales. Actas XII del Congreso Internacional de Hispanistas. Birmingham 1995).

Con todo lo dicho, que el lector saque sus propias conclu-siones; merece la pena redescu-brir al poeta en “todos sus matices” y disfrutar de una obra inabarca-ble en su extensión y henchida de espiritualidad y belleza, como se ha puesto de manifiesto en este artículo.

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PLATEROFran Cabeza

óleo sobre lienzo95 x 73 cm.

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Platero y Yo ha vuelto a nacer 100 años después con la celebración del Centenario de su primera publicación en 1914, un libro que se editaba por primera vez ese año, y forma parte de la Literatura Universal, como toda la obra de Juan Ramón, desde el día que el poeta fue galardonado con el Nobel de Literatura, el 25 de octubre de 1956.

Pero 44 años después, en enero de 1958, el mismo año en cuyo mes de mayo fallecería el poeta, volvía a nacer Platero, renacía Platero, pero un Platero que morfológicamente poco tenía que ver con aquel burro “pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón...”. Ese Platero era una revista impulsada por un grupo de jóvenes moguereños que se vendía al precio de cuatro pesetas. Al frente de ellos estaban “Paquito López y Rafalito Cerdan”, como se refiere en sus palabras de presentación el entonces alcalde D. Juan de Gorostidi, cuando en diciembre de 1957 le comunican la fundación del periódico que llevaría el nombre de “Platero”, y subtítulo “Revista de la Juventud Moguereña”.

Hace algunos meses me hice con una copia de su primer número, que me facilitó José Antonio Ollero. A mediados de julio me lo encontré entre mis papeles mientras buscaba documentación para escribir otro articulo que también pueden encontrar entres las páginas de la Revista Montemayor 2014. Y sobre el primer número de ese periódico gira este articulo.

Salvando por supuesto las distancias, la lectura del periódico nos hacer recordar a Platero y Yo. Ambos Plateros guardan cierto paralelismo, pues al fin y al cabo la revista es un reflejo de las inquietudes de la juventud en particular, y de la sociedad moguereña en general, de su historia, sus monumentos, su religiosidad o sus fiestas, entre las que ya aparece la Romería, con alguna filial ya fundada, caso de Punta Umbría, como queda patente en una sección de la publicación, en un año concreto, 1958, que es lo que refleja y describe con una exquisita lírica Juan Ramón en Platero y Yo del Moguer de principios del siglo pasado.

Se podría decir que en cierta medida “Platero, Revista de la Juventud Moguereña”, que nace en enero de 1958, le rinde homenaje al “Platero y Yo” publicado por primera vez en 1914, no sólo por las alusiones de los colaboradores en sus artículos, además porque queda plasmado de forma explicita ya en la portada con el título de la propia revista, en la que aparecen tres alusiones a la centenaria obra como pies de foto, “la luna, que sube redonda sobre la ermita de Montemayor.....”, bajo una foto de la Virgen saliendo de su ermita, “parecía de cerca como una Giralda vista de lejos”, pie de una foto de la torre de la iglesia, y “esta tarde he ido con los niños a ver la sepultura de Platero....”, junto a una foto de la casa de Fuentepiña y el “pino redondo”. El Platero de Juan Ramón que se publicaba por primera vez en 1914, y el

P Por Cayetano Burgos Mazo

Ha Re-nacido Platero

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que daba nombre a la revista fundada en enero de 1958 por jóvenes moguereños, cada uno a su nivel, forman en definitiva parte de la historia cultural de Moguer.

En la segunda página aparece la mencionada presentación de D. Juan Gorostidi, en la que alaba la inquietud en forma de iniciativa literaria de los promotores de la revista “en una época de ping-pong, de futbol y quinielas”, y como esa revista es una continuación de otros periódicos editados en Moguer en años anteriores , caso de “ Monsurium” o “Apolo”.

Junto a la presentación aparece un saludo de la dirección hacia todos los moguereños, debajo del que aparece una indicación de que “el importe de este periódico, agradeciéndose el aumento voluntario, debe remitirse por cualquier medio a D. Francisco López Viaña, administrador de “Platero”. D. Francisco López, Administrador de Platero y uno de los jóvenes promotores de ese periódico entonces, exaltador y pregonero de sus fiestas con el paso de los años, siempre dispuesto a colaborar para engrandecer las tradiciones de su pueblo.

Y cierra esta segunda página el artículo “Y nació Platero”, firmado por Una Moguereña, en el que aquella joven de la época muestra su satisfacción por la aparición del periódico, a la vez que hace una alabanza de su moguereñismo y todo lo bello que encierra Moguer, “soy moguereña y para mí es lo mejor del mundo y no creo que para mi sola. Opinad, ¿hay una iglesia como la nuestra?, ¿una Virgen como la de Montemayor? y ¿un convento como el de Santa Clara?”

En la tercera pagina destaca las palabras de saludo del Párroco, Fray Claudio de Trigueros, y bajo el epígrafe “Rincón Literario” se abre la cuarta, con poemas de Juan Ramón, Lope de Vega y Manuel Alcalá de los Reyes, moguereño fundador de la Hermandad Filial de Sevilla, que en unos versos sacados de su libro “El Moguer de mis tiempos” deja patente su ilusión de ver a la Virgen de Montemayor coronada.

En esa misma página aparece una sección titulada “Amenidades”, en la que se publican sevillanas de la romería, y se hace eco de una visita a la ermita de la Hermandad de Punta Umbría en diciembre 1957, junto a varias adivinanzas y un sumario en el que se agradece la colaboración de los anunciantes.

Entre el resto de páginas destacan las que hacen diversos recorridos por monumentos de Moguer, Santa Clara, la iglesia o Fuentepiña, las “Cantigas a la Virgen Pequeñita”, versos a la Virgen de Montemayor, que firma otro ilustre poeta de nuestro blanco Moguer, D. Francisco Garfias, “Redondel”, sección taurina en la que se hace una breve reseña de la biografía de un banderillero nacido en Moguer el 8 de febrero de 1887, Antonio Marroco Baucia “El Americano”, un breve firmado por Cipriano, Cipriano Díaz, que con el paso de los años se convertiría en un gran critico taurino.

No quisiera terminar el recorrido por las páginas de este periódico sin hacer mención especial a una noticia que se presenta bajo el titular “Palmas y Olivos”, la primera salida procesional de la Hermandad de la Borriquita, que tuvo lugar el Domingo de Ramos de la Semana Santa de 1957, impulsada como el periódico Platero por la juventud moguereña, encuadrada en la Mutualidad Escolar “San José”, juventud que seguiría vinculada a la cofradía con el paso de los años, y de la que como un gran número de jóvenes moguereños formó parte quien firma este artículo. Ver esta cofradía el Domingo de Ramos nos permite ver a Platero por las calles de Moguer cada Semana Santa, escenificado en el burrillo que acompaña a Jesús durante su Entrada Triunfal en el Jerusalem moguereño.

Secciones dedicadas a la moda con unas líneas dedicadas a la silueta de la mujer, o al deporte con “Breve Historia del Futbol Moguereño”, son páginas que complementan este primer número de “Platero”, que se cierre con la publicidad, con anuncios de comercios y empresas de nuestra ciudad, la mayoría desaparecidos, como Casa Márquez, alguno en la actualidad abierto al público con el mismo nombre, Casa Camacho, o otros que cambiaron de titularidad, como la farmacia de D. José Luis Maestre, hoy titular D. Javier Sayago.

Deseando que este artículo sea del agrado de los responsables de la edición de la revista, y de todos los que lo lean, les saludo atentamente.

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PI

Platero este año en Moguer,se celebra el Año de Plateroese burro tan famoso que toda España queremos ese burrillo moguereño.

II

De Montemayor veníaJuan Ramón y su Platero (bis)de rezarle una salve a esa virgen tan chiquita Madre de los moguereños

F andangos

Por ser el Centenario de “Platero y yo”, escribo estos fandangos

por Trinidad Cordero Cruz

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OTOÑOFrancisco Domínguez Cordero

óleo sobre lienzo 92 x 65 cm.

O bra gráficaO

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