Lutfël

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(*Nota: Lutfël o Nios Lut significa: “Los Cinco”) Harold Isaac Martinez Rangel

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Las cinco personas que se convertirían en leyenda, las cinco historias que conforman una sola. Un poema épico que cuenta un mismo suceso desde cinco puntos de vistas diferentes. Siendo éste el escrito más bonito -a mi parecer - que he hecho, en cuanto a palabras súper kiuths.

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Zedfhel du Himr(Harold Isaac Martinez Rangel)

LUTFËL

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Zedfhel du Himr Lutfël Éleos

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El resonar de un sueño se esparció sobre todo el lugar, y acaricio a las pupilas que deseaban con fervor llegar a un final.

Recorriendo carne y hueso la ilusión se fundía con la horrible realidad. ¿Cuánto tiempo?... ¿cuántas vidas?... ¿cuantos pueblos, cuantas almas… cuantas lagrimas al fin podría él secar?

La adrenalina lo aturdía y su cuerpo lo afligía, sus manos le temblaban mientras al tiempo una hoja blanca empuñaban, una hoja justiciera, tan brillante como una luna llena. Tan soberbia y tan pesada, como el orgullo de quien la portaba.

El tiempo se escurría en la noción de la nada y sobre sus hombros recaía una esperanza olvidada.

¿Una ilusión? O… ¿solo un recuerdo amargo de la apatía del que se irguiera frente a su percepción?

La duda y el recuerdo como un veneno lo atrapaban; su visión le fallaba y desenfocaba al que pronto su vida cegara. En un baile de recuerdos y nervios, fugaces destellos de vivencias pasadas de las almas que como fantasmas observaban se paseaban entre las memorias de quienes ahí estaban.

Tres guerrera, tres damas, tres espadas que cuentan una batalla. Tres historias diferentes que se encarnan en la infancia; aventuras, amores y pasiones que se unen a una cuarta y se funden en la lujuria y la nostalgia. Atadas y atrapadas a una historia sin destino, a una alma odiada y olvidada que el solo nombrarla despierta temor y suplicio. Un mal quinto que a todas las une, una quinta historia en la que las cuatro se funden.

Y sin embargo… es el que las consume.

Lenta y sutilmente, una falsa expresión de despreocupación y felicidad se estructura en la pálida cara del que no debió ser, encerrando en lo más profundo de su alma, una triste y fría necedad de saber.

No es valentía ni locura, es solo el descontento de la duda aplicada al perjuicio de una pregunta. Es la acción de un alma consternada y perturbada, lastimada y corroída por las burlas de la vida. La razón de la nada suspirando a una respuesta que aun no esta concretada; sustentándose en el egoísmo del saber el: Por qué del ser, y le demuestre la ecuación perfecta que le esplique el de: “a cada acción conlleva siempre a una reacción.”

Gradualmente, desde lo profundo del oído, se va formando el eco de un distante sonido. Repicando en melosos tonos al llamado de la fe, que se pierde en las horas del olvido.

Gentilmente; se susurra una brisa turbia que abrasa y se enamora de los cuerpos que ella toca. Acariciando y besando a toda alma moradora, robando toda pena y todo aquello que los acongoja. Calmando y relajando, y con un último suspiro se va cantando una dulce estrofa que todavía aun se añora.

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Un toque tibio de un suspiro se evapora en el olvido bajo cinco siluetas ciegas esperando su destino. Cinco vistas diferentes de lo que es capas la mente. Retorcida, atrevida, delicada y amorosa, y un sinfín de adjetivos para denominar una sola.

Todas ellas juntas y atrapadas a la espera del ahora.Un último movimiento que pondrá fin al sufrimiento.

Como una ráfaga de viento; la espada blanca y elegante se precipita en un solo movimiento.

Pero… –¿Por qué…?

Terror, duda, descontento, ¿Qué palabra podría describir ese momento?

La esperanza y la alegría se pierden en una inmensa agonía, al quedar aquella hermosa estocada ahogada en la inmensidad de la nada. Adornada solo por el eco de un arpegio sin alma.

Sutil y velozmente, como una danza demoníaca se abalanza, y destroza un sueño que pareciera duraría a través del tiempo.

Solo bastaron tres movimientos para terminarlo. Dos aullidos provenientes de una daga ornamentada y un agarre tosco que al suelo lo mandaran; despojando a su contrincante de su orgullo y su arma.

Dolor, sorpresa y temor a su cuerpo envolvió, y al observar aquella sonrisa vacía, la decepción lo consumió. No entendía el porqué de lo que pasó, no explicaba el hecho de esa razón. Mil preguntas y mil razones en su mente se perdieron.

Después… nada más importó.

Una cálida sensación pronto lo arrulló; el brotar de su sangre a través de sus heridas lo debilitó, y en su cuerpo, se esparció junto con una sensación de tranquilidad y armonía la cual gradualmente lo acogió.

Una ultima mirada… un último atardecer… y tal vez una disculpa por el error que acaba de cometer.

Un peso indescriptible sobre su pecho se posó, acarreando un escalofrío amargo y una inmensa desesperación.

Pánico… terror… elevado en un millón de sensaciones sobre sus ojos carcomió. Un demonio alado reposando en su regazo, un demonio negro anunciando su fracaso.

Silencioso y cabizbajo, como un cuervo muerto en primavera sobre su pecho espera.

Un dolor intangible sobre su cuerpo emerge y en sus heridas ejerce. Garras negras como mil bocas hambrientas se precipitan sobre el héroe en reminiscencia; aquel demonio oscuro… estruja con fuerza la carne mutilada del ya patético ser sin futuro, y derrama lágrimas de sangre sobre las mejillas de su nuevo amante que muere ahogado por la decepción de su orgullo.

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Sus ojos blancos y profundos se reflejan en los del moribundo. Hipnotizando y acercando los labios sucios y podridos de aquel ángel mal nombrado.

Un beso muerto y perverso que envenena todo su cuerpo, lo destroza y lo transporta hasta el final de su tiempo.

Un último esfuerzo; una batalla en vano trata de librar pero su cuerpo frío e inerte, sobre el suelo está. Muerto y sin voluntad, por la nada se deja llevar.

Los gritos… llantos… y todo lo trágico que pudiera pasar, poco a poco se desvanecen en la oscuridad. Como recuerdos opacos que se pierden en el campo al cantar… y, finalmente, un abrazo nocturno lo arropa y lo encamina hacia el final.

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El viento sopla y acaricia a las hojas, embroca en los labios el sabor de un lugar lejano, en donde los recuerdos afloran en vano. Los pensamientos y sentimientos se mezclan en un canto donde el miedo es solista y los envuelve con su risa.

Deseos y sueños ella es lo que añora. Un amor prohibido ante las puertas del olvido y un banal castigo para la sangre de los hijos.

Un pecado ufano difícil de romper, es solo una mariposa herida en la llaga del ayer. Un juramento divino emulado por el cinismo, cantado y entonado en el cíclico estribillo una y otra vez, opacando a mil dioses enojados y elevando su corazón hacia un infierno desolado.

Todo ello provocado por aquella sensación, ese extraño sentimiento del cual solo en cuentos escuchó. Algo prohibido y anhelado, una dulce tentación. ¿Un tibio beso enamorado? o tal vez el descubrir lo que realmente significa la palabra amor.

Cuales hayan sido sus razones pronto ya no importó. Aquel reflejo de un atardecer en marcha sobre aquella hermosa hoja blanca pronto la envolvió y adornó su delicada cara con el reflejo del sol.

Un suspiro de esperanza en sus dulces labios rosas apremió, y con ello la alegría de poder besar a su único amor.

Dos siluetas sobre aquel campo extendidas, dos siluetas en su última partida. Una amada y la otra condenada, observadas en silencio por tres bellas damas.

Dos de ellas a la expectativa y una pérdida en los sentimientos de su vida. Acompañados por el sonar de unas lejanas campanas imperceptibles a la distancia.

Solo un último pensamiento no la deja de molestar, y es aquella mentira que es una amarga verdad. Esperando y aguantando aquel mal pecado que sobre sus hombros no deja de castigar. Solo espera el fin de esta tormenta para poderlo explicar y ser sincera en sus respuestas para poder al fin vivir en paz.

Finalmente algo pasa, pero… no lo puede conjugar.

–¿Qué fue lo que pasó?

Hay tantas posibles explicaciones a lo que aconteció, pero ninguna de ellas le contesta a la imagen que ella devoró.

¿Será un mal chiste efectuado… o una amarga alucinación?

La realidad poco a poco la atormenta, pero aun así, no encuentra el cómo falló.

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Un grito ahogado al atardecer revienta, proveniente de algún rincón y se desvanece a su alrededor. Pero dicho murmullo no es suficiente para que ella le preste atención.Su mirada yace inerte sobre un objetivo, el cual yace tendido sobre el camino; degollado e inmóvil sobre un charco enrojecido, con una fría mirada observando a la nada mientras la noche alada cae sobre su dulce amada.

La consternación y el dolor aprietan sobre su corazón mientras el miedo profetiza la soledad en el amor.

Sonidos de guerras destellan a su alrededor y lentamente la cordura regresa a su percepción. Una voz de una amiga herida la despabilan de su dolor, pero pronto la zambulle en el temor. Una hermosa guerrera invencible se transforma en algo irreconocible, una flor maltratada y lastimada con su sangre derramada, ojos turbios y aterrados y su brazo izquierdo destrozado. Grita versos y palabras pero estos mueren en la estancia.

Un rugido poderoso de algún animal majestuoso resuena y atropella las miradas de las dulces guerreras. Es el resonar de mil soles al compás de su dama, danzando sin alma a la voluntad de su ama. Luchando y acompañando a una espada en busca de venganza.

El silbar de una hoja conocida detiene el danzar de aquella reina vengativa. Se torna rojo aquel sendero y otro grito escapa al cielo.

Aquella espada conocida fue arrebatada de su amor en vida, ahora sucia y corroída se ha convertido en una asesina.

Una sombra oscura sobre su percepción se perfila y a lo lejos, yace su amiga muerta a la luz del último rayo de día.

Una mueca sin alma se acomoda frente a su mirada y anuncia la llegada de una muerte despiadada. El pesar de la batalla en su cuerpo se intercala y la paraliza bajo el viento de una fría mirada.

El peso de su espada por fin hace alarde de su llegada y hace imposible todo deseo de levantarla.

Sin propósito y deseo, una lágrima con desesperación se derrama al suelo y un llanto en vano sobre sus ojos se bordan en busca de un consuelo.

La espada, temblorosa y silenciosa; sin voluntad alguna se precipita al suelo junto con su amor y sus sueños.

Un último grito amargo se escucha a lo lejos, pero era más grande el terror y el miedo que envolvían a su cuerpo que no hubo reacción de nada sobre sus turbios pensamientos.

Una fría luz devoró su mirada, y un manto negro cubrió su alma. Sobre su rostro brotó un dolor inimaginable y en sus rosas mejillas se esparció el olor a sangre.

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Un sollozo doloroso se derramó en la tarde y perduró por mil instantes.

Sola y triste bajo la sombra de la agonía se posó; sobre el pasto verde la oscuridad de una pesadilla junto a su sombra en la tarde se desvaneció, y el llegar de la noche por siempre la acompañó.

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Zedfhel du Himr Lutfël Llairét

Sonó una campana mientras al tiempo recogía su espada. Enojada y desorientada por aquel tremendo golpe que la derribó y aturdió.

A lo lejos el eco del tiempo entre campanas resonaba, mientras el atardecer en tonos ocres sobre su piel se adornaba.

Una sonrisa forzada sobre sus tersos labios se forma; a la vez que con rencor y dolor lentamente se incorpora.

Dos sombras sobre el pasto asoman y se funden en la duda de todas, y alimenta su odio de quedar como una perdedora.

–¿Por qué me deje vencer? ¿Por qué no pude con él? ¿Por qué...? –Preguntas que se cuestionaba mientras aquella fría espalda observaba.

Ignorada y olvidada, su silueta junto al viento se desvaneció. Entonces fue opacada y destronada por su secreto amor.

Una lágrima inconscientemente sobre su mejilla recorrió, y dio cuenta de su impotencia y desesperación; de como no era capaz de demostrarle su amor.

Fijó su mirada más allá del enemigo y la enfocó en el cuerpo de aquel individuo, y en su mente anheló ser para él, algo más que una pequeña parte de su percepción.

Pero algo lo opacó, un movimiento rudo, como un baile nocturno, entre ambos florece hasta que uno fallece.

Una rabia inesperada se propaga en una respiración amargada, y destroza todo sentido de razón o gloria. Resuena un alarido de su corazón destruido y se precipita en el campo donde yace muerto su amado individuo.

Un grito triste de amor dedicado a la persona con la cual siempre soñó; y sin titubeo alguno, como una bestia salvaje sin razón, envuelta en ira y dolor sobre su enemigo se precipitó.

Empuñando una pesada espada a su amiga defendió y junto con mil gritos de guerra una épica batalla se desató.

Como truenos en un abismo las espadas resonaron. El centellar de las armas hacia el cielo en el atardecer se alzaron, y como demonios descarreados una danza eterna comenzaron. Pensamientos junto con sentimientos una vez más la embriagaron y en el recuerdo de aquel amor muerto se posaron.

Desde su corazón envenenado, brotó fuego desde su mano. Un fuego frío y desolado pronto al cielo fue lanzado, embelleciendo una efímera tarde y vertiendo su rabia e ira incontrolable sobre aquella persona innombrable.

Como si fuese un baile premeditado; danzan a través del campo entre serpientes de fuego y un crepúsculo agotado.

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Zedfhel du Himr Lutfël Llairét

Un espectáculo exquisito para el alma; acobijado solo por la sensación de decepción y la nada.

Ojos púrpuras forrados en preocupación y amargura, observan con ansiedad una épica lucha que se precipita en decadencia a una noche sin luna. Desgarrando su corazón por aquella amiga perdida en la locura. Ignorada por una mirada que yace petrificada a lo lejos, en la sombra del silencio.

Bastó solo una estocada de una mano adiestrada para finalizar una función encomendada a una diosa de venganza. Una mano fría destinada a quitar vidas y ser el verdugo de los días.

Una sensación sin vida y álgida le quitó la noción de saber si estaba aun viva. Y la hizo caer como cae una noche fría.

Silenciosa e inmóvil, yace su cuerpo sobre pequeñas flores. Observando a un cielo en degradado que poco a poco se va apagando.

Una pequeña luz se refleja en su ocre pupila y se aleja a lo alto con sus demás amigas, y a lo lejos, empiezan a danzar en un cíclico vals hacia el infinito cielo sideral.

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Zedfhel du Himr Lutfël Safiro

Aquel sonido agudo la detuvo y en un segundo una fría duda la sedujo.

Aquella espada invencible yacía sobre el suelo, inerte e inservible. Alejada de la mano de su amo, de ese ser despreciable e inhumano.

Una alegría incierta de su pecho afloró, pero una epifanía macabra de su mente se apoderó. Una incertidumbre lúgubre en su corazón repalpitaba y se posaba en aquel mal presentimiento que aquella persona arrastraba.

Una confianza malcriada sobre su pálida piel se mostraba y se reflejaba a lo lejos, al pie de un árbol viejo. Decorado por diminutos luceros que embellecían aquel frío momento.

Reflejos y centellos de un atardecer en calma se precipitan alrededor de aquella fría espada, sostenida por el temor y la rabia; apunta su filo asesino a la cara de su más fiero enemigo. Y premedita una victoria aun no lograda que se esparce a través del resonar de una vieja campana.

Enfrente de su percepción, tres siluetas veladas por el atardecer de un viejo sol. Y a lo lejos sobre el norte, una cuarta que con dificultad y poca gracia se levanta. Adolorida y aturdida, sus dulces lagrimas revelan sus pensamientos y sentimientos que se ahogan en las sombras de la vida, las cuales renacen en el sollozo de la rabia y la ira. Entendida solo por el mirar de aquellos ojos púrpuras que con tristeza observan su locura.

Un delicado soplo del viento recorre y saborea su terso cuerpo; jugueteando y susurrando en sus pensamientos se va quedando y un atardecer de entre los cerros se va apagando.

El pasto de un negro embarnecido se intercala con los vivos y revienta como olas a los pies de algún amigo. Mientras el canto de los grillos se funde con un efímero quejido de un ser querido.

De entre el pasto sobresale solo una silueta recogiendo una espada nueva y a sus pies va quedando un cuerpo mudo y moribundo que lentamente se encamina a las puertas del otro mundo.

Una mirada vacía hacia sus ojos se precipitan y como una sombra alada, hace alarde de su poderosa estocada, ahogada solo por el blandir de una astuta espada, ejecutada por la maestría de una hermosa dama. Obstruyendo la malicia de esa mortal tajada y desconcertando al dueño de esa fría mirada.

Un dolor intenso en su brazo izquierdo la sacudió mientras al tiempo de entre el pasto levantaba su mirada en busca de su hermosa espada.

En su dolor y desesperación una sombra tras su espalda al pasto opacó y hacia ella un filo blanco apuntó. Pero un grito enfermo y desolado a lo lejos resonó y una silueta enfurecida y vengativa sobre él arremetió.

El resonar de las espadas hacia el cielo se elevo y gradualmente el silencio y la nostalgia entre gritos se perdió.

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Zedfhel du Himr Lutfël Safiro

Esa fría y dolorosa sensación en su brazo palpitaba mientras con dificultad aquella espada agarraba. La angustia y agonía en su cara se precipitaban al saber que no podría ayudar a su amiga.

Un sollozo de impotencia en su mirada refleja y con un grito desesperado a su joven compañera alerta.

Silenciosa y quieta como una estatua vieja, observando hacia la nada, petrificada en su mirada. Observa a lo que fuera una vez su persona amada, bañada por el atardecer nocturno, despierta de ese sueño profundo y levanta su aterrada mirada hacia esos ojos púrpuras que la observan con desgracia.

Una llama pura revienta en el ocaso e interrumpe todo contacto. Iluminando al cielo raso, se derrama en el campo y acaricia con dolor la piel de una frágil mano.

El dolor de su brazo la derriba en su forzado paso, y la obliga a maldecir su deteriorado estado. Mientras su mirada se revierte en su carmesí sangrado.

Pero… un sonido conocido la congela en su retardo y la destroza el saber que a esa persona le ha fallado.

La espada inmóvil sobre su mano y ella recostada sobre un lecho perturbado, engalanado por luciérnagas que se alejan sin reparo. A través de una ensangrentada espada sostenida por el diablo.

Un recuerdo infantil y nostálgico se desvanece en el reflejo del ocaso y la ahoga en un doloroso espasmo de lágrimas y un grito desolado.

El tiempo divaga a través de su mente, luchando entre recuerdos, sentimientos y la obligación de su puesto. Su corazón enfurece mientras a la vez entristece, al ver aquella dulce mirada petrificada por la llegada de una fría sombra sin alma.

La ira sobre ella se desborda, pero a la vez ella la controla mediante el deseo del querer salvar a aquella dulce persona. Y se emborracha en aquel poder de una vengadora, permitiéndole incorporarse y encaminarse al rescate de aquella dulce niña soñadora.

Un último grito de advertencia de sus labios aflora, pero amargamente despierta de esa fantasía vengadora; da cuenta de que es demasiado tarde para salvar aquella tonta.

Un sonido fino se ahoga al cortar de la carne y revienta como una ola carmesí que se precipita hacia el ocre horizonte, velando el reflejo de su percepción y siendo arrastrada a un mundo oscuro sin noción.

Una silueta negra sosteniendo una ensangrentada espada, y a sus pies se derrumba una mujer mutilada, con la mirada destrozada.

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Zedfhel du Himr Lutfël Safiro

Sobre sus mejillas recorren lágrimas rojas y sobre su ropa se salpica su aroma. Se lleva las manos al rostro y de su boca resuena un tenebroso sollozo mientras una mirada queda totalmente helada por tan cruel jugada.

Solo un instante bastó para encolerizar su alma y dejarse llevar por la rabia. Y arremetió contra esa pequeña espalda deseándole un cruel final.

Dos siluetas quedaban en pie al final, como una pareja de baile matrimonial. Observándose mutuamente, en silencio y ansiedad. Esperando por el último compás.

Trató de mover su brazo y forcejear, pero el dolor y cansancio era tal… que no le permitió de él escapar.

Una mirada vacía y una sonrisa fingida era todo lo que ella podía apreciar, aparte de un atardecer rojizo que empezaba a declinar.

Un frío intangible a través de sus entrañas pasó, seguido de un intenso dolor el cual la aterró. El miedo y el pánico finalmente la envolvieron, y de sus ojos púrpuras lágrimas brotaron. Su garganta de sangre se llenó, y otro agudo dolor la liberó.

Su cuerpo se hizo pesado y a su espada soltó. Una tibia lágrima sobre sus labios pasó y con su sangre se combinó. Se posó en sus rodillas y, finalmente hacia un lado calló.

El ocaso en el horizonte se perdía… mientras su amiga todavía forcejeaba por su vida. Y a un lado, una sombra negra todavía se erguía.

Una sensación de nostalgia la acarició… y una dulce fragancia la envolvió…

Fue entonces cuando ella entendió que todo terminó…

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Zedfhel du Himr Lutfël Biornél

Un cuervo rojo yace sobre una rama en lo alto del viejo árbol, silencioso y curioso, como un demonio viejo, observando y vigilando hasta el más sutil movimiento. Grabando y preservando para siempre aquel turbio momento.

El ojo negro y cristalino de ese ser alado, refleja la pálida cara de aquel aborrecido sujeto; una mirada triste e indiferente la cual no rebela nada a su oponente, una figura frágil y patética, una burla para cualquier ser con vida en la faz de la tierra.

Carcajadas crueles y efímeras de niños siniestros se arremolinaban entre sus pensamientos. Sumergido en la agonía de una vida sin alegrías, sin amor y la amistad de una persona querida.

El recuerdo de una triste canción afloró dentro de su corazón y sintió aquel dolor que alguna vez en su infancia lo atormentó, mientras en sus manos se postraba el dolor de una batalla. Y frente a él, una expresión de arrogancia y sorpresa al autovanagloriarse por su habilidad y destreza.

Una cálida y extraña brisa lo acaricia, calmando toda cólera y agonía. Otra nota más de aquella triste melodía resuena a la memoria de aquella hermosa niña. Una sonrisa bacía en sus fríos labios se atisba, provocada por el recuerdo de aquella amiga sin vida.

Una campana a lo lejos suena y su eco sobre los campos se riega, chocando con los cuerpos que yacen como seres muertos, sumergidos en sus propios pensamientos. Unidos por un mismo objetivo, y el deseo de sobrevivir a una tarde que muere en el olvido.

Dudas y cuestiones se plantea sobre su propia existencia, y busca repuestas. Tan solo un presagio de algo que le responda al porque de su miseria. Al odio infinito despedido de otros a su ideología y esencia. Todo ello acatado en un atardecer de viejas siluetas, opacas y alargadas, esparcidas en un mar de hierbas.

Sobre los ojos de aquel ser orgulloso la duda observa, y concibe el final de esta patética escena. A su alrededor observan tres damas condenadas por sus sentimientos y la misión de sus espadas. Y en su derecha, un atardecer lejano que rápidamente entre los cerros se acuesta.

A su espalda, el dolor de una mujer sobre sus pensamientos revienta. Destrozada y humillada, una mujer condenada por sus sentimientos hacia una persona la cual nunca será la indicada. A la izquierda una líder desbancada quien desea demostrar su habilidad ante el mundo entero, y ser la vencedora de este único y fatal enfrentamiento. Sobre el crepúsculo, como una diosa hermosa y silenciosa, la pequeña dama que añora ser una elegante guerrera defensora. Y frente a él, el enemigo eterno que jamás llegó a conocer… y sin embargo, fue aquél, el que siempre pensó en él.

El movimiento de aquella espada enemiga lo despierta de su pequeña fantasía. Una espada empuñada por alguien quien dice luchar por el honor y la justicia.Una espada ciega que cree fervientemente en su punto de vista, regido desde el nacimiento por una moral que es parte de una sociedad en progreso. Muy similar a sus propios pensamientos, pero… en la realidad, todo aquello es lo opuesto.

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Un silbido agudo cerca de su oreja derecha pasa mientras que con su mano diestra toma un regalo obsequiado por una amiga de antaño. Una daga minuciosamente decorada y de un color azul plateado.

Degolla y derriba a su adversario; rápidamente toma la espada de su enemigo que se va desangrando. Arremete sobre su derecha contra la dama quien estuviera en un principio a su izquierda. Ella demuestra el porqué de su destreza y bloquea el ataque que no lleva misericordia ni sutileza, pero que no es suficiente para controlar tanta maestría y grandeza.

Es atacado por una dama quien está destrozada desde el alma. Lágrimas y un esfuerzo que no es digno para llamarla rival, se desmorona junto con la tarde que es opacada por el resonar de sus llamas que se extinguen al pasar de las miradas. La detiene con un golpe, aparentemente frío, pero sincero.

Un grito desesperado se escucha a sus espaldas, y frente a él; una hermosa mirada de color purpura. Se observan las dos siluetas ocultando un atardecer que se esconde bajo cerros, que a su vez se encuentran decorados por un viejo lago; cual espejo celestial, refleja los últimos destellos de una dimensión que se dirige a una noche espectral.

Ambas miradas se cruzan y se detienen al silbar de la brisa. El olor de una nueva semilla que crece dentro de aquella vida, lo detiene y lo sumerge nuevamente en el recuerdo de su amiga.

Un sentimiento de culpa eterna lo destroza y le hace dudar de si realmente él es merecedor de su vida.

Una lágrima ve caer por sus rosas mejillas y se enfurece al saber de que no puede terminar con aquella hermosa vida.

Su espada de ella sobre el pasto cae y el miedo interminable la paraliza frente a su mirada fingida y adolorida. La vergüenza y la pena lo invaden haciéndolo sentir como un criminal indeseable.

En blanco deja sus pensamientos y recuerda el porqué de su misión, aprieta el mango de su espada y corta el velo de esa triste visión.

Un grito horrible de dolor se zambulle junto con su corazón, y ella cae sobre el pasto hacia un mundo sin razón.

Un último esfuerzo, y una mano queda ahogada en el intento de venganza de un sueño que quedo en la desgracia. No puede él ver a través de las almas ni conocer las razones que motivan a la esperanza.

Una última sonrisa sin vida articula, fingida, triste, y destinada a quedar en la soledad y miseria de la vida. Mientras observa las últimas lagrimas de una mujer que va quedando sin vida.

El graznido de un cuervo resonó al final de la obra…

Cinco siluetas solas, haciendo el preludio de una noche desoladora.

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Zedfhel du Himr Lutfël Biornél

Los sonidos de la oscuridad se funden con los de un cuervo rojo que se aleja a lo alto del firmamento, decorado por luceros que se arremolinan a través de los cuerpos.

Reclama su arma que yacía olvidada, y se enlista para seguir con su jornada. Y a través de los cuerpos él pasa, acompañado por el sollozar de una dama. Tres cuerpos sin vida sobre el campo descansan, y una última lucha para vivir en la nada.

Se aleja a través del vacío sendero…

Una última nota en sus pensamientos se evapora, dedicada a esa hermosa persona.

Solo entonces el ocre tono del cielo escondiéndose a través de los cerros, rebela lo vacío e inmenso de sus pensamientos.

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D IL SO AR AA CH

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